La Prudencia, Filosofía Práctica o La relación didáctica
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La Prudencia, Filosofía Práctica o La relación didáctica
Universidad Nacional Abierta Dirección de Investigaciones y Postgrado La Prudencia, Filosofía Práctica o La relación didáctica Vizcaya, F. (s/f) La prudencia, filosofía práctica o la relación didáctica (Compilación con fines instruccionales) LA PRUDENCIA, FILOSOFÍA PRÁCTICA O LA RELACIÓN DIDÁCTICA FERNANDO VIZCAYA CARRILLO Pensar con lo que se aprende es por cierto uno de los fines de la educación. en realidad, forma parte de la más importante de las metas mencionadas: uso activo del pensamiento. DAVID PERKINS LA ESCUELA INTELIGENTE, P. 39 INTRODUCCIÓN Uno de los temas frecuentes en discusiones y diálogos entre docentes es la importancia, en el proceso de transmisión, de las categorías enseñar y aprender. No todo proceso de enseñanza produce aprendizaje en los alumnos y sin embargo, siempre que se aprende hay una enseñanza implícita. El tema es de por sí interesante y vale la pena que profundicemos porque la relación entre ambas es la materia prima de la profesión docente. Aunque nos adelantamos en afirmaciones que se irán aclarando a lo largo del ensayo, podríamos intentar llamar a la prudencia la relación entre esas categorías. Vale la pena pues, que comencemos a tratar de aproximarnos a los diversos aspectos que pueden caracterizar la generación de acciones y actividades conducentes a la formación de una disposición relevante como es la Prudencia y en este caso, como la relación entre enseñar y aprender, la relación didáctica. Uno de los ideales de un docente con recta intención es formar a sus alumnos. Entendemos por formar —dar forma interior a la persona—, no sólo la transmisión de cúmulos de conocimientos, sino además el cultivo de los hábitos intelectuales para actuar sobre esos conocimientos y producir conclusiones propias, seleccionar ideas y elegir entre ellas, para clasificar, catalogar y categorizar, producir ciencia o elaborar leyes. En una frase, estará formado el que pueda pensar rectamente. A esto se refiere la prudencia, como una capacidad consolidada y estable, y como un objetivo del sistema educativo, y de un sistema educativo que pueda consolidar sistemas de gobierno donde se propicie la formación de la persona por encima de cualquier otra motivación o razón, eso quisiéramos proponer a través de este estudio. Como contraparte a esta posible propuesta, las teorías pedagógicas que sostienen la educación formal del país, presentan características metodológicas que con frecuencia podríamos catalogar como eminentemente reducidas a lo cognoscitivo, y muy pocas en el orden de los hábitos y de las habilidades. Se tiene en cuenta, en esas metodologías, sobre todo, los conocimientos que deben tener los alumnos y en función de eso (para no hablar de los casos de aberraciones curriculares y metodológicas) se construyen modelos pedagógicos y se usan las tecnologías correspondientes a esos modelos. La teoría educativa que sostiene esta forma de educar, en su afán igualador por el conocimiento, tiene un sabor innegable de positivismo. Se tiene en cuenta mucho más el 2 resultado administrativo de la acción, que el éxito de la educación2 propiamente dicha; se deciden temas, programas y diseños curriculares para la instrucción3 en base a estudios estadísticos, dándole a una cifra un valor casi absoluto en el momento de elegir los distintos aspectos de la enseñanza4, o a las diversas situaciones posibles para la orientación antes de tomar las decisiones. Se plantean los éxitos en las asignaturas por objetivos logrados en la acción docente y por los juicios valorativos de las supervisiones de los profesores a los profesores, más que por resultados ciertos en el alumno. El pensamiento positivista, imperante en el país, que desde el siglo pasado —con la influencia del Dr. Adolfo Ernst, adquiere mayor profundidad5—, ha llevado a la educación por derroteros que buscan abarcar muchas áreas del conocimiento por el conocimiento. Se ha puesto, así, poco empeño en cultivar los diversos hábitos y actitudes en los alumnos, olvidando que estos son indispensables para la formación de la vida comunitaria; que son hábitos que constituyen un sesgo apropiado para formar en los alumnos, entre otras, las disposiciones para la ciudadanía. En el entendido de que la ciudadanía se hace y no se nace ciudadano, podemos vislumbrar problemas serios para la constitución y el mantenimiento de sistemas de gobierno que tiendan a la activa participación de los ciudadanos en las diversas decisiones que atañen a su propio destino; y a la visión de la participación como consecuencia de cualquier consenso para la acción comunitaria. LA DELIBERACIÓN Uno de los frutos que pueden percibirse de un sistema de educación que persiga la adquisición de hábitos indispensables para la vida de un sistema democrático, consiste en que el mismo dota al ciudadano común de un arte (entendemos por arte, la suma y perfección por la practica, de técnicas aprendidas por ese mismo hacer, que en este caso consisten en el arte de escuchar y de transmitir) para la deliberación en el ámbito comunitario. Esta disposición, que llamamos deliberación es el paso previo para el consenso, categoría esencial de la vida en la ciudad y en un sistema de gobierno pretendido como es el sistema democrático. Como es evidente actualmente, las conversaciones que hoy habitualmente se producen sobre los asuntos públicos, difícilmente se pueden llamar diálogos ciudadanos; y frecuentemente, no pasan de ser discusiones apasionadas, con intereses grupales o personales. Esto lleva inevitablemente a situaciones, a menudo, 2 Entendemos por Educación el aspecto más globalizador del proceso de transmisión. Lo profundo y por tanto trascendente en el alumno, que sin dejar de ser inmanente también, produce una mejoría en el ser. Es el aspecto ético propiamente dicho del proceso escolar, y por lo tanto lo que responde a los fines de la teoría educativa. 3 La instrucción es la aplicación específica de las teorías pedagógicas en el aula. Son los medios por los cuales se logran algunos aspectos educativos, por ejemplo los cognoscitivos. Aunque instruir no es propiamente educar, es condición necesaria. 4 Enseñanza es el trabajo específico del maestro. Poner al alcance sensible de los alumnos los conceptos, las definiciones y todo el contenido de las diversas asignaturas. Es un proceso estético pues ordena y da una secuencia y una armonía a los diversos factores de la transmisión, de manera que pueda resultar asequible con mayor aprovechamiento por parte de los alumnos. 5 A. Capelletti. El Positivismo y el Evolucionismo en Venezuela. Monteávila editores. 1992. 3 difíciles de resolver porque estas no se distinguen por su racionalidad, sino que su marca, su sello y característica más común es el apasionamiento. Parecería que el cultivo de las disposiciones que caracterizan al hombre prudente es imperativo en nuestro sistema educativo. La formación de la persona debe llevar a darle una cierta autonomía que se caracterice por un saber actuar, buscando los mejores medios. Y no nos referimos a lo expedito del saber hacer, que es simplemente una técnica, sino a algo más profundo en el ser de la persona. Y es palmario que estamos en el ámbito de los medios intelectuales, no sólo en su aspecto teórico, en la simple reflexión sobre el tema, sino en el aspecto práctico, la necesidad de la práctica para el cultivo de esas disposiciones. Esa formación debe ir desde saber leer, (clave para la asimilación de la información y la consolidación de la cultura); saber mantener una conversación productiva y fecunda, (el arte de la deliberación que implica el respeto a la otra persona, a sus argumentos y forma de pensar); hasta elegir adecuadamente (los medios para lograr los fines que se establecen en la antropología) en el aspecto personal como en el comunitario. Profundizando en esta últimas ideas podemos decir que el sistema educativo vigente —hay que reconocerlo— tiene como una de sus fallas más patentes no formar un hábito de lectura selectivo y exigente en los alumnos, con lo que se percibe en nuestro medio, una cultura de superficie, llena de lugares comunes, frases y dichos, muletillas. Esto produce unas consecuencias como por ejemplo: se impide el razonamiento discursivo y fecundo, en el plano personal y también en las relaciones interpersonales, porque falta ponderación en lo que se piensa y por tanto en lo que se dice. En una sociedad que está catalogada como determinada por la cultura de las imágenes, la costumbre de no leer con profundidad impulsa a que se vean sólo algunas secciones de los periódicos, y se mire mucha televisión, sobre todo programas que no dejan en la persona nada de un mayor interés intelectual, y por lo tanto difícilmente enriquecerán culturalmente a las personas. La mayoría de los programas de los mass media audiovisuales son frívolos cuando no vulgares y llenos de ordinarieces, que destruyen el lenguaje y la capacidad de razonamiento de nuestra población. Al no leer con criterio selectivo, exigente, (sino, por el contrario, con pasividad), el impacto deformador de los mass media es muy grande. Podemos decir que, no sabemos informarnos adecuadamente. ¿Cómo nos planteamos unos hábitos de conducta que lleven a mejorar el ser y la condición personal? Pensamos que la respuesta está en ese cultivo intencional y eficaz en una disposición que llamaban los antiguos frónesis, y luego prudencia. RECTA RATIO AGIBILIUM, UNA APROXIMACIÓN A LA DEFINICIÓN. Comentaba Cicerón sobre esta virtud lo siguiente: “Como la medicina es el arte de la salud y la dirección del navío es el arte de la navegación, así la prudencia es el arte de vivir” (Ramírez, Santiago, citando a Cicerón en La Prudencia. p. 40). Aunque Cicerón identifica las palabras arte y prudencia; arte, se identifica con el término techné (τεχκη) : arte, arte bella, oficio habilidad, profesión; y la prudencia: 4 previsión, cordura, sensatez, buen juicio (Diccionario Griego. JM Pabón),. Esta búsqueda en los diccionarios revela diferencias claras entre ambas expresiones. El arte produce cosas, la prudencia no es factor de producción sino de conducción. Es la prudencia la razón ponderada que dirige el actuar del hombre. No podríamos llamarla con propiedad arte. El arte es la recta razón en la producción (recta ratio factibilium), mientras la prudencia es la recta razón en el actuar (recta ratio agibilum). Para aclarar un poco más, decimos que es la diferencia entre hacer y actuar, el primero se refiere a cosas que salen del hombre (arte), se producen objetivamente y enriquecen el mundo que es diferente del hombre; en el caso de la prudencia la obra permanece en el interior del hombre y enriquecen al hombre mismo, pero no se “objetivizan fuera de él. Comenta Aristóteles: “el hombre bien dotado del poder de reflexionar sería la misma prudencia” 6 En el capítulo VI de la Etica a Nicómaco, refiere el estagirita que una de las formas de acercarse a la verdad, es la phronesis7 (προνεσισ). Esta se ha traducido como prudencia posteriormente y constituye una de las formas que también buscaba Platón8 al establecer esas cuatro grandes virtudes que darían las bases para la constitución de la ciudad buena. La aproximación Aristotélica acerca de la naturaleza de la phrónesis discurre de la siguiente manera: “No podrá ser ciencia porque lo que es del orden de la acción es susceptible de cambio, como tampoco podrá ser un arte, porque acción y creación son de distinta naturaleza. Resta pues, que la prudencia sea una disposición acompañada de razón justa, dirigida hacia la acción y con referencia a lo que es bueno o malo para el hombre. Pues el fin de la creación se diferencia del objeto creado, mientras no ocurre así con el término de la acción” 9 Varios siglos más tarde, Santo Tomás de Aquino, comentando la Etica a Nicómaco de Aristóteles expresa lo siguiente: “Dice que la prudencia no es ciencia (que es hábito demostrativo de lo necesario) y que no sea arte (hábito productivo con razón), de allí se desprende que la prudencia sea un hábito activo con razón verdadera, que no versa sobre lo producido, que existe fuera del hombre, sino sobre el bien y el mal del hombre mismo)” 10 Una definición muy acertada y más reciente, nos la da Santiago Ramírez, que además nos ayudará a ver con mayor claridad:”Así pues, phrónesis significa, según su valor etimológico, un pensamiento o un juicio maduro, ponderado, cuerdo, mesurado, no improvisado ni precipitado, en orden a evitar un mal o conseguir un bien en el que el 6 Etica a Nicómaco. VI, 1140ª “Demos por sentado que aquellas por las cuales el alma realiza la verdad, mediante la afirmación o la negación, son cinco, saber: el intelecto, el arte, la ciencia, la prudencia y la sabiduría. Estas con el razonar y la opinión pueden aclararse o engañarse.” Aristóteles. Etica a Nicómaco, VI, 3. 1139b 8 “—Voy a explicaros en qué baso mi esperanza de encontrar lo que buscamos: si nuestra ciudad está fundada como es debido, no hay duda de que será completamente buena. —Por necesidad. —Es claro entonces que dominará en ella la prudencia, el valor, la templanza y la justicia”. Platón. La República. 427e. 9 Etica a Nicómaco. VI, 1141ª 10 S. Tomás de Aquino, Comentario a la Etica a Nicómaco 1142b. p. 22 7 5 hombre pone todo su empeño. Y esto, evidentemente, es un acto de la razón, no del sentido ni del apetito”11 Sobre esta base conceptual, filosófica, podemos ir buscando su relación con el campo de lo meramente educativo que es el campo de trabajo a que nos hemos ceñido. Comenta Josef Pieper (1980), refiriéndose a la prudencia como virtud y enlazándola con el ámbito educativo lo siguiente: “La educación y autoeducación, en orden a la emancipación moral ha de tener su fundamento en la respectiva educación y autoeducación de la virtud de la prudencia, es decir, en la capacidad de ver objetivamente las realidades que conciernen a nuestras acciones y hacerlas normativas para el obrar, según su índole e importancia” 12 En el sentido que le da este autor a la consecución de esa virtud, se requieren unas capacidades que nos hacen ver objetivamente las realidades pero además prosigue, diciendo que conviene hacerlas normativas en el obrar. Este punto incide propiamente en el campo de didáctica, que es un una ciencia que tiene que ver con lo práctico intelectual y también con lo producido, con lo poyético13. El docente reflexiona y escoge los mejores medios para la enseñanza, y los hace normativos en el transcurso de la clase (procura instruir), los saca de sí mismo y los hace asequibles a los alumnos de una manera sensible (enseña). Es decir, como recta razón en el obrar, la prudencia es un conocimiento directivo. Su esfera de competencia es el campo de lo contingente, por eso se distingue de lo puramente especulativo, cuyo objeto es la verdad como tal y la definían los griegos como theoría14,(Τεορια) que es la base de la ciencia. La reflexión que sigue a estas afirmaciones está en varios grados de actuación y comprensión, y podemos catalogar su principio básico de operaciones (acciones que “salen” fuera del profesor), que definimos como unas disposiciones que nos faciliten conocer mejor cada vez esas realidades que se pretenden transmitir y las pueda hacer conocibles sensiblemente a los alumnos. Es responsabilidad del docente conocer y manejar adecuadamente las diversas circunstancias del conocimiento que tienen sus alumnos. Es necesaria una técnica docente que esté fundamentada en la psicología racional, allí conseguirá las bases de ese proceso por el cual sus alumnos van adquiriendo el enriquecimiento intelectual que podemos llamar aprendizaje. Así, debe tener suficientemente claro esa secuencia que podríamos especificar y caracterizar en grados y poder producir así los protocolos adecuados para la instrucción. Los grados de comprensión se refieren al conocimiento secuencial que posee el hombre: primero conocemos empíricamente, por los sentidos 11 Santiago Ramírez. La Prudencia, p.20 Las Virtudes Fundamentales. p.17 13 La Poiesis, tiene como significados: (οιεσισ), acción, creación, fabricación, confección, construcción, poesía, poema. (Diccionario Griego-Español. J.M. Pabón.) 14 Algunos significados son: “a. Especulación o vida contemplativa. En general se opone a práctica. b. La denominada ciencia pura o sea, la parte de la ciencia que no considera las aplicaciones de la ciencia misma a la técnica productiva” Diccionario de Filosofía. N. Abaggnano. 12 6 externos y luego por la razón, es lo que se ha denominado adequatio15, o lo que podríamos entender como un acercamiento progresivo del intelecto del hombre a la cosa, al objeto que se desea conocer, un acercamiento a la realidad. Uno de los aspectos a tener en cuenta, en este proceso que nos llevará a la formación integral del alumno, la educación, es la conciencia del docente al enseñar. La actuación consciente, tiene que ver con la experiencia, con lo que se vive y se ha vivido, en relación con la transmisión y con el objeto de esa transmisión, el alumno. El hombre que actúa bien o mal, incorrectamente o correctamente, tiene una experiencia de la vida y si ha pensado en ella, delibera sobre esas acciones y decide sobre el mejor medio para una nueva acción, que quizá no fue el utilizado anteriormente o acertó en ese medio utilizado y por lo tanto lo vuelve a usar. En este sentido, la experiencia es vital para la actividad docente, pues significa esos conocimientos “asimilados” y hechos propios, que es la manera más efectiva de transmitir. Esto nos puede poner enfrente una dificultad relacionada con el aprendizaje de los alumnos. Si una de las condiciones para ir adquiriendo la prudencia es la experiencia, entonces los jóvenes carecerían de esa condición precisamente por su condición de poseer pocos años de vida. Pero, de lo que se trata, en el ámbito educativo es de ir dando las condiciones —cultivando las disposiciones convenientes—, para que las acciones posteriores en la vida, de esos niños, puedan resultar accesibles y más fáciles a una disposición que en este caso es la prudencia, hasta ir formando el hábito propiamente dicho. Podríamos comenzar a considerar algunos de esos actos previos para la consecución de esas actitudes convenientes, aunque pretendemos profundizar un poco más adelante en esos actos propios de la virtud, refiriéndonos, por ejemplo, a la formación de hábitos que conduzcan a captar adecuadamente la información que viene de los semejantes. Esto resumiría el comentario hecho por Pieper, de ver objetivamente las realidades. Se podrían llamar a esto como una disposición estable para oír y escuchar a los demás. Implica una actitud que lleva consigo la consideración de la dignidad de los semejantes, es un “estar atento al otro” intencionalmente, y se suela definir frecuentemente por la palabra respeto, que es un término usado con asiduidad en el ámbito hogareño y en el de la escuela. Esta disposición está en la base de una actividad necesaria para el intercambio social como es la deliberación. Dicha cualidad la veremos con mucho más detalle al enfocar la justicia. Un autor contemporáneo, D. Alkim recoge unas reflexiones interesantes en un artículo reciente, de ideas al respecto de J. Dewey sobre este aspecto y fija “una progresiva pedagogía” que viene del intercambio social para formar ese hábito 15 “Uno de los criterios de verdad es precisamente aquél por el cual un conocimiento es verdadero si es adecuado al objeto, es decir, si se asimila y corresponde al objeto reproduciendo la naturaleza lo mejor posible. La definición de la verdad como “adecuación del intelecto y la cosa” fue formulada por vez primera por el filósofo Isaac Ben Salomón (845-940) en su Liber definitionibus. La definición fue adoptada por Santo Tomás, quien dio una exposición clásica (S.Th. I, 16,2; De Veritate, q.I,a1). Diccionario de Filosofía. N. Abaggnano. 7 de escuchar, de saber escuchar.16 Lo que definiría ese hacer normativamente en el obrar, refiriéndose a la inculcación de hábitos, fundamentados en la experiencia en varios ámbitos. Habla de ese crecimiento tanto en el ambiente familiar como en el escolar. LA DISPOSICIÓN A SABER ESCUCHAR. “Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá quizás, algún lector: cualquiera sabe escuchar. Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única. Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurría de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él. Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo esto a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo. ¡Así sabía escuchar Momo!” (Michel Ende. Momo, pp. 20-21;1994) En el plano educativo, el saber escuchar, es una disposición fundamental, tanto para el docente como para el alumno. Si no se escucha, el alumno no podrá seguir las disertaciones del maestro y por lo tanto no podrá aprender con la facilidad que le brinda la maestría del que enseña, y el proceso se hará mucho más difícil, además se le dificultará un factor básico de formación que es la reflexión sobre la experiencia. Si el docente no sabe escuchar, en el sentido más amplio de la palabra, no podrá conocer con seguridad si está transmitiendo con fidelidad y si es captado convenientemente. Esto tiene que ver con su “prudencia en el actuar” como docente. Afirma Santiago Ramírez “y como el conocimiento de los singulares se obtiene por los sentidos y por la experiencia, resulta que la prudencia se funda esencialmente en la experiencia de la vida y de los hombres. Por ese motivo, los jóvenes –como observa Aristóteles- pueden ser matemáticos, pero no prudentes, porque no tienen todavía experiencia suficiente”17 16 “He argued for a “progresive” pedagogy in wich the student was an active participant rather than a pasive recipient, Dewey saw education as interactive, as growing out of the child’s ever-widering experiencie and increasingly complex representation of that experiencie” (Schooling and family in the Postmodern World.David Alkim. 1997) 17 Santiago Ramírez. Ob, cit. P 47 8 Para ir tomando la conciencia de cultivar esta cualidad, ese maestro no se debe conformar con su disertación sobre un tema, dictar una serie de datos y argumentos, sino que su trabajo más importante es la certeza del escuchar del otro, comenzando por asegurarse de que los alumnos están dispuestos a oír. El inicio del proceso cognitivo que tiene que ver con la decodificación, por parte del alumno, del mensaje que se está produciendo, y para ello debe estar presente físicamente el mensaje (oír), y para posteriormente decodificar se debe escuchar. Así, el fondo se va logrando establecer una capacidad de atención, que se resume en la formación de un hábito que facilite conocer a través de esos signos sensibles,(en este primer nivel los audibles, y luego los conceptuales (ya convertidos en símbolos). La captación, en los niveles y profundidad que da la diferencia de las personas, de la información que él pretende transmitir a sus alumnos, es otro proceso diferente. Más aún, la transmisión de la información no es simplemente un “descifrar un código” (preparar las clases), generar un mensaje y disponer de un canal por el cual “viaja” un texto (la didáctica y metodología correspondiente a la materia que está dictando). Consiste esencialmente en un “compartir significados”, lo cual requiere no solo una comprensión en el plano cognoscitivo, sino que debe existir, además en ambas partes, una apertura afectiva. En este sentido (el de saber escuchar), en la primera de las instituciones que hemos de considerar, la familia, se dan esos requisitos. El ambiente social que rodea al individuo en ella, es pleno en el sentido intelectual y en el ámbito afectivo también. Pero esto no es necesariamente espontáneo, se requieren una costumbres asentadas en tradiciones que pueden ser culturales o simplemente familiares, pero siempre debe haber la intencionalidad de constituir y construir un entorno educativo. Para ello, por ejemplo, es necesario que los padres estén conscientes y planifiquen “reuniones familiares” en su sentido más natural como es el comer juntos, compartiendo un espacio y unas normas de actuación, los cuales apoyen la naturaleza humana en su necesidad más elemental y primaria, como es el del mantenimiento físico por los alimentos, y un espacio definido y específico, que significa seguridad del entorno, intimidad para compartir, un ambiente propicio para oír y escuchar. La enseñanza que se produce en la mesa familiar llega hasta lo más profundo de la estructura de la persona, pues partiendo de unas formas (urbanidad de las costumbres), se llega a imitar, posteriormente, las maneras propias del hábito ciudadano en espera de la toma de conciencia en la pertinencia de la acción con las otras personas, porque se ha adquirido y se han hecho propias unas formas, y todo ello fundamentado en que se han elegido unos medios que son los más apropiados. Sin esta enseñanza, es muy difícil la consecución de disposiciones estables en el hombre adulto. Esta enseñanza “hogareña” tiene la característica de ser eminentemente normativa, pero que permite posteriormente, por su apertura afectiva y racional de intercambio, la deliberación de esas acciones, es decir, el actuar libre del hombre18. 18 “Kolhberg sugiere que gran parte del contenido de la moral se transmite mediante el ejemplo y la instrucción, pero la forma es algo que el individuo debe llegar a entender por sí mismo, mediante la 9 En la escuela, el sentido de la deliberación y de la participación, debe constituirse como una continuación natural del ámbito familiar. La diferencia mas específica entre ambos ambientes es la característica de no caer en “familiaridades” las cuales sí están presentes en el ámbito familiar sin desmedro de la formación, pero que perturbarían la enseñanza escolar propiamente dicha, y que viene especificada por las normas disciplinarias vigentes en el centro educativo. Para lograr este “clima” educativo y formador de hábitos buenos, la formación del docente debe estar fundamentada en una actitud constante en aplicar la disciplina escolar en las normas razonadas, es decir, la aplicación de la disciplina escolar pero siempre acompañada y precedida por argumentos racionales más que en las prescripciones, o argumentos de autoridad, lo cual daría la impresión de parecer estar estáticas, rígidas en el entendimiento del funcionario. Esto produciría un obstáculo a la formación de esas excelencias que queremos en los alumnos. Ordinariamente los alumnos rechazan interiormente las normas impuestas por la fuerza, cuando no llegan al enfrentamiento externo. Pensamos que os alumnos sólo pueden llegar a formarse con el docente previamente formado y en este caso con el docente dotado de prudencia. Sobre ese hombre comenta Santiago Ramírez: “La prudencia delibera y se aconseja, pero no el arte; precisamente porque las reglas de éste y el modo de aplicarlas son fijas y uniformes, mientras que en la prudencia son infinitamente variables y cambiantes. Cuanto un hombre es prudente, tanto obra con más consejo y deliberación. Por el contrario, cuando un técnico es más competente, tanto menos titubea y delibera”19 Sin embargo, los alumnos deben estar en un ambiente normativo, que les permita pensar y actuar de manera adecuada. De otra forma no se formaría esa recta ratio, buscada por los educadores. Entendemos por normas un ordenamiento de la razón en función del bien y por lo tanto, del bien común. Y decimos que debe ser una continuación del ámbito familiar, no en el sentido afectivo, sino en la inculcación de hábitos operativos para el “saber actuar”. El aprender a escuchar es uno de los primarios. Así, como en la mesa familiar se oye la participación de todos los presentes, el maestro o profesor de aula debe “respetar” a sus alumnos al escuchar con atención sus inquietudes y preguntas. Solo podrá escuchar quien mire a la persona físicamente y atienda, con sentido de apertura lo que el otro está diciendo, pensar en ello y responder luego de haber entendido y comprendido la inquietud que se recibió de ese alumno. De esta manera, es en la escuela donde se debe formar esa práctica que ofrece el encuentro social para la transformación de la ciudad. Así como en el ámbito familiar el conocimiento y el movimiento de los afectos son connaturales, en el medio social ordinario, se deben construir. Creemos que el germen de la formación de una institución como el Estado radica allí, en ese medio social de cambio, por excelencia como es la escuela. Sobre esto comenta Dewey que el aula de clases es el sitio donde el hombre aprende a ser ente cívico20, donde se le forman todas las disposiciones para el intercambio normativo de acciones cívicas y comunitarias, las cuales requieren unas estimulación apropiada por parte de otros y de situaciones concreta típicas ”. (R.S. Peters, Educación Moral y Desarrollo Moral, p. 113) 19 Santiago Ramírez. Ob. Cit. P. 42 20 Democracia y Educación. 10 disposiciones anteriores, que están en el seno familiar: el diálogo y la apertura intelectual hacia los razonamientos del otro. La prudencia del docente estriba ciertamente en un saber actuar adecuadamente a su oficio y con la referencia a las personas que son objeto de su arte, de manera que pueda ir consiguiendo cada vez mejores resultados de su acción, de su praxis docente. Comenta un pensador contemporáneo sobre la importancia de estos actos que parecerían sencillos y elementales, pero que revisten una gran importancia: “Es condición del dialogar el saber escuchar. Quien quiere hablar debe estar atento y abierto al razonamiento del otro, hallarse dispuesto a dejarse convencer y no creerse dueño definitivo de la verdad (...) es condición del diálogo la convicción de que la verdad existe, de que está en el común interés de todos los hombres.” K. Jaspers; Los Grandes Filósofos p. 56. EL ARTE DE SABER INFORMARSE. Podríamos decir que la información es un estímulo intelectual que requiere de los sentidos externos en primer término, también de la razón como operadora y por tanto, es un poco más amplio y profundo del simple “oír” a otra persona. Oímos con el cuerpo pero escuchamos con el cerebro. Podemos escuchar el silencio e interpretarlo, pero no lo oímos. Es obvio, que este conocimiento, por lo dicho, discurre por “partes” o por etapas. Comenta Karl Jaspers sobre este último razonamiento lo siguiente: “El conocer es un proceso que opera por grados. De los datos de la percepción sensible pasa al pensamiento puro (en la matemática), del pensamiento puro a la idea (la ciencia dialéctica) y de la idea al más allá del ser (a la idea del bien)”21. Todo esto nos dice que saber informarse requiere un saber hacerlo, es decir, un arte, por lo tanto es susceptible de aprenderlo y por tanto de ser enseñado. La información pasa a través de la simple aprehensión sensorial y la rebasa llegando a la capacidad de entender significados humanos y comprende incluso, hasta la capacidad de “lectura” de un contexto, no solamente social sino también natural, e incluso histórico22. Es condición necesaria para este arte de saber manejar textos, tener una costumbre o un hábito intelectual que permita hacer las diferentes lecturas de lo que tenemos delante de los ojos y de lo que oímos., Moverse en la estructura profunda de los textos, buscar los significados, como diría alguien, “leer lo no escrito” del texto. En este aspecto la intervención del docente reviste una gran importancia. La paciencia en la enseñanza de la escritura y la lectura, puede durar toda la vida escolar y esto hay que tomarlo en cuenta constantemente. De manera que el uso de tecnologías adecuadas (recursos didácticos) asentados en criterios estéticos como buena literatura, música y obras de pintura, se ayude de manera eficaz a los alumnos al aprendizaje de ese saber leer y saber escuchar. Comenta J. Maritain: “…la belleza es la atmósfera mental y la 21 Los Grandes Filósofos. p.68 ”Para que nuestros sentidos nos digan algo, debemos tener conocimiento previo. Para poder ver una cosa, hemos de saber lo que son las cosas: que pueden ser localizadas en algún espacio, que unas son móviles y otras no, que unas tienen una importancia mediata para nosotros y, por tanto, son más prominentes y serán percibidas mientras que otras, menos importantes, jamás penetrarán nuestras conciencias” (Popper, K.; En Busca de un Mundo Mejor. p.:60) 22 11 fuerza inspiradora apropiada a las educación de un niño y debería ser, por decirlo así, la principal base vivificante y espiritualizadora de la educación” La información viene de lo que no es el yo. Un punto de arranque para poder informase bien, podría ser procurar tener la convicción de que no se sabe lo que se está oyendo, de manera que se produzca una personal apertura intelectual que permita obtener un poco más de saber. Indudablemente que el precedente a esta actitud, es una madurez y serenidad interior en el hombre, la cual, a su vez, implica docilidad. Esta la podríamos catalogar como uno de los actos propios de la prudencia. Supone un reconocimiento de nuestra ignorancia, y como solo se puede recibir lo que conscientemente no tenemos, debemos aprender con el que sabe, con el sabio, con buena disposición para recibir, desterrando la actitud estéril que nos hace creer que ya sabemos. Recordamos una frase de la Apología de Sócrates: “…y partí pensando para mis adentros: Yo soy más sabio que este hombre; es posible que ninguno de los dos sepamos cosa que valga la pena, pero él cree que sabe algo, pese a no saberlo, mientras que yo, así como no se nada, tampoco creo saberlo”23 El saber conocerse está en el plano de la aceptación de la ignorancia, como el principio de operaciones intelectuales para el hombre. Solo quien posee esa capacidad de asombro ante las cosas que se le presentan a los sentidos y al entendimiento puede aprender, puede enriquecerse. El escepticismo, es una especie de enfermedad que paraliza cualquier posibilidad de enriquecimiento intelectual. Así glosa muy acertadamente un autor contemporáneo el pensamiento socrático: “...la filosofía es el conocimiento de la ignorancia” Leo Strauss (1996;43) En este sentido, la “competencia” que debe tener un ciudadano en un sistema que requiere su participación para “estar informado”, viene del correcto uso de los medios por donde le es asequible esa información, pero además se hace indispensable una capacidad hermenéutica, de interpretación, de lo recibido, la cual es condición inevitable para el recto gobierno, no solo de la persona misma, sino de su comportamiento ante las leyes y distintas normas que regulan la ciudad. Con todo, estamos en el entendido de que todas estas disposiciones se están formando en las etapas primarias del hombre, tanto en su etapa familiar como en la escolar. Ciertamente la intencionalidad de los maestros y planificadores escolares deberían tener este norte en su acción profesional. Por ejemplo, se requiere una “práctica” que refuerce algunas destrezas adquiridas, y las haga aptas para esa comunicación, y eso debe ser uno de los papeles principales en la construcción de un currículo, que tenga estos valores en la base de su diseño. Si no se produce esto, entonces tendremos unos problemas de comunicabilidad, los cuales serán producto de una debilidad marcada por la inconsistencia en los planes establecidos y que describe Noam Chomsky muy certeramente, describiendo la diferencia en la posibilidad de poseer esa destreza y saber usarla, la diferencia entre esa habilidad y el conocimiento propiamente dicho: 23 Platón. Defensa de Sócrates. 20e. p. 204 12 “Una destreza puede mejorar sin que se altere el conocimiento (...) La capacidad de usar el lenguaje de un individuo mejora, pero no su conocimiento. Así mismo, la destreza puede quedar dañada o incluso desaparecer, sin pérdida del conocimiento. Cuando una persona pierde la capacidad de hablar lo que queda es un sistema de conocimiento, un sistema cognitivo de la mente/cerebro. La posesión de este conocimiento no puede identificarse con un sistema de disposiciones, pericias o hábitos”24. Esto reviste una especial importancia en los diversos programas, planes y estructura de la educación formal, y sobre todo en la de los primeros años. Si se esfuerzan los maestros en cultivar esas destrezas, el fruto posterior se verá en el ciudadano común, que es la base de la sociedad; en el funcionario medio de las instituciones del Estado, y sobre todo si está dentro de un sistema que requiere de esa virtud en sus componentes, en sus ciudadanos como es la democracia. Si la formación académica logra la capacidad de pensar y reflexionar consultando, y disponiendo a las personas en una actitud dócil, sobre los asuntos ordinarios que tiene entre manos ese alumno, los funcionarios de los distintos gobiernos, de las instituciones alcanzarán más fácilmente esa finalidad para la cual se han educado. Saber informarse tiene tanta importancia como su disposición precedente, que es saber escuchar. El que aprende a informarse ha adquirido unos hábitos de estudio, de actitudes de atención, que incluyen desde la posición física, hasta las capacidades mas profundas de captación y análisis, y por lo tanto hábitos de adecuarse a la realidad, hábitos que se forman a través de años de práctica, pero absolutamente necesarios para interpretarla. Es decir, cultivar la capacidad hermenéutica ante los textos que se tienen delante, y por tanto de hacer juicios propios, de manera que se puedan explicar y poder aplicar esos conocimientos en otras áreas. Es el poder de transferencia, tan importante para la formación intelectual. Así, la educación se convierte en una fuerza creadora y generadora de hábitos que faciliten la acción propiamente humana en cualquier situación, desechando el sistema simplemente memorístico de datos y situaciones. Algunos autores tratan de explicar esa capacidad hermenéutica como una tríada de elementos que van desde el entender los signos, hasta la comprensión simbólica, para poder explicar a otro esa significación de los hechos o las palabras. Así lo comenta Luis S. Cuervos: “El proceso de interpretación aparece consiguientemente como un proceso triádico, cuyos extremos son el intérprete y el espíritu objetivado. Ambos se relacionan por medio de formas significativas”25 ALGUNOS ACTOS PROPIOS DE LA PRUDENCIA Las virtudes se componen de actos específicos que la dan “solidez” o la conforman propiamente hablando. LA prudencia tiene unos actos propios y muchos subsidiarios, pero de esos principales podemos hablar de Consejo, Juicio e imperio y los oponentes serían la precipitación (falta de consejo); la inconsideración (falta de juicio adecuado) y la inconstancia como la falta de imperio. 24 25 Estructuras Sintácticas. p.18 La Hermenéutica Metódica. p.45 13 CONSEJO El término Consejo lo establece el diccionario de la Real Academia, en su primera acepción como:”el parecer o dictamen que se da o toma para hacer o no hacer una cosa”. Ciertamente la actitud interna de una persona “que pide consejo” supone en ella una apertura intelectual, pero también supone una apertura afectiva la cual tiene como condición la confianza en el otro, y todo esto en su conjunto—inteligencia y afectos— genera con mayor facilidad la vía del aprendizaje y del decidir sensatamente: el saber que no se sabe con certeza algo, y que se le puede preguntar a alguien que sabe y nos puede comprender. En párrafos anteriores, ya hemos abordado el tema de alguna forma. Por ejemplo, el que pide consejo debe tener una disposición dócil, de aceptación de lo que le dirán, de la ayuda para ver con mayor claridad el aspecto en el cual está dudando. Si existe alguna actitud importante en el ámbito de la educación, sea el familiar o el formal académico, es la actitud para recibir información adecuada. Esto nos hace pensa que también se requiere un criterio de elección para la consulta con la persona que es adecuada. Esta última afirmación nos lleva a dos ambientes específicos de la vida de cualquier persona: el ambiente familiar donde la consulta viene dada por la naturaleza de ese ambiente. Lo propio de un niño es hablar con sus padres y la consulta de las dudas personales, del consejo sobre tomar decisiones del tipo que sean, se realiza allí de manera fácil. En el ambiente escolar, también se produce la consulta de manera natural, pero existe un factor importante que es la actitud de apertura del docente con relación a sus alumnos, y que tiene que ver con una serie de hábitos propios del educador. Uno de ellos es la prudencia que debe caracterizar la vida de ese docente. Y en esto, deben tener conciencia, que como toda virtud, no se logra con actos aislados, sino con la práctica habitual, la repetición sistemática, consciente y ordenada. Comenta Jaques Maritain con su acostumbrada claridad de exposición lo siguiente: “El verdadero mérito de la pedagogía moderna, desde Pestalozzi, Rosseau y Kant, ha sido el haber descubierto esa verdad fundamental: que el agente principal y el primer factor dinámico (de la educación) no es el arte del maestro, sino el principio interno de actividad, (del maestro) el interior dinamismo de la naturaleza y del espíritu”26 El Maestro es por lo dicho, un factor importantísimo para formar y estimular esos actos propios de esta virtud. Llevar a sus alumnos a conocer de manera adecuada la realidad, no sólo por las informaciones recibidas, sino por la creación de un espíritu sereno que tiende a consultar, que es llevado a indagar sistemáticamente. Constituye un factor “enzimático” de los diversos procesos cognitivos que constituyen el principio de operaciones, pues la primera cosa que se necesita para actuar es conocer, es la razón el punto de arranque de toda actividad humana. JUICIO – ELECCIÓN Un juicio es una comparación y esta misma premisa, supone que ya hay algo anterior con lo cual comparar, cuando se tiene la nueva percepción. El juicio, dicen algunos autores que se especializan en lógica formal, constituye la segunda operación del 26 La Educación en este Momento Crucial. p.48 14 espíritu, luego de la simple aprehensión. No obstante, es preciso delimitar los juicios iniciales, los de existencia, con los posteriores o juicios analíticos o comparativos, hasta llegar a los juicios valorativos. Juicio es una palabra que se ha usado de muchas formas, pero buscando en los pensamientos de los clásicos, nos dice un diccionario Filosófico las siguientes acepciones: “significa: a) el acto de distinguir y, por tanto, también opinión, pensamiento, valoración; b)la facultad de la cual depende tal acto; c) su contenido y d) el principio sobre el cual se funda”. (Diccionario de Filosofía. N. Abaggnano.) Siguiendo esa primera acepción, sobre el acto de distinguir en el plano educativo nos damos cuenta de la importancia de esta operación. Al distinguir nos estamos adecuando cada vez más a esa realidad a la cual nos acercamos y podemos entonces ver diferencias entre esas cosas. Al distinguir, podemos categorizar, lo cual supone establecer semejanzas entre los entes conocidos para ubicarlos o colocarlos en una misma categoría, de manera que resulte fácil la relación también, éste es el principio de la articulación en los significados y por lo tanto del discurso racional. De esta manera se pueden sistematizar esos conocimientos, dando lugar a las diversas clasificaciones que darán lugar a las distintas ciencias. Parecería que sólo distinguiendo podemos elegir con acierto y esa palabra (elegir), la usaban los antiguos de una manera especial, pues suponía una propiedad del individuo que no aparecía en los otros seres vivos como los animales, sólo puede elegir el hombre. Elegir, (Προηαιρεσισ), según el diccionario de filosofía es “el procedimiento mediante el cual se toma, hace propia, decide o realiza de un modo cualquiera una posibilidad determinada, con preferencia a las otras” (Nicola Abaggnano) Decimos que el elegir es un acto propio de la prudencia, pues el prudente acierta con los mejores medios y para ellos hace falta que reflexione (tomando en cuenta la experiencia personal en situaciones parecidas), consulte (con las personas convenientes al tema), haga juicios valorativos (lo mejor, lo bueno o lo malo). Y después de ello, al tener el fin de la acción suficientemente claro, entonces elija con seguridad y certeza los medios para lograrlo. Comenta Aristóteles lo siguiente: “…no deliberamos sobre los fines sino sobre los medios que conducen a los fines. En efecto, el médico no deliberará si curará o no, ni el político si legislará o no; sino que dado por sentado el fin, considera el modo y los medios de alcanzarlo”27. En los planos educativos, el enseñar a realizar juicios sin error, es tarea propia de la lógica formal. Razonar rectamente es una cualidad personal, por tanto subjetiva, pero que requiere unos procedimientos, una técnica. Es parte de un arte según lo dice Maritain28. Y esto se constituye en una operación necesaria, aunque no suficiente, pues se necesita también la experiencia de la vida la cual no se adquiere por estudio, sino con la vida misma, para realizar actos de elección con acierto. Afirma Josef Pieper algo que nos aclarará aún más los términos: “La prudencia expresa, en términos generales, la 27 Etica a Nicómaco. III, 1112a “La Lógica estudia la razón misma en cuanto que es instrumento de la ciencia o medio de adquirir y poseer lo verdadero. Se puede definir por consiguiente: el arte que dirige el acto mismo de la de la razón” El Orden de los Conceptos. p.13 28 15 concepción básica de la realidad, referida a la esfera de la moral: el bien supone la verdad y la verdad el ser”.29 Así, parecería totalmente necesaria la inclusión de la enseñanza de la lógica formal dentro de los programas de educación básica, incluso desde la primaria elemental. Es decir, no se pretende sugerir que se incluya como asignatura en esos niveles, no es la propuesta de hacerlo de forma extensiva y exclusiva, pero el maestro debe tener en cuenta que al enseñar la lengua propia del sitio donde se vive, está enseñando una forma de razonamiento adecuada a la comunidad de donde procede, es decir, determinada por un contexto que le da sentido a lo que dice y que muchas veces no tiene que ver directamente con el razonamiento lógico riguroso. Todo esto tiene que ver con el cuidado que deben mantener los docentes en hacer coincidir el lenguaje de aula (muchas veces ampuloso y pedante, sin mayor fuerza para transmitir) con el lenguaje de la vida “lenguaje de pasillo” como diría alguien (que transmite mucho porque está lleno de significados, de vida, y de experiencia). Razón de más para la reflexión serena sobre su enseñanza, más que sobre su instrucción. Teniendo en cuenta estos factores podrá dar una educación permanente y prudente. La comunicación es uno de esos actos por los cuales el hombre se libera de su propio yo y “sale” al exterior. Lograr una comunicación eficaz y significativa, libera a la persona de constreñimientos interiores. Estos postulados tienen que ver muy de cerca con esos fines de la educación tan importantes como son la educación en la libertad. Hay pocas cosas que obliguen más a la formación intelectual como el expresarse con rectitud y para ello es preciso enseñarlo. La posibilidad de hablar es una característica propia de la naturaleza humana y por tanto innata. El poder comunicarse es producto de una convención de signos entre las personas, las cuales se hacen más libres al ceñirse a esas normas de comunicación que se han impuesto en la comunidad. Esto implica un cierto orden interior y una lógica secuencial en los razonamientos. Podríamos decir que es responsabilidad de la escuela —por ende de sus maestros—, dar esas pautas necesarias para el actuar libre. Tener el poder de elegir con acierto y hacerlo habitualmente lograría ese fin. Comenta Maritain sobre esos fines que debemos tener presentes al educar: “Así, el fin primario de la educación es la conquista de la libertad interior y espiritual a que aspira la persona individual o en otros términos la liberación de éste mediante el conocimiento y la sabiduría, la buena voluntad y el amor”30 ALGUNAS ELECCIÓN) CONSIDERACIONES DIDÁCTICAS (DENTRO DEL JUICIO- La formación del buen juicio, como hábito intelectual, depende mucho de la percepción que tenga el maestro sobre sus alumnos. De esta manera, por ejemplo, al corregir exámenes, al interrogar en clase, al hacer pasar a alguno de esos alumnos a la pizarra, al atender a los alumnos fuera de la clase y dar algunos consejos convenientes que mejoren su forma de estar en clase o la mejor forma de estar atendiendo, los comentarios sobre las mejores técnicas para hacer las tareas, de hacer reportes o exponer algún asunto dentro del aula, esos alumnos tendrán instrucciones precisas y podríamos llamarlas así, personalizadas, que les harán mucho bien al elegir una forma de otra al atender, de una técnicas que faciliten la acción al hacer las asignaciones 29 30 Las Virtudes Fundamentales. p. 16 La Educación en éste Momento Crucial. p.22 16 académicas, de unas costumbres que están ligadas a la experiencia de docente, al hablar y exponer a sus compañeros, etc. Otro aspecto de la vida escolar es la orientación académica y vocacional. Esta actividad reviste una importancia especial en la formación de los juicios y de la elección. Así, las conversaciones podrán girar sobre métodos para aprender algunas materias de una forma más eficaz, para lograr una mejor adaptación al entorno social que representa la escuela, pero también de la actitud hacia los estudios, los ideales personales, la posición ante la familia, etc. Esto requiere del docente que orienta una prudencia exquisita. Disponer el alma de sus alumnos hacia el buen obrar, es entre las tareas docentes la de mayor categoría y aquí insistimos en esa formación de y en la libertad. Octavio Fullat, un pensador en pedagogía de contemporáneo nos dice lo siguiente: “Resumimos toda la finalidad de la educación diciendo que ha de tender a liberar al hombre. ¿De qué esclavitudes hay que liberarle? De las que afectan la razón, de las que se relacionan con la pasión y de las que provienen del exterior. Entre las primeras esclavitudes incluimos los mitos, los lugares comunes, las disposiciones funcionales del cerebro. Entre las segundas las determinadas por el instinto, los hábitos del subconsciente. Entre los del exterior señalaremos los autoritarismos, la miseria cultural, la miseria económica”31. IMPERIO. El hacer las cosas, para alguien que es prudente, requiere unos pasos previos, como son los que hemos considerado anteriormente. Es la consecuencia directa de pensar, conocer a través del consejo y la deliberación y por tanto de la elección. Podríamos decir que es la aplicación práctica del conocer rectamente. Debemos detenernos un poco en la frase conocer rectamente, o recta ratio latina. Este es un arte y algunas cosas que dependen de esta forma de razonar ya las mencionamos. Sin embargo, sólo actuamos de la manera conveniente cuando es recta la razón que dirige ese actuar. Los planteamientos sobre la educación moral o desarrollo moral, deberían partir de esta base. La palabra “recta” significa inicialmente una medida geométrica, un ordenamiento de puntos en un mismo sentido, y analógicamente los pensamientos ordenados deben dar una “rectitud” en el discurso. Para ello se ha requerido el consejo (otros puntos de vista), de manera que se pueda rectificar, si es el caso, el rumbo de esos pensamientos y la elección (posibilidad de otros medios) para la mejor vía. La prudencia por tanto se refiere más al camino que a la finalidad del movimiento, que pertenece a otra rama de las virtudes intelectuales. Nos seguimos apoyando en Josef Pieper “¿Qué significa pues, la supremacía de la prudencia? Quiere decir que solamente la realización del bien supone un conocimiento de la realidad. Lo primero que se exige de quien actúa es que sepa (que conozca)”32 La acción del hombre es balizada, de esta manera por ese juicio deliberativo que pertenece al entendimiento práctico. Así se actúa en consecuencia de lo visto, conocido y consultado. De esta manera se logra un “saber hacer” que suele producir una buena 31 32 Reflexiones en Torno a la Educación. p. 25 Las Virtudes Fundamentales. p. 16 17 acción, es decir, una acción virtuosa. El desarrollo de estas disposiciones en la educación, es de una importancia capital en todas las etapas de ese crecimiento del hombre, no obstante es en las primeras etapas donde se ponen las bases necesarias para los primeros actos propios en el cultivo de esta excelencia. El imperio tiene que ver con esa acción que se repite de manera habitual y que es recta y eficaz. Podríamos definirla como la acción educada, que exige reflexión, buena actitud para la ponderación y la acción propiamente dicha. Es decir, lo prudente es que la educación no se quede simplemente en la teoría sino que pase a la realización de obras externas al hombre, que se proyecte ese pensamiento y esa deliberación en obras bien hechas. SUGERENCIAS EN LA METODOLOGÍA PEDAGÓGICA PARA CULTIVAR ESTOS ACTOS. Planteamos en esta sección una serie de sugerencias para ir actualizando, por decirlo de esa manera, actos concretos de trabajo docente para las diferentes etapas de EB. Tenemos en cuenta, recordando, que la finalidad es poder ofrecer unas estrategias que ayuden a formar al hombre, hasta hacerlo apto para vivir en comunidades organizadas. Parte de ese propósito es educar en la libertad. Afirma Tomás Melendo sobre esto lo siguiente: “la libertad del hombre se configura esencialmente como tendencia al bien formalmente aprehendido y querido como bien, esa libertad crece se perfecciona, a medida que de forma más intensa se va asentando en el bien”.33 1RA. ETAPA DE EB (6,7,8-9 AÑOS) La característica más resaltante de esta etapa en la educación formal, es la de la inquisición cognoscitiva por parte de los alumnos. Los niños de estas edades preguntan todas las cosas y por tanto son muy inquietos. ¿Cómo podría ser el comienzo en esta etapa del cultivo de una virtud como la prudencia? Ante esa primera pregunta que surge, pensamos que un factor importante es la paciencia del maestro. Sólo con esa actitud del docente, el alumno consigue un ambiente, un clima acogedor para las preguntas y para el reposo de su intelecto y también de una manera muy decisiva en estas edades para su emotividad al recibir las respuestas. Comenta un autor contemporáneo sobre este aspecto: “El intelecto y las emociones son inseparables. El procedimiento pedagógico en sí mismo debe involucrar afectivamente al estudiante. Conseguir esto es responsabilidad del docente”34 Los niños en esta etapa requieren de toda esa técnica del maestro para ir adquiriendo poco a poco las herramientas intelectuales que le permitirán, posteriormente, pensar de una manera secuencial. Por ejemplo, la enseñanza del alfabeto, la instrucción para saber leer, contienen la transmisión de los diferentes signos que se convertirán en palabras y en significados. Esto requiere una “lógica” en la unión o conjunción de esos signos, y el maestro debe estar consciente que los niños aún no tienen desarrollada la capacidad de discernir los diferentes procesos intelectuales, y que aprenderán por imitación con mucha frecuencia. Por otra parte, la captación del contexto que da los significados no se logra en esta etapa y requerirá de mayor cantidad de tiempo. La falta 33 34 Melendo, Tomás. Las Dimensiones de la Persona. P.61 Aprender a Pensar y Pensar en Aprender.p.163 18 de formación o de competencia del maestro en estos aspectos, podrá producir muchas dificultades en el desarrollo intelectual de esos niños. Sin embargo, es en esta etapa donde se va haciendo la costumbre, quizá por memoria o por imitación de “hilar” signos para producir algunas palabras, de escoger los signos más convenientes para lograrlo y preguntar asiduamente por la conveniencia de usar cada uno de esos signos. Todos estos son una especie de esbozo de los actos propios de esa virtud. Conocer, deliberar, pedir consejo y actuar. Comenta Concepción Naval sobre este aspecto lo siguiente: “El ejercicio educativo se supone que obra directamente sobre el ethos, predisponiéndole en uno u otro sentido. El resultado del ejercicio es el hábito. El hábito pues, implica el ejercicio y éste actúa sobre el impulso”35 Las diferentes actividades propias de esta etapa de educación deben ir dirigidas a la acentuación de esos pequeños actos “prudentes”, de manera que se puedan ir adquiriendo con naturalidad y secuencialidad y así ir cultivando poco a poco esas disposiciones necesarias para lograr el hábito posterior. Propiciar o estimular las preguntas, producir situaciones que “hagan saltar” esas preguntas de parte de los alumnos con experimentos, situaciones paradójicas y juegos son actividades específicas y convenientes en esta etapa para ir dando lugar a esa serie de actos. 2DA ETAPA DE EB (9-10,11-12-13 AÑOS) La segunda etapa de la Educación Básica está revestida por una cantidad de características evolutivas en los alumnos, que hacen psicológica y afectivamente propicia el cultivo de esos actos. En esta etapa, los alumnos admiran mucho a sus maestros, estos son modelo de actuación en muchos aspectos para esos alumnos. Por otra parte, es la edad de la infancia en la cual se posee mayor ilusión por aprender, por los deportes y actividades escolares. Es precisamente en esta etapa donde se producen los mayores sentimientos de amistad e identidad, se fortalecen los grupos de amigos y de equipos deportivos, la identificación con los centros de enseñanza es fuerte y profunda. Comienzan las excursiones y paseos escolares, dirigidos por los maestros y también se inician las diferentes competencias deportivas donde se participa representando a la institución donde se estudia o participa. Todo esto requiere de esos niños la aceptación de unas reglas de actuación en el equipo deportivo, la asistencia a unos entrenamientos o prácticas que darán las condiciones para el ejercicio adecuado de ese deporte, o en el conocimiento de experiencias para las excursiones y paseos que producirán la acción prudente en ellas. En todas esas actividades, lo común y constante es la elección de los “medios más adecuados”. En todos estos casos, por parte del entrenador o profesor de educación física, o por parte del maestro que hará de guía de las excursiones, se van dando un comienzo de deliberar y también de elegir esas diversas técnicas. Todo ello requiere consejo por parte de esos educadores, de estímulo para la acción y de acumulación de experiencias, que en esa etapa son inolvidables para esos alumnos. 35 Educación, Retórica y Poética. p 101 19 La enseñanza de las ciencias y de la Historia, la participación en actos culturales, que se apoyan en las tradiciones y costumbres de la institución educativa o del medio cultural o religioso, todas esa actividades van formando una serie de actitudes y al final de hábitos que apoyan las disposiciones para la prudencia. Siempre se consultará sobre las formas mejores de hacerlo, de conocer y de actuar. Se medirán las actuaciones con otras actuaciones y se harán referencias “para hacerlo de esa manera”. Lo que marca la diferencia entre cultivar la prudencia o no cultivarla, es la conciencia del docente sobre la relación entre esa serie de actividades y la finalidad que subyace en el fondo de cada una de ellas. Que los alumnos participen en diferentes competencias deportivas o culturales, requiere, para que esas actividades resulten educativas, un grado de madurez en el docente, con frecuencia difícil de lograr. Sobre todo cuando éstas tienen como estímulo la competencia con otras instituciones o, incluso se realizan entre distintos salones en el mismo centro educativo, o con otros grupos de alumnos. La pasión por ganar, con frecuencia, oscurece las finalidades educativas que son las verdaderamente importantes y permanentes, y así se logran con ese oscurecimiento o desdibujamiento de los fines, lamentables aprendizajes que son totalmente deformantes, como es el pragmatismo en la acción deportiva, que se materializa en la fórmula “ganar a como de lugar”, y esto lleva a situaciones que no son éticas y por lo tanto lo que se enseña es la imprudencia, precisamente porque se actúa con una forma torcida de pensar, y evidentemente no se logra la recta ratio. Persiste un problema, —comprobados por la experiencia de varios años dirigiendo centros educativos—, que radica en la formación de los docentes el cual, se puede especificar en la dificultad —muchas veces intelectual y casi siempre en la práctica—, para la distinción clara entre los bienes reales y los aparentes para la acción de enseñanza, y allí entramos en el campo de la virtud moral, la cual debe existir antes que nada en el docente para poder transmitirla. Comenta Mortimer Adler sobre este tema lo siguiente: “El justo propósito y el hábito de elegir apropiadamente constituye lo que los antiguos denominaban virtud moral. Este es uno de los factores indispensables en la búsqueda de la felicidad. El otro es la buena fortuna de ser hombre”36 3RA. ETAPA DE EB (13-14,15,16-17 AÑOS ) La etapa que cubre los estadios psicológicos evolutivos de la prepubertad, pubertad y adolescencia son especialmente difíciles para el cultivo de estas disposiciones, son épocas que se denominan con frecuencia y razón la “etapa de las imprudencias”. Comenta M. Debesse: “Hemos visto que el espíritu de contradicción es uno de los signos más evidentes que anuncian la rebeldía juvenil. En la esfera de las opiniones negar lo que se oye decir, o tomar actitud opuesta son moneda corriente”37. La técnica docente entendida propiamente como maestría de pedagogo, unida a la experiencia de vida, son vitales en esta etapa. Un docente que no conozca las diversas manifestaciones de esta época del desarrollo del hombre, es un obstáculo para la 36 37 Seis Grandes Ideas. p.107 La Crisis de la Originalidad Juvenil .p. 90 20 formación y cultivo de buenas disposiciones. Volvemos a insistir en la paciencia como condición necesaria para la competencia de los docentes de esta etapa. Las intervenciones en clase con frecuencia destempladas e impertinentes, el rechazo de las normas disciplinarias y la necesidad imperiosa por parte de esos jóvenes de recibir razones para cumplir lo que deben, son factores a tomar en cuenta y constituyen parte de la experiencia del profesor siendo esos conocimientos completamente indispensables en el ejercicio diario de la enseñanza, en un centro que tenga alumnos de ésta etapa. Si los alumnos han tenido un soporte para los actos propios prudentes en las etapas anteriores, la consecución de disposiciones hacia la prudencia, vienen con relativa facilidad, pero requieren esa maestría del docente. Lo que revela la inconformidad del joven no es otra cosa sino inseguridad ante lo experimentado anteriormente y por tanto, el plantearles las cosas y situaciones con serenidad y suficientes razones afianza la convicción de ellos en esos actos propios de prudencia. Para ello se requiere la conciencia del docente en que esta etapa es diferente de las anteriores y por lo tanto requiere medios diferentes, aunque las finalidades educativas se mantengan firmes. Afirma Eduardo Spranguer : “El principio fundamental de toda psicología debería ser que la realidad no es constante para las vivencias, sino que cambia con la organización psíquica del ser, e incluso con el grado de su desarrollo. Debemos pues, empezar afirmando que el niño vive en otro mundo que nosotros los adultos”38 La participación de esos jóvenes en equipos deportivos, asociaciones culturales y científicas que se promueven en el centro educativo, reviste una gran importancia educativa para las disposiciones propias de la prudencia. entre otros factores que mueven estas actividades, están la mayor autonomía de funcionamiento que tienen los grupos dentro de ellas. Ya la función del profesor, guía o entrenador deportivo no es tan directiva. Ellos conforman sus reglas propias de actuación, sus acuerdos para la división de los trabajos que conllevan esas asociaciones y el consenso que requieren para ello. Todo esto se debe apoyar en acciones y formación intelectual de etapas anteriores. Pero ya es una acción prudente si ellos particularmente se adaptan al conocimiento de variadas situaciones, pueden deliberar y elegir con autonomía y si están bien habituados, entonces pedirán consejo oportuno a quien debe recibir ese encargo, que suele ser un profesor del mismo centro educativo o también, y pasa con alguna frecuencia, alguno de los padres de ese grupo de amigos que tiene una especial afinidad con ellos. Un aspecto de especial importancia en estos años constituye el hecho de que los alumnos están obligados a elegir entre las diversas posibilidades de un bachillerato diversificado. Los orientadores del centro educativo, deben estar pendientes de que la elección debe estar fundamentada en lo racional más que en gustos superficiales, y cuidar de advertir, lo que sería muy dañino, basar la elección en huir de las “ciencias duras”. Esta responsabilidad es grande, pues mucho de una buena elección para la carrera universitaria está en este punto del camino. La actividad de orientación que puede desarrollar el centro educativo tiene mucho interés, pero a fin de cuentas es la propia decisión del alumno la que predomina y para 38 Psicología de la Edad Juvenil. p. 43 21 ello debe tener unas capacidades para esa acción ya formadas anteriormente. Comenta acertadamente Aristóteles lo siguiente: “Así pues, es necesario que ejercitemos nuestras actividades de una manera determinada, pues las diferencias de conductas dan lugar a hábitos distintos. La manera en que uno ha sido educado desde la niñez tiene, en estas condiciones no poca importancia. Más aún, esta importancia es suma, es realmente esencial39”. Poner a los alumnos en posibilidades de errar en la elección, por falta de consejo o de ponderación, es una de las responsabilidades que recaen sobre los profesores y orientadores de esos centros de enseñanza. 2.4 CONSECUENCIAS DEL CULTIVO DE ÉSTA DISPOSICIÓN. RELACIÓN CON LA TEMPLANZA La Templanza, temperancia o sophrosyne de los antiguos es una de las disposiciones quizás más olvidadas,—casi diría despreciada— en nuestra época. Los puntos que mueven al hombre están especialmente construidos sobre la consecución del placer, del bienestar personal y ello implica muchas acciones imprudentes. Comenta Joseph Pieper sobre estos términos las siguientes consideraciones, que nos pueden ser muy aclaradoras: “La significación literal del correspondiente vocablo griego sophrosyne, lo mismo que del latino temperantia, es mucho más amplia. Esa significación original del vocablo griego abarca todo lo que es «discreción ordenadora»; y el vocablo latino no anda lejos de esa significación general”40 Su relación con la Prudencia en los tiempos actuales es casi de tipo negativo. Bastantes de los sufrimientos remediables de nuestra época tienen su raíz en una gran falta de templanza. Así, se toman decisiones no en base a las posibilidades y capacidades reales de la persona, sino en base a la probabilidad de disfrute de lo que se puede lograr posteriormente. Por este camino, con frecuencia se lesionan los principios éticos de la persona y de la comunidad, pues lo importante, para esas mentes deformadas, no está en hacer bien las cosas sino en lograrlas para el disfrute. La relación entre ambas disposiciones es bastante clara, en un primer examen racional. Un hombre prudente, con frecuencia escoge la acción ardua, no la placentera. Aquella, ordinariamente, es la más conveniente en tanto que ésta es la más agradable, pero no necesariamente la mejor. Poder hacer esa elección requiere una educación de las pasiones y una claridad del entendimiento que no es innata, requiere un esfuerzo de los diferentes educadores y un compromiso de la persona en escoger el bien real, y no dejarse engañar por el aparente. Asegura Aristóteles lo siguiente: “Es necesario en todo guardarse, de manera particular, de lo agradable y del placer. Porque en ello no decidimos con absoluta imparcialidad”41. Sin embargo, el placer es algo que está presente en muchas actividades naturales del hombre, constituyen la finalidad, lo que mueve la acción con frecuencia. Y esto está apoyado por la debilidad en la naturaleza inicial (podríamos decir sin educar) del hombre, la cual tiende al desorden, siendo la educación un esfuerzo por “ordenar”, la acción 39 Etica a Nicómaco.II, 1 ,1103b. Las Virtudes Fundamentales. pp. 221-222 41 Etica a Nicómaco. II, 9, 1109b 40 22 integral y no reducida a uno de sus aspectos. Por esto es de una gran importancia la serenidad que ha formado la prudencia para no dejarse engañar por esos bienes que podríamos denominar como aparentes. Sobre esto comenta Concepción Naval lo siguiente: “Si para practicar la virtud y alcanzar el bien, nos fuera suficiente conocerlo y comprenderlo, toda la educación podría reducirse a la enseñanza. Pero esto último es contradictorio por los hechos más evidentes. El hombre puede saber en qué consiste la virtud y el bien y obrar en contra”42. Sería la Templanza un término medio entre ese placer y el desplacer, o la tristeza, producto de una acción. Lo que permite elegir ese término medio sería la elección ponderada. En este punto es de capital importancia la competencia del docente para estimular el estudio, o que sus alumnos hagan una tarea, y no caer en una simple manipulación malformadora del carácter, por utilizar finalidades estrictamente placenteras, como son dulces “al que termine antes”, o dejar de tener clase (saliendo antes al receso), o puntos de más en la calificación sin otro sostén que haber hecho algo antes y no bien hecho. Igualmente importante para la formación de esos alumnos sería la de una correcta aplicación de los distintos reglamentos, y rigurosidad en cumplimiento de las fechas de entrega de trabajos o de presentación de exámenes o asignaciones. Se busca ejercitar la templanza a través del correcto uso del tiempo, por ejemplo, en el uso constante y adecuado de una agenda, lo que surge como uno de los factores importantes en la madurez de las personas, en relación a su responsabilidad en los compromisos, o en el uso adecuado de los medios materiales o tecnológicos para cumplir tareas o asignaciones. Comenta R.S. Peters lo siguiente: “Resultaría muy difícil la conducción de nuestras vidas sociales si no pudiéramos contar con un buen acervo de hábitos tales como la puntualidad, la cortesía, la honestidad, etc, de las otras personas”43 Una educación que careciera de la consideración de la templanza no sería realmente educación, no formaría realmente y se quedaría en el estrato de la mera instrucción, o en una mera enseñanza de aspectos teóricos, lo cual no educa verdaderamente. Quizá lo que podría lograr es una profundización en un sistema consumista y hedonista como es en el que vivimos actualmente. RELACIÓN CON LA FORTALEZA Parecería de entrada que la relación con la fortaleza tiene mucho que ver con la templanza. De alguna manera es así. Sin embargo, la relación de buscar los «bienes arduos» requeridos por la fortaleza, suponen unos actos prudentes más que templados. El criterio de búsqueda de esos bienes arduos, los da la prudencia. Fortaleza sin prudencia podría constituir temeridad en la acción y por lo tanto sería un vicio y no una buena disposición. La Fortaleza, es una disposición del espíritu mediante la cual emprendemos acciones que requieren una especial fuerza, una específica energía. El aval de esta fuerza para la acción, la proporciona la convicción racional de la verdad de lo que se quiere lograr, y un movimiento volitivo práctico que lo reconoce como bueno. Si lo primero 42 43 Educación, Retórica y Poética.,p.91 Desarrollo Moral y Educación Moral. P,125 23 que se le pide a un hombre que actúa es que sepa lo que está haciendo, la fortaleza requiere un paso previo como es la recta razón. Es decir, el que afronta lo que es preciso afrontar y huye de lo que debe huir, es alguien que posee la virtud de la fortaleza, o por lo menos actúa para lograrla. Pensar de manera recta es un proceso que es susceptible de ser enseñable, como hemos visto anteriormente. Y en éste punto vale la pena ahondar un poco. En el sentido educativo propiamente dicho de estas palabras, más que los contenidos de una asignatura o de una materia constituye, en orden de importancia, lo primero el método que se usará. Al método, podríamos definirlo como un conjunto de normas de trabajo docente y discente, de principios directivos que ya de por sí, enseñan y forman al alumno. Decimos que de por sí forman, pues esos principios para la acción en la enseñanza se han aceptado como válidos anteriormente. Este proceso de convención, requiere de los alumnos dos características, la primera es la docilidad a lo que se acuerde como principio válido metodológico y lo segundo es el compromiso con esa norma44. Los docentes participan de esto con su grado de compromiso a lo establecido como normativo en el camino de esa enseñanza. El profesor, por tanto, debe estar pendiente de que ninguna tarea, ni la transcripción de apuntes, ni las intervenciones en clase, pueden ser realizada si no van precedidas de las indicaciones que la definen y que determinan los medios de su realización. No es tiempo perdido el que se le dedica a las diversas instrucciones para el buen trabajo. Hago hincapié en este punto de la metodología, pues es quizá de los aspectos débiles que denotamos en el ejercicio de la docencia, por sentimentalismo más que por otra cosa. Si no se exige a los alumnos las formas, las fechas de entrega y los diversos requisitos que constituyen la acción docente, entonces se está dando precisamente lo contrario a la virtud de la fortaleza y en resumidas cuentas son acciones imprudentes, pues no forman, no educan a los alumnos en lo que tiene que hacer. BIBLIOGRAFÍA ADLER, Mortimer (1949) Cómo leer un libro Editorial Claridad. Buenos Aires, Argentina. AQUINO, Tomás (1968) Suma Teológica.BAC Maior. Madrid. 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P,135 24 Revista Venezolana de Filosofía. Junio 1987.Vol I BARROS, Nicolás (1995) Hermenéutica Filosófica, Herencia Cultural y Crítica de la Ideología. Revista Venezolana de Filosofía. Vol I. BRICEÑO IRAGORRY, Mario (1944). El Caballo de Ledezma. Ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela. 1974. BLOOM Alan.(1991) “Gigantes y Enanos”. Gedisa. Buenos Aires. CAPPELETTI, Angel (1992) Positivismo y evolucionismo en Venezuela. Editorial Monteávila. Caracas CARDONA, Carlos (1990) Etica del Quehacer Educativo. EDITORIAL RIALP. MADRID CARR, William (1996) Una Teoría para la Educación. Ediciones MORATA. Madrid COPRE. Volúmen 1. (1988) Estudios para la Reforma del Estado en Venezuela. COMENIUS, Jan (1632.) (Edic. 1986) Didáctica Magna. Editorial AKAL. Madrid CUERVOS, Luis Santiago (1985) La Hermenéutica Metódica Revista del Instituto de Filosofía de Valladolid. DAHL, Robert. (1991) La Democracia y sus Críticos. Editorial Paidos. Madrid. DAHL, Robert. (1999) La Democracia. 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