Vietnam. Un socialismo con resultados, un camino sin lamentos
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Vietnam. Un socialismo con resultados, un camino sin lamentos
COMERCIO Y JUSTICIA – 22 de mayo de 2006 Vietnam. Un socialismo con resultados, un camino sin lamentos Por José María Las Heras * (PUBLICADO POR EL DIARIO COMERCIO Y JUSTICIA DE CORDOBA, ARGENTINA. LUNES 22 DE MAYO DE 2006) Nos asombrados ante el progreso de algunos países asiáticos. Se habla mucho de China. Algo menos de Corea del Sur. Poco de Vietnam. En el III Seminario CubaVietnam: Reformas Económicas y Desarrollo 1 su embajador en Argentina y Uruguay señalo sin titubeos: “Vietnam sigue el camino del socialismo”. Me intrigó su respuesta. Quería saber cuánto de socialista era una experiencia presentada como exitosa en un país de ancestral cultura. Y que además salía de una centuria de continuas guerras. Primero contra la dominación francesa y después ante la invasión de los EEUU. El resultado final de la guerra de Vietnam llevo a sus dos principales actores ante distintas respuestas. Los primeros, aun en pleno siglo XXI, continúan con su catarsis para curarse de las heridas sufridas en su única derrota bélica. Vietnam victoriosa, en cambio, no se puso en victima ante tantos atropellos sufridos. Miran hacia atrás de la misma manera en que se usa un espejo retrovisor al manejar: que nos ayude a continuar con el destino elegido. Pocas lamentaciones escuché de los vietnamitas en el evento. Socializando el socialismo En Vietnam, con poco mas de territorio que Córdoba, viven ochenta y tres millones de personas. A su variopinta geografía se agrega una no menor cantidad de etnias. Como consecuencia de la bipolaridad de los años cincuenta el país estuvo divido entre el Norte, comunista, y el Sur, capitalista. Aun con las secuelas de concepciones ideológicas diferentes, y una fuerte herencia feudal, fueron capaces de unirse después de la victoria del Vietcom contra los norteamericanos. Hoy existe un solo Vietnam, con un proyecto común. Lo más significativo que cambiaron la filosofía por el cual tomaron las armas, y que resultaron triunfadores, y a su vez readecuaron principios del modelo que combatieron. Después de escuchar a sus economistas no comprendí qué tenía de socialista un esquema que aceptaba el desempeño de la actividad privada, la búsqueda de la eficiencia y la aceptación de la inversión extranjera. 1 Organizado por la Universidad de la Republica del Uruguay con el apoyo de la Agencia Sueca para el Desarrollo. Montevideo 2006 1 Como no quería ser irrespetuoso descalificando la expresión “socialista” por ellos sostenida señalé que habían pasado de un socialismo de medios de producción (como sostiene el marxismo) a un socialismo de resultados: no se molestaron por ello. La consabida sabiduría oriental si en algo los caracteriza es no ser necios. Tal vez su filosofía budista lo puede explicar mejor. El éxito de su modelo vale más que mil palabras. Hombres pragmáticos no pierden tiempo en disquisiciones semánticas. En el último quinquenio, a pesar de la crisis asiática, han logrado un crecimiento sostenido del 7 % anual, un aumento del empleo y del salario real con una inflación de un 6%. Sus exportaciones pasaron de unos dos mil millones de dólares en 1991 a casi veinte mil millones de dólares en el 2003. Casi diez veces más. Aunque un comportamiento similar se produjo en sus importaciones esto explica una radical modificación de su estructura productiva. El sector industrial paso a tener una participación del 13 % en 1991 para llegar a casi un 21% en el 2003. En cambio la agricultura, en un país de economía secularmente primaria, bajo del 40 % a un 22% en esos doce años de comparación. Su realismo lo han llevado a aceptar la existencia de todo tipo de empresas ya sean estatales, privadas o sociales. Con un solo requisito: la eficiencia. A ello han sumado un proceso de apertura económica en varias esferas. En su modelo "socialista" el Estado juega un papel fundamental, y está bien que así lo sea, sin atarse a fórmulas estatistas exacerbadas. El Sector Público se ha transformado sustancialmente si dejar de ejercer el rol de regulador a través de la política económica. A partir de la reforma pasaron de tener doce mil empresas públicas a contar con sólo un veinticinco por ciento de ellas en el año 2005. Eso si, remarcan, lo que se disminuyó en cantidad se aumentó en eficiencia. Tampoco son chauvinistas: aceptan inversiones extranjeras en sus empresas publicas. Sostienen “que en un país socialista el Estado juega un papel central”, pero no temen integrar empresas de mixtas aceptando hasta con un cincuenta por ciento de capital extranjero y gerenciamiento foráneo. Sólidas alianzas estratégicas fundamentan la inter empresariedad. Dos mil empresas perviven bajo este régimen, afirmando la necesidad de integrar al sector privado con la apertura de mercados externos. Y sostienen, sin tapujos, el fin de la planificación centralizada y burocrática, propia del modelo soviético, imperante hasta no hace mucho tiempo. Comunismo con corbata Al referirse a su experiencia plantean la necesidad de democratizar el poder económico promocionando las pequeñas y medianas empresas. Actualmente hay en Vietnam más de tres millones de PYMES ¡Qué logro en comparación con Argentina y su historia capitalista en que los pequeños empresarios andan a los tumbos! No fue fácil para los vietnamitas formados en una cultura estatista, y alertados de los peligros del neoliberalismo, terminar con toda inquina antiprivatista. Entre otras medidas, se permite que un militante del Partido Comunista (que existe como partido único) participe en una empresa privada. La consigna de la hora es: ¡camaradas del mundo uníos…pero también con el capital privado! A quién se le hubiera ocurrido tamaño despropósito cuando existía, no hace más de veinte años atrás, un mundo subordinado a los intereses norteamericanos y soviéticos. 2 Una ley única para empresas privadas y de capital extranjera alienta la economía de mercado. El empresario exitoso, en el clásico sentido schumpeteriano, no es visto como un enemigo. La ley de inversión extranjera sancionada en 1986 ha sido exitosa con el acceso creciente de capitales foráneos. Señalar la importancia en sostener políticas de de estado permanentes se comprueba cuando se logran resultados sustentables en el largo plazo. El modelo consolidó un tercer sector llamado de Economía Cooperativa. Las empresas sociales en sus comienzos recibieron subsidios estatales. Una vez afirmadas se les suspendieron los aportes reconociéndoselas como unidades económicas independientes y competitivas entre si. El principio de subsidiariedad, mal entendido en Argentina como sinónimo de dádiva, adquiere para los agentes sociales receptores un doble compromiso de responsabilidad y de eficiencia auto sostenida. Un gran economista del siglo XX, John Keneth Galbraith (muerto hace pocos días), puede ayudar a explicar el fenómeno vietnamita en cuanto la importancia de las decisiones políticas sobre los mercados. Galbraith, un astuto seguidor del pensamiento keynesiano, supo interpretar el papel del Estado en la economía com o inductor del crecimiento sin caer en fórmulas estatistas exageradas. Su criterio para algunos puede ser tildado de capitalismo intervencionista o, para otros, de socialismo moderado. En mucho se trata de una cuestión más de léxico que de esencia. Modelo económico competitivo, rol activo de la empresa privada, papel regulador del Estado componen un modelo sustentable para los vietnamitas. Tal vez se aduzca que sólo con un régimen político autoritario puede transitar un proceso de transformaciones evitando el descontento social. Demás esta decir cuanto mejor es que toda transformación económica vaya acompañada de una democratización política. Esto como respuesta a quienes sostienen con simplismo que se necesita un gobierno fuerte para lograr el crecimiento. Si fuera por ello, Argentina, con tantas dictaduras, debería ser un país desarrollado. (*) Economista. [email protected] 3