Extracto Chamberí
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Extracto Chamberí
Índice La relación de locales, comercios e instituciones que figura en este libro es consecuencia de una investigación llevada a cabo en 2010, por lo que algunos de ellos podrían haber cerrado o modificado su actividad. © 2013, Juan Miguel Sánchez Vigil y María Olivera Zaldua © 2013, de esta edición, TEMPORAE C/ Mayor, 80 28013 Madrid Telf.: 91 230 58 80/90 Fax: 91 542 58 89 E-mail: [email protected] http://www.temporae.es Diseño de cubierta: Javier Fernández Lizán Cartografía: Rafael Sanz Maquetación: Pura Portero Azorín ISBN: 978-84-940432-9-1 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro. org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra. Agradecimientos 8 Introducción 9 Chamberí en su historia De la Guerra de la Independencia a las coplas carlistas El agua del Lozoya y el ensanche de Castro Fin de siglo: el crimen de la calle Fuencarral La prensa local, el Metro y el campo del Racing Nuevos Ministerios, barbarie y posguerra De las tiendas de ultramarinos a Galerías Preciados Los escalextrics y Jesucristo Superstar 11 13 18 22 25 29 33 36 (Re)descubriendo Chamberí Almagro Arapiles Gaztambide Ríos Rosas Trafalgar Vallehermoso Calles que fueron Vivir en Chamberí: personajes 38 41 101 139 171 207 255 293 297 Bibliografía 307 AGRADECIMIENTOS Introducción Los autores agradecen la colaboración de las siguientes personas y entidades: Marisa Andreu Cortes, Isabel Argerich, Federico Ayala Sorensem, Juan Berrendero, Enrique Blasco Sacristán, Antonio Campuzano, Teresa Carballo de Frutos, Manuel Durán Blázquez, Ángeles García del Olmo, Juan González Cárceles, Inés González Rodríguez, Carlos González Ximénez, Carmen Guío, María Teresa Guijarro Serrano, Ana Gutiérrez, Clara Herrera, Miguel Ángel Lasso de la Vega, Nereida López Blasco, María Antonia Manzaneque, Miguel Ángel Morillas, José María Mur Astudillo, Miguel Olivera Zaldua, Pilar Piñón, Blanca Pons-Sorolla, Alejandro Sanz, Ángel Sanz Díaz, Ángel Sanz Martín, Fernando Sigler, Carlos Teixidor, Isabel Tuda, Concha Tejedor, Asen Uña, Pedro de la Vega, Antonio Lence Moreno, Rosario Mariblanca, María Santoyo, Lucrecia Enseñat Benlliure, Miguel Ángel Urech. Diario ABC, Fundación Diario Madrid, Agencia EFE, Archivo Ragel, Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, Bicicletas Berrendero, Ceseden, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, Convento de la Visitación (Salesas), Escuela de Ingenieros de Minas de la Universidad Politécnica, Espasa Calpe, Fundación Federico Fliedner, Fundación Ortega y Gasset, Iglesia de La Milagrosa, Instituto Internacional, Librería Sanz, MR-Chamberí (Pedro de la Vega), Museo Sorolla, Radio Intercontinental, Fundación Canal de Isabel II, Viena Capellanes, Ediciones La Librería, Colección Izquierdo-Mariblanca, Fundación Mariano Benlliure, Archivo Urech. Chamberí es una ciudad dentro de la ciudad, un distrito cuyo nombre sugiere historias. Surgió de la nada, de la necesidad de sobrevivir junto a la cerca que delimitaba el Madrid de los Austrias, y creció hacia las afueras a golpe de cincel, tallando un espacio que a vista de pájaro semeja una bandera al viento. El término, asociado al casticismo decimonónico, ya ha trascendido los mundos del sainete y hace tiempo que la leyenda populista fue superada. Este distrito es el de la diversidad, representado en su arquitectura altanera y popular, desde los palacetes galantes hasta las corralas, donde el eco de las voces hace tiro en las chimeneas. Es modélico en paisaje y paisanaje, por los edificios emblemáticos y los nombres propios que lo habitaron y lo habitan: Vicente Aleixandre, Mariano Benlliure, Pérez Galdós, González-Ruano, Camilo José Cela, Haro Tecglen, Miguel Gila, FernánGómez, Antonio Machado, Carmen de Burgos, Manuel Altolaguirre, Carlos Arniches, Pío Baroja, Luis Cernuda, Julián y Javier Marías, Marcial Lalanda, Gerardo Diego, Agustín Díaz Yanes, Andrés Amorós… Espacio de cultura con un centenar de instituciones repartidas en sus barrios: Museo Sorolla, Fundación Ortega y Gasset, Escuela de Minas, Instituto Internacional, Casa del Libro, Institución Libre de Enseñanza, Biblioteca Central de la Comunidad, Museo Instituto Valencia de Don Juan, Fundación Universidad Complutense, Facultad de Documentación… Pero si algo caracteriza al distrito es el comercio, desde los grandes almacenes a las minúsculas tiendas. Al amanecer comienza el trasiego en los mercados, con el vocerío de los menestrales y el chirrido de los cierres metálicos. A las siete de la mañana, todavía con las calles despejadas de tráfico y a la luz tenue de las farolas, los barrios se despiertan. Huele al aceite frito de las churrerías envuelto en aromas de acacias y los sonidos de la ciudad coinciden en tiempo con los despertadores. En las medianerías se abren los portones de los talleres de automóviles y de los bares brota el tintineo de las tazas de café. 8 9 Es esta una visión particular de Chamberí, con una dosis de historia, un paseo por sus barrios, una revisión del ocio y un canto a la literatura. De los lugares, las costumbres y las gentes dan muestra las imágenes recopiladas en centros de documentación y colecciones públicas y privadas, con más de un siglo de historia en un centenar de instantes. La fotografía constata los hechos, nunca miente, porque no es solo lo que vemos impreso en tintas o impregnado en platas, sino lo que creemos o queremos ver, lo que vivimos o lo que hubiéramos querido vivir. Esas fotografías de tonos grises o sepias no son otra cosa que el tiempo. El tuyo, el suyo, el mío, el de todos, aquel que cantó Miguel Hernández en sus versos: «Pero yo sé que algún día/ se pondrá el tiempo amarillo/ sobre mi fotografía». 10 Chamberí en su historia Chamberí fue, es y será lo que fueron, son y serán sus gentes La historia de Chamberí se aproxima a los dos siglos si tomamos como referencia la década de los años treinta del siglo xix, cuando un puñado de madrileños levantaron las primeras casas bajas más allá de la cerca de Felipe IV para vivir de la agricultura y de los talleres e industrias familiares. Escribió Unamuno que la historia no era otra cosa más que la intrahistoria; es decir, la experiencia vital de cada día. En el plano de Madrid que Pedro Texeira trazó en 1656 se observan los terrenos despejados sobre los que se construyó el barrio, con las tres puertas que cerraban la villa por el lado norte y que formaban las plazas de Santa Bárbara (Alonso Martínez), Pozos de la Nieve (Bilbao) y Fuencarral (San Bernardo). Al otro lado del muro Las tierras del futuro Chamberí en el plano Texeira, 1656. Colección de adobe y piedra particular. 11 dibujó los campos de cultivo y los tres caminos por los que se accedía a la capital: Alcobendas desde la calle del Noviciado, Fuencarral por la prolongación de la vía del mismo nombre, y Hortaleza cruzando el portillo de Santa Bárbara, dejando a la izquierda el gran molino llamado Madrid y que se encontraba en el triángulo que hoy forman Santa Engracia, Sagasta y Luchana. Allí estuvieron también el convento de Mercedarios Descalzos y la cárcel del Saladero, así denominada por haber sido matadero de cerdos, y junto a ellos la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, de la que escribió Madoz en 1849: En los primeros años del siglo pasado trató el rey Felipe V de establecer una fábrica de tapices a imitación de la de París, haciendo venir Capilla del cementerio General del Norte. Graal efecto de Amberes a uno de los fabricantes de bado de 1876. aquella ciudad, llamado Jacobo Vandergoten, quien trajo consigo sus 4 hijos ya enterados de este artefacto y 2 oficiales; todos los cuales sirvieron de base para fundar esta fábrica que lo fue en un principio en la calle Santa Isabel. A los pocos años no siendo ya suficiente aquel local por el acrecentamiento de brazos, todos españoles, se trasladó a la casa donde hoy existe… Edificio hecho de mampostería, albañilería y entramados de madera sin ornato alguno de arquitectura. La planta está destinada para la fabricación. El primitivo destino de esta casa fue para fábrica de pólvora… ¿De dónde Chamberí? ¿Por qué ese nombre? Una pregunta que los historiadores han respondido siguiendo a los cronistas de la Villa y Corte. Pedro de Répide lo atribuye a la capital de la Saboya francesa, patria de la primera mujer de Felipe V, y a las monjas de las Salesas, procedentes del monasterio de la ciudad francesa de Chamberí. En un documento sobre 12 agricultura de 1753 se cita por primera vez el nombre 1, y en otro de finales del xviii se hace referencia a una casa de campo propiedad de Saturio Ángel Velasco, marqués de Santiago, en la plaza de Chamberí, así como a los tejares y alfares de los alrededores. En el plano de Chalmandrier de 1761 ya aparece Chamberí junto al camino de Hortaleza y a la Fábrica de Tapices, y en el de Espinosa de 1769 figura el paseo de Chamberí en el espacio que hoy ocupa la actual calle de Santa Engracia (Gea Ortigas, 2005: 20). Este terreno de huertas, labor, desmontes y vaguadas se fue salpicando de casas en torno a los caminos, y las tierras que fueron primero de la orden del Temple y luego del antiguo pueblo de Fuencarral pasaron a propiedad privada y tomaron el nombre de sus propietarios, como las del tío Mereje en el triángulo comprendido entre Santa Engracia, Luchana y Sagasta en el siglo xviii. De la Guerra de la Independencia a las coplas carlistas La Guerra de la Independencia tiene un capítulo en Chamberí, en los alrededores de Fuencarral. Cuenta Pedro de Répide que en la casona de la plaza que hubo donde hoy se encuentra la Junta Municipal, pernoctó Napoleón en 1808 cuando dirigió el asalto a la Puerta de Bilbao, defendida por el marqués de San Simón. En la zona se abrieron fosos defensivos para obstaculizar y frenar el ataque, según relata con maestría Benito Pérez Galdós en Napoleón en Chamartín (2008: 122). En 1809 se inauguró el Cementerio General del Norte más allá de la Puerta de Fuencarral, que comprendía las sacramentales de San Martín, San Ginés, Santiago, El Salvador, Santa María, San Luis, San José y La Patriarcal, descrito por Mesonero Romanos (1831: 173): Fue construido por el arquitecto don Juan de Villanueva, y empezó a servir en 1809. Consiste en seis patios abiertos, en cuyas paredes están los nichos o depósitos para aquellas personas que pueden pagarlos. Cuesta cada uno 464 reales, y permanece en él el cuerpo por espacio de cuatro años, pasados los cuales hay que renovar el pago, pues de lo contrario pasa al depósito general u osario. 1 Archivo de Villa ASA 1-194-35. 13 Vino después un periodo de sosiego y de reconstrucción de todo lo destruido durante la contienda con los franceses. La ciudad había quedado en estado de abandono, de ahí que los viajeros románticos no vieran en los alrededores de Madrid nada destacable. Hasta el gran Richard Ford, aquel que en 1830 calificara a España como «país de lo imprevisto», se refirió a las afueras como «desierto calcinado, feos, áridos y sin color alguno». Sin embargo, en esos terrenos se abrieron La fuente del Obelisco en la Castellana dio nombre a uno algunas fábricas, se construyeron de los paseos característicos de Chamberí, que unía esta unas doscientas casas y se realizaron vía con la plaza de Iglesia (actual Martínez Campos). Se enobras públicas de interés como los contraba donde hoy está el monumento a Emilio Castelar, paseos del Obelisco, Luchana, Santa rodeada de un bosque con cenadores. Fue instalada para Bárbara y del Cisne. conmemorar el nacimiento de Isabel II, obra del arquitecto En torno a la cerca o muralla Francisco Javier Mariátegui, con un gran pedestal de granito surgieron casas bajas o de dos y una cornisa de piedra caliza adornada con dos esfinges en alturas que fueron conformando el bronce del escultor José Tomás. El monumento fue traslacorazón del arrabal chamberilero, dado primero a la plaza de Manuel Becerra, y en la década habitadas por gentes de condición de los ochenta del siglo pasado al parque de la Arganzuela. humilde y por inmigrantes llegados Foto Jean Laurent, ca. 1880. Colección Vigil. de los pueblos que se ocuparon en la construcción o en las fábricas de tejas como jornaleros, o bien como labradores en las huertas de la zona. Mesonero Romanos pintaba a los madrileños en 1831 como vivos, penetrantes, satíricos, dotados de una fina amabilidad, y entusiastas por la moda, impresionados por las costumbres extranjeras y hablando con cierta superficialidad engañosa. Por Chamberí entraban en la ciudad campesinos y artesanos con las hortalizas y mercancías para la venta ambulante. 14 Durante la regencia de la reina María Cristina, tras la muerte de Fernando VII, un grupo de vecinos liberales protagonizó un suceso en pro de la democracia que vino a alterar la convivencia. En el centro del barrio colocaron una placa con la inscripción: «Plaza de la Constitución de Chamberí». La autoridad ordenó retirarla, pero fue recolocada por militares constitucionalistas. En 1837 el regidor Lino Campos informó sobre la formación de un arrabal al norte de la tapia de la villa, advirtiendo que su regulación se hacía imprescindible para evitar que el lugar se convirtiera en zona peligrosa: «Al paso que se edifica en la población de Chamberí y casas que llaman de Herrera, solo se alzará un asilo de gentes de mal vivir; los edificios están construidos de tierra sin cimientos y dándoles gran elevación sin permiso del Ayuntamiento. Este cuerpo municipal no debe mirar con indiferencia la construcción de unas miserables barracas, asilo de ladrones» 2. La denuncia tuvo eco en el consistorio y el Ayuntamiento dictó las «Reglas que se deberán observar en lo sucesivo para la construcción de los edificios que se intentan labrar en los arrabales del sitio extramuros al Norte de esta capital llamada Chamberí», con las normas para levantar viviendas, los espacios urbanos, la anchura de calles y plazas y, por supuesto, la necesidad de permisos oficiales para construir. Nada fue respetado, porque la necesidad de casas baratas para los obreros estaba por encima de los reglamentos. La población infantil hizo que se abriera la primera escuela para niños en 1839. El arrabal contaba, según el periódico El Correo Nacional, con 300 habitantes de los que un treinta por ciento estaba en edad escolar. Por entonces un grupo de fieles inició las gestiones para levantar una iglesia y se constituyó la Sociedad Religiosa de Santa Teresa y Santa Isabel. Los terrenos para construir el templo fueron cedidos por Francisco de la Casa y el diseño lo trazó el arquitecto Antonio de Cachavera y Lángara. El Ayuntamiento colaboró con la cesión del agua y algunos materiales, y en octubre de 1842 comenzaron las obras sufragadas con donativos y recaudaciones de espectáculos, entre ellas funciones de teatro y corridas de toros, como la celebrada el 12 de octubre de 1843, con la presencia de la reina Isabel II, en la que actuaron Cuchares, Lavi y La Santera. Aunque en 1847 Carlos Drake del Castillo, conde de Vegamar, y Andrés Arango impulsaron la industria, los avances del distrito fueron mínimos y en 1852, tras la denuncia de la prensa del estado ruinoso en que se encontraba el templo, se llevó a cabo una gran reforma bajo la Tomado de las «Normas de la ejecución de obras en el asilo de Chamberí», citado por Díez de Baldeón, Clementina (1986) en Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo xix. Madrid: Siglo xxi, p. 141. 2 15 dirección de Cabezuelo. Por fin el 1 de noviembre de 1856 se abrió el templo al público, que permaneció anexionado a la iglesia de San José hasta 1876. Durante los primeros veinticinco años del reinado de Isabel II, entre 1843 y 1868, se diseñó una gran transformación de Madrid para tratar de equiparar la villa a las principales ciudades europeas. La reforma del Cabecera del periódico romántico El Laberinto, de 1 de agosto casco histórico, sobre todo de 1844, donde se publican Los Misterios de Chamberí de Ande la Puerta del Sol, el tonio Flores. ensanche y la canalización para llevar el agua del río Lozoya hasta el centro fueron los principales proyectos (Bonet Correa, 2002: 148-150). En 1843 el polvorín del Campo de Guardias que se encontraba en las afueras del distrito, donde después se instalarían los cementerios (manzana de Cea Bermúdez, Bravo Murillo e Islas Filipinas), fue volado por las tropas del general Narváez en el levantamiento conocido como Vicalvarada. En este lugar se llevaban a cabo las ejecuciones de los reos condenados a muerte. El 1 de agosto de 1844, el escritor y periodista Antonio Flores mitificó el barrio al publicar la novela breve Los misterios de Chamberí en el semanario ilustrado El Laberinto. Las reformas continuaron y en 1846 se formaron cinco grandes arrabales extramuros, entre ellos el de Chamberí al que se refirió Madoz en estos términos (1849: 922): Que todos hemos visto nacer hace pocos años, y que siguiendo el plano adoptado se extenderá muy pronto hasta las puertas de Madrid, e ingresará en su recinto, poblando la gran extensión de terreno que media entre la puerta de Santa Bárbara y la de Fuencarral. 16 Andrés Arango fue el constructor más importante del barrio en los años cuarenta y cincuenta, promocionando casas en zonas próximas a la puerta de Bilbao, sobre todo en la llamada Charca de Mena, actual Cardenal Cisneros, y en los terrenos de las plazas de Olavide e Iglesia. En 1846 se inauguró en la calle Almagro, entonces un descampado próximo a la Castellana, el primer hipódromo de Madrid, que fracasó a los dos años y pasó a ser local de fiestas y bailes vascos gestionado por la Sociedad La Juventud Vascongada. En 1847 se rotularon y numeraron las calles y casas por primera vez, y ese año Pascual Madoz nos informa que Chamberí dependía del juzgado de Maravillas, en el distrito de Hospicio, junto a Colón, Barco y Jacometrezo, con límites en el camino de Francia, la fuente de la Castellana y la puerta de Santa Bárbara. Su población era de 840 almas repartidas en 262 familias, es decir el 4% de los 202.570 habitantes de la capital. Tenía 323 casas, dos de ellas de recreo, un jardín, cuatro fuentes, una casa de labor, otra de peones camineros, cinco corrales para el ganado, ocho huertas con dos casas anejas, 41 fanegas de secano y 24 de regadío, 133 fanegas de tierras de pan, una casa de tapices, una tahona, dos fondas, seis tejares con tres casas anejas, tres juegos de bolos, un polvorín, un cuerpo de guardia y dos escuelas con 50 plazas cada una para niños y niñas. La interminable guerra civil entre carlistas y realistas diezmó la población de toda España. Miles de jóvenes fueron reclutados por uno y otro bando y obligados a combatir por ideales que no comprendían. Los barrios populares de la capital fueron cantera para el experimento, y en las fondas y tabernas surgieron coplas contra los carlistas (Gil, 1958: 351): Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel en Chamberí. Grabado de 1850. 17 Disfrazado de perro de presa un carlista se vino a Madrid, pero un guardia del Ayuntamiento la morcilla le dio en Chamberí. El agua del Lozoya y el ensanche de Castro Las primeras fiestas civiles de la Virgen del Carmen se celebraron en 1848, con carreras de gallos sobre barro y fuegos artificiales en la plaza de Olavide, más los bailes en las calles y plazas de Sagunto, Luchana, Fuencarral, La Habana, Santa Bárbara, Quevedo, Bilbao e Iglesia. Hasta entonces las fiestas se habían organizado cerca de la Puerta de Alcalá, en Vallecas y en Prosperidad. Un año después, en 1849, se inauguró la sacramental de San Martín en terrenos de baldío que se encontraban a la izquierda del camino de Fuencarral. El crecimiento de la capital hizo necesario habilitar nuevos espacios para los enterramientos y Chamberí fue la zona elegida. Gutiérrez Solana describió el paraje como desmonte con algunas casas nuevas «en las que vive gente pobre, vestida de andrajos, que pide limosna, y algunos ayudan su vida criando gallinas, tristes y flacas como ellos, o albergando algún vagabundo» (1923: 45). En 1850 la población era de 700 vecinos, con quince fábricas, entre ellas una de tejidos, varias de productos químicos y las fundiciones de Sandorf y Bonaplata, una casa de baños, numerosos comercios, tres establecimientos de diversiones públicas y cerca de 70 tabernas. Había además Ejecución del cura Martín Merino en el Campo de Guardias el 7 de febrero de 1852. 18 algunos talleres de impresión, como el de Antonio Huertas en Eloy Gonzalo (paseo de la Habana, 5), y la editorial Manini en el 4 de Garcilaso, donde Juan Martínez Villergas publicó Los misterios de Madrid y dio a luz sus primeras obras Manuel Fernández y González. Este movimiento cultural contrarrestaba la mala fama del barrio, con leyendas de corrupción y de crimen. Cuando en 1854 Ramón Mesonero Romanos publicó su Nuevo manual histórico-topográfico-artístico y descripción de Madrid, el barrio había adquirido entidad en torno a la finca primitiva levantada en los altos del paseo del Cisne, desde donde se divisaba la arboleda de la Castellana y los campos de cultivo en dirección a Fuencarral. El 7 de febrero de 1852 fue ejecutado en el Campo de Guardias, lugar donde se construyeron después los depósitos del Canal, el cura Martín Merino, tan solo una semana más tarde del atentado contra Isabel II. A la explanada acudieron propios y extraños para contemplar como el garrote acababa con la vida del sacerdote, vestido de amarillo y con las ropas manchadas de sangre del matadero como ordenaba la ley. Todo un espectáculo en aquellos tiempos. La gran obra pública del distrito fue el Canal de Isabel II, un macroproyecto del ministro Juan Bravo Murillo que llevó el agua desde la sierra madrileña hasta la plaza de San Bernardo en el año 1858. La primera piedra en la presa del Pontón de la Oliva la colocó el rey consorte Francisco de Asís en 1851, y las obras duraron siete años. Trabajaron 1600 obreros, buena parte presidiarios que consiguieron así reducir su condena. Desde la presa se trazaron 77 kilómetros de canales y el 24 de junio de 1858 se inauguró el surtidor de San Bernardo. Para conmemorar el evento el escultor Sabino Medina talló la fuente alegórica del Lozoya, dedicada a la agricultura y la industria. El reportaje fotográfico de la obra pública lo realizó el inglés Charles Clifford y según Juan Antonio Cabezas (1971: 460) la mayoría de los aguadores de Madrid se quedaron sin trabajo al proliferar las fuentes. En 1860 el ingeniero Carlos María de Castro vio aprobado su proyecto de ensanche de la ciudad, que comprendía entre otros los barrios de Argüelles, Vallehermoso y Chamberí. Castro pretendía establecer un cinturón de casas de campo al estilo europeo, con jardines y calles bien empedradas y alumbradas, sin embargo los vecinos no aceptaron muchos de los cambios y se entablaron varios procesos que paralizaron las obras. Los afectados denunciaron las actuaciones del Ayuntamiento con el fin de evitar los derribos de sus casas, muchas de ellas en torno a las fábricas y talleres. El pleito fue largo y en 1863 el arquitecto presentó las modificaciones al plan, pero tampoco consiguió que se llevaran a efecto (Pallol, 2004: 47). El resultado fue la instalación del alumbrado, la revitalización de la plaza de Olavide y el cambio de nombre a varias calles, entre ellas Arango que pasó a llamarse Juan de Austria. 19