“La escena fue tocante
Transcripción
“La escena fue tocante
[6] “La escena fue tocante.”—¡Con qué espanto leerán los que amen nuestra poderosa y rica lengua, esa frasecilla espuria y menguada, que comienza a deslizarse en algunos periódicos de Buenos Aires! Tanto vale hablar y escribir de ese modo como hablar la jerga horrenda de los catalanes de Marsella. Ese tocante es, por supuesto, traducción del frappant francés: solo que frapper en francés, tiene más acepciones que la mera de tocar, con que se la traduce al castellano. Pues no se puede decir, correcta y galanamente: “la escena fue conmovedora”?—No parece que sea la tierra de Quesada y de Gutiérrez aquella en cuyos periódicos se hallan a cada paso frases como estas: distribuir los roles; representa un rol. Una vez tropezamos con una empresa de salvataje, cuando desde los tiempos del jesuita Terreros registran los diccionarios de la lengua la buena palabra salvamento, que los italianos usan también para expresar la misma idea, sin acudir a la palabra francesa sauvetage, que no tiene para nosotros abolengo etimológico, ni derecho a ser introducida en nuestra lengua. Fuera cosa de no acabar citar curiosidades de esta especie. En el Perú dicen intimidar por intimar, y en Buenos Aires mismo se oye a menudo “Estaba lleno de indignidad” por “Estaba lleno de indignación”. No agradecería la equivocación aquel de quien así se hablase. Pero todo eso es cosa de poca monta, al lado de un caballero crítico, de la República del Plata, que ha escrito que los grandes poetas han monumentanizado las instituciones de sus pueblos: verdad que es un crítico que “ve arder en su cerebro la chispa irradiante de la ambición.” El espíritu humano nace a caballo y con espuelas, y apenas se aposenta en el cuerpo que le cabe en suerte, emprende su viaje en busca de la solución de sí mismo, y del punto en que ha de confundirse con el espíritu universal. Anhela saberlo todo. Desfallece cuando ve que no le alcanza su hora terrenal para darse cuenta de todo lo que hay sobre la tierra. Agradece cada libro nuevo, que le abre un nuevo horizonte. Lo oscuro y vacío le llena de ira. Quiere reconstruir lo pasado y adivinar lo futuro. Ahora se ha dado a luz un libro que revela tesoros escondidos, tesoros del norte de Europa. De esos pueblos se ha venido sabiendo poco. Con pena se han ido teniendo noticias de las razas del centro y norte de Europa. Ya se han publicado los poemas democráticos de Slowacki, las estrofas resplandecientes de Krasinski, los libros maravillosos del apóstata Mickiewicz, los tres grandes poetas de Polonia. Ya son vulgares los versos de Pushkin, el revelador ruso. Y hoy se hacen conocidos los misterios literarios de Escandinavia, merced a un buen libro de Frederic Winkel Horn: La Historia de la literatura del norte escandinavo, desde los más antiguos tiempos hasta el presente. Son los versos de los poetas de aquella tierra como las casas de campo de sus aldeas pintorescas, donde en anchas y macizas ventanas ve el viajero asomado el rostro de una hermosísima doncella, ornado de luengos cabellos rojos, por entre macetas ponderosas henchidas de flores. Tienen aquellas aldeanas una sonrisa grave, una tez nevada, teñida de viva rosa, y una mirada profunda y luciente: su traje, como los versos de sus poetas, abunda en colores. Todo tiene allí la fuerza, el candor y el brillo de las auroras boreales. Las sectas protestantes hacen grandes esfuerzos por llevar su doctrina a México. La tarea es tan ardua como tenaces las sectas atareadas. Hasta ahora venían valiéndose de pastores extranjeros, que no han conseguido mover simpatía alguna en el país. Ahora comienzan a valerse de sacerdotes hispanoamericanos convertidos, y de mujeres. Mrs. Lever, esposa de un reporter norteamericano, y hermana de un conocido editor de México, ha salido pocos días hace de Nueva York para su país con una misión religiosa. Mas no se anuncia copioso fruto para esta desesperada siembra. El pueblo bajo de las ciudades, compuesto de léperos es indiferente o sumiso al clero católico: el pueblo de los campos, el pueblo indígena, obedece ciegamente a los sacerdotes católicos, aun cuando se dé caso de que bajo las imágenes que pasan en las procesiones vayan los ídolos que, a la par de las imágenes cristianas, o sobre ellas, veneran. Y el pueblo de las ciudades, si religioso, es ultramontano, y si no religioso, ha ido demasiado adelante en su fe en la libre razón para volver a las negaciones tímidas y concepciones incompletas del protestantismo. Grave es el tiempo para los judíos. De Rusia los expulsan, y los persiguen por los campos como a animales feroces. En Odesa apedrean el carruaje de Sarah Bernhardt porque es judía, y el gobierno tiene que proveerla de una crecida guardia montada. En Alemania, se hacen menester la energía del Emperador y las declaraciones de Bismarck para que no rebose el vaso de odio. Y ahora leemos que en Persia, donde hay 40 000 judíos, no hay vejación a que no se les someta, ni restricción de beneficio público de que no se les haga exclusivas víctimas. En una ciudad persa, Hamadán, están las tumbas tradicionales de Ester y Mardoqueo. La Opinión Nacional. Caracas, 12 de enero de 1882 [Mf. en CEM]