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O´Neill Cold Water Classics en Tasmania Sur f No es una tarde cualquiera. Es el mes de marzo en una solitaria playa del salvaje oeste en Tasmania, hay buenas olas y el cielo sólo presagia una buena sesión de surf con los amigos... En el fin del mundo Decid conmigo: Tasmania, Tasmania, Tasmania… ¿qué sensaciones acuden a vuestra cabeza? Seguro que os evoca un lugar remoto, exótico, salvaje… Y seguro al 100% que además pensáis –irremediablemente- en el Demonio de Tasmania. ¿No es así? Pues allí que nos fuimos el mes pasado a la prueba inaugural del Circuito de surf O´Neill Cold Water Classics. Al mismo fin del mundo ¿Os venís con nosotros? Texto: Fco. Javier González / Fotos: O'Neill y Fco. Javier González 120 OX IGENO Mayo 2010 El largo viaje a las Antípodas ¿Cuánto se tarda en llegar desde España? Alrededor de 30 horas, en función del lugar en el que se hagan las escalas y la duración de estas. En mi caso salí un domingo y –por arte y gracias de la rotación de la tierra y los cambios horarios- llegué a Tasmania el martes siguiente... ¡perdí diez horas de mi vida! Y es que en total la distancia desde Madrid hasta la ciudad de Launceston son 17.572 km… ¡las antípodas! Así, después de tantas horas de viaje, cuando por fin sobrevuelas Tasmania, luchas por contener el cansancio y el sueño para no perderte detalle. Y ya desde el avión, cuando comienza a sobrevolar la isla, se aprecia que, efectivamente, entramos en territorio remoto, exótico y salvaje. Tasmania tiene 315 km de oeste a este, y 286 km de norte a sur. Una superficie comparable a la República de Irlanda. A pesar de no ser muy grande, reúne una envidiable variedad de paisajes: playas, bosques, ríos, acantilados, montaOX IGENO 121 O´Neill Cold Water Classics en Tasmania L os lugares más al norte, más al sur, más salvajes y más fríos. Ese es el lema que sirve de premisa a los organizadores para localizar los lugares de los eventos de surf Cold Water Classics. Y, sin lugar a dudas, la isla oceánica de Tasmania se adapta perfectamente a esas condiciones. La isla de Tasmania-en realidad un archipiélago de más de 300 islas- es un estado de Australia con un área de 68.332 km². Está situada a 240 km al sureste del continente, y es de una geografía variada y bastante accidentada. Posee un clima templado, estable y húmedo, y hace gala de ser el lugar del mundo en el que los medidores meteorológicos localizan el aire más puro del planeta. Para surfear así, las olas y la tabla deben ser a tu cuerpo y alma como el lema de las matrículas tasmanas: "Your Natural State". ñas. En las matrículas de sus coches se puede leer “The Natural State” (El Estado Natural), lo que sin duda hace alusión a un territorio en el que la naturaleza es la principal protagonista. Un dato: más del 40% de la isla está protegida con Parques Nacionales o reservas naturales. Muertos de sueño y cansancio, y con un coche automático alquilado, nos dirigimos desde la ciudad de Launceston hasta nuestro destino en Tasmania: la localidad de Marrawah, en el salvaje oeste de la isla. Ya en ruta me asaltaron algunas comparaciones. A primera vista me daba la sensación de estar en un lugar mezcla de África e… Inglaterra. Quizás el hecho de conducir por la izquierda ayudaba, pero al haber sido -y en cierta medida seguir siendo- una colonia británica, muchas referencias son las mismas que en las islas británicas. Marrawah Ya en la región de Stanley, al noroeste de la isla, pudimos comprobar que la fauna salvaje abunda por la zona. Por la carretera se nos cruzaban pequeños canguros (llamados wallabys) constantemente, además de otros animales no identificados. Y es que la fauna de la isla de Tasmania es en buena parte endémica y, por tanto, muy peculiar, como los 122 OX IGENO Mayo 2010 wombats, las Edchinas (u osos hormigueros con espinas), los demonios de Tasmania o los ya extintos tigres de Tasmania. Al llegar al pueblo de Marrawah, nos sorprendieron lo dispersas que estaban unas casas de otras, el abundante ganado vacuno en sus grandes y verdes praderas, los enormes árboles de curiosas formas, y –cómo no- el pub, auténtico centro neurálgico de una comunidad de 300 personas volcada con un evento de surf que, una vez al año, les sitúa en el mapa. La coordinadora de O´Neill nos comentó que no es nada fácil organizar un evento de surf de categoría mundial en un lugar tan remoto: “sin la ayuda de la gente del pueblo sería imposible. No hay hoteles, ni apenas hostales u otros alojamientos, y durante la semana del evento la población se multiplica… Por tanto es indispensable contar con la colaboración de toda la comunidad, que ceden sus casas, organizan y cocinan las comidas en el recinto comunitario, y colaboran en las labores de organización”. Hay que decir que la gente del pueblo, y de Tasmania en general, derrochan simpatía, amabilidad y son muy hospitalarios. Eso sí, incluso una persona que se defienda bien en inglés pasará apuros para entenderse los primeros días ¡menudo acentazo! Las playas y el surf El surf, y toda la cultura que le rodea, está muy arraigado en Australia, y se nota: en la cantidad de furgonetas y autocaravanas con tablas que se ven, en el amplio abanico de edades de surfistas que es posible conocer, en las fotografías de los pubs, en las noticias de la televisión… No por nada un gran porcentaje de los participantes en la primera división del Circuito mundial de surf son australianos. En el caso del O´Neill Cold Water de Tasmania, algunos de los mejores surfistas del mundo estaban allí: el sudafricano Jordy Smith, el hawaiano campeón del mundo Sunny García, los estadounidenses Cory Lopez y Bobby Martinez; además de una nutrida participación de españoles como el gallego Gony Zubizarreta, el canario Jonathan González, o los vascos Indar Inanue, Aritz Aramburu y Hodei Collazo. La playa en la que se desarrolló la competición -West Point Beach- puede servir perfectamente de referencia para ilustrar el estilo de playas de la costa oeste tasmania: olvidaros de ver ningún tipo de edificación, tan sólo algunas pequeñas cabañas denominadas shacks con lo mínimo y justo para poder vivir pequeñas temporadas. Rocas con tonos anaranjados y formas incisivas. Amplias dunas con vegetación. Potentes mareas oceánicas. Vientos caprichosos. Campos de algas sacadas de otros mundos submarinos… 100% salvajes, ideales para disfrutar de las olas y el surf. ¿La temperatura del agua? Evidentemente fría, pero la marca O´Neill, como buena fabricante de neoprenos, no se iba a dejar impresionar por un detalle así, y menos aún cuando su circuito se denomina Cold Water Classics (Clásicos de Aguas Frías). Cold Water Classics Presenciar un campeonato de surf es una sensación agridulce. Agrio porque pasan las horas y parece que nada está pasando a pesar de lo mucho que ocurre. Dulce porque no todos los días es posible ver a buena parte de los mejores del mundo en acción. Como en todo deporte, lo buenos surfistas hacen que las maniobras más difíciles parezcan fáciles, y todos los que hayáis probado alguna vez o lo hagáis habitualmente ya sabréis de sobra que no es así… La armada española al completo se quedó fuera de la competición en la segunda manga. Pero es que avanzar en un campeonato de tanta categoría es tremendamente difícil, y más aún en un deporte en el que hay factores que se escapan de las manos de cualquier competidor, como el día que haga y el tipo de olas que haya, o la lotería de contrincantes que te puedan tocar en la manga, que suelen ser de cuatro participantes de los que pasan los dos con mejores puntuaciones, o de uno contra uno a partir de los cuartos de final. Por otro lado, es bonito comprobar cómo distintas generaciones de surfistas -y por tanto de estilos- se encuentran y en ocasiones se baten: las rondas con maniobras aéreas más propias del skateboard de los más jóvenes, contra el estilo más depurado y clásico de los “puretas”. Finalmente fue un joven australiano, Stuart Kennedy, el que venció en la final frente al brasileño Wiggoly Dantas, y de paso se llevó a casa los bien merecidos dólares de premio. En el momento de escribir estas líneas, se desarrollaba la segunda parada del Circuito en Escocia, a falta de tres citas más en Sudáfrica, Canadá y California, está última localización en el hogar de la mítica marca surfera O´Neill. Los locals Una de las mejores cosas de viajar es, sin duda, la oportunidad de conocer a gente de otros lugares. Ya he señalado la extrema hospitalidad y amabilidad de los “locals” que conocí en la zona, y al respecto puedo contar una pequeña anécdota. Una mañana bien temprano un compañero nos dejó sin vehículo para poder acudir al recinto donde se desayunaba (al más puro estilo inglés: huevos, bacon y baked beans). Como éste estaba a varios kilómetros, comenzamos a andar de camino y el primer coche que pasó a nuestro lado se detuvo y nos hizo subir. A pesar de no entender ni “papa” de lo que nos comentaba, su tono y gestos eran de lo más amigables, y cuando vimos que pasaba de largo el recinto al que íbamos no dijimos nada… Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos llevó hasta una casa, la suya, a unos cuantos kilómetros. Una vez allí nos metió en su cocina y de su frigorífico nos sacó un paquete con... un “mutton bird”. Al parecer el mutton bird es una especie de pájaro protegida que sólo algunas pocas personas tienen permiso para cazar (no sabemos si él lo tenía o no). Y su forma de darnos la bienvenida a su tierra fue obsequiarnos con uno, bastante grande por cierto. ¿La receta? Al horno, tal cual… Esa misma tarde conocí a Court, un fontanero australiano que recorría su país en un autobús escolar rehabilitado como vivienda en busca y captura de olas, acompañado de su fiel pastor alemán Jarrah. Después de unas cervezas en el pub le conté el asunto del mutton bird y nos fuimos a cocinarlo para el resto de compañeros. Cuando llegaron y entraron en la casa, sus expresiones hacia el olor que desprendía el horno fueron de todo OX IGENO 123 O´Neill Cold Water Classics en Tasmania Una furgoneta, un fiel amigo canino, una par de tablas de surf, y un atardecer diario. ¿Imagináis una vida mejor? menos agradables ¿Tan mal olía? El caso es que probamos el mutton bird por cortesía hacia su dador, pero ni siquiera con mostaza de Dijon fuimos capaces de rebajar su -digamos intenso- sabor. En los siguientes días, Court y Jarrah ejercerían de guías y agudos comentaristas de la realidad australiana; y confieso que cada vez que estaba con él, un sentimiento de sana envidia por su modo de vida recorría mi cuerpo… Paraíso del outdoor Tasmania • población: 494.520 habitantes. • principales ciudades: Hobart (capital de Tasmania, 203.600 habitantes), Launceston (98.500 habitantes), Burnie (18.000) y Devonport (25,000). • electricidad: 230/240 voltios. ¡No olvidéis el adaptador! • horarios: La mayoría de supermercados abre de 7 de la mañana a 9 de la noche. Los bancos de 09:30 a 16 horas; y las gasolineras suelen ser 24 horas, pero en zonas aisladas hay que tener mucho cuidado con este dato. Recordad que la zona horaria de Tasmania (Australian 124 OX IGENO Mayo 2010 Eastern Standard Time) supone un adelanto de 10 horas respecto a la nuestra. • visados: Es necesario visado para entrar en Australia, pero –por otra parte- es muy fácil y cómodo adquirirlo por internet: www.ecom.immi.gov.au/visas/app/ uu?form=TV • cuarentena: Australia y Tasmania tienen uno de los sistemas de regulatorios de cuarentena más estrictos del mundo, lo que se traduce en que prácticamente ningún alimento, planta o animal puede ser introducido en la isla sin una exhaustiva revisión y/o cuarentena previa (en el caso de los perros de tres meses). M ás información: www.oneill.com/cwc www.discovertasmania.com Uno de los grandes atractivos turísticos de Tasmania es su diversidad natural. En cortos trayectos andando, en coche o en bici es posible vivir grandes contrastes paisajísticos. Eso sí, a la hora de descubrir la isla, siempre hay que tener en cuenta que la mayor parte está muy aislada, y es más que probable recorrer grandes distancias sin encontrarse apenas signos de civilización. Incluso algunos carteles nos recuerdan la necesidad de ir bien provistos de víveres y gasolina si procede, por lo que siempre es importante una buena preparación y planificación previa. Tasmania es, además, es un auténtico paraíso del deporte outdoor, pues no hay más que pensar en una actividad para encontrar fácilmente el lugar apropiado para practicarla: trekking por el “Mount Anne”, “Craddle Mountain” y la famosa “Overland Track” que, con sus 73 km, es uno de los trekkings más famosos de Australia… y del mundo; kayak y rafting entre las gargantas y espectaculares paisajes de “Franklin River” o “Gordon River”; mountain bike por la red de carreteras y caminos de la isla o cualquiera de sus reservas naturales, surf en la espectacular y salvaje costa oeste; o incluso esquí en la estación-de un único remonte- de Ben Lomond, no muy lejos de la ciudad de Launceston. En el caso de la región que conocimos, llamada Stanley y situada en el extremo noroeste de la isla, hay unas cuantas actividades que no debería perderse ningún viajero que se acerque a esta zona, llamada por muchos “el filo del mundo”. Entre las localidades de Smithton y Marrawah se encuentra la zona de bosques protegida denominada “Tarkine”, en la que existe un centro de visitantes como punto de partida para caminatas por el exuberante mundo de los bosques de lluvia. Además, tanto para principiantes como para expertos, existen distintas rutas para realizar en bicicleta de montaña, que pueden ser alquiladas en el mismo centro www.adeventureforest.com.au Una forma de descubrir la variedad de paisajes de la región es través de un vehículo todo terreno adaptado para varios pasajeros. El guía y conductor conduce a través de parajes mientras explica y cuenta curiosidades históricas y geográficas de la isla y la región. Por supuesto hay tiempo también para espectaculares paseos por costas y bosques “selváticos”. www.talltimbershotel.com.au En la zona de la desembocadura del “Arthur River”, es posible contratar paseos en barco para descubrir la zona. Otra opción más “oxigenada” es alquilar una canoa o un kayak para hacerlo por uno mismo con la fuerza de sus brazos y su propia motivación. www.arthurrivercruises.com www.arthurriver.com.au Diablo de Tasmania Obviamente, cualquier turista que vaya a Tasmania, quiere ver al demonio de Tasmania… y hay que decir que aunque no es difícil verlo, tampoco es lo más fácil del mundo. El demonio de Tasmania, Sarcophilus harrisii, es el marsupial carnivoro más grande del mundo. Hubo un tiempo que vivió en el continente australiano, pero hoy en día sólo se pueden ver en Tasmania. Hay que decir que no es un animal muy agraciado, y su fama de “mala leche” le precede. A pesar de que su tamaño no excede el de un pequeño perro, su fiereza -y su dentadura con una fuerza comparable a la de un tiburón o un cocodrilo- no es nada despreciable. Un dato curioso es que pueden llegar a comer el equivalente al 40% de su peso en menos de 30 minutos…¡menudo bicho, eh! Las zonas en las que es más fácil verlos son en el Narawntapu National Park, Mount William National Park, Cradle Mountain-Lake St Clair National Park y la zona de Arthur River. ¿La mejor época? En los meses de septiembre, octubre y noviembre. Vuelta a casa Después de cinco días disfrutando de Tasmania, llegó el momento de volver a asumir en el cuerpo y en la cabeza otras 30 horas de vuelo de vuelta a casa: Launceston – Sydney – Singapur – Frankfurt – Madrid… No queda más remedio, pero sin duda merece la pena para cualquier viajero, aventurero y amante del deporte outdoor. Así que, como dicen por allí… “No worries, mate! OX IGENO 125