DE PROFESION, VOLUNTARIO - Teléfono de la Esperanza
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DE PROFESION, VOLUNTARIO - Teléfono de la Esperanza
Numero 236 I JULIO - AGOSTO 2010 Revista del Telefono de l a Esperanza avivir www.telefonodelaesperanza.org DE PROFESION, VOLUNTARIO Cerca de 4,5 millones de españoles colaboran con alguna ONG y 1,2 millones participan en el voluntariado Luciano Poyato, presidente de la Plataforma del Voluntariado: “No basta con querer ayudar, hay que hacerlo bien” Omnipotencia, decepción y aceptación de la realidad: etapas en la maduración psicológica del voluntario SUMARIO SUMARIO Carta del Director // Hombres y mujeres para los demás // 5 A fondo Ser voluntario en España // 6 Datos e historia de algo más que una moda Por Herminio Otero Hacer algo por alguien // 14 Psico (pato) logía del voluntariado Por Alejandro Rocamora Formar voluntarios competentes // 20 Un reto y una garantía de solvencia Por José María Jiménez Jóvenes voluntarios: de la huida al compromiso // 25 Por José Luis Rozalén Entrevista // 30 Con Luciano Poyato Roca, presidente de la Plataforma del Voluntariado. Por Gloria Díez Cine // 36 Un cine apasionante Por Norberto Alcover A pie de calle // 42 Un lema para vivir: “por todos mis compañeros” Por Antonio Saugar Comunicando // 46 Convenio con la Fundación FISLEM. Primeros pasos del Teléfono de la Esperanza en Cantabria. Inauguración de la nueva sede del Teléfono de la Esperanza de Castellón. Colaboradores: Herminio Otero Alejandro Rocamora Redactor jefe y Publicidad: José Mª Jiménez Gloria Díez Fernando Alberca José Luis Rozalén Antonio Saugar Diseño gráfico: José Luis Mendoza Coordinación: Impact 5 Edita: Tel.: 917 818 795 Teléfono de la Esperanza Depósito Legal: Fotografías ©©: M-28.500-1973 www.sxc.hu Dirección, redacción y administración: Francos Rodríguez, 51 (Chalet, 25) Con la financiación de: 28039 Madrid Tel.: 91 459 00 62 Fax: 91 459 04 50 e-mail: [email protected] Director: Pedro Miguel Lamet 3 Carta Carta del del Director HOMBRES Y MUJERES PARA LOS DEMÁS Cuando se habla genéricamente sobre la gente joven es frecuente caer en el tópico y la falsa generalización. “¡Hay que ver cómo están los jóvenes!” Recientemente tratábamos aquí del fenómeno de la “Generación Ni-Ni”, que ni estudia ni trabaja. Pero con frecuencia se olvida otro fenómeno que también caracteriza a la juventud de hoy día y que podemos calificar de nuevo y admirable: el voluntariado. El voluntariado, la acción voluntaria, es el resultado de una libre elección, es una opción ética, personal, gratuita, que no espera retribución o recompensa. La palabra exacta no es desinterés, porque la persona voluntaria tiene interés, mucho interés y obtiene satisfacción en sus motivaciones personales. Los voluntarios se mueven por altruismo, que quiere decir amor al otro, y que es lo contrario de egoísmo. El voluntariado, la acción voluntaria, sólo existe cuando repercute en los otros, cuando su interés es colectivo, general, público. Viene a ser, en lúcida frase de Pedro Arrupe, la aparición de un hombre o una mujer “para los demás”. El voluntariado es un medio para dar respuesta a necesidades, problemas e intereses sociales, y no un fin en sí mismo para satisfacer a las personas voluntarias. La acción voluntaria supone un compromiso solidario para mejorar la vida colectiva. Todo voluntario se revela no sólo en las buenas intenciones, sino en la acción. Una actividad que no debe llevarse a cabo como una práctica personal, individual, testimonial o íntima. Porque el objetivo del voluntariado es mejorar la realidad, transformar el mundo, y hacerlo eficazmente. Frente a la improvisación y la espontaneidad, el voluntariado requiere la capacidad de actuar organizadamente, uniendo fuerzas. Por tanto, la acción voluntaria debe de ser una acción organizada, sistemática, sinérgica, que requiere de organización, de asociaciones o fundaciones en las que actuar. Además el hecho de que sea una acción aconfesional, aunque también existen los que actúan en razón de su compromiso de fe, no excluye una axiología, un mundo de valores, una ética en los que basar esa actividad. Si no, es imposible. En la multiplicación de ONG y de cooperantes en nuestro tiempo no todo es oro lo que reluce. Por desgracia, como en toda realidad humana, a veces se mezclan elementos espurios: la huida de la realidad, la falta de preparación y hasta la especulación económica. Por tanto, vale la pena reflexionar sobre el fenómeno y analizar su alcance. Es lo que pretendemos en este número. En primer lugar hay que decir claramente que el voluntario no sustituye la transformación política necesaria. El mundo puede mejorar gracias a las ONG, pero no cambiará de veras sin un nuevo orden internacional, sin un cambio de las estructuras injustas. Aunque a veces su testimonio es una sirena de alerta y hasta una bofetada a los responsables de esa situación. El voluntariado no puede sustituir tampoco al gabinete psiquiátrico. Aunque esta actividad, por lo general puntual y temporal -son pocos hoy los que se deciden a entregar su vida o quemar las naves-, puede ayudar en la realización personal, no está directamente destinada a la terapia. No puede ser, como antaño se decía de ciertos conventos, un refugio de desubicados y enfermos, sino un servicio, donde la piedra de toque está en los logros a favor de los cuales se trabaja. Esta espléndida floración de gente que quiere arrimar el hombro está alcanzando notables proporciones. Ha llegado pues el momento de separar la paja del grano, de discernir con valentía y profesionalidad a dónde vamos. Decía la gran Concepción Arenal que “sustituir el amor propio por el amor a los demás es cambiar un tirano insufrible por un buen amigo”, y que “el dolor cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro”. De hecho esa experiencia ha cambiado la vida de muchos voluntarios. Cantaba Gloria Fuertes: La tierra no es un regalo de nuestros padres, es un préstamo de nuestros hijos. Curar la tierra sí -está enferma-, pero antes, curar la pobreza, curar al hombre. Desde el Teléfono de la Esperanza, una ONG cuyos voluntarios pretenden ayudar en la liberación integral del hombre, sobre todo de las angustias que le impiden ser él mismo, valgan estas reflexiones de AVIVIR sobre quienes desinteresadamente quieren colaborar en curar al hombre, que es la mejor manera de curar la tierra. Pedro Miguel Lamet 5 A Fondo SER VOLUNTARIO EN ESPAÑA Por Herminio Otero DATOS E HISTORIA DE ALGO MÁS QUE UNA ‘MODA’ Millones de personas en España trabajan por los demás convirtiéndose en pequeños héroes cotidianos o de fin de semana. Son los voluntarios, que hacen gratis lo que nunca harían por dinero, cultivan una sociedad mejor a costa de lo personal y trabajan con entusiasmo para mejorar el mundo. Y han crecido especialmente en las últimas décadas del siglo XX. 6 A Fondo Si cocinar hizo al hombre (lo salvó de la horda y lo reunió para comer juntos), ser solidario y ayudar a los demás lo salvó como especie y le dio sentido para vivir. En algún lugar del cerebro lo llevamos inscrito, y por eso nos produce placer lo que hacemos por otros, como nos produce placer lo que mantiene la vida: la comida y el sexo. Por eso siempre ha habido voluntarios, aunque no se llamasen con ese nombre, que realizaban gestos de ayuda a los demás. En España los voluntarios comenzaron a tener nombre y apariencia a finales de los años 80 (en Italia eran más manifiestos por esas fechas) y tuvieron su bautismo de fuego en las Olimpiadas de 1992, cuando el término voluntariado, por el que tanto se había luchado para delimitarlo, se expande a toda práctica no remunerada. Desde entonces, gana reconocimiento social el movimiento del voluntariado y aumenta de forma imprevista el número de voluntarios, aunque ese incremento no se correlaciona con un aumento en la participación social. Veamos algunos datos de esta realidad y un esquema sintético de su origen y desarrollo. Radiografía del voluntario en España Según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en 2005 había en España alrededor de 4,5 millones de españoles que colaboraban voluntariamente con una entidad no lucrativa, ya fueran asociaciones, cooperativas u otras organizaciones de este tipo. La mayoría de estos voluntarios participa en alguna organización que lleva a cabo tareas relacionadas con la acción social, pero también los hay en entidades que realizan actividades del ámbito sanitario, educativo, cultural o de cooperación y desarrollo. En cualquier caso, suelen destinar una media de cinco horas semanales a realizar tareas de esta índole. España es uno de los países europeos con menos voluntarios, ya que, al contrario que en otros lugares, no existe una gran tradición asociativa, pero su número había crecido respecto a 2001, la vez anterior que se había realizado el estudio. Un estudio más detallado, elaborado por la Universidad Pontificia Comillas en 2003, presentaba este retrato del voluntario madrileño: El perfil del voluntario responde al de una mujer joven con estudios secundarios o superiores volcada en tareas sanitarias o de docencia Se trataba sobre todo de mujeres (el 73% de los voluntarios de la región estaba constituido por mujeres). El grupo más numerosos era el formado por mujeres entre 19 y 25 años. Las amas de casa pisaban fuerte en esto de la solidaridad y batían récords: llegaban al 41,76%. Los miembros de ONG y asociaciones similares contaban con un alto nivel educativo: más de un tercio tenía estudios universitarios de grado medio o superior, y un 16% adicional se quedó en el bachillerato. El perfil de la persona voluntaria corresponde, mayoritariamente, a alguien menor de 40 años y con un nivel de formación elevado, aunque, cada vez más, también realizan tareas de voluntariado las personas que se han jubilado o que han dejado de trabajar. Los colectivos más atendidos eran los jóvenes (37%), los menores (35%), la familia (34%) y las personas con minusvalías (33%). Después, le seguían las mujeres, los inmigrantes y las personas mayores. El número de mujeres voluntarias es mayor al de los hombres. Las tareas que realizaban variaban en función del colectivo al que se dedicaban. Decía el estu- 7 A Fondo dio: “los voluntarios que trabajan con personas mayores se dedican a hacerles algo de compañía, tomarse un cafelito con ellas, dar un paseo por El Retiro y realizar labores de asistencia a domicilio. Con las que están en la cárcel, son alcohólicas, seropositivas, drogodependientes o carecen de hogar, luchan por su reinserción. A los peques les forman, y a sectores desfavorecidos como los inmigrantes, las mujeres o los gitanos les ayudan a denunciar su situación y sensibilizar a la sociedad.” Más de la mitad de las organizaciones de voluntariado habían nacido durante los años 90. “En esa época hubo una explosión impresionante, llegándose a crear un nuevo voluntariado cada nueve días”. Entonces se crearon las asociaciones con mayor número de miembros. Sin embargo, las más recientes se caracterizaban por una plantilla más bien raquítica: “el 75% tiene menos de 50 voluntarios”. Se exigían pocos requisitos para ser voluntario. Alrededor de la mitad de las instituciones no establece ninguna condición imprescindible. Y lo más usual era que demandaran un tiempo mínimo de dedicación, formación o experiencia previa en el trabajo que iban a desempeñar y tener una determinada edad. 8 El 45% de los colaboradores destinaba entre 5 y 9 horas semanales a esta actividad. El 78% de las asociaciones estaba compuesto por aquéllas que se habían constituido como personalidad jurídica o registradas administrativamente. Entonces comenzaron a caer las figuras de fundación y entidades canónicas de la Iglesia Católica, que suponían el 60% durante la primera mitad del siglo XX. En 2003, el 85% lo formaban asociaciones. El 41% de los voluntarios españoles mantiene un compromiso estable con su organización, con una permanencia continuada de más de cinco años El 78% de las asociaciones madrileñas dedicadas a labores de voluntariado se financiaba mayoritariamente de lo que salía de las arcas del Estado. Sólo en uno de cada cuatro casos, las aportaciones públicas representan menos del 25%. El A Fondo principal sustento de otro amplio porcentaje de organizaciones, el 76%, era la recaudación de las cuotas de los socios o colaboradores. El 75% de los centros madrileños tenía 50 o menos voluntarios colaborando en ellos. Cuanto más recientes eran las asociaciones, menos integrantes tenían. El trabajo pagado no era la pauta dominante entre las organizaciones dedicadas a labores de voluntariado. El 45% de ellas contaba exclusivamente con personas que no cobraban nada por sus actividades. Otros datos u otra forma de estructurarlos señalan que en España, aunque no existe una información sistematizada, contamos con esta aproximación: - Más de un millón de personas tiene una dedicación al voluntariado superior a 4 horas a la semana. - Son mayoritariamente jóvenes (un 66% tiene menos de 35 años). - Poseen un alto nivel de preparación (un 30% ha realizado estudios universitarios). - Se mantienen relativamente estables (un 41% con más de cinco años de dedicación). En resumen, el perfil del voluntario responde al de una persona joven, mujer, con estudios secundarios o superiores y volcada en tareas sanitarias o de docencia. La historia del voluntariado ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Algunos acontecimientos históricos explican los rasgos que han contribuido a modelar la cultura del voluntariado en España y marcan el modo característico de su evolución. Aun sabiendo que el movimiento del voluntariado es un fenómeno complejo y que, como todo lo humano, posee mucho de enigma, nos aproximamos a él según los pasos dados por Sebastián Mora y otros autores. (Véase la síntesis en el recuadro adjunto). Evolución del voluntariado en España Mediados del siglo XIX Benéfico asistencial Organizaciones religiosas Revolución industrial Filantropía Religiosos/burgueses Inicios del XX Solidaridad Grupos obreros Final de la guerra civil Acción social estatal Freno asociativo Años sesenta Ley de asociaciones Inicios de asociaciones Años setenta Sociopolíticos Reivindicaciones 1977 Crisis Cambio al movimiento político Años ochenta Relanzamiento Boom del voluntariado social Años noventa Consolidación Aparición de grupos alternativos 9 A Fondo Antes de nada, téngase en cuenta que del voluntariado no se empieza a hablar hasta los años ochenta y es entonces cuando se efectúa su expansión y consolidación. El voluntariado como expresión de la entrega gratuita a los demás y a la sociedad hunde sus raíces en el más remoto pasado de nuestro entorno, pero no existía el término lingüístico que expresara las implicaciones (metodológicas, jurídicas, sociales) que se desprenden de él ni había adquirido el reconocimiento social que ahora tiene. Durante el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX (hasta la Guerra Civil), la acción solidaria se caracteriza por un marcado talante benéfico y asistencialista debido al peso ejercido por la religión y la Iglesia católica. Esta acción se circunscribe a la atención de los “pobres de solemnidad” y a los “más menesterosos”. Posteriormente, la evolución del voluntariado en España posee algunas características diferenciales con respecto a los países de nuestro entorno. Después de la Segunda Guerra Mundial se desarrolla en los países europeos el Estado de Bienestar. En España la participación de las asociaciones y del voluntariado se ve más restringida. De hecho, el régimen político deja poco espacio al trabajo voluntario que no sea el desarrollado a través de organizaciones dependientes de la Iglesia o ligadas al régimen político. Es un voluntariado marcadamente asistencialista y de componente ideológico. En los años 60 se inicia un despegue económico que conlleva cambios sociales significativos y surgen nuevas organizaciones de carácter privado y sin ánimo de lucro, en defensa de intereses sociales, específicos y de grupo. La Ley de Asociaciones de 1964, en pleno desarrollismo económico, supone un paso decisivo. El Estado empieza a asumir funciones de asistencia social y a crear servicios de este tipo. Como consecuencia, se debilitan las organizaciones de carácter social vinculadas al régimen político y muchas de ellas pasan a la Administración del 10 Estado. Por otra parte, las organizaciones vinculadas a la Iglesia se adaptan a estos cambios. A la vez, surgen nuevas organizaciones de carácter privado y sin ánimo de lucro, en defensa de intereses sociales, específicos y de grupo. En los años setenta el voluntariado pasa a desempeñar la función de “amortiguador social” (antes había sido de orden “reparador”). Durante esta década, adopta diferentes formas: beneficencia, caridad, filantropía, asistencia, siendo al mismo tiempo generoso y abnegado, sin apenas preparación e impulsado desde diversas motivaciones religiosas y laicas. En muchas ocasiones, ha incidido más en las consecuencias de los problemas que sobre las causas. Pero a finales de los años 70, se vivió una eclosión en el mundo asociativo y la vida asociativa comienza a manifestarse con carácter reivindicativo, aunque en su mayoría se haga de forma discreta. Algunos interlocutores sociales y asociaciones ciudadanas son reconocidos como válidos por el régimen y se van obteniendo logros en el plano social. La Constitución Española de 1978 abre una nueva etapa y configura un nuevo marco político desarrollado a través del sistema democrático de economía de mercado que va configurando el llamado Estado de Bienestar, en el que las organizaciones no gubernamentales desarrollan una función socializadora que canaliza la solidaridad social, las redes informales, la cultura participativa y el enriquecimiento del entramado social. Durante los años ochenta se expande la participación ciudadana y se acrisola la acción social de organizaciones y asociaciones de todo tipo. Muchos líderes de la acción voluntaria pasan a la militancia política y sindical a raíz de la apertura democrática. Aparecen nuevos movimientos sociales, reivindicativos, hacia la conquista de logros de carácter legal y de una mayor calidad de vida. Las Leyes Autonómicas de Servicios Sociales reconocen el voluntariado como acción complementaria y fundamental en la intervención de los servicios sociales. A Fondo El cambio en el voluntariado moderno parece que residía en el desplazamiento del interés hacia lo objetivo, hacia la sociedad sobre la que actúa, y no a lo subjetivo, las motivaciones del voluntariado. Sin embargo, en gran parte del voluntariado reciente está primando la componente más ‘expresivista’: se valoran más las experiencias relacionales que la universalidad o la justicia, se valora más lo sentido que lo pensado, mi realización a lo realizado Esas leyes incluyen una definición de voluntariado, destacan sus principios básicos (solidaridad, gratuidad, asociacionismo, participación…), señalan los campos de actuación y las características de las entidades que pueden disponer de voluntarios, establecen algunos requisitos (funcionamiento interno, organización…) y un registro de asociaciones y de voluntarios, y establecen una carta de derechos y deberes de los voluntarios, además de incluir medidas de fomento y apoyo a la labor de voluntariado. Ese reconocimiento jurídico facilita la aparición de plataformas nacionales y provinciales de voluntariado que tienen representación en organismos internacionales y comienzan a colaborar activamente en el desarrollo de la participación social. En los años noventa, la reestructuración del Estado de Bienestar cedió espacios de mayor participación a la sociedad civil en el ámbito de la atención social, y la Administración generalizó el reconocimiento oficial del voluntariado social organizado. 11 A Fondo A partir del mítico año 1992 y tras el asentamiento que suponen los años ochenta, “el voluntariado llega a ser una figura mítica: campañas publicitarias, miles de voluntarios que se apuntan a organizaciones, telemaratones, guías de voluntariado, mercadillos solidarios, nuevas asociaciones, noticias en la prensa... y las distintas leyes de voluntariado de las Comunidades Autónomas, culminadas con la del Ministerio de Asuntos Sociales.” Estas leyes autonómicas y de Administración local, especificas para el voluntariado en el espacio más próximo a las necesidades de los colectivos vulnerables, articulan medidas de cooperación con entidades y grupos de voluntarios. Pero el término voluntariado, por el que tanto se había luchado para delimitarlo, se expande a toda práctica no remunerada. Sebastián Mora resume: “El manejo del término voluntariado engloba un amplio espectro de actividades. A partir de la Olimpiada de Barcelona se amplía el ámbito del voluntariado al campo deportivo, cultural, ecológico... Las Administraciones, los partidos políticos y las distintas mediaciones sociales lo consideran una conquista irrenunciable de la ciudadanía y comenzamos a hablar del voluntariado como una ‘moda’ que no acertamos a definir si persistirá o se disipará.” En los últimos años, el cambio principal en el voluntariado moderno parece que residía en el desplazamiento del interés hacia lo objetivo, hacia la sociedad sobre la que actúa, y no a lo subjetivo, las motivaciones del voluntariado, su perfil, su figura. Sin embargo, en gran parte del voluntariado reciente está primando la componente más ‘expresivista’: “se valoran más las experiencias concretas relacionales que la universalidad o la justicia, se valora más lo sentido que lo pensado, lo espontáneo que lo elaborado, mi realización a lo realizado.” Ante este giro expresivista, algunos piensan que es necesario “reinventar la militancia” buscando la unidad y coherencia, asentar los cimientos para trascender la acción puntual y poder acompañar a las víctimas de nuestro mundo sin abandonarles cuando aparezca el dolor y la renuncia. 12 Por eso Luis Aranguren, asesor de numerosas Plataformas de Voluntariado, es partidario de convertir la acción voluntaria en acción transformadora de la sociedad actual de modo que juntos caminemos “hacia una sociedad más solidaria”. (Véase su Decálogo del voluntario). Así el voluntariado, que a partir de los ochenta comienza también a tener una valoración positiva, se convertirá en un signo de esperanza para nuestro tiempo y dejará de ser un residuo del pasado para convertirse en un indicio de lo “inédito viable” y en un interlocutor válido de las políticas sociales. El 78% de las asociaciones madrileñas dedicadas a labores de voluntariado se financia mayoritariamente de las arcas de la Administración y el 75% de estas ONG cuenta con menos de 50 voluntarios A Fondo Decálogo del voluntario Pese a que España es uno de los países europeos con menos voluntarios, debido a que nunca ha existido una gran tradición asociativa, alrededor de 4,5 millones de españoles colaboran con alguna entidad solidaria no lucrativa Ser voluntario es pensar y vivir de otro modo. Ser voluntario es integrarse en una acción organizada. Ser voluntario es sentirse portador del inédito viable. Ser voluntario es cargar la voluntad de acción y la acción de determinación transformadora. Ser voluntario es pisar a fondo en la tierra de la exclusión para conocerla, saborearla y responder con conocimiento de causa. Ser voluntario es creer que los pasos del camino por andar son más importantes que la llegada. Ser voluntario es vivir la rebeldía como valor en desuso y asumir la contracultura de la solidaridad. Ser voluntario es tener los ojos abiertos y los oídos atentos para no acostumbrarse al quejido de quien sufre y para atisbar los mecanismos que genera la fábrica de la exclusión. Ser voluntario es saber contar con el límite propio y comunitario y aceptar que nuestra aportación es significativa, pero modesta. Ser voluntario es ser personalista y comunitario. Luis Aranguren 13 A Fondo HACER ALGO POR ALGUIEN PSICO(PATO) LOGÍA DEL VOLUNTARIADO 14 Por Alejandro Rocamora Bonilla A Fondo Decía Ignacie Lepp que “en la historia de la humanidad se conocerá probablemente el siglo XX como el siglo de la solidaridad”. Este aserto también se puede extender a los primeros años del siglo XXI, no solamente por la respuesta universal ante las grandes catástrofes (terremotos, sunamis, atentados terroristas, etc.), sino sobre todo porque cada día contemplamos signos de preocupación por el otro, como lo demuestra el creciente ascenso del voluntariado. Así, encontramos a asociaciones que se dedican a cuidar a los niños con cáncer, o en la clasificación de los medicamentos para el Tercer Mundo o visitando a los enfermos, o ayudando a los emigrantes, etc. Origen del sentimiento de ayuda En el útero, madre e hijo forman como un gran ‘magma’ sin diferenciación ni identidad propia: el bebé no sabe donde termina él y donde comienza la madre. Viven en una simbiosis tan perfecta, que es el paradigma de la felicidad. De alguna manera siempre volvemos a esa situación fetal cuando algún peligro nos acecha. Es con el “trauma del nacimiento” donde el niño comienza a sentirse como sujeto, pese a su indefensión. Es curioso constatar que el trasfondo de nuestra preocupación por los demás reside precisamente en la naturaleza de precariedad con la que nacemos. El ser humano es uno de los seres vivientes que más necesidad tiene de los demás para sobrevivir. Sin la ayuda del entorno familiar el niño moriría en pocas horas. Es, en esos momentos, donde el bebé descubre el poder de su madre desde su propio desamparo; esos primeros cuidados son los cimientos del yo futuro; si recibe cuidados “lo suficientemente buenos” (Winnicott) podrá ir formando lo nuclear de su personalidad, que le permita relacionarse con el otro, no de forma defensiva sino desde la comprensión y la empatía. Si por el contrario se produce una ausencia de “atenciones” (alimentación, contacto físico, etc.), la personalidad anómala está servida. Los dos primeros años de un ser humano son trascendentales para ir reconstruyendo el andamiaje El voluntario puede ‘pecar’ por exceso o por defecto; es decir, puede cometer un doble error en la acción con el ayudando: mantener un distanciamiento defensivo o una relación simbiótica de su propio edificio: reconocerá su cuerpo y aprenderá a reconocer sus sentimientos (deseo, rechazo, amor, odio, etc.) y será capaz de oponerse y rebelarse a todo aquello que no le satisfaga; al mismo tiempo, al comenzar a caminar y perfeccionar el lenguaje, esto le facilitará la exploración de su entorno y comenzar a tomar posiciones ante el “no-yo”. El momento culmen de este proceso será la adolescencia donde el encuentro con el “sí mismo” supondrá una confrontación con el entorno y consigo mismo, para encontrar la propia identidad. Así, pues, el movimiento evolutivo no es desde el egoísmo a la solidaridad sino que es la propia indefensión del bebé lo que le hace descubrir al otro (principalmente a la madre, pues la necesita), nutrirse de sus cuidados, fortalecer su yo y entonces poder preocuparse por los demás, sin temor a la destrucción o a la aniquilación. Es decir, el bebé pasa de un “yo-indefenso” a un “nosotros” gratificante y fortalecedor de su propia identidad. 15 A Fondo Es pues, la dialéctica frustración-satisfacción, “yoentorno” lo que irá configurando al sujeto. Aquí los extremos son negativos: una vida de continuas privaciones de los afectos más esenciales (figuras paternas) puede conducir a las personalidades psicopáticas; y una infancia, donde se evite toda contrariedad, será el caldo de cultivo para una personalidad narcisista. El voluntario frente a la angustia El voluntario, al iniciar su andadura en su prestación de ayuda (en un hospital, en una residencia de ancianos, en un albergue o en el mismo Teléfono de la Esperanza, etc.) comienza con la ilusión, de forma consciente o inconsciente, de que va a servir de gran ayuda a los demás. Fantasea con la posibilidad de hacer la vida más agradable a un anciano, de proteger a un indigente o de salvar a un suicida. Se siente como revestido de un poder especial, que se puede manifestar de varias maneras: “Yo lo puedo todo”, o “esta institución es la mejor del mundo”. En última instancia lo que ocurre es que asume, en toda su totalidad, el poder omnipotente que el ayudando proyecta sobre él. El voluntario se puede sentir ‘tocado’ por esta fantasía de omnipotencia que el ayudando proyecta sobre él y, al mismo tiempo, sentir la angustia o el miedo de su falta de poder real. De aquí, la posible doble actitud de todo voluntario principiante: de inhibición y de temor al acudir a su puesto de ayuda, o un deseo compulsivo a atender las diferentes demandas de los enfermos, ancianos o los llamantes del Teléfono de la Esperanza. Es decir, la respuesta puede ser de miedo paralizante o de una “huida hacia adelante”. En un segundo momento se puede producir un sentimiento de fracaso o decepción: “Aquí no se hace nada”, “no podemos ayudar a la gente”, etc. son algunos de los sentimientos que pueden expresarse. De la omnipotencia se ha pasado a una “impotencia angustiante”, que incluso impide cualquier tipo de ayuda efectiva. Dos posibles salidas: el abandono del servicio de voluntario, o bien, una acomodación patológica a la realidad frustrante. 16 El trasfondo de nuestra preocupación por los demás reside en la naturaleza de precariedad con la que nacemos. El ser humano es uno de los seres vivientes que más necesidad tiene de los demás para sobrevivir Con la anterior etapa se toca fondo y se comienza el recorrido hacia la etapa de aceptación de la realidad. En este momento, el voluntario asume sus límites, pero también sus posibilidades reales, aunque éstas no sean de la magnitud que él fantaseaba. En este momento, el voluntario ha llegado a un sano equilibrio entre lo que deseaba y la cotidiana realidad; equilibrio entre lo que él fantaseaba y las posibilidades reales de su acción como voluntario. A partir de entonces, su acción asistencial será más creativa y él mismo podrá autoalimentarse de la ayuda que presta. Este proceso no es solamente un recorrido cronológico, sino que también, con más o menos nitidez, se puede poner de manifiesto en épocas distintas de la labor como voluntario. Lo patológico no es el proceso en sí, sino el quedarse anclado en alguna de las dos primeras etapas, pues impediría una ayuda eficaz. Patología de la acción del voluntario El voluntario puede ‘pecar’ por exceso o por defecto; es decir, puede cometer un doble error en la acción con el ayudando: mantener un distanciamiento defensivo o una relación simbiótica. Juan Antonio tiene cincuenta años. Desde hace unos diez años acude, tras su jornada laboral en una entidad bancaria, a un centro de Cáritas de ayuda a los emigrantes. Imparte clases de español a personas que desconocen totalmente nuestra lengua. Manifiesta que los primeros años de su colaboración acudía con ilusión A Fondo y compartía con los usuarios sus problemas, no solamente los referidos al idioma, sino también sus preocupaciones personales, laborales y familiares. Desde hace un tiempo, no obstante, le cuesta acudir al Centro de Ayuda y procura no participar en los problemas de sus alumnos. El mismo afirma que es como si se hubiera puesto una coraza y todos los conflictos le resbalasen. Así, cuando alguien manifiesta su deseo de contar alguna dificultad personal, contesta siempre de forma seca y contundente: “Aquí estamos para aprender español, no para solucionar problemas…” Juan Antonio desea poner distancia con los ayudandos pues en algún momento se ha sentido invadido por la angustia de sus alumnos. Como no sabe distanciarse de forma sana, corta y pone un ‘muro’ entre el ayudando y su propia existencia. simplemente a pasear por el Madrid de los Austrias. María nos dice: “A veces, no puedo dormir pues me llevo a casa todos los problemas de los usuarios”. Actualmente se ha incorporado al grupo una chica anoréxica y María la llama constantemente por teléfono para preocuparse por su salud y le ha ofrecido salir a pasear todos los días. “Me da mucha pena”, nos dice. Todo lo contrario le ocurre a María, voluntaria en una asociación de enfermos mentales. Su misión es salir con algunos usuarios (esquizofrénicos, depresivos graves, etc.) una vez por semana. Acuden en grupo para ir al cine, a una cafetería o En el caso de María, ocurre lo contrario: se produce una fuerte identificación con el ayudando, viviendo su dolencia como propia y constituyendo una relación simbiótica en la que los dos términos de la relación saldrán perjudicados. Ambas conductas, la de Juan Antonio y la de María, son erróneas. La primera porque produce una relación fría y sin calor humano. Es una relación personaje-personaje, que no favorece a ninguno de los términos de la relación. Es una forma defensiva de alejarse del sufrimiento de los demás. Ante el miedo de contagiarse de su sufrimiento, Juan Antonio se defiende con la distancia afectiva. 17 A Fondo Salud mental del voluntariado Entre ambos extremos se encuentra el punto medio, o la virtud: un distanciamiento amoroso. Consiste en un saber acompañar al ayudando, caminar junto a él, respetando sus necesidades, flaquezas y expresión de dolor, pero al mismo tiempo sabiendo de nuestras posibilidades y también de nuestros límites. Esto supone que al emigrante no hay que tratarle como a un “bicho raro”, ni tampoco intentar solucionar los graves problemas del enfermo mental, ni al anciano hay que vestirlo y asearlo como si fuera un inútil, ni al paralítico transportarlo siempre en coche, ni al depresivo dejarle que esté todo el día en la cama. Es decir, debemos intentar compaginar una ayuda técnica con el afecto y la comprensión. 18 Es lo que algún autor ha llamado “el eros terapéutico”: no es paternalismo, ni tecnicismo, sino una asociación de ambos. Con este talante nos debemos acercar al ayudando que está sufriendo con la aparición de la deficiencia. Sabiendo que no existen “recetas mágicas” para la solución de los problemas, sino que el resultado exitoso va a depender de numerosas circunstancias: momento evolutivo del sujeto, estructura familiar, vivencia del problema, etc., y que estas mismas situaciones son cambiantes como las aguas de un río. Como ha dicho Dell (1983), no existe la “llave de oro” que abra A Fondo Al iniciar su andadura, el voluntario puede sentirse ‘tocado’ por la fantasía de omnipotencia que el ayudando proyecta sobre él. En un segundo momento, el voluntario puede tener un sentimiento de fracaso o decepción. Y, si su proceso de maduración es sano, desembocará en una última etapa de aceptación de la realidad en la que el voluntario asume sus límites pero también sus posibilidades ‘la puerta’ de la solución de nuestros problemas, sino que en cada momento, y dependiendo de la ‘cerradura’ que estemos ofreciendo, habrá que actuar con una llave de oro, de platino o de bronce. Lo importante, pues, no es el instrumento utilizado, sino conseguir el encaje perfecto entre la situación angustiosa y el ofrecimiento de ayuda. Ser solidario: un signo de salud mental Todos los hombres, pues, nacemos con la semilla de la solidaridad, que puede evolucionar hacia un sentimiento auténtico de preocupación por los demás, o bien, convertirse en una fortaleza autosuficiente que desprecie a todo lo que no sea el mismo. Lo que nunca podremos negar es la presencia del “no-yo”, para bien o para mal. De ahí la importancia de los primeros años de la vida, donde desde nuestra primigenia indefensión, debemos ir construyendo un “yo” fuerte, que nos posibilite una interrelación con el prójimo sana y enriquecedora, pero sin caer en la autosuficiencia o narcisismo. El niño debe aprender de forma teórica y vivencialmente que no es el “centro del universo”, que no está sólo. Las necesidades de los demás y sus deseos, son el contrapunto de sus inclinaciones y proyectos. Ser adulto también es tener en cuenta a los otros y sus necesidades. El voluntariado, pues, es una forma de abrirnos a los demás, potenciado la comunicación y sintiendo el dolor ajeno como propio. De alguna manera, el solidario, pone su mente y su corazón en la indigencia del otro, aplazando por un momento sus propias deficiencias. Además, el voluntariado favorece las relaciones interpersonales y provoca que el individuo salga de sí mismo para ayudar al más necesitado. Todas las personas que trabajan de voluntarios reconocen que “han recibido más” (afecto, valoración, respeto, autoestima, etc.) que han ofrecido: un poco de tiempo y de dedicación. Por otra parte, también está comprobado que al voluntario, que hace de la solidaridad la bandera de su vida, su propia acción voluntaria (aunque solamente sea una hora a la semana) le ayuda a ser mejor persona, a tener menos ansiedad y a fortalecer su propia autoestima. Por esto podemos afirmar que ser solidario es un signo de salud mental. A aquel que hace de la solidaridad la bandera de su vida, su propia acción voluntaria le ayuda a ser mejor persona, a tener menos ansiedad y a fortalecer su propia autoestima. En definitiva: ser solidario es un signo de salud mental 19 A Fondo Aunque sólo recientemente ha ido adquiriendo una personalidad jurídicamente definida de la que hasta ahora había carecido, lo cierto es que el voluntariado no es un fenómeno de aparición reciente. Ha existido siempre como una forma de respuesta al sufrimiento, a la pobreza o al abandono que vulnera la dignidad de muchos seres humanos. FORMAR VOLUNTARIOS COMPETENTES UN RETO Y UNA GARANTÍA DE SOLVENCIA Por José María Jiménez 20 A Fondo Verdad es que, a veces, el hombre puede convertirse, como afirmó Hobbes desde su profundo pesimismo antropológico, en “un lobo para el hombre”, pero no es menos cierto, así al menos lo creemos muchos, que entre las inclinaciones naturales que anidan en el corazón de los humanos está una especie de propensión o tendencia natural que nos impulsa a alegrarnos con el bienestar del prójimo y a lamentar sus desdichas. Por eso, en todos los momentos de la historia nos topamos con “buenos samaritanos” que, al margen de los poderes públicos o de los servicios más institucionalizados, se han apresurado a socorrer al herido, a proteger al desvalido o a compartir su pan con el hambriento. Respuesta al sufrimiento Es la respuesta a la marginación y al sufrimiento que hieren a tantos seres humanos. A tantas personas necesitadas de prójimos comprometidos que sean capaces de sembrar en sus corazones una chispa de esperanza. Porque quizá sea ésta una tarea que no parece prudente fiar al buen hacer de las instituciones o a la solicitud de la Divina Providencia. Tal criterio conduciría a la pasividad y a eludir la responsabilidad que a todos nos concierne en relación a las carencias de nuestros congéneres. Traigo a la memoria la historia de aquel hombre piadoso habituado a tratar con Dios con toda familiaridad. Parecer ser que, paseando un buen día por las calles de su ciudad, se cruzó con una niña sucia y andrajosa que le tendía sus manos suplicantes: “¡Tengo frío y hambre! -gritaba-, ¡ayudadme!”… Al buen hombre se le encogió el corazón, pero siguió caminando. Sentado en una acera, vio entonces a un joven extremadamente delgado, con el rostro avejentado y la mirada perdida, que era la imagen viva de la desesperación y la derrota… Se alejó apesadumbrado de aquel lugar y no tardó en toparse con unas jovencitas, vestidas de forma llamativa, que ofrecían a los transeúntes sus servicios sexuales ante la mirada inquietante de unos turbios truhanes que no les quitaban los ojos de encima… Sintió una angustia insoportable, corrió hacia la iglesia más próxima, se acurrucó en un rincón y gritó, en silencio, su terrible frustración: “¿Dónde estás mi Dios?, ¿por qué no sales de tus iglesias y haces algo por toda esa pobre gente?”... Soportó durante algunos momentos el peso de un silencio abrumador y, pasado ese tiempo, que se le antojó una eternidad, una voz firme habló así a su corazón: “¿Cómo puedes decir que no hago nada?, ¿acaso no te he hecho a ti?” Saber hacer significa adquirir hábitos de participación y trabajo en equipo. Las asociaciones de voluntarios no son cancha para francotiradores que persiguen protagonismos infantiles, ni el lugar más adecuado para personas inmaduras con ansia de vedetismo o reconocimiento No hace falta ser muy avispado para extraer la moraleja: la conciencia de pertenecer a un mundo privilegiado que coexiste con bolsas de explotación y de la marginación más absoluta plantea a los individuos un verdadero desafío. Porque, de alguna manera, todos intuimos que no podemos escamotearnos de nuestra propia responsabilidad exigiendo que otras instancias (autoridades públicas o el mismísimo Dios…) vengan a solucionar los problemas entre los que nos movemos mientras nosotros nos cruzamos de brazos. El voluntariado Es en este contexto de interpelación ética en el que surge el voluntariado como reacción solidaria o muro de contención de las penalidades que golpean el rostro de quienes se sienten maltratados por la enfermedad, la soledad, la pobreza, la explotación... 21 A Fondo El voluntario ha llegado a la convicción de que su aportación en los ámbitos de atención a los demás, por pequeña que sea, es imprescindible para la edificación de un mundo más justo y más humano. Es alguien que ha comprendido que es preferible encender una cerilla, tan sólo una insignificante cerilla, que maldecir las tinieblas. Como la madre Teresa de Calcuta, el voluntario cree que, si dejara de poner su granito de arena, al desierto le faltaría ese granito; que, si dejara de arrojar al océano su gotita de solidaridad, a los océanos les faltaría esa gotita. La necesaria formación Pero la acción voluntaria no puede ser fruto de un buenismo más o menos ingenuo, más o menos irreflexivo. Si carece de la cualificación adecuada y si el voluntario está ayuno de las competencias que le pueden habilitar para intervenir con la máxima eficacia posible en las distintas áreas de las necesidades sociales, perderá en gran medida su sentido. Podría, incluso, devenir perniciosa y convertirse en un elemento que, en lugar de contribuir a trasformar realidades dañinas, las cronifica prolongándolas en el tiempo. El voluntariado no puede ser, pues, mano de obra no cualificada y, por lo tanto, barata con la que se suple el trabajo de los verdaderos profesionales. Tampoco, evidentemente, un hobby para entretenimiento de desocupados, mucho menos una simple operación de pura cosmética para tranquilizar conciencias o una vía de escape para zafarse de problemas personales. Exige abrazar un proceso de formación permanente que le capacite para realizar el trabajo con el que uno se compromete con plena conciencia y con la máxima competencia. Lo cierto es que, en la actualidad, la formación del voluntariado constituye todo un reto y, a la vez, una garantía de la solvencia de los servicios que en cada caso prestan los voluntarios. Un proceso en el que, dialogando con la realidad sobre la que se quiere incidir y aprendiendo de ella, va sistematizando sus conocimientos, testando sus hábitos de trabajo y potenciando sus destrezas. Y sobre todo, gracias a la reflexión sobre lo que hace, cómo lo hace y por qué lo hace, madura como persona y acrisola sus motivaciones iniciales. Porque quizás sólo desde ese crecimiento personal se acaba viendo la vida desde la atalaya de una solidaridad consciente que impulsa a echar una mano a los más necesitados para ayudarles a solucionar sus problemas y, cuando esto no es posible, para acompañarles en el proceso de cambio que les permitirá posicionarse ante ellos con actitudes activas y positivas que faciliten su superación. El buen voluntario es aquel que atesora capacidad de compromiso solidario y disposición a mantenerse en un permanente proceso de formación. Desde estos principios generales, tres serían los ámbitos en los que debe incidir una buena preparación de los voluntarios: 22 A Fondo Desde el principio de que “nadie da lo que no tiene”, habrá que reconocer que quien opte por un modelo de voluntariado no simplemente asistencialista sino de crecimiento y desarrollo deberá trabajarse a sí mismo para alcanzar cotas más altas de madurez y autonomía personal Formación en conocimientos Evidentemente, saber a qué problemática va uno a enfrentarse es el inicio de una formación que aspire a ser mínimamente responsable. Las áreas de intervención del voluntariado son tan variadas como diversos son los problemas que afectan a nuestras sociedades cada vez más complejas, más plurales y, también, más necesitadas. De ahí que el voluntario deba comprometerse a intervenir con la máxima soltura en los campos específicos de actuación de la institución con la que se propone colaborar. A partir de ahí, formará parte de su responsabilidad disponer de un buen marco teórico que le permita prestar sus servicios no como el aficionado que actúa al dictado de lo que le sugiere el sentido común o la buena voluntad, sino como persona experta que conoce el terreno en el que se mueve y, por tanto, no renuncia a la profesionalidad y a la eficacia. El buen voluntario comprende que en su interacción, como agente de ayuda, con seres humanos en situación de dificultad, no basta con que esté acompañado por el sentimiento de simpatía nacido al abrigo de una primera emoción. Debe ser ejecutada desde criterios de calidad y de eficacia que incluyan el propósito de que la persona ayudada asuma, en la medida de sus posibilidades, el protagonismo en el proceso de hacerse cargo de su propia vida y de buscar solucionar de raíz los problemas que la acongojan. Formación en habilidades Pero no basta con saber, es preciso también saber hacer, es decir, adquirir todas aquellas habilidades y destrezas que son precisas para que la actuación del voluntario no sólo esté respaldada por un constructo teórico bien fundamentado, sino que logre alcanzar los máximos niveles posibles de profesionalidad. Saber hacer significa, en primer lugar, adquirir hábitos de participación y trabajo en equipo. Las asociaciones de voluntarios no son cancha para entrenamiento de francotiradores que persiguen protagonismos más o menos infantiles. Tampoco, desde luego, el lugar más adecuado al que pueden acudir personas inmaduras con ansia de vedetismo o reconocimiento. Es imprescindible, por lo tato, aprender a interactuar con los otros, a participar en la programación de las actividades y a adquirir destrezas que contribuyan a la dinamización y animación de los colectivos con los que se trabaja. En segundo lugar, saber hacer significa estar abierto a la supervisión y al cuestionamiento del propio trabajo como voluntario. Porque sólo quien admite ser contrastado y, en su caso, corregido acredita la madurez que es exigible a quien elige intervenir activamente como voluntario en estrategias que pueden incidir de forma relevante en la vida de otras personas. Y saber hacer quiere decir, finalmente, disponer y utilizar adecuadamente con la máxima competencia los medios que estén a su alcance y sean más apropiados a la peculiaridad de su actividad de voluntario. Formación en actitudes Finalmente, la formación debe ir orientada al ser del voluntario. Desde la sapiencia que recoge aquel viejo principio de que “nadie da lo que no tiene”, habrá que reconocer que quien opte por un modelo de voluntariado no simplemente asistencialista sino de crecimiento y desarrollo deberá, como primera providencia, trabajarse a sí mismo tratando 23 A Fondo de alcanzar las cotas más altas posibles de madurez y autonomía personal. Porque tal vez sólo desde una razonable madurez se pueda comprender el verdadero sentido de la gratuidad. Las personas inmaduras difícilmente se comprometen en tareas que exigen continuidad y que, más allá de los momentos iniciales en los que la novedad se convierte en un poderoso refuerzo, requiere muchas dosis de generosidad y sólidas convicciones para no abandonar el surco incluso cuando el laboreo se hace tedioso y el fruto del propio esfuerzo apenas si se percibe o, en todo caso, se percibe muy lejano. Si el voluntario carece de la cualificación adecuada para intervenir con la máxima eficacia posible, podría convertirse en un elemento que, en lugar de contribuir a trasformar realidades dañinas, las cronifica 24 El voluntario que trabaja su ser debe abrazarse a la honradez y a la coherencia y revisar permanentemente sus motivaciones. Conforme éstas sean más sólidas y se hallen más arraigadas, mejor quedará garantizada la limpieza y aún la nobleza del propósito que le ha impulsado a vincularse con una asociación de voluntarios. Y mejor quedará acreditado que esa vinculación no supone huída de compromisos previos o abandono de otras responsabilidades. No tendría ningún sentido regalar un tiempo que previamente se ha sustraído a quienes nos son más próximos o pretender tender una mano a desconocidos mientras dejamos en la estacada a los más cercanos. Formación, pues, en el saber (voluntarios competentes, “leídos” que conocen lo que llevan entre manos), formación en el saber hacer (diestros en el manejo de técnicas) y formación en el ser (voluntarios maduros con conciencia crítica y visión solidaria de la sociedad). He aquí una apasionante tarea a la que nos enfrentamos quienes, desde una u otra trinchera, queremos que nuestro trabajo se mueva dentro de los parámetros del buen hacer exigido por el respeto que profesamos a las personas a quienes va dirigida nuestra acción. A Fondo JÓVENES VOLUNTARIOS: DE LA HUIDA AL COMPROMISO EL 65% DE LOS JÓVENES OPINA QUE LA JUVENTUD SE EVADE, EL 20% CREE QUE SÍ ‘SE MOJA’ Y EL 15% PIENSA QUE SÍ AYUDA EN OCASIONES Por José Luis Rozalén Medina 25 A Fondo Tres grandes grupos En un reciente estudio sobre los jóvenes voluntarios realizado en la universidad española se ha observado que un porcentaje alto de estos jóvenes prefiere acciones de ayuda relacionadas con el medio ambiente y con los animales en peligro de extinción; después, en orden de preferencia, eligen la atención a gente con problemas de pobreza y falta de escolarización, el apoyo a discapacitados físicos y psíquicos, los campamentos de verano para intentar recuperar pueblos abandonados y espacios deteriorados, los viajes a África para llevar el apoyo contra el hambre y la miseria… No cabe duda de que las universidades constituyen hoy día (entre otros muchos organismos e instituciones de ayuda voluntaria) un verdadero puente de unión entre los problemas sociales existentes y la predisposición solidaria de muchos jóvenes, ya que en las propias estructuras universitarias existen oficinas de voluntariado que orientan y ayudan a los jóvenes dispuestos a trabajar por los demás. Para Luis Aranguren, “el verdadero voluntario joven ‘no juega con los pobres’, sino que se implica en la acción, pone su vida en lo que hace, lleva en sí una carga transgresora propia de su edad juvenil, pretende transformar radicalmente la sociedad, hacerla más justa y equitativa” Ante el problema de la solidaridad y el compromiso, podemos dividir a los jóvenes de nuestro país en tres amplios grupos. Por un lado, tenemos una parte de chicos y chicas muy vulnerable, inestable, desorientada, sin recursos, sin trabajo, sin perspectivas claras, que lo pasa bastante mal y que poco puede hacer por los demás. Por otro lado, hay otro grupo que, con medios sufi- 26 cientes, está perfectamente integrado en el sistema social y económico, pero que de forma egoísta se desentiende totalmente de los problemas u penalidades de los que están a su alrededor. Por fin, podemos observar a otro grupo de jóvenes que, con más o menos medios económicos pero con una gran voluntad, colabora, trabaja y asiste, a través de diversas organizaciones, a los más desfavorecidos y necesitados, ofreciendo gratuitamente su tiempo y su dedicación. El verdadero espíritu del voluntario Conviene matizar brevemente qué entendemos nosotros por un auténtico voluntario; desde luego no es aquel que en algún momento de su vida, fugazmente, tal vez impulsado por la moda o el capricho, quiere imitar a algún famosillo que se va a cualquier país tercermundista a fotografiarse rodeado de niños famélicos, comidos de hambre y mocos, sin olvidarse del fotógrafo que inmortalice el “maravilloso y generoso momento” que, a buen seguro, servirá para promocionar su carrera. El verdadero voluntario no busca el pasatiempo fácil del sábado por la tarde colaborando con alguna ONG, sino que, en palabras de Luis Aranguren Gonzalo, en su estupendo libro Vivir es comprometerse, “se implica totalmente en la acción, pone su vida en lo que hace, lleva en sí una carga transgresora propia de su edad juvenil, pretende transformar radicalmente la sociedad, hacerla más justa y equitativa”. Ése es el verdadero espíritu del voluntario. Como escribe Luis Aranguren en el libro citado, “el voluntariado no puede convertirse en un simple apéndice más o menos lúcido que viene a adornar una vida más o menos gris”, sino que debe surgir de un estilo de vida, de una forma de entender la existencia que no permite que haya gente postergada ni marginada. El joven voluntario, en medio de un mundo frívolo, efímero y superficial, establece relaciones y valores permanentes y duraderos, mira cara a cara, sin miedos, a la dura realidad y lucha para cambiarla. “Sus horizontes son de justicia social y no de pasatiempo”. Y se esfuerza constantemente por sí mismo, por los demás, por la esperanza, por la alegría, por la solidaridad, por la ilusión de lograr un mundo definitivamente mejor. A Fondo El verdadero voluntario joven “no juega con los pobres”, sino que se identifica con ellos y va creando a su alrededor una red de actos y sentimientos que van cambiando la faz de la tierra. En un mundo en donde se impone la dictadura del dinero, del poder, del triunfo, el auténtico voluntario ofrece la cultura de la gratuidad, de la amistad, de la sinceridad, del encuentro personal, del contacto de los corazones. ¿Qué dicen los jóvenes? Como en otras ocasiones, hemos planteado a un amplio grupo de chicos y chicas una serie de cuestiones en relación al tema que aquí estamos tratando: el compromiso social de los jóvenes españoles. He aquí las preguntas formuladas y sus correspondientes respuestas. 1ª. En el ambiente en el que te mueves, entre tus amigos y conocidos, ¿hay mucha gente que dedica voluntariamente su tiempo a ayudar a los demás? ¿Se da con frecuencia el compromiso voluntario, el hacer cosas por los otros, o es más frecuente la huida, la falta de preocupación por los problemas que existen en nuestro mundo? Razona tu respuesta. En el cómputo de respuestas aparece un elevado porcentaje, el 65%, que afirma que el compromiso voluntario entre los jóvenes no suele darse con frecuencia, que la gente es bastante egocéntrica y no suele pensar demasiado en las fatigas de los demás. Es más frecuente, dicen, “la huida, el pensar en uno mismo y los demás que espabilen”. “Tengo yo bastante problemas como para preocuparme de las penas de la gente”. “Mi tiempo libre es escaso y el que tengo prefiero dedicarlo a mis vicios y diversiones”. “En mi ambiente veo a pocos jóvenes con espíritu de ayuda voluntaria”. “Es triste, pero sólo los que lo han pasado mal alguna vez tienen la voluntad de escuchar y ayudar”. “Conozco a muchos que lo poco que hacen por los otros lo airean a los cuatro vientos para lograr reconocimiento y aplausos”. Sin embargo, hay un 20% de respuestas que, por el contrario, sí cree en la buena voluntad del ser humano, sí está convencido de que “siempre hay, 27 A Fondo y habrá, personas buenas y generosas que entregan su tiempo libre a los demás, para consolarlos, para curarlos, para atenderlos, para llevarles un poco de felicidad y alivio”. Finalmente, se da otro pequeño porcentaje, el 15%, que piensa que, aunque no haya muchos jóvenes que tengan una frecuente y notable actividad voluntaria, en algunas ocasiones, en circunstancias adecuadas, cuando tienen más tiempo, cuando la situación atañe a la familia o los amigos, entonces sí echan una mano, sí realizan acciones puntuales de ayuda a los demás. Nos dice, por ejemplo, Sergio, un chico de 19 años: “Suelo ayudar a mi familia y a mis amigos cuando los veo ‘con el agua al cuello’; tengo un tío ya mayor que está solo y, de vez en cuando, voy a hacerle compañía; se pone muy contento y yo me siento muy bien; entonces pienso que es bonito ayudar a la gente necesitada y que yo, si fuese más generoso, podría hacer mucho más de lo que hago”. 2ª. ¿Qué tipos de ayuda voluntaria más frecuentes conoces entre los jóvenes de tu entorno? Entre las acciones más citadas (que, por otra parte, a muchos de estos chicos/as les gustaría realizar algún día) figuran las siguientes: participar en campañas de información contra el sida y la droga, y de prevención del cáncer; ayudar a la gente que no tuvo oportunidades en su día para estudiar y aprender; limpiar las costas, los bosques, los parques y ayudar a tener conciencia ecológica; ayudar a alguna familia humilde que tiene a varios de sus miembros en paro o con enfermedades graves; visitar a los enfermos que están solos en los hospitales; atender y acompañar a los ancianos que están abandonados; apadrinar algún niño del Tercer Mundo; ir a las cárceles a hacer compañía a los reclusos y a charlar con ellos; ayudar a los escolares sin recursos económicos y con problemas de aprendizaje; ir a los barrios suburbiales y comunidades desfavorecidas para atender a los más pobres con ropas, alimentos, comida, trabajo; asistir a campamentos de verano para reconstruir pueblos, conocer nuevas culturas, hacer nuevos amigos… En definitiva, como vemos, se trata de un buen programa de actividades voluntarias: más que de realidades efectivas, de buenos deseos. 28 El voluntariado no puede convertirse en algo que viene a adornar una vida más o menos gris, sino que debe surgir de un estilo de vida, de una forma de entender la existencia que no permite que haya gente postergada ni marginada 3ª. ¿Realizas tú alguna actividad de voluntariado? ¿Cuál es? Razona brevemente tu actitud, tanto si la realizas, como si no haces nada. Aparecen aquí respuestas diversas de distinto calado: “No realizo ninguna actividad, porque no saco nada en limpio”. “Ahora no hago nada, ni creo que en el futuro tampoco haga algo aunque algún día tuviera más tiempo, porque a mí sólo me incumben mis problemas”. “No hay ninguna A Fondo ONG que me motive, y además, algunas se enriquecen a costa del dinero de los demás”. Éstas son algunas de las contestaciones más negativas y oscuras. muy joven-, “me sentí muy arropada por mi familia, por voluntarias que me apoyaron, por otras chicas que estaban allí tan solas como yo; allí aprendí a ayudar y a que me ayudaran”. En cambio hay otras muchas más esperanzadoras que conviene destacar: “Aunque ahora no puedo, me gustaría colaborar con Acnur”. “Si algún día tengo más tiempo, querría trabajar con el Samur o la Cruz Roja, porque creo que realizan una gran labor”. “Aunque actualmente no realizo ninguna actividad, estoy seguro de que, si algún día colaboro en algo, me sentiré muy a gusto”. “En estos momentos” -nos manifiesta Isabel-, “ayudo a un grupo de niños de mi país, Cabo Verde, que tienen mucha necesidad de alimentos, de protección, de cariño, de todo”. “Cuando doy sangre, me siento feliz: poco es, pero algo es”. “Colaboro con mi parroquia y con Cáritas en al atención a los más necesitados y olvidados”. “Sólo puedo dar, de vez en cuando, unas pocas monedas y unas palabras de conversación a un señor mayor que está pidiendo en una esquina de mi barrio; más que el dinero, agradece mucho el tiempo que le dedico hablando con él”. “Cuando tuve a mi hijo hace tres años” -nos dice Raquel, madre 4ª. ¿Crees que en una sociedad como la nuestra, con tantas carencias y necesidades, es importante que haya jóvenes dispuestos a sacrificarse por los demás, o todos estos problemas tendrían que ser solucionados por el Estado? Razona brevemente la respuesta. Salvo algún caso raro que afirma que “atender los problemas de la gente es asunto exclusivo del Estado y de las organizaciones dedicadas pertinentes”, la gran mayoría de los jóvenes, está convencida de que, “aunque el Estado debe dar ejemplo a los miembros de la sociedad cumpliendo con sus obligaciones de atención pública, “desde la Casa Real hasta el último ayuntamiento”, nos dice Ricardo, alumno de 21 años, “sin embargo, siempre es necesaria la colaboración voluntaria de la gente, de cada uno de nosotros, porque siempre hay personas y situaciones a los que la acción pública no llega”. “A veces”, nos dice Ignacio, joven de 20 años, “estamos los jóvenes preocupados por comprarnos la consola más moderna, la última marca de pantalones o zapatos, el más sofisticado capricho, mientras observamos que hay gente que tiene que comer en los comedores de Cáritas o va rebuscando en los contenedores de basura: y nos quedamos tan panchos”. Finalizamos con lo que nos dice Luisa, una chica de 22 años, estudiante en un instituto nocturno de Madrid, que trabaja por la mañana en unos grandes almacenes: “Es importante que haya jóvenes que estén dispuestos a sacrificarse por los demás, porque en una sociedad solidaria todos dependemos de todos, todos nos necesitamos, sobre todo los que menos tienen… Por supuesto que tenemos que descansar y divertirnos, pero hay que sacar tiempo para los demás, porque yo estoy segura de que cuanto más damos más recibimos, y si nos encerramos en nosotros mismos, estaremos matando nuestra esperanza y la del mundo”. 29 ENTREVISTA LUCIANO POYATO ROCA PRESIDENTE DE LA PLATAFORMA DEL VOLUNTARIADO “Si no estamos formados y pretendemos ayudar, a lo mejor estamos perjudicando Por Gloria Díez sin darnos cuenta” Fotos: Cristina Bezanilla 30 ENTREVISTA Luciano Poyato es un ingeniero agrícola que se encontró con el campo del voluntariado a través de una huerta, o mejor de La Huertecica. Eran los años duros de la heroína y nadie sabía muy bien cómo hacer frente al problema. Hoy es presidente de la UNAD, una entidad que agrupa a 258 organizaciones que trabajan en el terreno de las drogodependencias. Poyato, cartagenero, encabezó la candidatura que resultó elegida el año pasado para gestionar la Plataforma del Voluntariado, entidad que aglutina a la mayor parte de las organizaciones no gubernamentales de este país. La entrevista tiene lugar en la sala de reuniones de la Plataforma, en un edificio del viejo Madrid. En torno a esta mesa redonda se habla y se pacta. Para poner de acuerdo a setenta y siete miembros hace falta dialogar mucho. Usted llegó al voluntariado, y al mundo de las drogas a través de los cultivos. Sí, allá por el año 1987, en mi zona, había una serie de madres preocupadas por los problemas derivados del consumo de heroína. En aquel momento no había ninguna respuesta a esa situación y alquilaron una finca: La Huertecica. Yo estaba en el último año de carrera y me llamaron para que pusiera una serie de cultivos hortícolas, con algún invernadero que otro. Pronto nos dimos cuenta de que, por dedicarse a trabajar en la tierra, los chicos no dejaban el consumo, sino que necesitaban una reflexión más profunda sobre qué es lo que estaba pasando en su vida. Fue entonces cuando empezó a incorporarse gente de otras disciplinas, fundamentalmente del mundo de la psicología y se constituyó la asociación Colectivo La Huertecica, pero realmente no se ha dedicado nunca a las labores agrícolas. Nació para ayudar a esos chicos de los que, por cierto, algunos murieron con nosotros, porque ese momento también coincidió con el boom del VIH. La asociación creció muy de prisa, fueron unos años duros de aprendizaje, de muerte, de todo ahí mezclado. Y como en Cartagena, en el resto del estado español aparecieron también asociaciones de estas características. Al principio nos reunimos cinco, fuimos las que firmamos el acta fundacional de UNAD, la Unión Nacional de Atención a las Drogodependencias. Llegamos a ser cerca de 300, pero ahora hemos quedado en 258, porque algunas han desaparecido por fal- ta de actividad. UNAD, ahora mismo, es verdad que está muy profesionalizada, pero también tiene muy en cuenta todo el voluntariado que hay en el sector, y sobre todo la experiencia en materia de gestión, de ofrecer un servicio. “Nuestro sector tiene que darse a conocer mucho más a través del concepto de marca y de las nuevas tecnologías” ¿Cuál es la situación actual de las adicciones en España? Hemos pasado por una gran epidemia, que se asociaba a la inseguridad ciudadana, a la muerte, a la delincuencia. Ahora estamos viviendo una situación que no tiene nada que ver, hay un policonsumo, nadie es consumidor de una sola sustancia, cocaína, cannabis, drogas de diseño… es verdad que hay menos muertes, pero yo creo que no deberíamos bajar la guardia, porque hay una parte de la juventud que no tiene ninguna percepción del riesgo y eso nos preocupa. Otra cosa que nos preocupa es que se empieza a consumir a una edad más temprana, consumir con 13 ó 14 años, cuando uno está en periodo de pre-adolescencia y de formación de la personalidad, del mundo de relaciones, eso complica. 31 ENTREVISTA ¿Se podría decir que el voluntariado es una vertiente laica de la solidaridad? Desde mi punto de vista, ser voluntario es independiente de la religión, de la cultura, de la nacionalidad; es independiente, fíjese lo que le digo, de la edad, ahora se está vinculando mucho el voluntariado a gente joven y lo que nos tiene que unir es la acción voluntaria. Yo no lo llamaría voluntariado laico, además, en la Plataforma del Voluntariado hay entidades que tienen vinculación religiosa. “Para abordar recortes presupuestarios, el Gobierno tiene que hablar con empresarios y sindicatos, pero también debería hablar con nosotros porque sus decisiones afectan a la población con la que estamos trabajando” Por supuesto, no digo que en las iglesias no haya voluntarios, sino que el voluntariado ocupa un espacio en el que antes era frecuente encontrar organizaciones religiosas. En ese sentido sí, y de hecho, nuestra plataforma, como muchas entidades, es aconfesional. Al calor de la democracia ¿Cuándo surgen los movimientos de voluntariado en España? En este país coincide, evidentemente, con el inicio de la democracia. Es entonces cuando empezamos a hablar, no solamente de voluntariado, sino de movimiento asociativo, de entidades solidarias, de entidades sin ánimo de lucro, en definitiva, de todo lo que intentamos construir ahora, que es el “tercer sector” de acción social. ¿Tercer sector? Sí, hay un sector que es todo lo público, todo lo que se gestiona desde los ayuntamientos, las comunidades autónomas o desde la administración general del Estado, luego hay otro sector que tiene que ver con lo privado, toda la clase empresarial en sus distintas modalidades y hay un tercer sector que nosotros le ponemos el apellido de “acción social”, que no es ni público, ni privado lucrativo, y la diferencia con los otros dos es que las entidades que lo componemos no tenemos ánimo de lucro. En este momento, si preguntamos qué es esto del tercer sector de acción social, la mayor parte de los ciudadanos no sabrían 32 explicarlo, está más asumido el concepto de la ONG, y a veces, incluso, el concepto de la ONG ligada a la cooperación para el desarrollo, que está muy bien y hay que apoyar eso, pero también hay que decir que hay organizaciones que son organizaciones no gubernamentales de acción social en este país, que también hacen falta. Hablan de ser teóricos del voluntariado ¿Qué hay detrás de la idea de ser voluntario? Yo definiría al voluntario como una persona que se acerca, como una persona que es capaz de ser generosa y solidaria, pero que, al mismo tiempo, también tiene que unir sus fuerzas para que las cosas cambien. Y por lo tanto, cuando decimos que queremos ser agentes sociales, es porque la idea del voluntariado tiene que ver con el acompañamiento, pero también con que hay situaciones que deben cambiar para que no se produzcan ENTREVISTA Representando a muchos “Los voluntarios son personas capaces de ser generosas y solidarias, pero que también tienen que unir sus fuerzas para que las cosas cambien” consecuencias injustas. Y en eso yo creo que hay algunas organizaciones que nos hemos equivocado, porque le hemos dicho a la gente: “No, no basta con que estés ayudando a un discapacitado, sino que tienes que formarte para hacerlo bien, porque no todo vale y al mismo tiempo, también tienes que estar con nosotros para proponer cambios legislativos”. Y eso tiene que ser un proceso de descubrimiento personal, sí es que se descubre, y si no se descubre, tampoco pasa nada. Pero sí, hay una parte del voluntariado que defendemos nuestra función como agentes de cambio social. Ése es un paso más. Sí ése es un paso más, porque en este país, cuando un gobierno pregunta, por ejemplo sobre los recortes presupuestarios, ¿a quién va a preguntar?, ¿con quién van a pactar? Con la clase empresarial y con los sindicatos. Pero bueno, ¿no hay otro sector? A lo mejor, también tendrían que preguntarnos, ¿no?, y que nosotros pudiésemos decir: “Oye esto afecta a la población con la que estamos trabajando”. Eso enlaza con la siguiente pregunta, porque dicen que desde la Plataforma representan a 800.000 personas. ¿El objetivo es básicamente hablar con una sola voz frente al poder político? No es fácil, pero ésa es un poco la idea. Cuidado, en la Plataforma hay organizaciones muy grandes, hay organizaciones muy pequeñas y medianas. Precisamente este año vamos a dedicarnos a preguntarle a la gente cómo ve la Plataforma y 33 ENTREVISTA “Ser voluntario es independiente de la religión, de la cultura, de la nacionalidad y de la edad” qué quiere de la Plataforma. Pero sí, yo creo que hay que tender a que haya una voz que aúne a todo este movimiento. Y no tenemos que tener grandes pretensiones, no nos tenemos que pelear en veinte objetivos, tendremos que coincidir en cuatro o cinco y esos defenderlos. ¿Qué es el Observatorio del Voluntariado? Realmente es un encargo, vamos a ser así de transparentes. El Ministerio de Política Social quería tener un observatorio, y dijimos, ¿por qué no lo gestionamos nosotros? El observatorio tiene una vida ya y, como muy bien dice la palabra, su objetivo es observar lo que ocurre, no solamente con el voluntariado, sino también con el fenómeno del voluntariado. No se trata sólo de saber cuántos voluntarios somos y cuál es el perfil del voluntario, sino de que se analice el fenómeno en sí. Se ha hecho también un estudio sobre lo legislativo, como se legisla el voluntariado en las distintas comunidades autónomas y qué diferencias hay. Ahora estamos en la fase de ver cuáles son las necesidades del voluntariado, en qué campos hace falta que el voluntariado se implique. ¿Cómo va a afectar la crisis económica? El voluntariado como tal es una opción altruista, no tiene una recompensa económica y por lo tanto es un complemento de lo que hace la asociación, pero evidentemente hay asociaciones que están prestando servicios y eso cuesta dinero. Hay entidades que se dedican a dar de comer, o que ayudan a los discapacitados, o que trabajan en el ámbito de la alfabetización, o de las drogas, que tiene sus recursos, sus profesionales, y eso ya se está viendo afectado, porque entidades que dependen de lo local y lo autonómico ya están sufriendo retrasos en los pagos. Hay muchas organizaciones pequeñas y medianas que pueden desparecer, y hay otras que ya están pidiendo préstamos para sobrevivir. 34 “Con la crisis económica, hay muchas ONG pequeñas y medianas que pueden desaparecer, y hay otras que están pidiendo préstamos para sobrevivir” Darse a conocer El voluntario es la materia prima, el capital humano. ¿Cómo se capta? Cada entidad a nivel local tiene sus relaciones con la propia sociedad. El esfuerzo que queremos hacer desde la Plataforma del Voluntariado es crear campañas de sensibilización a través de las nuevas tecnologías. Nuestro sector tiene que darse a conocer (www.plataformavoluntariado. org). Sabemos pedir, pero lo que es el tema de la marca, esa historia tan empresarial, nosotros no lo hemos hecho nunca. De hecho, ya hay algunas organizaciones grandes que están empezando a vender un poco la marca y yo creo que ésa es una de las primeras claves para poder contactar con gente de todo tipo, darnos a conocer, decir lo que hacemos. ¿Es importante la formación de los voluntarios? ENTREVISTA Es una de las cosas más importantes que hay. Si no estamos formados, y lo que pretendemos es ayudar, a lo mejor estamos perjudicando sin darnos cuenta. La persona es muy compleja y muy grande al mismo tiempo. Si queremos ayudar a un discapacitado, por ejemplo, un discapacitado puede tener deficiencias físicas, pero, a ver cómo está interiorizando esas deficiencias y los problemas que eso le ha generado. Por lo tanto, también tendremos que ser, no unos grandes profesionales de la psicología, pero sí tener ciertas pautas. No podemos ser excesivamente paternalistas, muchas veces hay que decir: “Oye, esto no se hace”. No por el hecho de que esté mal no le vamos a decir que “esto no se hace”, pero también hay que aprender a decírselo. Y a veces diciendo “no” también estamos ayudando, incluso más que diciendo “sí” siempre. Hay que tener una formación continua y una formación en distintas disciplinas. A veces nos podemos formar entre nosotros mismos, compartiendo experiencias, compartiendo situaciones, independientemente de que luego vengan grandes profesionales a formarnos. Tras su inicio en La Huertecica su trabajo ha derivado hacia la gestión. ¿Se considera un gestor? Hombre, tanto como un gestor… yo no puedo olvidar mi parte voluntaria. ¿Continúa haciendo voluntariado? Sí, pero de una manera más autónoma. Por otro lado, este sector de acción social hay que gestionarlo bien, con transparencia, con calidez, con calidad, con valores. Tenemos unos recursos económicos que vienen en parte de la Administración y en parte de las donaciones, es un dinero público y tenemos que gestionarlo mejor que cualquier empresa. 35 A Fondo CINE UN CINE APASIONANTE La vida secreta de la solidaridad Con toda seguridad, un tercio del cine que se ha realizado desde 1945, cuando aparece en las pantallas Roma, ciudad abierta, del maestro neorrealista Roberto Rossellini, ha versado sobre historias relacionadas con la solidaridad. Y es del todo normal porque siempre hemos escrito que “el cine es vida y la vida es cine”, en función del interés del arte por “representar el devenir del ser humano” en su ponerse existencial en la realidad histórica. Entonces, resulta que un montón de las acciones y sentimientos de los hombres y mujeres que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo y del espacio, corresponden a situaciones solidarias o, por el contrario, contrasolidarias, es decir, al hecho nuclear de que seamos “hermanos en el camino de la vida” o por el contrario, “lobos los unos para los otros”. Por Norberto Alcover 36 A Fondo Desde la historia bíblica de Caín y Abel, pareciera que es la contrasolidaridad la que impone sus leyes destructoras, pero nunca podemos olvidar que tal historia acaba en una cruz a las afueras de Jerusalén, de donde pende un cuerpo muerto/asesinado por proceder solidariamente y todavía más por cargar sobre sí el misterioso pecado de los demás. Siempre es mucho más excitante cualquier historia de solidaridad constructiva que tantas otras en las que nos regodeamos de una insolidaridad destructiva. Pero en ambos casos y cuando se trata de historias cinematográficas, estamos ante uno de los vectores más apasionantes porque nos coloca ante lo más nuclear de nuestra propia vida individual y colectiva: la decisión de estar ahí, junto a los demás, para ayudarles a construir la ciudad de todos, o por el contrario, hacer de nuestro ahí una pedrada en el corazón ajeno, destruyendo parte de lo que tan costosamente habíamos ya construido. Sumerjámonos, pues, en este universo cinematográfico tan complejo por extenso y matizado. Y a efectos didácticos, dividiéremos el estudio en los capítulos necesarios para enumerar la mayor cantidad de películas posibles y posibilitar, así, una amplia experiencia cinematográfica de los lectores y, tal vez, de lectores relacionados con las tareas educativas y familiares. Más películas y menos comentarios personales. Grandes películas de solidaridad en el amor/ amistad Indicamos el título del film, su autor, el año de producción y la cuestión que aborda en el conjunto del epígrafe. 1.El chico, de Charles Chaplin, 1920: Dickens en pantalla sobre la historia de dos marginales que se ayudan mutuamente. Desde ahí, saltamos hasta La carretera, de John Hillcoat, 2009, en que la relación entre padre e hijo se hace itinerante tras el apocalipsis planetario. Con cierto humo la primera y sin concesiones la segunda, muestran dos formas estéticas y éticas de concebir la solidaridad por estricto amor pero desde motivaciones amantes muy diversas. 2.Las uvas de la ira, de John Ford, 1940: una familia nos muestra su capacidad solidaria en plena depresión del 29 y en una Norteamérica sin piedad para con los vencidos por la vida. Del todo actual y del todo pedagógica. En la misma línea, Solas, de Benito Zambrano, 1998, uno de los mejores films del cine español sobre una mujer rural que emigra a la ciudad, se hunde en tal infierno, y tendrá que ser rescatada por su madre campesina y por un anciano vecino que la adopta como la hija no tenida. De la depresión socioeconómica puntual a la permanente depresión urbanita de nuestros días. La solidaridad atraviesa todo el cine como elemento de construcción o, en caso de devenir insolidaridad, como causa de tremenda destrucción, pero en ambos casos estamos ante uno de los vectores más apasionantes de las historias cinematográficas porque nos coloca ante lo más nuclear de nuestra propia vida individual y colectiva 3. Million Dollar Baby, de Clint Eastwood, 2004: una dura pero ungida historia de amistad, devenida en amor, de un boxeador retirado que acoge y educa en tal deporte a una joven ambiciosa, hasta la plenitud de la tragedia. Con la eutanasia activa de fondo, merece una aproximación, sobre todo, por su estética casi perfecta. En esta misma línea, de una persona mayor/padre que se aproxima a su hijo, en este caso un desaparecido en la dictadura argentina, Desaparecido, de Costa Gavras, 1982. Una solidaridad clásica que marca un camino en el cine transgresor de la ochenta. 37 A Fondo plendor. Un tanto brechtiana pero ungida de cariño, de cercanía amable, de amor hecho de tanta memoria marital, frente al mar, a la deseada libertad. Recuperarla como sea. Una historia verdadera, del siempre sorprendente David Lynch, 2000, guarda relación con la anterior al situarnos junto al anciano que recorre una larga carretera para reencontrarse con su hermano y hacer las paces tras años de distanciamiento. Gran cine. Gran humanidad. Gran amor fraternal. 6. Los puentes de Madison, del ya citado Clint Eastwood, 1995: un film menospreciado críticamente pero de los mejores trabajos del ya maestro Eastwood, donde nos muestra hasta qué punto el amor más recio está hecho de detalles casi inapreciables pero inevitables. Pasa el tiempo y nos resulta una historia cada vez más emocionante por realista. En el estanque dorado, de Mark Rydell, 1981, nos traslada al asunto de los detalles matrimoniales en la tercera edad, con una historia de amor casi terminal entre dos gigantes del cine, Henry Fonda y Katherine Hepburn. Algo melosa, pero sintomática. Grandes películas de solidaridad en la justicia 4. Ladrón de bicicletas, de Vittorio de Sica, 1948: una de las mejores historias paterno/ filiares en el paupérrimo ambiente postbélico italiano, en que el amor se hace carencia y desesperación. Film a visionar de nuevo sin excusa. En la misma línea, Irina Palm, de G. Garbarski, 2007, donde asistimos con estupor a lo que una abuela es capaz de hacer por la salud de su nieto: dedicarse al desconocido negocio de la masturbación en un local para sexo. Un film que te deja completamente frío porque nos adentra en lo que nos humilla. Excelente. 1.El acorazado Potemkin, de Sergei M. Eisenstein, 1925: o hasta qué punto la unión de los hombres y mujeres en una momento dado, hacen de la justicia solidaria auténtica gesta revolucionaria. Nunca dejar de verla, sobre todo en tiempos sombríos y propicios a la desesperanza como los nuestros. En la misma línea, un film casi desconocido pero magistral: El ejército de las sombras, de J. P. Melville, 1969, que nos permite observar la valentía solidaria de la Resistencia francesa ante el nazismo invasor. De necesaria visión por la misma razón que la anterior: recuperar el sentido de la dignidad solidaria. 5. La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel, 2008: la compasión de una ex-esposa para con un ex-marido hundido en la impotencia física y psíquica, mientras el resto lo abandona tras años de triunfo y de es- 2.Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, 2002: como fresco del drama de un grupo de parados españoles que soportan su desclasamiento definitivo en común, como auténticos parias del mundo. La colmena, 38 A Fondo de Mario Camus, 1982, nos conduce hasta un situación semejante en la España de la postguerra incivil, con mendigos y prostitutas que se acogen, a intelectuales que ponen en común sus frustraciones sociopolíticas. Cela al fondo y mucho también de Martín Santos, tan olvidado. Dos películas en que la solidaridad, surgida en la marginalidad, llena por completa la acción fílmica. 3. Salvad al soldado Ryan, de Steven Spielberg, 1998: aplica, al rescate de un soldado por un comando militar, el criterio de justicia solidaria, tan típico del ejército norteamericano, con excelente interpretación del cotidiano Tom Hanks. La espectacularidad no nos priva de asumir el mensaje inusual. La ley del silencio, de Elia Kazan, 1954, insiste en esta temática pero trasladada al mundo inhóspito de los muelles neoyorquinos, donde la justicia solamente se alcanza por la solidaridad de los pobres…, en beneficio de uno solo de ellos, un Marlon Brando en estado de gracia. 4.La lista de Schlinder, de Steven Spielberg, 1993: entre la compasión, el interés y, sobre todo, la justicia histórica, un solo hombre consigue saltarse la feroz estrategia nazi del exterminio judío. Uno de los films más bellos sobre la solidaridad humana, tan en la línea del maestro Spielberg, siempre marcando caminos. Buenas noches, buena suerte, del actor George Clooney, 2005, incide en esta misma temática pero en plena caza de brujas, en el ambiente de una emisora televisiva enfrentada al pensamiento correcto y a las audiencias exigidas por el capital. Sobria y en blanco y negro, es un testimonio histórico solvente y contenido de unos hombres que persiguieron la justicia ante todo, unidos en unos mismos ideales solidarios. 5.Philadelphia, de Jonathan Demme, 1993: un film injustamente menospreciado por la crítica, pero que contiene varios comunicados impagables sobre cómo la unión de los que creen en la justicia solidaria alcanzan el objetivo deseado y trabajado. De nuevo, un gran trabajo de Tom Hanks. Los santos inocentes, de Mario Camus, 1984, se mueve en la misma dinámica, pero en este caso para mostrarnos hasta qué punto la solidaridad en la injusticia (los amos) insta a que los siervos marginados huyan camino de la libertad (los hijos que marchan a la ciudad). Un film siempre necesario y siempre conmovedor. Grandes películas de solidaridad en la fe/ esperanza 1.Ordet/La Palabra, de Carl. T. Dreyer, 1955: la mejor película religiosa del cine, donde el grupo humano resulta resucitado en la resurrección moral y física de una de las protagonistas, en una fe que procura esperanza. En esta misma línea, pero con una historia más individualizada, Pena de muerte, del gran Tim Robbins, 1996, donde una monja asiste a un condenado a muerte hasta que suscita en él, antes de la ejecución, la misma esperanza surgida de una naciente fe. 39 A Fondo Enorme Susan Sarandon, su personaje nos lleva hasta su propio misterio consagrado. Recuperar ambas películas sin falta. 2.La Misión, de Roland Joffé, 1986: un film ya mítico sobre la enorme aventura de un grupo de jesuitas y su compañero militar, quienes nos muestran la impresionante experiencia de la llamadas Reducciones del Paraguay, fruto de una fe fortalecida en la esperanza, pero sobre todo, fruto de la solidaridad entre europeos e indígenas. El caos final sabemos, ahora, que fue el mayor de sus triunfos. En la misma línea está Romero, de John Duigan, 1989, vida y muerte de un obispo tan solidario con su pueblo que, en fe y en esperanza, dio su vida por él. Una maravilla de testimonio en tiempos frágiles como los nuestros. 3.El gran silencio, de Philip Groning, 2005: la fe radical de unos monjes contemplativos en la actualidad, se hace esperanza de plenitud vital y de sentido trascendente de su propia vida. Es la solidaridad de un Dios que se hace realidad en la soledad sonora del monasterio. Elemental como película, es un hito en el cine religioso. La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, 2005, transfiere esta sensación de trascendencia plenificada y solidaria a una pareja rota por la vida y la memoria, hasta poner en común su fe humana y su esperanza compartida. No es un film cristiano, pero sí un film profundamente religioso. Porque donde se produce la plenitud del hombre y de la mujer, allí está Dios que todo lo plenifica. 4.Diez películas no menos solidarias y complementarias: - La clase, de Laurent Cantet, 2008. - El festín de Babette, de Gabriel Axel, 1988. - Canción de cuna, de José Luis Garci, 1994 - 13 rosas, de Emilio Martínez Lázaro, 2007. - Gran Torino, de Clint Eastwood, 2009. - Bab’Aziz, el sabio sufí, de Nacer Khemir, 2005. 40 - Mi nombre es Harvey Milk, de Gus Van Sant, 2008. - Paseando a Miss Daisy, de Bruce Beresford, 1989. - Confidencias, de Luchino Visconti, 1974. - Todos nos llamamos Alí, de Rainer Werner Fassbinder, 1973. Descifrar la solidaridad oculta en el cine La solidaridad cinematográfica va mucho más allá de las películas que hemos citado en este breve ensayo. Atraviesa todo el cine como elemento de construcción o, según decíamos al comienzo y en caso de devenir insolidaridad, como causa de tremenda destrucción. Pero hay que saber mirar para acertar a ver esa vida secreta de la solidaridad, apenas distinguible en tantas historias de vida y de muerte como el cine nos regala. Es el eterno problema del lenguaje audiovisual: que solamente quien está preparado para descifrarlo, será capaz de gozar de tanta riqueza como acierta a comunicar. Ordet/La Palabra, por ejemplo. A Fondo A PIE DE CALLE UN LEMA PARA VIVIR: “POR TODOS MIS COMPAÑEROS” Acompañan a los mayores en sus ratos de soledad, ayudan a las personas con discapacidad, realizan talleres y juegos para los más pequeños, se juegan la vida en países del Tercer Mundo para sacar de la miseria a los más desfavorecidos. Su tiempo libre lo utilizan para servir a los demás. Los voluntarios siempre actúan bajo un lema que puede resumir su labor: “Por todos mis compañeros”. Por Antonio Saugar 42 A Fondo El Observatorio de la Juventud del Injuve señala que, aunque los jóvenes dan mucha importancia a las actividades de voluntariado, no perciben demasiado la presencia de voluntarios en sus entornos Inundaciones, terremotos, hambrunas, guerras son algunos de los escenarios en los que trabajan los voluntarios, personas que deciden dedicar su tiempo libre a ayudar a los demás, estén donde estén y tengan los problemas que tengan. Se les puede ver aliviando la soledad de los más mayores o los enfermos, acompañando a personas ciegas en visitas a museos para explicarles las exposiciones, jugando con niños desfavorecidos, participando en caravanas humanitarias hacia el Tercer Mundo. Pero son pocos los datos que hay sobre los voluntarios. Perfil del voluntariado El perfil del voluntario en España es el de una mujer, con edad comprendida entre los 30 y los 40 años, según los datos facilitados por la Subdirección General de ONG y Voluntariado, perteneciente al Ministerio de Sanidad y Política Social. Los voluntarios de entre 25 y 45 años son cerca del 50 por ciento del total, mientras que entre los que cuentan entre 45 y 65 años supera el 30 por ciento. Los datos señalan que los menores de 25 años brillan por su ausencia. Para tratar de involucrar a este sector de la población en las tareas de voluntariado, se ha puesto en marcha Voluntarízate, un programa de sensibilización que utiliza las nuevas tecnologías para promover la participación juvenil mediante el voluntariado. El Instituto de la Juventud, la Fundación Cibervoluntarios y el Ministerio de Sanidad y Política Social han desarrollado este programa para que los más jóvenes participen en este tipo de tareas. Según el director general del Injuve, Gabriel Alconchel, “cerca de un tercio de la juventud de nuestro país declara tener experiencia en actividades de voluntariado. Un 10 por ciento colabora actualmente y un 18 por ciento no colabora ahora, pero lo hizo con anterioridad”. Voluntarizarse El número de personas que han pensado en colaborar como voluntarios supone el 42 por ciento de quienes no han participado en actividades de voluntariado. Los jóvenes señalan la “falta de tiempo” como la razón más importante para no colaborar en acciones solidarias. Datos del Observatorio de la Juventud del Injuve señalan que, aunque los jóvenes dan mucha importancia a las actividades de voluntariado, no perciben demasiado la presencia de voluntarios en sus entornos. De aquí la importancia de la campaña Voluntarízate, que se desarrollará a través de la web www. 43 A Fondo voluntarizate.org, dirigida a jóvenes de ambos sexos de entre 16 y 22 años, que podrán opinar a través de esta web, subir fotos, vídeos... Las actividades de voluntariado que más interesan a los jóvenes son las relacionadas con la infancia y la juventud, la ayuda al Tercer Mundo, trabajar con personas con discapacidad, así como las tareas relacionadas con el medioambiente y la salud. En España, cerca del 50% de los voluntarios lo forman personas de entre 25 y 45 años Hay voluntarios que no necesitan salir de su ciudad para desarrollar su labor de ayuda a los demás. Los hay que, de la mano de organizaciones de vecinos, acompañan a los más mayores en sus momentos de soledad. Otros, junto a diversas ONG, tratan de paliar las necesidades de las personas indigentes y recorren las calles, de día y de noche, para llevarles palabras de aliento y algo de comer para que puedan aliviar ese vacío del alma y del estómago que les provoca estar en la calle. Los hay que dedican parte de sus vacaciones para acudir a los países más desfavorecidos con el objetivo de ayudar a los más necesitados. Desde médicos y enfermeras que viajan a países de África para vacunar y realizar revisiones a mujeres y niños, a otros profesionales que levantan casas y escuelas, pasando por personas de profesiones variadas que consideran que ayudar a los que más sufren en esos países es un deber y una actividad que les llena de satisfacción. Voluntarios en Internet Son muchas las organizaciones y asociaciones en las que practicar el voluntariado. Ofrecemos algunas direcciones de Internet en las que encontrar información: www.telefonodelaesperanza.org www.once.es www.voluntarizate.org www.plataformaongs.org www.plataformavoluntariado.org www.congde.org www.unicef.org www.cruzroja.es www.ucm.es/info/solidarios www.entreculturas.org www.intermonoxfam.org www.downmadrid.org www.msf.es www.solucionesong.org www.hacesfalta.org www.canalsolidario.org www.injuve.migualdad.es www.msps.es Si es importante dedicar tiempo a uno mismo, quizá lo sea aún más ofrecer parte del tiempo libre a quienes padecen injusticias, soledad, marginación, problemas de integración social. Esas horas que sobran a cualquier persona les pueden faltar a muchas otras. El trueque es sencillo: nuestro tiempo dado a los demás, a cambio de la satisfacción de ser solidario, de ayudar a los otros. Voluntarios famosos Pero ser voluntario es, en muchas ocasiones, labor de riesgo. A la hora de escribir este texto, dos cooperantes españoles de una ONG catalana se encuentran secuestrados por una rama de Al Qaeda. Fueron capturados, junto a otra compañera ya liberada, cuando formaban parte de una caravana solidaria. Llevar ayuda a los más desfavorecidos puede convertirse en una trampa para quienes quieren ser solidarios. 44 Cuando se habla de voluntarios, siempre se piensa en gente anónima que ofrece su tiempo libre a los demás. Pero también hay voluntarios que, por su trabajo cotidiano, ocupan mucho espacio en los medios: deportistas, modelos, actores... se han convertido en voluntarios, en embajadores de las organizaciones no gubernamentales o de organismos oficiales de carácter internacional. A Fondo Los jóvenes se justifican en la “falta de tiempo” como la razón más importante para no colaborar en acciones solidarias Unicef cuenta con famosos en su plantel de Embajadores de Buena Voluntad, que provienen de distintos ámbitos y que comparten un compromiso para mejorar las vidas de los niños de todo el mundo. Más de 300 famosos son Embajadores de Buena Voluntad, 15 de ellos en España. Pau Gasol colabora con Unicef en la creación de seis escuelas en África. El baloncestista es embajador de esta organización desde el año 2003. Angelina Jolie apoya desde 2001 la labor que realiza el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). El barcelonista Leo Messi ha sido nombrado embajador este mismo año. Los actores Orlando Bloom y Roger Moore, la cantante Shakira, el futbo- lista David Beckham, son sólo algunos ejemplos de estos embajadores tan especiales. Las catástrofes naturales también llevan a los famosos a mostrar su cara más solidaria. El terremoto que asoló Chile el pasado febrero hizo que Alejandro Sanz, Juanes, Juan Luis Guerra, Laura Pausini o Miguel Bosé, entre otros, unieran sus voces para grabar el clásico Gracias a la vida, de Violeta Parra, poniendo en marcha el proyecto Voces unidas por Chile, para generar recursos y apoyar a los afectados por el seísmo. En el terreno de la salud, Penélope Cruz, Benicio del Toro o Bono, el cantante de U2, son tres de los protagonistas de una campaña contra el sida que pretende despertar conciencias para mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad. Los famosos juegan un papel importante al convertirse en un ejemplo en el que los demás pueden mirarse para ser solidarios. 45 Comunicando EL TELÉFONO FIRMA UN CONVENIO DE COLABORACIÓN CON LA FUNDACIÓN FISLEM El director general de Ordenación y Evaluación, José Luis López Hernández, en su calidad de secretario del Patronato de la Fundación Socio-sanitaria de Castilla-La Mancha para la Integración Sociolaboral del Enfermo Mental (FISLEM), y el secretario de la Asociación Internacional del Teléfono de la Esperanza (ASITES), José María Sánchez Orantos, firmaron el pasado 21 de mayo en Toledo un acuerdo de colaboración que asegura que aquellos castellano-manchegos que se encuentren en situación de conflicto o en riesgo de exclusión social reciban la ayuda profesional que solicitan. El director general de la Consejería de Salud y Bienestar Social reconoció el trabajo que realiza el Teléfono de la Esperanza a través de los centros que tiene abiertos en Albacete y Toledo, prestando sus servicios a personas y colectivos en riesgo de exclusión para ayudarles a su integración y a mejorar su bienestar mental y social. “El intercambio de experiencias y el desarrollo de nuevos proyectos redundará, sin duda, en el servicio que debemos ofrecer a los ciudadanos”, indicó. José Luis López, que estuvo acompañado en este acto por el director de la Fundación FISLEM, José 46 Antonio Contreras, aseguró que este acuerdo de colaboración se adecua a las líneas prioritarias contempladas en el Plan de Salud Mental de Castilla-La Mancha 2005-2010, que abogan por garantizar una atención de calidad en “un entorno lo más normalizado posible”. El convenio suscrito entre la Fundación FISLEM y ASITES establece el desarrollo del programa de “Promoción y prevención de la salud emocional e intervención en crisis” a través de cuatro campos de actuación: intervención en crisis que posibilitará una atención a las personas que lo necesiten durante los 365 días del año, orientación familiar y grupos de apoyo, así como la promoción y prevención de la salud emocional. Las personas que atenderá este nuevo programa serán, en primer lugar, las víctimas de malos tratos con especial atención a la violencia en el entorno familiar, personas con problemática psicológica por situación de soledad, incomunicación o aislamiento social, colectivos en riesgo de exclusión social, jóvenes con problemas psicológicos y familiares de la red socio-sanitaria de salud mental, entre otros. Comunicando EL TELÉFONO DE LA ESPERANZA DA SUS PRIMEROS PASOS EN CANTABRIA Cantabria, la única comunidad autónoma española que aún no cuenta con un servicio telefónico de intervención en crisis, ha comenzado a dar los pasos necesarios para la creación de un Centro del Teléfono de la Esperanza en Santander. Así, desde el mes de marzo se vienen realizando las primeras acciones para tal fin y se ha contactado con numerosas personas interesadas que han acogido con los brazos abiertos la iniciativa. Estos primeros pasos culminaron con la celebración del primer curso en Santander del Programa de Agentes de Ayuda los días 6, 7, 8 y 9 de mayo en el Seminario de Monte Corbán. Allí una veintena de personas iniciaron la andadura personal de convertirse en integrantes del primer equipo de voluntarios del Teléfono de la Esperanza de Cantabria. El curso fue dirigido por el presidente internacional del Teléfono de la Esperanza, Jesús Madrid, y contó con la generosa colaboración de los Centros de Badajoz y León. Todos aquellos interesados en colaborar con esta iniciativa, pueden ponerse en contacto con Jaime Sánchez en el: 942 581 105 o en [email protected] Desde un primer momento, los participantes quedaron gratamente admirados por la seriedad y el alto nivel del programa de formación que se les ofrecía. Al final del mismo, el sentimiento general de los participantes fue el de un gran entusiasmo para comprometerse con el trabajo del grupo y en la difusión del Teléfono de la Esperanza en Cantabria. Fruto también de este primer curso de Agentes de Ayuda fue la constitución de un grupo de coordinadores que realizarán el seguimiento del curso y que dirigirán desde Cantabria los pasos posteriores que se irán dando para conseguir que el Teléfono de la Esperanza en Cantabria sea una realidad en el menor tiempo posible. Desde aquí saludamos a todos nuestros compañeros cántabros y les animamos a seguir adelante en esta magnifica labor de llevar esperanza a los que sufren, ahora también desde Cantabria y para los cántabros. Enhorabuena. 47 Comunicando INAUGURACIÓN DE LA NUEVA SEDE DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA DE Por Mª. Jesús García Bronchud CASTELLÓN El 27 de mayo, tuvo lugar la inauguración de una nueva sede del Teléfono de la Esperanza en Castellón. Al acto asistieron Carmen Albert, concejala de Juventud; Marisa Ribes, concejala de Participación Ciudadana; José Masip, concejal de Hacienda; y Javier Moliner, de Urbanismo. Por parte de la Diputación Provincial, contamos con la presencia de Francisco Martínez. Y representando al Teléfono de la Esperanza, Jesús Madrid, presidente internacional; Ángel Madrid, presidente del Centro de Valencia; y Conchita Cárcel Ródenas, presidenta del Centro de Castellón; acompañados por los colaboradores de la sede castellonense. Comenzó el acto con las palabras de bienvenida y agradecimiento de Conchita Cárcel Ródenas, quien con este acto estreno su cargo al frente de la sede del Teléfono de la Esperanza en Castellón. Seguidamente, Ángel Madrid agradeció a las autoridades presentes la colaboración prestada durante todo el proceso hasta llevar a cabo la finalización de las obras. “Ha sido una larga trayectoria hasta la puesta en marcha de su funcionamiento, pero el resultado final es lo que importa”. Igualmente agradeció el trabajo desinteresado del arquitecto 48 valenciano Juan José Buj, quien a pesar de las limitaciones del local, ha sabido sacar partido del espacio cedido por el Ayuntamiento. Ángel Madrid terminó diciendo: “Se nota que una ciudad tiene corazón si tiene Teléfono de la Esperanza. Y Castellón es una ciudad con corazón”. A continuación, el presidente de la Diputación en funciones, Francisco Martínez, resaltó la trascendencia de la inauguración de la sede: “Lo más importante es atender a aquellas personas que sufren”. Asimismo, destacó el compromiso de la Diputación con el Teléfono de la Esperanza de Castellón en estos nueve años de andadura, manifestado en diversas acciones, y terminó felicitando a las personas que sustentan esta obra social. Acto seguido el concejal de Urbanismo, Javier Moliner, en representación del alcalde de Castellón, manifestó la satisfacción de la corporación municipal porque ya es una realidad la nueva sede que abre sus puertas a la solidaridad: “Es fundamental que siempre detrás de cada llamada haya alguien dispuesto a escuchar. Es verdad que cuando se inició el proyecto, había una serie de necesidades a cubrir, estaban otros colectivos de la ciudad que requerían Comunicando atención. Afortunadamente con el paso del tiempo se ha resuelto toda esta problemática. El Teléfono de la Esperanza estaba oprimido con un gasto económico de manutención del local bastante elevado. Hoy se ha podido subsanar este cometido. Sólo me queda agradecer a los colaboradores del Teléfono su participación, y deciros que la ciudad se siente orgullosa de vosotros. El Ayuntamiento estará a vuestro lado siempre que lo necesitéis”. Y para finalizar el acto, Jesús Madrid dirigió unas palabras al público asistente, destacando la sensibilidad de los colaboradores del Teléfono y la de las autoridades que han hecho posible la nueva sede, que “no tiene que tener paredes, sino que sus paredes serán toda la provincia de Castellón”. Hizo alusión a que “el Teléfono de la Esperanza es más que un teléfono”. Asimismo, afirmó que “la persona es un ser relacional, y para ello es necesario la capacidad de dar y recibir agradecidamente. Lo más importante en una ciudad avanzada es la salud emocional de dar y recibir”. Seguidamente, el presidente internacional detalló que “los indicadores de este tipo de salud son: establecer relaciones sanas, amar generosamente, tener esperanza, con una visión positiva de sí mismo y de los demás, y tener alegría y dinamismo”. En su intervención, Jesús Madrid explicó también que “la finalidad del Teléfono no es sólo la intervención en crisis, sino promover la salud emocional” y que “el Teléfono es la entidad española más extendida en promover la salud emocional”. Jesús Madrid, finalizó su intervención con una frase de Gandhi: “No os equivoquéis, yo no soy un iluso, soy un realista con visión de futuro”. Afirmó que “lo que tiene futuro en esta sociedad es la generosidad” y resaltó “el gozo del acontecimiento por las semillas plantadas” y por la tarea que hay que hacer todavía. Como colofón al acto de inauguración, los colaboradores del Teléfono de Castellón -que nos sentimos realmente contentos por esta sede que estrenamos- quisimos reconocer a Ángel Madrid, con la entrega de una placa, sus desvelos para que este sueño fuera realidad. Desde estas páginas, queremos dar las gracias a todos los que nos han brindado su apoyo para que podamos ofrecer de la mejor manera posible nuestra escucha y nuestra ayuda para mitigar el dolor, para fomentar la esperanza, el crecimiento personal y, en definitiva, la felicidad que todos vamos buscando. 49 Directorio CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN ESPAÑA ALBACETE C/ Federico García Lorca, 20-1º 02001 ALBACETE Tel.: 967 52 34 34. Fax: 967 52 34 48 E-mail: [email protected] MÁLAGA C/ Hurtado de Mendoza, 3 - “Villa Esperanza” 29012 MÁLAGA Tel.: 95 226 15 00. Fax: 95 265 26 51 E-mail: [email protected] ALICANTE C/ Benito Pérez Galdós, 41-Entr. C 03005 ALICANTE Tel.: 96 513 11 22. Fax: 96 512 43 49 E-mail: [email protected] MURCIA C/ Ricardo Zamora, 8 30003 MURCIA Tel.: 968 34 34 00. Fax: 968 34 35 66 E-mail: [email protected] ALMERÍA Plaza Administración vieja, 1-1º izda. 04003 ALMERÍA Tel.: 950 26 99 99. Fax: 950 26 07 89 E- mail: [email protected] OVIEDO Avda. de Bruselas, 4 bajo 33011 OVIEDO Tel.: 985 22 55 40. Fax: 985 27 65 00 E-mail: [email protected] BADAJOZ C/ Ramón Albarrán, 15-1º dcha. 06002 BADAJOZ Tel.: 924 22 29 40. Fax: 924 25 65 08 E-mail: [email protected] PALMA DE MALLORCA C/ Miguel Marqués, 7 - 1º 07005 PALMA DE MALLORCA Tel.: 971 46 11 12. Fax: 971 46 17 17 E-mail: [email protected] CÁCERES Avda. de los Pilares, 1- bloque 8-3ºB 10002 CÁCERES Tel.: 927 62 70 00. E-mail: [email protected] PAMPLONA C/ San Blas, 13 - bajo 31014 PAMPLONA Tel.: 948 23 70 58. Fax: 948 38 20 34 E-mail: [email protected] CASTELLÓN C/ Segorbe, 8 12004 CASTELLÓN Tel.: 964 22 70 93. Fax: 964 22 02 58 E-mail: [email protected] SALAMANCA C/ Pollo Martín, 34 - 2º dcha. 37005 SALAMANCA Tel.: 923 22 11 11. Fax: 923 22 62 35 E-mail: [email protected] GRANADA C/ Horno del Espadero, 22 18005 GRANADA Tel.: 958 26 15 16. Fax: 958 26 15 06 E-mail: [email protected] SANTIAGO DE COMPOSTELA C/ Diego de Muros, 16 - 1º 15701 SANTIAGO DE COMPOSTELA Tel.: 981 51 92 00 E-mail: [email protected] HUELVA Avda. de Andalucía, 5 - 1º A 21004 Huelva Tel.:959 28 15 15. Fax: 959 54 07 27 E-mail: [email protected] SEVILLA Avda. Cruz del Campo, 24 41005 SEVILLA Tel.: 95 457 68 00. Fax: 95 458 23 75 E-mail: [email protected] LAS PALMAS DE GRAN CANARIA C/ Mesa de León, 4 - 3º dcha. 35001 LAS PALMAS DE G.C. Tel.: 928 33 40 50. Fax: 928 33 60 60 E-mail: [email protected] TOLEDO C/ Panamá, 2 - 1º N. 45004 TOLEDO Tel.: 925 23 95 25 E-mail: [email protected] LEÓN Avda. Padre Isla, 28 4ºIzda 24002 LEÓN Tel.: 987 87 60 06 E-mail: [email protected] VALENCIA C/ Espinosa, 9- 1º- 1ª 46008 VALENCIA Tel.: 96 391 60 06. Fax: 96 392 45 47 E-mail: [email protected] LOGROÑO C/ Duquesa de la Victoria, 24 -1º dcha. 26003 LOGROÑO Tel.: 941 49 06 06 E-mail: [email protected] VALLADOLID C/ San Fernando, 7 - Local 47010 VALLADOLID Tel.: 983 30 70 77 E-mail: [email protected] MADRID C/ Francos Rodríguez, 51 - Chalet 44 28039 MADRID Tel.: 91 459 00 50. Fax: 91 459 04 50 E-mail: [email protected] ZARAGOZA C/ Lagasca, 13 - 1º 50006 ZARAGOZA Tel.: 976 23 28 28. Fax: 976 23 41 40 E-mail: [email protected] 50 Directorio CENTROS DEL TELÉFONO DE LA ESPERANZA EN EL MUNDO BARRANQUILLA (COLOMBIA) Calle 53, 50-53 BARRANQUILLA Tel.: (00 57 5) 372 27 27 E-mail: [email protected] MEDELLÍN (COLOMBIA) Calle 57 45 - 129 Tel.: (00 57 4) 284 66 00 E-mail: [email protected] BOGOTÁ (COLOMBIA) Cra 25 calle 48-11 4813 BOGOTÁ Tel.: (00 57 1) 323 24 25 E-mail: [email protected] OPORTO (PORTUGAL) Rua Duque de Loulé 98, 2º esq Tel.: (00 351) 222 03 07 07 E-mail: [email protected] BUENOS AIRES (ARGENTINA) Avenida Rivadavia, 2134-6º E BUENOS AIRES (capital federal) Tel.: (00 54 11) 495 444 55 E-mail: [email protected] QUITO (ECUADOR) C/ Capitán Edmundo Chiriboga N-47227 Tel.: (00 593 2) 6000 477 / 2923 327 E-mail: [email protected] CHILLÁN (CHILE) C/ 18 de septiembre, 456 380-0650 CHILLÁN Tel.: (00 56 42) 22 12 00/02/08 E-mail: [email protected] SAN PEDRO SULA (HONDURAS) Colonia Alameda, 13 y 14 Avenidas, 5ª calle, N.E. Tel.: (00 504) 558 08 08 E-mail: [email protected] COCHABAMBA (BOLIVIA) C/ Lanza # 235, entre Bolívar y Sucre 2º Piso Tel.: (00 591 4) 452 18 52 E-mail: [email protected] TEGUCIGALPA (HONDURAS) Col. Florencia Norte. 1ª Calle, 1ª Avenida. Casa 4058, 2ª Planta TEGUCIGALPA Tel.: (00 504) 213-8181 / 232-1314 E-mail: [email protected] LA PAZ (BOLIVIA) C/ Costa Rica # 1272 (Zona Miraflores) Entre Estados Unidos y Guerrilleros Lanza Tel.: (00 591 2) 224 84 86 E-mail: [email protected] ZÚRICH (SUIZA) Postfach 2159 8027 ZÚRICH Tel.: (00 41 43) 817 65 65. Fax: (00 41 43) 817 66 43 E-mail: [email protected] LONDRES (REINO UNIDO) Unit 7, Fairfax House, Overton Road, Brixton Tel.: (00 44) 20 77733 0471 E-mail: [email protected] CENTROS EN PREPARACIÓN ÁMSTERDAM (HOLANDA), COLONIA (ALEMANIA), LEÓN (NICARAGUA), LIMA (PERÚ), MIAMI (ESTADOS UNIDOS), SAN JUAN DE PASTO (COLOMBIA), SANTO DOMINGO (REPÚBLICA DOMINICANA) Y VALENCIA (VENEZUELA). 51