Las mujeres gitanas en la Educación Secundaria
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Las mujeres gitanas en la Educación Secundaria
Las mujeres gitanas en la Educación Secundaria Causas de abandono y éxito escolar Para la Fundación Secretariado Gitano (FSG) Colectivo Ioé Carlos Pereda, Walter Actis y Miguel Ángel de Prada Colectivo Ioé, Sdad. Coop. Mad. Miembro del Grupo Cooperativo Tangente Teléfono de contacto: 697622256 [email protected] / www.colectivoioe.org Madrid, enero de 2015 2 Índice Página Introducción • • • • 7 El punto de partida Planteamiento y objetivos Estructura del informe Diseño metodológico I. Contextos influyentes 21 1. Marcas de género en la socialización familiar 23 1.1. Chicas con fracaso o retraso escolar. • • • • Las tareas domésticas como piedra de toque Parejas y boda. La mujer como sujeto paciente Presiones para dejar de estudiar al llegar la juventud Tres modelos de pareja 1.2. Chicos con fracaso o retraso escolar. • • • • 38 El eje de la mujer es el hogar (machismo naturalizado) Parejas y boda. Hombres libres, mujeres recogidas El ritual del pañuelo, prueba difícil de superar Balance de posiciones 1.3. Chicas y chicos con éxito escolar. • • • • 23 48 Apoyos externos: familia, renta y becas Principales barreras y forma de abordarlas El pañuelo como detonante Liberación de las mujeres, payas y gitanas 2. Bajo nivel económico y de estudios de los progenitores 63 2.1. Renta y nivel educativo de los hogares gitanos. 63 2.2. Precariedad familiar, agudizada por la crisis. 66 • Incidencia de la crisis • Actitudes ante la precariedad • Ayudas sociales y becas 2.3. Bajo nivel de estudios de padres y madres. • La falta de estudios como barrera laboral • Dificultad para supervisar las tareas escolares 3 78 3. Desajustes con la escuela en la adolescencia 3.1. Conflicto de intereses. Punto de vista de las chicas. 81 81 • El hogar, incompatible con el instituto • La edad del pavo 3.2. Conflicto de intereses. Punto de vista de los chicos. 84 • El instituto como encierro • Padres consentidores II. Trayectorias de formación 89 4. Itinerarios de fracaso 91 4.1. Tasas de escolaridad, absentismo, repetición y abandono. 91 4.2. Malos resultados escolares. 94 • Dificultades de aprendizaje • Suspensos y repetición de curso 4.3. Falta de apoyo externo (familia, amistades, prejuicios). 97 • La propia familia como freno o estímulo • Peligrosidad del instituto • Prejuicios y estereotipos 5. Itinerarios de éxito 103 5.1. Juventud gitana con estudios medios y superiores 103 5.2. Experiencias de autorrealización. Claves del éxito alcanzado 106 5.3. Modelos enfrentados y libre elección 108 5.4. Un nuevo horizonte para la cultura gitana 113 6. Reincorporación a la formación después del abandono 117 6.1. Casos de reincorporación, motivos y estudios escogidos 117 6.2. Formación para el empleo. Punto de vista de las chicas 120 • Casos de abandono temprano que no han retomado estudios • Opinión de las chicas que han retomado la formación • Entre la desmotivación y la voluntad de superación 6.3. Formación para el empleo. Punto de vista de los chicos 125 • Escepticismo ante la formación ocupacional • Vivir al día o invertir en formación 6.4. Convergencias y divergencias entre chicas y chicos 4 129 III. Inserción en la sociedad 133 7. Balance y perspectivas 135 7.1. Ejes interpretativos 135 • La cultura gitana • La posición socioeconómica • Los roles de género • Cambios generacionales 7.2. Posiciones básicas ante la inserción en la sociedad 144 A. Inserción patriarcal B. Inserción competitiva C. Inserción clientelar D. Inserción utópica 156 7.3. Reflexión final Bibliografía 159 Ficha técnica de los grupos de discusión 165 5 6 Introducción La presente investigación surge de la necesidad de estudiar las causas de abandono y éxito escolar de la juventud gitana en España, especialmente de las mujeres. El tema encierra una notable complejidad y se puede abordar desde muchas vertientes. Una de ellas, que precedió al presente trabajo, consistió en aplicar una encuesta de ámbito estatal a la población gitana entre 13 y 25 años con el fin de conocer los itinerarios diferenciados de chicas y chicos, y compararlos con los de la población general de la misma edad en el conjunto de España (Fundación Secretariado Gitano 2013). Se pudo comprobar que los indicadores de fracaso escolar de la juventud gitana, y de las mujeres en particular, eran muy elevados por lo que parecía conveniente seguir profundizando en las condiciones –externas e internasque llevaban a esa situación y que en la encuesta sólo habían aparecido de forma indiciaria. Entre las condiciones externas, habría que tener en cuenta tanto los contextos próximos del colectivo estudiado (su familia, los centros de formación a los que acuden, las relaciones que frecuentan, etc.) como los más lejanos o amplios que definen el momento histórico e institucional de nuestra época (el asentamiento de la democracia liberal en España, la instalación de nuevas minorías culturales procedentes de la inmigración, la actual coyuntura de crisis, los vaivenes de la política educativa, etc.). La mayor o menor incidencia de estos contextos dependerá, a su vez, de cómo sean filtrados y elaborados a través de las representaciones y estrategias de los agentes implicados, en nuestro caso las chicas y chicos protagonistas de los itinerarios escolares. Esta última vertiente del análisis es la que hemos privilegiado en la presente investigación. Los discursos de la juventud gitana sobre sus itinerarios educativos o sobre sus perspectivas de inserción en la sociedad no surgen aislados ni se plantean en abstracto, sino que forman parte de cosmovisiones más amplias que tienen que ver con su identidad como sujetos sociales en contextos concretos de vida: “el texto de la transcripción de un grupo de discusión es un camino, una mediación, hacia el establecimiento del sentido socialmente construido, sólo alcanzable a través del análisis interpretativo. 7 El trabajo de análisis comienza en el nivel textual (la semántica del discurso) pero el análisis no debe detenerse ahí, es necesario que pase al análisis contextual (la pragmática del discurso)” (Colectivo Ioé 2010:85-86). Los contextos condicionantes, sin embargo, no anulan el margen de maniobra de las chicas y chicos gitanos como agentes activos de sus trayectorias de vida, de sus planteamientos para entender la sociedad y de sus estrategias para intervenir en ella: “los estudiantes no son sujetos pasivos del proceso de socialización que ejerce la estructura académica, sino agentes activos que despliegan estrategias y acciones de adaptación y competitividad ante el sistema” (Poy 2010:157). Es decir, entre los individuos particulares y los contextos que les influyen se produce una tensión o relación dialéctica que puede dar lugar a salidas diversas en función de la relación que se establezca entre ellos. Pueden ser sujetos “sujetados” o sujetos “pacientes”, pero también sujetos “en proceso” o sujetos “activos” de su propia emancipación, que pueden influir en la transformación de los contextos en los que viven. Como señalan Mena, Fernández Enguita y Rivière en relación al abandono escolar temprano, “los protagonistas son los propios alumnos, que van trasformando, a medida que crecen, su relación con la escuela hasta llegar a un punto de mínimo aguante o de máximo rechazo. La decisión de salida es en la mayoría de los casos del propio alumno, a veces enfrentado a unos padres resignados después de un camino de desencuentros con la institución” (Mena, Fernández y Rivière 2010:123). El punto de partida Aunque la escolarización de las niñas y niños gitanos en Educación Primaria es prácticamente total y se han experimentado avances importantes en relación a la generación anterior, los principales indicadores de retraso y abandono escolar muestran grandes diferencias con los de la población general: como veremos más adelante con más detalle, la proporción de repetidores en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) es tres veces mayor en el colectivo gitano que en el conjunto del alumnado; la de quienes no consiguen finalizar los estudios obligatorios antes de los 25 años cinco 8 veces mayor y la de quienes abandonan tempranamente los estudios 2,5 veces superior. Además, casi la cuarta parte del alumnado gitano reconoce que faltó a clase algunos días en el transcurso del último curso (promedio de seis días) sin motivo justificado. Además, a diferencia de lo que ocurre en el conjunto del alumnado, las mujeres gitanas presentan peores resultados que los hombres en los tres indicadores citados (repetición, abandono y absentismo). Gráfico 1 Juventud gitana y no gitana entre 20 y 24 años que ha terminado estudios medios o superiores, por sexos (2012) Población de 20 a 24 años (%) 80 60 70,7 % 55,3 % 28,7 15,7 40 20 42,0 39,6 9,6 % 3,2 9,6 1,3 8,3 0 Mujeres no gitanas 12,8 % Mujeres gitanas Hombres Hombres no gitanos gitanos Estudios medios Estudios superiores Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:102. Las tasas de la población no gitana se han obtenido después de restar el peso de la juventud gitana en la población total, a partir del Censo de 2011. Los “estudios medios” incluyen las enseñanzas postobligatorias de bachillerato, técnico-profesionales de grado medio, y grado medio de música y danza. Si nos ceñimos al colectivo diana del presente estudio, la juventud gitana que tenía entre 20 y 24 años cuando se aplicó la Encuesta de la FSG (2012), dos tercios habían abandonado la escuela sin obtener el título de la ESO y, de quienes lo habían conseguido, sólo un tercio había logrado rematar algún ciclo de la enseñanza secundaria postobligatoria o acceder a la universidad (Gráfico 1). Por tanto, tan sólo una décima parte de los jóvenes 9 (exactamente el 11,6%) había logrado rematar su trayectoria escolar con normalidad, obteniendo algún título de grado medio o superior. Esta tasa de éxito de la juventud gitana es muy inferior a la de la población no gitana pero con una importante diferencia relativa en razón del género: mientras el éxito escolar de los hombres gitanos (12,8%) es cuatro veces menor al de los no gitanos (55,3%), el las jóvenes gitanas (9,6%) es siete veces inferior al de las no gitanas (70,7%). Por otra parte, la tasa de graduación en la ESO parece haber mejorado sensiblemente en los últimos años si tenemos en cuenta que, según la misma Encuesta de la FSG, el alumnado gitano que obtuvo la titulación en la ESO al final del curso 2011-2012, independientemente de su edad, suponía el 56% de quienes habían cumplido 15 años en ese curso (edad teórica del alumnado de 4º de la ESO) por un 74% del alumnado no gitano. En cuanto al reparto por sexos, la presencia mucho mayor de chicas que de chicos en Bachillerato en ese mismo curso indicaba que sólo era cuestión de tiempo que las mujeres gitanas acabaran siendo más que los hombres en estudios superiores. Hay que destacar también que casi una cuarta parte de las personas gitanas que abandonan tempranamente la escuela retoma su formación académica o profesional por vías formales o informales, siendo esto más frecuente en las chicas que en los chicos, lo que da a entender un notable reconocimiento por su parte de la utilidad de los estudios para lograr una inserción satisfactoria en la vida adulta. Tanto las tasas mayoritarias de fracaso como las minoritarias de éxito o el retorno a los estudios responden, como ya hemos avanzado, a múltiples causas que no sólo implican a los sujetos afectados sino a las condiciones de su contexto social. Condiciones que tienen que ver, entre otras cosas, con las historias familiares y relacionales presentes en cada caso; con la evolución de la cultura gitana y sus formas de conexión con la cultura mayoritaria (paya) y otras culturas minoritarias (inmigrantes de diversas procedencias); con el modelo educativo vigente y sus recientes transformaciones; o la coyuntura económica y del empleo en la actual etapa de crisis, que está afectando gravemente al colectivo gitano. En particular, la reciente Encuesta 10 de la FSG aborda las causas del abandono escolar de la población gitana llegando a los resultados que se recogen en la Tabla 1. Tabla 1 Motivos de abandono de los estudios de la juventud gitana en España, por sexos (2012) % de hombres % de mujeres 42,7 34,3 Cansado/a de estudiar No me gustaba lo que estudiaba 19,6 15,1 13,9 13,5 Malos resultados 8,0 6,9 Motivos familiares 14,9 42,7 7,6 3,1 1,0 3,3 16,7 17,3 5,4 3,3 32,2 15,1 7,4 21,7 3,1 4,1 9,3 1,7 10,2 7,9 4,7 4,3 1,2 4,5 1,3 2,1 100,0 100,0 Dificultades en el aprendizaje Pedimiento o casamiento Cuidados en el hogar Presiones familiares Otros motivos Motivos económico-laborales Razones económicas Buscar trabajo Acceder a un empleo Otros motivos Conseguí el nivel/título deseado Para realizar otros estudios Otros Total Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:66-67. Las mujeres gitanas abandonan la escuela principalmente por motivos familiares, en una proporción casi tres veces mayor que los chicos, siendo las razones más habituales la realización de tareas del hogar, la petición de mano o casamiento y las presiones de los parientes. Por su parte, el motivo aducido con más frecuencia por los chicos para abandonar los estudios tiene que ver con las dificultades en el aprendizaje, ya sea por cansancio, desinterés o debido a los malos resultados académicos; en todos estos supuestos presentan más problemas que las chicas. Por último, un tercer grupo de motivos tiene que ver con razones económico-laborales (necesidades económicas, buscar trabajo, acceder a un empleo), que pesan más del doble en los chicos que en las chicas. 11 Desde el punto de vista metodológico, la principal ventaja de los resultados de la encuesta a la juventud gitana es su capacidad de generalización, gracias a la aplicación de una muestra estadísticamente representativa, y su principal límite el cierre que opera en el objeto de estudio, en la medida que tanto las preguntas como las respuestas del cuestionario están precodificadas y no permiten expresarse libremente a las personas investigadas. En este sentido, la metodología cualitativa de los grupos de discusión que se ha aplicado en el presente estudio puede complementar y enriquecer los datos de encuesta, especialmente en aquellas cuestiones que son más complejas, como tratar de comprender las representaciones de la juventud gitana en torno a su paso por la escuela. En la exploración cualitativa los motivos de abandono no aparecen como fenómenos aislados, característicos de personas individuales, sino como resultado de situaciones y procesos sociales dinámicos, en los que están implicadas muchas personas, instituciones e ideologías. Así, el que las chicas dejen el instituto para tomar a cargo los cuidados domésticos o el “pedimiento” y posterior casamiento en edad temprana tienen que ver con las formas de socialización y emparejamiento, y la evolución de los roles de género en la cultura de la comunidad gitana. Unas circunstancias que van a influir sobre todo en el período crítico de los 11 a los 15 años, donde se concentra el 84,2% de los casos de abandono escolar temprano de las chicas. Planteamiento y objetivos El presente estudio ofrece una aproximación cualitativa a la experiencia escolar y social de la juventud gitana entre 17 y 24 años, con más intensidad en las mujeres, mediante la metodología del grupo de discusión, enfoque que permite captar de forma abierta las opiniones, actitudes, motivaciones y expectativas en relación al tema de investigación. Un abordaje de este tipo, que representa una novedad en el caso del colectivo gitano, ha sido objeto de varios estudios en relación a la población general, lo que permite contrastar algunos de los resultados obtenidos (Conde 1999, Fernández Enguita, Mena y Rivière 2010, Colectivo Ioé 2013). También se han tenido en cuenta estudios recientes realizados mediante entrevistas e historias de 12 vida que tenían como foco la situación escolar de la población gitana (CREADE 2010 y Gamella 2011) y se ha consultado la literatura disponible sobre el tema del abandono temprano de la escuela, punto neurálgico de la problemática escolar en la comunidad gitana (ver bibliografía). Como primer objetivo se querían recoger las representaciones y valoraciones de las jóvenes gitanas sobre su paso por la escuela y, especialmente, los motivos que más influyeron en el abandono temprano de la mayoría, el éxito de una minoría o la vuelta posterior a los estudios por parte de un sector menor. En segundo lugar, hemos comparado los puntos de vista de las chicas con los de los chicos gitanos, a partir de sus propias representaciones, a fin de poder explicar las convergencias y divergencias en las trayectorias escolares de ambos sexos. En tercer lugar, a partir de los puntos de vista de los propios jóvenes –chicas y chicos- hemos reconstruido los contextos que más han influido en su proceso de socialización así como los proyectos y/o itinerarios iniciales de emancipación familiar e inserción laboral y profesional. Por último, en cuarto lugar, hemos buscado los principales ejes y posiciones ideológicas que atraviesan y dan sentido a los discursos de la juventud gitana a fin de compararlos con los de otros segmentos de población especialmente concernida (juventud no gitana, minorías culturales inmigrantes, relaciones de género, etc.). Estructura del informe La Primera parte recoge los tres contextos sociales que aparecen como más influyentes en las trayectorias escolares de la juventud gitana. Sobre la base de las informaciones obtenidas en la Encuesta de la FSG y en otras fuentes, se exponen con detalle las representaciones, experiencias y opiniones de los propios jóvenes, tal como se han expresado en los grupos de discusión aplicados en seis comunidades autónomas. Partiremos del punto de vista de las chicas, principal objetivo de la presente investigación, que pondremos en 13 relación con los discursos de los chicos, no sólo para resaltar las diferencias sino para mostrar las influencias mutuas: El capítulo primero recoge las tendencias que se observan en la forma de entender y practicar la socialización de niños y niñas en las familias gitanas, con marcas de género muy diferenciadas pero actualmente bastante cuestionadas. El capítulo segundo aborda lo relativo al nivel económico y de formación alcanzado por los progenitores, uno de los factores más determinantes del éxito o fracaso escolar en la población general y también en la juventud gitana. El capítulo tercero describe los desajustes que se producen entre la institución escolar y el alumnado gitano al llegar la etapa de la adolescencia (paso de Primaria a Secundaria). La Segunda parte desarrolla los puntos de vista de los propios jóvenes sobre sus trayectorias de formación, a partir de una breve síntesis de los resultados obtenidos en la Encuesta de la FSG: El capítulo cuarto recoge los itinerarios de fracaso, para mostrar cómo perciben y valoran su propia experiencia personal y cuáles fueron los factores ambientales que más les influyeron para suspender asignaturas, repetir curso, dejar de ir a clase o abandonar definitivamente los estudios. El capítulo quinto se centra en la minoría del colectivo gitano que ha obtenido algún título de grado medio o superior. Sirve de contrapunto al capítulo anterior y muestra cuáles han sido los factores más influyentes en las trayectorias de éxito escolar. El capítulo sexto aborda la opinión de las chicas y chicos gitanos sobre la reincorporación en los estudios después de haberlos abandonado. Veremos que el motivo principal para retomar la formación -obtener un empleo- es también la principal barrera en la medida que el paro masivo de los jóvenes –gitanos y no gitanos- en la actual etapa de crisis les desmotiva sobre la utilidad del estudio, generalmente de perfil bajo, para acceder al mercado laboral. 14 La Tercera parte recoge en un único capítulo un balance de los principales ejes que atraviesan los discursos juveniles, presentados de forma desagregada en anteriores capítulos, para terminar ofreciendo una propuesta de esquema interpretativo sobre las principales posiciones de la juventud gitana ante su inserción en la sociedad. Diseño metodológico Como ya se ha indicado, el procedimiento que pareció más adecuado para abordar los objetivos perseguidos por la FSG fue la aplicación de una batería de grupos de discusión. Las posibilidades y limitaciones de esta metodología están suficientemente probadas en distintos campos de la investigación social, siendo su principal cualidad la capacidad para captar de forma abierta las opiniones, actitudes, motivaciones y expectativas de la población en relación a cuestiones determinadas.1 El diseño del trabajo de campo partió de una consideración precisa de la diversidad existente en el colectivo que se quería estudiar, a fin de recoger en los grupos sus principales características. Para ello, nos servimos una vez más de los resultados de la Encuesta recién aplicada por la FSG. En particular, acotaremos el colectivo gitano a estudiar entre los 17 y los 24 años,2 tomando como límite inferior la edad en la que teóricamente se habría finalizado la etapa de Educación Secundaria, ya que nos interesaba el punto de vista de jóvenes que tienen cierta perspectiva temporal respecto a su trayectoria escolar pasada.3 Focalizamos la atención en las chicas (4 grupos de discusión, uno de ellos mixto, de chicas y chicos), si bien tomando como contrapunto la posición de los chicos (3 grupos de discusión, uno de ellos 1 Sobre la práctica del grupo de discusión y su relación con otros dispositivos cuantitativos y cualitativos, ver Ibáñez 1979, Ortí 1989, Alonso 1998 y Conde 2009. 2 A partir de las estimaciones elaboradas por la FSG, que sirvieron de base para aplicar la Encuesta en 2012, la población gitana residente en España entre 13 y 25 años sería de 210.000 personas, de ellas 82.000 en el tramo de 13 a 17 años; 66.000 en el de 18 a 21; y 62.000 en el de 22 a 25. En el tramo de 18 a 25 años, el más próximo al que recogemos en los grupos de discusión, las mujeres serían 66.000 y los hombres 60.000. 3 Existe, además, una razón pragmática: por debajo de los 16 años la técnica del grupo de discusión funciona con importantes limitaciones. 15 mixto). Las principales variables para el diseño de los grupos son las siguientes: Modalidad de la trayectoria escolar, distinguiendo tres tipos básicos: 1) quienes no han finalizado la ESO, han abandonado el sistema educativo y no han retomado estudios posteriormente; 2) quienes han finalizado la ESO o han retomado los estudios para conseguirlo (PCPI, Módulos profesionales, educación para personas adultas, etc.) pero no han finalizado estudios de Secundaria no obligatoria; y 3) quienes han rematado estudios de Educación Secundaria postobligatoria (títulos de bachiller o de técnicos de grado medio) o han llegado a iniciar o rematar estudios de educación superior. En el diseño se controlará la titularidad de los centros (pública o privada concertada) en la que realizaron o realizan sus estudios.4 Actividad principal en el momento actual: estudio; trabajo remunerado (asalariado, negocio familiar, cuenta propia); trabajo doméstico; otras situaciones. Emancipación del hogar paterno: si permanecen en el hogar paterno o se han emancipado en un hogar propio (situación en la que se encuentra un tercio de la juventud gitana). Nivel de estudios de los progenitores: sin estudios o Primaria no terminada; Primaria terminada; Secundaria iniciada no terminada; Secundaria terminada o superiores. Hábitat, atendiendo a tres factores: modalidad de la vivienda (independiente o pareada; piso; infravivienda); 5 espacio rural-urbano y, dentro de éste, casco antiguo, barrios de expansión, periferia y barrios segregados;6 y comunidades autónomas, según la densidad de población 4 Según la encuesta citada de la FSG, en torno al 85% cursa estudios en centros públicos y el 15% en privados concertados. 5 Se encuentran en estas situaciones, según la encuesta de referencia, el 32,5%, el 55,6% y el 11,7%, respectivamente, de la juventud gitana. 6 Estas situaciones afectarían al 14,7%, 25%, 38,5% y 5,0%, respectivamente. 16 gitana, 7 que dan lugar a distintos grados de “normalización” de la comunidad gitana en el contexto social. Nivel socio-económico de las familias, distinguiendo tres segmentos: 1) privación material más o menos severa (12,8% de los hogares); 2) dificultades económicas significativas como no poder pagar la cuota de alquiler o hipoteca, no calentar la casa en invierno, llegar con apuros a fin de mes, no poder abordar gastos imprevistos, etc. (situaciones que afectan a más de dos tercios del colectivo); y 3) hogares sin dificultades económicas importantes (en torno a la cuarta parte). Teniendo en cuenta todas estas variables se diseñaron seis grupos de discusión, con seis participantes cada uno, organizados en base a dos ejes principales: el sexo y la modalidad de trayectoria escolar. El resto de variables se tienen en cuenta para configurar situaciones diferentes en cada uno de los grupos. En el Cuadro 1 se presentan los diseños teóricos que pretendían representar la diversidad de la juventud gitana en la relación a la formación. Una ficha detallada de los seis grupos definitivamente aplicados se presenta al final de este informe. 7 Según el Mapa sobre Vivienda y Comunidad Gitana en España, 2007, si descontamos las metrópolis de Madrid y Barcelona, las provincias con mayor número de hogares gitanos se sitúan en el sur y sur-este de la península (Granada, Alicante, Sevilla, Almería, Málaga, Valencia, Cádiz, Murcia y Jaén, por este orden). 17 Cuadro 1 Diseño de seis grupos de discusión con chicas y chicos gitanos Secundaria terminada y/o Superior ESO, Secundaria no finalizada Abandono sin terminar la ESO Mujeres Hombres GD 1 GD 2 - 17-20 años. - Curso que abandonó los estudios: en Primaria (2); en 1º ò 2º de ESO (2); en 3º ò 4º de ESO (2). - Al menos la mitad repitió algún curso antes del abandono. - Mayoría abandonó por motivos familiares (4); minoría motivos laborales (1) y problemas de aprendizaje (1). - Actividad: mayoría tareas hogar (4); minoría con empleo/s precario/s (2). - Mayoría vive casa paterna (4), minoría emancipadas, alguna con hijo/s (2). - Nivel familiar: privación material (3), dificultades económicas (3). - Estudios padres: sin estudios (2), Primaria incompleta (2) o completa (2). - Hábitat urbano: mayoría estatus precario (4), minoría estatus medio (2). - Comunidad autónoma con mayor densidad de población gitana (Cataluña). - 17-20 años. - Curso que abandonó los estudios: en Primaria (1); en 1º ò 2º de ESO (3); en 3º ò 4º de ESO (2). - Al menos la mitad repitió algún curso antes del abandono. - La mitad abandonó por motivos laborales (3); problemas de aprendizaje (2); y motivos familiares (1). - Actividad: trabajo empresa familiar (2), asalariado (1), sin empleo (3). - Mayoría vive casa paterna (4), minoría emancipados, alguno con hijo/s (2). - Nivel familiar: privación material (3), dificultades económicas (3). - Estudios padres: sin estudios (2), Primaria incompleta (2) o completa (2). - Hábitat intermedio: mayoría estatus precario (4), minoría estatus medio (2). - Comunidad autónoma con baja densidad de población gitana (Navarra). GD 3 GD 4 GD 5 - 17-20 años. - Se mantienen estudiando: ESO (con retraso) (1), PCPI (2), Bachillerato (1); Ciclo formativo Grado Medio (2). - En torno a la mitad repitió algún curso. - Mayoría vive casa paterna (45); minoría emancipada (1-2). - Nivel familiar: privación material (1), dificultades (3), desahogado (2). - Estudios padres: Primaria incompleta (2) o completa (2); Secundaria o más, al menos iniciadas (2). - Hábitat urbano: estatus precario (2), mayoría estatus medio (3) o acomodado (1). - Comunidad autónoma con mayor densidad de población gitana (Madrid). - 21-24 años. - Han abandonado estudios después de terminar la ESO, sin rematar Secundaria postobligatoria (3) o han retomado estudios para personas adultas (2) o no reglados (1). - El abandono se produjo por motivos familiares (2), laborales (2) y problemas de aprendizaje (2). - Actividad principal: tareas hogar (2); empleo precario (2); buscan empleo (2). - La mitad vive casa paterna (3), la otra mitad emancipadas, algunas con hijo/s (3). - Nivel familiar privación material (1), dificultades (3), desahogado (2). - Estudios padres: Primaria incompleta (2) o completa (2); Secundaria o más, al menos iniciadas (2). - Hábitat rural: estatus precario (2), estatus medio (3) o acomodado (1). - Comunidad autónoma con baja densidad de población gitana (Asturias). - Chicos de 18-22 años. - Estudios: estudian Bachillerato (1), ciclos formativos grado medio (1), abandono después de terminar la ESO sin rematar Secundaria (2) o han retomado estudios para personas adultas (1) o no reglados (1). - El abandono se produjo por motivos familiares (2), laborales (2) y problemas de aprendizaje (2). - Actividad principal: estudio (2); empleo precario (2); buscan empleo (2). - La mitad vive casa paterna (3), la otra mitad emancipados, alguno con hijo/s. - Nivel familiar privación material (1), dificultades económicas (3), desahogo (2). - Estudios padres: Primaria incompleta (2) o completa (2); Secundaria o más (2). - Hábitat urbano: minoría estatus precario (2), mayoría medio (3) o acomodado (1). - Comunidad autónoma con mayor densidad de población gitana (Valencia). GD 6 (Mixto) - 21-24 años, chicas (3) y chicos (3). - Han terminado estudios de Secundaria postobligatoria (2 Bachillerato, un chico y una chica; 4 Ciclos de grado medio, dos chicos y dos chicas); tres han iniciado estudios superiores (1-2 universidad, 1-2 ciclo formativo superior). - La mayoría no repitió curso en su trayectoria escolar. - Mayoría vive en casa paterna (4-5); minoría emancipada (1-2). - Nivel familiar: dificultades económicas (3), desahogado (3). - Estudios padres: Primaria completa (3); Secundaria o más, al menos iniciadas (3). - Hábitat urbano: minoría estatus precario (1), mayoría estatus medio (3) o acomodado (2). - Comunidad autónoma con alta densidad de población gitana (Andalucía). 18 Para la dinámica de moderación de los grupos, se ha partido de una primera parte planteada en términos abiertos, a fin de que las chicas y chicos participantes expresaran con libertad sus puntos de vista en torno a su situación y perspectivas de futuro en la sociedad actual, y una segunda parte más focalizada en los motivos de retraso y abandono escolar, así como de éxito y de reincorporación a los estudios en algunos casos. Con el fin de favorecer la mayor espontaneidad posible en los grupos de mujeres, la moderación de los mismos corrió a cargo de las sociólogas Emma Mateos (Grupos 1 y 4) y Ángeles Ramírez (Grupo 3), a quienes desde aquí agradecemos su colaboración. Tanto las grabaciones como las transcripciones de los grupos de discusión se entregan en formato electrónico. En cuanto a las citas recogidas en el informe, están tomadas literalmente de los grupos con ligeras abreviaciones y revisiones de estilo para facilitar su comprensión.8 Estos textos literales, cargados en la mayoría de los casos de modismos literarios, metáforas y connotaciones de todo tipo, contienen gran fuerza expresiva y las consideramos parte central del contenido del informe. Esperamos que los análisis desarrollados sean útiles para mejorar la situación educativa de la infancia y la juventud gitana, y favorecer en el más largo plazo su emancipación laboral y social. Agradecemos la valiosa aportación de las chicas y chicos que han participado en los debates grupales, así como de las personas que han ayudado a montar las reuniones 9 y, muy especialmente, a la Fundación Secretariado Gitano, representada por Mónica Chamorro y Nuria Serrano, por la confianza depositada en nosotros. Colectivo Ioé 8 Las siglas (por ejemplo, GD1, 23) remiten al número de Grupo (ver numeración en el Cuadro 1) y a la página del texto mecanografiado correspondiente. 9 Las personas participantes fueron convocadas por profesionales de la FSG de los lugares donde se aplicaron los grupos, con supervisión de Colectivo Ioé. 19 20 I. Contextos influyentes 21 22 1. Marcas de género en la socialización familiar Este primer capítulo recoge cómo perciben y valoran las chicas y chicos gitanos su proceso de socialización, con importantes diferencias ligadas al género que repercuten en las formas de entender el trabajo doméstico y extradoméstico, el noviazgo y la boda, así como los efectos que tienen esas diferencias en las trayectorias educativas de ambos sexos. Las experiencias y opiniones captadas en los grupos de discusión se presentan agrupadas en tres bloques: 1) chicas de varios tramos de edad que han abandonado los estudios en Educación Primaria o Secundaria, sin rematar la ESO (GD1, Cataluña), o que han retomado la formación después de haberla abandonado pero sin finalizar estudios de Secundaria no obligatoria (GD3, Madrid y GD4 Asturias); 2) chicos de varios tramos de edad que han abandonado sin rematar la ESO (GD2, Navarra) o que han retomado la formación sin finalizar Secundaria (GD5, Valencia); y 3) chicas y chicos entre 21 y 24 años con éxito escolar, que han terminado estudios de Secundaria postobligatoria o estudios superiores (GD6, Andalucía). 1.1. Chicas con fracaso o retraso escolar Las tareas domésticas como piedra de toque Una experiencia habitual entre las chicas gitanas es que desde pequeñas han tenido que ejercitarse en las tareas de barrer, fregar, hacer la comida, cuidar de sus hermanos pequeños y personas dependientes, etc.: “- Con siete años yo ya sabía cocinar y todo… Tuve que criar a mi hermana con un año, que ella me decía: ¡mama!, porque era muy chiquitita. La he criado a biberón y me decía: ¡mama!” (GD1, 32). En la mentalidad de “los gitanos antiguos” esta dedicación es propia de las mujeres (“porque eres una mujer”), que tienen obligación de atender a los hombres de la casa, incluidos los hermanos varones, a quienes no corresponden esos quehaceres (“si estás en casa sola con tu marido o con tu 23 hermano… ellos no son capaces de mover una silla”). Sin embargo, fuera del espacio de los cuidados, “no les gusta que hagas nada”. Lo que les gusta, la imagen masculina de las “mujeres buenas”, es “que estés en la casa cuidando al marido, a los hijos y la casa… que seas muy limpia, muy buena”. Estas posiciones son frecuentemente calificadas por parte de las mujeres jóvenes de nuestros grupos de discusión, sobre todo por parte de quienes han superado la ESO o han retomado los estudios, como propias de gitanos “antiguos” y “machistas” (“puro y duro machismo”): “- Si estás en casa sola con tu marido o con tu hermano, es la chica la que tiene que llevar la casa. Ellos no son capaces de mover una silla. ¿Por qué?: porque eres una mujer. - Machismo, puro y duro machismo (…) - Los gitanos antiguos o los que están a su bola no te dejan moverte. No les gusta que hagas nada. Les gusta que estés en la casa como una buena mujer cuidando al marido, a los hijos y la casa. Ya está. - Y que seas muy limpia, muy buena…” (GD3, 5-6). Llegada la adolescencia, la realización de las tareas domésticas puede convertirse en motivo justificado para abandonar la escuela, ya sea por voluntad propia (“hice sólo el sexto porque tenía que quedarme con mi hermana pequeña, pero yo tampoco quería ir al instituto”) o por obedecer a los padres, que tratan de que las chicas no vayan al instituto: “- Yo hice sólo el cole, el sexto, porque tenía que quedarme con mi hermana pequeña, pero yo tampoco quería ir al Instituto, ¿vale? - Pues yo tengo tres hermanos, conmigo somos cuatro. Tuve que repetir segundo de la ESO y me junté con uno de mis hermanos, y al estar los dos en la misma clase no hacíamos ná. Así que lo dejé porque tenía dos hermanos más pequeños” (GD1, 4-5). Las tareas del hogar pueden ser vividas con alegría (“me encantaba fregar”) y con el reconocimiento de la madre (“cuando venía mi mama me veía todo hecho y decía: ¿quién lo ha hecho?; ¡yo!”). En estos casos, más habituales en quienes dejaron de estudiar sin rematar la ESO y luego no retomaron los estudios, se considera lógico el abandono de la escuela (“¿para qué quiero ir a la escuela si ya sé fregar, hacer la comida y todo?”), si bien a veces el peso 24 de las tareas domésticas en la casa de los padres puede ser tan cargante 10 que acelera el casamiento “para tener su vida”: “- A mí me encantaba fregar. Y cuando venía mi mama, me veía todo hecho y decía: ‘¿quién lo ha hecho?’; ‘¡yo! (risas del resto del grupo). Digo: ¿para qué quiero ir a la escuela si ya sé fregar, sé hacer la comida y todo?” (GD1, 53-54). “- Hay gitanas que se casan enseguida para no hacer las cosas en la casa de sus padres ni cuidar a sus hermanos. Se casan para tener su vida” (GD4, 42). Otras jóvenes se oponen a lo que consideran una forma “antigua” de interpretar las “leyes gitanas” y consideran que es algo que corresponde al pasado (“de mucho más p’atrás, ahora ya hemos evolucionao”), si bien reconocen que todavía en bastantes casos, sobre todo en los pueblos, las familias gitanas mantienen las pautas tradicionales y obligan a las hijas a “quitarse del instituto”: “- Pues yo no estoy de acuerdo con las leyes gitanas, en el sentido de que te quiten del instituto porque hay chicos y a los 16 años ya te preparan para saber llevar una casa… A mí no me han criado así y hay muchas cosas que yo no respeto de la ley gitana. Yo soy diferente. - Eso es… yo qué sé, es una opinión. ¡Hay que respetarse todos! - Yo respeto las opiniones de los demás también, pero yo no soy así. - Bueno, yo… la cultura gitana yo la respeto, la verdad, pero nunca me han dicho mis padres que me quite del instituto… - Pero es que yo creo que eso ya cambió, - (Varias) Sí. - Sí, era mucho más p’atrás, ahora ya hemos evolucionao mucho… - Pues en mi pueblo la costumbre es que las chicas dejen la escuela al llegar al instituto. Yo conozco a tres amigas que sus padres las han obligao a quitarse del instituto y una de ellas me dijo hace poco: ‘ahora me están enseñando a fregar bien los platos’. Y yo: ¡madre! - ¿Es que no sabía fregar platos? - Bueno, su madre le está enseñando a llevar una casa bien, a fondo. Ahora ya está pedida, se va a casar y tendrá dentro de poco un bombo” (GD4, 3-4 y 42). 10 Según la Encuesta del INE sobre empleo del tiempo (2010), la carga de trabajo doméstico en España, contabilizada por el número de horas dedicadas a las tareas del hogar, supera en un 23% a la carga de trabajo extradoméstico remunerado, siendo las mujeres las que aportan casi el 70% del trabajo doméstico (INE 2010). 25 Una vez casada, cuando la mujer se traslade a la casa de los suegros, seguirá con la obligación de atender a los hombres del nuevo hogar, y será su suegra la que se lo recuerde. Los “señoritos”11 no pueden fregar un plato ni servirse el desayuno porque esas tareas son propias de la mujer, que tiene la obligación de hacerlo aunque tenga que madrugar o se encuentre indispuesta. A veces la suegra convierte a la nuera en “la cenicienta” de la casa, que “lo hace todo” mientras ella descansa. La condición para que esto sea posible, es la actitud sumisa de la nueva esposa, que sea “tonta” y “ciega”: “- Cuando entré en la casa de mi marido, que eran tres chicos, yo me asusté. No pueden tocar un vaso de agua… no pueden tocar un plato. A mí, mi suegra me decía: ‘el X no puede tocar el agua. No, no, no’. Si yo estaba durmiendo o estaba mal y estaba toda la cacharrería sucia… - Se lo tenías que fregar. - Se lo tenía que fregar. Si no, el señorito no desayunaba. Y muchas cosas así. - ¡Ay dios! - Y luego que quería que tuviera la casa limpia cuando ella se levantara... - Claro, que tú lo hicieras todo, - Sí, sí. - Y ella con el coño sentada, hablando mal. - Sí, exacto. A su hijo pequeñín le tenía que hacer yo la comida, la cena, todo. Y su otra hija me decía: ‘¡un vaso de agua!”. Y yo, como una tonta, iba y le subía un vaso de agua. - Como la cenicienta. - Pero, claro, como yo era ciega. - Sí, pues sí espabilaste” (GD4, 45-47). Estas reflexiones llevan a un sector de las gitanas jóvenes a rebelarse contra la dependencia de que son objeto, tanto en la familia de origen como en la casa de los suegros después de casarse (“estás debajo de la suegra”). Aceptan y reconocen el cuidado de sus padres cuando eran pequeñas pero no que las recluyan en el hogar y luego se casen “con el primero que pasa por su vida”. Se “piden” de muy jóvenes para salir de casa porque creen que “casarse es como descubrir América”, pero “se casan y la cagan” porque pasan a depender de los suegros y “tienen que limpiar la porquería de los suegros y de los cuñados”. 11 El grupo utiliza esta metáfora según la segunda acepción del Diccionario de la Real Academia de la Lengua (“Señorito: amo, con respecto a los criados”), dando a entender una relación de servidumbre de las mujeres gitanas hacia los hombres de su grupo familiar. 26 La alternativa es “espabilar” a tiempo y no depender de los demás (“guiar tu vida”). Tienen que aprender de la experiencia negativa de sus padres (“lo que me dicen mis padres que les pasó cuando se casaron”) y aprovechar “las oportunidades que ahora tenemos la juventud para valernos nosotras solas”: “- Es que te casas y te sometes… - Estás debajo de la suegra… - Es que, mira, muchas veces a las gitanas nos pasa que siempre estás dependiendo, primero de tu familia, qué vale es la que te ha cuidado, la que te ha parido… Pero luego te casas y te sometes al marido, que vale lo conoces a lo mejor hace un año, a la suegra, que la acabas de conocer, y al suegro… - Es que ahí está el problema. Es lo que les pasa a muchas niñas que no las dejan salir, no las dejan hacer nada y entonces el primero que les pasa por su vida, ‘¡pues con éste me voy…! - ¡Y se casan! - ¡Y la cagan! - Claro, primero vale que hayas estado aguantando a tus padres, pero luego es a tus suegros. - Es lo que me dicen mis padres que les pasó cuando se casaron. - Es que ese es el problema, qué muchas chicas dicen que las pidan para salir de su casa porque sus padres no las dejan hacer nada. - Pero es que muchas piensan que casarse es como descubrir América. Dicen: ‘me caso, me pido y me voy de casa’. Pero es que se casan y no saben que es meterse en otra casa con los suegros, casas llenas de porquería. Y tienen que limpiar la porquería de los suegros y de los cuñados. Pues para eso te quedas en tu casa y limpias tu casa. - ¡Y guías tu vida! - Y más con las oportunidades que ahora tenemos la juventud, que tenemos muchas oportunidades para valernos nosotras solas. Que quizá ahora no lo vea pero el día de mañana me servirá para valorarme, miraré para atrás y diré: ‘sí, estaba perdida no sabía ni quién era; ahora yo sé quién soy y sé lo que tengo’. Y que luego tengas tus hijos y les digas: ‘yo… por este camino, ¡no te equivoques!’. Esto es un orgullo, me motiva, me motiva” (GD3, 22-23). Parejas y boda. La mujer como sujeto paciente La emancipación del hogar paterno en la comunidad gitana suele implicar una secuencia que va del “pedimiento”, momento en que los padres varones de las familias reconocen a la nueva pareja, al matrimonio, con el rito del pañuelo en bastantes casos, y el paso de los recién casados a la casa del marido donde los suegros toman bajo su tutela a la esposa hasta que ésta y su marido logran formar un hogar independiente. La exigencia de virginidad 27 de la novia en el rito del pañuelo 12 acelera con frecuencia los casamientos, lo que explica que estos se produzcan a una edad muy temprana, influyendo a su vez en el abandono de los estudios. Según la Encuesta de la FSG, el 34% de la juventud gitana entre 13 y 25 años tenía ya su propio núcleo familiar, una proporción que cuadruplica ampliamente la tasa de población general entre 16 y 24 años que se ha emancipado de la casa paterna.13 En los grupos de discusión el tema de las relaciones de pareja se vincula, en primer lugar, con la experiencia de las propias participantes o de terceras personas a las que se alude. La clave principal de la relación, aparte del amor que se profesan los miembros de la pareja, es el trato que recibe ella de él, que puede ser igualitario y cooperador (“no me quita de nada”) o dominante y abusivo (“te prohíbe todo”). El sujeto agente es el chico y el paciente la chica. En caso de trato igualitario, aunque se casen muy jóvenes, el varón respetará los gustos e intereses de la mujer, por ejemplo seguir estudiando, cultivar la relación con sus amigos y amigas, o desarrollar un trabajo extradoméstico; en el segundo, la obligará a dejar los estudios para centrarse en el hogar y los hijos, se pondrá celoso si sale con otras personas, la controlará en sus hábitos de vestir y de arreglarse, etc. Las experiencias negativas de pareja dan lugar a valoraciones de todo el grupo que, a su vez, saca conclusiones prácticas, entre ellas una que parece la más importante: buscar “un niño que sea como tú, con los mismos gustos y las mismas ideas”. Esto último les parece a algunas inviable (“niños así ya no hay”) pero otras creen que sí, aunque haya que buscarlos “con lupa”. En todo caso a los chicos gitanos “hay que ponerles los puntos” porque, si no, “te comen”: [Experiencia positiva] “- Yo estoy casada y a mí mi marido no me quita de nada... porque yo, si me tengo que ir a un lado, me voy con él, nos vamos de fiesta, vamos a la playa, a cenar si hace falta… ¡no pasa nada!... - Es que por eso te digo, que hay de todo ¿eh? 12 Sobre la boda gitana y el rito del pañuelo, ver San Román 1997: 119. Según la Encuesta de Población Activa (2012), de la población total entre 16 y 24 años residente en España, sólo el 8% se ha emancipado de la casa paterna (el 1,4% en el tramo de 16 a 19 años y el 12,8% en el de 20 a 24). 13 28 - Es que depende de la educación y de la familia que te toque. - Y del chico, yo qué sé… - Que sí, que sí… - Además, tienes que ponerle los puntos porque si lo dejas, te come él y no se puede eso” (GD4, 4-5 y 52). [Experiencia negativa] “- Pues yo estudié hasta 3º de la ESO, a raíz de ahí conocí a un chico y me casé y ya los estudios… Me decía: ‘¿pero para qué vas a estudiar, si vas a estar en la casa?’. Y ya no estudié más. - Qué mal, dejar de hacer las cosas… - Ya... Yo quería estudiar y él no me dejaba… - Se ciegan: ‘no, no, tú no’. - Es un atropello. - Es una tontería. - Mira, el día de mañana, si os queréis casar, tienes que encontrar un niño que sea como tú, que piense como tú, que tenga los mismos gustos, las mismas ideas. Que cómo tú seas una niña que tengas los pensamientos diferentes y tú te buscas a un niño cerrado, ¡adiós! - Niños así no hay ya. - Sí hay. - Sí, sí hay. - Hombre, haber hay. - Qué va, a lo primero te prohíben todo. - Sí, haber hay. - Hay que mirarlo con lupa. - Sí hay. - Sí hay, pero hay que buscarlo” (GD1, 20-21). La dificultad de encontrar un chico gitano “que sea como tú” ha llevado a una participante en la reunión de Asturias (hija de madre gitana y padre no gitano, que pasó parte de la infancia en una casa de acogida con mayoría de niños no gitanos) a optar por un novio payo que respeta sus salidas de casa para ir “de fiesta” y no le importa que vista como quiera (“me pongo un pantalón corto y no me dice nada”). Está encantada con su “payín” que la lleva “de cenas y a conocer el mundo”, lo que le parece inviable con un novio gitano (“un gitano no te lo va a hacer”). El resto del grupo reacciona achacando su preferencia por un novio payo a la educación recibida (“porque tú te has criado de esa manera”) y planteando que entre los chicos gitanos también los hay que respetan a las mujeres (“depende del chico… yo con mi marido estoy muy bien”): “- Yo ahora mismo estoy con un payo, yo no quiero un gitano a mi lado, lo siento. No lo quiero porque no soy como ellos… Con un payo es todo muy diferente, tía, ¿sabes lo que te digo?, es todo muy diferente. Me voy de fiesta y me dice: ‘mira a ver lo que 29 haces, pero pásatelo bien’. Yo me pongo un pantalón corto y no me dice nada. No sé, es que es como yo quiero que sea. - Pero también es porque tú te has criado de esa manera. - Exacto ¿sabes?, es que es eso. - Es que, ¡hombre!, depende también del chico… - No sé, yo estoy con mi payín, como digo yo, que me lleva de cenas, es verdad, tía, me lleva a conocer mundo. Un gitano no te lo va hacer, qué quieres que te diga… - ¡Ah!, no. Yo con mi marido estoy muy bien” (GD 4, 7 y 52). Otra persona del mismo grupo relata su experiencia con un primer novio payo que “era peor que un gitano”, en el sentido de que abusaba de ella y la trataba como si fuera “tonta”. Copiaba el estilo autoritario de los hombres gitanos (“aunque sea payo, voy a mandar igual [que ellos]”) y el resultado fue que lo pasó “muy mal, me pegaba y me prohibía más” que el marido actual, que es gitano. La conclusión del grupo es que el estilo de los hombres puede variar tanto entre gitanos como entre payos pero que no hay cosa peor que un payo que se quiere hacer pasar como un “gitano de toda la vida”. Esos “tienen la negra”: “- Yo también estuve con un payo que era como un gitano, también te lo digo ¿eh?, igual era peor que un gitano. - Es que los payos que se quieren hacer como gitanos, son peores que los gitanos de toda la vida, tienen la negra. - Varias: Sí. (Risas) - Ya te digo, ya te digo… - Los hombres, digo, - Que sí, que sí… - Es verdad. - Mi primer novio fue un payo y vamos, lo pasé muy mal, con él me pegaba y me prohibía más que el otro marido que era gitano ¿eh? - Que los gitanos, sí, sí, porque cómo no saben cómo va, pues ellos lo copian. - Exacto y cómo piensan que somos gitanas tontas que vamos hacer todo lo que digan, pues… - Porque como manda el hombre, pues aunque sea payo, voy a mandar igual. - Exacto… exacto. - ¡Madre mía!” (GD4, 8). En varios casos se alude a malos tratos físicos del compañero gitano, que trata de imponer sus puntos de vista sobre cómo tienen que vestir y comportarse las mujeres, lo que éstas unas veces aceptan (“como manda el hombre…”) y otras no (“una vez y no más”): 30 “- A mí eso de que ‘no te pongas un pantalón corto’ no lo llevo conmigo, o ‘no te pongas unas leggings porque vas marcando’, o ‘no salgas de fiesta…’. Yo he estado con un gitano y he recibido palizones y sé lo que es, entonces me sirvió ya una vez y no más… - Pues a una amiga mía su marido, por celos, le apagaba los pitos [cigarrillos] en el cuerpo. ¡Vaya mierda!... - Si te pega una vez, te pega dos, te pega tres y de cuatro. Y luego es el típico tío de ‘que no te pongas tacones’, ‘no vayas con ese pantalón’, ‘no lleves ese escote’…” (GD4, 5 y 53-54). La protección/control sobre las gitanas jóvenes corre a cargo de sus padres, primero, y de su marido y sus suegros después, pero se extiende también a otros parientes varones. En el caso de la suegra, la experiencia de las nueras recién casadas varía según los casos, si bien “llega un punto… que no estás a gusto” y prefieres vivir en tu propia casa (“el que se casa, casa quiere”): “- Y es que siempre que los gitanos se casan, ¡hala, con la suegra! - Yo llevo dos años viviendo con mi suegra y, a ver, yo me llevo muy bien con ella, pero es que llega un punto… - Pero da igual, pero es que hay cosas que no… - Porque no es tu casa realmente, y el que se casa, casa quiere. - No estás a gusto... - A mí me dijo mi suegra que si él me pegaba un guantazo, yo me tenía que callar, y yo: ‘¿pero por qué?’. Y si mi marido me decía: ‘para casa’, y es para casa, y yo decía, pero ¿qué?, ¿él manda en mí?, o sea, ¿no me lo dicen mis padres y me lo va a decir él?” (GD4, 13 y 50). Los hermanos, primos y tíos también desempeñan el papel de “angelillos” que acompañan a las chicas cuando salen de casa y velan por su integridad, a veces de forma expeditiva (“mi hermano, por mirar a un chico en la calle me da un guantazo en la cara”). La opinión mayoritaria de las chicas es que el control sobre las mujeres es excesivo: [Gitana de 20 años] “- Le dice mi hermano a mi madre: ‘mama, me la llevo a la playa’, ‘¿que vas tú a la playa?, ¿y qué vas a hacer en la playa?’. - ¿A ti te dejan ir a la playa? - No, eso no… - Yo le digo de ir a la playa… - Yo siempre con mis primos casados, mis primos grandes. - Sí, así sí, claro. - Si son gente que está estable, sí. Si son jóvenes que a lo mejor… tienen la cabeza más para un lado que para el otro, no te dejan. - Pero tú piensa, ¿qué voy hacer con mi hermano? - A mí con mi hermano sí me dejan. 31 - A mi prima también, que va siempre con su angelillo al cine, se va a cenar… es su hermano... - Pues yo no soy mucho de ir con mi hermano porque con él no puedo hacer nada… Por mirar a un chico por la calle me da un guantazo en la cara: ‘¿pero tú de qué vas?’, ¡puf!, y me pega. - A mí me hace lo mismo. - A veces le digo: ‘cuando tengas mujer, te vas a comer el culo de tu mujer’, porque no es normal meterse tanto conmigo” (GD1, 40-42). Presiones para dejar de estudiar al llegar la juventud Las jóvenes gitanas se enfrentan con frecuencia a la desconfianza tradicional de que las chicas en edad de casarse que se mantienen como estudiantes se acaban “despendolando” y se vuelven “putas”, en el sentido restringido que se da a este término de mantener relaciones sexuales antes de casarse, y no preservarse para el matrimonio. La presión es tan grande en este sentido que algunas “se lo acaban creyendo”, mientras otras consideran que esas opiniones se basan en prejuicios: “- Hay gente que, si ven que estás estudiando, ya no eres una persona decente. - Que ya no eres una buena gitana. - Si estás roneando [ligando] con la gente que no es de tu etnia, pues ya te vas a volver una despendolá, eso es lo que piensan muchos…Y te bajan la autoestima tanto que te comes la cabeza y algunas se lo acaban creyendo… - Que si sigues estudiando, para mucha gente, es como si ya vas a hacer una vida de paya, y no. - Que vas a casarte con un payo o directamente estar con cien mil. - Entre los gitanos, vamos a decirlo, es que se relaciona paya con puta, es así: ‘vas a estar un día con uno y luego con otro, te lo vas a subir a la casa’. - Y eso es mentira” (GD3, 9-11 y 18). La presión sobre las chicas de la comunidad gitana, con más intensidad en los pueblos, se focaliza en temas morales, como la forma de vestir que puede provocar a los hombres (mozos o casados). Tales críticas indignan a las chicas (“¿por qué vamos a ser putas…por llevar pantalón corto?”) y consideran “muy atrasaos” a quienes se meten con ellas (“¿por ser gitana tengo que ir tapada?”). Ante estas afirmaciones el grupo reacciona como un coro con expresiones de indignación por el trato recibido por parte de los 32 hombres (“¡ay madre!... ¡madre mía!) y luego de alegría cuando las chicas valientes no lo consienten (“¡ole!...y ¡ole!) : “- Es que es eso la vida de las gitanas y yo no podría ser así… A ver, mi madre por problemas de la vida tuvo que dejar a todas sus hijas en un centro de payos, hasta que mi madre reaccionó, buscó su casa, su trabajo y se las devolvieron todas. Entonces, yo me he criado con mis hermanas como payas y cuando llegamos al pueblo mis hermanas iban con niquis cortos y decían los gitanos que si era para provocar a los maridos casados. - ¡Ay, madre! - Tuvimos muchos problemas por eso. Porque allí te pones un esto, así como voy yo ahora y eres una… - Puta. - ¡Madre mía! - Bueno, aquí también lo dicen, ¿eh? - Es que yo no lo entiendo. ¿Es que tú no puedes ir en pantalón corto? Es que yo no lo hago para provocar a nadie, lo hago porque tengo calor… - Y porque te gusta. - A ver, ¿porque sea gitana tengo que ir tapada y con una camiseta hasta aquí para que no se me marque el culo? ¡Pues no! - ¡Ole! - Aquí también pasa ¿eh?, hay niñinas y yo qué sé, hay un grupo de mozos que si pasan las niñinas: ‘mira, ésa qué puta, mira ésa que…’, ¿por qué? Es verdad… - ¡Ah!, mientras ellas no lo provoquen, ¿por qué van a ser putas? - ¡Ole!, porque lo dicen ellos. - Que están muy atrasaos” (GD4, 48-49). En el fondo de las críticas que reciben las jóvenes que se mantienen solteras y estudiando late una identificación entre ser gitano y ser íntegro (que la visión tradicional centra, más explícitamente, en mantener la integridad en la mujer hasta el momento de casarse), en contraposición a la promiscuidad de los payos (“estar con cien mil”). Sin embargo, la experiencia del grupo es muy distinta, dado que “hay muchos payos que son mucho más gitanos que muchos gitanos” y respetan a las gitanas “que no veas… ¡ni esto!”. Y también conocen chicas payas que se mantienen sin relaciones hasta el matrimonio (“ná de ná”). La conclusión del grupo es que el comportamiento en materia de relaciones afectivas, o sea la moral sexual, no es cuestión de raza y menos de control comunitario, sino un asunto personal (“no es raza, es cuestión de la persona”). De este modo se oponen al modelo antiguo racializado y reafirman su proyecto de “ser ellas mismas”, es decir, esforzarse por avanzar en un proceso de personalización: 33 “- Yo he tenido relaciones con jambos [payos] y con otros y sin embargo yo me sé guardar… - Es verdad, es que los payos con los que voy ¡ni esto!, es que te respetan que no veas. - A mí también me ha pasado eso… que hay muchos payos que son mucho más gitanos que muchos gitanos. - Es verdad, yo tengo una amiga que es paya, que ahora está en su pueblo, que hasta el matrimonio ná de ná. - Y no es gitana - Es que eso no lo lleva el ser gitana o paya, no es raza, es cuestión de la persona, eso lo lleva la persona” (GD3, 19-21). La tradicional desconfianza de las familias gitanas hacia los institutos a los que acuden sus hijas se ha constatado en estudios recientes como una barrera importante para la continuidad de los estudios en esa etapa escolar. De ahí la importancia de iniciativas como abrir los centros educativos a la comunidad y facilitar la participación de las familias gitanas y payas en la toma de decisiones con carácter vinculante, de manea que se impliquen de forma efectiva: “Hay que romper las barreras invisibles entre las familias gitanas y la institución escolar, de modo que la comunicación entre ellas sea fluida y se establezca una relación igualitaria. Para ello debe partirse de la inteligencia cultural que tenemos todas las personas, sin limitar la participación por la falta de titulaciones académicas o por las habilidades que se prejuzgue que tengan… y que las decisiones tomadas en este tipo de espacios sean vinculantes” (CREA 2010, 13). Tres modelos de pareja En definitiva, a partir de las experiencias compartidas, propias y ajenas, se dibujan tres modelos de pareja en este sector mayoritario de las jóvenes gitanas: uno de dominio patriarcal en el que la mujer asume una posición de sumisión al marido (“ya lo dejas todo por él”) y se centra en las tareas domésticas; el segundo, de pareja igualitaria, en el que las dos partes puedan compartir sus proyectos personales con libertad (“se tiene que hacer a mí, igual que yo a él”), tanto en el ámbito doméstico como en las 34 relaciones sociales y laborales fuera del hogar (“yo quiero mi trabajo, quiero mis cosas y quiero estar a gusto… yo soy una niña muy independienta [sic]”); en tercer lugar, se plantea el modelo de diferencias pactadas (“un acuerdo de los dos”), que a grandes rasgos suele coincidir con aceptar los roles tradicionales pero ahora asumidos como opción voluntaria y no como ley incuestionable. Estos tres modelos de pareja aparecen reunidos en el siguiente testimonio del grupo de discusión con jóvenes gitanas de Cataluña que abandonaron la escuela sin terminar la ESO (GD1): “- [Pareja patriarcal] Yo he estado casada y he estado en la casa metida… haciendo de comer, haciendo las faenas, planchándole. Y estudiar, ¿pa qué estudiar si voy a estar en la casa metida con él? Es pérdida de tiempo concentrarte en estudios porque cuando te casas, ya lo dejas todo por él. - [Pareja igualitaria] Pues yo ahora quiero trabajar y con el chico que esté voy a trabajar. Si es que me da igual, se tiene que hacer a mí, igual que yo a él, y si no… ¡puerta! Es que es así y ya está, yo quiero mi trabajo, quiero mis cosas y quiero estar a gusto… Nunca me ha gustado depender de nadie, pero nunca, porque yo he estado casada y a mí no me gustaba depender de él, la verdad, sinceramente, y ha sido mi marido y a mí no me gustaba. Yo soy una niña muy independienta [sic] y a mí no me gusta depender de un hombre, jamás. Es ahora y no me gusta depender de mi padre. - [Pareja con diferencias pactadas] Pero cuando sois dos, hay un acuerdo, ¿no?, es decir, tu trabajas y yo…” (GD1, 47-48). El modelo patriarcal define al hombre como alguien que inspira respeto a su alrededor y que tiene dotes de mando, mientas la mujer se caracteriza por su actitud de servicio y disponibilidad. El siguiente diálogo entre dos jóvenes gitanas hablando de cómo son sus hermanos más pequeños resulta muy expresivo de los rasgos principales del hombre y de la mujer, que ellas describen con sentimiento de admiración: el hermano pequeño tiene 16 años pero es “muy hombre”, como “un gitano viejo de 30” al que hay que respetar y obedecer (“como diga: no sé qué, no sé cuánto, tienes que hacerle caso”); la hermana pequeña tiene 11 años pero es “muy mujereta” y siempre lista para servir (“nena: ¡esto!... es muy dispuesta”): “- Mi hermana es muy mujereta, tú la ves... - Y mi hermano es muy hombre. Mi hermano tiene dieciséis años pero es como un gitano viejo de treinta. 35 - Dieciséis, pero es que la mía tiene once recién cumplidos y si la ves, flipas, es muy mujereta: ‘nena: ¡esto!’. ¿Has visto?, es muy dispuesta. - Mi hermano es como un gitano viejo que respeto, que hay que respetarle a él. Sí, de verdad… - El mío está empezando a ser así. - Él cómo diga, él cómo diga: no sé qué, no sé cuánto, tienes que hacerle caso” (GD1, 14-15). El modelo de relación igualitaria es el que prevalece, como proyecto de futuro, en las chicas gitanas solteras que han pasado la frontera de los 18 años y siguen en la escuela o han retomado los estudios (caso mayoritario del grupo Nº 3, donde todas están viviendo en la casa paterna y sólo una está pedida). El punto de partida es el rechazo frontal a los roles “antiguos” de género en la comunidad gitana, que conferían libertad sólo al hombre y relegaban a la mujer a las tareas domésticas. Una situación en la que el papel de protagonistas correspondía a los hombres (“los chicos dicen lo que quieren hacer y lo hacen”) mientras las mujeres adoptaban un papel pasivo, en el que otros (sus padres, su marido, su suegra o “los gitanos” en general) decidían por ellas, y les decían lo que tenían que ser y hacer (“tú tienes que ser ama de casa”). En tales circunstancias, aunque “se ha avanzado mucho”, las chicas independientes lo tienen “complicado” si necesitan contar con la aceptación de su pareja pero pueden decidir hacerlo por sí mismas (“ser ellas mismas”). Una posición que en otro estudio sobre las relaciones de género en España hemos definido como “igualitarismo liberal” en la medida que las mujeres pueden actuar de igual a igual con los hombres debido a su “capacidad de agencia en un contexto social de equiparación y libertad, no de opresión entre géneros” (Colectivo Ioé 2011a:123): “- Yo veo complicada la vida de los gitanos, con el trabajo y con todo. Y la mujer siempre tiene más desventajas todavía. - Los chicos dicen lo que quieren hacer y lo hacen; a las chicas les dicen lo que tiene que ser: ‘tú tienes que ser ama de casa’… - Por ejemplo, un chico gitano, si está en casa, el que trabaja y el que sale es él y depende del chico con el que te cases que te deje trabajar o no, o te deje seguir estudiando o no. En una relación entre gitanos no es como entre los señores [los payos] que es él y ella; aquí son también los suegros. Entre los payos la relación es igual entre el chico y la chica, pero entre los gitanos suelen influir el suegro y la suegra y tienen la mente más cerrada. Están hechos a lo antiguo: el que trabajaba era el hombre y ahí se han quedado. - Y es que hay muchos que ven mal que trabaje una chica gitana. 36 - Yo lo veo como algo normal pero hay gitanos que no lo ven bien, que hagas como las payas. - Hay muchos inconvenientes para una mujer gitana… para que no trabaje y para que no estudie. Quieren que esté encima de ellos, atenderles a ellos y a las casas… - Pero yo lo que veo es que ahora ha avanzado mucho esto. Mira, yo estudio y vosotras estáis aquí porque queréis estudiar o hacer algo. Yo, por lo que veo, ahora ha avanzado mucho eso. - Muchísimo, pero porque ven cómo está la vida y ven que si quieren hacer algo en la vida y ser ellas mismas, es estudiando” (GD3, 2-4). El tercer modelo de pareja, de diferencias pactadas, agrupa diversas situaciones intermedias entre el dominio patriarcal y la relación igualitaria, que tienen en común una asignación de roles de género en base a procesos de pacto o cesión entre las partes, normalmente del hombre hacia la mujer (“depende del chico con el que te cases que te deje trabajar o no, o te deje seguir estudiando o no”). Podemos calificar este modelo de relación como patriarcal adaptativo en la medida que comparte la concepción diferencialista-complementaria de los sexos pero aceptando la incorporación de las mujeres al estudio o al empleo extradoméstico, aunque no su plena autonomía. En los modelos de pareja recogidos hasta aquí no aparecen rastros de una cuarta posición14, detectada en el estudio citado sobre relaciones de género en España, que se puede calificar como “antimachismo militante” o “igualitarismo pro-feminista” según la cual la subordinación femenina se debe a una estructura social de poder que atraviesa las esferas pública y privada y que tiende a perpetuarse si no se la enfrenta de forma decidida. La clave del cambio necesario radica en estos casos en la lucha de las mujeres” (Colectivo Ioé 2011a:124). 14 Esta posición ideológica parece estar presente en algunos colectivos de mujeres gitanas, como la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad, cuyo fin es “promover la igualdad entre gitanas y gitanos, construir un enfoque feminista y combatir el triple síndrome de invisibilidad de la mujer gitana”. 37 1.2. Chicos con fracaso o retraso escolar El eje de la mujer es el hogar (machismo naturalizado) Al sector mayoritario de chicos gitanos les parece normal y natural que el eje principal de la vida de las mujeres gitanas, desde pequeñas, sea el trabajo doméstico, en el sentido amplio de este término. Por ejemplo, en caso de conflicto entre ir al colegio o “cuidar a los nenes”, porque su madre tiene que ir al mercado, la prioridad es atender al hermano pequeño (“no va a estar en el colegio pudiendo cuidar al niño pequeño”). Además, según los chicos, la propias mujeres gitanas “ven mejor fregar y cuidar a los nenes que tener que estudiar”. Ante la réplica de una voz discordante que plantea que su hermana está estudiando porque en su pueblo no hay gitanos (y su padre “payo” quiere que estudie), la opinión mayoritaria del grupo es contundente a favor del rol tradicional de la mujer como cuidadora (“la mujer tiene que cuidar a los nenes… siempre ha sido así… y ellas lo ven bien”): “- La mujer tiene que cuidar a los nenes. Es que siempre ha sido así, yo no lo veo mal. - Y si tu madre tiene que ir al mercado y tú tienes un hermano pequeño, lo cuida la hija que tiene catorce o quince años. No va a estar en el colegio pudiendo cuidar al niño pequeño. - En mi caso no ha sido así porque por allí no hay gitanos. Ya ves, mi hermana ha estudiado, está ahí… - Yo pienso que ellas ven mejor eso, estar en casa, fregar y cuidar de los niños pequeños que ir al colegio y tener que estudiar. Ellas lo ven bien” (GD5, 13-14). Hay que destacar que el rígido esquema de género de los chicos gitanos (hombre en el espacio público procurando ingresos monetarios / mujer en el espacio doméstico, dedicada al cuidado de la familia) toma distancias con respecto a las generaciones anteriores de sus padres y abuelos: para los mayores las mujeres no estarían capacitadas (serían “menos” dotadas para el estudio y más para lo doméstico); en cambio, los jóvenes concederían a las mujeres las mismas capacidades pero, debido a que su función social es otra (“la mujer va a estar en casa, limpiando…”), los estudios tienen menos relevancia en su caso (“no le echas tanta cuenta como a un hombre”): 38 “- Para nosotros… no es que vayas a decir: ‘¿para qué va a estudiar si es mujer?’, pero no le echas tanta cuenta como a un hombre… - No. Aparte de eso, que eso puede ser lo que piense alguno, el tema es que ella tiene que estar en casa como la madre, limpiando. Y ya está. - Eso es. - Sinceramente, que somos machistas. - Mucho. - Ya está. - No es que no tenga interés que las chicas estudien, es que no… no le echamos tanta cuenta como a un hombre. - La mujer gitana desde que nace y ya cuando se va a casar es para cuidar a un hombre. - Ya está. - No, es en plan de que como la mujer va a estar en casa, limpiando, y el que trabaja es el hombre… - Pues eso te estoy diciendo” (GD2, 16-17). Obviamente, esta concepción garantiza que las mujeres no superarán el nivel educativo de los hombres, circunstancia que pondría en cuestión la superioridad de éstos y su exclusivo control del ámbito público. Se reconoce que la cultura gitana es “machista”, aunque utilizan el término en sentido descriptivo, no critico o descalificador como hacían las chicas, pues se trataría de una característica propia, vigente desde tiempos inmemoriales (“toda la vida ha sido así”) y que no admite cuestionamiento (“es así y ya está”). De nuevo la minoría discordante cree justificadas las críticas de “machistas” que reciben los gitanos (“es con razón…”) y cuenta que su padre (payo casado con gitana) no quiere que su hija se case con un gitano precisamente por eso; el resto del grupo sólo acepta, parcialmente, que el hombre “ayude” en las tareas domésticas en caso de necesidad, dando por sentado que la responsabilidad es siempre femenina (“si hay una mujer ¿me voy a poner yo a barrer?, ¡venga hombre!”): “- Es que somos machistas… - Habiendo una mujer, no voy a fregar yo ni voy hacer yo la comida, ni voy a cuidar al nene. Es que es normal, toda la vida ha sido así. - Hombre ayudarle, puedes ayudar. - No es ayudarla, además es que no quiero. - Pero por qué dices eso, eso tampoco lo veo bien. - En mi casa, mi padre se quedó en el paro y mi madre se cogió un bar y se tuvo que ir al bar porque, si no, no había dinero y mi padre pues tenía que hacer la comida o fregar algún baño, pues lo tenía que hacer porque, si no, ¿quién lo hacía si mi madre estaba trabajando? 39 - Hombre, si no hay una mujer sí, pero habiendo una mujer, yo es que lo veo mal. Si hay una mujer, ¿me voy a poner yo a barrer?, ¡venga hombre!, que no, si es que no, yo pienso así. - Mi padre siempre nos ha dicho a mi hermana y a mí, porque mi padre es payo, decía: ‘yo prefiero que os caséis con una gitana, pero tu hermana no. Tu hermana prefiero que se case con un payo’. Por esto. - Es que somos muy machistas, por lo menos yo. Yo soy muy machista. - Es que la fama de los gitanos que tienen de ser machistas es con razón ¿eh?, es con razón… - Ni he barrido, ni he fregado, no porque no lo he visto, siempre han estado mi hermana y mi madre para hacer esas cosas. Yo me he ido a trabajar. No sé, el gitano para trabajar y la mujer para la casa. Y ya está. - El de la casa también es un trabajo. - Siempre se ha dicho: el hombre que traiga el dinero a casa y la mujer mantiene la casa. - Es que es así. Es así” (GD5, 15-16). Parejas y boda. Hombres libres, mujeres recogidas Si el modelo patriarcal de relaciones de género lo trasladamos a la etapa de la juventud, lo típico del hombre gitano es ‘crecer pronto’, vivir en el espacio público con amigos (fuera del encierro de la escuela) y aprender a ‘buscarse la vida’; y lo propio de las mujeres dedicarse al cuidado del hogar y prepararse para el matrimonio, al cual han de llegar vírgenes (prueba el pañuelo). Con las anteriores premisas la escolarización de las chicas no tendría sentido a partir de la pubertad, momento en que los compañeros “las miran” y puede “pasar algo”. De nuevo se repiten los argumentos de que las chicas “tienen que estar en la casa” y que lo “normal” es que los padres responsables saquen a sus hijas del instituto (“mi padre quitó a mi hermana al año de estar en el instituto… pues mi hermana al acabar Primaria”), aun cuando ello se haga a veces de forma gradual y no impositiva, facilitando por ejemplo que no acudan a clase (“cuando [las chicas] tienen 11 o 12 años, dicen los padres: vamos a hacer un poco como que van un año… pero van, no van, van, no van…”). Como contrapunto aparece una opinión discordante entre los chicos varones que considera que “por mirar no pasa nada” o que en algunas circunstancias las chicas pueden seguir estudiando, sobre todo si los padres quieren que sus 40 hijas estudien y no les da miedo que vayan al instituto, etc. Un punto de vista próximo al que prevalece entre las chicas pero que no se introduce como alternativo a la posición masculina dominante sino como mera diversificación que difiere el verdadero destino de las chicas, que es ser esposas y madres: “- Es que se tienen que ir [del colegio], cuando por ejemplo una gitana ya lleva trece años, enseguida le salen las chochás [pechos], ¿sabes?, enseguida se pone y quieras o no se tiene que ir, porque la miran y… No sé, yo a mi hija no la dejaría tampoco. - Por mirar no pasa nada ¿no? - Los gitanos somos muy nuestros, muy posesivos. - Además que la gitana estudie también… si tiene que estar en la casa… - En mi caso no ha sido así porque por allí no hay gitanos. Ya ves, mi hermana ha estudiado, está ahí… Y eso, allí, mi madre no ha tenido miedo de que le pasara ná, ella quería que estudiara y todo, así que ha seguido para adelante su carrera. Ha estudiado inglés - Mi padre no, mi padre quitó a mi hermana al año de estar en el instituto, la quitó ya. - La mía igual, acabó Primaria y ya está. - Es normal…” (GD5, 13-14). “- Las chicas dejan el colegio antes que nosotros a veces… - Porque se casan antes. - Y aparte porque les pica. (Risas) - No, date cuenta que la mujer gitana… para los gitanos cambia mucho, porque si están en el colegio ya en sexto, cuando tienen 11 o 12 años, dicen los padres: ‘sí, vamos a hacer un poco como que van un año…’, pero van, no van, van, no van…” (GD2, 16). En el grupo de discusión realizado en Navarra se alude a la existencia de diferencias entre distintos grupos gitanos dependiendo del hábitat y la región en que viven. Así, en Castilla prevalecería la tendencia más conservadora (“son mucho más tradicionales que nosotros”), que castigaría duramente a las parejas que se escapan (“allí tienes una ley y si te escapas… te buscas la ruina”); en el otro extremo se situarían las grandes urbes, como Barcelona, donde primaría la pérdida de valores tradicionales y el descontrol moral. La situación de las ciudades intermedias (caso de Pamplona, lugar de la reunión) se situaría entre ambos polos, no siendo ajena a una dinámica de descontrol, ejemplificada por la facilidad con que las chicas gitanas intercambian whatsapp con los chicos, lo que sería un indicador de 41 promiscuidad peligrosa (“conversa con uno, conversa con otro y al final conversa con quince a la vez”): “- Pero te bajas para Castilla y todo eso y cambia, ahí… ojo, ¿eh?, que los gitanos de Castilla son diferentes. - Y de Barcelona también. - Es que en Barcelona hay mucho putiferio, están todo el día pa’cá y pa’llá. - Todo. Pa mí en todo. Porque en Castilla no son como aquí… que los gitanos castellanos son muy diferentes a nosotros, porque esos sí que… allí tienen una ley, y si te escapas: o el pelo o la cara cortao. Y te buscas la ruina por hacer eso. Son mucho más tradicionales que nosotros. - Algunos. - Lo que pasa es que aquí vivimos con la guasa. - Aquí conoces a una: “oye, ¿tienes whatsapp?”, ya tienes todo arreglado. Es que conversa con uno, conversa con otro, y al final conversa con quince a la vez. - Pero en Barcelona, yo he estado en Barcelona y… - Pero chacho, que estás hablando de una capital, si hay aquí puterío, ¿cómo no va a haber en Barcelona?” (GD2, 28). La posibilidad de que chicas gitanas se aparten del modelo tradicional, que las obliga a retirarse del instituto para no verse expuestas a las “miradas” inconvenientes del mundo masculino, sería más viable en aquellos lugares donde el control de la comunidad sea menor (“un pueblo donde no haya más que payos” o la gran ciudad, más relajada desde el punto de vista del control de las personas). Sin embargo, esta posibilidad es descartada por la mayoría de los chicos que han abandonado la escuela tempranamente, para quienes es mucho más importante que la mujer aprenda a cuidar a la familia (“saber cambiar un pañal”) que estudiar cosas que no aportan nada a la vida familiar (“saber inglés”), dando por supuesto que ambos tipos de cualificaciones serían incompatibles. Llama la atención que el contrapunto a los cuidados del hogar sea “saber inglés”, el idioma vehicular por excelencia de las relaciones internacionales: “- Yo es que lo veo bien como lo hacemos y todo. Yo lo veo bien. - Verás, yo también lo veo bien, pero si ella no quiere esa vida, no quiere estar encerrada en la casa y quiere estudiar pues se la dan todas las oportunidades que pueda. Pero eso ya estamos hablando en un concepto de una ciudad donde sean muchos gitanos, porque una familia gitana se va a un pueblo donde no haya más que payos, pues ese problema no lo tiene de que la vean en el colegio porque si ella no quiere, no la van a hacer ná y 42 no va a haber gitanos que la estén mirando, ni vayan a pedirla ni nada. - No, pero ella se ha criado con esa mentalidad y al final con dieciséis años lo ve bien. Ya se ha criado así. - Yo prefiero que mi mujer el día de mañana sepa cuidar de un niño o limpiar la casa que… - A que sepa inglés, por ejemplo. - Antes que sepa inglés. - Porque si sabes inglés y no sabes cambiar un pañal al niño, imagínate…” (GD5, 14-15). Por tanto, las expectativas “normales” de las chicas gitanas, acordes con su cultura, son casarse, tener hijos y dedicarse a la vida doméstica. El hecho de que una chica gitana quiera estudiar y tener una profesión supone una desviación de la norma, que para una minoría sería factible en un entorno socializador diferente y, por tanto, no correspondería a la naturaleza de la mujer gitana sino a la forma concreta en la que es socializada (“es lo que le inculcan a esa niña”). Pero para la mayoría eso no significa otra cosa que “criarlas a lo payo”, desnaturalizando su cultura gitana. Es decir, que sólo caben dos alternativas, o educarlas como chicas payas o “criarlas a lo gitano… como siempre… que eso es así… y es lo normal”: “- Yo pienso que la mujer, en verdad, su mentalidad es ésa. Yo pienso que una mujer no piensa en estudiar y ganarse ella sola la vida. Es casarse y tener sus hijos y criarlos. No estudiar hasta los veintiocho y tener trabajo. - Porque las han criado así. Si crías a una persona así su mente no va a dar a más. Si tú coges a una gitana que es muy pequeña, muy pequeña, la llevas a una familia de payos… - Pues se cría a lo payo. - Pero vamos a ver, por ella sola, por ella sola, su mentalidad dices tú que es de estar en la casa, con los hijos, no sé qué... Pero vamos a ver, ya ella no va a pensar eso, es lo que tú le inculcas a la niña. - Pero ¿por qué?, porque la crías a lo payo. Si la crías a lo gitano pues va a salir pues como… como siempre. - Pero bueno, pero ya no es la mentalidad de ella misma, es que tú le dices que eso es así y ella lo ve y que se cree que es lo normal” (GD5, 17). El que las chicas estudien para conseguir un título, por ejemplo “de peluquería”, es una posibilidad a desarrollar en tanto que no se tengan hijos, pero no como un proyecto de largo plazo que dé lugar a un oficio o empleo estable fuera de casa, lo que es competencia del varón (“una vez que tengamos un hijo, ya me toca a mí esa responsabilidad”). Se apunta –y se 43 teme- que las mujeres puedan destacar más que los hombres (“antes podíamos nosotros, ahora nos pueden”) 15 y se pone el ejemplo de una prima que es “una fiera sacándose el graduado”. Pero ello ocurre mientras la chica permanece soltera pues más adelante, cuando su prima se case, lo lógico será que “el marido pueda con ella” y la reconduzca al espacio doméstico (caso contrario, se abriría el conflicto temido pero no explicitado). La posición minoritaria plantea la posibilidad de que ambos miembros de la pareja trabajen, en cuyo caso los estudios pueden ser “prácticos” a nivel profesional, a lo que el sector mayoritario replica que no le servirán “para nada” si su marido se pone en su sitio (“me vas a decir tú que le toque a la chavala un marido que le diga: tú no trabajas, aquí trabajo yo solo. Y todo lo que ha hecho no le ha servido para nada”). En suma, aunque pueda haber excepciones, lo “normal” es que las chicas sean retiradas de los estudios medios y superiores, pues la formación académica no les será útil en su actividad de cuidados, y además –mientras están solteras- para preservarlas hasta el momento de ser pedidas para casarse: “- A ver, nosotros trabajamos y ellas no. - Eso es. - El hombre trabaja y ella no, pero mientras no tengamos hijos pues trabajamos los dos, yo trabajo en un sitio y ella, yo qué sé, se hace un curso de peluquería. - ¡Ah!, eso sí. - Y ya una vez que tengamos un hijo pues entonces sí, ya me toca a mí tener esa responsabilidad. - Eso es, no es en plan de que ‘como eres mujer tú no puedes’… - No. - No. - Eso era antaño, ahora… - Ahora ya no, ahora cambió mucho. Antes podíamos nosotros, ahora nos pueden... - Tienes el caso de mi prima; ahí la tienes, una fiera ahí sacándose el graduado, haciendo un curso de administración de 15 Esta referencia (“antes podíamos nosotros, ahora nos pueden”) apunta a la presencia en un sector de la población gitana masculina de una modalidad de discurso que hemos definido como machismo resentido en un estudio sobre actitudes de la población española ante la violencia de género: “El avance (injustificable) de las mujeres sobre esferas antes reservadas a los hombres produce una reacción de machismo resentido: como consecuencia del cambio muchas mujeres no cumplen adecuadamente con sus tareas tradicionales (cuidados domésticos). (…) A pesar de la ‘evidencia’ de la superioridad masculina y de la justificación de un orden patriarcal, en la actualidad las mujeres no cumplen con sus obligaciones tradicionales, se rebelan con facilidad, abroncan a los hombres y no respetan su autoridad. Todas estas circunstancias aparecen como injustificables y generan una actitud de malestar y resentimiento por parte de los hombres que sostienen este discurso” (Colectivo Ioé 2011a:17-18). 44 oficinas. ¡Una fiera! Pues una que se ha echado adelante. Pero claro, ahora nosotros, los jóvenes, pues mira, como no está casada lo ves bien, a mí no me importa, mejor. Pero los gitanos mayores no ven… - Lo ven diferente. - No lo ven tan práctico como nosotros que estudien y que sepan. - Claro. - O trabajar los dos, no tiene nada que ver. - Mi prima, cuando se case, se dedicará a la familia si su marido puede con ella. Si no… - Sí, pero ahora me vas a decir tú que le toque a la chavala un marido que le diga: “tú no trabajas, aquí trabajo yo solo”. Y todo lo que ha hecho no le ha servido para nada” (GD2, 17-19). El rito del pañuelo, prueba difícil de superar Para este sector mayoritario de jóvenes gitanos, la boda y la prueba del pañuelo se plantean, en principio, como un asunto de honra familiar (“me he aguantado por mi padre… depende del respeto que quieras tener a tu casa”): las mujeres deben llegar vírgenes al matrimonio, para ello los novios deben “esperar” durante el periodo en que están pedidos (“durmiendo en la misma cama con ella y sin hacer nada… todas las santas noches… mirando uno para cada lado”), y las familias deben comprometerse para financiar los gastos del festejo. Sin embargo, este marco ideal se incumple frecuentemente (“de diez parejas sale con el pañuelo una”), en ocasiones porque la falta de recursos dificulta la realización de la boda (“tres millones de pesetas tirándola al suelo”), en otras porque la pareja no es capaz de permanecer sin mantener relaciones sexuales (“es la necesidad del hombre… ¡y de la mujer!”) y deciden “escaparse” y “casarse solos”.16 Este marco impone una diferente socialización a las chicas gitanas respecto a las payas que las empuja a un matrimonio más temprano. El grupo afirma, simultáneamente, que el rito del pañuelo es un rasgo básico de la cultura gitana (“es lo único que nos queda”) y que se encuentra a punto de 16 La costumbre de “escaparse juntos” es tradicional en la cultura gitana y, según Teresa San Román, por unos motivos que no difieren mucho de los recogidos en nuestro grupo de discusión: “A veces los novios se escapaban juntos. Las razones eran varias. Quizá se trataba de forzar la aceptación de las familias. Quizá el tiempo entre la pidía y la boda resultaba demasiado largo. Quizá había un acuerdo semioculto de ahorrarse el gasto de la fiesta… El lugar de refugio solía ser la casa de un pariente cercano de otro barrio o de otra población, que intercediera después para que las familias respectivas recibieran a los fugados y, si se podía, los casaran” (San Román 1997:119). 45 desaparecer (“lo del pañuelo va a pasar a la historia”), lo que supondría en la práctica la extinción del hecho diferencial gitano: “- Pues si cambia la cosa, si se va a acabar el pañuelo, chico… Mira, yo haría una estadística ¿eh?, yo la haría: de diez bodas, o sea, de diez parejas sale con el pañuelo una; la otra está mirada, la han mirado, no se han pedido, se han mirado, pero esa no se casa, está mirada, o sea, coge el marido, pim, pam. Y una saca el pañuelo. De diez bodas ¿eh?, yo haría la estadística, de diez una. - Es la necesidad del hombre, no queda otra (riendo). - ¡Y de la mujer!, somos iguales. - No, no. - A mí que me dejen aquí encerrado con una, ya verás tú. (Risas) - Mira, tanto su caso como el mío. ¿Tú cuánto has estado pedido? - Dos años. - Yo un año y siete meses pedido. ¿Qué pasa?, que por la parte de sus padres ponían, no todo el dinero sino el empeño. ¿Qué pasa en mi caso?, que yo me he tirado un año y siete meses pero sólo había empeño por la parte de mi padre, porque los otros tenían y no hacían, no se gastaban. La mujer se ha visto pedida y durmiendo con el novio, en la misma cama, todas las santas noches. - Pero mira, hay casos que han querido los dos y se han escapado aunque estaban pedidos. - ¡La necesidad! - Pues han cogido y se han escapado. - Que se juntaron solos, se casaron solos. O sea, no esperaron. - Es que si has aguantado un año y siete meses ¿por qué no vas a aguantar un mes más? - O seis meses más. - Pero que hay que vivir ese mes. - ¿Tú no puedes estar un mes durmiendo en la misma cama? - No. - Pues peor será estar un año y siete meses, durmiendo en la misma cama eh y me he aguantado, mirando uno para cada lado… Pero he estado un año y siete meses durmiendo en la misma cama con ella y sin hacer nada. Por mi padre. - Yo no aguanto ni un mes. Yo me pido y me caso yo solo. (Risas) - Yo tampoco. Pero eso depende de las personas, depende del respeto que quieras tener a tu casa… - Lo del pañuelo va a pasar a la historia, sí. Eso se va a quedar extinto. Dios no lo quiera porque es lo único que nos queda. - Porque cada vez más… no se casan, se escapan. ¿Pero se escapan por qué?, aunque esté mal, porque hay gente que los obliga. - Sí, para no pagar. - Porque no hay para hacer una boda bien hecha. - No hay, porque para en una boda como mínimo tienes que poner… tirando la boda al suelo y que no valga, tres millones de pesetas, tirándola al suelo… - Bueno, tirándola al suelo… 46 - Que no hace falta, lo haces con lo que tengas, como si coges una bandeja de pollos… - ¿Qué vale un pañuelo, cien mil pesetas? - Seiscientos euros. - Pues eso, cien mil pesetas” (GD2, 20-23). Balance de posiciones Si hacemos balance de cómo entienden sus relaciones con el otro sexo los jóvenes gitanos que han abandonado la escuela sin terminar la Educación Secundaria, se puede concluir que existe un consenso amplio en torno a los principales asuntos, marcado por especificidades de la situación de cada hablante (casado/soltero, tipo de formación, estatus económico, etc.) que se puede situar entre dos polos: El más tradicional, que en modo alguno aceptaría casarse con una paya y nunca realizaría tareas domésticas. Las mujeres gitanas deberían abandonar la escuela al llegarles la pubertad y, a partir de ese momento, centrarse en la preparación para las tareas domésticas y el matrimonio (preservación de la virginidad). Este polo discursivo aparece como dominante en los debates grupales y se proclama machista, sin dudas ni cuestionamientos. El más aperturista está soportado por personas que viven en espacios con menos presencia de población gitana y cuyos padres son más abiertos (procuran que los hijos varones realicen tareas domésticas y las hijas permanezcan en el instituto). Aceptarían casarse con una paya y consideran que las mujeres gitanas pueden compaginar los estudios y el trabajo con las tareas domésticas, siempre que el marido esté de acuerdo y dispuesto a colaborar en el hogar. En su opinión se protege excesivamente a las chicas gitanas de los chicos payos y no se reconoce que la preservación de la virginidad y el rito del pañuelo sólo lo mantiene una minoría de la comunidad gitana mientras la mayoría “se escapa” o “se casan solos”. 47 1.3. Chicas y chicos con éxito escolar Este tercer apartado recoge las experiencias y opiniones en torno a su socialización familiar de la minoría de jóvenes gitanos de ambos sexos que ha logrado acceder a niveles formativos medios o superiores. El análisis se basa en el grupo de discusión aplicado en Andalucía (GD6) cuyas características personales se recogen en el siguiente cuadro: M1 Mujer, 23 años, casada cuando tenía 19, sin hijos. Licenciada en trabajo social, contrato en prácticas. El marido trabaja en el mercadillo. M2 Mujer, 21 años, soltera. Título de grado medio de estética, ha iniciado peluquería y comercio. Familia numerosa, el padre con empleo fijo. M3 Mujer, 19 años, con novio desde los 14. Estudia 2º curso de carrera universitaria (relaciones laborales y recursos humanos). Madre soltera con empleos eventuales precarios, familia numerosa. H1 Hombre, 22 años, soltero. Título de grado medio de peluquería, ha iniciado estética. Familia numerosa, el padre con empleo fijo. H2 Hombre, 21 años, soltero. Titulado en restauración, trabaja como camarero. Madre con empleo fijo y padre en paro. H3 Hombre, 19 años, con novia desde los 15. Estudia 1º de carrera universitaria (filología). Familia numerosa, el padre trabaja como autónomo en el mercadillo. El discurso grupal es bastante homogéneo, siendo liderado por las mujeres, que abren los debates y marcan la pauta en temas polémicos como la valoración del rito del pañuelo. Expondremos, en primer lugar, los factores más influyentes en las trayectorias de éxito escolar, así como las barreras que han tenido que superar para mantenerse estudiando; en segundo lugar, destacaremos las propuestas que plantea este grupo para que la infancia y la juventud gitana se sitúen en el “buen camino”. Apoyos externos: familia, renta y becas Entre las chicas y chicos gitanos con éxito escolar hay consenso pleno en que el apoyo de los padres ha sido clave para tener éxito en los estudios. En todos los casos les han apoyado “desde pequeños” para acudir a la escuela y 48 en los momentos difíciles, cuando suspendían asignaturas o tenían que repetir curso, “mi padre o mi madre siempre han estado ahí”. Con frecuencia, una vez pasada la adolescencia, el principal apoyo les llega desde su pareja, tanto si están pedidos como si ya se han casado. A veces un miembro de la pareja trabaja para que el otro pueda seguir estudiando (“mi marido optó por estar en el mercadillo y gracias a él…”); en otras ocasiones siguen estudiando los dos con el apoyo de las respectivas familias: [M1] “El pilar fundamental yo creo que es la familia, si el tema de la educación no se inculca desde la familia, siempre vamos a seguir igual… Si nosotros hemos llegado hasta aquí es porque nuestras familias nos han apoyao en seguir nuestros estudios… bueno, también por mi marido, porque él optó por no estudiar, se quitó muy joven de los estudios y después ha estao en el mercadillo vendiendo y también gracias a él, he podido seguir estudiando” (GD6, 7). [M3] “Si he llegado hasta aquí ha sido gracias a mí y al apoyo de la familia, y también de mi novio, que me ha apoyado mucho… Mi madre me ha apoyao desde que era pequeña, que tenía que estudiar, que tenía que sacar una carrera…” (GD6, 4). [H1] “Mi familia siempre me ha apoyao, aunque yo suspendiera o algo… mi padre o mi madre siempre han estao ahí… Mi mama me ha apoyao, me han dao todas las posibilidades que he tenido” (GD6, 7). [H3] “A mí mis padres me han apoyao mucho… y me hicieron mucho hincapié para que retomara los estudios [después de abandonarlos dos años], pero hay otros padres que no apoyan el que los hijos estudien” (GD6, 8). El apoyo de los parientes contrasta con lo que ocurre en otras familias (“otros padres no apoyan el que los hijos estudien”), lo que ocurre más en pueblos y barrios periféricos con mayor densidad gitana, donde se conservan más las costumbres tradicionales y las relaciones son más etnocéntricas. 17 En tales casos es frecuente que los padres traten de sacar a sus hijas del instituto mientras respetan a los chicos varones cuando quieren seguir estudiando (“él tiene los pantalones y él lo hace tó, él hace lo que quiere”). Esta diferenciación basada en el género por parte de un sector de 17 Dos tercios de los niños y jóvenes gitanos se relacionan principalmente con otras personas gitanas (el 7,4% de forma exclusiva) y el tercio restante con personas payas (el 2% de forma exclusiva) (Fundación Secretariado Gitano 2013:51). 49 familias (“aún hoy hay padres y madres…”) es calificada con frecuencia como machista y discriminatoria (“marcan más a la niña”): “- Aún hoy hay padres y madres que dicen: ‘mi niño es un hombre y él tiene los pantalones, y él lo hace tó, él hace lo que quiere. Si quiere estudiar, que estudie y, si no, pues no. Y ella ¡no!, ella de Primaria… ¡a casa!... - Aparte que hay, no sé, un cierto machismo, que están ahí el niño y la niña pero marcan más a la niña” (GD6, 13-15). Debido a esta mentalidad, y para adquirir el hábito de estudio, algunos consideran mejor tener relaciones frecuentes y normalizadas con personas payas (“los valores que tienen son más…”) e incluso que no se note externamente que eres gitano (“cuando he dicho que era gitano la gente se ha quedao sorprendida”) a fin de evitar el rechazo. Un rechazo que puede tener su origen en los prejuicios de los payos (“el típico racista”) pero también en el comportamiento de algunos gitanos que se generaliza injustamente como si fuera la esencia del colectivo (“que se gitano es liarla y trabajar en el baratillo”: [M3] “Porque la relación que ha tenido mi familia con los demás gitanos no ha sido muy fuerte, sino que más bien se ha relacionao con gente paya y entonces los valores que tiene son más… los que le han inculcao las personas payas” (GD6, 4). [H1] “En los institutos que he estao… siempre ha estado el típico racista pero con el apoyo de mi familia y mis compañeros a mí eso no me ha importao… La verdad que yo nunca he tenido problemas por ser gitano pero para mucha gente parece que ser gitano es… liarla, trabajar en el baratillo y eso” (GD6, 7). [H2] “Nunca me han dicho nada por ser gitano. Es más, cuando yo he dicho que era gitano la gente se ha quedao sorprendida…” (GD6, 6 y 39). El apoyo familiar presenta también una relación directa con la renta de los hogares, de manera que el éxito escolar es más fácil en familias con una economía desahogada, que no se ven obligadas a presionar a sus hijos para que se pongan a trabajar y les pueden financiar los gastos que conlleva el estudio, sobre todo en los niveles de enseñanza media y superior. Tal situación relativamente desahogada prevalece en tres de las seis personas participantes en nuestro grupo de discusión, que no han necesitado recurrir a becas para costearse los estudios (“nunca me han dao una beca porque mi 50 madre tiene una renta alta”), salvo la ayuda por familia numerosa en algunos casos. Se trata de personas cuyos padres tienen trabajo asalariado estable, 18 ya sea con empleo de ambos progenitores, sólo del padre o sólo de la madre: [M2] “En mi caso mis padres estaban trabajando los dos por lo que no necesitaba beca, pero tenía una ayuda por ser familia numerosa…” (GD6, 39). [H1] “Yo pedí la beca 6000, pero no me la dieron por la renta de mi padre, que es camarero en el aeropuerto. Pero me dieron la del ministerio por familia numerosa, son ochocientos o así, pa comprar los libros y todo eso. O sea, al final… gracias a mi padre he podido pagarme las cosas.” (GD6, 39). [H2] “A mí nunca me han dao una beca porque mi madre tiene una renta alta. La que trabaja en mi casa es mi madre y mi padre está parao. Mi madre es jefa de cocina. Mi padre toda la vida ha sido mecánico y lleva ya cinco años parao y no encuentra trabajo y mi madre lleva ya quince años de jefa de cocina. Aunque parezca raro que en una familia gitana sea una mujer la que saque la familia adelante, pero es lo que hay” (GD6, 39). En los otros tres casos la situación precaria de la familia (trabajadores en mercadillos y madre soltera con empleos eventuales) no les habría permitido seguir estudiando de no recibir becas y ayudas públicas 19 que, como veremos más adelante, resultan decisivas en el nivel de la enseñanza superior y se están poniendo en peligro a raíz de los recientes recortes en política educativa. La joven recién licenciada tuvo becas en los dos años de bachillerato y en los cuatro de carrera; la estudiante de relaciones laborales no consiguió la beca que esperaba pero obtuvo una ayuda por ser familia numerosa; y el estudiante de filología obtuvo en bachillerato la beca 6000 20 que “está bastante bien”: 18 Como se verá al inicio del capítulo 2, el 58% de los padres y madres activos del alumnado gitano se encontraba en paro en el año 2012 y, de los ocupados, menos de un tercio eran asalariados y, de éstos, casi la mitad eventuales. En definitiva los padres y madres con empleo asalariado estable –como los tres casos del grupo de discusiónrepresentan a una minoría de la población gitana (menos del 10%). 19 En coherencia con el bajo nivel de renta de las familias gitanas, la mayoría del alumnado en el curso 2011-2012 estaba matriculado en centros públicos (80%) y concertados (19%), y sólo el 0,8% en centros totalmente privados (Fundación Secretariado Gitano 2013:59). 20 Beca concedida en la Comunidad de Andalucía para facilitar la permanencia en el sistema educativo del alumnado que se matricule en los estudios de primer o segundo curso de bachillerato o de primer o segundo curso de ciclos de grado medio de formación profesional inicial en los centros docentes de la Comunidad Autónoma. 51 [M1] “Yo, gracias a dios, no he tenido problema para pagar mis estudios. Los cuatro años de carrera y los dos años de bachiller he tenido beca y, también por mi marido, que ha estao trabajando en el mercadillo y después él se encargaba de los gastos de la casa y eso, y yo ya pues… podía seguir estudiando” (GD6, 7 y 32, 34). [M3] “Mi madre es madre soltera, con cuatro hijos y no podía pagarme la universidad. Lo pasé muy mal pero, gracias a dios, me di cuenta de que, por ser familia numerosa especial, el estado me podía pagar lo que es la matrícula y, gracias a dios, pude estudiar un año después” (GD6, 35). [H3] “A mí me han dao [en bachillerato] la beca 6000 y por eso he podido acceder a la universidad. Si no, mi padre tampoco podía haberlo pagao con su trabajo… [autónomo en el mercadillo] y mi madre tampoco tenía renta. Tenía que cumplir ciertos requisitos y me la aceptaron… me dieron seis mil euros, que está bastante bien, y yo puedo invertirlos… en la universidad o como quieras. Y después puedo seguir pidiendo beca todos los años que esté estudiando” (GD6, 37). Por último, en los casos de éxito escolar aparece también alguna referencia a asociaciones no gubernamentales que trabajan en favor del colectivo gitano y que han sido útiles tanto para ampliar la formación como para buscar empleo (“siempre están ahí para lo que nos haga falta”): [M2] “Vine aquí a esta asociación para que me ayudaran a encontrar trabajo y, aparte de que el trabajo está muy difícil, pues que me ayudaran a encontrar algún camino o estudiar algo más… [M1] Yo, por ejemplo, sin terminar la carrera, ya me han contratado un mes para un campamento de verano como monitora en la barriada de X y, bueno, que aunque estamos en tiempos de crisis y eso, pero también nosotras, al ser de etnia gitana, pues podemos tener esa facilidad de que se nos abran puertas… a través de esta Fundación u otros proyectos que siempre están ahí para lo que nos haga falta” (GD6, 5 y 9). Principales barreras y forma de abordarlas Las barreras encontradas por la juventud gitana con éxito escolar han sido de tres tipos y se corresponden con las principales causas de abandono: la exclusión educativa ligada a los roles de género, que afecta principalmente a la mujer (especialización doméstica, matrimonio temprano, rito del pañuelo en los casos en que se mantiene, etc.) pero también al hombre (casamiento precoz y responsabilidad de mantener a la mujer y los hijos); las dificultades de concentración en la escuela al llegar la pubertad, que afectan más a los 52 chicos; y el bajo nivel económico y de estudios de los hogares, que afecta por igual a los hijos e hijas de familias con escasos recursos. La primera barrera apareció en un chico y una chica de nuestro grupo de discusión, afectando de lleno al chico (H3) y sólo tangencialmente a la chica (M1). El chico cuenta que al empezar bachillerato, cuando él tenía 16 años, se pidió con una chica de 14 y que ese paso le llevó a una nueva forma de vida propia de los gitanos que implicaba “mucha responsabilidad”. Tuvo que dejar los estudios y “buscar trabajo rápido”, en su caso yendo con su padre “a los mercadillos”, con la mira puesta en casarse y emanciparse del hogar paterno (“teníamos pensao casarnos”). Pero entonces, en el año y medio que pasó en los mercadillos, se dio cuenta de que se había metido en un callejón de salida (“es que no tengo salida… no voy a ser nada en la vida”) y que tenía que rectificar: retomar los estudios, con el acuerdo de su novia, y posponer la boda, aunque ello supusiera un disgusto para las dos familias que ya la estaban preparando (“me costó bastante convencer a mis suegros y a mis padres para parar la boda porque no están acostumbraos”). Este cambio lo vivió como un momento de conversión (“ahí me di cuenta… abrí los ojos”), que supuso también una reconsideración de la cultura gitana que debía ser compatible con una buena formación (“¿Soy menos por ser gitano?: ¡no!, ¿por qué no voy a poder estudiar?”), y una crítica de las costumbres gitanas tradicionales: [H3] “Mi situación es bastante peculiar porque yo empecé bachillerato y comencé a salir con una chica gitana que… nosotros lo que hacemos es que nos pedimos, vamos a casa de su padre y nos pedimos. Entonces, nosotros no somos como los payos que empiezan a salir como algo más informal, nosotros tenemos que estar más rectos, tenemos que hacer las cosas bien, sus padres tienen que saber dónde vamos, lo que hacemos, y eso pa mí fue mucha responsabilidad y empecé a dejar de estudiar porque, al verme ahí metío, ya decía que tenía que buscar un oficio, buscar trabajo rápido… y deje de estudiar. Mi novia tenía un par de años menos y siguió estudiando la ESO, pero yo dejé de estudiar y estuve un año y medio yendo con mi padre a los mercadillos y yo decía: es que no tengo salida, no tengo qué hacer, no voy a ser nada en la vida. Y ahí fue cuando verdaderamente me di cuenta de que si la gente puede estudiar, ¿por qué no lo voy a hacer yo? ¿Soy menos por ser gitano?: ¡no! Me di cuenta de que la sociedad gitana, la mayoría… por diversas razones no estudia, no hace nada. Y estuve hablando con 53 mi novia, porque nosotros teníamos pensao casarnos, y le dije que quería estudiar. Así empecé yo a abrir los ojos y decidí retomar los estudios. Me costó bastante convencer a mis suegros y a mis padres para parar la boda porque no están acostumbraos, pero…” (GD6, 7). En el caso de la chica (M1), su trayectoria escolar hasta licenciarse en la universidad fue continua, pero insiste en que, para conseguirlo, tuvo que “romper” con las creencias tradicionales de que “si sigues estudiando, te vas a apayar” o que por contraer matrimonio, como ella hizo tres años antes por el rito del pañuelo, debía dejar los estudios y “abandonar los sueños”. Para superar estas barreras esboza tres cualidades: ser “constantes”, mantener vivas tus “ilusiones”, aunque la mayoría no las comparta (“porque lo hagan todos, no lo tienes que hacer tú”) y organizar las cosas con tu pareja para hacerlo posible (“es muy importante esa planificación familiar”): [M1] “Que hay que romper con la creencia de que por contraer matrimonio hay que dejar de lado las ilusiones y abandonar los sueños, y de que si sigues estudiando ya te vas a apayar… que suelen decir los gitanos. ¡Eso no tiene por qué ser así!... Cada uno tiene que tener su personalidad, que porque lo hagan todos, no lo tienes que hacer tú. Yo me movía en un mundo de que todo el mundo hacía eso y yo es que no lo hice. Es que no lo veía bueno para mí ese camino… Porque yo llevo tres años casada y no he roto mis ilusiones. Pero es muy importante esa planificación familiar, el hecho de que cuando tengas marido, puedes seguir con los estudios, los puedes compaginar también con otras cosas, si estás trabajando o lo que sea, pero es muy importante esa constancia porque, si no la tienes, vas a estar estancada y no vas a avanzar….” (GD6, 4). La segunda barrera (falta de concentración al llegar la pubertad), se la encontró de lleno H1 al pasar de la escuela primaria al instituto. Entre los 12 y los 15 años experimentó un “bajón” que él atribuye a su inmadurez (“era chico, no tenía las cosas claras”) y a la influencia de los amigos (“yo veía a mis amigos y era por vagueza [sic], por no querer hacerlo”), lo que se tradujo en continuos suspensos y la repetición de dos cursos hasta que, gracias a la orientadora del instituto y a la insistencia de sus padres y hermanos mayores, aceptó iniciar un PCPI que le permitió sacar el graduado en la ESO y pasar a la 2º etapa de Secundaria (ciclos de grado medio de peluquería y estética). También en este caso, la barrera fue superada en un momento de conversión (“entonces me centré… llegó un momento en que 54 vi y me di cuenta…”) que le permitió superar el bache y retomar los estudios que le facilitarán la inserción laboral porque “tal como está el trabajo en España, si no tienes estudios no haces nada”: [H1] “Estuve tres años haciendo el vago. Repetí primero de ESO y segundo y la orientadora de mi instituto me dio la posibilidad de meterme en un PCPI, y entonces me centré, me saqué un PCPI con un auxiliar en informática, me saqué el graduado y nada más terminar el graduado me metí en peluquería… El bajón fue porque era chico, la verdad es que no tenía las cosas claras, yo veía, por ejemplo, a mis otros amigos y era por vagueza, por no querer hacerlo. Mi madre, mi padre, mis hermanos más grandes, son más mayores que yo, me decían: ‘hazlo, que te vas a arrepentir, y no sé qué y no sé cuántos’, y yo: ‘paso, yo… ¿pa qué?, yo estoy bien ahora’. Pero llegó un momento en que vi que ese no era el camino y me di cuenta de que, tal como está el trabajo en España, si no tienes estudios no haces nada” (GD6, 19). La tercera barrera tiene que ver con el estatus económico y profesional de las familias y, en este caso, la afectada fue la hija de madre soltera y familia numerosa (M3) que, al acabar el bachillerato, le rechazaron la beca para estudiar en la universidad por una décima. Debido a su gran interés por acceder a la universidad lo pasó “fatal, fatal, fatal, fatal” y tuvo que esperar un año para ver si conseguía subir nota. Pero entonces cambiaron las leyes educativas (de la LOGSE a la LOMCE) y los recortes hicieron aún más difícil acceder a las becas por lo que se tuvo que contentar con una ayuda mucho más reducida de familia numerosa, a la que ya se ha aludido (“el cambio de ley me afectó y no pude acceder a la beca”). El año de espera, lo mismo que en los casos anteriores, le hizo ver lo importante que es seguir estudiando para encontrar trabajo (“sin estudios no se va a ningún lado”): [M3] “Cuando terminé el bachillerato me presenté a la beca `del Ministerio de Educación] pero no la conseguí por una décima, saqué un seis con cuatro y para conseguir la beca necesitaba un seis con cinco… y me quedé fatal, fatal, fatal, fatal… una desilusión… porque es que no era… era por una décima, que había puesto todo mi empeño, todo mi sacrificio y por una décima no entré. Y ese año estuve otra vez estudiando por mi cuenta pa poder presentarme otra vez por si podía subir la nota… Ese año me hizo ver lo importante que es seguir estudiando porque me puse a encontrar trabajo y no había y… me dije: es que sin estudios no se va a ningún lao… Justo el año pasado fue cuando cambió la ley, la LOGSE, y entró la ley esta nueva que afecta a un montón de personas. Yo en los años de bachillerato había conseguido una beca muy buena pero, claro, con este tema 55 del cambio de la ley… me afectó y no pude optar por la beca. Yo no lo sabía, de haberlo sabido me habría esforzao todavía más y podría haber sacao más nota” (GD6, 33-36). La barrera económica para cursar estudios superiores encuentra un gran apoyo en las becas y ayudas públicas pero esos recursos no son suficientes (“en el nivel superior existen pocas ayudas”) y exigen “muchos sacrificios” a las familias modestas, que tienen que pagar, además de la matrícula, el transporte para acudir a las clases, los libros, las fotocopias de apuntes, etc.: [M3] “Es que la universidad no sólo es el gasto de la matrícula. Es gasolina porque la universidad está bastante lejos. Y en apuntes también te gastas mucho, en libros… Y el gasto de autobuses, porque yo voy en autobús. Los libros… que yo he tenido que fotocopiarlos, buscar ayuda para que me pudieran fotocopiarlos y pagárselos poco a poco… que si tal…, porque es que son muchos gastos. La familia tiene que hacer muchos sacrificios para todo eso y mi madre está sola y no tiene para pagármelo todo... [M1] Para cursar estudios superiores hay un vacío de prestaciones porque sí es verdad que en primaria y en secundaria dan más becas y ayudas para material, para cosas así, pero luego ya a un nivel más superior, yo creo que existen pocas ayudas. Yo la verdad no me puedo quejar porque he tenido becas pero he visto que a otras personas les ha afectado…” (GD6, 38). El pañuelo como detonante El rito del pañuelo, por el que ha pasado la mujer casada del grupo, es planteado espontáneamente por los hombres como una costumbre “bonita” que vale la pena mantener con carácter voluntario, ya que simboliza el respeto hacia la mujer hasta el momento del matrimonio y también la honra del padre (“hacer saber a tu padre que tú eres virgen… que la has respetao”), con connotaciones religiosas al menos para una parte del grupo (“llegar cristiano al matrimonio”).21 Algo que los payos no entienden, y sobre todo las mujeres payas para quienes el rito del pañuelo “es la cosa más machista”. 21 Las expresiones religiosas en nuestros grupos de discusión tienen como referente más habitual a la iglesia Evangélica de Filadelfia en su versión pentecostal, conocida popularmente como el culto. “El éxito del movimiento evangélico entre los gitanos es muy notable y supone hoy un importante elemento de transformación social y cultural en muchos sectores de la población gitana” (Gamella 2011:65). Uno de los efectos del “culto”, según este autor, es el reforzamiento de “una conciencia moral más exigente” en ámbitos como el consumo de drogas, la moral sexual o el recurso a la violencia para resolver conflictos. 56 Sin embargo, en opinión de los chicos, “las mujeres gitanas lo ven diferente, lo ven como un respeto a sus familias, lo ven como… ¡es su honra!”. Es justo en este momento cuando las mujeres del grupo tercian en el tema del pañuelo y replican a los hombres que “un poco de machismo… y de acoso sí hay”, en la medida que la virginidad sólo se exige a las mujeres (“a los hombres no les hacen ninguna prueba”). Están de acuerdo con ellos en que se trata de un rito antiguo que se puede mantener con carácter voluntario pero reclaman que los hombres pasen también una prueba equivalente a la del pañuelo, que les garantice a ellas igualmente que su novio no ha tenido relaciones sexuales con otra mujer antes de casarse: - [H] “- Yo pienso, personalmente, que el tema del pañuelo debe de ser algo personal. Yo creo que es… una obligación paterna, ¿no? Es algo como que te obliga tu padre a que tú te saques el pañuelo así de… de gitano, pero… no debe dejar de hacerse si es algo que personalmente tú quieres. Pues por qué no lo vas a hacer si es un rito, eh, que es bonito y es algo que tú quieres llegar cristiano al matrimonio y quieres… - [H] Quieres hacer saber a tu padre que tú… - [H] ¡Eres virgen! - [H] ¡Que la has respetao! - [H] ¡Claro! Pero que sea algo personal. Yo pienso que nunca debes obligar a una persona, pero ya eso es personal… - [H] Los payos es que no lo entienden. Para ellos el rito del pañuelo gitano es la cosa más machista, sobre todo para las mujeres payas el sacarse el pañuelo… Vamos, yo tengo amigas y dicen que si ellas fueran gitanas que ellas no se sacarían nunca el pañuelo… Las mujeres gitanas lo ven diferente, lo ven como un respeto a sus familias, lo ven como… ¡es su honra! Las mujeres payas no, lo ven como… - [M] Pero eso que has dicho… yo, sinceramente… ¡un poco de machismo sí que hay ahí! - [M] Ahí sí hay machismo porque es verdad, igual que yo pienso… - [M] Y de acoso, porque a los hombres no les hacen ninguna prueba, la verdad. - [M] Eso, eso pienso yo también. Igual que yo pienso que una mujer, por mucho que esté en el mercado laboral, que esté en los estudios, que esté en la universidad, no tiene por qué perder sus costumbres y sus ritos, pero también yo veo ahí como que sólo se le está exigiendo a la mujer y… - [H] Claro. - [M] Vale, yo me casé por mi rito pero a mí pues sí me gustaría que en un futuro hubiese otras cosas también para los hombres, ¿por qué no? ” (GD6, 24-27). 57 Otro punto de fricción, relacionado con el anterior, surge cuando uno de los chicos pone en cuestión el que las mujeres se casen con tan pocos años (“¿por qué se casa la mujer tan temprano?, ¡jobar!”), a lo que una chica responde que ello se debe a dos razones: que es difícil para ellas mantenerse “tantos años” sin tener relaciones sexuales y que los chicos “desconfían” cuando las mujeres pasan de cierta edad (23 o 24 años). En definitiva, que la abstinencia sexual completa que conlleva para la mujer el rito del pañuelo la obliga con frecuencia a casarse prematuramente, lo que sigue siendo habitual, en su opinión, en los “barrios gitanos”: - [H] “Es que antes una niña con 15 años ya estaba casá. - [M] Pero también es lo que predomina… Tú vas buscando a un barrio, te vas a un barrio gitano y tú buscas, y lo que vas a encontrar es eso. - [H] Porque es un tema… ¿por qué se casa la mujer tan temprano?, ¡jobar! - [M] Porque, claro, tantos años no aguantan… y los hombres ya desconfían. - [H] Una gitana con 23, 24 años pues ya desconfían de ella. - [M] Pues tantos años, supuestamente, que no puedes mantener relaciones… - [H] Por eso he dicho antes que eso debería ser algo personal” (GD6, 27). De nuevo en este punto la solución es que el rito del pañuelo, que tanto atrae a los hombres gitanos (“a nosotros nos gusta, es bonito verlo… me parece perfecto y yo lo voy a festejar como cualquier otro gitano”), sea algo decidido personalmente por las mujeres (“si ella quiere”) y nunca forzado por el novio o las familias de ambos, como ocurría antes (“que por ser gitana tienes que hacerlo… o, si no, te mato”). La razón de este cambio es que, a pesar de la tradición, el rito presenta implicaciones que son muy discutibles: “después lo piensas y… ¡es que no veas!”. Por tanto, chicas y chicos están de acuerdo en que el rito se mantenga (“porque es algo que nos identifica mucho… es lo que más nos identifica”) pero con carácter voluntario (“cada uno es libre de hacerlo o no”) y sin menospreciar a las mujeres que no lo quieran pasar (“que por eso no va a ser menos honrá”): - [H] “Sacar el pañuelo debe ser algo personal. De la propia pareja, que lo elijan. - [M] Que no por ser gitana tienes que hacerlo… - [H] O si no, te mato o… - [M]¡Ya ves! 58 - [H] Pero es un rito que se hace desde hace muchos años. - [M] Es algo que no se ha perdío. - [H] En el momento del rito, el momento de la boda pues a nosotros nos gusta, es bonito verlo. - [H] Claro. - [M] Pero después lo piensas y… - [H] Pero después lo piensas y dices: ¡es que no veas! - [M] Es que es verdad, yo el rito lo veo muy bien pero luego… - [H] Yo creo que debería seguir y yo lo valoro… pero como algo personal, que si ellas quieren pues me parece perfecto y yo lo voy a festejar como cualquier otro gitano, pero si es algo que ella no quiere por cualquier motivo personal, yo pienso que habría que respetarlo. - [M] Sí. Para mí eso no se debe dejar porque es algo que nos identifica mucho. - [M] Es lo que más nos identifica. - [M] Pero también pienso que cada uno es libre de hacerlo o no… Si una mujer gitana no lo quiere hacer pues mira, ya está, por eso no va a ser menos honrá… - [M] Si ha estao con… el que va a ser su marido, va a ser su primer hombre y todas esas cosas… - [H] Su marido lo va a saber… eso queda entre ellos. - [M] Eso queda entre ellos y ya está pero mi opinión personal es que eso no se debe de perder” (GD6, 28-29). La ambivalencia del rito del pañuelo, que todo el grupo quiere que sea voluntario (“si la mujer quiere”) aun reconociendo que es uno de los rasgos que “más nos identifican”, lleva al moderador a preguntar sobre las costumbres y valores que son propios de la cultura gitana. Se apunta, entonces, como valor central, la “unidad familiar” que se manifiesta en la ayuda mutua (sobre todo en momento críticos como cuando alguien se pone enfermo: “vamos todos al hospital”), el respeto a los mayores y el luto por quienes han muerto (“no se ve bien que a la semana vayamos de juerga”). La relación entre las personas es “mucho más expresiva” que entre los payos, “más dolida” en la muerte y “más sentida” en los momentos fuertes de la vida, como son las bodas (“lo sentimos más… y más fuerte”). Si no han recibido invitación a la boda y conocen a la pareja, se pueden presentar en la fiesta “y lo atendemos como si fuera un hermano”. 59 El rápido recuento de estos rasgos culturales 22 concluye afirmando que “es que son muchas cosas” como para resumirlas de forma apresurada: 23 - [M] “Yo también pienso que hay muchas cosas que se deben mantener, además del rito del pañuelo, porque tenemos que estar integraos a la sociedad y tal, pero cada uno con nuestra cultura y con nuestras cosas. Pues sí es verdad que nosotros, la comunidad gitana, tenemos cosas diferentes a… las personas no gitanas, los payos. Nosotros, por ejemplo, cuando se muere una persona, tenemos mucho respeto… eso para nosotros es algo… muy importante, tenemos la costumbre de guardar luto, entre nosotros no se ve bien que se muera un familiar y a la semana o así… - [M] Nos vayamos de juerga. - [M] Pues vayamos de fiesta. Pues eso son costumbres que no se deben de perder porque… somos gitanos y eso es de nuestra cultura. Y bueno, como eso pues muchas otras cosas más. Entre nosotros, por ejemplo, existe mucho respeto desde los más jóvenes hacia nuestros ancianos, pues eso es una cosa que se tiene que mantener, tiene que perdurar de por vida, porque son cosas que son nuestras, que han estao siempre y… no se tienen que echar al olvido… el respeto a los mayores, lo del luto, no sé, cosas así. - [H] La unidad familiar. Yo creo que eso… los gitanos no es sólo por ser más conservadores ni nada, es que de siempre han sido mucho más familiares, mucho más dolidos a la muerte, mucho más… si alguien tiene una enfermedad y está en el hospital pues ¡vamos todos al hospital!, porque eso en las demás sociedades a lo mejor no se ve tanto. Son mucho más expresivos. - [M] ¡Más sentidos! - [H]¡Más unidos! - [M] Lo sentimos más… Lo sentimos más fuerte. Por ejemplo, cuando llega una boda, nosotros los gitanos pues yo… aunque no me hayan invitado, yo puedo ir a una boda. A ver, si a lo mejor son desconocidos, pues no… pero si a lo mejor nos conocemos y no ha coincidido de vernos para que surja la invitación… - [H] Claro. 22 Un informe sobre los gitanos en España que recoge la ONG Unión Romaní señala que “lo que conforma la cultura es la lengua, las leyes gitanas y el compendio de tradiciones, costumbres y ritos, y expresiones artísticas que el conjunto de los gitanos reconocen y aceptan como propias, en la medida que son expresiones de su vida cotidiana”. Entre los valores más aceptados estarían el respeto a la familia “como institución suprema de la sociedad gitana”; el cuidado de los hijos y de los ancianos; la hospitalidad; el honor, “que significa el cumplimiento de la palabra dada y la fidelidad a la ley gitana”; el sentido de la libertad “como condición natural de la persona”; la solidaridad y la ayuda para con otros miembros de la comunidad gitana; y el “el cumplimiento de las decisiones tomadas por los mayores cuando éstos las toman en cumplimiento de la ley gitana” (Vega Cortés 1997). 23 Existen interpretaciones históricas de la cultura gitana que, más allá de las diferencias de idioma, ritos y costumbres con los pueblos de Europa en los que está presente, contraponen su forma de entender la vida a la modernidad occidental. Así, María Nieves Gómez, catedrática de historia de la Universidad de Sevilla, plantea que “conceptos tales como sociedad e individuo, justicia y libertad y, sobre todo, tiempo y espacio, han configurado un sistema de valores, en muchos casos totalmente distinto y en parte desconocido para los habitantes de aquellos países donde se asentaban” (Gómez 2009:92). 60 - [M] Pues en los gitanos está eso… que hay una boda, ¡venga!, pues vamos todos a pasarnos… H. Y lo atendemos como si fuera un hermano, vaya. H. Es que son muchas cosas…” (GD6, 25-26). Liberación de las mujeres, payas y gitanas La marginación de la comunidad gitana ha afectado en mayor medida a las mujeres que a los hombres (“siempre han estao un peldaño más abajo”), no sólo porque se las ha apartado de la escuela y se las ha recluido en el hogar sino porque se las ha configurado como dependientes de los hombres, sin libertad para tomar sus propias decisiones (“mi hijo puede hacer lo que quiera, mi niña no”). Una mentalidad que está cambiando actualmente, lo mismo que ha pasado con la mayoría no gitana, pero que todavía tiene un largo camino por recorrer (“pero cuesta, cuesta… porque la sociedad gitana es más conservadora”): - [H] “La sociedad gitana siempre ha estao al margen de la sociedad paya. Entonces, al ser un poco más conservadora, pues las chicas siempre han estao… un peldaño por debajo de los chicos. Es lo que yo he escuchao: ‘mi hijo, por ser hombre, él puede hacer lo que quiera. Mi niña, no’. Y es que… es así, pero cada vez menos. Que ya hay gitanos que quieren que sus hijos estudien, tanto sea niña como niño, que sí, que hagan lo que ellos… lo que ellas quieran. Pero cuesta, cuesta… porque la sociedad gitana es más conservadora y la mujer siempre ha estao detrás” (GD6, 21). Las mujeres payas han visto reconocido su derecho a la igualdad en el siglo XX y las mujeres gitanas, que se encontraban más “apartadas”, lo conseguirán en el siglo XXI. La clave para esta liberación es cambiar el “patrón de vida” que las mujeres han llevado hasta ahora y pasar de la reclusión temprana en el hogar al servicio del marido y de los hijos, a “salir de casa, estudiar y trabajar”, algo que no sólo repercutirá en sentirse mejor sino que “va a ser un beneficio para mi matrimonio y para mi casa”. El modelo son las mujeres gitanas con estudios (como las participantes en el grupo de discusión) que pueden competir con los hombres e incluso superarles (“muchas veces son las que toman las decisiones y son más independientes… más autónomas”): - [M] “- La perspectiva de género siempre está de por medio. En la cultura no gitana pasa igual, siempre están las mujeres a un nivel… inferior. - [H] Yo creo que se debe también… a que se han evadido, no se han adaptao bien a la sociedad. Las mujeres en el siglo XX han sabido obtener igualdad y sus derechos pero como la cultura gitana estaba más… apartada, pues ha tardao más, pero yo ya 61 veo que en el siglo XXI eso está cambiando. Aunque es lento, porque es lento, porque cuesta, pero cambia, eso cambia. - [M] Eso sí es verdad. Y las mujeres que tienen más formación son las que toman las decisiones muchas veces, son más independientes, son más autónomas, pero sí que yo creo que ahí hay mucho trabajo todavía. - [M] Pero mucho, mucho. - [M] Porque es como un patrón de vida. Tú ya cumples 16, 17 años, tú ya te casas, te adaptas a tu marido y tu vida va a ser el cuidado del hogar y el cuidado de… de la familia, por así decirlo. Entonces ahí hay que romper con ese estereotipo. Que la mujer puede salir de la casa, puede trabajar, puede estudiar y… que no sólo va a ser un beneficio para la mujer porque el que yo me haya graduao en una carrera no sólo va a ser un beneficio para mí, va a ser un beneficio para mi matrimonio y para mi casa” (GD6, 1617). La juventud gitana con estudios no se explica que una gran parte de las mujeres sigan dormidas, repitiendo rutinariamente unas costumbres que les anulan como personas (“te casas… y tienes que seguir dependiendo”) y les impiden disfrutar de la vida (“¿qué vas a vivir tú de la vida?”). Cuando constatan esta actitud de pasividad e indolencia, las jóvenes con estudios se ponen “muuu alteradas” y, además de culpabilizar a las que se dan cuenta y no quieren cambiar (“son conscientes y siguen y siguen y siguen”), les gustaría dar un golpe en la mesa y despertar a las instaladas en la rutina (“¡despierta y haz algo!”): - [M] “- Pero lo extraño es que no se den cuenta ellas mismas de lo que hay, que son conscientes y siguen y siguen y siguen. Pero vamos a ver… - [H] Muchas veces las culpables son ellas mismas, es verdad. - [M] Si es que, pero si es que te está afectando a ti, ¿tú no ves tu vida?, ¿no ves lo que está pasando con tu vida?, pero ¡despierta y haz algo! Porque hay que ver, va a ser toda tu vida así. ¿Qué vas a vivir tú de la vida?, que la vida son dos días y no puedes estar solamente haciendo eso, si es que… ¡no lo veo normal! - [M] Se acomodan a la rutina. - [H] Claro, te han inculcao así un poco y es normal. - [M] pues eso, te casas y ya está, pero ¿tienes que estar dependiendo de la gente y seguir ese camino? No sé yo, a mí esto me pone muuu… muy alterada (risas)” (GD6, 18). 62 2. Bajo nivel económico y de estudios de los progenitores Diversas fuentes coinciden en señalar la importancia central del estatus socioeconómico de los hogares en el rendimiento escolar de los hijos, tanto en la población general como en la gitana. Partimos de algunos datos para recoger después los recuerdos y representaciones que tienen los participantes en los debates grupales en torno al condicionamiento que supuso para ellos el nivel económico y de estudios de sus familias. 2.1. Renta y nivel educativo de los hogares gitanos Desde hace muchos años la literatura sobre trayectorias escolares en España recoge la estrecha relación existente entre la clase social de las familias y el éxito o fracaso escolar de sus hijos e hijas (Calero 2006 y 2007; Marí-Klose et al. 2009; Fernández, Mena y Riviere 2010; Alegre y Benito 2010). Si se toma como base la Encuesta de Población Activa a lo largo de varios años, se llega a la conclusión de que los hijos de trabajadores no cualificados o de cuello azul presentan doble número de repetidores y tres veces más de abandono temprano que los de cuello blanco (profesionales y directivos) (Bernardi y Requena 2010). En la misma línea, los estudios basados en las encuestas de evaluación de PISA concluyen que la profesión de los padres y, todavía más, su nivel educativo se sitúan entre los factores más determinantes para explicar las diferencias escolares (Calero, Choi y Waisgrais 2010; y Brindusa y Cabrales 2010). En el caso de la población gitana, la Encuesta de la FSG aplicada en 2012 permite conocer con precisión la renta de los hogares y el nivel educativo y profesional de los padres. Unas variables que, comparadas con las de la población general, dan pie a dos tipos de consideraciones: en primer lugar, se confirma la existencia de una enorme brecha de exclusión social de la comunidad gitana en España, que se ha visto acentuada en la actual coyuntura de crisis; en segundo lugar, se observa que un análisis desagregado del alumnado gitano en función del nivel económico y 63 educativo de sus progenitores ofrece unos resultados escolares equivalentes a los de familias payas del mismo estatus. Los ingresos mensuales medios de los hogares gitanos en 2012 eran de 826 euros24, casi tres veces menos que la renta media de los hogares españoles en aquel año (2.231 euros).25 El 77,3% de los hogares llegaba con mucha dificultad a fin de mes, casi cinco veces más que en el conjunto de España (16,9%) y el 27% no podía pagar la hipoteca o cuota de alquiler de su vivienda, proporción tres veces mayor que la del conjunto del país (9,3%). El desempleo de la población gitana en 2012 llegaba al 58% de las personas activas (25% en el conjunto de España según la EPA del mismo año). 26 Más de la mitad de los empleos eran por cuenta propia o como “ayudas familiares” en el sector del comercio: mercadillos (44,5%), “recogedores de residuos urbanos y vendedores callejeros” (7,4%) y tiendas o almacenes de su propiedad (1,8%). El 30,3% eran asalariados, de los cuales casi la mitad eran eventuales y menos del 10% empleos cualificados, destacando los relacionados con la construcción (6,1%), las limpiezas (6,1%) y dependientes de comercio (5,6%). En cuanto al nivel educativo de las familias la brecha con la población general es todavía más acusada ya que el 90% de los padres y madres gitanos no ha pasado de la educación primaria y sólo el 1% ha llegado a cursar estudios superiores (ver gráfico 2). Cabe destacar que más de la mitad de los padres gitanos que no han pasado por la escuela han aprendido a leer y escribir por otras vías. De quienes iniciaron el ciclo de primaria, más de 24 Los datos y opiniones sobre la renta de los hogares se obtienen de Fundación Secretariado Gitano 2013:41-46. La pregunta para conocer los ingresos se planteaba en los siguientes términos: “Por favor, ¿puede indicarnos, aproximadamente, cuál es el ingreso neto al mes incluyendo todo (salarios, prestaciones por desempleo, pensiones, ayudas, etc.) de su núcleo familiar, es decir, sumando sus ingresos, los de su pareja e hijos/as (si tiene)?” (Pregunta Nª 27 del Cuestionario sobre el núcleo familiar que era respondido por el padre o la madre del hogar). 25 Los datos de los hogares del conjunto de España se obtienen de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, del mismo año 2012 en que se aplicó la Encuesta de la FSG. 26 Para los datos de empleo y paro de la población gitana, tomamos como base la suma de las personas adultas que respondieron a la Encuesta de la ESF y de sus cónyuges, de manera que reflejan en conjunto la situación laboral de los padres y madres de los hogares (Fundación Secretariado Gitano 2013:30-36). 64 dos tercios no lo terminaron de forma completa (graduado escolar) y lo mismo pasó con más de la mitad de quienes iniciaron la Secundaria obligatoria o postobligatoria. El nivel educativo de los padres es algo superior al de las madres, sobre todo en el segmento de personas analfabetas (7,2% las mujeres y 4,2% los hombres) y, en menor medida, en el de estudios primarios incompletos (53,4% ellas, 48,9% ellos). Gráfico 2 Nivel de estudios de los padres y madres gitanos en comparación con la población total de España (2012) 100 73,5 Porcentaje 75 45,9 50 26,2 25 25,8 17,2 8,3 2,1 1,0 0 Sin escuela Primaria Padres y madres gitanos Secundaria Superior Población total (adulta) Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:25 y Encuesta de Población Activa de 2012 para la población de 16 y más años. Los porcentajes obtenidos en la Encuesta de la FSG los hemos recalculado sin incluir las respuestas no válidas (no sabe/no responde). En definitiva, el contexto familiar del alumnado gitano está marcado por unos niveles de renta muy bajos que impiden a la mayoría llegar sin dificultades a fin de mes; la situación laboral se caracteriza por una elevadísima tasa de paro y una gran concentración en empleos precarios y poco cualificados; y el nivel de instrucción de los padres y madres es también muy inferior a la media de la población española. Este conjunto de factores influye, inevitablemente, en las aspiraciones y el rendimiento 65 escolar de los hijos. Mientras el objetivo explícito de llegar a la universidad lo tenía el 91% del alumnado gitano cuyos padres poseían estudios superiores, sólo aspiraba a conseguirlo el 28% de aquellos cuyos padres no tenían estudios y, entre medias, el 51% de quienes tenían estudios medios. A su vez, de las familias de padres sin estudios, el 75,7% de los hijos había abandonado la escuela, por sólo un 25% de quienes tenían estudios medios o superiores y un 43% cuando los padres tenían estudios primarios (Fundación Secretariado Gitano 2013:157-158). 2.2. Precariedad familiar, agudizada por la crisis Las jóvenes de nuestros grupos de discusión comparten “historias” muy similares sobre la infancia de sus padres y abuelos (“pobrecitos nuestros padres”), cuando salían “a mangar, a coger chatarra, lo que sea”, con el fin de llevar a casa “un cacho de pan”. Tiempos heroicos en los que vivían en chabolas o bajo toldos, a veces “en los montes”, y apenas podían ir a la escuela porque tenían que aportar su trabajo –doméstico o extradoméstico- a la precaria economía familiar. En comparación con aquella época, a ellas les ha tocado una vida algo mejor por lo que no pueden quejarse (“y luego nosotros nos quejamos”). No obstante, bastantes han experimentado siendo niñas aquellas circunstancias, algo que ahora ya no podrían soportar fácilmente (“si tengo que vivir en chabola, entre ratas, yo me muero”): “- Pobrecitos nuestros padres, no creas que no pasaron lo suyo y luego nosotros nos quejamos. - Pues sí. - Ellos vivían en una chabola y sus padres tenían que ir a trabajar, a mangar, a buscar chatarra, lo que sea. Venían, les daban un cacho de pan, o sea… no había tampoco comodidad para coger e ir a estudiar ahí todos los días, no podían. - Y comían una vez al día, un cachín de pan mojado con agua como una gallina, qué pena… - Todo el día mi madre a mí, unas historias… Mi madre llegó a vivir en chabolas también. - Y en toldos. - Y en los montes… - Todas mis hermanas, yo soy la pequeña, llegaron a vivir en chabolas menos yo. - Yo sí… hasta los tres años y a los tres años ya nos tocó el piso… 66 - ¡Ah!, pues yo también, yo nací en chabola, viví en una nave, viví en un toldo; una cama y un toldo arriba, porque nos tuvimos que escapar de un sitio, un rollo. Y viví también eso, en un garaje hasta llegar… - Pues yo, gracias a dios, no. Si tengo que vivir en una chabola yo me muero, sólo por las ratas, ¡les tengo un miedo...! - Pues yo no, yo por ducharme. - Pero yo no puedo, con los cartones yo no puedo. - Yo tampoco” (GD4, 37-39). Incidencia de la crisis La situación social de las familias habría mejorado de forma significativa en las últimas décadas gracias a la laboriosidad de sus padres (“somos de trabajar siempre”), hasta la llegada de la reciente crisis económica y del empleo. Por una parte, muchos de quienes tenían empleo por cuenta ajena han acabado en el paro (“mi padre es paleta pero está parado… ahora no hay trabajo”); por otra, los oficios tradicionales, como la venta ambulante, son cada vez menos rentables. Hasta la recogida de residuos urbanos, como la chatarra o el papel, que eran el último refugio para “sobrevivir”, están siendo objeto de acoso por parte de la policía, que les multa por no haberse sacado la licencia de “autónomos”, provocando la indignación de las jóvenes (“es que tienen mala sombra… no dejan ni que te busques la comida… ¡prefieren tirarlo!”): “- Mi padre es paleta pero está parado ahora, está parado y mi mamá hace mercado con mi hermano. Y yo pues me quedo con la nena en la casa, haciendo tareas de casa, comida, todo eso” (GD1, 17). “- En mi familia somos de trabajar siempre, lo que pasa es que ahora no hay trabajo, entonces tienes que sobrevivir. Pero mi padre ha trabajado siempre, toda la vida, ha trabajado siempre. - El mío también. - En el mercado. - O a chatarra. Han ido siempre y ahora no pueden ir porque te multan, tienes que hacerte autónoma, autónomo y no puedes ir ni a por cuatro latas, porque te multan, es verdad. Y no te dejan llevártela, que es que tienen mala sombra. Es verdad… - No dejan ni que te busques la comida. - Que sí, que sí. - Si la quieren tirar, pues ¡dala!, si puedes comprarte una patata y un huevo con eso, dásela. Pero ¡qué va! - Nada. ¡Prefieren tirarlo!” (GD4, 21). 67 El oficio más frecuente de la comunidad gitana –la venta en mercadillosfacilitó una mejora notable del nivel de vida del colectivo (“de los mercados se vivía muy bien… vivíamos mejor que queríamos”) pero “hoy en día es miseria” porque apenas se vende (“no ves ganancia”) y hay que gastar mucho dinero en desplazamientos, permisos, etc. La razón de este cambio es “la crisis, que se nota en todos los aspectos”: “- Nosotros somos seis en la casa y los únicos que trabajan son mi papa y mi mama [en el mercadillo]. Pero es que del mercado no se saca nada. Hoy en día si vendes doscientos euros, eres la más feliz del mundo. - Sí, vaya, parece mentira. - Y dando gracias, que hay muchos días que sales perdiendo con los mercados. Te vas lejos y… es que te gastas más dinero. - Entre la gasolina, los gastos de esto, de lo otro… - Te gastas más. - No ves ganancia. - No, nada - Antiguamente de los mercados se vivía muy bien, pero hoy en día es miseria, porque es miseria, vivimos al día. Si fuera como antiguamente… vivíamos mejor que queríamos. - Vale. - Porque si te digo lo contrario, miento… Lo que pasa que ahora la gente está más… se nota la crisis en todos los aspectos. Entonces, si tú estás vendiendo y la gente no viene a comprarte, ¿cómo vas a vender?” (GD1, 9 y 21). Como resultado del creciente desempleo y la escasa rentabilidad de los oficios tradicionales, aumentan las deudas de las familias (“la deudas, las deudas, las deudas…”), especialmente en relación al pago de la vivienda, provocando situaciones de gran tensión ante la amenaza de desahucio (“querían desahuciarnos”) y la “lucha” por evitarlo, a veces con éxito (“salimos con la dación en pago”): “- Nosotros teníamos nuestra casa y por causas de que no puedes pagar y todo esto, pues fueron aumentándose las deudas, las deudas, las deudas… hasta que llegó el punto que querían desahuciarnos. Entonces mi padre pidió, luchó por el… ¿cómo se dice esto?, por la dación en pago y gracias a dios lo consiguió y, bueno, no estamos en nuestro piso, ni nada de eso pero salimos con la dación en pago” (GD1, 17). Los problemas socioeconómicos de los hogares tienden a aumentar en el caso de familias numerosas, que tienen que hacerse cargo de muchos hijos y personas dependientes. Quizás en otra época, un gran número de parientes 68 (hermanos, primos, tíos…) podía favorecer las redes de inserción social, pero “hoy la vida está muy mal para tener tantos hijos”. Apunta aquí también un signo de cambio de los tiempos que implicaría el paso de un modelo de familia extensa y numerosa a otro nuclear y de consumo: “- Nosotros somos una familia muy grande. Somos 28 primos hermanos. - Y yo, 48 somos. - Pero yo sólo contando de una parte, ¿eh?, de la más grande. Y luego entre los primos hermanos y los tíos son… yo qué sé, desfasado. Pues mis primos… casi todos son de dos: niño y niña, niño y niña, menos yo que somos niña y niña y otra que son: niño, niño y niña. - Vosotros sois pocos. - Sí. Para qué tantos, si hoy la vida está muy mal para tener tantos hijos. - Es verdad” (GD1, 23). Un efecto de la precariedad laboral es que los hijos e hijas a veces han tenido que dejar los estudios para ayudar a sus padres, ya fuera en actividades familiares como los mercadillos o haciéndose cargo de las tareas domésticas a fin de que la madre saliera a trabajar. La cuestión es obtener ingresos suficientes para afrontar los gastos necesarios de vivienda, agua, luz, préstamos que hay que pagar, etc. Lo peor, en estas circunstancias, es haber dejado la escuela y luego no encontrar empleo (“echando curriculums y esperando…”) una situación que preocupa (“porque económicamente no vamos bien”) pero que se afronta unas veces con resignación (“se hace lo que se puede… porque no hay trabajo”) y otras con profunda angustia: “- No tengo trabajo, estoy en casa. Terminé en 3º de la ESO, he estado buscando trabajo, he hecho entrevistas pero, como aquel que dice, ¡no hay trabajo! Ya está y estoy intentando coger trabajo, hago por buscar, porque la verdad que económicamente no vamos muy bien, pero bueno, se hace lo que se puede. Y eso, ya está. - Yo me quedé hasta segundo de la ESO, quería coger una carrera y to, pero tuve que dejar el instituto para ayudar a mis padres en el mercao y ya no pude… Me puse en el mercao… - Yo hice sólo el cole, el 6º, por quedarme con mi hermana, he echado currículums y esperando… a mí me gustaría trabajar pero no hay trabajo. - Pues yo tampoco empecé el instituto, me tuve que quitar para ayudar a mis padres en el mercao... - Pues mira, mi padre ahora está en el paro y yo tengo que ayudar a mi mama porque, si no, no puede porque entre los pagos 69 y todo, si no la ayudo ella no va a pagar casa, luz, agua, hipoteca, préstamo, coche... No lo va a pagar ella todo, pues entonces la tengo que echar una mano” (GD1, 3-5 y 8). Actitudes ante la precariedad La mayoría del colectivo gitano se encuentra en una situación de precariedad social y laboral, mientras un sector menor (en torno a la cuarta parte según la Encuesta de la FSG) vive desahogadamente, gracias a que han mantenido su empleo al llegar la crisis y cuentan con ingresos suficientes para no pasar apuros a fin de mes. Si, además, los jóvenes de estas familias tienen un empleo, aunque sea de baja remuneración, no necesitan aportar sus ingresos a la economía familiar y pueden “gastarlo tó” en caprichos, viajes de vacaciones, etc. Una situación que se sitúa en las antípodas de quienes viven con “desesperación… ansiedad… y ahogo” porque en su casa “las cosas van fatal” y necesitan hacer lo que sea para llevar cada día “un plato de comida a la mesa”. De estos dos polos, surgen dos conceptos de gasto (“lo importante es que te puedas comprar tus caprichos” / “no hablo de caprichos, hablo de necesidades”) y dos formas de afrontar el trabajo que están perfectamente representados en los siguientes testimonios: “- [Posición familiar desahogada] Yo es que llevo un año trabajando y tengo para todos mis gastos y todo… Da igual en que se trabaje, de limpiar, de bar... Es que me da igual, de lo que sea. Lo importante es cobrar, gastarte tó y que te puedas comprar tus caprichos… Yo me organizo mis vacaciones y tó, o sea que… para mis gastos tengo y si a lo mejor me quedo sin dinero a mitad de mes, pues se lo pido a mi abuela o a mi madre… - [Posición familiar precaria] Hay casas que van mejor y casas que van peor. Por ejemplo, en mi casa económicamente va fatal. A mí me gustaría encontrar un trabajo… me encantaría poder echar una mano a mi padre porque yo veo que las cosas van fatal, es que van fatal. Van así ¡sss!, [indica con la mano en dirección hacia abajo] cada vez peor. Entonces, yo me desespero por buscar trabajo. Yo me desespero por decir: ‘quiero un trabajo’, ‘quiero ayudar a mi padre’, ¿por qué?, porque a veces yo veo que se desesperan por ponerme un plato de comida en la mesa. Y la cosa es que la gente de fuera, a lo mejor, sí, todo el mundo está muy mal, todo el mundo está mal económicamente, pero realmente sólo lo sabe el que lo vive. Sólo lo sabe el que lo pasa, el que le falta un techo donde vivir, el que no tiene a lo mejor, yo qué sé, necesidades, ya no hablo de caprichos, hablo de necesidades. Hay cosas que son necesarias, no unas vacaciones, una ropa… ¡cosas necesarias! Hay veces que no 70 llega, entonces ¿qué pasa?, que te desesperas. Y a mí me ha pasado eso. Yo me desespero, me pongo mal, sufro mucho de ansiedad, de todo esto, y yo veo a mis padres luchan mucho para tirar para adelante, somos ocho personas. ¿Qué pasa?, que es un día, otro día, otro día, otro día luchando y, quieras que no, es que no hay trabajo, no hay nada, ¡te desesperas! Porque yo en mi caso, por ejemplo, a mí me encantaría poder ayudar a mis padres y yo me siento inservible, me siento una persona sin fuste, en el sentido de que a lo mejor, a mí me gustaría poder ayudarlos y por mucho de mi parte que ponga, por muchos currículums que eche, muchos sitios que vaya, todo esto, no hay trabajo. Y estoy hablando muy serio. Y es verdad, es que yo me ahogo porque yo veo a mis padres pasando una situación mala…” (GD1, 6-7). Ante la precariedad y la pobreza de la situación familiar, una primera actitud es de fatalidad e impotencia, que conducen a la desesperación. Al no encontrar trabajo para ayudar en casa (“es que no hay trabajo, no hay nada, ¡te desesperas!”), crece el sentimiento de inutilidad personal (“me siento una persona inservible, sin fuste”). Un sufrimiento personal que “sólo lo sabe el que lo vive”. Una segunda actitud es la de quienes ante una extrema necesidad buscan salidas imaginativas de tipo individual que les permitan sobrevivir. Es el caso de una joven que tiene nueve hermanos (uno de pocos meses) y cuyos padres (ambos analfabetos) están en paro. Ya no pueden pagar el alquiler, por lo que están amenazados de desahucio (“espérate si luego nos echan”) pero ella ha decidido dejar el instituto y “salir por las calles vendiendo zapatos y ropa” lo que, unido a “las ayudas de la asistenta social para pañales y leche”, permite a su familia comer todos los días (“lo que es el pan para mis niños siempre saco algo y ya está”): “- Pues yo tengo nueve hermanos. Mi padre y mi madre no trabajan y yo a veces les ayudo porque me voy a emplear a San Roque… me voy vendiendo por las calles zapatos o ropa de marca y todo eso, y los voy ayudando. Por lo menos, algo gano para comer. A mis padres, los voy ayudando, lo que pasa que yo soy… - ¡Qué desesperación más grande! - Mi padre se desespera a veces, pero qué va a hacer, si no encuentra trabajo… Mi padre no sabe leer. - ¡Madre mía! - Y mi madre tampoco sabe leer, lo que pasa que con las ayudas que le da la asistenta social, alguna ayuda para pañales para el niño chiquitito y para la leche y ya está... Y yo pues me voy por las calles a vender y les ayudo, por lo menos para el día a día, el pan por lo menos para mis hermanos nunca les falta, lo que es el 71 pan para mis niños siempre saco algo y ya está. ¿Os habéis asustado? - ¡Joder! - ¿Y vivís en un piso? - Sí, de tres habitaciones, qué vamos a hacer. - Ahí no hay intimidades. - Lo bueno es que no pagamos el alquiler, eso es lo bueno hasta el día de hoy, pero espérate si luego nos echan… - ¡Ojalá que no! - Como están las cosas ahora… - Qué le vamos a hacer, no nos queda otra. Si no hay trabajo ni nada…” (GD1, 11-12). En tercer lugar, aparece también una actitud socialmente reclamadora de derechos frente a los abusos empresariales y la inacción del gobierno, que pide para los gitanos el mismo derecho a trabajar que tienen los payos y acusa de “racistas” a quienes no les facilitan trabajo por ser gitanos. Sin embargo, esta posición que reclama del estado los derechos que les asisten como ciudadanos españoles (“nosotros somos españoles aunque seamos gitanos”) les lleva a adoptar una actitud proteccionista frente a “los inmigrantes… moros y negros” a quienes se considera intrusos por acaparar los puestos de trabajo de la comarca (“en el polígono hay más de 200 negros trabajando”) mientras se rechaza a los gitanos (“a nosotros ni a uno nos han cogido”). Si en relación a los payos el argumento para segregar laboralmente a los gitanos era el racismo (“es como si fuéramos aparte”), en el caso de los inmigrantes los argumentos son dos: 27 la preferencia nacional, que sitúa a los extranjeros en una posición subordinada o subsidiaria (“primero los españoles”), y la etno-estratificación del mercado de trabajo que justifica una sobreexplotación de la mano de obra inmigrante al servicio de la rentabilidad empresarial (“porque cobran poco y trabajan mucho”). Asoma aquí, indirectamente, una crítica a la lógica empresarial capitalista que, por una parte, se aprovecha de la irregularidad de los trabajadores extranjeros para explotarlos sin tener en cuenta las normas laborales y, por otra, deja sin trabajo a los españoles-gitanos sin respetar el principio de preferencia de los nacionales: 27 Tanto el discurso de la preferencia nacional como la etno-estratificación del mercado de trabajo corresponden a posiciones ideológicas que defienden la inserción subalterna de los inmigrantes en la sociedad española (Colectivo Ioé 2010: 49-61). 72 “- Hay mucho racismo. - Porque todos somos iguales ¿me entiendes? Yo tengo derecho a trabajar como un payo, como los que son… Es que luego les dan trabajo a los inmigrantes ¿eh?, porque es verdad y a los gitanos ¿por qué no? y ¿por qué a un moro sí?, ¿y a un negro…? En mi barrio, hay un polígono que hablaban, dijeron que nos iban a dar trabajo, pues sabes que hay más de doscientos negros, pero a nosotros ni a uno nos han cogido. - Porque cobran poco y trabajan mucho. - Claro, es que no nos quieren como españoles. Sí, es como… sí, como si fuéramos aparte… Y a los inmigrantes, vale, son inmigrantes, pero nosotros somos españoles aunque seamos gitanos” (GD4, 32-33). En el material de los grupos analizados apenas aparecen posturas de reivindicación colectiva frente a los problemas de desigualdad y desempleo que afectan al colectivo gitano, lo que les uniría a los reclamos de otros sectores sociales afectados por los mismos problemas. A lo más que se llega es a apuntar que “la sociedad está un poquito mal” y existen “conflictos” que afectan especialmente a los jóvenes, como el paro, que requieren una reorientación del gobierno, de las leyes y “de un montón de cosas”. Salvo esta alusión en el grupo mixto de Andalucía, no surgida espontáneamente sino a instancias del moderador al final de la reunión, lo habitual es plantear los problemas sociales como quejas identitarias de minorías pasivas, en este caso de la minoría gitana: “[Moderador) Quizás habéis visto las cosas desde la perspectiva vuestra, del colectivo gitano, y no tanto desde la perspectiva de la sociedad en general, donde hay un montón de conflictos y desigualdades… Si queréis ampliar un poquito esto… - Yo creo que sí hemos hecho hincapié en el resto de la sociedad. Yo, por ejemplo, he comentao que se imparta más el tema de la cultura gitana en la enseñanza, desde los niños… - Al hablar de las becas yo he reflejao que la sociedad está un poquito mal porque, claro, con esta ley [de educación] que están aplicando, el conflicto que hay hoy día de la crisis y todo eso, da el resultao de que no está muy bien la sociedad en España. Que estamos en conflicto y eso es también un tema que nos afecta directamente a nosotros, los jóvenes. Y es muy importante. Porque, como están las cosas, no encontramos trabajo y eso nos afecta a cada uno de nosotros. Yo, por mi parte, creo que una de las cosas que hay que solucionar también es el gobierno que tenemos y las leyes que se están aplicando y un montón de cosas, vamos… M. Sí… El cambio se tiene que dar de las dos partes, la gitana y la no gitana. - Yo creo que el problema no es sólo interno. El problema también viene de fuera. Ya he comentao antes de los medios de 73 comunicación, que influyen mucho. Porque la sociedad tiene un aspecto general negativo de la sociedad gitana y yo creo que eso deberían de cambiarlo… - Pero el moderador se refiere a problemas generales de toda la sociedad que nos afectan a nosotros, y que nosotros no hemos hablao, que hay muchos problemas que tenemos hoy en día por… el tipo de gobierno, los ministros… las leyes que aprueban, que como están hoy en día las cosas…” (GD6, 40-41). Ayudas sociales y becas Muchas familias gitanas en situación de extrema necesidad recurren a la renta básica que se tramita a nivel de las comunidades autónomas. Aunque se trata de cantidades bajas (“300 euros de miseria”) permiten cubrir al menos las necesidades básicas de alimentación (“cuando cobra la PIRMI, mi hermano va a Mercadona y hace una compra grande y llena los congeladores…”). A veces se cuenta con ayudas a la vivienda, de asistencia social o por alguna discapacidad, además de las becas, existiendo una cierta cultura de cómo acceder a tales recursos (“te tienes que empadronar en otro sitio, es que si no…”). De la tradicional solidaridad de las familias gitanas al interior del “grupo doméstico” y el “patrigrupo local”28 se pasa a depender en bastantes casos de las ayudas y servicios sociales del sector público (además de recursos educativos y sanitarios, etc.), lo que supone un importante cambio de paradigma en relación a una época no tan lejana en la que los gobernantes y agentes de la autoridad eran percibidos con temor y se huía de ellos: “- En mi casa recibimos la PIRMI [renta básica en Cataluña], pero son trescientos euros de miseria. - Pues cuando cobren la PIRMI que hagan lo que hace mi hermano, coge y se va al Mercadona y hace una compra grande y llena de cosas todos los congeladores… [para comer todo el mes]” (GD1, 9-10). 28 “El patrigrupo o comunidad local de parientes puede estar formado por una sola familia extensa, en cuyo caso se funden en un solo grupo… En otras ocasiones se trata de una comunidad más amplia que agrupa a varias familias extensas (encabezadas por lo general por un grupo de hermanos)… La importancia de la familia nuclear entre los gitanos es sólo relativa. La mayor parte de las actividades y decisiones se desarrollan en el grupo doméstico (conjunto de familias individuales, nucleares o extensas que realizan las tareas principales de la reproducción social en su seno, ayudándose y cooperando en todos los niveles de la vida social) y, a otro nivel, en el patrigrupo en el que están incluidas” (San Román 1997:124-125). 74 “- Mi madre está con el salario [renta básica] y mi padre tiene una minusvalía pequeña, pero a mí no me han dado ni ayudas ni nada aunque estoy sin trabajo y tengo una niña pequeña que está a mi cargo. - Porque estás empadronada en su domicilio. Tienes que ponerte sola. - Sí, te tienes que empadronar en otro sitio, tú sola con el niño. Es que si no…” (GD4, 31). El acceso a las ayudas escasas –especialmente en el caso de la viviendavuelve a plantear el derecho preferente de los nacionales españoles, entre ellos los gitanos, sobre los inmigrantes, en la misma línea que ocurría con el derecho al trabajo. El reparto de viviendas sociales “por sorteo” no les parece correcto pues deberían entregarse en primer lugar a los españoles.29 Algunas expresiones utilizadas en el grupo de discusión de Asturias para referirse a los extranjeros (“todos morunos… ¡qué asco!”), y las risas que provocan en las compañeras, reflejan un sentimiento de animadversión y desprecio, al menos hacia ciertas nacionalidades: “- Yo he echao la ayuda de la vivienda de emergencia y ya llevo un año y pico esperando, y aquí estoy. -Yo eché la solicitud también, otra que salió, que va por sorteo, allí estuve… válgame, tocó a todos, ¿te puedes creer?, a todos morunos (risas), todos nombres así: Mohamed, no sé qué… Digo: ‘¡Ay!, ¡qué asco!’ - ¡Qué asco!” (GD4, 32). Un sector de las jóvenes gitanas considera que la renta básica “tenía que ser para gente mayor” y no para los jóvenes pues les desincentiva para buscar empleo (“hay mucha gente en mi barrio que no trabaja por el salario social”). En tales casos, la renta básica, al no tener que esforzarse para encontrar empleo (“qué bonito es estar en casa sentado y 500 euros”), contribuiría a fomentar la pereza, el aburrimiento y la rutina (“las típicas gitanas sentadas en el banco todos los días”), anulando la voluntad de superación (“pero no tienen vida”). Tras estas críticas se puede percibir un rechazo de un estado social protector, que fomenta el clientelismo y refuerza la pereza o pasividad de la población a la hora de resolver los problemas que 29 Wieviorka califica esta actitud como nacionalismo de “pobres blancos”, propio de trabajadores que no funcionan desde la lógica de la competitividad y reclaman del Estado una intervención reguladora y protectora para los nacionales, por lo que consideran a los inmigrantes extranjeros como intrusos (Wieviorka 1993). 75 padece. En todo caso, las ayudas tendrían sentido para las personas ancianas o inválidas pero no para los jóvenes que pueden buscar soluciones por sí mismos (“no les quedaría otra”): “- Es una cosa que yo no entiendo… a los dieciséis años ya casadas, con un hijo y luego qué… Si no saben, si no tienen un trabajo, ahora ¡venga!, ¡el salario social! Eso no tenía que existir. Lo siento pero es que hay mucha gente que no trabaja, por lo menos en mi barrio, por el salario social, hasta han tenido hijos por cobrar el salario social. - ¡Madre mía! - Eso sí que no, ¡hombre!, ¿vas a tener un hijo por cobrar 600 euros?... - En mi pueblo son todos gitanos y no trabaja ninguno ¿me entiendes?, ¡Hala!, ¡el salario! [renta básica], y gente como yo… Te levantas por la mañana y ves lo mismo todos los días: las tres típicas gitanas en el banco, sentadas, el típico no sé qué, o sea, es que… - Es una rutina… No, eso no… - Pero no tienen vida, tía… - El salario tenía que ser para gente ya mayor, porque en mi pueblo hay gente de 20 años, 22 años, 23… que están cobrando el salario. Si no hubiera salario, ya verás cómo van a buscar trabajo, que no les quedaría otra, pero, claro, qué bonito es estar en casa sentado y quinientos euros” (GD4, 4, 20 y 23). La escolarización de los hijos menores de 16 años se convierte, al menos en la Comunidad de Madrid, se vuelve punto de negociación con vistas a obtener la renta básica (“si te dejan ir a estudiar es por el RMI”). No obstante, ante este hecho, otras jóvenes recuerdan que hay familias gitanas empeñadas en que sus hijas estudien “desde pequeñitas” y que no abandonen los estudios cuando se hacen mayores (“tú sigue estudiando, fórmate que tienes toda la vida por delante”): “- Muchos padres piensan que una gitana normal se tiene que quedar en la casa. Si te dejan ir a estudiar es por el RMI [renta básica en la Comunidad de Madrid], por la asistente social, para que no te metan una multa, para que no se la quiten. Te dejan estudiar por eso. Te dicen: ‘venga, estudia, pero a los 16 años te quitas’. - Pero eso depende de las familias. En mi casa siempre me han estado diciendo que estudie, desde pequeñita, que no me quite. Y ahora sigo estudiando con 18. Mi madre me dice: ‘tú sigue estudiando, fórmate que tienes todavía mucha vida por delante’. Pero, claro, incentiva mucho, la familia influye mucho y más todavía en nuestra etnia que no se ve normal que los chicos y las chicas estudien” (GD3, 10). 76 Por último, el recorte de las políticas sociales que se viene adoptando para superar la crisis hace que determinados derechos, como el acceso a la educación, se conviertan en una “carrera de obstáculos”. El precio de las matrículas para cursos medios y superiores ha aumentado y se ha reducido el número y la cuantía de las becas para personas con escasos recursos. En el grupo con jóvenes gitanas de Madrid, que abandonaron la escuela pero han retomado los estudios, “ahora para todo hay que pagar” y las “nuevas leyes” educativas van a restringir el acceso a “mucha gente que quiere estudiar pero que no va a poder porque los cursos no son nada baratos”. Además, al ser tan difícil para la juventud encontrar trabajo, se van a encontrar en un callejón sin salida (“busco un trabajo para pagar mis estudios, pero es que no hay trabajo”): “- Porque ahora todo se está complicando y es más duro para todo, es una carrera de obstáculos. - Por ejemplo en el tema de los estudios. Ahora para todo hay que pagar; para hacer un grado medio de farmacia, yo el año pasado no pagué, a dios gracias, pero ahora me han dicho que tengo que pagar, que hay una nueva ley y hay que pagar. Por eso para hacer estudios medios va a haber mucha gente que quiere estudiar pero no va a poder porque los cursos no son nada baratos. - Es que eso se hace duro. - Por qué, pues por la economía, que quieras y, a lo mejor, que no puedas… - O que digas: ‘bueno, pues busco un trabajo para pagar mis estudios’ pero es que no hay trabajo y el trabajo es todavía más complicado - Pero es que si empiezas a trabajar, dejas los estudios… - Y la gracia que empieces a trabajar, porque es que si hubiera trabajo. - Dices: ‘estudio para trabajar’ pero si no trabajo, ¿de dónde saco el dinero? - Es que todo es ahora muy complicado” (GD3, 8-9). En cuanto a las becas, hay personas cuya educación superior depende de ellas y, si se recortan, se bloqueará el acceso a la universidad al sector de estudiantes cuyas familias tienen menos recursos, incluso a los alumnos más aventajados que “las aprueban todas” y son “unas fieras… una pasada” pero no pueden costearse la matrícula: “- Mi prima va a empezar ahora 3º de derecho. - ¿Ves?, flipa. - Es una fiera ¿eh?, porque las aprueba todas, es una pasada. - ¡Qué bien! - Pero es muy aplicada ¿sabes por qué?, porque necesita la beca y si no aprueba, no le dan la beca y no puede seguir estudiando. Y dinero para darle, para que ella pague, no, entonces necesita estudiar y aprobar sí o sí para que le den la beca” (GD4, 39-40). 77 2.3. Bajo nivel de estudios de padres y madres La mayoría de los padres y madres de familias gitanas presentan un bajo nivel de estudios, de acuerdo con las costumbres de “una época diferente” en la que los chicos se incorporaban enseguida a las actividades laborales de la familia (“se iban con mis abuelos a ganarse la vida para traer la comida a casa”) y las chicas se encargaban de atender las tareas domésticas y se casaban muy tempranamente (“mi madre se casó con 13 años… igual que la mía”). En bastantes casos no iban a la escuela, aunque a veces aprendían a leer y escribir por su cuenta (“aprendió a leer con los crucigramas y todo eso”), 30 o bien acudían sólo a los primeros cursos de Primaria. Como contrapunto a esta situación general (“y así todas”), también había una minoría de madres (y padres) que habían obtenido el graduado escolar y se habían sacado algún título medio, siendo “un muy buen ejemplo” para las jóvenes actuales: “- Mi padre no fue a la escuela porque de pequeño… tuvo muchos problemas para estudiar, entonces nada. Y mi madre tampoco, se encargaba de sus hermanos pequeños y no estudió. Aprendió a leer con los crucigramas y todo eso. - No, mi madre sé que estudió hasta 2º me parece, pero fue porque luego tenía que cuidar de sus hermanos. - Y así todas. - Y mi padre, mi padre igual, tenía que estar cuidando o se iban a trabajar. - O se iban con mis abuelos a ganarse la vida para traer la comida a casa. - Mi madre igual, mi madre criaba a todos sus hermanos de ella. - Sí, mi madre igual. - Y mi madre también, de pequeña tuvo que cuidar a todos sus hermanos. - Igual que todas. Mi madre se casó con trece años. - Igual que la mía. - Dijo: ‘¡bah!, ¿cuidar a mis hermanos?, mejor cuido a mis hijos’. Y así fue y se casó con mi padre. - ¿Pero con trece años? - Con trece años se casó… - Yo, mi padre fue hasta 2º de Primaria y mi madre hasta el 3º me parece. Pero, bueno, mi madre tenía que trabajar, o sea, buscarse la vida por ahí, ayudar a mi abuela. Y mi padre, bueno, mi padre se iba por ahí… - Es que es una época diferente… 30 Según la Encuesta de la FSG, el 17% de los padres y madres de hogares gitanos no había pasado por la escuela pero más de la mitad de ellos aprendió a leer y escribir por otros medios (el 68% de los padres y el 53% de las madres) (Fundación Secretariado Gitano 2013:25). 78 - Bueno, mi madre sabe escribir, se sacó el carnet, Estuvo trabajando muchísimo y tiene el título de charcutera y frutera. Y ahí lo tiene, mi madre es muy buen ejemplo para mí, pero mucho” (GD4, 22 y 36-37) La falta de estudios como barrera laboral La baja cualificación académica de los padres, sobre todo si son analfabetos funcionales (“sabe hacer su firma nada más”), limita mucho sus posibilidades de reincorporación al mercado de trabajo, especialmente si tienen que hacer exámenes previos en los que se exige leer y escribir con fluidez (“él sabe hacerlo, pero escribir no sabe”). En el actual contexto de crisis (“está muy mal la cosa”), el problema de estos padres se agrava ya que tampoco tienen fácil acogerse a los oficios tradicionales (“va a la chatarra pero es que tampoco… ¡no le dejan hacer nada!”): “- Mi padre estuvo trabajando en un concesionario de coches, pero cerraron y está como loco buscando trabajo, pero es que no hay, y encima mi padre es analfabeto, apenas sabe escribir. Entonces va a buscar un trabajo, pero le hacen exámenes y mi padre… él sabe hacerlo, le pones ahí el trabajo y él te lo hace, pero escribir no sabe… Y ahora va a chatarra pero es que no hay tampoco, no te dejan hacer nada. Y al mercado, ¿de dónde sacas la mercancía? Es imposible. - Tienes que pagar más del puesto que de lo que ganas. - Y trabajo no hay aunque eches currículum, estudies o lo que sea… - Está muy mal, está muy mal. - Qué no, que está muy mal la cosa. - Y por eso te digo que casi todos los gitanos, no es por nada, son analfabetos... pero tampoco tienen la culpa porque antiguamente…” (GD4, 21-22). Dificultad para supervisar las tareas escolares La falta de cultura escolar de muchos padres les incapacita, además, para ayudar y supervisar las tareas extraescolares de sus hijos e hijas. No saben valorar el significado de las notas por lo que no riñen a sus hijos si traen suspensos a casa (“mi madre no sabía si un cinco era poco, si un seis era mucho…”) o si faltan algún día a clase (“no les importaba si piraba, si no piraba”). En este punto, las chicas gitanas “envidian” a sus compañeras payas que, cuando suspenden, “se van preocupadas a casa porque les van a reñir sus padres” o les van a quitar “la play o el ordenador”: 79 “- Mi madre no tiene estudios ni nada y yo, cuando iba a clase, tenía envidia de mis amigas porque suspendían un examen y todas iban preocupadas a casa porque les iban a reñir sus padres. Y yo decía: ‘¿por qué se preocupan tanto si a mí no me van a decir nada?’. No, es que mi madre no tuvo estudios, no sabía si un cinco era poco, si un seis era mucho… Si mis padres me hubieran reñido, me hubieran castigado y hubieran hecho lo que tenían que hacer, yo tenía mi Graduado ahora ¿me entiendes?, pero claro, como no les importaba si piraba, si no piraba. A ver, me reñían pero no… es que ellas llegaban: ‘es que me han quitado la play, me han quitado el ordenador, me han quitado lo otro’. Y yo, pues a mí no me pasa nada. Yo le digo a mi madre: ‘mama, saqué un cuatro´, ‘¿y qué es eso?, ¿aprobaste o no aprobaste?, ¿es mucho o es poco?’. - Da pena, eso mi madre también. Mi madre sabe hacer su firma, nada más, no sabe ni leer nada” (GD4, 18 y 24). 80 3. Desajustes con la escuela en la adolescencia Se describen los desajustes que, desde la perspectiva de los jóvenes gitanos de ambos sexos, se producen entre la institución escolar y el alumnado gitano en la etapa de la adolescencia (paso de Primaria a Secundaria), así como los desajustes entre los saberes y expectativas de los padres y madres en esa edad crítica y lo que observan/imaginan que tiene lugar en los institutos. 3.1. Conflicto de intereses. Punto de vista de las chicas El hogar, incompatible con el instituto En el capítulo primero ya se ha expuesto el modelo tradicional de socialización de las jóvenes gitanas quienes al llegar la pubertad eran inducidas por sus padres y parientes a centrarse en las tareas domésticas, y reservarse en sus relaciones públicas a fin de llegar vírgenes al matrimonio, etc. Asimismo, hemos visto que mientras una parte de las jóvenes reunidas en los grupos de discusión eran partidarias de seguir estudiando y abrirse a la relación con otros jóvenes de ambos sexos -gitanos, payos o inmigrantes-, otra parte se plegaba al modelo tradicional, ya sea por convicción propia (“en vez de estudiar nos gustaba más estar en la casa fregando y cuidando a nuestros hermanos”) o presionadas por su entorno (“yo quería ir al instituto pero mi madre me quitó”). En estos últimos casos la escuela representa una desviación del camino a seguir porque entra en conflicto con la función principal de la mujer, que es cuidar a su marido, la casa y los hijos. Una opción que, vista desde fuera, puede parecer poco atractiva pero que las gitanas “muy remujeres” han vivido –y algunas siguen viviendo- como fuente de alegría (“hacer una agujereta [bailando con zapatos de tacones] en la casa fregando”), aunque para otras es una opción forzada por sus padres a la que se tienen que acomodar lo mejor que pueden (“dormir y soñar… porque no se puede hacer otra cosa”): 81 “- A ver, sinceramente, yo dejé de estudiar porque me aburría en clase y muchas veces no iba… por tener que levantarme. A mí, lo de madrugar se me da super mal. - A nosotras en vez de estudiar, nos gustaba más hacer una agujereta en la casa fregando. ¿Es verdad o mentira? - Verdad, verdad. - Hoy me pongo tacones y me pongo a fregar la casa. - ¿Tacones para fregar?... - En cambio, llegábamos a estudiar… - ¿Quién no se ha puesto los zapatos y se ha puesto a bailar? Pues yo sí lo he hecho y con tacones, se los quitaba a mi mama y me los ponía yo. Estás con la música y estás fregando o barriendo y te coges el mocho [parte inferior de la fregona] y comienzas… (risas) O ahora con el WhatsApp que estoy fregando y ¡joer!... ¡qué pesada! Y contesto y otra vez… - Es que no pensábamos en estudiar, pensábamos en ponernos guapas, fregar… - Sí. - ¡Muy remujeres! - Claro, muy mujeres, estando en la casa. (Risas) - Porque igual a nosotras nos ponían a estudiar con el libro y no nos gustaba, preferíamos estar en la casa, fregando y cuidando a nuestros hermanos. Nos gustaba más. - Yo sí que quería ir al instituto, la verdad, yo quería ir, pero mi madre me quitó la ilusión de ir, que ya dije: es verdad… ¡y ya está! - Lo mismo que a ella me pasó a mí. - Me quitaron las ganas. - Me decía mi padre: ‘¿para qué te vas a ir?, que luego empiezan a fumar y tú empiezas a salir putilla’… - Pierdes la ilusión. - Yo dije: ¡dormir y soñar! (risas). No se puede… pues mira, soñaré cositas bonitas que es lo que a mí me gusta y ya está porque no se puede hacer otra cosa” (GD1, 52-54). Con frecuencia a las niñas gitanas se les ha impedido relacionarse libremente con los chicos (“desde pequeña tú no ves a los hombres… estás encerrada”). Entonces, al llegar al instituto, experimentan un cambio muy grande, empiezan a “ronear” (ligar) y con frecuencia “se desfasan”. En el plano de los estudios se descentran y en muchos casos acaban dejando el instituto. Una de las presentes propone que tendría que haber institutos “sólo de chicas”, lo que provoca risas en el resto del grupo que, más bien, se inclina por la idea de que los padres den a las niñas y adolescentes “un poquín más de libertad, para que aprendan a saber cómo es el mundo”: “- Yo no echo la culpa a mi madre, ni mucho menos, pero es que a ver, si hubieran hecho lo que tenían que hacer, yo no habría dejado el instituto. Porque las chicas… tú, desde pequeña, tú no ves a los hombres… porque como siempre sales con tus padres, 82 sólo los puedes mirar, y al llegar al instituto con chicos, te distraen. - Claro, cómo hablas con ellos y roneas [ligas] y tal… (Risas) - Eso también, te digo una cosa: las gitanas que empiezan y se van del instituto… ¿sabes por qué?, porque las tienen encerradas y, claro, cuando van al instituto ya se sienten un poco libres y ya se desfasan, o sea, ya empiezan a conocer a un tío, empiezan a pillar… se ven como liberadas y ahí es cuando… - Para que las chicas se centraran en el instituto les tendrían que poner un colegio aparte, sólo de chicas… (Risas) - No sé, lo que haría falta es que los padres les dieran un poquín más de libertad desde pequeñas, para que aprendan a saber cómo es el mundo y no lleguen al instituto de repente… que es un cambio muy grande. Y así no les pasaría nada” (GD4, 61-64). La edad del pavo Hay casos en los que se reconoce que el abandono de la escuela en la etapa de Secundaria se debió a su poco esfuerzo personal y a que se encontraban en la “edad del pavo”. En lugar de pensar en estudiar, lo que les gustaba “de los 13 a los 16 años” era “ponerse guapas”, “ser más guay por no estudiar”: “- Yo en Primaria, bueno hasta 6º sacaba buenas notas. Nada más que subes al instituto, pues empecé a dejar de estudiar. - Las malas compañías y todo. - No, para hacerme la guay, eso es lo típico, eso va de los 13 a los 16, la edad del pavo. - Sí. - Pues sí… además justo en esas edades es cuando estás peor. - Te empiezas a hacer la guay y dejas de estudiar. - Válgame y es que luego encima… ¡qué ignorantes! - Es que no pensamos en el futuro. - Y encima decimos, vamos a ser más guays por no estudiar…” (GD4, 55-56). Con la perspectiva del tiempo pasado desde que abandonaron el instituto, se lamentan de no haber sido más aplicadas (“ahora me arrepiento muchísimo… ¿qué he hecho con mi vida?”) y haberse dado cuenta de que los estudios eran importantes para el futuro (“¡qué ignorantes!, es que no pensamos en el futuro”). Se trata de casos en los que se disculpa a los padres de las repeticiones de curso o de dejar el instituto (“en mi caso no fue culpa de la familia”) y, más bien, se responsabiliza a las “malas compañías” que se pasaban “todo el día haciendo tonterías… riéndonos de los profesores y de todo”. En ese ambiente, se pierde la motivación para estudiar, se buscan excusas para faltar a clase (“hoy me duele la cabeza…”) y aumentan los 83 suspensos, las repeticiones de curso y, finalmente, el abandono temprano del instituto (“repetí tres veces, veía que no avanzaba y me quité”): “- Bueno, en mi caso fue distinto, no fue culpa de la familia. Estaba en el instituto con mi amiga y estábamos todo el día para reírnos de los profesores y de todo y me quité porque me dio la gana. Y ahora me arrepiento muchísimo. Y qué pasa, pues que luego te das cuenta; pasa el tiempo y te das cuenta que hiciste una tontería. Porque yo me quité, hice el graduado y me metí en el bachillerato, repetí tres veces, primero y segundo y yo veía que no avanzaba, que no avanzaba y me quité… - Muchas veces las familias no nos desmotivan, sino que somos nosotras mismas, que no nos apetece ir al Instituto. Que un día decirnos: ‘hoy me duele la cabeza’ y así, y no vamos…Si las chicas no quieren estudiar, las familias terminan por decir también que las sacan del instituto porque no avanzan y pierden el tiempo. Eso es lo que me pasó a mí y después quería matarme. Decía: ¡dios!, ¿qué he hecho con mi vida?” (GD3, 11). 3.2. Conflicto de intereses. Punto de vista de los chicos El instituto como encierro Los chicos gitanos que abandonaron tempranamente los estudios (grupos de discusión 2 y 5) recuerdan el instituto como un tiempo de encierro que no les permitía desarrollar los intereses que tenían en esa etapa de la vida. Tanto si se les daban bien los estudios como si no, “no molaba” tener que “aguantar” tantas horas de clase, cuando lo que les interesaba entonces eran otras cosas: “salir con los primos”, “pijear por ahí”, “pensar en las mujeres”, etc. Este conflicto de intereses frecuentemente implicaba dejarse llevar por la pandilla, faltar a clase, retrasarse en los estudios y, finalmente, dejar el instituto: “- Yo estuve hasta tercero de la ESO. Aprobé pero ya… - Lo engancharon los primos y empezó a salir. - Me engancharon mis primos y ya… me sacaron. Como ellos no iban…, entonces un día: ‘vamos aquí, vamos a…’. Y ya lo dejé. Pero solamente me quedaba un año. Y aprobando ¿eh?... - A mí no me gustaba estudiar en ese momento, la verdad. - En ese momento sólo estabas pensando en las mujeres. - No era que no nos gustaba, que no aguantábamos tantas horas. Dos horas, vale, pero estar ahí seis horas desde las ocho de la mañana… no molaba. - No, y encima que éramos buenos estudiantes, tanto éste como yo. Lo que pasa es que nos gustaba mucho estar fuera, por ahí… Con 12 o 13 años que entremos [sic] lo único que querías era pijear por ahí” (GD2, 5-6). 84 A diferencia de lo que ocurre con las chicas, los progenitores no presionan a los chicos para que dejen el instituto31 pero el sistema escolar se vuelve para ellos sinónimo de encierro, postergación, inactividad y aislamiento social (“sólo estudiábamos, no sales, no haces ná”). Todos estos atributos se oponen a la definición de lo que sería propio de los gitanos varones: la libertad, estar más tiempo con los amigos (chicos), desarrollando una intensa “vida social” que se centra en el disfrute aquí y ahora, en espacios abiertos (“bajar a la calle”): “- Hombre, es que en esos años sólo estudiábamos, no sales, no haces ná. Entonces, en cierta manera, ya me han cansado los estudios. Quiero hacer otra cosa aparte de estudiar… Que te quita tiempo de estar con tus amigos o bajar a la calle o hacer cualquier cosa… - Yo, el PCPI que hice sí que era fácil, pero tenías que estar ahí desde las tres de la tarde a las nueve de la noche. Entonces son dos años que no haces nada, ni sales con los amigos porque por la mañana te despiertas tarde, como se dice, no tienes vida social” (GD5, 6). Mientras los payos tienen mayor motivación o expectativas respecto a los estudios como medio para conseguir una vida futura mejor, los gitanos que se mantienen fieles a la pauta tradicional no admiten esa postergación y tienen la mira puesta en buscar pareja (“ir de flor en flor… buscándote el clavel… pa’ casarte”). Necesitan madurar e independizarse pronto (“con 20 años ya eres viejo”) y las chicas todavía más (“con 18 ò 19 años [ya está] pa’ vestir santos”). En definitiva, en la adolescencia sus expectativas vitales están fuera de la escuela: “- Porque la mayoría de gitanos con quince años ya estás… en vez de pensar –como dicen- ir de flor en flor, ya estás buscándote el clavel. - Pa’ casarte. - Por eso mismo, no piensan ellos ya…, nosotros con 20 años ya eres viejo. - Con veinticinco años ya… - Y una chica que lleve 18 o 19 años: ésta se queda con sus padres para toda la vida. - ¿Esa?, pa’ vestir santos. - Sí” (GD2, 19-20). 31 Elisenda Ardèvol sintetiza la diversa experiencia de las mujeres y hombres gitanos en torno a la escuela con estas palabras: “no quise ir a la escuela” en el caso de los hombres; “no me dejaron ir a la escuela” en el caso de las mujeres (Aldèvol 1994:99). 85 Ante la importancia que se concede al estudio para conseguir empleo, un sector minoritario de los chicos defiende que, una vez pasada la fase crítica de la adolescencia, sería conveniente –sobre todo para los solteros- centrarse en los estudios y tomárselo como un trabajo (“es como trabajar”). Pero la posición dominante se reafirma en que el ritmo de los estudios reglados (seis o siete horas diarias) era “un rollo” cuando eran adolescentes y lo sigue siendo después, tanto si permanecen solteros como si no. La comparación del estudio con el trabajo remunerado tampoco les vale porque el trabajo remunerado es condición necesaria para ganar dinero (“ahí vas a ganar”) y ser independiente (“depender de mí”) mientras los estudios son un medio, conveniente pero no indispensable, para conseguir empleo/dinero. Sólo se admite, como posición intermedia de consenso, cursar estudios que requieran dos o tres horas diarias de dedicación porque, si no, “no aguantas… ¡te vuelves loco!”: “- Hombre, lo de que el instituto era un rollo depende, antes sí… - No, y ahora también. - ¡Es que cómo te vas a tirar ahí seis horas!, desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde. Fíjate, desde las ocho, te levantas a las siete de la mañana… - Y depende de dónde vivas. - Y hasta las dos de la tarde ahí. Claro, ahora mismo eso no. Si son dos o tres horas pues sí, te da igual. - Por ejemplo, de nueve hasta la una, bueno, yo qué sé, o de diez a una. - Pero es como trabajar. - No, pero no es lo mismo, porque ahí vas a ganar… - Bueno, los que estamos casados no podemos estar ahí desde las ocho de la mañana hasta las dos, pero si no estaríamos casados ni nada pues es un paso… - No, ni un paso ni medio, porque no tiene que ver nada que estés casado o no, que tengas que depender de tu casa, yo también tengo que depender de mí… y también tendré que estar para mí, ¿no? Y no voy a estar metido ahí ocho horas… Jo, es así, por eso te digo que ahora mismo meternos ahí seis horas ya no nos metemos nadie... - Al que le gusta, estudia, y al que no le gusta… - A mí sí me gusta, pero no seis horas o siete. No, porque no aguantas. - ¡Te vuelves loco!” (GD2, 13-14). La flexibilidad horaria y la diversificación de los itinerarios escolares, buscando que se adapten al nivel motivacional del alumnado, se plantean 86 como medidas que podrían incrementar la atención y aprovechamiento de la escuela, tal como se recoge también en un estudio basado en entrevistas al profesorado (directores y orientadores de 26 centros públicos y concertados) que concluye que la principal causa “institucional” de fracaso escolar es la “rigidez del currículo obligatorio único”, cuya solución sería una mayor diversificación de itinerarios (Fernández, Mena y Riviere 2010:169-170). En definitiva, la clave de conjugar armoniosamente el trabajo del aula y el gusto o la motivación del alumnado por lo que está haciendo, parece una condición necesaria para salir al paso del fracaso escolar, tal como también se ha constatado en otros estudios.32 Padres consentidores Con la perspectiva del paso del tiempo, cuando los jóvenes gitanos han superado los 20 años y se enfrentan al problema de encontrar empleo, aparece una fuerte autocrítica a la forma como las familias gitanas educan a sus hijos varones en la etapa de la adolescencia. A diferencia de lo que ocurre entre los “jambos” [payos], los padres gitanos les consienten todo (“mi hijo lo tiene que tener todo, todo lo que pida por la boca”), les dan en pagas lo que sus padres “no se gastan en la semana” y dejan de lado los estudios (“entonces no estudiamos… porque te ponen las cosas muy fáciles”). En lugar de “pensar en el futuro” viven “en el día a día” y encuentran todo lo que quieren “en la palma de la mano”. De ese modo, se vuelven blandos y “al final se resienten”: 32 En un estudio cualitativo sobre las expectativas de las familias en relación a la escuela, un sector de madres de familias obreras cuestiona el concepto de fracaso escolar y plantea la necesidad de adaptar los currículos escolares a la diversidad del alumnado: “No se está de acuerdo con lo que se entiende por fracaso escolar, como si fuera algo propio del alumnado: ‘fracasa la sociedad, no los niños’. Les parece que no tiene sentido ‘obligar’ a todos los alumnos y alumnas a seguir ‘once materias que no tienen nada que ver con lo que luego te va a pedir la vida’, en lugar de diversificar las trayectorias curriculares poniendo como principal clave la ilusión o motivación por lo que se está aprendiendo (‘si un chaval o una niña tienen una ilusión, ¡que la puedan llevar adelante!’). Es decir, se debería poner como meta principal del sistema educativo el lograr ‘profesionales felices’, aunque no todos sepan ‘hacer raíces cuadradas o redactar muy bien’. (…) Frente al fracaso escolar que actualmente prevalece en las familias de los barrios obreros y ante el que se sienten impotentes, se plantea la necesidad de que una persona debe ser feliz con lo que escoja en lugar de agobiarla” (Colectivo Ioé 2010:172-173). 87 “- Porque tú coges a un chavalito de 13 años payo y un chavalito de 13 años gitano y ellos… a ver, ahora ya vamos a lo de los padres, ¿no?, ahora mismo un chaval de trece años en San Fermín [barrio de Madrid], si no lo llevas tú, porque te da miedo que puedan pasarle cosas, le das: ‘toma, 50 o 60 euros, ¡gasta!’. En cambio va el jambo, el payo, y te gasta 20. Y el niño gitano se ha gastado lo que no ha visto su padre en la semana. Están mal educados en el aspecto de: ‘mi hijo lo tiene que tener todo, todo lo que pida por la boca’. - Eso es todos. - Sí, claro, y entonces luego no estudiamos ni queremos hacer nada, porque te ponen las cosas muy fáciles. - Claro. - Sí, el problema es ese, que hemos tenido todo a la palma de la mano… los que han tenido todo tan fácil como nosotros al final se resienten… - Porque el jambo se aplica mucho, es decir, piensa en el futuro. Y los gitanos es lo que hemos dicho antes, los gitanos no pensamos en el futuro, un día te viene algo y te crees que te va a venir todo así, a la mano. - Día a día, vive el día a día. - No vive el día a día, como siempre lo has tenido fácil crees que casado y con hijos va a ser lo mismo. - Que va a ser lo mismo” (GD2, 24-26). 88 II. Trayectorias de formación 89 90 4. Itinerarios de fracaso Este primer capítulo de la Segunda parte recoge los itinerarios de fracaso de la juventud gitana, tanto a partir de los datos de encuesta más recientes como desde la experiencia aportada por los participantes en los grupos de discusión. Además de su valoración “a posteriori” del propio fracaso, se repasan los factores ambientales que más les influyeron para suspender asignaturas, repetir curso, dejar de ir a clase o abandonar definitivamente los estudios. 4.1. Tasas de escolaridad, absentismo, repetición y abandono El fracaso escolar de la juventud gitana se concentra en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), etapa que coincide con los años de la adolescencia y primera juventud (12-16 años).33 La tasa de escolaridad de la población gitana a los 12 años, edad teórica del inicio de la ESO, era en 2012 prácticamente total (98,6%) y muy similar a la de la población general (99,2%); sin embargo, a los 16 años dicha tasa se situaba 38 puntos por debajo (55,5% frente a 93,5% de la población general), afectando mucho más a las chicas gitanas (48,0%) que en los chicos (63,4%). Un segundo indicador es el absentismo escolar, que afecta en la etapa de la ESO al 16% de las chicas y al 12,8% de los chicos, que han faltado de forma injustificada a clase más de cuatro días al mes en el curso escolar en que están matriculados. Dichas tasas son menores en la etapa de Primaria, y entonces afectan más a los chicos (11,1%) que a las chicas (8,3%). “Las ausencias constantes y el absentismo escolar acaban por cristalizar en la no adquisición de los conocimientos básicos y en la falta de un mínimo de nivel educativo, que conducen a malos resultados y llevan a las y los jóvenes absentistas a abandonar de manera definitiva la escuela, con pocas 33 Los datos de este apartado se han elaborado a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:64-65, 85, 109 y 116-117. 91 oportunidades y motivación para iniciar otro proceso formativo” (Fundación Secretariado Gitano 2013:117).34 Un tercer indicador es el retraso escolar, medido por la proporción de alumnas y alumnos que repiten curso.35 En este caso, el fracaso relativo del alumnado gitano tiene su origen en la Educación Primaria ya que de quienes están escolarizados con 12 años casi la mitad (45,7%) se han matriculado en cursos inferiores al que les corresponde por edad (1º de la ESO), es decir, son repetidores, proporción que se incrementa hasta alcanzar el 71,6% entre los matriculados de 15 años, que tendrían que estar en 4º de la ESO pero que se encuentran en cursos inferiores. Estas tasas son muy superiores a las de la población general (14% de repetidores a los 12 años y 40% a los 15) y, a diferencia de otros indicadores, otorgan a las chicas gitanas mejores resultados que a los chicos, aun cuando en ambos casos son muy negativos: mientras la tasa de repetidores de los dos sexos es bastante próxima cuando tienen 12 años (44,1% ellas, 47,2% ellos) se aleja notablemente al llegar a los 15 (62,2% de chicas repetidoras frente a 78,9% de los chicos), lo que parece indicar un mayor nivel de rendimiento escolar del alumnado femenino.36 34 El absentismo escolar se ha calculado a partir de las respuestas del alumnado en la encuesta, por lo que es probable que exista un cierto sesgo a la baja en el cálculo de los días que han faltado a clase. Si el umbral de ausencias lo situamos, no en cuatro días, sino en “un día al menos al mes sin tener justificación alguna”, la tasa de absentismo pasa del 14% al 26% en la ESO y del 10% al 22% en Primaria. 35 La proporción de repetidores se obtiene a partir de la tasa de idoneidad que mide el porcentaje del alumnado de una edad determinada (por ejemplo, 12 años) matriculado en el curso teórico de esa edad (1º de ESO) respecto al total de la población matriculada de esa edad. Por tanto, nuestra tasa de repetidores incluye a todos aquellos alumnos y alumnas de una edad determinada (12 años en nuestro ejemplo) que están matriculados en cursos inferiores al que por edad teóricamente les corresponde, lo que puede haber ocurrido por repetir algún curso o por haberse escolarizado tardíamente. 36 Esa valoración queda relativizada si tenemos en cuenta que las tasas de repetidores/as sólo incluyen a las personas “matriculadas” y que la proporción de chicas gitanas con 15 años no escolarizadas es bastante mayor (17%) que la de los chicos (10,9%). No obstante, aunque incluyéramos como repetidores a los no escolarizados (que ya han abandonado la escuela), las mujeres obtendrían una tasa de repetidoras menos elevada que los chicos. 92 Por último, en la etapa de la ESO tiene lugar el 74% del total de abandonos de la escuela que se producen en el conjunto de la población gitana de 12-24 años, 37 siendo el 2º curso de esa etapa en el que mayor porcentaje de abandonos se producen (31%), seguido de 1º (15,3%) y 3º (14,3%). Por sexos, la frecuencia de abandonos es similar, si bien las chicas abandonan más en 6º de Primaria (14,8% frente al 7,2% de los chicos) y éstos en 2º y 3º de la ESO (49,4% frente al 41,5% de las chicas), lo que se corresponde con la mayor precocidad de la adolescencia en las mujeres. El paso de Primaria a Secundaria, a los 12, 13 o 14 años (si tenemos en cuenta que casi la mitad del alumnado gitano con 12 años repite cursos en Primaria), es vivido como “un cambio muy, muy grande” en el que se pasa de ser “chiquitita” y estar con “niños chicos” a estar con “personas ya más mayores” que al principio “te intimidan”. Es una etapa en la que se quiere “tener un poco más de libertad… abrirte a la vida”, pero en la que “baja mucho el nivel de los alumnos gitanos”: “- El paso de la Primaria a la Secundaria es un cambio muy grande, que pasas ya como… de ser un niño, una persona más chiquitita… a ser ya más grande, claro. Estás por ejemplo en sexto y en el recreo estás con niños chicos, pero ya en el instituto en el recreo estás con personas ya más mayores. Entonces eso yo lo vi, yo lo noté como un cambio muy, muy grande. Y ya pues está la edad que quieres salir más, que quieres tener un poco más de libertad, es como abrirte a la vida, a ver qué puedo encontrar más… abierto a más personas… Es un cambio muy grande y… de hecho en la Secundaria baja mucho el nivel de… de los alumnos gitanos” (GD6, 20-21). “- En la escuela [de Primaria] me dieron un diploma de alumna ejemplar, lo que no me harían a mí en la escuela porque era… bueno… Y fue pasar al instituto, primero muy bien porque claro como yo era chiquitita, a ver, primero eres la más pequeña ¿no?, pues en 1º los veía tan grandes y yo estaba como intimidada, ¿no sabes?, pero en 2º ya…” (GD4, 56). Cuando los chicos y chicas de nuestros grupos de discusión que han abandonado tempranamente la escuela -la mayoría en la etapa de la ESOtratan de explicar su bajada en el rendimiento, pocas veces se refieren a un 37 De la población gitana entre 12 y 24 años, el 64,3% de las chicas y el 61,1% de los chicos han abandonado los estudios en algún momento a lo largo de su vida. Las tasas que nosotros recogemos se refieren a cómo se reparten por cursos esos abandonos, desde 1º de Primaria hasta la Universidad. 93 problema de dificultad o capacidad intelectual para seguir el ritmo del resto de la clase. Más bien, se alude a dos tipos de razones: Problemas de motivación personal, porque interesan más otras cosas que se presentan como incompatibles con la escuela. Falta de apoyo externo, ya sea por parte de los padres, de las amistades o de la población general (incluido el profesorado) que tiene prejuicios sobre los gitanos. 4.2. Malos resultados escolares Dificultades de aprendizaje Pocas veces en los debates grupales se alude a la dificultad para aprender (“por tonto”, “es que yo soy mala para estudiar”) como motivo de haber fracasado en los estudios y, cuando ello ocurre, se suele asociar a otras circunstancias, como ser una persona distraída (“si pasaba una mosca, me quedaba mirando la mosca”) o pensar que los estudios no sirven para ser ama de casa, en el caso de las chicas, o para conseguir empleo en el actual contexto de crisis, en el caso de los chicos (“para cuando te llamen [para trabajar de albañil] ¡lloverán piedras!”): “- (Chica) Mi hermano, aunque suspendiera la mitad, las recuperaba. Pero yo… pues no servía y me quité. (Risas) Porque no se me daba bien, al final acabé suspendiendo muchas y me quité. Me desesperaba. ¿Sabes qué pasa?: yo soy una niña que se distrae muy rápido, a lo mejor estaba en la clase y escuchaba, pero si pasaba una mosca, me quedaba mirando a la mosca… Y tuviera la que tuviera al lado, hablaba con todo el mundo... - Yo en Primaria sólo suspendía matemáticas. Y después ya en la ESO ¡puf! - A mí lo que me gustaba mucho era Sociales. - Y Naturales. - Yo casi siempre aprobaba por los pelos, cinco y pico, cinco y medio. - Yo para Sociales y Naturales, siete u ocho. Para todo lo demás, ya raspadillo. - Yo las suspendía, pero un montón, un montón… - Si hay que hacerlo, se hace. - Si nos ponemos… pero es que yo soy mala para estudiar” (GD1, 42-43 y 57-59). “- (Chico) Yo repetí, coño… en la ESO y luego de ahí pasé a un curso de albañilería pero no sirvió para nada porque tampoco terminé. Por tonto… Cuando me salí… no me sirvió de nada. 94 - ¿Cómo que no? - Lo que aprendes ahí prefiero no saberlo porque es gastar tiempo… - Pero ya sabes algo. Y si te llaman a hacer algo y vas, ya sabes… - Para cuando te llamen yo creo que lloverán piedras. ¡Piedras!” (GD2, 6). La opinión más habitual es que, con esfuerzo, las asignaturas se pueden aprobar (“todo es ponerse”), si bien también hace falta cogerle el gusto a la materia que estás estudiando porque “como sea una cosa que no nos guste, pues pasamos”. En todo caso, además de esforzarse, para conseguir buenos resultados hace falta “saber estudiar”, es decir, contar con un método de trabajo que facilite el aprendizaje (“lo escribes, haces esquemas, hasta que se te queda la cosa”): “- A mí la verdad que mientras estaba estudiando no me costó nada. O sea, de 1º a 4º, nada, bueno en 3º y en 4º es un poco más difícil… - Es todo ponerse. - Yo es que no sé estudiar. - Es que yo también lo digo, yo también lo digo es porque no queremos, en serio. - Sí. - Sí, es porque no queremos. - Tienes examen, pues ponte a estudiar… y lo escribes, haces esquemas, esquemas, ¿sabes? - Yo también lo hacía con esquemas. - Hasta que ya me quedaba con la cosa. - Yo, a mí no se me queda. - Es todo ponerse, en serio, es todo ponerse. Ahora, claro, como sea una cosa que no nos guste, pues pasamos” (GD4, 56-57). Como señala Silvia Carrasco, la permanencia en el sistema escolar tiene mucho que ver con la falta de motivación académica que, a su vez, se debe a otros muchos factores. Para esta autora, algunas medidas que se podrían adoptar para contrarrestar el fracaso escolar del alumnado gitano serían “la vigilancia y el acompañamiento en la transición de Primaria a Secundaria, por el riesgo de desvinculación precoz del sistema que afecta sobre todo a las niñas, según prácticas y valores tradicionales de género, una adecuada formación del profesorado y una estricta vigilancia de los libros de texto respecto de los mensajes negativos que puedan trasmitir sobre los gitanos” (Carrasco 2003:125). 95 Suspensos y repetición de curso La elevadísima tasa de repetidores en el alumnado gitano (casi la mitad a los 12 años y más de dos tercios a los 15) implica que los suspensos y bajas calificaciones son muy frecuentes (“yo suspendía un montón”). Asimismo, es muy probable que la medida de repetir curso para resolver el bajo nivel escolar no sólo no sirve para solucionar el problema sino que contribuye a ampliarlo, tal como señalan muchos especialistas. Mientras hay países como Reino Unido, Finlandia o Noruega donde el alumnado no puede repetir curso en los años de escolaridad obligatoria, España destaca por ser el país de la OCDE con mayor tasa de repetidores en Educación Secundaria, según el informe PISA 2009 (36% a los 15 años, que llega al 72% en el caso del alumnado gitano según la Encuesta de la FSG).38 En el grupo de chicas jóvenes que abandonaron la escuela sin obtener el título de la ESO y no retomaron después los estudios (GD 1) aparecen claras referencias a que la repetición de curso contribuyó decisivamente a la desmotivación para estudiar (“cuando me vi con niños tan chicos, ya se me quitaron las ganas”), debido a la ruptura que ello supuso con sus compañeros de infancia (“ya no vas con los compañeros que tenías desde que eras pequeña”). El desinterés se tradujo en absentismo (“ya no quería ir, iba faltando…”) y finalmente en abandono: “- Yo me quedé en 3º de la ESO. - Yo en 6º de Primaria. - Yo, mira, fui a 1º, a 2º, y repetí 2º. - Como yo. - Pero repetí 2º porque me operaron [de la boca] y mi madre es muy cagona y no me dejaba ir. Entonces perdí un montón de clases y por eso me hicieron repetir. Pero yo era una niña que no suspendía ni una, nada, iba muy bien en los estudios. Repetí y a raíz de que iba con los más pequeños, ya pasaba, ya no quería ir, iba faltando y cuando empecé 3º ya… pues ¡la cagué!... Y ya no estudié más. - Qué mal, dejar de hacer las cosas… 38 “España forma parte de un modelo tradicional, al que también pertenecen Portugal, Francia o Italia, en los que la repetición de curso es una práctica común. (…) No obstante, existe una amplia evidencia empírica que cuestiona los efectos beneficiosos de esta estrategia sobre los resultados académicos, dando lugar a problemas de autoestima o adaptación o menores tasas de asistencia a clase y, en el largo plazo, mayores tasas de abandono escolar y menores salarios” (Cordero, Manchón y Simancas 2014:16-17) (ver también Carabaña 2013 y Martin 2011). 96 - Cuando me vi con niños tan chicos ya se me quitaron las ganas de estudiar, ya no vas con los compañeros que tenías desde que eras pequeña, porque yo siempre voy con los míos desde que fue pequeña, ¿sabes?, y se te quitan las ganas… Ya, a partir de ahí, las suspendí y me quité” (GD1, 20 y 57). 4.3. Falta de apoyo externo (familia, amistades, prejuicios) La propia familia como freno o estímulo Las jóvenes gitanas consideran que la propia familia es la institución más influyente en los itinerarios escolares. Desde que son pequeñas, el padre y la madre –a veces también los hermanos mayores- pueden apoyar y motivar a sus hijos o hermanos menores para que sigan estudiando y adquieran la “mentalidad” de que los estudios son importantes, o bien todo lo contrario. Se trata de un axioma general, válido tanto para gitanos como para payos, que suscita el consenso en todos los grupos y sirve para explicar en buena parte el éxito o el fracaso escolar (“depende de la familia donde tú te críes”): “- Yo creo que el seguir estudiando o no depende de la familia donde tú te críes. Si creces desde pequeña en una familia que te motiva para estudiar, puedes seguir. Pero si no tienes a nadie ahí que te anime cuando no quieres ir al colegio, y te digan que te va a servir… pues lo dejas. Pero si creces con esa mentalidad de: ‘tú sigue, tú sigue’, pues llegarás. Vas creciendo con esa mentalidad” (GD3, 14-16). Sin embargo, en el caso del alumnado gitano existe un hecho diferencial, que depende de “la cultura misma” del colectivo, o quizás de una “costumbre” arraigada, que lleva a las familias a escolarizar a sus hijas en la etapa de Primaria y desescolarizarlas en Secundaria. Este abandono de los estudios al llegar la adolescencia se debería, en primer lugar, tal como se ha explicado, al rol de “amas de casa” asignado a las mujeres y a la exigencia de preservar su virginidad hasta el momento de casarse, lo que suele implicar noviazgos y matrimonios muy tempranos. Según recoge la encuesta ya citada de la FSG y confirman las jóvenes reunidas, “la mayoría” de las alumnas gitanas abandona el instituto debido a esos motivos o presiones “familiares”. Lo que no impide que ello sea criticado por un sector de las propias jóvenes que consideran esa costumbre como un 97 “descarrilamiento” de la trayectoria que debían seguir (“la mayoría de las gitanas acaban el colegio y… ¡fuera ya!, y están pedidas y casadas y con hijos, ¡joder…!”): “- Yo creo que el descarrilamiento de la escuela de las gitanas es por la cultura misma, porque estamos acostumbradas a ir a la escuela [de primaria] pero luego el instituto ya no, ya para la casa, para fregar, para esto, para lo otro… Y por eso la mayoría de las gitanas lo dejan, yo pienso. - Y ya está. Sí, es que tienes razón, es que en mi pueblo lo he visto todo el día: gitanas que acaban el colegio y ¡venga!, ¡fuera ya!, y están pedidas y casadas y con sus hijos, ¡joder…!” (GD4, 42). Peligrosidad del instituto Para justificar el abandono de los estudios al llegar la pubertad, las familias (los padres y sobre todo las madres) consideran que el instituto –a diferencia de la escuela infantil- está lleno de peligros para las chicas: “se fuman cosas raras, se hacen cosas raras, muchas locuras… hay un ambiente raro… que es sucio y ya está”. Implícitamente, se alude al gran temor que tienen los progenitores de que la relación con personas del otro sexo, sean gitanos o payos, les pueda llevar a perder la virginidad, lo que se acentúa en “la edad del pavo” de la etapa de Secundaria obligatoria (ESO), induciendo a muchos padres –no todos- a sacar a sus hijas del instituto. Las chicas de nuestros grupos que han abandonado la escuela sin terminar la ESO (grupos Nº 1, 3 y 4) debaten el punto de vista de los progenitores y, mientras unas están de acuerdo con ellos (“no quieren meterte en ese ambiente que, para nuestro punto de vista, es sucio”), se rebelan y plantean que mantenerse “limpias” no depende de ir o no ir al instituto sino de “hacer lo que tienes que hacer”. El debate se amplía al control que ejercen los padres y madres sobre las amistades de sus hijas (“mi madre mira a mis amigas y como vaya alguien que no le guste, yo no voy”) lo que provoca de nuevo una confrontación entre quienes apoyan el control de los padres (“dime con quién vas y te diré quién eres”), fruto del interés que tienen por proteger a sus descendientes, y quienes lo consideran exagerado y fruto de la desconfianza (“las madres son mal pensadas”). Finalmente, se llega un precario espacio de consenso al afirmar que es legítimo que los padres 98 pongan límites pero que las hijas deben tener también capacidad para tomar sus propias decisiones (“nos ponen límites pero nosotras tomamos decisiones… ¡tema zanjado!”): “- Mi madre siempre ha dicho que en el instituto había mucha gente que a ella no le gustaba. - Porque en los institutos hay malos rollos, mal ambiente. - Dicen que si vas al instituto sales putilla o sales fumando o… - Sí, eso, eso… - Y muchos padres no han dejado ir a las hijas al instituto por eso. Pero yo digo que la que va, va a estudiar, la que tiene que salir, sale, vaya al instituto o no vaya al instituto. - Ya pero no por eso, porque nosotros a lo mejor somos gente limpia en todos los aspectos, pero metes a una niña con doce años a un instituto donde hay gente que fuma cosas raras, hace cosas raras, hay ambiente raro y cosas que a lo mejor no te gustan, ¿vale?, pues a lo mejor a nuestros padres no les hace gracia, simplemente es eso. - Eso me pasó a mí… también - No me dejaban a mí por eso, me decían que si fumaban… - Pero no porque lo fuéramos hacer, sino simplemente porque no quieren meterte en ese ambiente que es sucio y ya está, para nuestro punto de vista. - [Varias]: Sí, sí. - La juventud hace cosas que no tiene que hacer ¿no? - Además hay muchas locuras, es la edad del pavo (Risas) - Es verdad. - Y nuestros padres siguen pensando así. - Más mi padre, mi madre no. - En mi caso era mi madre, mi padre no, era mi madre. - Es que las madres son… ¡que no, que no y que no! Porque mi madre mira a mis amigas y como vaya alguien que no le guste, yo no voy. - Es que depende también con quién vayas… porque te van a juzgar según con quién te rodees, porque ‘dime con quién vas y te diré quién eres’. - Sí. - Si ya no es por las personas, que yo conozco a mi madre, dice: ‘luego te ven gitanos salir de un cine y ¿qué piensan?’. Pero si me ven con niñas, ¿por qué van a pensar que voy…? Es que son mal pensadas: ‘que no, qué no, que no se puede, eso para ti está prohibido’. - Pues mi padre, como vea que yo vaya con una niña que a él no le gusta, al sitio que vaya esa niña yo no puedo ir, le da mucha manía. - A mí nunca me han dicho nada de ninguna niña. A mí siempre me han dicho: ‘tú sabes lo que tienes que hacer’. Entonces nunca me han prohibido, pero me lo han dicho: ‘ten cuidado’. - Ese límite siempre, siempre, por lo menos en mi casa, igual mi padre que mi madre. - En resumen, nos ponen límites pero nosotras tomamos decisiones. - Eso es. - ¡Tema zanjado!” (GD1, 34-37). 99 Al margen de lo que piensen el padre o la madre, las jóvenes gitanas son conscientes de la influencia que ejercieron sus amigos y compañeros de clase para que se retrasaran en sus estudios en la etapa de Secundaria (“me junté con unos elementos… que me influyeron muchísimo”): “A mí me influyeron mucho, muchísimo… me junté ahí con unos elementos que no… - Y es que, a ver, dejaban de estudiar tus amigas y tus amigos, ¡pues tú también!... - A mí me influyeron muchísimo, ¡muchísimo!” (GD4, 56). Prejuicios y estereotipos Otro factor que puede influir en el abandono escolar, aunque sea de forma indirecta, es la imagen negativa del pueblo gitano que transmiten los medios de comunicación y que a veces alimentan con su comportamiento algunos gitanos y gitanas. Tal estereotipo recogería lo que las chicas de nuestros grupos de discusión llaman el “peludeo” o las “gitanadas”. En lugar de mostrarse como personas “normales”, en tales casos se acentúa “lo peor: mangantes… juerguistas… todo el rato con el baile, el cante, ir dando palmas… y gritando por la calle”. 39 En definitiva, “ir dando la nota” allá donde van (“¡aquí estamos los gitanos!”), lo que hace huir al resto de la población cuando se enteran de que alguien es gitano (“vámonos antes de que pase nada”). Ante esta situación, las jóvenes reunidas reclaman su derecho a ser consideradas como personas normales (“un ser humano, un ser normal”): “- A mí lo que no me gusta de la juventud gitana ahora es que se está viendo lo peor, como lo que han sacado en la tele. - Sí, un programa sobre la boda gitana. - Han sacado sólo lo peor: los gitanos son mangantes, los gitanos son juerguistas…, han sacado lo peor. Todo el rato el baile, el cante, el ir dando las palmas…; eso es lo que han sacado. Sólo el 39 La imagen más negativa del colectivo gitano se asocia a la vinculación de algunos de sus miembros con el tráfico de drogas a pequeña escala. En torno a la cuarta parte de las mujeres presas en España son gitanas, casi siempre por delitos contra la propiedad (40%) y tráfico de drogas (60%). “La sobrerrepresentación de las gitanas en el circuito penalpenitenciario supera con creces la que sufren otros colectivos históricamente discriminados, como la población negra en Estados Unidos, y contrasta con su invisibilidad social y el profundo desconocimiento por parte de la población en su conjunto de esta realidad discriminatoria” (Equipo Barañí 2001:14). 100 peludeo, o sea, eso el ir dando las palmas o gritando por la calle en lugar de ir normal. El ir dando la nota: ‘¡aquí estamos los gitanos!’. - Eso no ayuda a cambiar la imagen del gitano. Porque si a ti te dicen: ‘ese es gitano’, te dicen: un mangante. Porque a mí me han llegado a decir: ‘¿tú eres gitana?; le digo: sí’. Y dicen: ‘vámonos antes de que pase nada’. Que no, que no es eso… Yo también estoy estudiando para demostrar que un gitano puede ser igual que otro, que un marroquí, que un payo, vamos, ¡una persona normal¡ - Un ser humano, un ser normal” (GD3, 14-15). Un caso concreto aportado en uno de los grupos resulta muy expresivo de la diferente acogida que experimenta una chica gitana que se comporta en clase como una chica normal (los payos no perciben que es gitana hasta que ella lo dice: “no pareces gitana”) y otra chica que responde al estereotipo negativo y se dedica a hacer “gitanadas”: “da mucho el cante, se pelea con los profesores, escupe en las mesas, se pasa el rato comiendo, no se ducha”. El primer caso consigue el reconocimiento del alumnado y el apoyo de los profesores (“si un día iba mal a clase, se sentaban conmigo y me ayudaban”); el segundo provoca la irritación de los compañeros y del profesorado, y al final tiene que abandonar el centro escolar sin presentarse a los exámenes. Pero lo que más enfada a la gitana “normal” es que esas gitanas que “van dando la nota” pongan en cuestión su identidad gitana (“¿es que tú eres más gitana porque llevas ese moño o porque vas en chanclas?... ¡pues no!”): “- A mi clase vamos dos chicas gitanas y hay una cosa que me da mucha rabia y es que la otra da mucho el cante porque se pelea con los profesores, escupe en las mesas… se pasa el rato comiendo… bueno, ¡fatal! Y me dice un jambo…, bueno, un payo, un señor (risas), me dice: ‘¿pero tú seguro que eres gitana?’; y digo: ’claro que soy gitana’: me dice: ‘pero tú vienes todos los día duchada de casa, no pareces gitana’; y le digo: ‘¿por qué dices eso si las gitanas nos duchamos todos los días…?’. Pero es que están acostumbrados a un tipo de gitanos como X [la compañera gitana]… que por su compartimiento, por hacer la gitanada como yo digo, ya los señores [profesores] la echaron de la clase y los exámenes no se los hicieron. Y yo, sin embargo, me llevo bien con todos mis profesores, que son mis amigos; si yo un día iba mal a clase, se sentaban conmigo y me ayudaban, me hablaban. Y sin embargo a la otra chica la suspendieron y no fue más a clase. Son gitanas que se les nota y que sigue habiendo en mi barrio, antes más que ahora, que me dicen a mí que no soy gitana y yo les digo: ‘¿es que tú eres más 101 gitana que yo porque llevas ese moño o porque vas en chanclas?, ¿por eso eres más gitana que yo?’. ¡Pues no!” (GD3, 17). Las dos formas de comportamiento de la cita anterior (la gitana que “no lo parece” y se integra normalmente en clase, y la que “da mucho el cante” y hace “gitanadas”, provocando el rechazo de los profesores y del resto de sus compañeros) representan dos formas de inserción escolar del alumnado gitano en la etapa de la ESO y dan lugar, junto a otros factores como los malos resultados escolares o el desfase curricular, a programas de diversificación y cualificación profesional Inicial (PCPI), así como a diferenciar grupos dentro de la clase por niveles (los más aventajados y los más retrasados), o bien repartirlos en distintas clases si el número de estudiantes lo permite. Estas medidas académicas se llevan a cabo con la intención de homogeneizar el nivel de la clase y adaptarse mejor a la diversidad del alumnado, pero frecuentemente, como se observó en otro estudio, “introducen un elemento de discriminación en perjuicio del grupo menos aventajado. Los ‘tontoguelas’ a veces son los más ‘rebeldes’ o los más ‘pasotas’, no precisamente los menos capaces intelectualmente, pero al final la marca de ‘tontos’ se acaba imponiendo” (Colectivo Ioé 2013:123). 102 5. Itinerarios de éxito Este capítulo sirve de contrapunto al anterior y se centra en la minoría de la juventud gitana que ha obtenido algún título de grado medio o superior. A partir de un resumen de los datos de encuesta al respecto, se exponen sus puntos de vista sobre sus trayectorias educativas, tomando como base los debates del grupo de discusión realizado en Andalucía (GD6). 5.1. Juventud gitana con estudios medios y superiores Como se avanzó en la introducción, tan sólo el 2,2% de la juventud gitana entre 20 y 24 años había logrado terminar estudios superiores40 y el 8,9% estudios medios postobligatorios.41 Unas tasas que, comparadas con las de la población no gitana del mismo grupo de edad, son diez veces inferiores en el caso de los estudios superiores (2,2 / 22,1%) y cinco veces menos en los estudios medios postobligatorios (8,9 / 40,8%). Dicho de otra manera, mientras en el año 2012 dos tercios de la juventud no gitana entre 20 y 24 años habían logrado rematar estudios medios o superiores, sólo lo había conseguido la décima parte de la juventud gitana, una diferencia que muestra con toda claridad la exclusión educativa del colectivo. Si los datos anteriores los agrupamos por sexos, tal como ya hicimos en el Gráfico 1, lo que más llama la atención es que la diferencia de nivel educativo es mucho mayor entre las chicas gitanas y no gitanas que entre los chicos de ambos grupos, pues mientras las chicas no gitanas obtienen estudios medios y superiores en una proporción mucho mayor (70,7%) que los chicos (55,3%), en la juventud gitana ocurre al revés, con más títulos por parte de los chicos (12,8%) que de las chicas (9,6%). La baja proporción de población gitana que accede a estudios medios y superiores tiene su correlato en la continua reducción de las tasas de 40 La Encuesta de la FSG incluye aquí los títulos de técnicos-profesionales de grado superior (homologados o no) y la enseñanza universitaria de primer, segundo y tercer ciclo (doctorado). Fundación Secretariado Gitano 2013:102. 41 Incluyen bachillerato, técnicos-profesionales de grado medio y grado medio de música y danza. Ibídem. 103 escolaridad por tramos de edad, tal como se recoge en el Gráfico 3. Se puede observar que, a partir de una escolarización casi completa a los 12 años, el descenso de alumnado en la población total es mínimo hasta los 15 años y desciende paulatinamente después, mientras en el caso del alumnado gitano el descenso se inicia de forma significativa a los 14 y 15 años (debido sobre todo a abandonos de las chicas), y baja bruscamente después, en especial en la edad teórica de terminar la ESO, entre los 15 y 16 años, con una bajada de 31 puntos porcentuales, y en la de terminar la segunda etapa de Secundaria, entre los 17 y 18 años (-22 puntos). Unos picos de descenso que son bastante más acusados en las chicas gitanas (-35 puntos porcentuales a los 16 años y -24 a los 18) que en los chicos (-26 y -20, respectivamente). Gráfico 3 Tasas de escolaridad de la población gitana 85,7 93,5 97,9 Población gitana 71,1 86,3 99,0 94,4 Población total 57,2 75 26,7 6,4 10,9 25 15,8 20,8 50 42,0 42,6 55,5 Tasa de escolaridad 100 100,0 98,2 99,2 98,6 y de la población total de España entre 12 y 24 años (2012) 0 12 años 13 14 15 16 17 18 19-20 21-22 23-24 Tramo de edad Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:85-87. Los datos de la población gitana se refieren al curso 2011-2012 y los de la población total al curso 2010-2011. De toda la población gitana escolarizada en el curso 2011-2012, momento en el que se aplicó la Encuesta de la FSG, el 14,3% estaba cursando estudios medios de la 2ª etapa de Secundaria (bachillerato y ciclos de grado medio) o 104 estudios superiores (ciclos de grado superior y enseñanzas universitarias). Por sexos, la proporción de chicas situadas en esos niveles avanzados era algo mayor (15,3%) que la de los chicos (13,2%). En la Tabla 2 se compara la distribución por niveles y tipos de enseñanza de esta minoría de población gitana que aspira a obtener una titulación media o superior. En general, se puede observar que los chicos acceden a estudios superiores en una proporción bastante mayor (46,2%) que las chicas (29,4%), siendo la diferencia especialmente acusada en los ciclos formativos de grado superior (14,4% ellos frente a 4,6% ellas). A su vez, las chicas están mucho más presentes en bachillerato (39,9% frente a 18,9%), mientras los chicos se orientan algo más a la formación profesional de grado medio (34,9% frente a 30,7%). A la vista de esta distribución, la presencia mucho mayor de chicas en 2ª etapa de Secundaria (17 puntos más que los chicos y 21 puntos más en la rama de bachillerato) indica que es sólo cuestión de tiempo que las mujeres gitanas estén más presentes que los hombres en estudios superiores. Tabla 2 Alumnado gitano matriculado en España en 2ª etapa de Secundaria y estudios superiores (curso 2011-12) % de hombres % de mujeres 53,8 70,6 18,9 34,9 39,9 30,7 46,2 29,4 Ciclos formativos de grado superior 14,4 4,6 Enseñanzas universitarias 31,8 24,8 100,0 100,0 2ª Etapa de Secundaria Bachillerato Ciclos formativos de grado medio Estudios superiores Total Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Fundación Secretariado Gitano 2013:60. Para el conjunto de ambos sexos, la distribución del alumnado gitano en la 2ª etapa de Secundaria en el curso 2011-2012 indica que, una vez superada la ESO, se ubican algo más en formación profesional (52%) que en bachillerato (48%), tasas muy próximas a las de la población general en el mismo curso académico (51% y 49%, respectivamente). Por sexos, las 105 mujeres se dirigen más a bachillerato (56% las gitanas, 53% la población general) y los hombres a formación profesional (65% los gitanos, 54% la población general). 5.2. Experiencias de autorrealización. Claves del éxito alcanzado La juventud gitana con éxito en los estudios respira satisfacción y optimismo. Tienen la sensación de que, gracias a su esfuerzo como estudiantes, han puesto las bases para un futuro mejor. Entre las chicas, la joven recién licenciada considera que su título es la victoria conseguida después de una larga prueba: “toda la vida he estado luchando por esto y ¡lo he conseguido!”. Y para la que cursa primero de carrera, hija de madre soltera, el haber llegado a la universidad constituye un “doble orgullo”, como estudiante y como mujer gitana. Tener estudios confiere una identidad nueva que nadie te va a poder quitar (“hasta que te mueras”) y la posibilidad de ser “independientes”, mediante “un trabajo… algo estable”, sin “echarle el muerto” a la familia. El reto de triunfar en los estudios no es fácil porque hay que ir a contracorriente de lo que hace la mayoría de las chicas gitanas (“casarse, tener niños y estar en casa sin hacer nada”). Es preciso tener claro que se quiere estudiar y ser constantes (“desde pequeña lo tenía superclaro y he luchao, he luchao por ello”). Primero hay que poner las bases para un futuro digno, con estudio, viajes y trabajo, y después “cásate y haz lo que quieras”: [M1] “Tengo 23 años y soy trabajadora social. Acabo de terminar la carrera y, bueno, estoy muy contenta… Es algo muy grande que se siente cuando tú dices: ¡lo he conseguido! Es como la victoria de un esfuerzo de toda la vida…Toda la vida he estao luchando por esto y ¡ya! Pues yo el día de la graduación decía: es que ya toda mi vida me voy a dedicar a esto que me gusta, porque ya esto es algo que nadie me lo va a poder quitar. Esto es algo que tú has conseguido, es tu título y ya es para toda la vida, hasta que te mueras, lo vas a tener siempre. ¡Es algo muy grande!” (GD6, 3-4). [M3] “Pues yo tengo 19 años, acabo de terminar el primer curso de relaciones laborales y recursos humanos y me siento superbién de haberlo conseguido y es lo máximo, un doble orgullo: primero, porque has conseguido tus estudios; y luego también porque lo has conseguido siendo gitana. Yo es que desde 106 pequeña lo tenía superclaro y he luchao, he luchao por ello. Es que es una sensación…, vaya, como nunca la he tenido, ¡de verdad!, para mí terminar esta carrera es la mayor ilusión que tengo… Mi novio es también gitano y llevo con él cinco años. También está estudiando, ha terminao el bachillerato y es el primero que me apoya en que yo siga estudiando, porque él sabe que eso va a ser nuestro futuro, estudiar él y estudiar yo. Porque para qué queremos casarnos ahora mismo sin tener nada para mantenernos… ¿Para tener que depender de otras personas?: pues hay que pensar en ser independientes y buscarse cada uno su futuro, no tener que echarle el muerto a la familia de mantenernos y todo. Primero, búscate tu futuro y después cásate y haz lo que tú quieras… Mi futuro está en seguir estudiando y el día de mañana tener un trabajo… algo estable, que sin estudios eso es muy difícil, y mis expectativas son de viajar, de tener ilusión por trabajar, por seguir estudiando, que mis expectativas no son de casarme y tener niños y estar en mi casa sin hacer nada. Yo tengo otras expectativas de vida” (GD6, 4, 11 y 32). Los chicos gitanos están también satisfechos por el éxito escolar alcanzado, aunque lo muestran con menos intensidad que las chicas. Valoran también la independencia que puede darles la formación y están “orgullosos” de conjugar el ser gitanos y buenos estudiantes. Su principal motivación es “tirar p’arriba” y llegar a “ser más” en el futuro, sin quedarse “tiraos” como ven que les pasa a otros jóvenes. En este sentido, las expectativas de cambio varían mucho en función de la posición social: mientras el camarero que ha estudiado restauración simplemente reproduce el estatus familiar (madre jefa de cocina con renta alta) y está “muy contento” por ello, para el estudiante de filología el hecho de haber terminado bachillerato marca un antes y un después en la historia de su familia (“soy el primero en mi casa que tiene bachillerato… y en la familia de mis primos…¡estoy cambiando las cosas!”): [H1] “Terminé peluquería y ahora me he metido en estética y estoy estudiando, formándome. Que llega un momento, seas más chico o seas más grande, que te das cuenta que tienes que hacer algo en tu vida, que no te puedes quedar ahí… parao, que tienes que formar tu futuro. Me siento bien porque tengo lo que quiero, he trabajao por ello y lo tengo. No estoy tirao, sin tener qué hacer… ¡lo has conseguido!... Porque yo sabía lo que quería y en verdad estoy orgulloso de ser gitano y además formarme y poder decir a otros: yo soy gitano y no me he quedao en mi casa y voy a seguir formándome y tirar p’arriba, dar ejemplo a los que me sigan… que porque sean gitanos no tienen que quedarse en casa” (GD6, 6-7, 19). 107 [H2] “Tengo 21 años, he estudiao un módulo de restauración, lo que sirve para camarero, y ahora mismo estoy trabajando de ello. Estoy muy contento” (GD6, 6). [H3] “Tengo 19 años, acabo de terminar el bachillerato y voy a empezar un grado en filología clásica y, bueno, he empezao a valorar realmente lo que es estudiar y que puedes ser más, puedes ser verdaderamente lo que tú quieras y, gracias a dios, hay muchísimos gitanos que lo están haciendo… Yo soy el primero en mi casa que tiene bachillerato. Y en mi familia, para mis primos y todos… yo digo: ¡estoy cambiando las cosas!… ¡somos un ejemplo!” (GD6, 7 y 32). 5.3. Modelos enfrentados y libre elección La juventud gitana con éxito en los estudios presenta gran homogeneidad desde el punto de vista ideológico: es partidaria de la sociedad moderna, formada por sujetos libres y donde pueden convivir armónicamente y en pie de igualdad diversas tradiciones culturales, entre ellas la gitana; y se opone frontalmente a la forma de entender la vida de sus padres y abuelos, que se aferran a las costumbres antiguas y se repliegan defensivamente en relación a la modernidad, a la que identifican como cultura de los payos. En la vida cotidiana de las personas jóvenes, este discurso bipolar se traduce en la elección de dos caminos, uno malo y otro bueno: el camino malo, “el que cogen casi todos”, es “más fácil” pero “te limita en todos los aspectos” (casarte pronto, tener hijos y “trabajar en el mercadillo” o “quedarte en casa muerta de aburrimiento”); el camino bueno, el escogido por la minoría, es más difícil pues requiere esfuerzo personal ( “hacer una carrera”, trabajar para ser independientes, posponer el matrimonio, etc.) pero resulta más satisfactorio en el largo plazo: [M] “Los chicos jóvenes tienen que decidir qué camino escogen: el que cogen casi todos, de casarse, tener niños joven y solamente trabajar por el mercadillo o vendiendo por las casas… un camino fácil y verse limitado en todos los aspectos; o el camino de estudiar, formarte en algo, sea en lo que sea… Por ejemplo, mi hermana de 15 años… ella dice que no se va a casar ni con 17 ni con 18, aunque tenga pareja, porque ella quiere hacer su carrera, quiere tener su casa y quiere trabajar y quiere formarse. No quiere… eso de casarte, tener hijos y quedarte en su casa, muerta de aburrimiento, eso no lo quiere” (GD6, 9-11). 108 Sin embargo, para las personas mayores, los “malos” son los jóvenes que “no se ajustan a lo que ellos dicen” y siguen “las costumbres de los payos”. Una opinión que a las chicas jóvenes con estudios les parece rígida y discriminatoria (“¡nos discriminan ellos!”). No ven el “sentido bueno” de estudiar y preparar el “propio futuro”, sino que desconfían de ellas cuando frecuentan ambientes, como los institutos, donde pueden “coger costumbres de payos” y perder el honor de la familia (“ya son más grandes y se pueden enamorar de algún payo… y les pueden hacer algo”): - [M] “Las personas mayores nos discriminan a nosotros, porque dicen: ‘éstos se están haciendo a las costumbres de los payos y ya no son tan gitanos’. Entonces nos están excluyendo a nosotros, los que estudiamos y hacemos cosas que no se ajustan a lo que ellos dicen. ¡Nos discriminan ellos! - [H] Claro. - [M] No lo ven en sentido bueno sino en el sentido malo de apartarnos de las costumbres… Y yo creo que sigo las mismas costumbres pero… teniendo mi propio futuro. Que eso no cambia, que puedes tú trabajar y ser gitano. Y también yo creo que muchas veces no nos dejan estudiar porque se creen que en el instituto, por ejemplo, las niñas se pueden enamorar de algún payo a lo mejor, porque ya son más grandes, y la pueden cambiar, que si pueden hacerle algo… y ya por ese temor la quitan también del instituto. No quieren es que cojan costumbres de los payos. Por eso, evitan que se relacionen, que sigan estudiando, que sigan enseñando...” (GD6, 14-15). Los padres antiguos tienden a sacar al hijo o hija del instituto para “ayudar en la casa” o “ayudar en el mercadillo” y así “producir para ellos”. Es decir, buscan “la utilidad inmediata” en lugar de facilitar que sus descendientes se preparen “de cara al futuro” a través del estudio: - [H] “Yo también he escuchao: ‘me tenéis que ayudar en el mercadillo’… - [M] Como que los sacan de estudiar, que ellos no lo ven importante, para ayudar en la casa, que eso sí es producir para ellos. Producir para que tú puedas comer, para que puedas conseguir ese dinero… que ellos lo ven. Lo importante es eso, y no lo ven de cara al futuro sino en el momento, ayudarles en ese mismo momento en el trabajo que esté haciendo el padre. O sea, la utilidad inmediata que pueden obtener de ese hijo o de esa hija” (GD6, 16). Ante la acusación de las personas mayores, que identifican a quienes estudian como personas “apayadas”, las gitanas y gitanos jóvenes con estudios reclaman el derecho a “ser persona”, “ser alguien”, “ser normal” y 109 no que, por ser gitanos, tengan que “estar aparte”. En este sentido, se reclama una “sociedad de igualdad” y libre elección en la que las diversas culturas, cada una con sus “características propias”, puedan convivir en paz. En definitiva, la cuestión no es ser “como los payos” sino ser “más contemporáneos, igualitarios y libres”, unos valores generales de la sociedad “para todas las culturas por igual” y, por tanto, también para la cultura gitana: - [M] “Pero yo no creo que esos valores tengan que ser sólo de la comunidad paya: ‘como tienes esos valores, ya eres payo’. ¡No!, son unos valores generales de la sociedad, para todas las culturas por igual y no… - [H] La cuestión no es ser más como la sociedad paya sino ser más contemporáneo, ser más igualitario, que sea la persona más libre. Pero eso no significa que deje de ser gitano… que deje de ser gitano por estudiar. - [H] Es… ¡ser persona! - [M] Claro. Y poder ser alguien. - [H] Tener derecho como persona. - [H] No a ir al modelo payo: ‘Yo quiero ser como los payos’, ¡no! Es… ¡ser persona! - [M] Ser tú mismo. Que todos convivamos en una sociedad de igualdad pero cada uno con nuestras características propias. - [M] Yo creo que lo que todos queremos es tener buen futuro, que haya buen trabajo y que no nos tengan como los gitanos aparte. - [M] Que nos consideren personas normales… que todos somos personas. - [H] Que todos somos personas, no por ser gitanos no lo somos” (GD6, 8 y 23). Ser gitano no tiene que ver con lo que se hace (“vender en el rastro” o “estudiar una carrera”) sino con la pertenencia a un origen histórico y biológico común (“lo lleva en los orígenes… la sangre es la misma”). Este argumento racialista (se transmite “por la sangre”), planteado por un chico del grupo, no encaja con la libertad de elección que parecía plantearse como un derecho universal de las personas, al menos en lo concerniente a formar parte de la cultura gitana. 42 En todo caso, como testimonia una mujer del grupo, “puedes seguir estudiando y casarte por los ritos de nuestra cultura”: 42 La referencia a una sangre o raza común sirve para naturalizar los rasgos diferenciales de una cultura determinada: “al articular como formas naturales maneras de estar en el mundo y las instituciones a través de las cuales éstas se expresan, la raza establece y racionaliza el orden de la diferencia como una ley de la naturaleza” (Martínez Veiga 2001:100). 110 - [H] “Muchos creen que por vender en el rastro son más gitanos… y eso hay que cambiarlo. Si tú estudias una carrera no eres menos gitano que el que esté vendiendo en el rastro. - [M] ¡Eres igual! - [H] Eres lo mismo. La sangre es la misma. - [H] Sí. - [M] Claro. Y que ella [la mujer casada del grupo] puede seguir estudiando y casarse con los ritos de nuestra cultura, de nuestras costumbres, y no tiene por qué ser otra persona… que eso lo lleva en los orígenes. - [H] Continuará siendo gitana” (GD6, 11). El repliegue defensivo de la población gitana se originó en siglos pasados debido al rechazo por parte de la cultura paya mayoritaria 43, lo que provocó como reacción de defensa el “aislamiento” de los gitanos en su propia comunidad (“hemos estao apartaos”).44 Pero esa situación ha cambiado, en primer lugar por la modernización del país que respeta constitucionalmente las culturas de las minorías y, en segundo lugar, por la llegada de inmigrantes en las últimas décadas que ha puesto de moda el concepto de “diversidad cultural”. En este contexto “la generación de nuestros padres” todavía se resiste a integrarse normalmente en la sociedad pero “la mayoría de nosotros” ya ha dado el paso. Un paso que no supone dejar de ser gitanos 43 Desde el siglo XV en que llegaron a España los primeros gitanos, su cultura se ha visto en relación de minoría frente a la mayoría paya. Fueron perseguidos tenazmente por la ley (más de 250 edictos dirigidos contra ellos) y hasta la Constitución de Cádiz (1812) no se les reconoció la ciudadanía española. La Constitución española de 1978 les ratificó su igualdad en el plano jurídico, si bien en la práctica todos los sondeos y encuestas constatan que la discriminación de la mayoría de los gitanos sigue vigente, pobres en lo económico y víctimas de diversas formas de segregación y prejuicios por parte del resto de la población. Un estudio empírico sobre la discriminación de tres minorías culturales en España (gitana, latinoamericana y marroquí) constató que la proporción de personas gitanas que había experimentado un trato discriminatorio en el último año (24,2%) era bastante mayor que en el caso de las latinoamericanas (19,6%) y ligeramente menor que las marroquíes (25,4%) (Colectivo Ioé 2003). Sobre la historia de la comunidad gitana en España, ver Sánchez 1986 y Fraser 2005. 44 Las redadas de gitanos para llevarlos a galeras se inició con Felipe II en 1571 pero el momento culminante de persecución del pueblo gitano tuvo lugar en la “gran redada” de mediados del silo XVIII, también conocida como Prisión general de Gitanos, una operación autorizada por Fernando VI y organizada por el Marqués de la Ensenada, que se inició de manera sorpresiva y sincronizada en todo el territorio español el 31 de agosto de 1749, con el objetivo de extinguir la etnia gitana, lo que se trató de conseguir mediante la separación física de hombres y mujeres, en un encierro que había de durar hasta el fin de sus días. Las mujeres quedarían recluidas en casas de misericordia, como la de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, en tanto que los hombres lo serían en los arsenales militares. Finalmente, los gitanos y gitanas arrestados (cerca de 10.000) fueron puestos en libertad entre 1763 y 1765 gracias a un indulto concedido esta vez por Carlos III (Gómez 1993). No obstante, este indulto de Carlos III iba acompañado de la exigencia de asimilación (“que abandonen el traje, la lengua y los modales llamados gitanos”) (Calvo 1990:47). 111 o abandonar aquellas costumbres que se consideren valiosas (“mi novia se casará por el rito gitano y tendrá su pañuelo, si ella quiere”): - [M] “- Partimos de la base de que la comunidad gitana lleva muchos siglos desde que llegó aquí a España, pues ha sido un colectivo perseguido, ha sido maltratao y siempre se le ha visto de una forma muy negativa. Entonces eso ha influido mucho en que la comunidad gitana se aislara, no quisiera tener relación con el resto de la sociedad. Pero con el paso de los años la situación ha cambiao para todo el mundo y entonces para la comunidad gitana también. Ya hay jóvenes que están más concienciaos de los estudios, la familia también está más concienciada, pero es verdad que sigue habiendo una parte que no ha dao todavía ese paso... - [H] Se empieza a hablar de diversidad cultural a partir de la llegada de los inmigrantes pero es que nosotros estábamos aquí desde mucho antes. Ya había diversidad cultural en el siglo XV. Yo he estao haciendo el bachillerato de humanidades y he estudiao mucho lo que son las culturas… La cultura gitana por diversos motivos siempre ha estado más marginada y eso ha sido la razón por la que hemos estao apartaos. Pero ahora ya en el siglo XXI ya nos estamos adaptando muchos más a la sociedad y la gente de nuestra generación quiere estudiar, ya por ella misma. Hay mucha gente en la generación de nuestros padres que no, pero yo sé que la mayoría de nosotros va a decir a nuestros hijos que estudie, y va a querer un buen futuro para ellos. Y que no por eso vamos a dejar de ser gitanos, somos los mismos gitanos. Mi novia el día que se case… se casará por el rito gitano y tendrá su pañuelo, si ella quiere” (GD6, 3 y 9). Se defiende, de este modo, una combinación de libertad y fidelidad frente a la tradición. “Fidelidad y libertad son las dos condiciones sin las cuales no hay sentido de la historia, porque la historia es algo permanente que se mueve y se expresa siempre en versiones nuevas. Tomar en serio el propio pasado significa comprometerse con él según sus implicaciones metodológicas, para poder apreciar sus valores y abandonar aquello que no tiene valor, para poder descubrir su correspondencia con lo que somos y poderse liberar de aquello que podía corresponder a la situación de otros tiempos, pero no a la de los nuestros” (Giussani 1991:88). La confrontación histórica entre minoría gitana y mayoría paya, para ser superada, requiere la cooperación de ambas partes: la población paya mayoritaria no debe excluir ni despreciar a los gitanos pero la minoría gitana tampoco puede creerse por encima de la ley o superior a los payos. Es decir, no vale sólo con acusar a la cultura dominante de excluyente y opresora, 112 también los gitanos tienen que asumir su parte de responsabilidad y comportarse como “personas fiables”: - [M] “Yo no he tenido problemas, pero sí es verdad que con otras personas ha habido problemas en el trabajo, pues a lo mejor por ser gitana la han despreciao y no la han dao ese puesto de trabajo que a lo mejor se merecía como cualquier otra persona. Pero es verdad que también parte de la culpa la tenemos nosotros mismos, la comunidad gitana, porque nosotros damos esa impresión, no todo el mundo, pero gran parte sí… personas que, a lo mejor, nos dedicamos a robar, nos dedicamos a hacer cosas ilegales, de tratar a los demás que no sean gitanos como inferiores, de partir de que nosotros somos mejores y… claro, entonces las personas que no son gitanas se asustan y no quieren integrarse con nosotros porque nos ven como personas que no somos fiables” (GD6, 5). 5.4. Un nuevo horizonte para la cultura gitana Ante la constatación de que la mayoría de la juventud gitana fracasa en los estudios y sigue “encasillada” en las formas de vida y de trabajo tradicionales, los chicos y chicas con éxito escolar quieren mostrar que “el otro camino”, el de la “prosperidad” frente al “estancamiento”, es posible y que ellos lo demuestran con su ejemplo. Un camino que les puede llevar a “otra clase de vida” a través del estudio y de un trabajo que les guste (no de “vendedor ambulante” sino de “policía, médico, abogado…”), además de “viajar, comprarse una casa… ¡ascender!”. Para ello, es necesario “darles esa información, ponérsela delante”, lo que no pasa actualmente (“eso no se lo da nadie”). La propuesta no se dirige a las personas mayores (“los mayores tiene ya sus valores y es más difícil cambiarlos”) sino a las más jóvenes, desde que son “niños chicos”, para que “sean libres de poder elegir” entre los dos caminos (“coger una cosa u otra”), sabiendo que en ningún caso tienen que renunciar a sus “raíces” gitanas: - [M] “Hay que mostrarles el futuro que pueden conseguir, que no solamente tengan el ejemplo de lo que ellos ven en su casa, en su familia, sino mostrarles el otro camino, el de quienes han estudiado, han conseguido un trabajo que les gusta, viajar, poder comprarse una casa… ¡ascender! Y que sean libres de poder elegir… Darles esa información, ponérsela delante, porque yo creo que eso no se lo da nadie. Ponérsela delante para que ellos 113 digan: ‘pues ya tengo conocimiento de lo que es la realidad’ y puedan coger una cosa u otra. Y ya a partir de ahí no podemos hacer ná. - [H] Es lo que pasa con un niño chico cuando dice: ‘yo quiero ser vendedor ambulante’, que digan también: ‘quiero ser policía, quiero ser médico, quiero ser…’, pero no una cosa: ‘tú eres gitano, tú eres así’, porque esté ahí señalao, en plan como si estuvieras ahí encasillao… - [M] Si no se dejan ayudar, no creo yo que puedan cambiar, ¡vaya! Sobre todo podríamos intervenir con las personas más jóvenes porque a lo mejor las personas mayores tienen ya sus valores y es más difícil cambiarlos, pero si cogemos a las personas pequeñitas y las vamos inculcando otra clase de vida que pueden tener, pues podemos ser… y que no tenemos que perder nuestras raíces, pero adaptándonos a la sociedad que vivimos y no dedicarnos a trabajos fáciles, yo qué sé, y estancarnos ahí, yo qué sé, y prosperar. ¿Por qué no podemos ser un gitano médico?, ¿una gitana abogá?” (GD6, 5 y 10). Quizás el mayor problema al que se enfrenta la juventud gitana es la falta de confianza en sus propias posibilidades, a lo que se suma también la tendencia a lo más fácil, como “vender en los mercadillos”. Se creen “torpes” y, de ese modo, se ponen una barrera para poder avanzar (“tú misma te autoconvences de que no puedes… y estás estancá”). En esta situación, hay que convencer a esas personas de que, si se lo proponen, pueden aspirar a obtener un título escolar y un trabajo digno que les abrirá las puertas de una vida en la que puedan hacer realidad “sus sueños y hacer esta cosa y hacer la otra”. Eso sí, para alcanzarlo hace falta “esforzarse” y “buscar ayuda (externa) si es necesario”. Pero, sobre todo, hay que “hacerles ver que sí pueden” y que “sólo es ponerse”, tal como las personas reunidas en el grupo muestran con su ejemplo (“si yo he podido y ella ha podido y él ha podido, todo el mundo puede”). Los jóvenes gitanos que han conseguido “tirar p’arriba” y se sienten “victoriosos” y “muy contentos” por haber llegado a la meta que esperaban, plantean su responsabilidad como “propagandistas” de su propia experiencia (“es importante que nosotros mismos, que ya estamos abriendo camino, vayamos propagando en nuestro entorno esos conocimientos, esos valores”): - [H] “Y también yo creo que hay que… quitarles esos pensamientos de que ‘soy torpe’, que ‘no puedo hacer tal cosa’, que solamente pueden dedicarse, por ejemplo, a cosas fáciles, a vender cosas, a…, no sé, vender en los mercadillos. - [M] Ellos mismos se… ¡se niegan! 114 - [M] Hacerles ver que todo el mundo puede. Si yo he podido y ella ha podido y él ha podido, que todo el mundo puede, con esfuerzo, que… no son torpes nadie ni nada, solamente es ponerse. Si es que yo, por ejemplo, a mis amigas gitanas les digo: ‘pero tú… ¿por qué dices que eres torpe y que no puedes?”, pues de esa manera tú misma te estás encerrando y mira qué vida llevas, de estar estancá y no hacer nada más, limitarte y no poder… soñar y hacer esta cosa y hacer la otra. Tú misma te autoconvences de que no puedes… Y busca ayuda si es necesario. Es que yo creo que esa es la clave, de que todo el mundo dice que es torpe, que es torpe, que ellos no pueden hacer otra cosa que… eso a lo que se dedica casi todo el mundo de nuestra raza, el hacerles ver que sí pueden… - [M] Entonces es importante que desde los jóvenes, desde… nosotros mismos que ya estamos abriendo camino, que se nos están abriendo puertas, pues que vayamos propagando en nuestro entorno esa… esos conocimientos, esos valores” (GD6, 9 y 12). Para difundir el nuevo modelo de ser gitano, el “camino bueno” en opinión de este sector de la juventud gitana, sería necesario revisar las imágenes que trasmiten los medios de comunicación que se focalizan casi siempre en los temas tópicos de la cultura gitana (las bodas y el “lucimiento”, los mercadillos o las peleas en la calle) y no en lo que, en su opinión es más importante: la transición que se está operando entre la forma tradicional de ser gitano y la que encarnan ellos mismos con sus “carreras de éxito”. Ahora todavía son pocos, y por eso no son noticia, pero “si llegamos a ser 200, eso sí da audiencia”. Se alude al programa de televisión “palabra de gitano”, que se centra en “lo de siempre” y apenas saca a “gente con estudios”, o a una noticia de la radio de esa misma mañana que informaba de la muerte de una niña en Sevilla por peleas entre gitanos. En lugar de estar siempre “dando al bombo” a “lo malo”, podían destacar los casos de gitanos y gitanas que triunfan en la vida como el resto de la gente, “un espectáculo de gente que está prosperando”: - [M] “En la televisión cuando sale algo de los gitanos, pues siempre sale lo malo. Por ejemplo, programas… el programa ‘palabra de gitano’… sólo un día salieron gente con estudios, los demás días era… - [M] Solamente cuando se casan, las bodas, el lucimiento y ya está, y que dependen del mercadillo… - [M] Entonces yo creo que el tema está ahí, hacerle ver a la gente… que hay gitanos distintos, que se vea la realidad, no sólo ¡lo de siempre! - [H] Por ejemplo, esta mañana he escuchao en la radio la noticia de que en Sevilla ha habido unas peleas y han matao a una niña 115 de 7 años… con los gitanos… disparando… y ¡esas son las noticias! Pa mí, es más importante la noticia de que esta niña [se dirige a una compañera del grupo] se ha sacao una carrera, porque es una niña gitana, que eso hace 20 años era impensable… ¿una niña gitana sacándose una carrera?… ¡ella tenía que estar en su casa! Yo creo que es más importante esta noticia que la de darle al bombo de que los gitanos están to el día en… - [M] En guerra. - [H] En guerra y peleándose. - [M] Claro, por eso es importante a lo mejor… coger ejemplos de personas gitanas que hayan conseguido cosas… éxito… que hayan tenido éxito en la vida y ponerlo por todos los sitios, ¡que se vean!... - [M] Pues yo, si fuese el director del programa ‘palabra de gitano’, en vez de irme directamente a los barrios, iría a las fundaciones Secretariado Gitano de cada comunidad de España y sacaría referentes pa que sirvan de ejemplo y cosas así. - [M] Pero yéndote directamente a los barrios gitanos, vas a encontrar eso. Entonces ellos graban lo que ven, que es lo que hay. Hombre, tienen parte de su culpa, pero claro… H. También buscan lo que da más audiencia. - [M] Pero porque ahora somos pocos, pero si llegamos a ser 200 a nivel de España, eso sí da audiencia. - [M] Esto es un espectáculo de gente que está prosperando… y ver ese cambio tan grande también es muy interesante, desde mi punto de vista” (GD6, 12-14 y 42). Además de los medios de comunicación, la difusión del nuevo modelo de ser gitano debería promoverse desde la infancia en la familia y la escuela, tal como ya se ha expuesto anteriormente. Los padres son decisivos para ayudar a los niños en las tareas escolares, exigirles que aprueben y no bajen curso, etc.; y los centros deberían ofrecer una mayor información sobre “la cultura gitana” y el resto de culturas presentes en España, a fin de despejar prejuicios y favorecer la convivencia entre todas ellas: - [M] “Si tú desde pequeño no ves que tus padres… no te, no te exigen… pues tienes que hacer los deberes, tienes que venir con las asignaturas aprobadas, tienes que sacarte el curso pues… esos menores van a seguir… en la misma situación, no van a cambiar… - [M] Entonces, lo fundamental es empezar a intervenir desde los más jóvenes… desde la enseñanza se puede impartir, no sé… a mí me gustaría que se inculcara más en los libros de texto el tema de las culturas, que se enseñe la cultura gitana, eso permitiría que la convivencia entre las culturas fuese más fácil” (GD6, 3 y 9). 116 6. Reincorporación a los estudios después del abandono A partir de los datos de encuesta disponibles, se recoge la opinión de las chicas y chicos gitanos sobre su reincorporación en los estudios después de haberlos abandonado. El motivo principal para retomar la formación, lograr un empleo, es también la principal barrera en la medida que el paro masivo de los jóvenes en la actual etapa de crisis les desmotiva sobre la utilidad del estudio para acceder al mercado laboral. 6.1. Casos de reincorporación, motivos y estudios escogidos Según la Encuesta de la FSG, aplicada en 2012, algo más de un tercio (36,1%) de la población gitana entre 12 y 17 años había abandonado la escuela y, de ellos, una quinta parte (7,7%) se había reincorporado a los estudios más adelante. Esta tasa de reincorporaciones era ligeramente mayor en las chicas (8,5%) que en los chicos (6,9%). A su vez, en el tramo de edad de 18 a 24 años había abandonado los estudios el 87,7% de los jóvenes y, de ellos, una cuarta parte (exactamente el 22,6%) se había reincorporado a algún tipo de formación con posterioridad. Esta tasa de reincorporaciones es también mayor en las chicas (24,4%) que en los chicos (20,9%), lo que denota una mayor valoración de los cursos formativos por parte de aquellas. El Gráfico 2 representa de forma esquemática el peso que suponían los casos de reincorporación antes y después de los 18 años para el conjunto de la población gitana. Se puede observar que la vuelta a la formación se produce principalmente entre los 18 y 24 años. 117 Gráfico 2 Reincorporación a los estudios de la población gitana (2012) 12-17 años 18-24 años 8% 23% 12% 28% 64% 65% Carrera académica normal Carrera académica normal Abandono (sin reincorporación) Abandono (sin reincorporación) Reincorporación al estudio Reincorporación al estudio Fuente: Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Secretariado General Gitano 2013:82 y 139. La reincorporación a los estudios entre los 12 y los 17 años afecta a menos de la décima parte de los chicos y chicas de esa edad y presenta tres principales motivos: encontrar salida laboral (46%), preferir estudiar a otras situaciones (17%) y haber recibido presiones de la familia para que vuelvan a estudiar (12%). Por sexos, las diferencias son poco significativas. Entre los 18 y 24 años, las reincorporaciones al estudio después de haber abandonado afectan a más de la quinta parte de ese tramo de edad, siendo la razón mayoritaria la necesidad de encontrar una salida laboral, tal como señala el 66% de los hombres y el 59% de las mujeres; este motivo muy probablemente se ha incrementado a raíz de la crisis económica y del desempleo de los últimos años. El segundo motivo para retomar la formación es que antes no podían estudiar y después sí, lo que afecta en doble proporción a las mujeres (15,5%) que a los hombres (7,1%); una explicación que da a entender cómo muchos abandonos de mujeres se debieron a presiones exteriores, normalmente de la propia familia, tal como hemos visto en el capítulo 2. En tercer lugar, las reincorporaciones se debieron a que preferían estudiar a otras situaciones, lo que afecta por igual a ambos sexos. En cuarto lugar, el motivo principal es la insistencia de la 118 propia familia para retomar algún tipo de formación, lo que es más habitual en hombres que en mujeres (ver Tabla 3). Tabla 3 Motivos de reincorporación a los estudios de la juventud gitana en España (2012) Jóvenes de 18 a 24 años (%) Por encontrar una mejor salida laboral Porque antes no podía y después era posible Porque prefería estudiar a otras situaciones Por influencia de familiares Por influencia de amistades NS/NC Total Hombres 65,9 7,1 10,6 9,4 1,2 5,9 Mujeres 59,2 15,5 11,7 3,9 2,9 6,8 Total 62,2 11,7 11,2 6,4 100,0 100,0 100,0 2,1 6,4 Fuente: Elaboración de Colectivo Ioé a partir de Secretariado General Gitano 2013:142. La vuelta a los estudios antes de los 18 años se dirige principalmente a la ESO (40%), la formación fuera de planes oficiales (23%), los planes de formación para personas adultas (17%) y a Programas de Cualificación Profesional Inicial o PCPI (8%). Por sexos, las chicas se orientaban más que los chicos hacia cursos de formación fuera de planes oficiales (30% frente a 15%) y los chicos a la ESO (44% frente a 36%) y a planes de formación para personas adultas (22% frente a 12%). Los jóvenes entre 18 y 24 años escogen principalmente planes de formación para personas adultas (32%), cursos fuera de planes oficiales (24,2%) y la ESO con vistas a obtener el graduado (21,4%); el 9,3% se ha reincorporado en estudios secundarios postobligatorios (Bachillerato, ciclos formativos de grado medio y preparación de pruebas de acceso a grado medio) y el 4,9% a estudios superiores (ciclos de grado superior y carreras universitarias). Por sexos, apenas hay diferencias entre quienes se orientan a la formación de personas adultas y a cursos que se imparten fuera de los planes oficiales, que acaparan más del 55% en hombres y en mujeres. Estas últimas se reincorporan a cursos de ESO y Bachillerato en una proporción (33%) muy superior a los hombres (16%), mientras los chicos se dirigen más a PCPI y 119 ciclos de grado medio (11%, por un 3% las mujeres), y a enseñanzas superiores (7%, frente a 3% las chicas). 6.2. Formación para el empleo. Punto de vista de las chicas Casos de abandono temprano que no han retomado estudios A excepción de las chicas gitanas que han optado por reproducir el modelo tradicional de amas de casa, el objetivo común a la mayoría es conseguir trabajo, y si es posible un puesto de trabajo digno. Los estudios sirven a ese fin y de ahí su importancia. Sin embargo, como hemos visto, casi tres cuartas partes de las jóvenes entre 18 y 24 años que abandonaron tempranamente la escuela no han dado pasos para reincorporarse en alguna de las diversas vías de formación existentes. El grupo de discusión aplicado en Cataluña representa a estas personas que, aunque no niegan el valor de los estudios para conseguir trabajo (“son puntos que perdemos… es una tontería negarlo”), relativizan su importancia justificando así su comportamiento. La salida o huida de la situación de clase por medio del estudio queda cerrada. En primer lugar, observan que los empleos no se corresponden muchas veces con los títulos (“abogadas o personas con currículum de diez que trabajan de barrendero… mi primo sin estudios está fijo en Zara”) y, lo que es más grave, que en el actual contexto de crisis “no hay trabajo para nadie”, al margen de cuál sea su cualificación académica. Además, la ventaja de tener estudios sólo sería significativa para quienes tienen terminada la universidad o el bachillerato, pero apenas lo sería entre quienes tienen diversos niveles de la ESO (“uno que haya acabado la ESO no va a saber más que yo… que he llegado a tercero”). De este modo, tratan de poner en valor su nivel básico de estudios (leer, escribir y hacer cuentas) para desempeñar bien aquellos empleos a los que aspiran (“todo lo que tengo que saber, lo voy a saber”). Pese a estos argumentos se reconoce que, en igualdad de circunstancias, “entre tú y el que tiene estudios” el trabajo no se lo van a dar al primero: 120 “- El no haber acabado los estudios nos perjudica a todas, son puntos que perdemos a nuestro favor, es verdad. Pero hay muchas personas que son abogadas, personas que tienen un currículum de diez y están trabajando de barrendero o están en el paro… - Y mira mi primo… sin estudios y está fijo en el Zara. - Pero con estudios siempre apuntas, ¿sabes lo qué te quiero decir? - Sí, pero es que no hay trabajo para nadie… - Los estudios… servir, sirven, es un paso ¿no? y es una tontería negarlo porque servir, sirven. - Uno que haga la universidad, bachillerato, todo eso lo entiendo, tiene más preferencia pero uno que haya acabado la ESO no va a saber más que yo, que he llegado a 3º de la ESO. Si yo he acabado en 3º y tú has acabado en 4º y te has sacado tu ESO, yo me voy a poner a tu compás. Yo voy a saber leer, voy a saber escribir, voy a saber multiplicar, dividir, esto, lo otro, aquello. Todo lo que tengo que saber, lo voy a saber. - Pero escúchame. Tú estás ante un puesto de trabajo y está entre tú y el que tiene estudios, pues se van a ir con el que tiene estudios” (GD1, 7 y 18). En segundo lugar, para conseguir empleo no sólo es importante “tener estudios” sino que entran en juego otros factores. El primero es el azar (“hay que tener mucha suerte”) y el segundo la buena presencia de la persona, con ingredientes que van desde saber desenvolverse ante el empleador (“mucho palique y saber estar”) hasta ser “agraciada” físicamente, sobre todo para empleos de cara al público (“el tema de la estética”). Además, hay que “moverse para arriba, para abajo” y esforzarse para buscar trabajo. Todos estos elementos, que algunas de las jóvenes creen tener, pueden pesar tanto o más que la formación académica o profesional a la hora de acceder a ciertos empleos (“se quedarán más con ella que con quien tenga más estudios”): “- No sólo es cuestión de tener estudios… que hay que tener mucha suerte, mucho palique y saber estar. Y moverse para arriba, para abajo… porque es que, si no, no hay manera… Y si es un tema que va de que tenga presencia, de cómo va y todo eso… y ponen a una que no es muy agraciada por así decirlo y te ponen a ti [dirigiéndose a una chica ‘agraciada’ del grupo], pues se quedarán más contigo que con la otra, ¿no? Pues si es en el tema de la estética y todo eso ¿no?, pues se quedarán más con ella que con quien tenga más estudios. Me habéis entendido ¿no?” (GD1, 7 y 18). 121 La conclusión de este sector de chicas jóvenes que ha abandonado la escuela y no se ha reincorporado a ningún tipo de formación es que les gustaría encontrar trabajo “sin tener que estudiar” pero que “si se tiene que hacer un curso, se hace”. Su gran problema es encontrar trabajo (“desesperadas por trabajar”) y para conseguirlo están “dispuestas a todo”, incluido el estudio que, para ellas, ni les resulta “fácil” ni les gusta: “- A ver, si se tiene que hacer un curso, se hace, ¿vale? - Se hace. - Si se tiene que hacer se hace, pero si vemos que podemos entrar en un trabajo sin tener que estudiar. - Pues también. - Yo querría eso. - Es lo más fácil. - Pero si se tiene que hacer, se hace. - Claro. - Estamos dispuestas a todo. Ya sí, desesperadas ya por trabajar, tenemos que hacer lo que sea” (GD1, 65). Opinión de las chicas que han retomado la formación Los grupos de discusión aplicados en Madrid y Asturias representan a la cuarta parte de chicas jóvenes que abandonaron los estudios tempranamente y los retomaron después, depositando en ellos su confianza para desarrollar su proyecto alternativo de “ser ellas mismas”. Entre otros cursos, aparecen los de monitora del tiempo libre, peluquería, gestión administrativa, puericultura, charcutería-frutería, etc. Para conseguir autonomía necesitan tener ingresos propios y, previamente, estudiar para conseguirlo. La formación, además, será el instrumento para poder salir de los empleos tradicionales (“venta de flores, chatarra, mercados…”) que actualmente ya no son rentables (“pan para hoy y hambre para mañana”): “- Las chicas gitanas tenemos muchas dificultades porque queremos estudiar y no podemos, pero ahora ha avanzado mucho esto. Mira, yo estudio y ellas están aquí porque querrán estudiar o hacen algo porque vemos cómo está la vida y que si quieren hacer algo en la vida y ser nosotras mismas es estudiando porque de lo que se ocupaban hasta ahora los gitanos no se saca nada, de la venta de flores o de la chatarra, los mercados, la fruta. Se dan cuenta de que eso hoy ya no sirve. - Claro, pan para hoy y hambre para mañana” (GD3, 4). La autonomía a través del trabajo (y la formación previa) tiene como principal objetivo no depender de los padres, ni del marido, ni de los 122 suegros. En el caso de la mujer, conseguir esta autonomía económica no es fácil pues tanto “la gente” como los padres (“que son más gitaneros que yo”) y la propia pareja no esperan de ella tal cosa sino que se centre en las tareas domésticas: “- Yo no quiero ser mantenida de nadie, ¿eh? Mira, mi marido vive con sus padres y tiene veintisiete, se va a independizar ahora y yo solamente voy a ir los fines de semana ¿sabes lo que te digo? A mí, mucha gente me dice: ‘¡ah!, márchate a vivir con él’… Y mis padres, que son más gitaneros que yo, quieren que yo ¡hala!, vaya a vivir con él. Y yo: ‘pero mama, ¿cómo voy a ser mantenida por él?, a mí no me gustaría estar trabajando como una cerda y que luego vengan a vivir de mi cara’. Es que no. Y yo ya se lo dije a mi novio: ‘el día que trabaje y tenga dinero, pues entonces ya hablaremos’. Pero de momento, yo en mi casita. - Y él ¿te dice que te vayas con él? - Sí, pero yo no quiero, yo no soy mantenida de nadie, tía” (GD4, 44). El estudio o la formación profesional en centros de adultos contribuye también a abrirse a relaciones de igualdad con jóvenes de otras culturas (“chinos… marroquíes…me llevo bien con todo el mundo”), rompiendo el miedo tradicional a entablar amistades o relaciones de pareja con personas de otras etnias (“tengo mi mejor amiga que es negrita”). El contacto personal es la mejor forma de superar prejuicios y valorar lo que te pueden aportar personas con otras tradiciones culturales (“si hablas con ellas, ves que son personas maravillosas… y te ayudan”): “- Si estudias, todos los días tienes algo distinto que hacer y te relacionas con todo el mundo. Tengo mi mejor amiga que es negrita y me dicen: ’qué hace una gitana juntándose con una negra’, y digo: ‘y qué, si es mi mejor amiga y me trata super bien’. ‘Qué pasa, ¿que tú eres más clarita de piel y ella es más oscura?’. ‘Pues no pasa nada, es mi amiga’. Yo no soy nada racista en ese sentido. - A mí, si me pones a hablar con un chino, hablo con un chino; si me pones con un marroquí, hablo con un marroquí. Yo me llevo bien con todo el mundo. - Yo este curso me llevo una experiencia flipante de relación con los compañeros, en la forma en que tratas con la gente, sobre todo con un niño, que no es de etnia gitana pero que para mí es especial, es que tiene una cabeza... Lo miro y es que digo: lo amo, es que lo amo. A veces te puede dar miedo relacionarte con personas que no son de tu etnia, puedes pensar que no te van a aceptar. Pero si hablas con ellas, ves que son personas maravillosas… ¡y te ayudan!” (GD3, 12). 123 Entre la desmotivación y la voluntad de superación Si conseguir un empleo digno es la principal razón de retomar los estudios, el paro masivo de la juventud y las casi nulas expectativas de encontrar un puesto de trabajo digno (“hasta las personas con carrera están en el paro”) se convierten en el principal factor desmotivador (“me desmotiva un montón… y te quedas en casa”). Como “no hay trabajo”, el estudio “no sirve para nada”. Los escasos puestos de trabajo son una lotería que se gana más por azar que por los méritos de los candidatos (“falta que haya suerte”). No obstante, aunque para algunas jóvenes el estudio en sí es “una pérdida de tiempo”, para otras “el saber no ocupa lugar” y “hay que intentarlo”: “- ¿Quién quiere un trabajo?, ¡todo el mundo!, pero ¿hay trabajo?: no hay. Buscar el trabajo, estamos buscando, ahora falta que haya suerte porque es que no hay nada. En fin…” (GD1, 5). “- Es que dices: ¿para qué voy a estudiar, si no sirve para nada? Si hasta las personas con carrera, que han estudiado, están en el paro… pues te quedas en casa. - Estamos en una situación que… - A mí me pasa eso y me desmotiva un montón. Veo a gente de mi alrededor que tiene una carrera y está en el paro y digo: ‘¿para qué voy a estar perdiendo un tiempo de mi vida si luego no hay nada?’. Y me desmotiva un montón para seguir estudiando y que luego estés como ellos. - Pero hay que intentarlo - Sí, el saber no ocupa lugar; hay que intentarlo” (GD3, 4). “- Aunque eches currículum y estudies, trabajo no hay. Es que hasta el que está estudiando magisterio o es profesor está en paro. Una chavala que vive en mi barrio, que es enfermera, estuvo en la universidad de Gijón, luego estuvo en la de Oviedo y está en paro y es que… - Que no hay. - Está muy mal, está muy mal. - Qué no, que está muy mal la cosa…” (GD4, 22). Otra barrera que se presenta para retomar la formación es la falta de confianza en las propias posibilidades de aprender, ya sea porque “soy mala para estudiar”, por falta de constancia (“te agobias muy rápido… en cuanto no sé hacer algo, ya lo dejo”) o por creer que con el paso de los años “cuesta más”. En ese sentido, recuerdan a los profesores de Primaria cuando les decían que el cerebro es como “una esponja” que absorbe mucho en la infancia pero que “cuando van pasando los años, ya no absorbes tanto”. 124 Ante estas dificultades, las jóvenes critican su tendencia a la comodidad (“te pones a pensar y lo queremos todo fácil”) y plantean la necesidad de “poner más de su parte” y esforzarse más para conseguir lo que quieren (“tienes que moverte”). Asimismo, consideran que tienen que evitar estudios “aburridos” y elegir cursos por los que estén motivadas (“la peluquería me encanta”). En última instancia, se apela también a la voluntad de superación (“si hay que hacerlo, ¡se hace!… si me pongo, ¡sí puedo!”): “- A mí me gustaría volver a estudiar pero ¿sabes qué pasa?, que la mente que tenemos ahora no es la de antes, que absorbía más, ahora ya no absorbe tanto lo que te van leyendo. Es lo que dicen, que tienes una esponja en el cerebro, cuando eres más pequeño, más absorbes, y cuando van pasando los años ya no absorbes tanto. Así lo explicaban los profesores. - Sí, es verdad que cuesta más. - Si nos ponemos… pero es que yo soy mala para estudiar… Mi padre me dice: ‘te agobias muy rápido’, y es que en cuanto no sé hacer algo, ya lo dejo. - Si hay que hacerlo, ¡se hace! - Si es para sacarme el carnet del coche y llevo un año. - ¡Hostia! - Entonces, ¿por qué no pones de tu parte? - A mí me gustaría sacar el graduado. - A mí la Peluquería me encanta. - ¿Pero ves posible hacerlo? - Yo creo que sí… Si me pongo, ¡sí puedo! - Yo me voy apuntar a Escuela de Adultos, pero eso es por la noche y si no voy a la autoescuela, ¿cómo voy a ir a la Escuela de Adultos? - Yo me apunté al Casal de mi barrio para sacarme la ESO y me parece que fui el primer día y me aburrí. - Es que te pones a pensar y lo queremos todo fácil. Y es como dice mi mama: ‘no van a venir a picarte a la puerta’. Tienes que moverte. - Claro, nosotros lo que queremos es trabajar, hacer los cursillos, sacar cosas para poder trabajar” (GD1, 59-63) 6.3. Formación para el empleo. Punto de vista de los chicos Escepticismo ante la formación ocupacional El grupo de discusión de Navarra (GD2) representa a chicos gitanos de 17 a 20 años que no han superado la ESO; aunque no han realizado otros estudios reglados, tienen experiencia de cursillos breves de adiestramiento en algún oficio (albañilería, jardinería, carpintería, comercio…). En general, 125 como ocurría con las chicas de la misma edad en el grupo de Cataluña (GD1), su principal objetivo personal es encontrar un empleo. Puesto que su incorporación al mercado se ha producido en plena crisis, su experiencia laboral es escasa: nula para algunos, vinculada al trabajo con los padres para otros (en pequeñas empresas familiares). En ese contexto varios de ellos han realizado “cursillos” de formación ocupacional, a los que acceden a partir de la mediación institucional (sea de entidades públicas o de ONGs). La valoración de estos cursos no es unívoca: a veces los descalifican debido a que no proporcionan ingresos (son prácticas prolongadas “sin cobrar un duro”) ni acceso posterior a un empleo; y otras veces conservan la esperanza de que “a la larga” este tipo de formación puede abrir alguna puerta al empleo. La eventual importancia de estas modalidades de formación se mide en términos utilitarios, de acceso o no a ingresos derivados de un empleo: “- Jo, pues lo que necesitamos es trabajar. Porque yo ahora mismo vivo… me casé hace ocho meses y estoy sin trabajar, no hago nada y lo que eso significa… - Sí, estamos como él. - No tenemos trabajo. - Cuando sale… - Mientras tanto más cursillos que nada. - Si no hay otra cosa… - Hay que sacarse el graduado escolar. - No sé, los cursillos… son chorradas que tienen por ahí. - Joder, pues tienes de albañilería, de cosas, ¿no? - ¿Hay? - De jardinería tienes. Eran 78 horas. - Yo estuve en el Makro diecisiete días, sin cobrar un duro. - ¿Sin cobrar nada ni nada? - Era un curso que tenían estos, pero para trabajar para ellos [empresa] por nada… Yo he hecho de carpintería y albañilería. He estado dos años en cada cursillo, los he acabado y ya está. De momento no hago más… - A mí me llamaron para hacer un curso en X. - Pues vete. - Sí, pero es hasta noviembre. - ¿Y qué? - ¿Cómo que ‘y qué’?, es pegarte ahí desde las nueve hasta la una y media, sin cobrar un duro. Para eso es mejor no hacer nada... No sé si son 60 horas con las máquinas… - Pero de eso luego te puede salir un trabajo. - ¿Trabajo?, no. - Pero no digas que no sirve para nada…” (GD2, 2-4 y 11-12). 126 Precisamente debido a una larga experiencia de desempleo, y de búsqueda frustrada de colocación, aparece una referencia espontánea a la importancia de contar con el graduado en ESO, que se habría convertido en una exigencia insoslayable. Conviene tener en cuenta que en este sector de jóvenes no se plantean como horizonte laboral las habituales tareas por cuenta propia de venta en mercadillos, recogida de chatarra, etc., sino que hay expectativas de contar con un empleo asalariado, lo que implica el aprendizaje de algún tipo de oficio. En la medida que el graduado en ESO es requisito para ciertos cursos de formación, algunos se plantean retomar estudios en escuelas de adultos, que exigirían una asistencia a clase durante dos años (“tardas dos años en sacártelo”) con un ritmo de trabajo llevadero (“es un día a la semana y son tres horas”) que permite conciliarlo con otras actividades: “- Hay que sacarse el Graduado Escolar. - Dentro de poco todo va a ser así. - Si es que te lo piden en todos los sitios. - Dentro de poco hasta en el médico. (risas) - Dos años tardas ahora para sacarlo. Ahora en setiembre cuando entras tardas dos años en sacártelo, es yendo una vez a la semana. - Yo voy a ir. - Hombre, yo tengo que preguntar a ese chaval para ver cómo va eso. - Total, si no vamos a hacer nada, perder tiempo no es. - Al revés, todo lo que hagas… - Claro, si es un día solo y son tres horas... - Y en verano…, si te dan a elegir te pones en verano todos los días y adelantas. - No, porque eso va por ciclos. Claro, ¿tú que tienes, tercero de la ESO?, si lo tienes aprobado a ti te cuesta pues sacarte un curso. Y a ti te costará dos años. - Sí, sí” (GD2, 3, 5 y 10). Vivir al día o invertir en formación Para el sector de chicos gitanos de 19 a 23 años que no completó la ESO y después se reincorporó a los estudios, o bien que pasaron la ESO pero no remataron la secundaria postobligatoria (grupo de discusión de Valencia, GD5), la formación puede ser importante para una futura inserción laboral, aunque no todos estén dispuestos a esperar y prefieran centrarse en los que tienen en el presente (oficios tradicionales como la venta ambulante). Se nota el efecto de la crisis económica y del empleo de los últimos años, que 127 ha incrementado la competitividad frente a las escasas ofertas de trabajo. Por otro lado, también se percibe la influencia del trabajo desarrollado por las ONG que insisten en la importancia de desarrollar estrategias de formación con vistas al empleo. Para unos, la reincorporación a los estudios (que no pasa de módulos de FP de grado medio o de cursos de academias privadas) podrá surtir efectos cuando pase la crisis (“para el día de mañana tener algo”). En general, los estudios no aparecen como una actividad deseada ni interesante (“¿a quién le gusta estudiar?”); más bien al contrario, se trata de una carga que hay que asumir con el fin de obtener credenciales que abran posibilidades en el mercado de empleo, más allá de las ocupaciones tradicionales de los gitanos: “-Yo me he tirado al módulo más que nada porque como de ahí te pueden meter en alguna empresa que esté colaborando a lo mejor con ese instituto, a mí me han dicho que cincuenta u ochenta empresas colaboran ahí. Y dicen que el módulo es la mejor opción para después trabajar. Yo me metí en el módulo a ver qué tal y, si me gusta, pues a lo mejor hago la carrera, pero bueno… - ¿A quién le gusta estudiar?, a nadie. - Es una obligación que tú te coges para el día de mañana tener algo. Pero así, a mí por ejemplo, que me guste… - Yo creo que a nadie le gusta estudiar. Estudias por obligación. - Hombre, también depende porque si tú quieres trabajar, yo qué sé… - Pero a que si el trabajo te lo dieran sin estudiar, ¿lo cogerías o estudiarías? - Hombre, depende… - A mí estudiar no me gusta. - Es algo que no apetece, pero que hay que hacer para el día de mañana... - Para aspirar a algo más, no vamos a estar siempre en el mercado” (GD5, 3 y 5). Mientras unos confían en que su estrategia de reciclaje formativo les permita acceder a empleos asalariados, otros no vislumbran más horizonte que la supervivencia a partir de la tradicional venta ambulante en mercadillos pues sus escasas credenciales formativas y su falta de disponibilidad para ampliarlas no les abren otras posibilidades. Entre ambos grupos reaparece la disyuntiva anteriormente atribuida a las diferencias entre gitanos y payos: unos apuestan por “invertir” en formación ocupacional, aunque sus resultados no sean inmediatos, pensando en “el día 128 de mañana”; y otros insisten en el “día a día”, descartando invertir en nada que no dé resultados inmediatos (“el día de mañana ya veremos”). Tales diferencias hacen referencia a perfiles ideológicos diferenciados pero también a situaciones materiales de mayor desahogo o urgencia vital: “- Pues yo me veo en el mercado luchando día a día y sacando adelante las cosas. Y ya está. - Esperemos que se ponga un poquito mejor la cosa. Que te ganes en limpio, que salga el día limpio, fuera de gastos, pues qué mínimo que te ganes cincuenta euros, fuera de gastos ¿no?, cincuenta euricos. - Cincuenta más género, es que si no… - Es que así, vas trabajando y vas viviendo y te da igual porque estamos acostumbrados a eso. Pues que tengo, cincuenta, pues me gasto los cincuenta, mañana ya veremos. Estamos acostumbrados a eso, yo qué sé, a vivir… - Una cosa normal, me gano cincuenta y mañana me gano sesenta. Al otro mes, pues a lo mejor me ganaré un día cien o doscientos euros porque me ha salido alguna operación. Yo qué sé, pero ir día a día, trabajando y bien. - Yo sí que me veo con mi trabajico. - Yo también, yo espero… - Yo con mi coche, lo estoy deseando ya. No sé conducir pero estoy deseando… Y eso pasa por sacar el módulo ese, de guardia jurado, a ver qué pasa. En una academia, es una academia eso. - Valdrá un pastón ¿no? la academia. - No sé cuánto vale porque no he ido, pero creo que vale dinero, que es de pago. - Tiene que valer pasta. - Pero si de ahí te sale algún trabajo… lo que inviertes luego… ¿sabes? - O no, o lo pierdes. - Pero el título te lo llevas. - Pero si has invertido y no lo recuperas… - Algún día trabajarás. - Ya, ¿pero mientras? - Es que si no, ¿qué haces?, ¿en la casa? - No, esos doscientos te lo guardas. - ¿Para qué? - Para hacer cosas día a día; para pañales, papilla, friegasuelos, lejía. - Pero si no se lo guarda para el día a día, lo tiene para un mañana, y a lo mejor, yo qué sé, de aquí a tres meses… - El día de mañana ya veremos” (GD5, 28-30). 6.4. Convergencias y divergencias entre chicas y chicos La forma de abordar la reincorporación en los estudios es bastante parecida en chicas y chicos. En ambos casos el estudio en sí no resulta atractivo y, si lo hacen, es con la perspectiva de encontrar o mejorar el empleo. También 129 en ambos casos el desempleo masivo de la juventud, a raíz de la crisis, les desmotiva para estudiar por lo que con frecuencia se refugian en empleos tradicionales y, en el caso de las chicas, también en el trabajo doméstico. Las diferencias aparecen vinculadas a las imágenes y estereotipos existentes entre los dos sexos. Así, el discurso más habitual entre los hombres gitanos es que las mujeres que han pasado la pubertad se orienten normalmente a las tareas domésticas, por lo que no necesitan estudiar con vistas a emplearse fuera de casa. Ellos, en cambio, pueden dedicarse a estudiar sin ningún problema en la medida que su horizonte es la dedicación a un trabajo remunerado fuera del hogar. En cuanto a las mujeres, su visión tópica de los hombres es que desde muy jóvenes se casan y se van a trabajar con su padre (“a los 16 años se piden, se casan y al mercado a trabajar”), descuidando la vía de la formación que les llevaría a conseguir mejores empleos. Por otra parte, como ya hemos señalado, el salir a estudiar y preparar un oficio es, para la chica gitana, la principal vía que tienen de relación social con otros jóvenes (“es nuestra forma de relacionarnos”), mientras que para los hombres es una práctica habitual el relacionarse en la calle y salir de fiesta (“el chico gitano sale por ahí y se va de fiesta”): “- Hay muchas más chicas gitanas que quieren estudiar que chicos. - Sí, porque ellos a los 16 años se piden y se casan y ya están con su mujer y al mercado a trabajar. Pero tienen que darse cuenta de que el mundo ya no es así, que no es decir: pido un trabajo y ya está, y me voy; tenemos que formarnos primero. Es decir, me formo y luego, cuando esté preparada, salgo y busco un trabajo pero que no… Primero que vean a tu alrededor que quieres ser alguien, que no quieres ser como ellos que están acostumbrados a estar en el mercado o en lo que tengan… que vean tu esfuerzo. - Pero es que los hombres son distintos porque una mujer gitana, de alguna manera salimos un poco de nuestro entorno cuando vamos a estudiar, conocemos a gente: es nuestra forma de relacionarnos. - Sí - Es nuestra forma de relacionarnos. El chico gitano no, porque llega el sábado termina el trabajo y sale por ahí, se va de fiesta. Tiene otra forma de relacionarse por eso yo creo que no se centran tanto en estudiar y eso o en buscar un trabajo - Pero yo creo que sí que hay diferencia entre las chicas y los chicos gitanos. Yo creo, vamos. - Sí, muchísima” (GD3, 5). 130 Las chicas creen que los chicos retoman los estudios en menor proporción que ellas, lo que se corresponde con los datos de encuesta que hemos aportado a inicio de ese capítulo. Sin embargo, cuando ellos “se ponen a estudiar” encuentran menos obstáculos que ellas (“a nosotras nos genera muchos problemas”), lo que favorece que se concentren más en los cursos y estén más motivados (“tienen más motivación… y se ponen mucho más en serio que nosotras”): “- Los chicos estudian menos que nosotras, menos, menos… - Pero es verdad que cuando se ponen a estudiar tienen más motivación porque a nosotras nos genera muchos problemas. - Entonces cuando ellos dicen de ponerse a estudiar, se ponen mucho más en serio que nosotras y nadie les dice nada. - No les dicen nada. Pero siempre somos más las chicas que queremos estudiar porque ellos a los 16 se quieren casar, se quieren pedir y al mercado a trabajar” (GD3, 21). En el grupo mixto de Andalucía hay consenso en que los chicos han tenido “siempre” más libertad para “quedarse estudiando”, y las chicas más dificultades (“no las han dejao”), pero actualmente “el tema está un poquito más avanzao” y las chicas, al ser “más estudiosas” y tener “más iniciativa”, acabarán superando a los chicos: “- (Mujer) Es que a los chicos siempre les han dao, a lo mejor, más cierta libertad y entonces al poder… estar, quedarse estudiando y eso, pues… son ellos los que mejor porcentaje que más han sacao notas, pero es porque a lo mejor a las chicas no las han dejao tanto pero creo que ya… que está un poquito más avanzao el tema y eso, pues está poco a poco pueden seguir mejorando más o menos las calificaciones, al estar las niñas un poco más… estudiando más. - (Hombre) Yo creo que si verdaderamente dejaran a todas las chicas que estudiasen, habría más que niños también (risas)… porque son más… tienen más iniciativa. - (Mujer) Sí” (GD6, 21). 131 132 III. Inserción en la sociedad 133 134 7. Balance y perspectivas En los anteriores capítulos se han desbrozado los puntos de vista de la juventud gitana en torno a los contextos que más influyen en su vida en general (capítulos 1-3) y en su trayectorias de formación en particular, tanto de éxito como de fracaso y de reincorporación posterior a los estudios en algunos casos (capítulos 4-6). Ahora vamos a hacer una lectura más trasversal a fin de proponer algunos ejes interpretativos que articulan los discursos grupales y permiten explicar las posiciones básicas de la juventud gitana ante su inserción en la sociedad. 7.1. Ejes interpretativos La cultura gitana Un primer eje que atraviesa todos los discursos es la común adscripción a la cultura o comunidad gitana, de la que nadie reniega y por la que a veces sienten “orgullo”. La cultura gitana se contrapone a la cultura mayoritaria paya y, dependiendo de la relación que se establezca entre ambas, da lugar a diversas interpretaciones. Si la cultura mayoritaria se posiciona como jerárquicamente superior y pretende extender unos valores y pautas de comportamiento supuestamente universales (sociedad monocultural, que prevaleció en España en el pasado), la minoría gitana tenderá a replegarse como mecanismo de defensa para proteger su identidad frente a las políticas de acoso y asimilación de la parte contraria. Desde la cultura minoritaria se producirá asimismo una reacción de autoafirmación de lo propio y de minusvaloración de la cultura mayoritaria que dará lugar a unas relaciones de confrontación, con un marcaje mutuo que tendrá, entre otras, las siguientes manifestaciones: Por parte de la mayoría paya, desprecio de la cultura gitana como atrasada, machista y violenta. Son “mangantes… sucios… no fiables” y no se los quiere como vecinos y, menos, como parientes. 135 Estos son algunos de los estereotipos que confirman las encuestas y que justifican el “racismo” de los payos hacia los gitanos, punto de partida de diversas formas de exclusión social y segregación espacial del colectivo. Por parte de la minoría gitana, desprecio de la cultura paya como prepotente, opresora y pervertida en temas de moralidad. Son “peligrosos… tacaños… tristes” y no se los quiere como vecinos y, menos, como parientes. Estos son, también, algunos de los estereotipos que justifican el “racismo” de los gitanos hacia los payos y que les llevan a veces a comportamientos agresivos y poco respetuosos. En este marco monocultural, que dominó en la sociedad española a lo largo de varios siglos, la mayoría dominante trata de ocupar todo el espacio social por lo que cualquier cambio de las costumbres gitanas tenderá a ser interpretado como una cesión a la cultura mayoritaria (“como tienes esos valores, ya eres payo”), bloqueando así la evolución de la propia cultura gitana y haciendo que se vuelva más conservadora. Si a la asimetría entre culturas -mayoritaria y minoritaria- se une la exclusión socioeconómica del grupo minoritario, se reforzará también “su búsqueda de seguridad y protección en identidades cada vez más cerradas” (Martiniello 1998:90). Por el contrario, si las culturas se plantean desde un plano de igualdad, ya no habrá presiones de unas sobre otras sino, más bien, respeto mutuo en un marco de convivencia acordado entre ellas (sociedad pluricultural). Este marco de convivencia implica unos valores y pautas de comportamiento que están por encima de las culturas particulares y que se pueden entender como derechos universales de las personas. Por ejemplo, el proyecto de las mujeres gitanas de salir de casa, formarse y ejercer una profesión ya no se interpretará como “imitar a las mujeres payas” sino como ser “más contemporáneas, igualitarias y libres”, unos valores generales de la sociedad “para todas las culturas por igual”, incluida la cultura gitana En este contexto pluricultural, que prevalece en la sociedad española actual y se ha reforzado con la llegada de minorías inmigrantes en las últimas décadas, bastantes gitanas jóvenes tratan de adaptarse a los tiempos lo que 136 les lleva a cuestionar muchas de las costumbres tradicionales, sin que eso signifique para ellas dejar de pertenecer a su comunidad de origen. Sin embargo, este cambio en los valores y comportamientos será interpretado por el sector gitano más conservador como una traición, a la vez que supone un borrado de las marcas que les diferenciaban del resto de las mujeres (“no pareces gitana… ni en la forma de hablar”). Dando un paso más, la relación entre las culturas se puede plantear como complementaria y mutuamente enriquecedora, lo que podría dar lugar a culturas transversalizadas en las que se prima la forma de adscripción electiva e inter-cultural por parte de los sujetos (sociedad transcultural). Una condición, para que esto sea posible, es no separar del debate sobre las culturas el debate sobre los problemas de marginación y desigualdad que afectan a los grupos minoritarios. Mientras estos problemas no se resuelvan, el tratar de superarlos se convierte en el objetivo central de una sociedad transcultural. Esta forma de entender la relación entre las culturas la hemos detectado en otro estudio cualitativo sobre minorías inmigrantes en España (Colectivo Ioé 2010b:76-79), pero apenas está presente en los grupos de discusión realizados con la juventud gitana en el presente estudio. Como señala Zygmunt Bauman, el respeto y valoración de la diversidad cultural puede contribuir a que se difuminen las diferencias y se haga posible una ética cívica común: “Cuanto más perciban los inmigrantes [dígase los gitanos] que su acervo cultural original se respeta en su nuevo hogar, y cuanto menos perciban que ofenden, y que no son expulsados, amenazados o discriminados debido a su identidad diferente, tanto mejor dispuestos estarán a abrirse a las ofertas culturales del nuevo país y tanto menos convulsivamente se aferrarán a sus propios hábitos separados. Esta es una idea crucial para las perspectivas del diálogo intercultural” (Bauman 2006:138). Los cambios de mentalidad en torno a la cultura gitana y su relación con la cultura mayoritaria se asocian, en los grupos de discusión realizados, al proceso de modernización de la sociedad española cuyos orígenes se remontan al siglo XIX y que se han acelerado en las últimas décadas. Un 137 proceso de implantación que presenta notables diferencias, no sólo en función de la edad y el nivel económico y académico de las personas, sino también por áreas geográficas (la España interior, representada por “Castilla”, y la España exterior; las grandes ciudades, las intermedias y los pueblos) o dependiendo de la mayor o menor densidad de población gitana en el lugar donde se vive. La posición socioeconómica Otro eje que atraviesa los discursos es la adscripción de clase de las familias gitanas que condiciona sus posibilidades de inserción social en diversos sentidos: La mayoría se encuentra en una situación de precariedad laboral y material que afecta especialmente a las personas jóvenes, que se ven abocadas al repliegue doméstico (en las tareas del hogar o en negocios familiares poco rentables) y a la eventualidad, la sobreexplotación y el desempleo cuando tratan de emplearse por cuenta ajena. Unas condiciones que se han agravado en los últimos años de crisis económica, dando lugar a situaciones personales y familiares de angustia e impotencia (“¡qué desesperación más grande!”) y a depender en bastantes casos de ayudas públicas (en especial la renta básica para hogares en extrema necesidad que conceden las comunidades autónomas). Un sector menor, en torno a la cuarta parte de los hogares gitanos vive desahogadamente, ya sea porque han mantenido los empleos que tenían antes de la crisis o porque trabajan como autónomos y cuentan con ingresos suficientes para llegar a fin de mes. Tanto las necesidades que se sienten (“sólo lo sabe el que lo vive”) como las expectativas de futuro en materia de formación y empleo varían mucho según la situación económica de los hogares o posición de clase. En los casos de menor estatus económico y académico, lo habitual es que los hijos e hijas, urgidos por “ayudar” en casa y sin condiciones materiales para financiar su formación, no aspiren a terminar estudios superiores y abandonen tempranamente la escuela. En cambio la mayoría de quienes 138 viven en hogares con más estatus aspira a llegar a la universidad y no abandona los estudios antes de tiempo. Se contraponen, así, un discurso quebrado por la precariedad familiar y laboral, centrado en la sobrevivencia del “día a día”, y un discurso optimista de autorrealización juvenil, confiado en las propias posibilidades de ascenso social a través de la formación. Ante los problemas económicos globales, como el paro masivo de la juventud o la creciente pobreza de los hogares en la actual etapa de crisis, la actitud que prevalece en los sectores juveniles con menos estudios es de resignación e impotencia (“por desgracia estamos en este mundo y es así y ya está”), mientras quienes han rematado la formación o están en cursos superiores muestran una gran confianza en salir adelante en una sociedad abierta a la libre competencia y, además, creen que “con esfuerzo todo el mundo puede”. En los sectores de juventud estudiados apenas aparece una actitud crítica hacia las instituciones económicas y políticas como desencadenantes de la desigualdad y la pobreza (salvo, a instancias del moderador, en uno de los grupos y circunscrita a cuestionar la gestión de la actual crisis económica por parte del gobierno y de los ministros, en especial el de Educación) ni, mucho menos, propuestas de cambio global a esos niveles, tal como ocurre en el estudio antes citado de Colectivo Ioé con minorías inmigrantes donde se plantea que “la actuación limitada al campo de los valores no es suficiente para promover la igualdad y que hay que intervenir en las condiciones materiales que originan la discriminación y explotación entre colectivos” (Colectivo Ioé 2010b:32; ver también Quijano 2000:210). Más bien, los discursos presentes en los grupos de discusión oscilan entre la impotencia y la prepotencia individual, sin considerar la existencia de unas condiciones de desigualdad e inseguridad socioeconómica que impiden la cohesión social y la convivencia entre culturas: “Si las divisiones y desigualdades sociales y económicas aumentan y se superponen a la adscripción etnocultural, cualquier proyecto de sociedad multicultural democrática será una ilusión. Cuanto mayores sean las desigualdades y la inseguridad socioeconómica, más numerosos serán los que busquen refugio en grupos culturales y étnicos exclusivos pero protectores, y más tenderán a 139 rechazar a quienes perciban como diferentes… En cambio, un reparto más equitativo de los recursos propiciaría la consolidación de identidades culturales más abiertas. En otras palabras, para evitar la formación de guetos culturales (o salir de los que ya existen) hay que conocer bien las desigualdades y marginaciones sociales y económicas, y aportar soluciones a este problema… Ha llegado el momento de integrar el debate sobre el reconocimiento público de la diversidad de culturas e identidades en el debate, más amplio, sobre el fortalecimiento de la democracia y la justicia social” (Martiniello 1998:90-91). Desde el ámbito de la filosofía, el modelo de “Teorías de la justicia” plantea, en la misma línea, que una relación igualitaria entre la cultura mayoritaria y las culturas minoritarias (ya sea la gitana o la de colectivos inmigrantes) debe incluir, además de la igualdad jurídica y el reconocimiento de las diferencias, el paradigma de la redistribución de manera que se afronten y resuelvan las condiciones de marginalidad y pobreza de los grupos minoritarios (Pérez de la Fuente 2006 y 2008). Los roles de género En el imaginario habitual de las familias gitanas entra en juego un esquema de género patriarcal: el hombre es el jefe y sustentador del hogar, con movilidad en el espacio público, y la mujer la gestora del espacio privado de la casa, en el que la niña gitana debe ejercitarse desde pequeña. Asimismo, siguen presentes en mayor o menor medida el ritual del pedimiento, para iniciar relaciones de pareja, y el del pañuelo que exige a la mujer mantener su virginidad hasta el momento de casarse, y el consiguiente control e hiperprotección a cargo de los hombres (“mis angelillos”). A partir de los testimonios y debates grupales, sin embargo, este discurso está siendo cuestionado por bastantes mujeres jóvenes (y también por algunos padres y madres) que lo consideran discriminatorio hacia la mujer y reclaman que se dé prioridad a la formación escolar y profesional, dejando para más tarde los proyectos de contraer matrimonio y tener hijos. En especial, la mayoría de las chicas que han superado la Secundaria Obligatoria o han reemprendido estudios a una edad más avanzada apuestan 140 por un nuevo ideal de mujer autónoma que tenga como clave “ser ella misma”, superando la actitud de sumisión al marido, los suegros, etc. (dejar de ser “la cenicienta”). Para ello, el medio o instrumento principal en la etapa infantil-juvenil es la escuela y la formación profesional, que les procurará tanto un trabajo cualificado para conseguir la independencia económica como un nuevo aprendizaje en las relaciones sociales al amparo de la norma general de igualdad entre géneros y entre personas de diversas culturas. El hecho de casarse puede complementar el proyecto de vida pero en ningún caso se acepta que el matrimonio, ya sea con gitano o payo, suponga la sumisión de la mujer y la reclusión en el hogar. Se reclama, pues, igualdad de sexos, apertura intercultural y respeto a la privacidad de las personas en asuntos de moralidad (voluntariedad del rito del pañuelo, etc.). Entre los jóvenes varones gitanos que han abandonado tempranamente la escuela, el esquema de género prevalente es hetero-patriarcal, con algunos signos de apertura: “siempre se ha dicho: el hombre que traiga el dinero y la mujer mantiene la casa”. Puede haber parejas mixtas (o no), el hombre puede colaborar en casa (o no), pero siempre a partir de ese esquema básico que aparece como naturalizado (“es así”, “es normal”) y se constituye en núcleo de la ‘gitaneidad’. Los signos de apertura son apenas formales, cuando las hay, o bien obedecen a circunstancias especiales (parejas mixtas, vivir rodeado de payos, etc.). En cambio, los chicos con éxito escolar están más abiertos a reconocer la relación igualitaria entre los sexos, si bien se muestran menos combativos que las chicas para lograrlo; en particular, ante el atractivo que suscita en ellos el rito del pañuelo (“a nosotros nos gusta y es bonito verlo”) las mujeres les recuerdan que “un poco de machismo y acoso sí hay”, en la medida que la abstinencia sexual sólo se exige a las mujeres. La amplia gama de fracciones discursivas en torno a las relaciones de pareja muestra la existencia de múltiples matices que dependen del sexo, el estatus social, el nivel de estudios, el grado de emancipación alcanzado, el ámbito 141 de residencia, etc. Matices que podemos tratar de estructurar en un esquema analítico de cuatro ejes o modelos de pareja: Dominio patriarcal. Pone el acento en la diferencia y complementariedad de los roles tradicionales de género: la mujer asume una posición de sumisión al marido y se centra en las funciones maternas y la gestión del hogar (“muy mujereta… siempre dispuesta”); y el hombre se caracteriza por su autoridad, vive en el espacio público y aprende desde joven a buscarse la vida, para él y su familia (“muy hombre… tienes que hacerle caso”). Modelo patriarcal adaptativo. Comparte la concepción diferencialista-complementaria de los sexos pero aceptando la incorporación de las mujeres al estudio o al empleo extradoméstico, aunque no su plena autonomía (no se cuestiona abiertamente el poder masculino). La asignación de roles de género se produce en base a procesos de pacto o cesión entre las partes, normalmente del hombre hacia la mujer (“depende del chico con el que te cases que te deje trabajar o no, o te deje seguir estudiando o no”). Pareja igualitaria liberal. Las dos partes pueden compartir sus proyectos personales en el ámbito doméstico y en las relaciones sociales y laborales, de igual a igual, debido a la capacidad de agencia de ambos sexos en el plano individual, en un contexto social de equiparación y libertad, no de opresión entre géneros (“se tiene que hacer a mí igual que yo a él y, si no, ¡puerta!”). Pareja igualitaria pro-feminista. Cuestiona la opresión social existente hacia las mujeres y considera que la clave del cambio radica en la lucha de las mujeres para conseguir su emancipación en términos no sólo individuales sino colectivos. Este modelo de pareja apenas está presente en los discursos analizados, pero permite completar el esquema analítico de las formas de relación entre hombres y mujeres. 142 Cambios generacionales Un cuarto eje que atraviesa los discursos de la juventud gitana es la continua referencia a la generación de sus progenitores, por una parte para mostrar la línea de continuidad con ellos, sobre todo a través de la influencia ejercida en la infancia y la adolescencia. Una influencia con efectos muy diversos en función de la mentalidad y las condiciones materiales de vida del hogar familiar (“depende de dónde tú te críes”). Por otra parte, la referencia a las generaciones anteriores (incluidos los abuelos) sirve para mostrar las discontinuidades existentes con ellas, como la escolarización prácticamente total de la última generación o la mejora relativa de las extremas condiciones de pobreza de muchas familias cuando vivían en chabolas y salían “a mangar, a coger chatarra, lo que sea… por un cacho de pan”. No obstante, en la actual coyuntura de crisis se ha producido una vuelta atrás en las condiciones de vida: el paro generalizado -que afecta casi al 60% de la población gitana activa según la encuesta de la FSG aplicada en 2012-, el descenso de la venta en los mercadillos -principal ocupación del colectivo-, el aumento de las deudas, la amenaza de los desahucios y la dependencia de ayudas sociales cada vez más escasas, están dando lugar a situaciones de desesperación y ansiedad de las que salen como pueden en “el día a día”, con el único objetivo de sobrevivir (“se hace lo que se puede porque no hay trabajo”). En estas condiciones el primer mandamiento de todos los miembros del hogar es cooperar en el sustento familiar, lo que implica a veces el abandono de los estudios para ayudar en casa o en el mercadillo, etc. Otra línea de ruptura con generaciones anteriores es el modelo de familia numerosa que ahora ya no se desea ni por los chicos ni por las chicas. Salvo casos excepcionales, sea cual sea la posición ideológica, prefieren familias de dos o tres hijos, que hagan más viable mantener un proyecto de vida autosuficiente (“la vida está mal para tantos hijos”). Dependiendo de las expectativas laborales, el proyecto de vida oscilará entre mantener los oficios tradicionales como la venta ambulante en mercadillos o la recogida de residuos (economía étnica) o “invertir” en formación ocupacional, 143 aunque los resultados no sean inmediatos. En el primer caso, las escasas credenciales formativas y su falta de confianza en que pueden ampliarlas, les obliga a centrarse en el “día a día”, descartando proyectos de futuro que no den resultados inmediatos (“el día de mañana ya veremos”); en el segundo, se piensa en “el día de mañana” y se confía en que una estrategia de profesionalización o reciclaje formativo les permita acceder a empleos asalariados normalizados y a una vida confortable (“tirar p’arriba, viajar, prosperar…”). Estas diferencias hacen referencia a diversas mentalidades pero también a situaciones materiales de mayor o menor desahogo económico. 7.2. Posiciones básicas ante la inserción en la sociedad La diversidad de las personas reunidas en los grupos de discusión, hombres y mujeres jóvenes con diferentes trayectorias educativas, de distintos sectores socioeconómicos, hábitats y comunidades autónomas, con variados niveles de emancipación residencial, etc., da lugar a un amplio abanico de experiencias, opiniones y expectativas en relación a su inserción social en la vida adulta y, muy especialmente, al papel que ha jugado en ese proceso el sistema educativo. Sobre esa base empírica, expuesta con detalle en los seis primeros capítulos, hemos elaborado un esquema general de las posiciones básicas ante su inserción en la sociedad. Los textos producidos en los grupos son muy ricos en verbalizaciones y dinámicas interpersonales, llenas de condensaciones simbólicas y connotaciones de todo tipo que desbordan cualquier análisis o esquema teórico. Sin embargo, si se quiere sobrepasar la mera descripción literal de los debates grupales, hay que valerse de esquemas globales que permitan explicar las lógicas o ideologías subyacentes desde una perspectiva social más general. A este nivel, el análisis implica un trabajo de abstracción que, aunque parcial y problemático, resulta muy conveniente para comprender de forma aproximada el sentido e implicaciones de los discursos como praxis social concreta. En efecto, “los discursos sobre la sociedad son elementos esenciales en la reproducción de los procesos sociales: forman parte de las 144 estructuras de esos procesos, de las relaciones sociales mismas” (Pizarro 1979:198).45 Los discursos o ideologías sociales influyen tanto en las estrategias de inserción desplegadas por las chicas y chicos gitanos como en la orientación y el papel jugado por los diversos agentes e instituciones que han estado presentes en su proceso de socialización. En particular, convendrá tener en cuenta la evolución de los imaginarios sociales dominantes en las últimas décadas que, según Alonso y Fernández, han pasado de la sociedad de consumo de masas de los años sesenta y setenta del siglo pasado al individualismo neoliberal que prevalece en la actualidad que ha extendido dinámicas de fragmentación, virtualización y globalización de los comportamientos, con élites privilegiadas y sectores frágiles con empleo precario, en riesgo de exclusión (Alonso y Fernández 2013). El esquema que proponemos presenta cuatro discursos o posiciones básicas46 en torno a la inserción en la sociedad de la juventud gitana, a las que hemos asignado otras tantas etiquetas, inevitablemente simplificadoras pero útiles como referencia (inserción patriarcal, competitiva, clientelar y utópica). Cada discurso pone el énfasis en una forma específica de situarse en la sociedad, destacando especialmente los roles de género y las relaciones de parentesco, el papel de la escuela y la formación permanente, y la incardinación en el mercado laboral, como asuntos más centrales de la presente investigación. Las cuatro posiciones del Cuadro 2 presentan convergencias y divergencias con los cuadrantes contiguos y un máximo de diferenciación-oposición con el situado en el extremo opuesto. Así, los cuadrantes de la izquierda (cierre cultural: sociedades intra o monoculturales) se oponen a los de la derecha (apertura cultural: sociedades pluri o transculturales); y los dos inferiores (grupalidad: posturas comunitarias adscriptiva o electiva) a los superiores 45 Este autor define la ideología como una matriz socialmente articulada de discursos que sirve de mediación entre las conciencias particulares (subjetivas) y los procesos sociales (objetivos). 46 Este esquema de cuatro ejes parte de las aportaciones de Jesús Ibáñez y Alfonso Ortí, que han aplicado un enfoque crítico y multidimensional al análisis de la actual sociedad española, a fin de superar el clásico esquema unilineal y bipolar que enfrentaba tradición y modernidad, atraso y civilización, etc. (Ibáñez 1990 y Ortí 1994). 145 (individuación: como sujeción a las normas o como promoción meritocrática). A su vez, existe una total confrontación entre las posiciones situadas en los vértices diagonales, ya sea el eje A/B (patriarcal/competitiva) o C/D (clientelar/utópica). Las flecha diagonal entre los cuadrantes A y B intenta resaltar que estas dos posiciones son las que tienen más fuerza en los discursos analizados, apareciendo habitualmente de forma dicotómica y polarizada como el paso de lo antiguo a lo nuevo, de lo tradición a la modernidad, del orden patriarcal a la libertad individual de hombres y mujeres. Los cuadrantes C y sobre todo el D tienen una presencia más débil en los grupos de discusión, pero resultan muy convenientes para comprender mejor las limitaciones y potencialidades de las otras dos posiciones dominantes. Como ya hemos avanzado a lo largo del informe, la comparación de los discursos de la juventud gitana con los de otras minorías culturales o de la juventud en general, ha resultado muy útil para completar el marco teórico que proponemos. A continuación se recoge primero el Cuadro y después una breve presentación de las cuatro posiciones. 146 Cuadro 2 Posiciones básicas de la juventud gitana ante la inserción en la sociedad C B Inserción clientelar Inserción competitiva Adhesión a los valores y prácticas de la cultura mayoritaria Despliegue de los propios intereses en el marco de la competencia Roles de género: Roles de género: Familia tutelada por el Estado (patriarcado adaptativo) Igualdad en un marco competitivo (individualismo liberal) Escuela normalizada: Escuela promocional: Itinerarios homogéneos. Ética del esfuerzo individual. Mercado de trabajo: Mercado de trabajo: Mano de obra regular (norma de consumo obrero) Mano de obra competitiva (igualdad de oportunidades) Sociedad instituida Sociedad abierta (Primacía del orden establecido) (Primacía del libre mercado) A D Inserción patriarcal Inserción utópica Pautas de comportamiento según las leyes gitanas Autoconstrucción colectiva a partir de valores alternativos Roles de género: Roles de género: División sexual del trabajo (patrigrupo local) Igualdad en un marco cooperativo (anti-machismo militante) Escuela básica: Escuela intercultural: Leer, escribir y saber las cuentas. Frente al racismo y el clasismo. Mercado de trabajo: Mercado de trabajo: Mano de obra etno-estratificada (mercadillos, recogida residuos, eventuales) Mano de obra crítica (rechazo de la lógica de explotación) Sociedad replegada Sociedad instituyente (Primacía de lazos tradicionales) (Primacía de procesos emancipatorios) Comunidad adscriptiva Grupalidad 147 Comunidad electiva Sociedad pluricultural Promoción meritocrática Apertura cultural Individuación Sociedad transcultural Sociedad intracultural Cierre cultural Sociedad monocultural Sujeción a las normas A. Inserción patriarcal El eje de esta posición es la autoridad incuestionada del padre-varón y de la línea paterna, en cuanto depositarios y representantes de la tradición y de las leyes gitanas. En el ámbito familiar la mujer asume una posición de sumisión al marido (“ya lo dejas todo por él”) pero dentro del marco de la familia extensa y del patrigrupo o comunidad local de parientes, donde se desarrolla la mayor parte de las relaciones sociales y de apoyo mutuo (comunidad adscriptiva). El modelo patriarcal define al hombre como alguien que inspira respeto a su alrededor y tiene dotes de mando (“muy hombre”), mientras la mujer se caracteriza por su actitud de servicio y disponibilidad (“muy mujereta”). Al hombre le corresponde el espacio público y la tarea de aportar ingresos monetarios mediante trabajo extradoméstico, y a la mujer el espacio privado del hogar y la dedicación al cuidado de la familia o trabajo doméstico. En la etapa de transición desde la infancia a la vida adulta los roles de género están diferenciados. Lo propio del hombre es “crecer pronto”, relacionarse en el espacio público con amigos gitanos, pedirse y casarse (“buscarse el clavel”) y encontrar algún trabajo para “ganarse la vida”, normalmente como “ayudas familiares”. Lo propio de la mujer es ejercitarse en los cuidados del hogar (“porque eres mujer”) y prepararse para el matrimonio al que deben llegar vírgenes pues en ello se juega el honor de la familia (rito del pañuelo). Con las anteriores premisas la escolarización de los chicos varones en la etapa de la adolescencia es percibida como encierro, inactividad y postergación de sus intereses más vitales (“estar con los amigos, bajar a la calle, hacer cosas…”). En cuanto a las chicas, la escolarización no tendría sentido a partir de la pubertad ya que su formación debe orientarse a los cuidados (“saber cambiar pañales, no aprender inglés”) y su objetivo principal es prepararse para el matrimonio, lo que puede peligrar en el ambiente “sucio” de los institutos (ligoteo, promiscuidad, drogas…). En definitiva, se considera suficiente el aporte de formación básica que puede suponer la escuela primaria (leer, escribir, saber las cuentas…) para 148 desenvolverse en las tareas domésticas y extradomésticas propias de la comunidad gitana. En el plano laboral esta posición se recluye en oficios tradicionales como la venta ambulante y los mercadillos, la recogida de residuos (chatarra, papel…) y otras actividades por cuenta propia que se desarrollan como empresas familiares en segmentos laborales poco competitivos (economía etno-estratificada). Asimismo, y dado el bajo nivel de formación académica, quienes se emplean por cuenta ajena lo suelen hacer como trabajadores eventuales no cualificados. En ambos casos, prevalece la precariedad laboral que, si bien se ha agudizado en la última década con ocasión de la crisis económica, viene de muy atrás y tiene que ver con la infravaloración de las minorías étnicas e inmigrantes en los sistemas nacionales de trabajo. Una jerarquización y segmentación social que ha sido un componente ordinario y estructural de la historia del capitalismo. 47 Esta posición aparece, con matices y puntos de fuga en algunos casos, en los grupos de discusión con chicos gitanos que no han tenido éxito en los estudios, y de forma menos dominante en el caso de las chicas también con pocos estudios. Sin embargo, está omnipresente en todos los grupos como el discurso tradicional de referencia de los mayores gitanos que se habrían replegado sobre sí mismos (sociedad intracultural) a fin de defenderse de una cultura exterior monocultural y asimilacionista. B. Inserción competitiva El eje de esta posición es la ética del esfuerzo individual, o sea, la capacidad que tienen los sujetos para desplegar los propios intereses y capacidades en un mundo plural y moderno (sociedad abierta). Quienes se sitúan en esta posición insisten, no tanto en las creencias y pautas tradicionales de los gitanos, que pueden ser “antiguas” y desfasadas, sino en la libertad de cada persona para elegir su propio futuro, teniendo confianza en que es posible 47 Tanto en Europa como en América la etnicización ha conllevado en los últimos siglos actitudes de menosprecio hacia las culturas/etnias minoritarias, legitimando así la adjudicación a esos grupos infravalorados de los empleos más rechazados por razones económicas o simbólicas (Moulier-Boutang 2006:116-126). 149 conseguir una integración exitosa (“tirar p’arriba… prosperar… ascender”) en una sociedad con igualdad de oportunidades para todos (“con esfuerzo todo el mundo puede”). La relación entre hombres y mujeres se plantea en términos de igualdad pudiendo desarrollar en ambos casos sus proyectos personales con libertad, tanto en el ámbito doméstico como en las relaciones sociales y laborales fuera del hogar. En especial, las mujeres rechazan frontalmente los antiguos roles de género de la comunidad gitana e idealizan la igualdad de género que se habría logrado en las parejas payas (“en el siglo XX las mujeres payas han sabido obtener igualdad y derechos… nosotras tenemos la mente más cogida y ellas más liberal”). Reclaman actuar de igual a igual con los hombres (“ser ellas mismas”) en un contexto de equiparación entre los dos sexos que depende más de la capacidad de agencia de cada mujer que de la superación del dominio patriarcal (igualitarismo liberal).48 La escuela y la formación continua son el principal medio para ganar competitividad en el mercado laboral y, de ese modo, conseguir independencia económica, base a su vez de un proyecto de vida propio (escuela promocional). Algo que, de nuevo, requiere desarrollar la ética del esfuerzo individual (“tienes que moverte”). En la planificación del currículo escolar se reclama una mayor presencia de las culturas de las minorías, que favorezca la convivencia y la superación de los prejuicios hacia el colectivo gitano. Se aceptan las coordenadas generales de la sociedad vigente, sin cuestionar la estratificación o las desigualdades sociales, que se ven como resultado del libre juego de los agentes sociales, incluidas las minorías culturales, 49 que concurren en pie de igualdad con el resto de la ciudadanía. La crisis 48 La estructura discursiva de esta posición insiste en la autonomía femenina para definir su identidad en relación a los hombres pero sin considerar “la existencia de una estructura social (patriarcado, sistema de género) que funda un proceso de subordinación sistemático” (Colectivo Ioé 2011a:95). 49 El pensamiento liberal situó inicialmente al individuo (plural) como eje de la ciudadanía (Rawls 1989) para resaltar después el papel de los grupos y comunidades (minorías culturales) como sujetos complementarios del individuo, lo que dio lugar a la “ciudadanía multicultural” (Kymlicka 1996); J. Rex, por su parte, adoptó una posición intermedia entre las dos tendencias distinguiendo la esfera pública, que requería una estandarización de comportamientos entre mayorías y minorías, y la esfera privada, donde se podría desplegar toda la diversidad cultural (Rex 1985). 150 económica de los últimos años se considera un desequilibrio provocado por factores coyunturales que se superarán en la medida que se vuelva a una sociedad bien regulada que respete la diversidad y premie a las personas en función de sus méritos (promoción meritocrática). Esta posición prevalece en personas con formación y recursos económicos, o que aspiran a conseguir ambas cosas, y está más presente en las chicas que en los chicos de nuestros grupos de discusión. C. Inserción clientelar En este caso la autoridad se traslada a las instancias que se consideran legitimadas para regular la vida social de la población en general, es decir, el patrigrupo gitano pasa a enmarcarse en el llamado patriarcalismo de estado (sujeción a las normas de los ciudadanos nacionales). Los responsables públicos deben promover y tutelar los derechos y deberes de la población, en especial de los sectores más débiles como es el caso de la minoría gitana, frente a los intereses privados (ya se trate de empresas o de grupos de presión de cualquier tipo) o los prejuicios de la opinión pública. Esta actitud “clientelar” puede desembocar, como sugiere Goffman, en utilizar el estigma de ser gitano o gitana “como gancho donde se cuelgan todas las inadecuaciones, todas las insatisfacciones, todas las demoras y todos los deberes desagradables de la vida social, y del cual terminan por depender utilizándolo no sólo como un medio razonable para evadirse de la competencia sino como una forma de protegerse de la responsabilidad social” (Goffman 1970:21). Desde la posición competitiva se criticará a estas personas como “eternos dependientes” que aceptan su estatus marginal a lo largo de su vida pero que tienen una fácil excusa para justificar sus limitaciones y eludir los riesgos de la competencia (“en mi pueblo son todos gitanos y no trabaja ninguno ¿me entiendes?, ¡Hala!, ¡el salario! [renta básica]… y ves lo mismo todos los días”). Entre hombres y mujeres existe un principio de pacto y cooperación que implica varias transformaciones en relación al modelo patriarcal: se reconoce la no diferenciación formal de funciones por razón del sexo y tanto 151 el hombre como la mujer pueden compaginar la esfera privada de la familia (relaciones de la pareja y de ésta con los hijos) con la esfera pública (relaciones con el exterior). Sin embargo, en la práctica se mantienen roles diferenciados: el varón asume ser el sostén económico de la familia a través del trabajo extradoméstico mientras la mujer sigue siendo el centro del hogar. El marido-padre puede y debe cooperar en las tareas domésticas pero la supervisión corresponde a la mujer, que es la responsable y gestora de esa parcela. La participación de la mujer en el mercado de trabajo es, por tanto, secundaria y complementaria a la del varón.50 En el plano de la formación tanto las familias como el profesorado son responsables de educar a la infancia y a la juventud de acuerdo con el saber pedagógico y la cultura educativa refrendados y regulados por las autoridades públicas del Estado (educación normalizada con itinerarios homogéneos para todo el alumnado). Ante el problema del fracaso escolar, no se cuestiona el sistema educativo en general ni las materias incluidas en el currículum, pero se espera de los poderes públicos y las autoridades educativas que establezcan las condiciones necesarias para asegurar el buen clima escolar, evitando en lo posible grupos heterogéneos mediante profesores de refuerzo, cursos de diversificación, etc. Asimismo, se pide un mayor control de las condiciones educativas en la etapa de Educación Secundaria a fin de evitar, mediante las normas oportunas, el “ambiente sucio” de los institutos. En lo laboral se busca salir de los empleos tradicionales de los gitanos (economía étnica) y acceder al mercado de trabajo regular de acuerdo con los criterios y expectativas de la “norma de consumo obrero” establecida en España hace varias décadas y actualmente en crisis. 51 En particular, se 50 Esta mentalidad considera la participación de la mujer en el mercado laboral “como una actividad secundaria desde el punto de vista de las prioridades adscritas ideológicamente a su sexo, que puede ser abandonada revirtiendo a la primacía de las funciones domésticas (es decir, matrimonio y procreación), sin que ello se perciba como una pérdida del trabajo puesto que el verdadero trabajo es el doméstico” (Narotzky 1988). 51 La relación salarial fordista dio lugar a mediados del siglo XX en los países más desarrollados a una norma de consumo obrero o consumo de masas que separó el mundo del trabajo del mundo de la pobreza y aseguró una larga vida de trabajo/consumo a la población asalariada con una amplia regulación jurídico-institucional de las relaciones laborales. Este modelo propio del llamado Estado de bienestar, habría entrado en crisis y estaría dando paso a la “la constitución de un nuevo ciclo disciplinario como un proceso de 152 reclama de la administración un mayor control de los precios y de los salarios, políticas sociales efectivas (incluido el salario social o renta básica) y, muy especialmente, un control estricto de la llegada de inmigrantes extranjeros (“moros y negros”) que, al aceptar empleos por debajo de la norma social, dejan sin trabajo a los españoles-gitanos. El modelo social que prevalece es el correspondiente al orden social instituido y garantizado por el estado (sociedad monocultural). Se pide, por tanto una intervención mayor del Estado en la definición y regulación de lo social como responsable último del bienestar general. Esta posición está poco presente en los grupos de discusión analizados, si bien algunos de sus rasgos han sido asumidos por un sector de la población gitana que reclama su estatuto nacional (español) para exigir los derechos y acogerse a las ayudas que les corresponden frente a los competidores extranjeros. D. Inserción utópica Este discurso, que está muy poco presente en los grupos analizados,52 pone de relieve la naturaleza grupal y participativa de los colectivos humanos, como sujetos de las instituciones sociales. El eje se sitúa en la comunidad electiva a partir de una crítica del modelo social vigente (capitalismo explotador, Estados jerarquizados, minorías relegadas) y la vinculación social se expresa a través de la autoconstrucción colectiva a partir de valores alternativos por parte de los grupos y culturas oprimidas de cada país (como puede ser la gitana) y a nivel transnacional, con la meta puesta en un mundo más justo, democrático y transcultural (sociedad instituyente). El punto de inflexión de esta posición es la necesidad de buscar alternativas globales a la sociedad actual ya que las salidas que se plantean desde las reactivación y generalización del mercado y la competencia como entes absolutos (que dictan normas y definen la racionalidad misma)” (Alonso 2007:240). 52 Las claves de este discurso las tomamos a partir de varios estudios sobre minorías étnicas (Sassen 2003, Wallerstein 2007, Piqueras 2007, Colectivo Ioé 1995, 2001, 2007 y 2010b), sobre relaciones de género (Colectivo Ioé 1996 y 2011a) y sobre educación y juventud (Aguado y otros 1999, Conde 1999 y Colectivo Ioé 2010a, 2011b y 2013). 153 otras posiciones no dan respuesta a los sectores sociales excluidos o postergados. Desde esta perspectiva se cuestiona tanto el modelo de “desarrollo” generado por el sistema capitalista, sin fines sociales y destructor de la naturaleza, como la estrategia de las intervenciones sociales del Estado liberal, que se limita a paliar los problemas mediante ayudas y prestaciones que no resuelven los problemas de fondo y, sin embargo, legitima el sistema social y desmoviliza a la población. Puntos de vista que tienen sus referentes teóricos en autores de orientación crítica 53 y están presentes en diversos movimientos sociales de nuestra época, desde el movimiento antiglobalización en el plano internacional al movimiento de los indignados en el contexto reciente de España y otras movilizaciones que han tenido lugar en otras latitudes. Los roles de género se plantean en términos de igualdad y cooperación pero incorporando también un principio de lucha contra las instituciones sociales de poder, públicas y privadas, que oprimen a las mujeres (patriarcado, actitudes machistas, exclusión de la mujer, etc.). La clave del cambio necesario radica en la lucha de las mujeres. En el plano de la convivencia doméstica se prefiere que los dos miembros de la pareja trabajen fuera de casa, preferentemente a tiempo parcial o con un horario que no sea demasiado prolongado a fin de cultivar las relaciones dentro del hogar (sobre todo si se tienen niños pequeños). Se está en contra de “vivir para trabajar” (en casa o fuera de casa) valorando más el tiempo disponible para las relaciones personales y sociales. Se critica el sistema escolar establecido, que hace fracasar y estigmatiza socialmente a una gran parte de la juventud de los barrios obreros y minorías culturales (gitana o inmigrante). En especial, se rechaza el ritmo académico agobiante, con excesivas asignaturas desconectadas de los intereses propios de la edad infantil y adolescente, lo que genera desmotivación y fracaso escolar. Frente a la concepción utilitarista de la escuela, se defiende la escuela “por gusto”, para aprender y formarte como 53 Ver, entre otros, Gaudemar 1981, Moulier-Boutang 2006, Wallerstein 2007 y Fernández Durán y González Reyes 2014. 154 persona a la medida de tus aspiraciones y capacidades, y poniendo el acento en el protagonismo del alumnado. En el plano laboral, se parte de un rechazo de la lógica de “explotación” que afecta a toda la población, pero más intensamente a algunos sectores sociales como las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes y otras minorías sociales (entre ellas la comunidad gitana). Se plantea, en consecuencia, la denuncia y unidad de acción de todos los grupos explotados por el capital para superar las desigualdades económicas entre el centro y la periferia del sistema mundial, y enfrentarse a las corporaciones transnacionales y demás agentes que controlan la actividad económica. En definitiva, desde esta posición utópica se defiende, como forma de organización política, una democracia solidaria con el resto del mundo y con expresa inclusión de todas las culturas y minorías presentes en su territorio (sean o no étnico-culturales). El horizonte del trabajo político, en el contexto social actual, sería la superación del modelo de vida capitalista-consumistaindividualista y a favor de una ciudadanía instituyente, transcultural y emancipatoria. La relación con las políticas sociales se establecería desde parámetros de reconocimiento de las diferencias, igualdad de trato y educación intercultural y antirracista. En este sentido, se plantea que la actuación limitada al campo de los valores no es suficiente para promover la igualdad y que hay que intervenir en las condiciones materiales que originan la discriminación/explotación entre colectivos. 155 7.3. Reflexión final La situación escolar de las mujeres gitanas en Educación Secundaria, sus trayectorias de éxito y de fracaso, así como la vuelta a la formación en edades más avanzadas, es percibida y comprendida por sus protagonistas de diversas maneras, con significativas diferencias internas y en relación a los chicos varones de la misma edad. En los discursos recogidos en los grupos de discusión se aprecia claramente la influencia ejercida por los contextos próximos a cada persona (estatus socioeconómico y nivel de formación de los padres, relaciones al interior de la comunidad gitana y otros grupos de pertenencia, características del territorio y hábitat de residencia, etc.) y también de los contextos generales (modernización de la sociedad española a partir de la Constitución de 1978, coyuntura de crisis económica, actuales políticas sociales regresivas, etc.). Un conjunto de circunstancias, individuales y colectivas, que han contribuido a impulsar o frenar la continuidad en los estudios y la posterior integración laboral y familiar de las mujeres gitanas en la vida adulta. Los textos analizados, con discursos propios de los jóvenes –chicas y chicos- y discursos referidos a otros agentes sociales (padres y parientes, amistades, medios de comunicación, contenidos escolares, etc.) presentan una notable complejidad y riqueza de contenidos, que hemos tratado de situar, ayudados por otros estudios sobre juventud, educación y minorías culturales, en un campo semántico o cuadro teórico de cuatro grandes posiciones. La mayoría de los discursos se podrían ubicar, en nuestra opinión, en dos de los cuadrantes (el A y el B), si bien con la presencia puntual de los otros dos (el C y en menor medida el D) que sirven de contrapunto para comprender los alcances y límites de los dos primeros. La posición patriarcal (A), como forma de entender y practicar la inserción en la sociedad, aparece más en la juventud gitana sin estudios y con menor nivel económico, de forma dominante entre los chicos y no dominante entre las chicas. Es también el principal referente del modo de pensar y educar a los hijos por parte de los progenitores y otros parientes gitanos, si bien se alude a los cambios experimentados por una parte de ellos. El efecto más 156 grave en el ámbito educativo es el marcaje de género de la institución del patriarcado que orienta a las niñas y adolescentes hacia el trabajo doméstico y el matrimonio temprano, dejando en un segundo plano o evitando expresamente su formación académica y profesional a partir de la pubertad. Con frecuencia esta posición tradicional se sitúa a la defensiva con respecto a las otras posiciones, que critican su falta de adaptación a los tiempos y su orientación machista y autoritaria en relación a las mujeres. La posición competitiva (B) es dominante en la juventud gitana de ambos sexos con éxito en los estudios y por lo general de extracción socioeconómica relativamente desahogada. También aparece como discurso dominante entre las chicas que han retomado estudios después de haberlos abandonado. La defensa de la igualdad entre los sexos les lleva a reclamar una formación suficiente para conseguir empleo y autonomía económica, base de su capacidad de agencia en relación a los hombres. Desde la posición patriarcal, se considera que estas mujeres, empeñadas en estudiar y en ser independientes están siendo asimiladas por la cultura mayoritaria (formas payas de comportamiento) y acabarán perdiendo su identidad gitana. La posición clientelar (C) está presente en algunas fracciones discursivas de los sectores analizados, habitualmente en simbiosis con las posiciones A o B, y se manifiesta en la reclamación de los derechos, servicios y ayudas que corresponden a la ciudadanía española de la que se consideran partícipes. Ello implica un abandono, al menos parcial, del repliegue social y laboral que caracteriza a la posición patriarcal, pasando a asumir la dependencia y tutela del estado social pero sin asumir los riesgos de quedar a la intemperie de la posición competitiva. Desde las otras posiciones, esta forma de inserción clientelar es criticada por su actitud dependiente y poco esforzada para desenvolverse en la vida (ya sea en clave tradicional o liberal) tanto en relación a la formación como a la emancipación familiar o la incardinación en el mercado de trabajo. Por último, la posición utópica (D), que en otros estudios se etiqueta como “indignada-instituyente”, apenas está presente de forma explícita en los discursos analizados pero la incluimos porque permite ver mejor los límites 157 y posibilidades de las otras posiciones más explícitas. Así, la inserción utópica se sitúa en las antípodas del discurso clientelar, al poner en cuestión las bases en las que se sustenta el ordenamiento social vigente (económico y político), lo que explicaría tanto la exclusión y discriminación del colectivo gitano como de otros muchos sectores de población. En relación al discurso competitivo, se alinearía con la defensa de la igualdad de género y el respecto de la diversidad cultural, pero cuestionaría su individualismo y su aceptación acrítica de la estratificación y las desigualdades sociales. Y en relación al discurso patriarcal, recuperaría los componentes de autonomía y grupalidad pero puestos al servicio de unas relaciones sociales más igualitarias y horizontales entre sexos, culturas, países y agentes económicos. La posición utópica no está presente siquiera como objeto de crítica en los discursos analizados pero podría ser criticada con toda probabilidad como ingenua, inviable o “utópica” en el peor sentido de este término. Lo que no impide que sus contenidos marquen claras diferencias con los otros discursos y, en ese sentido, representen una apertura a otras vías de posible articulación de lo social. 158 Bibliografía AGUADO, T. y otros (1999), Diversidad cultural e igualdad escolar, Madrid, CIDE/Ministerio de Educación y Cultura. ALEGRE, M.A. y BENITO, R. (2010), “Los factores del abandono educativo temprano. España en el marco europeo”, en Revista de Educación, Nº extraordinario sobre Abandono temprano de la educación y la formación: cifras y políticas, Madrid, Ministerio de Educación, pp. 6592. ALONSO, L.E. (1998), La mirada cualitativa en sociología, Madrid, Fundamentos. ALONSO, L.E. (2007), La crisis de la identidad laboral, Madrid, Anthropos. ALONSO, L.E. y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, C.J. (2013), “El individualismo contemporáneo y el espacio de lo social", en Los discursos del presente. Un análisis de los imaginarios sociales contemporáneos, Madrid, Siglo XXI, pp. 265-291. ARDÈVOL, E. 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Varias buscan empleo. - Mayoría vive casa paterna, varias casadas y emancipadas o en casa de los suegros, una separada tras haberse casado a los 15 años. - Nivel familiar: privación material (3), dificultades económicas (3). - Estudios padres: sin estudios, Primaria incompleta o completa. Ninguno con estudios secundarios. - Hábitat urbano (Sabadell y Barcelona): mayoría estatus precario, minoría estatus medio (2). - Comunidad autónoma: Cataluña. Contactación: Francisca Maya (FSG Málaga) Moderadora: Emma Mateos Transcripción: Berta López Duración: 1 h. 29 min. 166 GRUPO DE DISCUSIÓN Nº 2 CHICOS GITANOS DE 17 A 20 AÑOS QUE NO HAN ACABADO SECUNDARIA POSTOBLIGATORIA Y NO HAN REALIZADO OTROS ESTUDIOS Pamplona, 15 de julio de 2014 Participantes: - Cinco chicos entre 17 y 20 años. - Ninguno ha completado Educación Secundaria Obligatoria. - Tres repitieron curso en su trayectoria escolar, uno de ellos en primaria y ESO. - Tres solteros y dos casados. - Nivel económico familiar: con dificultades económicas, alguno en situación precaria. - Estudios padres: sin estudios o Primaria incompleta. - Comunidad autónoma: Navarra (Pamplona). Contactos: FSG Pamplona Moderación y transcripción: Walter Actis Duración: 55 min. 167 GRUPO DE DISCUSIÓN nº 3 CHICAS GITANAS DE 18 a 20 AÑOS HAN RETOMADO LOS ESTUDIOS DESPUÉS DEL ABANDONO, EL RETRASO Y REPETICIONES. Madrid, 16 de julio de 2014 Participantes: - 18-20 años, 6 chicas. - Todas se encuentran cursando estudios después de experiencias de abandono, retrasos y repeticiones en la Secundaria Obligatoria y en Bachillerato: una cursa ciclo de grado medio (salud) y otra en Escuela de Adultos; el resto, cursos de PCPI (administración, puericultura, etc.). - La mayoría repitió curso en su trayectoria escolar; una abandonó en el Instituto en contra del deseo de la familia. Todas aspiran a terminar los estudios actuales y, en lo posible, a continuar hacia etapas superiores. - Todas viven en la casa paterna; sólo una está ‘pedida’ pero todas manifiesta el deseo de emancipación. - Nivel familiar: la mitad con dificultades económicas, la otra mitad desahogado. - Estudios padres: algunos con estudios de Primaria completa; otros sin apenas asistencia a la escuela. - Hábitat urbano: ninguna familia de estatus precario pero algunas con dificultad para pagar los estudios a las hijas. - Comunidad autónoma: Madrid. Contactación: FSG, Madrid. Moderadora: Ángeles Ramírez Transcripción: Miguel Ángel de Prada Duración: 1 h. 10 min. 168 GRUPO DE DISCUSIÓN nº 4 CHICAS GITANAS DE 19 A 23 AÑOS QUE HAN ACABADO LA ESO SIN CONCLUIR SECUNDARIA POSTOBLIGATORIA O BIEN QUE NO REMATARON LA ESO PERO HAN RETOMADO ESTUDIOS PARA PERSONAS ADULTAS O NO REGLADOS Oviedo (Asturias), 25 de julio de 2014 Participantes: - 19-23 años, cinco chicas. - Curso en que abandonaron los estudios: han abandonado estudios después de terminar la ESO/PCPI sin rematar Secundaria postobligatoria (2); o abandonaron en Primaria (2) o en la ESO/Diversificación (2) pero retomaron estudios no formales o para adultos más adelante (monitora del tiempo libre, peluquería, gestión administrativa, curso de charcutería-frutería…). - La mayoría abandonó por motivos familiares; en menor proporción o con menor peso por problemas de aprendizaje. - Actividad: mayoría tareas hogar; minoría con empleo precario. Varias buscan empleo. - La mitad vive en casa paterna (una casada y separada, con un hijo), varias casadas y emancipadas con diversas trayectorias (en casa de los suegros y en alquiler social). - Nivel familiar: privación material (4), dificultades económicas (2). - Estudios padres: sin estudios, Primaria incompleta. Ninguno con estudios secundarios. - Hábitat rural (pueblos de Asturias) o urbano-periférico (barrios de Oviedo): mayoría estatus precario, minoría estatus medio. - Comunidad autónoma: Asturias. Contactación: Carmen Povedano (FSG Málaga) Moderadora: Emma Mateos Transcripción: Berta López Duración: 1 h. 30 min. 169 GRUPO DE DISCUSIÓN Nº 5 CHICOS GITANOS DE 19 A 23 AÑOS QUE HAN ABANDONADO SECUNDARIA POSTOBLIGATORIA O HAN RETOMADO ESTUDIOS DESPUÉS DE ABANDONAR ESO Valencia, 11 de julio de 2014 Participantes: - Seis chicos entre 18 y 22 años. - La mitad no completó la ESO y posteriormente retomó estudios (reglados y no reglados), el resto inició secundaria postobligatoria (FP o bachillerato) sin completarla. - La mayoría no repitió curso en su trayectoria escolar. - La mayoría vive en la casa paterna; minoría emancipada. - Nivel familiar: la mitad con dificultades económicas, la otra mitad desahogado. - Estudios padres: la mayoría Primaria completa o incompleta; el resto estudios secundarios, al menos iniciados. - Hábitat urbano: la mayoría estatus precario; el resto estatus medio. - Comunidad autónoma: C. Valenciana (Valencia). Contactos: FSG Valencia Moderador: Walter Actis Transcripción: Berta López Duración: 57 minutos 170 GRUPO DE DISCUSIÓN nº 6 CHICAS Y CHICOS GITANOS DE 19 A 23 AÑOS QUE HAN ACABADO SECUNDARIA POSTOBLIGATORIA O HAN LLEGADO A LA UNIVERSIDAD Málaga, 10 de julio de 2014 Participantes: - 19-23 años, tres chicas y tres chicos. - Todos han terminado estudios de Educación Secundaria postobligatoria: tres tienen ciclos de grado medio (restauración, peluquería, estética) y oros res estudios superiores (trabajo social, relaciones laborales y recursos humanos, filología clásica). - La mayoría no repitió curso en su trayectoria escolar. Uno repitió dos cursos de ESO y pasó a un PCPI, sacando después el graduado y un ciclo de grado medio. Otro abandonó al terminar la ESO para trabajar y casarse pero retomó el bachillerato después de dos años. - La mayoría vive en la casa paterna; minoría emancipada. - Nivel familiar: la mitad con dificultades económicas, la otra mitad desahogado. - Estudios padres: la mitad Primaria completa; la otra mitad Secundaria, al menos iniciada. - Hábitat urbano: la mitad estatus precario; la otra mitad estatus medio o acomodado. - Comunidad autónoma: Andalucía (Málaga). Contactación: Tamara Esteve y Sonia Cortés (FSG Málaga) Moderador y transcripción: Carlos Pereda Duración: 1 h. 25 min. 171