LA CASA DE VERANO DE LOS ESCOCESES EN BOECILLO

Transcripción

LA CASA DE VERANO DE LOS ESCOCESES EN BOECILLO
LA CASA DE VERANO DE LOS ESCOCESES
EN BOECILLO
En la parte alta del otero donde se encuentran las bodegas de Boecillo, junto a la
ribera del río Duero, se encuentra una casona, ahora abandonada, que perteneció al
Colegio de Escoceses de Valladolid.
Pero, ¿por qué un colegio seminario para la formación de curas escoceses en
Valladolid? La respuesta la obtenemos siglos atrás, allá por el siglo XVI cuando en
1534 el rey Enrique VIII rompe con Roma, promueve una reforma religiosa e instaura el
anglicanismo como religión oficial en su reino frente al catolicismo. Años más tarde, su
hija María Tudor, fruto de su matrimonio con la hija de los Reyes Católicos, Catalina de
Aragón, le sucedió en el trono, volviendo el catolicismo a ser la religión oficial. Al morir
en 1558 sin descendencia, accede al poder su hermanastra Isabel volviendo a reponer
el anglicanismo, promoviendo otra vez la persecución contra los católicos, dictando un
decreto en el que se prohíbe la misa y la existencia de curas en sus territorios,
dándoles un plazo de cuarenta días para que los abandonen. En respuesta a estos
decretos, algunos monarcas europeos favorecen la creación de colegios para los
religiosos perseguidos, estableciéndose los primeros en París y Roma.
El rey Felipe II, esposo que fue de María Tudor y por tanto cuñado de la reina
Isabel I de Inglaterra, fomentó la creación de Reales Colegios como el de San Patricio
o de Irlandeses en Salamanca en 1542 para la formación del clero perseguido en su
territorio o el Colegio de San Albano de Ingleses en Valladolid, fundado 1589 por el
jesuita Robert Persons. En 1627 funda el caballero escocés William Semple el Colegio
Escoceses en Madrid regentado por los jesuitas para la formación se seminaristas de
de ese origen. Se situaron en unas casas de la madrileña calle de Jacometrezo. Según
el reglamento aprobado por el rey Felipe IV y el Papa Urbano VIII, los colegiales debían
ser nativos de Escocia, entre 16 y 30 años, de noble nacimiento y una vez completada
su formación debían regresar como misioneros a Escocia.
Tras la expulsión de los jesuitas con Carlos III, el rey concede a los Escoceses el
antiguo Colegio de San Ambrosio de Valladolid en 1771 perteneciente a la orden
extinta, situado en la actual calle del Santuario. John Geddes fue su primer rector
estando en el cargo durante diez años y fue el encargado de ir ampliando las primitivas
instalaciones. En 1778 el rey Carlos III firmó en el Escorial una Real Cédula en la que
se ponía al Colegio de Escoceses bajo su Real Protección, honrándole con el título de
Real Colegio de Escoceses, asumiendo el monarca el derecho al nombramiento de sus
rectores. Una de las principales rentas con las que contó el colegio fueron los alquileres
de las casas madrileñas de la calle Jacometrezo. Cuando el Ayuntamiento de Madrid
decidió abrir a principios del siglo XX la calle de Alcalá, desde la plaza de Callao hasta
la Cibeles, las antiguas casas del Colegio de Escoceses se vieron afectadas por este
plan. Además de una compensación por la demolición de las casas, al colegio se le
daba opción a construir un nuevo edificio en un solar de esa nueva Gran Vía. Por 1.050
pesetas el metro cuadrado compraron los escoceses la esquina de la calle de la
Montera frente al actual edificio de Telefónica. En 1918 se iniciaban las obras del nuevo
edificio que se terminó cuatro años después. La construcción le costó al colegio
1.600.000 pesetas de los años veinte del siglo pasado, que no admite ninguna
comparación con los precios actuales. Los alquileres rentaban anualmente 264.000
pesetas con las que se iban amortizando los créditos, con eso y con los ahorros
proporcionados por una estrecha economía en el colegio, la comunidad llevaba una
espartana existencia.
Al primer rector le sustituye el padre Alexander Cameron que decidió comprar al
Ayuntamiento de Boecillo dos obradas de terreno para construir una casa de
esparcimiento de los estudiantes y que éstos realizaran otras actividades más lúdicas,
estando ésta ya lista para habitarse en 1798. El mismo Camero nos dice que consta de
tres pisos y ático, con muros de piedra de gran espesor para garantizar el
mantenimiento de la temperatura interior; en la primera planta se halla el refectorio, la
cocina, la librería y la sala de recreo; en el segundo piso el despacho para el rector, la
sala de visitas además de diecisiete habitaciones; en el ático un dormitorio general”.
También se señala que poco tiempo después se fueron añadiendo otras dependencias
como la capilla y la casa del cachicán.
En este privilegiado lugar pasaron muchos veranos los estudiantes escoceses
realizando actividades que no realizaban en su colegio vallisoletano como eran el golf,
críquet, la natación o el fútbol, siendo posiblemente uno de los primeros lugares en
España donde se practicó este deporte.
Durante la Guerra de la Independencia, tras la batalla de los Arapiles en julio de
1812 ganada por los ejércitos anglo-hispano-portugués dirigidos por Arthur Wellesley,
primer duque de Wellington, sobre las tropas francesas al mando del mariscal Auguste
Marmont, éstos se retiran hacia el norte, cruzando el Duero entre Herrera de Duero y
Boecillo. El rector Alexander Cameron II, sobrino del otro Cameron, nos relata en una
carta que escribió que la persecución que Wellington sometió al ejército francés, hizo
que acamparan sus tropas al pie de la casa de verano del colegio, en la ribera del
Duero, invitándole a cenar, junto a sus colaboradores, como el Duque de Orange, el día
30 de julio de ese año. A su paso por esta zona, volvió a instalarse en este edificio el
duque de Wellington el 6 y 7 de septiembre y el 29 de octubre de ese mismo año de
1812.
Los franceses también ocuparon el edificio colegial de la capital para el
alojamiento de oficiales y como panadería. Como otros edificios religiosos, fue
saqueado, perdiendo la mayor parte de su mobiliario, aunque no se vio afectada su
estructura. En uno de estos saqueos el rector Cameron II tuvo que ocultar la biblioteca
y los ornamentos religiosos en el campanario de la iglesia de Aldeamayor de San
Martín. Los franceses le convocaron para que entregase todos los efectos de valor que
tuviesen, entregándoles su rector un único cáliz que dijo poseer como patrimonio. Se
cree que otros cinco vasos sagrados de gran valor y la plata la enterraron en las
cuadras.
Durante el siglo XIX se fueron promulgando una serie de leyes que mitigaban la
opresión de los católicos en Gran Bretaña, como la Acta de Ayuda Católica de 1829,
que llevó al restablecimiento de la jerarquía eclesiástica católica en 1850. Estos Reales
Colegios perdieron su razón de ser, manteniendo una escasa actividad. En 1988 los
escoceses deciden trasladarse a Salamanca y ponen a la venta el inmueble de la
capital adquiriéndolo la Diócesis de Valladolid y desde 1991 establece en él el actual
Centro Diocesano de Espiritualidad del Corazón de Jesús. Actualmente en su interior
se conservan algunas dependencias del viejo colegio, como el refectorio, presidido por
una Sagrada Cena, obra del pintor Manuel Peti, un retrato de la reina Isabel de Borbón,
copia de un original de Villadrando, y los retratos de los fundadores, el coronel William
Semple of Lochwinnoch y su esposa María de Ledesma. También se conservan
numerosos relicarios y bustos, algunos de ellos obra de los escultores Adrián Álvarez y
Pedro de la Cuadra. Se mantiene la antigua capilla de la Concepción, en la que se
produjeron las apariciones al Padre Hoyos relacionadas con el culto al Corazón de
Jesús: es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con yeserías barrocas,
decorada con retablos de columnas salomónicas y esculturas de Juan de Ávila
realizadas en el último cuarto del siglo XVII. La antigua fachada de su iglesia la
podemos contemplar en los jardines del Colegio Mayor de Santa Cruz.
En la actualidad, el Real Colegio de San Albano o de los Ingleses es el único
que mantiene su actividad original en nuestra ciudad.