El primer episodio de esquizofrenia: aspectos neurobiológicos y
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El primer episodio de esquizofrenia: aspectos neurobiológicos y
El primer episodio de esquizofrenia: aspectos neurobiológicos y terapéuticos ■ Una de las inquietudes más importantes en el campo del estudio de la esquizofrenia es cómo determinar el momento de inicio de la enfermedad. Si bien la mayoría de las investigaciones en el tema consideran que el padecimiento empieza al momento en el que se hacen evidentes los primeros síntomas psicóticos, ahora se reconoce que es muy probable que existan cambios, sobre todo de tipo cognitivo, previos al desarrollo de las manifestaciones primarias. Este concepto tiene implicaciones no sólo para la mejor comprensión de la biología de los trastornos psicóticos, sino que son de importancia para determinar en qué momento está justificado comenzar un tratamiento que intente evitar el desarrollo ulterior de las manifestaciones. La mayor parte de los estudios neurobiológicos en la esquizofrenia definen la presencia de los síntomas psicóticos como el punto de inicio de la enfermedad, lo cual es refutado por varios de los grupos que investigan este aspecto. Resulta claro que las alteraciones neurobiológicas que llevan al desarrollo de la enfermedad se inician muchos años antes de la aparición de los síntomas. Esto se comprueba al revisar estudios de imágenes cerebrales de pacientes esquizofrénicos. De acuerdo a lo encontrado existe una disminución, leve pero significativa, del volumen intracraneal de los pacientes, la cual se identifica tanto en los crónicos como en los de inicio reciente y también en los que nunca han recibido tratamiento. Debido a que en condiciones normales el crecimiento cerebral llega a su nivel más alto alrededor de los 13 años de edad, es por consiguiente factible considerar que en los esquizofrénicos se presenta una alteración en el crecimiento de este órgano cercana a ese periodo del desarrollo. Se ha identificado que la pérdida de materia gris es más notoria en los pacientes crónicos que en los de inicio reciente, mientras que la sustancia blanca se reduce en forma similar en ambas condiciones. Los estudios dirigidos a buscar la naturaleza de los cambios en ambas sustancias al inicio del padecimiento han identificado, por medio de análisis de tractoscopía, que las fibras de la sustancia blanca en pacientes nunca medicados muestran cambios que sugieren daño axonal o glial, o bien un incremento de las concentraciones de agua en los núcleos uncinado y arcuato, que son núcleos de asociación. En los pacientes de primer episodio no medicados se en- Vol. 26, Número 3, Marzo 2015 cuentra una reducción de la anisotropía fraccional que se relaciona con la disfunción cognitiva. Esta medición es el reflejo de la densidad de la sustancia blanca y de su mielinización. Esta reducción en los pacientes de primer episodio está relacionada al parecer con una pobre respuesta a los antipsicóticos. En cuanto a los cambios en la sustancia gris de pacientes de primer episodio, los más evidentes se localizan en las áreas frontal y temporal. Se sabe que estos cambios progresan con la evolución de la enfermedad y que su desarrollo se correlaciona con el avance hacia la cronicidad y con la reducción de las funciones de cognición. Muchos de los trabajos que se llevan a cabo en este campo han definido a los individuos que estudian como sujetos en “riesgo del estado mental (REM)”. El REM es una fase prodrómica de la esquizofrenia que se caracteriza por fallas cognitivas, alteraciones del estado de ánimo, ansiedad, síntomas psicóticos atenuados y una declinación de las funciones ocupacionales y sociales. Se considera que sólo un pequeño porcentaje de estos individuos desarrollará con el tiempo esquizofrenia. Los estudios de imágenes en sujetos con REM muestran decrementos de volumen en las áreas frontal y temporal similares, si bien menos marcados, que los que se identifican en la esquizofrenia. Hay escasos estudios longitudinales en estos sujetos, pero los pocos que se han llevado a cabo muestran que los decrementos son más marcados en los que finalmente evolucionan al desarrollo de la enfermedad. Para poder comprender las posibles causas de las alteraciones del cerebro de los pacientes de primer episodio esquizofrénico se requiere integrar la información proveniente de los estudios de tratamiento con los post-mortem, con los modelos animales y de imágenes cerebrales. Los primeros trabajos que se han desarrollado con esta integración sugieren que la enfermedad está relacionada con al menos tres mecanismos fisiopatológicos integrados: disfunción de la dopamina, alteración de la transmisión glutamatérgica y un incremento en la condición pro inflamatoria del cerebro. Ahora se sabe que la disfunción de dopamina en la enfermedad corresponde a un fenómeno presináptico caracterizado por una síntesis y liberación elevadas de dopamina. Estas características están presentes incluso en los sujetos REM. Por otra parte, se postula que las deficiencias cognitivas en la esquizofrenia se generan por fallas en el sistema glutamatérgico, fundamentalmente por cambios del receptor NMDA. Este receptor tiene un importante papel en el desarrollo y la maduración cerebral. Sus fallas funcionales se corresponden con una baja efectividad del funcionamiento de las interneuronas GABA. La alteración de estas interneuronas genera una inhibición insuficiente sobre las neuronas glutamatérgicas con lo que se incremen- 19 ta tanto el disparo de éstas como la cantidad de glutamato que se libera. Aún no queda claro si las alteraciones de las neuronas gabaérgicas se producen por una alteración previa de la señalización del receptor NMDA, o bien si corresponden a una compensación producto de las alteraciones gabaérgicas previas. Cualquiera que sea el mecanismo, la consecuencia final de esto es la generación de las deficiencias cognitivas. Aunque sin mucha consistencia, la mayoría de los estudios en individuos REM muestran una actividad aumentada del glutamato. El tercer mecanismo que subyace al desarrollo de la enfermedad es un incremento del estado pro inflamatorio del cerebro. Esta teoría propone que el cerebro inmaduro puede ser expuesto a infecciones virales o bacterianas que generan inflamación del tejido. En estos procesos la microglía tiene un papel importante ya que son las principales células inmuno-competentes del cerebro. Varios trabajos han demostrado una actividad incrementada de la microglía en pacientes esquizofrénicos que están en las primeras etapas de la enfermedad. Algunos estudios de tejido post-mortem encuentran más elementos de inflamación en los cerebros de los pacientes esquizofrénicos con evolución prolongada. Cuando se activa la microglía, estas células abandonan sus funciones neurotróficas (como guiar a los axones o producir neurotrofinas) lo cual deja a las neuronas en condiciones subóptimas. Por otra parte, la microglía sobreactivada produce varias sustancias neurotóxicas como los radicales libres y las citosinas pro inflamatorias que dañan a las neuronas y a la glía y que producen disfunción cognitiva y reducción del volumen cerebral. También se sabe que existe una correlación entre los fenómenos pro inflamatorios y la actividad del glutamato: la microglía activada induce niveles altos de glutamato. Si bien estos tres mecanismos están involucrados en la patogenia de la esquizofrenia, es poco probable que ésta sea uniforme en todos los pacientes. Por ejemplo, es posible que en algunos sujetos exista una hipofunción del receptor NMDA mientras que en otros esté prácticamente normal. Estas diferencias podrían servir para identificar a diferentes tipos de la enfermedad o para predecir la evolución y la respuesta a los tratamientos. En la investigación futura será necesario determinar el grado de alteraciones de la síntesis de dopamina, la función del receptor NMDA y el estatus pro inflamatorio del cerebro, con el fin de considerarlos como marcadores individuales para predecir la evolución e identificar el mejor tipo de tratamiento. Es comprensible que el tratamiento de la esquizofrenia se haya enfocado casi exclusivamente en la etapa en la que los síntomas son claros e irrefutables. Sin embargo ya aparecen algunos estudios que se dirigen a tratar a la enfermedad en sus primeras etapas o bien a dar tratamiento a sujetos con 20 REM. Estos trabajos muestran que mientras más temprano se empiece mejor será el pronóstico y menor el desarrollo de las fallas cognitivas. La mayor parte de la terapéutica farmacológica actual para la esquizofrenia se basa en lograr la reducción de la condición de hiperactividad dopaminérgica. Esto ha dejado a un lado las intervenciones para controlar el resto de los fenómenos patológicos relacionados con la enfermedad y es lo que explica, en parte, la eficacia parcial e insuficiente de muchos de estos tratamientos. Si bien la mayoría de los individuos con un primer episodio suelen responder bien a los antipsicóticos, lo que falta aún por resolver es cómo mantener esa eficacia a lo largo de la evolución de los cuadros. Hay varios caminos terapéuticos para mejorar potencialmente o al menos compensar la hipoactividad del receptor NMDA. Uno de ellos consiste en la administración de glicina o de D-Serina que son compuestos que aumentan la actividad del sitio de glicina que forma parte del receptor. Hay datos de trabajos que muestran que la utilización de estos compuestos mejora levemente la presencia de síntomas positivos y negativos, pero que no mejora las alteraciones cognitivas. Otra vía es por medio de la modulación de los receptores AMPA que se co-localizan en sinapsis cercanas a los NMDA. Para ello se han probado sustancias tales como el piracetam aunque sin claros beneficios. Otra opción ha sido la modulación del transportador de la glicina, como por ejemplo con sarcosina, con lo cual se mejoran algunos de los síntomas. Finalmente también se está estudiando la regulación del receptor metabotrópico del glutamato (mGLUR) como un posible blanco terapéutico. Una estrategia alterna es la de modular a las interneuronas GABA. Al menos se han propuesto dos compuestos con esta función para mejorar las deficiencias cognitivas de la esquizofrenia y que generan efectos agonísticos en este sistema. Desafortunadamente, los primeros estudios con estos compuestos no han mostrado una buena eficacia de estas alternativas. Finalmente, el uso de antiinflamatorios para mejorar los síntomas de la esquizofrenia es aún muy limitado y con poco desarrollo. Existe un buen número de trabajos que han probado la eficacia de combinar a los antipsicóticos con aspirina, n-aceetilcistína y otros antiinflamatorios como el celecoxib y la minociclina. Aún es muy prematuro considerar estas alternativas como viables. Con respecto a las intervenciones no farmacológicas, la que más evidencia tiene de ser eficaz es el ejercicio físico. Se ha demostrado en los trastornos del estado de ánimo que una actividad física persistente ayuda a mejorar las condiciones afectivas de los pacientes. Recientemente esto se ha comprobado también en el control de los síntomas positivos y negativos de la esquizofrenia, si bien el grado de eficacia es limitado y posiblemente temporal. Este efecto benéfico Vol. 26, Número 3, Marzo 2015 se ha sustentado con estudios de imágenes cerebrales que demuestran que el régimen de ejercicio físico como medida terapéutica y comparado con el sedentarismo, reduce con el tiempo la pérdida volumétrica de la sustancias gris. Otra opción no farmacológica es la del uso de la estimulación magnética transcraneal. Esta opción está aún en fases iniciales por lo que no se puede todavía determinar su nivel de efectividad. Todos estos avances en el conocimiento de las bases neurobiológicas de la esquizofrenia y en la forma de tratarla, llevan a considerar que ésta es una enfermedad que posiblemente tenga muchas variantes etiológicas individuales. Por ello los nuevos conceptos derivados de los estudios con Vol. 26, Número 3, Marzo 2015 imágenes cerebrales y en ensayos farmacológicos llevan a considerar que el tratamiento deberá ser individualizado de acuerdo a las características propias de cada caso en particular. También enfatizan la necesidad de identificar a los casos en riesgo y a los individuos con las primeras manifestaciones, con el fin de dar tratamiento eficaz y oportuno en las etapas tempranas del desarrollo de la enfermedad. Hacerlo así, beneficiará en una mejor evolución y en una mejor respuesta terapéutica. Bibliografía KAHN RS, SOMMER IE: The neurobiology and treatment of first-episode schizophrenia. Mol Psychiatry, 20:84-97, 2015. 21