COR040213 : Vizcaya : 30 : Página 2
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30 Lunes 04.02.13 EL CORREO MUNDO Terroristas y, sobre todo, suicidas Un profesor americano investiga la salud mental de los autores de masacres «Hay gente que pretende hacer un acto de martirio, pero lo está utilizando como excusa», afirma Lankford en una entrevista telefónica. «Su rabia es auténtica pero se camufla como algo desinteresado e ideológico, cuando está bastante claro que para los de Madrid la muerte no es una prioridad hasta que son atrapados y entonces algunos prefieren morir antes que volver a la cárcel». El diagnóstico Un hombre permanece en pie entre los restos del World Trade Center horas después del atentado del 11-S. :: DOUG KANTER/ AFP ÍÑIGO GURRUCHAGA Corresponsal En el libro ‘El mito del martirio’, Adam Lankford examina, entre otros casos, el de Mohamed Atta, líder de la célula responsable del 11-S LONDRES. Mohamed Atta, el cabecilla de la célula de Al-Qaida en Hamburgo que perpetró los atentados del 11-S en Estados Unidos, había vivido en condiciones de extrema soledad desde la infancia. Su padre no le dejaba relacionarse con otros niños y tuvo que forzarle a ir a Alemania para graduarse en la universidad, porque estaba muy apegado a su madre. Quienes vivían con él se burlaban de su falta de gracia. La célula, con cuyos miembros tuvo múltiples problemas, fue lo más parecido a un grupo de amigos que tuvo jamás. «La alegría mata al corazón», dijo un día a uno de sus conocidos. Había escrito su primer testamento cuando tenía 27 años, cinco antes de morir en el atentado. De sus dieciocho puntos, en los que no describe a nadie por su nombre, seis comienzan: «No quiero que...». Estaba cometiendo un fraude contra su familia, a la que mentía sobre la inminente obtención de titulaciones, y se había comprometido a sus 33 años con una chica egipcia, que su padre buscó, con la que se casaría al regresar a El Cairo. Su mundo colapsaba antes de ir a Nueva York. Pero antes se fue a Las Vegas, que no es, entre todos los lugares del planeta, la meca para un musulmán tan devoto. Adam Lankford ha analizado la biografía de Atta, en la que explica «por qué actuó de manera tan diferente a millones de fundamentalistas islámicos y decenas de miles de terroristas y líderes terroristas que no han llevado a cabo ataques suicidas y nunca lo harán». Mohamed Atta tenía trastornos psicológicos de un suicida y encontró en el terrorismo la manera de resolverlos. Lankford es profesor de Justicia Penal en la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, y ha colaborado con el Programa de Asistencia Antiterrorista del Departamento de Estado. Acaba de publicar ‘The Myth of Martyrdom’ (‘El mito del martirio’), donde desplie- ga pruebas para negar el consenso establecido entre expertos que señalan que el terrorista suicida es, como el convencional, una persona normal guiada por una ideología extremista. «La inmensa mayoría de los terroristas quiere vivir», afirma Lankford, que describe en su libro la trayectoria privada de los autores de algunos atentados suicidas –hombres y mujeres–, las diferentes explicaciones que han ofrecido líderes de grupos que incitan el terrorismo suicida para no practicarlo ellos mismos y las diversas categorías de suicidas que han cometido atentados. Una ilustración es la diferencia entre los autores de los atentados en el transporte público de Madrid y de Londres. En el primer caso, un grupo de participantes cometió suicidio al ser atrapado en un piso de Leganés por la Policía que los perseguía. En el caso de la capital británica, los autores se mataron con sus bombas sin ninguna necesidad. Y las fabricaron en un piso en unas condiciones de inestabilidad del explosivo que pudo causarles también la muerte antes de causar ningún daño a otros. EL AUTOR Experiencia profesional. Adam Lankford es profesor de Justicia Penal en la Universidad de Alabama y colaboró con el Departamento de Estado de EE UU. Otras obras. ‘Human Killing Machines’, sobre el «adoctrinamiento sistemático» de personas para matar. El profesor universitario cree que la aparición del terrorismo suicida en el fundamentalismo islamista puede deberse a algo que existe en otras culturas, la idea de martirio o de morir por la causa, pero que tiene una «fuerte tradición en la historia musulmana, que han utilizado los líderes de estos grupos terroristas». Y también cree que, «si hubiese menos estigma asociado al suicidio, alguna de esta gente se mataría, pero la condena es tan poderosa –en el Corán el suicida arde literalmente en el infierno para la eternidad– que esa puerta de escape está cerrada y la única manera de ir al cielo si eres musulmán es un acto de terrorismo suicida». La investigación de Lankford lleva a otro campo en el que la violencia infligida contra otros y la búsqueda de la propia muerte cohabitan muy próximas: los casos de los que perpetran masacres como las que se han dado en escuelas y universidades de Estados Unidos o la de Anders Behring Breivik en Noruega. El autor encuentra notables similitudes entre los responsables de estos crímenes y los terroristas suicidas y ofrece algunas recomendaciones para su detección. En el caso del terrorismo suicida, hay en ‘El mito del martirio’ una rabia de Lankford contra el consenso sobre la normalidad de sus perpetradores entre quienes son responsables de perseguirlos. La misma exposición de su argumento, que niega el aura altruista para señalar que sus autores son personas con problemas de salud mental, es un instrumento de prevención. Pero también señala otros medios, como llamar a la movilización de las familias, con el argumento de que se inclinarían por la colaboración con las fuerzas de seguridad para preservar la vida de sus hijos o hermanos, o la detección en redes sociales, porque buena parte de los suicidas anuncia lo que hará antes de cometer su crimen. LOS ARGUMENTOS Mohamed Atta Detección Contra el consenso «Tenía los transtornos de un suicida y encontró en el terrorismo la manera de resolverlos» «Las redes sociales sirven a muchos para anunciar lo que harán antes de cometer sus crímenes» «El terrorista suicida no es, como el convencional, una persona normal con una ideología extremista»