Rubén Darío Fuentes Reyes
Transcripción
Rubén Darío Fuentes Reyes
Rasgos generales de la retórica de Aristóteles Por: Rubén Darío Fuentes Reyes1 Es un placer para mí dirigirme a todos los profesores y compañeros de la primera generación del Máster en Argumentación Jurídica y en general, a todo aquel que inclina su atención hacia esta materia, que actualmente tiene como un tópico imprescindible el estudio de la retórica, que se suma al análisis de la dialéctica y la lógica. La circunstancia de ser uno de los primeros participantes en este grupo me motiva para escribir unas líneas que partan de un panorama general de la retórica aristotélica, sin perder de vista que también son una propuesta para iniciar un diálogo que enriquezca la página que ahora comienza. Hasta hace algunas décadas, la retórica fue devaluada al confundírsele con la erística. Actualmente, la distinción entre ambas permite captar una dimensión más justa para la primera, definida como la facultad de teorizar lo que es adecuado en cada caso para convencer (Retórica, LI, 2.1.); la técnica o el arte, que posibilita al orador dirigirse en forma eficaz y persuasiva a un auditorio para que éste asuma su discurso como plausible. Esta técnica puede servir para la defensa de algo verdadero. En cambio, la erística se diferencia al perseguir la finalidad de lograr la victoria en una discusión con independencia de la verdad de la tesis que se defienda, lo que puede implicar la pérdida del valor racional. Aristóteles es el primero en sistematizar una retórica cuya vocación es la verdad. Esto es, se trata de una técnica que debe ser un instrumento para la comunicación y persuasión acerca de lo verdadero, que no pierde de vista al contexto, aunque este arte 1 Alumno del Máster en Argumentación Jurídica de la Universidad de Alicante (2010-2011). se cuente dentro de los bienes relativos que pueden ser utilizados tanto con fines positivos como negativos o perversos. Aristóteles asume que la retórica es una técnica antístrofa, pariente o análoga a la dialéctica. La estructura de esta última implica la existencia de un proponente, un oponente y un diálogo, a diferencia de la retórica que requiere de un orador, un auditorio y un discurso cuyo fin es persuadir. La retórica aristotélica apela al uso racional del discurso que va unido a la idea de lo plausible, próximo a lo verdadero, ya que el Estagirita parte de la premisa de que los hombres tienden a la verdad o prefieren lo verdadero. Un aspecto relevante de esta retórica es la distinción entre las pruebas por persuasión, ajenas al arte y las propias del arte. Las primeras son utilizadas, existen previamente y como ejemplo están los documentos, los testigos o las confesiones. Las segundas pueden ser preparadas por el orador con un método, y por tanto son inventadas. De este último tipo de pruebas se advierten tres aspectos relacionados con el método retórico de Aristóteles, quien distingue entre las que dependen del talante del que habla (ethos), como un producto de su discurso que lo hace digno de crédito y no de un juicio previo del auditorio, las que predisponen al auditorio apelando a sus emociones o pasiones (pathos) y las propias del contenido del discurso que lo hacen ver como verdadero (logos). Un vínculo importante entre la retórica aristotélica y la ciencia jurídica radica en que su autor, establece al discurso judicial como uno de sus tres géneros, junto con el deliberativo y el epidíctico, que requieren de un desarrollo especial del cual seguramente se tratará en posteriores intervenciones de los Peripatéticos. Para Aristóteles no basta saber lo que hay que decir, sino decirlo como se debe (Retórica, LIII, 1.1), y si bien esta expresión sirve para resaltar la importancia de algunos tópicos relacionados con la expresión oral (voz, ritmo), o de elementos del lenguaje escrito (claridad, legibilidad), también es útil para destacar la división que propone del discurso compuesta por exordio, narración, persuasión (parte argumentativa) y epílogo, con la cual lo vertebra y distingue elementos que es conveniente tomar en consideración aún en la actualidad, por quien se proponga formular un buen discurso. Lo expuesto revela rasgos de un vasto estudio de la retórica que pueden motivar su análisis, ya en lo específico o en lo general, y puesta en práctica, al realizar ejercicios o encontrar ejemplos de argumentación que emplean los recursos planteados por el Estagirita o que no lo hacen, con las consecuencias previstas por él. Igualmente, sirve para tener siempre presente la vocación de verdad de este arte o técnica que apela a la conciencia del contexto y al conocimiento de la cuestión a debatir. Por tanto, el camino es afortunadamente extenso para la tarea propuesta por nuestro grupo de los Peripatéticos. Espero que estas líneas motiven especialmente a mis estimados compañeros para proseguir con la alimentación de este espacio, que ha nacido con la participación de la Universidad de Alicante y cuerpo académico al que reitero mi agradecimiento desde México.