PLACER Y TERNURA EN LA EDUCACIÓN Hacia una sociedad
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PLACER Y TERNURA EN LA EDUCACIÓN Hacia una sociedad
PLACER Y TERNURA EN LA EDUCACIÓN Hacia una sociedad aprendiente Hugo Assmann En la opinión de Daniel Rojas Suárez ¿Qué significa hoy aprender? Es la pregunta que nos hacemos en estos días, ya que bajo una perspectiva transdisciplinar el autor repasa los avances de las tecnologías, las novedades de la biociencia, las transformaciones de la vida cotidiana y de la vida escolar, las amenazas de la exclusión social, las condiciones que ha de tener una sociedad aprendiente, etc., para, contando con estas realidades, "reencantar" y llenar de un significado nuevo la hermosa tarea de educar. Hugo ASSMANN, filósofo, sociólogo especializado en comunicación social y teólogo, es actualmente profesor en los programas de Postgrado en Educación de la UNIMEP, Piracicaba, en Sâo Paulo. En éste libro Assmann plantea una nueva fase de la humanidad, la aparición de la dimensión planetaria y de la sociedad del conocimiento. Dice que aprender no se puede reducir a una apropiación de los saberes acumulados por la humanidad; “se aprende no sólo con el cerebro ni sólo en la escuela, se aprende durante toda la vida y mediante todas las formas de vivir”. Me llama la atención la ponencia que hace sobre buscar una forma de pensar que tenga como idea principal “que haya vida antes de la muerte” haciendo énfasis en temas como la corporeidad, procesos cognitivos y vitales, el placer, etc. Y otra que menciona sobre el sueño de una sociedad donde quepan todos, en donde critica las lógicas de exclusión, denuncia de la insensibilidad social y la solidaridad. Este libro se estructura así: Unidad entre procesos vitales y procesos cognitivos: Aprendiencia Sociedad aprendiente y sensibilidad solidaria Sensibilidad solidaria Historia humana Sociedad del conocimiento "Reencantar la educación" Era de las redes y sensibilidad solidaria Ampliar el campo de las referencias en la Pedagogía ¿Qué significa educar? Tesis sobre la autorganización Diversos tipos de organizaciones que aprenden Placer y ternura en la educación Educación y seducción Simbiosis: inmersos en lenguajes y campos semánticos Remolinos de lenguajes y rizomas de conceptos Lo más significativo para mí es el especial interés que hace sobre el concepto de “Aprender” que explica y te dice que significa entrar en mundos simbólicos preconfigurados, es decir, en mundos del sentido que ya son hablados y sustentados por otras personas que nos rodean (amistades, padres, hermanos y hermanas, profesores, etc.). Pero aprender, significa también olvidar las líneas divisorias de los significados ya establecidos y crear otros nuevos. Desaprender cosas sabidas, y volverlas a saber, volverlas a disfrutar, de un modo totalmente nuevo y distinto, para formar parte del aprender. Decir eso a los aprendices es una de las funciones básicas de nosotros los docentes. Por tal necesitamos revisar nuestra obsesión por casualidades lineales, imaginemos media docena de acontecimientos concretos en los cuales estamos personalmente envueltos: un hecho alegre, un susto, una nueva amistad, algún problema que nos preocupa, etc. ¿Será que conseguiríamos aplicar a tales experiencias personales en el esquema lineal de causa-efecto que prevalece en tantas cosas que y como se enseñan en la escuela? Lo que necesitamos es transformar aspectos fundamentales en nuestras maneras de aprender y de pensar para poder dar el gran salto hacia la cultura solidaria, que el propio futuro de la especie humana y la salud del planeta Tierra exigen de nosotros. No dejando atrás la búsqueda del conocimiento que tiene una inscripción corporal y se basa en una compleja interacción sensorial. El conocimiento humano nunca es pura operación mental, toda activación de la inteligencia está entretejida de emociones. Por eso es preciso pensar en la educación a partir de los nexos corporales entre seres humanos concretos, es decir, centrando la atención en la corporeidad viva, donde necesidades y deseos forman una unidad. Esto permitirá hacer uso de la solidaridad, que no es una característica natural del ser humano, lo que significa que es posible aprender a ser solidario y solidaria y que es necesario ampliar ese aprendizaje durante toda la vida. Los seres humanos no somos de modo natural tan solidarios como parecemos suponer nuestros sueños de una sociedad justa y fraternal. Por eso no conviene poner en segundo plan o en función de los supuestos tácitos el complicado problema de la educación (mejor dicho, ¡de la conversión!) individual y colectiva, imprescindible para que existan predisposiciones para una solidaridad efectiva, ya que ésta no cuenta con instintos naturales adecuados. En conclusión puedo decir que el presupuesto fundamental con lo cual Assmann trabaja a lo largo de sus reflexiones sobre la Educación es que la complejidad autoorganizativa de la vida es una metáfora necesaria para analizar las formas de construcción del conocimiento. A partir de eso, Assmann reflexiona sobre las novedades de las biociencias y su aporte para la disciplina educativa, las pesquisas sobre el cerebro humano, los avances de las tecnologías de la información, los cambios en la vida cotidiana y, una preocupación constante en sus estudios, las nuevas amenazas de exclusión social. Aborda esas y otras temáticas desde una perspectiva transdisciplinar. Nos dice que, al final, los procesos vitales y los procesos de aprendizaje coinciden, son lo mismo. Por eso, la Educación no puede simplemente repasar saberes supuestamente listos y definitivos, sino necesita preocuparse por crear ecologías cognitivas que provoquen y conduzcan a verdaderas experiencias de aprendizaje.