Nadie enduela su voz como plegaria.
Transcripción
Nadie enduela su voz como plegaria.
Carlos Juárez Aldazábal1 Nadie enduela su voz como plegaria. 1 Carlos Juárez Aldazábal (Salta, 1974) publicó La soberbia del monje (Último Reino, 1996, subsidio Fundación Antorchas) y Por qué queremos ser Quevedo (Bajo la luna nueva, 1999). Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, docente en la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como periodista. Vive en Buenos Aires. Poemas de Nadie enduela su voz como plegaria obtuvieron, en el año 2001, el Primer Premio en el Concurso Identidad de las Huellas a las Palabras, organizado por la asociación civil Abuelas de Plaza de Mayo. 2 Hain. 3 "Amenazados por todo eso que nos rige desde lo oscuro, manteniéndonos en el aire abierto hasta que un buen día, con un gesto súbito y caprichoso, nos devuelve a lo indistinto, querían que de su pasaje por ese espejismo material quedase un testigo y un sobreviviente que fuese, ante el mundo, su narrador." Juan José Saer, El entenado 4 * Por este lago he pasado muchas veces, he tirado mi flecha a la distancia y recogí el alimento, primero sorpresa, más tarde orgullo. El animal temblaba. Con su herida llamaba a mi boca para darme el aliento. Tiempo atrás, mis pasos anduvieron por estas playas, pero eran otros los pies, era otro el que estaba 5 entre los perros imitando al cazador de cormoranes. Tiempo atrás, mi sombra se escondía con el lobo marino de la infancia. Hoy estoy solo. Un espíritu me acecha para darme el espanto. Pero voy a vencerlo. Muchos espíritus habitan en la tierra, mujeres vengativas con garras espantosas. Espíritus atroces. El hain1 ha comenzado hace dos días, mis tías ya lloraron la inocencia y mi madre maldijo a la gran luna2 con la pintura roja sobre el pelo; confiaban en mis fuerzas, 6 por eso sus plegarias detuvieron los males. Retorno victorioso al campamento. El espíritu ha huido como un búho, y la calma es posible. Llevo mi presa con el orgullo firme, dispuestos los oídos para escuchar la historia en la voz de los hombres, dispuesto a ser un hombre con el valor entero, con el firme coraje de la caza. En la choza mis pares me reciben (digo "mis pares" porque ya soy un selk'nam,3 porque he dejado los hábitos del juego para probar la muerte del guanaco) y palmean mi espalda con aprecio, y dividen la carne, y nos sentamos juntos en la ronda. Después se asustan. El espíritu me llama, 7 impaciente y airoso. Ahora me descarna con su pico de búho, alimentando el hambre, mientras sufro alaridos de mi propia garganta. Alguien ríe. Entonces el espíritu ya no ataca mis huesos, y aunque es roja la sangre no es mi rojo el que pinta. Todos ríen. Entonces el espíritu se transforma en un hombre y celebra una fiesta en mi memoria con mi cuerpo presente. Luego cuentan la historia de los selk'nam y yo escucho el secreto e imagino a mis tías engañadas que lloran. 8 ¿Por quién lloran mis tías? ¿Por mí? ¿Por el lobo marino de la infancia? ¿Por el guanaco muerto? ¿por los muertos que llegan del futuro a visitarme, descarnados y tristes, cuando sueño este frío? * A veces competimos, comparamos las flechas y los arcos y guerreamos por hembra y territorio. Los hechiceros demuestran sus poderes y a algunos selk'nam fuertes les arrancan la vida. Así es y así ha sido: la tierra de los padres se protege en batalla. Ayer detuve muerte con un árbol y obtuve una mujer: mis dardos agrietaron las sienes de algún primo. De noche celebramos la fiesta de la costa y vestimos con fuego la tierra capturada. Me dormí en mi cautiva. 9 Una cuna, su espalda, me mecía, y soñé con la muerte disfrazada de monstruo. (No lejos de la costa observaba siniestra y en su lomo, colmillos, al trabajo del viento afilaban las puntas). Luego fui rescatado por un tibio brebaje, y el vaso eran los labios de mi hembra. "Así es y así ha sido", repetí. En la imagen del sueño, la muerte contemplaba las brasas en la tierra, el humo que trepaba, la blanda realidad de su comida. 10 * El arte del arquero se encuentra en los tendones: hay que saber sacarlos del guanaco caliente y ablandarlos despacio para tensar la lenga. Una vez que está listo el arco en nuestras manos orgullosos marchamos a obtener alimento, cormorán o coruro, gaviota o avutarda. Mi mujer se ha tejido dos canastas y recoge los frutos que en el suelo se esparcen. Y mis hijos bromean con los perros. Masticando tendones para hacerme otro arco me he quedado dormido y soñé nuevamente: esta vez vi a dos hombres parecidos a búhos. Eran buenos y sabían mi lengua. "Cazadores de sombras", los llamamos, porque tenían arcos que mataban al tiempo. "Cazadores de sombras".4 11 Y luego vi más hombres de ese aspecto, pero ya no eran buenos. "Cazadores de selk'nam" se decían y sus arcos sin cuerda apuntaban al pecho, defendiendo guanacos que llamaban "ovejas" en su idioma mezquino: diminutos guanacos las ovejas. Ya no entiendo estos sueños. Prefiero los tendones la vigilia. Escucho los guanacos. Escucho una manada atravesando el monte. El arco ya está listo. El alimento depende de mi brazo. 12 * Ha llegado la ballena. El mar la acaricia y su cuerpo es una promesa confirmada. Las mujeres aman cantar, por eso, mientras mi piedra por las costillas corre y mis hermanos juegan, ellas alejan la tormenta con su canto y el sol pulsea con la nieve derritiéndola, antes de que caiga. Porque la vida celebra y se alimenta de la muerte, como los niños que mastican pedazos de ballena. "Nosotros estamos aquí porque matamos el mundo de las mujeres y nos alimentamos de sus palabras. Por eso amamos al sol y la luna nos odia”.5 ¿Quién matará a los selk’nam? ¿Las mujeres selk’nam, que cantan alegrando 13 el corazón de los que viven? ¿Otras mujeres? Pero ahora no importa: hay una ballena servida en la playa y la troceo con mi piedra. * Dispersa la memoria en la sangre del músculo: la lengua, el músculo que habla con la cordillera de los muertos (¿cordillera absoluta, eternidad?) Ejercicio del profeta: fijar los ojos del pasado en el sonido de las rocas chocando con el agua. Otro ejercicio: con el corazón en luto trascender el tiempo y colgarse del dolor. Mi lengua habló (¿hablaba?) porque todos querían saber si nevaría, si llegarían guanacos. Narrador del futuro, ¿trazarán estas palabras la caída 14 de una estrella fugaz invocando a los muertos? Nadie enduela su voz como plegaria. 15 "Mahatma Kiepja gran alma, he aquí tu herencia". Diana Bellessi 16 Merienda. Sabores olvidados. Las abuelas del infinito se parecen a mi abuela y es un escarpín para mi alma el calor de las tazas. Hablamos de política, de los clones sagrados de la ciencia, de Melville y su mar, de poesía. La sabiduría desborda el castellano y su acento discreto es música encantada. Montañas paleolíticas irrumpen en los valles de la mesa. "Una mujer me contó sobre los selk'nam. Fue mi amiga. Murió en un hospital pronunciando mi nombre. Yo estaba lejos. No pude desafiar a la distancia. Por eso la tristeza me visita en invierno".6 En el mantel de la tarde: 17 medialunas de ayer, melancolía, jilgueros de manteca, té del recuerdo. (Para Anne Chapman) Lola. I Cánteme niña la canción de su pueblo: ahora el cazador está en su boca. ¿Recuerda las vocales, el aire frío calentándose entonces sin hogueras? ¿Recuerda la oración de cacería que a las montañas apuntaba su canto? El cielo era un color necesitando un nombre, un disparo certero hacia la altura, algún ruido soltado para siempre. Y vino el cazador en auxilio del cielo. El arco era un murmullo decidido, una tierna plegaria, una frágil verdad 18 estirando su cuello, escupiendo la flecha. Ahora cace usted, que está perdida, huerfanita de pueblo, por la ventana abierta ejercite su canto: el nombre huella, el nombre corazón desamparado, el nombre del color parecido a la nieve, el nombre de los selk’nam, el nombre de la muerte que celosa del cielo se llevó al cazador. Cánteme niña su flecha más filosa. Hay que clavar un nombre en el silencio. 19 II El amor no es un recuerdo que se piensa en la aurora sino la tempestad que lava sangre para hacerla vivir. Hablar despacio, demorar las vocales, acariciar el aire, dibujar los contornos: son los actos de amor en el sonido que inventa la canción, el amor que se dice con la canasta firme que acaba de tejerse. La tempestad que lava las ausencias, la aurora que se piensa cuando la noche extiende sus dominios llamándose vejez. Es un acto de amor, querida Lola, huerfanita de pueblo, 20 fénix que canta, tormenta en el olvido lava sangre. Las voces de Kiepja7. 1 Aquí soledad sentada. Hacia la casa del hain: la muerte. 21 2 Sonido de lluvia golpeteando una tumba en Río Grande. 22 3 Lola aprendiz en el hain de su memoria. Mujer en cordillera. El infinito. 23 4 Chamán destruye el mundo. Vocales agudas festejan los escombros. 24 5 Luna. Eclipse. Venganza. ¿De quién será la muerte que se inicia? 25 6 Poder chamánico de Nonen. En el disco se fríen los recuerdos. 26 7 Otro Nonen que canta. Taladra las encías la vocal que se entona. 27 8 Perdida. Huella que habla. Lola en el viento. 28 9 El poder del chamán. Palabra filosa. Torbellino. 29 10 Mujer chamán: la cura del relámpago que incendia. 30 11 Lola calienta su voz. Mantas tibias en las rodillas de su canto. 31 12 Matar. Sacarle para sangre todo eso.8 32 13 El canto de Lola se tensa. Su flecha atraviesa al homicida. 33 14 ¿La esperanza?: un canario devorando al silencio. 34 15 Un rayo. La muerte. El poder de los difuntos. 35 17 Tael, Yinyamen, Minkiol, Kausel, Mai-ich, Tilshik.9 Las voces de los muertos en la boca de Lola. 36 29 Canción de la ballena: alimenta su lámpara el aceite y enciende una luz con la garganta. 37 30 En caso de nevada corta el cielo, despelleja las nubes con su canto. 38 36 Letanía por los muertos: padre hijos madre hijos Lola. 39 45 En la cuna del canto el niño duerme. El ataúd se mece en la vigilia. 40 El guiso. Con pringosos delirios homicidas, con revueltos de odio y de miseria alguien prepara un guiso. ¿Quién es la cocinera? ¿Por qué su devoción al mezclar ingredientes, por qué ofrece comida a los terribles buscadores de oro? Ellos comen con hambre de inocencia y repiten el plato y engullen y no engordan, y se enfrían las venas por el guiso, y asesinan mujeres por el guiso, y asesinan a niños. La cocinera revuelve el estofado. Un caldero de oro. En el bosque de lengas (asustados, perdidos) Hansel y Gretel presienten su desgracia. 41 La piedra. Con su nostalgia alegre busca la piedra el lago. Quiere bañarse, disfrutar la tibieza del verano en el agua. El lago es como un cuerpo y la piedra lo sabe: afilada por manos recorrió las heridas, se empapó con el rojo chapuzón de la arteria y atravesó las vísceras canturreando despacio. Y extraña esa humedad, y ya hace tanto que no sale de caza con su dueño, que no sale con dueño por su casa, que le viene nostalgia de la tibia humedad en lo rojo. Por eso espera (un empujón amigo, una caída rápida, la sonrisa del sol ahora que vuelve a buscar a su dueño). 42 Diccionario. En la jerga científica la evolución implica un adelanto: primero el ñandú, luego la garza, más tarde el colibrí y al final la gallina. (¿Estuvo el mismo huevo que al comienzo hizo bang cuando explotó la yema?) En la jerga científica la prehistoria designa aquel momento en el que el hombre andaba despreocupado y libre, ignorante de todo, incluso de sí mismo. No tenía escritura, escribía en el frío con el humo de adentro y crecía la escarcha en su barbilla. 43 En la jerga científica se dice que los selk’ nam vivieron mucho tiempo prehistóricamente. Despreocupados, libres, recorrieron la isla sin apuros. Después la evolución hizo su parte y entraron en la historia y en las enciclopedias. A la palabra muerte se la llamó proceso. A la pena del agua: fenómeno de lluvia precipitándose en el mar. 44 Observaciones sobre el folklore fueguino.10 "No nos dejaron ni el folklore", dice, mientras su mano dibuja en la nieve la cara de la luna y Ushuaia se embellece con ojos de hechicera. ¿Dónde el folklore? ¿En su mano? ¿En su sangre? ¿En el guanaco olvido que lo lleva a una postura extraña de caníbal?11 ¿Dónde el folklore? ¿En la pantalla gris que lo convoca a colocar tornillos, y cables, y comandos? ¿Dónde, dónde está el folklore? En la televisión un indio. Habla despacio, nombrándose "gran jefe"; y él piensa en el folklore, que hubiera sido lindo tener jefes con plumas tan vistosas como en las películas de cowboys. Pero ni jefes, ni plumas, ni caballos. 45 ¿Dónde el folklore, entonces, si no tenían la fuerza ni la astucia para formar malones y conservar cautivas? ¿Dónde, dónde está el folklore? Selk`nam manso, chamán en el cielo del este secuestrado por el guanaco olvido. Ni siquiera una flecha para romper su carne, ni siquiera un espejo para mirar sus ojos en la cara triste de la luna. 46 La talladora. Trabaja con las manos, hace de la madera guanacos victoriosos, victoriosas imágenes de derrotas continuas porque ya no recuerda, no pretende acordarse de la muerte, de los cuerpos tendidos, de las balas sonando, de los gritos que callan en las sombras. "Esto es lindo", me dice, "es hermoso el olvido de lo horrendo, el olvido del odio". "Esto es lindo", y señala a la gente que pasa frente al vidrio, y señala a la vida "que es así", me responde, “recordable la vida recordable a pesar de la muerte”. (Para Enriqueta Gastelumendi) 47 El telar. En este huso la lana se hilvanó para tejerse en mantas y en abrigos: las manos se acostumbraron a dejar un poquito de sangre en las agujas, agradeciendo el oficio que enseñaban las monjas. En el museo de la Misión hay un cuaderno de caligrafía, y un cuaderno de sumas y un sacapuntas negro. "De la última india pura pura", dijo el guía señalando el lápiz. También hay una manta que ha tejido la historia: es una manta de alcohol y de destino, indicio de las pestes; es una manta de abandono, abrigando una infancia que ha negado su origen. 48 Esa manta la envuelve. Es una manta oscura, como la sangrecita que dejaba en el huso cuando la monja le mostraba la lana que debía ser hilo; como su pueblo que enrojece la tierra, la tierra pura pura, telar de historia vieja, de infamia vieja, de infamia roja roja ensuciando la nieve. (Para Virginia Choinquitel, en memoria) 49 En el cementerio de la Misión. Robertito Gómez descansa en Río Grande. Una pequeña placa encima de la tierra nos habla de un dolor muy remoto, algún padre que esquilaba la oveja. Quizás en las retinas de este muerto descansen las imágenes de los muertos de al lado, esas tumbas anónimas, testimonio de historia repetida. ¿Tuberculosis? ¿Tifus? ¿La gripe? ¿El viento oeste? Muchas fueron las causas para cubrir de huesos el pasto de la estepa, para que el fósil diga: "Aquí vivió algún indio, civilizado o bruto, aquí quiso salvarlo el cirio de la iglesia, 50 pero la luz fue tenue y no ahuyentó a la noche". Una flauta de brisa contamina el silencio y en este sitio lejos sólo el mar es testigo de un carancho chillando. Son chillidos profundos, son los roncos fusiles de la historia, yacimientos del odio que crecen en el tiempo para que a los museos no les falten los cráneos. 51 Los árboles. (Bosque fueguino de lengas) Nadie eleva plegarias por los árboles cuando secos se enleñan hasta el polvo y ya polvo se embarran con la lluvia y ya barro se adentran en la tierra y consuelan los pastos. Y aunque nadie les reza ellos cantan en viento la desdicha de otro barro que en carne visitaba su sombra y oficiaba de amante de la verde madera. Esa carne rezaba, y era dulce el murmullo que al oído del árbol, moribundo y leñoso, prometía que luego nacería otro tallo que en la sangre del muerto crecería. Pero ya nadie reza. 52 Nadie eleva plegarias por los árboles, nadie enduela su voz como plegaria, nadie rasga su pecho de corteza en señal de congoja. En el canto del viento la arboleda que ha querido ser arco y hoy es polvo, consolando a los pastos por el frío, consolando a la carne que en la tierra se ha dormido de plomo silenciada, mientras cae la lluvia sobre tejas inglesas y carteles que hablan de la suerte del mundo. 53 Las calles. Rafael Obligado recita en los umbrales el llano que las casas disimulan. Piensa en América, pero no puede divisar a Santos Vega ni al pampero. Lola Kiepja lo encuentra en una esquina y le canta al oído sus voces de canario. Ángela Loij12 saluda desde lejos, ocultando su cara de hermosa adolescente. En la calle “Los onas” el poeta se para. Piensa en América, y frente al cartel indicador, desconsolado, repite el pésame, implorando la enmienda del Continente Oscuro. 54 Tumbas en Río Grande. Esta ciudad fue fundada por la poesía: primero sustantivos, después verbos y finalmente la gracia de lo anónimo. Antes de la ciudad: tumulto de guanacos, buscadores de oro, mercaderes. ¿Y mucho antes?: los selk'nam. Como en todas las ciudades existe otra ciudad detrás de sus muros: "la casa de los muertos", podríamos llamarla, ya que la poesía, en Río Grande, permite esas licencias. Aquí se juntan a charlar amenamente personas que en la vida tuvieron sus disputas, sus préstamos, sus deudas, su cuota de poder y de desdicha. ¿Y doña Ángela Loij? Dialoga con Lola y con Segundo.13 Con los antepasados y los hijos. Conmigo, que busco entre las lápidas su nombre, 55 porque su nombre me habla del destino, la futura parcela dispuesta a mi descanso. "Pobre, Loij, pobre. Fuego en la casa. Pobre, Loij, pobre. Tierra en las patas, toda la posesión de la sin tierra. Pobre, Loij, pobre", me cuenta la señora.14 Yo también digo "pobre" cuando cansado de buscar entre las lápidas me siento en una tumba y soplo entre mis manos. (Para Patricia Cajal, Fredy Gallardo y Oscar Gutiérrez, fundadores poéticos de Río Grande) 56 Identidades. Pero mi hijo se va a llamar Kausel, Kausel Pérez. Selk'nam va a ser, ona, porque este suelo fue casa de los onas, según dicen los libros. Conocí a algunos onas: Nelly Penazzo, que era doctora, poeta y visionaria;15 mi amigo David, que es mochilero, estuvo en el Bolsón, y fue mapuche, y toba, y chiriguano. ¿Que no son de verdad? ¿A quién le consta? ¿Insiste la verdad con sus espejos cuando debe mostrar las caras de la ausencia? Contra esos vidrios arrojo una pedrada para seguir andando. Por eso mi hijo se va a llamar Kausel, Kausel Pérez, y va a llevar su nombre con orgullo. 57 La nieta del general. Que está bien la muerte la guerra está bien. La Santa Iglesia apoya y está bien porque primero ellos porque las bombas ellos porque abuelito dijo... La nieta del general reza, intenta lavar la sangre de la historia. El secuestro ellos la tortura ellos y nosotros la patria la santidad el cirio. Que está bien la muerte. 58 La nieta del general se persigna y la luna, la luna de los onas, de los selk´nam, la luna de los cuerpos mutilados, le escupe un aguacero marcándole la puerta para que el ángel bueno realice la venganza. 59 Notas. Quiero agradecer a todas las personas de Tierra del Fuego que guiaron mi búsqueda. También al jurado que me concedió una beca para escribir el libro: Antonio Requeni, Raúl Vera Ocampo y Cristina Piña. 1 Hain: ceremonia selk'nam (ona) por la que los adolescentes varones pasaban a la adultez. Servía para justificar el patriarcado asegurando el dominio simbólico de los hombres sobre las mujeres. 2 La luna en la mitología selk'nam representaba una fuerza maligna. La malignidad de la luna se sustentaba en el relato que narraba el paso de una supuesta sociedad matriarcal al patriarcado. La luna, gran matriarca, odiaba a los selk'nam porque eran producto de los hombres míticos (entre ellos el sol) que habían destruido su mundo. Durante la ceremonia del hain las mujeres insultaban a la luna para que no acabara con la vida de sus hijos. 3 La palabra "selk'nam" significaba, en un sentido estricto, "los hombres". Los adolescentes eran aspirantes a selk'nam. 4 Referencia a Martín Gusinde, sacerdote católico y etnólogo alemán que convivió con los selk'nam entre 1918 y 1919 y al que le dieron el apodo de Mankancen, cazador de sombras, por su trabajo de fotógrafo. Otro "cazador de sombras" fue el salesiano Alberto Agostini, quien llegó a filmar con su cinematógrafo escenas cotidianas de la vida de este pueblo. 5 Los versos entrecomillados refieren al mito del que se habla en la nota 2. 6 La mujer que se nombra es Lola Kiepja, la primera informante de la antropóloga norteamericana Anne Chapman (El fin de un mundo. Los selk´nam de Tierra del Fuego; Buenos Aires: 1990). 7 Traducción de los cantos grabados por Chapman en 1966. 8 "Sacarle para sangre todo eso": frase textual de Lola dicha en castellano. Se refiere, originalmente, a la extracción de sangre en una curación. 9 Tael, Yinyamen, Minkiol, Kausel, Mai-ich, Tilshik son los “propietarios” de varios de los cantos de Kiepja. El 17 es el de Tael, el 19 es el de Yinyamen, el 20 es el de Minkiol, el 21 es de Kausel, el 22 de Mai-ich y el 23 de Tilshik. Excepto el de Mai-ich todas son vocalizaciones. 10 El poema se basa en una afirmación de Chapman (capítulo III de El fin de un mundo....): "Se fabrican banderitas y estatuitas para vender al turista un recuerdo del nativo fueguino. Y se comenta, 'qué lástima, nuestro indio fueguino no nos dejó folklore' ". 11 Referencia a los once selk'nam secuestrados en 1889 (costa del estrecho de Magallanes) que fueron llevados a Europa para ser exhibidos como antropófagos dentro de una jaula de hierro. Los primeros occidentales que tuvieron conocimiento de este grupo humano los consideraban caníbales. Esta vieja creencia permitió que el negocio inhumano de 1889 (cuando ya se conocía algo de la cultura de los selk'nam) fuera una mentira económicamente redituable. 12 Ángela Loij fue la segunda informante selk´nam de Anne Chapman. Murió en mayo de 1974. 13 Segundo Arteaga: considerado “el último ona”. Falleció en 1995. 14 En el capítulo II de El fin de un mundo... Chapman reproduce palabras de Ángela: : "No tengo nada de tierra, ni una cosa, no tengo". Es, también, el comienzo del fragmento utilizado por la poeta argentina Diana Bellessi como acápite de su libro Sur (Buenos Aires: 1998) Los versos refieren a esas palabras de Ángela y al hecho de que su casa, en Río Grande, se incendió poco después de su muerte. 60 15 Nelly Iris Penazzo fue médica, poeta e investigadora. Escribió Wot´n. Documentos del genocidio ona, en colaboración con Guillermo Penazzo, y el libro de poemas Ley 3218 de Alba Chamán (Río Grande: 1972). Murió en 1989.