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UNIVERSIDAD DE COSTA RICA SISTEMA DE ESTUDIOS DE POSGRADO ESPACIOS DE MARGINALIDAD Y NUEVAS PROPUESTAS DE GÉNERO: LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO HOMOERÓTICO EN LA NOVELA PAISAJE CON TUMBAS PINTADAS EN ROSA DE JOSÉ RICARDO CHAVES Tesis sometida a consideración de la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Literatura para optar por el grado de Magister Literarum en Literatura Latinoamericana SERGIO ANDRÉS COTO RIVEL Ciudad Universitaria Rodrigo Facio, Costa Rica 2007 Dedicatoria a todos aquellos que viven fuera de la ley, a quienes deben reinventarse y desdecirse, a quienes luchan por ser reconocidos más allá de la ignorancia de muchos y la intolerancia de otros… ii Agradecimientos La presente investigación no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas que han aportado trabajo, apoyo, consejos, recomendaciones o compañía, de esta forma deseo agradecerles. En primer lugar a mi mamá y a mi hermana quienes han confiado en mis proyectos tanto académicos como personales. A Carla Rodríguez por haber participado tan de cerca en el desarrollo de este proyecto con un apoyo de amistad incondicional y de consejos críticos y certeros. Por otro lado a mi directora de tesis, Dra. Ruth Cubillo, quien creyó en que era necesario desarrollar este tipo de proyectos en el ámbito académico de la Universidad de Costa Rica y lo facilitó grandemente con su guía constante y recomendaciones, las cuales fueron orientando de una mejor forma mi trabajo. A mis asesores Marisol Gutiérrez y Alexander Sánchez quienes aportaron una perspectiva distinta al poner en relación los discursos literarios e históricos, así como los suyos propios. Finalmente a mis amigos por apoyarme de distintas maneras a alcanzar mis objetivos y convertirlos en éxitos. iii Esta tesis fue aceptada por la Comisión del Programa de Estudios de Posgrado en Literatura de la Universidad de Costa Rica, como requisito parcial para optar por el grado de Magister Literarum en Literatura Latinoamericana. __________________________ Dra. Teresita Ramellini Centella Representante del Decano Sistema de Estudios de Posgrado __________________________ Dra. Ruth Cubillo Paniagua Directora de tesis __________________________ M.L. Marisol Gutiérrez Rojas Asesora __________________________ M.L. Alexánder Sánchez Mora Asesor __________________________ Dr. José Ángel Vargas Representante de la Directora Programa de Posgrado en Literatura __________________________ Sergio Coto Rivel Candidato iv Índice Agradecimientos iii Hoja de aprobación iv CAPÍTULO I 1 Introducción 1 2 Delimitación temática 3 3 Objetivos 3.1 Generales 4 3.2 Específicos 4 4 Plan de capítulos 6 5 Planteamiento del problema 8 5.1 Hacia la visibilización 8 5.2 Una perspectiva “otra” 12 6 Breve biobibliografía del autor 15 7 Organización secuencial de la novela 16 8 Estado de la cuestión 24 v 9 8.1 El caso de la literatura costarricense 24 8.2 El personaje gay en la literatura costarricense 26 Perspectiva teórico-metodológica 42 9.1 43 Feminismos, un punto de partida 9.1.1 Fundamentos teóricos y contexto histórico de las teorías queer 44 9.2 La voluntad de saber y el cambio de paradigma sexual 49 9.3 El género en lo post 54 9.3.1 El género como performatividad 56 9.3.2 60 Máscaras. Descentramiento de los roles de género 9.3.3 Lo queer como planteamiento político 61 9.3.4 66 Hacia una definición del término queer CAPÍTULO II Identidades cuestionadas 68 1. Identidad performativa 69 1.1 Óscar: de la organización textual 72 1.2 Miguel y la protección 78 1.3 Óscar y Mario: el juego de la experiencia 81 1.4 David, el mal tercio 88 1.5 Martín, Teresa…y Javier variaciones sobre un tema del armario 93 vi 1.6 Cavafis: la subversión queer o “más sabe el diablo por playo que por diablo” 103 2 Planteamientos políticos e identidad 113 3 Las implicaciónes queer del discurso 118 CAPÍTULO III Estrategias literarias de realidad y testimonio 125 1. Los inicios de la crisis 126 1.1 La intervención estadounidense en la política centroamericana 131 1.2 El papel de la Iglesia Católica 136 2 Una “década perdida”, noticias del miedo 141 2.1 Subir a la montaña 141 2.2 “Monumento a la bestialidad”, la llegada del sida 146 2.2.1 El discurso periodístico 149 2.2.2 Mario y la degradación 155 2.2.3 Javier, el otro lado de la historia 159 2.2.4 Aires de reivindicación 163 2.3 3 Cartas personales, informes desde adentro Del sida, su imaginario y sus metáforas 169 175 vii 3.1 Las metáforas de muerte y el castigo 177 3.2 Las metáforas de la peste 178 3.3 Las metáforas bélicas 179 4 La ciudad y su espacio, recorridos y sombras 182 5 Historia, literatura y testimonio 185 CAPÍTULO IV Conclusiones 191 1. El paisaje final… 191 2 Hacia nuevos discursos 194 3 Una época conflictiva 197 4 Consideraciones finales 200 CAPÍTULO V Referencias bibliográficas 202 1 Bibliografía citada 202 2 Bibliografía consultada 208 3 Anexo: Referencias sobre el sida en periódicos nacionales 214 viii Resumen En la presente investigación se realiza un análisis de los espacios de marginalidad y las nuevas propuestas de género, por medio de la construcción del discurso homoerótico en la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves. El estudio se articula desde las propuestas contemporáneas de los estudios de género como la teoría queer y los estudios gay-lésbicos en relación con el análisis de los personajes literarios. Además se estudian las posibilidades que presenta la novela a manera de discurso testimonial de una época en crisis, los años ochenta en Costa Rica, por medio de sus estrategias de verosimilitud alrededor de la crisis del sida y sus metáforas. ix Lista de cuadros Página Cuadro 1. Artículos periodísticos 153 Cuadro 2. Cartas personales 171 Cuadro 3. Otras cartas 172 Lista de figuras Figura 1. Niveles de transgresión textual 76 Figura 2. Estructura de la narración 118 Figura 3. Construcción metafórica básica en la novela 181 x 1 Introducción La segunda mitad del siglo XX en América Latina produjo una serie de textos a partir de los cuales se puede ver un proceso de diferenciación con respecto a lo que se dice de las sexualidades, más allá de su adscripción tradicional al patriarcado. Por supuesto forma parte de un movimiento aún mayor, el cual ha respondido a las acciones políticas de distintos grupos de reivindicación del género en donde se ha pretendido desestabilizar la estructura prototípica anclada en valores y normas religiosas y morales. El caso específico de la presente investigación se centrará en las corrientes teóricas avocadas al análisis de lo que se ha llamado literatura gay u homoerótica, en la medida en la que ésta responde a un cambio dentro del uso del lenguaje con el que la marginalidad se interpreta y representa a sí misma. Al hablar de teorías del género, repercusión y cambio social es inevitable la referencia inmediata a los alcances y trayectoria de los feminismos, ya que estos han sentado las bases del estudio del género como una construcción del lenguaje, como una herencia cultural. Esta concepción básica dio pie, a grandes rasgos, a posibilidades múltiples de interpretación de las formas en que los seres humanos se vinculan, y evidenció de qué manera el sistema patriarcal de occidente determina los rasgos “propios” y “naturales” de cada individuo, en directa correspondencia con su sexo biológico. La teoría literaria, por su parte, retoma estas propuestas en sus vertientes feministas para evidenciar estos procesos de subordinación histórica por medio de la literatura e, incluso, el redireccionamiento que en otros textos se ha dado de estas posiciones desventajosas. Para el caso de Costa Rica los estudios críticos en el área de la literatura han acogido producciones teóricas estructuralistas y postestructuralistas (principalmente) del feminismo, para estudiar diversos textos costarricenses y la influencia que estas nuevas propuestas pueden ejercer en las escritoras, los personajes femeninos y masculinos, sus vínculos y consecuencias sociales. A pesar de que durante las últimas dos décadas del siglo XX se han desarrollado internacionalmente gran cantidad de estudios teóricos del 1 género en áreas como antropología, sociología, filosofía y psicología, entre otras, en los cuales la influencia posmoderna es evidente y las posibilidades de análisis se han hecho sumamente plurales, la crítica literaria costarricense se ha quedado rezagada y prácticamente instalada en las corrientes de pensamiento y análisis que fueron una novedad durante los años sesenta y setenta en Europa. Ante este panorama se hace necesario retomar estudios de género aún más inclusivos, que engloben más posibilidades de marginación social en nuestro continente. La literatura de la región centroamericana ha mostrado sus tendencias de presentar al otro desde su discurso, desde su marginalidad en donde pueda dar representaciones de sí mismo con la crudeza de su entorno, llámese éste, mujer, homosexual, travesti etc. Los análisis críticos, así como los recuentos historiográficos en este país no han dado importancia al estudio de la literatura gay o de la teoría queer como método de análisis. Las temáticas gay aparecieron en distintos momentos en nuestra región centroamericana y con perspectivas muy diferentes. Para Costa Rica el proceso ha sido más lento, pero se pueden al menos identificar algunas líneas importantes para comprender la temática en el país. Por esta razón se hará un análisis de la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves a través de diferentes ejes como lo son la identidad en el contexto posmoderno, el sida como metáfora de una sociedad en crisis y los elementos intertextuales y extratextuales que conforman la novela en sus estrategias de verosimilitud y testimonio. De esta forma se puede abrir un espacio más amplio de investigación que ya se ha hecho necesario, en primer lugar al sintetizar y estudiar distintas corrientes teóricas poco tomadas en cuenta en el país, así como la vuelta sobre acontecimientos históricos de nuestro pasado reciente en donde la crisis económica y la pandemia del sida produjeron consecuencias que se pueden identificar actualmente, todo esto a través del reinterpretación planteado por la narración del texto literario. 2 2 Delimitación temática Tema: Se analizarán los espacios de marginalidad y las nuevas propuestas de género, por medio de la construcción del discurso homoerótico en la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves. El estudio se articula desde las propuestas contemporáneas de los estudios de género como la teoría queer y los estudios gay-lésbicos. 3 3 Objetivos 3.1 Generales: 1. Analizar las características que constituyen el discurso del género en la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa como el planteamiento de nuevas posibilidades de representación de lo tradicionalmente marginal (específicamente gay), y su toma de la palabra dentro de una propuesta identitaria (queer). 2. Examinar de qué manera se van construyendo imaginarios y metáforas acerca del sida en la novela de Chaves desde los niveles literario y extraliterario como conformación del discurso central del texto. 3.2 Específicos: Identidades cuestionadas: 1. Determinar de qué forma los planteamientos de género presentes en la novela se adscriben o se separan de un esquema falogocéntrico de las masculinidades y a su vez construyen una propuesta queer más allá de las “sexualidades periféricas”. 2. Caracterizar a los diferentes personajes de la novela en relación con sus posiciones de género como discurso subversivo (concepciones y variabilidad de género). 4 Estrategias literarias de realidad 1. Analizar las estrategias de verosimilitud, a manera de testimonio de una época en crisis, por medio de las cuales la novela construye su discurso queer. 2. Caracterizar la época comprendida en la novela (1982-1987) como un marco referencial en el que se funda la ficción literaria y las propuestas de género en un contexto político, social y espacial (la ciudad de San José). 3. Estudiar la construcción discursiva del sida y su imaginario por medio de la interrelación de los textos periodísticos con el texto literario. 5 4 Plan de capítulos Capítulo I Planteamiento Se desarrolla de forma explícita, en primer lugar, el estado de la cuestión, para comparar de qué forma se ha visto el personaje gay en la literatura costarricense. En segundo lugar se hace una síntesis de las diferentes referencias teóricas que se utilizan para realizar el análisis literario de la novela de Chaves, desde las teorías feministas tradicionales hasta los estudios posmodernos de género. Capítulo II Identidades cuestionadas: Se realiza una caracterización de los diferentes personajes de la novela, en relación con sus posiciones de género como discurso subversivo (concepciones y variabilidad de género), para así determinar en qué medida se da una separación del discurso tradicional del patriarcado (esquema falogocéntrico de las masculinidades). Además se analiza cómo construyen estos personajes una propuesta queer más allá de las “sexualidades periféricas” Capítulo III Estrategias literarias de realidad Se realiza una caracterización de la época comprendida en la novela (1982-1987) como un marco referencial en el que se funda la ficción literaria y las propuestas de género en un contexto político, social y espacial. A partir de esto se estudian las estrategias de 6 verosimilitud construidas a través de la novela para configurar el texto literario. Finalmente se analizan los discursos en relación con la crisis del sida y las metáforas de éste encontradas en la novela por medio del discurso de testimonio que evidencia. Lo anterior se ve en los casos de los artículos periodísticos y las cartas públicas y privadas introducidas en la narración. Capítulo IV Conclusiones Se recogen las conclusiones desarrolladas a través de los primeros capítulos de análisis (II y III), con base en los objetivos específicos planteados para cada uno de ellos. Capítulo V Referencias bibliográficas Se presenta la bibliografía citada y consultada. Además se encuentra un anexo con las referencias de los artículos periodísticos relevantes en relación con el sida, aparecidos en periódicos nacionales, entre los años 1983 y 1987. 7 5 Planteamiento del problema 5.1 Hacia la visibilización …como dice Whitman, «la literatura –una literatura nueva, espléndida, democrática- debe ser la medicina y la palanca y (junto con el arte) la influencia principal de la civilización moderna» Symonds y Wilde, pero también Gide, han aprendido la lección y el poeta norteamericano les servirá de palanca, de punto de referencia en sus tentativas de reformar la sociedad, de educarla, de curarla de sus prejuicios (Eribón, 2001: 233). Basta tan solo hacer una breve revisión acerca de los programas de estudio pertenecientes a las carreras de humanidades en las principales universidades norteamericanas y europeas para comprobar que los estudios acerca del género (masculinidades, feminidades y afines) han adquirido un lugar importante, con la creación de centros de investigación y posgrados especializados en el tema. Pues bien, mucho ha ocurrido desde que Simone de Beauvoir aseguró que: “No se nace mujer: llega una a serlo”, con lo que se empezó a cuestionar la base epistemológica de las relaciones de género y su constitución cultural dentro del patriarcado. Actualmente no solo las luchas de las mujeres por sus derechos tienen resonancia política, sino que también se ha logrado mucho en el reconocimiento de las minorías sexuales y la legitimación de sus prácticas, poniendo sobre la mesa de discusión una serie importante de temáticas controversiales, las cuales han sido objeto de estudio para los académicos, no solo de las ciencias sociales, sino también en los ámbitos del arte. Una importante, pero a veces no muy productiva discusión, dentro del ámbito de la literatura relacionada con las cuestiones de género tiene que ver con la especificación literaria hacia un sector, en principio marginal, a partir de su producción escrita. El ejemplo más común es el que ha protagonizado desde hace unos 35 años la teoría feminista, la cual desde algunos sectores declara la necesidad de la determinación y 8 producción de literatura femenina, en donde se puedan ver claramente los ideales del feminismo, la eliminación de la subordinación que implica el patriarcado y, en especial, la incursión en ámbitos que le fueron negados históricamente; el solo hecho de la escritura es ya una subversión. En este punto es donde surge la discusión: ¿a qué le podemos llamar literatura femenina?, ¿quiénes la escriben? Por otro lado, muchas escritoras se han negado a promulgar su literatura como femenina, sino simplemente literatura. Carolina Alzate menciona una entrevista a Rosa Montero en la que responde a esta pregunta: A Rosa Montero, novelista española, le preguntaron en la Feria del Libro si lo de ella era literatura femenina. Ella con razón en parte decía que le molestaba la pregunta: se asume que cuando un escritor escribe, por la voz de su personaje habla el género humano, mientras si quien escribe es una mujer hablan las mujeres (Alzate, 2001: 2). Por otro lado y extendiendo la pregunta a otros ámbitos del mismo tema, con la producción más reciente de una literatura que se encarga de descentrar las estructuras de pensamiento, también patriarcales, que sustentan la homofobia y por ende promueven un heterosexismo, vemos que ocurre el mismo proceso de ocultamiento o visibilización. ¿Cómo llamar a esa literatura?, ¿literatura gay?, ¿o un eufemismo como literatura homoerótica? Más lejos aún nos lleva la discusión al incluirla dentro de otros géneros literarios además del narrativo, como es el caso de la lírica, en donde la complejidad metafórica oculta puede encubrir más al yo lírico respecto de sus preferencias o planteamientos del deseo, lo cual no provoca necesariamente la supresión de éste. Esta cuestión de la inclusión del adjetivo al término literatura tiene que ver con una contradicción encontrada en sus propuestas. En primer lugar, la especificación del término literatura hacia una cuestión temática no surge con los estudios de género, sino que debido a otras necesidades de especificación temática se utiliza el adjetivo, por ejemplo con la literatura policial, entre muchos otros casos. La cuestión con el género incluye una problemática distinta, ya que no se trata simplemente de una delimitación temática tratada dentro del texto, sino que va más allá al programar la recepción de la 9 obra ubicándola dentro de las preferencias de un grupo humano determinado, y más aún, un grupo claramente discriminado. Ahora bien, los efectos que esta delimitación puede provocar son señalados por al menos dos grupos bien definidos: por un lado los que defienden la idea de que es necesario hablar de una literatura gay –para este caso- ya que la visiblización se da en la palabra y en su puesta en juego, de esta forma se podría hacer más cercana una naturalización del discurso gay dentro de la sociedad. Por otro lado, hay quienes se oponen rotundamente a nombrar los textos como literatura gay, esto por dos motivos, uno literario y otro social: la literatura no es más que eso, literatura, y no necesita ser señalada de acuerdo con la preferencia sexual de sus personajes y mucho menos escritores; la otra razón considera que al dividir la literatura a partir de categorías de género se acentúa aún más la discriminación ya que se sectoriza desde la misma literatura. Esta división se hace, por supuesto, más evidente al ser el género masculino y heterosexual el no marcado dentro del ámbito literario, ya que “concuerda” con lo universal, con la Literatura, en mayúscula, para lo cual el adjetivo que especifica la producción literaria evidencia una subordinación, es decir, introduce las literaturas menores (femenina o gay, por ejemplo). Una muestra de esta discusión la podemos ver en un artículo del escritor español Luis Antonio de Villena, quien considera irrelevante saber si existe o no una literatura gay o lésbica, sino que lo importante de la literatura es la calidad (mismo argumento de Óscar Wilde al presentar su novela El retrato de Doriam Gray1). Para Villena no habría una literatura gay, y lo defiende de la siguiente manera: ¿No puede un homosexual leer los poemas de amor de Pablo Neruda, porque el objeto de ese amor sea siempre la exuberancia y calidez femeninas? Sería disparate. Igual que si una heterosexual no lee –por ejemplo- los atinados poemas de Cristina Peri Rossi porque, a menudo, desde lo femenino, asedian y requiebran a otra mujer. O no leer a Cavafis 1 Ver Prefacio de Wilde Óscar (1999). El retrato de Doriam Gray. México: Ediciones EDAF. 10 -un hetero, ahora- porque canta su deseo por los muchachos venales... La onda expansiva de la calidad literaria -de lo que se llama literaturidadhace que todos (existiendo esa calidad) puedan y deban ser leídos por todos. El tema, siendo importantísimo, resulta a la par, intrascendente (Villena, 2002). El objetivo de la presente investigación no se centra en responder a las preguntas anteriores acerca de la literatura y sus denominaciones a partir del género, sino que tiene que ver con la reproducción o subversión de discursos de género dentro del texto, sus propuestas e innovaciones, si las hay. De esta forma, el nivel de análisis se dirige hacia la evidenciación a partir del texto, no las problemáticas de su nomenclatura. Por otra parte, es necesario introducir esta pregunta que implica el nombre, por ser una discusión a partir de la cual han girado algunos estudios del género y la literatura, aunque su respuesta no haya sido del todo satisfactoria. Como importante premisa dentro de la presente investigación, y a manera de aclaración metodológica, se considerará que la literatura gay es precisamente la que inscribe una subversión al heterosexismo del patriarcado por medio del planteamiento del deseo homoerótico (o lésbico), sea este como medio de realizar o no una propuesta identitaria, política o visibilizadora. Didier Eribón plantea esta diferencia como una necesidad de decirse: Para los gays y las lesbianas es absolutamente necesario, vital, poder dar de sí mismos sus propias imágenes, a fin de escapar de las que durante tanto tiempo se han creado sobre ellos, y ofrecer de esta forma modelos positivos (o neutros, o en todo caso más conformes con la realidad) a los que y a las que sólo tienen delante imágenes tan claramente negativas. “Se trata de producir uno mismo sus propias representaciones y, mediante ese gesto, producirse como sujeto del discurso, rechazando ser únicamente el objeto del discurso del Otro (Eribón, 2001: 110). 11 5.2 Una perspectiva “otra” Propiamente dentro de los estudios gay-lésbicos surge una corriente teórica y política que pretende ir más allá en relación con el proyecto antihomofóbico de las comunidades y grupos gays a partir de los setenta, la llamada teoría queer, pero ¿por qué queer? Esta pregunta sale al paso constantemente cuando se empieza a tomar en cuenta como una manera diferente de ver las relaciones sociales actualmente. ¿Qué es lo queer?, ¿a qué nos remite? En primer lugar, es indispensable tomar en cuenta la ubicación ideológica y contextual del término para así ver en qué medida la apropiación se da de una cultura a otra. ¿Qué representa lo queer para América Latina?, por ejemplo. El estudio de textos con temática gay es presentado desde hace mucho tiempo como un espacio marginal, como una discusión que no viene al caso por la gran carga tabú que implica, especialmente en América Latina. Importantes estudios de las ciencias sociales y la filosofía han puesto su mirada en este espacio y se ha planteado desde su óptica una teorización a partir de la preferencia homosexual en relación con una visión de mundo y conducta determinada, la cual ha resultado ser más plural de lo que se creía. Este tipo de cuestionamientos y la importancia que toman las tendencias posmodernas a partir de la década de los setenta, han abierto espacios alternativos de crítica e incluso de creación estética, los cuales a pesar de haber existido desde siempre, se han retomado para comprender de una mejor manera la importancia que hay dentro de la diferencia. La crítica literaria feminista ha propiciado nuevos espacios de discusión en los que la temática de género se cuestiona desde diversas categorías, y se ha visto la necesidad de replantear al género no sólo desde un reposicionamiento de la mujer, sino de todo lo que entendíamos tradicionalmente como lo masculino en oposición a lo femenino. De esta forma se pasó de un sistema binario de análisis en el que se identificaba a la mujer reprimida y al patriarcado, a un sistema plural, en donde las posibilidades se multiplican y la diferencia se convierte en una posición política. Es precisamente aquí en donde lo queer toma ventaja y se presenta como una nueva categoría de análisis en la que se 12 incluye a la sexualidad, y lo hace desde la subversión del mismo discurso dominante. Toma una palabra que se utiliza para designar al gay de forma peyorativa (queer= raro, desviado, maricón) y lo resignifica como una reelaboración del mismo discurso dominante para subvertirlo; de esta manera, pasa a conformar una nueva representación que se opone al heterosexismo compulsivo, y enarbola la bandera de la diferencia, diferencia que se expresa no sólo desde la sexualidad, sino que pretende incluir lo que la oficialidad margine. De este modo, se presenta la necesidad de dar nuevas representaciones de sí mismos, que subviertan el discurso tradicional y peyorativo, pero ¿cuáles son las nuevas imágenes que se deben dar? o ¿cuál es la identidad queer? Es aquí donde se hace indispensable una mayor contextualización regional del término, ya que esa diferencia que se subraya no puede ser generalizada para todos, porque entraría en la contradicción. De esta manera no estamos ante un proyecto identitario cerrado, sino ante una categoría de análisis de las identidades. El espacio de la posmodernidad privilegia la voz de los otros como nuevas categorías que se incluyen en los discursos, la evidenciación de lo que antes era marginal (como proyecto casi utópico), es en este ámbito posmoderno en el que se revisitan las sexualidades y se abren los espacios de discusión, los cuales deben ser tomados en cuenta para las sociedades latinoamericanas, sin olvidar que en América Latina se han tenido procesos históricos diferentes, así como distintas formas de apropiación de las corrientes de pensamiento de los centros del mundo. Para ver estas diferencias en nuestra propia región, la literatura constituye un rico espacio de análisis en el que se identifiquen las representaciones tradicionalmente dadas de los discursos de género y en qué medida se puede encontrar una ruptura o un cambio en el sistema patriarcal tradicional, que se pueda ubicar como lo queer, que pueda dar una posición en cierto modo política e ideológica, y no responda a viejos esquemas de pensamiento binario masculino/femenino del proyecto de la modernidad. 13 Por todo esto se estudiará la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa, de José Ricardo Chaves, ya que da cuenta de una época reciente de nuestra historia, la cual ha sido muy poco estudiada, los años ochenta. En esta década se marca una serie de acontecimientos determinantes en nuestro país así como en el mundo, en especial la aparición de una terrible epidemia: el sida. La novela se orienta a partir de una constante referencialidad en su contexto histórico, da muestras, testimonios de un momento, una perspectiva desde adentro en la que la voz de los personajes forma parte de un grupo sin voz. Después del sida nada sería lo mismo (con respecto al género), en especial las identidades gay lésbicas; encontramos nuevas representaciones, nuevas marginaciones, así como nuevas resistencias y respuestas. ¿De qué forma o en qué medida el sida le da un contorno a la percepción de la comunidad gay de Costa Rica hacia una evidenciación y una persecución?, ¿qué discursos se generaron en nuestro país a partir de esta peste y su vinculación con otros acontecimientos políticos? La novela de Chaves nos da su perspectiva. Por lo tanto, tomando en cuenta estas premisas, la presente investigación se orientará a partir de la siguiente pregunta: ¿de qué manera se construyen el discurso homoerótico y los imaginarios sobre el sida como una reivindicación de las representaciones de la comunidad gay en Costa Rica (1982-1987) desde la novela de Chaves? 14 6 Breve biobibliografía del autor José Ricardo Chaves Pacheco nació en Costa Rica en 1958, estudió Economía Política en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) y Letras Francesas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también realizó una maestría en Literatura Comparada. En la actualidad se desempeña como investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, e imparte cursos de teoría e historia literarias en dicha universidad. Su novela Los susurros de Perseo (México, 1994) quedó entre las seis finalistas en el concurso “Herralde de Novela”, convocado anualmente por la Editorial Anagrama de Barcelona. Ganó, además, el concurso “Joven creación” de la Editorial Costa Rica en 1983 por el cuentario La mujer oculta, y el Premio Nacional de Cuento Aquileo J. Echeverría por Cuentos tropigóticos en 1997. Algunos de sus cuentos han sido seleccionados en diversas antologías, tanto nacionales como internacionales. Chaves ha colaborado en múltiples publicaciones, como la Revista de la Universidad de México, la Gaceta del Fondo de Cultura y las revistas Japónica y Vuelta, entre otras. En Costa Rica ha sido un colaborador habitual de la “Página 15”, del periódico La Nación. Publicaciones: • La mujer oculta (cuentos, 1984) • Los susurros de Perseo (novela, 1994) • Cuentos tropigóticos (cuentos, 1997) • Los hijos de Cibeles. Cultura y sexualidad en la literatura de fin de siglo XIX (ensayo, 1997) • Paisaje con tumbas pintadas en rosa (novela, 1998) • Casa en el árbol (cuentos, 2000) • El castillo de lo inconsciente. Antología de literatura fantástica de Amado Nervo (2000) • Jaguares góticos (cuentos, 2003) 15 7 Organización secuencial de la novela La novela de Chaves presenta una narración en gran parte lineal y cronológica que inicia en 1982 y concluye en 1987, dentro de esta narración se van incluyendo textos no literarios como cartas personales, artículos de periódico, el diario de Óscar, etc. Por este motivo se presenta a continuación una organización secuencial del texto para facilitar la ubicación de datos históricos, situaciones de la narración o textos extraliterarios. En cursiva se señalan los textos extraliterarios y se subraya el tiempo transcurrido entre las acciones cuando este es relativamente extenso y se explicita en la narración. Paisaje con tumbas pintadas en rosa I semestre 1982 Óscar se encuentra estudiando para el examen de estadística, pero no puede concentrarse. Vive en Barrio Amón cerca del zoológico Simón Bolívar. Alquila una casa con su primo Miguel, quien está de paseo en México Óscar decide salir a dar un paseo por Amón. Entra al zoológico (monólogo con el león), sube y llega hasta el Templo de la Música, desde ahí mira el Parque Japonés, la Avenida de las Damas, la estatua de Simón Bolívar, la de Julio Acosta. Cruza hasta el Parque Japonés y mira el Edificio Metálico. Trata de entrar pero está cerrado, cruza hasta el parque España y se sienta en un poyo cerca de la estatua de Vásquez de Coronado. Aparece Ernesto, amigo de Miguel y lo invita a una fiesta en Sabanilla, luego se va. Se introduce el primer texto epistolar (6 de julio de 1982) Un amigo le escribe a otro acerca de su nueva relación con un ingeniero en EE.UU., quién visitará el país pronto. 16 Óscar continúa estudiando. Mario Rosales llama por teléfono. Se conocieron en 1981 en Managua durante los festejos del aniversario de la revolución sandinista. Mario invita a Óscar a que llegue a La Copucha, bar bohemio donde él se encuentra. Luego se dirigen a otro bar en Amón. Llegan a la casa de Óscar, toman, escuchan música, se besan, Mario se va. Óscar se emociona por el encuentro. Mario llega a su apartamento en Curridabat, donde está David, su “pareja” (tienen casi seis años juntos). Óscar se levanta temprano, estudia, se va a la Universidad de Costa Rica y hace el examen, solamente piensa en Mario. Al terminar sale a llamarlo desde un teléfono público del parque de San Pedro. Habla con Mario brevemente. Decide caminar hasta Barrio Amón, atraviesa Los Yoses, el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, Barrio Escalante, la Iglesia de Santa Teresita, La Estación del Ferrocarril, Barrio Otoya, y finalmente Barrio Amón. Al día siguiente David y Mario hablan acerca de Óscar. Óscar visita la floristería de Miguel en la mañana. Mario llega a la casa de Óscar, toman vino y tienen sexo. Segundo texto epistolar (Un octubre en San José en la Soda Guevara). Carta en la que se sobreentiende a Mario como su autor, habla acerca de Curridabat y David. Transcurren varios meses 17 Óscar habla con Miguel acerca de la fiesta donde Cavafis y el encuentro casual con Mario. Óscar y Mario se encuentran para hablar acerca de su relación, van a La Sabana. Carta al Presidente Reagan durante su vivita al país. Encuentro de Óscar, Mario y David. Carta de un gay a su amigo en el extranjero. Habla de la situación de la vida gay en San José, enviada por A para B. Fiesta de Navidad en la casa de Jenaro Víquez en Cartago. Dos meses Óscar sale con David y hablan acerca de Mario. Un mes Llega el Papa a Costa Rica, Óscar y Miguel salen a ver el espectáculo. Óscar recibe una carta de Xavier. Óscar toma café en Chelles con su amigo Gabriel. Historia de Xavier y Óscar, se conocieron en la Alianza Francesa, Xavier es Francés. Carta para Mario, de Adi, desde Chicago. Se menciona por primera vez el sida, como algo nuevo de lo que se está investigando. 18 Óscar y Mario se encuentran de casualidad en la Universidad y Óscar le cuenta acerca de su salida con David. Carta de C para A, acerca de un nuevo bar gay que abrió un amigo de C. Óscar va a una fiesta en la finca de Debayle. Allí conoce a Javier. Javier es pareja de Martín y viven en un apartamento en Rohrmoser. Óscar visita a Javier (historia de Javier, Martín y Teresa). Carta de Ch para A, de Guanacaste a Los Ángeles. Ambos gays recordando momentos en LA. Óscar y Javier se hacen más amigos, van a un concierto de cámara en el Museo Nacional y se encuentran con Martín y su esposa Teresa. Óscar y Javier viajan a la montaña y comen hongos alucinógenos. Óscar tiene una experiencia de visión terrible en la que muchas personas eran consumidas. (Segunda parte de la novela propuesta dentro del análisis) Carta de junio de 1984, de A para D. En ella le habla del sida y lo terrible que es sumado a las cuestiones políticas y sociales, en especial Reagan y el Papa. Además menciona que está coleccionando artículos del periódico que se refieran al sida y le envía algunos. 19 Primer artículo periodístico. 22 de junio La Prensa Libre. Habla sobre el supuesto cáncer Gay, virus que ataca a homosexuales, posteriormente se da una explicación místico esotérica cristiana acerca del nacimiento de los homosexuales. Óscar sale a caminar por San José, entra en un monólogo extenso y fragmentado en el que narra su recorrido y sus sensaciones. Se incluye un fragmento de un sermón católico en el que se condenan el vicio y el pecado así como los actos homosexuales. Óscar sueña con Mario: están en Nicaragua y viajan en un convoy hacia Managua, Mario le dice que se está muriendo. Óscar va a la Sala Garbo, allí se encuentra con Mario en la fila y deciden caminar, Mario le cuenta que se iría seis meses a un curso en San Francisco. Mario se va a EE.UU. Óscar hace tesis con un amigo llamado Pablo. Meses Se da luego una especie de recorrido lírico por las calles de San José, en el que Óscar camina o corre. Óscar entra a un bar gay llamado El carro rojo, donde hay muchos travestis, se encuentra con Cavafis y acuerdan almorzar el siguiente domingo. Óscar visita a Cavafis en su casa y tienen una larga conversación sobre la identidad. Noticia desde México: piden aislar a los homosexuales por temor al cáncer lila. 1985 20 Nota del Diario de Óscar, regreso de Mario Noticia de Alemania: Reclusión en celdas de pacientes con sida. Noticia de Ecuador: cacería de homosexuales. Noticia de Colombia: cruzada para eliminar homosexuales. Mario y David se separan, Mario sale a un bar en San José. Noticia de Brasil: queman todas las pertenencias de un peluquero por miedo al sida. Javier recoge los resultados de sus exámenes en la Torre Médica, casi no puede caminar por San José, llega a su apartamento y llora. Carta para A de E, marzo de 1986: sobre el contexto costarricense, Óscar Arias, el fútbol, la idiosincrasia y el sida. Noticia de Yucatán: cacería de homosexuales, carteles que fomentan la denuncia de homosexuales y lesbianas. Noticia de Veracruz: expulsión de homosexuales y travestis por parte de las municipalidades. Nota del diario de Óscar: Reflexión acerca de Sodoma y Gomorra. Óscar habla con Javier, quien se encuentra destrozado por saberse enfermo. 21 Relato acerca de un enfermo extraño, quien tenía sida y quería quedarse en su pueblo, mientras la policía quería sacarlo. Todos en el pueblo tenían pánico. 1987 Carta, marzo de 1987. de F para A: Relata las discriminaciones que se dan contra pacientes de sida y contra homosexuales en general, y la caza de brujas por parte del Viceministro de Gobernación. Óscar llega a su casa y se masturba en la cama en un acto de autoerotismo. Martín le pide el divorcio a Teresa. Carta abierta a los señores ministros de salud, de gobernación, etc. Pronunciamiento en contra de las redadas nocturnas como manera preventiva que lleva a la discriminación. Carta de Teresa a Martín como respuesta a sus argumentos del divorcio. Artículo llamado El río tiene sida, sobre un enfermo de sida que frecuentaba el río en Acapulco 1987. Cavafis le cuenta a Óscar que Mario tiene sida. Diario de Óscar: habla de que quiere ver a Mario. Mario va a visitar a Óscar a su casa y se queda ahí hasta que se siente mejor, ya que la enfermedad lo ha puesto muy mal. Se dan textos de noticias, de Baviera, Moscú, La Habana, 1987. Mario muere, lo entierran en el Cementerio General. 22 Carta para A de H,. en ella le cuenta que está muriendo de sida, que está siendo tratado con AZT. Además menciona el contexto político de Costa Rica, la homofobia, el gobierno, etc. Menciona el asesinato de la Cavafis. Óscar decide que debe salir de Costa Rica, vende todas sus cosas y el carro que le había regalado Cavafis y se quiere ir a Italia. Óscar escribe en su diario desde Nueva York sobre las identidades. Óscar llega a Roma, da paseos durante varios días. Allí conoce a Eloy, un mexicano, se hace amigo de él, luego se van a vivir juntos. 23 8 Estado de la cuestión 8.1 El caso de la literatura costarricense Una revisión bibliográfica en la que se ubique solamente la crítica literaria acerca de la novela de José Ricardo Chaves sería sumamente escasa, ya que los estudios críticos de nuestro país se han dedicado a otros ámbitos dentro de la narrativa, en los que se privilegian espacios mayormente conocidos o estudiados, ya sean la novela histórica, las imágenes de la mujer o las contextualizaciones historiográficas, por solo mencionar unos cuantos. En la última década se ha puesto mayor atención a la temática de las marginalidades, y al tema de la inclusión y exclusión social como parte de un proceso indiscriminado. De esta forma las perspectivas teóricas se vuelven más hacia una corriente social, dejando así las discusiones abstractas acerca del lenguaje en sí mismo, las marcas de la literatura o su determinación como campo de estudio. Este proceso corresponde con las tendencias académicas de carácter más amplio, así como con los acontecimientos políticos y sociales de la región y de regiones de influencia. Las propuestas postmodernas dentro de la crítica, así como los estudios culturales como disciplina, conforman por una parte las principales tendencias académicas, las protestas a favor de los reconocimientos de las minorías sexuales, el derecho al aborto, los matrimonios entre personas del mismo sexo, la denuncia de crímenes de odio, etc, caracterizan el panorama social de Occidente en los últimos años, el cual incide en las líneas de trabajo crítico, así como de producción literaria. Se abren nuevos espacios, pero también se resignifican otros, los satanizados. De esta forma, se realizará un breve recorrido por la producción literaria costarricense y su crítica, en la que se ubican estos espacios de marginalidad hasta llegar a la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa. Es necesario subrayar que los textos mencionados, en su mayoría, forman parte de la historiografía literaria costarricense más conocida, por lo cual no se pretende ser exhaustivo. 24 En primer lugar, es indispensable aclarar la diferencia que puede encontrarse en los textos sugeridos como parte de la literatura gay, ya que pueden participar de ella en mayor o menor medida, de acuerdo con la posición que se plantea y el discurso que adopte con respecto al tema. Existen textos en los que se pueden ubicar esbozos de una posición marginal con respecto a la diferencia sexual, descripción de personajes secundarios y poco desarrollados, en los que el tema se limita a una leve presencia y muchas veces juzgada. Por otro lado, podemos encontrar textos que participan de una estrategia de encubrimiento por medio del discurso, en donde el deseo se enmascara y se diluye con la ambigüedad de las propuestas, lo que algunos críticos denominan literatura del clóset (como es el caso del famoso estudio realizado por Eve Kosofsky Sedwig llamado Epistemology of the closet). Este se constituye como un espacio en el que se permite una expresión velada, donde la propuesta de género está sujeta a la interpretación del lector, quien decide si el texto presenta o no una subversión (por supuesto que con plantear la posibilidad ya hay una estrategia subversiva en sí misma). Esta estrategia se realiza por medio de diversos elementos en las descripciones o en el uso de la metáfora, así como las confusiones entre el ser y el parecer o la androginia. En el otro extremo encontramos los textos que presentan un planteamiento claro con respecto a la temática gay, no hay posibilidad de duda con respecto a si los personajes en los que se presenta el deseo son dos hombres o un hombre y una mujer por ejemplo, ya que se inscribe dentro de un espacio en el que el hecho de decir la diferencia es fundamental. Este tipo de literatura normalmente presenta una propuesta política con respecto a las sexualidades, no coloca velos, sino que descubre una realidad desde sí misma. No participa de narradores testigos u omniscientes que describen una situación que les es ajena y moralmente censurable, se encarga de dar voz a la diferencia y de subvertir los patrones culturales, sexuales, religiosos y epistemológicos del patriarcado. Esta breve descripción de las estrategias discursivas utilizadas desde el texto literario es tan solo la representación en el texto estético de un proceso social de reconocimiento de la diversidad sexual. Podemos ver, por ejemplo, en la primera característica descrita anteriormente con respecto a los textos literarios, en los que tienen una descripción 25 superficial y sin compromiso del “raro”, que hay todavía una fuerte adscripción al patriarcado, no se encuentra un vuelco del discurso y mucho menos una posición política del sexo. Además, se halla dentro de una larga tradición literaria de personajes “tipo” en los que el “raro” (ya sea la “loca”, el afeminado o todas sus variantes) ha tenido una constante aparición como forma paródica. La diferencia fundamental se encuentra en el texto cuando este da un giro con respecto a la normativa del patriarcado, la cual es por sí misma heterosexual. Este giro puede ser sumamente variado en la medida en que se permita enunciar la diferencia, plantearla y poner en crisis la norma, más allá de eso puede también conformar un planteamiento político como manera de evidenciar la resistencia. Estas imágenes producidas dentro del discurso literario es lo que consideramos como literatura gay, premisa a partir de la cual se hará una separación entre los textos considerados dentro del estado de la cuestión, y que conforman una parte importante para la historia de la literatura costarricense. 8.2 El personaje gay en la literatura costarricense La literatura costarricense tiene una historia y una producción muy cortas en comparación con las de otras naciones latinoamericanas, y sus inicios tienen que ver con proyectos nacionalistas que se ocuparon de fortalecer las ideas de lo nacional y sus alcances, es decir, constituye un espacio estético en el cual se inscribe la identidad, ya que la literatura “costarricense” correspondería directamente a lo que la identidad del costarricense debe reflejar. Estos proyectos nacionalistas se valieron del costumbrismo para decir lo nacional; por supuesto que la crítica se ocupó también de otorgar el valor respectivo a cada una de las producciones literarias de acuerdo con su respuesta a las necesidades de la nación, así como serían las necesidades de la literatura. 26 Esta diferenciación se hace aún más evidente con respecto a las extensas discusiones de Carlos Gagini y Ricardo Fernández Guardia al tratar de discernir qué es literatura costarricense y qué textos la podrían conformar limitando así los espacios críticos o de cuestionamiento del mismo proyecto y más aún los que no tiene que ver con él. Es evidente que en un contexto que responde directamente a proyectos nacionales de construcción ideológica no hay espacio para subversiones, no porque no existan, sino porque sus intenciones son claramente de reafirmación de una identidad determinada. Por supuesto este fenómeno decimonónico no se presenta en la literatura costarricense de manera aislada, sino que forma parte de una tendencia generalizada en el resto de América Latina, por la aún presente vigencia de las ideas integradoras de las luchas independentistas. En 1914 Jenaro Cardona publica su novela La esfinge del sendero, la cual difiere en cierta medida de las temáticas tratadas en los textos de sus contemporáneos, ya que se encarga de describir los vicios de algunos sacerdotes de la iglesia católica y su imposibilidad de mantener el celibato. Esta novela no ha gozado de gran prestigio dentro de la crítica literaria costarricense al no inscribirse en una corriente costumbrista en la que se celebran las desventuras del concho. Acerca de esta novela dice José Ricardo Chaves en un artículo publicado en el periódico La Nación: Alrededor de Rafael María, el joven sacerdote desgarrado entre su aspiración religiosa y su sexualidad quemante, figuran otros religiosos: el padre Félix, sátiro y borracho, incluso incestuoso, que terminará sus días loco en el Chapuí; el padre Juan, emblema de santidad y cumplidor de sus votos) que balancea tanto descarrío sacerdotal); el padre Hans, extranjero y hasta donde sé, el primer personaje homosexual de la literatura costarricense. En este sentido llama la atención cómo lo que hoy denominamos homosexualidad fue percibido como algo ajeno a lo nacional, pues lo autóctono coincide con lo “natural” y se levanta sobre una base heterosexual, la familia patriarcal (La Nación, domingo 25 de marzo del 2001). 27 La novela de Cardona no trasciende dentro de las letras nacionales a pesar de haber ganado el segundo lugar de un concurso literario organizado por el Ateneo de Buenos Aires. Más prestigio tomó su otra novela, llamada El primo, en la que también rompe con el costumbrismo y se ubica dentro de un espacio de ciudad en el que, según Abelardo Bonilla, “va dejando atrás el patriarcalismo y se inicia en una nueva era burguesa” (Bonilla, 1957: 164). Con respecto a Jenaro Cardona y su producción, Abelardo Bonilla se expresa de la siguiente manera en Historia de la literatura costarricense: Jenaro Cardona cierra el ciclo del primer realismo costarricense y es el novelista de mayores capacidades en el género, aunque no representa lo nacional con el sabor y la profundidad con que lo hacen García Monge y Magón. (…) Cardona creó con su primera obra, tomando en cuenta las posibilidades del medio, la novela de sociedad, e intentó con La esfinge del sendero darle una nueva dimensión a la novela, pero no lo consiguió (Bonilla, 1957: 163-165). De esta forma se inician en la literatura costarricense las representaciones del homosexual, por supuesto de acuerdo con la moral de la época, ya que el texto no se encarga de profundizar en el tema ni mucho menos dar un valor distinto a lo tradicionalmente estigmatizado. Podemos encontrar posteriormente textos en los que se pueda cuestionar la masculinidad tradicional de los personajes hacia una feminización, por ejemplo, pero no tiene que ver necesariamente con la literatura gay propiamente dicha, sino con las representaciones de la masculinidad y las implicaciones de su pérdida. Otra estrategia tiene que ver con las características de género ambiguas, en las que se encubren en cierta medida los deseos de los personajes. Acerca de esto encontramos un artículo de Candid Carrasco (2003), en el que se recogen ejemplos literarios donde se evidencia una diferencia con respecto al género, en algunos apenas esbozada y en otros de forma más evidente. En primer lugar hace referencia a lo que considera literatura gay, 28 para lo cual cita las palabras del escritor costarricense Uriel Quesada, quien se refiere al tema de la siguiente manera: Quesada define también buena literatura gay como «una literatura de resistencia, que representa a un grupo marginado socialmente y políticamente», a diferencia de otros grupos que han sido marginados, sobre todo en el plano económico. De seguido explica que: «Esa resistencia se manifiesta con mecanismos muy particulares: el rompimiento de la doble vida (o las consecuencias de tratar de vivir una doble vida), el sexo, a veces los ritos y la extravagancia. Me parece que una buena literatura gay se apropia del lenguaje que nos arremete, de los estereotipos, y los invierte como una manera de reivindicarnos social y políticamente» (Carrasco, 2003: 85). Por otro lado menciona Carrasco, también citando a Quesada, que la categorización en estos casos funciona como un instrumento crítico, más que creativo, ya que la designación de una literatura gay, o femenina, por ejemplo, no tiene necesariamente que ver con las necesidades del escritor, quien se interesa por variar dentro de su obra: “creo que el escritor contemporáneo gusta de saltar de una categoría a otra, mezclarlas y crear algo nuevo” (Carrasco, 2003: 86). En relación con los textos literarios, el artículo de Carrasco, toma en cuenta a los siguientes autores: Carmen Naranjo, Alfonso Chase, Uriel Quesada y José Ricardo Chaves. Los tres primeros con cuentos y el último con la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa. En el caso de Chase hace mención del cuento “Mirar con inocencia” (1993) en donde se encuentra “abundancia de hermosos jóvenes con tendencias narcicistas”, como es el caso del personaje del cuento. Otro cuento del mismo autor es “El hilo del viento” -presente en el mismo cuentario-, en el que de acuerdo con Carrasco se hace patente el horror de la intolerancia. Es interesante, como se señala más adelante, un cambio importante con respecto a otro cuentario de Chase en el que la homosexualidad no aparece ya como algo apenas sugerido sino que se hace mucho más evidente en la temática. Este cuentario es Cara de 29 santo, uñas de gato, en él aparece un cuento titulado Carpe Diem en el cual se retratan los sufrimientos de un muchacho víctima del sida, su soledad y sus costumbres, y cita el texto: Nunca se hizo mucho pensamiento sobre su estilo de vida. Era sólo un impulso físico, estimulado por los escarceos con sus primos, que se hicieron costumbre y marcaron su vida desde los diez años. Nada de sueños de un amor especial. Nada de una vida en pareja. Cuando eso se veía venir, se escabullía (Chase, 2005: 48). “Antes y ahora” es otro cuento de la misma colección, en él se hace referencia directa al sexo, el amor, los gays y el sida, todo esto desde la voz de su personaje principal Tino Ureña, inmigrante costarricense en Nueva York, quien habla de lo que constituye su identidad como homosexual: “…yo nunca he sido uno de esos gai. A mí me gustan los hombres bien machos y no las loquillas jugando a tener implante vaginal. No me gusta hacer de mujer en la cama ni en la casa.” (Chase, 2005: 105). Es ahora más clara la diferencia con respecto a los dos cuentarios de Chase, ya que en este último encontramos representaciones evidentes desde la voz del marginado, su palabra, sea para adscribirse a las nuevas tendencias o para rechazarlas, eso no tiene importancia, sino que puede hablar. Otro cuento de Chase perteneciente al cuentario Cara de santo, uñas de gato y que no es mencionado por Carrasco, es el titulado “De un anuncio Calvin Klein”. En él se cuenta la alejada vida de un muchacho, quien “Quisiera amar pero no sabe cómo hacerlo porque al primer intento se retrae” (Chase, 2005: 57); de esta forma permanece sumido en su narcisismo, adorando su hermoso cuerpo ante los espejos y rechazando de forma enigmática las propuestas que se le presenten, entre ellas se mencionan dos mujeres y un hombre, y además se recalca su condición de belleza andrógina. Para concluir con este autor, se hace también un breve análisis de uno de sus poemarios titulado Los pies sobre la tierra, en el cual se hace referencia a los ángeles y al amor que 30 va más allá de las limitaciones del género tradicional, en él se hace una oda al poeta Walt Whitman y de nuevo se habla de las desgracias de la peste del sida. En el caso de Carmen Naranjo se menciona uno de sus cuentos titulado “Simbiosis del encuentro” publicado en la colección Ondina (1988). Este cuento participa de las mismas características que se mencionaron para los primeros cuentos de Chase citados anteriormente, porque presentan la ambigüedad con respecto al género. En él hay una especie de intercambio de roles en una pareja, ya que el hombre se embaraza mientras su mujer se está haciendo macho. Respecto del escritor Uriel Quesada se toma en cuenta primero la novela “Si trina la canaria” (1999), en la que a pesar de no haber una temática gay se trata el tema de la discriminación. El cuento que sí analiza un poco más se titula “Bienvenido a tu nueva vida”, este es el segundo cuento de la colección llamada Lejos, tan lejos publicada en el 2004, aunque el cuento había aparecido antes en el extranjero2 y en el suplemento cultural Áncora de La Nación, en 19993. El cuento plantea la historia de un encuentro casual, el narrador, joven costarricense de veinticuatro años, se encuentra en el tren que va de Londres hacia París; está en Europa como turista, conociendo varios países. En la estación del tren, un grupo de personas están despidiendo a una pareja de recién casados, a la cual, casualmente, le corresponden los asientos en el mismo cubículo del narrador. Una vez que ha iniciado el viaje los recién casados empiezan a besarse y hacerse caricias, luego el novio roza con su pie el pie del narrador, como incitándolo. Más tarde el narrador se levanta y sale, y tras él, sale también el novio, se van al baño y tienen un rápido encuentro sexual; posteriormente 2 Volumen Líneas Aéreas de la Editorial Lengua de trapo, España. Con respecto a la publicación de este cuento en el suplemento cultural Áncora es necesario resaltar la polémica desatada en este medio de comunicación a través de la cual se puso en evidencia el rechazo de una parte de la población a que la visibilización y naturalización del discurso gay se haga presente en el país. Por esto el departamento de Control y Calificación de Espectáculos Públicos envió una carta a La Nación en la que se solicita la valoración de este tipo de material antes de ser publicado, ante esto el director del periódico y la directora del Suplemento responden de la misma forma y defienden la libertad de expresión que poseen. 3 31 regresan al cubículo del tren y continúan el viaje. En la siguiente parada los recién casados se bajan mientras un grupo parecido al que los despidió los está esperando. Carrasco señala que en este cuento se presenta la experiencia sexual como parte de lo cotidiano por el hecho de que “nada en el relato parece extraño y fantástico” (Carrasco: 93), de esta forma podemos encontrar una naturalización del discurso homoerótico desde el acto mismo, ya que no pretende entrar en discusiones éticas o morales que cuestionen las acciones de los personajes. El cambio discursivo es evidente, no hay un escondite o una tendencia a atenuar lo que tradicionalmente se considera prohibido. Para el momento de la publicación del artículo de Carrasco, el presente cuento no había sido publicado en una compilación del mismo autor, la cual se presentó durante el año 2004 bajo el título Lejos, tan lejos. En este cuentario también podemos encontrar otros textos en los que se explora la misma temática, pero desde diferentes aristas y con quizá menos profundidad que “Bienvenido a tu nueva vida”. Ejemplos de esto son “Salgo mañana, llego ayer” y “Cementerio de carritos”, en los que a pesar de no ser el homoerotismo el tema central del relato, constituye una línea indispensable para su desarrollo. Más adelante, en el 2005, Uriel Quesada publica la novela El gato de sí mismo (Premio Nacional de Novela 2005), la cual aborda de nuevo la temática del gay en su personaje central, pero esta vez de una forma mucho más diferente de las que se han podido encontrar anteriormente dentro de la literatura de nuestro país, ya que desarrolla a un personaje sumamente conflictuado con su realidad, con su entorno, el cual posee un discurso prácticamente esquizoide al incluir sus fantasías evasivas al momento en el que vive. El personaje de Germán, protagonista de la acción, sufre discriminación en su familia al revelarse su condición gay, por lo que tiene que salir de la casa, todo esto se desarrolla junto con las ideas de opulencia palaciega y sangre real que Germán (apellidado por él mismo; Germanóvich) tiene en su propio mundo. En esta novela no se tiene al sexo como centro, sino que se extiende en un espacio de represión del personaje creando un universo psicológico muy complejo de este. 32 Otro texto importante dentro de este panorama literario homoerótico es la novela del escritor costarricense Virgilio Mora, llamada La Loca Prado. Este texto se publicó en 1993 y la ubicación temporal de la narración corresponde a un pueblo de Costa Rica aproximadamente en los años cincuenta. La historia abarca alrededor de tres generaciones de una conflictiva familia, en la cual se dan continuamente situaciones de abuso sexual y violencia física. Carmelo, el esposo de María, fue abusado sexualmente por su madre, su padre y el amante de este último. El padre de Carmelo mantuvo por mucho tiempo una relación homosexual con el hijo de su sirvienta, el cual a su vez se encarga de hacer lo mismo con Carmelo. Todo esto se da dentro de un contexto estrictamente machista y patriarcal como base fundamental, lo cual constituye la máscara tras la cual se transgrede el orden social. Esta transgresión no demarca la voz del otro ante el dominante por el hecho de mantenerse siempre bajo las normas heterosexistas. De esta forma la diferencia la presenta el texto mismo al introducir este tipo de realidad social que ha operado de forma velada (así como se podría ver cualquier tipo de abuso o violencia) dentro de las producciones discursivas del género y la literatura en Costa Rica. Por esto no hay una propuesta con respecto a las masculinidades, sino una importante evidenciación del tabú. La problemática es presentada de forma a veces desgarradora y tiene que ver necesariamente con un espacio en el que se deja el silencio, como parte de una época en la que las nuevas posibilidades ante el tabú aún no se presentaban. Un caso interesante se presenta en la novela del conocido dramaturgo costarricense Daniel Gallegos titulada Punto de referencia. Este texto surge a partir de la reelaboración realizada por el autor de una de sus piezas teatrales del mismo nombre. Esta obra fue montada por primera vez en 1983 y la novela se publicó en el año 2000. El texto narrativo retoma los personajes del drama y su conflicto central: el haber participado de un trío amoroso (dos hombres y una mujer) durante su juventud. De esta forma se desarrolla la historia de forma más profunda y a partir de la visión de cada personaje. El elemento homoerótico se hace evidente en la relación entre Juan y Franco ya que sienten una gran atracción mutua, la cual es irrealizable si no se encuentra Ana de por medio como elemento aglutinador y a la vez desinhibidor de las presiones sociales. 33 Dentro del texto no se encuentra una posición política con respecto al género, pero da una visión más allá del erotismo tradicional por medio de la relación de los personajes y sus interacciones. En el 2001 la Editorial Perro Azul publica la novela El más violento paraíso del escritor costarricense Alexander Obando; esta novela, difícil de sintetizar, se desarrolla a través de muy disímiles situaciones, en apariencia inconexas, a través de las cuales se mezcla el espacio y el tiempo ya que no presenta una línea clara de acción en un solo plano. La narración es desordenada, a manera de zapping televisivo, y en algunas de las diferentes secciones hay encuentros homoeróticos muy intensos, narrados de forma explícita. Ejemplos claros se dan en los capítulos Mar de las lluvias o Constantinopla, entre otros4. Otros textos, quizá menos significativos para la crítica literaria costarricense, por razones que pueden deberse a su escasa difusión o tal vez considerados de menor calidad literaria, son los del escritor Eduardo Saxe Fernández. De él rescatamos un cuento publicado en 1994 a manera de un pequeño folleto, por la editorial Impresiones Alejandrinas titulado “Hombres como dioses”. Es interesante señalar que dentro de los descriptores utilizados para la catalogación del libro se encuentra “Literatura andrófila”, lo que hace de hecho una categoría diferenciadora para el texto, dentro de lo que llamaríamos literatura gay. Ya desde este momento podemos considerar que se gesta un espacio nombrado en la diferencia desde un punto de vista paratextual, es decir no sólo se vale de las evidenciaciones dentro de la historia contada, sino que se autoclasifica desde un espacio exterior al cuento. El texto se plantea a manera de relato futurista, ya que describe una época posterior al segundo milenio cristiano, en la cual surge un grupo llamado “Amando”, el cual se encarga de eliminar el patriarcado heterosexista y hacer 4 Para crítica acerca de El más violento paraíso ver: Chacón, Albino (2003). "Más violento paraíso" En Memoria Electrónica del XI Congreso Internacional de Literatura Centroamericana. San José, Costa Rica. 34 una reivindicación de las relaciones humanas desde una sexualidad múltiple, especialmente homosexual: Ya desde el inicio de su predominio, los ángeles Amando libraron al varón de los tapujos que se había autoimpuesto. Reapareció en su gloria el desnudo masculino, porque desapareció el temor de que al ver las nalgas y penes y testículos y muslos se propiciase la androfilía. Por otra parte al eliminarse también la dominación machista y comercial, el desnudo femenino volvió a encontrar sentido (Saxe, 1994: 15). El cuento retoma una larga tradición helenista en la que se rescatan los valores de la cultura griega como una forma de ver el mundo actual, en especial las relaciones de pederastía, entendida esta en su sentido tradicional de enseñanza y amor entre el eraste y el eromene, por medio de la admiración de la belleza del cuerpo. Esta tendencia la podemos encontrar en importantes helenistas de finales del siglo XIX en Inglaterra, de los que tomaron una importante influencia Óscar Wilde5y André Gide, entre otros. Dentro de la literatura costarricense no se encuentra otro texto que retome estas tendencias a la manera griega y resignificadas para la época actual, a partir de las que se funda una utopía, un mundo más allá del heterosexismo. En la siguiente cita se muestra ese culto del cuerpo masculino, en este caso como rito fundacional de una nueva era: Pronto te encontraste perseguido, e ibas corriendo por la arena. Un muchacho semidesnudo, perfecto y sonriente trataba de agarrarte para amarte, y quería seducirte llamándose a sí mismo Alcibíades –jugando con la blanca sábana que hacía de toga, en la que entreveías un jugoso falo cada vez que el viento y el mar sacudían sus pliegues (Saxe, 1994: 8). Con otra perspectiva se presenta una novela del mismo autor, publicada en el 2001 por la editorial ILPES, titulada Amor en la selva. Este texto tiene un carácter histórico al ubicar la narración en el Cartago de inicios del siglo XX. Además se hace constante referencia a 5 A propósito de este tema véase: Eribon, Didier. Reflexiones sobre la cuestión gay; en especial la segunda parte titulada: Espectros de Wilde, en ella se hace un análisis del contexto victoriano de Inglaterra con respecto a su moralidad sexual y las propuestas y estudios de los helenistas de Oxford. 35 hechos concretos como los son el terremoto de 1910, bailes en el Teatro Nacional, la presidencia de Ricardo Jiménez, entre otros. En este contexto se desarrolla el relato acerca de dos jóvenes cartagineses quienes protagonizan una historia de amor a escondidas de todos. Estos jóvenes posteriormente se casan con sus respectivas novias, pero continúan con sus encuentros. Otro dato interesante es que el autor interrelaciona la historia que se cuenta con el mundo ficcional de otro texto literario, Maurice de E. M. Foster, ya que uno de los personajes viaja a realizar estudios en Inglaterra, donde conoce a Maurice. Este texto se ha visto como uno de los más importantes de la literatura gay inglesa y fue publicado luego de la muerte de su autor. A propósito de las publicaciones del ILPES, es necesario mencionar los textos de Jacobo Schifter (publicados por este sello), quien no sólo se ha dedicado a la investigación teórica de las sexualidades y su aplicación, sino que también incursionó en el ámbito literario. A este respecto se destaca la novela titulada Quince minutos de fama, la cual se presenta como novela histórica (a pesar de tener más características de la novela testimonial), en la cual se hace un recorrido por San José a partir de los años cincuenta en donde vive el personaje principal y narrador de la novela. De esta manera el texto transcurre entre diversas formas de exclusión de la marginalidad, incluso desde sus mismos centros. Por otro lado, el texto presenta un discurso sumamente académico al hacer recuentos de teorías y pensadores con respecto a los temas tratados a través de la narración, como lo son la homofobia y el antisemitismo: Papá Freud revolucionó la psicología al decirnos que la atracción sexual no era biológica: no son los órganos genitales los que nos atrae del otro. Para que los seres humanos lleguemos al coito, que según Master y Jonson no es la experiencia sexual más intensa y más bien ocupa un pálido segundo lugar frente a la masturbación, teníamos que agregar algo, o sea un poco de teatro (Schifter, 2004: 159). Resulta muy complejo realizar un recuento exhaustivo de los textos literarios costarricenses en los que se dé una posición subversiva con respecto al género, ya que habría que considerar muy diversos aspectos de contenido e intensidad. Por esto los 36 textos seleccionados se han considerado por responder en cierta medida a una diferencia con respecto a los patrones de masculinidad, y en especial por mostrar un contexto o un discurso en el que surgen nuevas posibilidades de enunciación de las sexualidades. Por esto se presentan desde las insinuaciones hasta las propuestas políticas o la estética erótica. Resulta evidente cómo se ha ido produciendo un cambio discursivo conforme avanzaron las últimas tres décadas del siglo XX, en las que las tendencias políticas, sociales y económicas han abierto espacio para producir textos en los cuales el personaje gay sale de su ocultamiento y habla. En el ámbito de la lírica la producción literaria homoerótica es aún más escasa, y los textos que se encuentran poseen muchas veces una alta ambigüedad, precisamente por la capacidad metafórica que implica en sí misma la lírica, en donde es quizá más fácil evitar las marcas de género y las representaciones realistas (obviamente esto se refiere a ciertas tendencias dentro de este género, ya que estas consideraciones no pretenden decir que no exista poesía gay claramente identificable). Carrasco menciona dentro de este género a la poesía de Alfonso Chase, en primer lugar con el poemario Los pies sobre la tierra (1978), en el que señala la evidencia de un amor más allá de las fronteras del género; en este caso se presentan las múltiples posibilidades del amor, sin tener que subrayar uno en especial o presentarse subversivo. La diferencia se marca más en el otro poemario titulado Jardines de asfalto, en el cual hay un mayor compromiso político al presentar el desencanto citadino y la peste del sida: No has muerto muchacho Nadie puede morir Cuando en tu caso, por el amor de los otros, Emerges de la memoria de todos. Esto no es una elegía, Ni un canto, sino una pequeña semilla sembrada A tu recuerdo y que seguro habrá de convertirse en árbol. No has muerto muchacho. Tus ojos son los ojos de todos (Chase, 1995: 78). Un poemario de gran importancia, que se ubica dentro de la línea de la evidenciación y no del ocultamiento en el discurso, es el de Nidia Barboza, publicado en 1987 y titulado 37 Hasta me da miedo decirlo. Este texto no se encuentra dentro de los comentarios críticos que han sido atribuidos a los textos de la época, en especial dentro de la lírica erótica a partir de la publicación de La estación de fiebre de Ana Istarú. De esta forma el poemario goza de gran anonimato, en especial dada su condición subversiva en la que se plantea el erotismo, el deseo sexual en la mujer, pero orientado hacia otra mujer claramente marcada, así la poesía lésbica encuentra uno de sus más importantes textos en el poemario de Barboza. Las diferentes partes del poemario llevan los lexemas de la culpa, la prohibición, la imposibilidad, pero el texto no se queda ahí, sino que manifiesta su deseo y su lucha a través del placer (se divide en cuatro partes: Hasta me da miedo decirlo, Estamos en una cama prohibida, cómo no morir y soledades compartidas). Se puede observar un ejemplo de esta imposibilidad del planteamiento del deseo en el último poema titulado: El premiso: Yo no renunciaría a mirarla Sólo para que él la mirara. Él tampoco. Ni ella. Pero ella y yo Sólo podemos mirarnos Cuando él no nos mira Y él y ella se miran Todo el tiempo. Por eso yo los miro de lejos cada vez que me acerco y es sólo cuando ella me mira que mi alma despierta (Barboza, 1987: 90). En muchos otros textos las referencias homoeróticas se pueden ubicar, pero a través de un proceso más minucioso ya que aún forman parte de la literatura del clóset al no plantear el deseo de forma explícita, sino disfrazado en metáforas, por lo tanto, no se considera necesario hacer un recuento de todos estos poemarios con sus ejemplos. 38 Ahora bien, el caso de Paisaje con tumbas pintadas en rosa presenta muy diversos elementos de los citados anteriormente para caracterizar los textos literarios homoeróticos, todo esto junto con un contexto histórico de Costa Rica durante los años ochenta. Debido quizás a que la publicación del texto es reciente (1998) no existe suficiente crítica o al menos comentarios del texto que permitan establecer un importante estado de la cuestión. Precisamente por este motivo se realizó el recuento anterior de textos, ya que la producción crítica es escasa. El único estudio recuperado acerca del texto de Chaves se encuentra en una tesis de Maestría Profesional en Literatura de la Universidad de Costa Rica, presentada por el estudiante Lawrence Vega, titulada “Antología sobre textos literarios homoeróticos”, así como una ponencia, extraída de la misma tesis, presentada en el VIII Congreso de Filología, Lingüística y Literatura. Dicho trabajo constituye una revisión muy superficial de los textos homoeróticos y su producción crítica, hasta llegar al caso costarricense para analizarlo con dos textos: La loca Prado y Paisaje con tumbas pintadas en rosa. El estudio de diversos textos latinoamericanos es realizado de forma especialmente descriptiva y escasa crítica. La sección dedicada a la novela de Chaves resume su argumento para luego hacer mención a las características semánticas del título, así como el sentido que puede darse al íncipit de la novela en relación con el encierro en el clóset. De esta forma reconoce cómo la novela es un aporte en la medida en que rebate una serie de estereotipos que se han formulado en contra de los homosexuales, así como presenta otras visiones nuevas, antes no plasmadas en la literatura costarricense. El principal problema de esta investigación es su mal manejo de la perspectiva teórica, al pretender un análisis deconstructivo, totalmente innecesario para el texto en cuestión. Evidentemente el análisis es muy poco y no se adentra en las diferentes posibilidades que la novela proporciona por medio de las diversas situaciones y personajes 39 presentados. Por supuesto, no es ese el sentido del trabajo de Vega, ya que realiza el mismo tipo de análisis para los demás textos, a manera de una visión muy panorámica. En este punto vemos cómo se hace necesario un recuento no sólo histórico, sino también literario de las producciones de estos últimos años, en donde la visión del género ha tomado giros muy diversos y se ha manifestado en la literatura costarricense. Finalmente y a partir de la anterior contextualización historiográfica de la temática surge la pregunta: ¿por qué no se da una mayor producción crítica acerca de este tópico tan discutido internacionalmente en los últimos quince años?, sin mencionar la inclusión frecuente de sus alcances en otras disciplinas artísticas o sus inserciones en estudios culturales y sociales. O de forma más específica: ¿por qué el texto de Chaves no generó mayor reacción entre críticos literarios e historiadores costarricenses, la cual los lleve a nuevas discusiones sobre el género, la discriminación social y las identidades sexuales? Resulta obvio cuáles son los intereses centrales de estos sectores académicos, en donde en muchos casos, se pretenden perpetuar visiones teóricas (¿morales?) que, o bien evaden las anteriores preguntas o las niegan en sus posibilidades epistemológicas de respuesta a la realidad social. Además existe un alto grado de desconocimiento de textos, los cuales no han sido adoptados por el canon literario al no pertenecer a un grupo determinado o a una problemática en boga, como lo han sido la ecología o la historia. De forma más concreta, en el caso de la literatura es innegable la producción textual relacionada con la diversidad sexual, desde muy variadas perspectivas, de subversión, crítica, descentramiento de roles genéricos, sátira, etc. en Costa Rica. Por esto es indispensable revisitar la historiografía canónica del país, en sus planteamientos eróticos, sus perspectivas genéricas múltiples y sus propuestas de identidades, para así enriquecer las posibilidades que los mismos textos literarios están planteando actualmente. 40 La lectura de textos literarios desde perspectivas más abiertas que incluyan textos antes invisibilizados por diversas razones se hace entonces necesaria, por este motivo la presente investigación se adentrará en la conformación de estos discursos a través de una novela que pone sobre el tapete la historia costarricense reciente con una problemática compleja, como lo es el sida y los imaginarios que produce, las identidades gay-lésbicas y la marginación. Así entonces, se propone contribuir con la historiografía nacional en los ámbitos más olvidados. 41 9 Perspectiva teórico-metodológica …el género se construye culturalmente, por lo tanto, el género no es el resultado causal del sexo ni tampoco es tan aparentemente fijo como el sexo. Así, la unidad del sujeto ya está potencialmente impuganada por la distinción que permite que el género sea una interpretación múltiple del sexo (Butler, 2001: 38-39). Porque el inconsciente homosexual está estructurado según las reglas del lenguaje heterosexual. Y sólo una labor política y cultural de la reinvención colectiva por parte de los homosexuales puede llegar a perturbar el ciclo inmemorial de reproducción de este impensado social heteronormativo (Eribon, 2001: 125). Es indiscutible que los movimientos gay-lésbicos han cambiado el panorama académico de las últimas dos décadas al incluir cuestionamientos y producción de saber. A continuación se presentarán argumentos en los cuales se evidencia este cambio en la visión de mundo, desde un punto de vista teórico, a partir del cual las llamadas por Foucault “sexualidades periféricas” se constituyen como sujetos que tienen voz y hablan acerca de sí mismos, así como estos estudios han pasado al área de la literatura en donde se ha organizado un espacio importante de visibilización, un foro abierto desde la marginalidad. Para realizar esta revisión del pensamiento, en especial a partir de la segunda mitad del siglo XX, se ha recurrido a una selección de textos representativos del proceso mediante el cual se tratan las cuestiones de género desde la teoría, de su constitución básica y sus representaciones, así como la inclusión gradual, de acuerdo con la época, de las minorías sexuales y los aportes que estas han dado a la gama de estudios de género. De esta forma se pondrán en relación pensadores como Simone de Beauvoir, Monique Wittig, Michel Foucault, Judith Butler y Eve Kosofsky, entre otros, quienes en distinta medida se han 42 encargado de dilucidar posibilidades dentro de las teorías de género y sus ámbitos de acción. 9.1 Feminismos, un punto de partida Los estudios de género iniciaron su desarrollo a partir de cuestionamientos sociales acerca de la asignación de roles dentro de la sociedad, en los que se podía ubicar una evidente desigualdad en la condición de la mujer con respecto al hombre. Este tipo de movimientos, a los cuales no se hará gran referencia en la presente investigación, conformaron una serie de discursos como parte de un proceso de reconocimiento de la marginalidad, o al menos de producción de saber sobre ese otro marginal, que permitió en cierta medida la toma de la palabra, así como el reconocimiento de una serie de condiciones que históricamente le han sido negadas a las mujeres. Esta lucha, desde una perspectiva en la que se hace eco su condición de subordinación, se compara directamente con las revoluciones económicas, sociales y étnicas, ya que conforman categorías de pensamiento y comparten una resonancia política determinante6. Nos ocuparemos solamente de la dimensión epistemológica que fundamenta las luchas de género, en principio feministas7, como parte de un proceso histórico y filosófico que nos lleva a la reconsideración de nuevas categorías dentro del género, en las cuales las posibilidades de asignación de género a un sexo dado van más allá de una dicotomía fundacional. 6 La historia de los reconocimientos sociales alcanzados por los grupos feministas desde el siglo XIX, así como su proceso metodológico en los diferentes contextos culturales, es muy valiosa, pero no constituye el punto principal de esta investigación, ya que se centra más bien en el trasfondo filosófico y su reconocimiento dentro de un texto literario determinado. 7 En realidad tan solo algunas corrientes determinantes, o las que más han influido en la conformación de los estudios gay-lésbicos. 43 9.1.1 Fundamentos teóricos y contexto histórico de las teorías queer Una de las teóricas más importantes del siglo XX en lo que respecta a las luchas del feminismo fue la francesa Simone de Beauvoir. Su crítica continúa influenciando el pensamiento de Occidente desde los cuestionamientos del género y su característica cultural como un proceso constructivo y no una naturalidad incuestionable. Dentro de estos parámetros Beauvoir propone un análisis en donde lo femenino aparece construido dentro de un universo de lo masculino, en donde sus significados son asignados por el patriarcado. De esta forma se crea un imperativo cultural por medio del cual el cuerpo llega a adquirir las características de la mujer, obviamente, un cuerpo biológicamente de hembra. Ahora bien, el pensamiento de Beauvoir ha sido constantemente revisitado por otras teóricas, como una parada obligatoria, aunque no como una verdad necesariamente, por lo cual han surgido una gran cantidad de críticas a sus axiomas. La filósofa Judith Butler, de quien se hablará ampliamente más adelante, señala las diferencias entre Beauvoir y sus compatriotas Luce Irigaray y Hélène Cixous, en lo que respecta a una concepción de lo femenino dentro del lenguaje y su demarcación o no: Luce Irigaray alega que las mujeres constituyen una paradoja, si no una contradicción dentro del discurso mismo de la identidad. Las mujeres son el “sexo” que no es “uno”. Dentro de un lenguaje totalmente masculinista, falogocéntrico, las mujeres constituyen lo no representable. En otras palabras las mujeres representan el sexo que no puede pensarse, una ausencia y una opacidad lingüísticas. Dentro de un lenguaje que se apoya en la significación unívoca, el sexo femenino constituye lo no restringible y lo no designable (Butler, 2001: 42). Irigaray se opone a Beauvoir en la medida en que considera esa indiferenciación femenina, la que Beauvoir llamó el otro del hombre o su negativo, por lo tanto sí implica una demarcación dentro del lenguaje de lo que se considere femenino. A partir de esto Beauvoir defiende la idea de la desigualdad de género, ya que ese otro marginal se encuentra en una relación opuesta, negativa y por lo tanto subordinada del primero, el 44 cual no se encuentra marcado, ya que pertenece a lo universal8. Tan solo los anteriores puntos de vista que se encuentran en oposición han producido una gran cantidad de debates, los cuales, en su mayoría ubicados dentro de la crítica posestructuralista, se ocuparon de dilucidar en qué medida el cuerpo femenino, lo otro, lo marginal, se ha construido dentro de un discurso que no le pertenece, asignándole así categorías totalmente ajenas. Otra de las preocupaciones de estas teóricas tenía que ver con el lenguaje en sí, con las posibilidades que se le presentan a la mujer de participar de él, si es desde su constitución falogocéntrico, por lo tanto excluyente. De esta forma se discute el tema de la literatura y las representaciones que en ella se pueden dar de lo femenino, desde su lenguaje, si es que esto es posible. Así entonces se propusieron varias respuestas. Judith Butler señala al inicio de El género en disputa que uno de los principales cuestionamientos de esta crítica feminista es el del sujeto, de su delimitación, y los problemas que esto implica, haciendo que: “Para la teoría feminista, el desarrollo de un lenguaje que represente completa o adecuadamente a las mujeres ha parecido necesario para fomentar su visibilidad política” (Butler, 2001: 33). Así entonces se observan las propuestas de Irigaray, por ejemplo, en relación con la escritura femenina y su importancia, o la configuración de un lenguaje de lo semiótico-materno como lo plantea Julia Kristeva. Es evidente como en Kristeva e Irigaray tiene un gran peso la teoría psicoanalítica desde su corriente lacaniana a la hora de presentar sus propuestas. Kristeva parte, por supuesto, de la premisa lacaniana de que la ley paterna, “lo Simbólico”, es un principio organizador universal de la cultura y en ella se estructura toda significación lingüística. A esto propone el concepto de lo semiótico, como una subversión, que se genera a partir del cuerpo materno primario (Butler, 2001: 113). Butler por su parte, critica los planteamientos de Kristeva al señalar inconsistencias importantes dentro de esa supuesta subversión implícita en lo semiótico: “Al final parece 8 Butler defiende este argumento y lo contrasta con la idea de Irigaray de que lo masculino también se encuentra demarcado dentro del modo masculinista, así tanto marca como marcado participan del mismo discurso. 45 que Kristeva nos ofrece una estrategia de subversión que nunca podrá ser una práctica política sostenida”, esto entre otras cosas por la concepción de lo prediscursivo en el cuerpo y la construcción del género9. Por otro lado Kristeva plantea que la homosexualidad es una posibilidad que se estructura fuera de lo Simbólico, como un desplazamiento de este, así como otros actos femeninos subversivos: la poesía y el acto de parir. Una de las principales críticas de Butler a Kristeva se basa en que la subversión que se plantea no es un elemento central dentro de su propuesta: Kristeva describe tanto el cuerpo materno como la experiencia lesbiana desde una posición de heterosexualidad sancionada que no reconoce su propio temor de perder esa sanción. Su reificación de la ley paterna no solo repudia la homosexualidad femenina, sino que también niega los diversos significados y posibilidades de la maternidad como práctica cultural. Pero la subversión cultural no es en realidad el interés de Kristeva, pues, cuando aparece, la subversión lo hace desde debajo de la superficie de la cultura, solo para volver allí inevitablemente (Butler, 2001: 121). Kristeva, así como Irigaray, se ocupan en sus planteamientos especialmente de determinar en qué medida hay un lenguaje femenino y cómo este se articula más allá del patriarcado o al menos qué posibilidades hay de conformar esta diferencia desde el lenguaje. Desde este punto de vista se encuentran mucho más alejadas de lo que sería una acción política dentro del género o una visibilización de esta diferencia teórica en la práctica social, a diferencia de los movimientos que iniciaron estas discusiones acerca de la mujer y el patriarcado. Estos avances teóricos son igualmente necesarios para la producción de pensamiento con respecto a los feminismos, pero se han quedado en discusiones epistemológicas que muchas veces no tienen la mayor relevancia. Los feminismos se presentan de manera sumamente plural, por lo que es imposible hablar de un movimiento consolidado u homogéneo, de esta forma se ha ido desarrollando desde sus inicios por muy diversas vías, algunas de ellas mucho más radicales. 9 La cuestión de lo prediscursivo al género será retomado más adelante dentro de la teoría de la performatividad, en la cual se fundamenta este estudio como base de las políticas queer. 46 Este es el caso de la teoría lesbiana, como parte de los feminismos, la cual se encarga de reivindicar, de manera más visible, la posición de la lesbiana, quien se encuentra en una situación discriminativa mayor. Esto se da debido a que las corrientes feministas más tradicionales (para este momento serían las estructuralistas francesas) no se ocupan de esta minoría, ya que no constituye una preocupación básica. Además es necesario considerar que el contexto revolucionario de las luchas feministas (aunque incluyera lesbianas entre sus impulsoras) no se encontraba en un momento histórico en el cual la homosexualidad constituyera un espacio sobre el cual se produjera pensamiento más allá de una simple sintomatología. Más adelante, especialmente a partir de los años setenta, se abre un espacio de discusión acerca de la homosexualidad (masculina y femenina) como respuesta a hechos sociales en los que se denuncia la discriminación por parte de un grupo mucho más consolidado de gays y lesbianas. Ahora bien, ¿de qué forma se empiezan a incluir los estudios gay-lésbicos dentro de las teorías de género? Esto no se da por supuesto en los planteamientos queer, ya que estos responden a una coyuntura finisecular en la que los intereses van más allá de la delimitación de identidades. Otra teórica francesa hace grandes aportes a los estudios gay-lésbicos apoyándose en el feminismo de Beauvoir entre otros, se trata de Monique Wittig. Wittig realiza una afirmación que provocó desde diversos niveles a las teóricas feministas y afines, al decir que “la lesbiana no es mujer”. De esta forma expresa uno de los resultados de su forma de ver el género en relación con el sexo, y la ilusión discursiva creada por el heterosexismo que señala a este último como un elemento diferenciador básico, por lo cual debe ser eliminado, ya que se instaura como un constructo al igual que la clase. Wittig señala que: Más allá de las categorías de sexo (hombre y mujer) se puede encontrar una nueva definición personal y subjetiva para toda la humanidad y que el advenimiento de los sujetos individuales exige destruir primero la categoría de sexo, acabar con el uso de esta, y rechazar todas las ciencias 47 que usen esas categorías como fundamentos (prácticamente todas las ciencias sociales) (citada por Butler en Variaciones sobre sexo y género: 204). La categoría de sexo es vista a partir de su construcción binaria básica, en una relación de oposiciones entre el hombre y la mujer, oposición que en sí misma generaría las diferencias y los roles “naturales”. Si se desestructura una lógica binaria que crea el discurso anatómico, entonces una posibilidad más allá de la estructura básica sería imposible; por lo tanto, la lesbiana, quien se crea fuera de la lógica heterosexista, no respondería a los patrones de mujer. Por otro lado, Wittig no afirma que la mujer responda a otro sexo o género, pero la relaciona con dicha oposición binaria, más allá de ésta. Es importante rescatar ciertas premisas impulsadas por Wittig dentro del contexto de las teorías del género, ya que se volverá sobre ella, en especial desde propuestas de los estudios gay-lésbicos para poner sobre el tapete la construcción heterosexista del discurso y su naturalización. Evidentemente estas discusiones suelen ser vistas desde las propuestas del filósofo Michel Foucault, quien en sus planteamientos acerca del poder se aproximó a la sexualidad y su conformación desde este mismo discurso represivo. Al acercarse a las propuestas de género planteadas a partir de los años ochenta, especialmente, es indispensable tener nociones básicas de los movimientos teóricos surgidos con el estructuralismo, por lo tanto se consideran como base histórica de la teoría queer, ya que es necesario tener un marco de referencia en donde se pueda identificar la diferencia introducida tiempo después, es decir, en dónde específicamente radica el cambio con la teoría queer y el feminismo posmoderno. 48 9.2 La voluntad de saber y el cambio de paradigma sexual A los discursos sobre el sexo no hay que preguntarles ante todo de cuál teoría implícita derivan o qué divisiones morales acompañan o qué ideología –dominante o dominada- representan, sino que hay que interrogarlos en dos niveles: su productividad táctica (qué efectos recíprocos de poder y saber aseguran) y su interacción estratégica (cuál coyuntura y cuál relación de fuerzas vuelve necesaria su utilización en tal o cual episodio de los diversos enfrentamientos que se producen) (Foucault, 2002: 124). Muchas teóricas feministas han reconocido, a pesar de no ser completamente partidarias de él, la influencia de Foucault en los estudios de género, en especial la historización y crítica realizadas en La voluntad de saber (2002). Judith Butler señala que las teorías de Foucault tienen consecuencias improbables aunque significativas para la teoría feminista. Para el caso de los estudios gay-lésbicos y la teoría queer la relación con el texto de Foucault es indispensable, inclusive se identifica como en cierta forma fundacional. David Halperin señala, en su libro San Foucault, que hacia finales de los años ochenta y a partir de preguntas realizadas por él mismo, para los defensores de los derechos de los homosexuales y militantes de la lucha contra el sida, La voluntad de saber de Foucault fue el equivalente de Herbert Marcuse para los estudiantes de la nueva izquierda. ¿Qué respuestas o asideros políticos brindó Foucault para esa naciente oposición a los roles tradicionales de sexualidad y de género? Pues bien, su principal aporte radica en el estudio de la sexualidad de manera histórica, desentrañando las condiciones sociales que llevaron a las diferentes épocas a crear un discurso acerca de la sexualidad. El texto parte de la hipótesis represiva, y de cómo a partir del siglo XVIII la supuesta represión produjo los discursos acerca del sexo que le eran necesarios. De esta forma el 49 discurso mismo acerca de la represión del sexo es para Foucault una forma de subversión, así es desde la palabra donde se empieza a gestar la reivindicación: Si el sexo está reprimido, es decir, destinado a la prohibición, a la inexistencia y al mutismo, el solo hecho de hablar de él, y de hablar de su represión, posee como un aire de transgresión deliberada. Quien usa ese lenguaje hasta cierto punto se coloca fuera del poder; hace tambalearse la ley; anticipa aunque sea poco, la libertad futura (Foucault, 2002: 13). Foucault considera en su estudio acerca de la historia de la sexualidad en Occidente que el discurso del sexo no sufrió de una represión o un silencio a partir del siglo XVIII, sino que diversificó sus representaciones, sus formas discursivas, y sus artífices. Es decir el cambio que se operó tiene que ver más bien con la forma y la importancia que los discursos del sexo adquieren dentro del funcionamiento de la sociedad burguesa, estos, dentro de lo que llama una economía sexual. Uno de los factores que hace posible este vuelco de la relativa libertad de la época anterior, en la que la sexualidad participaba de un funcionamiento menos visto como tabú, o menos importante, tiene que ver con la influencia de la pastoral cristiana, el derecho canónico y la ley civil. No cabe hacer una división binaria entre lo que se dice y lo que se calla; habría que intentar determinar las diferentes maneras de callar, cómo se distribuyen los que pueden y los que no pueden hablar, qué tipo de discurso está autorizado y cuál forma de discreción es requerida para los unos y los otros. No hay un silencio sino silencios varios y son parte integrante de estrategias que subtienden y atraviesan los discursos (Foucault, 2002: 37). ¿Quiénes pueden hablar del sexo? Evidentemente esta pregunta se hace patente de forma diacrónica al cambiar los objetivos políticos de la distribución de los silencios. De esta forma los autorizados legitiman estrategias de poder en la palabra hasta que haya un quiebre, una necesidad distinta. Los nacientes discursos acerca de la sexualidad fundan las sexualidades periféricas, ya que se cuestiona la sexualidad de los niños, los locos, los criminales, para así tener de 50 forma más clara cuáles son los otros, los que se deben excluir; por lo tanto la sexualidad se especifica. Este es uno de los puntos más importantes para la futura teoría queer, ya que Foucault da un momento en el que el homosexual se origina discursivamente dentro del aparato represivo, donde aparece por primera vez como parte de esta periferia, fuera ya de la normalización estrictamente del pecado. A partir de acá la historia de la homosexualidad da un giro, ya que se observa desde otra perspectiva, siempre con afán normalizador, pero ahora pasa a ser un sujeto en sí mismo, ya que le otorga una realidad analítica al ser parte de una clasificación de las sexualidades aberrantes, lo que lleva a una inteligibilidad. Esta nueva caza de sexualidades periféricas produce una incorporación de las perversiones y una nueva especificación de los individuos. La sodomía –la de los antiguos derechos civil y canónico- era un tipo de actos prohibidos; el autor no era más que un sujeto jurídico. El homosexual del siglo XIX ha llegado a ser un personaje: un pasado, una historia y una infancia, un carácter, una forma de vida; así mismo una morfología con una anatomía indiscreta y quizás misteriosa fisiología. Nada de lo que él es in toto escapa a su sexualidad. Está presente en todo su ser: subyacente en todas sus conductas puesto que constituye su principio insidioso e indefinidamente activo; inscrita sin pudor sobre su rostro y su cuerpo porque consiste en un secreto que siempre se traiciona. Le es consustancial, menos como un pecado en materia de costumbres que como una naturaleza singular. No hay que olvidar que la categoría psicológica, psiquiátrica, médica, de la homosexualidad se constituyó el día en que se la caracterizó –el famoso artículo de Westphal sobre las “sensaciones sexuales contrarias” (1870) puede valer como fecha de nacimiento- no tanto por un tipo de relaciones sexuales como por cierta cualidad de la sensibilidad sexual, determinada manera de invertir en sí mismo lo masculino y lo femenino. La homosexualidad apareció como una de las figuras de la sexualidad cuando fue rebajada de la práctica de la sodomía a una suerte de androginia interior, de hermafroditismo del alma. El sodomita era un relapso, el homosexual es ahora una especie (Foucault, 2002: 56-57). La cita anterior, una de las más célebres de Historia de la sexualidad, demarca un cambio en el discurso, nace el homosexual; pero este nacimiento se ubica dentro de un campo específico, el saber médico, y más exactamente psiquiátrico. El solo hecho de la enunciación ya implica un reconocimiento, una salida del mutismo, pero aún no se posee 51 la capacidad de dar esa palabra desde sus propias representaciones, sin estar a disposición de las estrategias legitimadoras del poder que se centran en la reproducción de la fuerza de trabajo por medio de la legitimación de la heterosexualidad. La historia y conformación de estos discursos sobre el sexo y sobre lo que sería una verdad del sexo, es lo que Foucault llama una scientia sexualis a manera de una acumulación de saber, esto en oposición a una inexistente ars erotica. Para estudiar las relaciones de poder y su interacción dentro de los discursos del sexo, Foucault plantea cuatro reglas, no necesariamente como imperativos metodológicos, sino como “prescripciones”. En la regla de la polivalencia táctica de los discursos, aclara que no se deben pensar a partir de simples oposiciones binarias: un discurso aceptado y un discurso rechazado, sino a partir de una multiplicidad de elementos. De esta manera un discurso puede estar al mismo tiempo funcionando a favor del poder o como un obstáculo de éste. De la misma forma pueden actuar los silencios dentro de estas estrategias. Lo importante acá es cómo ejemplifica esta dinámica con el poder por medio de lo que anteriormente se señaló como nacimiento del homosexual. Al respecto dice: Piénsese en la historia de lo que fue, por excelencia, “el” gran pecado contra natura. La extrema discreción de los textos contra la sodomía –esa categoría tan confusa-, la reticencia casi general al hablar de ella permitió durante mucho tiempo un doble funcionamiento: por una parte una extrema severidad (…), y, por otra, una tolerancia seguramente muy amplia (…). Ahora bien, en el siglo XIX, la aparición de la psiquiatría, la jurisprudencia y también la literatura de toda una serie de discursos sobre las especies y subespecies de homosexualidad, inversión, pedrastía y “hermafroditismo psíquico”, con seguridad permitió un empuje muy pronunciado de los controles sociales en esta región de la “perversidad”, pero permitió también un discurso de rechazo: la homosexualidad se puso a hablar de sí misma, a reivindicar su legitimidad o su “naturalidad” incorporando frecuentemente al vocabulario las categorías con que era médicamente descalificada (Foucault, 2002: 124). Es en este punto en donde se hace más clara la afirmación de Foucault acerca de las preguntas que se le deben hacer a los discursos de la sexualidad, no orientadas a dilucidar una estrategia dicotómica entre dominante y dominado, sino acerca de su 52 productividad en relación con efectos de poder y saber, y la coyuntura en la que se hacen necesarios. Como veremos más adelante, los discursos acerca de la homosexualidad, a partir de acá, irán cambiando en relación con una serie compleja de elementos, así como las concepciones del género como tal. El juego entre estos discursos, su coyuntura, los silencios, es lo que se necesita recalcar al ponerlos en contraste con una época específica. A través del estudio realizado por Foucault sobre la sexualidad se hace constante referencia a las estrategias de poder, y la forma en que éste actúa en la constitución y desarrollo de los discursos del sexo. Por tanto es indispensable hacer énfasis en las afirmaciones que se dan en la voluntad de saber acerca del poder, ya que se necesita trabajar con los mismos términos, entendidos bajo este contexto. A continuación se presentan algunas afirmaciones de Foucault: Me parece que por poder hay que comprender, primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del dominio en que se ejercen, y que son constitutivas de su organización; el juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las fuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas en las otras, de modo que formen cadena o sistema, o, al contrario, los corrimientos, las contradicciones que aíslan a unas de otras; las estrategias, por último, que las tornan efectivas, y cuyo dibujo general y cristalización institucional toma forma en los aparatos estatales, en la formulación de la ley, en las hegemonías sociales (Foucault, 2002: 113). A partir de esto el autor pretende crear la idea de que el poder se ejerce en toda relación de un punto con otro, lo cual lo lleva a considerar que “el poder está en todas partes”, produciéndose constantemente. Así como se señaló anteriormente la inexistencia de relaciones binarias sobre los discursos y su puesta en práctica, se aplica a partir, precisamente, de la misma concepción en relación con el poder, donde no hay un supuesto binarismo. 53 9.3 El género en lo post El concepto de "posmodernidad" surgió, a grandes rasgos, precisamente como respuesta a diversas contradicciones de la segunda mitad del siglo XX, por lo que se trata de un intento de renuncia al proyecto iluminista de la modernidad. Esta crítica fue llevada adelante por nuevos movimientos y manifestaciones sociales, tales como el movimiento ecológico, las propuestas de comunicación alternativa, las luchas por los derechos de las minorías, el movimiento feminista, los movimientos gays, el movimiento estudiantil (que señaló la crisis epistemológica del saber científico) y varios otros hechos. Tales movimientos refuerzan el carácter de lo que se llamó "contracultura" y cuestionaron la pretendida estabilidad de lo que se suponía ser la "modernidad". De esta forma vemos cómo en sus orígenes teóricos hay una necesidad de reivindicar lo que es el concepto de centro que ha organizado a las sociedades modernas, para proponer una cierta indiferenciación de ese centro en lo que respecta al surgimiento de nuevas voces. Es, precisamente este reclamo de la otredad por una voz, el que funda en cierta medida, y dentro de una serie de características económicas y sociales, una posición alternativa desde dónde hablar, y que se consideró una etapa posterior a los proyectos generalizadores y totalizantes de la modernidad. De esta forma, la caracterización de un espacio y una estética posmodernas incluye una pluralidad indispensable, en la que no se puede definir con claridad un centro hegemónico, sino que la diversidad plantea otros cuestionamientos para el funcionamiento de las instituciones que caracterizan a la modernidad. Es en este sentido en el que se tiene una íntima relación con las propuestas queer, en las que se ve el género (entre otras categorías), desde la posmodernidad. En este contexto es donde tendrá auge el término queer en la medida en que este responde como un planteamiento inclusivo en el que es posible identificar una extensa pluralidad respecto de los elementos que pretende englobar. De esta forma el discurso de la fragmentación y la imposibilidad identitaria promulgados por las teorías posmodernas 54 hace eco fuertemente en los planteamientos queer y algunos de sus postulados, como se verá más adelante. Dentro de las teorías posmodernas y sus discusiones y argumentos encontrados se ha desarrollado una amplia producción en torno al estudio del género, más allá de la reivindicación social de la mujer, sino que se han dedicado a incluir muchas otras posibilidades también invisibilizadas dentro del género. Esta sección es la que más nos interesa dentro del análisis posterior de la novela, ya que es acá en donde se ubica específicamente el fundamento teórico de la investigación. Se considera innecesario hacer un repaso por la fundamentación epistemológica de la posmodernidad con sus diferentes avatares, por lo que el recuento se realizará dentro de la línea de los estudios gay-lésbicos surgidos en este contexto. La publicación del estudio de Judith Butler El género en disputa. El femisnismo y la subversión de la identidad, a inicios de los años noventa, marca para algunos el nacimiento de la teoría queer dentro del ámbito académico, aunque se atribuye la utilización del término en este contexto a Teresa de Laurentis (Summer, 1991), de esta forma muchos otros teóricos continuaron sus investigaciones a partir de las propuestas de Butler y Laurentis, como por ejemplo Eve Kosofsky Sedwig, David Halperin, Leo Bersani, David William Foster, entre los principales. A continuación se presentarán distintas propuestas que articulan los estudios queer, su fundamentación en las teorías del género y su construcción, evidentemente no constituye un recuento exhaustivo del tema ya que en sí mismo se escapa a clasificaciones totalizantes y, además, abarca muchas posibilidades que no forman parte de los objetivos de la investigación. 55 9.3.1 El género como performatividad ¿En qué medida la identidad de género, entendida como una relación entre sexo, género, práctica sexual y deseo, es el efecto de un práctica reguladora que puede identificarse como heterosexualidad obligatoria? (Butler, 2001: 51). Dentro de estos discursos de la posmodernidad, tan criticados y a la vez contradictorios, desde ciertos puntos de vista, se recrea una serie de posibilidades teóricas y prácticas en relación con la puesta en práctica del género y las variedades que éste puede presentar. Es necesario conocer el contexto teórico de análisis que proponen los estudios posmodernos para hacer una acercamiento más comprensivo de lo que la teoría queer plantea, ya que surge dentro de un contexto histórico determinante en relación con la ubicación de los estudios de las identidades, en especial de género, y el reconocimiento de la multiplicidad de discursos que conforman una noción de sujeto en proceso (imposible). A principios de los años noventa se empezaron a ver los estudios de género desde otras perspectivas mucho más cuestionadoras del carácter conformador de las mismas categorías grandemente aceptadas por otros teóricos, como lo es el caso de la división y estabilidad de las nociones de género y sexo. Desde esta nueva perspectiva se rechazan desde un inicio las visiones meramente dicotómicas en los análisis de cualquier tipo. Esta noción se sustenta en considerar este pensamiento como parte del proyecto de la modernidad, dentro del cual el carácter totalizador es indispensable para la fundación de utopías. De esta manera se va a un nivel más básico en relación con la conformación de las identidades, y dentro de estas las identidades de género. 56 La perspectiva que introduce una importante visión en las caracterizaciones de género se identificó dentro del término queer, el cual analizaremos de forma amplia más adelante. Una de las principales teóricas del movimiento queer, aunque ella no lo reconociera así desde un inicio, es la filósofa estadounidense Judith Butler, quien abrió un importante camino en relación con los estudios de género al publicar en 1990 El género en disputa, en donde hace una fuerte crítica a las teorías feministas, en especial a la base francesa, como por ejemplo Julia Kristeva y Luce Irigaray. Dentro de este estudio introduce nociones y retoma otras de teóricas como Monique Wittig y Adrienne Rich en relación con la forma en que el patriarcado estructura sus normas respondiendo a un orden heterosexual. Para comprender el giro performativo que se dio a los estudios de género es necesario conocer de qué forma se comprendían sexo y género dentro del feminismo clásico, dentro del cual había una predisposición clara y biológica de lo que era el sexo, al que correspondían nociones de género y preferencia sexual. Desde esta perspectiva teórica, el sexo sería algo natural, un imperativo biológico que se identifica con los genitales, mientras la diferencia de género derivaría de una construcción social y simbólica vinculada a un proceso dialéctico de dominación y opresión, según como señala Beatriz Preciado.10 En principio la noción de género como tal se introdujo dentro del campo de la medicina por el Dr. John Money, un pediatra norteamericano especializado en el tratamiento de niños con problemas de indeterminación de la morfología sexual, quien utilizó por primera vez la noción de género. En este sentido la noción de género se propone desde la ciencia, sin un asidero dentro de lo social; perspectiva que posteriormente se le da, pero sin cuestionar lo suficiente su supuesto carácter correspondiente con la categoría de sexo. Si se impugna el carácter inmutable del sexo, quizás esta construcción llamada “sexo”, esté tan culturalmente construida como el género; de 10 Tomado de los resúmenes del seminario Retóricas del género / Políticas de identidad (2002) Universidad Internacional de Andalucía (UNIA). 57 hecho, tal vez siempre fue género, con la consecuencia de que la distinción entre sexo y género no existe como tal (...) Como resultado el género no es a la cultura lo que el sexo es a la naturaleza; el género también es el medio discursivo/natural mediante el cual la “naturaleza sexuada” o “un sexo natural” se produce y establece como prediscursivo, previo a la cultura, una superficie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura (Butler, 2002: 40). A partir de los cuestionamientos que este tipo de afirmaciones producen, se plantea la teoría del género como un acto performativo, en la cual, y basado en la teoría de “Actos de habla” de Austin, existen enunciados que al emitirse realizan, al mismo tiempo acciones, o "cosas" por medio de las palabras utilizadas. A partir de este término Butler considera que la performatividad “no es un acto único, sino una repetición y un ritual que logra su efecto mediante su naturalización en el contexto del cuerpo.” (Butler, 2002: 15). De esta manera, para que un acto sea performativo es necesario que se repita constantemente y se reproduzca, para así mantener su estatus de ley. Así dentro del discurso heredado de la metafísica de la sustancia, el género resulta ser performativo, es decir, que constituye la identidad que se supone que es. En este sentido, el género siempre es un hacer, aunque no un hacer por parte de un sujeto que se pueda considerar preexistente a la acción (Butler, 2002: 15). De esta forma Butler asegura que no hay “una identidad de género detrás de las identidades de género” ya que esa identidad se da, debido a un proceso de construcción que es performativo. Por lo tanto hay una constante repetición de enunciados que van determinando las características del género, las cuales “deben” corresponder a un sexo dado, que a su vez se da naturalmente. De esta forma, al comprender la caracterización de los roles de género e incluso de sexo, desde la performatividad, entonces puede abrirse un espacio de subversión, que vaya más allá y que emita otro tipo de enunciados performativos que evidencien otra posibilidad en relación con el género. Esta posibilidad se plantea más allá del espacio heteronormativo. Butler considera que los roles tradicionales de género así como los conceptos más fundamentales de hombre y mujer 58 tienen sentido sólo dentro del discurso que crea la matriz heterosexual, este término lo toma de los aportes teóricos de Wittig, quien lo denomina como la “rejilla de inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan los cuerpos, géneros y deseos” (Butler, 2002: 38). Es en este contexto en el que los actos performativos que crean el género tienen fuerza, es decir, el patriarcado es esa voz que da validez a los enunciados que fundan el género. La subversión en relación con la conformación del género tiene lugar desde el discurso primeramente, ya que es desde ahí que se pueden crear nuevas posibilidades. Por esto se tomará en cuenta dentro del concepto de género y su constitución las observaciones realizadas por Butler, ya que a partir de las posibilidades implicadas en la performatividad es posible entender los procesos constitutivos del género desde puntos de vista que incluyen esas sexualidades periféricas caracterizadas por Foucault. De esta manera hay un cambio radical con el feminismo tradicional en donde se identifica el factor cultural como agente activo en la estructuración de roles y características, pero no se preocupa por explicar por qué no necesariamente el género se corresponde directamente con un cuerpo sexuado específico. Evidentemente dentro de las teorías queer esta apertura a explicar al transgénero o reivindicar la práctica del travesti o la drag queen, va a tener una importante repercusión. La performatividad abre un espacio y ese espacio en la estructuración de las identidades es el que se aprovechará en la presente investigación para el análisis de los personajes a partir de sus representaciones de la identidad. 59 9.3.2 Máscaras. Descentramiento de los roles de género Si la verdad interna del género es un invento, y si un género verdadero es una fantasía instituida e inscrita en la superficie de los cuerpos, entonces parece que los géneros no pueden ser ni verdaderos ni falsos, sino que sólo se producen como los efectos de verdad de un discurso de identidad primaria y estable (Butler, 2001: 57). Es evidente que desde esta perspectiva teórica partimos de un principio básico: el género no es natural, sino que se construye, al igual que la noción de sexo no ha sido la misma siempre, por lo tanto participa de la misma construcción social. De esta forma las nociones “claras” de sexo femenino o masculino se encuentran dentro de la “fantasía instituida”, como lo llama Butler, presentada desde la heterosexualidad normativa. Por esto hay también una actuación de género en la heterosexualidad como en cualquier otra forma que intente subvertir este esquema. El género como producto de la performatividad supone una puesta en práctica (escena) de esas representaciones que se naturalizan en el discurso (como es el caso de la heterosexualidad). Lo interesante es ver de qué forma también se dan representaciones que parecerían ser un error dentro de esa constante repetición discursiva de enunciados “fundadores” de género. El uso de la máscara a propósito de los roles de género, se puede tomar como metáfora no sólo de una actuación a la hora de fingir ser heterosexual, cuando en lo oculto se es lo contrario, sino que la podemos tomar también como representación del género en sí, sin pensar que se está ocultando algo detrás de ella, ya que como se señaló antes no se podría pensar en un sujeto antes del género. En este sentido todos nos ponemos la máscara, independientemente de que esta concuerde con la ilusión de normalidad del patriarcado o no. La naturalización de los cuerpos por medio de un sexo al que corresponde un género específico hace pensar, o más bien crea un discurso dentro del 60 cual lo masculino y lo femenino forman parte de una caracterización invariable de la naturaleza, lo cual hace patente la exclusión de lo que aleje de esta norma. Dentro de esta lógica binaria el homosexual corresponde al error o desviación de esta sentada naturalidad. ¿De qué manera se pueden dar representaciones que subviertan esta categoría cerrada de análisis social? Pues una vía que ha demostrado planteamientos de resistencia se da desde la mostración pública de la homosexualidad, a manera de modo de vida, de forma de ver el mundo. En la medida en que se presenta como alternativa hay un posicionamiento político. Por otro lado, Butler estudia prácticas que tienen una importante carga subversiva desde la parodización del género como algo estable: La idea de una identidad de género original o primaria suele parodiarse dentro de las prácticas culturales de las vestidas, el travestismo y la estilización sexual de las identidades machina/fem. En la teoría feminista, tales identidades paródicas se han considerado o bien degradantes para las mujeres, en el caso de las vestidas y el travestismo, o bien una apropiación poco crítica de los estereotipos de papeles sexuales del interior de la práctica de la heterosexualidad (Butler, 2002: 168). 9.3.3 Lo queer como planteamiento político El movimiento queer surge a principios de los noventa para designar una forma diferente de ver el mundo a partir de la desestructuración y evidenciación de la forma patriarcal de construir los géneros y a su vez de establecer dominación. Muchos teóricos se han dedicado a analizar desde dónde y desde qué mecanismos se crea un discurso de la sexualidad, por medio del cual se naturaliza lo masculino y lo femenino. Foucault ubica el nacimiento del homosexual como sujeto en el siglo XIX, y partir de este momento se han ido dando nuevas y diferentes representaciones de lo que es, o debería ser este sujeto. El paso de considerar la sodomía como una práctica sexual 61 marcada por el pecado a reconocer un sujeto marcado por la enfermedad implica una diferenciación de peso. Este proceso de atribución de una identidad continuó hacia el siglo XX, y se alimentó especialmente del desarrollo del psicoanálisis, al dar un giro acerca de las representaciones que se tenían de la sexualidad en Occidente. Es a partir de aquí en donde se da otro cambio de gran importancia en la historia de las sexualidades, precisamente marcado por la generación de nuevos discursos desde el feminismo, en donde la mujer lucha por dar nuevas representaciones de sí misma dentro del marco del patriarcado heterosexista. Este mismo proceso es el que han iniciado grupos de gays y lesbianas alrededor del mundo, aproximadamente a partir de los años sesenta, y que en los noventa ha tenido un fuerte impulso desde el ámbito académico. En este sentido se ha intentado aportar una nueva voz, que salga de la marginalidad para dar las imágenes de su propio discurso. La construcción de los estereotipos y la base de la dominación se encuentra en el lenguaje, es decir, a partir de éste se puede crear una identidad de algo que realmente no se conoce, pensemos en el hecho de hablar acerca de lo homosexual desde el prejuicio, sin tener contacto con él. Acerca de esto, el filósofo francés, especialista en el pensamiento de Foucault, Didier Eribon, señala: El lenguaje cotidiano (al igual que el lenguaje de las imágenes) está atravesado por relaciones de fuerza, por relaciones sociales (de clase, sexo, edad, raza, etc.), y es en y por el lenguaje (y la imagen) como se ejerce la dominación simbólica es decir la definición –y la imposición- de las percepciones del mundo y de las representaciones sociales legítimas (Eribón, 2001: 108). La construcción social de los discursos es un proceso muy complejo que implica una serie de elementos interrelacionados, en este caso la estructuración de un discurso homófobo se ha llevado a cabo a lo largo de varios siglos. Esta construcción discursiva es inevitablemente una legitimación o conservación del poder patriarcal, el cual se perpetúa por medio de la subordinación de quienes considera inferior, esto se hace, 62 según Eribon desde la injuria. “El dominante, como dice Pierre Bourdieu, es el que consigue imponer la forma en que quiere ser percibido, y el dominado es definido, pensado y hablado por el lenguaje del otro, o el que no logra imponer la percepción que tiene de sí mismo, o ambas cosas” (Eribón, 2001: 108). De esta forma vemos cómo se construye este discurso de lo homosexual desde una visión heterocentrista dominante, la cual refleja lo que quiere que se encuentre en determinado grupo, que al mismo tiempo invisiviliza. Así, el discurso se va perpetuando no sólo desde el dominante sino que también desde el dominado, que sigue las convenciones sociales de la oficialidad. Pierre Bourdieu lo señala en su libro La Dominacion masculina: “Los dominados aplican categorías construidas desde el punto de vista de los dominantes a las relaciones de dominación, y así las hacen parecer naturales” (Bourdieu, 1997: 52). Ahora bien, en relación con las identidades los movimientos queers se han afianzado en presupuestos que se habían manejado desde las perspectivas de los estudios posmodernos, en donde se privilegia la fragmentación del discurso del sujeto, el cual se encuentra en constante cambio. De esta manera niega todo sentido de univocidad para celebrar lo plural. Pero no basta con reconocer la diferencia y aceptarla, sino que también es necesario conocerla, ya que los procesos por los que debe pasar un gay para dar sus propias representaciones de su identidad son diferentes a los que pasa un heterosexual, o bisexual, etc., porque tampoco es cuestión de reduccionismos. La diferencia en la socialización de acuerdo con el género es evidente, y más aún cuando se trata de preferencia sexual, siempre existe la inminencia de la injuria. Dentro de los grupos de gays y lesbianas se habla del término del armario (clóset, en inglés) para hacer referencia al momento de reclusión de sus discursos identitarios, sus propias representaciones, que no podían ser expresadas con claridad. Este espacio del encierro también permitía y permite a muchos actuar en la clandestinidad, teniendo que asumir dos vidas, llevando la máscara. Para poder ser sujeto de su propio discurso, como lo 63 señala Eribón, es indispensable salir del clóset, decirse a sí mismo más allá de las implicaciones injuriosas y las imágenes peyorativas que el patriarcado ejerce sobre el gay y la lesbiana, y de esta forma asumirse en la diferencia, y no pretendiendo dar un nuevo sistema unívoca e igualmente excluyente. La identidad homosexual es una construcción histórica, un producto de la historia. Y, por consiguiente, pueden modificarla, la acción histórica, la labor de reinvención individual y colectiva. Pero esto significa también que, en la medida en que esta identidad no viene dada, sino que es creada, y siempre está por recrear, hay que desprenderse de la ilusión de que se podrá realizar algún día esa identidad estable y definitiva que algunos creerían al alcance de la mano gracias a las conquistas del movimiento gay y lesbiano, y de que bastaría con querer ser gay para encontrar una especie de reposo existencial (…) La identidad está por crear (Eribón, 2001: 165). Ahora bien, llegamos a un punto sumamente importante dentro del análisis que se llevará a cabo. Como hemos visto se presenta la necesidad de un cambio ante la estructura dominante, un cambio que se realiza, en primer lugar, desde el lenguaje, al ser este el instrumento de la dominación, por tanto es necesario construir discursivamente (recordemos la inevitable pluralidad discursiva) lo que es ser gay: Para los gays y las lesbianas es absolutamente necesario, vital, poder dar de sí mismos sus propias imágenes, a fin de escapar de las que durante tanto tiempo se han creado sobre ellos, y ofrecer de esta forma modelos positivos (o neutros, o en todo caso más conformes con la realidad) a los que y a las que sólo tienen delante imágenes tan claramente negativas (Eribón. 2001: 149). Aquí la literatura, la danza y el teatro, entre otros, se plantean como un espacio muy importante para proponer esas imágenes reivindicadoras de la posición y podemos encontrar en esta producción una marca de cambio, de decirse como sujeto en relación con la posición homosexual: “Se trata de producir uno mismo sus propias representaciones y, mediante ese gesto, producirse como sujeto del discurso, rechazando ser únicamente el objeto del discurso del Otro” (Eribón, 2001: 140). 64 En el marco del análisis de la literatura homoerótica dentro de la cultura hispanoamericana, el profesor David William Foster, especialista en construcción de género e identidad sexual, señala un conjunto de características que pueden ubicarse dentro de estas producciones. Su libro Producción cultural e identidades homoeróticas (2000) plantea una serie de consideraciones teóricas para abordar la literatura de esta índole. En primer lugar se propone el término queer como marca ubicable en los textos característicos de temática homoerótica. La teoría queer afirma que la homosexualidad es una identidad sexual legítima, la cual cubre ambas sensibilidades, la gay y la lesbiana, en sus aspectos comunes y en sus diferencias. El discurso homoerótico al combatir la primacía obsesiva de la heterosexualidad, plantea el erotismo mediante nuevas formas, muy especialmente al no considerar lo genital como única sede del placer legítimo. “Al repudiar la primacía de lo genital se rechaza el coito convencional definido como limitación de la sexualidad y se abre la posibilidad de una genitalidad compartida, que no puede entenderse como 'masturbatoria' en la medida en que asume conscientemente al Otro, al Otro como otro radical o como Otro especular” (Foster, 2000: 19). Según Foster hay dos características descollantes de lo queer: I) Fijar la lengua, y de ahí fijar el mundo, siempre ha sido el sueño rector del patriarcado, y uno de los impulsos cruciales de lo queer es la subversión de este proyecto en aras de otras maneras de construir una epistemología de la experiencia y la subcategoría que de ella constituye la sexualidad. II) El patriarcado propone un sistema cerrado de análisis social e histórico, lo queer se sustrae de la urgencia de formular un contramodelo igualmente excluyente y englobante. Lo queer no constituye una narrativa maestra, ni se propone elaborar tal cosa, en aras de dejar abierto y en suspenso consideraciones sobre identidades fijas, motivaciones enteramente consecuentes, antecedentes y procedentes estrictamente unidireccionales y transitivos y formulaciones exclusivamente entrelazadas” (Foster, 2000: 1920) 65 9.3.4 Hacia una definición del término queer Es innegable que queer, en sí mismo, se resiste a las definiciones y ubicaciones fijas de su acción, pero tiende a ser caracterizado a partir de muchos elementos que le dan forma, pero entendiendo esta como parte de un proceso constante de resignificación (así como Butler plantea la resignificación a partir de las necesidades contextuales del término). De esta forma podemos decir que queer es todo lo que está en desacuerdo con la norma, lo legítimo, lo dominante, en este sentido no podemos identificarlo como un decir de sí mismo, sino como una posición subversiva, opuesta, en donde se hacen patentes conductas sexuales y eróticas, diferencias étnicas relaciones de poder, etc. simplemente se es queer, no forma parte de un proceso de conversión. De esta forma si planteamos la idea de identidad para contrastar identidad gay con identidad queer, vemos que la identidad gay demuestra una positividad al diferenciar claramente un objeto que define y un sujeto específico que crea, pero dentro del término queer hay una identidad sin esencia, ya que está disponible a cualquiera que se sienta marginado, no hace restricciones. Además es necesario entenderlo en su nacimiento como parte de las luchas de resistencia en contra del sida y las implicaciones homofóbicas que la enfermedad causó. Por tanto se reconoce el carácter gay-lesbico del término en sus inicios, pero que va diluyéndose poco a poco. David Halperin identifica tres inconvenientes básicos del término queer en una forma técnica de analizarlo, además de la diferencia generacional que implica a quienes usan el térmiono en su identificación para fines políticos: a) “Su falta de especificidad se ha vuelto su desventaja más seria” (Halperin, 2000: 87) ya que el afán inclusivo hace que dé una idea errónea de esa misma inclusión, la que no lo logra, ya que desaparece las diferencias entre variados grupos de raza, género, 66 etc., más allá de la urgencia que éstas puedan significar. De esta forma niega las desigualdades. b) “La falta de un contenido específicamente homosexual incorporado en el significado” (Halperin, 2000: 88}, lo cual hace que el término no sea demasiado práctico en la medida en que pierde todo tipo de identidad, al negarla. En especial cuando mucho la utilizan como etiqueta de moda sin ninguna noción de sus implicaciones. c) “Queer puede incluso alentar una nueva estigmatización de las lesbianas y los gays como personas tristes” (Halperin, 2000: 88), ya que quienes se oponen a la utilización del término no forman parte de una tendencia mayor y renovada en la posmodernidad sin etiquetas sexuales. Es evidente que el movimiento queer presenta una gran serie de características que hace difícil su definición pero se centra en la oposición a la norma, la visibilización y la desestructuración de todo discurso que tenga intensiones de crear reglas naturales en la distribución de los roles de género o su reglamentación. Por lo tanto es necesario comprenderlo dentro de un proceso de fragmentación de las identidades, en donde la falta de especificidad es la que prima. Para el caso de los movimientos gay-lésbicos se utiliza como una forma de defensa ante la injuria y la homofobia social. De esta manera para el caso del análisis literario se ubica en el texto un afán de desenmascaramiento, evidenciación y falta de definición de lo que se es más allá de la defensa de sus intereses como individuo. Esa puesta en práctica del discurso subversivo y de oposición fuerte dentro de las caracterizaciones de los personajes puede identificarse como una tendencia más queer, ya que se relaciona con sus objetivos, a diferencia de la evidenciación por medio de la manifestación de nuevas identidades (mayor positivismo) dentro del discurso. 67 CAPÍTULO II Identidades cuestionadas Se sentía eufórico, eléctrico, perdidamente enamorado. Tomó un trago más para calmarse. La música de Vivaldi había acabado y él aún seguía excitado, sonriente al recordar a Mario (Chaves, 2000: 22). La autodefinición colectiva es lo que se dirime en las luchas entre los homosexuales mismos, y así la identidad no es una realidad ni un programa, ni un pasado ni un futuro ni un presente, sino un espacio de impugnaciones y de conflictos políticos y culturales. Lo que implica que no puede ser nunca totalmente establizada en un discurso único o unitario que pudiese aspirar a encerrarlo en una comprensión fija (Eribón, 2001: 110). Al hablar acerca de la identidad a partir de la novela de Chaves resulta indispensable aclarar en qué términos y desde cuáles perspectivas será considerada. En primer lugar es necesario recordar la diferencia temporal con respecto a las lecturas que pueden realizarse de la novela; el texto tiene una clara ubicación temporal: inicios del primer semestre de 1982, y el contexto espacial es básicamente la ciudad de San José. Por otro lado, la producción real de la novela se da a finales de los noventa, dentro de un espacio en el que la visión de las identidades y en especial de las identidades sexuales, implica importantes diferencias. De esta forma el texto parte de un momento clave con respecto a los primeros trazos de lo que serían las identidades gay-lésbicas (no homosexuales)11 para Costa Rica, ya que es cuando empiezan a darse las primeras imágenes más allá de una típica injuria heterosexista. 11 En este sentido se hace una diferencia respecto del significado etiológico que implica la palabra “homosexual”, creada a partir de la psiquiatría para designar una enfermedad; de la misma forma se opone al concepto de “gay” propuesto para enunciar una diferencia, una forma de vida y visión de mundo desde la misma comunidad. 68 Al inicio de los ochenta la vida gay en San José se encontraba en un importante momento de cambio; de acuerdo con Schifter (1989), las reuniones que en principio eran exclusivas de los sectores más adinerados durante los sesentas y setentas, pasan a ser de carácter más público e inclusivo, por medio de ciertos lugares de reunión como bares. Este hecho da lugar a nuevos espacios de expresión que crean identificaciones y dan posibilidades de empezar a conformar identidades colectivas. La cuestión histórica o testimonial de la novela será desarrollada con amplitud en el segundo capítulo, por lo que no se detallará más acerca del contexto a partir de otras investigaciones. Por lo tanto, es necesario realizar un análisis detallado de los personajes y su posición subversiva o no con respecto al género. 1. Identidad performativa “En el principio hay la injuria”, de esta manera inicia Eribón (2001) su estudio acerca de la identidad gay desde diversos niveles, en especial su representación en el discurso literario. A partir de la injuria se ha empezado a crear un imaginario, no sólo social en general sino individual, de parte del gay, quien encuentra fuera de sí mismo representaciones injuriosas acerca de su condición, ya de por sí proscrita. Estas manifestaciones de la palabra se pueden encontrar en abundancia en textos literarios donde aparecen personajes homosexuales caricaturizados, como burlas. Pero también se pueden identificar referencias dentro de textos en los que su objetivo no es la ridiculización, sino un reposicionamiento. A partir de esto se realizará la primera lectura de la novela para determinar de qué forma se construyen las diferentes identidades en los personajes, y si se encuentran enunciados performativos que las refuercen e incluso rechacen. 69 Al acercarse a una caracterización de los personajes es necesario detenerse a analizar las relaciones de éstos con la muerte, y su posición dentro del paisaje enunciado. La presencia de la muerte se da desde el título de la novela, por lo tanto es en principio un hilo conductor inevitable, a pesar de hacerse patente a partir de la segunda parte del texto12. A lo largo de la novela hay una constante referencialidad con respecto al entorno, las descripciones ubican al lector dentro del San José de los ochenta, se mencionan hechos capitales acerca de la historia del país, por lo tanto el paisaje es un elemento que cobra gran importancia ya desde las primeras líneas de la novela. Ahora bien, el título enuncia ese paisaje, pero como se mencionó anteriormente, posee una característica trágica: la muerte. Con respecto a la imagen aparecida en la portada de ambas ediciones de la novela, se hace una afirmación visual del título en la que se incluyen nuevos elementos. En primer lugar se encuentra un paisaje, al fondo, a manera de ocaso, el cual corresponde directamente con la muerte como motivo primero, al mismo tiempo de gran belleza en los celajes, en donde aún no se ha acabado la luz. En un primer plano aparece una lápida, ésta posee un bajo relieve con la figura de un hombre de formas claramente definidas, quien se muestra realizando el inicio de un arco con su espalda. Es evidente la alusión a lo que se ha considerado como una estética gay o queer, en la cual se exalta la belleza del cuerpo masculino en la evidenciación del erotismo que posee. Estas percepciones fácilmente pueden coincidir con diversos momentos de la historia del arte y sus producciones más significativas (discusión que no se tratará en esta investigación), tan solo que en el caso de la estética queer del siglo XX, encontramos distintas posiciones con respecto a la demostración del deseo homoerótico. Al profundizar en los elementos conformadores de la identidad como proceso en los personajes será indispensable ir entrelazando las anteriores consideraciones, como son el entorno y la muerte, aunadas a una sensación constante de encierro. 12 Esta división es meramente formal para el análisis, en ella se profundizará más adelante. 70 El párrafo inicial de la novela se presenta como una metáfora de la identidad que se trabajará a lo largo del texto; a partir de la primera imagen se van desarrollando los conflictos internos y las relaciones entre los personajes: Óscar miraba la lluvia desde la ventana de su habitación. En el país de la eterna lluvia, el diluvio de nueve meses, sentado frente al escritorio, junto a la ventana, él observaba cómo, más allá, tras los cristales, el agua caía y se deslizaba suavemente sobre techos y asfalto, sobre los árboles del parque zoológico tan venido a menos y con el que casi colindaba. Los rugidos de los leones copulando habían sido la gota que derramó el vaso. No estaba muy concentrado en lo que hacía –estudiar- y menos ahora con sus gatunos vecinos en celo (Chaves, 2000: 9). La sensación que desde el inicio se expresa es la del encierro, por un lado las características climáticas típicas de Costa Rica como país tropical, la lluvia que no cesa, y causa de cierta forma aislamiento. Por otro lado, aparece el león del zoológico, rugiendo, demostrando su copulación con la leona, pero también desde el encierro, ya que se encuentra inevitablemente enjaulado en el Parque. Esta asimilación del personaje principal con el león del zoológico es significativa, y se da desde varios niveles: la reclusión y el erotismo. En esta sección se tomará en cuenta solamente el primer nivel, como organizador de la secuencia textual. El análisis de la construcción o al menos esbozo de las identidades personales o grupales dentro del texto literario puede valerse de una serie de elementos distintos de lo que típicamente sería este proceso dentro de las ciencias sociales, ya que trabaja con la información del texto mediada por el discurso estético e interpretativo, no con sujetos identificables en entrevistas; de esta forma se toman instrumentos teóricos necesarios que guían la interpretación literaria, por medio de las estrategias discursivas que en el texto se evidencian. El caso de Paisaje con tumbas pintadas en rosa brinda una serie de nociones que dan cuenta de una época, a manera de testimonio, sin valerse de movimientos literarios difusos, es decir, se inscribe dentro de una corriente realista urbana, en donde la historia se desarrolla de forma cronológica y con la intervención de 71 elementos extraliterarios que dan un panorama más amplio del entorno social, es decir con más verosimilitud. 1.1 Óscar: de la organización textual Desde que supe que Mario está enfermo, he estado al borde de llamarlo una, mil veces, de buscarlo, de ir a su casa. Pero no. En el último minuto me detengo. No obstante no cesan estas ganas de verlo. Ver a Mario, hablarle a Mario, a Mario, amario, amar en el armario, amar-io, ¿amar yo?, yo amar a Mario, ama-rio, ama-río, ama-río, río que ama, río, río, ¡carcajada!, amorío, amor mío… (Chaves, 2000: 161). La problemática desarrollada en la novela con respecto a su protagonista carece de una motivación en la identidad sexual. Este hecho marca una importante diferencia con respecto a los textos que históricamente se han ubicado como producciones homoeróticas, en las cuales se da amplio desarrollo al tema de la aceptación o incluso la doble vida. En síntesis, no responde a un proceso de autodefinición en la sexualidad, en donde la moral y la sociedad crean una barrera que no se puede traspasar. Más adelante se profundizará en los variados conflictos que se ubican en el texto, en donde se podrían encontrar más similitudes con el patrón anteriormente descrito; pero es de vital importancia delimitar las posibilidades múltiples de identidad, en principio, desde el personaje que se presenta como eje central de la historia El personaje principal se presenta desde un inicio a manera de observador, el que sale al mundo en búsqueda. La inquietud de Óscar no responde a un conflicto existencial, y mucho menos sexual, sino a una formación y determinación en sí mismo. Este tópico tiene una extensa tradición literaria en Occidente y se ha desarrollado de muy diversas maneras; el eje central tiene que ver con el resultado que se verá en el personaje aprendiz. La novela de formación del personaje (bildungsroman) propone una salida a lo 72 desconocido, en donde, por medio del ensayo y el error, se logrará adquirir un conocimiento indispensable para la vida, dentro de la vida misma, esta temática se desarrollará con mayor amplitud en el tercer capítulo. Es necesario señalar importantes y evidentes diferencias con respecto a la caracterización de la bildungsroman; primeramente la diégesis de la historia se desarrolla no sólo en torno al personaje central y sus procesos, sino que intervienen experiencias externas, relatos que completan el esquema. Por otro lado, el texto no desarrolla ampliamente las vivencias de Óscar hacia una maduración, no da un resultado, sino que lo presenta necesariamente como parte de ese proceso de aprendizaje, y como testigo de una época marcada por la muerte, o más bien, el inicio de ésta. No se encuentran dentro de la novela suficientes elementos como para hacer una caracterización amplia del personaje de Óscar, ya que se prescinde de datos biográficos o analepsis que puedan completar el panorama. Es evidente que hay un corte importante con respecto al pasado del personaje dentro de la diégesis textual, su inicio tiene que ver con una nueva etapa, un nuevo paisaje para Óscar. De esta forma, no se preocupa por desarrollar conflictos familiares, choques entre sus visiones de mundo o marginaciones tan ampliamente desarrolladas en estos textos. Los datos básicos que se conocen con respecto a Óscar tienen que ver con su estudio y el lugar donde vive, precisamente en el centro de San José, ciudad capital. Dice Eribón con respecto a la ciudad y la vida de los gays en ella: “Pero la ciudad es asimismo un mundo social, un mundo de socialización posible, y permite vencer la sociedad al mismo tiempo que protege del anonimato.” (Eribón, 2001: 37). Este tópico posee gran cantidad de referencias dentro de la historia, especialmente del siglo XX, en la que la ciudad se presenta como un espacio adecuado o ideal para resignificar aspectos escondidos de la vida. En el caso de este personaje se señala que siempre ha vivido en San José, posiblemente desde niño, quizá desde el inicio de sus estudios universitarios 73 vive solo, estos datos no son suficientemente claros dentro del texto. Al inicio de la novela Óscar vive en la casa de su primo Miguel. De niño había estudiado muy cerca de ahí, en la Escuela Buenaventura Corrales, y, ahora, al ver ese edificio metálico y verde –arquitectura belga ensamblada en el trópico-, recordó cuánto le gustaba, durante el recreo grande, recorrer ese parque de tosca japonería, con agua, patos y árboles, no al otro al arenoso, aunque tuviera hamacas, columpios, barras, tobogán y otros juegos infantiles (Chaves, 2000: 12). La anterior es una de las pocas referencias que se hace a la infancia del personaje, en ella hay un claro desligue del entorno familiar y sus características como elementos conformadores. Evidentemente se centra en los recuerdos concernientes al entorno citadino, su apego a un espacio en el que se desarrollará durante toda su vida y donde, a la vez, se constituye una carga amplia de significaciones a través del amplio espacio en donde se producen la pérdida y la soledad del sujeto. Desde el inicio de la novela podemos encontrar un carácter inaugural, esto desde varios sentidos, en primer lugar con respecto al personaje central. El estilo narrativo y la organización secuencial de los acontecimientos se dan de forma relativamente sencilla, no hay un conflicto previo que se necesite desentrañar o una organización compleja de la narración (más exactamente desorganización) que haga patente mayor densidad dentro de la historia. Por esto Óscar inicia una nueva etapa de aprendizaje, se abren nuevas perspectivas y posibilidades dentro de una organización lineal, histórica y sencilla del relato. En un sentido más amplio implica un carácter inaugural con respecto a una época en crisis, están iniciando los años ochenta, y con ellos una pandemia que cambiará en gran manera muchas visiones de mundo, expectativas e incluso teorías. Para Costa Rica en particular será dificultoso desde diversos puntos de vista como el económico y político, lo cual inevitablemente tendrá que ver con cuestiones sociales. Así como hace con el personaje principal, el texto no se dedica a desentrañar el pasado de una época conflictiva, sino que la abre y la retrata sin tomar suficientemente partido, 74 tan sólo incluye voces. Óscar es un ejemplo de esto constantemente. Sabemos de él que es estudiante en la Universidad de Costa Rica: “A Óscar le gustaba la historia, aunque como carrera había preferido la sociología. Le faltaban dos años para acabar la licenciatura” (Chaves. 2000: 15), y que vive cerca del Parque Simón Bolívar. La caracterización de Óscar en relación con su forma de representarse a sí mismo se da especialmente desde sus relaciones y encuentros amorosos (sexuales). En él se evidencia un perfil bajo con respecto a una posición visible o reivindicadora, no es objeto de grandes mostraciones o activismos políticos que lo ubiquen como un referente de reposicionamiento en las causas gay, y de nuevo desde la caracterización del personaje central se demarcan las líneas básicas de la novela en general, ya que en las interacciones de los personajes se ubica constantemente la cotidianeidad. Precisamente por esta misma razón el espacio reivindicador y claramente más político en la novela se da desde los elementos extratextuales, donde se completa el panorama y el contexto histórico. Es necesario entonces preguntarse de qué forma desde una caracterización básica del personaje central, en su posición identitaria, se conforma el texto como tal y se organiza el mundo narrado. 75 Figura 1. Niveles de transgresión textual Transgresión extratextual Interacción discursiva Transgresión intratextual (espacio cotidiano) Como se observa en el esquema anterior, se pueden encontrar dos líneas básicas dentro de la novela, las cuales se mantienen a través de todo el texto; la propuesta de análisis en este sentido plantea que la interacción discursiva entre estas dos líneas conforma el tejido de la novela. Ahora bien, ambas líneas presentan una dirección particular en relación con la transgresión. En primer lugar, encontramos la diégesis textual, la cual guía la lectura por medio de la historia protagonizada por Óscar, en este nivel es donde se hace patente el espacio de lo cotidiano, es decir, no conflictúa a los personajes para colocarlos dentro de una representación dramática o de exposición con respecto a la sociedad, se utiliza por tanto para describir un espacio privado de las relaciones gay a inicios de los años ochenta, sin 76 profundizar en una problemática social o sensacionalista. En segundo lugar nos encontramos con un nivel externo al tejido de la novela, al que se ha llamado extraliterario, y está conformado por textos periodísticos y cartas personales y públicas básicamente. En este nivel el protagonista es el sida, sus inicios, su difusión, y en especial el caos generado a partir del miedo que provoca. Es evidente que estos dos niveles también presentan muchos puntos de cruce a través del texto, ya que la historia de Óscar tendrá mucho que ver con la inminencia de la enfermedad. Resulta importante también preguntarse qué tiene que ver la transgresión con estos dos niveles o con la novela en general, ya que anteriormente se planteó que el Paisaje con tumbas pintadas en rosa se puede diferenciar de otros textos de temática gay de los últimos años, precisamente, por su tratamiento de la temática desde lo cotidiano en su perspectiva histórica, sin profundizar dentro de los personajes y su identidad personal. Para responder esto es necesario observar la relación existente entre los dos niveles señalados, ya que hay una diferencia importante con respecto a la posición desde donde se habla. En los textos periodísticos se manifiesta la “realidad” que se empieza a difundir con respecto al sida y sus consecuencias, en esta la comunidad gay es sumamente atacada y sufre incluso de persecución. Por otro lado, la historia contada muestra un contradiscurso a la retórica del miedo, al dar representaciones distintas de las que podrían formar parte del estereotipo social. Esta característica es precisamente la que marca la diferencia en el texto, da representaciones desde adentro, desde la “marginalidad” desde su propia voz. Al mismo tiempo las contrasta con la intransigencia e intolerancia de la época. 77 1.2 Miguel y la protección Para continuar dentro del nivel de los acontecimientos y en la descripción de los personajes en relación con un posicionamiento, es necesario desarrollar más las claves que el texto da de forma un poco más introspectiva. El personaje de Óscar evidencia en sí mismo el devenir de la novela en general, ya que ésta se va desarrollando de forma cronológica a partir de su experiencia, de esta manera sus relaciones con otros personajes demarcan nuevas posibilidades con respecto a la identidad gay, así como distintos conflictos. Si se propone a la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa como parte de una serie de textos que dan nuevas representaciones de la marginalidad, en donde la voz emergente deja de estar estrictamente subordinada a los patrones heterosexistas del patriarcado, entonces se hace imprescindible determinar desde dónde se dice a sí misma, y desde dónde plantea sus posiciones. A este respecto Eribón señala las posibilidades de la injuria, como se indicó al inicio del presente capítulo, ya que el hecho de decir implica una exposición y una valoración de sus consecuencias. Es una paradoja insuperable: el gay que decide decirse se expone al comentario irónico o condescendiente y a veces al desaire, y el que decide callarse se coloca en una situación falsa y en todo caso dependiente (…) Está en una situación de dominación «epistemológica», porque tiene entre las manos las condiciones de producción, de circulación y de interpretación de lo que puede decirse de este gay en particular… (Eribón, 2001: 84). Esta “dominación epistemológica” varía de acuerdo con la posición del sujeto, con su forma de asumir el “conflicto”. Alrededor del personaje de Óscar se van incluyendo nuevas perspectivas, su primo Miguel, quien lo acoge en su casa, es gay, al igual que Óscar, y esta es una de las razones por las que viven juntos. Miguel es independiente, posee una floristería cerca del edificio de LACSA y casa propia en Barrio Amón. Vive una vida muy similar al resto de los personajes, en el sentido de que forman parte de un 78 grupo gay capitalino, relativamente pequeño, de clase media, que se reúne en bares o fiestas privadas. Manifiestan sus preferencias sexuales exclusivamente en estos lugares y no participan de un activismo político dentro de la causa. Por lo tanto la situación de “dominación epistemológica” es aún de gran peso en el ámbito público. La floristería era un negocio próspero en el que Miguel lleva más de doce años. Le permitía vivir, si no lujosamente, sí con un buen ingreso. Podía pagar sin apuros los gastos del apartamento, de ropa, de comida, de diversiones y, con un poco de ahorro, hasta para viajes a México, a los Ángeles o la isla de San Andrés. Podía incluso darse el lujo de proteger a Óscar, darle casa, educación, en fin, ayudar a ese primo menor que, como él, también sentía gusto por los hombres. Esta consideración, más que cualquier otra, despertaba en Miguel una cierta solidaridad, ganas de ayudarlo, de que su primo no la pasara tan negras como él tuvo que pasarlas, cuando, muchos años atrás, se fuera de su casa o, más bien, de la casa de sus padres. Además debía reconocerlo, Óscar le gustaba (Chaves, 2000: 30). La cita anterior es muy reveladora y a la vez escasa con respecto a la vida de Miguel, al no profundizar en el pasado. Sí deja muy claro que tuvo que atravesar un fuerte conflicto familiar relacionado con su identidad sexual, por el cual dejó su casa paterna. Su desarraigo y posiblemente dolor de haber atravesado esta situación lo llevan a ayudar a su primo, para que viva una experiencia menos dramática al independizarse. Por otro lado, no se haya indecisión o algún conflicto que tenga que ver con su aceptación sexual, estos niveles se encuentran superados en ambos personajes, tienen muy clara su orientación, a pesar de no vivirla con más naturalidad. Por supuesto que la permanencia dentro del “clóset” se justifica muy bien por múltiples razones históricas, contextuales y personales; además, teóricamente hay cuestionamientos sobre la posibilidad o más bien imposibilidad de salir completamente del “clóset”, al existir siempre en alguna medida la “dominación epistemológica” o la injuria. La relación entre ambos primos se centra básicamente en esta protección que ofrece Miguel, a manera de reconstrucción del núcleo familiar, reelaboración a partir de nuevos 79 parámetros y posibilidades de la protección y seguridad que se puede hallar en otra persona, más allá de su pareja. Esta característica es analizada por Eribón, menciona que: Por eso la sociabilidad gay –o lesbiana- se basa en principio y ante todo en una práctica y una «política» de la amistad: hay que tratar de establecer contactos, conocer a gente que va a convertirse en amiga y formar, poco a poco un círculo de relaciones elegidas (..) Porque hoy como ayer, el círculo de amigos ocupa el centro de la vida gay, y el recorrido psicológico (y a menudo geográfico) del homosexual representa la evolución de la soledad hacia la sociabilidad en y mediante los lugares de encuentro (Eribón, 2001: 42-43). En el texto se utiliza este tipo de entorno para ubicar la historia, se puede encontrar una especie de grupo, de camaradería, dentro del cual se da la socialización más importante. Con respecto al personaje principal, el entorno central o básico es el que configura con su primo mayor, en donde la familiaridad es clara en el sentido de la protección. El narrador indica también cierto gusto de Miguel por su primo, pero él primero prefiere dejarlo de lado: Todavía a veces Miguel recuerda aquella noche en que, después de ver desnudo a su primo, por accidente, a la hora de dormir, se le despertaron unas ganas enormes de hacer el amor con él. La cosa no pasó más allá de una solitaria masturbación en su recámara. Después de esa noche Miguel decidió apartar a su primo de sus fantasías sexuales y dejarlo sólo como objeto de cierto sentimiento paternal que quería cultivar (Chaves, 2000: 31). En el texto no se hacen más referencias explícitas acerca de la relación entre Óscar y Miguel, o con respecto a la historia personal de cada uno. Miguel se mantiene generalmente al margen en la vida de Óscar, está ahí como su confidente, el que lo cuida sin imponerle restricciones, lo escucha y lo aconseja en sus dudas existenciales. 1.3 Óscar y Mario: el juego de la experiencia 80 A duras penas Óscar se separó de ese cuerpo con el que quería confundirse. Él también tomó un trago de vino. Tras la pausa siguió una nueva ronda de caricias y besos, de frotamientos, de rozamientos, de penetraciones y succiones, un estremecimiento delicioso de todos los elementos del cuerpo, un hormigueo encantador en toda la piel, de pies a cabeza, una agitación hasta la médula de los huesos, un estallido mutuo de placer y desvanecimiento (Chaves, 2000: 33). La otra apertura que presenta la novela en su inicio, y que precisamente se estructura como la principal línea narrativa del texto tiene que ver con el personaje de Mario Rosales. Mario aparece en esta nueva etapa de Óscar y su proceso de aprendizaje. Es precisamente él quien lo lleva al extremo, a la crisis interior, donde decide salir del país y buscar nuevos horizontes. Además es por medio de Mario que Óscar tiene contacto directo con la muerte, y así también con su propia realidad, a manera de maduración. Mario Rosales reaparece en la vida de Óscar, ya que se habían conocido un año atrás. Su encuentro fue efímero: Óscar no lo podía creer. ¡Mario llamándolo después de que se había escabullido por tanto tiempo! Se conocieron en julio de 1981, durante los festejos del aniversario de la revolución sandinista: Managua hirviendo de banderas, vítores y gente. Los hasta entonces desconocidos coincidieron en un viejo galerón que les sirvió del albergue, junto con una docena más de visitantes. Todos los hoteles estaban llenos, hasta el tope. Sin comodidades tendrían que dormir en el suelo, sobre colchones viejos y manchados, pero nada de esto importaba, lo valioso era estar ahí, apoyando a la revolución en carne y hueso. Mario se había acercado a Óscar, se presentó y conversaron (Chaves. 2000: 15). Mario es mayor que Óscar y trabaja como profesor de Historia en la Universidad de Costa Rica. En la narración es evidente que ambos participan de una estructura muy similar en relación con la forma en que desarrollan su vida e identidad sexual, es decir, ambos aceptan su condición sexual y no expresan incomodidad con ella. Desde Mario, 81 por ejemplo, se puede ubicar coherencia y claridad con respecto a su condición, en el mismo hecho de no cuestionarse sus acciones desde ninguna perspectiva moral. Por otro lado, vive en una relación de pareja abierta con David, en la que ambos poseen la libertad de incluir sexualmente a otras personas en sus vidas. En el personaje de Mario se puede encontrar una línea muy clara a través de la novela, la cual concuerda con los objetivos propuestos en la presente investigación al formar parte de un proceso de búsqueda de sí mismo, en el que sufre su propia degradación. Ésta se da por medio de la realización física del miedo, la enfermedad que empieza a conocerse, el sida. El primer encuentro de Mario y Óscar fue pasajero: “Durante las dos semanas que pasaron en Nicaragua casi no se separaron. Recorrieron las calles del aguerrido Manimbó, conocieron el escenario de la batalla de Rivas” (Chaves. 2001: 15). Después de estos recorridos y prometerse un próximo encuentro, ambos se separaron, Óscar trató de contactarlo, pero fue imposible. El narrador realiza una corta analepsis para ubicar temporalmente este primer encuentro, para de nuevo volver al punto de inicio del texto, primer semestre de 1982, cuando se vuelve a establecer contacto entre estos personajes hacia una posible relación de pareja. Los encuentros consiguientes de Óscar y Mario se desarrollan en el entorno de lo cotidiano, salen a tomar, se encuentran en la casa de Óscar, se ven en las clases de la Universidad; no se desarrolla un conflicto externo respecto de su situación. Al examinar el texto a la luz de las posibilidades identitarias en relación con la injuria o lo “injuriable”, como lo menciona Eribon, no se podría determinar aún el peso de una marca social, de esta forma se presenta un clima de tranquilidad, el cual da claras representaciones positivas como lo son las posibilidades de encuentro, la conformación de un espacio (privado) en el que se da un intercambio abierto. La injuria en este sentido vendría a tomar un papel preponderante a partir de la segunda parte del texto, en donde el clima cambia y se degrada. 82 Al hablar en términos de identidad, en el presente capítulo, hay una constante referencia a los esquemas de las masculinidades, su afirmación o su negación, según sea el caso, y al mismo tiempo las propuestas planteadas. Los personajes centrales poseen características muy similares a este respecto, pero es necesario hacer una importante aclaración con la posición o perspectiva textual que se da, desde dónde se cuenta y hacia dónde se dirige. El plano de los acontecimientos narrativos, claramente diferenciado en la novela, se ubica en un espacio básicamente privado, en donde se exploran las subjetividades de los personajes y sus relaciones en niveles muy básicos e íntimos, es decir no se dirige hacia la demostración pública, hacia una lucha con el entorno, hacia un activismo político, en el más extremo de los casos. De esta forma las posibilidades planteadas en relación con las masculinidades se dan en un entorno mucho más permisivo, no desarrolla el conflicto exterior del ocultamiento de forma amplia, sino, más bien, este se infiere. El espacio desde donde se cuenta es más bien cotidiano e íntimo; evidentemente en esta área lo que públicamente es transgresor se hace natural, no se cuestiona. La relación entre Mario y Óscar responde claramente a esta estructura al no tener que definirse en términos de los otros, o dar representaciones falsas de sí misma. Los sentimientos no se cuestionan, no se reprimen, sino que el texto simplemente los presenta: Óscar ya casi no podía hablar. Se sentía tan feliz, tan contento. Ya nada importaba: ni el examen que tenía que presentar en unas horas más, ni todo lo que había tenido que esperar para poder por fin abrazar a Mario. Nada. Nada. Sólo ese estar juntos, así, para siempre, ¿siempre? No pudo evitar decirle a Mario: -Te quiero. - ¿No te parece que es un poco rápido para eso? ¿Cómo es eso de querer a la primera cita? - Tal vez vaya muy rápido, pero es lo que siento en estos momentos. No puedo ni quiero evitarlo (Chaves, 2000: 20). 83 Cabe preguntarse de qué forma hay una diferencia con el esquema falogocéntrico de las masculinidades y cómo éste se ve representado dentro de la novela. Puede en principio parecer una pregunta ilusa, al ser la diferencia obvia en relación con el objeto del deseo: la masculinidad tradicional no contempla la homosexualidad, es más, se funda a partir de la prohibición básica de ésta, por supuesto esa es la diferencia primordial, y a partir de ella hay ya una transgresión. La pregunta se dirige, más bien, en el sentido de las representaciones textuales de la masculinidad que esa diferencia básica arroja. Judith Butler, en El género en disputa, a partir de sus consideraciones acerca de cómo se estructuran el sexo y el género13 considera lo performativo como un procedimiento básico al crear el género. De esta forma se va construyendo a partir de múltiples factores discursivos, estas diferencias con respecto a la masculinidad tradicional se pueden analizar desde lo performativo, en sus enunciados principales. La “actuación” del género, entendida no como una máscara carnavalesca, sino como un proceso, se desarrolla de formas muy variadas. Para el caso que se está tomando en cuenta posee características interesantes, ya que la enunciación de sí mismos se hace patente en sus acciones, en su deseo de conformar una estructura de relación o vinculación más allá de las normas tradicionales, sin entrar en conflicto directo con éstas. Mario Rosales, por ejemplo, tiene una relación de seis años con David, en ella se identifican conflictos típicos de pareja, no caen en roles presupuestos en el patriarcado a partir de dicotomías, en donde debe haber una feminización de alguna de las partes. Más allá de esto, su relación se basa en la necesidad de compañía y en la costumbre, de una u otra manera siempre vuelven a estar juntos, a manera de círculo. Mario se lo cuenta a Óscar de la siguiente forma: 13 “El género no siempre se establece de manera coherente o consistente en contextos históricos distintos, y porque se interseca con modalidades raciales, de clase, étnicas, sexuales y regionales de identidades discursivamente constituidas. Así resulta imposible desligar el género de las intersecciones políticas y culturales en que invariablemente se produce y se mantiene” (Butler, 2001: 35). 84 -Allá nos conocimos, en casa de un amigo común, un tico que desde hace más de veinte años vive en París (…) -¿Y qué pasó? -Que regresamos y todo cambió. Se entibió la pasión, la influencia de David, no sé bien, el caso es que las cosas ya no son como antes. Digamos que vivimos en una crisis perpetua. -¿No has pensado en separarte de David? -Sí, lo he intentado, pero al final, de nuevo, termino llamándolo. A pesar de todo, lo quiero, lo necesito (Chaves. 2000: 40). La relación de Mario y David no deja ver mayor profundidad en sus conflictos, de la misma forma que la construcción de los personajes permanece en un nivel de las acciones, sin mayores conceptualizaciones de su condición personal de forma introspectiva. Este hecho hace que los planteamientos en relación con la identidad individual no sean muy ricos respecto de estos personajes. Es evidente una clara tendencia a la caracterización desde la novela a manera de grupo, las acciones que se entrecruzan para presentar un tejido textual de testimonio. Las relaciones entre Mario y Óscar se construyen a partir del vínculo amoroso, en este sentido se hace un retrato un tanto inmaduro respecto del personaje de Óscar, estas características corresponden necesariamente con este estadio de su formación en el cual empieza a relacionarse con un nuevo entorno, nuevas formas de vinculación. Por esto el enamoramiento en él y la relativa indiferencia de Mario se desarrollan como tópico central del inicio del texto, como la partida de este proceso de formación y a la vez preludio de la catástrofe. Pasada una hora Óscar entregó el examen: incompleto, malechón… no importaba, ¡al teléfono! Salió rápido del salón y ¡mierda!, sigue lloviendo. Tan bonita que estaba la tarde… Ya había pasado lo más fuerte del aguacero, lo de ahora era una lluvia más leve, en quince minutos más escamparía del todo. Pero no, quince minutos era demasiado esperar. Óscar se lanzó al espacio abierto, a la tarde lluviosa. Agua reanimante sobre el rostro, agua en el cuerpo que lo ensopaba progresivamente. Sopa de lluvia y deseo, caldo de amor (Chaves, 2000: 25). 85 La cita anterior refuerza la idea de las ilusiones amorosas que Óscar empieza a construir a partir de la figura de Mario, hombre mayor, profesional, el cual representa en gran medida, los mismos anhelos que Óscar tiene como parte de su realización personal, además de una estabilidad emocional y profesional. A partir de ese reencuentro Óscar participa de una ilusión pasajera, ante la inminente evasión de Mario, quien rehúye a los compromisos y mucho más a los sentimentalismos. La imagen de la lluvia en la que el personaje principal decide adentrarse, formar parte en una relación casi simbiótica, recrea una metáfora misma del deseo, de la ilusión amorosa en la que se encuentra. Así como la lluvia tropical intermitente, Óscar se enfrenta a decepciones amorosas en ese “caldo de amor”. En este punto es necesario recordar que la imagen del Otro tiene una importancia capital dentro de la construcción de la identidad de sí mismo, ya que crea la idea del espejo en el que se ve reflejado, en donde se depositan las esperanzas futuras, a manera de idealización. Para el caso de Óscar, Mario coincide con ese Otro que lo estructura, obviamente dentro de la importancia de una de sus primeras relaciones de la juventud en la que se pierde dentro del abismo del enamoramiento. Conforme avanza la diégesis textual, el personaje de Mario se aleja un poco de los conflictos centrales en relación con Óscar. Desde un inicio su vínculo fue efímero y no pasó de ser parte de una ilusión, más adelante aparece cargado de una serie de significantes nuevos a través de los cuales se hace patente la problemática del sida. Este alejamiento se da por diversas razones, en primer lugar Óscar lucha por sacar a Mario de sus pensamientos, por superar esa etapa vivida y que le causa dolor, además Mario realiza un viaje a los Estados Unidos con motivos académicos. Es a partir de este viaje cuando cambia la vida de Mario. Se pueden ver dentro del texto referencias constantes a Mario y su promiscuidad, precisamente en un contexto en dónde el sida está avanzando en gran cantidad y con poca información acerca de su prevención. …que si algo sobra es gente para el sexo, yo no me reprimo, que se jodan los otros, yo sigo en lo que me gusta, en lo que más me gusta, coger, coger, coger, uno, otro, aquel, coger mientras se pueda, coger es vivir, sólo los muertos no cogen, por eso David está muerto, aunque yo lo 86 necesite a ratos, muerto, yo no, yo vivo, yo cojo, nada de hacer el amor, hacer sexo, hacerse sexo, y esto es más importante que David, más importante que Óscar, más importante que todo, por eso tengo tan buenos recuerdo de San Francisco, sí, sexo, sexo en las calles, en los parques, en los bares, aquí, allí, así, asá (Chaves, 2000: 153). Evidentemente se infiere que de esta forma Mario adquiere el virus. Posteriormente, a su regreso a Costa Rica, vive un proceso muy duro, en donde rehace su vida más allá del pasado, y después la inminencia de la muerte. De esta forma se va degradando poco a poco y esta experiencia es vivida en parte por Óscar, quien ve los estragos causados en sus amigos y antiguos amores. Óscar, por su parte, decide continuar con su proceso, su viaje por ese paisaje que ahora debe ampliar, más allá de las tumbas que se están acumulando, más allá del entorno cerrado costarricense, por esto viaja a Roma en donde deja abiertas nuevas posibilidades, una esperanza, después de las dificultades de su experiencia. 87 1.4 David, el mal tercio Pero no, Mario y David no actuaban como Batman y Robin, quienes siempre están juntos, ya sea luchando contra el mal, ya sea tomando el té como Bruno Díaz y Ricardo Tapia bajo la tutela del celestino Alfred. Batman y Robin se cuidan mutuamente y cuidan la ciudad. Son una pareja difícil de igualar. Mario y David están más cerca de Laurel y Hardy que de Batman y Robin. Sin duda Mario sería el flaco melancólico mientras que David el gordo sanguíneo (Chaves, 2000: 47). El personaje de David, así como se ha empezado a esbozar anteriormente, tiene un estilo de vida y una visión de mundo muy similares a los de Mario. Su relación se sostiene a partir de lazos de costumbre y comodidad. David se describe como una persona despreocupada y tranquila, vive su sexualidad de forma privada como parte de un pequeño grupo de conocidos y amigos que comparten los mismos intereses; también se caracteriza como una persona inteligente con la que se puede hablar acerca de temas de actualidad nacional e internacional. En el epígrafe anterior encontramos un comentario hecho por el narrador en el cual se describe la relación de pareja que mantienen Mario y David a manera de compañerismo satirizado y poco serio, no se desprende de ellos una imagen comprometida, con luchas comunes y objetivos claros por seguir. La imagen de Laurel y Hardy como pareja cómica más famosa del cine de la primera mitad del siglo XX se opone evidentemente a la acción de conjunto, como compañeros, ya que ambos destrozan diversas situaciones creando resultados risibles. David es economista y constantemente se encuentra viajando, lo cual posibilita aún más el espacio abierto dentro de la relación. Precisamente es en uno de estos momentos en el que Óscar entra de nuevo en la vida de Mario, al regreso de David empieza a conocer la situación y a interesarse más por este nuevo amigo de Mario, su “pareja”. 88 El personaje de David no tiene mucha continuidad dentro del texto, lo que se conoce de él se desarrolla especialmente en la primera parte de la novela y se relaciona especialmente con la situación entre Óscar y Mario. Dentro de este triángulo que empieza a conformarse, David deja muy clara su posición al acercarse a Óscar y hablarle de su forma de ver las relaciones y cómo se vincula con Mario desde hace tiempo. A pesar de los viajes de David y la cierta distancia que existe con Mario a manera de desahogo, ambos construyen un mundo aparte evidentemente transgresor. A partir de este punto de vista toman una posición desde la injuria de su condición sexual y visión de mundo, pero a la vez se liberan del peso de la “identidad”, el cual recae cuando esta se decide ocultar. En otras palabras y tomando en consideración lo desarrollado por Eribon acerca del ocultamiento y la toma de la palabra, la reivindicación implica una liberación en el discurso de la carga del ocultamiento. Acerca de esta subjetividad dice: El gay que se reivindica como tal es más libre, menos prisionero de la identidad homosexual que el que debe pensar en ella a cada instante, en todas las situaciones de la existencia, para no «traicionar» lo que es la vista de los demás declararse gay es liberarse del peso de la «identidad» que cargan quienes se esfuerzan por disimular su homosexualidad (Eribón, 2001: 140). David no se preocupa por ponerse en evidencia en relación con su condición sexual, convive con Mario desde un tiempo atrás y dentro del texto no encontramos ningún tipo de ocultamiento o conflicto que lo lleve a ser injuriado por su sexualidad. De la misma forma establecen una diferencia dentro de su forma de convivencia al dejar clara la posibilidad de relacionarse sexualmente con otras personas sin, en apariencia, afectar el lazo principal. En este sentido es evidente que ambos personajes han tenido que reinventar sus formas de vinculación, ya que una vez dejada atrás la estructura tradicional y patriarcal al decirse a sí mismos dentro de una identidad gay, utilizan un lenguaje distinto, nuevas 89 representaciones de sí mismos, independientemente de su funcionamiento dentro de la práctica de las relaciones. Respecto de esto Eribon menciona: Sacudirse del yugo de la dominación interiorizada entraña, por tanto, además de la decisión de no someterse más, un auténtico esfuerzo por deshacerse de los antiguos hábitos mentales y gestuales: declararse gay implica necesariamente un «desaprendizaje» de todas las «apariencias» que ha habido que aprender con tanta asiduidad y practicar durante tanto tiempo y con tanta cautela. Todos los gays han aprendido a mentir. Y en consecuencia tienen que aprender un nuevo lenguaje, una nueva manera de hablar y nuevos modos de «presentación de sí mismos» (Eribón, 2001: 141). En la cita anterior se plantea un punto sumamente importante, el cual se podrá en relación con la mayoría de los personajes dentro de la novela, ya que este “desaprendizaje” y posterior proceso de dar representaciones de sí mismo es la línea central a partir de la cual se analizan las identidades dentro del texto, es decir, desde dónde se habla y en qué medida hay un planteamiento político en la convivencia, en las maneras de vincularse. Dentro de esta misma perspectiva la primera pareja que se analiza, la cual es precisamente la primera relación gay de pareja que encontramos en el texto, implica en sí misma, en su constitución una representación de sí mismos como individuos. En primer lugar se deja clara la posibilidad de relacionarse y construir un mundo aparte, más allá de la injuria, o luchando contra ésta, como principio modelador; el resultado posterior tiene que ver con una degradación del lazo central, el que deriva en la costumbre y la relación abierta. Esto nos lleva al segundo punto, hay una manera diferente de ver la sexualidad de pareja, es decir, no participa de los valores básicos de fidelidad y compromiso, en relaciones opuestas o bipolares de pasivo/activo, masculino/femenino. Es necesario además reconocer que no es nuevo tampoco para las relaciones heterosexuales el planteamiento de nuevas posibilidades de vinculación como lo son las parejas abiertas, es decir, no se está inventando nada nuevo, el caso es que incluso dentro de las relaciones heterosexuales estas prácticas no participan de la 90 oficialidad ni mucho menos de la tradición, así que son fuertemente sojuzgadas. Lo importante en este caso es determinar cuáles son los caminos que se empiezan a forjar en relación con las identidades gays tanto individuales como grupales. Se puede observar, por ejemplo, la actitud de David al visitar a Óscar en su casa, el mismo David se encargó de concertar la cita. En esa ocasión conversaron acerca de la relación de ambos con Mario, y cómo pensaban proceder cada uno a ese respecto. Como se señaló anteriormente, se refuerza la idea de los terceros: dice David: “La relación que Mario y yo tenemos no se va a acabar porque vos entrés en escena. Como mucho la enriquecerías” (Chaves, 2000: 59). De esta forma vemos cómo se mantiene la idea de que el vínculo entre ambos es fuerte y no se deshace fácilmente con la entrada de un amante, simplemente se renueva. Más adelante continúa: -Yo seguiré queriendo a Mario, a mi manera, ayudándolo en todo lo que pueda, pero podré también estar un poco más lejos. Hasta ahora no he podido decirle que me gustaría separarme un tiempo, hacer otras cosas, pues me da temor que no entienda y caiga en sus depresiones terribles. Pero si él por su parte se interesara en otra persona, alguien como vos, entonces yo podría alejarme, sin culpa, sin esa angustia de que tu partida hace mierda a alguien, a alguien a quien, a pesar de todo, todavía quiero (Chaves, 2000: 60). Es evidente que David necesita alejarse de Mario por un tiempo, pero no puede hacerlo de un momento a otro, o dejándolo solo, ya que considera que su compañero es sumamente débil para soportarlo. Por ese motivo le cuenta a Óscar el momento en el que Mario estuvo a punto de suicidarse por motivo de una de sus separaciones. De esta forma le hace saber a Óscar que él es importante en la vida de Mario, ya que se ha interesado en verlo más seguido, cosa que no ha ocurrido con ningún otro de sus amantes anteriormente. Por otro lado, discuten acerca del concepto de fidelidad que manejan, o más bien la inexistencia de éste; para David eso no es importante y él mismo no es infiel simplemente porque no le interesa, de esta manera responde a la pregunta de Óscar acerca de si es infiel: “-Podría, pero no me nace. Cuando quiero hacer el amor, lo hago 91 con Mario y ya. Todavía disfrutamos montones. Ya no es como al principio, pero…” a lo que Óscar responde: “-Tu fidelidad no es virtud, es inercia” (Chaves, 2000: 61-62). A partir de este momento la relación entre Mario y David va en degradación, se mantienen solamente a partir de lazos pasados, el recuerdo de lo que fue. La caracterización de la pareja a manera de pareja cómica, en la que se ven claramente dos polos, se intensifica por el hecho de que sus intereses se hacen cada vez más extremos. Mario trata de llenar su soledad y depresiones por medio del sexo desenfrenado, a través de una gran cantidad de encuentros rápidos. Por su parte David resulta más mesurado y tranquilo, su personalidad no lo lleva hacia el desenfreno sexual. En esta situación encontramos rasgos interesantes con los cuales se pueden empezar a establecer líneas básicas de las identidades gays presentes en la novela. La situación anteriormente descrita es quizá la primera relación de pareja gay que se desarrolla dentro de la literatura costarricense, en donde el conflicto de los personajes no tiene que ver con su orientación, sino con sus frustraciones como seres humanos, sus tipos de vinculación, el amor propio y el amor por los demás, es decir, conflictos que tienen que ver con el género humano en la interacción social, y no con un grupo determinado que sufre discriminación y es señalado a partir de la injuria del discurso. Las relaciones triangulares tienen un extensísima tradición en la literatura de occidente, no presentan ninguna novedad, más allá de esto el texto empieza a desarrollar este triángulo que se desarma de a poco dentro de un nuevo marco, una nueva perspectiva, en este caso relaciones entre personas del mismo sexo. No hay un espacio dado a la valoración de los hechos como parte de una moralidad transgredida, ni desde el espacio del narrador, ni desde la voz de la masa, ya que no tiene cabida dentro del texto. David, poco a poco, empieza a separarse de Mario, decide que desea estar solo, tener una vida distinta en la que no tenga que depender tanto de una persona. Esto se da especialmente después del viaje de Mario a San Francisco. El personaje de David se va 92 desdibujando dentro del texto, ya que su posición con respecto a Mario se elimina, y de esta forma desaparece por fin el triángulo. 1.5 Martín, Teresa…y Javier variaciones sobre un tema del armario Pero llegará el momento en que no te querré del todo. Hasta entonces volveremos a hablar cara a cara, veré tu rostro de nuevo y ya no me veré reflejada, pues cuando ya no hay amor se diluye nuestra imagen en los ojos del amado. Porque en esto de ver y amar, mi querido Narciso, no importa si se trata de mujeres o de hombres: finalmente, todos nos ahogamos en las aguas del otro. Sinceramente espero que este momento de repliegue del sentimiento llegue pronto. Hasta entonces, Teresa P.D.: les deseo lo mejor tanto a vos como a tu amigo, de veras (Chaves, 2000: 155). El personaje de Javier es de gran importancia dentro del texto desde varias perspectivas, ya que reúne en él características necesarias que completan el panorama que se presenta de la diversidad sexual y del sida en Costa Rica. El primero porque es el amigo de Óscar que mantiene una relación con un hombre casado y el segundo porque contrae VIH por medio de una transfusión de sangre y no por relaciones sexuales. De esta forma se exploran diversas posibilidades en relación con las identidades y con la epidemia. La primera referencia que encontramos en el texto sobre Javier es la de ser vecino de Óscar en Barrio Amón y que vive en un apartamento que le paga su padre. Este encuentro se da por primera vez en una fiesta a la que Óscar asiste en la finca de Debayle: En la fiesta Óscar vio a un antiguo vecino suyo de Amón, uno al que nunca se había atrevido a hablarle. Tenía un cuerpo fornido pero sin 93 músculos excedidos, el pelo corto y tan negro como sus ojos. Óscar se acercó y se puso a conversar. Pues bien, el exvecino se llamaba Javier y resultó ser más locuaz y simpático de lo que hubiera podido pensarse a primera vista (Chaves, 2000: 79). Javier ya no vivía en Amón porque ahora compartía un apartamento en Rohrmoser con su pareja Martín. Es precisamente el personaje de Martín en quien se puede identificar una característica muy común dentro de la tradición de imágenes de personajes gay, como lo es la doble vida, el no poder asumir completamente el rol descalificado socialmente, pero que tampoco se puede dejar de vivir debido a su insistencia. Para este tópico la novela va más allá y muestra de forma somera un avance o desarrollo de este personaje respecto de su situación, en el que se presenta una resolución de cierta forma positiva para este hecho; esto se da debido a que Martín logra plantear su posición, en primer lugar frente a sí mismo (asumir sus decisiones y comportamientos), luego ante su esposa. Esta historia se va desarrollando dentro de la novela en un nivel secundario de las acciones, y aumentando en la medida en que Javier se hace cada vez más cercano a Óscar. La amistad de ambos crece poco a poco a partir de ciertos hechos que los hacen tener una visión compartida del mundo, además de sus afinidades. Óscar empezó a visitar el apartamento de Javier y a compartir más de sus vidas; el hecho que los unió de una forma extraña fue el viaje que hicieron a San José de la Montaña. En principio se presentaba como algo cotidiano, un paseo más, pero poco después surgió la idea de los hongos alucinógenos, a partir de una pregunta hecha por Óscar. Al llegar a su destino se dispusieron a buscar los ansiados hongos entre los potreros, tratando de diferenciarlos de los que podrían ser venenosos. Esta ingesta “mística”, la cual será analizada a fondo más adelante, divide el texto en dos, como un parteaguas muy claro en el que se anuncia la venida de la desgracia. Todo esto debido a que su experiencia hace que Óscar tenga visiones horribles de muerte y destrucción, como un anuncio inevitable de algo que se avecina en el que “…Óscar reconoció una parte de su propio rostro” (Chaves, 2000: 97). 94 Más adelante se comprenderá que este presagio oscuro también será parte de Javier, así como de Mario, materializado en la inminencia del sida. Dentro de este panorama Javier representa a un joven lleno de vida, como lo describe Óscar al conocerlo: “Observaba sus dientes fuerte y brillantes, sus labios delgados, una mirada llena de ganas de vivir. Estar junto a Javier significaba cargarse de vitalidad” (Chaves, 2000: 79). Todas estas ganas de vivir se contrastan con el dolor de la enfermedad, la cual llega a su organismo no por su condición de homosexual, sino por su hemofilia. Durante los primeros años en los que se dio a conocer la epidemia del sida muchos hemofílicos resultaron infectados debido a las transfusiones con sangre contaminada, al no tener suficientes mecanismos de control en el análisis de la sangre donada en los bancos. Con respecto a los otros puntos que se pueden rescatar en relación con las identidades, Javier goza de una independencia muy particular, al ser su padre quien lo impulsa a tomar su propio apartamento para que adquiera nuevas responsabilidades, no encontramos un corte drástico con la familia por su condición sexual, ni siquiera si el tema sea un punto de discusión entre ellos. Además Javier vive su sexualidad sin ninguna reserva ni problema de discriminación alguno: Javier tenía muchos amigos gay pero no era afecto a bares y lugares de baile. Ir a un lugar en donde para acostarse con otro sólo había que hacer un trámite verbal rápido no tenía chiste. Asediar a alguien que casi con certeza va a contestar que sí no es verdadera cacería. La gracia está en el peligro, en la incertidumbre de saber si el otro es o no es, si quiere o no quiere (Chaves, 2000: 84). Así como se han caracterizado anteriormente las distintas posibilidades que se encuentran en la novela respecto de las identidades, se puede también subrayar en el personaje de Javier, dentro de su libertad, ganas de vivir, apego a su condición (gay) desde un punto de vista positivo, y posteriormente ante la enfermedad, una actitud nueva a partir de su positivismo, ya que no había muchas representaciones del sida dentro del 95 imaginario colectivo aún, y lo único que abunda es la incertidumbre, el dolor, la amenaza de la ignorancia y la muerte. Por esta razón la novela empieza a presentar en la literatura costarricense el sida y sus primeras metáforas de discriminación y dolor, así como de lucha y perseverancia. Evidentemente los hemofílicos fueron de los primeros afectados, antes de desarrollar exámenes certeros en la detección del virus en la sangre. A partir de este punto de la novela, por la relación entre Javier y Óscar, se empieza a cumplir el presagio, el paisaje se torna de muerte, de tumbas. Óscar se ve rodeado de toda esta nueva información, constantemente surgen discursos de odio, de prevención, de alerta. Desde este punto de vista los personajes de Javier y Martín son sumamente importantes, ya que se identifican como parte de un proceso capital en los movimientos identitarios de la comunidad gay lésbica durante los últimos treinta o cuarenta años del siglo XX. En ellos se observa el paso de un ocultamiento (sojuzgamiento en términos de Eribon), hacia una libertad relativa, en donde el planteamiento de la sexualidad no se cuestiona desde las imposibilidades de la heterosexualidad normativa, sino que se dan discursos nuevos, posibilidades. Este aspecto es determinante dentro de la novela, ya que es precisamente dentro de estas caracterizaciones de la identidad en donde se puede mencionar un cambio respecto de la historiografía literaria costarricense al limitar los prejuicios y subrayar la disolución de un esquema patriarcal y bipolar, por ende discriminatorio. Kosofsky Sedgwick analiza la cuestión del armario a partir de las representaciones que de él se dan en la literatura como un mecanismo de silenciación, o en su contrario, como una salida. A este respecto David Córdoba (2005) menciona: Sedgwick ha denominado “epistemología del armario” al tipo de juego de poder que se ha estructurado alrededor de las cuestiones de la visibilidad y la invisibilidad, del silencio y la toma de la palabra, del secreto y el outing (o salida del armario), de la lucha en definitiva por la legitimidad de la instancia que designa y muestra la diferencia. (…) Pero este mecanismo de ocultación y silenciamiento es mucho más complejo de lo que pueda parecer a simple vista. Por dos motivos: en primer lugar porque 96 la estrategia de silenciar estas realidades ha consistido, como ya he apuntado, en la producción de la figura estigmatizada del / la «homosexual», dándole por ello un tipo de visibilidad que, aunque impuesta y gestionada por las instancias normativas (lo cual implica su construcción en términos negativos), ha supuesto la posibilidad de reapropiación y rearticulación de sus significados por parte de los sujetos marcados por esas imágenes. En segundo lugar, porque el silencio impuesto se convierte en imperativo de confesión en múltiples ocasiones, en las cuales o bien la homosexualidad es hecha pública desde el poder enmarcada en un contexto de escándalo, o bien se culpabiliza al sujeto que ha mantenido el secreto frente a las instancias normativas (Córdoba, 2005: 51). Evidentemente Javier toma una posición fuera del armario y estructura sus relaciones y modo de vida de forma coherente con su sexualidad, por otro lado sus amplias posibilidades económicas, gracias a su padre, hacen que pueda vivir de forma independiente sin propiciar un conflicto. Además logra mantener una relación de pareja “estable” dentro de una convivencia alternativa, al irse a vivir al nuevo apartamento de Rohrmoser. Por esto forma parte de la toma de la palabra, de la visibilidad que se opta dentro del “coming out” que menciona Sedgwick, así como otros personajes de la novela en los cuales no encontramos todo un proceso de aceptación, doble vida, o afirmación de las estructuras del patriarcado (Óscar y Miguel por ejemplo). El caso de Martín participa en principio del otro extremo, para él es necesario e indispensable mantener las apariencias por motivo de su tardía aceptación como gay. El narrador hace referencia a la vida de Martín antes de conocer a Javier y su relación con Teresa, la esposa. En de este contexto se puede suponer que Martín permanece por completo dentro del armario y decide construir una vida “normal” dentro de las características tradicionales de familia en donde los roles de género están muy claramente diferenciados. La caracterización de Teresa responde a la mujer como ángel de su hogar y al hombre que es proveedor y preñador, ya que también han cumplido con el imperativo de la reproducción. 97 El narrador menciona lo siguiente a propósito de Teresa: Ella se encargaba de que todo estuviera siempre bien dispuesto en la casa, las cosas en su justo lugar, el aseo impecable, la contratación del servicio doméstico, en fin, los normales ajetreos de un hogar burgués. (…) Teresa casi siempre estaba de buen humor. Algunas noches, cuando Martín llegaba cansado del trabajo en el bufete, entonces ella se encargaba de que nada ni nadie lo molestaran, entablaba conversaciones de temas ligeros, que no lo abrumaran, contaba chistes y eventos de la vida cotidiana que alejaban a Martín de los asuntos del trabajo. A veces le daba masajes en la espalda que relajaban a Martín, que lo dejaban a Merced de una geisha nevada (…) Sí, Teresa tiene un prestigio bien ganado en las artes culinarias. Incluso en varias ocasiones la han invitado a programas para mujeres en la televisión, de esos en los que se transmiten clases de costura, cocina, escultura de verduras para decoración de ensaladas, tejido, yoga, gimnasia así como el sublime y torturado arte del bonsái (Chaves, 2000: 85-86). Estas características reflejan un típico personaje femenino construido con base en la feminidad tradicional. Esta familia es la única que se presenta en la novela en la cual se refleja la estructura promulgada en el país dentro de la estructura eclesiástica católica y avalada al cien por ciento por el Estado. La forma en que el narrador habla acerca de Teresa y su familia da una impresión satírica, hasta de ridículo de esa condición femenina que se ve dignificada en las labores de madre abnegada y esposa ejemplar. Teresa se desvive por su marido, hace que cuando él esté en la casa se hable solamente de cosas que le den paz y tranquilidad. Sus habilidades culinarias se resaltan de una manera muy elevada, al punto de participar en programas de cocina en la televisión, en los que su programación está saturada de clichés femeninos decimonónicos y obviamente burgueses. Es innegable que esta imagen de esposa así como de familia constituida por estos personajes se ha conformado como un ejemplo dentro de las sociedades latinoamericanas, un ideal al que se aspira a llegar, en especial dentro de las clases medias, las cuales tienen graves problemas a partir de los años ochenta en Costa Rica. 98 Es muy significativo que esta familia modelo sea la que se destruya a causa de la aceptación de Martín de su condición sexual. Es Javier el punto de ruptura de esta relación, en la que se puede fácilmente encontrar la metáfora de la sociedad costarricense, idealizada, estereotipada, más allá de los antiguos ideales campesinos, transportados ahora dentro de la vida urbana de clase media, el poder adquisitivo de un grupo y los valores propios de su entorno. Si se analiza desde un punto de vista conservador, se producen discursos muy comunes y repetidos constantemente en espacios moralizantes y religiosos, como por ejemplo una muestra clara de la pérdida de los valores, de la destrucción de la familia como base indispensable de la sociedad, y por ende una evidenciación de la maldad y el decaimiento moral que sufre la sociedad desde esta perspectiva. Desde la perspectiva de las identidades queer en la teoría contemporánea, esta imagen de familia que se fragmenta y da paso a una nueva manera de convivencia y de relacionarse representa un cambio social indispensable. Es muy significativo para estos efectos que la novela construya un espacio realista amparado a partir de hechos históricos y textos periodísticos íntegros, ya que se da una perspectiva que intenta acercarse a una realidad de Costa Rica en determinado momento; de esta manera las lecturas del texto se orientan a manera de testimonio, en el cual se da fe de ciertos acontecimientos que marcaron la historia del país, por lo tanto el efecto logrado con estas estrategias hacen verosímil la emergencia de las nuevas identidades, de las nuevas posibilidades y de la reivindicación del espacio marginal, todo esto sin encontrar un discurso deslegitimador de estas posibilidades, es decir, no se ocupa de sojuzgar al personaje desde ninguna perspectiva, la marginalidad toma la palabra y se dice dentro de un espacio renovado y sumamente desconocido para el común de las personas, en especial dentro de los cánones literarios. Esta salida del armario como metáfora de la sociedad costarricense se da poco a poco en el personaje de Martín. El narrador señala que este cambio de orientación no se da como generación espontánea, de repente y sin antecedentes, sino que forma parte de todo un proceso en el que el personaje negaba que estas características fueran reales: 99 Desde muchos años antes Martín había sentido brotes de atracción por los hombres, y al principio le preocuparon, pero después ya no, y los tomó como manifestaciones esporádicas y quizá perversas que valía más esconder y esperar que por falta de uso se secaran. Además, hacía muy bien el amor con las mujeres. Casi todas se mostraban satisfechas en el lecho y, sobre todo, Teresa, su mujer. Cuando se casaron él la amaba más que a nadie, por ella hubiera dado su vida toda, gota a gota. Sin embargo, ahora, si en este preciso instante Martín tuviera que optar, dada una equis situación límite, entre la vida de Teresa o la vida de Javier, estaba seguro que lo salvaría a él (Chaves, 2000: 84). Martín y Javier se conocieron en la piscina del club, en ese lugar se encuentran en el baño sauna en donde Martín sucumbe ante el erotismo evidente del joven. Estos acontecimientos son narrados de una forma muy intensa para escenificar la pasión desbordada de ambos, en especial el gusto por lo nuevo y prohibido que experimentaba Martín: “Los orgasmos acaecían como las lluvias de la tarde. No constituían actos definitorios ni definitivos. Para Javier eran tan naturales como comer o dormir” (Chaves, 2000: 81). A partir de este momento comienzan a surgir más dudas en Martín acerca de su sexualidad y de su vida en general, luego de algunas más negaciones no puede resistirse a seguir viendo a Javier: “¿Por qué dejarse engatuzar por un chavalo… maricón? ¿Qué te pasa, Martín? ¿Qué se mueve dentro de vos?” (Chaves, 2000: 81). Ante todo esto Martín debía elegir continuar con su vida “normal” o aventurarse a lo nuevo, pero prohibido y sancionado socialmente. Al final decide continuar con Javier, pero de una manera en la que se puedan mantener ambos mundos, por lo que adquieren juntos el apartamento en Rohrmoser para hacerlo su espacio. Esta decisión es igualmente conflictiva ya que el juego de poder que se gestiona entre visibilidad e invisibilidad se convierte en una lucha. Esta condición a medias, ambigua, no tiene un gran aporte dentro de las nuevas posibilidades identitarias que se estudian acá, ya que permanece dentro del ocultamiento, mantiene un estatus regulado por las normas sociales tradicionales de la heterosexualidad, no da la cara ni expone su palabra como subversión del discurso, más bien pertenece también a una larga tradición de ocultamiento y doble moral. La situación 100 logra mantenerse por un tiempo hasta que ocurre un acontecimiento que le da un giro completo, Javier, debido a sus transfusiones se contagia con el VIH. Esto se da mientras Martín estaba fuera del país, así que a su regreso se encuentra con el nuevo panorama. Antes pensó que ella nunca lo comprendería, ahora tenía la esperanza de que sí, de que ella entendería la situación, de que a pesar de todo, ella le permitiría seguir viendo a los niños. Después de todo él era el padre. ¿Y el escándalo social? ¿Por qué te divorciás? – preguntarían sus amigos, sus familiares-, ¿dónde vas a vivir, ¿qué pasó, colega? ¿Qué decir? Poco, muy poco, lo necesario para plantear que es un asunto estrictamente personal del que no quiero hablar, discreción máxima, aunque claro, los chismes y murmullos se soltarán, ¿seré lo suficientemente fuerte para resistir? Sí, lo seré, lo haré, resistiré, tengo que, no hay de otra, hay temor pero también un cierto orgullo por decidir mi camino, qué camino, este con Javier que lleva a ¿adónde?, ¿a la muerte?, tal vez, no, no sé, no decido el camino, sólo me salgo de él, un camino sin Teresa, un camino con Javier (Chaves, 2000: 149). El principio está colmado de dudas y debe tomar una decisión a partir de la cual se puede encontrar otro de los aportes indiscutibles de la novela en relación con las identidades gay lésbicas en la literatura costarricense, ya que opta por mantener su relación con Javier y enfrentar una serie de obstáculos sumamente complicados. Como se puede ver en la cita anterior, en lo primero que Martín piensa es el desprestigio social, qué pasará cuando le pregunten por qué se divorcia, por qué quiere dejar esa vida tan perfecta que lleva junto con Teresa. La respuesta a esa pregunta lo atormenta de cierta manera al ser su realidad una exposición ante la injuria, ante el rechazo de sus amigos, conocidos y colegas. Por lo tanto se opta por el silencio, pero este no impide la ruptura, de esta forma la visibilización no es total, sino parte de un proceso. Por otro lado piensa en Teresa, en su reacción, en cómo lo va a calificar y si lo va a entender. Y finalmente en su futuro con Javier, quizá la decisión más difícil de todas, ya que no sabe si lo dirige hacia la muerte. De cualquier forma toma su determinación y se queda con Javier, en este punto el sida es el que da nuevas representaciones, cambia por completo la problemática de la identidad sexual y le incluye un matiz más, ya que para los inicios de los ochenta el hecho de ser 101 gay estaba íntimamente relacionado con la condición de enfermo terminal, de peste social. Las consecuencias sociales de este tipo de decisiones se hacen presentes en la injuria, ya que el salir del armario (en cualquier nivel) implica una pérdida, e incluso no otorga una completa libertad, ya que esta no es posible. David Halperin (2000) lo explica de la siguiente manera: El clóset no es más que el producto de complejas relaciones de poder. La única razón para estar en el clóset es protegerse de las formas diversas y virulentas de descalificación que uno sufriría si se conociera públicamente su condición sexual. Quedarse en el clóset, ocultar la homosexualidad, implica también someterse al imperativos social impuesto a los gays por los que no se identifican como gays, que protege a estos no del conocimiento de la homosexualidad de alguien, sino de la necesidad de reconocer la homosexualidad de alguien. Aunque brinde a sus ocupantes una serie de posibilidades, inaccesibles de otra forma, y les dé algunos de los privilegios reservados a los heterosexuales, no es posible pensar al clóset como una experiencia de la libertad. (…) Por el contrario, salir del clóset es exponerse a un conjunto diferente de peligros y constreñimientos, convertirse en una pantalla en la que los strights pueden proyectar todas las fantasías que tienen sobre los gays y padecer por el hecho de que cada gesto, frase, expresión, opinión sean marcados de un modo irrevocable por la abrumadora significación social de una identidad homosexual reconocida públicamente. Si al salir del clóset uno se libera de un estado de opresión, no es porque este acto nos haga escapar de las redes del poder a un lugar fuera del poder: pone en juego, más bien, un conjunto distinto de relaciones de poder y altera la dinámica de las luchas personales y políticas (Halperin, 2000: 51-52). De esta forma los distintos niveles en que los personajes se exponen ante la verdad de su sexualidad los exponen a otras situaciones, en las que no se puede decir que haya completa libertad, sino nuevos enfrentamientos. Son estas las dudas que enfrenta Martín al dejar su vida estable y socialmente aceptada. Es este el inicio de su camino a una identidad gay socialmente reconocida, aunque en el principio no hable de eso a nadie más que su esposa, quien conoce las verdaderas razones, es evidente que poco a poco se expondrá a la vista pública, a la injuria, a los discursos homófonos y discriminatorios, 102 junto con la carga de tener una pareja que sufre de una enfermedad que para ese momento es llamada el “cáncer gay”, por lo tanto la injuria se duplica. Hay entonces en esta posición un verdadero cambio discursivo, una diferencia respecto de las otras imágenes, en las que se da no solo una aceptación de sus propios gustos sexuales como salidos de la norma, sino otra visión de mundo, una alternativa. 1.6 Cavafis: la subversión queer o “más sabe el diablo por playo que por diablo” Bueno, es que, sabés, a mí no me gustan los hombres suaves, como los que están afuera, en la fiesta, finos, guapos, educados, ¡unas verdaderas monadas!, como para regalarlos en navidad envueltos en papeles de colores. Yo busco en otra parte, más abajo, hombres… ¿cómo te diré?... hombres más hombres, hombres más rudos, albañiles, chulos, maleantotes… Vos sabés si te arriesgás…(Chaves, 2000: 53). Cavafis es uno de los personajes más interesantes de la novela pues concentra en él una serie de características y comentarios que dan una perspectiva mucho más amplia del panorama de las identidades. En primer lugar se identifica directamente con el poeta griego contemporáneo Constantin Kavafis, quien es famoso por su poesía homoerótica. En la novela no se deja claro si es en realidad el nombre o un apodo del personaje, quien nació en Marsella, de padre griego y madre española. Tiempo después llegó a Panamá por negocios, de donde posteriormente pasó a Costa Rica y fijó su residencia permanente. Tiene su casa en Ciudad Cariari y se menciona que tiene dinero, ya que hace grandes fiestas en su casa. Posee colecciones de arte costarricense y orquídeas, además de una gran biblioteca. La primera vez que se menciona este personaje dentro del texto tiene que ver con una de las fiestas que dio en su casa, a la que Óscar asistió: 103 -Buenérrimo. Vos sabés qué espléndida es la Cava como anfitrión. Andaba muy contento pues estrenaba un peluquín plateado que ni para qué te cuento. -Ya me la imagino. Antes, en sus buenos tiempos, no era un peluquín sino peluca lo que se ponía. -¿De verdad? -Por supuesto. Yo iba a sus fiestas. Me acuerdo de una en que salió vestida de Sarita Montiel Cava la violetera. Fue en su finca de Cartago. Todo un show travesti, con música y coreografía. Una fiesta réééégggia, como dirían los nicas (Chaves, 2000: 36). La anterior es una conversación entre Óscar y su primo Miguel. La fiesta a la que Óscar asistió es donde se ve más típicamente dentro de la novela el consumo de drogas como cocaína, popers y marihuana, entre otras. Esta situación se repite constantemente dentro de la novela, en especial durante las fiestas privadas; Cavafis, por su parte, siempre utiliza la cocaína. Cavafis se puede identificar en cierta medida con un personaje mucho más tradicional dentro de la literatura al hacer referencia al homosexual, como un hombre feminizado, que en ocasiones se viste de mujer, habla en femenino, tiene poses de diva trágica y se ocupa en gran medida de las cuestiones de la moda y el arte. Este personaje de la “loca”14 posee una larga tradición en la que muchas veces toma un rol cómico dentro del texto, o por otro lado, de inadaptación. La novela, en este caso, a pesar de poder caer en tipificaciones comunes, construye este personaje de forma más profunda, ya que además de sus comentarios satíricos y banales, hace referencia a una parte muy importante dentro de la construcción de las identidades gay-lésbicas, como son las caracterizaciones feminizadas para los hombres y el travestismo como forma de desestabilizar el “orden” del género. Este tema ha sido de gran importancia dentro de las discusiones de las identidades y su planteamiento político, ya que las posiciones obviamente son muy difíciles de conciliar, entre quienes optan por una diferencia marcada de género, en la que la desestructuración 14 “Loca” es el adjetivo utilizado en muchos países latinoamericanos para caracterizar al gay afeminado. En principio tiene un carácter peyorativo, pero es mucho más utilizado dentro de la misma comunidad gay. 104 de los géneros y sus roles sea evidente, así como su desnaturalización, esto por medio de el travestismo, la drag queen, etc. Por otro lado están quienes consideran la asimilación de los roles más tradicionales de sexo y género pero en una forma de vida gay. Como se planteó en el marco teórico, el desarrollo de la teoría queer se ha sustentado en gran medida en las consideraciones acerca del género hechas por Judith Butler a inicios de los años noventa, pues sus ideas sobre la performatividad del género abrían las posibilidades a sus distintas manifestaciones. El género es la estilización repetida del cuerpo, una serie de actos repetidos–dentro de un marco muy regulador y rígido- que se congela con el tiempo para producir la apariencia de sustancia, de una especie natural de ser. Una genealogía política de ontologías de género, si se logra hacer, deconstruirá la apariencia sustantiva del género en sus actos constitutivos y ubicará y dará cuenta de esos actos dentro de los marcos obligatorios fijados por las diversas fuerzas que vigilan la apariencia social del género (Butler, 2001: 67). Esta repetición a la que hace referencia la autora tiene que ver con la fuerza performativa, esos enunciados repetidos que constituyen el género; ahora bien, esta constitución no es natural, sino producto de la performatividad discursiva, en este caso se intenta desestructurar la idea de género prediscursivo y que es dado y correspondiente a un sexo en específico. Desde este punto de vista las actuaciones de género no se ubican necesariamente como una forma simple de vestirse otro género, y ya por usar ropa femenina se es mujer, sino que a partir de ellas demuestra la inestabilidad de estas características consideradas femeninas o masculinas en subversiones performativas. Es decir, el travesti demuestra lo artificial del género. La actuación de la vestida afecta la distinción entre la anatomía del actor y el género que se actúa. Pero, en realidad, estamos ante la presencia de tres dimensiones contingentes de corporalidad significativa: el sexo anatómico, la identidad de género y la actuación de género. Si la anatomía del actor es para empezar distinta del género, y estos dos son distintos de la actuación de género, entonces esta indica una disonancia no sólo entre sexo y actuación, sino entre sexo y género, y entre género y actuación. Así como la vestida crea una imagen unificada de la “mujer” (a la que 105 suele oponer la crítica), también revela el carácter distinto de los aspectos de la experiencia de género que falsamente se han naturalizado como una unidad mediante la ficción reglamentadora de la coherencia heterosexual. Al imitar el género la vestida implícitamente revela la estructura imitativa del género en sí, así como su contingencia (Butler, 2001: 169). A partir de esto se identifica la parodia del género como la forma de revelar el carácter artificial del género en sí. Cavafis utiliza este tipo de parodias dentro de sus fiestas, en las que él mismo solía representar el show de la noche. Durante una de las fiestas en la casa de Cavafis se da un diálogo muy interesante respecto de estas situaciones de género y los cambios que se van dando de acuerdo con las épocas. Hace quince años, en vez de este bailoteo rockero y este desmadre (hay gente cogiendo en el sauna, Jenaro, por si no te has dado cuenta), estaríamos viviendo un show travesti, con mucho maquillaje y lentejuelas. -¡Y vos en el escenario! –exclamó Víquez, mientras acariciaba en la mejilla a la felina, quien sonriente se limitaba a seguir la conversación de los hombres. -Of course, darling, of course. ¡En primera fila! Los muchachos de hoy han cambiado las plumas y el maquillaje por las pesas, los blue jeans y los zapatos tenis (Chaves, 2000: 56). Por el contrario, Óscar tiene una forma de pensar muy diferente, ya que no acepta esas formas de tratamiento en femenino o el hecho de vestirse de mujer como parte de los shows de las fiestas, y lo plantea como otra forma de poner en juego la normalidad: “Pues yo ni plumas ni cadenas –intervino Óscar-. No creo que ser gay signifique una licencia para disfrazarse. Todo lo contrario. Se trata de quemar las máscaras y los antifaces y de poner en duda una supuesta normalidad” (Chaves, 2000: 57). Las dos posiciones tienen el objetivo de plantear una posibilidad dentro de las identidades gays con la cual se subvierta la estructura tradicional, se dé la cara y se enfrenten las fobias y discriminaciones. Es evidente dentro del texto que hay una preocupación constante por acercarse a estas identidades, a estas distintas formas de pensar. Pero lo más importante es que reconoce un planteamiento político en la identidad y una preocupación por este, es decir no se da simplemente el deseo escondido, la prohibición, etc., sino un sentido de 106 comunidad, de lucha y de necesidad de expresión más allá de los estereotipos. Ante este comentario de Óscar, Cavafis manifiesta su posición con respecto a la palabra gay: -Se nota que estás tiernito, querido. Esa misma palabra que usás, gay, ¡eso es nuevo!, es de ahora, una gringada más que recorre el mundo. ¿Quién era «gay » hace veinte, veinticinco años? ¡Ni Pablo VI con sus monaguillos cuando era arzobispo de Milán! Se era maricón, para el que le gustaban los términos descarnados, o «de ambiente», para el que prefería los eufemismos. Ahora todos usamos gay para arriba y gay para abajo, y nos gusta el término porque nos da un aire de cierta sofisticación, gay, are you gay?, porque suena mucho mejor que playo, maricón, culiolo o el más viejo de pájaro, que duelen, que aún ofenden a muchos. Gay no, porque es un término que hemos elegido nosotros y no los bugas –los heterosexuales, como dicen las científicas de hoy-. Pero, como todo, el término tiene su historia, nació un día y morirá otro (Chaves, 2000: 57). La cita anterior se enmarca dentro de una amplia discusión acerca de los términos, dentro de lo que han sido los diversos movimientos de liberación sexual desde los años setenta, en los que se han emprendido acciones políticas de rechazo al patriarcado y de autodenominación. Las vertientes en este caso son muy claras en sus puntos comunes, ambas pretenden una visibilización en primer término para lograr así la desestabilización del discurso tradicional, la diferencia principal se haya en la metodología emprendida para demostrar que lo “normal”, lo “natural” son parte de un mismo discurso artificial, que se construye, y a partir del poder institucional logra instaurarse en el sentido común a manera de algo dado y preexistente. Desde las perspectivas que brinda el texto, la generación de Óscar, o al menos lo que ellos mismos observan, decide formas distintas de apropiación de la palabra, quizá en una masculinización marcada de los cuerpos gays, como lo hacen el gimnasio y los pantalones vaqueros, en donde la subversión se haya en el erotismo evidenciado en dos hombres, sumamente masculinos, formando parte de una relación amorosa, o sexual al fin. Por el otro lado, Cavafis expone un poco más lo que Butler analiza en El género en disputa en relación con la escenificación y parodización del género, y se plantea muy bien al hacer mención de la máscara, como lo dice Óscar, ya que para Cavafis el género sí resulta ser una máscara, un artificio, opuesto 107 completamente a la naturaleza. Óscar ve en esa máscara la falsedad, prefiere seguir cánones más estrictos de lo masculino para llegar al mismo punto de ambos. Otro aspecto que es necesario resaltar lo conforman las problemáticas del nombre. Cavafis se refiere a la novedad del término “gay” y a su influencia gringa, pero también subraya la ausencia de injuria que en él se haya, por motivo de nacer dentro de la comunidad gay, la cual se denomina a sí misma. A diferencia de esto prefiere los términos más descarnados, es decir, prefiere realizar un proceso de apropiación de la palabra ofensiva del otro heterosexual para asignársela y de esa forma cambiar su significado en un contexto de orgullo, es lo que hace con “maricón”, “culiolo” o “pájaro”, en los que hay una gran injuria al pronunciarlos, pero propone una apropiación del término y así desarmar al oponente. Este proceso es el mismo que se propone años más tarde en lengua inglesa en relación con el término queer, el cual pasó de ser despectivo a designar la diferencia, obviamente este término no posee su peso para la lengua española, por lo tanto pierde en cierta medida su historia de reivindicación. Más adelante Cavafis cita a García Lorca en su Oda a Walt Whitman, en la que el poeta hace referencia a esas caracterizaciones peyorativas de distintas regiones en contra del homosexual: -Esto me recuerda aquella parte de la oda a Whitman que escribió García Loca, perdón García Lorca: Contra vosotros siempre Faeries de Norteamérica, Pájaros de la Habana, Jotos de México, Sarasas de Cádiz, Apios de Sevilla, Cancos de Madrid, Floras de Alicante, Adelaidas de Portugal. -Playos de Costa Rica, le faltó agregar –dijo Víquez (Chaves, 2000: 57). Cavafis hace una importante referencia, en la cual se recuerdan dos grandes autores identificados como homosexuales, García Lorca y Walt Whitman, este hecho conecta el 108 texto con la tradición literaria de occidente en donde se ha visto representado el deseo homoerótico, y en el caso específico del poema, en donde se ha puesto de manifiesto la intolerancia por medio de las injurias. Este proceso que se pone en práctica a la hora de apropiarse de la injuria no es para nada simple, invertir los discursos de la homofobia requiere más que una reedición semántica de un término, o como dice David Halperin (2000) es necesario asumir y dar poder a una posición marginal, la forma en que esto se realice o se proponga es lo que hace la distinción a la hora de determinar de qué manera la novela propone un nuevo discurso, o nuevos discursos de las identidades de género al hacer una relectura de la historia reciente del país, de esta forma en el personaje de Cavafis hay posicionamientos muy importantes en lo que se ponen en juego nuevas aproximaciones al tema. Más adelante en la novela Óscar se encuentra a Cavafis en un bar, esa misma noche se ponen de acuerdo para que Óscar vaya a Ciudad Cariari a almorzar el siguiente domingo. Esta visita tendrá mucha importancia para Óscar para hacer un acercamiento distinto, más personal de ese amigo ocasional, quien puede dar más de una fachada liviana o enmascarada. Durante esta visita vuelven a conversar sobre hablar en femenino y el deseo planteado desde diversas perspectivas, así como las implicaciones que para Cavafis tiene el vestirse de mujer. Óscar le pide a Cavafis que por favor, cuando se dirija a él, no lo trate con adjetivos femeninos, ya que se siente bien como hombre, ante lo que Cavafis empieza a exagerar el lenguaje masculino para mostrar una verdadera diferencia: “Así lo haré güevón, y hablaremos entonces de chavalas, que no lo vas a creer pero yo tuve las mías en mi juventud, lesbiana que es una de pronto, y que buenas tetas, y que buen trasero y… ¿no?” (Chaves, 2000: 122). Este tipo de comentario ponen en evidencia constantemente lo que se plantea dentro de la performatividad como la artificialidad del género, ya que se demuestra cómo se pasa de un lado a otro tan solo a partir del discurso, dentro de la parodia. 109 Más adelante se da un pequeño diálogo entre ellos en el que se resume lo planteado anteriormente de las dos visiones que se manejan en relación con las identidades gays, la de Óscar y la de Cavafis, ya que tocan el punto específico de la artificialidad y la máscara y la interpretación que ambos le dan a esa situación: (Óscar) Volviendo al punto, el asunto no está en el deseo homosexual, que lo asumo sin problemas y con gusto, sino en esa imitación caricaturesca que la loca hace de las mujeres, y ni siquiera de todas, sino sólo de las divas, prostitutas o señoras cursis. Eso no me gusta. Como broma o chiste ocasional pasa, pero no para hacer de ello una vida por imitar. (Cavafis) “-No es su vida la que imitamos sino tan solo sus gestos. Para mí no es ningún problema referirme a mí mismo como hombre o como mujer, el género es variable, sólo es cosa de cambiar de casete, pero por hábito hablo en femenino, «en a», como se dice. ¡Tengo a tantas locas como amigas que podríamos hacer una comparsa para el carnaval de Limón! Una vez lo estuvimos hablando en serio, la Víquez, la Casasola, la Thais, un grupo como de veinte, pero al final decidimos que no, te imaginás el escándalo que armaríamos, querido?... ¿Viste?, ya te trato como hombre… (Chaves, 2000: 57). Estas dos visiones presentadas en el texto literario son tan solo una parte de las posibilidades que se esbozan o desarrollan dentro de los estudios gay-lésbicos en las últimas décadas, en donde el planteamiento de la identidad es dejado para el ámbito privado o puesto en escena como parte de una estrategia política de visibilización y de revaloración de lo marginal. Para el Paisaje con tumbas pintadas en rosa, el personaje de Cavafis demuestra parte de lo que se ha planteado dentro de una política de los sexos, es decir, no basta con la aceptación personal de la vivencia de la sexualidad fuera de la “ley”, sino que es necesario formar parte de un cambio en el cual se identifiquen los discursos que construyen la discriminación, los roles tradicionales, la subordinación, etc. para demostrar que no son parte de una “verdad” del sentido común. En este sentido el término queer adquiere un significado dentro del texto, incluso se hace una reunión de gays que se preocupan por la erupción de la discriminación y el odio a causa del sida en el país. 110 Ahora bien, Cavafis muere como víctima de estas ideas, de este estilo de vida alterno. No es necesario que no se hagan grandes manifestaciones de oposición a la discriminación, tan solo con el hecho de interiorizar esa diferencia sexual y vivirla sin reserva pasa a formar parte de lo que se quiere esconder, de esta forma, en una carta fechada en “San José, noviembre ? de 1988” (Chaves, 2000: 167), H. le escribe a A. y le cuenta acerca de su difícil vida como portador del VIH, así como los arranques de homofobia en el país impulsados por el gobierno de Óscar Arias, los cuales se vieron en cierta medida reducidos a partir del anuncio de la entrega del Premio Nobel de la Paz y el cambio del ministro “cazalocas”. En esta misma carta le informa acerca de muertes que pasaron desapercibidas en las que se evidencia la persecución: Dentro de la paranoia que se dio y que poco a poco decrece, hubo una serie de anomalías que aún están por aclararse, hubo violencia física contra gente sólo porque eran «demasiado obvios», algún agresor fanático, quién sabe, ha habido muertes sobre las que se ha querido correr un velo de indiscreción, que lo encontraron muerto en su casa, que introducía desconocidos en ella por las noches, que parecía que usaba drogas, cosas así. El último de estos casos fue el de –vos tal vez te acordés de él- el de Cavafis, que apareció estrangulado en su casa de Ciudad Cariari; de nuevo: que tal vez alguno de los extraños que solía meter en su casa fue el asesino, rumores, nada seguro… ves como este tipo de crímenes. El hecho es que sigue sin ser aclarado. Tal vez mala suerte, tal vez homofobia, tal vez… (Chaves, 2000: 169) (La cursiva es mía). Los comentarios que los personajes de la carta critican en relación con las muertes tienen que ver con la idea de que hay una razón justificada para ese tiempo de crímenes, en otras palabras, si un homosexual muere de esa forma se lo merecía ya que sus costumbres liberales lo han provocado. Este es precisamente el mismo discurso que surgió con el aumento de casos de sida, en donde, al ser una enfermedad mayormente de transmisión sexual, se advierte una culpa para el infectado, ya que es producto directo de sus acciones, y además acciones prohibidas. A partir de los personajes que se han tomado en cuenta hasta este punto para iniciar el análisis textual se pueden encontrar importantes relaciones que tienen que ver con una 111 forma un tanto “liberada” de vivir la sexualidad en un entorno relativamente permisivo. Hay también una clara diferencia entre lo público y lo privado como entorno central de la acción, los espacios abiertos a pesar de ser constantes, en especial la ciudad de San José, tienen un carácter diferenciado en relación con esa “libertad” relativa. Óscar realiza recorridos y mezcla sus pensamientos con el paisaje, pero su vida no se muestra de forma abierta, son siempre salidas detrás de un velo, el cual es precisamente protector de la injuria. De esta forma se muestran como observadores, desde sus posiciones de la realidad nacional, critican, forman parte de ella y se valen de ciertos espacios para expresarse sin causar molestias a los que viven “afuera”. Por otro lado, el trío de Javier, Martín y Teresa llevan esta diferencia a un ambiente distinto, la problemática de la familia tradicional al mantener las apariencias, los esquemas impuestos que se pretenden mantener como roles de género en donde la subordinación es evidente. Este esquema es posteriormente roto con la introducción del otro, amante de Martín, quien pasa a tomar el primer lugar en su vida y lleva la situación al extremo, en donde se da un proceso de aceptación, salida del clóset de Martín. Cavafis es quien demuestra cómo esa relativa permisividad del inicio se va opacando poco a poco hasta entrar en una época de persecución y odios a partir del miedo. Además se discute en gran medida la constitución de las identidades gay-lésbicas a partir de las distintas maneras de plantearse la opción sexual, si a partir de un nivel personal o como una crítica al sistema del patriarcado, como un planteamiento político que puede generar cambio social. Por otro lado, la crisis del sida entra como un personaje más a través de la vida de todos los personajes, se desarrolla dentro de un contexto en donde se están cuestionando grandemente los estereotipos nacionales más tradicionales no solo en cuanto a la sexualidad, sino en relación con la nación y sus ideas fundacionales, en donde la crisis económica deteriora las esperanzas del pueblo, es donde la llegada de una enfermedad misteriosa y extraña exalta los ánimos de las personas con graves consecuencias. La idea de la nación costarricense se desgasta, aunque trate de afirmarse a partir de 112 reconocimientos internacionales como el premio Nóbel de Óscar Arias, la novela evidencia en su discurso las deficiencias por debajo de “la paz”. 2. Planteamientos políticos e identidad Una mañana fría en Nueva York, en su cuarto de hotel, Óscar escribió en su diario sin fechas: «De las identidades: Comenzás a escarbar en ese núcleo supuestamente compacto de la personalidad, de la nacionalidad – de las identidades, pues-, y ¿qué encontrás?, pura ideología, blablablá, blablablá, sólo capas de una cebolla en la que no hay corazón. Capas de palabras que se superponen unas a otras, sin nadie adentro. ¿Será entonces la palabra nuestro hilo conductor? Conductor no, porque no lleva a ninguna parte: las palabras solo llevan a más palabras. A falta de utopías, atopías. En vez de identidad, crítica del yo: prosa mística. Si el hilo de Ariadna guiaba al héroe en el laberinto, el hilo de las palabras es el laberinto mismo. No estamos en él, somos el laberinto. Estos tiempos me han enseñado que vivimos no sólo crucifixiones, sino también cruci-ficciones, ficciones cruzadas, en cruz, de manera tal que hoy la cruz no sólo es signo de dolor o de fe sino también de perplejidad. ¿Dónde hay un Maimónides que guíe a los descarriados? Es como deambular por caminos desconocidos y, de repente, llegamos a un cruce, recrudece la incertidumbre, el vendaval derribó todas las señales, sólo queda esta vaga inquietud frente a bifurcaciones y espejos. Jardín de cruces que se bifurcan: cementerio… sementerio…» (Chaves, 2000: 172). 113 Hacia el final de la novela, Óscar decide salir del país para poder tener nuevas experiencias más allá del cerrado entorno de la sociedad costarricense, esto la hace también a partir del consejo dado por Cavafis en el último encuentro que ambos tuvieron en la casa de Ciudad Cariari. En este punto, Óscar reflexiona desde otra perspectiva en su diario, precisamente sobre el asunto de las identidades, en sus pensamientos se puede encontrar un proceso que se ha venido dando en relación con la forma de comprender la identidad. En primer lugar Óscar se refiere a “escarbar en ese núcleo”, es decir, ir más allá de la concepción tradicional de que la identidad se puede reconocer como algo estable, fácil de identificar y unívoca. Al llegar a ese discurso ilusorio y tranquilizador lo único que se encuentra es “blablablá”, una construcción conveniente para conformar una nación y las personas que la integrarán. Evidentemente este tipo de pensamiento se identifica en el momento histórico de los ochenta, en donde empieza a tomar aún más fuerza esta desmitificación teórica de los discursos nacionales y con ellos de las identidades personales, de esta forma el concepto de identidad se hace múltiple, y muchas veces imposible. El contexto de la posmodernidad, al menos desde un punto de vista estrictamente teórico, señala esta fragmentación como un punto indispensable de las sociedades de la época y se refleja de forma inevitable en el análisis sustancial de las identidades sexuales, no por casualidad, sino, como se ha visto en la fundamentación teórica, a partir de acontecimientos sociales que han llevado al replanteamiento de las formas de vinculación entre las personas, no como una novedad, sino como un reconocimiento y una reivindicación. El sida hizo que las identidades gay-lésbicas se pusieran de moda y no de la forma más positiva, sino a partir del miedo. Esta emergencia de discursos alarmantes ha llevado a la reflexión y a la visivilización. La novela presenta a su personaje principal en una crisis producto de un entorno de confusión, a partir de la muerte como elemento constante en el que se refleja la intolerancia de la época. Ya desde el título se hace una fuerte relación con el paisaje que poco a poco se va llenando de tumbas y carcome la esperanza. Óscar lo resalta al mencionar cómo en esa época se vive de crucifixiones, se cobran víctimas no sólo por la enfermedad sino víctimas de desconocimiento en el anonimato que da la vergüenza. 114 Además, lleva la expresión a otro sentido diferente, en las “cruci-ficciones”, donde se debe vivir a partir de las ficciones que se cruzan, en este momento hace referencia a Borges en su cuento titulado Jardín de senderos que se bifurcan al proponer todas esas ficciones (las cuales pueden ser parte de las ideas constituyentes de nuevas identidades) en caminos que se intersecan. Estos caminos son de incertidumbre, perdidos ante la duda de un futuro que no promete mucho para un grupo que lleva la marca de la muerte. Menciona que es un camino sin señales, hay pérdida, no se sabe hacia dónde ir al llegar a la bifurcación, por esto recalca: “Jardín de cruces que se bifurcan”. Esta reflexión la finaliza con un juego de palabras muy apropiado para el conflicto “cementerio… sementerio”, este par, fonéticamente idéntico, pero semánticamente muy distinto hace referencia directa a la muerte por el sexo, a cómo ese fluido corporal que es el semen se manifiesta como un arma letal, un vehículo de la infección que lleva al cementerio. De esta forma el sexo, en este contexto evidentemente gay, está directamente marcado con el castigo. Es en este punto donde la reflexión de las identidades se hace más fuerte, ya que no bastaba con las justificaciones tradicionales del patriarcado para condenar la homosexualidad, sino que en los primeros años del sida, se convirtió este en la justificación más evidente de que la homosexualidad es un mal social que es necesario curar15, ya que su “propagación” (no la del sida, sino la de la homosexualidad) es un peligro público que todos temen. Ahora bien, de qué forma la enfermedad y la muerte incentivan la discusión y reivindicación de las identidades gay lésbicas, pues se hace indispensable interponer argumentos en contra de la creciente y alarmante discriminación; esta acción se refleja en la novela de forma muy clara, al mostrar la preocupación de un grupo de personas ante las persecuciones que el Gobierno 15 Ejemplos claros de este discurso homófobo se pueden encontrar en gran cantidad en la prensa nacional de la época. Se pueden citar dos ejemplos de manera ilustrativa, el primero es del periódico La Extra con fecha del martes 8 de octubre de 1985 titulado “Dos homosexuales vinieron con Sida a Costa Rica”, en él se hace énfasis en que la mejor es evitar las relaciones sexuales con homosexuales, y dice uno de los pies de foto: “Ni con homosexuales, ni con prostitutas ni con drogadictos: todos a hacerle el amor a la esposa” (en la fotografía se reconocen dos travestis). El otro artículo apareció en el periódico La Prensa Libre del 7 de enero de 1987 titulado “El Sida obliga a curar la homosexualidad”, en este se identifica a la homosexualidad como un grave problema público que se pude tratar, y que en muchos casos de tratamiento los pacientes recuperan su “hombría”, esto lo identifican como una de las formas de atacar la “principal fuente primaria y natural del Sida”. 115 de Óscar Arias efectúa en los lugares reconocidos como gays. Susan Sontag, en su ensayo El sida y sus metáforas, se refiere al tema de la siguiente forma: No se trata de un mal que ataca al azar. No, en la mayor parte de los casos hasta la fecha, tener sida es precisamente ponerse en evidencia como miembro de algún «grupo de riesgo», de una comunidad de parias. La enfermedad hace brotar una identidad que podría haber permanecido oculta para los vecinos, los compañeros de trabajo, la familia, los amigos. También confirma una identidad determinada y, dentro del grupo de riesgo norteamericano más seriamente tocado al principio, el de los varones homosexuales, ha servido para crear un espíritu comunitario y ha sido una vivencia que asiló a los enfermos y los expuso al vejamen y la persecución (Sontag, 2003: 152-153). En este sentido la visivilización resulta inevitable, pero produce consecuencias negativas, no la visivilización que proponen los grupos que luchan por los derechos de los gays y las lesbianas en la que el objetivo es desmitificar los conceptos tradicionales y a la vez los que están surgiendo a partir de la pandemia del sida. Hay una explosión de identidades como arma política de resistencia en donde los movimientos activistas se valen de las reflexiones teóricas de los filósofos posmodernos para criticar el feminismo tradicional, los primeros movimientos gay-lésbicos, así como la intolerancia y el irrespeto. En este contexto se ubican los personajes de la novela, los cuales, como se ha visto, toman distintas posiciones respecto de su identidad sexual y el planteamiento que esta pueda representar dentro de la sociedad costarricense. Estas posiciones se pueden analizar a partir de un momento específico que permite dividir la novela en dos partes: a) En primera instancia se desarrolla la historia de Óscar, su vida personal, amigos, familia, amantes etc. En esta parte se pueden encontrar representaciones cotidianas de lo que han sido los grupos gays de San José a inicios de los ochenta; van a fiestas privadas, frecuentan bares, se observa parte de la cotidianidad en el espacio público, universidad, trabajo, etc. 116 En esta sección no hay un planteamiento político como tal, ya que el desarrollo de las acciones es en un entorno privado, además los temas y acciones principales no se ocupan de las problemáticas sociales de discriminación. Además no se desarrollan conflictos de identidad individual en los que el personaje sufra un conflicto de aceptación en el que su condición gay sea parte de una lucha constante o actividad hipócrita. El inicio muestra una relativa tranquilidad en el paisaje. Poco a poco se empieza a introducir la expectativa ante una enfermedad que está afectando en su mayoría a la comunidad gay, hay duda y especulación. Esto se encuentra en su mayoría dentro de las cartas personales en la novela. b) Más adelante ocurre un acontecimiento que marca este diferencia claramente, Óscar y Javier viajan a la montaña y comen hongos alucinógenos, en esta experiencia Óscar tiene una visión que anticipa la catástrofe, se llena de terror, ve muerte, una columna de humo que consume todo y que se lleva a Javier. Evidentemente es el sida que se avecina, y posteriormente infectará a Javier por una transfusión sanguínea. Este presagio parte la novela en dos, así como la historia de las sexualidades también tiene un antes y un después a partir del sida, en especial dentro de la comunidad gay lésbica. Es en este punto donde los planteamientos políticos se hacen presentes, todo esto a partir de la amenaza y la incertidumbre ante la muerte y el rechazo. Se ve ahora sí una mayor necesidad de unión en un objetivo común, la resistencia ante las acciones gubernamentales. De todas formas este hecho no se utiliza dentro de la novela como un hilo conductor central, ya que más bien se encarga de dar distintas posiciones, diversas historias, aunado todo esto a los artículos periodísticos y cartas personales que brindan un panorama más amplio, el cual no es atravesado por la ficción literaria, aunque pase a formar parte de ésta. 117 Primera parte de la novela “Un paisaje tranquilo” Punto de ruptura. Visión profética de Óscar Segunda parte de la novela “Paisaje con tumbas” Figura 2. Estructura de la narración. 3. Las implicaciónes queer del discurso Anteriormente, en el apartado que se ocupa del personaje de Cavafis se hizo referencia a la oposición de visiones de la identidad entre él y Óscar, en ambos hay un intento de definirse, de tomar la palabra para decir lo que son y hacia dónde van, para incluir dentro de esto la justificación de sus acciones y una coherencia consigo mismos (esto como proceso típico de creación de una identidad necesaria, de una coherencia del cuerpo el deseo y la sociedad). Estos esfuerzos de definición se analizan desde la imposibilidad de 118 la definición, y especialmente dentro de la variedad de planteamientos para distintos momentos históricos. Respecto de esto dice Didier Eribon: Y la dificultad de la «autenticidad» para un gay consiste en que es muy difícil saber cómo identificarse con una «identidad» que es necesariamente plural, múltiple: es una identidad sin identidad o, más exactamente, una identidad sin esencia. Una identidad por crear. En efecto no existe un «yo» en «ser», que preexistiría a lo que se ha hecho llegar a la existencia, desde el momento en el que se quiere arrancar a los contenidos psicológicos impuestos por el discurso social y cultural (médico, psicoanalítico, jurídico…) sobre la homosexualidad (Eribón, 2001: 158). Como lo indica Eribon, se manifiesta como una constante la creación de una identidad, algo con lo que se pueda encontrar, un punto de referencia. Muchos intentos políticos de este programa no pueden ser abarcadores, ya que un proyecto identitario deja por fuera muchísimos elementos que formarían parte del grupo, aunque al juntarlos presentan contradicciones importantes. La creación del personaje homosexual a finales del siglo XIX, como lo indica Michel Foucault, se realiza con objetivos claros de identificación y estudio, a partir de términos médicos. En este caso la univocidad del término funciona a la perfección en la medida en que designa una perversión como consustancial a un sujeto, no solamente una práctica desviada. Evidentemente este resultado se ve constantemente cuestionado durante el siglo XX, junto con la reivindicación identitaria en cualquier sentido, no sólo de la marginalidad. Es importante señalar que no hay un intento definido de dar una identidad dentro de la novela, no se avoca a la política de las identidades como centro textual, no hace un programa en el que se intente decir lo que se es de forma definitiva. Más bien hay una multiplicidad de discursos a partir de los cuales se da testimonio de una época crítica, se ponen en juego la diversidad de los actores sociales de la comunidad gay costarricense de los ochenta, sin centrarse demasiado en ninguna ideología que lidere o intente por sí misma hacer una reivindicación. En este sentido el texto no da respuestas claras, en especial por el trato dado a los intertextos no literarios, los cuales se insertan en la novela 119 y no tienen participación directa dentro de la historia, ya que estos no son retomados por el narrador ni por los personajes. Así entonces la plurisignificación textual coincide con la variedad y fragmentación del discurso de las identidades. En este caso específico los resultados que muestra respecto de las identidades coinciden con un momento histórico y con un grupo en especial. Foucault quiere decir, obviamente, que no hay una verdad natural y transhistórica de la homosexualidad que habría que recuperar bajo las prohibiciones que la reprimen. La «identidad homosexual» es una construcción histórica, un producto de la historia. Y, por consiguiente, pueden modificarla la acción histórica, la labor de reinvención individual y colectiva (Eribón, 2001: 165). En la cita anterior se rescatan las aseveraciones de Foucault comentadas por Eribon acerca de esta construcción histórica de la homosexualidad, a partir de la cual se abre el espacio para el cambio social, ya que con esa afirmación se da la posibilidad de reelaborar esas identidades, de lo contrario no habría espacio para movimientos activistas por la lucha de los derechos dentro de la teoría del poder de Foucault. Ahora bien, como se señaló en la perspectiva teórica acerca de la historia de los movimientos de género que han dado origen al activismo gay-lésbico, los primeros movimientos de reivindicación de homosexuales se crearon con objetivos identificadores de nuevos discursos, es decir, había una urgente necesidad de expresar la diferencia (de la misma forma en que empiezan los movimientos feministas tiempo atrás) con la urgencia de tomar la palabra negada en la subordinación. De esta forma el tema de la identidad no se cuestiona como fragmentación o imposibilidad, sino con descripciones y definiciones quizá más tranquilizantes y estables. En este sentido se pretende identificar por ejemplo el estatus de la pareja heterosexual con el de una pareja formada por personas del mismo sexo, alcanzar derechos que históricamente han sido negados al estar la ley, por supuesto, fundada en valores heterosexistas como lo es el matrimonio y por ende el reconocimiento social. Así no hay una completa negación del sistema patriarcal, sino una reestructuración en donde muchos de sus postulados básicos, como el concepto de 120 familia, continúan en sus estructuras primarias, pero adaptando la posibilidad de las parejas gays. Los movimientos de reivindicación gay-lésbicos aún mantienen muchas de sus premisas en esta misma vía, pero se muestran tan solo como una tendencia más dentro de la emergencia de identidades surgida después de los años ochenta, como se planteó anteriormente. Es ahí precisamente donde se empieza a utilizar el termino queer en relación con las identidades sexuales, en primera instancia, y luego marginales en general. El tema queer es sumamente complejo y problemático en especial al plantear la identidad, ya que se abstiene de estos proyectos de reivinidaciones e instaura la diferencia desde otras perspectivas. David Halperin lo expresa de la siguiente manera: A diferencia de la identidad gay, que está anclada en el hecho positivo de una elección de objeto homosexual, aunque se la proclame deliberadamente en un acto de afirmación, la identidad queer no necesita estar fundada en una verdad positiva o en una realidad estable (…) Queer designa todo lo que está en desacuerdo con lo normal, lo legítimo, lo dominante. No hay nada en particular a lo que realmente se refiera. Es una identidad sin esencia. «Queer», entonces no demarca una positividad sino una posición enfrentada a lo normativo, la cual no está restringida a lesbianas y gays, sino que está disponible para cualquiera que esté o se sienta marginado a causa de sus prácticas sexuales (Halperin, 2000: 87). De esta forma, lo queer implica la oposición, la subversión, la expresión de la diferencia al demostrar las estructuras falsas del sistema patriarcal, todo lo que se ha salido de la norma y ahora pretende tener un lugar y una representación. Este reconocimiento no implica homologar las estructuras, adecuarse al sistema de vida del patriarcado y alcanzar sus “valores”. No se necesita entonces hacer una lista de elementos para identificar si una novela es o no queer (más complicado aún que las caracterizaciones textuales de literatura gay o literatura femenina, con todo lo que esto implica), ya que no 121 pueden ser una lista de elementos o marcas dentro del texto que se puedan subrayar e identificar, sino que se supone una subversión del discurso patriarcal y heteronormativo. Precisamente en este sentido la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa no es eminentemente queer como una manera de subversión del lenguaje, más bien presenta una serie de características en donde se pueden seguir líneas que evidencian corrientes de construcción de identidades con políticas queer; así como por otra parte se encuentran tendencias mucho más conservadoras (si cabe el término para este caso) en donde los programas de reinvención de la identidad gay tienen fuerza performativa, pretenden un cambio social y tratan de estabilizarse dentro de los sistemas patriarcales. La historia del gay está demasiado atada a los esfuerzos por definir una identidad homosexual. Pero queer tiene una doble ventaja: repite, con orgullo, una palabra «recta» usada peyorativamente para designar al homosexual al mismo tiempo que aligera el referente homosexual del término. Para los grupos oprimidos, aceptar la etiqueta queer significa identificarse como activamente reñidos con una cultura de dominación masculina, blanca, capitalista y heterosexista (Bersani, 1998: 84). Se muestran por lo tanto distintas ramas de un mismo árbol, las cuales normalmente entran en contradicción. Otra de las razones por las cuales el discurso queer, en este caso de la novela, aparece aún más disminuido que las estrategias de las identidades gaylésbicas, responde a la ubicación de los actores sociales dentro del texto, elemento que se ha visto en detalle durante la presentación de los personajes más significativos. No se encuentra en la novela la vivencia de los estratos económicamente más pobres del país, tampoco las actividades que se consideran más perversas dentro de las prácticas sexuales o las acciones que han sido bandera queer como la prostitución, el travestismo, la drogadicción y la intersexualidad, dentro de un espacio a veces denominado “los bajos fondos” sociales. La novela, en oposición, se ocupa de un sector de clase media, una burguesía costarricense venida a menos, un equivalente criollo (como la economía lo ha permitido) 122 del término. Por supuesto estos sectores no se identifican con los postulados desde donde surge lo queer como posición16. Por esto las acciones del grupo como parte de un movimiento reivindicativo son en realidad dispersas, se manifiestan en su manera de actuar de forma individual, y posteriormente como una preocupación un poco más global en relación con las problemáticas del sida, pero su planteamiento político no tiene gran trascendencia dentro del texto. En relación con esto se rescata una de las cartas que aparece en la novela y que se identifica como una posición importante, una propuesta que se evidencia en la voz de cientos de personas que la firman; en la novela la se encuentra en las páginas 149-151, y apareció en el periódico La Nación el día domingo 5 de abril de 1987, con el título “Carta abierta a los señores Ministros de Salud, de Seguridad y de Gobernación Sr. Edgar Mohs, Sr. Hernán Garrón y Lic. Rolando Ramírez”. La transcripción de esta carta es muestra de que había una verdadera preocupación de un grupo importante de personas en contra de las redadas nocturnas que se realizaban en San José: “Las redadas nocturnas, indiscriminadas, vejatorias e infamantes, no constituyen ninguna medida preventiva del SIDA y sí lesionan garantías constitucionales básicas de los costarricenses”. La carta aparece con firma responsable de Jacobo Schifter Sikora. De esta forma se puede ver que la novela presenta múltiples formas de expresar las identidades gays, desde el proceso de aceptación o la vivencia tranquila y nada belicosa hasta el transformismo y las políticas queer. Este hecho constituye una muestra muy representativa en el texto literario de las problemáticas de una identidad imposible, ya que hace un recorrido por acontecimientos históricos, políticos y económicos que afectan 16 Esto de lo queer como posición se enuncia en oposición a lo queer como teoría, ya que el segundo serían en gran medida una contradicción de sus mismos postulados, porque la teoría queer ha sido impulsada en las academias por estudiosos que normalmente no tienen nada que ver con estas características marginales, en donde la concepción de su identidad personal no coincide con sus propuestas de clase o investigación. Este mismo efecto es el que fue criticado por las feministas negras lesbianas de los años setenta y ochenta identificado dentro de la teoría feminista, ya que muchas de sus abanderadas eran mujeres blancas de clase media, sin ninguna conciencia de lo que ocurría con otros niveles de marginalidad femenina. Para ampliar el tema véase: Sáenz, Javier. (2005) “El banquete uniqueersitario: discusiones sobre el s(ab)er queer” en Córdoba, David et alii (2005). Teoría queer. Políticas bolleras, maricas, trans, mestizas. 123 a un grupo determinado, todo esto aunado al terror producido por el sida, así como las respuestas discriminatorias del gobierno y de la prensa nacional e internacional. En el fondo se podría decir, recurriendo de nuevo a un concepto sartriano, que la identidad homosexual es un «irrealizable». El concepto de «irrealizable» indica que no se puede coincidir nunca con uno mismo y que es inevitable coincidir con ese objetivo (Eribón, 2001:163) 124 CAPÍTULO III Estrategias literarias de realidad y testimonio Existen muy buenas razones por las que la historia nunca ha sido convertida en una ciencia –sin perder su identidad como historia-. Esto se debe a que las figuras y los giros discursivos (tropos), más imaginarios que conceptuales, son necesarios para la constitución de los objetos de interés de la historia como posibles temas de una representación específicamente historiológica. Este elemento imaginativo no puede ser cercenado del escrito histórico sin privar al pasado de su encanto y pathos, es decir, su «paseidad». White, Hayden. El texto histórico como artefacto literario: 44-45 …y vino desde el otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes, y han muerto. Yo solo he escapado para darte la noticia. Job I. 19 Y entonces el coloso tuvo hambre y, goyesco, se inclinó y hundió sus manos en las aguas de bruma y, al azar, comenzó a sacar hombres de lo hondo del valle. Algunos gritaban mientras se perdían en sus fauces de humo. Y en cada uno de los que morían Óscar reconoció una parte de su propio rostro. Chaves. Paisaje con tumbas pintadas en rosa: 22 125 1. Los inicios de la crisis En América Latina, la década de los ochenta ha sido denominada por los científicos sociales y por los analistas políticos como la ‘década perdida’, debido al estancamiento en las economías, el retroceso social y el incremento de la pobreza (Altmann, 1997: 1). Para el análisis de Paisaje con tumbas pintadas en rosa, como se ha justificado en el planteamiento del proyecto, es necesario reconstruir brevemente el contexto político y económico que estaba viviendo Costa Rica durante los años ochenta, ya que este constituye el telón de fondo de las acciones que se narran en la novela de Chaves, al relacionarse los personajes con su entorno y estar sumamente vinculados con muchos de los hechos que ocurren en ese momento histórico. El carácter realista de la novela hace indispensable desarrollar, desde su discurso, un acercamiento a hechos que caracterizaron la época en que se ubica; de esta manera, en Paisaje con tumbas pintadas en rosa hay distintas maneras de representar el entorno histórico, afecte éste o no a los personajes principales. Los análisis sociológicos de la década de los ochenta en Costa Rica no han sido hasta el momento para nada exhaustivos, ya que se considera una etapa aún muy reciente dentro de nuestra historia, por esta razón no se encuentran estudios suficientemente específicos sobre aspectos sociales por ejemplo. Se citarán a continuación algunos datos que ayuden a reconstruir con mayor claridad la sociedad que desarrolla el texto, pues la aparición del sida –eje de la novela en cuestión- se va desarrollando a partir de elementos sumamente vinculados con la política del país, así como la visión de mundo respecto de las minorías sexuales. 126 La diégesis de la novela inicia en 1982, momento muy particular para la historia del país que representa un punto máximo de crisis en diferentes sectores17, en especial desde el punto de vista económico. Este es precisamente el año en el que el nuevo presidente: Luis Alberto Monge, toma las riendas del gobierno, el cual se encontraba en una profunda depresión económica. Era evidente que la desesperación ante las promesas de cambio y resurgimiento (en especial a partir de la ayuda del gobierno de los Estados Unidos) se hacían patentes en este momento coyuntural en el que se necesitaban soluciones urgentes, medidas que demostraran a la población que el país podía superar el estancamiento. Para esto el Presidente, desde su llegada al poder presenta el nuevo plan de emergencia. Posterior a la guerra civil de 1948 el país empezó a experimentar un auge económico importante debido a la constitución de un mercado regional y las políticas de fomento industrial, esto hizo que el sector industrial participara grandemente en la economía de los años sesenta y setenta. El 8 de mayo de 1978 llegó al poder el Lic. Rodrigo Carazo con un gobierno que manifestaba una unión heterogénea de fuerzas. Esto implicó una mayor dependencia del mercado internacional a partir de la producción agropecuaria del país. Desde el inicio de la década de los setenta se pueden ubicar características que contribuyeron con el debilitamiento de la economía del país, en especial en relación con el comercio internacional. Por ejemplo la inflación internacional, la crisis de los energéticos, el descenso de los precios de los productos de exportación, crisis política de otros países centroamericanos, entre otros (Rojas, 1997: 7). Ante este panorama la administración Carazo empezó a introducir cambios en la orientación de las políticas económicas del país para cuando la crisis internacional se 17 “La inflación creció hasta alcanzar en 1982 su punto más elevado en los años ochenta (81,7%); los salarios reales comenzaron a descender desde mediados de 1979, alcanzando una desvalorización del 42% en el año de 1982; el desempleo también llegó a un punto elevado en ese año, registrándose en julio una tasa de desempleo abierto de 9,4% y 23,8% para la tasa de desocupación total de la fuerza de trabajo. la tasa de crecimiento del PIB fue negativa en 1981 y 1982 (-2,3% y -7,3%, respectivamente); cayó la producción agrícola y la industrial, descendieron las exportaciones, y el colón, la moneda nacional, se desvalorizó cerca del 600%”. (Rojas, 1997: 8). 127 hacía más evidente. Desde 1979 la inflación golpeaba gravemente al país, por lo que ya en 1981 era prácticamente insostenible. Uno de los acontecimientos más graves que para este momento señala Rojas tiene que ver con el incumplimiento de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional “uno en marzo de 1980, que fue suspendido en mayo de ese año, y otro en 1981, que también fue suspendido en diciembre de ese año” (Rojas, 1997: 8). Inclusive la AID retiró su ayuda económica al país por causa de las irregulares relaciones con el FMI y como una sanción al gobierno por su simpatía con el Régimen Sandinista, recientemente iniciado en el país vecino. Por otro lado, el crédito externo era sumamente alto, debido a las obligaciones contraídas con gran cantidad de bancos privados. Aunados a estos conflictos económicos es necesario mencionar las problemáticas causadas por los enfrentamientos del gobierno con los movimientos populares como sindicatos y movimientos reivindicativos que llevaron a la paralización de puertos y la posterior renuncia de la Ministra de Trabajo. De esta forma vemos que el panorama previo al gobierno de Monge, estaba ya sumamente conflictivo, es este contexto el que se puede encontrar ampliamente en la novela por medio de los comentarios de los personajes o las cartas personales. El gobierno de Monge se dedicó principalmente a un plan de emergencia nacional, a partir del cual se pensaba estabilizar la moneda y el elevado déficit fiscal. Evidentemente una necesidad primaria para ese momento era reanudar las relaciones con los organismos financieros multinacionales. Además se buscaron acuerdos entre las diversas fuerzas políticas del país, lo cual condujo a la fusión de cuatro partidos en uno solo: la Unidad Social Cristiana. Durante la administración Monge se inicia, en forma sistemática y articulada, el proceso de reorganización de la sociedad costarricense. Por medio de este proceso se pretendía superar las consecuencias negativas que generaba la crisis económica en dos sentidos: los riesgos sociopolíticos de inestabilidad social generados por el deterioro en las condiciones de vida de amplios sectores de la población –en un contexto 128 regional de ascenso de los movimientos revolucionarios– y las urgencias de los empresarios capitalistas –nacionales y extranjeros– por conformar un nuevo marco socio-productivo que les garantizara un contexto económico favorable, para invertir con el menor riesgo posible y obtener las mayores tasas de ganancia posible (Mora y Solano, 1992: 34-35). Es necesario analizar la problemática socioeconómica de estos años en relación con las implicaciones sufridas por la clase media costarricense, ya que los protagonistas de la novela pertenecen a dicho grupo; prácticamente todas las referencias sociales de ésta tienen que ver con la clase media, en términos comparativos, es decir, lo que para el país había constituido la clase ascendente durante los últimos treinta o cuarenta años, y que para este momento empieza a decrecer drásticamente. Esto evidencia las diferencias entre quienes, a partir de ese punto tenían la capacidad de acumular bienes y quienes debían dedicarse a la remuneración –si se tiene trabajo- para la sobrevivencia. A este respecto mencionan Mora y Solano: …si bien la precariedad laboral18 se expresa con mayor fuerza en el sector informal, no afecta por igual a todas aquellas personas (trabajadores) que están inmersos en esta lógica de subsistencia (para la mayoría) y acumulación (para la minoría) […] el grupo de empleadores informales (microempresarios) con mejores condiciones remunerativas, al interior del sector no llega a representar ni a un 25% del total de trabajadores del sector; lo cual evidencia que la gran mayoría de población que se dedica a estas actividades, lo hace con fines de sobrevivencia (Mora y Solano, 1992: 49; el énfasis es nuestro). Las políticas del gobierno de Monge se orientaron inmediatamente hacia una estabilización económica, hecho que hizo surgir la necesidad de estrechar los vínculos con el gobierno de los Estados Unidos, el cual le podía ofrecer las ayudas económicas urgentes para sanear, en cierta medida, las deficiencias que se venían arrastrando desde la administración Carazo. Este acercamiento trajo consigo implicaciones muy 18 Mora y Solano se refieren a ‘precariedad laboral’ como una “situación en la que no se logra garantizar la estabilidad del empleo ni de los ingresos, y las posibilidades de organización y protesta se ven disminuidas, y en el caso de que se produzcan son efímeras, no existen garantías sociolaborales […] se alude, por lo tanto, a un fenómeno estructural, originado por la misma forma de organización y estructuración de la producción y las relaciones sociales bajo el capitalismo industrial…” (1992: 49). 129 importantes con respecto a la necesidad de acoger las políticas del presidente Reagan. El llamado reaganismo influyó fuertemente durante la época, no sólo en el ámbito político, sino también en la caracterización de valores sociales, tema que se tratará con mayor desarrollo en el apartado sobre el sida. Otro de los factores importantes por considerar es la relación de Costa Rica con el resto de América Central durante la época. En la administración de Monge, las relaciones con la región estuvieron sumamente marcadas por la agudización de las tensiones con Nicaragua. Desde el inicio del mandato se dieron choques debido a la polémica por la utilización del río San Juan y las supuestas incursiones de patrullas sandinistas en el territorio nacional. Evidentemente el apoyo a las políticas norteamericanas hizo que el presidente Monge, a pesar de una cierta neutralidad, no estrechara sus vínculos o la cordialidad con el gobierno de Nicaragua. A diferencia del gobierno anterior (Carazo Odio), en el que la denuncia de que la fijación de precios a las materias primas era la causa esencial del endeudamiento de los países del Tercer Mundo, esto causó roces graves con el FMI. Cuando Monge asumió el poder en 1982, estuvo de acuerdo en solicitar ayuda a Estados Unidos para la formación de ‘grupos antiterroristas’ en el país. Esta solicitud es expuesta como condición necesaria en el conflicto ideológico con Nicaragua […] Sin embargo, para nosotros es claro que la grave crisis económica que encontró la nueva administración le hizo temer al presidente el surgimiento de fuertes manifestaciones de protesta popular, al igual como se presentaron durante la administración anterior […] Por lo tanto, para mantener las orientaciones de la Banca y del FMI, diversos grupos que pertenecen al sector agroexportador, comercial y financiero, que se benefician con esta política, pidieron una modernización de la policía, cuya función principal sería la de impedir un posible levantamiento popular, con motivo de las medidas impopulares que estaba sugiriendo el Fondo Monetario (Marín, 1989: 80-81)19 19 Véase también CEPAS. Costa Rica: balance de la situación; (dic. 82-ene 83): 13-16; (feb-abr. 83): 5-7; n° 6 y 7 (1984): 10-24; n° 9 (jul-set. 84): 10-14; n° 10 (oct. 84-may. 85): 7-11; n° 11 (jun-ago. 85): 20-27; n° 16 (jun-jul. 86): 15-21. 130 El acercamiento a las políticas estadounidenses condujo al país a una aceptación de las condiciones que esta nación le requería. La contextualización de la crisis económica de los años ochenta es indispensable para estudiar la novela de Chaves, en especial en relación con la moral del reaganismo, ya que la influencia de los Estados Unidos en la época demarca grandemente la ideología de regreso a los valores tradicionales previos a las liberaciones de los años sesenta. 1.1 La intervención estadounidense en la política centroamericana Ya durante el segundo semestre de 1982, el país empezó a recibir la ayuda tan urgente de Estados Unidos, la cual alcanzó un total de $682.5 millones entre ese año y 1985 (Rojas, 1997: 15). El año concluyó con la visita del presidente Ronald Reagan a suelo costarricense los días 3 y 4 de diciembre. La prensa nacional siguió muy de cerca todos los acontecimientos relativos a la visita y anunciaba las ayudas que el país recibiría en los próximos meses20. Obviamente también hubo manifestaciones de oposición, aunque no tuvieron mucha relevancia dentro de los medios, por ejemplo una protesta cerca del Edificio de Correos en la que el periódico La Nación argumenta la dificultad para obtener información acerca del hecho21. El tema de las relaciones estratégicas entre Estados Unidos y Costa Rica es básico para comprender el contexto del gobierno de Luis Alberto Monge. Desde la diégesis de la novela, la influencia del reaganismo es básica, primeramente respecto de la subordinación a las estrategias de Estados Unidos en la región centroamericana y en segundo lugar, como planteamiento moral ante una crisis relacionada con el comportamiento sexual de los habitantes. 20 Ejemplos de esto se encuentran en La Nación 4 de diciembre de1982 p. 10A “Ayuda esperada de EE.UU. en 1983 suma $165 millones”, La Nación 5 de diciembre de 1982 p. 2A “Reagan ofrece colaboración para negociar deuda externa”. 21 La Nación sábado 4 de diciembre de 1982 p. 10A “Detenciones anoche por incidentes en San José”. 131 Las relaciones entre Costa Rica y los Estados Unidos, durante los años 80, han estado señaladas por una condición de alianza estratégica. Esta alianza ha estado afincada en una profunda y pertinaz dependencia económica de Costa Rica, en una sólida identidad ideológica y en una creciente admiración sociocultural. La identidad ideológica y la dependencia económica conforman el eje directriz de la evolución de las relaciones entre ambos países, especialmente después del cambio de la correlación de fuerzas gubernamentales en Centroamérica a partir de 1979. El resultado de la interacción positiva de estos dos elementos es lo que podríamos denominar una política exterior de condicionamiento mutuo (Sojo, en Aguilera et al., 1991: 186-187). Dentro de la novela se pueden encontrar referencias respecto de esta visita. En la primera parte del texto hay una cierta contextualización de la época antes de que se empiece a hablar acerca del sida. El discurso de la novela tiene que ver con una visión más crítica de la realidad del país, esto en oposición al discurso de la prensa –igual que el discurso oficial del gobierno- en donde se presentan las soluciones de Estados Unidos como el único y mejor camino al surgimiento económico, sin valorar realmente las implicaciones y las vinculaciones con la política internacional. Ante esto se encuentran los breves comentarios hechos por Óscar con gran ironía al acercarse las celebraciones por la venida del mandatario: Óscar leía en el periódico las noticias sobre el presidente Reagan en el próximo diciembre. Aún faltaban varios meses y ya se había formado un gran alboroto al respecto: ¡al fin se fijaron en nosotros!, Costa Rica: potencia moral de Centroamérica, Reagan nos visita, nos defiende de Nicaragua sandinocomunista, decían los editoriales, las columnas periodísticas, los comentarios, la televisión, la radio, las cámaras patronales, el movimiento Costa Rica Libre. ¡Para algo tendría que servir esta democracia! ¡Préstamos para esta crisis más prestigiosa que el más voraz comunismo! (Chaves, 2000: 36). Es evidente que Óscar pertenece a un entorno en el que no se pasan por alto las consecuencias que pueden tener estas acciones políticas; su condición de estudiante universitario, del área de las ciencias sociales, hace que posea una visión crítica más aguda y sensible ante estas situaciones. Por otro lado, en el texto se puede encontrar una posición crítica, pero sin ser ésta una denuncia de la pobreza y el desempleo que se 132 viven, ya que el grupo social que predomina en la novela pertenece a la clase media, donde las repercusiones de la crisis económica no fueron tan graves como en otros sectores. En este punto se empiezan a identificar los diferentes tipos de subversión planteados en el texto desde los dos niveles textuales, es decir, el de los acontecimientos en donde se da la historia narrada, y el de los elementos extratextuales, en donde se introduce información de cartas o artículos periodísticos, como los citados anteriormente, que poseen una gran valoración de la acción estadounidense dentro de la economía nacional. En la novela se señala un acontecimiento muy importante entre los actos oficiales realizados para el presidente Reagan en Costa Rica: la carta leída por un diputado durante el recibimiento en el Teatro Nacional. Se transcribe la carta leída por el diputado Sergio Erick Ardón el sábado 4 de diciembre de 1982 en el Teatro Nacional (Ardón pertenecía al partido Movimiento Revolucionario del Pueblo de San José). La intención del diputado era dar voz a un grupo que había sido evidentemente silenciado durante los eventos de la visita del mandatario, el que consideraba peligrosa esta relación entre las dos naciones debido a la necesidad de adoptar posiciones subordinadas al imperio americano por causa de la deuda con ellos. La carta menciona: Para salir de la profunda crisis económica que nos agobia hace falta corregir en lo interno muchas cosas, hay que sentar sobre nuevas bases nuestra República, de manera que superemos las limitaciones actuales y alcancemos un orden social más justo y una democracia más plena. También necesitamos créditos internacionales sin condicionamientos políticos, pero más que eso, necesitamos precios justos para nuestros productos y respeto al derecho inalienable de explotar en beneficio del pueblo las riquezas naturales que poseen nuestras tierras y mares. Señor Presidente Reagan, en Centroamérica la disyuntiva no está entre el totalitarismo y la democracia. No, aquí las disyuntiva está más bien entre la opresión y la sumisión por un lado, y la justicia social y el derecho a la autodeterminación de los pueblos por otro (Chaves, 2000: 43). 133 La carta de Ardón planteaba puntos de vista que no eran considerados por el gobierno, ni siquiera dentro de los artículos publicados en los periódicos. De esta forma se pone en entredicho la urgencia de la ayuda extranjera, ya que ésta implicaba la total subordinación a las políticas que el gobierno de los Estado Unidos tenía para Centroamérica, especialmente en lo relativo al sandinismo. En el periódico La Nación del domingo 5 de diciembre de 1982 se publica un breve artículo relacionado con la carta de Ardón titulado “Un diputado enturbió acto solemne en Teatro Nacional”. La posición del artículo es que dicho acontecimiento empañó el “más solemne de cuantos actos se programaron”; luego menciona que antes de que se diera el discurso del Presidente de Estados Unidos, el diputado se puso de pie para tomar la palabra de improviso, seguidamente se produjo “una sinfonía de silbidos, insultos, accionar de palmas para acallar la voz del diputado”. El bullicio, según el periódico, provino de la luneta y luego se extendió a los palcos, donde se encontraban expresidentes de la República, magistrados, miembros del Cuerpo Diplomático, etc. Luego de la intervención, Reagan respondió que este hecho no hubiera podido ocurrir en la URSS, recalcando así el beneficio de las democracias, elemento clave en su posterior discurso, con respecto a la intervención de Estados Unidos en Centroamérica. En un apartado del artículo llamado “Lo que dijo”, en donde se suponía que el periódico reproduciría de alguna manera los puntos de vista de Ardón, se puede leer: Ardón dio declaraciones a la prensa, cuyos representantes, luego de concluidos los actos oficiales en el Teatro Nacional, lo rodearon para entrevistarlo. A los 15 minutos, el mundo se enteró de lo sucedido. Ardón explicó que recurrió a lo que hizo pues era el único camino para que se escuchara la posición de su movimiento respecto a la posición política exterior norteamericana. (…) Los actos de ayer en el Teatro Nacional se transmitieron por televisión. El ciudadano Manuel Solano Avendaño, quien se enteró por ese medio de lo acontecido, envió un telegrama al presidente Monge en el cual le expresaba que «si esta democracia no le gusta a Ardón, que se vaya a Rusia o a Cuba, o si quiere hacerle un favor al pueblo costarricense que se 134 amarre una piedra al cuello y se tire a lo más profundo del averno» (La Nación 5 de diciembre de 1982, p. 12A). Evidentemente en ninguna parte del artículo de La Nación se da un espacio a las críticas emitidas por ciertos sectores respecto de las decisiones del gobierno de la República. El pueblo no conocía los argumentos de la oposición, sino que debe quedarse con la oficialidad manifiesta en la publicidad de las últimas semanas. Por otro lado, se abre el espacio amarillista a un comentario hecho por un ciudadano enojado en el que se incluyen improperios innecesarios. En novela se encuentra un comentario hecho por el narrador, aunque atribuido a la conversación entre Óscar, Mario y David, cuando salieron de paseo hacia Escazú, en el que hacen referencia a la visita del Presidente. En especial se menciona la visión presentada por los medios de comunicación, en la que se calificaba de descortés la intervención, porque “¡Qué iba a pensar el star-waresco presidente con respecto a la Suiza de América!, país sin ejército, este régimen democráticotropical con más maestros que soldados…” (Chaves, 2000: 44). Estos personajes son conscientes de la realidad que se empieza a vivir en el país con la crisis económica y las ayudas internacionales. Por otro lado, es necesario recordar la militancia política de Óscar y Mario, ya que ellos, precisamente, se conocieron en Nicaragua durante los festejos del aniversario de la revolución sandinista, en julio de 1981. Óscar, personaje central de la acción, pertenece claramente a la clase media del país, lo cual le permite tener un estilo de vida bueno y que no se ve afectado por las problemáticas de la crisis económica, pero al mismo tiempo tiene ideas de izquierda, evidenciadas en su apoyo a las causas sandinistas. Además, Óscar y Mario son profesionales de las ciencias sociales de la Universidad, en donde típicamente se ha desarrollado un fuerte apoyo a las ideas revolucionarias en el país. El discurso del diputado Ardón es el primer texto extraliterario que se incluye en la novela y que describe la realidad social de Costa Rica en la época, ya que antes de este 135 punto se introducen cartas privadas, las cuales, a pesar de romper con el carácter narrativo de la novela, pueden considerarse como parte de ésta, porque no incluyen discursos exteriores a la cotidianidad narrada, sino que forman parte de las relaciones entre personas del mismo grupo al que pertenecen los personajes principales. 1.2 El papel de la Iglesia Católica Otro hecho histórico que caracterizó la década en cuestión fue la visita del Papa Juan Pablo II a Costa Rica durante la primera parte del año 1983. El tema de la religiosidad no es muy tratado dentro de la novela, por lo cual la visita del Papa es el único lugar en donde se evidencia, en parte, el fervor religioso del pueblo costarricense. Por otro lado, la Iglesia Católica debía tomar partido respecto de los acontecimientos que se vivían en el país, por lo cual sus acciones eran indispensables para un pueblo que aún se mostraba sumamente influenciado por los dictámenes de esta institución22. Las dos visitas de figuras primordiales en la política y la religión a nivel internacional son determinantes dentro de las críticas planteadas en el texto literario, ya que en ellas se puede encontrar una importante definición del funcionamiento que tiene Costa Rica en relación con sus decisiones de estado a partir de la unión con la iglesia Católica. Este vínculo es criticado ya que es el que produce el discurso que determina la moralidad oficial y por ende sus periferias. Juan Pablo II representa la rigidez de la Iglesia ante el cambio social que se produce durante este período, ya que lleva dentro de su discurso la necesidad de mantener las ideas de familia tradicional y en ellas la de heterosexualidad. 22 Acerca de esto dice Rovira: “Una férrea, locuaz y desmesurada identificación con el ordenamiento político vigente, el cual es visualizado como una democracia cuasiperfecta y sin mácula, ahora en riesgo de ser puesta en entredicho por las consecuencias sociales de la crisis del período 1980-1982 y por la amenaza que entraña para Costa Rica el Sandinismo en la Nicaragua de hoy […] se observa un creciente, decidido y abierto compromiso con la prevaleciente estructura política, la cual no se ve cuestionada en modo alguno. Más aún […] la Iglesia Católica jugó un papel descollante, como institución mediadora, en la materialización del programa de distribución de alimentos que se puso en ejecución al inicio de la Administración Monge para paliar los efectos, en varias decenas de miles de familias, de la crisis y de las medidas adoptadas para encararla” (Rovira, 1987: 139-140). 136 Por otro lado, la figura de Reagan concuerda con estas pretensiones, en su discurso de la política internacional, del apoyo a las democracias y del “rescate de valores”. Ante este panorama el presidente Monge impulsa a su vez una política del “regreso a la tierra”, por tanto, regreso a la idealización del campo, no solo en la producción, sino también en sus visiones de mundo. Este entorno retrógrado solamente desfavorecerá la siguiente crisis por venir: el sida. La visita del Papa se narra de forma diferente que la visita del presidente Reagan, ya que Óscar y Miguel asisten al encuentro, e incluso observan su paso por la Avenida Segunda, desde el Teatro Nacional. También se diferencia porque en la novela no se le da un seguimiento por parte de los medios de comunicación, es decir, no se introducen elementos extraliterarios, sino que, más bien, se da una narración carnavalesca del acontecimiento, desde donde se presenta la visión irónica que tienen los personajes en relación con las disposiciones y ritos de la Iglesia. Óscar reconoce que la visita del máximo jerarca de la Iglesia es un acontecimiento “digno de estudio” para el país, ya que tiene gran trascendencia para los católicos. Desde su perspectiva resulta interesante ver cómo el pueblo se hace de repente más religioso, y se “despierta una piedad que raya en lo cursi” (Chaves, 2000: 64). Caminan desde Barrio Amón hacia Avenida Segunda y se van encontrando a los fieles congregados en las calles. Este acontecimiento representaba para ambos primos la observación del enemigo acérrimo, ya que hay un gran sentimiento de rencor contra la iglesia, la cual se muestra homofóbica y generadora de culpa y señalamiento: -¡Qué viva Wojtila! –gritó a lo lejos un devoto. -Sí, que viva Godzilla, el monstruo japonés de la televisión, Sí, qué viva Godzilla! -Callate, porque si te oyen, yo mejor ni quiero estar… -Cobarde. -Precavido. Pero no te preocupés, no te abandonaría cuando te lapidaran como una adúltera (Chaves, 2000: 65). 137 En la cita anterior se evidencian la burla y el rebajamiento de la figura papal comparada como un monstruo de la televisión; así se desmitifica al digno visitante, ya que anteriormente mencionó Óscar que “…es Dios quien bajó del avión y besó nuestro suelo” (Chaves, 2000: 64), haciendo referencia al exceso de importancia que se le ha dado a la visita. Mediante la burla se trata de reducir, no sólo su figura, sino todos los elementos simbólicos que esta trae consigo, como lo es su mensaje y en especial su doctrina de culpa, la cual recae directamente sobre las minorías sexuales. Es por esta razón que hacen el comentario de la lapidación como forma de castigo de la adúltera y para este caso se compara directamente con el irrespeto al Papa –en especial viniendo de un “pecador evidente”-. Además, las piedras como metáfora tradicional de los ataques de los otros se vinculan con la injuria y su capacidad mordaz dentro de las identidades gaylésbicas. Más adelante Óscar y Miguel encuentran a un amigo del último que trabaja como restaurador en el Teatro Nacional, quien los invita a mirar el espectáculo desde una de las ventanas que dan hacia la Avenida Segunda. El hecho de entrar al Teatro en ese momento, sin que sea para asistir a una obra, genera en Óscar una serie de reflexiones respecto del espectáculo que en ese momento ocurre afuera: … se dijo «qué elaborada es la estrategia del disfraz». Y Óscar pensó que, en el fondo, esas túnicas diz que egipcias y romanas en poco diferían de los atuendos blancos y dorados del divino visitante. A la larga, tanto trapo sólo servía para impactar, para dominar al otro por medio de la imagen. Como estrella de primera magnitud en este Gran Teatro del Mundo, el Papa necesita de la pompa y la ceremonia, de la vestimenta y el espectáculo. El bullicio exterior confirmaba su éxito de público (Chaves, 2000: 66). La impresión de poder contemplar el Teatro con el detenimiento que le puede dar el aislamiento, la ausencia, hace que Óscar realice un recorrido distinto al que había hecho las otras tantas veces que había entrado en el lugar. Ahora comparaba todos los elementos utilizados en el teatro para causar una impresión en el espectador, los cuales 138 se relacionan con la parafernalia utilizada por la Iglesia para la influencia de su discurso: el “dominio del otro por medio de la imagen”. Por otro lado, se señala, como parte de ese rebajamiento de la dignidad papal y del momento vivido, la oportunidad de encontrar un ligue entre la multitud presente: “-Ve qué papasazo viene allá –dijo Miguel-, ese papacito no necesita de ningún papamóvil para arrollar multitudes” (Chaves, 2000: 68). La última imagen presente en el texto relacionada con la visita de Juan Pablo II es muy significativa, ya que implica el sentimiento con respecto a la Iglesia, lo cual para el caso de Costa Rica tiene gran relevancia, al ser el pueblo en general muy avocado a la religión y sus disposiciones morales. Óscar y Miguel forman parte, evidentemente, de una minoría social que se ve claramente atacada por la Iglesia. Al acercarse una niña a venderles broches con la imagen del Papa ellos aceptan conmovidos por ella: Cuando se irguieron ya tenían el rostro de Wojtila sobre el corazón, como una sanguijuela de hojalata. -Me siento como un prisionero en un campo de concentración al que le hubieran puesto su triángulo rosado –dijo Óscar sonriente. -No es para tanto. Es sólo un rato, para complacer a la nena. Será nuestra buena acción del día. -¡Viva el Papa! –gritó la niña, con su puño escuálido en alto. Óscar y Miguel se quedaron callados (Chaves, 2000: 69). En la cita anterior se aprecia la idea que tienen los personajes sobre la Iglesia y sus fieles, en especial al comparar a su dirigente con una sanguijuela, y a la Iglesia con una institución represora que marca a quienes se salen de su rebaño- al asimilarlo a un campo de concentración nazi-. Ante el grito de alegría que da la niña, ambos se quedan callados. Desde el inicio de la novela se pueden encontrar referencias claras al momento histórico que se está viviendo en el país y en la región en ese momento, por ejemplo la revolución sandinista, la crisis económica, el gobierno de Luis Alberto Monge, la visita del Papa Juan Pablo II y otros. Estas referencias forman parte de los acontecimientos de la novela 139 o de las consideraciones del narrador, pero en algunos casos pasan a otro nivel de verosimilitud textual, pues se incluye un texto ajeno a la narración, el cual brinda la posibilidad de aprehender esta realidad desde otra perspectiva, como es el caso de la carta de Ardón. Por esto se puede caracterizar la primera parte como una contextualización socio-política indispensable de los hechos ocurridos durante la primera mitad de la década de los ochenta, los que dan el telón de fondo frente al cual se desarrollará otra crisis menos tratada por científicos sociales: la epidemia del sida. La posición política de los personajes principales, en especial de Óscar, con respecto a la realidad nacional muestra interesantes relaciones con su discurso de género, el cual se analizará más adelante. El espacio donde se desarrolla la narración, la ciudad de San José, es caracterizada no sólo por medio de la descripción de los lugares por donde transcurren los personajes, como Barrio Amón, la Avenida Segunda, La Sabana, Escazú, etc., sino que se encuentra una amplia descripción de hechos históricos que ponen en situación a los personajes frente a una época conflictiva; no se abstrae de estas circunstancias. En algunos casos las caracterizaciones de la época no necesariamente tienen directa repercusión sobre la historia narrada, ya que no son retomados los hechos por los personajes. Así pues la novela se estructura con una doble intención narrativa: la de contar la historia de Óscar y su cotidianidad, de forma paralela a la historia de Costa Rica en los años ochenta, esto dirigido a dar un testimonio respecto del sida y sus primeras apariciones en el país. Esta estructura recrea un momento por medio de la ficción literaria, de manera que los hechos históricos, mediante los elementos extratextuales, crean la ilusión de realidad dentro del texto ficcional, provocando así un efecto en el lector, un choque con su pasado. 140 2 Una “década perdida” noticias del miedo Chicago, 8 de junio de 1983 Querido Mario: Otro mes de compras y loqueras, de fiestas, exposiciones y reuniones familiares. La vida urbana en plena fuerza. Tommy tiene la nueva enfermedad AIDS que empezó en la comunidad gay; él se siente muy bien ahora y está haciendo mucha propaganda en Newsweek, TV y periódicos para conseguir fondos para investigación médica (…) (Chaves, 2000: 75). En el epígrafe anterior se encuentra la primera referencia al sida hecha en la novela; es la primera vez que se lo nombra, AIDS, de acuerdo con sus siglas en inglés. Aparece en una carta dirigida a Mario, el remitente es Adi (no se tiene más noticia de él en la novela) y se escribe desde Estados Unidos en 1983. Por otros datos incluidos en la misma carta se sabe que Adi es un costarricense que se encuentra estudiando en ese país. La siguiente referencia que se halla en el texto será posterior al momento en el que Óscar y Javier van a Barva a comer hongos alucinógenos, a inicios de 1984; se da a partir de una carta personal primero y luego de un artículo de periódico. La metáfora de la década perdida fue desarrollada por los científicos sociales al estudiar los acontecimientos e implicaciones de los años ochenta desde las perspectivas políticas y económicas, pero para el caso de la novela de Chaves se analizarán principalmente las implicaciones sociales del dolor, el miedo y la muerte durante estos años, en donde la pérdida se presenta como un elemento constante dentro de sus identidades. 2.1 Subir a la montaña Dentro del análisis del capítulo anterior, se había hecho referencia a una división funcional de la novela para el análisis textual, en la que se toma como punto central el momento en el que Óscar y Javier tienen una experiencia casi profética en las montañas de Barva de Heredia. En este punto del estudio resulta de gran trascendencia, porque 141 representa el hecho que separa las dos vertientes más importantes de la novela e introduce una segunda parte en la que se da a conocer el tema del sida y se empieza a constituir dentro del discurso oficial, desde diferentes perspectivas. En esta segunda parte se puede ver que aparecen constantemente artículos periodísticos, los cuales van desarrollando el tema desde otra perspectiva, de esta manera los elementos extraliterarios y la narración se encargan de ir pintando un paisaje desde visiones diferentes. Las notas periodísticas están cargadas de miedo y creciente discriminación, mientras que la narración del texto presenta una parte mucho más humanizada al retratar de forma cercana las implicaciones directas de la enfermedad en dos personajes. La tarde en que subieron a la montaña se dio ya que Martín tenía un compromiso familiar y además la relación entre Javier y Óscar era cada vez de más confianza. Al llegar al potrero inician la búsqueda de los hongos correctos. Esta búsqueda es muy significativa por el hecho de presentarse como metáfora de los acontecimientos por venir. En primer lugar, es necesario retomar las caracterizaciones iniciales del personaje de Óscar y su identidad, pues la novela lo presenta como un sujeto en formación, en búsqueda. El camino por el potrero junto con su amigo se ubica dentro de esta consideración. Más adelante, luego de haber encontrado los primeros hongos, se sorprenden porque “Era como si de pronto la luz hubiese variado de manera tal que los objetos que antes no se veían, ahora se tornaban visibles. Nuevas y antiguas iluminaciones…” (Chaves, 2000: 95). Lo que antes estaba oculto salía a la luz. Sin duda el tema de la evidenciación se convierte acá en una metáfora determinante: aparece un nuevo mundo, otra realidad posible, alterna. Este campo semántico ha sido una constante al analizar las caracterizaciones identitarias de los personajes de la novela, en donde uno de los puntos centrales es el descubrimiento de una realidad más allá de la normativa estructurada en el patriarcado, o al menos la ruptura con algunas de sus principales normas. En las páginas siguientes se completa aún más este nivel del sentido de los hongos para estos dos personajes en el contexto de la búsqueda, ya que las atribuciones dadas a éstos 142 tienen características totalmente fálicas, realizando así una directa vinculación entre los dos elementos: hongo/hombre: “En ese momento, Javier miró hacia lo alto de una colina, en la que descubrió, enhiesto, un hermoso hongo dorado” (Chaves, 2000: 95). Posteriormente, se introduce en este acontecimiento una significación religiosa, a partir de la que, más adelante, se encontrarán las características de la visión profética dada a los iluminados. Óscar y Javier observaron por un rato, casi con devoción, ese falo terrenal, intacto, macizo, que ofrecía su carne a esos dos jóvenes maravillados por el esplendor de la naturaleza, un brillo pánico que comenzaba a dorar árboles, piedras y animales, guayabos rocas y pájaros. Como un Moisés doble ante la Zarza, Óscar y Javier se inclinaron ante el hongo ardiente (Chaves, 2000: 95). Evidentemente, y por los hongos que anteriormente habían ingerido, ya se empezaban a encontrar bajo sus efectos. De esta forma entran en un espacio más allá de los sentidos y las sensaciones, en una experiencia de éxtasis, la cual está íntimamente relacionada con el placer sexual y con una actividad orgásmica a partir de la que se da una revelación: Óscar sintió el impulso de extender su mano y arrancar el falo dorado. Así lo hizo. Su mano tembló ante el contacto de la textura vegetal. Al verlo sobre el fondo blanco de su palma, Óscar pensó en un pene desprendido de su base, en un falo erecto pese a estar separado del cuerpo. Comer hongos era como castrar la tierra. Javier no escapaba a los embrujos del hongo de oro. También quiso tenerlo entre sus manos. Lo tocó, lo pasó por su cara, por su boca. Entonces dio el primer mordisco. Lo saboreó lentamente mientras extendía el hongo mordido hasta la boca de Óscar, quien también lo mordió, y así continuaron hasta acabarlo. El hongo dorado se perdió entre sus vísceras. ¿Se iluminaría así la oscuridad de sus entrañas? (Chaves, 2000: 96). El erotismo del pasaje es muy claro: ambos personajes se ven envueltos por la fascinación ante el hongo/falo, ante el hongo ardiente que les dará la revelación. Dentro de su visión contemplan la perspectiva de la ciudad desde lo alto de la montaña y la 143 comparan con un espacio que carcome, un hades en el valle, “ciud/hades”. Es entonces cuando Óscar empieza a ver el anuncio de la catástrofe: Óscar dejó de mirar los arbustos y las piedras y los zacatales. Se desplazó hacia la lejanía, hacia ese valle que, según percibía en esos momentos, comenzaba gradualmente a enturbiarse, como se entenebrece un lago cristalino al que de repente le llega una corriente sucia. Una niebla de color indefinido había cubierto el horizonte. La penumbra se apoderaba del paisaje lejano. Poco a poco los vapores comenzaron a ponerse en círculo, en elipses, arremolinadamente. Se formó una tromba, un torbellino invertido que crecía hacia lo alto, como una columna de humo. Paulatinamente este pilar vaporoso fue adquiriendo figura humana, la de un gigantesco hombre de humo hundido hasta las rodillas en ese valle inundado de niebla. Coloso y bruma eran una misma cosa. Ambos no eran sino emanaciones nauseabundas de los habitantes del valle. Óscar, asustado, quiso gritar y llamar a Javier, mas no podía mover un solo músculo, su mirada estaba clavada en el gigante brumoso. Y entonces el coloso tuvo hambre y, goyesco, se inclinó y hundió sus manos en las aguas de bruma y, al azar, comenzó a sacar hombres de lo hondo del valle. Algunos gritaban mientras se perdían en sus fauces de humo. Y en cada uno de los que morían Óscar reconoció una parte de su propio rostro (Chaves, 2000: 97) (La negrita es nuestra). La cita anterior presenta el momento exacto en el que Óscar observa la presencia de la muerte sobre la ciudad y siente miedo, especialmente por Javier, ya que se encontraba lejos en ese momento y no quería que fuera devorado por el gigante. Más adelante Óscar no quiso mencionar nada acerca del incidente, que fue tomado simplemente como consecuencia sin sentido de la ingesta de hongos, nada más. Es muy claro que en la visión del gigante se encuentran elementos determinantes que tienen directa relación con los años que vendrían. En primer lugar, tenemos la imagen de un lago cristalino, el cual comienza a enturbiarse, a ser contaminado; por supuesto que se trata de la imagen típica de la plaga, la muerte. Al encontrar el hongo se hace referencia a la zarza ardiente en la cual Dios se manifiesta a Moisés, se revela y le da su mensaje; posteriormente, y por el incumplimiento de sus mandatos, viene el castigo sobre el pueblo de Israel en el exilio. La misma estructura que tipifica la revelación se encuentra dentro de la novela, en donde el hongo permite el anuncio, el cual tiene que ver con el castigo. 144 La formación del coloso de bruma hace referencia al sentimiento de impotencia que se genera ante la plaga del sida, como un gigante que devora casi de forma inevitable. Es muy importante señalar la acción que se le atribuye a este gigante, en la que se inclina y toma al azar hombres para comérselos en un entorno de terror. En la visión de Óscar no hay una predeterminación ante la cual actúe el gigante, es decir, no constituye una forma específica de seleccionar sus víctimas a partir de ninguna categoría social, género, etnia, etc., sino que mata a cualquiera. Finalmente, lo que más asustó a Óscar fue que él mismo se vio reconocido en la cara de los que morían, lo cual representa esa condición compartida en las primeras víctimas de la enfermedad, donde el discurso que primaba tenía que ver con la exclusividad de la plaga en la comunidad gay. Los elementos de la mística profética de la tradición judeocristiana son evidentes en el pasaje de los hongos; en primer lugar, estos jóvenes suben la montaña, espacio sacralizado por la divinidad, en donde hay una comunicación con ésta, participan de un ritual místico que los lleva al éxtasis, en el que, a uno de ellos se le presenta la visión profética de destrucción. Ahora bien, es importante también señalar una diferencia importante, y es que en pasajes de este tipo, en los que se representa la destrucción, prevalece siempre la imagen de la divinidad y sus mandatos. En la visión de Óscar no hay un designio divino ni un castigo debido a la corrupción, como lo podemos ver en la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis, cap. 19), las profecías de la destrucción de Babilonia (Isaías, cap. 13), las desgracias contra Amón, Moab o los filisteos (Ezequiel, cap. 25), o las mismas del Apocalipsis. Es evidente que sí presenta los elementos típicos de la visión profética, pero no hay un castigo a la maldad, no se presenta como advertencia ante la degeneración, sino que lo inevitable se acerca, sin una carga del discurso maniqueísta. Desde el punto de vista de este análisis sería un grave error leer la visión de Óscar como la manifestación de la culpa, el castigo divino por participar de una condición sexual marginal. 145 2.2 “Monumento a la bestialidad”, la llegada del sida Después de que Óscar y Javier bajaron de la montaña no comentaron más acerca de la experiencia extraña que tuvo Óscar. A partir de este momento se incluyen ya una serie de términos completamente nuevos para la población, los cuales describen una nueva peste que ataca de forma indiscriminada. Es en esta parte en donde se empiezan a encontrar artículos periodísticos con noticias de odio y discriminación contra los nuevos enfermos. Con fecha de junio de 1984 se encuentra una carta personal, dirigida a A. de parte de D., en la que se da una especie de informe acerca de la situación de Costa Rica y la nueva enfermedad. Desde hace unos meses me he dedicado a recortar artículos, reportajes, ensayos periodísticos, que abordan el tema del sida y por ende, según la mecánica manera de pensar de la mayoría de los autores, de la homosexualidad. Con este material que estoy juntando, proyecto hacer un bestiario del sentimiento humano, en donde, -lamentablemente- lo que predomina es el odio, el prejuicio, la saña y, como si esto no bastara, todo ello coronado por la muerte (Chaves, 2000: 99). El texto anterior marca el inicio de los artículos periodísticos que se encuentran en la novela; a partir de esta carta se empiezan a encontrar referencias de distintos países en las que se evidencia la intolerancia, a manera de una dura historia del inicio del sida. De esta forma se podría entender que el resto de los artículos de periódico son parte de la colección mencionada anteriormente en la carta. Es muy significativo el nombre que el mismo D. le da a sus datos: “monumento a la bestialidad”, ya que es en donde, al igual que en la amplia tradición existente de bestiarios, se recogen diversos tipos de animales y se hacen comparaciones con una 146 función didáctica23. En este caso el bestiario refiere a la acepción negativa de bestia o animal, al recoger hechos que retratan un comportamiento poco humano y sus consecuencias. D. menciona la razón de esa bestialidad o la manera de entenderla: “…y en un doble sentido: por lo bestia de lo que está ahí escrito y por lo bestial de sus consecuencias si la gente hiciera caso a esas bobadas” (Chaves, 2000: 100). Posteriormente, D. se pregunta qué utilidad pueden tener sus denuncias a través del bestiario, ya que nadie le haría caso y de la misma forma la historia se repetiría con nuevos sacrificados. Es en este punto en donde parafrasea a Borges en su texto El idioma analítico de John Wilkins, al tratar de adivinar quién será el próximo chivo expiatorio: ¿Quiénes serán?, me pregunto: ¿los tatuados?, ¿los vegetarianos?, ¿los que se visten como Michael Jackson?, o, citando al incitable Cegatón de Ginebra, ¿los embalsamados?, ¿los amaestrados?, ¿los lechones?, ¿las sirenas?, ¿los fabulosos?, ¿los leones sueltos?, ¿los marranos amarrados?, ¿los incluidos en esta clasificación?, ¿los excluidos de esta categoría?, ¿los que se agitan como locos?, ¿los innumerables?, ¿los que callan como Wittgenstein? (…) (Chaves, 2000: 100). La referencia directa a Borges resulta muy significativa, ya que en El idioma analítico de John Wilkins, el autor hace referencia a “cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos benévolos” (Borges, 1999: 156), en donde se hace una clasificación de los animales a partir de categorías totalmente arbitrarias. El texto, acerca de los intentos de un lenguaje universal, muestra la imposibilidad de acercarse al 23 “En Occidente el simbolismo animalístico arranca de Aristóteles (Historia de los animales) y de Plinio (Historia natural), pero más concretamente del Fisiólogo, compuesto en el siglo II d.C., bestiario por excelencia, la mejor de las compilaciones de interpretaciones alegóricas de naturaleza animal y vegetal, y base de lo que serían después los bestiarios medievales. El bestiario, como es sabido, trata de animales reales o imaginarios, que de un modo figurativo representan los rasgos más salientes de Cristo, del diablo, del bien, del mal, y de ciertas virtudes o vicios; de lo que se desprende que su función principal es didáctica (…) En lo que respecta a Hispanoamérica, los conquistadores españoles desde el propio Colón recogieron en cartas al rey, diarios de viaje, historias y crónicas sus impresiones de la fauna hallada. Y si bien no se pueden colocar estas obras al mismo nivel que los bestiarios del siglo XII en cuanto a intención didáctica cristiana se refiere, hay algunas instancias en que los cronistas se sitúan en un plano muy similar al de los autores de esos textos”. Schulz-Cruz, Bernard (1992). “Cuatro bestiarios, cuatro visiones: Borges, Arreola, Neruda y Guillén”. En: Anales de literatura hispanoamericana, Núm. 21. Editorial Complutense, Madrid. 147 significado exacto por medio de la clasificación de todos los elementos del universo. El lenguaje, entonces, rehúye a este propósito. Por tanto, dentro de toda esta amplia red de posibilidades significantes, sin conexión aparente, cualquier opción es válida, el chivo expiatorio dentro de la moralidad social puede llegar a extremos en donde la justificación no importa. Otra de las referencias importantes se relaciona con las políticas conservadoras que predominan en la época, en especial referidas a las figuras de Juan Pablo II y el presidente Reagan. En la carta se menciona “…la intolerancia fortalecida por figuras retardatarias como Reagan y el Papa – en tanto entienden la moral como el acatar de un canon único de comportamiento (…)” (Chaves, 2000: 99). Como se mencionó al inicio de este capítulo, las políticas del gobierno de Reagan tuvieron una importante influencia sobre Costa Rica durante la primera mitad de la década de los ochenta; estas políticas estaban cargadas, además, de un fuerte conservadurismo con respecto a las concepciones éticas y morales. Evidentemente estos factores tienen mucho peso en un momento tan determinante como lo es la aparición del sida al inicio de la década. Con respecto a las políticas morales dentro del reaganismo, Schifter menciona que: El presidente [Reagan] defendía la familia y la religión como baluartes de la nación. En razón de ello se tachó como perjudiciales todos los logros alcanzados en el campo de la mujer –como el aborto, la igualdad de oportunidades en el trabajo, las leyes contra el abuso sexual, y las cuotas de representación-; los avances en las leyes de discriminación racial, como la obligatoriedad de integrar racialmente las escuelas, la de establecer cuotas de trabajo para las minorías y otros programas de becas y ayudas para los negros-; y los logros en el dominio de los derechos civiles, como lo hacía el movimiento gay estadounidense con su lucha por obtener una protección del Estado en contra de la discriminación legal, social y religiosa (Schifter, 1989: 99). Más adelante Schifter asegura que estas tendencias tuvieron una importante influencia en Costa Rica, por razones planteadas a partir de la crisis económica. Es precisamente a este discurso al que se refiere la carta de D. con lo de “figuras retardatarias”, junto con la Iglesia Católica, la cual, hasta el momento, no ha aceptado el uso del condón para 148 prevenir las enfermedades de transmisión sexual. En este contexto de vuelta a “valores tradicionales” empieza a difundirse la enfermedad, y en la novela se puede apreciar desde los dos niveles que se han venido analizando: el de los acontecimientos narrados y el de los textos extraliterarios. Por esto se analizarán diferentes representaciones desde los dos niveles, puestas en diálogo con información aparecida en la prensa nacional acerca del tema, de la misma forma en que la novela va construyendo su visión del sida. 1.6.1 El discurso periodístico A los homosexuales hay que comprenderlos como lo que son, enfermos, como a los drogadictos, como a los alcohólicos. No sólo enfermos morales sino también físicos. ¡Pobres hermanos caídos en el fango del pecado… La propia naturaleza, siguiendo los designios de Dios, los rechaza… El SIDA es el látigo invisible de Dios… (Fragmento de un sermón católico) (Chaves, 2000: 107). Después de la carta de junio de 1984 se encuentra un artículo aparecido en La Prensa Libre, precisamente al que se hace referencia en la carta, ya que D. menciona que lo enviará de forma adjunta. Este artículo retrata claramente el bestiario que se mencionó, ya que da explicaciones esotéricas o místico-científicas, acerca de por qué los homosexuales padecen del llamado “cáncer gay”: “Mas quien malgaste sus «aguas de vida» en fornicaciones u otros abusos sexuales, estará expuesto a las enfermedades más terribles que atacan hoy en día al género humano” (Chaves, 2000: 103). Al final alude a cómo la decadencia de los pueblos es determinada por la degeneración sexual, por lo cual la tierra “debe ser limpiada”; de esta forma se hace referencia al carácter purificador del sida, el cual llega como un castigo divino24, uno de los discursos que más se ha desarrollado durante esta época. 24 En este caso sí se hace una comparación directa con el discurso profético del Antiguo Testamento, ya que posee el carácter escatológico en el cual se señala la degeneración a partir de la que llegará el castigo merecido. A diferencia del pasaje de los hongos, en donde se utilizan los elementos típicos de una profecía sin utilizar el discurso religioso del castigo y la culpa. Evidentemente las metáforas y alusiones al discurso 149 Uno de los primeros artículos periodísticos que apareció en la prensa nacional acerca del sida se titula: “Costa Rica libre de casos del fatal síndrome del homosexualismo”, La República, 11 de julio de 1983, página 3. En la nota se señala que quienes padecen la enfermedad son homosexuales, bisexuales y toxicómanos, así como algunas personas que han recibido transfusiones de sangre. Más adelante dice que: “Lo preocupante de la situación es que se están notificando casos de SIDA en algunos heterosexuales, mujeres y niños también”, es decir, que la enfermedad no es grave hasta que no afecte a un sector de la población que sea considerado realmente importante, porque de lo contrario se trata de una “limpieza” social que se puede observar desde afuera. Más adelante se publica un artículo en La Prensa Libre en donde se plantea la posibilidad de que llegue el virus al país, esto a partir de lo dicho previamente por el Dr. Abel Pacheco. El artículo se titula “Síndrome AIDS podría llegar a Costa Rica”25. El 3 de febrero de 1984 se publica en La Nación un artículo en donde se afirma que tres costarricenses están infectados de sida (todos hemofílicos), uno de los cuales ya había muerto. Un año después se identifican diez casos, siete de los cuales son hemofílicos26. Evidentemente hay una importante tendencia a minimizar las posibilidades para no causar pánico dentro de la población, además de mencionar en especial los casos que no tienen que ver con el contacto sexual entre personas del mismo sexo, ya que se da mayor trascendencia a los casos de hemofílicos o vinculados con estos, lo cual se hace patente al ver que las charlas de prevención se daban solamente a este tipo de población27. Por otro lado, un artículo de 1985 afirmaba que se creía imposible una epidemia de la enfermedad en este país, ya que no se podían comparar los índices de promiscuidad de homosexuales y de drogadicción con los de otros países28. religioso dependen de la perspectiva que las utilice, por lo tanto, el caso de la novela, en el nivel de los acontecimientos, correspondo con un rechazo claro de la visión de enfermedad asimilada con el castigo. 25 La Prensa Libre, 24-08-83, p. 6. 26 “Diez casos de SIDA se han diagnosticado en el país”. LN, 19-09-85, p. 11A. 27 “Ofrecieron charla sobre el SIDA a hemofílicos”. LN, 13-02-84, p. 2A. 28 “Creen improbable epidemia de SIDA”. LN, 31-05-85, p. 4A. 150 Es evidente que se empezó a dar información sumamente confusa acerca de la enfermedad, a pesar de contar ya, desde 1983, con investigaciones serias al respecto. De esta forma el contexto que presenta la novela se basaba en el incremento de discursos contradictorios acerca del sida, los cuales, poco a poco, empiezan a desembocar en el miedo y, por supuesto, la discriminación. Esto se puede observar en las declaraciones dadas por el Ministro de Salud durante el gobierno de Óscar Arias Sánchez, Edgar Mohs, quien, de acuerdo con el periódico La Nación, aseguró que en los últimos meses había habido un aumento del homosexualismo en el país: aunque “no hay estudios que permitan demostrar esa afirmación ni datos de años anteriores para demostrar comparaciones, se ha notado un aumento y un cambio en el comportamiento sexual de los costarricenses” (La Nación, 2 de agosto de 1986, página 13A). A pesar de la falta evidente de información y de estudios al respecto, el señor Ministro aseguraba que sí había un incremento, esto a partir de su propio juicio, lo que condujo un año después al cierre de establecimientos gays por medio de redadas policiales. Estos nuevos discursos y significados asociados a la idea del homosexual son determinantes para el análisis de sus identidades personales y grupales dentro de la novela, así como para estudiar el contexto histórico del cual da testimonio el texto literario, a manera de una realidad cercana. Esta característica del texto narrativo que se acerca a la realidad se determina a manera de pacto con el lector, por medio del cual hay elementos en el texto que funcionan dentro de ese juego ilusorio de la realidad en su discurso. Las manifestaciones del discurso periodístico en relación con la idea de homosexual asociada a “enfermo” o “vehículo de enfermedad” no son exclusivas de los periódicos de la época, ya que, de acuerdo con el estudio realizado por Isabel Gamboa a partir de los expedientes médicos de pacientes del Hospital Nacional Psiquiátrico, durante el período 1978-2004, en los años ochenta se diagnosticaron 106 casos de homosexualismo como 151 trastorno sexual29. Esto evidencia la marcada tendencia represora de la época, en especial por causa del miedo al sida, a pesar de que la homosexualidad había sido eliminada como trastorno sexual desde 1974. Para abordar los acontecimientos relativos al sida se encuentra como elemento imprescindible dentro de la novela de Chaves la intertextualidad exoliteraria30. José Enrique Martínez (2001) considera como parte de esta intertextualidad a aquellos textos que pertenecen a una discursividad distinta a la del texto literario como tal, que constituye una voz diferente, algunas veces anónima, que contrasta con el lenguaje y el estilo utilizado dentro de la narración; para el caso, pueden aparecer textos periodísticos, científicos y otros. En la segunda parte de la novela se presentan una serie de artículos periodísticos que cumplen con esa función referencial hacia afuera del texto, por medio de discursos no literarios y por lo tanto contrastantes, los cuales muestran la dureza de la confusión vivida durante los años ochenta en relación con el sida. A continuación se presenta una lista de estos artículos que funcionan como intertextos exoliterarios de la novela de Chaves: 29 Esta investigación fue presentada en la Maestría en Historia de la Universidad de Costa Rica y constituye un estudio muy valioso para el análisis de las identidades sexuales, en especial de esas que han sido relegadas a la periferia social. Además se basa en expedientes médicos a través de 26 años, lo cual permite ver los cambios de perspectiva y los momentos en que estos se introducen. A propósito de los casos de los años ochenta Gamboa menciona que: “…podría[n] ser resultado de la influencia cultural conservadora de la “mayoría moral” alentada por la administración Reagan y por la represión ejercida por el gobierno de Óscar Arias, sobre todo durante sus dos primeros años de mandato -1986 y 1987- hacia los homosexuales” (Gamboa, 2006: 292). 30 También llamada extratextual. 152 Cuadro 1. Artículos periodísticos. Artículo Fecha Página 22/6/1984 101-103 1 Artículo acerca del sida y la homosexualidad. 2 Sermón católico 9/1984 106-107 3 Temor al cáncer lila (México) 8/1985 124 4 Encarcelamiento de pacientes (Alemania 8/1985 125 Federal) 5 Cacería de homosexuales (Ecuador) 8/1985 126 6 Cruzada homosexuales 9/1985 126 Bisexual de 35 años debió escapar de su 9/1985 130 4/5/1987 136-137 6/5/1987 137-138 para eliminar (Colombia) 7 pueblo (AFP) (Brasil) 8 Cacería de brujas en contra de homosexuales, lesbianas y travestis (Yucatán) 9 Grupos de homosexuales son expulsados de las ciudades (Veracruz, México) 10 Un enfermo extraño (Proceso) 6/1987 143 11 ¡El río tiene sida! (Proceso) 6/1987 156 12 Exámenes obligatorios de sida (Washington, 6/1987 160-161 4/1987 163-164 6/1987 164 10/1987 164-165 EE.UU) (La Jornada) 13 Exámenes obligatorios de sida (Baviera, Alemania Federal) (Newsweek) 14 Deportación de 36 extranjeros enfermos de sida (Moscú, U.R.S.S) (Excelsior) 15 Cuarentena para enfermos de sida (La Habana, Cuba) (The Guardian) 153 Las temáticas de los artículos evidencian que constituyen una referencia clara al miedo de la población ante la confusión de los datos sobre la enfermedad; en ellos se retratan variados tipos de crueldad con la que se trató a los enfermos de sida, todos con la característica de formar parte de grupos marginales, en especial travestis. Esta serie de 16 artículos completa lo que el remitente de la carta de junio de 1984 da en llamar “monumento a la bestialidad”, al constituir una muestra de la estupidez humana ante lo desconocido, a manera de bestiario medieval. Son determinantes textos como el sermón católico (Chaves, 2000: 106), en donde se identifica a la enfermedad como parte de una venganza de la naturaleza, ante la cual no se puede ni debe hacer nada, ya que es “comprensible” que Dios esté enfurecido con ese tipo de comportamientos sexuales. Otro artículo, titulado “Un enfermo extraño” (Chaves, 2000: 143), relata las dificultades vividas por una familia en la que su hijo fue diagnosticado con el virus, por lo cual, y ante la duda de un enfermo extraño en el pueblo, todos empezaron a darles la espalda, incluso a no querer recibir ni siquiera su dinero en las compras. En Mérida, a manera de cruzada medieval, los pobladores católicos iniciaron una cruzada en la que se pedía denunciar a los homosexuales, para así “erradicar las prácticas amorosas ajenas a la moral” (Chaves, 2000: 136). Otro de los casos extremos es el artículo titulado “¡El río tiene sida!” (Chaves, 2000: 156), en donde se presenta la historia de Carlos Caballero, quien debido a intensos calores se bañaba constantemente en el río de su comunidad, luego de ser diagnosticado con el virus el pueblo tenía miedo del río y de la familia de Caballero, tanto que hubo riesgo de que les quemaran la casa. Evidentemente dentro del ritmo de la narración en la novela, la inclusión de estos textos (ajenos en su mayoría al territorio nacional), participan de una tendencia más generalizada como lo es el miedo. Por otro lado, van intensificando cada vez más la tensión con respecto al incremento de casos y al riesgo de ser el siguiente, por lo tanto, dentro de la estructuración de la novela hay también una función primordial al completar el panorama de gravedad en torno a la situación descrita. 154 2.2.2 Mario y la degradación La última vez que lo vi, hace como semana y media en el Teatro del Ángel, él iba acompañado de un argentino muy guapo. ¡Qué bueno! Por cierto, ¡cómo está adelgazando Mario! (Chaves, 2000: 138). Todo lo relacionado con la nueva enfermedad constituye un discurso emergente dentro de la realidad del texto, ya que se van introduciendo nuevos términos, así como nuevas ideas asociadas a estos, entre ellas el miedo y la discriminación. Después del pasaje de la montaña, Óscar vive otro acontecimiento que lo coloca dentro de una posición quizá privilegiada en relación con la llegada de nuevos hechos o problemáticas, ya que se presenta a manera de “casi profeta”, alguien que tiene la capacidad de anticiparse a los hechos que ocurrirán. El problema que posee es la interpretación de estas señales, ya que no tiene la capacidad suficiente para poder discernir el significado de sus revelaciones. La segunda de estas revelaciones se da dentro de un sueño en el que Óscar y Mario se encuentra de nuevo en Nicaragua, durante la celebración sandinista, al igual que el día en que se conocieron. Esta vez viaja hacia Managua en un convoy militar en medio de los festejos. De repente Mario empieza a sentirse mal, mientras en la radio mencionaban que alrededor de la carretera todo está minado: Me muero, Óscar, me muero, decía débilmente, entre sollozos, el ahora enflaquecido Mario. Desesperado ante los lamentos, dispuesto a que todo estallara de una vez, Óscar giró el volante para salirse del camino y, contra lo esperado, nada explotó. El carro había caído en una zanja, como pudo Óscar sacó a Mario y lo acostó en el suelo. Estaba cada vez más demacrado, quiso pedir auxilio pero ya el convoy se perdía a lo lejos, iluminado por la luna de hambre. Óscar y el moribundo quedaron en ese paraje desolado. (Chaves, 2000: 108). Ante este sueño Óscar quedó muy desconcertado por pensar si Mario estaba enfermo o le pasaba algo, pero trató de alejar esos pensamientos para no creer que lo que hacía era inventar una excusa para acercarse de nuevo a Mario. Más tarde se encontró con Mario 155 de casualidad en la entrada de la Sala Garbo, en San José, y empezaron a hablar. Mario mencionó que se iría a San Francisco a un curso de seis meses. Ante el comentario de Óscar sobre el sueño, Mario no se inmuta, simplemente hace referencia a que ahora sólo quiere vivir y que la muerte no es algo que le preocupe. Cuando vuelve Mario al país, empiezan a aparecer en la novela los artículos periodísticos. El regreso se menciona en el diario de Óscar, el cual fue un regalo de Mario. El tiempo en San Francisco fue para Mario un espacio de relajación y diversión, donde hubo gran cantidad de encuentros sexuales, lo cual se deja muy claro en la novela: San Francisco quedó atrás. Igual que su curso de seis meses, sus amistades gringas más recientes, los paisajes vistos, los hombres seducidos y seductores, los parques, los bares, las fiestas interminables, los libros igualmente interminables, la historia, la utopía. Sólo ese fluir entre los cuerpos y hacia ellos; aferrado a la carne de los otros, a la propia también, siendo la araña y también la mosca (Chaves, 2000: 126). Después del viaje, Mario se entrega aún más al sexo ocasional. Vive una promiscuidad muy grande en la que se refugia, de alguna manera, para ocultarse de sus pérdidas en otros ámbitos; ya no tiene a David y la relación con Óscar no es la misma, han pasado a otras esferas, en donde la vinculación se da desde la amistad. Mario se preocupa muy poco por su vida, sólo piensa en el placer y la diversión; además, se siente incapaz de mantener una pareja estable, la cual pueda demandarle afecto, comportamiento descrito por el narrador de la siguiente forma: Que otros escriban en el papel, como Óscar, para eso le regaló el diario; pero él, Mario, él sólo escribe sobre la piel, la suya y la de otros, escribe signos de semen que se borran cada día con agua y jabón, signos diseminados, inseminados. Y entonces estará otra vez en la sala de su apartamento, viendo las plantas, leyendo, sintiendo cómo se va el tiempo, sí, incesante, (…) De ahora en adelante a vivir el día, el momento, ya se acabó esto de estar esperando, esperando qué, ¡nada!, a la mierda David, a la mierda Óscar, todo lo que signifique una presión (Chaves, 2000: 129). 156 Durante una conversación con Óscar, Cavafis mencionó de repente que Mario tenía sida y el comentario dejó perplejo a Óscar. El hecho de la enfermedad confirma, en este punto, los acontecimientos anteriores, como lo es en primer lugar una de las razones por las que Óscar se veía identificado con las víctimas del gran gigante de humo, ya que una de las personas más cercanas a él –su único amor hasta el momento- se ha visto infectado; además, es claro que el sueño de Óscar se refería a la enfermedad y muerte de Mario, representada por un desangramiento en el lugar en que se conocieron, Nicaragua, su punto de partida, su referencia primera del vínculo en donde se retratan al mismo tiempo el inicio y el fin. Por otro lado, antes de conocerse la noticia exacta de la enfermedad en este personaje, el texto empieza a sugerir que será el próximo en infectarse. Primeramente viaja a San Francisco, una de las ciudades conocidas en ese momento por el alto índice de la epidemia, así como una de las de mayor actividad gay en el país. En segundo lugar, se hace constante referencia a la actitud asumida por Mario en ese punto, pues no está interesado en establecer vínculos amorosos, sino sexuales, de trámite rápido. Es evidente que la mezcla de estas actitudes con una ciudad altamente permisiva y con un gran índice de infección va a producir ese resultado. El mismo Mario lo expresa de la siguiente forma: (…) por eso tengo buenos recuerdos de San Francisco, sí, sexo, sexo, en las calles, en los parques, en los bares, aquí, allí, así, asá. Qué importa que después de tanto coger me sienta más solo, de todas formas, solo siempre estoy, cogiendo o no cogiendo, por esto mejor solo y cogiendo; cuando ya nada queda, queda el sexo; cuando París, Managua o San Francisco ya no existan, está el sexo, mi sexo; cuando David y Óscar ya no están, yo sí estoy, yo sí: cojo luego existo (Chaves, 2000: 154). Los últimos meses de vida de Mario no se ven retratados en la novela desde la perspectiva de él mismo, es decir, no se conocen sus opiniones con respecto al hecho de tener la enfermedad. El único momento en el que se ve su estado es cuando, de sorpresa, llega a visitar a Óscar. En esa visita, Mario solamente habla de su recorrido en el carro 157 alrededor de la ciudad de San José, sin un rumbo fijo, hasta llegar al apartamento de su amigo. Para Óscar es evidente el estado de degradación en el que se halla Mario. El encuentro se narra de forma cruda con respecto a esa condición de delgadez, en la que su rostro se ha transformado y su cuerpo parece quebradizo y frágil. (…) esta diarrea me exprime, esta diarrea de nada, de aguas sucias, de aguas muertas. Lo siento, Óscar, tengo que usar tu baño, tengo que cagar, retorcerme sentado en el excusado, sentir cómo tirita mi cuerpo, cómo se contrae, cómo se deshace en babas. Mario estuvo en el baño casi una hora, y cuando salió se fue directamente a la cama, donde se volvió a dormir (Chaves, 2000: 103). Es esta la última vez que ambos personajes se ven. Desde tiempo atrás –desde la ida de Mario a San Francisco- no habían vuelto a tener ningún tipo de encuentro sexual, la relación había cambiado completamente, aunque continuaban siendo para ambos una referencia constante, quizás más para Óscar. Al irse Mario ese domingo, Óscar recordó el episodio de los hongos, confirmando, una vez más, el cumplimiento de su visión: “Mario se alejó llevado por la mano brumosa del gigante” (Chaves, 2000: 163). La muerte de Mario es narrada también de forma breve y se continúan resaltando sus características físicas como parte de un proceso en el que la muerte se acerca poco a poco. Además se hace referencia a la discriminación que sufrían los enfermos con el virus en los hospitales del país, ya que Mario prefirió ir a morir a su casa y “no ahí donde todos lo miraban con miedo, con desprecio, mejor morir solo” (Chaves, 2000: 165). Estuvieron junto a él en los últimos momentos su mamá y dos hermanas, además de David. Óscar asiste al funeral y es en este espacio en donde reflexiona acerca de la diferencia que hay en este tipo de muerte, en donde se hace patente una identidad marcada: Óscar permanece junto a la tumba de Mario. No sabe por qué pero quisiera pintarla de rosado, hacerla única, distinta, aún en su muerte. Te celebro, Mario, bailo tu muerte, bailo mi vida. Pintaré tu tumba de rosado, sí, mucho rosa, violeta, escarlata, en el cementerio, en tu tumba, en la de 158 Pedro y la de Juan y la de Vicente y la de Jacinto y la de Manrique y la de Federico y la de Frank y la de Carlos y la de… (Chaves, 2000: 167). La muerte de Mario, dentro de este paisaje del cementerio, es la que da el título a la novela, en la que un paisaje tranquilo se va llenando, de forma apresurada, de tumbas. Estas tumbas no pertenecen a un paisaje típico de cementerio, hay una importante diferencia, y es precisamente la que el personaje central quiere demostrar: todas estas muertes no forman parte de una epidemia como otras en la historia, pues esta tiene que ver con las ideas y los conceptos sociales acerca de la moralidad. En esta denuncia explícita en la tumba diferenciada se hace patente lo que hubiera podido ser evitado si el contexto cultural no hubiera dado cabida constante a la intolerancia a lo diferente; además, en ella se sacan a la luz los errores constantes con respecto a la lucha contra una enfermedad que trae consigo la evidenciación de los prejuicios morales de la población. 2.2.3 Javier, el otro lado de la historia No, no. No era el mundo el que se desvanecía, era él, Javier, él quien sentía que se esfumaba, llevado por ese viento que arrastraba papeles, hojas secas, polvo, smog, y a él, sí, a él… el que seguía caminando, que miraba con ansiedad los rostros huidizos de los transeúntes (…) (Chaves, 2000: 131). El otro personaje que se ve directamente afectado por el sida es Javier, pero en su situación se pueden encontrar condiciones muy diferentes de las representadas en el personaje de Mario. Incluso dentro del análisis de los artículos periodísticos se encuentran distinciones discursivas significativas en cuanto a la situación de los hemofílicos. El caso de Javier tiene una doble condición en cuanto a su grupo de riesgo, por el hecho de ser gay y hemofílico. Pero lo más importante que determina la diferencia con respecto al otro caso dentro de la novela es la cuestión de actitud y visión que se da de la enfermedad. 159 Javier se encontraba constantemente en exámenes médicos debido a su condición de hemofílico, por lo cual no resultaba extraño este procedimiento. Cuando es diagnosticado con el virus camina por San José como si estuviera mareado, divagando, hasta llegar a su apartamento. En la narración de este hecho se puede encontrar una introspección del personaje en relación con los conflictos que se le empiezan a generar; por medio de un estilo confuso se acentúa la sensación de estar perdido, como si diera vueltas a su alrededor y cayera mareado: “sólo en calma, la calma de después y de antes de la tormenta, la calma vacía, la cabeza sin nada, la habitación sola, sin pensar, sin sentir, anonadado, nadando en nada, viendo el techo, techo, echo, eco, e…” (Chaves, 2000: 132). Después aparece una conversación con su doctor, en la que Javier no puede creer que esté atravesando esta situación. Además, le dice al médico que la causa debe ser una transfusión con sangre contaminada, ante lo cual el médico duda, debido a su condición sexual: -Pero cómo es posible, doctor. Tuvieron que ser las transfusiones, mala sangre, doctor, sangre contaminada, ¿cómo es posible? .Cabe esa posibilidad. Ya estamos tomando las medidas del caso, pero… ¿no habrá sido por contacto sexual?... Bueno… usted sabe… -Saber qué cosa, doctor, que soy homosexual, sí, lo sé, yo mismo se lo dije, pero no es por maricón por lo que estoy enfermo de sida sino por hemofílico, ¿se da cuenta, doctor?, por hemofílico, por la sangre sucia de la transfusión (Chaves, 2000: 133). El texto evidencia que el contagio de Javier sí es por medio de una transfusión, prácticamente sin posibilidad de equivocación, ya que la última vez que recibió sangre había sido dos meses atrás, y Martín, su pareja, tenía cuatro meses de no estar en el país. Este, por supuesto, no estaba infectado. Es necesario subrayar que, como se mencionó anteriormente, hubo un mayor seguimiento por parte de los medios de comunicación de los casos de contagio en hemofílicos, en los que no existía la marca de la culpa. En la novela se toma en cuenta este grupo de riesgo de la época, por medio de este personaje, pero con la diferencia de 160 que también puede ser injuriable en su condición sexual. De esta forma es determinante el caso de Javier, a manera de testimonio de una época, para acercarse a estos hechos31. Cuando Javier logra hablar con Óscar acerca de su situación se puede ver ya el inicio de una nueva actitud con respecto a la enfermedad, es la presentación de una vida más allá del designio de muerte, el cual había venido siendo presentado constantemente en la novela con los textos periodísticos y con el caso de Mario, quien sucumbe completamente ante la demarcación médica de su destino. Siempre el tema de la muerte ha venido estableciendo el rito del texto: en la primera parte como lo que está por venir, la calma antes de la tormenta, y en la segunda parte, la realización material de ese gigante de humo que ve Óscar. Pero es necesario también analizar de qué forma hay un importante trasfondo que subvierte ese patrón de desolación y tragedia, en el que la lucha puede tener importantes resultados (tal es el caso de Óscar al querer diferenciar la tumba de Mario para que ésta se manifieste como un testimonio que genere una diferencia). En este punto la situación de Javier es de gran importancia, ya que hay un planteamiento de lucha, un enfrentamiento. Había que disolver la pistola a fuerza de optimismo, ya lo dijo el doctor Quesada, hay que ser positivo, tener esperanza, sí, cuidar la dieta, nada de excesos, ni alcohol, ni cigarrillos, ni irritantes ni picantes, ni café, ni té ni… ni… ¡ni mierda!, nada. Tengo que vivir, Óscar, quiero vivir. Por mí, por Martín, por vos, por tantas cosas. No me resigno, vas a ver como todo va a salir bien. ¿Verdad que sí, Óscar? (Chaves, 2000: 139). A pesar de no haber muchas menciones del personaje de Javier a partir de este punto, la narración deja clara la idea de que, de una u otra manera, asume su situación y continúa viviendo, no se deja llevar por el pesimismo hacia un estado de depresión que empeora sus posibilidades físicas, como es quizá el caso de Mario. Tampoco se encuentra el momento en el que le da la noticia a Martín, pero se conoce el resultado que generó: 31 Schifter menciona que: “En Costa Rica, la comunidad homosexual no mostraba, en 1985, aún víctimas del sida. Solo se conocía un gay costarricense que había muerto en el extranjero. Para esa fecha, el virus había sido ya identificado, como también sus formas de transmisión. En setiembre de ese año, algunos gays llamaron la atención al Gobierno de que no se estaba haciendo nada para prevenir a la población” (Schifter, 1989: 105). 161 Martín le pide el divorcio a Teresa. La situación límite en la que se ve Martín lo lleva a tomar una decisión drástica, tiene que escoger entre sus dos vidas, la de casado, que corresponde con la norma social, esperada por todos, en especial para un hombre de sus características económicas y sociales, y la de la convivencia con su pareja gay, en donde se ubica la marca de la injuria, la vida fuera de la ley tradicional, en donde se fundamenta una alternativa en la forma de la vinculación. A estas características, que son ya suficientemente angustiantes, se le suma el hecho de ser expuesto en su identidad al estar su pareja infectada de la enfermedad, esta característica se suma dentro de las posibilidades de discriminación, de injuria. Martín elige la segunda opción pues la posibilidad de que Javier muera lo coloca entre la espada y la pared y lo empuja a asumir su condición gay, a enfrentarse socialmente y salir del clóset; es decir, tomar al fin la decisión que durante toda su vida había tenido miedo de tomar y que lo llevó a establecerse dentro de un modo de vida heterosexual contrario a sí mismo. Esta ruptura entre Martín y Teresa trae consigo consecuencias determinantes para ambos personajes en relación con su actitud ante la crisis y sus identidades. Javier y Martín enfrentan juntos las implicaciones físicas y sociales de la enfermedad, o más bien de la posibilidad de la enfermedad, ya que no presenta síntomas. Teresa, por su parte, toma conciencia de sus posibilidades ante la vida y muy especialmente le hace ver a Martín que su liberalidad no es tan amplia como él mismo cree, ya que recae aún en concepciones típicas con respecto a la mujer. Dice Teresa en su carta (único testimonio dentro de la novela del parecer de Teresa): Ahora, a la distancia, a partir de lo que me dijiste, pienso que tus ideas sobre la mujer, y sobre mí en especial, son de lo más ingenuas. Te jactás de ser moderno y liberal, y sí, me doy cuenta de que en algunas cosas sí lo sos, pero en este otro aspecto sos bastante cavernario, quizás a tu pesar. No, no entendés a las mujeres, no me entendés… En eso no te distinguís de la mayoría de los hombres (Chaves, 2000: 154). 162 En la cita anterior Teresa señala que el hecho de que Martín haya tomado esa decisión en su vida y asuma una posición subversiva, no lo hace completamente liberal, ya que continúa con conceptos machistas típicos. A partir de este punto no se encuentran, en la novela más referencias acerca de estos personajes; la carta de Teresa pone fin en el texto literario a las caracterizaciones de este triángulo, ahora disuelto. 2.2.4 Aires de reivindicación El Gobierno, lejos de involucrar a la gente gay en la campaña de prevención, la discrimina y la persigue. Y esto no es cuento. Se hacen intentos para hacer obligatorio el examen de sida a todos lo empleados públicos, se elaboran listas de homosexuales. En los hospitales hay discriminación y malos tratos a los enfermos de sida (Carta para A. de F.) (Chaves, 2000: 145). El año 1986 marca un nuevo momento para la historia del país y también con respecto al desarrollo del sida como amenaza social. Esta diferencia se hace explícita dentro de la novela por medio de diferentes elementos; la mayoría de ellos se encuentran en las cartas personales, en donde se da un panorama más amplio de lo que sucede en Costa Rica en ese momento. En ese año inicia el gobierno de Óscar Arias Sánchez, el cual trae una serie de cambios con respecto a las acciones que se toman sobre el tema del sida. Como se mencionó anteriormente, el Ministro de Salud anunció sus intenciones de cerrar locales que se dirigen al público gay, para así tratar de eliminar el problema del sida (La Nación, 2 de agosto de 1986, página 13A). El año siguiente se empezó a hacer realidad esta advertencia al iniciar las redadas en los bares de gays y lesbianas, a pesar de que, como dice Schifter “el cierre de los establecimientos no estaba en las posibilidades de este Ministerio, de otros de sus colegas, o del Presidente de la República” (Schifter, 1989: 109), ya que la homosexualidad no constituye un delito dentro del Código Penal. En 1987 se hizo 163 evidente que empezaba a haber más víctimas de sida dentro de la comunidad gay costarricense32, lo cual produjo represión, en lugar de iniciar una campaña informativa dirigida al grupo afectado. Durante los primeros meses de 1987, el gobierno inició una serie de redadas contra estos establecimientos. Los primeros bares en sufrir el acecho fueron Julian's y La Avispa. El hecho de que este último fuera redado probaba la intención política represora del gobierno. La Avispa es un bar de mujeres y las lesbianas constituyen el sector menos expuesto al contagio del sida. Sin embargo, varias mujeres fueron encarceladas esa noche (Schifter, 1989: 110). Durante estos meses estaba el tema constantemente en la prensa nacional, debido también a las disposiciones del Ministro de Salud, el cual pretendía establecer exámenes de sida obligatorios para todos los funcionarios públicos del país. De esta forma, y para demostrar claramente sus intenciones, el Dr. Mohs, el 26 de marzo de 1987, se hizo la prueba correspondiente33, con la posterior información –negativa- del resultado, lo cual, evidentemente, ocasionó que los demás funcionarios públicos se vieran obligados no solo a realizarse el examen, sino a comunicar el resultado34. En la carta aparecida en la novela con fecha de 27 de marzo de 1987 se hace referencia directa a estos acontecimientos, ya que constituyeron un punto clave para la conciencia de muchos gays y lesbianas, quienes vieron la necesidad de tomar parte dentro de los acontecimientos del país y no permitir ese tipo de abusos. La crisis del sida hizo emerger las identidades, ya que fue el motor impulsor de una evidenciación de la comunidad gay costarricense. Por esta razón, Schifter menciona que “No existía una comunidad gay en 32 Véase: “Tres casos más de SIDA”, La Nación, martes 17 de marzo de 1987, página 8A, en donde se reporta que los tres casos corresponden con homosexuales, además se mencionan las “importantes” labores del gobierno, como las redadas: “También se coordina con autoridades policiales con el objetivo de llevar a cabo detenciones de personas promiscuas, como las efectuadas el fin de semana último. Son muchas las denuncias que llegan al despacho de Salud sobre la existencia de centros de homosexuales, y en todas ellas se actúa, según el doctor Mohs”, evidentemente esta actuación nunca fue por medio de la labor de información, sino de represión policial. 33 Junto con el Ministro de Transportes, Guillermo Constenla; el de Economía y Comercio, Luis Diego Escalante; y el Ministro asesor Danilo Jiménez. 34 Véase: “Prueba de SIDA provoca polémica”, La Nación, viernes 27 de marzo de 1987, página 4A. 164 Costa Rica antes de 1980” (Schifter, 1989: 106), comunidad en ese sentido estricto de conciencia social de grupo, con una acción política evidente. … a veces coincidimos en alguna inauguración, coctel o bar, aunque a decir verdad, en los bares ya casi no, pues nuestro Viceministro de Gobernación35 se ha dedicado a cazar brujas, perdón, locas (bueno, algunas son ambas cosas). Con decirte que uno de estos fines de semana detuvieron por varias horas a «250 jóvenes de alta sociedad» -como dijo Radio Reloj- en el bar La Torre. Las declaraciones homofóbicas de funcionarios como el Ministro de Salud, el Viceministro de Gobernación, ¡el presidente de la comisión del SIDA!36 Hacen que a veces me sienta como un judío en la Alemania nazi (Carta, 27 de marzo de 1987) (Chaves, 2000: 145). El hecho mencionado en la carta ocurrió el día sábado 14 de marzo de 1987 en el bar La Torre, el cual, de acuerdo con Schifter, se dirigía a una clientela de clase media y profesional, es decir, el centro más importante de la comunidad gay del país. En esta redada se arrestaron 253 personas ante la presencia de cámaras de televisión y del Viceministro Ramos. Este hecho, por supuesto, generó terror dentro de la comunidad gay, de modo que quienes quisieran hacerse el examen de manera voluntaria, temían por su trabajo e incluso por su integridad como personas. Este momento de represión constante y bombardeo ideológico a través de los medios de comunicación es representado en la novela desde las cartas personales, las cuales describen la situación crítica del país y por medio de los artículos periodísticos que recrean ese ambiente de terror. Es claro que también afecta a los personajes, en los casos analizados de Javier y Mario, y se evidencia en intenciones que se ven reflejadas en las reuniones de concienciación de otros miembros de la comunidad. En una conversación telefónica con Cavafis se da información acerca de una reunión que se hará en la casa de Jenaro Víquez, con el objetivo de informarse acerca de lo que ocurre en el país: 35 36 Hace referencia al Lic. Álvaro Ramos. Hace referencia al Dr. Leonardo Mata, presidente de la comisión en ese momento. 165 …la gente quiere saber a qué atenerse… claro… sí, el asunto está bien difícil, con esto del sida más de una fiera está sacando las garras… claro que es terrible esta desinformación masiva, muchos están como locos… algunos salen con que hasta los zancudos pasan el sida (…) El gran problema es más bien con los que no son gay y se imaginan lo peor, (…) me enteré de la redada en ese bar, claro, horrible, pero yo creo desgraciadamente que esto es apenas el comienzo… sí, claro homofóbico, de hecho la mayoría (Chaves, 2000: 145). Las referencias que se hacen en la cita anterior sobre la desinformación y la creación de graves estereotipos basados en la mentira y el miedo, se pueden ver claramente en la prensa nacional; por ejemplo, el día lunes 18 de mayo de 1987 se publicó en La Nación, página 5A, un artículo titulado “SIDA revela actividad de homosexuales”, en el que se hace una descripción de una “comunidad homosexual inesperadamente activa y organizada”. Se hace un recuento además de cuáles son los lugares que, dentro de la ciudad capital, han sido “tomados” por los homosexuales, como son los situados entre el cine Líbano y la Terminal de la Coca Cola (direcciones de la época), donde se cuentan discotecas, saunas y salas de masaje. Además, se mencionan los hechos ocurridos en las redadas del fin de semana anterior a la publicación del artículo, en el cual el Viceministro Ramos menciona que: “Al incursionar en ellos, me encontré un ambiente de superstición, una mezcla de religión con sexo, practicada por gente de condición baja, en algunos casos con la presencia de menores, todos inmersos en ese ambiente promiscuo” (LN, 18 de mayo de 1987). Está por demás decir que los hechos reportados en la prensa hacen referencia a bares de los sectores capitalinos donde se han concentrado las esferas económicamente más necesitadas; además, las fotografías ilustrativas del artículo presentan travestis pertenecientes a esa población. Es de esperar que este tipo de información solamente provoque una gran homofobia, ante lo cual la población tienda a incrementar sus rechazos por lo diferente, lo que ahora se muestra como una bizarra amenaza. La novela muestra una realidad muy diferente de lo que se manejaba como conocimiento popular hacia el final de los años ochenta, pues en ella se revelan posibilidades identitarias muy diferentes de las divulgadas por La Nación, La Prensa Libre y en especial La Extra (por 166 mencionar algunos), ya que no se tenía idea de que la comunidad gay costarricense incluyera a personas de cualquier clase social o entorno cultural. Por esto, la voz que implica un texto literario en la mostración de identidades más allá del estereotipo tradicional (tema analizado en el segundo capítulo), es de gran trascendencia en relación con la crisis del sida, ya que provoca una visión de mundo más allá del miedo. Producto de esa desinformación y de los intentos de establecer canales de comunicación con el gobierno y detener la discriminación, es que se publica en el periódico La Nación, como iniciativa de un importante grupo académico, una carta abierta dirigida a los Ministros de Salud y de Seguridad y Gobernación, el domingo 5 de abril de 1987. Esta carta aparece transcrita en la novela, con lo cual forma parte de los artículos extraliterarios que poseen una función de verosimilitud y contextualización de la realidad nacional en el texto ficcional. Esta carta cumple esa función de choque, en la que los lectores son enfrentados a otra realidad, la de que la comunidad gay puede incluir a ciudadanos más allá de las franjas sociales de la delincuencia y la drogadicción, realidad comprendida por intelectuales que apoyaron este reclamo planteado al gobierno y que, independientemente de su opción sexual, se sentían responsables de denunciar injusticias y violaciones de los derechos humanos ocurridas en un país cuyo Presidente estaba a punto de ser premiado con el Premio Nobel de la Paz. La carta se centra en aclarar que las redadas, los exámenes obligatorios, así como otras medidas de represión y discriminación, no pueden constituir elementos de prevención del sida; además, considera que el ámbito de la vida privada de los ciudadanos no debe ser un espacio de legislación del gobierno. “Empezar a distinguir a los costarricenses con etiquetas infamantes atenta contra nuestras tradiciones de civismo y democracia y es una peligrosa puerta abierta a la arbitrariedad y al terrorismo de estado” (LN, 5 de abril de 1987). Así concluye la carta y presenta, por primera vez, una voz desde adentro, fuera de las políticas discriminatorias y los estereotipos, una defensa de los derechos. 167 El texto transcrito en la novela de Chaves presenta una interesante variación, ya que no aparece ninguno de los nombres de la carta, ni los de los ministros, ni los de los firmantes, solamente sus iniciales. Además, dentro de las iniciales de los firmantes se intercalan otras iniciales, que son las que precisamente han venido a ser parte del discurso del miedo, al hacer referencia a la enfermedad y conformar términos nuevos dentro del lenguaje cotidiano, estos son A.Z.T, droga utilizada en el tratamiento de los pacientes infectados con el virus que ya presentan síntomas; S.I.D.A, iniciales de la enfermedad; V.I.H, iniciales del virus de inmunodeficiencia humana. Esta diferencia hace que en el texto literario haya una mediación ante la noticia, es decir, hay un cambio que aporta el otro discurso, los elementos que hacen referencia a la enfermedad se encuentran presentes, son tangibles, expresan su voz. Con respecto a la carta del 5 de abril, Jacobo Schifter (1989), quien firma como responsable de ésta, menciona que: [La carta del 5 de abril]… constituye un punto álgido en el desarrollo histórico gay en Costa Rica, la carta no menciona siquiera que se protestaba en contra de las redadas de los gays, ni que quienes las firmaban apoyaban los derechos de éstos. Sin embargo su mensaje era contundente: el gobierno, con la excusa de luchar contra el Sida, podía caer en “fanatismo” y amenazaba la libertad de “pensar distinto” en nombre “de la moral, de la salud o del derecho” (Schifter, 1989: 271). La respuesta gubernamental a la carta fue sumamente rápida, ya que días después se anunció que no se realizarían pruebas obligatorias de sida a los empleados públicos37; además, el tema ya se hacía suficientemente escandaloso como para continuar creando polémica.38 37 “Limitarán prueba de SIDA”, La Nación, martes 7 de abril de 1987, página 8A. El periódico La Nación dedicó su editorial del día martes 7 de abril, página 14A, a la problemática de la extensión de la enfermedad, además resalta el beneficio de realizar campañas de prevención en lugar de “redadas indiscriminadas”, finalmente confía en el gobierno y las autoridades religiosas para tratar el tema de la mejor manera. 38 168 La aparición de la carta dentro de la novela, la referencia a la unión de los miembros de la comunidad gay, así como los planteamientos en algunas de las cartas personales hacen que, en esta segunda parte, se evidencie un compromiso político sumamente marcado. Si entre los análisis de las identidades y sus planteamientos en los personajes de la novela no se puede encontrar una manifestación queer como tal, sino algunas características de ella, dentro del planteamiento de la segunda parte ocurre lo mismo en la medida en que se manifiesta la necesidad de manifestar la identidad como manera de oponerse a los discursos homofóbicos discriminadores de distintos sectores de la población. Es claro que dentro de una reacción de sobrevivencia y de visibilización es necesario primero dar nuevas representaciones, las cuales, por tanto, serán estables en alguna forma (aunque se basen en la pluralidad evidente), no aún como parte de una identidad sin esencia, como se plantea en términos queer. 2.3 Cartas personales, informes desde adentro Ay, chiquillo, ¿cómo van las cosas? (tono lánguido, por favor) Espero que para vos vayan superpurabuenavida. Yo, aquí, en este país alborotado, con minidevaluaciones a cada rato, con reclamos de estudiantes en las barras de la Asamblea Legislativa (…) mientras que la Maripepa (…) es recibida por el presidente, luego de ser escoltada por radiopatrullas, con sirenas aullantes y tráfico interrumpido. ¿Tragicómico, no? (Carta para A. de F., 27 de marzo de 1987) (Chaves, 2000: 144). A través de todo el texto literario se encuentra una serie de cartas personales en las cuales se cuentan hechos cotidianos como parte de la vida de sus remitentes, así como acontecimientos de interés nacional, en los que se hace un retrato muy interesante de Costa Rica durante los años ochenta. La razón por la cual se realiza este tipo de recuento de lo nacional, más allá de temas de interés personal, es que el destinatario de estas cartas se encuentra en el extranjero. 169 El recuento de todas las cartas de la novela da un total de catorce, de las cuales tres tienen claro el remitente y el destinatario y forman parte activa de la ficción literaria (personajes como Mario, Óscar, Teresa, Xavier y Martín); dos poseen el carácter de carta pública y forman parte de la realidad histórica del país, que son: la carta del diputado Ardón al presidente Reagan y la carta abierta a los Ministros de Salud, Seguridad y Gobernación; por último, las restantes nueve cartas tienen en común el hecho de ir dirigidas a un mismo destinatario: A., el cual es casi completamente desconocido como parte de la narración, pero es evidente que por la trascendencia de la comunicación que con él se establece pasa a formar parte de los personajes de la novela. Todos los remitentes que se encuentran en las cartas para A. también son desconocidos, excepto en un caso, pues Mario le envía una carta en octubre de 1982. A partir de la información contenida en estos textos epistolares se pueden conocer algunos datos acerca de este personaje referencial. A continuación se presenta una lista de las cartas: 170 Cartas para A. Tema Fecha Remitente Página el 6 de julio 1982 Z. 13 2. Mario habla acerca de su vida con Octubre 1982 Mario 34 17 diciembre B. 49 19 julio 1983 C. 78 4 octubre 1983 Ch. 86 Junio 1984 D. 99 16 marzo 1986 E. 134 27 marzo 1987 F. 144 Noviembre H. 169 1. A. acaba de establecerse en extranjero. David. 3. Chico y José Luis van de visita, comentarios acerca de las fiestas de fin 1982 de año. 4. Cuenta acerca de una nueva discoteque. 5. De la vida cotidiana en Guanacaste y su nuevo amante. -Segunda parte del texto6. Recolección de artículos acerca de la nueva enfermedad, “monumento a la bestialidad” 7. Reciente triunfo de Óscar Arias y el aumento de la homofobia. 8. Críticas al gobierno y sus políticas represoras contra la comunidad gay. 9. Consideraciones acerca de su propia muerte debido al avance del VIH en su 1988 cuerpo. Cuadro 2. Cartas persoanles. 171 Otras cartas Tema 10. Carta al presidente Reagan Fecha Remitente Página 4 diciembre 1982 Sergio Erick 42 Ardón 11. Carta abierta a los Ministros de Marzo 1987 Salud, Seguridad y Gobernación Jacobo 149 Schifter y otros 12. Carta breve para Óscar 2 abril 1983 Xavier 69 13. Carta para Mario en la que se 8 junio 1983 Adi 75 1987 Teresa 154 menciona por primera vez el VIH. 14. Carta para Martín después de la separación Cuadro 3. Otras cartas. Es importante referirse al destinatario de las cartas personales por el hecho de que constantemente le están informando acerca de la situación del país. En el primer cuadro se puede observar una división entre las nueve cartas, que corresponde con la división propuesta en el análisis de la novela. Es evidente que en relación con las cartas también se encuentran exactamente las mismas diferencias del discurso. En la primera parte las cartas hablan acerca de situaciones cotidianas, sin mayor trascendencia, como por ejemplo el trabajo, los amores pasajeros, los viajes etc., a partir de la carta de junio de 1984 el tema central pasa a ser el incremento de la intolerancia contra la comunidad gay, así como la situación social y política del país en general. De esta forma se puede decir que el discurso epistolar corresponde directamente con el discurso narrado y además participa de la intensificación del ritmo que dan los artículos periodísticos. En la primera carta dirigida a A. se menciona que acaba de salir del país: “…cuando regresé ya vos te habías ido. Hiciste bien. ¡El mundo es ancho y nuestro!” (Chaves, 2000: 13). A partir de otros datos se sabe que vive en Los Ángeles y sus remitentes 172 forman parte de un grupo de amigos, posiblemente el mismo que frecuenta Óscar y por supuesto Mario, ya que es uno de los que escribe: “…no faltarán las grandes fiestas propias de la temporada, la de las «instituciones», como la Cavafis, la Montegay, la Lozano, la Víquez y otras. (Chaves, 2000: 49). De esta forma cada una de las cartas se presenta como un reporte, una manera de llevar el pulso al país por medio de sus acontecimientos más destacados. Si las cartas estuvieran dirigidas a un personaje que participara de esta situación social habría una gran cantidad de hechos que serían obviados, pero en este caso no se pueden hacer tantas implicaturas, A. se informa de lo que pasa en Costa Rica por medio de sus amigos, además no conocemos ninguna de sus respuestas. Así se aprecia la neoindiosincrácia del costarricense, su carnavalización, la antillinización del otrora criptojudeoespañoportugoso, criollo, pobretón, franciscano, de pequeña propiedad. Entre carretas con bueyes, milpas y cafetales, patriarcal en su miseria, garciamongesco. El caribe se tragó a nuestro valle antes aislado. Y por si no bastara, tenemos ahora este agringamiento de pacotilla (Chaves, 2000: 135). En la cita anterior se puede ver parte de los comentarios hechos por E. en su carta, a propósito del triunfo de Óscar Arias en las elecciones presidenciales, en donde se critica la constante fiesta de la población debido al fútbol y se evaden las cuestiones preocupantes acerca de las problemáticas del país. Considera la forma en que han cambiado la visión de mundo y la forma de vivir del valle central, de manera que cuestiona las ideas de identidad nacional basadas en el tradicionalismo de inicios del siglo XX. Más adelante continúa con sus reflexiones, pero ahora llevadas al tema de la discriminación, en donde argumenta que la razón de los hombres heterosexuales de descargarse en la intolerancia está vinculada con su forma de vivir en donde la única distracción de su vida es gritar en el estadio; de esta forma ante una alternativa de vida – diferente- se presenta la represión: “El odio y la envidia, el asco y la atracción, salen a flote (…) Entonces ellos sacan las garras, como el león, mi querido amigo, el león humano” (Chaves, 2000: 136). 173 La última de las cartas personales es sumamente significativa, porque retrata la situación del sida desde su propia mirada, desde la mirada del enfermo que reflexiona acerca del dolor y de la muerte. En este caso H. menciona que ya está empezando a ser tratado con la droga AZT debido al avance de la enfermedad en su organismo y ahora debe esperar a ver cuál será el resultado que le dará. En principio su actitud es positiva, pero en muchas ocasiones se desarma: A veces pierdo las fuerzas, pero lucho, aunque, sinceramente, siento que no pasaré del otro año. No hay drama en esto. Ya sabés, soy lógico, racional, objetivo. Quiero serlo. Quiero vivir. Esto no se discute. Pero para mí también es fundamental la calidad de vida. Cumplimos un ciclo, ¿no?, ¿cómo negarme a cerrarlo? Todos parecen trastornarse demasiado con la idea de mi muerte. Yo parezco ser el más ecuánime y tranquilo (…) Hay momentos en que mi propia mente es incapaz de entender lo que me sucede, esto tan simple que me pasa: me estoy muriendo. Estar muriendo es algo que sobrepasa al entendimiento (Chaves, 2000: 168). Para este punto la enfermedad es considerada por H. como el sinónimo de la muerte, como la parte final en donde ésta deja de ser un concepto teórico y se materializa en su propia naturaleza. Estas reflexiones resultan de gran importancia, ya que evidencian el ritmo en el que la enfermedad se va propagando, es decir, la novela reproduce ese mismo ritmo dentro de la narración, y en ésta hay un crescendo, un matiz constante de intensificación en el que se ve un inicio vislumbrado a lo lejos, la llegada del dolor y la peste social –reacciones de discriminación-, la infección a la puerta, y por último la muerte. Esta muerte se manifiesta en muchos anónimos, así como uno de los personajes principales, la misma que es reflexionada por el remitente de la última carta, pero, esta vez, con una actitud hacia la vida. El paisaje se llena de tumbas. La carta finaliza con algunos recuentos acerca de otros dolores, generalizados o más personales, la muerte de Cavafis, la cual se presenta como evidencia de un crimen de odio. Además señala la inconformidad con el gobierno de Arias: “te informo que muchos ticos están cansados del bendito cuento de la paloma de la paz, mientras el país se 174 resquebraja por las evidencias de la corrupción dentro del gobierno, asunto de lavado de dólares, el narcotráfico, el alto costo de la vida” (Chaves, 2000: 169). Las cartas personales constituyen un espacio discursivo en el que a través de la estructura epistolar se da una especie de informe desde los actores que protagonizan los hechos que están ocurriendo en el país, tales como la discriminación y la expansión del sida; se estructuran a manera de un testimonio paralelo al de la novela como un todo, en el que la denuncia de las acciones gubernamentales resulta un eje determinante dentro de sus temáticas, además funcionan, como se planteó para los textos periodísticos, a manera de estrategia de verosimilitud textual, la cual da autoridad al texto literario de crear su espacio de realismo. 3 Del sida, su imaginario y sus metáforas Desde hace unos meses me he dedicado a recortar artículos, reportajes, ensayos periodísticos, que abordan el tema del sida y por ende, según la mecánica manera de pensar de la mayoría de los autores, de la homosexualidad (Chaves, 2000: 99). El sida, como el cáncer, no deja lugar a romantización ni sentimentalización algunas, quizás porque está demasiado fuertemente asociado con la muerte (…) Ahora, la refutación genérica de la vida y de la esperanza es el sida (Sontag, 2003: 150-151). El sida es una de las enfermedades que más metáforas ha generado en los últimos años. Su expansión, unida a sus condiciones de contagio y grupos que ha afectado, la han puesto en un lugar determinante dentro del discurso cotidiano, lo cual, por supuesto, produce muchas formas discursivas, por medio de las cuales se la puede comprender, como una forma de apropiación de su realidad ajena. 175 En este sentido se comprende la metáfora a partir de su capacidad de construir todo tipo de discurso o de ayudar a comprenderlo. Susan Sontag considera la metáfora, dentro de su análisis del sida, como se presenta en la Poética de Aristóteles: “La metáfora consiste en dar a una cosa el nombre de otra” (Sontag, 2003: 127); por su parte, Coseriu la define de la siguiente manera: “…expresión unitaria, espontánea e inmediata de una visión, de una intuición poética, que puede implicar una identificación momentánea de objetos distintos o una hiperbolización de un aspecto en particular y hasta una identificación entre contrarios” (Coseriu, 1977: 81). Además, señala el carácter cognoscitivo que tiene la metáfora dentro de la construcción del lenguaje, de manera que la utilización de la metáfora es un elemento constante dentro del lenguaje en sus diferentes discursos. Evidentemente no solo la metáfora es utilizada en este tipo de creación lingüística, también se pueden identificar otros tropos que funcionan de esta manera, como lo es la sinécdoque o la hipérbole. Lakoff y Jonson analizan en el texto Metáforas de la vida cotidiana, entre otras, las metáforas bélicas y su influencia en la estructuración de los discursos, así como el carácter cognitivo que implican. En la novela se pueden identificar diferentes manifestaciones metafóricas que fueron construyendo el discurso del sida durante los años ochenta, difundidas, en especial, mediante la prensa escrita. De esta forma se empieza a conformar un imaginario en torno al tema, el cual puede ser orientado según las necesidades de los discursos oficiales imperantes. Estas manifestaciones se pueden ver en los análisis de los diferentes niveles textuales que conforman el tejido de la novela, como son el espacio narrado, los artículos periodísticos o las cartas públicas y personales, claro está, a partir de la segunda parte del texto, en donde la presencia de la enfermedad provocó una serie de reacciones por las que fue necesario empezar a utilizar un lenguaje nuevo en el que se diferenciaran tanto culpables, estrategias de defensa como información a la población. 176 3.1 Las metáforas de la muerte y el castigo Una de las principales metáforas utilizadas a propósito del sida es la de la muerte. A partir de esta relación se toma la realidad de la enfermedad como vehículo inevitable de la muerte para quien la padece; este hecho es de gran trascendencia porque el carácter mortal de la enfermedad es lo que conduce a una alta metaforización social, por el hecho de ser inexorable. Se ve, por ejemplo, en la reacción de Javier ante el resultado del examen: “-Una equivocación, sí, eso es, una equivocación. Podría ser, ¿no? Es otro el que está enfermo, sí, otro el que se va a morir” (Chaves, 2000: 133). O también en el pensamiento de Óscar al conocer esta noticia que afecta a su amigo: “…a penas es el comienzo de un dolor largo y lento, no el de la propia muerte, sino el de testigo de la muerte, la húmeda melancolía del sobreviviente” (Chaves, 2000: 141). Esta identificación básica con lo inevitable es causa de la emergencia de los discursos de discriminación. Otra de las metáforas analizadas anteriormente es la del castigo divino, a partir de la cual se ubican quienes padecen la enfermedad como parte de un grupo que merecía ese flagelo debido a sus comportamientos. Esa comparación es realizada en uno de los artículos, el cual menciona que “Actualmente la Madre Naturaleza está «limpiando» al planeta Tierra de esos seres mandándolos de una vez a la involución” (Chaves, 2000: 103). O también el fragmento del sermón católico: “Sí hijos míos, el SIDA: ¡venganza de la naturaleza! Cuando los pecadores creen violar impunemente las leyes morales, la naturaleza dice ¡no! Y cobra venganza” (Chaves, 2000: 106). Esta metáfora provoca dentro de la población la duda ante los cuidados que deben ser dados a los pacientes, es decir si un castigo es infligido a alguien no hay por qué reducirlo, menos si es de parte de Dios; de esta forma se continúa con los efectos del rechazo. Sontag lo expresa de la siguiente manera: “El considerar una enfermedad como un castigo es la más vieja idea que se tiene de la causa de una enfermedad, y es una idea que se opone a todo el cuidado que merece un enfermo, ese cuidado digno del noble nombre de medicina” (Sontag, 2003: 179). 177 Evidentemente la metáfora de la muerte es esencial dentro del análisis de las identidades de los personajes, así como en el estudio de los discursos periodísticos y epistolares, ya que es un elemento que atraviesa el texto de principio a fin. Desde el título de la novela se puede encontrar esa presencia constante que se mantiene a manera de acecho o de sombra, hasta que se hace patente en sus diversas formas. 3.2 Las metáforas de la peste Otra metáfora que se presenta constantemente es la de la peste, la cual está muy vinculada con enfermedades que en otros momentos históricos provocaron grandes cantidades de muertes, así como discursos de exclusión, discriminación y pánico; de esta forma se puede decir que el sida hereda estos discursos que en un momento portaron la lepra, la peste negra o la sífilis, con la que comparte el medio de transmisión y por ende la marca social en la promiscuidad y la culpa. En la novela, Javier piensa de sí mismo lo siguiente: “Enfermo todavía no, sólo portador, sólo depositario de muerte. Cofre de plaga, caja de Pandora, estuche de monerías” (Chaves, 2000: 106). Con respecto a la metáfora de la peste, Sontag señala que trae consigo la idea de la culpa en los otros, es decir, el mal viene siempre del extranjero39. Esta característica en la que se ubica la peste en los otros aparece constantemente dentro de la novela, en especial desde los artículos periodísticos, es más, esta característica es la que guía la discusión en torno al sida durante la época de los ochenta. En primer lugar, la plaga fue ubicada frecuentemente como una enfermedad tropical, venida de África, hacia Haití y luego hasta los Estados Unidos; ahora bien, ya dentro de cada uno de los países, las políticas de los gobiernos, así como en otros grupos, fue la de considerar a los homosexuales como 39 “Un rasgo de la versión habitual sobre la peste: la enfermedad siempre viene de otra parte. Los nombres de la sífilis, cuando la epidemia comenzó a barrer Europa en la última década del siglo XV, son una ilustración ejemplar de la necesidad de que una enfermedad sea extranjera. Para los ingleses era el «morbo gálico», para los parisienses el morbus germanicos, la enfermedad napolitana para los florentinos y el mal chino para los japoneses (…) existe un vínculo entre la manera de imaginar una enfermedad y la de imaginar lo extranjero” (Sontag, 2003: 182). 178 los culpables de la expansión de la enfermedad. Por supuesto la ubicación de la comunidad gay como parte de lo otro, lo desconocido, fue lo que en un punto empezó a hacer emerger su identidad por causa de la muerte y la discriminación. La peste es, por antonomasia, algo que viene de afuera, por lo tanto estará constantemente ubicada en el espacio del “otro”. De esta forma este nivel metafórico introduce la diferenciación que ha aparecido constantemente en los discursos periodísticos de la novela: “lo nuestro” y “lo ajeno”, la pérdida de valores a partir de las influencias dañinas externas, ya que la peste se define en su capacidad de esparcirse y degenerar. 3.3 Las metáforas bélicas Esta metáfora de la peste es la que conduce también a otra categoría metafórica muy importante, analizada en especial por Lakoff y Jonson: la metáfora bélica40. A través de la novela se pueden encontrar una serie de representaciones de la enfermedad que es contrarrestada por medio de ideas venidas de la guerra, en las que la lucha, sin pensar en las consecuencias, es lo que prima. Por su parte, Sontag menciona, a propósito de las metáforas bélicas del sida: La metáfora militar sirve para describir una enfermedad particularmente temida como se teme al extranjero, al «otro», al igual que el enemigo en la guerra moderna; y el salto que media entre demonizar la enfermedad y achacar algo al paciente es inevitable, por mucho que se considere a éste como víctima. Las víctimas sugieren inocencia. Y la inocencia, por la inexorable lógica subyacente a todo término que expresa una relación, sugiere culpa (Sontag, 2003: 134-135). 40 “El sistema conceptual metafórico más empleado en las interacciones humanas es la discusión es como la guerra. Lakoff y Jonson, al analizar la metáfora conceptual de la discusión como guerra, destacan su amplio uso en la comunicación humana; afirman que interpretamos, pensamos y actuamos en las discusiones en términos bélicos” (Cuvardic, Dorde, 2004: 66). 179 Dentro del campo semántico de la guerra hay una gran cantidad de términos que son aplicados a las enfermedades; en el caso de la novela se encuentran comparaciones como la de la cacería: “…la policía emprendió una cacería de homosexuales” (Chaves, 2000: 126), o “…se inició una «cacería de brujas»” (Chaves, 2000: 136). También se utiliza el término “cruzada”: “En una acción que recuerda las cruzadas medievales” (Chaves, 2000: 136), “…una extraña cruzada para eliminar a los homosexuales” (Chaves, 2000: 126). En otro de los artículos periodísticos se menciona: “…estará expuesto a las enfermedades más terribles que atacan hoy en día al género humano” (Chaves, 2000: 103). En este se ve claramente cómo la enfermedad llega como el enemigo, está al acecho y ataca. La problemática que esto implica tiene que ver con ese enemigo, que es la enfermedad, es inmediatamente asimilado al paciente, el culpable. La respuesta a este ataque se plantea como: “un problema delicado que debe ser atacado frontalmente”. Incluso, en la carta del 5 de abril se menciona esta misma comparación: “Los grupos científicos y los gobiernos han iniciado ya la que pareciera ser una larga batalla contra el espectro de una nueva peste mundial” (Chaves, 2000: 150), en esta cita se utilizan las metáforas bélicas y de la peste, en su forma específica de la batalla librada contra la enfermedad. Finalmente Cavafis lo menciona claramente al hablar con Óscar acerca del miedo que impera, por causa del avance de la enfermedad y las medidas represoras: “Enfermo... sí… o muerto. Esto es como una guerra. No me alcanzarían todos los dedos de mi cuerpo para completar el número de conocidos o amigos que han resultado contagiados” (Chaves, 2000: 157). Es necesario resaltar que la construcción metafórica que se ha analizado es construida desde la novela en sus discursos periodísticos a partir de otro tropo que resultó básico, la sinécdoque: el sida es pensado y vinculado directamente con la comunidad gay, es decir, al enunciar la homosexualidad se enuncia al sida de la misma forma. A pesar de ser uno de los grupos de riesgo, es tomado como una relación de igualdad; la comunidad gay constituye tan solo una posibilidad de riesgo, pero representa en sí misma a la totalidad de la enfermedad. A partir de este hecho se construyen las demás metáforas: de peste, guerra y castigo. Sontag finaliza de la siguiente manera su estudio acerca del sida: 180 Pero el efecto de la imaginería militar en la manera de repensar las enfermedades y la salud lejos está de ser inocuo. Moviliza y describe mucho más de la cuenta, y contribuye activamente a excomulgar y estigmatizar a los enfermos (…) El cuerpo no es un campo de batalla. Los enfermos no son inevitables bajas ni el enemigo (Sontag, 2003: 241). Figura 3. Construcción metafórica básica en la novela. Construcción metafórica básica en la novela Las metáforas de la muerte y el castigo Las metáforas bélicas Las metáforas de la peste 181 4 La ciudad y su espacio, recorridos y sombras Óscar siguió con su paseo, salió del zoológico, subió la cuesta de Amón y llegó al Templo de la Música. Para entonces ya la gente salía de sus trabajos y Óscar, en el centro de ese pabellón abierto, entre parques y calles arboladas, miraba a la multitud corre, abordar autobuses, usar teléfonos públicos, discutir sobre las dos pasiones del país (fútbol y política), insultar, meterse a los bares (Chaves, 2000: 11-12). La última de las estrategias de verosimilitud que se analizará en este capítulo es precisamente la alta referencialidad espacial que se encuentra en la novela. El epígrafe anterior corresponde con el inicio de la primera parte en la que el personaje principal realiza su primera salida. Este íncipit abre el texto, a manera de novela de formación (como se analizó en el capítulo II), en la que hay un descubrimiento, una exploración del espacio urbano que concuerda con el contexto que predomina en todo el texto literario. De esta forma la ciudad de San José presenta la relevancia de un personaje más como parte de la ficción, el cual es descrito desde adentro, con atención sobre esquinas o rincones que usualmente son pasados por alto por la población que los transita a diario. El hecho de que la novela se ubique dentro de este contexto, nombrando diferentes establecimientos comerciales, parques, edificios y otras, hace que el lector coloque la historia dentro de un espacio real, verosímil, que coincide con los acontecimientos históricos vividos en la época. Esta ubicación urbana no es gratuita y posee una amplia tradición dentro de la literatura de Occidente, en la que típicamente se encuentran caracterizaciones de los personajes que constituyen, no solamente los bajos fondos urbanos, sino también el espacio del consumismo, la burguesía (venida a menos para el caso de la novela), y por supuesto, la vida gay. Para este último caso la cuidad se ha presentado como el espacio en el que se ha podido desarrollar una mayor apertura en relación con las visiones de mundo y la pluralidad; por tanto, admite muchas más posibilidades de anonimato y, por ende, de vivir más allá de la ley patriarcal. 182 Es evidente que para Óscar, la ciudad de San José representa un lugar en el que siente su hogar, su refugio, más allá de las críticas que se le puedan hacer a la estructuración, contaminación o arquitectura de San José. La novela presenta una cara en la que se centra la vida de una serie de personajes, quienes hacen de su entorno su punto de acción y vida más importante. Entre los lugares mencionados que más se destacan están: Barrio Amón, donde se encuentra el apartamento de Óscar, la Avenida Central, San Pedro, La Sabana, Aranjuez, Los Yoses y Barrio Escalante. Para completar este panorama hay una gran referencia a lugares de reunión que eran visitados por los personajes, tales como Chelles, Hotel Costa Rica, Key Largo, La Copucha, Akelarre, o también lugares de la comunidad gay como: Antinoo, Escrúpulos, Julien's, Thimarkos, La vie parisiense, El Coche Rojo y La Torre. El personaje de Óscar tiene una estrecha relación con la ciudad y sus momentos de introspección se llevan a cabo precisamente en este espacio, por lo cual hace una serie de recorridos, que en muchos casos están impregnados de un discurso lírico e íntimo, el cual le va dando forma a sus sensaciones y pensamientos. Cruzá la calle, Óscar, seguí por la acera y doblá a la derecha, sí por la calle de la Casa de los Quijotes. Observá en esos azulejos, decorados con las imágenes de Doré la cara llorosa de Sancho, que no te entristezca ese gordo llorón ni ese flaco tumbado que parece soñar con la muerte. Seguí, seguí hacia la esquina, a media cuesta de Amón, y con tu patineta resbalá por esa acera inclinada (…) ¿Llegaste? Ahora, devolvete y subí más alto de donde te dejaste ir, hasta la esquina de la fantasmal Casa Rosada y doblá a la izquierda, sí, acercate más, vas hacia la antigua entrada del parque Bolívar que ahora está abierta para vos (Chaves, 2000: 114). En la cita anterior se puede ver un ejemplo de cómo se hace una retrospectiva de la vida de Óscar por medio de un recorrido por la ciudad; en ella se remite a la infancia del personaje en la que San José era también un punto de referencia básico. De la misma forma se hacen largas descripciones de los recorridos desde la Universidad de Costa Rica, pasando por el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, hasta llegar de nuevo a Barrio Amón. También hay descripciones en las que el personaje necesita salir 183 de una especie de claustrofobia o encierro, deja sus cosas y sale a la ciudad; en esto se repite la estructura demarcada al inicio: la presión de los exámenes, la excitación producida por los rugidos del león y entonces Óscar camina por los parques y las aceras para conectarse con ese sentimiento que lo conduce a su interior Con respecto al ambiente nocturno de San José, Óscar no es muy asiduo a su ritmo (al igual que Javier), pues no encuentra una gran compenetración con esa vida oscura de fiesta, con lo desconocido, lo que precisamente la novela reivindica desde sus discursos de subversión al mostrar las otras caras, las otras posibilidades. Este espacio lúdico de San José se encuentra más en otras referencias epistolares o en breves salidas de Óscar con Mario; además, el nivel de los personajes que la novela presenta no se ubica en gran cantidad como parte de un submundo urbano. San José es más que todo un espacio de vida, un paisaje en el que se señala la diferencia y en donde posteriormente llega la muerte. Javier tenía muchos amigos gay pero no era afecto a bares y lugares de baile. Ir a un lugar en donde para acostarse con otro sólo había que hacer un trámite verbal rápido no tenía chiste. Asediar a alguien que casi con certeza va a contestar sí no es verdadera cacería. (…) Por eso eran mejor las inciertas calles josefinas, los parques penumbrosos, los lugares mezclados donde era posible un sí entusiasta o un «¡playo!, ¡hijueputa!» (Chaves, 2000: 84). Por último, la vida gay se compara con otras ciudades del mundo y, de acuerdo con Mario, no hay diferencia en ellas. Este espacio citadino abre las puertas a la pluralidad y se presenta como permisivo; en ella se halla la misma superficialidad, el mismo desencanto y el mismo tono triste de la batalla que se libra en contra de la muerte (evidentemente, para las metáforas de la enfermedad, la ciudad es un espacio infecto). Dice Mario: “Lo mismo en San José que en San Francisco, lo mismo en París que en México: un bar gay es lo mismo en todos lados. (…) No cosmopolitismo, sino supranacionalidad” (Chaves, 2000: 128). En esta afirmación hay una asimilación de las implicaciones de este espacio, el cual trasciende las fronteras y está lleno de significados 184 múltiples y contradictorios: el paisaje de asfalto tiene un carácter ambivalente, es el vientre y es también la propia muerte. 5 Historia, literatura y testimonio …y vino desde el otro lado del desierto un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los jóvenes, y han muerto. Yo solo he escapado para darte la noticia (Job I. 19). El epígrafe anterior es también con el que inicia la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa, a partir de él arranca la novela y se estructura a manera de una narración que va a dar la noticia de la catástrofe. En el libro de Job, del Antiguo Testamento, se empieza con la prueba que Dios le hizo a su siervo: enfrentar una terrible calamidad para comprobar su fidelidad. Varios mensajeros vinieron a darle las noticias de sus desgracias, entre ellas la muerte de sus hijos. El mensajero final se presenta como un sobreviviente al acontecimiento, como el que puede dar fe de lo ocurrido, dar testimonio. Si se considera este epígrafe como un programador fundamental de la lectura de la novela, es necesario, por tanto, leerla como un texto en el que actúa un sujeto testimoniante41, el cual tiene voz por quienes no pudieron tenerla, por los que perecieron. Durante los últimos treinta años han surgido una gran cantidad de estudios historiográficos y de crítica literaria en general, en relación con las tendencias de las novelas históricas en América Latina, o lo que el crítico Seymour Menton llamó la Nueva Novela Histórica42, a partir de un estudio en el que caracteriza las novelas históricas posteriores a El reino de este mundo de Alejo Carpentier. Menton señala, 41 Para ahondar en este término como característica de la novela testimonio, en especial para el caso de Centroamérica, véase: Makenbach, Werner, “Realidad y ficción en el testimonio centroamericano”, en Istmo edición 2, Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos Julio-diciembre 2001. 42 Menton clasifica estas novelas a partir de una serie de diferencias con la novela histórica tradicional, las cuales se pueden ubicar en una larga lista de novelas en toda América Latina. Menton, Seymour (1993) La nueva novela histórica de la América Latina, 1979-1992, México, D.F.: Fondo de Cultura Económica. 185 como una importante tendencia que compite con la NNH, el caso del testimonio, subgénero desarrollado en especial en Centroamérica a partir de los conflictos revolucionarios. Por supuesto no se profundizará en el estudio acerca de las variantes del testimonio en la literatura centroamericana, pero es necesario hacer una breve contextualización de las propuestas hechas, que concuerdan con lo analizado en la novela de Chaves, la cual no se ha estudiado a la luz de las consideraciones de la novelatestimonio dentro de la crítica literaria centroamericana. Estas tendencias históricas dentro la literatura tienen que ver también con los conceptos manejados en relación con la historia como disciplina. Las propuestas de historiadores como Hayden White o Jaques Le Goff son importantes en este sentido, ya que por ejemplo White señala el hecho de que la historia se construye a partir de la utilización constante de figuras retóricas o tropos, como metáfora, metonimia, sinécdoque e ironía, de esta forma, el texto histórico y el literario se acercan aún más, si se renuncia a esa concepción positivista de la historia. Para White estos topos son fundamentales para comprender “las operaciones por las cuales los contenidos de la experiencia pueden ser aprehendidos conscientemente” (White, 2003: 13). A partir de esto se concibe a la historia como un lugar dentro del discurso, no como un suceder, de esta forma su producción estaría íntimamente ligada con las posibilidades discursivas. Un ejemplo claro se ha dado anteriormente al analizar la metáfora como parte constitutiva de la construcción histórica del sida en los años ochenta. De la misma forma, la novela en general brinda una perspectiva histórica de la época en cuestión, al dar su versión con base en una serie de elementos discursivos literarios y extraliterarios. En este sentido, el discurso histórico se construye no como una decisión entre lo objetivo y lo subjetivo o una realidad distorsionada en mayor o menor medida, sino a partir del análisis del contenido metafórico del discurso histórico. Este redireccionamiento en el concepto de historia es el que ha dado mayor trascendencia a los textos literarios históricos, ya que se cuestiona la Historia como la que solamente se produce desde un lugar hegemónico de los discursos políticos, por tanto se da un nuevo enfoque en el cual 186 las historias cotidianas, personales, culturales o marginales, tienen un lugar de mayor importancia43. Evidentemente la literatura histórica proporciona gran información en estos ámbitos (aunque no en todos los casos). Ahora bien, a partir de los estudios críticos de la novela histórica, como el de Menton, no se considera histórico un texto literario que corresponda con la vida del autor, pues en ese caso pasa a formar parte de lo llamado “testimonial”, junto con otra serie de características. En relación con la diferencia entre testimonio y novela-testimonio, Werner Mackenbach cita a Magda Zavala en la siguiente definición: Zavala propuso diferenciar entre los "testimonios" como "relatos documentales sobre grupos de personas que no tienen posibilidad de expresión escrita ni reconocimiento en cuanto a voz válida que interpreta su realidad" y la "literatura testimonial" como "la recreación de los testimonios a partir de convenciones literarias explícitas o implícitas, sean conscientes o no para el autor" (Zavala, 1990: 380, véase 295). Más recientemente Morales ha retomado esta propuesta diferenciando entre el testimonio "como documento" y la novela testimonio o la "testinovela", un neologismo inventado por él (Morales, 2000: 26) (Mackenbach, 2001: snp). Críticos como Menton, Mackenbach o Grinberg coinciden en señalar el auge de los testimonios en la literatura centroamericana en los conflictos bélicos de la región y una disminución de estos textos durante la década de los noventa. Además, se ven en la necesidad de diferenciar a los que participan en mayor medida de un discurso literario con las convenciones típicas de éste, pero sin perder el carácter de denuncia. En este sentido, Mackenbach menciona que hay una constante referencia a la realidad extraliteraria dentro del texto, lo cual afirma la ilusión de verosimilitud que se presenta. A lo largo del presente capítulo se han analizado diferentes estrategias de la novela de Chaves en las que hay una tendencia fuerte hacia la presentación de la realidad extralitetraria por medio de, por ejemplo, personajes históricos (aunque sin participación real dentro de la narración), referencialidad espacial constante, señalamiento de fechas 43 Para ampliar las referencias bibliográficas teóricas a este respecto véase: Grinberg Pla, Valeria. “La novela histórica de finales del siglo XX y nuevas corrientes historiográficas”. En: Istmo edición 2, Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos Julio-diciembre 2001 187 claves dentro de la historia del país, y, por supuesto, la inclusión de textos epistolares y periodísticos. Por tanto, es indudable la función referencial con la realidad extraliteraria, en la cual hay un compromiso con la historia (es decir, su versión desde adentro, en oposición al discurso histórico tradicional hegemónico y político), la cual es presentada desde perspectivas distintas. Mackenbach analiza en su artículo “Realidad y ficción en el testimonio centroamericano” cuáles son los cambios que se pueden ubicar dentro de las novelas testimoniales en los años noventa. En este análisis menciona los redireccionamientos en cuanto a la manifestación de la representatividad, autenticidad, subalternidad y alteridad, dentro de los textos, en estos señala un hecho muy importante que se puede apreciar en la novela de Chaves y es que el sujeto testimoniante no pretende ser una sinécdoque dentro del discurso reivindicador, es decir no se presenta a sí mismo como el que posee la verdad de la situación histórica y a la vez la voz misma de los marginados. Por el contrario, muestra una posibilidad o una versión, siempre dentro de la denuncia y la subversión de lo hegemónico. Por otro lado el testimonio se ha analizado a partir de su estrecha relación con la historiografía, no con la literatura. Por su parte, la novela testimonial crea su contrato de veridición a partir de otras estrategias discursivas, en donde pasa a ser menos importante la ilusión de realidad que da fe de un hecho, ya que no tiene la necesidad de escribir la historia como “realmente ha sido”, no es positivista. En este caso hay más elementos del discurso literario y sus estrategias de verosimilitud funcionan dentro de este nivel y a partir de la utilización de un lenguaje más tipificado dentro de la literatura. Para el caso de la novela de Chaves esto se ve en una marcada caracterización del discurso literario desde su expresión más clásica: el narrador omnisciente. Este hecho es el que hace que la novela se aleje más de las características del testimonio como tal, pero es innegable que dentro de su discurso da una ilusión de testimonio, mediante el cual se va a presentar la otra cara de la moneda en una historia muy desconocida: los años ochenta en Costa Rica, y más aún, con una temática o un eje que es tradicionalmente marginal y silenciado. 188 Mackenbach también señala la necesidad de analizar las novelas testimoniales (o los testimonios como tales) a partir de las herramientas encontradas en la crítica literaria, más allá de las intenciones de hacer corresponder directamente la realidad con las afirmaciones hechas en estos textos, en donde la urgencia de encontrar la verdad en ellos se hace primordial. En esta propuesta también se hace un importante señalamiento en cuanto a las identidades y su construcción en los textos, ya que las novelas testimonio de los últimos años presentan más bien una tendencia a disolver y cuestionar estas intenciones que fijan el discurso identitario dentro de categorías estables. Esto ha sido evidente con respecto a la novela de Chaves, en donde la multiplicidad de las posibilidades en relación con las identidades sexuales de los personajes hace que se borre esa determinación positivista y presenta la pluralidad. Es posible que estas observaciones parezcan limitarse a un campo estrictamente literario. Sin embargo, tienen otra dimensión: Al igual que en la literatura latino y centroamericana, en general, en mis observaciones acerca del testimonio se ha revelado el fin de las grandes metanarraciones constitutivas de la identidad nacional. En este sentido, se reconfirma el juicio de Jeffrey Browitt sobre el ocaso del discurso de la nación-estado en las literaturas nacionales de postguerra en Centroamérica. (Véase Browitt, 2001: s.n.) El testimonio ha perdido su papel central e indiscutido en la construcción de identidades colectivas e individuales. Las construcciones de identidades en los textos literarios, y también en el testimonio, se están disolviendo, se presentan fragmentadas, llenas de ambigüedades e inseguridades (Mackenbach, 2001: snp). A partir de esto se puede considerar que la novela de Chaves construye su discurso narrativo a manera de testimonio, evidentemente dentro de las características o tendencias testimoniales en la literatura y no como un testimonio con ansias de verdad. El análisis de las diversas estrategias de verosimilitud que aparecen en la novela confirman esa necesidad de acercarse a la realidad, de presentar los discursos hegemónicos de la época y al mismo tiempo dar su propia versión por medio de la diégesis de la narración. Es posible plantear la construcción de la novela a partir de un proceso muy interesante: el de ir entretejiendo discursos opuestos desde diversos niveles, en su visión de mundo, en sus formas de producción y en sus planteamientos centrales. 189 En primer lugar, se tiene el nivel de los acontecimientos en donde transcurre la historia de Óscar y su realidad inmediata, en esta línea es donde el discurso literario es incuestionable y caracteriza una visión alternativa y cuestionadota de la realidad social de Costa Rica con respecto a las identidades sexuales y las formas de convivencia. En segundo lugar, se encuentra el nivel extratextual representado por distintos tipos de texto: cartas personales, cartas públicas y artículos periodísticos; las primeras participan de una mayor relación con el nivel de los acontecimientos, porque no representan textos de carácter público; los últimos dos caracterizan la visión más generalizada con respecto a los temas de la discriminación y el sida, ya que se constituyen a manera de discurso hegemónico, precisamente el que se quiere desvirtuar desde el primer nivel. La interacción de estos dos niveles es la que conforma la novela y por medio del intercambio de ambos se crea no solo la ilusión de realidad o veridición sino también la subversión de la historia hegemónica. Se da por tanto una versión, una posibilidad alterna a lo tradicional y no cuestionado. Por lo tanto, la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa se presenta a manera de testimonio por medio del cual hay una subversión del discurso, no solo de las identidades, sino también de la historia como tal, en la que, desde su concepción tradicional, se presentan alternativas a un pensamiento enclaustrado en los valores de fervor por lo nacional, el patriarcado y el heterosexismo compulsivo. El carácter ficcional nunca desaparece, sino que se refuerza en la presencia del narrador omnisciente, por lo cual no hay una urgencia de acercarse a la realidad como una idea estable ni a la verdad como una posibilidad. 190 CAPÍTULO IV Conclusiones Es como deambular por caminos desconocidos y, de repente, llegamos a un cruce, recrudece la incertidumbre, el vendaval derribó todas las señales, sólo queda esta vaga inquietud frente a bifurcaciones y espejos. Jardín de cruces que se bifurcan: cementerio… sementerio…» (Chaves, 2000: 172) 1. El paisaje final… Hacia el final de la novela de Chaves, después de los momentos dramáticos que causan el acecho de la muerte y las persecuciones por ideologías estrechas, se encuentran reflexiones que vuelven sobre las identidades, el planteamiento de un norte o la necesidad de decir para dar voz a lo tradicionalmente silenciado. El personaje de Óscar toma decisiones importantes, como lo son salir del país y ver el mundo desde perspectivas más amplias, más allá de las concepciones poco progresistas y encajonadoras de Costa Rica. De este modo vende sus pertenencias y viaja a Nueva York y luego a Europa, de acuerdo con el consejo que una vez le dio Cavafis en su casa de Ciudad Cariari. Esta salida tiene un carácter muy importante en relación con la interpretación que se ha hecho a lo largo de la presente investigación, ya que al estar planteada desde las posibilidades del testimonio que da cuenta de una época convulsa, el yo que protagoniza la historia se ve en la necesidad de dejar atrás ese entorno. A lo largo de los años abarcados en la diégesis de la historia se puede observar cómo los acontecimientos políticos y la crisis del sida acentuaron el ambiente de moralidad exacerbada que se vivía, por este motivo la hostilidad fue creciendo conforme avanzaba la década. Esto se ve de forma clara dentro de la novela al aumentar la frecuencia de 191 publicaión de los artículos periodísticos que daban testimonio del miedo y las injusticias producidas por la discriminación sexual. Ante esto, Óscar decide alejarse, ya que teme ser alcanzado por los brazos de este monstruo que él mismo había observado con los hongos alucinógenos. Evidentemente este monstruo no es exclusivamente el virus del VIH como portador de tragedia y muerte, sino también las reacciones de la población, quien con miedo e ignorancia hacían que las consecuencias de la enfermedad fueran aún mayores. De la misma forma el monstruo es creado desde las acciones del Gobierno de Óscar Arias, que aumentaron las tensiones discriminatorias en un país que se estaba levantando a nivel internacional con el estandarte de la paz, a pesar de violar de forma indiscriminada los derechos de muchos de sus ciudadanos. No es en vano la referencia que Eloy, el mexicano que Óscar conoce en Roma, hace al contarle a éste la historia de Laocoonte, el sacerdote troyano que intentó advertir a los ciudadanos los peligros que traía consigo la aceptación del famoso caballo de Troya, por lo que una serpiente enviada por el dios Apolo lo devoró. La novela presenta ante este hecho dos perspectivas muy claras para guiar la interpretación. En primer lugar el caballo de Troya se identifica con la peste del sida que se acerca, con el dolor y la muerte que causa. Ante este hecho la narración de la novela presenta una posición clara en sus personajes, desde la cual se da voz a los marginados, para que produzcan sus propias representaciones, sus propias identidades más allá de la injuria o la marca. En segundo lugar el caballo de Troya representa la homosexualidad, vista como la degeneración que trae consigo el dolor y la muerte, es decir, un discurso de castigo divino fuertemente arraigado en el cristianismo tradicional. En este nivel se encuentran los hechos descritos en los artículos periodísticos y en algunas cartas personales, las cuales dan una perspectiva desde afuera de la diégesis textual. Es aquí donde toma sentido el discurso religioso del castigo por causa del pecado, el cual no es respaldado desde la perspectiva de la ficción como tal dentro del texto. Por otro lado, la clara comparación de Óscar con el personaje del relato mítico tiene un carácter importante, ya que, a diferencia de Laocoonte, Óscar logra escapar; muchos sufren de las tragedias que llegan, pero otros pueden también tomar conciencia de sí mismos y de sus riesgos. 192 Ante este panorama Óscar sale del país y reflexiona acerca de él como persona, su identidad y su rumbo, el cual presenta una gran cantidad de posibilidades, de bifurcaciones, hasta verse a veces como un laberinto: “Estos tiempos me han enseñado que vivimos no sólo crucifixiones, sino también cruci-ficciones, ficciones cruzadas, en cruz, de manera tal que hoy la cruz no sólo es signo de dolor o de fe sino también de perplejidad” (Chaves, 2000: 172), el anterior juego de palabras resulta muy significativo en este punto, porque sintetiza de forma clara el proceso de construcción literaria estructurado en la novela. La crucifixión ha sido el símbolo por excelencia del amor de Dios en el cristianismo, el cual lleva consigo también la marca del dolor, la muerte y el castigo, esto lo hace ambivalente y por lo tanto posible desde ambas perspectivas, de la misma forma en que se compara el caballo de Troya, la crucifixión responde al dolor causado por la enfermedad y al peso moral que trae consigo. Más allá de esto, Óscar lo modifica una vez más al hacer un pequeño cambio ortográfico, en el que la ficción no se construye de forma lineal, sino a partir del entrecruzamiento de muchas líneas y de muchas posibilidades. Las ficciones cruzadas se vinculan con las múltiples posibilidades dentro del texto literario, los posibles caminos, soluciones e interpretaciones. De esta forma se establece una directa relación intertextual con el cuento de Borges titulado Jardín de senderos que se bifurcan, en el cual se plantea un texto en el cual existen todas las posibilidades haciéndose infinitas. Cada sendero se bifurca en más senderos, por lo cual no habría un solo camino. Este vínculo entre la ficción literaria y los senderos tiene estrecha relación también con la idea de identidad, en donde al trazar una línea se plantean al mismo tiempo más posibilidades sucesivamente. El viaje de Óscar se continúa en el extranjero, lo cual le proporciona una perspectiva distinta de analizar los hechos que ha vivido, además de un espacio diferente en el cual relacionarse y pensarse a sí mismo. La formación del personaje principal o su proceso no se ve concluido, sino que pasa a una etapa diferente. En esta nueva etapa se encuentra 193 también la esperanza al incluir al personaje de Eloy, pues en él se deposita de cierta forma la idea de que hay posibilidades de establecerse, de formar una vida más allá de la marginalidad y los prejuicios costarricenses, más allá de sus experiencias dolorosas o fallidas. La angustia producida durante la segunda parte de la novela debido al paisaje de muerte que se estaba produciendo es reducida un poco por medio de una nueva vida para el personaje central. De este modo la marca de la muerte asimilada en el mismo semen, como vehículo de desgracia y dolor, deja de parecer el único destino, a pesar de que esta asimilación fue para muchos de los personajes una condición inherente a su identidad individual, la cruz de la muerte como un sendero más, pero no el único. En el último diálogo de la novela Eloy le pregunta a Óscar si ha perdido acaso su brújula, y él responde: “-No, Eloy, la arrojé a las aguas del Tíber” (Chaves, 2000: 172). Es claro que Óscar ha decidido dejar de lado las estructuras que antes habían construido sus ideales de vida, en este momento hace un cambio drástico, no pierde su norte, más bien lo reconfigura. Acepta entonces quedarse en el apartamento de su nuevo amigo y se entrega de nuevo a la vida. 2 Hacia nuevos discursos En el análisis de la novela se han podido identificar diversos discursos en relación con las ideas de género que en ella prevalecen, las cuales construyen un espacio particular dentro de la narrativa costarricense, en el cual se da la posibilidad de hablar desde lo típicamente silenciado para tener una voz no distorsionada. Por lo tanto, se encuentran oposiciones importantes en relación con los discursos oficiales de identidad. La contextualización histórica de la época en cuestión permitió brindar un panorama de la necesidad de volver a los valores tradicionales “campesinos” y religiosos, en este nivel hay una necesidad de construir al sujeto a partir de ideas claras de identidad, las cuales le permitan no cuestionar las bases sociales del país. En este entorno la novela propone una serie de voces que se oponen a este proyecto generalizador y unívoco, ya que plantea la 194 multiplicidad, toma el tabú de la homosexualidad y lo carga de significados muy variados, muchos de los cuales eran completamente desconocidos para el grueso de la población. Así como el sida hizo patente que la homosexualidad era plural, la novela deja ver algunas de las posibilidades que puede tener dentro de su multiplicidad. De esta forma, los planteamientos de género dentro de la novela pueden, por un lado, adscribirse, y por otro, separarse (en distintas medidas) del esquema falogocéntrico de las masculinidades, ya que no hay un corte tajante en relación con el patriarcado. Esto se ve claramente al analizar las diferentes posibilidades identitarias de los personajes de la novela, los cuales han superado los cuestionamientos morales que implica la aceptación de su vida fuera de la ley del patriarcado, pero que lo asumen desde diferentes posiciones, unos con ideas más políticas que otros. Por consiguiente no hay una manifestación de la culpa al identificarse como gay o un conflicto existencial al realizar ese cambio de perspectiva. Más allá de esto, se plantean posibilidades en las que los personajes asumen su identidad sexual, sin poderse hablar de una propuesta clara, sino más bien de la voz plural de la marginalidad. Lo anterior se analizó por medio de los personajes de Óscar, Miguel, Javier y Martín, en quienes no hay una negación total del sistema patriarcal y sus caracterizaciones de los roles de género, ya que, apartir de las estructuras tradicionales se introducen variaciones importantes para continuar funcionando, o al menos es ese su objetivo. Esto se da por ejemplo en la construcción amorosa de las parejas y en los intentos de tener una estabilidad social o un funcionamiento más prototípico. Igualmente, muchos de sus comportamientos responden al machismo típico latinoamericano, como en el caso de Martín y Javier, quienes construyen su relación a partir de la infidelidad de uno de los dos. De igual forma, a partir del personaje de Mario se desarrolla otra de las posibilidades, pues él vive su sexualidad de manera excesiva y sin compromisos, sin intenciones de establecerse con una relación prototípica, sino en función de sus necesidades contextuales. Es precisamente en este personaje en donde se encuentran luego la muerte y la degradación al ser contagiado del VIH. No hay por lo tanto una 195 única vía para la construcción de la identidad gay en la novela, pero sí comparten todas su carácter subversivo, que ubica al sujeto del placer en su mismo género y desestabiliza el concepto de familia en su base más elemental, para demostrar lo extenso que puede ser el término y sus variantes. Por otro lado estas posibilidades identitarias corresponden a un sector específico de la sociedad costarricense, ya que los personajes centrales y su contexto se identifican con la clase media de la época, que tienen una forma de vida y un nivel educativo y económico relativamente estable. En este sentido la novela no pretende abarcar todos los niveles sociales con sus posibilidades, sino que se centra en un determinado grupo. En La voluntad de saber Foucault coloca “las sexualidades periféricas” como esos sujetos creados en el siglo XIX para diferenciar jurídicamente a quienes se salían de la idea de género manejada; más allá de esta clasificación, en principio médica, posteriormente ese sujeto tomó la palabra para caracterizarse. Este hecho es evidente dentro de la novela, ya que en ningún momento se adscribe a las identificaciones etiológicas de la homosexualidad, sino que carga a los sujetos de significaciones subversivas dentro de la sociedad en donde se desarrollan, les da voz, relata sus historias y al mismo tiempo crea una historiografía del grupo específico, a partir de su conciencia de oposición a las políticas opresoras. En este nivel es en donde el concepto de queer se puede utilizar como categoría de análisis dentro del texto, ya que existe también la necesidad de plantear el género de forma política, como una oposición en la que las nuevas características, o algunas de ellas se ven reivindicadas, no solo en la unión contra la discriminación, sino también en la evidenciación de nuevas formas de relacionarse, de nuevas formas de estar juntos y configurar el concepto tan cargado de familia. Además se ve también en los personajes como Cavafis, en quien el género es cuestionado desde todo punto de vista y pone en tela de juicio su veracidad dentro del lenguaje al demostrar su artificialidad por medio del travestismo por ejemplo. 196 Por lo tanto, la trasgresión dentro de la novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa es clara desde los niveles de las identidades, porque da paso a las características de sujetos distintos, quienes desde su palabra reconfiguran la realidad que viven, la cuestionan, no solo por el género, sino también desde las políticas del gobierno, las intervenciones estadounidenses y las represiones de la Iglesia Católica. Todo esto se configura básicamente desde dos niveles: el de los acontecimientos, en el que se desarrolla la historia de Óscar; y el del nivel extratextual, en el cual se complementa el espacio sociohistórico por medio de cartas privadas o públicas y artículos periodísticos. Se retoman, por lo tanto, hechos históricos de los años ochenta para dar una lectura nueva, a partir de las consecuencias sufridas por la crisis del sida, la crisis económica y la moralidad excesiva de los discursos gubernamentales; esta nueva lectura resulta subversiva al plantear todos los hechos anteriores a través de la mirada de un grupo de personajes marginales, quienes reivindican su posición. 3 Una época conflictiva El análisis aquí propuesto plantea la división de la novela en dos partes principales, las cuales separan los acontecimientos a partir de características que tenían en común. Esta división se establece a partir del momento en el que Óscar y Javier comen hongos alucinógenos en las montañas de Barva. La primera parte caracteriza una época relativamente tranquila en la que los nudos centrales del relato se desarrollan a partir de los conflictos personales de los personajes o hechos históricos como las visitas del expresidente Reagan y el Papa Juan Pablo II a Costa Rica. La segunda parte se centra en la llegada del sida al país y se ve relatado desde los acontecimientos ficcionales de la novela y los artículos periodísticos que aparecen de forma textual. La llegada del sida marca un antes y un después en la forma de pensar el género y las sexualidades, ya que puso en evidencia las identidades de muchos sujetos que se salían de las estructuras típicas. Este contexto tiene una gran cantidad de referencias en la 197 novela de Chaves, por lo cual el presente análisis desarrolló brevemente las implicaciones sociohistóricas que se evidencian en el texto literario, por medio de fuentes como periódicos de la época y estudios historiográficos, económicos y sociales. La época comprendida entre 1982 y 1987 es un marco referencial a partir del cual se funda la ficción literaria, por el hecho de tomar de él constantes referencias que se pueden ubicar fácilmente dentro de la historia reciente del país. De esta forma se pueden ver acontecimientos como la crisis económica de los inicios de los años ochenta y la necesidad de Costa Rica de obtener ayuda económica del gobierno de Estados Unidos, lo cual provocó una implícita adhesión a las políticas “morales” del reaganismo, en el que los conceptos de familia y de individuo no son cuestionados para plantear su carácter plural. Al mismo tiempo, la llegada del sida en un conservadurismo revitalizado provoca graves consecuencias para la población, la cual posee muy poca información sobre educación sexual. Este ambiente retrógrado se ve constantemente señalado en la novela, ya que los personajes sufren sus implicaciones; por otro lado los artículos periodísticos demuestran con datos claros los el miedo y la desinformación. Más adelante en el tiempo del relato se hace hincapié en los dobles discursos hipócritas del gobierno de Óscar Arias en relación con la persecución de homosexuales llevada a cabo en 1987; así como las constantes declaraciones homofóbicas del entonces Ministro de Salud Edgar Mohs respecto de las pruebas de sida para los funcionarios públicos. La profundización en los hechos de estos años fue necesaria para poner en contexto los hechos relatados en la novela y estudiar su carácter testimonial y transgresor. En este sentido, se propone que la novela participa de las características de la novela testimonio, al presentar a un personaje central que vive acontecimientos históricos y presenta los discursos hegemónicos con la intención de subvertirlos o cuestionarlos. El acercamiento a la realidad se da desde una posición cuestionadora, no hay necesidades de exactitud en todos los hechos (introduce lo ficcional). Este carácter de testimonio se estructura en la novela desde su epígrafe, en el cual se hace referencia, en el libro de Job, al mensajero que escapa y trae las noticias de la catástrofe. 198 Los hechos históricos se ven reforzados en el texto por medio de la utilización de diversas estrategias de verosimilitud discursiva, la cual crea el efecto de realidad de los hechos contados. Así, se estudiaron como estrategias de verosimilitud, primero, la constante referencia a hechos históricos, segundo la ubicación en un espacio claramente definido: la ciudad de San José, y en ella una gran cantidad de bares, restaurantes, calles, parques y edificios. Y en tercer lugar, los elementos intertextuales que provienen de fuentes primarias como cartas personales y artículos periodísticos, los cuales completan el panorama narrado con perspectivas desde afuera de la narración, hecho que permite una más amplia visión de los años que se pretenden abarcar. Por este motivo no se encuentra una intención unívoca en la interpretación del pasado, sino que se dan al lector varias versiones de los acontecimientos más generales como el sida y sus consecuencias. A partir de lo anterior se analizaron las diversas propuestas discursivas, en relación con el sida, que se plantean en la novela, de manera que se pudiera caracterizar desde el texto literario sus formas de subversión, es decir, las nuevas imágenes que da. De esta forma se analizaron las cartas personales y los artículos de periódicos para ubicar acontecimientos históricos, formas de discriminación y metáforas del sida. A partir de esto se clasificaron las metáforas del sida como una forma en que la enfermedad se crea en el imaginario popular. Los dos niveles textuales de la novela (el de los acontecimientos y el de los intertextos) construyen sus metáforas de formas diferentes, ya que responden a estrategias ideológicas completamente opuestas. La diégesis del texto presenta las ideas de las que participan los personajes de la narración, por este motivo no se encuentran metáforas de castigo que representen la culpa a partir del pecado, de lo contrario se refuerza más la metáfora de la muerte como elemento constitutivo de la identidad gay, la cual se ve acechada por la enfermedad (obviamente como parte de una idea generalizada durante la época). La mayoría de las construcciones metafóricas del sida se encuentran en los textos no literarios, ya que es ahí en donde se producen una gran cantidad de discursos de 199 miedo y alerta a la población, estos generalmente se construyen con base en ideas previas en las que el castigo prima como el centro de las razones. Las construcciones metafóricas, por lo tanto, se oponen a partir de los dos niveles básicos de la novela: uno responde a la moral exacerbada del “reaganismo” y el otro se caracteriza por las nuevas identidades, la subversión del género y la transgresión. La característica central que ambas comparten es la expectativa ante el futuro y el miedo que provoca una enfermedad que se extiende y consume a los individuos. 4 Consideraciones finales La novela Paisaje con tumbas pintadas en rosa de José Ricardo Chaves es relevante dentro del corpus de la literatura costarricense por varias razones. En primer lugar, hace una revaloración de la época comprendida entre 1982 y 1987 en Costa Rica a partir de hechos históricos, políticos y sociales que dan una perspectiva nueva de la historia reciente del país, la cual ha sido, hasta el momento, poco estudiada. Esta relectura se acerca a los acontecimientos de los últimos veinticinco años por medio del discurso literario contrastado con discursos periodísticos, lo cual configura una interacción entre los dos niveles que da una perspectiva más amplia de su contexto sociohistórico. En segundo lugar, toma como telón de fondo una crisis de salud que sigue afectando con mayor intensidad al mundo entero, en especial a los países en vías de desarrollo: el sida. Desde el texto literario se hace un recordatorio de los años en los que surgió el virus de forma epidémica y de los discursos de odio y discriminación que generaron en todos los continentes, a partir de lo cual se demuestra lo relativo de las posiciones de intolerancia con respecto al género y a lo diferente de la oficialidad. En tercer lugar, y principal motivo por el que se seleccionó la novela para la presente investigación, retoma la voz de un grupo tradicionalmente marginado, la comunidad gay, 200 para reivindicar su posición dentro de la sociedad costarricense utilizando sus propias voces y sus propias representaciones. De esta manera se transgreden no sólo el discurso patriarcal como un todo, sino también las posiciones homofóbicas de críticos sociales y literarios, políticos y quienes disminuyen los alcances de las voces marginales, en especial en relación con las sexualidades. Por medio de este espacio de representación se ponen de manifiesto nuevas posibilidades de las identidades de género, más allá de una visión dicotómica de la sexualidad que tanto ha provocado discriminación y agresiones injustificadas. Por medio de la novela de Chaves la literatura costarricense sale del clóset y se atreve a expresar la pluralidad social. 201 CAPÍTULO IV Referencias bibliográficas 1 Bibliografía citada Altmann, Josette. (1997). Crisis económica, política social y pobreza en Costa Rica y América Latina 1980-1990. Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica. Alzate, Carolina. “Palabra y poder ¿Qué hace una “literatura homosexual”? Ciclo Otros cuerpos, otras sexualidades. Instituto Gohete, Instituto Pensar. Universidad Javeriana, Bogotá, junio 26 a 30 de 2001. http://www.pseudoghetto.com/palabra_y_poder.htm Barboza, Nidia (1987). Hasta me da miedo decirlo. San José: EDUCA. Bersani, Leo (1998). Homos. Buenos Aires: Ediciones Manantial. 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Minnesota: Regents, University of Minnesota. 213 Anexo I Referencias sobre el sida en periódicos nacionales A continuación se reúne una recopilación de referencias sobre el sida aparecidas en periódicos nacionales entre 1983 y 1987. La presente lista no es exhaustiva, ya que presenta artículos seleccionados por la relevancia del tema dentro de la investigación y especialmente en el periódico La Nación. Aún así da una perspectiva global interesante para los investigadores sociales interesados en el tema del sida en Costa Rica a partir de las visiones presentadas en los distintos textos periodísticos del país. Lista de abreviaturas LN La Nación UN/U Semanario Universidad LPL La Prensa Libre LR La República E La Extra 214 1983 (junio-diciembre) 1. Extraña enfermedad aterroriza a EEUU. LN, 16-06-83, p. 32A. 2. Síndrome inmunológico se extiende en EEUU. LN, 19-06-83, p. 20A. 3. Epidemia entre homosexuales. UN, 21-06-83, p. 9. 4. Leprosos del siglo XX. LN, 22-06-83, p. 12B. 5. Preocupa expansión del “Cáncer Gay”. LN, 25-06-83, p. 10B. 6. Síndrome AIDS podría llegar a Costa Rica. LPL, 24-08-83, p. 6. 7. Costa Rica libre de casos del fatal síndrome del homosexualismo. LR, 11-07-83, p. 3. 8. Mal inmunológico podría provenir de África Central. LN, 28-11-83, p. 40A. 1984 1. Tres costarricenses han sufrido el SIDA. LN, 03-02-84, p. 2A. 2. Ofrecieron charla sobre el SIDA a hemofílicos. LN, 13-02-84, p. 2A. 3. Descubren y aíslan virus del SIDA. LPL, 24-04-84, p. 10. 4. Descubren en EU el virus que produce síndrome SIDA. ED, 24-04-84, p. 12. 5. Identificado el virus causante del SIDA. ED, 24-04-84, p. 12. 6. Esperan diagnosticar el SIDA en los próximos meses. LN, 09-07-84, p. 3A. 7. Sao Paulo, capital del “Cáncer Gay”. LN, 30-07-84, p. 40A. 8. Personas sanas podrían ser portadoras del SIDA. LN, 24-10-84, p. 4B. 9. Homosexualismo. C, 16-11-84, p. 22-23. 215 1985 1. ¿Es un homicidio transmitir el SIDA? E, 16-10-85, p. 2. 2. “A veces cuando nos ven nos gritan SIDA”. LN, 02-09-85, p. 12A. 3. ¢710 mil mensuales para el control del SIDA. LN, 23-11-85, p. 12A. 4. 50 mil franceses en contacto con SIDA. LN, 09-09-85, p. 14B. 5. Aclaran que riesgo de contraer SIDA es alto en ciertos grupos. LN, 29-08-85, p. 2A. 6. Acusan a la CIA de crear el SIDA. LPL, 31-10-85, p. 13. 7. Alarmistas publicaciones sobre SIDA. U, 02-08-85, p. 14. 8. Angulo, Marcela. El SIDA. LN, 17-08-85, p. 14A. 9. Boza, Ricardo. Sin pánico ante el SIDA. LN, 30-08-85, p. 16A. 10. Buscan SIDA en la población de riesgo. LPL, ed. tarde, 23-08-85, p. 2. 11. China teme al SIDA; prohíbe la importación del plasma. LPL, 04-09-85, p. 17. 12. Científicos creen que virus del SIDA se aloja en cerebro. LN, 12-12-85, p. 24A. 13. Conceptos errados se escriben sobre SIDA. LPL, ed. tarde, 28-06-85, p. 7. 14. Crece miedo a donación de sangre por el SIDA. LR, 27-08-85, p. 4. 15. Creen improbable epidemia de SIDA. LN, 31-05-85, p. 4A. 16. Cuatro casos mortales de SIDA en Uruguay. LN, 14-08-85, p. 10B. 17. Cubanos de África traen SIDA a América. LPL, ed. tarde, 26-08-85, p. 7. 18. Descubren multiplicador genético del SIDA. LPL, ed. tarde, 30-07-85, p. 29. 19. Diez casos de SIDA se han diagnosticado en el país. LN, 19-09-85, p. 11A. 20. Dos homosexuales vinieron con SIDA a Costa Rica. E, 08-10-85, p. 7. 21. Echeverría Peters, Gabriela. Un reto para la medicina moderna. LN, S.E., 2104-85, p. 1C y 4C. 22. El INISA realiza estudios sobre anticuerpos de SIDA. LN, 04-09-85, p. 2A. 216 23. El SIDA (información y consejo). LR, 08-11-85, p. 47A. 24. El SIDA en África sí es una epidemia. LN, 25-11-85, p. 49A. 25. El SIDA en América Latina. LN, S.E., 24-11-85, p. 2C. 26. El SIDA es centro de polémica en África. LN, 03-12-85, p. 12B. 27. El SIDA fue creado en un laboratorio. LPL, ed. tarde, 24-08-85, p. 17. 28. El SIDA llega a África Central. LPL, 16-09-85, p. 17. 29. El SIDA no es todavía peligroso. U, 02-08-85, p. 14. 30. El SIDA para la opinión pública del Ministerio de Salud. LN, 12-08-85, p. 47A. 31. El SIDA también afecta a la mujer. LN, 12-08-85, p. 7B. 32. El SIDA un problema de magnitud mundial. LR, 09-04-85, p. 9. 33. El SIDA y el comportamiento sexual de los brasileños. LN, 22-10-85, p. 13B. 34. El SIDA, cuatro años después. LPL, 06-09-85, p. 25. 35. El Síndrome del Rey Sol. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 12-08-85, p. 9. 36. El virus responsable de la ‘plaga del siglo XX’ provoca daños también en el cerebro y en la médula espinal. LPL, 02-11-85, p. 13. 37. Enfoque global sobre el SIDA. LPL, 19-09-85, p. 7. 38. Esceptismo por anuncio francés sobre SIDA. LN, 31-10-85, p. 22A. 39. Estados Unidos autoriza probar drogas contra SIDA en seres humanos. LN, 1909-85, p. 24A. 40. Fernández Cordero, Juan. SIDA la cara oculta. LN, S.E., 25-08-85, p. 1C y 3C. 41. Fidelidad remedio para SIDA. LPL, ed. tarde, 31-07-85, p. 8. 42. Francfort y Berlín a la cabeza del SIDA en Alemania. LPL, 07-10-85, p. 17. 43. Francia y EEUU en “guerra” comercial por SIDA. LN, 14-12-85, p. 24A. 44. Garrido Llovera, Drusso. Ni vino, ni amor, ni música: SIDA. LPL, 31-10-85, p. 11. 45. Gobierno francés prepara ofensiva contra el SIDA. LN, 30-08-85, p. 27B. 46. Hallan anticuerpos del SIDA en Amazonas. LN, 07-12-85, p. 14B. 217 47. Hay poco riesgo de contraer el SIDA. LR, 29-08-85, p. 6. 48. Hay que aprender a convivir con SIDA. LPL, 30-09-85, p. 15. 49. Iacono, Daniela. Norteamericanos deben buscar tratamiento del SIDA en el extranjero. LN, 29-07-85, p. 40A. 50. Identifican síntoma inicial del SIDA. LN, 14-09-85, p. 26A. 51. Implantan a joven corazón de hombre que padecía SIDA. LN, 13-09-85, p. 31A. 52. Instituto brasileño dice que descubrió anticuerpos de SIDA. LN, 31-08-85, p. 28A. 53. Israelí espera curar el SIDA pronto. LPL, 24-10-85, p. 12. 54. Jaramillo Antillón, Juan. El aparente error, que no lo es, sobre el SIDA. LPL, 25-11-85, p. 16. 55. Jaramillo Antillón, Juan. El SIDA: especulaciones y realidades. U, 09-08-85, p. 12. 56. Jiménez Monge, Rodrigo. 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Miembro de la realeza [británica] muere por el SIDA. LN, 26-08-85, p. 40A. 71. Ministro considera que se crea alarma. LPL, ed. tarde, 15-07-85, p. 34. 72. Miranda Arellano, Gladis. En la química de beso está el SIDA. LPL, 12-12-85, p. 19. 73. Mohs Villalta, Edgar. El SIDA en los niños. LN, 03-09-85, p. 15A. 74. Monge Mayorca, Arístides. SIDA y transfuciones [sic]. LN, 04-11-85, p. 16A. 75. Monge Zeledón, Rose Mary. Dudas y mitos que deben desecharse. LN, 02-09-85, p. 12A. 76. Moscú reconoce que hay SIDA en la URSS. LN, 08-12-85, p. 30A. 77. Mujeres: víctimas olvidadas del SIDA. LPL, 18-09-85, p. 3. 78. Ningún sospechoso tiene SIDA en Costa Rica. LPL, ed. tarde, 28-08-85, p. 4. 79. Niños con SIDA pueden ir a la escuela. LPL, ed. tarde, 2ª sec.; 20-08-85, p. 15. 80. No hay SIDA en el corazón. LPL, 12-09-85, p. 6. 81. Notarios afirman que SIDA en Costa Rica no es un invento. LR, 15-07-85, p. 4. 82. Ocho funcionarios de la ONU aparecen con SIDA. LPL, 19-09-85, p. 17. 83. 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