Risa - Blogs de Diario de Avisos
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PSICOLOGÍA LA RISA La ciencia lo avala: reírse mejora la salud LAS CARCAJADAS PROVOCAN EFECTOS POSITIVOS, TANTO FÍSICOS COMO PSICOLÓGICOS, Y SON UN HÁBITO SALUDABLE QUE CONVIENE PONER EN PRÁCTICA CADA DÍA Umberto Eco urdió toda una trama policíaca entre los muros de una abadía en la Alta Edad Media para exponer el poder de la risa. En ‘El nombre de la rosa’ se suceden incluso crímenes para ocultar al pueblo la defensa que supuestamente hiciera Aristóteles sobre la bondad de las carcajadas. Esto es, por supuesto, ficción, pero no está exenta de realidad, ya que hubo tiempos y lugares –aún los hay– en los que lo sensato y maduro era permanecer serio, taciturno, incluso hosco. La risa y un buen humor frecuente se asociaban a la frivolidad y la inmadurez. Afortunadamente, las investigaciones, como aquella que imaginara el escritor y semiólogo italiano, han avalado algo que la sabiduría popular intuía y hoy la ciencia demuestra: reír es saludable. La risa está localizada en la zona prefrontal de la corteza cerebral, la parte más evolucionada del cerebro. En esta zona, según los expertos, reside la creatividad, la capacidad para pensar en el futuro y la moral. Sin embargo, conforme cumplimos años y se nos 24 supone más sabios, perdemos la espontaneidad de dejarnos llevar por la risa, de buscar la carcajada o de encontrar la parte cómica a las situaciones. Por eso, hay veces que conviene aprender a reír, o a recordar cómo se reía. La risa como terapia Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. Esta capacidad fue científicamente demostrada cuando se descubrió que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír. En lógica relación con esta evidencia, en los últimos lustros se ha afianzado la risa como terapia. Cuando reímos, el cerebro emite una información necesaria para activar la segregación de endorfinas, específicamente las encefalinas. Estas sustancias, que poseen unas propiedades similares a las de la morfina, tienen la capacidad de aliviar el dolor, e incluso de enviar mensajes desde el cerebro hasta los linfocitos y otras células para combatir los virus y las bacterias. Las endorfinas desempeñan también otras funciones entre las que destaca su papel esencial en el equilibrio entre el to- PAUTAS PARA PODER REÍR En algunos casos contados habrá que acudir a centros en los que se practique la risa y el buen humor como método terapéutico, pero lo habitual será autoadministrarse la risa buscando ocasiones para ello. ■ Lo primero es trabajar ■ Intentar encontrar la actitud ante la vida: con una sonrisa. cada vez nuevas posibilidades y no amargarse con los problemas. ■ Esforzarse en ver siempre la “botella medio llena y no medio vacía”. ■ Evitar esa actitud de “tener un problema para cada solución”. ■ Leer libros de humor. ■ Ver películas y obras de teatro cómicas. ■ Intentar reírse de uno mismo en la intimidad. Hacerlo en sociedad es ya para niveles avanzados. PSICOLOGÍA Una de las líneas de trabajo en algunos centros de psicoterapia es la risoterapia, que consiste en estimular la producción de distintas hormonas que genera el propio organismo con ejercicios y juegos grupales. Su cometido es el de potenciar el sistema inmunitario en general y facilitar la superación de diferentes bloqueos. Se utilizan técnicas que ayudan a liberar las tensiones del cuerpo y así poder llegar a la carcajada, como la expresión corporal, el juego, la danza y ejercicios de respiración o masajes. Se trata de lograr reír de una manera natural y sana, de que las carcajadas salgan de lo visceral e irracional, como en los niños. En el fondo, a lo que se aprende es a orientar la percepción de las situaciones para que al verse en ella nos riamos, con nosotros mismos y con los demás. Reírse es una función biológica necesaria para mantener el bienestar físico y mental. Es una forma excelente para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir y de amar. ■ Frecuentar programas de TV que fomentan la risa, sobre todo cuando es un buen humor que no se hace a costa de nadie. El buen humor no tiene por qué ser cáustico o destructivo, aunque como muchos manjares pueda picar un poco. Efectos psicológicos de la risa • Ejercicio: con cada carcajada se ponen en marcha cerca de 400 músculos, incluidos algunos del estómago que sólo se pueden ejercitar con la risa. • Elimina el estrés: se producen ciertas hormonas (endorfinas y adrenalina) que elevan el tono vital y nos hacen sentir más despiertos. • Limpieza: se lubrican y limpian los ojos con lágrimas. La carcajada hace vibrar la cabeza y se despeja la nariz y el oído. Además, elimina las toxinas, porque con el movimiento el diafragma produce un masaje interno que facilita la digestión y ayuda a reducir los ácidos grasos y las sustancias tóxicas. • Alivia la depresión: nos hace ser más receptivos y ver el lado positivo de las cosas. • Oxigenación: entra el doble de aire en los pulmones, dejando que la piel se oxigene más. • Analgésico: durante el acto de reír se liberan endorfinas, los sedantes naturales del cerebro, similares a la morfina. Por eso, cinco o seis minutos de risa continua actúan como un analgésico. De ahí que se utilice para terapias de convalecencia que requieren una movilización rápida del sistema inmunológico. • Previene el infarto: el masaje interno que producen los espasmos del diafragma alcanza también a los pulmones y al corazón, fortaleciéndolos. • Proceso de regresión: puede generar un retroceso a un nivel anterior de funcionamiento mental o emocional, generalmente como un mecanismo para aliviar una realidad que se percibe como dolorosa o negativa. • Exteriorización: a través de la risa las personas exteriorizan emociones y sentimientos. A veces es percibida como una energía que urge por ser liberada, sobre todo cuando necesitamos reír y la situación social no lo permite. También debemos hacer hincapié en los factores sociales de la risa, como su carácter contagioso, la salvación de situaciones socialmente incómodas y el poder comunicativo del humor. Éstos revisten una importancia terapéutica especial ante disfunciones de tipo social. • Facilita el sueño: las carcajadas generan una sana fatiga que elimina el insomnio. REIRSE ES UNA FUNCIÓN BIOLÓGICA NECESARIA PARA MANTENER EL BIENESTAR FÍSICO Y MENTAL 25 NOVIEMBRE 2005 ¬ no vital y la depresión. De ellas depende algo tan sencillo como estar bien o estar mal. Como se puede comprobar, aprender a reír es algo más importante de lo que parece a simple vista. Efectos físicos de la risa ! " ! ! # $ ! " & & ' ( # % )& # % & ' " ' (' ' ' * + ( ,) ! '# *' + 011/ ' + ! + , ./ ! " # " #$% & ' # ' ' ' " ' - !" & " $ % ) " " "# & ' # ( * + # # # * + " & # *+ % & & , # & # # & & # ! *./ % & # # & & !" 01..+ # - 2 " " % * # 6 & 44+ "3 &2 , & & *.7 " 01.1+ 5 2 # # , # 4 # & # - # ' ( !" 9 8 # $ !" . - *; : & "# # 8 5 # 8 +" & & # " # # " < ' "# = 4 & - - " = ' & & A 2 8 & $ ; > A & >? @!" ( & , - " & & - " B C("# " & & " $ !" 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Al detectar el error, el cerebro obtiene una “recompensa” a través de la liberación de dopamina, una hormona que genera una sensación de regocijo que se termina somatizando en una carcajada que, a su vez, fortalece el corazón y genera respuestas somáticas (corporales) saludables, ha indicado la catedrática de la UNAV. Según López Moratalla, el mecanismo cerebral del humor es muy complejo e innato en el ser humano y “se expresa de igual forma en todas las culturas, en todas las edades. La risa significa alegría y felicidad universalmente y en todas las épocas”. No obstante existen algunas diferencias entre el sentido del humor de hombres y mujeres, ya que la parte cognitiva del mismo es igual, pero no la parte emocional, según indica esta experta. También hay algunas diferencias entre los adolescentes y los adultos, ya que los primeros “tienen muy poco sentido del humor”, porque captar lo ilógico y lo absurdo “requiere un trabajo de parte del lóbulo frontal que, justamente, madura muy tarde”. Además, dado que el sentido del humor necesita una buena gestión de las emociones y los adolescentes tienden a procesarlas de forma desproporcionada porque “esperan muchísima recompensa de cosas que no son para tanto”, los jóvenes en general tienen menos sentido del humor”. La risa es “convivencia” porque “las personas que nos hacen reír nos hacen felices, no tanto porque nos hacen pasar un buen rato, sino porque cuando nos reímos, aunque las cosas estén muy negras, todo se relativiza un poco y eso fortalece mucho el cuerpo también”, ha destacado la catedrática de la UNAV. “La risa y el buen humor son biológicamente útiles”, según un informe de la UNAV que recoge las investigaciones del profesor británico Richard Wiseman y su Laboratorio de la Risa, así como estudios coordinados por López Moratalla, junto con Carlos Bernar y Enrique Sueiro, especialistas en Comunicación Audiovisual y Biomédica, respectivamente. Según López, Bernar y Sueiro, “por eso los científicos recomiendan reírse, al menos, 15 minutos al día. Cuando los sentimientos negativos perduran mucho tiempo producen agotamiento y perjudican al organismo”. “El humor y la felicidad son genuinamente humanos y se asocian a llevarse bien con uno mismo y con el entorno. Para ello importan, sobre todo, el sentido de la vida y las relaciones con los demás. Si uno puede reírse de los impedimentos para ser feliz, es que los puede superar”, afirman los expertos de la UNAV. Según estos investigadores, los cambios producidos por la sonrisa ocurren en el nivel químico del organismo y provocan cierto bienestar físico durante un día. El sistema inmunológico (defensas orgánicas) también mejora con las sonrisas, las cuales asimismo pueden ayudar a frenar las enfermedades cardiacas, según este estudio recogido por la revista electrónica de ciencia Tendencias 21. Para los expertos de la citada universidad californiana, este efecto saludable se debe a que sonreír estimula la producción de las beta-endorfinas, unas sustancias que actúan como neurotransmisores cerebrales y son consideradas como la morfina natural del organismo, dado su efecto analgésico sobre las respuestas del sistema nervioso al dolor, además de ayudar a regular el sistema inmunológico. Al comentar el estudio de centro universitario la Sociedad Fisiológica Americana (APS) ha señalado que no hay duda de que sonreír sienta bien, pero incluso también resulta beneficiosa la sensación previa a la sonrisa alegre, por ejemplo cuando nos disponemos a ver una película que nos gusta. “Ambas sensaciones positivas generan efectos sorprendentes en el sistema neuroendocrino”, según la APS. Según el trabajo, dirigido por el investigador Lee Berk, con solo anunciarles que verían un vídeo de humor, en la sangre de los participantes aumentaba en un 27% la cantidad de beta-endorfinas y en un 87% otras hormonas relacionadas con el crecimiento, comparado con otros integrantes del grupo a los que no se les anunciaba nada. Asimismo, un equipo de cardiólogos del Centro Médico de la Universidad de Maryland (EE.UU.) ha hallado que tener un sentido del humor activo podría prevenir enfermedades cardiacas debido a que la sonrisa impacta en la funcionalidad de los vasos sanguíneos, facilitando la fluidez circulatoria de la sangre. En un estudio que es el primero de su tipo, otro equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad estadounidense de Stanford, ha comprobado que el humor activa partes del cerebro relacionadas con la resistencia y el bienestar en los niños. “El humor es un componente muy importante de la salud emocional, ya que mantiene las relaciones, desarrolla la función cognitiva e incluso quizás la salud médica”, ha asegurado el autor principal del estudio, el doctor Allan Reiss, del Centro de Investigación en Ciencias Interdisciplinarias del Cerebro de Stanford. La seducción y el sentido del humor El sentido del humor es uno de los ingredientes más importantes no solo en el éxito con las mujeres, sino también en la vida en general. El ser humano está irremediablemente atraído hacia todo lo que es cómico, gracioso y divertido, nada es más mágico que una buena carcajada, sobre todo cuando comprendemos la inteligencia que se esconde detrás del humorismo. No es por casualidad que en francés la palabra esprit (espíritu) se utiliza para expresar a la vez la inteligencia y el sentido del humor. El humorismo es una especie de arte y es una de las formas más altas de inteligencia humana. De hecho, los humanos son los únicos seres de esta tierra que son capaces de reír. Se trata de una experiencia exclusivamente humana. Y es una de las más excitantes. El reír es sinónimo de alegría, de buen humor, pero sobre todo de felicidad. Cuando reímos nunca somos infelices aunque con una vida llena de problemas. Hacer reír es, pues, una forma de distribuir felicidad. ¿Y qué buscan más las mujeres en un hombre, sino la felicidad? Se dice que cuando hacemos reír a una mujer ya la tenemos la mitad conquistada. Se podría discutir sobre la validez de esta tesis, sin embargo no es tan infundada. Este capítulo se dedica, pues, al sentido del humor y a todas sus implicaciones en la seducción. Antes de continuar, vamos a hacer una corta digresión sobre la naturaleza del reír, poniendo bien en claro todos sus matices. La naturaleza del reír y los mecanismos de la comicidad.- Ante todo, hay que marcar la diferencia entre risa y reír. La risa es un reflejo, un movimiento de músculos causado sin intención por el sistema nervioso. La manifestación más básica de la risa es provocada por las cosquillas. El objetivo de la risa es -hablando fisiológicamente- de hacer mover el cuerpo, sacudiéndolo para causar la caída de lo que en el cuerpo causaba esta sensación. A este estadio, la risa es una experiencia que está en el límite de lo desagradable y en un nivel de reacción animal. La risotada es una reacción instintiva y es gobernada por la parte más primitiva de nuestra mente. Como ya hemos dicho, el hombre es el único ser de esta tierra capaz de reír. Es verdad que la risa es propia también de los monos, pero ellos solo ríen por las cosquillas o por el efecto del alcohol. En estos animales, la risa no es una emoción. Los humanos y los monos tienen mecanismos neuromusculares distintos. Solo los mecanismos humanos permiten la palabra y un grado de inteligencia bastante alto para que la estructura harmónica de la risotada sea posible con toda la complejidad que conocemos. Pero ¿cuáles son los mecanismos exactos de la comicidad? Existen varios, como el elemento de la sorpresa, la incongruencia, el absurdo, el ridículo, el juego de palabras, el doble sentido, el equívoco, la exageración, la mímica, la paradoja, la ironía, la circunstancia, la vulgaridad, la agresividad, el sexo, la contraposición de palabras asociadas con sentidos diferentes y hasta el cinismo, como la literatura ha ampliamente demostrado. Existen también situaciones donde el reírse tiene un sentido solo en un contexto. Por ejemplo, un grupo de amigos, por el hecho mismo de estar juntos tienen más tendencia a reírse por eventos o situaciones que en sí no deberían tener características humorísticas, pero las tienen por las circunstancias del compartir. Claro, todo eso tiene validez solo para los que forman parte del grupo y no para los que están afuera de este contexto (si usted está sentado a una mesa y cerca hay un grupo de amigos que ríen ruidosamente, usted muy probablemente se molestará). La risotada no tiene solamente un efecto benéfico ya que, aparte de proporcionar bienestar, libera las tensiones, aumenta las complicidades, disminuye las hostilidades y aumenta el deseo de compartir y de sentirse bien juntos. Es un poco como el orgasmo pero menos intenso, menos extenuante y más duradero. Cada uno de nosotros tiene distintas actitudes frente a la risa. Esto depende sobre todo del propio nivel intelectual, de las disposiciones personales y del ambiente cultural donde uno ha crecido. Por ejemplo, las personas más sencillas ríen sobre todo por cualquier vulgaridad y son a menudo incapaces de coger el sentido de un número más amplio de estímulos humorísticos, como los chistes complejos o las paradojas. La importancia del sentido del humor en la seducción.- Una de las habilidades más importantes que el seductor debería desarrollar -por arriba de su aspecto, de su peso, de su edad o de sus ingresos económicos, etcétera- es el sentido del humor. Si usted logra provocar la risa a una mujer, hacerla reír constantemente y hacerla sentirse bien a través de todo su cuerpo, ella lo adorará. Garantizado. La risa tiene también un efecto afrodisiaco sobre las mujeres y usted no tiene idea de cómo hace caer las inhibiciones. La idea mental de que el seductor debería siempre tener presente por cada contacto con alguna mujer es de ser presumido y divertido, impredecible, sin tregua. Uno de los sentidos del humor más exitosos consiste en decir cosas chistosas, pero con un tono de la voz y una expresión facial completamente serios, de estos humorismos que dejan en la duda, y al mismo tiempo dan a entender que se trata de una broma. Pero, para aprender realmente a ser divertido, no es suficiente tomar unos consejos. Es un arte que usted debe desarrollar en el pleno sentido de la palabra, no solo con la lectura, sino sobre todo con la práctica. Seducción-rápida.com Nueve razones para sonreír EL HUFFINGTON POST | Alicia de la Puente, 3 de octubre de 2014 ¿Hay diferencia entre una sonrisa verdadera y una falsa? Pues sí, y la primera es, a todas luces, mucho mejor. En la sonrisa genuina y espontánea, la expresión es mucho más simétrica (y más bonita) que en la forzada. Además, la sonrisa verdadera activa una serie de músculos en la zona de la boca y los ojos de manera inconsciente, algo que la fingida no provoca. Este descubrimiento no es nuevo, lo hizo Guillaume Duchenne en el siglo XIX. Desde entonces, no han dejado de conocerse ventajas de sonreír. Aquí tienes unas cuantas: 1. ES FALSO QUE PRODUCE MÁS ARRUGAS “No es cierto que quien sonría más tendrá más arrugas que quien no lo haga”, afirma Gloria Martínez Ayala, psicóloga. Explica que, durante la sonrisa genuina, se contraen entre 12 y 15 músculos faciales de los ojos y de la boca, por lo que la piel está “más tonificada” y su aspecto general “es mejor”. La especialista asegura que, aunque es verdad que al sonreír se generan “arruguitas” alrededor de los ojos (como las llamadas patas de gallo), no son comparables a las que provoca, por ejemplo, fruncir el ceño. 2. RELAJA Y DESESTRESA Según el psicólogo Antoni Martínez, al sonreír nos encontramos “mejor”. Esto ocurre porque esta expresión facial, entre otras cosas, reduce el cortisol u hormona del estrés. “Es una especie de válvula que, junto al ejercicio, ayuda a liberar tensiones. Por eso, en los hospitales cada vez están implantando más técnicas de risoterapia. Disminuye tanto la ansiedad como el estrés”, apunta Gloria. 3. ABRE LOS CANALES DE COMUNICACIÓN CON LOS DEMÁS Una de las cualidades más llamativas que tiene la sonrisa es que actúa como pegamento social. “Abre los canales de comunicación con otras personas y hace que nos sintamos mucho más cómodos y abiertos”, detalla Antoni. Cuando sonreímos, continúa, la persona que tenemos enfrente constata que “venimos con intenciones amistosas” y descarta las pretensiones “ofensivas o negativas”, por lo que se muestra, también, más sonriente. En este caso, da igual que la sonrisa sea genuina o no (aunque siempre es mejor que lo sea). “En las charlas, en las reuniones... se utiliza mucho. Solo hay que fijarse en los comerciales”, expone el psicólogo. 4. NOS HACE MÁS ATRACTIVOS PARA OTR@S “Además, la gente que sonríe nos resulta más atractiva”, añade Antoni. Gloria incide también en que “una expresión sonriente siempre se valora a nivel social y cultural”. Para ella, este gesto tiene el poder de aumentar el aprecio que los demás puedan sentir hacia alguien, o de mejorar la imagen que tienen de él. 5. SUBE LA AUTOESTIMA Pero no solo eso. La sonrisa ayuda a que uno mismo se vea mejor. Para comprobarlo, Antoni propone sonreír frente a un espejo: “Al principio se hace raro, pero pasados uno o dos minutos, conectamos con nosotros mismos”. La clave para el psicólogo es que este gesto con uno mismo funciona “igual que sonreír a otro”, pero con el propio reflejo. 6. AUMENTA LA FELICIDAD Y LA DURACIÓN DE LA VIDA Esta expresión también genera neurotransmisores como la dopamina, que tienen un efecto positivo sobre nuestro estado de ánimo, según indica Gloria. La sonrisa libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad. “Cuando sonreímos, el cerebro interpreta que estás contento y libera sustancias capaces de alegrarte, como demuestra una gran recopilación de estudios“, justifica Antoni. En una de estas investigaciones, relata, los participantes “debían sostener” durante un rato un lápiz con la boca, de forma que se les dibujara una falsa sonrisa. Al terminar, la mayoría de ellos confirmó que les había mejorado el humor. En el sentido contrario, un estudio reciente ha demostrado que la gente que se inyecta bótox en las patas de gallo y pierde la capacidad de sonreír con naturalidad tiene más tendencia a deprimirse. Además, diversas investigaciones sostienen que el estrés (que se reduce al sonreír) acorta la vida. “Los que se ríen viven más, son más felices”, defiende Gloria, apoyándose en un estudio de Psichological Science. 7. CALMA EL DOLOR Otro de sus efectos más importantes es el “analgésico”, tal como resalta Gloria. “Hay estudios y ensayos hechos en pacientes con enfermedades crónicas que avalan que el dolor disminuye con la sonrisa”, explica. La psicóloga invita a hacer esta prueba: “Imagina que te duele la cabeza a un nivel 8 sobre 10 y, por tanto, no te apetece ver la televisión. Pero hay una película de risa y decides verla. Si te ríes y echas unas carcajadas, probablemente el dolor baje a 6 o 5 de 10, porque cambias el foco de atención y liberas una serie de sustancias”. 8. ACTIVA LA CIRCULACIÓN Y ELEVA EL RITMO CARDIACO “Al reír a carcajadas se activan los músculos del cuerpo, como el abdomen o el costado”, comenta Gloria. Asimismo, afirma que se “agita” el ritmo cardiaco y se “activa” la circulación. “Una sesión de 15 minutos de carcajadas podría equivaler a un paseo en bici de ese tiempo”, detalla. 9. PUEDE LUBRICAR LOS OJOS Y AYUDAR A LA DIGESTIÓN La risa también puede tener más efectos positivos, siempre vinculados a su expresividad. “A veces, al reír a carcajadas, lloramos y se lubrican los ojos”, pone como ejemplo Gloria. “Algunos expertos dicen que, con el masaje interno que se produce, se ayuda a la digestión”, agrega la psicóloga. Para experimentar todos los efectos, Gloria aconseja una sonrisa verdadera. Y recuerda que, como demostró Duchenne, ambas pueden distinguirse. La risa verdadera es muy beneficiosa para nuestra salud mental y física Europa Press (Madrid, 28 de abril del 2015).- Cuando la risa es verdadera, puede ser muy beneficiosa para la salud tanto desde el punto de vista mental porque reduce el estrés, eleva el estado de ánimo y, en general, fomenta el bienestar psicológico, y desde el punto de vista físico porque reír estimula el sistema inmune, incrementa el umbral del dolor y es muy saludable porque acelera el ritmo cardiaco y aumenta el aporte de oxígeno al cerebro. Según explican desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), algunos estudios han llegado a firmar que las personas risueñas tienen un 40 por ciento menos de problemas vasculares y que viven 4 años y medio más de media. Por otra parte, diversos estudios han demostrado que el humor puede ayudar a ser más inteligentes, porque es una forma de ejercitar el cerebro. Habitualmente, la risa es considerada un fenómeno biológico normal y saludable. Sin embargo, la risa en casos excepcionales puede ser debida al síndrome de la risa patológica, en tal caso es debido al estrés, la ansiedad, la tensión o como consecuencia una lesión neurológica. “La risa puede constituir un síntoma indicativo de patología cerebral, sobre todo si se presenta sin un estímulo específico, no se relaciona con un cambio afectivo o si su intensidad y duración están fueran de control. Es lo que se conoce como síndrome de la risa patológica, que también se puede trasformar en llanto o alternar ambos procesos”, señala el doctor Manuel Arias Gómez, coordinador del Grupo de Estudio de Humanidades e Historia de la SEN. Enfermedades como el síndrome de Angelman, esquizofrenia, demencia, pero también epilepsia, ictus, esclerosis múltiple, ELA, Parkinson o tumores cerebrales, entre otros, pueden ser causas del síndrome de la risa patológica que puede manifestarse o bien como un inmotivado sentimiento de regocijo o como una disociación emocional voluntaria. Las nuevas técnicas de neuroimagen ha permitido conocer que el procesado del humor tiene lugar en tres etapas, que implican a varias regiones encefálicas: percepción de la incongruencia sorpresiva por parte de la región prefrontal dorsolateral y la unión temporoparietal del hemisferio dominante; activación del circuito de la recompensa y liberación de dopamina y cese de la desinhibición frontal no dominante que conduce a la risa. “Cuando en lugar de la racionalidad cognitiva que nuestro cerebro espera percibir, lo realmente percibido es una incongruencia, se origina una controversia que, al ser detectada por el cerebro, éste se auto-recompensa. Y lo hace liberando dopamina, un neurotransmisor que nos produce sensación placentera. Es decir, el humor está íntimamente ligado al sistema de la recompensa que también se activa con la comida, el sexo, las relaciones sociales y en las adicciones”, explica Arias Gómez. Neurológicamente esto es posible porque los músculos de la cara pueden ser movidos por dos partes diferentes partes del cerebro. “Por un lado, las áreas motoras del cerebro, que son capaces de producir gestos conscientes y, por otro, las zonas cerebrales responsables de las emociones que, en esta ocasión de forma involuntaria, también conectan con los músculos de la cara para producir expresiones que reflejan una emoción”, añade el coordinador del Grupo de Estudio de Neurogeriatría de la SEN, el doctor Marcos Llanero Luque. Por otra parte, el humor está íntimamente ligado al desarrollo cognitivo; por eso, las personas de edades distintas se ríen de cosas distintas. “También está relacionado con la época y la cultura en la que vivamos y, por supuesto, con el carácter de cada individuo en particular. Además, las técnicas de neuroimagen también han visto que hombre y mujeres tienen distintas formas de procesar el sentido del humor”, afirma. Como curiosidad, las mujeres se ríen más y disfrutan más del humor porque la risa activa más en ellas dos áreas concretas del cerebro: las del lenguaje y las de memoria a corto plazo que, a su vez, tiene que ver con la forma en la que se gestionan las emociones; la inteligencia fluida y la capacidad creativa son capacidades que nos ayudan a tener un mayor sentido del humor; y los bebés comienzan a esbozar sonrisas a las cinco semanas de vida. Introducción El chiste ha muerto. Incluso tuvo una necrológica, escrita por Warren St. John y publicada en el New York Times el 22 de mayo de 2005. «El chiste tuvo una muerte solitaria», escribió St. John. «No asistió ningún allegado». El escenario, tal como lo denominan los poetas de salón, fue una noche oscura y tormentosa. La ciudad de Nueva York estaba siendo asolada por casi diez centímetros de nieve, con unas ráfagas de viento que superaban los ciento veinte kilómetros por hora y temperaturas muy por debajo de cero. La ciudad todavía se estaba recuperando de una ventisca aún más intensa de apenas dos sema nas atrás, y el alcalde Robert Wagner se había visto obligado a de clarar el estado de emergencia. Hasta que no aclaró y las máquinas quitanieve acabaron de verter la nieve en el East River, todas las tiendas de Nueva York permanecieron cerradas. Al mismo tiempo, un joven cómico llamado Lenny Bruce esperaba en un hotel de la calle Oeste 47, preguntándose si alguien podría superar esas terri bles condiciones meteorológicas e ir a ver su espectáculo. No se permitía el tráico rodado, por lo que pocas eran las opciones de ir al centro a ver a un humorista. La medianoche del 4 de febrero de 1961 fue el comienzo de la prolongada muerte del chiste tradicional. Al inal de esta noche, la carrera de Bruce, y también el destino del humor profesional, no volverían a ser los mismos. Bruce ya se había ganado reconocimiento con sus actuaciones de humorista de club, con sus punzantes comentarios sobre la raza, 11 Ja la religión y la hipocresía sexual. No contaba chistes, y a mucha gente sus historias no le divertían especialmente. Más bien resulta ban escandalosas, parecían menos un espectáculo cómico que un comentario social. Bruce no era un humorista como Bob Hope o Sid Caesar; sus funciones poseían poca estructura y no había duda de que estaban poco ensayadas. Al igual que los músicos de jazz perfeccionan su arte no centrándose en canciones concretas sino puliendo su uso del instrumento, Bruce se estaba convirtiendo en un maestro del pleonasmo, el relato y la observación intempestiva. La actuación en el Carnegie Hall sería su obra maestra. Al principio del espectáculo, Bruce comentó la abundancia de público, preguntándose qué ocurriría si, en lugar de hacer su fun ción cómica, simplemente interpretara un prolongado solo de violín. A continuación comenzó su actuación, y arrancó con una serie de observaciones y anécdotas al azar que, si se pusieran sobre el papel, resultarían incomprensibles. Se planteó qué ocurriría si Jesús y Moisés visitaran la catedral de San Patricio y vieran el ta maño del anillo del cardenal. Teniendo en cuenta que la tierra gira sin parar, cuestionó que la gente que moría a mediodía pu diera ir al cielo, o que aquellos que morían de noche pudieran ir al inierno. Cuando se oyó una interferencia en el micrófono se puso a buscar por el escenario el origen del ruido, y comentó lo divertido que sería que los altavoces simplemente recogieran el sonido de algún chaval que practicaba el piano detrás del telón. Al igual que Charlie Parker con el saxofón o Miles Davis con la trompeta, su instrumento era el micrófono, e improvisaba sobre cualquier cosa que se le pasara por la cabeza, lo que provocaba enormes carcajadas a pesar de que casi no contaba «chistes» tra dicionales. «No existe el bien y el mal», dijo durante la actuación, «sólo mi bien y su mal». Durante las siguientes dos horas, Bruce compartió sus observa ciones acerca de la religión, los prejuicios e incluso acerca de las mujeres que tenían pelo en las axilas, y aunque tampoco dijo nada novedoso, era la primera vez que alguien actuaba con tanta soltura. Al igual que otros humoristas de su generación, rechazaba la idea de contar chistes a la manera convencional en favor de un enfoque 12 Introducción más personal, abandonando los comentarios ingeniosos y embar cándose en monólogos llenos de angustia en los que arrastraba las palabras de un modo que a veces rozaba el galimatías. No era el más gracioso de los cómicos de su tiempo. Ni mucho menos: gran parte de su humor resultaba incomprensible para el público, por la simple razón de que no se molestaba en acabar la mayoría de sus frases. Tampoco era el más inteligente. Más bien, era simplemente el más creativo y más personal, como ese chaval de la escuela por el que casi todos habrían votado si se hubiera molestado en presen tarse. Era al mismo tiempo un genio y un completo desastre. «La risa es involuntaria», dijo durante su actuación. «Intenta ingir cuatro carcajadas en una hora. Es agotador, tío. No puedes. Se ríen porque es divertido. [Ahora pone una voz rígida y formal.] Tienen experiencia en el campo que se está satirizando». En otras palabras, el humor sucede cuando conectamos con otras personas y compar timos su brega y su confusión. De hecho, el 4 de febrero de 1961 toda carcajada era involuntaria. No obstante, el momento exacto de la muerte del chiste, su sen tencia deinitiva, no tuvo lugar hasta el inal de su actuación. Bruce anunció que quería acabar su espectáculo con un chiste tradicional, con su desarrollo y su frase inal. La gente se reiría y daría saltos hasta el techo, una música coral celebraría su alegría, y su trabajo sería tan perfecto que ni tendría que volver a salir a saludar. El chis te sería suiciente. Diecinueve minutos más tarde todavía seguía contando el mis mo chiste. Aunque al inal el chiste suscitó enormes carcajadas y aplausos, la reacción no procedía del propio chiste, que era bastante soso: en él, un hombre se dormía en un avión con la bragueta abierta y sus partes íntimas a la vista. No, el público prorrumpió en un es truendoso aplauso porque comprendió que algo insólito acababa de ocurrir. Habían presenciado una nueva forma de humor. Un poco más tarde, Bruce sería arrestado por obscenidad, y hu moristas como George Carlin y Richard Prior ocuparían su lugar como pioneros del humor, interactuando con el público de una manera desconocida para las generaciones anteriores. El humor 13 Ja profesional gozaría de la misma buena salud que antes, aunque para nadie sería ya lo mismo. «Yo no soy ningún humorista», dijo posteriormente Bruce. «El mundo está enfermo y yo soy el médico. Soy un cirujano que utili za el escalpelo para los falsos valores. Yo no actúo. Simplemente hablo. Simplemente soy Lenny Bruce». Soy demasiado joven para haber visto actuar en directo a Lenny Bruce, pero me encanta su trabajo, y a menudo me ha impulsado a preguntarme: ¿por qué nos parecen graciosas las cosas? Es una cuestión tan ilosóica como cientíica: ¿por qué algunos comenta rios, entre ellos chistes, ocurrencias o historias largas, provocan alegría y risas, y otros no? O, para ser más concretos, ¿por qué reac cionamos igual ante una ocurrencia de Lenny Bruce y ante otra de Henny Youngman? Youngman fue un cómico que pronunció la frase lapidaria «Llévese a mi mujer... por favor», el típico chascarri llo que hoy en día no abunda pero que en su tiempo hacía que el público se tronchara. Puede que el humor se haya adaptado a los gustos modernos, al igual que otras formas de entretenimiento, pero eso no explica por qué algo divertido para una persona no lo es para otra, ni por qué algo que resulta hilarante durante una dé cada resulta trillado y rancio en otra. Creo que la respuesta a estas cuestiones reside en el hecho de que el humor, en última instancia, no se reduce a juegos de pala bras o chascarrillos. Aunque los chistes tradicionales ahora no abun dan gracias a artistas como Bruce, el humor permanece vivo y las goza de buena salud porque es un proceso que releja la época y necesidades de su público. Consiste en la elaboración social o psi cológica de ideas que nuestra mente consciente no puede manejar con facilidad. Como neurocientíico cognitivo que lleva más de una docena de años de experiencia en el estudio de cómo funciona el cerebro, he aprendido que comprender el humor exige reconocer la enor me complejidad del cerebro humano. Si el cerebro fuera un go bierno, no sería una dictadura, ni una monarquía, ni siquiera una democracia. Sería una anarquía. Se ha dicho que el cerebro se pa 14 Introducción rece mucho a la presidencia de Reagan, caracterizada por innume rables módulos que interactuaban, todos ellos de manera indepen diente bajo la supervisión de un remedo de ejecutivo central. Opiniones políticas aparte, casi todos los cientíicos estarían de acuerdo con esta valoración. De hecho, el cerebro es tremenda mente complejo: se compone de partes conectadas con otras partes, que a su vez se conectan con otras, y en el sistema no existe ningu na «parte inal» que decida lo que decimos o hacemos. De hecho, nuestro cerebro actúa dejando que las ideas compitan y discutan para conseguir nuestra atención. Este enfoque tiene sus ventajas, como por ejemplo permitirnos razonar, solucionar problemas e incluso leer libros. Sin embargo, a veces conduce al conlicto, por ejemplo cuando intentamos sostener dos o más ideas contradicto rias al mismo tiempo. Cuando eso ocurre, a nuestro cerebro sólo se le ocurre una cosa: reírse. A menudo consideramos la mente humana como una computa dora en la que entran datos a partir de su entorno y que actúa ba sándose en nuestros objetivos inmediatos. Pero este enfoque es erróneo. Más que funcionar de una manera lógica y controlada, el cerebro lleva a cabo múltiples tareas. No se bloquea cuando se to pa con una ambigüedad, sino que, al contrario, utiliza la confusión para alcanzar un pensamiento complejo. Cuando el cerebro se en cuentra con metas o informaciones opuestas, utiliza el conlicto para generar soluciones novedosas, a veces mediante la producción de ideas que a nadie se le habían ocurrido antes. El humor se da porque disfrutamos con ese proceso, y por eso la mente aburrida es una mente sin humor. Nos resulta placentero abrirnos paso en tre la confusión, y nos reímos cuando se nos ocurre una solución. Uno de los retos que surgen al considerar el humor como un fenómeno social y psicológico es que no resulta fácil de medir. Ca si todos los cientíicos preieren centrarse en la risa, que es un com portamiento concreto. A resultas de ello, la risa ha sido relativa mente bien analizada; los estudios muestran que tenemos más tendencia a compartir la risa que ninguna otra respuesta emocional, lo que signiica que, de media, nos reímos entre quince y veinte minutos al día. Hay mucha variación, desde luego. Las mujeres 15 Ja suelen reírse menos a medida que envejecen, pero no los hombres. Y solemos reírnos más por la tarde y por la noche, aunque esa ten dencia es más marcada entre los jóvenes.1 No debería sorprendernos, por tanto, que los primeros intentos de comprender el humor se dedicaran a estudiar la risa. Aristóteles dijo que los humanos son la única especie que se ríe, y que los be bés no tienen alma hasta que no proieren su primera risita. Y por si eso no fuera suiciente, añadió que todos los bebés se ríen por pri mera vez en el día cuarenta de su existencia. Friedrich Nietzsche describió la carcajada como una reacción a la soledad existencial. Freud tenía una visión más positiva (algo insólito en él), y airmaba que la risa libera la tensión y la energía psíquica. El problema de todas estas deiniciones, claro, es que no sirven para nada. No hay manera de medir la energía psíquica ni la soledad existencial, ni la habrá. Quizá por eso a Thomas Hobbes le agradaba confundir aún más las cosas al caliicar la risa como «el deleite que surge al descu brir de repente alguna eminencia en nosotros». La risa, algo que podemos observar y medir, es desde luego ini nitamente interesante, pero el humor revela más acerca de nuestra humanidad, de cómo pensamos y sentimos y de cómo nos relacio namos con los demás. El humor es un estado de ánimo. Y de eso trata este libro. ¡Ja! trata de una idea. La idea es que el humor y su síntoma más corriente —la risa— son productos derivados de poseer un cerebro que se basa en el conlicto. Al manejar constantemente la confusión o la ambigüedad, nuestra mente se adelanta a los acontecimientos, comete errores y, generalmente, se atasca en su propia complejidad. Pero eso no es malo. Por el contrario, nos proporciona adaptabili dad y un motivo constante de risa. La razón por la que Lenny Bruce estuvo tan divertido aquella noche, al igual que Pryor una década después y Louis C. K. hoy en día, es que cada uno encontró una manera de abordar las princi pales preocupaciones de su tiempo. Para Bruce, ello conllevaba contar historias sobre la hipocresía del sexo, los prejuicios y las drogas, permitir que el humor arrojara luz sobre temas que, al me 16 Introducción nos a inales de la década de 1950, no se comentaban de manera abierta. Ser divertido era su manera de ayudar al público a enfren tarse a la vida en una época llena de cambios. De hecho, aunque el chiste tradicional puede que haya muerto (o, para ser más exac tos, esté gravemente enfermo), el humor goza de la misma salud que siempre porque la necesidad de relacionarnos con los demás es intemporal. A lo largo de las siguientes doscientas y pico páginas mostraré que el humor va estrechamente asociado a casi todos los aspec tos de la cognición humana. Por ejemplo, los mismos procesos que despiertan nuestro humor también contribuyen a la percepción, la creatividad, e incluso a la salud psicológica. Los estudios indican que el uso del humor en entornos cotidianos —por ejemplo, cuando contestamos a los correos electrónicos utilizamos imágenes descrip tivas— está estrechamente emparentado con la inteligencia. 2 En resumen, cuanto más listos somos, más probable es que comparta mos un buen chiste. Ni siquiera tenemos que ser extrovertidos para apreciar el humor. Lo importante es que seamos capaces de disfru tar de una buena carcajada. Durante años, los cientíicos han sabido que el humor mejora nuestra salud, y ahora, al considerarlo como un riguroso ejercicio de la mente, comprendemos por qué. El humor es como el ejerci cio del cerebro, y al igual que el ejercicio físico refuerza el cuerpo, ver las cosas desde una perspectiva divertida es la manera más sa ludable de mantener nuestra agudeza cognitiva. Esto también ex plica por qué presenciar las actuaciones cómicas de Robin Williams mejora nuestra capacidad para solucionar los pasatiempos de aso ciación de palabras; la mente tiene que estar funcionando de ma nera constante, exigente, sorprendida. Las actuaciones de Williams obligan a nuestro cerebro a llevar a cabo nuevas asociaciones y a afrontar la confusión de frente. Aunque en este libro abordaremos cómo incorporar más el hu mor en su vida, es importante observar desde el principio que la meta no es aprender cómo hacer reír a la gente ni contar el chiste perfecto. Tampoco quiero prometerles que al inal de este libro habrá aprendido a ser una persona más divertida. Mostraré que la 17 Ja clave para ser gracioso no consiste en aprender trucos ni memo rizar chistes, sino, más bien, en comprender de manera más pre cisa que el humor es nuestra respuesta natural a vivir en un mun do lleno de conlictos. Entonces se darán cuenta de por qué el humor no sigue guiones ni reglas sencillas, y por qué no hay un solo chiste que le agrade a todo el mundo. El humor es idiosincrá sico porque depende de aquello que hace que todos seamos únicos: cómo nos enfrentamos a la discrepancia que reina en nuestro com plejo cerebro. Algunas personas han argumentado que el estudio del humor no tiene mucho sentido, pues es demasiado misterioso para com prenderlo. El escritor estadounidense E. B. White escribió incluso que analizar el humor es como diseccionar una rana: interesa a poca gente, y el sujeto siempre muere al inal. En algunos aspectos es cierto, puesto que el humor cambia constantemente, y, al igual que la rana en la mesa de disección, si no lo sujetamos resulta bas tante escurridizo. Pero actualmente los cientíicos están descubrien do que el humor es nuestra respuesta natural al conlicto y a la confusión, un tema que sin duda merece nuestra atención. ¿Qué mejor manera de comprender nuestras motivaciones que averiguar cómo enfrentarnos a la incertidumbre? Otro argumento habitual en contra del estudio del humor es que no sólo es una ciencia, sino también un arte. Joel Goodman, director de una organización llamada The Humor Project, airmó en una ocasión que la gente aprendía a ser divertida del mismo modo en que un músico llega al Carnegie Hall. Es decir, siguen la «regla de las cinco pes»: practican, practican, practican, practican y practican. Es cierto que el humor es tan complejo (y lo que pro voca una risa tan diverso) que no hay regla que pueda aplicarse a más de una situación. Sin embargo, el humor posee algunos ingre dientes muy claros, que la ciencia comienza ahora a revelar. Éstos explican los juegos de palabras, los acertijos e incluso los chistes de abogados. Y todos se basan en el conlicto y la resolución de la am bigüedad dentro de nuestros cerebros enormemente modulares. Comenzaré presentando las últimas investigaciones acerca del humor, mostrando que sólo gracias a un cerebro indeciso podemos 18 Introducción disfrutar en un mundo exigente cognitiva y emocionalmente. Esto suscita la pregunta de: ¿Qué es el humor? ¿Qué es, y por qué resul ta tan placentero? Como veremos, el humor posee varias fases: co mienza con predicciones prematuras acerca del mundo y acaba resolviendo las interpretaciones erróneas que resultan inevitables. Sin este principio y este inal, no nos reímos. Y si hay demasiadas cosas entremedio también se pierde la gracia. La siguiente pregunta es: ¿Para qué existe el humor? ¿Qué propósito tiene el humor, y por qué necesitamos un cerebro tan complicado? ¿No sería más fácil que nuestra mente fuera como una computa dora y más predecible? En absoluto. En primer lugar, las computado ras fallan constantemente, sobre todo si se enfrentan a la ambigüedad. Cuando una computadora se confunde, hay que apagarla y volverla a encender. El cerebro, por el contrario, debe seguir funcionando incluso cuando se topa con lo inesperado. En segundo lugar, ¿cuán do fue la última vez que una computadora escribió un soneto acep table o compuso una canción pegadiza? La simplicidad tiene un costo. La última pregunta es: ¿Y qué? En otras palabras, ¿cómo pode mos utilizar el conlicto interno para mejorar nuestras vidas, y cómo podemos ser personas más divertidas? Aunque éste no es un libro de autoayuda, mostraré cómo mejorar su humor afecta su salud, le ayuda a llevarse bien con los desconocidos e incluso le hace más inteligente. Casi todos los aspectos de nuestra vida mejoran si nos centramos en el humor. Este libro explica por qué. Aunque mi formación como neurólogo cognitivo ciertamente me ha ayudado a escribir este libro, he procurado que la parte cien tíica resultara accesible al lector medio. Uno de los aspectos más estimulantes de cualquier ciencia emergente es que al principio todo el mundo es un experto y un lego. Aunque muchos cientíicos llevan el tema por caminos poco habituales —pienso ahora en el estudio reciente de unos investigadores de la Universidad de Louis ville acerca del humor en el escritor francés Albert Camus—,3 la investigación sigue siendo tan nueva que resulta fácil de seguir. También ayuda el hecho de que el humor no se haya convertido hasta hace muy poco en un tema reconocido de estudio en campos 19 Ja académicos como la lingüística, la psicología y la sociología. Mi ob jetivo en este libro es actuar de traductor, y quizá también de me diador, y extraer hallazgos interesantes de cada uno de estos cam pos. Y combinarlos para crear un campo completamente nuevo: la humorología.4 Por último, debería mencionar que mi meta al escribir este libro no es ser gracioso, aunque si alguna vez caigo en ello, tampoco me importa. De hecho, creo que nuestro desmesurado deseo de ser graciosos es el mayor impedimento en la investigación sobre el hu mor. Los cientíicos del humor son famosos por su seriedad en su trabajo, como debería ser, pues el tema exige precisión y rigor aca démico. Pero como el tema es el humor, mucha gente lo ve como una oportunidad para contar chistes. Y ése es el problema. Parafra seando a Victor Raskin en su prefacio al primer número de The International Journal of Humor Research, los psiquiatras no intentan parecer neuróticos ni delirantes cuando describen la esquizofrenia; así pues, ¿por qué los investigadores del humor deberían intentar ser graciosos? Es un buen argumento, y pretendo respetarlo. Y ahora, pasemos a una epidemia de carcajadas, a una película de catástrofes y al chiste más guarro del mundo. 20 Razones científicas para reír Sarah Romero Adelgaza. Un equipo de científicos de la Universidad Vanderbilt en Nashville, Tennessee (EE.UU.) concluyó que reírse durante 15 minutos al día puede ayudar a perder peso, ya que la risa hace que el corazón lata más rápido, trabajando a la vez una serie de músculos, lo que redunda en un aumento del gasto de energía. Además, la vibración del diafragma provoca un masaje interno tanto en el estómago como en el hígado, generando jugos gástricos que reducen los ácidos grasos y nos ayudan a eliminar toxinas del organismo. Podemos llegar a perder 2 kilos al año con nuestro aporte de risa diario. Provoca sensaciones de felicidad. Lo decía Erasmo de Rotterdam: “Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos”. Y es que la risa nos aporta felicidad. Nuestro córtex cerebral libera impulsos eléctricos que obstruyen el paso de pensamientos negativos justo un segundo después de que empecemos a reír. Otro de los expertos que indagó sobre el tema fue Sigmund Freud quien fue el primero en atribuir a la risa el poder de desechar de forma natural la energía negativa de nuestro cuerpo. Combate el insomnio. Las virtudes de la risa son claras y todos los expertos coinciden. Con una carcajada se activan los casi 400 músculos que hay en el rostro, algo que sucede si tenemos un semblante serio. Además, gracias a la risa logramos desterrar nuestros miedos y nuestras preocupaciones, que son los que normalmente nos asaltan por la noche cuando lo que intentamos es dormir plácidamente. La risa nos hace estar relajados, tranquilos y, en general, sentirnos bien. Para dormir de un tirón, nada mejor que la risa. Alivia los dolores. En la Edad Media los bufones también se calificaban como auténticos sanadores gracias a su contribución al humor de los habitantes, ya que la risa ayuda a segregar catecolaminas y dopaminas. El mejor ejemplo del Medievo fue Bernardino II Matello quien, a base de risas, consiguió que el hermano de Isabel de Este -gran mecenas de las artes-, Alfonso (esposo de Lucrecia Borgia), sanara por completo. “Es imposible que imagine nadie el recreo y placer que me ha proporcionado este bufón, él ha sido la causa de que la carga de mi enfermedad pareciese más ligera”, explicaba en su carta el recuperado Alfonso en el siglo XV. Actúa contra los problemas cardiovasculares. Muchas son las sustancias que se liberan cuando nos reímos: las endorfinas, la adrenalina, la dopamina y la serotonina. Además, a nivel psicosomático, una gran cantidad de dolencias cardíacas tienen su centro neurálgico en la tristeza, que provoca que el corazón se contraiga. Si sonreímos y nos reímos, el corazón se relaja y se ensancha. Mejora la piel. Según un estudio del Hospital Sisol de Surquillo, el buen humor ayuda a cuidar nuestra piel. ¿De qué forma? Mientras la tristeza hace que las defensas del cuerpo bajen y seamos más propensos a enfermar, la risa hace que nuestro cuerpo se enfrente mejor al entorno y esté más protegido y nuestra piel se verá con mejor color y más sana. Además, si nos reímos a carcajadas nuestro corazón bombeará sangre a mayor velocidad con lo que es probable que también sudemos o incluso lloremos. Todo ello nos ayuda a mejorar el aspecto de nuestra piel gracias a las toxinas que eliminamos de esta manera. Reduce el estrés. Y es que la risa salva vidas. Ya hemos hablado de las hormonas que segregamos cuando nos reímos. Entre otras, las endorfinas, esas hormonas que potencian nuestro sistema inmunitario, causan un aumento de la sensación de bienestar y nos ayudan a combatir el estrés. Es una auténtica píldora natural contra el estrés. Así que el refrán de “al mal tiempo buena cara” ya tiene una base científica también. Un estudio llevado a cabo por las psicólogas Tara Kraft y Sarah Pressman, de la Universidad de Kansas (EE.UU.) y publicado en la revista Psychological Science, concluyó que la risa tiene un efecto en el cuerpo a un nivel químico, que provoca en quien sonríe un bienestar físico de 24 horas de duración. Previene las contracturas. Y es que al reír relajamos prácticamente toda la musculatura de nuestro cuerpo, ya que nuestros movimientos se vuelven totalmente espontáneos. Este nivel de relajación ayuda a prevenir las contracturas.