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Ciudad Rodrigo Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo © Excmo. Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo. Fotografías Aficionados – Colaboradores: Blanca Rodríguez Melchor, Enrique González Martín, Javier Antúnez Lanchas, J. Carlos Cepa Arnés, Miguel Miguel Ratero y Fotos cortesía de los colaboradores. Fotografías Profesionales: Emilio Estudio y Foto Vicente. Otros colaboradores: Rosa Mª Pereña Velasco y Mª Socorro Uribe Malmierca. Portada: La ventana. Autor: Ángel Centeno Cabezas. Contraportada: Mas Fiesta + Cartel anunciador Carnaval del Toro año 2014. Autor: Adolfo Zalduendo Lavin. Depósito Legal: S. 41-2014 Imprime: Gráficas Lope. Salamanca. www.graficaslope.com Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo Un enemigo mortal: la viruela en Ciudad Rodrigo en la segunda mitad del siglo XlX RAÚL VELASCO MORGADO Vacunación infantil a finales del siglo XIX. “Vacunación de niños”, de Vicente Borrá y Abellá, óleo sobre lienzo, 1898. Museo Municipal de Málaga (depósito del Museo del Prado). lntroducción E l 19 de noviembre de 1858 la Junta de Sanidad Municipal de Ciudad Rodrigo discutía sobre el brote epidémico de viruela que vivía el municipio aquel año. Producida por un poxvirus, esta grave enfermedad azotó al ser humano desde hace milenios. Los restos más antiguos en humanos se remontan al antiguo Egipto (c. 1145 a.C) y en Europa se convirtió en un gran problema ya durante la Edad Media debido al crecimiento de la población. Su fácil contagio —a través de fluidos, contacto directo con el enfermo o por fómites— y su gran mortalidad —cercana al 30%— hizo de ella un enemigo difícil de someter hasta el descubrimiento de la vacuna. Los debates sobre el método de prevención de la viruela a través de la inoculación de material infectivo (“variolización”) fueron acalorados durante el siglo XVIII1. Contagiar de viruela a la población sana para evi- Sobre el debate en España, véase RIERA, Juan, “Los inicios de la inoculación de la viruela en España”, Medicina e Historia, Tercera época, 1985; 8. 1 CIUDAD RODRIGO 407 Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo tar que sufrieran una viruela más grave tuvo importantes detractores en toda Europa. El temor no era infundado: la mortalidad del proceso podría llegar a 1/1000 inoculados. A finales de siglo, el método de la vacuna de Jenner revolucionó la profilaxis de la enfermedad. Percatado de que los vaqueros adquirían una leve enfermedad variolosa “vacuna” y que ésta les protegía de alguna forma del contagio de la verdadera viruela, el médico británico creyó necesario inocular este virus y no el humano para mejorar finalmente la prevención médica de la temible enfermedad. Rojo Vega ha dibujado a la perfección la introducción de la vacuna en Castilla y León2 durante los primeros años del siglo XIX. Ya en 1801 se estaban produciendo inoculaciones jennerianas en muchas localidades del antiguo reino. En Salamanca, las primeras se realizaron en aquel año promovidas por Francisco Zunzunegui3, de quien sabemos que unos años antes ostentaba la cátedra de Anatomía de la universidad salmantina4. En Ciudad Rodrigo, la primera noticia que encontramos sobre cierta organización de la dispensación de la vacuna se produce en un cabildo general celebrado por la Junta del Hospital de la Pasión el 12 de mayo de 1805. Andrés Xerez, canónigo de la Catedral y miembro de dicha junta, noticiaba a sus compañeros que el obispo, Fray Benito Uría y Valdés, le había comunicado que el Rey había ordenado que en todos los hospitales de las capitales del reino se destinase una de las salas para la conservación del “fluido vacuno”5. Se trata de una más de las continuas intromisiones de este obispo en la actividad del hospital6 y una prueba más de la importancia de la figura de los obispos ilustrados en la difusión de las políticas sanitarias de los Borbones. Los años siguientes fueron años de grandes catástrofes para los mirobrigenses. La Guerra de la Independencia puso a Ciudad Rodrigo en el centro de la campaña portuguesa de las tropas napoleónicas y otros problemas sanitarios7, como las temidas “fiebres pútridas”, que se presentaron como epidémicas, dejaron a las viruelas en un segundo plano. Pero durante la segunda mitad del siglo, la enfermedad variolosa puso en alerta a la población en varias ocasiones, un fenómeno que pasamos a analizar en las siguientes líneas. El brote epidémico de 1858-1859 Tal y como hemos adelantado, esta enfermedad volvió a ser la protagonista de los problemas sanitarios mirobrigenses en 1858. El 15 de noviembre, el Subdelegado de Medicina había firmado un oficio informando a la Junta de Sanidad Municipal de que en el arrabal de San Francisco “están reinando de una manera epidémica las viruelas, cuyo tipo, siendo confluente, tiene el carácter maligno”8. Y así era. Siguiendo la nomenclatura de Sydenham —y obviando otras más modernas—, los facultativos mirobrigenses utilizan el término “confluentes” para designar el carácter clínico del brote. A diferencia de las “discretas”, caracterizadas por lesiones pustulosas muy separadas entre sí, las “confluentes” cursaban con erupciones pustulosas, formando grupos y eran muy aparentes por afectar la mayoría de las veces a la cara. Aunque no era una regla que se cumpliera en la totali- ROJO VEGA, Anastasio, La inoculación antivariólica y la vacunación jenneriana en Castilla y León (1728-1802) [Recurso en línea] Disponible en: http://anastasiorojovega.com/attachments/article/40/inoculacion%20c-l.pdf [Consultado 18 ago 2013], pp. 88 y siguientes. 3 Ibíd. p. 89. 4 ASTORGANO ABAJO, Antonio, “El conflicto entre las cátedras de humanidades y Meléndez Valdés (1780-1784)”, [Recurso en línea] Disponible en: http://biblioteca.org.ar/libros/132530.pdf [Consultado 20 ago 2013], p. 10. 5 Archivo Histórico del Hospital de la Pasión. Sec. 1ª. Órganos de Gobierno. Serie 1ª. Actas del Cabildo/Plano. Caja 4. Libro de actas de 1795-1816 (sin foliar). Cabildo general de 12 de mayo de 1805. 6 Así lo documentamos en: Raúl VELASCO MORGADO, “Ilustración, Sanidad, Higiene y Arquitectura. Reformas y construcciones en el Hospital de la Pasión durante el siglo XVIII”. En: Ciudad Rodrigo. Carnaval 07, Salamanca: Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo, 2007. pp. 347-351. 7 Véase Raúl VELASCO MORGADO, Aspectos médico-sanitarios de la Guerra de la Independencia en Ciudad Rodrigo (1808-1814), Salamanca: Diputación de Salamanca, 2011. 8 Archivo Histórico Municipal de Ciudad Rodrigo (AHMCR). Caja 846. Cuaderno de actas de la Junta de Sanidad de esta Ciudad instalada a consecuencia del Real Decreto de 17 de marzo pasado de este año de 1847. Sesión de 19 de noviembre. El resto de noticias de las reuniones de la Junta, si no se anota lo contrario, provienen de esta fuente primaria. 2 408 CIUDAD RODRIGO Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo dad de los casos, las primeras solían tener un carácter bastante más benigno que las segundas. Analizadas las causas de muerte del arrabal de San Francisco —parroquias de San Andrés y San Cristóbal— durante este año, la presencia de viruela se constata desde el mes de octubre. El primer caso de defunción por viruela se registra el día 1 de octubre en un niño de 2 años de edad, hijo de un sastre, en la parroquia de San Andrés. Aquella muerte, que podría haber sido puntual, se convertirá en el inicio de una cadena de defunciones que llegará hasta abril del año siguiente en esta parroquia y sólo hasta diciembre en San Cristóbal. “Viruela”, “viruelas”, “viruelas confluentes”, “viruelas gangrenosas”, “viruelas confluentes gangrenosas” y “erupción virulosa” son los términos utilizados por los facultativos para los diagnósticos de muerte durante el período. En total se contabilizaron 10 muertos por estas causas en San Andrés y 9 en la parroquia vecina. En porcentaje, estamos hablando de un 27% y un 36.8% respectivamente del total de defunciones del arrabal, una cifra nada desdeñable. La media de edad de los muertos fue de 18 años y la moda, 24 y 31 años. La circunscripción del brote al arrabal de San Francisco es significativa. En el otro lado del río, en el arrabal de Santa Marina, la presencia de la enfermedad es meramente testimonial con un caso de defunción registrado en octubre. Dentro de los muros, la protección fue aún mayor. Sólo conservamos registros de causas de muerte de la parroquia de San Isidoro y en sus libros de difuntos no se llegó a anotar ningún caso de viruela. Dedicados fundamentalmente a tareas agrícolas, la movilidad de la población del arrabal sería realmente escasa, y la alarma provocada por el brote de viruelas aumentaría el aislamiento habitual. El hecho de que Ciudad Rodrigo fuera centro del mercadeo agrícola y ganadero hizo que la viruela pronto encontrara el modo de llegar a otros pueblos del partido. Así, por ejemplo, constatamos un pequeño brote epidémico varioloso en la localidad de Villar de Ciervo que se autolimitó al mes de diciembre de aquel año, aunque nada que ver con la epidemia de viruelas que sufrió Serradilla del Arroyo al año siguiente y que se extendió desde agosto hasta el final del año, causando decenas de muertos. Grabado de la época en el que se muestra una paciente afecta de viruelas confluentes. Un problema de hacinamiento carcelario: el brote de 1887 Las epidemias posteriores fueron mucho más importantes. Como ha estudiado Rodríguez Pérez, en 1884 la ciudad vivió una cruda epidemia con 96 defunciones atribuibles a la enfermedad9. La difusión de las enfermedades infecciosas se facilita en gran parte cuando un grupo de sujetos se encuentran en condición de hacinamiento. Clásicamente, los orfanatos, las cárceles, los cuarteles militares, e incluso colegios han sido víctimas de brotes epidémicos. Para Abelardo Lorenzo Briega, un activo médico que comenzó a trabajar en nuestra ciudad en esta época: Enrique RODRÍGUEZ PÉREZ, La población de Ciudad Rodrigo durante el período 1871-1970, [Recurso electrónico], Disponible en: http://www.ciudadrodrigo.net/poblacion/ [consultado 23 ago 2013]. 9 CIUDAD RODRIGO 409 Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo [En Ciudad Rodrigo] Los sitios donde se desprenden más miasmas son el matadero, corrales, calles sucias, cloacas, en especial la puerta de Santiago, estercoleros, tabernas, cafés, bailes, cementerio, hospital, teatro, escuelas é iglesias y en todos los demás sitios donde se aglomeran personas sin tener la suficiente capacidad de aire para respirar10. Efectivamente, en 1887 volvió a aparecer un brote de viruela en la ciudad y lo hizo en la cárcel del partido. Reunida de nuevo la Junta de Sanidad municipal el 17 de octubre, tomó la palabra el cirujano, Ángel Mirat, que sugirió trasladar a los enfermos al hospital civil y fumigar “como aconseja la ciencia” sus habitaciones. No obstante, ante la reticencia del alcalde del Hospital, se decidió hacer una habitación separada en la cárcel. El señor Paniagua, que en algún documento aparece como “jefe del local de fumigación” detalló las medidas a realizar en la cárcel: blanqueamiento, limpieza de los presos, lavar aparte la ropa de los “atacados” y, por supuesto, la vacunación y revacunación de los presos. Las medidas acordadas al día siguiente fueron las siguientes: 1º. Que se procure que no frecuente la cárcel más persona que las encargadas de ella. 2º. Que se invite al Sr. Juez de Instrucción para que suspenda el despacho de la Sala de afectos. 3º. Colocar la enfermería en el cuarto bajo o panera, cerrando la puerta que comunica con las habitaciones del [ilegible]. 4º. Que el menaje que se utilice en la enfermería no se destine después a otro uso. 5º. Que se coloquen las camas que sean necesarias. 6º. La construcción de un escusado en la parte principal. 7º. Que se tapen las bocas de las alcantarillas con restos de polvo de carbón. 8º. Que los escusados y demás sitios destos usos se emplee disolución de caparrosa. 9º. Picar el piso de las pilas para que no se detengan sustancias nocivas. 10º. Aislamiento completo y absoluto de la enfermería. 11º . Y por último, que se invite al vecindario a la vacunación y revacunación, uno de los principales medios de evitar la propagación de la viruela. Portada de la obra del Dr. Lorenzo (1899). Las epidemias de fin de siglo: la reticencia de la población a la vacuna Durante la última década del siglo, Rodríguez Pérez detectó dos importantes epidemias de viruela. En 1891 dejó 150 víctimas y en 1899, fueron 102 los afectos de viruela de un total de 347 fallecimientos. La Junta de Sanidad tenía pocos recursos para actuar. En 1891, su principal preocupación fue la concentración de mirobrigenses en el cementerio el día de los difuntos. Por recomendación de Manuel González, uno de los vete- Abelardo LORENZO BRIEGA, Geografía médico española: Datos topográficos de Ciudad Rodrigo por Abelardo Lorenzo Briega,Ciudad Rodrigo: imprenta de la Vda. e Hijos de Cuadrado, 1899, p. 12. 10 410 CIUDAD RODRIGO Carnaval del Toro 2014 Del 28 de febrero al 4 de marzo rinarios de la ciudad, se decidió recomendar al consistorio que impidiera las visitas y que regara los paseos del camposanto con hipoclorito de cal y ácido hiponítrico “como desinfectantes y con objeto de neutralizar los miasmas fétidos que allí se producen a causa de la abundante descomposición de los cadáveres”. Pero lo más difícil fue convencer a la población de la importancia de la vacuna. Mucho se ha escrito sobre el escepticismo mostrado por los médicos al descubrimiento de Jenner, pero aún queda por estudiar en profundidad la mirada de la población ajena a la ciencia. Un interesante relato sobre este fenómeno en la última epidemia de viruela del siglo aparece en la“Geografía médica”que publicó el citado doctor Lorenzo en 1899, en el que nos explica la reticencia de los mirobrigenses a la vacunación a pesar de ser proveída de forma gratuita por el Ayuntamiento en los casos de necesidad. Ya había 70 enfermos en la ciudad, pero: […] llamó de una manera poderosa mi atención, el que nadie concurriera á practicarse tan pequeña como útil operación, hasta que adquirí el completo convencimiento de que el no hacerlo era la carencia de fé en tal procedimiento al que dirigían toda clase de denuestos é inculpaciones, haciendo que las personas poco decididas terminaran por la decisión de no practicarla11. […] Mucho será de desear que el pueblo practique las reglas que la autoridad, aconsejada pro la Junta de Sanidad y médicos del distrito, ha dictado para que contribuya á su desaparición cuanto antes, vacunándose y revacunándose, y no haciendo caso de esas antiguallas juzgadas por la ciencia y esperiencia (sic), que ya no admiten discusión, como son la conveniencia de la vacunación, tanto en época fuera de epidemia como en ella, y que contribuya con la limpieza que he dicho antes y con el aislamiento, cosa que no hacen, teniendo á gala en ir á ver variolosos, y que en se reunan todos diciendo que “todo es lo que Dios quiere”, sin tener en cuenta que puede costarles la vida, perder la hermosura ó quedarse sin vista12”. El problema de salud pública era, sin duda, muy importante. A finales de aquel año se contabilizaron 102 fallecimientos por viruela de una mortalidad total de 34713. Para una población de 8.930 habitantes14, la tasa de mortalidad específica atribuida a la viruela en 1899 ascendió a un 11 por 1000. Conclusiones Como el resto de las enfermedades infecto-contagiosas, la viruela fue una de las principales preocupaciones para los responsables de la política de salud municipal en Ciudad Rodrigo. Y no era para menos, puesto que en el contexto previo a la transición epidemiológica las enfermedades agudas infecciosas eran la principal causa de mortalidad. La respuesta de la Junta de Sanidad mirobrigense a las continuas epidemias de viruela que azotaron a la población durante la segunda mitad del siglo XIX estuvo acorde con los dictados de la ciencia del momento. Sin duda, la invitación a los médicos de todo el partido a las reuniones de la Junta a pesar de no ser miembros de la misma favoreció esta coherencia. Aunque hemos visto que se tomaron otra serie de medidas higiénicas, la lucha contra la viruela se fundamentaba en la inoculación del fluido vacuno. Por lo tanto, la reticencia de la población al nuevo proceso tuvo unas consecuencias desastrosas sobre la mortalidad de la población. Aún quedaban por delante casi ochenta años y grandes esfuerzos para que la viruela fuera erradicada por completo de la faz de la tierra. Ibíd. p. 6. Ibíd. p. 43. 13 Enrique RODRÍGUEZ PÉREZ, op. cit. 14 Instituto Nacional de Estadística, “Series históricas de población”, en: Cifras de población y censos demográficos. Disponible en línea: http://www.ine.es/jaxi/menu.do?type=pcaxis&path=/t20/e245/p05&file=inebase [consultado 21 sep 13] 11 12 CIUDAD RODRIGO 411