Educar el deseo - Ediciones Obelisco
Transcripción
Educar el deseo - Ediciones Obelisco
Ayuda práctica | de quim valls Educar el deseo Quim Valls Es economista, periodista, profesor universitario y grafólogo doctorado en el método grafotransformador Kimmon, creado por él mismo, para reeducar el inconsciente y desarrollar la inteligencia emocional. Estas tareas las desarrolla en la actualidad en el Instituto Kimmon. Entre sus libros destacan Buenos días y buena letra, Buenas noches y buena suerte, Buena mente, Emocional mente, Maravillosa mente, Genial mente y Ligera mente. + INFO LIGERA MENTE. Carmen Torrejón y Joaquim Valls. Editorial: Obelisco. Páginas: 256. Precio: 12 e. http: www.kimmon.es 58 ■ Psicología L os animales se alimentan, el hombre come; solo el hombre de talento sabe comer” (Anthelme Brillant-Savarin) La educación de los deseos de nuestros hijos es capital, si uno tienen en cuenta la enorme influencia que ejerce la publicidad, que es la industria del deseo por excelencia.Ya en el siglo XVIII, es decir, mucho antes de la irrupción de la sociedad de consumo, en la tercera parte de su Ética, el filósofo neerlandés Baruch Spinoza expone su emblemática “teoría de las pasiones”, y constata que las personas somos seres existentes y somos conscientes de nuestra existencia en tanto que somos seres que deseamos. A los hombres, sentencia Spinoza, nos mueve el apetito. somos seres deseantes “El deseo, en sentido estricto, es una exclusiva humana. O, tal vez, sería más exacto decir que es una etapa de transición, entre la pulsión —presente en todo el reino animal— y el proyecto, que es cosa del todo nuestra. Esta es la arquitectura básica del deseo, de la que derivan las arborescentes arquitecturas posteriores en las que vivimos y nos desvivimos” (José Antonio Marina) En el mundo natural, el instinto de supervivencia es gran motor de la vida. Un ser vivo que careciera de este deseo moriría irremediablemente, pues no sentiría ganas ni de alimentarse ni de respirar. Spinoza nos advierte que para el hombre también es así, es decir, que el apetito es la misma esencia del ser humano. Nuestros actos se encaminan, pues, una vez más inconscientemente a la satisfacción de nuestros deseos. Pero, al igual que sucedía con las ocurrencias, las emociones o los sentimientos, no todos los apetitos son funcionales, al menos a largo plazo, y en este punto la crianza de nuestros hijos resulta estratégica. Por un lado, los padres debemos educar a nuestros vástagos con hábitos de deseo ideales. Les pondré un ejemplo.A mi hija Marta, de niña, le teníamos que insistir cada día en que no se acostara sin cepillarse los dientes. Parecía una batalla perdida: cada noche era una discusión. Hoy en día, ya adolescente, no sabe meterse en la cama sin hacerlo. Se sentiría incómoda y le resultaría difícil conciliar el sueño. Hemos conseguido que le apetezca cepillarse los dientes. Pero además, la especie humana ha escapado voluntariamente del mundo animal. Ha decidido domesticar conscientemente los instintos y gestionar sus impulsos.“Los seres humanos fueron adquiriendo la capacidad de controlar sus acciones —afirma José Antonio Marina en su excelente libro La inteligencia ejecutiva (Ariel)— y todo esto lo ha hecho posible el espectacular desarrollo de los lóbulos frontales”. En segundo lugar, por lo tanto, los progenitores debemos adiestrar esta parte esencialmente humana de nuestro cerebro, para que, al sobrevenirnos deseos inconscientes, podamos evaluar su conveniencia de satisfacerlos inmediatamente, o decidir si es preferible demorarlos. O incluso sustituirlos por otros más adecuados. Por poner un ejemplo, si nuestros hijos han recibido una educación adecuada, mientras estudian tal vez sientan el deseo de conectarse a sus redes sociales, sin embargo deciden conscientemente (con los lóbulos prefrontales) poner su teléfono en modo avión hasta que se sepan bien la lección. comer bien para desear bien “Hay que comer para vivir, y no vivir para comer” (Jean-Baptiste Poquelin/Molière) ¿Cómo educar los lóbulos prefrontales para gestionar los deseos? Reflexionando a partir de lo que decíamos la doctora Carmen Torrejón y yo en nuestro libro Ligera Mente: las claves para adel- Si, como recalqué en mi anterior artículo, creo necesario educar el inconsciente de nuestros hijos para que sean sabios, felices y triunfantes, también veo importante educar sus deseos. eso sí, podemos toparnos con una complicación: que los deseos, al igual que la mayoría de las ocurrencias, emociones y sentimientos, son pulsiones automáticas difíciles de controlar Consentir a los hijos y darles todo lo que piden es caldo de cultivo de la impulsividad y la necesidad imperiosa de satisfacer sus deseos, lo cual puede acarrearles muchos problemas. gazar comiendo bien, me percato de que enseñar a alimentarse adecuadamente a nuestros hijos es un excelente entrenamiento para aprender a gestionar todo tipo de apetitos. Así, en un momento del texto, la doctora Torrejón interpela a los lectores con una provocativa pregunta: “¿Quién te ha dicho que puedes comer lo que te dé la gana?”. En efecto, detrás de una persona que come compulsivamente aquello que le apetece a corto plazo, sin atender a las consecuencias que sobre su salud puede acarrearle a medio y largo plazo, se entrevé una educación por parte de los padres poco directiva en este campo. Racionar la ingesta de dulces de nuestros hijos, obligarles a comer verduras y frutas, aconsejarles ingerir agua durante las comidas en lugar de bebidas edulcoradas o desayunar con cereales y productos lácteos en dosis adecuadas es, sin duda, una excelente oportunidad que tenemos los padres de educar la inteligencia ejecutiva de nuestros vástagos.Todos hemos vivido el deseo irrefrenable de los más jóvenes de la casa (y lo que es peor, todos hemos padecido sus sonoras reivindicaciones) para que les permitamos engullir dulces, bollería industrial, fast food o refrescos. Pues bien, para contrarrestar la enorme influencia del marketing, es más necesario que nunca recordarles —parafraseando a la doctora Torrejón—: “¿Quién te ha dicho que puedes satisfacer todos los deseos que te dé la gana? Tenemos que explicarles que, frente al carpe diem tan en boga en nuestra sociedad de consumo actual, no deben dar cumplida cuenta a los impulsos que pueden procurarles un falaz bienestar presente, un “subidón” momentáneo que, sin embargo, les va a complicar mucho la vida en un futuro. En definitiva, enseñar a comer bien a nuestros hijos es una excelente escuela de vida para que aprendan a gestionar conscientemente sus deseos inconscientes. Psicología ■ 59