No hizo cosa igual a otra Nación

Transcripción

No hizo cosa igual a otra Nación
No hizo cosa igual
a otra Nación
¡No hizo cosa igual a otra Nación! Fue la frase que pronunció el papa
Benedicto XIV, al escuchar el acontecimiento guadalupano y conocer la bendita
Imagen. Desde el siglo XVI, Santa María de Guadalupe nos ha acompañado;
Ella se hizo mexicana y nosotros los mexicanos reconocemos su presencia en
nuestra historia. De esto nos da testimonio el códice “Nican Mopohua”.
(la Reina del Cielo) Le dijo: Sube, hijo mío el menor, a la cima del cerrito, y allí donde
tú me viste y en donde yo te mandé, allí verás extendidas diversas flores; córtalas,
júntalas, reúnelas. Luego baja acá; tráelas aquí delante de mí…
Y Juan Diego luego subió al cerrito y cuando llegó a la cima,
quedó muy admirado: estaban extendidas, estaban abiertas,
estaban florecientes toda clase de variadas flores de Castilla: no
era aún lugar en que se produjeran... Al momento comenzó a
cortarlas; las juntó y bajó inmediatamente y trajo a la Señora del
cielo las diferentes rosas que fue a cortar. (La Virgen le dijo) Hijo
mío el menor: Estas diferentes flores son la prueba, la señal que
llevarás al Obispo.
(Posteriormente Juan Diego le entrega la prueba al Obispo) ¡Aquí
están: dígnate recibirlas! Y en el momento desplegó su blanco
manto, con el cual traía recogidas en el hueco las flores, y en el instante cayeron
por tierra todas las diferentes flores de Castilla. En el momento, se pintó, apareció
rápidamente la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios,
enteramente en la forma en que ahora está presente y se guarda en su preciosa casa,
en su ermita del Tepeyac, que tiene por nombre Guadalupe. Cuando la vio el Señor
Obispo, él y todos los que allí estaban se arrodillaron, se admiraron mucho.
Una vez más vivimos la fiesta a Nuestra Madre la Virgen de Guadalupe.
Unámonos a la invitación de los Obispos de México a realizar
este día una jornada de oración por la paz.
2° Domingo de Adviento
Año 14
Número 693
7 de diciembre, 2014
Diócesis de Ciudad Guzmán
Preparemos el camino del Señor
En este segundo domingo de Adviento, el Evangelio de san Marcos nos presenta a Juan
el Bautista invitándonos a disponernos a la llegada del Mesías: “Preparen el camino del
Señor, enderecen sus senderos”.
Voz en el desierto
Preparar el camino del Señor consiste en
buscar lo esencial que es anunciar y hacer
presente el Reino de Dios y su justicia. Esto exige
configurar nuestra vida personal y comunitaria
de acuerdo a las exigencias del Reino y
vivir como discípulos seguidores de Jesús,
evitando la comodidad, la superficialidad, el
consumismo y el despilfarro.
El camino de preparación a la llegada de
Jesús exige abrirnos al Evangelio, vivir la
solidaridad con los más pobres, orar con fe,
sembrar la vida, alimentar la esperanza, asumir
el compromiso de luchar por un mundo nuevo
donde reine la paz, la justicia y la fraternidad.
El Papa Francisco nos dice: “cuando la vida
interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no
entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su
amor, los creyentes corremos ese riesgo cierto y permanente. Renovemos ahora mismo
nuestro compromiso personal con Jesucristo o, al menos, tomemos la decisión de
dejarnos encontrar por Él”.
El evangelio de hoy es una llamada a vivir el Adviento como tiempo de espera alegre,
en medio de una descomposición social fruto de la injusticia, corrupción e impunidad.
Hoy, la voz de Juan el Bautista sigue siendo un grito en el desierto que nos invita a la
conversión que exige enderezar los caminos chuecos de la sociedad y de nuestra persona;
emparejar los vacíos de nuestra vida. Sólo así estaremos en condiciones de recibir la
salvación que nos trae Jesús.
La Semilla está en Internet: www.elpuente.org.mx
Salmo Responsorial
(Del Salmo 84)
R/. Muéstranos,
Señor, tu misericordia
y danos al Salvador
Escucharé las palabras
del Señor, palabras de
paz para su pueblo santo.
Está ya cerca nuestra
salvación y la gloria
del Señor habitará en
la tierra. R/.
La misericordia y la verdad
se encontraron, la justicia
y la paz se besaron, la
fidelidad brotó en la tierra y
la justicia vino del cielo. R/.
Cuando el Señor
nos muestre su bondad,
nuestra tierra producirá su
fruto. La justicia le abrirá
camino al Señor e irá
siguiendo sus pisadas. R/.
Aclamación antes
del Evangelio
La Palabra del domingo...
Del libro del profeta Isaías
(40, 1-5. 9-11)
“Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice
Hablen al corazón de Jerusalén y díganle
a gritos que ya terminó el tiempo de su
servidumbre y que ya ha satisfecho por sus
iniquidades, porque ya ha recibido de manos
del Señor castigo doble por todos sus pecados”.
Una voz clama: “Preparen el camino del
Señor en el desierto, construyan en el páramo
una calzada para nuestro Dios. Que todo valle
se eleve, que todo monte y colina se rebajen;
que lo torcido se enderece y lo escabroso se
allane. Entonces se revelará la gloria del Señor
y todos los hombres la verán”. Así ha hablado
la boca del Señor.
El día del Señor llegará como
los ladrones. Entonces los cielos
desaparecerán con gran estrépito,
los elementos serán destruidos por
el fuego y perecerá la tierra con
todo lo que hay en ella. Puesto que
todo va a ser destruido, piensen con
cuánta santidad y entrega deben vivir
Sube a lo alto del monte, mensajero de
buenas nuevas para Sión; alza con fuerza
la voz, tú que anuncias noticias alegres a
Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a
los ciudadanos de Judá: “Aquí está su Dios.
Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con
su brazo lo domina todo.
Preparen el camino
del Señor, hagan rectos
sus senderos, y todos
los hombres verán la
salvación de Dios.
R/. Aleluya, aleluya
El premio de su victoria lo acompaña y sus
trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará
su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos
recién nacidos y atenderá solícito a sus madres”.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Señor.
(3, 8-14)
Queridos hermanos: No olviden que ustedes esperando y apresurando el
para el Señor, un día es como mil años
y mil años, como un día. No es que el
Señor se tarde, como algunos suponen,
en cumplir su promesa, sino que les
tiene a ustedes mucha paciencia, pues
no quiere que nadie perezca, sino que
todos se arrepientan.
nuestro Dios.
(Lc 3, 4. 6)
R/. Aleluya, aleluya
De la segunda carta del apóstol san Pedro
advenimiento del día del Señor, cuando
desaparecerán los cielos, consumidos
por el fuego, y se derretirán los
elementos.
Pero nosotros confiamos en la
promesa del Señor y esperamos un
cielo nuevo y una tierra nueva, en
que habite la justicia. Por lo tanto,
queridos hermanos, apoyados en esta
esperanza, pongan todo su empeño en
que el Señor los halle en paz con él, sin
mancha ni reproche.
Palabra de Dios.
R/. Te alabamos, Señor.
Del santo Evangelio según san Marcos
(1, 1-8)
Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del
profeta Isaías está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti,
a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: “Preparen el camino
del Señor, enderecen sus senderos”. En cumplimiento de esto, apareció en
el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de conversión, para el
perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos
habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el
Jordán. Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de
cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: “Ya viene
detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco
ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he
bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Palabra del Señor.
R/. Gloria a ti, Señor Jesús.