LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN:
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LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN:
LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN: EL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS Como mencionábamos en el artículo al inicio de esta edición, los sacramentos de curación nos ayudan a ir asimilando y haciendo nuestra la gracia dada en la Iniciación Cristiana; pero también a restaurar los dones que este proceso iniciático nos ha aportado. Por esta razón, cada uno de los sacramentos que pertenecen a este grupo nos permiten experimentar la mano de Dios que, consciente de la debilidad humana, nos levanta de nuestras caídas y nos sostiene en el camino cristiano. Para ello, en esta experiencia de fragilidad, la Unción de los enfermos tiene un significado particular. Para entenderlo, el Concilio Ecuménico Vaticano II nos decía que: «La extremaunción», que puede llamarse también, y aún mejor, «unción de enfermos», no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez”1. Tendríamos que afirmar, entonces, que este sacramento existe para pedir la sanación física del enfermo; no podemos reducirlo a un “remedio” que dé buena muerte a quienes están en peligro de fallecer. De hecho, las mismas oraciones del ritual nos recuerdan esta dimensión curativa: “Mitiga, Señor, los dolores de este hijo tuyo […]; haz que se sienta confortado en su enfermedad y aliviado en sus sufrimientos”2. Pero al decir esto, sabemos que el aspecto curativo de la unción no debemos entenderlo en términos mágicos: el gesto unido a las palabras se constituyen en el medio por el cual Dios Padre extiende su mano para levantar a quien ha caído; de tal modo que se pueda reintegrar a la vida comunitaria a la que fue inserto por medio de la Iniciación Cristiana. Y cuando esa curación ya no es posible, la gracia del sacramento se transforma en fortaleza para vivir cristianamente el dolor y hacer de él un medio para seguir vinculado a la comunidad e incluso aportarle algo; pues la enfermedad o debilidad se convierte en espacio propicio para vivir intensamente el amor. Por último, debemos entender como elemento esencial de este sacramento el hecho de que la comunidad cristiana no debe comportarse indiferente ante el sufrimiento humano, este sacramento nos recuerda la obligación que tenemos de acompañar al enfermo y a su familia en el proceso3. Estamos llamados a ayudarles, CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, “Constitución ‘Sacrosanctum Concilium’ sobre la sagrada liturgia”: Concilio Ecuménico Vaticano II. Constituciones, Decretos y Declaraciones. Edición bilingüe patrocinada por la Conferencia Episcopal Española, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 20002, n. 73, p. 255. 2 Ritual de la Unción y de la pastoral de enfermos. Reformado según los decretos del Concilio Vaticano II, promulgado por mandato del Papa Pablo VI, aprobado por el episcopado español y confirmado por la Sagrada Congregación para el Culto Divino: Barcelona: Libros Litúrgicos Conferencia Episcopal Española, 2009, n. 142, p. 70. 3 Cf. Ibíd., n. 47-48, p. 30-31. 1 para que puedan tomar consciencia de que el sufrimiento y la enfermedad, cuando se unen al sacrificio de Cristo, son un camino eficaz de salvación4. 4 Cf. JUAN PABLO II, Salvifici Doloris. El sufrimiento humano, Madrid: Ediciones Paulinas, 19842, n. 21-23, p. 40-45.