La Eucaristía, paso a paso 11
Transcripción
La Eucaristía, paso a paso 11
La Eucaristía, paso a paso 11 Escrito por Entramos en la segunda parte importante de la celebración: la presentación de los dones, la plegaria eucarística y los ritos de la comunión. El sacerdote deja el ambón y va al altar. El altar es también mesa. Hasta el momento de la comunión inclusive, el sacerdote estará en esta mesa viviendo la presentación de los dones, la plegaria eucarística y el rito de la comunión. 1.- La presentación de los dones (=ofertorio). En este momento se llevan al altar el pan y el vino (y tal vez otros dones), y he de hacerme esta pregunta: ¿Cuál es el pan que traigo hoy a la Eucaristía? Y, ¿cuál es mi vino hoy? Mi pan y mi vino son las situaciones que estoy viviendo. - Si tengo problemas en mi familia, o en mi trabajo, ése es mi pan y mi vino. - Si he quedado sin trabajo y estoy en paro…. ése es mi pan. - Si dos novios han roto las relaciones…. Éste es el pan y el vino (el cáliz es símbolo de dolor) de ellos. - Si soy mayor de edad y tengo problemas de salud: éste será mi pan, eso es lo pondré en el cáliz. - Y aquí podríamos poner un largo etcétera. En la celebración de la Eucaristía de los primeros siglos éste era el momento en que el pueblo hacía visible su participación activa. Traían a Misa parte del pan hecho en casa, algo de vino hecho en casa, legumbres ,etc. Traían todo eso pensando en el ofrecimiento a Dios en la Misa y en los pobres. El sacerdote recogía todo y lo colocaba junto al altar. También traían dinero para ayudar a los pobres y a la Iglesia. A esto se llamaba y se llama ‘colecta’. El sacerdote reservaba para la celebración de la Eucaristía lo que precisaba (la comunión era bajo la forma de pan y de vino consagrados) y el resto lo daba a los pobres. El Ofertorio (que hoy recibe el nombre de ‘presentación de los dones’) era, pues, el momento 1/4 La Eucaristía, paso a paso 11 Escrito por de la Misa en el que se pensaba de manera particular en los pobres, en los que están mal, en los que son ‘menos’ y, por lo tanto, están ‘marginados’. La persona encargada de enterarse de quiénes eran los pobres, de recoger dinero para ellos, y de repartirlo era el diácono. El diácono tenía que ser “el oído, el ojo, la boca, el corazón y el alma del obispo” nos dice un documento antiguo llamado ‘Constituciones Apostólicas, II, 44,4’ y tenía como misión propia no solamente distribuir los donativos recibidos, sino también buscar a los pobres, detectar la miseria. Hoy, la presentación de los dones (=ofertorio) puede pasas sin pena ni gloria, sin que nos interpele. El sacristán/a pone el pan y el vino y nosotros ni pensamos en lo que significa. Nos será útil anotar algunos testimonios de la primitiva Iglesia sobre la importancia de la ayuda a los pobres durante la celebración. A comienzos del siglo II, San Ignacio de Antioquía dice que los herejes ni van a celebrar la eucaristía, ni rezan y que se abstienen asimismo de ejercer la caridad con los presos, los hambrientos y los sedientos. Tertuliano, a finales del siglo II, dice: ‘Nosotros somos una comunidad y una asamblea, y asediamos a Dios con nuestras oraciones. En el curso de la reunión (Eucaristía), dirigida por los presbíteros, se procede a la lectura de las Escrituras. Una vez al mes hacemos una colecta de dinero para el cuidado y los funerales de los necesitados, para los jóvenes y las jóvenes sin fortuna y para sus padres, para los ancianos y para los que han venido a menos; en fin, para todos los confesores de la fe que sufren en las minas, deportados o en prisión’ (Apolog. 39, 1-11). San Cipriano (siglo III) reprocha duramente a una matrona acomodada que iba a la Eucaristía sin dar nada para los pobres. Le habla así: ‘Tus ojos no ven al necesitado y al pobre, porque están oscurecidos y cubiertos de una noche espesa. Tú eres afortunada y rica; te imaginas celebrar la cena del Señor sin tener en cuenta la ofrenda. Tú vienes a la cena del Señor sin ofrecer nada, tú tomas parte de la ofrenda que presentó el pobre’(J. Campos, Madrid, l964, p. 241). 2/4 La Eucaristía, paso a paso 11 Escrito por Pero el testimonio más elocuente lo encontramos en San Juan Crisóstomo. Está predicando en la iglesia y hace una comparación entre la presencia de Cristo en el pobre y en la Eucaristía, y dice: ‘¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No lo abandones cuando está desnudo. No quieras honrarle aquí con telas de seda, si antes lo has despreciado fuera cuando padecía frío y desnudez. Porque el que dijo:”Esto es mi cuerpo”… es el mismo que dijo también:”Tuve hambre y me diste de comer” y “cuantas veces hiciste esto a uno de mis hermanos más pequeños, a mí me lo hiciste”. ¿De qué sirve adornar la mesa de Cristo con copas de oro, si El está muriendo de hambre? Empieza por saciar al hambriento y, después, con lo que te sobre, adorna también la mesa…(Pg 58,508-509). También el Catecismo de la Iglesia católica, al hablar de la ‘presentación de los dones’ nos recuerda el compromiso con los pobres: “Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esa costumbre de la colecta (cfr. 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo que se hizo pobre para enriquecernos (cfr 2 Co 8,9). Y cita a S. Justino: Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se le ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad (Apol. I, 67,6) (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1351). Al hilo de estos textos de los santos Padres, quiero referir un dato de Santa Teresa de Calcuta. Un buen día se le acercó una joven bien puesta y le preguntó: ‘Madre Teresa, ¿cuál es su carisma?’ ‘Mira, hija mía, le contestó la Madre Teresa. Mañana por la mañana vas a tal iglesia de Calcuta a la misa de las 10 de la mañana y te fijas atentamente en cómo trata el Padre a la Eucaristía. Te fijas en el cariño, veneración y reverencia que muestra al Señor en la Eucaristía’. A la mañana siguiente la señorita fue a la iglesia a esa eucaristía. Regresa donde la Madre Teresa y ésta le pregunta:’¿Estuviste en la iglesia que indiqué en la misa de las 10? ‘Sí’, respondió la joven. ‘Y, ¿qué me dices, jovencita?’ ‘Sí, he caído en la cuenta del amor, veneración, reverencia, delicadeza y estima con la que el Padre trataba a la Eucaristía’. ‘Pues ahora, continuó la Madre Teresa, escucha lo que voy a decirte: esta tarde irás a tal leprosería y tratarás a los leprosos con el mismo cariño, reverencia, veneración, delicadeza y estima que el Padre propiciaba a la Eucaristía’. Cuando la joven oyó lo de la leprosería se puso muy nerviosa, pero como se había comprometido en saber cuál es el carisma de la Madre Teresa, 3/4 La Eucaristía, paso a paso 11 Escrito por fue. Al anochecer, regresó la joven donde la Madre Teresa y ésta le preguntó: ¿Has estado en la leprosería que te he indicado y has hecho lo que te he pedido? ‘Aunque me ha costado mucho, yo he intentado tratar a los leprosos como el sacerdote trataba a la Eucaristía’ respondió la joven. ESE ES NUESTRO CARISMA, le respondió la Madre Teresa. Si queremos vivir la celebración con autenticidad, será preciso que los que son menos y tienen menos estén muy presentes en este acto celebrativo, siendo el momento de la presentación de los dones el momento propicio para pensar en ellos. Ponemos a los pobres y enfermos en el pan y el vino que ofrecemos, el Señor toma esta ofrenda y la transforma en sí mismo en la plegaria eucarística y en la comunión se nos entrega El mismo juntamente con nuestra ofrenda. 4/4