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(Soutelo de Montes, Pontevedra, 1930 - 2008) Cuando se inventó la fotografía, nadie podía imaginar lo poco que encajaría su futuro dentro de esquemas y definiciones. Sin embargo, su destino ya estaba salpicado de continuas aportaciones, no sólo en el campo de la tecnología —el factor más previsible— sino también en su disfrute, en su lenguaje y en su valor. La naturaleza misma de la fotografía implica cierta dosis de ambigüedad que hace difícil encajar una imagen en un contexto definido. Una fotografía puede nacer con una función muy precisa, para después adquirir nuevas connotaciones. Un excelente ejemplo de esa metamorfosis que la fotografía lleva en su ADN es la obra de Virxilio Vieitez. Un fotógrafo que sabía o, mejor dicho, sentía que era el mejor en su oficio, pero que no se consideraba a sí mismo como autor y que, desde luego, no imaginaba que después de cincuenta años se habría reconocido en su producción el valor ‘autorial’ y artístico que le ha situado en una encrucijada de géneros y saberes. Fotografía tomada a Virxilio Vieitez en Paris, 1999. Cortesía de Keta Vieitez Virxilio Vieitez siempre realizó sus fotografías por encargo, recorriendo Terra de Montes a lo Virxilio Vieitez Bértolo nació el 23 de octubre de 1930 en Soutelo de Montes. Su largo y a lo ancho para fotografiar a sus clientes a domicilio. Su obra reúne todas las padre, José Vieitez, se casó con Ramona Bértolo antes de emigrar en busca de fortuna, características del fotógrafo rural que documentaba acontecimientos y momentos vitales de inicialmente a América y después a Francia, de donde ya no regresaría a Galicia. Su las personas y familias de su entorno —desde bautizos hasta bodas, primeras comuniones o madre, por el contrario, quedó ligada al pueblo de por vida, un vínculo que dejó en funerales— pero, a diferencia de otros, tenía un talento especial para conferir solemnidad a herencia a su hijo. cada uno de los retratos que realizaba. Su estilo era inconfundible. Poseía una capacidad y una Vieitez, que no llegó a conocer a su padre, creció en casa de su abuela materna, en un intuición extraordinarias a la hora de plantear la puesta en escena, en la que incluía objetos y ambiente femenino y de tradición rural. Pronto empezó a trabajar en el campo, por lo que sugería poses que a veces rozaban el surrealismo pero que, a pesar de ello, se convertían luego no tuvo posibilidad de asistir con regularidad al colegio, pero no abandonó del todo su en fragmentos de verdad, fuertemente enlazados con el entorno. formación: en algunas entrevistas afirmó haberse preparado por su cuenta, sobre todo en Su papel de fotógrafo de pueblo en aquellos tiempos —de finales de los anos cincuenta a los setenta— gozaba de gran prestigio y encajaba perfectamente en el carácter de un personaje especial como Vieitez: inteligente, rápido, competente, instintivo y consciente de sus facultades. Daba órdenes a sus modelos con una firmeza que no admitía discusión y con una lucidez que garantizaba el resultado. ‘Yo estudiaba la papeleta y, cuando apretaba el disparador, eso era el tiro seguro.’ Virxilio Vieitez no desperdiciaba un disparo, era un profesional más que fiable, una apuesta segura para sus paisanos de la provincia de aritmética. En 1944 Ramona Bértolo se marchó a Madrid para trabajar temporalmente en una familia, confiando su educación al maestro José Couceiro, profesor renombrado y severo, cuya influencia fue muy importante en su vida. Durante el día el joven y determinado Vieitez se dedicaba a las labores del campo y de noche estudiaba. Años después, en 1949, el asesinato del maestro –subcabo del Somatén–, fuerza paramilitar que dependía del Gobierno Civil, y jefe de Falange- junto a su esposa María Constela, supuso un duro golpe para Virxilio, muy apegado a la pareja. Pontevedra. En 1946 Vieitez deja por primera vez Sotelo de Montes y se traslada a Santiago de De los primeros retratos de estudio —según dictaban las costumbres de la época— a los que Trabajó en los talleres de los mecánicos decidido a seguir esa profesión, a pesar de que ya ambientaba al aire libre, sus preferidos; de los reportajes de ceremonias a las fotos de tamaño entonces le costaba aceptar las difíciles condiciones laborales. Aquí fue donde conoció al carné para el DNI —una sucesión interminable de rostros, inmortalizados durante los años en colega que le inspiró cuando dos años después empezó a vender sus fotos a los compañeros que se hizo obligatorio el carné de identidad— y hasta los retratos para enviar a los muchos de trabajo, revelando ya entonces aptitudes comerciales que lo acompañarían toda la vida. familiares emigrados: Vieitez registraba todo ello confiriendo un carácter hierático a cada pose, En 1948 logró que la empresa lo trasladara al teleférico de las proximidades de Panticosa, y el conjunto de sus imágenes ofrece hoy un excelente testimonio etnográfico, que se en el Pirineo aragonés, donde adquirió su primera cámara fotográfica, una Kodak de medio convierte en memoria de un pueblo y de una época. formato, y tomó sus primeras imágenes principalmente paisajes y retratos. El archivo de Virxilio Vieitez conforma un importante patrimonio cultural conservado en Poco a poco empezaron a cobrar forma otras aspiraciones y la vida en los Pirineos le Soutelo de Montes (Pontevedra), el pueblo donde el fotógrafo nació en 1930, donde murió en resultaba cada vez más dura. En 1951 solicitó un nuevo traslado a San Feliu de Guixols, 2008 y donde trabajó casi toda su vida. Su hija, Keta Vieitez, fue la primera en comprender el en Cataluña, donde la calidad de vida era mejor. Allí siguió haciendo fotos y gracias a sus incalculable valor histórico y artístico del material fotográfico que expuso por primera vez en amistades aprendió la técnica del revelado. una muestra autoproducida y presentada en 1997 en un espacio improvisado de Soutelo. Así fue como decidió dejar el incómodo trabajo de mecánico, primero por el de barbero y Compostela, donde la empresa de los hermanos González Barros construía el aeropuerto. Desde 1998 se han sucedido otras exposiciones en Europa que, sin embargo, se han basado en una lectura parcial del material disponible. El estudio realizado en esta ocasión, gracias al MARCO y a la Fundación Telefónica, ha tenido en cuenta la práctica totalidad de los negativos que van de 1953 a 1980. Se han analizado más de 50.000 y se ha recuperado material inédito, sobres sin abrir, cajas selladas y latas medio oxidadas que contenían metros y metros de película impresionada y jamás positivada tras su primera utilización, esto es, tras el encargo del cliente de la época. finalmente por el de fotógrafo, sin duda más afín a su estilo esmerado y elegante. A los veintitrés años, en 1953, se trasladó a la vecina Palamós (donde siete años más tarde se refugiaría Truman Capote para escribir su obra maestra A sangre fría), en una Costa Brava muy distinta de la de hoy, pese a ser ya un lugar predilecto de caras conocidas. Vieitez trabajó en el estudio del fotógrafo Juli Pallí, que le enseñó los trucos del oficio y del revelado profesional, conocimientos que Vieitez completó con un curso de fotografía por correspondencia. Mientra Pallí se dedicaba a las relaciones públicas, Vieitez se ocupaba directamente de la práctica profesional: reportajes para el periódico La Vanguardia, pero El estudio del archivo Vieitez ha sido una aventura y un privilegio que nos ha permitido entrar en contacto con el material original de un fotógrafo cuya cifra estilística deja su huella, con razón y con fuerza, en la historia del retrato fotográfico y se te clava en la memoria visual por su elegancia formal que hace que cada fotografía de Vieitez sea intensa, nítida y potente. Enrica Viganó Comisaria de la exposición también imágenes eróticas para vender en la vecina Francia. El paréntesis de Palamós se caracterizó por una intensa vida social y mundana: los amigos, las primeras películas, las chicas y las jornadas junto al mar. Las playas de la Costa Brava, gracias a la multitud de turistas dispuestos a comprar fotos de sí mismos como recuerdo, se convertirían en el set favorito de los fotógrafos freelance de aquella época. Entre los que sobresalía el joven gallego. De hecho, nadie contaba con la habilidad y el savoir faire del entusista Vieitez, que ya firmaba sus copias con el sello “Fotos Perello”, a partir del apodo de su madre. En 1955 tuvo que abandonar Palamós y volver a Soutelo de Montes para atender a su público, al entrar a formar parte del Consejo Municipal de Forcarei en 1973, donde madre enferma, que fallecería poco después de su llegada. En abril de aquel mismo año permaneció siete años. Vieitez se casó con su jovencísima vecina Xulia Cendón y en 1956 nació su primogénito, José Ángel. Sin embargo, poco después se vio forzado a cumplir el servicio militar en A Coruña, por haber dejado de estar exento como hijo único de viuda. Cuando por fin se estableció de nuevo en Soutelo de Montes montó su primer estudio fotográfico –consistente en una habitación con una silla y una cortina como fondo– en casa de su suegra, con la que viviría junto a su mujer y sus hijos, José Ángel y el pequeño Francisco Javier nacido en 1959. Del retrato de estudio, que dominaba y al que se dedicó hasta 1965, pasó muy pronto al de exterior, que le resultaba más atractivo, ya fuera por el empleo mucho más consciente de la luz o por la variedad de fondos a su disposición: la calle, el río, los campos y los propios jardines de los clientes. Para ello dejó la grande e inamovible cámara de negativos de 10 x 15 centímetros por la histórica Rolleiflex que, junto a la más Ya en los últimos años sesenta, y pese a seguir prefiriendo el blanco y negro, Vieitez se abrió a la experimentación de las nuevas películas en color. Ese primer cambio tecnológico se correspondió con otro que marcó una época: la utilización de las cámaras fotográficas se convertía en una práctica común y, al mismo tiempo, la sociedad empezaba a demostrar mayor frivolidad y espontaneidad, rasgos que él recogía inevitablemente al retratar a sus clientes. Mientras por un lado se iba perdiendo aquella sobriedad típica del estilo de Vieitez, por el otro iba desapareciendo también aquella solemnidad que hacía grande la fotografía y única la figura del fotógrafo. Al mismo tiempo, con esta proliferación del uso de cámaras fotográficas, aumenta el número de fotógrafos profesionales, por lo que su actividad se reduce considerablemente. ágil máquina de 35 milímetros, le permitió dinamizar su actividad profesional. Se Vieitez nunca pensó en permanecer tanto tiempo en Soutelo de Montes, y siempre soñó en trasladaba en moto por los pueblos de la zona, tras una época inicial a pie, y con pocos volver a Palamós, a donde solo regresaría en una ocasión, años más tarde, a mediados de los detalles creaba escenas particulares. Así se convirtió en el fotógrafo más solicitado de la setenta, para acompañar a su hijo José Ángel en busca de trabajo. En 1985 suma al ejercicio comarca. Vieitez era incansable: hacía bodas, retratos fuera de la iglesia y durante el de la fotografía el trabajo como responsable de la red hidráulica municipal (que desempeñará banquete, pleitos, entierros y bautizos, además de trabajar para el periódico El Pueblo hasta 1996) y como administrador de la piscina de su pueblo durante los meses estivales. El Gallego y la radio La Voz de Vigo. ritmo competitivo impuesto por el color, junto con otros factores, desaniman a Vieitez, que en Cuando en los primeros años sesenta se impuso en España la obligación de incluir una fotografía en el documento nacional de identidad, Vieitez dio el pistoletazo de salida al que tal vez sería el negocio más rentable de su vida, que abandonaría en 1980 cuando se 1991 decide fotografiar su última boda y desestimar los encargos de clientes que seguían solicitando sus servicios, abandonando definitivamente su labor como fotógrafo. En ese mismo periodo empezó a acusar los primeros problemas de salud: los de visión, que lo llevaron a operarse en el año 2003, y los pulmones, que acabarían llevándolo a la muerte. hizo obligatoria la fotografía en color. Emprendió numerosos viajes por la provincia de En 1997 Enriqueta Vieitez montó la primera exposición personal de su padre en Soutelo de Pontevedra en su Lambretta, junto a la policía, y retrató a hombres, mujeres y niños, así Montes, que confirió nuevo brillo y visibilidad a sus intensas obras. Esa muestra dio lugar a como a familias numerosas, ante la sábana blanca que con el tiempo se convertiría en su la primera exposición retrospectiva de carácter nacional, organizada en el contexto de la marca estilística. El carácter polifacético de Vieitez salió a la luz de nuevo en ese periodo: Fotobienal de Vigo de 1998, que consagró oficialmente al artista entre los maestros de la por un lado, gracias a su garbo y a su discreción, lograba entrar en todas las casas y fotografía española y que lo “presentó” públicamente. Virxilio Vieitez Bértolo falleció en fotografiar todo tipo de situaciones, y por el otro, debido a su minuciosidad y a su Soutelo de Montes el 15 de julio de 2008. caligrafía, se ocupaba también de escribir los datos personales en los documentos. En los llamados “años del milagro económico español” (de 1959 a 1973) el país vivió un notable desarrollo y el nacimiento de una nueva clase media. Gran trabajador, también Vieitez alcanzó un nivel económico que permitió a su familia vivir años despreocupados: así, son de este periodo las excursiones y los picnics, documentados por el propio fotógrafo, las visitas a amigos en Lavacolla (Santiago de Compostela) y a parientes de Xulia en Villagarcía. En 1964 nació su única hija, Enriqueta, que desde los años noventa se ocupa de su archivo fotográfico. En 1967, con la adquisición de un Seat 1500, automóvil que consideraba más adecuado para los reportajes de bodas y para llevar a los novios primero a la iglesia y luego al hotel (un servicio paralelo al fotográfico que se pagaba aparte), corroboró la importancia de tales acontecimientos para su labor profesional. El incansable y polifacético Vieitez decidió aunar a su trabajo el de agente de una de las compañías de seguros más destacadas de la época, algo compatible por tiempo y características con su ocupación principal, “a la que se podía dedicar cuando quería”. El fotógrafo, profundamente interesado en el papel de Soutelo de Montes en la sociedad de entonces, llegó incluso a ocupar un cargo Virxilio y Keta Vieitez con Henri Cartier-Bresson y su exposa Martine Franz en Salamanca. Cortesía de Keta Vieitez UNA EXPOSICIÓN DE FUNDACIÓN TELEFÓNICA 14 noviembre 2014 > 11 enero 2015 INAUGURACIÓN > viernes,14 de noviembre > 19:00 h Biblioteca Pública del Estado Sala de Exposiciones. Plaza de Claudio Moyano, s/n. Zamora HORARIO: Lunes a viernes: 10:00 a 14:00 h. y de 17:00 a 21:00 h. Sábados: 10:00 a 14:00 h. Domingos y festivos, cerrado. www.bibliotecas.jcyl.es facebook.com/bibliotecapublicazamora La muestra se completa con el documental dirigido por José Luis López Linares Virxilio Vieitez. Más allá del oficio > Año: 2005 > Duración: 25 min. > Idioma: español con subtítulos en inglés D.L.- ZA-159/2014 App multiguía en el recorrido de la exposición para > Android Smartphone > Android Tablet > Apple Tablet o Smartphone © Virxilio Vieitez, VEGAP, Zamora 2014 Fermín, Avelino, Bautista y Pepiño, Soutelo de Montes, 1957 >