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RESÚMENES (Castellano) Dada la extensión de esta tesis doctoral, hemos juzgado conveniente incluir un resumen a modo de guía, en el que reproducir la estructura de este trabajo a pequeña escala, presentando, sin entrar en el contenido, los temas, las claves de la investigación y los objetos de estudio de cada capítulo. Este texto reúne por primera vez una antología de la obra cinematográfica de Susumu Hani realizada entre 1950 y 1960 acompañada de los ensayos escritos por el propio director y puestos en contexto. La Parte 1 trata de su aportación teórico-práctica al cine de no ficción, contextualizando sus ensayos en las discusiones teóricas de la época (Parte 1.1.) y analizando sus documentales realizados entre 1950 y 1960 (Parte 1.2.). La Parte 2 trata de un estudio sobre el salto a la ficción en Bad Boys (Furyō shōnen, 1960). Por un lado, analizamos la contribución del film a la renovación del lenguaje cinematográfico de los sesenta, a partir de la adopción de su método documental (Parte 2.1.). Por otro, estudiamos este largometraje como parte de un cine juvenil (la nueva ola) que reacciona contra el cine adolescente (el taiyōzoku), estrenado el verano de 1956. Para ello proponemos un análisis comparativo de Bad Boys con Season of the Sun (Taiyō no kisetsu, Takumi Furukawa, 1956) (Parte 2.2.). resúmenes | xxiii RESUMEN PARTE 1 PARTE 1.1.: LAS APORTACIONES TEÓRICAS DE HANI AL DOCUMENTAL I. La discusión teórica del documental en la década de 1950 (1.1. “El movimiento de vanguardia documental”) A lo largo de la década de los cincuenta se produce una explosión de la vida cultural, que había sido reprimida durante el militarismo, protagonizada en gran medida por círculos de intelectuales, escritores, teóricos y artistas, que irán desarrollando un cuerpo teórico paralelo a sus actividades creativas. En este contexto, el crítico Kiyoteru Hanada, el escritor Kōbō Abe, el pintor Tarō Okamoto o el cineasta Hiroshi Teshigahara se encontrarán en grupos en los que darán forma a un movimiento de vanguardia documental. Estos autores recurrirán a la experimentación formal para buscar nuevas vías de registrar la realidad, en torno a la idea del “arte de síntesis” (sōgō geijutsu). Reformularán el concepto de “documental” (kiroku), desde un punto de vista interdisciplinar, promoviendo la integración de formas expresivas procedentes de distintos ámbitos. Esta tendencia comienza en los círculos de literatura, con la mezcla de surrealismo y novela (Kōbō Abe), surrealismo y poesía (Hiroshi Sekine) o reportaje periodístico y pintura en el ebanashi. Las discusiones del movimiento de vanguardia documental comenzarían a cobrar relevancia en el cine en la Kiroku Geijutsu no Kai [“Asociación del Arte Documental”] fundada en 1957. En este grupo, encontramos dos posturas significativamente diferentes respecto al documental cinematográfico de vanguardia: por un lado la representada por Toshio Matsumoto, que siguiendo la preocupación formal, el inconsciente, el surrealismo de Hanada Abe y Okamoto, se encamina a desarticular los hábitos perceptivos. Es decir, desafía los códigos narrativos habituales del cine mediante la deformación y las estrategias de “defamiliarización”. Por otro lado, la postura humanista representada por Susumu Hani, que siguiendo un estilo naturalista, rechaza la experimentación exclusivamente formal, porque para él, aleja al cine del ser humano. No obstante, Hani recoge ideas que se habían ido desarrollando en los círculos de cultura desde finales de los años cuarenta y las usó siguiendo sus propios intereses. Promovió un arte de síntesis con otros medios de comunicación, de los que adopta su rechazo a elementos melodramáticos o el trabajo con actores no profesionales. Pero añade a la inmediatez periodística una dimensión xxiv | resúmenes emocional. Para ello propone un acercamiento a los objetos de la filmación para proyectar un retrato psicológico en profundidad. Hani ilustró los antecedentes de la combinación de periodismo y humanismo con referencias multidisciplinares de procedencia muy variada, desde los trabajos de André Malraux, Robert Capa y Ernest Hemingway sobre la Guerra Civil Española, hasta los primeros documentales televisivos japoneses, principalmente la serie Nihon no Sugao de la NHK. (1.2. “La ruptura ideológica”) La deriva del movimiento documental de la segunda mitad de los cincuenta está condicionada por reacción de intelectuales y artistas japoneses contra la doctrina del Partido Comunista, tras la Revolución Húngara. Tanto Matsumoto como Hani encarnan la ruptura ideológica de la llamada “nueva izquierda” (shinsayoku), que se traduce también en una ruptura estética, con la que desmontar el realismo socialista. La corriente de Hanada, Abe y Matsumoto, dirige la atención sobre el individuo, buscando el inconsciente del autor. Hani también centra su preocupación en el individuo, pero sustituye la exploración del interior del autor por la del interior del personaje filmado, empujando el documental hacia un plano emocional (que también encuentra en Robert Flaherty). La ruptura ideológico-estética de Hani se traduce además en un rechazo a las ideologías absolutas, intentando evitar que la realidad quede condicionada por una idea a priori. Frente a ello, despliega un pragmatismo, inspirado en la teoría de William James y las prácticas emergentes en los años cincuenta, del género literario seikatsu kiroku (“documental de la vida”) y del kokuminteki rekishi undō (“movimiento de historia popular”), que privilegiaron el conocimiento extraído de la experiencia en la vida cotidiana. En el documental de Hani, las ideas sólo deberían surgir del contacto del director con la realidad y no antes, lo cual lleva a Matsumoto a definir el trabajo como “método inductivo”. (1.3. “El realismo subjetivo en Hani”) En su faceta teórica, Hani participó en las discusiones sobre el realismo documental, que se remontaban a los años treinta. Se acerca a la crítica que Akira Iwasaki había lanzado contra el mito de la objetividad cinematográfica presente en Taihei Imamura (por su parte, Imamura había canalizado las influencias teóricas de Paul Rotha). Gracias a las mejoras técnicas de los cincuenta, como la mayor ligereza de los equipos, Hani promovió un uso más libre de la cámara, sin una dependencia de la planificación en el guión. En este sentido, comparte con las corrientes del direct cinema norteamericano (Richard Leacock, Robert Drew, los hermanos Maysles, Michel Braul) y el cinéma vérité francés (Jean Roch), el rechazo a la resúmenes | xxv dramatización en el documental. Sin embargo, pese a las semejanzas, tampoco es fácil clasificar el cine de Hani en una de las dos tendencias, ante las cuales mantuvo una posición más bien equidistante. Rechazó la filmación automática de Leacock o Drew, pero a diferencia de Jean Roch no buscó provocar los acontecimientos, sino observarlos mediante una actitud discreta del autor respecto a la realidad filmada. En sus últimas contribuciones teóricas al cine, Hani participaría en la discusión sobre la naturaleza de la imagen fotomecánica (eizō). Unos sostienen que la imagen es una imitación (reflejo) de la realidad, (Hideo Kobayashi), por tanto los medios basados en ella son un “arte de la reproducción” (fukusei geijutsu). Para otros, la imagen crea un “pseudoacontecimiento” (giji ivento), que no remite necesariamente a la realidad, pues tiene su propio sentido de existencia (Yoshiaki Tōno). Siguiendo esta dialéctica, respecto a qué tipo de belleza puede aspirar la imagen, para unos, la belleza es una cualidad de la naturaleza y la cámara es sólo una herramienta para captarla (Hiroshi Mizuo). Mientras para otros, la belleza posee una estrecha relación con el hombre, es una creación artística idealizada por el ser humano, por tanto una construcción artificial producto de una abstracción mental (Masakazu Nakai). En esta dicotomía entre la imagen como reflejo de la realidad/construcción humana, Hani describe una cualidad dual: la coexistencia en la imagen de una realidad factual (“macrocosmos”) y una creada, perteneciente a un plano imaginario, esto es, una realidad interior (“microcosmos”). Hani también reflexionó sobre el papel de la imagen en la cultura popular y la nueva sociedad de la información del momento. Describe el término eizō, que incluye la imagen televisiva y cinematográfica, distinguiéndolo de conceptos como gazō, gamen e imēji. Para Hani, eizō posee una singular capacidad para registrar la realidad superior a otras imágenes (fotografía, pintura), pero advierte que el espectador debe mantener una actitud crítica frente a la pantalla. La imagen es capaz de construir una ilusión que configura el “entorno” (kankyō) artificial que rodea al ser humano. Al contrario de lo que habitualmente se suele pensar, la naturaleza sensorial del eizō no se corresponde a un lenguaje internacional, la creación de sentidos está condicionada por el contexto de la recepción, por lo que Hani le asigna un valor relativo. xxvi | resúmenes II. El método documental Los textos de Hani más conocidos fueron los dedicados al cine de no ficción, escritos entre la segunda mitad de la década de los cincuenta y principios de los sesenta. En ellos articula un método documental que se pueden sintetizar en cinco puntos: (2.1. “La cámara”). La cámara y el proceso de filmación es tan relevante que el director puede llegar a asimilarse al operador. Por un lado, describe la “técnica” en el sentido de destreza o manejo de la cámara (gikō), que determina la originalidad documental. Por otro, analiza la “técnica” en sentido mecánico (gijutsu), pues defiende la utilización de las cámaras (Mitchell, Arriflex o Eyemo) según el género cinematográfico. Su método documental se construye sobre un ascetismo y una filmación naturalista propia de la pureza de los orígenes (recuerda la primacía del operador frente al director en los Lumière). Sin embargo, no renuncia a la creatividad en el plano, mediante la composición o los movimientos de cámara. (2.3. “El micrófono y la dimensión sonora”). Hani utiliza la voz narradora, pero rechaza el uso propagandístico que tuvo en los documentales durante la guerra. Propone un narrador no categórico sino que plantee dudas y fomente la reflexión en el espectador. Además defiende la utilización del “ruido” (zatsuon), como elemento realista que sirve para construir el entorno, desafiando los principios narrativos dominantes en el cine. (2.4. “El montaje de resistencia”). El rechazo al montaje y sus mecanismos narrativos habituales que construyen la “apariencia de verdad” (hontō rashisa), porque con ella, los autores imponen su propia lógica a los hechos filmados, como ocurría en Eisenstein. Esta práctica podría satisfacer las expectativas del espectador pero no correspondería con la realidad. Por ello, Hani propone dudar del sentido común construido por el cine, ejerciendo una resistencia contra los axiomas que rigen el montaje: la continuidad, la causa-efecto, el clímax, etc. Defiende el montaje como unión de secuencias para registrar “lo que se escapa entre toma y toma” y con ello evitar el determinismo en el documental. (2.5. “La captura del instante irrepetible”). El documentalista debe ser capaz de capturar momentos irrepetibles, no mediante la dramatización sino haciendo uso de su propia habilidad para registrarlos a partir de la selección y observación del entorno. Esto lleva a Hani a filmar el orden caótico de los hechos mediante el rodaje en exteriores. Al resúmenes | xxvii no utilizar decorados ni actores, la mayor parte de lo que sucede en pantalla es incontrolable e impredecible. Esto convierte el documental en un viaje de “descubrimiento”, que implica una pérdida de la omnisciencia del autor, dirigiendo la filmación hacia aquello que desconoce. Liberándose de los propios prejuicios, propone rodar con cámara oculta y teleobjetivo, con el fin de registrar la espontaneidad de los personajes sin condicionarlos. Pero también defiende una estrategia inversa: acercarse a los personajes en lugar de alejarse, haciendo que se familiaricen con la presencia de la cámara. (2.6. “Reconceptualización del guión”). El rechazo a la planificación y dramatización de Grierson y Rocha, exige una reformulación de la idea de guión. Hani le adjudica un papel menos impositivo, que sirva como una guía esquemática para la producción pero que no condicione la historia. El guión debe servir para ayudar en el rodaje pero sin supeditarse a él. Es decir, es un texto orientativo que crea un espacio en el que el director se debe poder mover con libertad. La postura de Hani es opuesta a la teoría de Taihei Imamura, donde era necesario prever lo que se ve iba a rodar, se debía elegir el tema y escribir el guión con anterioridad. Hani critica este método de trabajo porque impone un sentido preestablecido a los hechos que condiciona la mirada y nos impide la observación profunda de la realidad. Plantea una paradoja: no se necesita un tema para ilustrarlo con hechos, se necesitan los hechos para mostrar un tema. PARTE 1.2.: ANÁLISIS DE LOS DOCUMENTALES III. Los orígenes de Iwanami Eiga Hani desempeñó toda su década como documentalista en los estudios de Iwanami Eiga. La compañía había nacido originalmente con la vocación de hacer “películas de ciencia” (kagaku eiga), pero su producción aumentó espectacularmente debido principalmente a dos motivos. Primero, los encargos del Ministerio de Educación (Monbushō), que tenía una política de promoción del cine educativo desde el Periodo de Ocupación. Segundo, los encargos de industrias en expansión durante el milagro económico japonés. De esta manera, los documentales de Iwanami se ampliaron a “películas educativas” (kyōiku eiga) sobre temas de cultura y sociedad, así como a “películas de relaciones públicas” (PR eiga) dirigidas a la promoción del sector industrial. La filmografía documental de Hani está compuesta principalmente por un xxviii | resúmenes tipo de kyōiku eiga denominado “películas de educación social” (shakai kyōiku eiga). En ellas se trataban distintos aspectos de la sociedad con una mirada analítica, influenciado por las teorías sobre divulgación científica de Torahiko Terada, pero sobre todo por el trabajo del veterano Keiji Yoshino, con quien había colaborado en Hae no inai machi [Pueblo sin moscas] (Keiji Yoshino, 1950) y Gomu wa bunka ni notte [La goma se sube a la cultura] (Haruo Mura y Keiji Yoshino, 1950). Este estilo entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, continúa en los primeros documentales que Hani dirigió, como Water and Our Life (Seikatsu to mizu, 1952). IV. El mundo infantil El estilo de Hani fue madurando hasta dar un salto cualitativo a mediados de los cincuenta, ofreciendo unas características muy singulares en sus documentales protagonizadas por niños. Children in the Classroom (Kyōshitsu no kodomotachi, 1954) y Children Who Draw (E wo kaku kodomotachi, 1956) fueron los que obtuvieron un mayor reconocimiento, pero sus particularidades estilísticas también se encuentran en las menos conocidas Gurūpu no shidō. [Dirección de grupos] (1956) y Sōseiji gakyū. [Estudio de gemelos] (1956). Estas obras demostraron la capacidad del cine para capturar un mundo interior de los objetos, lleno de significados ocultos tras de la imagen. En el primero, Children in the Classroom, Hani ya despliega su método basado en observar, prever, seleccionar y esperar, así como sus característicos largos planos secuencia y primeros planos. El interés de Hani por el mundo infantil debió estar condicionado por su entorno familiar. Sus abuelos maternos habían fundado Jiyū Gakuen en los años veinte, una escuela reformista, basada en la vida comunitaria, la autosuficiencia y el conocimiento a partir de la vida cotidiana. De hecho, Hani abordaría cuestiones de educación en distintos artículos sobre infancia. También escribió sobre la función educativa del cine y la natural interpretación de los niños. No obstante, antes que los ensayos fue en el documental donde primero trataría de descubrir prácticas pedagógicas modernas. En Dirección de grupos encontramos el aprendizaje del trabajo en equipo a través de los “teatros de la discusión” o en Estudio de gemelos, cuestiones sobre el desarrollo de la personalidad y el análisis de la conducta infantil mediante el juego. Asimismo, Hani conocía las investigaciones sobre el dibujo y la psicología infantil del “Movimiento resúmenes | xxix Educativo de la Creación Artística” (Sōzō Biiku Undō) y retrató la utilización de las artes plásticas como forma de expresión no artística sino emocional, en Children Who Draw. A partir de la filmación de las clases del maestro Keizō Nonome, miembro de este movimiento, Hani mostró cinematográficamente cómo los dibujos se convierten en huellas simbólicas de los estados anímicos cambiantes en los niños. V. El mundo animal El retrato del mundo animal es un tema recurrente en la filmografía de Hani, que comienza en Dōbutsuen nikki [Diario de zoológico] (1957). En este documental demuestra que su método era válido para filmar otro tipo de “protagonistas que no actúan”. Los animales, como los niños se movían por acciones impulsivas, que para Hani eran una garantía para adentrarse en el interior del objeto sin imponer las ideas preconcebidas del autor. El documental comienza con la reapertura del zoológico de Ueno, que había sido destruido durante los bombardeos en la guerra, lo cual representaba un símbolo de la reconstrucción nacional. Sin embargo, la mirada de Hani siempre privilegia lo psicológico frente a lo social. Este hecho, convierte el film en una de las tentativas más atrevidas y curiosas sobre la exploración de la subjetividad en el documental japonés. En el comportamiento de los animales se presenta un rico universo emocional, donde encuentra sentimientos de afecto, ira o miedo no tan distintos a los del ser humano. El rodaje en el zoológico también recogió los vínculos establecidos entre los cuidadores y animales. La relación de la vida salvaje y el ser humano continuaría en sus posteriores trabajos en África: las películas de ficción The Song of Bwana Toshi (Bwana Toshi No Uta, 1964) y A Tale of Africa (Afurika monogatari, 1980), la serie de televisión Dōbutsu kazoku [La familia animal] (Fuji TV, 1974-1975), Waku waku dōbutsu rando [El emocionante mundo de los animales] (TBS, 1983-1992) y Dōbutsu kisōtengai!/Amazing Animals (TBS, 1993-2009). VI. El Japón tradicional Otro tema recurrente en el trabajo de Hani tanto en el cine como en la televisión, es el retrato del Japón tradicional. En el cine dirigiría Yuki matsuri [El festival de la nieve] (1953), Hōryūji [El templo Hōryū] (1958) y Nihon no buyō [Bailes de Japón] (1960), desde un punto de vista etnográfico. En la televisión, realizaría cinco xxx | resúmenes episodios de la serie Nenrin no himitsu [Los secretos del año] (Fuji TV, 1959-1960). Se trata, por un lado de Itamae [Cocinero], Gyōji [Árbitro] y Teradaiku [Carpinteros de templos] en los que continua la perspectiva etnográfica. Por otro, Nise Kane kenkyūka [Investigadores de dinero falso] y Noyama wo aruite 70 nen. [70 años caminando campos y montañas] son documentales de ciencia y cultura. Estas obras aparecen en un contexto en que las televisiones empiezan a establecer acuerdos con los estudios cinematográficos para producir contenidos. Además se convierten en un lugar de convergencia de ambos medios, que Hani denomina terementarī (“documentales televisivos”), un concepto que no se refiere sólo al formato, sino también a un nuevo estilo de documental. Hani participaría en las discusiones sobre las posibilidades del nuevo medio desde principios de los sesenta, que en gran medida, estuvieron monopolizados por la serie de la NHK, Nihon no sugao (Naoya Yoshida, 1957-1964). Para Hani, la televisión desafiaba la gramática de cine, mediante un uso más libre del montaje, la voz narradora y la cámara, capaz de jugar con la improvisación y acercarse a la realidad sin ensayo. A fin de cuentas, la televisión no necesitaría satisfacer las expectativas del espectador mediante un relato fluido y coherente como el cine. En su lugar, podría permitirse un registro más honesto de la realidad, con el que romper con ideas generalizadas y desafiar al sentido común. Hani advierte que el documental en la televisión debía ser una ventana al mundo no un espejo donde la audiencia confirmara sus propias expectativas. Para Naoya Yoshida (director de Nihon no sugao) este problema era inevitable porque el espectador siempre aplica su sentido común sobre la pantalla. Por su parte, Hiroshi Takase y Masaaki Segawa (productor de Nihon no sugao) defendían la imposibilidad de hablar de veracidad y trasladaban el problema a la intención del director. Aunque el debate articulado en torno a Nihon no sugao planteaba reflexiones todavía muy prematuras, estos textos supusieron un primer intento de teorizar sobre la comunicación televisiva, abriendo el camino a futuras reflexiones. En la práctica, los episodios dirigidos por Hani en Nenrin no himitsu combinan la mirada científica con el retrato humano. Mediante la exploración del plano emocional y la historia personal, los protagonistas conectan el Japón tradicional con el moderno, siendo los últimos poseedores de unas destrezas ancestrales transmitidas de generación en generación (eje temático de la serie). Estos episodios se convertirían en un excelente terreno para experimentar con la libertad expresiva del medio y con la incorporación de una estética más cercana a la práctica periodística. resúmenes | xxxi VII. Entre la fotografía y el cine La primera producción de Iwanami Eiga no fue un documental sino la serie de reportajes gráficos Iwanami Shashin Bunko (1950-1958), realizada con la editorial Iwanami Shoten. En la colección se combinan fotografías y textos escritos e inicialmente fue diseñada por Yōnosuke Natori, un reputado fotógrafo, y Susumu Hani, que entonces era un joven periodista llegado de la agencia Kyōdō News. En la serie se experimentó una migración de contenidos e imágenes entre el cine y la fotografía: algunos temas de la colección se convirtieron en documentales y a su vez, hubo material cinematográfico reutilizado para editar nuevos reportajes gráficos. Se recuperaron imágenes de Children in the Classroom (1954) y Children who Draw (1956) para editar “Ichinensei” [“Estudiantes de primero”] (1955), “Kodomo wa miru” [“Los niños que miran”] (1956) y “Kodomo no e” [“El dibujo de los niños”] (1957). En sentido inverso, los volúmenes “Dōbutsuen no tori” [“Aves del zoológico”] (1950) y “Dōbutsuen no kemono” [“Bestias del zoológico”] (1950) inspiraron el documental Diario de zoológico (1957). Por último, Hani dirigió Gunma ken 2, un episodio de la serie Nihon Hakken (1961-1962), que correspondía al número “Gunma ken”, unos volúmenes sobre geografía titulados Shin Fudoki (1954-1958). En este intercambio, las imágenes trascendieron los márgenes habitualmente asignados a la fotografía y al cine. Cada medio acabó por mimetizar la naturaleza del otro: las tiras fotográficas aportaban una dimensión temporal más propia del cine y el documental de Hani incorporó tomas aisladas más propias de la instantánea fotográfica. Asimismo, tanto el documental como el reportaje fotográfico no fueron meras adaptaciones sino que se convirtieron en obras complementarias, introduciendo nuevas explicaciones al tema tratado. Al comparar las fotografías de Natori y los documentales de Hani, se observa un uso formal de la imagen significativamente distinto. Natori ve la ambigüedad como una debilidad de la fotografía que intenta superar precisando los significados con leyendas y tiras fotográficas. Para Hani, la ambigüedad es un terreno fructífero en el que se desenvuelve con facilidad. Por otro lado, los retratos de los niños, de animales o de la geografía en la colección fotográfica consisten a explicar cuestiones generales, mientras los documentales se dirigen hacia lo concreto. Se puede decir que Natori busca lo explicativo y a la objetividad, mientras Hani tiende a lo narrativo y a la subjetivo. El primero proyecta una perspectiva semejante a la del forastero, muy distinta a la mirada xxxii | resúmenes cercana del segundo. Las imágenes de Hani no pretenden ser alegoría de una idea universal sino que se aferran al pragmatismo del “aquí y ahora”. VIII. Una obra colectiva: Tokyo 1958 Tokyo 1958 constituye un caso aparte en la filmografía documental de Hani. No fue una producción de Iwanami Eiga sino una obra colectiva realizada por los nueve miembros del grupo “Cinema 58”. En este film se puso en práctica la síntesis de las artes, mezclando elementos de procedencia dispar como la pintura (sobreimpresiones de dibujos y ukiyo-e), la publicidad (la parodia de los anuncios de cosmética) o el teatro (sonidos de taiko y kakegoe). La experimentación formal, las dramatizaciones, el humor y la parodia diferían de la mirada distante inscrita en los reportajes fotográficos de Iwanami Shashin Bunko sobre la geografía urbana de Tokio. Pero también difiere del naturalismo, el humanismo y la mirada cercana habitual de Hani. Pese a que en Tokyo 1958 encontramos una gran diversidad de estilos, la obra posee un eje temático consistente: mostrar las contradicciones de la modernidad en Tokio a partir de la coexistencia de lo antiguo y lo nuevo en sus mismos habitantes. Esta idea acaba sirviendo para lanzar una ácida crítica contra el poder, los mitos del pasado legendario japonés presentes en el discurso nacionalista de la guerra y contra la propia idea de progreso. resúmenes | xxxiii RESUMEN PARTE 2 PARTE 2.1.: BAD BOYS. LA NUEVA OLA DESDE EL MÉTODO DOCUMENTAL IX. La discusión teórica sobre el nuevo cine japonés (9.1 “El problema de la nueva ola”) Para 1960 se produce una reestructuración de la industria cinematográfica como consecuencia de la expansión de la televisión, lo cual suponía para Hani una oportunidad de mayor libertad expresiva. El término nūberu bāgu (transliteración del francés nouvelle vague) aludía a la dimensión internacional del movimiento, con influencias múltiples que no se reducen al caso francés. De hecho, Hani reconocería una admiración por la Escuela Polaca así como por las películas anteriores del neorrealismo italiano. (I.II. “La teoría de la subjetividad”) La “subjetividad” (shutaisei) se convierte en un concepto clave de la renovación del lenguaje cinematográfico en Japón. Los directores acudieron a ella para proponer un cine más personal. Hani encontró las huellas del auteur en aspectos formales (toma, el encuadre, el punto de vista, la profundidad de campo o el montaje) en sentido similar a la caméra-stylo de Alexandre Astruc. Pero la discusión sobre la subjetividad no se redujo a esta cuestión de estilo. También puso el acento en la relación del sujeto con el objeto, que era significativamente distinta a la subjetividad como interacción del sujeto con el sistema de signos (el lenguaje cinematográfico) que justificaba la categoría europea de auteur. No obstante, el estudio de la subjetividad en Japón debe realizarse con mucha precaución, pues su significado varía según el contexto y quién la utilice. En su teoría del documental, Matsumoto defendía que la subjetividad es lo que permite al autor enfrentarse a la realidad y modificarla. De este modo, la imagen debía establecer un “documento de relación” entre el director o “sujeto” (shutai) y el “objeto” (taishō). En cambio, la subjetividad que buscan Hani y Teshigahara es ajena al autor. Está presente en el entorno en el que se mueven. Para ellos, el interés está en el descubrimiento de la realidad interna existente en la realidad externa. Yoshida lleva esta postura al extremo, al plantear la autonegación del autor: la subjetividad del cineasta surgiría de la interrelación de los objetos, por tanto, el sujeto de forma aislada no existe. En sentido opuesto, Ōshima propone una subjetividad activa que sirva para fomentar diálogo entre xxxiv | resúmenes el autor y la audiencia. En conclusión, Hani y Teshigahara pusieron en cuestión la posición del autor, Yoshida intentó eliminarlo y Ōshima darle protagonismo. X. Análisis de Bad Boys (Furyō shōnen) (10.1. “Análisis comparativo”) El Bad Boys (Furyō shōnen, 1960) de Hani sugiere relaciones intertextuales con otras dos películas homónimas: Furyō shōnen (1954) de Senkichi Taniguchi, sobre el trabajo de un profesor en un reformatorio y Furyō shōnen (1980) de Kōichi Goto, sobre la vida al límite de un joven después de dejar el instituto. No obstante, en este apartado no proponemos un análisis comparativo de Bad Boys con estos films sino con dos textos escritos. Primero, el libro Tobenai tsubasa [Alas que no pueden volar] (Aiko Jinushi, 1958), que siguiendo el estilo del seikatsu kiroku (“documental de la vida”), reúne las experiencias personales de internos del reformatorio de Kurihama. Segundo, el guión de la película, que se trata de un texto en continuo proceso de transformación, en cuya elaboración participaron los mismos protagonistas. Se podría decir que paradójicamente, el guión sirvió para realizar la película y a la vez la película sirvió para elaborar el guión. (10.2. “El método documental en Bad Boys”) Bad Boys fue un punto de inflexión en la filmografía de Hani. Marca el inicio de su cine de ficción y supone un salto cualitativo en su método de filmación. Su estilo naturalista surge como consecuencia de la experiencia previa de Hani y su equipo en Iwanami, donde se adaptaron a la austeridad de medios y a las circunstancias cambiantes del entorno. El operador Manji Kanau aportó un realismo documental con iluminación natural y un estilo modernista, con largos planos secuencia, cámara al hombro, composiciones desequilibradas y angulaciones radicales, realizados con la ligera cámara Arriflex. El técnico de sonido Tetsuo Yasuda utilizó el ruido para crear un realismo sonoro en el que sacrifica la utilidad narrativa en favor de su capacidad descriptiva. Para superar la falta de sincronización con la imagen, los diálogos se presentan a menudo como una voz interior de los protagonistas. En el aspecto sonoro, también destacó la vanguardista composición de Tōru Takemitsu, que en ocasiones se confunde con el sonido ambiente y dota determinadas escenas de gran profundidad emocional. El método documental de Hani se plasmó además en la filmación de acciones improvisadas de actores no profesionales que se interpretaban a sí mismos. Durante la resúmenes | xxxv mayor parte del rodaje prescindieron del guión. En su lugar, Hani y el asistente de dirección, Noriaki Tsuchimoto, decidieron crear “entornos” (ba) en los que dejaban a los chicos actuar y expresarse libremente. En lugar de impulsar las acciones decidieron crear las circunstancias para que éstas tuvieran lugar. En palabras de Hani, la clave no era que él dirigiera a los actores sino ellos fueran quienes le dirigían a él. El resultado fue un realismo que ningún guionista hubiera sido capaz de concebir, que superaba de forma muy sugerente los límites de la ficción. La ambigüedad entre la ficción y la no ficción se pone de manifiesto en las escenas de los atracos (Asai a la joyería o Debari al salary man). Aunque a posteriori, todos afirmaban haber interpretado un papel, la situación trascendió en varias ocasiones la conciencia de ficción que se le presupone al rodaje cinematográfico. Por último, la película acabó por convertirse en una experiencia psicoanalítica para los actores. Después de rechazar su propia imagen como delincuentes durante el visionado, su actuación se hizo más autoconsciente. Maduraron como personas e hicieron madurar a los personajes que interpretaban (observable en el cambio de actitud de Asai y Debari al final de la película). (10.3. “El método fuera de los límites de la ficción”) “10.3.1. La ruptura de los códigos cinematogáficos”. 1. Diversos autores alabaron la consistencia del método documental en el film (Kōichi Iijima, Toshio Matsumoto) e incluso afirmaron que su ambigüedad entre la ficción y la no ficción era una experiencia pionera (Hiroshi Teshigahara, Kazuo Kiroki). 2. Pero Bad Boys revolucionaría los códigos de uno y otro género para producir algo nuevo, un cine inaugural de la modernidad. Crea un nuevo tipo de personaje complejo y autoconsciente, que es independiente a la lógica del autor y a la lógica narrativa del cine, por lo que su comportamiento rompe con los estereotipos, es imprevisible y en ocasiones incluso incomprensible. 3. Asimismo, el film desafía las estructuras narrativas habituales basadas en la causalidad y la noción de “recorrido” (kōsu). Frente a ello se impone una lógica psicológica del personaje, una dimensión acronológica, formulas “acinematográficas” (hieigateki) y “antidramáticas” (hanmonogatariteki), acabando con el determinismo de las acciones. A menudo ni el director ni el espectador pueden empatizar con los protagonistas, presentando una ambigüedad, donde conviven el bien y el mal, más cercana a la realidad cotidiana y con una mirada menos condicionada por las ideologías previas. “10.3.2. La dimensión periodística: nuevo efecto de realidad”. 1. A principios de los sesenta, la nueva ola reclamaba una mayor actualidad en el cine. Toshio Matsumoto xxxvi | resúmenes y Shinkichi Noda lo conectan con el problema de la autoría y echan en falta un mayor peso de la personalidad del autor en Bad Boys. Por el contrario, Hani y Hiroshi Teshigahara critican que la actualidad sea transformada por la conciencia del director. Para Hani, el deber del cineasta es también captar la realidad exterior, no sólo retratar sus propios intereses. Por ello, decide filmar gran parte de la película en exteriores, inspirándose en La ciudad desnuda (The Naked City, Jules Dassin, 1948) y creando un estilo más cercano a la práctica periodística. 2. Simultáneamente a Bad Boys, Ōshima en Historias crueles de juventud (Seishun zankoku monogatari, 1960) y Yoshida en Good for Nothing (Roku de nashi, 1960) capturaron en exteriores imágenes de las revueltas estudiantiles contra el Tratado de Seguridad con Estados Unidos (ANPO). En el montaje final de Bad Boys no aparecen escenas de las protestas pero sí lo hacen en el guión. El texto además proponía un planteamiento narrativo muy similar al de Ōshima y Yoshida: las escenas servían para ubicar históricamente el relato y experimentar formalmente la síntesis con otros medios. 3. Lo que sí recoge el rodaje en exteriores de Hani son las imágenes de la princesa Suga por las tiendas del barrio de Ginza. La escena conecta con un discurso de posguerra sobre la desacralización de la familia imperial. Para garantizar su perpetuación en el nuevo Japón, había sido necesaria una metamorfosis de lo sagrado en profano, siguiendo una política oficial de humanización del redefinido “emperador democrático”. Pero Hani no le hace el juego al discurso político y acaba por ponerlo en cuestión. Al conectar la imagen de la princesa de compras con la del Asai saliendo del furgón policial, no muestra un acercamiento de la casa imperial al pueblo sino un alejamiento. Asimismo, en cuanto se pone de relive que el padre del protagonista murió en la guerra se plantea una paradoja: las élites que habían sido responsables de la guerra disfrutan de los beneficios de la sociedad de consumo y el crecimiento económico mientras ignoran la pobreza del lumpenproletariado, las víctimas del nuevo Japón. No obstante, en el film no hay tanto una victimización del pueblo japonés —predominante en el humanismo de posguerra—, como una crítica a las contradicciones presentes en la nueva sociedad “democrática”. resúmenes | xxxvii PARTE 2.2.: BAD BOYS. LA NUEVA OLA DESDE EL CINE JUVENIL (1956-1960) XI. Propuesta de análisis (11.1. “La nueva ola como paradigma”) En varias ocasiones se han identificado periodos distintivos en la historia del cine japonés (Noël Burch, Audie Bock). David Desser, inspirado en los “modelos narrativos” de David Bordwell, utiliza una noción de “paradigma” basada en la diferenciación de estrategias narrativas. Para estudiar la nueva ola, el paradigma de Desser puede ser una herramienta metodológica útil porque permite la simultaneidad de modelos en el tiempo. No obstante, su limitación radica en la clasificación por autores (al igual que Bock), por lo que una categorización por obras como han realizado otros (Keiko McDonald, Tony Rayns) podría ser más coherente. En este apartado hemos delimitado el marco histórico en un “Periodo de Transición” (1956-1960) del cine juvenil, que abarca del estreno de las películas taiyōzoku en 1956, hasta las de la nueva ola de Ōshima, Imamura, Yoshida, Shinoda y Hani en 1960. Tras el estreno de Bad Boys, todas las miradas se dirigieron a la cuestión del método documental y el realismo debido las innovadoras las técnicas de filmación (el apartado 2.1.). En cambio, se ha pasado por alto que en gran medida, el film también fue una reacción al taiyōzoku. El objetivo de este apartado es, por tanto, poner este hecho de relieve. Para ello, proponemos analizar comparativamente Bad Boys con la primera película taiyōzoku Season of the Sun (Taiyō no kisetsu, Takumi Furukawa, 1656), describiendo cómo se opera la deconstrucción del género. Aunque el taiyōzoku también había supuesto una ruptura con el paradigma de los humanistas de posguerra, no hemos considerado este fenómeno parte de la nueva ola, pues existen significativas diferencias: a diferencia del cine de autor de la nūberu bāgu (que definimos como “cine juvenil”), el taiyōzoku fue un cine de entretenimiento, creado por la industria (hemos denominado “cine adolescente”). (11.2. “El cine tomado por la juventud”) La nueva ola fue constituida por una generación de jóvenes autores, que combinaba su trabajo como cineastas con el de críticos y teóricos. Este nuevo tipo de director aportó al cine un carácter autorreflexivo con el que desafiaron las prácticas implantadas en la tradición cinematográfica. Esto se produjo en el contexto de una reestructuración de la industria y el fin del sistema “ayudante-director” de los grandes estudios, a partir de lo cual se sustituyó la idea xxxviii | resúmenes “escuela” por la de “movimiento”. Tras esta crisis, la mayoría de autores que habían dirigido sus primeros largometrajes de ficción entre 1959 y 1960 (Hani, Imamura, Ōshima, Yoshida y Shinoda) se convertirán en cineastas independientes en los años siguientes. Asimismo, la modernidad cinematográfica ha sido otra herramienta epistemológica utilizada para definir la nueva ola japonesa. No obstante, este concepto es de por sí poco preciso, pues puede referirse a movimientos tan dispares como la vanguardia de los años veinte o al cine de autor de los sesenta. Tampoco equivale a lo contemporáneo y si lo hace, es fruto de una mera coincidencia temporal (Monteverde y Azúa). Por tanto, la modernidad depende más de una construcción teórica que de una constatación ontológica. Aun así, utilizado en sentido amplio, puede ser útil para designar fenómenos que han roto con un patrón establecido por la tradición o por una corriente dominante. En todo caso, lo moderno puede utilizarse para referirse a algo nuevo, “por oposición” a lo anterior (Burch, Bordwell). XII. Origen del cine adolescente (12.1. “El fenómeno taiyōzoku”) El taiyōzoku (literalmente “tribu del Sol”) fue un fenómeno de la cultura popular japonesa que tenía un origen literario, las novelas de Shintarō Ishihara. La primera de ellas, Taiyōno kisetsu (1955) describía a un grupo de jóvenes de familias acomodadas, que mantenían un comportamiento holgazán y despreocupado, reprochable a ojos de los adultos. En mayo de 1956, los estudios Nikkatsu estrenaban la primera adaptación cinematográfica Season of the Sun. La película será un éxito de taquilla y marcará el inicio del fenómeno en su dimensión cinematográfica, que está constituida por el grupo de cinco películas estrenadas aquel verano de 1956: Season of the Sun, Crazed Fruit (Kurutta kajitsu, Kō Nakahira), Punishment room (Shokei no heya, Kon Ichikawa), Backlight (Gyakkōsen, Takumi Furukawa) y Summer in Eclipse (Nisshoku no natsu, Hromichi Horikawa). Algunos defendieron que estas películas trajeron un golpe de aire fresco al cine japonés y las consideraron obras innovadores a nivel temático y formal (Michitarō Tada, Tadao Satō, Nagisa Ōshima, Hajime Togaeri). (12.2. “El fenómeno multidimensional”) El taiyōzoku fue además un fenómeno transmediático, en el que se explotó la figura del joven en revistas, prensa, colecciones resúmenes | xxxix fotográficas, programas de radio o discos de música, además del cine. 1. “La dimensión periodística y el escándalo social”. En la prensa se avivó la polémica con noticias que asociaban el taiyōzoku al vandalismo y como consecuencia del escándalo, el gobierno endureció los mecanismos de regulación del cine. 2. “La dimensión cultural”. Hay gran consenso entre los autores al afirmar que la cultura juvenil japonesa es un fenómeno que surge por primera vez después de la Segunda Guerra Mundial (Hiroshi Minami, Yōko Kawashima y Naoka Ohara, Natsuki Iwama, Kōji Namba). En su estudio sociocultural, Namba señala que el taiyōzoku fue la primera de las “subculturas juveniles” japonesas surgidas desde la posguerra, cuya peculiaridad fue el protagonismo de la explotación cinematográfica, por lo que también se ha denominado “generación del cine” (kinema sedai). No obstante, el mundo editorial, en concreto los semanales (shūkanshi) también tuvieron un rol muy relevante. Por un lado, las revistas literarias (Bungakkai, Bungei Shunjū, Shinchō, Takiji to yuriko, Nihon bungaku o Gunzō) fueron el medio de publicación de esta literatura juvenil. Por otro, las revistas vulgares (Chisei, Heibon y Myōjō) publicaron reportajes sobre las películas que contribuyeron a extender su popularidad. 3. “La dimensión literaria”. En los círculos literarios se articularon diversos debates en torno a las novelas de Shintarō. Inicialmente se centraron en si sus textos se deberían considerar “literatura pura” (junbungaku). Shintarō representaba una joven generación de escritores cuya frescura era aplaudida por unos (Sei Itō, Hajime Togaeri, Tatsuzō Ishikawa, Kiyoteru Hanada, Seichi Funabashi), pero cuya falta de humanismo, compromiso social e inmoralidad de las relaciones carnales eran criticadas por otros (Shūsaku Endō, Kenichirō Yoshida, Shigeharu Nakano, (Kenichirō Takashima, Kōji Uno). No obstante, la cuestión del libertinaje sexual no era nueva. Ya se había tratado en las novelas del siglo anterior (Shimei Futabatei o Ōgai Mori), aunque en aquella época no eran consecuencia del materialismo sino la modernización de la Restauración Meiji. (12.3. “La explotación cinematográfica: el star system juvenil”) A partir del éxito de Season of the Sun y Crazed Fruit, Nikkatsu intentará sacar partido de este nuevo mercado, con la explotación de un grupo de jóvenes estrellas reunidas bajo la marca Diamond Line: Yūjirō Ishihara, Akira Kobayashi, Keiichirō Akagi, Kōji Wada y Joe Shishido. 1. Yūjirō Ishihara se convertirá en el emblema de los estudios e icono de la cultura popular de finales de los cincuenta. Representaba un nuevo tipo de actor, en el que se confundía la persona con el personaje. De hecho, muchos de los relatos escritos xl | resúmenes por su hermano Shintarō, estaban basados en experiencias autobiográficas. Los iconos juveniles encarnaron una nueva japonesidad, en la que se ponían de manifiesto las contradicciones de la sociedad del milagro económico, adoptando una apariencia occidental que a su vez recordaba la iconografía hollywoodiense. Desde su debut en 1956, Akira Kobayashi representó el individualismo americano en el papel de llanero solitario en la serie de películas Wataridori [Ave migratoria] (1959-1962), un “cine sin nacionalidad” (mukokuseki eiga) en el que se utilizaban los códigos narrativos del western. Además protagonizó la serie Nagaremono (1960), una versión japonesa del cine negro norteamericano, denominado “cine de acción sin nacionalidad” (mukokuseki akushon eiga). Keiichirō Akagi (apodado “Tony”, por su parecido con Tony Curtis) también se convirtió en la imagen de este género al protagonizar la serie Tales of a Gunman (Kenjū buraichō, Hiroshi Noguchi, 1959-1960). Por su parte, Joe Shishido (apodado Joe the Ace), interpretaría desde 1955 papeles de villano, inspirado en el cine de gánsteres de serie B estadounidenses. 2. En la explotación de las estrellas juveniles se produjo una sinergia de la industria cinematográfica y musical. Desde Crazed Fruit, Yūjirō aparecería en escena interpretando sus conocidas enkas, que después serían estrenadas en la radio o editadas en álbumes de bandas sonoras. Lo mismo ocurriría con Akira Kobayashi, Keiichirō Akagi y Kōji Wada. Aunque no eran cantantes ni actores profesionales, sus interpretaciones estuvieron envueltas de un amateurismo que resultó exitoso entre el público joven. 3. Pese a la adopción de códigos del cine de géneros hollywoodiense, estos personajes no eran meras imitaciones de personajes americanos, en gran medida representaban algo nuevo. Las películas “sin nacionalidad” eran un cine evasivo, que no buscaba tanto el realismo como proyectar la imagen de un Japón exótico. No obstante, a mediados de los sesenta Nikkatsu volverá a códigos más cercanos a la tradición japonesa. XIII. Deconstrucción del taiyōzoku: análisis comparativo (Season of the Sun y Bad Boys) (13.1. “Del cine adolescente al cine juvenil”) 1. El objetivo de este apartado es comparar Season of the Sun y Bad Boys (por extensión el taiyōzoku y la nueva ola) a partir de las distinciones entre “adolescencia” y “juventud” (Edgar Morin, John R. Gillis, Kōji Namba o el mismo Hani). A principios de los años sesenta, Morin describe resúmenes | xli una juventud revolucionaria e impulsora de cambios sociales opuesta a la “gerontocracia”, el poder de los mayores, reaccionario e institucionalizado. Gillis encuentra dos grupos históricamente diferenciados: la juventud, comprometida con la lucha de clases y la adolescencia nacionalista y conservadora. La segunda parece adquirir protagonismo en la “cultura adolescente” que de acuerdo con Namba surge desde el milagro económico. El taiyōzoku, como “cine adolescente”, esconde tras su rebeldía un comportamiento inscrito en la sociedad de consumo y la lógica capitalista, reproduciendo los discursos del poder gerontocrático. Por el contrario, las películas de autor de la nueva ola propusieron un “cine juvenil” más maduro y autorreflexivo, que supusieron la obsolescencia de la adolescencia. Namba habla del paso de un “adolescente” (seinen), sin aparente contenido político, que protagoniza en la cultura popular de los cincuenta, a un “joven” (wakamono) que incorporará connotaciones políticas y liderará un movimiento en los sesenta que ya no está “por debajo” de la cultura dominante (“subcultura”), sino “contra ella” (“contracultura”). 2. Los estrenos taiyōzoku fueron acompañados por un aumento paralelo de noticias y discusiones sobre la “juventud decadente” (dekadan no seinen). En cambio, Hani pone en cuestión esta imagen de la delincuencia juvenil tanto en Bad Boys como en algunos de sus artículos. Utiliza con ironía el término “chicos malos” (furyō shōnen), que da nombre a la película, denunciando que se hayan estigmatizado a los jóvenes que no siguen las normas del sistema. Siguiendo una perspectiva antropológica explica que la actitud bohemia de la vida, presente en Asai, el protagonista de Bad Boys, es un comportamiento intrínsecamente humano. El joven vaga libremente por la ciudad siguiendo sus propios instintos, al igual que lo hacía el cazador primitivo. Sin embargo, la sociedad moderna reprime estos impulsos de libertad, que son vistos como un comportamiento antisocial. En otros textos, Hani recurre a la psicología para explicar que a diferencia del adulto, que no sigue su corazón sino que sigue una lógica preestablecida, el joven actúa todavía de forma pasional e impulsiva. 3. A finales de los cincuenta, la representación de la juventud en el cine desmonta la sagrada figura paternal heredada de la tradición confucionista (Gregory Barret). Hemos analizado comparativamente este fenómeno en Season of the Sun y Bad Boys siguiendo los dos ejes que, de acuerdo con Morin, habían producido el derrumbamiento de la gerontocracia: la emancipación de la mujer y el fin de la autoridad paternal. Respecto al primero, el personaje Eiko en Season of the Sun xlii | resúmenes representa una “mujer terrenal” cuyo comportamiento se caracteriza por un antirrománticismo, donde desaparece el clásico conflicto entre el “deber” (giri) y el “deseo” (ninjō). Para algunos, la entrega a los placeres carnales era símbolo de occidentalización y modernidad, pero para otros no se trataba de una auténtica liberación sexual, sino de un mero retrato de la mujer como objeto de deseo (Naoko Hagaki). Los personajes femeninos en Bad Boys, también rompen con el estereotipo de la mujer casta. Pero a diferencia de Season of the Sun, no hay una sumisión ciega al hombre. Son ajenas la autoridad paternal, aunque sólo en los márgenes que la sociedad les permite (como delincuentes o chicas de compañía). Respecto al segundo eje, el “fin de la autoridad paternal”, mientras Season of the Sun es prácticamente una película sin adultos, en Bad Boys el poder de la gerontocracia aparece materializado en instituciones (la comisaria de policía, sala de la fiscalía o el reformatorio). Aun así, los jóvenes de Hani no luchan contra ellas, simplemente intentan ignorarlas. Como consecuencia de su independencia del mundo adulto, el joven debe enfrentarse a la soledad. Pero Hani atribuye a la noción de soledad el matiz positivo que tenía en el sintoísmo primitivo, que permitía alcanzar la madurez personal. Por ello, en las escenas del aislamiento de la celda, los personajes Asai y Debari comienzan a comprender sus circunstancias presentes y pasadas, lo cual acaba por provocar una maduración psicológica que queda plasmada en el desenlace del film. (13.2. “Los discursos del milagro económico”) 1. Las películas taiyōzoku eran símbolos de la nueva era que comenzaba tras el anuncio oficial del “fin de la posguerra” (mohaya sengo dewanai) el mismo 1956. La vida de los jóvenes en Season of the Sun representaba las promesas del milagro económico (kōdo keizai seichō). Sin embargo, pronto se pondría de relieve que la prosperidad retratada por Shintarō Ishihara difícilmente se correspondía con el estilo de vida de la mayoría de los jóvenes de la época. Las historias no parecían corresponder a la realidad social sino a un imaginario o “marco” (Goffman, Namba) de esa nueva era. 2. Pronto aparecieron las reacciones a este retrato de la juventud taiyōzoku aburguesada asentada en un Japón ideal. Kon Ichikawa en Punishment Room (Shokei no heya, 1956) y Crammed Streetcar (Manin Densha, 1957) o Yasuzō Masumura en Kisses (Kuchizuke, 1957) y Giants and Toys (Kyojiin to gangu, 1958) ya presentaban los problemas de una juventud de clase trabajadora. Hani lleva la deconstrucción del género al límite y sus ya no son los estudiantes o asalariados anteriores, sino un resúmenes | xliii lumpenproletariado excluido del sistema. Hani opera una progresiva degradación del glamour del taiyōzoku y en su lugar va imponiendo un realismo más crudo. De esta forma, la deconstrucción visual y conceptual de los elementos de Season of the Sun, significó a la vez en un cuestionamiento del discurso del milagro económico. 3. El “debate de la japonesidad” (nihonjinron) estuvo condicionado por el impacto de la cultura norteamericana desde el Periodo de Ocupación. Algunos identificaron cinematográficamente esta influencia en el humanismo de la inmediata posguerra o el materialismo durante la época de crecimiento económico. Pero además, en las localizaciones de Season of the Sun y Bad Boys que corresponden históricos encuentros con Occidente (la llegada del comodoro Perry a Kurihama en 1853, la construcción de la base militar americana de Yokosuka en 1945) se observa una presencia física de personajes occidentales. Se trata de apariciones fugaces, que parecen no tener función narrativa pero que proyectan una presencia simbólica de Estados Unidos en Japón. La relación de los protagonistas con los extranjeros en pantalla representaba un diálogo entre Japón y Estados Unidos como “nación dominante” y “nación dominada”. Aun así, los personajes taiyōzoku muestran una resistencia a esta dominación, presente en el discurso de Shintarō contra el victimismo y contra la lógica de sumisión surgida tras la derrota en la guerra. En Bad Boys también se observan significativos encuentros con el mundo occidental, como el alegórico choque de Asai con el cristianismo y la simbólica “comunión” con la cultura popular americana. Asimismo, su fugaz contacto con los marines, que encarnan el poder militar estadounidense, se puede leer como una crítica a la presencia norteamericana, en el contexto de las protestas estudiantiles de finales de 1959 y primera mitad de 1960 contra el Tratado de Seguridad (ANPO). xliv | resúmenes