De Paul W. Powell - Baylor University
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De Paul W. Powell - Baylor University
De Paul W. Powell SEPTIEMBRE-OCTUBRE 2007 George W. Truett Theological Seminary Somos Texicanos Mary Alice Peña-López, que en una ocasión dio una conferencia en el Álamo, ayudó a corregir la historia por lo que ella enseñaba sobre la revolución de Texas. Por más de 100 años se nos ha enseñado que la Revolución de Texas fue un triunfo de una civilización anglo superior sobre una cultura hispana inferior. Eso sencillamente no es verdad de acuerdo a muchos historiadores. El villano de la Revolución de Texas no fue la nación mexicana ni los hispanos, sino Santana, un dictador que se preciaba en llamarse el “Napoleón del oeste.” Lo que la historia por lo general no nos dice es que junto con Travis, Bowie, Bonham, Crockett y otros que murieron en el Álamo, estuvieron Esperanza, Abamillo, Fuente, Badillo, Guerrero y Losoya que también murieron allí. Cuando los primeros tejanos se levantaron en armas contra el gobierno mexicano en 1835, no estaban solos. Cinco rebeliones similares habían ocurrido en varias partes de México. Estaban luchando contra Santana porque él había repudiado la constitución de su nación en 1824 y había abolido los derechos que ella garantizaba. Al principio, la mayoría de estos revolucionarios de Texas se veían a sí mismos como ciudadanos mexicanos leales luchando para rescatar a su país de un dictador. Cuando Austin llamó a los tejanos a las armas, las primeras tropas organizadas que respondieron fue una compañía de voluntarios tejanos dirigida por el coronel Juan Seguín. Seguín volvió al Álamo después de su caída para enterrar las cenizas de sus defensores cuyos cuerpos Santana había incinerado. Santana aplastó otras revueltas con represalias crueles y devastadoras, y luego dirigió su atención a Texas, esperando allí una victoria fácil. Cuando el ejército de Santana puso asedio al Álamo el 23 de febrero de 1836, la bandera que sus defensores levantaron fue la bandera rojo, blanco y verde de México con “1824” en lugar del águila en el centro. Entre los que firmaron la declaración de la independencia de Texas estaban Francisco Ruiz y José Antonio Navarro, los únicos nativos de Texas entre los delegados. Lorenzo de Zavala, que nació en Yucatán, fue nombrado vicepresidente del gobierno provisional de la nueva nación. Así que tal vez el nombre más acertado para nosotros tal vez sea texicanos, porque tejanos y mexicanos lucharon lado a lado por la libertad de la tiranía. Pa r a Pa st o r e s Fuera de la ciudad de Concord, Massachusetts, hay un lugar tranquillo llamado Walden’s Pond. Lo visité hace varios años. Usted tal vez recuerde que el viejo sabio Henry David Thoreau se mudó a este lugar tranquilo, ocupó una pequeña cabaña y realizó un experimento en la vida. Ocasionalmente se iba a la ciudad para visitar y filosofar con sus amigos. Un día pasó por donde estaba un hombre colocando un alambre en un poste. Se detuvo y le preguntó qué estaba haciendo. El hombre dijo: “Estoy instalando postes y cables de telégrafo. Con esto un hombre en Massachusetts podrá hablar como hombre en Texas.” Thoreau le preguntó, como sólo él podía hacerlo: “¿Qué tal si el hombre de Massachusetts no tiene nada que decirle al hombre de Texas? ¿De qué va a servir esto entonces?” Con toda la tecnología moderna para comunicar el evangelio, ¿no da lo mismo si no tenemos nada para decir? El tener algo para decir y decirlo bien requiere trabajo arduo. Winston Churchill una vez le escribió a un amigo: “No tengo tiempo suficiente para escribirte una carta breve, así que te escribo una larga.” Pastores: Siempre preparen bien y siempre denle a la gente lo mejor que puedan. Recuerden la filosofía de Leo Durocher: “No guardes un lanzador para mañana. Mañana puede llover.” C i ta s •“Hay dos razones por las que una persona no es creyente: Una, nunca ha conocido a un creyente; dos, ha conocido a un creyente.” (Rick Warren) •“Haz lo menos de todo lo que sale y lo más de todo lo que llega.” (Viejo refrán montañés) U n a I l ust r a c i ó n El suegro del autor creyente Philip Yancey fue maestro de la Biblia toda su vida, con fuertes raíces calvinistas. La fe del anciano le causó problemas en sus últimos años. Una enfermedad degenerativa de los nervios le confinó a la cama, impidiéndole la mayoría de actividades que le gustaba disfrutar. Su hija de 39 años (continúa al reverso) (continuación) batallaba con una forma debilitante de diabetes. Problemas financieros lo acosaban. Durante la crisis más severa, preparó una carta de Navidad y la envió a familiares y amigos. Expresaba su intranquilidad por muchas cosas que había enseñado en un tiempo. ¿Qué podía todavía creer con certidumbre? Afirmó su fe en estas tres realidades: “La vida es difícil. Dios es misericordioso. El cielo es seguro.” ¡En esas cosas él podía contar sin reservas! Cuando su hija murió por complicaciones de la diabetes a la semana siguiente, él se aferró más a esas verdades. Liderazgo Con la guerra civil en el aire, el general Sam Houston, héroe de la batalla de San Jacinto, primer presidente de la República de Texas, dos veces gobernador de Texas y primer senador de Texas, volvió de Washington para postularse como gobernador sobre una plataforma que se oponía a la secesión. Fue elegido, pero el pueblo votó por separarse a pesar de los esfuerzos de Houston por mantener a Texas como parte de la Unión. Una vez en el cargo, Abraham Lincoln prometió respaldar a Houston en su esfuerzo de mantener a Texas en la Unión y le ofreció enviar un nutrido contingente de tropas federales a la costa de Texas. Sam Houston convocó su segundo y último concilio de guerra para hablar del asunto. David B. Culbertson, J.W. Throckmorton, Benjamin H. Hepperson, y George W. Paschal fueron llamados a la mansión ejecutiva. Todos eran unionistas. Houston les mostró la carta de Lincoln, y les pidió su consejo, empezando a la usanza militar, con el más joven presente. Uno por uno, todos estuvieron de acuerdo. La mayoría de los habitantes de Texas apoyaban la secesión, y convertir su tierra natal en un campo de batalla no les haría cambiar de opinión. Con eso Sam Houston se dirigió a la chimenea, y echó la carta de Lincoln a las llamas. “Caballeros: He pedido su consejo y voy a tomarlo; pero si yo fuera el más joven, no lo tomaría” (The Raven, Marquis James, University of Texas Press, Austin; 1929, p. 410-11). Los grandes líderes piden consejo de otros y lo siguen si es sabio. La Biblia dice: “Mas en la multitud de consejeros hay seguridad” (Pr. 11:14; 24:6). Cuando el Señor dice algo una sola vez, preste atención; cuando lo dice dos veces, obedezca de inmediato. Sermón Título Sobreviviendo una Tormenta Texto Marcos 4:35-41 Por Fred Luther, Nueva Orleans Introducción Cuando rugen las tormentas de la vida, ¿cómo les hacemos frente? Tormentas de toda clase vienen en la vida: tormentas de divorcio, enfermedad, muerte, reveses financieros. Mi preocupación no es sólo por qué vienen las tormentas, sino qué hacemos cuando vienen. Tres cosas que hay que recordar cuando vienen las tormentas: I Recuerde las promesas de Jesús (v. 35). Él dijo: “Pasemos al otro lado.” Jesús no vino a ahogarnos. Él vino a llevarnos al otro lado. II Recuerde la presencia de Jesús. Él estaba en el barco. Él podía haber caminado sobre el agua y a la seguridad por cuenta propia, pero no lo hizo. Se quedó con ellos. Él se quedará con nosotros. III Recuerde el poder de Jesús (vv. 37-41). Él dijo: “Calla, enmudece,” y los vientos y las olas le obedecieron. Conclusión Asegúrese de tener a Jesús consigo cuando vienen las tormentas de la vida. Nuestra seguridad está en él. Recuerde El Seminario George W. Truett es un seminario Cristocéntrico, basado en la Biblia, dedicado a nuestros principios bautistas históricos. Nuestra visión es ser el mejor seminario teológico bautista del mundo. Nuestra misión es servir a las iglesias capacitando a la próxima generación de ministros y misioneros. George W. Truett Theological Seminary Baylor University One Bear Place #97126 Waco, TX 76798-7126