Siria, el horror que no cesa
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Siria, el horror que no cesa
SIRIA, EL HORROR QUE NO CESA Carlos LARRINAGA Historiador y Profesor Titular de Universidad Finalizada la primera fase de la Conferencia de Paz de Ginebra II, los resultados obtenidos son pocos, pero significativos. Primero, el hecho de que ambas partes hayan decidido continuar con la negociación es un dato importante, aunque ésta se presuma larga y de resultados inciertos. Segundo, que, durante el parón de las conversaciones, una delegación de la opositora Coalición Nacional Siria se haya desplazado a Moscú para entrevistarse con el ministro de Asuntos Exteriores Lavrov significa reconocer el papel tan destacado que está teniendo Rusia en la posible resolución del conflicto. Y, tercero, sobre el terreno, que el régimen haya accedido a la evacuación de mujeres, niños, ancianos y enfermos de la ciudad vieja de Homs, sitiada por el Ejército desde junio de 2012, supone un pequeño gesto de distensión. Se podrá argumentar que los resultados son magros y es verdad, aunque no creo que ni los más optimistas esperasen grandes avances de estos primeros contactos. Son casi tres años de guerra abierta sin conversaciones directas y con todo tipo de barbaridades de por medio, por lo que bastante triunfo es que la conferencia esté aún viva, sobre todo si tenemos en cuenta los graves acontecimientos que están rodeando a la misma. En efecto, en vísperas de que ésta empezara, se hizo público un informe escalofriante denunciando al régimen de Bashar al-Asad de torturas sistemáticas a rebeldes sirios. Un desertor había logrado sacar unas 55.000 imágenes de cuerpos muertos con claros signos de violencia, estimando los expertos en unas 11.000 las personas que podrían haber fallecido en tales circunstancias. El estudio fue realizado por conocidos forenses y las fotos contrastadas, por lo que la comunidad internacional lo dio por cierto. No así el gobierno sirio, que inmediatamente acusó a Qatar, país que lo ha financiado, de querer boicotear las conversaciones de paz. Evidentemente, esto no es suficiente y el régimen tendrá que dar explicaciones más serias de esta atrocidad, en caso de confirmarse su veracidad. Por su parte, un segundo informe, esta vez de la organización Human Rights Watch ha denunciado, durante la conferencia, que desde julio de 2012 las fuerzas armadas sirias han procedido a la destrucción de unas 140 hectáreas urbanas en las provincias de Hama y Damasco, demoliendo casas y barriadas controladas por los rebeldes, algo que no es nuevo en una guerra, pero que no añade sino más caos y destrucción de la debida. Finalmente, los ataques constantes por parte de las fuerzas armadas sirias con barriles bomba, en especial en la zona de Aleppo, no hacen sino aumentar el número de víctimas civiles, dada la imprecisión de este tipo de armas. Está claro que todo esto forma parte del contexto de las conversaciones de paz, queriendo el gabierno demostrar su fuerza, pero son acciones de una crueldad muchas veces innecesaria que sólo contribuyen a dinamitar la legitimidad del mismo. En la situación en la que se encuentra en estos momentos el conflicto es claramente innecesario recurrir a este tipo de operaciones. El régimen de al-Asad está lo suficientemente fuerte como para evitar daños innecesarios. En un momento en que las grandes potencias han determinado no intervenir sobre el terreno, el ejecutivo sirio debería demostrar algo más de generosidad, al menos con aquellos grupos opositores que han decidido seguir participando en Ginebra II. La mencionada evacuación de Homs es un paso, pero claramente insuficiente. Desde luego, el problema radica en la representatividad de tales grupos y la fuerza real que puedan tener para imponer a los combatientes los resultados de una negociación. Esto es difícil de saber y a día de hoy sólo hay una única fórmula posible, el entendimiento entre ambas partes participantes en Suiza. Es cierto que las diferencias entre las dos delegaciones sobre la futura transición política es enorme, pero existe un punto en común en el que ambas coinciden: la lucha contra el yihadismo. Ni los partidarios del régimen ni los opositores están a favor de las tesis extremistas y de la implantación de la sharía. De hecho, se calcula que durante el mes de enero de 2014 los enfrentamientos entre los rebeldes y los yihadistas se han saldado con unos 1.800 muertos. Sin duda, esto da idea de la encarnizada lucha que se está produciendo en las zonas controladas por la oposición y que, a la postre, puede ser el punto de encuentro entre ambas delegaciones en Ginebra. Por supuesto, esto requiere de altas dosis de grandeza de miras por ambas partes, que, más allá de las diferencias evidentes, deben ser capaces de ver en el yihadismo el gran problema de una Siria postbélica. El ejemplo de Irak está muy cerca. Hasta ahora al régimen le ha venido muy bien la identificación de toda la oposición con el terrorismo, pero esta afirmación ya no es válida. Desde el momento en que hay grupos dispuestos a seguir negociando y a combatir a los extremistas, el régimen sirio no va a tener más remedio que modular su discurso y reconocer como oponentes políticos a esos grupos, tratando de encontrar vías de acuerdo. Aquí el papel reservado a Rusia viene a ser determinante, como se lleva demostrando en el último año. Pero también será necesario incorporar a las negociaciones a Irán en un momento dado. La oposición vetó su invitación, pero esta ausencia no puede ser permanente. Como actor destacado en la zona, es necesario que también forme parte de la solución. Si Qatar o Arabia participan en las negociaciones, ¿por qué no el régimen de los ayatolás? Así, pues, pese a esos cortos resultados iniciales, en la medida que Ginebra II continúe habrá una esperanza de resolución de un horror que se ha saldado hasta ahora con más de 136.000 muertos, con más de 3,5 millones de desplazados dentro del país y unos 2,5 millones en los países de la zona, según la ONU. Simplemente, inadmisible. 7 de febrero de 2014