E - anatomiayplastinacion
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CANIS ET FELIS N.o 41 taff PROGRAMA 1999 N.o 37 (Febrero) MÁRKETING EN LA CLÍNICA VETERINARIA J. Antonio Aguado Ramo DIRECTOR: Coordinación Editorial: M. A. García Fernández Dr. Juan José Tabar Barrios Centro Policlínico Veterinario “Raspeig“ San Vicente. Alicante Redactora Jefe: Elena Malmierca N.o 38 (Abril) DIAGNÓSTICO DE LABORATORIO DE LAS PRINCIPALES ENDOCRINOPATÍAS Jaume Rodón Vernet o N. 39 (Junio) GERIATRÍA CANINA. (I) Fernando Rodríguez Franco N.o 40 (Agosto) AFECCIONES DEL TRACTO URINARIO INFERIOR DEL GATO Mª Carmen Rodríguez N.o 41 (Octubre) ENFERMEDADES ESPINALES. (I) Tomás Fernández N.o 42 (Diciembre) GERIATRÍA CANINA. (II) Fernando Rodríguez Franco Producción Editorial: Fernando Latorre Margolles Dirección Artística: José Luis García Alonso Coordinación estudio: Isabel Velasco Granados DIRECTOR DE LA MONOGRAFíA: Tomás Fernández González Centro Médico Veterinario Madrid Maquetación: Beatriz García Martín Reproducción fotográfica e infografía: Mª Luz Franco Fdez- Conde Correción de textos: Cristina Plaza Fonseca COLABORADOES: J. Gorraiz Composición de textos: Mª Dolores Llano García Colaboradores: Jose Manuel Piñón Cubero Enrique Leiva Hidalgo Marta Martínez Sandoval Pasaje Virgen de la Alegría, 14 Teléfono 405 15 95. Fax 403 49 07 e-mail: [email protected] http://www.luzan5.es 28027 Madrid Publicación bimestral. Reservados todos los derechos de edición. Se prohíbe la reproducción o transmisión total o parcial del contenido de este número, ya sea por medio electrónico o mecánico, de fotocopia, grabación u otro sistema de reproducción, sin autorización expresa del editor. 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ENFERMEDADES ESPINALES (I) CANIS ET FELIS N.o 41 ndice STAFF EDITORIAL APROXIMACIÓN AL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES DIAGNÓSTICO LABORATORIAL: ANÁLISIS DE LCR TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL TRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL INDICE DE COLABORADORES 37 MÁRKETING EN LA CLÍNICA VETERINARIA 40 AFECCIONES DEL TRACTO URINARIO INFERIOR DEL GATO 38 DIAGNÓSTICO DE LABORATORIO DE LAS PRINCIPALES ENDOCRINOPATÍAS 41 ENFERMEDADES ESPINALES (I) 39 GERIATRÍA CANINA (I) 42 GERIATRIA CANINA (II) ENFERMEDADES ESPINALES (I) CANIS ET FELIS N.o 41 ditorial hace algún tiempo, la Neurología en general y las enfermedades espinales en particular constituían un área de la Medicina veterinaria poco familiar para la mayor parte de los clínicos. Sin embargo, esta situación ha ido cambiando en los últimos años, en la medida que nuestra profesión se ha ido adaptando a las exigencias sociales actuales, que implican ya no sólo dar una calidad mayor de servicio, sino que además, éste sea más especializado. Esta necesidad de ir profundizando en diferentes áreas de las ciencias veterinarias es la causa de que en la actualidad existan profesionales que se dediquen casi exclusivamente a ofrecer este tipo de servicios en colaboración con otros compañeros. Fruto de estas colaboraciones surge un mayor acercamiento de todos los clínicos a estas disciplinas, que hasta hace poco se contemplaban con una cierta prevención. En lo que a nosotros respecta, la dedicación que llevamos prestando a la Neurología data de hace mucho tiempo, siendo precisamente las enfermedades espinales, y más concretamente la enfermedad discal inter vertebral, el origen de nuestro interés por esta especialidad. Este interés fue plasmándose en un amplio estudio científico que hace años realizamos sobre dicha enfermedad, y que dio pie a la primera tesis doctoral que se ha escrito en España sobre patología discal en el perro. Desde entonces se ha avanzado mucho en Neurología, logrando entre otras cosas sistematizar algunos de los procedimientos quirúrgicos espinales y convertirlos así en técnicas rutinarias con un alto porcentaje de éxitos. H ASTA Dr. Tomás Fernández González Centro Médico Veterinario C/ Delicias, 35 - 28045 Madrid TLF. 91 527 58 28 Fax: 91 528 95 55 e-mail: CMV. delicias@jet. es ENFERMEDADES ESPINALES (I) ENFERMEDADES ESPINALES (I) DR. TOMÁS FERNÁNDEZ GONZÁLEZ Centro Médico Veterinario C/ Delicias, 35 - 28045 Madrid enfermedades espinales el diagnóstico se basará en las características del animal, la historia clínica, el examen físico y el examen neurológico 10 y, además, tendrá una especial trascendencia el diagnóstico radiológico. Las características del animal, la historia clínica y el examen físico nos permitirán identificar el problema; el examen neurológico nos ayudará a localizar la lesión y a evaluar su gravedad; por último, el estudio radiológico, del que hablaremos en el siguiente capítulo, ayudará a definir la naturaleza de la lesión y, a veces, el lugar exacto de la misma. 17 E N las CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) PROTOCOLO DIAGNÓSTICO protocolo para aquellos animales de los que se sospecha que padecen una enfermedad espinal ha de ser metódico y minucioso, para optimizar los esfuerzos en el diagnóstico10. Este protocolo diagnóstico tendrá cinco fases u objetivos según Wheeler17: E E L Identificación del problema. Localización de la lesión. Evaluación de la gravedad o extensión de la lesión. Definición de la naturaleza de la lesión. Determinación de un pronóstico. También será importante tener un c o n o c i m i e n to global de todas las enfermedades espinales, y de otras que desarrollan problemas similares, para poder realizar un diagnóstico diferencial. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Para simplificar el diagnóstico, Joseph7 propone una clasificación basada en la localización neuroanatómica de la lesión y que incluiría las siguientes categorías de enfermedades espinales: extradurales, intradurales/ extramedulares e intramedulares. El diagnóstico diferencial se realizaría, además, frente a enfermedades de otra naturaleza: neuromusculares, ortopédicas y metabólicas. Enfermedades extradurales Hernia discal (fig. 1). Traumatismo espinal (fig. 2). Discoespondilitis (fig. 3). Espondilomielopatía cervical caudal. Anomalías congénitas (hemivértebra, espina bífida, etc.) (fig. 4). Neoplasia primaria o metástasis (fig. 5). Espondilosis deformans (fig. 6). Enfermedades intradurales/extramedulares Neoplasia. Quistes aracnoideos espinales (figs. 7A y 7B). Meningitis. Enfermedades intramedulares Embolia fibrocartilaginosa (fig. 8). Mielomalacia. Mielopatía degenerativa (fig. 9). Neoplasia y metástasis. Mielitis. Mielodisplasia. Traumatismo. Enfermedades neuromusculares o del sistema motor (neurona motora inferior) Polirradiculoneuritis. Polineuromiopatía hipotiroidea. Polineuropatía hipoglucémica. Parálisis por garrapatas. Botulismo. Miastenia gravis. Polimiositis. Hiperadrenocorticismo. Enfermedades ortopédicas Enfermedad degenerativa articular. Poliartritis. CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) Enfermedades metabólicas Hipoglucemia, anemia, hipovolemia, alteración del balance de electrolitos, enfermedad cardiopulmonar y endotoxemia. Neuromiopatía isquémica. CARACTERÍSTICAS DEL ANIMAL Vamos a tener en cuenta fundamentalmente la raza, la edad, el sexo y, en ocasiones, la actividad realizada por el animal. La raza va a ser uno de los factores determinantes que vamos a contemplar cuando estemos ante la posibilidad de ciertas patologías espinales. Esto se debe a la predisposición de determinadas razas (fig. 10) para sufrir algunas enfermedades, frente a otras en las que la incidencia es muy baja.1,5-6,9,13,15-16. La edad del animal implica también un factor de riesgo a tener en cuenta en cier tas enfermedades espinales. En lo que se refiere a la enfermedad discal, las razas condrodistróficas empezarían con problemas clínicos entre los dos y seis años, mientras que las razas no condrodistróficas empezarían más tarde10. Por otro lado, la mielopatía degenerativa y las neoplasias medulares serían propias de animales con más de siete u ocho años de edad. El sexo no es una característica determinante en lo que respecta a la mayor parte de las enfermedades espinales, en las que la incidencia es similar en machos y hembras8,16. Sin embargo, para algunos autores, en algunas enfermedades como la discal, hay un significativo factor de riesgo en Fig. 1.— Imagen de una mielografía en la que se aprecia una compresión de la médula provocada por una extrusión discal. La flecha señala el estrechamiento que sufre el espacio intervertebral. Fig. 2.— La radiografía muestra la fractura de una vértebra trácica de un gato. los machos sobre las hembras, probablemente ligado al peso o a un supuesto efecto protector de los estrógenos frente a la degeneración del disco16. HISTORIA CLÍNICA La historia de los problemas del animal ofrece más información, a veces, que los diferentes exámenes que podamos realizar 12. La información básica puede ser obtenida a través de un cuestionario que el propio dueño del perro rellene antes de entrar a la consulta11-12. A continuación, se reco- CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) gería información general acerca de problemas médicos anteriores y se centrarían las preguntas sobre las primeras manifestaciones de la enfermedad. El veterinario debe investigar acerca de la naturaleza del problema y si éste es específico y localizado o multifocal. Estas cuestiones relativas a la localización de la lesión serían verificadas posteriormente mediante la exploración neurológica12. Por otro lado, los datos cronológicos nos van a ayudar a determinar la causa del problema y, en algunos casos, a realizar un pronóstico12. Éste es el motivo por el que hay que analizar cuidadosamente toda la información que se refiere al comienzo y a la progresión de la enfermedad. Un comienzo agudo, con un rápido desarrollo de signos clínicos, nos puede orientar hacia un traumatismo vertebral, extrusión discal, enfermedad infecciosa o accidente vascular10. Por el contrario, una lenta y progresiva aparición de signos neurológicos puede ser asociada con un proceso degenerativo (protru sión discal y mielopatía degenerativa en el Pastor Alemán) o neoplásico10. Fig. 3.— Detalle de una discoespondilitis. La mielografía pone de manifiesto la repercusión que el proceso inflamatorio tiene en el canal vertebral. EXAMEN FÍSICO3,9-12 El propósito fundamental de incluir un examen físico en aquellos animales en los que se sospeche que puedan padecer una enfermedad espinal, es precisamente excluir otros problemas no espinales, pero con signos clínicos similares. Así, dolor, postración (paresis o parálisis), debilidad y locomoción anormal son síntomas que se pueden ver frecuentemente tanto en enfermedades musculoesqueléticas, neuromusculares o Fig. 4.— Deformación de la columna en un perro debido a una hemivértebra. metabólicas como en enfermedades medulares. Un ejemplo de cómo una hernia discal puede confundirse con un problema musculoesquelético lo constituiría la rotura bilateral de ligamento cruzado anterior en el perro, que casi siempre conduce a una postura antiálgica, característica de ambas patologías. Otro caso podría ser la enfermedad lumbosacra que, habitualmente, genera un cuadro de dolor y debilidad del tercio posterior, similar al que cau- CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) saría una displasia de cadera con un proceso de osteoartrosis degenerativa avanzado. En estos dos ejemplos el diagnóstico diferencial lo basaríamos en un cuidadoso examen físico que nos ayudase a precisar la naturaleza y procedencia del dolor (característica principal en ambas patologías) y permitiera determinar si se trata o no de un problema musculoesquelético, antes de realizar pruebas más costosas (radiografías de contraste) o específicas, propias de un examen neurológico. EXAMEN NEUROLÓGICO2-4,9-12,14 El examen neurológico se usará para confirmar la información obtenida de la historia clínica y constituirá la base de un buen diagnóstico, siendo además una guía precisa para el éxito terapéutico y un adecuado pronóstico. Los objetivos del examen neurológico son fundamentalmente dos: localizar la lesión y determinar su gravedad. Al igual que la gravedad de la lesión medular se puede determinar en función de los tractos sensoriales o motores afectados, la localización de la misma se basará en los signos de neurona motora superior (NMS) o neurona motora inferior (NMI) que presente el animal. Así, las lesiones de NMS producirán, en general, espasticidad muscular e hiperreflexia, y se localizarán en la médula en la región cervical craneal (entre los segmentos C1 a C5) o en la región toracolumbar (entre T3 a L3), refiriéndonos, respectivamente, a lesiones de NMS de miembros torácicos o de miembros pélvicos. Mientras, las lesiones de NMI producirán paresis Fig. 5.— La fotografía muestra un tumor que comprime la médula espinal al ocupar parte de la luz del canal vertebral (imagen cedida por el Departamento de Patología Animal II de la Facultad de Veterinaria de Madrid). Fig. 6.— La radiografía muestra varias áreas de espondilosis deformans. Sin embargo, la mielografía demuestra cómo en ningún punto se genera compresión. CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) fláccida e hiporreflexia y se podrán localizar en la intumescencia braquial (C6 a T2) o lumbosacra (L4 a S2). En cada animal el veterinario tendrá que determinar qué miembros presentan anomalías, y si las presentan, bien sean los miembros torácicos o los pélvicos, con qué tipos de signos lo hacen (de NMS o de NMI). En todos los casos, el examen neurológico ha de ser riguroso y sistemático para tratar de obtener el mayor número de datos objetivos, ya que, desafortunadamente, parte de la información extraída de esta exploración dependerá de la subjetividad del examinador, pudiendo diferir los resultados del test en un mismo animal, si se han empleado diferentes estilos y técnicas. La exploración neurológica constará de las siguientes fases: a) Determinación del estado mental. b) Examen de nervios craneales. c) Observación de la marcha. d) Evaluación del tono muscular. e) Evaluación de las reacciones pos turales. f) Evaluación de los reflejos espinales. g) Control de la función urinaria y fecal. h) Test de hiperestesia. i) Determinación del dolor superficial y profundo. a) El estado mental de la mayoría de los pacientes con alguna enfermedad espinal es normal, salvo que se trate de una enfermedad multifocal del sistema nervioso. b) El examen de los nervios cranea les nos ayudará a descartar lesiones Fig. 7A.— Detalle de la mielografia de un gato con un quiste aracnoideo. Fig. 7B.— Momento de la intervención en la que se procede a extirpar el quiste. del sistema nervioso central, craneales al foramen mag num o enfermedades multifocales. c) Una marcha anormal, como consecuencia de una determinada enfermedad musculoesquelética, suele distinguirse de la que caracteriza a un trastorno neurológico, aunque en ocasiones sea necesario realizar un examen físico para determinar la diferencia. La observación de la marcha nos dará idea del tipo de problema neurológico que presenta el animal, al apreciar la existencia o no de CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) alteración de la propiocepción, ataxia, dismetría, paresis o parálisis. d) El tono muscular nos puede ayudar a distinguir lesiones de NMI de otras de NMS. En las primeras el tono muscular está disminuido, desarrollándose una atrofia rápidamente, mientras que en las segundas (NMS) el tono muscular puede estar incrementado y la atrofia está vinculada a procesos crónicos. Cuando se detecta una atrofia muscular focal, ésta nos puede resultar útil para localizar exactamente el lugar de la lesión en la médula al poder determinar la raíz nerviosa que va a dar origen al nervio periférico responsable de la inervación de dicho músculo. e) Las reacciones posturales involucran a múltiples tractos del sistema nervioso central, así como a reflejos espinales integrados a más altos niveles, con el fin de poder mantener la postura y la posición. La alteración de una o más de estas vías o tractos determinan como resultado reacciones posturales anormales, que nos van a ayudar sobre todo a distinguir lesiones de lado derecho o de lado izquierdo, pero no tienen gran valor a la hora de localizar el segmento medular afectado. Las principales reacciones posturales incluyen: test de propiocepción, prueba de la carretilla (wheelbarrowing), salto sobre un miembro (hopping), mantener la postura sobre los miembros de un lado (hemistanding) o desplazarse con ellos (hemiwalking), colocación táctil y visual de los miembros torácicos (pla cing) y reacción tónica del cuello. El test de propiocepción es realiza do en cada miembro por separado, para lo cual el animal es situado de Fig. 8.— Imagen histológica de una embolia fibrocartilaginosa (fotografía cedida por el Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona). Fig. 9.— Imagen histológica de un corte transversal de la médula espinal de un perro con una mielopatía degenerativa (fotografía cedida por el Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona). pie, en posición de standing. En el test de propiocepción de miembro distal, el extremo de la pata se flexiona, colocando la superficie dorsal de los dedos sobre el suelo, y haciendo por tanto lo que se denomina knuckling (apoyo sobre el dorso de los dedos). La respuesta normal en el perro sería corregir la posición del miembro CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) inmediatamente. El mantenimiento de la posición anormal puede estar asociado a debilidad, dolor, enfermedad de NMS o enfermedad de NMI. El test de propiocepción de miembro proximal se realiza con una hoja de papel, sobre cuya superficie se obliga al animal a apoyar su peso en el miembro en posición anormal (con knukling). A continuación el papel es deslizado con suavidad lateralmente. Al detectar la posición anormal del miembro, el perro debería corregirla. Una respuesta lenta o una ausencia de respuesta puede ser igualmente inte rp retada como debilidad, enfermedad de NMI o enfermedad de NMS. Cuando existe una compresión medular, como por ejemplo por una hernia discal, este tipo de alteración propioceptiva es a menudo detectada antes que una disfunción motora. En la prueba de la carretilla (wheel barrowing), los miembros posteriores son levantados por el examinador, obligando al animal a andar hacia delante, hacia los lados y hacia atrás con los miembros anteriores. Esta prueba ayuda a detectar anomalías craneales a T2, pudiendo ser las respuestas anormales obtenidas exageradas, deprimidas o ausentes. Al obligar al animal a moverse o sal tar sobre un solo miembro (hopping), éste tiene que soportar todo el peso corporal y, al desplazarse hacia delante, hacia atrás o hacia los lados, el perro debería poder coordinar los movimientos en todas las direcciones. Esta prueba se realiza con cada uno de los cuatro miembros. Cuando existe una compresión medular, las anoma- Fig. 10.— Perro de raza Carlino con un déficit propioceptivo debido a un defecto congénito (hemivértebra). lías en los miembros anteriores suelen estar acompañadas también de trastornos en los miembros posteriores, mientras que cuando hay anomalías en los miembros posteriores, és tas no tienen porqué venir acompañadas de alteraciones en los miembros anteriores, que si son normales indicarían una lesión espinal posterior a T2. Al mantener al animal de pie sobre los miembros de un lado (hemistanding), éste debería ser capaz de mantener la posición y al, obligarle a desplazarse (hemiwal king), los movimientos serían suaves y coordinados. Cuando exista una lesión medular claramente vinculada a uno de los lados, la respuesta sería anormal en los miembros del lado afectado. La colocación visual y táctil de los miembros torácicos (placing) puede ser evaluada al sujetar los miembros anteriores hacia delante, tocando con ellos el borde o saliente de una mesa. El contacto se producirá con el aspecto dorsal del carpo. Esta prueba se realizará con los dos miembros juntos y con cada uno de ellos por separado, y con los ojos del animal tapados y destapados, respectivamente. Se considera una respuesta normal cuando el animal coloca las patas sobre la mesa. Una respuesta anormal indicaría una lesión situada en cualquier lugar, a lo largo de los tractos sensoriales que llegan al cerebro, o bien una reacción motora alterada de NMI. CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) La reacción tónica del cuello se evalúa con el animal en pie (posición de standing) y consiste inicialmente en elevar su cabeza y extender su cuello. La respuesta normal sería una flexión de los miembros pélvicos, que a veces puede obligar a sentarse al animal, mientras que los miembros torácicos sufrirían una extensión. A continuación, bajaríamos la cabeza, provocando una ligera flexión de los miembros torácicos, a la vez que se extenderían ligeramente los pélvicos. Si moviésemos la cabeza hacia un lado u otro, el miembro ipsilateral se extendería y el contralateral se flexionaría, haciéndolo ambos de forma suave. Sin embargo, todas estas respuestas pueden ser conscientemente inhibidas, por lo que el resultado de las pruebas ha de contemplarse con precaución. Pero si el test resulta fiable, una anomalía de la reacción tónica del cuello podría indicar una lesión craneal al segmento espinal T2. f) Los reflejos espinales son respuestas estereotipadas a estímulos. Estos reflejos necesitan de dos o más neuronas en series, es decir, de una n e u rona sensorial y una neuro n a motora, además de un número variado de interneuronas. Al actuar un estímulo, numerosas fibras sensoriales son activadas, realizando sinapsis sobre numerosas neuronas motoras, que al regresar causan la contracción de un gran grupo de fibras musculares. Pero, además, fibras colaterales a las fibras sensoriales sinapsan sobre otras interneuronas, las cuales inhiben neuronas motoras que inervan músculos antagonistas. La mayoría de los reflejos son eva- luados con el animal tumbado en posición lateral, comenzando por los miembros pélvicos. El reflejo patelar o del cuadríceps se obtiene percutiendo el ligamento patelar, y la respuesta consiste en la contracción del músculo cuadríceps, que genera una extensión de la rodilla. Este reflejo evalúa la integridad de los segmentos espinales comprendidos entre L4 y L6, así como las raíces nerviosas correspondientes y el nervio femoral. La ausencia o depresión del reflejo suele indicar una lesión de NMI, mientras que un reflejo exagerado indica una lesión de NMS craneal a L4. El reflejo tibial craneal se produce como resultado de golpear el músculo tibial craneal justo distal al extremo proximal de la tibia. La respuesta es la flexión del corvejón. Una depresión del reflejo indica daño en los segmentos espinales L6 y L7, sus raíces nerviosas o el nervio peroneal. Su interpretación ha de hacerse con cierta precaución. El reflejo del gastronemiose obtiene de golpear el tendón del mismo nombre, en el área proximal al hueso tarso-tibial. El resultado ha de ser una ligera extensión del cor vejón, que se aprecia mejor siempre que éste se mantenga previamente flexionado. El músculo gastronemio está iner vado por el nervio tibial (rama del ciático) que tiene su origen en los segmenos espinales L7 y S1. Este reflejo no tiene un gran valor diagnóstico y la disminución en la intensidad de la respuesta no debe contem plarse como una circunstancia anormal. El reflejo flexor se obtiene de la misma forma en los miembros pélvicos que en los torácicos. Con el miembro en extensión se pellizca entre los dedos. El resultado es la flexión de la cadera, rodilla y corvejón en los miembros pélvicos, y el hombro, codo y carpo en los miembros torácicos. El estímulo puede ser cutáneo o en el nivel de receptores profundos, dependiendo de la fuerza que se aplique. Al activarse las terminaciones nerviosas, el impulso nervioso pasa a la médula espinal y se excitan las interneuronas en los segmentos espinales correspondientes (C7-T1 en los miembros torácicos y L6-S2 en los miembros pélvicos). Estas interneuronas activan las neuronas motoras causando contracción de los músculos fle xores del miembro. Simultáneamente, las neuronas motoras que inervan los músculos extensores son inhibidas, CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) para permitir la flexión del miembro. Los nervios sensoriales que van a los dedos de los miembros pélvicos son ramas del nervio ciático y femoral, y los que terminan en los dedos de los miembros torácicos, son ramas del cubital, mediano y radial. Si el reflejo está ausente o deprimido, hemos de sospechar de una lesión de NMI que involucre al arco reflejo del flexor. Si, por el contrario, el reflejo es exagerado, podemos estar ante una enfermedad crónica de NMS. El reflejo del extensor carpo radial se origina al percutir los músculos extensores del carpo y los dedos en el área inmediatamente distal al codo. La respuesta es una extensión del carpo. Estos músculos extensores están inervados por el nervio radial, que se origina en los segmentos medulares C7, C8 y T1. Por ello, una respuesta exagerada implicaría una lesión craneal a C7. Sin embargo, una respuesta débil tendremos que contemplarla con cierta precaución. El reflejo del tríceps se obtiene golpeando el músculo tríceps braquial cerca del olécranon. Este músculo también está inervado por el nervio radial. El reflejo relativo a este músculo es difícil de evaluar en animales sanos, y una depresión o ausencia del reflejo no ha de ser interpretada necesariamente como una anomalía. El reflejo del bíceps resulta de percutir el tendón del músculo bíceps braquial, originando con ello una flexión del codo. Al igual que el anterior, éste también es un reflejo difícil de evaluar, por lo que el resultado deberá interpretarse con cautela. Aparte de los reflejos específicos de los miembros, existen otros reflejos especiales, entre los que se encuentran el reflejo extensor cruzado, el reflejo de Babinski, el reflejo extensor de empuje o lanzamiento, el reflejo peri neal, el reflejo bulbocavernoso y el reflejo panicular. El reflejo extensor cruzado consiste en una enérgica extensión del miembro contralateral cuando se provoca en el otro miembro un reflejo flexor (fig. 11). Este reflejo se considera absolutamente normal cuando el animal está de pie en posición de standing. Sin embargo, se considera anormal cuando se obtiene con el animal en decúbito lateral. La presencia de este reflejo es un signo de NMS e indica una lesión crónica, aunque no necesariamente grave. El reflejo de Babinski se obtiene con el animal en decúbito lateral, sujetando un miembro pélvico de tal manera que la rodilla, corvejón y dedos queden ligeramente flexionados. Con un fórceps o el mango de un martillo de percusión se golpea ligeramente en la superficie plantar del metatarso. En un animal normal no habrá respuesta. Pero si la respuesta es positiva, los dedos se extenderán y separarán. Esta circuns tancia se atribuye a enfermedad crónica y es un signo de NMS. El reflejo extensor de empuje o lanzamiento (Extensor Thrust Reflex) se puede realizar con el animal en decúbito lateral, o también, según Oliver y Mayhew, con el ani- Fig. 11.— Reflejo extensor cruzado en un gato con una lesión en el área toracolumbar. CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) mal suspendido por los hombros. Una presión suave pero repentina es aplicada a la superficie ventral de los dedos, entre las almohadillas de un miembro pélvico. Una respuesta positiva sería la extensión del miembro, e indicaría una lesión craneal a L4. El reflejo perineal está determinado por los segmentos medulares S1-S2 y a veces S3 por el nervio pudendo. El perineo es estimulado pinchando con una aguja o pellizcando suavemente con un fórceps. La respuesta normal es la contracción del esfínter anal y la flexión de la cola. La ausencia de respuesta implica lesión de los segmentos medulares del sacro o del nervio pudendo. El reflejo bulbocavernoso también sirve para chequear los segmentos medulares del sacro. Se obtiene pinchando ligeramente el pene o la vulva para conseguir como resultado la contracción del esfínter anal y la flexión de la cola. El reflejo panicular es provocado al crear un estímulo doloroso sobre el área espinal toracolumbar (pinchando o pellizcando). La respuesta motora es una contracción del músculo cutáneo del tronco que está inervado por el nervio torácico lateral (C8-T1). La respuesta estará ausente en lesiones que afecten a la substancia gris de la médula espinal en los segmentos C8 y T1, o bien cuando estén involucradas las correspondientes raíces nerviosas ventrales. g) El control de la función urinaria se altera con frecuencia en animales que sufren un déficit neurológico de cierta importancia como consecuencia de la enfermedad discal. Las lesiones de la médula, craneales al segmento espinal L6, pueden causar sobredistensión de la vejiga urinaria con incremento o no del tono del esfínter uretral. Las consecuencias son retención urinaria, imposibilidad de vaciar la vejiga y dilatación exagerada de la misma. La posibilidad de vaciar la vejiga mediante compresión manual será difícil y dependerá, fundamentalmente, del tono del esfínter uretral, que si está incrementado obligará a recurrir al sondaje. Si la vejiga no se vacía en un plazo determinado de tiempo, se empezará a producir un flujo intermitente de orina en forma de goteo (orina por rebosamiento). Una disinergia refleja puede también ocurrir en lesiones craneales a la región lumbosacra, manifestándose clínicamente cuando la vejiga de la orina inicia el vaciado, pero es interrumpida por contracciones del esfínter uretral. Una disfunción de los segmentos espinales que corresponden al sacro o de las raíces nerviosas de esta región resultaría, sin embargo, en una sobredistensión de la vejiga, pero con disminución del tono en el esfínter uretral. La consecuencia sería una retención urinaria, pérdida del control voluntario con incontinencia y dilatación de la vejiga, que en estos casos puede vaciarse fácilmente mediante presión manual. La función fecal también puede verse afectada por una enfermedad espinal. Así, una lesión craneal a la intumescencia lumbar puede ocasionar la pérdida de la defecación voluntaria, siendo necesario el llenado del recto con heces, para que la defecación se produzca por reflejo. Por el contrario, las lesiones que involucran a la intumescencia lumbar o a la cauda equina, pueden generar incontinencia fecal y distensión del colon. En estos últimos casos el reflejo perineal puede estar reducido o ausente. h) El test de hiperestesia se realiza palpando las estructuras paralumbares cercanas a la línea media justamente lateral a las apófisis espinosas. Esta palpación se ha de realizar desde el área caudal en dirección craneal, hasta que exista respuesta del animal al dolor (hiperpatía). En la región cervical el dolor puede ser detectado manipulando el cuello de un lado a otro y realizando una extensión y flexión del mismo. i) El test para determinar el dolor superficial y profun - CAPÍTULO I APROXIMACIÓNAL DIAGNÓSTICO DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) do nos va ayudar a emitir un pronóstico y a establecer una estrategia terapéutica. La técnica recomendada para determinar el dolor es pellizcar con una pinza hemostática la base de la uña, incrementando la presión hasta obtener una respuesta del animal, en la que habrá que diferenciar la reacción frente al dolor propiamente dicho, de un reflejo espinal, ya que al realizar el test se suele producir también un reflejo flexor que no indica percepción alguna de sensación dolorosa. Si una ligerísima presión es suficiente para obtener una respuesta, no hay motivo para seguir presionando porque si la sensación superficial está intacta, la sensación al dolor profundo también lo estará. Para otros autores, el test de dolor superficial consistiría en pellizcar o pinchar la piel, mientras que la sensación de dolor profundo se obtendría apretando con fuerza un dedo con una pinza hemostática. La ausencia de dolor profundo durante un determinado tiempo (24 a 72 horas) determinará un mal pronóstico. BIBLIOGRAFíA 1. Braund KG. Intervertebral Disk Disease. In Kornegay, J. N. 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Sin embargo, en la actualidad, empiezan a estar disponibles otros métodos alternativos de diagnóstico por imagen, como son la tomografía axial computerizada (TAC) y la resonancia magnética (RM)20. T CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) RADIOGRAFÍAS A A las bases técnicas para un correcto estudio r a d i o g r á fi c o estén bien descritas en la literatura, conviene incidir en ciertos aspectos para obtener buenos resultados con este sistema de diagnóstico6,7,16,23. El éxito con las radiografías de columna dependerá de la observación de ciertas reglas fundamentales, como son la colocación adecuada del paciente y una calidad excelente de los detalles. El estudio radiográfico deberá ser realizado tras terminar el examen neurológico que habrá apor tado cier tos datos esenciales, tales como la situación anatómica aproximada de la lesión y su probable etiología. De esta forma, este examen clínico y neurológico previo permitirá hacer un estudio radiográfico selectivo, realizando tan sólo las proyecciones imprescindibles, reduciendo la manipulación innecesaria del animal y evitando a veces procedimientos invasivos en pacientes comprometidos 20. Para facilitar la colocación del animal en la posición exacta es conveniente, según Sande20 y otros autores14-15, sedar o anestesiar al animal, e incluso algunos, como Burk6, recomiendan en todos los casos un plano quirúrgico de anestesia. Habitualmente las proyecciones radiográficas se realizan con el animal en posición lateral y ventrodorsal, respectivamente6,15,20, no siendo frecuente el uso de la posición oblicua, que puede resultar equívoca al ser difícil de interpretar20. Esta UNQUE última posición o vista ha sido descrita para evaluar los agujeros o forámenes intervertebrales de la región cervical, pero debería ser usada sólo cuando los signos clínicos la justifiquen 6. Para todas estas proyecciones es conveniente emplear sacos de arena, que nos permitan colocar al paciente de la forma más adecuada y poder centrar cómodamente el haz de rayos en el área de interés, evitando así que el personal de la clínica reciba radiación innecesaria. Un examen general que comprenda desde la columna cervical hasta el sacro precisará, básicamente, siete proyecciones radiográficas 20, con el fin de visualizar independientemente el área cervical (desde la base del cráneo hasta T1), el área torácica (C7 a L1), la unión toracolumbar (T13 a L1), el área lumbar (T13 a S1) y el sacro15. Desde un punto de vista práctico, y en función de la colocación especial que se adopte para el animal, se puede hablar de un grupo de proyecciones que incluyan las áreas cervical y cervicotorácica y otro grupo de proyecciones que se refieran a las áreas tora columbar, lumbosacra y sacrococcígea14. Las proyecciones de las regiones cervical y cervicoto rácica incluirán vistas laterales y vistas ventrodorsales (VD). En las vistas laterales la columna cervical se debe colocar derecha y paralela a la superficie de la mesa (sin rotación del eje axial de la columna, sin escoliosis). Para conseguir la posición correcta se utilizará celulosa o goma espuma con el fin de levantar la nariz, la cabeza, el cuello y el esternón, y así obtener un buen paralelismo entre la mesa y la columna cervical. Con el animal en esta situación se deben realizar generalmente dos exposiciones diferentes, una centrada sobre el área C2-C3 y otra sobre C5-C6, salvo en los perros de muy pequeño tamaño, que sólo requerirán una proyección, centrada sobre C3-C4. Para las vistas VD, al animal se le colocará en decúbito dorsal, procurando aquí también que la columna cervical quede totalmente derecha, sin ningún tipo de rotación, y estirando los miembros anteriores caudalmente, mientras el esternón se alinea directamente sobre la columna torácica en una línea perpendicular a la superficie de la mesa. Para conseguir esta posición es necesario almohadillar el cuello, con el fin de eliminar la cifosis creada al empujar la nariz hacia abajo cuando se CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) coloca la cabeza. También es conveniente situar sacos de arena a uno y otro lado del animal, apoyándolos sobre sus costados, para obtener una buena inmovilidad14. Para las proyecciones de las áreas toracolumbar, lumbosacra y sacrococcí gea, se deben aplicar los mismos principios que para la región cervical es decir, conseguir que la columna esté recta y paralela a la superficie de la mesa. Por ello, en las vistas laterales se aplicará goma espuma debajo del área lumbar, entre las costillas y las caderas y para prevenir la rotación axial, se hará lo mismo debajo de la pared torácica junto al esternón, para conseguir que éste adquiera el mismo plano frente a la superficie de la mesa que la columna vertebral. También se aplicarán almohadillas de goma espuma tanto entre los miembros anteriores como entre los posteriores, con el fin de buscar un paralelismo entre ellos, proporcionando así una posición similar a la que tiene el animal en standing. El número de radiografías en esta posición dependerá de la naturaleza del problema, del tamaño del animal y de lo bien definida que hubiese quedado localizada la lesión, mediante el examen neurológico previo. Para las vistas VD, el animal debe ser colocado en decúbito dorsal, estirando los miembros anteriores cranealmente y los miembros posteriores caudalmente. Por otro lado, el esternón y la línea media del abdomen deben ser situados justamente sobre la columna vertebral, para prevenir una rotación axial. Para situar al paciente en esta posición, al igual que se hacía con la columna cervical, será necesario ayudarnos de sacos de arena, situados a ambos lados del animal, con el fin de obtener estabilidad14. La técnica radiográfica que se aplique ha de tratar de conseguir la máxima calidad de detalle, que se puede obtener con un determinado tipo de película que ofrezca una alta definición al combinarse con las cartulinas o pantallas de refuerzo adecuadas y una parrilla antidifusora20, además de usar un miliamperaje relativamente alto frente a un kilovoltaje bajo o moderado5,20. Esta combinación implica generalmente tiempos de exposición relativamente largos, lo cual no ha de constituir un problema al tener al animal anestesiado6. La interpretación de las radiografías respecto a ciertas enfermedades espinales muy comunes, como es la enfermedad discal intervertebral, se basará, según Burk6, en los diferentes cambios que se pueden apreciar, característicos de una protrusión o extrusión discal, y que incluyen estrechamiento o acuñamiento del espacio discal, estrechamiento del espacio entre las facetas de las respectivas apófisis articulares y, en algunos casos, cierta opacidad (fogging) de un foramen intervertebral o una clara evidencia de material discal calcificado en el interior del canal vertebral (poco frecuente) (fig. 1). De todas estas peculiaridades la más evidente, por lo general, es el Fig. 1.— En esta radiografía aparecen todos los signos característicos de una extrusión discal, siendo el principal de ellos el estrechamiento del espacio intervertebral. CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) estrechamiento del espacio discal o intervertebral, que se suele apreciar fácilmente cuando se compara su anchura con la de los espacios entre las vértebras adyacentes6,17-18. Este estrechamiento patológico no debe confundirse con el que normalmente hay entre T9-T10 o T10-T11 (espacio anticlinal), ni con el falso estrechamiento de algunos espacios, debido a un artefacto geométrico producido por una excesiva distancia al centro del haz de rayos6. MIELOGRAFÍA La mielografía es una técnica radiográfica en la que se pone en evidencia el contorno de la médula espinal, tras inyectar un medio de contraste en el espacio subaracnoideo19. Su realización debe ser considerada, básicamente, sólo en aquellos casos en los que la exploración neurológica detecte una e n fe rmedad de la médula espinal grave o progresiva, y el estudio radiográfico previo hubiese fracasado al no aportar ningún hallazgo substancial20. De una forma más específica se puede decir que un mielograma está indicado cuando19: — No se aprecia lesión espinal en las radiografías sin contraste. — La lesión vista en las radiografías sin contraste no es compatible con los signos clínicos y/o neurológicos del examen preliminar. — Las radiografías sin contraste indican múltiples lesiones. — Es necesario para confirmar una lesión de la que se sospecha en las radiografías sin contraste. — Es necesario para determinar el lugar preciso de una lesión espinal con el fin de elegir el acceso quirúrgico adecuado. — Se necesita para determinar la extensión del edema medular o el grado de compresión, con el fin de ayudarnos a tomar una decisión quirúrgica. — El diagnóstico de un problema neurológico se ha de establecer por exclusión de una lesión medular compresiva (mielopatía degenerativa). La mielografía debe ser evitada en aquellos pacientes, en los que el análisis del líquido cefalor raquídeo indique inflamación/infección, al poderse potenciar los signos clínicos o extenderse la infección a lo largo del espacio subaracnoideo19,24. Según Sande20, el agente de contraste ideal para realizar mielografías debería ser no-tóxico para el sistema nervioso central, soluble en agua y, por tanto, miscible con el LCR, radiopaco en concentración isotónica, fácil y rápidamente eliminable del espacio subaracnoideo y, para medicina veterinaria, razonablemente asequible desde el punto de vista económico4,27. Roberts y Selcer19 apuntan también la característica de autoclavable. De todos los agentes de contraste que hasta la fecha se han usado para mielogramas en animales, sólo los no-iónicos tienen vigencia en la actualidad y, particularmente, el iopamidol y el iohexol son los únicos que hasta ahora más se ajustan a los parámetros mencionados19. La metriza mida fue el primer contraste no-iónico desarrollado y su uso redujo notablemente la neurotoxicidad27 y las complicaciones postmielográficas características de otros agentes de contraste8,19. Tras éste, aparecieron el iopamidol y el iohexol, que fueron aprobados para su uso en medicina humana en 198619 (siendo adoptados en la práctica veterinaria de forma inmediata), al observarse en ellos menos problemas que con la metrizamida2,6,12,19 (principalmente ataques convulsivos1) y ser más rápido y fácil su uso que con ésta última, que requería diferentes diluciones, lo que a veces la hacía también más costosa. El iotrolan es un contraste no-iónico de tercera generación, pero al ser más viscoso que los agentes anteriores, resulta más difícil su uso con agujas espinales de pequeño CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) calibre (22 gauge), que son las empleadas habitualmente para realizar las mielografías en perros. Por este motivo, el iotrolan no ha sido recomendado hasta el momento para practicar esta técnica en pequeños animales, siendo en la actualidad el iopamidol y el iohexol los agentes de contraste más adecuados para su uso en medicina veterinaria19. Tanto el iopamidol como el iohexol se presentan en diferentes concentraciones que van desde 200 mg I/ml a 370 mg I/ml, en el caso del iopamidol, y de 180 mg I/ml a 350 mg I/ml en el del iohexol19. Pero, aun siendo en ambos casos concentraciones muy altas, y por tanto hiperosmolares, los dos agentes de contraste pueden ser utilizados perfectamente para realizar mielogramas en pequeños animales, lo que no descarta, aunque de forma excepcional, la posibilidad de que se puedan presentar algunas complicaciones postmielográficas, descritas por Lewis y Hosgood13 en un estudio reciente y que incluyen apnea, vómitos, convulsiones, agravamiento del cuadro neurológico y muerte. La técnica de la mielografía requiere siempre el uso de anestesia5,24, con la que además se ha de seguir un protocolo especial, al tenerse que evitar cualquier tipo de tranquilizante derivado de la fenotiazina, por ser una droga potencialmente epileptogénica4,6,19,26. En su lugar se suele usar diazepam que actúa como un agente preanestésico anticonvulsivante, efectivo para hacer frente a las complicaciones postmielográ fi c a s6,9,19,25. Burk 6 refiere otro método que se puede usar para reducir la incidencia de ataques convulsivos, y que consiste en inducir una solución que potencie la diuresis antes, durante y después del procedimiento, con el fin de promover el aclaramiento del LCR. En cuanto a la inducción y mantenimiento de la anestesia, Roberts y Selcer19 hacen referencia a un trabajo publicado por Gray et al. en 1987, donde se demuestra una significativa reducción de los episodios convulsivos postmielográficos, cuando se utilizaba pentobarbital como premedicación (inducción) junto a un mantenimiento a base de metoxi flurano, no obteniéndose los mismos buenos resultados en aquellos animales en los que se empleó halotano. Otro aspecto a tener en cuenta es la hidratación del animal, ya que la administración adecuada de fluidos isotónicos a través de un catéter intravenoso, minimizará los efectos neurotóxicos del agente de contraste19. La técnica para realizar este procedimiento va a depender del lugar que se seleccione para inyectar el medio de contraste, es decir, el área cervical o el área lumbar, siendo el sitio elegido, en ambos casos, rasurado y preparado asépticamente. Según Sande20, el lugar para la punción se debería seleccionar basándose en los signos neurológicos y en el nivel en que se sospecha que está la lesión. Sin embargo, para Roberts y Selcer19 la elección estaría determinada, además de por la localización de la lesión, por la preferencia del especialista y, fundamentalmente, por la disponibilidad o no de fluoroscopia/intensificación de imagen. En opinión de estos autores, cuando es posible la visualización de la columna mediante intensificación de imagen, todos los mielogramas (cervical, toracolumbar o cervicotoracolumbar) pueden ser realizados satisfactoriamente a partir de una punción lumbar. Si, por el contrario, no se dispone de un sistema de fluoroscopia, el lugar de la punción vendría determinado por el tamaño del paciente19: — Perros pequeños (menos de 25 kg): punción lumbar (L5-L6) para obtener todos los mielogramas. — Perros grandes (más de 25 kg): punción lumbar en L5-L6 (en L4-L5 para el Pastor alemán y otras razas de gran tamaño) para mielogramas toracolumbares y punción en cisterna magna para conseguir mielografías cervicales y cervico toracolumbares. CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) Sin embargo, autores como Burk7 y Sande20 opinan que sea cual fuere el lugar de la punción, en aquellos casos en los que no se pueda definir la lesión, debido a una obstrucción de flujo del LCR (que contiene el material de contraste), no se ha de vacilar a la hora de realizar una nueva mielografía desde el otro sitio alternativo, introduciendo así el contraste en dirección opuesta, para tratar de definir el área o sección de la médula que ha sufrido la alteración patológica. La técnica de punción en cisterna magna se puede realizar con el paciente en décubito lateral o esternal, pero con el cuello flexionado y la cabeza ligeramente levantada. En esta posición, la aguja espinal (1,5 pulgadas y 22 gauge), es insertada, con el bisel dirigido caudalmente, en el centro de un triángulo imaginario formado por la protuberancia externa del occipital y las alas del atlas (la misma referencia anatómica que para la extracción de LCR)19. La aguja se introduce lentamente hasta atravesar el ligamento flavum y el aspecto dorsal de la duramadre, hechos que se perciben al oír un chasquido peculiar19-20. En ese momento se debe extraer el fiador para apreciar la salida de LCR (fig. 2) y, a continuación se inyectará el agente de contraste. Si se utiliza iohexol a la concentración de 300 mg I/ml, Roberts y Selcer19 recomiendan usar 0,30 ml/kg para obtener mielogramas cervicales y toracolumbares, y 0,45 ml/kg para mielogramas cervicotoracolumbares. La técnica de punción lumbar suele realizarse en décubito lateral. Tras pre- Fig. 2.— En la fotografía se aprecia el momento en el que salen las primeras gotas de LCR. parar asépticamente la zona, se identifica el borde dorsocaudal de la apófisis espinosa de L6, que es el primer proceso, craneal a las alas del ileon, que se puede palpar con facilidad. La aguja espinal (2,5 pulgadas y 22 gauge) se introduce justo al lado de la línea media que marca este punto de referencia, deslizándola a continuación craneoventralmente con un ángulo de 30° a 60°19. Habitualmente es necesario cambiar varias veces la trayectoria de la aguja antes de encontrar el espacio inte rarcuato, y flexionar la columna para facilitar su entrada en el canal vertebral. Cuando el bisel penetra en el aspecto dorsal de la duramadre, se suele producir un tirón brusco de la musculatura del rabo o de los miembros posteriores. Entonces la aguja se termina de introducir lentamente hasta alcanzar el suelo del canal vertebral. En este momento se extrae el fiador y se chequea la salida de LCR. Si no fluye líquido, se retrae ligeramente la aguja hasta conseguirlo, lo que puede ser necesario en razas grandes, con lo que además se suele evitar la salida de contraste al espacio extradural. Para facilitar un aumento de flujo de LCR se puede recurrir a comprimir las venas yugulares. A continuación se inyecta lentamente el medio de contraste, cuya cantidad a introducir dependerá de la región que se quiera alcanzar con el mielograma. De esta manera, para obtener una mielografía cervical, habrá que usar 0,45 ml/kg, mientras que para un examen toracolumbar, sólo serán necesarios 0,30 ml/kg.19 La interpretación de un mielograma requiere como primer paso valorar su calidad técnica, que se refiere, ade- CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) más de al procedimiento radiológico, a la inyección misma del agente de contraste, que cuando se sale de forma accidental al espacio extradural hace difícil la visualización del espacio subaracnoideo y con ello impide la interpretación adecuada de la mielografía6. Un mielograma normal se caracterizará por discretas y finas columnas que forma el medio de contraste, y que discurren casi paralelas hasta llegar a la región de la cauda equina, donde se terminan uniendo para formar el saco dural (fig. 3). En la mayoría de los casos, estas dos finas columnas que representan el espacio subaracnoideo, que es en definitiva el área que visualizamos, se aproximan a los márgenes del canal vertebral. Por otro lado, el diámetro de la médula espinal no suele ser uniforme, por lo que la mielografía pone de manifiesto un ensanchamiento normal del área cervical caudal - torácico craneal y lumbar caudal como consecuencia de las intumescencias braquial y lumbosacra. En algunos pequeños animales el espacio subaracnoideo ventral del área toracolumbar puede ser más fino que el dorsal, y éste último, en todos los perros en general es notablemente más ancho en el nivel atlantoaxial. También existen peculiaridades del mielograma ligadas a la raza, tales como la terminación del saco dural, que en razas grandes de perros se sitúa más cranealmente que en las razas pequeñas o enanas19. Un mielograma anormal nos mostrará alteraciones del espacio subaracnoideo y de la médula espinal19. Por ello, las radiografías de contraste pueden determinar la localización de la lesión Fig. 3.— Mielograma normal. Las finas columnas de contraste discurren paralelas hasta formar el saco dural. relativa a la duramadre (extradural, intradural) y a la médula espinal (intramedular). Los tres patrones mielográficos que pueden caracterizar una lesión medular son: extradural, intradural-extramedular, e intramedu lar4,6,19. Las lesiones intramedulares están localizadas en el parénquima medular. Esta lesión está representada por un ensanchamiento de la médula espinal, con la consiguiente desviación de los espacios subaracnoideos junto con un estrechamiento de los mismos en ambas vistas19. Las lesiones intradurales-extramedulares están localizadas en el espacio subaracnoideo, pero fuera de la médula espinal 19. Este patrón o modelo mielográfico se caracteriza por el denominado defecto de llenado del espacio subaracnoideo y el signo de golf tee que lo constituye la forma divergente típica que adopta la columna de contraste al ir ésta atenuándose a medida que va rodeando el espacio intradural ocupado por la lesión6,19. Las lesiones extradurales involucran a los tejidos que existen fuera de la duramadre, desplazando el espacio subaracnoideo y la médula espinal en el área contigua a la lesión. Dependiendo de la magnitud de la compresión, el espacio subaracnoideo en esa zona puede apreciarse con un trazo sumamente fino o incluso desaparecer al no pasar agente de contraste (figs. 4 y 5). El grado y la dirección de la desviación de la columna de contraste se ven mejor sobre la vista radiográfica que es tangencial a la lesión. La vista opuesta (90°) mostrará con frecuencia un ensanchamiento del segmento medular afectado (fig. 6), CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) con desplazamiento lateral y/o estrechamiento de los espacios subaracnoideos19. La causa más común de lesión extradural en perros es la enfermedad discal intervertebral19. Habitualmente, la compresión en estos casos se produce sobre la línea media ventral, aunque en ocasiones el material discal se localiza en el área extradural ventrolateral, lo que da lugar a una imagen mielográfica característica en la que la lesión es definida sobre una proyección lateral con una doble línea de contraste6 (fig. 7). Si el material discal se sitúa lateralmente, tendremos una lesión extradural lateral (poco frecuente) que resultará en una compresión de la médula espinal por el lado izquierdo o derecho6 (figs. 8A y 8B). En algunos casos, una compresión severa puede hacer desaparecer la columna de contraste sobre el área de la lesión y, si además se laceran los senos venosos, se produciría una hemorragia extradural que podría dificultar la exacta localización del material discal6. En raras ocasiones este material discal puede ser expulsado de forma explosiva, produciendo una lesión intramedular que originaría con probabilidad una mielomalacia ascendente/descendente6. Esta última circunstancia se traduciría desde un punto de vista mielográfico, inicialmente, en una imagen de edema de la médula y, más tarde, en otra imagen difusa que reflejaría la mezcla del agente de contraste con la substancia del parénquima medular, que habría sufrido previamente una licuefacción6. Este hecho se visualizaría en un mielograma, al difundirse el medio de contraste por el interior de la médula espinal3. Fig. 4.— Lesión extradural. Mielograma obtenido en el caso de un tumor vertebral. Fig. 5.— Lesión extradural. Mielograma obtenido en el caso de una hernia de disco. Los cuidados postmielográficos han de estar dirigidos a minimizar los efectos neurotóxicos del agente de contraste empleado sobre el paciente19. Para Roberts y Selcer19, ciertas precauciones, tomadas antes y durante el acto de la mielografía, pueden reducir de forma significativa las complicaciones potenciales que esta técnica puede generar. Entre los procedimientos rutinarios cabe destacar la elevación de la cabeza del paciente, mantenimiento de una hidratación normal mediante fluidoterapia durante la recuperación y una monitorización continua que permita poner en evidencia fasciculaciones de músculos y convulsiones parciales o generalizadas19. Para Adams y Stowater1, el riesgo de ataques convulsivos se incrementa en aquellos pacientes que reciben grandes dosis de sustancia de contraste o en los que se ha practicado la punción en la cisterna magna o cerebelomedular. En estos casos, en los que hay convulsiones, el animal ha de ser tratado inmediatamente con drogas con efecto anticonvulsivante, tales como el diazepam, que para este CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) Fig. 7.— Lesión extradural ventrolateral. En el mielograma se aprecia cómo se desdobla la columna de constraste ventral. Fig. 6.— Lesión extradural ventral. En la proyeccion ventro-dorsal se aprecia un ensanchamiento de la doble columna de constraste. fin se emplearía de forma intravenosa, a dosis de 0,2 a 0,4 mg/kg, aplicada en intervalos de 10 a 30 minutos, pero sin exceder una dosis total de 20 mg en animales de pequeño tamaño y 40 mg en perros grandes19. Si los ataques fuesen refractarios al diazepam, se podría emplear fenobarbital, vía intravenosa, a dosis de 2 a 4 mg/kg19. Sin embargo, todas estas complicaciones postmielográficas, según autores como Widmer y Blevins26, podrían evitarse total o parcialmente si se extrajese el agente de contraste tras el mielograma. En cualquiera de los casos, la introducción en el mercado de las nuevas substancias no-iónicas (iopamidol e iohexol) ha reducido notablemente todos los efectos neurotóxicos derivados de las mielografías19. OTROS PROCEDIMIENTOS: TAC Y RM Actualmente hay técnicas de diagnóstico por imagen más sofisticadas que la radiología convencional, y que empiezan a estar al alcance de la medicina veterinaria, como son la tomografía axial computerizada (TAC) y la resonancia magnética (RM)20 (fig. 9). La tomografía axial computerizada (TAC) es definida por Hathcock y Stickle11 como el procedimiento por el cual obtenemos imágenes de secciones transversas, usando para ello rayos X y computadoras. Con esta modalidad los planos o secciones de detalles anatómicos no deseados son totalmente excluidos, reconstruyendo tan sólo los planos de interés, para lo que se utiliza un complejo proceso matemático mediante ordenador. Estos cortes axiales o transversos son obtenidos al girar un tubo de rayos X alrededor del paciente. Durante ese proceso, unos detectores situados en el punto opuesto al tubo de rayos X, sobre un arco de 180º, registrarían la cantidad de radiación que penetra a través del cuerpo del animal. La intensidad de la radiación detectada se almacenaría en forma digital, para ser luego trasladada y representada como impulsos luminosos (pixel/voxel) sobre un tubo de rayos catódicos20. El uso de la TAC como procedimiento de diagnóstico CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) por imagen en enfermedades espinales, ha de ser complementario, y su información adicional a la obtenida por un examen radiográfico convencional10,22 . Para conseguir buenos resultados es necesario haber localizado previamente la lesión, mediante un examen neurológico y las correspondientes radiografías espinales22. Stickle y Hathcock22 recomiendan realizar primero un mielograma con proyecciones radiográficas estándar e, inmediatamente después, la TAC si ésta está indicada. La buena calidad de las imágenes que se obtienen logra a veces poner de manifiesto columnas de contraste muy finas, que habitualmente no se ven con radiografías convencionales, lo que nos permite usar esta técnica para definir la lateralización de algunas lesiones, cuando fracasan en ello los procedimientos diagnósticos ordinarios22. Para realizar la TAC se ha de colocar al paciente, bajo anestesia, en decúbito esternal, tratando de conseguir que el plano que atraviesa el primer área de interés sea lo más próximo a la perpendicular del eje axial del canal vertebral. Para Stickle y Hathcock22, la exploración o scan de la columna requiere que se incluya al menos un espacio inter vertebral craneal y otro caudal a ese primer lugar de interés. El espesor de los cortes debe ser de 1,5 mm si la lesión está bien localizada, y de 3 mm si no lo está. La necesidad de realizar un mielograma con la TAC, para poder definir bien las mielopatías compresivas, obliga a utilizar una ventana para hueso (level 420, width 1.500), que ofrece una Fig. 8.— Lesiones extradurales laterales. A. Proyección ventrodorsal del área cervical. B. Proyección ventrodorsal del área lumbar. Fig. 9.— La fotografía muestra el momento en el que se va a practicar una resonancia magnética a un per ro. CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) imagen bastante obscura y de alto contraste22. Sin embargo, es precisamente sobre el propio hueso donde esta modalidad de diagnóstico por imagen muestra su mayor contribución, al poder definir con bastante exactitud aquellos cambios o transformaciones del tejido óseo en el transcurso de diferentes patologías20. Es por ello por lo que otra modalidad de diagnóstico por imagen más actual, como es la resonancia magnética, al tener un extraordinario potencial para la visualización de los tejidos blandos resulta una técnica más adecuada para el diagnóstico de ciertas enfermedades espinales (hernias discales, tumores medulares o accidentes vasculares)20. La resonancia magnética (RM), según Sande20, ha aumentado nuestras posibilidades de estudiar en vivo tanto la anatomía del cerebro y la médula espinal, como las alteraciones patológicas que pueden sufrir. La RM ha sido utilizada durante muchos años por los químicos, antes de la adopción para su uso en medicina humana como técnica de diagnóstico, donde los protocolos para las imágenes espinales han sido ya totalmente establecidos. Pese a ser una técnica altamente sofisticada, en la actualidad, también algunas instituciones veterinarias han incorporado la RM a los sistemas de diagnóstico clínico, principalmente con el fin de estudiar las patologías del sistema nervioso central en el perro20. Para Shores21, la RM consta básicamente de un imán, una bobina y una computadora. El imán se encuentra alojado dentro de una cubierta metálica, que está llena de helio líquido, y rodeando el gantry (dispositivo circular por el que se introduce al paciente). La refrigeración especial permite al electroimán establecer un campo magnético sin resistencia virtual (un mínimo de 17.000 veces la fuerza de la gravedad terrestre). Una bobina de cobre (antena) se sitúa dentro del gantry, paralela al campo magnético ex te rno, y rodeando la región de la que se va a obtener la imagen. Su función es detectar las señales de radiofrecuencia que producen los cambios en el campo magnético del animal. A través de la terminal de la computador, el programador fijará los parámetros para el estudio de la imagen, formulando y transmitiendo instrucciones con el fin de producir una secuencia de impulsos de radiofrecuencia dirigidos al área de interés, y analizar los datos mostrados para generar esta imagen21. La RM permite la obtención de imágenes (en T1weighted y T2-weighted) de una región anatómica en uno o varios planos, que puede ser sagital, transverso (axial) o dorsal (coronal). Aunque en un principio se piense que la interpretación de estas imágenes pudiera requerir de grandes conocimientos sobre los fundamentos físicos en los que se basa esta modalidad de diagnóstico, Sande opina que la similitud entre la estructura tisular de los animales y la humana es tal, que cualquiera familiarizado con esta tecnología podría proporcionar una interpretación adecuada80. La RM en medicina veterinaria está fundamentalmente aplicada al estudio e identificación de determinadas patologías intracraneales, tales como anomalías estructurales, infartaciones, hemor ragias cerebrales o neoplasias, aunque también resulta sumamente útil para el diagnóstico de algunas enfermedades espinales (fig. 10), cuando fracasan los procedimientos radiográficos convencionales, al poder identificar y diferenciar estructuras como el parénquima medular, el espacio subaracnoideo, la g rasa epidural o los discos intervertebrales, sin para ello tener necesidad de usar ningún tipo de agente de contraste21. La preparación del animal exige, como en los procedimientos anteriores, el uso de anestesia. La elección del agente anestésico requiere, según Shores21, ciertas con- CAPÍTULO II DIAGNÓSTICO POR IMAGEN DE LAS ENFERMEDADES ESPINALES ENFERMEDADES ESPINALES (I) sideraciones, que incluyen la disponibilidad o no de una máquina de gases en el centro donde se realiza la prueba (en medicina humana no suele ser necesario su uso); la seguridad del agente anestésico elegido, al utilizarlo en animales con enfermedad del sistema nervioso central; la necesidad de disponer cerca de un monitor para vigilar la anestesia durante todo el proceso y la capacidad del anestésico para inhibir cualquier respuesta del animal frente a los sonidos que se generan durante el procedimiento. Entre los agentes anestésicos empleados para este fin está el propofol, que ha sido introducido en medicina veterinaria hace algunos años y que ofrece ventajas importantes, como son un efecto de corta duración, administración en bolo o mediante infusión intravenosa continua, y seguridad en animales con alguna patología del sistema nervioso central. Shores, hasta 1993, había usado este producto en más de 75 animales sometidos a RM, sin haber tenido serias complicaciones. Otras opciones adicionales incluyen la combinación de ketamina/diazepam, el uso de pento barbital, o la utilización de un anestési- Fig. 10.— Corte axial de RM que muestra la imagen de un tumor espinal intraparenquimatoso. co de inhalación como el isoflurano. Tras anestesiar al paciente, éste es colocado habitualmente en decúbito ventral, tratando de conseguir la máxima simetría posible, lo que ayudará a interpretar correctamente las imágenes que se obtengan. A continuación, se desliza al animal dentro del gantry, introduciendo primero su cabeza. A partir de este momento, y una vez identificada la región que ha de ser objeto del estudio (mediante un BIBLIOGRAFíA 1. Adams WM, Stowater JL. Complications of Metrizamide Myelography in the Dog: A Summary of 107 Clinical Case Histories.Vet. Radiol, 22: 27-34, 1981. 2. Allan GS, Wood AK W. Iohexol Myelography in the Dog, Vet Radiol, 29: 78-82, 1988. 3. Barber DL, Oliver JE, Mayhew IG. Neuroradiography. In Oliver, J E; Hoerlein, B F; Mayhew, I G (ed): Veterinary Neurology, Philadelphia, WB Saunders Co, 65-110, 1987. 4. Brawner WR. Neuroradiology. In Slatter, D. H. (ed): Textbook of Small Animal Surgery, second edition, Philadelphia, WB Saunders Co, 1.008-1022, 1993. 5. Brawner WR, Braund KG, Shores A. Radiographic Evaluation of Dogs and Cats with Acute Spinal Cord Trauma, Vet Med, 85: 703-723, 1990. 6. Burk RL. 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TOMÁS FERNÁNDEZ GONZÁLEZ Centro Médico Veterinario C/ Delicias, 35 - 28045 Madrid E L análisis del líquido cerebroespinal o cefalorraquídeo puede ser muy útil a la hora de investigar una enfermedad de la médula espinal. Las neoplasias, inflamaciones y compresiones medulares muestran a menudo importantes alteraciones del LCR1-2. CAPÍTULO III DIAGNÓSTICO LABORAL: ANÁLISIS DE LCR ENFERMEDADES ESPINALES (I) ANÁLISIS DE LCR E E STE líquido o fluido es obtenido, la mayor parte de las veces, de la cisterna cerebelomedular o magna, (fig. 1) pero también puede ser recogido del espacio subaracnoideo en la región lumbar, entre L4 y L5 ó L5 y L62-3. La elección del lugar debería venir determinada por la localización de la lesión en la médula espinal, ya que el LCR obtenido de una punción lumbar presentará más anomalías si estamos ante una enfermedad focal toracolumbar, que, en es te caso, el líquido extraído de la cisterna magna. Pero pese a esta circunstancia, hay autores4 que, por una cuestión eminentemente práctica (es más fácil y se consigue más volumen de líquido), prefieren realizar la punción en la cisterna magna, aunque en determinadas lesiones focales toracolumbares tengan que practicar una segunda punción lumbar para realizar la mielografía. Estos autores proponen en estos casos comparar los líquidos obtenidos de ambas punciones. La técnica de punción en la cisterna magna se basa en la percepción de ciertos detalles anatómicos que permitan realizar este procedimiento con precisión y seguridad. Consiste en imaginar un triángulo cuyos vértices estarían formados por la protuberancia del occipital y los extremos de las alas del atlas2. Una vez rasurada y desinfectada la zona, se insertaría una aguja espinal (22 gauge) en el centro de dicho triángulo. Cuando se piensa que el bisel de la aguja ha entrado en el espacio subaracnoideo se va retirando el fiador, hasta ver aparecer LCR. Durante la búsqueda del lugar adecuado se puede tocar hueso (el occipital o el arco dorsal de C1), lo que obligaría a cambiar la aguja de dirección. Estos cambios de trayectoria es conveniente realizarlos con el fiador perfectamente insertado, sobre todo cuando la aguja se desplaza hacia dentro. La cantidad de LCR que se aconseja extraer es de 1 ml por cada 5 kg de peso, aunque Chrisman2 opina que la mayor parte de los tests pueden realizarse con 1 ó 2 ml. Para autores como Cook y DeNicola4, de 0,75 a 2 ml bastarían para un examen celular y de proteínas. Los parámetros que se pueden valorar en un análisis de LCR son básicamente la presión, el color, la turbidez, el índice de refracción, el resultado de las tiras reactivas de orina, el test de Pandy, la determinación exacta de proteínas mediante un espectrofotómetro y el número total y tipo de células (tabla I). Fig. 1.— Obtención de líquido cefalorraquídeo mediante una punción en cisterna magna. CAPÍTULO III DIAGNÓSTICO LABORAL: ANÁLISIS DE LCR ENFERMEDADES ESPINALES (I) La presión del LCR ha de ser menor a 170 mm en perros, y una elevación de la misma se puede deber a masas que ocupan el espacio subaracnoideo, tales como neoplasias, hemorragias (por posibles hernias discales), abcesos y edema cerebral 2. El color y la turbidez pueden evaluarse fácilmente. El LCR ha de ser transparente y claro. Una coloración amarillenta o xantocrómica del mismo indicaría una hemorragia antigua que podría ser identificada como una secuela de un traumatismo, trastornos vasculares o infecciones. Una turbidez estaría asociada fundamentalmente a infecciones bacterianas y, por último, una coloración rosa o roja suele deberse a la contaminación del LCR con sangre, al realizar la técnica de punción2. El índice de refracción del LCR se determina con un refractómetro, siendo en el perro el valor normal de 1,3347 a 1,3350. Este índice se eleva habitualmente cuando aumenta el número de células y de proteínas2-3. Las tiras reactivas de orina nos ofrecen parámetros interesantes, susceptibles de alteraciones en enfermedades espinales, tales como el pH, cuyo valor normal es 8 ± 1; la glucosa, de la que deben aparecer trazas o +; las proteínas, de las que tan sólo se suelen detectar trazas a 30 mg/dl, y, finalmente, la ausencia (normal) o no de sangre2. El test de Pandy constituye otra prueba para obtener una simple medida cualitativa de las proteínas. Al mezclar unas gotas de LCR en 1 ml de solución de Pandy (a base de cristales de ácido carbólico), no debe haber turbi- TABLA I Nos muestra los valores normale de los parámetros que usualmente se miden en el líquido cefalorraquídeo Parámetro Valor normal Presión Menos de 170 mm Color Transparente Indice refracción 1,3347 a 1,3350 Tira reactiva orina PH Glucosa Proteínas Sangre Proteínas (espec.) 10 a 25 mg/dl (cisterna) Recuento celular Menos de 8/microlitro Tipo de célula Monocitos y pequeños linfocitos = = = = 8 trazas o + trazas a 30 negativo dez alguna. Sin embargo, si las proteínas están aumentadas la solución se enturbiará2,3. Para una determinación más exacta de las proteínas será necesario el uso de un espectrofotómetro y, si están aumentadas, es conveniente obtener las diferentes fracciones por electroforesis2. Los perros con una compresión medular tienen las proteínas del LCR elevadas, pero especialmente la fracción de las alfa globulinas, teniendo sin embargo normales o disminuidos los valores de las beta o gammaglobulinas. En estos casos también suele haber un aumento de la cuota de albúmina3. El recuento total de células en el LCR se obtiene con un hemocitómetro2-3. En el perro, lo normal es encontrar menos de 6 leucocitos por microlitro de fluido y ningún eritrocito3. Sin embargo, son relativamente frecuentes las contaminaciones asociadas al trauma de la punción, lo que repercutiría en un aumento considerable de eritroci- CAPÍTULO III DIAGNÓSTICO LABORAL: ANÁLISIS DE LCR ENFERMEDADES ESPINALES (I) tos (1 a 5.000 por microlitro) y leucocitos (1 por cada 500 eritrocitos). En estos casos en los que existe un aumento celular importante, podría deducirse un significado patológico cuando el número de leucocitos respecto al de eritrocitos es superior al valor normal 3. Para estudiar el tipo de células que hay en el LCR (fig. 2), se necesita disponer de un sistema de filtro millipore especial para células o construir una cámara de sedimentación a partir de un simple tubo de laboratorio al que se le cortará la base, sellándolo a continuación con parafina, sobre un portaobjetos. Pero, sin duda, el mejor sistema de obtener una concentración celular excelente es mediante el uso de una citocentrífuga, aunque sea una técnica sumamente cara que no está al alcance de la mayor parte de los veterinarios2-3. En aquellos casos en los que existe un trauma o una compresión medular como consecuencia de la enfermedad degenerativa discal o bien de una neoplasia, es normal encontrar una ligera Fig. 2.— Citología de LCR que sugiere una meningoencefalitis (fotografía cedida por el Departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona). o moderada pleocitosis en el LCR, consistente en una población mixta de linfocitos, monocitos, macrófagos, neutrófilos y posiblemente algunos eosinófilos y células plasmáticas. Sin embargo, de toda esta población los neutrófilos constituyen el dato más significativo cuando se trata de una enfermedad discal, donde podemos encontrar una neutrofilia de un 10% a un 50% (algo menos de 20 células por microlitro)3. BIBLIOGRAFíA 1. Chrisman CL. Cerebrospinal Fluid E valuation. In Kirk, R W, (ed): Current Veterinary Therapy VIII, Philadelphia, W B Saunders Co, 676681, 1983. 2. Chrisman CL. 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En este capítulo intentaremos explicar cuáles son los métodos de electrodiagnóstico que pueden ser útiles en el diagnóstico de enfermedades medulares, ofreciendo información sobre sus bases anatómicas y fisiológicas, la instrumentación necesaria, cómo se obtienen los resultados y cómo se interpretan. L CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO ENFERMEDADES ESPINALES (I) TIPOS DE PRUEBAS ELECTRODIAGNÓSTICAS métodos de exploración electrodiagnóstica a los que nos vamos a referir son la electro miografía (EMG), los estudios de velocidad de conducción nerviosa (VCN) y los potenciales evoca dos somatosensoriales (PES). La EMG puede aplicarse en la localización de mielopatías transversas y en la eliminación de la lista de diagnósticos diferenciales de neuropatías y miopatías, cuyos signos clínicos pueden, a veces, confundirse con los de las mielopatías. En este capítulo la estudiaremos con detalle. Los estudios de VCN tienen su principal campo de aplicación en el diagnóstico de las neuropatías, por lo que nos referiremos a ellos de manera más somera, aunque también pueden ser útiles para eliminar diagnósticos diferenciales. Los PES proporcionan información sobre el estado funcional de las vías sensitivas de la médula espinal, utilizándose tanto para el diagnóstico de enfermedades medulares como para, en medicina humana, la monitorización de procedimientos quirúrgicos. LL OS BASES FISIOLÓGICAS DEL ELECTRODIAGNÓSTICO El fundamento de la actividad eléctrica celular se deriva de la permeabilidad selectiva de la membrana celular a iones de diferentes cargas y tamaños, y a la distribución de dichos iones entre CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO el exterior y el interior celular. Las membranas de las células excitables separan líquidos intracelulares y extracelulares de diferente composición, que contienen moléculas cargadas eléctricamente de forma que el interior de la célula tiene una carga de unos 70-90 mV más negativa que el exterior. Este gradiente eléctrico se denomina potencial de membrana2-3. El potencial de membrana se mantiene gracias a la presencia de diferentes tipos de iones, de los cuales los mas importantes son Na+, K+ y Cl–. En las células excitables musculares y nerviosas la permeabilidad de la membrana para el sodio y el potasio varía dependiendo del voltaje de la membrana, mientras que la permeabilidad para el cloro permanece relativamente constante3. Estas características son las responsables de la excitabilidad de membrana y de la capacidad de producción de potenciales de acción, que son cambios rápidos tanto en la permeabilidad como en el potencial de membrana. Al aplicar un estímulo determinado a una célula excitable, el potencial de membrana se depolariza y posteriormente se recupera (repolarizacion)2. Esto ocurre por la entrada de sodio y la salida de potasio de la célula debido a las alteraciones en la permeabilidad de la membrana2. Estos potenciales de acción tienen la propiedad de propagarse de una célula a otra2. Las amplitudes de los potenciales de acción son muy pequeñas y difíciles de registrar si el electrodo no está muy cerca de la célula (de hecho, debería estar en la membrana celular3). Por tanto, en los procedimientos electrodiagnósticos se registran los acontecimientos eléctricos en un gran número de células, con electrodos situados fuera de las células. Los cambios de voltaje, por tanto, ocurren en el líquido extracelular aunque se originan en las membranas3. Cuando muchas células excitables se activan simultáneamente se origina un potencial de acción compuesto2. Su amplitud depende del número de células participantes y de sus amplitudes, mientras que la duración depende de su sincronía, es decir, células iguales que descargan simultáneamente producen potenciales de corta duración, mientras que si lo hacen de forma asincrónica, la duración será mayor2. ENFERMEDADES ESPINALES (I) ELECTROMIOGRAFÍA La electromiografía es un método de diagnóstico que estudia la actividad eléctrica del músculo. Las alteraciones electromiográficas implican lesiones en la unidad motora, es decir, el músculo y el nervio periférico que lo inerva. Instrumentación Los instrumentos necesarios para realizar una electromiografía son un amplificador, electrodos de aguja y un monitor que muestre las señales eléctricas. En el caso de la electromiografía, la actividad eléctrica puede visualizarse en el monitor o bien puede oirse a través de altavoces. Además, los aparatos de EMG llevan un sistema de i mp resión que permite guardar en papel los registros obtenidos. Debido a que las señales eléctricas del músculo son muy pequeñas es necesario amplificarlas para que puedan verse en el monitor. Los amplificadores diferenciales básicamente captan la actividad de dos electrodos (activo y de referencia), atenuando la actividad común y registrando la diferencia de actividad eléctrica entre los dos2. Es importante asegurarse de que las características de frecuencia del amplificador sean las adecuadas, de forma que la amplificación tenga lugar sin distorsiones. Para la EMG, el filtro máximo debe ser de 10 kHz y el mínimo de 2 a 20 Hz3. Evidentemente, los aparatos de EMG que existen en el mercado cumplen con estos requisitos (fig. 1). La elección de los electrodos es esencial para obtener buenos registros. En medicina veterinaria no suelen emplearse los electrodos de superficie por su difícil aplicación2, sino los electrodos de aguja. Existen tres tipos de electrodos de agujas. Los electrodos monopolares consisten en una aguja metálica aislada en su totalidad, excepto en la punta. Para usar este tipo de electrodo es necesario emplear otra aguja sin recubrimiento como referencia. En los electrodos concéntricos, el electrodo activo se encuentra dentro de la aguja y aislado de la misma, que sirve como referencia (fig. 2). De es ta manera, el electrodo de registro está protegido por la aguja del ruido electromagnético y la referencia permanece a una distancia uniforme del electrodo de registro3. Los electrodos bipolares tienen tanto el electrodo activo como el de referencia dentro de la aguja. El uso de uno u otro depende de la preferencia de cada uno, pero debe tenerse en cuenta a la hora de interpretar los resultados, ya que se producen pequeñas diferencias en los registros obtenidos 3. Procedimiento Para obtener resultados óptimos del examen electromiográfico el animal debe someterse a una anestesia general con el fin de evitar la actividad refleja3. Siempre Fig. 1.— Imagen del aparato usado en nuestro hospital para realizar las diferentes pruebas electrodiagnósticas. CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO ENFERMEDADES ESPINALES (I) deben usarse agujas estériles. El animal se coloca en la posición más conveniente para el examinador y se procede a insertar el electrodo de aguja en el músculo que se va a examinar (fig. 3). La elección del músculo depende de la exploración neurológica previamente efectuada. En el caso de sospecha de enfermedades medulares, la aguja se inserta en la musculatura paravertebral próxima al lugar de la lesión1. Evaluación Fig. 2.— Electrodo concéntrico para electromiografía. Al insertar o mover la aguja en un músculo normal se produce una actividad eléctrica denominada potencial de inserción2-3,5, que cesa cuando deja de moverse la aguja. La duración de este potencial varía entre 10 y 30 m/seg y su amplitud oscila entre 50 y 500 µV 5. Parece que esta actividad de inserción se debe a la irritación mecánica que produce el electrodo y a la consiguiente depolarización de las fibras musculares2-3,5. Cuando el potencial de inserción tiene una duración demasiado prolongada, la fibra muscular está en un estado hiperirritable, normalmente asociado a algún estado patológico. En ocasiones, si se inserta la aguja cerca del punto motor (zona de la fibra muscular con una gran concentración de placas terminales), pueden originarse potenciales miniatura de placa terminal que pueden confundirse con actividad de inserción anormal 3,5. Cuando se deja el electrodo de aguja fijo en una posición en un músculo normal, los potenciales de inserción deben cesar. En animales aneste- Fig. 3.— Animal anestesiado y con los electrodos colocados para realizar la EMG. CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO siados se produce un periodo de silencio eléctrico en el que sólo se aprecia el ruido de fondo del electromiógrafo, apareciendo una línea plana en la pantalla. En este periodo debemos identificar cualquier tipo de actividad, denominada actividad en reposo. Esta actividad ayuda a diferenciar un músculo normal de uno que presente alguna patología. Como ya se ha dicho, el músculo normal no tiene ningún tipo de actividad en reposo2-3,5, si el animal está bajo los efectos de la anestesia general. Las fibras musculares lesionadas o denervadas presentan diferentes patrones de actividad eléctrica que se manifiestan mejor durante esta fase, como diferentes tipos de ENFERMEDADES ESPINALES (I) ondas. Estas ondas se clasifican en cuatro tipos: potenciales de fibrilación, ondas agudas positivas, potenciales miotónicos y descargas raras de alta frecuencia. Los potenciales de fibrilación constituyen la anomalía más frecuente3. Son potenciales espontáneos breves, bifásicos o trifásicos, de 0,5-3 mseg de duración y 50-350 µV de amplitud, según los diferentes autores5,23 (fig. 4). A través de los altavoces puede oirse un sonido parecido al de unos huevos friéndose o al del papel de celofán cuando se arruga. Aparecen en fibras musculares enfermas por patologías neurogénicas (denervación) o por enfermedades musculares primarias (polimiositis, distrofias musculares)2-3,5. Su orígen parece hallarse en fibras musculares hipersensibles que descargan espontáneamente debido a la inestabilidad de sus membranas3,5. Estos potenciales no aparecen en neuropatías por desmielinización. Las ondas agudas positivas aparecen también en fibras musculares denervadas (neuropatías) y en ciertas enfermedades musculares2-3,5 (fig. 5). Son ondas que presentan una fase inicial positiva (hacia abajo) seguida de una fase más corta negativa (hacia arriba)2-3,5. La amplitud de estas ondas varía de 50 a 4000 µV5, apareciendo a veces como trenes de ondas (250/seg)5 con un sonido semejante al de un coche de carreras. Su orígen es desconocido, aunque señalan una lesión de la unidad motora a la que pertenece el músculo que se evalúa, de forma que puede localizarse la lesión en raíces nerviosas, nervios periféricos o grupos musculares específicos 5. CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO Fig. 4.— Reproducción de un trazado osciloscópico en el que se aprecian varios potenciales de fibrilación (flecha). Fig. 5.— Trazado osciloscópico en el que pueden observarse varias ondas agudas positivas (flecha). Los potenciales miotónicos presentan una alta frecuencia (100-200/seg) y una amplitud y ritmo que suben y bajan espontáneamente2. Aparecen como consecuencia de la actividad presináptica normal, o bien después de movimientos mecánicos del músculo o del movimiento de la aguja2. Aparecen en músculos afectados por enfermedades que alteran la permeabilidad de la membrana2. El sonido que producen es casi exactamente igual al ENFERMEDADES ESPINALES (I) de un bombardero de la Segunda Guerra Mundial en pleno ataque. Las descargas raras de alta frecuencia son potenciales polifásicos que descargan espontáneamente con una frecuencia muy alta2-3. En cada tren de ondas los potenciales presentan el mismo aspecto. Se diferencian, por tanto, de los anteriores en que su amplitud y frecuencia permanecen inalterables. Este tipo de potenciales aparece con mayor frecuencia en miopatías2-3. Mediante la EMG pueden localizarse mielopatías transversas si se encuentran potenciales de denervación (potenciales de fibrilación y ondas agudas positivas) en la musculatura paraespinal1. Estos potenciales aparecen por lesiones de las neuronas de la sustancia gris medular o de las raíces nerviosas de los nervios espinales. Por lo tanto, sólo se encuentran en los músculos inervados por las raíces o los segmentos medulares afectados. La EMG también ayuda a diagnosticar neuropatías cuyos signos clínicos pueden ser parecidos a los de ciertas mielopatías. También puede ser útil como ayuda en el diagnóstico de enfermedades lumbosacras. En este caso suelen aparecer potenciales de denervación en los músculos interóseos, gastronemios, epaxiales y caudales6. Si las anomalías aparecen sólamente en un lado, la sospecha de una lesión lateralizada es muy alta6. En casos de cojera unilateral, la aparición de anomalías en ambas extremidades ayuda a localizar la lesión en el canal vertebral6. Siempre que se encuentren potenciales de denervación en estos músculos debe CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO realizarse una exploración electromiográfica de otros grupos musculares para descartar la presencia de polineuropatías. VELOCIDAD DE CONDUCCIÓN NERVIOSA Cuando la EMG indica la existencia de una enfermedad neuromuscular debemos utilizar los estudios de conducción nerviosa para determinar si la lesión afecta al músculo en sí o bien si es tamos en presencia de una neuropatía. La única aplicación de la estimulación nerviosa en el diagnóstico de mielopatías es la eliminación, precisamente, de la existencia de una neuropatía periférica cuando los signos clínicos puedan confundirnos sobre la localización central o periférica de la lesión. La velocidad de conducción nerviosa puede medirse estimulando un nervio sensitivo (velocidad de conducción nerviosa sensitiva o VCNS) o estimulando un nervio y registrando la respuesta motora en el músculo correspondiente (velocidad de conducción nerviosa motora o VCNM). Básicamente en un estudio VCNM se escoge un nervio y se colocan los electrodos en posición. Dos de ellos, cátodo y ánodo, sirven como electrodos de estimulación y se colocan lo más cerca posible del nervio a examinar. Debe haber una separación entre ellos de unos 3 cm5. Existen referencias bibliográficas que describen la posición de los electrodos para obtener potenciales de diferentes nervios5,7-8. Un electrodo de registro se coloca en el músculo inervado por el nervio a examinar. Debe también colocarse un electrodo de referencia en el tejido subcutáneo, a poca distancia del electrodo de registro. Por último, una aguja subcutánea que sirve como tierra se coloca entre el electrodo de registro y el de estimulación. Para obtener la VCNM debe estimularse el nervio distal y proximalmente y registrar la actividad eléctrica del músculo. A continuación se activa el estimulador y se obtiene un potencial evocado (llamado onda M)5 (fig. 6). Este potencial refleja la actividad de varias unidades motoras activadas simultáneamente al alcanzar el umbral de excitación sus fibras nerviosas2. Una vez obtenido este poten- ENFERMEDADES ESPINALES (I) cial se cambian los electrodos de estimulación a la posición proximal y se vuelve a obtener el potencial evocado. Debe entonces medirse la latencia (tiempo que tarda en aparecer el potencial) de la onda M para los dos potenciales obtenidos. Su diferencia representa el tiempo de conducción en el axón entre los dos sitios de estimulación5. La VCNM se obtiene dividiendo la distancia entre los dos sitios de estimulación (en mm) por la diferencia de las latencias (en mseg)2,4-5. La VCNM será normal en casos de degeneración walleriana, aunque la amplitud del potencial estará disminuida9. Si la lesión es una desmielinización, el potencial obtenido tras la estimulación distal será normal, pero al estimular proximalmente obtendremos una onda M de menor amplitud, dispersa y con una mayor latencia. La VCNM estará por tanto disminuida9. La VCNS se obtiene de forma similar a la anterior, aunque los electrodos de estimulación se colocan de forma que se estimulen sólo las fibras sensitivas de la piel inervada por el nervio a examinar. Los electrodos de registro se colocan proximalmente en el trayecto del mismo nervio. Debe usarse también un electrodo como tierra. La disposición de los electrodos para los diferentes nervios está descrita en diferentes artículos4-5,8. La VCNS se obtiene midiendo la distancia entre el electrodo activo de estimulación (cátodo) y el electrodo activo de registro, en mm. Dividiendo esta distancia por la latencia del potencial (en mseg) obtenemos la velocidad de conducción en m/seg8. CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO Fig. 6.— Potenciales de acción compuestos musculares (ondas M), obtenidos tras la estimulación proximal y distal del nervio ciático. La línea gruesa marca dónde debe medirse la latencia. POTENCIALES EVOCADOS SOMATOSENSORIALES Los PES son actividades eléctricas producidas en neuronas, axones o sinapsis al estimular axones sensitivos en nervios periféricos o craneales1. El estímulo activa fundamentalmente las fibras aferentes de gran diámetro y conducción rápida musculares y cutáneas10. En la médula, los PES viajan a través de las columnas dorsales10. Los PES nos informan sobre la integridad de las vías sensitivas; sin embargo, la proximidad anatómica de éstas y las vías motoras hace que ambas puedan estar afectadas simultánemente en muchas patologías, por lo que puede deducirse información sobre vías motoras usando los PES1. Instrumentación Para obtener buenos resultados es preciso disponer de una gran amplificación y de un aparato capaz de promediar la señal (signal averaging), es decir, resaltar el potencial y reducir el ruido no deseado. Ello se consigue promediando muchas señales, lo que aumenta la amplitud del potencial evocado en proporción directa al núme- ENFERMEDADES ESPINALES (I) ro de señales promediadas2. También se hace necesario disponer de 4 o más canales para amplificar y promediar1. Suelen usarse electrodos de aguja para registrar los PES. La impedancia debe mantenerse por debajo de los 5 kohms1. Procedimiento Los electrodos deben colocarse lo más cerca posible del generador de la corriente. Para medir potenciales de la médula espinal o de la cauda equina la colocación ideal es en el espacio interarcual o cerca de los ligamentos interarcuales1. En la región torácica se colocan lateralmente a la base de la apófisis espinosa1. Los electrodos de referencia se colocan subcutanea y lateralmente, a unos 2-3 cm del electrodo activo1, para evitar artefactos. Para registrar PES en la superficie de la cabeza los electrodos se colocan en el tejido subcutáneo. El electrodo activo debe estar a unos 2 cm lateralmente a la línea media (en el lado contralateral al del nervio estimulado) y de 1 a 3 cm caudal a la línea intercantal1. La referencia se hace con el espacio intercantal (nasion)1. Los electrodos de estimulación también son de agujas y los pulsos deben ser rectangulares de 0,1 m/seg de duración1. El estímulo debe ser el mínimo necesario para producir una pequeña contracción del músculo inervado1,10. De esta forma se reduce el artefacto del estímulo y se evita que se propague a músculos cercanos1. La estimulación no debe hacerse demasiado proximalmente ya que el artefacto del estí- CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO mulo es muy grande y se producen respuestas de gran amplitud que dificultan la interpretación1. En perros suele estimularse el nervio tibial, inmediatamente proximal al corvejón, el nervio radial superficial, cerca del carpo, el nervio cubital dorsal y el nervio mediano1. La colocación de los diferentes electrodos puede encontrarse en las referencias proporcionadas en la bibliografía1,11. La mayor parte de las veces pueden obtenerse buenos PES en animales con sedación leve, aunque la anestesia general ayuda mucho a evitar artefactos por movimientos musculares1, haciéndose necesaria en la mayor parte de los casos para mantener quieto al animal cuando se estimula el nervio11. Evaluación Existen dos tipos fundamentales de potenciales generados al estimular un nervio: los potenciales de acción compuestos (PAC) y los potenciales de campo (PC). Los PAC proceden de los axones en nervios y sustancia blanca medular, pasan por los electrodos de registro y continúan su trayectoria1,10. También se denominan potenciales de campo cercano (near field potentials)10. Los PC son potenciales estacionarios generados por la señal lejos del lugar de registro1,10. Son el resultado de la depolarización y repolarización de grupos de neuronas en respuesta a los impulsos de las vías aferentes1. El origen de estos potenciales depende de varios factores como generadores fijos, cambios en la resistencia del volumen conductor, lugares de ramificación axonal y orientación anatómica del impulso. Sin embargo, aparecen en áreas anatómicas relativamente definidas. Aparecen en la sustancia gris medular, núcleos del tronco encefálico y en la sustancia gris cortical1. Se conocen también como potenciales de campo lejano (far field potentials)10. Una vez obtenidos los registros de los potenciales, se procede a la obtención de los datos que servirán para interpretar los resultados. Deben medirse: — Latencia de la aparición del potencial10-11: en el punto en que el trazado cambia de dirección, de positiva a negativa11. ENFERMEDADES ESPINALES (I) — Amplitud del pico del potencial10se denomina pico a la primera desviación importante positiva o negativa11. La amplitud se mide en la parte de máxima desviación. Es un parámetro muy variable 11. — Latencia del pico del potencial1011: en el punto de máxima amplitud del potencial. A veces es mas fácil de identificar que la aparición del potencial. — Latencia entre picos11: entre los picos primarios de los diferentes lugares de registro. 11: Las anomalías que pueden presentarse comprenden la ausencia de un potencial, prolongación de las latencias y atenuación marcada de la amplitud11. Al estimular un nervio se obtienen PAC proximalmente en ese mismo nervio. Si el registro se hace en la intumescencia cervical o lumbar se obtienen PC denominados potenciales del dorso medular (PDM) (del inglés, cord dorsum potentials)1. Estos potenciales son el resultado de cambios en la polaridad de algunas interneuronas en los segmentos medulares que reciben axones de los nervios estimulados1. Por tanto, su aparición indica la existencia de sustancia gris funcional en esos segmentos. Si no existen estos PDM, pero hay pequeñas ondas negativas, lo más probable es que haya muer te neuronal o pérdida de función sináptica 1. Esto último ocurre en lesiones de las raíces dorsales, como las avulsiones. Las pequeñas ondas negativas representan la llegada del impulso axonal pero no hay interneuronas o sinapsis para producir CAPÍTULO IV TÉCNICAS DE ELECTRODIAGNÓSTICO el PDM. Si se obtienen PDM normales en una región, pero no en otra más craneal, puede es tablecerse la existencia de problemas de conducción en axones medulares craneales a los electrodos de registro1. Si se registra cranealmente a las intumescencias se obtienen otros PAC denominados potenciales evocados ascendentes (PEA) que se transmiten por las vías sensitivas de la médula (fundamentalmente las columnas dorsales y el funículo dorsolateral), ipsilateralmente al nervio estimulado1,11. Estos PEA no son fáciles de obtener debido a la pérdida de amplitud por las largas distancias de conducción y a la dificultad de colocar adecuadamente los electroddos de registro1. Tanto si se estimulan nervios de las extremidades pélvicas como torácicas, en la primera vértebra cervical suele registrarse un potencial mixto (PAC y PC), cuyo generador no se conoce con claridad1,11. En casos de compresión medular los PEA presentan latencias prolongadas o, si la lesión es muy grave, un bloqueo completo de la conducción1. Estas alteraciones son permanentes si los axones medulares quedan separados1. Si no es así, el PEA volverá a aparecer con latencia normal1. Es recomendable no diagnosticar un bloqueo de conducción sin haber intentado registrar los potenciales en C1 o en la región frontal, debido a la dificultad de obtenerlos en las regiones torácica o cervical caudal1. En mielopatías transversas parciales y focales puede haber una disminución de la amplitud y un aumento de la latencia de los PEA1. También habrá amplitudes menores de lo normal en enfermedades degenerativas y desmielinizantes de la médula1. En casos de bloqueo de conducción pueden aparecer unos potenciales positivos llamados potenciales de lesión1. No indican que algunos axones hayan quedado indemnes. Para comprobar que la lesión no ha destruido todos los axones, bloqueando la conducción, deben obtenerse PES cranealmente a la lesión1. Por último, con los electrodos de registro colocados en la región frontal se obtienen unos PC denominados PES cerebrales primarios y que tienen su orígen en la corteza cerebral1. Estos potenciales proporcionan información sobre la integridad de los tractos nerviosos desde el nervio estimulado hasta la corteza cerebral. Como se ha ENFERMEDADES ESPINALES (I) mencionado antes, la presencia de estos PES cerebrales indica que parte de de los tractos medulares permanecen funcionales, aunque no hayan podido detectarse PEA 1. De hecho, en animales en los que no está muy claro si han perdido o no la sensibilidad profunda, la obtención de PES cerebrales indicaría al menos cierto grado de funcionalidad medular1, proporcionando una base objetiva para continuar con el tratamiento. BIBLIOGRAFíA 1. Holliday TA. Electrodiagnostic examination: Somatosensory evoked potentials and electromyography. Vet Clin North Am; 22: 833-857, 1992. 2. Sims MS. Electrodiagnostic evaluation. Braund KG (ed): Clinical Syndromes in Veterinary Neurology, 2ª ed., Mosby-Year Book. St. Louis, 349-368, 1994. 3. Farnbach GC. Clinical electrophysiology in veterinary neurology. Part I: Electromyography. 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Somatosensory and motor evoked potentials. Electrodiagnosis in Diseases of Ner ve and Muscle: principles and practice, 2ª ed. F.A. Davis Company. Philadelphia, 375-413, 1989. 11. Oliver JE, Purinton PT, Brown J. Somatosensory evoked potentials from stimulation of thoracic limb nerves of the dog. Progress in Veterinary Neurology, 4: 433-443, 1990. ENFERMEDADES ESPINALES (I) DR. TOMÁS FERNÁNDEZ GONZÁLEZ Centro Médico Veterinario C/ Delicias, 35 - 28045 Madrid A enfermedad discal intervertebral está considerada como el síndrome neurológico más frecuente en la práctica veterinaria1,8,20,22 con un grado de incidencia de aproximadamente 23 casos por cada 1.000 perros1 y ha sido descrita en 84 razas diferentes, aunque han demostrado una particular susceptibilidad las denominadas razas condrodistróficas22. Según la región afectada de la columna, podemos hablar fundamentalmente de enfermedad discal cervical o toracolumbar22. L CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL ENFERMEDADES ESPINALES (I) INCIDENCIA A enfermedad discal cervical representa a p rox i m a d a m e n te una quinta parte de todos los problemas de disco22. Para autores como Janssens11, las hernias de disco cervicales constituirían entre el 12% y el 16% del conjunto de hernias discales en el perro. Este síndrome cervical se ve fundamentalmente en razas condrodistróficas y otras razas de perros de pequeño tamaño (Dachshund, Beagle y Toy poodle) en las que se producirían el 80% de los casos22. La incidencia por sexos es muy similar, a pesar de lo cual hay autores que sugieren una mayor susceptibilidad en machos que en hembras. En cuanto a la edad, la media de presentación está en torno a los cinco años22. De esta manera, el 70% de todos los casos cervicales se darían en edades comprendidas entre los tres y ocho años11. El lugar de presentación más común está entre C2 y C36,23, en el que se origina aproximadamente el 50% de las hernias discales referidas en la literatura. La incidencia disminuye progresivamente desde C3-C4 a C7-T1. De las razas grandes no condrodistróficas la más afectada por el síndrome cervical es sin duda el Doberman Pinscher. Sin embargo, en esta raza el proceso degenerativo discal suele ser de Tipo II y está ligado a un síndrome especial de inestabilidad cervical22. La enfermedad discal toracolumbar representa el mayor porcentaje de casos en el conjunto de la enfermedad discal intervertebral (85% del total), LL CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL siendo el Dachshund la raza más afectada, con una incidencia de hasta el 72% para autores como Gage5. En cuanto a la edad de presentación, según un estudio de Hoerlein7, este síndrome se daría más frecuentemente en perros con edades comprendidas entre los tres y seis años, aunque las razas no condrodistróficas tendrían la mayor incidencia entre los seis y ocho años. Respecto al sexo, se da aparentemente igual en machos que en hembras; sin embargo, se ha encontrado un factor de riesgo que relacionaría la raza y el peso con el sexo. Por ello se podría decir que el riesgo en machos > riesgo en hembras castradas > riesgo en hembras sin castrar. La explicación, probablemente, estaría vinculada al peso del animal o bien al papel que jugarían los estrógenos frente a la degeneración discal. El área de presentación más frecuente en las hernias de disco toracolumbares se encuentra comprendido entre T11-T12 y L1-L2, siendo el espacio de mayor incidencia el T12-T1322. Hay autores como Braund1 que, además de enfermedad cervical y toracolumbar, hablan de síndrome lumbo sacro cuando se refieren a la enfermedad discal en las últimas vértebras lumbares, al coincidir éstas con los segmentos medulares (L4 a S3) que van a originar el plexo del mismo nombre. La incidencia de este síndrome frente a los otros dos (cervical y toracolumbar) es muy baja y constituye menos del 6% del total de perros con enfermedad discal, salvo en lo que respecta al espacio intervertebral L7-S1, donde las hernias de disco son más frecuentes y están vinculadas a un síndrome especial de características peculiares, que se denomina enfermedad lumbosacra degenerativa. FISIOPATOLOGÍA La estructura normal de los discos intervertebrales, cuando no sufren ningún tipo de enfermedad, es muy fuerte, con el objeto de poder resistir la carga y el estrés a que es sometida la columna vertebral del perro habi tualmente. Por este motivo, la extrusión de un disco que no ha sufrido proceso degenerativo es sumamente difícil, e invariablemente es un hecho asociado a un fuerte traumatismo, que por otro lado genera con más facilidad una ENFERMEDADES ESPINALES (I) fractura o luxación de una vértebra que una hernia discal. Por ello podemos asegurar que la mayoría de las hernias discales tienen su origen en los diferentes cambios degenerativos que pueden sufrir los discos como consecuencia de lo que se conoce con el nombre de enfermedad discal interver tebral10,17,21. Tipos de degeneración En la enfermedad discal intervertebral cabe distinguir dos clases de procesos degenerativos que, como consecuencia, pueden producir dos tipos diferentes de hernias discales, denominadas respectivamente Tipo I y Tipo II, según Hansen, que determinarán si se trata de una protrusión o extrusión, y darán nombre a la enfermedad discal en función de su proceso degenerativo14,22. La enfermedad discal intervertebral Tipo I se caracteriza, fundamentalmente, porque el tipo de degeneración que sufren el núcleo y el anillo fibroso va a dar lugar a que este último se rompa, permitiendo así la extrusión de material discal al interior del canal vertebral14. Este proceso está comúnmente asociado a razas condrodistróficas (fig. 1), tales como Dachshund, Beagle, Pequinés, Lhasa Apso, Shih Tzu y a otras razas con tendencias condrodistróficas, como el Caniche y el Cocker Spaniel, aunque también se puede dar ocasionalmente en otros perros de talla grande, como el Pastor alemán y el Doberman Pinscher14. En estas hernias discales (Tipo I), el proceso degenerativo se caracteriza CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL Fig. 1.— La fotografía nos muestra a un perro Dachshund con un cuadro característico de hernia de disco toracolumbar. por una metaplasia condroide del núcleo pulposo, que en las razas condrodistróficas puede comenzar antes del año de edad (según Hansen, en un 75% de los casos) 14. En esta metaplasia los cambios se producen con rapidez y las células nuevamente formadas adquieren características condrocíticas en lugar de fibrocíticas. El origen del proceso empieza en el borde, entre el anillo fibroso y el núcleo pulposo, incrementándose el contenido de colágeno en el disco y disminuyendo la cantidad de agua del mismo. Apar te de la deshidratación, también se reduce la cantidad de ácido hialurónico y otros mucopolisacáridos15, contribuyendo aún más a la desecación del disco, que va perdiendo sus características hidroelásticas, y en una fase final puede sufrir una calcificación. Durante este proceso se va a producir la extrusión del núcleo pulposo degenerado, a través de fisuras en el anillo fibroso o de su ruptura14 (fig. 2). La enfermedad discal intervertebral Tipo II se caracteriza por la protrusión del disco, es decir, que éste emerge o protruye en el interior del canal vertebral, pero sin llegar a romperse totalmente el anillo fibroso. Esta forma de degeneración recibe el nombre de meta plasia fibroide y se da principalmente en razas no condrodistróficas de perros4, habitualmente de gran tamaño y con edades superiores a las de los perros que sufren metaplasia condroide4. ENFERMEDADES ESPINALES (I) La evolución de la metaplasia fibroide va a estar directamente relacionada con la edad del animal, y más especialmente con su envejecimiento. Es un lento e insidioso proceso que deja al disco con un nivel más alto de glicosa minoglicanos y un contenido de colágeno más bajo que en el proceso degenerativo que afecta a las razas condrodistróficas. La calcificación puede ocurrir, pero es rara y la ruptura del anillo fibroso y la extrusión del núcleo pulposo, asociados a una protrusión inicial Tipo II, son muy poco frecuentes14. Teóricamente, una protrusión o extrusión discal puede ocurrir en dirección dorsal, ventral o lateral, pero la delgadez del anillo fibroso en el aspecto dorsal facilita casi siempre la salida del disco en esta dirección, originando básicamente una mielopatía y/o una radiculopatía compresiva14. Patología medular asociada La protrusión o extrusión discal, al irrumpir en el canal vertebral, dará lugar a una afección medular cuya gravedad va a depender de: el grado, la duración y la velocidad de compresión9,14. Las protrusiones discales (Tipo II) (fig. 3) originan frecuentemente compresiones lentas y progresivas, y aunque la distorsión de la médula a veces es grande, los signos clínicos son menos severos que en las extrusiones (Tipo I) (fig. 4), donde el núcleo pulposo degenerado suele salir al canal de forma aguda (minutos u horas) o subaguda (días), creando además de trastornos mecánicos, derivados de la CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL Fig. 2.— Fotografía de una necropsia en la que se muestra la médula espinal de un perro lesionada por una extrusión discal (flecha). Fig. 3.— Protrusiones discales en un Pastor alemán. Mielograma característico, en el que a pesar de ser severa alguna de las compresiones (flechas), no se aprecia una imagen de edema. Fig. 4.— Extrusión discal. Se observa cómo las columnas del mielograma se van haciendo más delgadas hasta casi desaparecer entre L3 y L4. Esta imagen sugiere la existencia de inflamación y edema, características de una lesión aguda o subaguda. ENFERMEDADES ESPINALES (I) propia compresión fisica, alteraciones vasculares y químicas en el parénquima medular14 (fig. 5). Cuando una extrusión aguda es violenta y explosiva, se desarrolla en la médula una mielomalacia hemorrágica progresiva, que originará un síndrome espinal mul tifocal, pudiéndose producir la muerte del animal por parada respiratoria. Estas últimas alteraciones esta rá n sobre todo vinculadas a la fuerza dinámica con la que el material expulsado impacta en la médula espinal22, determinando lo que Shores18 llama concusión. Un traumatismo medular grave dará lugar a una serie progresiva de fenómenos patológicos que causarán un diferente grado de necrosis tisular y, como consecuencia, déficits neurológicos directamente relacionados con la gravedad de la lesión. Los fenómenos patológicos incluirán pequeñas hemorragias, que pueden progresar hasta ocasionar una necrosis hemorrágica en un plazo de 24 horas. En estos casos la necrosis de la sustancia gris, junto con el edema y las petequias en la sustancia blanca, se originarían en dos horas; los cambios histopatológicos en nervios y estructuras celulares de soporte, lo harían en cuatro horas; y, por último, se produciría la necrosis, que en algunos casos se desarrollaría con cavitación2. En traumatismos menos severos, las transformaciones que se producirán no son tan marcadas, pero persistirá la tendencia hacia la necrosis de la substancia gris, que es más vulnerable que la sustancia blanca. Esto se debe a diferentes factores 2: CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL Fig. 5.— Dibujo que representa una extrusión discal y sus consecuencias sobre la médula espinal. — A diferencia de los ajustados grupos de fibras que componen los tractos nerviosos de la substancia blanca, las fibras nerviosas de la sustancia gris son fácilmente separadas por fluidos y sangre. — Al ser la duramadre una membrana inelástica, el incremento de la presión intramedular (secundaria a hemorragia o edema) confluye centralmente. — Los tejidos afectados tienen demandas metabólicas superiores a lo normal, y aunque la substancia gris reciba un flujo de sangre muy superior al de la substancia blanca (5:1), las necesidades metabólicas pueden exceder el flujo de sangre disponible. Cuando se produce una lesión irreversible de la médula espinal (parálisis permanente), los trastornos vasculares que se generan son muy graves, originándose una considerable reducción del flujo sanguíneo, tanto en la substancia blanca como en la substancia gris, durante un largo periodo de tiempo. La reducción del flujo sanguíneo dará lugar a graves cambios metabólicos que afec- ENFERMEDADES ESPINALES (I) tarán a la médula casi inmediatament e después de la agresión. Estas alteraciones metabólicas incluyen 2: — Pérdida de calcio del espacio extracelular y acumulación de potasio. — Pérdida de fosfatos de alta energía en el segmento espinal, lo que predispone a isquemia en estas áreas. — Acumulación de ácido láctico causando acidosis. — Una disminución del pH intracelular, que conduce a la muerte de las propias células. — Reducción de la tensión de oxígeno. — Edema de la médula espinal. — Inflamación y neuronofagia llevada a cabo por leucocitos polimorfonucleares. Aparte de estos trastornos metabólicos, se sabe en la actualidad que la disminución del flujo sanguíneo en la médula espinal puede activar factores autodestructivos endógenos, que incluyen radicales libres, monoaminas, ácidos grasos libres, metabolitos del ácido araquidónico y péptidos endógenos opioides, entre otros 2. raíz nerviosa, provocada por la compresión del material discal protruido o extruido, dará lugar al dolor radicular6,22. La respuesta de las meninges a la compresión e inflamación se caracterizará por el dolor meníngeo. Por último, un tercer origen del dolor radicaría en las terminaciones nerviosas del anillo fibroso del propio disco intervertebral, que al sufrir la deformación generará el dolor discogénico (motivo de debate durante años)22. Tras el dolor, pueden aparecer otros signos clínicos relacionados con déficits sensoriales y motores, tales como ataxia, paresis o parálisis (fig. 6). Todos estos signos clínicos pueden desarrollarse de forma lenta y progresiva durante semanas o meses, si hay un predominio de la compresión sobre la concusión (Tipo II); o bien desencadenarse rápidamente, en minutos u horas, cuando hay un predominio de la concusión sobre la compre sión (Tipo I)18. Además de la relación compresión/concusión y de sus consecuencias (trastornos inflamatorios, mecánicos y vasculares), los diferentes signos clínicos también van a depender de la localización de la lesión (cervical o toracolumbar). SIGNOS CLÍNICOS Y CONSECUENCIAS NEUROFUNCIONALES El primer signo clínico que se presenta en la enfermedad discal interver tebral es el dolor19. Este dolor que se genera puede tener diferentes orígenes. Así, la inflamación directa o la isquemia de la CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL Fig. 6.— Animal con una parálisis del tercio posterior debido a una hernia discal. ENFERMEDADES ESPINALES (I) Ataxia, tetraparesis y tetraplejia Cuando se produce una lesión focal de la médula espinal en el área cervical, como consecuencia de una hernia de disco, se van a desarrollar diferentes signos clínicos que van a variar en función de los tractos nerviosos afectados. Si la compresión que produce el material discal origina tan sólo irritación de las meninges y de la raíz nerviosa dorsal, el principal signo será dolor en el cuello3. El animal mantendrá la cabeza y el cuello en una posición tensa, mostrando resistencia a extender o elevar la región cervical a la hora de subir o bajar escalones. La hiperpatía (sensación de dolor al presionar la zona con los dedos) es común en estos perros, produciéndose gran tensión muscular en general, e incluso espasmos en la musculatura cutánea cervical. Como la extrusión discal en la región cervical suele ser lenta, la intensidad y consistencia del dolor, bien sea discogénico, radicular o meníngeo, será variable, siendo además frecuente historias de dolor recurrente y con fases insidiosas. Este área espinal al disponer de un amplio espacio epidural permitirá protrusiones crónicas o grandes extrusiones de material discal, antes de producir déficits neurológicos graves22. Una compresión mayor de la médula espinal, originará una distorsión mecánica de los tractos espinocerebelares del funículo lateral y alteración de su aporte sanguíneo, produciendo como consecuencia ataxia o incoordinación de los miembros. Si la lesión es CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL principalmente unilateral, los signos clínicos serán más marcados o sufrirán un empeoramiento en el lado más afectado. Cuando sólo están implicados los tractos nerviosos espinales, no estando comprometidas las raíces nerviosas cervicales del plexo braquial (lesiones entre C2 y C5), se dará una ataxia más marcada en los miembros pélvicos que en los miembros torácicos, que incluso pueden parecer normales3. Esto último se explica porque las fibras de los nervios pélvicos en los tractos espinocerebelares son laterales a las de los miembros torácicos. Si la lesión se produce en la región caudal cervical, entre C6 y T2, las raíces nerviosas del plexo braquial pueden afectarse, apareciendo en estos casos cojeras características que representan lo que se denomina un signo de raíz (root signature)16, pero en general lo que se origina son síntomas más severos en los miembros torácicos que en los miembros pélvicos. Sin embargo, incluso una compresión media en esta zona, no tiene necesariamente porqué producir una depresión muy marcada en los miembros torácicos y alterar sus reflejos, al disponer la región cervical de la médula, de mayor espacio en el canal vertebral que la región lumbar3. Si la distorsión mecánica de la médula continúa, se pueden ver afectados los funículos dorsales de la médula espinal, alterándose como consecuencia la propiocepción consciente, que se traduce en una posición anormal de la pata en el espacio, caracterizada por apoyar el dorso de los dedos sobre el suelo, circunstancia ésta que se denomina knuckling3. Cuando los tractos de los funículos ventrales (vestibuloespinal y reticuloespinal) se lesionan y su aporte san guíneo se altera, el animal puede tener dificultad para soportar el peso y mantenerse en pie (standing). En esta situación (poco frecuente)23, el animal se encuentra tetra parético, y si tan sólo estuviesen afectados los tractos de un lado, hemiparético, circunstancia esta última menos probable en compresiones extramedulares discales 3. Por último, si el compromiso medular afecta a los tractos reticuloespinal medular, rubroespinal y corticoespinal, empezarían a ser abolidos los movimientos voluntarios, y con ello el animal entraría en una fase de tetra - ENFERMEDADES ESPINALES (I) plejia. La hemiplejia, es decir, la parálisis de los miembros de un solo lado, tan sólo sería probable en casos de lesiones intramedulares unilaterales, y no en hernias discales 3. La pérdida de la sensibilidad al dolor profundo, es decir, la lesión del tracto espinotálamico, no es frecuente en hernias discales cervicales, y tan sólo en extrusiones dorsolaterales muy agudas se puede apreciar a veces hipertermia y un síndrome de Horner ipsilateral3. Ataxia, paraparesis y paraplejia Tal y como ocurre en la región cervical, una protrusión o extrusión discal en la región toracolumbar (entre T11 y L3) produce signos que variarán en función de los tractos espinales afectados. Si el material discal sólo irrita las meninges y la raíz nerviosa dorsal, tan sólo se producirá dolor y un pequeño déficit neurológico 3. Una mayor compresión de la médula en la región toracolumbar generará una distorsión de los tractos espinocerebelares, en los funículos laterales, produciendo ataxia de los miembros pélvicos. A continuación, se afectarán los funículos dorsolaterales, dando como consecuencia una disminución de la propiocepción consciente (knuckling)3. Cuando los tractos reticuloespinal y vestibuloespinal se lesionan, el animal CAPÍTULO V ENFERMEDAD DISCAL INTERVERTEBRAL tendrá dificultad para soportar su peso con los miembros posteriores, pero todavía tendrá movimientos voluntarios (paraparesis)3. Si la lesión abarca a los tractos rubroespinal, corticoespinal y reticuloespinal medular, los movimientos volun tarios disminuirán o desaparecerán (paraplejia). En esta fase, normalmente el animal no puede orinar voluntariamente y ya no existirá sensación de dolor superficial, pero todavía podrá existir dolor profundo. Cuando esta última sensación (el dolor profundo) desaparece estamos ante una lesión grave de la médula espinal que suele determinar un mal pronóstico. Por otro lado, las hernias discales que se producen por detrás de L3 originan no sólo alteración de los tractos espinales, sino que también comprometen las raíces dorsales y ventrales de los nervios espinales correspondientes a los miembros pélvicos, ano, vejiga de la orina y rabo3. Por las características de la región toracolumbar (canal vertebral más estrecho), las hernias de disco en este área desencadenarán habitualmente los signos clínicos con mayor rapidez que en la región cervical, donde el desarrollo suele ser más progresivo. En función de los diferentes signos clínicos, Kornegay12,13 clasifica en cinco grupos a los per ros con enfermedad discal toracolumbar: Grado 1: Hiperestesia sin déficit neurológico. Grado 2: Paraparesis ambulatoria (pérdida incompleta de función motora voluntaria en los miembros pélvicos). Grado 3: Paraparesis no ambulatoria. Grado 4: Paraplejia (pérdida completa de la función motora voluntaria en los miembros pélvicos). En esta fase hay generalmente incontinencia urinaria y fecal, pero todavía se conser va la sensación de dolor. Grado 5: Paraplejia, incontinencia urinaria y fecal, y pérdida de la sensación de dolor profundo. ENFERMEDADES ESPINALES (I) BIBLIOGRAFíA 1. Braund KG. Inter vertebral Disk Disea se. 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TOMÁS FERNÁNDEZ GONZÁLEZ Centro Médico Veterinario C/ Delicias, 35 - 28045 Madrid oy día todavía existe una gran controversia en lo que se refiere al tratamiento de la enfermedad discal intervertebral. Según Kornegay20, se han hecho pocos estudios que contrasten resultados entre tratamiento médico (conservador) y quirúrgico, aunque en la actualidad exista una tendencia creciente de los especialistas a recomendar cirugía en esta enfermedad del perro. H CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL ENFERMEDADES ESPINALES (I) TRATAMIENTO CONSERVADOR Scavelli y Schoen24, las ventajas de un tratamiento no quirúrgico son, básicamente, un costo económico reducido, poco tiempo empleado en la evaluación del problema y ausencia de riesgo en la anestesia o en la propia cirugía. Para estos mismos autores, las desventajas incluirían complicaciones relativas al uso de drogas, fallo del tratamiento y recurrencia de los signos clínicos durante o después de la terapia conservadora24. Según Lecouteur y Child21, la indicación de tratamiento noquirúrgico (médico o conservador) sería para aquellos animales que aparentemente sólo manifestasen dolor o tuviesen un ligero déficit neurológico, sin afectar a su carácter ambulatorio, y además no hubiesen tenido previamente signos clínicos asociados con la enfermedad discal intervertebral. Walker y Betts37 añaden a este grupo aquellos animales (generalmente con una afección toracolumbar) que no han tenido respuesta al estímulo de dolor profundo durante un intervalo mayor de 48 horas. Para Kornegay19-20 deberían recibir tratamiento conservador todos los perros pertenecientes a razas condrodistróficas que se incluyesen dentro de los grupos 1 y 2 de su clasificación, es decir, todos aquellos que cursasen con un episodio inicial de hiperestesia espinal, con o sin paresis ligera. En estos casos, sólo debería ser considerada la cirugía cuando la hiperestesia persistiese después de dos semanas de tratamiento o cuando hubiese episodios recurrentes19-20. P P ARA CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL El principio en el que se ha de basar el tratamiento conservador o médico debe ser, según Walker y Betts 37, el confinamiento estricto del animal durante un periodo de siete a catorce días (diez a catorce según Seim27). Para Lecouteur y Child21 este periodo de tiempo ha de ser al menos de dos semanas, durante las cuales el perro sólo debe caminar para defecar y orinar. Otros autores, como Kornegay20, opinan que el animal debe estar en el reposo absoluto más de quince días, y según Janssens 17, al menos tres semanas. Para Simpson31, este periodo debe ser continuado por otras dos semanas de actividad restringida, que se limitará tan sólo a cortos paseos, evitando escaleras y saltos. El objetivo del confinamiento es permitir la curación o el sellado de las fisuras del anillo fibroso, y así prevenir en lo sucesivo nuevas extrusiones21. Por otro lado, este reposo facilitará la resolución de la reacción inflamatoria causada por las pequeñas cantidades del material discal expulsado21, que en parte será fagocitado, aunque también quedará algo adherido a las estructuras periféricas. El uso de ciertos medicamentos (fundamentalmente anti-inflamatorios y relajantes musculares) como parte del tratamiento conservador puede ser de utilidad en algunos casos, pero no es recomendado en otros muchos, ya que a juicio de la mayor parte de los autores, su uso puede estimular a los animales a realizar mayor ejercicio durante el periodo de reposo y, como consecuencia, aumentar el riesgo de una nueva extrusión discal21. Tan sólo en aquellos casos en los que el dolor sea tan severo que el animal no pueda encontrar descanso en la jaula o lugar donde se le tenga recluido, ladre o no pueda tumbarse o comer, se pueden administrar drogas o agentes farmacológicos con el fin de aliviarle. Algunas de estas drogas, principalmente antiinflamatorios esteroideos, se usarán también en aquellos episodios graves, con un traumatismo medular agudo, según Shores et al.30, y será en animales en los que habitualmente también se practicará un tratamiento quirúrgico. Los corticoesteroides son, sin lugar a dudas, los agentes más usados en medicina veterinaria para el tratamiento de la enfermedad discal intervertebral. El valor de los glucocorticoides en pacientes que han sufrido un ENFERMEDADES ESPINALES (I) daño neurológico se atribuye principalmente a su actividad antiinflamatoria24. El edema que sufre la médula espinal durante estos procesos puede ser reducido por la administración de esteroides sistémicos, según autores como Scavelli y Schoen24, o De la Torre12. La propiedad de los esteroides de estabilización de membrana ayuda a preservar ambos tipos, es decir, la membrana de las células y la de los orgánulos celulares, especialmente los lisosomas y las mitocondrias. La integridad de la membrana de estas últimas permite incrementar la supervivencia celular. Por otro lado, la estabilización de la membrana lisosomal es especialmente útil para minimizar la liberación de enzimas por parte de estos orgánulos. Todo ello resulta en una reducción de la necrosis de la médula espinal y de los fenómenos de autolisis. Además, los esteroides ayudan a reducir la concentración de substancias como norepinefrina, prostaglandinas, serotonina y dopamina que pueden crear un vasoespasmo generalizado e isquemia2,24. Sin embargo, a pesar de todos estos efectos beneficiosos, la administración sistémica de glucocorticoides puede reportar, según Scavelli y Schoen24, graves consecuencias, que incluyen complicaciones del aparato digestivo, inmunosupresión, exacerbación del déficit neurológico, hiperadrenocorticismo o hipoadrenocorticismo yatrogénico, anemia y toxicidad neuronal directa. De todas estas complicaciones asociadas al uso de esteroides, las referentes al aparato digestivo suelen aparecer las primeras, siendo las más CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL comunes, a juicio de Moore y Withrow22, las úlceras y las hemorragias gastrointestinales. Aunque estas úlceras suelen producirse en el estómago, también se pueden dar en el intestino delgado, principalmente en el duodeno, generando signos clínicos similares a los de la úlcera gástrica (vómitos, anorexia o melena). En estos animales se ha de suspender inmediatamente el tratamiento con esteroides, administrando a continuación cimetidina, protectores de mucosa intestinal y antibióticos sistémicos. Pese a todo ello, la complicacion gastrointestinal más grave, referida por diferentes autores (Toombs et al.35 y Bellah1), es la ulceración y ruptura del colon, que cursa con vómitos, dolor abdominal, fiebre y pérdida de sangre. La relación entre la perforación del colon y la administración de esteroides puede ser el resultado directo del efecto negativo que estas drogas tienen sobre los mecanismos de defensa normales del colon. Estos animales, en los que hay un déficit neurológico asociado a la perforación del colon, tienen un mal pronóstico. La pancreatitis es otra de las complicaciones que puede estar relacionada con la administración de esteroides en una enfermedad neurológica. Experimentalmente se ha demostrado que hay una relación directa entre la terapia con esteroides y el desarrollo de un proceso inflamatorio difuso en el páncreas que, en ocasiones, puede ser hemorrágico. En todos los casos referidos, en los que ha existido una pancreatitis inducida por el uso de esteroides al tratar un problema neurológico, el agente farmacológico utilizado ha sido la dexametasona. El resto de las complicaciones derivadas de la administración de glucocorticoides, no suele ser frecuente durante el tratamiento médico de la enfermedad discal intervertebral, al usar dosis de esteroides relativamente bajas en periodos de tiempo habitualmente cortos24. La elección del corticoesteroide, su dosis y el tiempo de duración del tratamiento, variarán en función de las preferencias de cada autor o institución. Así, autores como Simpson31 establecen la diferencia, en un nivel terapeútico, entre animales en reposo, que necesitan un cierto alivio del dolor (a), y aquellos otros que presentan una paresis o parálisis de forma aguda (b): a) 0,05 mg/kg de prednisona durante dos o tres días ENFERMEDADES ESPINALES (I) (aunque el confinamiento dure cuatro semanas más). b) 30 mg/kg de succinato de metil prednisolona vía intravenosa, continuando la terapia de corticoesteroides (prednisona en dosis de 0,5 a 2 mg/kg dos veces al día) por lo menos durante dos o tres días, dependiendo de la respuesta. Para hacer frente a esta última circunstancia (paresis o parálisis de forma aguda), la mayor parte de los autores se pronuncian en terminos parecidos. Así, para el traumatismo agudo de la médula espinal Shores29 recomienda sulfato o fosfato sódico de prednisolona en una dosis intravenosa inicial de 20 mg/kg, seguida de otra inyección de 10 mg/kg tres horas más tarde, y una tercera dosis de otros 10 mg/kg a las tres horas de la segunda. Después, aplica una infusión intravenosa en la que administra 2 mg/kg/hora durante 24 horas. Por otro lado, Chrisman9 opina que en aquellos casos donde se produzca una parálisis aguda, debe realizarse una descompresión quirúrgica de emergencia en menos de 24 horas. Pero además, al animal se le administrarían 30 mg/kg de succinato sódico de metil prednisolona (tal y como propone Simpson), que serían reducidos posteriormente a 15 mg/kg. Esta misma autora propone dosis más moderadas en casos menos agudos que cursen con ataxia y paresis, y si la descompresión quirúrgica no se realiza: 1 mg/kg durante 3 ó 5 días, al cabo de los cuales se reduciría la dosis a 0,25 mg/kg, que se administraría durante el mismo periodo de tiempo y más tarde en días alternos. Otros medicamentos, como los CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL antiinflamatorios no esteroideos (aspirina y fenilbutazo na), son propuestos excepcionalmente por algún autor como alternativa terapéutica a los glucocorticoides24. Sin embargo, al provocar también complicaciones relativas al aparato digestivo similares a las que causan los esteroides (náuseas, vómitos y, eventualmente, úlcera gastroduodenal), y sin conseguir por el contrario tantos efectos beneficiosos como los anteriores, la mayor parte de los autores no aconsejan su uso, considerándolos además totalmente contraindicados en aquellos casos en los que exista también la posibilidad de realizar tratamiento quirúrgico. Esto último se debe a la influencia de estas substancias sobre la agregación plaquetaria, lo que repercutiría en el animal alterando su coagulación sanguínea, pudiendo empeorar con ello el cuadro neurológico y dificultando el acto operatorio17,24. Los relajantes musculares están también recomendados por muchos autores en el tratamiento de la enfermedad discal intervertebral. Estos medicamentos son especialmente útiles para reducir el gran espasmo muscular que esta patología suele producir, sobre todo en el área cervical 24. El metilcarbamol y el diazepam son los productos más usados en la práctica veterinaria. El primero de ellos alivia al paciente al actuar como un depresor del sistema nervioso central, pero no tiene acción directa sobre la musculatura estriada, placa neuromuscular o nervios periféricos. El diazepam, sin embargo, actúa incrementando la actividad de los inhibidores de neurotransmisores en el sistema nervioso central, generando depresión e incluso ataxia, aunque en algunos casos, y de forma paradójica, puede causar excitación y ansiedad, lo que obligaría a suspender el tratamiento inmediatamente24. Otros agentes farmacológicos han sido evaluados, e incluso recomendados por algunos autores, cuando existe un traumatismo medular agudo. Algunas de estas substancias son dimetilsulfóxido (DMSO), naloxona, superóxido dismutasa, antagonistas del calcio y barbitúricos30. Los aspectos terapéuticos de estos fármacos, y de algunos otros como los diuréticos (manitol), son estudiados en un trabajo de Janssens16, que defiende principalmente el uso de la naloxona y el DMSO, junto a los corticoesteroides ENFERMEDADES ESPINALES (I) (metilprednisolona). De estos estudios y de los de Berg y Rucker2 se deduce el efecto beneficioso de substancias como la naloxona que, según estos últimos autores, inhibe la caída de la presión arterial sistémica y de la presión del líquido cefalorraquídeo. Además, esta droga actúa eliminando radicales libres e inhibiendo la peroxidación de lípidos. El DMSO, según el trabajo de Janssens16, es un fármaco diurético, inhibidor de la fosfodiesterasa y un eliminador de radicales libres; protege la membrana celular y , por tanto, el axón y la vaina de mielina. Por todo ello, el DMSO produce resultados satisfactorios por sí solo, a juicio de Berg y Rucker2, y en combinación con oxígeno hiperbárico, según De la Torre12. Los diuréticos osmóticos, como el manitol, no tienen ningún efecto sobre el edema local de la médula (Berg y Rucker2) y, además, para algunos autores como Shores et al.30, pueden contribuir a incrementar la hemorragia en la substancia gris, por lo que no son recomendados ya que empeorarían el cuadro neurológico. Otros agentes, en los que todavía se trabaja experimentalmente, como la superóxido dismutasa o los antagonistas del calcio, prometen buenos resultados para su uso clínico. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO (tabla I) El tratamiento quirúrgico se realizaría, a juicio de la mayor parte de los autores, cuando el déficit neurológico fuese grave y existiese una alteración funcional en el animal con un importante grado de paresis o parálisis, pero con- CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL TABLA I Técnicas quirúrgicas espinales e indicaciones Técnicas Indicaciones Fenestración ventral (cervical) Extracción del material discal degenerado de los espacios intervertebrales Slot ventral (cervical) Extracción del material discal herniado y descompresión ventral Laminectomía dorsal Descompresión dorsal y exploración de la médula espinal Hemilaminectomía dorsal (toracolumbar) Extracción del material discal herniado o neoplasia. Descompresión y examen de la médula Fenestración dorsolateral (toracolumbar) Extracción del material discal degenerado de los espacios IV. Para prevenir futuras herniaciones servando la sensibilidad al dolor profundo; cuando se produjesen episodios repetidos de paresis con buena o mala respuesta inicial al uso de corticoides, o bien cuando aún siendo el dolor el único signo clínico, no hubiese buena respuesta al tratamiento médico o se repitiesen los episodios3. Para Kornegay20 y Trotter36 también se podría justificar el tratamiento quirúrgico en aquellos perros parapléjicos que hubiesen perdido la sensibilidad al dolor profundo, siempre y cuando se practicase la cirugía lo más rápidamente posible, tras la aparición de signos clínicos. Según Bitetto y Brown4, la selección del acceso quirúrgico más adecuado para cada caso se ha de hacer en base a cuatro criterios: la localización de la lesión, la estabilidad, la anatomía de la región, y el status neuro lógico del paciente. La localización de la lesión es probablemente el más ENFERMEDADES ESPINALES (I) importante de estos criterios. El material discal habitualmente se localiza ventral a la médula espinal, pero también puede estar predominantemente en el lado izquierdo o derecho. En algunos casos puede localizarse casi por completo en el foramen intervertebral, o incluso dorsal a la médula espinal. Todas estas posibilidades obligan a realizar un diagnóstico impecable que permita determinar con precisión el lugar exacto del material discal, y así poder realizar el acceso quirúrgico más adecuado con una mínima disección de tejidos blandos y hueso. Y la mejor herramienta de trabajo para poder llegar a realizar este diagnóstico será la mielografía. La estabilidad de la columna vertebral es esencial para que la función de la médula espinal vuelva a la normalidad. El riesgo de inestabilidad puede existir en aquellos pacientes que ya sufrieron una intervención previa en algún área de la columna, aunque este tipo de pacientes, con historia de cirugía discal ante ri o r, constituya una minoría. Sin embargo, y a pesar de que las laminectomías adyacentes pueden ser bien toleradas en la mayor parte de los casos, el cirujano debe localizar bien la lesión para tratar de hacer el acceso más directo al canal vertebral, evitando también eliminar excesiva cantidad de hueso y creando en el mismo, la ventana más pequeña posible que permita extraer el material discal herniado. La anatomía regional limita tanto los accesos quirúrgicos cervicales como los toracolumbares de tal manera, que en la región cervical un acceso lateral CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL no se puede usar porque implicaría la disección de una gran cantidad de tejidos blandos, para obtener a cambio una visualización y un acceso del canal vertebral muy limitados. Asimismo, un acceso ventral a la región toracolumbar no es tampoco practicable debido a la pobre exposición que se puede conseguir de la médula espinal, y a la proximidad de las grandes estructuras vasculares en el campo operatorio. El status neurológico del paciente determina principalmente el pronóstico del animal, ya que mientras esté preservada en él la sensación de dolor distal a la lesión, cabe esperar una recuperación satisfactoria tras la descompresión y extracción del material discal. ACCESOS QUIRÚRGICOS CERVICALES Acceso ventral La principal indicación para este abordaje quirúrgico de la región cervical es la extracción del material discal, cuando éste se localiza en una posición ventral o ventrolateral en el canal vertebral4,23,26,34,37. La posición del paciente es de vital importancia para el éxito de la cirugía. Por ello, el animal debe colocarse con gran precisión en decúbito dorsal y permanecer así hasta el final de la operación. Para mantenerlo en esta posición, se sujeta la cabeza con cinta adhesiva, y para mantener esta región de la columna en posición neutral (nunca en flexión o excesiva extensión) se almohadilla convenientemente el aspecto dorsal del área cervical4 (fig. 1). El acceso comienza con una incisión que va desde la laringe hasta el manubrio del esternón. Se separan el esternomastoideo y el esternohioideo, exponiendo la tráquea, el esófago y la carótida. Estas estructuras son retraídas cuidadosamente hacia la izquierda para evitar perforaciones accidentales o laceraciones del nervio recurrente28. A continuación, disecando la fascia profunda cervical se accede a los músculos longus colli, lo que permite la palpación de los procesos ventrales de las vértebras. Para identificar el espacio intervertebral que se busca se pueden usar dos métodos. El primero de ellos consiste en la palpación de las alas del atlas con los dedos pulgar ENFERMEDADES ESPINALES (I) y mediano. A continuación se coloca el dedo índice sobre la línea media imaginaria que une las alas del atlas. Entonces, el dedo se mueve cranealmente, con suavidad, sobre el resto de la prominencia ventral de la primera vértebra cervical (corresponde al espacio que hay entre la primera y segunda vértebra cervical). La siguiente prominencia ventral, caudal a las alas, será el espacio intervertebral existente entre la segunda y la tercera de las vértebras cervicales. El resto de los espacios se contará a continuación de la misma forma. El segundo método consiste en palpar los largos procesos transversos de la sexta vértebra cervical, que se tomarán como referencia para contar en sentido craneal desde el espacio que existe entre la quinta y la sexta vértebra. Una vez identificado el espacio que perseguimos, los vientres musculares del longus colli son separados longitudinalmente, a lo largo de la línea media sobre el espacio afectado. Para ello se utilizan unos retractores mecánicos del tipo Gelpi o Adson. A partir de ese momento, según Bitetto y Brown4, la hemostasia es fundamental, por lo que se aconseja usar electrocoagulación bipolar. A continuación, empleando un motor neumático o eléctrico de alta velocidad, se fresa el hueso, creando una ventana rectangular o slot32 en el espacio intervertebral (que se continúa dorsalmente al canal espinal). Durante este proceso es necesario irrigar frecuentemente con solución salina para evitar quemar el hueso y permitir que el calor se disipe. Las dimensiones de la ventana no deberían exceder de un tercio de la anchura de un cuerpo vertebral ni de la CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL Fig. 1.— Colocación del animal para un acceso cervical ventral. mitad de la longitud del mismo. Las hemorragias del hueso esponjoso durante el fresado se contendrán usando esponjas de gelatina absorbente (Gelfoam), o pequeñas cantidades de cera de hueso4-5,32 (fig. 2). El objetivo que se persigue con este abordaje es, en definitiva, conseguir obtener una pequeña abertura rectangula con la que poder acceder hasta el canal vertebral y que nos permita extraer el material discal herniado4,37. La ventaja de este procedimiento quirúrgico es fundamentalmente la necesidad de una mínima disección de tejidos blandos y hueso, lo que disminuye el trauma postoperatorio y permite al animal volver a la actividad normal con rapidez4. Entre las desventajas, podemos destacar el acceso limitado al canal vertebral, por lo que si el material extruido Fig. 2.— Durante este tipo de intervenciones se utilizan diferentes agentes hemostáticos. ENFERMEDADES ESPINALES (I) está localizado lateral a la línea media, no podremos obtener una descompresión completa, salvo que creemos una ventana suficientemente ancha que nos permita su extracción, y esto no siempre es posible4. Otra desventaja sería la gran hemorragia potencial que durante este abordaje se puede producir4,32,37, debido al laceramiento accidental de los senos vertebrales. Esta circunstancia se da con cierta facilidad cuando el material discal envuelve a estos senos, creando adherencias a los mismos, al periostio, al anillo dorsal o al ligamento longitudinal dorsal4. Por último, Bitetto y Brown4 citan como desventaja los pocos puntos de referencia que el cirujano tiene durante este acceso quirúrgico. Acceso dorsal El acceso cervical dorsal está indicado siempre que se den las condiciones que obliguen a realizar una gran exposición del canal vertebral4,13,23. Estas condiciones se dan, fundamentalmente, cuando el material discal se localiza lateralmente o en el foramen intervertebral, circunstancia que lo hace inaccesible mediante un acceso ventral. El animal se coloca en decúbito ventral. Se almohadilla adecuadamente la región cervical ventral, con el fin de mantener este área de la columna en posición neutral4,23. A continuación se fija con cinta adhesiva la cabeza y la región craneal del tórax para asegurar al paciente sobre la mesa. La incisión de la piel comienza en la protuberancia occipital y continúa a lo largo de la línea media de la espina dorsal hasta la primera o segunda vértebra torácica. La CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL aponeurosis muscular es dividida y retraída junto con los músculos dorsolaterales cervicales, para exponer el ligamento nucal, que es separado a su vez de los músculos rec tus capitis, espinalis et semiespinalis y multifidus. Con un periostotomo, los músculos son disecados de las vértebras y retraídos mediante separadores estáticos (Adson, Beckman-Adson, Weitlaner, Frazier, Zimmer, Warsaw, IN). Al elevar la musculatura y separarla de las facetas articulares, se pueden producir hemorragias importantes que provienen de ramas de la arteria vertebral, lo que obliga a efectuar una buena hemostasia. Un vez realizada ésta, comienzan a eliminarse los correspondientes procesos óseos. El interespacio adecuado es identificado usando como puntos de referencia la espina dorsal del axis y la apófisis espinosa de la primera vértebra torácica. Con un motor de alta velocidad se puede fresar parte de la lámina y, si fuese necesario, las facetas articulares del lado afectado, preservándose las apófisis espinosas (hemilaminectomía y face tectomía) o, por el contrario, se pueden eliminar estas últimas de las vértebras adyacentes y toda la lámina dorsal, practicando entonces una laminectomía, que no incluiría nunca las facetas articulares, ya que se crearía excesiva inestabilidad4. Una de las desventajas de este abordaje dorsal es la extensa disección de tejidos blandos y hueso que hay que realizar, incrementando con ello el tiempo de la operación y haciendo más lenta la recuperación funcional del animal. Por otro lado, este acceso obliga al cirujano a trabajar en un campo quirúrgico profundo, lo que dificulta la visualización, haciendo más complicada la disección4. ACCESOS QUIRÚRGICOS TORACOLUMBARES Accesos dorsales Las indicaciones para el abordaje dorsal de la columna toracolumbar incluyen la extracción del material discal herniado, mediante una laminectomía dorsal, una hemilaminectomía, o una foraminotomía4,23,34,37. El perro se coloca en posición de decúbito ventral. Para estabilizar al paciente se colocan toallas quirúrgicas o sacos de tierra a cada uno de los lados. También se almo- ENFERMEDADES ESPINALES (I) hadilla la región inguinal y la región ventral cervical, y finalmente se sujeta al animal a la mesa mediante cinta adhesiva (craneal y caudal a la zona rasurada). El acto quirúrgico comienza realizando una incisión en la piel en el área dorsal, sobre la línea media o justamente lateral a la línea media (alrededor de medio centímetro). La longitud de la incisión puede variar, pero en general debería abarcar dos apófisis espinosas craneales y dos caudales al interespacio afectado. Tras la piel, se incide la grasa y la fascia lumbodorsal. A continuación se corta longitudinalmente el ligamento supraespinoso, en torno al extremo de cada uno de los procesos espinosos y entre cada uno de ellos. A menos que se desee realizar una laminectomía dorsal, sólo será necesario separar la musculatura epaxial del lado en el que se vaya a efectuar el acceso al canal. Con un periostotomo se separan los músculos espinalis et semiespinalis y longissimus, de las apófisis espinosas y de la lámina. Seguidamente, a la altura de la faceta articular se corta la inserción del músculo multifi dus lumborum. La separación o elevación del músculo multifidus del interespacio afectado y de los interespacios craneal y caudal al mismo, suele ser suficiente para obtener una exposición adecuada. A partir de este momento el cirujano tiene que optar por realizar uno de los tres procedimientos que le van a permitir tener acceso al canal vertebral4. Laminectomía dorsal La separación muscular se realiza bilateralmente. Con un osteotomo articulado se eliminan las apófisis espinosas de las dos vértebras adyacentes al CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL interespacio afectado4,36, así como las facetas articulares correspondientes4. A continuación, con un motor de alta velocidad se fresa la lámina craneal y caudal a dicho interespacio para, de esta forma, entrar en el canal vertebral y lograr una buena exposición de la médula espinal. Si seguidamente se desea extraer el material discal, es necesario eliminar con un osteotomo articulado, suficientemente acodado, cantidades variables del aspecto dorsal de los pedículos adyacentes al interespacio afectado, con el fin de que la extracción se realice con la mínima manipulación de la médula espinal. Una vez terminada esta fase de la intervención, se procede a colocar un injerto de grasa sobre la duramadre para prevenir la formación de una escara postquirúrgica tras la laminectomía 3,4. La principal ventaja de este procedimiento es que la exposición obtenida permite una mejor visualización de las estructuras del canal vertebral. El cirujano puede extraer el material discal con la garantía de producir el mínimo trauma yatrogénico en la médula espinal, y evitar también hemorragias que suceden como consecuencia de lacerar los senos ver tebrales. Por todo ello, una laminectomía dorsal permite una mejor evaluación de la integridad de la médula espinal, que incluye, si fuera necesario, una durotomía para poder emitir un pronóstico, sobre todo, en aquellos casos en los que existe una disfunción severa4. Las desventajas de este procedimiento incluyen una importante alteración de la integridad mecánica de la columna lumbar (puede originar inestabilidad), un resultado estético peor que con otros procedimientos, difícil acceso al área ventral de la médula al obtenerse una exposición dorsal de la misma, un postoperatorio más difícil (al ser más traumática la cirugía), una recuperación funcional del animal más lenta que con otros procedimientos menos agresivos y la posible formación de una escara fibrosa tras la laminectomía4,36. Hemilaminectomía Tras la separación unilateral de la musculatura se eliminan, con un osteotomo articulado, las facetas articula- ENFERMEDADES ESPINALES (I) res del lado afectado4,25,37. A continuación, se fresa la lámina dorsal y las porciones restantes de los pedículos o bien, como propone Swaim33, en perros de pequeño tamaño, estas áreas óseas también se pueden eliminar mediante una pequeña pinza gubia (fig. 3). La exposición del canal vertebral va a depender de la ventana que se cree, aunque ésta normalmente se extenderá desde los aspectos craneal y caudal de las facetas articulares del sitio correspondiente al interespacio afectado. Seguidamente se extrae el material discal con mucho cuidado, evitando, según Swaim33, una manipulación excesiva de la médula espinal (figs. 4 y 5). Antes de cerrar, Bitetto y Brown4 proponen colocar una pieza del tamaño adecuado de Gelfoam (o grasa), para rellenar el defecto realizado en el hueso, cubriendo así la médula espinal. Las vent ajas de este procedimiento son muy numerosas, y entre otras cabe mencionar un mejor postoperatorio al ser menos traumático el procedimiento, la ausencia absoluta de inestabilidad, mejores resultados desde el punto de vista estético (no se produce depresión alguna al no eliminar las apófisis espinosas) y, por último, no parece posible la formación de una escara fibrosa tras la cirugía4,15. Entre las desventajas figuran la necesidad de saber con certeza hacia qué lado se ha producido la extrusión del material discal (si el cirujano se equivoca de lado tendrá que realizar una hemilaminectomía bilateral, o incluso si ésta última fracasa, una laminectomía dorsal), al ser la ventana más CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL Fig. 3.— En perros de pequeño tamaño se pueden utilizar unas pinzas gubias para eliminar los pedículos óseos y la porción de lámina dorsal correspondiente. pequeña que con el procedimiento anterior es más difícil visualizar las estructuras nerviosas4,15 y, finalmente, según Bitetto y Brown4, no es posible emitir un pronóstico basándose en una durotomía, aunque respecto a esto último, autores como Swaim33 y Cook10 no comparten la misma opinión. Fig. 4.— Una vez que se ha realizado una ventana en el canal vertebral se puede visualizar el material discal. ENFERMEDADES ESPINALES (I) Foraminotomía Esta técnica está indicada cuando el material discal está localizado en una posición late ra l 4,6. En esto s casos, la situación del paciente puede ser modificada ligeramente (rotación de 45° sobre su eje) para ayudar al cirujano a realizar con más facilidad la disección ósea. Tras la elevación unilateral de la musculatura epaxial, se localiza el proceso accesorio y con unas pequeñas pinzas gubias se corta. A continuación, con un motor de alta velocidad, se fresan las porciones del pedículo, craneal y caudal al fo ramen inte rve rte b ral, que se amplía de esta manera para que el material discal pueda ser visualizado y extraído. Durante el procedimiento se ha de tener cuidado de no dañar las facetas articulares, situadas justamente en el aspecto dorsal del foramen intervertebral. Antes de cerrar, varios autores aconsejan la colocación de Gelfoam en el defecto óseo, cubriendo la médula espinal otros simplemente grasa subcutánea4. Las vent ajas de este procedimiento son especialmente dos: la primera es que el acceso implica una mínima disección ósea; la segunda es la disminución potencial de los efectos yatrogénicos derivados de la manipulación de la médula espinal, al ser ésta menor. Además, al igual que con la hemilaminectomía, no hay desestabilización, el resultado estético es bueno y no hay posibilidad de formación de escara como en la laminectomía4. La principal desventaja de este acceso es la exposición tan limitada, lo CAPÍTULO VITRATAMIENTO DE LA HERNIA DISCAL Fig. 5A.— Con la ayuda de unos finos rascadores y la cánula de aspiración se extrae el material discal. Fig. 5B.— Tras la extracción, la médula debe quedar limpia, tal y como aparece en la imagen. que obliga a una localización de la lesión muy precisa. Sin embargo, la foraminotomía puede ser transformada en una técnica más agresiva si la cirugía lo justifica4. Acceso dorsolateral La indicación para este acceso a la columna toracolumbar es la fenestración de los discos intervertebrales desde T10 a L54,11,23. Sin embargo, los espacios T9-T10 y L5-L6 quedarían excluidos y requerirían un acceso ventral8,15,18 similar al que proponen algunos autores7 en ENFERMEDADES ESPINALES (I) medicina humana. Para desarrollar esta técnica (acceso dorsolateral), se ha de colocar al perro de forma similar a la ya descrita para el acceso dorsal. La incisión en la piel se realiza justamente lateral a la línea media, comenzando sobre la octava vértebra torácica y continuando hasta la séptima vértebra lumbar. La grasa subcutánea es separada de la fascia profunda del tronco a una distancia de 1,5 cm de las apófisis espinosas, exponiendo de esta forma, cranealmente, los músculos espinalis et semiespinalis y, caudalmente, la capa superficial de la fascia externa profunda. Esta última es incidida lateralmente a medio centímetro de las ápofisis espinosas desde el área media lumbar hasta la séptima vértebra lumbar. A continuación se separan los músculos multifidus y longissimus, disecándolos del septum intermuscular en dirección caudo-craneal. Con la disección se profundiza hasta llegar a visualizar las uniones de los tendones de los músculos longissimus a los procesos accesorios. Estos tendones servirán de puntos de referencia para localizar los espacios intervertebrales, que se encontrarán en situación caudoventral respecto a los primeros. Para realizar la fenestración se han de proteger, con un pequeño retractor, las ramas dorsales de los nervios espinales que emergen justamente ventrales a los tendones4. Esta técnica puede reportar complicaciones, tales como neumotórax o lesiones neuromusculares. Sin embargo tiene algunas ventajas, como el tiempo quirúrgico, que es aproximadamente la mitad del que se emplea en los accesos dorsales, o el hecho de ser una técnica menos traumática y con menos hemorragias4. Aparte de las complicaciones, la desventaja principal de este acceso es la exposición inadecuada para poder entrar en el canal vertebral, bien mediante una hemilaminectomía o una laminectomía dorsal, por lo que no puede ser recomendado este acceso para su uso en pacientes que sufran de una mielopatía compresiva debido a una herniación de material discal. Por ello, autores como Fingeroth14 hablan del uso profiláctico de la fenestración, en el sentido de prevenir futuros episodios de la enfermedad discal, más que de un procedimiento definitivo para el tratamiento del prolapso o extrusión del disco. BIBLIOGRAFíA 1. Bellah JF. Colonic Perforation after Corticosteroid and Surgical Treatment of Intervertebral Disc Disease in a Dog, J Am Vet Med Assoc , 183: 1002-1003, 1983. 2. 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