Gobierno abierto a nivel local: dimensiones conceptuales y
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Gobierno abierto a nivel local: dimensiones conceptuales y
XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 Gobierno abierto a nivel local: dimensiones conceptuales y prácticas de los gobiernos locales en Argentina Paola Ninci 1. El Gobierno Abierto El concepto de gobierno abierto ha adquirido en los últimos años, una gran relevancia tanto en la comunidad académica, como en la agenda del sector público y de la comunidad de activistas vinculados a la transparencia, la participación ciudadana y la buena gobernanza. Han proliferado encuentros académicos, y es un tema de discusión en organismos especializados como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Concejo Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), entre otros. Como señalan algunos autores (Ramírez Alujas 2010, Calderón 2010, Sánchez Trigueros 2015), la idea de gobierno abierto no es nueva, subyace en la misma concepción y teoría democrática y en mayor o menor medida, se ha nutrido de los desarrollos teórico-conceptuales provenientes de las teorías de la transparencia, del accountability o rendición de cuentas, de la calidad democrática y buen gobierno, siendo también tributarias las teorías sobre la democracia participativa y las corrientes vinculadas a la modernización y reforma del Estado. Siguiendo a Sánchez Trigueros (2015), el concepto de gobierno abierto ha evolucionado a partir de las diferentes teorías de la administración pública, identificando este autor tres corrientes predominantes: la teoría clásica o burocrática, la Nueva Gestión Pública, y la Nueva Gobernanza. Si bien es posible afirmar que el Gobierno Abierto es un concepto intrínseco a la propia democracia y constituye uno de sus elementos principales (Sánchez Trigueros, 2015), el mismose encuentra actualmente en permanente expansión y revisión (Calderón y Lorenzo, 2010). Su emergencia y actualidad, considera como precedentes la crisis de legitimidad de los gobiernos y de las administraciones públicas (Sánchez Trigueros, 2015); el estancamiento de la democracia global; el desarrollo de movimientos sociales y de una ciudadanía más empoderada y exigente (López Egaña, 2014); el crecimiento y la incorporación de las tecnologías de la información y comunicación en la gestión pública permitiendo nuevas interacciones entre los ciudadanos y sus gobiernos; la apertura de datos y la reutilización de la información pública; y la colaboración con los diversos actores sociales (Calderón, 2010). El concepto cobra protagonismo a partir del “Memorándum de Transparencia y Gobierno Abierto” lanzado en el año 2009 por el Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, en el cual conmina a su administración a desarrollar políticas con el objetivo de establecer un sistema de gobierno basado en la transparencia, la participación pública y la colaboración. Posteriormente, en el año 2011, se crea la Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership), la cual constituye una alianza multiactoral de ámbito internacional que tiene por objetivo de promover gobiernos más transparentes, que rindan cuentas y que mejoren la capacidad de respuesta a sus ciudadanos. Fundada por Brasil, Indonesia, México, Noruega, Filipinas, Sudáfrica, Reino Unido y Estados Unidos, cuenta en la actualidad con más de sesenta países miembro. Para algunos autores, el Gobierno Abierto representa una nueva forma de nombrar procesos de reforma y modernización estatal a partir de la aplicación del uso intensivo de las tecnologías de información y de la comunicación. Otros académicos, argumentan que nos encontramos ante la emergencia de un 1 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 nuevo paradigma de gestión pública, que va más allá de los procesos de modernización y reforma estatal, que constituye “el prólogo potencial de un nuevo camino cuya hoja de ruta incluiría una revisión, cuestionamiento y transformación radical del modo en que hemos venido entendiendo la gestión de los asuntos públicos, las instituciones y, muy fundamentalmente, la democracia” (RamírezAlujas, 2010:107). En definitiva, una nueva manera de concebir lo público y las prácticas democráticas. En esta línea, Oszlak (2012) considera que el gobierno abierto es una filosofía acerca de cómo gobernar y de cuál es el rol que juegan tanto el gobierno como los ciudadanos en la gestión pública y sus resultados, propiciando una novedosa forma de vinculación entre el Estado y la sociedad. Según el autor, los supuestos implícitos sobre los que se basa esta nueva concepción, son los siguientes: 1) la tecnología disponible permite generar una comunicación e interacción fluidas, de doble vía, entre gobierno y ciudadanía; 2) el gobierno debe promover y abrir canales de diálogo e interacción con la ciudadanía, para aprovechar su potencial contribución en el proceso de toma de decisiones sobre opciones de políticas, como también en la co-producción de bienes y servicios públicos y en el monitoreo, control y evaluación de la gestión pública; y 3) la ciudadanía debe aprovechar la apertura de estos canales participativos, e involucrarse activamente en el ejercicio de diferentes roles (decisor, productor y controlador).Considera que el gobierno abierto implica un proceso de relacionamiento de doble vía entre la ciudadanía y el Estado, viabilizado por el desarrollo y aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación, las cuales facilitan la interacción entre estos actores “y se traducen en vínculos más transparentes, participativos y colaborativos” (Oszlak, 2014: 7). Ramírez Alujas (2012) comparte esta mirada, y sostiene que el gobierno abierto constituye el preámbulo de un proceso que conduciría a una revisión, cuestionamiento y cambio radical en la forma en que se entiende la gestión pública, las instituciones y, en definitiva, la propia democracia. De hecho, considera que nos encontramos ante una “nueva configuración paradigmática que aún no destila formas definitivas pero que entrega fugaces orientaciones sobre lo que podría ser el futuro de los asuntos públicos, y desde donde el Ogov puede perfectamente ser reconocido como una revolución silenciosa que podría ubicarse – de manera potencial – en el plano de las innovaciones de carácter sistémico o transformacional, cuyo efecto dominó genere un impacto profundo en la manera de entender, estar y actuar en nuestras democracias, sus prácticas constitutivas y las instituciones que la configuran” (2012:108). A juicio de Calderón (2010), un gobierno abierto “es aquel que entabla una constante conversación con los ciudadanos con el fin de oír lo que ellos dicen y solicitan, que toma decisiones basadas en sus necesidades y preferencias, que facilita la colaboración de los ciudadanos y funcionarios en el desarrollo de los servicios que presta y que comunica todo lo que decide y hace de forma abierta y transparente” (Calderón y Lorenzo, 2010:11). Dado el rol que tienen las TICs en el soporte de los procesos de gobierno abierto, suele confundirse éste con el gobierno electrónico, referido este último a la incorporación de las tecnologías a la gestión pública con el objetivo de simplificar procesos, proveer mejores servicios y acercar la administración a los ciudadanos. Como afirman Naser y Ramírez Alujas (2014:11): “cuando hablamos de Gobierno Abierto el concepto va más allá de la oferta de servicios en línea, se habla fundamentalmente de valores, de repensar administraciones y gobiernos, sus procedimientos y sus dogmas. Gobierno Abierto es colocar el resultado por delante del procedimiento, abandonar las tautologías administrativas, propiciar la democracia deliberativa en todos los puntos de las administraciones y abandonar el concepto de administrado por el de ciudadano. Es la aplicación de la cultura dospuntocerista a la administración pública y al Gobierno, una administración en la que los procesos estén en permanente fase beta y donde los mismos pueden ser mejorados por la interacción permanente con los ciudadanos”. 2 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 Si bien con algunos matices, la mayoría de los desarrollos conceptuales consideran que el gobierno abierto, “se basa en tres ideas, la transparencia que promueve la rendición de cuentas, la participación que mejora la eficacia gubernamental y la calidad de la toma de decisiones y la colaboración que incorpora a los ciudadanos a la acción del gobierno” (Güemes, y Ramírez-Alujas, 2012), cuestionando las formas tradicionales de gestión pública al sostener la necesidad de abrir las instituciones, su información y sus procesos, a la participación y colaboración con la ciudadanía y con otros actores sociales. De esta manera, podemos afirmar que el Gobierno Abierto posee tres componentes indisociables: la transparencia, que implica abrir al escrutinio público las acciones y decisiones gubernamentales garantizando el acceso a la información pública y adoptando políticas de transparencia activa y apertura de datos; la participación de la ciudadanía en las decisiones, acciones y asuntos públicos; y la colaboración tanto al interior del Estado como en relación a otros actores sociales, a los fines de involucrarlos en la resolución de problemas públicos. Un aspecto a tener en cuenta, consiste en el riesgo de asumir que estas dimensiones constituyen un proceso evolutivo, en el cual la transparencia constituiría un primer estadío, seguido posteriormente de la participación y de la colaboración. No es casual, que los procesos de apertura de datos (open data) hayan tenido un desarrollo explosivo en los últimos años, confundiéndose en muchos casos con el concepto de gobierno abierto. Al respecto, señala Mila Gasco (2014: 15) que, “la transparencia no aporta valor por sí misma si no se vincula con la rendición de cuentas (…)” ya que “la transparencia privilegia una condición informativa mientras que la rendición de cuentas implica la presentación de evidencias que lleven a la argumentación para justificar el ejercicio de la autoridad o la responsabilidad asignada. De este modo, para que la transparencia resulte en una mayor rendición de cuentas deben producirse los siguientes hechos: 1) la información se revela (“se abre”), 2) esta información llega a su público objetivo, 3) este público objetivo es capaz de procesar la información y reaccionar consecuentemente y 4) los gobernantes contestan a la reacción de los ciudadanos o son sancionados a través de mecanismos institucionales” (ídem: 16). Mayor complejidad revisten las dimensiones referidas a la participación y a la colaboración, siendo poco claro cuándo termina una y comienza la otra. Güemes y Ramirez-Alujas (2013:199) definen un gobierno participativo como “aquel que promueve el derecho de la ciudadanía a participar activamente en la formulación de políticas públicas y facilitar el camino para que las administraciones públicas se beneficien del conocimiento, ideas y experiencias de los ciudadanos. En esa línea, los gobiernos deben fomentar la participación y crear mecanismos que habiliten a la ciudadanía a volcar, por iniciativa propia, sus temáticas, necesidades y requerimientos en la arena pública”. Es decir que por un lado, la apertura y promoción de espacios participativos efectivos, requiere involucrar de manera activa a los ciudadanos en la discusión de los asuntos de interés público. Por otro, “la generación de ambientes colaborativos de co-diseño de innovaciones y políticas públicas implica empoderar al ciudadano – aunque en forma muy incipiente-, como co-responsable de la gestión pública para la formulación y seguimiento de políticas públicas, y la provisión de los servicios a los cuales tiene derecho” (López Egaña, 2014:2). 2. Del concepto a la práctica El debate académico sobre el gobierno abierto es reciente, aunque no por ello es menos prolífico. De hecho, existen numerosas publicaciones y eventos académicos que abordan el tema desde una perspectiva conceptual, estudios de casos, guías y manuales de implementación, buenas prácticas, entre otros. Algunos estudios se han focalizado en el nivel nacional a partir del análisis de los Planes de Acción enmarcados en la Alianza para el Gobierno Abierto, otros han centrado su interés en los datos abiertos y en la innovación pública, y también se han desarrollado trabajos a partir del análisis de casos 3 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 de implementación a nivel local. Sin embargo, persiste cierta ambigüedad conceptual que permite incluir dentro del concepto de gobierno abierto, iniciativas y experiencias de diversa índole, y con objetivos variados. Como evidentemente el gobierno abierto “está de moda”, este “estiramiento” conceptual corre el riesgo de terminar vaciándolo de contenido. La creación de la Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership, en inglés) en el año 2011, contribuyó a consolidar y enmarcar en este espacio los esfuerzos de muchos países en pos de instalar una nueva forma de gobernanza, estableciendo un marco de referencia global a partir del cual considerar los avances en la adopción de los principios y valores del gobierno abierto. Esta iniciativa multilateral, promueve la adopción por parte de los gobiernos adherentes de compromisos concretos para promover la transparencia y la rendición de cuentas, aumentar la participación ciudadana en el debate y en las decisiones de los asuntos públicos, combatir la corrupción y aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías para mejorar la calidad de los servicios públicos y fortalecer la gobernanza democrática (Ramírez-Alujas y Dassen, 2012:49). Si bien el avance resulta significativo en términos de cantidad de países que adhirieron a la iniciativa, y a la diversidad de compromisos adoptados en los planes de acción, Gascó (2013) destaca que en relación a la situación particular de Iberoamérica en este espacio, “los diferentes significados que adquiere el concepto en distintos contextos,la falta de estrategia, la focalización en la apertura de datos como iniciativa estrella en este campo son sólo algunos de los factores que condicionan su pleno desarrollo. Pero es que, además, el gobierno abierto debe ir de la mano de una necesaria transformación interna de las administraciones públicas que debe pasar por el trabajo colaborativo y transversal y por una cultura de apertura que no siempre es sencilla de conseguir y difundir” (Gascó, 2013: 1). Señala además, que a partir del análisis de las medidas incluidas en los planes de acción, aún persiste cierta confusión alrededor del concepto de gobierno abierto debido a su identificación con el de gobierno electrónico. De esta manera, el gobierno abierto queda restringido a constituir una etapa evolutiva posterior tendiente a la consolidación de las estrategias de gobierno digital adoptadas por los países, y, en muchos casos limitando su alcance a la implementación de políticas de datos abiertos u open data. Ramírez Alujas acuerda con esta mirada, y considera que la mayoría de los planes de acción y medidas enmarcadas dentro del gobierno abierto demuestran que éste sigue siendo un concepto demasiado abierto y ambiguo. Este aspecto se evidencia no sólo a partir del análisis de los contenidos de los planes de acción enmarcados en la Alianza para el Gobierno Abierto, sino también en la consideración de la multiplicidad de experiencias y prácticas que se desarrollan a nivel subnacional y local, donde han proliferado iniciativas vinculadas a la apertura de datos, a la innovación pública y al desarrollo de mecanismos participativos. Concretamente, “se asiste a un aumento de los niveles de dispersión que impacta directamente en las posibilidades reales de poder desarrollar un marco de referencia que permita las comparaciones, el llevar a cabo análisis y contrastar esfuerzos en igualdad de condiciones utilizando equivalencias funcionales bien sustentadas” (Ramírez-Alujas 2013b: 20). Oszlak y Kaufman (2014) realizaron un extenso trabajo de investigación el cual tiene como propósito realizar “un aporte al conocimiento actual sobre la eventual convergencia entre la concepción con que el gobierno abierto es caracterizado en la literatura especializada y sus manifestaciones empíricas según se desprenden del análisis de la práctica de los países embarcados en su desarrollo” (2014:4), relacionando los abordajes conceptuales de la literatura sobre el gobierno abierto con la práctica efectiva inferida a partir del análisis de la información incluida en los Planes de Acción de los países integrantes de la Alianza para el Gobierno Abierto. Los autores consideran que gran parte de los compromisos y acciones contenidas en los mismos podrían catalogarse dentro de la vertiente del gobierno electrónico y reconocen que las medidas presentadas por los países son sumamente 4 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 heterogéneas, siendo dispar su contribución a promover la participación, la transparencia y la colaboración. Oszlak propone una clasificación de las acciones contenidas en los planes en la que distingue categorías y subcategorías de compromisos, ofreciendo lineamientos metodológicos para evaluar el grado real de avance de las mismas en función de la orientación que marca el paradigma del gobierno abierto. Kaufman, por su parte, realiza la aplicación de este esquema de clasificación desarrollado por Oszlak al análisis de las medidas concretas incluidas en los planes de acción, y ofrece un análisis cuantitativo y comparativo de esas medidas teniendo en cuenta la región de procedencia de los países analizados.La autora elabora una muestra de 26 países divididos en cuatro cohortes según su ingreso a la alianza (países fundadores, y cohortes 2012, 2013 y 2014) de los cuales 14 pertenecen a América Latina y 12 conforman una muestra extra regional de países que adhirieron con posterioridad. Como fuente de información toma los primeros planes de acción presentados, a partir de los cuales se identificaron 709 medidas. La autora concluye que no se han identificado en los planes propuestos aquellas condiciones que garantizan un desarrollo pleno del gobierno abierto, “ni siquiera la intención manifiesta de avanzar efectivamente en ese camino. Las nuevas estructuras, funciones y capacidades, las articulaciones y espacios multiactorales; esto es, el entramado colaborativo y abierto entre sociedad y estado trabajando en red, sólo exhibe indicios que, cual rara avis, aparecen solitariamente en unos pocos planes” (Kaufman, 2014:169). Si bien reconoce la necesaria transformación interna del Estado hacia modelos más transversales y colaborativos así como el desarrollo de una cultura de apertura a la sociedad como parte del proceso de construcción en dirección al gobierno abierto, destaca que las mismas no son suficientes, siendo necesario también la existencia de evidencias de un movimiento de la sociedad hacia el Estado, lo cual demanda avances concretos en materia de acceso a la información pública y de participación ciudadana. En línea con lo anterior, Oszlak, plantea algunas reflexiones acerca de las perspectivas del gobierno abierto como instrumento fundamental de una transformación de las relaciones Estado-Sociedad. Considera que “en el caso del GA, existen dos brechas que separan las promesas que abriga, de sus realizaciones. Por una parte, la distancia entre la utopía de un gobierno transparente, abierto sin restricciones al involucramiento de la ciudadanía en la gestión pública, y el alcance de las iniciativas incorporadas en los planes de acción presentados a la OGP/AGA. Por otra, la distancia entre estas iniciativas y su concreta implementación. Vista desde esta doble perspectiva, la brecha es aún muy amplia y las realizaciones relativamente magras. Sin embargo, cabría considerar una tercera brecha, un antes y un después del GA, es decir, una comparación entre la época de un gobierno obcecadamente cerrado y la situación actual. En este otro sentido, el balance parece más alentador” (Oszlak, 2014:51). El autor considera que la brecha entre las promesas del gobierno abierto y su implementación efectiva puede explicarse a partir de numerosas variables, si bien sostiene que el núcleo central de la explicación debería centrarse en la naturaleza del vínculo entre los actores que intervienen en gobierno abierto, es decir entre la ciudadanía y el gobierno; y en la consideración del problema del principalagente que se encuentra implícito en esa relación. Aun así, afirma que los planes de acción presentados constituyen un avance positivo en la dirección del gobierno abierto, si bien destaca que actualmente se están transitando las etapas de menor complejidad y conflictividad de este paradigma, es decir aquellas que no modifican esencialmente el estilo de la gestión estatal ni el vínculo entre el Estado y la Ciudadanía. En palabras del autor, “en comparación con el triple y activo papel que la ciudadanía podría cumplir en el proceso de formulación de políticas, en la coproducción de bienes y servicios públicos y en el contralor de los resultados de la acción gubernamental, los avances son todavía incipientes, aun cuando, comparados con el pasado, resultan auspiciosos” (Oszlak,2014:55). Si bien el impulso inicial en materia de gobierno abierto consistió en la adopción de políticas a nivel nacional, es en el ámbito local donde se han desarrollado gran cantidad de experiencias en materia de 5 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 transparencia, apertura de datos, innovación pública e involucramiento ciudadano, y donde se encuentra el mayor potencial para explorar la aplicación práctica del concepto y de sus principios constitutivos, dada la escala y la cercanía del gobierno local con la ciudadanía. Desde la propia Alianza para el Gobierno Abierto, se reconoció este aspecto en las últimas Cumbres Anuales realizadas en los años 2014 y 2015, lo cual ha generado el desarrollo de un programa piloto para gobiernos subnacionales durante 2016, que tiene por objetivos promover el compromiso de estos niveles de gobierno con los principios del gobierno abierto, fortalecer la rendición de cuentas a nivel local, promover prácticas innovadoras a nivel subnacional, y apoyar las existentes en pos de la apertura gubernamental. 3. El Gobierno Abierto Local Los gobiernos locales, dada su escala y su cercanía con los ciudadanos, representan el ámbito propicio para promover prácticas de gobierno abierto que promuevan nuevas formas de vinculación entre el Estado y la Sociedad y superen las debilidades que existen al momento de traducir en políticas concretas las dimensiones del Gobierno Abierto, específicamente aquellas referidas a la rendición de cuentas, la participación y a la colaboración. Hernández Bonivento, Gandur y Najles (2014), abordan las posibilidades y desafíos que presentan los mecanismos de gobierno abierto a nivel local en América Latina. Los autores realizan una aproximación a los procesos de descentralización en la región, consideran las potencialidades que posee la apertura gubernamental a nivel local, y analizan algunos casos representativos de apertura de datos, interacción y colaboración intersectorial extrayendo recomendaciones para consolidar los gobiernos locales como espacios de gobernanza democrática y colaborativa. Las experiencias analizadas refieren a la apertura de datos (Municipalidad de Palmares, Costa Rica), presupuestos participativos (Municipalidad de Miraflores, Perú), disminución de la brecha digital (Municipalidad de Junín, Argentina), aplicaciones para el desarrollo de servicios (Municipalidad de Metec, México), uso de redes sociales (Municipalidad de Patzún, Guatemala), e innovación pública (Gobierno del Distrito Federal, México). Los autores consideran que “el Gobierno municipal se presenta como actor esencial en la articulación de esfuerzos colectivos para el mejoramiento de la vida pública de su territorio. Por lo mismo, a casi treinta años de iniciados los procesos de descentralización, es necesario aprovechar al máximo las ventajas de la proximidad administrativa y establecer mecanismos de colaboración activa entre el gobierno y sus comunidades, consolidando una gobernanza democrática y participativa que permita desarrollar proyectos locales de interés común” (Hernández Bonivento et.al., 2014: 29). En este marco, y a partir de los casos analizados, delinean siete estrategias para promover la apertura gubernamental a nivel local. En primer lugar, la sensibilización de los dirigentes, en tanto la voluntad política resulta determinante para avanzar en políticas de gobierno abierto, no sólo a nivel local. En segundo lugar, consideran relevante la generación de capacidades en la administración local, especialmente en materia de manejo y gestión de la información. Hacen referencia también a la articulación multinivel, estableciendo reglas y mecanismos de articulación entre los diferentes niveles de gobierno; y a la cooperación entre municipios, tanto para la socialización de experiencias y buenas prácticas como para el abordaje y el desarrollo de acciones en pos de resolver de problemas comunes. La implementación de programas de datos abiertos es una las primeras acciones que encaran los gobiernos en sus pasos hacia el gobierno abierto, y una de las que mayor potencialidad presenta a juicio de los autores para generar procesos de participación y colaboración. Otro elemento que resaltan se refiere al vínculo entre promoción del gobierno electrónico y eliminación de la brecha digital, dado que “las estrategias de gobierno electrónico que van acompañadas con programas de ampliación de 6 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 conectividad y alfabetización virtual generan mayores y mejores impactos en la comunidad” (Hernández Bonivento et. Al, 2014:31). Finalmente, el estudio destaca por un lado, la necesidad de contar con reglas y metas claras de escucha activa y colaboración planificada aceptadas por los participantes, y por otro, la relevancia de la evaluación, el monitoreo y la institucionalización de las estrategias de gobierno abierto a nivel local a fin de disminuir la discrecionalidad política y consolidar los procesos de apertura. La adopción de prácticas de gobierno abierto, no es nueva en América Latina. En el caso de Argentina, este país formalizó su ingreso a la Alianza para el Gobierno Abierto en octubre de 2012 , siendo el 58° país que adhiere a esta iniciativa, habiendo presentado a julio de 2016 dos Planes de Acción Nacional (Primer Plan de Acción Nacional 2013-2014 y Segundo Plan de Acción Nacional 2015 – 2017) . El Primer Informe del Mecanismo de Revisión Independiente de la AGA en relación al primer Plan de Acción presentado para el período 2013 – 2015, da cuenta de algunas falencias tanto en relación al proceso de adopción de los compromisos, como en el contenido de los mismos. Entre ellas, destaca que el proceso de consulta pública realizado no respetó los estándares de la Alianza, no siendo incorporadas en la versión del Plan adoptado la mayoría de las recomendaciones realizadas por las organizaciones de la sociedad civil. Asimismo, menciona que muchos de los compromisos incluidos, constituyen políticas ya en curso que enfatizan aspectos tecnológicos no vinculados estrictamente con una agenda enfocada en la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana. En relación al Segundo Plan de Acción Nacional, la gestión iniciada por el Presidente Mauricio Macri, ha definido apenas inició el período gubernamental algunas medidas tendientes a avanzar en la agenda pendiente en materia de transparencia y gobierno abierto. En enero del corriente año, suscribió el Decreto 117/2016 referido al establecimiento de un “Plan de Apertura de Datos”, al cual se encuentran obligados los organismos dependientes del Poder Ejecutivo Nacional. Posteriormente, en el mes de marzo, el Departamento Ejecutivo Nacional aprobó el Decreto 434/2016 “Plan de Modernización del Estado”, que contempla medidas de promoción del gobierno digital, gobierno abierto e innovación pública, gestión de resultados y compromisos públicos, y desarrollo de recursos humanos. El mencionado Plan está estructurado en cinco (5) ejes: 1. Plan de Tecnología y Gobierno Digital: Contempla el fortalecimiento y la incorporación de infraestructura tecnológica y redes con el fin de facilitar la interacción entre el ciudadano y los diferentes organismos públicos. Asimismo, se busca avanzar en procesos de despapelización e interoperabilidad. 2. Gestión Integral de los Recursos Humanos: Se refiere a la jerarquización del empleo público, promoviendo el aprendizaje y la incorporación de las nuevas tecnologías y de procesos para lograr la profesionalización de los agentes públicos. 3. Gestión por Resultados y Compromisos Públicos: Incluye medidas para promover la eficiencia pública, la gestión por resultados, la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión, a los fines de institucionalizar procesos que permitan tanto la definición clara de prioridades para la toma de decisiones, como la evaluación de los procesos mediante los cuales se plasmarán e implementarán dichas decisiones y la correspondiente reasignación de recursos. 4. Gobierno Abierto e Innovación Pública: Junto a la eficiencia de los servicios prestados por el Estado, el Decreto contempla la participación de la comunidad en la evaluación y el control de los programas del Estado y de las instituciones públicas, de manera que se renueve la confianza en el vínculo entre los 7 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 intereses del Estado y los intereses de la ciudadanía. 5. Estrategia País Digital: Se trata de un eje transversal a los cuatro anteriores, orientado a crear alianzas con las administraciones públicas provinciales, municipales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el objetivo de fortalecer los lazos existentes para avanzar dentro de un marco de intercambio y colaboración mutua, poniendo al servicio del desarrollo conjunto de las administraciones, las experiencias y prácticas exitosas existentes en todo el territorio nacional. El Segundo Plan de Acción Nacional, presentado en julio 2015, contenía seis compromisos que se encuentran actualmente en ejecución, uno de los cuales instaba a redactar nuevos compromisos de medio término que deben ser ejecutados a junio de 2017. Esta particularidad se debe a que en medio del proceso de implementación del Plan se iban a realizar elecciones presidenciales, y se optó por dejar la opción a la nueva administración que resultara electa, la definición de nuevos compromisos. En este marco, se realizaron Mesas de Trabajo Sectoriales para la definición de nuevos compromisos, las que fueron convocadas por la Subsecretaría de Innovación Pública y Gobierno Abierto del Ministerio de Modernización, las cuales se realizaron durante los meses de abril y mayo del corriente año. Como consecuencia de este proceso, se priorizaron una serie de compromisos que fueron sometidos a Consulta Pública, siendo uno de los compromisos priorizados la “Federalización de Prácticas de Gobierno Abierto”, en línea con la estrategia de la Alianza para el Gobierno Abierto de promover el Gobierno Abierto en los niveles subnacionales, y reconociendo la importancia de avanzar en los niveles provinciales y locales en esta materia. Este aspecto es más que relevante ya que a diferencia del ámbito nacional, es en el nivel subnacional donde se han identificado mayores avances en materia de prácticas vinculadas a la transparencia, apertura de datos, innovación pública, e involucramiento ciudadano en la Argentina. A nivel provincial es posible mencionar los Portales de Datos Abiertos de Neuquén, Formosa, Mendoza, Misiones y Tierra del Fuego. Por su parte, las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Catamarca y Entre Ríos han desarrollado Portales con el objetivo de incrementar la transparencia en la gestión pública. En el ámbito local, el Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y las Municipalidades de Bahía Blanca, Mercedes, General Pueyrredón, Rafaela, Villa María y Pilar, entre otras, han implementado portales de características similares e incluso algunos de ellos han avanzado en el dictado de normativa específica en la materia. Las experiencias de Bahía Blanca y de la Ciudad de Buenos Aires, han sido distinguidas en tanto buenas prácticas en materia de transparencia y apertura. Este contexto, sumamente propicio para el desarrollo de prácticas efectivas de gobierno abierto a nivel local plantea una serie de interrogantes y desafíos. Si efectivamente nos encontramos ante un nuevo paradigma de concebir lo público y la gestión estatal, tendiente a generar nuevos modelos de gobernanza, es necesario por un lado precisar el concepto y delimitar claramente aquellas propiedades que lo caracterizan, a los fines de evitar confusiones que debiliten los principios del gobierno abierto. Por otro, es necesario profundizar el análisis empírico a través del estudio acabado de estas dimensiones en la práctica efectiva de los gobiernos locales, dada su potencialidad para lograr mayores posibilidades de diálogo entre el Estado y la Sociedad (Kaufman, 2014). Si adherimos a la concepción del gobierno como un nuevo paradigma de gobernanza, el desafío consiste en avanzar sobre una concepción de democracia más profunda y ambiciosa. Es necesario, por tanto, considerar que estos cambios no se generan de manera automática a partir de la adopción de 8 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 tecnologías, o de la adopción de compromisos ambiguos. De hecho, “la complejidad que inunda el quehacer administrativo y organizativo en el sector público plantea grandes interrogantes sobre la suficiencia para soportar la incorporación concreta, y no cosmética, de los pilares que soportan el Ogov. Ello puede resultar sencillo en materia de transparencia o acceso a la información pública pero puede ser absoluta y radicalmente complejo en lo relativo a participación y colaboración. ¿Por qué? Básicamente, una de las posibles razones se sostiene en que el discurso y (las pocas) prácticas que abogan por mayor participación ciudadana desde el Estado hacia la sociedad han sido un tema ampliamente debatido, polémico en su génesis y posturas, que poco de evidencia empírica dispone para respaldar su viabilidad” (Ramírez Alujas, 2012:123). En el ámbito local, hablar de gobierno abierto implica pensar en nuevas formas de gobernanza, de democratización de la esfera local, y de la apertura de espacios de participación efectivos en materia de procesos de toma de decisión y de políticas públicas. Es evidente que uno de los primeros pasos que asumen los gobiernos locales en materia de gobierno abierto, tiene que ver con la apertura de datos públicos. Esta medida complementa las acciones en materia de transparencia activa, pero aún falta desarrollar estrategias que coloquen al ciudadano como usuario central de la información pública y de los datos abiertos. Esto implica promover la interacción con ciudadanos, periodistas, organizaciones, infomediarios, etc. para definir qué datos publicar, cuáles son relevantes en términos de rendición de cuentas y de ejercicio de derechos, y garantizar asimismo que esos datos sean accesibles para usuarios que no necesariamente trabajan con datos abiertos, a través de visualizaciones más amigables y pedagógicas. Si no hay retroalimentación en relación a los datos, es una estrategia de una sola vía que tiene poca utilidad en términos de apertura efectiva del Estado. El gobierno abierto implica pensar en nuevas formas de relacionamiento entre el Estado y la sociedad, y en este sentido es esencial avanzar en la apertura de procesos de toma de decisiones a la participación ciudadana, en los procesos de políticas públicas, lo cual requiere repensar los institutos e instrumentos de participación ciudadana para que haya una incidencia real en las decisiones que se toman.La mayoría de los instrumentos de participación ya existentes a nivel local, como los presupuestos participativos, las audiencias públicas, los consejos consultivos, etc. necesitan ser repensados y redefinidos a la luz del paradigma del Gobierno Abierto y de sus principios, ya que por defecto deberían ser las políticas más abiertas, inclusivas y transparentes. Esta es una de las mayores debilidades de las iniciativas en materia de gobierno abierto, ya que si bien existe consenso acerca de que la participación ciudadana es un elemento fundamental del gobierno democrático, las prácticas existentes suelen ser limitadas en términos de incidencia efectiva en los procesos de toma de decisión. Resulta imprescindible entonces repensar qué se entiende por participación, quiénes participan, qué tipo de participación y bajo qué modalidades, condiciones y finalidades se realiza; ya que los mismos refieren también a la forma de gobierno de una comunidad, es decir, al tipo de democracia ante la cual nos encontramos.El gobierno abierto, a través del uso de las nuevas tecnologías, puede aportar insumos para acompañar los procesos de participación ciudadana, y de colaboración entre la sociedad y el Estado, lo cual inevitablemente requiere pensar en la democratización del poder y de las instituciones públicas. A nivel local existen condiciones que son más propicias, dada la cercanía del gobierno con los ciudadanos, para pensar el gobierno abierto, para convocar a la ciudadanía y a los distintos actores sociales para definir de manera conjunta estrategias de apertura y soluciones a los problemas que aquejan a nuestras comunidades. 9 XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016 El gran desafío que tenemos por delante es pensar estrategias a corto, mediano y largo plazo para avanzar en este sentido. Los propios gobiernos nacionales y estatales han caído en la cuenta de la importancia de fortalecer estos procesos de gobierno abierto a nivel local, y, con diversas particularidades, están promoviendo estas prácticas. La sociedad civil tiene un rol fundamental en el seguimiento de estos procesos, de manera crítica, enfatizando la importancia de la apertura de procesos y de políticas públicas, como forma de democratizar el Estado y acercar sus decisiones a la ciudadanía. Desde los gobiernos locales, parte de la estrategia debe contemplar medidas para enfrentar los desafíos mencionados, promoviendo la confianza ciudadana, la legitimidad del gobierno local, avanzando en reformas administrativas e institucionales que modifiquen prácticas burocráticas y poco transparentes, y en definitiva, poner al ciudadano como centro de la gestión de gobierno. Bibliografía Alianza para el Gobierno Abierto (2014): “Mecanismo de Revisión Independiente, Argentina: Informe de Avance 2013-2014)”, referido al I Plan de Acción Argentina (OGP). En línea: http://www.gobiernoabierto.gob.ar/multimedia/files/IRMReport_ARGENTINA_Final.pdf Calderón, César y Lorenzo, Sebastián (2010): Open Government: Gobierno Abierto. 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Integra el equipo de investigación del Proyecto “Meta-requisitos, instituciones y prácticas de la Democracia Local” (Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, UCC, 2016). Actualmente realiza procesos de asistencia técnica y consultoría en transparencia, gobierno abierto, y participación ciudadana. 12