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Damián de Molokai Un hombre de Jueves Santo Belga del s.XIX. Religioso sacerdote de los Sagrados Corazones Su espíritu misionero le impulsa a los 23 años a presentarse como voluntario para ir a las misiones de Hawaii, Después de varios años allí decide dar un paso más atendiendo a las fuertes necesidades del mundo; los leprosos de Molokai le esperaban: mucho trabajo, mucha desesperanza, mucha soledad. “La isla maldita” Una vida hecha servicio desmedido “Heme aquí, mi Reverendo Padre, en medio de mis queridos leprosos. Si yo no puedo curarlos como nuestro Señor, al menos puedo consolarlos.” “Ayer tuvimos aquí una bonita fiesta. La Misa de Navidad comenzó a las dos. Mucha iluminación con velas que yo mismo fabriqué... Les he animado a imitar a Jesucristo en su humildad, su pobreza y su amor” Apoyado siempre en Dios: en la oración y en la Eucaristía “Si en el Santísimo Sacramento una posición como la mía sería insostenible. Pero teniendo a mi lado a Nuestro Señor, sigo estando siempre alegre y contento, y con esa alegría de corazón y la risa en los labios, se trabaja con pasión para el bien de los pobres desgraciados leprosos, y poco a poco, sin mucho brillo, se va haciendo el bien...” “Me resigno a la Providencia y encuentro el consuelo en el único compañero que no abandona: nuestro Señor Jesús en la Eucaristía. Es al pie del altar donde con frecuencia me confieso y encuentro el consuelo”. Un amor vivido hasta el extremo “Al querer tomar un baño caliente de pies, tuve la imprudencia de meter mi pie en el agua casi ardiente y entonces se me levantó la piel. Después de un mes de cuidados, la herida a empezado a curarse…” “No es la enfermedad ni los sufrimientos quienes me desalientan, lejos de eso. Hasta ahora me siento feliz y contento, y si me dieran la opción de salir de aquí, en buen estado de salud, diría sin vacilar: Me quedo para toda la vida con mis leprosos.” “En total somos 900 leprosos, y aunque estemos enfermos, la paz y la felicidad parece reinar en Molokai” “No puedo ir a Honolulu pues la enfermedad es demasiado visible. Supongo que pronto quedará desfigurado. Estoy seguro de mi enfermedad, pero permanezco tranquilo y resignado incluso soy más feliz en mi mundo.” “Nosotros los leprosos….” “¡Qué dulce es morir hijo de los Sagrados Corazones!”
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