Bordeaux Supérieur, sí

Transcripción

Bordeaux Supérieur, sí
A CT UA LI DAD BURD EOS
Primeurs 2011, no
Bordeaux
Supérieur,
sí
Este año, degustación del 2011 de Burdeos, tan polémica como
el sistema de notación del vino. Pero la crisis tiene su lado bueno: la mitad del viñedo produce D.O. Bordeaux y D.O. Bordeaux
Supérieur, con vinos excelentes, a partir de 4,50 euros.
Texto: Óscar Caballero
D
os bombas: antes de que se
abriera la veda de paladares y
comenzaran las degustaciones
en primeur –o sea, los 2011 de Burdeos,
apenas cinco meses después de entrados
a bodega, invento financiero que permite
vender un producto inacabado–, el
oráculo mundial del vino, Robert Parker,
tuiteó su escepticismo respecto de un
2011 “víctima del desorden climático del
año pasado”.
Y Château-Latour, uno de los cinco
primers grands crus [con Haut Brion,
Margaux, Lafite y Mouton Rothschild] en
esa clasificación de 1855 siempre vigente,
lanzó un órdago lleno de sentido común:
en adelante, sólo venderá sus vinos “a
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partir del momento en el que consideramos que son aptos
para ser bebidos”.
Parker, el paladar que detectó antes que nadie, en 1982,
un millésime extraordinario y así puso el primer ladrillo de la
revolución copernicana que sacó a Burdeos de una vida en
muchos casos miserable y convirtió a sus grandes châteaux
en objetos de lujo y especulación es, desde entonces, la
unidad de medida.
Daño colateral: su sistema de puntuación, sobre 100, fue el
árbol que ocultó el bosque: todo el mundo lee las notas y
casi nadie revisa las siempre precisas anotaciones.
Súbitamente se tambalea un edificio levantado en los
últimos tres lustros del siglo XX.
En efecto, si desde que el comercio bordelés –los
négociants, que venden en exclusiva las tres cuartas partes
de la producción y, solos, todos los grandes vinos– clasificó
en 1855 los premiers grands crus el sistema de venta en
Château Pierrail, ubicado en un edificio del siglo XVII.
primicia [primeur] se impuso, hoy es discutido desde dentro.
Y al mismo tiempo, emoción y subjetividad afirman su
existencia frente a la pretensión de una cata objetiva,
reflejada en notas teóricamente indiscutibles. Matiz: los
avances científicos que han hecho explotar el número de
variables del gusto, cuestionan también la posibilidad de
que dos personas puedan coincidir en una opinión objetiva
sobre un mismo vino.
“La idea de notación universal es idiota”, truena Michel
Bettane, gran catador francés. Y el máximo enólogo volante,
Michel Rolland –ver Vinomanía París, pag. 13–, califica los
primores de “show internacional sin alma”. Y recuerda que
en sus comienzos había, máximo, cinco catas. Y un discreto
número de profesionales. [Este corresponsal observó a
colegas que a cada vino tiraban de ordenador: transmitían
en directo sus impresiones cuando los expertos coinciden
en que sólo al final se puede resumir, revisar notas y
establecer las definitivas].
Las dudosas catas en primeur
Más grave: ¿quien cata qué? ¿a ciegas o no? ¿en un espacio
neutro, con vinos enmascarados y reunidos por el sindicato
–consejo regulador– o sobre muestras, en el château
invitante? Pero además, se cata un no vino al que le falta
la rúbrica de la vinificación bordelesa, el jugo del prensado
del marc –hasta un 10% del volumen global–, que le dará
su cuerpo definitivo, sin olvidar la
influencia de la madera nueva.
La Revue du Vin de France pregunta
si hay que renunciar a las notas. Y
recuerda que los mismos que hace
tres lustros seguían ciegamente la nota
de Parker hoy reivindican “la libertad
de la emoción”.
En fin, con notas o no ¿que da de sí la
cosecha 2011?
“Habitualmente, tras la fermentación
alcohólica y maloláctica, la calidad
intrínseca del vino es evidente. Y el
degustador experimentado tiene una
idea clara. Pero no es el caso del 2011
–escribe otro gran catador francés,
Bernard Burtschy, de Le Figaro–; la
madre naturaleza nos despachó un
guión inédito: verano en primavera y
verano sin verano”.
Veredicto unánime: si no bajan
netamente los precios, no adelante
dinero sobre grandes etiquetas 2011.
Bordeaux Supérieur, entonces.
Tres siglos de sumisión a la corona
inglesa [1152–1453] dieron unidad
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©CIVB/Francois Ducasse
A CT UA LI DAD BURD EOS
Burdeos Superior
FRANCIA
Burdeos
a la región de Burdeos y contribuyeron
a ordenar hacia el Atlántico su comercio
marítimo.
Después, la Liga Hanséatica, el comercio
con los holandeses –tuestan la madera
para conservar el vino–, tráfico de
esclavos y colonias, el bacalao, afirman
esa vocación atlántica mientras que los
ríos y desde 1853 el tren a París, facilitan
el comercio interior. El Burdeos vinícola
fue cuadriculado con la precisión –y la
estrechez– de un jardín a la francesa. En
1855, clasificación de Médoc y Sauternes;
en 1920, primera clasificación de crus
bourgeois del Médoc; en 1953, de los
tintos de Graves –Haut Brion– y seis años
después sus blancos; en 1985, los vinos
de Saint Emilion, con dos premiers grands
crus classés A: Ausone y Cheval Blanc.
¿Y los Bordeaux Supérieur? Esa D.O.
y la Bordeaux se reparten el 47%
de la superficie vinícola bordelesa.
Concretamente, 61.714 hectáreas
–más de la mitad del viñedo bordelés–,
3,3 millones de hectolitros/año y 431
millones de botellas.
Según Bernard Farges, presidente de
ambas DD.OO., en su balance de la
campaña 2010–11, “cada segundo el
mundo consume una botella de una de
las dos DD.OO.”. Con un salto espectacular
de la exportación.
“En total, 55% de los burdeos
consumidos en el mundo –y una de cada
cinco botellas de vino francés vendida en
China– son DD.OO. Bordeaux o Bordeaux
Supérieur”. Hoy, “China es el primer
destino de los vinos bordeleses y con
231 millones de euros ha sobrepasado al
trío de clientes históricos: Gran Bretaña,
Bélgica y Alemania”.
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Arriba, Château L’Isle Fort, de Sylvie Douce y François Jeantet,
creadores del Salon du Chocolat. Debajo, Bernard Farges,
presidente de las DD.OO. Burdeaux y Bordeaux Supérieur.
La D.O. Bordeaux Supérieur comprende unas 10.000
hectáreas, más de 800 productores –de 418.300 hectolitros
de vino– y más de 65 millones de botellas, equivalente a
una quinta parte de la producción de la D.O. Bordeaux. Pero
entre estos dos líderes, la calidad suele inclinarse del lado
del supérieur, que hace honor a su nombre con un 80%
de vinos embotellado en la propiedad. Y crianza maternal:
nueve meses como mínimo.
Lo mejor es asistir al parto. Es decir, practicar enoturismo
por los mejores rincones. Porque si el bordeaux y el
bordeaux supérieur pueden ser elaborados en el conjunto
de la región, los mejores superiores –el sindicato sueña con
rebautizarlos Bordeaux 1er Cru– suelen encontrarse en el
Médoc y la orilla derecha del Dordoña, ciertos municipios
del Libournais, las laderas de Sainte-Foy-la Grande.
Los precios de
los Bordeaux
Supérieurs se
alinean en tres
niveles: bajo [de
4 a 6 € botella],
medio [7 a 9 €]
y alto [13 a 15
€], con la mayor
concentración en
las dos primeras
categorías. Buena
guía, el concurso
anual Talent
de Bordeaux
Supérieur que distingue un laureado y cinco
finalistas, en una final disputada ritualmente
en París. Es una degustación a ciegas,
con jurado profesional, a la que llegan 26
bordeaux supérieurs, con precio de venta
al público entre 5 y 14 €. Para el excelente
2009 –el 2008 es también extraordinario,
como lo fue el 2005– el lauro recayó en
el Château Sainte Marie Vieilles Vignes [7,50
€, www.chateau-sainte-marie.com]. Y los
finalistas, en orden, Château de Parenchère
[10,90 €, www.parenchere.com], Château
Pierrail [9,30 €, www.chateaupierrail.com],
Château Les Gravières de la Brandille
[9,20 €, www.vinsborderie.com], Château
Plaisance [9,10 €, www.vitigestion.com] y
el sugestivo Château L’Isle Fort, obra de
los chocolatísimos Sylvie Douce y François
Jeantet [13,50 €, www.lislefort.com]. La
conocedora Laure Gasparotto, por su parte,
sugiere en M, el dominical de Le Monde,
dos 2008: Domaine de Courtillac, con más
de un año de barrica [8,80 €] y el orgánico
Château Jean Faux, a 15,20 €.
Guía de
compra
de los
mejores
Bordeaux
Supérieur
2009
Arriba, viñedos de la D.O. Bordeaux Supérieur que
abarca unas 10.000 hectáreas. Sobre estas líneas,
vendimia en la D.O. Bordeaux, donde se cultivan más
de 50.000 ha de viñedo.
Pero en la era internet, lo más propio es un viaje
interplanetario al planeta Burdeos. A 20 minutos de la
ciudad de Burdeos, en efecto, el sindicato de las dos
DD.OO. creó Planète Bordeaux, sitio físico en el que
se pueden catar vinos y quesos por unos 25 euros,
planificar el viaje por el viñedo y disfrutar de terminales
interactivos. O comprar directamente, gracias a la Cave
des 1001 Châteaux.
En fin, también desde casa es posible organizar el
recorrido –e incluso comprar–, gracias a
www.planete-bordeaux.fr o sus dos enlaces, el
blog Des Bordeaux et Bordeaux Supérieur y el blog
Gastronomique Planete Cooking, sin olvidar el portal
Apéro Bordeaux.1
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