Palabra de Vida
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Palabra de Vida
PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- IRREVERENTEMENTE FRATERNO… Del Evangelio según san Mateo 12, 46-50 Estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: -«Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo.» Pero él contestó al que le avisaba: -«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: -«Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.» LECTURAS COMPLEMENTARIAS: ÉXODO 14, 21-15, 1 – LOS ISRAELITAS ENTRARON EN MEDIO ENJUTO. SALMO EXODO 15 - CANTARÉ AL SEÑOR, SUBLIME ES SU VICTORIA DEL MAR A PIE CONTEXTO -Es menester ubicarse en el contexto histórico y social de la Palestina del siglo I: la familia nucleada alrededor del clan -tribu- era la garantía de la supervivencia comunitaria, especialmente en un Israel sometido desde hacía siglos al dominio extranjero. Desde el clan se protegía lo poco que se tenía y, especialmente, se ponía a resguardo la identidad y la religiosidad judías. La ruptura de las tradiciones tribales suponía un riesgo que debía subsanarse con rapidez, además de las angustias lógicas provocadas: el clan era un reducto conservador y seguro que no podía vulnerarse. EL MAESTRO NOS INVITA A SER FAMILIA DE DIOS – Jesús de Nazareth amplía el horizonte más allá de los vínculos familiares, religiosos, raciales y culturales. Su familia es pueblo nuevo conformado por mujeres y hombres capaces de conocer y vivir en Dios, es decir, mujeres y hombres capaces de amar, de florecer en compasión y servicio, de crecer en misericordia y solidaridad sin condiciones. Hay un llamado de atención para nuestras pequeñísimas existencias: Él no nos pertenece, ni es propiedad exclusiva de este nuevo Israel-familia que llamamos Iglesia. Por el contrario, le pertenecemos si permanecemos fieles a la mejor de las noticias. PARA REFLEXIONAR NECESITAMOS SANTOS QUE AMEN LA EUCARISTÍA Y NO TENGAN VERGÜENZA DE TOMAR UNA CERVEZA O COMER PIZZA EL FIN DE SEMANA CON LOS AMIGOS. NECESITAMOS SANTOS QUE ESTÉN EN EL MUNDO Y QUE SEPAN SABOREAR LAS COSAS PURAS Y BUENAS DEL MUNDO, PERO SIN SER MUNDANOS. (JUAN PABLO II) MARTES 22 DE JULIO DE 2013 UNA FAMILIA CRECIENTE No iba a resultar nada fácil, ni para Él ni para sus parientes. Durante treinta años había sido el hijo del carpintero, el joven que conocían de pequeño en la Nazareth galilea y marginal, uno más de la tribu, brazos que sumaban al sustento y a la protección del clan en el que todos se sentían bastante seguros. Y de repente, salir a los caminos a hablar de Dios como Padre, a juntarse con indeseables, animándose sin ninguna vergüenza a tocar a los impuros, volviéndose santamente irreverente con sabios y doctores desde la autoridad de la verdad. Y los pobres y el pueblo más sencillo lo escuchaban, y confiaban en Él, y lo seguían: en ese joven había algo más que un predicador y profeta ambulante. Lo que nos señala el Evangelista es por demás explícito, por entre la multitud, su Madre y sus parientes le hacen llegar el mensaje de que querían hablar con Él. Es claro: reclamaban su pertenencia, de algún modo ese Jesús hijo de José y María había enloquecido y perdido sus cabales de modo que se volcaba por entero a extraños, olvidando a los suyos. Podemos extrapolar esta situación, y descubrir esos rasgos en nosotros. También reclamamos la pertenencia del Maestro a un grupo pequeño, cercano a una institución, una Iglesia, una corriente de pensamiento o a la misma voluntad personal y falsa de creer que Él es más nuestro que de otros. Pero todo esquema previo queda trastocado, y el paso que da Jesús es mansamente revolucionario. Supera infinitamente cualquier limitación biológica, social, cultural, religiosa, de bandera y género: es un tiempo nuevo, tiempo santo, tiempo de familia creciente que se reconoce como tal desde la fraternidad a partir de obrar como lo quiere el Padre y Madre común a toda la humanidad. Quizás sea complejo expresarlo con palabras tan menores, más la búsqueda de la justicia y la liberación, edificando comunidad desde la solidaridad, casa grande de ventanas amplias y puertas siempre abiertas desde esa fraternidad que nos distingue y constituye. En cada ser humano podemos entrever a un hermano, a una hermana, al padre y a la madre de Jesús, y cada uno de ellos a la vez se puede transformar a nuestra mirada interior en hermano, madre y padre. PARA ORAR Te damos gracias, Padre por habernos enviado a tu Hijo Jesús de Nazareth. El vino a ampliar el horizonte para que no nos quedáramos en el estrecho círculo familiar. Nos enseñó que si cumplimos la voluntad del Padre… somos familia de Dios… Te damos gracias por el Papa Francisco, que nos está invitando a refrescar nuestra fe. El nos está recordando que la fe cristiana no es un cajón cerrado de cumplimientos. Se ha predicado mucho más lo que no hay que hacer que lo que debemos hacer. Te pedimos que reflexionemos y reaccionemos a tantos perjuicios tan antievangélicos y que nos quites esa manía de querer “ser más papistas que el Papa” que se nos ha pegado a muchos. Amén. PARA ACTUAR – APRENDAMOS A VIVIR Y DEJEMOS VIVIR. Vivir para cumplir la norma nos hace dudar de todo lo que hacemos (¿estaré haciendo bien?, ¿es esto lo correcto?) y al final nos paraliza. Vivir desde el amor abre horizontes: invita a buscar soluciones a los problemas, porque quien ama cree en las personas y no guarda rencor. REBELDES Dios de la libertad y de la verdad: A Ti, que eres el Dios único, venimos a pedirte rebeldía. Hemos querido echarte de la tierra, arrinconarte y olvidarte, y nuestro mundo se ha poblado de dioses. Danos rebeldía para no vendernos ante nada ni ante nadie. Rebeldía para vivir en libertad sin miedo a normas, oscuridades y poderes. Rebeldía para desenmascarar la farsa de este mundo. Rebeldía para matar a todos los dioses que intentan seducirnos con sus voces. Ven a nuestras vidas a romper nuestras ataduras, a sacarnos de la mentira, a fustigarnos nuestra comodidad, a levantarnos del suelo, a vaciarnos de la escoria, a regar nuestras utopías, a abrirnos los ojos, a librarnos de los dioses, a darnos tu alegría. Porque sólo Tú eres la verdad, y sin Ti renacen los dioses. Porque sólo Tú pones las cosas en su sitio, y nos enseñas a usarlas sin adorarlas. Sólo Tú nos haces libres. Solo Tú iluminas nuestro horizonte. Sólo Tú llenas nuestros anhelos. Haznos creyentes en Ti, simplemente creyentes, para que seamos rebeldes, libres y solidarios en todas las encrucijadas de la vida. «El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre» Si caemos, no necesitamos autorecriminarnos o culparnos o enfadarnos. Lo que se necesita es un nuevo despertar de nuestra intención y la voluntad de volvernos a comprometer para tener el corazón completo una vez más. Sharon Salzberg