DISTRIBUCION DE x - Laboratorio de Estudios Fónicos
Transcripción
DISTRIBUCION DE x - Laboratorio de Estudios Fónicos
DISTRIBUCIÓN DIALECTAL Y SOCIOLINGÜÍSTICA DE /x/ EN DATOS DEL ATLAS LINGÜÍSTICO DE MÉXICO Pedro Martín Butragueño EL COLEGIO DE MÉXICO La posibilidad de llevar a cabo una fonología variable del español de México descansa por lo menos en tres supuestos básicos. Por un lado, tal tipo de fonología toma como unidad de trabajo a la comunidad de habla —no al individuo— y articula relaciones relativamente abstractas entre restricciones fónicas y condiciones sociales, de modo tal que en su versión más abstracta expone (esboza, al día de hoy) los principios básicos de una teoría de la variación y el cambio fónico. En el terreno puramente fonológico parte de la generalización estocástica (Guy 2007, p. 7), la cual establece que los principios válidos en fonología categórica tienen que ser también válidos en el terreno variable, de forma que no hay una línea divisoria entre la fonología categórica y la fonología probabilística. En la dimensión sociolingüística, acepta la idea de que la variación lingüística indiza significados sociales de diferente rango (Eckert 2008). INTERÉS DE LA VARIABLE: EL PROBLEMA DIALECTOMÉTRICO La variación de /x/ es, precisamente, una pieza de gran interés a la hora de intentar construir una fonología variable fundamentada específicamente en los datos del español hablado en México. En ese sentido, se presentan al análisis dos problemas no fáciles de resolver en primera instancia. En primer término, cómo cuantificar datos en principio cualitativos tan variados y detallados, tanto en su dimensión fónica, como en sus dimensiones espacial y sociolingüística, como los que aparecen en el Atlas Lingüístico de México (Lope Blanch 1990-2000). Y, en segundo término, cómo construir enunciados cualitativos explícitos y relativamente simples, después de llevar a cabo una cuantificación exhaustiva de los materiales considerados. La manipulación de los datos 2 múltiples expuestos en las cartas del Atlas ha sido, de hecho, una tarea de gran dificultad1. El propósito de esta colaboración es analizar los datos presentes acerca de la consonante dorsal fricativa sorda, entendida como variable, /x/, en varios mapas del Atlas Lingüístico de México, de modo que se discute no sólo la distribución geolectal de las variantes, sino también su proyección social, en especial allí donde se documentan soluciones diferentes según los informantes considerados. Aunque la dimensión sociolingüística del Atlas fue considerada en su momento una de las principales novedades de su concepción, al incluir en cada punto explorado varios informantes, dotados de diferentes características sociales, esta dimensión hasta ahora prácticamente no ha sido explorada. Dado que no todas las características relevantes de cada individuo aparecen en los mapas publicados, ha sido necesario acudir a los cuestionarios (así como a las grabaciones) para formar una base de datos más completa de la cual es posible ahora extraer la información necesaria (Gil 2010). La consideración de datos geolingüísticos y sociolingüísticos no sólo enriquece las descripciones lingüísticas al proporcionar un mayor detalle en la distribución de las variantes. La posibilidad crucial de considerar los procesos de transmisión y de difusión lingüística en territorios extensos (Labov 2007), y en consecuencia de entender algunos de los aspectos más interesantes relativos a los procesos de cambio lingüístico, pasa por establecer relaciones entre los datos geo- y sociolingüísticos, que permitan entender la expansión de fenómenos en los puntos poblacionales específicos, al tiempo que su difusión a través de la red de puntos. Los datos del Atlas Lingüístico de México se prestan en parte a ese propósito, pero para llevarlo a cabo es necesario diseñar determinadas estrategias dialectométricas que arrojen cierta luz sobre muchas distribuciones no evidentes a primera vista, al hilo de la problemática presente en la que se podría llamar dialectología de nuevos mundos2. 1 Recuérdense, en ese sentido, los comentarios de Alvar (1991) acerca de la copiosa información contenida en los mapas del Atlas mexicano. 2 Puede verse una discusión más amplia de este problema en Martín Butragueño (en prensa), a propósito de tres variables fónicas examinadas en datos del Atlas. 3 En este trabajo se analiza la información presente en 10 mapas del Atlas, procedentes de los datos obtenidos al aplicar el Cuestionario (Lope Blanch 1970); cada mapa contiene materiales obtenidos en 193 puntos de encuesta, en los que quedan registrados 599 informantes —descontando las respuestas faltantes en algunos casos, se dispone de un total de 5929 datos. Se repasan los antecedentes acerca del estudio de /x/ en datos mexicanos, la metodología empleada ahora, los resultados generales, los datos geolingüísticos generales en un modelo de diez rangos, el modelo sociolingüístico de esos mismos datos, un modelo geolingüístico de tres zonas y el modelo sociolingüístico de la llamada zona fronteriza. ANTECEDENTES Se han formulado diferentes observaciones que señalan el carácter fónico y la distribución general de la /x/ mexicana. Lope Blanch, por ejemplo, señala que si bien la velar fricativa sorda /x/ mexicana es menos tensa que la española, no por ello deja de ser verdaderamente fricativa, y sólo en las tierras bajas de Yucatán a Veracruz y de Chiapas a Guerrero llega a convertirse en una aspirada muy abierta [h] como realización normal, cosa que también sucede, aunque en menor medida, en todas las costas del noroeste mexicano y de la Baja California, en casos como /léhos/, /méhiko/, /lihéro/ (1996, p. 87). En algunos trabajos anteriores, Lope Blanch había caracterizado con más precisión tanto el tipo de alofonía que se presenta como la distribución geográfica predominante de las principales variantes. Así, en un trabajo publicado en 1989, presenta el mapa que aparece en la figura 1. 4 Figura 1. Mapa de distribución de las variantes de /x/ según Lope Blanch (1989, mapa 4, p. 157) Lope reduce la variación presente en los datos de /x/ a tres variantes —en solución coincidente, por cierto, con la propuesta de este trabajo, como se verá infra—: una fricativa velar (insistiendo siempre en la menor tensión respecto a la equivalente castellana), una semiaspirada y una plenamente aspirada3. La aspiración es claramente predominante en dos zonas: la península de Yucatán y el estado de Tabasco (zona 1 del mapa) y la costa de Chiapas (zona 4). Más hacia el norte por la costa del Golfo, la apertura extrema que caracterizaría la aspiración se va constriñendo, y el sureste de Veracruz mostraría cierto equilibrio entre las soluciones aspiradas y semiaspiradas, lo que da pie al trazado de una llamada zona 2. El centro y norte de esa misma región muestra la 3 Lope Blanch caracteriza en este trabajo esta aspiración como laríngea (1989, p. 148); las transcripciones del Atlas, publicado posteriormente, transcriben las variantes como faríngeas. En este trabajo, aunque se han respetado las transcripciones de la carta geográfica a la hora de generar las bases de datos, se opta por suponer que este tipo de variantes son, de hecho, laríngeas, mientras que se anotan las semiaspiradas de Lope como faríngeas (véase infra). En realidad, el asunto amerita un estudio detenido que no puede llevarse a cabo en este momento. Lo crucial, en todo caso, es que se trata de variantes claramente posteriorizadas. 5 desaparición de las formas más abiertas y su lugar es ocupado por velares ligeramente abiertas y por semiaspiradas; distribución semejante aparece en el área de Michoacán (ambas regiones constituirían la zona 3). La situación del sureste veracruzano sería muy semejante a la de la costa guerrerense, con articulaciones que mayormente son aspiradas o semiaspiradas; esta sección, sin embargo, se anota como una zona específica (zona 6). La mayor diversidad se presentaría en la costa de Oaxaca, de modo que “la libre concurrencia de todas las articulaciones registradas en México” (p. 148) parecería caracterizar la costa oaxaqueña y el interior de Chiapas (zona 5); otro tanto podría decirse de la costa del Pacífico, desde Colima a la frontera con Estados Unidos, incluida toda la península bajacaliforniana (zona 7). En el resto del país predominaría la fricativa velar normal, de tensión media (zona 8)4. Aunque a grandes rasgos esta distribución coincide con lo encontrado en este trabajo5, me parece que es posible hacer cierto número de precisiones y, en especial, enfocar el problema con una metodología geolingüística dotada de un poco más de precisión, de una manera un poco diferente, como se defenderá en las páginas siguientes. López Chávez (1986), por su parte, agrupa, a partir del análisis de más de 700 cintas grabadas en los 193 puntos del Atlas Lingüístico de México, las variantes de /x/ intervocálica en [x], velar fricativa sorda, y [h], variante aspirada. Estas últimas variantes aparecen en sus datos en un 29.60% de veces (p. 328)6. Además, existiría un reparto con 4 En otro trabajo publicado en 1993, aunque al parecer redactado en la misma época, Lope Blanch incluye un mapa (p. 136) sobre la distribución de /x/ muy semejante al reproducido en el cuerpo del texto de este capítulo. La única pequeña diferencia, a juzgar por los comentarios de las pp. 132-133, es que Coahuila y Michoacán, con proporciones significativas de soluciones semiabiertas, quedan al parecer más como una subzona de la región 8, el interior del país, que como áreas asociadas a la zona 3. Otro aspecto interesante de este trabajo de 1993 es que queda muy claro que el eje que se está considerando para ordenar los alófonos queda constituido alrededor de la idea de abertura, de modo que se habla de un sonido velar fricativo menos tenso que el castellano, un segundo alófono ligeramente abierto, un tercero ya caracterizado simplemente como abierto, un cuarto de carácter sumamente abierto, semiaspirado y un quinto ya simplemente aspirado, además de algunas realizaciones esporádicas, velares o semiabiertas, de carácter adelantado o palatalizado (p. 132). 5 No podía ser de otra manera, pues Lope Blanch está usando también datos del Atlas Lingüístico de México, aunque en el momento de su cartografiado y preparación para la publicación (1989, p. 143). 6 Esta cifra es algo inferior a la que surge en los datos documentados en este trabajo, pues el total de aspiraciones es de 35.7%, fruto de sumar los datos de faríngeas y laríngeas (véase la tabla 5, infra). Dejando aparte que el origen de los datos es diferente (grabaciones frente a análisis de mapas procedentes de la aplicación del cuestionario, puede que el recuento no se haya hecho de la misma manera. En los datos de ahora, hay 12.7% de aspiraciones laríngeas, pero en el 23% de faríngeas se han sumado las variantes velo-faríngeas y las faríngeo-velares del Atlas, quizá desagregadas en el trabajo de López Chávez; es decir, 6 respecto a las aspiraciones procedentes de /s/, que se darían en el noroeste de México, frente a la aspiración de /x/, abundante en las costas meridionales7. El libro de Moreno de Alba de 1994, por su parte, presenta los dos mapas que se reproducen aquí como figuras 2 y 3, además de una serie de comentarios sobre la distribución de /x/ (pp. 105-111). Moreno de Alba está de acuerdo con Canfield (1962) en que desde el s. XVI, el fonema /x/ comenzó a realizarse bien como velar fricativo sordo, bien como aspirado o semiaspirado. Pero, a diferencia de Canfield, subraya el hecho de que no todo México es velarizador; además la variante velar mexicana es “menos tensa y menos velar que la madrileña” (p. 105)8, lo que le otorgaría un carácter pospalatal fricativo poco tenso9. El otro alófono, por su parte, se caracteriza por ser una aspiración o semiaspiración laríngea10, variantes anotadas, respectivamente, como [h] y [xh]11. La figura 2, que reproduce el mapa 32 del libro de Moreno de Alba (p. 106), que a su vez se apoya en el mapa 47 del vol. I del Atlas, permite apreciar las localidades en que se produce debilitamiento de /x/, sea en forma de aspiración o de semiaspiración. Se si se suman las velo-faríngeas con las velares y las faríngeo-velares con las aspiraciones en general, puede que las cifras de “aspiración” global no fueran demasiado distantes o al menos variaran un poco. Por ejemplo, en el mapa de jirafa (369), de los 588 casos hubo 60 aspiraciones (10.20%), 17 de faríngeovelares (2.89%) y 101 de velo-faríngeas (17.18%). Si se cuentan juntas como “aspiraciones” o material más “abierto” o “relajado”, suman 30.27%, pero si sólo se suman las dos variantes más posteriores apenas llegan al 13.10%. Lo importante, en cualquier caso, es aclarar qué variantes se consideran y cómo se están teniendo en cuenta. 7 En apariencia, en los puntos donde /s/ se aspira más de un 7.50%, la aspiración promedio de la /s/ sería de 15.22%, y la de /x/, 25.68%; en contraste, allí donde la aspiración de /x/ supera el 45.00%, la de /s/ alcanza sólo un 7.91%, por un 59.16% de aspiraciones de /x/. Estos hechos parecen interpretarse, entonces, en términos de un cierto reparto funcional: habría 39 localidades con aspiración máxima de /x/, 11 puntos con aspiración máxima de /s/, y solamente cuatro puntos mixtos, lo que se interpreta como una clara regionalización de los fenómenos. 8 Observación en la que coincide con Lope Blanch. 9 Las transcripciones del Atlas, por otra parte, marcan por lo regular alófonos velares, y sólo ocasionalmente emplean signos que indiquen el adelantamiento de la articulación. Esto podría llevar a cuestionar un atributo generalizado referido al carácter pospalatal común de la articulación. Moreno de Alba, en todo caso señala “que viene a ser una consonante no propiamente velar sino palatal” (p.109), de articulación pospalatal, coincidiendo con Canfield (1962, p. 72), aunque no (habitualmente) prepalatal, como sugería también el propio Canfield (1988, p. 78). El propio Moreno menciona otros autores que en monografías dialectales se han referido al carácter laxo y adelantado de la /x/ mexicana. 10 Conviene subrayar el carácter laríngeo asignado a las aspiraciones; los signos fonéticos expuestos en el Atlas, por lo menos en los mapas examinados en este trabajo, son los propios para articulaciones faríngeas. Es probable que en este caso haya habido una cierta simplificación en la marcación de las cartas del Atlas Lingüístico, y que quepa plantearse el carácter laríngeo de buena parte de las soluciones aspiradas. Más abajo se propone una solución provisional para este problema. 11 De esta manera, Moreno de Alba opta por un modelo con sólo dos variantes para /x/, a diferencia de Lope Blanch y de este trabajo, que emplean tres variantes de la variable dependiente como punto de partida para la proyección geográfica. 7 distinguen aquí dos grados de frecuencia, al marcar con cuadros los puntos con frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, y con triángulos los debilitamientos documentados entre el 40 y el 50% de las ocasiones. Los puntos con frecuencias superiores a 50%, pertenecen a los estados de Quintana Roo (Chetumal y Felipe Carrillo Puerto), Yucatán (Valladolid, Tizimín, Mérida y Ticul), Campeche (Campeche, Champotón, Mamantel y Ciudad del Carmen), Tabasco (Emiliano Zapata, Frontera, Villahermosa y Huimanguillo), Chiapas (Tapachula, Escuintla, Pijijiapan y Tonalá), Veracruz (Minatitlán, San Juan Evangelista, San Andrés Tuxtla, Otatitlán, Veracruz, Papantla y Tuxpan), Oaxaca (Tapanatepec, Zanatepec, Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec), Guerrero (Ometepec, Cruz Grande, Tres Palos, Tecpan, La Unión y Ciudad Altamirano), Nayarit (Tuxpan y Acaponeta). Debe destacarse que en los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco, todos los puntos de encuesta tuvieron relajaciones […] superiores a 50%. En los demás estados (Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Nayarit), los puntos relajadores son, generalmente, lugares cercanos a las costas (1994, p. 107). 8 Figura 2. Relajamiento de /x/ en puntos específicos (Moreno de Alba 1994, p. 106) Por su parte, la figura 3 sombrea las áreas en las que la relajación es más importante. Moreno de Alba observa que el debilitamiento de /x/ es más frecuente en el sur, en especial en el sureste, que en el norte. Toda la península de Yucatán y Tabasco son relajadores, y amplias zonas de Veracruz, tanto al sur como al norte, tienen esta misma característica; el debilitamiento también es común en las costas chiapaneca, oaxaqueña y guerrerense, así como en el noroeste de Nayarit. Con respecto a la posible confluencia o coincidencia con las aspiraciones procedentes de /s/ (aspecto ya tocado en el trabajo de López Chávez 1986), las zonas debilitadoras de la sibilante suelen aspirar la /x/, mientras que lo contrario no sería cierto. La aspiración de la velar tendría mayor extensión incluso que la aspiración de /s/ implosiva; el hecho sería particularmente palpable en la península yucateca, donde el alófono más frecuente de /x/ es la aspirada [h], mientras que el debilitamiento de la sibilante es sólo esporádico. 9 Figura 3. Zonas de relajamiento frecuente de /x/ (Moreno de Alba 1994, p. 108) VARIANTES PRESENTES EN LOS DATOS. EL PROBLEMA DE LAS TRANSCRIPCIONES DEL ATLAS El nivel de detalle fonético presente en el Atlas es muy elevado, de modo que si se quiere discutir el orden subyacente a los datos es necesario reducir un tanto la alofonía del material. Por otra parte, existen ciertos problemas a la hora de interpretar las transcripciones del Atlas, establecidas por medio de un alfabeto fónico de corte tradicional derivado del propuesto originalmente en la Revista de Filología Española. Los signos del Atlas pertinentes para la discusión actual sobre variación de /x/ son los siguientes (aunque desde luego no todos aparecen documentados en los diez mapas considerados ahora); se presentan junto con una propuesta de adaptación al Alfabeto Fonético Internacional, que se muestra del lado derecho12: 12 Lo que supone reinterpretar algunos aspectos del material. Por ejemplo, la velar ligeramente abierta del Atlas, [x˔], se muestra aquí como [x̞], velar aproximante sorda, por considerar que una fricativa abierta es básicamente una aproximante. Otro tanto ocurre con las llamadas dorsopostalveolares fricativas sorda y sonora, representadas como [h̦] y [ɦ̦] y entendidas aquí como postalveolares aproximantes sorda y sonora y representadas en consecuencia como [ʃ]̞ y [ʒ̞]. 10 Tabla 1. Signos relacionados con la variación de /x/ en el Atlas Lingüístico de México (izquierda) y su posible adaptación al AFI (derecha) [h] faríngea fricativa sorda [ħ] faríngea fricativa sorda [ɦ] faríngea fricativa sonora [ʕ] faríngea fricativa sonora [h˫] laríngea fricativa sorda [h] glotal fricativa sorda [ɦ˫] laríngea fricativa sonora [ɦ] glotal fricativa sonora [h̦] dorsopostalveolar fricativa sorda postalveolar aproximante sorda [ɦ̦] [ʃ]̞ dorsopostalveolar fricativa sonora [h̃] nasalizada sorda [ʒ]̞ [ħ̃] postalveolar aproximante sonora faríngea fricativa sorda nasalizada [ɦ̃] nasalizada sonora [ʕ]̃ faríngea fricativa sonora nasalizada [ɸh] labiofaríngea [ɸħ] bilabio-faríngea fricativa sorda [h̬] parcialmente sonorizada [ħ̬] faríngea fricativa sonorizada [x] velar fricativa sorda (de escasa [x] velar fricativa sorda tensión) [x̂] africada [k͡x] velar africada sorda [x⊣] adelantada, pospalatal [x̟] velar adelantada fricativa sorda [x’] palatalizada (más adelantada que [x⊣]) [ç] palatal fricativa sorda [ẋ] uvular sorda [χ] uvular fricativa sorda [ ] uvular sonora [ʁ] uvular fricativa sonora [x˔] velar ligeramente abierta [x̞] velar aproximante sorda [xh] velofaríngea abierta [xħ] velo-faríngea fricativa sorda [hx] velofaríngea muy abierta [ħx] faríngeo-velar fricativa sorda [x̃] nasalizada [x̃] velar fricativa sorda nasalizada [x̬] sonorizada [x̬] velar fricativa sonorizada La tabla 2 muestra el conjunto de variantes en articulatorio. AFI ordenadas por MODO y LUGAR 11 Tabla 2. Repertorio de signos mencionados en el Atlas a propósito de /x/, reinterpretados en AFI, por MODO y LUGAR labial LUGAR postalveolar palatal velar velar uvular adelantado MODO velo- faríngeo- faríngeo velar faríngeo glotal [k͡x] africado [ɸħ] fricativo [ʃ]̞ [ç] [x̟] [ʒ]̞ [x][x̃] [χ] [x̬] [ʁ] [xħ] [ħx] [ħ] [ħ] [ħ̃] [h] [ħ̬][ʕ][ʕ]̃ [ɦ] [x̞] aproximante Desde luego, no todos los mapas y en realidad ni siquiera el conjunto de los diez mapas examinados han presentado todas estas variantes, y algunas de ellas han aparecido muy escasamente. Así, no se han documentado formas postalveolares o glotales, ni tampoco han aparecido alófonos nasalizados. Algunos han aparecido muy escasamente, como ocurre con la variante uvular sorda [χ] —la sonora [ʁ] no se ha registrado. En algunos casos existía la expectativa de que iba a aparecer un número mayor de ejemplos, como con la velar adelantada [x̟]; por ejemplo, en el mapa de jirafa (369), que ofrece un contexto fónico que propiciaría la anteriorización de la velar, sólo se encontraron 10 registros entre 588 datos. De hecho, la consideración aislada de los mapas ofrece visiones más acotadas de la alofonía, como se muestra para ese mismo mapa de jirafa en la tabla 3. Tabla 3. Repertorio de signos mencionados en el mapa 369 (jirafa) del Atlas, reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional LUGAR labial postalveolar palatal velar velar adelantado MODO aproximante velo- faríngeo- faríngeo velar faríngeo [k͡x] africado fricativo uvular [ç] [x̟] [x] [xħ] [x̬] [x̬ħ] [x̞] [ħx] [ħ] [ħ] [ʕ] glotal 12 Como puede apreciarse, el número de variantes anotado es mucho menor con respecto a las posibilidades brindadas por la tabla anterior: sólo once variantes —sin contar algunos casos especiales, de elisión, [Ø], así como de [f], [g] y [k]. Sí se documenta algún ejemplo llamativo desde el punto de vista cualitativo, pues hay un ejemplo de palatal fricativa sorda [ç] y otro que ofrece una solución africada [k͡x], caso este último, por cierto, que aparece de cuando en cuando en los mapas examinados. El repertorio de alófonos presente en algunos otros mapas es más reducido, tal como ocurre con lejos (mapa 370). Tabla 4. Repertorio de signos mencionados en el mapa 370 (lejos) del Atlas, reinterpretados en el Alfabeto Fonético Internacional labial LUGAR postalveolar palatal velar velar adelantado MODO uvular velo- faríngeo- faríngeo velar faríngeo africado fricativo [x] aproximante [x̞] [xħ] [ħx] [ħ] [ħ] [ħ̞] Se documentan en este mapa sólo siete variantes, aunque llama la atención la presencia de dos alófonos interpretados como aproximantes, uno velar, [x̞], y el otro faríngeo, [ħ̞]. Una cuestión interesante es establecer el punto articulatorio preciso de cada alófono, según una escala de LUGAR convencional, cercana al tipo de exposiciones presentes en el Alfabeto Fonético Internacional, en vez de las propias de un sistema más tradicional de transcripción y sobre todo de descripción que tiende a presentar los alófonos de /x/ sobre un eje de apertura. Parece existir una relativa contradicción o cuando menos inexactitud notacional en cuanto a la asignación del LUGAR, por otra parte, pues mientras los diferentes analistas (entre ellos Lope Blanch, Moreno de Alba y García glotal 13 Fajardo13) hablan de aspiraciones laríngeas al referirse a unos de los alófonos más recurrentes de /x/, las trancripciones del Atlas emplean el signo esperado para los alófonos faríngeos. He escuchado directamente, por otra parte, algunas de las grabaciones efectuadas en localidades en las que se documenta la variante en cuestión y mi impresión preliminar es que, en efecto, se trata de aspiraciones laríngeas, más que de aspiraciones faríngeas. Así las cosas, es probable que haya que reordenar los tablas de arriba entendiendo que los alófonos transcritos como faríngeos son en realidad laríngeos o glotales; es más, es posible que las formas intermedias, inicialmente consideradas aquí como velofaríngeas o faríngeo-velares, puedan simplemente recibir la etiqueta de faríngeas. Ciertamente, lo importante es señalar la existencia de al menos tres grandes sectores con respecto a un eje de LUGAR establecido a lo largo de una línea antero-posterior, situando en un extremo un punto en torno a las soluciones velares y en el otro los alófonos de corte probablemente laríngeo, y entre medias las soluciones denominadas tradicionalmente semiaspiradas y que aquí podrían describirse grosso modo como faríngeas. A la vista entonces de estas consideraciones y de la forma en que se manifiesta la variación, se decidió reagrupar los datos en tres grandes variantes: a) las formas VELARES, que incluyen los casos de velares propiamente dichas más los casos de material adelantado y los ejemplos muy esporádicos de soluciones palatales y uvulares; b) las formas intermedias en cuanto a su LUGAR de articulación, a las que provisionalmente y a los efectos de este trabajo se va a llamar FARÍNGEAS; c) por fin, los alófonos de corte más posterior en cuanto a su LUGAR articulatorio, las variantes LARÍNGEAS. Quedan fuera de esta clasificación algunos otros (pocos) casos especiales, explicables a veces por motivos fónicos —debilitamiento extremo— o fonoléxicos. La dimensión para estimar la 13 A propósito del habla de Valladolid, García Fajardo menciona diferentes realizaciones: “velar fricativa sorda” y “aspiración laríngea” (1984, p. 65); esta aspiración laríngea, sorda, aparecía “en el 81% de los informantes de nivel bajo, en el 50% de nivel medio y en el 67% de nivel alto” (p. 110). Williamson, a propósito del habla tabasqueña, señala que la variante más frecuente es “aspiración laríngea sonora”, seguida por la “fricativa velar relajada” (1986, p. 101). Resulta interesante que Henríquez Ureña se refiera a la /x/ tabasqueña como “aspiración laríngea” (1938, p. 354), mientras que al caracterizar las costas meridionales señale la reducción a “aspiración faríngea” (p. 339); cf. Moreno de Alba (1994). Como se comenta infra, el problema del estalecimiento del LUGAR exacto de una variante se beneficiaría del empleo de instrumentos, sean electropalatográficos o acústicos. 14 variación presente en los datos es, en definitiva, la ubicación más anterior o más posterior con respecto al lugar articulatorio. Frente a otras posibles aproximaciones, en que el material se apreciara sólo con respecto a dos polos, por ejemplo, material laríngeo frente a material no laríngeo, la expectativa era que trabajar con tres variantes permitiera establecer una serie más matizada de observaciones geolectales y sociolingüísticas. A posteriori, después de obtener los resultados que se presentan infra, parece poder decirse que la decisión fue conveniente. Queda en todo caso pendiente una discusión fonética, articulatoria y acústica, de las variantes de /x/. No es seguro que las grabaciones presentes en el Atlas permitan llevar a cabo un análisis exhaustivo de los materiales, dada la presencia relativamente frecuente de diferentes distorsiones y ruidos ambientales en la fuente misma, aunque desde luego merecerá la pena realizar el esfuerzo y ver hasta dónde es posible llegar. Las figuras 4 y 5 son precisamente dos ejemplos de realizaciones percibidas como de aspiración laríngea. Frequency (Hz) 5000 500 1.534 0 Time (s) y ya comienza a venir gente Figura 4. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de Y ya comienza a venir gente (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967) 15 Frequency (Hz) 5000 500 0 0.8785 Time (s) la gen te de... Figura 5. Ejemplo de realización aspirada; espectrograma y curva de intensidad de La gente de... (Álvaro R., Valladolid, 50 años en 1967) El análisis acústico del problema, sea a través de los materiales grabados en el contexto del Atlas o de otros materiales que pudieran recogerse14, pasa por la consideración de ciertos parámetros. Marrero (1990) define la aspiración como “una fricación articulable en la laringe, en la faringe o en el velo del paladar, y cuyos índices acústicos van, desde una estructura pseudoformántica bastante estable, hasta unas simples turbulencias en la zona central del espectrograma” (p. 391)15, y define tres tipos de aspiradas (pp. 391-394): 14 Estoy pensando aquí en los objetivos propuestos como parte del proyecto de levantamiento de un Corpus oral del español de México. 15 El trabajo de Marrero analiza datos procedentes del habla canaria, en concreto 626 espectrogramas tomados de grabaciones con cuatro tinerfeños de entre 20 y 30 años, dos hombres y dos mujeres, de un nivelsociocultural caracterizado como medio-alto. Analiza, de hecho, tanto la aspiración procedente de /s/ implosiva (en final absoluto, final de palabra ante vocal e interior ante consonante) como la correspondiente a la /x/ castellana (intervocálica y precedida de consonante implosiva), en tres estilos diferentes: lectura de 16 a) Aspiración laríngea. Desde el punto de vista articulatorio, su LUGAR es la glotis intercartilaginosa; en cuanto a su configuración acústica presenta estructura armónica, con pseudoformantes distribuidos a frecuencias semejantes a las de la vocal silábica. Este tipo de aspiración presenta tendencia a la sonorización, pues “resulta muy fácil que a las vibraciones glotales intercartilaginosas se unan vibraciones en la parte interligamentosa” (p. 391)16. Es la solución más intensa, dado que su estructura acústica, “con concentraciones de energía armónicas eleva la envolvente de intensidad” (id.) y, en consecuencia, es la más breve. Es el alófono mayoritario, en sus datos, para la aspiración de /s/ implosiva, especialmente si es final; cuando se trata de las soluciones correspondientes a /x/, sin embargo, las soluciones faríngeas son las más frecuentes. La laríngea procedente de /s/ es favorecida por las dentales y labiales siguientes; la derivada de /x/, a su vez, aparece especialmente en conversación libre y en interior de grupo fónico. b) Aspiración faríngea. En cuanto al MODO y al LUGAR, la articulación se produce al ejercer una constricción que resulta del acercamiento del postdorso de la lengua a la pared de la faringe. Desde el punto de vista acústico, el sonido es menos armónico, casi turbulento, aunque el inicio de la fricación se empareja con el F2 de la vocal silábica. Aunque los alófonos faríngeos de /s/ tienden a ser sonoros, los asociados a /x/ son sordos en más del 60% de los casos. La duración de la faríngea suele ser mayor que la de la laríngea, pero inferior a la de la velar; también es forma intermedia respecto a la intensidad, pues la laríngea es la más intensa de las tres y la velar la menos intensa. Su presencia es minoritaria en los datos canarios de Marrero para /s/ implosiva, pero es la realización predominante para /x/, en especial en inicio de grupo fónico y en la lectura de palabras (el estilo más formal de los empleados). palabras, lectura de texto y conversación libre. Se concede valor fonético a la aspiración asociada a /s/ y valor fonológico a la correspondiente a /x/ (pp. 345-346). 16 Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) señalan, a propósito de la descripción de Marrero, que el hecho de que los cartílagos aritenoides estén abiertos, y que la zona anterior de la glotis esté vibrando recuerda o coincide con la descripción de los sonidos murmurados (p. 116). 17 c) Aspiración velar. En cuanto al LUGAR, esta aspiración coincide con el de [x], articulándose “con la parte posterior de la lengua contra el paladar blando” (p. 393), con la diferencia de que el grado de constricción es mucho menor en la solución aspirada. Desde el punto de vista acústico, muestra “unas concentraciones inarmónicas de energía de frecuencia variable” (id.). Es la variante que tiende más a ser sorda; de hecho, como resolución de /x/ siempre es sorda. Muestra la menor intensidad de las tres, pero la mayor duración. En los datos manejados por Marrero es siempre minoritaria y suele estar condicionada contextualmente. Asociada a /s/ implosiva sólo se documenta ante [k, g, h] y más raramente en final absoluto tras vocal velar átona. Cuando corresponde a /x/, aparece especialmente en lectura de palabras, favorecida por la lentitud del tempo y el estilo cuidado, especialmente en final de grupo fónico. A la luz de estas observaciones, las pistas acústicas para delimitar el LUGAR articulatorio serían, la intensidad, la duración, el carácter fricativo o aproximante y, ya de manera más secundaria, la sonoridad o sordez de la solución. A propósito de la intensidad, por otra parte, Martínez Celdrán y Fernández Planas (2007) apuntan que “la laríngea que describe Marrero es más intensa sólo por el hecho de ser sonora, porque de ser sorda entonces la intensidad sería menor” (p. 117). Incluyen a este propósito una serie de tres espectrogramas de tres sonidos fricativos posteriores, velar, faríngeo y laríngeo (figura 2.78, p. 117 de su estudio), así como los espectros y la intensidad global de estas tres fricativas posteriores (figura 2.79, 117). Así, la fricativa [x] y la aspirada faríngea serían mucho más intensas que la aspirada laríngea sorda, muestra de lo cual sería el negror acumulado en los espectrogramas que presentan; en cuanto a las bandas horizontales también presentes en todas las variantes, no podrían compararse con los formantes de los sonidos armónicos. Asimismo, se comprueba la baja intensidad de la fricativa laríngea respecto de las otras dos; además, se diferencian también por la frecuencia en que aparece el primer pico 18 más prominente: a 1500 Hz el pico de [x]; a 2559 el pico de [ħ]; y a 3445 el de [h]. Las curvas de la intensidad global reflejan con sus altibajos la presencia de esas franjas horizontales que en [h] están más pronunciadas que en las demás (p. 118). Cabe anotar que la inmensa mayoría de los casos transcritos en el Atlas muestran alófonos sordos. Por ejemplo, entre las soluciones interpretadas en este trabajo como aspiradas laríngeas, en el mapa de jirafa sólo aparecen un par de casos de variantes sonoras, frente a 57 ejemplos de sonoras. Habría que esperar entonces, siguiendo los comentarios de Martínez Celdrán y Fernández Planas, una baja de la intensidad promedio adscrita a este tipo de materiales. Con todo, queda pendiente el estudio acústico de los materiales mexicanos. RESULTADOS GENERALES El resumen de los datos encontrados en diez mapas del Atlas se presenta en la tabla 5: Tabla 5. Distribución general de las variantes. N= 5929 variante velares F f 3774 0.637 faríngeas 1363 0.230 laríngeas 753 0.127 otras 39 0.007 totales 5929 1.000 Como puede apreciarse, casi dos de cada tres casos de /x/ seleccionan el LUGAR velar. El tercio restante, por otra parte, ofrece cantidades nada despreciables de soluciones faríngeas (alrededor de uno de cada cuatro casos) y laríngeas (más o menos uno de cada ocho ejemplos). 19 Es necesario reseñar también 39 documentaciones heterogéneas, entre las que se cuentan 17 casos de [f] —concentrados 16 de ellos en el mapa de juego y uno sólo en el de jirafa—, 11 de [g] en el mapa de jirafa, 1 de [k] (también en la carta de jirafa), 3 casos de elisión y 7 más de soluciones léxicas alejadas del contexto fónico buscado en el mapa correspondiente. Se trata, en definitiva, de variantes en parte enraizadas en la dimensión léxica o fonoléxica, en la mayor parte de los casos, y de algunos ejemplos más de naturaleza más fónica —por ejemplo, el debilitamiento asociado a las elisiones— pero que, en definitiva, tienen un papel marginal para la discusión actual. La dispersión de variantes por mapas queda anotada en la tabla 6. Tabla 6. Dispersión de variantes según mapas del Atlas. N= 5929 mapa palabra velares faríngeas laríngeas otras totales F f F f F f F f F f 363 jabón 413 0.692 120 0.201 64 0.107 0 0.000 597 0.101 364 joroba 400 0.681 124 0.211 63 0.107 0 0.000 587 0.099 367 juego 377 0.633 155 0.260 48 0.081 16 0.027 596 0.101 368 gente 383 0.642 139 0.233 75 0.126 0 0.000 597 0.101 369 jirafa 395 0.672 118 0.201 60 0.102 15 0.026 588 0.099 370 lejos 354 0.593 150 0.251 93 0.156 0 0.000 597 0.101 371 una hoja 336 0.564 168 0.282 92 0.154 0 0.000 596 0.101 372 tejer 354 0.592 144 0.241 100 0.167 0 0.000 598 0.101 373 México 300 0.502 170 0.284 128 0.214 0 0.000 598 0.101 374 San Juan 462 0.803 75 0.130 30 0.052 8 0.014 575 0.097 Con algunas excepciones, las diferencias no son muy marcadas entre los mapas, a la hora de considerar las diferentes familias de variantes. La correlación (r de Pearson) es alta y negativa entre las soluciones velares y las demás, tanto al comparar las velares con las faríngeas (-0.941) como al comparar las velares con las laríngeas (-0.918). Es decir, 20 donde más abundan las velares, menos abundan tanto las faríngeas como las laríngeas, y viceversa. Por otro lado, la correlación entre faríngeas y laríngeas es positiva y relativamente elevada (0.773), lo que puede interpretarse como que en los mapas donde tienden a aparecer faríngeas también tienden a aparecer formas laríngeas17. Las cantidades relativas revelan también algunos hechos interesantes. De hecho, siempre que /x/ se encuentra en posición inicial absoluta en la palabra que corresponde al mapa (jabón, joroba, juego, gente, jirafa) las proporciones de velar superan la frecuencia relativa de 0.600 y, en correspondencia, los mapas que documentan el sonido en posición intervocálica (lejos, una hoja, tejer, México) exhiben las proporciones más bajas de soluciones velares. Estos mismos mapas, por supuesto, muestran la mayor proporción en cuanto a la suma total de faríngeas y laríngeas, pero la distribución de estas últimas es desigual según los casos, pues no sólo los ejemplos intervocálicos muestran abundancia de faríngeas, sino también algunos con el segmento en posición inicial, como es el caso de juego (mapa 367). El mapa de México (373) es el que presenta la cota mayor tanto de variantes faríngeas (0.284) como de laríngeas (0.214). En contraste, el único mapa de los considerados que ofrece, en principio18, un contexto preconsonántico, el de San Juan (mapa 374), es, con mucho, el que ofrece una mayor proporción de soluciones velares y las cotas más bajas tanto de faríngeas como de laríngeas. Estas tendencias presentes en las frecuencias se confirman infra en el momento de analizar las probabilidades propias del modelo estadístico (cf. las tablas 8, 9 y 10). CORRELACIÓN GEOGRÁFICA En primer término, se trata de ofrecer una perspectiva geográfica y dialectométrica detallada que permita establecer una imagen precisa de la distribución de las tres variantes distinguidas en todos y cada uno de los 193 puntos encuestados en el Atlas 17 Este hecho, por cierto, abriría la posibilidad de considerar sólo dos variantes (velar frente a no velar); con todo, sigue pareciendo más preciso trabajar con tres variantes. 18 Se dice en principio porque en algunos casos aparecen soluciones esporádicas en otros mapas en que las respuestas incluyen material preconsonántico (tipo un juego o las gentes), de la misma manera que a veces aparecen soluciones intervocálicas inesperadas (la jirafa). Desde luego, en la base de datos estos casos se han marcado con los contextos reales propios de la respuesta específica, no con los que teóricamente debían haber recibido según el propósito del mapa. 21 Lingüístico de México. Para ello, a) se propone un índice de LUGAR que funciona como medida de resumen en cada punto, de modo que se pueda unificar en un único coeficiente los resultados obtenidos del examen de los diez mapas considerados, en los que además, como es bien sabido, se dispone de varias respuestas en cada punto, procedentes de diferentes informantes; b) se obtienen los resultados del índice de LUGAR punto por punto, y sobre la escala obtenida se llevan a cabo diez subdivisiones o rangos, que permite estratificar en diez cortes la información con respecto al resumen de la tendencia de lugar en cada punto; y c) se trazan los diez mapas correspondientes a cada uno de esos cortes según el resumen de LUGAR, lo cual permite observar con bastante detalle —me parece— la manera en que se distribuyen las soluciones expuestas para las variantes de /x/ a lo largo de la geografía mexicana. Estas proyecciones serán, a su vez, punto de partida para nuevas reflexiones que se irán presentando en apartados posteriores. Índice de LUGAR La pretensión al trazar el índice de LUGAR es proporcionar una medida de resumen unificada que permita, en primera instancia, ponderar el papel de cada punto encuestado en el conjunto geolingüístico del país, con independencia de que más adelante, en este mismo trabajo, se desglosen en modelos probabilísticos multivariables los factores lingüísticos y sociolingüísticos que ordenan la compleja distribución de los datos. El índice, entonces, pretende ofrecer una primera respuesta al problema de cómo proyectar la gran abundancia de datos presentes en cada mapa de la carta mexicana, dada la presencia de varios informantes por localidad, problema multiplicado al querer considerar simultáneamente no uno, sino diez mapas. Se busca, al tiempo, servirse de una medida de resumen poco abstracta, que refleje la interacción entre los datos, que son a) complementarios, en la medida en que en cada punto la mayor proporción de una variante implica la presencia de totales absolutos menores de las otras variantes; y b) que están ordenados sobre una escala lineal, trazada según un eje articulatorio antero-posterior, tal que las variantes velares se encuentran en la posición relativa más anterior, las variantes laríngeas en la más posterior, con las faríngeas ubicadas en la región intermedia. 22 En ese sentido, se propone el siguiente índice, que es en realidad una medición apoyada en la idea de frecuencias relativas ponderadas: Índice de LUGAR= (F velar × 1)−(F faríngeo × 0.5) −(F laríngeo × 1) / (N − F de otros casos) Es decir, la propuesta consiste en otorgar un valor de un punto a cada respuesta asignable a la variante velar, que se toma como medida de referencia en cuanto variante más abundante y más prestigiosa, y sobre ese valor descontar medio punto por cada respuesta faríngea y un punto por cada respuesta laríngea. Luego, para obtener la medición relativa, se divide el total obtenido por el total de respuestas en cada localidad, al que se resta, cuando las hay, otras respuestas que se apartan de la clasificación establecida por medio de tres variantes. De esta manera, las puntuaciones del índice de LUGAR se obtienen entre los extremos de dispersión de -1 y 1, de modo que cuanto más baja es la puntuación en la medida de resumen, más posteriorizador es en general ese punto, y cuanto más elevado es el coeficiente más velarizador en general se comporta la localidad en cuestión. A continuación se muestran los resultados de la aplicación del índice, al tiempo que se propone, adicionalmente, una escala de rangos que subdivide las cifras en diez estratos, de modo que la información se simplifique y los coeficientes cuantitativos sean proyectables sobre mapas cualitativos. Resultados por puntos La tabla 7 ofrece la aplicación del índice de LUGAR al total de la muestra. Las columnas presentan la siguiente información: a) número del punto tal como figura en el Atlas; b) nombre de la localidad; c) totales absolutos de soluciones velares, faríngeas, laríngeas y de otras formas; d) coeficiente propio del índice de LUGAR; e) rango en que queda situado el punto de encuesta según una escala de 1 a 10 a la vista del índice de LUGAR, de modo que se anota “1” para las puntuaciones que quedan entre -1 y -0.801; “2” para las puntuaciones entre -0.800 y -0.601 y así sucesivamente hasta llegar a “10”. De esta 23 manera, las poblaciones con cifras más bajas en la escala de rangos son las más que muestran más tendencia a la posteriorización en las soluciones, mientras que las que presentan rangos cercanos a “10” son las más velarizadoras. Tabla 7. Relación de variantes por puntos de encuesta en diez mapas del Atlas punto localidad velares faríngeas laríngeas otras totales índice rango 1 Chetumal 2 5 22 1 30 -0.776 2 2 Felipe Carrillo Puerto 10 3 16 1 30 -0.259 4 3 Valladolid 4 9 24 0 37 -0.662 2 4 Tizimín 4 4 21 1 30 -0.655 2 5 Mérida 2 7 27 0 36 -0.792 2 6 Ticul 2 3 25 0 30 -0.817 1 7 Campeche 1 9 28 0 38 -0.829 1 8 Champotón 6 6 18 0 30 -0.500 3 9 Mamantel 5 13 11 0 29 -0.431 3 10 Ciudad del Carmen 0 12 18 0 30 -0.800 2 11 Emiliano Zapata 3 10 17 0 30 -0.633 2 12 Frontera 2 21 7 0 30 -0.517 3 13 Villahermosa 11 17 12 0 40 -0.238 4 14 Huimanguillo 4 10 14 2 30 -0.536 3 15 Cintalapa 8 5 17 0 30 -0.383 4 16 Tuxtla Gutiérrez 11 19 10 0 40 -0.213 4 17 Chiapa de Corzo 9 10 10 1 30 -0.207 4 18 San Cristóbal de Las Casas 21 6 3 0 30 0.500 8 19 Comitán 26 1 2 1 30 0.810 10 20 Tapachula 1 4 25 0 30 -0.867 1 21 Escuintla 11 10 6 0 27 0.000 6 22 Pijijiapan 2 2 23 0 27 -0.815 1 24 23 Tonalá 4 5 18 0 27 -0.611 2 24 Tapanatepec 4 6 18 0 28 -0.607 2 25 Zanatepec 1 6 23 0 30 -0.833 1 26 Juchitán 3 13 12 0 28 -0.554 3 27 Tehuantepec 16 13 1 0 30 0.283 7 28 Totolapan 25 3 2 0 30 0.717 9 29 Oaxaca 28 11 0 1 40 0.577 8 30 Sola de Vega 24 5 1 0 30 0.683 9 31 Miahuatlán 23 6 1 0 30 0.633 9 32 Pochutla 15 8 7 0 30 0.133 6 33 San Pedro Mixtepec 17 11 2 0 30 0.317 7 34 Pinotepa Nacional 15 10 5 0 30 0.167 6 35 Tlaxiaco 30 0 0 0 30 1.000 10 36 Tuxtepec 12 14 4 0 30 0.033 6 37 Matías Romero 6 8 16 0 30 -0.467 3 38 Minatitlán 3 19 8 0 30 -0.483 3 39 San Juan Evangelista 3 12 14 0 29 -0.586 3 40 San Andrés Tuxtla 4 10 16 0 30 -0.567 3 41 Tlacotalpan 5 22 3 0 30 -0.300 4 42 Otatitlán 11 13 5 0 29 -0.017 5 43 Veracruz 11 6 13 0 30 -0.167 5 44 Córdoba 22 8 0 0 30 0.600 9 45 Orizaba 26 1 0 3 30 0.944 10 46 Huatusco 30 0 0 0 30 1.000 10 47 Jalapa 36 4 0 0 40 0.850 10 48 Perote 30 0 0 0 30 1.000 10 49 Misantla 18 12 0 0 30 0.400 8 50 Papantla 12 9 9 0 30 -0.050 5 25 51 Tuxpan (Ver.) 26 4 0 0 30 0.800 10 52 Amatlán 23 6 1 0 30 0.633 9 53 Tempoal 16 10 3 1 30 0.276 7 54 Metlaltoyuca 27 3 0 0 30 0.850 10 55 Huauchinango 28 2 0 0 30 0.900 10 56 Tetela 30 0 0 0 30 1.000 10 57 Teziutlán 30 0 0 0 30 1.000 10 58 Ciudad Serdán 28 1 0 1 30 0.948 10 59 Tehuacán 28 1 0 0 29 0.948 10 60 Acatlán 13 16 1 0 30 0.133 6 61 Tepeaca 29 0 0 1 30 1.000 10 62 Puebla 40 0 0 0 40 1.000 10 63 San Martín Texmelucan 30 0 0 0 30 1.000 10 64 Tlaxcala 30 0 0 0 30 1.000 10 65 México 40 0 0 0 40 1.000 10 66 Amecameca 22 7 0 1 30 0.638 9 67 Tlazala 30 0 0 0 30 1.000 10 68 Ixtlahuaca 39 0 0 0 39 1.000 10 69 Toluca 15 18 3 4 40 0.083 6 70 Tenancingo 23 7 0 0 30 0.650 9 71 Temascaltepec 28 2 0 0 30 0.900 10 72 Cuernavaca 21 8 1 0 30 0.533 8 73 Jojutla 22 7 1 0 30 0.583 8 74 Iguala 13 13 4 0 30 0.083 6 75 Chilpancingo 19 11 0 0 30 0.450 8 76 Tixtla 11 9 10 0 30 -0.117 5 77 Ometepec 7 16 5 2 30 -0.214 4 78 Cruz Grande 11 13 6 0 30 -0.050 5 26 79 Tres Palos 0 10 20 0 30 -0.833 1 80 Tecpan de Galeana 0 15 15 0 30 -0.750 2 81 Petatlán 0 9 21 0 30 -0.850 1 82 La Unión 1 11 17 1 30 -0.741 2 83 Ciudad Altamirano 21 9 0 0 30 0.550 8 84 Tiquicheo 30 0 0 0 30 1.000 10 85 Zitácuaro 30 0 0 0 30 1.000 10 86 Zinapécuaro 30 0 0 0 30 1.000 10 87 Morelia 30 0 0 0 30 1.000 10 88 Zacapu 30 0 0 0 30 1.000 10 89 Zamora 23 7 0 0 30 0.650 9 90 Huarachita 28 1 0 1 30 0.948 10 91 Uruapan 22 8 0 0 30 0.600 9 92 Tacámbaro 15 13 2 0 30 0.217 7 93 La Huacana 20 8 2 0 30 0.467 8 94 Apatzingán 19 10 1 0 30 0.433 8 95 Cerro de Ortega 22 8 0 0 30 0.600 9 96 Colima 21 5 4 0 30 0.483 8 97 Cihuatlán 20 7 3 0 30 0.450 8 98 Villa Purificación 29 1 0 0 30 0.950 10 99 Tecalitlán 30 0 0 0 30 1.000 10 100 Sayula 30 0 0 0 30 1.000 10 101 Tecolotlán 23 7 0 0 30 0.650 9 102 Ocotlán 16 14 0 0 30 0.300 7 103 San Pedro Tlaquepaque 20 10 0 0 30 0.500 8 104 Guadalajara 29 1 0 0 30 0.950 10 105 Tequila 29 1 0 0 30 0.950 10 106 Tepatitlán 30 0 0 0 30 1.000 10 27 107 Jalostotitlán 21 9 0 0 30 0.550 8 108 Lagos de Moreno 20 10 0 0 30 0.500 8 109 Ojuelos 17 13 0 0 30 0.350 7 110 Aguascalientes 23 17 0 0 40 0.363 7 111 Calvillo 30 0 0 0 30 1.000 10 112 San Felipe (Guanajuato) 30 0 0 0 30 1.000 10 113 San Luis de la Paz 27 0 0 2 29 1.000 10 114 Guanajuato 40 0 0 0 40 1.000 10 115 León 30 0 0 0 30 1.000 10 116 Pénjamo 28 2 0 0 30 0.900 10 117 Irapuato 30 0 0 0 30 1.000 10 118 Yuriria 29 1 0 0 30 0.950 10 119 Jerécuaro 30 0 0 0 30 1.000 10 120 Querétaro 40 0 0 0 40 1.000 10 121 San Juan del Río (Querét.) 27 0 0 2 29 1.000 10 122 Jalpan 9 19 0 0 28 -0.018 5 123 Tepeji del Río 29 0 0 0 29 1.000 10 124 Apan 29 0 0 1 30 1.000 10 125 Pachuca 38 1 1 0 40 0.913 10 126 Huasca 30 0 0 0 30 1.000 10 127 Molango 30 0 0 0 30 1.000 10 128 Tamazunchale 18 2 0 0 20 0.850 10 129 Río Verde 8 21 0 0 29 -0.086 5 130 San Luis Potosí 29 1 0 0 30 0.950 10 131 Salinas 26 4 0 0 30 0.800 10 132 Charcas 28 2 0 0 30 0.900 10 133 Matehuala 29 0 0 1 30 1.000 10 134 Cerritos 29 1 0 0 30 0.950 10 28 135 Ciudad Valles 8 14 6 1 29 -0.179 5 136 Tampico 18 11 0 0 29 0.431 8 137 Ciudad Mante 7 15 6 1 29 -0.232 4 138 Tula 22 7 0 1 30 0.638 9 139 Ciudad Victoria 12 14 2 0 28 0.107 6 140 Soto la Marina 16 13 1 0 30 0.283 7 141 Santa Teresa 4 21 5 0 30 -0.383 4 142 Nuevo Laredo 23 6 0 1 30 0.690 9 143 Sabinas Hidalgo 22 7 0 1 30 0.638 9 144 Monterrey 33 7 0 0 40 0.738 9 145 Linares 16 13 1 0 30 0.283 7 146 Aramberri 26 4 0 0 30 0.800 10 147 Doctor Arroyo 29 1 0 0 30 0.950 10 148 Río Grande 29 1 0 0 30 0.950 10 149 Fresnillo 21 9 0 0 30 0.550 8 150 Zacatecas 39 1 0 0 40 0.963 10 151 Valparaíso 23 7 0 0 30 0.650 9 152 Jalpa 20 10 0 0 30 0.500 8 153 Jala 25 3 0 1 29 0.839 10 154 Valle de Banderas 23 4 3 0 30 0.600 9 155 Tepic 34 5 0 1 40 0.808 10 156 Tuxpan (Nay.) 24 5 0 0 29 0.741 9 157 Acaponeta 24 6 0 0 30 0.700 9 158 El Salto 29 1 0 0 30 0.950 10 159 Durango 39 1 0 0 40 0.963 10 160 San Juan del Río (Dur.) 30 0 0 0 30 1.000 10 161 El Palmito 29 0 1 0 30 0.933 10 162 Mapimí 24 6 0 0 30 0.700 9 29 163 Torreón 16 11 1 0 28 0.339 7 164 Parras 25 4 0 0 29 0.793 9 165 Saltillo 14 11 3 0 28 0.196 6 166 Monclova 12 14 0 1 27 0.192 6 167 Sabinas 20 8 1 0 29 0.517 8 168 Múzquiz 19 9 0 1 29 0.518 8 169 Valle de Allende 30 0 0 0 30 1.000 10 170 Delicias 21 9 0 0 30 0.550 8 171 Chihuahua 37 3 0 0 40 0.888 10 172 Ciudad Juárez 23 7 0 0 30 0.650 9 173 Flores Magón 24 6 0 0 30 0.700 9 174 Ciudad Guerrero 28 1 0 0 29 0.948 10 175 Mazatlán 17 2 0 1 20 0.842 10 176 La Cruz 28 2 0 0 30 0.900 10 177 Culiacán 27 3 0 0 30 0.850 10 178 Guamúchil 29 1 0 0 30 0.950 10 179 Los Mochis 24 6 0 0 30 0.700 9 180 Álamos 20 0 0 0 20 1.000 10 181 Navojoa 23 7 0 0 30 0.650 9 182 Ciudad Obregón 22 8 0 0 30 0.600 9 183 Guaymas 6 20 4 0 30 -0.267 4 184 Bahía Kino 7 23 0 0 30 -0.150 5 185 Hermosillo 10 29 1 0 40 -0.138 5 186 Baviácora 7 23 0 0 30 -0.150 5 187 Magdalena de Kino 8 22 0 0 30 -0.100 5 188 San José del Cabo 3 19 8 0 30 -0.483 3 189 La Paz 6 23 11 0 40 -0.413 3 190 Mulegé 1 10 19 0 30 -0.767 2 30 191 San Felipe (B. C.) 0 22 8 0 30 -0.633 2 192 Guadalupe Victoria 1 21 8 0 30 -0.583 3 193 Tijuana 7 14 9 0 30 -0.300 4 3774 1363 753 39 5929 totales Proyección en mapas Los diferentes índices de LUGAR, asignados como medidas de resumen de la variación de /x/ a cada uno de los puntos, ordenados después en diez cortes correspondientes a cada uno de los rangos, tal como se ha mencionado, sirven para llevar a cabo otras tantas proyecciones geográficas. La idea general es que no basta con una carta simple para hacerse una idea completa de la complejidad de los datos, y que la exposición de diez cortes sincrónicos ayudará a entender en mucho mayor detalle la agrupación espacial de los datos de variación fónica. Se ofrece entonces a continuación una serie de diez mapas, cada uno dedicado a uno de los rangos, pero expuestos de manera acumulativa, de forma que cada carta sucesiva incluya los datos propios de los rangos anteriores. 31 Figura 6. Rango 1 de LUGAR En el rango número 1 quedan encuadrados entonces 7 puntos del Atlas; se trata de Ticul (Yucatán), Campeche (Campeche), Tapachula y Pijijiapan (Chiapas), Zanatepec (Oaxaca) y Tres Palos y Petatlán (Guerrero). Las poblaciones más propensas a las soluciones de naturaleza laríngea presentan, por tanto, una geografía fácil de acotar. Todos los puntos se encuentran en la mitad sur del país y la mayoría de ellos dan carácter a la costa del Pacífico, precisamente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas; otras dos localidades aparecen en la península yucateca. Si el rango 1 expone las áreas más posteriorizadoras, el rango siguiente contribuye a acentuar los rasgos esbozados en esta primera visión geográfica. 32 Figura 7. Rangos 1 a 2 de LUGAR El mapa de la figura 7 refuerza, en efecto, la perspectiva esbozada en el mapa anterior, aunque desde luego añade algunos detalles. Se suman en el los 12 puntos del rango 2. Se trata de Chetumal (Quintana Roo), Valladolid, Tizimín y Mérida (Yucatán), Ciudad del Carmen (Campeche), Emiliano Zapata (Tabasco), Tonalá (Chiapas), Tapanatepec (Oaxaca), Tecpan de Galena y La Unión (Guerrero), Mulegé (Baja California Sur) y San Felipe (Baja California). Se refuerza, por tanto, la sección costera pacífica, aunque pueden delinearse dos subzonas, una al norte de Guerrero y otra en Chiapas y el sur de Oaxaca. Toma también mayor densidad la península de Yucatán, perfilada ya a través de siete puntos (y especialmente en el estado de Yucatán), y se asocia a ella un punto en el estado de Tabasco. Además, se suman ya a este panorama dos 33 puntos más, también en el área del Pacífico, pero distantes de los anteriores, en la península de Baja California. El tercero de los mapas obtenidos por el procedimiento de rangos redunda, precisamente, en las líneas maestras de este perfil emergente. Figura 8. Rangos 1 a 3 de LUGAR El mapa que suma los tres primeros rangos es clara prolongación de los patrones prefigurados en el mapa anterior; ciertamente, se trata ahora de localidades en que la posteriorización del lugar de articulación de /x/ se ha mitigado un tanto (se está hablando ya del tercer rango), y sin embargo ésta sigue siendo muy clara todavía en contraste con los rangos superiores. Se añaden ahora 12 nuevos registros. Son los siguientes: 34 Champotón y Mamantel (Campeche), Frontera y Huimanguillo (Tabasco), Juchitán y Matías Romero (Tabasco), Minatitlán, San Juan Evangelista y San Andrés Tuxtla (Veracruz), San José del Cabo y La Paz (Baja California Sur) y Guadalupe Victoria (Baja California). Podría decirse que este tercer mapa supone prácticamente la ampliación natural del mapa anterior. Se confirma aquí el carácter posteriorizador de las Bajas Californias, del sureste de Oaxaca y, en especial, llama la atención la extensión del área marcada por la costa sur del Golfo de México, no sólo con la activación de más puntos en Campeche y Tabasco, sino también en el sur del estado de Veracruz. Figura 9. Rangos 1 a 4 de LUGAR 35 El siguiente rango de posteriorización global arroja algunas novedades; se trata del más posterior o bajo de una serie de rangos intermedios que, como se explicará más adelante, se van a interpretar como una zona fronteriza, en sentido variable, entre las áreas con predominio de datos más posteriores y las áreas con más presencia de ejemplos anteriores19. El modelo geolingüístico se ha enriquecido ahora con 11 nuevos puntos de encuesta: Felipe Carrillo Puerto (Quintana Roo), Villahermosa (Tabasco), Cintalapa, Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo (Chiapas), Tlacotalpan (Veracruz), Ometepec (Guerrero), Ciudad Mante y Santa Teresa (Tamaulipas), Guaymas (Sonora) y Tijuana (Baja California). Como puede apreciarse en la figura, por una parte asistimos nuevamente a la consolidación de zonas ya activadas en mapas previos: la península de Baja California y, sobre todo, el sur y sureste del país. Hay varios matices que pueden aportarse, por otra parte. Llama la atención la aparición de un punto en el sur de Guerrero, y no sólo en el norte del estado, así como la marcación de varias localidades en el interior de Chiapas; además, la mancha geolectal continúa creciendo de sur a norte por el estado de Veracruz, completando el aspecto de la costa del Golfo. Se suman a este panorama, asimismo, dos puntos de Tamaulipas y otro más de Sonora. No parece excesivo decir que la impresión inicial de desorden que producen los datos se va modificando paulatinamente a los ojos del analista, reemplazada por una sensación de una profunda coherencia y de lógica interna en la organización de los hechos dialectal emergidos en las cartas del Atlas. 19 Entiéndade, claro está, anterior y posterior sólo en el sentido de la escala de rangos ahora trazada, pues los datos más anteriores implican un predominio más o menos marcado de las variantes velares, y las soluciones llamadas posteriores se refieren a los ejemplos donde el perfil es subrayado por los casos faríngeos. 36 Figura 10. Rangos 1 a 5 de LUGAR El quinto mapa nos pone a la vista la segunda configuración fronteriza (infra) de los datos geolectales. Se añaden ahora 12 puntos más a la suma geográfica aquí presentada: Otatitlán, Veracruz y Papantla (Veracruz), Tixtla y Cruz Grande (Guerrero), Jalpan (Querétaro), Río Verde y Ciudad Valles (San Luis Potosí) y Bahía Kino, Hermosillo, Baviácora y Magdalena de Kino (Sonora). Es decir, lo que vemos ahora es la expansión de las marcas por el centro de Guerrero, por el centro y norte del estado de Veracruz, en una mancha que parece prolongarse a través de puntos de Querétaro y San Luis Potosí, que asu vez tienden un puente con puntos ya activados en rangos anteriores en el estado de Tamaulipas y, sobre todo, puede observarse la adición de una extensa área en el noroeste del estado de Sonora a la estructura de rangos que se va proponiendo paulatinamente. 37 Es interesante observar, por otra parte, que aunque los métodos de cartografiado han sido distintos, este mapa y el anterior serían los más directamente comparables con los mapas presentados en Moreno de Alba (1994). Recuérdese que en aquel trabajo los datos están tomados del material cartográfico sintético, procedente a su vez de la consideración de las grabaciones levantadas durante la confección del Atlas, mientras que los mapas expuestos ahora proceden de la lectura de diez mapas analíticos. Además, el procedimiento cuantitativo del trabajo anterior deriva de la estimación porcentual de las grabaciones, mientras que ahora se ha trazado un índice de LUGAR articulatorio que por una parte considera todas las variantes en cada punto simultáneamente y que por otra luego se subdivide en diez rangos. Con todo, los mapas dibujados por Moreno de Alba se refieren a porcentajes de frecuencia de relajamiento o aspiración superiores al 50%, así como, en segundo término, a puntos que alcanzan entre el 40 y el 50% de debilitamiento, lo que, ciertamente grosso modo, podría permitir la comparación con los mapas de las figuras 9 y 10. Centrándonos en el aspecto global de los mapas del libro de 1994, ya copiados supra como figuras 2 y 3, y en la proyección del quinto rango ahora presentada pueden mencionarse numerosas coincidencias y algunas diferencias. A semejanza de las cartas de Moreno de Alba, las zonas posteriorizadoras se distribuyen en los cortes del rango 5, y en buena medida en los del rango 4, por las costas de Guerrero y Chiapas, y parcialmente por la de Oaxaca, en la península yucateca, en Tabasco y en puntos del sur de Veracruz, además de algún otro en el norte del estado. Sin embargo, existen algunas diferencias. El mapa de Moreno de Alba expuesto en la figura 3 sombrea la costa de Nayarit y el límite sur de la de Sinaloa, y estas áreas no aparecen seleccionadas ni en el mapa de los rangos 1 a 4 (figura 9) ni en el de los rangos 1 a 5 (figura 10). Lo mismo ocurre con buena parte de la costa oaxaqueña, marcada de forma continua en el mismo mapa de Moreno de Alba, pero sólo seleccionada en las figuras 9 y 10 en la parte contigua a Chiapas, pero no en el resto. Con respecto al mapa de Moreno de Alba de la figura 2 hay igualmente algunos puntos de “frecuencia media” en la costa de Sinaloa, en el límite entre San Luis Potosí y Nuevo León, en los límites de Colima con Jalisco y Michoacán y en el interior de Michoacán, que tampoco aparecen en los mapas por rangos 38 ahora considerados. A la inversa, hay algunas localidades que sí aparecen en el mapa de los rangos 1 a 5 (algunas ya incluso desde el mapa anterior de rangos 1 a 4) que no aparecen en los mapas de Moreno de Alba: tres puntos en Baja California y otros tres en Baja California Sur, puntos en el interior de Sonora, y algunos puntos más en San Luis Potosí y en Querétaro. Figura 11. Rangos 1 a 6 de LUGAR El sexto rango, progresivamente dirigido en la dirección anterior respecto al LUGAR de articulación predominante, añade diez puntos más al nuevo mapa. Se trata de Escuintla (Chiapas), Pochutla, Pinotepa Nacional y Tuxtepec (Oaxaca), Acatlán (Puebla), Toluca (México), Iguala (Guerrero), Ciudad Victoria (Tamaulipas) y Saltillo y Monclova 39 (Coahuila). Es decir, los puntos del sexto rango se distribuyen en dos sectores principales, además de en una localidad de Chiapas. Por una parte, en un área situada en el centro-sur del país, en partes de Oaxaca, Puebla, Guerrero y el estado de México. Por otra, en ciertos sectores del noreste, en Tamaulipas y Coahuila. Cabe pensar en que las áreas ahora marcadas se presentan hasta cierto punto como ampliaciones geográficas naturales de las representadas en los mapas anteriores. Sin embargo, también es cierto que, a diferencia de lo visto en las primeras cartas, no muestran una distribución geográfica tan clara. Ambos aspectos sugieren considerar este rasgo como parte de un área fronteriza variable, tal como se viene esbozando también para los rasgos cuatro y cinco. Figura 12. Rangos 1 a 7 de LUGAR 40 Es posible que sea también conveniente incluir el rango 7 como último componente de esa zona intermedia o fronteriza de que se viene hablando. Añade este mapa diez nuevos lugares a la proyección progresiva de la variación de /x/: Tehuantepec y San Pedro Mixtepec (Oaxaca), Tempoal (Veracruz), Tacámbaro (Michoacán), Ocotlán y Ojuelos (Jalisco), Aguascalientes (Aguascalientes), Soto la Marina (Tamaulipas), Linares (Nuevo León) y Torreón (Coahuila). Además de la relativa simetría en cuanto a la distribución de rangos y grandes zonas variables (posteriorizadora, rangos 1 a 3; fronteriza, 4 a 7; velarizadora, 8 a 10), tal como se va perfilando conforme avanza el examen de los mapas fruto de la proyección del índice de LUGAR, podría decirse que una buena parte (pero no todos) de los puntos de los rangos intermedios se sitúan en un eje norte-sur o, por decir con más claridad, desde el noreste al centro-sur del país; con todo, la distribución de los puntos asociados a rangos intermedios es mucho más difusa que la de los rangos extremos. Parte de los hechos se mostraron antes al exponer los hechos propios de los rangos más bajos, localizables en áreas determinables más o menos fácilmente, y otra parte se va a mostrar al examinar los tres últimos mapas de la serie, que irán enfocando los puntos más velarizadores en un área en realidad bastante definida, como se demostrará en especial en las figuras propias de los mapas de cada una de las tres áreas sugeridas (infra, figuras 13, 14 y 15). 41 Figura 13. Rangos 1 a 8 de LUGAR Por lo pronto, el mapa que proyecta la suma de los rangos 1 a 8 añade nuevos elementos a la discusión. El rango 8 está formado por 20 puntos: San Cristóbal de las Casas (Chiapas), Oaxaca (Oaxaca), Misantla (Veracruz), Cuernavaca y Jojutla (Morelos), Chilpancingo y Ciudad Altamirano (Guerrero), La Huacana y Apatzingán (Michoacán), Colima (Colima), Cihuatlán, San Pedro Tlaquepaque, Jalostotitlán y Lagos de Moreno (Jalisco), Tampico (Tamaulipas), Fresnillo y Jalpa (Zacatecas), Sabinas y Múzquiz (Coahuila) y Delicias (Chihuahua). El carácter ya fuertemente velarizador de los puntos asociados al rango 8 tiene como correlato una distribución geográfica relativamente definida, en buena medida voclada hacia el centro-oeste del país, además de algunos puntos más aislados en el norte 42 y en el sur del país. Con todo, la concentración y definición del área velarizadora será más evidente al añadir a las zonas examinadas la suma de los puntos asociados a los rangos noveno y décimo. Figura 14. Rangos 1 a 9 de LUGAR El rango 9 aumenta la impresión de la distribución de la velarización especialmente a lo largo de una gran mancha que abarca el centro-norte y el noroeste del país (aunque no la península de Baja California y el noroeste de Sonora), además de el centro-oeste (y algunos otros puntos salpicados en el Golfo y en el sur). Se añaden de hecho 26 puntos: Totolapan, Sola de Vega y Miahuatlán (Oaxaca), Córdoba y Amatlán (Veracruz), Amecameca y Tenancingo (México), Zamora y Uruapan (Michoacán), Cerro 43 de Ortega (Colima), Tecolotlán (Jalisco), Tula y Nuevo Laredo (Tamaulipas), Sabinas Hidalgo y Monterrey (Nuevo León), Valparaíso (Zacatecas), Valle de Banderas, Tuxpan y Acaponeta (Nayarit), Mapimí (Durango), Parras (Coahuila), Ciudad Juárez y Flores Magón (Chihuahua), Los Mochis (Sinaloa), y Navojoa y Ciudad Obregón (Sonora). También es significativo en sí mismo el aumento progresivo en el número de puntos que se van instalando en estos últimos rangos, señal de la tendencia general del país en la dirección velarizadora; un poco más adelante este hecho se aprovechará para proponer una hipótesis geográfica como proyección aparente de un proceso de variación y cambio. Figura 15. Rangos 1 a 10 de LUGAR 44 El último de los mapas añade los puntos restantes, que son los correspondientes al rango 10 dentro de la escala correspondiente al índice de LUGAR. Me parece que esta proyección no arroja demasiadas dudas acerca de cómo se agrupan los puntos velarizadores en general y los más velarizadores en especial. Es decir, el área más velarizadora se extiende básicamente a través de una especie de rombo que agrupa el centro del norte del país, el centro-oeste y, en especial, el centro o, por mayor exactitud, el área comprendida entre el centro y el centro-norte intermedio con respecto a las áreas más septentrionales. Es precisamente en esta región donde se concentra la mayor densidad de puntos de encuesta que alcanzan el rango 10 dentro del índice trazado, que corresponde a la velarización plena o casi plena de las soluciones documentadas. Por supuesto que el modelo puede precisarse más en diferentes detalles. Por ejemplo, llama la atención la presencia de un punto de rango 10 incluso en Chiapas, o la tradicional agrupación de parte de las hablas veracruzanas, especialmente las del interior, con las hablas del centro del país. Se han añadido en definitiva 73 puntos, una proporción muy importante, como puede verse, y que confirma el sesgo velarizador en cuanto a la concentración de los datos, tal como se comentaba supra. La lista de los lugares es la siguiente: Comitán (Chiapas), Tlaxiaco (Oaxaca), Orizaba, Huatusco, Jalapa, Perote y Tuxpan (Veracruz), Metlaltoyuca, Huauchinango, Tetela, Teziutlán, Ciudad Serdán, Tehuacán, Tepeaca, Puebla y San Martín Texmelucan (Puebla), Tlaxcala (Tlaxcala), México (Distrito Federal), Tlazala, Ixtlahuaca y Temascaltepec (México), Tiquicheo, Zitácuaro, Zinapécuaro, Morelia, Zacapu y Huarachita (Michoacán), Villa Purificación, Tecalitlán, Sayula, Guadalajara, Tequila y Tepatitlán (Jalisco), Calvillo (Aguascalientes), San Felipe, San Luis de la Paz, Guanajuato, León, Pénjamo, Irapuato, Yuriria y Jerécuaro (Guanajuato), Querétaro y San Juan del Río (Querétaro), Tepeji del Río, Apan, Pachuca, Huasca y Molango (Hidalgo), Tamazunchale, San Luis Potosí, Salinas, Charcas, Matehuala y Cerritos (San Luis Potosí), Aramberri y Doctor Arroyo (Nuevo León), Río Grande y Zacatecas (Zacatecas), Jala y Tepic (Nayarit), El Salto, Durango, San Juan del 45 Río y El Palmito (Durango), Valle de Allende, Chihuahua y Ciudad Guerrero (Chihuahua), Mazatlán, La Cruz, Culiacán y Guamúchil (Sinaloa) y Álamos (Sonora). Hemos visto en estos diez cortes un ejemplo de cómo abordar la variación múltiple expresada en los mapas del Atlas Lingüístico de México. Me parece que el procedimiento puede arrojar algunas luces sobre el problema clásico de las zonas dialectales del país y, en especial, sobre las llamadas zonas de transición, al disponer de una serie más amplia de perspectivas trazadas desde diferentes ángulos de observación. Tal postura es especialmente importante si se considera la ausencia, en la mayor parte de los casos, de fronteras nítidas —es decir, de isoglosas, en el sentido tradicional— en la geografía fónica de México. Me parece también que puede tratarse del primer paso para entender mejor los procesos de difusión de fenómenos en áreas determinadas, aunque para ello será necesario explorar, por una parte, los rasgos sociolingüísticos de ciertos núcleos (objetivo para el cual es casi seguro que los datos de la carta lingüística no son suficientes20), por lo menos de los más importantes, así como, por otra parte, del panorama sociolingüístico que se desprende del propio Atlas; esta segunda tarea se esboza en el apartado siguiente. PRIMER MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO (GENERAL) La descripción geográfica rango por rango expuesta en el apartado anterior debe completarse con una caracterización de los principales hechos sociolingüísticos presentes en los datos. Para ello, se repasa en primer término el tipo de factores que se puede considerar a los efectos de tal modelo, a la vista de los datos anotados en los materiales originales del Atlas y luego se genera un modelo multivariable de regresión para desbrozar el papel y la jerarquía de cada uno de estos factores. Factores considerados 20 En ese sentido, dentro de las actividades del Laboratorio de Estudios Fónicos de El Colegio de México, se está planeando el levantamiento de un Corpus oral del español de México, que tendría una dimensión sociolingüística y dialectológica. 46 Son doce los factores considerados para el modelo cuantitativo trazado sobre el conjunto de los datos. (i) Zona dialectal preestratificatoria. Se han distinguido las siguientes zonas: sureste (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán); centro-este (Distrito Federal, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Veracruz); centro-oeste (Aguascalientes, Colima, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México, Michoacán, Morelos, Querétaro); noreste (Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas); noroeste (Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Durango, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Zacatecas). Se trata de una clasificación muy simplificada de las zonas dialectales de México, ya puesta a prueba en otros trabajos, la cual se plantea a priori sobre el modelo de los datos. A pesar del reduccionismo que encierra, resulta ser enormemente significativa, como se verá infra. (ii) Posición dentro de la palabra, que puede ser inicial o medial. (iii) Tonicidad de la sílaba en que se encuentra /x/, de modo que la sílaba es tónica o átona. (iv) Contexto previo. El contexto previo puede ser una pausa, en posición de inicio absoluto, una consonante (en los datos manejados, sólo /n/ y excepcionalmente /s/) o una vocal, que puede ser una /a/, una /e/ o una /o/. (v) Vocal siguiente. Puede ser una de entre las cinco vocales del español; en el modelo para la zona fronteriza (infra), las vocales se reagrupan en anteriores y posteriores. (vi) Estudios. La gran variedad de etiquetas presente en los cuestionarios del Atlas se reduce aquí a cuatro categorías: ningún estudio; estudios primarios, es decir, como máximo de primaria; secundarios, correspondiente a enseñanza media, sea esta secundaria, bachillerato o estudios equiparables; superiores, para las personas con estudios universitarios o equivalentes. (vii) Edad. Los cuestionarios anotan la edad precisa del informante en el momento de llevar a cabo la encuesta; aquí los datos se han reagrupado aproximadamente por décadas de la siguiente manera: hasta 19 años, de 20 a 29, de 30 a 39, de 40 a 47 49, de 50 a 59, de 60 a 69 y de 70 en adelante. En el segundo modelo sociolingüístico, llevado a cabo sobre la llamada zona fronteriza, estos datos se han reagrupado en tres segmentos, de forma que se distingue entre jóvenes (hasta 29 años), adultos (de 30 a 49) y mayores (de 50 años en adelante). (viii) Sexo. Se ha distinguido entre hombres y mujeres. (ix) Ocupación. Las distintas ocupaciones mencionadas en los cuestionarios del Atlas como propias de los informantes se han reagrupado siguiendo lo más cerca posible los lineamientos señalados en el proyecto PRESEEA. De esta forma, las distinciones han quedado de la siguiente forma: tipo 0 (dedicación al hogar); tipo 1 (albañiles, campesinos, afanadores, vendedores ambulantes, pescadores, cargadores, cuidadores de coches, jardineros, voceadores, jornaleros, lavanderas, servicio doméstico, pintores); tipo 2 (técnicos y obreros especializados, guardias y policías, fontaneros, empleados, artesanos, vendedores y dependientes, meseros, choferes y taxistas, cocineros, comerciantes, conserjes, costureras, empleados federales y municipales, ferrocarrileros, fotógrafos, mecánicos, mineros, oficinistas, peluqueros, secretarias); tipo 3 (bibliotecarios, educadoras, maestros, administradores, agrónomos, contadores, delegados, enfermeros, estudiantes, farmacéuticos, ganaderos, impresores, ingenieros); tipo 4 (abogados, catedráticos, médicos, alcaldes); no se presentaron casos de un posible tipo 5. (x) Nivel sociocultural según la estimación del Atlas. En los cuestionarios aparece anotada el nivel sociocultural global de cada informante. Se presentan aquí en forma de ocho categorías diferentes, que de menor a mayor nivel sociocultural son las siguientes: analfabeta, semianalfabeta, bajo, medio-bajo, medio, medio-alto, semiculto, culto. (xi) Hablante o no de una lengua indígena. Aunque en los datos del Atlas se menciona la lengua específica, aquí la variable se ha considerado sólo en términos muy generales, de sí o no; 450 de los 5929 datos corresponde a hablantes de alguna lengua indígena, es decir, cerca del 10% de los datos. Las lenguas y el número de datos asociados sus hablantes son los que se anotan a continuación: 48 huasteco (10 datos), huichol (10), maya (162), mayo (10), mazahua (20), mixteco (20), náhuatl (120), purépecha (10), seri (10), totonaco (30), tzotzil (10), yaqui (10), zapoteco (28). Es decir, con dos excepciones, referidas al maya y al náhuatl, los datos están bastante dispersos. Los hablantes de maya documentados ahora están concentrados en cuatro estados: Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán; es decir, todos se encuentran en la zona preestartificatoria llamada sureste. Dado que esta zona está representada por 721 datos, el porcentaje de los procedentes de los hablantes de maya (162) no es nada despreciable (22.5%) —el total de datos de bilingües en la zona es 172, una vez añadidos los representantes de otras lenguas (el 23.9%, esto es, casi uno de cada cuatro). Los hablantes de náhuatl documentados en los datos se encuentran repartidos en cinco estados: Guerrero, Hidalgo, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz, es decir, en las zonas preestratificatorias correspondientes al centro-oeste, centro-este y noreste, por lo que muestran una distribución más difusa en los datos. (xii) Grado de conocimiento de la lengua indígena. Las apreciaciones incluidas en los cuestionarios del Atlas se han reducido aquí a tres niveles: bueno, mediano y poco. Resultados Los resultados se presentan a través de tres tablas, referidos a las variantes velares, faríngeas y laríngeas. En la primera columna se anota la jerarquía de la variable o grupo de factores en cuestión, ordenada según la razón de verosimilitud alcanzada por el modelo de regresión logística escalonada al incorporarse la variable al modelo estadístico; se anota también la significación correspondiente. Las últimas filas están ocupadas por las variables que no resultaron significativas, colocando en primer término las que fueron eliminadas hasta el final de la secuencia de combinaciones de variables, y dejando al final las que se fueron eliminando más prontamente, de modo que se represente su grado relativo de importancia, aun no siendo significativas. En la segunda columna se mencionan las variables independientes significativas y no significativas, y 49 dentro de ellas cada uno de los factores o variantes pertinentes, según la jerarquía de la probabilidad escalonada alcanzada por cada uno de ellos en las variables significativas, y según la probabilidad de un nivel cuando la variable no fue significativa en el modelo escalonado. En las siguientes columnas se anota la frecuencia absoluta, la frecuencia relativa, la probabilidad de un nivel y la probabilidad escalonada (si procede) de cada una de las variantes21. Tabla 8. Distribución sociolingüística de las variantes velares en el total de los datos. N= jerarquía 1 raz. ver.= -3540.074 sign.= 0.000 2 raz. ver.= -3461.281 sign.= 0.000 3 raz. ver.= -3429.569 sign.= 0.000 4 raz. ver.= -3418.330 sign.= 0.000 21 5929 variable zona preestratificatoria centro-oeste noroeste noreste centro-este sureste rango= 0.521 contexto previo consonante pausa vocal a vocal e vocal o rango= 0.380 nivel sociocultural medio-alto culto medio semianalfabeta semiculto medio-bajo analfabeta bajo rango= 0.319 estudios superiores ninguno primarios medios F f P1 nivel P escal. 1446 822 509 848 149 0.755 0.665 0.666 0.656 0.207 0.642 0.528 0.527 0.519 0.119 0.642 0.530 0.524 0.518 0.121 464 1965 1 1008 336 0.804 0.664 0.333 0.562 0.564 0.710 0.470 0.454 0.492 0.457 0.754 0.528 0.511 0.406 0.374 197 184 632 807 37 757 1052 66 0.831 0.687 0.629 0.672 0.740 0.624 0.591 0.600 0.734 0.632 0.547 0.524 0.510 0.474 0.435 0.391 0.721 0.622 0.542 0.531 0.500 0.477 0.433 0.402 164 434 2023 1077 0.719 0.578 0.649 0.621 0.555 0.529 0.521 0.439 0.544 0.532 0.524 0.432 Las tablas del modelo fronterizo expuesto infra están organizadas de la misma manera. 50 rango= 0.112 5 edad raz. ver.= -3408.874 hasta 19 años sign.= 0.009 30-39 50-59 20-29 40-49 60-69 70 en adelante rango= 0.119 6 grado de conocimiento raz. ver.= -3403.188 poco sign.= 0.010 mediano bueno rango= 0.239 7 vocal siguiente raz. ver.= -3396.687 vocal a sign.= 0.011 vocal o vocal e vocal i vocal u rango= 0.075 * ocupación tipo 4 tipo 2 tipo 1 tipo 0 tipo 3 * sexo mujeres hombres * hablante de lengua indígena no sí * tonicidad tónica átona * posición inicial medial 489 748 466 1054 650 260 99 0.682 0.666 0.641 0.614 0.625 0.609 0.582 0.574 0.523 0.493 0.479 0.485 0.461 0.453 0.569 0.523 0.492 0.483 0.481 0.461 0.450 127 0.585 68 0.576 21 0.221 0.698 0.535 0.470 0.603 0.460 0.364 749 757 714 715 839 0.627 0.637 0.620 0.585 0.716 0.544 0.537 0.495 0.475 0.449 0.536 0.530 0.506 0.468 0.461 51 1313 1283 335 684 0.646 0.651 0.619 0.637 0.630 0.536 0.512 0.506 0.486 0.454 ----------- 1218 0.650 2548 0.630 0.528 0.487 ----- 2847 0.701 219 0.487 0.507 0.404 ----- 1540 0.667 2234 0.617 0.512 0.492 ----- 2430 0.686 1344 0.563 0.558 0.414 ----- Input= 0.648; razón de verosimilitud= -3396.687; significación= 0.011 Como puede apreciarse, el modelo de variación expuesto por las soluciones velares selecciona siete variables, en este orden de importancia: la zona dialectal 51 preestratificatoria; el contexto previo a la /x/; el nivel sociocultural etiquetado en los cuestionarios del Atlas; el nivel de estudios; la edad; el grado de conocimiento de una lengua indígena; y la vocal siguiente. Es decir, dos efectos lingüísticos, ambos apoyados en el contexto; un efecto geolingüístico —que relaciona este trabajo con otros efectuados sobre otras variables fónicas analizadas a partir de los datos del Atlas; y, en especial, cuatro efectos de naturaleza social. Tabla 9. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en el total de los datos. jerarquía 1 raz. ver.= -3162.543 sign.= 0.000 2 raz. ver.= -3135.593 sign.= 0.000 3 raz. ver.= -3117.134 sign.= 0.000 4 raz. ver.= -3103.835 sign.= 0.000 5 N= 5929 variable zona preestratificatoria sureste noreste noroeste centro-este centro-oeste rango= 0.174 contexto previo vocales o, a vocal e pausa consonante rango= 0.237 nivel sociocultural bajo analfabeta medio-bajo medio semianalfabeta culto medio-alto semiculto rango= 0.383 ocupación tipo 3 tipo 0 tipo 1 tipo 2 tipo 4 rango= 0.229 edad P1 nivel P escal. F f 191 221 340 273 338 0.265 0.289 0.275 0.211 0.177 0.592 0.579 0.560 0.477 0.411 0.586 0.577 0.560 0.480 0.412 168 464 656 75 0.280 0.259 0.222 0.130 0.550 0.499 0.528 0.317 0.572 0.544 0.492 0.335 38 440 287 243 233 57 39 5 0.345 0.247 0.237 0.242 0.194 0.213 0.165 0.100 0.714 0.544 0.508 0.464 0.484 0.434 0.318 0.295 0.700 0.541 0.512 0.477 0.474 0.427 0.322 0.317 284 124 484 438 12 0.262 0.236 0.233 0.217 0.152 0.597 0.534 0.481 0.474 0.392 0.601 0.504 0.484 0.476 0.372 52 raz. ver.= -3092.764 sign.= 0.004 60-69 114 0.267 41 0.241 70 en adelante 20-29 419 0.244 30-39 259 0.231 40-49 245 0.236 50-59 147 0.202 hasta 19 años 137 0.191 rango= 0.154 6 hablante de lengua indígena raz. ver.= -3087.333 no 938 0.231 sign.= 0.007 91 0.202 sí rango= 0.105 * vocal siguiente vocal u 230 0.196 vocal i 300 0.245 vocal o 274 0.231 vocal e 271 0.235 vocal a 288 0.241 * estudios medios 430 0.248 ninguno 184 0.245 primarios 682 0.219 45 0.197 superiores * sexo hombres 944 0.233 mujeres 418 0.223 * posición medial 632 0.265 inicial 731 0.206 * tonicidad tónica 500 0.217 átona 863 0.238 * grado de conocimiento mediano 1363 0.230 46 0.212 poco 20 0.211 bueno 0.566 0.522 0.516 0.519 0.506 0.471 0.412 0.569 0.520 0.516 0.515 0.508 0.470 0.415 0.522 0.396 0.519 0.414 0.546 0.509 0.489 0.479 0.477 ----------- 0.531 0.503 0.482 0.459 --------- 0.511 0.477 ----- 0.555 0.463 ----- 0.512 0.493 ----- 0.574 0.506 0.490 ------- Input= 0.219; razón de verosimilitud= -3087.333; significación= 0.007 El modelo propio de los alófonos faríngeos incluye ahora seis variables significativas: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto previo; el nivel sociocultural; la ocupación; la edad; y el ser hablante de una lengua indígena. Como 53 puede apreciarse, existen muchas coincidencias en cuanto a la lista de variables con relación a la lista anterior presentada a propósito de las formas velares. Tabla 10. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en el total de los datos. N= 5929 jerarquía variable 1 zona preestratificatoria raz. ver.= -1810.923 sureste sign.= 0.000 centro-este centro-oeste noroeste noreste rango= 0.630 2 contexto previo raz. ver.= -1752.775 vocal a sign.= 0.000 vocal e vocal o pausa consonante rango= 0.552 3 nivel sociocultural raz. ver.= -1722.694 semiculto sign.= 0.000 analfabeta medio-bajo semianalfabeta medio bajo culto medio-alto rango= 0.778 4 grado de conocimiento raz. ver.= -1713.424 bueno sign.= 0.000 mediano poco rango= 0.252 5 hablante de lengua indígena raz. ver.= -1706.110 sí sign.= 0.001 no rango= 0.266 6 edad raz. ver.= -1695.246 50-59 sign.= 0.002 70 en adelante 40-49 F f P1 nivel P escal. 374 165 116 72 26 0.519 0.130 0.062 0.060 0.034 0.900 0.592 0.406 0.384 0.266 0.899 0.592 0.406 0.383 0.269 2 321 92 308 30 0.667 0.182 0.157 0.106 0.053 0.894 0.520 0.482 0.515 0.380 0.865 0.620 0.586 0.446 0.313 8 266 164 154 126 6 25 1 0.200 0.154 0.135 0.130 0.127 0.055 0.093 0.004 0.841 0.590 0.575 0.502 0.479 0.295 0.280 0.069 0.846 0.591 0.576 0.503 0.478 0.286 0.275 0.068 52 0.547 29 0.246 43 0.208 0.530 0.397 0.283 0.532 0.393 0.280 137 0.311 255 0.064 0.721 0.454 0.720 0.454 111 0.162 29 0.181 137 0.133 0.600 0.545 0.542 0.600 0.548 0.543 54 7 raz. ver.= -1686.019 sign.= 0.004 hasta 19 años 88 0.123 20-29 234 0.137 60-69 48 0.118 30-39 106 0.094 0.517 0.516 0.408 0.393 0.516 0.513 0.412 0.395 tipo 4 16 0.203 tipo 1 287 0.140 tipo 2 255 0.129 tipo 0 62 0.118 tipo 3 114 0.105 0.763 0.520 0.523 0.458 0.407 0.767 0.524 0.524 0.436 0.409 medios 224 0.129 primarios 387 0.124 superiores 19 0.083 ninguno 123 0.164 0.588 0.478 0.430 0.410 0.584 0.480 0.429 0.412 0.162 0.147 0.133 0.135 0.068 0.519 0.594 0.464 0.448 0.476 0.559 0.530 0.506 0.492 0.412 átona 508 0.143 tónica 245 0.108 0.544 0.431 ----- hombres 526 0.132 mujeres 227 0.123 0.511 0.477 ----- medial 413 0.176 inicial 340 0.098 0.601 0.431 ----- rango= 0.205 ocupación rango= 0.358 8 estudios raz. ver.= -1679.454 sign.= 0.007 rango= 0.172 9 vocal siguiente raz. ver.= -1674.169 sign.= 0.035 * * * vocal i vocal e vocal a vocal o vocal u 195 167 156 157 78 rango= 0.147 tonicidad sexo posición Input= 0.073; razón de verosimilitud= -1674.169; significación= 0.035 Por fin, el modelo propio de las soluciones laríngeas presenta numerosas connivencias con los anteriores en lo que toca a la lista de variables pertinentes. Es, sin embargo, un modelo más rico o complejo, pues da por buenos nueve grupos de factores, en el siguiente orden de importancia: la zona dialectal preestratificatoria; el contexto previo; el nivel sociocultural de los informantes; el grado de conocimiento de una lengua 55 indígena; el ser hablante de una lengua indígena; la edad; la ocupación; el grado de estudios alcanzados; y la vocal posterior. Como se ve, se trata una vez más de un modelo en el que predominan los aspectos de naturaleza social. Conviene ahora referirse al papel de las variables en la distribución de /x/ de manera transversal, pues existen comportamientos complementarios y patrones recurrentes en cuanto al poder explicativo o no de algunos de los grupos de factores, al tiempo que hay también diferentes hechos no fáciles de explicar y que hubieran sugerido una reestructuración de algunas variables, tarea que excede los límites y posibilidades de este trabajo, que sólo pretende ser un primer acercamiento al problema. (i) La variable independiente más importante en el conjunto de la variación de /x/ es, sin duda, la zona dialectal preestratificatoria. No sólo aparece en los tres modelos respectivos para velares, faríngeas y laríngeas, sino que siempre ocupa el primer lugar en la jerarquía de factores seleccionados. Una de las motivaciones fundamentales, como se comentaba supra, era averiguar la funcionalidad del modelo geográfico postestratificatorio, ya puesto a prueba con datos relativos a /ʝ/, /t͡ʃ/ y /s/, para los que también resultó altamente significativa. Debe observarse que el estatus analítico es muy diferente al de tres zonas dialectales que se propone más abajo dentro de este mismo trabajo. La zonificación preestratificatoria es una mixtura entre sectores geográficos y un conocimiento general de la forma en que se distribuye la diversidad dialectal del español de México, de manera que, una vez constituida en variable, se pone a prueba como parte de un modelo estadístico general. La zonificación entres zonas (infra) se propone específicamente para /x/ y es inductiva, de modo que ordena los datos considerados a partir de cinco argumentos que se expondrán más adelante. Volviendo ahora a las zonas preestratificatorias, las variantes velares son favorecidas por el centro-oeste, el noroeste, el noreste y el centro-este, y no son favorecidas por el sureste. Las formas faríngeas, por su parte, son seleccionadas en especial por el sureste, el noreste y el noroeste (es decir, por la periferia), pero obtienen probabilidades inferiores a 0.500 en las áreas centrales, sea la oriental o 56 la occidental. Los alófonos laríngeos, por fin, son muy favorecidos por el sureste del país (0.899) y ligeramente por el centro-este, pero no por el centro-oeste, el noroeste y el noreste. Parece bastante claro que el sureste del país es la región más diferenciada con respecto a la variación de /x/ —realidad recurrente ya verificada con respecto a otras variables lingüísticas, sugiriendo una separación dialectal de orden mayor a la que existe entre otras regiones del país. (ii) El segundo factor de mayor importancia global es el contexto previo a la presencia de /x/; el grupo de factores aparece en los respectivos modelos de cada una de las tres variantes, siempre en la segunda posición jerárquica. La presencia de una consonante previa, como en San Juan (mapa 374) favorece fuertemente la aparición de formas velares (0.754); de hecho, es también el factor que menos propicia las soluciones faríngeas y laríngeas. Como ya se había mostrado supra, en la tabla 6, el mapa de San Juan muestra las frecuencias relativas más altas de velares (0.803, seguido a distancia por jabón, mapa 363, 0.692). Por otra parte, la pausa previa, presente en varios de los mapas, parece tener un efecto parecido, aunque más mitigado, pues favorece la variante velar y desfavorece las formas más posteriores faríngeas o laríngeas, aunque con probabilidades más cercanas a 0.500 que la presencia de consonante. Son las vocales, en conjunto, las que más promueven la presencia de formas posteriores. Para las velares, sólo la [a__] otorga una contribución modesta22, mientras que [e__] y [o__] se muestran desfavorecedoras. Prácticamente lo contrario ocurre con las variantes posteriores, faríngeas o laríngeas, pues las vocales siempre muestran probabilidades que sufragan su presencia. (iii) El nivel sociocultural es el tercer elemento de importancia para caracterizar la distribución global de /x/, pues aparece en los tres recuentos, siempre en la tercera posición jerárquica. La cantidad de distinciones o factores, por otra parte, es elevada, pues se distinguen ocho niveles diferentes; este hecho, asociado a la aparición de órdenes no completamente regulares, o inesperados, en el 22 Cuestionable, en realidad, pues se trata de un solo caso. 57 comportamiento de la variable, y al desequilibrio en el tamaño de los datos (por ejemplo, las personas “cultas” suman 266 datos entre las tres tablas, mientras que las “analfabetas” aportan 1758 ejemplos), sugieren la conveniencia de reagrupar la variable, de modo que se distingan menos niveles socioculturales. Dejando de lado ahora esa posibilidad, y examinado simplemente las tendencias principales, parece bastante claro que las primeras posiciones aparecen ocupadas por personas evaluadas como de cierto nivel cultural en el caso de las variantes velares: los rangos más altos están ocupados por “medio-alto”, “culto” y “medio”, mientras que en los inferiores aparecen “medio-bajo”, “analfabeta” y “bajo”. La tendencia parece básicamente la contraria en el caso de los alófonos faríngeos, pues son promovidos en especial por las personas de nivel “bajo”, “analfabeta” y “mediobajo”, y desfavorecidas por las de grado “culto”, “medio-alto” y “semiculto”. Una tendencia parecida, aunque quizá un poco menos clara, parece apuntarse en el caso de las soluciones laríngeas, pues aunque tres de los cuatro grupos favorecedores son de nivel “analfabeta”, “medio-bajo” y “semianalfabeta”, el cuarto factor, y en realidad el primero de la lista es “semiculto”, aunque hay que precisar que en este grupo sólo se documentaron 8 casos de variantes laríngeas (de entre un total entre las tres tablas de sólo 50 casos). El patrón tampoco es completamente claro en los cuatro factores que quedan por debajo de 0.500, pues aparecen en ese rango “medio”, “bajo”, “culto” y “medio-alto”, si bien varios de ellos con muy pocos casos. Esperando no caer en cierto reduccionismo analítico, parece que puede decirse, en general y normalmente, que cuanto más elevada es la atribución de nivel sociocultural en los informantes del Atlas, mayor es la expectativa de documentar formas velares, mientras que cuanto más bajo es el nivel, cabe mayor posibilidad de encontrar soluciones posteriores, sean faríngeas o laríngeas. (iv) Voy a situar como cuarto factor determinante en la distribución del conjunto de los datos la edad, pues aunque ocupa el quinto lugar en la jerarquía de las velares y en la de las faríngeas, y el sexto en la de las laríngeas, es el último grupo 58 de factores que tiene la particularidad de aparecer como significativo en los tres modelos de regresión escalonada generados para cada una de las variantes fónicas. Es interesante, desde luego, que sea la edad uno de los grupos de factores de mayor importancia, dado lo que ello puede acarrear con respecto a los patrones de vaiación y cambio aparente. Como en el caso del nivel sociocultural, el hecho de que se hayan distinguido un número relativamente grande de variantes —siete en el caso actual— diluye un poco el dibujo de los datos, sugiriendo la utilidad de reagrupar y condensar los materiales. No obstante, es posible de nuevo esbozar las principales tendencias apuntadas en el modelo variable. En líneas generales, los grupos de edad más joven favorecen un poco más la aparición de variantes velares. De hecho, los dos únicos factores que favorecen abiertamente su aparición son el grupo de “hasta 19 años” (0.569) y el de “30-39” (0.523); y los dos que menos favorecen el surgimiento de las formas más anteriores son los factores “60-69” (0.461) y “70 en adelante” (0.450). El patrón es menos nítido en lo que toca a las soluciones faríngeas, aunque puestos a decidir parecería tener bastante sustento la conformación inversa: a la cabeza del favorecimiento se encuentran los grupos de más edad, “60-69” y “70 en adelante”, y el grupo menos favorecedor es “hasta 19 años”; varios de los grupos intermedios, sin embargo, no se presentan en el orden que cabría esperar si los datos de variación por edad estuvieran ordenados linealmente de modo pleno. Más confuso todavía es el patrón propio de los alófonos laríngeos, aun cuando parece tender a mostrar, al igual que las variantes faríngeas, favorecimiento por parte de las personas de más edad y desfavorecimiento de los más jóvenes. En ese sentido, los tramos más propiciadores de velares son “50-59”, “70 en adelante” y “40-49”, y el grupo menos favorecedor “30-39”. De todas maneras, subsisten varias dudas, pues “6069” es el menos favorecedor y el grupo más joven, de “hasta 19 años” queda en el centro, favoreciendo incluso de modo ligero la aparición de variantes laríngeas. En el segundo modelo sociolingüístico, que se presenta infra, referido a la zona fronteriza, la variable de edad se reestructuró en tres grupos. 59 Habría que considerar ahora un segundo grupo de variables que resultaron significativas sólo en alguno de los tres modelos estadísticos. (v) El grado de conocimiento de una lengua indígena se instala en el sexto lugar significativo para las velares, no es significativo para las faríngeas y es el cuarto significativo para las laríngeas. En lo referente a las variantes velares, éstas se ven tanto más favorecidas cuanto menor es el conocimiento, pues “poco”, que es el único factor que promueve comparativamente las soluciones velares, recibe un 0.603 de probabilidad, “mediano” un 0.463, y “bueno” un 0.364. En las soluciones llamadas faríngeas, el grado de conocimiento es, de hecho, la menos significativa de todas la variables; incluso las diferencias en la probabilidad de un nivel son relativamente pequeñas, y aún menores son las discrepancias en cuanto a las frecuencia relativas. El grupo de factores, sin embargo, vuelve a ser significativo cuando se trata de las variantes laríngeas, ofreciendo una especie de imagen en espejo respecto de aquéllas, pues las soluciones más posteriores son favorecidas cuando el conocimiento es “bueno” (0.532) y no cuando es “mediano” (0.392) o “poco” (0.280). Ciertamente, habría que explorar mucho más despacio qué es lo que significan en realidad estos datos, al igual que los referentes a la siguiente variable que se va a comentar, el hecho de ser hablante de una lengua indígena, variable obviamente relacionada con ésta. Dado que, como se comentó supra, los bilingües incluidos en la muestra lo son de al menos trece lenguas diferentes, sería delicado atribuir a la idea general de contacto la predisposición a las soluciones laríngeas. Una posibilidad específica que me parece que habría que explorar en más detalle es la que afecta a los hablantes de maya yucateco y a la presencia de correlaciones significativas de laríngeas en el sureste del país. Como se expondía más arriba, 162 de los 450 datos procedentes de bilingües proceden de hablantes de maya, que además son los que muestran una mayor concentración geográfica; es decir, más de un tercio de los datos. Dada la pertinencia en el español del área de las soluciones laríngeas en la misma zona de presencia de estos hablantes, podría existir cierto correlato entre esta variable 60 del grado de conocimiento y el hecho de ser hablante de una lengua indígena con la selección de las formas laríngeas como hecho subsidiario a la significatividad geolingüística de la zona dialectal23. El grado de conocimiento de la lengua, de hecho, parece ser elevado entre los hablantes bilingües de maya incluidos en la muestra: aproximadamente el 53% de ellos presentan un conocimiento “bueno”. Por otra parte, los datos de conocimiento anotado como “bueno” en los cuestionarios se reparten, aproximadamente, entre hablantes de maya (52%), náhuatl (28%) y zapoteco (20%). Es decir, no sólo hay en especial bilingües de maya en la muestra, en comparación con otras lenguas, sino que éstos se encuentran localizados en una zona bastante determinada y además, debido a que su conocimiento del maya es en muchos casos “bueno” aportan la mayor proporción (de hecho más de la mitad de los casos) a esta categoría. (vi) El hecho de ser hablante de una lengua indígena no es significativo para las velares, pero representa el sexto lugar significativo en el caso de las variantes faríngeas y el quinto en el modelo referente a los ejemplos laríngeos. De las doce variables consideradas, el hecho de ser bilingüe queda en el décimo lugar en el modelo de las variantes velares, por debajo del umbral establecido a partir de la significatividad del cálculo logístico escalonado; en la probabilidad de un nivel, de todos modos, “no” ser hablante de una lengua indígena favorecía ligeramente las formas velares (0.507, frente a 0.404), aunque hay que decir que las diferencias eran más abultadas en términos de frecuencia relativa (los “no” bilingües alcanzan un 0.701 de f, por sólo un 0.487 de los “sí” bilingües). El grupo de factores sí emergió como significativo para los ejemplos faríngeos, de modo que los “no” bilingües favorecen ligeramente estas formas (0.519, frente a 0.414). Por fin, los “sí” bilingües favorecen con claridad las variantes más posteriores, las etiquetadas como laríngeas, que llegan a una probabilidad de 0.720, frente al 0.454 de los “no” bilingües. Mi interpretación, como queda expresado a propósito 23 Es decir, no se propone, un principio, o no necesariamente, una relación genética entre los dos hechos, sino que simplemente se trataría de la coincidencia de las dos dimensiones, la geolingüística y el bilingüismo, en una misma región y en unos mismos datos. 61 de la variable anterior, es que probablemente el hecho es en realidad subisidiario de la elevada presencia de bilingües de maya en la muestra, y en el peso que conceden los hablantes del sureste del país a las soluciones laríngeas. Ciertamente, el problema amerita más investigación de la que puede llevarse ahora a cabo. (vi) El nivel de estudios ocupa el cuarto lugar significativo en el modelo de las variantes velares, no es significativo para las faríngeas, y resulta en el octavo lugar, pero todavía significativo, para las laríngeas. Aun aceptando esta significatividad, el patrón emergente no es fácil de interpretar. Si nos fijamos en las variantes velares, resulta que quienes más las favorecen son las personas con estudios “superiores”, pero resulta que van seguidos por las personas con “ningún” estudio y por las de estudios “primarios”, y sólo no favorecen las de estudios “medios”. En cuanto a las formas faríngeas, para las que el factor no fue significativo, muestran a la cabeza a los de estudios “medios” en la probabilidad de un nivel y hasta el final a los de estudios superiores. Por fin, las laríngeas sólo son favorecidas por las personas de estudios “medios” y no favorecidas por las de los demás grupos de estudios. En mi opinión, pueden estar ocurriendo dos cosas: por un lado, que el grupo de factores se traslapa en parte con el de nivel sociocultural, al que seguramente cabe conceder un mayor valor dado que procede de una evaluación global por parte de los encuestadores. Por otro lado, y puede ser más importante, es posible que el grado de estudios deba verse a la luz o dentro de cada una de las zonas dialectales propuestas, más que a nivel general, si consideramos el bajo papel que desempeña en cuanto a significatividad, y que de alguna manera los datos de una zona estén neutralizando los de otra, al ver todos los hechos juntos. Por fin, un comentario adicional tiene que ver con que los datos de frecuencia relativa sugieren que quizá habría que reestructurar la variable de algún modo que captara mejor los hechos. Si nos fijamos nada más en las frecuencias, pensando nada más en la descripción de los datos producidos y no en el aspecto de un modelo inferencial, resulta que las personas con estudios 62 superiores realizaron un porcentaje importante de velares (0.719, es decir, 71.9%), las de estudios medios y primarios quedan en un escalón intermedio (0.621 y 0.649) y las personas sin estudio al final (0.578); las variantes faríngeas muestran porcentajes ligeramente superiores al 20% en todos los grupos, menos en el de estudios “superiores”, que no alcanza, aunque por poco, esta cota; y las variantes laríngeas fueron ejecutadas sobre todo por personas con “ningún” estudio (0.164), medianamente por los grupos de instrucción intermedios (0.124 los de estudios “primarios” y 0.129 los de estudios “medios”) y muy poco por las personas con estudios “superiores” (0.083). Es decir, la perspectiva podría reducirse a estas afirmaciones: las diferencias entre grupos de estudios, vistas al menos a nivel global, no son muy grandes, y en consecuencia pasan a duras penas el umbral del modelo inferencial, y a veces ni siquiera lo pasan, ofreciendo además una imagen confusa. Si nos fijamos exclusivamente en la descripción de los datos, y aceptando su dudosa significatividad, puede decirse, en líneas muy generales, que cuantos más estudios se tienen más velares se producen, y cuantos menos estudios, más se realizan soluciones posteriores. (viii) Aunque la ocupación del informante no es significativa para las variantes velares, queda en el cuarto lugar significativo para las faríngeas y en el séptimo para las laríngeas. No es extraño, por otra parte, que las variables referidas a la ocupación susciten algunas dudas, empezando por la forma en que lleva a cabo la distribución de las variantes o factores. No extraña que el factor no haya sido significativo para las velares, pues las diferencias tanto en frecuencias como en probabilidades de un nivel son realmente pequeñas; llama la atención, con todo, que el “tipo 4” alcance la mayor probabilidad y la segunda mayor frecuencia. Los datos distan de ser obvios, de todas formas, en lo que se refiere a las faríngeas, pues se constata en “tipo 3” como el más favorecedor y el “tipo 4” como el que menos; en términos de frecuencia, por otra parte, las ocupaciones de los tipos 0 a 3 muestran diferencias muy pequeñas, y sólo queda ostensiblemente alejado de ellas el “tipo 4”. Por fin, las laríngeas son especialmente favorecidas precisamente 63 por el “tipo 4”, y también son favorecedores, aunque en un menor nivel, por los tipos 1 y 2. En conjunto, los datos no muestran ningún patrón muy evidente, y parece necesario reconsiderar el papel del grupo de factores e incluso cuestionar la utilidad de incluirlo en un posible modelo de los datos de /x/, cuando menos en su conformación actual. (ix) El papel de la vocal siguiente tiene un papel modesto, pero todavía significativo en el modelo de las velares, ocupando el séptimo lugar en la jerarquía; no resulta significativo para las formas faríngeas y queda en el último lugar significativo para las soluciones laríngeas. Puede decirse, en principio, que las vocales no altas, es decir, [__a], [__e] y [__o] favorecen la aparición de formas velares. El patrón para las variantes faríngeas es exactamente el contrario, pero ya se ha dicho que no supera el umbral de significatividad. Por fin, [__i], [__e] y [__a] favorecen ligeramente el surgimiento de variantes laríngeas, mientras que [__o] y [__u] no. El patrón emergente, en cualquier caso, sorprende un poco, pues la expectativa era, en cualquier caso, que el LUGAR de la vocal estuviera asociado de alguna manera al de la consonante. En ese sentido, llama la atención que para las velares el eje pertinente no es el antero-posterior, sino el de altura (por cierto, que incluso en términos de apertura sucede lo contrario a lo esperable), con las faríngeas el grupos de factores no es muy significativo, y con las laríngeas sí termina siendo significativo el eje antero-posterior, sólo que al contrario de lo esperado, pues son favorecidas por las vocales más anteriores. Por fin, hay tres variables que no resultaron nunca significativas para ninguno de los tres modelos estadísticos. (x) El sexo es la única variable social que no resultó significativa para ninguna de las variantes fónicas en el modelo sociolingüístico de los datos globales. Ocupa un noveno lugar con las formas velares y con las formas faríngeas, y el onceno en el modelo de los casos laríngeos. El hecho en sí llama la atención, desde luego. En términos de probabilidades de un nivel y de frecuencias, con todo, las mujeres favorecen las soluciones velares ligeramente más que los hombres, quienes por su 64 parte producen unos pocos casos más de faríngeas y de laríngeas. El hecho en sí se muestra conforme a lo esperado (que las mujeres produzcan se encuentren más cerca del estándar), pero las diferencias son realmente pequeñas. (xi) La tonicidad de la sílaba, por su parte, queda en el lugar onceno con las velares y con las faríngeas y en el décimo con las laríngeas. Las sílabas tónicas se mostraron ligeramente más asociadas a las variantes velares y a las faríngeas, mientras que las átonas son un poco más frecuentes cuando aparecen soluciones laríngeas. El hecho es también coherente con lo esperado (que las sílabas tónicas estén más asociadas a las variantes más intensas), pero de nuevo hay que insistir en su carácter no significativo, en términos estadísticos. (xii) No sólo nunca fue significativa la posición como variable explicativa, sino que incluso ocupa el último lugar en el caso de las variantes velares, el décimo con las faríngeas y de nuevo el último con las laríngeas. La posición inicial favoreció levemente la aparición de alófonos velares, y la medial la de alófonos faríngeos y laríngeos. El dato corresponde de nuevo a lo esperado, en la medida en que cabe pensar en una mayor concentración de energía en inicio que en posición intermedia, pero una vez más el hecho no es significativo. La disposición general del modelo queda, por tanto, con cuatro variables muy importantes (zona preestratificatoria, contexto previo, nivel sociocultural y edad), cinco variables de importancia media (grado de conocimiento de una lengua indígena, ser hablante de una lengua indígena, estudios, ocupación y vocal siguiente) y tres variables desalojadas de toda importancia (sexo, tonicidad de la sílaba y posición en la palabra). HACIA UN MODELO GEOLECTAL DE TRES ZONAS En este apartado se explora en más detalle la propuesta, sugerida antes durante el examen de los diez cortes en los mapas que proyectan la variación de /x/, de establecer tres grandes zonas desde los puntos de vista geográfico y variable. Estas tres grandes zonas serían: a) la sección posteriorizadora, asociada a los rangos bajos en la escala derivada del índice de LUGAR articulatorio; b) la sección intermedia o fronteriza, propia de los 65 rangos intermedios; c) el área velarizadora, que es la más conservadora y apegada al estándar nacional y la que presenta cotas más elevadas en la escala de rangos. Ya se ha comentado, por una parte, la tendencia a que los últimos rangos acumulen progresivamente una gran cantidad de puntos de encuesta. La tabla 11 permite considerar este aspecto en mayor detalle. Tabla 11. Frecuencia absoluta y frecuencia absoluta acumulativa de puntos de encuesta por rangos en el índice de LUGAR. N= 193 rango F F acumulativa 1 7 7 2 12 19 3 12 31 4 11 42 5 12 54 6 10 64 7 10 74 8 20 94 9 26 120 10 73 193 Es decir, mientras el primer rango apenas suma siete lugares, y los rangos 2 a 7 oscilan entre 10 y 12 puntos en cada corte, de modo que para el rango séptimo apenas se han acumulado 74 localidades, los últimos tres rangos, de carácter mucho más velarizador, pasan a referirse a 20, 26 y 73 puntos de encuesta. Esta asimetría en la concentración de puntos según rangos queda claramente establecida en la figura 16, que proyecta la frecuencia acumulativa. 66 250 200 150 100 50 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Figura 16. Frecuencia absoluta acumulativa de puntos por rangos Mientras que la línea progresa con una pendiente prácticamente uniforme entre los rangos 1 a 7, los tres últimos rangos, y especialmente el último de todos, muestran una pendiente mucho más inclinada. Este hecho sugiere que no nos encontramos ante una distribución más o menos equilibrada, sino que hay una tendencia notoria en el país hacia el predominio de las soluciones velarizadoras. Antes de observar la consecuencia de este hecho sobre la proyección de los datos en lo que podría llamarse la geografía aparente del proceso de cambio y variación, conviene establecer plenamente la hipótesis de tres zonas. Los argumentos principales son cinco (ya se ha hecho referencia a los tres primeros): a) la posibilidad de establecer una distribución más o menos equitativa equitativa de los rangos de LUGAR (1 a 3; 4 a 7; 8 a 10); b) los patrones concentrado o difuso de cada uno de esos tres grupos de rangos; c) la distribución de las tres variantes consideradas en cada una de las tres áreas; d) el comportamiento de los llamados hablantes NORMS; e) la distribución sociolingüística de las variantes en cada una de las áreas. El argumento a) es de carácter puramente cuantitativo, en la medida en que sugiere una distribución equilibrada de los rangos. El argumento b), cualitativo y geográfico, se desarrolla de inmediato, y a continuación los aspectos c) y d). Por fin, el último argumento, e), se desarrolla parcialmente en el apartado siguiente, al establecer el 67 modelo multivariable de la variación sociolingüística en la zona fronteriza (que es en la que se espera más variación por su carácter más difuso. En cuanto a b), entonces, conviene parece conveniente dibujar los mapas que concentran cada uno de los tres tramos que se están proponiendo, empezando por las áreas de carácter más posteriorizador. Figura 17. Zona posteriorizadora (rangos 1 a 3) Este mapa, que coincide con el presentado en la figura 8, incluye todos los puntos que obtienen puntuaciones de lugar que quedan entre los rangos 1 a 3. No parece excesivo decir que se trata de áreas bastante concentradas, enumerables con relativa facilidad. Tenemos dos subáreas principales, la costa del Golfo y la costa del Pacífico. La primera se extiende desde la parte norte de la Península de Yucatán, deslizándose desde 68 el estado de Yucatán y extendiéndose progresivamente por Campeche, Tabasco y el sur del estado de Veracruz; sólo un punto de Quintana Roo queda relativamente alejado del área de concentración de esta subzona. En cuanto a la segunda subzona, queda conectada con esta primera a través del istmo de Tehuantepec, y se subdivide luego en tres áreas discontinuas: la más meridional, que vincula la costa de Chiapas con el sureste del estado de Oaxaca; la costa norte, o noroeste, del estado de Guerrero; y la península de Baja California, donde la densidad de los puntos de encuesta es menor. Si la distribución de los rangos bajos o posteriorizadores es relativamente concentrada, la plasmación geográfica de los rangos intermedios 4 a 7 es, a mi juicio, mucho más difusa, tal como se plasma en el mapa siguiente. Figura 18. Zona fronteriza (rangos 4 a 7) 69 Los rangos intermedios, en contraste con los más bajos (y también en contraste con los más altos, como se verá en seguida), muestran una distribución geográfica mucho más difusa; esto, ciertamente, es una cuestión de grado. Es verdad que la mayoría de los puntos quedan distribuidos dentro de dos subzonas: una principal, que ocupa una franja distribuida en la dirección norte-sur, en el centro del país (con un punto aislado en Quintana Roo), y una secundaria, en el noroeste extremo, establecida a través de la presencia de varios puntos en el noroeste de Sonora y de uno más en Baja California. Pero también es verdad que en realidad se muestran numerosas discontinuidades, en especial dentro del área principal. Habría que hablar, de hecho, de comarcas fronterizas, más que de grandes regiones: el interior de Chiapas, el oeste de la costa oaxaqueña y el sureste de la de Guerrero, parte de la costa central y norte de Veracruz, etc. En general, podría hablarse para esta colección de puntos de una zona de transición, en el sentido tradicional, entre las áreas posteriorizadoras y las áreas velarizadoras. Sin embargo, el carácter relativamente difuso de la distribución de estos puntos, y el relativo traslape con puntos de las áreas más concentradas en algunas de las comarcas, sugiere que el término de zona difusa es más apropiado para referirse a los rangos intermedios, por lo menos mientras se dispone de mayor información sobre el modelo variable (por ejemplo, el papel del tamaño e importancia de los núcleos poblaciones y las redes comerciales y de comunicación en que se agrupan, tanto en la época de recolección de los datos del Atlas como ahora). Esta zona intermedia es fronteriza en el sentido estrictamente geográfico sólo en parte, debido al grado relativo de traslape de que se ha hablado. Es fronteriza, en cambio, desde el punto de vista variable, pues si las zonas de rangos bajos y altos muestran datos más concentrados, no presentarán datos tan variables en cuanto a la distirbución interna en cada una de las localidades, sino datos mucho más estables. Es decir, la hipótesis es que el patrón sociolingüístico será mucho más rico en esta zona intermedia, correspondiendo a algo parecido a un cambio en curso, aunque proyectado ahora en en términos estrictos de tiempo aparente, sino de geografía aparente. Veamos ahora la distribución de los rangos más elevados o velarizadores. 70 Figura 19. Zona velarizadora (rangos 8 a 10) Me parece que es bastante claro que los rangos altos o velarizadores generan un patrón concentrado, no difuso, fácilmente acotable y describible incluso por medio de isoglosas, por lo menos en sus partes más nucleares. La concentración velarizadora es extraordinariamente densa en el centro del país, tanto en el centro-este como en el centrooeste, y se extiende luego a través de diferentes corredores por los diferentes estados meridionales, tanto los intermedios como los extremos, alcanzando el sur de Tamaulipas, franjas en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, así como extendiéndose a lo largo de la costa de Sinaloa y del sur del estado de Sonora. Existen también otras ramificaciones en algunos estados del sur, apareciendo la velarización clara en puntos del interior de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Obsérvese también que aunque se dan numerosos traslapes con los puntos asignados a la llamada zona intermedia o fronteriza, de modo que puede 71 haber oscilaciones entre puntos relativamente cercanos, en especial en las áreas periféricas con respecto al centro del área velarizadora, no existen traslapes con las áreas posteriorizadoras, que como distribución también concentrada, se muestran claramente acotadas. Parece bastante claro, entonces, que la existencia de dos regiones extremas concentradas y de una intermedia difusa (tanto en el sentido geográfico como en el sociolingüístico) resulta ser un argumento de peso de cara a la partición propuesta en tres grupos de rangos. El argumento c) tiene que ver con la forma en que se distribuyen las diferentes variantes en cada una de estas tres zonas geográfico-variables. En la tabla 12 se muestran las frecuencias absolutas y relativas de variantes, y en la figura 20 se proyectan estos mismos datos. Tabla 12. Totales de variantes según zonas. N= 5929 zonas variantes posteriorizadora (949 datos) velares 78 0.082 faríngeas 334 0.352 laríngeas 532 0.561 otras fronteriza (1322 datos) velarizadora (3658 datos) F f 5 0.005 velares 498 0.377 faríngeas 619 0.468 laríngeas 193 0.146 otras 12 0.009 velares 3198 0.874 faríngeas 410 0.112 laríngeas 28 0.008 otras 22 0.006 En la zona posteriorizadora, la variante más común, que aparece en más de la mitad de los casos (0.561), es la posterior; algo más de uno de cada tres son de soluciones 72 faríngeas (0.352), y por fin las variantes velares surgen menos de una de cada diez veces (0.082). La variante predominante en la zona fronteriza es precisamente la intermedia con respecto al LUGAR, la faríngea (0.468), seguida por la velar (0.377) y en último término por la laríngea (0.146); en todo caso, es la región en que, comparativamente, las variantes se muestran más equitativamente. Por fin en el área velarizadora, casi nueve de cada diez casos (0.874) son ejemplos velares, poco más de uno de cada diez resultan ser faríngeas (0.112), y los datos laríngeos son simplemente residuales (0.008). Igual valor residual y no caracterizador tienen los ejemplos que quedan fuera de estas tres categorías principales en las tres zonas dialectales. 1.000 0.900 0.800 0.700 0.600 0.500 0.400 0.300 0.200 0.100 0.000 posteriorización velares frontera faríngeas velarización laríngeas otras Figura 20. Distribución de variantes según zonas dialectales por frecuencias relativas La figura 20 confirma gráficamente lo que se acaba de comentar. El hecho más notable es la línea ascendente que constituyen las soluciones velares cuando se lee la gráfica de izquierda a derecha, en contraste con las variantes laríngeas, que precisamente adoptan un camino claramente descendente a través de las sucesivas zonas posteriorizadora, fronteriza y velarizadora. En cuanto a las formas faríngeas, ascienden ligeramente en el tránsito de la zona posteriorizante a la fronteriza, y luego descienden claramente al llegar a la conentración velarizadora. 73 La figura siguiente es un intento por plasmar en una sola gráfica mucho de lo dicho hasta ahora. y = 0.0102x - 0.598 1.500 2 R = 0.9109 1.000 Zona fronteriza 0.500 Zona velarizadora -0.500 Zona posteriorizadora -1.000 Figura 21. Distribución de puntos según índice de LUGAR, distinción de zonas según rangos y línea de tendencia lineal (variación fónica en geografía aparente) El trazo de la figura 21 proyecta la puntuación alcanzada en el índice de LUGAR para cada uno de los 193 puntos del Atlas, una vez que se han ordenado en una lista jerárquica que va de menos a más; como se recordará, los valores extremos que puede alcanzar el índice son -1 (que nunca se alcanza) y 1. Como puede observarse, leída de izquierda a derecha, la proyección adopta una forma semejante a la de una curva en “S”. Las flechas, por su parte, señalan los puntos, o tramos de la curva, que quedan dentro de cada una de las tres zonas postuladas a través de los argumentos que se vienen desarrollando, de manera que la zona posteriorizadora ocupa la parte baja o arranque de la curva en “S”, la fronteriza el tramo medio, o de ascenso rápido, y la velarizadora toda la parte superior, que afecta al mayor número de puntos, incluida la cornisa final de la “S”, que alcanza el valor de 1, es decir, plenamente velarizadora (quizá podría haberse 180 127 121 115 88 111 84 64 35 57 158 98 130 55 176 58 54 19 51 28 157 70 172 52 95 29 96 152 83 94 92 145 109 60 69 187 122 184 2 16 37 141 12 191 192 5 82 7 20 0.000 74 discutido la posibilidad de una cuarta zona, una que no presentara ningún grado de variación). De hacerle caso a la ecuación de tendencia lineal, la R2 presenta un valor muy alto, de 0.9109, lo que vendría a significar que un 91% de la variación queda descrita a través de la curva del índice de LUGAR. Quizá el principal atractivo de la proyección sea precisamente el mostrar una curva en forma de “S” como resultado de resumen o síntesis del comportamiento de todos los datos. Si se tratara de una proyección del tiempo aparente, situando a las personas de más edad a la zquierda, y a los más jóvenes a la derecha, podríamos decir que estamos viendo un proceso de cambio lingüístico en curso. Lo que tenemos aquí, sin embargo, es una proyección de geografía aparente, donde los diferentes puntos han sido reorganizados no según el lugar que ocupan en la geografía mexicana, sino con respecto a su posición jerárquica en el índice de LUGAR. Ya hemos visto antes, a través de los mapas, cómo de todas formas pueden decirse en realidad bastantes cosas acerca de la ubicación geográfica de los puntos, una vez que se han ido considerando por los tramos en que la escala de rangos segmenta el índice de LUGAR. Lo importante ahora es que, aunque no puede establecerse que estemos viendo estrictamente la forma adoptada por un cambio en curso, sí vemos el trayecto geográfico de difusión que podría seguir la distribución de las variantes de /x/ en el caso de estar involucrada en un proceso de expansión (caso en el que nos moveríamos de derecha a izquierda) o de estandarización (situación en la que el traslado sería de izquierda a derecha), como no sería extraño documentar, tal como parece ocurrir a propósito de otras variables de carácter sociolingüístico. Faltarían datos para poder cerrar el razonamiento (por ejemplo, datos actuales que permitieran establecer otro corte sincrónico), pero la consideración de los datos sociolingüísticos puede arrojar algunas luces adicionales al problema (infra, en relación precisamente al argumento e) para las zonas dialectales ahora defendidas). Norms Conviene ahora referirse al argumento d), que tiene que ver con la distribución de los llamados hablantes NORMS tanto en el conjunto de los datos como sólo en la zona 75 fronteriza. Los hablantes NORM24 constituyen el prototipo de informante empleado por la dialectología tradicional: hombres de edad avanzada con pocos estudios y poca movilidad geográfica y social, de los que se espera que nos representen las soluciones más antiguas y tradicionales de un dialecto. Tal estrategia ha sido criticada en repetidas ocasiones, en la medida en que nos ofrece una imagen distorsionada de las hablas de un lugar y en que corta las alas de la variación presente a través de diferentes dimensiones sociales en un lugar dado. De hecho, una de las principales novedades del Atlas Lingüístico de México fue el empleo de una gran variedad social en cuanto a sus informantes. Podría en ese sentido parecer contradictorio acotar en este apartado tal riqueza, pero el propósito es, por un lado, tener precisamente el registro típico de la tradición dialectológica y, por otro, disponer de una unidad de comparación más controlada para intentar ver si existen diferencias marcadas entre la llamada zona fronteriza (en la que se está esperando mayor variación) y el conjunto de los datos. En ese sentido, la base de datos ahora trazada por medio de la consideración de diez mapas incluye 5929 datos, de los cuales 4045 son de hombres. Tomando ahora sólo en cuenta los ejemplos procedentes de hombres de 60 o más años y de nivel sociocultural caracterizado como analfabeta o semianalfabeta, se suman 335 ejemplos en la base de datos manejada ahora25. En cuanto a la llamada zona fronteriza, incluye un total de 1322 datos, de los cuales 898 son de hombres. Una vez efectuada la misma acotación en referencia a la edad y el nivel sociocultural26, los datos pertinentes para esta comparación son sólo 77. Se ha supuesto poca movilidad para todos los informantes que forman parte de esta acotación. El resumen de resultados puede verse en la tabla 13 y en la figura 22. 24 “Quizá el rasgo más característico compartido por todos los grandes proyectos de geografía lingüística sea el tipo de informante seleccionado. Independientemente de la diversidad de culturas, de las disrepancias socioeconómicas y de la variedad topográfica, la mayoría de los informantes ha sido en todos los casos constituida por varones rurales, mayores y sedentarios. A falta de un término establecido para caracterizar a esta población, nos referiremos a ellos [...] como NORMs (nonmobile, older, rural males), acrónimo basado en la descripción dada” (Chambers y Trudgill 1994, pp. 56-57). Aquí, de todas maneras, se ha variado parcialmente esta definición, en la medida en que es posible acceder a la base de datos del Atlas Lingüístico de México, teniendo en cuenta a hombres mayores sin estudios. 25 Quedan fuera un par de casos adscritos a las “otras” soluciones, distintas a las formas velares, velofaríngeas o faríngeas. 26 Y dejando igualmente fuera un ejemplo de “otra” solución. 76 Tabla 13. Distribución de las variantes de /x/ entre los hablantes NORM totales y los de la zona fronteriza velares F NORMS NORMS total (335 casos) frontera (77 casos) f faríngeas laríngeas F F f f 171 0.510 107 0.319 57 0.170 20 0.260 42 0.545 15 0.195 Salta a la vista que la principal diferencia entre uno y otro subgrupo radica en la distribución de variantes velares y variantes faríngeas, pues los NORMS de todo el país producen en frecuencia relativa el doble de casos que los NORMS fronterizos, mientras que resultan tener un conjunto bastante menor de soluciones faríngeas. Las distancias en cuanto a formas laríngeas son pequeñas, aunque hay proporcionalmente más casos entre los miembros de la frontera variable. 0.700 0.600 0.500 0.400 0.300 0.200 0.100 0.000 velares Norms total faríngeas Norms frontera laríngeas Total de datos Figura 22. Distribución de hablantes NORMS en el total de los datos y en la frontera, en comparación con la distribución del total de los datos 77 La figura muestra una diferencia evidente entre ambos grupos. Mientras que en el total de los datos se advierte una disminución de materiales cuanto más posterior es la solución, en la frontera los NORMS muestran un pico en las soluciones faríngeas; además, la distancia entre la frecuencia relativa de formas velares y de formas laríngeas es pequeña en el subgrupo intermedio. Parece entonces que puede decirse que los datos procedentes de los NORMS sustentan el argumento d) relativo a las motivaciones para distinguir tres zonas dialectales en la variación de /x/, y en especial la posibilidad de distinguir una zona intermedia. Una segunda reflexión tiene que ver con el hecho mismo de considerar los materiales procedentes de NORMS, pues la imagen que tienden a ofrecer es mucho más conservadora o tradicional con respecto al conjunto de la población. De hecho, si se comparan los datos con la línea que ofrece el resumen general de todos los casos27, puede observarse cómo la concentración de datos velares es sensiblemente mayor, mientras que los materiales faríngeos y laríngeos son ostensiblemente menores; es decir, el conjunto de los datos ofrece una perspectiva mucho más cercano a lo que parece ser la norma o estándar del español de México. SEGUNDO MODELO SOCIOLINGÜÍSTICO: LA ZONA VARIABLE FRONTERIZA Se desarrollan en este apartado varios aspectos pertinentes para la discusión del argumento e) relativo al trazado de varias zonas dialectales para /x/. La zona fronteriza se caracteriza por exponer, presumiblemente, las mayores tasas de variación interna en cada uno de sus puntos. Si las áreas de velarización y de posteriorización pueden caracterizarse como focalizadas, tanto en términos fónicos como geográficos, los puntos fronterizos corresponden a una dimensión difusa en el espacio físico y sonoro, por usar los términos clásicos de Le Page (1978), sin que pueda establecerse con facilidad el área geográfica determinada que corresponde a esta frontera variable. Es decir, si parece sencillo trazar 27 Tal como aparecían en la tabla 5, con la pequeña corrección ahora, al calcular las frecuencias relativas, de haber retirado los 39 ejemplos de “otros” casos, lo cual otorga un total de 5890 ejemplos, y unas f de 0.641, 0.231 y y 0.128, respectivamente, para las variantes velares, faríngeas y laríngeas. 78 sendas isoglosas que engloben las áreas focalizadas, resultaría forzado, en mi opinión, tratar de caracterizar una región espacial determinada como área fronteriza. Se trata de una frontera en el sentido variabilista, no en el sentido dialectológico tradicional. La realidad inestable propia de las secciones difusas, asociada a los momentos expansivos de un cambio lingüístico queda proyectada, como se ha visto, en la parte más inclinada de la curva en forma de “S” perfilada en la figura 21. Todos estos hechos sugieren la conveniencia de elaborar un modelo sociolingüístico multivariable detallado que se refiera exclusivamente a las características de esta región variable intermedia. Se ha empleado, de todos modos, un conjunto de variables independientes un poco más restringido que en el modelo general expuesto supra, tanto en el número total de variables como en la organización interna de ellas, pues se han reagrupado algunos de los factores. De hecho, las dos que quedan de entrada fuera son el hecho de ser hablante de una lengua indígena y el grado de conocimiento de la lengua indígena, en la medida en que parecen asociadas o derivadas de un hecho geográfico principal. También se ha reestructurado la variable edad, reducida ahora sólo tres grupos. La tabla 14 recuerda los totales por variante en la zona fronteriza, y las tablas 15, 16 y 17 los datos de los modelos estadísticos para cada una de las variantes, siguiendo el mismo tipo de presentación empleado supra en el modelo global de datos. Tabla 14. Totales en la zona fronteriza (sólo las variantes principales). N= 1211 variantes F f velares 444 0.367 faríngeas 584 0.482 laríngeas 183 0.151 Aunque las variantes intermedias, etiquetadas aquí como faríngeas, son las que claramente predominan en la llamada zona fronteriza (f= 0.482), no llegan a ser tan predominantes como lo son las faríngeas en la zona posteriorizadora (que llegan a una f de 0.561) y especialmente las velares en la región velarizadora (0.874). 79 Tabla 15. Distribución sociolingüística de las variantes velares en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal. 1 contexto previo raz. ver.= -748.685 consonante 76 0.691 0.776 0.823 sign.= 0.000 pausa 252 0.417 0.459 0.565 vocal 116 0.234 0.481 0.340 rango= 0.483 2 zona preestratificatoria raz. ver.= -734.329 centro-oeste 120 0.426 0.601 0.600 sign.= 0.000 centro-este 115 0.399 0.545 0.550 noreste 110 0.399 0.533 0.531 sureste 60 0.308 0.424 0.422 noroeste 39 0.229 0.300 0.300 rango= 0.300 3 edad raz. ver.= -724.392 hasta 29 años 155 0.360 0.556 0.558 sign.= 0.000 de 30 a 49 años 216 0.419 0.538 0.537 de 50 años en adelante 73 0.275 0.342 0.340 rango= 0.218 4 nivel sociocultural raz. ver.= -711.407 medio alto 34 0.507 0.760 0.775 sign.= 0.001 medio 97 0.393 0.629 0.634 culto 27 0.458 0.614 0.594 medio bajo 100 0.373 0.492 0.495 2 0.200 0.491 0.486 semiculto bajo 13 0.325 0.482 0.477 analfabeta 125 0.344 0.404 0.401 semianalfabeta 46 0.293 0.374 0.366 rango= 0.409 5 estudios raz. ver.= -700.824 ninguno 57 0.375 0.641 0.640 sign.= 0.000 superiores 43 0.623 0.600 0.592 primarios 218 0.366 0.554 0.549 medios 126 0.320 0.349 0.358 rango= 0.282 * tonicidad --átona 257 0.340 0.522 --tónica 187 0.411 0.464 * posición --inicial 329 0.459 0.606 --medial 115 0.232 0.349 * sexo --mujeres 148 0.378 0.524 --hombres 296 0.361 0.489 80 * * vocal siguiente posterior anterior ocupación tipo 2 tipo 3 tipo 1 tipo 0 tipo 4 292 0.403 152 0.313 0.503 0.495 ----- 163 116 121 34 10 0.513 0.511 0.499 0.436 0.415 ----------- 0.378 0.406 0.330 0.318 0.500 Input= 0.347; razón de verosimilitud= -700.824; significación= 0.000 El modelo propio de los alófonos velares es un poco más restringido que el presentado antes para el conjunto de los datos, pues incluye sólo cinco grupos de factores (por siete en el modelo global): se trata, en orden jerárquico, del contexto previo, la zona dialectal preestratificatoria, la edad, el nivel sociocultural y los estudios alanzados. Eran precisamente éstos los que aparecían entre los cinco primeros en el modelo global, aunque no exactamente en el mismo orden. Las dos variables independientes que quedan ahora fuera son el grado de conocimiento de una lengua indígena (no considerado) y la vocal siguiente. Tabla 16. Distribución sociolingüística de las variantes faríngeas en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal. 1 zona preestratificatoria raz. ver.= -804.050 noroeste 125 0.735 0.766 0.779 sign.= 0.000 noreste 141 0.511 0.557 0.548 centro-oeste 132 0.468 0.475 0.476 centro-este 122 0.424 0.426 0.412 sureste 64 0.328 0.316 0.328 rango= 0.451 2 contexto previo raz. ver.= -789.362 vocal 261 0.526 0.514 0.549 sign.= 0.000 pausa 295 0.488 0.545 0.508 consonante 28 0.255 0.223 0.256 rango= 0.293 3 nivel sociocultural raz. ver.= -781.255 bajo 24 0.600 0.595 0.609 sign.= 0.013 semianalfabeta 78 0.497 0.586 0.587 culto 32 0.542 0.518 0.582 analfabeta 176 0.485 0.539 0.519 81 * * * * * * * medio bajo medio medio alto y semiculto rango= 0.256 tonicidad tónica átona vocal siguiente posterior anterior ocupación tipo 4 tipo 3 tipo 0 tipo 1 tipo 2 estudios medios ninguno primarios superiores edad de 50 años en adelante de 30 a 49 años hasta 29 años sexo mujeres hombres posición medial inicial 120 0.448 122 0.494 32 0.416 0.504 0.432 0.296 0.491 0.436 0.353 215 0.473 369 0.488 0.557 0.466 ----- 345 0.476 239 0.492 0.524 0.464 ----- 10 145 59 184 186 0.500 0.507 0.551 0.501 0.432 0.754 0.551 0.521 0.490 0.456 ----------- 208 71 281 24 0.528 0.467 0.471 0.348 0.531 0.505 0.495 0.363 --------- 131 0.494 233 0.452 220 0.510 0.547 0.488 0.486 ------- 203 0.518 381 0.465 0.524 0.488 ----- 261 0.527 323 0.451 0.556 0.461 ----- Input= 0.482; razón de verosimilitud= -781.255; significación= 0.013 El modelo de regresión lineal surgido para las variantes faríngeas en la zona fornteriza es mucho más restringido que en el total de los datos. Mientras que la imagen global sugería tener en cuenta la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el nivel sociocultural, la ocupación, la edad y el ser hablante de una lengua indígena, ahora se dispone de un modelo que sólo tiene en cuenta los tres primeros elementos de la lista anterior: la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo y el nivel sociocultural. 82 Tabla 17. Distribución sociolingüística de las variantes laríngeas en la zona fronteriza jerarquía variable F f P1 nivel P escal. 1 zona preestratificatoria raz. ver.= -467.742 sureste 71 0.364 0.851 0.850 sign.= 0.000 centro-este 51 0.177 0.617 0.616 centro-oeste 30 0.106 0.389 0.390 noreste 25 0.091 0.378 0.379 6 0.035 0.223 0.223 noroeste rango= 0.627 2 contexto previo raz. ver.= -437.930 vocal 119 0.240 0.519 0.692 sign.= 0.000 pausa 58 0.096 0.497 0.384 6 0.055 0.432 0.260 consonante rango= 0.432 3 estudios raz. ver.= -424.254 medios 60 0.152 0.746 0.746 sign.= 0.000 primarios 97 0.163 0.417 0.418 ninguno 24 0.158 0.266 0.266 2 0.029 0.260 0.260 superiores rango= 0.486 4 edad raz. ver.= -416.327 de 50 años en adelante 61 0.230 0.689 0.688 sign.= 0.000 de 30 a 49 años 66 0.128 0.474 0.474 hasta 29 años 56 0.130 0.410 0.411 rango= 0.277 nivel sociocultural 5 raz. ver.= -405.719 analfabeta 62 0.171 0.637 0.635 sign.= 0.003 semianalfabeta 33 0.210 0.564 0.563 medio bajo 48 0.179 0.512 0.513 8 0.116 0.476 0.474 semiculto y culto medio 28 0.113 0.405 0.406 3 0.075 0.375 0.375 bajo 1 0.015 0.119 0.120 medio alto rango= 0.515 6 vocal siguiente raz. ver.= -402.847 anterior 95 0.195 0.587 0.567 sign.= 0.017 posterior 88 0.121 0.441 0.455 rango= 0.112 7 sexo raz. ver.= -400.703 hombres 142 0.173 0.549 0.549 sign.= 0.041 mujeres 41 0.105 0.398 0.398 rango= 0.151 8 ocupación raz. ver.= -396.308 tipo 0 14 0.131 0.599 0.599 83 sign.= 0.036 * * tipo 2 82 0.190 tipo 1 62 0.169 tipos 3 y 4 25 0.082 rango= 0.242 posición medial 119 0.240 inicial 64 0.089 tonicidad átona 130 0.172 tónica 53 0.116 0.578 0.502 0.357 0.577 0.501 0.357 0.661 0.386 ----- 0.537 0.439 ----- Input= 0.085; razón de verosimilitud= -396.308; significación= 0.036 En contraste con los modelos de velares y faríngeas, el modelo fronterizo para laríngeas es casi tan rico como el modelo global. Quedan seleccionadas ocho variables, en el siguiente orden: zona dalectal preestratificatoria, contexto previo, estudios, edad, nivel sociocultural, vocal siguiente, sexo y ocupación. El modelo general se diferencia por incluir las dos variables que ahora no se han considerado en el análisis (hablar una lengua indígena o no, y el grado de conocimiento de esa lengua) y por dejar fuera el sexo, que ahora, en la frontera, sí queda dentro de la representación logística. En cuanto al orden jerárquico existen, de todos modos, numerosas semejanzas, en especial en los rasgos altos. Es decir, puede decirse en líneas generales que el modelo estadístico de la frontera es un subconjunto del modelo expresado para los datos generales, por lo menos en lo realtivo a los grupos de factores significativos. Si se piensa bien, esto tiene bastante sentido, pues, por una parte, la frontera variable carece de la mayor homogeneidad presente en los extremos posteriorizador y velarizador, así que es lógico que sea, hasta cierto punto, una especie de modelo a escala de la variación mayor, en la medida en que representa la parte media del proceso variable. De esa forma, tenemos una diversificación geolingüística por zonas, tal como se ha venido defendiendo, al tiempo que un modelo sociolingüístico que guarda, dentro de la presencia de cierto número de diferencias no despreciable, una coherencia global general. Debe considerarse ahora el papel específico de las variables independientes en el modelo fronterizo. Como en el caso general, se reparten en tres grandes grupos: las 84 variables más importantes, que son significativas en todos los casos, las variables de peso intermedio, significativas sólo para algunas de las variantes fónicas, y las variables que nunca fueron significativas. Entre las variables más importantes se cuentan las tres siguientes, que también estuvieron entre las más importantes en el modelo global: (i) La zona variable preestratificatoria. La zona geolectal peestablecida puede considerarse de nuevo el grupo de factores más importante, al igual que había ocurrido en el modelo global. No sólo aparece com significativa en el cálculo escalonado de las tres variantes fónicas, sino que es la segunda en importancia con las velares y la primera con las faríngeas y las laríngeas. Hay bastantes semejanzas pero también algunas diferencias entre el modelo que emerge para la zona fronteriza y el que había surgido para el total de los datos. Si en la suma de los datos las variantes velares eran favorecidas por todas las subzonas, menos por el sureste del país, ahora, en el modelo de la región intermedia, son favorecidas sólo por el centro del país, tanto al oeste como al este, y por el noreste, y no son favorecidas por el sureste y por el noroeste. Hay que tener en cuenta, naturalmente, que se está considerando ahora sólo el subconjunto de localidades que aparece en el mapa inscrito en la figura 18. Más grandes todavía son las diferencias con respecto a las formas faríngeas. En el modelo global, las variantes fónicas intermedias estaban especialmente asociadas al sureste y a las dos áreas septentrionales. Ahora, aunque todos los puntos ubicados al norte siguen favoreciendo su aparición, los que quedan enclavados en la zona sureste no sólo dejan de figurar en el primer lugar de favorecimieto en cuanto a la aparición de faríngeas, sino que incluso son los que menos favorecen. Es decir, aunque el grupo de factores es igualmente importante como tal en los modelos global y fronterizo, en este segundo modelo hay una redistribución o alteración bastante llamativa de las variantes. Por fin, el modelo propio de las laríngeas, sin duda la variante más marcada es, ahora sí, prácticamente idéntico. El sureste y el centroeste siguen siendo las regiones favorecedoras, en ese orden y con puntuaciones 85 muy semejantes a las del modelo global (con el sureste alcanzando ahora una probabilidad de 0.850) y con el centro-oeste y las regiones norteñas no favoreciendo la aparición de las variantes fónicas más atrasadas con respecto al LUGAR articulatorio. (ii) El contexto previo constituye la segunda variable de importancia en el modelo fronterizo, con lo que se produce una nueva coincidencia con respecto al modelo general, en el que este grupo de factores puede también considerarse como el segundo hecho más importante. En el modelo fronterizo ocupa el primer lugar jerárquico para las velares y el segundo para las faríngeas y las laríngeas (se recordará que en el modelo globla ocupaba siempre el segundo lugar de importancia). El grupo de factores, además, se ha simplificado al considerar sólo a la región fronteriza variables, pues sólo se distinguen los contextos “preconsonántico”, “prevocálico” y “prepausal”. Así, las variantes velares son claramente favorecidas por [C__], algo favorecidas por la pausa previa y desde luego no favorecidas por [V__]; es básicamente lo mismo que ocurría en el modelo global, aunque allí, al haber desglosado el material en tres vocales, resultaba que [a__] estaba ligeramente a las soluciones velares de /x/. El paralelo continúa en el caso de las soluciones faríngeas. En la frontera, las vocales favorecen las formas intermedias, las pausas lo hacen ligeramente —aunque tan levemente que más bien cabría decir que se comportan de modo neutral— y las consonantes, en definitiva, no están asociadas a los alófono faríngeos. Es casi lo mismo que ocurría en el modelo global28. El papel del contexto previo con respecto a las formas laríngeas no es muy diferente al expuesto para las faríngeas. Las vocales favorecen su aparición con claridad, mientras que las pausas y las consonantes no la favorecen29. Además, era lo mismo que ocurría en el modelo 28 Con sólo la ligera diferencia de que en el modelo global las pausas desfavorecían ligeramente la aparición de faríngeas (0.492) y ahora, en la frontera variable, contribuyen escasamente a su presencia (0.508). Con todo, parece poder decirse que su papel es en lo básico neutro o nada significativo en ninguno de los dos casos. 29 De hecho, la principal diferencia con las faríngeas estriba en las pausas, que si con aquéllas mostraban un papel bastante tibio, ahora con las formas laríngeas son claramente no favorecedoras. 86 global. Puede decirse, en suma, que el papel de este condicionamiento lingüístico es muy semejante entre los modelos general y fronterizo, lo cual no es muy sorprendente, pues no habría que esperar un cambio radical en cuanto a la acción de los hechos lingüísticos, y en cambio pueden esperarse ciertos matices en referencia a la ación de los hechos sociales. Por otra parte, parece también bastante razonable que las vocales, que al presentarse previamente completan el contexto intervocálico, favorezcan la aparición de formas más retrasadas —más “abiertas” o “relajadas” en la perspectiva tradicional—, mientras que las consonantes tiendan a pedir formas más anteriores, en especial considerando que en el corpus manejado ahora el contexto preconsonántico equivale casi enteramente a [n__]. (iii) El nivel sociocultural es la tercera y última variable que aparece como significativa en los modelos de las tres variantes fónica; es el cuarto factor de peso para las formas velares, el tercero para las faríngeas (que con el nivel cierran la exigua lista de factores significativos) y el quinto para las laríngeas. Las variantes velares muestran una distribución bastante clara, pues es evidente la tendencia a que las personas de mayor nivel sociocultural propicien la solución más adelantada —los tres factores que favorecen la variante, por encima de 0.500, son “medio-alto”, “medio” y “culto”—, mientras que los informantes de niveles más bajos son los que menos favorecen el alófono velar (“bajo”, “analfabeta”, “semianalfabeta”). Algo parecido sucedía en el modelo global, pero en el modelo fronterizo la distinción es todavía más nítida. Aunque no tan claros, los patrones para las formas faríngeas y laríngeas muestran básicamente la distribución contraria (de nuevo, al igual que el modelo global). Así, entre los favorecedores de variantes faríngeas se encuentran las personas de nivel “bajo”, “semianalfabeta” y “analfabeta”, aunque el patrón experimenta cierta discordancia por la aparición del rubro de “culto” en la tercera posición jerárquica; entre los no favorecedores, por otra parte, se cuentan los niveles “medio-bajo”, “medio” y “medio-alto y semiculto” (estos dos últimos reagrupados en uno solo). Las 87 soluciones laríngeas, a su vez, son también apoyadas por los niveles socioculturales bajos, en líneas generales, pues sólo los “analfabetas”, “semianalfabetas” y “medios-bajos” superan el 0.500; no falta, sin embargo, una discordancia entre los simplemente “bajos”, que aparecen entre los grupos no favorecedores. Con todo, parece poder decirse sin demasiados problemas que en la frontera geográfica las personas de mayor nivel sociocultural tienden a preferir las soluciones velares —las más normativas, a fin de cuentas—, mientras que son los informantes de niveles inferiores quienes tienden a apoyar los alófonos más o menos posteriores. Los grupos de factores de nivel intermedio son los que se anotan a continuación: (iv) La edad. Es el tercer grupo de factores para velares, no es significativa para las faríngeas (y queda además en octavo lugar) y es el cuarto factor significativo para las laríngeas. En el modelo global, el grupo de factores referido a la edad gozaba de todavía más importancia, al haber sido significativo para todas las variantes fónicas. En los datos fronterizos, la variable ha quedado reagrupada en sólo tres generaciones. El patrón es muy claro para las formas velares: cuanto más joven se es, más se propician las soluciones velares; sólo las personas de más de 50 años no sufragan los alófonos más adelantados o más normativos. Aunque no emergió como grupo de factores significativo para las faríngeas, tanto la frecuencia como, y sobre todo, la probabilidad binomial de un nivel apuntaban, como era de esperarse, en la dirección contraria: las soluciones faríngeas tienden a ser preferidas por las personas de mayor edad. Por fin, el patrón es completamente nítido y significativo para las variantes laríngeas. Sólo los mayores de 50 años apoyan las soluciones más atrasadas, mientras que el grupo intermedio y sobre todo los más jóvenes no avalan la articulación posterior. Hay en todo ello una semejanza general con el modelo general, al tiempo que una diferencia específica, pues mientras para todos los datos la edad muestra un comportamiento algo difuso, ahora el patrón es, me parece, enormemente claro, y unido al factor de 88 nivel sociocultural, podría sugerir la presencia de un patrón de un cambio en curso30. (v) El nivel de estudios resultó ser el quinto y último factor en orden de significatividad para las variantes velares, quedó en un noveno lugar, no significativo, para las faríngeas, y en un llamativo tercer lugar, significativo, con las laríngeas. Al igual que ocurría en el modelo global la interpretación del grupo de factores no es muy clara. De hecho, para los alófonos velares todos los grupos según estudios son favorecedores, con excepción del grupo de estudios “medios”; llama la atención, sin embargo, que en términos de frecuencia relativa las personas con estudios “superiores” presentan un porcentaje de 62.3% de casos, que es más o menos el doble del que presentan los otros subgrupos (ya en el modelo global se había hecho referencia a la necesidad de reconsiderar esta variable). Aunque el grupo, como se ha dicho, no fue significativo para las soluciones faríngeas, la probabilidad de un nivel y las frecuencias relativas apuntan a que es, precisamente, el nivel de estudios “superiores” el que tiende a favorecerlas menos. Por fin, las formas más atrasadas, las laríngeas, son claramente apoyadas por las personas de estudios “medios” (0.746), y casi no se encuentran datos, en contraste, de laríngeas entre personas con estudios “superiores”. En suma, en los materiales fronterizos, y a reserva de una posible reestructuración de la variable, el hecho más llamativo parece ser que los informantes con estudios altos prefieren más las variantes velares que las otras soluciones más atrasadas, hecho que sería consistente en lo básico con lo encontrado hasta ahora al revisar otras variables sociales. (vi) La variable vocal siguiente fue reestructurada respecto al modelo global, y queda ahora reducida a sólo dos posibilidades, “vocal posterior” frente a “vocal anterior”. Aun así, tiene un papel bastante modesto. No es variable significativa, y queda además en penúltimo lugar, para las velares velares; tampoco es 30 Hay que apuntar, por otra parte, que a la nitidez del modelo fronterizo contribuye muy probablemente el hecho de haber simplificado la constitución de la variable de edad. 89 significativa, y queda séptima, para las faríngeas; por fin, sólo es significativa, pero en el sexto lugar jerárquico, para las laríngeas. Así las cosas, puede observarse una leve asociación de las formas velares y faríngeas con las vocales posteriores, y una relación un poco más sólida de las laríngeas con las vocales anteriores. Como puede observarse, el escepticismo hacia la variable aumenta más todavía si se considera que los resultados son contrarios a una posible hipótesis que esperara encontrar cierta correlación entre el LUGAR LUGAR de la consonante y el de la vocal. (vii) También el sexo tiene un papel poco importante en el modelo fronterizo. No resulta significativo ni para las velares (octavo lugar), ni para las faríngeas (noveno lugar). Sólo tiene cierta importancia para las soluciones laríngeas, auqnue incluso para éstas queda en séptima posición. El grupo de factores ocupa también una posición bastante marginal en el modelo global, en el que de todos modos las tendencias de los factores no son demasiado disímiles, con la excepción de las formas faríngeas31. En el modelo fronterizo, en cualquier caso, hay tendencia no significativa a que las mujeres selecciones formas velares y faríngeas, y tendencia significativa a que los hombres tengan predilección por las soluciones laríngeas. El patrón, en cualquier caso, es consistente con el hecho bastante común de que las mujeres prefieran las variantes más normativas. (viii) La ocupación es también escasamente significativa para el modelo fronterizo. No es significativa para las velares; queda, de hecho, en el último lugar de la escala. Tampoco es significativa (séptimo lugar) para las faríngeas. Y aunque es significativa en el modelo de las variantes laríngeas, ocupa el octavo lugar, es decir, entre los grupos de factores incorporados al modelo escalonado, es el último en la jerarquía. De todos modos, a la vista de las frecuencias relativas, puede apuntarse una leve tendencia a que las ocupaciones de “tipo 3” y de “tipo 31 La diferencia consiste en que en el modelo global los hombres producen algunos casos más de faríngeas, mientras que en el modeo fronterizo son las mujeres quienes optan más veces por las variantes intermedias. Con todo, los hechos extremos son los mismos: más velares con las mujeres y más laríngeas con los hombres. 90 4”, es decir, las superiores en la escala, estén asociadas con las soluciones velares, mientras que es el “tipo 0” el que muestra una frecuencia relativa mayor en el caso de las soluciones faríngeas. Por fin, con los alófonos laríngeos, único caso en que la variable de ocupación es realmente significativa, son los tipos más bajos, 0, 2 y 1, los favorecedores, mientras que los altos, 3 y 4, reagrupados juntos, no favorecen la aparición de laríngeas. En otras palabras, existe una ligera tendencia a que las personas con ocupaciones más altas en la escala se asocien con las variantes más normativas, las velares, y a que las personas con ocupaciones menos valoradas se asocien con realizaciones posteriores. Dentro de su muy modesta significación, en todo caso, la variable de ocupación permite otorgar una explicación un poco más coherente que en el modelo global, en el que la distribución de los datos resulta más ambigua. Sólo dos variables demostraron no tener ningún papel en el modelo de la zona variable, la tonicidad de la sílaba y la posición, que son a su vez subconjunto de las variables sin ninguna significación en el modelo global (allí se incorporaba a esta lista también el sexo): (ix) La tonicidad. Nunca significativa, ocupa la sexta posición jerárquica para las velares, la cuarta para las faríngeas y la décima y última para las laríngeas. En términos de frecuencia relativa, aparecen más casos de velares en sílabas tónicas y más de faríngeas y laríngeas en sílabas átonas. Aunque se trata de un hecho marginal, es consistente con lo esperable, es decir, que las soluciones posteriores, en principio más relajadas, aparezcan más en sílabas menos prominentes. (x) La posición en la palabra es el grupo de factores menos importante de todos, pues es el séptimo factor para las velares, el décimo para las faríngeas y el noveno para las laríngeas, nunca significativo. En términos de frecuencia relativa, sin embargo, la posición inicial muestra el doble de casos de alófonos velares que la posición medial; en contraste, es la posición medial la más asociada a las formas posteriores, sean faríngeas o laríngeas. De nuevo, la tendencia es consistente con lo esperado, pues el inicio, que en los datos estudiados corresponde en buena 91 proporción a inicio absoluto, es en principio más prominente que la posición intermedia, mayormente intervocálica. CONCLUSIONES Las principales conclusiones que se pueden extraer de este estudio son las siguientes: a) Desde el punto de vista metodológico, es posible trabajar hacia aproximaciones dialectométricas más precisas que permitan obtener una visión más detallada de la variación, el cambio y la zonificación dialectal. b) Es necesario trabajar simultáneamente con datos geolectales y sociolingüísticos si se pretende afrontar el problema de la transmisión lingüística intracomunitaria y de la difusión lingüística entre comunidades de habla; los materiales del Atlas Lingüístico de México permiten afrontar hasta cierto punto tal tarea, pero serán necesarios nuevos datos y nuevos modelos de trabajo. c) Aun considerando la múltiple variedad fonética articulatoria y perceptual, y a la espera de un estudio acústico detallado de las variantes, parece conveniente por el momento, y en la medida en que el material se reduce a alófonos constituidos de forma discreta, plantear el estudio de la variación de /x/ a través de tres variantes: velares, faríngeas y laríngeas. d) Es posible elaborar un índice simple que aprecie la variación de /x/ en cada punto de encuesta. e) Se ha defendido la existencia de tres zonas dialectales con respecto a /x/ por medio de varios argumentos: distribución equitativa de rangos; patrones concentrado o difuso de las zonas; distribución interna de las variantes en las zonas; comportamiento de los NORMS; distribución sociolingüística de las variantes y volumen de variación en cada zona. f) Es posible reducir todo el modelo geolingüístico a una sola representación, altamente significativa, con aspecto de curva en forma de “S”, que proyecta en geografía aparente el proceso de variación y cambio de /x/. 92 g) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico general, para todo el país, en el que resultan significativos una serie de factores, entre los que destacan la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo, el nivel sociocultural y la edad, presente en los modelos de las tres variantes distinguidas (velares, faríngeas y laríngeas). h) Se ha elaborado un modelo sociolingüístico de la zona variable fronteriza, en el que los principales factores significativos son la zona dialectal preestratificatoria, el contexto previo y el nivel sociocultural. La variante velar tiende a asociarse, en términos lingüísticos, al contexto previo no vocálico, y menos claramente, a las sílabas tónicas, la posición inicial y a las vocales siguientes de carácter posterior. En términos sociales, las velares están especialmente asociadas con el centro del país, con los jóvenes y con los niveles socioculturales altos, así como, más levemente, con los estudios y la ocupación elevados y con el sexo femenino. Las variantes posteriores son sufragadas, en líneas generales, por los factores complementarios en cada grupo. i) A la vista de la distribución sociolingüística de los datos en la zona fronteriza, aunada al hecho de que esta zona se encuentra en la parte más inclinada, y por tanto de ascenso más rápido, en el modelo de geografía aparente presentado supra, parece haber indicios en los materiales del Atlas de la presencia de un cambio lingüístico en curso, en forma de retracción de las variantes posteriores en la dirección de la variante más normativa, la velar. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ALVAR, MANUEL 1991. “Ante el Atlas Lingüístico de México”, Nueva Revista de Filología Hispánica, 39, pp. 665-687. CANFIELD, DELOS L. 1962. La pronunciación del español en América. Ensayo histórico. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. -------- 1988. El español de América. Fonética. Trad. J. Llisterri y D. Poch. Barcelona: Crítica. 93 CHAMBERS, J. K., y PETER TRUDGILL 1994. La dialectología. Trad. C. Morán. Adaptación y anotación E. Bustos. Madrid: Visor. GARCÍA FAJARDO, JOSEFINA 1984. Fonética del español en Valladolid, Yucatán. México: Universidad Nacional Autónoma de México. ECKERT, PENELOPE 2008. “Variation and the indexical field”, Journal of Sociolinguistics, 12, pp. 453-476. GIL BURGOIN, CARLOS IVANHOE 2010. “Datos de los informantes (cuestionarios y grabaciones) del Atlas Lingüístico de México”, en http://lef.colmex.mx/Sociolinguistica/Datos%20demolinguisticos/Informantes%2 02.xls [consultado en agosto de 2010]. GUY, GREGORY 2007. “Variation and phonological theory”, en Sociolinguistic Variation. Theories, methods and applications. Ed. Robert Bayley y Ceil Lucas. Cambridge: Cambridge University Press, pp. 5-23. HENRÍQUEZ UREÑA, PEDRO 1938. “Mutaciones articulatorias en el habla popular”, en El español en Méjico, los Estados Unidos y la América Central. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, pp. 329-379. (Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, 4). LABOV, WILLIAM 2007. “Transmission and difussion”, Language, 83, pp. 344-387. [También en Principles of Linguistic Change. III: Cognitive Factors (2009, cap. 15), en http://www.ling.upenn.edu/phonoatlas/PLC3/PLC3.html]. LE PAGE, ROBERT BROCK 1978. “Projection, focusing, diffusion, or steps towards a sociolinguistic theory of language”, York Papers in Linguistics, 9, pp. 7-32. LOPE BLANCH, JUAN M. 1970. Cuestionario para la delimitación de las zonas dialectales de México. México: El Colegio de México. -------- 1989. “La complejidad dialectal de México”, en Estudios de lingüística hispanoamericana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 141-158. -------- (dir.) 1990-2000. Atlas Lingüístico de México. México: El Colegio de México – Universidad Nacional Autónoma de México – Fondo de Cultura Económica. 94 -------- 1993. “Caracterización del español de México”, en Ensayos sobre el español de América. México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 119-136. -------- 1996. “México”, en Manual de dialectología hispánica. El español de América. Dir. M. Alvar. Barcelona: Ariel, pp. 81-89. LÓPEZ CHÁVEZ, JUAN 1986. “/s/, /ĉ/ y /x/ intervocálicas en la República Mexicana”, en Actas del II Congreso Internacional sobre el español de América (ciudad de México, 27-31 de enero de 1986). Ed. José G. Moreno de Alba. México: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 327-329. MARRERO, VICTORIA 1990. “Estudio acústico de la aspiración en español”, Revista de Filología Española, 70, pp. 345-397. MARTÍN BUTRAGUEÑO, PEDRO en prensa. “Dialectología de nuevos mundos. Una lectura variacionista del Atlas Lingüístico de México”. [Versión previa del trabajo en http://lef.colmex.mx/Sociolinguistica/Cambio%20y%20variacion/Dialectologia% 20de%20nuevos%20mundos.pdf]. MARTÍNEZ CELDRÁN, EUGENIO, y ANA M. FERNÁNDEZ PLANAS 2007. Manual de fonética española. Articulaciones y sonidos del español. Barcelona: Ariel. MORENO DE ALBA, JOSÉ G. 1994. La pronunciación del español en México. México: El Colegio de México. WILLIAMSON, RODNEY 1986. El habla de Tabasco. Estudio lingüístico. México: El Colegio de México.