los hijos no pueden ser la única fuente de satisfacción
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los hijos no pueden ser la única fuente de satisfacción
“Que los niños se porten bien no significa que se porten como adultos”, puntualiza Druckerman. Pamela Druckerman cuenta cómo, al llegar a París y vivir allá con sus tres hijos, de entre siete y cuatro años, fue descubriendo cómo, en la cultura francesa, los niños se adaptan al mundo adulto, y no al revés. Y se fascinó con este enfoque: estaba acostumbrada a ver a padres demasiado pendientes de sus hijos, girando en torno a ellos aun a costa de su propio bienestar. Hasta entonces, no había pensado que las madres podían darse espacio para “tener una vida” sin sentirse culpables, y que –¡mejor aún!– esta actitud aparentemente egoísta puede ser de utilidad para criar a niños autovalentes y seguros de sí mismos, además de ayudar a cuidar la vida en pareja. –Mi idea nunca fue decir que los franceses lo hacen todo perfecto, que su estilo de educación está libre de problemas y desafíos y que todos debiéramos hacer lo mismo. ¡Al contrario! Pero sí me parece que tienen una manera interesante de enfocar la crianza y que no es mala idea buscar en sus hábitos y costumbres algo que nos ayude y nos sirva para mejorar la convivencia familiar y el matrimonio, aunque solo tomes uno de sus consejos. Lo que presento no son reglas, son guías –se apura en aclarar, al teléfono desde su casa en París. Tras la publicación de este exitoso 30 YA Pamela escribe para The New York Times, The Guardian, New York Times y Marie Claire. Su primer libro fue publicado en 2007. volumen, Pamela recibió miles de cartas, posteos y mensajes en Twitter. El feedback superó con creces sus expectativas y algunas cartas incluso la hicieron llorar. “Este libro me hizo sentir menos loca y fuera de lugar; es un buen antídoto contra la hiperparentalidad que tanto veo”, dice una de las misivas que la autora replica en su página web. “El libro me hizo reír, me relajó y me dio esperanzas. Me hizo querer ser más sexy y atractiva para mi marido”, dice otra. “Al leerlo ahorré tiempo y dinero en terapia”, concluye otra. No fueron pocas las personas que le pidieron que, por favor, hiciera un nuevo libro, esta vez más práctico. Un manual. Querían que entregara los mismos tips, pero depurados; que contara menos de su historia personal y entregara contexto científico para sus hallazgos; en suma, que fuera directo al grano. Querían libros para regalarle, por ejemplo, a las parejas primerizas con poco tiempo para leer, a las niñeras, a los abuelos. Incluso personas que ya habían leído el libro, cuenta Pamela, le pedían una suerte de “recordatorio” con los conceptos más importantes. Esto la animó a llevar a las librerías, en febrero de este año, “Bébé Day by Day”, aún no traducido al español, donde además de 100 tips que condensan las ideas centrales del volumen anterior, incluye 10 recetas elaboradas en conjunto con la nutricionista a cargo de los menús de las salas cuna en París. Muchos de los tips tomados de la cultura francesa se refieren a la comida: picotear entre comidas está prohibido; los niños no pueden abrir el refrigerador y sacar lo que quieran. Solo se permite un snack a media tarde. Probar de todo es un imperativo, aunque no es indispensable que terminen cada plato hasta no dejar una miga. La costumbre de “LOS HIJOS NO PUEDEN SER LA ÚNICA FUENTE DE SATISFACCIÓN. PARA ELLOS, ES UNA PRESIÓN TREMENDA SENTIR QUE TODA LA FELICIDAD, LA ENERGÍA Y LA CREATIVIDAD DE SU MADRE DEPENDEN DE ELLOS”. sentarlos a la mesa y disfrutar en familia de una comida completa, con entrada, plato de fondo y postre –con el mismo menú de los adultos– no solo busca educarles el paladar, sino también poner un engranaje más en la educación en torno a la paciencia, valor que los franceses cultivan a través de muchas conductas. Por ejemplo, diciéndoles con firmeza que no pueden interrumpir a los padres cuando estos están conversando, pero prestándoles atención a sus pedidos apenas se pueda. Así, los niños aprenden que sus padres los quieren y respetan, pero no están ahí solo para atenderlos. En el libro hay también consejos con respecto a la enseñanza de hábitos de sueño. Los franceses esperan siempre 5 minutos antes de ir a ver a un bebé que llora en la cama. La idea es acostumbrarlo a dormirse solo, pero tampoco dejarlo llorar tanto que se sienta desatendido. –Lo que más me ha gustado es que los lectores me han dicho que estos libros no los hacen sentir culpables, no los hacen creer que están haciéndolo todo mal. En Estados Unidos este sentimiento es muy común, porque está lleno de libros sobre maternidad y muchos de ellos proponen estrategias contradictorias. La sensación que