LAS PREFERENCIAS PARTICIPATIVAS DE LOS ESCOLARES DE
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LAS PREFERENCIAS PARTICIPATIVAS DE LOS ESCOLARES DE
LAS PREFERENCIAS PARTICIPATIVAS DE LOS ESCOLARES DE LA E.S.O EN EDUCACIÓN FÍSICA Isabel Rico Sánchez Facultad de Ciencias de la A.F. y el Deporte (INEF). UPM-Madrid Luis M. Ruiz Pérez Facultad de Ciencias del Deporte. UCLM-Toledo Resumen En la presente comunicación se presentan los resultados el estudio llevado a cabo para analizar las preferencias participativas que los escolares de la E.S.O. presentan en las clases de E.F.. Fueron 2.743 los escolares de ambos sexos, los que participaron en la investigación, de edades comprendidas entre 12 y 19 años. Todos ellos cumplimentaron la Escala GR de Preferencias en la Participación Social en el Aprendizaje en Educación Física. Los resultados mostraron como los escolares son preferentemente cooperativos, siendo ellas más que ellos. Las dimensiones individualista y afiliativa no se mostraron como destacadas en este estudio, aunque sí se observan ciertas tendencias a lo largo de los cursos de la E.S.O. estos resultados nos ratifica en la idea de que muchos programas cooperativos desarrollados en E.F. parten del supuesto erróneo de que los escolares son preferentemente competitivos. 1. El estudio de las preferencias participativas en E.F. Partiendo de diversos estudios anteriores realizados por Ruiz y colaboradores (1997, 2001) y dentro de la línea de investigación abierta en esta dirección, se aplicó uno de los instrumentos más novedosos que encontramos en la actualidad, y probablemente en el ámbito de la actividad física el único, tal y como queda demostrado al consultar el texto de Ostrow (1996) en el que se recogen los instrumentos más conocidos en el campo de la actividad física y el deporte, y en el que no existe ningún instrumento dedicado a explorar las percepciones y cogniciones de los escolares en torno a sus preferencias participativas o de interacción social. Estas preferencias fueron clasificadas en cuatro dimensiones participativas o formas de interacción preferente, siguiendo la teoría existente al respecto y que fue presentada en la primera parte de esta tesis doctoral (Echeita y Martín, 1991). Si nos referimos a la estructura de interacción competitiva, en todos los contextos de aprendizaje, este tipo de interacción tiene como características el que unos traten de superar a los otros generando un clima de aprendizaje que incita a querer ser el mejor, y un tipo de interacción que puede suponer una rivalidad centrada en el grupo (ser el mejor del grupo) o en la clase (ser el mejor de la clase). En la estructura de objetivos individualista, los escolares tratan de alcanzar sus objetivos independientemente de sus compañeros, lo que reclama una ausencia una interacción social con los demás ya que cada alumno trabaja solo, de manera independiente, considerando que ésta es la mejor forma de alcanzar el éxito y aprender más. Por su lado, las estructuras de tipo cooperativo reclaman que los componentes de la clase se organicen en pequeños grupos, y que todos los miembros del grupo, traten de alcanzar el objetivo establecido a partir de una interacción intensa entre sus componentes. Esta situación supone un tipo de interacción que estimula el éxito y este sólo se alcanzará si todos participan en régimen de igualdad. Tal vez, una de las dimensiones no contemplada en los estudios psicosociales anteriores, y que podríamos decir, se relaciona con la anterior, es la que ha sido denominada estructura afiliativa, en la que, bajo una estructura cooperativa, la relación entre los miembros del grupo o clase es una relación en términos de dependencia de unos, a las decisiones de los otros. Es un tipo de interacción en la que el sujeto trata de alcanzar seguridad al pertenecer al grupo y poder evitar las situaciones que reclaman su participación activa en la toma de decisiones, permitiendo que otros decidan por él. 1 Objetivo El objetivo de esta investigación fue analizar las preferencias en la participación social que manifestaban los alumnos y alumnas en las clases de educación física mediante la Escala GR de Preferencias en la Participación Social en el Aprendizaje. Participantes En este estudio participaron voluntariamente 2.743 escolares de ambos sexos, de edades comprendidas entre 12 y 19 años, con una media de 14,45 años y una desviación típica de 1,49 años, representando a 18 Institutos de Educación Secundaria públicos ubicados en zonas urbanas y rurales de Madrid (86,9%) y Toledo (13,1%). De los cuales 1425 (52%) fueron varones y 1.318 (48%) fueron mujeres. Todos los consentimientos previos de padres o tutores fueron obtenidos. La escala GR Para poder analizar estas preferencias se les aplicó la Escala GR de Preferencias en la Participación Social en el Aprendizaje en Educación Física. Esta escala consta de 28 ítems, que representan a cuatro dimensiones: Competitividad, Cooperatividad, Afiliación e Individualismo, reuniendo todas las propiedades psicométricas necesarias para se empleado en investigación: Competitividad: (7 ítems, 16.764 % de la varianza- α = .81; Individualismo: 7 ítems,13,995 % de la varianza - α = .74;Cooperatividad: 7 ítems, 5,966 % de la varianza- α = .75 y Afiliación: 7 ítems, 5,716 % de la varianza- α = .68) (Ruiz et al. 2000; Ruiz y Graupera, 2003; Rico, 2003) Resultados y discusión Los resultados hallados en este estudio nos han permitido constatar que los escolares participantes en el mismo son preferentemente cooperativos (M=3.17), lo cual coincide con estudios anteriores (Ruiz, Mendoza, Del Valle, Graupera y Rico, 2001) y lo expresado por Garaigordobil (1995) o Trigo (1994). 3,4 3,2 3,0 2,8 2,6 Media 2,4 2,2 2,0 Com petitividad Cooperatividad Individualism o Afiliación Fig. 1 Este hallazgo es interesante destacarlo, dada la tendencia a considerar que lo que predomina en la educación es la competitividad y el individualismo, y que por lo tanto, se deben desarrollar actitudes cooperativas. Probablemente esta tendencia venga dada por la aplicación a nuestra cultura y sociedad de los patrones norteamericanos, en los que el individualismo y la competitividad tienen un gran arraigo, lo cual nos permite comprender por 2 qué los autores norteamericanos tienen un elevado interés por desarrollar actitudes y comportamientos más cooperativos, actitudes que están presentes entre nuestros escolares españoles. Lo que nos plantean estos resultados es que tal vez la finalidad educativa no sea tanto desarrollar actitudes cooperativas, como aprovechar esta preferencia que ya existe, pero que lo que necesita son escenarios que la potencien y permitan una mejora de los aprendizajes en educación física a partir de los mismos. Esta tendencia cooperativa podría estar apoyada por el papel socializador que tienen los compañeros y que adquiere mayor relevancia durante la adolescencia. Es un momento en que los compañeros adolescentes se ayudan mutuamente a superar situaciones (Stassen, 1996) y es, por ello, por lo que tienen una tendencia preferente a situaciones con estructuras de aprendizaje cooperativas. Asimismo, no podemos olvidar que los contextos de aprendizaje son capitales para comprender este desarrollo, de ahí que el hecho de que en las últimas dos décadas, la educación física haya dado un giro hacia la cooperación ha contribuido a que la percepción de los entornos de clase jueguen un papel importante, como se comentará más adelante. Este hecho es destacado por Kahila (1993), para quien el tipo de interacción que se establece entre los alumnos en las clases de educación física es de una gran cercanía, lo cual se vería apoyado por el contexto en que se desarrollan las actividades, favoreciendo así las actitudes cooperativas. Es interesante destacar que la segunda preferencia es de carácter competitivo, seguido por la dimensión afiliativa y finalizando por la individualista. En definitiva podríamos afirmar que los escolares secundarios de este estudio se ubican del lado de la cooperatividad, y que en ese camino hacia la autonomía cooperativa, existen otros estudiantes que siguen considerando que estar bajo la protección de los otros es el medio de saber lo que tienen que realizar, lo cual debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de desarrollar contextos de autonomía cooperativa, en las que los escolares trabajen juntos y mejoren todos juntos, y en los que la interdependencia sea positiva, y no una dependencia de los más capaces. (Lara, 2001). En el ámbito educativo existen numerosos métodos tales como el LT (Learning togetherAprender Juntos), CC (Constructive controversy-Controversia constructiva), TGT (Teams Games Tournaments – Torneos de juegos de equipo) o GI (Group Insvestigation- Investigación en grupo) (Cohen, 1994; Johnson, Bjorkland y Krotee, 1994; Slavin, 1985, 1999) que puede servir de referencia en esta dirección o las propuestas de Orlick en educación física. Si centramos la atención en las diferencias de género, los resultados nos muestran como las chicas son más cooperativas que los chicos, lo cual coincide con la mayoría de los estudios en los que esta dimensión se ha podido analizar (Farver y Branstetter, 1994; Fuentes, 1990; García, 1994). Varón Competitividad Mujer Género Individualismo Cooperatividad Afiliación 1,8 2,0 2,2 2,4 2,6 2,8 3,0 Media Fig. 2 3 3,2 3,4 Por otro lado, los chicos tienden a una participación social más competitiva, lo cual también coincide con lo hallado en otros estudios, en los que se destaca que el estilo de interacción de los varones es competitivo, egocéntrico e individualista, algo que se manifiesta en este estudio ya que también se encontraron diferencias significativas en la dimensión individualista a favor de los chicos (Calvo, González y Martorell, 2001; García, 1994; Ruiz et al., 2001). Este tipo de estructura de interacción favorece que ellos sean más proclives a la comparación social y a intentar ganar en las actividades físicas y deportivas en las que participan, y una de las razones por las cuales no fueran proclives a este tipo de escenarios es que no estén dispuestas a desplegar el coste emocional que reclama una interacción social en el que ganar y/o perder son el leitmotiv de la participación en el aprendizaje en educación física (Gill, 1992; Sassen, 1980). Por lo tanto, podríamos afirmar que chicos y chicas aprenden a partir de diferentes tipos de interacción preferente entre ellos y ellas. Sin duda, esta tendencia no debe desconectarse del contexto social y cultural en el que han crecido, como se destaca en los estudios donde se observa este tipo de interacciones en la clase de educación física desde temprana edad (García, 1994). Sin embargo, esta misma autora destacó como el grupo de niños y niñas preescolares asiáticos no mostraron este patrón de interacción, mostrando un perfil cooperativo entre ellos, lo que podría reflejar un predominio de la actitud cooperativa en este grupo cultural frente al del entorno caucásico, en el que sí se observan diferencias entre los géneros. Las preferencias cooperativas de las chicas pueden tener un efecto sobre la cantidad de práctica y sobre la competencia percibida, como se comentará más adelante, ya que para las chicas resulta más relevante la interacción con sus compañeras que el dominio de las habilidades. Este hecho se pone de manifiesto cuando chicos y chicas participan en grupo, lo que supone la confrontación de los estilos de interacción, así mientras ellas dan énfasis a la relación y a tratar de que todos y todas participen, ellos desean superarlas, lanzar más lejos, chutar más fuerte, correr más rápido, algo que no es tan importante para ellas, y cuando ellas manifiestan estas actitudes competitivas no son reforzadas. Todo lo cual puede llevar a una menor competencia real y percibida, lo que nos indica la importancia que tiene para el docente conocer el estilo preferente de sus alumnos para poder aprovecharlo, para favorecer la interacción cooperativa en los chicos, y elevar el tiempo real de práctica y la competencia real y percibida de las chicas, estableciendo escenarios de aprendizaje en los que el clima motivacional y social sea favorable para todos y todas. Es probable que un entorno coo-competitivo pudiera responder a estas demandas. Fig. 3 Cuando consideramos estas preferencias de interacción desde una vertiente diacrónica, y 1º ESO Curso Académico 2º ESO 3º ESO Competitividad Individualismo 4º ESO Cooperatividad Afiliación 1,8 2,0 2,2 2,4 2,6 2,8 Media 4 3,0 3,2 3,4 analizamos la progresión de cambio a lo largo de los cursos de la E.S.O., cabría destacar que la tendencia generalizada es hacia el estilo cooperativo, como hemos apuntado anteriormente. Esta cooperatividad es más destacable en los primeros cursos, y concretamente en 1º de la ESO y descendiendo en 4º de la ESO si lo comparamos con las puntuaciones obtenidas en primer curso. Pero a pesar de las diferencias que entre primero y cuarto se manifiestan, no debemos olvidar que las puntuaciones son elevadas, lo que resalta el valor que las relaciones con los demás tienen en toda la E.S.O. La dimensión competitiva mostró unos valores bastante moderados y similares a lo largo de los cuatro cursos, destacando las diferencias que se encontraron entre los alumnos de tercer curso con el resto, sobre todo con los de segundo, quienes manifestaron un perfil competitivo más bajo. Como complemento a todo esto, y a pesar de que no existieron diferencias significativas en la dimensión individualista, es interesante destacar como los escolares de Primero mostraron una menor disposición hacia este tipo de participación social, tal vez debido al cambio de entorno social que se produce con el paso de la escuela primaria a la secundaria, donde la situación en el Centro es más independiente, con un mayor aislamiento y el alumno necesita mayor relación y apoyo de sus compañeros. Esta interpretación se ve apoyada por Brown (1990) quién destaca que “la rutina despersonalizada y compleja de la escuela secundaria aumenta la necesidad del joven adolescente de identificar fuentes de apoyo social” (pp. 591). También Hoffman (1984) destaca el hecho de que la toma de conciencia cognitiva (que se da al final de la Educación Primaria) sobre la propia existencia y la de los otros, permite al alumno empatizar y simpatizar con las condiciones generales de los otros, lo que lleva a una mayor relación y necesidad de cooperación. Con respecto a la dimensión afiliativa, ésta va decreciendo desde 1º a 4º de la ESO, lo que nos lleva a pensar que la necesidad afiliativa, que reclama un mayor contacto, tal y como se expuso en el capítulo 1, va descendiendo con la edad ya que los impulsos afiliativos disminuyen en intensidad según va aumentando la edad de los escolares (Ausubel, Novack y Hanasian, 1991). Relacionándolo con el desarrollo social del adolescente, podríamos decir que es en estas edades de 12 a 16 años, donde los chicos y chicas establecen lazos más estrechos con el grupo de iguales debido a la necesidad que tienen de sentirse acogidos, estableciendo relaciones más estrechas con el grupo de compañeros, paralelamente a la emancipación respecto a la familia. Considerando los objetivos que sobre este particular se establecieron en esta tesis podríamos decir que los escolares de la E.S.O. son preferentemente cooperativos, siendo las chicas significativamente más cooperativas que los chicos, mostrándose esta tendencia a lo largo de todos los cursos de la ESO, disminuyendo ligeramente a lo largo de los años. Por otro lado, los chicos manifestaron un estilo preferentemente competitivo, lo que nos confirma en la idea de que estas preferencias de interacción social son una construcción sociohistórica y cultural. En definitiva, si relacionamos estos resultados con los objetivos que plantea el actual Diseño Curricular Base para la enseñanza de la Educación Física (ver Capítulo 4), y que como hemos señalado, destaca en gran manera el desarrollo de actitudes de cooperación, podríamos pensar que las experiencias de aprendizaje que estos alumnos han recibido de sus profesores de educación física han estado centradas en desarrollar un tipo de estructura de aprendizaje cooperativa, lo que ha podido repercutir en sus preferencias. Este hecho se ratifica al analizar las preferencias participativas y el clima motivacional preferido por los 38 profesores de los alumnos participantes en este estudio, quienes como complemento a lo estudiado, respondieron a dos cuestionarios, uno referido a sus preferencias de participación social en su trabajo que trata de analizar sus disposiciones personales, y otro sobre el clima motivacional que construyen, y con el que creen tendrán éxito sus alumnos en las clases de educación física: sea centrado en la tarea (Task) o en el rendimiento y la comparación social (EGO). El análisis de estos datos (ANEXOS 8) nos indicó que las 5 preferencias cooperativas fueron las más destacables junto con las preferencias por un clima motivacional orientado al dominio y la maestría (tarea) (Figura 7.1). Aquí nos encontramos ante el dilema de saber qué influyó y en qué, si el profesor sobre los alumnos, o como han indicado otros autores (Carpenter y Morgan, 1999; Duda y Horn, 1993; Piparo, Lewthwaite y Hasbrook, 1990), los alumnos que están orientados hacia la tarea perciben a sus adultos significativos orientados hacia la tarea, y los que están orientados al ego perciben el clima presentado por sus entrenadores o profesores como orientado al Ego (Escartí, Roberts, Cervelló y Guzmán, 1999), algo que se podría extender a la dimensión cooperativa y competitiva de nuestro estudio. Referencias 6