Revista en Línea No. 35 - Academia Nicaragüense de la Lengua
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Revista en Línea No. 35 - Academia Nicaragüense de la Lengua
lengua Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua 2a época, núm. 35 1523 Managua Noviembre, 2010 4 Lengua / Revista de la Academia Nicaragüense de la Lengua Director: Jorge Eduardo Arellano Editor: Francisco Arellano Oviedo Diagramación: Lydia González Martinica. PAVSA. Cubierta: Armando Morales “Bañistas en el puerto de Granada”, óleo sobre tela (1989). Contracubierta: Foto de familia en el Museo de Santa Cruz, Toledo, 26 de octubre de 2010, al final de la entrega del Premio “Don Quijote” a Juan Goytisolo y a la Asociación de Academias de la Lengua Española. En el centro de la primera fila, el Rey de España flanqueado por Víctor García de la Concha y Juan Goytisolo. Managua, noviembre, 2010 El contenido de los artículos firmados representa únicamente el punto de vista del autor. 5 ACADEMIA NICARAGÜENSE DE LA LENGUA Director Subdirector Secretario Subsecretario Tesorero Bibliotecario Fiscal : : : : : : : D. Jorge Eduardo Arellano D. Carlos Tünnermann Bernheim D. Francisco Arellano Oviedo D. Pedro Xavier Solís D. Carlos Mántica Abaunza D. Guillermo Rothschuh Tablada D.a Ana Ilce Gómez Ortega Miembros de Número (Por orden de precedencia) D. Felipe Rodríguez Serrano D. Enrique Peña-Hernández D. Edgardo Buitrago Buitrago D. Eduardo Zepeda-Henríquez D. Fernando Silva Espinosa D. Guillermo Rothschuh Tablada D. Carlos Mántica Abaunza D. Jorge Eduardo Arellano D. Emilio Álvarez Montalván D. Francisco Arellano Oviedo D. Carlos Tünnermann Bernheim D. Róger Matus Lazo D. Carlos Alemán Ocampo D. Pedro Xavier Solís D. Rosario Fiallos Aguilar D. Julio Valle-Castillo D. Alejandro Serrano Caldera D. Sergio Ramírez Mercado D.a Ana Ilce Gómez Ortega D.a Isolda Rodríguez Rosales D.a Gloria Elena Espinoza de Tercero D. Erick Aguirre Aragón Miembros correspondientes D. Jaime Íncer (Nicaragua) D. Mario Hernández Sánchez-Barba (España) D. Noel Rivas Bravo (España)* D. Ricardo Llopesa (España)* D. Günther Schmigalle (Alemania) D. Nicasio Urbina (EE.UU.)* D. Steven White (EE.UU.) D.a Nydia Palacios (Nicaragua) D.a Conny Palacios (EE.UU.)* D. Armando Íncer (Nicaragua) D.a Claire Pailler (Francia) D. Horacio Peña (EE.UU.)* D.a Gioconda Belli (EE.UU.)* D. Naohito Watanabe (Japón) D. Francisco de Asís Fernández (Nicaragua) D.a Gloria Guardia (Panamá) D. Guillermo Menocal Gómez (EE.UU.)* D. Jorge Eduardo Argüello Sansón (EE.UU.)* D. Julio Ortega (Perú) D.a Pilar Llull Martinez de Bedoya (España) D. Jorge Chen Sham (Costa Rica) * Nicaragüenses en el extranjero. 6 ACADEMIA NICARAGÜENSE DE LA LENGUA Miembros honorarios D. Alejandro Montiel Argüello (Nicaragua) D. Ernesto Cardenal Martínez (Nicaragua) D. Óscar Acosta (Honduras) D. Alberto Cañas (Costa Rica) D. Ian Gibson (España) D. Víctor García de la Concha (España) D. Gregorio Salvador Caja (España) D. Humberto López Morales (Puerto Rico) D. Juan Munguía Novoa (Nicaragua) D. Iván Escobar Fornos (Nicaragua) D. Luis Sáinz de Medrano (España) D.a Christina María van der Gulden (Holanda) D. Rodolfo Sandino Argüello (Nicaragua) D. José Joaquín Quadra Cardenal (Nicaragua) D. Carlos Mejía Godoy (Nicaragua) D. Róger Mendieta Alfaro (Nicaragua) 7 SILLAS DE LA ACADEMIA A: Mons. José Antonio Lezcano y Ortega (1865-1952), fundador; Dr. Julio Ycaza Tigerino (1919-2001), ingresó el 5 de enero de 1954; Dr. Alejandro Serrano Caldera (1938), ingresó el 10 de junio de 2002. B: Dr. Francisco Paniagua Prado (1861-1932), fundador; Dr. Fernando Buitrago Morales (1894-1979); Lic. Francisco Arellano Oviedo (1941), ingresó el 26 de mayo de 1995. C: Dr. Manuel Maldonado (1864-1945), fundador; Dr. Andrés Vega Bolaños (18901896), ingresó el 8 de agosto de 1948; Dr. Emilio Álvarez Montalván (1919), ingresó el 27 de enero de 1995. Ch: Dr. Diego Manuel Chamorro (1901-1971), ingresó el 19 de agosto de 1948); Don Carlos Mántica (1935), ingresó el 28 de abril de 1971. D: Consagrada a la memoria de Rubén Darío. Dr. Alfonso Ayón (1858-1944), fundador; Dr. Rafael Paniagua Rivas (1916-1994), ingresó el 22 de agosto de 1957. Lic. Carlos Alemán Ocampo (1941), ingresó el 10 de marzo de 1998. E: Pedro Joaquín Chamorro Zelaya (1891-1952), fundador; Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985), ingresó el 26 de junio de 1955; Dr. Carlos Tünnermann Bernheim (1933), ingresó el 30 de agosto de 1995. F: Carlos Cuadra Pasos (1879-1964), fundador; Dr. Jorge Eduardo Arellano (1946), ingresó el 8 de septiembre de 1989. G: Consagrada a la memoria de Don Enrique Guzmán. Dr. Luis H. Debayle (18561938), fundador; D. Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), ingresó el 26 de julio de 1945; D. Sergio Ramírez Mercado (1942), ingresó el 15 de mayo de 2003. H: Ing. José Andrés Urtecho (187?-1938), ingresó el 7 de junio de 1929; Dr. Emilio Álvarez Lejarza (1884-1969), ingresó el 23 de diciembre de 1941; Dr. Felipe Rodríguez Serrano (1920), ingresó el 9 de septiembre de 1955. I: Pbro. Azarías H. Pallais (1884-1954), ingresó el 20 de diciembre de 1929; Dr. Enrique Peña Hernández (1922), ingresó el 28 de mayo de 1961. J: Dr. Santiago Argüello (1871-1940), ingresó el 29 de enero de 1931; Dr. José H. Montalván (1904-1964), ingresó el 20 de octubre de 1948; Dr. Edgardo Buitrago (1924), ingresó el 23 de septiembre de 1962; Lic. Erick Aguirre Aragón, ingresó el 28 de julio de 2010. K: Don Pablo Hurtado (1853-1936), ingresó el 19 de julio de 1933; Gral. José María Moncada (1871-1945), ingresó el 5 de septiembre de 1940; Dr. Ramón Romero (1880-1964), ingresó el 8 de julio de 1948; Dr. José Sansón Terán, ingresó en 1954; Don José Jirón Terán (1916), ingresó el 30 de septiembre de 1993; D.a Ana Ilce Gómez Ortega (1945), ingresó el 12 de julio de 2006. L: Don Pedro Joaquín Cuadra Chamorro (1887-1955), ingresó el 19 de julio de 1933; Don Eduardo Zepeda-Henríquez (1930), ingresó el 7 de julio de 1963. M: Dr. Rodrigo Sánchez, ingresó el 20 de enero de 1942; Dr. Julio Linares (1902-1971), ingresó en 1962; D.a Rosario Fiallos de Aguilar, (1938), ingresó el 21 de julio de 1999. N: Dr. Salvador Castrillo Gámez (1873-1950), ingresó el 8 de noviembre de 1942; Don Adolfo Calero Orozco (1899-1980); Lic. Róger Matus Lazo (1943), ingresó el 26 de junio de 1996. Ñ: Prof. Carlos A. Bravo (1885-1975), ingresó el 13 de marzo de 1949; Don Guillermo Rothschuh Tablada (1926), ingresó el 10 de abril de 1970. O: Dr. Santos Flores López (1878-195?), ingresó el 14 de octubre de 1942; Ing. Ernesto Gutiérrez (1929-1988), ingresó el 3 de agosto de 1967. Lic. Pedro Xavier Solís Cuadra (1963), ingresó el 5 de mayo de 1998. P: Dr. René Schick Gutiérrez (1909-1966), ingresó el 30 de abril de 1966; Dr. Fernando Silva (1927), ingresó en 1968. Q: Consagrada a la memoria de D. Quijote. Lic. Julio Valle-Castillo (1952), ingresó el 18 de mayo de 2001. R: D.a Isolda Rodríguez Rosales (1947), ingresó el 18 de septiembre de 2007. S: D.a Gloria Elena Espinoza de Tercero (1948), ingresó el 29 de noviembre de 2007. 9 Contenido I. . PLUMA INVITADA.....................................................11 Español en España y español en América......................13 II. . TEXTOS RESCATADOS............................................17 Cercopithecos de Ometepe.............................................19 III. . HOMENAJE A ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ.......21 Elogio de Ernesto Mejía Sánchez..................................23 Amistad y erudición en Ernesto Mejía Sánchez............33 Prosemas escogidos........................................................38 IV. . DISCURSOS DE INGRESO.......................................47 Los pies sobre la tierra...................................................49 Vetas periodísticas..........................................................76 Modalidades del nocturno poético en la Generación del 40: La noche ensimismada en Martínez Rivas, Mejía Sánchez y Cardenal...........................................90 Semblanza de Jorge Chen Sham..................................113 Discurso de don Róger Mendieta Alfaro al incorporarse a la Academia Nicaragüense de la Lengua .............................................................120 Mendieta Alfaro: maestro de la sátira..........................136 V. . NUEVA GRAMÁTICA DE LA LENGUA .ESPAÑOLA................................................................141 La Nueva Gramática: actualizada científicamente, colectiva, panhispánica, policéntrica, actual.............143 La Nueva gramática y la política lingüística panhispánica..............................................................147 VI. . IGNACIO BOSQUE: DOCTOR HONORIS . CAUSA DE LA UNIVERSIDAD AMERICANA.......151 Luminarias de la lengua española................................153 Discurso de Ignacio Bosque en el acto de concesión del Doctorado Honoris Causa que le otorga la Universidad Americana ........................................165 VII.. DICCIONARIO DE AMERICANISMOS...............175 Hispanoamérica en sus palabras..................................177 Diccionario de Americanismos: conociendo a nuestra familia hispanoamericana...........................184 El Diccionario de americanismos: espejo de la identidad de nuestros pueblos....................................190 VIII..DOCUMENTA RUBENDARIANA..........................201 Fervor y apoteosis del “Canto a la Argentina” en su centenario.........................................................203 IX.. ARTÍCULOS Y ENSAYOS.......................................217 Carta a don Edgardo Buitrago: en ocasión de su misa de cabo de año.........................................219 Celestina, Lázaro y Palomino......................................222 7 títulos de escritoras nicaragüenses............................238 X. . RESEÑAS Y NOTAS.................................................247 El ejemplo señero de Darío en dos colecciones de estudios.................................................................249 Jorge Chen Shan, editor: Asedios posmodernos a Rubén Darío............................................................253 Una aproximación minuciosa, casi detectivesca, de la vida y obra de Salomón de la Selva..................257 Vargas Llosa: espeleólogo de la conciencia humana / dos notas....................................................266 Pedro Xavier Solís: El vidente Bernardo de Cuapa.....270 Rosario Aguilar: agradecimiento a FAO .....................271 I PLUMA INVITADA Presentamos un magistral artículo de nuestro miembro honorario, Gregorio Salvador Caja (Cúllar, Granada, España, 1927), tomado de su libro Noticias del Reino de Cervantes / Uso y abuso del español actual (2007). Preclaro ciudadano de nuestra lengua, Salvador Caja ha sido un apasionado defensor de su unidad. Doctor en Filología Románica por la Universidad Complutense en 1953, ejerció la docencia en las universidades de La Laguna (Tenerife), Granada, Autónoma de Madrid y en su Alma Mater, aparte de enseñar cursos especializados, como profesor visitante, en la universidad de Maryland, EE.UU; el colegio de México y la Universidad de Buenos Aires. La investigación dialectológica, la lexicología, la crítica literaria y el cuento han constituido los ámbitos de su quehacer. Entre sus obras, cabe citar Semántica y lexicología del español (1985), Lengua española y lenguas de España (1987), varias veces reeditado; Política lingüística y sentido común (1992), Un mundo con libros e Historia de las letras, ambas de 1996. Por sus colaboraciones habituales de prensa, mereció cuatro premios periodísticos. Definitivamente, para muchos colegas suyos de la América hispana Gregorio ha sido un maestro muy respetado y un sincero amigo. Hasta él vayan nuestros “saludes”. Pluma invitada 13 Español en España y español en américa Gregorio Salvador Caja Se suele hablar de español de España y español de América como si fueran las dos variedades que deban distinguirse y oponerse en esta lengua nuestra, tan ancha y extendida. No me gusta a mí, como lingüista, esa diferenciación porque es una mera constatación geográfica, sin apoyaturas lingüísticas suficientes para que tenga validez en dialectología. Si Inglaterra y los Estados Unidos son, al decir de Bernard Shaw, dos países separados por la misma lengua, no se puede repetir la ingeniosa paradoja con respecto a España e Hispanoamérica. De hecho, no hay en el español de América ninguna peculiaridad lingüística de mayor o menor extensión que no tenga su correlato en alguna zona, también más o menos extensa, del español peninsular, y desde luego muchas de sus aparentes particularidades lo emparejan con el castellano literario de los siglos de oro. Solo hay un rasgo común a todas las hablas americanas, el de la confusión de s y z, y está igualmente presente en las islas Canarias, en dos tercios de Andalucía y en algunos lugares de Extremadura y de Levante. Sevilla era ya seseante en el siglo XVI y por ella pasaban todos los viajeros a Indias, gran parte de los cuales eran de ese territorio meridional que había discrepado de Castilla en la evolución de las sibilantes. El español es una lengua muy cohesionada, la más unitaria de todas las grandes lenguas del mundo. Sus diferencias dialectales son mínimas en comparación con las que suelen ofrecer otros dominios lingüísticos y no impiden nunca —ni siquiera 14 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 dificultan— la intercomprensión entre sus hablantes, procedan de donde procedan. Cualquier hispanohablante entiende a otro sin mayores problemas, lo que no puede asegurarse, pongamos por caso, de los anglohablantes. Que las diferencias dialectales sean mínimas en español, que nuestro idioma sea lo que técnicamente se llama una lengua “símplex”, es decir, una lengua cuyas variedades dialectales son todas inteligibles entre sí, no quita que estas existan y que incluso se pueda hablar de una primera subdivisión del español, de dos grandes variedades en la lengua: el español de tendencia fonéticamente conservadora, que los dialectólogos solemos llamar español castellano, y el español de tendencia evolutiva, que denominamos español atlántico. Pero esa división no se corresponde con España y América, ni muchísimo menos. El español castellano, de gran homogeneidad, de notables fijeza consonántica, es el español de la mitad norte de la Península y el que se habla en la altiplanicie mexicana, en las zonas interiores de Centroamérica, en la cordillera andina y en todos los altiplanos de América del Sur. El español atlántico es el del sur de la Península, las islas Canarias y las del Caribe y todas las tierras litorales de América, tanto atlánticas como pacíficas, un español dialectalmente heterogéneo, de consonantismo relajado y gran efervescencia articulatoria. La proximidad fonética, si dejamos aparte el seseo y la entonación, entre un mexicano de la altiplanicie, un quiteño, un bogotano, un boliviano, cualquier hispanoamericano del interior, y un salmantino, un burgalés o un turolense es mucho mayor que la que existe entre un granadino, un gaditano, un tinerfeño, un cubano, un rioplatense o un chileno. Esa repartición geográfica de la subdivisión inicial del español, el de consonantismo firme y el de consonantismo relajado o español de tendencia castellanista y de tendencia andalucista, que también se han denominado así las dos amplias variedades, da lugar a que la diferencia de pronunciación existente entre un madrileño y un sevillano sea muy pareja a la que se puede advertir entre un mexicano de la capital y un veracruzano o un colombiano de Bogotá y otro de Cartagena de Indias. Pluma invitada 15 La dualidad fónica española de hablas norteñas y hablas meridionales se repite en todo el continente americano entre la pronunciación de las tierras altas y la de las tierras bajas, entre sierras o altiplanicies y costa o litoral, lo cual hace que casi todas aquellas naciones estén dialectalmente partidas de manera análoga a como lo está el español de España, y eso le da un considerable equilibrio al idioma y ayuda notablemente a evitar la fragmentación, a mantener la unidad. Porque si las isoglosas dialectales coincidiesen con fronteras políticas, la tendencia a la disgregación lingüística, apoyada por siempre posibles desatinos nacionalistas, podría favorecer la separación idiomática y acabar con esa coalescencia admirable que existe en nuestra lengua y que tanto se le valora desde otros ámbitos lingüísticos más dialectalizados. Afortunadamente, no hay un español de España y un español de América, en el mismo sentido que hay un inglés británico y un inglés norteamericano o un portugués ibérico y otro brasileño. El océano no parte el español. Hay diversas peculiaridades de español de América y más o menos las mismas de español de España, entrecruzadas entre sí y, en cualquier caso, mutuamente inteligibles sin esfuerzos. Hay español en España y español en América, eso es lo que hay: una lengua unitaria y asombrosamente cohesionada y homogénea para lo que suele ser el panorama fuertemente dialectalizado que ofrecen otras lenguas del mundo. II TEXTOS RESCATADOS En su Rusticatio Mexicana (1781), el poeta Rafael Landívar (ciudad de Guatemala, 1731-Bolonia, Italia, 1793) rescata una tradición mítica de Mesoamérica en el libro XIV de esa obra única: la del mono raptador de hembras; cercopithecos los bautiza, conocidos popularmente en Centroamérica como sisimicos. Dos literatos nicaragüenses la han retomado: el novelista Hernán Robleto en Una mujer en la selva (1935) y Pablo Antonio Cuadra en dos versos de su poema “Escrito sobre el congo”: refiriéndose a los cercopithecos o sisimicos, afirma: raptan a las niñas que atraviesan los caminos / o a las que se bañan desnudas en la íngrima ternura del riachuelo. Rescatamos, pues, el fragmento siguiente, tomado de la traducción en prosa que realizó de la Rusticatio Mexicana el estudioso mexicano Octaviano Valdés: Por los campos de México (México, ediciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1942, pp. 195-196), precedidos de estas líneas: Los peligros que el ciervo y la liebre esquivan con su pie veloz, los salva con taimados ardides, y burla a su declarado enemigo, el sagaz cercopitheco, gala del campo, dueño principal de la selva, mañoso de ingenio, peremne gloria de las fieras. Muchas veces envuelve su cuerpo de negra vestidura, cubriéndolo todo de pelaje desgreñado; su vientre, piernas, brazos, ijares, cara, cabeza y manos, no carecen de pelo negreante. Pero si es Nicaragua pródiga... Textos rescatados 19 CERCOPITHECOS DE OMETEPE Rafael Landívar Si vero Nicaragua tibi det prodiga dono, Quem praecincta lacu nutrit gratissima tellus Ille alvum certe pectusque albescet et ora. Haec vero humanam simularet bellua formam, Ni magno contorta sinu, contorta deorsum, Cauda ferae reliquos turparet corporis artus. Mole tamem plures adeo se attollere visi, Aethiopem ut primo credas spectare decennem, Viribus at cinctum validis, hominisque vigore, Raptandis, ut saepe solent, uxoribus apto. Pero si es Nicaragua pródiga la que en don te ofrece el simio que nutre en una isla feracísima1 orlada por las aguas de un lago, con toda seguridad lleva este el vientre, el pecho y la cara albeantes. Tendría una figura semejante a la de un hombre, si su cola retorcida hacia abajo con una vuelta desproporcionada no le afeara el cuerpo. Se ha visto algunas alcanzar tal estatura, que a primera vista creerías contemplar un etíope de diez años. Está dotado de las poderosas fuerzas y vigor del hombre, suficiente para raptarse a las mujeres según lo acostumbra a menudo. (Traducción de Octaviano Valdés) __________________________ 1. Ometepe, en el gran lago de Nicaragua, grata en extremo por su fertilidad y llena de monos con cola (cercopithecos) Ernesto Mejía Sánchez. III HOMENAJE A ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ Ernesto Mejía Sánchez, retrato a pluma de Álvaro Gutiérrez. Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 23 ELOGIO DE ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ1 Carlos Tünnermann Bernheim NOS HEMOS congregado esta noche en la Sala de Grados de esta Casa de Estudios para dar cumplimiento al acuerdo de nuestra Junta Universitaria, en virtud del cual se confiere el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN, a don Ernesto Mejía Sánchez. El título de Doctor Honoris Causa es la mayor distinción académica que puede otorgar nuestra Universidad. Se concede por resolución de la Junta Universitaria aprobada por voto unánime de sus miembros. Desde el advenimiento de la autonomía universitaria, la UNAN es muy exigente en cuanto a los títulos honoríficos que otorga. En sus Estatutos tiene establecido que estos solo pueden darse a las personas que se destacan por una extraordinaria labor cultural, científica o docente. Como morada de las más elevadas manifestaciones del espíritu, la Universidad ha reservado su máximo galardón académico precisamente para quienes sobresalen en las cosas del espíritu. Aquí no se prodigan honores a los políticos ni a los magnates. Como lo advirtiera el recordado rector Mariano Fiallos Gil, al ofrecer el título de Doctor Honoris Causa a don Antonio Oliver Belmás, este homenaje es muy exclusivo: solo se concede a personas cuyas obras descansan en los más altos valores de la ciencia y la cultura “Nunca lo hemos otorgado por otra cosa en que no entren como factores decisivos el honor, la dignidad y el mérito. Se lo hemos negado __________________________ 1. Discurso pronunciado en la ceremonia de investidura de Ernesto Mejía Sánchez como Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en 1971. 24 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 a grandes, poderosos y ricos personajes”, dijo entonces el rector Fiallos Gil. Desde 1958 la lista, no muy extensa, de quienes han recibido esta distinción incluye los nombres siguientes: Josefa Toledo de Aguerri, Salomón de la Selva, Raúl Silva Castro, Antonio Oliver Belmás, Edelberto Torres y Alfonso Cortés. A ellos se agrega hoy el nombre de Ernesto Mejía Sánchez. La lista en sí es la mejor demostración de lo que antes hemos dicho. Para conferir el grado de Doctor Honoris Causa a Ernesto Mejía Sánchez nuestra Junta Universitaria tuvo en cuenta su calidad humana; la originalidad de su poesía; sus relevantes méritos como ensayista, historiador y crítico literario; su devoción por la obra de nuestro Rubén Darío, a cuyo conocimiento ha contribuido con luminosos estudios y su fecundo trabajo docente como catedrático e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pese a los largos años que tiene de residir en México, la labor de Mejía Sánchez es bien conocida y apreciada en los medios universitarios e intelectuales de Nicaragua, con los que mantiene permanente contacto. Por eso, al referirme a su vida y obra, lo hago no para darlas a conocer, sino para realizar su elogio. Nacido en Masaya en 1923, aprendió las primeras letras en su ciudad natal; los estudios de secundaria los cursó en el Instituto Nacional de Oriente de la ciudad de Granada, donde también siguió los de Derecho en la extinta Universidad de Oriente y Mediodía. En 1944, se trasladó a la ciudad de México donde ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma para cursar la carrera de Letras, estudios que culminó con singular éxito en 1951 al obtener su Maestría en Letras Españolas con mención magna cum laude. Raimundo Lida fue uno de sus maestros en esta Facultad. Su afán por profundizar sus conocimientos le llevó a Madrid donde entre 1951 y 1953 hizo estudios de doctorado en Letras, con especialización en Filología Hispánica, en la Universidad Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 25 Central de aquella ciudad. Particularmente importantes, para su formación como investigador, fueron los años en que hizo estudios e investigaciones en el Centro de Estudios Filológicos y Literarios de El Colegio de México, una de las instituciones de más sólido prestigio del continente. En el Colegio de México trabajó con eminentes maestros, principalmente Alfonso Reyes, quien fuera su gran preceptor (Reyes le dirá después, en ocasión de recibir un ejemplar de su libro Los primeros cuentos de Rubén Darío: Siempre será para mí una alegría el haberlo visto crecer, madurar y soltar los primeros frutos a mi lado). Su tarea docente la ha desempeñado de manera especial en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde ha impartido, brillantemente, las cátedras de Morfología, Sintaxis, Estilística y Literatura iberoamericana, campo este último en que es una autoridad reconocida. Sin embargo, su labor como catedrático ha rebasado los límites de la República mexicana, pues constantemente recibe invitaciones para dictar cursos y lecciones en universidades de otros países. Así ha dictado conferencias en Segovia y Salamanca de España, en varias universidades de los Estados Unidos y en Berlín, Caracas, Oxford y León de Nicaragua. Ha participado en numerosos congresos y seminarios sobre literatura y es miembro fundador del PEN Club de México y de la Comunidad Latinoamericana de Escritores. Ernesto Mejía Sánchez ha sido galardonado en varios concursos literarios: en 1947 obtuvo el Premio Nacional Rubén Darío, concurso que ganó otra vez en 1950 con su colección de poemas “La impureza”, aún inédita, pero que será incorporada al libro que de su obra poética publicará próximamente nuestra Editorial Universitaria. En 1945, obtuvo el segundo Premio de Poesía del Primer Certamen Nacional de Cultura, convocado por el Gobierno de El Salvador, con su libro Contemplaciones Europeas. El jurado, integrado por Alberto Velázquez, de Guatemala; Arturo Agüero, de Costa Rica y Pablo Antonio Cuadra, al acordar el premio para el trabajo de Mejía Sánchez manifestó: hemos hallado en él una singular madurez poética, 26 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 una pureza de expresión y una novedosa modalidad que puede servir de orientación hacia rumbos inéditos de la poesía centroamericana. Mejía Sánchez pertenece a varias corporaciones culturales que se honran de contarlo entre sus miembros: La Sociedad de Amigos de Menéndez y Pelayo; la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y la Academia Nicaragüense de la Lengua, correspondiente de la Española. Es actualmente directivo de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, que ya ha celebrado tres importantes congresos. Por encomienda de esta, Mejía Sánchez tuvo a su cargo la compilación del importante volumen publicado por la Comunidad con motivo del Centenario del nacimiento de Darío y que se intitula: Estudios sobre Rubén Darío, obra que recoge valiosos ensayos sobre nuestro gran poeta, que aún no habían recibido adecuada divulgación. Es un libro de más de seiscientas páginas, estupendamente organizado, del que ningún estudioso de Darío podrá prescindir en el futuro. Solo la acuciosidad de Mejía Sánchez y su dominio de la bibliografía dariana podían darnos una colección tan extraordinaria como la reunida en el libro de referencia. Antes de cumplir los veinte años de edad Mejía Sánchez inició su carrera literaria colaborando en diarios y revistas de Nicaragua, de manera especial en los recordados Cuadernos del Taller San Lucas, de los que fue editor entre los años 1942 y 1944. Sus primeros poemas aparecieron en la revista Educación, en 1944. A raíz de su traslado a México sus poesías comenzaron a publicarse en las principales revistas literarias de México, de las que por años ha sido asiduo colaborador. Tanto en México como en Madrid, su espíritu inquieto le movió a fundar revistas literarias para dar amplio margen a su búsqueda de nuevas formas de expresión artística. El primer libro que Mejía Sánchez publicó fue una antología de Romances y corridos nicaragüenses, editado por la imprenta de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero su obra poética personal, que abarca ya más de media docena de libros, se inicia en 1947 con la aparición de Ensalmos y conjuros, editados Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 27 por Cuadernos Americanos. El crítico Orlando Gómez-Gil (quien en su obra Historia crítica de la literatura hispanoamericana incluye a Mejía Sánchez entre lo que llama la “promoción más reciente” de escritores hispanoamericanos al lado de Daniel Devoto, Alí Chumacero, Juan Rulfo y Julio Cortázar) dice de los versos de Ensalmos y conjuros que encierran una “poesía aguda, paradojal, indirecta, llena de rodeos”. Como miembro de la generación siguiente a la de vanguardia, la poesía de Mejía Sánchez, desde su primera manifestación, se nos revela como algo novedoso, de estilo depurado, trabajado con impecable técnica, pero donde el pulcro artífice no impide que captemos la inspiración del auténtico poeta que trasciende de cada uno de los Ensalmos y conjuros, como en aquel que dice: Para saber si el fruto de su vientre ha de ser varón o niña, que tu mano inaugure la sombra de sus ojos, y que pronuncie un nombre sin recordar la noche de la sangre. Si ella dice: rueca, o: golondrina, será mujer quien alegre tu casa. Si dice, por ejemplo: amaranto, será varón quien besará a la madre. Si queda muda, no te apenes, él hablará por ella; que nacerá un poeta. Bajo el sello editorial Sur de Buenos Aires apareció, un año después, el poema en versículos, de gran aliento: “La carne contigua” que según Ernesto Cardenal, está “lleno de tabúes, construido todo él alrededor de una palabra: la desnudez de Thamar”. Cardenal, en la introducción a la Antología de la Nueva poesía nicaragüense afirma que la poesía de Mejía Sánchez: “Es una poesía clara, pero llena de secretos, que a cada uno se entrega en voz baja y en privado. Una poesía que vale más por lo que niega que por lo que entrega, más por lo que calla que por lo que dice... Después de la lectura de cada poema suyo se siente una rara sensación de revelación velada, 28 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 de “Estar en el secreto”. Más importante que lo que se entiende es lo que se sobreentiende, aquello que al final de cada verso deja por decir, como si terminara sus frases siempre una sílaba antes, al borde del misterio. El callar algo es un medio más de expresión para él, una verdadera figura literaria. Hay que ser sagaz y avispado ante cada poema, porque para él la poesía es eminentemente de palabras, no de sentimientos ni de ideas y las palabras, que son apariencias, engañan. De ahí esa especie de doblez o doble sentido de su poesía. Doblez que es inherente al lenguaje, además, pues ya la misma etimología de la palabra palabra lleva en sí la marca de la mentira: parábola, esto es, desviación, rodeo, expresión indirecta. Las palabras siempre son de dos caras, como las monedas; cara y cruz; el espíritu y la letra... Toda poesía está hecha de palabras, pero en esta de Mejía Sánchez la palabra es, al mismo tiempo, el tema de su poesía. Palabra es la palabra más usual en sus poemas (como también la variante aritmética de número). Sus palabras y números siempre tienen algo de ciencias ocultas, de magia, algo diabólico y sibilino”. Palabra, agregamos nosotros, que al conjuro poético nos revela de misterio, transformándose en algo distinto: Ensayé la palabra, su medida el espacio que ocupa. La tomé de los labios, la puse con cuidado en tu mano. Que no se escape. ¡Empuña! Cuenta hasta dos (lo más difícil) Abrela ahora: una estrella en tu mano! El propio Mejía Sánchez, nos dice que para él la poesía es: Este desasosiego, esta palabra que desde el corazón me llega y se detiene en mis labios, no es nuevo en mí, sino que permanece, vive desde cuando mis padres, en amorosa lucha, concretaron la carne de la muerte para darme al mundo; y me crece como un mar en el pecho, siempre cambiante, furioso y sin consuelo. Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 29 Ha de llegar un día en que tanto afán madure y se desangre, y esa ignorada palabra detenida en mis labios rompa el aire como un canto y me haga feliz y duradero el nombre”. En el canto IX de “Los desvelos”, revelador poema incluido en el libro Contemplaciones europeas, Mejía Sánchez nos da la clave de su “Vita arsque poetica”: Bautizo las palabras, pongo nombre a los nombres. Digo la noche y significa una paloma. Imagino el leopardo y tus ojos lloran. Sufro la luz, el día y gano la impureza. Dibujo un rostro más ¡Dios mío! sobre el tuyo. Escribir un poema es como recordar el futuro. Es engendrar un hijo en la tumba. Grabo tu nombre y se confunde con el mío. Qué repentino padre soy en el mismo instante. Qué dios sobre este muro que emborrono desde que nazco. Este es mi testamento, mi bautismo, tu imagen y semejanza. “Bautizar las palabras”; poner “nombre a los nombres” es el secreto de toda poesía. Octavio Paz nos lo dice: “el poeta no tiene más remedio que servirse de las palabras —cada una con un significado semejante para todos— y con ellas crear un nuevo lenguaje. Sus palabras, sin dejar de ser lenguaje —esto es comunicación— son también otra cosa: poesía, algo nunca oído, nunca dicho, algo que es lenguaje y que lo niega y va más allá... La poesía es lucha perpetua contra la significación. Dos extremos: el poema abarca todos los significados, es el significado de todas las significaciones... Triunfo de la palabra: el poema es como 30 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 esos desnudos femeninos de la pintura alemana que simbolizan la victoria de la muerte...”. El eminente crítico, Enrique Anderson Imbert, profesor de la Universidad de Harvard, en su muy conocida obra Historia de la literatura hispanoamericana, dice de Mejía Sánchez que es uno de los poetas más agudos y rigurosos. “En su agudeza y rigor hay algo de juego con complejas significaciones y sorpresas que obligan al lector a corresponder con la inteligencia, no solo con la emoción”. La poesía de Mejía Sánchez figura en las mejores antologías de la poesía española e hispanoamericana. Ha sido traducida el inglés, alemán, italiano y polaco. Su voz está incluida, como voz de acento poético propio, en el “Archivo de Literatura Hispánica en cinta magnética” de la Fundación Hispánica de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, junto con las voces de los más representativos poetas y prosistas ibéricos y latinoamericanos. El acuerdo de nuestra Junta Universitaria, en virtud del cual se confiere el grado de Doctor Honoris Causa a Ernesto Mejía Sánchez, señala entre los méritos que movieron a nuestra Junta a otorgar su reconocimiento, el valioso aporte que Mejía Sánchez ha hecho, mediante sus exhaustivas investigaciones, para el mejor conocimiento de la vida y obra de nuestro Rubén Darío. En efecto, Mejía Sánchez, es sin duda hoy día el más autorizado crítico y escritor dariano del mundo hispanoamericano. Desde el inicio de su carrera literaria, el estudio del legado dariano ha sido constante preocupación de nuestro homenajeado. A Rubén ha dedicado varias obras fundamentales que han contribuido, como pocas, al esclarecimiento de muchos aspectos de la creación artística rubendariana. La serie de estudios consagrados a Rubén la inicia con su trabajo: “Los primeros cuentos de Rubén Darío”, que le sirvió para graduarse con honores como Maestro en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. A sus años como investigador de “El Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 31 Colegio de México”, del que era entonces Presidente su maestro Alfonso Reyes, debemos la aparición de Cuentos completos de Rubén Darío (1950); Poesía de Rubén Darío. Libros poéticos y antología de la obra dispersa (1952) y “Las humanidades de Rubén Darío”, que leyó al hacer su ingreso en la Academia Nicaragüense de la Lengua, el 26 de junio de 1955. Sigue después el volumen compilado por encargo de la Comunidad Latinoamericana de Escritores Estudios sobre Rubén Darío, aparecido en 1968 y que antes mencionamos. La serie culmina, por ahora, con el libro que acaba de publicarle la Editorial Revista de Occidente, como parte de la colección “Cimas de América” y que se intitula: Cuestiones rubendarianas. Esta colección la creó la mencionada editorial para publicar “los libros más significativos de los autores más consagrados de América”. La Editorial, al ofrecer la obra al público, manifiesta que “se honra en presentar una cima nicaragüense”, señalando de Mejía Sánchez que “sus estudios y su constante trajín con los libros de autores hispanoamericanos, han hecho de él uno de los críticos literarios de mayor rigor científico. Este libro contiene los mejores trabajos de Mejía Sánchez sobre Darío, entre ellos su famoso ensayo “Rubén Darío, poeta del siglo XX”, leído por su autor en el Primer Congreso Internacional de Hispanistas, que tuvo lugar en Oxford, Inglaterra, el 10 de septiembre de 1962 y en el cual refuta los reproches del poeta español Luis Cernuda y del crítico inglés Bowra a la obra dariana. En este estudio Mejía Sánchez hace gala del manejo de la crítica literaria; lo estimamos definitivo para demostrar la vigencia y actualidad de nuestro gran poeta. El libro es de tan singular valor que con motivo de su aparición los mejores escritores e intelectuales mexicanos se reunieron recientemente en “La Capilla Alfonsina” para rendir homenaje a Mejía Sánchez. También la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua ha querido aprovechar la oportunidad de su publicación para otorgarle el doctorado Honoris Causa. Más no solo la obra de Rubén Darío ha sido estudiada a fondo por Mejía Sánchez. Su formidable labor de investigación ha comprendido también la de Alfonso Reyes, cuyas Obras 32 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 completas viene editando desde el volumen XIII en adelante; Gutiérrez Nájera; José Martí; Montalvo, etc... En el campo propiamente histórico ha dedicado estudios al Padre Mier y al Padre Las Casas. Sobre este último publicó en 1967 un libro de reseña bibliográfica: Las Casas en México. Su ensayo “El pensamiento literario de Rousseau”, incluido en el volumen editado por la UNAM en 1962, bajo el título Presencia de Rousseau, es un ejemplo de su tremenda capacidad para encontrar siempre algo nuevo o algún aspecto novedoso aun en los más estudiados autores. Octavio Paz en Corriente alterna elogia el trabajo de Mejía Sánchez y reconoce que su lectura le permitió ver con mayor claridad aún el parentesco entre Rousseau y el fundador del surrealismo, André Breton. “Mejía Sánchez, dice Paz, analiza con gran erudición e inteligencia un texto poco conocido del primero y en el cual no es ilegítimo ver una suerte de prefiguración de la concepción surrealista del lenguaje”. Este es el hombre y su obra a quien la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua ha dispuesto distinguir confiriéndole el grado de Doctor Honoris Causa en reconocimiento a su ardua labor literaria. En realidad, es nuestra Universidad la que se honra al incorporar a la lista de sus doctores honorarios a uno de los nicaragüenses más doctos con que cuenta el país. Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 33 Amistad y erudición en Ernesto Mejía Sánchez Jorge Eduardo Arellano En el número 34 (octubre, 2009) de la revista Lengua, Julio Valle-Castillo rinde un compacto y completo homenaje a su maestro paradigmático: “Ernesto Mejía Sánchez, crítico de Rubén Darío”, fallecido hace 25 años. “Reinaremos en el olvido”, aseguraba el maestro y amigo Mejía Sánchez; pero sus más próximos discípulos nunca creímos que, en su caso personal, ese reino adviniese tan pronto. Ni su poesía ni su prosa se han difundido como merecen ni han recibido estudios ni reconocimientos críticos. Ni siquiera su producción dariísta, ya compilada por Valle-Castillo, ha visto luz. De ahí que evoque su amistad y vida, creación y erudición: los cuatro aspectos del ser humano que fue Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, Nicaragua, 6 de julio, 1923-Mérida, Yucatán, 29 de octubre, 1985): uno de los mayores poetas mallarmeanos (en la línea de Stephane Mallarmé) de Hispanoamérica y quizá el hombre de letras más completo de Nicaragua. El único, al menos, que en la segunda mitad del siglo XX alcanzó un nivel transoceánico como crítico e investigador literario. Sin lograr obras de síntesis como Pedro Henríquez Ureña, dejó una extensa y dispersa producción erudita que abarca más de cien títulos entre libros, folletos, sobretiros, antologías y ediciones de y sobre epígonos de la poesía, la narrativa y el pensamiento en lengua española. Sin ánimo de llenar varios párrafos de nombres, enumero los autores a quienes entregó sus principales afanes y desvelos: Bartolomé de las Casas, Gaspar Pérez de Villagrá, el Príncipe de Esquilache (Francisco de Borja), Juan Francisco de Páramo 34 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 y Cepeda, Marcelino Menéndez Pelayo, Miguel de Unamuno y Azorín, por citar siete españoles. Luego, a los hispanoamericanos —comenzando por los mexicanos— Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamante, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, Luis G. Urbina, Julio Torri y Alfonso Reyes, cuyas Obras completas tuvo a su cargo desde el volumen XIII; a los sudamericanos Andrés Bello, Juan Montalvo, Domingo Faustino Sarmiento, Rufino Blanco Fombona, Rómulo Gallegos; y a los centroamericanos Rubén Darío y Salomón de la Selva. Finalmente, a los antillanos José Martí, Eugenio María Hostos, Pedro Henríquez Ureña y José Luis González. De todas estas veinticinco figuras capitales, a quienes dedicó acuciosas indagaciones, Darío, Reyes y Martí, despertaron su mayor interés. Mejía Sánchez fue el más sabio dariísta de su tiempo, como dan fe las ediciones que preparó de los Cuentos completos en 1950 y de las Poesías en 1952 y 1977 de Darío, los fundamentales estudios recogidos en Cuestiones rubendarianas (1970) y varias investigaciones: desde la primera y desconocida “Darío, Maeztu y la Hispanidad” (Anhelos, núm. IX, marzo, 1941), pasando por “Darío y Acuña” (La Prensa, Managua, 18 de agosto, 1949), hasta las reveladores puntualizaciones de Hércules y Onfalia (México, 1964) y Las revelaciones literarias (Revista Iberoamericana, núm. 62, 1966). Por su lado, sobre Reyes escribió centenares de páginas, entre otras las de sus trabajos La vida en la obra de Alfonso Reyes (1961 y 1966), “Rubén Darío y los Reyes” (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, núm. 47, abril, 1963), “El orden en los papeles” (Nuestra década, 1964), Más sobre Unamuno y Reyes (1964), Rubén Darío y Alfonso Reyes (1966), “Menéndez Pidal y Alfonso Reyes” (Anuario de Letras, UNAM, 1968-1969) y Los amigos de Alfonso Reyes (1971). En cuanto a Martí, Mejía Sánchez ha referido su devoción al mismo en el prólogo a una compilación crítica de las correspondencias norteamericanas del apóstol cubano que editó dos veces: José Martí en el Partido Liberal (1886-1892). Tal devoción la concretó, por ejemplo, en un cursillo de 1957, en la dirección de una tesis en 1958, Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 35 en unas páginas de su “Biblioteca Americana” (1959), en dos seminarios —uno de 1960 y otro de 1972— y en su asistencia al Coloquio Internacional de Burdeos el último año referido. La tradujo, además, en tres ensayos: “José Martí” (Cuadernos Universitarios, León, núm. 17, 1961), “Los últimos días de José Martí” (Humanitas, Monterrey, núm. 4, 1963) y “Martí y Darío ven el baile español” (Filosofía y Letras, UNAM, núm. 3, 1977). Pero también autores de otras lenguas y literaturas, como la francesa y la inglesa, tuvieron en Mejía Sánchez un apasionado, fehaciente erudito. Dos de ellos, al respecto, fueron Juan Jacobo Rousseau y George Santayana. Sobre el primero sistematizó una interpretación teórica: “El pensamiento literario de Rousseau” (incluida en la obra colectiva Presencia de Rousseau en México¸ México, UNAM, 1962); y sobre el segundo una valoración interesante. Octavio Paz elogió el ensayo sobre el enciclopedista francés en su Corriente alterna (México, Siglo veintiuno, 1967, pp. 64-66): “Mejía Sánchez analiza con gran erudición e inteligencia un texto muy poco conocido del primero (Rousseau) y en el cual no es ilegítimo ver una suerte de prefiguración de la concepción surrealista del lenguaje. Se trata del Essai sur l’origine des langues. Confieso que yo no lo conocía e ignoro si (André) Breton lo leyó alguna vez. Me inclino por la negativa (…) Breton creía que el lenguaje funda a la sociedad y no a la inversa; Mejía Sánchez señala que para Rousseau “hay un pacto lingüístico anterior al pacto social…”. Sin embargo, no bastan estas líneas para dar una idea bastante aproximada de la erudición y del repertorio bibliográfico de Mejía Sánchez. Habría que deslindar en él ocho etapas vitales para comprender su vocación y carrera literarias. La de su Infancia y adolescencia (1923-1940, hasta los 17 años); Los años formativos (1941-1951, hasta los 28), primero en Nicaragua como poeta y luego, académicamente, en México (de enero, 1944, a julio, 1951) hasta graduarse; La experiencia europea (19511953) sobre todo española, durante la cual realizó pesquisas documentales que posteriormente aprovecharía; Intermezzo 36 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 nicaragüense (1954-1955) e imposibilidad de adaptarse al medio; Realizaciones y primera madurez (1966-1972): en USA (Tulane, Nebraska, Nueva York) y México (de los 43 a los 49); años también de realizaciones y madurez creadora que culminaron con la publicación en Madrid de Cuestiones rubendarianas (1970), el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (1971) y la edición de casi toda su producción poemática en Recolección a mediodía (1972); Años de crisis familiar y radical agnosticismo (1973-1978, de los 50 a los 58); y La intensificación declinante de su crisis (1979-1985, de los 59 a los 62), por la emergencia de una enfermedad mortal: fibrosis intersticial difusa (Pasman Rich) en 1979. Como se ve, hubo ocho Mejía Sánchez bien definidos de los cuales tuve la fortuna de conocer a los tres últimos, aunque el premortem me haya deparado alguna decepción perdonable. Lo cierto es que los Mejía Sánchez mejor asimilados intelectualmente por mí, fueron el quinto y el sexto, o sea el de las etapas culminantes de su carrera. Son los Mejía Sánchez que guardo con gratitud, pues el hombre desde que me lo presentó Enrique Fernández Morales en su casa-museo (Granada, 26 de diciembre de 1965), se preocupó por mi destino literario y me heredó algunos de sus papeles y folletos nacionales, enseñándome a honrar los valores culturales y a practicar una generosidad bibliográfica oportuna, entre otros bienes perdurables. Esta vez quiero dejar constancia de su amistad, trans cribiendo tres de las doce dedicatorias que me obsequió y aún conservo con sus títulos respectivos: “A Jorge Eduardo Arellano —decía la primera—, en memoria de nuestras arduas sesiones bibliográficas. Afectuosamente, Ernesto Mejía Sánchez. Granada, feb. 1966”, estampada en un ejemplar de La poesía contemporánea en Centro América, ponencia leída en las Primeras jornadas de Lengua y Literaria hispanoamericanas, celebradas en Salamanca, 1953. La segunda fue trazada en el primer ejemplar de Estelas / homenajes, y en ella reconoce al gran amigo “que me permitió recoger estos fragmentos, —con la gratitud de su afectísimo, Ernesto Mejía Sánchez—, ya casi Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 37 16 de enero de 1971”. Y la tercera figura en su folleto Literatura y sociedad puertorriqueñas (1977) y dice “A Jorge Eduardo, gran amigo, colaborador y sucesor de todo lo bueno que quise hacer”. La etapa de su infancia y adolescencia quedó trasfundida en sus textos autobiográficos (poemas y prosemas), que no son pocos. La formativa de Nicaragua puede rastrearse en El sembrador y en Anhelos, publicaciones periódicas católicas de Masaya (la segunda, dirigida por él, constó de nueve números: de julio, 1940 a abril, 1941), como también en el primer Cuaderno del Taller San Lucas (octubre, 1942). La etapa de México, entre 1944 y 1951, entrañó su formación académica y americana. Guiado por el polígrafo Rafael Heliodoro Valle, hombre cordial y práctico, Mejía Sánchez tuvo de maestros insustituibles al español Agustín Millares Carlos —notable bibliógrafo—, a ese coloso del saber literario y universal que fue Alfonso Reyes y al agudo crítico argentino Raimundo Lida. En dicha etapa no solo escribió la tesis de maestría Los primeros cuentos de Rubén Darío (1951), sino también sus primeros títulos en verso: Ensalmos y conjuros (1947), La carne contigua (1948), El retorno (1950) y La impureza (1951). De este año a 1953 data su estadía en Europa: Francia, Italia, España. Allí, bajo la orientación de Antonio Rodríguez Moñino, completó su erudición en letras españolas, hizo activa vida literaria desde la Residencia del Mayor Guadalupe en Madrid y su poesía encontró afinidad espiritual e iluminada fecundación en la del catalán Carles Riba. En fin, de 31 años regresó a Nicaragua para administrar una empresa cuasi-familiar: la Imprenta Granada; pero, aunque el 26 de junio de 1955 ingresaría en la Academia Nicaragüense de la Lengua, no pudo desplegar libremente sus talentos (las condiciones objetivas se lo impidieron) y tuvo que marcharse a México, país donde se arraigó para siempre y fue algo más que su segunda patria. 38 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Prosemas escogidos Ernesto Mejía Sánchez La ancha Castilla (Joaquín Vaquero) PASO LA tarde en la ancha Castilla; del amarillo al ocre, que traen de la mano todo el estío, paso al infinito violeta del poniente, las tierra de labor y los trigales, verde laguna y verde ciénaga, barro y huesos de la tierra, desierto visto con la yema de los dedos, como la luna o su madre el primer día de la Creación, con su hombre diminuto y sus borregos. Tierra de Campos —campos de tierra dura y parda, rocas y adobes, para la catedral, piedra sombreada y fresca para el agua romana, que lleva hasta las Termas y más allá, al Panteón y al Pireo. Ancha es Castilla, como el mundo. Pasa el mar y la selva: el verde aquí es mujer y el monte morado y los volcanes domésticos me llevan a mi casa. Casa de adobes amarillos, piedra fresca para apagar el alma soleada por Castilla. Tercera clase El tren mixto de Madrid salía de Valencia a las dos de la tarde. No recuerdo nada de las particularidades de este remoto viaje. Azorín, Madrid, ídem, Biblioteca Nueva, 1941, II. VAMOS EN tercera, de Madrid a Valencia, por eso de Las Fallas. Y arranca el tren con gran estrépito español, antes de tiempo. Hace hambre al parecer, pues todos se han puesto a hurgar en sus atados y sacan panes y hogazas y facones para cortar Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 39 peligrosamente el de cada día. Mechan el corazón con longaniza, morcillas, jamón serrano o queso ratonado. Los precavidos traen sardinas y merluzas o tortilla de patatas para el come que te come. No llegamos a la primera estación y ya hemos devorado un metro de pan con su aderezo porque me han convidado con gentileza. Que el americano se a morir, darle algo. Y dale con el americano; y pasarle también la bota de vino juguetón. Se oyen cantos o parecen cantos con el vino. Ahora, a los postres, el americano va despacio con las naranjas, unas de oro valencianas, marcadas con un superfluo sellito de tinta roja que dice Valencia, que con el zumo manchan los dedos a su antojo. Ronda el vino en el canto y cada quien canta su cual canción de su región, que es la mejor y que le da por el culo a todas las otras. Y ahora a darle: Que cante el americano, que cante el americano. Y alguno muy sabido agrega: ¡Pero en inglés! Y el americano, haciendo de tripas lo que son, saca el alma a rodar y da de sí un romance del Conde Dirlos, que no habéis oído, aprendido de niño allá en su tierra, después del mar, con música de Mudarra o de Flecha el Viejo, Cancionerillo llamado jardín de amantes, sin pie y sin fecha. Y Moñino, que lloraba de risa. Filología callejera Yo aprendí de Solalinde una buena costumbre, que era resultado de su salud moral: en cuanto guardábamos los papeles y salíamos a la calle, el filólogo desaparecía, dejando sitio al muchacho más sencillo que he conocido... Yo lo acusaba, burlescamente, de vivir preso entre los muros del “dialecto castellano” y no querer salirse de ellos. Porque el hecho de que en España se huya dado preferencia en el habla corriente a la palabra “estrecho” sobre la palabra “angosto” no significa que ésta deje de ser perfectamente legítima. Y él se amparaba en su prosapia toresana. R., XII, 223-224. VENIRME A mí que soy de Toro, hijo de las Leyes de ídem, ca hombre, a decirme que Atlántico se pronuncia a la manera 40 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 azteca, con te-ele, no faltaba más, cuando sabemos por la sangre que siempre se ha dicho A-lántico, A-las, o Ad-lántico, Ad-las, si queréis ser relamidos como sois. Ignorantes, mastuerzos, que no sabéis de la misa la media ni el trueque de sibilantes en antiguo español, nada de la erre y ele implosivas ni de la caída de la de intervocálica. Confundís el acusativo con el nominativo y a las mujeres les regaláis un costurero y por el clásico ya consta que las regaló uno grande, de raso pajizo. Y esa manera de espeler la equis (ésqüisit form), que es el colmo, que os viene de los suramericanos del Norte. Vamos, la monda. Y dijo don Ramón: Que Reyes y Ureña llevan razón, Solalinde. A la cena familiar A Hernando Valencia Goelkel. EN EL verano vamos por las orillas del Manzanares, playa de Madrid, a la cena que recrea y enamora. Llevamos sandías y melones, ciertos vinos frescos, jamoncillos raídos y los ojos abiertos a rabiar. Vino clarete y pobrete de Valdepeñas, que dejamos reposar en el agua; sandías y melones de Villaconejos, que no somos villamelones para colocarnos cocalocas en los colones. Y ellas, qué mirar, qué sonreír, y dan la vuelta por la Ermita y vuelven a pasar y a volver los ojos con qué discreción, con familiar curiosidad animal. —Vos convidamos, vidas, acercáos. —Qué estraño habláis y qué modales, querer alternar por una mirada. —Es que nos quedamos allá, en el siglo XVI. Y ellas confusas, aturdidas, imaginan borrosamente una tienda, una tasca nombrada El Siglo Veinte, El Siglo de Oro o El Siglo de las Luces. Serán ellas sin saberlo nuestras primas, y nosotros haremos de sus primos, en la cena dichosa, alegres y frugales, como quien no quiere forzar la parentela. Manolo Altolaguirre (1959) ME ASOMÉ al aljibe del patio al anochecer. El olor del mar y los jazmines daban ganas de morir. Cayó un nardo en el agua y Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 41 vi su rostro niño y cano a la vez, sonriendo plata en el círculo negro. Vi las islas y la nube, a Isabel Paloma y a su madre joven clavel cortado. Vi el final de un amor y el brusco volcón en una carretera de Burgos. Vi el ciervo herido que busca en el monte amparo. Vi lo que no vi y lo que vi: El joven a la mesa de plomo, sangrándose la espalda, el No. 73 de la calle de Viriato en que viví. Vi el rostro de la Verónica estampado en las prensas, vi sus prensas de Málaga, de Madrid, de París, de Londres, de La Habana y de México. Vi la calle de Belisario Domínguez en que viví y su última imprenta y otra vez San Lorenzo 12 y el olor del mar. Vi sus libros y errores, sus erratas y aciertos, la sonrisa de cada día, la inocencia y el fuego. En Velintonia 3 está la foto de Paloma. Y todos corren anticipadamente a la muerte de Federico: “Manolo Altolaguirre... Concha Méndez y otros que se me olvidan.” Pero nadie para en la carretera. Pasan todos los coches con los ojos cerrados. Pasa Dios y el último latido del motor. Pasa el Diablo como alma que lleva el diablo. No llega Eluard ni Supervielle ni Spender. Pasa el silencio con un beso en los labios. Pasa lo que no pasa y lo que siempre pasa, en la noche: otro nardo en el agua, que borra el rostro niño y la sonrisa. Conversaciones en el bar (Luis Rosales) DICEN QUE lo maté, lo oí en La Habana; pero nadie quiso decírmelo a mí solo. Esperaron el teatro lleno y lo gritaron a pedradas, con huevos podridos y tomates. No dicen que lo maté, técnicamente; sino que lo vendí, que lo entregué en mi casa, entre sábanas blancas. Sí, Granada andaba loca en busca de colores. Azul y rojo, rojo y gualda en las banderas, por los arrayanes, las arreboleras, en el carmen de Falla, husmeando fuego ritual y sangre en los rosales. Ruiz Alonso, mascando un clavel negro entre las fauces lo mandó a perseguir y nos buscaron casa por casa, porque la nuestra era toda Granada y allí me lo encontraron, ya pálido, los sayones de tricornio. Mis hermanas le llevan camisas y holandas con alhucema y azahares. Allí los sayones se están rifando sus vestiduras. Allí se oyó que yo era y que esa misma noche me matarían. Y Ruiz Alonso, chafando su clavel, mandó hacer fuego sobre la “L” azul de Luis en la pijama. 42 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Rusticatio nicaragüensis LANDÍVAR (RUSTICATIO, XIV, 355-564) y Th. Belt (Everyman’s Library, XXXVII, 333-335) me anticiparon las primeras nociones sobre los cuadrumanos robadores de mujeres. Tendrá que agradecer el país natal, oh my land!, al jesuita latinizante la opaca mención de su bravo mar interior y su isla eruptiva, pospuestos deliberadamente a la figura del lascivo cercopithecos, adolescente etíope dotado de humano vigor para el rapto matrimonioso. Y al inglés compañero de Darwin, muerto en purísimo olor científico en Nijni Novgorod, limpio entre las nieves, haberlo bautizado con el casto nombre de Cebus albifrons, amado por Mme. Mestayer en su hotel La Sirena. Después leí todos los Huxley, ambos Lawrence, el primef Miller y hasta Faulkner el bueno, y no hallé nada que valiera la pena. Sólo un día, en un claro bordeado de grandes ceibos y chilamates, tan altos que entre sus copas y el suelo feraz había mucho cielo, o el cielo era bajo entonces y estaba al alcance de nuestra mano, entre el boscaje fresco y fragante, en el aire lento como una esmeralda oí el grito de la mujer, mezcla de asombro y felicidad, volando de rama en rama, en brazos del pequeño y fecundo pariente. I was a child, I was a little monkey in the kingdom by the sea. Apunte en la embajada Occasionally a female would be seen carrying a young one on its back, to which it clung with legs and tail, the mother making its way along the-branches, and leaping from tree to Cree, apparently but little encumbered with its baby. A large black and white eagle is said to prey upon them, hut 1 never witnessed Chis, although I was constantly falling in with troops of the monkeys. Thomas Belt, The Naturalist in Nicaragua. Londres, 1878, VII, 91-92. VEO A los nicaragüenses malhablados, hijos de mona y guardia, negros, renegridos, morenos, morochos o morunos y murrucos, Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 43 hablando francés, francés cercopithéque —porque antes creíamos los del Centro que éramos más o menos blancos, cara blanca, cebus albifrons, pues no visitamos las afueras— y ahora, afuera, de lejos, te vemos, tierra, como sos. Tierra negra, morena cuando más, como la carne que quiero y no quiero. Madre carne, madre patria, bandera mentida en blanco y azul (por moler a Rubén Darío), yo te veré si es que te veo como serás. No me borres, por que yo canté el Himno y marché a la zaga algún día. Anduve de rama en rama del árbol genealógico, hice un claro en el bosque, fui un niño como fueron mis padres, un niño y ya no lo soy. Un niño, un monito, en un reino junto al mar, como dijo Edgar A. le Grand Poet. Santos Cermeño TÚ QUE no tocaste la flauta por casualidad, tú que tocaste lo que tocaste porque la sabías ya sin saberlo, tú más amigo que los amigos, te quiero dibujar desde tu tierno corazoncito de plástico, dentro de tu ancho pecho sonoro y —santo, santo, santo— bajo el coro de nuestra iglesia parroquial. Oh Santos, con tu piano de juguete, en noches de serenata, alegre y sosegado. Bajo lo peor de Nicaragua, o lo mejor, que casi siempre es lo mismo, tú, sereno en tu serenidad magistrado, impartiendo lo que puedes: amistad, amor, justicia y alegría, para los que no somos más que aprendices de tu sabia inocencia de ritmos y rimas. Ya no somos lo que realmente somos —pero tal vez un poco peor, pero sin condiciones ni mejoras, pues todo lo que sabemos no sirve acaso para la salvación de las almas. Oh Santos, tú que tienes la riente paz, dame la mía. Enrique Fernández Morales FIGURA MENOR que yo o igual lo que no es cierto sino todo lo contrario en varias antologías como lo demuestra la muestra de su otro lado de la luna: el dibujo, el rostro, la tinta, los colores, el cuerpo, la forma, la plástica en todo su esplendor mayor que nunca podré hacer ni deshacer sino celebrar. Aquí el San Francisco, el de Asís, enorme y delicado, como él quiso, los 44 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 muchachos de la calle, los poetas, la Anunciación y la Pietá. Veo rostros y cuerpos que conozco y desconozco, unos ojos, tal vez una sombra en hielo azul traslúcido que voy descubriendo a cada momento, un rostro lunar, una mirada lunática. Todo con el capricho maestro, mayor de edad, serio y risueño, achinado, chirreado y chinchineado como él, pero en prerrafaelita, artnouveau, naïf y sobre y noche de insomnio cerrada. Puedo pintar o dibujar los cuerpos más tristes esta noche, dice el Autor. Qué ruido más triste hacen los cuerpos cuando se aman, dijo el Poeta. Qué qué, cacaraqueó Susana y los viejos y el viejo amigo suyo y seguro servidor. Alejandro Aróstegui 1 LUZ DE abajo, luz de la tierra, basurero del hombre, chatarra, podredumbre metálica, desperdicio, pecado contra natura, Jardín de las Delicias a lo infernal, hacia lo tríptico pésimo. Paisajes ancestrales tristísimos, tal vez algún astro o piedra, negro o plata o mierda. Una idea manual, herramientas calcadas como fueron, no de fierro, mesas con utensilios y objetos ¿para quién? flotando suspensos en el éter gaseoso, que de repente se vuelven conchas y estrellas marinas, joyas, planetas, gemas, constelaciones, galaxias: Chevron, Carrada Dry, McCormick, Coca Cola, Pepsi Cola, Esso (¡Dios mío, yo nunca escribí eso! y es la única en que pronuncio Coca o Pepsi), las peores latas, las que dan toda la lata, aplastadas, pero rutilantes levitando en su espacio particular, redivivas, redimidas, gloriosas, en estado de original transparencia. 2 LA HERRUMBRE, el orín, el machigüe, el chingaste, el sacaste animal, el sarro vegetal, el chicuije mineral, lo chachalte y lo tetelque, en rebelión iluminada. La insurrección de abajo tiende hacia la excelencia, a la santidad por la sabia mano gobernada. Sabe que los grises dan vida al amarillo, los ocres al carmín, pero en metálico: Pémex, Cálmex, Tecate y chiles jalapeños Homenaje a Ernesto Mejía Sánchez 45 destruidos en el asfalto de la noche irrumpen en el aire empíreo. El Bosco continúa en el chacuatol, en el fétido paisaje lacustre. Las líneas rectas, dunas, elípticas, curvas, casi cuerpos, dirigidas, intencionales, no dejadas a la improvisación de lo fortuito; los azules, los verdes, las texturas enrarecidos y sin peso y sin peso el bruto bólido, la extraña masa férrea y las sardinas niñas ovaladas y los delicados caparazones de chocolate grande y aluminio otra vez en vuelo fulgurante. Qué pesadilla luminosa, higiénica, equilibrada, tibia, nicaragüense y virginal. La nueva milpa DIVISO A Camilo Zapata en su caballito chontaleño. Los soñadores ciegos de Saraguasca vienen también, oliendo la flor de pino para orientarse. Viene el Trío Monimbó llamando a su palomita guasiruca: Ven, palomita, ven que ya es hora / y verás la Aurora. Vienen las campesinas del Cuá pegando gritos por su cuerpo desgarrado; viene Ernesto Cardenal escribiendo su llanto. Ya está abonado con sangre el solar de Monimbó; de la tumba del guerrillero se levanta la carne viva: Somoza y el juez de mesta no aguantan ésta. Lo dice el canto de los pájaros, alto y profundo como las aguas de Nicaragua. Ahí viene don Justos Santos ya revivido y todos toditos juntos sus pinoleros. Con un rastrillo de oro viene don Justo y una bala de plata por la limpieza de su conducta, a hacer la limpia del cielo y tierra. La Mora limpia de nuestro sueño. Ya vienen por la quebrada, La Quebradita, Terencio Acahualinca y el niño Quincho, Quinchito Barrilete con su cometa y hasta la viejita de Mozambique. Vienen huellas sagradas, hoy pestilentes, ardiendo en lava… Vienen Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, vienen cantando que es buena la cosecha, que está a la vista, que está ya lista, que estalla limpia La Nueva Milpa. Llegó Sandino. Julio Valle-Castillo JULIO VALLE-CASTILLO de los valles que yo vi es un castillo de naipes donde caben, por ejemplo: Vallecastín, Ron Castillo, Castillito, Castillo Will, que firma el castillo del rótulo de don 46 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Laureano Castillo, cuya tienda era El Castillo más castillo que el de Kafka, pues allí conocí las mancuernillas de ámbar bajo el vidrio borroso, las mismas que traje julitro bajo sus gafas de cucaracha pachorruda, con las que el niño ve todo el mundo como disparate armónico, el niño con su paleta de guaro que vio o me dijo Roberto Sosa, el mejor poeta nicaragüense de Honduras (Costa Rica), y que estuvo debajo ‘e la cama de Rubén Darío muriéndose: “Jure, jodido” y no le cumplió, pues se salió con unas imágenes a su imagen y semejanza: ¡valle, castillo, el último modernista, ámbar y quoque filo mi! Taller, talleres, talleristas… —PINTEN UN huevo con palabras, decía Coronel en su gallinero imaginario. Lo ovoide, lo elíptico, lo rosáceo, pintarlo por dentro y fuera hasta que no quede nada del huevo sino palabras. Corregir la pintura, tacharla, rasparla y que sólo quede lo resplandeciente de la criatura. A ver, vate —me decía a mí—, desembuche. Y yo sacaba mi mierdita de la bolsa y él leía y leía, serio, sonriente, picarón y decía: —Esto es una reverenda mierda. Pues así va uno aprendiendo en el taller de la vida. Así Cardenal aprendió más que ninguno. Y yo sigo aprendiendo todavía. IV DISCURSOS DE INGRESO Incorporación de don Erick Aguirre Aragón a la Academia Nicaragüense de la Lengua, 28 de julio de 2010. Discursos de ingreso 49 Los pies sobre la tierra (Discurso de ingreso a la Academia Nicaragüense de la Lengua) Erick Aguirre Aragón DEBO AL poeta Fernando Silva dos acontecimientos impor tantes en mi vida como escritor. Una de ellas, la más remota, fue haber leído hace ya más de treinta años sus Cuentos de tierra y agua (1965), que para mí ambientaron espléndidamente en el hábitat nicaragüense mis entonces fervientes lecturas de Mark Twain, y lograron hacerme aterrizar de la mejor manera posible no sólo en la realidad de mi país, sino también en la realidad de nuestra lengua, que no es otra cosa que la realidad de nuestra vida. Desde entonces dejé de soñar con el caudaloso Mississipi, con sus alegres vagabundos y feraces aventureros, para sumergirme en la literatura nicaragüense de la mano de quien es actualmente el más nicaragüense de los escritores. Recuerdo que llegue a leer sus cuentos casi por casualidad, durante una huelga estudiantil, cuando avergonzado de que mis compañeros de la Asociación de Estudiantes de Secundaria me viesen siempre leyendo literatura “extranjera”, decidí acompañarme con su libro en las noches de vigilia durante las tomas de colegios en los años finales de la dictadura de Somoza. Pero su lectura me obligó a poner atención a otros textos y a otros autores nacionales que escoltaban sus libros en la biblioteca de mis padres. Así fue como desde entonces alterné mis lecturas iniciales llenas de lejanas e ingenuas imágenes, con la dura realidad circundante de la dictadura, que a través de imágenes más cruentas y dramáticas nos mostraba entonces la poesía de Ernesto Cardenal y Leonel Rugama, o los cuentos de Lizandro Chávez y Sergio Ramírez; pero también con las historias, 50 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 crónicas y testimonios, entonces clandestinas y secretas, de Jerónimo Aguilar Cortés, Manolo Cuadra y algunos otros, sobre la lucha de Augusto C. Sandino contra la ocupación extranjera a inicios del siglo veinte. Fue aquella una bifurcación literaria que, como lector y aprendiz de escritor, terminó por marcarme para siempre. La otra cosa no menos importante que debo ahora al poeta Silva es haber animado a los miembros de esta academia a someter a votación la propuesta de mi ingreso como miembro de número, lo cual agradezco profundamente. El periodismo y los escritores modernistas Como escritor y periodista me veo obligado a reflexionar en este discurso de ingreso acerca de la antigua y extraña relación entre el periodismo y la literatura, y acerca de cómo la obra literaria de Rubén Darío y la de los escritores modernistas hispanoamericanos, han colocado ante nuestros ojos la verdad incuestionable de que ambos oficios se han enriquecido mutuamente a lo largo de los años; pese a que, como parientes distantes, se miran a veces con reticencia o con cierta desconfianza. En el ámbito hispanoamericano fue durante las últimas décadas del siglo diecinueve, época de grandes transformaciones económicas y sociales en la que los jóvenes poetas e intelectuales de la nueva generación aglutinaron y dieron forma a las ideas y al espíritu del movimiento modernista; cuando ambos oficios confluyeron de forma significativa y extraordinariamente fructífera. Fue durante ese periodo que, ante la disolución del tradicional mecenazgo aristócrata o burgués que obligó a nuestros escritores a ganarse la vida con sus propios recursos, los nuevos poetas y prosistas se vieron obligados a refugiarse en el periodismo como un oficio que podría, eventualmente, permitirles sobrevivir sin traicionar sus afanes artísticos. “La generación de jóvenes artistas e intelectuales que se formó en ese periodo –anota el académico Noel Rivas Bravo en Discursos de ingreso 51 la introducción a su edición crítica de España contemporáneafue también una importante generación de periodistas. No olvidemos que muchos de ellos realizaron buena parte de su labor creadora y crítica en los periódicos”.1 Durante ese periodo, pues, el periodismo y las nuevas e innovadoras propuestas de la literatura hispanoamericana llegaron a entrelazarse y a relacionarse tan íntimamente, que precisamente las páginas de los periódicos servirían recurrentemente como vehículo casi exclusivo para el desarrollo de la mejor prosa hispanoamericana finisecular. Y fue el propio Rubén Darío –según observa Rivas Bravo apoyándose en un artículo de Todo al vuelo (1912)-, quien afirmó que el periodismo entonces servía como “gimnasia de estilo” para el pensador y el artista sometidos a la imposición del ejercicio diario de redacción. Y precisamente en las crónicas y “gimnasias” periodísticas de Darío y de los tantos modernistas hispanoamericanos que ejercieron el periodismo, puede observarse con claridad la profunda e imbricada necesidad de relación, en ambos oficios, con el ejercicio de narrar y con la voluntad constante y sistemática de observar y explicar críticamente los entornos humanos y sus complejas implicaciones. Fue con el ejercicio de la crónica y la entrevista de fondo, o con la virtuosa combinación de ambos géneros, que desde el tiempo de auge de nuestros modernistas el periodismo empezó a imbricar sus mejores dechados con la historia de nuestra literatura. No en balde la entrevista, a diferencia de los demás géneros periodísticos, es, como se repite en las Facultades de Periodismo y Comunicación, el único género en el que la realidad habla por sí misma. El único en el que el entrevistado, con sus propias palabras, presenta al lector el mundo, los sucesos y las explicaciones de ellos. Su misión es atribuir una opinión sobre temas de interés público y fijar las responsabilidades respectivas. Con sus objetivos y reglas, la entrevista de fondo, al igual que la narrativa, construye un personaje (el entrevistado), expone su identidad, presenta sus actos y discurre acerca de __________________________ 1. Rivas Bravo, Noel. Introducción a: Darío, Rubén. España contemporánea” (edición crítica). Academia Nicaragüense de la Lengua, Managua, 1998. 52 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 sus motivaciones; todo a partir del discurso de un narrador (el periodista-escritor) que lo enfrenta con las evidencias de su mundo y su historia, apoyado en todo un trabajo de investigación que en poco se diferencia del que desarrolla un novelista para escribir su obra. En tanto, el ejercicio de la crónica, el más antiguo de los géneros periodísticos, logra entroncar por una parte con el relato y la novela, y por otra con la historia, hasta el punto en que, hoy por hoy, es considerado el género por antonomasia del periodismo literario. Un género que adopta la superestructura del relato, al mismo tiempo que incorpora la técnica del punto de vista narrativo, y llega incluso a convertir al periodista en un narrador, con todas sus posibles variantes. La crónica es uno de los géneros periodísticos considerados híbridos, y quizás sea entre ellos el más sui géneris; comparte las características del reportaje por su necesidad de sujeción al hecho informativo o noticioso, y las del artículo de opinión por la importancia, en su ejercicio, del juicio y la libre interpretación personal del autor, que en este caso tiene la suficiente libertad como para “sobrevolar” los acontecimientos y desplegar a discreción sus propios enfoques y personales perspectivas. El desarrollo de este género lleva intrínseca una simbiosis expresiva entre los hechos y el autor; entre el qué y el cómo; entre lo acontecido y la visión personal del narrador. El buen cronista es capaz de presentar al lector una especie de quintaesencia de la noticia, lo que casi siempre no logra verse en la nota informativa propia del reportero. La crónica, pues, es una especie de radiografía de la noticia, es decir, una presentación digerida y asimilada del hecho noticioso. Se dice en el gremio que un buen cronista lo es sólo si domina o conoce “por dentro” los hechos que informa en una crónica, género que además exige de un estilo personal y un vocabulario rico, muy bien trabajado, y la innata capacidad de ver “más allá” de los hechos y atravesarlos con la mirada. Durante los casi seis años en que impartí las asignaturas de Géneros periodísticos y Escritura creativa en la Universidad Nacional y la Universidad Centroamericana, me llamó mucho Discursos de ingreso 53 la atención el hecho de que, aún en las dos universidades nicaragüenses donde las transformaciones curriculares propias de una época como la actual han dejado huellas menos catastróficas, y en las que las ciencias de la comunicación y el periodismo aún sobreviven entre el generalizado déficit humanístico; no se haya todavía introducido alguna materia propicia para abordar y por consiguiente sopesar en su dimensión la importancia del periodismo modernista hispanoamericano de finales del siglo diecinueve; especialmente la práctica, profusa y abundante, de la crónica y el ensayo periodístico ejercidos por Rubén Darío, con los cuales se ganó la vida por mucho tiempo -más de la mitad de su vida-, al punto de que ha sido considerado, como reitera con admiración el Dr. Carlos Tünnermann Bernheim,2 nuestro primer periodista profesional moderno. No es casual entonces que en el período de finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, la crónica alcanzara en Hispanoamérica los más altos niveles de calidad en su ejecución. Según Rivas Bravo, por sus características la crónica fue uno de los géneros más idóneos para encauzar las colaboraciones periodísticas de los escritores modernistas, que llevados generalmente por la necesidad se convirtieron en articulistas, críticos literarios, reseñadores y cronistas. Periodismo y literatura se beneficiaron mutuamente: los escritores por medio del periodismo comenzaron a difundir las metáforas configuradoras de la nueva imaginación artística… El oficio de periodista comunicó a los escritores un sentido de la actualidad que afectó positivamente a sus creaciones, anota el académico.3 Y, en efecto, la crónica imponía a los modernistas muy pocas limitaciones. Con la única obligación de partir de un acontecimiento de actualidad que interesara a los lectores de periódicos, sea una puesta en escena, la presentación de un libro, la semblanza de un personaje interesante o desconocido; el viaje a algún país lejano para informar sobre su cultura, costumbres, __________________________ 2. Tünnermann Bernheim, Carlos: Rubén Darío: puente hacia el siglo XXI. PAVSA, Managua, 2003. 3. Rivas Bravo, Noel. Ibid. 54 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 idiosincrasia o historia, el escritor modernista convertido en periodista desplegaba libremente en sus textos las más prolijas divagaciones e impresiones acerca de asuntos de actualidad respecto al pensamiento, la imaginación, la creación y los temas de mayor importancia en la época. Rubén Darío periodista Como el más importante escritor modernista, redactor y director de diarios, semanarios y revistas, corresponsal de La Nación de Buenos Aires en Europa durante casi un cuarto de siglo, Rubén Darío fue sin duda un maestro en el ejercicio de este tipo de periodismo, un virtuoso ejecutor de combinaciones genéricas, un prestidigitador de la palabra capaz de difuminar no solo las fronteras inter-genéricas del periodismo sino también de las fronteras entre el periodismo y la literatura. Todo estudiante de periodismo o de comunicación, hoy en día, debería saber y estar consciente de que, al cambiar el registro de la lengua castellana y al desplegar su pensamiento y sus ideas en una prosa transformadora y engendradora de una nueva estructura prosística en Hispanoamérica, Darío también logró reformular literariamente la naturaleza híbrida, variada, novedosa y versátil de la crónica como género periodístico-literario. Además de lo que siempre se menciona en los ensayos y relaciones biográficas acerca del modernista nicaragüense que se estudian en nuestras aulas, que por lo general se concentran en la demostración sistemática de que Darío fue, recurrentemente, un hombre de ideas avanzadas y un rebelde de libre pensamiento; debemos también hacer el debido énfasis en que, a estas alturas, cualquier intento de reivindicar el sustrato ideológico librepensador de nuestro admirado compatriota, implica el escudriñamiento o examen de todo un instrumental prosístico desplegado con un propósito de ruptura no sólo esencial, sino también formal. Ya todos sabemos que, una vez suelta su mano de las de los curas jesuitas, quienes lo nutrieron con clásicos latinos desde su infancia, Darío fue decisivamente influenciado por los círculos intelectuales liberales de la ciudad de León: periodistas, poetas, Discursos de ingreso 55 juristas de tendencia liberal, quienes celebraron su precocidad y lo estimularon con nuevas lecturas pero también lo ayudaron a publicar en periódicos sus primero “pinos”. Ya sabemos también que por ellos enriqueció su conocimiento de los clásicos latinos iniciado con los jesuitas, pero también llegó a conocer, entre otras cosas, la obra de Juan Montalvo, el brillante y combativo ensayista ecuatoriano, significativamente uno de los primeros escritores hispanoamericanos que utilizaron, con virtuosismo y maestría, el periodismo como instrumento dinámico y de influencia directa en la cultura y en la vida social y política de nuestros países; pero también como arma de lucha y de denuncia contra la opresión y el oscurantismo reinantes en nuestros ámbitos. De la casta erudición de los jesuitas a los círculos libre pensadores leoneses y el anticlericalismo de Juan Montalvo. Un tránsito iniciático curioso el de Darío. Quizás por eso nunca he podido dejar de notar que el reflejo ideológico vertido por la historiografía común en nuestro entorno, suele mostrarnos, a la larga, una imagen inevitablemente contradictoria del desarrollo intelectual de Rubén Darío. Pero eso, creo yo, más bien forma parte de la unión de contrarios que es, en sí, una de las claves de su cosmovisión intelectual y de la dinámica ebullición de su prosa periodística como ejercicio dialógico y como instrumento literario. Cuando uno se encuentra ya inmerso en la lectura de sus crónicas, reseñas, retratos o entrevistas; en sus sensaciones artís ticas y sociales de España y de París; en sus impresiones de viaje por Europa con sus diferentes y aparentemente contradictorias digresiones y discursos, no es difícil percibir la apremiante nece sidad de novedad formal de un prosista luchando por conciliar ideas y postulados contradictorios entre los más diversos sistemas discursivos con los que estaba entonces familiarizado; lo cual conlleva, según creo, un extraordinario esfuerzo de síntesis que pudo haberlo llevado a una propuesta ecléctica superior entre los practicantes del ensayo periodístico en su época. Se trata, pienso yo, de un proceso dialógico aparentemente contra dictorio en el despliegue de los diversos discursos con los que 56 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 construyó sus crónicas y artículos, y que con frecuencia parecen activar la memoria de otros discursos antagónicos, creando así enriquecedoras zonas de conflicto y ambigüedad en sus escritos. Todos sabemos que Darío escribió y teorizó mucho acerca de la estética y del trabajo artístico-intelectual, como parte del despliegue discursivo necesario para apuntalar la revolución modernista, pero a estas alturas me da la impresión de que su proyecto artístico necesitaba, además de sus correspondientes contradicciones ideológicas, de un proceso escritural que con frontara, o bien hiciera conciliar, los más agudos o profundos antagonismos discursivos. Ya se ha dicho también que en el contexto decimonónico de América Latina una revolución esté tica como la encabezada por Darío sólo podía haber surgido gracias a las discordancias entre las categorías de progreso recurrentes en sus discursos ideológicos y la realidad entonces operante (o más bien siempre inoperante) de nuestros países. Pero si recordamos, por ejemplo, ciertas acusaciones miopes de incoherencia que alguna vez se enderezaron contra Los Raros (1896), conjunto de ensayos creativos escritos originalmente para el periódico, podríamos inferir ahora que tales contradicciones eran más bien deliberadas y formaban parte de una propuesta discursiva que colocaba en el centro de su factura la ambigüedad y la contradicción. Y es muy cierto, como lo afirma Jorge Eduardo Arellano,4 que el escritor nicaragüense concibió la edición de Los Raros —al igual que las de todos sus libros— de acuerdo a una estructura definida y a una cuidadosa secuencia. Por tanto podemos darnos cuenta ahora que las alegadas incoherencias del libro son más bien el resultado de un procedimiento textual innovador que Darío no sólo limitó a su obra estrictamente creativa, sino también a su ejercicio ensayístico y periodístico. Y es precisamente curioso que, como también lo ha anotado Arellano, el elemento __________________________ 4. Arellano, Jorge Eduardo: Los Raros: una lectura integral. Instituto Nicaragüense de Cultura, Managua, 1996. Discursos de ingreso 57 que cohesione Los Raros sea el uso conciente y deliberado del intertexto, cuya función en este caso pareciera limitarse a la correlación y el funcionamiento de un conjunto significativo y muy variado de textos ajenos a lo largo del libro. Pero si lo pensamos bien recordaremos que se trata de un procedimiento literario que ya Darío había desarrollado no sólo en Azul... (1888), como ya lo ha demostrado el profesor Iván Uriarte,5 sino también en otros textos ensayísticos creativos anteriores a Los Raros. Aunque en este caso tengo la impresión de que podría ser el primer logro periodístico-literario trascendente, en lengua castellana, de una estrategia o procedimiento textual que actualmente es objeto de profundas interpretaciones teóricas por parte de la crítica y los académicos. Recordemos que, pese a la antigüedad de su uso en la historia literaria, el intertexto fue deliberadamente utilizado en lengua inglesa por T.S. Eliot y Ezra Pound hasta en los inicios del siglo veinte, aunque específicamente en obras de creación poética y no, como el caso de Los Raros, en ensayos y artículos periodísticos de carácter creativo que combinan procedimientos tales como la insinuación de cargas semánticas, referencialidades cruzadas o simultáneas; alteración deliberada de normas discursivas y reglas de gramática; evocación de textos, transtextualidad y préstamos discursivos. Pero el hallazgo y utilización revolucionaria del intertexto no sólo en su poesía y su cuentística sino también en su prosa ensayística y periodística, sirvió a Darío para enriquecer, vivificar y desarrollar sus ideas y planteamientos sociales; algo que ahora ha llevado a algunos críticos a descubrir una verdad elemental: Rubén Darío no solo resiste una crítica desde la llamada posmodernidad, sino que el múltiple legado de su obra (sobre todo la prosística expresada en crónicas, ensayos, reseñas y entrevistas, o en la combinación de todas ellas) recobra __________________________ 5. Uriarte, Iván. “El intertexto como principio constructivo en los cuentos de Azul…”. Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación. Número 56, febrero-abril 1988. 58 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 actualmente vigencia debido a que el contexto histórico y las particularidades y experimentaciones intrínsecas a su proceso de producción literaria, guardan en sí mismas las claves para comprender sus interpretaciones y conclusiones acerca de la forma en que se han ido definiendo las deformaciones y contradicciones sociales, políticas y culturales de nuestras sociedades hasta la contemporaneidad. La postmodernidad en Latinoamérica, además de manifestarse como condición, tam bién se ha manifestado, desde Darío o incluso antes, como teoría, como ejercicio ensayístico y también periodístico. Una simple lectura de sus mejores libros de prosa puede ayudar a corroborarlo. Una conciencia inconforme La naturaleza dialógica, aparentemente contradictoria de la prosa y el pensamiento de Darío y de muchos modernistas, indican, por otra parte, la existencia y el desarrollo de una conciencia inconforme ante el hecho muy probable de que la llamada identidad latinoamericana termine siendo una meta elusiva o una utopía inalcanzable. Es evidente que la sustentación de una idea de identidad hispanoamericana basada en el mestizaje y la pluriculturalidad como procesos cambiantes en permanente construcción, constituye una constante en el discurso crítico desplegado en la prosa de Darío. Pero esa sustentación está soportada por el pleno conocimiento y el dominio intelectual de un conjunto de ideas que desde mediados del siglo diecinueve vinieron delineando la modernidad ideológica hispanoamericana, que se expresa y se ha expresado desde entonces como una búsqueda de nuevos postulados surgidos de nuestras propias y variadas realidades culturales. Darío tenía plena conciencia de la importancia de su pensamiento vertido principalmente en su prosa ensayística y en sus crónicas periodísticas, que frecuentemente constituían un mismo ejercicio; en textos escritos con un estilo quizá menos ornamental que el de sus cuentos o prosas poéticas, un estilo ciertamente más directo, aunque siempre emocional, vivaz e Discursos de ingreso 59 irónico; dotado, como afirmaba el profesor Fidel Coloma, con un fuerte poder de inspiración y de fascinación capaz de convertir al lector en un adicto a su palabra.6 Y es obvio también que no sólo la profundidad sino también la complejidad de los textos periodísticos de Darío aún siguen pendientes de mejores y acuciosas exploraciones, sobre todo si consideramos que sus compilaciones periodísticas y sus libros de ensayos constituyen quizá más del cuarenta por ciento de toda su obra publicada, esto sin considerar la publicación sistemática de cuentos o prosas de ficción que dejó dispersas en innumerables publicaciones periódicas y que también contribuyen a configurarnos en perspectiva una idea del ejercicio de su pensamiento crítico. Siempre me he preguntado por qué Darío, siendo que durante toda su vida intelectualmente productiva publicó casi un centenar de cuentos (lo cual no quiere decir que no haya escrito muchos más que quizás permanecen dispersos o extraviados en colecciones de revistas y periódicos), nunca se preocupó por compilarlos en volúmenes y publicarlos en su momento como libros, lo cual sí hizo con sus ensayos, crónicas y artículos periodísticos. Desde la publicación de Los Raros (1896), pasando por España contemporánea, Peregrinaciones (1901), La caravana pasa (1902), Tierras solares y Tierras de bruma(1904), Opiniones (1906), Parisiana (1907), Viaje a Nicaragua –e Intermezzo tropical- (1909), hasta Letras (1911) y Todo al vuelo (1912), sin contar con que mucha de su prosa de ideas dispersa en publicaciones de la época podría haberle permitido estructurar y editar al menos dos o tres publicaciones más; los libros de prosa ensayística organizados por él mismo llegan sorprendentemente a completar la decena. La importancia que el escritor nicaragüense le otorgó a esa vasta y quizás entonces poco comprendida zona de su obra en prosa, se hace evidente si reparamos en lo que sus biógrafos y apologistas nos cuentan como anécdota: ante la incomprensión __________________________ 6. Coloma, Fidel. Prólogo a: Darío, Rubén. “Opiniones”. Editorial Nueva Nicaragua. Managua, 1988. 60 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 de sus amigos y de algunos editores, Darío se empeñaba en publicar sus libros de artículos y ensayos (los cuales, repito, estructuraba en un orden meticulosamente determinado) de manera sistemática, aun cuando a lo inmediato, o en su momento, la publicación de esos libros no contribuyera a su fama ni le acarreara beneficios económicos. La importancia que Darío le otorgó a sus ensayos y al registro sistemático y cronológicamente ordenado y coherente de los títulos bajo los cuales procuró publicarlos, así como la incomprensión con que por ello lo veían algunos de sus amigos cercanos y editores, en cierto modo revelan no sólo la preocupación del nicaragüense por registrar bibliográficamente la coherencia ideológica (aun entre sus evidentes contradicciones y cambios de perspectiva) y la honestidad de su pensamiento; sino también por desplegar y mostrar las posibilidades literarias que la hibridación de ciertos géneros periodísticos ofrecían a los nuevos escritores y a la literatura de la época. Nuevas forma de narrar Pero esa preocupación de Darío por organizar o sistematizar sus dechados periodísticos, y la extrañeza de sus amigos y editores ante su empeño, nos permiten además formarnos una idea clara no sólo de la rebelión intelectual emprendida por los modernistas contra la presión social durante los primeros auges del capitalismo, así como de su crítica permanente a la “abyecta actualidad” de la realidad hispanoamericana de entonces, sino que nos rebela que en ellos se albergaba la conciencia de que cierto periodismo ejercitado con talento, creatividad y cierta erudición mesurada, claramente expuesta ante un lector pro medio; constituía, además de un enriquecedor ejercicio que de paso les servía para ganarse la vida, una nueva forma de narrar que vendría finalmente a enriquecer y a extender el abanico de inconmensurables posibilidades de la literatura. Es claro que nadie que lea ahora sus libros de prosa ensayística o periodística podrá acusar a Darío ni de “abstención política” ni de “indiferencia moral”; pero tampoco podrán acusarlo, en Discursos de ingreso 61 términos generales, de ligereza intelectual o de “gacetillerismo”. Todo lo contrario: tanto sus textos como las anécdotas que nos refieren sus biógrafos revelan su profunda voluntad de participación en una plenitud histórica que según Octavio Paz7 estaba hasta entonces vedada a los hispanoamericanos, y que a inicios del siglo veinte empezaba a desplegarse masivamente a través de las páginas de los periódicos en el virtuoso vehículo que significaba la prosa vivaz, acuciosa e inteligente de los grandes escritores convertidos en cronistas, es decir, en ese animoso y agudo interlocutor con el que un lector de periódicos se trenza gustoso en un amplio diálogo. No en balde el escritor Julio Ortega afirma, después de una observación atenta, que Darío escribió la mayor parte de su obra en diálogo con el lector, y que, después de todo, su vida no puede verse como la simple suma de sus anécdotas, sino como la construcción literaria de una bio-lectura, es decir, ejerciendo la escritura teniendo en cuenta siempre la mirada del lector y revelándose desde los ojos del otro. Por eso, al igual que Ortega me atrevo a creer que no sólo la poesía de Darío, sino también su prosa creativa y erudita, está hecha de conversaciones superpuestas, en las que sus lectores terminamos siendo parte de una charla con la tradición literaria, con la actualidad creativa y con el futuro de nuestra cultura. En este sentido, y significativamente partiendo de la obra de Darío, Ortega cuestiona el sentido de la literatura entendido como mera comunicación, y establece una fina diferencia entre comunicación, escritura y dialogismo, entendido éste como la necesidad de un “otro” para comprender o comprendernos, y proponiendo finalmente la percepción de la literatura como una “demorada y extremada conversación”.8 Creo entender de la tesis de Ortega que, si consideramos a la literatura una práctica social, inevitablemente ambigua, su lectura implica el involucramiento activo del lector, y esta __________________________ 7. Paz, Octavio. “Los hijos del limo”. Seix Barral, México, 1981. 8. “Julio Ortega: Darío es el comienzo de todo”. El Nuevo Diario, Managua, 10 de enero, 2009. 62 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 relación, aunque plural, está limitada por las diferencias de tiempo y de funciones entre el autor y el lector. No se trata solo de interrelación o intercambio de contextos, si no de un permanente deambular conversando por variables e impredecibles rutas laterales en el tiempo. La propuesta de lectura dariana que nos ofrece Ortega es también un encuentro con el presente y el futuro del lenguaje. Un encuentro con la crítica literaria o el periodismo como una aventura y un ejercicio eminentemente creativos. Por eso debo manifestar, aquí y ahora, mi profunda convicción de que, en el ejercicio periodístico-literario de los grandes exponentes de esa fructífera combinación genérica, los lectores actuales, y especialmente los jóvenes estudiantes de periodismo y aspirantes a escritores, pueden llegar a com prender que la literatura y el periodismo, el de antes, el de ahora y el del futuro, aunque permanecen y permanecerán siempre alimentándose y enriqueciéndose mutuamente, requie ren y seguirán requiriendo de escritores y periodistas que com prendan también sus retos morales; requieren y requerirán de oficiantes diestros pero también honestos. Porque, como afirmaba el recientemente fallecido escritor y periodista argen tino Tomás Eloy Martínez, el lenguaje periodístico del futuro no será cuestión únicamente de oficio o desafío estético, sino, ante todo, de soluciones éticas.9 Y precisamente Martínez, quien fue y seguirá siendo por mucho tiempo, en la tradición de Darío y de Gabriel García Márquez, un ejemplo de esa práctica y de esa responsabilidad, ha sido uno de los pocos escritores que, en el balance final de su vida, según afirma Sergio Ramírez,10 logró colocar a la literatura apenas un poco por encima de su otra pasión: el periodismo. Y es muy cierto también que en sus novelas tampoco __________________________ 9. Martínez, Tomás Eloy. “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI”. Universidad Nacional de Rosario. www.bdp.org.ar 10. Ramírez, Sergio. “Escritor hasta la muerte”. Carátula. Revista electrónica. Edición No. 35, abril-mayo, 2010. Discursos de ingreso 63 abandonó nunca el periodismo, que como bien afirma Ramírez, logró adherirse casi naturalmente en el entramado de sus narraciones. Como escritor y como periodista latinoamericano, Eloy Martínez nos ha dejado la nada despreciable enseñanza de que, en la actualidad, la noticia ha dejado de ser objetiva para volverse individual, por lo tanto el periodista-escritor que se precie no debe ser sólo un agente pasivo que simplemente observa la realidad y la comunica, una mera polea de transmisión entre la fuente y el lector, sino también una voz que nos ayude a pensar la realidad y a reconocer sus secretas tensiones, a entender el por qué, el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez, y a partir de ese deslumbramiento provocar o activar un proceso de identificación entre el lector y la noticia que se está contando. Hablo de entender la profesión, o la fusión de ambas profesiones, como la entiende ese otro gran periodista y escritor que es García Márquez, quien considera que la poesía debería ser cada vez más informativa y el periodismo cada vez más poético. Decía un escritor español (probablemente José Bergamín o Ramón Gómez de la Cerna) que todo artículo ha de ser parte de un todo. Y si el autor de ese artículo está lo suficientemente claro de ese hecho sistemático inherente a su oficio, que implica al menos sopesar la calidad o el alcance de cada pieza que escribe, terminará por admitir que el destino final de su texto, o de algunos de sus textos, será dejarse articular en un libro, como eventualmente sucedía con los folletines decimonónicos que se publicaban por entregas en los periódicos. Es decir, pues, que tal será el destino indefectible de aquellos mejores textos logrados por el periodista que se asume como escritor, y del escritor que se ejercita como periodista utilizando en su trabajo informativo los mejores recursos provenientes de la invención poética o de la creatividad literaria, así como la recurrente alusión o evocación de libros, autores, o de la literatura en sí misma; en fin, un ejercicio o gimnasia estilística cuya estrategia por lo general está provista de la suficiente dosis de amenidad y claridad exigidas tanto por los lectores de periódicos como por los consumidores de lecturas “elevadas”. 64 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Periodismo y estilo literario En una entrevista en la que abordamos precisamente el tema del periodismo11 y la literatura, el escritor Sergio Ramírez, muy familiarizado, como sabemos, con la tradición periodísticoliteraria, me dijo lo siguiente: “Para mí, el periodismo enlaza dos cosas muy importantes, que son, por un lado la información dirigida hacia cierto público, y por otro las maneras de escribir, es decir, la excelencia de la escritura que para mí tiene mucho que ver con el periodismo; es algo que le da alas y le permite tomar un vuelo firme y sostenido a alguien que debe manejar la pluma de la manera más hábil posible, aunque sea para informar, o más bien: sobre todo porque es para informar”. En una conversación anterior, Ramírez me había dicho que cualquiera de los oficios paralelos que suele sobrellevar el escritor en muchos casos, incluso el del periodismo (pese a su cercanía con la literatura), termina siendo, al final, una especie de lastre para el oficio literario. Por eso, a través de aquella entrevista, Ramírez aconsejó a los jóvenes periodistas interesados en el ejercicio literario que, aún con el poco tiempo del que dispongan para dedicarse a sacarle punta al estilo, deben tener también la formación y la disposición mental como para escribir de una manera clara, concisa, elegante, sin basura; “sin abusar –me dijode la retórica, e ir directamente donde el lector quiere ir, que es a los hechos, presentados de una manera clara y atractiva”. Desde el auge periodístico del modernismo y los modernistas, los artículos o ensayos literarios sobresalientes tienden a confundir ante nuestra vista las fronteras entre literatura y periodismo; desde entonces este tipo de textos ha estado siempre en medio de una polémica respecto al género. Articulista sistemático y prolífico, publicado en los más importantes periódicos de lengua castellana en el mundo, Ramírez opina que la esencia del buen ensayo, eso que puede permitir concederle categoría literaria, es precisamente el estilo. “Un ensayo que __________________________ 11. Aguirre, Erick. “Señor de los tristes. Una biografía en libros”. El Nuevo Diario, Managua, 21 de mayo, 2006. Discursos de ingreso 65 tiene estilo literario –afirma- se vuelve atractivo y pasa a ser la reflexión de un escritor, en este caso sobre lo que uno lee, el atractivo que tienen para uno ciertos personajes, determinados autores, algunos temas, las formas de la escritura, la inteligencia de la escritura”. Según Ramírez, la vinculación entre el espacio público y el espacio literario es el objeto principal de un verdadero ensayo literario, y pese a todo considera que el periodismo es a fin de cuentas la mejor escuela para un escritor. Una escuela para él privilegiada, porque le permite al escritor-periodista estar en contacto directo con la vida. Y por ese privilegio de entrar a la escritura a través del periodismo, en efecto, tuvo que pasar Rubén Darío, quien –según me recordó Ramírez oportunamentealguna vez trabajó como cronista de la página roja. “Eso fue lo que hizo cuando empezó a trabajar en un periódico de Chile: cubría incendios y crímenes”, me dijo Ramírez, quien además me confesó que después de todo le habría gustado sentirse más endeudado con Darío como cronista y como prosista de lo que en realidad se encuentra a estas alturas. Para Ramírez, Darío es sin duda uno de los grandes periodistas de América Latina, aunque casi nadie le reconozca tal mérito. Como escritor admira sus crónicas de viajes y sus crónicas de acontecimientos, entre ellas especialmente las recogidas en España contemporánea, un libro que considera extraordinariamente bien escrito, con una percepción periodística profunda, capaz de calar en una sociedad en crisis como se encontraba España a finales del siglo diecinueve. En fin, de acuerdo a este experimentado narrador y articulista, la reflexión sobre la escritura y sobre la cultura propia de algunos géneros periodísticos, siempre irá paralela a la escritura de imaginación; al igual que la reflexión literaria, política o cultural, expresada a través de artículos periodísticos, para un escritor de ficción como Ramírez, que no deja de estar atento a la realidad que lo circunda, seguirá siendo siempre necesaria. Recuerdo que esta conversación con Ramírez, que me ha parecido oportuno traer ahora a colación, se produjo a partir de 66 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 la publicación de un libro que recogía algunos de sus mejores ensayos literarios. Entonces yo traté de insistir, a lo mejor con demasiada insistencia, en estas, para mí, obsesionantes reflexiones respecto al ejercicio con cierto tipo de textos colindantes entre lo meramente periodístico y lo literario. Pero parte de aquella insistencia también provenía, según también recuerdo, del hecho de encontrarme entonces casualmente inmerso en el intento de escribir un prólogo a un libro (lamentablemente aún inédito) de ensayos periodísticos, artículos y reseñas del ya fallecido poeta Álvaro Urtecho, cuya actividad intelectual y creadora, como sabemos, incluyó no sólo la poesía, sino también la crítica literaria, el periodismo cultural, la crítica de arte y el ensayo de reflexión filosófica, los cuales no podrían ser interpretados adecuadamente sin una consideración paralela, inseparable de sus propias concepciones acerca de la creación literaria misma, es decir, de la particular convicción (compartida íntimamente con Mallarmé o Paul Valéry) de que aun las reseñas de crítica literaria constituyen una aventura y un ejercicio de lenguaje, una experiencia en la que, de la misma forma que ocurre en el proceso de creación literaria, el ser y los lenguajes interactúan e intentan agotar los más inusitados resultados de sus propias potencialidades. Un examen sistemático de la obra ensayística y periodística de Urtecho permite ver claramente la imposibilidad de una clasificación maniquea de su quehacer como crítico. La futura y necesaria compilación y publicación de sus textos críticos en volúmenes, permitirá ver también la muestra amplia de una obra “marginal” de creación, puesto que, como Octavio Paz, Urtecho asumió la crítica y el periodismo literario como una actividad también creadora, paralela en un sentido mínimamente inferior o “marginal” a su propia obra meramente creativa. Sus artículos, reseñas y ensayos publicados constantemente en revistas y periódicos, se constituyen en secuelas vivas de las obras examinadas. Las ideas y conceptos, las hipótesis y contradicciones (así como también las felices coincidencias que lo conducen al animoso discurrir apologético) entrevistas en la obra de los autores criticados, son expuestas con sagacidad Discursos de ingreso 67 y entusiasmo, con cierta gozosa agudeza que se incrementa a medida que va escudriñando en los textos, fraguando sucesivamente nuevas preguntas, aproximaciones inquisitivas a los problemas interpuestos a su lectura por las estructuras de lenguaje construidas por los autores; rondas dubitativas entre los bordes o intersticios de las obras o textos que son objeto de sus reseñas críticas. Una discusión interminable Y es que entonces, mientras leía los textos del poeta Urtecho, no dejaba de rondar en mi cabeza una pregunta que muchas veces escuché en la universidad: ¿tiene el artículo periodístico lo que algunos llaman “rango” de literatura? Pero luego caí en la cuenta de que tratar de responder a esa pregunta implicaba involucrarse en una vieja e interminable discusión, en medio de la cual, alternativamente, se le ha despojado y concedido al periodismo el beneficio de cumplir los requisitos mínimos para, al menos, situarlo en una posición privilegiadamente cercana a la literatura. Una encendida discusión que en nuestra lengua se viene sosteniendo desde 1895, cuando el dramaturgo y periodista español Eugenio Sellés defendió al periodismo instando a la Academia a considerarlo como un género literario más, comparándolo con la poesía, la novela e incluso con la dramática; y que se prolonga hasta los nuevos tiempos actuales en los que finalizamos la primera década del siglo veintiuno y vemos cómo el periodismo escrito parece cada vez más acosado por el vértigo de la tecnología. Pero el italiano Umberto Eco12 ha dicho algo que quizás pueda servirnos de consuelo, y es que desde los años finales del pasado siglo, con la aparición del satélite y la masificación de la televisión por cable, el periodismo escrito ya había experimentado una visible transformación y se había visto inmerso en una competencia de triple vía: al convertirse la __________________________ 12. Eco, Umberto. “Cinco escritos morales”. Lumen. Barcelona, 1998. 68 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 televisión en la primera fuente de difusión de noticias, los diarios entraron en competencia con ella, ergo, procedieron a “semanarizarse”, es decir, a ofrecer otras formas de atracción al lector. Consecuentemente, al competir con la TV los diarios tendieron a desplazar o a competir con las revistas y periódicos semanales. Por tanto, siendo éste un fenómeno relativamente reciente, debería más bien estimularnos a fomentar ese tipo de periodismo cuya primera nutriente en nuestra lengua, insisto, está en la prosa periodística modernista practicada como nadie entre nosotros por Rubén Darío; un periodismo bien escrito que no sólo informe sino que profundice en la noticia, que investigue, que analice seria y serenamente los hechos y que, sin falsear la realidad, no oculte las propias impresiones del periodista y ayude al lector a saber más y mejor. Durante una cátedra abierta de la Facultad de Humanidades y Comunicación en la Universidad Centroamericana de Managua, escuché a un profesor citar al cubano Alejo Carpentier, en el afán de encontrar argumentos conciliatorios para dilucidar esa compleja dicotomía periodismo-literatura. Según Carpentier, el periodista y el escritor se integran en una sola personalidad; el periodista “trabaja en caliente”, rastrea el día a día “sobre lo vivo”. En tanto, el novelista “trabaja retrospectivamente, contemplando, analizando el acontecimiento cuando su trayectoria ha llegado a su término”. Sentado entre periodistas y estudiantes de periodismo, aquellas palabras de Carpentier hicieron que me revolviera inquieto en mi puesto. Pensé que su argumento no terminaba de zanjar el asunto y más bien continuaba subrayando ciertas aparentes diferencias. Se me ocurrió entonces que, quizás, la tan anhelada conciliación genérica estaba precisamente en saber apreciar la calidad con que se ejercen y se combinan ciertos géneros periodísticos que aquí ya he mencionado, como son la crónica, la entrevista de fondo, el reportaje y el artículo de opinión, que como toda literatura apelan al principio del placer que nos procuran el don de síntesis, la eficacia descriptiva, la pasión y la ironía. Recuerdo que en mis tiempos de profesor, los estudiantes constantemente me preguntaban si puede considerarse cualquier Discursos de ingreso 69 artículo periodístico un ensayo literario. Y siempre les respondía que, no solo los periodistas en ejercicio de su profesión sino también ellos como estudiantes de periodismo, deberían saber bien que la crónica, la entrevista de fondo y el reportaje, como dije antes, son considerados géneros periodísticos híbridos, es decir, fronterizos entre la información y la opinión. Asimismo el artículo, que pese a ser parte de los géneros de opinión es también de cierta manera híbrido. Todos ellos de alguna manera nos remontan a lo literario: por un lado, el carácter interpretativo de los dos primeros nos remite al mundo del relato; por otro, el artículo de opinión frecuentemente nos hace dudar acerca de si estamos ante una modalidad de “periodismo mayor” o “literatura menor”. Pero dado que los tres géneros mencionados son híbridos, pienso que no resulta ocioso preguntarse qué ventajas podría obtener aquí un periodista si se empeña en ofrecer al lector una visión de las cosas simultáneamente subjetiva y metódica; personal y objetiva; documentada en el registro de los hechos y sustentada en la información verídica; pero que además lo anime con inquisiciones, disquisiciones, reflexiones y muchas preguntas. Desde la época de don Enrique Guzmán Selva hasta hoy día, el periodismo nicaragüense ha respondido satisfactoriamente a este apremio literario sobre su ejercicio. Desde Guzmán Selva hasta Rubén Darío, y desde Manolo Cuadra y Joaquín Pasos hasta Álvaro Urtecho, Edwin Sánchez, Helena Ramos y algunos de los más jóvenes como Arquímedes González, Luis Enrique Duarte y Eunice Shade, para sólo mencionar a algunos nombres, las páginas de nuestros periódicos nos halagan frecuentemente con textos que reflejan los mismos hechos sociales, políticos, económicos y culturales que cotidianamente aborda el periodismo, pero desde otra dimensión genérica, desde un punto de vista de narrador literario cuya perspectiva puede ampliarse, abrirse o estrecharse de acuerdo a las circunstancias o al objeto de comentarios, aunque siempre condicionada (valga la redundancia) a esa perspectiva individual de narrador-protagonista. Se trata de una dimensión genérica que hasta hace algunos años había dejado de ser suficientemente frecuentada por 70 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 nuestra prensa escrita; una forma amena de acercamiento a la realidad desde una perspectiva personal: viñetas y especulaciones sobre hechos y personajes que no siempre son objeto de este tipo de enfoque por la prensa cotidiana. Un tipo de periodismo que contribuye a re-situar la importancia del “factor humano” de la escritura y su incidencia en los procesos históricos, a veces mucho más influidos por la proyección de las individualidades que por las grandes motivaciones políticas, que son supuestamente las que siempre han moldeado la realidad. Independientemente del tema que aborde, este tipo de periodismo creativo intenta entender la sustancia medular de todos sus elementos. Trata de comprenderla y al mismo tiempo explicar al lector el proceso de su razonamiento, de su acercamiento a ella. Así, el lector acompaña al articulista, cronista o entrevistador, en atisbar, deducir la fórmula íntima de las cosas que rodean al tema abordado. Y en ese afán de comprender y saber, el periodista llega casi a ser como el novelista que, al desarrollar su trama y moldear sus personajes, explora también los extremos del ser e intenta desentrañar los secretos del mundo. El polaco Ryszard Kapuscinski tenía una particular manera de entender el periodismo, una concepción radicalmente opuesta a la asepsia con que es asumido por algunos periodistas en ciertas partes del mundo, incluida Nicaragua, y evidentemente distante de la visión en que han sido formados, según la opinión de algunos especialistas, los periodistas latinoamericanos más contemporáneos, cuya influencia directa –afirman- viene del periodismo anglosajón, especialmente del reporterismo nortea mericano de nuevo cuño. Pero Kapuscinski siempre desdeñó el mito de la objetividad con que frecuentemente nos atormenta el credo “objetivista”, demasiado apegado al casi dogmático imperativo de las “cinco w”,13 en el que se empeña cierto periodismo contemporáneo, y sin renunciar al compromiso con la verdad, jamás ocultó sus simpatías y sus inclinaciones personales en la descripción de los ámbitos y los sucesos que le tocó cubrir y reportar como cronista; recurriendo para ello a las __________________________ 13. Qué (what), quién (who), cuándo (when), dónde (where), por qué (why). Discursos de ingreso 71 más sofisticadas técnicas de la escritura literaria, pero también al principio fundamental de que un reportero debe estar entre la gente sobre la cual quiere o piensa escribir. La mayoría de la gente en el mundo vive en muy duras y terribles condiciones, y si no las compartimos no tenemos derecho, según mi moral y mi filosofía, a escribir,14 afirmó el periodista polaco en una conferencia convocada por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Una moral y una filosofía, las de Kapuscinski, evidentemente opuestas, o al menos distantes, de la forma frontal, visceral y éticamente vacía de concebir el oficio que actualmente tienen algunos famosos reporteros. Una filosofía y una moral periodísticas que, sin embargo, vienen a confirmarnos la saludable sobrevivencia en el siglo veintiuno, de un tipo de periodismo que, sin faltar a la verdad, se empeña en permanecer comprometido con la mirada subjetiva de quien lo ejercita, a condición de que lo haga con la suficiente maestría y nos contagie, a punta de eficacia literaria, pasión e inteligencia, con su propia y libre manera de ver el mundo. Hasta hace poco, en Nicaragua, algunos de nuestros periodistas se preguntaban, por ejemplo, por qué algunos editores o directores de medios escritos prestaban tan poca atención a la crónica-reportaje o al artículo creativo-reflexivo como una virtuosa mezcla de géneros periodísticos. La respuesta de algunos colegas experimentados fue contundente: nuestra sociedad está acostumbrada al escándalo, al impacto inmediato de una noticia, y los medios no pueden olvidar que son empresas, y si no venden se ahogan. Y la verdad es que los periódicos -como ha dicho Umberto Eco-, en el afán de competir con el vértigo impactante de imágenes visuales de la TV, y convencidos de que eso es lo que prefieren las mayorías, a veces olvidan que tal vez los lectores, seguramente en algún momento de su cotidianidad, se sienten abrumados por tanta imagen sin reflexión y buscan “otra cosa” en los periódicos: profundización de la noticia, __________________________ 14. Kapuscinski, Ryszard. “La piel del reportero”. La Insignia. Madrid, 31 de marzo, 2009.. 72 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 investigación, análisis serio y sereno. En otras palabras, como ya dije: saber más y mejor. Una lluvia de semillas semánticas El colombiano García Márquez siempre ha sostenido, con absoluta seriedad, que se nace siendo escritor. También ha dicho que se nace con la vocación para ser periodista, y que para ejercer felizmente el periodismo escrito, entendido como un género literario, se debe haber nacido con un talento propicio. Para sustentar esa alegre suposición, el Premio Nobel de Literatura no recurría a otro fundamento más que a su propia experiencia, es decir, al difícil propósito de aprender, por su propia voluntad y contra un medio adverso, los ardides y secretos del oficio. Y no sólo al margen de la educación formal, sino contra ella, pero a partir de dos condiciones ineludibles: una aptitud bien definida y una vocación arrasadora. “Nada me complacería más si esa aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad no sólo para el aprendizaje de este oficio de las letras, sino para el de todos los oficios de las artes”, dice el escritor en su Manual para ser niño.15 Preocupado desde siempre por la calidad del periodismo, García Márquez confesó alguna vez estar en total desacuerdo con la idea, desde hace buen tiempo predominante en muchas universidades, de que el oficio periodístico no necesita pruebas de aptitud o vocación. Por el contrario, dice tener la plena certidumbre de que el periodismo escrito es definitivamente un género literario, y piensa que la excesiva dependencia de la tecnología en las modernas redacciones de los diarios del mundo, a la postre puede resultar perjudicial en la formación de los nuevos oficiantes. Un periodista llamado Juan Arias se encargó después de subrayar a los lectores del diario español El País, la validez de esa advertencia, agregando como complemento paradójico unas frases provocadoras del escritor argentino Jorge Luís Borges, dirigidas hace ya mucho tiempo a un grupo de periodistas con __________________________ 15. García Márquez, Gabriel. 1994. Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá. Discursos de ingreso 73 quienes se reunió para charlar sobre las afinidades o contrastes entre sus respectivos oficios. “Yo no he leído un periódico en mi vida -les dijo Borges-; en un diario por lo general se escriben noticias, desde luego tontas. ¿Qué importa que un ministro viaje o no? De las cosas realmente importantes uno se entera de igual modo. Por ejemplo, cuando el hombre llegó a la luna lo supe sin necesidad de leer un diario. En épocas importantes para la humanidad no había periódicos. Y no creo que Platón fuera inferior a un vespertino. No se puede saber de antemano cuáles son los hechos trascendentales de cada día. La crucifixión de Cristo fue importante después, no cuando ocurrió”. Sé que con frecuencia resulta difícil dispensar a Borges tanta arrogancia, pero igualmente difícil es dejar de encontrarle razón y coherencia a la mayoría de sus sentencias. Independientemente de lo simbólico o estrictamente provocador en estas frases del argentino, sospecho que terminan corroborando mi impresión de que el periodismo escrito desperdicia sus esfuerzos al competir con los medios audiovisuales por lograr una extremada brevedad, rapidez, impacto, esmero gráfico o síntesis. Me resisto a considerar que un artículo de dos o tres cuartillas, conciso, con un buen tema bien tratado, es decir, con cierto magnetismo y poder de convicción, resulte demasiado extenso para el “pobre” lector. Octavio Paz dijo que algunos artículos —los mejores—, como los buenos poemas, están hechos para durar. También dijo que para comprender un poco la historia (con minúscula, es decir, lo que pasa hoy) tenemos que leer los periódicos, pero eso no quita saber que debajo de la información operan realidades y fuerzas invisibles que apenas logramos vislumbrar. Paz cita ejemplos de numerosos y perdurables artículos periodísticos de José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Bergamín y Gómez de la Cerna, quienes hicieron reverdecer las páginas de diarios y revistas “con una prodigiosa lluvia de semillas semánticas”.16 Yo por mi parte agregaría muchos textos periodísticos de Rubén Darío, y también del mismo Borges, quien no sé si a su propio pesar fue un asiduo colaborador de diarios y revistas. __________________________ 16. Paz, Octavio. Agosto. “Poesía y periodismo”. Revista Vuelta. México, 1995. 74 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Los pies sobre la tierra Después de mucho reflexionar acerca de todas estas cosas, he llegado a pensar que los puntos de atención en el ejercicio literario del periodismo deberían tener como eje fundamental el compromiso con la verdad y, especialmente, con la literatura como goce intelectual y como generadora de una particular visión del mundo. Y precisamente desde esa visión del mundo tengo la impresión de que los vehículos adecuados para una amena, aunque severa reflexión sobre los siempre ingentes e inabarcables asuntos humanos, no pueden ser más que la informalidad y el desenfado, la virtuosidad y aparente ligereza del ensayo periodístico; el duelo de inteligencias y sensibilidades que es la entrevista de fondo; el recuento agudo, atento y reflexivo en que debe constituirse toda pieza de periodismo literario. Creo firmemente que el periodista-escritor debe intere sarse siempre por representar, a través del ejercicio profesional constante, la angustia de estos tiempos aparentemente sin esperanzas, especialmente en un país donde la vocación perio dística y la dinámica literarias se enfrentan cotidianamente a una realidad millonaria de analfabetas; donde el sentido de humanidad y sensatez que proporciona la buena lectura, desgraciadamente se ve asediado por la descomposición social, el desmedro de la ética y la desnaturalización de las insti tuciones sociales y de nuestra relación con el mundo. Asumo ante ustedes las muy probables contradicciones y deficiencias en las reflexiones de este discurso. Pero sus ingenuidades, sus equivocaciones y hasta los pocos aciertos y verdades que en ellas puedan ser evidentes, espero que no sean asociadas con otra cosa más que con el intento de resaltar el valor de la literatura como objeto de reflexión y de gozo, y el del periodismo como una forma de ejercicio literario que nos ayude a mantener los pies sobre la tierra. Pienso que el periodista escritor o el escritor periodista debe ser sobre todo un cronista, un conversador con el lector, y que serán sus digresiones las que nos llevarán (a escritores, periodistas y lectores) a comprender con mayor claridad las funciones del Discursos de ingreso 75 periodismo y la literatura en esta sociedad global. Seguramente, como les dije, encontrarán ustedes en las reflexiones de este discurso más preguntas que respuestas, y con seguridad también notarán que he hablado más sobre mis dudas e incertidumbres como periodista y escritor, que sobre las razones y convicciones que supuestamente me han llevado a escribirlo. Pero aunque esté lleno de dudas y lo atormenten las contradicciones, creo que el trabajo del periodista literario siempre se justificará por el legítimo deseo de mostrar su propio aprendizaje; dar cuenta del itinerario de un escritor que se resiste al desaliento de un mundo en crisis, y el de un periodista capaz de deslumbrarse constantemente con la riqueza y los buenos augurios que nos proporciona y siempre nos proporcionará la literatura. El director de la Academia entrega diploma al nuevo Académico, don Erick Aguirre Aragón. 76 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 VETAS PERIODÍSTICAS Isolda Rodríguez Rosales I. Preliminares CONOCÍ A Erick Aguirre en un Curso de Escritura Creativa que coordinamos desde la extinta Escuela de Arte y Letras, impartido por el escritor Sergio Ramírez. Siempre me quedaba con el grupo para disfrutar las experiencias que Sergio compartía de manera amena y generosa. Posteriormente, me lo volví a encontrar en un Congreso de Literatura, en los años 90. Desde entonces hemos estado encontrándonos en eventos literarios, llámense cátedras, recitales o discusiones de libros. En la Universidad Centroamericana ambos impartíamos Escritura Creativa y compartimos experiencias, lecturas y saludos. Después llego el tiempo de la Maestría en Literatura, y el nuevo milenio nos sorprendió leyendo a Julio Valle-Castillo con su excelente novela Réquiem en Castilla del Oro, para establecer un paralelo con la obra del gran novelista Alejo Carpentier. Se trata de El arpa y la sombra, narración de corte histórico, pero que deconstruye la historia misma. Y fuimos apasionándonos con el método comparativo, para encontrar convergencias y divergencias narrativas, tanto temáticas como estructurales. Y así avanzamos hasta encontrarnos con Tatiana Lobo, la narradora chileno costarricense y reencontrarnos con Lizandro Chávez, que nos develó el otro lado de Nicaragua, el hermano del Caribe y descubrimos temas coincidentes: ese mundo casi desconocido por el Pacífico, esa cultura ignorada e irrespetada, como lo denuncia Chávez Alfaro, en Columpio al aire. Fue grata la sorpresa al leer Subversión de la Memoria, libro de ensayos literarios que el CNE le publicara a Erick en 2005, y encontrar ensayos fruto de esos debates, remozados Discursos de ingreso 77 con el ojo agudo y crítico de su autor. Porque en este trabajo encontramos detenidos análisis que ofrecen una nueva mirada nuestra narrativa. Fue también gratísimo leer su poemario que concursó para el “Premio Internacional Rubén Darío” 2009, y releer unos poemas que tanto se referían a experiencias en Alemania como en Managua, con un estilo fresco y que trascienden la aldea nacional. Al abrir la plica del libro ganador, cuál fue mi sorpresa al leer el nombre de Erick Aguirre, como autor de La vida que se ama y a quien por unanimidad, se le otorgó el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío, 2009. Quiero señalar que en todos estos años he seguido la pista literaria de Erick, porque me interesa tomar el pulso a nuestra literatura, enterarme de qué se está escribiendo y formarme un criterio personal, y en el caso de Aguirre, he descubierto una enorme creatividad, aunada con la disciplina escritural, que le ha permitido una creación sólida y constante. II. Erick Aguirre el periodista, el poeta, narrador y ensayista. A. Ya mencionamos Subversión de la memoria, importante libro de ensayos literarios en los que el autor aborda diferentes características de nuestra narrativa con mirada crítica y pertrechado de las teorías actuales para el estudio literario y cultural, entre los cuales destaca el norteamericano John Beverly. En el capitulo 2, Novela, Nación e Historia, Aguirre plantea su perspectiva sobre Réquiem en Castilla del Oro, señalando como característica de la nueva novela, la búsqueda de la identidad y el empleo del lenguaje neobarroco. De esta obra, Aguire dice: “La novela de Julio Valle Castillo demuestra que la reapropiación del lenguaje barroco … tiene el propósito deliberado de inscribir el pasado histórico en la dinámica reciente de nuestra realidad, para incentivar a la sociedad contemporánea a enfrentar sin titubeos el enigma de su futuro” (Aguirre: 57) Posteriormente, en ese mismo capitulo, aborda el tema Caribe: alteridad y Nación, señalando que tanto Lizandro Chávez 78 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Alfaro, con Columpio al aire (1999) como Tatiana Lobo en su novela Calypso (1996) “de alguna manera circunscriben en sus contextos nacionales el proceso histórico, político y cultural del Caribe, valorando el libro de Chávez como un intento de reinterpretar el primer esfuerzo de sometimiento hegemónico de la autoridad central del Pacifico, sobre la región caribeña” y concluye que igual que Chávez, Tatiana Lobo también intenta representar un universo cultural renuente a la integración nacional. Ambos autores pintan personajes antagónicos al mundo caribeño “Y es ahí donde se rebela el conflicto de la alteridad cultural. Porque en ambas novelas se platea problematiza la visón del Caribe, como una sociedad desconocida y ajena a las costumbres del Pacifico. Es decir, se descubre al otro, al que no conocemos. Aguirre se descubre como critico armado de metodologías estructuralistas y con el aparataje teórico necesario para fundamentar sus hipótesis de trabajo. Pasan bajo su mirada critica novelas testimoniales y memorias, en este caso, Vida perdida de Ernesto Cardenal, Vida y amores de Alonso Palomino del narrador y académico Carlos Alemán Ocampo, Castigo Divino de Sergio Ramírez, Entre altares y espejos de la pintora María Gallo, e incluso, una autorreferencia a su novela Un sol sobre Managua, para concluir con un interesante estudio de la narrativa corta, de la que afirma, se nutre en hechos reales “extraídos del mundo personal de gente común y corriente, con todos sus atributos provincianos y de barriadas del tercer mundo: “Junto a las tragedias naturales y sociales aparece también la degradación de la sociedad, el empobrecimiento tan dramático de la gente que ya era pobre, que vive en un estado permanente de damnificados que produce una disolución social” (Aguirre: 14) Hoy incorporamos a un hombre enamorado de la literatura, y que ha llegado a ella por senderos que se bifurcan, como diría Borges. Es decir, transitando por el periodismo, la poesía, la narrativa y el ensayo, no sé exactamente en que orden, solo él sabrá cuáles fueron las luces que los deslumbraron primero. Discursos de ingreso 79 Señalemos pues, ya formalmente, que Erick Aguirre Aragón (Managua, 1961) como poeta ha publicado Pasado meridiano (1995), Conversación con las sombras (Poesía, 2000, Centro Nicaragüense de Escritores). En narrativa, Un sol sobre Managua ((1998) y Con sangre de hermanos (2002). En critica literaria, Juez y parte (1999), Subversión de la memoria (Ensayos, 2005 –Centro Nicaragüense de Escritores) y Las máscaras del texto (Ensayos, 2006, Academia Nicaragüense de la Lengua) y La espuma sucia del río. Sandinismo y transición (2000) de carácter periodístico. B. En Pasado meridiano, publicado en 1996, pero obvia mente escrito años antes, Erick sorprende con una poesía desencantada, por los sueños rotos. Una juventud que luchó, vio a sus padres hacerlo y de pronto, todo se hace pedazos. En el poema “Odisea” señala: De pronto sorprendemos a los padres gritando mueras a la dictadura a la burguesía y al revisionismo marxista. Es entonces que la vida empieza a prepararnos la mortaja, o una amarga vejez que casi siempre consagramos a un improbable, ridículo mito. Insisto: es casi inconcebible que este hombre joven, hable de una amarga vejez e incluso de la muerte que aguarda, como dice Darío, “con sus fúnebres ramos”. Porque el tema de la muerte aparece repetitivo y machacón, y no es para menos: la muerte de su hermano y tantos que cayeron en la guerra, y nos quedó el regusto a la sangre derramada, con cicatrices y duelos que aún no hemos realizado. Y así lo recalca, el poeta cuando afirma El guerrillero muerto se revuelve en tu tumba./ Y no con un clamor, con un sollozo. Son versos estremecedores que nos traen recuerdos dolorosos y que Erick no quiere olvidar ni que se olviden, sino, dejarlos plasmados para la historia, para la eternidad. Con increíble amargura se le escucha decir: ¿Qué fue de aquel joven que amaba la poesía? / Murió. Y no preguntes cómo / sino porqué la muerte / le arañó el rostro … 80 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Este poemario refleja una época de cambios, cuando nos movieron nuestra base de sustentación y ya nada volvió a ser igual. Detrás de la poesía, se asoma el periodista, narrando, contando la noticia: La Perestroika, la caída del muro de Berlín, el fin de la utopía, todo eso se refleja en estos versos, que con su vuelo poético y armonía, marcan hitos imborrables en la historia y de los que hemos sido parte, de una u otra forma. El muro de Berlín se vendió en trozos a coleccionista de antigüedades Solo después, y poco a poco, vinieron cayendo en la cuenta de las cosas: cuando el mundo se hizo otro y supieron que la verdad, Stalin fue asesino, que Gorbachov hacía bien, que en Cuba la libertad fungía lesionada, que los dirigentes sandinistas nos habían defraudado. En este poemario, se asoma el alma de un poeta joven y viejo, como le dice a su hijo, que se duele con el dolor de los demás, de los que regresaron mutilados de la guerra, de la pobreza de los barrios de Managua, de su gente. Es un canto de amor/dolor por lo que vivimos y perdimos, por el fin de los sueños construidos al calor del ideal. En la montaña los soldados recuerdan el brillo de los ojos amados en el estallido de los obuses jóvenes cegados por la metralla agonizan perdidos entre la niebla segoviana. Porque este libro se convierte en memoria, historia, recuerdo, poesía, todo en uno, de una Nicaragua que ha sufrido tanto, de los amigos, de los ignorados: “y descubra que somos humanos, /seguramente aprenderá a querer a los amigos, / a los hermanos, al duro y lejano compatriota.” Es Managua con sus barrios, parques, gente que sobrevive en medio de la miseria, Managua con su parque y sus bancas pobladas de borrachos, las calles de Monseñor Lezcano, toda la vida bullendo entre la miseria, el dolor y la sobrevivencia. Es un canto a la solidaridad, también con Discursos de ingreso 81 los poetas, a quienes dedica múltiples versos: Benavente, Edwin Illescas, Manuel Martínez, por mencionar solo algunos. Ideas compartidas, pensares, pesares. Este libro, usando los términos de Genette, se alza como el genotexto o pretexto de su novela Un sol sobre Managua, donde desfilan casi los mismos personajes, inquietudes, desencantos y sueños perdidos. Finalmente, es una exhortación a la paz, porque el hastío de la guerra penetra hasta la médulas de los huesos. No me digan que pronto acabará la guerra. No sigan guardando pañuelos, pistolas y adoquines; antiguas carabinas invencibles. Observen mi cuerpo: aún palpita y sobrevive entre las bombas. En Nicaragua, donde en la década ochenta se produjo una de las revoluciones más impactantes de América, la poesía casi siempre ha estado unida al mito dariano. La modernidad y la Vanguardia se encargaron de romper ese antiguo mito, pero nadie pudo evitar luego que la poesía llega; a unirse a la idea de Revolución, el mito central de la modernidad. C. Un sol sobre Managua es la primera novela de Erick Aguirre, y los temas siguen la misma línea de su poemario. Managua se convierte en sujeto de la historia narratológica, porque es la ciudad misma la protagonista de los discursos dialógicos entre poetas y periodistas, que debaten ya, el aserto que Erick mantiene hoy en su discurso, en torno a los vínculos entre el periodismo y la literatura. Un narrador homodiegético, Carlos, es el periodista que cuenta sus experiencias a Joaquín, pero a lo largo del relato surgen diversas voces que entretejen e imbrican el discurso. Así, se escuchan las voces de Raúl Orozco, de quien el autor logra un excelente retrato, Manuel Eugarrrios, personajes de la vida periodística del país. Estas voces articulan interesantes análisis sociales, entre ellos, la pérdida de la identidad a raíz del terremoto de la capital. Asimismo, aparecen los mismos lugares y barrios: Monseñor Lezcano, San Sebastián, Altagracia, para mencionar algunos. La 82 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 pobreza agazapada en los barios de Managua, los niños en la calle, en fin, todo el drama de una ciudad que no se recupera de sus traumas pasados. Los mismos referentes sociohistóricos, la Perestroika, la caída del Muro de Berlín y la disolución del bloque socialista. Los poetas, infaltables en las discusiones: Álvaro Urtecho, Julio Valle-Castillo y el mismo Carlos, con quien el autor se puede identificar. Un sol sobre Managua se constituye en una crítica a esta sociedad que ha perdido su identidad, importando modelos made in USA. Arremete contra los cronistas deportivos, los periodistas mediocres, los académicos, falsos intelectuales, los políticos y la falacia de los años ochenta. Aguirre retrata una sociedad con todas sus lacras y sus dramatis personae, empeñados en arreglar el mundo. D. La vida que se ama. Sin pretender agotar la valiosa producción literaria de Erick Aguirre, es justo hacer referencia al poemario con el que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Rubén Darío. Se trata de “La vida que se ama” aún en proceso de edición. Son poemas que hablan de diversas experiencias, desde su visita a la casa donde vivió Hoffman o la ciudad reconstruida en Alemania: “Hay una Alemania que sufre / el triunfo de la otra Alemania./ Pude verlo yo mismo una mañana de mayo / desde la ventana de mi cuarto / en el apartamento de Gudrun”. Es decir, ahora la mirada es diferente, después de la caída del muro, la aparente unificación de Alemania, de las diferencias ideológicas que perviven a pesar de las voluntades. El mundo del poeta se amplía y habla de Picadilly y de los Beatles, producto de sus viajes, donde se nutre de la cultura europea. Si embargo, se mantiene latente y constante la memoria de los amigos que lucharon y murieron, y lo que no se pudo hacer, porque ahora es tarde ya, porque apenas asoma la esperanza Hartos de recordar las tumbas sin cruces y las fosas donde aún duermen nuestros amigos el sueño de las generaciones, esperanzados apenas en la memoria Discursos de ingreso 83 Y más adelante recalca la misma idea, el mismo recuerdo, imposible de borrar: donde vibra en silencio el recuerdo de todos los muertos; pero nunca podremos liberarnos del rencor por la vida que quizás ellos guardan. Es que las heridas son profundas y difíciles de sanar. En estos versos, se nota más hondura de sentimientos, más dificultad para el olvido, porque no olvida Monimbó y sus muertos, su hermano que no pudo formar un hogar. Se aprecia más ensimismado, reflexivo, que interioriza su sentir, que se encierra en su interior para reflexionar sobre el acontecer de la vida. Es el poeta que se angustia por tanta miseria humana y que al final, siente que no queda apenas esperanza: Asqueado de todo eso, preferiría morir. De no ser por tus ojos y por el amor que me ofrecen. El poeta no ve una salida posible, en este país donde la muerte es una compañera cotidiana y la sociedad rebasa de corrupción. Aguirre vuelve a arremeter contra la descomposición social y sus consecuencias, no sólo a nivel nacional, en un país que ya tocó fondo, dice el poeta, sino que habla de los compromisos en Kioto, la política norteamericana y de los corrupción países ricos, clama por la destrucción de las especies, por los desastres ecológicos, en fin, se rebela como hombre sensible a los padeceres del planeta y que no encuentra la salida. Por eso el desencanto, la desilusión, la herida aún abierta, la desesperanza: No hay salida visible en este túnel sin fin donde un hombre camina; a los jueces comprados, 84 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 III. Darío y la crónica periodística En su discurso de esta noche, Erick Aguirre se ha centrado en el vínculo entre el periodismo y la literatura, partiendo del modelo de Rubén Darío como paradigma de los escritores modernistas latinoamericanos que han llevado el periodismo a niveles literarios, por tanto plantea Erick, ambos oficios se han enriquecido a lo largo de los años estableciendo nexos enriquecedores que han permito que algunos escritos alcancen categoría literaria. Esta noche Erick Aguirre, periodista, poeta y narrador hace un acto de reconocimiento para ese poeta/ periodista que escribió hace cien años “Canto a la Argentina”, como homenaje a la independencia de este país, y qué es este canto, sino una suerte de crónica de la formación de la hermana Nación del sur, de sus inmigrantes, sus costumbres y cómo poblaron la extensa Patagonia, todo dicho con la belleza líricoépica de una canto de exaltación y de saludo. Al revisar la vida de Rubén Darío, es fácil seguir sus huellas como periodista y la causa es sencilla: ¿en qué podía trabajar un poeta en un momento de crisis económica producto del auge incipiente del capitalismo? Al mismo tiempo, el periodismo nacido en el siglo XIX, avanzaba, ganando espacio y los escritores fueron quienes colmaron las páginas de los diarios de la época, permitiendo esa imbricación o enlace con la literatura de la que habla Erick en su discurso de hoy. Se trataba de un asunto de sobrevivencia, excepto que estos escritores entre ellos Azorín, Ramiro de Maeztu, y por supuesto, Darío, lograron escribir con un estilo propio y le otorgaron a la crónica la categoría literaria. No obstante, pienso, que el periodismo, per se, no alcanza la categoría de género literario, porque dentro de él, sólo la crónica y quizás la entrevista, alcanza vuelo literario, y en el caso de Darío, eso es indiscutible. El erudito Pedro Salinas señala que desde los catorce años Rubén Darío escribe en el periódico La Verdad, en León, por ganas de escribir, vagas y generales. Más tarde, en Chile, ya es instala como periodista completo. Sin embargo, ese quehacer periodístico quebrantaba el ánimo del poeta, poco amigo de Discursos de ingreso 85 saludos de cortesía y salón. Él mismo dice en Peregrinaciones “Y me fue verdaderamente pesadumbre y fastidio, tener que ir luego a saludar a personas, a comunicar con tantas gentes que me son extrañas, a estar de nuevo en la abominación de mis contemporáneos”. Y es que nuestro poeta tenía un alma solitaria y le pesaban esas obligaciones como corresponsal, como periodista. Salinas llega a afirmar que el trabajo de Darío como periodista lo sumía en una dualidad desgarradora, porque este trabajo le quitaba tiempo para el puro arte de la creación y “que el periodista que llevaba Rubén a su lado, suena a extraño. Era su extraño. El que la sociedad le puso para darle una cosa y quitarle otra”. Bajo la mirada de Salinas, el quehacer periodístico de Rubén Darío, le sumergió en una vorágine que le limitaba la creación poética, en un entorno más sereno y reflexivo. Más tiempo para él, para volar en sus versos. Esa es la dicotomía del escritor/periodista. Es vivir en un mundo escindido, que quita espacio a uno para dárselo al otro.1 Lo bueno es que en el caso de Darío, su pluma fue tan fuerte y creativa, que le permitió cultivar el periodismo y más específicamente, la crónica, otorgándole belleza estética, al tiempo que legó formidables estampas de su época. Aguirre señala acertadamente que Rubén Darío no sólo resiste una crítica desde la posmodernidad, porque sus crónicas mantienen su vigencia, porque la pobreza sigue siendo la condición de muchos y la riqueza, la situación de unos pocos. “Lo que Darío sentía frente a las guerras en Sudamérica o en China, nosotros lo sentimos frente a las primeras guerras del siglo XXI, en Afganistán o en Irán. Escándalos, fieros males, acompañan los inicios del siglo XXI como los del XX”.2 Y es que Rubén Darío hizo de la crónica su bandera para reflejar una sociedad llena de contradicciones, diversidades, como lo es aún hoy día, __________________________ 1. Pedro Salinas. La poesía de Rubén Darío, Buenos Aires: Editorial Losada, 1948, pp 20-21. 2. Rubén Darío. Crónicas desconocidas. Edición crítica, introducción y notas de Günther Schmigalle. Berlín. Edición Tranvía, 2006, p. 10 86 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 y no sólo cultiva la Crónica de Salón con sus impresiones sobre las exposiciones de pintura parisina, sino que también la llamada Crónica Política, que predomina en Crónicas desconocidas, que demuestran, como lo han señalado Jorge Eduardo Arellano y Julio Valle-Castillo, que el interés político de Rubén Darío no era ocasional, sino más bien, una constante en su vida. La sensibilidad social evidente y clara desde Azul… se profundiza con los años y las contradicciones de clase. Al llegar a España el 1º de enero de 1899, Darío encuentra una sociedad sumergida en la pobreza, en el desagarro por la pérdida de sus últimas colonias y todo la luminosidad que viera en años pasados, se transforma en crónicas desgarradoras que reflejan los efectos de los conflictos bélicos en los que ha estado involucrada. Estas crónicas son las que conforman España contemporánea (1901) y es fácil apreciar en sus páginas ese desaliento ante la crisis que vive la sociedad española: Mientras uno materialmente no puede dar un paseo por las calles sin que le impidan el paso los mendigos, mientras la prostitución, comprendida la de la infancia, y causada por el hambre en este buen pueblo, se instala en nuestros ojos a cada instante, mientras los atracos, o robos en plena calle hacen protestar a la prensa todos los días, se han gastado en los tres de carnaval trescientas mil pesetas en confetti y serpentinas. El alemán Günther Schmigalle es uno de los dariístas que más ha profundizado en el estudio y compilación de La caravana pasa y Crónicas desconocidas, y es un trabajo que se constituye en un referente obligado para el estudio de Darío periodista, porque Schmigalle realiza una profunda introducción y además anotaciones, que permiten ubicar en su contexto y circunstancias, los datos referidos en estas crónicas darianas. En el libro primero y tercero de La caravana pasa, señala Schmigalle, Darío aborda aspectos de la vida parisina, pero no con una mirada de espectador, sino que asustado por los acontecimientos que se suceden en el momento y que aún Discursos de ingreso 87 se mantiene vigentes. “La fuerza yanqui” forma parte de las crónicas escritas contra el imperialismo norteamericano, que abarcan: “Por el lado del norte”, “el triunfo de Calibán”, “La antidiplomacia”, Una nota del Mr. Knox, entre otras. Darío desde su posición de corresponsal del diario La Nación, asume una actitud de observador analítico que informa y comenta sobre los acontecimientos más relevantes del momento, como la Exposición universal de 1900 y el centenario del nacimiento de Víctor Hugo (26 de febrero de 1902). La lectura de las crónicas demuestra que Darío se dirige a un lector asiduo de La Nación porque hace referencia y autorreferencia a los textos publicados en este diario. Por ejemplo en la crónica “Perros y flores” el mismo Darío hace una acotación a una crónica que apareció después en Peregrinaciones: “¿Recordáis las maravillas florales de la Exposición Universal? Habría que repetir el mismo himno, que glosar el mismo canto” refiriéndose a su visita al palacio de la Horticultura en abril de 1900.3 En la lectura cuidadosa de sus crónicas se aprecia el manejo de una valiosa información, datos, y textos, especialmente fran ceses, pero crea con todo ello un escrito novedoso en el que además de situarnos ante la situación del momento, esta no queda exenta de la crítica abierta, de la mirada sensible y ética ante una sociedad que considera decadente y fatua. Rubén Darío tenía un alto concepto del periodismo, y así lo expresa en “El periodista y su mérito literario”: Hay editoriales periodísticos escritos por hombres de reflexión y de vuelo, que son verdaderos capítulos de libros fundamentales … Hay crónicas, descripciones de fiestas o ceremoniales escritas por réporters que son artistas … Muy hermosos, muy útiles y muy valiosos volúmenes podrían formarse con entresacar __________________________ 3. Rubén Darío, La caravana pasa. Libro primero. Edición crítica, introducción y notas de Günther Schmigalle. Berlín: Ed. Tranvía, 2000, p. 30. 88 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 de las colecciones de los periódicos la producción, escogida y selecta, de muchos, considerados como simples periodistas.4 Y fue justo lo que hizo el mismo Darío con la compilación cuidadosa y ordenada de sus crónicas en: España contemporánea (Paris, 1901), Peregrinaciones (París, 1901), La caravana pasa, (París, 1902), Tierras solares (Madrid, 1904), Opiniones (Madrid, 1906), Parisiana (Madrid, 1907), Letras (París, 1911) y Todo al vuelo (1912) y aún quedan muchas sueltas, afirma Gunther Schmigalle. Es decir, un trabajo intenso e inmenso que permitió darle vuelo literario a su trabajo como corresponsal de La Nación. Herencia literaria que recogieron los poetas posteriores, comenzando por el mismo Salomón de la Selva, quien como anota el académico Julio Valle-Castillo, en la Introducción: Salomón de la Selva Ensayista, en su exilio en Costa Rica colaboró en Repertorio americano y posteriormente publicó en compañía del periodista norteamericano Carleton Beals, el semanario bilingüe el Digesto Latinoamericano, desde cuyas páginas apoyaron la causa de Sandino, igual en las columnas del Panamá América.5 Qué decir de los poetas de la Vanguardia: el indiscutido trabajo periodístico de Pablo Antonio Cuadra, sea como periodista cultural o como editor del diario La Prensa casi hasta su muerte, Pablo Antonio, fundador de todas las revistas importantes del país y director desde los años cincuenta; Joaquín Pasos y las Prosas de un joven, José Román y las diversas épocas de su revista Centro, Manolo Cuadra y sus columnas “Santo y seña”, “Suceda lo que suceda, la dictadura caerá”, “Bombas de mano-lo”, “Espejos giratorios” y el Gruñido en un bárbaro, aunando la nota periodística con la poesía, narrativa o ensayo y la crítica política. __________________________ 4. Rubén Darío. Citado por Carlos Tünnermann B. en: Rubén Darío Maestro de la crónica y otros escritos darianos. p. 20. 5. Salomón de la Selva. Antología Mayor. Ensayos. Selección, introducciones y notas de Julio Valle-Castillo. Managua: Fundación UNO, 2010, p. 14. Discursos de ingreso 89 Es esa la veta que el periodista puede aprovechar, pero no quedándose en el lenguaje plano o monocromo, sino que llenándolo de adjetivos luminosos, de descripciones detalladas, de ideas y conceptos, sueños y anhelos que conforman el sentir y pensar de un pueblo, de una época, de un minuto que queda eternizado para siempre plasmado por la pluma colorida de quien ama el oficio de escritor. Público asistente a la ceremonia de incorporación de don Erick Aguirre Aragón a la Academia Nicaragüense de la Lengua. 90 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Modalidades del nocturno poético en la Generación del 40: La noche ensimismada en Martínez Rivas, Mejía Sánchez y Cardenal Jorge Chen Sham Universidad de Costa Rica I QUIERO SALUDAR a todos los miembros de esta Academia y, en especial, a doña Gloria Elena Espinoza de Tercero, mi reconocimiento y gratitud por haber traído al seno de esta corporación la propuesta que, unos dos meses antes de su muerte, había conversado con el ilustre académico D. Edgardo Buitrago Buitrago (q.e.p.d), de proponerme como Miembro Correspondiente. Esta propuesta ha llenado mi corazón y su distinción la recibo humildemente por dos motivos: primeramente, porque mi padre, un chino cantonés de cepa, me enseñó que lo más importante en la vida es el trabajo tesonero y sin interés; segundo, porque espero, de esta manera, que las relaciones histórico-culturales entre Nicaragua y Costa Rica, caminen por nuevos derroteros en este nuevo milenio y se persuadan ustedes que, del otro lado del San Juan, admiramos y nos dejamos seducir por la creación nicaragüense. Como costarricense, ustedes me honran al ser escogido, en votación unánime, por una de las corporaciones más prestigiosas dentro del concierto hispanoamericano de las academias, a la par de que se han interesado en mi labor de divulgación y de estudio de las letras nicaragüenses a las que he dedicado una gran parte de mi trabajo universitario más reciente. Me propongo por ello, a que nos adentremos en una parcela del mundo poético de esa Discursos de ingreso 91 Generación del 40 en Nicaragua, la cual ha contribuido con creces para que la experimentación/reflexión del lenguaje y su radical visión del localismo/cosmopolitismo de las vanguardias, tal y como lo ha conceptualizado Valle-Castillo (28-29), sigan por nuevos derroteros en esa gran fragua/laboratorio que es la creación poética, pues, desde el punto de vista de la alquimia. Recordemos que el dios romano Mercurio es también el nombre para Hermes Trismegistus, el padre de la alquimia y, por lo tanto, de la escritura, las letras y las transformaciones de la materia, gracias a que las visiones producidas por el mercurio o el sulfuro permiten ese diálogo espiritual y revelador (Pariente 228) en el que el poeta se encuentra y convoca las maravillas del lenguaje para revelar la dimensión creadora y trascendente. Hacia esta radical noción de la Poesía se encamina la absolutización de la experiencia poética. La filosofía del Roman ticismo la pensó en términos del poder supremo de la naturaleza y del espíritu en su mediación con la realidad apariencial del mundo y de individuo. De ahí el papel y la función del poeta como el mediador que posibilita trascender la realidad apariencial y acercarnos a un proceso de integración con el cosmos, cuya prerrogativa sea su capacidad de revelar y de expresar. Ya lo explicaba M. H. Abrams en su fundamental estudio sobre el romanticismo inglés, al presentar esta experiencia de vida/ creación como una intensificación de los atributos y cualidades del poeta, los cuales son correlativos al proceso de su crecimiento espiritual frente a la contingencia y la apariencia material: La profunda experiencia que tiene el poeta del sufrimiento y la mortalidad humanos se traduce sistemáticamente en una relación alterada entre su ojo y su objeto: la escena natural articula y devuelve reflejados los sentimientos rudimentarios que le aporta la percepción del espíritu, de tal manera que el correlato de su nuevo mirar al hombre «con otros ojos» es su nueva percepción de los objetos naturales como inmersos en una luz y una sombra diferentes. (Abrams 88) 92 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Para que se despliegue esta revelación y se mire diferencial y radicalmente al individuo y la materia, se impone un tiempo preferencial en el que la ensoñación y la imaginación deben ejercitarse. No es casual, como ha demostrado Albert Béguin para el romanticismo alemán, la preponderancia que los estudios psicológicos sobre el sueño ganarán en el último tercio del siglo XVIII en Europa, pues la visión onírica conducirá a la correlación entre mecanismos poéticos y el perfeccionamiento de la vida psíquica del artista. Ese crecimiento espiritual del poeta solo es posible si dejamos esa realidad cotidiana y apariencial para perfeccionarnos en la vida interior, restitutiva y reintegrativa, con nuestro propio yo, porque, “para ellos [los románticos], son precisamente el sueño y los demás estados ‘subjetivos’ los que nos hacen descender en nosotros mismos y encontrar esa parte nuestra que ‘es más nosotros mismos’ que nuestra misma conciencia” (Béguin 29). La noche —también las transiciones del día a la noche (el crepúsculo) o viceversa (la madrugada)—, se convertirá en el tiempo ideal para llevar a cabo estas transformaciones del espíritu; su forma poética más completa para interpretar este estado de conciencia intensificada o de funcionamiento perturbador será el nocturno, en donde la imaginación y la ensoñación se llevarán al límite en su confrontación con los grandes fantasmas del poeta: la existencia, la trascendencia divina, el amor. El nocturno es un modo de composición al que el Roman ticismo dará genuina madurez, a pesar de que, en el caso, de nuestra tradición lírica española, ya encuentre ejemplos cimeros con la mística de San Juan de la Cruz. La noche ha sido el objeto de disquisiciones desde siempre y, en el místico español por ejemplo, se pondera como el tiempo propicio para la develación y la experiencia extática del místico; recordemos los versos iniciales de la “Noche oscura”, en donde el “alma” se eleva: “En una noche oscura/ con ansias de amores inflamada/ ¡oh dichosa ventura!/ salí sin ser notada/ estando ya mi casa sosegada” (San Juan de la Cruz 150). Es el tiempo para que una experiencia que, dentro del tópico del furor amoris, impele al yo lírico a despojarse de su cuerpo y transitar por el espacio de la noche. Discursos de ingreso 93 Pero es el Romanticismo quien le otorgará el verdadero estatuto a la noche y la pondrá dentro de una jerarquía de valores en la que la vida nocturna condensará la imago mundi de los “contenidos pasionales” (Béguin 31) del artista y será una prolongación de sus aspiraciones de lo absoluto y lo trascendental, frente a la noche sosegada del místico en San Juan de la Cruz. En nuestra tradición hispánica, para limitarme a ella por motivos de espacio y de tiempo, tres ejemplos serán necesarios para determinar un recorrido diacrónico y, de este modo, plantear la consolidación del nocturno en la poesía hispánica. Ninguna referencia a la importancia de la noche estaría completa sin la evocación a Gustavo Adolfo Bécquer, en donde no solamente es el estado primigenio para el desvarío y la confesión amorosa, sino también el sueño y la visión onírica se apoderan del acto poético para establecer la correspondencia con la reflexión meditativa. Tal concentración de los impulsos y de la agudización de la sensibilidad es palpable desde la “Rima I”, en donde la noche se ha convertido en un espacio/tiempo para el desgarre introspectivo que, más bien, deja desosiego y no calma al amante: Aún turbando en la noche el firme empeño viene en la idea la visión tenaz… ¡Cuándo podré dormir con ese sueño en que acaba el soñar! (Bécquer 55) El tópico de la vida como sueño inunda la cosmovisión del poeta español; eso es innegable. Pero lo significativo aquí es subrayar la singularidad de esa experiencia onírica en un Bécquer que problematiza los estados del sueño hacia la vigilia, la intensidad de sus imágenes, el dolor y la angustia metafísicas, tal y como se produce en la “Rima 61”: No sé lo que he soñado/ en la noche pasada;/ triste, muy triste debió ser el sueño,/ pues despierto la angustia me duraba (Bécquer 117). La “Rima 61” apunta hacia la influencia que “las pasiones suscitadas o despertadas por estas representaciones nocturnas pueden persistir perfectamente en la vida diurna” (Béguin 31) y, por lo tanto, desemboca en las paradojas emocionales que la “represión emotiva” y la pasión vista retrospectivamente dejan 94 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 en el atribulado amante (Blanc 66), pues la noche y el sueño se establecen como esos motivos que desencadenan la invención del soñador romántico ante el objeto amoroso que ya no posee. La noche pasional del amante melancólico guarda y arrastra la reminiscencia de la amada perdida ya, como sucede en la “Rima 31”: Cuando en la noche te envuelven/ las alas de tul del sueño, y tus tendidas pestañas/ semejan arcos de ébano; por escuchar los latidos/ de tu corazón inquieto y reclinar tu dormida/ cabeza sobre mi pecho, diera, alma mía,/ cuanto poseo: ¡La luz, el aire/ y el pensamiento! (Bécquer 85) El recuerdo de la amada se confunde con el acto de contemplación de la belleza transitoria y nos conduce a una meditación sobre la muerte en términos de un lamento que encierra el apóstrofe lírico “¡La luz, el aire/ y el pensamiento!”, el cual expresa la zozobra y la impotencia. Pero también puede conducir a la reflexión metafísica ante las interrogaciones que la noche desata para que el vuelo de la imaginación impulse al yo lírico hacia la inmensidad; el caso extremo es la “Rima 25”: Cuando miro de noche, en el fondo/ oscuro del cielo, las estrellas temblar, como ardientes/ pupilas de fuego se me antoja posible a do brillan/ subir en un vuelo, y anegarme en su luz, y con ellas/ en lumbre encendido fundirme en un beso. (Bécquer 79) Bécquer busca aquí la unión mística en el contacto tras cendental del “vuelo” y del “beso”, dos imágenes para destacar esa transformación que la noche provoca y que José Asunción Silva hace tanto el origen como el apoyo para cualquier reflexión legítima del verdadero poeta. Influido por esa intensidad romántica del sueño, los nocturnos de Silva representan el culmen de esta tradición que celebra y prefigura la noche como imagen de la dignidad poética y de la pasión amorosa. Por ejemplo, el poema “A veces cuando en alta noche” se establece como un compendio de los motivos nocturnos; los elementos Discursos de ingreso 95 ligados al aire, entre ellos la música, inundan el ambiente para que el silencio y el orden se hagan respetar en esa evocación de la amada: A veces, cuando en alta noche tranquila, Sobre las teclas vuela tu mano blanca, Como una mariposa sobre una lila Y al teclado sonoro notas arranca, Cruzando del espacio la negra sombra Filtran por la ventana rayos de luna […]. (Silva 27) Pero la consagración máxima de la noche llegará con el poema intitulado “Nocturno”, en donde Silva, con un ritmo frenético que produce el versolibrismo y las anáforas, creará ese atmósfera propicia para experimentar la intensidad de ese amor que quema por dentro y que el brillo de la noche refleja no solo como corolario de la viveza del recuerdo, sino también de los signos que anuncian la angustia de la muerte: Una noche, Una noche toda llena de murmullos, de perfumes [y de músicas de älas, Una noche En que ardían en la sombra nupcial y húmeda [las luciérnagas fantásticas, A mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, [muda y pálida, Como si un presentimiento de amarguras infinitas Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara […]. (Silva 34) La atmósfera de la noche irradia sobre el rostro de la amada, cuyas señas ya anuncian el desenlace y ese sufrimiento infi nito ante la tremenda y dura verdad de la mortalidad del ser humano. No faltaría tampoco la mención a los nocturnos darianos, los cuales han sido estudiados ya con gran pertinencia por Julio Ycaza Tigerino en su discurso de incorporación a esta Academia, el 5 de enero de 1954. Dos de esos nocturnos se 96 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 encuentran en Cantos de vida y esperanza y el título se sendos poemas es precisamente “Nocturno”. El primero de ellos, el que comienza con el verso “Quiero expresar mi angustia en versos que abolida/ dirán mi juventud de rosas y de ensueños” (vv. 1-2, Darío 505), retoma la modalidad de la angustia metafísica de la confesión autobiográfica, pues como analiza Ycaza Tigerino, “[s]úbitamente nos introduce en un mundo que hasta ahora había eludido obstinadamente [Rubén] por ingrato y falto de luz, su propio mundo, el mundo de sí mismo, su mismidad” (Ycaza 21); su balance conduce a ese contraste con los proyectos juveniles (“mi juventud de rosas y de ensueños”) para situarse en preocupaciones metafísicas que se plantean en los cuartetos finales: El ánfora funesta del divino veneno que ha de hacer por la vida la tortura interior; la conciencia espantable de nuestro humano cieno y el horror de sentirse pasajero, el horror de ir a tientas, en intermitentes espantos, hacia lo inevitable desconocido, y la pesadilla brutal de este dormir de llantos ¡de la cual no hay más que Ella nos despertará! (vv. 17-24, Darío 505) La noche produce aquí una meditación angustiante. El destino humano se dibuja aquí en esa “conciencia” que posee el ser humano del paso temido e inexorable sin que pueda saber hacia dónde se dirige; ese “horror” lo expresa bien el encabalgamiento de las dos estrofas, de “la sensación dolorosa del tiempo” (Ycaza 25) y de la muerte a la que no puede nombrar. Ahora bien, el otro nocturno de Cantos de vida y esperanza es, sin duda, el más conocido y analizado. Precisamente retoma el motivo de la vigilia y de la interrupción del sueño reparador: Los que auscultasteis el corazón de la noche, los que por el insomnio tenaz habéis oído el cerrar de una puerta, el resonar de un coche lejano, un eco vago, un ligero ruido. (vv. 1-4, Darío 555) Discursos de ingreso 97 Este momento entre el sueño y la vigilia, el que denominaban los románticos como el momento de “lámpara encendida” genera una reflexión que insiste en esa recapitulación biográfica dolorosa de los proyectos juveniles abandonados, para subrayar de nuevo el tópico de la vida como un sueño. Ello conduce a una síntesis conclusiva en el que se problematiza “ese doloroso misterio de la vida” (Ycaza 27) y el poema se transforma en una lamentatio que nos descubre un universo de gran desolación: Todo esto viene en medio del silencio profundo en que la noche envuelve la terrena ilusión, y siento como un eco del corazón del mundo que penetra y conmueve mi propio corazón. (vv. 17-20, Darío 555) Estamos ante un nocturno cuya modalidad expresiva es la angustia reflexiva, en donde el “silencio profundo” de la noche hace desnudar el alma del atribulado poeta filosófico hasta las fibras más profundas de su ser. He aquí la gran lección que el sueño y el vuelo nocturnos producen en una poesía que otorga una gran conciencia al desarrollo de la vida interior y al proceso de introspección por ellos desencadenados. De esta forma, uno de los dos rasgos con los que Iván Uriarte caracteriza a los miembros de la Generación del 40 (Uriarte 81-82), el hermetismo estético explicaría las razones por las cuales el nocturno y la noche aparecen en posición medular en la producción poética de Carlos Martínez Rivas (1924-1998), Ernesto Mejía Sánchez (1923-1985) y Ernesto Cardenal (1925), para llevarlos, según ve Jorge Eduardo Arellano en Martínez Rivas pero que trasladamos a esta exploración de la noche, a una “concentración y perfección” (Arellano 320). II En el caso de Martínez Rivas, la edición de 1973 en la Editorial EDUCA, agrega, como acápite, a La insurrección solitaria (1953), el breve opúsculo El paraíso recobrado, poema en tres escalas y un prólogo (1943), con la siguiente nota para los lectores: “para quienes pudieran interesarse en la iniciación 98 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 y evolución poética del autor” (Martínez Rivas, s. p.). La clave biográfica del itinerario que marca esta corta colección es indudable en su referencia al destinatario del opúsculo, Yadira Jiménez, la amada compañera del poeta. El segundo poema de los tres que conforman el periplo iniciático lleva por título “Segunda escala: En el aire” y despliega la simbología de la noche ligada a los motivos del aire: Hemos llegado a la primera estrella. Mira la inmensa noche azul llena de temblorosos ojos. Todo esto forma ahora nuestro nuevo camino. (Martínez Rivas 29) El poema señala un punto de llegada desde el cual se abre el “nuevo camino” que ha traspasado el yo lírico y su acompañante. Alcanzar las estrellas es emprender ese viaje hacia las alturas, hacia la inmensidad del cosmos, mientras que, delante, se abre el firmamento de la “noche azul”. No es casual, entonces, la equivalencia sinecdótica entre “la primera estrella” y los “temblorosos ojos”, pues el campo de percepción se expande en este firmamento para que la imaginación acendrada y el vuelo de ensoñación se desencadenen; la noche lo posibilita, mientras que el ascenso los propulsa hacia estadios siderales: Por él vamos, Yadira, y te miro como un gorrión saltar de estrella a estrella. Subir de astro en astro. De cometa en cometa. Y más allá. Más alto. Más arriba, ya por las últimas orillas del cielo, en donde va tu cuerpo, quemándose en el aire, con rumbo hacia un seguro porvenir de lucero. (Martínez Rivas 29) El acto que realiza el yo lírico no es inocente en este contexto nocturno: mira absorto; como tampoco lo es el pájaro con el cual compara a su amada, el gorrión, de resonancias amorosas desde la poesía latina. El vuelo de la amada no tiene alcance, el ritmo del poema empieza con un crescendo que va marcando las escalas de un proceso de transformación/combustión de la Discursos de ingreso 99 materia orgánica (“tu cuerpo, quemándose en el aire”) para que del movimiento de propulsión a chorro, como diríamos hoy en la física, se desintegre la materia y se produzca el estado gaseoso/ volátil (“seguro porvenir de lucero”). Desde un punto de vista mítico, la metamorfosis descrita por Martínez Rivas es la propia de la elevación y endiosamiento de los mortales. Recordemos a Orfeo en la ópera prima de Claudio Monterverdi, de quien Apolo se apiada y lo eleva al cielo transformado en una constelación, en un astro resplandenciente, como recompensa a sus pesares como cantan elevándose Orfeo y Apolo: “Saliam cantando al cielo,/ dove ha virtù verace/ degno premio di sé, diletto e pace” (38), mientras el coro canta en el final de la ópera: “Vanne, Orfeo, felice a pieno/ a goder celeste onore,/ là’ve ben non vien mai meno,/ là’ve mai fu dolore,/ mentr’altri, incensi e voti/ noi t’offriam lieti e devoti” (39). Este mismo proceso se produce en el poema de Martínez Rivas, cuando en la estrofa siguiente se ensalza de esta manera la metamorfosis inaudita para que el proceso de embelesamiento del amante contemplativo continúe: […] así tú, Yadira, has ido avanzando hacia la belleza. Pasando de muchacha a estrella. De estrella a remolino; de remolino a brisa, y de brisa a sosegado, claro, ilustre aire. (Martínez Rivas 29) Sublimada en “la belleza” más pura y aérea en su equivalencia semántica y fónica con “estrella”, la metamorfosis no se detiene. El grado máximo de ese proceso sería la combustión en la que la “belleza” se sigue purificando (cambiando de estado), solamente para dar paso a la transición de la materia en el “aire”. Así, a continuación se hace una paráfrasis del “Prólogo” del Evangelio de San Juan: “Y el verbo se hizo carne,/ y habitó con nosotros,/ y nosotros vimos su gloria,/ gloria cual de unigénito venido del Padre/ lleno de gracia y de verdad” (San Juan, 1: 14; La Sagrada Biblia, 1246). Mientras que en Martínez Rivas se reproduce ese tono sermonístico de los evangelios así: 100 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Porque, en verdad, la carne se hizo aire. Y el aire se hizo carne y habitó entre nosotros. (Martínez Rivas 29) Para comprender esta preponderancia del aire, habría que subrayar el hecho de que esta metamorfosis es también un desdoblamiento de la sustancia: así, “carne” y “aire” se intercambian en una dinámica en la que los límites corporales y de la materia se pierden, se traspasan, como el mismo acto poético de mirar la noche estrellada, de manera que la ligereza y la levedad del ser solamente pueden integrarse dentro de una neutralización de las fronteras y de los límites (Lara Martínez 185-186). Es ahí en donde toda la primera parte del poema se convierte en un preámbulo que crea esa atmósfera propicia para que, de la física combustión, surja la erótica de los amantes en complemento: Desde la tierra, entre el hervidero fuimos ascendiendo. Ahora todo está en ti. Y tú tan sola, ya aire ante aire. Llegamos a la cima más alta de su delicia. (Martínez Rivas 29-30) La ascensión de los amantes se describe como una acción colectiva; pasamos de “tu cuerpo, quemándose en el aire” (v. 9) al “entre el hervidero fuimos ascendiendo” (v. 21), con el fin de marcar esa travesía hacia el goce y el disfrute compartidos. De esta manera, la combustión de los elementos y el dinamismo del ascenso marcan los signos del encuentro amoroso y se recupere esa vía integrativa del eros que consume/combustiona: Y oye qué nueva trinidad tan pura: tú, yo y el aire. Y los tres somos uno. Por eso, a través de tu cuerpo puedo contemplar todo el cielo. Como si lo tuvieras dentro de ti. Y tu esqueleto brilla como los hilos de una lámpara. Y de tu corazón, en vez de sangre, Discursos de ingreso 101 sale un río astronómico y celeste, que en orden y de pies a cabeza te recorre. (Martínez Rivas 30) La consumación erótica a la que asistimos hace que toda travesía esté signada bajo el símbolo de la unión integrativa, gracias a la cual la desintegración de la materia en los cuerpos eufóricos transforma el espacio de los amantes en dilatación/ expansión del aire; la trinidad es el momento de la consagración en la que la experiencia de la unidad (”los tres somos uno”) desemboca en la transparencia de la materia. Ahora, veamos cómo pasamos de verbo “mirar” del principio del poema al acto de “contemplar” la inmensidad del “cielo” para que la amada transparentada (transfigurada) ahora, como si fuera un cuerpo opaco, sea reflejo de la luz. Llegamos a la maravillosa transformación; el cuerpo de la amada culmina su metamorfosis, anunciada al principio del poema, en estrella resplandeciente, en un movimiento que va de su interior (“de tu corazón, en vez de sangre,/ sale un río astronómico y celeste”, vv. 31-32) y la recubre de arriba hacia abajo (“de pies a cabeza te recorre”, v. 33). La ligereza y la transparencia del aire por un lado, el brillo y la luminosidad por otro, convierten a la amada en otra estrella que brilla en el concierto de las constelaciones celestes. El ascenso vertiginoso es palpable en este momento de fruición y de intensidad lumínica en la enumeración de todas las estrellas del firmamento y que las sobrepasa en un movimiento que culmina con el Sistema Solar y se dirige hacia “La Vía Láctea” (v. 50). Se trata del momento en el que podemos advertir cómo en el clímax poético las imágenes se suceden y se superponen, de modo que la experiencia visionaria deja traslucir esa unión de todos los símbolos posibles en la enumeración simbólica “El Unicornio,/ y el Ojo del Toro y la Serpiente” (vv. 50-51). Por esa razón, “Segunda escala: En el aire” hace compatible la visión y el sueño, como medida final de todo proceso de contemplación y de la metamorfosis: Ya no hace falta ahora sino el sueño. Último paso de la transfiguración. 102 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Sepárate de ti hasta caer en ti Que como un anillo hundiéndose poco a poco en el agua, en el agua del sueño se irán tus otras manos, se irán tus otros ojos, tu otra voz, tu otra frente, tu otra tú, como sobre un estanque donde el árbol se separa del árbol. (Martínez Rivas 31) No nos extrañe esta unión de “aire” y “agua en el poema de Martínez Rivas. Pero no se trata del cualquier agua; se refiere al “agua del sueño”, en donde la búsqueda de la movilidad se asegura en el dinamismo ascendente de la imaginación, de esas alturas imaginarias que elevan el espíritu hacia la contemplación sublime. Si este poema nos conduce ahora hacia la necesidad del impulso ascensional, la estrategia de esta imaginación dinámica obliga a plantear el “agua del sueño ”, en virtud de un poder que le permite no solo desdoblarse sino también transfigurarse como indica el poema. Pero hay que advertir, en primer lugar, que el simbolismo de las “aguas del sueño” funciona como ese espejo en donde se contempla, como un nuevo Narciso, la imagen del otro. Gracias a esa posibilidad de verse en ellas, se intensifica la prioridad que Martínez Rivas concede a la contemplación y a la observación en cuanto designio propio del espíritu humano: “También la contemplación determina una voluntad. El hombre quiere ver. Ver es una necesidad directa. La curiosidad vuelve dinámico al espíritu humano” (Bachelard 50). Pero se trata de un doble proceso de desdoblamiento y de separación simultáneos (motivados por los encabalgamientos y la disposición tipográfica en forma de decrescendo también), el cual le devuelve al poeta en el símbolo del “arbol” que se yergue imponente sobre el “agua” hacia el cielo; es la imagen definitiva de la verticalidad visionaria que propulsa al soñador. Discursos de ingreso 103 De manera que el yo lírico se apresta a vivir lo inefable y, en el nocturno poético, se produce una situación comunicativa que conduce a una concentración de esta experiencia de la alteridad sobre el poeta; sus modalidades, intensificación del intercambio y destinatarios diversos, permiten establecer diferencias, cuando la finalidad comunicativa de los poemas es una súplica a la amada o una súplica a la divinidad. El estatus del destinatario del nocturno hace que la situación comunicativa sea distinta, ya que implica no solo un tratamiento distinto en las relaciones entre interlocutores, sino también su temática cambiará. III Ligado también a la visión onírica encontramos el poema II de los Ensalmos y conjuros (1947), de Ernesto Mejía Sánchez. La noche vuelve a ser no solo una obsesión, sino también el tiempo para desarrollar una metafísica del sueño, pues la exploración de la noche permite que salgan los “demonios” que nos acorralan. Por ello, el poema II narra la aventura interior de quien explora su conciencia: Yo concluía las noches con un sueño. Yo conjuraba a alguien en un sitio secreto. Yo contaba unos números. Y alguien, que no sospechas, nacía entre la sombra, no formaba su cuerpo con lo oscuro; sino que de aire limpio, separado, se construía. Yo contaba unos números. (Mejía Sánchez 21) Observemos el encabalgamiento pronunciado a lo largo del poema, crea ese clima de angustia y de agitación en esa observación introspectiva que realiza el yo lírico. La noche es el momento para la búsqueda interior, para descender en las profundidades del alma; la exaltación y la agudización de los sentidos se impone en la correlación entre el verbo “conjurar” y “contar los números”. El extrañamiento, que produce esta experiencia, se traduce en la incertidumbre y en la indeterminación iniciales; expresiones como “sitio secreto” (v. 2) y “nacía entre la sombra” (v. 4) se utilizan para captar y valorar el carácter 104 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 extraordinario del acto performativo de quien es el demiurgo que crea con las palabras; de ahí el poder que encierra el verbo “conjurar”. La clave está en la naturaleza del acto creador en la equivalencia entre conjurar y contar, mientras que del otro lado, el objeto creado surge otra correlación con los verbos “nacer” y “construir”. La magia del conjuro activa esa fundación/creación gracias al lenguaje; pero veamos cómo la materia creada no se perfila como objeto de “lo oscuro”, sino de “aire limpio” (v. 6). De nuevo, el aire cobrará una importancia capital para signar la ligereza y la levedad del dinamismo creador. Por otra parte, no olvidemos que un conjuro se vale de fórmulas o de repeticiones cuyo valor radica en el poder del lenguaje y, así, cuatro veces se repite la acción de contar en forma de dos paralelismos simétricos que le otorgan al poema, con los encabalgamientos, ese ritmo cadencioso: Yo/ contaba unos números (vv. 2-3) Yo/ contaba unos números (vv. 6-7) Yo/ seguía contando (vv. 11-12) Yo/ seguía contando (vv. 14-15) El conjuro y el proceso de creación se vuelven uno solo para que se performe la capacidad de actualización del evento (contar los números), en la medida en que se narra una experiencia en progresión, ejecutada en el acto mismo de enunciación lírica; de ahí el uso del imperfecto a lo largo de todo el poema. Por otro lado, el misterio de la noche es propicio para que se produzca este acontecimiento sobrenatural y extraordinario, el cual se continúa describiendo a continuación: Alguien, horadando la sombra, nacía como un ángel de vidrio, como niño vacío. Se hacía un hueco vivo. Yo seguía contando. Se acercaba a mis labios. Amorosamente se adhería a mi carne. La más exacta piel, la más exalta, me envolvía. Yo seguía contando. Repetía, ahora con su voz las mismas cifras. (Mejía Sánchez 21) Discursos de ingreso 105 La repetición de la acción de “nacer” en esta atmósfera claroscura no pasa desapercibida; veamos: nacía entre la sombra,/ no formaba su cuerpo con lo oscuro;sino que de aire limpio, separado, se construía (vv. 4-6) horadando la sombra, nacía/ como un ángel de vidrio (vv. 8-9) Así, otra equivalencia se impone por su correlación con lo aéreo: “aire limpio” ⇒ “ángel de vidrio”. Recordemos que, como seres alados y celestiales, el ángel es mensajero y anuncia, “se mueve, como el decir, en las esferas de la comunicación y la armonía” (Ovares y Rojas 133). Verdadero mediador, el ángel transmite y hace que todo el poema quede envuelto en una atmósfera de lo extraordinario y misterioso, para que se produzca la unión mística con arrebatos eróticos; el punto de contacto es el beso y la boca por el cual el ángel traspasa y transmite. Este arrebato y alumbramiento es insólito, es el encuentro del yo lírico con la Poesía, pues aquí “[e]l quehacer angélico alude, por ejemplo, a la lucha con la palabra y la búsqueda del sentido, al extrañamiento del poeta con el producto de su trabajo” (Ovares y Rojas 133), para concluir precisamente en la función del yo lírico como médium o mediador: “Repetía,/ ahora con su voz las mismas cifras” (v. 16-17). A la luz de lo anterior, la palabra poética se transforma en una experiencia con lo numinoso e inefable, en un intento por sugerir cómo esa manifestación de lo sagrado es intrínseca al acto de la poesía. La sensación de profundidad y de vivir un acto extraordinario hacen que la noche sea una síntesis que reenvía de perspectiva en perspectiva al sujeto, mientras que la noche iluminada se propone como totalidad y apertura del cosmos (Collot 42), ya que el poeta conjura y cifra la Poesía: Y como cada noche nacía con forma diferente, para no equivocarme, yo coloqué a este ángel en un sitio secreto; y le puse número. (Mejía Sánchez 21) 106 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Para terminar, Mejía Sánchez vuelve a la dimensión más radical del nocturno, aquel que interroga lo inefable en esta suerte de epifanía de la Poesía, por lo que aquí el tema del poema desemboca, en tanto ars poetica, en la dimensión metapoética; nos dice lo que es la Poesía reproduciendo (actualizando) su proceso de gestación simbólica. IV Por último, vamos a analizar dos breves nocturnos de Ernesto Cardenal que se ubican dentro lo que siempre se ha denominado la primera etapa “De Granada a Gethsemani (19251959). De Gethsemany, Ky: Poesía de amor místico, hemos seleccionado “Trenes en la noche” y “A la luz de la luna”, en los que llama la atención el hecho, como lo apunta Uriarte, que sean “poemas contemplativos no totalmente desligados del mundo exterior” (Uriarte 92). La noche invita a interrogarse sobre el papel del ser humano en el universo; es una búsqueda a la “salud y desorden humanos” (Abrams 148). Por ello, la serenidad y el reposo dominan en unos poemas en los que el yo lírico se ubica en la celda del claustro monacal, veamos “Trenes en la noche”, en donde el ruido exterior perturba el sueño confortador y quiebra el silencio de la noche: Me despierta en la celda el largo tren de carga que se oye venir desde lejos en la noche y va pasando y pasando, y pitando, y parece que no va a acabar nunca de pasar. Vagones y vagones y vagones que van chocando. (Cardenal 120) Todos los elementos expresivos se motivan para subrayar la longitud del “tren de carga”: las anáforas y el polisíndeton están al servicio de la repetición de ese ruido que, machacón, se prolonga para causar el sobresalto del sueño y la invasión de la intimidad. La noche, entonces, se presta para las cavilaciones del espíritu y el poema de Cardenal nos confronta a la etapa de la vigilia, en la que la meditación se encuentra determinado Discursos de ingreso 107 por su asociación con el elemento sensorial que la desencadena (Béguin 28), en este caso el tren: Yo me vuelvo a dormir y va todavía pasando, jadeando, allá en la lejanía, y todavía pitando, y entre sueños me pregunto por qué hay trenes todavía y a quién llevan carga los trenes, qué carga llevarán, y de dónde vienen los vagones, y hacia dónde van. (Cardenal 120) Observemos la importancia de la forma verbal escogida por Cardenal; se trata de la perífrasis ir + gerundio, cuyo valor progresivo resalta la prolongación y la persistencia de ese ruido que obsesiona al yo lírico. Y el estado de vigilia, de ese sueño que aún no es profundo, provoca una serie de imágenes sobre trenes que se yuxtaponen con el elemento sensorial desencadenante (“jadeando” y “todavía pitando”), con el fin de que sean el germen de la meditación propuesta. Ahora bien, ¿por qué la reflexión se dirige a un elemento tan banal como el tren? ¿Pensaríamos que se refieren a preguntas anodinas, que representan simples cavilaciones del soñador? No, hay que buscar la ley de analogía que vendría a sustituir relaciones entre cosas, tal y como lo querían ver los primeros psicólogos del sueño a finales del siglo XVIII (Béguin 29). La clave se encuentra en el último verso del poema: “y de dónde vienen los vagones, y hacia dónde van”; las preguntas se dirigen hacia el origen y la dirección de los trenes. El tren, elemento de nuestra modernidad, representa el movimiento y el dinamismo y, por lo tanto, del fluir temporal; recordemos que, en nuestro imaginario, el río es el símbolo que recubre estas significaciones. Por lo tanto, la relación sinecdótica se dibuja aquí en la equivalencia “tren” ⇒ “río”, para que el primero sea un nuevo eslabón en la cadena alegórica que ya magistralmente había consagrado Jorge Manrique: Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar, que es el morir/ allí van los señoríos derechos a se acabar/ e consumir […]. (Manrique 192) Así, Cardenal en este breve pero sentido nocturno vuelve sobre las interrogantes de la existencia humana, en un nocturno 108 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que rescata renovando el fluir y el movimiento de la vida en la imagen del rumbo del tren. Pasemos ahora al otro poema, “A la luz de la luna”, en donde el contraste con los elementos de la vida moderna y cotidiana permitirá la aparición de otro de los grandes inventos tecnológicos de la ciencia humana: A la luz de la luna los techos de zinc y la bodega de lata, la bomba de gasolina y el tanque de agua, parecen de plata. Y como una estrella, o como un cigarrillo, pasa allá lejos sobre la colina de Nally un avión de pasajeros tililando en la noche. (121) Breve poema, de una gran economía expresiva y de una aparente simpleza de imágenes, solamente aparente detrás del lenguaje sencillo. Como he dicho anteriormente, Cardenal es fiel a los orígenes del nocturno, cuando el tema aquí es la contemplación de la luna; sin embargo, los elementos de comparación parecen banales, desde el momento en que la escena dibuja una insulsa estación de gasolina. Pero veamos cómo la luz de la luna se refleja sobre esta estación y la impregna cromáticamente hablando (“parecen de plata”). Esta asociación entre luna, el color plata y el agua no es nueva cuanto más se relacione con el acto de contemplar; la encontramos magistralmente en Federico García Lorca, nada menos que en el “Romance sonámbulo” del Romancero gitano, cuando el reflejo y la mirada se vuelven complementarias en los ojos de la gitana: Con la sombra en la cintura,/ ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde,/ con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde./ Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas. (García Lorca, vv. 5-12, 190) Pero en Cardenal, la luna se refleja en la estación, cuyo elemento dominante es “el tanque de agua”, que sirve de espejo y, de rebote, la luz asciende de nuevo, para que el efecto de Discursos de ingreso 109 percepción sea ahora “un avión”, el cual se compara con “una estrella” o “un cigarrillo [, yo diría, encendido]”. La perspectiva se amplía y la contemplación humana se abre hacia las alturas para admirar las maravillas de la noche. La analogía surge en la equivalencia sinecdótica otra vez: “luna” ⇒ “tanque de agua”⇒ “estrella” ⇒ “avión de pasajeros”, para culminar con esa contemplación de la inmensidad del cosmos frente a la pequeñez del ser humano. Desde la celda monacal el espíritu trasciende por esa ventana que amplía el horizonte, experiencia tan claramente perfilada desde Alfonso Cortés. Por lo tanto, en los nocturnos de Martínez Rivas, Mejía Sánchez o Cardenal se subraya esa contante en que la noche convoca y refuerza los lazos humanos y espirituales, con lo cual explicaríamos las razones por las cuales los poetas siguen cultivando su temática y acuden a la forma del nocturno. Las demandas afectivas y cognitivas siguen interpelando en una modalidad genérica que se presta para desplegar la función expresiva de las emociones, es decir, en la “emoción convertida en imagen” (Ernest Cassirer, Antropología filosófica, citado por Castilla del Pino 68). La significación profunda del sueño y de las visiones nocturnas obedece a tres modalidades: dulce nostalgia en Martínez Rivas, extraña angustia en Mejía Sánchez y serena realización en Cardenal (Béguin 221). En los tres casos, la creación poética se inicia allí en donde el silencio reflexivo y la cavilación comienzan influenciados y ensimismados por la noche. Ya lo expresa con acierto Iván Uriarte en relación con la primera etapa cardenaliana: “En esa primera estada en México surgió una relación místico-erótica con la poesía: se trataba de un método de escribir poemas mentalmente como una oración, después de apagar la luz, para enseguida transcribirlos al papel” (Uriarte 86). Cuando el silencio y la oscuridad se imponen, la noche interpela al poeta, para provocar el ensimismamiento y la intensificación, ya que “trata deliberadamente y con toda lucidez de provocar la subida de las voces misteriosas” (Béguin 198199). 110 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Obras citadas Abrams, M. H. El Romanticismo: Tradición y revolución. Madrid: Editorial Visor, 1992. Arellano, Jorge Eduardo (Comp.). Antología general de la poesía nicaragüense. Managua: Ediciones Distribuidora Cultural, 2007. Bachelard, Gaston. El agua y los sueños: Ensayos sobre la imaginación de la materia. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 4ª reimpresión, 2003. Bécquer, Gustavo Adolfo. Rimas. Buenos Aires: Editorial Kapelusz, 7ª. edición, 1969. Béguin, Albert. El alma romántica y el sueño: Ensayo sobre el romanticismo alemán y la poesía francesa. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2a. reimpresión, 1993. Blanc, Mario A. Las “Rimas” de Bécquer: su modernidad. Madrid: Editorial Pliegos, 1988. Cardenal, Ernesto. La noche iluminada de palabras. Obras Completas. Tomo I. Managua:Ediciones Nicarao, 1991. Castilla del Pino, Carlos. Teoría de los sentimientos. Barcelona: Tusquets Editores, 3ª. edición, 2000. Collot, Michel. La poésie moderne et la structure d’horizon. 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Managua: Asociación Pablo Antonio Cuadra, 2005: 27-80. Ycaza Tigerino, Julio. Los nocturnos de Rubén Darío y otros ensayos. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1964. Incorporación de don Jorge Chen Sham a la Academia Nicaragüense de Lengua, 28 de abril de 2010. Discursos de ingreso 113 SEMBLANZA de Jorge Chen Sham Gloria Elena Espinosa de Tercero QUIERO INICIAR mis palabras esta noche invocando la presencia espiritual de nuestro recordado académico D. Edgardo Buitrago, al cumplir su deseo de incorporar a nuestra Casa al eminente profesor, señor D. Jorge Chen Sham, acogido en el pleno de nuestra Corporación por unanimidad, como Miembro Correspondiente por sus virtudes, tesonera investigación y divulgación de la literatura nicaragüense. Es una verdadera satisfacción, honorables miembros de la Academia Nicaragüense de la Lengua, dar la bienvenida y saludar en vuestro nombre, a D. Jorge Chen Sham, quien ha desplegado su mirada enamorada por Nicaragua y sus poetas, narradores y dramaturgos; autores que ya han pasado al sitial de la historia, como de quienes aún navegamos en este mar sin retorno. Son muchos los méritos académicos que acompañan a D. Jorge Chen Sham: doctor en Estudios Románicos y Premio al Investigador 2008, de la Universidad de Costa Rica. Pero no puedo explayarme, por razones de tiempo, en su vasto currículum de militancia por diversas y reconocidas organizaciones e institutos literarios ni en su pertenencia como miembro de los consejos editoriales de cinco prestigiosas revistas científicas en la rama de la Literatura y la Lingüística ni en enumerar las universidades europeas o americanas donde ha sido invitado a impartir cursos como profesor visitante. Como hispanista y especialista en el siglo XVIII, además de haber publicado casi un centenar de artículos en revistas especializadas, editó en el año 2001 el libro de las Actas del 114 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 “Seminario hacia la comprensión del 98: representaciones finiseculares en España e Hispanoamérica”, publicado por la Editorial de la Universidad de Costa Rica y el Centro Cultural Español. Tiene también dos libros de su autoría, los cuales pasaré a comentar de manera sucinta. El primero fue publicado en 1999, por la Editorial de la Universidad de Costa Rica. Su título es Fray Gerundio de Campazas o la corrupción del lenguaje. La novela, de la cual hace un concienzudo análisis, fue escrita por el sacerdote jesuita José Francisco de Isla de la Torre y Rojo, publicada durante la segunda mitad del siglo XVIII. La obra ridiculiza la moda de los predicadores de la época que utilizaban un lenguaje gongorino altisonante en el púlpito y describe las costumbres populares de forma detallada; tanto de gentes como de ciudades y casas con sus interiores. El texto, que apenas dos años después de su aparición fue incluido en el Index inquisitorial, es considerado por la crítica como fundamental del siglo XVIII español. El interés de don Jorge Chen Sham en esta obra fue puesto en cuestionar la rapidez con que se transformó, a los ojos de los lectores contemporáneos de su época y a lo largo de todo el proceso de su recepción, hasta constituirse en el canon interpretativo de ser una sátira de los malos predicadores y su justificación como novela con un fin didáctico, recalcando el significado de los silencios y omisiones en el texto mismo. Para tal efecto, usando los paradigmas de la sociocrítica, y en especial de la pragmática, trata de explicarse el proceso arbitrario de la recepción a través de la explicación de las preguntas siguientes: ¿a partir de qué elementos textuales fundaron su lectura los lectores de la época y extrajeron consecuencias polémicas que dieron origen o agudizaron enfrentamientos de tipo social?, ¿qué se escondía detrás del gesto de la censura que daba lugar a represalias de orden ideológico? y ¿por qué la instancia autorial de Fray Gerundio de Campazas insistió hasta la saciedad en que el texto se leyera únicamente como sátira Discursos de ingreso 115 contra los malos predicadores? En realidad, sabía que se exponía ante la censura eclesiástica. El segundo fue publicado en 2004, por Ediciones Perro Azul. Su título es La comunidad nacional “deseada”: la polémica imparcialidad de Cartas Marruecas. La ficción novelesca Cartas marruecas fue escrita por José Cadalso y publicada como libro en 1793. La obra se nos presenta como un conjunto de noventa cartas comunicadas entre tres personajes (dos de ellos extranjeros), convertidos en remitentes y destinatarios a su vez, lo que permite al lector la expectación e interpretación de la vida contemporánea de la época, con sus peculiares costumbres ciudadanas, con distintos y cruzados puntos de vista al tratar del carácter nacional español; esto es, el problema de España. Él encuentra una España que no se puede exaltar y lo manifiesta a través de sus cartas. A Cadalso, le preocupaba especialmente la cuestión de su decadencia. La obra es considerada por la crítica como un texto capital del último tercio del siglo XVIII español. D. Jorge Chen Sham se adentra en el análisis de su proceso de recepción, truncado mediante el silencio de la crítica; el estudio de las repercusiones de los paratextos en la conformación de un proyecto autorial claramente nocivo y riesgoso por la escogencia de géneros de expresión, que chocan con la intencionalidad satírica del texto, tal como lo son el viaje ficcional, las cartas, la prensa periódica de tipo costumbrista, y la literatura moral y pedagógica; el análisis narratológico del intercambio epistolar para identificar la estructura epistolográfica y la novela de educación; indaga sobre el concepto de viaje dentro de la filosofía de la Ilustración; y finalmente, profundiza en la caracterización negativa del hombre español y el país, la consolidación del discurso de la famosa Leyenda Negra como vehículo de propaganda política. En síntesis, de como Cartas marruecas se inserta en la polémica del período de la ilustración sobre la civilización española y sus aportes a la cultura universal. Como centroamericanista, aparte de haber publicado muchísimos artículos en revistas especializadas de España, 116 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Francia, Costa Rica, Alemania y Nicaragua, ha editado los libros siguientes: Actas del Simposio-Homenaje: Nuevos acercamientos a la obra de Rima de Vallbona (2000); La palabra innumerable: Eunice Odio ante la crítica (2001, en colaboración con Rima de Valbona); y De márgenes y adiciones: novelistas latinoamericanas de los 90 (2004, en colaboración con Isela Chiu-Olivares). En especial, quisiera remarcar la valiosa labor de D. Jorge Chen Sham en la organización y convocatoria de los simposios internacionales de poesía nicaragüense del siglo XX y, últimamente, los coloquios internacionales Rubén Darío, que organiza bianualmente en la ciudad de León, como representante de la Universidad de Costa Rica, en estrecha colaboración con las autoridades de la UNAN-León y mi esposo D. Luis Alberto Tercero Silva. De estos simposios ya se han publicado los títulos siguientes: “Volver... a la fuente del canto”: Actas del I Simposio Internacional de poesía nicaragüense del siglo XX (Homenaje a Pablo Antonio Cuadra, 2005); y “Riega la luz dormida”: Actas del II Simposio Internacional de poesía nicaragüense del siglo XX (Homenaje a Azarías H. Pallais, 2009), que en sus primeras noventa páginas constituye el corpus analítico más grande y sistemático jamás escrito sobre nuestro poeta de las palabras evangelizadas. En él aparecen análisis realizados por diferentes especialistas, sobre el sistema semiótico que conforma su poesía al representar la naturaleza en un plano horizontal o plano sintagmático y los caminos al asimilar la vida y la historia en el plano vertical o paradigmático; su misticismo y la estructuración de su libro-poema Caminos como una fachada de catedral gótica; la correspondencia entre la lengua y la crítica en sus glosas; la contemporaneidad de su poética social en el Libro de la palabras evangelizadas; el equilibrio entre sus temas y formas interioristas y los señalamientos sociales exterioristas, lo que supone también el equilibrio entre lo docto y lo popular, entre lo sensorio y temporal, y lo lírico. Ahora se encuentra preparando las Actas del III Simposio Internacional sobre poesía nicaragüense del siglo XX (Homenaje a Alfonso Cortés, 2010). Discursos de ingreso 117 También quisiera gozar de su benevolencia para ofrecer un reconocimiento y agradecer a D. Jorge Chen Sham por haber editado en 2007, De casas, ángeles y lobos: La novelística inicial de Gloria Elena Espinoza de Tercero, libro en el que cinco destacados críticos literarios, entre ellos nuestra académica Nydia Palacios Vivas por Nicaragua, se encargan de analizar mis tres primeras novelas. Asimismo, su empeño por publicar en los próximos meses, el libro crítico sobre mi dramaturgia Espacios dramáticos y experimentación discursiva en Gloria Elena Espinoza de Tercero, donde participan con su estudio analítico, nueve especialistas pertenecientes a universidades de dos continentes. Igualmente, escribió dos libros. El primero fue publicado en 2002, por Ediciones Perro Azul. Su título es Radiografías del sujeto agónico: culpa y trascendencia en la novelística de Rima de Valbona, en el que presenta un rico y variado análisis de interpretación de las novelas de Valbona. Empieza por la dolorosa conciencia del sujeto autobiográfico, que sufre las mentiras de la sociedad falocéntrica y ayudándose del conocimiento que tiene de la obra de Miguel de Unamuno y sus ideas de sufrimiento y búsqueda de la trascendencia, va dando cuenta de la necesaria pero invaluable experiencia de liberación; de forma tal que grafica y evalúa el problema de la toma de conciencia del sujeto femenino, mediante la indagación de los mecanismos de poder que determinan su opresión, lo que lo lleva a la reflexión razonada sobre las trampas que la liberación implica para el sujeto femenino dominado. Este proceso de conscientización es concebido como un pathos en el que, más significativo que el dolor y la violencia física, los personajes protagonistas se enfrentan a traumas y agonías que viven en el nivel de la conciencia, en el ámbito de la intimidad donde el individuo está siempre en confrontación ante su propio yo, que se deja invadir por el sentido de vacío y carencia para producir frustración, ansia insatisfecha e incluso sentimientos de fracaso. 118 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 El segundo fue publicado en 2007, por la Editorial Univer sitaria de la UNAN-León. Su título es Del sosiego luminoso y la serenidad metafísica en Mariana Sansón Argüello. En este libro explora los temas y motivos que preocupaban a Mariana Sansón: desde el camino del conocimiento y sus formas de revelación, a través de la simbología del ojo, que perfila su destino poético al guiar toda su indagación escritural; pasando por el estudio del axis mundi, sustentador de su universo poético, en el que da relevancia al análisis de los motivos vegetales, profundizando en el símbolo del jardín como el más conspicuo, que la conduce hacia la divinidad manifestada en toda la Naturaleza; relevando cómo la presencia de un Dios artista-creador repercute ostensiblemente en su concepción del tiempo; estableciendo un balance crítico del ascenso cósmico, que la poeta toma de los elementos acuáticos y aéreos, dado que el agua, los pájaros y el aire se convierten en los símbolos más relevantes del diseño de Las horas y sus voces y otros poemas, para revelar el movimiento ascensional que nos propone Mariana, con esa convicción de que solamente un proceso de introspección y de escucha de la interioridad le permitirá reali zar su proyecto poético; y finalmente develándonos cómo la experiencia de la verticalidad y de la inmensidad del cosmos, se despliega en poesía de una pureza inusual, centrada en la reflexión metapoética al reflexionar sobre los modos de percepción de la escritura poética. Es el más profundo, sistemático y detallado estudio que se haya realizado sobre nuestra Mariana y, a mi juicio, redimensiona el sitial de su poesía en la literatura nicaragüense, como genuina, de gran calidad estética y uno de los eslabones sólidos entre Alfonso Cortés, debido a su profundidad metafisica, y la generación de los Ernestos, inmediatamente posterior a la suya, al privilegiar en su indagación visionaria la convocatoria de la noche, tiempo en el que se exacerba la imaginación y se efectúan las visiones del ascenso cósmico. Nuestro nuevo académico, en su discurso de incorporación “Las modalidades del nocturno poético en la Generación del Discursos de ingreso 119 40: La noche ensimismada en Martínez Rivas, Mejía Sánchez y Cardenal”, se adentró precisamente en esta relación al recordamos la herencia romántica, que da madurez al género poético del nocturno, y que en nuestra tradición tiene su origen en San Juan de la Cruz, pasa por Gustavo Adolfo Bécquer y se hace carne entre nosotros en Rubén Darío. Él nos explicó en forma magistral las razones por las cuales el nocturno y la noche aparecen de forma privilegiada y medular en la producción poética de Carlos Martínez Rivas, Ernesto Mejía Sánchez y nuestro colega Ernesto Cardenal. 120 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Discurso de don Róger Mendieta Alfaro al incorporarse a la Academia Nicaragüense de la Lengua Róger Mendieta Alfaro Señoras y señores académicos Invitados especiales Distinguida concurrencia Amigos: ES UN honor entrar a esta catedral de la cultura y el entendimiento, conocida en el mundo de las letras como Academia Nicaragüense de la Lengua. Doy gracias por ello, de manera espiritual a Dios; y en el orden temporal, a don Jorge Eduardo Arellano, su Director; don Emilio Álvarez Montalbán y don Róger Matus Lazo, quienes firmaron la moción proponente para mi ingreso. Y por supuesto, a los honorables académicos que me honraron con su voto para que fuese aceptado por unanimidad. Mi esposa Carmen, hijos, nietos, familiares y amigos comparten conmigo este caminar bajo la exclusiva sombra de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y hacen propia mi proverbial expresión de plenitud. Confieso compañeros académicos, que de acuerdo a mi convicción, el escribir, cualquiera que fuere la disciplina, está más ligada a las ansias de remontar el vuelo en el afán del ser escritor, que a la solución de los ingentes retos económicos y sociales que nos plantea la vida. Afirmo y expongo esta virtual condición, porque como un narrador, soy una de tantas respuestas de esta vital experiencia, a la que una representativa mayoría de ustedes no es ajena: el alma en las letras y en el arte, en su mayor expresividad, está esencialmente ligada a la Discursos de ingreso 121 abstracción y el sacrificio del ser dentro de la creatividad. Virtud encadenadora, divina pasión interior de la que es imposible escapar. Basta echar un breve vistazo al itinerario de ese mundo existencial de poetas, narradores, pintores y músicos, desde el iluminado Cervantes al nostálgico Chopín; y del virtuoso de La Polonesa al gran Tolstoi, sin olvidar a algunos de los nuestros: el acosado Darío; Cortés, el divino loco; o el malogrado Álvaro Urtecho, para sacar conclusiones y confirmar, que aunque el arte y sus expresiones campea y se regocija en lo prolífico de la belleza, esta vive sumida y pernocta en la hidalguía de la incomodidad. Claro está: este cruce del Mar Rojo en la literatura y el arte, no puede ser de otra suerte. Sin embargo, existen sus excepciones. Nací en San Marcos, Carazo (1930), en los días que el pueblo tenía una solitaria calle central, medio empedrada en verano, y ruinosa en los meses de lluvia, cuando las correntadas de agua y lodo, caían y se desbordaban en las zanjas de la villa, derrengando sus dos callejas y los barrancos de sus costados. Aprendí primeras letras en el kindergarten que dirigía la maestra Ana García, hija del senador Luciano García, matrimoniado con Blanca Mendieta, hermana de Rubén Mendieta Rodríguez, mi padre, quien de muy joven se despidió de nosotros, al ser emboscado por lo que llamamos muerte. Y me tocó vivir y crecer en los predios del abuelo José María Alfaro Rojas, ganadero, cafetalero, y de los primeros alcaldes de San Marcos; firme de carácter, y duro en el trabajo sin limitaciones de tiempo. Tengo la convicción que su temple, honradez y firmeza de su valor, en algo incidieron para formación de mi estructura anímica siendo la brújula de lo que sería mi vida. El lado paterno familiar fue estimulado por el Quijote de la familia doctor Salvador Mendieta, centroamericanista, entregado a esa causa en una maratón casi genética, puesto que teniendo decenas de oportunidades en su favor, no solo olvidó los bienes materiales, sino en cierto modo, la seguridad 122 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 financiera del paraguas familiar. Como el más cercano émulo de Morazán, fundó el primer Partido Unionista Centroamericano. De este hombre —siendo todavía niño— recibí los primeros libros que ocuparon mi atención: Historia de Roma y Los viajes de Colón. En cierta visita que hiciera a tío Salvador en compañía de mi madre, antes de despedirnos, me tomó de la mano y condujo a su biblioteca. Sin más ni más, tomó los libros que referí antes y me los obsequió. En verdad, pensando con mente de niño, creí que tío Salvador me iba a obsequiar otra cosa, pues por intereses lógicos de la niñez, esta clase de lecturas no estimulaban mi atención. Y salí pensando que habría sido de mi agrado, que en vez estudios me hubiese obsequiado las aventuras de Sandokán o del Cisne negro, que en esos días se leían en los penecas. Sin embargo, años más tarde, según el testimonio de mi madre, viví entregado a la lectura de la fascinante historia del mundo romano y los viajes del descubridor. Y pienso que por ahí comenzó a darme vueltas en la imaginación cierto incipiente proceso literario, que sin clara conciencia me inquietó. Comencé a devorar libros de toda clase, incluyendo cierta literatura esotérica; y otra de fascinante corte pornográfico que se conseguían en las ventas de libros usados en el Mercado San Miguel: Flor del fango y otras dos firmadas por José María Vargas Vila, que eran prohibidas y estaban anatematizadas por la Iglesia, y debían leerse a escondidas en el fondo del solar, o bajo la penumbra del baño. Era el tiempo de las enaguas largas y los bombachos femeninos flotando en un mar de vuelos que bajando de la cintura se ligaban en las rodillas. En esos días comencé a escribir algunas cartas de amor que jamás fueron enviadas. Estaban plenas de un platonismo que rallaba en la comicidad. Hice igual cosa con uno que otro verso que tuvo el mismo destino final de las cartas; la diferencia consistía en que, mientras estas eran escondidas en el hueco de Discursos de ingreso 123 un horcón en mi casa, los versitos caían lastimosamente volando hasta el fondo del pompón. Recuerdo uno de estos poemitas: Tus ojos, tu cara, tu pelo. Tu cuerpo de mármol, tus senos erectos… El último verso olía a diabólica herejía. Era prudente y necesario hacerlo desaparecer. A la edad de 22 viajé a San Salvador y me hospedé por breve tiempo en la casa del tío. Ocho días más tarde, una llamada telefónica me puso en contacto con José Madriz y Cobos, hijo del expresidente Madriz (q.e.p.d.), quien era subdirector de El Diario de Hoy; y pasé a integrar el cuerpo de redactores. Me asignaron el cargo de revisar los envíos de los corresponsales. Salí de la casa de tío Salvador y me fui a vivir a la pensión El Carmen, en donde una de tantas mañanas, a la hora del desayuno, me encontré con el inolvidable humorista Gonzalo Rivas Novoa, autor de Morado, original folleto satírico, quién había sido expulsado a golpe de calcetín a través de la frontera. Después de saludarlo y preguntar cómo se sentía, el original humorista con su proverbial mirada de gato acurrucado y cierta irónica sonrisa que invitaba a escuchar lo que vendría después, contestó: Con el pie en el acelerador. Y agregó: Ya contacte con Chepito Madriz –mi mentor- para escribir una décima humorística, y lograr alguna oxigenación para paliar el mal rato. Ya tengo tres días de estar aquí –dijo quedito, con la tasa de café en la mano. —¿Y qué te parece la comida? —pregunté. A través de la línea estrecha de su sonrisa que semejaba una raya en sus labios, contestó: Para serte sincero: Aquí casi ni se come, pero casi ni se paga... De revisor de corresponsales me trasladaron a titulador del diario. Bastaron ciertos consejos del sub Director y algunas horas de práctica simulada para entender la responsabilidad. Más o menos seis meses duré en el cargo. Un día de tantos surgió cierto conflicto laboral, con el que me solidaricé firmando el pliego peticionario. Esto fue suficiente para que el hilo se rompiera por lo más delgado. 124 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Luego de la experiencia comencé a escribir artículos de opinión para La Prensa Gráfica, y en ocasiones reportajes sin firma a El Diario Latino, bajo la dirección del nicaragüense Juan Felipe Toruño. Luego lo hice para el diario El Pueblo, bajo la dirección del también paisano Dr. Juan Manuel Siero. Por esos días comencé a contactarme con los jóvenes poetas Álvaro Menéndez Leal —tiempo después Menén Desleal—; Ricardo Martel Caminos, Ìtalo López Vallecillo y Orlando Fresedo, quienes como yo, comenzaban a buscar cancha en revistas y periódicos. Dos o tres veces a la semana montábamos una breve tertulia en las bancas o la grama del Parque Cuscatlán para cambiar opiniones sobre nuestras inquietudes. En ocasiones visitábamos al poeta y ensayista Luís Gallego Valdez, asesor del Instituto de Turismo. Y quien expone, de modo personal, lo hacía con el abogado y excelente poeta Hugo Lindo, en su despacho asesor de la Alcaldía de San Salvador. Con el poeta Lindo nos unía cierta afinidad de orden psicológico existencial, pues compartíamos inquietudes que tenían que ver con los laberintos del esoterismo y trascendencia del alma humana. De los reportajes que escribí sólo puedo recordar brevemente el que firmé alrededor de un balneario popular que se llamó La Chacra. No sé si exista todavía. Y entre los pinitos de los días del Cuscatlán está la repuesta al poeta Ricardo Martel Caminos sobre un poema suyo publicado en La Prensa Gráfica: Me han dicho que os conteste. Ya saben qué les queda; algún pato de palo con o sin una rueda. Un traje remendado que les diera algún rico, cuando la madre pobre pide para su chico… Y el último cuarteto: Con los ojitos ávidos contemplar las vitrinas, y jugar con los rotos que botan las vecinas. Soportar arañazos, moquetes y empellones, porque el tal Santa Claus no llega a los mesones. Discursos de ingreso 125 O el platónico delirante amor alrededor de cierta atractiva volatinera del circo Ataide, de nombre Patricia, a quien dediqué un soneto. Leo el primer terceto: Le llaman Patricia a mi equilibrista. La rubia, la blanca, la bella, la artista. La gringa de mármol, de oro y de sol… En 1953 conocí a mi esposa Carmen, a propósito de cierto Congreso Mariano que congregó a representantes de colegios católicos en San Salvador. Aclaro que no era dado a las cuestiones religiosas, y en los días en que conocí a mi dulce Carmen, dos fueron las inquietudes que colmaban mi espíritu: el problema político de Nicaragua; y los estudios teosóficos que me ligaban al poeta Lindo, lo que me había alejado un poco del grupo de poetas jóvenes del Cuscatlán. La quieta y bella Carmen, virtual amor de mi mocedad, me sedujo a tal grado, que el azul y divino pegamento sentimental aún no había regresado a Nicaragua, cuando este bardo enamorado le había enviado tres sonetos sobre la rosa, que vinieron a ser como el complemento de la rosa roja y una manzana de igual color, que le entregué la tarde que nos despedimos. Me permito leer el primer soneto: La rosa y la mujer son parecidas. Son milagros de amor las dos atadas. La mujer tiene besos de mil vidas. La rosa tiene lenguas enlazadas. La mujer es la rosa que florece De ilusión, tantas veces pasajera. La rosa es la mujer que se enternece, al palpitar en su pasión primera. Sin reventar la rosa no podría hacer vibrar el corazón de hielo en que están la pasión y su porfía. El amor se estremece en su agonía, cuando la rosa de melancolía hace sonar el parpadear del cielo. 126 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Meses antes de regresar a mi querida Nicaragua, escribí el folleto Democracia o Comunismo, que fue editado en una pequeña imprenta de San Salvador. El doctor Arellano lo cita en una memoria bibliográfica. A decir verdad, lo había olvidado. En 1954, regresé a Nicaragua bajo circunstancias ajenas a este discurso. Estando en la cárcel, comencé a leer El viejo y el mar, de Hemingway. Novela apasionante y conmovedora: un rudo pescador sobre un bote, en desesperada y determinante lucha por defender a un pez en la inmensidad del océano frente a la voracidad y el embate artero de los tiburones. La novela de Hemingway me motivó a tal grado, que escribí un ensayo en que considero El viejo y el mar, como la lucha entre el bien y el mal dentro del esquema finito del ser existencial abrumado por un océano en que rugen, precipitan, van y vienen las pasiones. Salí de La Aviación bajo el hervor de la narrativa dándome golpes en la cabeza. Hice el intento de escribir la novela Sangre en el Rostro, que mandé a un concurso a nivel Centroamericano. Pero como ésta no alcanzara el propósito que pretendía, me olvidé de ella y la hice pedazos. En 1959, de nuevo en prisión por el frustrado intento de Olama y Mollejones, me entregué totalmente al estudio de la vida de Abraham Lincoln. Me empapé del libertador de los negros y Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Y con un poema de trescientos versos decidí concursar. El “Canto a Lincoln” salió de la cárcel en pedazos, escrito sobre las raídas páginas de una revista. No sé cómo habría hecho Carmen para darle el orden que requería el Concurso y hacerlo llegar a su destino. Mi sorpresa fue mayúscula al recibir la noticia que el poeta Óscar Acosta, de Honduras, había logrado el premio; y yo —todavía tras las rejas— había obtenido la primera mención de honor. El jurado en la ocasión estuvo integrado por José Coronel Urtecho, Julio Ycaza Tigerino y José Francisco Borgen. A ninguno de ellos conocía. Discursos de ingreso 127 Ya fuera de la cárcel me integré a la redacción del diario Flecha, bajo dirección del político Carlos Montalbán y administrado por doña Carmen de Robleto, viuda de don Hernán, su fundador. En este diario compartí labores con el veterano Juan García Castillo, quien era Jefe de Redacción. Armando Fisher, Ignacio Briones Torres, Manuel Díaz y Sotelo, Eugenio Lestón y yo éramos quienes correteábamos la noticia. Por meses, diariamente, escribí en Flecha, la columna Tiro al blanco (1957), en que abordaba no solamente sucesos nacionales, sino otros que hacían noticia en el ámbito inter nacional: lanzamiento del Sputnik; caída del dictador Pérez Jiménez; las vacas flacas del café; boda de Francois Sagan, etc. Renuncié a Flecha para cumplir requerimiento de una beca en el Instituto Internacional de Ciencias Políticas, que bajo gestión de José Figueres, Raúl Haya de la Torre, Rómulo Betancourt y Luís Muñoz Marín, funcionaba en San Isidro de Coronado, Costa Rica. Fue una experiencia inolvidable y positiva, recibir lecciones y compartir experiencias con notables expositores políticos sociales como el sociólogo escritor Víctor Alba, Alfredo Pareja Diezcanseco y el académico novelista peruano profesor Luis Alberto Sánchez. A mi regreso se me nombró Director del recién fundado diario La Nación, en sustitución del doctor Alberto Saborío, quien había renunciado. Meses más tarde hice igual cosa que mi antecesor, asumiendo la Dirección del diario el doctor y periodista Danilo Aguirre Solís, Director fundador de El Gran Diario, amigo de siempre, y progenitor del sólido intelectual Erick Aguirre, hoy compañero de Academia. Antes de la experiencia de La Nación, junto al poeta Mario Cajina, fundamos el semanario Movimiento, y luego del colapso de Movimiento, de manera personal, en 1960, tanteé la aventura de Avance, y enfrenté los mismos problemas que habían herido de muerte a Movimiento. En Costa Rica, mediante concurso, obtuve el honor de publicación de un trabajo en la revista Combate, de circulación 128 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 internacional. Su Director doctor Luís Alberto Monge, me nombró corresponsal. A través del escritor Víctor Alba, profesor del Instituto Internacional de Ciencias Políticas, contacté con la Agencia Literaria Americana (ALA), quien difundió tres de mis artículos, entre estos: Entre la espada y la pared, en El Diario de New York (1-9-64); en El Caribe, de Santo Domingo, y El Siglo de Torreón, en Méjico. No recuerdo por cuánto tiempo, en el diario La Prensa de la familia Chamorro, siendo Pedro Joaquín Director, escribí diariamente una décima humorística sin firma responsable. Era tarea diaria acudir a La Prensa. No existía la facilidad del correo electrónico. La décima estaba motivada por algún suceso que tuviese cierta importancia acontecida el día anterior. Agrego tres de ellas: MATRIMONIO: Dis la información de ayer que ya May Britt se casó, y enamorada juró al negro Lewis querer. ¿Qué nos viene a sorprender? ¡Claro! ¡Confundido me hallo, porque escogió como un rayo…! Mas, fuere otra mi opinión, si el novio fuese en cuestión como Rolando Lacayo. CONFUSIÓN: Contra Lacayo Farfán, ahora viene Dórticos… Mal informados los dos, o locos sin duda están. ¡Contra Lacayo Farfán! Dando vuelta a la cuestión, pienso que la información trastabilló en la mitad… Y es lacayo de verdad y no Lacayo de León. Discursos de ingreso 129 EXPLICACIÓN: Flamante la explicación que sobre Pasos Arguello, —en sobre esto o sobre aquello—, hace el de Gobernación. Yo no encuentro la razón, pues izquierda - según se explica-, es algo que autentifica cierta manera de actuar… y no va Luis a apoyar lo que el gobierno predica. El pago de esta décima fue autorizado por su administrador general, Ing. Xavier Chamorro (q.e.p.d), padre del periodista Francisco Chamorro, actual Director de El Nuevo Diario. De tal modo que omitiendo mi currículo político y profesional y haciendo referencia a mi quehacer única y excluidamente dentro del entorno de las letras: fui corrector de corresponsales, titulador, reportero, columnista, colaborador articulista, y relator de sucesos históricos que tuviesen alguna importancia; co-director y director de semanarios, así como de un diario. En el orden: Movimiento, Avance y La Nación; y como una respuesta al aldabonazo interior que golpea mi alma en esa secreta e inescrutable pasión de escritor, surgió Cero y van dos, con sus vericuetos y el sabor humorístico que generó el secuestro de los diputados en la toma del Palacio Nacional (1978). Y como si fuese pan caliente en tiempos de hambre, el público lo desapareció. Leo un breve pasaje del enredo que generó aquella primera acción guerrillera en el propio corazón del gobierno: —“¡Qué pasa! ¡Qué pasa!¡Hay que tener respeto, que esto es el Congreso” —gritó Luis Pallais, quien sustituía al titular en calidad de Jefe de su bancada. “Casi al instante sonaron los disparos que explotaron en el techo, y algunas esquirlas de cemento cayeron sobre el rostro de Pallais, provocándole un pequeño corte, de donde manó un hilillo de sangre. Don Efraím Tigerino se tiró al piso llevándose por delante a un asistente de la Asamblea. Una 130 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 vez pasada la confusión, alzó la cabeza y preguntó a uno de los compañeros de bancada: ¿Ya dominó la situación la Guardia? ¡Cuál Guardia!, le contestaron. ¡Los que tienen dominada la situación son los del Frente!” Tras la huida de Somoza publiqué El último marine, (1979), del cual se editaron cinco ediciones en la Editorial Unión. La primera de dos mil ejemplares y las siguientes de cuatro mil. Igual que Cero y van dos, voló como pan salido del horno. La Editorial Unión suspendió la impresión de El Ultimo Marine debido a que el gobierno del F. S. L. N, requirió el total de las facilidades impresoras para la Campaña de Alfabetización. En el segundo piso de la casa de un amigo, vecino del Reparto Pereira, a diario –a través de un sensible aparato de radio, estábamos al tanto de lo que ocurría en los sitios insurreccionados; al grado que podíamos captar las conversaciones por radio entre Somoza y el hijo, como esta a que hago referencia: Tacho: Aló. Habla Tachito: Aló, Comandante… T: ¿Cómo estás Tacho? Contesta el Jr: Entrándole. Le entramos bien tarde para tantear la cosa. T: Ajá. Jr: Ysi avanzamos bastante, nos reagrupamos ¿verdad? T: Si. Y mañana en la madrugada les vamos a volver a entrar como hicimos en Masaya. Se interrumpe el contacto. Se recobra la comunicación y habla el Jr: ¡Aló, aló! T: ¿Si? El Jr: Oíme, aquí tenemos una luna llena linda y romántica. Lo arrecho es que no tenemos ningún culo. ¡Ja ja ja ja ja!, se escucha la carcajada de Somoza Portocarrero. El último marine fue la primera crónica de esta clase que se escribió después de la guerra. Su venta me produjo suficiente dinero para paliar un poco la escasez que nos tocó vivir después. Pero, además, me entotorotó, como decía mi madre: ¡Creí que en nuestro país los libros se vendían como pan caliente! Y fue hasta la publicación de Olama y Mollejones que tuve idea aproximada de quiénes compran libros en mi Nicaragua culturalmente imaginaria. Abandoné la crónica para navegar en el océano de la ficción. Escribí La piel de la vida, novela que se desplaza bajo la quimera Discursos de ingreso 131 ficciosa y el descarnado hilo de la realidad. Es la historia de la Paca, una mujer de mar, de setenta años o más; no imaginaria, sino real, que vivía bajo el mismo techo con sus dos maridos: Ariosto Canales, el abandonado de Jinotepe, que años más tarde apareció en Miramar, balneario de León donde la Paca había sentado sus reales; y Domingo Artola, el pírrico pretendiente con quien había alzado vuelo. A la altura del reencuentro y vuelta al ruedo familiar, fue criterio de los hijos, que ambos podían guarecerse bajo el mismo techo, pues ya no había nada que celar. La Paca de vez en cuando, perdía la razón, e imaginariamente volaba a bordo de una silleta; mientras que Ariosto y Domingo, los potenciales maridos, apenas podían escamar pescados, o merodear en la arenosa costa a caza de cangrejos o desenterrando huevos de tortuga. La piel de la vida es versátil novela de altos y bajos; entre la realidad y la ficción campea solidariamente el humor. Y en cuanto a hondura de la realidad, es verdadera piel de la vida en la gente del mar y el campo, donde dolor y la tragedia social alcanzan niveles de vergüenza y dolor frente a feroces formas de explotación. La Piel de la Vida comienza con el funeral de Poncho, hermano de Ariosto. Refiero las frases de uno de los compañeros pirucas al momento de enterrar al difunto: Te fuiste, hermano, pero moriste en tu ley. ¡A tu salud! Y no pudo continuar porque olvidó las palabras que había venía repensando. Entonces, alzó la botella de aguardiente que tenía prensada en la cintura, y chorreó sobre el rústico cajón de madera un líquido turbio y penetrante con olor a alcohol y gasolina… La piel de la vida fue presentada en la Fundación José Dolores Estrada por el doctor Emilio Álvarez, magnífico intelectual y excelente amigo, hoy compañero de Academia. Confieso que La piel de la vida es mi novela preferida. El candidato (1996) es semejante, pero en entorno diferente: una especie de bailete político que lleva pincelazos de historia, en que salta y danza la ficción. Es la trama de Cándido Valpulso, desmarimbado relojero, que al ver la montonera de 132 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 partidos políticos que pretenden la Presidencia: Los mechudos, Los sacolargo, El zancudo, El comején, El rojo manchado, Los mancos, Los pactistas, Los comepatos, etc., decidió juntarse a similares seguidores, y echar adelante el carro del Partido del Reloj. Casi se puede asegurar que El Candidato es una caricatura del panorama político recurrente en que los actores son los mismos, repetitivamente, dando la sensación que el tiempo se hubiese detenido. Sobre La zarza y el gorrión (1999) mi tercera novela, escrita dentro del contexto del examen político, ideológico, revolucionario que vivía Nicaragua, hago un breve repaso histórico en busca de un verdadero protagonista, que hubiese montado el Pegaso azul de la ensoñación, y el Minotauro de la realidad. Álvaro Urtecho (q.e.p.d.) poeta y agudo crítico comenta: En sus 25 capítulos se alternan el humor y la sátira corrosiva con monólogos y diálogos de incertidumbre, de búsqueda de una identidad que nunca se presenta clara, pues el héroe, es decir, el revolucionario puro, el guerrillero de la montaña y de la ciudad, se siente frustrado, engañado, traicionado por una kafkiana dirección que actúa en las tinieblas. El teatro de operaciones militares, con toda su parafernalia demoníaca, acompaña las incertidumbres de Cero en su búsqueda de la utopía que tiene que pasar necesariamente por la elección entre la CIA y la KGB, el reino nauseabundo del dólar y el gélido de la homogénea sociedad uniformada, dirigida a control remoto por el Comandante Barbas. Concluye Urtecho: La zarza y el gorrión, la realidad y el deseo, la frustración y la ilusión, la gélida utopía y la calurosa esperanza, la impostura y la buena intención, las armas destructivas de la muerte y la sonrisa tierna e inocente de la vida. Términos contrapuestos que se buscan y juntan, elementos de la naturaleza que adquiere un valor simbólico, que Róger Mendieta Alfaro ha rescatado febrilmente para nosotros. Cuando el escritor que llevamos dentro sale a flote y queda al descubierto, ya resulta imposible detener ese caudal de narración. Siempre estará en búsqueda de explorar nuevos motivos en donde Discursos de ingreso 133 quemar la pólvora de la ficción que usualmente complementa, escancia o difumina, con la médula de la realidad. Y como proverbial cuestión que nos liga y compromete al encuentro con nuestra enmarañada historia de héroes y bandidos, volviendo los ojos hacia esta, escribí Hubo una vez un general. La búsqueda de información para estructurar la novela me condujo a formidables resultados: me hicieron conocer al protagonista, y considerarlo como el único y verdadero General, tanto en el orden de lo insurreccional y creativo, como en ponderar su estrategia de guerrillero. Con La herencia, (2009) trabajo seleccionado en Concurso por el Centro Nicaragüense de Escritores cierro el ciclo de mis novelas publicadas. De acuerdo a la opinión del jurado, esta obra introduce elementos novedosos en nuestra narrativa tanto en la temática como en las técnicas de narración. En Un asunto de honor y El clavel y las rosas, (1984) colección de cuentos y poemas, Julio Ycaza Tigerino (q.e.p.d), poeta, crítico y agudo escritor, ex Secretario de nuestra Academia, hizo la valoración siguiente: La generación nacida en los años 30 produjo en Nicaragua un importante grupo de poetas y escritores y en él se inscribe ahora Róger Mendieta Alfaro. Y digo ahora porque prácticamente su producción había permanecido inédita. En Un asunto de honor y El clavel y las rosas, el primero colección de cuentos y el segundo de poemas, Mendieta Alfaro se nos presenta no ya como el vigoroso cronista y periodista que conocíamos, sino como un escritor más completo con profundidad psicológica en la pintura de los personajes de su narrativa y con fuerza y versatilidad en su quehacer poético. Destacan en este libro de Mendieta Alfaro el cuento Un asunto de honor que da título a la parte narrativa, y constituye un notable acierto de pintura psicológica, y el extenso poema Canto a Lincoln, en la línea de la Sonata a Alejandro Hamilton, que no desmerece ante el poema del eximio Salomón de la Selva. En 1983, Romance para Carmen, uno de los poemas de El clavel y las rosas fue llevado a escena en el Teatro Nacional 134 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Rubén Darío, por su ex Directora María Antonieta Siero. El poema está escrito en versos octosílabos con sabor a canto, inspirado en la danza y el taconeo de una gitana bailaora de flamenco que llamó mi atención en el Mesón de los Cuchilleros de Madrid, y lo dediqué a Pablo Antonio Cuadra, uno de nuestros grandes poetas. Leo dos de sus cuartetos ensayado con acompañamiento de tacones y castañuelas: Suena el tablao flamenco, la Carmen suelta los pies. Está su cuello muy rígido, los ojos fijos en él. Tarará, tarará… tarará tará, tará. Ansias deshilan sus dedos. Palomas parecen ser, los duros senos de Carmen, prisioneros de su sed. Tarará, tarará…tarará tará, tará. Para concluir me refiero al libro de cuentos humorísticosatíricos La casa de la yegua y otros relatos, (Fondo editorial CIRA 2001), que comienza con el cuento que da título a la publicación. Los personajes giran en torno a cierta sempiterna fauna política animal que a pesar de las mil reformas aprobadas en su Congreso, no lograron reformarse. Habla el prologuista: Bendito sea el Señor, por no tener que recurrir al eufemismo literario de la identidad de los personajes, al hacer referencia al mundo de La Casa de la Yegua y otros relatos que tienes frente a ti. Como puedes notar, hay pocas diferencias con los que ya conoces desde la A hasta la Z, con la excepción de que en estas historias don León es don León, don Caballo no es una caricatura de sí mismo; don Burro es la real abstracción de este maravilloso personaje; don Chancho es el mismo don Chancho, sin el disfraz de alguna máscara; y doña Chachalaca —de sobra conocida— se identifica con camaradas que le son afines en usos y abusos desde todo punto de vista. La ficción es motivo de otras historias. Leo a ustedes uno de los párrafos de La casa de la yegua, un famoso burdel donde los diputados del nuevo mundo animal, Discursos de ingreso 135 luego del famoso Apocalipsis del Sida, en que el mono suplanta al hombre, heredando la generalidad de sus vicios en vez de la opacidad de sus virtudes: ¡Qué bello es mi viejito! —acarició Potranquilla la panza del enzacatado Rabo Verde, que hasta se sentía el Rey de los Putos. y no cabía de gozo. –¡Ahora no lo soy tanto…! —rebuznó el diputado con espeso fingimiento diputadil-. Fui bello cuando era un burrito de seis meses, y el cura del pueblo, solicitaba mi presencia en la Iglesia del Beato Burro Mentiroso para sacarme de angelito. Hoy no soy ya el mismo, Potranquilla. Esos dorados tiempos pasaron ya. Con el duro trajín de la política, uno se va gastando tanto, que así como hoy me ves, no serviría ni siquiera para hacer de Santa Claus en una tienda de tereques usados. ¿no es así, compañero secretario? Si usted lo dice no lo voy a contradecir —contestó el diputado Pata Renca, siguiendo el hilo al Presidente de la Asamblea, mientras se desabrochaba la bragueta, lanzaba al piso los pantalones, destornillaba la pata de madera, e invitaba a Burrita sin Tetas a tomarse el segundo champaña doble para que estuviera a tono. —¿Sabe compañero? —Sí, Presidente. —¡Qué bello es el poder! ¿Verdad? —Usted lo dice, Presidente. —¡El poder es para poder! —Aunque uno no pueda. Este es el problema, porque a veces… aunque se tenga poder no se puede poder… peló los dientes Pata Renca. Para concluir, compañeros académicos, doy gracias a uste des por haberme recibido en esta catedral de la lengua y el entendimiento, Lo mismo que a nuestros invitados por haber tenido la voluntad y paciencia de escucharme. Muchas gracias. 136 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Mendieta Alfaro: maestro de la sátira Jorge Eduardo Arellano TRES EXPERIENCIAS marcaron la trayectoria vital de Róger Mendieta Alfaro (San Marcos, Carazo, 1930): el periodismo, la política y la literatura. Indisolublemente unidas, las pri meras definieron muy pronto su personalidad; pero esta no se explica sin la escritura creadora: poesía, crónica, fábula y, especialmente, novela. ¿Poesía? Sí, pero a nivel inédito, privado, casi secreto. Una excepción es la veintena de composiciones que dio a luz, bajo el título de El clavel y las rosas, en 1984. Entre ellas figuraba su “Canto a Lincoln”, escrito a los 29 años —durante su segunda estadía en prisión a consecuencia de su lucha armada contra la dictadura— que obtuvo mención de honor en el Premio Rubén Darío de 1960, convocado a nivel centroamericano. ¿Crónica? Otro sí. Tal lo revelan tres libros suyos de tiraje masivo que fueron reeditados: Cero y van dos (1978) sobre la célebre toma del Palacio Nacional, donde sesionaba el Congreso de la República; El último marine (1979), recuento de la insurrección popular y su consecuencia: la caída del tercer Somoza; y Olama y Mollejones (1994), memoria de la juvenil aventura guerrillera de mayo, 1959, en la que Róger participó. Ameno y fluido resulta el escritor en esas crónicas testimoniales que no pueden ocultar al periodista y al político, pero las trasciende. ¿Cuento? También. Aunque Mendieta Alfaro no tienda en su temperamento narrativo al microcosmos, sino al macrocosmos, ha escrito valiosos cuentos. Uno de ellos Discursos de ingreso 137 los reunión en Un asunto de honor (1984), atinado en sus percepciones psicológicas; y otro, “Perra suerte la del rey” (1991), fue antologado en la rigurosa muestra: “Diez cuentos de narradores nicaragüenses” (Lengua, núm. 33, junio, 2008). ¿Fábula? En efecto. La casa de la yegua y otros relatos (2001) es una serie de dieciocho piezas, signadas por la intencionalidad satírica —tanto en el estilo como en las tramas— que constituyen un completo fabulario carnavalesco. En ella, la tipificación de sus personajes se realiza a plenitud, de manera que ejemplifica la teoría tradicional de acción / tipificación / intención, expuestas por Hebert Thompson en The Fable as Stilistic Test in Classical Greek Literature (1912). Partiendo de la herencia indígena mesoamericana (Tío León, Tío Tigre, Tío Conejo, Tío Coyote y Tío Zorro), sin faltar el híbrido colonial (Macho-Ratón), su autor redondea un macrocosmos centrado en la psicopatología de los politiqueros “nicas”, fijando un ámbito propio: un país habitado por animales descendientes del homo sapiens que se había extinguido a causa del sida. Buena, sana, graciosa, divertida, refrescante y renovadora son los adjetivos que merece esta colección de fábulas, la más moderna aportación al género en Centroamérica tras las de Augusto Monterroso (1921-2003) y que sólo tiene un antecedente en Centroamérica: Ciertos animales criollos (1985) del venezolano Guillermo Morón. ¿Y novela? Para Mendieta Alfaro, la novela es el género donde ha canalizado toda su potencialidad y afinidad prosística; cinco logros tiene en su haber: La piel de la vida (1987), El candidato (1996), La zarza y el gorrión (1999), Hubo una vez un general (2005) y La herencia (2009), las cuales han valorado diversos críticos. Yo quiero subrayar que, excepto la primera, se inscriben en la línea más genuina del carácter nicaragüense —la risa en forma de guasa, la burla, la sátira, remontada al Güegüense— y, alguna de ellas, tienden a un objetivo desmitificador. Así lo han reconocido Nydia Palacios, Álvaro Urtecho, Erick Aguirre, por ejemplo, y algunos extranjeros, 138 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 particularmente Werner Mackenbach en La utopía deshabitada (Die unbenohnte Utopie, 2004). El candidato, concentrado en las campañas electoreras contemporáneas, conforma una radiografía y un mural: en una se denuncia la farsa y el fraude; en otro se retrata los personajes circenses de cada día. En El Candidato —anotó Manuel Guillén—, Róger despliega “una ingeniosa carga de humor que nos llama a la reflexión necesariamente sobre el destino de nuestros gobernantes y gobernados”. La zarza y el gorrión mereció esta acertada valoración de Álvaro Urtecho: “el héroe, el revolucionario puro, el guerrillero de la montaña y de la ciudad se siente frustrado, engañado, traicionado por una kafkiana dirección que actúa en las tinieblas. El teatro de operaciones militares, con toda su parafernalia demoníaca acompaña las incertidumbres de Cero en su búsqueda de la utopía que tiene que pasar necesariamente por la elección entre la CIA y la KBG, el reino nauseabundo del dólar y el gélido de la homogénea sociedad uniformada, dirigida a control remoto por el Comandante Barbas.” Y concluye Urtecho “La zarza y el gorrión, la realidad y el deseo, la frustración y la ilusión, la gélida utopía y la calurosa esperanza, la impostura y la buena intención, las armas destructivas de la muerte y la sonrisa tierna e inocente de la vida. Términos contrapuestos que se buscan y juntan, elementos de la naturaleza que adquiere un valor simbólico, que Róger Mendieta Alfaro ha rescatado febrilmente para nosotros”. Y Hubo una vez un general también mereció la exégesis crítica de quien suscribe: “Una ficción totalizadora de Sandino”. Pues bien, Mendieta Alfaro no mitifica a Sandino, como sus antecesores, ni lo exalta épicamente ni lo remonta a la categoría precolombina. Más bien lo desmitifica, reduciéndolo a hombre de carne y hueso. En cuanto a La herencia, Francisco Arellano Oviedo se ha encargado de señalar que “explotación, traición, vicios, sexo, sectas religiosas, constituyen la atmósfera que respira y asfixia a la población” en esta novela que presenta “elementos de la realidad a través de un tejido simbólico”. Discursos de ingreso 139 He aquí debelada sintéticamente la pasión del escritor que ingresó a la Academia Nicaragüense de la Lengua, como Miembro Honorario, el pasado 28 de abril; del verdadero maestro de la sátira como narrador consagrado que es, aparte de ciudadano consciente de sus deberes cívicos y leal amigo. “Lo bueno, si breve, dos veces bueno” —decía Baltasar Gracián en el Siglo de Oro—, sentencia que he modificado: “Lo malo, si extenso, dos veces malo”. Por eso, deseando evitar ambos abusos, he sido muy concreto en mi reconocimiento de la obra escrita de Róger Mendieta Alfaro. Incorporación de don Róger Mendieta Alfaro a la Academia Nicaragüense de la Lengua, 28 de abril de 2010. V NUEVA GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Nueva gramática de la lengua española 143 La Nueva Gramática: actualizada científicamente, colectiva, panhispánica, policéntrica, actual Jorge Eduardo Arellano CADA 23 de abril, día y mes del fallecimiento de don Miguel de Cervantes (1547-1616), se conmemora el Día de nuestro idioma: el cuarto más hablado en el mundo después del chino, el inglés y el hindú. Cuatrocientos millones lo parlan en más de una veintena de países, figurando México a la cabeza con un cuarenta por ciento; en España sólo lo habla el diez por ciento. Expansivo y homogéneo, el español posee un riesgo moderado de fragmentación, un léxico básico compartido, una morfosintaxis elemental común y una incalculable riqueza en sus variedades nacionales o regionales. “Reino de Cervantes” llamó el escritor venezolano Arturo Uslar Pietri la extensión donde habita la enorme cantidad de personas que hablamos español como lengua materna. El mexicano Carlos Fuentes, por su lado, ha propuesto un nombre para nuestro continente mestizo “que nos abarca en lengua o imaginación, sin sacrificar variedad o sustancia”: Territorio de la Mancha. O sea el escenario de don Quijote que convierte el Atlántico en puente, no en abismo. Consciente de esta inapreciable herencia, la Real Academia Española ha desarrollado una política lingüística panhispánica desde que asumió su dirección Víctor García de la Concha: un académico fuera de serie que, a sus dotes innatas de caballerosidad y hombría de bien, une un rigor intelectual y una devoción al servicio público que lo hacen alcanzar las metas propuestas, cualesquiera fueran los obstáculos para su concreción. Así, con 144 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 la plurinacional y múltiple autoridad corporativa de las veintidós Academias de la Lengua, ha emprendido obras en conjunto, aprobadas en sesiones memorables, como la Ortografía (1999), que tendrá una nueva edición mucho más amplia; el Diccionario Panhispánico de Dudas (2004) y el Diccionario del Estudiante (2005). Al mismo tiempo esa política ha culminado en el Diccionario de Americanismos, cuya presentación oficial en el marco del V Congreso Internacional de la Lengua Española impidió el reciente terremoto de Chile. La Nueva Gramática de la Lengua Española que hoy nos reúne se caracteriza por ser actualizada (es decir, puesta al día desde el punto de vista de las teorías lingüísticas), colectiva (la anterior, de 1931, fue elaborada exclusivamente por la RAE y ésta por las 123 colaboradores de las 22 Academias), panhispánica (pues representa el español de todas las variedades dialectales del mundo hispanohablante) y policéntrica (al reconocer las diferentes normas cultas de nuestra América (antes se limitaba a una norma culta: la española). Todo con el objetivo de ofrecer un mapa total de nuestro idioma. Además, es actual (refleja los usos vigentes) y en esta dirección los ejemplos de sus descripciones son de dos clases: los construidos por sus redactores (debidamente convalidados por un número suficiente de hablantes y refrendadas por las Academias) y los procedentes de textos, es decir, de obras literarias: clásicas y, especialmente, contemporáneas. “El corpus del que se han extraído los datos que ejemplifican aquí las estructuras gramaticales —se lee en el ‘Prólogo’— es uno de los más extensos de cuantos hayan sido utilizados en un estudio lingüístico sobre el español”. Por algo este par de tomos —de casi dos mil páginas cada uno y dedicado a la sintaxis y a la morfología— constituyen, verdaderamente, un tratado a la altura de las monumentales gramáticas del italiano (1995) y del holandés (1997), por citar dos antecedentes europeos. Un tratado que hizo posible Ignacio Bosque —sabio gramático y, por tanto, humilde— en permanente comunicación durante once años con sus colegas en la otra orilla del Atlántico. Nueva gramática de la lengua española 145 Entre ellos destacó nuestro notable y fecundo académico Róger Matus Lazo, quien tuvo la ayuda de egresados de la Escuela Superior de Lexicografía de la Real Academia Española, Germán Rodríguez y Francis Mendoza, ambos también egresados de la UNAN-Managua. Una colosal obra que no sólo se sustenta en textos ensayísticos, científicos, periodísticos y poéticos (escasos, por cierto, porque estos por naturaleza alteran las estructuras gramaticales), sino orales, aunque en menor proporción. Por lo demás, las citas literarias de los autores no se escogieron necesariamente por ser auctores imitanti, como recomendaba Nebrija en la primera gramática de nuestra lengua publicada el mismo año del descubrimiento de América: “Arte de la Lengua Castellana”, “la primera gramática en lenguas romances”, que sirvió de vehículo a la empresa política, cultural y religiosa de la monarquía española. “No constituyen dichos ejemplos, en su conjunto, un canon de excelencia” —se aclara. Se escogieron, en muchos casos, porque documentan variedades del español en distintas áreas lingüísticas o en los diversos niveles de realización de la lengua. Alrededor de cuarenta mil suman esos ejemplos y tres mil setecientos sesenta y siete las obras de las cuales se extrajeron unos veinte mil. Basta citar, en la sección de la derivación apreciativa —correspondiente a uno de los cuarenta y siete capítulos—, el diminutivo del nombre propio José. Si en el área del Caribe se usa Joseito, en México, Chile, parte del Río de la Plata y en Centroamérica es común Josecito. Mientras en España se usa Joselito, que pudo formarse sobre Josele y —más recientemente— Josito. Esta última variante se registra asimismo en México, entre otros países. Joselito se utiliza con frecuencia, además, como hipocorístico de José Luis. Especial significación entre los ejemplos tienen los textos de prensa y otras publicaciones periódicas de todo el mundo hispanohablante que suman trescientos siete y sus citas tres mil trescientos ochenta y uno. En el caso de Nicaragua, figuran los diarios La Prensa y El Nuevo Diario, más las publicaciones periódicas Bolsa de Mujeres, El Confidencial y La Prensa 146 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Literaria. En cuanto a la nómina de las obras citadas en uno de los apéndices, registra 12 autores de Nicaragua (Rubén Darío, Salomón de la Selva, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, José Coronel Urtecho, Pablo Antonio Cuadra, Ernesto Cardenal, Fernando Silva, Jaime Espinosa, Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Erick Blandón Guevara y Jorge Eduardo Arellano. Tres son las obras de quien escribe citadas en la Nueva Gramática: El padre-indio Tomás Ruiz, prócer de Centroamérica (1979), La moneda en Nicaragua: reseña histórica (2000) y Voces indígenas y letras coloniales de Centroamérica (2002). Cabe destacar, aparte del anterior que me regocija y enaltece, este dato: la cantidad de autores nicaragüenses supera a la de los otros países del área centroamericana: 7 de Guatemala (Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón, Argentina Díaz Lozano, Manuel Galich, Paca Navas, Francisco Albizúrez y Mario Alberto Cabrera), 4 de Costa Rica (Joaquín Gutiérrez, Alberto Cañas, Fabián Dobles y Alfonso Chase), 3 de El Salvador (Arturo Ambrogi, Joge Lardé y Marin, Claribel Alegría) y también 3 de Honduras (Ramón Amaya Amador, Samuel Díaz Zelaya y Arturo Mejía Nieto). Independientemente saldrá a luz un tercer volumen consagrado a la fonética y fonología, el cual registrará la pronunciación, entonación y ritmo del español de cada uno de los veintidós países hispanoparlantes (incluyendo Estados Unidos y Filipinas). Tal volumen será acompañado de un dividí (o deuvedé en España) y demostrará en vivo la vasta riqueza de nuestra lengua, esto es, del Reino de Cervantes —o mejor dicho—, del Territorio de la Mancha. Nueva gramática de la lengua española 147 La Nueva gramática y la política lingüística panhispánica Róger Matus Lazo LA LENGUA es un hontanar inagotable. Cada individuo la aprende dentro del grupo social y conoce mejor su uso en la escuela y en la vida. Pero la lengua, además, se transmite de generación en generación y se adquiere por aprendizaje. Y aquí es donde comienza la libertad del individuo, porque no solo se somete a los principios y leyes que rigen su funcionamiento, sino que se convierte en un creador frente a su propio repertorio lingüístico, porque dentro de los cauces normales aprende su lengua a su modo: afirma sus gustos y preferencias, selecciona según su criterio y recurre a las formas que mejor se acomodan a sus posibilidades expresivas. En una comunidad lingüística, como la hispanohablante, la lengua constituye una variedad de usos lingüísticos porque todos ellos forman — como afirma Eugenio Coseriu en sus Lecciones de lingüística general— un conjunto más o menos complejo de “dialectos”, “niveles” y “estilos” de lenguaje. De todas estas variedades hispanohablantes, una de ellas se convierte en el grupo de mayor prestigio y acaba imponiéndose en el uso culto como modelo para toda la comunidad y, por ende, como referencia a todos los hablantes, con independencia de la variedad o variedades que cada uno emplee. Este modelo sirve, además, como fuente y base fundamental para fijar la norma, es decir, el conjunto de usos lingüísticos que se consideran correctos o más o menos aceptables. Cuando la variedad de la lengua constituida como modelo o variedad estándar se ajusta a esa norma, se denomina len gua estándar o lengua común, la que usan los medios de 148 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 comunicación, los profesores, los profesionales, los académicos. Es la lengua de todos los días con independencia, como dijimos, de las variedades dialectales que caracterizan a cada comunidad lingüística. ¿Cuál es el propósito? Emplear un modelo de lengua unitario para la enseñanza, los usos oficiales y los usos escritos y formales que permita cohesionar política y socialmente la gran comunidad lingüística hispanohablante. Hace algunas décadas, la lengua estándar respondía a un criterio unitario monocéntrico, como el caso del español peninsular, con la lengua madrileña como modelo y orientada por criterios lingüísticos de un solo organismo normativo. Sin embargo, en los últimos años, la Real Academia Espa ñola y las veintiuna academias de América y Filipinas que con ella integran la Asociación de Academias de la Lengua Española, vienen desarrollando una política lingüística que implica la colaboración de todas ellas, en pie de igualdad y como ejercicio de una responsabilidad común, en las obras que sustentan y deben expresar la unidad de nuestro idioma en su rica variedad: el Diccionario, la Gramática y la Ortografía. Don Rafael Lapesa, por su parte, sostenía que para mantener la unidad fundamental de la lengua, su homogeneidad básica, “es preciso que los hispanohablantes de unos y otros países nos oigamos mutuamente hasta que el uso normal de cada país sea familiar para los otros”. Como dijo el Rey Juan Carlos en una ocasión: “Lo que nos diferencia es precisamente lo que nos complementa y enriquece”. En la actualidad, se ha superado la idea de que el español peninsular es el modelo, frente a las variedades americanas. Ahora, estamos hablando de una norma hispánica general o del nuevo estándar panhispánico policéntrico del español, formado a partir de la selección de variedades cultas que son, como dice Miguel Lope Blanch, las que “rigen prioritariamente la vida de las lenguas de cultura”. Por eso reiteramos: todas las variedades hispánicas están en el mismo nivel de validez y de respeto y todas juntas, con la Real Nueva gramática de la lengua española 149 Academia Española, analizan y discuten el camino que lleva nuestro idioma común. Hay hechos concretos: el Diccionario panhispánico de dudas (2005), el Diccionario de americanismos (2010), y la nueva Ortografía que en breve verá la luz pública y sobre todo la Nueva gramática de la lengua española (2009) cuyo ponente, don Ignacio Bosque, supo con verdadera sabiduría interpretar y registrar los modos y decires de nuestra América hispanohablante. La Nueva gramática ha derribado fronteras y hoy nos damos cuenta de que todos —como afirmó alguna vez don Ignacio Bosque— “compartimos más de lo que nos diferencia”. Porque carcacha es la misma en Chile, El Salvador, México y Venezuela; nuestro atol es el mismo de Cuba, El Salvador, Guatemala, Honduras y Venezuela; y el raspado lo comen también en México, Colombia, Panamá y Venezuela; hay comelones en todo Centroamérica, Colombia, Cuba, Ecuador, México y Venezuela. Rijo, dicen en España y rigio decimos nosotros; hojaldre dicen allá y hojaldra decimos acá; y la chirola nuestra es la chirona española. Tembleque dicen los españoles y nosotros, más sonoros y expresivos, decimos tembeleque y la tembelequencia es la misma. Nosotros vamos por agua y los españoles van a por agua y el vaso de agua o con agua es el mismo. Lo principal de una lengua es la unidad —nos recuerda don José Moreno de Alba. Unidad para comunicar las ideas y transmitir con precisión lo que se quiere decir. Con la Nueva gramática se logra lo impensable hace más de cien años: “Hacer compatible la unidad con la variedad”, como concluye don Ignacio Bosque. Porque en la unidad está la cohesión de la lengua y en la variedad todo aquello que la enriquece. Allí está nuestra lengua con sus usos y matices. Allí están también nuestros escritores consagrados, desde Darío hasta Cardenal y Sergio Ramírez, desde los vanguardistas como Joaquín Pasos y Pablo Antonio Cuadra hasta nuestras grandes 150 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 escritoras como Gioconda Belli y Rosario Aguilar. Y allí está el habla de nuestro pueblo con su lenguaje coloreado con el énfasis y la afectividad. Una manera de decir las cosas tratando de imponer su pensamiento falseando muchas veces la realidad y la verdad, y hasta abultando las palabras y las ideas, como afirma Bally, para cargar de expresividad un lenguaje que está en lucha con la vida. Baste una muestra. El uso de aumentativos no intensifica, a veces, la calidad, sino lo contrario. Azulón, verdeón, amarillón, rosadón son adjetivos que se refieren a colores más bien tenues. Observemos en un ejemplo citado por don Carlos Alemán Ocampo, cómo el hablante recurre a la duplicación de sílabas para pintarnos con la palabra las diferentes tonalidades, cada vez más débiles, del color rosado del hígado: —Es rosado —contesta un alumno de medicina en un examen público. —¿Está seguro? —Bueno, rosadón. —¿Seguro? Bueno, rosadonsón. —¿Seguro? —Entonces, rosadonsonsón. VI IGNACIO BOSQUE: DOCTOR HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD AMERICANA Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 153 Luminarias de la lengua española Francisco Arellano Oviedo Inicio esta laudatio Ignatii Bosque Muñoz honoris causa como suelen empezar los filósofos, con una explicatio terminorum. En este caso que no abordaré un tema filosófico yo la habría omitido, si un clásico de la filología1 no hubiese dicho que la tercera parte de la gramática versa sobre la interpretación, en términos usuales, de las palabras raras y de los argumentos. Explico, pues, que laudatio es un término latino que significa, alabanza, encomio. Por su etimología y significado, emparenta con laudare y con laus- laudis; alabar y alabanzas, respectivamente. Laudare, en castellano antiguo, dio loar y loa, tan usados en la literatura del siglo XII y XIII. Laudatio debería ser un cultismo con entrada en los diccionarios de la lengua española; pero la mayoría de estos no la registra. Únicamente el Diccionario del Español Actual de don Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos la consigna y, por supuesto, todos los diccionarios latinos. En tiempo de los latinos se utilizaba, en los sepelios de la clase noble, la laudatio fúnebris que era el panegírico pronunciado por uno de los familiares o amigo principal del difunto. En la actualidad, la laudatio es el discurso académico que se hace en ceremonias de doctorados honoris causa para proclamar los méritos del doctorando. Creo que sería incompresible hablar de la Nueva gramática de la lengua española o del doctorando, Ignacio Bosque Muñoz, su principal ponente, si omitimos algunos antecedentes __________________________ 1. Se hace referencia a Dionisio Tracio o Dionisio de Tracia. 154 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que son los indicadores del quehacer lingüístico o las grandes luminarias, en el caso de la lengua española, que esclarecen textos y contextos. Durante muchos siglos estuvo vigente un opúsculo gra matical de la escuela alejandrina: la gramática de Dionisio Tracio. Este personaje fue un discípulo de Aristarco (216-144 antes de Cristo) y con quien llegó la filología helenística a su máxima realización. La obra de Dionisio Tracio se constituye en el referente primero de cuanta gramática se escribió —después de él— en Grecia, Roma y en la cultura de occidente. Así reza en griego koiné la introducción de su obra, con su venia, honorable Rector: 2 La gramática es el conocimiento de lo dicho especialmente por los poetas y prosistas. Las partes de aquella son seis: primera, lectura cuidadosa según la prosodia; segunda, explicación de las formas poéticas que hubiere; tercera, explicación en términos corrientes de las palabras raras y de los argumentos; cuarta, búsqueda de las etimologías; quinta, exposición de la analogía; sexta, crítica de los poemas, que es la parte más hermosa de toda la gramática. Es importante señalar que Dionisio no hizo su gramática para que la estudiasen los alumnos de una clase. Es decir, su preocupación no era pedagógica sino filológica. La gramática __________________________ 2. Cfr. Tracio, Dionisio: Gramática/Comentarios antiguos, Introducción, traducción y notas de Vicente Bécares Botas. Madrid, Editorial Gredos S.A., 2002, p. 35. Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 155 aparece como un arte y no como una ciencia; gramma letra tecnh: arte. En esta gramática aparecen los conceptos de acento (agudo, grave y circunflejo); los signos de puntuación; el alfabeto compuesto de veinticuatro letras, dividido en vocales y consonantes; sílaba (larga y breve); palabra; nombre; género (masculino, femenino, neutro); número (singular, dual y plural); casos son cinco (recto o nominativo, genitivo, dativo, acusativo y vocativo); verbo y sus accidentes (modo, voz, número, persona, tiempo, conjugación) y tantos otros conceptos que la gramática griega y la latina mantienen. La gramática de Dionisio Tracio fue imprescindible para la elaboración de las gramáticas latinas de Varrón, Prisciano y Donato; pero no solo eso, esta gramática de Dionisio fue el modelo de todas las teorías gramaticales de la Edad Media. Por esto, la gramática de Dionisio Tracio es la primera luminaria de la lengua. En siglo XV tiene su ocaso la Edad Media, entra el Rena cimiento en Florencia, la ciudad novia que llamaba Pablo Antonio Cuadra,3 aparecen las pinturas de Fra Angelico, Botticelli y Mantegna, Brunelleschi impone la línea horizontal en la arquitectura, el palacio sustituye a la catedral, la teología es menospreciada por la filosofía antropocéntrica. En España se dieron tres acontecimientos que modificaron drásticamente las instituciones del Viejo Mundo. Ocurren entonces la expulsión de los moros de Andalucía, Cristóbal Colón descubre el Nuevo Mundo y aparece la gramática de D. Antonio Martínez de Cala e Hinojosa, mejor conocido como Antonio de Nebrija. Antonio de Nebrija nació en Lebrija, provincia de Sevilla en 1444. Fue historiador, pedagogo, astrónomo, poeta, filólogo y gramático, autor de muchas obras, pero la que le dio gloria fue la gramática. Dos razones determinaron la importancia de __________________________ 3. Cfr. Cuadra, Pablo Antonio: Otro rapto de Europa, Ediciones El pez y la serpiente, Managua. s.d., p.35 156 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 la Gramática de la lengua castellana. Se trataba de la primera gramática de nuestra lengua que apareció dos meses antes de que España descubriera el Nuevo Mundo y era la gramática sobre una lengua nueva. Hasta entonces se creía que solo el latín y el griego eran dignos de estudio porque estas lenguas guardaban el tesoro de la filosofía, la literatura, el derecho y la administración. Siendo profesor de Retórica, aspiró a la cátedra de Gramática de la Universidad de Salamanca, pero la oposición de sus colegas no le permitió concursar y amargado se retiró de la ciudad y se fue a Sevilla. Más tarde fue llamado a la Universidad de Alcalá de Henares donde enseñó durante los últimos años de su vida. En la actualidad, su efigie resalta evocando disciplina y sabiduría en el paraninfo de esta universidad. La Gramática de la lengua castellana de D. Antonio de Nebrija de alguna manera sigue el modelo de la gramática de Dionisio Tracio. Divide la gramática en cuatro partes: 1. Ortografía, 2. Prosodia y sílaba, 3. Etimología y dicción; y 4. Sintaxis. Las partes de la oración son diez (él incluye el participio verbal). Según el maestro Julián Corrales, a este número de partes de la oración se llega mezclando los criterios morfológicos, sintácticos y semánticos. El nombre es una de las diez partes de la oración que se declina por casos. Los casos son los mismos de la declinación latina y existen morfemas para singular y plural. No obstante rescata el valor de las preposiciones que de alguna forma sustituyen la declinación y reconoce la importancia del artículo en la lengua castellana, el cual no existía en la lengua latina aunque sí en la lengua griega. Finalmente, Nebrija fija como criterio de corrección el uso de los grandes autores.4 Don Antonio de Nebrija y su Gramática de la lengua castellana, representan la segunda luminaria de la lengua española. __________________________ 4. Cfr. Nebrija, Antonio de: Gramática de la lengua castellana, Volumen II, Edición crítica por Antonio Quilis, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1992, p. 61 y ss. Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 157 En 1713, un grupo de intelectuales españoles, reunido entorno a la persona del marqués de Villena y duque de Escalona, D. Juan Manuel Fernández Pacheco, se propuso fundar una institución que permitiera fijar, desarrollar y cuidar la lengua castellana, entonces remozada con el léxico de Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Luis de Góngora y Francisco de Quevedo y Villegas. La lengua castellana, desde hacía un poco más de dos siglos había llegado hasta los vastos dominios del Nuevo Mundo. Esta Institución fue aprobada el 3 de octubre de 1714 por Real Cédula de Felipe V, quien la acogió bajo su “amparo y Real Protección”. De aquí el nombre de Real Academia Española que dentro de dos años será tres veces centenaria. La primera tarea que asumen los miembros de la Real Academia Española es el Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad con las frases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua. El primero de seis tomos de este diccionario, conocido actualmente como Diccionario de Autoridades por tener en los artículos citas de autores que ejemplifican o corroboran la definición dada, aparece en 1726 y en 1739 se culmina esta primera empresa con la presentación del sexto y último tomo. El diccionario es una obra reguladora del uso de las palabras, pero más apropiada para exponer la norma de lo correcto e incorrecto es la gramática que explica y fundamenta la concepción teórica y válida de la lengua. Así, aun cuando en 1754 existió un esfuerzo por hacer una gramática que resultó frustrada, esta fue una realidad en 1771. Entonces era director de la Real Academia Española, Fernando de Silva Álvarez de Toledo y fueron nombrados redactores los académicos de número, Juan Trigueros y Juan de Aravaca, que empezaron por recopilar trabajos anteriores, entre estos los de D. Francisco Antonio de Angulo, académico de la lengua, miembro del consejo de su majestad y oficial mayor de la secretaría del Real Patronato. Esta gramática de 1771 es concebida también como un arte porque tenía como objetivo regular el uso de las voces, más 158 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 específicamente era el arte de hablar y escribir correctamente. Es sorprendente que no diga nada sobre el sonido de las voces y por tanto no defina el alfabeto que para D. Antonio de Nebrija estaba compuesto por 26 grafías: 8 vocales y 18 consonantes. Considera que las partes de la oración son nueve y no diez como lo establecía Nebrija y marca todavía una diferencia mayor en relación con Nebrija. Dice que: nuestra lengua no admite variedad de casos o terminaciones en los nombres y solo conoce diferencias entre singular y plural. Para expresar el oficio diferente de una palabra nos valemos de preposiciones y no de desinencias propias de una declinación; define el verbo desde un punto de vista semántico. Por decreto real de Carlos III, la enseñanza de esta gramática fue de obligatorio cumplimiento en todas las escuelas españolas. Desde entonces, la Real Academia Española fue considerada como la institución competente para interpretar y administrar los aspectos normativos de nuestra lengua. Esta competencia ha sido ampliada a las otras academias creadas por la Casa de Madrid, particularmente en la realización de proyectos panhispánicos, en los que el trabajo es colegiado. El Diccionario de Autoridades y la Gramática de la Lengua Castellana de 1771, representan la tercera luminaria de la lengua española. El siglo XIX se abre en América con movimientos independentistas y concluye la primera década del siglo con la Independencia de Chile y Argentina. D. Andrés Bello, vene zolano de nacimiento y chileno de corazón, fue un hombre representativo de la ilustración americana; dice Claudio Wagner: fue historiador, jurista, legislador, filólogo, naturalista, diplomático, poeta, filósofo, político, educador5 que preparó sus propios textos, me atrevo a redondear la cita. Publicó en 1847 su obra Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos. A pesar del título de esta obra, su propósito no __________________________ 5. Claudio Wagner. 2006 . Andrés Bello y la Gramática Castellana latinoamericana. Documentos Lingüísticos y Literarios . www.humanidades. uach.cl/documentos_linguisticos Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 159 era excluyente; consideraba que los lazos culturales con España debían mantenerse, pues eran importantes para la unidad de Hispanoamérica. La unidad de la lengua era para Bello —lo afirma Amado Alonso— un bien político inapreciable, de alcance no sólo nacional sino intercontinental. Los conocimientos sobre el lenguaje del célebre polígrafo suramericano proyectaban interés pedagógico y sensibilidad estética y humanista, como manifestaciones de su recia y erudita personalidad. Cada lengua —dice el enciclopedista— tiene su teoría particular, su gramática; los pensamientos se tiñen del color de los idiomas. Esta intuición de Bello, quien también fue académico correspondiente de la RAE en Hispanoamérica, y que se refiere a la gramática particular de cada lengua, contiene su principal crítica a la gramática de la Real Academia Española a la que califica como más latina que castellana. Recordemos las palabras del prólogo de su Gramática: En España, como en otros países de Europa, una admiración excesiva a la lengua y literatura de los romanos dio un tipo latino a casi todas las producciones del injenio. Había pues en Bello la voluntad de independizar el castellano del latín, así como nuestra lengua común del castellano, cito nuevamente el prólogo: Chile i Venezuela tienen tanto derecho como Aragón i Andalucía para que se toleren sus accidentales diverjencias, cuando las patrocina la costumbre uniforme i auténtica de la jente educada. Esa percepción de la realidad, que Bello pudo advertir con un siglo de anticipación, y que ha hecho posible que ahora tengamos una gramática pluricéntrica es lo que en una ocasión me explicó don Fernando Lázaro Carreter, enfatizando que D. Andrés Bello era más actual ahora que en su tiempo y que por tanto nosotros lo podíamos entender mejor que sus contemporáneos. La gramática de Bello aporta la clasificación de los tiempos verbales, considerada por algunos lingüistas como la más consistente de las aparecidas en la historia del español. Para Bello los sonidos elementales que se pueden pronunciar, 160 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 separadamente, son cinco y se llaman vocales; de los otros ninguno puede pronunciarse por sí solo, a lo menos de un modo claro i distinto; y para que se perciban claramente es necesario que suenen con algún sonido vocal: llámanse por eso consonantes. Bello contabiliza 20 consonantes, entre las que aparecen los dígrafos ch , ll y rr que actualmente no pertenecen al alfabeto pero se cuentan como dígrafos. Entre las consonantes descritas por Bello no aparecen las siguientes h, k, q, w, x. Sobre cada caso, Bello describe la situación fonética de cada grafía y nos dirá que la h es muda; que la k y la q se pueden sustituir por la c; que la k y la w solo se utiliza en nombres de personas, lugares, dignidades y oficios extranjeros y que la x no denota un sonido particular sino los dos que corresponderían a gs y cs como se aprecia en sonido de la palabra examen. Esta particular visión sobre la estructura de las palabras y de la fonética de nuestra lengua lo llevó a concebir el proyecto de la Ortografía chilena u Ortografía de Bello, que para documentos oficiales estuvo vigente a finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, no solo en Chile y Argentina sino también en Colombia, Ecuador y Nicaragua. Los enfoques particulares y consistentes que Andrés Bello hizo sobre la gramática hace un poco más de siglo y medio fueron tan significativos como para considerar su Gramática la cuarta luminaria de la lengua española. La presentación de la Nueva gramática de la lengua española todavía no se ha realizado en todo los países de América y esta ya se ha situado en un lugar prominente en la historia de las gramáticas, no solo de la lengua española sino también de otras lenguas tan antiguas, expresivas y con tradición reflexiva como la nuestra. En verdad, esta Nueva gramática marca un hito en las realizaciones lingüísticas del pasado y del presente. Existe ahora un nuevo punto de referencia. Si en el pasado dijimos: en la gramática de Nebrija ya se establece…; en el futuro diremos, probablemente, en la Nueva gramática se describe que…, se recomienda que…, por señalar una novedad de esta obra que recurre a lo descriptivo y a lo normativo; pero la Nueva Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 161 gramática ha sabido articular los nuevos postulados de las ciencias de la comunicación con los esfuerzos y realizaciones de la tradición, la reflexión gramatical a la luz de los métodos científicos de la dialectología y sociolingüística con la antigua tradición de normar la lengua como un arte. Los autores de la Nueva gramática, a lo largo de once años, dieron respuestas al gran reto que suponía esta empresa: una obra que describiera el español estándar sin perder de vista las riquezas del español diferencial, es decir, del español que caracteriza a cada región o país; una gramática cuyos autores fueran los estudiosos más representativos de nuestros países; una gramática cuyos usos estuviesen respaldados por los escritores cultos de Hispanoamérica, una obra con criterio didáctico de tal manera que pudiese ser comprendida por aquellas personas que tuviesen un mínimo de formación gramatical. Una obra que considerase no solo la norma culta de España sino la de las otras naciones donde España sembró su lengua. Los resultados están superando las expectativas entre aquello que queríamos y lo que en verdad se ha hecho. ¿Cuál ha sido la clave de tanto éxito? ¿Un director tan dinámico en la Real Academia Española como Víctor García de la Concha? —Sí, pero no solo. ¿Una comisión de gramática de la Real Academia Española que con experiencia y sabiduría asesoró el trabajo?— Sí, pero no sola. ¿Una comisión interacadémica integrada por especialistas latinoamericanos? —Sí, pero no sola… Quiero contarles que este muchacho de 59 años que está aquí (muchacho llamaba D. Pablo Antonio Cuadra a todos aquellos que eran menores que él) ha completado una brillante hoja de sueños, estudios, proyectos y realizaciones académicas. ¿Quién habría pensado que aquel joven que en los años sesenta estudiaba bachillerato en Alicante acometería con verdadera pasión los más diversos temas de la palabra, fuera esta sustantivo, verbo, locución, oración, tesis, tratado, diccionario? He podido contar, entre las obras de Ignacio Bosque, 17 libros, algunos de estos sobrepasan las 5000 páginas; 162 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 más de un centenar de artículos lingüísticos publicados en revistas especializadas de Europa; una veintena de ponencias pronunciadas en seminarios internacionales y publicadas en revistas y memorias de universidades e instituciones culturales, una veintena de tesis de doctorado dirigidas por él, cursos del área lingüística impartidos en la Universidad Complutense de Madrid y otras universidades europeas y de Estados Unidos. Quién habría dicho que aquel joven que en los años setenta estudiaba en la Universidad de Berkeley, California, podría vivir una experiencia tan grata en un país de poetas y donde podría contar si así lo deseaba que el voseo es uno de los aspectos de la lengua diferencial que caracteriza, particularmente el habla de los argentinos como la de los nicaragüenses; que ejemplos de Sergio Ramírez y de Gioconda Belli aparecen en la Nueva Gramática para ilustrar aspectos de la materia expuesta en esta nueva obra que tanto esperábamos y que ya en 1998, en México, habíamos dicho en nombre de la Academia Nicaragüense de la Lengua, y esto consta en las memorias del undécimo congreso de las academias en Puebla: cito textualmente palabras dichas en aquel foro de academias antes de que finalizara el siglo XX: Ni la Real Academia Española, ni la Asociación de Academias de la Lengua Española se atrevieron, a partir del último medio siglo, a editar una gramática normativa que ayudara a maestros y estudiantes en el proceso de enseñanza- aprendizaje de nuestra lengua. Y continuaba así en el párrafo siguiente: Buscar un equilibro entre lo normativo y descriptivo en los estudios lingüísticos justifica el hacer y quehacer de nuestras corporaciones y asegura la vigencia de la comunicación lingüística aturdida en nuestros días por la influencia negativa, distorsionante y de incontrolable anarquía que ejercen sobre la lengua los poderosos medios de comunicación. Apreciado Rector, aquella urgencia que era un sentir de nuestros académicos y que, en nombre de ellos expuse, es hoy una realidad que superó nuestras peticiones de hace 12 años; pero quiero completar la contestación de las interrogaciones Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 163 parcialmente respondidas en torno al éxito de la Nueva gramática. Personalmente, considero que la clave de ese éxito se debe a la acertada decisión de haber nombrado a don Ignacio Bosque ponente principal de la Nueva gramática. Él concibió la estructura y organización de lo que debía contener la obra; a manera de ponencias, presentó cada uno de los capítulos para que las academias los discutieran y los iluminaran; él tuvo la paciencia y la humildad para escuchar, enmendar e incluir los nuevos aportes, etc. D. Fernando Lázaro Carreter, maestro del maestro Ignacio Bosque se llenaba de orgullo por haber sido el primero en reconocer y proclamar los méritos de su discípulo, el más docto, que eso significa doctor que deviene de doctior y es el grado que le dio la Universidad Autónoma de Madrid. ¡Con cuánta objetividad y conocimiento de causa, D. José Moreno de Alba, director de la Academia Mexicana de la Lengua y especialista en el español de América ha dicho que D. Ignacio Bosque es el mejor gramático de la Lengua Española! Apreciado Rector, la candidatura del doctorando que Nuestra Casa le presentó en días pasados está ampliamente avalada por estudios académicos realizados por este en la Universidad Complutense, en la Universidad de Berkeley y la Universidad Autónoma de Madrid, por su obra científica publicada y por la deuda de gratitud que a él debemos los hablantes de nuestra lengua común. Yo que he participado en diferentes congresos con el maestro Ignacio Bosque, que en repetidas ocasiones le he presentado consultas y que he compartido numerosas sesiones de trabajo en la Real Academia Española, durante dos estadías en aquella Casa, puedo decir que el doctorando es un verdadero sabio, lo digo también por su humildad que es una manifestación de sabiduría. No me queda ninguna duda: Ignacio Bosque Muñoz es el último fuego encendido, brillante luminaria de la lengua española que reluce sobre la función de la palabra creativa y que allana toda comunicación que busca el entendimiento franco y 164 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 sincero. Por sabio y por humilde, según el sermón de la montaña él ya es dueño del algún lugar del reino de los cielos, pero como no puede ostentar la escritura correspondiente, que esta su Casa, honorable Rector, en abono a sus méritos, le extienda el título de Doctor Honoris Causa. Muchas gracias. Don Ignacio Bosque Muñoz en el acto de concesión del doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad Americana, UAM. Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 165 Discurso de Ignacio Bosque en el acto de concesión del Doctorado Honoris Causa que le otorga la Universidad Americana Ignacio Bosque Muñoz Señor Rector, señores miembros del Consejo de Directores, autoridades de La Universidad Americana, queridos compañeros académicos, queridos colegas y amigos: POCOS visitantes de este hermoso país podrán decir que se les ha honrado con una distinción tan alta como la que yo recibo hoy a las pocas horas de haberlo pisado por primera vez. Junto con mi gratitud a la Universidad Americana por su generosidad al otorgarme este doctorado, hago expresa la que debo a mis compañeros y colegas nicaragüenses por su hospitalidad y por su amable invitación a presentar en Managua la Nueva gramática de la lengua española. Gracias también a la Embajada de España y a la editorial Espasa por haber hecho posible este viaje. He de hacer extensivo el galardón que hoy se me otorga al numeroso equipo de colaboradores que en las veintidós Academias de la Lengua Española y en varias universidades europeas y americanas han trabajado denodadamente a lo largo de once años para elaborar entre todos una gramática del español general que estuviera a la altura de los tiempos. Conseguimos llegar a puerto hace tan solo unos meses. En los primeros días del pasado mes de diciembre se publicaron, en efecto, los dos primeros volúmenes de una obra que muestra las pautas morfológicas y sintácticas que compartimos los hispanohablantes de todo el mundo, pero también las que nos diferencian. Hemos realizado una descripción general de la lengua que supera al fin 166 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 la tendencia tradicional de las gramáticas académicas a centrar casi exclusivamente sus descripciones en los usos peninsulares. La Nueva gramática se publicará en tres versiones: a la más extensa, que consta de casi cuatro mil páginas, se unirá en muy pocas semanas la «versión manual», reducida a una cuarta parte, y a finales de este año o comienzos del próximo aparecerá la que llamamos «versión básica», que no superará las 300 páginas. Quiero expresar desde aquí mi agradecimiento a la Academia Nicaragüense por los materiales que nos envió durante el largo proceso de elaboración de esta obra, por sus atinados comentarios a nuestros borradores, así como por los textos nicaragüenses que nos proporcionaron, además de por su estímulo y su aliento en este dilatado proyecto colectivo. *** Me gustaría aprovechar esta oportunidad para defender una idea, casi de sentido común, que se cuestiona de vez en cuando entre nosotros. Me refiero al simple hecho de que el estudio de la gramática haya de ocupar un lugar preeminente en la educación de nuestros jóvenes, y —consecuentemente— en los planes de estudio de la enseñanza media. Las críticas a la gramática y a los gramáticos son muy antiguas, y casi se podría decir que parecen moldeadas en las mismas hormas. Entiendo que las críticas que recibe la gramática como disciplina, y por extensión los que la cultivan, se pueden agrupar en dos clases: críticas injustas y críticas justas. Aunque estoy convencido de que las injustas son más numerosas, no es mi intención ocultar las que poseen cierto fundamento. Las críticas injustas revelan malentendidos e incomprensiones; las justas son llamadas de atención; diagnósticos que debemos interpretar como oportunidades y como estímulos, puesto que en alguna medida nos afectan a todos los que tenemos alguna responsabilidad en la educación de los jóvenes. La primera de las críticas injustas es la que niega la necesidad misma de la gramática como rama del conocimiento. Se trata de Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 167 una opinión no del todo infrecuente entre los especialistas en literatura, y a veces también entre algunos escritores. Se registra con varios grados de animosidad, pero todos los que la lanzan parecen sostener que el gramático se interpone entre el hablante y las palabras. Dan a entender que crea entre ellos un artificio innecesario, una red conceptual incomprensible e inaccesible que dificultaría el acercamiento a los textos, y hasta el hecho mismo de gozar de ellos. La gramática sería así una especie de entelequia creada artificialmente por los especialistas; un mundo abstruso y cerrado, mantenido a lo largo de los siglos; una ficción para iniciados que al parecer deberíamos desenmascarar. Los testimonios que ponen de manifiesto tan peculiar forma de ver las cosas son numerosos, desde Erasmo de Rotterdam al menos, pero no deseo aburrirles con una retahíla de citas. Recordaré —a modo de ejemplo y entre muchos otros testimonios que se podrían entresacar— que un personaje de la novela de Pérez Galdós Los duendes de la camarilla pone claramente de manifiesto esta actitud cuando alecciona a otro con estas palabras relativas a lo que debería aprender cierta joven: “Póngasele también preceptor que le enseñe la Geografía, y la Aritmética hasta la regla de tres, no más; y de Gramática nada, que eso es estudio baldío”. Muchos de los que lanzan hoy sus diatribas sobre la inutilidad de nuestra disciplina argumentan que los escritores progresan o innovan cuando se liberan de la gramática, que sería algo parecido a liberarse de la tonalidad en la música, o del metro y la rima en la poesía. Los discípulos de Arnold Schoenberg hablaban, en efecto, de la tonalidad en la música como de una restricción o una constricción de la que habían logrado liberarse, a la vez que invitaban a otros músicos a hacer lo propio. Pero la comparación es incorrecta, por no decir estrafalaria, porque la gramática no es algo de lo que uno haya de liberarse. Sería absurdo decir, por ejemplo, que las innovaciones en la ornamentación y en el urbanismo nos permiten liberarnos de la necesidad de hacer cálculos arquitectónicos para que los edificios no se derrumben. 168 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Aun así, por sorprendente que parezca, esta crítica no resulta infrecuente. En el prólogo de una edición de los cuentos de Lezama Lima que se publicó se 1987 se sitúan correctamente estos relatos en el conjunto de la obra literaria del gran escritor cubano. En esas páginas puede leerse lo siguiente: “La obra poética, narrativa y ensayística de José Lezama Lima (1910–1976), bien conocida entre nosotros, fue descubierta fuera de Cuba —tardíamente— por editores y críticos gracias a la irrupción de una novela que forzaba los límites del género, se reía de gramáticas y de preceptivas, e imponía al fin su verbo inagotable y su mundo poderoso: Paradiso (1966)”. El prologuista atribuye el gran valor de la novela Paradiso a que, supuestamente, Lezama se reía en ella de la gramática. Pero no hay tal. Les puedo asegurar que el respeto a la gramática por parte de Lezama es escrupuloso en Paradiso, como lo es en todas sus obras. Parece que lo que el autor del prólogo quería decir es que el lenguaje de Lezama en Paradiso es imaginativo, denso, incluso barroco. Como es obvio, nada de eso afecta a la gramática, que no se opone a la imaginación, ni a la ensoñación ni a la fantasía. Es exactamente al contrario: la gramática hace posible que la imaginación, la ensoñación y la fantasía vivan en los textos, como podrá comprobar fácilmente cualquiera que dedique unas horas a recorrer las frondosas páginas de Lezama Lima. Un prestigioso escritor español contemporáneo, Luis Landero, publicaba hace algo más de una década en el diario español de mayor tirada una encendida diatriba contra la enseñanza de la gramática. Se titulaba El gramático a palos (El País 14/12/1999), y en ella describía a un joven que había estudiado diez años de gramática en al bachillerato y que era, según Landero, “un analfabeto de lo más ilustrado”. Aplicando unas palabras de Bergson relativas a la teatralidad, Landero explicaba que el mundo de la gramática es rígido, mecánico y deshumanizado, y que formar a los jóvenes en la gramática Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 169 es cultivar «una forma bien laboriosa de ignorancia». Landero clamaba en su artículo de esta forma: «¿Y para qué sirve la lengua? ¿Para qué necesitan saber tantos requilorios gramaticales y semiológicos nuestros jóvenes? […]. Yo sospecho que, en algún oscuro departamento de alguna universidad, en el centro de algún laberinto pedagógico, alguien alimenta el sueño, o más bien la pesadilla, de que algún día habrá en España cuarenta millones de filólogos.» El texto de Landero todavía puede consultarse en Internet, donde aparece ensalzado por decenas de votos de adhesión depositados por internautas anónimos. El novelista oponía en él la enseñanza de la gramática al conocimiento y el disfrute de la literatura, y entendía que no se debería enseñar gramática con el argumento de que basta con enseñar a leer y a escribir. Me parece que el error es doble. Por un lado, se confunde la deficiente enseñanza de la gramática en las clases de secundaria y de bachillerato (hablo ahora solo por mi país) con la supuesta inutilidad de la disciplina en su conjunto, se enseñe como se enseñe. Por otro lado, la diatriba oponía extrañamente el placer al conocimiento; el disfrute del idioma a su comprensión. La primera confusión es disculpable, y hasta podría decirse que la censura que encierra debería situarse entre las que llamo «críticas justas» a nuestra disciplina. La segunda confusión me parece menos aceptable. Es similar al error que cometería el que aconsejara a un astrónomo que prescindiera de su telescopio, dejara de estudiar las ondas electromagnéticas que emiten los astros, y se tumbara en alguna playa en una noche de verano para comprender verdaderamente la infinitud del firmamento. Nadie se atrevería a dar tan inusitado consejo porque, como es lógico, las emociones que despiertan en nosotros lo que admiramos, lo que nos atrae, nos sobrecoge o nos espanta no son equivalentes al conocimiento —siempre imperfecto y en continua evolución— de los complejos sistemas y mecanismos que hay detrás de casi todo lo que despierta alguna de nuestras emociones. 170 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 La segunda crítica injusta se sitúa en un peldaño por debajo de la primera. Viene a decir que la gramática es necesaria, pero que los gramáticos la complican arbitrariamente. La crítica tiene dos vertientes. Algunos autores entienden que los gramáticos no se dan cuenta de que la lengua es, en realidad, muy sencilla. O, lo que es peor, son conscientes de ello, pero urden alambicados entramados y abstrusos armazones para envolverla en un halo de misterio que la oculte a los no iniciados. Tejen un velo que esconde su pasmosa simplicidad, acaso para prestigiarse ellos mismos llenando así la vaciedad de una ocupación prescindible. Vuelvo a elegir la descripción de un personaje hecha por Pérez Galdós, esta vez en El doctor Centeno, para ilustrar este arraigado estereotipo: «Vedle cómo apechuga con su latín y con la abominable Gramática, de la cual maldijéralo Dios si entendía una sola palabra.» Cuando Augusto Monterroso describe a un aprendiz de escritor en Leopoldo (sus trabajos), uno de sus más conocidos cuentos, deja caer, como de pasada, este mismo sambenito que tantas veces se ha adjudicado a los gramáticos: «Leopoldo no carecía de sentido crítico. Comprendió que su estilo no era muy bueno. Al día siguiente compró una retórica y una gramática Bello-Cuervo. Ambas lo confundieron más». La otra vertiente de esta misma crítica viene a afirmar que el conjunto de reglas y pautas que constituye la gramática es innecesariamente complejo, y por tanto debería ser simplificado por los que tienen autoridad para hacerlo. Las dos vertientes de la crítica son injustas. Es más, yo diría que son difícilmente comprensibles. Un conocido periodista español publicó hace pocos años un libro de gramática que tuvo un notable éxito en España. Llevaba el atractivo título de La gramática descomplicada, y se explicaba en él de forma supuestamente sencilla todo lo que los profesionales de esta disciplina presentan, al parecer, de manera innecesariamente embarullada. Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 171 Nunca se ha dicho que la medicina sea simple y que los médicos la compliquen, ni que la economía sea materia transparente, a pesar de los esfuerzos de los economistas por hacerla esotérica. Nunca se ha dicho, en efecto, de otras disciplinas lo que de la gramática se dice con no poca frecuencia. Pero si la gramática del español es simple, ¿por qué les cuesta tanto aprenderla a los que estudian nuestro idioma como segunda lengua?; ¿por qué, si son tan sencillos el modo subjuntivo, el uso del imperfecto de indicativo o la posición del adjetivo, hacen sudar tanto a los que enseñan el español a estudiantes que tienen otros idiomas como lengua nativa?; ¿por qué, si la flexión verbal es diáfana, se analizan una por una más de sesenta clases de verbos irregulares en la Nueva gramática de la lengua española? La gramática es sencilla para el que la usa de manera intuitiva e inmediata, como igualmente sencillo es caminar, mantener el equilibrio, hacer la digestión o lograr que nuestro corazón bombee sangre. Todo lo instintivo es sencillo. Los problemas surgen cuando filtramos el instinto por la conciencia, cuando nos esforzamos por establecer generalizaciones que nos ayuden a entender cómo funcionan las cosas, y especialmente cuando intentamos comprender qué hacemos cuando encadenamos palabras y expresamos significados complejos que llegan a los demás, sin apenas percatarnos de que logramos con ello un pequeño prodigio. Da la impresión de que lo complejo para algunos autores no es el idioma mismo, sino las pautas o las reglas que creemos descubrir en él, o las normas que se dan para regular su uso. También en este caso puede decirse que algunas de las críticas injustas proceden de la boca y de la pluma de personas muy notables. Todos ustedes recuerdan seguramente las sonoras palabras de Gabriel García Márquez en Zacatecas. Decía el maestro colombiano: «[…] me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros.» 172 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Entre los muchos comentarios que se hicieron a estas palabras no encontré ninguno que dijera lo primero que a mí se me ocurrió al leerlas en un diario: que todo el discurso de García Márquez en ese acto estaba escrito en un castellano gramaticalmente impecable; que el texto en el que se pedía la simplificación de la gramática era un modelo de corrección gramatical en el que no sobraba una preposición ni había una coma de más, un texto en el que no podría detectarse ni un atisbo de anacoluto, ni un solecismo incipiente, ni el más leve indicio de ese supuesto afán simplificador. Pero las críticas injustas no deberían ocultarnos las que no lo son tanto. Se ha criticado muy justamente a las autoridades académicas, a los pedagogos y a los especialistas en gramática porque nuestra disciplina se enseña de manera deficiente, porque los estudiantes no se interesan por ella y porque llegan incluso a detestarla. La gramática se les presenta como un sistema externo que nada tuviera que ver con su pensamiento, con su propia naturaleza como individuos. Se les muestra como una especie de horma impuesta y forzada, tan ajena a sus preocupaciones como un código de derecho mercantil. Se les llena la cabeza de términos que no comprenden y se les obliga a memorizarlos sin que lleguen a entender nunca por qué se supone que son útiles los conceptos que designan. El estudiante entiende muy bien al profesor de biología cuando este le explica la estructura del corazón porque sabe que el corazón cuyo funcionamiento se le muestra es el suyo propio. No entiende, en cambio, al profesor de lengua porque cree que la lengua no le pertenece. Está convencido de que es de los demás, de que pertenece a las instituciones, a las jerarquías, a los políticos, a los profesores, a los académicos; cree que es de todos menos suya. Se ha dicho en múltiples ocasiones, casi siempre con escaso éxito, que en las clases de gramática de la enseñanza secundaria y del bachillerato hay tanto exceso de nomenclatura como ausencia de reflexión; que se pone el acento en la terminología, en la identificación y la rotulación —a menudo rutinaria—de Ignacio Bosque: Doctor Honoris Causa, UAM 173 hechos y fenómenos; que no se fomenta la creatividad, que no se cuida la percepción del matiz, la compresión del vínculo que siempre existe entre la forma y el sentido; que no se hace patente la conexión entre las mil piezas de ese rompecabezas que los estudiantes han de memorizar una a una sin que se les llegue a mostrar nunca la figura que entre todas conforman. Nadie discute la necesidad de enseñar las destrezas discursivas imprescindibles para leer, escribir y entender los textos, pero se discute que la gramática —entendida como reflexión elemental sobre la arquitectura del idioma—forme parte de estos conocimientos básicos. Es como si se dijera: «Dígame usted cómo se arranca este carro y cómo se maneja, pero no me diga una sola palabra del motor que lo hace funcionar». Esta reacción podría ser justa en el caso del vehículo, pero es inapropiada si se aplica al idioma. La diferencia es muy simple: el carro no está en nuestra cabeza; no forma parte de nosotros. El idioma, en cambio, es parte de nuestro propio ser. Las palabras no son el adorno de las ideas, sino el material del que están hechas. La lengua no es un vehículo en el que nos subimos y del que nos bajamos; es indistinguible de nuestra naturaleza porque está integrada en nosotros mismos. A los jóvenes les encanta hablar y escribir, comunicarse, compartir sus experiencias. Les encanta hablar, pero… detestan la lengua. Llegan a pensar que da igual cómo se digan las cosas si consiguen hacerse entender. No cabe duda de que los docentes, los pedagogos, las autoridades educativas y otros profesionales tienen alguna responsabilidad en esta situación. Pero no solo a ellos debe atribuirse que una de las más antiguas disciplinas entre las humanidades se vea hoy postergada en algunos ámbitos educativos y se considere en ellos innecesaria, cuando no inconveniente. La gramática formaba parte, junto con la lógica y la retórica, del trivium medieval, las tres vías fundamentales que en la antigüedad conducían al conocimiento de las humanidades. No creo que la gramática recupere el lugar que en otro tiempo tuvo en la educación, pero al menos deberíamos transmitir a la sociedad 174 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que el sistema gramatical de una lengua no es algo de lo que uno deba «liberarse». A los que ponen en tela de juicio su necesidad deberíamos explicarles que la gramática no es un corsé, sino más bien un andamio; que gracias a ella podemos entender cómo se enlazan las palabras y se construyen desde las expresiones más triviales hasta los versos más elevados, pasando por los sistemas conceptuales más complejos o los mundos imaginarios más inverosímiles. La gramática no es una estructura que nos oprima o nos coarte, sino el armazón mismo de nuestro pensamiento. Como escribió Alfonso X el Sabio hace siete siglos y recordaba recientemente Salvador Gutiérrez, la gramática «faze el çimiento de toda razon». La enseñanza de la lengua no es un lujo del que podamos prescindir. Uno puede amueblar mejor o peor su casa, pero educar es amueblar la cabeza de los jóvenes, darles instrumentos para pensar y crear, mostrarles las posibilidades de su propia mente, y estos no son lujos, sino necesidades ineludibles, verdaderos compromisos con ellos, con la sociedad, y hasta con nosotros mismos. Hemos de llevar a las nuevas generaciones el convencimiento de que el idioma no es un peso que nos oprima ni una correa que nos ate ni un tributo que hayamos de pagar. Ojalá sepamos hacerles ver que la lengua es nuestra mayor riqueza personal; que el acceso a su conocimiento no solo los ayudará profesionalmente, sino que los hará formarse como individuos y crecer como personas. Ojalá sepamos hacerlo. Muchas gracias. Managua, 23 de abril de 2010 VII DICCIONARIO DE AMERICANISMOS Diccionario de americanismos 177 Hispanoamérica en sus palabras Jorge Eduardo Arellano A SESENTA y un años de fundada, la Asociación de Academias de la Lengua Española ha consumado su obra cumbre: Diccionario de americanismos. No se trata del primero en su género. En el siglo XX aparecieron más de una decena de diccionarios generales del español de América. Citaré, en orden de aparición, los de Augusto Maralet (1925), Francisco Javier Santamaría (1942), Marcos Augusto Morínico (1966) y Alfredo Neves (1973). Consiste este diccionario en la obra más acabada de la moderna lexicografía del español americano. Más aún: del final de una resistencia intransigente —como la calificaba don Ricardo Palma— de la matriz madrileña de nuestras academias, iniciada a finales del siglo XIX. Con el tiempo, esta actitud fue disminuyendo; pero no debe olvidarse que la lista de americanismos remitidas por don Ricardo a Madrid en 1892 —con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América— fue rechazada por la RAE de entonces. En consecuencia, el maestro peruano decidió editarla por su cuenta, enriquecida, en dos volúmenes: Neologismos y americanismos (1896) y Dos mil setecientas voces que hacen falta en el diccionario (1903). Allí figuraba, por ejemplo, gachupín: “voz despectiva con que, en México y otras repúblicas, se apoda al español”; y que es ya obsolescente, tal como se indica en el Diccionario de americanismos que hoy nos convoca (página 1616). Gachupín con criollo, gavilán con pollo —decía un refrán en las postrimerías de la época colonial. 178 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Yo asistí el martes 3 de agosto a la presentación oficial en la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, del Diccionario de Americanismos (Asociación de Academias de la Lengua Española, Santillana Ediciones, 2010). Y hoy, miércoles 25 del mismo mes, tengo el honor de iniciar su presentación en la Academia Nicaragüense de la Lengua, señalando sus rasgos generales, refiriendo sus antecedentes históricos y ejemplificando algunas de sus entradas —entre voces, frases y locuciones— que suman más de 70 000 y contienen, aproximadamente, unas 120 000 acepciones. ¡Todo un repertorio monumental del léxico español de América! Es decir, un léxico —el más completo hasta hoy, registrado en 2 333 páginas— que no se comparte con el español general, o sea, con los términos comunes a todos los hispano hablantes: árbol, casa, vestido, desayuno, sangre, etc. En consecuencia, han quedado fuera del Diccionario de americanismos (DA) los vocablos que, originarios del continente, se usan habitualmente en el español general, por ejemplo chocolate, cacique, canoa, tomate, coca. El DA pues, no establece contrastividad con el llamado “español de España”: aquellos peninsulares o vocablos restringidos a los cuarenta y tanto hablantes de la Madre patria como cojonudo (formidable, estupendo), hostiar (pegar o abofetear a alguien), gilipollas (bobo, estúpido, jactancioso), pelas (dinero), pucherazo (fraude) y la locución tenerla en el bote (ir a la fija). Su carácter diferencial no es el del Proyecto de Augsburgo, cuyo Nuevo diccionario de americanismos tiene en su haber publicados los volúmenes consagrados a Colombia, Argentina, Uruguay, Cuba y Bolivia. EL DA o Diccionario de americanismos recibió su título definitivo el 2 de marzo de 2009 en Sevilla, cuando su texto básico fue aprobado por el pleno de la Asociación de Academias, tras un intenso proceso de preparación coordinado por el doctor Humberto López Morales —Secretario General desde 1994—, quien concibió y elaboró su planta, depurándose definitivamente en la reunión de la comisión interacadémica convocada en Diccionario de americanismos 179 El Puerto de Santa María. Pues bien, en el preámbulo a la edición inicial de la planta, o diseño regulador de la macro y la microestructura (Buenos Aires, Academia Argentina de las Letras, 2005), López Morales explicó que el proyecto se realizaba porque hasta ahora se disponía de cuatro elementos: 1. Los medios suficientes para dedicarse en firme a la tarea; 2. Lexicógrafos de reconocida solvencia científica y con amplia experiencia diccionarista en la gran mayoría de las 22 corporaciones que integran la Asociación; 3. Una tupida red electrónica de comunicación, facilitadora de los intercambios transoceánicos de manera inmediata; y 4. La conciencia real y efectiva de que el proyecto se ejecutaba con la colaboración entusiasta de todas ellas, impulsadas por la política panhispánica de la Real Academia Española. Desde hace rato, la RAE “se ha negado a seguir firmando en solitario, los pilares más importantes de la unidad de nuestra lengua”. Y, en este caso, a contribuir eficazmente a la realización del DA; más aún, como lo indica en el prólogo el Director de la RAE, Víctor García de la Concha, fue voluntad decidida de la Asociación ofrecer el DA a la comunidad hispanohablante “como su más importante aportación a la conmemoración del Bicentenario de las Repúblicas Iberoamericanas”. Oficialmente, el DA se presentaría en el V Congreso Internacional de la Lengua Española, a celebrarse en la ciudad-puerto de Valparaíso en marzo del 2010. Lamentablemente, el terremoto de Chile lo impidió. La obra, sin embargo, había entrado en la imprenta a mediados de enero de 2010. Así consta en carta, suscrita en Madrid el 27 de enero de ese año y enviada por López Morales a Gerardo Piña Rosales, Director de la Academia Norteamericana de la Lengua y uno de sus más valiosos colaboradores. (Los Estados Unidos es el país, después de México, que posee más hispanohablantes: 42 millones). Dice: “Estimadísimo amigo: Cumplo con el muy grato deber de informarle de que el manuscrito final de nuestro Diccionario de 180 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 americanismos, después de la revisión complicada y exhaustiva de dos conjuntos de pruebas, acaba de ser entregado a las prensas de la Editorial Santillana. Lo tendremos en el V Congreso Internacional de la Lengua Española de Valparaíso, que será celebrado a principios de marzo de 2010. Allí será también su primera presentación oficial, a la que seguirán otras, tanto en España como en América.” “Se trata de un hermoso volumen de 25 000 páginas, elegantemente diseñado y encuadernado, que consta —a falta de recuentos definitivos— de unas 60 000 entradas, que superarán las 200 000 acepciones (simples y compuestas, complejas, fórmulas, locuciones y frases proverbiales), un diccionario dialectal absolutamente original y novedoso en su concepción lexicográfica, que sin duda hará época. A todos les consta, porque de una manera o de otra todos hemos sido miembros de este colosal equipo de trabajo, el gigantesco esfuerzo, dedicación e ilusión que ha significado la realización de esta ambiciosa empresa en relativamente poco tiempo. Ahora llega el momento de que nos alegremos —¡y mucho!— de haber puesto punto final a un proyecto soñado desde finales del siglo XIX y vuelto a revivir en 1951, con la fundación en México de nuestra Asociación de Academias de la Lengua Española.” “Aunque siempre he entendido que se trataba de un trabajo colectivo, de absolutamente todos nosotros, quiero agradecer con mucha emoción a todos, y a usted en particular, el entusiasmo que ha puesto en ayudarnos en esta gran empresa, hoy convertida en hermosa realidad”. En cuanto al aporte de Nicaragua, virtualmente fue incorporado en el programa informático ARU (“lengua” en aymará), preparado para el proyecto, que reúne los casi 150 diccionarios de americanismos (generales y nacionales) editados desde 1975 hasta la fecha, incluyendo el Diccionario de uso del Español en Nicaragua (2001), pionero en más de un sentido, conocido por DUEN. Mas la Academia Nicaragüense tuvo en su Secretario, y autor del DEN (Diccionario del Español de Nicaragua, 2007), su responsable constante y ejemplar, auxiliado Diccionario de americanismos 181 por la becaria y egresada de Escuela de Lexicografía Hispánica, Hilda María Baltodano Reyes. El Diccionario de americanismos (DA) se llamaba, en realidad, Diccionario académico de americanismos; pero en la segunda sesión de trabajo del 2 de marzo de 2009, ese título se abrevió de acuerdo con la propuesta sustentada por la Academia Nicaragüense. En el Congreso fundacional de 1951 fue bautizado como Diccionario de americanismos (DA); a continuación, recibió el nombre de Diccionario hispanoamericano de la Lengua (DAH), según ponencia del uruguayo Adolfo Berro García leída en el II Congreso de Madrid (1956); y más tarde fue designado como Diccionario Académico de hispanoamericanos (DAH) en el Congreso de 1994 también celebrado en Madrid, tarea encomendada a la Academia Puertorriqueña para su inicial ejecución. Poco después se le denominó Gran diccionario de americanismos (GDA) en octubre de 1996, durante el Encuentro de Lexicógrafos en Montevideo —fui invitado con el colega Róger Matus Lazo— para estructurar su primera planta y en 1998, cuando el proyecto comenzó a tener vida, recibió el nombre de Diccionario académico de americanismos (DAA). Pero ese título era redundante —planteó la Academia Nicaragüense a través de su Director. Al ser autora del Diccionario, la Asociación de las Academias de la Lengua, el adjetivo “académico” resultaba superfluo; por tanto, habría que omitirlo. Gonzalo Celorio, Secretario de la Academia Mexicana y Pedro Luis Barcia, presidente de la Argentina, secundaron la propuesta. Sometida a votación, se aprobó unánimemente. Además, la Nicaragüense, en aras de una mayor claridad y precisión, sugirió que “académico” podría sustituirse por actual, adjetivo que refleja su carácter sincrónico y de uso no normativo del contenido de la obra, aparte de conservar el acrónico con el cual el Diccionario había circulado desde hace diez años: DAA. Sin embargo, no se consideró necesaria esta especificación, modificándose el título al escueto: Diccionario de americanismos (DA), inicialmente recomendado en 1951. 182 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Por cierto, uno de los promotores del proyecto entonces fue el nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Zelaya, fallecido al año siguiente. Aparte de su riqueza inagotable, el DA contiene un índice sinonímico de 134 palabras, algunas de ellas consideradas malsonantes o tabú por el criterio pudoris causa; pero el DA es un diccionario usual (no normativo): recoge el léxico creado y empleado en la lengua, como el sexual; de aquí que, entre esas palabras, figuran incontables sinónimos de: ano, coito, afeminado, homosexual, lesbiana, nalgas, pene, periodo (menstrual), prostitutas, realizar el coito, testículo (s) y vulva, aunque sin marcas geográficas. Por eso diré que en Colombia el órgano femenino recibe los nombres de arepa, biscocho, cosa, cuca, chimba, chocha, chucha, pan, panela, panocha, papo, sapo y tórtola. En Venezuela se le llama cuca, cuchara, cotorra, chuta, cuchumina (en el ámbito rural) y peluda. En Panamá se le dice micha, sinónimo de pan (“Subió la michita” informan, de vez en cuando, los diarios), mota, pía, terrón, conejo y refiriéndose al de las niñas, cucuchita. En El Salvador se impone el vocablo pupusa, al igual que pan, hoyo y rajadura. A su vez el vocablo más vulgar es metedero; otros corresponden a campo, horqueta y guanábana. En Costa Rica la designación más popular es mico. Pero también se recurre a empanada, mano y panocho. En Honduras predomina cuca (como en Venezuela y Cuba), peluche, pupusa, cosa, pan, chimadero (el más vulgar), hoyo, mico y guanábana. Y en Guatemala el nombre de mayor uso es pusa (las dos últimas sílabas de pupusa). ¿Y entre nosotros? Basta citar que mi Léxico sexual de Nicaragua (1998) estudio el tema, afirmando que se destacan las voces relacionadas metafóricamente con frutas (anona, mamey, mango, mango mechudo y especialmente papaya) y con animales (araña, lora, mono, punche y sapo), entre casi un centenar de denominaciones. Diccionario de americanismos 183 En fin, el DA —como ha afirmado el presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española— es “fruto granado de la política lingüística panhispánica” que ha promovido y ha estado al servicio de “la unidad del español sin menoscabo de su rica y fecunda variedad”. 184 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Diccionario de Americanismos: conociendo a nuestra familia hispanoamericana Hilda Baltodano Reyes La obra Diccionario de americanismos, DA, está referida a la magnífica recopilación del abundante léxico de los países de habla hispana en América. Es una descripción exhaustiva de los diversos vocablos y modismos que ponen de manifiesto la riqueza cultural de los americanos y su percepción exclu siva del mundo, las innovaciones léxicas de naciones que están en contacto con otras lenguas y culturas, que viven una historia diferente, que evolucionan; así el Diccionario de americanismos muestra la heterogeneidad del español en tierras americanas, un español que se ha mantenido unido gracias a la comunicación y comprensión de sus pueblos hermanos. Este trabajo lexicográfico fue creado en el seno de la Real Academia Española y no habría sido posible sin la cooperación de todas las Academias de los países hispanoamericanos que integran la Asociación de Academias de la Lengua Española, coordinada por su Secretario General, el doctor Humberto López Morales, quien además es el director del proyecto. Una de las características principales y novedosas del Diccionario de americanismos es su planta o estructura, com puesta por una macroestructura que permite saber qué tipo de vocablos están registrados y una microestructura, compuesta por todos los elementos que contiene un artículo lexicográfico. Podemos considerar algunos aspectos de la planta para valorar la profundidad y alcance de este estudio. Diccionario de americanismos 185 En la macroestructura, ¿qué es americanismo? Si bien existen desde el punto de vista lingüístico diferentes conceptos sobre este término, el DA concibe el americanismo como aquellos vocablos de la lengua que se usan en el español de América y no están presentes en el español de la península. No se integran las palabras que provengan de sustratos o lenguas indígenas ni que se hayan formado en este territorio, si estas ya constituyen parte de la terminología acostumbrada en España. Sí se consideran las palabras que pertenecen al español general, pero en América tienen un significado original; además de los préstamos y extranjerismos crudos o adaptados a nuestra lengua. Es un trabajo dialectal y diferencial por cuanto concreta los americanismos al vocabulario exclusivo de los hablantes hispanoamericanos; también es de uso actual, prioriza el vocabulario más empleado en nuestras tierras en los últimos cincuenta años aproximadamente; aunque contempla, con el consenso o aporte de las academias, las palabras menos frecuentes o en desuso. Además, los lemas o entradas del artículo reúnen unidades simples o complejas que pueden estar formadas por dos o más palabras, desde una locución hasta una frase proverbial. De la microestructura se puede afirmar que contiene abundante información codificada a través de marcas que evitan la confusión en las definiciones de las palabras. Esta información puede ser etimológica (origen de las palabras), gramatical (sustantivos y adjetivos con su género respectivo, verbo, adverbio, preposiciones, interjecciones y pronombres), marcas diatópicas (país que emplea la palabra, de norte a sur y de oeste a este), ámbito semántico (metáfora, metonimia), frecuencia de uso, marcas geográficas (urbano, rural), registros o comunidad de hablantes, valoración social (prestigiosos, vulgar, tabú), estratificación social (culto o popular), estilo (esmerado, espontáneo), marca pragmática (afectuoso, despectivo, festivo, hiperbólico) y el contorno de las definiciones (en letra cursiva. En ocasiones, un artículo lexicográfico puede contener la mayoría de estos datos. 186 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 La macroestructura y microestructura del Diccionario de americanismos se incluyen en una sección del llamada “Guía del consultor”, desde la página XXXI a la página LVII, en las que además se pueden apreciar las explicaciones que fueron realizadas con términos de uso frecuente en Nicaragua y por supuesto registradas con la marca diatópica de nuestro país. Obsérvense estas características en el siguiente artículo lexicográfico: indio, -a. I. 1. sust/adj. Mx, Gu, Ho, Ni, Pa, Co, Ec, Pe, Bo ,Ch, Py. Persona inculta, de mal gusto y modales rústicos. pop ^ desp. Entre los diversos significados registrados de la palabra indio, no se encuentra el referido a procedente de la India ni del indígena de América, porque estos conceptos pertenecen al español general. Sin embargo, se encuentra este término usado para persona inculta, de mal gusto y modales rústicos, que solo nuestros pueblos americanos (México, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Paraguay) pueden emplear de forma despectiva. De esta misma palabra, indio, se encuentran locuciones y frases proverbiales, reflejo de la creatividad y humor de los hablantes de cada país (para una mejor comprensión se debe sustituir, en este caso, el símbolo “~” por la palabra indio; en las marcas gramaticales encontramos loc. adv. para locución adverbial, loc. sust. para locución sustantiva, fr. prov. para frase proverbial; en las marcas diatópicas o países que emplean estos términos se encuentran Bo:O para el oeste de Bolivia, Ec. para Ecuador, Chi. para Chile, Cub. para Cuba, y Ni. para Nicaragua). Ejemplos de locuciones son: a. || a lo ~. loc. adv. Bo:O. Con brusquedad y rudeza. pop + cult → espon. Diccionario de americanismos 187 b. || el ~. i. loc. sust. Ec. Ch. Enfado, arrebato, conducta colérica. pop. ii. Cub. El Sol. pop. […] f. || ~ viejo. loc. sust. Ni. Guiso hecho con masa de maíz, carne y especias. Tres ejemplos de frases proverbiales son: a. || ~ comido, ~ al camino. fr. prov. Ho, ES. Indica que alguien se ha ido de un lugar sin despedirse y a la carrera. (indio comido puesto al camino). […] c. || ~ comido puesto al camino. fr. prov. Gu, ES, Ho, Ni, CR. indio comido, indio al camino. […] e. || no tiene la culpa el ~, sino el que lo hace su compadre. fr. prov. Mx, Ho. Indica que la responsabilidad en el resultado de una acción recae en la persona que permite que otra persona cometa dicha acción, y no en el ejecutor mismo. f. || un ~ menos, una tortilla más. fr. prov. Ho, ES, Ni. Indica que cuando se muere un indio no se pierde nada, más bien se gana. desp. Podemos notar que estas frases proverbiales son usadas en México y Centroamérica, países que han sido reconocidos por el lingüista Pedro Henríquez Ureña como una misma zona dialectal, por compartir muchas características similares en su habla, especialmente en su léxico de origen indígena. Pero este no es el único ejemplo de los términos y conceptos que coinciden entre los países hispanoamericanos. Realmente nuestros pueblos comparten muchos más y no solo con países vecinos sino con otras regiones más lejanas. Palabras indígenas introducidas en el español desde la Conquista, han adquirido en cada país un concepto propio originado por situaciones históricas, psicológicas y sociales, como es el caso de la palabra guaca. El término guaca y su variante huaca, del quechua waca, 188 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 se registra con significados exclusivos de los países de América Central y del Sur. Sin embargo Nicaragua, Honduras, Cuba y hasta Ecuador comparten el significado siguiente: hoyo donde se depositan frutas verdes para que maduren; y para Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Ecuador, con el significado aplicado en la política: escondite y lugar para esconder cosas de valor. La palabra argolla, del árabe hispano alḡúlla, y este del árabe clásico ḡull, cepo, en el español general refiere a instrumento hecho de dos maderos gruesos; pero en la mayor parte de los países de América, aunque poco usado, es el anillo de compromiso o matrimonio; sin embargo Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador y Perú, por metáfora la usan despectivamente como “conjunto de personas que monopolizan el gobierno, las decisiones o el dominio en una institución, empresa o en cualquier otro tipo de agrupación”; podemos agregar además el significado eufemístico y muy humorístico de ano para El Salvador y Nicaragua. No puede faltar el empleo de voces extranjeras en nuestra lengua, como blue jeans, del inglés, que se manifiesta en diversas variantes tales como: blue jean para Bolivia; blue jeans, por supuesto para los hablantes hispanos de Estados Unidos; blujín, poco usado en El Salvador y el de uso más común bluyín, completamente adaptado a la grafía del español, para Honduras, El salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Colombia, Venezuela, Perú y Chile, referido al pantalón de algodón grueso, ceñido y en general tirando a azul; pues ya sabemos que un bluyín también puede ser negro, rojo, café y hasta blanco. A este podemos agregar la derivación bluyinear, verbo usado por los jóvenes en Colombia para referir al tocamiento lascivo por encima de la ropa. Y si se desea ampliar el vocabulario de los jóvenes y comunicarse mejor con ellos, recuérdese que quieren decir no, cuando utilizan expresiones como nel, nel pastel en México y Centroamérica, excepto Panamá; neles, en Honduras y El salvador o los nombres propios nela en Cuba, neli en Guatemala y nelson en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Perú. Diccionario de americanismos 189 Para la misión de verificar el uso de los vocablos de este diccionario se contó con la ayuda de las academias de cada país. Esta se realizó en un período de dos años con extensas jornadas de trabajo. Los borradores eran enviados desde la Real Academia Española, y sus impresiones eran folletos desde 300 a 1500 páginas cada letra. En esta tarea la Academia Nicaragüense de la Lengua contó con la experiencia idiomática del coordinador del DA por Nicaragua, D. Francisco Arellano Oviedo y su obra Diccionario del español de Nicaragua (2007, 2008 y 2009) que, en palabras del doctor López Morales, “este texto pone de manifiesto la gran riqueza léxica propia de la región, prácticamente ignorada hasta ahora”, es decir hasta su publicación; también se cotejó con la obra Diccionario del habla nicaragüense de Alfonso Valle (1972); Vocabulario nicaragüense de Cristina María van der Gulden (1995); El habla nicaragüense y otros ensayos de Carlos Mántica (1994), pues como él se considera que “se habla bien cuando se habla como la gente y se dice bien si así es como se dice”; además documentos de periódicos y revistas disponibles en Internet. Pero sobretodo se investigó en el habla de la gente: galleros, artesanos del tabaco, cafetaleros, empresarios, músicos, mecánicos, pescadores, mercaderes, maestros, beisbolistas, amas de casa, ancianos, niños, jóvenes universitarios, en fin en el habla de toda nuestra población. El Diccionario de americanismos posee un cuantioso repertorio que refleja la fertilidad ilimitada de los vocablos y modismos propios de nuestra Patria, Nicaragua, y demás naciones del continente. No cabe duda que el nicaragüense verá reflejado en este estudio su espíritu y cultura; de igual manera confirmará, a través de este texto, el léxico de pueblos hermanos que, gracias a los medios de comunicación han penetrado en nuestro territorio; pero más aún apreciará el caudal lingüístico de otros pueblos menos conocidos, que como nosotros, lograrán trascender las fronteras geográficas del continente y el mundo. Managua, 25 de agosto de 2010 190 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 El Diccionario de americanismos: espejo de la identidad de nuestros pueblos Francisco Arellano Oviedo PARA los estudiosos de la lengua española, siempre fue una ilusión contar con una obra como el Diccionario de ame ricanismos que ahora presentamos. Esta tarea que fue muchas veces postergada ha sobrepasado la imaginación de cuantos alguna vez pensamos en su culminación. Una realización temprana habría privado a esta obra del instrumental técnico y científico que ahora tiene la Lexicografía moderna, que es la ciencia que se ocupa de los diccionarios; en la actualidad la Lexicografía es considerada como una disciplina o ciencia de la Lingüística y no como un aspecto de la Morfología. En este nuevo contexto, la Lexicografía actual es una disciplina como la Fonética, la Fonología, la Gramática, la Semántica y la Sociolingüística, que juntas forman la Lingüística moderna. El Diccionario de americanismo, DA, en su aspecto científico, mucho debe a la Lexicografía y la Sociolingüística sin omitir, por supuesto, los aspectos gramaticales presentes en el corpus: clasificación de género de los lemas, categoría gramatical de los mismos, clasificación de los verbos, determinación de locuciones, si estas son sustantivas, adjetivas, verbales o adverbiales. La Sociolingüística ha permitido codificar a través de las marcas elegidas en la microestructura, otro tipo de información que contiene la obra: niveles del lenguaje según tono e intención del usuario, calificación de las unidades del corpus, de conformidad con la norma y lugar de uso y frecuencia generacional, actividad principal del usuario… De manera que este diccionario es más que un simple listado de palabras ordenadas alfabéticamente. Diccionario de americanismos 191 La década que se cierra este año, 2010, ha sido una década de oro en la historia de la Asociación de Academias de la Lengua Española que preside y coordina en el trabajo la institución fundadora, la Real Academia Española; en materia lingüística se han presentado el Diccionario de la Lengua Española, conocido como DRAE, edición XXII, 2001; Diccionario panhispánico de dudas, DPD, 2005; Diccionario del Estudiante, 2005; Diccionario esencial de la lengua española, que contiene los avances de la última edición del DRAE, después de cinco años de avance, 2006; Nueva gramática de la lengua española, dos volúmenes, 3885 páginas, 2009; Manual de la nueva gramática de la lengua española, 993 páginas, 2010; Diccionario de americanismos, DA, 2333 páginas, 2010. Y en noviembre de este año quedará aprobada la Ortografía que sustituirá la que está vigente, que es de 1999. Nos hemos referido a las obras lingüísticas de carácter panhispánico, sin tener en cuenta las literarias que también se han publicado como: Don Quijote de la Mancha, IV Centenario, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, antologías poéticas de Pablo Neruda y de Gabriela Mistral… Todas las obras lingüísticas mencionadas son panhispánicas, no solo porque han sido realizadas con la colaboración de equipos de académicos de todos los países donde se habla el español sino porque en todas ellas se ha considerado la lengua en su totalidad, en sus diferentes niveles diatópicos, diacrónicos, diastráticos y porque la norma culta de cada país se ha tomado en cuenta para las obras esencialmente normativas: el diccionario, la gramática y la ortografía. Se ha dicho que el DA es el diccionario más completo del léxico americano y sus 2333 páginas, más de 70 000 lemas y más 120 000 acepciones así lo prueban; se ha afirmado que es una obra actual y esto es así no solo por su reciente publicación sino por la modernidad de su concepción y, particularmente, por su valioso contenido que en su conjunto era totalmente desconocido; se ha manifestado que este diccionario es descriptivo y no normativo; la razón de estas características tiene que ver con el propósito de la obra que es dar a conocer 192 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 el léxico diferencial o propio de cada país; muchas de estas palabras descriptivas de una particularidad de la realidad se generalizarán y se impondrán en sectores más amplios de los hablantes y entonces su escritura, fonética y semántica se convertirán en norma para el sector o región de uso. De todas estas obras panhispánicas, el DA nos llena de mucha alegría, satisfacción y acaso, también de orgullo pues en su construcción hemos puesto algo de nuestro cariño, compromiso, conocimiento, compañerismo y corazón que unidos a los esfuerzos de los otros colaboradores suman un gran amor. El DA es una obra que une y reúne aquello que auguraba Rubén Darío y que es ahora divisa de nuestra Academia: En espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua. Recoge los sustratos de nuestras lenguas indígenas, las realizaciones antiguas de cara al futuro, la magia y los colores del trópico en contrapunto con las alturas andinas y cumbres de Machu Picchu; el esplendor y resplandor de atahualpas y moctezumas, la sabiduría de los nicaragua y la fuerza de caupolicanes. El DA es una obra que viene de nuestras raíces e ilumina la identidad de nuestros pueblos. Aun cuando el proyecto del DA es centenario, puedo contar a los presentes que he conocido y contribuido en lo posible con sus principales protagonistas; aquellos que no pusieron la primera piedra, pero sí las bases, la armazón y el techo, entre estos: Víctor García de la Concha, Director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación; Humberto López Morales, Secretario General de la Asociación de Academias de la Lengua Española y Director del proyecto; José Moreno de Alba de México; Alfredo Matus Olivier de Chile; Pedro Luis Barcia de Argentina; José Manuel Blecua de la Real Academia Española; Atanasio Herranz, español que pertenece a la Academia Hondureña de la Lengua. Participé por Nicaragua en los últimos congresos de la Asociación de Academias de la Lengua Española en los que se tomaron decisiones oportunas y decisivas para ejecutar este proyecto. En 1998, mocioné en Puebla, México, en favor de una nueva gramática y en 2002 lo hice en favor de los términos del beisbol; traté de demostrar Diccionario de americanismos 193 que la mayoría de estos se pueden usar sin violar las normas de nuestra fonética y por tanto debían incluirse en el DRAE. En 2002, representando a Nicaragua como miembro de la Comisión Permanente, dediqué tres meses a tareas del DRAE en comisión ad hoc que dirigía D. Fernando Lázaro Carreter, a la revisión de un lexicón de chilenismos durante las sesiones de la comisión que dirigía D. Humberto López Morales y en horas de trabajo individual revisé los lemas centroamericanos que aparecían en el DRAE, 2001. Al regresar a Nicaragua revisé y envié aportes para la planta del DA; todavía en esa fecha, la planta era un pequeño folleto. Este era fruto de las concepciones que tenía D. Humberto López Morales más los aportes de académicos que trabajaron algunos días con este propósito en Uruguay. En 2007, nuevamente en la Comisión Permanente, en Madrid, me correspondió revisar la base de datos ARU que contenía los americanismos del DRAE, aproximadamente 28 000 vocablos. De estos, pertenecían a Nicaragua 1012. En esa fecha ya había aparecido en Nicaragua la primera edición del DEN y entonces pude aumentar, en la base de datos mencionada, los lemas de Nicaragua, de 1012 a 5400 palabras. En los años siguientes, 2008 y 2009 se enviaron más palabras que las dos últimas ediciones del DEN había incorporado. La revisión del DA se hizo a través de la comunicación electrónica entre 2008 y 2009. Al frente de esta tarea estuvieron, por Nicaragua, la dos veces máster Hilda María Baltodano Reyes; ella empezó la tarea en lo referente a nuestro país en Madrid y la concluyó en Managua; quien les habla inició la tarea en 2000. El Diccionario del español de Nicaragua, DEN, que está en la base de datos de la Asociación, fue el principal referente para Nicaragua. Para su elaboración, lo he dicho antes, partí de las experiencias que en la materia habían realizado en nuestro país Carl H. Berendt, Alfonso Valle, Alejandro Dávila Bolaños, Ernesto Miranda Garay, Carlos Mántica Abaunza, Cristina María van der Gulden, Fernando Silva, Jorge Eduardo Arellano y las palabras que encontré en las obras de mis 194 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 colegas académicos, escritores, cantautores y la recogidas en mercados, caseríos, zonas rurales, grupos de jóvenes, clínicas, talleres y cantinas (este último término según la acepción nicaragüense). Yo he citado para la compilación de mi trabajo a más de ochenta autores nacionales y más de 120 obras; téngase en cuenta la cantidad de veces que se ejemplifica con textos de Fernando Silva, Gloria Elena Espinoza de Tercero, Carlos Alemán Ocampo, Sergio Ramírez, Julio Valle Castillo y Carlos Mejía Godoy… y tantos otros que ahora por razones de espacio y tiempo no es posible mencionar, pero aparecen en el DEN. De manera que el léxico de Nicaragua en el DA es significativo particularmente si consideramos que somos un país de cinco millones y medio de habitantes y aunque geográficamente somos el país más extenso de Centroamérica, tenemos menos población que El Salvador y Guatemala; si tenemos en cuenta esos dos elementos población y territorio, somos un país cuya población es varias veces menor que la población de la ciudad de México o Buenos Aires; en territorio y población más pequeño que Venezuela, Colombia, Bolivia, Perú y en población menor que Cuba. Señalamos estos elementos porque la creación de palabras guarda relación con la cantidad de población y con la diversidad del medio. Valorando esos elementos Nicaragua, seguramente, está por encima de la media aritmética en cuanto al número de palabras por país que contiene el DA. No hemos podido determinar todavía cuántos lemas con la marca de Nicaragua tiene este Diccionario, pero sí son abundantes. Es difícil encontrar páginas en que no aparezca la marca de nuestro país, sea lema compartido con un país vecino o con un país distante. Encontramos lemas en uso exclusivo para Nicaragua y otros los compartimos con regiones y con múltiples países. Compartimos con un país vecino: ¡adentro! interj. ES, Ni. Usado para dar ánimo: ¡adentro, Cojutepeque! —cantan en El Salvador. Diccionario de americanismos 195 ¡Adentro mis muchachos! —dijo en Masaya el monseñor de los pobres. aka. m. Ho, Ni. Metralleta semiautomática de fabricación rusa. babasal. m. Ni, CR. Gran cantidad de baba. ¡caballada! interj. Ni, CR. Algo excelente. chachagua. f. Ho, Ni. Dos frutos unidos por la misma cáscara. cilampa. f. Ni, CR. Lluvia tenue. daiper. m. ES, Ni. Pañal de tierno. gacilla. f. Ni, CR. Alfiler que se abrocha de tal manera que su punta queda dentro de un gancho. machetón, a. ES, Ni. Persona tosca. Encontramos lemas compartido con un país distante: acostada. f. Ni, Ch. Reposo de alguien en la cama para descansar o dormir. chacueco. adj. Mx, Ni. Dicho de algo mal hecho. chancha. f. Ni, Pe. Dinero reunido entre varios para compartir un gasto. dagazo. f. Ni, Bo. Herida hecha con la daga. fresco, a adj. Ni, Bo. Dicho de alguien que es descuidado. fruncido, a. adj. Mx, Ni. Referido a una tela mal cosida. maceada. Verificamos centroamericano: f. Ni, Bo. Apuesta. lemas compartidos en el sector afuerear. tr. Ho, ES, Ni. Salir alguien a defecar. barajustada. f. Gu, Ho, ES, Ni. Huida impetuosa de la persona o del animal. Además de la región centroamericana, este vocablo tiene uso en Ve. chabela. adj. Ho, ES, Ni. Referido a cosa de mala calidad. chachalaca. f. Mx, Gu, Ho, ES, Ni. Persona parlanchina. 196 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 fulearse. prnl. Gu, Ho. ES, Ni. Comer hasta hartarse. Con el significado de ´llenar de combustible el tanque´ es tr., y se usa en Gu, Ni, CR, y PR.; Con el significado de ´llenar de algo un recipiente´, es tr. y se usa en Ho, ES, Ni. gabacha. f. Gu, Ho, ES, Ni, CR. Prenda de vestir holgada, generalmente de color blanco, usada en laboratorios, hospitales, peluquerías y salones de belleza. pisador, ra. adj. Gu, Ho,Ni. Referido a persona aficionada a practicar el acto sexual. reloj. m. Ho, Ni, CR. Corazón de la persona y también tiene el significado de ´hoyo del calcetín´ compartido con Ho. Verificamos lemas compartidos con países distantes. Así: chancletear. tr. Ni, Cu, Co. Ve, Ar. Andar arrastrando los pies. churrete. m. Ni, Ec, Ch. Evacuación del vientre, líquida y con presión. cundido, a. adj. Ni, Cu, RD, PR, Co, Ve. Lleno o cubierto de algo nocivo o no conveniente; lo compartimos con Ho, ES y RD, referido a cosa o lugar lleno de personas o animales; y lo compatimos con Ho y ES, referido a planta llena de flores o frutos. encanado, a. adj. Ni, Cu, Co, Ve, Bo, Ec, Ch, Ar. Ur. Referido a alguien que está en prisión. frigorífico. m. Ni, Co, Ec, Pe, Bo, Ch, Py, Ar, Ur. Establecimiento industrial donde se donde se encuentra todo tipo de carne para su conservación. pispireto, a. adj. Ni, Py, Ur. Referido a persona vivaz; también se usa con el sentido de persona coqueta en Mx, Gu, Ho, Ni, Ur. Diccionario de americanismos 197 Por supuesto que encontramos lemas de uso exclusivos de Nicaragua. Así: ababiecarse. prnl. Ni. Distraerse mirando a alguien o algo. babazón. f. Ni. Salivación abundante. bacán. m. Ni. Fiesta bulliciosa. bajín, m. Ni. Recompensa ilícita obtenida por un servicio. cabrearse. prnl. Ni. Preocuparse por algo o por la presencia de alguien. chafista adj. Ni. Persona bromista. chagüite. m. Usada por varios países, pero solo en Nicaragua tiene los significados de ´discurso político´ y de ´llaga de la caballería´. chanfaina. f. Ni. Usada con diferentes acepciones por varios países, pero solo en Nicaragua tiene los significado siguientes: ´comida hecha con la cabeza del cerdo´, ´exposición desordenada´ y ´producto de mala calidad´. compactar. tr. Ni. Reducir el número de empleados en una empresa o institución. dacron. m. Ni. Tipo de tela. fachadismo. m. Ni. Política administrativa que consiste en aparentar que se actúa. ¡fuche! interj. Ni. Expresa rechazo. gaspar. m. Ni. Persona delgada. lejío. m. Ni. Emanación del difunto. licuriaco. m. Ni. Persona que repara objetos domésticos. mameyudo, a. adj. Ni. Referido a persona de cabeza grande ||2. Persona inteligente. piquinyuqui. m. Ni. Trago de licor. piruca. m y f. Tomador consuetudinario, generalmente indigente. pisporrazo. m. Ni. Golpe fuerte. quebradera. f. Ni. Escurrimiento vaginal de un líquido seroso que algunas mujeres sufren tras el período menstrual. 198 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 quebradora. f. Ni. Fiebre de origen viral acompañada de dolores por todo el cuerpo. ¡raflá! interj. Ni. Expresa la rapidez con que se hace algo. rebuznar. intr. Ni. Cometer un error al hablar. rebuzne. m. Error grave al hablar. reconcentrarse. prnl. Ni. Reunirse varias personas para un mismo fin. recupere. m. Ni. Botín que resulta de una acción armada. ||2. Obtención del total de una parte de algo que estaba perdido o robado. sacadora. f. Ni. Mujer que, con coqueterías, quita dinero a los hombres. sampajagua. adj. Ni. Referido a persona que se mete en asuntos ajenos. sanjuaniar. tr. Ni. Lavar la ropa rápido y mal. sanjuliana. f. Ni. Ano de la persona. santolear. tr. Ni. Administrar a alguien la extrema unción. tábano. m. Ni. Cobrador impertinente. tabaquera. f. Ni. Insulto verbal. tajonear. tr. Ni. Azotar a alguien con un látigo. talolinga. f. Ni. Lodazal. uantú. m. Ni. En el boxeo, golpe de derecha y después de izquierda. ||2. Alianza entre dos personas para algo. ¡uyuyuy! interj. Ni. Expresa que alguien no siente ningún temor o miedo de algo o alguien. También encontramos lemas plurimembres ya sea derivados de verbos o de sustantivos, helos aquí: dejarse. prnl. Ni. Significa la finalización de una relación amorosa, pero de este verbo, en su forma transitiva y pronominal, tenemos locuciones o lemas plurimembres como los siguientes: tr: ~ a medio palo. loc. v.: no concluir algo. tr: ~ a pie. loc. v.: robarle todo a alguien. Diccionario de americanismos 199 tr: ~ como semáforo. loc. v.: dejar en espera a alguien. tr: ~ con los colochos hechos. loc. v.: dejar listo a alguien. tr: ~ el cacaste. loc. v.: morir alguien en una acción. tr: ~ el ombligo en... loc. v.: nacer alguien en… tr: ~ el tren. loc. v.: quedarse alguien soltero. tr: ~ a alguien en el petate. loc. v.: arruinar a una persona. tr: ~ en la lona. loc. v.: ganar un boxeador a otro por nocaut. tr: ~ en la luna. loc. v.: permanecer alguien sin entender. prnl: ~sela meter | ~sela zampar. loc. v.: aceptar una mentira y también la otra acepción. Como ejemplo de lemas plurimembres derivados de sustantivos tenemos de Nicaragua: gallo. m. En Mx., Ni., Py. Significa candidato de preferencia. ||2. En Gu., Ho., ES., Ni. Significa clítoris de la mujer. ||3. En Ni. Significa jefe de pandilla. Pero este sustantivo da origen a los lemas plurimembres siguientes: ||4. ~cumbo. loc. s.: gallo de pelea sin cola. ||5. ~fino. loc. s.: gallo de raza. ||6. ~gallina. loc. s.: persona miedosa. ||7. ~giro. loc. s.: tipo de color, plumas negras y doradas. ||8. ~pinto. loc. s.: comida típica de frijoles con arroz. ||9. ~tapado. loc. s.: candidato reservado para el último momento. ||10. sopa de ~. loc. s.: la que se hace con el gallo muerto en la pelea. El término gallo ha dado origen a las frases proverbiales siguientes: Cada gallo en su patio. / El que es ~ donde quiera canta. / El ~ viejo con el ala mata. / Más claro no canta un ~. Concluyo, pues, valorando el DA como una obra monumental, soñada, ansiada, realizada con entusiasmo y cooperación de especialistas de todas las latitudes americanas. Describe esta obra, con vocablos aparentemente inconexos, la historia, el paisaje, la flora y la fauna del continente; así como la anatomía y los sentimientos de sus habitantes. En este diccionario los nicaragüenses nos vemos y nos reconocemos 200 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 como creativos e ingeniosos, con gran sentido de la plasticidad, del humor y la picardía en la creación de las palabras. Y como no hablamos de las comidas, les recuerdo que hace rato pasó la hora del indioviejo o del caballobayo; ya llegó la hora del gallopinto, pero la Embajada de España, en esta ocasión, les ofrece con verso de Rubén Darío a Berceo: un vaso de bon vino. ¡Gracias! Managua, 25 de agosto de 2010 Salón “Papa Otto” Edificio Invercasa VIII DOCUMENTA RUBENDARIANA Rubén Darío, fotografía tomada de la obra El archivo de Rubén Darío (Buenos Aires, Editorial Losada, 1943), compilado por Alberto Ghiraldo. Documenta rubendariana 203 Fervor y apoteosis del “Canto a la Argentina” en su centenario Jorge Eduardo Arellano El Canto a la Argentina, donde dice el poeta su visión ardiente de alucinado ante el presente y el futuro de la república Argentina que… sangre universal / absorbe para dar vida al orbe entero… añade al principado lírico de Rubén Darío el título de poeta civil. Alexandre Plana, La Vanguardia. Barcelona, 21 de enero, 1915. EL MÁS alto y apoteósico homenaje en verso que se le ha tributado a la patria de San Martín, Sarmiento y Mitre, entre otros próceres civilizadores, es el “Canto a la Argentina” de Rubén Darío, escrito en París a partir de diciembre, 1909 y concluido, a lo sumo, en abril de 1910. Publicado en un libro especial el 25 de mayo de ese año, le produjo a su autor la mayor retribución económica otorgada en su vida: ¡diez mil francos! Una suma superior a la que había recibido cualquiera de sus libros; más aún, superior a la que había logrado obtener con todos sus libros juntos. Por algo, aparte de Nicaragua, Argentina fue el país de América donde Rubén vivió más tiempo. Cinco años, tres meses y veinticinco días: del 13 de agosto de 1893 al 8 de diciembre de 1898; lapso durante el cual encabezó el movimiento modernista y editó sus dos libros renovadores: Los raros y Prosas profanas; posteriormente seis días: del 19 al 24 de agosto de 1906, a raíz 204 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 de su participación en el Congreso Panamericano de Río de Janeiro; y seis años después, más de cuatro meses: entre el 8 de agosto y mediados de diciembre de 1912, en gira de la revista Mundial. Tanto se integró Darío a la vida artística de Buenos Aires y amó intensamente a la Argentina, que este país fue llamado por él su patria intelectual primero y luego su segunda patria de encanto. Pero —lo más importante— es que, de acuerdo con su ideología de la latinidad, veía en Argentina —junto con Brasil y Chile— un posible muro de contención frente al expansionismo imperial del Norte. Así, en 1897, aseguró en su prosema “A la Argentina”: Has podido oponer al águila yanqui el cóndor. Su pre-texto Se trata de una oda en prosa, muchísimo más breve que el “Canto”, del cual constituye su pre-texto paralelo. Escrita trece años antes, anticipa el contenido de aquél. Por ello vale la pena difundirla: Corazón de América y brazo del futuro americano. Dueña del sol de mayo. Madre de luchadores, patria de corazones. Tierra en que germinan semillas de porvenir. Pampa inmensa donde el sol se expande y los rebaños, el trigo, el avestruz y el potro tienen existencia. Matrona de bronce, que tuviste por sangre y hierro tu libertad. Fecunda y misteriosa protectora de las razas del mundo, que pones en cada una de ellas tu germen autóctono. Comodora de la bandera blanca y azul, que en la escuadra de América presentas tu sol delante de todas las estrellas Gloria y amor a ti, ¡oh Argentina patria! Un galope de pegasos nuevos, anunciando triunfos, nació de las naciones latinas, y tus hombres de obra trabajan en siembras de ciudades y de ideas. Has tenido el talismán que ha ahuyentado la guerra. Has podido oponer al águila yanqui el cóndor. Documenta rubendariana 205 Y tu bella sangre, ¡oh Argentina!, comunica su ritmo al vibrar de todo el Continente. La estatua de la Libertad está levantada delante de la ciclópea Nueva York; el simulacro de la vida futura de la América Latina debe levantarse, triunfante, delante de Buenos Aires. Como en el crisol el oro, en ti se purifican la sangre y los pensamientos de todos los pueblos. Como en la pampa el potro, en tu cielo vuela libre el pegaso. Y la ciudad de los sueños que vienen será Buenos Aires. Tal lo esperan los hijos de la Visión; tal lo aguardan los ausentes de la Esperanza; tal lo miran los ciudadanos y los obreros de la Atlántida. Gloria por los colores de tu pabellón. Gloria por la fuerza de tu historia y por San Martín, Belgrano y Moreno. Amor a ti, nación de las naciones de América. Amor a ti, porque eres nuestra abanderada continental. Porque en ti alienta la santa vitalidad latina. Y porque en tus palpitaciones, ¡oh corazón de América! Yo creo escuchar la música del universo futuro (en Darío, IV, 1955: 450-452). Contexto histórico “En la balanza que forma el continente americano, es la República Argentina la que hace el contrapeso a la pujanza yanqui, la que salvará el espíritu de la raza y pondrá coto a más que probables y aprobadas tentativas imperialistas” —escribió asimismo en París, julio de 1911. “Por eso —añadía— el mundo fija la mirada en ese gran país del Sur, de apenas siete millones de habitantes, que rivalizará en más de una empresa agraria, pecuniaria o financiera con el otro gran país del Norte cuya población pasa de ochenta millones” (Darío, 1997: 31). He aquí, en esencia, la convicción que animó al nicaragüense universal para elaborar su “Canto a la Argentina” un año antes. 206 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Y añadía Darío, definiendo y resumiendo la historia de los argentinos: “Pueblo formado con savia española, que heredara todas las cualidades y defectos de los conquistadores, con agregación de nuevos elementos, inició su independencia con hechos épicos, sufrió las consecuentes agitaciones y revueltas en un estado de ensayo; soportó los soplos del pampero anárquico y se desangró en choques intestinos; supo lo que pesa el plomo y el hiero de las tiranías, se revolvió contra ellas; fue poco a poco iluminando su propia alma, el alma popular y enseñó a Demos la verdadera diferencia entre la civilización y la barbarie; cuida de la escuela y la universidad; propaga la cultura y progreso; levanta y da brillo a la organización parlamentaria; ve que en el seno de la tierra está la mayor de las riquezas” (Darío, 1997: 31-32). Y prosigue Rubén trazando, panorámicamente, el auge que la república Argentina había protagonizado de 1880 a 1910, es decir, durante el período que corresponde en América Latina la implantación del modo de producción capitalista en escala continental: “Se preocupa de las cuestiones económicas que son las cuestiones vitales; por la eliminación o por cruzamiento comienza la formación de una raza flamante; recibe sangre viva y músculo útil de los cuatros puntos del globo; echa al olvido el daño español del pronunciamiento y el mal hispanoamericano de la revolución; crece, se hace fuerte al amparo de una política de engrandecimiento económico, hace que las grandes potencias la miren con simpatía, y celebra su primera fiesta secular con el asombro aprobador de todas las naciones de la tierra” (Darío, 1997: 32). El centenario de la independencia Tal era “la nueva y gloriosa Nación”, cantada por el himno de los argentinos, que propiciaría el primer centenario de su independencia el 25 de mayo de 1910. El ambiente era de regocijo: se enaltecían —al decir de Mireya Camurati— “no solo las glorias pasadas, sino la prosperidad y enorme desarrollo del presente” (Camurati, enero-junio, 1989: 104). Si bien luego se calificarán estas actitudes como “las ilusiones del centenario”, Documenta rubendariana 207 la imagen era válida. Al respecto, señaló un historiador contemporáneo: “Aunque como país periférico y dependiente, la Argentina crecía. Aumentaban las cifras de sus exportaciones agropecuarias, así como la extensión de sus vías férreas; se secularizaban las instituciones, y el capital extranjero, después de la crisis de 1890, volvía a mostrarse confiado en el orden de la república oligárquica” (Halperin Donghi, 1969: 214-215). Entonces La Nación, el gran diario porteño y representante de esa república oligárquica (lo había fundado Bartolomé Mitre, en 1870, presidente de la república entre 1862 y 1868), decidió consagrar al acontecimiento un volumen de lujo que obsequiaría a sus miles de suscriptores. Y en ese volumen —por cierto, de 336 páginas, de 46 cm de alto por 31 de ancho, encuadernado en tela y con decoración estampada— insertaría dos composiciones laudatorias, solicitadas oportunamente: una a Darío y otra a Leopoldo Lugones (1874-1939), el mayor de los poetas modernistas de Argentina. De ahí que aparecieran el propio 25 de mayo “Canto a la Argentina” del primero y “A los ganados y las mieses” del segundo; el poema más extenso de los que integran sus Odas seculares. El más extenso poema dariano También el Canto fue el más extenso poema dariano: ¡mil y un versos! “¿Casualidad?” —se pregunta Julio Saavedra Molina. Y contesta: “Cosa buscada quizá por el interventor del miliunichesco vocablo” (Saavedra Molina, 1945: 54). En efecto, su original autógrafo a lápiz de grafito —conservado en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional de Chile, en Santiago— contiene un número en el margen izquierdo de sus 86 páginas cada diez versos. Esto confirma la sospecha del dariísta chileno, quien identifica su métrica predominante: el heptasílabo (verso de siete sílabas) combinado con el tredecasílabo (de 13), el decasílabo (de 10) y el eneasílabo (de 9). Los 1,001 versos se agrupan en 31 estrofas, cuya extensión varía de 8 a 76 versos. Otro dariísta, el argentino Arturo Marasso, señala los textos antecesores del canto en nuestra América y su modelo europeo 208 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 sugeridor: “Darío volvió al viejo tema de las odas de [Andrés] Bello (1781-1865), [José Joaquín] Olmedo (1780-1847) y [Olegario V.] Andrade (1839-1882). Pero este tema del ‘canto a’ había sido renovado en la poesía moderna con los magníficos Laudi de [Gabriel] D’Anunzzio”. Los Laudi —especifica Marasso— “sugieren a Darío la amplitud de la oda, el arrebato lírico y la modulación, el tono que se eleva entre el rumor de las mil voces que entonan el Himno argentino” (Marasso, 1934: 301). Precisamente, el Canto se inicia con una invocación tres veces repetida, ¡Argentina! ¡Argentina! ¡Argentina! que concluye, en su primera estrofa, invocando el primer verso de dicho himno: …Oíd mortales, oíd el grito sagrado (vv. 7-8). Y el bloque multifacético que sigue se cierra con el triple pregón del mismo himno: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad! En el prolongado y minucioso intermedio, como una vasta sinfonía, Darío despliega sus profundas motivaciones anímicas ante una idea cardinal: la Argentina como tierra de promisión (¡Oh, tierra abierta al sediento / de libertad y de vida!). Óigase como aprovecha, de inmediato, este vibrante oíd: Oíd el grito que va por la floresta de mástiles que cubre el ancho estuario, e invade el mar; sobre la enorme fiesta de las fábricas trémulas de vida; sobre las torres de la urbe henchida; sobre el extraordinario tumulto de metales y de lumbres activos; sobre el cósmico portento de obra y de pensamiento que arde en las políglotas muchedumbres; sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar, sobre la blanca sierra, sobre la extensa tierra, sobre la vasta mar. Con una euforia vital, la exalta: He aquí la región del Dorado, / he aquí el paraíso terrestre / he aquí la ventura esperada, / he aquí el Vellocino de Oro, / he aquí Canaán la Documenta rubendariana 209 preñada, / la Atlántica resucitada, / he aquí los campos del Toro / y del Becerro simbólicos; / he aquí el existir que en sueños / miraron los melancólicos, / los clamorosos, los dolientes, / los poetas y visionarios / que en sus olimpos y calvarios / amaron a todas las gentes. ¿Los campos del Toro? Correcto: la aplicación no solo en verso sino en prosa de un mito persa a la patria argentina. En su ensayo sobre el escultor porteño Rogelio Irurtia, Darío había recurrido al mito de Mithra que propagaron los legionarios romanos a través de la Europa Occidental, desde los tiempos de César, para explicarse el fecundo país de las pampas. Allí, abolida la barbarie con la ejecución del Toro brutal por Mithra —quien se elevó a las esferas celestes con el nombre de Silvana— se cultivó la tierra, se protegieron los ganados, se fundaron ciudades —anotó en el ensayo referido— “en que se congregan los traficantes, los ricos, los artistas, los pensadores” (Darío, 1990: 243). Función apoteósica Como las anteriores, las alusiones culturales son numerosas y cumplen su función apoteósica. De hecho, en palabras de Marasso, el Canto “es poema de vate y de pensador, de hombre universal y americano, concebido como un conglomerado de yuxtaposiciones. Abunda en descripciones enumerativas, en erudición mitológica, geográfica y étnica, política y económica, patriótica y pedagógica, social y moral, doctrinaria y visionaria” (Marasso, 1943: 301). La Biblia figura entre sus fuentes y también los clásicos latinos (Virgilio, Horacio, Ovidio) e incluso un argentino: Rafael Obligado (1851-1920), autor de Santos Vega, donde evoca el 25 de mayo de 1810, cuando Buenos Aires lideró el movimiento revolucionario. Darío alude a tales hechos en la estrofa siguiente: Héroes de la guerra gaucha, / lanceros, infantes, soldados / todos, héroes mil consagrados, / centauros de fábula cierta, / sacrificados del terruño, / granaderos el rayo al puño, / locos de gloria… (vv. 453-459). Y recuerda a José de San Martín, sin nombrarlo, en su 210 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 silenciosa vejez: ¡Y gloria! ¡Gloria a los patricios, / bordeadores de precipicios / y escaladores de montañas, / como el abuelo secular / que, fatigado de triunfar / y cansado de padecer, / se fue a morir de cara al mar / lejos, allá en Boulogne-surMer (vv. 441-452). Igualmente, le dedica a Hipólito Bauchard —subalterno de San Martín que realizó, al mando de la fragata La Argentina, una notable campaña de corso contra los absolutistas españoles— estos cinco versos: Recordad al nauta que vino de Saint-Tropez, a Bouchardo, el capitán franco-argentino, hábil bajo las marejadas, bajo las tormentas ufano (vv. 703-707) En suma, el Canto conforma la imagen de Argentina como tierra de paz y prosperidad, abierta a los inmigrantes (ciudadanos del orbe todo) y que se levantaba ya como nación del porvenir. De ahí que se refiera a rusos (hombres de las nieves del zar), judíos (mocetones de ruda estampa, / dulces Rebecas de ojos francos, / rubenes de largas guedejas, / patriarcas de cabellos blancos), italianos (hijos de la tierra del milagro partenoveo), suizos, franceses y españoles, entre los cuales destaca a los finos andaluces sonoros, / amantes de zambras y toros, / astures que entre peñascos, / aprendisteis a amar la augusta / Libertad, elásticos vascos / como hechos de antiguas raíces, / raza heroica, raza robusta, / rudos brazos y altas cervices, / hijos de Castilla la noble / rica de hazañas ancestrales; / firmes gallegos de roble; / catalanes y levantinos / que heredasteis los inmortales / fuegos de hogares latinos. Desfilan luego la Pampa feraz (estepa sin nieve, entraña robusta, / mina de oro supremo) y el gaucho de broncina faz; Buenos Aires (Metrópoli reina, la fecunda, la copiosa, / la bizarra, grande entre grandes, a la que denomina íntimamente amada ciudad); y el Río de la Plata (Padre extraordinario, más que del Tíber y del Sena, / más que del Támesis rubio, / más que del azul Danubio / y que del Ganges indiano, / es el misterioso Documenta rubendariana 211 hermano / del Tigris y Éufrates bíblicos, / pues junto a él han de surgir / los adanes del porvenir. El sol tutelar “desde la enseña argentina”, la mujer, la hermandad continental constituyen, entre otros, subtemas que merecen ejemplificarse, al igual que reminiscencias de poemas anteriores del autor, como la célebre y celebrada “Marcha triunfal”, escrita en la isla Martín García —a la entrada del Río de La Plata— en mayo de 1895: Sonad, oh claros clarines, sonad tambores guerreros, en el milagroso escenario; los nombres de los paladines La mujer argentina, con savia diversas creadas, no podía faltar en este poema vigoroso, optimista, totalizador: Talle de valses de Viena, / ojo morisco es de España, / crespa y espesa pestaña / es de latina sirena; / de Britania será esa piel / cual la de la pulpa del lis / y que se sonrosa en el / rostro angélico de la miss; / esa ondulante elegancia / es de la estelar París, / y esa luminosa fragancia / de las extrañas del país. / Concentración de hechizos varios, / mezcla de esencias y vigores, / nórdico oro, mármoles varios / algo de la perla y el lirio, / música plástica, visión / del más encantador martirio, / voluptuosidad, ilusión, / placidez que todo mitiga / o pasión que todo lo arroja, / leona amante o dulce enemiga, / tal la triunfante Venus criolla. Compás moderno y anhelo personal El crítico español Guillermo Díaz Plaja advirtió que en el Canto “todo —tema y verso— tiene un compás acelerado de modernidad” (citado en Pantorba, 1967: 321). En efecto, compruébese esta modernidad en la enumeración caótica con que Darío describe la urbe bonaerense, emparentándose a Walt Whitman: Tráfagos, fuerzas urbanas, / trajín de hierro y fragores, / veloz, acerado hipogrifo, / rosales eléctricos, flores / miliunanochescas, pompas / babilónicas, timbres, trompas, / paso de ruedas y yuntas, / voz de domésticos pianos, / hondos rumores humanos, / clamor de voces conjuntas, / pregón, llamado, todo vibra, / pulsación de una intensa fibra, / sensación de un 212 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 foco vital, / como el latir del corazón / o como la respiración del —pecho de la capital (vv. 377-392). Se trata, como lo ha señalado Julio Valle-Castillo, del esbozo inaugural de la épica urbana en lengua española (Valle-Castillo, julio-septiembre, 2004: 41). Casi al final del poema, sin embargo, desaparece el vate, el aeda, tomando su lugar el hombre para exclamar: ¡Y yo, por fin, que he de decirte, en voto cordial, Argentina! (vv. 971-972) Ahora esta nación (Aurora de América), heroica y guerrera en el pasado, hospitalaria y maternal en el presente, será en el futuro inexhausta mina, con sus inacabables rebaños para que los pueblos extraños / coman el pan de tu harina. Surge, entonces, su deseo —digamos mejor anhelo— personal: ¡Cómalo yo en postreros años de mi carrera peregrina, sintiendo las brisas del Plata! (vv. 978-980) Finalmente, cabe transcribir esta justa valoración del crítico argentino Enrique Anderson Imbert, a quien no se le escapa obviamente “la gratitud o la lisonja al país amigo y, sobre todo, una fina lluvia de imágenes líricas que va calando hasta los huesos a todos los temas transeúntes”, advirtiendo que es “la voz íntima de Darío, asordinada, pero no acallada por el gran vozarrón declamatorio de orador de centenario, lo que el lector de poesía salva. Las olas, como de mar, que se sacuden en el poema vienen a cantar a la Argentina… pero esas olas cantan en realidad los grandes temas optimistas: la humanidad, la paz, el progreso, el trabajo, la utopía” (Anderson Imbert, 1961: 200). Una positiva proeza verbal y poética Pese a su desmesura, tópicos inevitables y versos de escaso vuelo, el “Canto a la Argentina” resultó una definitiva proeza Documenta rubendariana 213 verbal y poética. Sus lectores de hace cien años se sintieron plenamente identificados con el poeta. Hoy, por las circunstancias históricas que se han padecido, el Canto solo puede considerarse una ilusoria reliquia épico-lírica. Canto a la Argentina y otros poemas. Bibliotecas Corona, Madrid, 1914. 214 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Bibliografía ANDERSON IMBERT, Enrique: “Rubén Darío, poeta”, en Crítica interna. Madrid, Taurus, 1961, pp. 163-209. CAMURATI, Mireya: “Dos cantos al centenario en el marco histórico social del Modernismo en Argentina”, en Revista Iberoamericana, núm. 146-147, enero-junio, 1989, pp. 103-127. DARÍO, Rubén: “A la Argentina”, en Obras completas. Tomo IV. Madrid, Afrodisio y Aguado, 1955, pp. 450-452; originalmente publicado, con el título de “Oda a la República Argentina”, en La Nación, Buenos Aires, 10 de julio, 1897, p. 6, col. 4 _____________: “Canto a la Argentina”, en La Nación 1810-25 de mayo, 1910, Buenos Aires, pp. 90-92. _____________: “El escultor argentino Yrurtia”, en Opiniones. Prólogo: Fidel Coloma. 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SAAVEDRA MOLINA, Julio: Bibliografía de Rubén Darío. Santiago de Chile, Edición conmemorativa de la “Revista Chilena de Historia y Geografía”, 1945. VALLE-CASTILLO, Julio: “Rubén Darío y su otra trilogía”, en Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 124, julio-septiembre, 2004, pp. 27-42. Darío en París (1910). IX ARTÍCULOS Y ENSAYOS Edgardo Buitrago Buitrago. Artículos y ensayos 219 Carta a don Edgardo Buitrago: en ocasión de su misa de cabo de año Francisco Arellano Oviedo Ha vuelto septiembre que nos recuerda la Batalla de San Jacinto y también lo ocurrido en León en 2009: tu partida, don Edgardo, el día 14. Vos que eras el historiador, el tribuno, el maestro, el jurista, el académico, el dariano, el amante de tu ciudad natal, el fundador y director del Museo-Archivo Rubén Darío, el amigo…, agitaste tus alas y alzaste el vuelo. El tiempo ha corrido tan veloz que nos parece que quien nos acompañó siempre llegará a la sesión de trabajo un poco tarde, como a veces ocurría. Entonces, vos respetuosamente te excusabas y…, ¡claro!, teníamos que comprender que venías desde León y que a veces se atasca el tráfico en la capital y el tiempo que se tarda de un punto de Managua a otro lugar de esta es mayor que el tiempo que transcurre en un viaje de León a Managua. Recuerdo a Julio Valle, querido don Edgardo, aquel día del sepelio, rechazando, negando y renegando lo ocurrido. Él decía que en cualquier momento recibiría tu llamada por teléfono y escucharía tus sonoras carcajadas ya fuera por un elogio o una crítica a tu persona, porque él elogiaba, en ese momento, tu ecuanimidad y espíritu constructivo, que no te gustaba restar ni dividir sino sumar y multiplicar, y eso siempre te lo reconocimos: ¡fuiste un hombre de unidad! ¡Gracias por esa enseñanza tan importante! Con tu partida, me ha ocurrido lo que me pasa también con el poeta PAC; a veces paso por su casa y me parece que lo voy a ver con aquella su pose tan característica, con el hombro recostado, ligeramente sobre el marco de la puerta, mirando que uno se 220 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 iba acercando y cuando estaba al alcance de su voz iniciaba la plática…, pero en tu caso era diferente, había que tocar fuerte aquella puerta y gritarte cerca del agujero de la cerradura para que la voz pasara al fondo de la casa; pero bien, mi querido amigo, nos hacés mucha falta, no solo en la Academia, también en el Museo-Archivo, en la Universidad, en los medios de comunicación y en las diferentes tribunas del país, porque tu sabiduría, tu capacidad de análisis y de exposición, así como tu palabra fraternal y juiciosa siempre fueron bien recibidas y lo que vos decías era lo correcto. Tu partida me parece que ha sido como la ausencia de quien se va por un año sabático. Aquí, tu gente (Mercedita y Miguel Ángel) me entregó este año el texto de tu obra Las Purísimas para que lo editara y se me pidió que lo presentara en el Paraninfo de la Universidad de León. Así, hice la edición y me cupo el honor de hablar en la misma tribuna donde vos hiciste gala de tu magisterio y jurisprudencia. ¡Cuánto me habría gustado que para esta fecha hubiésemos tenido una edición de tus obras completas, pero no pierdo las esperanzas que las instituciones de aquella tu ciudad natal las hagan realidad en algún momento! En la Academia Nicaragüense de la Lengua donde se te estima, admira y reconoce tu trabajo por el desarrollo e incremento de nuestra cultura, mantenemos nuestra agenda activa, procurando conservar el prestigio que nos heredaron personajes de tu talla. Después de tu partida, elegimos a doña Ana Ilce Gómez Ortega en el cargo directivo que vos desempeñabas, la fiscalía. Todos coincidimos y seguramente vos también nos habrías dado tu voto, porque Ana Ilce es poeta y musa ella misma, humilde y muy capaz, valiente y tan juiciosa. Presentamos la Nueva gramática de la lengua española y el Diccionario de americanismos, ambos proyectos panhispánicos en los que la Academia Nicaragüense de la Lengua, tu Academia, puso el mejor de sus empeños. Este año saldrán cinco obras que llevarán el sello de nuestra Casa; pero hay una noticia muy bonita y de gran interés para vos: nuestra colega Gloria Elena Espinoza Artículos y ensayos 221 publicó un teatro, Sangre atávica, en el que uno de los personajes principales es el celebérrimo don Edgardo, esto implica que en esa obra no podía estar ausente doña Marianita, aquella por quien cambiamos algunos artículos de nuestros estatutos a fin de que ella pudiese ingresar también a esta Academia y detrás de ella otras mujeres importantes por su creatividad y humanismo. El sábado 11 de septiembre a las 10:00 a.m. hay una misa en la catedral de León, donde el tropel de las ideas y palabras han concedido reposo a tu cerebro. Me han invitado, es tu misa de cabo de año y Dios mediante, allí estaré en compañía de quienes hemos sido tus amigos y de quienes te admiramos por tu obra y tu fe en nuestro Señor Jesucristo. Amén. Managua, septiembre 2010 Académicos e invitados, en ocasión del 80 aniversario de la Academia Nicaragüense de la Lengua. 222 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 CELESTINA, LÁZARO Y PALOMINO Amadeo Albuquerque Lara NINGÚN escritor de valía puede dar un salto a la vida literaria si no es sobre los hombros de quienes lo precedieron en la historia. Vida y Amores de Alonso Palomino refleja la influencia del Arte de Amar, o del Ars Amandi de Ovidio; la Trotaconventos y La Celestina, así como de El Lazarillo de Tormes en versión modificada. Se trata de una novela picaresca, al estilo de La Celestina y El Lazarillo de Tormes, con las cuales se ha de comparar en este estudio. Carlos Alemán Ocampo es un estudioso de la lengua, y como tal, se ha interesado no solamente en los temas más representativos de la literatura española y de la nicaragüense, sino que ha profundizado en el lenguaje que utilizan los personajes populares. Vida y amores representa la oralidad del “Platicador de recuerdos”, en el ocaso de su vida. Por la misma razón, resulta difícil hablar de Celestina como personaje aislado del resto de la literatura española. Juan Luis Alborg afirma que … son abundantísimas sus deudas con la literatura de la Antigüedad y de sus imitaciones medievales y renacentistas. (p. 559). Las otras obras clásicas que hay que tomar en cuenta para entender este arte de amar tan deseado y codiciado, sin duda que es Trotaconventos de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita como la mejor alcahueta, cien años antes que Celestina: Busqué trotaconventos qual me mandó el Amor,/ de todas las maestras escogí la mejor;/ (Estrofa 697) y Pánfilo en busca de la vieja Anus como mediadora para seducir a Galatea son antecedentes literarios de Calisto y Melibea. Fallé una tal vieja qual avía mester,/ artera e maestra e de mucho saber;/ Doña Venus por Pánfilo non pudo más fazer/ de quanto fizo aquésta por me fazer plazer. (Estrofa 698) ¿Qué mejor inspiración para Artículos y ensayos 223 los amores y placeres de Alonso Palomino? Trotaconventos para el Arcipreste; Doña Venus para Pánfilo; Celestina para Calisto; y la Clorinda y la Gertrudis para Palomino. Esta novela de Alemán Ocampo es digna de comparar no solamente con las ya señaladas en el título de este estudio, sino con las obras que las precedieron. Sin embargo, semejante empresa la consideraría ajena a mis propósitos. Baste por ahora dedicar unas cuantas comparaciones literarias de estas tres obras. Primero, las tres son de carácter picaresco, aunque con Lazarillo se defina el verdadero género; segundo, la intención de Palomino, Celestina y Lázaro es mezclarse con los distintos estratos de la sociedad; tercero, Vida y amores y Lazarillo contienen un carácter anecdótico y burlesco; cuarto, las tres obras pertenecen al género novelesco, pues La Celestina ha sido considerada por sus críticos como novela dramática, según Leandro Fernández de Moratín; en tanto que Buenaventura Carlos Aribau, la llamó «novela dialogada», clasificación que causó la crítica de María Rosa Lida de Malkiel, pero novela al fin. I. Entre la Edad Media y el Renacimiento español La Celestina es una obra que se ubica entre la Edad Media y el Renacimiento español. Manuel Criado de Val la califica como la última y decisiva culminación de la literatura medieval; con ella se abre asimismo el largo período de la literatura clásica española (Introducción:19). La primera edición de Burgos data de 1499, bajo el título de Comedia de Calisto y Melibea, pero sin el nombre del autor y sin la página titular. Esta edición consta de dieciséis actos, pero posteriormente se publica en Sevilla, en 1501, otra edición con el nombre de Tragicomedia de Calisto y Melibea, con veintiún actos, más una carta titulada “El autor a un su amigo”. La obra ha sido objeto de la crítica en cuanto al autor se refiere, por cuanto el mismo Fernando de Rojas afirma que encontró un manuscrito que él resumió como el primer acto, al cual añadió los otros quince a la edición de Burgos y que por último añadió cinco para completar los veintiuno, tal como se lee actualmente. 224 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 A. El oficio de la seducción ¿Por qué Calisto busca a la prostituta Celestina para que seduzca a Melibea? Porque además de haber antecedentes literarios en este arte de la seducción como la ya mencionada Trotaconventos, queda comprobado por esas experiencias que la seducción no sólo pertenece a los hombres sino a las mujeres, especialmente las que saben fingir y engañar. Estas son excelentes seductoras entre mujeres porque nadie mejor que ellas conocen los sentimientos femeninos. Por lo tanto, en Palomino son las mujeres las que se encargan de buscarles los placeres a las demás. La Clorinda me consiguió varias chavalas del pueblo, todas muchachas de la escuela, hasta iglesieras. Me advertía: -Te gusta tal y tal, pues no andés detrás de ella que la vas a conseguir (p. 50). El mismo oficio de la vieja a quien Amor recomendó al Arcipreste, o el de la puta vieja Celestina. Solamente que la Clorinda se conservó solo para Palomino y no se sabe que haya sido alcahueta para otros. En los personajes de La Celestina el sexo es, si no la única, la principal vía hacia la realización de la existencia del ser, por eso Vida y Amores de Alonso Palomino se convierte en un tratado del comportamiento sexual entre él y sus mujeres, porque Palomino es un maestro de la sexualidad y por eso es perdonado por sus ‘infidelidades’. B. El placer carnal y sus consecuencias Mientras La Celestina es un libro pesimista, por cuanto no hay felicidad para los hombres ni para las mujeres, pues su única liberación es la muerte trágica, Palomino vive el placer y se vanagloria de saberlo producir a sus amantes. En cuanto a tragedias amorosas entre Palomino y sus amantes, la única registrada es la de la Lolita Zeledón, después que Palomino volvió al mercado con la Gertrudis por mandado de la Clorinda; luego, la de la Juanita Picado cuando un amante la acuchilló en el mercado Boer, después de haberse separado de Palomino; por último, la Gertrudis muere aplastada por pedazos de concreto cuando el terremoto de 1972. Sin embargo, la única muerte trágica por decepción amorosa es la de la Lolita Zeledón. Pero si hemos de encontrar tragedia en Vida y Amores, tres de sus Artículos y ensayos 225 mujeres encuentran la muerte de forma trágica, pero la Clorinda es la excepción, pues esta muere por causas naturales. C. Los ardides para introducirse en la sociedad En tanto que Celestina se hace pasar por vendedora de peines, alfileres, ovillos de hilo, afeites, hierbas e incluso oraciones para el dolor de muelas, Palomino, por iniciativa de la Clorinda, ofrece remedios y oraciones a los pobres, pero para hacerles el favor, por compasión. Sin embargo, en su consultorio ofrece consejos y demostraciones de cómo mejorar las técnicas del sexo a la gente de distintos estratos sociales cuando él se aprovecha para dar una lección real del cómo y del hacer. Aquí encontramos una gran diferencia entre Celestina y Palomino, puesto que la vieja Celestina ya se encuentra retirada de sus actividades sexuales y sólo visita los hogares en beneficio de sus clientes; en tanto que Palomino se encuentra en plenos goces de los placeres aunque simula hacerlo por el bienestar de su clientela. Si La Celestina termina con un final trágico, Palomino mira hacia el pasado con satisfacción, en el ocaso de su vida, ya de regreso a su pueblo natal. El placer de Calisto es efímero cuando le dice a su amada Melibea: “Jamás querría, señora, que amaneciese” (Acto XIX), sin pensar que no vería ni el próximo amanecer. La Celestina busca el placer de los amantes, como intermediaria y experimentada en el placer, aunque ella ya no lo goce. Palomino es “prestado” por sus mujeres para que goce el placer sexual con otra mujer. Celestina había sido prostituta en su juventud, pero ya en su vejez sólo busca el placer de los jóvenes incautos; Palomino continúa disfrutando del sexo hasta poco antes de su muerte, cuando Isabel, ‘la sobrina carnal de la Clorinda’ le manifiesta: – No se vaya a sentir incómodo, esto no es cosa suya, es de destino. Aproveche que es el último (p. 261). II. El inicio de la novela picaresca El Lazarillo de Tormes se ha considerado como una obra anónima, aunque la crítica ha sugerido un posible autor o autores, sigue siendo anónima para la posteridad. La primera edición 226 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 conocida es de 1554, es decir, 56 años después de la edición príncipe de La Comedia de Calisto y Melibea. El Lazarillo es una novela autobiográfica, contada en primera persona que destaca su carácter picaresco. Marcel Bataillon afirma que en la novela Se aprecia que por una singular transmutación, un corpus tradicional de burlas y anécdotas dispersas cambia de estructura y de razón de ser (Prólogo:39). El narrador se identifica como “Lázaro de Tormes, hijo de Tomé Gonçales y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca” (El Lazarillo: 63). Pero Lázaro aunque es un gran pícaro, dada su corta edad, no se especializa en el arte de amar. Nos interesa, sin embargo, su mala fortuna de ser lazarillo de ciego, criado de clérigo, criado de escudero o de fraile, o de buldero, o de capellán, o de alguacil. Mientras Lázaro va de amo en amo, Alonso Palomino va de mujer en mujer; de pueblo a mercados y de mercado a farmacia. Es en estos recorridos por las antiguas calles de Managua y por las pláticas en los mercados que Palomino encuentra a sus mujeres y se vuelve un experto en los placeres y la lujuria de la carne. También es en los recorridos por la calles de Toledo que Lázaro conoce a profundidad la pobreza extrema de sí mismo y de la sociedad española de la época y la apariencia de riquezas de la cual se burla en sus siete tratados. A. La vida del Pícaro Según Juan Luis Alborg, el pícaro es una persona que se opone al pastor idealizado y al héroe caballeresco (Tomo I, p. 751) y otros temas tan exaltados en la literatura anterior: El Cantar de Mio Çid, los Cantares de Gesta, el Mester de Clerecía con sus sílabas cunctadas, las obras de Alfonso X El Sabio y el Auto de los Reyes Magos. Ya con el Arcipreste comienza a darse un giro en la literatura española, con el tema de la Trotaconventos. Entonces hacía falta un cambio diametralmente opuesto: una ‘filosofía vulgar’, un personaje popular sin ninguna cultura como presume en el Prólogo “que en este grossero estilo escribo”, y jactándose de las enseñanzas del ciego afirma: “y en muy pocos días me mostró jerigonza” (Tratado Primero); el pícaro tiene que ser astuto, roba para subsistir, es un antihéroe, pues destaca Artículos y ensayos 227 por sus fechorías, es marginado por la sociedad y es un criado de personajes de diferentes estamentos de la sociedad a quienes critica duramente. Américo Castro afirma que Desde fines del siglo XV venían usándose los personajes de las clases más bajas como una especie de proyectil para ser lanzado contra la gente aristocrática y los valores encarnados por ellos secularmente (Alborg, p. 757). Por eso, Alemán Ocampo utiliza a Alonso Palomino como un pícaro que comete fechorías amorosas dentro de la sociedad, sin mucha astucia para conquistar, puesto que tiene a la Clorinda; pero desde el punto de vista social y religioso es un antihéroe. B. Al servicio de cualquier señor Alborg expresa que la decadencia de la economía, pronto iniciada, y la pobreza de los campos empujaban hacia las ciudades a masas de gentes, dispuestas a buscar acomodo al servicio de cualquier señor o a vivir como se pudiera (p. 752). Otra causa socio-económica en España es la aparición del parasitismo y la holgazanería como producto del regreso de expedicionarios venidos de América. Este entorno social empuja a Lazarillo a subsistir como sirviente de personajes que representan en su tiempo la mendicidad, la tacañería del religioso y la pretensión de pertenecer a la nobleza aunque se viva en la miseria. Esto para destacar a los tres personajes que Lázaro describe en tres diferentes tratados: el ciego, el clérigo de Maqueda y el escudero. Naturalmente, que el otro personaje que representa el embuste religioso es el buldero, de quien Lázaro se burla sin misericordia. Alonso Palomino busca los mercados para conocer de cerca la situación social y económica de su época, aunque no como sirviente de ningún señor sino como el amante fiel y amigo de confianza de las vendedoras del mercado. Lázaro se presenta como un criado de ciego, huérfano de padre, abandonado por su madre a la merced de aquel mendigo que deambula por las calles de Salamanca y más tarde, por las de Toledo, ciudad que lo ve pasar miserias y desengaños, pero que también lo ve crecer y aún prosperar en sus años de juventud. Refiriéndose a esta ‘jerigonça’ de los vagabundos que Lázaro 228 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 presume poseer, Marcel Bataillon expresa que tales jerigonzas no se encuentran por ningún lado (Citado por Alborg). Sin embargo, Lázaro es un personaje de la baja sociedad, hijo de padres poco recomendables, mientras que Palomino es descendiente de conquistador español y nieto de una anciana religiosa (p. 12). En su niñez fue sacristán, visitador de billares, aunque asegura nunca haber pasado más allá de la puerta, ni mucho menos haber jugado. Por eso el narrador sabe muchas anécdotas y cuentos y conoce muy bien el lenguaje de sus personajes. C. Lázaro y Palomino por las calles Lazarillo va de amo en amo hasta completar los siete. Palomino va de mujer en mujer, quienes se hacen cargo de su existencia, tanto de la manutención diaria como de la complacencia sexual. Palomino comienza con las muchachas de Diriá, muchas de ellas iglesieras, muy discretas y al final muy agradecidas de que Palomino les haya evitado una vejez amargada por no haber experimentado el sexo. Ellas me ven y me dicen adiós como agradecidas de que se les haya llegado la ancianidad y que por mí se van con su gozo”, (p.50). Sin embargo, Palomino se jacta de las muchas que tuvo: Este viejo que ya nadie ve, que no parece, a muchas se las llevó adelante, pero que esta vez reflexiona que Me percato que no conté nunca nada de mis mujeres, las cercanas a lo largo de la vida (pp. 9-10). Por supuesto, en este estudio me concentraré en esas mujeres “cercanas” que formaron parte de la vida sexual de Palomino. Esas mujeres que vivían urgidas: detrás del excusado en Diriá, detrás del mostrador de la farmacia, como la Lolita Zeledón, o después de un tiempo, al regresar ‘prestado’ a su mujer de turno. Palomino vive extenuado sexualmente no solo por la urgencia de sus mujeres, sino por aquellas que llegan a buscar consejo de cómo mejorar su relación con sus maridos. Sufre tanto desgaste que se le doblan las piernas, pero aún así siente la responsabilidad de cumplir. El ambiente social en que se desarrollan las acciones de Lazarillo es un pueblecito pobre de la España del siglo XVI, cuya adolescencia y juventud la pasó trabajando como sirviente Artículos y ensayos 229 de amos de poca o ninguna cultura; pero como adulto termina como un modesto pregonero en las calles de Toledo. El Lazarillo de Tormes se desarrolla en una época de hambre y pobreza económica aspecto que se ve reflejado en todos sus amos, aunque más acentuado en el tratado del escudero. Especial atención merece el pasaje en donde Lázaro escucha el lamento de una mujer cuyo marido lo llevan a enterrar: “– Marido y señor mío, ¿adónde os me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y oscura, a la casa donde nunca comen ni beben!” (Tratado tercero). Este lamento Lázaro lo interpreta como que el muerto lo llevan a casa del escudero, pues luego exclama: “– Oh desdichado de mí, para mi casa llevan este muerto! III. Vida y Amores de Alonso Palomino Vida y amores de Alonso Palomino es una novela picaresca, una muestra muy singular dentro de la narrativa nicaragüense. Su autor es el investigador, lingüista y académico, Carlos Alemán Ocampo. El personaje principal y narrador en primera persona, Alonso Palomino, ostenta un apellido sugerente y derivado de paloma y palomitas por el arte de ser mujeriego, pero niega actuar bajo los efectos de las palomitas o hechiceras de su pueblo. Aunque él mismo acepta estar protegido por la Clorinda para que ninguna hechicera le haga daño. Palomino tiene muchas mujeres y no porque él las busque, sino porque a él se le ofrecen o lo piden prestado a su mujer de turno, la que muy resignada lo cede, lo comparte, sin guardarles rencor ni a él ni a su beneficiada de turno. Entre estas beneficiadas está la Gertrudis, quien lo recibe prestado de la Clorinda; la Rosita, la Juanita Picado y la Lolita Zeledón lo reciben prestado de la Gertrudis; aunque siempre la Clorinda está de por medio para recuperárselo a la Gertrudis, hasta que finalmente la Gertrudis muere por el terremoto de Managua y Palomino regresa a su pueblo a pasar los últimos días que le quedan a la Clorinda a quien él mismo entierra para finalmente darse cuenta que con Isabel por fin me llegaba el sosiego de mujeres (p. 261). Palomino confiesa que ante la juventud de Isabel sus fuerzas se acaban. 230 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Palomino, al igual que Lázaro describe el ambiente social y económico que se vive en los mercados. Además de sus amores, es un gran observador de cómo viven las personas que lo rodean. Es digno de mención la vida de uno de sus vecinos: Había un señor, del cual nunca supe su nombre, que era el único que se nos adelantaba para salir. Caminaba silencioso y despacio por la calle, calculando su hora de llegada al punto de su trabajo. Salía sin comer ni siquiera una tomita de café. Seguro era solo porque nunca encendía fuego (p. 42). Lázaro pasa una vida de miseria (lacería) que le hace honor a su nombre. Para sobrevivir, tiene que robar o hacerle trampas a su amo de turno: al ciego le roba el vino y la longaniza, entre otras cosas; al clérigo, le roba el pan; pero al escudero no tiene que robarle porque nunca hay comida en casa. A. Palomino pasa “prestado” a otra mujer Mientras Lázaro busca otro amo para ver si mejora su situación, Palomino corre otra suerte. Palomino vive de lo que le ofrece su mujer del momento; y si cambia de mujer es porque pasa “prestado” a otra ‘para probarlo’, pero nunca por haber pasado hambre ni porque su mujer no lo haya deleitado. Su campo de acción es el mercado Boer, y su historia la guarda en unos papeles para dejar constancia de todo esto (p. 26). Sin embargo, su punto fuerte no son los documentos para el lector, sino su plática con los oyentes: Aunque me adelante un poco, lo voy a decir ya. Este recurso de recordar lo pasado mientras nos adelanta otros hechos aparentemente relevantes para el acontecimiento narrado, representa el fluir de la conversación, así como el mantener la atención del oyente: la función apelativa del lenguaje. Su presencia en los mercados permanece en el dominio de los testigos que lo vieron actuar. Todavía en los mercados se menciona de cuando anduve por esos lados y allí, Dios más que nadie lo sabe, fui tempranero siempre, cada mujer que fui teniendo, a las tres de la mañana me tenía en pie ayudando con las cosas (p. 26). La expresión: ‘Cada mujer que fui teniendo’ comunica el peregrinar de un lado a otro, al igual que lo hizo Lázaro de amo en amo; o como Celestina que con el pretexto Artículos y ensayos 231 de vender peines, alfileres, ovillos de hilo, afeites, hierbas e incluso oraciones para el dolor de muelas, tiene acceso a diferentes hogares y de esa manera se roza con diferentes estratos de la sociedad. B. La vieja Managua de antes del terremoto de 1972 En Vida y Amores tenemos una radiografía de la vieja Managua de antes del terremoto de 1972. Los lectores que conocieron la ciudad se deleitan recordando el barrio Boer, El Fóker, San Sebastián, San Antonio, el mercado Boer, el mercado San Miguel, la calle Candelaria, la calle del Triunfo, la iglesia San Sebastián, la Catedral, el Parque Central, la Avenida Bolívar, la Calle Quince de Septiembre, el Palacio de Comunicaciones, los almacene Tina Lugo, la tienda Kika, Celia Pasos de Argüello, Casa Sengelmann, distribuidora de los radios Telefunken; los Trajes Pérez Santos, el Centro Destilatorio, el cine Tropical, el cine Trébol, el cine Boer; la Mecatera, la cárcel El Hormiguero, las radios Panamericana, Radio Mundial y Unión Radio; la empresa de buses Santa Fe, solo para mencionar unos tantos. Sin embargo, los lugares por donde caminaba Palomino con más frecuencia era El Fóker, San Sebastián, San Antonio, la Calle del Triunfo, y la Calle Quince de Septiembre, según lo relata él mismo cuando en compañía de su mujer visita las tiendas ya mencionadas. En los mercados conoce a otros estratos de la sociedad. En ocasiones tuvo que responder ante la Guardia Nacional, cuando cayó preso, a los periodistas que lo entrevistaron y con la gente rica que llegaba a pedirle ayuda para mejorar sus relaciones amorosas con su pareja. Aunque no pretendo haber completado el análisis de la obra, he destacado algunos aspectos comparativos en la novela de Alemán Ocampo. Sin embargo, no puedo descuidar el lenguaje, y la crítica social. C. Los referentes del lenguaje de los mercados Como queda dicho al principio, Carlos Alemán es un escritor y estudioso de la lengua, especialmente, de la variedad 232 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que se habla en Nicaragua. Por supuesto, el autor pone en boca de sus personajes este hablar del pueblo, así como los temas, pertenecientes a distintos campos semánticos: utensilios o artículos de cocina y su medio de transporte. “Le sentí el cariño en el llamado para que le ayudara al acomodo de los platos, cazuelas y porras en el carretón (p. 30). Como se trata de una mujer del mercado, estos son los objetos referidos. No solamente sus mujeres trabajan en el mercado, sino que viven humildemente en una cuartería. … mientras caminábamos hacia el lado de “El Fóker”, cerca de la iglesia de Cristo del Rosario, a la cuartería donde ella vivía” (p. 31). Tres grandes ejes del medio en donde se desenvuelve la novela son Diriá, los mercados y la cuartería. Por lo tanto, sus personajes hablan de este ambiente y su lenguaje es un reflejo de las experiencias vividas en esos lugares. También hay otros referentes que pertenecen a otro campo semántico, propio de las mujeres del mercado: la carne, la verdura, los huesos, el azúcar libreada, porque ella era comidera y no fresquera (p. 31). El eje central de este campo semántico son las ‘comideras’ del mercado: carne, verdura y huesos; el eje de las ‘fresqueras’ en este caso es el azúcar libreada; es decir, el azúcar comprada por libras y no por quintal. No se trata de comerciantes mayoritarias, sino de mujeres luchadoras, sin duda mujeres solteras; pues a excepción de la Gertrudis, no se mencionan los hombres de las demás. Gertrudis fue la mujer que se hizo cargo de él en el mercado. A ella se refieren las alusiones en el párrafo anterior. A ella también le gustaba cantar y oír las canciones de Radio Panamericana, canciones de grandes amores. … después de oír un poco la vi lagrimear, se limpió la cara con el delantal y me pidió que le cantara una canción. Las costumbres de la gente del pueblo se reflejan en su lenguaje: … el chirrido de los resortes del catre y ella que salía del aposento y yo pensé que salía al patio para ir a orinar y no (p. 33). El delantal es el distintivo de las vivanderas y no podía faltar, aunque esta vez le sirve además como pañuelo que enjuga sus lágrimas. El narrador prefiere emplear el verbo ‘lagrimear’ en vez de llorar. Es el léxico del Artículos y ensayos 233 pueblo. Con los resortes del catre se comunica la humildad del aposento y el orinar en el patio revela el ambiente de la cuartería, en donde no hay un servicio privado en el cuartucho. D. Muestra representativa del léxico popular Hay también una enumeración de palabras de uso popular, las cuales el autor pone en boca de sus personajes, pero que solo mencionaré unas cuantas: iyendo por yendo, zafado, boca floja por indiscreto, tempraneaba por levantarse temprano, al suave por poco a poco, barata por vehículo con altoparlantes, desapartó por apartó, largo por lejos, notición por noticia importante, alcanzaba por cabía, agarró por se dirigió, bullaranga, por bullanga, platicadera por pláticas, bailadera por baile, me dio mi preocupadita por preocupación, algunos me daban mis centavos, algo de dinero, tenamastes por piedras, hornado por horneado, mujerero por mujeriego, supiritada por excitada, compadecencia por compasión, un Palomino en esas vainas por en esas cosas, comideras por vendedoras de comida, fresquera por vendedora de refrescos, despercudida por de tez clara, siguiéndoles la platicada por conversación, hamaqueando por meciéndose en hamaca, querendona por cariñosa, chancecitos pasajeros por aventuras amorosas, fachenta por fachenda, cuentera por chismosa, hielosa por helada, tuquitos por pedazos, me había quedado hecho humo por ausente o ensimismado, chachalte por ácido, garubas por garúas, rateábamos por reatábamos, traido por disgusto o enemistad, los últimos deslumbres del sol rayando el cielo por crepúsculo o atardecer, se le arrimó el hombre por acercarse, entre otros. En el habla popular es notorio el sufijo –era como platicadera y bailadera para indicar la acción repetitiva de platicar o de bailar respectivamente; o persona que hace o vende algo, como es el caso de comideras y fresqueras. Este recurso morfológico es común en el habla nicaragüense. Otras palabras existen en el idioma español, pero el pueblo les da un nuevo significado como zafado, adjetivo que se le da a una persona indiscreta o que no guarda secretos; o el adjetivo sustantivado traido que sufre dos cambios: de significado ‘enemistad’ y de acentuación, en vez de hiato se conserva 234 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 el diptongo. Compadecencia es una palabra derivada del verbo compadecer, forma que traiciona al hablante en vez del sustantivo compasión que no guarda más relación formal que la raíz o lexema. Mientras otras se diferencian de la forma española solamente por una letra. El adjetivo hornado viene de la forma popular hornar, en vez de horneado y hornear, respectivamente. Iyendo es el gerundio del verbo ir usado por el pueblo en vez de yendo; por supuesto, iyendo traiciona por la presencia de la i del verbo ir. El adjetivo fachenta en vez de fachenda es otro ejemplo. El adjetivo mujerero resulta más transparente para el pueblo que mujeriego, de aquí su preferencia. Sin embargo, el adjetivo supiritada es absolutamente de creación popular; el diccionario de la Real Academia Española lo registra como propio de Nicaragua con el significado de impetuoso o vehemente. Estas pequeñas muestras tomadas de la novela de Alemán Ocampo, demuestran algunas características del español popular puestas en boca de estos personajes. E. La crítica social en Vida y Amores Alonso Palomino tuvo que enfrentar la justicia policial y de la guardia de su época. En el caso del asesinato de la niña Milagritos, Palomino siempre esperaba lo peor para él. El primer día tuve temor de verme salir amarrado y culateado como culpable (p. 61). Como la policía llegaba y salía de la cuartería para interrogar a quienes vivían allí, nuestro narrador presenta la situación vivida en esos días. Apenas te veían la duda en la mirada, salían emocionados con la persona para un su lugar donde ellos terminaban de interrogar (p. 61). Es decir, antes de encontrar al culpable, los de la cuartería eran amarrados y culateados. En ese momento todos eran sospechosos. Otro aspecto social es la discriminación racial y social. Relatando el mismo asesinato de la Milagritos, el narrador afirma que alguna gente había pegado de un negro que vivía en la cuartería de al lado” (p. 66). Hasta hace pocos años, la Artículos y ensayos 235 gente de origen afro-caribeño era calificada de hechicera y de causar males a las otras personas. También se sospechaba de los gitanos: Siempre hay ese sentimiento de que los gitanos sean los que hacen barbaridades en los lugares donde andan (p. 67). La gente de la cuartería tenía miedo hasta de hablar en voz alta en presencia de los gitanos. El otro sector de la sociedad calificado de practicar la brujería son los pueblos de Masaya, Diriá y Niquinhomo. Se dice de esos pueblos que en ellos hay gente de ciencia, dotada y mejores curaciones y adivinaciones que los gitanos para encontrar el secreto de las cosas (p. 67). En la novela destacan tres grupos sociales como practicantes de la hechicería: los afrocaribeños de la costa Caribe, los gitanos, y los pueblos de Masaya, Diriá y Niquinhomo. Entre la población nicaragüense también se incluye Diriomo. Por último, la novela Vida y Amores… retrata la vida de la Rosita, la cual representa a las personas que se dedican a andar de pueblo en pueblo, en las fiestas patronales. En la madrugada del tercer día de bulla se apareció la Rosita, después de varios meses de andar por esos mundos de las fiestas patronales (p. 67). La Rosita es el prototipo de la mujer cantinera que lleva una vida nómada y mundana, sin ningún hombre que le ofrezca estabilidad. Se quedaba en las cantinas de enfrente esperando que algún picado la llevara a bailar al malecón (p.68). Incluso, esta vida ambulante le sirvió a la Rosita como coartada para librarse de los señalamientos de participación en el crimen de la Milagritos. La Rosita decía que en esos días había ido a las fiestas de San Roque a El Viejo, Chinandega (p. 71). Esta versión resultó tan cierta de su presencia en las fiestas de San Roque, que hasta un busero de Chinandega la defendió. Testimonió que la había venido enamorando en el camino. Y ese mismo hombre buscó al muchacho que andaba con la Rosita y vino a declarar (p. 72). De manera que en estos ejemplos encontramos una verdadera muestra de distintos estratos de nuestra sociedad, de sus discriminaciones y costumbres. Carlos Alemán Ocampo es sin duda un gran observador e investigador de las costumbres y conductas de la sociedad nicaragüense. El hombre que se expresa en las narraciones en 236 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 primera persona bautizado por el autor como Alonso Palomino es el prototipo del hombre mujeriego que se jacta de sus hazañas como el experto que enseña a sus mujeres a disfrutar de su vida sexual. En tanto que Lazarillo deambula por las calles de Toledo como criado de diferentes amos, Palomino vive en el ambiente de los mercados y camina por las calles de Managua empujando el carretón de la Gertrudis pensando en la canciones románticas de la Gertrudis o en los amores de la Clorinda, de la Lolita Zeledón, de la Juanita Picado o de la Rosita. En tanto que Celestina usa sus artimañas de vendedora de productos caseros para incursionar en la privacidad de los hogares para desempeñar su oficio de alcahueta entre jóvenes de la alta sociedad, pero que al final muere asesinada por sus criados, Palomino se queda en la memoria de las niñas viejas, de las que una vez fueron muchachas escolares e iglesieras que al llegar a su vejez, se sienten agradecidas por los favores sexuales de Alonso Palomino. Por eso, había que hacer un análisis comparativo entre estas tres obras: La Celestina, Lazarillo de Tormes y Vida y Amores de Alonso Palomino por sus parecidos literarios: Arte amatorio, criado de amos y amante de mujeres. Artículos y ensayos 237 Obras citadas ALBORG, Juan Luis. Historia de la Literatura Española. Tomo I. Madrid, Gredos, 1970. ALEMÁN Ocampo, Carlos. Vida y Amores de Alonso Palomino. Segunda Edición. Managua, El Jaguar y la Rosa, 1994. ANÓNIMO. Lazarillo de Tormes. Prólogo de Marcel Bataillon. Barcelona, Orbi.Fabbri, 1999. ROJAS, Fernando de. La Celestina. La Comedia (o trjicomedia) de Calisto i Melibea. Edición fonológica por Manuel Criado de Val. Madrid, Editora Nacional, s/a. RUIZ, JUAN, Arcipreste de Hita. Libro de Buen Amor. Tomo I. Madrid, Espasa-Calpe, 1974. 238 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 7 títulos de escritoras nicaragüenses Jorge Eduardo Arellano NADA MÁS oportuno resulta para mí conmemorar a la mujer nicaragüense, con motivo de su día internacional, comentando siete obras de igual número de escritoras: tres novelas, un libro de relatos, dos de crítica literaria y una colección de artículos de opinión. La promesante (2001) de Rosario Aguilar La octava novela de Rosario Aguilar es La promesante (París, Indigo & Cote-femmes edition, 2001), que despuntó en la primera década de este siglo acreditándose el premio “Gabriela Mistral”, coordinador por la narradora y también leonesa, residente en París, Milagros Palma. Con esta decorosa obra de ficción se narra una tragedia, la de Cecilia Ruiz, una joven que vive con su padre finquero en la isla de Ometepe. Mientras recibe la visita de su madre divorciada Vanessa, quien radica en los Estados Unidos, el padre se suicida sin dejar explicación alguna. Ambas —madre e hija— viajan a Nueva York, donde comparten momentos inolvidables. Sin embargo, por una infección adquirida durante las fiestas celebratorias del advenimiento del nuevo milenio, Cecilia es hospitalizada y se le detecta sida. Todo gira en torno de Cecilia, “la muchacha alegre, apasionada, caprichosa” que se niega aceptar el dictamen médico; pero luego se enrola en un grupo de autoayuda para luchar y hacer retroceder la enfermedad implacable. Pero la trama es más complicada y los recursos variados. Aguilar confirma en La Artículos y ensayos 239 promesante su poder de evocación, sobre todo el encuentro con Dagoberto Flores, joven finquero de El Sauce y pariente a quien le une una afición: los caballos. Flores, para el padre de Cecilia “un pistolero”, será asesinado a causa de una vendetta en una poza de Malpaisillo, no sin antes haberle trasmitido el virus HIV. Al final, Cecilia escribe una carta a su hermana Amanda, diciéndole que ha decidido ser “como una promesante en espera de un milagro”. De ahí el título de esta novela que tuvo una segunda edición en Nicaragua un año después. Una perfecta desconocida (2002) de Mercedes Gordillo El último libro de Mercedes Gordillo (Managua, 1938) constituye un ejemplo del viejo arte de narrar. Presentado por los críticos mexicanos Jaime Labastida y Federico Álvarez en la Feria de Guadalajara, consagra a la autora, cuya vocación tardía —como el caso de Juan Aburto— no ha sido obstáculo para realizarse como narradora. Me refiero a Una perfecta desconocida (2002): una colección de relatos. Trece en total, número riesgoso y aparentemente fatalista. En ellos, Gordillo sigue siendo la misma y comienza a ser distinta (¡ojo Vidamar Retaluz!). La misma porque no renuncia a su entrañable mundo capitalino, al ámbito de su clase social, a sus caprichos, pretextos y fantasmas; distinta porque enriquece su narrativa con aportes personales vinculados a la corriente fantástica que otorga al texto como una creación una nueva sensibilidad. Al menos, dos de sus piezas lo confirman (“Una perfecta desconocida”, que da título al volumen; y “La papalota”). Sin embargo, no todas las piezas corresponden a relatos ficcionalizados; pero se leen con fruición, incluyendo los exentos de contenidos fantásticos, como “El Gurú”: la mejor reconstrucción de la subcultura de la droga que llegó a Nicaragua en los años sesenta, relacionada con el yoga, el esoterismo y la meditación trascendental. También simpáticas resultan las 240 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 anécdotas domésticas elevadas a categoría literaria como “El retrato de don Adrián” y “Ojos de amor”. En fin, Una perfecta desconocida carece de vacuos experimentalismos modernos y su autora no pretende ser una prima dona, ni afirmar ninguna voluntad feminista. Solo se da como es: una mujer fiel a lo suyo, a su entorno, a su interioridad; una cuentista perfecta. El sueño del ángel (2003) de Gloria Elena Espinoza de Tercero Con su segunda novela, El sueño del ángel (2003) Gloria Elena Espinoza de Tercero (Jinotepe, 1955), obtuvo el Premio de novela “Funisiglo”, creado por Róger Mendieta Alfaro y solo otorgado una vez. Catalina Méndez es su protagonista. A través de ella, Espinoza de Tercero “nos entrega la visión de una mujer fragmentada por el deseo, al parecer liberada y después culpable de la seducción de un pene extranjero y ajeno a lo típicamente nicaragüense” —la resume Luis A. Jiménez, crítico especializado en literatura de mujeres. Hablo de uno de los cinco colaboradores de la obra de exégesis crítica. De casas, ángeles y lobos (León, Editorial Universitaria, 2007) que reúne diez análisis de la narrativa inicial de Espinoza de Tercero, cuya recepción crítica ha sido amplia y rigurosa, especialmente entre los académicos costarricenses María Amoretti y Jorge Chen Shan. Basta citar con un análisis más: el de Nydia Palacios sobre El sueño del ángel (Artes y letras, La Noticia, 23 de junio de 2003) y otro, de Vicent Spina, incluido en dicho libro: “En sueño del ángel: el retorno”. Spina deslinda los dos inconexos personajes principales: José Trejos, psiquiatra, casado y con hijos, radicado en Miami, emigrante nica de vuelta en su ciudad natal; León; y Augusta Catalina Méndez, “descendiente de una familia de abolengo, empobrecida, solitaria, veterana sandinista desilusionada”. Ella se ha quedado en el país y sufrido, especialmente por la muerte de su hijo. Artículos y ensayos 241 El crítico concluye: “Los dos personajes sienten una dualidad interior que los desgarra como una dialéctica que no encuentra una síntesis sino hasta en los últimos capítulos. Para Catalina la síntesis se realiza cuando se confiesa con su amiga Victoria. Las dos mujeres —la que se quedó para participar en el infierno de la guerra, y la que se fugó y halló una vida frívola en Europa— se abren la una a la otra y hallan consuelo en la amistad. José, incapaz de sentirse ni arraigado a un pasado nicaragüense ni a un futuro estadounidense, por fin halla cierta satisfacción al enterarse del nacimiento de su nieto, cuyo ángel de la guarda será el mismo que ha andado por la novela en busca de su propia razón de ser.” La piedra bocona (2004) de Martine Dreyfus Con un discurso narrativo tradicional, surgió en España otra reveladora vocación tardía, pero decidida y delicada: Martine Dreyfus (Managua, 1950). Sin sofisticaciones de escritora “de modé”, ni banaldiades de diva, Dreyfus ha publicado tres novelas cortas: El viaje a la vida (1997), Todo pasó en abril (2000) y La Casa de la Piedra Bocona (2004). A las tres las une un hilo de Ariadna: la nostalgia de su patria originaria y una visión no por exotista menos sincera, cristalina y autobiográfica. Además, un rechazo a la desesperanza, lo cual no le impide ser realista. Pero La Casa de la Piedra Bocona contiene sus propios elementos. El principal de ellos, o cohesionador, es la construcción de un espacio mítico a partir de la llamada “Piedra Bocona”: una pequeña estatua precolombina, empotrada junto a la puerta de una antañona vivienda esquinera de Granada. Pues bien, Martine transforma esa vivienda en el hábitat mágico de una existencia burguesa —no exenta de tragedias— erosionada por el tiempo. No se circunscribe, sin embargo, a un ámbito local. En la segunda y tercera parte, la trama se sitúa en Europa y Estados Unidos, exactamente en Nueva York, donde la autora describe el torrecidio perpetrado por el terrorismo talibánico. Por lo demás, mantiene el hibridaje léxico de sus noveletas anteriores (mezcla de vocablos hispano-peninsulares 242 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 e hispano-nicaragüenses); la percepción elogiosa de Granada, Nicaragua; y la idealización de sus personajes. En este caso, un lustrador de zapatos (“El Chino”) y su familia: madre o mujer de la calle y hermanita (“la tierna”). Ambas fallecen de la misma enfermedad, después de sobrevivir en el rincón de un edificio posterremoteado cerca de la Avenida Bolívar. Martine incorpora a los olvidados (en lenguaje buñuelesco) del mundo —quienes escarban en el basurero de “La Chureca” para obtener alguna especie de alimento podrido— desde una compasión cristiana y logra una ficción que es y no es de novela rosa. Lo es porque “El Chino” recibe el amor de sus padres adoptivos y se realiza en la vida. Y no lo es porque en la noveleta subyace una profunda denuncia de la miseria humana, convicción a la que se debe esta frase no convencional: “A veces la vida es generosa”. En el país de las alegorías (2006) de Isolda Rodríguez Rosales Escasos han sido, lamentablemente, los aportes de inter pretación crítica de nuestra literatura. Dos de ellos corresponden a la catedrática y estudiosa Isolda Rodríguez Rosales (Estelí, 1948): Una década en la narrativa nicaragüense y otros ensayos (1999) y En el país de las alegorías / Ensayos sobre literatura nicaragüense (2006), de título rubendariano. Ambos fundamentales, asimilan y aplican las teorías modernas. Así, en el último volumen Rodríguez Rosales realiza pros pecciones en la parodia, el pastiche, la reescritura, la inter textualidad, la polifonía bajtiniana y en otros discursos narra tológicos privilegiando la novela y el cuento, la autobiografía y el testimonio: El oro de Mallorca, novela de Rubén Darío cohesionada por la angustia; Vuelva, Güegüense, noveleta de Pablo Antonio Cuadra marcada por la búsqueda identitaria; La revolución perdida, de Ernesto Cardenal; Columpio al aire y Hechos y prodigios de Lizandro Chávez Alfaro; la polifonía de Mil y una muertes de Sergio Ramírez; la ficcionalización de la historia en Réquiem en Castilla del Oro, de Julio Valle-Castillo; Artículos y ensayos 243 el género en La Promesante de Rosario Aguilar; Una perfecta desconocida y Vida y milagros, ambas de Mercedes Gordillo. Mas la poesía no se queda atrás en los análisis de Isolda. Porque ella también opta por dilucidar la escisión vital de Rubén Darío en Cantos de vida y esperanza, el conceptismo telúrico —nicaraguanizado— de Rió hasta el fin de Ángel Martínez Baigorri, el amor conyugal y lúdico de Poesía reunida de José Cuadra Vega; y el retablo mestizo que es El lienzo del pajaritero del ya citado Valle-Castillo. En su mirada, Isolda Rodríguez Rosales une la calidad académica y una frescura que le permiten potenciar el valor de las obras representativas que estudia. Addis Esparta Díaz Cárcamo: Existencialismo y metafísica en la poesía de Alfonso Cortés (2009) Subtitulado “Estudio temático, estructural y semiótico”, esta obra —editada por la Academia Nicaragüense de la Lengua en 2009— constituye el examen más comprensivo y profundo de la poesía alfonsina. Se trata de una renovadora sistematización crítica que aborda lo simbólico, el existencialismo, la metafísica, el intimismo y las relaciones macroestructurales de Cortés con tres escritores hispanoamericanos postmodernistas: Alfonsina Storni, Gabriela Mistral y Enrique González Martínez (una argentina, la otra chilena y el tercero mexicano, respectivamente). El existencialismo del autor de “Ventana” —que abarca la angustia, la soledad y el sentido de la libertad— es cristiano, dentro de una concepción equilibrada del catolicismo. Pero sus categorías fundamentales son la temporalidad y la especialidad. “El hombre —sostiene Addis— está enmarcado en un tiempo y un espacio ilimitado. El sujeto de la enunciación pasa de un estado físico a un estado metafísico”. Otro aspecto desarrollado por Díaz Cárcamo, coordinadora de la Maestría en Filología Hispánica de la UNAN-Managua, es el surrealismo, mejor dicho: los elementos oníricos y misteriosos 244 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 trabajados magistralmente por Alfonso. En síntesis, éste se distingue de sus coetáneos postmodernistas de Hispanoamérica por su locura y estados de éxtasis. “Su vesanía se origina en su propia genialidad, en su infinita sensibilidad por los problemas humanos y en su ensimismamiento en las grandes lecturas de los filósofos en boga, principalmente Schopenhauer, Jaspers, Kant y Kierkegaard.” Como tesis doctoral, Existencialismo y metafísica en la poesía de Alfonso Cortés fue defendida en la Universidad de Humboldt de Berlín hace varios años. Su bibliografía es exhaustiva y la relacionada con Alfonso Cortés sorprendentemente completa, destacándose trabajos que el suscrito ignoraba, como el de Raúl Catagnino: “Poesía y demencia: el caso nicaragüense Alfonso Cortés” (Cuadernos del Sur, Bahía Blanca, núm. 17, 1984, pp. 3-13). Addis Esperta Díaz Cárcamo prepara otro volumen de ensayos —esta vez de agrocrítica— y ha estudiado, entre otros autores, a Rubén Darío, Luis Alberto Cabrales, Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos, Ernesto Cardenal y Gioconda Belli. La herradura de mi suerte (2010) de Ana María Chamorro de Holmann La herencia de una sangre patricia, el rectilíneo ejemplo de sus padres, el sello y la trayectoria del diario familiar, la inclaudicable lucha de su hermano mayor, mártir de la patria… He ahí las páginas iniciales de este libro: una suma de artículos, reminiscencias, semblanzas y espontáneas creaciones. Yo conozco a su autora: una dama, una matrona, una sensibilidad que desde hace más de treinta años emite su opinión sobre temas de interés nacional, prédica de valores y principios (“cuando el sentido moral se pierde, todo está perdido” —puntualiza Rubén)… He ahí el libro de Ana María Chamorro de Holmann, el de su vida. Ella se autorretrata como madre y esposa, como devota mariana y colaboradora persistente de obras piadosas; pero también revela una veta narrativa y una fibra poética. Si sus Artículos y ensayos 245 versos cultivan flores del jardín de su hogar, casi todos sus cuentos evocan y recrean anécdotas navideñas y de San Juan del Sur. O sea: de la herradura de su felicidad. X RESEÑAS Y NOTAS Reseñas y notas 249 El ejemplo señero de Darío en dos colecciones de estudios I Autores varios: Repertorio dariano 2010 / Anuario sobre Rubén Darío y el modernismo. Compilador: Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, febrero, 2010. 355 p., il. EN LO que va del año, se han editado en Nicaragua tres importantes colecciones de estudios sobre Rubén Darío. Repertorio Dariano, 2010, que inicia una futura serie anual, fue el primero volumen en aparecer y lo compiló el dariísta nicaragüense Jorge Eduardo Arellano. Su consejo editorial lo integran Pablo Kraudy (Nicaragua), Claire Pailler (Francia), Noel Rivas Bravo (España) y Günther Schmigalle (Argentina), también colaboradores del mismo. Kraudy, por ejemplo, puntualiza “El pensamiento social y político de Rubén Darío”, ensayo concebido desde la óptica de la literatura de ideas y que considera al poeta “como testigo e intérprete de su tiempo frente a la política y sus opiniones acerca de los fenómenos como la democracia y los procesos eleccionarios” (p. 97). Ciento sesenta y dos notas al pie de página respaldan el desarrollo de esta lúcida interpretación incluida en una de las secciones de la obra: Estética e ideas. Por su parte, Claire Pailler consigna en 37 notas a la crónica de Darío, “Reflexiones sobre el año nuevo parisiense”, inserta en Peregrinaciones (1901). En ella su autora denuncia “el aparato de la decadencia” en París en sus múltiples manifestaciones (la miseria “horrible y dantesca en su realidad”, el endiosamiento “de la mujer como máquina de goces carnales” y “la del histrión 250 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 en todas sus formas y en todas sus fases”, más “el imperio de la fórmula y la contradicción entre la palabra y el hecho”, por citar tres). Y concluye con una declaración tengo todavía el mal gusto de creer en Dios, un Dios que no está en San Sulpicio ni en la Magdalena. La colaboración de Pailler se localiza en la sección dedicada a la Crónica rubendariana, al igual que la de Günther Schmigalle: “Darío, el cronista cosmopolita”, por cierto la introducción a su último libro compilatorio: ¿Va a arder París…? (Madrid, Ventisiete Letras, 2008), reseñado por Miguel Ángel Muñoz. Este reconoce que la selección de estas treinta crónicas, que no excluyen “las cosas de América”, ha sido bien anotada y la ha ejecutado el dariísta alemán con rigor, coherencia y conocimiento de causa. La sección titulada Relaciones literarias se inicia con el aporte de Noel Rivas Bravo: “Oscar Wilde y los modernistas: [José] Martí, [Enrique] Gómez Carillo, [Rubén] Darío y Manuel Machado”. Se trata del estudio preliminar a los textos de los cuatro escritores nombrados que “nos trazan una imagen de Wilde elegante, refinada, sugestiva, culta, irónica, encantadora, pero no por eso ajena a un fondo de tristeza, soledad, dolor, desengaño y tragedia” (p. 292-293). El de Darío se titula “Purificaciones de la piedad”, procede también de Peregrinaciones (1901) y figura en el Oscar Wilde (Valencia, Instituto de Estudios Modernistas, 2006) de Rivas Bravo. La sección Poesía ofrece dos estudios: uno global sobre la significación de Cantos de vida y esperanza: “Darío: lírico perdurable de nuestra lengua”, de Jorge Eduardo Arellano, anteriormente publicado —sin sus titulillos explícitos— en Anales de Literatura Hispanoamericana (Madrid, Universidad Complutense, 2006), poemario cumbre de Darío que suscitó esta certeza de Jorge Guillén (1893-1984), cuando insurgían las vanguardias españolas e hispanoamericanas: “ninguno ha sido tan emperador tan absoluto como el poeta que logró ser poeta de todas las Españas. Sólo en los versos de Rubén no se pone el sol” (La Libertad, Madrid, 23 de agosto, 1921) Reseñas y notas 251 El otro estudio de la sección, de Francisco Arellano Oviedo, se concentra en el “Poema de otoño”, análisis exegético inédito con sustentación latina y griega que supera a sus precedentes. En cuanto a la sección Narrativa, consta de la primera parte de otro estudio global, también inédito, de Jorge Eduardo Arellano: “Los cuentos de Rubén Darío y su proyección en América, España y Francia”, donde figura una aproximación a la teoría rubendariana del cuento; de otro análisis, esta vez de Julio ValleCastillo: “El cuento de Huitzilopoxtly y la historia de su texto” y de uno más, de Isolda Rodríguez Rosales: El oro de Mallorca: la angustia como constante y el intertexto como recurso”. Ya Isolda lo había publicado en el número monográfico sobre el Segundo Simposio Internacional celebrado en León, Nicaragua, del 18 al 20 de enero de 2004: “Rubén Darío: nuevos asedios y reencuentros” / Edición de Jorge Eduardo Arellano (Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 124, julio-septiembre, 2004). Otra colaboración que reproduce el Repertorio es la de Carlos Tünnermann: “Rubén Darío: puente hacia el siglo XXI”, lección magistral pronunciada en la inauguración del Primer Simposio Internacional, igualmente celebrado en León, que marcó un hito en su especialidad. Así puede constatarse en el volumen Rubén Darío y su vigencia en el siglo XXI (Managua, JEA editor, 2003), donde la citada lección apareció originalmente. El Repertorio contiene dos introducciones: una “Advertencia” de Jorge Eduardo Arellano y un “R. D.: Cronología básica” de Julio Valle-Castillo. Si la primera explica que el volumen se edita en saludo al V Congreso Internacional de la Lengua Española, a celebrarse en Valparaíso del 2 al 5 de marzo de 2010 —recordando que en esa ciudad cosmopolita apareció el catapultante Azul… en 1888—, la segunda precisa los hechos decisivos de la biografía del creador literario. Otros dos trabajos valiosos presenta el volumen. En uno de ellos, “Hacia la cartografía poética dariana”, el argentino Rodrigo Javier Caresani puntualiza el “ethos” o el estilo de los prólogos de Darío, el espacio hegemónico de la “nueva estética” 252 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 conquistado por Los Raros (1896) en Buenos Aires, “campo polémico en que negocia, con fascinante destreza y eficacia, las condiciones de lectura de esa biblioteca rara, radicalmente novedosa, desconcertante… los raros que Darío elije van contra los valores fundamentales de la burguesía finisecular para la que escribe, tanto desde lo moral como desde lo político y religioso”. Además, Caresani completa su “cartografía” en el otro lado del Atlántico, cuando Darío se convierte en “portavoz que protesta en nombre de toda la lengua, pero sin abandonar el espacio de la autonomía del arte” (p. 85). En el otro “Las montañas del oro: matriz intertextual de Rubén Darío”, Iván Uriarte describe las operaciones transtextuales de Cantos de vida y esperanza, concretamente en “A Roosevelt”, “Canto de esperanza” y “Salutación del optimista”, enraizadas en el hipotexto lugoniano: la “Introducción” a Las montañas del oro. En la sección “Fichero dariísta”, Héctor Vargas anota la biobibliografía de los chilenos Julio Saavedra Molina (1880-1939) y Raúl Silva Castro (1903-1970); en otra sección, Documenta de ayer y hoy, el mismo Vargas reconstruye las relaciones de Darío y Antonio Machado, discípulo de aquel; y Julio Valle-Castillo establece la función del poemario proyecto “El caracol: en la gestación de Cantos de vida y esperanza”; y en la penúltima, Darío en otros idiomas, se informa de dos obras darianas vertidas al japonés: Azul… y El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical. El Repertorio dariano 2010 (aparte de poemas a Darío de Pablo Neruda y Manuel Mantero, y del rescate de otros dos textos críticos desconocidos y espléndidos de Gabriela Mistral y Nicolás Guillén) cierra con reseñas de diecisiete obras de temática rubendariana, publicadas en España y Latinoamérica entre 1997 y 2006. Alberto Acereda, Jorge Eduardo Arellano, Armando Íncer, Ricardo Lobato, Héctor Vargas, Faustino Sáenz y Esteban Sandino, entre otros, son sus firmantes. Finalmente, un epígrafe precede esta obra colectiva: el de Víctor García de la Concha, Director de la Real Academia Reseñas y notas 253 Española, que vale la pena transcribir: “La apertura de España a las Américas no es sólo cuestión de número, sino también de calidad, gracias a la riqueza léxica y literaria de Hispanoamérica, iniciada con el ejemplo señero del poeta nicaragüense Rubén Darío hace poco más de un siglo”. II Jorge Chen Shan, editor: Asedios posmodernos a Rubén Darío. León, Editorial Universitaria, UNAN-León, 2008. 218 p. El término “asedio” pertenece al lenguaje militar y designa una estrategia para sitiar y tomar un objetivo. Pues bien, la producción creadora de Rubén Darío es asediada en esta pequeña obra desde varias perspectivas. Su título evoca el del Segundo Simposio de León, del 18 al 20 de enero de 2004: “Rubén Darío: Nuevos asedios y reencuentros”. “La ‘cultura nueva’ de Rubén Darío”, ensayo-reencuentro más que asedio, de Edgardo Buitrago (1924-2009), lo encabeza. “El salmo de la pluma” (1889) —temprano poema profético del bardo— es retomado por el maestro dariano detectándole en su contenido “un destino de unidad continental”, entre los dos bloques (el anglosajón y el latino) y una sola realidad; pero reconoce que Rubén “no rebela cómo ha de verificarse esa unión de los dos bloques que en su visión suprahistórica ha llegado a constituir la Nueva Cultura” (14). Más aún: pasando a comentar el Desastre del 98, Buitrago recuerda que Darío tomó partido por la América hispana —amenazada constantemente por la anglosajona— y aún por la cultura latina, sustento de su credo político. Tras analizar el poema “Pax” (1915), esta es la lección utópica que postula Rubén, según Buitrago: la responsabilidad de crear una cultura nueva “que será continuadora de Europa en una tierra de paz y trabajo, abierta sin reservas a toda La Humanidad” (p. 24). 254 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 “Interculturalidad y mestizaje en Rubén Darío” es el estudio más extenso y erudito de este libro que reúne las actas del coloquio organizado en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua-León el 28 y 29 de agosto de 2008, y dirigido por el académico costarricense Jorge Chen Shan. María Amoretti Hurtado, la autora del segundo estudio citado, también lo es. Ella enfoca la colonialidad que subyace en la polémica americanismo-hispanismo en Darío —y que tuvo de protagonista a Juan Valera, José Enrique Rodó y Miguel de Unamuno, entre otros— planteando que nuestro poeta desarrolló una empresa descolonizadora y emancipadora al proponer y practicar la polidiversidad intercultural. ¿Cómo? Perfilando “una filosofía de la interculturalidad tal como la entendemos hoy” (76). Cuatro fueron sus principios: 1. Entusiasmo (“La virtud de abrirse y dejarse poseer por las otras culturas”); 2. Admiración sincera (“Saber reconocer la originalidad de cada una y el aporte que nos pueden dar”); 3. Lectura, es decir, búsqueda del diálogo (“Leer al otro y dejarse leer por el otro”); y 4. Buena intención (“Acercarse con un espíritu dispuesto a recibirlo con fraternal afecto”). A través de ellos, su poesía es interpretada por Amoretti Hurtado como “un claro esfuerzo, el primero y más grande de todos en la historia del arte latinoamericano, por la descolonización, por la autoafirmación de nuestra identidad y el derecho a nuestra cultura” (62). Si Amoretti Hurtado comprendió el mimetismo híbrido de Darío —al devolver éste al lugar de origen del colonizador su sistema de representaciones, pero con una plusvalía: la reinterpretación cultural—, Peggy von Mayer Chavez relee dos textos darianos: “El libro” (1881) y “El salmo de la pluma”, poema de mil versos uno y poemario el otro sobre las letras del alfabeto hebreo. Su objetivo es demostrar la concepción dariana del poeta como lector privilegiado del Libro del Universo (Liber Orbi). Y lo consigue, sobre todo al analizar “El salmo de la pluma”, basada “en una hermenéutica del pensamiento místico-simbólico de la Cábala, con las limitaciones que Reseñas y notas 255 obviamente tiene alguien que, como yo, no es experta en este complejo saber iniciático” (92). “Imaginarios simbólicos en la palabra de Darío” se titula su interpretación. Por su lado, en “El elogio de Cervantes / don Quijote en Cantos de vida y esperanza: el quijotismo en Rubén Darío”, Jorge Chen Shan emprende otras relecturas: la de tres poemas del opus rotundum de Darío: “Cyrano de Bergerac”, “Un soneto a Cervantes” y “Letanía de Nuestro Señor don Quijote”. No es casual —afirma— que un poemario dedicado a realizar una refundación de la identidad continental y al recentramiento del proyecto modernista en materia de la renovación del lenguaje poético, se dedique también a proyectar ese patrimonio cultural” (115). De tal manera que Cervantes es concebido por Darío como prototipo del artista y don Quijote reafirmado como héroe ejemplar y vital e “icono del nacionalismo español” (137). “La poesía como negación en Cantos de vida y esperanza, de José Ángel Vargas Vargas —también costarricense— se titula otro de los estudios. Bien documentado, Vargas opone al optimismo vital de Cantos de vida y esperanza (en poemas como “Aleluya” y “Pegaso”) el discurso pesimista de “A Phocas, el campesino”, de los dos “Nocturnos” y de “Lo fatal”, marcados por el desencanto existencial. “Esta negación del optimismo y de la luz se expresa e la utilización de un concepto de la vida como enigma, en el que es posible condensar los contrarios y sin atenuar la voluntad del yo lírico de integrarse al universo” (164). Ahora bien, no sólo la negación sino también la luz y la esperanza “encuentran su fundamento en la utilización del discurso de la sinceridad como uno de los principales ejes del texto que muestran al yo lírico en su plenitud y desnudez, al mismo tiempo” (165). “Rubén Darío y Leopoldo Lugones: una relación intertextual” ya fue comentado, pues no es otro que el trabajo de Iván Uriarte inserto en el Repertorio Dariano 2010 bajo el título de “Las montañas del oro: matriz intertextual de Rubén Darío”. 256 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Tres catedráticos de la UNAN-Managua completan los Asedios. Addis Esparta Díaz Cárcamo presenta un “Análisis semiótico del poema ‘La cabeza del Rawi’ (Un enfoque de género)”, el más novedoso de toda la colección y no menos sustentado teóricamente. Roberto Aguilar Leal es el único de los autores que aborda los cuentos. “Esteticismo y crítica social en la cuentística dariana posterior a Azul…” se titula su aporte que comienza: “Sin descuidar las exigencias de forma, estilo y renovación que su condición de artista le exigía, [Darío] supo hacer de su discurso narrativo un instrumento de indagación sobre la condición del hombre hispanoamericano en su incorporación a la modernidad dentro del contexto de un incipiente capitalismo” (187). Aguilar Leal revalora los “Cuentos nuevos” de su paréntesis centroamericano (1889-1893), es decir, aquellos de signo naturalista / realista, algunas recreaciones de la tradición judeo-cristiana y unas cuantas ficciones neo-paganas; pero le otorga mayor atención a la experiencia bonaerense, en la cual culmina Darío en el género (1893-1898). Entonces recurrió a lo sobrenatural como cuestionamiento de la realidad. Igualmente, el catedrático no evade la importancia de “D. Q.” (1898) y de “Huitzilopoxtli” (1914), aplicándoles sendos análisis. Así vemos que, al final de su vida, “Darío trasciende su posición esteticista para dedicar mayor atención a los problemas políticos centrales a su tiempo: la guerra hispanoamericana del 98, la revolución mexicana y, sobre todo, la creciente amenaza imperialista” (201). Darío como personaje de ficción es el ámbito en que se ubica el último trabajo de esta obra: “Rubén Darío y la nación imaginada en La puerta de los mares” (novela histórica de Francisco Mayorga aparecida en 2002). Su autor es el experto en la materia Ignacio Campos Ruiz, quien desmenuza el entramado y la funcionalidad de los protagonistas: el dictador José Santos Zelaya y el poeta y diplomático Rubén Darío. La conclusión no es otra que el encuentro de “una faceta nostálgica de la refundación del Estado-Nación, pero concibiendo que los Reseñas y notas 257 problemas se resuelven con el modelo de grande hombre o con la biografía pulcra de un poeta o de un diplomático o, mejor dicho, con la de un intelectual incorruptible” (236). En fin, los Asedios posmodernos a Rubén Darío no responden, en su integridad, a su título; pero aportan mucho a las lecturas del poeta desde las nuevas teorías de la crítica literaria, y respaldan esta valoración que Chen Sham expone en su “Breve introducción” al establecer: “la producción de Darío inaugura un nuevo paradigma estético, radical e innovador, pues reivindica como tradición / renovación a la poesía en lengua española —a pesar de que a los peninsulares les cueste reconocerlo— y un utópico programa ideológico-político que pondera la unidad continental frente al expansionismo del modelo anglosajón” (9-10) Faustino Sáenz Una aproximación minuciosa, casi detectivesca, de la vida y obra de Salomón de la Selva. Jorge Eduardo Arellano: Aventura y genio de Salomón de la Selva. León, Editorial Universitaria, UNAN-León, 2009. 289 [1] p., il. Aventura y genio de Salomón de la Selva, de Jorge Eduardo Arellano, es un estudio muy detallado, hecho a conciencia y no por eso menos facinante de uno de los valores intelectuales “más consistente en Nicaragua” después de Rubén Darío. Todo nicaragüense que se precie de ser buen letrado debe familiarizarse con esta aproximación minuciosa, casi detectivesca de la vida y obra de una gran figura literaria que “permanence prácticamente ignorado a nivel de lengua española”. El libro se engalana con ilustraciones que vienen a ratificar la investigación escrita. Además, al final se encuentra un anexo que consta de una inscripción bautismal, una carta de Salomón de la Selva y una certificación de matrimonio. Todas éstas, tesoros para un historiador. El estudio se divide en dos partes: Acroasis: Sol en vaso del alma y anexos. Acroasis además de ser el cuerpo del libro, sirve de 258 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 breve introducción al estudio. En esta parte hay una explicación del porqué del presente título, así como también se resume la “Trayectoria infatigable”1 de Don Sal. Después leemos sobre una de sus multiples facetas Mitificador de Sandino y pionero múltiple. Seguidamente encontramos su “Autoconfesión y autorretrato”. Jorge Eduardo Arellano no se detiene ahí, sino que nos habla también de “El testimonio de su primógenito”. Líneas más adelante, leemos sobre la definición de los intelectuales, “El Intelectual, según Salomón”. Interesante es lo que viene después, la “Autopresentación de 1955”. Esta sección introductoria la enriquece el crítico con el “Juicio de Zepeda-Henríquez” y la “Valoración de Valle-Castillo”. Y termina la sección hablando del esfuerzo más reciente para dar a conocer su legado, tal como lo es “Un festival consagrado a su memoria” y “Dos aportes recientes”, uno de ellos, una disertación doctoral, y la otra, “una versión en español (y difundida digitalmente) de Tropical Town and Other Poems…”. Después de lo anterior , se despliega como un abanico multicolor el cuerpo verdaderamente de la obra dividida en 11 capítulos. El número 1 se titula “En su nativo e inolvidable Leñin”. Este capítulo nos da un retrato de Teresa Glenton, su abuela irlandesa, y como era de esperar, su Infancia bajo el sol espeso y duro, pesado y paulatino; título muy barroco dada la profusión de adjetivos. El interés del lector sigue en aumento y leemos con deleite sobre los amores de su niñez, Granada era Sión; tampoco podía faltar aquí la evocación de sus Primeros maestros, su Primer viaje a Nueva York. El capítulo cierra con su Retorno a León y Sus profundas raíces leonesas. El capítulo 2. “Formación y experiencia en los Estados Unidos (1906-1910) y (1911-1912)”. Según José Coronel Urtecho en el epígrafe que Jorge Eduardo Arellano inserta en este capítulo, leemos con admiración sobre uno de sus oficios, el de poeta, 1. Todo lo que aparece en negrita, son los apartados en que se subdivide la obra. Y lo he dispuesto así para hacer más fácil la lectura y además respeto el orden que sigue Jorge Eduardo Arellano. Reseñas y notas 259 “un poeta neoyorquino y nada menos que uno de los pocos que prepararon la sensibilidad de lo que se llamó por ese tiempo la Nueva Poesía Norteamericana…”. Nos adentramos en el capítulo con Frank Krane, su primer protector y su honda identificación con el Ariel (1990) de José Enrique Rodó, identificación que se tambalea en Nueva York y de eso nos habla un poco Jorge Eduardo Arellano en la sección “El arielista vencido”. Después nos enteramos de Los privilegios artísticos de Nueva York, de la fundación por parte de Salomón de la Selva de La O.I.F. (Order of ideal Friendship) junto con el cubano Rufino González. Su admiración por Gilbert Murray y sus conferencias en Columbia. Otras personalidades que lo impactan son Edwin Markhan: sociólogo y místico, y John Dewey. El estudioso también incluye a Edna Saint Vincent Millay: poetisa de rebeliones ardorosas, joven mujer que “despertó su interés por el estudio del griego.” Jorge Eduardo Arellano, además escudriña en este libro la relación con Ralph Roeder, “norteamericano amante y cultor de la belleza, la bondad y el amor; uno de los últimos destellos de un tiempo que parecía tocaba a ocaso.” (51). Pero lo más importante que hizo Salomón de la Selva durante este período fueron Sus traducciones del inglés al español y viceversa. Y no content con todo lo que hace Don Sal hace Su ingreso en el ejército ingles. En noviembre de 1919 regresa a su patria y Arellano en esta sección nos habla de su Breve intermezzo en Centroamérica. Es lógico que esta vida agitada lo lleve a sentirse Cansado del bullicio del mundo. El capítulo cierra haciendo referencia a Su artículo sobre la mujer intelectual en América latina. El siguiente capítulo el 3, habla de sus “Primeros años en Mexico (1921-24)” Esta es una etapa formativa, de aprendizaje, y sobre todo de mucho entusiasmo, de ahí que Jorge Eduardo Arellano traiga a colación esta experiencia bajo el título sugeridor de Piafábamos como jóvenes centauros; brincábamos como faunos; vivíamos mitológicamente. Siempre dentro de este período efervescente la Universidad Nacional comisiona a Salomón de la Selva que vaya a La Habana como Secretario de Valle-Inclán, quien había llegado a México como invitado especial para concurrir a la celebración del Centenario de la Independencia. 260 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Ya de regreso Don Sal empieza sus colaboraciones en la revista El Maestro. Durante esta época es marcada Su preocupación centroamericanista, su colaboración con La Universidad Obrera Libre, uno de los proyectos de Pedro Henríquez Ureña. Más adelante Jorge Eduardo Arellano condensa el significado de El soldado desconocido y su impacto, también hace referencia a “El soneto coloquial a Ortiz de Montellano”, miembro del grupo Contemporáneos. No contento el crítico con esta indagación minuciosa, analiza “Sus colaboraciones en México Moderno”. Después le vemos como alumno regular en la Escuela Nacional Preparatoria y de ese entonces data su experiencia no falta de humor, “La anécdota del hotelucho del Callejón de la Palma”. El capítulo llega a su fin con “Vasconcelos versus Henríquez Ureña” y “Una carta aclaratoria de Vasconcelos”. “Con Darío y Míster Huntington en Nueva York” es el tema del cuarto capítulo. En él nos enteramos de El encuentro de Rubén y Salomón, de La lectura del poema “Pax” en la Universidad de Columbia. También plasma su rememoración de Darío en Yo lo recuerdo, presa de terrores. Además Jorge Eduardo Arellano hace referencia a “El homenaje de la Poetry Society y los Eleven Poems” después del fallecimiento del bardo universal. Esta sección cierra con “La anécdota con Míster Huntington”. No podía faltar en este libro tan completo de JEA, “El magisterio de Don Pedro Henríquez Ureña”. El biógrafo-crítico nos narra sus primeros encuentros, su quehacer como traductor, traducciones tales como El “Cuento del país de las hadas”, los Eleven poems of Rubén Darío. No faltando en medio de estos trabajos, los Ejemplos de camadería intelectual. También es de sumo interés La crítica de P.H.U. sobre Salomón de la Selva, interesantísimo los Extractos de la correspondencia de ambos. Y salpicado todo este trabajo de investigación con anécdotas, tales como Un accidente en la Quinta Avenida. El capítulo cierra con Los recuerdos salomónicos de 1946 y Referencias finales. Curiosamente subdividido en tres grandes partes aparece el capítulo 6, y se titula “Fundador de la otra Vanguardia”. En la primera parte leemos Valoraciones y revaloraciones que subrayan Reseñas y notas 261 la importancia de don Sal en la Poesía hispanoamericana. Su protagonismo en el renacimiento poético de Estados Unidos, relatado bajo la sección “Su experiencia en los Estados Unidos”, sus composiciones de Tropical Town and Other poems (1918), la lectura de su canto “The dreamer’s heart knows its own bitterness” (“El corazón de un soñador conoce su propia amargura”), composición que produjo malestar al Presidente Roosevelt “por su espíritu latinoamericanista y antiimperialista.” (113). En esta primera parte ambién se menciona su “Poema de las Estaciones” en la revista Cervantes de Madrid. La II parte de este capítulo revalora extensamente a El soldado desconocido (1922) y hace suya la opinion crítica de Stefan Baciú que señala este libro como el que abre Nuevas rutas a la Poesía humanitaria y social. También analiza brevemente algunos poemas pertenecientes a este libro, tales como: “Oda a Safo”: manifiesto de la poesía nueva, y “La Paz”, poema culturalista. En la III parte habla de La otra vanguardia de Hispanoamérica. Este capítulo lo enriquece Jorge Eduardo Arellano con Anecdotario bélico y postbélico en la IV parte. Y termina el capítulo con las “Recepciones críticas de El soldado desconocido”. “Amistad con Claudia Lars” es el título del capítulo 7 y su importancia reside en que arroja luces sobre “la relación entre el poeta más grande de Nicaragua después de Darío y la más alta voz lírica de El Salvador.” (144) En él nos narra su “Primer encuentro” “feliz para ambos…,” la enseñanza de métrica a la futura Claudia Lars por parte de Salomón, magisterio ejercido a través de Las cartas de Salomón desde Nueva York. También Jorge Eduardo Arellano alude a Los sonetos en la revista leonesa Darío, poemas dedicados a Claudia Lars, y no podia quedar fuera El soneto inédito “Sabor de Carmen.” Más adelante, el crítico inserta la opinion de Salomón en El juicio de 1932: “Claudia Lars cómo se llama?” y termina con El reencuentro de 1929. Muy distinto al anterior en cuanto al tema, aparece el capítulo 8. Campaña sindical y Sandinista (1924-1930). El estudioso afirma que: “dicha campaña constituye uno de los períodos más intensos de su aventura vital” y es precisamente por eso que este capítulo detalla año con año esa experiencia. Así leemos 262 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que 1924 se caracteriza por Visitas a Nicaragua y alianza de la FON con la formula Solórzano-Sacasa. En 1925 encontramos un “Himno de fe al desocupar las bayonetas yanquis el suelo patrio” y la organización de sindicatos en León. En el siguiente año 1926: Su matrimonio con Carmelita Castrillo y “La leyenda de San Adefesio, virgin y mártir.” En 1927: Su cuestionamiento del contrato del gobierno de Díaz con los banqueros neoyorquinos. En 1928 estaba en apogeo la causa Sandinista y de ahí que en este año se resalte Su campaña virulenta contra la bochornosa intervención. El capítulo termina con dos últimas referencias, una al año 1929 donde leemos que Don Sal está Negociando la paz con Feland y Moncada y por último la referencia al año 1930: Con Bertrand Russell en Nueva Orleáns. “Periodista y educador en Costa Rica y Panamá” así reza el capítulo 9. Este capítulo también presenta la peculiaridad de su división en dos partes. La primera se inicia con una anécdota feliz, como La cena en la legación con el Ministro Eberhart. Aparte de esto, es sumamente interesante para el lector conocer de los ensayos salomonianos, aludidos por Jorge Eduardo Arellano como Sus Persiflages. Entre éstos, destaca el último que es un Elogio de un texto costarricense para aprender ingles. Durante su estadía en Costa Rica y Panamá, Don Sal “no hacía mucha vida social,” (161) pero en cambio escribía poesía y hacía algunas traducciones. De esta época datan Su “Canto a Costa Rica” y el “Romance y cantar del 4 de junio de 1929.” Asimismo realizó Traducciones en cuatro lenguas, versiones al español de obras en latín, inglés francés, y griego. Además era colaborador de periódicos, JEA destaca aquí su relación Con The Nation, y también trae a colación el encomio que hizo Don Sal A propósito de la publicación de un gran libro. Otros hechos interesantes que aparecen en este capítulo es la Visita y carta de Gabriela Mistral, así también como El duelo con el Ministro León Cortés. La segunda parte de este capítulo continúa con La sonata “Alejandro Hamilton” y otras producciones en verso y prosa. De su estadía en Panamá, el crítico se detiene en El semanario bilingüe Digesto Latinoamericano, que comenzó a editar Salomón de la Selva “a los once meses de establecido Reseñas y notas 263 en la capital panameña…” (172) “El acontecimiento politico que más conmovió al editor de El Digesto Latinoamericano fue El asesinato de Sandino. La conmoción que produjo este hecho, llevó a Salomón de la Selva a escribir Pueblo desnudo o la Guerra de Sandino, novela que se “publicó cuarenta años después en Managua, Nueva Nicaragua, 1985.” JEA señala en su estudio que a Salomón le “preocuopaba la educación” (177) y de ahí surge la idea de crear El Centro de Estudios pedagógicos e Hispanoamericanos. Este mismo centro auspició más adelante La exposición de Roberto de la Selva. El capítulo termina con la referencia específica a Salomón y su aporte a la creación de la Universidad de Panamá. “Bardo multiforme y neo-clasico” es el título del capítulo 10. Después de una pequeña introducción el estudioso se refiere al papel de Salomón de la Selva como Neopopularista pionero. Seguidamente comenta Alejandro Hamilton / Sonata y después le vemos en todo su esplendor como Sonetista experimentado. El crítico resalta más adelante a Sajadya: historia erótica de inspiración hindú y Amanecer: recreación del sánscrito. “Su posterior obra poética llegaría a constituir un modelo al servicio de la colectividad y de causa nobles.” Ejemplo de lo anterior es su Elogio del pudor, pero además incursiona en lo que Jorge Eduardo Arellano llama “humanitarismo exteriorista” (201), ejemplo de ésto es Dos soldados. No podían faltar en este capítulo sus grandes poemas Las evocaciones de Horacio y Píndaro. A medida que nos internamos en el capítulo vamos descubriendo nuevas vetas de Salomón de la Selva; acertadamente Jorge Eduardo Arellano no deja fuera su contribución como Poeta en inglés, así como tampoco el breve análisis de dos de sus poemaslibros a como lo es el Canto a la Independencia Nacional de México (1955) o la formulación de una paidea hispanoamericana y Acomixtle Netzahualcóyotl. Esta revalorización crítica termina con la referencia “al conjunto de traducciones” Lira Graeca y finalmente termina el capítulo con la mención y breve análisis de Otros poemas dispersos. Este estudio tan meticuloso por parte de JEA llega a su fin con el capítulo 11. “Arraigo en México” (octubre ,1935 – febrero, 1959) El crítico para darnos una visión muy completa de las capacidades de Salomón de la Selva, detalla cronológicamente sus actividades en México. Comienza por hacer mención de la publicación de artículos diversos bajo el título general de El Arte en México, a continuación señala los hechos más importantes como el de 1937: La refundación en México del Centro de Estudios Pedagógicos e Hispanoamericanos y el Manifiesto de la “Revolución Nicaragüense.” En 1938: Su viaje a Los Angeles como Emisario de la Política del Buen Amigo del Presidente Lázaro Cárdenas y “Memorandum” sobre la emigración de judíos a México. El siguiente año, 1939 lo vemos muy ocupado con Los cursos para universitarios en La Laguna y su proyecto de una “Historia de los Estados Unidos”. En 1940 sale a la luz Su primer ensayo en español sobre Rubén Darío y otras colaboraciones en publicaciones periódicas de México. Al servicio del gobierno mexicano se involucra en otras actividades y así en 1941, Jorge Eduardo Arellano realza Su papel en la negociación de México con las compañías petroleras de los Estados Unidos, además es significativo este año porque marca su reencuentro con Edna St. Vincent Millay. Ya en 1942 se concentra en escribir otras dos obras: “El príncipe Cantinflas” y “La Dionisiada”. En 1943 publica su Elogio del pudor e inicio de Ilustre familia. A instancias del joven poeta nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez aparece en 1944: La publicación “Sajadya” así como también los testimonios de Ernesto Mejía Sánchez y Anastasio Somoza García. Fructífero es también 1945 con Su “Personal letter to Colonel Stimson” y el inicio de la Evocación de Horacio. El año siguiente, 1946 es doloroso para él ya que ocurre la Muerte de Pedro Henríquez Ureña, pero a su vez sus actividades no cesan y le vemos envuelto en otras, tales como, la campaña presidencial del licenciado Miguel Alemán y por consiguiente en el inicio del sexenio alemanista. En 1947 elabora su informe sobre el gobierno de Juan José Arévalo y es Miembro de honor de la “Legión de Revolucionarios”. Muy movido es el año 1948: Viaje a Europa (España, Italia, Francia) acompañando al Arzobispo de Yucatán. No menos importante es el año 1949: Evocación de Horacio (edición definitiva) y una reveladora carta de recomendación de parte de Salomón de la Selva. Su incesante Reseñas y notas 265 actividad cultural no cesa. así aparecen en 1950: Dos ensayos: “Edna St. Vincent Millay” publicado en América y el otro sobre Rubén Darío, leído en el Ateneo de Washington, donde trabaja como Agregado Cultural de la Embajada de México. Interesante es también 1951: Los editoriales de Diógenes, la exposición de Alonso Rochi y las Tres poesías a la manera de Rubén Darío. También en este año ocurre su nombramiento como Profesor del Instituto de Altos Estudios Internacionales y Homenaje a Alfonso Cortés. Su agitada vida intelectual continúa desarrollándose y así en 1952 la Academia Mexicana de la Lengua le otorga la categoría de Miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua y JEA también se refiere aquí a su Carta sobre la unidad hispanoamericana. Su Canto a la Independencia Nacional de México y Reto de nuestros tiempos a los intelectuales católicos aparecen en 1953. En 1954 termina de encuadernarse su Ilustre familia y ocurre también su declinación del doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Nicaragua. Un año muy especial es 1955: Evocación de Píndaro: Primer Premio de Poesía en el Certamen Nacional de Cultura de El Salvador. Jorge Eduardo Arellano destaca también en este año la argumentación de Salomón de la Selva sobre Darío: el de oro más fino. Siguiendo con su cronología, el autor del libro, en el año 1956 hace referencia a Don Sal visto por Stefan Baciú, para destacar a continuación en 1957: Versos y versiones nobles y sentimentales, Prolegómenos sobre la educación que debe darse a los tiranos y nombramiento de Visitador de Embajadas en Europa con rango de Embajador. El capítulo se acerca a su final con Lauros natales, ultimo viaje a Europa (París, Roma, Munich) y Acomixtli Netzahualcóyotl, todo esto en 1958. Al año siguiente en 1959, ocurre su Fallecimiento en París, y aquí también aparece la carta de Alfonso Reyes para terminar con sus honras fúnebres en Managua y León. Conny PALACIOS 266 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 Vargas Llosa: espeleólogo de la conciencia humana / dos notas I. Reconocimiento en Tegucigalpa AAVV: Las honduras de Mario Vargas Llosa. Tegucigalpa, M.D.C, Tipografía López, 2003. 120 p. il. Gracias a Oscar Acosta —mi colega hondureño y hermano mayor literario— pude apreciar la significación para el vecino país norteño de la presencia de ese paradigmático espeleólogo humano que ha sido Mario Vargas Llosa. Invitado por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, el peruano-español estuvo de visita hace unos pocos años en Tegucigalpa —la única capital iberoamericana que no conocía— para recibir el doctorado honoris causa de esa institución académica: un merecido lauro más de este gran escritor que honró, antes que su persona, a la intelectualidad catracha. En particular, al rector Ramón Ulises Salgado Peña y a Oscar Acosta, gestor de esa iniciativa que, por desdicha, no podemos esperar de nuestras universidades financiadas por el Estado, más próximas a la esterilidad y al parasitismo burocrático que a la extensión cultural creadora y a la investigación científica. Acosta sugirió otro logro que en Nicaragua tampoco seríamos capaces de realizar: un libro-homenaje en el cual convergen y se muestran al mundo —afirma el Rector Salgado Peña— “las distintas y no menos sugestivas visiones que de la vida y la obra de Mario Vargas Llosa suscita entre nosotros”. Nueve trabajos, incluyendo el primero de Acosta (“El sol de Lima”), lo integran: distribuidos en dos secciones (“Confidencia en alta voz” y “Hallazgos y extravíos”), fueron solicitados a Dante Gabriel Ramírez (1930), Marcos Carías (1938), Julio Escoto (1944), Rigoberto Paredes (1948), Rodolfo Pastor Pasquelle (1948), Hernán Antonio Bermúdez (1949), Roberto Castillo (1950) y Héctor M. Leyva (1963). ¿Su título? Las Honduras de Mario Vargas Llosa. En realidad, dicho título corresponde a su contenido. Oscar Acosta revela su experiencia peruana como diplomático entre Reseñas y notas 267 1952 y 1958, lapso durante el cual trató al homenajeado, cuando éste aprendía historia del Perú en la biblioteca del historiador Raúl Porras Barrenechea. Julio Escoto, no sin censurable irreverencia pero con maestría expresiva, rememora sus dos encuentros con “don Mario”. Uno de ellos tuvo lugar en Granada, Nicaragua, año de 1985. Entonces Vargas Llosa evaluaba nuestra Nicaragua como experto analista / inquisidor / preguntador / esculcador / juzgador / relacionador, escoltado por un “comisario cultural” con vozarrón de locutor veracruzano, según el mismo Escoto, quien consideraba a Lisandro (con zeta, no con ese) Chávez Alfaro “el novelista con mayor dignidad que quizás jamás haya conocido”. Y también evoca la confrontación entre dos figuras político-culturales, ya explicitada en el tercer volumen de memorias “La revolución perdida” de uno de los antagonistas. Así, el más consistente novelista hondureño percibió: “Nicaragua se adentraba en un delicado espiral en búsqueda de su propia identidad, destructivo como es en alguna forma, entre conflictos densos de caudillos literarios renombrados y prosecuenciales (Ernesto Cardenal) y adalides súbitos que asumían un nuevo liderazgo (Rosario Murillo), dispuestos a inventar la historia, cualificar el Hombre Nuevo, pontificar desde un divinismo dudoso de realidad y dictaminar cuál era la solución para los males intelectuales de un país que ni imaginaba entrar en la derrota sino en los cauces obligatoriamente exitosos de la revolución”. Los restantes colaboradores ofrecen asedios más hondos. Dante Gabriel Ramírez destaca en Vargas Llosa sus impugnaciones novelescas de los dogmas y fanatismos, su proclamación erótica y ensayos críticos, entre los cuales uno encuentra siempre aspectos insospechados. Pastor Pasquelle privilegia su sentido de la libertad como leitmotiv y preocupación central, sus reflexiones sobre el fanatismo y el conflicto cultural, la problemática social y política latinoamericana, el arte, la literatura, la estética. Y, sobre todo, su concepción de la política como quehacer creativo, justiciero y civilizador. En esta línea, la cita vargasllosiana se torna indispensable: “Hay que incitar a los jóvenes, y sobre todo a los más idealistas y preparados, a 268 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 que en vez de alejarse de la despreciable política, se zambullan a ella para volverla más digna... y más decente, y para que, de este modo, la política, en vez de ser el reino de la maniobra pequeña y de la intriga sórdida, se convierta en el instrumento de la justicia, del progreso y de mejores formas de vida para el conjunto de la sociedad”. Los otros hondureños citados no fueron menos profundos. Pero la limitación de espacio no permite reseñar sus visiones de lectores ávidos y lúcidos intérpretes del corpus narrativo y ensayístico de Vargas Llosa, uno de los literatos e intelectuales en lengua española, señeros y prestigiosos de nuestro tiempo. Consciente de ello, el Presidente de Honduras invitó a sesenta personalidades locales para compartir un almuerzo en su honor. En contestación al emotivo discurso de ofrecimiento, Vargas Llosa improvisó unas palabras en donde ratificó sus posiciones eminentemente liberales, sin dejar de reafirmar su solidaridad con los pueblos desheredados del mundo que aspiran a un desarrollo sostenible y próspero. Para concluir, la visita de Vargas Llosa a Honduras enalteció la imagen de este país, sumida en su tradicional “insularidad”. II. Su tesis sobre los cuentos de Darío Mario Vargas Llosa: Bases para una interpretación de Rubén Darío. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Humanas, Instituto de Investigaciones Humanísticas, 2001. 169 [8] p. il. Una significativa circunstancia vincula a los nicaragüenses con el escritor excepcional: su tesis en la Universidad Nacio nal de San Marcos, Lima, sobre los cuentos de Rubén Darío. Defendida en 1958 para optar al título de Bachiller en Huma nidades, tres maestros contribuyeron a su realización: el his toriador Raúl Porras Berrenechea, quien le facilitó primeras ediciones de Darío; el literato y político Luis Alberto Sánchez, en cuya cátedra de Literatura Americana se inició esta tesis; y el poeta Augusto Tamayo Vargas, siempre oportuno en su consejo y ayuda. Reseñas y notas 269 Fue una lástima que este ensayo juvenil —lo escribió a los 22 años— no haya visto luz a raíz de su defensa universitaria. La valoración del autor estudiado se habría enriquecido. Vargas Llosa estaba al tanto de la crítica sobre Darío y el modernismo publicada hasta entonces. Desde luego, leyó a fondo la edición de los Cuentos completos (1950), recogidos por Ernesto Mejía Sánchez y estudiados por Raimundo Lida. Pero todavía en 2001, cuando lo editó la Universidad Nacional de San Marcos, conservaba su vigencia interpretativa. Consta de cinco capítulos: I. La indecisión inicial; II. El impacto de Zola. La experiencia de “El fardo”; III. El origen de una vocación. La aptitud formal; IV. La consolidación de una vocación y V. La presencia de Zola en la obra de Darío (el más extenso y acabado); finalmente, unas conclusiones, en las cuales resume sus puntos de vista. Vargas Llosa no aborda la obra del poeta, sino la construcción de Darío como artista. Lo analiza, principalmente, como narrador, sin prescindir de algunos versos que confirman su análisis. Trata del desarrollo de una vocación similar, en su origen, a la suya. “Un drama familiar, que se le revela sorpresivamente en la niñez, arroja a Darío en la soledad, y en ella descubre en sí mismo una aptitud para escribir, a la que se entrega totalmente, porque le ayuda a soportar y mantener esa soledad”. Ahora bien: su vocación es de índole eminentemente formal, predispuesta al esteticismo (“la realización de la belleza” ante todo) y no se define sino hasta 1887. Entonces escribe el experimento naturalista a lo Emilio Zola de “El fardo”, el único cuento realista de Azul… (en el cual somete la literatura a la realidad), tendencia que inmediatamente abandona en los otros ocho cuentos del mismo librito catapultante de 1888. Zola, pues, le obliga a elegir la tendencia más afín a su individualidad. Un acontecimiento político del cual es testigo, y que le impresiona fuertemente, lo lleva dos años, en Centroamérica, a revisar su elección anterior, concretada en el proyecto de los Cuentos nuevos, de filiación realista-naturalista. Me refiero 270 Lengua, ranl, 35, octubre, 2010 a piezas narrativas como “El Dios bueno”, “Betún y sangre” (ambas antibelicistas), “La novela de uno de tantos” y “Rojo”. Pero ese proyecto resulta raté (es decir, fracasado) y Darío retorna a su aptitud estética de Azul… El acontecimiento que Vargas Llosa señala no fue otro que el sangriento golpe de Estado del militar Carlos Ezeta al presidente salvadoreño Francisco Menéndez el 22 de julio de 1890. Tal es el resumen, simplista y superficial de su tesis que, en su única edición —de 2001, la prologó Americo Mudarra Montoya y fue precedida del discurso que pronunció el peruano universal al recibir el doctorado honoris causa en la Universidad Nacional de San Marcos. “Darío —concluye— no olvidó nunca a Zola, merced al cual, en cierta forma, se encontró a sí mismo”. Jorge Eduardo ARELLANO Pedro Xavier Solís: El vidente Bernardo de Cuapa. Academia Nicaragüense de la Lengua, PAVSA, Managua, 2010, 156 pp. En un estilo claro que párrafo a párrafo va motivando a la lectura del siguiente, Pedro Xavier Solís Cuadra nos relata una biografía de Bernardo de Cuapa, aquel campesino que en 1980 fue conocido en el mundo por el mensaje que la Virgen, que ahora también lleva el nombre de aquel poblado rural de Nicaragua, dio a conocer en favor de la paz a los nicaragüenses y al mundo entero. Nos cuenta los hechos ocurridos, la sencillez del vidente que posteriormente fue consagrado sacerdote, los fenómenos portentosos registrados, el hostigamiento sufrido y, entre anexos, un poema de PAC y una crónica de Mario Vargas Llosa sobre las apariciones y el lugar. Francisco Arellano Oviedo Reseñas y notas 271 A Francisco Arellano Oviedo Querido Francisco: No quiero dejar pasar otro día y que comience otra semana sin agradecerle de nuevo la amenísima conferencia magistral que usted dictó en el Paraninfo de UNAN-León, el 7 de octubre de 2010: “Vida y obra del Dr. Mariano Fiallos Gil”. En realidad nos sorprendió. Usted logró entrelazar a la perfección párrafos de la excelente biografía de Sergio Ramírez con los de Soledad: tú eres el enlace. Y consultó otras fuentes que usted mencionó y no mencionó. Lo felicito. Usted sabía que era un reto y lo aceptó. Y lo hizo tan bien que incluso la familia que conoce la vida de M.F.G., y Marisol y yo que vivimos parte de esa vida tan rica y beligerante, fuimos conmovidos por la manera con la que usted la abordó. Sacó a la superficie, no al Mariano Fiallos Gil sobre el que se había hablado por cuarenta y cinco años en el Paraninfo, sino al hombre que realmente era. ¡Cómo lo hubiera disfrutado él! Sobre todo con la anécdota del toro que todavía hoy está en el misterio porque aunque él contestaba lo que usted señaló, que ni ese ni ningún otro toro le había botado, siempre vi encenderse en sus ojos una chispa de picardía cuando le preguntaban sobre el asunto. Usted nos dio la semblanza de un hombre. De un ser humano con todos sus aciertos y errores, porque siendo beligerante como era, como él mismo decía: Únicamente los inútiles no se equivocan. Usted nos hizo recodar, sin mencionarla, la frase de Terencio que él admiró y usó siempre: Hombre soy y nada que es humano me es indiferente. ¡Oh, cuánto hizo disfrutar a toda la audiencia, Francisco! Realmente no le conocíamos ese aspecto, al menos aquí en León, siempre usted tan académico, tan acucioso y preciso. Gracias por haber aceptado esa difícil misión que le encargó la UNAN-León. Rosario Fiallos de Aguilar