Encuentros y Desencuentros José Acevedo Acosta Crear
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Encuentros y Desencuentros José Acevedo Acosta Crear
Encuentros y Desencuentros José Acevedo Acosta Crear ciudadanía y ciudadanizar la política La historia reciente de México (1950 a la fecha) está llena de lecciones ciudadanas, movilizaciones y muestras de un despertar generalizado que facilita comprender esa larga búsqueda por la justicia, la democracia, y una real participación ciudadana en la conducción de las grandes decisiones de la nación. Sin embargo, ese mismo lapso temporal está representado por el enquistamiento de grupos políticos que han atajado, limitado, castigado o de plano desaparecido ese tipo de manifestaciones libres, autónomas y auténticas. Es decir, ciudadanizar la política no es un asunto sencillo, ni un camino lineal recto, ni breve, sino uno sinuoso, que implica esfuerzos colectivos, esmerado trabajo, con muchos altibajos, desviaciones y traiciones, por lo que reiteradamente hay que volver a iniciar ese intento de ciudadanizar la política y democratizar sus beneficios para todas y todos. Tales procesos se deslizan entre dos fuerzas nacionales internas paralelas, de las cuales una arriesga tiempo, trabajo, condiciones adversas, rechazo, descalificación, el hecho de ser señalados, hostigados y, con frecuencia, ese atrevimiento se paga con la muerte. Del otro lado tenemos la visión del poder político concentrado en el gobierno, el poder político formal y los variados grupos de poder que están adheridos a esa visión de dominio, control y de oposición sistemática, que se oponen a toda expresión popular, sea de campesinos, indígenas, de trabajadoras domésticas, movimientos ambientalistas, defensores de derechos humanos, derechos laborales o educativos, gremios sindicales, expresiones estudiantiles, grupos de diversidad sexual, defensores de bienes naturales, como de minas, de playas, de bosques y madereras, cafetaleras; profesionistas que exigen mejorar condiciones educativas, incluir contenidos humanistas, filosóficos, de lecturas nacionales, con un largo etcétera. Ante esto hay que señalar que la información de los medios, electrónicos, impresos, de boca en boca o de otros mecanismos de acceso a una vida informada resultan tan efímeros, sesgados y mediatizadores que frecuentemente suelen mirarse como fenómenos aislados, sin ese referente social, comunitario, político, democrático y nacional que representan la suma de esos esfuerzos nacionales encaminados a cambiar cualitativamente tales condiciones absurdas y contrarias para esos dos bloques aquí descritos, pues, tanto pierden las manifestaciones populares y sociales como los que defienden el poder por el poder, pues ni los primeros se conectan unos con otros ni se solidarizan, sino más sueles descalificarse o mirarse con indiferencia, porque no se comprende que su lucha, inconformidades y demandas populares también son asunto ‘nuestro’, una cosa común (el vocablo república lo expresa claramente, la res pública incluye el bien de todos y para todos). Igualmente los detentadores del poder, aunque saben que no representan la suma de voluntades, ni la expresión de votos, sin embargo, se imponen ‘sin razón’ a su sola mirada y a sus mezquinos intereses de gremio, partido o de poder político. Cuán diferente sería nuestra patria si comprendiéramos que los trabajadores ferrocarrileros y del magisterio de los 50 y 60, los estudiantes, la sociedad y sus demandas de 1968, las luchas de los profesores guerrilleros que se fueron a las montañas de Guerrero, Michoacán, Jalisco y Chihuahua, que los trabajadores en huelga para elevar su salario y prestaciones económicas, los académicos que se levantan para exigir más recursos a la ciencia, la educación, la cultura y la salud; los paros de sindicatos universitarios, los desencuentros de actores y directores de cine, televisión y del espectáculo, los defensores de las mujeres para desterrar los feminicidios, defender los derechos de la tierra, bosques, mares, medio ambiente, de las zonas mineras, las zonas de reserva ecológica, las demandas de los estudiantes de aquí y de allá, las rebeliones en la selva Lacandona, los municipios autónomos, las voces urbanas que reclaman igualdad de derechos sexuales para homosexuales, travestis, etcétera han de mirarse y aceptarse como reflejos de una ciudadanía emergente, naciente, que reclama sus derechos, identidad, reconocimiento y plenitud de una vida digna, como los que poseen quienes están en el candelero del poder político y económico nacional. Divide y vencerás es uno de los lemas que se repiten día a día aquí, al frente y en diversos espacios del acontecer nacional. Próximamente veremos el espectáculo más caro de México y del mundo, que es el proceso electoral nacional, con presupuesto de miles de millones de pesos sin sentido, que se tirarán al basurero de las televisoras, medios de comunicación, en los bolsillos de los dirigentes y con unas migajas que servirán para regalar gorras, cachuchas, despensas, depósitos bancarios de mil pesos, pago de conciencias y mil formas más de despilfarro y de distractor para que votemos por a), b) o c) candidatos o proyectos políticos. Habrá una fuerza adicional, la de los que no creen en ese circo electoral y se abstendrán de emitir su voto ¿Quiénes representan por ahora los intereses ciudadanos, populares, científicos, educativos, de salud, vivienda, trabajo, alimentación, defensa de los valores humanos más legítimos y auténticos? ¿Cómo distinguir a unos de otros en esa perspectiva de mirarnos como nación, como patria ofendida y dolida? Los que representan al actual gobierno nos dirán que ellos seguirán el modelo diseñado por Fox y Calderón y lo perfeccionarán (usted dirá); los que desean regresar al palacio principal insistirán en que han cambiado y que cuidarán al bebé que está naciendo (¿usted les cree?... yo tampoco); los terceros se aproximan más a esa emergencia ciudadana nacional y se inclinan por recuperar un rumbo económico y político que beneficie a las y los mexicanos, empezando por los de abajo. Amigo lector piense un poco y pregúntese en conciencia, más allá de los anuncios, quién se interesa por la educación, la salud, el ahorro de energéticos, reducción de precios de energéticos, protección de ciudadanos y de las mujeres. Los que no celebran los procesos electorales tienen sus razones y esgrimen sus porqués, también ellos merecen ser tomados en cuenta, y es importante escuchar sus razonamientos y sus propuestas. Hagamos ciudadanía, valoremos lo que tenemos a nuestro alcance, pensemos en una patria para todos, donde quepamos todos, pues deseamos que todo sea para todos, nada para nosotros. (293. [email protected])