Los nuevos “players” del negocio inmobiliario
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Los nuevos “players” del negocio inmobiliario
01. tendencia “Nadie ha encontrado otra salida para las carteras de suelo e inmuebles que en poco tiempo acumularán las entidades financieras distinta de la puesta en marcha de planes de gestión inmobiliaria dentro de cada entidad o grupo de ellas” Los nuevos “players” del negocio inmobiliario Ignacio M. Iturriaga Socio Director Los protagonistas de la actividad de promoción de los últimos 10 años anteriores al inicio de la crisis no están para nuevas conquistas. Se baten en retirada y el que venga atrás que arree. La paralización de la actividad de promoción de vivienda y desarrollo de suelo residencial, que lleva ya cuatro largos años de triste presencia, ha resultado letal para cualquier estructura de negocio de promoción existente. Si nos ceñimos al 90% de las empresas que se dedicaban a esto hace unos años, podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que la que no está en concurso está prácticamente sin actividad ni nuevos proyectos a la vista. En el mejor de los casos, dedicada a liquidar unidades de producto terminado en un escenario de sangrante e imbatible competencia por parte de las mismas entidades financieras que le han perdonado la vida aplazando el vencimiento de sus créditos a cambio de consumir todos sus activos libres de cargas como garantías adicionales. Todo ello para alimentar el sistema de provisiones que establecen las circulares del Banco de España. Lo peor de esta etapa empresarial para el promotor es que, a pesar de que no se puede hacer demasiado desde el punto de vista de los negocios relacionados con los activos de su balance actual, paradójicamente el día a día de esta agónica situación no deja tiempo para acometer nuevas aventuras. Gestionar problemas de liquidez, reducciones de plantilla, ejecuciones y embargos, reclamaciones de clientes, aplazamientos de impuestos y, finalmente, defenderse de las hostilidades de un concurso de acreedores es trabajo suficientemente “emocionante”. Difícilmente quedan después ilusión y energía para poner en juego lo aprendido en toda su carrera al servicio de nuevos proyectos empresariales. Además, el proveedor más estable y necesario del promotor, el sistema financiero, ha dejado de ser parte de su capital circulante para convertirse en un acreedor 4 tendencia Los nuevos players del negocio inmobiliario crónico y entregado a los tratamientos paliativos de la deuda inmobiliaria, olvidándose de los únicos procedimientos de cura a su alcance. Nos referimos a reconocer pérdidas, hacer un plan de trabajo con el promotor y dar salida así a la deuda y a los activos inmobiliarios a su valor real. Del refranero español rescatamos la expresión “no hay mal que 100 años dure, ni cuerpo que lo aguante”. En este caso, el cuerpo operativo y financiero de los operadores de promoción inmobiliaria del anterior ciclo no aguanta más, y si al alma le quedan ganas de seguir viviendo lo intentará tras reencarnarse en otra sociedad, marca, balance e imagen de grupo que no luzca en rojo en los ordenadores de las entidades financieras. Sin embargo, el mundo sigue girando y hay gente trabajando en los proyectos que volverán a alimentar las cifras de nuevas viviendas visadas, ejecutadas y entregadas para los próximos años. Qué están haciendo y cómo lo hacen establece las claves de lo que hoy es la prehistoria del futuro nuevo ciclo inmobiliario. Los promotores del futuro podrían clasificarse en tres grupos principales: 1. Los actuales propietarios de suelo apto para promoción y que conservan una situación financiera saneada y prácticamente sin endeudamiento. Son poquísimos y trabajarán con cuentagotas hasta que, dentro de unos cuantos años, el mercado haya recuperado algo de dinamismo y valor. .inmobiliario 2. Los que van a surgir como solucionadores y/o gestores de los suelos de las entidades financieras, que sean comercialmente viables desde el punto de vista del mercado y que reciban el 100% de financiación por la entidad que les ha aportado el suelo. Serán muchísimos los llamados y muy pocos los elegidos, que además trabajarán inestablemente al espasmódico ritmo de salida de activos que determine la evolución del calendario de provisiones de la cartera de suelos de cada entidad. 3. Finalmente, las estructuras de negocio inmobiliario que, en pleno esperpento de negación de la realidad ante el Banco de España, se crearán progresivamente dentro de las propias entidades financieras para, al menos, poseer lo que no cabe en ningún otro sitio del mercado. La característica común a estos tres grupos es que deberán ser los únicos capaces de aguantar operativa y financieramente los periodos de tres a cinco años que harán falta para rematar cada promoción que se esté estudiando para su inicio inmediato. El porqué de esta prudente estimación de plazos de ejecución, y por tanto de recuperación y retorno de la inversión, es simplemente que ahora cada parte del negocio avanzará con pies de plomo. Así, se darán estas circunstancias: La situación de urbanismo y licencias de cada proyecto se mirará con lupa tanto por la administración como por el promotor. Unos para sacarle el máximo partido a su mágica capacidad de cobrar por todo y otros por eliminar del futuro proyecto las otras minusvaloradas incertidumbres procedentes de afecciones urbanísticas, garantías de suministro, depuración 5 01. tendencia registral, simultaneidad, situación de la urbanización, situación de otros propietarios… Por descartar cualquier interpretación sobre aprovechamientos, densidades y condiciones de la edificación a la hora de definir el producto comercialmente viable. La solidez de la comercialización real de las futuras promociones requerirá de plazos más prolongados para asegurar que lo que se firma cuenta con cantidades entregadas más sustanciales, contratos más firmes y porcentajes mucho más elevados (60% o 70% como mínimo) para poder comenzar con el primer movimiento de tierras y por supuesto con las primeras disposiciones por obra. El esquema de contratación de la construcción será mucho más exigente y garantizado por requerimiento de la entidad financiera, por las necesidades del promotor de no desviarse y porque, por otra parte, la constructora exigirá mayores garantías de cobro para trabajar. Esto obligará a anticipar mayores recursos y, seguramente, a construir más despacio. Las disposiciones del préstamo promotor se concederán con muchísima menos fluidez y con mayor trabajo de documentación y comprobación, lo que determinará una menor capacidad de recursos ajenos para imprimir velocidad a la ejecución del proyecto. Los clientes serán mucho más exigentes a la hora de recibir la vivienda adquirida. Aunque esto determine probablemente un menor coste por reclamaciones futuras, asegura un mayor coste y más tiempo en el momento de la entrega. Si a estas realidades descritas anteriormente les añadimos la realidad no menos importante de que el precio final de las viviendas a entregar será sensiblemente inferior a cualquier referencia previa, cabe preguntarse dos cuestiones fundamentales: “Volverá a tomar protagonismo la venta del producto una vez terminado, con precio final más bajo” 6 tendencia Los nuevos players del negocio inmobiliario ¿Quién será capaz de trabajar con tanta estabilidad financiera (recursos propios), con tan baja rentabilidad esperada y con tanto riesgo que gestionar? ¿Cuál debe ser el valor/precio a otorgar al suelo al inicio de un nuevo proyecto para que haya algún incentivo razonable para el promotor, distinto al de ser una especie de subcontratista o constructor que transforme los suelos en viviendas para la entidad financiera, si a priori parece que las referencias están derrumbadas? El primer grupo de potenciales operadores del futuro lo formarán quienes ya son propietarios de suelo, que tienen conocimientos sólidos de promoción y no viven atenazados por las deudas. En este caso hablamos de la vuelta al modelo de trabajo casi exclusivamente con fondos propios hasta que los riesgos están muy reducidos o desaparecidos. Se trata de operadores de ámbito exclusivamente local, con un área de acción casi municipal y en el mejor de los casos, provincial. Esto, por suma de áreas geográficas, supondrá incrementar aún más la propia atomización del sector. Para que en la cuenta de resultados vuelva a lucir el concepto de beneficio (bien distinto al del valor especulativo del suelo) reaparecerá el perfil de promotor-autoconstructor de uno o dos proyectos a la vez como mucho. Volverá a tomar protagonismo la venta del producto una vez terminado, con precio final más bajo, y por supuesto se trabajará con el suelo como una materia prima más, cuyos riesgos de baja rotación alejarán del deseo del empresario cualquier tentación de coleccionismo o almacenaje especulativo. Salvo en zonas muy consolidadas en los grandes núcleos urbanos, el valor del suelo permanecerá bajo mínimos durante largo tiempo. Este tipo de operadores, que ha existido siempre con distintos nombres y caras, ha sido bastante anónimo y desconocido desde el punto de vista macroeconómico, y ha supuesto una parte sustancial de la actividad. Desde su aparente anonimato y su bajo protagonismo de cartel, serán uno de los nuevos actores a respetar y a tener en cuenta en los próximos ejercicios. El segundo grupo estará integrado por los cientos de operadores que rondan las cartera de activos y balances de las entidades financieras. Se trata de profesionales emprendedores que se hallan cerca del ecuador de su trayectoria empresarial y que, tras haberse despojado de las pesadas naves de la anterior batalla, se presentan ante las entidades financieras con vehículos nuevos y “limpios” en todos los sentidos para ofrecer fórmulas dinámicas de compra de suelos para promoción, amparándose en: Capacidad para enco ntrar los compradores finales del producto terminado, normalmente por implantación local. Conocimiento para diseñar el producto, construirlo y gestionar el proceso hasta la entrega. Fórmulas de adquisición condicionada al éxito comercial tras un periodo de opción, gestión y comercialización sin coste o pagando una baja prima. Estructuras de financiación casi 100% de los recursos por parte de la propia entidad financiera que posee inicialmente el suelo. La necesidad puntual de las entidades de desinvertir en suelo con un severo descuento por parte de la entidad financiera, respondiendo a decisiones puntuales de cierres de ejercicio anual o trimestral. Sobre el papel, estas operaciones pueden parecer un “chollo”. La cruda realidad es que se están realizando casi con carácter testimonial. En primer lugar, por la baja rentabilidad que a priori ofrecen las promociones si se aplican a los suelos los valores pretendidos por cada entidad debido a sus necesidades de mitigar el efecto de las provisiones a contabilizar en el balance de las entidades financieras; en segundo lugar, por la tan recurrente como imposible solicitud de las entidades financieras a estos empresarios de que aporten liquidez propia para financiar, al menos, parte de la compra del suelo en el que se va a realizar la promoción. No están los bolsillos para aportar demasiada liquidez y las entidades financieras se resisten a aprobar en sus comités post fusión operaciones con aparente forma de caja con lazo rojo para el proscrito promotor. Pero la necesidad lo puede todo y, aunque pase mucho más tiempo del debido, este empresario emprendedor, creativo, sin cargas de estructura y solucionador de problemas para las entidades financieras esperará paciente a cada posible oportunidad. Las entidades financieras, por su parte, aprovecharán los escenarios llenos de evidencias y obligaciones sobrevenidas para ir pasando estas operaciones poco a poco por sus comités. Bajo nuestro punto de vista, si a estos esquemas se les añadiera algo de fondos propios se cerrarían muchas más operaciones y se dinamizarían en parte los muelles de descarga de activos inmobiliarios de las entidades financieras. Sorprendentemente, y contra todo consejo y lógica de lo que venimos escuchando los últimos años por los más sabios, nadie ha encontrado otra salida para las carteras de suelo e inmuebles que en poco tiempo acumularán las entidades financieras distinta de la puesta en marcha de planes de gestión inmobiliaria dentro de cada entidad o grupo de ellas. Aunque se predique lo contrario. 1. Sacar todos los suelos de golpe y a precio de apresurado saldo, lo que supondría hoy día provisionar de golpe entre el 40% y el 70% de los valores históricos de adquisición de dichos suelos, con la consiguiente quiebra potencial de no pocas entidades financieras. 2. Hacerlo poco a poco de acuerdo al volumen, formato de producto y estructura de financiación promotor-cliente que requiera el futuro mercado inmobiliario. Para esto no hay más remedio que esperar gestionando los activos inmobiliarios, con criterio inmobiliario, equipo inmobiliario, plazos inmobiliarios y balance inmobiliario. Y eso, aunque tenga forma de “gestora financiera de activos en rotación”, es a todas luces una empresa inmobiliaria. Podemos decir que dentro de pocos años, y tras el correspondiente proceso de conformación, estabilización y algo de crecimiento, el sector de promoción inmobiliaria (fuera de lo bancario) estará copado por estructuras de negocio de promoción de operadores desconocidos a día de hoy, mas jóvenes, mucho más pequeños en recursos, equipos y cartera de suelo. Digamos que más ligeros de equipaje y además con más cash en el bolsillo. No serán necesariamente más financieros, ya que los que mejor han aprendido la lección de lo sucedido probablemente no vuelvan a pisar una obra, y los que están entrando lo hacen con nada que perder y ganas de gestionar “lo que salga” como baza empresarial. La estructura financiera más conservadora durante un tiempo será simplemente una imposición del mercado de financiación disponible. Por otra parte, estarán las estructuras y subestructuras de negocio inmobiliario que tomarán fuerza dentro de las entidades financieras, algunas sobre rasante y otras bajo rasante. Estas empresas inmobiliarias irán mutando y creciendo progresivamente, como un gran barco que se construye en el dique seco de un astillero hasta que el estado de la mar y el casco del barco permitan, nunca mejor dicho, botarlo para que navegue solo. Nos enfrentamos a un “peeling empresarial” sin precedentes, pero la renovación de las células cutáneas es necesaria y saludable. Para saber qué papel juega cada uno en todo esto, es fundamental saber medir los tiempos para elegir cuándo emplear los recursos disponibles en el momento en que el mercado permita obtener un retorno razonable de los mismos. Si se quiere eliminar la exposición inmobiliaria de los balances de las entidades financieras por prescripción del Banco de España, solo hay dos caminos: .inmobiliario 7