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PRESENTACIÓN La catequesis se inspira en la costumbre que tenía el papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, de orar y enseñar a orar usando los cinco dedos. OBJETIVOS 1. Hacer un recorrido a través de los cinco dedos de la mano y descubrir algunos motivos por los que debemos dar gracias a Dios. 2. Acompañar a los niños de estas edades para que participen activamente en la preparación y celebración de la Jornada de Infancia Misionera. METODOLOGÍA 1. Presentar el cartel de la Jornada de Infancia Misionera, donde se contempla cómo un grupo de niños porta, a modo de pancarta, un cartel con la palabra “¡Gracias!”. 2. Comentar con ellos el sentido que tiene cada uno de los dedos de la mano, siguiendo la pauta de esta imagen. Porque los amamos. Necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Ellos dirigen nuestros destinos y guían a la opinión pública. Para que les otorgues ayuda y fortaleza. Te doy gracias y te pido por el más pequeño de todos: por mí mismo. DESARROLLO DE LA CATEQUESIS El catequista o profesor invita a los niños a mostrar las manos y a decir cosas que hacen con ellas. Después les pide que recuerden cómo Jesús, durante su vida pública, hizo algunas referencias a las manos, unas veces para hacer el bien, otras para enseñar o indicar el camino. Podemos comentar algunos de estos momentos: Salva a Pedro cuando se estaba hundiendo en el mar: “Pedro empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame». Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:... «¿Por qué has dudado?»” (Mt 14,30-31). Jesús resucitado enseña las manos a los discípulos para demostrar que es Él: “Les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado” (Jn 20,19-20). El catequista o profesor abre un coloquio con los niños sobre estas escenas, comentando la importancia que tienen las manos de Jesús en cada caso. De esta manera se introduce el desarrollo de la catequesis para descubrir que... Los cinco dedos de la mano señalan a personas a las que hemos de dar gracias 1. Dedo pulgar Se indica a los niños que cojan algunos objetos o papeles que habrá sobre la mesa. Vamos a descubrir que el dedo pulgar siempre ayuda a los demás dedos. Sin él muchas cosas serían imposibles. El pulgar, además, es el más cercano a ti, es el más próximo a nosotros. Abrimos un diálogo para caer en la cuenta de cómo ayudamos nosotros a los demás. Pensamos en los misioneros y nos alegramos al ver que ellos ayudan también a muchas personas. ¿Recordamos algunas de las cosas que hacen para ayudar? Las personas más cercanas a nosotros son las que pertenecen a nuestra familia. La familia es el lugar en el que crecemos, donde aprendemos a ser quienes somos. Comentamos lo que nuestra familia hace por nosotros, y nos sentimos agradecidos. Como bautizados formamos parte de la familia de Jesús. Nos estamos preparando para comulgar y unirnos más fuertemente con Él. ¿Qué le vamos a decir al recibirle? Jesús vivió muchos años en una familia. Cuando salió a predicar y a recorrer los caminos de Palestina, frecuentemente se alojaba y vivía con alguna familia. Lectura de Jn 11,1-5. Te pido, Dios mío, por mi familia, por todos los que me quieren, me cuidan y me ayudan a crecer. Te doy gracias por ello. Infancia Misionera Para niños de 8 a 10 años 2. Dedo índice Vamos ahora a fijarnos en el dedo índice. Cada uno intenta aportar lo que hace con este dedo. Es el dedo que señala, enseña, indica... el camino, identifica un lugar, muestra el rastro de una cosa. Es como el GPS de un vehículo. Comentamos en el grupo que los niños están en edad de aprender, sienten curiosidad por descubrir muchas cosas; por eso necesitan que haya personas que les muestren el camino. Vamos a trabajar en grupos: ¿Qué personas nos ayudan a aprender? ¿Quién nos enseña a diferenciar entre el bien y el mal? ¿Quién nos va poniendo en el conocimiento de Jesús y nos habla de Dios? Estas personas son como el dedo índice, y debemos saber darles las gracias. Jesús en su vida pública pasó mucho tiempo enseñando a los que querían escuchar. Así dice el Evangelio de Mateo: Lectura de Mt 7,24-27. Gracias, Señor, por mis maestros, educadores y catequistas. Dales apoyo y sabiduría para enseñarnos el camino que nos hace ser mejores personas. 3. Dedo corazón El catequista o profesor les invita a mirar el grupo y ver que unos son más altos que otros. Se puede suscitar un diálogo sobre las ventajas que tiene el ser más alto. El dedo corazón es más largo. Sobresale sobre los demás. Aunque no es más importante, destaca sobre el resto. Si nos faltara, se notaría mucho más que cualquier otro. Este dedo recuerda a la Iglesia; y, dentro de la Iglesia, de forma especial, a los misioneros. Son los que se marchan más lejos para ayudar y servir. La importancia, dentro de la Iglesia, está en saber servir a los demás. ¿Qué hace la Iglesia para ayudar a los demás? ¿Conocen a algún misionero? ¿Saben qué hace? ¿Cómo ayudan ellos? Jesús fundó la Iglesia, y a sus primeros amigos les dijo que la tarea más importante era que se preocuparan de ayudar a los demás; que si querían ser grandes, se hicieran pequeños. Lectura de Mc 9,33-35. Damos gracias a Dios por pertenecer a su Iglesia y por estar invitados a servir. Gracias, Jesús, por el Papa y el obispo de nuestra diócesis. Ellos hacen posible que podamos participar en la catequesis de la parroquia para conocerte y amarte más y mejor. Obras Misionales Pontificias 4. Dedo anular Pensamos qué adornos nos ponemos en los dedos y por qué. No siempre es por estética; a veces significan un gran compromiso. Así, el anular es el dedo de los compromisos. Los esposos se ponen en él los anillos de la fidelidad. También el Papa y los obispos llevan su anillo en el dedo anular de la mano derecha. Dialogamos sobre los compromisos que ellos asumen y cómo los cumplen. Sin embargo, el anular es el dedo más débil y parece que el menos útil. El dedo anular recuerda a los enfermos y ancianos. A los que aparentemente valen muy poco, pero son personas muy valiosas. Su debilidad nos ayuda a entender que la salud y la fortaleza nos vienen de Dios, y que atender y estar con un enfermo es el mejor ejercicio de la caridad. Podemos plantear a los niños estas preguntas: ¿Han estado ellos enfermos alguna vez? ¿Quién les ha curado? Cuando otros están enfermos, ¿que hacen ellos? Jesús tuvo verdadera predilección por los enfermos. Les dedicaba mucho tiempo y cuidaba de ellos con atención personal. En una ocasión, vino a verle un padre angustiado: Lectura de Mc 5,21-43. Damos gracias a Dios por la salud y oramos por los enfermos. Jesús, acuérdate de todas las personas que sufren enfermedades. Danos un corazón grande y compasivo, capaz de amarlas y cuidarlas. 5. Dedo meñique Es el más pequeño de todos los dedos de la mano, pero es de gran utilidad para el resto de los dedos. Aunque no tenga la fuerza de los demás, con su sencillez ayuda permanentemente. Recuerda a los pequeños de la casa, a los niños. Los niños nos enseñan el modo de ver la realidad de manera confiada, porque sienten con sencillez las cosas. Ellos son la vida, la alegría y la esperanza. Hablamos con los niños: ¿Tienen hermanos más pequeños? ¿Cómo se portan con ellos? En el mundo hay niños enfermos, necesitados. ¿Podemos ayudales? ¿Cómo lo hacemos? Jesús enseña con su vida oculta que también Él vivió como un niño en Nazaret. En su vida pública mostraba también predilección por los niños, y aseguró que quien no se hace como un niño no puede entrar en el Reino de los Cielos: Lectura de Mc 10,13-16. Damos gracias a Dios por conocer y compartir con otros niños del mundo lo que somos, a través de Infancia Misionera. Te doy gracias, Señor, por cuidar de mí y de todos los niños del mundo. Ayúdame a vivir el lema de Infancia Misionera: "Los niños ayudan a los niños". Javier Carlos Gómez. Delegación Diocesana de Misiones de Valladolid