Diversificación alimentaria
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Diversificación alimentaria
Diversificación alimentaria El autor propone la recuperación del consumo frutihortícola y plantea la necesidad de encontrar alternativas para sustituir 20 ó 30 kilos anuales de carne roja, con medidas mucho más audaces que la mera sustitución de costillar de ternera por cordero o cerdo arriba de las brasas. Al mismo tiempo, que el ganadero recupere perspectiva y reconstruya su actividad. Mariano Winograd. CONSULTOR FRUTIHORTICOLA Y PRESIDENTE DE 5 AL DIA Es perfectamente posible modificar el paradigma alimentario de una nación. Los venecianos lo hicieron luego del viaje de Marco Polo, los japoneses luego de la intervención de Mc. Arthur y los argentinos varias veces en el siglo XX. Inmigrantes italianos trajeron pizza y ravioles, luego nos atrevimos al pescado crudo, en sushi o ceviche, y hasta sustituimos vino por amargo serrano, en un proceso continuo. Resulta necesario que líderes políticos se involucren con la seguridad alimentaria y ayuden a orientar a la ciudadanía con información. Lo hizo Perón cuando propuso sustituir unas harinas por otras, y lo sofisticó Ramón Carrillo cuando explicó la relación entre salud pública y nutrición, instando a recuperar la carbonada como emblema de diversidad e identidad. Más acá, Michelle Obama con huerta en la Casa Blanca, Pepe Mujica emulando consejos de Martín Fierro y el príncipe Carlos promoviendo el vegetarianismo orgánico. Nuestra presidente acaba de asumir su obligación, dejando de lado la calificación botánica de yuyos y cultivos, para apelar al humor y la imaginación. Cristina insta a consumir cerdo y pollo, no sólo por su virtud alimentaria sino nutracéutica y psíquicas. La lectura entre líneas, nos marca que ni siquiera aludió al problema central: la escasez de carne vacuna se debe a sus propias políticas agrarias y las de su marido, que la dirigencia agroalimentaria advirtió, pero ejecutivo nacional, provincial y parlamento prefirieron soslayar en su tratamiento temiendo impopularidad. No hay consenso sobre lo afrodisíaco de la carne porcina o el estímulo a la imaginación por consumo aviar, pero nadie duda que la alimentación es un fenómeno que trasciende largamente lo biológico, implicando antropología, cultura, y aún esoterismo. Michael Pollan del NYT, advierte acerca del riesgo de abandonar el omnivorismo que caracteriza a la especie humana, y depender apenas de unas pocas fuentes de energía y proteína. Patricia Aguirre, identifica tres transiciones alimentarias en momentos en que se priorizó dieta monotemática en desmedro de biodiversidad. La abundancia bovina fue un privilegio argentino, cuyo abuso derivó en rémora; 70 kg. por habitante año, y más de 100 para el conjunto de carnes, no sólo son récord mundial, también aparejan severos riesgos políticos y sociales. Inflación, salario e indigencia están más vinculados con Liniers que con el tipo de cambio, la tasa de interés, las paritarias y hasta el pago de la deuda. Sanitaristas, políticos, dirigencia sindical y agraria, debemos tomar cartas; la presidente y su gabinete no podrán lidiar con este asunto. Necesitamos encontrar alternativas para sustituir 20 o 30 kg. anuales de carne, mucho más audaces que la mera sustitución de costillar de ternera por cordero o chancho arriba de las brasas. No se trata de perder argentinidad clausurando parrillas y adoptando el wok, podemos seguir consumiendo asado, guisando tapa y en paralelo exportando lomo o cuadril. No hay sustentabilidad sin un equilibrio que permita no sólo al urbanita y al turista abusar del bife de chorizo, sino al ganadero recuperar perspectiva y reconstruir su actividad. Evidencias que muestran efectos benéficos de frutas y hortalizas se inscriben en la "Estrategia mundial de alimentación, actividad física y salud" aprobada por la OMS y refrendada por la FAO en Kobe (Japón), que estableció como meta la ingesta de no menos de 400 gramos diarios de frutas y verduras. Los argentinos comemos apenas la mitad. El conflicto de la 125, quitó de foco toda producción alternativa a la que se decidió invisibilizar. En plena crisis de 2008, cuando Carlos Cheppi sustituyó a Javier de Urquiza en la Secretaría de Agricultura, susurró la intención de duplicar la horticultura. Nada se hizo al respecto. Desde 1980 triplicamos la producción de cereales y oleaginosas, duplicamos la caña de azúcar y ¡septuplicamos la soja¡; en contrapartida frutas y hortalizas apenas se incrementaron en 40%. Europa y EE.UU. aplicaron las recomendaciones de Kobe, instrumentando programas para la promoción de frutas y hortalizas en ámbitos escolares y laborales. En cambio aquí la euforia de 2007 indujo al gobierno a esconder la situación ganadera, y suscribir una política con tendencia al monocultivo y desequilibrios intrasector, que estalla ahora. El 2.010 arrancó particularmente conflictivo en materia alimentaria, recurrentes advertencias fueron desoídas mientras nos comíamos el stock bovino. Los récords mellizos de exportación y consumo de carne, se hicieron a expensas de una faena sostenida de hembras y vientres, que ya no están. El mercado ha reaccionado con una marcada suba de precios que aún no se detiene y que tendrá consecuencias en materia de ingresos y niveles de pobreza. En un contexto nuevamente enrarecido por dudas sobre la solvencia fiscal, es urgente dejar las elipsis en seguridad alimentaria, reconocer la gravedad del problema, y actuar sin dilación. La carne vacuna que deberemos sustituir en la dieta nacional, no podrá ser reemplazada ni energética ni económicamente por cerdo o pollo. La avicultura argentina ha hecho un exitoso esfuerzo de crecimiento, y la porcicultura seguramente lo hará a continuación; sería honesto reconocer que lo lograron, a expensas de una oferta de maíz barato y subsidiado, cuya sustentabilidad se desmiento por las decisiones de siembra de la presente campaña. Si bien es cierto que la avicultura ha logrado crecer 20 veces desde 1961, también debemos reconocer que producción de leche muestra poco avance desde el 2000, la de carne vacuna desde los 80 ¡¡¡¡¡ y la de cerdo aún no arranca. Una dieta de más de 100 kg. de carne por habitante año, incluyendo 70 % de vaca, fue un privilegio ya imposible, que implicó la descapitalización del productor y para el ciudadano el reduccionismo alimentario. Asumamos la apelación de Cristina Kirchner, pensemos grande y asimismo en conjunto, la ciudadanía se lo merece y el conjunto del sector agrario lo requiere imperiosamente. Aprovechemos nuestra capacidad omnívora. esa es la cuestión. Se recomienda 400 gramos diarios de frutas y verduras y el argentino come apenas la mitad Las hortalizas sólo crecieron un 40% mientras hay siete veces más soja que en 1980