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CINE-CLUB CHAPLIN CUENCA TEMPORADA XL: 2010-2011 PROGRAMACIÓN 2º TRIMESTRE 2011 Sesiones del Cine-Club Las sesiones del Cine-Club Chaplin se celebran en Multicines Cuenca (Sala Cuatro) todos los miércoles de la temporada. Estas proyecciones están reservadas a socios del Cine-Club Chaplin, exclusivamente. Es imprescindible presentar el carnet de socio y la tarjeta anual correspondiente. Rogamos la máxima colaboración de todos los socios para evitar situaciones molestas. Cada miércoles habrá tres sesiones, que comenzarán puntualmente a las 17, 19.30 y 22 horas. No habrá sesión el miércoles santo, día 20 de abril. A causa de la festividad de la Virgen de la Luz, la sesión correspondiente al miércoles, 1 de junio, se traslada al jueves, día 2. Como es habitual en nuestra programación, la última sesión de la temporada, el 15 de junio, está formada por un programa doble, con una película actual y otra clásica. Socios del Cine-Club Para ingresar en el Cine-Club Chaplin se requiere ser mayor de edad (18 años) y cumplir las obligaciones sociales. La inscripción quedará formalizada mediante el abono de una cuota de ingreso de 12 euros. La cuota anual es de 50 euros, pagaderos por adelantado, bien mediante la domiciliación bancaria o mediante cobro a domicilio. Una vez abonada la cuota, el socio obtendrá la tarjeta numerada con la que podrá acceder a las sesiones semanales. El impago de la cuota durante los primeros 15 días de la temporada presupone la renuncia del socio a continuar ejerciendo sus derechos y, por tanto, se producirá la baja inmediata en el Cine-Club. Recomendaciones Las sesiones del Cine-Club deberían tener un carácter especial en el cuidado de algunos detalles, tales como el silencio que debe mantenerse durante las proyecciones, el respeto a la proyección íntegra (incluyendo los títulos de crédito finales, la audición total de la banda sonora, etc.), evitar en lo posible comer palomitas, no hacer en voz alta ruidos o comentarios que puedan molestar al resto de socios, etc. Igualmente se ruega la máxima puntualidad y una total colaboración para evitar molestias a los socios que sí ocupan su butaca antes de que se apaguen las luces. Teniendo en cuenta la capacidad de la sala y la afluencia media de socios a las sesiones, rogamos que se ocupen todas las butacas, no dejando algunas vacías y menos aún ocupándolas para dejar bolsos, abrigos, etc. 6 de abril 2011 Sesión número 1349 NOTHING PERSONAL Directora: Urszula Antoniak (2009). Nacionalidad: Holanda, Irlanda. Producción: Reinier Selen y Edwin Van Meurs. Guión: Urszula Antoniak. Fotografía: Daniel Bouquet. Diseño de producción: Jane English. Música: Ethan Rose. Montaje: Nathalie Alonso Casable Actores: Stephen Rea (Martin), Lotte Verbeek (Anne) Duración: 85 minutos Versión original con subtítulos en español Premios en el festival de Locarno: mejor ópera prima, mejor actriz (Lotte Verbeek); premios en Marruecos, Sevilla, Holanda. Una joven y rebelde holandesa recorre los caminos de Irlanda, convirtiéndose en vagabunda por elección y disfrutando de la soledad que buscaba en el austero paisaje de Connemara. En su camino se encuentra con un hombre maduro que vive solo en una casa apartada en una isla maravillosa y le ofrece trabajo. Ella acepta con una condición: no habrá nada personal, sólo trabajo. Toda ópera prima tiene siempre un componente añadido en el que se combinan varios ingredientes; para muchos, posiblemente, una esperaza; para algunos, quizá, algo de desconfianza; para todos (o casi todos), curiosidad. Ocurre en todos los sistemas creativos y el cine no es ajeno a esta realidad. Sabemos muy bien que, en bastantes ocasiones, esa primera película a la que asistimos (con curiosidad, interés o desconfianza) no tiene continuidad y el nombre que la firma está condenado a desaparecer en el futuro, pero también es cierto que todo artista consagrado tuvo siempre una primera vez. Sirvan estas someras observaciones para introducir a Urszula Antoniak, polaca de nacimiento, con una eficaz trayectoria previa en el mundo de la televisión, en el que trabajó tras graduarse y especializarse en las Escuelas de Cine de Polonia y Holanda. De su ocupación profesional en TV quedan, aparte programas generalistas, dos telefilms, Nederlands voor Beginners (2007) y Bijlmer Odysee (2004), ambos realizados en Holanda, de donde procede también su primera película para cine, la que hoy nos visita, aunque ambientada en el otro país coproductor, Irlanda. El esquema argumental es bastante explícito y también nos aporta otra pista la lectura del reparto, en el que solo aparecen dos nombres, el de un actor ya conocido, Stephen Rea junto a una totalmente desconocida actriz, Lotte Verbeek que, sin embargo, es uno de los grandes hallazgos de esta película, por su muy convincente interpretación, que se ha reflejado en varios premios internacionales. Sobre ellos dos recae por completo el desarrollo de la acción, que contrapone en una situación hasta cierto punto límite a dos personajes casualmente encontrados y cuyos esquemas vitales resultan contrapuestos, al menos en unas posiciones de partida. Como es lógico, la evolución de ideas, pensamientos y sentimientos forma el sustrato sobre el que estos dos seres van a desenvolver su relación. Un aspecto interesante, que la crítica ha señalado de manera coincidente, es que encontramos a estas dos personas ya en la situación actual, sin que se nos proporcionan demasiados datos (en realidad, casi ninguno) sobre su vida anterior; ni siquiera sabemos por qué Anne abandonó su país natal, Holanda, para estar deambulando por Irlanda; tampoco sabemos por qué Martin vive igualmente solo, en medio del campo; de ambas soledades vividas de manera consciente y voluntaria apenas si recibiremos unas levísimas sugerencias (ella está herida por una relación anterior, él está enfermo), algo buscado por la directora que confiesa: “No me gustan las películas que intentan describir complejas motivaciones humanas a través de la psicología de los personajes. En la vida real, más que saber, adivinamos qué es lo que mueve a la gente. ¿Cuánto necesitamos saber de la gente para fiarnos de ellos o entenderlos? Esta es la cuestión básica de la película, que trata sobre las relaciones humanas a un nivel muy básico”. Y que se desenvuelven, añadimos nosotros, de una manera pausada, acariciando el paisaje circundante, prestando atención a los detalles mínimos del entorno, mientras una música agradable y sosegada acompaña el desarrollo de esta peculiar relación humana. 13 de abril 2011 Sesión número 1350 TENGO ALGO QUE DECIROS Título original: Mine vaganti. Dirección: Ferzan Ozpetek (2010). Nacionalidad: Italia. Guion: Ivan Cotroneo y Ferzan Ozpetek. Producción: Domenico Procacci. Música: Pasquale Catalano. Fotografía: Maurizio Calvesi. Montaje: Patrizio Marone. Diseño de producción: Andrea Crisanti Interpretación: Riccardo Scamarcio (Tommaso), Nicole Grimaudo (Alba), Alessandro Preziosi (Antonio), Ennio Fantastichini (Vincenzo), Lunetta Savino (Stefania), Ilaria Occhini (abuela), Daniele Pecci (Andrea), Elena Sofia Ricci (Luciana), Bianca Nappi (Elena). Duración: 116 minutos Versión original con subtítulos en español Tommaso es el miembro más joven de la extensa y excéntrica familia Cantone, dueños de una fábrica de pasta en Puglia.. Tommaso, aspirante a escritor, vuelve de Roma a casa para una importante cena familiar en la que su padre entregará la dirección de la fábrica a su hermano y a él pero el joven planea anunciar en la cena que es gay, pero cuando se dispone a pedir silencio, se le adelanta su hermano, quien para sorpresa de todos desvela su propio secreto. Ferzan Ozpetek (Estambul, 1959) es un viejo conocido del Cineclub, porque en nuestra sala acogimos sus primeros películas: Haman, el baño turco (1997) y El último harén (1999) con las que abría una carrera cinematográfica marcada por unas expectativas muy favorables. Se había trasladado a Italia cuando era joven, para estudiar arte y especialmente cine. En 1982 empezó a trabajar como ayudante de dirección, participando con esa dedicación en una veintena de largometrajes con realizadores como Massimo Troisi, Ricky Tognazzi, Sergio Citti, Lamberto Bava, Marco Risi y otros, de los que recibió no sólo la adecuada preparación profesional sino también una influencia multicultural que tuvo una primera ocasión de ponerse de manifiesto en Hamam, el baño turco. Luego su carrera empezó a decaer y de hecho sus películas dejaron de llegar a España, hasta La ventana de enfrente (2003), también proyectada en nuestro cineclub. Por ello, la llegada de este nuevo título, bien acogido por la crítica europea aún dentro de la consideración de ser una película menor, sin grandes ambiciones, tiene en buena medida el sentido de recuperación o reencuentro con un antiguo amigo de quien nos gustaría recibir buenas noticias en forma de películas interesantes. Tengo algo que deciros (nefasta traducción del original Mine vaganti (Minas errantes) se acerca a esa consideración no exenta de atractivos. Globalmente considerada podemos decir que pertenece a varios géneros muy prolíficos en el ámbito del cine. Es una película coral, por la acumulación de personajes, cada uno de ellos caracterizado por una personalidad muy acusada: el reaccionario jefe de la familia, potente y autoritario; la excéntrica Luciana; la ruda y firme abuela; el bromista, el tímido y, en fin, para llegar pronto a la figura que ha de marcar el estallido familiar, el homosexual. Es una película que se integra también en la larga serie de relatos con secretos familiares que unos mantienen a costa de otros. Y es, por supuesto, una anécdota más acerca de cómo salir del armario, cuestión que tanto juego ha dado en películas durante los últimos veinte años. Con todo ello, la de Ozpetek no es en manera alguna una historia rutinaria, repetición de otras anteriores. En la originalidad de su planteamiento está su principal encanto, pero también en la riqueza de matices de los personajes y las situaciones que van engarzando un relato que ofrece momentos hilarantes, otros ridículos y una envoltura general levemente melancólica, nada estridente en su conjunto, para dejarnos un amable sabor agridulce muy de agradecer en los tiempos que corren. Los personajes, casi todos miembros de la misma familia, van descubriendo sus pensamientos y deseos -no solo la orientación sexual de uno de ellos- manteniendo siempre una cierta tensión en espera de intentar adivinar cuál será el desenlace de los variados conflictos interiores planteados. Y que nos recuerdan el buen pulso de quien fue muy prometedor director turco-italiano. 27 de abril 2011 Sesión número 1351 MIEL Título original: Bal. Dirección: Semih Kaplanoğlu (2010). Nacionalidad: Turquía y Alemania. Guion: Semih Kaplanoğlu y Orçun Köksal. Producción: Semih Kaplanoğlu. Fotografía: Baris Özbiçer. Montaje: Ayhan Ergürsel, Semih Kaplanoğlu y S. Hande Güneri. Dirección artística: Naz Erayda. Vestuario: Ozge Ozturk Actores: Bora Altas (Yusuf), Erdal Besikçioğlu (Yakup, el padre), Tülin Özen (Zehra, la madre). Duración: 103 minutos Versión original con subtítulos en español Oso de Oro en el festival de Berlín 2010 y premio del jurado ecuménico. Yusuf tiene seis años y acaba de empezar el colegio. Su padre Yakup es apicultor, y Yusuf disfruta acompañándole. Un día, las abejas desaparecen, poniendo en peligro el sustento de la familia. Yakup decide adentrarse en la montaña para descubrir qué ha ocurrido, pero pasa el tiempo y no regresa. Yusuf y su madre buscan pistas para saber dónde está Yakup, pero en vano. Llega el momento de recibir en nuestro Cineclub a uno de los directores que más éxito e interés viene cosechando durante los últimos años en Europa, aunque hasta ahora ha sido completamente desconocido en España, situación que puede modificarse en un futuro inmediato al haberse estrenado seguidas las tres películas que forman la Trilogía de Yusuf, a la que pertenece el título de hoy, último de la serie. Semih Kaplanoglu (Izmir, Turquía, 1963) se graduó en la sección de Cine y TV de la facultad de Bellas Artes de su ciudad natal. Cuando obtuvo el título, se trasladó en 1984 a Estambul, iniciando su actividad profesional en empresas de publicidad, de las que pasó al cine, como asistente de cámara en dos documentales que obtuvieron varios premios internacionales. Más tarde escribió el guión y dirigió una serie de TV de 52 episodios, que alcanzó un enorme éxito popular en los canales que la emitieron. Con ese soporte y preparación, Kaplanoglu dirigió su primera película, Herkes kendi evinde (2001), que desarrolló un prolífico recorrido por festivales internacional es en los que obtuvo una abundante cosecha de premios, situación que se repitió con su segunda película, Melegin Düçüçü (2006), proyectada con muy buena acogida en el festival de Berlín. Mientras había desarrollado otras actividades, como escribir entre 1987 y 2003 artículos sobre artes plásticas y cine, publicados en revistas especializadas, además de colaborar entre 1996 y 2000 con una columna de opinión en el diario Radikal. Para entonces, ya había fundado su propia productora, Kaplan, con la que inició el desarrollo de la trilogía, Huevo (2007), Leche (2008) y Miel (2010), con la que obtuvo finalmente el Oso de Oro en el festival de Berlín. Sobre la génesis de la trilogía, el director comenta que “empezó a tomar forma cuando revisaba un guión que había escrito hacía tiempo y que contaba a grandes rasgos la historia de Yusuf hacia el fin de su adolescencia. Mientras trabajaba en el personaje empecé a pensar en cómo podría ser su futuro y así nació la trilogía, que puede verse como un largo flashback, pero en ningún momento son películas de época. Todas transcurren en el tiempo actual y en diferentes lugares; las relaciones y niveles económicos difieren. En ocasiones me han preguntando si los tres Yusuf son el mismo. Prefiero no contestar para no revelar sus secretos, la relación directa e indirecta entre las tres películas, y sus misterios”. Kaplanoglu asegura que se basó en sus propias experiencias personales y vitales para dar forma al personaje de Yusuf, reconociendo que en su interior hay partes de él mismo, como referencias a su niñez: “Los problemas en la escuela cuando intentaba aprender a leer y a escribir, las preguntas que hacía y que nadie contestaba, la intensa crueldad y riqueza de la naturaleza. En muchos aspectos, el niño da forma a su personalidad mientras descubre el mundo con curiosidad”. Para los amigos de conocer otras culturas, otras formas de vida, Miel resultará una película del máximo interés, porque se desarrolla en un pueblo montañoso de Turquía, en un paraje donde vive y reina la abeja negra, en un ambiente aislado del resto del mundo, lo que fomenta la vida natural, la soledad, el silencio y la dureza del trabajo, circunstancias que marcan el carácter del niño Yusuf y su ciega devoción hacia el padre, Yakup, los ejes de esta historia rural y naturalista. 4 de mayo 2011 Sesión número 1352 LA OTRA HIJA Título original: The new daughter. Director: Luis Berdejo (2009). Nacionalidad: Estados Unidos. Producción: Paul Brooks. Guión: John Travis; basado en un relato de John Connolly. Música: Javier Navarrete. Fotografía: Checco Varese. Montaje: Tom Elkins y Robb Sullivan. Diseño de producción: Chris Shri Actores: Kevin Costner (John James), Ivana Baquero (Louisa James), Gattlin Griffith (Sam James), Samantha Mathis (Cassandra Parker), Noah Taylor (profesor Evan White), Erik Palladino (oficial Ed Lowry), Sandra Ellis Lafferty (sra. Amworth) Duración: 108 minutos Versión original con subtítulos en español John James, un novelista de éxito recientemente divorciado, decide trasladarse a una apartada casa de Carolina del Sur con sus dos hijos, Sam y Louisa. Pronto, la familia comienza a escuchar unos extraños sonidos durante la noche que parecen estar relacionados con un antiguo túmulo funerario ubicado en los límites de su propiedad y que cada vez más atrae a Louisa. Todo es posible en América, podríamos decir tomando el caso de Luís Berdejo (San Sebastián, 1975), quien un día decidió hacer el petate, aterrizó en Hollywood, pidió una oportunidad y se la dieron, nada menos que con Kevin Costner de protagonista y así pudo filmar su primera película larga como director. Dicho y hecho, como aquí se cuenta. Berdejo estudió en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM) y dirigió varios cortometrajes, entre ellos La guerra (2005) y For(r)est in the Des(s)ert (2006), premiado en el festival de Sitges. También ha firmado los guiones de REC (2007) y Quarentine (2008) y con ese bagaje a sus espaldas se presentó animosamente en la meca del Cine para pedir una oportunidad. De la lectura de esta somera biografía se puede deducir inmediatamente un dato muy claro: Berdejo tiene una tendencia natural hacia el género de terror o, como gustan decir algunos comentaristas, de profundidades psicológicos y patológicas. A ese género pertenecen los trabajos que hemos mencionado y también la película que llega hoy a nuestra programación, el primer largometraje firmado por el director, quien cuenta, entre divertido y asombrado, cómo llegó a Los Ángeles un día de 2006 para participar en un casting con destino a una película que finalmente no se hizo. Llevaba con él sus cuatro cortos rodados en España y desarrolló una muy activa campaña de autopromoción, enseñándoselos a todo el mundo; conectó con un manager de la industria y así fue desarrollándose el proceso, hasta encontrar la oportunidad de rodar La otra hija, un relato de John Connolly. “Había oído hablar de él, pero no conocía ni sus novelas ni sus relatos. La historia toca temas que había tratado en mis cortos, como elementos sobrenaturales, criaturas fantásticas, niños, un bosque… Tenía mucho que ver conmigo. Luego todo eso lo personalicé; no se puede hablar de una reescritura, pero sí intervine en el guión. Los últimos quince minutos son míos, porque cambié el final y la época en que se desarrolla. Dentro de los parámetros que me había marcado, me dejaron bastante libertad para trabajar”. Así nació esta película que para Berdejo fue un auténtico sueño, más aún cuando supo que podía contar con Kevin Costner, porque le habían anunciado la participación de un grande del cine, pero no llegó a pensar que pudiera ser tan grande hasta que vio a Costner a su lado. “Fue muy generoso. Lo primero que me dijo fue que él también era director, pero que en esta película mandaba yo y que todo lo que yo quisiera sucedería. Por eso he intentado sacar a un Kevin Costner que no se hubiera visto antes, de acuerdo con el contenido de la historia”. Una historia que deambula entre la realidad y lo sobrerreal, mediante giros que van oscureciendo la trama en la medida que aparecen cuestiones menos comprensibles, acompasadas a los cambios de humor de la joven Louisa, que el padre inicialmente atribuye a motivaciones relacionadas con la pubertad y a su propio reciente divorcio que, como es natural, ha influido de manera decisiva en el concepto de familia, criterio que empieza a cambiar cuando advierte qué tipo de cosas es capaz de realizar la joven. Berdejo sigue comentando que “esta es una película sobre gente corriente y sobre cómo se enfrentan a cosas en apariencia corrientes pero que resultan sobrenaturales; por ello las presento como si estuviéramos ante un drama familiar”. 11 de mayo 2011 Sesión número 1353 ANIMAL KINGDOM Título original: Animal kingdom. Dirección y guion: David Michôd (2010). Nacionalidad: Australia. Producción: Liz Watts. Música: Antony Partos. Fotografía: Adam Arkapaw. Montaje: Luke Doolan. Diseño de producción: Jo Ford. Vestuario: Cappi Ireland. Actores: James Frecheville (Joshua “J” Cody), Ben Mendelsohn (Pope), Joel Edgerton (Barry “Baz” Brown), Guy Pearce (Nathan Leckie), Luke Ford (Darren Cody), Sullivan Stapleton (Craig Cody), Jacki Weaver (Janine “Smurf” Cody), Laura Wheelwright (Nicky Henry). Duración: 112 minutos Versión original con subtítulos en español Primer premio en el festival de Sundance 2010 Tras morir su madre, Joshua “J” Cody se va a vivir a Melbourne con sus tíos, con los que hasta ahora no ha tenido ningún tipo de contacto. Allí estará bajo la custodia de su abuela. Aunque se adaptará rápidamente a su nueva vida, no tarda en descubrir que este mundo es mucho más peligroso de lo que antes había imaginado. Para sobrevivir, “J” deberá elegir qué lugar quiere ocupar dentro de este duro juego: estar con la familia o con la ley. El título de la historia con la que David Michöd debuta en el largometraje (Animal Kingdon: Reino animal) insinúa cuáles son los ingredientes que va a manejar a lo largo de la historia: un mundo muy lejos de la plácida bondad y amistosas relaciones entre sus habitantes y más cerca de la implacable ley de la selva, donde sólo aciertan a sobrevivir quienes tienen poder y habilidad para imponerse a los más débiles. Michöd estudió en la Sidney Grammar Schol antes de ingresar en la Universidad de Melbourne, de donde salió licenciado para incorporarse al departamento de Educación alternando el trabajo con nuevos estudios en la Escuela de Cine. Editor entre 2003 y 2006 de la revista Inside Film, por esa época empezó a realizar sus primeros cortometrajes: Esdras Blanco, licenciado en Derecho (2006), Ballesta (2007), Netherland enano (2008), así como la serie de TV Peligrosas (2007), camino de preparación que finalmente habría de llevarle a rodar su primer largometraje, Animal Kingdomn, presentada con todo éxito en el último festival Sundance, de cine independiente, que patrocina Robert Redford. El elemento central de una historia marcada por no pocos tintes dramáticos es el joven actor James Frecheville, de 17 años, debutante en esta película, situado emocionalmente entre dos puntos de atracción contraria y conflictiva: su tío Pope y el detective Leckie, que van a representar dos puntos de vista inicialmente no llamados a ser contrarios pero que terminarán convirtiéndose en eso, al escenificar de un lado la familia y sus condicionantes afectivos y de dependencia; de otro, la ley y el orden, que pueden ser amenazados si así conviene. Para encontrar al joven Cody fue preciso desarrollar un enorme casting, en el que participaron más de 500 aspirantes hasta elegir la figura adecuada, cercana a la imagen de alguien que acaba de salir de la niñez pero con suficiente apariencia física y madurez como para ser incorporado por sus tíos a las actividades delictivas que están desarrollando. De esa manera se va estructurando este amplio panorama fílmico por el que circulan cualificados “animales depredadores” (calificativo usado por el propio Michôd para definir su película) para incorporarse manera muy notable al amplio repertorio de historias de cine negro que vienen formando un género definido y cualificado. Una historia que tiene mucho de investigación sociológica, que no queda sólo en la epidermis de unos sucesos criminales, pues los comportamientos de sus integrantes son analizados de manera minuciosa, estableciendo con rigor las relaciones que van marcando las actitudes de unos y otros, cuando la marrullería puede dejar paso a comportamientos próximos a la grandeza, aunque sabemos de entrada que difícilmente encontraremos al final la grandeza que se supone a los héroes. Por ello la crítica ha señalado que esta película es una de las más agradables sorpresas encontradas en la cartelera de los últimos meses, adornada por una extraña belleza formal que ofrece algunos instantes llamados a formar parte de nuestros recuerdos permanentes y contando siempre con el eficacísimo soporte de un cuadro de actores realmente impresionante. Una nueva y brillante aportación del cine australiano y un magnífico descubrimiento de un nuevo director. 18 de mayo 2011 Sesión número 1354 WOMEN WHITHOUT MEN Título original: Zanan-e bedoon-e mardan. Directora: Shirin Neshat (2009). Nacionalidad: Alemania, Austria y Francia. Productores: Susanne Marian, Martin Gschlacht y Philippe Bober. Guion: Shirin Neshat y Shoja Azari; inspirado en la novela de Shahrnush Parsipur. Música: Ryuichi Sakamoto. Fotografía: Martin Gschlacht. Montaje: George Cragg, Jay Rabinowitz, Julia Wiedwald, Patrick Lambertz, Christof Schertenleib y Sam Neave. Diseño de producción: Katharina Wöppermann Actores: Pegah Ferydoni (Faezeh), Arita Shahrzad (Fakhri), Shabnam Tolouei (Munis), Orsi Tóth (Zarin). Duración: 95 minutos Versión original con subtítulos en español León de plata al mejor director en el festival de Venecia Cuenta la historia de cuatro mujeres durante los días del golpe de estado en Irán de 1953, cuyas vidas se cruzan en el caos político del momento y encuentran refugio en el jardín de una casa de campo. De este encuentro surge una historia de compañerismo, consuelo y amistad con el retrato del papel de la mujer en la sociedad iraní de aquella y explora el valor simbólico del jardín en la tradición islámica. Casi todo el mundo tiene una idea bastante aproximada de lo sucedido en Irán en los últimos años, a partir de la revolución islámica que llevó al poder a los integristas, dando lugar al régimen político hoy vigente, una peculiar república con aparentes comportamientos democráticos (hay partidos políticos, se celebran elecciones, existe un presidente elegido) pero siempre bajo la vigilancia de los ayatollah, representados por el guía supremo de la revolución. Antes de eso sucedieron otras cosas, y estas ya se encuentran más olvidadas o difuminadas en la conciencia de los occidentales, como el elemento central de esta película, el intento revolucionario del año 1953 que, por resumir los hechos, no fue sino un antecedente de lo que habría de suceder décadas más tarde. En aquella ocasión, el golpe fue brutalmente superado gracias entre otros motivos a la intervención de las potencias occidentales en apoyo del gobierno y el sha obtuvo plenos poderes para, en adelante, gobernar el país de una manera absolutamente despótica. A esa etapa histórica se acerca Shirin Neshat, una artista iranía residente en Nueva York, con una larga experiencia en el terreno de la fotografía, el vídeo y las instalaciones multimedia. Neshat comenzó a darse a conocer internacionalmente por sus series de retratos femeninos en la serie Women of Allah (1993-1997); ha creado diferentes series de videoinstalaciones, entre ellas dos muy reconocidas, Turbulent (1998) y Rupture (1999), por las que recibió premios en la Bienale de Venecia del último año citado. Su obra ha sido expuesta en varios museos de Nueva York, Londres y Amsterdam. Todo ello antes de acometer el paso a la realización cinematográfica con esta película, galardonada en el festival de Venecia con el premio a la mejor dirección. Muestra de su osadía personal es la decisión de afrontar la realización de una historia sobre una etapa de la historia de su país sistemáticamente ignorada o silenciada, como ella misma recuerda: “Desde el momento en que nací, se convirtió en un tabú hablar abiertamente del golpe de 1953, así que casi no tengo ningún recuerdo, ni siquiera recuerdo oír a mi propia familia discutir sus puntos de vista o experiencias”. Estaba latente, como suele ocurrir, el miedo implantado por la dictadura del sha, apoyado en una terrible policía secreta de carácter político, que vigilaba y controlaba las actitudes y hasta los pensamientos de los ciudadanos, impidiendo cualquier tipo de manifestación libre de las ideas. Todo ello está contado al detalle en el libro de Shahrnush Parsipur, exiliada en el norte de California, que prestó el material narrativo adecuado para una película que, además, ofrece un bellísimo planteamiento formal, resultado de su amplia experiencia en el mundo de la imagen, sin olvidar el poético mensaje derivado del peculiar tratamiento del jardín, ese factor, junto con el agua, tan vinculado a la cultura islámica. 25 de mayo 2011 Sesión número 1355 CARTAS AL PADRE JACOB Título original: Postia pappi Jaakobille. Dirección: Klaus Härö (2009). Nacionalidad: Finlandia y Suecia. Producción: Lasse Saarinen y Ristro Salomaaa. Guion: Klaus Härö y Jaana Makkonen. Fotografía: Tuomo Hutri. Música: Dani Strömback. Montaje: Samu Heikkilä. Dirección artística: Kaisa Mäkinen. Actores: Kaarina Hazard (Leila), Heikki Nousiainen (padre Jacob), Jukka Keinonen (cartero), Esko Roine (Vankilan). Duración: 74 minutos Versión original con subtítulos en español Leila es una asesina condenada a cadena perpetua que, tras doce años de cárcel, recibe el indulto. Antes de dejar la prisión, un funcionario le explica que Jacob, un cura rural anciano y ciego, ha solicitado su ayuda como asistente. Leila acepta esta labor. Así, dos mundos radicalmente opuestos se entrelazan en una convivencia que inicialmente parece imposible. Mientras nos agobian las historias superespectaculares que nos llegan de Hollywood, envueltas en poderosos mecanismos digitales que ocultan cada vez más la presencia de actores reales y difuminan la comisión de hechos no menos auténticos, de vez en cuando llegan hasta nosotros historias mínimas, argumentos directos, personajes tan cercanos que casi los podemos imaginar sentados a nuestro lado en la butaca aunque, como sucede en este caso, pertenezcan a culturas frías, cerebrales, muy distancias de nuestros sentimientos mediterráneos, tan cálidos y apasionados. El cine nórdico, aunque llega hasta el sur con cuentagotas, tiene en los últimos años un sólido prestigio amparado en varios títulos de éxito. A ese cine, aunque sin tener el apoyo de las multitudes de espectadores que hacen cola para ver las películas basadas en las fantasías de Stieg Larrson (ya saben: la serie Millennium y sus secuelas). pertenece esta historia sencilla, austera, intimista, basada apenas en las relaciones entre dos personas inicialmente dotadas de un atractivo escaso por no decir intrascendente, pero en ese juego radica precisamente la grandeza de este relato que no necesita de llamativos alardes para mostrarse cercano a nuestro interés. El director, Kalus Härö, era completamente desconocido en España, salvo en los círculos minoritarios que va de festival en festival, como de hecho se nos muestra muy lejano el cine finlandés, arrinconado ya el recuerdo fecundo de Aki Kaurismäki. Härö nació en Porvoo en 1971 y además de varios cortometrajes, tenía ya acreditados tres títulos largos antes del que hoy vamos a conocer: Elina. Som om jag inte fanns (Elina. El caso de quien nunca estuvo allí, 2002); Äideïsta parhain (Madre de las minas, 2005) y Den nya människan (La nueva humanidad, 2007). Es muy conocido en los países septentrionales europeos y en el año 2004 recibió el premio nacional finlandés a las Artes. No es, por tanto, un novato debutante, sino que se encuentra avalado ya por una respetable experiencia, que ahora se desarrolla a través de un argumento muy apropiado para el carácter nórdico, tan aficionado a cuestiones relacionadas con la espiritualidad, el alma y los sentimientos íntimos. Hay que considerar, y la crítica así lo ha observado, un cierto esquematismo simplista en los planteamientos de partida, un tanto ingenuos en origen, pero que no estorban para nada en la solidez posterior de la evolución de los hechos. Tenemos, en ese inicio, dos personajes absolutamente contrapuestos: un sacerdote que muestra evidentes signos de ser un iluminado o un místico, convencido de que la bondad todo lo puede y, en el otro lado, una mujer áspera, ruda, marcada por una dura existencia y, desde luego, por un crimen. En la oposición, incluso distanciamiento, de estas personalidades, se encuentra el eje en torno al que va a desarrollarse una relación que, imaginamos, alcanzará un final feliz, aunque no podamos adivinar con precisión cuáles serán los acontecimientos que el director irá desarrollando para alcanzarlo. El mensaje es claro: la esperanza siempre es posible, en cualquier situación, por complicada que sea y por mucho que unas situaciones adversas nos parezcan insalvables. Todo ello contado en un tono de seriedad austera, en el que apenas queda algún leve resquicio para un toque de humor, como si Härö quisieran decirnos que, de haberlo querido, podría haber habido más simpatía. 2 de junio 2011 Sesión número 1356 CINCO MINUTOS DE GLORIA Título original: Five minutes of Heaven. Director: Oliver Hirschbiegel (2009). Nacionalidad: Reino Unido e Irlanda. Producción: Eoin O’Callaghan. Guión: Guy Hibbert.. Música: David Holmes y Leo Abrahams. Fotografía: Ruairi O’Brien. Montaje: Hans Funck. Diseño de producción: Mark Lowry. Vestuario: Maggie Donnel Actores: Liam Neeson (Alistair Little), James Nesbitt (Joe Griffin), Anamaria Marinca (Vika), Juliet Crawford (Cathy), Mark David (Alistair de joven), Richard Dormer (Michael), Kevin O’Neill (Joe de joven), Pauline Hutton (Sharon), Andrea Irvine (Sarah) Duración: 90 minutos Versión original con subtítulos en español Lurgan, Irlanda del Norte, 1975. Alistair Little, de 16 años, es el líder de una célula UVF (Fuerza Voluntaria del Ulster) impaciente por derramar sangre. Él y su cuadrilla reciben el visto bueno para matar a un joven católico, James Griffin, crimen que contempla Joe Griffin, el hermano pequeño. Treinta años más tarde, Joe Griffin y Alistair deben encontrarse, ante las cámaras, de cara a una reconciliación. La paz se ha establecido en Irlanda del Norte, pero Joe Griffin tiene otros planes en mente. Oliver Hirschbiegel (Hamburgo, 1957) se educó en la escuela Waldorf, famosa por sus principios antiautoritarios y a la que no se supo adaptar, abandonando los estudios para embarcarse como cocinero. Más tarde se matriculó en Pintura y Diseño Gráfico, en la Academia de Arte de Hamburgo, donde bajo la influencia de Sigmar Polke empezó a mostrar interés por la fotografía, el cine y el vídeo. Realizó una serie de montajes artísticos y perfomances basados en la imagen y junto a Gabor Body llevó a cabo un vídeo-magazine, “Infermental”. En 1986 vendió su primer guión a la cadena ZDF que le encargó la dirección. Así nació “Das Go! Project”, su primer trabajo serio para TV, que obtuvo unas excelentes críticas y nuevas ofertas para dirigir. En los años siguientes hizo numerosos thrillers e historias de crímenes para TV, con las que consiguió algunos premios, figurando entre esos trabajos catorce episodios de la serie “Komissar Rex” y dos de la serie “Tatort”. Con ese bagaje acometió la realización de su primer largometraje cinematográfico, El experimento (2001), a la que siguieron El hundimiento (2004) e Invasión (2007). En esta ocasión, Hirschbiegel abandona el habitual escenario de sus películas, Alemania, para trasladarse a Irlanda, territorio en el que siempre hay un tema muy propicio, el de la larguísima revuelta criminal protagonizada por el IRA, sin que debamos olvidar algunos otros desmanes también realizados por el sector contrario, todo ello al parecer felizmente diluido en una situación muy próxima a la paz, aunque como suele suceder tras cualquier periodo de conflicto civil, alcance o no la categoría de guerra abierta, pero sí el de enfrentamiento, los problemas realmente surgen cuando llega la hora de la reconciliación. Que es, precisamente, el dilema moral que el director aborda en esta película: los responsables, los dirigentes, firman la paz y formalmente una situación pacífica se impone en el conjunto de la sociedad. Pero ¿qué pasa con las conciencias individuales? ¿Todo el mundo está dispuesto a olvidar agravios, atentados, incluso crímenes mortales, para abrazar o al menos tolerar la presencia de quien fue su enemigo? ¿Nadie tiene ansias de venganza? El tema tiene, naturalmente, fuerza y tensión, elementos que el director desarrolla a través de una serie de cuestiones subyacentes en el progreso del relato. Está el tema del arrepentimiento, el concepto de culpa que el asesino arrastra toda su vida, convencido de haber cometido una monstruosidad;; culpa también en el joven hermano, agobiado por la idea de no haber hecho todo lo posible para evitar el crimen. Ambos son, pues, dos seres atormentados que necesitan adaptarse a la nueva situación creada con el film de la violencia. El programa de televisión al que son invitados puede representar la catarsis de esa situación, la salida mediante la explosión de sus sentimientos más íntimos (y aislándose del hecho de que, realmente, lo que se pretende es cultivar el morbo de la audiencia). Una interesantísima cuestión de índole moral, que interesa mucho en una sociedad como la española donde parece que al fin y tras años de amarguras, podemos llegar a alcanzar también, en un tiempo quizá razonable, una situación similar en la que el crimen organizado por el terror pueda llegar a desaparecer, para que nos preguntemos: Y ahora, ¿qué?. 8 de junio 2011 Sesión número 1357 WHEN YOU’RE STRANGE Título original: When you’re strange, Dirección y guión: Tom DiCillo (2009). Nacionalidad: Estados Unidos. Producción: Peter Jankowski, John Beug, Dick Wolf y Jeff Jampol. Música: The Doors. Fotografía: Paul Ferrara. Montaje: Mickey Blythe y Kevin Krasny. Narrador: Johnny Depp Duración: 86 minutos Versión original con subtítulos en español Documental sobre el grupo norteamericano The Doors Esta es la primera película documental rodada sobre el mítico grupo The Doors pero, a la vez, es también un documento fílmico de considerable importancia sobre la América de los años 60. Recoge material rodado sobre el famoso grupo musical formado en Los Ángeles (California), acercándose al lado más desconocido de la banda y en especial a su carismático líder: Jim Morrison. Tom DiCillo ha contado con el apoyo de Ray Manzarek, Robby Krieger y John Densmore, teclista, guitarrista y batería respectivamente de The Doors, que formaron la banda junto a Morrison. Utilizando exclusivamente material original, en su mayoría inédito y rodado en buena parte por el propio Morrison entre 1966 y 1971 —período de existencia del grupo—,Tom DiCillo presenta a la banda y su contexto en el seno de un país (una sociedad) que vivió en esa época una auténtica evolución (quizá incluso una revolución) interna desde el acentuado conservadurismo que la marcaba hasta posiciones abiertamente liberales y progresistas. Tom DiCillo (Camp LeJeune, Carolina del Norte, Estados Unidos, 1953), hijo de madre italiana y padre estadounidense, estudió Escritura creativa en la Universidad de Virginia y cine en la de Nueva York, donde conoció a Jim Jarmush para el que trabajó en la fotografía de Permanent Vacation y Extraños en el paraíso. También hizo este trabajo en el film independiente The end of the Night, de Keith McNally. Tom DiCillo es uno de los personajes más interesantes surgidos en los últimos años en las nóminas de directores estadounidenses. Obtuvo el master de Artes en Dirección en la universidad de Nueva York en 1979, periodo durante el que tuvo que realizar seis cortos, con uno de los cuales ganó el premio Paulette Goddard. Entre 1980 y 1987 trabajó en numerosas producciones teatrales y de cine independiente y en 1991 hizo acto de presencia en el festival de Sundance con su primera película, Johnny Suede que luego ganó el primer premio en el festival de Locarno. Con Vivir rodando ganó el premio al mejor guión en Sundance (1995), además de varios galardones en otros festivales. Luego ha rodado Caja de luz de luna (1996), Una rubia auténtica (1997), Doble contratiempo (2001) y Delirious (2006) antes de llegar a When you’re strange, presentada como un documental aunque, realmente, es un film de ficción organizado a partir de escenas documentales extraídas de los archivos y de varias otras películas, como la que sirve de arranque, cuando un silencioso Jim Morrison recorre taciturno y solitario el desierto, haciendo autostop, imágenes que corresponde al film experimental HWY: an american pastoral (Paul Ferrara, 1969). La película está hecha, naturalmente, a la mayor gloria de The Doors pero ellos ocuparon de manera intensa una época de los Estados Unidos (y, por extensión natural, del mundo occidental) y eso está muy presente en el desarrollo del film, que no es -ya lo hemos señalado- un documental en estricto estado puro, que hubiera podido resolverse a partir de otros planteamientos similares, en una sucesión de conciertos, grabaciones, palabras de los protagonistas. Aquí, en realidad, está presente toda una época, que se nos transmite a través de la música interpretada por un grupo que alcanzó niveles de leyenda pero también de los sonidos emitidos desde otras fuentes (gritos, bombas, ruidos) y que forman el entramado crepuscular sobre el que toma forma la música de un grupo inolvidable. Y que, por supuesto, está aquí muy presente, ocupando todo el metraje de la película para hacer rejuvenecer a quienes ya no lo son y para ayudar a comprender algo de aquella época a los que sí lo son ahora. Y así hasta llegar a The End, la mítica canción con la que el grupo cerraba su primer disco, publicado en 1967, y convertida ya en toda una leyenda musical. 15 de junio 2011 Sesión número 1358 Horario: 17 y 22,30 horas EN EL CENTRO DE LA TORMENTA Título original: In the electric mist. Dirección: Bertrand Tavernier (2009). Nacionalidad: Estados Unidos, Francia. Producción: Michael Fitzgerald y Frédéric Bourboulon. Guion: Jerzy Kromolowski y Mary OlsonKromolowski; basado en la novela de James Lee Burke. Fotografía: Bruno de Keyzer. Música: Marco Beltrami.. Montaje: Thierry Derocles, Roberto Silvi y Larry Madaras. Diseño de producción: Merideth Boswell. Actores: Tommy Lee Jones (Dave Robicheaux), John Goodman (Julie Balboni), Peter Sarsgaard (Elrod T. Sykes), Mary Steenburgen (Bootsie), Kelly Macdonald (Kelly), Justina Machado (Rosie Gomez), Ned Beatty (Twinky Lemoyne), James Gammon (Ben Hebert), Pruitt Taylor Vince (Lou Girard) Duración: 117 minutos Versión original con subtítulos en español New Iberia, Louisiana. El detective Dave Robicheaux anda tras la pista de un asesino en serie responsable de la muerte de varias jóvenes. Tras reconocer la escena de un nuevo crimen, Dave conoce a la estrella de Hollywood Elrod T. Sykes, que se encuentra rodando en el lugar su última película. Dave tiene la sensación de que a medida que se va acercando al asesino, éste también se acerca a él y a su familia Bertrand Tavernier (Lyon, 1941) es el más americano de los directores franceses, lo cual no es mucho decir porque los cineastas galos, desde Jean Renoir a François Truffaut, han sentido siempre una irrefrenable vocación hacia Hollywood, la forma de trabajar allí y el tipo de películas que se producen en las playas de California, aunque no siempre resulte fácil imitar esos métodos. Tavernier sí se acerca bastante y hoy tenemos a la vista un buen ejemplo. Hijo del escritor René Tavernier, empezó su relación con el cine como agente de prensa, lo que le permitió conocer a una buena cantidad de directores que acudían a París a presentar sus películas. Después fue periodista informativo y crítico, publicando artículos y ensayos en “Cahiers de Cinema” y “Positif”. Fue ayudante de Jean Pierre Melville. Debutó en la dirección haciendo uno de los episodios de Les baisers (1963), y un par de cortos a continuación, realizando diez años después el primer largometraje, . Alterna su trabajo con films de ficción con la dirección de documentales. Es autor del libro “50 ans de cinéma américain”, un brillante análisis de los nombres más importantes del cine americano y de otros sobre el western y Humphrey Bogar. En 1974 ganó el Prix Delluc por El relojero de Saint Paul y a partir de ahí desarrolló una carrera abundante en títulos, muchos de ellos valiosos: El juez y el asesino 1976), La muerte en directo (1980), Alrededor de la medianoche (1986), La vida y nada más (1993), Capitán Conan (1996), Hoy empieza todo (1999), La pequeña Lola (2003), ¿Cuánto me amas? (2005), entre otros muchos. Como puede apreciarse por esa lista, bastantes de los títulos indicados encajan perfectamente en el llamado “cine negro” que es uno de los componentes más característicos del cine americano, sobre todo en las fecundas décadas de los 50 y 60 en que se produjeron películas memorables y definitorias. Y en el que perfectamente se puede encuadrar, sin demasiados problemas, En el centro de la tormenta, pues cuenta con todos los ingredientes necesarios y que un buen discípulo de los maestros, como Tavernier, ejecuta con redonda madurez. De un modo simplista un observador distraído podría decir que el argumento no es nada original; llevaría razón, aunque luego vendrían los matices para introducir elementos correctores. Pero, naturalmente, hay mucho más: la excelente realización, el trepidante avanzar de la historia, el planteamiento de los ingredientes dramáticos que acentúan la acción, la riqueza de detalles ambientales. En definitiva, lo que se llama talento aplicado a la realización de una película. Y que encuentra el adecuado apoyo en un prodigioso cuadro de intérpretes, algo que en bastantes ocasiones salva películas mediocres. Esta no lo es, sino cine de muy alta calidad, pero es claro que la presencia poderosa de Tommy Lee Jones, John Goodman, Mary Steenburgen y Kelly MacDonald ayuda notablemente a que todo sea aún mejor de lo que, de todas formas, lo hubiera sido sin ellos. Habilidad que añadir a la que Tavernier tiene acreditada por tantos otros conceptos. 15 de junio 2011 Horario: 19,30 horas RÍO ROJO Título original: Red River. Director: Howard Hawks (1948). Nacionalidad: Estados Unidos. Producción: Monterey Productions, para United Artists. Argumento: Borden Chase, por su novela “The Chrislom Trail”. Guión: Borden Chase, Charles Schnee. Fotografía: Russell Harlan, en blanco y negro. Decorados: John Datu Arenema. Música: Dimitri Tiomkin. Montaje: Christian Nyby. Actores: John Wayne (Thomas Dunson), Montgomery Clift (Matthew Garth), Walter Brennan (Grot), Joanne Dru (Tess Millay), John Ireland (Cherry), Hank Worden (Kenneally), Coleen Gray (Fen), Noah Beery jr (Buster; en España: Maravilla), Jefe Yowlachie (Quo), Harry Carey sr (Melville), Harry Carey jr (Don Latimer), Mickey (Sims), Ivan Parry (Bunk Kuhn), Paul Fix (Teeler) Duración: 126 miunutos Versión original con subtítulos en español Tom Dunson, acompañado de su hijo adoptivo Matthew Garth y su amigo Groot, debe conducir un importante rebaño de ganado hasta Abilene. Su violento carácter, marcado por la dureza y el rigor, provoca el amotinamiento de los hombres, a los que se une Matthew Muchos detalles, en apariencia pequeños, hacen grande, inconmesurable, a Río Rojo, uno de los títulos emblemáticos del western clásico, ese que ya no se hace (sólo Clint Eastwood se ha atrevido a tocarlo en los últimos años) pero que sigue formando parte de la mitología inconmovible del cine de todos los tiempos. Este es el primer western dirigido por Howard Hawks, es la primera aparición en la pantalla de un jovencísimo Montgomery Clift, tiene la firma argumental de Borden Chase (y eso obliga a hacer una reverencia ceremonial), está el inmenso Russell Harlan tras la cámara, cuenta con la música de Dimitri Tiomkin para dejar el ánimo en suspenso. En su desarrollo figura la que casi todo el mundo considera como la más clamorosa pelea entre dos vaqueros jamás filmada. Y está, en fin, John Wayne, enorme, gigantesco, en la que pasa por ser (y aquí lo ratificamos) su mejor interpretación, la que contribuye a encumbrarle como uno de los mayores actores jamás salidos de Hollywood, por más que una cierta generación de críticos necios pretendieran enmascarar ese hecho real con adjetivaciones políticas. Todo es maravillosamente cercano, directo, en Río Rojo, cuya acción va desarrollándose con ese pausado, sistemático devenir que sólo los grandes directores de la buena época son capaces de desarrollar, apoyándose siempre en un relato tan sobrio como medido. Todo ello, además, en un maravilloso blanco y negro cuyos matices y contrastes nos consuelan de tantas memeces infumables en sosos colorines. Detrás y al frente de esta genialidad cinematográfica está Howard Hawks (1896-1977), inicialmente licenciado como ingeniero industrial, pero pronto empezó a trabajar como piloto de carreras y aviador. Al término de la I guerra mundial continuó diseñando y construyendo bólidos de carreras, pero parece que en 1917 ya estaba rodando algunas escenas de películas mudas. Desde 1923 colabora de manera asidua en tareas vinculadas al cine (ayudante de dirección, guionista), hasta dirigir su primer largometraje en 1926, emprendiendo así una carrera prolífica, en la que figuran títulos memorables, de todos los géneros, como -por citar algunos- Scarface, el terror del hampa (1932), La comedia de la vida (1934), La ciudad sin ley (1935), La fiera de mi niña (1938), Luna nueva (1940), El sargento York (1941), Tener y no tener (1944), El sueño eterno (1946), Nace una canción (1948), La novia era él (1949), Río de sangre (1952), Me siento rejuvenecer (1952), Los caballeros las prefieren rubias (1953), Tierra de faraones (1955), Río Bravo (1959), Hatari (1962), El Dorado (1967), Río Lobo (1970). Como se ve por esa apretada relación, la obra de Hawks podría quedar estructura sobre un trípode genial: el thriller, la comedia y el western. Por todo ello recibió un Oscar honorífico en reconocimiento al conjunto de su carrera. En el centro de esa obra inmensa está Río Rojo, una historia de vaqueros en la que se encierra toda la esencia del género mediante la síntesis de elementos complejos que se van engarzando como las piezas de un delicado collar de piedras preciosas, cada una con sus matices, brillos y tonalidades, para dar como resultado un ejemplar de tan delicados componentes como espectacular resultado conjunto. Si alguien se queda sólo con las vacas y las praderas es que ha entendido poco. Hay que captar la dureza de los seres humanos implicados, las emociones que transmiten sus sentimientos, la luminosidad del paisaje, las frases que transmiten ideas complejas (“¿Por qué los hombres tienen miedo de noche y no por el día?”, las que deslizan sutiles ironías (por ejemplo, sobre “el tamaño” de las pistolas), las relaciones humanas que van de la ira al afecto, de la dureza a la ternura. Hay en toda la película una sutil belleza que no se rinde ante las minucias sino que alcanza niveles telúricos, con una planificación tan efectiva (los encuadres siempre a la altura del ser humano) como conmovedora en sus resultados. ESTA PROGRAMACIÓN DEL CINE–CLUB CHAPLIN ES POSIBLE GRACIAS A LA COLABORACIÓN DE Depósito Legal: CU-131-2011