el reto de las “competencias básicas”
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el reto de las “competencias básicas”
El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © EL RETO DE LAS “COMPETENCIAS BÁSICAS” José Luis Ramos Sánchez Doctor en Pedagogía Jefe del Departamento de Orientación del IES “Santa Eulalia” (Mérida) Profesor de la Facultad de Educación de la UEX 1. INTRODUCCIÓN El dilema de la función social de la escuela está generando más que en otros momentos políticos y socioeconómicos un complejo debate que afecta a uno de los aspectos más profundo del sistema educativo: el currículo escolar. Y en el tema curricular, ocupa un lugar de primer orden lo que se considera básico; es decir, aquello que debe aprender el futuro ciudadano para desarrollarse en su contexto, que en el momento actual se caracteriza por la globalización, la interculturalidad, el uso de las tecnologías de la comunicación, el aumento de los conocimientos que es necesario manejar, ... De tal suerte que si supiéramos qué tipo de ciudadano queremos formar, sólo habría que seleccionar aquellos contenidos y los procedimientos adecuados para educarle. Aunque aparentemente sencillo, el debate tiene un enorme calado ideológicopedagógico, porque parte de una postura sobre el concepto de ciudadano educable, el concepto de educación y el concepto de enseñanza. Lo cierto es que las características de esta sociedad son diferentes a la de hace dos décadas, y sigue avanzando y cambiando. Y estos momentos de vaivén ideológico sobre lo educativo, conlleva posiciones extremas y contrapuestas entre administradores, profesores y padres. Aunque somos conscientes de que la escuela debe estar vinculada estrechamente con la sociedad a la que sirve; y si la sociedad ha cambiado, la escuela debe cambiar para adaptarse a los nuevos retos. El debate surge a raíz de la dirección de ese cambio. Se trata de que el sistema educativo dé una respuesta a un nuevo escenario social en el que el currículo escolar debe modificarse para educar al ciudadano. Parece imposible asumir que el profesorado en particular y las instituciones educativas en general puedan enseñar todos los conocimientos incluidos en los currículos vigentes. La experiencia viene demostrando que son poquísimos los alumnos que pueden aprender todo lo que se pretende enseñar, con la lógica insatisfacción de docentes, alumnos, familias y sistema educativo. Los currículos de la educación básica están sobrecargados de contenidos que poco tienen que ver con aquello que la sociedad demanda en el período de formación obligatoria. Y por otro lado, hacen falta 3 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © contenidos que garanticen el aprendizaje de procedimientos para resolver los problemas y situaciones que se plantean comúnmente. Es necesario tomar decisiones que impliquen seleccionar los contenidos, pues ni el tiempo escolar es ilimitado ni sería beneficioso intentar enseñar todo lo que se puede aprender. En este sentido, tal vez lo más importante no sea introducir nuevos contenidos, sino revisar los actuales y, sobre todo, ofrecer al alumnado un nuevo enfoque de enseñanza, cargando el peso sobre la aplicación práctica y la funcionalidad de lo que imprescindiblemente se intenta enseñar y ser aprendido. Cuando hablamos de enseñanza obligatoria, hacemos referencia a aquellas intenciones del sistema educativo encaminadas a que el alumnado consiga las competencias básicas imprescindibles que le permitan ejercer responsablemente sus funciones como ciudadano, construir y desarrollar su proyecto personal y profesional de vida, asegurar un desarrollo emocional y afectivo equilibrado y continuar aprendiendo a lo largo de su vida. Es deseable que se planifique enseñar no sólo lo imprescindible, sino además enseñar lo que podríamos considerar deseable en su contexto. Pero la diferencia entre lo imprescindible y lo deseable es que el alumno que no consiga las competencias básicas imprescindibles podría estar en riesgo de exclusión social. Por tanto, no se trata de rebajar el currículo, o de hacerlo menos exigente, sino de seleccionar y profundizar en aquellas competencias al alcance de todos, aplicables a numerosas situaciones de la vida y útiles para seguir aprendiendo. Indudablemente, el cambio que se persigue no puede llevarse a cabo sin el concurso de estrategias docentes que pongan el acento sobre la aplicación y uso real de lo que pretende enseñarse. Y en este sentido, consideramos que serían dos los grandes cambios que se esperan en los centros educativos: uno curricular y otro organizativo. Por un lado, el cambio curricular implicaría modificaciones a las actuales tareas que realizan tanto los profesores como el alumnado y, al mismo tiempo, una mejor inclusión e integración entre el currículo formal, informal y no formal. Para ello se necesita una implicación real del centro educativo con las familias y con el entorno. Para contribuir a este cambio es necesario que el profesorado revise las tareas que actualmente ofrece a su alumnado e identifique aquellas que contribuyen al desarrollo de las competencias básicas y cuáles no. Se trataría de que durante los diez años de escolaridad obligatoria, nuestro currículo escolar esté integrado alrededor de competencias imprescindibles para atender a las demandas funcionales que la sociedad exige en estos momentos. Pues sería contradictorio obligar a la asistencia escolar a todo el alumnado para transmitirle a un 25 ó 30 por ciento de éstos (los que no obtienen el Título de Graduado en Educación Secundaria) que han fracasado en el intento de conseguir lo que se consideran las competencias sin las cuales sería muy difícil que formen parte del entramado social. Su autoestima y sentimiento de fracaso no sería positivo ni para él mismo, ni para las instituciones y profesores, ni para el sistema escolar, ni por supuesto para la sociedad en su conjunto, que tiene la obligación de aprovechar todos los talentos de las personas, incluso de aquellos que no tienen la capacidad de memorizar y comprender conocimientos que perfectamente podrían utilizar en niveles académicos superiores y no obligatorios, pero que sin embargo, aportan poco a la integración sociolaboral de los futuros ciudadanos. Por otro lado, sería casi imposible desarrollar competencias básicas sin cambios organizativos. Entre estos cambios, son muy importantes los tres siguientes: a) una mayor flexibilidad de los agrupamientos e itinerarios personalizados de aprendizaje, que sin caer en la discriminación, promueva una enseñanza y aprendizaje 4 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © más adaptado a las características personales del alumnado en función de sus capacidades, estilos de aprendizaje, motivaciones e intereses. b) Una mayor apertura del centro hacia el entorno y especialmente hacia las familias y hacia las organizaciones e instituciones locales relacionadas con la formación y educación de las personas. Y c) Utilizar al máximo los recursos tecnológicos y los entornos virtuales de los que afortunadamente disfrutamos en nuestros centros como vías de información, comunicación y aprendizaje permanente, así como promover su uso en todos los entornos próximos del alumno (centro, familia y localidad). Pero además del centro educativo, lo más importante de todo, y estamos plenamente convencidos de ello, es que un cambio real en el sentido expresado sólo se producirá si el profesorado contribuye a ello. Y esto sólo será posible con una actitud favorable al cambio, que sería perceptible si se dan estas dos circunstancias: a) Mantener aquellas prácticas y tareas que ya se vienen realizando y que son perfectamente válidas para el desarrollo de competencias básicas, y modificar otras teniendo en cuenta el significado de qué es una competencia básica. Para ello, es importante un espíritu de trabajo colaborativo entre el profesorado, con el entorno sociocultural y con las familias. b) Incorporar tareas nuevas que impliquen la integración de distintas competencias en el currículo de las distintas materias y desarrollar tareas compartidas entre este currículo formal y otros entornos educativos (familia, ayuntamiento, organizaciones, etc.). No cabe duda de la responsabilidad que tiene la administración educativa, que debe aportar la formación necesaria y aporta los recursos personales necesarios para llevarlo a cabo, la Universidad y las nuevas titulaciones en la formación inicial de los futuros profesores que comenzamos a estrenar. Sin embargo, es ahora, con los profesores en ejercicio, el principal reto que debe plantearse la administración educativa, los equipos directivos y los propios profesores para promover un cambio conceptual y práctico sobre su quehacer. 2. ¿QUÉ ES UNA COMPETENCIA BÁSICA Y CUÁLES SON? Una competencia básica podría definirse como la respuesta eficaz ante los problemas y situaciones que se plantean habitualmente en un contexto definido, e implica poner en marcha un conjunto integrado de recursos personales, tales como conocimientos, destrezas y actitudes, para resolver adecuadamente una tarea fundamental para su realización personal, inclusión socio-laboral, ciudadanía activa y continuar aprendiendo. Por tanto, las competencias básicas no serán patrimonio exclusivo de una materia del currículo sino de todas de manera compartida e integrada. Es necesario que el profesorado sepa identificar qué competencias básicas pueden desarrollarse a partir de las materias que imparte. Y aquí es donde el docente tiene una especial responsabilidad, puesto que sólo los especialistas de las distintas disciplinas tendrán la sensibilidad profesional necesaria para considerar cuáles son las competencias básicas e imprescindibles que aportará su materia al conjunto de aquellas. No obstante, además de las materias, la organización y funcionamiento del centro, el plan de acción tutorial y la realización de actividades complementarias y extraescolares, el uso de la biblioteca escolar, etc. contribuirán al desarrollo de competencias básicas. Y del mismo modo, las familias y la sociedad en su conjunto están implicadas en su desarrollo, posiblemente sin una intencionalidad tan directa como la del centro educativo. 5 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © Este nuevo concepto de competencias básicas se incluye en la Ley Orgánica de Educación como uno de los elementos básicos del currículo y las establece como referencia para la evaluación y promoción de ciclo en la Educación Primaria y para la titulación al final de la Educación Secundaria Obligatoria, así como para las evaluaciones de diagnóstico previstas en cuarto curso de la Educación Primaria y en segundo de Educación Secundaria Obligatoria. Una de las cuestiones que más ha preocupado a los distintos gobiernos es identificar válidamente cuáles eran estas competencias básicas. Quizás, el principal proyecto desarrollado en esta línea fue el iniciado en 1996 por el Consejo de Cooperación Cultural Europea en Berna sobre el tema de “Competencias claves para Europa”, aunque fue concluido con el trabajo de investigación realizado en el marco de la OCDE, que finalizó en el año 2003, bajo la denominación de DeSeCo (Definición y Selección de Competencias). Entre las principales conclusiones de esta investigación consideramos dos: 1) que las competencias básicas se definen como “un sistema de acción complejo que engloba las habilidades intelectuales, las actitudes y otros elementos no cognitivos, las cuales son adquiridas y desarrolladas por los sujetos a lo largo de su vida y resultan necesarias para participar eficazmente en múltiples contextos sociales.” Y 2) Que las competencias básicas se agrupan en tres grandes categorías: actuar de manera autónoma, emplear los recursos de manera interactiva y actuar en grupos socialmente heterogéneos, su importancia relativa depende del contexto socioeconómico y social. Sin embargo, la recomendación más aceptada por su implicación europeísta sobre cuáles son concretamente estas competencias, basadas en los trabajos previos, provienen del Parlamento Europeo y del Consejo de la Unión Europea de 18 de diciembre de 2006 sobre las “Competencias claves para el aprendizaje permanente” (Diario Oficial de la Unión Europea de 30-12-2006). Son precisamente estas ocho competencias básicas el principal referente asumido en el contexto español que formarán parte de los currículos de las distintas comunidades autónomas: comunicación lingüística, matemática, conocimiento e interacción en el mundo físico, tratamiento de la información y competencia digital, social y ciudadana, cultural y artística, aprender a aprender, autonomía e iniciativa personal. 1. Competencia en comunicación lingüística El desarrollo de la competencia lingüística al final de la educación obligatoria comporta el dominio de la lengua oral y escrita en múltiples contextos, y el uso funcional de, al menos, una lengua extranjera. En esta competencia están implicadas todas las áreas, pero especialmente la Lengua española, la Lengua extranjera y, en su caso, el resto de las lenguas de las distintas comunidades. 2. Competencia matemática Supone aplicar aquellas destrezas, conocimientos y actitudes que permiten razonar matemáticamente, comprender una argumentación matemática y expresarse y comunicarse en el lenguaje matemático, utilizando las herramientas de apoyo adecuadas, e integrando el conocimiento matemático con otros tipos de conocimiento para dar una respuesta a las situaciones de la vida de distinto nivel de complejidad. Esta competencia está implícita en gran parte de las materias, puesto que de una 6 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © forma u otra todas necesitan del lenguaje matemático, aunque especialmente en Matemáticas, Tecnología, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. 3. Conocimiento y la interacción con el mundo físico Es la habilidad para desenvolverse de forma autónoma en distintos ámbitos como la salud, el consumo o la ciencia, de modo que se sepa analizar, interpretar y obtener conclusiones personales en un contexto en el que los avances científicos y tecnológicos están en continuo desarrollo. En coherencia con las habilidades y destrezas relacionadas hasta aquí, son parte de esta competencia básica el uso responsable de los recursos naturales, el cuidado del medio ambiente, el consumo racional y responsable, y la protección de la salud individual y colectiva como elementos clave de la calidad de vida de las personas. Por tanto, es importante identificar esta competencia en Ciencias Naturales, Ciencias sociales, Geografía e Historia, Educación Física y Tecnología. 4. Tratamiento de la información y competencia digital Esta competencia se refiere a la capacidad del alumno para buscar, obtener, procesar y comunicar información y trasformarla en conocimiento. Esto supone habilidad para acceder a la información y transmitirla en diferentes soportes, así como hacer uso de los recursos tecnológicos para resolver problemas reales de modo eficiente. Lógicamente, la materias especialmente relacionada son la Tecnología e Informática, pero prácticamente todos las materias del currículo son susceptibles de contribuir al desarrollo de esta competencia. 5. Competencia social y ciudadana Entre las habilidades de esta competencia se incluyen el conocerse y valorarse, saber comunicarse en diferentes contextos, expresar las ideas propias y escuchar las ajenas, comprendiendo los diferentes puntos de vista y valorando tanto los intereses individuales como los de un grupo, en definitiva habilidades para participar activa y plenamente en la vida cívica. Todas las áreas están implicadas en esta competencia, pero especialmente Educación para la ciudadanía, Ciencias Sociales, Geografía e Historia y Educación ético-cívica. 6. Competencia cultural y artística Se refiere a la capacidad de conocer, comprender, apreciar y valorar críticamente las distintas manifestaciones culturales o artísticas, así como saber emplear algunos recursos de la expresión artística para realizar creaciones propias. Implica poner en juego habilidades de pensamiento divergente y convergente, puesto que comporta reelaborar ideas y sentimientos propios y ajenos; encontrar fuentes, formas y cauces de comprensión y expresión; planificar, evaluar y ajustar los procesos necesarios para alcanzar unos resultados, ya sea en el ámbito personal o académico. Las materias relacionadas en mayor o menos medida con esta competencia son las siguientes: Ciencias Sociales, Geografía e Historia, Educación Plástica y Visual, Música, Lengua y Literatura y Cultura Clásica. 7. Competencia para aprender a aprender Implica el principio de “aprendizaje a lo largo de la vida”, es decir a la habilidad de continuar aprendiendo de manera eficaz y autónoma una vez finalizada la etapa escolar. Significa ser consciente de lo que se sabe y de lo que es necesario aprender, 7 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © de cómo se aprende, y de cómo se gestionan y controlan de forma eficaz los procesos de aprendizaje, optimizándolos y orientándolos a satisfacer objetivos personales. Requiere conocer las propias potencialidades y carencias, sacando provecho de las primeras y teniendo motivación y voluntad para superar las segundas desde una expectativa de éxito, aumentando progresivamente la seguridad para afrontar nuevos retos de aprendizaje. Lógicamente, todas las materias están incluidas en esta competencia. 8. Autonomía e iniciativa personal Suponen ser capaz de imaginar, emprender, desarrollar y evaluar acciones o proyectos individuales o colectivos con creatividad, confianza, responsabilidad y sentido crítico que podría aplicarse de manera global en todas las materias del currículo. Difícilmente una materia del currículo podría sustraerse a aportar algo a esta competencia básica, y también a partir de la acción tutorial se desarrolla esta competencia, teniendo en cuenta que a partir de ella se abordan aspectos tan importantes como aprender a pensar, aprender a convivir, aprender a ser persona y aprender a tomar decisiones. 3. EVALUAR Y ENSEÑAR POR COMPETENCIAS Presentar la evaluación de competencias antes que la programación de su enseñanza tiene un sentido didáctico y utilitarista más que otra cosa. Está claro que la labor del docente antes de evaluar es programar qué va a enseñar, decidir qué actividades y qué materiales va a utilizar, que estará relacionado con lo que posteriormente vaya a evaluar. Pero hagámoslo al revés: si sabemos qué vamos a evaluar en el alumnado, podríamos diseñar tareas encaminadas a su desarrollo. Teniendo en cuenta los aspectos que pretenden desarrollar las distintas competencias básicas descritas en el apartado precedente, ¿cuáles puedo evaluar en mi materia que contribuya a aportar información sobre el nivel alcanzado por el alumnado?, ¿qué actividades puedo plantear para la evaluación?, ¿qué formato de respuesta va a requerir del alumno? (un dibujo, una exposición oral, una síntesis escrita, una actitud, una gráfica, ejecución de un proyecto,...), ¿qué procedimientos voy a utilizar para evaluarlo? (prueba escrita, observación, análisis de sus trabajos, entrevista,...). En cualquier caso, la evaluación debe hacerse en situaciones y contextos similares a las que sean enseñadas. Es necesario acudir a las distintas propuestas de las comunidades autónomas para analizar la contribución de cada materia al desarrollo de las competencias básicas. Un análisis de los criterios de evaluación nos permitirá descubrir que no todos tienen el mismo peso a la hora de planificar y de evaluar competencias básicas; porque, aunque todos ellos permiten evaluar competencias, no todas son básicas (Decreto 83/2007) Quizás, una de las situaciones que se está dando actualmente en nuestro país en relación con las distintas evaluaciones internacionales (por ejemplo, PISA Programa para la evaluación internacional del alumnado-), esté relacionado con lo que estamos comentando. Los resultados obtenidos por España y por otros países desarrollados en las distintas evaluaciones no se corresponden con las inversiones realizados por éstos, si los comparamos con otros países con menor nivel desarrollo e inversión. Y es razonable pensar que una de las posibles causas de esta situación se deba a que se evalúan competencias básicas que no se han programado ni enseñado, ante lo cual no deberían sorprendernos los resultados. Por tanto, la propuesta está 8 El reto de las competencias básicas – José Luís Ramos Sánchez – Autodidacta © clara: si queremos mejorar los resultados académicos en este tipo de evaluaciones, debemos programar y enseñar aquello que se va a evaluar. Bibliografía utilizada MONEREO, C. y POZO, J.I. (2007). Competencias para (con)vivir en el siglo XXI. Cuadernos de Pedagogía. Nº 370, p. 12-18, (julio-agosto). Número monográfico (Competencias Básicas). SARRAMONA, J. (2004). Las competencias básicas en la educación obligatoria. Barcelona: CEAC Referencias legislativas LEY ORGÁNICA de Educación 2/2006 de 3 de mayo (BOE de 4 de mayo de 2006). DECRETO 83/2007 de 24 de abril por el que se establece el Currículo de Educación Secundaria Obligatoria para la Comunidad Autónoma de Extremadura (DOE de 5 de mayo de 2007). 9