Experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales
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Experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales
FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO DOCTORADO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES MENCIÓN SOCIOLOGÍA VIII PRO MOCIÓN 2010 - 2013 Experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales. Subjetividad y trayectorias biográficas de jóvenes peruanos Tesis que para obtener el grado de Doctor en Investigación en Ciencias Socia les con mención en Sociología, presenta: Juan Jorge Vergara Gerstein Directora de tesis: Dra. Sara Makowski Seminario de tesis: Sociología cultural y Retórica social Línea de investigación: Discurso e identidades en América Latina y el Caribe México D.F., agosto del 2013 Los estudios doctorales fueron realizados gracias al apoyo de CONACYT RESUMEN Investigación cualitativa realizada a través de los relatos y trayectorias biográficas de jóvenes de tres ciudades del Perú: Lima, Trujillo e Iquitos. Empleando la sociedad del riesgo, como concepto, se analizan e interpretan los relatos desde la figura del umbral del riesgo, las experiencias de riesgo y consumo de drogas y la gestión del riesgo. Se abordan elementos como la vida familiar, las etapas de niñez y adolescencia, el barrio, el inicio del consumo, el tránsito y la transformación como adictos, los problemas asociados al consumo, la decisión de rehabilitarse, el internamiento en centros de terapia, Dios en la recuperación de un adicto y sus horizontes de expectativa. Se trata de una aproximación construccionista hacia la problemática del consumo de drogas ilegales y los jóvenes, sus contextos y cultura. Enfoque que nos ha permitido recuperar múltiples voces desde la subjetividad, adelantando una crítica sociocultural informada, la cual está basada en los elementos significativos que configuran las trayectorias biográficas de los jóvenes entrevistados. Palabras clave: adicción, consumo de drogas, drogas ilegales, experiencia, horizonte de expectativa, juventud, rehabilitación, riesgo, subjetividad, trayectoria biográfica. ABSTRACT Qualitative research conducted through personal narratives and biographical paths of youth in the Peruvian cities of Lima, Trujillo and Iquitos. Using the "risk society" as a concept, the narratives were analyzed and interpreted from the threshold of risk figure, the experiences of risk and drug consumption, and risk management. The elements addressed were family life, the stages of childhood and adolescence, neighborhood environment, the drug consumption initiation, the transit and transformation to addiction, the problems associated with drug consumption, the decision to rehabilitate, confinement in therapy centers, the role of God in the recovery of an addict, and their horizons of expectation. This was a constructionist approach to the problem of illegal drug use and young people, their backgrounds and culture. This approach has allowed us to retrieve multiple voices from the subjectivity, advancing a sociocultural informed review which is based on the significant elements that shape the life histories of the young people interviewed. Keywords: addiction, drug consumption, illegal drugs, experience, horizon of expectation, youth, rehabilitation, risk, subjectivity, biographical trajectory. ii A Dios, quien permitió toda esta travesía. A Cecilia, mi esposa, mi eterna enamorada. A mis padres, hermanos, suegros, cuñados y tíos, siempre presentes a la distancia. iii AGRADECIMIENTOS Agradecemos el apoyo y guía fundamental de la Dra. Sara Makowski, directora de la presente tesis. Sin su orientación la investigación no hubiera tomado el rumbo logrado. A la Dra. Liliana Martínez y al Dr. Santiago Carassale un doble agradecimiento: por promover los vuelos teóricos necesarios en la sesiones de seminario de tesis y por sus precisas observaciones como miembros del sínodo. Gracias al Dr. Abilio Vergara por sus comentarios a la versión inicial. A las personas que permitieron nuestro ingreso a los centros de rehabilitación. A Pedro Cáceda, Edward Tennison y Alejandro Moreno de Fuente de Agua Viva. A José Zarzar y Jim Miñano de Casa de Retiro Las Lomas. Al Pastor Augusto Policarpio del hogar Rompiendo Cadenas. A Raúl Matute del Centro Victoria. A Claudio Pareja, director de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las Drogas de Ventanilla. En ese mismo espacio, a Germán Arguedas por conducirnos hasta el “hueco” La posta. A los quince jóvenes y a las dos madres que accedieron a ser entrevistados y compartieron sus experiencias, un agradecimiento especial. A la Dra. Carmen Masías, directora ejecutiva de Devida, por su tiempo y conocimiento transmitido en la entrevista concedida. Al Dr. Anthony Henman, por su valioso aporte y experiencia en el estudio de las drogas. A Agustín Rivas, por recibirnos en su albergue en medio de la selva loretana y responder a todas las preguntas planteadas. A Luis Gavancho, de Legaliza Perú, por sus comentarios y definida postura política. A Juan José Vega, por su apoyo y contactos especializados en el campo investigado. A Hugo Aguirre y Carla Colona, porque siempre están allí. A todos nuestros hermanos en Cristo y amigos: Sergio y Clara, Luis y Claudia, Juanita, Remedios, Memo y familia. En especial, al Pastor Mike Goldfuss y su familia, a Lala y Lourdes Aguirre. A Federico y Elisa, Arturo y Lizeth, Marianela, Sandra, Danilo, Javier, Jesús, Carlos, Lucas, Omar, Israel, Ignacio y a todas las compañeras y compañeros de la VIII promoción del doctorado en Investigación Social de la FLACSO – México. Agradecemos a Dios por haber puesto a todos ellos en nuestro camino. iv Índice general Pág. Introducción 1 1. Sociedad del riesgo, subjetividad y consumo de drogas 10 2. El construccionismo como enfoque para acercarnos a las experiencias de riesgo 14 3. Estrategia metodológica y técnicas de investigación 18 4. Sujetos de estudio, “biogramas” y el trabajo de campo en tres ciudades del Perú 22 Primera parte I. Una aproximación teórica a la sociedad del riesgo 32 1.1 Las nuevas formas de la modernidad: un recorrido a través de las últimas décadas 35 1.2 “Modernidad reflexiva” y “modernidad líquida” 40 1.3 Los riesgos en la escena mundial: construcción discursiva de las consecuencias perversas de la modernidad y materialización de las amenazas 44 1.4 La liberalización de las formas sociales: clases, instituciones zombis e individualización 49 II. La sociedad del riesgo y las drogas ilegales en el contexto regional y nacional 2.1 Las drogas ilegales, uno de los riesgos 55 57 2.2 Las drogas ilegales en el Perú y la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 63 2.3 Las comunidades terapéuticas de rehabilitación para adictos a las drogas ilegales 71 2.4 La nueva reglamentación sobre los centros de rehabilitación para adictos a las drogas en el Perú 77 2.5 La política de Reducción de Daños, una cuenta pendiente 81 2.6 Ventanilla y la iniciativa municipal de prevención v del riesgo y lucha contra las drogas en Lima, Perú 86 III. ¿Dónde quedan los jóvenes después de la lógica del reparto de riesgos? 90 3.1 Culturas juveniles y su complejidad 93 3.2 Juventudes y el consumo de drogas ilegales 96 3.3 Oportunidades y riesgos para los jóvenes en el Perú 108 Segunda parte IV. Subjetividad y trayectorias biográficas bajo el umbral del riesgo 114 4.1 La familia, su entorno y los referentes de consumo 123 4.1.1 La ruptura familiar: un matrimonio fallido 124 4.1.2 La familia, entornos de violencia y muerte 130 4.1.3 La familia como referente de consumo 136 4.2 El barrio y el alcance de las drogas ilegales 4.2.1 Huecos dentro y fuera del barrio 139 145 4.3 Imaginario futuro pasado de los jóvenes entrevistados 147 V. La experiencia de riesgo en el consumo de drogas ilegales en los jóvenes entrevistados 5.1 Trayectorias, experiencias de riesgo y la impronta 153 158 5.1.1 Inicio y cotidianidad en el consumo de drogas 166 5.1.2 La vida y el cuerpo de un joven consumidor de drogas ilegales 176 5.1.3 Espacios de consumo, de adicción y convivencia: del hueco al cuarto de hostal 186 5.1.4 Luchas continuas de abstinencia y relaciones de amor y drogas 194 5.1.5 La diversión se transforma y toma nombre. El “pastelero” como una vida desperdiciada 5.2 Los problemas asociados al consumo 200 206 vi 5.2.1 Micro comercialización y los “paseros” de droga VI. La gestión del riesgo 6.1 Gestión del riesgo desde un centro de rehabilitación 211 217 220 6.2 La figura materna: entre la gestión del riesgo y del desastre 232 6.3 La religión como vía posible de rehabilitación: la presencia de Dios en la recuperación de un adicto 240 6.3.1 Medios alternativos y misticismo para la recuperación 243 6.4 Horizontes de expectativa: la reinserción social y el posible estigma 246 Reflexiones finales 252 Bibliografía 267 Anexos A.1 Glosario de términos y estilo en los relatos de los jóvenes 292 A.2 Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus “biogramas” 296 A.3 El contexto de siniestralidad en las comunidades terapéuticas en el Perú 311 A.4 Pirámide adictiva 316 vii Índice de Gráficos Gráfico 1: Ciclo de uso de drogas en relación con otros problemas sociales 210 Gráfico 2: La estructura formal de la droga ilegal en escena 215 Gráfico 3: Proceso estigmático 251 Gráfico 4: “Biograma” correspondiente a Akira 296 Gráfico 5: “Biograma” correspondiente a Gisela 297 Índice de Tablas Tabla 1. Lista y datos relevantes de los jóvenes entrevistados 23-24 Tabla 2. Lista y datos relevantes de expertos entrevistados 27-28 Tabla 3. Posiciones teóricas y epistemológicas realismo-constructivismo 45 Tabla 4. Los marcos sociales de la memoria según Halbwachs 155 viii Siglas AA : Alcohólicos Anónimos AA.HH: Asentamiento Humano ATA : Asesoramiento Terapéutico Asociado CAN : Comunidad Andina CEDRO: Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas CEPAL: Comisión Económica para América Latina y el Caribe CERN : Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire. (En español: Centro Europeo de Investigación Nuclear) CICAD: Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas Devida: Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas DIRANDRO: Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú ETS : Enfermedades de Transmisión Sexual FAV : Centro de rehabilitación Fuente de Agua Viva INEI : Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú LSD : Dietilamida de Ácido Lisérgico mTHC: Metabolito de Tetrahidrocannabinol mCOC: Metabolito de Cocaína NDTC : National Drug Trade Conference. (En español: Conferencia Nacional del Comercio de Drogas) OFECOD: Oficina Ejecutiva del Control de Drogas OMS : Organización Mundial de la Salud ONUDD: Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. También conocida como UNODC por sus siglas en inglés PBC : Pasta Básica de Cocaína UE : Unión Europea VIH : Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida VRAEM: Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro 11-S : Atentados terroristas contra el World Trade Center, New York, del 11 de septiembre del 2000 ix Introducción La presente investigación se basa en los relatos y testimonios de jóvenes, entre los 18 y 25 años de edad, de tres ciudades del Perú: Lima, Trujillo e Iquitos. Nos interesó la capital del Perú debido a su prevalencia de consumo de drogas ilegales del 5,1% de jóvenes estudiantes (Devida, 2011:31); la ciudad de Trujillo, como una de las ciudades de más alto tránsito de drogas y de altas tasas de violencia (Ciudad Nuestra, 2011); Iquitos, que nos permitió el acercamiento a una ciudad con 8,4% de prevalencia de uso de marihuana1 (CEDRO, 2011:56) y una de las plataformas naturales de una vía alternativa de rehabilitación, de la planta de la Ayahuasca (Mabit, 1994). Es importante señalar que en todos los relatos reproducidos en este documento se han cambiado los nombres verdaderos de los entrevistados. Decisión que tiene por fin el proteger la privacidad de cada uno de los jóvenes. Todos los demás datos son fieles a cada relato y dan cuenta con exactitud de los espacios y tiempos desde el umbral del riesgo, la vida familiar, las etapas de niñez y adolescencia, el barrio, las experiencias de riesgo, de consumo de drogas ilegales, el tránsito y la transformación, los problemas asociados al consumo, la decisión de rehabilitarse, entre otros elementos que configuran cada trayectoria biográfica. Se debe tener en cuenta que el estudio no se acotó en forma definitiva al diseñar el protocolo de investigación ni al comenzar el trabajo de campo, sino a lo largo del proceso. Cuando nos preguntábamos hacia dónde nos dirigíamos, cómo concebíamos y cuáles eran los límites de la investigación, debimos tener en claro algunas cuestiones fundamentales como el contexto y el ámbito físico, la "unidad de estudio", o los sujetos de estudio, las "unidades de análisis" (Guber, 2005:99). 1 A lo largo de la tesis este término se emplea como sinónimo del cannabis. 1 De partida, dirigimos la investigación hacia los centros de rehabilitación y los jóvenes residentes de estos. Comenzamos desde ciertos conocimientos provisorios sobre el ámbito y los interlocutores que fueron guiando la indagación. Los conceptos teóricos que se emplearon y el objeto de investigación nos permitieron hacer frente a una investigación en un contexto de riesgo, contexto de cambios producidos de forma subrepticia y no planificada, de quiebres de las premisas y contornos de la sociedad industrial que dan paso a la sociedad del riesgo. Se ha podido corroborar que se trata de un cambio axial en los tipos de problemas dentro del ámbito de relevancia, que mina las formaciones de clase, los estratos, ocupaciones, roles, la familia, etc. (Beck et al., 2001). El riesgo como la “medida” para determinar de manera limitada el azar, y que surge como el dispositivo de racionalización y de reducción de las indeterminaciones de la vida en todo ámbito, nos acercó a las experiencias del consumo de drogas ilegales en determinados ámbitos. Uno de los espacios ineludibles es el centro de rehabilitación para adictos al consumo de drogas. Al enfrentarnos a la realidad supimos que no estábamos equivocados y que en estos espacios podíamos encontrar información relevante. Sin embargo, el centro como unidad de estudio pasó a ser un referente que nos permitió conversar con otros jóvenes que ya no estaban internos pero que, en algún momento de sus vidas, lo estuvieron por causas de las drogas. Es decir, haber sido interno de un centro también nos aseguraba encontrar relatos de las experiencias de consumo de drogas ilegales. Lo importante era obtener narraciones que den cuenta de una subjetividad que nos conduzca a apreciar la distancia original, la cual se acrecienta en la modernidad reflexiva, entre el individuo y las estructuras sociales. Es decir, conseguir información que nos permita analizar esa posibilidad aumentada de expresión de sí, más que de un incremento de dominio práctico sobre el mundo (Martuccelli, 2007). 2 De otro lado, para corroborar el funcionamiento de la realidad tuvimos que asumir plenamente que el contexto en el que se desenvuelven los jóvenes es de incertidumbre y caos. Así, surgió la interrogante de ¿por qué acotar la investigación si ello depende en buena medida de la perspectiva del actor y no de los presupuestos del investigador? Esto nos llevó, por una parte, a flexibilizar los límites no sólo conceptuales sino también empíricos de nuestra tarea. Consideremos pues que el acotamiento “es parte de la problemática planteada en la construcción del objeto de conocimiento y se va sistematizando a medida que se pasa de los datos de sentido común (…) a una mayor elaboración conceptual” (Guber, 2005:99). Además, mostramos disponibilidad para reformular los límites del campo en función de las nociones y prácticas de los jóvenes que eran nuestros informantes, lo cual derivó en la inclusión de otros actores no contemplados, por ejemplo, coordinadores de centros, exadictos, un chamán, etc. En este sentido, también se amplió la unidad de análisis a contextos significativos que no estaban previstos en la etapa de elaboración del protocolo y que excedían los límites de un centro de rehabilitación, por ejemplo, visitar un hueco en el distrito de Ventanilla o asistir a un albergue chamánico en la selva amazónica. Si bien no cuentan precisamente como unidades de estudio, es importante señalar que asistimos a dos importantes eventos en la ciudad de Lima con el fin de recabar información global y de primera mano actualizada sobre políticas y lineamientos legislativos en relación con las drogas ilegales. El primero fue la Conferencia Internacional Antidrogas de Lima2 que contó con la participación de los principales zares antidrogas del mundo. Asimismo, asistimos al Primer Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú, organizado por el Centro de 2 Sesenta y nueve delegaciones participaron en la Conferencia (a puerta cerrada) Internacional Antidrogas de ministros de Relaciones Exteriores y jefes de organismos nacionales e internacionales especializados contra las drogas. Carmen Masías, directora ejecutiva de Devida, señaló que por “primera vez en la historia de Perú se (reunieron) cinco continentes, porque se trata de una conferencia de gobiernos. (…) 69 delegaciones acreditadas, de las cuales 10 son organismos internacionales y 59 son representantes de países”. La conferencia se realizó el 25 y 26 de junio del 2012. Este evento terminó con la firma de la Declaración de Lima, donde se reconoce la importancia de optimizar y seguir fortaleciendo la cooperación que sea necesaria para tratar sobre el intercambio de información y las mejores prácticas en la lucha mundial contra las drogas ilegales. 3 Investigación Drogas y Derechos Humanos.3 Este evento intentó colocar en la agenda política y pública peruana la existencia de otras formas de gestionar el riesgo y enfrentar, desde una perspectiva más individualizada, la problemática del consumo de drogas en diversos ámbitos sociales. Respecto a nuestros sujetos de estudio o "unidades de análisis", finalmente consideramos a los jóvenes, mujeres y hombres internos de centros de terapia para adictos en la actualidad o, al menos, que hayan sido internos. Ambas unidades, la de estudio y la de análisis, articulan las dimensiones que corrientemente se llaman lo social y lo individual. El conjunto de las configuraciones sociales trabaja como contexto particular que condiciona las posibilidades de realización de lo que es el mundo interno de los individuos (Lewkowicz, 1998). Asimismo, la articulación entre las dimensiones sociales e individuales de los sujetos en cuestión es más un requerimiento que una realización. Desde nuestro campo de estudio, intentamos comprender esa relación que se nuclea en torno a la subjetividad. Ante una delimitación que fue modificándose y enriqueciéndose en el proceso, el problema de la presente investigación4 trata de responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo se configuran las experiencias de riesgo, consumo de drogas ilegales y gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes peruanos internos en centros de terapia para adictos? Pregunta que nos fue guiando durante el proceso de investigación y que nos permitió abordar las configuraciones a partir de dos dimensiones, una estructural que permite la existencia de la otra, que es subjetiva. Primero, nos 3 Realizado el 24 de agosto del 2012, este evento convocó a diversos actores de la sociedad civil y funcionarios con el fin de generar un debate abierto sobre la situación de las políticas públicas en materia de drogas, el impacto de la criminalización del uso de drogas, las respuestas sanitarias y la prevención, así como el tratamiento de base comunitaria. Todos los temas y exposiciones resultaron de interés y sirven de insumo para la presente investigación. 4 El problema de investigación, expresado como una pregunta, guió el proceso. En los estudios cualitativos y del tipo exploratorio es posible ello, considerando por otro lado que el papel de las hipótesis cambia. Esto es, “durante el proceso el investigador va generando hipótesis de trabajo que se afinan paulatinamente conforme se recaban más datos, o las hipótesis son uno de los resultados del estudio” (Hernández et al., 2006:533). 4 referimos a la dimensión social, donde la modernidad se transforma constantemente y fluye según la situación que la conduce. Podemos emplear metáforas como lo líquido y lo coloidal, para aprehender la naturaleza de la fase actual, de desregulación, de flexibilización y de liberalización de los mercados, donde lo establecido se desvanece ante nuestros ojos. La otra dimensión, la individual, reivindica la subjetividad de los jóvenes entrevistados. Ésta suma a la cuantificación y las cifras que nos tratan de explicar un fenómeno, el cual, en un principio, parte desde el sujeto. Subjetividad vista como la recreación propiamente moderna de la escisión fundadora del individuo y que da cuenta de los cambios radicales que se van imponiendo a la condición humana, cambios que exigen reflexionar y repensar los viejos conceptos que articulaban la modernidad. Dimensión que nos permite también el acceso al fenómeno estudiado desde el umbral del riesgo, las experiencias de riesgo y consumo y la gestión del riesgo. La problemática social de las drogas ilegales es un tema de riesgo y, entre los jóvenes, las posturas frente a ella no se construye en términos absolutos ni contrastados. Lo más factible es que no existan blancos ni negros sino una gama de grises, con peculiaridades muy subrayadas en las diferentes biografías, las cuales han sido escasamente investigadas a profundidad, tanto por la comunidad académica como por aquellos que están encargados de las políticas. Esto nos lleva a justificar el tema investigado y su correspondiente enfoque construccionista, desde el contexto de la sociedad del riesgo, reconociendo que el camino recorrido se concentró en los vacíos dejados por otras investigaciones, fijándose en el sustrato subjetivo de cada joven entrevistado, desde una perspectiva microsociológica, a diferencia de la mirada amplia de otros estudios. En este proceso, a su vez, emergen las preferencias personales de un científico por la selección de un área del problema dado. Es preciso señalar que, a menudo, la selección de un problema representa una decisión 5 muy personal (Denzin, 2009:6), considerando también la relevancia social y académica. El objetivo principal de la tesis fue el análisis e interpretación de las trayectorias subjetivas y divergentes de los jóvenes peruanos entrevistados. Concentrarnos en la subjetividad nos permitió explorar en las experiencias y motivaciones5 que tienen los jóvenes en torno al consumo de drogas. Por lo que nos planteamos objetivos subyacentes, en relación con el el aporte desde el campo cualitativo para proporcionar un contexto un poco más profundo a emergentes y futuros estudios e investigaciones, cuantitativos y cualitativos, sobre el consumo de drogas ilegales y juventudes en el Perú. Esto es, a partir de los hallazgos recabados durante todo el proceso, brindar evidencia analítica e interpretativa extraída de los relatos de los jóvenes peruanos y la variedad de factores sociales, culturales y personales que están relacionados con esta problemática. De otro lado, el acceso a las fuentes necesarias para realizar esta investigación no ha sido fácil. Por limitaciones de tiempo y espacio no se han podido incluir fuentes bibliográficas, de archivo y directas, y seguramente hay muchas otras que, por desconocimiento, no se han consultado. En contraste con estas dificultades, la investigación ha sido posible a partir de las discusiones realizadas durante el proceso del seminario de tesis, la preparación del proyecto bajo la guía de la directora de tesis, los comentarios de profesores y compañeros del doctorado y el trabajo de campo en Perú. Todo ello ha proporcionado las rutas teóricas a seguir, el aparato analítico e interpretativo y el ánimo necesario para el estudio de las experiencias de riesgo de los jóvenes peruanos y la variedad de factores sociales, culturales y personales que están relacionados con la problemática del consumo de drogas ilegales. 5 Es preciso señalar que para esta aproximación hacia las experiencias y motivaciones hemos considerado que “nadie tiene acceso a la mente de otro… no hay manera posible de establecer las correlaciones necesarias entre los movimientos públicos y sus contrapartidas causales ocultas.” (Ryle, 2005:66). 6 En términos de estructura del presente documento, hemos dividido el desarrollo en dos partes. En la primera, presentamos un panorama teórico, desde la sociedad del riesgo, al objeto y al sujeto de investigación. Por lo tanto, en el capítulo uno nos aproximamos a los conceptos constitutivos de la sociedad del riesgo, por lo que hacemos un recorrido a través de las tres últimas décadas para dar cuenta de las nuevas formas de la modernidad. Abordamos los conceptos de “modernidad reflexiva”, y “modernidad líquida”. El acápite de los riesgos en la escena mundial nos permitió abordar la construcción discursiva de las consecuencias perversas de la modernidad y la materialización de las amenazas, aludidas desde la introducción de la tesis. En este primer capítulo finalizamos con el desarrollo de conceptos básicos de nuestra malla teórica, tales como la situación de las clases, las instituciones zombis e individualización. En el segundo capítulo de la tesis se desarrolla el tema de la sociedad del riesgo y las drogas ilegales en el ámbito nacional y regional. Es una forma de contextualizar el aparato teórico para una mejor comprensión del objeto de estudio. Nos enfocamos en uno de los riesgos y amenazas de la región, el tema de las drogas ilegales. Se desarrolla este tema bajo la categoría de problemática social, indagando en sus antecedentes, la normatividad y alcances de este fenómeno en un nivel global y glocal. Se presenta un estado actual de la problemática en el Perú, a través de una discusión de los puntos de la nueva Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas y el intento por erradicar el problema de las drogas en ese país. Se abordan las formas comunitarias de rehabilitación, considerando el contexto de siniestralidad en los centros, así como también la nueva reglamentación sobre estos. Se desarrollan algunos de los puntos más relevantes sobre la política de Reducción de Daños como una cuenta pendiente del gobierno peruano y el caso de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las Drogas de Ventanilla. 7 En el capítulo tercero, respecto al sujeto de investigación, se presentó cuál es la situación de los jóvenes en Latinoamérica y qué oportunidades y riesgos existen para ellos en el Perú de hoy. Desarrollamos el marco teórico de la cultura juvenil a partir de las concepciones de la segunda modernidad. Se hizo un recorrido a través de los principales estudios sobre juventudes y su relación con las drogas ilegales, el consumo y la socioestética. En la segunda parte de la tesis nos concentramos en las experiencias bajo y más allá del umbral del riesgo de cada sujeto entrevistado. A través del sustrato subjetivo de cada joven, desde una perspectiva micro de la sociología cultural, fue posible observar, analizar e interpretar las distintas formas de integración de los consumidores de drogas ilegales al conjunto de la sociedad. Asimismo, se analizan los diversos tipos de relaciones sociales que se producen entre los miembros de este colectivo. La idea es que bajo el enfoque microsociológico apreciemos cómo se originan las relaciones sociales que van estructurando los distintos roles y situaciones de los jóvenes que hemos entrevistado. Subjetividad y trayectorias biográficas es el capítulo que inicia esta segunda parte. Comenzamos con un breve desarrollo conceptual sobre subjetividades, muerte y ruptura, familias fragmentadas, disgregaciones, consumo, etc. Es un telón de fondo donde se abordan elementos significativos desde la familia y referentes, bajo la tematización de cómo la familia va construyendo la subjetividad. Asimismo se trabaja la figura de los umbrales del riesgo, los elementos que los acercan al despeñadero, al abismo de lo comunitario. De esta manera reconstruiremos la vulnerabilidad en la que constantemente se encuentran. Abordamos también el tema del barrio como el escenario del quiebre o rupturas que afronta el sujeto. Cerramos este capítulo con el pasado presente, “lo que quise y no pude ser”, también como parte de ese telón en el que se mueven los jóvenes en cuestión. 8 Las trayectorias biográficas presentadas, analizadas e interpretadas en el quinto capítulo contienen las experiencias del consumo de drogas ilegales de los jóvenes peruanos entrevistados. Indagamos a partir de la categoría presente pasado en su iniciación en el consumo de drogas, las luchas continuas de abstinencia y la relevancia de las relaciones de amor en el contexto del consumo de drogas. También se desarrolló la visión de la vida y el cuerpo de un joven consumidor y cómo la diversión se transforma, tomando un nuevo nombre que resuena en los relatos: “pasteleros”. En el siguiente acápite se describieron los espacios de consumo, de adicción y convivencia, como son el hueco y el cuarto de hostal. Finalizamos con los temas y problemáticas asociados al consumo, narcotráfico, micro comercialización, el involucramiento de los consumidores como “paseros” de drogas, abordando al mismo tiempo las detenciones policiales y algunas de las formas de corrupción. En el sexto y último capítulo de la tesis presentamos los relatos de los jóvenes en cuanto sus experiencias de acercamiento y tratamiento en un centro de rehabilitación. Se abordó el análisis de las historias relatadas por las madres de dos de los jóvenes como los personajes relevantes de una gestión que se ubica entre el riesgo y el desastre. Desarrollamos el tema de la religión como vía posible de rehabilitación, los medios alternativos y el misticismo para la recuperación de un adicto. Finalmente, se hizo énfasis en dos temas significativos para los jóvenes: sus horizontes de expectativa y el posible estigma. En los siguientes acápites el lector podrá encontrar, a manera de preámbulo, una breve reseña de la malla conceptual que soporta la investigación en su relación con la subjetividad y el consumo de drogas ilegales. Explicamos luego el construccionismo como enfoque para el acercamiento a la problemática social del consumo de drogas ilegales. Presentamos también la estrategia metodológica y las técnicas de investigación empleadas: la entrevista autobiográfica y observación participante. Asimismo, se caracterizan a los 9 sujetos de estudio, como procedimiento para abordar las trayectorias biográficas, describiendo también el trabajo de campo en tres ciudades del Perú. 1. Sociedad del riesgo, subjetividad y consumo de drogas El riesgo, como idea básica del pensamiento del profesor Ulrich Beck, es tomado como soporte teórico para la construcción de una malla conceptual que nos permite el análisis e interpretación de las nuevas formas de la modernidad. Formas que resuenan desde la subjetividad de las experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales de los jóvenes peruanos, tras la primera década del siglo XXI. Las situaciones de riesgo y los peligros viajan “con el viento y con el agua, están presentes en todo y atraviesan con lo más necesario para la vida” (Beck, 1998:13). Están expuestos el cuerpo, el aire, el alimento, las casas, los muebles, etc., lo cual nos lleva a ser testigos de los riesgos en la salud, como los quirúrgicos o los que afrontamos a través de ciertos tratamientos médicos; a tipificar ciertas zonas del mundo y sus poblaciones como agentes en riesgo, debido a causas naturales o generadas, por ejemplo, por los riesgos de la contaminación industrial; a establecer políticas laborales que nos llevan permanentemente a considerar un riesgo latente en torno a nuestra estabilidad; a vivir ante riesgos financieros que hacen colapsar el sistema y las bolsas de valores más poderosas del mundo. Asimismo, desde nuestro interés científico social, existen determinadas conductas de riesgo relacionadas con las experiencias del consumo de drogas ilegales por parte de los jóvenes. El aspecto central de nuestro interés sociológico hace referencia al significado que la realidad tiene para los jóvenes y la manera en que estos significados se vinculan con las conductas y experiencias de riesgo.6 6 Conductas que en la sociedad del riesgo se relacionan con la pobreza y las actuales condiciones democráticas. Aludiendo a que: “La miseria es jerárquica, el smog es democrático” (Beck, 1998: 42), podríamos señalar que son conductas de riesgo que hacen de la pobreza una jerarquía y de las drogas ilegales una forma de democracia. 10 Es así como nos situamos en el contexto de la sociedad del riesgo, donde las sociedades no occidentales comparten con las occidentales7 “no sólo el mismo espacio y tiempo, sino, y esto es más importante, los retos básicos de la segunda modernidad” (Beck, 2002:3). Al resaltar esta característica identitaria, se realiza un paso importante para repensar parte de la ciencia social, a través de la cual las sociedades contemporáneas no occidentales somos relegadas a “la categoría de ‘tradicionales’ o ‘premodernas’ y, por tanto, no se definen en sus propios términos, sino como lo opuesto a la modernidad o como ausencia de modernidad” (op. cit). Hablar de sociedad del riesgo y subjetividad nos ubica en un eje central para comprender el escenario actual que vive no sólo el campo de los estudios de la juventud y el consumo de drogas ilegales, sino la juventud como un conjunto de cambiantes clasificaciones culturales atravesadas por la diferencia y la diversidad, en relación con contextos socioculturales más densos. Es preciso colocar la atención en el individuo consumidor y sus diversas estrategias que refuerzan el hecho de concentrarnos en una subjetividad del riesgo. ¿Será posible hacerlo, considerando las imprevistas acciones de los personajes del mundo de la droga ilegal? Nos preguntábamos antes iniciar la investigación. El presente documento pretende responder a esta y otras interrogantes que nos permitan conocer cómo se configuran las experiencias de riesgo, el consumo de drogas ilegales y la gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes peruanos entrevistados. De esta manera la investigación partió de la identificación de los elementos significativos que configuran estos trayectos biográficos y del análisis sobre cómo se produce la subjetivación en una sociedad del riesgo; entendiendo a esta última como la condición reflexiva que refuerza una aproximación hacia las diversas condiciones de un sujeto vulnerable en relación con las múltiples 7 Hacemos esta referencia, la cual es planteada por U. Beck para diferenciar los países desarrollados de los que no son considerados como tales. A pesar de la influencia occidental que ha recibido Latinoamérica, es una forma de utilizar una mirada diferenciada sobre esta región. 11 amenazas en el escenario tardo moderno. Hemos colocado nuestra atención en el campo del relato de las experiencias de riesgo y en la figura del joven consumidor de drogas como un actor central, enfocándonos en las prácticas que se extraen desde una narrativización de la subjetividad, analizando e interpretando los relatos que dan cuenta de estas prácticas y experiencias en sus trayectorias vitales. Ha sido preciso ubicar al Perú dentro del ámbito de una segunda modernidad y no en el de la tradición. Así, nos acercamos a un terreno donde es visible una “pluralización de la modernidad”, generándose entonces el espacio para el análisis e interpretación de las trayectorias subjetivas y divergentes de los jóvenes entrevistados, sujetos modernos asentados en partes del mundo distintas a las que los autores de la segunda modernidad usualmente habitan. Autores quienes han desarrollado algunas de las nociones teóricas que hemos empleado para el desarrollo de la presente tesis, como el de "posmodernidad" (Bauman), "modernidad tardía" (Giddens), "modernidad reflexiva" (Beck, Giddens, Lash) y “complejidad y modernidad” (Luhmann). Así como de otros autores, que en ciertos casos sí han experimentado de primera mano a Latinoamérica y quienes han desarrollado sus investigaciones en torno a la comunicación, el consumismo y la globalización (García Canclini), a la relación entre cultura y transformaciones sociales (Grimson), culturas urbanas y juveniles (Reguillo), la sociedad y las problemáticas peruanas (Cotler) y la crítica de la cultura en el Perú (Vich). A través de esta malla conceptual, donde las formas de individualización de los riesgos y las implicaciones subjetivas que motivan al consumo de drogas ilegales se relacionan, planteamos el riesgo subjetivo como una categoría que nos conduce hacia diversas preguntas: si es cierto que los jóvenes son sujetos de riesgo, ¿se trata de un riesgo de qué? ¿De un riesgo de vivir, de un riesgo de no vivir, de un riesgo de morir? ¿Riesgo de fundir la identidad subjetiva con 12 los amigos de la esquina? ¿Riesgo de convivir en medio del éxtasis colectivo en un antro? ¿Riesgo de no encontrarse así mismo en la soledad del dormitorio o la azotea? ¿Riesgo de encontrar en esa búsqueda de socialidad, normas que conlleven a la violencia ejercida por las barras bravas? ¿Riesgo de no tener una familia ideal? o ¿riesgo de encontrar una alternativa afectiva en los temidos escenarios de la calle? Estas preguntas nos permiten afianzar la relación entre el riesgo –de lo que fuera–, la subjetividad y el consumo de drogas ilegales. Indagar a través de esta relación consiste en considerar los dilemas de la juventud, que exponen al riesgo o al vacío, al riesgo o a la destrucción de la identidad, al riesgo o a la indiferenciación, al riesgo o a la imposibilidad de sobrevivir, al riesgo o a la pérdida de la integridad de sus seres queridos. En la investigación realizada hemos escuchado relatos de jóvenes que viven en condiciones adversas muy particulares y a la vez compartidas. Situaciones donde formar una pandilla o una barra brava es subsistir al riesgo. Escenarios dispuestos para soportar la angustia de la soledad perdiéndose en el anonimato de la ciudad. Tolerando las presiones del ambiente familiar o de atenerse a las exigencias del grupo delincuencial. Diluyéndose en la nada de un hogar sin normas y sin afectos, o de enfrentarse a las normas de los otros. Encontrar sentido en el uso de alguna droga, o de someterse a un imaginario colectivo que los reduce a no ser. A vivir intensamente un cuerpo y una sexualidad que, a veces, conlleva efectos negativos (Maluf, 2002). Estos son los riesgos en la actualidad, son los peligros que anteriormente se ocultaban en los grupos familiares, en la comunidad local, en las clases y grupos sociales, y que ahora deben percibirse, interpretarse y elaborarse por el individuo en sí mismo (Beck, 1998). En consecuencia, al abordar los riesgos subjetivos que viven los jóvenes en torno a la problemática del consumo de las drogas ilegales, se hace necesario volver la mirada al mundo de los relatos. Es necesario, por un lado, para develar aquellos que muestran parcialmente las 13 lógicas de control y de ejercicio de poder bajo el pretexto de prevenir sobre los riesgos que viven los jóvenes. Por otro, para considerar, a través de los relatos, la importancia que tienen para las nuevas generaciones las marcas (impronta) de las cosas dichas por las generaciones anteriores, las cuales se depositan en los objetos de riesgo como son las drogas. Se instalan como promesas de menos sufrimiento, de más alegría, de más placer o reconocimiento (Maluf, 2002). 2. El construccionismo como enfoque para acercarnos a las experiencias de riesgo La presente tesis apuesta por una aproximación construccionista hacia la problemática del consumo de drogas ilegales y los jóvenes, sus contextos y cultura.8 Enfoque que nos permite recuperar múltiples voces desde la individualidad del sujeto, adelantando una crítica sociocultural informada sobre la base de los elementos significativos9 que configuran las trayectorias biográficas. Esto es, sin realizar aseveraciones acerca de la verdad, la universalidad o la superioridad moral de la propia posición, presentando ciertos argumentos del tipo tradicional, pero “no para impresionar con la estampa de la verdad, sólo para tomar parte en una práctica cultural de creación de sentido”. (Gergen, 2007:113) Nos situamos teóricamente junto a las corrientes inscritas en la tradición weberiana y en torno a lo que se denomina sociología comprensiva e interpretativa, lo que conlleva a una renuncia de “un ideal de explicación basado en leyes y ejemplos para asumir otro basado en casos e interpretaciones, buscando menos la clase de cosa que conecta planetas y péndulos y más esa 8 Siguiendo a Geertz, el concepto de cultura es esencialmente un concepto semiótico. “Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. Pero semejante pronunciamiento, que contiene toda una doctrina en una cláusula, exige en sí mismo alguna explicación” (Geertz, 2003:20). 9 El uso del concepto “elemento significativo” está inspirado en los núcleos de inteligibilidad que K. Gergen propone (Gergen, 1996). 14 clase de cosa que conecta espadas y crisantemos” (Geertz, 1994:31). Consideramos la obra de C. Geertz como un referente relevante en la tarea de pensar sobre el análisis social y de la cultura. Su definición semiótica de cultura ya ha sido utilizada con gran éxito por muchos investigadores y teóricos procedentes del campo de la psicología y antropología social, la comunicación, la historia, los estudios literarios, entre otros. Su perspectiva de cómo abordar los estudios cualitativos ha tenido resonancia entre quienes investigamos sobre la realidad social y cultural. Nos interesa, sobre todo, por su apuesta por una ciencia interpretativa, que nos lleva por senderos y “remolinos de conexiones inconstantes”, sabiendo que “lo único que podemos reconstruir, si tomamos notas y sobrevivimos, son relatos retrospectivos de la conexión de cosas que aparentemente han sucedido: recomponiendo un rompecabezas, en pos de los hechos” (Geertz, 1996:12). Este autor sitúa “el estudio sistemático de los significados, de los vehículos de significado y de la comprensión del significado en el mismo centro de la investigación y el análisis” (op. cit.: 117), lo que hace de nuestra aproximación construccionista, desde la sociología cultural, un campo para la puesta en práctica de la disciplina hermenéutica. El concepto de "descripción densa" es capital en la reflexión sobre la investigación realizada. Concentra, de una forma radical y comprensiva, determinadas bases epistemológicas que son centrales para encarar cualitativamente la problemática del consumo de drogas ilegales, estas son la perspectiva hermenéutica y la visión del actor. A partir de este concepto, el análisis “consiste pues en desentrañar las estructuras de significación —lo que Ryle llamó códigos establecidos, expresión un tanto equívoca, pues hace que la empresa se parezca demasiado a la tarea del empleado que descifra, cuando más bien se asemeja a la del crítico literario— y en determinar su campo social y su alcance” (Geertz, 2003:24). Es decir, se indagó en las estructuras de significación presentes en el ambiente cultural de los jóvenes peruanos que 15 experimentaron con el consumo de drogas, analizando e interpretando cómo interactúan y qué consecuencias tienen o han tenido. Apostamos por una visión de ciencia interpretativa de los jóvenes, donde el conocimiento microscópico y fragmentario es el punto de partida y, quizá, lo que podamos ofrecer al final del trayecto. Sin embargo, es precisamente este tipo de conocimiento el que nos podrá ayudar a la comprensión de la problemática del consumo de las drogas ilegales y a una teorización anclada en la experiencia de los jóvenes. Obviamente, realizamos la apuesta con todos los retos que esto plantea, en congruencia con U. Oevermann, quien señala que “bajo la noción de modelos de interpretación no deben entenderse opiniones aisladas o actitudes respecto a un determinado objeto de acción, sino más bien se trata de contextos de argumentación” (Pérez, Aguilar & Víquez, 2007:17). De esta forma se reivindica la importancia de las dimensiones y categorías subjetivas, que permiten hacer referencia a las estructuras de sentido con las cuales los individuos perciben y actúan en cada entorno social. Las ideas, con arreglo a las cuales las personas interpretan el medio en que viven, son reglas de la interacción social que operan siempre como elementos de mediación entre el plano microsociológico de la vida cotidiana y las grandes estructuras sociales. Además, estrechamente relacionada con la subjetividad, apostamos por una tarea sociológica fundamental, como es el desarrollo de teoría mediante la propuesta de categorías ad hoc, las cuales derivan en línea directa de la información empírica, en lugar de tratar de forzar la información dentro de categorías preestablecidas. Obviamente, debemos reconocer que no es posible aproximarse a la realidad sin ninguna preconcepción de ella. Para la presente investigación se requirieron de algunas categorías que nos permitieron observar inicialmente el fenómeno, los sujetos y las unidades bajo estudio. 16 Habiendo realizado esa aclaración metodológica, debemos señalar también que hemos tenido presente a lo largo de la investigación que el uso de drogas es un asunto de carácter privado, sobre el cual pesa una prohibición y un estigma social. Esta naturaleza del objeto hace complicada una investigación entre jóvenes, debido al carácter de transgresión y secreto que revisten estas prácticas censuradas (Laraña, 1986:90-91). Complejidad que resulta en una de las dificultades “más persistentes en el estudio científico de la conducta desviada”. Sin embargo, esa “escasez de datos e información sobre la que basar nuestras teorías” (Becker, 1966:313) se convierte, en esta tesis, en una de las bases de justificación y posible aporte al conocimiento. Se realizó un acercamiento más personalizado, en profundidad, que permite analizar e interpretar las trayectorias biográficas de los jóvenes teniendo en cuenta elementos, como las representaciones y actuaciones, que pueden dar ciertas luces de esa experiencia interior: cómo se construye, se enmarca y articula. Bajo este enfoque, valoramos los relatos como objeto central de estudio ya que estos nos permiten “organizar acciones, motivaciones y actores alrededor de un significado, a la vez que estructurarían nuestra experiencia del tiempo” (Bernasconi, 2011a:14). Lo que las aproximaciones narrativas hacen es “aplicar esta forma cotidiana de interpretación y comunicación a la práctica y propósitos investigativos con el objeto de estudiar la vida social” (op. cit.). Sin embargo, siempre debemos ser cuidadosos con los relatos, con el registro y la interpretación de los mismos, ya que “cuando hablamos, nuestras palabras fluyen como acontecimientos, al igual que cualquier otro comportamiento; a menos que lo que digamos quede inscrito en la escritura (o en algún otro procedimiento fijo de registro), será tan evanescente como todo lo que hacemos” (Geertz, 1994:45). De esta forma, la postura construccionista nos reafirma como investigadores que situados socialmente vamos acercándonos y profundizando, a través de la interacción, en las realidades que constituye el material recolectado. Para ello, 17 incluimos en el análisis un acercamiento hacia los procesos de producción y circulación, atendiendo a sus dimensiones políticas e ideológicas y a su relación con la esfera pública y mediática (Kornblit, 2007:10). De esta manera también nos acercamos a una visión relacional de las autobiografías, que se vuelven inteligibles desde sus relaciones en curso. Se trata entonces de apreciar un relato sobre otros, de privilegiar ciertas historias sobre otras referidas al yo, ejecutadas a partir de lenguajes disponibles en esa esfera pública (Gergen, 2007). 3. Estrategia metodológica y técnicas de investigación La presente tesis, de carácter microsociológico, de método cualitativo, de tipo exploratorio interpretativo, planteó el trabajo de campo como una experiencia individual, basada en la percepción y el registro. Si bien esto es un hecho en la mayor parte de la práctica profesional, la perspectiva que adoptamos aquí no impidió “considerar tanto la experiencia individual como la percepción naturalista de lo que ocurre en el campo como resultado de la socialización del investigador y sus nociones culturales” (Guber, 2005:33). Asumimos también que, como ocurre con muchos científicos sociales, los métodos cualitativos, en particular de disciplinas como la sociología, antropología social o la historia oral, “están asociados no sólo al enfoque cualitativo sino a la realización de trabajo de campo y la descripción etnográfica que, necesariamente, utiliza recursos narrativos” (Blanco, 2011:138). Con el fin de estudiar las estructuras de significación, principalmente dentro de las trayectorias biográficas de los jóvenes, es relevante citar el método progresivo-regresivo utilizado por Denzin en una investigación con sujetos alcohólicos (Denzin, 1989:67), el cual sirvió de referente. Esta experiencia nos brindó una pauta metodológica bastante clara y determinada validez en cuanto al sentido de las historias de vida individuales en la investigación en ciencias sociales. Los momentos de enfoque para la recolección de información y posterior análisis de la investigación citada concordaban casi completamente 18 con los propuestos. Por tanto, se realizaron tres entrevistas a cada joven, divididas también en tres grandes bloques biográficos: experiencias previas, etapas de consumo y expectativas a futuro. Enfoque similar encontramos en la publicación testimonial de Claudio Pareja,10 director de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las Drogas y exadicto a las drogas. Este hecho reforzaba aun más nuestra estrategia y el planteamiento de tres momentos de entrevista con cada joven. Las fuentes de recogida de los relatos que cuentan las personas sobre sus vidas y las vidas de otros son las entrevistas, las cartas, las autobiografías y las historias orales (Sparkes & Davis, 2007), así como otras técnicas que permiten acercarnos al entorno del sujeto, sus prácticas y la significación de estas. Por lo que las técnicas empleadas en la presente investigación fueron la entrevista en profundidad y la observación participante. Para la primera técnica se plantearon 3 cuestionarios guía con preguntas abiertas, correspondientes a los trayectos biográficos de: niñez y adolescencia, como etapas previas al consumo; experiencias de riesgo, tales como el consumo de drogas, tránsito, problemas asociados, entre otros; y la tercera guía enfocada en la etapa de rehabilitación de los jóvenes. Para la técnica de la observación participante, se elaboró una guía que nos permitió reconstruir los espacios visitados y las dinámicas de rehabilitación a las que asistimos. Al aproximarnos a los trayectos biográficos de cada joven, observamos que el relato de vida varía tanto en su forma como en su fondo, a partir del tipo y la calidad social del mercado en el que fue ofrecido11 (Bourdieu, 1989:127). La situación de entrevista contribuye inevitablemente a determinar el relato recogido, punto relevante al considerar que los trayectos biográficos de los jóvenes –especialmente aquellos referidos a sus experiencias de consumo de 10 El título completo es “El poder del amor. No me dejes morir en las calles. No me dejes morir en las drogas. ¡Si tú existes, cambia mi vida!”. Publicación realizada por el mismo autor, sin ningún apoyo editorial. 11 “Los mercados de la interacción que dibuja Bourdieu no son mercados de intercambio entre valores iguales y soberanos, son situaciones sociales desiguales que llevan emparejados procesos de dominación y censura estructural de unos discursos sobre otros.” (Alonso, 2004:218) 19 drogas– tienen un contexto de producción particular: los centros de rehabilitación. Pero el objeto propio de los relatos, es decir, la presentación pública y abierta de un aspecto sumamente privado de la propia vida, como es el consumo de drogas, implicó un aumento de inconvenientes y de censuras específicas que es preciso señalar para alejarnos de cualquier discurso falsificado que pueda presentarse sobre la verdadera situación del consumo de drogas en la juventud peruana. Resultó ineludible generar una relación de confianza entre entrevistador y entrevistado. Conversamos con cada joven, previamente a las entrevistas, por lapsos que duraron en promedio 20 minutos. Creemos que ninguna persona contaría a una grabadora de voz o vídeo sus experiencias vividas de una manera abierta e inmediata. Esto significa concebir al proceso de investigación como “una co-investigación y que cada investigador, lejos de poder atrincherarse tras un armamento metodológico preconstituido, es a su vez un ‘investigado’” (Ferrarotti, 2011:106). En otras palabras, la investigación cualitativa a través de técnicas como la entrevista en profundidad nos lleva a considerar que “la cuestión de la conexión entre hipótesis teórica y documento biográfico empírico permanece abierta.” (op. cit.). Es necesario, entonces, proceder con el objetivo claro de llegar a los elementos significativos y hacer emerger las áreas afectadas por el problema. En la línea de lo que Bourdieu propone, es de “suponer que el relato de vida tiende a aproximarse tanto más al modelo oficial de la presentación oficial de uno mismo, carné de identidad, estado civil (…) y de la filosofía de la identidad que lo sostiene, que se aproxima más a los interrogatorios oficiales de las investigaciones oficiales –cuyo límite es el interrogatorio judicial o policial–” (Bourdieu, 1989:126). Decidimos utilizar también la técnica de la observación participante, para lo cual era necesario tener en cuenta la capacidad de observar y diferenciarla con el 20 hecho de ver. A través de esta técnica se describe el contexto grupal, la vida social de los jóvenes internos, sus actividades, qué significado tienen para ellos, acercarnos a la comprensión del proceso y la experiencia de recuperación (Jorgensen, 1989; Patton, 1980). La posición de participación por parte del investigador permitió mayor entendimiento del punto de vista del sujeto. A pesar de que resultó complicado lograr un buen balance entre participar y observar, no deja de tener valor el hecho de “vivir en carne propia” el ambiente y las situaciones (Hernández et al., 2006:596). Por tanto, las dinámicas de terapia, las visitas de familiares a los adictos, asambleas de internos, terapias de padres, vivir dos días en un centro, etc., han sido de insumo valioso para la investigación. La observación participante sirvió básicamente para reconstruir el lugar. Es decir, el espacio físico y social donde los jóvenes desarrollan sus actividades y terapias con especialistas y los distintos participantes del proceso terapéutico. Con ese fin, se recogieron datos de los siguientes aspectos: ubicación geográfica o localización, espacio, tiempo, horarios, condiciones materiales, artefactos, interacciones y relaciones personales entre los distintos sujetos que componen la realidad del centro, así como prácticas organizativas y políticas del centro en sus diferentes manifestaciones; calidad del trato hacia los jóvenes y sus distintas rutinas; el cuerpo, vestido, actitudes, gestos, formas de resistencia y/o adaptación. Complementariamente a la técnica de la observación participante y a todo el proceso de investigación, se redactó el Diario analítico (de campo) como medio de registro. La anotación de todo dato relevante ha sido imprescindible ya que permitió ir modificando el proceso y algunos detalles de la investigación. Asimismo, el diario sirvió para registrar con la mayor fidelidad posible lo que se reflexionó durante el proceso, en las aulas, bibliotecas, etc., y lo que se observó en la realidad de las tres ciudades peruanas visitadas. Se consideraron también las apreciaciones, emociones y reacciones producidas por ciertos hechos, 21 dejando el registro y señalando que se trataba del pensamiento del investigador en algunos casos y, en otros, de los sujetos investigados. 4. Sujetos de estudio, “biogramas” y el trabajo de campo en tres ciudades del Perú Hemos conversado con un total de quince jóvenes, trece hombres y dos mujeres, entre 18 y 25 años de edad,12 y para proteger la privacidad de cada uno de ellos se han cambiado todos los nombres verdaderos de los entrevistados. Los demás datos dan cuenta con exactitud de los espacios y tiempos, de los personajes, de las situaciones, etc., que configuran estos relatos.13 Ha sido preciso abordar las trayectorias biográficas con el fin de “brindar pistas de comprensión sobre lo que pasa con los y las jóvenes en este mundo contemporáneo (…) para ganar mayor comprensión después al acercarnos a las experiencias mismas e indagar por sus sentidos y prácticas” (Alvarado & Vommaro, 2010:10-11). Existe una actual y creciente popularidad por los métodos biográficos en la investigación social y esto denota una reacción a las formas de indagación que tienden a negar la subjetividad en este proceso, descuidando en cierto sentido el papel de la acción humana individual14 en la vida social. A continuación presentamos una tabla que contiene datos 12 Con la excepción de dos casos, el de Luciano* y Luis Omar*. El primero, joven adicto de 33 años de edad, con quien nos centramos en su experiencia en las drogas hasta cuando él cumplió 25 años. El segundo, adolescente de 16 años que conocimos en Centro Victoria de la ciudad de Iquitos, era la única persona que más se acercaba a la muestra planteada y quien tenía una historia digna de ser incluida en la presente tesis. 13 Los jóvenes nos han ubicado, a través de sus relatos, en espacios caracterizados por el libre consumo de drogas ilegales. Este proceso convierte el espacio de la historia en un espacio verbal, en el que se desenvuelven las situaciones y los personajes de cada relato (Villanueva, 1992). Para que este sea aceptado, no puede depender de que contrastemos con la realidad para saber si tal o cual lugar existe o es verdadero. Algo que asumimos desde el principio de la investigación, pero que, por citar un ejemplo, no nos detuvo para acercarnos hasta el “hueco” La Posta. El hecho es que la verdad en los relatos de las experiencias es juzgada por su verosimilitud en vez de su verificación con la realidad. En efecto, los relatos en vez de referirse a la "realidad", puede crear un "mundo" propio a partir de los espacios que refiere. Es el "sentido" de una historia en su conjunto el que puede alterar la referencia e incluso la referencialidad de sus partes que la componen (Bruner, 1991:14-15). 14 Siguiendo a Beck, esta acción humana nos lleva a entender la “individualización” como “el proceso de desvinculación [disembedding] y, en segundo lugar, el proceso de revinculación a nuevas formas de vida de la sociedad industrial en sustitución de las antiguas, en las que los individuos deben producir, representar y combinar por sí mismos sus propias biografías” (Beck, Giddens & Flash, 2001:28). 22 relevantes de ellos y da cuenta de las razones de la selección. Nombre y sexo de entrevistado Edad Nº de entrevistas Adam, hombre. 19 3 Cristian, hombre. 19 3 Sustancias 15 de consumo PBC, marihuana y cocaína. Marihuana, cocaína, ácidos, ketamina y PBC. PBC y marihuana Akira, hombre. 21 3 Dalins, hombre. 20 3 PBC y marihuana. Damián, hombre. 19 3 Marihuana, cocaína y PBC. Casa de Retiro Las Lomas, Huanchaco, Trujillo Esteban, hombre. 21 3 PBC y marihuana. 3 Marihuana y cocaína. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Proyecto Mujer, Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima Ex residente Proyecto Vida, Cieneguilla, Lima. Geraldine, mujer. Gisela, mujer. José Pablo, hombre. 25 25 20 3 3 Luciano, hombre. 33 3 Sergio, hombre. 20 3 Luiggi, hombre. 19 3 Cocaína, marihuana, fármacos, ácidos y poppers. PBC y marihuana. PBC, cocaína y marihuana. PBC, marihuana y cocaína. PBC, marihuana y cocaína. Centro de rehabilitación Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Lugar de procedencia La Victoria, Lima. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. San Juan de Lurigancho, Lima. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Casa de Retiro Las Lomas, Huanchaco, Trujillo Pachacamac, Lima. La Esperanza, Trujillo. La Esperanza, Trujillo. Pachacamac, Lima. Pueblo Libre, Lima. San Borja, Lima. Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas, San Juan de Lurigancho, Lima. Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas, San Juan de Lurigancho, Lima. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. San Juan de Lurigancho, Lima. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Santiago de Surco, Lima. Ventanilla, Callao. San Borja, Lima. 15 Hemos ordenado las sustancias colocándolas de mayor a menor consumo en cuanto a la incidencia que han tenido en las experiencias de riesgo de los jóvenes entrevistados. Las sustancias aquí consideradas son las que cada entrevistado señaló en sus relatos. 23 Nombre y sexo de entrevistado Edad Nº de entrevistas Marlon, hombre. 19 1 Sustancias de 16 consumo Marihuana y cocaína. Julio, hombre. 24 1 PBC, marihuana y cocaína. Centro de rehabilitación Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Centro Fuente de Agua Viva, Chaclacayo, Lima. Centro Victoria, Iquitos Luis Omar, Desconocido 16 1 hombre. Tabla 1. Lista y datos relevantes de los jóvenes entrevistados. Lugar de procedencia Pueblo Libre, Lima. Ate, Lima. Pampa chica, Iquitos. En esta investigación, a partir de los relatos sobre las experiencias intentamos dar una mirada profunda sobre cómo es abordado el consumo de drogas, la percepción de lo cotidiano, las relaciones, sus horizontes de expectativa, etc. Las entrevistas a los jóvenes fueron realizadas en el transcurrir de su vida como residentes en centros de rehabilitación para adictos17 y su experiencia no parece destinada a crear una nueva realidad, sino más bien anuncia la emergencia de nuevas formas de vivirla. En ese sentido, es preciso señalar que se ha tratado de preservar las formas del lenguaje utilizado por los jóvenes, por lo que los relatos han sido reproducidos de manera exacta en el presente documento. Estos incluyen modismos y expresiones coloquiales, algunas de las cuales pueden estar reñidas con las reglas y normas de la lengua española. Es por ello que hemos colocado entre corchetes [ ] el significado de estas palabras o expresiones. Asimismo, hemos incluido como anexo el “Glosario de términos y estilo en los relatos de los jóvenes”, para una mejor comprensión de estos términos. En cuanto a lo que hemos denominado como “biograma”, hemos utilizado esta herramienta gráfica para recoger algunos elementos básicos de sus biografías y ciertas implicancias en sus experiencias de consumo de drogas.18 En una hoja grande de papel los jóvenes trazaron con marcadores de distinto color dos 16 Hemos ordenado las sustancias colocándolas de mayor a menor consumo en cuanto a la incidencia que han tenido en las experiencias de riesgo de los jóvenes entrevistados. Las sustancias aquí consideradas son las que cada entrevistado señaló en sus relatos. 17 A excepción de un sólo caso, la joven entrevistada estuvo internada en un centro años antes de contactarla. Al momento de la entrevista había vuelto al hogar materno, luego de recaer en el consumo y vivir por más de seis meses en el hogar pastoral de su iglesia. 18 Para obtener información ampliada sobre cada “biograma”, se puede consultar el anexo: “Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus ‘biogramas’.” 24 líneas paralelas. En la primera marcaron puntos y describieron brevemente su vida en general, desde que nacieron, su infancia, la escuela, su inicio en las drogas, la llegada al centro, etc. En la segunda, denominada su vida en las drogas, colocaron puntos y describieron los sucesos que consideraron los más relevantes de su vida en ese mundo. Al terminar, junto con ellos, trazamos ciertas relaciones entre los puntos de una y otra línea, para nosotros hipótesis de trabajo; para los jóvenes, algunas razones de su consumo. En cuanto al trabajo de campo, inicialmente tomamos la decisión de indagar en dos ciudades del Perú: Lima y Trujillo. En el campo, debido a la información relevante que fuimos recolectando sobre medios alternativos de recuperación, decidimos dirigirnos también a la ciudad de Iquitos. El trabajo de campo estipulaba una mínima inmersión de 4 meses en el contexto de interés, lo cual se consiguió desplazándonos hacia las tres ciudades citadas. Lima, la capital del Perú y ciudad que concentra a más de ocho millones de habitantes, con una prevalencia de consumo de drogas ilegales del 5,1% de jóvenes estudiantes, siendo el promedio nacional de 4,6% (Devida, 2011:31). La ciudad de Trujillo, ubicada a 561 Km. al norte de Lima, lugar que, según la primera encuesta urbana de victimización, encabezó las ciudades peruanas con mayor incidencia de atracos (Ciudad Nuestra, 2011). Finalmente Iquitos, que nos permitió el acercamiento a una forma de recuperación poco indagada pero relevante: la que se realiza a través de la planta denominada Ayahuasca (Mabit, 1994). Para lograr una estrategia efectiva y viable fue preciso tener en claro a nuestros sujetos de estudio. Para ello empleamos el tipo de muestreo denominado no probabilístico, considerando que el proceso de selección fue subjetivo y guiado por determinadas características. En este caso tuvimos muestras de conveniencia, utilizadas en investigaciones exploratorias donde el investigador, en concordancia con lo planteado por R. Guber, está interesado en conseguir una aproximación a la realidad a partir de determinados grupos y espacios. 25 Como parte de la unidad de análisis principal de la investigación, denominada por otros autores como unidad de observación (Torrado, 1993), se contempló a los jóvenes peruanos consumidores de drogas ilegales internos en los centros de terapia, conceptualizados bajo las categorías de jóvenes consumidores de drogas ilegales y adictos, lo cual nos permitió la flexibilidad de entrevistar también a otros jóvenes que en alguna etapa de su vida estuvieron internados en estos centros pero que en el momento de la entrevista ya no estaban, como en el caso de Gisela.19 Los jóvenes entrevistados, como hemos descrito anteriormente, cumplían con la característica de ser o haber sido consumidores de drogas ilegales. Cabe señalar que debido a que sólo en el momento específico del trabajo de campo se “puede detectar cuáles son los grupos relevantes y significativos” (Guber, 2005:119), el número y las características exactas de nuestra muestra se conocieron al finalizar esta etapa. Además, en dos casos, las edades de los entrevistados no pertenecían exactamente al grupo estipulado en cuanto a la edad, 16 años en uno y 33 en otro, sin embargo, nos brindaron información relevante. Por lo tanto, cada situación en que utilicemos esta información en el análisis se indicará con un asterisco (*) junto a sus nombres. Otra unidad de análisis fueron los familiares de los jóvenes, conceptualizados como elementos relevantes en su relación con la cronología del sujeto en el mundo de las drogas y porque se considera que la construcción del “espacio de lo privado” debe ser incorporada dentro de la narración que hace posible la constitución del individuo (Morán, 2007:14). Conseguir el contacto con los familiares fue una de las situaciones más complicadas del trabajo de campo. Los jóvenes entrevistados, casi en su totalidad, se negaron a que conversáramos con sus padres. Pese a tal negativa, tenemos valiosas entrevistas con las madres de dos de ellos. 19 Para mayor información ver el anexo: “Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus ‘biogramas’”. 26 Asimismo, se consideraron como unidad de análisis a los expertos en el tema de las drogas ilegales, como investigadores, representantes de gobierno, agentes municipales, representantes de la sociedad civil, etc. En esta unidad también se consideran los directores, coordinadores y encargados de los centros de rehabilitación para adictos. En un primer momento, la información proporcionada por estos ha servido de materia prima para las entrevistas ya que dieron pistas de algunas líneas o ejes principales de la problemática en los jóvenes. Los expertos son directores o asesores de centros de terapia, directores de organismos gubernamentales y no gubernamentales, consultores, un embajador, etc. A continuación presentamos el listado de los entrevistados, que está ordenado de manera alfabética, junto a la institución que representan o donde laboran. Además, hemos colocado una breve descripción de los entrevistados, que incluye datos relevantes que sustentan la elección de cada uno de ellos. Nombre del entrevistado (a) Institución Datos relevantes Agustín Rivas Albergue Supay Chacra Alejandro Moreno Centro Fuente de Agua Viva Dr. Anthony Henman Investigador independiente Chamán oriundo de Loreto, experto en rituales y ceremonias con Ayahuasca. Uno de los más reconocidos chamanes de la selva amazónica que asegura que el Ayahuasca es la base para un tratamiento efectivo contra las adicciones. Propietario del albergue Supay Chacra, ubicado a 45 minutos navegando desde Iquitos por el río Amazonas. Coordinador del Centro Fuente de Agua Viva (casa comunidad), exadicto y actual consejero en adicciones. Pionero de la discusión sociológica de las drogas en Brasil, exasesor del gobierno de Evo Morales y actualmente 20 investiga el consumo de San Pedro en el Perú. Defensor de la legalización de las drogas. Apoya el tratamiento de las adicciones a través de la hoja de coca molida y mezclada con ceniza. 20 Trichocereus pachanoi: cactus con alto contenido de mezcalina. 27 Nombre del entrevistado (a) Institución Dra. Carmen Masías Devida Datos relevantes Directora ejecutiva de Devida, exdirectora de ONG CEDRO. Una de las personas con mayor experiencia y, actualmente, de la más alta jerarquía política en el tema relacionado con las drogas ilegales en el país. Edward Tennison Centro Fuente de Coordinador del Centro Fuente de Agua Agua Viva Viva, exadicto y actualmente consejero en adicciones. Persona clave en la presente investigación, gracias a él hemos tenido acceso a las tres casas de este centro así como al presidente de la Asociación de Comunidades Terapéuticas del Perú. Germán Arguedas Oficina Municipal Exadicto, expolicía, agente de la Oficina de Prevención y Municipal de Prevención y Lucha contra Lucha contra las las Drogas de Ventanilla. Nos guió en la Drogas de visita al hueco La posta. En el camino Ventanilla consideramos que su testimonio y su experiencia en el mundo de las drogas eran valiosos para la tesis. José Zarzar Casa de Retiro, Las Director de la Casa de Retiro, Las Lomas Lomas, Trujillo. Exadicto, actualmente consejero en adicciones y uno de los principales promotores de la terapia con base comunitaria del norte del país. Luis Gavancho Legaliza Perú Promotor y uno de los directores de Legaliza Perú, institución que promueve la despenalización del consumo de marihuana y otras drogas ilegales “naturales” en el Perú. Raúl Matute Centro Victoria de Coordinador del Centro Victoria de Puerto Alegría Puerto Alegría, Iquitos. Exadicto y actualmente coordinador (hermano mayor) del citado centro. Gracias a él tuvimos acceso a esta comunidad, a la cual hay que llegar a través de un bote administrado por el mismo centro. La entrevista fue detenida a través de una llamada telefónica del director del centro. Embajador Rodolfo Benítez Ministerio de Subdirector de Asuntos multilaterales de Relaciones Cuba. El único participante de la Exteriores de Cuba Conferencia Internacional sobre Drogas Ilegales que en su discurso se refirió a los sujetos con problemas de adicción de las drogas ilegales. También hizo referencia sobre la dinámica y políticas para la recuperación de los jóvenes con problemas de adicción a las drogas en Cuba. Tabla 2. Lista y datos relevantes de los expertos entrevistados. 28 Si bien, no hemos considerado en el presente documento todas las declaraciones obtenidas, debemos destacar nuestra participación en el Primer Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú. Allí pudimos registrar las declaraciones de especialistas de los diversos sectores involucrados en la problemática de las drogas, en especial del Dr. Carlos Cachay, subdirector general del Hospital de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi. La unidad de estudio21 de la presente tesis es el centro de terapia para adictos. En él también nos hemos concentrado en los espacios relevantes como los patios, las salas de reunión, el comedor, salas y áreas de audiovisual y de cómputo, los que cotidianamente son circulados por los jóvenes, de quienes, siguiendo el sentido que le confiere Michel de Certeau, tomamos en cuenta los significados que incorporan a los relatos de dichos desplazamientos (1996:115116). Otra unidad de estudio, que surgió a partir del trabajo de campo, fue el hueco de consumo. Se trata de una zona de difícil acceso que puede ser un basural, una casa abandonada o un terreno baldío; estos espacios albergaron, en la mayoría de historias recogidas, a los jóvenes en sus momentos de mayor consumo de drogas. Los centros de terapia que se visitaron en las tres ciudades fueron el Centro de Rehabilitación Fuente de Agua Viva, ubicado en el distrito de Chaclacayo, y la Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas de San Juan de Lurigancho, ambos en Lima. En Trujillo realizamos las entrevistas en Casa de Retiro Las Lomas. En la ciudad de Iquitos en el Centro Victoria, donde el director Jaime Núñez nos negó la continuidad de las entrevistas, argumentando que era necesario evaluar la solicitud presentada. Se presentó el documento que FLACSO otorgó para estos fines, sin embargo, el Sr. Núñez no nos otorgó el permiso para continuar con el 21 Estuvimos atentos a cualquier oportunidad relevante para conseguir información y dejamos abierta la posibilidad de tener algunos otros espacios como unidades de estudio (hogares, centros de diversión, etc.). Sin embargo, el factor tiempo y el de seguridad sólo nos permitieron el acercamiento al hueco La posta. 29 trabajo iniciado. Otro espacio fue visitado en las afueras de Iquitos, en la localidad de Tamshiyacu, donde ingresamos al albergue Supay Chacra.22 De esta manera, hemos dado un breve recorrido a través de las consideraciones metodológicas de la tesis. Hemos dejado constancia de nuestro procedimiento para abordar las trayectorias biográficas y cómo el construccionismo nos ha servido de enfoque para acercarnos a las experiencias de riesgo de cada joven. Asimismo, hemos expuesto la estrategia metodológica y las técnicas de investigación empleadas en el trabajo de campo. Bajo el modelo de análisis de la sociedad del riesgo a continuación presentaremos algunas de las inseguridades y amenazas de nuestro tiempo. 22 Vocablos quechua que en español significan “terreno agrícola del diablo”. 30 PRIMERA PARTE 31 I. Una aproximación teórica a la sociedad del riesgo (…)¿cómo concebimos nuestra sociedad, si captamos el riesgo como un problema universal que no puede ser evitado ni eludido, sobre todo cuando en otras épocas el riesgo concernía sólo a los navegantes, a los recolectores de hongos o a cualquier otro grupo que se expusiera al peligro? (N. Luhmann)23 Para entender con más exactitud el contexto de la tesis, es conveniente, junto al esclarecimiento de la aproximación teórica empleada, delimitar la significación exacta de una serie de conceptos que son centrales en el desarrollo de la investigación que nos ocupa. Los más importantes son los concernientes a la sociedad del riesgo, modernidad reflexiva, modernidad líquida, individualización, clase, instituciones zombis, etc. Los cuales desarrollaremos a lo largo del presente capítulo y que nos permiten considerar que los problemas de talla mundial, como el de las drogas ilegales, no se pueden resolver solamente dentro de los Estados nacionales. Si bien las alianzas supranacionales tratan de resolverlos, pero contra toda lógica estos problemas avanzan. La lucha contra el narcotráfico genera más muertos cada año, la adicción a las drogas legales e ilegales se convierte en una de las principales causas de accidentes y muertes en todo el orbe.24 A la par, esta situación origina una creciente conciencia de 23 En “Sociología del riesgo” (1992:22). En referencia al uso del término adicción: “Aplicado al consumo de sustancias psicoactivas, hace referencia a un deseo fuerte y apremiante —atribuido a sentimientos internos en vez de a influencias externas— de consumir la sustancia (o sustancias) en cuestión. A veces, el consumidor se da cuenta de que este fuerte deseo es perjudicial para su bienestar e intenta deliberadamente evitar el consumo. Este sentimiento es más característico del trastorno obsesivo-compulsivo, un síndrome psiquiátrico, que de la dependencia del alcohol y las drogas” (OMS, 1994:25). La adicción en la actualidad sigue siendo un 24 32 que los Estados no pueden frenar las problemáticas aisladamente. Pero las drogas no son el único riesgo, existe una larga variedad de ejemplos en otros campos, como en el financiero y sus crisis globales, el cambio climático, el terrorismo visto después del 11-S, y la más reciente amenaza nuclear, como la de Fukushima. A través de ellos la gente enfrenta la posibilidad real de verse cara a cara con catástrofes y que las soluciones no puedan resolverse dentro del Estado nacional. Son circunstancias que provocan a las naciones y motivan a las personas a construir nuevas barreras alrededor de los países. Detrás de todo ello existe un elemento crucial, señala Beck, el imperativo cosmopolita: o cooperamos o fracasamos. De hacerse caso omiso a este imperativo, el peligro crecerá siempre a medida que intentemos encontrar respuestas a escala nacional. En la actualidad hablamos de “riesgos” siempre que nos resulta “imposible predecir con exactitud las consecuencias de acciones que pretendemos llevar a cabo, y de aquí que toda decisión sea ambigua y todo deseo de actuar sea ambiguo” (Bauman, 2001a:83). Esta falta de claridad del presente es el resultado del impulso constante de aclarar la situación de ambigüedad y sugiere, por tanto, que precisamente lo que no puede preverse es lo que produce situaciones inéditas y si se incorporan a la “conciencia general, la sociedad comienza a moverse” (Beck, 2002:137). La “mayor parte de la ambigüedad profundamente sentida brota hoy de los esfuerzos dispares y difusos por eliminar la ambivalencia de unos lugares selectos, separados y siempre confinados” (Bauman, op. cit.). Así, la ambigüedad de la sociedad del riesgo continúa, ejerce poder y gobierno como un formidable agente de progreso. Podemos decir que estamos frente a un proceso dialéctico en el cual, por un lado, seguimos construyendo barreras, insistiendo en resolver algunos de término en discusión pero ampliamente utilizado, tanto por los profesionales como por el público en general. 33 nuestros más grandes problemas de manera aislada. Es el caso de Europa, región en crisis y que tiene en Alemania a un claro ejemplo de mantener por sí sola su estabilidad económica. Si bien la única forma de superar esa crisis es encararla de forma conjunta, por el contrario, cada país se preocupa primero por sí mismo y luego por Grecia o España. Por otro lado, retóricamente se apunta hacia nuevas formas de fusión social para dar respuesta a esos grandes retos. El resultado: los discursos, la retórica política y las propuestas políticas, permanecen aún en la esfera pública sin incidir realmente en la arena económica. Pero cuando se trata de amenazas, el hombre se inclina por ser profundamente conservador. Si alguien nos ofrece seguridad, estamos dispuestos a ceder hasta nuestras bases democráticas, incluso las más profundas (Zepeda, 2012). Como lo veremos más adelante, es cuando se ponen en juego la integridad y la supervivencia, las cuales están acotadas en un contexto de cambio que se produce de forma subrepticia y no planeada, tal como lo plantea la modernización reflexiva (Giddens, 1990; Lash, 1993). Nuestra época, es como una especie remolque de la modernización que implica una radicalización que quiebra las premisas y contornos de la sociedad industrial, la cual abre vías a una modernidad distinta. La modernización reflexiva significa también un cambio de la sociedad industrial de forma cautelosa, dentro de un orden político y económico intacto (Beck, 2001:13-17). Los marxistas y funcionalistas decían que una sociedad nueva sustituirá a la antigua sin que exista una revolución, nosotros, a pesar de nuestros miedos y temores, somos testigos de ello. La modernización social, por tanto, puede reconocerse cuando lo público ya no existe como algo fijo, ahora es más bien “líquido”. Es lo que Z. Bauman (2003) denomina como modernidad líquida, que va imponiendo a la condición humana cambios radicales que exigen reflexionar los viejos conceptos que la articulaban. Algunos conceptos que desarrolla este autor al respecto son individualidad, tiempo/espacio, comunidad, entre otros. Desde la sociología 34 cultural debemos interesarnos por comprenderlos –en torno a los cuales la narrativa de la condición humana ha girado– como unos zombis. En la misma línea que U. Beck los define, se tratan de instituciones, espacios, hábitos y conductas que están vivos y muertos al mismo tiempo25 (En Bauman, 2003:12). 1.1 Las nuevas formas de la modernidad: un recorrido a través de las últimas décadas En la segunda mitad de los años 90 del siglo pasado, un grupo de pensadores se situaron en el centro del discurso de lo social: U. Beck, A. Giddens, S. Lash, M. Castells y Z. Bauman, montándose sobre un grupo de intelectuales franceses que, desde los años 60 hasta bien entrados los 80, habían sentado las bases del pensamiento vigente de la época. Se trataba de un grupo heterogéneo y complejo, desde M. Foucault y J. Kristeva a P. Bourdieu y J. Derrida (Anta, 2011:16). Se estaba dando un cambio profundo y complejo en nuestra manera de ver las cosas, el cual se profundizaba aún más porque en ese momento estaba siendo vivido. Este cambio tenía que ver con el paso de una sociedad industrial a otra de tipo reflexiva, donde el conjunto de las normas y procesos sociales que caracterizaban la modernidad, más o menos lineal y que tenía algún tipo de racionalidad –lo que dio lugar a un mundo de causa-efecto–, conlleva a una sociedad que empuja hacia una forma específica de imponer un cierto control, en gran parte desde la política, sobre lo social, lo económico y lo cultural. De esta manera, la sociedad se va convirtiendo en la imagen de su propio ideario y la sociología parece haber encontrado un modelo construido por ella misma: un conjunto de teorías políticas, sociales y económicas que demuestran la fuerza de un pensamiento atractivo. Esto nos permite observar algunos países desarrollados que persisten en la idea de “lo podemos hacer solos”, lo que eleva las probabilidades de catástrofes económicas que no podrían 25 Este autor utiliza como ejemplos ilustrativos de este nuevo fenómeno a la familia, la clase y el vecindario. 35 resolverse, sin embargo, sería posible evitar esta situación sólo si se considerara al “otro”. Ya no es posible dejar de lado al “otro”, está entre los ciudadanos del primer mundo aunque no lo quieran, ya sea como un competidor en el empleo o un agente con quien deberían colaborar para subsistir ante el cambio climático o la crisis financiera. Sin embargo, a pesar de contemplar al “otro” entre “nosotros” existen problemas que parecen imposibles de remediar. Los cambios y las nuevas formas que se han producido por la industrialización han generado otros problemas que las sociedades agrícolas y preindustriales no imaginaban. No solamente nos alejamos de la idea de la fortuna como eje directriz de la acción humana –esta se sustituye por el término de riesgo–, sino que además experimentamos nuevos problemas debido a la contingencia del comportamiento humano y social. Esta modernidad comparece como el umbral temporal donde se produce una expansión del tiempo, donde además aparecen las opciones sin fin y, correlativamente, los riesgos también se expanden (Ortega, 2006:219). Confiando plenamente en el poder y dominio del hombre frente a la naturaleza, las sociedades han creado una enorme infraestructura técnico-científica para resolver una serie de dificultades que experimentamos en todo el mundo. Por un lado, la biotecnología pretende resolver los problemas de la producción alimentaria modificando genéticamente los niveles de rendimiento de plantas y vegetales. Por el otro, se desconocen las implicaciones para la salud humana, la naturaleza y el futuro de los mismos productos modificados. Si el automóvil de inicios del siglo XX aumentó las posibilidades de desplazamiento, el del siglo XXI tiene una pesada carga en su contra. Los accidentes ocurridos en relación con este vehículo han generado más muertes que las dos guerras mundiales. Mientras el CERN se mantiene en la búsqueda de la partícula de Dios y la vida, el cáncer es aún la enfermedad que representa uno de los principales problemas de salud a nivel mundial. 36 También pueden ilustrarse los componentes constitutivos de los riesgos de este (intento de) dominio del hombre frente a la naturaleza a través del mercado global: tenemos la experiencia de la crisis asiática hacia finales del siglo pasado o la crisis bursátil mundial de octubre del 2008. De igual forma podrían ilustrarse los aspectos básicos de la sociedad del riesgo tecnológico y ecológico global mediante la conmoción antropológica de Chernobil, en 1986. Está también la menos conocida catástrofe de Goiania en Brasil (Galeano, 1994), a inicios de la década siguiente, y que demostraba que esta región del mundo era todavía una tierra del olvido, donde el mercado formal podría estar sustentado en gran parte por los recursos provenientes de cualquier bando, tanto de las grandes transnacionales como del narcotráfico. En la constante búsqueda de control en las últimas décadas, de una determinación de nuevas formas de vida y de la disminución del riesgo, las sociedades actuales van encontrando todo lo contrario, el descontrol o la imposibilidad de control es lo recurrente. La única certeza es la verdadera forma de funcionamiento de la realidad: incertidumbre y el caos evidentes. Es posible referirnos sobre la modernidad como un “estado de perpetua emergencia”, inspirado y alimentado por una figura, o la sensación de la existencia de una “mano invisible”,26 que ordena con el objetivo de que todo no se termine en el próximo segundo. Sin esa presencia, el mundo y lo construido en él se viene abajo, se autodestruye. “Sin acciones preventivas o ataques anticipatorios, una catástrofe. La alternativa a un futuro prediseñado es el gobierno del caos. Los asuntos humanos no pueden abandonarse a su propia suerte” (Bauman, 2005:46), es por este motivo que es indispensable su diseño a pesar de todo. En esa misma búsqueda constante, esta vez de carácter político y legal, surge el control de la prohibición, la que también ha mostrado sus nuevas formas ante el contexto del riesgo. El marco legal prohibicionista es quizá el factor que más violencia y criminalidad ha traído en los últimos 5 años en gran parte del mundo. 26 En este punto nos servimos de esta metáfora, que expresa en economía la capacidad autorreguladora del libre mercado, ampliándola a las arenas social, política y ambiental. 37 Cabe recordar que, con la excepción de uno o dos intentos locales de prohibir el alcohol, todas las drogas eran legales en los Estados Unidos de Norteamérica, desde su nacimiento como nación hasta los inicios del siglo XX. Las primeras leyes antidroga eran generalmente localizadas, los esfuerzos estaban dirigidos contra diversos grupos minoritarios; tal fue el caso de las leyes antiopio chino, focalizadas en la costa oeste, o las leyes antimarihuana, dirigidas a los mexicanos en el suroeste, y que generaron poca atención entre los ciudadanos estadounidenses (Eyle, 2011:2). En las dos últimas décadas, la prohibición ha enviado a las cárceles a miles de consumidores de drogas con largas penas carcelarias, ha institucionalizado la corrupción y disparado las redes, mafias y carteles del narcotráfico. El comercio y uso de drogas se ha castigado con largas condenas, cadenas perpetuas o la pena de muerte en algunos países.27 La magnificación de la maldad intrínsecamente pura de las drogas tiene efectos visibles sobre el bienestar de las personas y de la sociedad. Aunque tenemos el contraejemplo de las consecuencias violentas de la Ley Seca,28 en los Estados Unidos de Norteamérica, los gobiernos persisten en un camino similar en relación con las drogas ilegales, a excepción del consumo del cannabis, que está siendo despenalizado en ciertos países o en Estados de algunos de ellos. El concepto de sociedad del riesgo, plenamente vigente en la actualidad, tiene estrecha relación con la ambivalencia. Por un lado, observamos a la sociedad que está en permanente guerra contra el narcotráfico. Por otro, un grupo significativo de intelectuales, representantes y miembros de la sociedad civil que están a favor de la legalización de las drogas.29 En la relación de guerra 27 Egipto, India, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Irak, Kuwait, entre otros. “en 1933, la fuerza de los hechos motivó a los legisladores estadounidenses a aprobar la 19º enmienda a la Constitución, que derogaba la Ley Seca. En el propio senado de Estados Unidos se afirmó que la Ley Seca ‘ocasionó una increíble corrupción, injusticia e hipocresía y dio lugar a la fundación del crimen organizado’” (López-Muñoz & Alamo, 2006:1382). 29 En al plano político-social, y bajo el contexto amenazador de guerras y prohibición, A. Giddens y U. Beck no descartan que se puedan generar respuestas a través de movimientos sociales. Es preciso que consideremos que el tema de las drogas es abordado también por la sociedad civil desde estos frentes, propugnando la legalización y despenalización de algunas sustancias. La importancia de sus acciones ya 28 38 interactúan dos conflictos, uno de ellos abarca las instituciones e instrumentos formales en colapso, y el otro pertenece a un submundo que maneja un negocio con características inelásticas30 y que es repelido por las fuerzas de control y vigilancia. Los principios que rigen los cálculos de riesgo se ven socavados: no es posible compensar económica ni moralmente los daños ocasionados. Pierde sentido asegurarse frente a una situación como ésta, en tanto que el Estadonación podría colapsar en algunos lugares del mundo; es así como hemos leído y escuchado muchas veces el término “narco-estado”. Finalmente, aparecen nuevas opciones: mercados paralelos, corporaciones de fachada, proteccionismo y ejércitos privados, protección para-militar. Por otro lado, existen algunas nuevas formas de la modernidad, como las inmersas en el plano familiar e individual. Estas las desarrollaremos con extensión en los siguientes acápites, pero como adelanto señalaremos que son evidentes los cambios que son producto de las aspiraciones de las generaciones jóvenes. Mejor educación y una aspiración de ingresos superiores –símbolos convencionales del éxito medido en ingresos, carrera, estatus– ya no satisfacen las nuevas necesidades para poseer una vida plena. Se trataría, entonces, del “regreso (infinito) de las preguntas “¿soy feliz de verdad?, ¿me siento realmente satisfecho?” (Beck, 1998:126), las que nos llevan a elevarnos de nuestras raíces para verificar si estamos sanos o no. Es el continuo de la vida, en donde lo cotidiano se torna más acelerado, en tanto, los sujetos se fijan metas que al alcanzarlas se convierten en otras nuevas. En ese contexto, instituciones como la familia varían y se adaptan. El individuo también lo hace, se aleja pero no se extrae del mundo, sólo construye nuevas formas de relación. no se concentran únicamente en la densidad interpretativa de sus símbolos. Es decir, persiguen el objetivo de que aquello simbólico logre articularse con algo más totalizador y que sea realmente capaz de remover estructuras sociales (Vich, 2004:77). 30 En referencia a que las drogas ilegales tienen una curva de demanda inelástica, o que son insensibles respecto a cambios en otra variable, como el precio. El consumo de drogas ilegales es inelástico respecto al precio, pues los cambios en este no modifican su consumo, es decir su demanda. “Si un bien tiene una elasticidad de demanda mayor que 1, en valor absoluto, decimos que tiene una demanda elástica. Si tiene una demanda menor que 1 en valor absoluto, decimos que tiene una demanda inelástica” (Varian, 1999:275). 39 Para una mejor comprensión de estos temas, continuaremos desarrollando el contexto teórico de la segunda modernidad a través de la conceptualización de “modernidad reflexiva” y “modernidad líquida”, propuestas diferenciadas en su denominación pero que coinciden en sus aristas esenciales, además que aluden a una misma época. 1.2 “Modernidad reflexiva” y “modernidad líquida” La modernidad reflexiva se plantea como un cambio producido de forma subrepticia y no planeada, cambio que implica el quiebre de las premisas y contornos de la sociedad industrial y que abre vías a una modernidad distinta en el orden político y económico. Es la emergencia de una nueva sociedad, donde lo paradigmático no es el aumento de la pobreza sino la riqueza que aumenta en manos de pocos, la misma que produce un cambio axial en los tipos de problemas dentro del ámbito de relevancia y la cualidad de la política, pero que también va “minando sus formaciones de clases, estratos, ocupaciones, roles de género, familia nuclear, fábricas, sectores empresariales” (Beck et al., 2001:15). Es decir, es un proceso por el cual una modernización socava y da paso a otra, la reflexiva. La tesis de la modernización reflexiva, tal como lo señala S. Lash, tiene como principal supuesto la progresiva liberación de la agencia de la estructura. Un ejemplo evidente es el cambio social en la vida económica, especialmente, en el desarrollo de un nuevo marco que podría denominarse, en términos del mismo autor, “acumulación reflexiva” para el crecimiento económico. Esta situación se explica a través de las nuevas formas, sumamente crecientes, de consumo especializado. Ello trae como consecuencia formas de producción también flexibles, de modo que la estructura fuerza a la agencia para ser libre, que dejen atrás estructuras “fordistas” vinculadas a normas. Es un proceso que se ha entendido en términos de “especialización flexible” (Beck et al., 2001:348). 40 Es posible saber de contextos donde el consumo especializado es el motivo para que las empresas ya no produzcan a gran escala, sino más bien la tendencia es producir series más pequeñas de un producto determinado y de diversa gama. Los elementos indispensables, además de la flexibilidad, para que ello sea posible son innovación más rápida, proceso de diseño intensivo de nuevos productos, mucho más trabajo, intensividad en conocimientos, reflexividad, etc. Con este cúmulo de elementos, el control de los trabajadores mediante reglas se ha reemplazado por la autonomía del sujeto: el autocontrol. Hablamos de una “reflexividad estructural” en el sentido de que las reglas y recursos del lugar de trabajo, que no controlan más a los trabajadores, se convierten en objeto de reflexión para la agencia (op. cit.). Así es cómo, en la modernidad reflexiva, los individuos se han ido liberando progresivamente de la estructura, tienen que redefinirla o, expresándolo de manera más radical, deben reinventar la sociedad y la política. En tanto más sociedades se modernizan, más agentes adquieren la capacidad de reflexionar sobre sus condiciones sociales de existencia y cambiarlas. Cuanto más avanza la modernización de las sociedades, tanto más se disuelven, consumen, cambian y son amenazados los fundamentos de la sociedad industrial que, incluso, contradice los fundamentos de la Ilustración a pesar de ser producto de ella. Entendamos pues la reflexividad de la modernidad como el hecho de que la mayoría de los aspectos de la actividad social y de las relaciones materiales con la naturaleza, se someten a revisión continua a la luz de nuevas informaciones o conocimientos, piezas claves en las instituciones modernas. Sin embargo, la reflexividad mina la certeza de ese conocimiento, por lo que está en permanente corrección. En ese sentido, A. Giddens señala que es “un fenómeno complicado debido a las muchas posibilidades de pensar en la reflexividad existentes en las condiciones sociales de la modernidad” (1997:33). 41 En concordancia con estas premisas, cuando la era de la “modernidad sólida” llega a su fin, señala Z. Bauman, aparece la “modernidad líquida”. En contraste con aquella que conserva sus formas y persiste en el tiempo, que se pensaba duradera, la modernidad que vivimos es como los líquidos: no tiene forma y se transforma constantemente, fluye según la situación que la conduce. Este autor considera entonces adecuada la metáfora de la liquidez para aprehender la naturaleza de la fase actual: de desregulación, de flexibilización y de liberalización de los mercados. Las pautas establecidas se han desvanecido, ya no son predeterminadas, sino que estamos frente a una versión privatizada de la modernidad. El peso de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen totalmente sobre cada individuo, en tanto somos parte de una modernidad que es líquida y ya no sólida. Así, se va imponiendo a la condición humana cambios radicales que exigen reflexionar en los viejos conceptos que articulaban la modernidad. Un rasgo muy interesante de la vida moderna y de sus puestas en escena sobresale de manera particular: el cambio en la relación entre espacio y tiempo. Es la “diferencia que hace toda la diferencia”, la que se erige como atributo crucial del que derivan todas las demás características de esta modernidad líquida (Bauman, 2003:14). La individualización, concepto que desarrollaremos con mayor extensión más adelante, caracteriza al modo en que llevamos adelante nuestras vidas, “concede a un número cada vez mayor de hombres y mujeres una libertad de experimentación sin precedentes –pero también acarrea la tarea sin precedentes de hacerse cargo de las consecuencias–” (Op. Cit: 43). Es entonces un concepto estructural, relacionado con el estado de bienestar, con el “individualismo institucionalizado”, pues, la mayoría de los derechos se ha pensado para individuos, no tanto para las familias. A través de estos derechos se invita a la gente a constituirse como individuos: “a planear, a entender, a diseñarse como individuos y, en caso de que fracasen, a culparse a sí mismos. 42 De forma paradójica, la individualización implica, por tanto, un estilo colectivo de vida” (Beck, 2002:14). Todo razonamiento acerca de la forma de hacer frente al impacto de la individualización y el modo en que llevamos adelante nuestras vidas debe partir de la aceptación de ese hecho, a pesar de que la otra cara de la moneda podría ser la corrosión y desintegración del concepto de ciudadanía. Joël Roman, coeditor de Esprit, señala en su reciente libro “que la vigilancia se halla degradada a su función de custodiar bienes, mientras que el interés general no es más que una junta de egoísmos, simpáticas emociones colectivas y miedo al prójimo” (Bauman, 2003:42). Esto debería incitarnos a buscar o renovar la capacidad de decidir juntos, lo que es notoriamente escaso hoy en día. Si el individuo es el enemigo número uno del ciudadano, y si la individualización pone en aprietos la idea de ciudadanía31 y la política basada en ese principio, es porque las instituciones les otorgan otras preocupaciones a los individuos, que son distintas a las que se esperan. En términos de Hanna Arendt, estamos ante “la vaciedad del espacio político” (En Bauman, 2001b:109). En nuestra época ya no existe el espacio ni el individuo que reclame para sí una comunidad política. El arquetipo actual es un miembro leal pero a la sociedad de consumidores, donde todo es elección, salvo la compulsión a elegir. La compulsión que se convierte en adicción sólo es percibida como la actividad de comprar. Esto es, los adictos a las compras, son vistos como simples consumidores. Este tema nos sirve de nexo de los siguientes acápites, específicamente en los cuales nos enfocamos al consumo de las drogas ilegales. 31 “la ciudadanía se define como un conjunto de derechos y deberes para todos los miembros de la comunidad política, pero además es un ideal a cerca de la pertenencia y, en este sentido, incorpora un sentido semántico que implica la igualdad, la comunidad política como representante de cierta comunidad cultural y la membresía (única) a un Estado, siendo este quien define –política y territorialmente- los límites de la comunidad” (Bobes, 2002:373). 43 1.3 Los riesgos en la escena mundial: construcción discursiva de las consecuencias perversas de la modernidad y materialización de las amenazas Para el desarrollo de este acápite es preciso señalar una serie de situaciones, escenas o cursos de acción que, en una época de modernidad reflexiva, conllevan riesgo y sacuden las políticas de contingencia nacionales e internacionales: la contaminación de los ríos derivada del vertido de los residuos químicos de las empresas mineras, papeleras, siderúrgicas, cementeras y, en menor escala, pero igual relevante, el narcotráfico; la contaminación del aire producido por monóxido de carbono liberado por los automóviles y tránsito pesado, los gases liberados por la industria, la quema de plantaciones e incendios forestales; la lluvia ácida que se extiende sobre las plantaciones agroindustriales y los bosques de los países industrializados, que se produce como efecto de los vertidos de gases contaminantes, etc. La conceptualización de la sociedad del riesgo nos lleva a reflexionar en un punto donde el riesgo es mundial, puesto que existen peligros fabricados y anticipados por los seres humanos que no se dejan sitiar en fronteras geográficas, temporales o sociales. Si bien existen, como ya hemos venido desarrollando, varios aspectos clave, las crisis ecológicas y sus múltiples consecuencias son de absoluta relevancia. La justificación de la importancia ecológica en el debate de la sociedad del riesgo se plantea desde hace pocos años entre posturas realistas y socioconstructivistas. Desde la primera, las consecuencias y peligros de la industrialización avanzada son producciones globales, y concibe el riesgo mundial como la forzosa socialización global de los peligros creados por el mismo hombre. Situación que refuerza el imperativo cosmopolita de la cooperación y las instituciones de orden internacional. Sin embargo, en opinión de U. Beck, las fundamentaciones realistas serían insostenibles debido a que representan una “conciencia colectiva sedimentada, fragmentada y mediada por los medios de comunicación” (2008:128). 44 Para la postura socioconstructivista, la sociedad del riesgo mundial no es el resultado de la globalización de los problemas, aquellos que son sustentados a través de estudios, y mediciones científicas y de las ciencias naturales. Vendría a ser, entonces, el resultado de “coaliciones discursivas transnacionales”, gigantes grupos de poder y actores mediáticos que colocan en la agenda pública la amenaza medioambiental global (op. cit.:129). A continuación, con el fin de mantener claridad en el desarrollo de la perspectiva de la sociedad del riesgo, reproducimos una tabla en relación con las posiciones teóricas y epistemológicas sobre el debate entre realismo y constructivismo. Tabla 3. Posiciones teóricas y epistemológicas realismo-constructivismo Epistemología Realismo estricto (ingenuo) Teoría Ecología humana Sociología del medio ambiente Modernización ecológica Teóricos Catton Dunlap Huber, Jänicke, Spaargaren y Mol Dickens, Burns y Dietz Realismo flexible (reflexivo) Teoría social verde Constructivismo flexible (realismo constructivista) Modernización reflexiva Beck, Giddens y Eder Teoría de la red de actores Teoría de la elección racional Teoría de la cultura autopoietica Teoría de sistemas de la gubernamentalidad Latour Esser y Douglas Luhmann Constructivismo estricto (ingenuo) 32 Ewald, Rose y Ericson Al hablar de los medios de comunicación es preciso también reconocer que estos desarrollan y cumplen un rol vital en el contexto del riesgo. Si bien son los generadores de opinión, para la gran mayoría de personas es la forma más próxima de saber sobre el cambio climático y diversas problemáticas. A propósito del tema investigado, los medios otorgan la posibilidad a las personas de enterarse sobre las transformaciones del consumo de drogas ilegales, pero 32 Beck, 2008:131. 45 este tema no está presente como debería, incluso muchas veces, como lo demuestran los estudios, el fenómeno del consumo de drogas es poco entendido o comprendido. Junto con la disminución en la percepción de riesgo, se ha normalizado la presencia del consumo y ha decrecido la información preventiva en los medios. Desde la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción advierten que esta “desaparición” es uno de los aspectos más peligrosos de la actual situación. Si no somos capaces de volver a concienciar a la sociedad de que el consumo de drogas puede tener consecuencias graves, nos encontraremos con problemas muy importantes en el futuro (Echeverría, 2006). La imagen decadente del abusador de drogas ilegales siempre tiene mayor cobertura que la imagen de los jóvenes construyendo alternativas frente al problema (Carvajal, 2010). Sin embargo, existen muchas más problemáticas, que no tendrán la misma relevancia pero que pertenecen al cotidiano desenvolvimiento e interrelación de los seres humanos. Entre estas figuran el riesgo que supone para uno mismo la circulación como conductor, pasajero o peatón por las autopistas; el peligro de accidentes o atentados terroristas realizando viajes en avión; la amenaza de envenenamiento derivado del consumo de comida manufacturada, enlatada o de productos de origen animal o vegetal contaminados; el riesgo de quedar desempleado como efecto de las continuas reestructuraciones empresariales que se acomodan a la demanda; los niveles de riesgo de nuestros fondos de pensión en relación con las pérdidas o ganancias de las inversiones que realizan las administradoras de estos fondos; las contingencias financieras de los mercados bursátiles y cambiarios; los riesgos de padecer efectos secundarios por el consumo de productos farmacéuticos o una intervención quirúrgica. A pesar del avance tecnológico y de producción en serie, persisten los peligros producto del mal funcionamiento técnico de automóviles, aviones, trenes, barcos, entre otros. Así como los riesgos de fracaso al introducir un nuevo producto de consumo de masas: automóviles, computadoras, celulares, perfumes, etcétera. 46 Todos estos riesgos, producidos en el escenario de la etapa inicial de industrialización, los hemos heredado y perfeccionado en la segunda modernidad. No hemos podido eliminar los riesgos, sino más bien, algunos han aparecido y otros se han ido transformando. De esta forma, el riesgo toma la escena mundial como un "constructo social histórico”, que es el discurso basado en la determinación de lo que en sociedad consideramos como fuera de lo normal e inseguro. “El riesgo es la ‘medida’, la determinación limitada del azar según la percepción social del riesgo, surge como el dispositivo de racionalización, de cuantificación del azar, de reducción de la indeterminación”, como lo señala J. Beriain, para referirse a la presencia de esta métrica en la modernidad reflexiva (1996:9). Estamos ante una expansión temporal de las opciones sin fin y una expansión correlativa de los riesgos que a diario nos habla en todos los ámbitos de existencia. A cambio, nos brinda más posibilidades de experiencia y acción que pueden ser actualizadas cotidianamente. Por otro lado, el concepto de riesgo se impone en las especialidades científicas más diversas y en las ciencias más variadas. En la ciencia económica ha ofrecido el tradicional tratamiento estadístico de los cálculos del riesgo, el cual persigue primordialmente una fundamentación del beneficio empresarial a través de la absorción de la incertidumbre. A las estadísticas se han añadido las aplicaciones de la teoría de la decisión y de los juegos, que se ocupan especialmente del grado de subjetivización oportuna de expectativas y preferencias. Como reacción a esto, los psicólogos sociales han establecido que los hombres no calculan como deberían hacerlo en el caso de atribuir más importancia al predicado “racional” empleado por la estadística. El ser humano no comete errores, afirman algunos entendidos, mientras que otros dirían que actuamos de manera conveniente según sea el contexto. Es así que se sabe que las amas de casa en los supermercados seleccionan y elijen los productos, haciendo un balance entre su reducido presupuesto, las necesidades de sus familias y el riesgo de no llegar a fin de mes; mientras que los niños de la calle 47 en Perú pueden calcular los riesgos de manera altamente exitosa, pero de modo muy distinto a los métodos impartidos en las universidades. Asimismo, en roles como el de la dirección de las organizaciones, donde la racionalidad, precaución y responsabilidad frente a los riesgos son requerimientos clave, estos no pueden ser cuantificados como en otros casos. Es por este motivo que hoy se constata la necesidad de efectuar una corrección importante en el interior de este modelo cuantitativo de cálculo de riesgo, guiado por expectativas subjetivas de beneficio. N. Luhmann define esta corrección con la expresión el umbral de catástrofe, a partir de este, sólo se aceptan los resultados de semejante cálculo, cuando no se traspasa el umbral más allá del cual el infortunio se experimenta como catástrofe (Beriain, 1996: 125). Las economías de subsistencia, como la del sector agrario, son en gran medida proclives al riesgo. Los medios de comunicación siempre nos muestran las historias de familias enteras que trabajan en la selva peruana cultivando hoja de coca (usualmente no la procesan). El trasfondo de estas noticias señala que los agricultores utilizan este cultivo como una caja chica, ya que sobre sus cultivos legales siempre recae la amenaza por pérdidas de cosecha, dificultades de vías de comunicación para sacar sus productos u obtener un buen precio en el mercado. Es obvio que todos estos riesgos tienen relación directa con el hambre y la pobreza extrema. La hoja de coca sería entonces el candado que asegura relativamente la subsistencia, a pesar de la forma de ilegalidad que practican, lo cual acarrea otros riesgos. La sociología, que también ha fijado su atención en el problema del riesgo, tras el debilitamiento de los prejuicios anticapitalistas, encuentra “una nueva oportunidad para completar con un nuevo contenido su viejo rol, el de alarmar a la sociedad” (op. cit.). Sin embargo, Luhmann hace este irónico llamado a la reflexión en el sentido de que la sociología no debería observar a la sociedad 48 desde fuera, ya que opera en su interior. Al entregarnos a temas de máxima actualidad, como es el caso del consumo de drogas ilegales, debemos dejar muy en claro cuál es el objeto de la realidad que abordaremos, observando las operaciones sociales y las estructuras que permiten estas operaciones; de no hacerlo, carecería de sentido realizar la investigación. De esta forma, tendremos suficientes razones para ocuparnos de la acotación del ámbito objetivo perteneciente a la investigación de las experiencias del riesgo, las de consumo de drogas ilegales y los horizontes de expectativa en las trayectorias biográficas de los jóvenes entrevistados. Ante lo expuesto en el presente acápite, la modernidad plantea una relación de control, que a su vez crearía novedosas situaciones y discursos de riesgo social que anteriormente no existían. Esto nos lleva a reflexionar sobre nuevas formas dinámicas de interrelación, tratando de superar el marco de entendimiento de lo que fuera concebido como una relación estática de la naturaleza sobre el hombre. 1.4 La liberalización de las formas sociales: clases, instituciones zombis e individualización Vidas narradas y narraciones vividas es el título de la obertura de uno de los importantes textos de Z. Bauman, La sociedad individualizada (2001). Texto que nos presenta una función sociológica que no “corrige” las historias que contamos sobre nuestras vidas, sino que permite mostrar que existen otros modos de contarlas. Nos permite apreciar y analizar las numerosas dependencias a las que los individuos están sujetos –entre ellas las drogas ilegales–, que son escasamente observables desde el punto de vista de la experiencia personal generalizada. Bajo esas circunstancias, la sociología también permite relacionar las acciones y decisiones individuales con los orígenes más profundos de sus problemas y temores. 49 Ante la afectación de estos problemas y temores, ¿es posible que pensemos en un destino social de clase? ¿Se nace con un destino orientado hacia algún extremo? Tradicionalmente se pensaba que uno quedaba fijado a ella al nacer, que se acarreaba desde la juventud hasta la vejez. Todos los estamentos de la vida se veían influenciados por la clase, tales como el lugar y el rol laboral, la alimentación, vivienda, amistades y relaciones sentimentales, colegas de trabajo, afinidades políticas y religiosas y, cuando era imprescindible, contra quién se protestaba. Este marco es válido hasta los años 50 del siglo pasado, pero ya no lo es para el desarrollo posterior hasta el presente. Es la etapa cuando empieza a resquebrajarse la compleja unidad de una “‘comunidad mediada por el mercado’ y acuñada estamentalmente, y que Max Weber resumió en el concepto de ‘clases sociales’” (En Beck, 1998:112). Elementos como la situación material mediada a través de oportunidades específicas del mercado, la vigencia de las tradiciones, estilos de vida, la conciencia de vida comunitaria y de redes de contacto, etc., se disuelven, se transforman, hasta quedar irreconocibles por las crecientes dependencias de conocimiento y educación. Es el carácter casi impositivo de las oportunidades para la movilidad y la extensión de las relaciones de competencia. Sin embargo, en la actualidad, en las sociedades avanzadas, la estructura de la desigualdad social presenta todos los atributos de una sorprendente estabilidad. A pesar de todas las transformaciones y cambios, en tecnología y economía, pese a todas las reformas generadas en las últimas décadas del siglo pasado, las relaciones de desigualdad entre los grandes grupos de la sociedad, en esencia, no han cambiado. En el mismo espacio de tiempo se han suavizado socialmente las cuestiones relativas a la desigualdad. De las protestas que se han producido –salvo ciertas excepciones– poco conocemos de sus propuestas 50 y de los resultados obtenidos, por ejemplo, de los indignados españoles o los Occupy Wall Street.33 Sin que la estratificación social tradicional haya perdido vigencia34 –estamos de acuerdo con Weber en que la clase se construye sobre tres dimensiones paralelas: económica, la política y la social –, presenciamos el surgimiento de categorías que nos presentan una novedosa caracterización de los sujetos en la estructura social.35 Sin embargo, el riesgo no respeta la idea tradicional de clase social, de nuevas categorías, de nacionalidad, de género o etnia. Por el contrario, sí afecta de manera más directa a los países, comunidades o agentes con menos recursos, pero termina por ser también una amenaza que tiene el perverso sistema de igualar a todos sin atender a las economías, la ubicación burocrática, niveles culturales, estatus, etc., ya sea directa o indirectamente. El riesgo se traslada, ubicándose en el espacio que más amenaza represente.36 Las situaciones de amenaza global surgen así, para equiparar la dinámica social y política de conflicto que estas contienen; riesgos e inseguridades sociales, biográficas y culturales que en la modernidad avanzada han recortado y transformado la estructura social interior de la sociedad industrial. Además de las clases sociales, se han transformado las formas familiares, las situaciones sexuales, el matrimonio, la paternidad, la profesión. Somos testigos de este 33 Es como el contrasentido de un viejo refrán: se dice el santo pero no los milagros. Teniendo en claro que U. Beck ha sido atacado por los defensores de la “clase”, que lo señalan de haber “declarado la muerte de la clase”. A lo que este señala como fracaso por parte de esos defensores, al no poder reconocer la transformación y radicalización de las desigualdades sociales en un mundo globalizado. Es posible seguir estas críticas y respuestas en: Atkinson, W. (2007). Beck, Individualization and the Death of Class, British Journal of Sociology 58(3): 349–366. También en: Beck, U. (2007). Beyond class and nation: reframing social inequalities in a globalizing world. British Journal of Sociology 58(4) 679705. 35 Robert Reich indica que las personas que actualmente participan de manera activa en la economía se las puede dividir en cuatro amplias categorías o clases: los manipuladores del símbolo, aquellos que inventan ideas y maneras de hacerlas deseables y vendibles; los que participan en la reproducción del trabajo, los educadores o diversos funcionarios del estado de bienestar; las personas empleadas en servicios personales, como los vendedores de productos; y, finalmente, la clase a la que pertenecen las personas que en el último siglo y medio formaban el sustrato del movimiento obrero, aquellos atados a la cadena de montaje o, en los lugares más avanzados, a las redes informáticas y a los artefactos automatizados (Bauman, 2001a:39). 36 Como en el caso del último atentado terrorista en la maratón de Boston (15 de abril del 2013). Dos ciudadanos de origen ruso hicieron explotar dos bombas caseras, asesinando y mutilando a varias decenas de personas en las calles de esa ciudad estadounidense. 34 51 cambio social dentro de la modernidad, en cuyo transcurso los seres humanos son liberados de las formas sociales de la sociedad industrial, lo que deja como resultado situaciones familiares disruptivas, orientaciones sexuales diversas (heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, etc.), la ampliación de los parámetros tradicionales del matrimonio, las familias constituidas por padre-padre e hijos o madre-madre e hijos, entre muchos más resultados. Este contexto nos sirve para abordar el tema de las instituciones zombis, tal como lo plantean U. Beck y Z. Bauman, este último, incluso, retoma este asunto para profundizar en el estudio de la individualización. Se trata entonces de instituciones que están muertas y todavía vivas, son las que a pesar de su escasa presencia siguen vigentes, dos buenos e ilustrativos ejemplos de este nuevo fenómeno son la familia y el vecindario. Es frecuente que a la pregunta por el futuro de la familia se parta de supuestos falsos para responderla, pues se coloca frente a frente a la forma conocida de la familia nuclear y tradicional con algún estado difuso o perverso de carencia familiar. En ese caso, es correcto pensar que lo más probable no es que un tipo de familia elimine al otro, sino que surjan y existan al mismo tiempo un gran número de formas familiares. Es más, las formas extrafamiliares de convivencia también deberían figurar en esta transformación, así muchas de ellas caracterizadas como convivencia prematrimonial, las paternidades y maternidades con uno o dos divorcios de por medio, las paternidades o maternidades sin divorcio de por medio, etc., serían integradas como diversas fases en una vida familiar dentro de esta segunda modernidad. La pluralización de las formas de vida como consecuencia de procesos de modernización es vivida y atacada por muchos como una amenaza de los valores culturales, de la ética y de las bases de la vida del mundo moderno. Sin embargo, alejados del apoyo o de la crítica, debemos reconocer su existencia, la cual desde hace mucho tiempo se calla o se habla en voz muy baja. Para muchos, “el abandono del matrimonio y de la familia les parece un 52 individualismo exacerbado contra el que hay que actuar política e institucionalmente mediante las medidas adecuadas para proteger la familia” (Beck, 1998:156). Ante la mayor reflexividad del individuo, es sumamente difícil pensar en políticas efectivas para contrarrestar lo que cae por propio peso. En relación con el individuo, la mayor diferenciación de las personas (comportamientos, experiencias y caracteres) no es sencillamente algo dado por la naturaleza, tampoco se trata del aislamiento de los individuos, del que a veces se habla. La individualización se trata de una cuestión macrosocial, en el sentido institucional, de aislamiento en el espacio comunitario, de cambio del vecindario o de transformación del barrio. Son relaciones que se construyen de manera distinta, que se han trasladado a las pantallas de las PC, laptops, tablets y celulares que sirven de soporte a una gran variedad de redes sociales o comunidades virtuales. Lo que se ha incrementado en gran medida es “la separación y la diferenciación de las personas en sus relaciones mutuas” (Elias, 1990:144) como un ajuste y adaptación al contexto, a las instituciones. El individuo, ciertamente, rompe los lazos tradicionales, las formas de las relaciones mutuas y las de protección, pero a cambio se ajusta a las constricciones del mercado de trabajo y del consumo, así como se va definiendo de acuerdo con las estandarizaciones y controles implícitos – escasamente visibles sería la condición exacta– que implican esas constricciones (Beck, 1998:167). A esta situación se le suma una característica actualmente muy visible: la conectividad permanente, esta “permite que el trabajo se filtre en el hogar y en las redes de amistades, también es posible que la comunicación personal penetre los límites formales del trabajo” (Castells, 2006:135). En la actualidad conocemos una variante de la liberalización que deja hombres y mujeres alejados (no desvinculados) del designio divino, individuos que no son irracionales, pero que “por muy diligentemente que examinen su 53 experiencia vital difícilmente encontrarán una estrategia que les pueda ayudar a cambiar a favor suyo las reglas del juego” (Bauman, 2001a:21). Los individuos no podrán cambiar las reglas, sin embargo, sí existe una reciprocidad en juego: en tanto la sociedad va configurando la individualidad de sus miembros, estos van formando la sociedad a partir de sus acciones. En ese mismo tiempo continúan desplegando estrategias viables dentro de la red de sus dependencias, las que están siendo socialmente tejidas. Y es que la posibilidad de una mayor individualización es un aspecto que alude a una transformación social ajena al control de los agentes. Para finalizar el presente acápite y el primer capítulo de la tesis, consideremos que tanto U. Beck, como Z. Bauman y Anthony Giddens, hacen hincapié en que la individualización sería mal interpretada si se considera como un proceso que se deriva de una elección consciente o, de preferencia, por parte del individuo. La idea fundamental es que la individualización en realidad se impone al individuo a través de las instituciones modernas (Beck, 2007:681). 54 II. La Sociedad del riesgo y las drogas ilegales en el contexto regional y nacional Se intuye que el dar más riesgos a aquellos que soportan mayores riesgos sabe a una injusticia elemental. (Mary Douglas)37 El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. Si bebe, tendrá accidentes. Si come, tendrá colesterol. Si habla, tendrá desempleo. Si camina, tendrá violencia (…) (E. Galeano)38 Uno de los efectos más evidentes de la época en la que vivimos es la equiparidad de los riesgos. El Perú ya no está lejos, no es más una porción territorial aparte ni distante, ahora es un espacio donde se comparten y se reparten los riesgos globales. En el texto seminal de U. Beck, La sociedad del riesgo, el siguiente segmento de su prefacio describe concisamente la idea de equiparar los riesgos: “Ha llegado el final de los otros, el final de todas nuestras posibilidades de distanciamiento” (1998:11). En la década de los 80, precisamente en 1986, Beck escribía esas líneas pensando en los “otros”, en los judíos, negros, mujeres, comunistas, etc. Hoy en día, luego de un cuarto de siglo, esos “otros” adquieren vigencia y nos incluye. Es así como se va imponiendo en todos los países del planeta esta visión mundializada pero que, en voces menos optimistas, “intenta reducir la política a 37 38 Douglas, 1986:32. Galeano, 1993:154. 55 la ética, con el afán de convertir a cada agente social en un pequeño empresario de su propia vida, responsable de su éxito, pero también de su fracaso, de su miseria económica, cultural y simbólica” (Bourdieu & Wacquant, 2005:8). Somos conscientes de que tanto los riesgos como las riquezas son objeto de repartos, sin embargo, en la región y específicamente en el Perú se trata de bienes y repartos (disputas) completamente diferentes. Estos podrían asegurar más éxitos que fracasos sólo para algunos. En la sociedad del riesgo, las desigualdades y el reparto de los riesgos siguen el esquema de clases pero a la inversa: “las riquezas se acumulan arriba, los riesgos abajo”, esto nos permite afirmar que los riesgos no disuelven la sociedad de clases sino que la fortalecen. Además, producen nuevas desigualdades internacionales entre las sociedades no occidentales (Tercer Mundo) y los Estados industrializados (Beck, 1998:41). Asimismo, la relación entre riesgos y clases es más directa, de tal manera que la distribución del riesgo refleja sólo la distribución vigente de poder y la posición social: “Cuando se puede evitar realizar un daño mayor a una población numerosa trasladando una industria peligrosa a un área escasamente poblada se plantean cuestiones éticas fundamentales” (Douglas, 1986: 32). La historia peruana, y en general latinoamericana, está compuesta por escenas donde esos cuestionamientos éticos se desvanecen detrás de intereses de diversa índole. Es una historia que “parece sumergida en un tiempo macondiano, detenido por efectos de la manera recurrente en que las imágenes sobre el tráfico de drogas y el conflicto armado invaden nuestra cotidianidad” (Maya, 2001:192). Es la reiteración de la puesta en escena de uno de los riesgos relevantes en esta región y sus variantes: el narcotráfico, el narco Estado, la violencia amenazante, etc. Es uno de los riesgos que penetra y habita en las salas de nuestras casas y, en tanto la globalización, en las casas de los habitantes de cualquier parte del mundo. Se crea entonces una nefasta identificación de los ciudadanos latinos con las figuras del narcotráfico, el 56 narcotraficante y las drogas ilegales. De esta manera damos paso al desarrollo del segundo capítulo de la tesis, donde se presenta el concepto de la sociedad del riesgo en relación con las drogas ilegales en el contexto regional y nacional. De esta forma ponemos al alcance del lector un contraste entre información producida en el ámbito académico, institucional y gubernamental. Se trata de presentar información veraz y rigurosa, enfocándonos en el fenómeno de las drogas como uno de los peligros que afecta tanto al Perú como a Latinoamérica y al mundo entero, considerando para ello una breve introducción a la problemática en el contexto regional. Luego, abordamos el tema bajo la categoría de problemática social, indagando la normatividad y los alcances de este fenómeno, concentrándonos en el Perú a través de la estrategia peruana de lucha contra las drogas. Abordamos también las formas comunitarias de rehabilitación, analizando luego la nueva reglamentación sobre los centros de rehabilitación para adictos a las drogas en el Perú. Desarrollamos algunos puntos relevantes sobre la política de Reducción de Daños en el ámbito global y regional, reflexionando sobre las posibilidades de ésta en el Perú. Finalizamos el capítulo con el caso de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha de las Drogas de Ventanilla. 2.1 Las drogas ilegales,39 uno de los riesgos El hecho de compartir riesgos, en opinión de U. Beck, también puede convertirse en una poderosa base de comunidad, que considere aspectos no territoriales y, a la vez, los territoriales. Hasta ahora el riesgo se ha contemplado como un fenómeno puramente negativo que hay que evitar o minimizar, pero también puede considerarse simultáneamente como un fenómeno positivo cuando implica compartir riesgos sin fronteras, donde las comunidades y 39 En el lenguaje cotidiano el concepto de drogas ilegales suele responder más a estereotipos o ideas desprovistas de contenido científico. Para un estudio serio sobre este problema, debemos precisar lo que entendemos por drogas ilegales a través de la definición de la OMS. “Sustancia psicoactiva cuya producción, venta o consumo están prohibidos. En sentido estricto, la droga en sí no es ilegal, lo son su producción, su venta o su consumo en determinadas circunstancias en una determinada jurisdicción. El término más exacto “mercado de drogas ilegales” hace referencia a la producción, distribución y venta de cualquier droga o medicamento fuera de los canales legalmente permitidos” (OMS, 1994:34). 57 campesinos cocaleros del Chapare, en Bolivia, o del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM), en Perú, pueden construirse y reconstruirse como comunidades de riesgo pero integradas. Compartir riesgos implica la asunción de responsabilidades, lo que a su vez supone convenciones y fronteras, lo que podría verse como contradictorio pero necesario debido al carácter multilateral del problema global de las drogas. Las políticas que se erigen desde un sólo frente, unilateralmente, hasta hoy las más comunes, “están condenadas al fracaso” (Toro, 1993:394). Las políticas de las drogas ilegales están circunscritas, en el contexto global, a determinados acuerdos y tratados para controlar la producción y limitar su uso. En estos se establece que el control de la producción y el procesamiento resultan de vital importancia para combatir el consumo, lo que fija compromisos entre la comunidad internacional. Si bien en este acápite nos dedicamos a analizar la situación latinoamericana en relación con las drogas, es inevitable que consideremos el fenómeno en términos globales y regionales. Uno de los puntos a destacar es el de la política externa de Estados Unidos de Norteamérica, donde los 3 últimos presidentes de esa nación han ubicado las acciones del narcotráfico dentro del conflicto colombiano, la lucha narcoterrorista peruana y la negación boliviana a la interdicción. Esto es evaluado a través de sus efectos para la seguridad de Estados Unidos en un lugar de alta visibilidad pública, así han mostrado que, junto con países como México, son capaces de aplicar la mano dura en la “guerra contra las drogas” (Tokatlian, 2001:209), intentando fijar unas políticas de Estado frente a los tres países citados para que disminuyan las voces de quienes ven en el trato a estos como una intromisión a su soberanía.40 R. Pardo nos recuerda que ya pasaron más de 100 años desde que el 9 de marzo de 1909 se realizó el primer hito o límite en relación con las políticas 40 “(…) se argumenta que las condiciones que impone el gobierno norteamericano para otorgar su colaboración constituyen injerencias intolerables en los asuntos internos de los países productores, las cuales, además, no se justifican dada la reducida contribución que presta para resolver las causas económicas y sociales de la producción de coca y cocaína” (Cotler, 1999:12-13). 58 sobre las drogas: la Conferencia de Shangai Contra el Opio (En Tokatlian, 2010). Se demarcó y declaró ilegal la producción, posesión, tráfico y consumo de sustancias derivadas de la amapola, lo que dio inicio a la historia de la legislación para el control de las drogas en los Estados Unidos, lo cual generó un efecto en cadena hacia las demás naciones del mundo,41 y Perú o Latinoamérica tampoco fueron la excepción. En Latinoamérica, sobre todo en los países con mayor presencia de producción y tráfico, se han plegado a estas acciones, como el caso de México, que desde el mes de diciembre del año 2006 inició la guerra contra el narco, hasta el mes abril de 2011, la cifra de muertos por esta guerra había llegado a 40 mil personas, incluyendo niños y civiles inocentes (“40 mil…”, 2012). En el cono sur esta problemática tiene sus especiales características, gran parte de la droga ilegal que circula a nivel mundial se produce allí. A partir de los años 80 se comenzó a sembrar coca en Colombia para sustituir la producción de Bolivia y Perú. Como en el caso del cartel de Medellín, “una misma organización se hacía cargo de todo el proceso, desde el cultivo y el procesamiento hasta el contrabando a EEUU” (Escalante, 2009:88). Vale señalar que en la actualidad la producción de drogas ilegales sigue teniendo un lugar importante en estos tres países andinos, siendo responsables de cerca del 100% de la producción mundial de hoja de coca. En el año 2010, se llegó a cultivar hoja de coca en 149,100 hectáreas, frente a las 221,300 hectáreas que se cultivaban en el año 2000.42 Esta disminución de hectáreas cultivadas, lo cual paradójicamente no corresponde a las cifras de producción de drogas cocaínicas, tendría su explicación en tres situaciones: primero, el desplazamiento geográfico de las 41 Cabe indicar que “el control legislativo de las drogas peligrosas comenzó a principios del siglo XIX (…) se aprobó una legislación para impedir el envenenamiento agudo por sustancias que podían ser adquiridas en total ignorancia de su potencial mortífero o que podían estar al alcance de quienes pretendieran suicidarse. En 1868, la Gran Bretaña aprobó leyes farmacéuticas para regular la compra de sustancias peligrosas (…)” (op. cit.: 68). 42 Desde el 2007, la producción de cocaína ha mostrado una ligera tendencia a la baja, debido principalmente a la disminución de la producción en Colombia (UNODC, 2011). Sin embargo, otras drogas entran en el escenario, tales como las sintéticas. 59 áreas de cultivo, es decir, de Colombia hacia Bolivia y Perú. Situación que nos lleva al segundo punto, ya que en el hábitat natural de la planta los promedios de producción por hectárea llegan a 2,2 toneladas métricas en Perú, frente a las 1,36 en Colombia (“Rendimiento…”, 2006). Tercero, en el mejoramiento de la hoja cultivada. Puede decirse que “una de las cualidades de la hoja de coca del Huallaga (Perú) es su rendimiento. Los ‘cocineros’ emplean menor cantidad de hoja para producir un kilo de clorhidrato de cocaína.” (Mella, 2012) Si nos enfocamos a las problemáticas relacionadas con el narcotráfico, en Colombia, principal referente en el ámbito latinoamericano, la violencia generada es uno de los temas de reflexión obligatoria. Los medios de comunicación de ese país han generalizado las categorías cultura de la violencia y cultura de la muerte, haciéndolas inherentes a la personalidad tanto individual como colectiva. Para entender mejor la evolución del proceso, es preciso remontarse a las primeras décadas del siglo XX, año en los que el proyecto político de Colombia incluía un conjunto de valores y prácticas sociales que llegaron a convertirse en un programa de acción (Salazar & Jaramillo, 1992). Citando el caso de la región antioqueña, en Colombia, estas acciones permitieron a la clase dirigente ganar legitimidad en esa sociedad, además de funcionar con mucha eficiencia, pero al tratarse de un modelo que excluía a aquellos considerados fuera de la sociedad ideal (vagos, prostitutas, hijos naturales, etc.), permitía el surgimiento de ciudades paralelas. Estas surgen como barreras que se colocan para asegurar una vida sin peligros. De un lado de la barrera, la sociedad ideal, del otro lado, ese Medellín informal que crecía cada día y que vio nacer a uno de los más grandes narcotraficantes de la historia: Pablo Escobar Gaviria. En la actualidad, algunos entendidos opinan que lo que viven países como Colombia o México, no es una guerra contra el narcotráfico, sino una guerra de pandillas, denominada también como Turf War (Suárez, 2010). Esta nace como respuesta de las múltiples presiones de los gobiernos para acabar con este 60 problema. Este escenario obliga a replantearse muchas de las hipótesis iniciales en relación con esta y toda la problemática derivada, tomando en cuenta que un problema social se referiría a un “fenómeno social o una condición social que es percibido como una potencial o directa amenaza al orden social” (Jamrozik & Nocella, 1998:18). Es preciso señalar que no todos los problemas sociales pueden ser vistos universalmente como tales, por el contrario, el caso específico del consumo de drogas ilegales sí lo es, ya que entre el año 1998 y 2008 creció a nivel global en 20,85 millones de consumidores43 (Comisión Global de Políticas de Drogas, 2011:4). En Latinoamérica, más allá que el consumo se ha elevado según el reporte del 2005 y el 2007, lo que preocupa es el hecho del aumento del consumo de drogas del grupo del éxtasis originarias de Europa occidental y central, sobre todo entre los jóvenes de mayor capacidad adquisitiva de las ciudades (UNODC, 2009:144). Con esta evidencia podemos afirmar que todo el espectro de las drogas, el cual incluye el consumo de drogas por parte de la población juvenil, es percibido no sólo como un riesgo sino como un peligro para la sociedad. Tal es el caso de México que, según la medición del 2011 en el Distrito Federal, reportó que la prevalencia total del consumo de drogas ilegales, como la marihuana, inhalantes y cocaína, fue del 21,5%. Cifra estadísticamente mayor a la del 2006, de 17,8%, y a la del 2003 de un 15,2% (Villatoro et al., 2009; 2011). Según datos de la CEPAL, el consumo de drogas ilegales afecta principalmente a “la población juvenil y a los varones más que a las más mujeres (…) el alcohol y el tabaco, seguidos por la marihuana, son las drogas de inicio más frecuentes de los pacientes atendidos en centros de tratamiento; pero las drogas ilícitas de mayor impacto en la salud son la cocaína, la pasta base y el crack” (Arriagada & Hopenhayn, 2000: 5-6). En los años 2006 y 2007, la ONUDD y la Comisión Interamericana para el 43 Las drogas consideradas para este estudio fueron opiáceos, cocaína y cannabis. 61 Control del Abuso de Drogas (CICAD), realizaron en seis países de América del Sur encuestas comparativas entre la población en general. Según esas encuestas, los niveles más altos de consumo correspondían a Chile, seguido por Argentina, Uruguay y Bolivia, se notificaron niveles muy inferiores en el Perú y el Ecuador (UNODC, 2009). Estos niveles inferiores no significan que estamos frente a una problemática social irrelevante, las últimas investigaciones realizadas demuestran que los adolescentes y jóvenes inician el consumo de algún tipo de droga ilícita a más temprana edad (Arriagada & Hopenhayn 2000, Bahr et al.1998, Laraña 1986). Es preciso señalar que esto empieza con las llamadas drogas sociales, pasando luego al consumo de las drogas ilegales, así se percibe la presencia de varios factores de riesgo: “bajo apego escolar, tener amigos o familiares consumidores de alguna droga o alguna situación estresante y es aquí cuando tienen la mayor curiosidad por experimentar” (Bolaños et al., 2008:2). Esto demuestra que las políticas restrictivas y de guerra contra el tráfico, comercio y consumo de las drogas ilegales han ocasionado paradójicamente, en muchas partes del mundo, el aumento del precio de estas y su consecuente ubicación en segmentos altos de la población. Además, la persona que “es drogadicto y encuentra que las drogas han subido de precio” se exige un gasto adicional que no tiene. Las drogas se caracterizan por tener una demanda inelástica, “ya que no puede dejar de consumir drogas, las comprará a cualquier precio” (García, 2003). Como resultado de la suma de estos y otros problemas, de la política prohibicionista, de los factores asociados, etc., el consumo de drogas ilegales se considera como una problemática social y un estigma. Esta afirmación se hace sobre la base de los hallazgos que indican que las drogas utilizadas, en su mayoría, son “peligrosas”: marihuana, anfetaminas, barbitúricos, LSD y cristal (Blumer, 2000:88). Las discusiones sobre el consumo de drogas y cómo hacer que los jóvenes sean conscientes de los riesgos es también una labor que lleva 62 varias décadas. No sólo se basan en la exhortación moral o la educación abstracta, sino que se esfuerzan por llevar, a través de un análisis y exposición de la propia experiencia, la difusión de los peligros que entraña su uso. Los Estados desarrollan “un discurso de protección, inserción e integración de los jóvenes a la sociedad moderna, desarrollando múltiples iniciativas institucionales (programas de asistencia infanto-juveniles, programas de capacitación y empleo, programas de prevención de alcohol y drogas, etc.)” (Sandoval, 1997:4). En el caso del consumo de marihuana, el estigma incluso posee un sustento en las legislaciones vigentes, las cuales varían sustancialmente dependiendo del país y del tipo de gobierno. En ese sentido, en Argentina, México, Colombia, Perú, etc., es legal poseer una dosis personal pero surge la paradoja: la compra, así sea para el consumo personal, y la comercialización siguen siendo penalizadas. Por tanto el sujeto consumidor, no obstante las leyes se lo permiten, es aún visto como un criminal. De esta manera hemos procurado brindarle profundidad, pero sobre todo concisión, al tema de las drogas ilegales como un riesgo y amenaza en el ámbito regional latinoamericano, para una mejor comprensión del fenómeno. En el siguiente acápite nos concentraremos en esta problemática en el ámbito peruano. 2.2 Las drogas ilegales en el Perú y la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas En el ámbito peruano, parte de la problemática de las drogas ilegales se remonta a mediados del siglo pasado.44 Según Paul Gootenberg, antes de que escuchásemos hablar de narcotraficantes colombianos, una clase de traficantes 44 “Lo más importante fue, en el caso específico de la cocaína, el hecho de que antes de la Segunda Guerra no era una droga ilegal. Fue una condición jurídica y política ambigua, porque a principios del siglo XX empezó una campaña internacional para hacer ilegal y criminal la cocaína, que era usada como medicina como anestésico. También tenía uso legal la hoja de coca en la Coca Cola” (“El nacimiento de los cárteles…”, 2004). 63 de cocaína a nivel internacional había nacido. Esto sucede entre los años 1947 y 1964, y estaban dirigidos por ciudadanos peruanos, bolivianos, cubanos, chilenos, mexicanos, brasileños y argentinos. Estos delincuentes fueron perseguidos por agentes antidrogas de Estados Unidos de Norteamérica, nación pionera en perseguir el negocio ilícito del tráfico de cocaína. Vale recordar que la cocaína fue, durante un corto tiempo, un medicamento cuya producción en pequeña escala se mantuvo como legal en los Andes, específicamente hasta la década de 1940 (Gootenberg, 2004). En la década de 1950, la cocaína viajaba fuera de Perú y Bolivia a través de contrabandistas en pequeñas cantidades. A partir de 1960, el flujo fue en aumento, pasando a contrabandear cientos de kilos anuales, lo cual involucró a miles de productores de coca en los Andes orientales, lo que dio origen a los primeros laboratorios de PBC. Paralelamente se fueron perfeccionando las cadenas de expertos en la exportación, de una diáspora de comercio al por menor y de consumo en Nueva York y Miami. De esta forma se va configurando todo un sistema que, a pesar del inicio de un régimen global de prohibiciones, permite a la cocaína instaurarse en casi todas las sociedades a nivel mundial, incluida la peruana. En el Perú se han realizado diferentes investigaciones y estudios epidemiológicos para tratar de conocer las variaciones del consumo de drogas ilegales a lo largo de las últimas décadas45. A partir de estos resultados “puede afirmarse que el consumo de drogas ha seguido en términos generales el patrón observado en otros países, donde se ha limitado a grupos minoritarios durante mucho tiempo y, luego, con una expansión explosiva desde fines de la década de 1960” (Castro de la Mata, 2005:130). El auge internacional que tuvo la cocaína, entre las décadas de 1970 y 1980, ha tenido su contraparte interna de desarrollo y también de pugnas. La emergencia 45 Tanto el Estado peruano como organismo no gubernamentales se han encargado de dichos estudios. Tal es el caso de la ONG CEDRO, organización que ha llevado a cabo una serie de estudios sobre la epidemiología del consumo de drogas en hogares, comenzando desde el año 1986. 64 de otras drogas ilegales, sus vínculos y cadenas causales “seguramente están mezclados y tienen estrecha relación con la delimitación de la nueva esfera ilícita de la cocaína en el ámbito trasnacional” (Gootenberg, 2003:27). Este alto flujo, décadas después, no impidió la aparición y uso de otro tipo de drogas. Por consiguiente, la CAN y la Unión Europea, en septiembre del 2006, concretan los temas básicos para el Convenio ALA/2005/17652, el cual daría paso al proyecto “Apoyo a la Comunidad Andina en el área de drogas sintéticas”. La idea era generar en estos países el saber o los saberes respecto a las drogas sintéticas, mediante el intercambio de información y experiencias acumuladas en Europa. Es importante señalar la falta de interés por parte de los países miembros de la CAN, pues eran otras las drogas de mayor prevalencia y problemática en cada uno de estos países. Algunas noticias periodísticas contribuyeron con la labor de convencimiento, al poner en alerta a las autoridades frente a evidencias de que era posible la producción y comercialización de drogas sintéticas en la región. En el caso del Perú, contribuyó a ese convencimiento la noticia aparecida en el diario Correo, de Lima, el 10 de noviembre del 2007, en la que informaban sobre una intervención policial en la que se encontró un laboratorio de metanfetamina en el acomodado distrito de La Molina. Se decomisó ácido fosfórico, yodo, hidróxido de sodio, bencina, ácido clorhídrico y 99,000 tabletas antigripales, que contenían pseudoefedrina, el precursor químico de la metanfetamina. Sustancias que habrían sido suficientes para la producción de siete a ocho kilogramos de esta droga, la cual iba a ser enviada a Norteamérica y Europa (CAN, 2010:9-10). En la ciudad de Lima, drogas ilegales como la pasta básica de cocaína y la marihuana no sólo se venden en lugares donde la vigilancia policial es menor, esto es, en los barrios marginales y zonas empobrecidas; sino que también se registra la venta de estas y otras drogas, como la cocaína y las drogas sintéticas, en las zonas más elegantes y exclusivas de la ciudad. Estos lugares 65 no están concentrados en una zona específica, sino dispersos por toda la urbe, adoptando diversas modalidades, siendo las más conocidas “la venta callejera, el delivery o venta por teléfono, a través de un dealer o vendedor, la utilización de niños o niñas, mujeres embarazadas y otras mujeres (burriers o ‘mulas’) para el tráfico nacional e internacional” (Castro de la Mata: 2005:142). Un tema de estrecha relación con las drogas ilegales en Perú es el referido a las políticas y prácticas de tratamiento a las adicciones, las cuales también están alineadas con la comunidad internacional. Se han suscrito últimamente diversos acuerdos entre el Estado, representado por Devida,46 y diferentes organismos civiles cuya actividad gira en torno a la terapia y rehabilitación de adictos (“FAD…”, 2012). Existen desde clínicas de tratamiento especializado hasta centros de rehabilitación que se autodefinen como “modalidad de tratamiento residencial, para la rehabilitación de ciertos perfiles de adictos (…) hay diversos tipos de comunidades terapéuticas, ajustadas a sus respectivos modelos culturales y sociales” (“Federación…”, 2012). Algunos centros apelan en gran medida a factores de cambio determinados por cierta orientación religiosa o espiritual. Hasta la década pasada, la mayoría de los centros de terapia se veían expuestos a la denuncia de los “pacientes” que eran internados en contra de su voluntad, en este contexto, las acusaciones por secuestro y contra la integridad personal eran las más recurrentes pero en la actualidad existen figuras legales que les permiten a los centros actuar bajo el amparo de la ley.47 Asimismo, vale la pena mencionar también que la situación precaria de muchos de estos centros es evidente, él caso más recordado es el 46 “La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), es un organismo público descentralizado adscrito al sector de la Presidencia del Consejo de Ministros y constituye un Pliego Presupuestal, encargado de diseñar y conducir la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas y constituirse en la contraparte nacional para todos los fondos de Cooperación Internacional destinados a la Lucha contra las Drogas…” (Devida, 2012). 47 En el reglamento de la Ley 29765, es su Artículo 20º, sobre la Admisión e internamiento, señala que: “La admisión e internamiento de los usuarios se efectuará: 1. A solicitud de la persona, previo consentimiento informado. 2. A solicitud del tutor, en caso de menor de edad. 3. A solicitud del curador, en caso de interdicto. 4. Por mandato judicial.” 66 que ocurrió el 28 de enero del 2012, cuando murieron 28 personas a causa de un incendio en un centro de rehabilitación en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho.48 En el otro frente, en el Perú también existen activistas sociales a favor del consumo legal de drogas. Se trata de los activistas cannábicos de Legaliza Perú, quienes se definen como una respuesta social al vacío legal existente entre la posesión no punible de drogas –art. 299 del Código Penal–49 y la adquisición ilegal de estas, dentro de un marco de respeto a las libertades individuales y el estado de derecho. Esta es una plataforma ciudadana que desarrolla activismo a favor de políticas de drogas más eficaces y justas. A la luz de otros movimientos sociales, expresan la voluntad de construir una estrategia política diferente de la oficial, además de una política cultural que asuma las representaciones y los significados de la vida cotidiana (Vich, 2004:64). Es así que este grupo publica e intercambia información en su página Web sobre políticas de drogas y sus consecuencias, realiza activismo pacífico dirigido a los medios de comunicación y la opinión pública, con el fin de promover el debate público respecto de la necesidad de reformar las políticas actuales en tema de drogas. Así también promueve la normalización del cultivo de plantas con principios psicoactivos declaradas ilegales, como la marihuana, coca, San Pedro, etc., para uso individual directo. Medida que tiene como fin suprimir el vínculo del usuario de estas drogas con el micro comercio ilegal. De esta forma se reduce la exposición de los usuarios a la violencia y corrupción del narcotráfico, así como el riesgo de acceder a drogas sintéticas por contacto 48 En el anexo “El contexto de siniestralidad en las comunidades terapéuticas en el Perú”, se ha elaborado una crónica con información periodística que reúne los datos más relevantes al respecto. 49 “Artículo 299º.- Posesión no punible No es punible la posesión de droga para el propio e inmediato consumo, en cantidad que no exceda de cinco gramos de pasta básica de cocaína, dos gramos de clorhidrato de cocaína, ocho gramos de marihuana o dos gramos de sus derivados, un gramo de látex de opio o doscientos miligramos de sus derivados o doscientos cincuenta miligramos de éxtasis, conteniendo Metilendioxianfetamina - MDA, Metilendioximetanfetamina - MDMA, Metanfetamina o sustancias análogas. Se excluye de los alcances de lo establecido en el párrafo precedente la posesión de dos o más tipos de drogas” (Urquizo, 2010). 67 con sus redes de micro comercio. A través de su proyecto “Línea verde”, en colaboración con el Centro de Investigación en Drogas y Derechos Humanos, evita innecesarias detenciones por posesión y hacinamiento carcelario (“Asociación…”, 2012). Bajo el contexto descrito en los párrafos anteriores es que el Estado peruano, en concordancia con las convenciones internacionales, consideró al narcotráfico como un accionar perverso y agente principal del consumo, producción y tráfico de drogas ilícitas, “que daña no solamente la vida y la salud de un gran número de adolescentes, jóvenes y adultos consumidores, sino también la de sus familias, en un acelerado proceso que involucra cada vez a más personas y de menos edad” (Devida, 2007). Cerca de las dos terceras partes de jóvenes entrevistados en un estudio realizado por CEDRO (2004) reconocen que el consumo de drogas representa un serio peligro para la salud, mientras la otra tercera, el 36%, no encuentra posibilidad de daño alguno en el uso de psicoactivos. A partir del período de gobierno 2011-2016, es importante señalar la existencia de una variación real en el ámbito político y el marco legal con que el Estado enfrenta el problema de las drogas en el Perú. Esto ha posibilitado la creación y accionar de nuevas agencias para la lucha contra las drogas y la adecuación de otras a los nuevos retos que se presentan. Carmen Masías, directora ejecutiva de Devida, señaló en la entrevista que sostuvimos con ella que: “(…) hay una voluntad política y ese es un cambio que se nota con este gobierno. El presidente [Ollanta] Humala el 28 de julio cuando asumió el poder, dejó en claro que uno de los puntos más fuertes y más contundentes es la lucha contra el narcotráfico. Eso se ha visto reflejado en esta estrategia que ha sido aprobada por unanimidad por el presidente y todo el consejo de ministros (…) lo más importante es que por primera vez un gobierno está poniendo el dinero que está poniendo para la lucha contra las drogas (…) 223'000,000 de dólares y comparas 68 lo que se ponía antes, en el 2002 se ponía 13'000,000, eso era todo.” Devida, en una coyuntura política distinta, presentó ante el Poder Ejecutivo peruano y la opinión pública en marzo del año 2012, la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas. Este documento, en comparación con sus versiones predecesoras,50 es una muestra del desarrollo más profundo y pormenorizado de las acciones que el actual gobierno estipula emprender. La estrategia tiene como objetivo reducir drástica y sosteniblemente el tráfico ilícito y el consumo de drogas, así como sus negativos efectos sociales, políticos, económicos51, culturales y ambientales incorporando a los productores de cultivos ilegales a la economía licita. Está basada en tres ejes estratégicos referidos al desarrollo alternativo integral y sostenible, la interdicción y sanción, así como también a la prevención y rehabilitación del consumo de drogas. Sobre desarrollo alternativo integral y sostenible, esperan mejorar las condiciones económicas, políticas, sociales y ambientales que permitan desvincular a la población del cultivo ilícito de la hoja de coca, generando empleo y ocupación para jóvenes, y aprovechando sosteniblemente los recursos naturales. Con relación a la interdicción y sanción, el objetivo es desarticular, judicializar y penalizar al crimen organizado, incrementar el decomiso de insumos químicos, mayor detección e investigación de operaciones de lavado de activos, además de brindar capacitación y equipamiento a las instituciones del Estado vinculadas a la lucha contra las drogas. A través del último eje, sobre la prevención y rehabilitación del consumo de drogas, buscan desarrollar intervenciones preventivas y terapéuticas para generar espacios protectores en la comunidad, familia y escuela (Devida, 2012). 50 Estas son la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2002 – 2007 y su actualización, la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2007 – 2011. 51 Según lo señalado por Adolfo Figueroa, existen dos problemas con las cuentas peruanas. “Uno es el cálculo de los ingresos provenientes de la producción de la coca y del narcotráfico (…) Mi hipótesis es que este ingreso ha creado nuevos ricos, pero también el ingreso ha llegado a todos los estratos (…) El otro problema es el cálculo del ingreso por remesas de peruanos en el exterior. Estas cifras deben ser muy importantes, y con tendencia creciente, dada la magnitud de la emigración reciente” (En Cotler Ed., 1995). 69 Finalmente, para Carmen Masías, es posible resumir que: “hay políticas que están bien o que van en camino de uno de los tres grandes pilares que tiene la estrategia. Uno es control de la oferta, el otro control de la demanda y el otro es el desarrollo alternativo con inclusión. Por ejemplo, una de las políticas que estoy tratando acá con el equipo de implementar es que no puede haber erradicación si antes no se planifica. El componente de desarrollo en las zonas a erradicar. Es una política de firmeza en el actuar en el componente de desarrollo alternativo y de erradicación, pero con el respeto a los derechos de las personas (…) de que no tengas un doble discurso y que sepan que el cambio de todas maneras se da.” Es la primera vez que una profesional con estrechos vínculos con las ONG se hace cargo de la dirección de Devida. Su predecesor, Ricardo Soberón –ligado a una ONG defensora de los derechos humanos de los productores y consumidores de droga–, le auguraba poco tiempo en el cargo, la Dra. Masías va obteniendo logros significativos en el tema. Ingresar con el tema de la erradicación de plantaciones de coca al valle del Monzón por primera vez, en 40 años, es uno de esos logros. Otro, otorgarle apoyo económico estatal a la Oficina de prevención y lucha contra las drogas de la municipalidad de Ventanilla, programa que abordaremos en el quinto capítulo de esta tesis. Sin embargo, tampoco es correcto que, a partir de estos elementales avances, elevemos las expectativas. La penuria, la inseguridad y la ansiedad resultantes del efecto de la globalización y el fenómeno de las drogas en el Perú contribuirían a resquebrajar la confianza y los lazos sociales, la familia y las instituciones de la sociedad, con la consiguiente crisis de las identidades individuales y colectivas que afectan la integración social, y en consecuencia la pérdida del capital social acumulado (Cotler, 1999:183). 70 2.3 Las comunidades terapéuticas de rehabilitación para adictos a las drogas ilegales En el Perú, existe un enorme déficit respecto a la cobertura del Estado en relación con el tratamiento a las adicciones. En la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas (2012-2016), se estima que existen entre 32 mil y 45 mil dependientes de drogas cocaínicas en el Perú, para lo cual se dispone de 918 camas para la atención de todos los problemas de salud mental. De éstas sólo 200 camas, menos del 30%, son para la atención específica de drogas, sin que se reporte de la existencia de alguna cama para tratar a mujeres en caso de adicciones (Devida, 2012:15). No se trata sólo de la necesidad de redefinir los ámbitos de responsabilidad gubernamental, sino más bien de la cuestión de si ciertas tareas aparentemente “cubiertas” por el Estado, arrojen resultados positivos y sostenibles en relación con la problemática de las drogas. En consecuencia, es preciso considerar una política reflexiva, lo que significa el abandono del enfoque político tradicional. Por ejemplo, Devida y su rol en la rehabilitación de adictos. Esta línea de acción de las políticas gubernamentales es algo dudoso, y en esta época de ambivalencia debe ponerse aún más en tela de juicio. El gobierno tiene varios temas de mayor prioridad, tales como el combate a la desnutrición, la alfabetización, la lucha focalizada sólo en dos de los eslabones de la droga (producción y tráfico), etc. Son temas considerados como de mayor costo social. Esta situación obliga a dejar de lado las posturas que exigen la exclusividad gubernamental en el abordaje de la rehabilitación del consumo de drogas. El núcleo de la argumentación es que el hacerse cargo responsable y realistamente de esta tarea, impone al Estado una nueva forma de gestionarla. El Estado debe practicar la autocontención y la renuncia a ciertos monopolios (Beck et al., 2001:60), sin dejar de considerar el tema como prioritario. Sin que utilice a las comunidades terapéuticas como una vía de escape de la 71 responsabilidad que, como Estado, debe asumir. Trabajando en dupla con estas, apoyando y vigilando. Reorientando los recursos humanos y materiales para que se logre un modelo participativo entre varias instituciones: Estado, hospitales públicos y clínicas privadas, universidades, comunidad terapéutica, institutos técnicos de educación superior, familia, etcétera. Es de vital importancia considerar a la familia. Es la institución que, de alguna manera, se libera del problema y opta por la rehabilitación del adicto en una comunidad terapéutica, ve también en ésta una vía de escape. Son tantas las situaciones que se generan alrededor del consumo de drogas de los jóvenes, que sus familiares prefieren aislarlos, separarlos del entorno, olvidarse que existe el problema y encargar la gestión a un tercero. Aunque el desconocimiento por parte de los familiares es alto, en relación con formas de rehabilitación, siempre existe algún medio por donde la información o el contacto con la comunidad terapéutica se hacen efectivos. Las comunidades tienen diversas formas de promoción de sus servicios, una de ellas son sus páginas Web, donde colocan todo el proceso de rehabilitación que ofrecen, matizándolo con imágenes de su infraestructura. Esta es una de las maneras como la familia conoce, contacta y opta por esta vía, escapando a una situación compleja, pero transformándola en otra. Es decir, la rehabilitación en sí misma es un proceso complejo y duro. Además de tener un costo material, implica un costo emocional y requiere de la participación activa de la familia durante los 12 a 14 meses de internamiento del adicto. La comunidad terapéutica, vista desde el individuo como una vía de escape, nos muestra a un joven adicto que se aleja del entorno de consumo como una forma de evadir diversas realidades y responsabilidades: la cárcel, la muerte, la compulsión del consumo, etc. En varios relatos obtenidos, hemos podido conocer que los jóvenes estuvieron a punto de ser recluidos en cárceles debido a los delitos cometidos. Escapar a la muerte también es una razón que lleva a los jóvenes a tomar esta vía de escape. Y, finalmente, otro elemento para optar 72 por esta vía es que la compulsividad del consumo de drogas los aleja de toda forma de control de sus vidas. Es así como los jóvenes desean, aunque no es una decisión permanente, alejarse del consumo y optan por ser ingresados a una comunidad terapéutica. Profundizando en la comunidad terapéutica de autoayuda, es preciso indicar que estamos frente a un tipo de “institución total”.52 Decimos un tipo debido a que posee ciertas características que la acercan al concepto, mientras que otras la distinguen. Las características que coinciden se reflejan en la definición de estas comunidades, como el espacio “estructurado en el que viven personas con trastornos por consumo de sustancias psicoactivas para lograr su rehabilitación. Estas comunidades están a menudo diseñadas expresamente para personas drogodependientes; operan bajo normas estrictas, están dirigidas principalmente por personas que se han recuperado de una dependencia y suelen estar en zonas aisladas geográficamente.” (OMS, 1994:25). Una característica que también coincide, siguiendo a Goffman (2001:19-20), es que todas las dimensiones de la vida de los jóvenes adictos se desarrollan en el mismo lugar, la comunidad terapéutica. Todas las etapas de la actividad cotidiana de cada miembro de la institución de rehabilitación se llevan a cabo en la compañía inmediata de un determinado número de otros miembros, a los que se da el mismo trato y de los que se requiere que hagan juntos las mismas dinámicas o terapias de rehabilitación. Todas las actividades cotidianas están estrictamente programadas en unas pizarras, en carteles o en los muros de los 52 El concepto de “institución total” (Goffman, 2001), se refiere a espacios donde el sujeto tiende a dormir, jugar y trabajar en diferentes lugares, con diversos coparticipantes. Cuando el comportamiento de un sujeto se aleja de la normalización, una posibilidad es el internamiento y es allí cuando se origina la ruptura con su vida pasada y libre, transformándose y desarrollando todas sus actividades en un mismo lugar y bajo una autoridad única o, en el caso de los centros de rehabilitación, bajo una línea de mando denominada como jerarquía de “hermanos mayores”. Cada actividad se realiza con un conjunto de otros y están estrictamente programadas bajo un orden vertical. Todas las actividades programadas apuntan a cumplir los objetivos que tiene la institución para la recuperación del sujeto (Goffman, 2001:19). En un sentido histórico vale recordar que la práctica del internamiento para los comportamientos desviados, a comienzos del siglo XIX, “coincide con el momento en que la locura era percibida menos en su relación al error que en relación a la conducta regularizada y normal.” (Foucault, 1996:51) 73 patios, de manera que la actividad que se realiza en un momento determinado conduce a la siguiente, y toda la secuencia de actividades se impone de manera jerárquica, mediante un sistema de normas explícitas y un cuerpo administrativo representado por el “coordinador de la casa”. Entre las características que las diferencian, podemos mencionar que las comunidades tienen cierta orientación religiosa, ya sea católica, evangélica, o simplemente la presencia de un ser superior que los 12 pasos señalan. Cada individuo es parte de la rehabilitación, sujeto de autoayuda y de ayuda de los otros. Es considerado como un residente, no es un interno, paciente u otra denominación patológica. Tienen además ciertas libertades para salir de los centros, en cualquier día de la semana, ya sea a pasear, comprar algún alimento, llamar por teléfono, etc., en las zonas aledañas a los centros. Lo hacen siempre acompañados de las personas de mayor jerarquía. Esta jerarquía también es una característica diferencial y los divide entre “hermanos mayores” y “hermanos menores”. Los primeros obtienen ese estatus al cumplir determinado tiempo internos y manteniendo las reglas de conducta dentro de la comunidad. Los “menores” son los que recién ingresan al proceso de rehabilitación o también puede tratarse de un “hermano mayor” que, al cometer cierto acto de indisciplina, es degradado. Otro elemento que caracteriza y diferencia a las comunidades terapéuticas de una “institución total” es la infraestructura. Por lo general son casas o residencias que han sido transformadas y acondicionadas para que funcionen como comunidades. Su infraestructura no fue construida ex profeso. Se acondicionan residencias, que en el caso del centro Fuente de Agua Viva, por citar un ejemplo, se ubica en una zona campestre de la clase alta limeña.53 Estas residencias (03) fueron cedidas o alquiladas por sus propietarios para el funcionamiento de esta comunidad terapéutica. Cuentan con cancha de fulbito, frontón, jardines, incluso, con piscina. Sin embargo, en los momentos que 53 La zona de Los Cóndores, en Chaclacayo. 74 pudimos permanecer allí, vimos que los internos le daban un uso distinto a la piscina, la utilizaban para lavar su ropa.54 Estos elementos describen lo que actualmente conocemos como comunidades terapéuticas o centros de rehabilitación. Pero es preciso señalar que las comunidades no se crearon en las últimas décadas. Datan de mediados del siglo pasado y sus inicios se encuentran en la experiencia estadounidense de Synanon, una derivación de AA que rechazó a los profesionales y al enfoque clínico para resolver los problemas de adicción. Charles Dederich, un ex alcohólico, fundó en 1958 esta institución implantando una metodología que consistía en dar mayor poder a los adictos y ayudarse mutuamente para librarse de cualquier adicción que tuviesen, fuese esta comer compulsivamente, apostar o drogarse. Las comunidades terapéuticas han existido desde hace más de 50 años, sin embargo, la adicción a las drogas ilegales, condición que se muestra en una magnitud y dimensión alarmante (Rodríguez, 2009:326), obliga a una actualización de las mismas. En Latinoamérica, donde enfrentamos nuestros propios problemas de consumo de drogas legales e ilegales, se comenzaron a diseñar programas basados en las experiencias norteamericanas y europeas en la década de 1980. En Buenos Aires, Argentina, fue la sede de unas Jornadas sobre fármaco dependencia donde participaron miembros de Daytop (Estados Unidos) y de la Federación Mundial de Comunidades Terapéuticas (WFTC). Era el año 1985 y al finalizar ese evento se crea la Federación Latinoamericana de Comunidades Terapéuticas (González, 2001:13). En el Perú el Centro de Rehabilitación de Ñaña, dependencia del Hospital Hermilio Valdizán, fue la primera comunidad terapéutica profesionalizada fundada hace tres décadas (1982). Pionera en el trabajo de investigación y 54 A través de las páginas Web y folletos, las comunidades terapéuticas resaltan este tipo de comodidades, como las piscinas. Han sido varios los jóvenes que, off the record, señalaron el desengaño que experimentan al darse cuenta de la ruptura que existe entre lo que promocionan y lo que realmente encuentran como espacio y el proceso de rehabilitación. 75 tratamiento con enfoque conductual-cognitivo, es el lugar donde se han formado numerosos profesionales de la salud mental (CEDRO, 2011:120). En el año 1989, bajo el mismo enfoque de autoayuda empleado en otros países, se fundó la comunidad Paz y Bien. Esta comunidad se crea “como necesidad frente al desbordante número de adictos a las drogas (…) 4 años después terminaría en las páginas policiales en un escándalo que dejó dudas por su mala administración y formas terapéuticas denunciadas como inhumanas.55 Este proyecto de la lucha por la rehabilitación de adictos llegó a manejar 18 casas a nivel nacional” (Durand, 2011). El tratamiento ofrecido Paz y Bien y la mayoría de instituciones que la siguieron, talvez sea el resultado de la glocalización de determinados modelos de rehabilitación. Este tratamiento tiene referencias directas con su versión italiana de Progetto Uomo, se realizaba bajo la premisa de que el adicto era el único que podía salvar a otro adicto. La gran diferencia local, que tropicaliza el modelo italiano, es que en Paz y Bien no se permitía intervención alguna de profesionales médicos ni especialistas en adicciones. Es así como, desde que empezaron a funcionar las comunidades terapéuticas en el Perú, se han visto envueltas en una serie de sucesos que han llevado al cierre escandaloso de algunas y el surgimiento de otras. Uno de los mayores problemas, que persiste hasta la fecha, es la existencia de comunidades informales. Sólo “un reducido porcentaje de centros están registrados ante las autoridades municipales y de salud, probablemente debido a que los requisitos para lograr la formalización son engorrosos e implican realizar una inversión significativa.” (CEDRO, 2011:121). Actualmente existen sólo 21 centros formales según la ACTP (“Comunidades”, 2012) y 47 según el MINSA (“Sólo…”, 2012), los cuales estarían registrados por 55 Ricardo Zuccarini y su esposa Juana Escudero (hermana Juana), fundadores de Paz y Bien, fueron denunciados por sus métodos de secuestro de pacientes para su internamiento, violencia física dentro de las comunidades, violaciones sexuales, asesinatos, malversación de fondos del Estado, entre otros delitos. El poder judicial los procesó sólo por algunos de esos cargos, en 1994 los condenaron a ambos a 8 años de prisión (“Paz y…”, 2009). 76 las autoridades de salud y autorizados a funcionar por los municipios de cada zona donde se ubican. La diferencia entre la ACTP y el Ministerio sería el resultado de que no todos los centros formales están obligados a pertenecer a la asociación. Por otro lado, existe un aproximado de 250 centros informales dispersos en todo el Perú. Por ello, y por los trágicos sucesos en dos centros de rehabilitación, el gobierno peruano, el 23 de julio del año 2011, promulgó la Ley 29765, y casi un año después, el 04 de junio del 2012, el consiguiente reglamento a través del D. S. Nº 006-2012-SA. Este regula el establecimiento y ejercicio de los centros de atención para dependientes de sustancias que operan bajo la modalidad de comunidades terapéuticas. En el siguiente acápite analizaremos los puntos más relevantes del citado reglamento, contrastándolos con lo expresado por algunos expertos y las acciones de la ACTP. 2.4 La nueva reglamentación sobre los centros de rehabilitación para adictos a las drogas en el Perú El reglamento de la Ley 29765 estuvo a cargo de un extenso grupo multidisciplinar, dirigido por la jefa de la Dirección General de Salud de las Personas del MINSA, Doris Lituma. Carmen Masías, Directora Ejecutiva de Devida, formó parte de este grupo y señaló que se había librado una batalla con el Ministerio de Salud para sacar adelante el reglamento de las comunidades terapéuticas. En la entrevista que sostuvimos con ella, dijo: “ha sido campal, porque los señores de salud mental no querían para nada incluir el asunto de las comunidades terapéuticas. Hemos sacado un excelente reglamento, a pesar de que hemos tenido que negociar algunos puntos, pero y va a ser una política de integración de comunidades terapéuticas con criterios mínimos.” Los profesionales que elaboraron la normatividad pertenecen a 22 instituciones nacionales: Ministerio de Salud, del Interior, de Justicia, Defensoría del Pueblo, CEDRO, Devida, Asociación de Comunidades Terapéuticas del Perú, Colegio Médico, psicólogos y psiquiatras. Sin embargo, el resultado de este trabajo conjunto ha tenido diversas opiniones por parte de los expertos que pertenecen 77 al sector privado de la rehabilitación. Edward Tennison, consejero del centro Fuente de Agua Viva, afirmó que en la citada normatividad se pueden encontrar “requisitos y sanciones a las comunidades que no operan bien pero no se habla, en uno sólo de sus artículos, de cómo va a ayudar el estado a estas comunidades.”56 En ese último punto los expertos también coinciden y que, siguiendo al país vecino de Chile, el estado peruano debe fiscalizar pero a su vez apoyar al cumplimiento de la norma. José Zarzar, director del centro Asesoría Terapéutica Asociada, señaló en la entrevista que sostuvimos que “tenemos que ser socios, si no la solución puede ser peor que el problema”,57 refiriéndose a la relación cercana que debe existir entre Estado y las comunidades terapéuticas. Abordando concretamente el reglamento, no podemos pasar por alto que han tenido que pasar más de 15 años después de los sucesos de Paz y Bien, y los 43 muertos en los incendios del año 2012, para que el Estado recién actúe legislativamente sobre este tema. El reglamento establece los requisitos y las normas para la organización y funcionamiento de los centros de atención para dependientes que operan bajo la modalidad de comunidades terapéuticas. Este, “en el papel” está orientado a “garantizar los derechos de los usuarios, la calidad de las prestaciones, así como los mecanismos para la verificación, control y evaluación del cumplimiento” (D. S. Nº 006-2012-SA, 2012) por parte de las autoridades competentes. Señala en sus puntos principales que, obligatoriamente, las comunidades terapéuticas deben funcionar bajo la responsabilidad de un director general, teniendo como corresponsables a un director administrativo, el director médico y un equipo terapéutico multidisciplinario. Este punto, aunque se venía cumpliendo relativamente por los centros formales, ahora permitirá garantizar la calidad de la atención que ofrecen a sus usuarios, protegiéndolos contra riesgos que el anterior vacío legal permitía. Asimismo, las comunidades terapéuticas 56 57 En entrevista realizada el 11 de junio del año 2012. En entrevista realizada el 14 de mayo del año 2012. 78 “deben establecer condiciones igualitarias en la calidad de las prestaciones que brinden, de manera independiente de las condiciones económicas, sociales, de género y de creencias de los usuarios.” (op. cit.) Esta nueva normatividad propone dos tipos de comunidades terapéuticas que tendrán que ser inscritas única y exclusivamente a través del MINSA. Los tipos son: una para pacientes sólo con adicciones (Tipo 1), y otra para pacientes con adicciones y que además sufran alguna patología (Tipo 2). De esta manera, el paciente recibiría tratamiento diferenciado y, por ejemplo, ya no se observarían pacientes psiquiátricos compartiendo un mismo espacio con los adictos a sustancias. En la comunidad terapéutica Tipo 2, se contaría con un psiquiatra que debe estar capacitado para el tratamiento de este tipo de pacientes. Asimismo, el reglamento establece no mezclar a hombres y mujeres en un mismo local, ni adolescentes, quienes deberán ser internados en otros centros. El reglamento también incluye requisitos para el ingreso y salida de pacientes, infraestructura de locales y capacitación de consejeros. Esto último debido a que, como hemos visto en casi todos los casos, son ex adictos. Otra novedad del reglamento es que las comunidades terapéuticas podrán realizar “acciones de prevención, promoción, investigación, capacitación y docencia en el ámbito de la problemática del consumo de sustancias psicoactivas.” (op. cit.). Posibilidad que actualmente ya viene siendo explotada por la ACTP, a través de la alianza pedagógica con la Universidad Católica de Trujillo, el apoyo de la municipalidad del Callao y el aval de Devida. Son cerca de 30 personas, entre ex adictos, personal que venía laborando en las comunidades, e incluso, familiares de adictos que se vienen capacitando como la primera promoción de “Consejeros en adicciones”. Pese a que el Estado no participa directamente de esta iniciativa, es una muestra tangible que existe interés en recibir capacitación por parte de diversa índole de público. Lo que faltaba era la organización y promoción de procesos pedagógicos como este que, ahora amparados por una ley, podrían ser replicados en otras provincias. 79 Finalmente, otro punto relevante es que las formas de ingreso de un adicto, a través del reglamento de esta ley, han quedado plenamente establecidas.58 Iría quedando atrás las situaciones de secuestro y el vacío que perjudicaba, tanto a los jóvenes adictos como a los encargados de los centros de terapia, y que inmersos en situaciones complejas no tenían claridad si es que era legal o no el internamiento. Estas formas de ingreso son: • A solicitud de la persona, previo consentimiento informado. Situación que en contadas ocasiones sucede. • A solicitud del tutor, en caso de menor de edad. Forma que ha ido incrementándose correlativamente con la disminución de la edad de inicio de consumo. • A solicitud del curador, en caso de interdicto. A través de una junta médica especializada que señala la incapacidad de la persona para poder decidir ser ingresado a una comunidad terapéutica. Forma que significa una posibilidad para aquellas familias que buscan internar legalmente a sus hijos u otros familiares. • Por mandato judicial. Por conmutación de penas o acuerdos entre las autoridades y la persona procesada. De esta forma hemos dado cuenta de los puntos más relevantes del reglamento de la Ley 29765, haciendo un balance sumamente adelantado ya que la vigencia de la misma aún no cumple 1 año, es notoria la falta de un rol estatal activo. No existe, como en otros países, la participación directa del Estado a través de fondos o agencias que apoyen el funcionamiento de las comunidades terapéuticas. A pesar de todo el déficit existente, más de 30 mil dependientes de drogas para los 918 espacios hospitalarios, el Estado se mantiene reacio a invertir en la problemática del consumo de drogas ilegales. 58 Punto sumamente relevante si además consideramos que una ley cercana al tema, la Ley 29737, se había promulgado en el mes de julio del 2011. Esta ley modifica el artículo 11 de la Ley 26842, referido a la salud mental y que regulaba los procedimientos de internamiento de las personas con trastornos mentales. Esta modificatoria agregaba la posibilidad de realizar el internamiento involuntario de acuerdo con los procedimientos establecidos en su reglamento. Esto quiere decir que antes los adictos podían ser detenidos y privados de su libertad individual por autoridades policiales o sanitarias por causas que no eran delictivas. 80 Sólo está presente para registrar, fiscalizar y sancionar. Un ciclo burocrático bastante conocido. 2.5 La política de Reducción de Daños, una cuenta pendiente La política de Reducción de Daños,59 que tiene como objetivo disminuir los efectos negativos producto del uso y abuso de las drogas, no obstante que tiene una larga data es una cuenta pendiente para el Estado peruano. Su nacimiento está emparentado con los inicios prohibicionistas de las drogas y tiene diversas aristas como propuesta. Una de estas es la legalización del consumo, la que casi siempre está bajo la sombra del discurso oficial de los gobiernos, y que lentamente va saliendo a la luz. Habiendo pasado por debates confusos, sin tener en claro detalles básicos como cuáles drogas se deben legalizar y cuáles no, cómo reemplazaría la regulación a la prohibición, qué condiciones sociales y económicas se deben considerar para aplicar la legalización, etc., se abre paso y es cada vez una posibilidad más real. En la actualidad, la política de legalización avanza junto la despenalización del consumo de drogas ilegales en Latinoamérica. Los casos más relevantes son los de Uruguay que, tras la aprobación de la cámara de diputados, en los próximos días debatirá en su cámara de Senadores la legalización del consumo y venta de la marihuana. Asimismo, el caso de Colombia, con un programa de 59 Sus raíces las encontramos en Estados Unidos, Inglaterra y Holanda, aplicándose también en las últimas décadas del siglo XX en España, Suiza y en Australia (Menéndez & di Pardo, 2004:45). Las primeras formas, quizá sin tener el rótulo de Reducción de daños, las encontramos en Nueva York y en Florida. Consideremos que, hacia 1920, la ciudad de Nueva York tenía 13,000 adictos registrados, el mayor número de consumidores atendidos legalmente por el estado en el siglo XX. (Musto, 1987:79). En Florida, en 1921, se inauguran clínicas para narcóticos, “establecimientos que pretendían dar servicio a los adictos que ya no recibirían abastos de opiáceos o de cocaína de los médicos locales.” (Musto, 1987:78). Gradualmente las clínicas se fueron cerrando, hasta el año 1925, ya que algunas habían sido mal administradas. Varias décadas después en Inglaterra, ante el grave consumo de drogas intravenosas y la epidemia de VIH/SIDA, a principios de los años ochenta, el Rolleston Committee aprobó el Modelo Mersey de mantenimiento de opiáceos. Posteriormente esto llevó a la creación del Mersey Regional Drug Training and Information Centre, como pionero de los centros de intercambio de jeringas en Europa. Dichos institutos requirieron del apoyo de la policía local para poder referir y tratar con seguridad a los enfermos adictos que ingresaban. Esa misma década los holandeses informaron a los usuarios de drogas sobre los riesgos del uso compartido de agujas y jeringas. Iniciaron la distribución y entrega de jeringas estériles colocándolas disponibles a través de farmacias, así mismo se da comienzo a los programas de metadona, este “Opiáceo sintético que se utiliza en el tratamiento de mantenimiento de las personas con dependencia de opiáceos. Tiene una semivida prolongada y puede administrarse una vez al día por vía oral, bajo supervisión.” (OMS, 1994:43). 81 Reducción de Daños a partir del reemplazo del “basuco” por el consumo de marihuana. El Perú, aún reacio a este tipo de políticas, se mantiene en la vereda de aquellos países que cierran toda posibilidad a la legalización. Como lo expresó la Dra. Carmen Masías: “El gobierno peruano tiene una política clarísima que es no legalizar (…) Con territorios tan complejos, con producción de droga, no solamente sembrío de coca, sino también producción de cocaína. A mí me parecería realmente un disparate.” En relación con la política de Reducción de Daños, refiriéndonos a la época contemporánea y en relación con la arista de reemplazo de sustancia o suministro médico de sustancia, no nos podemos sustraer del ámbito internacional. En ese sentido, los casos relevantes son los de las autoridades locales en Alemania, Suiza y otros países europeos. Estos autorizaron y subvencionaron el funcionamiento de máquinas de intercambio de agujas para que los adictos a las drogas tuvieran acceso a jeringas nuevas las 24 horas del día (Nadelman, 1998:115). Esta política es uno de los temas más importantes en ciertos ámbitos institucionales, pero de los menos considerados por la sociología de la salud y la antropología médica. No sólo se trata de una lógica práctica que caracteriza nuestra sociedad del riesgo, sino que es “una de las principales maneras de abordar la prevención de la enfermedad en las culturas locales.” (Nichter, 2005:110). Sin embargo, según algunos especialistas latinoamericanos, esta propuesta presenta aspectos muy similares a la del modelo sociocultural, el cual “ha demostrado sus limitaciones por lo menos en la reducción de ciertos daños. Los estudiosos sostienen que estos dos enfoques han sido y son apoyados por las empresas alcoholeras, ya que no se oponen al consumo, incluido el consumo “excesivo”, sino que lo legitiman en términos culturales, grupales y subjetivos.” (Menéndez & di Pardo, 2004:45) En Latinoamérica debemos reconocer el caso argentino, donde sí es posible percibir avances importantes en términos regionales. La experiencia se inició en el Hospital de Salud Mental “Dr. Agudo Ávila”, de la ciudad de Rosario, en 82 sociedad con el Centro de Estudios Avanzados en Drogodependencias y SIDA de la Universidad Nacional de Rosario. Este programa ha sido replicado en diversas zonas y en asentamientos urbanos irregulares de la ciudad y la experiencia indica que la Reducción de Daños no sólo es necesaria sino que también es posible en Argentina y en otros países (ARDA, 2006:30). Por ejemplo en Brasil, donde podemos encontrar una buena producción sobre el tema, existe apoyo oficial a este tipo de políticas pero escaso financiamiento. Se nota el apoyo desde la celebración de la 9ª Conferencia de la International Harm Reduction Association (IHRA) en 1998, el reconocimiento institucional de la figura del “reductor de daños”, la existencia de asociaciones relacionadas con el tema, etc., pero también son evidentes los problemas para la financiación de programas de Reducción de Daños, no obstante tienen experiencias de éxito como las de Salvador de Bahía u otras en distintos lugares del país. Por otro lado el caso de México, con la línea de trabajo desarrollada por el Centro Cáritas de Formación para la Atención de las Fármaco dependencias y Situaciones Críticas Asociadas (CAFAC). Potencian políticas de drogas alternativas a las más hegemónicas y dentro de ella algún proyecto concreto que demuestra la consistencia de estas “otras políticas” no sólo para la salud, sino para la seguridad en general. (Romaní, 2008:306). Retomando la arista de legalización y despenalización de las drogas ilegales, aunque las propuestas varían de acuerdo a la sustancia y los países, se aprecian cambios sustanciales mayoritariamente alrededor del uso legal medicinal y la despenalización del consumo de marihuana. Para estos fines sí es posible ver a una juventud organizada, políticamente activa y dispuesta a lograr cambios. Es posible reflexionar brevemente esta situación a partir de lo que Antonio Gramsci afirmaba: “todo es político, también la filosofía o las filosofías, y la única filosofía es la historia en acto, es decir la vida misma.” (Gramsci, 1975:32). A la luz de la actualidad mediática, pero salvando las diferencias del contexto gramsciano, existe una energía que mueve a miles de 83 jóvenes a fundar60 los movimientos de “legalización” y “despenalización” de las drogas, colocándolos en espacios relevantes. Desde 1972 cuando la Organización Nacional para la Reforma de la Ley de la Marihuana (NORML) solicitó al gobierno norteamericano que reclasificara la droga y aligerara las restricciones sobre ésta. Después de años de disputas legales, la NORML finalmente obtuvo que la DEA escuchase el caso (15 años después, en 1987). El juez que atendió esta demanda estuvo de acuerdo en que la droga debía ser reclasificada y ser utilizada como un medicamento. A pesar de la recomendación del juez, la DEA se negó a reclasificar la droga y en la ley federal sigue siendo una droga de Clase I, la de mayor control hoy en día. (Padwa & Cunningham, 2010:17). Actualmente, las legislaciones vigentes acerca del consumo de marihuana varían sustancialmente dependiendo del país y del tipo u orientación política del gobierno. Sólo por citar algunos casos que están fuera del ámbito regional, en Holanda es legal consumirla, puede comprarse y consumirse en los coffeeshops, la contradicción surge ya que no existen reglamentos que permitan a estos establecimientos comprarla legalmente. En algunos países como Canadá y en más de 18 estados norteamericanos ya existen leyes que permiten el uso medicinal de la marihuana. (“Marihuana, una…”, 2010). Retornando a nuestra región, en Argentina, México, Colombia, Perú, etc., es legal poseer una dosis personal pero la paradoja se encuentra, nuevamente, en adquirirla. La compra, así sea para el consumo personal, y la comercialización siguen siendo penalizadas. En consecuencias, surge el reclamo masivo de los activistas cannábicos. En el Perú, como hemos citado antes, Legaliza Perú constituye una plataforma ciudadana que desarrolla activismo a favor de políticas de drogas más eficaces y justas. Promueven la normalización del cultivo de plantas, para uso individual 60 Entiéndase a esta fundación como el simple hecho de ser testigos y/o partícipes de los actuales movimientos sociales que están presentes en diversas partes del mundo. 84 directo. El fin es suprimir el vínculo del usuario de estas drogas con el micro comercio ilegal, librándose además de detenciones injustas, reduciendo su exposición a la violencia y corrupción del narcotráfico, al acceso a drogas sintéticas, etc. Uno de los dirigentes de Legaliza Perú, el Sr. Luis Gavancho, en la entrevista que nos concedió61 opinó que “las drogas no son malas, tienen potenciales en psicoterapia, en distintas cosas. De repente drogas extremas, como el Crystal Meth, sí. Una sustancia no se puede calificar de buena o mala.” En cuanto a la hoja de coca como una sustancia de sustitución de consumo, el Dr. Anthony Henman señaló en la entrevista que sostuvimos62 que en el Perú se podrían trabajar algunas vías alternativas para enfrentar esos duros períodos de abstinencia, a través de “formas de cocaína blandas, que son hojas básicamente en forma de mate, en forma de harina comible, forma de las pastillas o en hojas enteras (…). La coca en hoja, al contrario de la cocaína refinada es muy difícil de abusar, porque físicamente no puedes consumir una cantidad de hojas suficiente como para ingerir una dosis elevada de cocaína.” Es la misma línea de trabajo propuesta por el Dr. Teobaldo Llosa, médico psiquiatra peruano que es conocido a nivel mundial.63 El Dr. Llosa propone la denominada terapia de cocalización, o de sustitución de consumo, en la que se administra harina de coca encapsuladas para controlar la adicción a la cocaína y a la PBC. Suministro que va en paralelo a los estudios que se realizan en pacientes adictos al clorhidrato de cocaína, “con fines de determinar la efectividad de controlar la apetencia y reducir las recaídas, dentro de los principios de la terapia agonista de sustitución denominada terapia de cocalización/cocainización propulsada por el Dr. Llosa desde la década de 1980 con demostrados resultados benéficos en el control de la apetencia cocaínica” 61 Entrevista realizada el 30 de mayo del 2012. Entrevista realizada el 01 de mayo del 2012. 63 Es preciso señalar que el Dr. Llosa se hizo conocido a nivel mundial por realizar las primeras operaciones al cerebro en adictos a la PBC. Este tipo de práctica “le valió el apelativo de Mengele peruano, como lo bautizó el diario francés Le Monde, en alusión a ese médico nazi que trataba a los judíos como ratas de laboratorio. La operación se llamaba cingulotomía y se practicaba en pacientes considerados ‘irrecuperables’; es decir aquellos que no habían podido curarse mediante otras terapias (pastillas, reclusiones prolongadas, electroshocks).” (Avilés, 2007:17) 62 85 (Llosa et al., 2006:5). La ventaja es el bajo costo del tratamiento y la reducción significativa de las hospitalizaciones o internamientos en centros de rehabilitación. Finalizando el presente acápite, sobre políticas que son pensadas para reducir el daño del consumo de drogas, acudimos a una afirmación del Dr. Teobaldo Llosa: “No existe una cura efectiva contra las adicciones al clorhidrato y la pasta de coca (…) Todos los tratamientos son tentativos, unos más efectivos que otros.” (Avilés, 2007:16) 2.6 Ventanilla y la iniciativa municipal de prevención del riesgo y lucha contra las drogas en Lima, Perú Esta iniciativa, a cargo de la Oficina Municipal de Lucha y Prevención contra las Drogas, es una de las más recientes propuestas de ese ámbito y podría convertirse en un modelo en contra del consumo de drogas ilegales en el Perú. Iniciativa que trata de responder a una ola de constantes transformaciones que se dan en torno a la problemática de las drogas, y las políticas, leyes y medidas en contra de ellas. La repetida declaración pública de una guerra o lucha contra las drogas ha tenido un impacto notable sobre los debates y discusiones políticas. Sin dejar de considerar que el lenguaje político ha tenido “un efecto decisivo sobre los efectos y resultados de la política” (Smith, 1993:51), veamos cómo la política, en la práctica, evidencia sus primeros logros. Es preciso que nos situemos en la región Lima, ubicada en la costa central del Perú en donde viven cerca de 9 millones de personas, el 30.8% de la población nacional. Es la región con mayor participación del valor agregado bruto en el PIB nacional, con el 47.3% del total peruano (Jaramillo et al., 2012:45). La provincia constitucional del Callao, ubicada en esta región, es mayormente conocida como el puerto de Lima debido a su ubicación geográfico marítima y alberga al distrito de Ventanilla. Debido a su amplia extensión (73.52 km2) este distrito tiene alto número de asentamientos humanos (AA.HH). Según el último 86 censo nacional, Ventanilla cuenta con 277,875 habitantes, de los cuales 54,915 tienen entre 15 y 24 años de edad (INEI, 2007). Este distrito ocupa el primer lugar a nivel nacional de crecimiento poblacional. Sólo en el año 2000 se crearon diversos AA.HH, el más grande fue Pachacútec, donde residen más de 25 mil pobladores (“Reseña…”, 2012). Ante esta situación demográfica, y la consecuente problemática social, las autoridades municipales de Ventanilla tienen el objetivo de contactar y recuperar de las calles a personas con problemas de adicción y derivarlas a centros de rehabilitación. Con la instalación de esta oficina, única en funcionamiento en todo el país, los representantes municipales, Devida, DIRANDRO y el Ministerio de Salud, promueven la participación estatal para que el objetivo antes citado se cumpla. Tiene escasos precedentes64 en la lucha contra las drogas en el país, es un nuevo organismo que tiene el propósito de atender la gran necesidad de las familias afectadas por el consumo de estupefacientes y alcohol. Devida65 ha reconocido el carácter y decisión política del burgomaestre de Ventanilla, Omar Marcos, calificando a esta iniciativa como un modelo de gestión pública municipal en la lucha contra las drogas, la cual podría ser replicada en otras entidades ediles. Esta nueva oficina diseñó desde el año 2011 un programa de lucha contra las drogas denominado Plan de Rescate de Drogadictos 2012, trazándose el objetivo de salvar de las calles a los adictos y atender a las familias afectadas por el problema del consumo de drogas. A través de ésta estrategia, adolescentes y jóvenes de entre 15 y 25 años de edad, con alta vulnerabilidad 64 Como ya hemos señalado en capítulos anteriores, el distrito de San Luis cuenta con un Programa municipal de Prevención del Consumo de Drogas y Pandillaje, desde el año 2010, sin resultados conocidos. Otro antecedente relevante son los “Centros Municipales de Orientación y Prevención de Alcohol y Drogas” (CEMOPADS), que funcionaron en la década de 1990 y donde básicamente se trabajaba en prevención (Ferrando, 1994:72). 65 El 17 de septiembre del 2012 se dio a conocer la siguiente noticia: “Trescientos mil nuevos soles, transferirá la Comisión Nacional de Vida Sin Drogas, Devida, a la municipalidad de Ventanilla, para el desarrollo de un proyecto de integración social y Lucha contra las drogas en el Sector Pesquero III del Proyecto Especial Pachacútec. El desembolso que forma parte del cofinanciamiento de iniciativas locales de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la OEA (CICAD-OEA) se hará efectivo el próximo año en el marco del Programa Presupuestal de Prevención y Tratamiento del Consumo de Drogas de Devida.” (“Devida transferirá…”, 2012). 87 social tienen la posibilidad de recuperar su salud física y emocional a través de la ejecución del plan. Este contempla su internamiento en centros de rehabilitación, donde reciben terapias y apoyo espiritual a través de la palabra de Dios.66 Considerando que un 78,8% de la población peruana profesa la religión católica, otro 15,2% la evangélica y un 3% no profesa religión alguna (INEI, 2008:88), el apoyo espiritual para la recuperación del adicto es relevante. El plan de rescate ha sido planteado sobre cuatro ejes: “el rescate de adictos, la atención a las familias, campañas preventivas constantes y visitas casa por casa” (“Rescataran adictos…” 2012:18). Así mismo, en el año 2012, siete mil doscientas familias de este distrito han participado en un programa anexo al plan, denominado “Familias Fuertes: Amor y Límites”. Padres, hijos, hermanos y demás familiares de personas adictas a algún tipo de sustancia se han visto involucrados y apoyaron en la recuperación física y emocional. Claudio Pareja, jefe de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las Drogas de Ventanilla, señala que si “bien no es fácil calar en la mentalidad de los padres, porque existe en ellos un sentimiento de culpa por la situación precaria en la que han educado a sus hijos, los coordinadores de rescate les harán comprender que la droga es un problema serio que requiere de medidas drásticas y no tiene que ver con estratos sociales” (“Inauguran oficina…”, 2012). Los jóvenes rescatados, poco a poco, deben ir tomando conciencia que tienen un problema y que solos no lo pueden resolver. Es todo un desafío ejecutar el plan, según los reportes psiquiátricos la toma de conciencia de que tienen un problema surge recién al segundo o tercer año de permanecer en completa abstinencia (Nizama, 1999). En ese sentido, la intervención de la familia del adicto en algunos casos es ambigua. Confunden el amor con una situación de miseración y compasión que no ayuda, sostienen los coordinadores. Es preciso señalar que la incidencia de consumo de drogas en la zona sur de Ventanilla es alta. Allí se encuentran los AA.HH Licenciados y Defensores de la Patria, así 66 De esta forma denominan a la prédica de la Biblia y compartir mensajes basados en ella. 88 como en la zona norte en el AA.HH Villa Los Reyes, y con mayor ocurrencia en la zona oeste de Pachacútec. En estos lugares se observan realidades fuertes, adolescentes y jóvenes que provienen de hogares donde las rupturas son frecuentes, y donde muchas veces los integrantes de la familia también consumen algún tipo de droga. Por tanto, entre otras acciones, se dictan charlas a la comunidad intentando cambiar este panorama desde la institución municipal (“Comuna de…”, 2012). De esta manera, bajo el contexto de la sociedad del riesgo y las drogas ilegales, hemos realizado un repaso de la problemática tanto en Perú como en la región latinoamericana, considerando brevemente datos de otras partes del mundo. Se ha puntualizado en los aspectos políticos y gubernamentales más relevantes en cuanto al consumo, rehabilitación, la política de Reducción de Daños y hemos presentado el caso de la municipalidad de Ventanilla como una situación paradigmática dentro del ámbito peruano. 89 III. ¿Dónde quedan los jóvenes después de la lógica del reparto de riesgos? La juventud -finalmente- ha encontrado también algo para sí, con lo que puede hacer entrar en pánico a los adultos: ese algo es la diversión -deporte diversión, música diversión, consumo diversión, vida diversión-. (Ulrich Beck)67 El presente capítulo está dedicado al sujeto de estudio e iniciamos, retóricamente, preguntándonos sobre éste y su situación después del reparto de riesgos. Para obtener no sólo una sino varias respuestas, desarrollamos información indispensable sobre la situación actual de la juventud en base a estudios relevantes sobre ellos, enfocándonos en la relación con el reparto de riesgos y la complejidad que conlleva esta cambiante y diversa etapa de la vida. Se aborda el tema del consumo de drogas y cómo afecta este en las relaciones sociales, familiares y personales de los jóvenes. Se desarrolla brevemente algunos elementos culturales que configuran al sujeto joven, así como una descripción socioestética del mismo. Al final del capítulo abordamos las oportunidades y riesgos que existen para los jóvenes en el Perú. Iniciamos recordando que los principales conceptos sociológicos que Beck desarrolla en su texto La sociedad del riesgo (1998), giran alrededor del análisis comparativo entre las diferencias generadas por el reparto de la riqueza (modernidad clásica) y las derivadas del reparto de riesgos (sociedad del 67 Beck, 2006:12. 90 riesgo). Este concepto, el de sociedad del riesgo, hace referencia a un estado de cosas en las sociedades de la segunda modernidad, donde la sociedad se basa en la gestión y administración del riesgo y, así, trata de realizar un mundo donde se dominen los problemas que ella misma crea y recrea. Como ya hemos señalado, el tiempo actual está caracterizado por el reparto desigual de riquezas y, en esa misma línea, de los riesgos. En tanto que las riquezas se acumulan hacia arriba, en la jerarquía de las clases sociales, los riesgos se acumulan hacia abajo. Lo soñado en el contexto de la sociedad de clases significa que todos quieren y deben participar en el pastel. El objetivo en la sociedad de riesgo es que todos han de ser protegidos del veneno, de los peligros y amenazas (Beck, 1998), donde dinámicas distintas de desarrollo están presentes, en la de clase está el ideal de igualdad, en la de riesgo la de seguridad frente a lo inesperado. Para comprender mejor la lógica del reparto de riesgos en su relación con la juventud, es necesario considerar un eje principal: el de la individualización institucionalizada. Las instituciones y las leyes que se imparten quiebran el colectivo y obligan a los seres humanos a desarrollar su propio trayecto biográfico, en donde su vida individual queda al margen de tradiciones, de sus grupos de referencia y, sobre todo, en ausencia de opciones reales debido al desventajoso reparto de riquezas. Más adelante desarrollaremos estas oportunidades y riesgos que tienen los jóvenes, pero adelantamos que es allí donde la agudización de las desigualdades y la individualización se entrelazan. De esta manera, como consecuencia, los problemas se transforman y son desmontados políticamente como un fracaso personal (Catalán, 2002:8-9). En relación con nuestro interés científico, la institución de la salud dictamina política y socialmente una nueva crisis: la enfermedad de la adicción a las drogas. Una crisis social es presentada como una crisis individual, siendo leída normativamente, desde las instituciones, como "enfermedades personales", dejando en mayor desventaja a los vulnerables, los que en el reparto de los 91 riesgos quedaron con casi toda esa carga. Siguiendo a M. Catalán (2002), uno de los resultados de la sociedad de riesgo en relación con las drogas es el advenimiento del Estado terapéutico. De este modo, la individualización moderna monta una particular estructura de control institucional sobre las "situaciones individuales" a través de dispositivos de castigo y rehabilitación de los individuos, niega así el papel de cada cultura en su relación explicativa en los consumos compulsivos de sustancias. Es precisamente la toma de conciencia de esta negación la que puede conducir al surgimiento de nuevas comunidades socioculturales, aquellas cuyo núcleo se basa en las experiencias de riesgo que han sido superadas pero que están constantemente a prueba, como las comunidades terapéuticas de rehabilitación para drogadictos. Los esfuerzos por frenar el tráfico y el consumo de drogas, por parte de las alianzas supranacionales, no evitan que estos sigan avanzando. Esta lucha genera más muertos cada año, la adicción se convierte en una de las principales causas de accidentes y muertes en todo el orbe. Si seguimos a Amartya Sen (2000), quien planteó la idea de que cada uno es responsable de su vida, las acciones de la juventud encajarían perfectamente con el pensamiento moderno. Sólo que ya es tiempo de que el progreso y el desarrollo no se conciban únicamente como un proceso de producción y reparto de riquezas, sino como un proceso que permita a los jóvenes expandir sus libertades y posibilidades de enfrentar los riesgos. Aunque es preciso reconocer que la realidad señala que las posibilidades y las capacidades de estos para enfrentarse a las situaciones de riesgo, de evitarlas o de compensarlas, están repartidas de manera desigual. Es decir, sólo “quien dispone del almohadón financiero necesario a largo plazo puede intentar evitar los riesgos (…)” (Beck, 1998:41). 92 Antes de pasar al primer acápite de este capítulo, apuntamos que el modelo de reparto de riesgos de la modernización posee una tendencia inmanente a la globalización. A la gran producción industrial le acompaña un universalismo de los peligros, independientemente de los lugares de su producción (op. cit.). Para ilustrar ello, pensemos en las cadenas de comida rápida que conectan en la práctica a casi todos los habitantes de la Tierra. Atraviesan las fronteras, al igual que muchas de las drogas ilegales, pese a que estas no poseen estrategias de mercadeo ni campañas de publicidad millonarias. Ya no es posible afirmar categóricamente que en alguna parte del mundo los jóvenes estén libres de ese riesgo. Todo lo contrario, están más expuestos ante la lógica del reparto de riesgos, siendo la juventud una etapa compleja de la vida. A continuación, profundizaremos en ese aspecto. 3.1 Culturas juveniles y su complejidad Los estudios en juventudes constituyen un campo en consolidación, tal como lo demuestra el aumento en el número de investigadores, tesis de grado y posgrado, y su tratamiento a nivel político y social. Así lo describen estos investigadores especializados en su estudio sobre jóvenes: El tema de la juventud, en concreto, está presente de forma constante en la agenda pública. Deserción escolar, deficiencias al nivel educativo, criminalidad, drogas, falta de oportunidades de educación y empleo, pobreza, “apatía”, alienación, “falta de límites”, “desinterés” político, social o educativo, son algunos temas que cotidianamente se tematizan en los medios de comunicación, son retomados por los partidos políticos, por padres y madres o están presentes en las reflexiones de los educadores (Pérez, Aguilar & Víquez, 2007:16). Se propone a los jóvenes como un concepto y un atributo individual que construye un sentido de pertenencia generacional en quienes la poseen, relacionado con la edad cronológica y un crédito temporal disponible (Urresti, 2006). La juventud no es tanto una categoría biológica que está recubierta de 93 consecuencias sociales, es un complejo conjunto de cambiantes clasificaciones culturales atravesadas por la diferencia y la diversidad. Como una construcción cultural, el significado de juventud se altera a través del tiempo y el espacio según quién y/o para quién se define. Como eje discursivo está formado por la vía organizada y estructurada en que hablamos y construimos el ser joven en tanto categoría de personas. En el campo académico, particularmente, han sido significativos los discursos de estilo, imagen, diferencia e identidad (Muñoz & Ospina, 2009:18). La construcción del joven como sujeto social con un rol determinado, se da en el marco de las sociedades modernas con sistemas capitalistas de producción, en un contexto de redefinición económica a nivel internacional y de afianzamiento de los Estados en aquellos países que se independizaban de las colonias europeas. Para la sociología, aparece la categoría juventud a través de las investigaciones respecto al vínculo del individuo con la sociedad, de la relación de los jóvenes en el sistema de producción y el lugar de estos en el proyecto de los Estados-nación. En la articulación de estas perspectivas se afianza la idea de un sujeto social en construcción, capaz de convertirse en un proyecto de renovación cultural y social (Pérez, 2010:2-3). Sin embargo, siguiendo a Bourdieu, existiría un temor que “acecha a la consciencia y al subconsciente” de los jóvenes. Para que el joven sea capaz de subir a las alturas de esa renovación, tiene que poner los pies en el suelo con firmeza. Precisamente, el suelo es lo que se nota cada vez más tembloroso e inestable y menos fiable, no es roca firme en la cual apoyarse para saltar (Bauman, 2001a:65). Entendamos entonces que las representaciones modernas respecto de la juventud comprenden a los jóvenes como sujetos en construcción, pero en una situación de riesgo, de vulnerabilidad o de peligro, que a la vez implica una promesa futura (Pérez Islas, 2000; Feixa, 1999). Esta idea de futuro la podemos contrastar con el postulado psicoanalítico de que “el sujeto no es el producto 94 deseado de la norma social sino su producto indeseado. En otras palabras, el sujeto no es el individuo conforme con la norma sino una inconformidad con la norma que adviene luego de su fracaso en socializar el cuerpo”68 (Ubilluz, 2006:12). Situaciones que van complejizando la comprensión de la juventud y que se profundiza cuando se trata de entender un momento que está siendo vivido. En tanto, las autoridades que se relacionan con las políticas de juventud se preocupan por colocar el tema en la agenda mediática, pero apenas evidencian elementos que tengan vínculos con este campo, como es el caso del acceso pleno a la salud, a oportunidades educativas y laborales, uso de tecnologías de información y de consumos culturales. Podría afirmarse que es un espacio en el cual los planteamientos son incipientes y las preocupaciones generalizadas aún no se concretan en términos de acciones eficaces. Latinoamérica tiene que admitir la existencia de “un perfil de morbimortalidad juvenil que se origina en la mayor prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso nocivo de drogas, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y precoces, y otros.” (CEPAL, 2004:18) No toman en cuenta que, por ejemplo, el joven consumidor de drogas ilegales, considerado adicto bajo ciertas vertientes, “ha buscado una ruptura para conseguir una ‘determinación’, en la que siendo distinto de la mayoría puede encontrar su lugar en el grupo. No es propiamente la marginación lo que priva y que aparecerá de forma secundaria con el tiempo; sino el reconocimiento de su posición-situación dentro del grupo” (Terradas, 1985:7). En la línea preventiva, estudios recientes señalan que “cara a la prevención del consumo de drogas, se deberían potenciar los factores de protección y disminuir los de riesgo, así como tener más en cuenta el contexto cultural en el que viven los individuos.” (Becoña, 2007:96) 68 Nuestra noción de cuerpo nos lleva mantener presente que: “El sociólogo que toma al “cuerpo” como hilo conductor de sus investigaciones no debe olvidar nunca la ambigüedad y la fugacidad de su objeto, su calidad de incitador al cuestionamiento más que de proveedor de certezas” (Le Breton, 2002:34). 95 Podríamos señalar que, incluso, dada la naturaleza intervencionista de dichas políticas, el consumo de drogas ilegales podría no ser objeto prioritario. Una visión más desglosada de las causales atribuidas a las necesidades de la juventud denota cierta ambigüedad, “lo que podría reflejar no sólo la complejidad y multicausalidad de la situación juvenil en la región, sino también una incorporación parcial o incompleta de los estudios de juventud en los diagnósticos de los organismos encargados de la materia” (CEPAL, 2004:294). En el ámbito de las relaciones intersubjetivas, las cuales se ven influidas por dinámicas atravesadas por la sensibilidad y el afecto, podemos imaginar otro tipo de acciones colectivas capaces de reconstruir el vínculo social entre los jóvenes y su contexto. En el ámbito político social, en referencia a los movimientos y colectivos, los jóvenes “se movilizan por cuestiones que la política nacional excluye en gran medida” (Beck, 2002:23), aquellas que escapan de la agenda formal de los estados nacionales. Sin embargo, no basta con referirnos a la juventud como concepto o atributo individual, como categoría sociológica, como sujeto de políticas, etc., sino que es necesario profundizar en sus representaciones modernas bajo el contexto cultural. Seguiremos algunas pistas en el sentido de lo que R. Reguillo entiende como “socioestética”.69 Más adelante desarrollaremos este y algunos otros conceptos que permitan conocer y comprender el hecho por qué, para los jóvenes, la forma termina por convertirse en el fondo, así abordaremos lo estudiado en referencia a la vestimenta, las marcas corporales como los tatuajes y el piercing, la música, etc. 3.2 Juventudes y el consumo de drogas ilegales Las dimensiones de consumo de drogas ilegales, las cuales van en aumento, serían la prueba de una masificación de su uso en los distintos grupos del espectro social, donde la juventud se posiciona como una población de alto 69 Definida como “posibilidad de nombrar la relación entre los componentes estéticos y el proceso de simbolización de estos a partir de la adscripción a los distintos grupos identitarios que los jóvenes conforman” (Reguillo, 2000:145). 96 riesgo o vulnerabilidad. Esta es una de las razones de fuerza para que los jóvenes sean considerados como una población de especial interés social y político.70 Razones que también nos dejan frente a otra problemática social, la percepción que éstos generan, consumidores o no, en la población en general. En el flujo de información de los medios de comunicación y el ámbito mediático se estaría produciendo una relación no deseada, es decir, “la asociación que se realiza entre drogas y la rebeldía juvenil, comportamiento antisocial y estilo de vida decadente de los reportes (noticiosos) puede tener un efecto contraproducente de estimular simbólicamente el consumo de drogas por imitación” (Stares, 1996:62). Flujo de información que por un lado sobre expone, pero que por otro desinforma. En esa misma línea, es probable que los jóvenes desconozcan que el simple hecho de probar una droga ya pone al individuo en riesgo de insertarse en patrones más intensos de consumo, los que, incluso, implican la adicción. En efecto, según investigaciones realizadas por el Instituto de Medicina y la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, se determinó que, del total de los individuos que han probado marihuana, el 9% podría desarrollar adicción, de los que han probado cocaína, el 17%, y el 23% para los que han probado heroína (CEDRO, 2004:5). Lo que se alude en el desconocimiento personal y colectivo de que el probar una droga puede conducir a la adicción sería, en parte, ese vestigio de cómo se desarrolla el tema de las drogas ilegales en la esfera de la opinión pública.71 Al hablar de drogas y juventud abordamos una compleja temática que contempla la identidad individual, la grupal y sentido de pertenencia que se 70 “El tema de la juventud, en concreto, está presente de forma constante en la agenda pública. Deserción escolar, deficiencias al nivel educativo, criminalidad, drogas, falta de oportunidades de educación y empleo, pobreza, “apatía”, alienación, “falta de límites”, “desinterés” político, social o educativo, son algunos temas que cotidianamente se tematizan en los medios de comunicación, son retomados por los partidos políticos, por padres y madres o están presentes en las reflexiones de los educadores” (Pérez et al., 2007: 16). 71 “significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica en relación con la notoriedad pública normativamente licitada del ejercicio del poder político y social, o como una instancia receptiva en relación con la notoriedad pública “representativa” o manipulativamente divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y de programas.” (Habermas, 1981:261) 97 reafirman por elementos culturales, como la música, y aspectos externos, como tatuajes, peinados, adornos, vestimenta, etc. Existe toda una estética que acompaña y fundamenta esta relación, pues el joven que consume drogas evidencia determinadas características que lo distingue en las múltiples situaciones que enfrenta. Es también caracterizado por la sociedad, quien le coloca un estigma que va recorriendo todos los ámbitos de sus vidas. Muchas veces en esta condición, la juventud “llega a constituir una subcultura a través de la creación, droga mediante, de un mundo nuevo compuesto por un sistema de valores y conductas que se desvían del patrón sociocultural imperante.” (Da Silva, 2012:2) La declaración de la Federación Ibérica de Juventudes Anarquistas, autodenominados ahora como juventudes libertarias, expone lo siguiente: “El consumo de drogas actualmente es una actividad tan generalizada, que parece sorprendente conocer a alguien que no haga uso de alguna de ellas de una forma más o menos habitual. No hay más que mirar alrededor para percatarnos de que la juventud, uno de los posibles elementos potenciadores de un cambio social, se deja llevar por este tipo de consumo.” (“Las drogas y…”, 2008:23) Desde una vertiente ideológica determinada y de manera clara, exponen la situación sobre las drogas ilegales y su consumo en los jóvenes. Llama también la atención que federaciones como esta, que apelan a condiciones de libertad y revolución, sean sumamente críticas hacia conductas que conllevan a una forma de alienación de los jóvenes. Y es que una de las actividades más habituales con la que los jóvenes rellenan su tiempo libre es con el consumo de drogas legales e ilegales, por este motivo es posible afirmar que las drogas desempeñan un papel protagónico dentro del ámbito del ocio: “Estas, en primer lugar, conllevan un consumo, muchas veces, continuado, debido a la adicción que generan (…) consiguen que el individuo que las consume se desconecte de 98 la realidad y le aportan un placer inmediato con, eso sí, peores consecuencias a medio y largo plazo” (“Ocio y…”, 2012:35). Una de las características de las drogas ilegales es que su consumo reiterado va sobreponiéndose a otras motivaciones del sujeto, sumiéndolo en un estado que lo aleja de las condiciones de normalidad. Se desvía convirtiéndose en, dependiendo de la sustancia y la frecuencia de consumo, un sujeto ansioso, agresivo, paranoico, con tendencias suicidas, entre otros signos y síntomas evidenciados (Narconon, 2013). Lo que resulta problemático y relevante en el ámbito individual se convierte en una cuestión de interés social al verse multiplicado el número de sujetos que se ven envueltos en dichas condiciones. En Latinoamérica, la problemática del consumo de drogas ilegales en los jóvenes está relacionada de manera estrecha con la violencia y la exclusión social. Las cifras señalan que a “los quince años de edad ya fuman cerca de 40% de los jóvenes y cada persona consume unos seis litros de alcohol puro por año, el promedio más alto en el mundo menos desarrollado. Además, hay unos 45 millones de personas que fuman marihuana, que es la droga no legal más utilizada” (Peruga et al., 2002). En un estudio realizado en el Hospital Universitario de Caracas, donde se puso a prueba la presencia de mTHC y mCOC en las muestras de orina de un determinado número de pacientes, se concluye que la prevalencia aparente de consumo de sustancias ilegales en hombres jóvenes es de 40% (Contreras et al., 2007:172). Cifra de prevalencia inesperada por los profesionales que realizaron el estudio, la cual además de ser alarmantemente alta pone un punto de reflexión sobre la proporción de consumo. Según este mismo estudio, por cada consumidor de marihuana existirían dos de cocaína. Concluyen, además, dando la recomendación que es necesario conocer y tener actualizados los patrones cualitativos del consumo de sustancias adictivas. 99 Los estudios realizados en el Perú, promovidos y coordinados por la ONG CEDRO, sobre la motivación que tienen los jóvenes para consumir drogas, señalan que es multifactorial. Tienen implicancias los factores psicológicos, biológicos y sociales, los cuales están relacionados de manera normal por los mismos jóvenes a “la curiosidad, obteniendo placer y satisfacción, relax de tensiones psicológicas, facilitando la socialización, presión social en su grupo, aislamiento social, dinámica familiar, baja auto-estima, manejo inapropiado de medidas sobre drogas, influencias genéticas y problemas alcohólicos en familiares.” (Bolaños et al., 2008:5) En otro estudio de CEDRO, denominado “Epidemiología de Drogas entre la Población Urbana Peruana”, encontramos que cada vez hay más mujeres que consumen marihuana y cocaína. En el año 2003, un 2,4% de encuestadas en el área urbana señalaban haber consumido marihuana alguna vez en su vida (CEDRO, 2003:95), cifra que se elevó a 8% en el año 2010 (CEDRO, 2010:49). Ya desde hace algunos años atrás se podía advertir que “el consumo de drogas en el Perú se estaba feminizando” (Portillo, 2008), a ello se le suma el alto porcentaje de consumidoras de sedantes de manera permanente. El segundo grupo en ascenso en el consumo son los adolescentes, un 1,7 por ciento de ellos entre los 12 y 18 años ha probado, por lo menos una vez, la peligrosa droga sintética conocida como "éxtasis". La diseminación que esta droga sintética está experimentando es un cambio en el país. Pasó de ser consumida exclusivamente entre jóvenes de altos recursos económicos a ser la droga más popular, incluso se ofrece libremente en las cercanías de los colegios.72 Cabe señalar que los jóvenes también han expresado su preocupación ante el consumo cada vez más extendido y precoz de drogas ilegales, el cual lo “relacionan con una facilidad de acceso que, a determinada edad, puede ser incluso superior a la de las drogas legales” (op. cit.), debemos añadir en este 72 “La presencia del éxtasis se está extendiendo cada vez más hacia sectores C y D, apartándose rápidamente de los sectores A y B donde inicialmente apareció. Las discotecas populares y la aparente adulteración de las pastillas de éxtasis son una combinación que está potenciando su abuso notoriamente” (Arnao & Cabezudo, 2001:128-129). 100 punto el fácil acceso en relación con los costos. El Perú es el segundo productor de cocaína en el mundo y también es productor de marihuana, es por ello que los precios para el consumo interno de estas drogas son más bajos que en mercados internacionales. Incluso, el consumo por ciudades es diferenciado debido a diversos factores relacionados con la producción de drogas ilegales, así la cercanía a las zonas de producción es un agente que podría facilitar y a la vez dificultar su comercialización al menudeo (interdicción de por medio): “Desde este punto de vista se aprecia mayor prevalencia de vida de marihuana en ciudades como Cusco, Iquitos y Pucallpa; así como mayor prevalencia de vida de drogas cocaínicas en Iquitos, Piura y Tarapoto.” (CEDRO, 2011:55) Las acciones del narcotráfico se traducen en producción, tráfico y consumo de drogas ilícitas dañan no solamente la vida y la salud de un gran número de jóvenes, sino que también lo hacen a su entorno familiar, dentro de un acelerado proceso que involucra a más personas de menor edad (Devida, 2007:7). Este accionar ilegal se ve enfrentado por determinadas políticas de Estado, que dentro de sus objetivos preventivos considera a los jóvenes como un público prioritario. Estas acciones están orientadas a evitar el consumo de drogas, a la recuperación y su reinserción social. Lo grave del asunto es que, a pesar de las políticas y acciones estatales, las zonas empobrecidas de los países latinoamericanos –favelas en Brasil, villas miseria en Argentina o asentamientos humanos en Perú– son actualmente “los espacios donde se han enquistado los puntos de venta del consumo final de la cadena productiva de drogas ilícitas, en especial de la cocaína, un negocio internacionalizado y oligopolizado que mueve millones de dólares, que tiene nexos con el tráfico de armas, el contrabando y el lavado de dinero” (Ziccardi, 2008:23). Esta situación traería consigo una tendencia de quiebre de los lazos sociales tradicionales, incluyendo las relaciones de clientelismo que siempre fueron una marca distintiva de diversos países de la región. 101 Así se van configurando extensas áreas de pobreza, las cuales generalmente se ubican en la periferia de las ciudades. Se observa la profundización y segregación socio-espacial en gran escala, lo que da paso a lo que Sabatini denomina una “cultura de la segregación” o “efecto ghetto” (Sabatini et al., 2001). Según este mismo autor, el fenómeno de la segregación residencial está también significativamente relacionado con otros problemas sociales, extendiéndose la compleja red y emparentándose con el retraso escolar, inactividad juvenil y embarazo adolescente. Ante lo expuesto, vemos a la juventud como un grupo que se ve afectado por el consumo de drogas ilegales y, además, por su estigmatización. Es un grupo con la necesidad de destinar su tiempo en alguna actividad que lo sustraiga del contexto en el que se desenvuelve cotidianamente. La juventud requiere de la potenciación de ciertos referentes normativos y de valores que constituyan un marco sociocultural de inclusión. Es necesario que los conceptos que giran en torno a las conductas ilícitas puedan significar algo negativo y que no generen la atracción que están logrando. Es decir, que los jóvenes reconozcan y rechacen esas conductas. Para que este marco sociocultural tenga más elementos de análisis, debemos contemplar también aquellos insertos en los relatos simbólicos, motivos recurrentes en la subjetivación de las experiencias vitales de los jóvenes. A través de ellos buscan expresar y reinterpretar la estructura del mercado musical, los discursos sobre la identidad, etc. Hay que considerar especialmente los trabajos con un enfoque cultural, en los cuales existe la posibilidad de desarrollar un abordaje denominado de dramatización socioestética de las identidades desde el consumo de las drogas ilegales.73 La visión socioestética considera aspectos narrativos y performativos de la identidad juvenil derivados de sus experiencias en el mundo de las drogas 73 Abordaje empleado en la tesis de Osiris Chajín sobre socioestética y culturas juveniles (2009: 12). 102 ilegales. Aspectos que, según lo señalado por R. Reguillo, se configuran a través del “vestuario, las marcas corporales; la apariencia, (que) buscan no sólo la expresión libre del cuerpo, sino la dramatización de algunas de las creencias fundamentales” (2000a:151). Esto nos impulsa a “‘escuchar’ que es lo que están tratando de decir a través de sus músicas, de su poesía, de sus grafittis, que es lo que están tratando de decirle a la sociedad en términos de configuraciones cognitivas y configuraciones afectivas y especialmente, de configuraciones políticas” (op. cit.). Siendo conscientes de que lo visto en nuestras sociedades son esferas funcionales que no se comunican unas con otras, debemos comprender a los individuos a partir de sus cambios constantes, cambios entre lógicas de acción que, incluso, pueden ser incompatibles (Laddaga, 2006:62). Estos órdenes que emergen y compelen a las personas a la auto organización y auto tematización de sus biografías (Beck & Beck-Gernsheim, 2002:24), posibilitan el escenario para que la música sea un elemento muy cercano a la juventud. Esta cercanía nos permite constatar la existencia de una relación entre consumo de drogas ilegales y música. Desde la conocida frase “sexo, drogas y rock & roll” podemos acudir a la historia de la música para corroborar la leyenda que envuelve a muchos cantantes y grupos vinculados a consumos de sustancias: Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, etc. El rock es uno de los géneros eminentemente juveniles. Se presenta como fuente de reelaboración de las historias vitales de los jóvenes, “se ofrece como otra coordenada de sentido vinculada con una búsqueda estética, gramáticas propias, construcción de saberes, etc., que dan cuerpo a lo performativo de las subjetividades juveniles” (Chajín, 2009:28). En el consumo del rock podemos encontrar una fuerte mediación en la construcción de las subjetividades juveniles que no siempre es reconocida por las lecturas adultas que, casi siempre desde fuera, lo poco que ven es rebeldía. De esta situación surge el deseo de controlar y ordenar que se realice lo políticamente correcto. Pero 103 tampoco desconoce el peso que allí tienen las dinámicas de la economía de mercado y las lógicas de producción y reproducción que toman cuerpo (Serrano, 2004:92-99). Se va abriendo el abanico de géneros y el rock, en tanto producto cultural, coloca en escena diversas categorías. Una de ellas es el metal, categoría que entre los jóvenes se constituye en “una alternativa para enfrentar sin mediación alguna y por vía experimental la ‘decadencia’ y ‘barbarie’ del mundo” (Amaya & Marín, 2000:66). El metal en ese sentido se acerca al punk, siendo ambos géneros un impulso hacia el realismo y la dureza de la vida. Un joven es metalero o es punkeke como alternativa a no ser nadie y a vivir en un mundo falso, incluso se le considera como una alternativa frente a la de ser considerado un joven “hiphopero”. Cuando comentamos al respecto de la cultura hip hop, debemos reconocer que está totalmente construida sobre otras estructuras de creación artística: el break, grafitti, rap, etc. Asimismo, resalta por tener una clara sensibilidad política y social, la cual se ve reflejada en una “fuerte carga de resistencia en la cual se expresan antagonismos entre sectores sociales populares y de élite, reivindica un ejercicio amplio de los derechos ciudadanos que se ven amenazados por situaciones de exclusión y discriminación y (...) es una identidad juvenil que se refuerza en demostraciones públicas” (op. cit.:71). Por ello, la música hip hop no deja de lado la problemática social, la cual tiene una fuerte influencia de las drogas en sus líricas.74 Otros géneros populares entre los jóvenes son el reggae y el reggaetón. En el primero, de más larga data y originario de Jamaica, existe una relación directa y evidente con el consumo de la marihuana. Este género está ligado a la religión Rastafari, la cual propone la marihuana como un elemento que fortifica el 74 “Y tú caminas con el mundo a tus pies o a tus espaldas, te pierden los coches, las drogas, las faldas. Yo conozco los secretos que te guardas bajo llave y es que tuve 2 maestros: Señor Libro y Señor Calle.” Segmento de la canción “El cuenta cuentos”, de Nach Scratch. 104 cuerpo, alma y mente. Investigaciones caribeñas señalan que es preciso reconocer que “detrás del patrón de crecimiento del consumo de drogas está la promoción de estilos de vida relacionados con entornos donde existen llamativos autos nuevos, donde se gasta mucho dinero, exhibición de joyas, (…) la música reggae, armas, clubes nocturnos (…) que se asocian con modelos de conducta que atraen a los jóvenes” (Stone, 1991:284). Como una sucesión del reggae, únicamente de denominación, encontramos al reggaetón. Género que es ante todo “una mercancía cultural, los jóvenes (que) lo escuchan y bailan son principalmente consumidores. Que esta mercancía se elabore sobre fantasías otrora inconfesables, no implica que quienes la consuman se identifiquen plenamente con ellas” (Ubilluz, 2006:93). Tengamos presente que la identidad no es una esencia, “se trata de un concepto relacional, que supone simultáneamente un proceso de identificación y un proceso de diferenciación, lo que implica necesariamente una tarea de construcción, la identidad se construye en interacción (desnivelada) con los otros, los iguales y los diferentes” (Reguillo, 2000b:78). En este amplio abanico de posibilidades musicales y su relación con las drogas, no podemos dejar de mencionar lo que en el Perú es conocida como la cumbia andina o música chicha.75 Se trata de un ritmo que desde hace varias décadas se ha desarrollado, incluso en forma de cultura.76 Este ritmo está presente en el gusto musical de la juventud y representa “el fortalecimiento y la expansión de las expresiones musicales andinas en las ciudades” (Hurtado, 1997:90). Con la chicha y los anteriores géneros musicales podemos tener un panorama más completo de la socioestética de la juventud, de la que consume y la que no consume drogas, ya que “se puede apreciar en la mayoría de las fiestas 75 “Sobre el origen del significante ‘chicha’ para designar a esta cumbia andinizada y luego a todo el campo tropical peruano, existen diversas versiones, pero la más difundida sostiene que posiblemente el término “chicha” proviene del título de una canción que causó furor por el año 1966: “La chichera” de los Demonios del Mantaro” (Bailón, 2004:59). 76 Siendo una de sus expresiones, por ejemplo, la prensa chicha. Para J. Gargurevich es “un conjunto abigarrado de primeras páginas muy coloridas -con fotos audaces- que cuelgan de los kioskos de venta y que difieren de manera tosca de sus homólogos formales, tanto en el diseño como en la temática noticiosa” (Gargurevich, 1999). 105 familiares juveniles de los sectores populares que se inician con vallenatos, merengue, salsa, tecno, disco, rock; continúan con chicha y rematan, como fin de fiesta, con huaynos. El conflicto musical-cultural atraviesa las generaciones, las familias y a los mismos individuos” (op. cit.:94). Es preciso señalar también la existencia de la relación específica entre la música electrónica y el contexto de su consumo, las fiestas o festivales raves. La música electrónica, caracterizada por el empleo de tecnología y el empleo de instrumentos electrónicos para su composición y ejecución, tiene una larga data y sus inicios masivos los tuvo con agrupaciones como The Beach Boys y Pink Floyd. Con el paso de las décadas se ha diversificado en subgéneros, como el techno, trance, dance, etc. Actualmente se apoya en el uso de computadoras y su ejecución ya no requiere de un músico, sino más bien de un DJ quien anima las fiestas. Este y otros contextos ligados a la música (conciertos de rock o sus sub-géneros, discotecas, etc.) serían algunos de los escenarios más frecuentes de consumo juvenil.77 “Estas relaciones música- drogas han sido, sin embargo, muy poco investigadas de manera sistemática (…) salvo excepciones como los estudios de Amador Calafat78 o el pionero Gamella y Roldan79 sobre los contextos de consumo del éxtasis” (Fouce Fernández & Fossoul, 2007). Otro caso excepcional es el de la Subsecretaría de adicciones de la provincia de Buenos Aires, Argentina. En el año 2007 realizó un estudio en un evento de música electrónica, donde el consumo observable de drogas de diseño alcanzó un total de 43 jóvenes de 150 (Míguez, 2007). En cuanto a la existencia de una estetización del joven consumidor en torno a los tatuajes y las perforaciones, es posible afirmar una relación aunque no causal ni directa. Estos elementos de la socioestética juvenil están aumentando especialmente como una forma de comunicación y de expresión de su propia 77 La mayoría de los asistentes a centros de diversión en Lima, el 42.7% de encuestados, afirma que el consumo de drogas entre sus amigos ha aumentado, seguido por un 19.6% que indican que sigue igual. (Zavaleta, 2007:9) 78 Psiquiatra, terapeuta y director de la revista especializada en adicciones. 79 Discotecas, pubs, raves o fiestas y fiestas privadas son los entornos sociales principales del uso de éxtasis en España. (Gamella & Roldán, 1997). 106 identidad, a la vez que están manifestando su culto al cuerpo, conocido de manera extendida como body art.80 Sin embargo, aun cuando los jóvenes se someten en muchos casos a este tipo de prácticas en este momento de sus vidas, estas siguen realizándose a lo largo de la vida y pueden hallarse en individuos de todas las edades (Chimenos et al. 2003). En la actualidad hacerse un tatuaje o un piercing está de moda, no tanto por razones anticonformistas sino por motivos estéticos. Si apreciamos brevemente el ámbito global, Estados Unidos de Norteamérica es uno de los países donde esta práctica está ampliamente generalizada. Entre el 10% y 13% de los adolescentes de entre 12 y 18 años lleva tatuajes o piercings.81 Desde la década de 1990, los tatuajes y los piercings se han incrementado notablemente, hasta el punto de que el 38% de la población general es portadora de algún tipo de tatuaje (Mangas et al., 2004:200). El pabellón auricular continúa siendo la localización de las perforaciones o piercings más frecuente, aunque cada vez son más utilizados otros lugares de la cara como la ceja, la nariz, los labios, etc. Los tatuajes y perforaciones en el cuerpo son una de las características de las sociedades urbanas contemporáneas en diversas partes del mundo y también en Latinoamérica. Son “la circulación y resignificación de determinados signos y emblemas tribales como las perforaciones corporales (piercings) y los tatuajes (“tatoo”), en una gran variedad de cuerpos y escenarios (Nateras, 2002:150). Aunque estas manifestaciones las podamos observar en cualquier otra ciudad o país del mundo, los significados construidos son particulares, dependiendo del contexto sociocultural al que correspondan, del género al que pertenezcan, incluso, a las adscripciones identitarias grupales que se tengan (op. cit.). Finalizaremos señalando que de manera tradicional se ha asociado la idea de preferencia al riesgo a los usuarios de piercings o tatuajes, es el caso de los adictos a drogas intravenosas e intramusculares, quienes tienen una alta 80 “El body art, o arte del cuerpo, designa a una vertiente del arte contemporáneo que toma el cuerpo como medio de expresión y/o materia para la realización de los trabajos (…).” (“Body…”, 2012). 81 Término del idioma inglés que al traducirlo significa perforación. 107 incidencia de tatuajes pues los utilizan para cubrir las marcas de las punciones. Lo que para la región latinoamericana es escasamente significativo, ya que el uso de drogas inyectables es bajo en comparación, por ejemplo, a las inhalables y fumables. Sí es preocupante que la presencia de tatuajes y piercings esté asociada con un comportamiento de riesgo en referencia al consumo de drogas, promiscuidad sexual, suicidio y trastornos de la alimentación (Mangas et al. 2004). 3.3 Oportunidades y riesgos para los jóvenes en el Perú Los jóvenes en el Perú afrontan una problemática que tiene relación directa con las oportunidades y ganancias que reportaría el invertir atendiendo sus necesidades. Según investigadores del Ministerio de Salud del Perú (MINSA) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), “dadas las tendencias y escenarios poblacionales del Perú, si no se invierte hoy mismo en los jóvenes y adolescentes, se estará perdiendo una coyuntura propicia en los próximos años” (“Oportunidades…”, 2005:5). Según estas mismas indagaciones, queda demostrado los notables beneficios, económicos y sociales, monetarios y no monetarios, de la inversión en estos grupos de edad. Las intervenciones que han mostrado mayores beneficios entre los programas sociales y de salud son las que promueven el tratamiento de ETS para la prevención del contagio con el VIH y otras conductas de riesgo. Vale anotar que estas conductas, en muchos casos, van asociadas al consumo de drogas legales e ilegales. Invertir en la salud reproductiva de este grupo poblacional es fundamental para la lucha contra la pobreza y aprovechar las oportunidades del país, este tipo de inversión puede disminuir los embarazos precoces y no deseados, el VIH sida, la violencia sexual y familiar, el subempleo y mano de obra no calificada. “La mayoría de casos de SIDA se concentra entre jóvenes y adultos jóvenes en edad productiva (25 y 35 años). Se ha estimado que entre 11,400 y 20,200 jóvenes (15-34 años) viven con VIH, pero solamente el 55% por ciento de ellos cuentan con el acceso al conocimiento, información y educación sobre el VIH y 108 sobre cómo protegerse del riesgo de contraerlo” (“Lucha…”, 2012). Consideremos que los efectos de esta problemática recaen también sobre las familias y comunidades de los jóvenes, lo que profundiza sus niveles de pobreza. Por otro lado, la tasa de embarazos en adolescentes ha descendido menos que en los otros grupos poblacionales. El embarazo adolescente, si bien ha descendido a nivel nacional, se ha incrementado en algunas zonas del país como la selva. Este porcentaje se ha elevado del 26% al 29% (op. cit.), es decir, casi un tercio de las mujeres de esa zona ya son madres o están embarazadas antes de alcanzar los 20 años de edad. El embarazo adolescente tiene efectos en la transmisión intergeneracional de la pobreza y la pobreza extrema. Existen documentadas intervenciones con alto costo-beneficio en salud reproductiva y para enfrentar otros problemas de salud con elevadas tasas de retorno. Los jóvenes se hallan “mejor provistos de salud pero menos reconocidos en su morbimortalidad específica”, se señala en el reporte de CEPAL (2004) citado en el acápite anterior. Existe un perfil de morbimortalidad juvenil que se origina en la mayor prevalencia de accidentes, agresiones físicas, uso nocivo de drogas, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y precoces, entre otros. De esta manera, los jóvenes viven un contraste entre buena salud y riesgos sanitarios poco cubiertos. Es preciso considerar que, en las últimas décadas, los cambios en la estructura por edades llevarán a que el Perú atraviese, aproximadamente entre los años 2025 y 2035, una alta razón de dependencia. Es decir, la relación entre la población dependiente dividida por la población en edad productiva alcanzaría su nivel histórico más bajo (“Oportunidades…”, 2005:6). Junto a esta característica también debemos contemplar que en las zonas más pobres del Perú, nos referimos a la zona centro andina y la selva, la población adolescente y joven se ha incrementado en mayor proporción que en el resto del país. Son 109 los jóvenes y adolescentes los que constituyen el 19,2% de la población del país,82 cifra que es ligeramente mayor en los departamentos con altos índices de pobreza, tales como Junín y Puno,83 con un 19,7% y 19,3% de jóvenes entre su población respectivamente. Las intervenciones de mayores réditos serían las realizadas en el sector educación. En esta categoría de inversión se aprecian resultados positivos en relación con el nivel educativo aprobado y la asistencia a un centro de educación superior. Como riesgos u obstáculos, según la Primera encuesta de juventudes Perú 2011, se considera que las principales razones de la ausencia a un centro de educación superior son los problemas económicos o porque su situación laboral se lo impide, con 37,7% y 24,8%, respectivamente. Los problemas sociales más frecuentes que enfrenta la juventud peruana son la existencia de burla o descalificación entre sus compañeros debido a su aspecto o forma de vestir, con un 32,9%; le sigue la violencia física entre alumnos, con 26,2%; en tercer lugar, los graves problemas de disciplina de los alumnos, con 22,8%; en un cuarto lugar, pero no menos importante, el frecuente problema social del consumo de alcohol y drogas de los alumnos, con el 20,8%. (INEI, 2011). Existen también otras cifras que nos aclaran más la situación de los jóvenes en el Perú, como el 59,3% que logró aprobar al menos un año del nivel secundario y que aprobaron al menos algún año de educación superior universitario, con el 15,6%. El 14,6% de jóvenes aprobó al menos un año de educación superior no universitaria y el 10,5% de la población joven algún grado del nivel primario o inicial o no tiene ningún nivel educativo (op. cit.). En buena parte, las oportunidades y riesgos de la juventud peruana son representadas por el contraste entre autodeterminación y protagonismo, de un 82 Esta cifra se refiere a hombres y mujeres de 15 a 24 años de edad. Si consideramos el rango entre 15 y 29 años, el porcentaje de la población se eleva a 27,5%. En este grupo de edad el sub grupo mayoritario es el que se encuentra entre los 15 a 24 años, con 73% (INEI, 2007). 83 Según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), años 2008 y 2009 (INEI, 2012). 110 lado, y precariedad y desmovilización, del otro. Apreciando el lado positivo, se da una creciente autodeterminación juvenil en tanto individuos que habiendo relativizado sus figuras de autoridad, sobre todo las de sus padres y las figuras políticas, proyectan con mayor autonomía sus expectativas y trayectorias de vida, expresando esos proyectos vitales como estudiar en condiciones favorables, contar con un trabajo e ingresos decentes, acumular lo suficiente para lograr una autonomía plena frente a los padres y la comunidad, constituir una pareja o familia, vivir a pleno afectivamente la sexualidad juvenil, etc. (Palau, 2004:14). Si observamos el lado negativo, los jóvenes todavía no constituyen un sujeto específico de derecho. A pesar de que ostentan una baja participación electoral y la consiguiente desmotivación para involucrarse en el sistema político, llevan consigo un estigma que los presenta como potenciales desestabilizadores del orden social (op. cit.:21). Vale considerar la convergencia que, en otros espacios geográficos, han logrado los jóvenes a través de diversos movimientos sociales84 con repercusión global, pero que al corto y mediano plazo han ido transformándose.85 Ante la información expuesta, podemos comprender mejor al sujeto de investigación. No podemos dejar de contemplar a los jóvenes a partir de la etapa en la que se encuentran. La juventud es “una fase preparatoria para la transición que se estará experimentando entre la niñez y la etapa adulta. Es un período en donde se busca ganar independencia y autonomía. Además, es también una etapa crítica, ya que marcará la búsqueda y la intención de asumir nuevos roles y nuevas funciones” (Rivera-González, 2011: 333). Es en esa 84 Autores como Tilly y Tarrow sitúan estos fenómenos en el plano exclusivamente político y en los aspectos mesurables (económico-material) de la acción colectiva (revoluciones, revueltas, democratización, nacionalismo). Este tipo de análisis explica los movimientos sociales a partir del funcionamiento del mercado político (Melucci, 1999). Al utilizar el concepto movimientos sociales estamos más cerca a lo que plantea la Dra. Cecilia Bobes, quien señala que “hace falta entonces el desarrollo de nuevas perspectivas teóricas que permitan considerar tanto lo civil como lo político, lo institucional, lo normativo y lo simbólico” (Bobes, 2002: 384). 85 Por citar un ejemplo, Occupy Wall Street, movimiento formado en el año 2011, se presenta ahora como una organización sin fines de lucro y pretende llegar a diversas ciudades del mundo. 111 búsqueda donde podría surgir el momento cuando “‘se inicia’ y encuentra en la droga un ‘caballo’ que les proporciona los suficientes ‘fuegos artificiales’ para poder alejarse de su momento vital” (Terradas, 1985:7). 112 SEGUNDA PARTE 113 IV. Subjetividad y trayectorias biográficas bajo el umbral del riesgo Cada uno carga con las sombras y la luz tras de los espejos que se enfrentan. Y en la brevedad, de la eternidad cada hombre elije su destino. Justo en el umbral donde el bien y el mal echan a la suerte los caminos. (Tabaré Cardozo)86 La problemática del consumo de drogas ilegales es compleja. Concentrarnos en el sustrato subjetivo abordando esta problemática, desde las trayectorias87 biográficas, es complejo también. Las instituciones y diversos escenarios son parte del tema que analizamos en el presente acápite desde la voz de los jóvenes entrevistados.88 Asimismo, la vida cotidiana y el papel de ellos previa a su ingreso en el mundo de las drogas y sus articulaciones en la segunda modernidad, indagados a través de una figura denominada el umbral del riesgo. Figura espacio-temporal que, como dice la canción de T. Cardozo, visibiliza y diferencia las sombras de la luz tras el espejo de la auto reflexividad de la época. Instancia donde cada hombre elije su destino, es el umbral “donde el bien y el mal echan a la suerte los caminos.” En la presente tesis privilegiamos el estudio interpretativo de la subjetividad de los jóvenes entrevistados,89 y de los resultados de la interacción entre estos y la familia, el barrio, los vecinos, etc. Consideramos que el estudio de la 86 Músico uruguayo. Parte de la letra de la canción “El umbral”, del disco “El murguero oriental” (2008). Siguiendo a Bourdieu, entendemos las trayectorias como “la serie de posiciones sucesivamente ocupadas por un mismo agente (o un mismo grupo) en un espacio en devenir y sometido a incesantes transformaciones.” (1989:127). 88 A partir de la segunda parte de la tesis, en cada vez que se utilice la palabra joven o jóvenes se referirá tácitamente a nuestros entrevistados. Se especificará cuando se utilice esta palabra en términos genéricos. 89 Asimismo, se considerarán las declaraciones de expertos en el tema de las drogas ilegales y de madres de familia de dos de nuestros entrevistados. 87 114 subjetividad implica, tanto el análisis de diversas instituciones sociales, como el análisis de la historia individual y colectiva de los sujetos, “así como de las normas, de los lenguajes, de las miradas, de los referentes simbólicos, de los mitos.” (Gil Montes, 2007:642). Proceso de subjetivación del individuo que se realiza sobre “un campo de significaciones, un conjunto de concepciones del mundo y de la vida, donde se entrelazan diversos niveles de comprensión y aprehensión de una cosmovisión” (op. cit.). Un estudio que contempla la subjetividad nos permite una constante búsqueda de sentido. El aspecto sociológico central de esta perspectiva se refiere entonces al significado que la realidad tiene para los jóvenes y la manera en que estos significados se vinculan con sus conductas de riesgo. Es así como nos hemos acercado a un nivel de la realidad que debería ser conocido. En tanto que, en una problemática social como esta, es indispensable la generación de ciertas políticas que contemplen la voz de los jóvenes, asociada estrechamente a factores subjetivos, internos a ellos. Los hemos concebido como actores interpretativos, cuya dimensión subjetiva es estructurada inicialmente por encuentros con objetos externos (padres, profesores, libros y toda la variedad de portadores culturales), los cuales se internalizan con el proceso de socialización. “La subjetividad y la motivación se vuelven tópicos fundamentales para la teoría social sólo si reconocemos este proceso de internalización, pues si aceptamos la internalización entendemos que existe alguna relación vital entre el ‘interior’ y el ‘exterior’ de cualquier acto.” (Alexander, 1992:12) Al centrarnos en la dimensión subjetiva de los jóvenes, en contraste con las visiones macro de las ciencias sociales, se abre un enorme espacio para la libertad del individuo y su mirada del problema como el punto de partida en la producción de los fenómenos sociales. En consecuencia, en lugar de leyes sociales, se habla de contingencias. Al hacer énfasis en las contingencias y los factores subjetivos, siguiendo la línea weberiana, se favorece a la comprensión más que a la explicación, como tipo de conocimiento producido. Para poder 115 llevar a cabo una adecuada comprensión de los factores subjetivos, los sujetos y las situaciones de estudio han sido abordados en un plano de análisis micro, de tal manera que las particularidades interpretativas de los procesos sociales se puedan aprehender (Castro, 1996:65). Asimismo, es fundamental que señalemos el lugar central del concepto sujeto en el desarrollo de la modernidad y en esta etapa tardía o segunda modernidad. En este contexto, se aprecia un sujeto que bajo las identidades que tenga, estas deben ser flexibles (Beck, 1998, Bauman 2003). Es una propuesta de sujeto que, ante los cambios en el contexto, su situación dependerá de las posibilidades que la sociedad del riesgo le brinda. Es la manera que intentamos entrever cómo, desde esa sociedad, las personas se definen y le brindan significado a sus actos. Es así como reivindicamos una subjetividad necesaria a través de dos visiones: espacio de resistencia y, a la vez, como una condición moderna. La subjetividad de resistencia pero que suma a la cuantificación y las cifras que nos tratan de explicar un fenómeno, el cual, en un principio, parte desde el sujeto. Subjetividad vista como la recreación propiamente moderna de la escisión fundadora del individuo. Ambas visiones, la segunda más que la primera, dan cuenta de una subjetividad “surgida de la distancia original que se acrecienta entre el individuo y las estructuras sociales, y define una posibilidad acrecentada de expresión de sí más que un aumento de dominio práctico sobre el mundo.” (Martuccelli, 2007a:383) Tengamos en cuenta que tampoco se trata de otorgarle la exclusividad de lo subjetivo a la modernidad. La preocupación por la subjetividad excede y precede a la modernidad. Es importante señalar que la sociología siempre se ha interesado por el individuo y los autores más relevantes de la sociología, en muchas de sus obras, han abordado con frecuencia y talento las dimensiones individuales. Sería imposible citarlos a todos, pero dos ejemplos claros son Durkheim y Weber. Textos como Las formas elementales de la vida religiosa y Estudios sobre la sociología de la religión, son percepciones de lo transmitido a 116 través del vínculo social, a partir de elementos interindividuales y, en determinados pasajes, de la subjetividad. Así, podríamos seguir mencionando a autores como Marx, desde sus escritos de juventud, o a Simmel con una apuesta sobre el individuo en la misma línea que Weber. La diferencia con nuestros tiempos es que en la “sociología clásica”, cualquiera que sea el talento o el genio de los autores, a pesar del continuo interés de la sociología por el individuo, éste no fue nunca un objeto privilegiado del análisis sociológico. El análisis descendiente de la sociedad fue suficiente (Martuccelli, 2007b:10). Lo que nos interesa en el contexto contemporáneo es la subjetividad en su significado propiamente social, la cual nace en medio del mundo. Es en ese espacio donde se ubica toda su paradoja: “por un lado se vuelve más que nunca un fenómeno social; por el otro, al mismo tiempo, y cada vez más, una dimensión que percibimos como asaltada por una sensación de extrañeza de nuestros contextos sociales.” (Martuccelli, 2007a:387). Es decir, una verdadera ruptura separa la importancia creciente de lo subjetivo, cuyas razones son de naturaleza social y por ello aún objeto de estudio “clásico” de la sociología; y el sentimiento que experimenta cada sujeto en relación con ese mismo espacio subjetivo. Espacio reservado y considerado como un terreno no social que, a su vez, es “multirreferencial e inacabado, un continuo de producción de sentido” (Gil Montes, 2007:242). Entendamos a la subjetividad como ese estado social particular donde los individuos tienen la sensación, reemplazados por muchas representaciones sociales, de que su intimidad ya no puede ser anexada dentro de ninguna representación totalizante (Martuccelli, 2007a:382). Nos acercamos a la premisa básica para la comprensión del fenómeno del consumo de drogas en una sociedad del riesgo. En tiempos de globalización e individualización, debemos aproximarnos lo máximo posible a las diversas condiciones del sujeto. Asimismo, nos aproximamos a la subjetividad considerando lo que M. Bajtin afirmaba: la subjetividad es plural y polifónica (En Perrés, 1998:135). Debemos 117 tener muy en cuenta y mantener distancia de las “determinaciones causales univocas y lineales por las que una disciplina, teoría, instancia o autor, pretenda erigirse en dominante en lo que concierne a esta compleja problemática” (op. cit.). En cuanto a la dimensión institucional de la individualización, la individualización es la que estructura y configura la subjetivación.90 Como ya hemos señalado en la primera parte de la tesis, en el proceso de individualización institucional no desaparecen las diferencias de clase ni las relaciones familiares. Lo que sucede es que permanecen en el trasfondo, como un telón o un backing,91 en relación con el centro emergente del modelo biográfico vital. El sujeto ciertamente rompe los lazos tradicionales y las relaciones de protección, pero las intercambia por las constricciones del mercado, así como por las estandarizaciones y controles implícitos de dichas constricciones (Beck, 1998:167). Otro tema presente en el desarrollo de este acápite, y que es preciso explicitar, es la figura del umbral del riesgo. Es la propiedad espacio-temporal que sitúa a los jóvenes entre el bien y el mal, el paso previo a la iniciación en el consumo de drogas, el lugar al que regresan en cada etapa de abstinencia, la posición en la que se ubican sus familiares, es la manera abreviada de señalar el espaciotiempo al filo de un abismo o una pendiente inclinada. Este umbral se configura en función de la condición del sujeto respecto a sus roles, las instituciones, sus experiencias, etc., y varía dependiendo de la situación del hogar familiar, la presencia o ausencia de los padres y de los integrantes de la familia. El umbral del riesgo, en esta tesis, es una propiedad del sujeto que consume drogas y que puede estar constituida por elementos que caracterizan a la familia, las 90 “La subjetivación -como la subjetividad- es una operación, pero una operación de otra naturaleza, de otro estatuto. Se trata de una operación crítica sobre la subjetividad instituida, pero no hay posibilidad de subjetivación sin un plus producido por la instauración de una subjetividad determinada. Esa subjetivación será una operación sobre la serie de operaciones instituidas, pero su funcionamiento trabaja en otro nivel lógico. Ese otro nivel lógico sólo es posible por la instauración del primero y de su plus. La operación crítica que llamamos subjetivación es la operación sobre la subjetividad instituida desde el plus que ha producido como efecto impertinente.” (Lewkowicz, 1998:9) 91 Término del idioma inglés que en el campo de las comunicaciones se emplea para referirse a la escenografía, especialmente en televisión. También se utiliza el término para hacer referencia a un fondo musical. 118 amistades, las autoridades, el barrio, el colegio, etc. Este umbral sitúa a los jóvenes en un espacio complejo y es casi permanente cuando su contexto vital posee ciertos elementos que representen amenazas. La distancia que los separa entre un ambiente libre de drogas y otro que no lo está es mínima, y ese es el umbral referido. Los espacios donde se desarrollaron en sus primeros años de vida dan cuenta de esta figura. El hogar representa diversas amenazas que van configurando el umbral como propiedad de cada joven. Otro espacio puede ser el barrio, que dependiendo de la zona contienen o no los “huecos” de venta de drogas como principales amenazas. Cuando estos lugares de venta no se encuentran en las inmediaciones del barrio, un personaje aparece en escena, el dealer o vendedor de drogas. El colegio podría ser otro espacio donde los jóvenes atraviesan por el umbral del riesgo, allí es donde aparece la posibilidad de que se realice el intercambio e iniciación de las experiencias de consumo.92 Son diversas las formas en las que los jóvenes relataron y describieron tanto las instituciones como los personajes que favorecen este umbral como una propiedad que impacta de diversas maneras en cada trayecto. En relación con el umbral en forma de tiempo, podemos afirmar que éste se configura a partir de la edad en que viven los jóvenes, pero no es el único elemento. También pueden ser los meses y años que el joven debió vivir dentro de los espacios que configuran el umbral. Por ejemplo, el tiempo de vida en un barrio o en un colegio determinados. Otro punto que debemos resaltar es que cualquier riesgo que desborda el umbral habría de implicar una decisión de reducirlo. Sin embargo, cuando el joven se encuentra en el umbral, el concepto de reducción del riesgo se convierte en relativo. Denota aquellas acciones racionales que tomarían el umbral como punto referente que por ninguna razón se debería cruzar. Evidentemente, siempre se debería huir de esta situación. La 92 “La inocencia marcada por el bajo mundo del tráfico de drogas. Un niño de apenas 7 años, y de iniciales D.S.R., fue descubierto cuando era obligado a vender droga a sus compañeros del colegio Canto Bello, en San Juan de Lurigancho. Este hecho ha puesto sobre el tapete una alarmante realidad: el incremento de la comercialización de estupefacientes en los colegios de Lima.” (“Alarmante incremento…”, 2012) 119 realidad indica lo contrario y los relatos conseguidos lo reafirman. Analizar e interpretar el umbral de riesgo, a través de la trayectoria biográfica de cada joven entrevistado, es colocar el telón de fondo de las escenas en relación con las experiencias de consumo de drogas. Es reconstruir las subjetividades del riesgo, es representar a ese sujeto que está al filo del abismo o de la pendiente, un sujeto que interactúa con diversos elementos y que nos lo relata con sus propias palabras. Lo hace como resultado de la aplicación del método progresivo-regresivo (Denzin, 1989), citado en la primera parte de la tesis. Método que también fue planteado para dar cuenta de la acción del sujeto en términos de un proceso relacional. Esto es, observar a los jóvenes y su realidad en una sociedad relacional, repensándola, aprovechando los fundamentos de la sociología relacional en sus aspectos teóricos y, metodológicamente, los de aplicación práctica de cómo podemos intervenir sobre la realidad para aportar en la resolución de la problemática social de las drogas ilegales. Así, asumimos que los problemas de la sociedad del riesgo, en parte, son generados por las relaciones sociales. Al pretender entenderlos, no solamente será sobre la base de las acciones individuales o voluntarias, ni a la inversa, solamente a través de las acciones colectivas o estructurales; será a través de nuevas relaciones sociales y nuevas articulaciones de estas relaciones (Donati, 2011:120). Este tipo de estudio es, principalmente, una forma de indagación en el sustrato subjetivo a partir de los relatos que los jóvenes han compartido sobre sus experiencias. El contexto prohibitivo del consumo y el carácter oculto de la práctica, hace que el relato emerja como la auto-interpretación del sujeto brindándonos acceso a la constitución del yo consumidor, a ese yo adicto que se describe y analiza en cada estructura de significación. Asimismo, la subjetividad de este joven consumidor “habrá que considerarla como el efecto de unas prácticas de constitución y no como una mera ‘ideología consumista’ que satura de unos ideales bajos a un sujeto ya constituido.” (Lewkowicz, 120 1998:4) Es preciso reconocer que nos preocupa el sujeto singular, sin embargo, intentamos movernos más allá de él. Esto con el fin de reconocer la realidad de la relación, considerando la “autoconcepción no como una estructura cognitiva privada y personal del individuo sino como un discurso acerca del yo: la representación de los lenguajes disponibles en la esfera pública.” (Gergen, 1996:163). Apostamos por el yo como una narración que se hace inteligible en el seno de las relaciones vigentes. Esto es, poner el foco en el relato mismo pero sin desentendernos del contexto comunicativo en el que las historias se inscriben (Bernasconi, 2011a:22), considerando la subjetividad como espacio de representación, como teatro y escenificación.93 De esta manera sustentamos la elección de los relatos, a partir de la experiencia que cada joven posee y que brinda la posibilidad de aproximarnos al sustrato subjetivo. Además, si los relatos nos absorben cuando leemos ficciones o historia, nos atrapan cuando vamos al cine a ver alguna buena película o cuando decidimos encender la televisión, etc., entonces es evidente su capacidad evocadora y cercana a nosotros. Por esta familiaridad “los relatos sirven también como medios críticos a través de los cuales nos hacemos inteligibles en el seno del mundo social.” (Gergen, 1996:164). Durante horas94 hemos escuchado extensos relatos sobre la infancia de cada joven entrevistado, sus relaciones con la familia, los primeros años en el colegio, los amigos del barrio, el primer amor, sus costumbres, la música que escuchaban, cómo veían a las personas adictas, sus imaginarios futuros, etc., así sucesivamente hasta llegar a sus experiencias de consumo y más allá. Tan predominante es el proceso del relato en la cultura occidental que J. Bruner 93 Apunte de la directora de la presente tesis, Dra. Sara Makowski, en relación con el desarrollo de la subjetividad propuesto por D. Martuccelli. 94 Cada entrevista duró en promedio 1 hora. Al haber realizado tres entrevistas con cada sujeto, además de las entrevistas con expertos y dos madres, tenemos más de 55 horas de grabación de audio como resultado. 121 ha sugerido una propensión natural a la utilización narrativa. Señala que la narrativa es una forma convencional, transmitida culturalmente y limitada por el nivel de cada individuo. A diferencia de las construcciones discursivas generadas a través de procedimientos lógicos y científicos, por lo que pueden ser descartadas si son falsas; las construcciones narrativas no atraviesan ese camino ya que sólo pueden lograr verosimilitud. Son una versión de la realidad cuya aceptación está gobernada por una convención y la necesidad narrativa, más que por la verificación empírica. Aunque irónicamente algunos no tienen reparo en llamar a estas historias como verdaderas o falsas (Bruner, 1991:4). Difícilmente podemos menospreciar la importancia de los relatos en nuestras vidas. En la medida en que sirven de vehículos que nos permiten entender mejor la amenaza del consumo de drogas ilegales, los relatos se afianzan como la forma básica por la cual los seres humanos otorgamos sentido a nuestras experiencias.95 De manera ajustada hemos dado cuenta de los principales tópicos que guían el desarrollo del presente acápite y, en parte, los siguientes. Es preciso tener en cuenta el rol interpretativo de la subjetividad sin desprenderlo de sus significaciones sociales. Consideremos además que la subjetividad tiende a expresarse a través de formas mixtas, evanescentes, contradictorias y fuertemente desarticuladas. La vivencia subjetiva “aparece siempre como un magma difícilmente formalizable, en cuya raíz siempre es posible encontrar un sentimiento irreprimible de extrañeza del mundo y de sus formas culturales.” (Martuccelli, 2007a:386). En relación directa con el tema de investigación, nos interesan las prácticas sociales de constitución de una subjetividad en la que la adicción sea una posibilidad siempre dada desde ya. La percepción de una subjetividad adicta se preocupa por la constitución misma de esa posibilidad. Interesan aquí entonces las causas coyunturales que producen una subjetividad amenazada de caer en adicción (Lewkowicz, 1998:2). 95 Experiencias que nos llevan a observar que la historia misma es, parafraseando a H. Arendt, un relato que no cesa de comenzar pero que no tiene final (1995:42). Las generaciones jóvenes, como lo señala Manuel Cruz, son “aquellas que nos seguirán, son la superficie sobre la que podemos escribir el futuro.” (op. cit.:26) 122 4.1 La familia, su entorno y los referentes de consumo La lógica del reparto de los riesgos de la modernización, como dimensión esencial de la sociedad del riesgo, nos plantea situaciones de amenaza que surgen y afectan la dinámica social. Estas se traducen en riesgos e inseguridades sociales, biográficas y culturales que en la segunda modernidad han recortado y transformado la estructura social interior de la sociedad industrial y sus formas. Léase las clases sociales, las formas familiares, el matrimonio, la paternidad, situaciones sexuales, etc., y las evidencias básicas del estilo de vida que están incluidas en ella (Beck, 1998). Así, pues, somos testigos de un cambio social en cuyo transcurso los sujetos son liberados de las formas sociales, pero estas relaciones no desaparecen, se transforman. Tal como lo podremos percibir a partir de los relatos narrados por los jóvenes entrevistados. Sin embargo, antes de iniciar y de colocar el término familia como un tema invariante, reconozcamos que esta acción conlleva el peligro de exclusión y devaluación. Es desconocer todas aquellas modalidades que no calzan en lo que se podría denominar como familia tradicional de la modernidad. Lo que viene después de ésta es la familia diferente, de ausencias paternas o maternas, la familia extendida o la contraída a las figuras paternales a través de los abuelos, la familia negociada, disfuncional, rota, la familia cambiante papápapá o mamá-mamá, la familia múltiple, que proviene del primer o segundo divorcio, del volverse a casar, del nuevo divorcio, de los hijos, de los tuyos y de los míos, de los pasados y presentes familiares. El despliegue de esta nueva familia nuclear y su temporalización debe basar su carácter monopólico en la atingencia, el cual es adquirido en la sociedad del riesgo y del bienestar no tradicional. Situación un poco abstracta y marcada por catástrofes pero que demuestra que lo delicioso, lo seductivo y salvador del amor se esconde tras otra cifra estadística, la de divorciados que se casan de nuevo. Es así como “el amor se hace más necesario que nunca antes y al mismo tiempo imposible” (Beck & Beck-Gernsheim, 2001:16). 123 Por tanto, es preferible pensar en la familia en dos niveles: como una idea establecida en la cultura y como aquella realidad específica en la que vivimos o investigamos. Ambas constituyen nuestra forma de mirar la experiencia familiar y, desde aquí, la forma de entender a otros grupos familiares (Pérez, 2011:104). El sistema de creencias sobre la familia es milenario y parece universal, pero no lo es, como veremos en adelante. Los jóvenes relatan sus vidas en relación con diversas instituciones y la familia es una de las más relevantes. Las escenas que aparecen una y otra vez en sus relatos son de ruptura, cuando la familia se desmembró, cuando la muerte aparece como una señal de infortunio (riesgo), de catástrofe familiar, cuando este entorno es espacio de violencia. Veremos también que tanto el espacio familiar como los personajes de este entorno, son referentes de consumo de drogas. 4.1.1 La ruptura familiar: un matrimonio fallido Geraldine, a través de su relato, nos muestra el matrimonio de sus padres como el escenario de infidelidad y como uno de los actos relevantes de su biografía. Tercera hija del matrimonio, con un hermano adicto a la PBC desde muy joven y una hermana que salió del país para estudiar en Inglaterra, vivió desde su niñez en el distrito de Pueblo Libre. En este distrito la población está constituida básicamente por el estrato socio-económico medio, sólo un 2% del total de su población está considerado bajo la línea de la pobreza (INEI, 2010:89). Sus límites geográficos colocan a este distrito muy cerca de zonas de mayor riesgo, de alta circulación de drogas, como lo son el Cercado de Lima y Breña.96 Geraldine nos describe sus propio umbral del riesgo, configurado por sus padres en el ambiente que ella recuerda, de una ruptura constante y de encubrimiento de éste bajo el contexto de un matrimonio fallido. 96 78 y 24 puntos de venta de drogas identificados, respectivamente (CEDRO, 2011). 124 “El matrimonio con mi mamá empezó a ‘disfuncionarse’ (SIC), yo tenía unos 14 años. No sabía que mis padres ya estaban separados, dormían juntos pero nunca estaban en la intimidad y yo me vengo a enterar después porque lo escuché por teléfono (…) Y yo lo escucho hablar por teléfono y desde allí se me cayó [perdí la confianza en él].” Estamos ante una condición aceptada por los padres, un matrimonio que sólo se sostiene en base a compartir físicamente el hogar más no a la convivencia verdadera. El descubrimiento de un engaño, que marcan a la joven en su adolescencia, da como resultado que la figura paterna ya no vuelve a ser la misma. La joven utiliza la figura “se me cayó” para expresar que el padre abandona ese lugar de respeto y admiración culturales en la relación hija-padre. Este hecho, según lo relatado por la joven, no sólo impactaría en su conducta adictiva, sino también en su actuar frente a las relaciones sentimentales donde el engaño fue recurrente. Para otro joven, José Pablo, el engaño de su padre también es un tema significativo en su relato sobre la familia. Este joven nació en la provincia de Cerro de Pasco y a la edad de 7 años llegó a ser “presidente de los niños” en la iglesia Cristiana Evangélica donde asistía con su familia. Él tuvo que trasladarse a la capital ya que a su padre vio otras oportunidades laborales fuera de su ciudad de origen. Es un cambio abrupto, Cerro de Pasco cuenta con una población de poco más de 150 mil habitantes, la ciudad de Lima con más de 8 millones. San Juan de Lurigancho, el distrito donde su padre les compró una casa, alberga a casi un millón de habitantes, de los cuales el 27% son pobres (op. cit.). El desplazamiento de la familia de José Pablo significa también una ruptura, la cual no era constante pero que no mantuvo a su familia bajo las mismas condiciones en las que vivían en provincia. El padre, dedicado a la minería, tenía que ausentarse del hogar por varias semanas, lo que antes no solía 125 pasar. A la edad de 15 años, José Pablo en una reunión con sus tíos maternos estaba bebiendo licor y uno de ellos, acaloradamente, le increpa que el padre del joven tenía una doble vida, tenía otros hijos fuera de su hogar. “Yo estaba mareado y le increpé y me dijo ‘oe, tu papá siempre se la pega de santo y a las finales tiene 2 hijos aparte.’ Eso fue como un baldazo de agua fría porque yo imaginaba a mi papá en un lugar mucho mejor.” El matrimonio estuvo muchas veces a punto de disolverse pero no fue así, permanecieron juntos hasta la actualidad. Sin embargo, esta situación sumada al consumo de drogas de José Pablo, lo llevaron a abandonar el hogar durante varios meses en esa época. A su regreso encuentra una probable solución entre sus padres pero la situación es complicada para el joven. El padre tiene 3 hijas fuera del matrimonio y por ello José Pablo no acepta ningún tipo de ayuda para que él continúe estudiando. Podemos deducir que este orgullo de valerse por cuenta propia tiene relación con el sustento económico de su consumo de drogas. “Llegué y mi papá y mi mamá estaban hablando. [Les dije]‘Si se van a separar no me digan nada. Sólo voy a saber el día que uno de ustedes va a estar en la casa’, les dije (…) Mi mamá me respondió que estaban arreglando la situación. En la verdad (SIC) tenía 3 hijas. Una antes de conocer a mi madre y 2 después. Mi padre me dijo que nosotros éramos sus hijos, igual que ellas, pero que a nosotros nos tomaba en primer lugar. Le dije, orgulloso, que yo sabía luchar la vida. Me decían que me ponga a estudiar, le decía que no, que quería trabajar.” Esta situación familiar, bajo un formato de dos hogares compartiendo el mismo padre (bigamia), es el derrumbe de una realidad y una fantasía en torno a la familia. El engaño de su padre fue un pensamiento recurrente en José Pablo, sobre todo en los momentos de consumo, era el argumento que justificaba esa 126 acción. Esto quizá, era buscar y encontrarle un propósito a lo que hacía. La ruptura familiar debido al engaño, con consecuente separación de los padres o sin ella, es causa de dolor en los jóvenes. No duele sólo el instante o los momentos en los que se conoce la verdad, en los de la toma de decisión de separarse o tras la decisión de permanecer bajo el mismo techo, sino que es un dolor que permanece y amenaza sus vidas. Los resultados de este tipo de rupturas, como elementos que configuran el umbral del riesgo, son también un factor que los empuja hacia una pendiente. Se observan estos resultados de diversas formas en el relato de Adam. Este joven nació en el movido distrito de Breña, vivió otra parte de su infancia en el puerto del Callao y algunos años, antes del inicio y durante su consumo de drogas ilegales, vivió en San Juan de Lurigancho. Sus padres se separaron cuando él aún no cumplía los 10 años de edad, tiene un hermano mayor –quien tras el divorcio vivió en casa de los abuelos maternos– y una hermana menor. La familia durante un tiempo trató de resistir unida, con la madre como único soporte. Tuvieron un padrastro pasajero, “un novio” de su madre. Pero esta relación no duró mucho tiempo. Los abuelos maternos al ver la situación familiar decidieron hacerse cargo del hijo mayor. “(…) y mi abuela decidió acoger a mi hermano mayor y llevárselo a vivir con ella. Porque mi mamá trabajaba de 8 a 8 y a veces llegaba más tarde. 10 u 11 de la noche y nosotros parábamos solos. En fin, mi hermano se alejó de esa edad, a los 14, nos separamos. Vive con mis abuelos allá en Canto Grande y nosotros nos regresamos a vivir a San Juan.” Este joven lleva muy claro en su memoria la separación de sus padres, el esfuerzo de su madre por mantener el hogar, el alejamiento del hermano mayor. Cuando cumple 15 años de edad, su padre intenta retomar la relación con él, lo había hecho en otras oportunidades pero la madre de Adam siempre lo impidió. El joven nos relata con detalle este encuentro, ubicándolo en la parte 127 exterior de su casa, en San Juan de Lurigancho, a los dos días después de su cumpleaños. Hacemos mención de este segmento de la biografía como muestra de eventos que emanan, eventos que significan el resultado de matrimonios fallidos para los jóvenes. Fallidos, tanto como relación de pareja, como en el sentido que dañan aún más a los hijos, distanciándolos del padre ausente o colocándolos de un lado de la balanza. “Como mis padres son separados, él vino, mi papá. Me acuerdo que mi mamá no lo dejaba entrar y me dijo ‘ya habla con él pero desde afuera, de la reja.’ Era una puerta, el patio y la reja [zaguán]. Yo le dije: ‘dime’. Él: ‘hijo mío, feliz cumpleaños. No he podido venir porque tu madre dice que no quiere que los tenga cerca.’ Las razones de la madre de Adam para que no permita las visitas de su padre, son, a la vez, de índole emotiva y económica. Ella fue rechazada por la familia del padre desde el inicio hasta el final de su matrimonio. Luego del divorcio el padre se desentendió económicamente de las responsabilidades familiares. Como ya hemos señalado antes, si se aborda el tema de la familia, se tiene que hablar de trabajo, del dinero, de la educación, de la movilidad y especialmente del reparto de la desigualdad (Beck, 1998:132), que en los casos vistos de matrimonios que terminan fragmentados, son las madres las que asumen mayores riesgos. Para completar esta ilustración, observemos que el padre de Adam llegó para saludarlo por su cumpleaños, aunque dos días después pero llegó. Le preguntó cómo había estado, qué era de su vida, cómo había pasado su día. Adam no podía abrazarlo porque estaba tras la reja, aunque era consciente que la reja estaba sin llave. Aunque la madre se oponía a que su padre ingresase a la casa, el joven le preguntó e insistió, ella aceptó finalmente. Entraron a la casa y el padre sacó unos regalos que le había llevado: unas zapatillas y una casaca. 128 Se tomaron fotos y le dijo que por la noche le traería su pastel de cumpleaños, le preguntó si podía regresar a las 8 de la noche. Adam ya tenía planes para ir a celebrar esa noche, sin embargo, aceptó y quedó con su padre en verse a esa hora. Adam nunca llegó a la hora acordada, se la pasó “tomando, fumando y escuchando música” en un bar del bohemio distrito de Barranco,97 en Lima. Regresó después de la media noche, encontró a su padre esperándolo, para su sorpresa estaba dentro de la casa y su madre también lo esperaba despierta. A pesar de su falta, Adam reaccionó agresivamente ante ellos. Situación que mostraría otro de los resultados relacionados al escenario familiar de este joven. “‘¿Qué me quieres aconsejar ahora, qué me quieres meter? ¿ahora quieres entrometerte en mi vida?’. Discutimos y me fui a mi cuarto. La llamó a mi mamá y le pidió que le abrieran la puerta. Le dijo: ‘tus hijos son un problema (...)’. ‘Tus hijos son un problema’. Tus hijos le dijo.” Damos cuenta de otro tipo de ruptura familiar a través del relato biográfico de Luciano*, joven que nació en la provincia Constitucional del Callao. Este es el desplazamiento socio económico. Él vivió una “vida feliz” hasta los 7 años de edad, cuando su padre aún trabajaba como marino mercante. Sin embargo, menciona que en esa época su padre le obligaba a tomar cerveza cada vez que él bebía junto a sus amigos, cuando regresaba al hogar, después de varios meses de navegar. Su padre perdió el empleo y la economía familiar inicia su descenso, vendió la casa que tenían en la Av. Colonial y empiezan a vivir de un lugar a otro, hasta que llegaron a un asentamiento humano (AA.HH) del distrito de Ventanilla. Es un cambio sumamente drástico, pasar de una zona residencial de clase media baja a vivir a un AA.HH que en esa época estaba en plena creación. Sin servicios básicos como agua potable, desagüe o luz eléctrica. 97 En el 2006 dentro del contexto de las elecciones municipales, Apoyo S.A., aplicó una encuesta que permitió evaluar la gestión municipal. A la pregunta ¿cuáles son los principales problemas de Barranco?, sus vecinos contestaron, en primer lugar, la venta de drogas con 64%, en segundo, la delincuencia con 63% (Tavera & Terrones, 2007). 129 Desde ahí empezó que mi padre, poco a poco, ya no tenía dinero. Nos íbamos de un lugar a otro hasta que llegamos a Ventanilla. En Ventanilla allí sí fue toda nuestra desgracia (…). Vivimos en una chocita y era desierto, todo era desierto y solamente una choza, no había luz, no había agua, no había nada.” Como hemos visto, la ruptura en la familia tiene distintas razones, como la separación, el divorcio, fragmentación, fracaso económico, etc., es una mezcla desequilibrada de diversas situaciones, hasta de lo más opuesto, ilustrando de manera bastante clara lo que U. Beck y Z. Bauman refieren como instituciones zombis. Como veremos en el siguiente acápite, con familias muertas pero que siguen vivas, donde el ideal familiar se contrasta con la realidad en entornos de violencia y sucesos como la muerte. Estos configuran el umbral del riesgo. 4.1.2 La familia, entornos de violencia y muerte La familia, en la actualidad, está muy lejos de esa imagen occidental de felicidad bastante difundida por los medios de comunicación a mitad del siglo pasado. Imagen que producía en la gente, de una manera clara y unívoca, aspiraciones a una vida familiar “feliz”. La casa unifamiliar, al auto nuevo, la buena educación y la elevación de su estándar de vida. Aspiraciones que, probablemente, sólo estuvieron situadas en determinado sector (privilegiado) del Perú. El entorno de los jóvenes entrevistados se caracteriza por diversos elementos, la violencia es un elemento significativo que configura sus trayectos. Gisela, quien pasó gran parte su infancia en los Estados Unidos de Norteamérica, ha vivido por varias formas de violencia en el entorno familiar. Su madre, según lo relatado por la joven, tuvo un rol bastante lejano a pesar de que ella era la hija mayor. Su padre era el que se hacía cargo de ella, pero no la corregía, era su madre la encargada de hacerlo y Gisela lo interpretaba como las primeras formas de violencia injustificada. El resultado de esta violencia se resume en las siguientes líneas: 130 “(…) a mi mamá yo no la quería ni ver, para mí era la mala de la película, yo no quería saber nada de mi mamá.” Otra escena que describe el entorno familiar violento es cuando la madre de Gisela, agotada y herida por los maltratos de su esposo, llamó a la policía y lo detuvieron por violencia doméstica. Acto que marcó a esta joven porque tenía una mejor relación con su padre que con su madre. Es decir, no convivía mucho con su madre ya que ésta tenía que trabajar, era su padre quien la llevaba con él a su trabajo y le permitía “hacer de todo”. Gisela posee los mejores recuerdos de su padre hasta los 6 años de edad, época en la que sus padres se divorciaron. Al año siguiente junto a su madre y su hermana menor regresaron al Perú y se instalaron en un departamento en el distrito de Lince pero en la zona colindante con San Isidro. Es preciso señalar esta ubicación ya que se trata de unas manzanas del distrito de Lince, de estrato de clase media, que están en el límite con un distrito exclusivo y mayoritariamente poblado por la clase alta limeña y el sector empresarial. Es en ese lugar, y bajo un contexto socio económico acomodado, que Gisela sufre otro tipo de violencia, la sexual. Esto la lleva a considerar que desde “niña le quitaron la inocencia”. Lo que agrava la situación, pero que si recurrimos a las estadísticas es lo usual, es que el abusador(a) es un personaje del entorno familiar directo. “(…) la hermana de mi papá tenía 16 años, ella empezó a ‘jugar’ con nosotras, también con contacto físico. Empezó inclusive manipulación, masturbación de parte de ella con nosotras y yo tenía entre 7 u 8 años.” Al poco tiempo de vivir en el Perú y en el entorno descrito, la madre de Gisela inicia una nueva relación con otro hombre, pero que al transcurrir de los años también se separan. El motivo de esa separación es un elemento que vuelve aún más complejo el entorno de violencia familiar de esta joven. Ella le contó al padrastro la violencia sexual que sufrió de parte de su tía. Él se aprovechó de esa información y empezó a jugar con ella también. La joven refiere que nunca existió penetración, pero sí la violentó sexualmente haciendo que lo toque y 131 acaricie en los genitales. Ambas situaciones, la acontecida con la tía y la otra con el padrastro, son delitos tipificados en Código Penal98 peruano, sin embargo, la impunidad campea. Cuando Gisela le confiesa a su madre que su padrastro la obligaba a realizarle estos tocamientos, se origina la separación de ellos. La recurrencia de estas situaciones dramáticas nos llevan a examinar un umbral caracterizado por las figuras de ruptura y quiebre de inocencias, pero configurado también por entornos familiares marcados por la catástrofe consentida, por un tipo de infortunio o riesgo que talvez podría ser evitado. Ante la afectación de estos problemas, cabe retornar a la pregunta, ¿se nace con un destino orientado hacia algún extremo? Talvez en el Perú algunos jóvenes lo podrían pensar: nacer en un ambiente y quedar fijado a él, acarreándolo desde la juventud hasta la vejez. Otro tema relevante de analizar, bajo el marco de la violencia, son las reproducciones. Es decir, los actos vividos y experimentados por los jóvenes que en su entorno familiar propio se repiten. Violencia replicada por ellos, tratando de emular los supuestos propósitos que tuvieron aquellos quienes se la ocasionaron. En el caso de Geraldine, su madre en algún momento de su niñez le confesó que ella, como hija, no fue producto de la planificación de la familia. Hecho que marcó profundamente a la joven ya que además la madre utilizaba esta información a manera de castigo. “Mi mamá me dijo que no estaba planificada en realidad, sólo mi hermano y mi hermana porque mi papá trabajaba, era ingeniero pesquero en Panamá (…) por eso mi mamá me dijo que yo no estaba predestinada porque mi papá más paraba de viaje (…)” 98 Artículo 176º-A.- Actos contra el pudor en menores El que sin propósito de tener acceso carnal regulado en el artículo 170º, realiza sobre un menor de catorce años u obliga a éste a efectuar sobre sí mismo o tercero, tocamientos indebidos en sus partes íntimas o actos libidinosos contrarios al pudor, será reprimido con las siguientes penas privativas de la libertad: 1. Si la víctima tiene menos de siete años, con pena no menor de siete ni mayor de diez años. 2. Si la víctima tiene de siete a menos de diez años, con pena no menor de seis ni mayor de nueve años. 132 A Geraldine le marcó mucho que su madre le dijera que la tuvieron sin haberla planificado. Fue a insistencia de su padre, señaló en otra parte de la entrevista. De cierta manera se replica la historia y el padre de su hija percibe lo mismo al saber que la entrevistada se daba golpes en la barriga estando embarazada. Es como si pensara "si a mí no me quisieron tener, yo tampoco quiero tener a la hija que llevo en el vientre". “Me tiraba puñetes en la barriga cuando estaba sola, no quería tener a mi hija. Él [su pareja] siempre me saca en cara eso, me dice que cuando la bebe crezca le va a decir que yo no la quise tener, que es algo que ella debe saber, que por él la he tenido.” Estas réplicas se dan en diversos planos. Puede ser que la ilustración en el relato de Geraldine nos otorgue una pista clara. Sin embargo, no perdamos de vista que toda situación violenta o agresiva escenificada entre los padres, o proferida por ellos hacia los hijos, tendría resultados en la conducta de los hijos. La relación entre variables como la exigencia de obediencia y de comportamiento obediente, el ataque agresivo y la respuesta agresiva, y así sucesivamente, está sujeta a la alteración de su fuerza y prevalencia dentro de la sociedad. “Y por cada una de estas relaciones existen varias razones para sospechar una forma funcional opuesta en su dirección a aquella que ahora aceptamos como ley.” (Gergen, 2007:46) Una situación relevante en la escena de la familia es la muerte. Significa el desfase entre la situación familiar ideal y la situación en la realidad. Damián a la edad de 4 años pierde a su padre en un accidente automovilístico. Era un 24 de diciembre y el padre, gerente de una importante empresa pesquera, viajaba entre Chimbote y Trujillo y falleció a causa de la colisión de su vehículo frente a un ómnibus de transporte interprovincial. Este joven ya no disfrutará de la misma manera las fiestas navideña desde aquél día. Su relato es el significado de un lamento al que este joven recurre con varios propósitos. 133 “Lamentablemente falleció un 24 de diciembre, justo cuando ya habíamos planeado la familia venir a vivir acá. Comprar una casa acá en Trujillo y lamentablemente, el mismo 24 de diciembre él se queda en Chimbote por motivos de trabajo. Tenía que hacer hasta las 6 de la tarde y no podía acompañarnos. Yo, mi hermano y mi mamá decidimos viajar más temprano, punto de 2 [aproximadamente a las 2 p.m.] para los preparativos. Supuestamente para esperarlo. Lamentablemente nunca llegó ¿no? Tuvo un accidente, él venía en su carro, se accidentó en Chao (…).” Esta tragedia marca la transfiguración de la vida familiar. El dinero que traía el padre ese día del accidente, para comprar la casa nueva, fue hurtado por las personas que lo socorrieron. La familia quedó huérfana y el sostén familiar desapareció, se quedaron con una pensión económica mínima y con pocos ahorros en el banco. La madre y los familiares de Damián pensaron que él era muy pequeño para saber la verdad, le engañaban que su padre se había ido de viaje pero él recuerda claramente la imagen del ataúd cuando lo estaban velando. Esta contradicción generó que, con el paso de los años, se vaya convenciendo que su padre nunca regresaría “de ese viaje”. Cuando sus familiares por fin le contaron cómo fue, cómo sucedió, este joven asume la vida con un lastre: la muerte. “Desde ese momento fue algo que nunca pude asimilar. Tener la pérdida de un padre a tan corta edad ¿no?” La conclusión a la que llega Damián en su relato es parte de una construcción dolorosa permanente, producidas a partir de los temores y los deseos que existen en él, en cierto sentido es un reclamo frente a la ausencia. Un acontecimiento traumático permite que un conjunto de fragmentarias imágenes –que podrian haber estado desde diferentes instancias imaginarias si su padre no hubiera muerto– pasen a ser organizadas al interior de una narrativa mayor y alternativa, centrándose en el aspecto material. En ese sentido, la madre de 134 Damián es consciente que para su hijo existe un tema pendiente en cuanto a lo material. Las cosas ya no volvieron a ser como antes, su situación socioeconómica se transformó. El colegio privado al que asistía este joven tuvo que ser reemplazado por uno público. La movilidad privada que siempre pasaba por él para el colegio se convirtió en el microbús público que a diario tenía que utilizar. Actualmente, su madre no tiene idea de cómo resolverlo pero sabe bien que este tema le afecta a él, sin embargo justifica lo hecho. “Él siempre me dice, ‘¿mamá por qué me sacaste?’ Siempre me hace esa pregunta, me hacía esa pregunta, por qué me sacaste de mi colegio que yo estaba, por qué me sacaste. Le digo ‘hijo, yo pensé que el Raymondi era un buen colegio para que hagas una buena primaria. Que era base.’ Y siempre me hacía esa pregunta él.” Pero Damián no fue el único que atravesó por una situación de ruptura en relación con la muerte. La muerte del padre de Akira, la que nos permite unir este acápite con el siguiente, significa a la vez ruptura y referente. Akira, joven hombre de ascendencia japonesa, nació en el distrito de La Victoria en el año 1991. Distrito ubicado en la parte central de Lima Metropolitana que, de acuerdo a la información proporcionada por el programa ‘Lugar de Escucha’, contiene hasta 109 lugares de venta y consumo de drogas (CEDRO, 2011). En este distrito la misma población identifica zonas de consumo y micro comercialización, asimismo, percibe que no se hace nada por la problemática y “que eso nunca va a cambiar” (Poma, 2006:66). Pero la familia de la madre de Akira no permitió que ella y el padre del joven se casaran y por tanto no vivieron mucho tiempo, en esa época, en La Victoria. Cuando el joven cumplió 3 años de edad, en el contexto migratorio de peruanos nissei y sansei99 a Japón, su madre lo llevó a vivir a esa isla. Cuando este joven 99 Hijo de emigrante japonés y nieto de emigrante japonés, respectivamente. 135 tenía 4 años recuerda una llamada telefónica que quedó grabada en su memoria. En esta comunicación, relata Akira, le daban aviso que el padre había fallecido. Era adicto a la PBC y murió por complicaciones producidas por el consumo compulsivo. Así narra el joven ese momento: Investigador: Me dices que tu papá es fallecido [antes de iniciar la entrevista habíamos conversado al respecto]. ¿En qué año falleció? Akira: No sabría decirte, yo tenía cuatro años cuando falleció. Investigador: Entonces ¿murió en el año 1995, cierto? ¿y murió por… consumo? Akira: Por consumo. Akira es poco elocuente al respecto, sin embargo, las escasas palabras podrían indicar que la muerte de su padre sí es relevante. También la adicción de éste, la cual le permitió saber siempre a este joven que “(el consumo de drogas) era algo malo”. 4.1.3 La familia como referente de consumo Los integrantes de la familia de los jóvenes entrevistados cumplen, de diversa forma, el rol referencial en cuanto al consumo de drogas y configuran también este umbral del riesgo. No en todos los casos lo ha sido, pero es importante señalar estos signos que provienen de padres, tíos, primos, etc. Como Akira y su padre consumidor de PBC, éste muere a causa de su adicción y sirve de referente claro del consumo y su resultado, sin embargo, el rol de adicto es asumido por Akira sin que la muerte le sirva de contra argumento. En el caso de Gisela, se profundiza la complejidad de su entorno familiar al conocer que su primer referente sobre drogas ilegales fue su padre. Bueno, no sólo él ya que el hermano de su padre también era adicto y ella desde niña lo supo. Pese a que ella sabía de esta situación desde muy pequeña, nunca había visto a su padre, hasta cuando Gisela regresó a los Estados Unidos de 136 Norteamérica, a la edad de 20 años. Su padre se había vuelto a casar y la joven vivía muy cerca de él, en Miami. “Lo que pasa es que bueno, mi papá también fue una persona adicta y yo tuve que verlo a él en ese estado (…) Porque él me prometió que nunca más lo volvería a hacer y a la semana o 2 semanas su esposa me llama y me dice que había vuelto (…)” Y es más complejo aún el entorno de Gisela ya que su padrastro, el que hacía que ella le realice tocamientos sexuales, también era drogadicto. Incluso, su madre lo conoció cuando él tenía pocos meses de sobriedad, recién había salido de un centro de rehabilitación para adictos. Geraldine nos relata que su primera y más impactante referencia familiar en relación con las drogas es su hermano mayor. Ella, desde los 8 años de edad, recuerda a su hermano como un adicto a las drogas. Sus padres hacían todos los esfuerzos para que su hermano dejase las drogas pero, sin notarlo, ponían al alcance de Geraldine un tema que no comprendía del todo. Podemos afirmar que la colocaban en contacto directo con un objeto que significaba en esa época, por un lado, el sufrimiento y angustia de los padres, pero por el otro, la liberación del hermano, el escape y rebeldía frente el matrimonio fallido de sus padres. “Mi mamá me decía, hija ayúdame a buscar algo empaquetado en el cuarto de tu hermano. Y nunca me voy a olvidar que encontré en la batería de su radio papel higiénico y mi mamá lo abre y encontró marihuana.” Pero los elementos referenciales no sólo están compuestos por el objeto mismo, la droga, sino también por las conductas que se convierten en la representación de la libertad frente a las situaciones que agobian a los jóvenes, el consumo y sus resultados. Además, están las imágenes de decadencia humana que emanan en el relato de Geraldine, son el recuerdo de una fase 137 avanzada en la adicción de su hermano pero que no hicieron más que acercarla al mundo de las drogas. “Yo siempre lo veía a llegar mal, lo veía muy mal y yo le ayudaba a mi mamá, le pasaba la toalla, el shampoo, el jabón porque él llegaba todo sucio porque se perdía días, semanas, meses.” Cristian es un joven quien vivió solo con su madre desde los 2 años de edad, su padre se separó de ellos. Él los dejó y se fue a trabajar a Chile. Este joven, por el trabajo de su madre como empleada doméstica de lunes a sábado, siempre estuvo a cargo de sus tías y tíos. En su relato nos encontramos otra vez con un familiar cercano como referente, o también cómplice del acto, en el consumo de drogas. Su primo hermano, un adolescente con experiencia en las drogas, le invitó marihuana por primera vez. Además, lo que este relato contiene es una breve descripción de ese entorno familiar, el cual era permisible en tanto consumo de drogas legales. Investigador: Cuando eras adolescente y me dices que probaste por primera vez marihuana, ¿con quiénes probaste? Cristian: Con mi primo que estaba más metido. Vivía en mi barrio. Iba con marihuana al colegio. Investigador: Antes de probar marihuana, ¿consumías cigarrillo o alcohol? Cristian: Sí había probado cigarrillo y alcohol. Alcohol con mis tíos en mi casa pero también en el colegio. Antes de los 12 años, en cumpleaños, reuniones. Me invitaban. Cuando mi mamá estaba y cuando no estaba. Mi mamá decía [a sus tíos], "no le des mucho porque se vaya a emborrachar." El alcohol y el tabaco son las drogas sociales que están presentes tanto en el ámbito familiar como en el escolar. El relato de Cristian suma e ilustra, desde la subjetividad, a los datos estadísticos sobre la prevalencia de vida de 87,8 % para el uso de alcohol y 56,7 % para el tabaco en el Perú. (CEDRO, 2011:53). 138 También sirve de evidencia de su uso común en la población, la aceptación de los padres sobre el consumo de los hijos, la venta libre, publicidad no reglamentada en medios de comunicación, etcétera. Los personajes en el entorno de la familia son los referentes inmediatos sobre consumo de drogas y es común escuchar ello en los relatos. Sin embargo, no se limitan a este entorno, tema del cual hablaremos en el siguiente acápite. Específicamente cuando analicemos el barrio como aquel espacio caracterizado por un denominador común o varios elementos referenciales, en lo socioeconómico, cultural y simbólico. Además, indagar las pistas que nos otorgue en relación con la caracterización del umbral del riesgo de cada joven. Es preciso que incluyamos en el análisis y la interpretación, las interconexiones entre los actores, las instituciones y la diversidad desde una confrontación dialógica y la coexistencia de diferentes concepciones en los sujetos. Esto significa, mantener la apertura hacia diversas experiencias culturales, considerando estos espacios vitales denominados unidades vecinales, urbanizaciones residenciales o asentamientos humanos, desde los cuales los jóvenes nos ubican en el siguiente elemento que configura el umbral del riesgo: el barrio. 4.2 El barrio y el alcance de las drogas ilegales El espacio donde viven y circulan los jóvenes entrevistados, populares en su mayoría, son los escenarios que sirven de referentes y, a la vez, de espacios de consumo de drogas legales e ilegales. Zonas residenciales, urbanizaciones, condominios, unidades vecinales, barrios, barriadas o asentamientos humanos de reciente creación. En estos ámbitos geográficos se ubican parques de esparcimiento, canchitas de fulbito, “esquinas”, las tiendas y bodegas, los huecos, los “castillos del terror”, además de las casas o departamentos donde los jóvenes habitan. Estos elementos configuran, en sus relatos, el lugar físico y simbólico del consumo. Los personajes que allí encontramos son los familiares, 139 amigos, vecinos, los consumidores, los locos o “quemados”, los paseros, la policía, el serenazgo, etc., quienes confluyen en determinados tiempos y que generan una particular interacción alrededor de las experiencias de riesgo y de consumo. José Pablo, que como ya hemos señalado, es un joven que llegó de provincia y vive en el distrito de San Juan de Lurigancho. En este segmento de su vida, él se ubica a un costado de la cancha de fulbito, es medio día. Está junto a un amigo del barrio que es un consumidor de marihuana. José Pablo aún no había probado la droga antes. “[Con] mi amigo José Luis nos sentamos esperando para que alguien venga a jugar y empezamos a consumir marihuana. Me decía para vacilarnos, para reírnos. Yo de ‘copión’ jalé [fumé] también.” Luego de esta escena, sería normal para ambos que esperasen a que se reúna el grupo, con el que usualmente jugaban, antes de iniciar el consumo. Para todos ellos se instaló en su habitus,100 consumir y disfrutar de los efectos de la marihuana durante el juego, allí, en la cancha del barrio. Desde hace algún tiempo, las autoridades han detectado que estos espacios públicos, otrora de esparcimiento sano, son utilizados por jóvenes y adultos para la venta y consumo de drogas.101 Aunque es algo contradictorio, antes de hacer deporte fumarse un cigarrillo de marihuana, es una situación real y frecuente. Los agentes de vigilancia y control aparecen casi siempre en las noches, el día no representa para ellos, equivocadamente, mayor peligro. La distancia entre el barrio y la droga es corta, 100 “(…) los habitus son la incorporación de la misma historia -o, más exactamente, de la misma historia objetivada en habitus y estructuras-, que las prácticas que ellos engendran son mutuamente comprensibles e inmediatamente ajustadas a las estructuras y también objetivamente concertadas y dotadas de un sentido objetivo al mismo tiempo unitario y sistemático, que trasciende las intenciones subjetivas y los proyectos conscientes, individuales o colectivos.” (Bourdieu, 2007:94) 101 “El gerente del Observatorio de Criminalidad del Ministerio Público, Juan Huambachano, informó que esta institución logró identificar un total de 284 puntos de micro comercialización de drogas, que están próximos a espacios públicos como centros educativos, parques, losas deportivas e incluso discotecas.” (“Casi 300…”, 2011) 140 el alcance es casi inmediato. Por lo general es un amigo o un familiar el que invita, no es el vendedor el que aparece en escena, no en esa etapa inicial. Cuando Akira cumplió los 10 años de edad, su madre decidió regresar al Perú desde el Japón. Su madre se comprometió con otro hombre y había tenido un hijo más. Los cuatro llegaron a vivir donde Akira había nacido, al distrito de La Victoria, a pocas cuadras de la zona denominada como La parada. Zona descrita por Akira de esta manera: “Todo lo que ves en el barrio, lo que pasa, es normal. Ves droga, delincuencia. Ves tantas cosas que ya se hace algo normal para ti.” La Parada es una zona que hasta hace pocos meses albergaba el Mercado Mayorista de Lima y que, según los últimos diagnósticos realizados por las autoridades peruanas, presenta tres tipos de problemas: consumo, micro comercialización y delincuencia. Más grave aún es que se hayan detectado puntos específicos de venta de inhalantes a niños, niñas y adolescentes (Poma, 2006:34). Con barrios donde la presencia de drogas ilegales es evidente, se podría pensar que sólo esta característica configura un umbral de alto riesgo. Reflexión que dista de la realidad. Por ejemplo, las zonas circundantes a distritos como La Victoria, donde la presencia de las drogas no es tan evidente, representan un espacio donde los jóvenes están expuestos igualmente a éstas. Como se aprecia en el relato de Sergio, su barrio y los elementos que este contiene, lo acercaron hacia el consumo de drogas y de cierto aprendizaje que nos sitúa en otro nivel de conocimiento de esta realidad social. Sergio nació en el límite entre los distritos de San Borja y La Victoria, fue en el año de 1992 y sus padres eran bastante jóvenes cuando lo tuvieron, realmente eran adolescentes. La unidad 141 vecinal donde vivió la mayor parte de su vida, casa de los abuelos maternos, colinda con una zona de La Victoria denominada Balconcillo.102 “Conforme fue pasando el tiempo, fui creciendo, fui aprendiendo cosas, más cosas ¿no? Comencé a andar con otro tipo de gente. Yo era una persona bien tranquila. Como te puedo decir, como le dicen acá, sana. Sin consumir nada, sin saber jergas, nada, nada. Comencé a andar con otro tipo de gente, comencé a descarriarme, a aprender cosas nuevas. Poco a poco, en jerga como se dice, ‘escueleándome’ y cosas así. Fui aprendiendo, mirando, porque yo soy un observador. Y aprendí, cosas nuevas, malas se puede decir. De ahí fue empezando mi consumo de marihuana, cocaína, éxtasis, poppers, hongos, pasta.” La madre de Sergio nos confirma este acercamiento a las drogas en el barrio. También en barrios contiguos, como el distrito de San Luis, que se ubica al noroeste de San Borja, cuenta con poco más de 57 mil habitantes. También es una zona de alta incidencia de consumo y venta de drogas. Formalmente este distrito cuenta con un “Programa Municipal de Prevención del Consumo de Drogas y Pandillaje”, desde el año 2010. Medida que fue implementada para la mitigación de estos dos grandes problemas (“Distrito de…”, 2010). Sin embargo, no se conoce resultado alguno del accionar de este programa. Sergio, apelando al engaño, mantenía a su madre con la confianza de que él iba a entrenar a fútbol. En tanto sus salidas, poco a poco, las dedicaba más al consumo de drogas que al deporte. El espacio de consumo era su barrio, el cual era compartido por sus amigos, según nos relata la madre de este joven. 102 “(…) la zona urbana emergente de Balconcillo y Santa Catalina que es netamente residencial y con construcciones modernas y la población es de un nivel socio económico media baja y media alta” (Poma, 2006:66). 142 “Y él dice que tenía un par de amigos que vivían en Lince y que le decían que no entrasen al colegio y se iban a fumar. Me dice: ‘ahí mamá, con ellos y con los de San Luis empecé a fumar más.’ Y no iba a entrenar y yo creía que entrenaba. Luego me llamaron y me dijeron que no iba a entrenar yo pensaba que sí iba.” De esta manera vamos sustentando el barrio como categoría fundamental para nuestro análisis e interpretación. Este posee determinados elementos culturales que lo que caracterizan: sus costumbres, sus valores, etc., los cuales se ven reflejados en los relatos y marcan los trayectos biográficos de los jóvenes. Estos elementos también dejan huellas, las que los jóvenes asumen como identidad suya y del colectivo. Como el mismo Sergio lo describe: “Mi barrio son gente, mucha gente bandida, gente de mal vivir. La muchachas, las chibolas de repente, este, son personas que de repente muy liberales, de ese ámbito.” La música en el barrio es un elemento cultural relevante. En el espacio público y en el privado,103 los jóvenes comparten gustos musicales. En las fiestas y celebraciones, populares y masivas, se escuchan casi a los mismos intérpretes que en casa. Cristian nos relata cómo celebraban las fiestas y los aniversarios en Pachacamac, situaciones donde también se consumen drogas legales e ilegales. Más adelante José Pablo nos relata y describe su espacio íntimo, en su habitación, talvez con los mismos artistas que amenizaban las fiestas en el barrio de Cristian. En tanto que las temáticas y letras de las canciones eran cortinas musicales de las borracheras y consumo de drogas, para José Pablo eran la vía para imaginar el sufrimiento. “Fiestas, los sábados por la noche. Los aniversarios por mi barrio son con chicha.” (Cristian) 103 Es preciso observar el tema entre lo público y lo privado, ello desde el punto de la construcción de identidades. El ingreso de las historias personales en las letras de las canciones, permiten actualizar su pasado y reforzar su presente, “haciendo posible un espacio para la formación de identidades colectivas.” (Vergara, 1996:45). De esta identidad colectiva también se desprenden ciertos hábitos en relación con el consumo de drogas. 143 “(…) escuchaba [música] chicha de Papá Chacalón, Grupo Karicia. Escuchaba y decía ‘asu, ese tío sí ha sufrido.’ Me reía y decía que ese tío sí había sufrido.” (José Pablo) Los barrios contienen elementos que se convierten en factores de riesgo para sus habitantes, sobre todo para los más jóvenes. Desde que son niños tienen a su alcance las drogas expendidas por sus vecinos. Ese es el caso de varios de los jóvenes entrevistados, como el de Esteban, quien vivió en la misma zona que Cristian. “Afuera, en la calle, está la pista, nosotros jugábamos en la pista. En la esquina de mi casa viven los cocodrilos, son unos negros que venden pasta allí en su casa. Todos los días salía y lo veía al negro, como era mi vecino nos hablábamos, yo todavía era chibolito, él me jodía, me decía ‘cocoliso’ (…) y yo le respondía ‘calla negro feo’. Y el tiempo cuando comencé a consumir, a él iba, lo llamaba, le tocaba su puerta (…).” En este contexto, cuando Esteban tenía entre 12 y 13 años, junto a sus conocidos del barrio se reunía a consumir alcohol, marihuana y mixtos. Al año siguiente empezó a delinquir y ello se convirtió en una costumbre, no trabajaba y “robaba casi siempre” en zonas aledañas a Lurín y Pachacamac. Es preciso señalar que, debido a la muestra de la investigación, los barrios descritos en su mayoría comparten determinados elementos sociales y económicos. No obstante, la droga y el consumo de ésta se expanden por casi todo espacio geográfico. En la última temporada de verano en la ciudad de Lima, se observó que los veraneantes y residentes de las exclusivas playas del sur convocan de manera casi automática a vendedores de drogas. Éstos se afincaron en esas zonas, demostrando una visión empresarial a través del alquiler de departamentos y casas en estos balnearios “a un costo que va entre los US$6 mil a US$8 mil por los tres meses que dura la estación y así convertirlos en centros de distribución.” (“Vendedores de…”, 2012). 144 Los relatos analizados, las investigaciones revisadas y la información de los medios de comunicación, en su conjunto, muestran que el consumo de drogas resulta de la combinación de una serie de factores de riesgo. Éstos llevarían a los jóvenes a iniciarse y mantenerse en el uso de drogas ilegales. En el siguiente acápite describiremos con mayor detalle un factor ligado al barrio, los huecos de venta de drogas ilegales. 4.2.1 Huecos dentro y fuera del barrio Como ya hemos visto, los actores que compartían la escena en el barrio de Sergio eran los maestros de esa escuela de la que él aprendió lo negativo. Este espacio puso a su disposición varios de los elementos necesarios para su consumo, como La pólvora, lugar de venta de PBC. Este hueco está ubicado en la misma zona de Balconcillo. El actor principal del relato evalúa su entorno como el contexto ideal para llegar a ser un adicto. El desplazamiento habitual en estos lugares, los hace reconocidos, recordados. Los jóvenes como Sergio, temporalmente, dominan la acción. “Llegué al hueco y me dicen "que fue zambo ¿dónde has estado?" A la "La Pólvora" que es un hueco que atiende todo el día hasta las 10 de la noche y de ahí el otro hueco.” En otra zona de Lima, en la periferia sur de la ciudad, se ubican Lurín y Pachacamac, distritos contiguos. Más del 30% de la población de estos distritos son considerados como pobres. Incluso, el 2,5% y el 2,4%, respectivamente, son extremadamente pobres (INEI, 2009:89). En estos dos lugares vivió Cristian, primero en Lurín y luego en Pachacamac. En la zona sur de Lima también se ubica el distrito de Villa el Salvador, cercana al barrio de Cristian y escenario de las consecutivas compras de droga de este joven. “Hay un barrio en Villa El salvador que se llama Los Cubanos. Es un barrio de puros negros. Parece una (...) como el barrio, como el Barrio Chino, pero de negros. Hay puro negro, parece Chincha [ciudad ubicada 145 al sur de Lima], puros negros altos. Es un barrio peligroso, donde venden pasta al menudeo. Una vez me llevaron, fui con mi primo, con quien por primera vez consumí marihuana. Llegamos y entramos a una casa (...) habían varias señoras en una vereda y estaban chismoseando. Mi primo se acerca y le dice ‘tía una liga pe’ [señora véndame PBC]. Le dio una liga, un paquetito de 20 ketes de pasta. Esa fue la primera vez que fui con él. Tenía 17.” El detalle y cada elemento en el relato de Cristian nos permiten conocer mejor el escenario de venta o micro comercialización de PBC. Es un lugar cercano a su barrio, utilizando el transporte público llegaba en 15 minutos. Es también una de las zonas más peligrosas de la ciudad donde nadie, ni los mismos consumidores, están libres de sufrir asaltos y robos. “Después quise ir solo. Entré, me acerqué a la casa y entré. Me dijeron ‘quién es’. Le dije que era yo y me dejaron entrar. Me preguntaron qué quería y le pedí una ‘liga’. Estaba un pata [hombre] fumando sentado y había una señora echada, estaba enferma. Una negra. Abrió el colchón el pata y habían machetes y cuchillos. Se agachó y me dijo ‘sácate las tabas conchatumadre’ [sácate los zapatos…]. Me reí porque yo tenía un pata que hacía lo mismo. Me reí, como estaba ‘en pierde’ [no tenía escapatoria], tuve que sacarme mis zapatillas. Menos mal que el celular lo tenía atrás y no me lo encontraron (…) Salí y me fui, triste.” La droga caracteriza a estos espacios y a sus personajes. Es la trasgresión asumida a manera de reto, siendo los más vulnerables quienes lo asumen. Dentro de un modelo económico de mercado, con un producto de características inelásticas y una cultura de consumo, es el cliente quien asume todos los riesgos. 146 4.3 Imaginario futuro pasado de los jóvenes entrevistados El imaginario futuro pasado se hace visible en los proyectos y ambiciones que tenían los jóvenes y que ahora, bajo su condición de adictos en rehabilitación, aparecen sólo en sus relatos como temas relevantes pero que son imposibles de alcanzar. Esto es, lo que quise y no pude ser. Es colocar la mirada hacia atrás, atravesando el umbral del riesgo, propiedad que también forma parte de este futuro pasado pero que el relato lo supera, va más allá, hasta la infancia inclusive. El relato de Marlon es algo diferente al de los otros entrevistados en cuanto a sus orígenes. Nació también en el distrito de Pueblo Libre pero gran parte de su infancia la pasó en casa de sus abuelos paternos, en la zona de San Felipe, en el distrito de Jesús María. Describió a su familia como un entorno de profesionales de clase media alta y que sus abuelos habían llegado a vivir a la capital provenientes de la ciudad de Ayacucho a mitad del siglo pasado. Su padre es médico, su madre enfermera y Marlon tiene una sola hermana menor. Con esos referentes y condiciones materiales, este joven nos plantea su imaginario futuro con cierta ironía, haciendo una breve evaluación de sus múltiples posibilidades. “Nunca quise ser médico. Mi abuelo fue médico, mi papá es médico pero yo nunca quise ser médico. Me acuerdo que he querido ser otras cosas. Lo primero que quise ser fue escritor. Después yo ya sabía dibujar pero me gustaba más la literatura. De ahí fui pasando por varias cosas... y hasta ahora no me decido.” Según lo señalado en otro momento de la entrevista, antes de ser internado en el centro FAV, Marlon habría cursado los primeros semestres de la carrera de Ciencia Política en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, recinto académico jesuita de prestigio en el Perú. 147 Para José Pablo la situación fue distinta como inmigrante en la ciudad de Lima. Antes de ingresar al mundo de las drogas él quería ser mecánico, en contra de lo que su madre opinaba de esa profesión. Decía que era una profesión “muy sucia”. En un soliloquio este joven nos revela en síntesis sus propósitos. “Yo decía, ‘tengo que hacerme profesional, tengo que hacerme profesional. Voy a ser el orgullo de mi padre. Si no llego a ser futbolista profesional, voy a hacer cualquier carrera técnica pero tengo que hacer algo.’” José Pablo llegó a estudiar mecánica automotriz pero no terminó esta carrera técnica. Trabajó en un taller en el distrito de San Luis, escenario donde fue descubierto por su jefe en posesión de PBC. Este fue el primer acto, de varios, por los que José Pablo perdería los empleos. Dentro de los imaginarios que se hicieron realidad está el de Adam. Cuando aún era niño solía soñar con ser un miembro del servicio de inteligencia, el paso del tiempo y un regalo de su padre lo colocaron frente a una banda de rock desempeñando la función de bajista. En el relato de su imaginario futuro no contemplaba que el escenario de la música incluía otros elementos como las drogas, sin embargo, podría tratarse de una pretensión engañosa. “Antes de los 10 años como que ser del servicio de inteligencia. Un detective. Después de los 10 años quería sólo tocar. Ser músico, hacer música.” En el relato biográfico de Luciano* lo primero que encontramos fue su necesidad económica. A los 10 años trabajaba de madrugada cargando maletas o ayudando a turistas junto a su hermano en el aeropuerto Jorge Chávez. Al poco tiempo dejó la escuela para dedicarse íntegramente a trabajar. Este joven nos relata que no pensaba más allá que en el día a día. Los medios ni siquiera eran los básicos, por tanto su propósito principal era el de subsistencia, de combate frente a su situación. 148 “No pensaba en eso. Pensaba en el presente, en qué comer. Ese era el pensamiento todos los días. No mirábamos. A veces nos poníamos a pensar en por qué tanto sufríamos. Por qué Dios nos había dado esa vida.” En una situación material más confortable, la madre de Akira recibía mensualmente una pensión económica desde Japón que aseguraba las comodidades del joven y su hermano menor. Para Akira su preocupación única era vivir el momento, vivir consumiendo droga sin pensar más allá. Investigador: ¿Qué pensabas ser cuando eras más joven? ¿tenías algún interés por hacer algo de tu vida? Akira: No lo pensaba. Vivía el momento, me divertía. Vivía mi vida. No, no lo pensaba. Un tema significativo sobre el imaginario futuro de más de uno de los jóvenes entrevistados, tiene relación con el fútbol. Tema que en el ámbito social y económico es la esperanza de muchos en el Perú. Casos de jugadores, sobre todo provenientes de estratos económicos bajos, como Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, entre otros, sirven de modelo a replicar para miles de jóvenes que desean alcanzar ese tipo de éxito.104 Lo narrado por Sergio nos brinda insumo abundante para analizar ello. Todo el esfuerzo realizado para llegar a ser un profesional, sus anhelos de ser futbolista son parte de su futuro pasado, incluso, aún forma parte de sus expectativas actuales. La edad que ahora tiene lo enfrenta duramente a la desilusión de no llegar a ser ese gran futbolista que siempre quiso ser, personaje que fue vencido por el consumo de drogas. El siguiente relato detalla claramente la realización de algo tan esperado, era la oportunidad que necesitaba para llegar a ser un futbolista profesional. 104 Éxito que se mide en millones de dólares o euros. El actual equipo de fútbol de J. Farfán, el Shalke 04 de Alemania, pagó 17 millones de euros al PSV de Holanda por la transferencia del jugador. “En su momento fue la transferencia más alta en la historia del club.” (“El hombre…”, 2011) 149 “No a primera profesional pero entré, este, como decir las ligas menores. Entré a un equipo ‘pichiruchi’ en Surquillo y en el polideportivo entrenaba. Me decían que podía hacerlo. Mucha gente, no solamente era una persona cualquiera sino mucha gente. Entonces yo decía ‘si la gente lo dice y yo, de verdad, sí veo que juego bien’, decía. (…) Hasta que un día me acuerdo que me dijeron para jugar en la U. Entré a jugar el segundo tiempo. Me motivé por eso, seguro. Comencé a romperla, a jugar bien. Me pusieron de delantero, la posición que me gustaba. Soy yo veloz, tengo mucha velocidad, la verdad. Definía a veces bien, a veces mal. Hacía goles. Me acuerdo en ese partido hice 2 goles, buenos goles a mi parecer. Ganamos 3-2 (...).” Al finalizar el partido de prueba el entrenador aparece en escena para asegurar lo que Sergio esperaba, el reconocimiento y la oportunidad de pertenecer a una institución formal y así seguir avanzando con su proyecto de vida. A través de sus relatos este joven explica que fue ascendiendo en el fútbol. La razón: hacía goles. Sólo le bastaban 20 minutos de juego para anotar dos tantos. Sin embargo, nunca dejó de frecuentar a los amigos del barrio, con quienes fumaba algunos cigarrillos de marihuana y, de vez en cuando, mixtos. Con el paso del tiempo y el incremento en su consumo, esos 20 minutos de juego se fueron convirtiendo en momentos inacabables para él. El consumo de drogas ya evidenciaba resultados en su físico y también en sus emociones. Al verse descubierto Sergio optó por abandonar la escena de su sueño. “(…) el profe me dijo ‘has bajado tu físico’. Sí le dije, que había estado inconstante en los entrenamientos. Mentía para que me crea. La verdad es que no sé si se comía el cuento. Me pidió un mejor semblante, mejores ganas de querer jugar. Me fui a mi casa y me puse a pensar ‘realmente voy o me quedo acá porque de repente ya el profe me dijo que estoy muy bajo.’ De repente me baja." Me desanimé y no fui. Dejé de ir a entrenar, dejé de ir a entrenar. Me llamaban y decía que no estaba.” 150 De esta forma hemos analizado e interpretado en el presente acápite elementos relevantes que configuran el umbral del riesgo, y nos llevan a reconocer que la familia y los referentes familiares se alejan del ideal como institución. Atrás queda la idea que la familia debería constituir la piedra sobre la que se asienta la comunidad. A cambio, refleja la disfunción, el desamor, la violencia, etc., lo que nos otorga la posibilidad de considerar “los problemas del individuo dentro del contexto de grupos anómalos” (Gergen, 1996:83), como lo pueden ser no sólo las familias, sino también los sistemas educativos, instituciones económicas y similares. Los referentes a los que nos hemos abocado son aquellos que se relacionan con el consumo de drogas, legales e ilegales, así como a las percepciones y comportamientos aceptados. Como el padre alcohólico de Luciano*, quien le daba de beber al joven y a su hermano mayor cuando eran niños. Esta escena era un espectáculo para el padre y sus amigos. Están también los casos de Geraldine, Gisela y Cristian con un referente familiar en relación con el consumo de drogas. Geraldine, debido a que su hermano mayor era adicto a la PBC, cuando era niña ayudaba a su madre a buscar dicha sustancia en el dormitorio de su hermano. Gisela y la historia de consumo de drogas de su padre. Esta joven vivió escaso tiempo con él en Estados Unidos de Norteamérica, lo suficiente para encontrarse “cara a cara”, ambos, bajo los efectos de la droga. Cristian probó marihuana por primera vez de manos de su primo hermano. Con él también conoció el barrio Los cubanos, un lugar ubicado entre el distrito de Villa El Salvador y Pachacamac, donde viven unos 250 exiliados de la isla desde hace cerca de tres décadas. Muchos de ellos, junto a peruanos, se dedican a la venta de droga al menudeo o micro comercialización. Cuando abordamos el barrio y el alcance de las drogas, este tema nos deja información relevante en cuanto a la cercanía y la cotidianidad de la droga ilegal en los contextos donde se desarrollaron nuestros entrevistados. El imaginario futuro pasado, aquello que quisieron ser pero no pudieron, mostró los proyectos 151 y ambiciones que tenían los jóvenes. La coyuntura social y económica del Perú probablemente también influyó para que algunos temas sean vistos como el imaginario de estos y otros jóvenes entrevistados, de quienes conoceremos más en los siguientes capítulos. 152 V. La experiencia de riesgo en el consumo de drogas ilegales en los jóvenes entrevistados Este sistema no es de nuestro agrado porque amenaza nuestra libertad. Hay un error en el pasado que se repite en la actualidad. Una soberbia y un descaro que envuelve a toda la humanidad. (Laguna Pai)105 En este capítulo nos concentramos en la presentación, análisis e interpretación de los relatos de los jóvenes entrevistados, específicamente en relación con sus experiencias de riesgo y consumo de drogas ilegales. Experiencias que los jóvenes llevan en sus imaginarios, como en la letra de la canción con la iniciamos este capítulo, donde su libertad es cortada por un algo globalizante, un algo reproducido por actitudes que “envuelven a toda la humanidad”. Es una realidad que está presente para los jóvenes, incluso en la lírica de las canciones de moda, como las de la banda peruana Laguna Pai. Es parte del contexto de los relatos que presentamos, obtenidos como un acercamiento al fenómeno desde la subjetividad y a través de las técnicas ya descritas. Metodológicamente, para proceder con una lectura de los trayectos biográficos, nos hemos trazado el objetivo de llegar a los elementos más significativos y “hacer emerger las ‘áreas problemáticas’ (…) con las 105 Agrupación peruana de música reggae fusión. Parte de la letra de la canción “Libertad”, Cultura Babylon (2011). Además de la letra, es preciso poner atención al nombre de la agrupación, quienes utilizan el término “Pai” en referencia a la PBC y también por otros usos generacionales y de espacios geográficos. Ello, según lo referido por el administrador de la cuenta de facebook de esta banda, quien además señaló: “el término Pai se empezó a usar en nuestra generación y por nuestro barrio para referirse a ‘estar relajado, hueveando’. ‘TIRAR PAI’ era como estar relajado hueveando. Obviamente viene del ‘pai’ que se refiere a la pasta. También se usaba para referirse a alguien que era un ‘quemadaso’ o muy distraído, que se la pasan las horas... ‘que pai ese on’, o cuando alguien estaba cansado o una situación estaba calmada... ‘esto está bien PAI’ (...) el nombre nos lo puso un tercero, el cuñado de uno de nosotros que nos veía tocando por horas en un cuarto que hicimos acústico con colchones y technopor (…) nos dijo ‘ustedes deberían ser Laguna Pai’ y quedó el nombre.” (Mensaje a través del facebook, 12/04/2013). 153 determinantes del contexto histórico económico cultural, meta-individual, de forma tal que evidencian el entrecruzamiento dialéctico –o de ‘reciprocidad condicionante’– entre individuo, cultura y momento o fase histórica.” (Ferrarotti, 2011:106-107) En este sentido, los relatos –presentados como fragmentos relevantes de las trayectorias biográficas– se proponen como conocimiento de la experiencia ajena pero que esperamos evoquen un saber como si fuera propio. En tanto estas experiencias pueden ser calificadas como negativas o no, consideremos que cuando “una persona está presente en una corriente de actividad enmarcada, sostiene algún tipo de control sobre su participación inmediata y espontánea en la misma.” (Goffman, 1986:378). Los jóvenes, en parte, serían los responsables de la fabricación de las mismas, sin embargo, la experiencia no toma su carácter necesariamente a partir de respuestas afirmativas organizadas. Sus respuestas también se construyen y transforman a partir de cada suceso. Las experiencias vistas como en un infinito de sucesos repetibles, se reúnen y así se acumulan como tal. Además, a través de las estructuras de la historia, formales y a largo plazo, es posible reunir las experiencias repetidamente. A. Schutz señala que desde que nacemos vamos acumulando una especie de almacén de experiencias al que podemos recurrir cada vez que enfrentamos situaciones nuevas (Schütz & Walsh, 1972). Sin embargo, es necesario poner especial atención en que es una especie de almacén, no es precisamente esa figura de repositorio sino más bien tiene que ver con la memoria y el recuerdo. Por lo que consideramos de suma importancia y valor el abordaje a la memoria, la cual se enmarca en ciertos parámetros y permite una forma personal de registro de las experiencias a partir del entorno o la sociedad. Maurice Halbwachs rechaza la existencia de una memoria pura individual, como lo planteaba Henri Bergson en su momento, y entiende que la memoria siempre 154 es social tanto interiormente como al exterior, como lo revela el análisis de cualquier recuerdo a partir del siguiente esquema (En Del Rey, 2005): Tabla 4. Los Marcos Sociales de la Memoria según Halbwachs Generales Específicos El Espacio Referidos a los diferentes grupos sociales a los que pertenecen los individuos, que crean un sistema global de pasado en el que El Tiempo se produce la memoria individual y social. El lenguaje Familia: el apellido y nombres. Religión: calendario litúrgico, rituales, doctrina. Clase: la clase dominante genera una memoria colectiva, soporte de la memoria de toda la sociedad. Halbwachs106 estudió los procedimientos de memorización colectiva que se producen en la familia, en los grupos religiosos y en las clases sociales, llegando a concluir que existen unos marcos sociales de la memoria que son más generales y otros específicos en referencia a categorías como el espacio, tiempo y lenguaje. Por ejemplo, la ciudad como espacio general que ha sido hurtado a la naturaleza, con todo su entorno tecnológico, artificial, sus calles, plazas y fachadas, es un inmenso recurso o marco de referencia de la memoria social. Desde la distribución urbana, las direcciones con los nombres de los próceres de la patria y los grandes intelectuales, momentos memorables de la nación, etc., todo contribuye a que el individuo coloque en su memoria y recurra a ello para recordar que está en un espacio temporalizado y descrito (op. cit.). Por otro lado, si observamos el fenómeno investigado desde la comunicación y la psicología social, la memoria individual o de un grupo social se concibe como una caja negra. Existe una entrada que transforma una señal, que se encuentra con una información del pasado, en una señal de salida. La salida se evidencia a través de un comportamiento, una opinión, relatos que dan cuenta de una interpretación de experiencias propias o de la realidad, entre varias posibilidades o combinaciones. Según N. Wiener, los individuos “damos el nombre de información al contenido de lo que es objeto de intercambio con el 106 Al considerar a este autor, de clara postura durkheimiana, no estamos renunciando a nuestro enfoque weberiano. Sólo estamos aprovechando la información disponible, basándonos en que “todos los análisis de Halbwachs sobre las clases sociales se fundamentan en unos resultados de encuestas (…).” (Urteaga, 2011:258). 155 mundo externo, mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a nosotros. El proceso de recibir y utilizar informaciones consiste en ajustarnos a las contingencias de nuestro medio y de vivir de manera efectiva dentro de él.” (Wiener, 1969:17) En estrecha relación con la memoria está la impronta, como aquella marca o huella que deja una cosa en otra que, bajo el enfoque socrático, nos lleva a la metáfora del trozo de cera. Aquí nos encontramos tanto con la memoria como con el recuerdo, en otras palabras, esta metáfora se refiere a lo que grabamos en este bloque como si imprimiéramos el cuño de un anillo. Debemos señalar que para Ricoeur esta metáfora une dos problemáticas: la de la memoria y la del olvido (Ricoeur, 2004a:25). De manera concreta, si pensamos en un sello y en la marca que éste puede dejar sobre la superficie donde es grabado, la imagen que deja no es la copia fiel ni perfecta, siempre existirán detalles más o menos grandes que no quedarán fijados. Conduce a mirar lo que produce el sello y la superficie donde éste se marca. Esta superficie es parte fundamental de lo que se estudia, así como la duración de la huella ya que ninguna queda para siempre, son elaboraciones finitas. Se debe reconocer también cierta ambigüedad en la huella. Surge porque todo parece estar en el sello pero al intervenir aquella referencia o asunto que insinúa una causa y un efecto, se nota claramente que no todo está allí. Ambas son intencionalidades de mundos posibles, no poseen un sólo contenido, ni son unidimensionales, cobran sentido de acuerdo a los espacios, al tiempo, las experiencias y expectativas. No existen sellos ni superficies en blanco, sin embargo, es posible que “la memoria no tenga efecto ni aun bajo un estímulo muy fuerte, como si el estímulo o el sello se hubiera aplicado a un agua que fluye; mientras que en otros, debido a un desgaste parecido al de las paredes viejas en los edificios, o bien debido a la dureza de la superficie receptora, la impresión no penetra.” (Aristóteles, 1980:46) 156 En tanto analizamos las trayectorias biográficas a partir de los relatos de cada joven entrevistado, existe una categoría central: la narración. Consideremos que “toda narración, presupone por parte del narrador y de su auditorio, familiaridad con términos como agente, fin, medio, circunstancia, ayuda, hostilidad, cooperación, conflicto, éxito, fracaso, etc.” (Ricoeur, 2004b:118). El relato de una experiencia vive en un proceso de transmisión. Siguiendo a W. Benjamin, el que relata toma lo que narra desde la experiencia, la que él mismo ha vivido o, en otros casos, la experiencia que le han transmitido (Benjamin, 1998:115). Así también existe narración en el momento en que esta experiencia vuelve a ser transmitida. “Si la experiencia no fuera comunicable, si no se transmitiera, la narración no sería posible (…) esta experiencia del narrador se torna, a su vez, en experiencia para el que escucha, para el oyente. El que escucha vive otra vez la experiencia. Y en este sentido, podríamos decir que el oyente (el lector) es capaz de recordar lo que no ha vivido, la experiencia que no ha experimentado, pero que le ha sido transmitida en el relato.” (Melich, 2000:132). Es posible percibir la distancia que se produce entre los abordajes de Ricoeur y Benjamin. No obstante, no es el objeto de esta investigación presentar tales divergencias, sino considerar a Benjamin porque está enfocado con mayor atención a las transformaciones de la modernidad y a Ricoeur por su filosofía de la construcción narrativa. Es preciso agregar que “el carácter común de la experiencia humana, señalado, articulado y aclarado por el acto de narrar en todas sus formas, es su carácter temporal. Todo lo que se cuenta sucede en el tiempo, arraiga en el mismo, se desarrolla temporalmente; y lo que se desarrolla en el tiempo puede narrarse. Incluso cabe la posibilidad de que todo proceso temporal sólo se reconozca como tal en la medida en que pueda narrarse de un modo o de otro.” (Ricoeur, 2000:190). Este proceso temporal es integrador del trabajo de composición, de construcción, de creación en una palabra, lo cual confiere a la historia relatada una identidad. Esta identidad narrativa permite al agente aprehender la totalidad de sus acciones como suyas, en la singularidad de cierta unidad temporal única 157 y propia. La identidad narrativa permite que el sujeto de la acción aparezca como el lector y escritor de su propia vida. Por lo expuesto, las categorías de experiencia y narración nos interesan en la medida que los relatos obtenidos de los jóvenes serían rescatados de sus memorias o a partir de otras experiencias. Estas son relatadas bajo ciertas peculiaridades de interés y enmarcadas en contextos temporales determinados. La impronta dejada por las experiencias de consumo de drogas ilegales, sería además una pintura verosímil que nos conduce a los elementos significativos que configuran las trayectorias de los jóvenes. Antes de iniciar el desarrollo del capítulo no podemos dejar de lado una consideración fundamental: “Entre vivir y narrar existe siempre una separación, por pequeña que sea. La vida se vive, la historia se cuenta.” (op. cit.:192). Accedemos así, con las precauciones del caso, a los trayectos relatados por los jóvenes peruanos entrevistados. 5.1 Trayectorias, experiencias de riesgo107 y la impronta Teniendo como insumo el discurso de cada sujeto,108 las categorías trayectoria y experiencia de riesgo son esenciales para el análisis de la problemática social que nos concierne. Naturalmente no es una tarea sencilla, es preciso reconocer que el estudio de las trayectorias y de las experiencias individuales se muestra cada vez más complejo. Los itinerarios personales se vuelven cada vez menos claros, por tanto, de lo que se trata no es sólo de describir al individuo y sus acciones a la luz de las transformaciones sociales, sino de examinar también desde la subjetividad las principales dimensiones del joven que consume drogas ilegales en la condición moderna. Es observar la vida individual como la solución biográfica de las contradicciones sistémicas (Beck, 1998), como ya se ha señalado, más como una expresión de sí que como el dominio práctico del mundo (Martuccelli, 2007a). 107 “Los riesgos que creemos identificar y que nos atemorizan son reflejo de nosotros mismos, de nuestras percepciones culturales.” (Beck, 2008:32) 108 Consideraremos tanto la experiencia discursiva individual (Bajtín, 1982) como la discursividad referida, es decir los discursos que recuerden o reconstruyan los sujetos investigados. 158 Es preciso considerar que el individuo está sometido a un doble proceso: de desprendimiento y de reintegración social. Esta situación es visible durante el trayecto biográfico en cuanto a sus experiencias de riesgo y consumo de drogas. Se hace más evidente en etapas avanzadas de adicción o de rehabilitación, cuando se busca que el joven se desprenda gradualmente de conductas y hábitos que han configurado esta adicción. Se visibiliza también en el desprendimiento de los procesos terapéuticos a los que fue sometido, vinculándose gradualmente a su contexto educativo, laboral, social y familiar. Es bajo ese contexto que los jóvenes se ven obligados a desarrollar de manera más autónoma su propia biografía, en medio de la incertidumbre y la ambivalencia (op. cit.). Asumimos que la categoría trayectoria nos remite a una serie de posiciones sucesivamente ocupadas por un mismo joven en un espacio en devenir y que, en el contexto de la sociedad del riesgo, está sometido a incesantes cambios y transformaciones (Bourdieu, 1989). Sin dejar de lado el interés de examinar subjetivamente las principales dimensiones de los jóvenes que consumen drogas. En tanto que el concepto experiencia, visitado desde diversas ópticas y donde resuena el eco koselleckiano,109 nos interesa porque brinda la posibilidad de investigar a través de las circunstancias y situaciones vividas por los jóvenes. Ambas categorías son la fuente que nos sirve de base para este proceso de investigación. Consideramos también a la categoría experiencia como un tiempo pasado que, a su vez, es presente. Es como se abre la posibilidad de la presencia de la impronta en los relatos. En el abordaje de la compleja problemática del consumo de drogas ilegales, se entiende que tiempo vivido y relato son dos caras de la misma moneda fenomenológica, donde la impronta conduce a determinados hallazgos que aportan cierto impacto simbólico, en tanto modo de significar que va más allá del “relato de los hechos”. Son huellas que se fijan en 109 El mismo que también nos inspiró para generar la categoría Imaginario futuro pasado, del capítulo anterior. 159 determinados trayectos de la vida de los jóvenes, sobre todo en épocas tempranas de su vida. Algunas perduran y otras no, son huellas de mayor o menor profundidad, las cuales están presentes en sus relatos y que metodológicamente las visibilizamos a través de las hipótesis de trabajo que se fueron planteando en el proceso de investigación (“biogramas” y entrevistas). En correlato con el capítulo anterior, analizamos e interpretamos inicialmente la impronta como un elemento significativo y paso previo a las experiencias de consumo de drogas ilegales. Marcas que nos brindan mayores pistas de la configuración de las experiencias de riesgo en los relatos de los jóvenes. Una de ellas se visibiliza cuando los jóvenes señalan experiencias propias o ajenas que, en el contexto latinoamericano, están representadas comúnmente por imágenes de pobreza. Sin embargo, estos riesgos que usualmente son intangibles, se presentan como objetivos y algo normal. Y es que la conciencia del riesgo y la incertidumbre en el futuro es moneda corriente en nuestros países, haciendo que la permanente crisis adopte el sinónimo de riesgo o amenaza. Esta profundización de las diferencias deja en el relato biográfico de Marlon una huella. El joven, cuando era niño, en la década de los 90, obtenía de sus padres lo que él quería. Ellos, profesionales con un poder adquisitivo acorde a su estatus, accedían a lo que sus dos hijos les requerían. Solían salir a pasear en auto y desde esa perspectiva, algo distinta a la de los demás, Marlon tiene grabadas las diferencias socioeconómicas de las calles limeñas por las que iban. “Mis papás cuando era niño me compraban de todo, lo que yo quería y yo veía en la calle había gente que pedía cosas. Esperando una moneda, niños de mi edad esperando en la calle. Me preguntaba por qué yo y mis amigos tenemos todo esto. Por qué, por qué, he sido mucho de preguntarme.” 160 La condición de los otros es la huella dejada por las diferencias sociales y económicas que este joven relata, las cuales él observó y las guardó para expresarlas como experiencias desde su propio modo de pensar o sentir, esto es, desde la subjetividad. Las hizo parte de su trayecto biográfico, como una muestra de que la juventud vive hoy con gran dramatismo una serie de tensiones que participan en la construcción de su identidad. Dramatismo que interviene desde un contexto de crisis y de conflicto, talvez porque subsisten con mayor desproporción la relación entre capacidades y oportunidades, no sólo de los jóvenes, sino de la población peruana en general. Consideremos que las oportunidades y las expectativas de los jóvenes varían en función de las condiciones materiales, de las diversas situaciones familiares y de sus redes de relaciones (CEPAL, 2008:10). La situación familiar de Damián es un factor que para él ha sido determinante en su vida. Su recorrido escolar en primaria se ve truncado por una severa decisión de su padrastro. La huella allí es que, teniendo la oportunidad de pasar el año, la decisión tomada por su padrastro (no por su madre) fue que repita “para que aprenda”. “Para mi mala suerte no bajé con mi madre a ver mis notas, bajé con mi padrastro y fuimos. Llegamos a la profesora para ver mis notas y tenía 4 cursos. Pero la profesora me había agarrado un cariño, a pesar de mi conducta fuera del aula, porque en el aula era más tranquilo ¿no? Me dio una oportunidad de recuperar 2 cursos (…) Yo no más llegué a salvar Razonamiento verbal, Religión no había estudiado. (…) y mi padrastro habló con la profesora. La profesora, como una manera de ayudar, le dijo: ‘si usted quiere, yo lo puedo pasar de año a él porque es un chico tranquilo que se ve que quiere estudiar.’ Él de una manera irónica dijo que no, que si tenía que repetir el año, debería repetir el año. ‘Él está para que aprenda’, dijo.” Damián, el año escolar siguiente, veía a sus excompañeros formarse en otro 161 espacio del patio del colegio. Él tenía que permanecer en el mismo lugar del año anterior, con niños que no conocía y que lo miraban como el extraño del salón. Este es un primer estigma de este joven, el cual aparece de manera recurrente en su relato biográfico. Ha sido evidente que, en casi todas nuestras conversaciones, los jóvenes presentasen ciertas dificultades de cómo recordar lo que usualmente no está presente en sus relatos. Son situaciones que evaden o que, si las enuncian, lo hacen con un carácter especial. Siguiendo el pensamiento aristotélico en relación con la memoria y el recuerdo, es posible afirmar que es “el afecto que está presente” (Bloch, 2007:31); y para tener claridad hay que pensar sobre los elementos que generan esas imágenes producidas por el afecto. Es una “especie de cuadro” que van pintando, a la vez que recurren a las situaciones que aprecian o desprecian (como la desigualdad material percibida en relato de Marlon), pero que al final de cuentas se instalan en el plano más íntimo. En una época y circunstancias marcadas por el embarazo de Geraldine a los 17 años, nuestra entrevistada relata uno o varios cuadros, una sucesión mental de imágenes globales dirigidas a ciertas metas: el rol de padre, el futuro rol de madre, el tiempo como constante, el engreimiento mutuo, etc. Estas describen e intentan explicar la distancia que tenía con su padre y cómo ésta se acortó en los meses de su gravidez. Esa gran diferencia, traducida en escasos momentos de felicidad, marcan y señalan una breve pausa en la acelerada vida de esta joven. “Fue una época que yo lo gocé mucho a mi padre. Me venía a ver todas las noches, todos los días, en las mañanas y en las noches. Me llamaba, me miraba la barriga, me agarraba cuando bajaba las escaleras. Me engreía, me traía dulces, yo le cocinaba. Una época muy bonita para mí, muy marcada, que la tengo muy presente. Nunca lo había gozado a mi padre así, en su rol pues ¿no? Siempre tengo marcado eso.” 162 Las calificaciones de sí mismo y de los demás pertenecen a la sociabilidad cotidiana de los jóvenes. En estas calificaciones se articula su identidad de género y sus relaciones con su entorno social, el inmediato y también el íntimo. En el relato de Geraldine, al hacer uso de esas expresiones ella demuestra la necesidad del rol de padre, por lógica una ausencia anterior. Al fin, una huella “muy bonita”. Los relatos obtenidos, los cuales surgen de determinadas experiencias e interacciones,110 de acuerdo a lo señalado anteriormente, son rescatados de sus memorias para ser narrados bajo ciertas peculiaridades. Recordemos que los jóvenes entrevistados están en espacios delimitados por ciertas reglas y otros sujetos que vigilan su comportamiento, son jóvenes que en su mayoría provienen de hogares cuyo núcleo no obedece necesariamente a la figura tradicional e ideal de padre, madre y hermanos. Son entornos familiares que, en su mayoría, evocan los tiempos tardo modernos. Existe en los relatos una amalgama que contiene la elaboración racional, lo cognoscible, y también aquellos modos y elementos que de forma inconsciente son considerados para estar o no presentes en su saber. La memoria es la que les brinda a los jóvenes la posibilidad de acumular información y contar con los indicios de la experiencia, tras desaparecer los hechos que la motivaron. Lo comprobamos cuando Akira nos narra sus primeros años de vida, los cuales sucedieron hace más de una década y a miles de kilómetros del barrio que lo vio convertirse en un adicto a la PBC. En el relato, este joven reúne experiencia propia y lo que él pudo saber por intermedio de su madre y abuela, además del registro familiar tradicional.111 Investigador: Dime alguna situación que recuerdes de manera especial, ya sea bonita o no, de tu niñez o adolescencia, ¿qué te acordarías? Akira: ¿Algo bonito? Investigador: Ya sea bonito o no. 110 111 Interacción entendida como la influencia recíproca, según lo planteado por E. Goffman. Fotografías, vídeos, anécdotas recurrentes contadas en el marco familiar, etc. 163 Akira: Allá nieva, en Japón nieva. Hacíamos casitas de nieve. Era una vida sana en Japón, todo tranquilo, sano. Señaló también que no puede recordar el idioma japonés, el cual habló y aprendió a escribir durante los primeros años de escuela. Sin embargo, sí recuerda la vida sana, la vida tranquila. Todo indica que extraña esa vida, alejada de la gente “criolla”, como él definió a la mayoría de personas de su barrio. Matiza el relato con imágenes y elementos que también añora, la nieve, la que jamás verá caer en Lima. Investigar sobre las experiencias de los jóvenes nos permite examinar la construcción del discurso desde dentro y reitera la importancia del método para innovar y replantear la historia social de la problemática de las drogas. A través de este método no sólo se reconocen las experiencias desde la subjetividad, sino que también implica el registro e interpretación de las nuevas experiencias al momento de ser narradas por los protagonistas de determinada acción significativa. Es proceder “explorando códigos y narrativas, metáforas, valores y rituales en tan diversos dominios institucionales como la religión, la nación, la clase, la raza, la familia, el género y la sexualidad.” (Alexander, 2005:10) Gisela, ante los “juegos” sexuales de su padrastro, intenta ponerlo en evidencia contándole a su madre al respecto. Ésta le cree, se separa de él pero al cabo de unos meses lo perdona y el padrastro regresa a casa y al acecho. La huella dejada presenta dos elementos que son profundamente relevantes para la joven: el hecho de ser violentada sexualmente y la desidia de la madre. “(…) eso me marcó más que otra cosa en ese entonces, no que ahora represente algo importante en mi vida porque gracias a Dios todo eso ya pasó (…) fue una muestra de rechazo por parte de mi mamá. Con eso ella me estaba diciendo no te creo y ‘lo que tú digas no vale para mí.’” Violencia y desamor que marcan profundamente, pero no para siempre, según 164 la joven afirmó en su relato. El trayecto biográfico de Gisela nos sirve para reflexionar sobre la condición humana, la cual se presenta como una continuidad pero que siempre está sujeta a discontinuidades. Como lo hacen ver este complejo entorno familiar, las dificultades y crisis personales que, incluso, llegan a oscurecer la visión de la vida de esta joven, transformándola, cambiando su dirección parcial o totalmente. En términos generales, no es una unidad fluida y continua pero tampoco está inarticulada. En ese sentido, una articulación que brinde coherencia, debe hacerlo sin necesidad de negar, borrar u ocultar las desconexiones y discontinuidades. No obstante que Nietzsche y Sartre112 afirman que presentar la vida humana en forma de narración es siempre una manera de falsearla, insistimos en su relevancia. Además, siguiendo a Ricoeur, la ficción narrativa nos permite hacer de la vida biológica una vida más humana (Ricoeur, 2006:9). Una relativa ficción –hipérbole para ser exacto– que está presente y es utilizada con frecuencia dentro de los relatos recogidos. También dejan huella, es una figura a través de la cual los jóvenes alardean de sus actos y configuran las experiencias de riesgo, rozando la exageración, apelando además al uso de términos que abordamos con más detalle en el anexo “Glosario de términos”. Este es el relato de Sergio: “‘Me comí mi cana’ les decía, por dármela de más pero no sabían lo que había pasado en ese trayecto ¿no? ‘Vamos a hacerla pe' causa" me decían. ‘Yo voy’, les dije y pusieron 5 soles cada uno y sacaron como 50 ‘mangos’.” El uso de la ficción se da cuando la “cana que se comió” suena como algo sencillo. Es el mismo joven quien aclara que si contase todo en detalle, no se vería como una cuestión tan sencilla. Sin embargo, ello le brinda jerarquía, “calle” o “escuela”, en sus propios términos. Cuando el individuo exagera 112 “La vida humana se compone de acciones discretas que no llevan a ninguna parte, que no tienen ningún orden ni ninguna ilación. Es el que cuenta la historia el que impone retrospectivamente a los acontecimientos humanos un orden que cuando se vivieron no tenían.” (En Peña, 2002:97). 165 proyecta eficazmente una definición de la situación, es decir, cuando está o llega ante la presencia de otros y “cabe suponer que dentro de la interacción quizá tengan lugar hechos que contradigan, desacrediten o arrojen dudas sobre esta proyección.” (Goffman, 1997:24). Sergio, luego de estar detenido 15 días, no dejó dudas del personaje que proyectaba frente a los demás: un joven avezado, carismático,113 seguro de ser el más “bacán”, el más “pendejo” del barrio. Situación que nos sirve de preámbulo para los siguientes acápites, dedicados al análisis e interpretación de los temas más relevantes de la presente tesis, como las experiencias de consumo y el tránsito hacia otras situaciones que los jóvenes nos relataron. 5.1.1 Inicio y cotidianidad en el consumo de drogas Para abordar el inicio en el consumo de drogas, es preciso también considerar el pasado presente, en referencia a la condición de cada joven con el que conversamos. Es decir, su consumo de drogas (el pasado) los define en el momento de la entrevista (el presente). Asimismo, indagamos sobre esa condición y profundizamos en situaciones relatadas en el presente pero que nos brindan luces para comprender por lo que los jóvenes han pasado. La indagación se realizó considerando que tenemos enfrente a jóvenes adictos a determinadas sustancias, ya sea que este consumo y los deseos de hacerlo se hayan detenido o que permanezcan latentes. Nuestra apuesta por los relatos, como ya venimos señalando, se centra en que los seres humanos somos “tan buenos para relatar que esta facultad parece casi tan “natural” como el lenguaje (…) Nuestra frecuentación de los relatos comienza temprano en nuestra vida y prosigue sin detenciones; no maravilla que sepamos cómo tratarlos.” (Bruner, 2003:11). Un factor relevante en el inicio del consumo es el paso de la niñez a la 113 “El carisma no aparece sólo en formas extravagantes y en momentos efímeros, sino que es un aspecto permanente, aunque intenso, de la vida social que ocasionalmente estalla provocando un verdadero incendio. No existe una emoción carismática única, del mismo modo que no existe una emoción moral, estética o científica única; aunque las pasiones, a menudo bastante distorsionadas, se hallan innegablemente comprometidas, éstas pueden diferir radicalmente de un caso a otro.” (Geertz, 1994:148). 166 adolescencia como un proceso abrupto. Siendo aún niños son expuestos a situaciones donde la droga ilegal es cercana. Por ejemplo, padres, tíos y primos consumidores, los acercan a una realidad que los obliga a avanzar de una etapa de la vida a otra, sin que la nueva etapa le corresponda en términos de edad. Pero también son otros factores que impulsan este paso abrupto, como el barrio, e incluso el colegio. Como en el caso de Luiggi, joven que nació en el año 1993, vivió sus primeros años en el distrito de La Victoria. Zona que, como ya hemos descrito, tiene sectores de alta incidencia de venta y consumo de drogas. A la edad de 5 años su familia se mudó a Villa María del Triunfo, distrito al sur de Lima, colindante con Villa el Salvador y con Santiago de Surco. Es preciso señalar el contraste socioeconómico114 entre estos distritos, situación que ilustra un poco mejor lo que es la ciudad de Lima, lo que es el Perú. Allí vivió el resto de su infancia y adolescencia. En el año 2004, cuando tenía 11 años, ingresó a la secundaria y es en ese contexto cuando probó por primera vez “sustancia verde”115 (marihuana). Luiggi señala en su relato que en su niñez diariamente dedicaba una hora para hacer sus tareas escolares, utilizaba su computadora y los videojuegos, se iba a jugar fuera de su casa, a corretear con sus primos y amigos del barrio. En esa época también inició su consumo de drogas, fue en el baño de la escuela. “Me acuerdo que estábamos, era la primera semana. Como éramos puros hombres, uno sale pa'l baño. Yo veo que todos salen, de cada salón salían uno o dos. Yo también salgo y empezaron a consumir. Yo 114 La población del distrito de Villa maría del triunfo registra un 21,1% de pobladores pobres, mientras que Santiago de Surco un 3,3% (INEI, 2009). 115 En el caso de los entrevistados de FAV, ninguno de ellos se refería a las drogas ilegales, las que habían consumido o no, por su nombre propio. La marihuana la denominaban “sustancia verde”, pasta básica de cocaína como “sustancia marrón y la cocaína como “sustancia blanca”. Por otro lado el alcohol, droga legal, era referido como “sustancia líquida”. En la entrevista que sostuvimos con E. Tennison, este experto peruano en rehabilitación de adicciones, señaló que las denominaciones de las drogas se trata de “estilos que se han ido imponiendo por parte de algunos terapeutas.” Sin embargo, también señaló que en la “Terapia Cognitivo Conductual (TCC) existe un trabajo llamado desensibilización que precisamente trata de reconvertir los estímulos discriminativos en estímulos neutros”, y para algunos especialistas el nombre de las sustancias es discriminativo. 167 también empecé a consumir.” Los alumnos que le invitaron por primera vez marihuana a Luiggi pertenecían al tercero y cuarto año de secundaria, entre dos y tres años mayores que él. Lo que este joven sabía intuitivamente le bastó para afrontar las probables rutinas del patio y letrinas de la escuela. Es obvio también que la intuición de un niño de 11 años “brinda mucho menos auxilio cuando tratamos de comprender o explicar lo que estamos haciendo, o de someterlo a un deliberado control.” (op. cit.:26). Luiggi reprodujo lo que veía en los baños, sin mayor comprensión de causas futuras y con escaso control de la acción, frente a otros actores que dominaban la situación. En el relato de Adam, el cual contiene detalles del espacio y el momento exacto de su inicio en el consumo de drogas ilegales, también es posible apreciar que son variadas las formas de inicio. Además, es preciso señalar que los jóvenes empiezan a consumir drogas a través de experiencias directas o indirectas.116 Este es el relato de una experiencia indirecta: “Y me iba a mi ‘jato’, en eso me acuerdo que subo al techo -mi casa es de tres pisos-, subo al techo y me siento en el balcón, mirando a la calle. En la parte del filo de la fachada, hay un balcón así en el aire. Estaba balanceándome y diciendo que si me caigo podría pasar cualquier cosa. En eso sube mi vecino del costado, sube fumando y me dice, ‘¿qué estás haciendo ‘huevón’? Te vas a matar, te quieres suicidar seguro’. ‘No, para nada’, le digo y me recojo. Y le hablo, ‘¿qué estás haciendo, qué estás fumando?’. ‘Ah, es un porro ¿quieres?’ ‘No, paso, ni fumo.’ Así como que me ‘horneó’ con el olor, todo el humo. Me mareó la cabeza. Le dije ‘tú eres loco, esa vaina’.” Asimismo, cuando los jóvenes nos relatan los cambios de hábitos y costumbres, 116 Experiencias directas cuando el actor realiza el consumo, ingiere o aspira la sustancia. Una las indirectas es cuando el actor, afectado por el humo del ambiente, siente los efectos tóxicos de la sustancia. 168 ligados a su crecimiento y desarrollo físico, van apareciendo otros conflictos que se tejen alrededor de sus conductas problemáticas. Para Dalins los problemas con su familia, elemento que se vuelve constante tras iniciar su consumo de drogas ilegales, son una característica que el joven los describe como el inicio de todo. Este joven, nacido en el distrito de La Esperanza, estudió en el colegio Liceo Trujillo, del cual se retiró voluntariamente antes de finalizar la secundaria. Continuó sus estudios en un colegio no escolarizado y cuando tenía 15 años inició su consumo de cerveza. Este consumo era en mínima cantidad pero, según el mismo lo señala, esto hacía que tenga un comportamiento “relajado” y es la marca del inicio de “todo” lo demás. “Comencé a salir a la calle, comencé a la chibolada, toda la juventud. A salir, a los bailes, las malas amistades. Ahí comenzó todo. Comencé a llegar tarde.” A los 16 años, para Dalins empezaron los problemas asociados (actos delictivos, empezó robando celulares, robaba taxistas). Salía a fiestas y en una ocasión, cuando había ingerido licor, probó por primera vez marihuana. Fue un amigo en particular, de quien Dalins evitó darnos mayores detalles, el que marcó el inicio de su consumo bajo el contexto antes señalado. Debemos resaltar que este joven delinquía pero también trabajaba temporalmente con un vecino suyo, esto le permitía un ingreso económico relativamente estable. Con el producto de su trabajo y los hurtos, Dalins podía sustentar su consumo de alcohol y también de drogas ilegales. “Comencé con marihuana yo. No sé exactamente cuándo pero tenía 17 años. Ya estaba trabajando (...) fue con un patita que vivía solo. Tenía un rancho en La Esperanza, tenía su cuarto solo. Allí fue. ‘Vamos a hacer la hora’ me dijo. Estábamos tomando y ahí me dio de probar.” Los relatos nos brindan indicios que refuerzan a las amistades, individuales o grupales, como personajes relevantes alrededor del inicio del consumo de drogas y del tránsito por el que los jóvenes atraviesan. La escuela y el barrio 169 son los espacios donde estos personajes se establecen momentáneamente. En ocasiones estos personajes comparten estos dos espacios. José Pablo, el joven que había llegado desde la provincia de Cerro de Pasco a la capital del país, consume marihuana por primera vez con los amigos con quienes jugaba al fútbol los fines de semana, en San Juan de Lurigancho. Con la mayoría de ellos también estudiaba en el colegio. Investigador: Con los amigos que te reunías en tu adolescencia, ¿fue con ellos que iniciaste el consumo? José Pablo: Sí, Michael, José Luis, Wilmer, Luis Alberto o Jorge Alberto. Eran del colegio. De mi barrio el único era José Luis. Investigador: ¿Con qué comenzaron? José Pablo: Con marihuana. La historia de Damián es similar a la de José Pablo, su inicio en las drogas fue grupal. Esto nos lleva a resaltar el tema de la presión social entre los factores de mayor riesgo. Aquella presión que los jóvenes entrevistados no relataron de forma abierta –pero que sí se lee entre líneas–, es probablemente el producto de un sentido de lealtad y disciplina. En el sentido dramatúrgico de estos términos, como “atributos indispensables para los miembros del equipo si se quiere sustentar la representación que ponen en escena.” (Goffman, 1997:233). Damián no quiso ser juzgado ni excluido por sus compañeros de la barra del equipo de fútbol Universitario de Deportes, de la que fue parte por más de 4 años. Estaban reunidos en el parque “grande” de la urbanización El Bosque, en una zona residencial de clase media, al sur de Trujillo. Investigador: ¿Recuerdas la primera vez que consumiste drogas? Damián: Sí, en una reunión de las barras, en el Bosque. Me “reventaron la boca”. Investigador: ¿Qué te dijeron? Damián: O sea, no, realmente no me “reventaron la boca” y yo veía que fumaban, se lo pasaban. Yo, en mi "chibolada", yo por el "qué dirán" y le dije "ya pasa, un toque." La primera vez no lo sentí y la segunda sentí el 170 efecto. Relajante. Me vaciló porque me ponía tranquilazo, yo era un chico hiperactivo, fósforo, fumaba y me ponía tranquilazo, me ponía a pensar, me ponía a recordar, a pensar en lo que debo hacer. Y eso me vacilaba. En tanto Damián esperaba a que los demás barristas llegaran, le invitaron por primera vez marihuana, ese cigarrillo que él veía circular entre éstos pero que antes no se había atrevido a probar. En la primera parte del relato, él evade la responsabilidad de su inicio en el consumo. Luego de unos segundos se rectifica y señala “realmente no me reventaron la boca”, él asume la culpa, sin embargo, la presión es evidente. No es necesario que sometan o apliquen la fuerza física para que una persona se vea coaccionada. Se sabe que la presión de grupo tiene un mayor impacto en edades comprendidas entre los 15 y 16 años (CEDRO, 2011:111), y eso fue lo que ocurrió con Damián. A partir de estos instantes iniciales se van trazando trayectorias biográficas que, en mayor o menor grado, se caracterizan por el consumo de drogas. Es importante reflexionar en este punto sobre un tema de suma relevancia, la marihuana como una droga puente o puerta de enlace a otras drogas (DeSimone, 1998:160). Esta planta ha sido referida en los relatos como la droga de inicio, además, como una de las formas de enlace a través de la complementariedad contemporánea de ésta con otras drogas, como el clorhidrato de cocaína y la PBC. La otra forma hallada en las investigaciones es a través de un efecto del consumo de marihuana en el pasado: la producción de una sensación de euforia. Es decir, lo que puede presentarse no es una adicción a la marihuana en sí, sino más bien es una adicción a la euforia producida por ésta. Por ello, la marihuana podría servir tanto como un puente que dirige hacia la cocaína u otras drogas, y también como un sustituto en la producción de ese estado de euforia (op. cit.:150). 171 Es importante entonces considerar cómo se continuarán desarrollando en el futuro inmediato las políticas sobre esta droga. Aunque países como Estados Unidos tienen una larga data de posturas prohibicionistas contra el uso de cannabis, los hechos recientes sugieren que esto puede estar transformándose en el ámbito federal, puesto que en muchos estados y municipios ya han despenalizado su consumo (Kleiman & James, 2011). Esto podría convertirse en un efecto de cascada en todo el mundo, como la historia de las leyes y políticas globales de las drogas lo sugieren. Mientras los agentes reguladores tratan de adaptar los recursos a los posibles daños, otras prioridades pueden surgir en tanto los jóvenes, como Esteban, perciben el consumo de esta planta como una parte positiva de su vida cotidiana. Percepción que va asociada a ese estado eufórico antes citado. “(…) cuando fumas ‘grifa’ todo lo ves diferente, más chévere, te causa más gracia, algo chistoso. La música te gusta más, te pegas más. Sientes, sientes. Y te sientes más inteligente que los demás también.” Por otro lado, cabe señalar que la relación entre consumo de marihuana y otras drogas no es directa, ni mucho menos causal para algunos individuos. La relación con otras drogas es también un tema económico, en consecuencia, algunos sujetos se movilizan hacia el consumo de PBC. En el distrito de La Victoria, una “liga” tiene 20 “ketes” y cuesta 10 soles. Un sujeto que compra una “liga” usualmente la divide con otro. Eso da para una noche o depende, a veces “arman” con un sólo “kete”, otras con uno y medio. Como han señalado los entrevistados, con dos “no quema” muy bien. Existe una rutina, lo preparan siempre en cigarrillos ya armados, sacan el filtro, sacan el tabaco. Ponen cerillos de fósforo en vez del filtro, mezclan la “pasta” con el tabaco y lo vuelven a poner dentro del cigarrillo. Todo ello demora como 20 minutos para hacerlo y precisamente es lo que le da cierto ritmo al consumo. No es posible fumar uno tras otro, se quedan algunos minutos sintiendo el 172 efecto. Después, el sujeto vuelve a trabajar “armando” uno nuevo. Para José Pablo su consumo de marihuana y/o alcohol, pasando al tema de la cotidianidad y siguiendo la pista al policonsumo, lo llevó a encontrar la PBC en un momento de quiebre en su biografía. Fue cuando se enamoró de una compañera del colegio, se hicieron pareja, ella quedó embarazada de él pero su familia la obligó a abortar. José Pablo perennizó la relación y estos sucesos haciéndose 2 tatuajes, en tanto que profundizaba su consumo. Además, su comportamiento lo iba alejando de su familia. “Yo tenía marihuana en mi bolsillo. Sin saber, le eché la pasta y desde ahí lo probé y no era como la marihuana. Empecé a tomar y a consumir. Desde aquella vez empecé. Ya no quería estar en mi casa.” En el caso de Luciano*, no le agradó la marihuana la primera vez que la consumió. La exigencia de sus primos para que él la fume le dejó una experiencia desagradable. Sin embargo, ello no lo alejó de la posibilidad de elegir otras drogas y utilizar temporalmente la cocaína. “(…) siempre he vivido en las calles y como ya tomaba desde muy chiquito, pensaba que era algo normal. Hasta que me dieron para consumir. A la edad de 12 años consumí ‘cloro’. Como hemos indagado, en tanto el consumo inicial se transforma en un uso cotidiano de las drogas, existen diversas situaciones que caracterizan y le brindan significados a ésta en la vida de los jóvenes. Entonces, tras el inicio del consumo de drogas legales e ilegales, se observa una movilización hacia otras sustancias y un posterior policonsumo. Es importante saber qué significa la droga para poder comprender un poco mejor estos desplazamientos hacia otras sustancias. Siguiendo la demostración filosófica de Paul Ricoeur, según la cual la acción significativa, encontrada al explorar códigos y narrativas, metáforas, analogías, hipérboles, etc., nos permite establecer qué hace al significado 173 importante y la tomamos como una vía para entender qué hace que algunos hechos sean plenamente significativos (En Alexander, 2005:10). El consumo de drogas, como la marihuana, puede significar curiosidad, presión social, socialización, diversión, humor, inteligencia, etc. El de otras como la PBC o la cocaína, podría significar el discurso individualista de auto estimulación ante los diversos procesos de transformación de las sociedades. Situación que cobra mayor sentido, si la vemos desde los procesos de crecimiento desigual de las principales ciudades, la escasa aparición de oportunidades para los jóvenes o la internacionalización simbólica de los referentes de construcción de las identidades juveniles. Procesos de esta época tardo moderna que generan un clima donde se pierden los sentidos colectivos, donde los jóvenes se convierten en la renovación discursiva de un enemigo interno (Sandoval, 1997:5). Acorde a la época, el significado de la droga conforme transcurre el tiempo, también se va transformando. En el caso de Luciano* y de varios de los entrevistados, el consumo de droga los va alejando del sentido de la realidad y adopta otra significación y relevancia. Poco a poco va dejando de ser un instrumento de diversión. Luciano, quien trabajó desde muy niño para aportar económicamente en un hogar con 7 hermanos y un padre alcohólico, perdió diversas oportunidades laborales a causa de la droga. En una ocasión, trabajando en una de las cadenas de supermercados más grande del país, le perdonaron todas sus tardanzas y faltas, incluso, le ofrecieron ayuda para que deje las drogas pero él negó que utilizaba sustancia alguna. El significado del consumo de drogas evidencia los riesgos, las amenazas a las que están expuestos, las cuales abarcan dimensiones sociales y económicas. “Tomábamos y ‘cloreábamos’. Siempre 2 o 3 días. La gente ya no duraba mucho pero yo siempre duraba, 3 o 4 días. Cuando ya no había plata, no había nada, ahí me quedaba dormido. 174 Así perdía los trabajos, siempre iba de trabajo en trabajo por el consumo.” El significado de la droga en la vida de Cristian está asociado con la felicidad y la diversión en un primer estadio. Este hecho es bastante cercano a las demás historias recogidas, sin embargo, la transformación del sujeto en adicto se va haciendo evidente. El aburrimiento es la respuesta a los momentos familiares, situaciones que este joven no podía evitar y que esperaba con ansias que se terminen para poder salir y consumir. “Porque para un ‘drogo’, porque en ese tiempo era un drogadicto, estar en una fiesta sin drogas, no es fiesta. No hay felicidad. Ya pues, siempre la pasaba aburrido, con la familia, la pasaba por pasar. Ya cuando se iban todos salía con mis amigos. La pasaba con mis amigos y que para mí, supuestamente, eso era pasarla bien.” Hasta este punto vamos conociendo apenas la etapa inicial de un individuo consumidor, la cotidianidad y el significado que van cobrando las drogas. Como ya hemos señalado, los inicios del consumo se caracterizan por momentos o instantes de prueba, de intriga y curiosidad. También son situaciones caracterizadas por la presión del grupo, escolar o del grupo de pertenencia, como el de las barras bravas. El lazo o vínculo con el acompañante de la situación también resulta interesante, puede ser el primo o el enamorado el que propicia ese momento inicial. Las transformaciones o transiciones que van sufriendo las vidas de los jóvenes son relatadas a partir de aumentos de frecuencia y cantidades de droga, tipos de droga y formas de consumo. Existen también, según los relatos, (no) motivos situados alrededor de las simples ganas de consumir, socializar con la gente del barrio, con el propósito de ser reconocido por ellos y demostrarle que sí lo pueden hacer, nada más. Dejan en claro también que las emociones que sienten al utilizar drogas es lo que los hace volver reiteradamente. 175 Sin embargo, es evidente también el cruce con otro factor, la ruptura en la familia, la violencia, la muerte y el ambiente dramático vivido en ese escenario. En las trayectorias biográficas de los jóvenes se refuerza la idea que el consumo de droga ilegal no tiene patrones fijos, incluso, no siempre es posible identificarlos. Observamos relatos donde el consumo avanza y se convierte en una actividad casi diaria, llegando a ser una situación normal en sus vidas que, con el tiempo, se vuelve indispensable. En otros casos, la droga fue un problema anexo y el relato no da cuenta –quizá los jóvenes no quisieron corroborar– lo indispensable que fue la sustancia en sus vidas. Sin embargo, cualquiera que sea el caso, el consumo cotidiano y recurrente los acerca inevitablemente a espacios de venta como los “huecos”. Lugares donde los jóvenes tienen mayores posibilidades de relacionarse en actividades ilícitas y con gente dedicada a cometer estos actos. Tema que abordaremos en algunos acápites adelante. Siguiendo el trayecto, pasemos ahora al análisis de otro lugar del pensamiento sociológico del individuo. Uno que también se transforma irremediablemente en la línea vital de los jóvenes consumidores, el cuerpo. 5.1.2 La vida y el cuerpo de un joven consumidor de drogas ilegales Al abordar la vida y el cuerpo de los jóvenes consumidores de drogas, percibimos que los riesgos y las transformaciones de la sociedad modifican el actuar y la concepción tradicional que tenemos de ambas categorías. A. Giddens señala que para explicar el actuar o comportamiento social no existe mecanismo o causa única, soberana y determinante, la cual pueda especificarse como tal. Esto es, no existen fórmulas unitarias que develen los misterios del actuar social de los seres humanos (Giddens, 1984:28). Por tanto, los relatos sobre el cuerpo nos interesan para comprender conductas, usos físicos, simbólicos y las puestas en escena que merecen atención en el campo social y que configuran un cuerpo coloidal, en flujo constante y que se acerca a 176 una ilustración o figura en disolvencia.117 Le Breton nos sugiere considerar a la sociología del cuerpo como un tema relevante para la comprensión de la compleja situación de los jóvenes. Nos referimos al campo de estudio de la corporeidad humana como fenómeno social y cultural, como una materia simbólica que es objeto de representaciones y de imaginarios.118 Las acciones que tejen la trama de la vida cotidiana, desde las más triviales hasta las que se producen en la escena pública, implican la intervención del cuerpo o lo corpóreo. Toda actividad que el hombre despliega le permite ver, oír, saborear, sentir, tocar, etc., por tanto, establecer significaciones precisas del mundo que lo rodea (Le Breton, 2002b). Una de las formas de observar las representaciones del cuerpo es haciendo énfasis en los relatos que dan cuenta del resultado del consumo a mediano plazo.119 El cuerpo es cada vez menos un dato extrínseco que funciona apartado de los sistemas referenciales de la modernidad, este se ve activado también de manera reflexiva. Lo que podría parecer un movimiento que apunta hacia el cultivo de la apariencia corporal es, de hecho, expresión de un interés más profundo por “construir y controlar el cuerpo.” (Giddens, 1997:16). Existe una relación plena entre desarrollo corporal y estilo de vida que, en el caso de los jóvenes entrevistados, toma un carácter particular. Ellos son conscientes de la importancia del cuerpo y el estilo de vida, sin embargo, sus conductas se van modificando en dirección opuesta al ideal de “lo saludable”. Los hábitos y costumbres de los jóvenes consumidores van deteriorando el cuerpo y llegan a afectar ostensiblemente su estado mental. Como lo relata Gisela: 117 En referencia a la técnica usada para pasar de unos planos de imágenes o de sonidos a otros por desaparición gradual de los primeros. 118 Por tanto, en el aparato teórico-analítico consideramos tres momentos: primero, estudiar las representaciones del cuerpo en jóvenes consumidores de drogas ilegales y así observar la diferencia simbólica del antes y el después como consumidores; segundo, indagar por la influencia de dos factores socioculturales, "el ser adicto" y "la imagen del adicto en la sociedad"; y tercero, profundizar el tipo de relaciones que rigen las familias de estos jóvenes (Tinat, 2008:182). 119 Por la edad de los entrevistados, no podemos hablar de un largo plazo, sin embargo, la media de consumo en años supera los 10 años. 177 “(…) las drogas ya no me hacían el mismo efecto, ya me daba la paranoia, estaba así con miedo, pensaba que me perseguían, que me querían agarrar, ya no me drogaba, me hacía efecto totalmente negativo para mí en ese entonces.” Cabe señalar que el trayecto de esta joven está marcado por otros (varios) incidentes. Antes de cumplir 16 años, quedó embarazada y su familia la obligó a que aborte. A la edad de 17, además de marihuana ya había probado crack, poppers y fármacos ansiolíticos. Un año después dejó de asistir al colegio, se embarazó nuevamente y abortó por segunda vez. A los 19 inicia con el éxtasis y su frecuencia de consumo de drogas se eleva, era “masivo y diario”. Además de las drogas mencionadas, consumía eventualmente hongos, ketamina, micropuntos y PBC. Mientras que el consumo avanza en frecuencia y en sustancias, los jóvenes detallan sus experiencias en relación con el cuerpo a través de ciertos síntomas. En el caso de Sergio, consumidor de marihuana y PBC y uno de los jóvenes más avezados de la zona en la que vivía (entre San Borja y La Victoria), señala un intenso dolor en el vientre. En el trayecto relatado líneas debajo, su organismo reflejaba la necesidad de consumo de drogas tras permanecer 15 días detenido en la comisaría de Apolo, en La Victoria. La policía lo había capturado saliendo de comprar drogas de La Pólvora. Durante su detención Sergio evidenciaba este dolor, una sensación similar a la de tener ganas de defecar, las cuales sólo se desaparecen si se consume PBC. Al salir del encierro, Sergio se escapa de sus familiares y va en busca de la sustancia que calme lo que los consumidores denominan el “dengue”. “Vino un ‘pata’ fumando pasta y le dije "oe cuñao' invítame unos 'toques', estoy bien ‘dengueao’ pe', por favor." Estas experiencias nos presentan una lucha constante contra su propio cuerpo. Es un esfuerzo por alejarse lo máximo posible de lo que en el fondo desean: 178 seguir consumiendo. Colocan sus cuerpos en una situación extrema (Le Breton, 2002a), la cual en tiempos anteriores era inimaginable y que trae consigo diversas asociaciones y reacciones. Éstas apuntan únicamente a mitigar ese sufrimiento volviendo a consumir. Luciano* lo describe de esta manera. “Pides más, quieres más. Como una angustia, una angustia que te pide, exagerado. Por eso cuando uno está en consumo de pasta, por eso es que asaltan, roban, todas esas cosas (...).” El cuerpo va apareciendo en los relatos como el primer y más natural instrumento y objeto técnico del hombre. Por un lado, se presenta la corporeidad humana como un fenómeno social y cultural, materia simbólica, objeto de representaciones y de valores compartidos (Brena, 2007:2). Por el otro, el objeto que es víctima de dolor y de castigo. Como la historia de Luis Omar*, a quien lo encontramos en su primer internamiento, fue en Centro Victoria de la ciudad de Iquitos. Esta ciudad, capital del departamento de Loreto, cuenta con una población menor a los 200 mil habitantes (INEI, 2012). Sin embargo, tiene el segundo mayor índice de prevalencia de consumo de drogas en el Perú: 8,3% para marihuana y 5,4% para drogas cocaínicas (CEDRO, 2011). Según lo relatado en entrevista con Raúl Matute, exadicto y encargado de Centro Victoria, es posible encontrar drogas ilegales en casi todos los distritos y caseríos de Iquitos. “En San Juan, donde está el famoso ‘hueco’ de Secada; bajando por la entrada de Juan Pablo, hay droga en la urbanización, Juan Pablo II; hay varios ‘huequitos’ en las colinas, [donde hay] personas que 'solapa’ venden en sus bares; en Belén es una putrefacción (SIC), al costado de la Posta de Belén; la calle Blasco Núñez, la bajada de Pasaje Paquito, donde venden las famosas hierbas.” Así describe Raúl Matute120 este mundo, donde todos saben “quiénes venden droga, las autoridades saben.” Es un “Sodoma” todo Iquitos, señaló. 120 Entrevista realizada en la ciudad de Iquitos el 20 de julio del 2012. 179 En este contexto creció Luis Omar, quien al momento de la entrevista negaba que estuviera internado en Centro Victoria por ser adicto a las drogas. Este joven refería que su padre lo había internado debido a los frecuentes delitos que cometía. Cuando conversamos con él, mostraba heridas de quemaduras recientes en el pecho. Una turba de pobladores lo había castigado121 por haber robado en una vivienda. “Me han amarrado. Éramos tres, eran más mayores. Aquí en mi espalda, con el machete me han dado diez veces. Nos han amarrado a los tres y nos han quemado con la plancha. Cinco segundos ha estado en mi pecho.” Luis Omar* evidenciaba, además de un dolor físico, estar resentido frente a los sucesos de su vida. Su madre los había abandonado varios años atrás, a él, a su hermano menor y a su padre. Éste había tratado de criarlos solo, pero tenía que salir a diario a vender como ambulante por las calles de Iquitos y los dejaba al cuidado de los vecinos. Su infancia la intercalaba entre el colegio y un lavadero de motocicletas donde trabajaba. Hasta que, en la adolescencia, unos amigos lo convencieron para hurtar en domicilios. Ese sería también el momento clave en su trayectoria de consumo de drogas. En la relación delitoconsumo de drogas, este joven nunca midió los riesgos que ello implicaba. Para un adicto, su cuerpo es el blanco de las sensaciones generadas por el consumo. El cuerpo es producido para ser controlado, identificado y reproducido; “constituye un blanco de la racionalización moderna pues se convierte en el objeto del poder y del saber”. (Turner, 1989:15). Un poder que se va alejando y un saber de la ambivalencia, un saber de la incertidumbre a la que llegan. Lo único cierto es que la sustancia es agradable para ellos, señalan disfrutarla. 121 En el Perú no es extraño saber de castigos comunales ante cualquier hecho delictivo. No esperan que la justicia formal se encargue. Probablemente son conscientes que el “suplicio penal no cubre cualquier castigo corporal: es una producción diferenciada de sufrimientos, un ritual organizado para la marcación de las víctimas y la manifestación del poder que castiga, y no la exasperación de una justicia que, olvidándose de sus principios, pierde toda moderación.” (Foucault, 2003:40). La exasperación es el tono frecuente de estas situaciones, con pobladores que siguen confiando en el “castigo-espectáculo”. 180 Lo que no saben es cuándo ni dónde se detendrán. Como Esteban, quien reflexiona sobre las sensaciones de la PBC en su cuerpo. “Siendo consumidor pensaba ‘quién habría inventado la droga, quién la habría hecho tan rica’. Yo probaba una vez, otro día probaba otra vez y cada día que probaba la sentía más rica. Y así, cada vez que me acordaba del sabor y todo lo que se sentía, me daba ganas de fumar, me ‘dengueaba’, como se dice. Comienzas a sentir algo en el estómago, como un frío, que se te quiere revolver el estómago, te acuerdas lo que se sentía, su saborcito y quieres ir a fumar otra vez.” Las reflexiones de este joven son una parte de la evidencia del impacto social del consumo de drogas ilegales. El uso de PBC es más frecuente en zonas marginales y Esteban vivía en una de ellas. Es probable que este consumo sea el resultado de un proceso de fractura social que se escenifica en las metrópolis contemporáneas (SEDRONAR, 2007), como Lima. Lurín o Pachacamac son esos espacios, no los únicos, de fractura donde los jóvenes carentes de oportunidades ven en el consumo de PBC sólo una sensación “rica”. Lo único problemático, temporalmente, son los signos corporales que evidenciaba la abstinencia. Una de las repercusiones más importantes son las consecuencias adversas que este consumo tiene para la salud. La UNODC calcula que el número de consumidores problemáticos de drogas en 2010 se situó entre un 10% y un 13% del total mundial estimado de usuarios, mientras que en 2008, según el Grupo de Referencia de las Naciones Unidas sobre el VIH y el uso de drogas por inyección, había 16 millones de personas que se inyectaban la droga. Ambas estimaciones se han mantenido estables hasta el año 2012 (UNODC, 2012:19). La Organización Mundial de la Salud estimó que en el año 2009 ocurrieron 270 000 nuevos casos de tuberculosis (TBC). Brasil, Perú y Haití concentraron el 181 53% de estos casos de TBC (OPS, 2011), y esta enfermedad es altamente relacionada con el consumo de drogas. La TBC es una enfermedad social totalmente curable, es causa y consecuencia de pobreza y los problemas asociados a ella. Los grupos de edad más afectados son los comprendidos entre los 15 y 54 años. Las regiones con más altas tasas de TBC en el Perú son: Lima, Callao, Ica, Tacna, Madre de Dios, Ucayali y Loreto (Bonilla, 2008:166). Los distritos de La Victoria y Villa María del Triunfo en Lima, lugares donde Luiggi vivió gran parte de su vida, se encuentran en el sexto y séptimo lugar con más casos de TBC reportados en esta ciudad (op. cit.). En la última sesión de entrevista con este joven, a través de su “biograma”, nos hizo saber de su enfermedad. Investigador: (…) descríbeme por favor el episodio en tu vida que tuviste la TBC. Luiggi: En el 2010, en diciembre, casi terminando el año, para año nuevo fui para un hospital. Esta botando flema negra durante mes y medio. Me descartaron que tenía TBC. Fui a sesiones, estaba con ampollas semanales y de ahí dejé de ir y la “sustancia marrón” la suplanté por “sustancia verde”. Investigador: O sea, ¿no tuviste principio de TBC? Pero te trataron… ¿Eliminaron la TBC? Luiggi: Pero dicen que como un virus allí está y no se puede eliminar y en cualquier momento puede salir. En un primer instante Luiggi negó haber sufrido de TBC, como se puede apreciar en la conversación. Al final lo admitió ya que también figuraba en el papelógrafo de su “biograma”, y junto a él pudimos establecer una hipótesis más de trabajo. Esta enfermedad ocasionó una marca, una simple variante en su trayecto biográfico de consumo, el cambio de una sustancia por otra. Su compulsividad por mantenerse drogado superó cualquier amenaza a su salud o a su vida, llevando a su cuerpo hacia ese flujo o disolvencia que lo ubica como un sujeto más emotivo que racional. 182 El tema del cuerpo, cuando el consumo avanza y se localiza en esta compulsividad, adquiere también determinada significación sexual y se convierte en una forma de intercambio. Gisela nos relata la “vida alocada” que llevaba en sus épocas de consumo de drogas. Su cuerpo como objeto de intercambio, era parte de esa forma de diversión a la que alude la joven durante muchos años de su biografía. Los demás personajes, sus amigas y amigos, comparten la escena de la noche limeña, de las discotecas y las fiestas rave. Amistades que también la condujeron por el mundo de la mafia, la falsificación de dinero, la clonación de tarjetas de crédito, la venta de drogas, etc. Todo ello amparado en su belleza física y en la normalidad con que Gisela concebía, desde niña y adolescente, las relaciones sexuales. “(…) hasta los 18 más o menos que empecé a salir, él salía también por su parte y yo empecé a probar más drogas, salía con esas amigas y había de todo, alcohol, drogas, sexo entre dos, tres personas. O sea, una vida bastante alocada (…).” Cuando Sergio nos narró el episodio del corte de pelo con un homosexual de un barrio cercano a su casa, en Balconcillo, sospechamos que podría existir una historia oculta detrás. En efecto, al apagar la grabadora aceptó, un poco ofuscado y avergonzado, que él había mantenido relaciones sexuales con este homosexual a cambio de dinero para comprar drogas. Situación que la interpretamos como una práctica más común y frecuente de lo que el entrevistado afirmó. Este es el relato que permitió esa confesión posterior. “Me metí el primero, me metí el segundo (PBC), y por allí hay una peluquería, hay un ‘cabro’ y me fui a cortar el pelo. Yo no tenía plata y le dije ‘oe, córtame el pelo pe’ ¿Cuánto es tu corte?’, y me metí la mano al bolsillo y me dijo: ‘4 soles pero si quieres te lo puedo hacer gratis’ (finge la voz como de un hombre afeminado). Le dije que ya, pero no por querer ‘comérmelo’ a él, ni porque me chupe la vaina, como así decirlo.” 183 Realmente estamos frente a una forma de prostitución, tema estrechamente relacionado con el consumo de drogas. Como en la historia de Geraldine, quien tras separarse del padre de su hija se ve agobiada por necesidades económicas que no podía solventar. Sus padres no aparecen en esta escena, sólo tangencialmente la madre, quien consulta con la joven de dónde sacaba tanto dinero. Ésta le mentía que había conseguido un buen trabajo como anfitriona de eventos, con lo que amparaba el sueldo de miles de dólares, según refiere. “Entonces opté por lo más fácil. Empecé con gente de por mi casa, que también consumía. Comencé a conocer a narcos y me ponían (...) comencé a trabajar de prostituta. Entonces, iban hombres, me daban droga, me iba con ellos al hotel. Me pagaban y yo tenía mi buen dinero.” Comprendemos de esta manera que el abuso de drogas en hombres y mujeres ocasiona una problemática asociada al cuerpo. La adicción impide que ellos decidan libremente sobre su vida sexual, recurriendo de manera permanente o esporádica a la prostitución para solventar su consumo y sus necesidades económicas en general. Pasando a otro tema en relación con el cuerpo, tal como lo hemos señalado en el segundo capítulo de la tesis, existe una estética caracterizada por tatuajes y perforaciones. El cuerpo para los jóvenes es también “una forma particular de experimentar la posición en el espacio social” (Bourdieu, 1986:184). La cultura, por medio de los valores que impone y desde los que interpreta el mundo, no se adhiere simplemente al cuerpo, sino que lo constituye. Se inscribe en los cuerpos y en las cosas, y dentro de ese contexto, el tatuaje “es un fenómeno que constituye una de las maneras, en que las culturas reflejan cierto estado de los sujetos, en los cuerpos de los mismos, por medio del trazado doloroso de signos con determinados significados.” (Brena, 2007:4). 184 Investigador: Vi ese tatuaje que tienes en cada dedo de la mano izquierda ¿qué dice? José Pablo.: Dice Maydú. Investigador: ¿Qué significa? José Pablo: Es el nombre de la “flaca” que verdaderamente me enamoré. Es evidente aquí el cruce de un elemento fundamental, el amor como marca simbólica, es difícil de borrar y tiene un espacio de registro en sus propios cuerpos. El significado construido fue particular, dependió del contexto en el cual José Pablo se encontraba. La familia de Maydú sabía que este joven era consumidor de drogas, por lo que cuando ella se embarazó, sus padres la indujeron para que aborte. Luego, la familia completa desapareció del lugar donde vivían. En su casa funciona actualmente una farmacia, lugar que José Pablo siempre observa cada vez que pasa por allí. La presencia de tatuajes y piercings en adolescentes y jóvenes “está asociada con un comportamiento de riesgo en referencia al consumo de drogas, promiscuidad sexual, suicidio y trastornos de la alimentación.” (Mangas et al. 2004:201). Se encuentra a su vez que consumo de drogas y conducta violenta se asocian con otro tema visto desde el inicio del presente acápite, la delincuencia. Esta conexión daría lugar a un tipo de afinidad electiva,122 que se presenta relativamente de manera causal y “fuertemente asociada, compartiendo los universos simbólicos que componen la idea de la marginalidad.” (SEDRONAR, 2007:16). Sergio, al ser capturado por la policía, atraviesa por el procedimiento de rutina para detectar alguna marca o seña particular en su cuerpo. La policía sabe que una marca o tatuaje puede relacionar al detenido con el mundo lumpen. “Y me dijo si tenía apodo. Le dije que no tenía. Me hizo quitar el polo y me vio mi tatuaje que tengo en la espalda, 122 En referencia al concepto de “afinidades electivas” de Max Weber, el cual se refiere a un proceso histórico social por el cual dos estructuras culturales o institucionales comparten rasgos comunes, se atraen recíprocamente, se refuerzan y estimulan. (Weber, 2004). 185 grande (…). (Me hice el tatuaje) En mi consumo pe', parte de mi distorsión, por decirlo así.” De esta manera los trayectos biográficos analizados dan cuenta del cuerpo, utilizando la propuesta de E. Goffman, en un proceso metabólico. Diríamos que lo observado nos coloca frente a algunas fases y una de ellas se denomina la mala conducta contingente. Los relatos nos muestran que tras el consumo de drogas sus conductas los llevan a actuar de una manera inaceptable u ofensiva. Los ritos de transición, como una fase constante y de enlace, van marcando acentuadamente el hecho de consumo frecuente, compulsivo, que trae conductas violentas y consecuencias físicas nefastas para la salud y la vida. Esto puede denominarse la fase de los procesos desorganizadores, cuando las transformaciones del yo se van acentuando (Goffman, 1991:116). En los siguientes acápites veremos cómo este proceso continúa, se va transformando y no se agota, salvo que llegue la muerte. 5.1.3 Espacios de consumo, de adicción y convivencia: del hueco al cuarto de hostal En el presente acápite damos cuenta de los espacios de consumo relatados por los jóvenes y, en un caso, visitado por el investigador. Al inicio del consumo, los espacios tienen una relación cercana con la vida recreativa nocturna, con aquello que los define como jóvenes. Pero con el tiempo, estos espacios van transformándose. En su transitar en el mundo de las drogas, los jóvenes llegan a consumir también en entornos familiares, en el barrio, el colegio o el trabajo. Empezamos así, de manera descendente,123 con la observación participante que realizamos en un “hueco”. El 20 de junio ingresamos al “hueco” La Posta, en el distrito de Ventanilla. En los relatos de Luciano* habíamos obtenido las referencias de ese lugar, un 123 Consideramos que el “hueco”, como espacio de consumo, es uno de los últimos lugares a donde llega un consumidor. En términos figurados es la cúspide de los espacios del consumo, de la cual descenderemos para ir analizando e interpretando la información. 186 terreno baldío y de difícil acceso que está ubicado exactamente detrás de un centro de atención médica o posta de salud. Uno de los muros perimétricos de la posta sirve de pared de contención para este “hueco”. Para llegar hasta allí hay que escalar un pequeño monte, desde la cima se pueden ver hacia abajo los restos dejados por los consumidores y habitantes de ese lugar. Realmente es un basural en todo el sentido de la palabra. Había una pieza grande de hule espuma de látex, a manera de colchón la cual estaba sumamente sucia, una frazada quemada por un lado y tres abrigos viejos. A menos de un metro de allí había excremento humano, probablemente tres o cuatro personas habían defecado allí. Bolsas plásticas conteniendo basura en abundancia, trapos de tela sucios y quemados. Es probable que los habitantes de este lugar los utilicen como antorchas o leña para dar luz y calor durante las largas noches de consumo. Zapatos y ropa vieja tirados por todo el lugar. Por lo visto, las personas hacen uso de estos zapatos y luego los cambian por otros que se encuentren en mejor estado. Caminando unos cuantos metros, nos encontramos con más heces humanas, más basura suelta y dispersa. Encontramos también botellas de licor, con la única descripción en la etiqueta que decía “licor blanco”. Se trata de alcohol de dudosa procedencia pero de costos muy bajos, 3 soles la botella (15 pesos mexicanos aproximadamente). Se observan millares de trozos de papel periódico de unos 10 cm. X 5 cm. Son los rastros de miles de “ketes” de PBC que yacen tirados allí junto a filtros de cigarrillos quemados.124 Apreciamos los restos de una pequeña choza con otra frazada rota. Los agentes de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las drogas de Ventanilla nos comentan que algunos días antes, ellos junto con la policía, habían tratado de destruir este lugar o, en todo caso, retirar los elementos que permiten la subsistencia en este “hueco”. Sin embargo, es evidente que los adictos sólo necesitan el espacio físico donde estar aislados del mundo, sin importarles ni las más mínimas condiciones de salubridad para 124 Como ya hemos mencionado, los consumidores de PBC sólo utilizan el papel de estos filtros. Dentro colocan trozos de cerillos de fósforo. Esto evita, aunque no siempre lo logra, que los consumidores se quemen los dedos de la mano y los labios. 187 subsistir. Allí consumen droga, beben licor, comen, defecan, comparten, escuchan música, se aíslan, etc., en un radio de menos de 10 metros, repleto de basura y heces. En esa oportunidad nos encontramos con un sólo consumidor. Horas antes la policía había realizado una “batida” y por ello casi todos se habían fugado. Todos, menos él. El nombre de esta persona es Marco Antonio, su edad, 39 años. Lleva 6 años viviendo en este “hueco” y es lo que algunos estudiosos de este fenómeno denominan como “adicto marginal”125 (Nizama, 1999). Lucía muy sucio, con barba y cabellos largos. Sus manos estaban negras y sus uñas sumamente crecidas y sucias también. Su rostro hacía contraste con lo oscuro de todo su cuerpo, lucía amarillento y delgado. Según los miembros de la oficina municipal, Marco Antonio ha sido aconsejado y apoyado en diversas oportunidades pero se resiste a abandonar la vida que lleva. Vida que se desarrolla casi íntegramente en el “hueco” La Posta. Sólo sale de allí para conseguir algunas monedas lavando automóviles. Nos despedimos de él con su promesa que el viernes siguiente, a las 8 de la mañana, estaría listo para irse de allí, para internarse en el centro de rehabilitación que le señale el personal de la municipalidad. La última vez que Marco Antonio había prometido lo mismo había sido dos meses atrás, un viernes también. Los párrafos anteriores sólo corresponden a la descripción del “hueco”, como tradicionalmente se le conoce. Debemos saber que en la actualidad éste tiene algunos símiles. En los últimos 15 años en el Perú se han evidenciado ciertos cambios y transformaciones en relación con la seguridad y la vigilancia, el poder adquisitivo y la economía.126 Desarrollo que también ha traído la profundización 125 Adictos que viven como "topos" en los “huecos”, fumaderos o en covachas de cartón en las riberas de los ríos, en casas y carros abandonados o deambulan continuamente por las calles pidiendo limosna, viviendo al margen de su familia. 126 En el año 2013, el Perú habrá acumulado un crecimiento promedio anual 6% en los últimos 15 años (“En 2013…”, 2012). Sin embargo, tomado en su conjunto, el crecimiento económico del Perú en los últimos 45 años, hasta el año 2005, “ha sido decepcionante. El producto interno per cápita creció en menos de 1% en promedio por año, por debajo de la media latinoamericana, de los países desarrollados, y sobre todo de los países en desarrollo” (Loayza, 2008:10). Una variable importante a considerar en este balance macro, es que en el Perú se consume más de lo que se produce. Por lo menos esa una de las 188 de las problemáticas sociales recurrentes del país. Las drogas ilegales, su venta y consumo, también se ven afectadas positivamente por este crecimiento. Así, los espacios se amplían y dan paso a la proliferación de “jatos” y hostales para consumo. En el primer caso, son casas de venta y libre consumo127 de drogas, pequeñas y escondidas bodegas de barrio, por lo general. En el caso de los hostales, los jóvenes rentan una habitación exclusivamente para consumir drogas durante varias horas y hasta días, con menos probabilidades que la policía los allane. En el relato de Dalins encontramos una breve descripción de un hostal donde consumían drogas, en el distrito de La Esperanza, en la periferia norte de Trujillo. Dalins: Yo conozco en La Esperanza (un señor) que alquila cuartos. Investigador: ¿Para fumar? Dalins: No exactamente para fumar. Es "telo" pero el “tío” me da a mí. Él ya sabía pa' qué era, pero él me daba. Yo también le "caía" su plata. Son lugares con pocas habitaciones que usualmente sirven como “hostales de paso”, pero que al percibir una mejor ganancia con los jóvenes que consumen drogas, se transforman en “fumaderos”. En el exterior presentan letreros que los identifican como hostales o cuartos de alquiler, por lo general se encuentran en las inmediaciones de los “huecos” donde venden droga. Los costos son variables, el precio diario puede estar entre 20 y 30 Nuevos Soles en algunos casos (entre 100 y 140 pesos mexicanos). En otros lugares, les cobran una tarifa determinada por cada hora que pasan allí y por cada sujeto que ingrese al cuarto. Es decir, la tarifa horaria tienen un precio pactado, pero cada invitado que llega tiene que pagar un monto adicional. miradas a la economía, si observamos que el consumo del sector retail reporta un crecimiento del 15% en el 2012 (“Ventas de…”, 2013), período en el cual el país sólo creció un 6,3% según su PBI (INEI, 2013). 127 Libertad relativa, ya que en cualquier momento podría ser objeto de allanamientos policiales. 189 Elementos que van caracterizando la transformación de los espacios de consumo, ámbitos que contienen sus prácticas, lugares que reafirman la identidad como adicto que disfruta de la droga y que terminan definiendo la posición del otro y del yo en el espectro social. Cabe señalar que, ante estas transformaciones, los objetivos pragmáticos siguen siendo los mismos: consumir la cantidad de droga que deseen, con la persona o persona que ellos elijan, sin temor a ser detenidos o descubiertos, con las comodidades que talvez no posean en sus propios hogares. Luciano*, quien sitúa sus años de mayor consumo en el distrito de Ventanilla, describe la situación y el espacio de esta manera: “Nos íbamos a hostales, ya no nos íbamos al hueco. Cada 2 horas te cobraban 15 soles, cada 2 horas. Te tocaban la puerta. El dueño sabía que estabas fumando. (…) elegante. Con tu baño, tu loseta, tu televisor. Mejor dicho, elegante. 15 soles cada 2 horas y si venía un “puntero” más, 5 soles más. Una vez me gasté casi 600 soles.” Cuando el adicto posee dinero, como apreciamos en el anterior relato, no escatima en gastos. Abandonan temporalmente el “hueco” y se desplazan a un espacio “elegante”. La gran diferencia es que la seguridad es casi total, sus compañeros de consumo sí son los de siempre, los del “hueco”. En este punto reflexionemos, siguiendo a R. Reguillo, sobre la construcción de sociabilidad de los jóvenes. Sociabilidad que puede estar dada tanto por la forma del grupo o “tribu urbana”, como por los modos de estar juntos a través de sus prácticas. Éstas no se corresponden con un territorio o colectivo en particular, sino con variables socioeconómicas, contextos generacionales, o incluso prácticas concretas (Reguillo, 2000a), como las que en cada párrafo vamos encontrando y conociendo. El consumo une pero a la vez separa, es una de las muchas barreras divisorias en esta segunda modernidad. Une y 190 sociabiliza a pocos, a los consumidores y adictos. A la vez separa a éstos del resto del mundo, llevándolos a hostales mientras exista el dinero suficiente, o los lleva a estos guetos tardo modernos que son los “huecos”. En ese sentido, dirijamos nuestra atención hacia otros espacios de consumo, aquellos relacionados con la diversión. Como consecuencia del proceso social, histórico y económico, de cambios y transformaciones, los destinados a la diversión y el disfrute, además de haber pasado a formar parte de las necesidades básicas, se han transformado en lugares que son clave para los jóvenes (“Consumo de…”, 2012). La diversión conlleva a afianzar las relaciones, amplía la comunicación, modula el afecto, etc., y los jóvenes pasan cada vez más tiempo en los espacios destinados para ello. Entonces, en las discotecas, los conciertos, las fiestas públicas y privadas, los festivales de música electrónica o raves, etc., el expendio de droga encuentra el lugar ideal para desarrollar mejor su comercio. Gisela, rodeada de amigas y amigos de clase media limeña, asidua a discotecas y raves, describe la situación dentro de un rave o fiesta de música electrónica. “Estando en los raves, la gente está bailando, tienes a los de seguridad de VIP que te están mirando pero (mis amigos) llevaban bolsas de cocaína, mi pareja sacaba y él mismo me daba en la nariz, me lo ponía y yo me drogaba así (…).” En la actualidad es usual que las discotecas y fiestas estén divididas por una especie de clase de distinción y/o exclusión. Esto marca la diferencia entre público en general, VIP (personas muy especiales por sus siglas en inglés) y Mega VIP o VIP Platinum, entre otras denominaciones que refieren a un trato, un lugar y un costo diferenciado dentro de los centros de diversión nocturnos. En uno de esos espacios Gisela ubicó su relato, en la zona VIP. Cabe señalar que la cocaína no es el tipo de droga más utilizada en fiestas de música 191 electrónica, lo es el éxtasis o cualquier otra droga de diseño, junto al consumo de abundante agua.128 Los hábitos de consumo y su relación con los espacios, se justifican, por un lado, en cuanto a su seguridad, para no ser descubiertos por los encargados del control interno (personajes de gran tamaño físico conocidos como los 911). Por ejemplo, las drogas fumables producen demasiados indicios y por ello prefieren utilizar drogas sintéticas o la cocaína en tanto asisten a discotecas, raves o fiestas. De otro lado, para mantener la apariencia o de proyectar una imagen pública de que no consumen drogas ilegales. Investigador: En las fiestas ¿consumían drogas? Akira: No, en las fiestas no fumábamos. Aspirábamos coca nomás. El relato de Akira, situado en fiestas en torno a la zona de La Victoria, nos presenta una situación habitual en el mundo de las drogas. Muchas personas, no sólo los jóvenes, pasan inadvertido su consumo de drogas ilegales ante la sociedad. Todo depende del lugar, para decidir el tipo de droga que utilizarán, de esta manera la probabilidad de ser descubiertos o de hacerlo público es menor. En tanto que Akira usaba marihuana en una primera época –la primera vez que lo hizo fue en un paseo escolar– en la esquina de su casa y en el parque, la PBC lo llevó a lugares más reservados y alejados de lo público, como los “huecos” y hostales. La cocaína, la consumía en los baños de las fiestas o discotecas a las que asistía. Si bien en el presente acápite estamos abocados al análisis de los espacios de consumo, es preciso que abordemos brevemente la disponibilidad de las drogas, debido además a que en todos los relatos es un tema considerado 128 Drogas como el éxtasis u otras sintéticas, “afectan la producción interna del neurotransmisor serotonina, uno de los mecanismos a través de los cuales se regula la temperatura corporal, por lo cual, cuando los efectos del éxtasis son combinados con una actividad física como el baile, el usuario puede experimentar un descontrol de la temperatura corporal y sufrir lo que se conoce con el nombre de “golpe de calor” y deshidratarse. Para poder combatir la deshidratación y re-hidratar el cuerpo, las personas necesitan regular la cantidad de líquidos que consumen.” (“¿Qué efectos…”, 2013) 192 como obvio por los jóvenes. En la ciudad de Lima y otras provincias del país, esta disponibilidad ha hecho que en muchos lugares sea posible adquirir un paco de marihuana por 5 soles, 3 ó 4 ketes de pasta básica de cocaína por 1 sol o un sobre conteniendo 2 o 3 gramos de cocaína por 15 soles. Debemos reconocer que “en muchos casos el precio está determinado por el lugar de venta, la cantidad y el grado de pureza de la droga pues se sabe que muchos vendedores mezclan droga con otras sustancias tales como yeso, tiza, talco y otras sustancias para incrementar sus beneficios.” (CEDRO, 2011:48) El siguiente relato de Cristian nos lleva a prestar mayor atención a los parques, los campos o lozas deportivas comunales, los nuevos “skates parks” o parques con rampas para bicicletas y skateboards, etc., como espacios de consumo o potencial consumo. “En los cumpleaños de los amigos. Que lo celebramos en su casa o en el centro del parque a las 12 o 1 de la mañana. Pasa serenazgo pero con nosotros (ellos) no chocan. Fumamos en el mismo parque. Estamos tomando y uno se ‘denguea’, que es el síndrome de querer consumir, y a uno se le ocurre decir ‘ya pues, cómo es, nos proyectamos.’" Otro nuevo elemento en este fenómeno, señalado por un agente de la municipalidad de Ventanilla, son los mismos familiares de los jóvenes (madres en su mayoría) quienes les permiten utilizar drogas en sus casas, ello con tal que éstos no se expongan en las calles a ser detenidos, o a las manifestaciones de violencia como parte de la interacción del consumo compulsivo.129 De esta manera, hemos dado cuenta que en los últimos años se han presentado transformaciones en los espacios de consumo, los cuales están ligados estrechamente a los cambios en la estructura social y económica 129 Elemento que agudiza la problemática del consumo de drogas. Información referida por Germán Arguedas, agente municipal de la oficina de prevención y lucha contra las drogas de Ventanilla, en la entrevista que sostuvimos el 20 de junio del 2012. 193 peruana. A través de los relatos hemos descrito y analizado los “huecos” o fumaderos de droga (terrenos baldíos y chacras que son prácticamente tomados por los consumidores); los hostales, como una versión actualizada de los “huecos”; las discotecas, fiestas y los raves como centros de diversión nocturna y, a la vez, puntos de encuentro entre jóvenes y drogas ilegales; los espacios públicos que también son tomados, tales como parques y lozas deportivas que acogen la venta y el consumo de drogas; finalmente, los hogares de los mismos jóvenes, que en el afán por protegerlos, los padres acceden a que sean espacios de consumo. 5.1.4 Luchas continuas de abstinencia y relaciones de amor y drogas Hemos planteado este acápite, en el avance del trayecto de consumo de cada joven entrevistado, a partir de la relación abstinencia-amor. Esta es otra marca que como hipótesis de trabajo nos acerca a los elementos que configuran significativamente sus biografías. Es preciso que comprendamos a la abstinencia como los períodos voluntarios o inducidos de alejamiento del consumo de drogas, y al amor,130 como la influencia de las relaciones familiares y sentimentales en estos períodos. El consumo de drogas constante por varios años y las temporales fases de abstinencia han marcado la trayectoria biográfica de Geraldine. Marca que se hace evidente, por ejemplo, en la forma cómo reacciona a las actividades cotidianas. La entrevistada señala que hacer las cosas rápidamente, con premura, era una señal que algo andaba mal. Otra señal, marca o estigma,131 es la desconfianza que ella generaba en sus familiares, algo que talvez sólo estaba en su mente. Al imaginarse lo que la gente piensa u opina, están seguros que no confían en ellos, originando a su vez que los jóvenes tampoco 130 Asumiendo que nuestros tiempos están caracterizados por el miedo a establecer relaciones duraderas, más allá de las meras conexiones que por sobrevivencia debemos tener. 131 Cuando un joven se reconoce públicamente como adicto, existe la posibilidad de ser potencialmente excluido de los grupos sociales. Los adictos ingresan a la categoría de sujetos estigmatizados y desacreditados (Goffman, 2006:166). 194 demuestren sus sentimientos, sus angustias, sus momentos de debilidad, etc., a nadie. “(…) yo sabía que estaba mal, en la calle sabía que estaba mal. No estaba drogándome todavía. Aún así haciendo mis cosas, limpiando mi cuarto, manteniendo mi mente ocupada, yo sabía que en cualquier momento ya quería hacer las cosas mal. Porque quería hacer las cosas rápidas. Porque el hecho de no estar sin hacer nada me llevaba a (...) a lo que yo quería. En vez de conversar con el padre de mi hija, de romper esa vergüenza, de bloquear esa vergüenza y hablar como pareja mía. ‘Mira, sabes que tengo ganas de fumar. Por favor ayúdame.’ Pero no, me callé. Por qué, porque ya estaba que buscaba. Lo dejé a mi adicto, como se dice acá, ganarme.” El hecho de la desconfianza genera la inestabilidad de sus relaciones. Como lo relataba Geraldine, que tras estos episodios de inseguridad emocional, rompe su relación amorosa con el padre de su hija de 4 años. Persona que en la actualidad se encarga de la crianza de la pequeña y que, esporádicamente, la visita en el centro de rehabilitación donde Geraldine se encuentra internada. Preocupa que, ante la ausencia de una vida en común entre ella y su pareja, podría dejar de existir lo solidario, aunque siempre existen las excepciones. El amor, como elemento relevante en los relatos de los jóvenes, interviene en momentos calmos y también en los de crisis, posee diversas posibilidades dependiendo de cada situación. Tiene la capacidad de reorientar las conductas de los jóvenes pero también puede reforzarlas. Goffman nos ofrece una definición funcional, útil para nuestros fines, del giro amor: “La formulación de un giro facilita la inserción de los elementos de la imagen en un guión único. El pasado y el futuro de una escena no necesitan de reconstrucción imaginaria (…) encerrando al mismo tiempo un futuro completo para cada una de las personas.” (Goffman, 1991:47). Adam, en momentos que estaba relativamente 195 alejado de las drogas, se reencuentra con una pareja del pasado, una enamorada que había tenido en su adolescencia. Sin saber que ella era consumidora ni el tipo de drogas que utilizaba, la acompaña desde el “skatepark” hasta su casa, a pocas cuadras de la de Adam, en San Juan de Lurigancho. Ambos ingresan al dormitorio de la chica y el joven, sin siquiera prevenirlo, es inyectado con ketamina. “Subimos a su cuarto, me saqué el polo y así del impulso y me lo metió de la nada, la aguja. Cuando volteé me estaba metiendo la sustancia. Ni he sentido el dolor de la aguja y eso que le tengo pánico a las agujas. Me lo metió en el hombro. Ella estaba encima de mí. Me empezó a besar, me sacó la aguja. Me echó en la cama, me agarró la cabeza y me dijo que cómo me sentía. Luego me habló de por qué habíamos terminado.” Es muy probable que una de las razones del consumo de “SamyKeta”, así es como llamaban a esta joven en su barrio, sea el rompimiento de la relación que tuvo con Adam. No lo afirmamos pero lo planteamos como una posibilidad. Bajo este contexto de individualización, las relaciones de amor oscilan entre un dulce sueño y una pesadilla, y no existe forma de decir en qué momento uno se transforma en la otra. Casi todo el tiempo ambos avatares coexisten, aunque en niveles diferentes de conciencia o bajo circunstancias que los soportan. Z. Bauman señala que estas relaciones ocupan, por decreto, el centro de atención de los individuos líquidos modernos, quienes las colocan en el primer lugar de sus proyectos de vida (2005:8), sin embargo, nunca se sabe por cuánto tiempo. Lo que el relato de Adam también nos muestra es la relación abstinencia-amor que, en este caso específico, lleva al joven a retornar al consumo, agravado por el tipo de sustancia (ketamina), la cual amplía su abanico de policonsumo. El factor del amor, en otras de sus posibilidades, nos permite observar a José Pablo como una persona que de alguna manera dependía de esa relación. 196 Aunque enamorarse no es una experiencia que tenga la mayoría de los habitantes del mundo, el amor romántico es fruto de diversas influencias sociales e históricas (Giddens, 2000:28-29), visibles en el trayecto biográfico de este joven a partir de su origen, su religión o el amor de sus padres. José Pablo pensaba que no podía existir sin su pareja, su historia personal se fundía con la de ella, hasta el punto de llegar a perder su propia identidad y vivir para ella en vez de hacerlo para sí mismo. “En eso empiezo a llorar y a preguntarme por qué se había ido. En verdad la quería bastante, ella se tatuó mi nombre. Quería tatuarme su nombre pero se desapareció. No me dijo que se iba, me dolió bastante.” El hecho del abandono surge como otra de las principales motivaciones en el consumo de José Pablo. Una marca fundamental, también un símbolo grabado en su cuerpo. Las decepciones amorosas, inevitables en el desarrollo de toda persona, se convierten en motivos para usar drogas cada vez que José Pablo recuerda a su adolescente enamorada, con quien iba a tener un hijo. Toda la familia desapareció luego del aborto, este joven la buscó pero jamás encontró la manera de retomar el contacto con ella. Él suma esta decepción, a la de su entorno familiar, para sumergirse profundamente en el consumo de las drogas. “También esa decepción con la chica. Iba a tener un hijo con ella pero sus padres le hicieron abortar y se lo llevaron al extranjero, ya no sé nada de ella.” “Carla había desaparecido. Fui a su casa, nunca me abrieron. Con el transcurso del tiempo allí hay una botica grande. Nunca más la volví a ver.” El significado del amor también se combina y se funde con el sexo entre los jóvenes. En el siguiente relato de Sergio todo se trata de “amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo” (García Márquez, 1985). La situación de las relaciones en la segunda modernidad se ve reflejada 197 en un conjunto de experiencias definidas con el término amor, el cual se ha ampliado enormemente, bajando los estándares. Las relaciones fugaces, de una sola noche, son descritas por medio de una expresión: “hacer el amor” (Bauman, 2005:19). La enamorada de Sergio es la coprotagonista de este segmento de su trayecto biográfico. Aunque la relación inicialmente fue fugaz este joven nos señaló, off the record, que aún mantiene contacto telefónico con ella. “La señora me dijo que me quedaría a dormir en su casa. Le agradecí. Mi madre me dijo que debía llegar a las 8 de la mañana a la casa. Me quedé y fue mi primera vez con ella. Mi primera vez no. La primera vez de ella.” Sergio nos dijo además que desea ser padre. Interpretamos este deseo como una forma de asegurar una relación en caso él regrese en algún momento al consumo de drogas o a ser internado en un centro de rehabilitación. Pero no todas son historias de amor donde nuestros personajes son víctimas de algún alejamiento o de sufrimiento. Los jóvenes también son los personajes responsables de infligir este sentimiento. Gisela, en sus etapas de mayor consumo, no tenía remordimientos en dejar a su enamorado de ese momento e irse con sus amigas y amigos de fiesta, a discotecas y raves a divertirse y consumir. Cabe precisar que dejaba a su enamorado porque él ya estaba en otra fase de consumo, se había “tirado al abandono”. “Él se perdió, se tiró al abandono, inclusive ya ni me respondía el teléfono, se quedaba encerrado en su casa y yo empecé a salir, mientras que él ni se imaginaba que yo salía porque el paraba tan drogado y tan solitario dentro de su casa. Después que falleció su mamá, a mí ni me contestaba, no quería saber nada de nadie y obviamente a mí me llegó. Yo no quería eso y empecé a salir con mis amigas. Esas grandes amigas que también ya eran consumidoras de drogas y no solamente de 198 marihuana, cocaína, y de muchas otras drogas más. Una se inyectaba ketamina y son drogas que yo llegué a probar después (…).” La significación del amor, como venimos señalando, tiene relación con cambios positivos, sin embargo, cambios que no se sostienen en el tiempo. Como nos relata Geraldine, cuando conoció al padre de su hija, una persona que no consumía drogas, una persona demasiado sana para ella. “(…) hasta que terminó con la chica. Después quiso estar conmigo y yo empecé a sentir algo por él y estuvimos. Desde que estuve con él, dejé de consumir por dos años, nos llevábamos muy bien pero de pronto me aburrió esa vida porque él era muy casero, me tenía en mi casa viendo películas, ya no salía.” Por otro lado, el amor visto como influencia negativa en cuanto al consumo, comparte el espacio físico con las drogas y se relaciona al punto de convivir. El joven ama a una persona pero también integra la droga a la relación. Esteban nos cuenta que cada vez que permanecía con su pareja en algún hostal, antes o después de mantener relaciones sexuales con ella, el consumo de drogas era habitual. Consumía en ese mismo espacio físico, sólo esperaba que ella se quede dormida o aparentase ello. “Yo compraba también mi pasta. Cuando nos íbamos a un ‘telo’ con mi flaca, teníamos relaciones y yo me metía al baño y armaba 3 o 4 cigarrillos. Salía y me ponía a fumar al costado de ella. Ella también a mi costado. Yo fumaba y ella no sé, sí olía pero se hacía la tercia, se hacía la dormida. No me decía nada.” El amor es un elemento que configura las experiencias de riesgo. Envuelve acciones positivas y negativas, a favor y en contra del consumo de los jóvenes. Pero son ellos quienes tejen redes de contacto, conexiones que se establecen a demanda y que pueden cortarse a voluntad, concertada o unilateral. Sin embargo, hablar de una “‘conexión indeseable’ es hablar de un oxímoron: las 199 conexiones pueden ser y son disueltas mucho antes de que empiecen a ser detestables” (Bauman, 2005:10). Para los jóvenes, los vínculos durables elevan los riesgos de acercarse a dependencias paralizantes que atentan contra la variedad para abrir cada vez más páginas de su Yo. 5.1.5 La diversión se transforma y toma nombre. El “pastelero” como una vida desperdiciada Siguiendo el trazado propuesto, continuaremos analizando cómo la vida y el imaginario de la socialización y la performance de los jóvenes se van transformando. Los momentos de diversión con cierto tipo de drogas (marihuana, cocaína, ácidos, etc.), como insumo para permanecer en la condición de “integrado social”, en un determinado tiempo desaparecen de su cotidianidad. A cambio, aparece otro tipo de droga, una ligada a imaginarios de marginalidad: la pasta básica de cocaína (PBC). Asimismo, las etapas de rebeldía que tratan de subvertir el orden familiar, avanza hasta colocarlos en una situación que “nunca se hubieran imaginado”. Pero debemos tener presente que, por más relación marginal que exista, el uso de las drogas no se limita a los sectores más vulnerables. Los accesos y usos de una misma droga son diversos. Esto es, se consume cocaína o marihuana bajo ciertas circunstancias que se relacionan a los espacios, tiempos, poder adquisitivo, etc. Sin embargo, es probable que a través de las transformaciones de índole socioeconómica que sufre el sujeto, éste llegue, tarde o temprano, al consumo de PBC. Venga de la condición socioeconómica que venga, el sujeto podría caer en el consumo de pasta. Esta es una droga que genera rápida dependencia, caracterizada por la compulsión y apetito para continuar el consumo, el cual produce tolerancia con gran facilidad. Reportes clínicos señalan que un adicto experimentado puede llegar a consumir por encima de 100 cigarrillos de PBC en una sesión de 8 horas de duración en promedio (CEDRO, 2011:24). 200 Más allá de estos cruces en las formas y epidemiologías del consumo, dentro del imaginario de las drogas en los últimos años, en los países del cono sur, el caso de la PBC resulta un claro ejemplo de su parte marginal.132 Su anclaje como “la droga de los pobres” ha hecho de su consumo el paradigma de diversos males que aquejan a la sociedad actual. Esta sociedad de profundas diferencias, coloca del lado de los menos favorecidos las drogas más nocivas. Como veremos, la perspectiva urbana es pertinente para abordar la problemática de su consumo. Desde 1990 los estudios hacían referencia de la existencia de por lo menos doscientos mil consumidores de PBC en el Perú. El 2,8% de los entrevistados en 1988 la consumían y marcaban una tendencia baja a finales de esa década (Cartagena, 2003:52). En 1992 la prevalencia de consumo alcanza un pico de 5.6%, luego muestra una tendencia decreciente de 4.7% en 1997 y 4.1% en el 2003. En los 10 últimos años se ha mantenido relativamente estable, sin embargo, estamos hablando que en 2010, la prevalencia es de 2.1%, lo que corresponde a 277,085 personas que consumen PBC (UNODC, 2013:28). Para Marlon, joven de clase media, con estudios universitarios truncos, consumidor de marihuana y cocaína, la PBC es un tema lejano. Simbólicamente está fuera de su alcance y lo describe en dos frases. “(…) la pasta ya es una cuestión imperdonable. (…) La pasta también tiene su componente social.” Frases que son evidencia de que existe un imaginario social que vincula de modo directo al consumo de PBC con condiciones de exclusión social y marginalidad. Diversos factores contribuyen a la construcción social de este imaginario, los lugares de venta usualmente se encuentran en zonas populares, la presentación de los medios de comunicación suelen reforzar esta conexión aunque con diferentes perspectivas y matices. Por otro lado, los pocos estudios 132 “(…) en pasta te compras una liga de 10 o dos ketes a 1 sol. Eso permite con el acceso... lo mismo que la relación con el crack (…) se vende en dosis muy pequeñas, para gente de pocos recursos económicos es mucho más accesible. Además, por una serie de razones están buscando un efecto más intenso e inmediato.” En entrevista con Anthony Henman. 201 e investigaciones enfocan el problema desde esta perspectiva, abordando no sólo el perfil social paradigmático del consumidor, sino que se establece un vínculo entre las condiciones sociales de marginación y pobreza estructural, apareciendo éstas como factores que lo favorecen y promueven (SEDRONAR, 2007:15). Sergio, en sus primeros años de consumo opinaba lo mismo que Marlon. Al poco tiempo, todo era distinto, ya no jugaba al fútbol en ese equipo de reserva, muy cerca de la liga profesional. Su físico lo concentraba en fumar PBC y en agenciarse de recursos para ello. Investigador: ¿Te hablaron alguna vez sobre las drogas? Sergio: Sí, mis padres. Pero me decían "no las consumas." Yo les decía que no. "Yo qué voy a ser pastelero" decía. Me volví pastelero y empedernido. Investigador: ¿Qué pensabas de los pasteleros? Sergio: Que son lo peor. Cuando me volví pastelero yo realmente decía, "¿voy a fumar pasta?" Miraba otro tipo de gente que fumaba marihuana y ‘sentía palta’. Me sentía mal por un rato pero ese era mi vacilón. Me gustaba todo eso. Las personas que utilizan la PBC son estigmatizados,133 los tildan de “pasteleros”, “pastrulos” o “panaderos”. En sus peores momentos, o fase de desorganización, deambulan por las calles, asustados, con la cara sucia, barbudos, bajos de peso, enfermos, etc. En ese punto los familiares no saben qué hacer, no tienen información suficiente para evaluar a dónde los puede llevar el consumo de drogas a los jóvenes, ni a dónde pueden recurrir ellos como padres de una persona adicta. Es probable que escuchasen o supiesen de manera vaga sobre la rehabilitación de un drogadicto, pero las reacciones son diversas. Asumir esta realidad provoca un fuerte impacto, confusión y 133 Existe una figura recurrente de estigmatización, la cual no se observa únicamente entre usuarios de marihuana frente usuarios de PBC, también los de cocaína hacia los de PBC, de acuerdo a “un espiral imaginario de riesgo, marginalidad y violencia.” (SEDRONAR, 2007:68). 202 desorientación (Rubio, 2006), al punto que a veces el mismo sujeto sugiere qué y cómo hacer para intentar cambiar la situación. La historia que narra Luciano* es más frecuente de lo que pensamos. Este joven conoció, a través de unos tíos adinerados, a una joven de otra clase, ella vivía sola en un departamento en Santiago de Surco. Al poco tiempo de conocerse, se fue a vivir con ella. Transcurrieron pocos meses sin que este joven evidenciara su adicción a las drogas. Cuando ella se dio cuenta, Luciano* le pidió ser encerrado, literalmente, en el departamento. Sin embargo, el adicto siempre encuentra la manera de burlar el encierro para lograr consumir. “Hasta que yo le dije ‘ciérrame con llave’. Ella se iba a estudiar. Ella me decía que quería que yo cambie. Ella se iba y cerraba con llave y cuando se iba yo decía, ‘¿ahora qué hago? Ya sé, delivery’ (…). Cuando ella se iba, me cerraba con llave. Yo veía que bajaba y salía de los edificios. Allí comenzaba a armar. Parecía esas discotecas que sale humo. Yo botaba todo por las ventanas.” El consumidor de PBC, o “pastelero”, genera toda una nueva filosofía de vida, en la que desarrolla una visión catastrófica de su estado, creyéndose incapaz de enfrentar el problema y de poder vivir sin la droga. Al mismo tiempo genera argumentos irracionales como justificación de su consumo, pasando por la negación, el autoengaño, la racionalización de su consumo, etc. (Cartagena, 2003:94). Es el campo de indagación llamado desviación y quienes constituyen su núcleo son los desviados sociales (Becker 1966, Foucault 1996), tal como también los define Goffman, son los que “representan los fracasos motivacionales de la sociedad.” (2006:166) Algunos jóvenes llegan a la convicción que su conducta está controlada por fuerzas externas, donde todo es parte de un proceso patológico. Sin embargo, hemos presenciado momentos de reflexión donde asumen total responsabilidad 203 de su adicción pero que, desde el planteamiento de Anthony Henman, la “dependencia es más una fisura, unas ganas locas de consumir que a veces dura bastante tiempo o a veces viene esporádicamente. A veces la persona pasa 15 días o un mes sin tocar el asunto. Y de allí pasa tres o cuatro días en un ‘hueco’ sin parar.” Estas situaciones llevan a una sensación de “tocar fondo” que repercute en la sociabilidad y en sus condiciones de vida, deteriorando aún más su estado. El efecto de esta acción repercute directamente en sus redes de integración social y familiar que, en casi todas las historias, se ve limitada a la madre y resulta profundamente dañada. El consumidor suele ser expulsado del hogar, lo cual aumenta su condición de marginalidad. El tránsito de consumo asociado a diversión, felicidad y despreocupación hacia un consumo compulsivo, aparece en los relatos de los jóvenes como un elemento significativo que configura sus trayectos. Adam utiliza el término, escuchado repetidas veces en las entrevistas, distorsionado para describir esa combinación de emociones y estados. Se trata de una de las representaciones del tránsito hacia lo que llega de manera inevitable cuando las frecuencias de consumo aumentan. Investigador: ¿Cómo es distorsionado? Adam: Estás como un poco eufórico, estás, digamos, con demasiada alegría. Estás con odio y amor, una nota así. Es bien fuerte la sensación. Yo lo veía como placer. El sufrimiento referido no está presente en una etapa en específico, puede aparecer y desaparecer en diversos momentos de la vida de los adictos. Geraldine, nos narró el número de recaídas que tuvo, en referencia a las veces que salió de un centro de rehabilitación pero que volvió a consumir. Ha tenido cuatro recaídas hasta el día de nuestra entrevista. Este es el punto de desenlace, el resultado de no dejar el consumo a pesar de los intentos de abstinencia como una vía de recuperación. La evaluación que realiza la joven en su relato, contempla además los motivos de su recaída. 204 ¿Y dónde está el año y 3 meses que tú has sufrido?, me dicen ¿por qué no lo aplicaste en ese momento? Porque yo quería seguir drogándome. Por qué, porque yo me sentía sola. Eso no es excusa, me dicen. Entonces por qué, ya no sé qué responderles. Para ilustrar mejor el tránsito que analizamos en el presente acápite, veamos el relato de Luciano*. Cuando aún no consumía PBC, este joven siempre regañaba134 a “Angelito pirañita”, uno de los “pasteleros” de su barrio. Sólo en el lapso de tiempo de un año y medio la situación se invierte. La transfiguración en el relato es una especie de moraleja por parte de “Angelito…”. “(…) al que le decía siempre que cómo se veía, me decía: ‘¿y ahora ya me entiendes?’ Yo estaba desesperado. ‘Tú no me entendías en ese tiempo porque tú no consumías esto. Ahora, ya me estás entendiendo, ¿cierto? Ahora yo te digo, anda vete a tu casa, mira cómo estás.’ ‘Ahora sí te entiendo’, le dije.” Pero allí no termina este tránsito para Luciano*. Uno de los actos más duros los vive en el “hueco” La Posta, en Ventanilla. Su situación en ese escenario de miseria era deplorable, era un paria entre los excluidos. “(…) todos estábamos en el ‘hueco’, pedí a todo el mundo y nadie me quería dar. Me agarraban la botella, me tiraban por el costado y me decían que nos les pidiera. Empecé a buscar en la basura, ‘aunque sea encontraré alguito’ (decía). Tanto busqué y me di cuenta. Me senté y comencé a llorar, como diciendo: ¿qué estoy haciendo Dios mío?” El problema del consumo de drogas, como la PBC, en su tránsito no sólo afecta 134 En referencia a la negación de la otredad y la consignación a una identidad indefinible “(…) la identidad es motivo de debate, de disputa, ya que hay que argumentar y exhibir sus signos. La identidad está siempre asediada, en evaluación pública (…).” (Vergara, 1996:46) 205 al individuo, arrastra a todos los que están a su alrededor. Los coloca en situaciones inimaginables, en situaciones de riesgo y, hasta, denigrantes. De esta forma, a través de los relatos, observamos estas ilustraciones que nos presentan a jóvenes que se transforman y que, tras un determinado tiempo y sustancia de consumo, son irreconocibles física y mentalmente. 5.2. Los problemas asociados al consumo Los problemas asociados al consumo de drogas son diversos. En este acápite abordaremos algunos problemas de índole social, como la delincuencia común, los asaltos cometidos por los jóvenes entrevistados y la corrupción de las autoridades. Más adelante analizaremos una problemática asociada de mayor complejidad, la micro comercialización de drogas. Dalins, al cumplir la mayoría de edad (18 años) conoció a más gente “de mal vivir”, le enseñaron a robar casas y a extorsionar comerciantes de la ciudad de Trujillo. Antes de delinquir consumía drogas, fumaba PBC o mixtos, pero señala que no le era indispensable. Tenía en esa época una enamorada, ella sufría por su conducta pero “a la vez lo disfrutaba” ya que con el dinero que Dalins conseguía a través de los robos, él la invitaba a comer y le compraba ropa. La enamorada, a cambio de todos estos beneficios no insistía en pedirle al joven que cambie. A sus 19 años, el consumo y los actos delictivos aumentaron, su trayectoria criminal y de drogas iban en un avance en paralelo. Gastaba hasta 80 soles diarios en droga, estaba segado pero nada lo detenía. Dalins: Consumía y me iba a robar. Investigador: ¿El estar drogado te daba ese valor? Dalins: No, porque a veces me iba lúcido, me iba sano. Investigador: ¿No necesitabas droga para robar? Dalins: No. Eso sí lo hice varias veces pero también me iba drogado a robar. 206 El momento actual de Dalins, interno en un centro de rehabilitación, tiene relación con su record delictivo. No es solamente la adicción a las drogas lo que lo ha llevado a excluirse de la sociedad. Su bien equipada conducta criminal135 pudo haberlo llevado a la prisión, pero el ingreso al centro de rehabilitación impidió esa situación. Por otro lado, el consumo sumado a los actos delictivos como robos o asaltos, llevaron a José Pablo hasta la celda de una comisaría del sector donde vivía, en San Juan de Lurigancho. Estuvo detenido cerca de una semana y esto sirvió para que su familia, finalmente, reconociese su realidad como drogadicto. “En mi caso, cuando se enteraron que yo consumía fue porque casi me voy preso.” Es común que los jóvenes adictos, al convertirse en paseros, sean detenidos con droga y se presente lo que el modelo Goldstein denomina como conexión económico compulsiva.136 Las cantidades de droga con las que son detenidos pueden sobrepasar o no lo que estipula la ley para un consumidor, sin embargo, algunos agentes de la policía aprovechan estas situaciones para salir beneficiados económicamente. Esta es la escena típica cuando los familiares ven, por fin, la real existencia de un problema en el hogar, es un riesgo que se torna en amenaza real. Es el descubrimiento de lo que estuvo allí por mucho tiempo y que, tras la detención de los jóvenes, cobra matices legales que podrían acabar con ellos en la cárcel purgando condenas como traficantes de drogas. Esa situación es la que ejerce presión para que la familia acceda a la extorsión policial. 135 En el relato de este joven encontramos varios indicios de no estar arrepentido de su conducta criminal, incluso, operativamente se había equipado adquiriendo un revolver calibre 38. Para los criminales este sería un paso decisivo en su avanzada criminal. Antes de ello, Dalins alquilaba el armamento para realizar sus atracos. 136 “La conexión económica-compulsiva comprende aquellos delitos que se cometen para proveerse de drogas o de los medios económicos necesarios para obtener drogas. Estos delitos adquisitivos son muy comunes entre consumidores problemáticos de drogas, es decir, entre quienes muestran alguna forma de uso compulsivo de estas sustancias.” (UNODC & CICAD, 2010:25) 207 Un poco más dramática es la historia de Sergio, quien tras ser detenido en la comisaría fue trasladado a la Fiscalía, instancia donde podrían haber decidido enviarlo a prisión para que desde allí afronte un juicio penal. Como hemos citado anteriormente, Sergio fue detenido saliendo de comprar drogas de La Pólvora, en La Victoria. Su caso era complejo, la cantidad de droga encontrada sí justificaba acciones penales contra él, sin embargo, luego de pagarle al fiscal encargado del caso la cantidad de 1,000 Nuevos Soles (aproximadamente 4,800 pesos mexicanos), salió en libertad. Su madre relata la escena previa, señalando que ella hizo creer a Sergio por mucho tiempo que él debía firmar un documento mensualmente porque estaba con libertad provisional. “(…) yo entré antes a hablar con el Fiscal y me dijo ‘señora, 18 añitos, ay estos chicos de ahora. Su hijo no tiene antecedentes penales. Le voy a dar una oportunidad pero lo que pasa con estos chicos es que reinciden pues.’ Le dije que le daba mi palabra, mi vida, que nunca más lo iba a encontrar allí. Como su madre le pedí una oportunidad nueva para mi hijo y le aseguré que nunca más lo iba a volver. ‘Ya, lo voy a asustar’, me dijo. Y vino Sergio y lo asustó pues. Y yo le hice creer que tenía que firmar todos los meses porque era la única forma que se calme.” A las pocas horas de haber salido en libertad, Sergio se escapó de su casa, específicamente del hogar de sus abuelos maternos. Se fue directo al parque de su barrio a encontrarse con sus compañeros de consumo y de allí al “hueco” La Pólvora, el mismo lugar donde lo detuvieron. “Terco como la mula, así es el adicto pe'. Me fui por atrás, por atrás, comencé a evadir. Llegué al hueco y me dicen ‘que fue zambo ¿dónde has estado?’ A la "La Pólvora" que es un hueco que atiende todo el día hasta las 10 de la noche y de ahí el otro hueco. ‘Ya me han contado ya, que te has comido tu cana’, me dijo. 208 ‘Ahí pe' (le dije). ‘¿No habrás tirado a la gente?’ Le dije que no, que estaba tranquilo. Me regalaron 10 pacos más.” Por lo relatado, a pesar de todas las experiencias por las que atraviesan, los jóvenes son reacios a medir las consecuencias de sus acciones. Toda decisión es ambigua y todo deseo de actuar se convierte en tal, en ambiguo (Bauman, 2001a). Es decir, prefieren colocarse en una posición incierta. Tomar las decisiones correctas siempre es ir en contra de sus deseos más internos, en consecuencia, deciden por lo que saben que no es correcto y pareciera que disfrutan del riesgo. Es preciso señalar que la mayor parte de esta ambigüedad no proviene directamente de ellos, brota de los esfuerzos de sus padres, de las autoridades, del Estado, etc. Este esfuerzo, por un lado, trata de ejercer poder y gobierno como una forma de asegurar su correcto y legal desenvolvimiento. Por otro lado, forma parte, directa o indirectamente, de las mismas redes de ilegalidad y corrupción en las que están envueltos los jóvenes consumidores de drogas en general. Luego de haber analizado la problemática asociada de la delincuencia, como los asaltos, y la extorsión por parte de la policía y las malas autoridades, es factible reconocer que todos estos resultados son negativos tanto para los jóvenes como para la familia y su comunidad. Esta situación se puede convertir en un círculo o ciclo que se repite un sinnúmero de veces y que posibilita una serie de consecuencias. Tal como veremos en el siguiente esquema,137 el inicio en el consumo de drogas conduciría, entre otras posibilidades, a que el joven cometa actos delictivos, los cuales poco a poco se incrementan y se convierten en situaciones 137 Este esquema surge del análisis e interpretación de los relatos así como de la reflexión de documentos tales como la “Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2012-2016” y la “2013 National Drug Control Strategy”. En el primer documento, el gobierno peruano aborda sólo transversalmente la relación consumo de drogas-delincuencia. En tanto que en el segundo, el gobierno norteamericano sí aborda directamente esta relación y plantea algunas formas y objetivos para su solución. 209 criminales. Como ya hemos visto en los relatos, los actos criminales son detectados por las autoridades que, en algunos casos, extorsionan a los detenidos, y los jóvenes son conducidos a comisarías y la fiscalía. En tanto el consumo de drogas aumenta, llegando a convertirse en compulsivo, la necesidad de recursos económicos es mayor, así como los actos delictivos y criminales. Entre los probables resultados, tenemos: detención en alguna cárcel, internamiento en centros de rehabilitación para adictos o la muerte. Consecuencias planteadas a partir de las experiencias de riesgo relatadas por los jóvenes peruanos entrevistados; algunas que ya hemos podido analizar y otras que analizaremos e interpretaremos en el capítulo final de la presente investigación. Centro de rehabilitación Cárcel ENCARCELACIÓN CONSUMO COMPULSIVO CRIMEN Muerte DELINCUENCIA I N I C I O EN EL Gráfico 1: Ciclo de uso de drogas en relación con otros problemas sociales C O N S U M O Uno de esos actos delictivos más frecuentes es la micro comercialización de drogas. Pasemos al acápite donde profundizaremos esta problemática asociada, donde analizaremos el tránsito de los jóvenes consumidores hacia esta forma ilegal de comercio. Situación que los lleva a involucrarse con la 210 venta de droga ilegal a baja escala y que es recurrente en los relatos obtenidos de los jóvenes y expertos. 5.2.1 Micro comercialización y los “paseros” de droga El mundo de las drogas ilegales refleja de diversas maneras el mundo en el que todos vivimos, llegando a ser un sistema de redes de interconexión.138 Para abordar los temas y las problemáticas asociadas, indefectiblemente debemos mencionar las partes más visibles de esta red. En un extremo se colocan a los consumidores, de quienes hemos escuchado muy poco de manera directa o a través de los medios, y del otro extremo al narcotráfico. Este eslabón, tiene características muy similares a la de cualquier negocio convencional. Mantiene diversas medidas de vigilancia y seguridad contra la intrusión, de ahí que utilizan un modo personalizado de negociar. En diversos países del mundo las formas de vigilancia y seguridad de ambos bandos, policía y narcotráfico, nos llevan a presenciar una de las más violentas representaciones de guerra contemporánea. En parte esta guerra se generaría en lugares situados a miles de kilómetros, en el cono sur del continente americano en el caso de la cocaína. Allí se producen los insumos básicos, se procesan y se remiten a puntos intermedios o de comercialización. En tanto los agentes de control y vigilancia producen y mantienen sus acciones bajo estrictas medidas de seguridad y tienden a utilizar un modo personalizado de evaluar sus éxitos y los modos de hacer frente a sus informantes. Desde el lado contrario, los productores y distribuidores utilizan un modelo de éxito empresarial y sus historias se filtran desde los entornos sociales más próximos hasta los medios de comunicación. Organizan sus negocios con subalternos de confianza, forman sociedades con lazos locales y la base de sus acciones está colocada en una estructura piramidal de autoridad. Cabe así la comparación 138 La teoría de redes es virtualmente aplicable a cualquier aspecto de la realidad social, aunque se centre principalmente en el efecto de la posición en la red del actor, en su conducta, la identificación de los subgrupos en la estructura o la red, y también, la naturaleza de las relaciones entre los actores. Para aseverar ello, hemos revisado diversa literatura, entre los cuales destacamos el texto Orígenes sociales del análisis de redes, en Análisis de redes sociales. (Requena, 2003:3-11). 211 entre la experiencia del tráfico internacional e ilegal de drogas con modelos legales de producción y exportación. En pocas palabras, las experiencias de potencias productoras y exportadoras de drogas ilegales, como la cocaína, han sido capaces de mantener y elevar sus cifras productivas y exportadoras, los precios se incrementan, canalizan los recursos generados hacia el desarrollo de otras actividades que les ofrecen oportunidades de legalizar sus posesiones. Lo que habrían hecho con el negocio del narcotráfico es que los actores principales se asemejen a grandes grupos empresariales, clanes familiares, como los chaebols en Corea o los keiretsu en Japón.139 Han internalizado las habilidades para la selección, el uso eficiente y la adaptación de las tecnologías genéticas. Todo esto contrasta fuertemente con la experiencia latinoamericana de vigilancia y control, en los que los acuerdos internacionales en contra del tráfico de drogas han sido a menudo poco efectivos e ineficientes, dejando como resultado la grave situación actual en la que vivimos. Si dirigimos nuestra atención al nivel intermedio, el de la micro comercialización y el actuar de la policía en ese ambiente, es frecuente el hallazgo de “ketes” de PBC y envoltorios o pequeñas bolsas conteniendo marihuana o cocaína. Luego los detenidos son trasladados a las comisarías correspondientes, donde se les realiza los partes de ley e inicia el proceso de investigación que puede durar hasta 15 días y que incluye allanamientos legales a las casas o espacios de expendio. En la ciudad de Lima las operaciones de mayor impacto son las realizadas por el Escuadrón Verde. Realizan seguimientos, detenciones y redadas en las zonas de mayor peligro de Lima, donde se detienen a sospechosos y personas de mal vivir. Sin embargo, las detenciones las acciones diarias no evidencian una disminución en los flujos de droga en las calles. En Lima existen más de mil puntos de venta plenamente identificados: Comas con 102, La Molina con La Victoria con 119, San Juan de Lurigancho 139 El cártel de drogas mexicano, en sus diversas denominaciones, o los colombianos serían el símil concreto. 212 con 106, entre otros distritos (CEDRO, 2011:157-168). La micro comercialización también es ejercida por consumidores que ven en este negocio una forma de obtener ganancia y de sustentar su consumo. Luiggi expendía marihuana en un parque del distrito de Santiago de Surco, en Lima. La forma como los jóvenes denominan el parque es bastante sugerente, “el parque rasta”, en referencia a la cultura rastafari y al consumo de marihuana sugerido como ritual por esta religión. Este joven compraba en un distrito aledaño, en Barranco, un octavo de marihuana que le costaba entre 40 y 60 soles, dependiendo de la época. Eso lo convertía en 20 “pacos” de 10 soles cada uno. Las ganancias que superaban el 200% de la inversión, le otorgaban a Luiggi la suficiente confianza para no temer que la policía lo atrape. El entrevistado señaló que, contrariamente a lo que uno puede sospechar, no tenía ningún arreglo con la policía local. Sin embargo, llegó el día en que lo detuvieron con un octavo de marihuana en su posesión.140 Por la cantidad encontrada, el joven era punible por tráfico ilícito de drogas, en su modalidad de micro comercialización. En este punto es donde aparece nuevamente la problemática de la corrupción y/o extorsión por parte de las malas autoridades. Luiggi lo relata en el siguiente segmento de su trayectoria biográfica: “Llamé a mi tío y como es de civil, tuve que ‘bajar’ unos 400 soles. Él me ayudó a salir. En realidad no me llevaron. Estaba en la patrulla, llamé a mi tío y ya. Me soltaron.” De esta manera nos acercamos a uno de los últimos eslabones antes del consumidor final, precisamente a un eslabón entre el consumidor y el micro comercializador de drogas ilegales. Es cuando el consumidor se convierte en 140 Un hecho significativo y que llama la atención es el conocimiento de las leyes que tienen los que se involucran en este negocio. Así, teniendo en cuenta que la modalidad delictiva establecida en el artículo 298 del Código Penal peruano es sancionada con penas leves en relación con las otras modalidades, cuando los comercializadores son intervenidos buscan ser procesados por este tipo penal y no por los otros, Incluso llegan a fingir ser consumidores, amparándose en el artículo 299 del mismo Código. Procuran no tener en su poder cantidades superiores a los mínimos establecidos para el delito de tráfico de drogas, aun cuando comercialicen con cantidades superiores. Así, se afirma que existe un manejo interesado de las leyes que reprimen el tráfico ilícito de drogas. (“Legislación”, 2012). 213 “pasero” de drogas. Tiene diversas modalidades, una de ellas es cuando un consumidor va a comprar droga para otros, como una forma de venta indirecta o cuando este utiliza su experiencia y percepción frente a los demás para solventar su consumo. Conocen los lugares más seguros por dónde entrar y salir de los puntos de venta, para no ser estafados o asaltados por los mismos vendedores y corren el riesgo de ser detenidos por la policía. Germán Arguedas, personal de la oficina de prevención de Ventanilla, señala otra modalidad. Cuando “son usados por los micro comercializadores para que ellos no tengan problemas con la justicia. Entonces los drogadictos comercializan en las noches pero no son vendedores en sí, sino que alguien más les provee (….) Si agarran a alguien, agarran al drogadicto que está vendiendo.” Los sujetos se convierten en "paseros", principalmente, cuando su economía se ve quebrada y carecen de fondos para sustentar su consumo. Se arriesgan a las detenciones y chantajes policiales, a las diversas situaciones de peligro que se relacionan con los lugares de venta, ya no les interesa ni evalúan esos riesgos. Van a comprar a cambio de una comisión de droga que reciben de quienes los enviaron. En ocasiones, la experiencia adquirida y jerarquía dentro del grupo les sirve para apropiarse de toda la compra. Como el relato de Cristian, quien al transcurrir más de tres años en el consumo de drogas, ve sorprendido cómo los adolescentes de su barrio en Pachacamac ya habían iniciado un trayecto que a él le había tomado más tiempo. Como lección para los menores, Cristian se apropia de la droga encargada. “(…) habían chibolos que fuman hasta pasta. Eran chibolos ‘apiolados’ Yo sabía que fumaban pero solamente marihuana. Hasta que un día se acerca, era de 13 años, y me dice: ‘oe Cristian sácame pasta.’ Me extrañé. ‘Tú tas bien huevón, chibolo ¿no?’, le dije. Me insistió y me dio 20 soles. Lo agarré y me fui a comprar pasta. Fui y vine con la pasta y no le di nada, lo ‘cerré’". Esa es una de las diversas formas que adopta un pasero y una de las maneras 214 más usuales de conseguir drogas sin dinero propio, en términos propios de los jóvenes, “cerrando” al que encarga. Se valen de que usualmente son mayores que las personas que les encargan comprar droga. La experiencia en este mundo les otorga cierta ventaja frente a los que recién se inician. Son personajes avezados, nos les interesa correr el riesgo. Antes de finalizar, presentamos un gráfico141 con una visión estructural de la situación del joven consumidor de drogas ilegales ante los diversos actores y vínculo que componen este fenómeno.142 El consumidor al centro del diagrama es sólo para explicar el ejemplo. En la realidad podría ubicarse en cualquier extremo o compartir varios cuadrantes a la vez. No es extraño escuchar noticias que develan a agentes del orden como integrantes de bandas de tráfico o como consumidores de drogas. Es el caso de Germán Arguedas, agente de la Oficina Municipal de Prevención y Lucha contra las drogas de Ventanilla. Exadicto y, a la vez, exagente de la Policía Nacional del Perú. Elite o Clan Familiar Conexión cuasi-directa Consumidor Narración Interdicción Comercio y Promoción Estructura de Producción Conexión indirecta Interdicción Control y Vigilancia Gráfico 2: La estructura formal de la droga ilegal en escena. 141 Basado en la figura Resource and Knowledge Courses (Cimoli & Rovira, 2008:344). Somos conscientes que existen diversas problemáticas asociadas al consumo, tales como la salud, inseguridad, delincuencia menor, etc. Estos temas podrían desarrollarse o incluirse en próximas investigaciones y así poder brindarles la profundidad que se merecen. 142 215 Enfrentados y a la vez reflejados unos con otros, los clanes del tráfico contra los entes de control y vigilancia. Una estructura de producción a la par con las figuras tradicionales de comercio, orientadas por modelos formales de negocio, y las acciones de mercadeo y promoción que soportan el ilícito negocio. Nótense las líneas de relación, no se vinculan directamente con los clanes, es casi imposible probar una relación directa. Las acciones que se dirigen al consumidor, a los elementos de producción y comercialización, represivas en su mayoría y que generan los espacios ideales para la extorsión y corrupción. La interdicción en las zonas de consumo, en las de micro comercialización, las de producción, seguimiento y detención de traficantes, investigación del flujo de los recursos producidos por el negocio ilícito, etc., elementos básicamente mediáticos, y cuyos resultados son escasos en comparación del tamaño del problema. El discurso que gira en torno a los cuatro ejes es el insumo del presente estudio, de los relatos del consumidor (sujeto de la enunciación), quien avanza de una rebeldía que subvierte primero su orden interno, pasando al ámbito familiar hasta llegar al nivel social. Este infringe leyes y comete ilícitos que tienen un único objetivo: consumir drogas. 216 VI. La gestión del riesgo Porque en realidad, las personas que tienen hijos adictos no saben a dónde ir. En serio. Y de verdad, yo creo que el gobierno sí se tiene que preocupar de estas personas. (Madre de Sergio)143 En este último capítulo de la tesis abordamos el tema de la gestión del riesgo e indagamos sobre la dimensión de rehabilitación de un adicto. Es decir, bajo el enfoque de las consecuencias perversas de la modernidad (Giddens, Bauman, Luhmann & Beck, 1996) y en el contexto de siniestralidad de las comunidades terapéuticas en el Perú, analizamos las dinámicas específicas de rehabilitación y la voz del sujeto adicto en relación con éstas, incluyendo la figura materna y algunas instituciones, ubicándolas entre la gestión del riesgo y del desastre. En tanto que la modernidad tardía comparece como el umbral del tiempo donde se produce una expansión –nunca antes imaginable– de las opciones sin fin, somos testigos de una expansión correlativa de los riesgos relacionados con el consumo de drogas ilegales. Tenemos “más posibilidades de experiencia y acción que pueden ser actualizadas, es decir, nos enfrentamos a la necesidad de elegir (decidir) pero en la elección (decisión) nos va el riesgo, la posibilidad de que no ocurra lo esperado, de que ocurra ‘lo otro de lo esperado’ (contingencia).” (Giddens et al., 1996:9) El enfoque de este capítulo nos permite reconocer, ciertamente, que a los seres humanos nos está negada la seguridad definitiva. Algunos dramas humanos – como el consumo de drogas y su consecuente adicción–, no se basan en 143 En entrevista realizada el 18 de junio del 2012. 217 decisiones o, específicamente, en decisiones que se centran en las ventajas y oportunidades sociales y económicas. Los jóvenes sólo aceptan los peligros como el simple lado oscuro de su condición en la modernidad tardía. Este es un primer punto que debemos resaltar: los riesgos presumen decisiones y consideraciones de utilidad, sin embargo, difieren, de los consecuentes “daños del consumo”, por su origen normal en el centro de la subjetividad del individuo.144 Esto tiene, entre varias, una consecuencia que es fundamental: los peligros, no importa cuán grandes y devastadores, son “golpes de la vida” que se descargan directamente sobre la humanidad de los vulnerables. Aquellos a los que en el reparto de los riesgos quedaron con casi toda esa carga, los jóvenes. Paradójicamente son golpes que se originan en cada uno de ellos, pero que se hacen visibles como si llegaran desde “fuera”. Dejan de ser atribuibles a un “otro”, para pasar a ser responsabilidad de su “yo”. Donde antes existían innumerables acusaciones que se dirigían contra diversas causas, incluso contra sus dioses, ahora ya tienen un blanco bien definido que es el joven consumidor y adicto a las drogas. Es así como se visibiliza claramente la individualización, aquel concepto estructural relacionado con el Estado de bienestar que, en territorio del Tercer mundo, es menos que insuficiente para enfrentar el problema de las drogas. El Perú no es un espacio donde la mayoría de los derechos y deberes están pensados para individuos más que para familias, aún se piensa en la familia en términos legales. El problema es la ineficiencia política y la ausencia de infraestructura. Al originarse un tipo de riesgo relacionado al consumo compulsivo de drogas, por un lado, desde el Estado peruano se plantea resolver la problemática de alguna manera. Por otro, desde la familia aparece la exigencia de 144 Nos referimos a un individuo que llegó a un consumo compulsivo y que se le considera como adicto a las drogas ilegales. Esta condición observa además que el individuo no toma en cuenta los grados de desviación de su propia conducta. Como ya hemos visto en el segundo capítulo, “(…) hace referencia a un deseo fuerte y apremiante —atribuido a sentimientos internos en vez de a influencias externas— de consumir la sustancia (o sustancias) en cuestión.” (OMS, 1994:25) 218 responsabilidades sociales (rendición de cuentas) por parte del Estado y las autoridades, incluso en aquellos ámbitos en los que las normas dominantes usualmente no promueven tal exigencia. Es decir, desde espacios donde la gente en la mayoría de veces se hace responsable de la gestión de sus propios riesgos, se le exige a los gobernantes de turno que se hagan cargo de velar por el bienestar y recuperación del joven adicto. Ante respuestas negativas o ausencia de recursos por parte del Estado, la familia inicia una infructuosa búsqueda de soluciones al problema de la adicción. Estas pueden ser soluciones clínicas, comunitarias, religiosas o, incluso, formas alternativas de rehabilitación. La familia, generalmente la madre, establece estrategias en base a sus conocimientos de la problemática, que pueden ser desde nulos hasta muy informados, y los recursos materiales con los que cuente. Es este paradigma, entre la poca capacidad del Estado para la gestión del riesgo y el núcleo familiar con particulares características, el que se constituye en una de las causes por donde discurre la problemática de las adicciones a las drogas ilegales. Con escasas oportunidades y mayores riesgos, sin un sólido soporte familiar, la presencia de otras problemáticas en ese entorno, la ausencia de una decidida actitud de cambio, etc., el joven consumidor de drogas sucumbe a cualquier intento de abstinencia o cambio voluntario. Generalmente, acaba en el fracaso, en la desesperanza y la adicción adquiere un estatus patológico. En consecuencia, algún miembro de esta familia característica se compromete en la rehabilitación del joven. En la mayoría de veces las madres son el eje fundamental del tratamiento de rehabilitación, de la gestión del riesgo. Para tener una mejor comprensión del panorama de la adicción y cómo lo hemos venido analizando e interpretando, recurrimos a la Pirámide adictiva.145 Los factores expuestos en esta pirámide, con referentes directos desde el enfoque clínico de la adicción (Ver anexo A.4), están distribuidos en el entorno 145 Teniendo como principal referencia la pirámide adictiva publicada en el artículo científico “El fenómeno adictivo” (Nizama, 1999). 219 social, familiar y la experiencia individual. Estos se corresponden, en cierta medida,146 de manera genérica con los relatos que hemos venido analizando. Se expresan como características del entorno social que lo configuran como un ambiente de riesgo; en el entorno familiar, caracterizado por la disfuncionalidad y la presencia de formas tardo modernas de la familia; en el individual, configurado desde la subjetividad y otras características de la personalidad del joven, lo que conllevaría a una situación adictiva o de adicciones. En cuanto a la inconsciencia general o ceguera, se aprecia una falta de interés o ausencia de actitudes positivas sobre temas de diversa índole, tanto en el nivel social como el familiar. Lo cual se agudiza en el plano de la experiencia individual, donde la ceguera del problema específico coloca al joven a un sólo paso de llegar a la adicción. Frente a este panorama, en el presente acápite nos concentramos en el papel del Estado y la transferencia de la gestión del riesgo hacia instituciones privadas, como los centros o comunidades de rehabilitación y terapia para adictos. Desde otra dimensión, la familiar, todo lo que les libera cuando el joven es internado en un centro de rehabilitación y la relación existente con el plano individual, a través de la figura materna como figura ambivalente entre la gestión del riesgo y el desastre. Abordamos también la religión como factor que transforma, que aleja y protege de las amenazas futuras, así como también las formas místicas y medios alternativos de rehabilitación. Finalmente analizamos, siempre desde la voz y la subjetividad de los jóvenes, el estigma del consumo de drogas y las opciones que ellos ven como su posible futuro. 6.1 Gestión del riesgo desde un centro de rehabilitación En este primer acápite nos concentramos en la subjetivación de los entrevistados en relación con su momento actual, internado en un centro de rehabilitación. Todos los jóvenes con quienes hemos conversado estaban 146 Si bien el enfoque constructivista nos ha llevado a fundamentar nuestra teoría desde diferentes vertientes, es preciso recordar que nuestra indagación es microsociológica y no pretende abordar campos como el psiquiátrico o psicológico. 220 internos en un centro o, en uno de los casos, había pasado por la experiencia de ser residente en uno de ellos. Akira, ha sido internado en 5 oportunidades anteriores, incluso, es sobreviviente del incendio del centro de rehabilitación Cristo es Amor de San Juan de Lurigancho. Esteban, este es su cuarto internamiento, en la anterior oportunidad había fugado de FAV a los pocos meses de su llegada. Geraldine, esta joven ha estado internada en tres ocasiones anteriormente, compartiendo en una oportunidad el mismo centro de rehabilitación que su hermano mayor. Luciano*, ha estado internado en centros de rehabilitación hasta en tres oportunidades. Cabe señalar que también ha tenido períodos de encierro domiciliario auto impuestos. Adam, con quien conversamos en su segundo internamiento, había sido trasladado de un centro público a uno privado, debido a las malas condiciones del primero. Cristian y Sergio, es la primera vez que están internados y les falta muy pocas semanas para pasar a la fase de reinserción. Gisela, ex residente de un centro de rehabilitación exclusivo para mujeres. Dalins, Damián, José Pablo, Luiggi, Luis Omar*, Marlon y Julio, los conocimos en su primer internamiento. Antes de retomar el análisis e interpretación de los relatos, debemos señalar que los centros visitados constituyen un “medio terapéutico”, cuyo régimen diario consiste en actividades estructuradas y no estructuradas e interacciones sociales que se desarrollan en situaciones y entornos formales e informales. Retomando el concepto de “institución total”, son actividades de un día típico en un centro o comunidad terapéutica, lo cual implica un periodo bastante estructurado que se inicia minutos antes de las 7:00 de la mañana y finaliza aproximadamente a las 22:30. Durante este tiempo los residentes participan en una variedad de reuniones, actividades ocupacionales, grupos de encuentro y otros grupos terapéuticos, consejo y terapia individual y actividades recreativas. La interacción entre estas actividades educativas, terapéuticas y sociales, constituye la esencia del centro como agente de rehabilitación. La comunidad terapéutica se beneficia del papel de los pares como agente 221 activo en el cambio del adicto, a través del fortalecimiento de los vínculos interpersonales, en la superación de los trastornos adictivos, en el cambio de la conducta adictiva y otras conductas relacionadas. “Los compañeros son una fuente incomparable de feedback de evaluación y apoyo, reforzamiento para las conductas positivas, instrucción, modelamiento y sugerencias para el cambio.” (Llorente & Fernández, 1999:331). Los centros que son establecidos considerando todos estos elementos, deben proporcionar un espacio único para que las interacciones sean intensivas, continuadas y desarrolladas de modo ordenado, lo que facilitaría la estructuración de las relaciones del adicto consigo mismo y con los demás, preparándole para la integración posterior en otros núcleos, como los familiares, escolares o con los amigos. De esta forma, se propone un proceso de aprendizaje por observación y de pares, así como de control de las contingencias de la conducta bajo seguimiento, tanto del equipo coordinador como de los demás residentes. Esta ayuda mutua y las estrategias grupales facilitarían el cambio motivacional, actitudinal y comportamental, los cuales constituyen elementos básicos del modelo de rehabilitación de las comunidades terapéuticas. Este modelo se constituye fundamentalmente en las teorías cognitivo–conductuales, el aprendizaje social y las teorías motivacionales sobre el cambio en las conductas adictivas (op. cit.). Las actividades comunitarias se desarrollan a través de reuniones diarias, sesiones de terapia grupal y la interacción permanente, y son dirigidas por ex adictos que, en su mayoría, han sido capacitados como consejeros. Estos también son agentes de control y nos permiten afirmar la existencia de ciertos rasgos de un “panóptico”,147 donde el primitivo Gran Hermano, del que escribiera George Orwell, no deja salir al adicto que llevan los jóvenes por dentro y está preocupado en devolver al rebaño a la oveja descarriada. Pero al viejo Gran Hermano se le han sumado 147 Considerando este concepto desde la figura creada por Bentham y desarrollada por Foucault, quien señala que el efecto mayor del panóptico es “inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Hacer que la vigilancia sea permanente en sus efectos, incluso si es discontinua en su acción.” (Foucault, 2003:185) 222 nuevos Gran Hermanos,148 que detectan a las personas que “no encajan” en el lugar en el que están, y las deportan “al sitio al que pertenecen”, a los centros de rehabilitación. Siguiendo a Z. Bauman (2005:169-170), ambos Grandes Hermanos, el viejo y los nuevos, se les encuentra preferentemente fuera de los límites permitidos, en las regiones marginadas del espacio social, sin embargo, sobre todo los nuevos, están fuera y dentro de estos espacios. El viejo Gran hermano se encarga que los residentes desarrollen también tareas ocupacionales, como la cocina, limpieza, mantenimiento del centro, etc., además de realizar actividades recreativas y disponer de tiempo personal para su aseo. En lo indagado, cabe destacar que los residentes de los centros se transmiten entre si los mensajes que constituyen el espíritu y esencia de la comunidad. De esta forma, la relevancia de la autoayuda es evidente. Además, las paredes ubicadas en lugares estratégicos de la casa, refuerzan los mensajes y sirven de murales donde se inscriben los principios básicos de la institución, alguna plegaria, el himno institucional, los 12 pasos, etcétera. La invocación a un dios y a la Biblia es un rasgo característico en las comunidades de rehabilitación visitadas. Aunque este tema lo desarrollaremos con mayor extensión en el siguiente acápite, cabe señalar que aquellas comunidades, de inspiración probadamente religiosa (católica o evangélica), se basan en la “curación por la fe” en un ser superior y la lectura de la Biblia. En efecto, son diversas las instituciones en el Perú que incluyen dentro de su nombre referencias a “Dios”, “el amor”, “la vida”, “la esperanza”, “el camino”, “la humildad” u otra figura que simboliza la retórica que está detrás. Es en ese sentido, más no en el orwelliano, que los miembros y residentes de estas comunidades se denominan entre sí “hermanos” que, como ya hemos señalado anteriormente, se diferencian de acuerdo con ciertas jerarquías de permanencia y conducta. En algunos casos utilizan símbolos cristianos en su vestimenta, tales como cruces, imágenes religiosas, entre otros (Ferrando, 1994:42). 148 Que pueden ser familiares directos y de segundo grado, novios, novias, profesores de la escuela, la universidad, agentes municipales, estatales, de organismos privados, etc. 223 De esta manera hemos dado cuenta brevemente de algunos de los elementos que configuran las comunidades terapéuticas o centros de rehabilitación en el Perú. A continuación reconstruiremos el proceso de rehabilitación, la gestión del riesgo, a partir de los relatos de los jóvenes. Además del análisis e interpretación de esta gestión, la contrastaremos desde diversos puntos que son significativos en los trayectos biográficos correspondientes a esta, tales como el acercamiento al centro, la llegada, la decisión de rehabilitarse y la vida cotidiana en la rehabilitación. Los elementos significantes de partida en la gestión del riesgo son el acercamiento y la forma cómo llegan los jóvenes al centro de rehabilitación. Por lo general son engañados por sus padres, incluso, son sedados o llevados de manera forzada. Como en el relato de Gisela, quien en una de sus épocas de mayor consumo colmó la paciencia de su madre. Ella no soportó más el comportamiento de la joven y solicitó que internasen a su hija en un centro de rehabilitación exclusivo para mujeres ubicado en Cieneguilla, Lima. Recordemos que los padres de esta joven se separaron cuando ella era una niña a causa de la adicción del papá, que su padrastro abusó sexualmente de ella y que también era un adicto a las drogas. Este complejo contexto configura su relato biográfico. La joven utiliza el color simbólico del personal de hospitales y centros de salud para referirse a estos nuevos Gran hermanos, quienes llegaron hasta su domicilio y le inyectaron algún sedante antes de llevársela al centro. “Al ratito, a los minutos, menos de 5 minutos, llegaron los de blanco. De verdad estaban vestidos de blanco. Era una chica y dos chicos, uno de ellos que yo le digo el gorila porque era gigante. Mi mamá subió con ellos y me dijo que querían conversar conmigo. Obviamente empecé a maldecir a mi mamá, la empecé a insultar, empecé a decir de todo. Hasta que ya los vi muy cerca y empecé a pedir ayuda. 224 Desesperada porque ya me imaginaba qué me iba a pasar. No tenía la certeza pero tenía indicios por lo que estaba pasando (…) Me inyectaron y me dormí. Abrí los ojos y estaban los cerros, obviamente estaba camino a Cieneguilla y hasta ese momento no lo sabía.” Son situaciones de cierta violencia que no se restringen solamente a clínicas y centros de la capital del país. A Damián, quien vivía en el distrito de La Esperanza, en Trujillo, también se lo llevaron algunas personas del centro de rehabilitación. Su madre actuó de manera directa sin esperar la llegada del personal del centro de rehabilitación, ella colocó sedantes en el jugo que el joven bebió. “Ya eran las 3 (de la tarde) y salía a consumir. Bajé y para ir a la salida, hay un pasadizo que pasa a la calle y la cocina (...) Abrí y había chicha morada, una jarraza para mi solo. Empecé a comer todo y me acabé la chicha. A los 5 minutos, 10 minutos se me cierra esto (el pecho) y no podía respirar. Me empieza a latir la cabeza, pensé que era la gripe. A las 5 y media me seguía el dolor, feazo. Le pedí a mi mamá que me lleve al doctor o que venga a la casa. En una de esas, como tanto sería el dolor, me quedé dormido. Yo calculo 5 a 10 minutos. Me levanto y me tenía uno de la nuca, uno del brazo. Ya caballero, qué vamos a hacer. No hice resistencia a pesar que ya sabía que me traían para acá (al centro de rehabilitación).” En este caso, el primo de Damián fue quien consiguió los datos del centro donde lo internarían, la Casa de Retiro Las Lomas en Trujillo. José Zarzar, director de ese centro, nos comentó que esta forma de operar –cuando los jóvenes son sedados o dopados por sus mismos familiares– son “casos 225 extremos”. De esta manera se evita que los jóvenes huyan o desaparezcan del alcance de los padres, alargando su estadía en el “mundo de las drogas”. Pero no todos llegan a los centros en contra de su voluntad. Como en el caso de Sergio, joven que utilizó el centro de rehabilitación como esa vía de escape que le permitió evadir las amenazas futuras. Él había robado a vendedores de droga y además se había apoderado de droga que le habían encargado comprar. Conforme a su conducta violenta, había golpeado a uno de los vendedores del “hueco” en La Victoria, dejándolo inconsciente por varios días. “Lo dejé en coma 4 días. De ese roche ya sabía que no podía andar mucho. Tenía que andar del hueco a mi barrio y de mi barrio al hueco(...) Dije que mejor sería que me vaya. Subí al carro y mi mamá estaba escribiendo una carta. Me quedó mirando y lloraba. Estaba en el camino y dije ‘me voy a internar, me voy a internar’." Sin embargo, tomar la decisión de rehabilitarse es un momento que, según lo narrado, es difícil de lograr y mantener. Existen sucesos graves, como en el relato de Sergio, que les obliga, pero a un adicto le es difícil dejar de pensar en consumir. En el caso de Luciano*, su decisión de rehabilitarse era sólo un acto más en la película de su vida. Primero le pidió a su pareja que lo encerrara en el departamento que compartían en Santiago de Surco. “Hasta que yo le dije ‘ciérrame con llave’. Ella se iba a estudiar. Ella se iba y cerraba con llave y cuando se iba yo decía: "¿ahora qué hago? Ya sé, delivery." (se ríe) Cuando ella se iba, me cerraba con llave. Yo veía que bajaba y salía de los edificios. Allí comenzaba a armar. Parecía esas discotecas que sale humo. Yo botaba todo por las ventanas.” Luciano* mantenía de esta manera conforme a su pareja. Paralelamente él proseguía con la adicción desde una posición más cómoda. Hasta que este 226 joven “tocó fondo”, como dicen usualmente en los centros de rehabilitación. Vivió un período, no era el primero, de 6 meses en el “hueco” La Posta. En una persecución policial, lo querían detener como micro comercializador de drogas, se había caído en una zanja y tenía los dos pies heridos. Habitualmente no comía durante varios días, sólo consumía PBC y alcohol. Una tarde, un amigo del “hueco” le pidió que lo acompañe, que haga como “campana” en un robo a una pequeña tienda comercial. Tuvieron que caminar varias cuadras, los pies le dolían mucho pero más pudo la necesidad de tener dinero para comprar drogas. El asalto al pequeño comercio terminó con ese amigo detenido, Luciano* sólo lo vio pasar esposado y en camino a la comisaría. Sin otra opción que regresar al “hueco”, este joven, cansado de la vida que llevaba, tomó la decisión de rehabilitarse, claro, con una pequeña ayuda de los agentes municipales de Ventanilla. “Lo vi largo regresar al hueco y en eso veo que pasa la camioneta de los muchachos (agentes de Ventanilla), los que iban al hueco. Me moría de hambre. Pensé que por allí estaba su central, caminé y caminé y nunca encontré. Dije: ‘Dios, si quieres mi cambio dame una luz para llegar a ese centro’. Seguí caminando y vi bastantes focos como diciendo ‘acá está la casa’. Pasé y vi un letrero ‘Ventanilla vive mejor sin drogas’. Lo vi bonito. Dije: ‘está bonito este centro, yo creo que mejor me voy a quedar acá.’ ‘A mí me dijeron que acá es para que cambien la vida y yo he venido a cambiar’, dije. Me abrazaron y me dijeron que pase. Vi oficina por acá, oficina por allá. Me dijeron que no me preocupase que iba a comer. Llegaron en la camioneta y decían ‘¡acá hay un varón que va a cambiar su vida. Llévenlo a San Juan de Lurigancho.!’ Les dije que no, que iría a traer mis cosas. No me dejaron y me trajeron acá, desde el mes de abril.” 227 Desde el otro extremo, en el relato de Cristian, nos dimos cuenta que sí existen jóvenes adictos que en algún momento de su trayectoria de consumo buscan ayuda verdaderamente. Le piden a su familia que los apoyen y optan por ingresar a un centro de rehabilitación. La decisión es consensuada entre el joven y la familia. “(…) ‘mami, la verdad, es que quiero que me metas en un centro.’ Ese pata que está acá(...) Yo lo veía todo como yo, con el pelo largo, todo cochino. Daba pena. Yo sabía en lo que estaba. Después de un año o dos años lo vi bien cambiado, otra persona, otro estilo de vestir, de hablar. Ya rehabilitado. Entonces le dije a mi mamá que debe ser un buen centro. Le dije que me metan en el mismo centro. Y ya. Vine para acá.” La familia, como desarrollaremos en el siguiente acápite, puede verse entre avivar una llama o apagarla, como la paradoja del “viento y el fuego”. Sin embargo, en el mediano y largo plazo cumple un rol fundamental en la decisión de rehabilitarse, es “el factor de protección más importante” (Díaz et al., 2009:828). A pesar de las distancias geográficas entre Geraldine y su madre, todo señala que esta se encuentra fuera del país, es ella quien más se preocupa por la adicción de su hija. A pesar de las múltiples recaídas, vuelven a internar a la joven y es la madre quien a través de una prima de Geraldine coordina los internamientos y refuerza la decisión para que la joven permanezca allí. “Otra vez estoy acá sentada. Ha sido duro para mí, no hay justificación como me dicen acá. Que haya vuelto a lo mismo, yo sufría mucho por mi hija. Acá me confrontan, me dicen que cómo es posible, si yo decía querer tanto a mi hija ‘¿cómo te fuiste a drogar?’. Yo sé que no hay justificación les digo pero, sé que ya no quiero volver a hacerlo.” 228 Algunos trayectos biográficos, como el de Geraldine, son relatados como figuras sin fin, incluso, son factibles de interpretar como una cinta de Moebio.149 Sus vidas en el mundo de las drogas se hacen más complejas, se inician en el consumo, por alguna o por ninguna razón, avanzan y podrían llegar al mismo punto de inicio pero con una orientación invertida. Tal como si uno modelara este trayecto biográfico en la superficie de la citada figura matemática. Los jóvenes muchas veces tienen todos sus valores invertidos a causa del consumo, son internados y al finalizar el programa de rehabilitación, ya en la calle, vuelven al consumo de drogas y en reiteradas ocasiones son recluidos en los centros de rehabilitación. No obstante que los centros de rehabilitación a nivel mundial publicitan altas cifras de efectividad de sus tratamientos, de más del 70%,150 debemos ser cuidadosos con ellas. Son cifras que se muestran sin respaldo científico y que, por lo general, sólo están avaladas por las estadísticas de los mismos centros. El Dr. A. Henman señaló al respecto que, en el caso específico de los usuarios de opiáceos, “un usuario de cada diez quiere parar. Yo he tratado de hacer mil programas diferentes y siempre termina en lo mismo, 10%. Yo voy a las autoridades sanitarias y les digo que yo les puedo cumplir con el 10% pero no me pidan hacer más porque yo he tratado de todas las maneras de levantar un poco las estadísticas y no funciona pues.” Sí es preciso considerar que, en la opinión de otro de los expertos que entrevistamos, Edward Tennison, por cada persona que ingresa a un programa de rehabilitación, es probable que 10 personas dejarán de estar expuestas al consumo de drogas ilegales. “Por el efecto de cortar el vínculo con la droga, vas a evitar que esta persona contamine a 10 más,” señaló este experto. 149 Esta cinta es “una superficie de un solo lado que puede ser construida mediante la colocación de los extremos de una tira rectangular después de primero haber dado una sola vuelta de tuerca a uno de los extremos. Este espacio presenta propiedades interesantes, tales como tener un solo lado y permanecer en una sola pieza cuando se divide por la mitad.” (Enciclopedia Británica, 2013) 150 “Con una tasa de éxito del 74 por ciento, Narconon ha liberado permanentemente miles de adictos de drogas en los últimos años, que regresan a la sociedad como individuos estables, productivos y contribuyentes.” (“Drug rehabilitation…”, 2013) 229 Hagamos brevemente un paréntesis para señalar que esta situación nos conduce a integrar en el análisis tanto la efectividad de los tratamientos ofrecidos –medidos bajo diversos aspectos pero donde la total abstinencia posterior al tratamiento es lo más valorado–, como los resultados directos y colaterales producidos por el internamiento de un joven a un centro. Esto es, considerar que sólo 1 de cada 10 individuos ya no volvería a consumir drogas tras el tratamiento de rehabilitación, pero que de cada individuo que ingresa a un centro de rehabilitación se estaría alejando a 10 (familiares, amigos o vecinos del adicto) de la probabilidad de exponerse al consumo. Para finalizar el presente acápite, en cuanto a la vida cotidiana en los centros de rehabilitación, cuyo régimen diario se constituye de actividades estructuradas y no estructuradas, transcurre en programas que duran entre 14 a 16 meses según cada comunidad terapéutica. Meses en que cada joven lleva su propio proceso que, en términos generales, son épocas difíciles de sobrellevar. Sergio, quien está a poco tiempo de terminar el programa de rehabilitación en FAV, describe su proceso de esta manera. “Yo ya estoy internado un año casi. Voy a cumplir mi programa, voy a culminar mi programa. Para mí no se me ha hecho nada fácil esto. Me he querido fugar muchas veces, pero me he puesto a pensar. He tenido muchas oportunidades de irme, me han dado la confianza de salir sólo con un coordinador o sólo con un ‘trainner’. No me he ido, me daba distancias. Lo pensaba pero no lo hacía. Yo creo que allí estaba mi conciencia de enfermedad.” Son meses que están concentrados en que los jóvenes se deshabitúen de las sustancias. Como ya hemos señalado, se basan fundamentalmente en teorías cognitivo-conductuales, aprendizaje social y teorías motivacionales sobre el cambio en las conductas adictivas. Además, existen diversos componentes típicos de los centros de rehabilitación, como técnicas conductuales basadas en 230 el condicionamiento operante e implican la aplicación sistemática de contingencias para determinadas conductas que favorecen la ansiada deshabituación. Lo cognitivo-conductual se orienta a la adquisición de habilidades sociales diversas para afrontar y manejar el estrés y los deseos de consumo, autocontrol, prevención de recaídas, etapas de depresión, etc. Estrategias que preparan al sujeto para el estilo de vida abstinente (Llorente & Fernández, 1999:332). Junto con las estrategias de intervención individuales, las técnicas grupales constituyen la base de la rahabilitación. De nuestra indagación en la múltiples visitas a los centros en Lima, Trujillo e Iquitos, podemos señalar que el trabajo grupal suministra una oportunidad privilegiada para la identificación con otros individuos que se enfrentan y resuelven dificultades semejantes. Estas técnicas de grupo ayudan a identificar y comprender el impacto que el abuso y dependencia de drogas en las vidas de cada uno de los componentes del grupo, incluso, el orientador que muchas veces es un ex adicto. Aprenden acerca de los sentimientos y reacciones propios y ajenos, a cómo comunicar y escuchar necesidades y sentimientos de una manera respetuosa, adaptándose a un determinado entorno. Dentro de las estrategias grupales, se utilizan los grupos de encuentro para “confrontar” actitudes y comportamientos negativos. En ocasiones estos “confrontes” refuerzan cambios positivos en tales actitudes y comportamientos. En opinión de los jóvenes, los confrontes también alimentan la frustración de estar internados. En cuanto a las técnicas específicas utilizadas, estas varían significativamente según la orientación teórica del programa. La comunidad terapéutica que tenemos en la actualidad en el Perú es el producto de la combinación de diversos modelos de rehabilitación. Edward Tennison afirma que la comunidad FAV ha tomado como referencias las comunidades tradicionales y también el Proyecto Hombre (Progetto Uomo), Daytop International, El Reparo de Argentina, Hogares Claret de Colombia, entre otros. “De aquello que 231 consideramos lo que era bueno y lo hemos readaptado a la idiosincrasia del adicto peruano”, hizo la aclaración. Considerando que el riesgo “es el enfoque moderno de la previsión y control de las consecuencias futuras de la acción humana” (Beck, 2002:5), las perspectivas a mediano y largo plazo de los centros de rehabilitación se dirigen hacia el debate y la mejora de un modelo orientado a las expectativas de los jóvenes. Es decir, hacia la reinserción social de los usuarios, no excluyente de otros abordajes relacionados con la abstinencia total de consumo de sustancias. Este objetivo debería desarrollarse a través de una participación activa en la comunicación e intercambio con los actores de las adicciones a las drogas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Los temas de debate deben concentrarse en la asistencia real a los usuarios y la transparencia en la evaluación de la eficacia de los procesos de rehabilitación. Otro punto clave es la claridad y estandarización de intervenciones multidisciplinarias donde, en opinión del Dr. Carlos Cachay,151 subdirector general del Hospital de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, se debe considerar indefectiblemente al sector salud, la educación, el accionar de la policía y el sistema penal. 6.2 La figura materna: entre la gestión del riesgo y del desastre El vínculo con la familia, para varias de las teorías que abordan el uso de drogas, es una de las variables que tiende a disminuir la probabilidad de que los jóvenes consuman. Usando la teoría de control social, los estudiosos presumen que los jóvenes se abstendrían de consumir drogas por los lazos que se han desarrollado entre ellos y sus padres. Cuando existen fuertes lazos entre padres e hijos, los jóvenes los respetan, y surge el deseo de complacerlos más que cuando los lazos son débiles o inexistentes. Por lo tanto, los lazos fuertes pueden ayudar a los jóvenes a resistir las influencias de sus compañeros y el entorno que se muestra a favor del consumo. Algunos investigadores han 151 En exposición realizada en el Primer Encuentro sobre Reducción de Daños en Perú, el 24 de agosto del 2012. 232 confirmado que los enlaces fuertes con los padres tienden a desalentar la iniciación en las drogas y los enlaces débiles apoyan o aumentan la verosimilitud del consumo de drogas como fases de experimentación (Bahr et al., 1998:980). El párrafo anterior nos muestra una perspectiva positivista y algo utópica cuando la contrastamos con la realidad. Podríamos estar ante la paradoja del “viento y el fuego” (Ackerman, 2012). Mientras queremos encender el fuego, el viento no nos lo permite porque lo apaga. Cuando el fuego está encendido, el viento lo aviva. Cuando los jóvenes necesitan más de la familia, de su mayor comprensión, la familia parece “apagar” todo lo que existe en él. Cuando los jóvenes ingresan al mundo de las drogas y la familia intenta ser el apoyo correcto, no hace más que avivar ese fuego que significa el consumo de las drogas. Para entender mejor la vinculación familiar de un joven adicto, hemos conversado con las madres de Damián y Sergio. Presentamos a continuación un análisis e interpretación de estos personajes ubicándolas entre gestión del riesgo y el desastre en todo el trayecto biográfico de los jóvenes. Cuando se asocia el consumo de drogas a problemas familiares, ambientes y núcleos disfuncionales, aparece el uso de drogas como la forma de evadir esta problemática. Aunque los padres no lo reconozcan o tarden en hacerlo, muchas veces es visible que la impronta estructural de la motivación del joven que se droga recurra a esas situaciones superadas por todos, menos por ellos, para consumir. También surge la idea de la madre que carga con la responsabilidad, aprovechando el contexto en el que se inicia el ciclo vital del sujeto. La historia del nacimiento de Sergio es dramatizada por su madre, alejándose de la responsabilidad directa a partir de argumentos de inmadurez, falta de afecto, severidad de los padres y vergüenza de sus propios actos. “(…) cuando yo conozco al papá de Sergio para mí era todo lo que yo tenía, ¡guau! 233 No me hubiera importado si, si, era el más feo del mundo o era el más guapo del mundo (…) cubría toda esa falta de afecto que yo necesitaba en ese momento. Para mí él era todo mi mundo. Lo conozco a los 14 años, antes de cumplir 15. Cuando yo estaba embarazada, obviamente me asusté porque tenía también mucho miedo. O sea, mi papá, yo dije ‘me mata primero a mí, luego lo busca a él y también lo mata’. Literalmente hablando. Sin embargo, ellos reaccionaron de otra manera. Hicieron una reunión, me dijeron que habían decidido por mí. "Hemos decidido que termines el colegio (…) que vivas aquí (...) que luego vayas a la casa de tu tía (...) que el bebé nazca y luego lo criemos acá (…) que no conozca a su papá (…) que él no lo firme sino nosotros (…) Obviamente, en ese momento tenía tanto miedo y vergüenza que yo dije ‘ya’.” Los estudios revisados sobre la drogadicción demuestran que una elevada proporción de los consumidores tiene una historia de disfunción familiar detrás. Naturalmente, correlación no significa relación causal y el demostrar que, las personas incluidas en esta categoría, han vivido en ambientes familiares disfuncionales cuando eran niños no demuestra que dichos ambientes tengan una relación de causa-efecto con su conducta posterior (Giddens, 2000:217). Probablemente hayan influido factores muy diversos, tales como violencia física, la pobreza, falta de oportunidades, decisiones erradas, entre otros. Siempre desde la perspectiva materna, el pasaje de una etapa a otra es una situación relevante. La madre va preparando al niño y luego al adolescente al mundo externo. Se proponen como el vínculo principal, mediando con sus amigos, la diversión, el deporte, etc. En un momento de la relación madre-niño, se establece entre ellos una zona, un espacio intermedio que no está conformado ni por el espacio exterior al niño, ni por uno interior subjetivo. Este intermedio, ilusorio, se abre entre la subjetividad del niño y el reconocimiento del mundo exterior, un puente que une y separa el interior del exterior 234 (SEDRONAR, 2009:93). Como en el relato de la madre de Damian, donde este joven marcaba claramente esa distancia entre lo que ella observaba y lo que ocurría con los más internos deseos del joven. “(…) siempre le aconsejaba a Damián. Ya empezó a crecer y en el colegio, pero no lo notaba que estaba metido en esto. Damián es una persona amorosa, bien caritativa. Él lo demuestra así, o sea, es con quién sea. Pero empezó a raíz que esto, no sé quién sería, a veces los amigos uno no los ve en las calles. Con este problema de las barras. Empezó que ‘mami la U’, que ‘mami la U’, me comentaba. Como a mí me gusta el deporte le dije que me cambiaba a la U, como yo soy de Alianza.” Esta situación ponía en marcha una transición de un estado donde el joven, aún adolescente, estaba fusionado a la madre, a otro donde la percibe como algo exterior, separado y distante de trayectoria biográfica. Utilizaba al fútbol como argumento para encontrarse con “la barra”, también para satisfacer el deseo de consumir drogas. Podemos decir que este espacio subjetivo iba creando el vínculo con su mundo exterior, alejado de toda norma y regla impuesta por su madre. En ese sentido, es preciso señalar que los jóvenes consideran escasamente que la vida social se rige por reglas o normas. Consideración limitada, debido a que sólo algunas de sus actividades han estado sujetas a las normas. Como Damián, cuando le pedía permiso a su madre para ir a jugar al fútbol. Si no respetaba por lo menos esa regla, sabía que su madre dejaría de financiar esa afición. Fuera del hogar, se subvertiría el orden sin que ella lo sepa. De esta forma es posible identificar a los individuos de conducta desviada, a través de ciertas reglas y normas. Pero es mucho más complejo, ya que la experiencia “nos enseña que ninguno de nosotros es tan normal como podríamos pensar.” (Giddens, 2000:230). Y si en un nivel macro y mediano es compleja la 235 definición, qué es lo que puede suceder cuando este hecho aparece en la vida cotidiana familiar. La madre de Damián tenía pistas, indicios, sospechas, etc., de la conducta desviada de su hijo, pero ella no lo quería notar, “no veía eso en él”. “Ya empezó a reunirse con amigos que van toda clase de tipos de personas, toda clase de chicos. Como él venía y dormíamos en el mismo cuarto, siempre nos quedábamos los ‘trecitos’ nada más. Casi no lo notaba, no sé, no quería. No lo notaba (…) y dejaba mi dinero. No se me desaparecía. Porque siempre uno dice que ya cuando entran en este vicio empiezan a perderse las cosas, a agarrar la plata, eso ¿no? Entonces yo no veía eso en él. Era raro. Ya último ha sido que ya... bueno, eso lo noté más cuando entró a las barras.” Las prácticas de control de los padres, en el caso de Sergio, se ven referidas en el relato en la forma como monitoreaban, entrenaban y disciplinaban a su hijo. Existe una amplia variedad y diferentes formas de control utilizadas por los padres, una de ellas es el monitoreo a través de la vigilancia, supervisión y estar alertas sobre las actividades de sus hijos. Cuando el monitoreo de los padres falla, la probabilidad de que los jóvenes entren al mundo delictivo y de las drogas aumenta. También existe la evidencia que la probabilidad de uso de drogas está mediado por el tipo de amigos que el joven escoge (Bahr et al., 1998). “(…) jugaba fútbol, entrenaba y si entrenaba y jugaba, nada de drogas. Además, no lo veía tomar. Nunca lo he visto con un cigarrillo. Yo estaba tranquila.” “(…) su papá siempre le ha hablado mucho, desde que era pequeño: ‘mira, cuando tú crezcas te van a invitar droga.’ Como Marcos también la ha pasado, también por ser su hijo no quería que él pasara por las drogas, obviamente. Pero como me dijo el terapeuta, ‘no pasa por el hecho que tu padre te hable tanto, sino qué hace este ‘pata’ hablándome 236 tanto si me dice mucho y no hace nada, o hace todo lo contrario de lo que dice.’” “(…) comenzó a conocer patas que le decían que pruebe. La curiosidad primero. Me dice que probó pero que quería jugar. O sea, en su mente estaba que quería jugar y no podía hacer eso. (…) allí el chico, los hermanos del chico fumaban droga. Entonces me dice ‘mamá, conejo me llevó allá y los patas allí fumaban. Yo a veces ya no venía a la casa y me pasaba de frente. Decía, ya uno o dos. Y decía no, no, tengo que jugar, mejor no.’ Y así de a poquitos, de a poquitos, comenzó a agarrar uno, dos, tres, cuatro, cinco.” En base a lo expuesto, y a través de lo narrado por la madre de Sergio, nuestro análisis es más claro. Existió control por parte de sus padres, el argumento del fútbol marcaba distancia con cualquier vicio, el padre proveía de reglas y valores. Sin embargo, existió una falla en el monitoreo de las amistades de Sergio que permitió que las probabilidades de uso se elevaran al punto de concretarse. Léase ello como responsabilidad del joven en el consumo, sin dejar de lado que el número de amigos con uso de drogas está fuertemente relacionado con el uso de drogas. La madre de Damián con el transcurrir del tiempo continuó hallando más evidencias, pero su gestión tuvo una incidencia mayor en el desastre que vivió el joven. La madre mantenía la negación de que algo sucedía con su hijo, hasta que en una oportunidad encontró entre sus pertenencias un frasco con gotas de colirio. Ella sabía el uso que tienen esas gotas y ya todo, inevitablemente, iba quedando más claro. Conversó con el padrastro de Damián y decidieron practicarle un análisis de sangre para saber objetivamente la verdad de su consumo. “(…) y le sacamos análisis. Y salía que sí estaba consumiendo. Él mismo nos dijo a nosotros. Le dimos una oportunidad pero no fue así. Entonces de todas maneras, eso ya, ‘ni modo’ dije. Ya no.” 237 “Entonces cuando se llegó un día, parece que mi sobrino ya estaba escuchando. Él me contó, estaban en la esquina, se reúnen amigos y me dice que lo vio a Damián. Seguro que había fumado y él le llamó la atención. Y Damián medio que esto, como a querer pelearse. Entonces él vino y me dijo ‘no, tía, de una vez, toma la decisión, sí o sí. Hay que internarlo.’ Y tomamos la decisión y en ese mismo día, o bueno al siguiente día, vinieron y lo llevaron a Damián.” Las percepciones de los familiares de usuarios de drogas ilícitas pasan por un proceso de sensibilización para dejar de co-depender del adicto y buscar ayuda externa, como las madres de Damián y de Sergio. No es fácil encontrar ayuda y ello se suma a la frustración y sensación de fracaso al ver a su hijo destruirse por el consumo. La co-dependencia es un término que ha generado polémica en diferentes ambientes científicos y académicos, sin embargo, lo citamos ya que en algunos centros terapéuticos peruanos se trata de profundizar este tema con la finalidad de ayudar al familiar del adicto a comprender su situación. Definen al co-dependiente como “la persona que suele olvidarse de sí misma para concentrarse en los problemas del otro (puede ser la pareja, un familiar, un amigo, otros), por esa razón es muy común que se relacione con gente ‘problemática’, justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo que los una.” (Bolívar et al., 2009:829). En el caso de la madre de Sergio lo que nosotros sí podemos apreciar en su relato es un inevitable el lazo que los une, la relación cultural de madre e hijo. Es preciso señalar que durante los primeros años de consumo ella sabía que su hijo consumía marihuana, que había ingresado al mundo de las drogas. La complicación fue que ninguno de los dos conocía la salida. “Y cuando mi hijo estaba en drogas y yo me daba cuenta, tampoco sabía qué hacer. No sabía a quién pedir ayuda, cómo ayudarlo y muchas veces me decía ‘mamá, por favor ayúdame.’ Y no sabía cómo ayudarlo. 238 Y cuando él se fue de mi casa y yo lo buscaba por todos lados, a veces no lo encontraba ¿sabes? A veces salía a las 12 de la noche y regresaba a mi casa a las 5 de la madrugada. De caminar por todos lados y no encontrarlo. A veces sí tenía la dicha de encontrarlo, mal, pero sí lo traía. Pero cuando él recién se fue, no quería que lo buscara y cuando lo encontraba me decía ‘vete, no me veas así, vete, vete.’ Y me acuerdo que le rogaba ‘por favor, hijito, ven conmigo.” En ambos casos son las madres quienes afrontan los costos económicos de la rehabilitación de sus hijos.152 Son las que gestionan, en parte, la recuperación de ellos. La madre de Damián, en base a sus propios negocios, es la que solventa la rehabilitación en la Casa de Retiro Las Lomas. Su nuevo esposo se niega a aportar económicamente. La madre de Sergio también solventa estos costos mediante su negocio de catering. Su esposo no la apoya directamente, lo hace su madre, la abuela de Sergio. Reciben también un apoyo especial del director de Fuente de Agua Viva, cubren solamente los costos profesionales y no la pensión alimenticia. En la actualidad, a pesar de todas las transformaciones y cambios, pese a todas las reformas generadas en las últimas décadas, en el mismo espacio de tiempo vemos aún la vigencia del vínculo maternal. Son otras formas zombis, no sólo las instituciones poseen esa característica, sino también los vínculos filiales, en los casos investigados, entre padres e hijos. Son madres que, mientras sus hijos permanezcan inmersos en el consumo de las drogas, representan a muertos vivientes. Su carga y pesar son evidentes, talvez en el fondo no desearían afrontarlo más pero tienen que seguir haciéndolo. Son personajes que, en un primer momento, negaron la condición adictiva de sus 152 Los costos mensuales que deben asumir los familiares de cada interno de una comunidad terapéutica son variables. En los casos entrevistados, en la capital, pagan en promedio 1,200 Nuevos Soles mensualmente. En provincia este costo es menor, en promedio pagan 800 Nuevos Soles en el mismo período de tiempo. Estos costos, cuando se trata de una recuperación realizada a través del modelo clínico estatal como el del Hospital Hermilio Valdizán, se reduce a 20 Nuevos Soles diarios como máximo (Mairata, 2012:50). 239 hijos. Posterior a ello, están a la espera de nuevas ideas y maneras de que sus hijos se rehabiliten, de que exista una vía efectiva para que ellos abandonen el consumo de drogas; además, son en estos dos casos el sustrato trabajador, atadas a una forma de generación de ingresos que les asegure los recursos económicos necesarios para el pago de la rehabilitación de los jóvenes. 6.3 La religión como vía posible de rehabilitación: la presencia de Dios en la recuperación de un adicto La impronta religiosa de los centros, los que hemos visitado y refiriéndonos en términos generales a la mayoría de ellos, hace que los adictos basen su recuperación en la ayuda de una fuerza superior que les devolverá un comportamiento ajustado a la normalidad y la abstinencia. “Llegamos al convencimiento que sólo el poder de un ser superior podría devolvernos el sano juicio”, dice el segundo de los 12 pasos153 que están inscritos en una de las paredes del centro FAV. Para algunos esta sería una de las versiones del dios personal que plantea U. Beck, de quien terminan atándose con las cadenas de sus “deseos, traumas, histerias, miedos, y esperanzas…” (2009:22). Para otros, es el Dios de la Biblia. En el relato de algunos jóvenes está presente ese Dios como el personaje que los liberara de los efectos que la adicción produce en ellos. A través de meditación, la oración, la congregación en grupo y buscando ser ayudados por compañeros ex-adictos, Dios es un elemento relevante en la rehabilitación. Son diversos los momentos y también las formas aludidos en los relatos que se refieren a la rehabilitación o al cambio. Discursivamente existe la convicción en muchos jóvenes, pero existe también una evidente distancia entre lo que dicen y lo que hacen. Ello los aparta de las posibilidades reales de cambiar, de alejarse del consumo de las drogas. Se aferran a un ser superior, otros apelan a la fuerza de voluntad y la decisión humana, pocos confían en Dios como agente 153 En el ambiente de la rehabilitación para adictos, han adaptado los 12 pasos creados por A.A. 240 transformador “verdadero”.154 Gisela, entre los 18 y 19 años de edad se creía “la dueña del mundo”. Convicción que muchos jóvenes comparten y que los distancia de la posibilidad de cambiar o de rehabilitarse, de alejarse del consumo de las drogas. “Tenía 18-19 años y me creía la dueña del mundo, que nunca me iba a pasar nada, obviamente nunca me pasó nada grave porque obviamente Dios siempre me estuvo cuidando y tenía un plan para mí, pero ahora ya sé que fue por eso. Pero en ese entonces no conocía al Señor y yo decía “a mí nunca me va a pasar nada”, he estado en todas partes, he hecho de todo y nunca me pasaba nada, siempre me salía con la mía entre comillas, o por lo menos esa era la perspectiva que yo tenía en ese entonces.” Los jóvenes, incluso antes de considerarse adictos, sienten haber sido protegidos por un Dios en el que actualmente creen. Se relacionan con esta figura de tal forma que es un elemento fundamental al momento de relatar no solamente de sus experiencias de recuperación y de cambio, también de todo su trayecto biográfico. Es el caso de Geraldine, quien asume que Dios es quien salvaguarda su integridad. “En todo este tiempo que he estado ( en las drogas), siempre busco que Dios me proteja.” Es posible que sea un elemento que configura sus relatos debido a que en las comunidades terapéuticas, apelando a la espiritualidad para la recuperación, plantean la realidad de una vida con Dios. Recalcan la aplicación de valores cristianos a la vida diaria, focalizándose en el crecimiento espiritual y la dignidad del individuo, proponiendo un tratamiento humanitario para los adictos y promoviendo la abstinencia total a largo plazo para que los jóvenes alcancen sus más anhelados objetivos (Rodríguez, 2009). Sin embargo, como se ha mencionado en el acápite anterior, la rehabilitación no pasa sólo por una 154 Según lo señalado por dos de nuestros entrevistados. Desarrollamos este tema en el siguiente capítulo de la tesis. 241 condición espiritual. El factor clave es la verdadera decisión de rehabilitarse que puede ser tomada únicamente por cada uno de los jóvenes. Existe un buen número de personas que está “en contra de su voluntad y los tienen prácticamente presos”, nos comentaba uno de nuestros entrevistados. En su opinión, de esa manera no existiría un cambio real porque están simplemente obligados. Condición que podemos apreciar en otros relatos también. Relatos de aquellos jóvenes con mayor experiencia y un trayecto biográfico más amplio, como el de Luciano*. Él compara los programas de rehabilitación por los que ha pasado y afirma que, luego de tomar una decisión voluntaria de rehabilitarse, sólo Dios le ha permitido darse cuenta que necesita cambiar. “He ido a centros terapéuticos, estuve en 3 centros terapéuticos y nunca vi ningún resultado. Los centros nada más te mantienen, sales y uno quiere estar tranquilo todo pero, la verdad, si uno no está con Dios… Yo acá encontré esto. Encontré. Siempre me decían: ‘¿por qué no oras, por qué no te acercas a Dios?’ Yo me reía y decía: ‘¿Dios? no hace nada Dios. Miren todas las ‘delincuencias’ (sic) que hay, ¿por qué Dios no hace nada con eso?’ Siempre decía eso. Hasta que acá me abrí, mi corazón. Gracias a eso me abrí las vendas y me di cuenta de lo que estoy viviendo.” Así como podemos asumir que Dios es un elemento que se introduce desde la estructura y metodología de cada comunidad, también debemos considerar lo que cada joven nos planteó como su experiencia propia de redención, Dios como su vía para rehabilitarse. José Pablo, buscó ayuda para rehabilitarse pero su madre se la negó, no tenía el dinero que ella pensaba podía costar el internamiento en un centro. Ante la negativa, en ese momento el joven salió nuevamente a la calle a seguir consumiendo, bebió y fumó pero ya no sentía gusto por nada de eso, fue la “noche más larga” de su vida. Se despidió de 242 todos sus amigos del “hueco”, les dijo que se iba a rehabilitar. Ellos lo tildaron de loco y le respondieron que si se iba a un centro lo “tratarían mal”, que le “pegarían”. A José Pablo no le importaba eso, solamente quería cambiar y sabía que Dios tenía un plan para él. “Tomé consciencia, estaba sentado en la puerta. No podía contener mis lágrimas. Decía que con su ayuda o sin su ayuda les dije que me internaba. Entré, me bañé y saqué mi ropa. Me llevaron a una iglesia de enfrente (…) Le hablaron al pastor y llegué aquí a las 10 y media de la mañana. En un estado borracho (sic). Lo único que quería era que Dios me ayude, que haga lo que algún día quiso hacer conmigo.” A los 5 meses de internamiento en el Hogar Rompiendo Cadenas, luego de transcurrir más de 4 años consumiendo PBC, este joven afirmaba que “ante todas las cosas, por encima de toda mi familia, por encima de todos mis sueños, está lo que Dios quiere hacer en mi vida.” 6.3.1 Medios alternativos y misticismo para la recuperación Al entrevistar al Sr. Agustín Rivas,155 chamán experto en rituales con la Ayahuasca, encontramos una relación poco esperada entre los medios alternativos de rehabilitación y la religión: “(…) el Evangelio, que es a favor de Dios, es fantástico para poder cambiar a la gente.” Declaración que nos proporcionó un indicio que fuimos profundizando. En efecto, los medios alternativos de rehabilitación, la visión mística y la religión como vía posible en la recuperación de un adicto, para este chamán, están conectados. Reconoce también que “(…) no es fácil hacer cambiar las cosas, demora entre cuatro a seis años. Allí doy gracias a las religiones que meten la palabra de Dios para que puedan entender el cambio”, señaló. 155 Entrevista realizada el 09 de agosto del 2012. 243 Sumado a ello, es preciso señalar que en un futuro inmediato Legaliza Perú abordará el tema de la legalización de las drogas a través de un centro de investigación de plantas psicoactivas: “Queremos incorporar otras plantas nativas del Perú como el San Pero, la Ayahuasca. Porque si bien es cierto la Ayahuasca es patrimonio, no tiene ningún marco legal claro”, señaló Luis Gavancho, uno de los directores de esta organización. Declaraciones que refuerzan nuestra reflexión en relación con ciertas plantas, como la ayahuasca, y su uso para la rehabilitación de adictos. El brebaje Ayahuasca resulta de la cocción de dos plantas principalmente, la Ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y la Chacruna (Psychotria viridis), se usa en los rituales dirigidos por curanderos, en las noches a oscuras de la selva amazónica generalmente, buscando el efecto de modificación de la conciencia. El paciente que participa en el proceso de uso terapéutico de la Ayahuasca, experimenta un renacimiento en un universo interno, el cual se manifiesta a través de sueños, visiones, “flashbacks” durante la conciencia ordinaria, etc. La función de plantas psicotrópicas como esta es permitir la visualización del proceso por el paciente mismo. Contrariamente a la iniciación de la adicción a las drogas ilegales, este proceso responde al restablecimiento de un orden interno. La Ayahuasca, preparada como una poción, abre una puerta de relación con el “otro mundo” (Mabit, 1994:46), y nos presenta un sistema ancestral de saber médico que surge de la experiencia de identidad, de la práctica, del lugar, de la historia (Sieber, 2003). A. Rivas, afirma que esta planta es la primera medicina que controla la adicción. Además, nos indicó que la Ayahuasca “trabaja con la conciencia, pero (en el proceso de rehabilitación) también se administran diferentes medicinas para bajar la ansiedad. La ansiedad es la que provoca todas esas cosas, la desesperación. Pero no hay que olvidar que es una enfermedad, (sin embargo) la sociedad no lo toma como una enfermedad, lo toma como una delincuencia (sic).” Es así como los drogadictos son marginados, manifestó, y que además 244 son víctimas de la violencia “más no tienen un centro donde pueden tener orientación, una orientación de suplantar eso por otra cosa.” Otro punto relevante que también señaló fue que “un drogadicto o un dependiente de drogas no cambia de la noche a la mañana. Un drogadicto para rehabilitarse necesita mínimo seis años. Y otra cosa, tiene que aceptar ser curado, no exigido. Si acepta ser curado, allí estás entrando a su conciencia. Se abre la puerta más grande para su curación.” Este chamán se refería a que una persona, dependiendo del grado de toxicidad que llegue a tener en su cuerpo, a las sustancias y a la frecuencia de consumo, necesita tiempo para rehabilitarse realmente. Él calcula que con el tratamiento de rehabilitación con la Ayahuasca, una persona adicta a las drogas necesitaría entre cuatro a seis años “para sacar eso tóxico y sacar la ansiedad” de su cuerpo. Y menciona otro detalle fundamental, “que la persona no regrese al lugar donde ha estado.” Es decir, el contexto es fundamental para que no recaiga. Asimismo, señaló que el “resto es algo que viene por medio de tu intuición, ¿qué es lo que hace la Ayahuasca? La Ayahuasca amplifica tu intuición para poder desarrollarla mejor, para poder utilizarla en los momentos especiales.” Debemos reconocer que, retomando el hilo conductor de una sociedad tardo moderna que consume indiscriminadamente, en el circuito turístico del Perú es posible encontrar ofertas de paquetes rituales con la Ayahuasca. Existen también ofertas de terapias sobre la base de este y otros brebajes naturales, las cuales han tenido consecuencias nefastas. Como la muerte del joven estadounidense Kyle Nolan, ocurrida en el Departamento de Madre de Dios, en agosto del 2012. El joven había viajado desde la zona norte de California (USA) hacia la selva peruana con el fin de acabar con su adicción a ciertas sustancias. En la opinión de A. Rivas, lo que crea ese tipo de consumo o experiencia que no es un ritual, es pánico, es “gente que está buscando droga, y como la Ayahuasca no es droga, cuando se encuentran con ese tipo de Ayahuasca y 245 esas combinaciones, hacen una comparación entre (la Ayahuasca) y esas drogas que les gustan.” La Ayahuasca, para este chamán es: "estado, visionario, consiente, emocional". Lo cierto es que personas de diversas edades y nacionalidades, como Nolan, se están dirigiendo a la selva del Amazonas en busca de la Ayahuasca, ya sea para ampliar sus horizontes espirituales o para curar el alcoholismo, la depresión, e incluso, el cáncer. Pero lo que muchos de ellos encuentran es una pesadilla. Desde que uno aterriza, por ejemplo, en la ciudad de Iquitos, en el mismo aeropuerto se puede encontrar un sinnúmero de ofertas de “turismo Ayahuasca”. Mientras que los taxistas quieren hacer creer a los visitantes que tienen el acceso a los verdaderos curanderos indígenas, en la ciudad los carteles publicitarios de las agencias de viaje dicen algo similar: “Enjoy mystical Ayahuasca”. “Me recuerda a cómo venden cocaína y marihuana en Ámsterdam. Aquí, es chamanes y ayahuasca” (Hearn, 2013), señala un periodista norteamericano que investigó el caso de Kyle Nolan. 6.4 Horizontes de expectativa: la reinserción social y el posible estigma Cuando nos hemos referido a la pareja conceptual espacio de experiencia y horizonte de expectativa, somos conscientes que estos conceptos son categorías formales que han permitido parte del proceso de investigación. La anticipación formal de explicar e interpretar las trayectorias biográficas con estas expresiones polarmente tensas, “únicamente puede tener la intención de perfilar y establecer las condiciones de las historias posibles” (Koselleck, 1993:334). Se trata de categorías que nos permiten fundamentar la posibilidad de una historia de vida. Es decir, creemos que no existiría relato alguno que no haya sido constituido mediante las experiencias, propias o ajenas, y esperanzas de personas que actúan o sufren en el escenario de las drogas ilegales. Nuestras dos categorías indican la condición humana universal, que remiten a un dato antropológico previo, sin el cual los relatos no serían posibles, y sin el que una posibilidad de futuro tampoco existiría. Esta posibilidad, visibilizada a partir de lo que esperan hacer los jóvenes al salir del centro, tiene un correlato 246 con lo que ellos saben y reconocen en cuanto a las percepciones generales que la gente tiene sobre un adicto. En otras palabras, lo que ellos esperan hacer al salir del proceso de rehabilitación está mediado por cómo los percibe la gente a partir de su estancia o permanencia en el centro. Al respecto, un concepto que es mencionado por todos los centros que hacen tratamiento y rehabilitación de adictos a las drogas es la reinserción social. Todos los programas la tienen como última fase del tratamiento y significa, casi invariablemente –por lo menos aparece en toda comunicación publicitaria o informativa del proceso–, el paso mediante el cual un adicto en recuperación se reinserta en su medio ambiente social y familiar. Este proceso no implica, como se podría entender de manera más amplia, la capacitación o entrenamiento del sujeto en alguna actividad laboral o técnica, y la consecuente búsqueda de un centro de trabajo en el cual pueda aplicar sus conocimientos. En ese sentido, un rasgo que es común a las instituciones que trabajan en el tratamiento de adictos es que, salvo excepciones, no disponen de programas de rehabilitación independientes de los programas de tratamiento, sino integrados. Es decir, el enfoque de trabajo sólo está centrado en lograr la absoluta abstinencia y el alejamiento del consumo de drogas. “De esta manera se deja de lado, quizás no por desconocimiento, sino por limitaciones de recursos o de capacidad para hacerlo, el adiestramiento del toxicómano para su reinserción en la sociedad.” (Ferrando, 1994:71) Es así como el proceso de adaptación o reinserción de los jóvenes, comúnmente, recae nuevamente sobre la familia del sujeto. El padrastro de Damián, a pesar de la distancia que éste marca con el joven durante el proceso de rehabilitación, ya le ha propuesto algunas opciones de estudio técnico que le puedan servir para su inserción en el mundo laboral. “Mi padrastro quiere que estudie una carrera técnica, que pueda ganar mi plata y él me pueda colocar. 247 Me estuvo diciendo que podía estudiar logística. Que empiece como practicante e ir agarrando experiencia y tener un cargo. Podía también recomendarme, tener un buen sueldo y ganar a mi corta edad. Eso también lo estaba pensando, como también estudiar inglés, una carrera corta de 3 años que me pueda servir.” También existen aquellos horizontes de expectativa que, basados en la coyuntura del país, aparecen en los trayectos biográficos. Akira nos relata sus deseos de ser cocinero. Antes de ello, él debe terminar la secundaria, la cual abandonó en el segundo año, es decir, le faltan tres años de estudio que piensa realizar en un colegio no escolarizado. Investigador: Y después de sacar tu certificado ¿qué harás? Akira: Estudiar inglés y gastronomía. Investigador: ¿Quieres ser cocinero? ¿qué te gusta cocinar? Akira: Todavía no sé cocinar nada pero me gustaría aprender. Para Adam es muy claro el panorama futuro, por más que le falte cerca de un año para terminar el programa de rehabilitación. Este joven sabe que su familia no podría cubrir los costos de una carrera universitaria. A pesar de ello, no abandona ese sueño y se plantea estudiar y trabajar a la vez. Él ya trabajó en algún trayecto de su vida en las casetas de peaje del municipio limeño. Su deseo es volver y, esta vez, poder sostener algo provechoso y ya no su adicción a las drogas. Investigador: ¿Quisieras estudiar algo? Adam: Sí, Arquitectura. Diseño de interiores pero, bueno, está dentro de Arquitectura. Investigador: ¿Y el trabajo? Adam: Bueno me gustaría regresar a EMAPE porque te dan la facilidad, el tiempo. Puedes estudiar en la universidad o en un instituto. Mantenerme centrado en el trabajo y mi hogar. 248 Sin embargo, el horizonte de expectativa se entrecruza con un elemento inevitable, es otra característica que nos remite a las “instituciones totales” la que aparece en escena: el estigma156 de un interno. Al reconocerse públicamente como adicto, existe el riesgo de que los jóvenes sean excluidos por los grupos sociales. Cuando la adicción es catalogada como vicio, esto “implica más una concepción moral que una cuestión de salud, pues se considera un hábito negativo, voluntario e inmoral que se repudia.” (Nuño Gutiérrez et al., 2006:29). Investigador: ¿Le dirías a alguien que eras un ex-adicto y que estuviste internado? Adam: No tiene ni idea la gente de eso. No por burla sino porque me daría a mí la fortaleza de que he pasado por algo así y no me gustaría volver a pasar. Por eso debe uno evitar el consumo de drogas. Para presentarme en un trabajo sí lo mantendría en secreto. Siguiendo a Goffman (2006), los adictos ingresan a la categoría de sujetos estigmatizados y desacreditados. Son diversos ámbitos donde los jóvenes adictos son caracterizados por la sociedad de una manera singular, les colocan un estigma que va recorriendo todos los ámbitos de sus vidas. Como lo señala Adam en el anterior relato y en el siguiente de Cristian, talvez por ignorancia de los “otros”, tratarán de mantener oculto un episodio de sus vidas. Investigador: ¿Qué crees que es lo que piensa la gente de los drogadictos? Cristian: Las personas ignorantes, los que no tienen conocimiento de lo que es la enfermedad de la adicción, discriminan todos. Ven a un fumón y se alejan, piensan que les van a robar. Te miran de mala manera pues. 156 “El término estigma y sus sinónimos ocultan una doble perspectiva: el individuo estigmatizado, ¿supone que su calidad de diferente ya es conocida o resulta evidente en el acto, o que, por el contrario, esta no es conocida por quienes lo rodean ni inmediatamente perceptible para ellos? En el primer caso estamos frente a la situación del desacreditado, en el segundo frente a la del desacreditable. Esta es una diferencia importante, aunque es probable que un individuo estigmatizado en particular haya experimentado ambas situaciones.” (Goffman, 2006:14) 249 En tanto los jóvenes sostegan la abstinencia total podrán mantener en secreto su pasado, podrán “controlar la información” con respecto a su adicción y consecuente paso por un centro de rehabilitación. Caso contrario son los mismos jóvenes –sus conductas, actitudes, cuerpos–, quienes se delatarán. Además, debemos reconocer que los jóvenes en su trayecto biográfico de consumo hicieron gala de ello, se dieron a conocer a través de esos actos, por los cuales son reconocidos. Pero la manera de entender el pasado tiene consecuencias para la interpretación de ese pasado por sí mismo,157 y las tiene también para su relación con el presente y el futuro (Koselleck, 1993). Asimismo, G. Mead (1948) ha argumentado que el "pasado objetivo" o el "pasado socio-estructural" tienen efectos condicionantes sobre la organización de la experiencia presente. Al expresar las experiencias de riesgo y consumo de drogas los jóvenes deciden por un principio y un final de la historia, teniendo como referencia a esa unidad de la continua corriente de la vida. La existencia de determinados patrones que guían el orden social son los que catalogan ciertos temas como problema social. De esta forma se visibiliza una conceptualización del consumidor como marginado o procedente de grupos marginales (Rico, 1996:92). Por tal motivo, es preciso aclarar que existe también un número importante de consumidores de drogas que mantienen determinado nivel de integración y que, a menudo, no son considerados como drogadictos. Esta situación, a la par, profundiza el estigma hacia el joven que fuma marihuana, “pero no al ama de casa que se emborracha todas las mañanas, o al ejecutivo metido en el infernal mundo de los barbitúricos para dormir y las anfetaminas al levantarse” (Laraña, 1986:101). Julian Buchanan (2008), investigador inglés dedicado por más de 20 años al estudio del consumo de drogas, nos propone el siguiente proceso estigmático. 157 Las narrativas poseen una cara hacia el pasado y otra hacia el presente- futuro, estructurando nuestro sentido del tiempo y por lo tanto nuestro sentido de nosotros mismos. Es decir, lo que significa ser en el mundo (Biber & Finegan, 1996:107). 250 Estereotipos y Etiquetas ESTIGMA Roles y Expectativas Identidad internalizada y reforzada Oportunidades disminuidas Gráfico 3. Proceso estigmático Este diagrama se basa en lo planteado por E. Goffman (2006), e involucra la severa desaprobación social de las características de la persona o sus creencias, las cuales son inaceptadas por las normas y cultura dominante. Siguiendo a Nietzsche, podemos comprender mejor este proceso: “Un tiempo del que siempre se espera que sea un tiempo nuevo no puede sino impulsar desde sí una historia que únicamente puede experimentarse de modo perspectivista. Con cada nuevo futuro surgen nuevos pasados. Imposible predecir todo lo que aún será historia algún día. ¡Quizá el pasado siga estando, en lo esencial, sin descubrir! ¡Necesita aún de tantas fuerzas retroactivas!” (En Koselleck, 2004:126). Finalmente, hemos seleccionado un relato que marca las consecuencias del consumo desde el punto de vista del sujeto en rehabilitación. Cristian enuncia, como discurso de su identidad de sujeto a punto de culminar el programa, una última reflexión con la cual colocaremos el punto final al presente capítulo. “Los que no quieren rehabilitarse, hay 3 lugares donde pueden parar: la cárcel, el hospital o el cementerio. Son los 3 lugares donde un drogadicto puede llegar.” 251 Reflexiones finales Antes de presentar nuestros principales hallazgos, los que dan cuenta de la configuración de las experiencias de riesgo, consumo de drogas ilegales y gestión del riesgo en los relatos biográficos de los jóvenes entrevistados, es preciso resumir brevemente la ruta teórica y el contexto de la presente tesis. Contexto de crisis, azar, ambivalencia, irreversibilidad, de la pérdida de las certezas, la omnipotencia de las ciencias, etc., lo cual nos permite justificar el empleo del concepto de la sociedad del riesgo. El paradigma del riesgo, el cual se produce en una interacción entre lo natural y lo social, configura el ambiente en el que los jóvenes entrevistados se desenvuelven. Estos sujetos, ante el pesimismo y la decadencia, ante la fustigación de la realidad, adoptan diversas conductas y hábitos como una vía que los lleva hacia determinadas “patologías” de consumo de la modernidad reflexiva. Las anfetaminas son utilizadas para responder a las nuevas exigencias de la sociedad y, frente a ellas, los ansiolíticos se utilizan para contrarrestar la aceleración lograda. Existe una transformación en los seres humanos y en su subjetividad, es la nueva y vigente exigencia de convertirse en un “súper-hombre” (Rodríguez, 2009). En el ámbito político, hemos constatado que el contexto de las drogas ilegales tiene estrecha relación con el mercado, tal como refiere José Mujica, presidente del Uruguay: “Si dejamos en la clandestinidad al narcotráfico, les estamos regalando el mercado. Lo que defendemos es que se haga cargo el Estado, registrar a un consumidor y si se pasa de la dosis el Estado lo controla.”158 Consideremos que la Cámara de Diputados de ese país ya tomó la decisión de despenalizar el consumo y regular la producción y comercialización del cannabis. Estas son decisiones complejas que, observándolas en la línea de la sociedad del riesgo, van más allá de un sólo Estado. “(…) ninguna política nacional podrá 159 supranacional”, 158 159 resolver este problema, si no se resuelve a nivel señala el presidente del Perú, Ollanta Humala. “Mujica sorprendió…”, 2013. “Ollanta…”, 2013. 252 Apreciamos a una juventud inmersa en la sociedad de consumo como factor de integración, aunque los jóvenes todavía no constituyen un sujeto específico de derecho. En la última década, con mayor recurrencia, han llevado consigo un estigma que sólo los presenta como potenciales desestabilizadores del orden social. Existen además una serie de paradojas y tensiones alrededor de este grupo tan vulnerable: tienen más acceso a educación y a la tecnología160 pero el acceso al empleo sería menor. Los años de escolaridad formal son mayores que el de las generaciones precedentes, pero al mismo tiempo las nuevas generaciones superan largamente el índice de desempleo. Están más incorporados a la adquisición de conocimientos y formación, pero están más excluidos de los espacios en que los conocimientos se ponen en práctica y donde puedan realizarse. Contradictoriamente a uno de los fundamentos de la sociedad tardo moderna, la seguridad del empleo y los salarios, ahora existe una marcada distancia con el mundo laboral y la fuente de ingresos. Bajo el contexto descrito, nos hemos concentrado a lo largo de esta investigación en la amenaza que significa el consumo de drogas ilegales, ubicando al Perú dentro del ámbito de una segunda modernidad. Hemos generado el espacio para lograr el objetivo de analizar e interpretar las trayectorias subjetivas y divergentes a través de los relatos de los jóvenes peruanos entrevistados. Justificamos este objetivo, entre varias razones, considerando al Perú como uno de los tres principales productores de drogas derivadas de hoja de coca. Adoptamos una función micro de la sociología, un enfoque constructivista que no “corrige” las historias sobre las vidas de los jóvenes entrevistados, sino que nos permite mostrar que existen otros modos de contarlas a partir de determinadas líneas teóricas que se van fundamentando en el proceso. 160 La revolución de las tecnologías de la información y comunicación, la que ha transformado profundamente el sistema productivo y la estructura social en los países industrializados (Albornoz, 2001), se ve reflejada tenuemente o con otros matices en Latinoamérica. Antes de finalizar la década pasada, en Latinoamérica se invertía sólo el 0,78% del PBI en I+D, frente al 2,11% que invirtió la Zona del Euro (Banco Mundial, 2013). 253 Con esas historias o relatos de las experiencias, propias y ajenas, uno de los principales hallazgos tiene relación con los elementos que configuran el umbral del riesgo. Esta propiedad espacio-temporal de los jóvenes entrevistados, los sitúa entre las experiencias que están fuera y dentro del consumo drogas. Nos ha permitido delimitar el paso previo a la iniciación, el lugar al que regresan en cada etapa de abstinencia, es la manera abreviada de señalar la ubicación al filo de un abismo o una pendiente inclinada. El umbral referido marca la distancia que los separa entre un ambiente libre de drogas y otro que no lo está. Siguiendo la lógica del reparto de los riesgos, el umbral se configura a través de las inseguridades sociales, biográficas y culturales que en la segunda modernidad han recortado y transformado la estructura social interior. Cambian las clases sociales, las formas familiares, el matrimonio, la paternidad, situaciones sexuales, etc., y las evidencias básicas del estilo de vida que están incluidas en ella (Beck, 1998). El término familia ya no es un tema invariante, eso sería desconocer todas aquellas modalidades que no calzan en lo que se podría denominar como familia tradicional de la modernidad. Lo que tenemos es la familia diferente, de ausencias paternas o maternas, la familia extendida o la contraída a las figuras paternales a través de los abuelos, la familia negociada, disfuncional, rota, la familia cambiante papá-papá o mamá-mamá, la familia múltiple, que proviene del primer o segundo divorcio, del volverse a casar, del nuevo divorcio, de los hijos, de los tuyos y de los míos, de los pasados y presentes familiares. El espacio donde viven y circulan los jóvenes entrevistados, sectores populares en su mayoría, son escenarios de riesgo y una categoría fundamental para una mejor comprensión del consumo de drogas. Cabe señalar que no sólo las zonas populares representan riesgo, también lo son las áreas residenciales, que junto a las unidades vecinales, los barrios y barriadas, los asentamientos humanos, etc., marcan los trayectos biográficos de los jóvenes. Estos espacios contienen parques, canchitas de fulbito, esquinas, tiendas o pequeñas bodegas, además 254 de las casas o departamentos donde los jóvenes habitan, que pueden servir de lugares referenciales y, a la vez, escenarios del consumo de drogas. Los personajes que allí encontramos son los familiares, amigos, vecinos, los consumidores, los locos o “quemados”, los paseros, la policía, el serenazgo, etc., quienes confluyen en determinados tiempos y que generan una particular interacción alrededor de las experiencias de riesgo y de consumo. El barrio como categoría fundamental y significativa, configura el relato de los jóvenes. Posee determinados elementos culturales que lo que caracterizan, como sus costumbres y sus valores, que marcan los trayectos biográficos de los jóvenes, marcando sus itinerarios, los cuales se vuelven cada vez menos claros. La música es un elemento relevante que configura el barrio y que nos brinda ciertas pistas de los jóvenes. En el espacio público y en el privado, los jóvenes comparten gustos musicales, se escuchan casi a los mismos intérpretes, tanto en casa como en las fiestas y celebraciones. El barrio contiene elementos que se convierten en factores de riesgo para sus habitantes, sobre todo para los más vulnerables. Desde que son niños tienen a su alcance las drogas expendidas por sus vecinos, por sus conocidos, incluso, por sus familiares. La droga muchas veces caracteriza a los barrios y sus personajes. Las sustancias son la trasgresión asumida a manera de reto, y son los más vulnerables quienes los asumen. Consideremos que, dentro de un modelo económico de mercado, la droga es un producto con características inelásticas, y en una cultura de consumo es el cliente quien asume todos los riesgos y los costos. El alcance de las drogas en el barrio, es una realidad que nos lleva a reflexionar en cuanto a la corta distancia y la cotidianidad de la droga ilegal en los diversos escenarios vitales. Sí es cierto que existen distritos con mayores puntos de venta, sin embargo, la movilidad de los vendedores y las formas de venta hacen que el alcance de las drogas penetre cualquier ubicación geográfica. Las situaciones relatadas sobre el barrio contemplan determinados elementos 255 culturales como las fiestas y los aniversarios”. Otras situaciones son los partidos de fulbito. Previo a ello el consumo de marihuana y otras drogas fue narrado como parte de una rutina de los jóvenes, es la que los lleva a la diversión. La cercanía, o el alcance de las drogas, está presente en los relatos a través de los personajes y espacios de venta y los “huecos” de consumo. Un hallazgo relevante y tema significativo sobre el imaginario futuro de más de uno de los jóvenes entrevistados, tiene relación con el fútbol. Este deporte, tanto en el ámbito social como en el económico, es la esperanza de muchos jóvenes en el Perú. Casos de jugadores, sobre todo provenientes de estratos económicos bajos, como Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, entre otros, sirven de modelo a replicar para miles de jóvenes que desean alcanzar ese tipo de éxito. La carrera técnica automotriz de José Pablo o los estudios truncos en Ciencia Política de Marlon, como imaginario futuro pasado, nos permite encontrar situaciones significativas del trayecto biográfico de los jóvenes. Tiene relación con los tiempos, la coyuntura social y económica del Perú, los cuales influyen para que diversos temas sean vistos como otros imaginarios de los jóvenes entrevistados: gastronomía, hotelería o la industria de la música. Un factor relevante en el inicio del consumo es el paso de la niñez a la adolescencia como un proceso abrupto. Este proceso es la impronta dejada por una niñez expuesta a situaciones donde la droga ilegal es cercana. Padres, tíos y primos consumidores, los acercan a una realidad que los obliga a avanzar de una etapa de la vida a otra, sin que la nueva etapa les corresponda en términos de edad. Pero también son otros factores que impulsan este paso abrupto, como el barrio, e incluso el colegio. Otros indicios refuerzan a las amistades, individuales o grupales, como personajes relevantes alrededor del inicio del consumo de drogas y del tránsito por el que los jóvenes atraviesan. Nuevamente, la escuela y el barrio son los espacios por donde estos personajes circulan. En ocasiones estos personajes comparten estos dos espacios, es decir, son compañeros de la escuela y a la vez vecinos. 256 En tanto el consumo inicial se transforma en cotidiano, existen diversas situaciones que caracterizan y le brindan significados a la droga en la vida de los jóvenes. Es importante saber qué significa la droga para poder comprender un poco mejor estos desplazamientos hacia el aumento o el desplazamiento de una sustancia a otra. La acción significativa, encontrada al explorar los relatos, nos permite establecer qué la hace importante, tomándola como una vía para entender mejor cada trayecto biográfico. Una de ella, la razón del consumo, es relatada y reducida a que se iniciaron en el mundo de las drogas “por curiosidad”. Entonces es cuando debimos recurrir a las relaciones de esta curiosidad con otros temas para comprender mejor las razones del uso continuo de las drogas. Aparecen la “ruptura familiar”, “violencia”, “muerte”, “referentes familiares”, “cercanía a lugares de venta y consumo”, “presión de grupo”, “socialización” y la “diferenciación”. Esta curiosidad encuentra situaciones que la desencadenan, son ámbitos en los cuales están presentes y ausentes las instituciones zombis. Son, conforme a los tiempos, situaciones muchas veces complejas y significativas para los jóvenes: padres, tíos o primos adictos a drogas legales e ilegales; familiares que abusan sexualmente de ellos y que nunca recibieron pena legal por ello; padres que fallecen, que los niegan o a quienes nunca conocieron; familias con dos o tres divorcios y la subsecuente convivencia con hermanos de diferentes padres; barrios donde las drogas ilegales son moneda corriente o el alcance a éstas es fácil; los espacios seguros y libres de drogas, como las escuelas, las áreas recreativas y zonas deportivas, existen cada vez menos. Estos son algunos de los complejos elementos que configuran los trayectos biográficos, pero es preciso señalar que no todos los jóvenes entrevistados vivieron por situaciones y espacios como los antes mencionadas. En sus relatos sólo existe el tener experiencias de riesgo que los llevan por caminos nuevos, placenteros, peligrosos y que representan independencia, pero también a veces hostilidad ante lo que ellos no concuerdan. Es decir, tienen una vida familiar estable, condiciones materiales aceptables o pertenecen a círculos sociales 257 reconocidos. Sin embargo, cualquier situación puede convertirse en una buena razón o argumento del consumo de drogas. Por otro lado, está claro que para que un sujeto consuma una droga es necesario que existan determinados contextos, vínculos y un mercado (legal o ilegal) donde se la pueda conseguir con facilidad, hecho identificable en los relatos obtenidos. Por tanto, para la caracterización del sujeto debemos tener en cuenta la presencia de estos agentes que facilitan o inducen al consumo. La oferta no llega a través del micro comercializador parado en la puerta del colegio, muchas veces lo hace como una simple y seductora transmisión de experiencias, sin necesidad de agentes ajenos al entorno, como ya se ha señalado, a través de familiares, compañeros de escuela, amigos y vecinos. Aunque el uso de las drogas no tiene patrones fijos, este varía de un sujeto a otro, es posible afirmar que en los casos investigados se encuentran características de una persona considerada por las instituciones como enferma. La adicción adquiere ese estatus patológico, en el hogar, en las escuelas y, sobre todo, en la mayoría de centros de rehabilitación donde el proceso es duro y complejo. Los jóvenes tienen problemas que no pueden resolver de un modo socialmente aceptable y van encajando dentro de lo que se denomina como comportamiento desviado. Son ellos mismos quienes participan en la construcción de las imágenes de la adicción. A partir de la existencia de determinadas reglas que guían el orden social, se visibiliza una conceptualización del consumidor como marginado o procedente de grupos marginales (Rico, 1996:92). Es preciso aclarar que existe un número importante de consumidores de drogas que mantienen determinado nivel de integración social y que, a menudo, no son considerados como drogadictos. Esta situación profundiza el estigma hacia el joven que fuma marihuana, pero no al ama de casa o al ejecutivo que consumen drogas legales y socialmente aceptadas (Laraña, 1986). 258 El estigma también tiene que ver con el cuerpo de los jóvenes. Los relatos al respecto nos han permitido comprender conductas, usos físicos, simbólicos y las puestas en escena en el campo social. Cuando el consumo avanza y se localiza en la compulsividad, adquiere una determinada significación sexual y se convierte en una forma de intercambio. Como Gisela y Geraldine, quienes nos relataron la “vida alocada” que llevaban. Utilizaron sus cuerpos como objeto de intercambio, era parte de esa forma de diversión o de sustento material. El abuso de drogas ocasiona también en los hombres esta problemática asociada al cuerpo, como las marcas dejadas por actos violentos y/o delictivos. Se aprecia además, el intercambio homosexual para conseguir los medios y así seguir con el consumo. La adicción impide que ellos decidan libremente sobre su vida sexual, recurriendo de manera permanente o esporádica a estos intercambios con el fin de solventar su consumo, sus necesidades económicas o para ser liberados de prisión. Esta última circunstancia, a pesar de nuestra insistencia, no fue corroborada por Damián pero, según nos refirió un “hermano mayor” de la Casa de Retiro Las Lomas, fue un hecho real. Un efectivo policial “sodomizó” a este joven a cambio de liberarlo de la cárcel. En tanto los jóvenes avanzan y aumentan el consumo de drogas, la “adicción” aparece como una realidad ineludible, llegando a convertirse en algunos casos en “pasteleros”, un marginado dentro de la marginalidad. En algún punto del trayecto, sin que el consumo de PBC sea un requisito, se hace necesario el proceso de rehabilitación. Esta gestión del riesgo, que escasamente es atendida por el Estado,161 pasa a manos del sector privado. Son comunidades de rehabilitación en su mayoría, que tratan de brindarle determinada estructura a los jóvenes, cierto orden que les otorgue la capacidad de alejarse de las 161 No obstante que las fábricas universales de opinión pública siempre están muy preocupadas por Cuba, poco se difunde sobre las acciones del Estado cubano en relación con el consumo de drogas y su rehabilitación. Embajador Rodolfo Benítez, sub director de Asuntos multilaterales de Cuba, fue el único participante (Conferencia Internacional sobre Drogas Ilegales) que en su discurso se refirió a los sujetos con problemas de adicción de las drogas ilegales. En una entrevista que nos concedió (26 de junio del 2012), señaló que un factor relevante es la prevención, el trabajo conjunto entre la escuela y la familia. Sobre la rehabilitación en Cuba, queda sólo en el recuerdo, más como una anécdota, el tratamiento que recibió Diego A. Maradona en los años 2000 y 2004 en ese país. En el espectro mediático, actualmente no se conoce una recaída en las drogas del famoso futbolista. 259 drogas, enfrentarse con los problemas de la vida y las demandas de la sociedad. Una gran dificultad que algunos muestran es que no pueden tomar una actitud de búsqueda de soluciones, por lo que el dejar pasar es la única alternativa. Manifiestan necesidades afectivas, aislamiento y dificultades de interrelación en diversos momentos de su vida.162 En cuanto a los jóvenes que ya han pasado por más de un proceso de rehabilitación suelen transitar por una puerta giratoria que los lleva de un tratamiento a otro (Ferrando, 1994). El bajo porcentaje de efectividad de los tratamientos, junto con el aumento del consumo de drogas en el país podría ser también una de las causas de esta situación cíclica e interminable. Los jóvenes, a través de sus recaídas, refuerzan las acciones y necesidades terapéuticas. Estas, a su vez, se van nutriendo del contexto sociocultural del cual se selecciona la información que circula (creencias religiosas, experiencias redentoras y conocimientos populares), de los programas de otras partes del mundo y de las experiencias y afectividades subjetivas de los propios actores (Nuño Gutiérrez et al., 2006). Con estas gestiones del riesgo se pretende que el futuro de la catástrofe se actualice e influya en las decisiones que hay que tomar. La política de Reducción de Daños es una de esas decisiones por tomar. El objetivo: disminuir los efectos negativos del uso y abuso de las drogas. En los casos argentinos y brasileros es posible encontrar avances importantes en términos regionales. Sobre todo en Argentina, la experiencia del Hospital de Salud Mental “Dr. Agudo Ávila”, replicada en diversas zonas y en asentamientos urbanos irregulares de la ciudad de Rosario (ARDA, 2006). Como ya hemos citado anteriormente, la familia es un elemento relevante en todos los trayectos biográficos, sumamente significativo y se ubican entre la 162 Contradictoriamente se observa que en diversos momentos de su trayectoria biográfica los jóvenes construyen sus relaciones de manera distinta, estas son efímeras, pasajeras, son “relaciones de bolsillo” (Bauman, 2005a). 260 gestión del riesgo y el desastre. Gestión del desastre debido a que, en algunos relatos, la madre trata de encubrir, negar o apañar la realidad del consumo de drogas por parte de sus hijos. Sin embargo, al final de esa etapa de desastre por negación, casi siempre sobreviene el hacerse cargo del problema. Nos referimos a la etapa de rehabilitación, donde surge la figura de la madre que carga con la responsabilidad del hijo adicto. A pesar de todas las transformaciones y cambios, vemos aún la vigencia del vínculo maternal. Este vínculo es una forma zombi, y el personaje relevante es la madre que, en tanto su hijo o hijos permanezcan inmersos en el consumo de las drogas, representa a un muerto viviente. Afrontan la adicción de sus hijos, están convencidas de que tienen que seguir haciéndolo hasta que sus fuerzas y economía lo permitan. Son personajes que están en la búsqueda constante de nuevas ideas y maneras de rehabilitación. Algunas, incluso, se capacitan como consejeras terapéuticas.163 Los jóvenes, bajo la condición de internos, también valoran esa gestión. Como Damián, quien en plena entrevista con nosotros, desde un consultorio que nos habían asignado para ello, logró escuchar la voz de su madre, su principal y única gestora del riesgo. Nos rogó detener la entrevista, se puso de pie y se detuvo en la puerta, logró ver a su madre y fijó su mirada en ella. Él estaba a escasos 20 metros pero sabía que, por reglas del centro, no debía abandonar el consultorio. La miraba fijamente y sólo repetía: “mi viejita, mi viejita, mi viejita”.164 Lágrimas corrían por su rostro, a los pocos segundos se las limpió, encendimos nuevamente la grabadora y el joven sentenció: “la droga es una porquería que me ha quitado todo.” Siguiendo a R. Koselleck, en Damián y los otros jóvenes entrevistados, las esclusas del recuerdo y los estratos de su experiencia en las drogas instauran cortes, nuevos umbrales y memorias, generadas por victorias o derrotas, quiebres en sus conciencias que les exigen una reelaboración de nuevos horizontes de sentido (En Del Rey, 2005). 163 Es el caso de la Sra. Francisca Rabanal, madre de un joven adicto. La Sra. Rabanal se viene formando como “Consejero en adicciones” a través de la ACTP, que en alianza pedagógica con la Universidad Católica de Trujillo, la municipalidad del Callao y el aval de Devida, dictan esta especialización. 164 En el Perú, bajo ciertos contextos, el uso del término “vieja” o “viejita” hace referencia a la madre. 261 Paralelamente a cada experiencia particular, podemos condensar la información afirmando que los jóvenes entrevistados presentan una actitud pasiva de cara a la vida y, sobre todo, a la solución de sus problemas. Evidencian problemas de socialización en sus relatos, pero con deseos de amor y de aprobación, ya que comparten una imagen negativa de sí mismos. Se ven tímidos y muy sensibles, pero es difícil imaginar esa timidez cuando relatan los hechos delictivos –una de las problemáticas asociadas al consumo– más inverosímiles que hayamos escuchado. Esto marca tendencias de inadaptación que los expertos las atribuyen a situaciones familiares antes citadas y que configuran el umbral: estructura y núcleos constituidos fuera de los patrones tradicionales, carencia o ausencia de control, valores, normas y reglas. Pero los jóvenes asumen estas situaciones en diferente registro. Como ya hemos señalado, con familias ausentes o donde no se ha logrado crear un clima adecuado de seguridad y confianza, estos han visto en la droga el sustituto de lo que no sucedió en sus hogares o lo que sucedió pero que fue inadecuado. Además, este hogar vacío o en abandono son generadores de situaciones conflictivas y duras que permiten la disociación, negación y el encubrimiento como modalidad de una conducta de riesgo. Con este trasfondo, los jóvenes señalan haber vivido en su adolescencia y juventud momentos clave donde esa curiosidad, se convirtió en etapas de experimentación sin límites. Los jóvenes demuestran escasa tolerancia ante cualquier situación. Encuentran rápidamente en la droga el medio para hacer todo lo contrario a lo que le indican sus padres o la persona a su cargo. A la larga, antes de ingresar o dentro de los centros de rehabilitación, se dan cuenta de que sólo han cambiado un sometimiento por otro. Lo que en un principio pudo ser una forma de rebeldía, se convierte en los jóvenes en un “lo he perdido todo”, una rebeldía en avanzada que los puede llevar por el espiral o la puerta giratoria de la rehabilitación. Pero tal como lo hemos señalado, cada sujeto tiene una historia 262 configurada por distintos elementos y eso se refleja a lo largo de todo su trayecto biográfico. Finalmente, es preciso reflexionar sobre algunas rutas analíticas y ciertas consideraciones que se desprenden de nuestra investigación y que podrían profundizarse en futuros estudios. Para entender y comprender mejor el consumo de drogas por parte de los jóvenes, resulta indispensable reconciliarnos con un mundo en que cosas como éstas son simplemente posibles (Arendt, 1995); el consumo de drogas hace mella en el individuo y su entorno y viceversa, llevándonos a conocer situaciones poco o nada previstas. Al analizar e interpretar numerosos elementos que configuran los trayectos vitales y de los que dependen los individuos, nos percatamos que estos son escasamente visibles en profundidad en las investigaciones de carácter cuantitativo. El punto de vista recogido desde la experiencia personal, suma a lo que las múltiples investigaciones sobre el consumo de drogas sólo dan cuenta desde la experiencia generalizada. Datos válidos, los segundos, que junto a los hallazgos cualitativos, nos permitirían relacionar con mayor sustento las acciones y decisiones individuales de los jóvenes consumidores de drogas con los orígenes de sus problemas y temores. Aproximarnos lo máximo posible a las diversas condiciones de los jóvenes, permitiría comprender a la subjetivación como una dimensión que se estructura a través de la dimensión institucional. Al ocuparnos del sujeto singular, nos impulsa a movernos más allá de él con el fin considerar la autoconcepción como un discurso acerca del yo (Gergen, 1996). Apreciar el yo como una narración que se hace inteligible en el seno de las relaciones vigentes, permite enfocarnos en el relato mismo, con la salvedad de que no debemos desentendernos del contexto comunicativo en el que las historias se inscriben (Bernasconi, 2011a). La ruta de la subjetividad puede ser retomada como un espacio de representación, como teatro y escenificación que ilustra la impronta dejada por una infancia determinada por el riesgo, el infortunio, las rupturas, la 263 violencia o la muerte en el núcleo familiar. Puede ser vista también como la representación de la socialización temprana y los elementos del barrio y del colegio que configuran las experiencias de riesgo, los inicios del consumo, etc., y como un capítulo pendiente de esta investigación, el estudio de la reinserción social del joven consumidor de drogas. Para el análisis y la interpretación de los relatos, es preciso tener en cuenta en todo momento de la investigación que: entre vivir y narrar existe siempre una separación, y que la vida se vive, la historia se cuenta, como lo señala P. Ricoeur (2000). En ese sentido, el que relata toma lo que narra desde la experiencia, la que él mismo ha vivido o, en otros casos, la experiencia que le han transmitido (Benjamin, 1998). Desde nuestros hallazgos se desprende otra ruta analítica que se podría profundizar: la familia, específicamente la madre como gestora del desastre, y el hogar como espacio de consumo. En los múltiples caminos que toma el trayecto de cada joven, está presente la madre, por lo que es de suma relevancia profundizar en la comprensión de su rol. Además, está presente la familia que aleja al adicto a las zonas de mayor riesgo, de las calles, de los huecos, etc., y permite que el espacio vital, la casa familiar, se convierta en el “fumadero” de la modernidad tardía. Es necesario comprender las razones que los impulsan a tomar esa decisión y romper esa barrera simbólica. De otro lado, existen ciertas líneas de acción que consideramos pertinentes señalar y que también merecerían ser analizadas. Estas pueden servir, tanto para el ajuste de las actuales políticas y leyes, como para la reflexión de otras nuevas en torno a la juventud y el consumo de drogas ilegales en el Perú. Considerando que han pasado ya más de 100 años (Shangai 1909) del inicio de la fiscalización mundial de las drogas ilegales, las políticas enmarcadas en el prohibicionismo tienen resultados que nos permiten dudar de su total eficacia.165 165 Si consideramos una sola arista de la problemática de las drogas ilegales, como es el consumo de PBC, la eficacia de las políticas se cuestiona cuando la prevalencia adquiere un patrón estable en 2005 con 3.7%; 2.2% en 2007 y 2.1% en 2010 (UNODC, 2013). 264 Ante ello, es preciso tener en cuenta que hace algunas semanas la OEA se pronunció a favor de regular “el mercado de cannabis, ya que perseguir a los usuarios y al mercado de cannabis ha resultado ser inefectivo, costoso y contraproducente.” (2013) La lucha contra las drogas en el Perú, ante las constantes transformaciones, está obligada a incluir la voz del sujeto consumidor y a adaptarse a los próximos cambios en relación con la legalización del cannabis. De esta manera, entre otros asuntos, enfrentará la paradoja y el vacío legal de la “libertad” de consumo de cantidades mínimas legales. Es decir, por un lado es permitido legalmente el consumo mínimo de determinadas sustancias, por otro, no es legal la comercialización de esas cantidades mínimas. En ese sentido, las propuestas de Legaliza Perú y el Centro de Investigación “Drogas y Derechos Humanos”, entre otras instituciones y miembros de la Sociedad Civil, podrían ser incluidas seriamente en el debate político y legal. Con los clubes sociales y el auto cultivo, por lo menos para el tema del cannabis, se podría medir tentativamente el impacto social y sanitario de la liberalización citada. Se podría mostrar apertura hacia la política de Reducción de Daños. Esta política, en el Perú, representa diversas opciones, tales como: la priorización de grupos vulnerables, la información oportuna, sustitución y/o usos terapéuticos de sustancias, etc., como complemento, tránsito u objetivo intermedio para hacer abandono de las prácticas de riesgo. Además, constituye una oportunidad de recurrir a la misma fuente o materia prima (hoja de coca) de las drogas ilegales de mayor consumo en el Perú, en su forma de píldoras de harina de coca para mitigar las reacciones que sobrevienen a períodos de abstinencia. Sería el análogo de la Metadona y podría utilizarse en los programas de desintoxicación y mantenimiento de los farmacodependientes de drogas cocaínicas. 265 Los centros de rehabilitación para adictos nos brindan una ruta analítica y reflexiva que permitiría la generación de determinadas líneas de acción. Estas instituciones, bajo la perspectiva de una institución total, poseen caracteristicas variables que se ven relacionadas con la situación de siniestralidad y el bajo nivel de efectividad en la recuperación del adicto. Por tanto, es recomendable acercarnos al comportamiento de un sujeto en el mismo espacio del internamiento. Profundizando en la observación, sistematización y análisis de cada actividad que se realiza individualmente y con el conjunto de otros, aquellas que apuntan a cumplir los objetivos que tiene la institución para la recuperación del sujeto y que brinden más luces científicas del proceso de rehabilitación. En ese sentido, el Estado peruano podría destinar mayores recursos que permitan estudios e investigaciones al respecto, aprovechando la coyuntura de inversión de más de 200 millones de dólares en la Estrategia Nacional de Lucha contra las Drogas 2012-2016. Además, es preciso que el Estado identifique nuevas formas en relación con los tratamientos de rehabilitación para adictos a las drogas ilegales. Por un lado, alianzas estratégicas que aseguren la participación activa del Estado, los gobiernos regionales, municipales y la sociedad civil. Por otro, mantener y promover un enfoque multidisciplinario, integrándose las visiones clínica, comunitaria e, incluso, la alternativa. Los tratamientos en base a plantas ceremoniales, como el caso de la Ayahuasca,166 podrían representar una opción cuya viabilidad deberían analizar quienes dirigen la lucha contra las drogas en Perú. 166 Existe diversa evidencia científica que puede servir de respaldo. El Centro de Rehabilitación de Adicciones y de Investigación de Medicinas Tradicionales “Takiwasi”, dirigido por Jaques Mabit ha producido valiosa información al respecto. Por otro lado, de la múltiples investigaciones realizadas alrededor del mundo, recientemente se ha presentado: “El potencial terapéutico de los enteógenos para el tratamiento de las adicciones: una investigación cualitativa sobre los efectos de la Ayahuasca”. Investigación a cargo de la Dra. Anya Loizaga-Velder de la Universidad Heidelberg, Alemania. 266 Bibliografía Ackerman, J. (20128723). Viento y fuego. Disponible en <http://rbclatino.org/2012/12/28/viento-y-fuego/> “Alarmante incremento de venta de drogas en colegios” (2012). Disponible en <http://peru21.pe/2012/05/17/actualidad/alarmante-incremento-ventadrogas-colegios-2024680> “Alcalde de SJL dice que ya asumió su culpa por Cristo es amor” (2012). Lima, El Comercio. Disponible en <http://elcomercio.pe/lima/1368477/noticiaalcalde-sjl-dice-que-ya-asumio-su-culpa-cristo-amor> Alexander, J. (1992). Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Madrid, Gedisa. _______ (2005). 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Disponible en <www.sdpnoticias.com/nacional/> 291 Anexos A.1 Glosario de términos y estilo en los relatos de los jóvenes A continuación presentamos el significado de ciertos términos, frases y expresiones idiomáticas (modismos) utilizados por los jóvenes en sus narraciones y que se encuentran a lo largo del presente texto. Apiolado: agrandado, se cree superior a los demás. Armar: preparar en papel especial, o utilizando el de un cigarrillo de tabaco, un cigarrillo de droga ya sea de marihuana o PBC. Batida: operativo policial inopinado, redada, acción policial. Cabro: hombre homosexual. Cana, comí cana: prisión, calabozo, cárcel, etc. Estuve preso, detenido. Causa, causita: se refiere a un compañero o conocido. Utilizado como jerga para referirse al compañero de barrio, no necesariamente tu amigo. Cerrar: embaucar, estafar, negar. Clavo, crudo: cigarrillo de PBC mezclado con tabaco. Preparado dentro de un cigarrillo de tabaco, usualmente le extraen el filtro y le colocan cerillos o palitos de fósforo para dejar el paso libre del humo y evitar, con poco éxito, quemarse los dedos y los labios. Cloro: clorhidrato de cocaína en polvo. Término que lo verbalizan (Clorear, clorearse) para referirse a consumir o inhalar clorhidrato de cocaína. Comérmelo, comérmela: tener relaciones sexuales con otra persona. Comerse cana: estar preso o quedar detenido por un tiempo determinado. Comerse el cuento: confiar, creer algo que le han dicho. Conchatumare: forma abreviada de la frase ofensiva “concha de tu madre”. Insulto que hace referencia a la vagina de la madre de la persona insultada. Copión: una persona que imita, que remeda los actos de otro. Cuñado, cuñao’: término utilizado al dirigirse a algún conocido que puede o no ser su amigo. Chibolo, chibola, chibolada: de una persona que está en la edad de la niñez o que sus actitudes lo representan tal cual. 292 Chupar la vaina: tener o mantener sexo oral. Delivery: término anglosajón utilizado en el contexto de las drogas como venta y entrega a domicilio de drogas. Dengue, dengueado: cuando el sujeto atraviesa por el síndrome de abstinencia del consumo de drogas. Drogo: persona adicta a alguna sustancia o droga ilegal. Duro, estar duro: estar drogado, sentir los efectos de alguna droga ilegal. Usualmente los efectos de la PBC o la cocaína. Escuelearse, escueleándome: aprender malas costumbres, usualmente en referencia a la escuela de la calle o de la vida. Fest: del término inglés que se traduce como festival, fiesta. Flaca: mujer, chica, joven. No está referido concretamente a la delgadez pero es una forma de referirse cortésmente sobre una mujer. Hacer la hora: pasar el momento sin cumplir con responsabilidad alguna, vagar. Hiphopero, ra: persona que escucha y muestra una estética ligada a la música Hip Hop. Hornear, horneado, horneó: el verbo hornear remite a la situación y el espacio cerrado donde están consumiendo algún tipo de droga ilegal fumable. De allí se desprende el adjetivo horneado y el pretérito perfecto simple horneó. Hongos: en referencia a cualquier hongo de efectos alucinógenos. Hueco: lugar o espacio dedicado al consumo de drogas. Pueden ser casas o viviendas destinadas para el consumo de drogas ilegales, terrenos baldíos, basurales, etc. Huevón: forma despectiva y vulgar de tildar a una persona de imbécil o tonto. Jato: casa, departamento, vivienda. Espacio donde vive una persona o una familia. También se le denomina así al espacio cerrado donde se consume drogas. En ocasiones es un sinónimo de hueco. Kete: envoltorio que contiene PBC. Lacra: de algo o alguien sucio, viejo, acabado. 293 Liga: paquete que contiene 10 o 20 ketes de PBC. Los envoltorios están sujetos con una liga de plástico, de ahí la denominación. Loco, loca: persona con visibles signos de demencia a causa del consumo de drogas. Ver quemado. Micropuntos: uno de los nombres comerciales del LSD-25. También se le conoce como tripis, secantes, o simplemente la denominación del grabado que traiga el papel que los contiene: soles, bartsimpsons, gatosfélix, planetas verdes, Batman, etc. Mixtos: cigarrillo de pasta básica de cocaína y marihuana. Es preparado dentro de un cigarrillo de tabaco. Oe: oye, oye tú. Pasero: sujeto que compra droga por encargo, a cambio recibe una comisión que usualmente es de una determinada cantidad de la droga comprada. Pasta, pastel, pye, pai: diversas denominaciones de la PBC. Pastelero, pastrulo, panadero: persona que consume PBC. Pata: amigo, conocido, individuo. Pendejo: astuto, sagaz, pero que no contempla la moral ni los valores. Pichiruchi: ser cualquier cosa, de bajo nivel, de escasa calidad. Poppers: droga en estado gaseoso que se expende en frascos herméticos. Porro, bate, troncho, wiro, basuco: cigarrillo de marihuana. Preparado en papel especial o utilizando el de un cigarrillo de tabaco. Puntero: compañero, compinche, aliado, amigote. Quemado, quemao’: persona que, por lo general consume PBC pero que tiene signos visibles de demencia. Reventar la boca: acción que se refiere a la primera vez de consumo de drogas, usualmente ilegales y fumables como la marihuana y PBC. En el caso de inhalables, como la cocaína, el término adopta la variante reventar la nariz. Romperla: hacer algo muy bien. Sacar: comprar droga, servir de intermediario en la compra de droga. “Sacar pasta”, por ejemplo. Sentir palta: avergonzarse, sentir vergüenza, sentir temor o preocupación. 294 Tío, tía: en referencia a una persona mayor, de más edad. Tirar: tiene tres acepciones. La primera es mantener relaciones sexuales entre dos o más personas. La segunda, hace referencia a gastar dinero. La tercera verbaliza el término tiro. Tirarse al abandono: despreocuparse de la forma en que se vive y de la evaluación de las personas sobre uno. Tiro: una dosis de cocaína. Telo: hotel, hostal, hospedaje. Tocada: concierto, por lo general, de rock o algún sub género de éste. Tombo, tombería: policía. Toque: fumar, aspirar el humo de un cigarrillo de droga. Vaina: en referencia al clorhidrato de cocaína. También se utiliza para denominar así a una determinada situación. Por ejemplo: lo que hiciste es una vaina. 295 A.2 Caracterización de los sujetos de estudio. Una mirada a sus “biogramas”. Lo que hemos denominado como “biograma” se refiere a las líneas biográficas que cada uno de los jóvenes trazó a partir de un diagrama lineal. Esta propuesta dinámica se realizó en una hoja grande de papel, donde los jóvenes trazaron con marcadores de distinto color dos líneas paralelas. En la primera línea marcaron puntos y describieron brevemente su vida en general, desde que nacieron, su infancia, la escuela, su inicio en las drogas, la llegada al centro, etc. En la segunda línea, denominada su vida en las drogas, colocaron puntos y describieron los sucesos más saltantes de su vida en ese mundo. Al terminar, junto con ellos, trazamos ciertas relaciones entre los puntos de una y otra línea, para nosotros hipótesis de trabajo, para los jóvenes, algunas razones de su consumo. A continuación dos ejemplos de “biogramas” correspondientes a Akira y Gisela. Gráfico 4: “Biograma” correspondiente a Akira, sólo se pudo establecer una hipótesis la cual está marcada y enlazada entre círculos y una línea. 296 Gráfico 5: “Biograma” correspondiente a Gisela, se pudieron establecer diversas hipótesis de trabajo. Varios momentos o situaciones de su vida que la entrevistada relacionaba con el consumo de drogas. A continuación presentaremos la descripción de cada “biograma” construido por los entrevistados lo cual nos permite obtener, de manera más precisa, su caracterización. Akira, joven hombre de 21 años de edad, residente del Centro Fuente de Agua Viva (FAV) de Chaclacayo, Lima. Este es su sexto internamiento por consumo de PBC. Tiene 2 meses en el actual programa de rehabilitación y es uno de los sujetos que menor información proporcionó, tanto en el “biograma” como en las entrevistas. Relacionamos este hecho con el consumo de algún tranquilizante por indicaciones de los especialistas del centro. De ascendencia japonesa, nació en el distrito de La Victoria, en el año 1991. A los 3 años de edad su madre lo llevó a vivir a Japón. Cuando él tenía 4 años 297 recuerda una llamada telefónica en la cual le daban aviso a su madre que el papá de Akira había fallecido, él era drogadicto. Su madre decidió regresar a Perú y en la nueva escuela no reconocieron sus estudios realizados en Japón, lo ubicaron en un grado muy inferior al que le correspondía. Akira señaló que esto lo marcó para siempre. A los 16 se enamoró de una chica de nombre Lizeth pero sostuvo una relación de poco tiempo. Esta ruptura coincide con su inicio en el consumo de drogas. Inició consumiendo marihuana luego, “por curiosidad”, probó PBC. Su consumo se incrementa, intenta trabajar pero lo despiden. Consume compulsivamente hasta que su madre decide internarlo en el centro terapéutico Camino hacia la Luz. Sale y recae, consumía drogas en la calle, en el cuarto de un hotel y en el hueco de Sucre, donde una vez le apuntaron con una pistola para robarle una gorra. Lo internaron en tres ocasiones en el Hospital de Salud Mental Hermilio Valdizán. Cada vez que salía, al poco tiempo, volvía a consumir. A los 20 años, según señala, perdió todo lo que le importaba. Su quinto internamiento fue en el centro Cristo es Amor de San Juan de Lurigancho. Akira es sobreviviente del fatídico incendio ocurrido en ese centro en el mes de enero del 2012. Adam, joven hombre de 19 años de edad, residente de FAV (Acogida). Este es su segundo internamiento por consumo de marihuana, ketamina, ácidos, entre otros. Tiene 4 meses en el programa, sin embargo hasta ahora considera que su consumo no fue “compulsivo” como para estar en un centro. Este joven, según señala en su “biograma”, lo primero que marca su vida fue la separación de sus padres cuando él tenía 4 años. Tres años después su madre tiene otra pareja y reinician una vida familiar. A partir de los 13 años de edad Adam señala que “se sentía muy solo”167 , no tenía amigos y la única con quien conversaba era con su hermana menor. Del Callao se mudaron a San Juan de Lurigancho, donde hizo amigos y con ellos inició su consumo de alcohol “en exceso”. 167 Todas las palabras y frases que figuran entre comillas en el presente acápite corresponden a citas textuales de cada bio-grama. 298 Al cumplir los 15, “buscando la soledad y diversión por falta de atención", inicia el consumo de marihuana. Al año siguiente consiguió trabajo y con esto solventaba su consumo de alcohol y marihuana. Entre los 17 y parte de los 18 años tuvo “una vida completamente desordenada”, consumía alcohol, marihuana, LSD, ketamina y cocaína. Hasta que junto con su enamorada prometieron no volver a consumir algunas sustancias como la ketamina. A los 19 años su consumo era solamente de alcohol y marihuana, sólo los fines de semana y a escondidas de su enamorada. Sin embargo, Adam señaló que en esa época ya no tenía “control de sus acciones” y tenía “problemas con todo el mundo”. Quince días antes de que su madre decida internarlo, él dejó el consumo y trató de buscarle una solución a su problema. El 24 de febrero del 2012 lo internaron en la Casa de la Juventud, en San Juan de Lurigancho. Luego de unos meses lo trasladaron a FAV. Cristian, joven de 19 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este es su primer internamiento por consumo de PBC. Está a punto de terminar el programa de rehabilitación, tiene 14 meses en él. Nació en la provincia de Huarmey y a los pocos meses sus padres se separaron y su madre lo llevó a vivir a Lima, a un barrio de Lurín llamado Villa libertad. Allí permaneció parte de su infancia, luego se mudaron a Pachacamac. A los 14 años, en la secundaria, inicia su consumo de marihuana por “curiosidad”. La dosis de droga empezó a ser cada vez mayor, fumaba en su casa y en el colegio, sólo quería dinero para eso, “para seguir consumiendo”. En el colegio las cosas no marchaban bien, repitió dos veces el primer año de secundaria. Lo cambiaron a otro colegio y en ese ambiente probó PBC y a los pocos meses ya se consideraba adicto a esta sustancia. Su vida “cambió por completo”, cuando consumía pasta siempre “quería más y más”, hasta que “se quedaba dormido”. Se volvió más intolerante, agresivo, malcriado, etc. Su madre no quería saber nada de él, perdió a su enamorada, perdió “todo lo que quería” y se “refugiaba en las drogas”. Su madre lo cambió 299 de colegio, en otro distrito, San José de Chilca. Lo que no sabía ella era que en ese lugar “también abundaban las drogas”. A los 17 años abandonó ese otro colegio y su madre lo botó de la casa. Vivió en la calle y “estaba tan lacra” que empezó a robar, ni siquiera tenía hambre. Después de todas esas vivencias regresó a su casa, flaco y dolido, en resumen, “destruido”. Le pidió ayuda a su madre, ella aceptó y decidieron que debía internarse. Desde el 26 de abril del 2011 llegó voluntariamente a FAV. Dalins, joven de 20 años de edad. Él es residente de la Casa de Retiro Las Lomas, ubicada en Huanchaco, Trujillo. Este es su primer internamiento por consumo de PBC y tiene seis meses en el programa. Nació en el año 1993, a los 4 años inicia su vida escolar en un jardín cercano a su casa, en el distrito de La Esperanza. A los 9 años, según indica, ya estudiaba en el colegio Liceo Trujillo. En el mismo colegio a los 12 ingresa a la etapa secundaria, indica que este cambio “le chocó pero sí avanzó”. Sin embargo, tiempo después se retiró voluntariamente del colegio. Cuando tenía 15 años inició su consumo de cerveza, en mínima cantidad pero esto hacía que tenga un comportamiento “relajado”. Al cumplir 16 sus padres lo inscribieron en un colegio no escolarizado para que culmine sus estudios. Salía a fiestas y en una ocasión, cuando había ingerido licor, probó por primera vez marihuana. Inició también en esta época sus actos delictivos, al inicio robaba celulares. Al cumplir 17 años sus amigos del barrio le invitaron pasta y le gustó. Sus actos delictivos fueron en aumento, robaba taxistas y cada asalto le representaba entre 400 a 700 soles. Al cumplir la mayoría de edad conoció a más gente “de mal vivir”, le enseñaron a robar casas y a extorsionar comerciantes, para ello consumía drogas antes. Tenía en esa época una enamorada, ella sufría por su conducta pero “a la vez lo disfrutaba”. Con el dinero que Dalins conseguía a través de los robos, él la invitaba a comer y le compraba ropa. Al año siguiente, a los 19 años, su consumo y los actos delictivos aumentaron, “iban de la mano”. Gastaba hasta 300 80 soles diarios en droga. La droga lo “había segado”, “perdió a su familia pero les pidió ayuda”. Dalins “tenía miedo de lo que le pudiera pasar más adelante” y aceptó voluntariamente ser internado. Damián, 19 años de edad, residente de la Casa de Retiro Las Lomas. Este es su primer internamiento por consumo de marihuana y PBC. Nació en Lima en el año 1994. A la edad de 4 años pierde a su padre en un accidente automovilístico. Era un 24 de diciembre. A los 8 años se enteró que su madre ya tenía otro compromiso y señala haberse sentido “asombrado”. A la edad de 12 años ingresó a la secundaria a un colegio nacional “muy diferente” a lo que él “se esperaba”. A los 14 inició su consumo de marihuana a causa que se sentía muy “solo” y le “hacía falta su hermano” quien había viajado a USA. Un año después empezó a consumir más y esta situación se relaciona con el hecho que conoce gente de las “barras bravas” de Universitario de Deportes168 . Le robaba dinero a su madre para poder solventar los viajes con su equipo y la droga. Se alejó temporalmente de las drogas, pero a los 17 años de edad volvió. En el colegio invitaba marihuana a sus compañeros, a quienes “les llamaba la atención y querían experimentar”. Participaba en peleas contra hinchas del equipo rival (Alianza Lima). Eran épocas en la que “andaba más preocupado” en su vida de barrista, “pensaba de dónde sacar el dinero para el siguiente viaje o en ir a hacer disturbios a otros barrios”. Al terminar la secundaria se va de viaje de excursión y lo considera como “algo inolvidable en la vida”. Para ese viaje “sobraba la marihuana” ya que “casi todos fumaban”. Al año siguiente ingresó a la universidad, pensó que allí todo iba a cambiar pero conoció a tres compañeros que también consumían marihuana. Dejó de lado los estudios para seguir con el consumo. Su madre y su padrastro lo descubrieron y decidieron internarlo. 168 Equipo peruano de fútbol profesional. 301 Esteban, joven de 21 años de edad, residente de FAV (Comunidad). Este es su cuarto internamiento por consumo de PBC y marihuana. Es la segunda vez en FAV y tiene 10 meses en el programa. Es uno de los hermanos “mayores” de la casa. Su primer recuerdo importante es cuando él tenía 8 años, a esa edad su padre se aleja de su madre y él “siente mucha pena”. Al año siguiente conoce a su amigo Manuel y a sus hermanas. Eran vecinos y Esteban “jugaba” (mantenía sexo) con las hermanas de Manuel. No le gustaba el colegio y se escapaba de su casa, hechos que coinciden con la primera vez que probó marihuana. Fue en el colegio a la edad de 11. Entre los 12 y 13 años tenía “conocidos” con quienes se reunía a consumir alcohol, marihuana y mixtos. Al año siguiente empezó a delinquir, robaba con sus “causas” para solventar su consumo. Esto se convirtió en una costumbre, no trabajaba y “robaba casi siempre”. Se enamoró de Marycruz y ella junto con su abuela lo convencieron de que ingrese a un centro de rehabilitación. Sólo duró 5 días internado, al cabo de este tiempo su madre lo buscó con la policía y lo sacó de allí. Al cumplir los 18 años se fue de se casa, trabajaba en diversas provincias pero siempre volvía a Lima a comprar PBC para su consumo. Lo internaron por segunda vez pero se escapó. Conoció a una muchacha que lo “sedujo” y estuvieron cerca de seis meses consumiendo PBC. Lo internaron por tercera vez, en esa ocasión sí cumplió todo el tiempo que el programa de rehabilitación exige. Al salir “vivió bien” durante unos meses. Al cumplir los 20 años recayó con las drogas. Lo internaron nuevamente, está realizando todo su proceso otra vez y “ya no va a fumar”. Geraldine es una joven de 25 años de edad, residente de FAV (Proyecto Mujer). Es interesante considerar que esta joven no haya colocado ninguna fecha referencial en el “biograma”. Solamente trazo puntos en ambas líneas, sin embargo, sí nos condujo a diversas hipótesis de trabajo ya que relacionó casi todos los eventos relevantes de su vida como una circunstancia que la llevó al consumo de drogas. El primer punto que señala en su “biograma” corresponde 302 a un episodio en que ella le ayudó a su madre a buscar droga para su hermano adicto, en esta época ella aun era una niña (8 años aproximadamente). Otro momento importante tiene relación con la violencia familiar que se vivía en el hogar, la cual no se restringía a las agresiones del padre hacia la madre, por ejemplo, cuando el padre castigó a su hermano por haber roto la ventana de un vecino. La violencia también se reflejaba en el accionar del hermano, ya que la madre tuvo que intervenir en una pelea de éste con un vecino ya que “si no lo mataba”.169 En otra ocasión, la familia denunció al hermano por haberse llevado unas maletas del padre, pagándole además a los policías del escuadrón de “águilas negras” para que lo golpeen. Sin embargo, estas situaciones están matizadas por un lado emotivo, por recuerdos recurrentes, ver a sus padres juntos y haciendo una vida familiar en armonía. A partir de los 14 años Geraldine inicia el consumo de drogas, ella relaciona este hecho con el momento en que la madre le confiesa que “no quería tenerla”, que había sido por la insistencia del padre. Otro momento relacionado con su inicio en el consumo de marihuana es cuando la expulsan del colegio. La situación específica es cuando ella le dice a un chico que quería fumar y lo hacen. En relación con el ambiente familiar, éste se ve afectado por el descubrimiento de infidelidad por parte del padre. Una situación marca especialmente a la entrevistada en esta época, ella escucha a su padre hablando por teléfono con su amante. Bajo el mismo contexto familiar de infidelidad, ella conoce a un ciudadano colombiano, narcotraficante, y su consumo de drogas empieza a ser diario. La relación con el colombiano no fue muy estable, le “sacó la vuelta” con otra persona que también consumía drogas. Se alió con su hermano drogadicto y empezaron a vender las cosas de valor de su casa para comprar drogas. Al poco tiempo es internada por primera vez en un centro de rehabilitación (a los 16 años de edad aproximadamente). 169 Las frases y palabras entre comillas corresponden a citas literales de lo descrito por cada joven en su bio-grama. 303 Al salir, luego de seis meses, una de las primeras cosas que hace es buscar al colombiano para seguir consumiendo. Se va de su casa y quiere “experimentar” con cocaína. Ingresa a la universidad pero recae, es internada por segunda vez “cuando estaba de lo mejor en sus estudios”. Al salir se embaraza y tiene a su hija, recae, deja a su hija con sus suegros “para seguir drogándose” e inicia la venta de drogas con narcotraficantes. Fue cómplice de un robo y volvió a aliarse con su hermano para llevarse cosas de valor de la casa familiar. La internaron por tercera vez. Salió y al poco tiempo, “buscando no estar sola”, volvió a drogarse. Le robó dinero a su hermana mayor y volvieron a internarla. Conocimos a Geraldine en su cuarto internamiento, es por consumo de alcohol, cocaína y marihuana. Su madre vive fuera del país, su padre no tiene paradero conocido. La mantiene económicamente una prima. Gisela, joven de 25 años de edad, nació en el año 1987. Estuvo internada en el centro de rehabilitación Proyecto Vida de Cieneguilla. Ella vivió su infancia en los Estados Unidos de Norteamérica y cuando tenía 6 años de edad sus padres se separaron. Al año siguiente junto a su madre regresó al Perú. A los 9 años confiesa a su madre, en presencia de su segundo esposo, que la hermana de su padre biológico tenía “juegos sexuales” con ella. Esta segunda pareja de su madre, luego tendría también esos tocamientos con Gisela. Su madre se separa de él pero a los pocos años retomó esa relación. Gisela se enamora por primera vez a los 14 y, como su madre no la dejaba salir de casa, forcejeaba físicamente con ella hasta que se escapaba. Cuando cumplió los 15 años, vuelve a ver a su padre, también descubre el mundo de las drogas probando marihuana, se relaciona sexualmente por primera vez, se embaraza y tiene su primer aborto. Señaló que la razón principal de su consumo de marihuana fue para que su enamorado deje las drogas. Un año después inició su consumo de cocaína llevada por la “curiosidad”. Inician los maltratos físicos por parte de su enamorado. A los 17 años probó crack, poppers y fármacos ansiolíticos. Se 304 relaciona con gente de la mafia limeña y se divierte asistiendo a fiestas privadas de música electrónica. La relación con en el mundo de la mafia estuvo asociada a dinero falsificado, tráfico de drogas y prostitución de alto nivel. A los 18 dejó de asistir al colegio, se embarazó y abortó por segunda vez. Inicia su consumo de éxtasis y a los 19 la frecuencia de consumo de todo tipo de drogas se eleva, era “masivo y diario”. A esta edad también consumía, además de las drogas mencionadas, hongos, ketamina, micropuntos y pasta. Su madre decide internarla en el centro de rehabilitación de Cieneguilla. Resiste un corto tiempo en el centro y organiza, junto a dos internas más, una fuga. En esta época escuchó por primera vez de Dios y “tomó su decisión”. A la edad de 20 años viajó a Estados Unidos, se fue a trabajar y se reúne con su padre. Su padre consumía drogas y ella lo ve por primera vez. Él también se entera de la adicción de Gisela. En la ciudad de Miami se relaciona con un vendedor de drogas quien la agredía físicamente. Cumplidos los 21 años se muda a la ciudad de Nueva York, se fue a vivir con aquella tía que a sus cortos 9 años “tenía tocamientos” con ella. Trabajaba para pagar su consumo de drogas, consumía alcohol, marihuana y cocaína. Discutía mucho con su tía, las cosas “empezaron a salir mal” y por eso decidió regresar a Perú. A los 22 años dejó temporalmente las drogas y decide “seguir al Señor” pero sin dejar el vínculo con sus amigos de siempre. A los 23 años, Gisela considera que consumió drogas ilegales en pocas ocasiones, pero a los 24 se “aleja del Señor”, se va de su casa y tuvo una recaída “grave” en el consumo. A los 25 años “el Señor la transforma totalmente”, deja las drogas, empieza su “verdadera vida” y permanece cerca de seis meses con la familia pastoral de su iglesia. Actualmente lleva más de diez meses sin consumir drogas y vive junto a su madre y su menor hermana. José Pablo, joven de 20 años de edad, residente de la Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas. Este es su primer internamiento por consumo de PBC. Nació en provincia, en Cerro de Pasco en el año de 1989. En esa ciudad inició 305 sus estudios escolares y a la edad de 7 años su familia lo llevó por primera vez a una iglesia Cristiana Evangélica, donde llegó a ser “presidente de los niños”. Años después su padre se fue a trabajar a otra ciudad y los llevó a vivir a Lima, José Pablo tenía 10 años. En esta nueva ciudad terminó la escuela primaria e inició la secundaria. Era muy bueno en el fútbol, con los amigos del colegio se reunían y jugaban. Cuando tenía 15 años él descubre, cuando bebía licor con unos tíos, que su padre tenía otros hijos y otra familia. Este punto es el inicio de José Pablo en el consumo de las drogas ilegales. Con sus amigos del colegio tomaban licor y fumaban marihuana y sus demás compañeros lo sabían. Poco tiempo después José Pablo se enamoró de una compañera del colegio, ella quedó embarazada de él pero su familia la obligó a abortar. José Pablo perennizó la relación y estos sucesos haciéndose 2 tatuajes. Profundizó su consumo y lo hace compulsivo. Trató de salir del mundo de las drogas pero recayó, fue detenido por la policía por posesión de drogas. Dejó los estudios y se dedicó a trabajar en varios lugares, pero como seguía en el consumo perdió los empleos. Se “hundió en las drogas pensando en que ya no podía ser como antes”. Sin embargo, en algún momento a inicios del año 2012 decidió cambiar. Un domingo a las 10:00 a.m., aún ebrio y drogado, asistió a la iglesia-hogar Rompiendo Cadenas y optó por su rehabilitación. José Pablo tiene 5 meses en el programa y ya es el encargado de la casa. Luciano* es un adulto-joven, 33 años de edad170 , nacido en la provincia del Callao. Tiene bonitos recuerdos de su niñez, cuando su padre llegaba de viaje trayendo regalos para todos. Vivió una “vida feliz” hasta los 7 años de edad, sin embargo, menciona que en esa época su padre le obligaba a tomar cerveza cada vez que él bebía junto a sus amigos. Su padre perdió el empleo como marino mercante y la economía familiar inicia su descenso, vendió la casa y empiezan a vivir de un lugar a otro hasta que llegan a un AA.HH de Ventanilla. 170 A pesar de su edad d se decidió entrevistarlo debido a la disponibilidad del sujeto para colaborar con la investigación. Es preciso señalar que nos centramos en las narraciones de sus experiencias hasta que cumplió los 25 años de edad. 306 A los 10 años Luciano trabajaba de madrugada cargando maletas o ayudando a turistas junto a su hermano en el aeropuerto Jorge Chávez. Al poco tiempo dejó la escuela para dedicarse íntegramente a trabajar. A los 13 años probó por primera vez la marihuana pero no le gustó. Desde los 15 inició con el consumo de cocaína. Un año después, regresando del trabajo a casa, sus amigos del barrio le invitaron pasta. Desde los 18 años, su consumo fue compulsivo y estuvo cuatro años “perdido en el hueco”. A los 24 lo apresan por hurto agravado, llegó hasta la Fiscalía, lo condenaron pero salió en libertad. Al cumplir los 25 unos familiares llegaron desde Estados Unidos de Norteamérica al Perú. Lo ayudaron con trabajo y casa en una de las zonas más exclusivas de Lima. Todos los fines de semana regresaba a Ventanilla a fumar pasta en el hueco la posta. Actualmente es residente de la Iglesia-Hogar Rompiendo Cadenas, en San Juan de Lurigancho, Lima. Este es su tercer internamiento. Tiene 2 meses en el programa. Luiggi, joven de 19 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este es su primer internamiento por consumo de marihuana, PBC y cocaína. Cometió delitos asociados al consumo tales como la micro comercialización de drogas. Tiene 4 meses en el programa. No mostró una buena actitud en las entrevistas. Fue poco colaborador para con la investigación, otorgando escasos datos. Nació en 1993, en esa época él y su familia vivían en el distrito de La Victoria. A la edad de 5 años se mudaron a Villa María del Triunfo. Allí vivió el resto de su infancia y adolescencia. En el año 2004, cuando tenía 11 años, ingresó a la secundaria y es allí cuando probó por primera vez “sustancia verde” (marihuana). En los meses posteriores a este hecho consumía tanto en el colegio como en su casa. Un año después en el barrio le invitaron “sustancia marrón” (PBC). Desde los 12 hasta los 16 años de edad, debido a su conducta agresiva y poco interés escolar, es expulsado reiteradas veces de los colegios a 307 los que su familia lo matriculaba. Su consumo de PBC había incrementado tanto que en el año 2010 le descubrieron principios de tuberculosis. Antes de terminar ese año su familia adquirió una nueva casa, en el distrito de Santiago de Surco, Lima. En esa época ya había iniciado su consumo de cocaína y en el mes de noviembre falleció su tío a causa de las drogas. Al mes siguiente, estando bajo los efectos de las drogas, discutió con su madre y ella sufrió un colapso que casi le origina la muerte. En el mes de enero del 2012, sus padres “lo pepean” y Luiggi es internado en FAV. Sergio, de 20 años de edad, él es residente de FAV (Comunidad). Este es su primer internamiento por consumo de marihuana y PBC. Nació en el año de 1992 y sus padres eran bastante jóvenes, casi adolescentes. No detalló más sobre su infancia pero sí indicó que cuando tenía 8 años de edad tuvo su primera pelea. Fue con un compañero de escuela, Josymar G. Con él, luego de varios años, también consumió drogas. Su gran afición al fútbol lo llevó, a los 13 años de edad, a probarse en un equipo de las ligas menores de Lima. A esa edad, además, probó por primera vez marihuana, fue en el colegio donde estudiaba. Al cumplir los 15 años lo llamaron para que pase una prueba en el equipo de menores de Universitario de Deportes. Lo aceptaron y dejó de consumir drogas por un período de 6 a 8 meses. La abstinencia171 no fue total, fumaba marihuana de vez en cuando y señala haber probado mixtos en esa época, también se involucró en hurtos pequeños. Al cumplir los 16 años, permaneció en un equipo de fútbol el cual asciende de categoría y juega un campeonato importante. Sin embargo, los fines de semana el consumo de mixtos se volvió más regular en la vida de Sergio. A los 17, cuando logra ser convocado al equipo de reserva (un paso antes del equipo profesional) de Universitario de Deportes, inicia su consumo compulsivo de mixtos y crudos. A los 18 años dejó totalmente el fútbol y se dedicó sólo al 171 “Privación del consumo de drogas o (en particular) de bebidas alcohólicas, ya sea por cuestión de principios o por otros motivos.” (OMS, 1994:11). 308 consumo drogas. Luego de varios meses sus padres lo internaron en FAV. Sergio tiene 12 meses en el programa y está a la espera que sus padres lo lleven a casa ya que no desea hacer la “reinserción” dentro del programa. Luis Omar es el único adolescente (16 años de edad) que entrevistamos durante la investigación172 . Lo encontramos en su primer internamiento y negaba que fuera por consumo de drogas, señalaba que su padre lo había internado debido a los frecuentes delitos que cometía. Tiene 2 semanas en el programa y mostraba heridas de quemaduras recientes en el pecho, sentía mucho dolor y refería que las quemaduras habían sido hechas con una plancha caliente. Una turba de pobladores lo había castigado por haber robado en una vivienda. La segunda entrevista no fue permitida por órdenes del director del centro, por ese motivo no tenemos datos de su “biograma”. Marlon es un joven de 19 años de edad, era residente en FAV (Acogida). Su internamiento se debía por consumo de marihuana, tenía pocos meses en el programa y sus familiares decidieron retirarlo. El carácter de su padre, un profesional médico, fue un factor determinante para que los directivos del centro no insistieran en que Marlon se quedase. Al regresar para la segunda entrevista ya no lo encontramos en el centro, ese es el motivo por el cual no tenemos datos de su “biograma”. Según lo narrado en la única entrevista, este joven posee estudios completos escolares y antes de su internamiento había ingresado a una universidad limeña de prestigio. Sumamente elocuente en su relato, nos brindó detalles de su vida. Describió a su familia como un entorno de profesionales de clase media alta que habían llegado a vivir a la capital provenientes de la ciudad de Ayacucho. Este joven se mostró a favor del consumo legal de la marihuana y se quejó del tratamiento de rehabilitación. Probablemente, razón adicional por la cual convenció sus padres para que lo retirasen de FAV. 172 Esto se debió a que era el único sujeto que se acercaba a nuestra edad de muestra. La población residente de Centro Victoria, Iquitos, tenía una media de edad que superaba los cuarenta años. 309 Julio, de 24 años de edad, era residente de FAV (Acogida). Estaba internado por consumo de marihuana y PBC. Tenía pocos meses en el programa y sus familiares decidieron retirarlo para que viaje a Chile a trabajar. Al regresar para la segunda entrevista ya no lo encontramos en el centro, ese es el motivo por el cual no tenemos datos de su “biograma”. A partir de su relato autobiográfico, este joven no concluyó sus estudios escolares. Desde pequeño los abandonó para dedicarse a trabajar junto a una orquesta de música salsa. Inició ayudando a trasladar los equipos y llegó a ser cantante y bailarín. Se emocionaba cada vez que recordaba sus experiencias y shows musicales, lo que lo llevó a ser apodado como “showie”, una expresión que le agradaba debido al reconocimiento que adquiría por parte de la gente, de su público. Nos mencionó de las ganas que tenía de dejar, en un principio, el internamiento pero que esta situación ya había cambiado. Sin embargo, es probable que sí haya manipulado a su familia para que lo retirasen de FAV. Es probable también que la situación económica familiar los haya obligado a hacerlo. 310 A.3 El contexto de siniestralidad en las comunidades terapéuticas en el Perú Era una mañana soleada del 28 de enero del año 2012 cuando más de una docena de unidades de la Compañía General de Bomberos Voluntarios del Perú se tuvo que trasladar a la cuadra uno de la Avenida Próceres de la Independencia, distrito de San Juan de Lurigancho. El humo se levantaba sobre los techos de las casas y el olor a quemado daba cuenta de un incendio en el centro de rehabilitación para adictos “Cristo es amor”. Ese día la cifra preliminar de víctimas mortales fue de 27, aunque en un inicio y según representantes del Ministerio Público esta ascendía a 26. Días posteriores se supo que murieron 29 hombres cuyas edades oscilaban entre los 16 y 45 años. Un menor de edad entre los fallecidos, de 16 años, estaba internado debido a su adicción a los vídeo juegos.173 El recinto albergaba a cerca de 80 internos. Los hombres de prensa que se hicieron presentes confirmaron que una reyerta en el primer piso del lugar devino en la quema de un colchón y en una lucha por controlar la puerta de acceso. Las medidas de seguridad y un golpe a la parte interna de la citada puerta habrían complicado que escapen al fuego. Desde el segundo piso algunos lograron saltar y escapar a la calle. Los heridos fueron trasladados hasta el Hospital 2 de Mayo, donde Mario Garvino, de 31 años de edad, fue el fallecido número 29. Murió a causa de un severo daño cerebral, debido a la inhalación de gases durante el incendio.174 Desde ese día las autoridades y políticos de todo nivel dieron muestras de preocupación por el tema. Las responsabilidades de este accidente se hicieron evidentes también. El director del centro de rehabilitación siniestrado, Raúl García Albornoz, y el coordinador, Julio Matías Torres, fueron apresados el 01 de febrero y enviados a un penal al norte de la ciudad de Lima. Prisiliano Oré Mitma, es otro responsable del centro que el mismo 01 de febrero se puso a 173 174 “Menor adicto…”, 2012. “Aumenta a 28…”, 2012. 311 disposición de la justicia. Ellos fueron acusados de los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de homicidio, exposición de personas al peligro y exposición al peligro de persona dependiente agravado. En tanto las autoridades municipales, distritales y provinciales, también asumieron su cuota de responsabilidad pero a su manera. Carlos Burgos, alcalde de San Juan de Lurigancho, se presentó el martes 31 de enero ante la Comisión de Salud del Congreso de la República y reconoció que todos querían lavarse las manos en este tema, pero considera que él ya asumió su culpa al clausurar el local el lunes 30 de enero, dos días después del incendio. “Asumo mi responsabilidad y la asumí al clausurar el local. Yo felicito a los congresistas por la fiscalización que quieren hacer en este tema (...) Y está bien que revisemos este caso. Todos los días aprendo algo nuevo, se aprende de los errores porque uno no puede saber todo”, declaró a el diario El Comercio. Sostuvo además que el ministro de Salud, el Dr. Alberto Tejada, “debe asumir su responsabilidad ya que es su portafolio el que autoriza el funcionamiento de estos centros”. Es preciso señalar que, según la ley, la municipalidad distrital es la que clausura locales informales y el sector Salud autoriza a los formales. El ministro Tejada, en diálogo con una de las más importantes radioemisoras (RPP), insistió en atribuir toda la responsabilidad al municipio distrital de San Juan de Lurigancho, señalando que el Estado aplicará una nueva política de salud mental. “Será una labor comunitaria, no hospitalaria, en la cual los psicólogos y psiquiatras participen directamente con los pobladores, ya que los verdaderos problemas están en los hogares”,175 declaró. Por otra parte la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, afirmaba que antes de que ocurra el incendio del centro de rehabilitación “Cristo es Amor”, ya se estaba conversando con Devida para construir un centro de desintoxicación en la capital del Perú. El primer local a edificarse sería “del más alto nivel de 175 “Alcalde de SJL…,”, 2012. 312 atención”, indicó la alcaldesa. “Va a comenzar en el Cercado de Lima y espero que en estos tres años que nos quedan podamos tener al menos uno ejemplar en Lima norte, Lima este, sur”, añadió. En diálogo con el programa televisivo “El Dominical”, comentó que hay centros dirigidos por personas de muy buena voluntad, pero que no tienen “ninguna capacidad de realizar esta tarea de rehabilitación, que es muy difícil, de manera profesional, en condiciones de seguridad”. En tanto otras autoridades del Ministerio de Salud declaraban que en el Perú sólo existen “47 centros de rehabilitación inscritos que cumplen con las condiciones establecidas. Sin embargo, esta cifra no refleja el número total de locales que funcionan en todo nuestro territorio”. Esto lo dijo Gloria Cueva, directora general de Salud Mental del Ministerio de Salud, a la agencia de noticias Andina. Las autoridades de salud están convencidas que los centros informales suelen tener a varios internos en un mismo ambiente pequeño y no ofrecen una buena alimentación ni cuentan con profesionales que garanticen un adecuado tratamiento. Además, Gloria Cueva dijo que los inmuebles tienen ventanas y puertas enrejadas, lo que pone en riesgo la vida de sus internos que no pueden escapar en caso de un incendio o sismo. En efecto, debido a las medidas de seguridad los internos no pueden escapar en caso de un incendio. No se afirma ello solamente por lo ocurrido el 28 de enero en San Juan de Lurigancho. Menos de cuatro meses después de ese accidente, en la madrugada del 05 de mayo del 2012, cuatro menores de edad –tres de 17 años y uno de 15– se encontraron entre los 14 fallecidos tras el incendio en el centro de rehabilitación para adictos Sagrado Corazón de Jesús de Chosica, zona ubicada al este de la ciudad de Lima. Una vecina de este centro de rehabilitación, la Sra. Olid Rosas, señaló a la prensa que antes de que se desatara la emergencia, escuchó una discusión al interior del establecimiento desde la 1 a.m. del 05 de mayo. “Es un centro de 313 rehabilitación, suelen pasar a veces esos gritos cuando tienen sus crisis los internos. Pero anoche fue algo fuera de lo común”, comentó añadiendo respecto a las discusiones que estas “solían pasar y se callaban”. El alcalde de Chosica, Luis Bueno, indicó que una de las hipótesis que se manejaron desde el principio era que, en medio de una pelea entre internos, uno de ellos prendió un colchón y lo arrojó a los otros. A diferencia del centro “Cristo es amor”, el representante de la Dirección de Salud (DISA) 4 Lima Este, Pablo Céspedes, señaló que el centro era formal y estaba empadronado en el Registro Nacional de Establecimientos de Salud y Servicios Médicos de Apoyo. En menos de cuatro meses el fuego acabó con la vida de 43 personas, todas ellas internas en centros de rehabilitación. Sin embargo, la racha de siniestros que ocurrieron en el año 2012 en el Perú no se circunscribe a estos centros. Las terapias alternativas, ofertadas sobre la base de brebajes naturales, también han tenido consecuencias nefastas y poco conocidas por la población. Nos referiremos solamente a la última registrada y difundida por la prensa peruana, se trata de la muerte del joven estadounidense Kyle Nolan de 18 años de edad. La última vez que fue visto con vida fue el 23 de agosto del 2012. El joven había viajado al departamento sur oriental de Madre de Dios, motivado por sus ansias de acabar con su adicción a ciertas sustancias. Nolan desapareció luego de permanecer en el albergue Shimbre Chamánico Center, ubicado en la comunidad nativa de Tres Islas. Los detectives de la División de Investigación Criminal, indagaron durante varios días sobre el paradero del joven. Lo hicieron en distintos distritos de la región, al igual que en Puerto Maldonado. Incluso, José Pineda Vargas, chamán y propietario del albergue y la madre del desaparecido, Ingeborg Eswalo, denunciaron la desaparición del joven. Él había llegado hasta esta alejada zona para que a través de una sesión de Ayahuasca, supere sus adicciones. Tras las investigaciones, el chamán y propietario del albergue, José Pineda, 314 asumió la responsabilidad por la desaparición de Nolan. Este joven murió en manos del chamán y también se halló responsabilidad en el alemán Florian Schmartz, traductor del joven. Todos los indicios indican que el joven norteamericano había visitado varias páginas web en el intento de lograr la cura de su adicción a las drogas. De esa manera contactó con el Shimbre Chamánico Center, quiénes tras los sucesos sólo atinaron a colocar en su Web (www.shimbre.org) el siguiente mensaje: “Ofrecemos nuestras más profundas condolencias a los familiares y amigos de Kyle Nolan. Todo el mundo asocia con Shimbre está absolutamente devastada por la noticia (…) Shimbre fue creada para ayudar a la humanidad y la serie de acontecimientos que se han producido recientemente han dejado a la familia Shimbre conmocionada, triste y enojada (…) Descanse en paz, la familia Shimbre.” Tanto Pineda como el traductor, Florian Schmartz, señalaron que el día 22 de agosto por la noche tuvieron una sesión de Ayahuasca y Nolan amaneció muerto para el 23. Entonces, dijeron que para no comprometer la imagen del albergue, lo enterraron en una chacra ubicada en los alrededores. Con las indicaciones de Pineda, la policía halló el martes 11 de septiembre el cuerpo de Nolan. El último reporte, a octubre del 2012, un hombre perdió la vida a causa de maltratos en el centro de rehabilitación “Casa de la Juventud”, en San Juan de Lurigancho. Los familiares de Jaime Alberto Hurtado Pérez, de 35 años, denunciaron que el mismo día que salió para internarse voluntariamente recibieron una llamada en la que se les informó que Hurtado se había lanzado del quinto piso del local. La necropsia señala que Hurtado Pérez murió por traumatismos múltiples. A la fecha, este caso está en plena investigación. 315 A.4 Pirámide adictiva ADICCIÓN Inconsciencia del problema EXPERIENCIA INDIVIDUAL Inmadurez Inconsciencia en general Violencia, maltrato, abuso sexual, ruptura, fracaso, muerte, ausencia. Complacencia, referentes de adicción, encubrimiento, tolerancia, libertinaje. Desinformación, negación, manutención del vicio, temor, codependencia. Roles de víctima, salvador, responsable, corresponsable. U M B R A L D E L ENTORNO FAMILIAR R I E S G O El barrio, la zona residencial, el parque, las lozas deportivas, la esquina, los huecos, los hostales, las jatos, el castillo del terror, la calle. Los aniversarios del barrio, las fiestas privadas y públicas, las discotecas, los raves, los festivales, los conciertos, bares, y el consumo permitido de drogas legales. Los amigos, los dealers, los paqueteros, los paseros. Venta indiscriminada y microcomercialización multinivel. Los delitos asociados al consumo, el sexo a cambio de drogas o dinero para su compra, orgías. Tribus urbanas, sus elementos culturales y estéticos: uso de aretes, piercing, tatuajes, la música. ENTORNO SOCIAL 316