postales desde el cielo
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postales desde el cielo
interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 555 555 POSTALES DESDE EL CIELO LA TRADICIÓN BÍBLICA Y LA NOVEDAD DE LA FE Miren Junkal Guevara Llaguno, rjm* Fecha de recepción: abril de 2013 Fecha de aceptación y versión final: mayo 2013 RESUMEN La revelación bíblica resulta novedosa, revolucionaria incluso, en la presentación de los contenidos de la fe. La imagen de Dios y la imagen del ser humano que filtramos en los textos bíblicos delinean unos rasgos en unos y en otros que, cuando los textos fueron escritos, y todavía hoy, interpelan, desafían y, a veces, desconciertan. El artículo recorre los textos como contemplando un álbum de postales e invita a acompañar y hacer nuestra la experiencia del pueblo de Israel discerniendo, formulando y defendiendo la novedad de su fe. PALABRAS CLAVE: revelación, Escritura, autocomunicación, Gracia. POSTCARDS BIBLICAL FROM HEAVEN. TRADITION AND THE NOVELTY OF FAITH ABSTRACT Biblical revelations appear to be novel, even revolutionary, in presenting the contents of faith. God’s image and that of human beings shown in biblical texts outline certain traits in each which, when the texts were written, and even * Miembro del consejo de redacción de Sal Terrae. Profesora de Teología. Facultad de Teología de Granada. <[email protected]>. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 556 556 miren junkal guevara llaguno, rjm today, call into question, challenge and, at times, disconcert. The article explores the texts as if it were contemplating a postcard scrapbook and it invites the readers to come along and put themselves in the shoes of the people of Israel by being able to discern, formulate and advocate the novel nature of their faith. KEY WORDS: revelation, Scripture, self-communication, Grace. ––––––––––––––– La carta apostólica Porta fidei se abre con una cita del libro de los Hechos (Hch 14,27) que es enormemente sugerente por su plasticidad: «Cuando llegaron y reunieron a la Iglesia [de Antioquía], contaron todo lo que Dios había hecho con ellos, y que había abierto la puerta de la fe a los gentiles». Subrayo su plasticidad, porque me vienen a la memoria algunas famosas puertas... La puerta dorada (oriental) del Templo de Jerusalén (Ez 43 y 44), vinculada a la presencia y ausencia de Dios en medio de la Tierra; la puerta de Ishtar, una de las antiguas puertas de la muralla interior de Babilonia, de una belleza incomparable; y la puerta del armario de los abrigos de El león, la bruja y el armario, de C.S. Lewis por la que los protagonistas accedían al mundo de Narnia a través de los abrigos. Cada una de estas puertas nos sugiere alguna cosa, pero todas evocan la experiencia en la que nos introduce una puerta que se abre: un desafío, una oportunidad, una sorpresa... «La puerta es siempre la clave de la leyenda» dice un poema de García Lorca. Vamos en este artículo a atrevernos a traspasar la puerta de la fe a través de algunos relatos bíblicos y acompañando a algunos de sus personajes en esas travesías. Propongo que nos enfrentemos a la novedad, la originalidad y el desafío que despliega esa fe-puerta que estamos invitados a abrir. Y sugiero que lo hagamos pasando las páginas de la Escritura como si fueran páginas de un álbum de postales, esos que hemos podido coleccionar después de un viaje o que hemos podido recibir de otros o, sencillamente, que hemos comprado por su belleza. Esas buenas postales «que capturan la esencia de los lugares, hablan de su gente, las traen hacia nosotros y, si uno se concentra, podría hasta escuchar su música y Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 557 postales desde el cielo 557 sentir sus olores»1. Podríamos desplegar muchos álbumes; sugiero ahora dos: uno, lleno de postales con imágenes de Dios; otro, con postales que muestren la imagen del hombre revelada en la Escritura. 1. Primer álbum. Postales de una nueva imagen de Dios Cuando uno abre la Biblia por la primera página, traspasa una puerta invisible que lo introduce en un viaje fascinante: el de la Revelación de Dios a su pueblo, que culmina con la imagen de este mismo Dios llamando a la puerta de su Iglesia (de las siete Iglesias: Ap 1,9 – 3,22) para invitarse a entrar y cenar. La primera página de este álbum de postales de la fe lleva impresa en letras grandes una palabra: «¡exista!» Es la primera postal-texto, se repite una y otra vez (Gn 1,3.6.9.11.14.20.24.26) y trae a nosotros la imagen de un Dios que muestra su ser dador de vida, y vida buena (Gn 1,31). Y que crea porque sí; por pura gratuidad: «traer a la memoria los beneficios rescibidos de creación, redempción y dones particulares, ponderando con mucho afecto quánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí y quánto me ha dado de lo que tiene y consequenter el mismo Señor desea dárseme en quanto puede según su ordenación divina (EE 234). Quizás esto que digo puede sonar a sabido; pero cuando leemos los poemas sumerios y babilonios que influyen en la redacción de Gn 1, nos damos cuenta de que el mensaje bíblico está presentando, con más contundencia de la que podemos imaginar, una imagen de Dios bastante revolucionaria. Notemos que este Dios no presenta ninguna tarjeta de visita o currículo que lo acredite como tal. No hay relatos sobre su existencia en «el cielo», ese mundo superior en el que solemos colocar a los dioses. No puede contar hazañas de peleas contra otros dioses, de conquistas o batallas... Advirtamos que parece más práctico que efectista: primero, luz para poder ver lo que pasa; después, una bóveda firme para evitar el caos; y lue1. L. CONTRERAS, Postales, Cuarto Propio, Santiago de Chile 2005, 16. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 558 558 miren junkal guevara llaguno, rjm go, por orden, los mares, los continentes, las criaturas inferiores... y, así, hasta los humanos. Fijémonos que elige a estos últimos como ƒelem («estatua») suya (Gn 1,27)2, empleando un término hebreo que sugiere la capacidad del hombre para poner en relación con Dios a todo el que se acerca a él, aunque figurativamente no represente a la imagen de Dios y aunque el pecado tenga cabida en el hombre-estatua-de Dios. Estas primeras notas revelan la novedad de un Dios que en su primera manifestación, la creación, aparece comunicándose, saliendo de sí, creando y buscando un otro en el que mostrarse, al que revelarse y en el que dejarse representar. «Comprendo que toda perfección, incluso natural, es la base necesaria del organismo místico y definitivo que Tú edificas por medio de todas las cosas. Tú, Señor, no destruyes los seres a quienes adoptas, sino que los transformas, conservando todo lo que siglos enteros de reacción han elaborado de bueno en ellos»3. Un Dios así, disponible, es un Dios personal, un Dios en relación, que se arriesga a ponerse en la tesitura de este mundo y sus criaturas, lo que significa que acepta que estas lo busquen a tientas, lo comprendan a veces y lo representen dignamente solo en algunos momentos. En esta perspectiva comprendemos mejor muchos textos-postal que se abren ante nosotros a medida que pasamos las páginas de la Biblia. No nos sorprende, entonces, encontrar textos que denuncian el sinsentido y la vaciedad del culto dado a los ídolos: «plata y oro, hechura de manos humanas: tienen boca y no hablan; tienen ojos y no ven; tienen orejas y no oyen; tienen nariz y no huelen; tienen manos y no tocan; tienen pies y no andan; no tiene voz su garganta» (Sal 115,4-7). Nos gusta detenernos en los textos con los que Israel alaba a su Dios y reconoce su presencia amorosa en la creación y en la historia: 2. 3. N. LOHFINK, «La estatua de Dios», en A la sombra de tus alas. Nuevo comentario sobre textos bíblicos, Desclée de Brouwer, Bilbao 2002, 35-55. P. TEILHARD DE CHARDIN, Presencia de Dios en el mundo, LXXIX. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 559 postales desde el cielo 559 «Haces crecer los pastos para los animales, y las plantas que el hombre cultiva para sacar su pan de la tierra, el pan que le da fuerzas, y el vino que alegra su vida y hace brillar su cara más que el aceite» (Sal 104,14-15). «Señor, yo me alegro en ti de corazón, porque me das nuevas fuerzas. Puedo hablar contra mis enemigos, porque me has ayudado. ¡Estoy alegre! ¡Nadie es santo como tú, Señor! ¡Nadie protege como tú, Dios nuestro! ¡Nadie hay fuera de ti!» (1 Sam 1,1-2). Agradecemos los cánticos e himnos del Nuevo Testamento (Lc 1,47-55; 68-79; Flp 2,6-11; 1 Cor 13; Ap 4,8.11), textos-postal que llevan impresa una manera de avivar la fe en la práctica cotidiana de quienes, «pasando toda nuestra vida como en una fiesta, persuadidos de que Dios está en todas partes, trabajamos cantando, navegamos al son de himnos, nos dedicamos a todas nuestras ocupaciones rezando»4. Pasando las páginas de este álbum, encontramos también esos textos tan imponentes y desconcertantes para nosotros que llamamos teofanías y que muestran una creación que se conmueve y expresa su sentir ante la presencia de Dios: «Todo el monte Sinaí echaba humo, debido a que el Señor había bajado a él en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y todo el monte temblaba violentamente. El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le contestaba con voz de trueno» (Ex 19,18-19). «Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda aquella tierra quedó en oscuridad. El sol dejó de brillar, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Jesús, gritando con fuerza, dijo: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!” Dicho esto, murió» (Lc 23,44-46). Pero la imagen de Dios que la revelación nos muestra no se agota en su presencia creadora, fecunda y vivificadora. 4 CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Stromata 7, 7, 23, citado por F. RAMÍREZ, «El himno»: Sal Terrae 101 (2013) 176. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:27 Página 560 560 miren junkal guevara llaguno, rjm La segunda página de nuestro álbum nos muestra a Dios actuando en el escenario de la historia: «todo en la historia del mundo está grávido de eternidad y vida eterna o de corrupción infinita»5. Por esa razón, las primeras postales son textos que invitan a salir y buscar a Dios en la historia («No te hablé a escondidas, en un país tenebroso, no dije a la estirpe de Jacob: “Buscadme en el vacío”»: Is 45,19); a discernir su presencia en la propia biografía («Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre [...] No te fue oculto el desarrollo de mi cuerpo mientras yo era formado en lo secreto, mientras era formado en lo más profundo de la tierra. Habías señalado los días de mi vida cuando aún no existía ninguno de ellos»: Sal 139,13.15). Pero esta segunda página del álbum recoge también textos que sacuden nuestra cortedad de miras: «Muéstrame ahora tu valentía y respóndeme a estas preguntas: ¿Pretendes declararme injusto y culpable para que tú aparezcas inocente? ¿Acaso eres tan fuerte como yo? ¿Es tu voz de trueno, como la mía? Revístete, pues, de grandeza y majestad; cúbrete de gloria y esplendor. Mira a todos los orgullosos: da rienda suelta a tu furor y humíllalos. Sí, derríbalos con tu mirada, aplasta a los malvados donde se encuentren» (Job 40,7-12). Y, como no puede ser de otro modo, no faltan textos en los que los hombres dan rienda suelta a sus sentimientos y emociones: Jeremías: «Me sedujiste» (Jer 20,7); Job: «El Señor me persigue y me desgarra, me amenaza como una fiera, clava los ojos en mí cual si fuera mi enemigo» (Job 16,9); Tobías: «Alabado seas, porque me has llenado de alegría, y no sucedió lo que yo temía, sino que nos trataste de acuerdo con tu inmensa bondad» (Tob 8,16); Jesús: «Padre mío, si no es posible evitar que yo sufra esta prueba, hágase tu voluntad» (Mt 26,42). Pero en este álbum han quedado textos-postal que son como instantáneas de encuentros y desencuentros personales. 5. K. RAHNER, «Historia del mundo e historia de la salvación»,en Escritos de Teología V, Cristiandad, Madrid 20032, 110. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 561 postales desde el cielo 561 La atrevida historia de Abraham, «padre de pueblos numerosos, no manchó nunca su honor, cumplió las órdenes del Altísimo e hizo con él un pacto. En su propio cuerpo marcó la señal del pacto, y cuando Dios le puso a prueba, se mostró fiel» (Eclo 44,19-20). La apasionante misión de Moisés, de quien dice la Escritura: «nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor hablara cara a cara, o que hiciera todos los prodigios y maravillas que el Señor le mandó hacer en Egipto contra el faraón, sus funcionarios y todo su país, o que le igualara en poder y en los hechos grandes e importantes que hizo a la vista de todo Israel» (Dt 34,10b-12). Y las desgarradoras experiencias de Jeremías, que tiene que colocarse un yugo y pasearse por Jerusalén para interpretar el peligro real de la amenaza que supone Nabucodonosor (Jer 27); o de Oseas, que tiene que casarse con una prostituta que lo traicionará una y otra vez (Os 1,2); o de Ezequiel, que pierde lo que más quiere, a su esposa, y Dios le prohíbe hacer luto para que los israelitas comprendan cómo su pecado les ha llevado a la ruina (Ez 24,18). Cerrando esta página podemos colocar en un lugar destacado la postal del «sí» de María, el texto de la anunciación; telegráfico, condensado: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 2,38). De esta manera, la tercera página de nuestro álbum la preside el rostro de Jesús, el Dios-con-nosotros; su logos-palabra definitiva. Porque desde la primera postal, con la imagen de Dios creador y dador de vida, se han sucedido postales que nos han mostrado a Dios comunicándose con sus criaturas: «En otros tiempos habló Dios a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. Pero en la plenitud de la historia nos ha hablado por el Hijo. Él es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma del ser de Dios» (Hb 1,3). Y en esta página las postales que se suceden pueden resultarles a algunos desenfocadas, desconcertantes; escandalosas incluso. No es nada nuevo: «Los judíos quieren ver señales milagrosas, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros anunciamos a un Mesías crucificado. Esto resulta ofensivo a los judíos, y a los no judíos les parece una tontería; pero para Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 562 562 miren junkal guevara llaguno, rjm los que Dios ha llamado, sean judíos o griegos, ese Mesías es el poder y la sabiduría de Dios» (1 Cor 1,22-24). Las imágenes de estos textos-postal discurren ante nosotros y revelan a un Dios-niño ante el cual el sabio Simeón se postra (Lc 2,28-32), los espíritus se agitan (Mc 1,34b), la fiebre desaparece (Mc 1,31b), los excluidos participan (Mt 26,6-13), los postrados se levantan (Mt 9,1-8) y los poderes de este mundo se sublevan (Jn 11,57). Este primer álbum de postales desde el cielo nos ha mostrado que la imagen del Dios revelado en la Biblia es una imagen en movimiento; no puede atraparse en la instantánea de una fotografía al uso. Ese movimiento parte de un descenso que se inaugura en la creación, continúa en la historia y se consuma en la encarnación: «se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos» (Flp 2,7). Y ese movimiento no se detiene, no se atasca en la tierra, sino que escapa de nuevo a la atmósfera de la vida divina, habitada ahora por muchos (dice la Escritura que son ciento cuarenta y cuatro mil «los que han pasado por la gran aflicción, los que han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero»: Ap 7,4.14). 2. Segundo álbum. Postales para una nueva imagen del hombre Cuando proponía abrir el primer álbum del postales, mostraba la foto de ese Dios creando, por pura gratuidad, a un hombre-estatua, imagen de sí mismo. Quiero proponer ahora que contemplemos un segundo álbum: el que muestra la novedad que la fe bíblica aporta a la mirada sobre la condición humana. La primera página de este álbum tiene un primer texto-postal que puede resultarnos muy familiar; sin embargo, invito a mirarlo con detenimiento. Estamos muy acostumbrados a escuchar el v. 26 del capítulo 1 de Génesis, donde se dice: «a imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó». Breve; contundente. Sin embargo, más allá de esa sustancia que impregna el uso del vocabulario hebreo para hablar del hombre como imagen-estatua, y que ya hemos anotado, se hace muy necesario coSal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 563 postales desde el cielo 563 tejar este texto con otros de la antropología del contexto que los autores bíblicos han conocido. Así en el poema babilónico Enuma Elish6, probablemente un relato de enorme importancia religiosa, ya que se recitaba durante el Festival de Año Nuevo, la creación del hombre se justifica por la necesidad de crear a alguien destinado a ocuparse del culto a los dioses: «Voy a amasar la sangre y haré que existan los huesos; voy a suscitar un salvaje, cuyo nombre sea hombre; ciertamente, voy a crear al hombre-salvaje para que se encargue del servicio de los dioses, de modo que estos sean aplacados» (Enuma Elish VI 4-8). Frente a los mitos mesopotámicos, la revelación bíblica habla del hombre como un ser creado por pura liberalidad, dotado de capacidad de comunicarse e invitado a la amistad con Dios, eso que K. Rahner llamó «capacidad subjetiva trascendental»7. Además, habiéndosele confiado la tarea de colaborar en la creación, recreándola, conservándola y cuidándola, se erige en criatura con autonomía y poder de decisión en el mundo. Esta condición tan genuina de la revelación bíblica despliega en la imagen de lo que la persona es una gran cantidad de dimensiones. Un texto bellísimo de los apócrifos árabes cristianos profundiza en estas dimensiones y dice: «La causa por la que Dios creó con su santa mano a Adán a su imagen y semejanza fue para darle la sabiduría, la facultad de hablar, el movimiento animal y el conocimiento de las cosas»8. Cuando explico estos capítulos del Génesis en clase, me encanta incidir especialmente en una de esas facultades, a saber, su capacidad de crear cultura; es decir, de «hacer algo por el mundo [...] que lleva el sello de nuestra creatividad, de nuestro deseo, otorgado por Dios, de hacer más de lo que nos ha sido dado [...] también en el sentido más profundo de 6. 7. 8. Escrito durante la primera dinastía babilónica, probablemente en tiempos de Hammurabi (siglo XVIII a.C.). K. RAHNER, Experiencia del Espíritu, Narcea, Madrid 1978, 19. Se trata del Libro de las revelaciones, que la tradición manuscrita siríaca de la «Caverna de los tesoros» atribuye a la obra de San Efrén; cf. Apócrifos árabes cristianos, Edición y traducción de J.P. MONFERRER, Trotta, Madrid 2003, 61 y 66. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 564 564 miren junkal guevara llaguno, rjm la frase [...] Dar sentido a la maravilla y el horror del mundo es la preocupación humana original»9. Y me gusta por muchas razones, pero especialmente porque muestra de una manera muy intensa lo que significa tomarse en serio el diálogo con Dios en la historia que nos toca vivir, y la asunción del hecho de ser sus estatuas. Así, este álbum colecciona postales-texto que, a lo mejor, no estamos acostumbrados a leer y que hablan de la creación de inventos, de la cultura política, del arte de la composición literaria... Porque «es propio de la persona humana el no llegar a un nivel verdadera y plenamente humano si no es mediante la cultura, es decir, cultivando los bienes y los valores naturales. Siempre, pues, que se trata de la vida humana, naturaleza y cultura se hallan unidas estrechísimamente» (GS 53). «Adá dio a luz a Jabal, de quien descienden los que viven en tiendas de campaña y crían ganado. Jabal tuvo un hermano llamado Jubal, de quien descienden todos los que tocan el arpa y la flauta. Por su parte, Silá dio a luz a Tubal-caín, que fue herrero y hacía objetos de bronce y de hierro» (Gn 4,20-22). «El plan le pareció bien al faraón y a sus funcionarios, así que el faraón les dijo: “¿Podremos encontrar a otro hombre como este, que tenga el espíritu de Dios?” Y a José le dijo: “No hay nadie más inteligente y sabio que tú, pues Dios te ha hecho saber todo esto. Tú te harás cargo de mi palacio, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Solamente yo seré más que tú, porque soy el rey. Mira, yo te nombro gobernador de todo el país de Egipto”. Al decir esto, el faraón se quitó de la mano el anillo que tenía su sello oficial y se lo puso a José. [...] Después le hizo subir en el carro que siempre iba detrás del suyo y ordenó que gritaran delante de él: “¡Abrid paso!” Así fue como José quedó al frente de todo el país de Egipto» (Gn 41,37-44). «Considerando la cantidad de números y la dificultad que, por la abundancia de materia, se presenta a quienes quieren seguir minu- 9. A. CROUCH, Crear cultura. Recuperar nuestra vocación creativa, Sal Terrae, Santander 2010, 25. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 565 postales desde el cielo 565 ciosamente las narraciones de la historia, nos esforzaremos por ofrecer entretenimiento a quienes leen por el solo gusto de leer; facilidad a los que quieren aprender de memoria y, en fin, utilidad a todos los que lean este libro» (2 Mac 2,24-25). Pero, además, al declarar a los hombres y mujeres sus estatuas, el Génesis está indicando cómo deben relacionarse los humanos entre sí y con Dios. «Al hacer de la humanidad la estatua cultual de Dios en el templo cósmico del universo, el texto no solo está declarando inadecuado, más aún, falso, el reinado del hombre sobre el hombre, sino también toda aproximación humana a Dios mediada por figuras cultuales. Si la humanidad es la estatua de Dios, ningún derecho asiste ya a estatuas de Dios de madera, piedra o bronce»10. Así hemos de entender, entonces, los textos que cuestionan las perversas dinámicas que actúan en las relaciones entre los israelitas. Ante la muerte de Abel, Dios declara a Caín: «La sangre de tu hermano, que has derramado en la tierra, me pide a gritos que haga justicia» (Gn 4,10). Ante el estilo de vida de las mujeres ricas de Samaría en tiempo de prosperidad, Amós advierte: «Escuchad esto, vacas de Basán, flor y nata de Samaría, que oprimís a los pobres, maltratáis a los necesitados y ordenáis a vuestros maridos que os traigan vino para beber. Dios el Señor juró por su santidad: “Vienen días en que a vosotras se os llevarán con ganchos, y vuestros hijos serán enganchados con anzuelos”» (Am 3,1-2). 10. N. LOHFINK, «La estatua de Dios». en A la sombra de tus alas. Nuevo comentario sobre textos bíblicos, Desclée de Brouwer, Bilbao 2002, 52. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 566 566 miren junkal guevara llaguno, rjm Y en ese mismo marco hay que situar los textos que proponen el ejemplo de israelitas que muestran otra manera de vivir y de ser personas, como es el caso de Tobías: «En tiempos de Salmanasar ayudé muchas veces con obras de caridad a los demás israelitas. Compartía mi comida con los que padecían hambre y daba de mi ropa a quienes no tenían. Y cuando algún israelita moría y su cadáver era arrojado fuera de las murallas de Nínive, si yo lo veía, iba y lo enterraba» (Tb 1,16-17). Y así hay que entender textos clave de la vida pública de Jesús, como el discurso de pan: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo» (Jn 6,51); o el lavatorio: «Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin» (Jn 13,1). La segunda página de este álbum contiene otra imagen que me gusta destacar y que ofrezco a la reflexión: la del hombre como criatura del tiempo. El primer texto-postal de la Biblia está transido por el tiempo: siete días; una tarde, una mañana... El tiempo es él mismo criatura y, en cuanto tal, relativo. Hay un tiempo objetivo, el de la hora dada, el del ritmo inscrito en nuestro organismo, que no conviene perturbar; y hay un tiempo subjetivo, la conciencia que yo tengo del tiempo, que depende mucho de la intensidad con la que vivimos. Pero hay tiempo, y nos envuelve, nos organiza y nos permite vivir: «En este mundo todo tiene su hora. Hay un momento para todo cuanto ocurre» (Qo 1,1). Esta condición temporal constitutiva hace también de la fe algo que tiene que ver con el tiempo. Nuestra búsqueda de Dios se articula en el tiempo: el tiempo del proceso de maduración; el tiempo de nuestra biografía; el tiempo de la Historia que nos toca vivir; el tiempo sagrado de la liturgia; el final de nuestro tiempo. Y es interesante notar que nuestra condición de criaturas afectadas por el tiempo tiene enfrente a otro, Dios, de quien decimos que es «el Eterno» y para quien «mil años son como un día» (Sal 90,4); es decir, que se erige como Señor del tiempo. Y nuestra relación con él parte de «la condición temporal, histórica y biográfica de la condición humana» y la convierte en una aventura de encuentro y comunión mutua que llamamos fe y que consiste en «ir educando al creyente a transitar de la necesidad Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 567 postales desde el cielo 567 al deseo y, por tanto, a padecer la duración no como un motivo de desesperación o de escepticismo, sino como una escuela de paciencia y esperanza, siguiendo siempre el mandato paulino: “no os canséis de hacer el bien” (2 Tes 3,13) y la invitación lucana: a fuerza de constancia salvaréis vuestras vidas (Lc 21,19)»11. Ahora bien, no quiero dejar de mostrar en este álbum de novedades, una página con algunas postales también muy originales que nos revelan que nuestra condición de criaturas hace de nuestra vida una tarea trabajosa, un permanente conflicto entre nuestra condición de estatuas, nuestra capacidad de trascendernos, nuestra autonomía y originalidad, y nuestra libertad para echarlo todo por tierra. La primera postal que quiero colocar es un testimonio muy vivo de Pablo: «Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer lo bueno, solo encuentro lo malo a mi alcance. En mi interior me agrada la ley de Dios; pero veo en mí otra ley que se opone a mi capacidad de razonar: la ley del pecado que hay en mí y me tiene preso» (Rom 7,21-23). Es la postal, muy real, del drama que experimentamos. Nos reconocemos en esa condición de imagen-estatua; sabemos discernir y nombrar muchas ocasiones en las que somos capaces de trascendernos, de llevar a otros a Dios, de dar testimonio público de Él y de su señorío en nuestra vida: «la vida que ahora vivo en el cuerpo, la vivo por mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí» (Gal 2,20b). Pero también nos vemos divididos, enfrentados a nosotros mismos y a los otros en lo más profundo de nuestro ser. Tenemos un fino sentido de lo que está bien, de lo que nos lleva a Dios; y, sin embargo, «no estamos a la altura». Nos descubrimos pecadores y reconocemos que vivir no es cualquier cosa, porque «toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas» (GS 13). De hecho, vivimos un momento histórico en el que «el progreso se ha convertido en algo así como un persistente juego de las sillas en el que 11. P. RODRÍGUEZ PANIZO, «La fe y el paso del tiempo»: Sal Terrae 174 (2013) 11. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 568 568 miren junkal guevara llaguno, rjm un momento de distracción puede comportar una derrota irreversible, una exclusión inapelable»12. Pero no podemos cerrar este álbum, y con él nuestro recorrido por la novedad de la fe bíblica, con esta página. Pertenece a lo específico de la fe bíblica mostrar la entraña misericordiosa del Dios revelado: «¿Acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré. Yo te llevo grabada en mis manos; siempre tengo presentes tus murallas» (Is 49,15-16). Dios sale de sí, se comunica con nosotros en un diálogo perpetuo, constante, que nos salva y nos acepta en su amistad: «por esta revelación, Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor, y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía» (DV 2). Dios nos crea y nos conserva en su amistad, y ese diálogo se inicia cuando somos llamados a la existencia y no se silencia. Creación y salvación constituyen una única realidad e imprimen a nuestra vida un ritmo que la anima de modo constante. Somos a-Graciados; la Gracia de Dios es una mano tendida a nosotros permanentemente. «Cuando se hunde todo lo concreto y lo posible de gozar, cuando todo suena a silencio mortal, cuando todo sabe a muerte y destrucción, o cuando todo desaparece como en una bienaventuranza inefable casi blanca y sin color, inasible, sabemos que no solo el espíritu, sino el mismo Espíritu Santo está obrando de hecho en nosotros. Es la hora de su gracia. Y entonces la falta de suelo que experimentamos en nuestra existencia es la insondabilidad del Dios que se nos comunica, el comienzo de la llegada de su infinidad, que ya no tiene caminos, que gusta a nada porque es infinidad»13. 12. Z. BAUMAN, citado por M. PÉREZ OLIVA, «La vida en tres tercios», El País, 21 de marzo de 2013. 13. K. RAHNER, Escritos de Teología III, Cristiandad, Madrid 20024, 99-100. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 569 postales desde el cielo 569 3. Conclusión Este recorrido por los álbumes de la novedad bíblica nos ha ayudado a atravesar «la puerta de la fe» y a avivar esas dos grandes imágenes en las que la revelación bíblica se muestra novedosa, original, desafiante: la imagen de Dios y la imagen del hombre. Como si fueran instantáneas, han pasado ante nosotros la autocomunicación de Dios al hombre, la condición de este como «oyente de la palabra» (K. Rahner), la Escritura como lugar de encuentro y diálogo entre Dios y la humanidad... Pero, además, la fe como puerta ha vuelto a invitarnos a atravesarla, actualizarla, reemprendiendo una y otra vez su camino. Ahora bien, la fe no se ha mostrado solo como una apertura de la persona al futuro, a lo que todavía no está presente... La puerta de la fe y las historias de los hombres y mujeres de fe se sostienen en la realidad presente, en la que es posible discernir la presencia de Dios habitándolo todo. Esa presencia cambia el presente, redimensiona el tiempo y nos pone de cara a Jesús, la puerta por la que entramos y salimos gustando ya los signos del Reino. «[...] ¿Qué hora tienes tú, Señor? Contemplen a Jesús de Nazaret, Él es la hora del Reino, el tiempo exacto. ¡Quién pudiera ser lúcido y libre para decir: “Esta es la hora”, la hora en punto, la tuya y la nuestra en una sola...!»14. 14. B. GONZÁLEZ BUELTA, «Tu tiempo», en La utopía ya está en lo germinal, Sal Terrae, Santander 1998, 55. Sal Terrae | 101 (2013) 555-569 interior junio 2013_int. REV. diciembre 2006-grafo 17/05/13 11:28 Página 570 ANDRÉ DUPLEIX Orar con Pierre Teilhard de Chardin 160 págs. P.V.P. : 12,50 € Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) se dio a conocer como teólogo y como especialista en paleontología. Pero fue una vida interior muy intensa lo que permitió a este jesuita afrontar, dentro de la más estricta fidelidad a la Iglesia, los riesgos de su investigación y los dolorosos conflictos que esta le deparó. Y es que Teilhard fue, ante todo, un gran orante. De alguna manera, orar con Teilhard de Chardin es situarse en el punto de intersección de la revelación y los desarrollos del mundo, de la palabra única de Dios y las llamadas o los gritos de los seres humanos. Es encontrarse con un sabio y un místico, un hombre de acción y un contemplativo, un ser humano que sufre y que confía.