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LECCIÓN 2 !"#$%& #% "#$ '() ! & SALVACIÓN Y ESPERANZA Estar perdido asusta y desespera, por eso Jesús te ofrece salvación y te da esperanza. Pero ¿qué debes hacer para alcanzar la salvación?, ¿cuánto valen el esfuerzo o los méritos humanos? ¿puede alguien merecer la salvación por causa de sus sacrificios y penitencias? ¿puede la obediencia ganar un punto en favor de la salvación? ¿qué dice la Biblia al respecto? Veamos. Veremos ahora que la salvación es una provisión divina cuya obtención es más sencilla de lo que suponemos. El caso siguiente lo ilustra muy bien. ¿Qué preguntó el carcelero de Filipos a Pedro y Silas, y qué le respondieron? “Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:30 y 31). Así que los beneficios de la salvación comienzan cuando creemos en Jesucristo. Solo basta creer. Pero esta maravillosa bendición debemos analizarla un poco más. ¿Por qué necesitas creer en Jesús para ser salvo? Según Hechos 4:12 , sólo en Cristo se puede encontrar la salvación: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. De nada sirve ir de un lado a otro buscando la solución a nuestros problemas espirituales, si en esa búsqueda no vamos hasta donde se encuentra Jesucristo. Después de haber leído la cita anterior, tal vez te preguntes: Y yo, ¿de qué necesito ser salvo? No soy malo ni perverso, socialmente hablando me comporto bien… Bueno, la cita siguiente nos dice por qué sí necesitamos ser salvos: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12). Todos somos pecadores sujetos a la muerte. Lo sorprendente del hecho es que no se anida solo en dos o tres seres humanos. Romanos 3:23 dice algo asombroso: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Impresionante. Todos somos pecadores. No hay uno solo en este mundo que no lo sea. Así que todos estamos condenados a morir, pero ¿qué sucede cuando vas a Jesús? Dice el apóstol Pablo: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1). Qué reconfortante es saber que en Cristo ya no estamos condenados a morir. Esto nos hace pensar en Cristo y surge en nosotros el deseo de saber quién es realmente Él. Cuando Jesús entró a la casa de Zaqueo, en realidad, ¿quién entró?: “Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham” (Lucas 19:9). Si Jesús es la Salvación, ¿qué debes hacer para ser salvo de la muerte? “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David” (Isaías 55:3). Nos sentimos animados cuando alguien nos da buenas noticias. Y una buena noticia es saber que podemos librarnos de la muerte que nos separa de Dios. El hombre, por naturaleza, desea vivir para siempre. El anhelo divino para el hombre lo encontramos en Ezequiel 33:11, “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”. La bondad de Dios y su amor infinito nos ofrecen la garantía de que es así, pero aún !