la alegría compartida es doble alegría. el dolor

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la alegría compartida es doble alegría. el dolor
LA ALEGRÍA COMPARTIDA ES DOBLE ALEGRÍA. EL DOLOR COMPARTIDO ES MEDIO DOLOR
Jueves, 18 de Enero de 2007 18:13
Cuando éramos niños, ¿quién de nosotros no corrió a contar a papá y mamá que
había ganado una medalla? y ¿quién no guarda como un tesoro esa noticia
dichosa que arde en deseos de compartir al llegar a casa? Sin duda, alegrías que
nos hacen felices y que, al compartirlas con nuestros seres queridos, las vemos
insólitamente multiplicadas.
Cuando la alegría nos llena exclamamos: ¡Soy feliz! ¡Desearía tanto que todos
fuesen felices! ¡Que todos mis amigos lo sepan!
Pero en el otro platillo de la balanza, ¿qué sucede con el dolor?, ¿quién no ha
sentido alivio al compartir su duelo? Sabemos que expresar los sentimientos de
las múltiples pérdidas que acompañan nuestra vida, alivia el dolor y cicatriza las
heridas del alma. ¿Por qué lloras? ¡Cuéntame! Compartir el dolor no significa
quejarse. Conviene saber que, mientras el hecho del desahogo descontrae
tensiones y disuelve la crispación interna, la queja, por el contrario, debilita al que
la ejerce y hace descender el nivel inmunológico del sistema. La queja conlleva
una actitud de dependencia y victimismo que, si se practica y no se corrige, corre
el riesgo de hacerse crónica. En realidad, la queja encubre devaluación y
negación de la propia capacidad para resolver los problemas. La queja solicita,
sutil y manipuladoramente, un apoyo ajeno basado en la pena y en la
dependencia. Todo un virus mental que además de no resolver nada, debilita el
cuerpo y el alma. Compartir el dolor con sinceridad y sin asomo de queja supone
responsabilizarnos de nuestra vida y afirmarnos en la superación de los
problemas. Expresar el dolor es hacer aflorar la vulnerabilidad y la consiguiente
grandeza que nuestra humanidad conlleva. Compartir los momentos oscuros
supone enfrentar realidades internas que, en otro momento, nos habrían parecido
poco “comerciales” para nuestra imagen en venta. El “desahogo” nada pide, tan
sólo solicita atención y escucha para poder convertir en palabras los oscuros
sentimientos de confusión y congoja. Uno sabe que conforme más capaz se es
de nombrar el dolor, más control se tiene sobre la raíz de las propias penas. Es
por ello que conforme se comparte dicho sentimiento se retoma la perspectiva y
se ordenan las ideas en nuestra cabeza. De nuevo, recuperamos la distancia del
espectador pleno de desapego y calma. El verdadero crecimiento supone superar
el narcisismo que nos convierte en el centro dramático de nuestras vidas. El ser
humano es tan sociable por naturaleza que cuanto mayor sea el nivel de
comunicación, mejor será el aprendizaje y el desarrollo de sus facultades plenas.
En realidad, el Universo es un conjunto de relaciones entre átomos, planetas,
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LA ALEGRÍA COMPARTIDA ES DOBLE ALEGRÍA. EL DOLOR COMPARTIDO ES MEDIO DOLOR
Jueves, 18 de Enero de 2007 18:13
estrellas y personas. Una danza de infinitas partículas que tejen la gran malla de
la Realidad que como red holográfica, vibra en el gran juego de las
interdependencias. Cuando uno se siente feliz, puede optar por ofrecer al Cielo
su propia dicha permitiendo que los campos de energía se expandan por el
Planeta. Tal vez, se nos ocurra pensar que nuestra oleada de paz está llegando
allí donde alguien asolado pueda recibir una suave caricia en su cara. ¿Acaso
hay mayor satisfacción que regalar nuestra alegría de manera anónima? Y por el
contrario, cuando uno siente el dolor nacido por la propia sacudida del alma,
puede levantar la mirada al Universo y optar por respirar durante unos minutos.
Respirar profundamente mientras todas las estrellas son conscientes de que el
dolor que llegó... ya pasa.
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