Visión Global en la Iglesia Local por Leonel Barrera
Transcripción
Visión Global en la Iglesia Local por Leonel Barrera
Visión Global en la Iglesia Local por Leonel Barrera Introducción Al observar la extensión global que tiene la Iglesia en el transcurrir del tiempo, podemos afirmar que ésta se debe a la obediencia de la Iglesia a llevar el evangelio a todo el mundo. Después de dos mil años, podemos encontrar que la Iglesia fue expandida hasta lo último de la tierra, como producto de esa visión y obediencia. Respecto a la Iglesia de Dios, esta desde su nacimiento se comprometió con la gran comisión dada por Jesucristo para ensanchar el Reino de Dios. El Dr. Charles W. Conn documenta en su libro Como Ejército Poderoso (1996), cómo la Iglesia de Dios se expandió al mundo haciendo ahora presencia en 177 países. Actualmente el 85 % de la membresía de la Iglesia de Dios, se encuentra fuera de Norte América. Esto nos muestra que la iglesia posee en su genética, el ser una iglesia misionera con una visión global. América Latina, al igual que el resto del mundo, es fiel reflejo de una visión global de nuestra denominación. En cada país de nuestra región se dio la tarea de ensanchar el Reino de Dios en cada una de sus comunidades, como resultado de esa herencia misionera. Hoy por hoy, estamos experimentando un enorme crecimiento, convirtiéndonos en un bastión en esta parte del mundo con mayor presencia evangélica. Sin embargo, la visión global no ha sido la fortaleza de la iglesia latinoamericana, debido que hasta hace unas décadas la iglesia se ha visto como un campo misionero. Sumado a esto, también se encuentra el sobre énfasis que la iglesia le ha dado a una tarea evangelizadora a nivel local, pensando que la labor transcultural sigue correspondiendo a los norteamericanos y a algunas iglesias que tienen una vocación global. Hoy la iglesia de Dios desea cambiar esto, a adoptado como suya la expresión “De campo misionero a fuerza misionera”. En estos últimos años vemos esfuerzos locales y nacionales de enviar al mundo a familias con el fin de cumplir con la gran comisión dada por Jesucristo. Además, de manera integrada e intencional en la Visión 20/20-6R, se proyecta que “las iglesias locales en Latinoamérica estén conectadas con el contexto inmediato y con la misión global (Glocal)” para ello hay que trabajar al interior de la iglesia local, con el fin de renovar la visión global de la misma. Es así como nace el tema en esta cumbre “La visión global en la Iglesia local”. Preguntémonos como parte de la iglesia de Dios de Latinoamérica: ¿Qué entendemos por visión global? Si hablamos de visión global, será lo mismo para todos. ¿Cuál es la visión que Dios quiere que como iglesia desarrollemos? ¿Cómo entender que somos una iglesia en misión? ¿Qué papel cumplimos nosotros los pastores de la iglesia local en la visión global de Dios? Es así que haremos el intento de abordar el tema de cómo convertir nuestras congregaciones en iglesias con una visión global. Definir la Visión Global Se puede decir que Visión Global es tener una conciencia plena de la naturaleza misma de Dios y la iglesia, es conocer y comprender claramente el fundamento, su razón de ser y el objetivo del reino de Dios. Cuando hablamos sobre la visión global, estamos hablando de la misión de Dios (missio Dei). Dios es un Dios misionero. La misión existe simplemente porque Dios tiene una visión que se evidencia en el amor a todas las personas. Dios quiere rescatar a la humanidad de su deshumanización en lo moral, espiritual, físico, intelectual, social, económico, político y cultural. El establecimiento de su Reino es la visión de Dios. Por lo tanto, podemos concebir a la misión como un movimiento de Dios hacia el mundo donde la Iglesia es un instrumento para cumplir esa visión. La iglesia tiene el privilegio de participar. La Iglesia se encuentra al servicio del movimiento de Dios hacia el mundo (Josef Schmitz, 1971). Como ejemplo podemos citar a David J. Bosh, hablando de la misión, su base, su objetivo y su naturaleza, en su libro “Misión en transformación” (2004) en donde menciona: “que la perspectiva de los misionólogos protestantes, es que hay dos fundamentos en la visión global de Dios: “el fundamento sobrenatural” y “el natural” para la misión. Respecto al fundamento sobrenatural, identifica dos elementos: En primer lugar, la misión se fundamenta en las Sagradas Escrituras especialmente “en la gran comisión” (Mat. 28:1821). Y en segundo lugar, en la naturaleza monoteísta de la fe cristiana. Debemos reconocer que la visión de Dios dada a la iglesia está atravesando una crisis, y no hay sentido en tratar de pasarlo por alto. El único camino que toca a la iglesia hoy es enfrentarlo con toda sinceridad, sin una actitud derrotista porque en la crisis es donde se encuentra no sólo el peligro sino también la oportunidad. No busquemos sólo las oportunidades precipitadas, ni tan solo los peligros que nos paralizan y desaniman a seguir la tarea, sino respondamos tomando en cuenta la doble presencia de peligro y oportunidad, para así cumplir nuestra misión en plena conciencia de la tensión entre los dos. Ante esta situación, algunos optan por retornar a las imágenes o figuras misioneras del pasado; otros por el contrario, tratan de adaptar los valores del mundo contemporáneo para intentar responder según las propuestas que cualquier individuo o grupo decida denominar misión. Por tal motivo, es imprescindible alcanzar una nueva visión, sin dejar a un lado la experiencia del pasado, ni los errores cometidos. Estamos llamados a la realización de una nueva “Labor Pionera”, que será más exigente y menos romántica que las hazañas heroicas de la época anterior, pero es un bello desafío del Señor para su Iglesia y con igual importancia. Podríamos decir entonces que la visión global de Dios es la expresión dinámica entre Dios y el hombre, juntamente con su entorno (mundo); en primer lugar a través del relato del pueblo del pacto, Israel, y más tarde en forma plena en la persona y ministerio de Jesucristo. Él es la auto revelación de Dios como el que ama al mundo; el compromiso mismo de Dios en este mundo y con este mundo; la naturaleza y la actividad de Dios que abarca la iglesia y al mundo, y en la cual la iglesia tiene el privilegio de participar. Es una acción que se ejecuta entre la providencia divina y la participación humana. Por lo tanto, esta participación de la iglesia en la misión es un acto de fe con la promesa de la bendición de Dios (Romanos 10). Redescubrir la Visión Global en las Escrituras Para establecer la visión global en la iglesia local, es necesario también revisar el texto bíblico como antecedente fundamental de nuestra visión y como base primordial de la fe cristiana. Antecedentes de la visión global en el Antiguo Testamento Se debe pensar que es saludable preguntarse si es necesario considerar al Antiguo Testamento como punto de partida en la búsqueda de un entendimiento del concepto de misión o visión de Dios. De hecho, para nosotros como Iglesia de Dios y la teología cristiana, no existe un Nuevo Testamento divorciado del Antiguo Testamento. Sin embargo, debemos admitir que pensar así nos crea un problema si nos aferramos a la idea tradicional de la misión como envío de personas a lugares lejanos, porque en el Antiguo Testamento no hay indicadores literales de que los creyentes veterotestamentarios hayan sido enviados por Dios a cruzar fronteras geográficas, religiosas, culturales y sociales, con el fin de ganar a otros a la fe de Jehová. Ni siquiera el libro de Jonás tiene relación alguna con la misión en el sentido normal de la palabra. Porque el profeta Jonás no fue enviado para predicar Salvación a no creyentes, sino para anunciar su ruina. Tampoco a él le interesa la Salvación de la ciudad, más bien anhela verla destrozada (Ferdinand Hahn, en su libro “Misión en el Nuevo Testamento”(1965). Aunque podemos afirmar que el Antiguo Testamento es fundamental para entender el concepto de misión en el Nuevo Testamento. Y esto debido a que la fe de Israel es la convicción firme de que Dios ha salvado a su pueblo de la esclavitud de Egipto, guiándolos por el desierto y estableciéndolos en la tierra de Canaán. Además, que sólo existe como pueblo por la intervención de Dios, quien ha establecido un pacto con ellos y que de esto depende la totalidad de su porvenir histórico. Todo esto nos muestra de que Dios tiene un plan o visión para con su pueblo Israel, así como con su Iglesia; lo cual está determinado: 1. Por su desarrollo histórico. El enfoque es que Dios ha hecho, está haciendo y aún hará, según su propia intención declarada (Deuteronomio cap. 27 al 30). Aquí se ve a Dios como el que “actúa”. Esto pone de evidencia la dinámica de Dios involucrada activamente en la dirección histórica de su pueblo; en donde el énfasis principal del Antiguo Testamento es mostrar a su pueblo y a las naciones vecinas la “revelación” de sí mismo a través de los hechos históricos. 2. Por sus promesas. Esto es evidente cuando observamos el concepto veterotestamentario de “Revelación”. Muchos entendemos la revelación como un simple sacar a luz o quitar el velo que siempre estuvo allí, pero escondido. Sin embargo, revelación es un “evento” por medio del cual Dios se compromete en el presente a involucrarse con su pueblo en el futuro. Y es en ese proceso que se manifiesta como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Es decir, como el Dios que siempre ha estado actuando en la historia, y precisamente por esta razón será llamado también el Dios del futuro. 3. Por la elección de Israel como su pueblo. Es aquí en donde se observa que el propósito fundamental de su elección es el servicio, y si el servicio no se realiza, la elección carece de significado. De la misma manera sucede con la Iglesia de Dios hoy; así como a Israel se le ordena servir al prójimo marginado: al huérfano, la viuda, el pobre y al extranjero (Misión Integral), la Iglesia debe hacerlo hoy. Cada vez que Israel renueva su pacto (Deuteronomio 27-30 RV60) con Jehová Dios, Israel está reconociendo que está renovando sus obligaciones, está bajo su soberanía y esto incluye el cuidar a las víctimas de la sociedad. Así mismo la Iglesia, fue elegida para servir y en su servicio pone de evidencia su renovación y transformación constante hacia la visión de Dios. 4. Por la evidencia de que Dios también se compadece de las naciones. Al observar el libro de Génesis, descubrimos que tan pronto termina el episodio de Babel (Génesis 10, 11), que dramatiza las zozobras de las maquinaciones propias de las naciones, Dios introduce el comienzo de todo lo nuevo con Abraham (Génesis 12). Lo que no pueden lograr las naciones (Babel) aparece prometido y garantizado con Abraham. Y como dice David J. Bosch, en su libro “Misión en transformación” (2004), la historia entera de Israel da testimonio del continuo compromiso de Dios con las naciones, porque el Dios de Israel es Creador y Señor de todo el mundo (Salmos 24:1). Por esta razón, el pueblo de Israel, así como la iglesia, debe comprender su propia historia en continuidad con la historia de las naciones, y la historia de la salvación no como una historia aparte. 5. Por el concepto de juicio y misericordia derramada por igual sobre Israel y las naciones. Tanto Isaías capítulo 45 al 55 y el libro de Jonás, son las dos caras de una misma moneda. Jonás es símbolo de un pueblo que ha pervertido su elección convirtiéndola en orgullo y privilegio. Su libro no pretende ni alcanzar ni convertir gentiles, sin embargo, la misericordia de Dios muestra un proceder diferente. Así mismo, Isaías muestra la metáfora del siervo sufriente para enseñar a Israel que ya ha recibido juicio e ira de parte de Dios, y que ahora en su debilidad y humillación, llega a ser testigo de la victoria de Dios. Y en todo este proceso de dolor, humillación y abatimiento, las naciones se acercan a Israel con confianza: “fiel es el santo de Israel, el cual te escogió” (Isaías 49:7 RV60). Esto nos muestra que la gracia y misericordia de Dios se extiende a Israel y cruza fronteras gradualmente, quedando claro que Dios está tan preocupado e interesado por las demás naciones como por Israel. Es por eso que la declaración final será: Sobre la base de su fe, Israel así como la iglesia de hoy puede llegar a concluir: El Dios de Israel es el único Dios verdadero, también es el Dios del mundo entero y desea la salvación de todos los pueblos. 1. Por la atracción que Dios mismo tiene. Si hay un misionero en el Antiguo Testamento, el misionero es Dios mismo, y su obra escatológica soberana es traer a las naciones a Jerusalén para que lo adoren allí juntamente con el pueblo de su pacto. Esto se puede observar en: 1. Las naciones están esperando en Jehová y confían en él (Isa. 51:5). 2. Su gloria será revelada a todas las naciones (Isa. 40:5). 3. Dios llama a todas las personas desde los confines de la tierra para que miren a Dios y sean salvos (Isa. 45:22). Tal es el caso también de la viuda de Sarepta y del sirio Naamán. 4. El da a conocer a su siervo como una luz para los gentiles (Isa. 42:6; 49:6). 5. Se construye una calzada desde Egipto y Asiria hacia Jerusalén (Isa. 19:23). 6. Las naciones se animan entre sí a subir al monte del Señor (Isa. 2:5). 7. El propósito es adorar en el templo de Jerusalén, el santuario del mundo entero, juntamente con el pueblo del pacto (Salmo 96:9; 100). 8. El Salmo 2, que es mesiánico, habla acerca del Ungido, autorizándolo a pedir por herencia las naciones y como posesión los confines de la tierra, misión que se continúa en el Nuevo Testamento con su Iglesia. La expresión visible de esta reconciliación global en el Antiguo Testamento será la celebración del banquete mesiánico en el monte de Dios; las naciones contemplarán a Dios cara a cara y la muerte será destruida por siempre (Isaías 25:6-8). Aquí encontramos a un Dios que salva por medio de un acto divino de atracción (Efesios.1:3-10). En esa misma forma, la Iglesia de Dios debe fijar sus ojos en el alcance global de su misión. La visión global en el Nuevo Testamento La visión global que estuvo siempre presente en el Antiguo Testamento alcanzó la perfección en las enseñanzas de Jesús, ya que el meollo de su enseñanza era el anuncio de la llegadadel Reino de Dios como algo de naturaleza puramente religiosa supranacional, celestial, espiritual e interior. Esta visión era infinitamente superior al concepto nacionalista del Antiguo Testamento y ya no tenía relación exclusiva con el pueblo de Israel, sino con toda la Iglesia y su misión global. Y la única manera de conocer y saber sobre la llegada del Reino es a través de los autores del Nuevo Testamento, especialmente de los cuatro evangelios y el libro de los Hechos. Esto implica, naturalmente, que no podemos reflexionar con integridad sobre el significado de la misión global de Dios, sin fijarnos en el Jesús neotestamentario, precisamente porque nuestra misión encuentra “su ancla en la persona y ministerio de Jesús”. Para lograr entender esto, debemos ver algunos puntos principales del ministerio misionero de Jesús y de la iglesia primitiva: 1. La misión global de la iglesia primitiva involucraba a la persona misma de Jesucristo. Cuando leemos los evangelios, descubrimos los hechos y dichos de Jesús que muestran su amor al perdido, no importando su nacionalidad, al extremo que su muerte incluye el perdón a aquellos romanos que lo crucificaron junto con los judíos. Esto constituyó el centro del kerigma, de la proclama, de la escatología de los discípulos de Jesús en todo el mundo conocido de su tiempo, al anunciar las buenas nuevas de salvación a estos pueblos. 2. La misión global de la iglesia primitiva tomaba en cuenta y valoraba las nuevas relaciones que se formaban dentro de la iglesia. Judíos y griegos, romanos y bárbaros, esclavos y libres, ricos y pobres, mujeres y hombres aceptaban al otro como hermanos y hermanas (Gálatas 3:28-29). Fue un movimiento sin comparación, una verdadera transformación sociológica y de valores renovados. De hecho, la iglesia y su fe eran tan diferentes de todo lo conocido en el mundo antiguo que a menudo carecía de sentido para las personas comunes y corrientes. Porque su manera de preservar el mundo consistía fundamentalmente en su práctica de amor y servicio hacia todos (Hechos 2:43-47). Esto fue un evangelio encarnado y no se practicó como una estrategia para atraer a la gente hacia la iglesia, sino como una expresión natural de la fe en Cristo. Y eso es lo que la iglesia ha perdido en su visión global de evangelización, en desarrollar las cosas como algo natural de su fe y amor, lo que nos debería mostrar a una Iglesia incluyente de todo aquel que necesita del Señor. 3. La misión global de la iglesia primitiva no buscaba únicamente presentar su fe como alternativa a un mundo en crisis. Su llamado era: “Maranatha”, Cristo viene. Expresaba una intensa esperanza todavía por cumplirse en un mensaje escatológico. A pesar que la injusticia no se había desvanecido, la opresión no se había eliminado, y la pobreza, el hambre y aun la persecución seguía siendo parte del orden del día. Ellos continuaban anunciando el mensaje de salvación a todos los pueblos en cumplimiento de la gran comisión. 4. La misión global de la iglesia primitiva presentó una misión auténtica aun en debilidad. La obra misionera es un encargo superespecial para personas comunes y corrientes. La Biblia enseña que el método de Dios es usar a los necios, los débiles y los viles del mundo para traer gloria a su nombre (I Corintios 1:26-31 RV60). El propósito de Dios ha de ser cumplido por personas ordinarias que creen en un Dios extraordinario y le sirven. Al Igual que el apóstol Pablo, cuando se encuentra desafiado ante toda lógica por su enfermedad, por su debilidad, por su desánimo, entonces recibe las palabras del Señor: “… bástate mi gracia”. Él pudo decir: “…cuando soy débil, entonces soy fuerte” (II Corintios 12:10). En la misma forma, la Iglesia del Señor debe descansar, al igual que Pablo, no en sus propias fuerzas, no en su potencial económico, no en su estructura, no en su historia, sino en el poder del Señor, y gracias a esto la visión global llegó hasta nuestros días. Un ejemplo más a mencionar es la Iglesia de Macedonia, nombrada en el libro de Hechos y de Corintios, los cuales expresan que aún en medio de su pobreza dieron más allá de sus fuerzas en generosidad y cumplir así con su misión. Quizá la iglesia hoy se sienta limitada por su tamaño en número y capacidad económica insuficiente para involucrase en la visión global de Dios, pero vemos bíblicamente este gran ejemplo a seguir para involucrarnos todos en la visión global. 1. Tratar Con Las Limitantes De La Visión Global En La Iglesia Local Entre estas limitantes se pueden mencionar algunas que pusieron en peligro la visión global de la Iglesia. 1. La incomprensión de la visión global de los seguidores de Jesús. Los discípulos no entendieron al inicio el alcance de la visión global, hasta que fueron esparcidos después de la gran persecución judío-romana. Al igual que en la historia de la Iglesia, la iglesia evangélica latinoamericana ha limitado su visión y su accionar centrándose sólo en nuestras propias comunidades, olvidando lo ocurrido en Hechos en sus primeros capítulos, donde Dios corrige la visión global de la Iglesia dada por Jesucristo al final de los evangelios, haciendo que estos retomen la visión de ir a otras ciudades y naciones. 2. Dejó de ser un movimiento para convertirse en una institución. Hay una gran diferencia entre una institución y un movimiento: la primera es conservadora, la otra progresista; una es más o menos pasiva, que cede a influencias externas y el otro es activo, influyente en vez de receptor de influencias; una mira hacia el pasado, el otro hacia el futuro (Richard H. Nieburhr, El señorío de Dios en América, 1959). Podríamos añadir que una es ansiosa, y la otra está dispuesta a correr riesgos; la primera vigila sus fronteras y la otra las cruza. Un ejemplo claro de esto es la que llevó a la convocatoria del “Concilio Apostólico” en el año 51 dC. (Hechos 15, Gálatas 2). Todo esto con el paso de los años creó luchas internas en la iglesia para poder sobrevivir como grupo religioso, y estas pugnas fueron consumiendo cada vez más las energías de los cristianos, olvidando así la visión global de Dios. De la misma manera, hoy en día, debido a los conflictos intraeclesiásticos, las luchas de poderes, ha llevado a la iglesia a un cansancio y apatía por la visión global de Dios. 3. La pérdida de su misión. La iglesia en algún momento de sus inicios perdió su identidad para lo cual había sido llamada, escogida y mandada. De la misma manera, la iglesia a veces extravía su misión y su labor. Pablo retoma el concepto del mandato para convertirse en un predicador mundial con una misión incluyente de los gentiles en todo el imperio, con énfasis en aquellos lugares donde no había sido predicado el evangelio. Hoy, la Iglesia debe retomar la visión global de Dios en la proclama del Reino en todos los pueblos y naciones, comenzando desde sus comunidades hasta lo último de la tierra, con un mensaje CRISTOCÉNTRICO. Sumado a estas limitantes, se pueden mencionar, entre otras, el desinterés, el localismo, la apatía, las finanzas, el creer que la visión sólo corresponde a los expertos, a las grandes iglesias, el creer que por el tamaño de la congregación nos hace incapaces, por el lugar socioeconómico, el mito de que Dios de alguna manera se las ingeniará para alcanzar a todos los que se pierden sin nuestra participación. Cada una de estas limitantes, pueden encontrar respuesta desde la Biblia y esto nos permitirá como Iglesia recuperar la visión global. 1. Recuperar La Visión Global En La Iglesia De Dios No es difícil comprender con los antecedentes ya descritos, que la tarea principal de la iglesia aquí en la tierra tiene que ver con la evangelización de las personas que no conocen de Jesús en todo el mundo. La gran mayoría de las iglesias son fuertes en la exaltación y la edificación, pero muy pocas son las que tienen un compromiso con la Visión Global en el cumplimiento de la comisión. Se ha convertido para algunas en la gran opción o la gran omisión. Es decir, para muchas iglesias nada más es una posibilidad o probabilidad. Como resultado, han olvidado el mandato de llevar el evangelio a toda persona a través del mundo y hacer discípulos de todas las naciones. En este mismo sentir, René Padilla en su libro Misión Integral(2000), ha acertado al expresar: “El gran error que está cometiendo hoy la Iglesia es pensar y creer que la obra misionera mundial puede ser delegada. Creer que es suficiente orar y dar, esto debe hacerse, pero no quita que cada cristiano tenga la responsabilidad de comprometerse con la misión de Dios”. En este sentido se puede decir que no hay un plan B para llevar a cabo la Visión Global, por tanto, no se puede delegar, ni posponer, ni limitarse a acciones aisladas para justificar nuestro involucramiento permanente a esta gran tarea. Prueba de esto, la iglesia ha dedicado e invertido sus recursos en otras cosas que son buenas, pero que han dejado de lado el aspecto primordial de su tarea, como lo es la evangelización de los pueblos y de naciones. A lo anterior podemos argumentar que la iglesia no puede reducir su Visión Global a un servicio mensual de misiones, y dar un aporte económico, pues Dios demanda de sus hijos un compromiso integral en el todo de la misión. William Temple dice: “La Iglesia es la única sociedad sobre la tierra que se ha creado para beneficio de los que no son sus miembros”, es decir, se es iglesia también para los no cristianos. La iglesia que no está para el servicio de los perdidos ha dejado de ser iglesia. La iglesia que no está comprometida con la salvación de las naciones, ha dejado la razón de ser iglesia y, por lo tanto, nosotros los pentecostales no tenemos derecho de reclamar el poder del Espíritu Santo sino somos testigos desde Jerusalén hasta lo último de la tierra. Es decir que si no estamos pensando en los perdidos para alcanzarlos, estamos usurpando su poder para otros objetivos no primordiales de la misión. Nos fue dado ese poder para las naciones y no solo para las reuniones. La iglesia del siglo XXI vive la globalización. La iglesia no puede ni debe alejarse del significado de la misma. Es necesario que esté consciente de su papel y de lo que debe retomar. La iglesia de Dios debe de retomar la evangelización global, tal como lo expresa Alexandre Duff: “La iglesia que deja de ser evangelista, en breve deja de ser evangélica”. La misión de la Iglesia en este siglo podemos resumirla en las palabras de Juan Wesley: “Mí parroquia es el mundo”. El día de hoy la iglesia debe extenderse al mundo que es su campo de misión. Si no les estamos dando la razón a los teólogos contemporáneos como Roberto Adolfs, quien dice en su libro La tumba de Dios que Dios ha muerto, entonces la iglesia es su tumba. Cuando la iglesia no trabaja, evangeliza y hace su misión, entonces justifica esta línea de pensamiento. La iglesia ha sido vituperada, ridiculizada y dada por muerta por muchas personas porque no ha funcionado como el cuerpo viviente de Cristo. La iglesia no está muerta, pero así lo parece a un mundo cínico cuando sus miembros sólo calientan banca o butacas. Si la iglesia niega o descuida esta responsabilidad, se coloca en la misma posición de Israel cuando se negó a ser una nación santa de siervos sacerdotes al mundo. Aunque algunos hayan perdido su esperanza en la iglesia, Dios no la ha perdido. Pues “Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25–27 RV60). Y él le otorgo una misión, y la escogió como instrumento para llevar a cabo su plan redentor en las naciones. La iglesia de Dios de Latinoamérica ha gozado de visitaciones especiales de Dios, con el fin que se mueva a otras dimensiones. Sin embargo, estos avivamientos no se han traducido en alcanzar a los que están cerca ni a los que están lejos. No importa cuánto “avivamiento” supuestamente tenga una iglesia, pero si esta no tiene visión para los noalcanzados, para las etnias y las almas pérdidas de otras culturas, lenguas y pueblos, entonces ese “avivamiento” viene a ser incompleto, egoísta y hasta cierto punto objeto de análisis, porque el resultado natural de un avivamiento es la expansión de la Iglesia. Ejemplo bíblico de lo anterior es la iglesia de Jerusalén, la cual fue designada para extender el evangelio a todo el mundo. La Biblia describe que habían llenado la ciudad de Jerusalén con la doctrina del evangelio de Cristo. Los enemigos dijeron de ellos en Hechos 5:28: “Pero ahora habéis llenado Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre”. Esto obviamente es de aplaudir. Sin embargo, habían olvidado el mandato de ir por Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra. Así mismo, en ella había milagros, prodigios y señales, es decir, tenían el poder, además contaban con multitudes de creyentes y tenían los recursos económicos para cumplir con la misión. Habían pasado cerca de diez años y no se ve en ella la mínima intención de cumplir con la misión que Jesús les delegó. Entonces el Señor permitió una persecución de la cual todos conocemos. Y esta provocó a que salieran por las ciudades e iban predicando. Se puede apreciar que el Señor frustró sus planes localistas al expandirlos por las naciones. Hay en Latinoamérica miles de iglesias con esa misma tendencia de jerusolimitar el evangelio. Es decir, mientras tengamos llenos nuestros templos, contemplando cada domingo los milagros y prodigios, y estando solventes económicamente, pensamos que hemos alcanzado un envidiable éxito ministerial para ser publicitado a los demás. Esto es loable, pero no nos justifica ante el Señor, si hemos ignorado que se debe salir a alcanzar al mundo para su Reino. Ante esta realidad, debemos de retomar este mandato. No se puede postergar. Cuando cualquier iglesia pierde su pasión para apoyar a las misiones, pierde la razón primaria de su existencia. Nos convertimos en una iglesia sin misión y sin el propósito por el cual fuimos creados. Debemos de saldar la tensión que por años ha existido entre lo local y global. Hemos enfrentado estos términos sin darnos cuenta que forman parte de la misma moneda. No se puede hacer una sacrificando la otra. Tenemos que ser testigos de forma simultánea y no secuencial. Es aquí y es allá. La solución para ello es ver la misión de forma glocal. El termino glocal aunque no está como tal en la Biblia si se desarrolla especialmente en libro de los Hechos. (Hechos 1:8) Carlos Scott define el termino así: “GloCal es la palabra que representa la fusión de global y lo local. Es donde la acción local y global se unen en el cruce intencional de barreras con el fin de servir a la extensión del Reino de Dios”. 1. Discipular Creyentes Con Visión Global En La Iglesia Local La mayoría de los creyentes que integran nuestras iglesias están solo con el fin de ser satisfechos personalmente, se enfocan en sus propias necesidades, bendiciones y sus propias alegrías. Esto puede fácilmente notarse con el tipo de actividades con que estos creyentes se identifican. Los vemos invirtiendo su tiempo y sus recursos en conciertos, seminarios de desarrollo personal, retiros, etc. Los espacios se agotan de manera rápida por este tipo de creyentes. No así en aquellos eventos que tienen que ver con el compromiso de cumplir con la Misión de Dios aquí en la tierra. Las iglesias se han convertido en una especie de locales donde hay eventos deportivos con 80,000 aficionados enardecidos de entusiasmo, viendo un espectáculo ofrecido por 22 jugadores en el caso del futbol. Al igual, las iglesias se llenan de miles de personas para ser consumidores de entusiasmo domingo a domingo, pero que en la semana se desconectan de su propósito. Un alto porcentaje de los creyentes tienen arraigada la idea que son los pastores y los misioneros de profesión los que tienen la mayor responsabilidad, o la única, de hacer el trabajo misionero en el mundo. No sólo no tenemos iglesias y pastores sin visión global, sino también carecemos de creyentes con una visión de Dios por las personas que aún no conocen del plan de salvación que Él ha provisto. Y en cuanto al papel de cada creyente y la gran comisión, se han abrazado una serie de mitos. El Dr. Grant McClung, uno de los apasionados por una visión global, corrige lo que por años incluso aun en las iglesias que están involucradas en la Misión de Dios, han estado enseñando. Y es la siguiente concepción: “Algunos pueden ir. La mayoría puede dar. Todos pueden orar.” Y él dice, note la progresión: Algunos… Mayoría… Todos. El Dr. McClung, dice que esta es una falsa concepción en cuanto a misiones y que necesita reformularse nuevamente y debe de ser así: “Todos pueden ir. Todos pueden dar. Todos pueden orar”. Es cuestión de preguntar qué tan lejos debemos ir o cuál es la naturaleza de nuestra ida. Si cruza la calle o testifica en su vecindario, usted está “yendo”. La distancia cultural y geográfica es cuestión de Dios. Pero todos pueden ir, y todos deben ir. Incluso si alguien vive postrado en cama, si es impedido o está incapacitado físicamente, puede ser un cristiano activo en la correspondencia, en llamadas telefónicas, en el “salir” de sí mismo para ministrar a las personas que vengan a visitarle. Todos pueden dar. No hay relevo de la responsabilidad de mayordomía y dádiva, independientemente del nivel socio-económico que se tenga. La pobreza no es excusa para no participar en el mundo de las misiones. El Nuevo Testamento nos da una demostración de esto. Casi todas las iglesias del Nuevo Testamento vivían en pobreza. Algunas de las iglesias estaban llenas de esclavos. Otras estaban llenas de personas que vivían en situaciones desesperadas y financieramente destituidas, pero de cualquier manera daban. Absolutamente, no hay excusa para que una iglesia cristiana, en cualquier parte del mundo, no participe en la misión de la iglesia. Es la responsabilidad de cada cristiano que haya en cada congregación en el mundo. Todo aquel que se considera ser un discípulo de Jesucristo, tiene que verse como un misionero de Él. Es decir, todos deberíamos de vernos como misioneros. Nosotros somos la extensión de la misión de Jesús aquí en la tierra. Lamentablemente, nos ha hecho mucho daño la separación de clérigos y laicos, es decir, de ministros y miembros. Según el Nuevo Testamento, todo cristiano es un ministro, viene del griego “Diakonos”, que significa un servidor o uno que ministra. El sacerdocio santo del creyente es un tema que recupera la Reforma Protestante y que es válido hoy en el siglo XXI para involucrar a todos los creyentes en la visión global de la Iglesia. Justo González dice: “La mayor parte de la expansión del cristianismo en los siglos que antecedieron a Constantino, tuvo lugar, no gracias a la obra de personas dedicadas exclusivamente a esta tarea, sino gracias al testimonio constante de cientos y miles de comerciantes, de esclavos y de cristianos condenados al exilio que iban dando testimonio de Jesucristo donde quiera que la vida los llevaba y que iban creando nuevas comunidades en sitios donde los misioneros “profesionales” no habían llegado aún”. Esto prueba que los miembros de las iglesias locales son determinantes en la expansión del evangelio. Se dice que “Hacia donde se mueve la gente se mueve también evangelio” ese fue el caso de Felipe el diácono que llego a Samaria y predicó la palabra en ella. Nos tomara muchos años si solo dependemos de los misioneros tradicionales para cumplir con la gran comisión. Obviamente, que se requiere de ellos pero tenemos que ir cambiando el concepto que la obra solo les pertenece a ellos, cuando la escritura dice que es tarea de todos. Los migrantes o han sido los portadores del evangelio o son los receptores del mismo. Por asunto de espacio no se aborda el desafío que representa a la iglesia las grandes ciudades llenas de inmigrantes, tribus urbanas las culturas establecidas en estas, solo podemos decir que estas no serán alcanzadas por los pastores y misioneros tradicionales sino por los miembros con visión global. Las ciudades de Atenas, Roma, Éfeso, Corinto fueron influenciadas por el ministerio del apóstol Pablo. Hay que superar lo que muchos creyentes tienen en mente que solo le puede servir a Dios siendo un pastor o un misionero. Debemos aceptar que para cumplir con una visión global se requiere de todos los creyentes y de toda la iglesia. Cada persona desde su ubicación social, profesional, política debe de cumplir su parte para cumplir con la gran comisión. El Dr. David Ruiz, ex presidente de Comibam, enseña que la iglesia debe formar lo que él llama “Cristianos Incondicionales”, que se traduce en pastores, ciudadanos responsables, y en misioneros. Esto ayudará a involucrar a todos en la visión global de Dios. El cristiano responsable es el que se ocupa de dar testimonio en su entorno causando impacto en su comunidad, los líderes no se conformarán a mantener los ministerios encerrados al círculo de la iglesia, los pastores no se limitarán a mantener el rebaño existente y resolver problemas, sino que ayudarán al crecimiento de la iglesia y a fundar nuevas congregaciones, finalmente los misioneros expanden el impacto de la iglesia con los no alcanzados más allá de las fronteras geopolíticas, culturales y transculturales. Se puede ver en este modelo la participación de todos los miembros en una tarea local con alcance global. Está el testimonio de la Iglesia de Dios de Atlántida, que en estos últimos veintidós años ha involucrado a la mayoría de sus miembros en tareas locales y globales. Es decir, se han ocupado cada semana en evangelizar localmente a través de grupos pequeños, realizando jornadas médico evangelísticas en comunidades pobres del país y con necesidad de escuchar el mensaje, con visitas a los hospitales, la cárcel, ayuda a los huérfanos y a las viudas, plantando nuevas iglesias, formando y entrenando líderes dentro y fuera de Guatemala. También participando en la fundación de la Iglesia en la etnia garífuna en Livingston, Izabal, Guatemala y, simultáneamente, el envío de familias de la iglesia al campo, más allá de las fronteras guatemaltecas. Además, apoyando económica, espiritual y pastoralmente a otras familias en países de Europa, África y Asia. Lo importante de esto, es que siendo una iglesia ubicada en una área marginal como las colonias populares de la zona 18, y a pesar de encontrarse en una de las zonas más conflictivas de la ciudad y con menos recursos en un país económicamente limitado y con serios problemas sociales, ha respondido al cumplimiento de la visión global desde la iglesia local. Esto ha sido posible porque la Iglesia ha establecido un programa de ofrenda-habientes, patrocinadores mensuales de cada uno de los proyectos misioneros. Como fruto de su conciencia misionera y de su amor a los perdidos. Este ejemplo nos muestra que se necesita un avivamiento de involucramiento de todos los creyentes para alcanzar al mundo sin Cristo. La respuesta ha sido movilizar a la mayoría de feligreses. Para formar creyentes con una mentalidad global tenemos que enseñarles a que dejen de pensar en sí mismos y que empiecen a pensar en las necesidades espirituales de los no creyentes. Cuántas personas están alrededor de nosotros que aún no conocen del Señor. Fácilmente se puede palpar sus necesidades que están afectando sus corazones. No olvidemos que tenemos el remedio para ellos, hemos sido alcanzados con la gracia del Señor y que la frontera misional hoy, es entre la fe y la no fe, y esto empieza en casa y en nuestra comunidad, extendiéndose hasta el fin del mundo de manera simultánea. Así que debemos de pensar globalmente. Como lo dijo John R. W. Scott: “Necesitamos ser creyentes globales con una visión global porque tenemos un Dios global. El Dios vivo es un Dios misionero.” 1. Renovar El Llamado Pastoral Hacia Una Visión Global Siempre que Dios ha querido hacer grandes cosas, ha escogido a hombres como Abraham, Noé, Moisés, Ezequías, Pablo. Si Dios va a producir cambios en la iglesia, buscará a los pastores. Ya se mencionó que La obra principal de la iglesia es hacer que Cristo sea conocido, obedecido y amado por todo el mundo. El rol del pastor es determinante para que la iglesia alcance esa meta. En ese sentido, el pastor es clave en la iglesia, siendo él la persona que provee instrucción, inspiración y dirección al pueblo de Dios. Hay un refrán que dice: “De tal palo, tal astilla”, “de tal pastor, tal iglesia”. Normalmente una iglesia es lo que el pastor es, el pastor es la clave o el clavo según algunos lo indican, y que hoy se repite con frecuencia en foros pastorales. Donde quiera que haya un pastor con una visión y pasión misionera, encontraremos una iglesia misionera; porque como es el sacerdote, es el pueblo. Las iglesias siempre serán como sus pastores. Si el líder principal obedece a Dios, la iglesia lo hará, si es un hombre consagrado a Dios, su iglesia lo será; si tiene una visión misionera, la congregación caminará también en esa visión. En pocas palabras, “la iglesia es el reflejo de nuestro ministerio”.No olvidemos que hacia donde se dirige el pastor, ahí va la iglesia. El pastor es la llave que abre o cierra la iglesia a nuevos desafíos. Una iglesia será misionera si el pastor lo es. El Dr.David Ruiz, siendo presidente de COMIBAM, dijo: “En la experiencia que he vivido al visitar tantos países, iglesias y pastores, puedo confirmar esto con toda certeza. Cuando decimos que las misiones están fuertemente basadas en la iglesia local, lo que decimos en realidad, es que el pastor es la clave del avivamiento misionero.” (Transformando la Iglesia, 2004). ¿Porque es la clave? Primariamente es el hombre escogido por Dios para apacentar la iglesia. Él habrá de llevar a ésta a los mejores pastos: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28). Luego, la iglesia sigue la orientación del pastor. Jesús dijo “mis ovejas oyen mi voz”, la iglesia va hacia donde el pastor le dirige. La visión, las estrategias, la enseñanza, la predicación, los planes y programas en buena parte caminan por la dirección que el pastor provee. El pastor es clave también por la autoridad que representa, goza de la confianza de las personas, nadie más que él puede influir cada domingo en los miembros, él tiene acceso a todas las instancias de la iglesia. El pastor es el mayor agente de cambio en una congregación. El tiene las más grandes posibilidades y ventajas para conducir a la iglesia a una visión global. ¿De qué manera el pastor puede contribuir a convertir a la iglesia local en una Iglesia con visión global? El pastor no debe olvidar que su llamado es dar a conocer a Jesucristo a todas las personas. El propósito final es que “todo pueblo, nación y lengua, le sirvan” (Daniel 7:14, Apocalipsis 7:9-10). La meta de todo pastor debe ser “que todos los pueblos, razas, lenguas, tribus y naciones reconozcan que Jesucristo es el Señor” (Filipenses 2:11). Entonces, nuestra función pastoral es llevar a través de la predicación y la enseñanza a la congregación a sentirse parte del cumplimiento de la tarea de Dios. Nos corresponde equipar a la grey. Una de las funciones del pastor, según Edison Queiroz, es llevar a la congregación a “experimentar la voluntad de Dios”, es decir, a volver práctico el mensaje del evangelio en cada creyente para la expansión del Reino. Pero para ello, el pastor debe de involucrarse en la obra misionera. Tiene que dejar esa mentalidad localista y teórica. El pastor debe prepararse debidamente en el área de las misiones, a fin de que pueda instruir y dirigir a su iglesia. Es indispensable tener una comprensión clara de lo que es la misión de la iglesia. Es recomendable que el pastor tome un curso completo sobre misiones, lea asiduamente para estar informado y asista a conferencias en otras iglesias para edificarse y tomar nuevas ideas. El pastor debe comprometerse personalmente con Dios para extender su Reino y preparar un equipo que promueva las misiones. Una de las tareas principales del pastor en estos tiempos es hacer de la iglesia una iglesia más laica en la labor ministerial. Es decir, movilizar a la feligresía hacia el cumplimiento de la gran comisión. El secreto de otros movimientos religiosos es empoderar a sus miembros. De estos se dice que movilizan a casi el cien por ciento de sus miembros. Mientras que las iglesias nuestras en promedio involucran entre un quince o veinte por ciento. Se dice que tan sólo el dos por ciento de la iglesia está comprometida con la evangelización. ¿Qué del resto? ¿Qué hacen con su misión? Si los pastores no hacemos nuestro trabajo en llevar a la congregación hacia una visión local y global, es decir, glocal, estamos siendo deudores a nuestro llamado. El ministerio no puede ser definido exclusivamente en términos de predicación, el culto público, el pastorado, la ofrenda, la asistencia regular a las reuniones. El pastor tiene que recordar que fue salvado para salvar también a otros. Por tanto, debe de contemplar un ministerio hacia los perdidos y las naciones. ¿Qué se puede hacer cuando el pastor no tiene un corazón misionero? Si Dios está llamando a una visión global de la iglesia, va a comenzar con nosotros los pastores que aun tenemos un ministerio limitado a lo local. Lo hizo con el profeta Jonás que tuvo que entender que Dios es Dios para todas las naciones, cuando le envió a predicar a Nínive. Él era un ultranacionalista en su visión. Dios le mostro que esta nación no estaba excluida de su amor y su misericordia. Jonás quiso limitar la acción de Dios sólo a Israel. Esta actitud está en la mayoría de los pastores que limitamos la acción de Dios nada más al círculo de la iglesia. Nos negamos a ir a Nínive. Pensamos que las bendiciones son sólo para la iglesia y nadie más, recordemos la promesa dada a Abraham “…y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. (Génesis 12:4 RV60) ¿Cuántos pastores estamos huyendo de Dios al igual que Jonás? El apóstol Pedro fue convencido por Dios en sueños para que fuese a los gentiles, cruzando una frontera que como todo judío le era prohibido. Él fue obediente a la orden del Señor y así abrió la oportunidad de salvación al pueblo gentil. Hechos 10:28 dice: “Ustedes saben muy bien que nuestra ley prohíbe que un judío se junte con un extranjero o lo visite. Pero Dios me ha hecho ver que a nadie debo llamar impuro o inmundo.” Más adelante Pedro afirma: “… En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34-35). ¿Qué nos impide a los pastores involucrarnos en la visión global? ¿Será esta cumbre tu éxtasis para comprender que todo el mundo es tu campo de misión? A MANERA DE CONCLUSIÓN En todo este planteamiento, se ha definido lo que es la visión global, entendiéndola sencillamente como la visión de Dios que manda a su pueblo a proclamar su mensaje de salvación a todas las naciones. Visión que necesita la participación de todos sus miembros, haciendo fiel cumplimiento del llamado de Dios a su pueblo en el poder del Espíritu Santo. Para tal tarea, se ha argumentado desde la perspectiva veterotestamentaria y neotestamentaria. Así mismo, se han mencionado algunas limitantes que estropean la visión global en la iglesia local. Se presentaron algunas propuestas para convertir una iglesia local con proyección mundial, tomando en cuenta a todos los que participan de la mesa del Señor, pues para ellos es el mandato. Esta cumbre latinoamericana persigue renovar la visión de la iglesia local en obediencia al cumplimiento de la misión, tanto dentro del continente americano como fuera de éste. Este es un reto a comprometerse hoy ante los nuevos desafíos del siglo XXI en un mundo globalizado, a transmitir el kerigma entre todas las etnias de la tierra, así como lo hizo la Iglesia de Dios en sus inicios involucrando a todos sus miembros. La iglesia latinoamericana que ha alcanzado madurez y que posee una enorme riqueza espiritual como fruto de su crecimiento y desarrollo, hoy está llamada a expandirse a un mundo global sin prescindir del poder del Espíritu Santo que ha sido el gran promotor de la expansión del evangelio. No es tiempo de delegar la tarea en otros, sino es tiempo de asumir nuestra responsabilidad global y mucho más cuando observamos a nuestro alrededor que el tiempo de la venida del Señor se acerca. Deseo ahora finalizar con las interrogantes iniciales para su vida ministerial, eclesial y personal: ¿Qué entiende ahora por visión global? ¿Hablamos el mismo lenguaje y significado de visión global? ¿Cuál es la visión que Dios quiere que como iglesia desarrolle? ¿Entiende que somos una iglesia en misión? ¿Qué papel cumplirá a partir de hoy como pastor de iglesia local en la visión global? Mi aliento y mi oración es para que nos unamos en esta hermosa tarea que Dios nos ha confiado, dejándole las palabras escritas en Romanos 10:15 que expresan: “¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” LIBROS CONSULTADOS 1. Como Ejército Poderoso, Charles W. Conn. 1996 2. Teología de la Misión, Josef Schmitz. 1971 3. Misión en Transformación, David J. Bosch. 2004 4. Misión en el Nuevo Testamento, Ferdinand Hahn. 1965 5. El Señorío de Dios en América, Richard H. Nieburhr. 1959 6. Misión integral, René Padilla. 2000 7. Iglesia de los últimos Tiempos, Dalle Galoway. 2002 8. Recursos Misioneros, Carlos Scott. 9. Iglesia Local y las Misiones, Edison Queiroz. 1994 10. Transformando la Iglesia, David Ruiz. 2004 11. Creyenteglobalcom, Grant McClung. 2011 12. Historia General de las Misiones, Justo González. 2008 13. Glocalización, Bob Roberts Jr. 2009 14. De Pastor a Pastor, Carlos Scott. 2006 15. La Conexión de la Gran Comisión, Raymond E. Culpepper. 2011 16. Estructuras adecuadas de envío misionero, Julio D. Cuellar. 2004 17. La tumba de Dios, Roberto Adolfs.