RACISMO, DEMOCRACIA RACIAL Y REVOLUCIóN
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RACISMO, DEMOCRACIA RACIAL Y REVOLUCIóN
ESTUDIOS. Rev¡sts de Inv€stigcio¡e Llt rlrlrs y Cu¡turat€.- Año 10, N' 19. Cde4. enc jul. 2002, pp. 73,89 FERNANDO ORTZ Y GILBERTO FREYRE: RACISMO, DEMOCRACIA RACIAL Y REVOLUCIóN I I Jut-to CÉsAR PrNo Kent State University Los estudios sobre el mestizaje suelen hac€¡ una conexión entre el ant¡opólogo cuba¡o Fernando Ofiz (1881-1969) y el sociólogo brasileño Gilbe¡to Frey¡e (l9m-1987) pariendo del supuesto de que ambos as€ntarcn las bases pa¡a la fundación del mi¡o de la "democracia racial" en América Intina- Según este pu¡to de vista, Ortiz ----€n su lexto clásico, Co¡¡¡apünteo cübano del tabaco J el azúcar (1940)- y Freyre -<n Cata-Crande e Senzala: fonnacáo da lamíIia braileiro sob o regime da economía patriarcal (1933) se enca¡gáron de describir el ir8¿rio cor|o ú deüs et ñ1tchiña que desdibujó la línea divisoria existenle en Estados Unidos entre negros y blancos, y --de esl¿ ma¡era- posibilitó la coexistencia de raz¿s (Benítez Rojo, 1996; Ma¡tínez Echazabá, 1998). En este estudio iDtento demostrar que. a pesar de estas creencias t¿¡ afia¡z¿das, Fr€y¡e y Otiz prop¡¡sieron en sus ensayos ¡(riones radicalmente opueslas sobre el significado de la "democ¡acia ¡acial". Po¡ una pa¡te, Ortrz definió lo afro-cubano mediante una investigación sobre la economía capitalista depcndiente y la historia política revolucionaria ale la isla; es decit produjo un discurso que lo inscribiía en la Eadición que análgamó el antinacismo con la cubanidad. Por otra pane, Freyre creó una t€oría esenci¿lista basada en el "Hombre luso-trópic¿1", que presun¡¿mente hacía imposibl€ el racismo en su país. Pal¡br¡s cl¡ve: t¡anscullu¡ación, mestizaje, democracia r¿cial, Femando O¡tiz, Gilberto Freyre. FERNA¡\'DO ORTIZ AND GILBERTO FREYR,E: NACISM, RACIAL DEMOCRACY AND REVOLUTION Th€ Cuban anthropologist Femando Oniz and üe Braziüan sociologist Gilbeno Freyre a¡e often ünked bgeüer in academic studres because they supposedly laid the intellectual foundations fo¡ üe m}th of "racial democracy" in Latin Ameóca. According to üis vieE in üeir classi'c ¡exts. Contrapunteo cubano del tabaco y eI azúcar Icuban Counteryoint) (1940) aúd Cav Gñnde e Senaala: fomagdo da famflia brasileira sob o reginv da econoñiÁ parriarcal [The Masters añ¿ th¿ Slayesl ( I 933) respectively, Ortiz and Fr€yle depicted üe sugar plantatioD complex in the manner of a deür ¿¡ ,¡¿¿¿ir¡¿ thal blun€d úe stark bounda¡ies between Blacks ¡nd Whi¡es in the United States, a¡d in this way, it Íiade p€aceful coexistenc€ betwee¡ the races possible. This article argues üat the two social scientists held radically different notions of the meani¡g of'.racial democracy". Reflecting the Cuban political tradition, which analgamated antiracism *ilh cubanidad, Orliz deñned Affiuba by researching the island's dep€ndent capitalist economy and revolutiora¡y political hislory. Freyre, on the oiher hand, devis€d an essenlialist construct, called tlrc "LuscTrcpical Man", üat p¡esumably made racism impossible in his coun¡¡y. K€y words: transcültu¡alion, msrtkaje. racial democracy, Femando Ortiz, Gilberto Fr€}.re. 73 Inlroducción l-os estudios sobr€ el mestizaje suelen hacer una conexión entre el antropólogo cubano Femando Oniz (1881-1969) y el sociólogo brasileño Gilberto Freyre (19001987) paniendo del supuesto de que ambos asenta¡on las bases para la fund¿ción del mito de la "democracia racial" en América l¿tina. Según este punto de yista, Ortiz ---€n su texto cl{4sico el Contapunteo cubano del tab(tco y el azúcar (1940F y Freyrc ---€n Casa-Grande e Senzqla: fomuedo da família brasileira sob o regime da economía se encargaron de describir el ingenio como tt deus ex machina gue desdibujó la línea divisoria existente en Estados Unidos entre negros y blancos, y --{e patriorcql (1933)- manera- posibiütó la coexistencia de razas (Benítez Rojo, 1996; Manínez Echazabí 1998). En este estudio intento demostrar que, a pesar de estas creencias tan añanzadas, Frey¡e y Ortiz propusieron en sus ensayos nociones ¡adicalmente opuestas sobre el significado de la "democracia racial". Po¡ una parte, Ortiz definió esta lo afro-cubano mediante una investigación sobre la economía capitalista dependiente y la historia política revoluciona¡ia de la isla; es decir, produjo un discurso que lo inscribiría en la tradición que amalgamó el antirracismo con la cubanidad. Por ot¡a pane, Freyre c¡eó una teoría esencialista basada en el "hombre luso-tlópical", que presunt¿rmente hacía imposible el racismo en su país. Es importante tener en cuenta que este discurso, a diferencia del producido por Ortiz, fue creado en un país donde los hacendados oligarcas habían tenido una larga hegemonía incontestada y donde los negros siempre habían sido políticamente ma¡ginados. Asimismo, estos dos autoies tuvieron nociones divergentes sobre la raza y la lucha contra el racismo; lo que determinó el destino potítico de sus respectiyas obras: Ortiz llegó a ser amigo de la Revolución cubana gracias a su anti-imperialismo, mientras que las doctrinas de Freyre fueron utilizadas por la dictadura brasileña para justifrcar el racismo y el colonialismo de los años 60 y 70. En este trabajo examina¡é además las raíces históricas del comportamiento político modemo de las clases obreras negras de Cuba y Brasil, a fin de buscar pistas para explicar por qué Freyte y O¡tiz tuvieron distintos puntos de vista sobre las ¡elaciones raciales. En principio, se debe considerar que Cuba y Brasil ----en tanto países afioimportantes coincidencias en sus antecedentes raciales: la permanencia de casi 350 años de esclavitud africana; la abolición de ésta con diferencia de apenas dos años (Cuba en 188ót Brasil en 1888): la extensión dc' sufragio masculino a los negrcs durante el período republicano; los regímenr dictatoriales cuasi-populistas de los años 30 y 40, que buscaron el respaldo de k, latinos- tienen obreros negros; y los fuertes partidos comunistas nacio¡ales que se vieron obligados a enfrentarse al problema d€l racismo en sus sociedades. Sin embargo, mient¡as los '74 afro-cubanos echaron su suerte con la izquierda radical, con los sindicatos y, posteriormente, con Fidel Cast¡o, los afro-brasileños quedaron políticamente inmovilizados en la escena nacional hasta los años setenta. Fernando Ortiz: racismo, capitalismo y nacionalismo integrativo Femando Oniz derivó sus famosas "cinco etapas" de relaciones raciales (hostilidad, compromiso, adaptación, vindicación e integración), por una parte, de una reflexión sobre la historia del subdesa¡rollo económico cubano; por la otra, del hecho de que el nacionalismo de elite no hubiera completado su proceso de transculturación. De hecho, el autor dejó claro que su inte¡és por descifrar el pasado del negro en Cuba respondía al deseo de fundar una nueva clase de nacionalismo que eliminara la dependencia en un poder extranjero para la deñnición de su identidad cultural: "el racismo es un concepto anacrónico de ba¡ba¡ie, incompatible con las exigencias actuales de la cultura, y enernigo de la nación cubana [...] algunos, ta¡to blancos como personas de color, pensaron que mi rrabajo etnográfico fue simplemenrc pasatiempo o distracción, como la ciua o la ¡resca; más bien fue la base para echar los cirnientos para la mejor fundación de unos criterios sólidos relatiyos a la integración nacional" (tuiz, 1973: l8l-188). La economía política cubana fue la base de esta indagación: "el azúcar siernpre ha sido mulato desde el principio, pues las energías de negros y blancos siempre se han dedicado a la producción del mismo [...] la caña de azúcar y los esclavos negros llegaron juntos a la isla de Cuba [...] desde el otro lado del ma¡. Desde entonces, la malo de obra negra y la caña de azúcar han sido dos factores en el mismo binomio económico de la relación social de nuestro país" (ftiz, 1995: 58). Sin embargo, la capacidad del azúcar para unir a blancos y negros en una nación fue nenoscabada por diversos factores, entre ellos, el control ejercido por extranjeros sobre esta industria, la üansformación del ingenio en una empresa capitalista y la explotación de la mano de obra campesina cubala. Para Ortiz la combinación del capitalismo, el imperialismo y el racismo significaba la muerte de Cuba, a no ser que se reron sttlntyera la cubanidad a panir de la unión de las razas y la superación de la lucha de clases. No se puede dejar de lado que las "dolencias fatales" de la isla proverúan de una clase dominante traidora, de un pueblo sin conocimiento de la democrácia por no tener sentimiento de nacionalidad, del dominio completo del comercio por los extranjeros y del hecho de que el Estado no hubiera tomado en consideración las "causas proleta¡ianas" para la justicia social (fti2, 1920). Ante este pa¡orama, ¿qué solución propuso Ortiz?: Un "nacionalismo integrativo" o, en otras palabras, un nacionalismo que reconociera en el mulato la esencia de la cubanidad capaz de combatir la dominación extranjera y la comrpción '15 intema (fti2, l94l ). A partir de entonces, Cuba llegó a ser una nación mulata gracias a decisiones de carácter político y económico, tomadas tanto po¡ los líderes como por los sujetos. I-os dueños de plantaciones -{on una ayuda inicial de España, y una posterior de los Estados Unidos- transformaron el azúcar, que hasta entonces había sido un producto mulato, en un producto blanco. Desde entonces, al tabaco se le aribuyó la responsabilidad de servir de eje al nacionalismo cubano; no obstante, a diferencia de lo que había ocurrido con el azúcar, esta planta re!,iitó set "demasiado débil" desde el punto de vista político, como para resistirse a , dominación de una burguesía pseudo-nacionalista, afín al ¡acismo norteamencano. En consecuencia, en ese momento histórico, sólo cubanos como José Maní ---quien proclamó a Cuba parte de la "América Mestiza'- pudieron llevar los objetivos de guerra por la independencia (1868-1898) a su radical conclusión: el nacimiento de Afro-Cuba. Se podría afirmar entonces que, según la visión de Oniz, el mulato era más un símbolo que una realidad. Por eso, el el Contrap¡¡nteo no se habla extensamente sob¡e el mestizaje, porque para el autor la mezcla de ravas era una teoría políüca y no un imperativo biológico. Al iniciar la fundación de Estudíos Afrocubanos en 1937,O¡¡iz tenía una fe comoleta en la clase obrera bi¡racial que había empezado a fortalecerse en el perfodo qu( truió a la Revolución de 1933, y esta fe en una revolución "Martiana" fue difundid: Or¡iz en sus últimos artículos sobre las relaciones raciales en Cuba (Oniz, 1945 r). A pesar de ello, no se puede añrmar que Fernando Ortiz hubiera proy!.- .ado un la erradicación del racismo y de las dolencias econórnicas y sociales que fornentaron la discriminación. No se puede dejar de lado, a este respecto, que las experiencias decepcionantes que había vivido el autor como representante del Partido Liberal en el Congreso cubano en los años 20 lo habían alejado de la política orgNizada pan el resto de su vida, y lo habían ll€vado a pensa¡ programa político basado en que la afiliación a un desembocaría en partido político denotaba ciena rigidez ideológica que la maldición del sectarismo. Por eso, sus cometidos eran de otra índole, y podrían resumirse como: proyeer la educación formal para todas las tazas, mantener la integ¡idad moral en la arena pública, salvar y elevar la cultu¡a de los fundadores de Cuba (indianos, españoles, africanos y chinos), asegura¡ el intercambio cultural entre países sin distinción alguna de ideología política, respetar los derechos humanos universales; sin embargo, a pesar de que no hubiera sido la intención del autor, no se puede afirma¡ que una interpretación potítica de Contrapunteo sea imposible. ¿Acaso no interpretó Ortiz mismo al azúcar y al tabaco como personajes en uo teatro cuyo desenlace todavía no era cierto: el crecirniento y la muerte de una Cuoa libre y soberana? 76 Gilberto Freyre, raza y nacionalismo tradicionalist¿ Nacido en 1900 en Recife, capital del Estado de Pemambuco, en el nordeste brasileño, Gilberto Freyre recibió su educación principalmente en los Estados Unidos, primero en Baylor University y luego en Columbia University, bajo la influencia de Franz Boas. Es significativo que, como él mismo lo expresa, Freyfe tuviera un conocimiento perfecto del dilema ¡acial del Brasil en el transcu¡so de su exilio en Estados Unidos: Ninguno de los problemas brasile¡os me inquietó tanto como el de la mestización. En cierta ocasión, después de más de tres años de ausencia del Brasil, vi un grupo de marineros nacionales, mulatos y cáfusos (mezcla de negro b¡asileño e indiano), andando por la nieve blanca de Brooklyn. Me dieron la impresión de caricaturas de hombres. Entonces se me ocurrió una oración de un libro que acababa de leer y que fue escrito por un viajero americano en el Brasil: "lo más terriblemente híbrido de la población". En ello se uadujo la mestización (Freyre, 1983: 52). En su ob¡a Casa Grqndc e Set¿al.r¿, Freyre atribuyó a Boas el nérito de haberle aludado a salir del laberinto del racismo con el que había crecido en Brasil: "[Fue Boas] el primero en revelarme a mí el verdadero valor del negro y del mulato de -sepa¡ando las huellas de raz¿ los efectos del medio ambiente o la experiencia cultural. Aprendí a tener presente la diferencia fundament¿l entre roza y cultural a difercnciar entre los efectos de relaciones pummente genéticas y las de influencia social, hercncia cultural y aEnósfera- Este trabajo se funda por entero en esta difefencia fundamenlal entre raza y cultura ' (Frelre, 1983: 17-18). Esta revaloración de las razas de su pars motivó a Freyre a reinterpreta.r la historia brasileña como dos temas que siempre van de la mano: la plantación ¿vuc¿Lrera mantenida viva con la esclavitud africana y el mestizaje. "En Brasil, las relaciones entre blancos y razas de color fueron condicionadas [...] por el sistema de producción económica latifundio-, de un lado, y ¡nr la escasez -monocultuta blanca entre ¡os conquistadores, del otro lado [...] de mujeres de raza Lo que habían alcanzado, la monocultura latifundio y la esclavitud a manera de aristocratización, es decir la división de Ia sociedad brasilera en patrones y esclavos [...] fue mayoritariamente contravenido por los efectos sociales del mestizaje" @reyle, 1983: 59, 60). De aK que la raza fuem pa¡a Freyre un producto.natural, consecuencia de la biología y del medio ambiente, mas no de la política. Por eso también, Freyre asegura que Brasil había sido ocupada por negfos para quienes el medio ambiente correspondía a su hogar natural y, por eso, no tuvieron motivo para rebelarse. 77 Desde el punto de vista de la relación del hombre con la naturaleza, parece haber sido perfecta la adaptación al clima y otras condiciones físicas por pane del negro. Desde el punto de vista social, él estaba mejor preparado culturalmente que el amerindio nómade para adapta$e a la condición de esclavo [...] Su adaptación a las condiciones americanas fue tan feliz como la de la planta de caña de azúcar (Freyre, 1963: 117). A pesar de las diferencias de base, estos dos auto¡es presentan puntos de divergencia, Por una pa¡te, Gilberto Freyre y Fernando Ortiz fueron oponentes fervorosos del capitalismo industrial y financiero, ambos sostuvieron que el hecho de que los capitalistas se hicieran dueños de las plantaciones resultó nefasto para Cuba y Brasil, sobre todo para las relaciones raciales; sin embargo, por otra, mient¡as Ortiz condenó el peligro que le acechaba a Cuba con el creciente conüol extemo de su industria más vital, Freyre se deshizo en nostalgia hablando de antiguas normas societales destrozadas por la avaricia: No es que quiera pintar como santos a los antiguos senhores de engenho [productores de azúcar]. Es que no hay duda que bajo el sistema patriarcal imperante en las antiguas centmles azucareras, se sofa facilitar más asistencia a la mano de obra allí de lo que pasa en la gran mayoría de las fábricas azucareras hoy t...1 el dueño de los esclavos solía ayudar a los negros en los bohíos de esclavos más que el ¡rJit¡¿iro lindustrialista de azúcarl ayuda a sus empleados hoy; por ejemplo, solían figurar negros en su lista de empleados a los que él proporcionaba asistencia. En la mayoría de los antiguos engenhos la vida era más dulce y más humana que en las fábricas azuca¡eras de hoy (Freyre, n.d: Prefacio). Freyre era nacionalista hasta el punto de considerar que Brasil era un gran poder en el hemisferio occidental; incluso, que era un poder superior a los Estados Unidos, dado que mientras este país tenía constantes Problemas de exclusión racial, Brasil había podido resolver este problema desde la época colonial. Freyre, ademiís, agradecía en buena parte el logro de esta hazaña a los portugueses. A diferencia del nacionalismo de Ortiz, el de Freyre ora hadicionalista y conservador, y la claye propuesta por él pa¡a la construcción de un mundo mejor se situaba en una reevaluación de la estética del mestizaje; con lo cual el pensador negaba por completo la posibilidad de la política o de la lucha de clases. En los años 70 opinó: "Aún puede decirse que los mestizos seguramente se están volviendo la fuerza decisiva, política y culturalmente, en una parte del mundo bastante importante; y que las preferencias estéticas humanas con relación a la forma humana, y sobre todo a la belleza femenina, 78 vienen afectadas mayoritari¡rmente por el mestizaje que permanece creciendo, no sólo en una zona continental tan vasta como el Brasil sino también en ot¡as zonas [,..] Y lo que ocurre en el ámbito estético sucade, hasta ciefto punto, en el i4mbito político [...] se halla¡ nuevas formas políticas mestizadas" (Freyre, 1974: I lG1l l). Soportándose en estas reflexiones sobre el mestizaje y el nacimiento del moreno luso-*hombresy casi fópicos" (de piel morena)-, Freyre reconoció la raza en términos esenciaüstas místicos: "Para los brasileños, el térrnino morenidade significa el rechazo de la raza y la afirmación de la meta¡raza. Siendo un tipo humano meta¡racial, el brasileño es la contestación palpable a cualquier místico exclusivista de puridad ¡acial tal como el ideal de Aryan o la negritud (Freyre, 1974: 85). Estas conside¡aciones lo acerca¡on ideológicamente, por una parte, a la dictadura militar instalada en su país en l9ó4 gobiemo que hablaba de manera jactanciosa de un B¡asil Grande subimperialista-;-un por la ot¡a, al intento de Antonio Salaza¡ por rescata¡ el colonialismo ponugués en ÁÍiica en condiciones resultantes de las rebeliones ar¡ti-imperiatistas de Angola. Guinea Bissau y Mozambique de los años 60 y 70. Ambos proyectos supusieron una exaltación del nacionalismo brasilero, que rcnía como eje la morenídade, e implicaba el reconocimiento de un gran logro por parte de los portugueses: la construcción y el mantenimiento de un imperio multirracial (Martins, 1969: 334). La sociología de las relaciones raciales cubanas y brasi¡eñas ¿Cómo se puede explicar esa asombrosa diferencia entre los métodos de abordar los problemas raciales en América Latina por pane de dos de sus mfu influyentes pensadores? La razón principal podría encontrarse en los antecedentes contrastantes de los afrolatinos en Cuba y en Brasil. Pero para estudiarlos, hay que tener en cuenta que las relaciones raciales mayoía de las veces- han sido representadas por los historiadores a partir de lo -la que opinan las elites sob¡e la inclusión o no de los negros en el proyecto de nación; sin embargo, para efectos de este trabajo sería más útil examina¡ la historia desde abajo hacia arriba, dando prioridad a los casos en que negros y mulatos encontra.ron trabajo en la economía del período que siguió a la emancipación; a las formas que asumió la resis¡encia contra la dominación blanca, ya sea a través de la cultura (religión, a¡tes, defensa de la vida familiar), de la política (organizada o no organizada) o de una combinación enhe ambas; y, finalmente, a la reacción de blancos ante el atrincheramiento de la sociedad negm. Este procedimiento para entender la historia, vuelve a introducirla en el debate sobre las relaciones raciales latinoamericanas, pero en luga¡ de provocar que la clase oblitere la raza, reconoce que el hecho de ser negro o blanco o mulato no es una condición sino una relación de poder que se debe vivi¡ de un modo diferente de acuerdo con la clase social. Es en ese marco que me propongo explorar las raíces históricas de cómo ftiz y Freyre llegaron a formarse los conceptos de "Afro-Cuba" y "meta-raza brasileña". '19 . Raza y geograflra Debido a la ausencia en Cuba de importantes barreras geográficas pa.ra la integración, hubo facilidades importantes para que los intereses económicos y políticos de blancos y neg¡os se vieran entrelazados, No hubo ríos importantes ni cordilleras ni ningún otro obstáculo natural que bloqueara la comunicación ni el transporte. Antes del siglo xlx, los negfos estuvieron dispersos por toda la isla en calidad de peones, trabajando en tabacales y ranchos ganaderos. El paso a la producción en gran escala del azúcar a finales del siglo xvnr, no se centró en una sola región sino que tuvo lugar en todas las provincias de la isla. Hay que recordar que, a diferencia de lo que sucede en otros países latinoamericanos, Cuba ca¡ece del fundamento geogriífico para una política racial desa¡rollada en el ¡ilano regional. Es cierto, como bien lo ha demostrado Ada Ferrer, que las guerras de independencia descncadena¡on rencor en algunos blancos del Oeste de la isla, quienes dictaminaron que cl proceso era una "guerra negra" encendida por circunstancias propias del Este; sin embargo, parece que est€ sentimiento no fue compa¡tido por mucha gente y acabó por desaparecer con la primera victoria militar proclamada por los rebeldes fuera de la provincia de Oriente (Ferrer, 1998; 1999). A esto se suma que, en el siglo xx, el llamamiento que había lanzado el Pa¡tido Comunista Cubano (PCC) para una "franja negra" de autonomía política en Oriente en los años 30 eco del llamado -haciéndose del Partido Comunista Americano. a la autodeterminación nacional por parte de la población africana-americana de la zona nelra de Suramérica- sonó completamente falso en su contexto y, en la actualidad, ha llegado a parecer absurdo (Roca, 1960). Desde entonces, quedó demostrado que la lucha de los negros en Cuba por sus defechos civiles debía realiza¡se en el ámbito nacional y que, de no ser así no valía la Pena. Bmsil representa un ejemplo escla¡ecedor de cómo la geogafía puede mediar entre raza y clase para neutralizar políticamente a los sujetos afro-latinos. Un claro ejemplo son los términos Nordestino y Ballano, que al ser usados por los blancos brasileños sufren una connotación racial peyorativa como consecuencia de la concentración de numerosos negros en la rcgión nordeste del país. sobre todo en el Estado de Bahía. Se ha atribuido esta nomenclatura estigmatizadora a la rnigración masiva de afro-brasileños empobrecidos desde el nordeste hasta SAo Paulo y Rio de Janeiro, estados en el sureste con predominio de blancos, a partir de 1890; pero ha sido mucho más importante la fama secular de Bahía en calidad de "capital del Brasil negro", tal como se relate en las novelas de Jorge Amado. No es una coincidencia que la palabra coipira se preste a dos interpretaciones distintas al ser pronunciada en el sureste de Brasil, porque allí se entiende que el referente tiene la piel negra y oscura, mientras que dicha palabra por lo general se refiere a un indiyiduo de las masas 80 pobres de la zona rural (Stephens, 1989: 284-285). Su equivalente crbano, guajiro, ca¡ece del soplo de negrofobia que se da en la primem, y tiene al contrario la misma connotación racial que el jíáalo puertorriqueño en cuanto atribuye al campesinado a los antecedentes indoeuropeos (Go¡zález, 1995). Negros y mulatos Por el contra¡io, los afro-cubanos se enfrentaron con nuevos desafíos en la neocolonia establecida en 1902. Dado que las elites intentaron "blanquear" Cuba, se dio apoyo a la inmigración europea, al mestizaje entre neglos de piel menos oscura y los que se encontraban más arriba en la escala social y racial, y a la denigración del elemento africano en la historia de Cuba. Quedó claro entonces que el motivo del blanqueamiento no era nada nuevo. De hecho, estudios como el de Verena MartínezAlier han demostrado que en el siglo diecinueve el matrimonio entre distintas razas representó para las mujeres afro-cubanas un medio para escapar de la clase obrera y, además, que este tipo de uniones eran aceptadas por las autoridades españolas como un mecanismo para. reforzx el sistema de casta racial, sexual y social en Cuba (Mafínez-Alier, 1992). El impulso para expuls¿r¡ a los afro-cubanos de la nación se reforzó tras el colapso de la esclavitud en el último cua¡to del siglo diecinueve. Este período representó un momento de alarma dentro de la elite, pues sus miembros determinaron que si se lograban mantener las tendencias demográficas que se habían presentado hasta el momento y si se tomaba en cuenta el número ta¡ elevado de negros y mulatos que poblaban la nación, era innegable que Cuba se transforma¡ía en un "segundo Haitf'. Los blancos reacciona¡on ante esta situación lanzando un asalto intelectual y político contra la.idea de que Cuba era de verdad una sociedad Se escribieron apologías científicas para justificar por qué ta isla debía pefinanecer como una sociedad blanca, y qué se debía hacel para transformar al afrocubano en extranjero en su propia patria. I-os políticos racistas, junto con poderosos multiracial. intereses económicos, promovieron una política inmigratoria de "sólo blancos" para impedir que los haitianos y los antillanos angloparlantes entraran a raudales con el riesgo de convelir a Cuba en una nación m¿yoritariamente negra, La música, el baile y, sobre todo, la religión afro-cubanos fueron estigmatizados con una mancha de "vudú" y acusados de haber instigado el racismo contra blancos (Helg, 1990). No obstante, pese a la búsqueda del ideal de "blanqueamiento", no se logró nunca producir un elemento distinto que la mulateía después de centurias de mesüzaje. Nunca se halló un elemento que funcionara como brccha para dividir a los afiocubanos. Al respecto, el historiador George Frederickson insiste en que el hecho de que exista un tercef grupo entre blancos y negros sea un pequeño grupo-aunque no necesariamente implica la aceptación del mismo por el resto de la sociedad. De 8l hecho, propone que los estudiosos de las relaciones raciales deben encontrar un equilibrio exacto entre las fuer¿as políticas y econ<ímicas que p¡omueven o impiden el mestizaje de poder y códigos de sentido que no dejen de evolucionar -paúones (Frederickson, 1982:94-96). Laverdad es que no se cuenta con ninguna evidencia en la historia de Cuba que sustente la aplicación de la "escotilla de escape para el mulato" de Ca.rl Degler: la noción (errónea o no) de que los negros de piel más -tesis clara en Cuba se favorecen tanto de Ia movilidad social como de la aceptación por parte de la sociedad blanca; y que la clave para el mejoramiento de las relaciones está en la expansión de la categoía mulata, hecho que además, permitiía cimentar la fundación del mito nacional de "democracia racial" (Degler, l97l). Degler sostiene que la realidad de la escotilla de escape no es tan importante como la creencia generalizada de que cuando llegue a implantarse en la mente de negros y blancos, el mito de la superación de la discriminación racial fundamentada en la biología, la exclusión se volverá un "hecho social". Si esta creencia fuera cierta, ¿por qué no se ha presentado en Cuba la noción de la escotilla de escape? Posiblemente, porque el mulato cubano, por una pafe, no aspiró nunca a la condición de tercera entidad en las relaciones raciales de Ia isla y, por la otm, nunca obtuvo la mencionada condición. Contrariamente a lo que afirman los historiadores, la falta de una conciencia separada de paÍe del mulato no se debe únicanente a las exclusiones relativas al color impuestas durante la época colonial, ni a la represión de los negros libres por las autoridades españolas (Helg, 1990: 4), sino que también influyó el que los mulatos y negros libres sufrieran un tratamiento análogo durante centurias: eran expuestos a una "prueba de color" pa¡a la admisión a la lglesia, y para el ingreso en la milicia colonial o en otras prominentes instituciones. A pesar de ello, desde la época colonial en y crearon otras organizaciones. los grupos negros como en los Por años, tener la piel más cla¡a -tanto.en apreciada dentro de la sociedad cubana, blancos- siguió siendo una cualidad muy sob¡e todo en procesos como la selección o la aprobación del cónyuge matrimonial. para el hijo; no obstante, la "mulatización" ----o sea, el uso del mestizaje para contener adelante los mulatos cubanos mantuvieron tenulias privadas y subvertir reclamaciones de igualdad racial por parte de los negros- se vio debilitada en Cuba frente a la más preponderante importancia de la clase social er, forjar la identidad grupal. No se debe dejar de lado que, tradicionalmente, la clas,,l obrera urbana y la gente pobre de la zona rural en Cuba era menos consciente de la cuestión racial que grupos equivalentes de otras sociedades latinoamericanas. Esto se deduce de los relatos de viajeros del siglo xtx, que mostraban una altísima tolerancia racial para con la poblasión guajíra en Cuba, donde no escaseaban mestizos ni negros libres (Pérez, 1992: cap. VII). En su obra clásica R¿r¿l C¡rDo (1950), el antropólogo Lowry Nelson plantea que cuanto más uno iba bajando en la jerarquía social 82 campesina lanto menos se daba impofancia a la raza en las esferas del matrimonio y otros convenios sociales (Nelson, 1950). Segrin unos observadores contemporáneos, hoy bajo la Revolución se sigue usando la cuestión de clase, educación y aun vivienda, como factores atenuantes para permitir la ,'adulteración" de la línea de sangre blanca (y a veces negra), pero los htos de tales uniones no son relegados a una "casta mulata" porque nunca se ha producido una en Cuba (Femiández, 1996). La ve¡sión cubana de la "democracia racial" no se basó en la posición especial del mulato en la sociedad, como fue el caso en Brasil, sino en la historia política de la lucha compartida contra un enemigo extranjero, primero español y luego nonearnericano; lucha que, según se afirma, disolvió todas las razas en una sola nación cubana. El mulato nunca ha dejado de set la piedra de toque de las relaciones raciales en y los anüopólogos atribuyen este fenómeno a dos factores principales: l) Las ventajas supuestamente gozadas por los denominados mulatos en los sectores de la educación, el empleo y la vivienda. 2) Para los negros, no el racismo sino la herencia esclayista y la carencia de Brasil (Schwarcz, 1993; Skidmo¡e, 1993). Los historiado¡es trabajo son los factores que constituyen los más enormes obstáculos para la movilidad social. Por lo tanto, la disparidad enfe ellos y los mulatos no se debe a la raza sino a la clase social (Pierson, 1942; Harris, 1964: cap. 5). Estas dos nociones discutibles han sido recientemente cuestionadas por los académicos: por un lado, se examinaron los sueldos, la esperanza de vida y la movilidad social intergeneracional y no se encontraron diferencias importantes enlre mulatos y negros en Brasil (Silva, 1985); por el otro, se detectaron múltiples pruebas de que los no blancos, sobre todo las mujeres, ocupan los peldaños más bajos en la escala de casi todas las importa¡tes categoías de empleo, no sólo porque no cuent¿n con la formación técnica o educación formal, sino además porque, por parte de los bl¿ncos, impera una activa discriminación racial (I-ovell). Pero, paradójicamente, mientras más abrumadoras resultaban las pruebas de discriminación contra todos los "no blancos", se avivó la percepción del carácter distintivo del mulato. Por ejernplo, fue documentado tanto en el centro u¡ba¡o como en el campo, el uso de una "prueba" de línea de color en forma serpentina administrada a extranjeros pafa determinar si serían aceptados por los blancos (Twine, 1997). En el Brasil contemporáneo, parece que la clase social no elimina la diferencia entre el negrc y el mulato ni reduce la ambición de algunos afiobrasileños a blanquea¡se. Un eminente sindicalista mulato le dijo a una investigadora americana, Rebecca Reichmann, que él se había considerado blanco hasta que encontró a un trabajador africano-americano cuya tez se parecía mucho a la suya propia (Reichmann, 1995; 1998). 83 Urbanización y residencia Los estudios de la urbanización en América Latina demuestran que la ciudad es perpetuamente disputado, y que el espacio está definido cultural, econórnica y políticamente mediante la lucha entre los residentes de mejor posición un campo económica, ansiosos de imponer estereotipos de raza y clase social: mienüas que las clases populares demuestftm su oposición a esas suposiciones ptejuiciadas mediante sus acciones (AÍom and Ortoll, 1996; Pineo and Baer, 1998). Según el censo de 1953, dos tercios de la población negra de Cuba vivían en las zonas urbanas, cif¡as que superan a las del resto de América Latina (Fox, 1977: 425). Antes de la Revolución, La Habana no tenía barrios exclusivamente para blancos o negros, pero los barrios de bajos ingresos de la ciudad tales como El Cerro, Jesús María, Atarés y Luyanó contaban con una altísima representación de afro-cubanos, mientras que las zonas de altos ingresos como Miramar permanecieron con predominio de blancos hasta 1959 (Amaro and Mesa-Lago, 1974: 347). Los barrios de la capital en la época anterior a 1959 ---que fueron objeto de una investigación importante en los cuentos de Osca¡ Lewis, Ruth M. Lewis y Susan Rigdon- estaban compuestos mayoritariamente de negros y mulatos y sirvieron de puntos de reunión para las religiones afro-cubanas, centros de actividad política pa¡a los militantes del Partido Comunista Cubano y refugios para criminales perseguidos (-ewis, Lewis and Rigdon, 1977). Pero, según datos de estas investigaciones no parece que los habaneros blancos tuvieran miedo a las chabolas, que eran consideradas representaciones de un "enclave negro", y que hubieran podido considerarse peligrosas por el color de la piel de sus habitantes, y prácticas religiosas y políticas que éstos llevaban a cabo: La interconexión entre raza, clase, geografia, y cultura, y su impacto perjudicial en las relaciones raciales se hace más patente en el caso de Río de Janeiro. A pafir de 1898, una década después de la abolición, Río se vio inundado de decenas de miles de trabajadores migrantes del interior quienes llegaron a formar el núcleo del subproletariado de la ciudad. Eran trabajadores a tiempo parcial que laboraban duramente en ernpleos de baja categoría y obtenían sueldos mínimos a cambio, Hay que destacar que estos trabajadores cumplieron una función vital para la ciudad porque gracias a su participación disminuyeron los sueldos de la clase obrera en su totalidad. Cuando la ciudad se negó a incorporarlos en el mercado laboral formal, muchos se vieron obligados a dejar de buscar conyentillos pa¡a traslada$e a las sienas y a los suburbios y construir fayelas de la población -viviendas squatter et donde vivían la mayoría de los blancos y mulatos cariocqs lresidentes de Río de Janeirol por el año 1960. La transición de los trabajos 84 industriales provenientes del centro hacia los suburbios y hacia los prósperos barrios de Ia clase media tales como I-eblon y Copacabana, provocó la proliferación de favelas en toda la ciudad y hasta en el Río metropolitano. Irónicamente, est¿ suburbanización de la industria al acercar a muchos afrob¡asileños a la población blanca, desembocó en la reorganización de los patrones de segregación en Río. Las yiyiendas de la poblaciín squatter, sobre todo las que se construyeron después de la guerra, tenían muchas posibilidades de crece¡ en lugares donde los blancos ricos construyeron sus casas y gestionaron sus empresas, De este modo, Río adquirió su propio rincón del "Brasil negro": las favelas resultaron ser asociadas con la vida afro-b¡asilera en la conciencia de los blancos (aunque era muy común que un tercio de la población de una chabola ñrera blanca) y los términos favelado (squatter varón) y favelada (s4¿dtt¿r hembra) se han convertido en palabras de código para los negros de abajo (Perlman, 1973; Pino, 1997; Pinto, 1952). Conclusión No se puede abordar la cuestión del racismo en América Latina independientemente de las relaciones de clase, pues hacer eso sería caer en la trampa de racionalizar el rtatus quo político. El mulataje puede movilizarse para defender el racismo y forjar el anti-racismo, para pedir perdón por el imperialisrno y motivar el anti-imperialismo, para promover revoluciones socialistas y golpes de estado rnilitares. Un concepto tan flexible resulta políticamente inútil e, inclusive, peligrosoi por eso, debe ser reemplazado por un paradigma de relaciones raciales más dinámico. El término "raza" se debe entender siempre como un verbo, es decir, "cómo se hace una raza"; o sea, la constante evolución y a veces revolución de las relaciones entre las clases dominantes y las subaltemas. Los estudios de las clases obreras afro-cubana y afro-brasileña pueden construir un mosaico a partir de estas diversas tendencias en una manera que nos enseñe a descifra¡ las estratagemas de las poderosas y populares contra-eslrategias, pero este enfoque será un fracaso si no trasciende la historia intelectual y se funda firmemente en la historia social; esto es, en la lucha dia¡ia de la gente común y corriente por logtar la clase, la raza y la libe¡ación nacional. Se debe revoluciona¡ a Femando Ortiz y a Gilbeno Freyre mismos, quienes fueron revolucionarios en sus días, en relación con el cuestionamiento de los estereotipos raciales. Un estudio crítico de la obra de dichos autores proporcionará una base para la crítica del mito del mulataje, fenómeno que se ha vuelto un obstáculo para la nueva überación de los afro-latinos del racismo, de la explotación de clases y de la dominación extranjera. 85 De ahí se desprende un análisis comparativo de las raíces históricas del comportamiento político de la clase obrera afro-cubana y afro-brasileña, que exigiía ¡efinar la perogdlada de que la clase triunfó sobre la raza en América Latina en la creación de una conciencia política entre los negros. El principal factor causante de la divergencia política entle estas dos poblaciones radica en Ia formación en Cuba de una importante clase obrera negra desde la época colonial, mientras que en el caso de Brasil no fue sino hasta finales del siglo ;o< cuando hubo una significante proletarización de la fuerza laboral nega. A la vez que la clase obrera afto-cubana crecía en fuerza y organización política, muchos labradores afro-brasileños quedaron clavados en el subproletariado, segregado de facto de lafuerza laboral blanca. Los intelectuales afrocubanos y líderes de la clase media iniciaron su propio partido político, que contó con un número importante de afiliados entre la clase obrera antes de ser despiadadamente aplastado eD 1912. Posteriormente, frente a la c¡isis económica y la represión gubemamental, muchos trabajadores negros se afilia¡on a los sindicatos y al Partido Comunista de Cuba donde asumieron impofantes posiciones de responsabilidad. Los intentos de los negros brasileños por fundar movimientos políticos basados en raza fracasaron y volvieron a fracasar, y a la izquierda marxista tampoco le interesa¡on los trabajadores af¡o-brasileños. En total. fue la conciencia de clase por parte de los negros cubanos su posición estratégica en la reproducción del capitalismo -basada en Cuba desde la época colonial hasta el momento actual- la que mantuvo viva su lucha. La interpretación de la democracia racial, presentada en la obra de Femando Ortiz, fundada en las ciencias económicas, es inseparable de la política y la cultura, es producto de aquella lucha, y es lo que hace que el Contapunteo Cubano sea. lt manifiesto político sobre las relaciones raciales. Bibliograf,ra Amaro, Nelson y Carmelo Mesa-Lago (1974). "Inequality and Classes" en Ca¡melo Mesa Lago (ed,.). Revolutíonary Change ín C¡¡ád. Pittsburgh: University of Pittsburgh Press. A¡rom, Silvia M. y Servando Ortoll (eds.) (1996). Riols in the Steets: Populer Politics and the Urban Poor in latin America, 1765-1910. Wilmington, DE.: Scholarly Resources, Benítez Rojo, Antonio (1996). The Repeat¡ng Island: The Caribbean and thc Postmodern Perspective (2a ed.). 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