actitud - Misioneros Claretianos de México

Transcripción

actitud - Misioneros Claretianos de México
PRESENCIA
APOSTÓLICA
Revista bimestral núm. 60
JUL-AGO 2013
Donativo:
t64
El poder de la
actitud
Dejarse guiar
por el corazón
Celebramos
10 años
creciendo 1juntos
Presencia Apostólica
Te invitamos a formar parte de nuestra red de distribuidores de Agua San Judas Tadeo
[email protected]
ò 01 722 321 28 28 ò www.aguasanjudastadeo.com
(55) 5521 3889 ò (55) 5536 2328 ò 04455 4505 5810 ò 01 800 841-77-92
Ven a vivir la alegría de servir
realizando labores de evangelización
y promoción social en:
n El Ciruelo y Lo de Soto, Costa Chica de Oaxaca
n Ciudad Juárez n Nuevo Laredo
n Torreón n León n Morelia
n Guadalajara n D.F. n Toluca
n Cuauhtenco, Estado de México
n Y en más de 60 países
MISIONEROS CLARETIANOS
2
Presencia Apostólica
PRESENCIA
APOSTÓLICA
CONTENIDO
Director
Ernesto Mejía Mejía, CMF
Consejo Editorial
Alejandro Cerón Rossainz, CMF
José Juan Tapia, CMF
Alejandro Quezada Hermosillo, CMF
Enrique Mascorro López, CMF
René Pérez Díaz, CMF
Lourdu Jerome Joseph, CMF
Óscar Linares Rodríguez, CMF
Ernesto Bañuelos C.
Editorial
3
Vida cotidiana
4 Un nuevo amanecer
6 San Judas Tadeo
Editora
Marisol Núñez Cruz
2
8
Dejarse guiar por
el corazón
Arte y Diseño
Mirta Valdés Bello
Colaboradores
Enrique A. Eguiarte Bendímez, OAR
Jesús García Vázquez, CMF
Juan Carlos Martos, CMF
Enrique Marroquín Zaleta, CMF
Distribución
El poder de la actitud
10
12
La pérdida de la pareja, uno de
los duelos más difíciles de superar
Liga Nacional de San Judas Tadeo
1 4 Una historia para meditar
1 6 Ciudad Juárez, un anhelo de paz
PRESENCIA APOSTÓLICA, La voz de San
Judas Tadeo, es una publicación bimestral.
Editor respon­sable: José Juan Tapia Tapia. Editada por la Liga Nacional de San Judas Tadeo,
A.C. Registro No. 04-2008-041014062100-102.
Número ISSN 1665-8914 Distribuida por el
Templo Claretiano de San Hipólito y San Ca­
siano, A.R., Zarco 12, Col. Guerrero, C.P. 06300,
México, D.F. Publicación Claretiana. El material contenido en Presencia Apostólica puede ser
reproducido parcialmen­te, citando la fuente y
sin fines comerciales.
¡Te invitamos a suscribirte!
mail: [email protected]
Tel: (55) 55 18 79 50 Fax: (55) 55 21 38 89
Número suelto: $10.00 M.N.
Suscripción anual: $150.00 M.N. / $25.00 US.
(Incluye gastos de envío).
1 8 Memorias del concilio
1 9 Tener fe
20
21
Diez años de Presencia Apostólica
De la Palabra a la acción
Presencia Apostólica
1
EDITORIAL
Diez años
E
sta revista surgió hace diez
años, como respuesta a una ne­
cesidad de comunicación social
y pastoral entre los misioneros
claretianos, los devotos de san
Judas Tadeo, la comunidad cristiana y el
público en general.
Tratando de responder a las necesidades
de los lectores, la revista ha ido tomando la
forma que tiene actualmente, tratando de
profundizar en la fe, de promover el desarro­
llo humano y de contribuir al creci­miento
espiritual; proporcionando información
que sea útil a los lectores para mejorar su
vida personal y familiar. Atendien­do al as­
pecto comunitario, también hemos man­
tenido el objetivo de analizar temas de ac­
tualidad, desde una óptica de compromiso
cristiano y con los objetivos de justicia paz
e integridad de la creación.
La experiencia de realizar y compartir
esta publicación nos ha enseñado que culti­
var nuestra espiritualidad nos permite rela­
cionarnos mejor con los otros y con toda
la creación, así como crecer como personas
y expresarnos creativamente.
Celebramos este aniversario con el de­
seo de seguir cultivando una espiritualidad
que nos permita encontrar a Dios en nues­
tra vida cotidiana y tomar cada vez mayor
conciencia de que estamos en este mun­
do con otros y que lo que hagamos por
ellos lo hacemos por nosotros mismos. Te­
nemos el ejemplo de Cristo que nos enseña
una solidaridad que llega hasta la identifi­
cación total con los que sufren.
En esta ocasión especial, agradecemos
el apoyo de nuestros lectores y espera­
mos poder llegar a más personas.
Bendíceme
Señor
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie
deslumbra; que vean detrás de la
superficie para que los demás se sientan
felices por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y a la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan,
aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y
secretos, que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y
comprender y aprenda a compartir dolor
y alegría con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
Sabine Naegeli
Vida cotidiana
BIENVENIDO ESPÍRITU
Bienvenido, Espíritu. ¡Eres tú!
Pasa, no te quedes a la puerta.
Pasa hasta la sala de estar.
Toma asiento, vamos, con toda confianza.
¡Ojalá te quedes mucho rato!
Tenemos tanto que hablar
Puedes quedarte todo el día,
y mañana, y pasado mañana,
No sabía si vendrías.
Lo esperaba, bueno, lo deseaba,
pero dudaba: pensaba si serías sólo para
los importantes, los sabios, los santos,
los perfectos...
¡Ojalá no te vayas nunca!
¡Ojalá no te eche nunca!
No te vayas aunque te eche, te lo suplico.
Veo que vienes a todas las casas,
las grandes y las pequeñas.
Tenía esperanza,
pero a veces me asaltaba la duda.
¿Vendrá también a mi casa,
tan pobre, tan pequeña?
No sabes cuánto me alegro.
Has venido, ya estás aquí.
No eres un lujo ni un regalo caro.
Has venido y estamos aquí juntos.
¡Casi no me lo puedo creer!
Me emociona que estés aquí,
los dos juntos, mano a mano.
Te enseñaré mi casa, ¿quieres?
Está un poco abandonada, ya lo ves.
Quiero renovarla, de arriba a abajo.
Contigo lo haré perfectamente.
¿Para cuánto tiempo vienes?
Dicen que Tú haces profetas.
No sé bien lo que puede ser eso,
pero lo intuyo.
Hombres que nunca están quietos.
Mujeres que rompen moldes
y no repiten la historia.
Siempre andando en busca de lo nuevo
más allá de los senderos trillados.
Dejarlo todo, superarlo todo,
darlo todo y abrir caminos.
Estoy un poco lejos de esas maravillas
con esta casa tan abandonada.
Pero si Tú has venido
pensarás que ha llegado el momento.
Me gustaría.
De verdad que me gustaría, ¡te lo juro!
Loidi, P.
www.ciudadredonda.org
Envíanos locos
¡Oh, Dios! Envíanos locos,
de los que se comprometen a fondo,
de los que se olvidan de sí mismos,
de los que aman
con algo más que con palabras,
de los que entregan
su vida de verdad y hasta el fin.
Danos locos,
chiflados, apasionados,
hombres capaces
de dar el salto hacia la inseguridad,
hacia la incertidumbre
sorprendente de la pobreza;
danos locos,
que acepten diluirse en la masa
sin pretensiones de erigirse un pedestal,
que no utilicen su superioridad
en su provecho.
Danos locos,
locos del presente,
enamorados de una forma de vida sencilla,
liberadores eficientes del proletariado,
amantes de la paz, puros de conciencia,
resueltos a nunca traicionar,
capaces de aceptar cualquier tarea,
de acudir donde sea,
libres y obedientes,
espontáneos y tenaces,
dulces y fuertes.
Danos locos, Señor, danos locos.
L.J. Lebret
Presencia Apostólica
3
Aventuras de un misionero
Un nuevo
amanecer
Jesús García Vázquez, CMF
M
i estimado lector,
¿qué harías en una
montaña como a
las seis de la tarde, pero que parece media noche? Mira, el cielo está
encapotado con nubarrones que
presagian, no lluvia, no tormenta,
sino tempestad. No hay luz eléctrica, pero hay un quinqué en la cocina y otro en el cuarto de cada
misionero —también cada uno tenemos lámparas de pilas por aquello de ¡no te entumas!— El Botas,
el perro más hermoso de la montaña —¡claro!, pues lo cuidábamos
entre todos—, echado a los pies
de su amo, o sea yo. Todo él, color
miel con motitas blancas en las patas —de ahí su nombre—, manchas
blancas en la punta de las orejas, la
trompa y la cola; como que Dios lo
dibujó así a propósito.
Las gallinas ricachonas estaban
bien resguardadas, pues viendo la
tempestad que se avecinaba, más temprano que de costumbre, se metieron a su casita de adobe techada
con tejas. Por cierto, muy agradecidas, porque cada día nos ofrecían
4
Presencia Apostólica
de 15 a 20 huevitos. De verdad que
nos daban la energía, junto con la
miel, para subir y bajar las montañas. Pero ¡pobres de las gallinas pobres!, ellas tuvieron que soportar la
tempestad en los árboles.
En esas circunstancias, de lo único que dan ganas es de ir a comer
unos taquitos de frijoles de la olla
con chile, jitomate y cebolla y un
huevito frito, para luego sentarse a
leer un rato un buen libro a la luz
del quinqué, después de compartir, con los otros misioneros, nuestras experiencias en las comunidades, para luego ir a planchar oreja,
arrullados por el canto de los grillos y los silbidos del viento tempestuoso que estaba por llegar.
En esas estábamos, cuando llega un mensajero que de viva voz
nos comunica que el padre José
Vargas estaba en la montaña, esperando una remesa de maíz, y
que tenía hambre y frío. Sin pensarlo mucho, me levanté de la mesa
y preparé un buen itacate con tortillas, frijoles y huevos cocidos. Ensillé la mula para lanzarme en
busca de mi hermano. Me em-
broqué un capote, me trepé a mi
vehículo —la mula— y comenzamos a escalar la montaña. La tirada era caminar tres horas, pero
se convirtieron en cinco, porque a
la mitad del camino comenzó la
tempestad. Estaba todo oscuro y
con el viento tan fuerte que el capote parecía tener alas que volaban
de un lado para otro, dejándome
al amparo del chubasco. La lámpara solo me permitía ver dos pasos adelante. Los relámpagos y los
rayos se veían a derecha, izquierda, atrás y adelante. Con la luz de
cada rayo veía las orejitas paradas
de la mula identificando el camino a seguir. Con dificultad lográbamos dar paso adelante por la fuerza del viento que ya no sabíamos ni
de dónde venía ni a dónde iba. Yo,
mientras oraba, sintiendo miedo y
gozo a la vez. Miedo de equivocar
el camino y no llegar con mi hermano, después de tanta peripecia,
y gozo de estar disfrutando de un
fenómeno tan hermoso que jamás
he vuelto a disfrutar en la vida.
Siempre me ha gustado la lluvia. De
niño, me salía de mi casa a mojar-
Aventuras de un misionero
Gracias a Dios las cobijas llegaron secas, pues las había metido en
una bolsa de plástico. Después de
cenar, nos tiramos cada quién en
un rincón para recuperar las fuerzas. La tempestad iba menguando
y después de una hora más, se calmó y se transformó en una melodiosa lluvia que nos arrulló y nos
dejó dormir. El Padre José preparó
una fogata para calentar los tacos.
Cuando compartimos con alguien
que tiene hambre, sabe más rica la
comida, aunque sean frijolitos.
Un nuevo amanecer
El día siguiente, me parecía el más
hermoso de todos. Las nubes se
habían despedido para dar paso a
los rayos del astro rey que a carcajadas se burlaba de mí, porque
una de mis botas que puse cerca del
fuego para secarse, estaba achicharrada. Alguna rata traviesa debió haberla tirado al fuego. Pero
estábamos felices porque, con el
maíz que había llegado, no sólo
les daríamos a los indígenas el alimento del alma, sino también el
del cuerpo.
Mis queridos lectores, nunca olviden que después de una tormenta, siempre hay un nuevo amanecer
y que Dios nunca nos abandona.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
Sumérgete
en la lectura
de Presencia
Apostólica
y profundiza
en tu
fe.
Ilustración: Leticia Asprón
me y a chapotear en los charcos
y eso que estaba experimentando
era algo grandioso para mí. Ahora
de grande, en medio de la tempestad, le decía a Dios en mi oración:
¡Señor, pero qué poderoso eres!,
¡cómo mueves el viento, los rayos y
las nubes! En verdad que es hermoso ver el chubasco con la luz de los
rayos. ¡Gracias Señor! Te pido por
aquellos que, teniendo un poco de
poder, se creen con más poder que
el que tú tienes y lo utilizan para
dañar a sus hermanos. Como dice
la canción: “¡Pobrecito del patrón,
piensa que el pobre soy yo!” En
esos pensamientos estaba cuando llegó un momento en el que la
mula ya no quería caminar; no sé
si por el miedo —no le pregunté—
o porque no podía ver por el agua
que se le metía a los ojos, ya que
no usaba sombrero. Yo sí podía ver
mejor, porque yo sí traía sombrero que no me pudo quitar el viento, ya que lo traía bien atorado de
mi mentón con el barbiquejo, aun
así, varias veces estuvo a punto de
zafarse de mi cabeza. Me bajé de
la mula para jalarla con la rienda.
Creo que con eso se sintió más segura, porque me siguió y ya no fue
necesario jalarla.
Después de cinco horas de dialogar con Dios y de navegar con el
meteoro, llegamos con mi hermano José que, paciente y casi muerto de frío, más que de hambre, porque era muy aguantador —a veces
se quitaba el pan de la boca para
dárselo a los indígenas—, al vernos
llegar, más o menos como a la una
de la mañana, me expresó su alegría con un fuerte abrazo, a pesar
de que estaba yo todo empapado.
La mula nomás se nos quedaba mirando, como diciendo: “¿y yo qué?”
Pues también a la mula fue y le dio
su abrazo, y más contenta se puso
cuando, en agradecimiento, recibió
cinco litros de maíz, mismos que
devoró como si tuviera hambre.
Presencia Apostólica
5
Nuestra devoción
S
San Judas Tadeo
an Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles que Jesús escogió, como nos dice el
Evangelio, «para que estuvieran con él y
para enviarlos a predicar». San Judas Tadeo formó parte de la que podemos identificar como la primera comunidad de discípulos del
Señor, además de ser su pariente cercano, según los
relatos genealógicos.
Los nombres del apóstol
El nombre «Judas», un nombre común entre los judíos del tiempo de Jesús, viene del idioma hebreo y
significa “alabanzas sean dadas a Dios”; el nombre «Tadeo» proviene del idioma arameo y significa valiente o
magnánimo. También ha sido llamado «Lebbeo» que significa hombre de corazón tierno.
En la lista de apóstoles del evangelio según san
Lucas aparece con el nombre de «Judas» (6,16); en Mateo (10,3) y
en Marco (3,18) se utiliza el
nombre «Tadeo».
Todos los nombres que
hacen referencia a san
Judas Tadeo son significativos, pues nos hablan
de su actitud y cualidades, y todos concuerdan
con su advocación de
las “causas difíciles”. Imitemos las cualidades del
apóstol, así como su actitud ante las dificultades.
La imagen
 Lo más significativo en
las representaciones del
apóstol es portar en el pecho la imagen de Jesucristo; simbolizando
q u e Ta d e o l l e va a
Cristo en su corazón
y que es parte central de su persona.
También significa
que es portador del
mensaje de Jesús,
pues lo llevó a los
pueblos paganos.
Se le represen­
ta con las armas o
6
Presencia Apostólica
herramientas que la tradición ha asociado con su
martirio: mazo, hacha o espada.
La llama del Espíritu Santo sobre la cabeza del
apóstol simboliza su presencia en Pentecostés.
En la Biblia
Además de ser mencionado en la lista de apóstoles, el evangelio según san Juan nos refiere que san
Judas hace una pregunta a Jesús durante la última
cena: “Le dice Judas –no el Iscariote–: –Señor, ¿por
qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”
(Jn 14,22-23).
Por otra parte, al apóstol se le atribuye la Epístola de Judas, una de las cartas del Nuevo Testamento
que se suelen llamar “católicas”, porque no están dirigidas a determinada Iglesia local, sino a un círculo
más amplio de destinatarios.
Advocación y fiesta
Ser el patrono de las “causas difíciles” o de los “casos desesperados o imposibles” ha convertido a san
Judas Tadeo en uno de los santos más invocados popularmente.
Su fiesta se celebra en la liturgia el 28 de octubre, aunque popularmente es recordado el día
28 de cada mes.
Aquí y ahora
Llama la atención que en la actualidad, en un momento en que hay miles de opiniones y opciones,
el apóstol tenga un impacto tan grande en la comunidad creyente. San Judas Tadeo continúa realizan-
Nuestra devoción
do su misión de llevar el mensaje de Jesús a todo el
mundo, en especial a los más pobres y marginados.
“El santo de la esperanza”
San Judas Tadeo es “el santo de la esperanza” en el
mismo sentido en que todas las santas y todos los
santos lo son, pues ¿cómo se podría alcanzar la santidad sin esa virtud?
En realidad todos los cristianos debemos distinguirnos por tener esperanza y esto significa:
 Persistir en la lucha, incluso cuando todo parezca indicar que no tendremos éxito
 Poner todo lo que esté de nuestra parte para
que las cosas se resuelvan lo mejor posible
 No perder la paz
 No dejarnos vencer por el miedo
 Saber que nuestra fuerza es la fe, la confianza
en Dios
El tem
“Los casos difíciles”
La advocación de san Judas Tadeo como intercesor
en “los casos difíciles” provoca simpatía y empatía –que quiere decir sentirnos comprendidos, sentir que el otro se pone en el lugar de uno– porque
implica un “no darse por vencido” y un “estar ahí
cuando más se le necesita”.
La persistencia y la audacia fueron parte de la actitud que caracterizó a los apóstoles en su misión, guiados por el Espíritu y por las enseñanzas de Jesús.
Oración a san Judas Tadeo
San Judas Tadeo, apóstol de Jesucristo, que diste
la vida para dar testimonio de la fe cristiana y que
ahora, junto a tu Maestro, el Señor Jesús resucitado, gozas plenamente de la vida de Dios, intercede por
nosotros, los que todavía caminamos hacia el Padre; bendice nuestros hogares, que haya en ellos paz y
alegría; protege a los que trabajamos en el campo
o en la ciudad, que construyamos unidos en la
justicia una patria libre y próspera para todos los
habitantes de esta tierra.
Fortalece nuestra fe en el Señor Jesús, aumenta
nuestra esperanza en la venida de su Reino y haz
que junto con María, la Madre de Jesús, nos amemos todos como hermanos.
Amén
Santuario Nacional de San Judas Tadeo, Santiago de Chile.
www.sanjudas.cl
El templo de San Hipólito
Ubicado en el corazón de la ciudad de México, el Templo de San
Hipólito y San Casiano forma parte
del patrimonio histórico y cultural
de la ciudad y, aunque actualmente se distingue por la veneración
a san Judas Tadeo, originalmente
fue dedicado a los santos Hipólito y
Casiano, a los cuales, desde la terminación del templo se les nombró:
“Patronos de la muy noble, insigne
y muy leal, Ciudad de México”.
La construcción del templo se
inició en 1599, sobre los cimientos
de la antigua Ermita de los mártires.
El templo fue construido desde finales del siglo XVI e inaugurado
en junio de 1740.
Presencia Apostólica
7
Crecimiento personal
El camino a la paz interior III:
Dejarse guiar por el corazón
Dinko Alfredo Trujillo Gutiérrez
M
e llegó un correo
de Rodrigo, un
amigo lector que
ha venido leyendo
los artículos que se
publican en esta revista. Me decía,
en relación con los dos artículos
anteriores, que el tema le interesaba profundamente, pero –escribía–
que era difícil en estos tiempos y tal
como van las cosas en el país que
se alcanzara la paz interior. Ciertamente no es fácil, sin embargo,
la intención es poder alcanzarla
y entender que en un sentido es un
esfuerzo diario, y, en otro, es aprender a confiar y, por lo tanto, a fluir
con la vida; así como aprender a
escuchar nuestra voz más profunda y esencial, a la que me refiero
como la voz del corazón.
Recapitulando, decíamos en el
primer artículo de este tema que
hay que aprender a disfrutar cada
8
Presencia Apostólica
momento, perder el interés en
juzgar a los otros y a uno mismo
y, también, perder el interés en
interpretar las acciones de los demás. Mientras que en el segundo
artículo apuntábamos a la pérdida
de interés en los conflictos y en
preocuparse, así como a aprender
a revalorarse gozosamente. Si has
intentado dar estos pasos, podrás
ver que los que ahora se expondrán
implican, paradójicamente, un trabajo mayor: dejar de hacer esfuerzo
por lograr y permitir que la paz
llegue por sí misma. La paz no
es un trofeo ni está supeditada a
nuestro control, muy por el contrario, necesita que aprendamos a
soltarnos, permitiendo así que los
frutos se den por sí mismos: la dicha que resulta de la conexión auténtica con los otros y con la naturaleza, la sonrisa que proviene
del corazón y la tendencia a dejar
que las cosas sucedan en lugar de
hacer que sucedan. Veamos ahora cada una en particular pero, no
olvidemos que todas se implican y
necesitan entre sí.
LA DICHA DE CONECTARSE CON
LOS OTROS Y CON LA NATURALEZA
Mucho del problema de las guerras, la intranquilidad y la desconfianza, tiene que ver con la ruptura
que hemos hecho los seres humanos los unos con los otros. Por otro
lado, la contaminación y el cambio climático conllevan una ruptura con la naturaleza, ya que nos
hemos sentido sus dueños y señores, en lugar de asumir la misión
de cuidarla y respetarla. Y en el
fondo de estas desconexiones está
la desconexión que tenemos con
nosotros mismos. Somos parte del
todo y el llamado otro no es más
que un reflejo de nosotros mismos.
De hecho el auténtico amor a uno
Crecimiento personal
mismo viene de saber estar en conexión con lo más profundo de sí,
sólo desde este sitio viene la
verdadera dignidad propia y no
del malogrado orgullo que defiende
imágenes falsas de nosotros y no lo
que realmente somos. Únicamente
desde este sitio se valorará la dignidad de los demás y de la misma
naturaleza. Pero el asunto no es en
solitario; no es en la individualidad
y al margen de lo que pase con el
entorno. Precisamente la profun­
da conexión con uno mismo nos
lleva a descubrir la conexión que
tenemos todos y a establecer una
relación distinta con el todo. Para
establecer estas conexiones no basta con quedarnos con explicaciones a nivel mental; es necesario
un contacto con nuestra propia
alma que es lo que en este caso
llamamos nivel del corazón. Pues
el amor es finalmente una actitud,
como nos diría Fromm, es un poder de la propia alma. Reflejo y
continuidad de los llamados otros
y siempre parte de uno mismo, por
lo que una profunda conexión con
uno y con todo es lo propio del
amor, en cualquiera de sus presen­
taciones. Sólo desde este lugar podrán aparecer sentimientos dichosos provenientes de los tres niveles
de relaciones –con uno mismo, con
los otros y con lo que nos rodea–.
Esta es la razón por la que un paseo
en el bosque o al mar nos genera
tanto bienestar, sin darnos cuenta
nuestra alma resuena con tales sitios; la grandiosidad de lo que percibimos nos habla de la grandiosidad de nuestro propio espíritu.
LA SONRISA QUE PROVIENE
DEL CORAZÓN
Distintos sabios han afirmado que
un propósito esencial de la vida es
procurar la felicidad para uno mismo y para los otros. Esta es una gran
verdad, pero habría que preguntarse en qué consiste la verdadera felicidad. Sabemos que la tenden-
cia de los seres vivos en general
es a experimentar placer y a evitar
el dolor, y cada especie lo hace
según su naturaleza. Desde el
microbio hasta el ser humano, la
diferencia está en la complejidad
del individuo, según su especie. La
nuestra es la más compleja y la que
más se complica para encontrar la
felicidad. No es raro que algunas
personas, persiguiendo la felicidad, terminen en la desdicha. Si
bien, en los animales y las plantas
la búsqueda del bienestar está determinada por su propia naturaleza, en el caso del ser humano el
asunto es muy distinto, pues éste
no está determinado de esta forma y sus posibilidades y rumbos
son ilimitados; sin embargo no
todos los caminos le conducen a
tan apreciado objetivo, pues en los
diferentes caminos se generan espejismos que nos desvían de la
verdadera felicidad: drogas que
prometen diversión y placer terminan en enfermedades y existencias destruidas; sexo desbordante
y sin amor termina en vidas vacías; imágenes comerciales llevan
a muchas jóvenes a desórdenes
alimenticios y a más de uno a la
muerte. Por eso no todo camino
que parece llevar a la felicidad
termina realmente en ella. Habría
que plantear que la principal felicidad que otorga la vida es llegar a
uno mismo, pues en el camino hacia lo esencial que somos es donde aparece la felicidad verdadera,
por lo que el verdadero placer
tiene que ver con la autenticidad
y no con una máscara impuesta y
construida. Por otro lado, creo que
ya quedó muy claro que cuando
hablamos del corazón no nos estamos refiriendo al órgano que late
y permite que circule la sangre,
sino que es la metáfora del alma
misma y de la luz que emana de
ella. La conexión con el alma es el
amor al que sólo se llega cuando
nos abrimos a él, y este estado es
la imagen perfecta de la paz interior; un estado de felicidad distinto
a lo que los medios, con sus placeres pasajeros, nos ofrecen. Quien
ha sabido llegar a ese nivel de contacto sabe que la sonrisa más auténtica viene del corazón mismo y
que se nos ofrece también desde
los demás y desde el todo.
TENDENCIA A DEJAR QUE LAS
COSAS SUCEDAN EN LUGAR DE
HACER QUE SUCEDAN
En tal nivel de conexión y gozo se
genera un estado de confianza en
el que somos capaces de aceptar
la voluntad de Dios y amar las cosas
como son. Para esto es necesario
que dejemos de pretender contro­
larlo todo y que dejemos de buscar que forzosamente sucedan las
cosas que cada uno quiere en lo
individual. El problema de muchas
personas es que no se dan cuenta
cuándo es necesario dejarse llevar
por la corriente de la vida y, queriendo llevar en todo momento
el timón, terminan por destruirlo y
hundir la nave. Circular por los mares
de la vida dejando que ésta actué
requiere fe y saber cuándo soltar
controles. Es difícil llegar a este conocimiento, como bien señala Rodrigo, pues estamos entrenados para
controlar y pelear para que las cosas
sean como queremos, sin importar
que al final no sea lo que realmente
es mejor para todos. Pero de hecho
sólo en contacto con el alma y en
paz es desde donde la vida actúa sabia y protectoramente, pues no estamos peleando con ella. Sólo desde
el alma se entiende lo sagrado y sólo
desde ella se encuentra la confianza
y la sabiduría para entender que lo
que permitimos que suceda traerá
mucho más regalos que lo que busquemos controlar.
El autor es licenciado en psicología y filosofía con maestrías en terapia familiar y de
pareja. Terapeuta, catedrático universitario
y conferencista.
Presencia Apostólica
9
Desarrollo humano
El poder de
la actitud
Gylda Valadez Lazcano
M
uchas de las cosas que nos suceden no las podemos elegir y, a lo
largo de nuestras
vidas, todos lidiamos con circunstancias que nunca elegiríamos; lo
único que siempre podemos elegir
es nuestra actitud y definitivamente
hay circunstancias que nos obligan a
sacar lo mejor de nosotros mismos.
Por experiencia sabemos que
la actitud que tenemos ante la vi­
da influye más que cualquier otra
cosa respecto al resultado. Actitud se
define como: “Disposición de ánimo, manifestado de algún modo.”
10
Presencia Apostólica
Esto suena muy amplio e incluye
una larga lista de actitudes. Por
ejemplo optimista o pesimista;
alegre o triste; generoso o egoísta, etc. Lo importante es que cada
una de estas actitudes implica una
elección, aunque muchas veces
no somos conscientes de nuestras
elecciones.
Nuestra actitud hacia los demás
determina la actitud de ellos hacia
nosotros, pero nuestra actitud también repercute en nosotros mismos
y una regla de oro sería que la actitud hacia tu persona se reflejará en la actitud que proyectes
hacia los demás.
“No podemos cambiar nuestro pasado; no podemos cambiar
el hecho de que la gente actúe en
determinada forma; no podemos
cambiar lo inevitable. Lo único que
podemos hacer es tocar la única
cuerda que tenemos, y esta cuerda
es la actitud (…) Soy un convencido de que la vida es diez por ciento lo que me sucede y noventa por
ciento cómo reacciono a lo que me
sucede.” Dice Charles Swindoll, para
quien la actitud es más impor­tante
que los hechos; más importante que
el pasado, que el éxito, que el dinero, etc. Reconocer la importancia de nuestra actitud nos permite
tomar conciencia de nuestro propio poder ante la vida.
Enfocarse en lo bueno
El optimismo es la tendencia a ver
y a juzgar las cosas y los sucesos
bajo su aspecto más favorable. Esto
va muy de la mano con el tema de
la inteligencia emocional que tratábamos en un artículo anterior.
Aquí viene al caso el conocido
ejemplo de ver el vaso medio lleno o el vaso medio vacío. Significa
mirar lo que sí hay; contar con lo
que sí tenemos.
Esta misma perspectiva, aplicada a nuestro trato con los demás,
implica enfocarnos más en las cualidades de la gente que en sus defectos, lo que será de gran ayuda
para aceptarla y amarla tal cual es.
Que conste que el verdadero
optimismo o una buena actitud es
consciente de la adversidad, pero
reconoce que hay alternativas de
solución; sabe de los impedimentos que existen, pero cree que pueden ser superados; ve lo negativo,
pero también reconoce que hay
algo de positivo, y decide ponerle
buena cara al mal tiempo.
Una actitud constructiva
El optimismo bien entendido no es
la ausencia de una actitud crítica
hacia la realidad, sino una actitud
constructiva. Edward de Bono lo
Desarrollo humano
define así: “Ser constructivo significa tener expectativas positivas, no
simplemente sobre lo que pueda
ocurrir, sino sobre lo que uno puede
hacer.” Esto nos explica por qué algunas personas logran reinventarse
ante la adversidad y son capaces
de ver áreas de oportunidad en
cada evento que implica un reto.
El Logoterapeuta Viktor Frankl
describía sus experiencias en un
campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial,
de esta manera: “La máxima libertad de un individuo consiste en su
capacidad para escoger su actitud
ante un conjunto cualquiera de
circunstancias.” A este autor, las
experiencias vividas en el campo
de concentración le revelaron que
una persona puede elegir su forma
de actuar y encontró, en el lugar
donde estaba, suficientes ejemplos,
te aprender a usar nuestra mente
para lograr lo que queremos en
nuestra vida; mirar el vaso medio
lleno en lugar del vaso medio vacío;
visualizar aquellos logros en los que
nos queremos enfocar; hacer caso
de ese “sistema guía” que es nuestro cuerpo y que nos indica cuando
no estamos cómodos por algún pensamiento o sentimiento.
Partir de la aceptación
Hemos visto la importancia de reforzar nuestros pensamientos positivos, pero que esto no nos lleve
al extremo de culparnos por cualquier cosa que nos pase. Recordemos que muchas de las cosas
que nos pasan escapan a nuestro
control. La vida nos presenta situaciones inesperadas, hagamos
lo que hagamos. Tendríamos más
bien que comenzar a aceptar que
hay cosas que pasan a pesar nues-
Reconocer la importancia de nuestra
actitud nos permite tomar conciencia de
nuestro propio poder ante la vida.
algunos de ellos heroicos, que demostraron que la apatía podía ser
vencida y la irritabilidad suprimida.
También afirma Frankl, a partir de su
experiencia, que “el hombre puede conservar un vestigio de independencia mental, hasta en condiciones sumamente terribles de
tensión psíquica y física...” Es decir que aún en la prisión el hombre puede ser libre, incluso más
que muchas personas que siendo
“libres” viven esclavizadas.
Este tema de la actitud nos lleva
a considerar también el poder de
la mente sobre el cuerpo. Todos
conocemos lo que hace una actitud positiva al recuperarnos de
una enfermedad o cómo el estrés
reduce nuestra respuesta inmunológica. Entonces, si nuestra actitud
puede incluso determinar estados
de salud o enfermedad, es urgen-
tro; aceptar que no hay garantías,
que a pesar de alimentarnos bien,
visitar al médico periódicamente,
no fumar y hacer ejercicio, aun así
podríamos enfermarnos. Como seres humanos somos vulnerables y
estamos expuestos a una infinidad
de posibilidades.
Tener una actitud aceptante de
que hay cosas que sucederán a pesar
de que hayamos tomado todas las
precauciones posibles. Aceptar que
en última instancia nos enfermamos
pero también nos curamos, a veces
por razones que no conocemos y
que quizás nunca conozcamos.
No digo con esto que no asumamos el control de las cosas que
realmente podemos controlar. Sabemos que no es bueno abusar de
lo que es dañino, pero debemos
saber también que no hay garantías. Muchas veces ni una actitud
positiva ni una negativa va a hacer
desaparecer una enfermedad, pero
mantener una visión optimista de
la vida nos hará más llevadera
cualquier eventualidad.
Creo que el camino hacia
nuestro bienestar físico y mental
es fundamentalmente por la vía de
aceptar la realidad tal como es, liberándonos así de la presión y la
culpa que nos imponemos a nosotros mismos cuando las cosas no
salen como queremos.
Las personas con buena actitud
tienen algunas cualidades como:
1.- Confiar en sí mismas
2.- Estar dispuestas a ver lo mejor
en los demás, lo cual propiciará que ellos nos vean de la
misma manera
3.- Ser capaces de ver oportunidades dondequiera
4.-Enfocarse en las soluciones y no
únicamente en los problemas
5.- Ser generosas
6.- No darse por vencidas
7.-Responsabilizarse por sus vidas
Una persona con buena actitud
entiende que nada positivo ocurre
si no se está dispuesto a dar un paso
adelante y a asumir plena responsabilidad por sus pensamientos y
acciones. Sólo cuando tú eres responsable de ti mismo puedes mirar
con honestidad, evaluar tus puntos
fuertes y tus puntos débiles, y comenzar a cambiar.
En mi experiencia he podido
observar que una persona al cambiar su percepción respecto de alguna situación puede darle un giro
de 180 grados a su vida, pues pue­de
te­ner una actitud de acepta­ción
y fluir en el río de la vida con to­do el
misterio que implica, con la ACTITUD de vivir con la mayor plenitud posible, independientemente
de las circunstancias.
La autora es psicoterapeuta corporal y terapeuta sistémica de pareja y familia.
[email protected]
Presencia Apostólica
11
Tanatología
La pérdida de la pareja,
uno de los duelos más difíciles de superar
Ana Laura Rosas Bucio
“Cuando mi voz calle con la muerte,
mi corazón te seguirá hablando.”
Rabindranath Tagore
U
nirnos en pareja es
probablemente una
de las decisiones más
complejas que tenemos que hacer en la
vida. ¿Es él o ella el hombre o la mujer de mi vida? ¿Quiero compartir
mi vida, mi tiempo, mi cuerpo, mi
idea de familia, mi economía con
esta persona? Nos unimos en pareja para cubrir una serie de necesidades: de afecto, de contacto
sexual –desde el punto de vista de
la supervivencia de la especie, y
también desde el punto de vista
de la necesidad de comunicación
humana y de intimidad corporal–,
social y de pertenencia.
Si bien es cierto que vivir en pareja no es un proceso sencillo, en el
mejor de los escenarios, cuando logramos hacerlo exitosamente, sabemos que hemos invertido tiempo y
esfuerzo para lograr tener una rela­
ción basada en el amor, la confianza,
la comunicación y el respeto, y, aunque
nuestras necesidades no se encuentren
satisfechas al cien por ciento, somos
felices con la persona que elegimos co­
mo compañera de vida.
Cuando muere nuestra pareja,
nuestro compañero o compañera de
12
Presencia Apostólica
vida, nuestro amante (entendiendo
amante como la persona que nos
ama y a quien amamos), vamos a
experimentar un golpe psicológi­
co grave. Esta experiencia va a ser
una de las pérdidas más desgarradoras de nuestra vida. Nos convertimos en viudos. La palabra viudo
significa vacío y hace referencia a
la sensación interna que se experimenta después de la muerte de
nuestra pareja. Esta experiencia nos
hace sentir que perdemos nuestro
presente y futuro. Tenemos todo
un pasado lleno de cosas buenas y
malas, de experiencias muy placenteras, de conflictos, de momentos y eso nunca lo vamos a perder.
Al morir nuestra pareja, recordar el
pasado nos duele y eso hace que
el presente se torne vacio.
Puede ser que estén nuestros
hijos, nuestros padres, amigos, hermanos, compañeros de trabajo y
vecinos, pero, aunque es muy grato que todas estas personas estén
alrededor nuestro, ninguna de
ellas es nuestra pareja; ninguna
de ellas es el hombre o mujer que
elegimos para compartir nuestra
vida, para compartir necesidades y
deseos de ser amados y de amar.
Perdemos también el futuro,
todo lo que soñamos que íbamos a
tener, lograr y hacer; todo lo que
esperábamos que sucediera: envejecer juntos, casar a nuestros
hijos, viajar, etc. Recordemos que
hemos hablando de las diferentes
pérdidas de seres queridos. En este
caso perdemos a la persona a la
que amamos, el proyecto de vida
en común, la mamá o el papá de
nuestros hijos, nuestro apoyo, la
estabilidad económica o familiar,
y a veces hasta el grupo de amigos
que teníamos.
Y, junto con todas estas pérdidas, vamos encontrarnos de frente
con muchos problemas que resol­
ver; entre los más importantes están:
La soledad. Aunque estemos rodeados de otras personas, no vamos a poder evitar sentirnos solos.
Los hijos y la familia pueden ayudar
y acompañarnos, pero no pueden
llenar el vacío que deja nuestra
pareja. Sentirse solo es normal, habiendo perdido a una persona tan
importante en nuestra vida.
Buscar refugio en los hijos. No
importa la edad que tengan,
ellos también están atravesando
por una pérdida importante –la
1
2
Tanatología
pérdida de su papá o mamá– y necesitan apoyo, así como nosotros.
Es importante tener en cuenta que,
aunque será importante su apoyo,
ellos no deben tener la responsabilidad de llenar nuestro vacío; sería
una gran carga para ellos. Los hijos
van a hacer su vida, o la tienen ya,
si son adultos, y nosotros, aún con
nuestro dolor, tenemos que recuperar nuestra vida poco a poco.
Falta de apoyo para la crianza
de los hijos. La viudez nos deja
además solos en la tarea de cuidar
y apoyar a los hijos, lo que puede
generar mucho enojo y una carga
mayor. Podemos pedir apoyo a
otros familiares o amigos. No tenemos por qué sobrepasar nuestras capacidades.
El manejo de nuestras emociones frente a los demás. Después
de la pérdida de nuestra pareja, vamos a sentirnos muy tristes y con
muchas emociones a flor de piel,
sólo que ahora somos la cabeza de
nuestra familia y los demás miembros se apoyan en nosotros para la
satisfacción de sus necesidades.
Esto puede entorpecer el hecho de
expresar libremente lo que sentimos. Sin embargo, no expresar lo
único que va a generar en nosotros
es mayor dolor, más soledad y la
posibilidad de que nuestro duelo
se complique y nos enfermemos,
con el paso del tiempo.
Cuestiones prácticas en casa.
Cuando vivimos en pareja, normalmente nos dividimos la resolución de las cuestiones prácticas de
la casa. Cuando la pareja no está,
nos enfrentamos a resolver cosas que a veces no sabemos cómo
hacer o, aunque sepamos hacerlo,
nos enoja mucho que ahora toda la
carga nos corresponda enfrentarla a nosotros. Podemos entonces
sentirnos muy solos, enojados con
nosotros mismos y con nuestra pareja fallecida. Además de sentirnos
sobrecargados y abrumados con
3
4
5
Mientras estemos vivos nuestra
responsabilidad es hacer de nuestra vida
la mejor, la más feliz y la más
provechosa vida que podamos hacer.
tanto peso sobre nuestra espalda.
Si es posible, busquemos quien
nos apoye.
Reconocer el nuevo estado civil. Ahora estamos solteros, y no
porque nosotros lo hayamos querido. Es muy curioso como los demás
en un momento dado nos dicen
que volveremos a unirnos en pareja, y estos comentarios, al menos
al principio, hasta nos molestan,
porque nosotros si queremos estar
en pareja, pero no con otra persona
sino con quien habíamos elegido.
Cuando estemos listos, volver a
casarsarnos y retomar nuestra vida
sexual. Con el paso del tiempo, se va
a evidenciar la necesidad de sentirnos amados, de no estar solos y de
compartir una vida en pareja. Pero
esta situación puede plantearnos
muchas interrogantes y dudas, y
despertar temores. Una recomendación muy importante es no tomar decisiones precipitadas, y no
entablar una nueva relación rápidamente. Hay que darle tiempo
al duelo. La soledad puede pesarnos, los problemas pueden complicar nuestra vida. Dejémonos apoyar por los demás y aprendamos
a pedir ayuda.
El trabajo del duelo implica
desligarnos emocionalmente poco
a poco de nuestro ser querido. Recordemos que esto va a llevarnos
tiempo y esfuerzo y que para eso
necesitamos expresar abiertamente
nuestras emociones. Nuestra pareja
siempre será una persona muy importante en nuestra vida, pero ya
no está y nosotros seguimos vivos y
tenemos necesidades. Tenemos que
6
7
retomar nuestra vida y esto siempre
será más fácil cuando estemos listos para abrirnos al amor y para
darnos la oportunidad de volver a
sentirnos amados ahora por alguien
más. La vida va a continuar y, aunque en un principio no será fácil,
vamos a encontrar nuevas áreas de
fuerza interior, así como desplegaremos una gran cantidad de talentos que tal vez teníamos ocultos.
Vamos a ser unas personas más
maduras y más fuertes.
Cuando nos comprometemos
en una relación, siempre correremos el riesgo de la pérdida, Pero
no amar por temer al dolor, sería
como no vivir por temor a morir.
Aunque la pérdida de la pareja sea
algo tan doloroso, es mejor haber
experimentado ese amor, ya que
nos dio la oportunidad de compartir maravillosas experiencias, así
como la oportunidad de construir
una familia y siempre será parte
de nuestra vida.
La muerte de nuestros seres
queridos, aún con lo dolorosa que
es, no debe robarnos nuestro futuro. Mientras estemos vivos nuestra
responsabilidad es hacer de esa
vida la mejor, la más feliz y la más
provechosa vida que podamos
hacer. Las pérdidas nos dejan un
gran dolor, pero también nos dan
la oportunidad de ser más conscientes, más responsables y de valorar lo que tenemos.
La autora es psicóloga clínica, experta en
intervención en crisis, tanatóloga, logoterapeuta y conferencista. Directora académica
del Instituto de Formación y Atención en
Psicología IFAPS. [email protected]
Presencia Apostólica
13
Historia para meditar
Ilustración: Leticia Asprón
Mam y pap
H
Enrique A. Eguiarte, OAR
abía tenido un día muy pesado. Apenas
puso la cabeza sobre la almohada, lo
invadió un sopor plácido y azul, que
lo llevó a un mundo donde se relajaban
su cuerpo y su mente. De pronto se dio
cuenta de que ese universo azul empezaba a tomar
ciertos contornos, y se convertía en algo cada vez más
parecido al mundo real. De pronto se encontró en medio de una habitación infantil. Había vuelto a ser niño.
No pudo decir cuántos años tenía. Se dio cuenta de que
estaba vestido con un uniforme escolar y sentado en
una cama de la que le colgaban los pies. Fue entonces
cuando pensó, dejándose llevar por un instinto inconsciente, llamar a su mamá, por lo que gritó:
—¡Mamá!
Y muy pronto pudo oír los pasos presurosos de unos
tacones que se detuvieron ante la puerta de su habitación. Entró una mujer joven, bella y muy arreglada. El
rostro de esa mujer no correspondía con los últimos
recuerdos que él tenía de su propia mamá, pero se consoló pensando que posiblemente en lo más profundo
de su inconsciente, quedaba este recuerdo juvenil de su
madre. Así que con tranquilidad y cariño, como hacen
todos los niños, volvió a decir la palabra mágica:
—¡Mamá!
Entonces la bella mujer le dijo:
—Deja de llamarme mamá. Te recuerdo que soy tu
mam. En nuestra sociedad posmoderna la palabra mamá
ya quedó en el pasado, esas eran otras mujeres. Pero
14
Presencia Apostólica
apurémonos que pronto va a venir el autobús escolar.
Y sin decir más, lo llevó de la mano y juntos bajaron a
toda prisa una escalera, para llegar a un amplio piso bajo.
La mujer lo llevó al desayunador. Lo sentó en una silla y
le comenzó a poner delante todo tipo de comidas.
Él, en su interior, no sabía de qué sorprenderse
más, si de la amplitud de la casa, de las comidas tan
exquisitas que la mam le había puesto delante, o de
lo extraño de su sueño. Sin embargo comenzó a comer, pensando que en realidad de niño nunca había
tenido tal abundancia y variedad de comida. De pronto
le preguntó a su mam que, mientras él desayunaba, no
dejaba de mirar casi al mismo tiempo el celular y la tablet, y de beber una taza de café:
—¿Qué significa eso de mam?
Ella, sin levantar los ojos, le dijo rutinariamente:
—Mam quiere decir “mujer asignada para la manutención”.
Y volvió a fijar su atención en el mensaje que
estaba enviando.
Él no podía salir de su confusión. ¿Quién era en realidad esa mujer? ¿Su mamá, la que lo había dado a luz, o
una madre de alquiler…? Por eso volvió a preguntar.
—Oye, mam, ¿pero tú me llevaste en tu barriga, o no?
Ella de nuevo, sin levantar los ojos, le respondió:
—Claro, ¿dónde quieres que te hubiera llevado
nueve meses, en mi oreja?
Y ella pensó que este niño estaba demasiado preguntón, pero no le dio importancia. Tenía que enviar
y recibir muchos mensajes. Entre uno y otro, veía las
noticias en la tablet.
Muy pronto se oyó un claxon. Entonces mam dijo,
por fin levantando la vista:
—¡Ya está aquí el autobús!
Y limpiándole, maquinalmente, la boca y las manos, le puso una mochilita con ruedas en una mano
y, en la otra, un aparato, y lo condujo al autobús.
Del autobús bajó otra joven mujer que lo recibió
diciendo, “buenos días”, con una sonrisa rutinaria.
Una vez que subió, él quiso decirle adiós con la mano
a su mam, pero ella ya no lo miraba. La joven lo llevó a
un asiento y le dijo al chofer:
—Ya tenemos al 17, vamos por el 18.
Entonces supo, que no lo llamaban por su nombre,
sino por un número. Él era “el 17”. A bordo del autobús escolar, su recuerdo lo llevó a sus años infantiles,
en los que junto con sus compañeritos cantaban, jugaban y conversaban durante el camino a la escuela.
Cuando el autobús se puso en marcha, pudo comprobar que dentro de él reinaba un silencio. Sólo se
oían los sonidos de las consolas de videojuegos, así
como el grito, entusiasmado o grosero, de alguno
Historia para meditar
que había ganado o perdido en su juego personal.
Se dio cuenta de que la niña que iba a su lado ni
siquiera lo había mirado, pues estaba muy entretenida apretando botones frenéticamente, y como ella
estaban todos los demás. Él no podía sino recordar
lo bien que se lo pasaba con sus amiguitos en el
autobús escolar y estos niños le parecieron los más
solitarios y tristes del mundo…
En ese momento se dio cuenta de que él también
llevaba en sus manos un videojuego, sólo que no sabía
usarlo, pues de niño había jugado con cosas menos sofisticadas: un cochecito, una pelota, o incluso una corcholata; por eso guardó con tristeza el aparato…
Muy pronto subieron el 18, el 19 y el 20, sin que a nadie pareciera importarle. Terminado el recorrido, llegaron
a la escuela. Ahí, la joven del autobús los llamó a
todos por sus números, y los hizo entrar en la escuela,
uno detrás de otro, arrastrando sus mochilas con ruedas.
Cuando se rompió la formación todos comenzaron a ir
hacia sus salones.
Ahora el problema era saber a qué salón tenía que
ir. Se quedó un momento parado, sin saber a dónde ir
y sin encontrar a quién preguntarle, diciéndose a sí
mismo: “si no sé cómo me llamo, ¿cómo puedo preguntar en qué salón estoy?” Y mientras estaba parado,
pasó un niño mayor que él que le dio un fuerte empujón, mientras le gritaba:
—¡Quítate, estorbo!
Cuando se volvió para ver quién lo había empujado, ya lo empujaban también otros niños violentos
diciendo la misma frase. Fue entonces que supo que
tenía que reaccionar, pues no había ningún profesor a
la vista. De pronto se dio la vuelta y les dijo a gritos,
mientras dejaba que le escurriera un poco de saliva
por la orilla de la boca, llenándolos de espanto:
—¡Estoy contaminado con radiaciones! ¡A todos
los que me han tocado se les va a caer la mano!
Y rápidamente le cogió la mano al gandul que primero lo había empujado –y que parecía ser el jefe de
ese grupo de violentos–, y mientras le apretaba con
todas sus fuerzas el antebrazo, les dijo a todos:
¿Ven cómo se empieza a poner blanca? –claro la
mano se ponía blanca porque le estaba apretando
con toda la fuerza el antebrazo.
Luego lo soltó de golpe y le dijo:
—Lo siento amigo, en cinco minutos se te va a
caer la mano, así, ¡plaf!, al suelo...
Y después, mirando triunfante el pánico en los
ojos de quienes lo habían empujado, les dijo:
Y ya saben, a todo el que me haya tocado le va
a pasar lo mismo…
Todos se sugestionaron y comenzaron a mirar
neuróticamente sus manos. Alguno de ellos ya empezaba a llorar.
Él se alejó pensando que en sus tiempos también
existían algunos “perdonavidas” que reflejaban la violencia de sus casas en su vida escolar, pero tal parecía que hoy la violencia se había generalizado… Y se
puso a caminar sin rumbo por los pasillos, tratando
de evitar otros encuentros violentos. En ese momento un
profesor lo vio y le dijo:
—A ver, 17, basta ya de pasear, entra al salón.
Pronto sonó un timbre y comenzó la clase. Otra vez se
dio cuenta de que las cosas no eran como en sus tiempos.
Nadie escuchaba al maestro que hacía como que explicaba algo, mientras todos hablaban, jugaban con sus consolas y se tiraban cosas. A él le dio una doble impresión:
que los alumnos estaban a la defensiva los unos de los otros,
pues quien cedía se convertía en víctima de todos los
demás; y que el maestro les tenía pánico… Y mientras observaba estas cosas, llamaron a la puerta del salón. Entró,
enfadada, la que parecía la directora del colegio, diciendo:
—¿Dónde está el número 17?
Después de identificarlo, la directora se lo llevó
a una elegante oficina, en donde supo que los niños
que lo habían atacado por la mañana, estaban ahora
en shock y se encontraban recibiendo ayuda de una
serie de terapeutas, psicólogos, médicos, sociólogos,
pedagogos e incluso algún astrólogo. Todos lo señalaban a él como culpable. Le intentó explicar a la directora lo que había sucedido, pero se dio cuenta de que
no lo escuchaba. Ella en su pánico ante las violentas
exigencias de los paps y mams de los niños violentos,
no hacía sino repetir:
—Tiene que venir tu pap.
No quiso preguntar qué significaba “pap”, pero
pudo suponer que sería algo así como: “Persona asignada para…”, pero tenía duda sobre la segunda “p”.
¿Podría ser protección o penalización o pegar o pagar
o resolver problemas…?
Ante la insistencia de los paps violentos, le recordó
a la directora que había un sistema de videocámaras
y que podían ver el video para que los paps se dieran
cuenta de que sus exigencias eran injustas. A la directora le volvió el color al rostro con esta sugerencia.
Una vez visto el video, en donde se podía apreciar
que los niños violentos eran los que habían causado
todo, los paps violentos decían:
No, esos no son nuestros niños. Ellos no son capaces de eso, de ninguna manera. Creemos que eso es
un montaje. Exigimos…
Entonces sonó el despertador. Él se encontró de nuevo en su cama, como adulto, no como niño. Todo había
sido sólo un sueño, por suerte para él. Sólo un sueño…
Presencia Apostólica
15
k Fe y vida
Ciudad Juárez II:
Un anhelo de paz
C
iudad Juárez tuvo la
vergonzosa fama de
haber sido –en aque­
llos terribles años en­
tre 2007 y 2012–, “la
ciudad más violenta del mundo”
(más que Bagdad en plena gue­
rra). El 23% de todos los homici­
dios del país se cometieron en ella.
Las noticias sobre las “muertas de
Juárez” dieron la vuelta al mundo.
Recordemos que en los pasados
25 años, se perpetraron en Méxi­
co unos 34 mil feminicidios, lo que
revela fallas en la estructura nacio­
nal e internacional para atender
esta problemática. Aún hoy, cada
año son violadas en aquella ciudad
fronteriza 730 mujeres1. Contra lo
que suele pensarse, muchos de
estos homicidios son consecuen­
cia de violencia familiar, ya que
la actitud machista no soporta la
preferencia que las maquilas conce­
den a las mujeres, supuestamente
más responsables que los varones,
generando en éstos, sentimientos
de inutilidad y humillación, creyendo
perder sus roles masculinos de
“defensor, proveedor y guía”.
Cuando estuve en Ciudad Juá­
rez por primera vez –en la Sema­
na Santa de 2007, justo cuando
el ejército entró en la ciudad por
órdenes del presidente Calderón–,
en el barrio que visité había varias
pandillas de “cholos” que defen­
dían su territorio, contra la banda
rival de la cuadra vecina, y cuida­
ban a su “dealer” que les proveía
de la nefasta “piedra” de coca
para fumar. Según la Unidad de
Estudios sobre la Juventud de la
UNAM, Ciudad Juárez y Monterrey
eran, en ese tiempo, las ciudades
16
Presencia Apostólica
Enrique Marroquín, CMF
con más pandillas. En la Semana
Santa de este año, me tocó oficiar
en el mismo sector y noté que mu­
chas de aquellas pandillas ya ha­
bían desaparecido. Según la per­
cepción de la gente, la violencia ha
disminuido mucho; aunque por lo
menos tres personas con las que
yo tomaba los alimentos, lamenta­
ron el asesinato de alguien de la
familia… Es probable que los me­
dios y la TV local estén informando
menos sobre los homicidios. Tam­
bién es posible la versión de algu­
nas personas de que cierto cartel
se impuso y ganó la plaza, y que
la situación se calmó, al haber me­
nos división de pandillas.
Panorama actual
A pesar de la disminución relati­
va o aparente de la violencia, aun
parece perdurar una delincuencia
generalizada, auspiciada por pe­
queñas organizaciones crimina­
les, que se manifiesta sobre todo en
robos a casas. En los tiempos de
“la violencia” varias familias habían
abandonado sus viviendas para
escapar de ella. Ahora que parece
más calmada la situación, algunos
regresaron, encontrando sus casas
saqueadas. Normalmente, cuando
alguien nos relata que robaron su
casa, imaginamos que se metieron
para llevarse aparatos y objetos de
valor, pero en Juárez, se roban li­
teralmente la casa entera: muebles
y aparatos, por supuesto, pero
también puertas, ventanas, cables
eléctricos, tubería y hasta ladrillos.
Relata una vecina cómo se llevaron
la reja de su entrada, atándola a
un coche, en pleno día y estando
ella dentro de su casa. A la capilli­
ta del sector donde celebré los ofi­
cios, le han robado varias veces:
de día se construía la barda de la
cerca (pues ya habían robado el
alambrado) y de noche se llevaban
los ladrillos. Pese a candados y ca­
denas, se han metido varias veces
a robar: el aparato de sonido, ce­
mento y todo el hierro que encuen­
tran (hasta las patitas de la mesa
de ofrendas, la estructura para la
corona de adviento, etc.)… Con
decir que a la parroquia… ¡hasta
le robaron la campana! (y curiosa­
mente, nadie la oyó).
Por todas partes, las paredes
de las casas están pintadas con
graffiti que contiene todo un código
de información. Los niños, que son
reclutados por el hampa como “halcones”, escriben signos que indican
las condiciones de sus habitantes
(“casa desocupada”, “en vacacio­
nes”, “viven 4”, “se queda sola entre
las 7 am y las 9 pm”, etc.). El hampa
recurre a niños pues, en caso de ser
descubiertos, las leyes les imponen
penas leves. En 2011 había en el
país por lo menos 30,000 menores
que colaboraban con la delincuen­
cia. El resultado, además de la de­sin­
tegración familiar ya conocida, es:
el individualismo, la indiferencia, el
miedo, el aislacionismo, la atomiza­
ción, la pérdida de valores, el entredevoramiento, el estrés, la respon­
sabilidad diluida en complicidades
múltiples... Veamos un ejemplo:
Marcos, un muchacho del ba­
rrio, no cabe en su pequeña casita
del fraccionamiento. Sus herma­
nas se apropiaron de la TV que
además tampoco le interesa. Ya
1
“Violencia feminicida en México”: Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres), ONU-Mujeres y la Comisión Especial
para el Seguimiento de los Femenicidios de la Cámara de
Diputados de la 61 legislatura. (LA Jornada, 6 de febrero 2013).
Fe y vida
que no tiene acceso ni a la escue­
la ni al trabajo, en la pandilla de la
cuadra encuentra identidad, pro­
tección, emociones, reconocimien­
to, consideración, poder y otros va­
lores (astucia, valentía, fuerza…). El
líder propone ahora conseguir “lana
para la piedra” (cocaína de pésima
calidad). A Mario no le agrada, pero
calla (por miedo y por lealtad al jefe).
El líder propone robarse una venta­
na de la casa desocupada. El ve­
cino les presta un mazo, sabiendo
que no lo quieren para nada bueno,
pero así comienza la complicidad,
por miedo. Los vecinos de enfren­
te se dan cuenta, pero no avisan a
la policía (a veces aprehenden a los
pandilleros, pero medio día más
tarde los sueltan y ellos se van
contra quien los denunció). Lue­
go de arrancar la ventana, el líder
dice a Mario:
—Te toca a ti llevártela.
Mario entra con ella a su casa.
Su mamá le reclama:
—¿Y eso?
—¡Qué te importa! ¡Esto es
cosa mía! –responde.
Otra complicidad: ¡ni modo
que su madre avise a la policía! Al
día siguiente los muchachos llevan
la ventana al comprador de fierro vie­
jo (quien, naturalmente, supone que
es robado). Otra persona lo compra­
rá, también suponiéndolo robado.
La deseada paz
El Gobierno está implementando
programas interesantes para ca­
nalizar la adrenalina que empuja a
la violencia. En el sector que vi­
sité construyeron una gran uni­
dad deportiva, y en las escuelas se
fomenta la música. Pero como de­
cíamos en el número anterior, es
sobre todo el templo que todavía
constituye el único espacio relati­
vamente seguro, donde las perso­
nas se encuentran, se conocen y
se solidarizan.
La paz es un anhelo conti­
nuo en toda la historia humana.
Jesús nos dejó como legado la
paz, pero no “aquella paz que el
mundo da” (Jn 14,27), no la del
equili­brio armamentista ni la im­
puesta por un régimen autoritario
ni la de la protección comprada,
sino su paz. La paz que Jesús
ofrece es la verdadera: la basa­
da en la justicia, como bien for­
mulara nuestro prócer oaxaqueño
cuyo nombre lleva esta ciudad:
“el respeto al derecho ajeno…”.
Mientras en Ciudad Juárez exista
explotación, falta de oportunida­
des, miseria y consumismo enaje­
nante, no dejará de haber ocasio­
nes para la violencia. Hace falta
organización vecinal y desarrollo
comunitario; perder el miedo y
aprender a resolver los conflictos
de manera no-violenta; conver­
tirse en constructores de la paz, a
quienes Jesús proclamó “bien­
aventurados” y prometió la pose­
sión de la Tierra.
Ante la cultura de la violencia, lo
que tocaría a los juarenses es pro­
fundizar en una cultura de la paz.
Esta cultura alternativa, basada en
la tolerancia y en el diálogo, hará
que aquella ciudad tan dinámica
y con personas tan capaces y ge­
nerosas, pueda gozar de la ben­
dición de la tranquilidad necesaria
para vivir serenamente.
Presencia Apostólica
17
k
Memorias del Concilio
La Palabra de Dios que nos habla
Ernesto Bañuelos C.
E
n 2008, en el mes de octubre, se celebró
en el Vaticano la XII Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos: el
tema fue La Palabra de Dios en la vida y
en la misión de la Iglesia.
Los acontecimientos del Vaticano II, a 50 años
de ocurridos, son maravillosos en su perspectiva
histórica. La conexión que existe entre el Concilio
y el Sínodo del que hemos hecho mención en el
párrafo anterior es la llamada Constitución Dogmática Dei Verbum (La Palabra de Dios), sobre la
Divina Revelación. Entre este documento y el Sínodo existe una línea de continuidad bajo la guía
del Espíritu Santo.
Un poco de historia
Antes de celebrarse el Concilio existía una Comisión
que preparó un esquema preliminar que se presentó
en la primera sesión en noviembre de 1962. Dicho
esquema encontró muchas críticas y el deseo de
que se devolviera a la Comisión para que fuera nuevamente redactado; la votación arrojó una votación
de 60% para la nueva redacción, pero se requería la
mayoría de dos tercios para que pudiera tomarse
la decisión. Entonces ocurrió algo ines­perado: el
Papa Juan XXIII confirmó la preferencia
de la mayoría para
que se iniciara la nueva redacción.
El resultado fue
un esquema totalmente n u e vo e n
que se halló un texto menos filosófico,
más bíblico y más
histórico; se urgía
en la necesidad del
empleo de los métodos más modernos para la interpretación de los textos, así como mayor concordancia con la encíclica de Pío XII sobre los
estudios bíblicos (Divino Afflante Spiritu, Por inspiración del Espíritu divino).
Más historia
En 1963 la redacción del texto del documento del
Concilio estuvo lista, pero en esta sesión aún se le
hicieron enmiendas; en la tercera sesión de 1964
se presentó a discusión y votación. En la cuarta
18
Presencia Apostólica
sesión tuvo todavía correcciones y Pablo VI solicitó otras más, hasta que fue aprobado casi por
unanimidad y el Decreto fue promulgado el 18 de
noviembre de 1965.
Este texto, junto con la Constitución sobre la
Iglesia, se consideran los documentos fundamentales del Concilio Vaticano II. Por tal razón el Sínodo de los Obispos quiso profundizar en la Revelación de Dios siguiendo los lineamientos de
este magno documento; después del Sínodo de los
Obispos, Benedicto XVI publicó la llamada Exhortación Apostólica Postsinodal Verbum Domini
(La Palabra del Señor).
Algo de su contenido
En la Constitución Dei Verbum es básico que para la
fe cristiana Dios es un Dios personal que ha hablado
a los hombres, con quienes ha iniciado un diálogo: las palabras de Dios son la revelación y la respuesta del hombre es la fe. La fe no es simple­mente un
asentimiento de nuestro entendimiento a una verdad, sino una adhesión leal a un Dios personal.
La materia principal de la Constitución es la revelación, que es una manifestación de Dios de sí
mismo, en primer lugar, y luego de sus intenciones
y de su voluntad a personas en particular y en épocas concretas, pero todo ello como parte de un
plan más amplio destinado finalmente al bien de
todos los hombres.
La transmisión de la Revelación se ha dado
mediante la Tradición Apostólica tanto oralmente
como por escrito, continuada posteriormente en
la sucesión de los apóstoles. Nos habla de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras, así del
Antiguo como del Nuevo Testamentos.
Hacia el final nos dice que nadie debería acercarse a la lectura de la Biblia ignorando que se va
a encontrar con Cristo que es la última y definitiva
manifestación de la Palabra de Dios. El Concilio
exhorta a los fieles a la lectura y al estudio de la
Palabra divina.
Como nos dijo el Papa Benedicto XVI: No hay
prioridad más grande que ésta: abrir de nuevo al
hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para que tengamos
vida abundante.
[email protected]
Tener fe
T
ener fe es ACEPTAR lo que Dios permite
en nuestra vida, aunque no lo entendamos,
aunque no nos guste. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal
como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a
veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y
contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando
nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca
algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede
hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud tanto al que recibe, como al que da.
Tener fe es CREER en lugar de recurrir a la duda,
que es lo más fácil. Si la llama de la confianza se extingue, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. Para muchos creer en nuestras
bondades, posibilidades y talentos, tanto como en
los de nuestros semejantes, es la energía que mueve
la vida hacia grandes derroteros. Pero todavía hay
una forma más elevada de creer. Saber que nuestra
vida está en las manos de Dios y que Él es quien
cuida de nosotros.
Tener fe es GUIAR, DIRIGIR nuestra vida, pero no
con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita
sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y
grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.
Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído.
Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida
nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.
Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un
sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa do-
Reflexión
sis de sacrificio que implica desprenderse de algo o
de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro
propio mundo y el de los demás.
Tener fe es VER positivamente hacia adelante,
no importa cuán incierto parezca el futuro o cuán
doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un
fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda
verlo como un grato recuerdo.
Tener fe es CONFIAR pero confiar no sólo en las
cosas y en las personas, sino en el Dios que obra,
actúa y habla a través de las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas
con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente
que lastime y traicione tu confianza, así que lo que
tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más
cuidadoso con aquel en quien confías dos veces.
Tener fe es BUSCAR lo imposible: sonreír cuando
tus días se encuentran nublados y tus ojos se han
secado de tanto llorar. Tener fe es no dejar nunca
de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera
cuando estés triste, porque nunca sabes cuándo tu
sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien
que se encuentre en peor situación que la tuya.
Tener fe es ANDAR por los caminos de la vida de la
misma forma en que lo hace un niño. Tomados de
la mano de nuestro Padre. Tener fe es dejar nuestros
problemas en manos de DIOS y arrojarnos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es
descansar en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.
“Que en tu vida haya suficiente fe para afrontar
y esperar que las situaciones difíciles cambien, y la
necesaria humildad para aceptar que muchas veces el que tiene que cambiar eres tú.”
José Luis Prieto
www.reflexionesparaelalma.net
Presencia Apostólica
19
Presencia Apostólica
E
Diez años de
Presencia Apostólica
n el año 2003, se publicó por primera
vez esta revista con la intención de
establecer una comunicación continua con los devotos de san Judas Tadeo y con el público en general.
El trabajo editorial ha sido tradicionalmente
parte del carisma claretiano. Tratando de seguir
los pasos de san Antonio María Claret, esta publicación ha mantenido los objetivos de profundizar en la fe y de promover el crecimiento espiritual, acompañando a sus lectores, a través de
los diferentes tiempos litúrgicos, al tiempo que
se promuevan el desarrollo humano y la conciencia social.
Realizar este trabajo –a lo largo de estos diez
años– ha dado como frutos una gran cantidad de
artículos sobre temas espirituales, psicológicos
y sociales de actualidad, así como reflexiones y
creaciones literarias inspiradas en los evangelios. Una colección de cuentos, nacida como colaboración periódica en la sección Una historia
para meditar, fue publicada en España en el año
2010, bajo el título Cuentos para la catequesis.
Esta labor editorial nos ha permitido también
conocer testimonios y vivencias íntimas de los
misioneros así como la vida en las diferentes comunidades en las que trabajan.
Por último, un objetivo primordial de la revista
ha sido y es contribuir a la comprensión del sentido profundo de la devoción a san Judas Tadeo,
para lograr apreciar que una manifestación tan
vital como la que se da en el Templo de San Hipólito es una continuación de la obra evangelizadora del apóstol. Como fruto de
estos diez años de acompañamiento a esta devoción, se ha preparado el
libro San Judas Tadeo.
Historia de un apóstol
y de una devoción, que
ofreceremos muy pronto a los lectores.
¡Por fin!
Un libro que ofrece una visión
completa de la devoción
a san Judas Tadeo,
fundamentada en el conocimiento
de la identidad e importancia del
santo apóstol.
¡Espéralo!
Historia de un apóstol y de una devoción
20
Presencia Apostólica
TEMPLO DE SAN HIPÓLITO
MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO
De la Palabra a la acción
La
Palabra
julio-agosto
Julio
7
Domingo
Lc 10,1-12.17-20
(…) Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos,
a todos los pueblos y lugares a
donde pensaba ir, y les dijo: “La
cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo
tanto, al dueño de la mies que
envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los
envío como corderos en medio
de lobos. No lleven ni dinero, ni
morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el
camino. Cuando entren en una
casa digan: «Que la paz reine
en esta casa.» Y si allí hay gente
amante de la paz, el deseo de paz
de ustedes se cumplirá; si no, no
se cumplirá. Quédense en esa
casa. Coman y beban de lo que
tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad
donde entren y los reciban, coman lo que les den.
Curen a los enfermos que haya y díganles: «Ya se
acerca a ustedes el Reino de Dios».
Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan
por las calles y digan: «Hasta el polvo de esta ciudad
que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan
que el Reino de Dios está cerca». (…)”
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de
alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demo-
nios se nos someten en
tu nombre.”
Él les contestó: “Vi
a Satanás caer del cielo
como el rayo. A ustedes
les he dado poder para
aplastar serpientes y escorpiones y para vencer
toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá
hacer daño. Pero no se
alegren de que los demonios se les someten.
Alégrense más bien de
que sus nombres están
escritos en el cielo.”
“La cosecha es mucha”,
dice Jesús… y yo diría
que los operarios también: uno por cada bautizado. ¿Por qué será
que sigue siendo escasa la cosecha? Quizás
porque, ante la crisis
numérica de sacerdotes, no todos los laicos han caído
en la cuenta de que el envío es también para ellos llamada urgente. Sin tener que desplazarse al otro lado
del mundo, el laico, presente en prácticamente todos
los ámbitos de la sociedad, con su coherencia de vida
puede ser, y muchos ya lo son, alegre testigo de Jesucristo resucitado. Jesús dijo: “…ustedes serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta
el confín de la tierra.”
¿En qué consiste mi misión como
discípulo de Cristo?
Presencia Apostólica
21
De la Palabra a la acción
Julio
14
Domingo
Lc 10, 25-37
(…) Se presentó ante Jesús un doctor de la ley para
ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo
hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo:
“¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en
ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor
tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo
como a ti mismo.” Jesús le dijo: “Has contestado
bien; si haces eso, vivirás.”
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a
Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”
Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos
ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino
bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo.
De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y
siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje,
al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió
sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego
lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y
cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los
dio al dueño del mesón y le dijo: «Cuida de él y lo
que gastes de más te lo pagaré a mi regreso.»
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como
prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo
compasión de él.” Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz
tú lo mismo.”
Es lamentable el hecho de que después de años de
leer el magistral relato del “buen samaritano” todavía haya quien pregunte: ¿Y quién es mi prójimo?
Esto lo entenderemos cuando aprendamos a leer
las parábolas del Evangelio, pero no como simple
literatura profana, sino como Palabra del Señor
explicada por él mismo, como lo hizo con los
discípulos de Emaús. Entonces entenderemos también por qué Teresa de Calcuta, la madre Lupita y
miles de hombres y mujeres, en el anonimato, han
entendido el mandato de Jesús que dice, haciendo
alusión a la actitud del buen samaritano: “¡Ve y
haz tú lo mismo!”
La palabra “prójimo” implica solidaridad humana. Recordemos esto cada vez que nos encontremos
con alguien que sufre.
22
Presencia Apostólica
Julio
21
Domingo
Lc 10,38-42
Entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta,
lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada
María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su Palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos
quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha
dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude.”
El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te
preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará.”
No deja de llamar la atención que en el santoral de la
Iglesia Católica sea Marta, y no María, la que aparece
canonizada (julio 29). Lo que quiere decirnos el Evangelio con el ejemplo de las dos hermanas, la hacendosa
y la contemplativa, es que, en medio de la actividad casi
frenética de nuestro tiempo, nos urge buscar momentos
de suave silencio y recogimiento a los pies del Señor y
escucharlo. Dice Jesús: “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.”
Y nosotros, ¿nos hemos dado la oportunidad de
escoger la mejor parte o siempre hemos tenido que
atender algo más “urgente”?
De la Palabra a la acción
Julio
28
Domingo
Lc 11,1-13
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó,
uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a
orar, como Juan enseñó a sus discípulos.”
Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan:
«Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona
nuestras ofensas, puesto que también nosotros
perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no
nos dejes caer en tentación.»”
También les dijo: “Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a media noche a
decirle: «Préstame, por favor, tres panes, pues un
amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que
ofrecerle». Pero él le responde desde dentro: «No
me molestes. No puedo levantarme a dártelos,
porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo
estamos acostados». Si el otro sigue tocando, yo
les aseguro que, aunque no se levante a dárselos
por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.
Así también les digo a ustedes: Pidan y se les
dará, busquen y encontrarán, toquen y se les
abrirá. Porque quien pide recibe; quien busca,
encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre
ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida
pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida
huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son
malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a
quienes se lo pidan?”
La invitación de Jesús a llamar Padre a Dios va de
la mano con la invitación a vivir generosamente la
fraternidad con todos los hombres y mujeres de
la tierra. Así se deduce de la parábola del hombre
que acude al amigo en hora inoportuna suplicando
ayuda, muy seguro de que será escuchado: “Pidan
y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se
les abrirá”… Pero Jesús enseña algo más: en el cierre de la parábola nos recuerda que el Padre, que
ve más allá de nuestras necesidades materiales, no
siempre nos dará las cosas que le pedimos, sino lo
que Él sabe que necesitamos: el Espíritu Santo. Recordemos que “no sólo de pan vive el hombre” y
que “lo demás se nos dará por añadidura”.
¿De qué manera tratamos de realizar el Reino
de Dios que tanto pedimos en nuestra oración?
Agosto
4
Domingo
Lc 12,13-21
(…) Hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre
le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo
la herencia.” Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿Quién me ha
puesto como juez en la distribución de herencias?”
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase
de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la
abundancia de los bienes que posea.”
Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico
obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: «¿Qué haré,
porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya
sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré
otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo
que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años, descansa, come, bebe y date
a la buena vida». Pero Dios le dijo: «¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?»
Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo
y no se hace rico de lo que vale ante Dios.”
La respuesta que da Jesús al hombre que se le acerca
con el problema de las herencias aparece en forma de
parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha…”
La enseñanza de Jesús se centra más en el valor del obrar
bien que en el valor material del poseer y, dejando de
lado al hombre que suplicaba, se dirige enseguida a la
multitud, a la que previene contra lo que nosotros conocemos como el segundo pecado capital: la avaricia: En
efecto, los mejores graneros son los que guardan la cosecha de las buenas obras… no las cosas que acumulamos:
éstas, que se las repartan ávidamente los que se quedan.
¿Para qué nos sirve acumular riquezas, si no somos
capaces de compartirlas?
Agosto
11
Domingo
Lc 12, 32-48
(…) Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, rebañito mío,
porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino. Vendan
sus bienes y den limosnas. Consíganse unas bolsas que no
se destruyan y acumulen en el cielo un tesoro que no se
acaba, allá donde no llega el ladrón, ni carcome la polilla.
Porque donde está su tesoro, ahí estará su corazón.
Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando
Presencia Apostólica
23
De la Palabra a la acción
a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar,
encuentre en vela. Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá. (…)
Fíjense en esto: Si un padre de familia supiera a qué
hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría
que se le metiera por un boquete en su casa. Pues también ustedes estén preparados, porque a la hora en que
menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre.”
Entonces Pedro le preguntó a Jesús: “¿Dices esta parábola sólo por nosotros o por todos?” El Señor le respondió: Supongan que un administrador, puesto por
su amo al frente de la servidumbre, con el encargo de
repartirles a su tiempo los alimentos, se porta con fidelidad y prudencia. Dichoso este siervo, si el amo, a su
llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber. (…)*
La expresión “pequeño rebaño”, referida a los discípulos, nos habla del tesoro que se nos ha encomendado:
“El Reino”. Tesoro que debemos cuidar celosamente,
pero sin temor: ¡No temas, rebañito mío!...Un curioso lector de la Biblia ha encontrado hasta 366 veces
la expresión “No teman”, es decir, un “no teman”
por cada día del año, incluyendo los bisiestos. Jesús
aconseja vigilar que no entre un ladrón; pero propone
sobre todo fidelidad y prudencia a su pequeño rebaño amenazado que espera a su Señor… “Dichoso el
siervo que cumple con su deber.”
Agosto
18
Domingo • Lc 12,49-53
En las tormentas parecía dormitar tranquilo, mientras los
otros gritaban presas del pánico, y en su muerte en la cruz
nos dejó el más admirable ejemplo de serenidad y amor,
no sin antes habernos dicho: “Ustedes sufrirán persecución a causa mía”, pero ¡No temas rebañito mio!
Agosto
25
Domingo • Lc 13,22-30
(…) Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó:
“Señor, ¿es verdad que son pocos lo que se salvan?”
Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la
puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño
de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta,
ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la
puerta, diciendo: «¡Señor ábrenos!» Pero él les responderá: «No sé quiénes son ustedes.»
Entonces le dirán con insistencia: «Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras
plazas.» Pero él replicará: «Yo les aseguro que no sé
quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes
los que hacen el mal.» Entonces, llorarán ustedes y
se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a
Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y
ustedes se vean echados fuera.
Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte
y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios.
Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y
los que ahora son los primeros, serán los últimos.”
(…) Jesús dijo a sus discípulos “He venido a traer
fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo
me angustio mientras llega!
¿Piensan acaso que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo. No he venido a traer la paz,
sino la división. De aquí en adelante, de cinco que
haya en una familia, estarán divididos tres contra dos
y dos contra tres. Estará dividido el padre contra el
hijo, el hijo contra el padre, la madre contra la hija y
la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la
nuera contra la suegra.”
La pregunta de si son pocos los que se salvan escuece
a muchos todavía… la respuesta acertada la tiene Jesús
cuando afirma que no es por sentimentalismo religioso
o por el puntual cumplimiento de normas que alguien
se salva, sino entrando por la puerta estrecha de la fe y
el amor… Jesús mismo propone, a modo de ejemplo, a
tres paganos: un centurión: “Les aseguro que en Israel
no encontrado una fe tan grande”; una cananea: “Ánimo, hija, tu fe te ha salvado”; y un samaritano: Ve y haz
tú lo mismo”. Resulta, pues, que la puerta estrecha de
la fe y el amor es también la más segura: “mucho se le
perdona porque ha amado mucho” (Lc 7, 47).
La paz que anuncia Jesús no es la quietud de un mar
en calma, sin brisa: de principio a fin, la vida del Señor
transcurrió en el conflicto y la controversia sin mengua
de su paz y serenidad. De él profetizó Simeón: “este
niño será como un signo de contradicción…” (Lc 2,35).
* Cuando no se reproduce el texto de la lectura
(por razones de espacio), se invita a leerlo
en la cita bíblica.
24
Presencia Apostólica
Comentarios elaborados por Domingo Vázquez, CMF
Presencia Apostólica
25
Agua del Nevado de Toluca
¡Como caída del cielo!
Agua muy baja en sodio
01800 841 77 92
www.aguasanjudastadeo.com
26
Presencia Apostólica
Al tomar Agua
San Judas Tadeo
apoyas obras sociales
en México.