BYRON MURAL
Transcripción
BYRON MURAL
Escrita y Adaptada por: BYRON MURAL 1: UNA CARTA PARA SILENIA. Aunque la iglesia no estaba llena de invitados, bajó del auto vestida de novia, y aunque los años no habían pasado en balde, Silenia se veía hermosa, la historia angustiosa de su vida había llegado a su fin, estaba preparada para unirse a aquel hombre que le había ofrecido una salida. Mística corrió a su encuentro y la miró con dulzura. –Te ves hermosa mamá, te ves hermosa vestida de blanco.— dijo sonriéndole. –Gracias mi vida. Me entristece que mi hijo no esté aquí.— Mística le tomó la mano y dijo: -Mi papá se encargó de envenenarle el alma pero lo importante es que tú seas feliz, ya Osmar es mayor de edad si acepta o no tu matrimonio es lo de menos.— En ese momento se acercó su hermana Silvana y dijo: -Que hermosa te ves, te mereces este día hermana.— dijo dándole un abrazo. –Vamos, el novio te está esperando en el altar. La pesadilla terminó hermana, animo, esta historia de terror hoy termina. Vamos, vamos, que estoy más nerviosa yo que tú.— dijo ayudándola con la cola del gran vestido blanco de Silenia. El padre de Silenia estaba parado en la entrada le sonrió y le dio el brazo diciéndole: -Me costó asimilar esto hija pero todo sea por tu felicidad, yo te bendigo y te deseo lo mejor, vamos la misa va a empezar.— Ella le tomó de su brazo y dijo: -Gracias por estar aquí papá, solo quiero ser feliz.— El la miró y con los ojos llenos de lágrimas dijo: -Pues vas a ser feliz hija, nunca es tarde, vamos.— El novio estaba nervioso en el altar, sonreía al verla ir a pasos lentos hacia él. También para él no había sido fácil llegar hasta ese momento. –Aquí te entrego a mi hija Lester solo hazla feliz y me habrás pagado todo.— dijo sonriéndole. –Descuide don Hermelindo de eso me encargo yo, Silenia será la mujer más feliz de este mundo.— Don Hermelindo se secó las lágrimas y dijo: -Mas te vale.— y diciendo eso fue hasta una de las primeras bancas en la iglesia. -Hermanos y hermanas, estamos aquí para unir en santo matrimonio a Silenia Guardiola y a Lester de León, suplicando a Dios Todopoderoso que derrame la bendición sobre esta nueva familia que nace. Y ahora te pregunto Lester: “¿Aceptas por esposa a Silenia Guardiola, y prometes cuidarla y respetarla todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?”— Lester sonrió, la miró y dijo: -Si padre acepto.— El padre miró a Silenia y dijo: -“Silenia Guardiola aceptas por esposo a Lester de León y prometes cuidarlo y respetarlo todos los días de tu vida hasta que la muerte los separe?”. PLAYA SANTA ROSARIO 20 AÑOS ANTES: Después de recibir la carta de uno de los lancheros que llegaban del otro lado de la playa Silenia salió corriendo hacia su casa, seguida por su hermana. – ¡Silenia, espérame!— Gritaba Silvana corriendo tras ella. Silenia no se detuvo y le gritó: -¿No te das cuenta? por fin llegó la carta de Vidal, la esperé durante días me muero por saber que dice.— Silvana seguía corriendo tras ella en la arena suave y mojada. –Si lo sé, pero no es necesario que corras tanto, espérame— Silenia se detuvo para esperarla. Cuando Silvana llegó dijo: ¿Tienes curiosidad por saber lo que dice la carta?— Silvana sonrió y dijo: -Si, pero apuesto que te encerraras en el cuarto la leerás y reirás como tonta mientras yo te miro desde afuera en las rendijas del jacal preguntándome porque demonios eres así.— Silenia carcajeó y dijo: -Te prometo que esta vez entrarás conmigo al cuarto y la leemos jutas, claro si me alcanzas.— dijo dejándola parada y corriendo como loca por toda la orilla de la playa. Silenia llegó corriendo a su casa y su madre estaba en la cocina al oírlas entrar haciendo escandalo salió y dijo: -¡Qué demonios les pasa a ustedes? Parecen potrancas desbocadas, ¿Qué es tanta bullas?— Don Hermelindo que estaba en la hamaca bajo la palma dijo: -Adelina no seas dura con las niñas.— Doña Adelina lo vio con furia y dijo: -Tu cállate, si no fuera por mí que me las espanto trabajando ajeno, vendiendo tortillas este maldito jacal ya nos hubiera caído encima, así que por favor cierra la boca.— En ese momento llegó corriendo Silvana, vio que Silenia estaba detenida en la puerta por causa de su madre, Silenia había escondido la carta en las manos y las había colocado atrás. -¿Qué traes en las manos?— Preguntó doña Adelina. –No es nada, mamá— dijo Silenia apretujándola. –Tráeme eso.— dijo ella arrojándosele encima y quitándole la carta de entre las manos. –Una carta ¿he?— dijo mirándola con furia. -¿Es tuya Silenia?— dijo. Mientras don Hermelindo solo miraba desde su hamaca. –Mamá déjamela conservarla— dijo ella. Casi llorando. –Las dos se van para su cuarto, están castigadas, no salen hasta que yo se los ordene.— Silvana dijo: -Pero mamá.— Ella la miró con furia y dijo: -Dije las dos están castigadas, largo de aquí.— Don Hermelindo se bajó de la hamaca y fue hacia ella y dijo: -Mujer no deberías de ser tan dura con las niñas.— Ella sonrió con cinismo y dijo: -Por favor Hermelindo, si fuera un pazguato como tú, estas niñas fueran ya unas rameras profesionales, además soy su madre y tengo el derecho para corregirlas, además ya te he dicho mil veces aquí tú no tienes ni voz ni voto, hasta que no encuentres un trabajo digno que nos saque de esta maldita pobreza tu eres un cero a la izquierda, maldita la hora en que me casé contigo.— Él dijo entre los dientes: -Pues existe el divorcio— Ella lo miró con furia y dijo: -¿Qué dijiste infeliz?— El agachó la cabeza y dijo: -Nada, voy a la playa mejor.— Silenia se sentó en su cama y empezó a llorar. –Mi mamá no va a permitir que sea feliz con Vidal yo lo sé— Silvana se sentó a su lado y dijo: -Silenia sabes que mi madre odia a Vidal, no le perdona que sea un…- Silenia la miró con los ojos llenos de lágrimas y dijo: -¿Un recogido?— Silvana la abrazó y dijo: Ya sabes cómo es mamá, ella sueña con que un hombre rico se case con nosotras y así salir de esta pobreza.— Silenia se secó las lágrimas y dijo: -¿Y ser unas infelices como ella?— En ese momento tiró la puerta doña Adelina y dijo a Silvana. –Tu, sal de aquí— Silvana sin chispar palabra salió del cuarto de Silenia. –Silenia voy a decírtelo por última vez y más te vale que entiendas lo que voy a decirte— dijo mirándola con furia. –No quiero que te sigas ilusionando con ese infeliz, ¿quieres morirte del hambre?, no quiero que vuelvas a ver a ese maldito recogido y si me doy cuenta que lo hiciste juro por Dios que te vas arrepentir y que conste que te lo advertí.— diciendo esto se acercó a la puerta para irse, luego regresó y dijo: -Ah por cierto quemé la carta que ese infeliz te mandó, no te preocupes hija, solo ridiculeces decía, en 10 minutos vas a ir a casa de Doña Camila, hay una entrega de tortillas que vas a hacer, sécate esas lagrimas las mujeres que lloras se ven horribles y debiluchas.— y diciendo eso, cerró la puerta, mientras Silenia lloraba desconsolada abrazando su almohada. Luego de que doña Adelina se fue llegó corriendo Silvana y dijo: -¿Qué te dijo mamá?— Silenia se enderezó y dijo: -Obviamente se opone a que Vidal y yo estemos juntos, es una metiche, la odio.— Silvana la abrazó y dijo: -No quiero ni saber cómo se va a comportar el día que sepa que yo tengo novio.— Silenia se secó nuevamente las lágrimas y dijo: -Ay hermana, no sé cómo vamos a aguantar esto, dale gracias a Dios que aun estas pequeña, y pues ojalá que encuentres un hombre que convenza a mamá porque si no estarás perdida como yo, me dijo que en 10 minutos voy a ir a dejar una entrega de tortillas a casa de doña Camila, solo espero que allí esté Flor, la extraño.— Silvana dijo: -Bueno ponte bonita y vamos a entregar esas tortillas yo te acompaño, ¿Y mi mamá que hizo con la carta?— Silenia se puso de pie y fue al espejo se puso pintalabios y dijo: -Me dijo que la quemó, y ya sabes me echó toda su mala vibra, pero yo sé que Flor sabe cuándo Vidal va a regresar y ni mi mamá ni nadie impedirá que me vea con él ya lo verás.— Flor fue la que abrió la puerta de la casa, y vio a Silenia y a su hermana con las tortillas que éstas llevaban para su madre. –Sile, amiga que bueno que te veo, entren.— dijo sonriendo. –Gracias, le trajimos el pedido a tu mamá.— Dijo ella sonriendo. –Mi mamá no está pero dejó el dinero para ustedes, ¿Cómo has estado amiga?— dijo pasándolas a su casa. –Más o menos Flor, la verdad es que eso de trabajar y estudiar me cuesta un poco pero bueno así es la vida de los pobres. Amiga quiero pedirte un favor, verás Vidal me envió una carta pero mi madre la descubrió y la quemó, ni siquiera la pude leer, necesito saber cuándo va a regresar a Playa Santa Rosario— Flor sonrió y dijo: -Ay picarona, mira no te preocupes, Vidal siempre viene aquí, en cuanto llegue a Santa Rosario yo le digo que te busque o concreto una cita para que se vean, tú no te preocupes amiga. Además como nos vemos en el colegio pues allí te llevo el recado que Vidal te envíe ok?— Silenia la abrazó y dijo: -Ay gracias amiga, eres única.— Ella sonrió y dijo: -Ay amiga que no hace uno por una buena amiga como tú— Silenia sonrió y dijo: -Bueno, si nos pagas la tortilla sería ideal mi mamá se pone como loca cuando nos tardamos mucho.— Flor sonrió y dijo: -Claro, claro, llego un día de estos a su casa ok?— Silenia sonrió y dijo: -Claro cuando quieras, nos tenemos que ir, cuídate y te encargo ¿eh?— Ella dijo: -Seguro, adiós Silenia, adiós Silvana cuídense y por favor no le hagan mucho caso a su mamá ok?— A la mañana siguiente en el colegio Flor corrió a buscar a Silenia a la hora del recreo, estaba ésta con otras amigas. –Sile, Sile, ya te tengo noticias del galán.— dijo sonriéndole. -¿Qué pasó amiga, que noticias me tienes?— dijo ella sonriéndole feliz. –Vidal llega el viernes a Santa Rosario, me lo dijo su mejor amigo, segurito llega a mi casa como siempre, yo te voy a concretar una cita para que se vean.— Silenia se tapó la boca de la emoción y dijo: -Me muero por volverlo a ver, bendito sea Dios, regresa Vidal regresa, nadie podrá impedir que nos veamos.— La tarde del jueves Flor llegó a la casa de Silenia y fue doña Adelina quien abrió la puerta, se quedó mirándola y dijo: -supongo que buscas a Silenia.— Flor sonrió y dijo: -Si doña Adelina, ¿Puedo hablar con ella?— Doña Adelina terminó de abrir la puerta y dijo: -Entra.— Entró y fue directamente al cuarto de Silenia, ésta estaba con Silvana haciendo unas tareas. –Amiga— dijo sonriendo. –Flor, que bueno que viniste, estábamos súper aburridas haciendo las tareas con Silvana.— Ella sonrió y dijo: -Chicas, que tal si dejan las tareas para la noche y vamos a bañarnos al mar, no se pero hoy tengo como ganas de ir a meterme al mar, traje mi traje de baño.— Silenia miró a Silvana y dijo: Mi mamá odia que nos metamos al mar.— Silvana sonrió y dijo: -Pero… ¿y si no se entera?— Salieron las tres, con los trajes de baño puestos bajo sus ropas, y dijo Silenia. – Mamá, ¿Podemos ir a la orilla del mar a sentarnos un rato?— Doña Adelina quien estaba cocinando dijo: -Está bien, pero no se metan, saben que odio que se metan al mar, que no les entre la noche porque si no del pelo las voy a ir a traer ¿de acuerdo?— Silvana dijo: -De acuerdo mamá ya volvemos.— y salieron corriendo hacia la playa, se alejaron de la casa de doña Silvana y se quitaron la ropa y quedaron en bikini pues en el cuarto de Silenia las tres se habían cambiado. Silenia fue la primera en correr hacia el mar, se tiró hacia las olas, seguida por su hermana y Flor, estaban jugando en las olas, sol se escondía en el horizonte del mar, su color naranja y su esplendor bañaban las costas de Santa Rosario. Silenia se quedó paralizada cuando vio parado en la playa a Vidal, estaba solo en short como si supiera que ellas estuvieran allí, el corrió hacia adentro del mar, mientras Silvana y Flor sonreían al ver el tan hermosos encuentro. –Me dijeron que vendrías mañana.— dijo Silenia comiéndoselo a besos. –Lo se amor, fue una trampita que te pusimos con Flor para que te emocionaras al verme— dijo robándole una y otra vez besos en la boca. –Yo me emociono solo de pronunciar tu nombre.— dijo ella guiñándole el ojo, mientras las olas del mar los abrazaban. -¿Me extrañaste?— dijo él rodeándola con sus brazos. –Te extrañé como extraña un niño a su mamá.— dijo ella. –Te amo Silenia, no sabes, estos días fuera de Santa Rosario me hicieron llegar a una determinación.— Silvana y Flor decidieron dejarlos solos, así que salieron de entre el mar y se fueron de allí. -¿Qué determinación amor?— preguntó ella. – Hable con mi papá y con mi mamá mientras estábamos fuera y ellos están de acuerdo en mi decisión, verás mi mamá está esperando a su primer hijo y yo pues… soy adoptado y no es un secreto, yo le dije a mi papá que si me apoyaba si yo decidía casarme contigo y él me dijo que por supuesto que me apoyaba, por eso quiero preguntarte lo mismo, ¿me apoyarías tú?, te… ¿te casarías conmigo?.