Cantar de Roldán
Transcripción
Cantar de Roldán
Cantar de Roldán (Fragmento) Siente Roldán que se apodera de él la muerte y que de la cabeza le desciende al corazón. Ha ido corriendo bajo un pino y se ha echado de bruces en la hierba verde. Pone bajo él la espada y el olifante y vuelve la cabeza hacia la gente pagana. Lo ha hecho así porque quiere de veras que Carlos y toda su gente digan que el gallardo conde murió conquistando. Rezó su confesión con detalle y repetidamente, y por sus pecados ofreció a Dios el guante. El conde Roldán se echó bajo un pino y ha vuelto el rostro hacia España. Se puso a recordar muchas cosas: tantas tierras como había conquistado, la dulce Francia, los hombres de su linaje, Carlomagno, su señor, que lo crió. No puede retener el llanto ni los suspiros; pero no quiere olvidarse de sí mismo y enumera sus pecados y pide perdón a Dios: «Padre verdadero, que jamás mentisteis, que a San Lázaro resucitasteis de muerte y preservasteis a Daniel de los leones, preserva mi alma de todos los pecados que cometí en mi vida». Ofrece a Dios su guante diestro; San Gabriel lo toma de su mano. Le sostenía con el brazo la cabeza inclinada. Con las manos juntas ha ido a su fin. Dios le envió a su ángel Querubín y a San Miguel del Peligro; junto con ellos vino San Gabriel. Llevan al paraíso el alma del conde.