1 - Biblioteca Virtual del Principado de Asturias
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1 - Biblioteca Virtual del Principado de Asturias
PRINCIPADO DE ASTURIAS BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.os 105-106 AÑO XXXVI OVIEDO Enero Agosto 1982 S U M A R I O P aginas El arte parietal prehistórico de la “Cueva de Llonín”, por Magín Berenguer Alonso ............................................................................................................. Estudio de los macromamíferos del yacimiento prehistórico de “Cueto de la Mina” (Asturias), por Pedro María Castaños Ugarte ............................. Ensayo de sistematización de la epigrafía romana de Asturias. Las uni dades gentilicias, por G. Pereira Menaut y J. Santos Yanguas ............ Introducción al estudio y significado de las villas romanas en Asturias, por Narciso Santos Yanguas y Pilar Montero Honorato ........................ San Juan de Aboño, por Marcos G. Martínez ...................................................... Escenas cinegéticas en el románico de Villaviciosa (Asturias), por Etelvina Fernández González ........................................................................................ El caudillo constitucional D. Félix María Alvarez Acevedo y su ascenden cia asturiana, por José Ramón Tolivar Faes .................................................. El concejo de Allende (departamento de Berducedo), según el Catastro de Ensenada, por Antonio García Linares ...................................................... Don Pedro Díaz de Oseja fundador del colegio de San José, de Oviedo, por Eutimio Martino, S. J........................................................................................ Fernando Villaamil y su frustración política, por José Fernández-Arias Campoamor ............................................................................................................... Los procesos consistoriales del cardenal Inguanzo (Zamora, 1814, Toledo, 1824), por José Manuel Cuenca Toribio ........................................................... 3 43 87 111 155 167 181 197 223 231 253 Análisis del sistema de parentesco de los vaqueiros de alzada de Asturias, por Adolfo García Martínez ................................................................................ 287 Para una bibliografía de Fernando Vela, por Ramón García-Vela ........... 313 Carta inédita de Clarín a Juan Ochoa, por Manuel F. Avello .................... 319 Jovellanos, ministro de Carlos IV, por Florencio Hurtado Rodríguez ... 325 Exequias celebradas en la Universidad de Oviedo a la muerte de Felipe IV el Grande, por Adita Alio Mañero ................................................................... 353 PRINCIPADO DE A S T U R I A S BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.os 105-106 AÑO XXXVI OVIEDO Enero Agosto 1982 Depósito, Legal: O. 43.-1958 1. S. S. N 0020-0384 Imprenta “LA CRUZ” Mijos de Rogelio Labrador Pedregal Granda-Siero (Oviedo), 1982 B O L E T I N DE L I N S T I T U T O DE ESTUDIOS ASTURIANOS A ño xxxvi E n ero -A g o sto Núms. 105-106 EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA «CUEVA DE LLONIN». POR MAGIN BERENGUER ALONSO En las proximidades del pueblo de Llonín, concejo de Peñamellera Alta, está ubicada la cueva y, por supuesto, dentro del térmi no parroquial de dicho pueblo. De ahí el que me haya parecido preciso el denominarla con este nombre que siempre será, por otra parte, fácil de retener y, además, poco dubitativo, máxime cuando a esta cueva se le ha designado variadamente, tal como «Concha de la Cova», nombre no relativo a la propia cueva pues en él se le concede simplemente el papel de adjetivo: «cova», teniendo como nominativo la «concha», cuya traducción en términos generales se refiere a paso difícil donde aparece como obstáculo la roca. Después se la denominó «Cueva del Quexu», nombre que recuer da una etapa poco digna para unos antecedentes tan dignos como los de santuario prehistórico. NOTA.—Este interesantísimo trabajo constituyó el Discurso de Ingreso co mo Miembro de Número en el Instituto de Estudios Asturianos. Oportunamen te fue editado por la Caja de Ahorros de Asturias, en una magnífica edición, como las que suele ofrecer ta’n benemérita Institución, y por el I. D. E. A. Hoy volvemos a publicar el notable trabajo del señor Berenguer, a peti ción de muchos estudiosos que no han podido tener acceso a la mencionada edición, esperando satisfacer una legítima aspiración, para lo cual obtuvimos la oportuna colaboración de la misma Caja de Ahorros —que agradecemos— y Ja aquiescencia de] autor, a quien damos también nuestras gracias. 4 MAGIN BERENGUER ALONSO Por último, otro de los nombres que se propició por los miem bros del Grupo Espeleológico descubridor fue el de «Santoje», com binación de Santos —apellido del monitor— y O. J. E., iniciales de la Organización Juvenil Española, a la cual pertenecía el Grupo de Espeleología. Todo ello me decidió por el nombre de «Cueva de Llonín» que, por lo menos, la vincula a su situación geográfica. La historia reciente de la «Cueva de Llonín» comienza en el año 1957. Por entonces fue cuando los hermanos don Francisco y don Manuel Monje localizaron la cueva y la hallaron apropiada para su utilización como depósito de quesos destinados a fermentación y a cuya fabricación se dedicaban ambos hermanos. Con tal moti vo, al realizar obras de acondicionamiento en el interior, algunos metros de parietal sufrieron destrucción, pues los ocupantes con sideraron preciso el arranque de rocas con las que rellenar el piso bastante accidentado, para regularizarlo. No se puede asegurar que todo estuviera decorado, pero algunas de estas rocas sueltas tienen restos de grabados. Esta destrucción no tendría excusa si no fuera por la circunstancia de que desconocían totalmente la existencia de la pintura y grabados en el parietal parcialmente destruido. Tal existencia se les puso de manifiesto cuando fueron explorando la Cueva y familiarizándose con ella merced al uso continuado y a una mejor iluminación. Cerciorados de la decoración del parietal, decidieron guardar el secreto de su descubrimiento en razón a que si tal obra fuera hecha por el hombre prehistórico, tendrían que renunciar a la utilización de la Cueva para sus fines industriales. A mediados del año 1970, la familia Monje decide la instalación de medios mecánicos en su industria y la trasladan a la villa de Panes. Por ello, el 22 de marzo de 1971, invitaron a don Manuel San tos, Monitor del grupo de Espeleología «Polifemo» de la Organi zación Juvenil, para que hiciera un reconocimiento de la cueva con su Grupo, esperando que, con ello, se efectuara el descubrimiento para el público de algo aue ellos va conocían años antes. Así fue, en efecto, y el monitor, señor Santos, el día 25 de m ar zo me comunicó personalmente el hallazgo realizado por su Grupo de unas pinturas parietales en una cueva. Deseaba de mí un reco nocimiento por si realmente se trataba de arte paleolítico. Así, el día 28 siguiente, reconocí la Cueva, viéndome sorprendido por la extraordinaria importancia, del panel decorado dado su interés cien tífico y el buen arte de algunos de los grabados. En estos lérminos lo declaré a varios representantes-de-la -Prensa-que nos aeorapañá- EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 5 ban, destacando la transcendencia de este hallazgo por su autenti cidad prehistórica. Quede claro aquí —pues en algún momento fue motivo de dis cordia— que los hermanos Monje conocían las pinturas de la cue va, pero por conveniencias personales silenciaron su existencia si bien las respetaron cuando tuvieron sospecha de su valor. El Grupo de Espeleología y su monitor señor Santos, descono cían la existencia de la decoración parietal cuando entraron en la cueva, más al descubrirla dieron noticia inmediatamente a la re presentación de la Dirección General de Bellas Artes en la Provin cia. Del hallazgo di a mi vez cuenta a dicha Dirección General y a la Comisaría General de Excavaciones en escritos de 30 de marzo de 1971 e, inmediatamente, tomé las necesarias medidas de segu ridad para salvaguardar la Cueva, medidas tales como la instala ción de una puerta metálica, verjas de hierro en una galería apendicular, desalojo de las estanterías de madera de la antigua in dustria que, al pudrirse, podrían producir hongos que afectarían a las pinturas; etc., etc. Lamentablemente, la puerta ha tratado de ser forzada por tres veces, aunque sin conseguirlo. Los hierros de la galena apendicular fueron una vez desguazados y, solamente hace unos meses, —visto que la puerta no se podía forzar—, han practicado una perforación en la roca tratando de entrar por el agujero, sin llegar, al parecer, a conseguirlo, pero, como consecuencia, fue necesario llevar a cabo nuevas obras para reparar el destrozo. LA «CUEVA DE LLONIN» Situada en la base del manto tectónico de la cara Sur de la Sie rra de Cuera, frente al Pico de Peñamellera, a un kilómetro, más o menos, del pueblo de Llonín. Sin embargo su acceso más cómodo es desde la propia carretera comarcal número 6.312, de Panes a Cangas de Onís, a unos 9 kilómetros de Panes, en el lugar denomi nado La Molinuca. El Cares discurre al pie de la carretera, encajo nado y entrepeñado por calizas. Desde Ja Molinuca a la Cueva hay unos 700 m. por un empina do sendero muy angosto y obstaculizado por avellanos y maleza. No es única en el Conceio la «Cueva de Llonín», pues cerca de la.VilJa capital,,. Alies,, está la llamada «Cueva de Coimbre» cuyo primer estudio ha sido realizado por el doctor Alfonso Moure Ro- 6 MAGIN BERENGUER ALONSO Fig. B .-G ra b a d o de incisión profunda. E-1 :3. manillo y por don Gregorio Gil Alvarez, habiéndose publicado en el número 82 del Boletín de este Instituto. Aparte de éste, hay otros pasos subterráneos, algunos ya explorados y sin indicios de habi tabilidad prehistórica. La entrada actual de la «Cueva de Llonín» corresponde a. uno de los puntos con más facilidades de penetración dentro del. de^- EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 7 rrumbe de la visera que hizo desaparecer a la primitiva abertura, y que los hermanos Monje acondicionaron para un mejor acceso. Ostensiblemente debió de coincidir con el utilizado primitivamen te por el hombre, dados los muchos restos de cocina allí ubicados. Flg, A.-Planos de la cueva de Uonín. Planta. El tal derrumbe de la visera fracturó, también, posiblemente la continuidad de la galería apendicular a la que anteriormente me referí, de forma que hoy está separada y con entrada independien te. Esta galería es alta de hecho. En alguno de sus tramos mide unos 17 m. de longitud doblados en ángulo recto a los siete me tros de la entrada. Finalmente se estrecha prolongándose en un sumidero o «gatera» que posiblemente comunique nuevamente con la Cueva, razón por la cual se preservó este posible acceso con la verja de hierro que antes mencioné. (Fig. A, sector O). 8 MAGIN BÉRENGUER ALONSO En esta galería se conservan restos de color rojo en forma de puntuaciones, líneas, etc., todo ello de carácter abstracto. El cierre que fue preciso instalar ha dificultado la exploración ya que, para hacerla, había que desmontar dicho cierre cada vez que se preten día acceder. Flg. A .-Planos Cueva Llonín. Secciones, Antes de que esta Cueva quede abierta a las visitas, considero muy necesario una prospección geológica muy metódica realizada por equipos especializados —por razones obvias a mí me fue impo sible llevarla a cabo— pues tengo el convencimiento de que, bajo el suelo de la Cueva conocida, puede haber otras galerías que de paren nuevas y gratas sorpresas pero de peligroso alcance. Situados en la puerta de ingreso hallamos unos escalones arti ficiales construidos por los señores Monje en su etapa de ocupa ción. Antes de descenderlos totalmente se sigue la pared de nues tra izquierda en la que, hacia los 14 metros de recorrido, se inser EL ARTE PARIETAL PREHISTÓRICO DE LA CUEVA DE LLONIN 9 ta una pequeña cavidad donde se conservan unas líneas rojas que sin duda correspondieron a una figura al parecer de cérvido, y, cerca de ellas, una muy difinida figura de cierva pintada en líneas rojas. Tiene una longitud de 0,48 ms. desde el hocico a la cola. (Fig. A, sector 1). Al pie mismo de esta cavidad, en una roca del suelo, hay gra bado un extraño signo de incisión muy profunda, ancha y única (fig. B). Tiene una longitud máxima de 0,46 m. Siguiendo, y a unos ocho metros de distancia aproximadamen te de la anterior cavidad, se abre otra, en una de cuyas paredes se define la cabeza y parte del cuello de un caballo pintado en línea roja. Su longitud de un extremo a otro es de 0,35 m. El dibujo es muy simple y de poca calidad artística (fig. A, sector 2). El aspecto general de la Cueva corresponde a una planta de for ma irregular con ejes de 42 por 32 m. El suelo se desliza en rampa, pero en la parte más alta hay un bosque de concreciones estalagmítcas y estalactíticas que han lle gado a enlazarse formando un bellísimo columnario con alturas en algún caso de más de 6 m. Las alturas generales de la Cueva, des de el nivel inferior hasta la bóveda, alcanzan un máximo de 22 m. Descendiendo por la rampa, con suelo lleno de enormes casca rones de concreción, se llega al nivel más bajo de la cueva, que re mata en la pared a lo largo de la cual se extienden las formulacio nes artísticas de forma continuada. Para mayor claridad de las reproducciones, se han planificado los accidentes rocosos; es decir, si una figura se inscribe en una oquedad, la representación en la copia se efectúa dándole la longi tud real y no la que percibe la vista a través del plegamiento. Así se producen ciertas pequeñas diferencias de situación, poco apreciables. Las copias las he realizado en dibujo directo a mano alzada —sistema que siempre utilizo— reducidas a la mitad del original. Los calcos, fórmula que habitualmente se emplea, los considero muy peligrosos para la integridad de los parietales. Como indico más adelante, no se presenta en este trabajo la to talidad del arte parietal de la «Cueva de Llonín», pero sí la mayor parte. 10 MAGIN BERENGUER ALONSO DESCRIPCION DE LAS PINTURAS Y GRABADOS El panel reproducido —aparte de las figuras sueltas ubicadas hacia la entrada, sectores 1 y 2 del plano (fig. A)— corresponde sólo a un fragmento del parietal de mayor longitud que hoy se con serva con las formulaciones artísticas de la cueva. (Sector A del plano). De un total de casi 15 m. han sido reproducidos más de 13. Queda pendiente de reproducción otro fragmento de unos 5 m., dis tanciados del anterior por una interrupción de unos 19 m. que co rresponden a material destruido en las tareas de explanación y acondicionamiento de la cueva para la explotación industrial a la que fue sometida aquélla por los ocupantes señores Monje, duran te los años 1957 a 1970; y aún quedan por reproducir otros dos metros a la izquierda de lo estudiado (sector B del plano, fig. A) en los que solamente hay trazos o cortas rayas de pintura roja, co mo las que en primer lugar describiré, y algún que otro grabado. El fragmento de parietal reproducido recoge pinturas en rojo, grabados y pintura negra. Igual tónica preside lo que aún está pen diente de estudio. Pintura roja (Láms. I y II). Es probablemente la primera expresión artística inscrita en el parietal. Se trata de una serie de formulaciones de carácter abs tracto, de las que trataré de dar una descripción por grupos carac terizados. Fundamento mi convencimiento de que la pintura roja es la muestra artística primeramente inscrita en el parietal, porque los grabados se superponen a esta pintura, no haciéndolo así a la de color negro, salvo en contadas ocasiones en que ésta parece haber se llevado a cabo simultáneamente con el grabado. Situados frente al panel (sector A del plano, fig. A) y comenzan do por la izquierda del espectador, hay un conjunto de manchas alargadas en sentido más o menos vertical, de colocación aparen temente ordenada, manchas que a veces adoptan cierta inclinación, en la mayoría de los casos ligera, pero que, en ocasiones, es muy pronunciada. Al inscribirse las hiladas en que se agrupan en las concavidades de la roca que el agua dejó como huella de su paso, adoptan un sentido ondulante. (Ver láms. I y II-l). A la izquierda de este grupo (sector B del plano) hay otro frag mento de parietal de unos dos metros de longitud, no reproduci- Lámina II EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 11 do, que, como decía anteriormente, recoge también este tipo de manchas en color rojo. Todas estas rayas o manchas tienen un ensanchamiento en la parte superior y van afinando su trazo hacia la parte inferior. Dan la impresión de haber sido hechas con las yemas de los dedos em badurnadas de color o bien con un instrumento pincelante. Con formas semejantes, siguen repitiéndose estas machas alar gadas de color rojo en la superficie del parietal, aunque no con la singularidad del primer grupo y sí promiscuamente con grupos dis tintos. Así, por ejemplo, las vemos en lám. I y lám. II números 2, 3 y 4, siendo de mayor longitud y más finas de trazo las incluidas en 3 y 4. En el número 5 de la lám. II, algunas de estas manchas virguladas llegan a hacerse sumamente alargadas, sobrepasando los 40 cms. de longitud. Asimismo los ensanchamientos de la parte al ta se hacen mucho más gruesos. También en esta zona del número 5 aparecen otras manchas disformes y difusas en ocasiones, acaso adulteradas por haberse sobado el color, ya que se trata de zonas donde se formulan los grabados abundantemente sobre la pintura. Después del número 5 vuelven a producirse nuevas manchas disformes; otros seis trazos virgulados (lám. I y lám. II-6 y 7); un borde de roca entintado también en rojo (lám. I y lám. II-8); dos grandes manchas, una de ellas con unos 20 cms. de ancho por unos 60 cms. de alto, y un extraño signo formado por seis trazos cortos verticales del mismo grueso dispuestos en hilada horizontal, con otro largo prolongado en vertical y ligeramente curvo, dando la ex traña apariencia de una pala de dientes (lám. I y lám. II-9). Un me tro más hacia la derecha hay otros cuatro puntos junto a otra man cha. A la derecha de ésta otros cinco puntos y más abajo un cres tón de roca manchado en rojo y dos gruesos puntos más. Volvien do hacia nuestra primitiva posición a la izquierda del panel, habre mos de reseñar otros signos más singulares y menos frecuentes en las formulaciones de la Cueva. Son ellos las filas de puntuaciones. Hay una serie formando una triple hilada horizontal, poco más o menos de un metro de longitud (lám. I y lám. 11-10) y otra serie agrupada en unos cinco puntos en fila horizontal, de unos 25 cms. de ancho más o menos que discurren por hiladas en sentido verti cal formando columna ligeramente curvada, con una longitud apro ximada de un metro, siendo la parte inferior muy difusa por con creciones y deformada, acaso por haber pasado el agua sobre ella después de pintada (lám. I y lám. 11-11). Hacia la parte alta, está una de las formulaciones más intere santes de esta pintura roja. A mi juicio se trata de representar un 12 MAGIN BERENGUER ALONSO antropomorfo femenino. Para mí sería la primera representación de este tipo conocida en el arte parietal cantábrico (lám. I y lám. II-12). A la derecha de este antropomorfo hay un haz de líneas con aspecto ramiforme. En la parte baja (lám. I y lám. 11-13) hay pintado un serpenti forme plegado, con dos acusadas curvas en la parte alta y dos en la baja y en el que se manifiestan por medio de doble línea los engrosamientos del cuerpo. Aún por debajo hay otro signo que se se para en la forma de las demás representaciones (lám. I y lám. 11-14). Cerca del serpentiforme hay dos grupos de líneas finas formula das en arcos semicirculares concéntricos (lám. I y lám. 11-15). Esto es, resumidamente, la descripción de la decoración en pin tura roja. Observando la reproducción del parietal a color (lám. I) pue den comprobarse los lugares en los que la pintura roja recibe en cima la huella de los grabados. Los grabados. (Láms. I y III, figs. del 1 al 33) Distinguimos en ellos dos tipos de técnica; los que están reali zados con un rayado múltiple, débil y discontinuo, tanto en los con tornos como en la superficie interior de las figuras, tratando con ello, evidentemente, de proporcionar claroscuro a la representación dibujística, y los que se realizan con trazo único y profundo en los contornos o bien con trazos que, aunque no únicos, conservan esa misma firmeza y simplicidad. Los de trazo múltiple y débil se superponen a los otros y a es te tipo de técnica responden la mayoría de los ciervos representa dos y una cabra. Al otro grupo corresponden el resto de los cápri dos, dos cérvidos macho, un bisonte, una cabeza de caballo y otro fragmento de bisonte bastante incompleto. La referencia y descripción de estas figuras grabadas es la si guiente: Lám. I y lám. III-l y fig. 1.—Cabeza de cérvido con técnica de rayado múltiple y débil. Lám. I y lám. III-2 y fig. 2.—Cabra macho de rayado múltiple. Lám. I y lám. III-3 y fig. 3.—Cabeza de ciervo, rayado múltiple y débil. Lám. I y lám. III-4 y fig. 4.—Fragmento de cabeza de cérvido, con técnica de rayado múltiple. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN Fig. 1.-C a b e z a de cérvido con técnica de rayado múltiple y débil. Fig. 2.-C a b ra m acho de rayado múltiple Fig. 3.-Cab$2» út ciervo, rayado m ú ltiple y débil. 14 MAGIN BERENGUER ALONSO Fig 4 -Fragm ento de cabeza de cérvido, con técnica de rayado múltiple. Fig 6 -C abeza de cérvido macho de rayado múltiple y débil. Fig 5 -C abeza de cérvido, de rayado múltiple y débil. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE L LO N IN 15 fig . 7.-fragm ento da tronco y eneas da cérvido, en rayado m últiple y débil, Fig. 8 -Figura de cérvido, sin la cabeza y parte inferior de las patas, en rayado múltiple y débil. En la zona del vientre está cruzado por unas lineas que pudieran interpretarse como instru mento hiriente. Fig. 9 -Lineas de lomo y rabo de un cérvido en rayado múltiple y nos, casi a modo de un raspado grueso. 16 MAGIN BERENGUER ALONSO Ffg. 11.—Fragmento da caprino, cubilo, pstas delanteras y pecho. G rabado m últiple aunque da in tifló n fuerte. ftg .J2 .-F rag m en to de cabeza de cabra macho, estimada asi por Is solución dibujística def ojo y pelaje de la cuenca de aouél exac tamente igual a la de la fig. 24. Fig. 10.-Cabe2a de ciervo en líneas de grabado profundas y simples. E L ARTE PA R IETA L PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LL O N IN Fig. 1S.-¿Fragmento de cérvido? Grabado con línea de incisión profunda. 17 Fig. 16,-C aprino sin cabeza grabado en líneas s lm p li'icadas e incisión profunda.- Fig. 13,-Cabra macho realizada en grabado de linea simplificada e incisión profunde. Fig. 17*-Cabra grabada Con lineas de trazo seguido e incisión profunda. Tras esta figura parece perfilarse el lomo de otra. Fig. 14-Fragm ento de cáprido grabado con trazo bastante sim plificado e incisión profunda. Tiene también unos trazos alargados que pueden significar un instrumento hiriente. MAGIN BERENGUER ALONSO 18 - Fig. 21.- f igura de cérvido dibu ¡a da en trazo discontinuo, m últi ple y débil. También en la zona del vientre y paletilla hay trazos rectos que pueden representar objetos hirientes. Fig 1 8 -Figura de cabra grabada con linqa de trazo seguido e incisión profunda Sobre el lomo tiene dos grupos de rayas verticales que salen fuera del contorno y que parecen indicar, como en casos anteriores, instrumentos hirientes. Fig. 19.-Figura de cabra macho grabada C6H líñSSS de trazo seguido e incisión profunda De la zona del cuello y pecho salen tres rayas alargadas que parecen indicar, también, instrumentos hirien tes. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN Fig. 2 0 -F ig u ra de cabra macho grabada en linea de trazo seguido e incisión profunda. De la paletilla sale un haz de rayas vertica les que parecen querer representar un instrumento hiriente. - Fig. 23.-F ig u ré de cérvido realizado 6n trazo discóntinuo m últiple. y 19 F'9- 22.-Fragm ento de anca y rabo de cérvido realizado con trazo discontinuo y múltiple. 20 M AG IN BERENGUER ALONSO Fig. 2 4.-Flgura de ta b ra macho realizada con trazo único seguldo en el contorno y dibujando con rigo r la crencha del pelaje y ctros detalles del mismo. La incisión es proíunda. fig . 25,-Cabeza de ciervo realizada en trazo único y profundo. F!g. 26 .-C a b tza de reno realizada en trazos rellenos, casi a m odo de un ¡aspado grueso. débiles y Tftü y EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN nuo Flg. 27.-D o s ciervas emparejadas realizadas en trazo disconti m últiple. M ío y múltiple. 21 y Flg. 2$.-Tronco y incas de cérvido, realizado en trazo dkco ntl- Flg. 29,-Cabeza de ciervo en aptitud de bramar. Realizado en trazo discontinuo múltiple. y 22 M AG IN BERENGUER ALONSO Fig. 30,-Figura incompleta de bisonte. En algunas partes se dibuja con trazo discontinuo y débil (parte del cráneo, giba y lomo) pero en el resto se emplea trazo único continuo, al, ¡sual que en el relleno, crencha, barba, etc. Fig. 32,-Posibie cabeza de bisonte, dibujada con trazo continuo. Fig. 31,-Cabeza de caballo trazada en linea continua * EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DÉ LA CUÉVA DE LLONIN 2% Lám. I y lám. III-5 y fig. 5.—Cabeza de cérvido, de rayado múl tiple y débil. Lám. I y lám. III-6 y fig. 6.—Cabeza de cérvido macho de raya do múltiple y débil. Lám. I y lám. III-7 y fig. 7.—Fragmento tronco y ancas de cér vido, en rayado múltiple y débil. Lám. I y lám. III-8 y fig. 8.—Figura de cérvido, sin la cabeza y parte inferior de las patas, en rayado múltiple y débil. En la zona del vientre está cruzado por unas líneas que pudieran interpretarse como instrumento hiriente. Lám. I y lám. III-9 y fig. 9.—Líneas de lomo y rabo de un cér vido en rayado múltiple y débil. Lám. I y lám. 111-10 y fig. 10.—Cabeza de ciervo en líneas de grabado profundas y simples. Lám. I y lám. III-ll y fig. 11.—Fragmento de caprino, cuello, patas delanteras y pecho. Grabado múltiple aunque de incisión fuerte. Lám. I y lám. II1-12 y fig. 12.—Fragmento de- cabeza de cabra macho, estimada así por la solución dibujística del ojo y pelaje de la cuenca de aquél, exactamente igual a la de la fig. 24. Lám. I y lám. 111-13 y fig. 13.—Cabra macho realizada en gra bado de línea simplificada e incisión profunda. Lám. I y lám. 111-14 y fig. 14.—Fragmento de cáprido grabado con trazo bastante simplificado e incisión profunda. Tiene también unos trazos alargados que pueden significar un instrumento hi riente. Lám. I y lám. 111-15 y fig. 15.—¿Fragmento de cérvido? Graba do con línea de incisión profunda. Lám. I y lám. 111-16 y fig. 16.—Caprino sin cabeza grabado en líneas simplificadas e incisión profunda. Lám. I y lám. 111-17 y fig. 17.—Cabra grabada con líneas de tra zo seguido e incisión profunda. Tras esta figura parece perfilarse el lomo de otra. Lám. I y lám. 111-18 y fig. 18.—Figura de cabra grabada con lí nea de trazo seguido e incisión profunda. Sobre el lomo tiene dos grupos de rayas verticales que salen fuera del contorno y que pa recen indicar, como en casos anteriores, instrumentos hirientes. Lám. I y lám. 111-19 y fig. 19.—Figura de cabra macho grabada con líneas de trazo seguido e incisión profunda. De la zona del cue llo y pecho salen tres rayas alargadas que parecen indicar también instrumentos hirientes. 24 MAGIN BERENGUER ALONSO Lám. I y lám. 111-20 y fig. 20.—Figura de cabra macho grabada en línea de trazo seguido e incisión profunda. De la paletilla sale un haz de rayas verticales que parecen querer representar un ins trumento hiriente. Lám. I y lám. 111-21 y fig. 21.—Figura de cérvido dibujada en trazo discontinuo, múltiple y débil. También en la zona del vientre y paletilla hay trazos rectos que pueden representar objetos hi rientes. Lám. I y lám. 111-22 y fig. 22.—Fragmento de anca y rabo de cérvido realizado con trazo discontinuo y múltiple. Lám. I y lám. 111-23 y fig. 23.—Figura de cérvido realizado en trazo discontinuo y múltiple. Lám. I y lám. 111-24 y fig. 24.—Figura de cabra macho realizada con trazo único seguido en el contorno y dibujando con rigor la crencha del pelaje y otros detalles del mismo. La incisión es pro funda. Lám. I y lám. 111-25 y fig. 25.—Cabeza de ciervo realizada en tra zo único y profundo. Lám. I y lám. 111-26 y fig. 26.—Cabeza de reno realizada en tra zos débiles y muy rellenos, casi a modo de un raspado grueso. Lám. I y lám. 111-27 y fig. 27.—Dos ciervas emparejadas realiza das en trazo discontinuo y múltiple. Lám. I y lám. 111-28 y fig. 28.—Tronco y ancas de cérvido, reali zado en trazo discontinuo y múltiple. Lám. I y lám. 111-29 y fig. 29.—Cabeza de ciervo en actitud de bramar. Realizado en trazo discontinuo y múltiple. Lám. I y lám. 111-30 y fig. 30.—Figura incompleta de bisonte. En algunas partes se dibuja con trazo discontinuo y débil (parte del cráneo, giba y lomo) pero en el resto se emplea trazo único con tinuo, al igual que en el relleno, crencha, barba, etc. Lám. I y lám. 111-31 y fig. 31.—Cabeza de caballo trazada en lí nea continua. Lám. I y lám. 111-32 y fig. 32.—Posible cabeza de bisonte, dibu jada con trazo continuo. Lám. I y fig. 33.—Caballo trazado en línea seguida, con alguna línea corta en los detalles. Por último he de referirme a la pintura negra, mucho más esca sa que la roja a lo largo del parietal decorado. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DÉ LA CUEVA DÉ LLONIN 25 Fig. 3 3 .-C a b a llo trazado en línea seguida, con alguna línea corta en los detalles. Pintura negra (Láms. I y IV). Comenzando también la descripción de esta pintura por la iz quierda del parietal, según el espectador, hallamos en primer lu gar dos grupos de puntuaciones sometidos a un ordenamiento. El grupo de la izquierda en ciertas zonas ha sufrido corrimientos en la pintura, de tal modo que alguno de sus puntos queda desfigu rado por un enlace artificial con el que le sigue. Ello motiva el que el dibujo de esta puntuación sugiera una cabeza de ciervo y, en la puntuación enfrentada a ésta, una cabeza de cierva. Por ello en la copia de la lámina IV-I he puesto los puntos limpios, tal como debieran ser formulados en su día por el autor, y, al considerar los así, desaparece el efecto óptico que les concede fórmulas figu rativas. La remodelación artificiosa de estas puntuaciones ha sido producto, sin duda, de algún visitante anterior al «descubrimiento 26 MAGIN BERENGUER ALONSO oficial» de esta cueva, que consideró más «acertada» esta fórmula figurativa entrevista por su imaginación. En la zona alta de este fragmento de panel hay una línea fina doblada en forma de gancho. A poco más de un metro de las puntuaciones, siguiendo hacia la derecha, sobre un relieve natural de la roca, que en su parte in termedia tiene una grieta (lám. I y IV-2), en la superficie compren dida en la zona superior de aquélla hay tres líneas paralelas verti cales iguales en longitud y, a la derecha de la última, una muy pe queña, en comparación con las anteriores. En la superficie com prendida en la parte inferior a la grieta, superficie que en su re lieve adopta una forma triangular, hay inscritas otras cinco líneas paralelas, esta vez inclinadas y, a la izquierda de éstas, hay tres, también paralelas pero más desiguales en longitud. La especial ubicación de estas líneas dentro del accidente roco so, también de especial forma, y el cambio de dirección de dichas líneas, en dos grupos, las de la parte alta y las de la parte baja de la grieta, dan una evidente intencionalidad a esta representación que, como en tantos otros casos, no logramos interpretar. Deján donos llevar por su apariencia ante la vista, podría recordar la for ma de una máscara de ceremonias, mas esta consideración que su giero no quiere decir que esté de acuerdo con ella. Hasta los dos cincuenta metros de esta figura no vuelven a apa recer nuevas pinturas de color negro. A esa distancia se manifies ta, en la parte alta, un motivo que a juzgar por las manchas con servadas debió de repetirse bastante. Está compuesto de dos para lelas con un adorno de pequeños arquitos (lám. IV-3) que se ado san a la línea recta de las paralelas; pero tanto en una como en la otra, es siempre hacia el interior. Este motivo se repite también al final del panel reproducido, aunque con pequeñas variantes en los motivos pequeños. Da la impresión de haber sido trazado con algún medio artificioso. Personalmente me sugirió la posibilidad de que se tratara de la imprimación de una piel de reptil impreg nada de color. Hacia abajo hay la figura de un bisonte, incomple ta en la cabeza y patas traseras, cuya pintura está repasada con grabado en el dibujo del rabo, anca, vientre y patas delanteras así como en el perfil de la cara. Hay también un punto rojo que pue de ser anterior a la figura y acaso aprovechado para ella (ver lá mina I y lám. IV-4). Poco más a la derecha hay otro fragmento de bisonte que co rresponde a la giba —o gran morrillo— al lomo, a las ancas, patas traseras, y parte posterior del vientre. Está contorneado con color Lám ina III a Lám ina IV EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 27 en la parte superior y en mancha todo el fleco de pelo largo, repa sándose con grabado fino toda la figura (lám. I y lám. IV-5). A continuación hay líneas que quizás en su momento corres pondieron a alguna figura, pero que, al desaparecer parte de ellas, quedaron como trazos sueltos. Hacia la línea de tierra hay una estupenda figura de cabra ma cho pintada en negro excepto en las cuatro patas que están defini das en grabado de incisión única. También se retoca con grabado la zona de la cruz y el lomo. Las cuatro patas las tiene plegadas dando la impresión de estar acostada (ver láminas I y IV-6). Siguiendo hacia la derecha, definida en línea gruesa hay la fi gura de un cérvido (ver lámina I y IV-7) y, más abajo de ella, la figura de otra cabra? macho con expresión de ataque y, a pesar de estar perdida toda la parte inferior incluidas las patas, se perci be en el animal el movimiento de carrera (ver láminas I y IV-8). Después de algo más de un metro en blanco, y a más de dos metros de altura, se encuentra la figura de un bovino pintado en línea (ver láminas I y IV-9) y, como a un metro por debajo, halla mos cuatro cabras macho formando grupo, expuestas así intencio nadamente (ver láminas I y IV-10). Tres de ellas están realizadas en línea y otra rellena totalmente de negro. Un poco más alto, ya hacia la derecha, hallamos restos del motivo descrito en tercer lu gar de esta pintura negra (ver lámina I y IV-11), y, más abajo que el grupo de cabras, un extraño signo compuesto por dos líneas li geramente curvas y enfrentadas que se unen a los dos extremos formando ángulos agudos. Dos líneas rectas atraviesan el espacio interior delimitado por las dos líneas primeramente descritas. Pue de recordar en su forma a los artefactos usados para andar sobre la nieve (ver lámina I y IV-12). Continuando, siempre a la derecha, se encuentra la parte ante rior de otra figura de animal cuya filiación resulta difícil. Tiene dos pequeñas orejitas triangulares y un hocico prominente. Lo que se ve de las patas delanteras las delata como finas. Acaso pudiera recordar la figura de un cánido (ver lám. I y IV-13). Finalmente vuelven a aparecer restos del motivo descrito en tercer lugar y a los que ya hice referencia en su momento. 28 MAGIN BERENGUER ALONSO RELACIONES COMPARATIVAS DE LAS FIGURAS EN PINTURA ROJA DE LA «CUEVA DE LLONIN» CON LAS DE OTRAS CUEVAS. Como decía anteriormente, la pintura roja del parietal de Llonín es la primera inscrita. Sobre ella se formulan los grabados y sobre alguno de éstos la pintura negra. Hay signaturas de esta pintura roja que se prodigan en muchos parietales decorados de otras cuevas: Las puntuaciones y man chas virguladas son superabundantes en todo el arte cantábrico y en el de otras cuevas peninsulares tan distantes entre sí, como p. e. La Pileta (Málaga) y Maltravieso (Cáceres). Y aquí surgirían una serie de consideraciones sobre la extensión del poblamiento prehistórico en una etapa auriñaciense que luego puede quedar reducida, por condicionamiento climatológico, al gran arte figurativo cantábrico. Pero volviendo a las formulaciones de Llonín, su relación es íntima con las puntuaciones de la cueva de Chufín (Riclones-Santander) publicada por Martín Almagro (1) (Ver láminas XIII, XIV y XV de la obra citada). Incluso las longitudes en los agrupamientos de estas puntuaciones coinciden, más o menos, con las de Llo nín (Ver lámina I y lám. 11-10 y 11). Las puntuaciones —por otra parte frecuentes, como decía an teriormente, en los parietales prehistóricos: Pindal (Asturias), La Pasiega y El Castillo (Santander), Niaux (Ariége), La Cullalvera (Santander), Maltravieso (Cáceres), etc.— no son lo más interesan te de esta Cueva de Llonín, sino que hemos de considerar un signo tan singular como el de las curvas semicirculares concéntricas muy próximas al serpentiforme. (Láminas I y 11-15). En la Cueva de Maltravieso hay un único signo de este tipo publicado por Almagro (2) y de él dice el ilustre Profesor (3): «las líneas concéntricas semicirculares pareadas que vemos encima de los palos rojos citados, son hoy únicas en nuestro Arte Cuater nario». Con el descubrimiento de Llonín son ya tres los signos de este tipo que se integran dentro del repertorio simbólico prehistórico. ( 1) M a r t in A lm ag ro . “Las pinturas y grabados rupestres de la cueva de Chufín (Riclones-Santander)”. Instituto Español de Prehistoria. Madrid, 1973. (2) M a r t in A lm ag ro . “Cueva de Maltravieso. Cáceres". Madrid, 1969. (3) M a r t in A lm agro . O b. cit., p ág . 60. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO d e la c u e v a d e LLONIN 29 La pintura parietal de la Cueva de Maltravieso también nos dá la figura de un serpentiforme (4) que, aunque en su forma no res ponde al ejemplo que tenemos en la Cueva de Llonín, sí pueden ambos corresponder al ideario de una misma cultura. Fórmulas serpentiformes, ya grabadas o pintadas, las tenemos en La Pileta; en Rouffignat; en Gargas, etc. Igualmente la serie de líneas paralelas rectas de Maltravieso, tienen contrapunto en la Cueva de Llonín (láminas 1 y II, núms. 3 y 4 y zona siguiente). Es evidente la relación —en algunos casos única—, entre las pinturas rojas de Llonín, las de Maltravieso y las de Chufín, de forma que se compone un curioso triángulo de aparente unidad cul tural cuyos vértices se definen en Santander, Cáceres y Asturias. A las pinturas de Chufín, Almagro se inclina a clasificarlas den tro del Estilo II (5). Articuladas pues dentro de un auriñaco-gravetense muestran asimismo su correlación con las pinturas de Maltravieso, y de éstas dice Almagro (6) «su época auriñaciense, o tal vez perigordiense antiguo, es indudable. Manos, tectiformes, cabeza de cérvido y aún las puntuaciones evidentemente algo posteriores que hallamos en la nueva cacereña de Maltravieso, son de lo más antiguo que el arte cuaternario nos ofrece». La coincidencia de Almagro al sugerir para las puntuaciones de Maltravieso un estadio más tardío con su manifestación de «algo posteriores», nos da a nosotros una determinación para la pintura roja de Llonín: Una etapa auriñaciense o auriñaco-gravetense con la que hemos de estar conformes, no sólo por la magistratura del gran investigador al analizar las obras de Maltravieso, sino por que se muestra de acuerdo con el desarrollo del arte parietal de la Cueva de Llonín, como veremos más adelante al estudiar sus grabados. Pero antes de concluir con el análisis de las pinturas rojas de esta cueva, es preciso llamar la atención sobre una de las figuras allí incluidas. Se trata del antropomorfo femenino (láms. I y II, 12). Es un perfil en línea, probablemente realizado a pincel, donde se determina el contorno de la cabeza con un puntito para señalar el ojo. Asimismo se perfila con claridad el bulto de la mama, con tinuando el vientre y unos rasgos en líneas sueltas indicando las (4) M a r t in A l m a g r o . Ob. cit. lám. XI, pág. 26. (5) Obra citada, pág. 44. (6) Obra citada, pág. 62. 30 MAGIN BERENGUER ALONSO piernas. La línea de la espalda nace directamente del occipucio, sin espacio para el cuello, curvándose ligeramente hacia afuera en la línea dorsal, y rehundiéndose a la altura de los riñones para se ñalar después ligeramente la prominencia del glúteo. Toda la su perficie comprendida dentro de la delimitación señalada está sin pintar excepto en el espacio comprendido entre el vientre y el glúteo donde, por medio de una línea vertical ensanchada hacia el cen tro, parece indicarse la vulva. Esta figura tiene la gran singularidad de ser el único antropo morfo femenino que conozco en el arte parietal prehistórico can tábrico. Se trata pues de un símbolo más con significado propio, incorporado al ya amplio repertorio simbólico-abstracto del códi go cuaternario. A la derecha de este antropomorfo hay un haz de líneas que tratan de unirse en la base cobrando un aspecto ramiforme, y que acaso pueda ir asociado al antropomorfo. Por último queda como formulación singular las seis barras pa ralelas como un largo vástago ligeramente curvo, (láminas I y II-9) y para el que no he hallado prototipo exacto, aunque puede estar comprendido dentro del grupo denominado «signos dentados». Las formulaciones trazadas con pintura roja en la Cueva de Llonín, corresponden a un mismo momento. Su ideal abstracto, sin que haya una sola representación figurativa, le conceden no sólo unidad de factura, sino también de criterio. Creemos que se trata de un riquísimo repertorio simbólico que se encuentra en un estadio auriñacense o auriñaco-gravetense y que además, aporta la novedad de incorporar el motivo de líneas semicirculares con céntricas, hasta hoy sólo conocido en Maltravieso, y del antropo morfo femenino, ejemplar único conocido. RELACIONES COMPARATIVAS DE LOS GRABADOS DE LA CUEVA DE LLONIN CON LOS DE OTRAS CUEVAS. He de referirme en primer término a aquellos grabados que no ofrecen duda alguna en cuanto a la técnica empleada y que por poseer para ellos tipos comparativos muy exactos y próximos, pueden aclarar el camino de su identificación estilística y crono lógica. Son los de las figs. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 11, 21, 23, 27, 28 y 29. No fueron todos trazados por la misma mano, ya que hay dife rencias en cuanto a la maestría de ejecución, pero no hay duda EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 31 que obedecen al mismo sentido artístico y a una misma técnica, no ofreciendo duda tampoco su contemporaneidad. El rayado múltiple y débil busca una fórmula dibujística de claroscuro e incluso de modelado anatómico de la figura, inten ción ésta que Jordá puso de manifiesto ya en 1957 refiriéndose en términos generales a las muestras de grabado cuaternario de este tipo (7). La intencionalidad de claroscuro queda bien manifiesta pues la viveza de los tonos claros queda resaltada, ya aue la pie dra en muchos casos está entintada suavemente de color rojo y, si no lo está, siempre tiene una pátina más oscura que la parte que queda virgen por la abundancia del grabado, aumentando esta riqueza de matices la propia proyección de sombras que produ cen las hendiduras o huellas de las finas líneas grabadas. Con esta técnica se determinan también los movimientos del pelaje, zonas oscuras de párpados, etc. Asombra la poderosa fuerza muscular de estos artistas para manejar con esa soltura y gracia de mano instrumentos tan difi cultosos para la eiecución de un dibuio de tan sensible línea so bre soporte durísimo. Personalmente he llevado a cabo alguna re producción sobre soporte de veso, cierto que bien seco y duro, pero utilizando puntas de acero, y el esfuerzo físico a desarrollar es enorme, entorpeciendo de forma radical la habilidad y oficio en el trazo que. como dibuiante, se posea. Sin embargo el artista p^e> histórico maneia el buril sobre la dura roca con la misma habili dad aue si actuara con lápiz blando de grafito sobre soporte de papel. Las curvas en ojos, cornamentas, agujeros de la nariz, ex presión de la boca, etc., donde cualauier movimiento eauivocado de fracción de milímitro cambiaría la expresión, son llevados a cabo con una completa seguridad v destreza dándonos la certeza de que el hombre eiecutante era joven y que. además de esa ex traordinaria fuerza física, estaba en posesión de un largo aprendi zaje que necesariamente había de tener sus inicios en la infancia. Un muv completo repertorio realizado con técnica de grabado múltiple v fino nos lo da a conocer la colección realizada sobre fragmentos de omóplatos de la Cueva de «El Castillo» ('Santander'), recientemente publicados por el profesor Almagro Bach (8) a cuya obra remito al lector. • (7) F . J o r d a . ‘ “Altamira, cumbre del Arte Prehistórico” * pág. 86. Inst. Español de Antropología aplicada. Madrid, 1968. (8) M a r t in A lm ag ro B ach . “L os omóplatos decorados de la Cueva de “El Castillo” Puente Viesgo (Santander)”. Trabajos de Prehistoria, Vol. XXXIII. Madrid, 1976. 32 MAGIN BERENGUER ALONSO Las semejanzas con los grabados parietales de la Cueva de Llonín son evidentes y no cabe duda de que forman parte de una misma escuela, en la que también coincide la temática, ya que en la Cueva de Llonín, como se puede observar, preferentemente se representan ciervas, caso que se repite en los grabados de los omó platos y en los parietales a los que más tarde me referiré. No sólo son los grabados de los omóplatos de la Cueva de «El Castillo» los que pueden servir de término comparativo a los de la Cueva de Llonín. Sabido es que en la de Altamira fueron halla dos en nivel solutrense superior o solutrense final cantábrico, tam bién huesos grabados cuyo dibujo y técnica responden en un todo a los de la Cueva de «El Castillo». Aunque el hallazgo se debió a H. Alcalde del Río, Cartailhac y Breuil los publicaron por primera vez (9) figurando después reproducidos en múltiples obras (fig. 34). Fig. 34.-G ra b a d o s realizados sobre om óplatos, costillas y asta de ciervo hallados en nivel solutrense lin a I de A ltam ira, p o r H. A l calde del Rio. (Según H. Breuil). Además del arte mueble, nos dan paralelos de esta escuela de grabado, que vemos ampliamente representada en la Cueva de Llonín, los parietales de «El Castillo» y «Altamira». En Altamira (fig. 35) con paralelismo en los grabados de los huesos, circuns tancia que se repite en los parietales de «El Castillo» (fig. 36) y que evidencian, como una prueba más, la conexión de esta escuela en las tres Cuevas cantábricas: «Altamira», «El Castillo» y «Llo(9) E. C artailhac y H. B r e u il . “La Caverne d’Altamira a Santillana prés en Santander. (Espagne)”. Monaco 1906. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 33 nín», aunque ésta última ofrezca la particularidad de que algunas de las figuras son casi completas no limitándose sólo a las cabezas, como generalmente ocurre en las representaciones de «Altamira» y «El Castillo» salvo excepciones como las recogidas en la fig. 37, que afirman más aún la similitud de estilo y técnica. No me extenderé en otros tipos comparativos de más cuevas cantábricas porque tan semejantes y fechadas con cierta seguridad no los hallamos. Por otra parte esta técnica —tan repetida en el arte parietal— si bien responde con afinidad al modo de hacer de otros ejemplos, no lo hace con el mismo paralelismo respecto al estilo artístico, y puede tratarse efectivamente de una técnica co mún aplicada a composiciones o bien anteriores o, acaso, más tar días que los ejemplos que nos ocupan. Fig. 35,-C ab o zas de cierva grabadas en las paredes de ta cueva de A ltam ira. El tam año coincide con las de la cueva de Llonin. (Segú n H. Breuil). Lo interesante es poder fijar para estos grabados de la Cueva de Llonin, una etapa de realización en el Solutrense Final Cantá brico, articulándolo, si se quiere, con un Magdalenense Inferior Cantábrico, pues sabido es que si en Altamira el nivel catalogado para los huesos era el Solutrense Final, en «El Castillo» fue el Magdalenense Inferior Cantábrico. He de referirme ahora a otro tipo de grabados de técnica y estilo presentes también en la Cueva de Llonin. Se trata de los correspon dientes a las figuras 10, 24 y 25 —cabeza de ciervo, cabra macho y cabeza de ciervo, respectivamente. El primero de ellos se superpone a la figura pintada en rojo del serpentiforme; a los números 24 y 25 se les superpone la figura de cierva en grabado múltiple y fino núm. 23. Esta superposición indica la anterioridad de ejecución de las figuras.24 y 25. No sería dato éste definitvo para determinar una mayor antigüedad si no fuera por la gran diferencia de estilo. Los números 10 y 25, emplean en su técnica una línea simple y 34 MAGIN BERENGUER ALONSO muy ligeramente repasada en algún detalle, pero siempre con in cisión profunda y seguida. La núm. 24 —figura de cabra macho— sigue una técnica parecida sobre todo en la definición de las pa tas donde la línea se hace fuertemente incisiva y con un solo trazo se realizan minuciosamen+e los detalles de las pezuñas. Asimismo una serie de detalles del pelaje, en el que se dibujan con rigor y minuciosidad el movimiento de las crenchas y en general todo el pelo del atavío invernal. El concepto artístico de estos tres grabados mucho más ceñi do al modelo del natural, sin las imaginativas licencias planteadas en los dibujos de trazo múltiple v sombreados de los grabados es tudiados en primer término, así como la superposición de estos últimos, creo que autorizan a dar a estos tres grabados una ma yor antigüedad y si los primeros quedan encasillados en una eta pa solutreo-magdalenense los segundos, con las lógicas dudas, los clasificaría dentro de una etapa francamente solutrense. Leroi Gourhan (10) al comentar la figura 250 de su obra (cabra de Gargas) fig. 38, de parecido evidente con nuestros grabados, dice que está mucho más cerca del Estilo III que del II pero agrega que «los contornos conseguidos por medio de sombreados parale los, responden sin embargo a la misma convención de las figuras de aspecto primitivo que decoran el conjunto del santuario». Aún hay otro fragmento de figura —patas anteriores de caballo— (fig. 39) con semejanza gemela en el trazo de las patas de cabra de nues tra figura 24. Ello apoya la supuesta filiación solutrense para nuestras figu ras 10, 24 y 25. También Jorda (11) dice al comentar la cronología de los gra bados altamirenses: «en primer lugar nos encontramos con una técnica de grabado simple más o menos continuo que podemos observar tanto en el gran techo como en las distintas zonas de la galería». «En algunos casos la incisión es profunda v ambos pueden con siderarse como los tipos de grabados más antiguos de la cueva». Este tipo de grabados altamirense que Jordá describe y sitúa entre los más antiguos de la cueva —por supuesto como anteriores a los del claroscuro rayado— son semejantes a los de Llonín figs. 10, 24 y 25. (10) A n d r e L e r o i G o u r h a n . “Prehistoria del Arte Occidental”. Edit. Luden Mazenod. Gustav© Gili, S. A . 1968. (11) Ob. cit. págs. 98-99. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 35 Fig. 37.-C ie rv a s grabadas en p arie tales de la cueva de El C asti llo. (Según H. Breuil) Fig. 3 6 .-C a b e za s d e cierva grab a d as e n las pare d es de la cueva d e El Castillo. Su tam año es tam bién sensiblem en te igual a las de la cueva de Llonín. (S egú n H. B reuil). Fig. 38 .-C a b ra . C ourhan). Gargas. (D ibujo sobre lo to realizada p o r A. L e ro l 36 MAGIN BERENGUER ALONSO También emparentadas con estas fórmulas artísticas y de téc nica están la serie de cabras de la parte inferior del panel de Llonín señaladas con los números 11, 12, 13, 14; la del fragmento de cérvido?, núm. 15; cabras, 16, 17, 18, 19 y 20, así como el bisonte número 30, y la cabeza de caballo número 31, dejando como du dosa la posible cabeza de bisonte número 32, la cabeza de reno nú mero 26 y el caballo número 33. Fig. 3 9 .-P atas anteriores de caballo. G argas. (Dibujo sobre foto realizada por A. Leroi Gourhan). RELACIONES DE LAS PINTURAS NEGRAS DE LA «CUEVA DE LLONIN», CON LAS DE OTRAS CUEVAS. Las formulaciones en pintura negra, como he dicho anterior mente, se superponen a los grabados figurativos en donde coincide la ubicación de aquéllas y éstos. Solamente ocurre lo contrario en el grabado número 32, posible cabeza de bisonte. También cuando hay líneas sueltas de grabado inidentificable, a veces la pintura negra está por debajo de aquéllas. Esto nos indica, al menos, la prioridad en la ejecución de los grabados figurativos con respecto a la pintura negra. Pero si se une a esto la distinta idea artística que preside a unos y a otros, llegamos también a la conclusión de que están realizados en dife rentes etapas. En la pintura negra de la Cueva de Llonín, vemos reunidas dos tendencias: la abstracta y la figurativa. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 37 Dentro de la figurativa, a su vez, tenemos figuras definidas en mancha de color y repasadas con grabado y otras que se dibujan únicamente con línea de color. A las primeras corresponden los dos bisontes y la cabra ma cho (láms. 1 y IV-4, 5 y 6). Estas figuras tienen mancha de color aplicada con delicadeza y sabiduría técnica. Las tres tienen graba do finísimo y de trazo plural en las partes del tronco y cabeza que se retocan; en cambio en las patas el trazo se hace en una línea seguida, aunque si bien en 4 y 5 no es tan clara esta afirmación, sí lo es en la figura de cabra 6. Como ejemplos comparativos para los dos bisontes, he de citar en primer lugar uno de la cueva de Le Portel, (Ariége), (fig. 40). Fig. 40 .-B is o n te de la cueva de Le P ortel (Ariége). (Dibujo sobre foto realizada p o r A. Beltrán y colaboradores). El Profesor Antonio Beltrán y colaboradores (12) lo describen así: «Es una de las más bellas figuras de Le Portel, representando un bisonte que mira hacia la izquierda, con el cuerpo parcialmente pintado en negro unido y perfilado con grafito, quedando la línea dorsal solamente en trazo lineal grueso y sin pintar el espacio del flanco; cabeza, pecho, vientre, parte inferior de los cuartos trase ros y patas están totalmente pintados, así como un triángulo entre la giba y el lomo. Los cuernos, también negros, pero visibles por una línea de vacío en la pintura, están en perspectiva normal y otro tanto ocurre con las patas, dos por cada par. La totalidad de la figura fue grabada después de pintada, notándose correcciones en (12) A n t o n io B e l t r á n , R om ain R o ber t , J ean V e z ia n . “La Cueva de Le Portel”, pág. 147. Monografías arqueológicas. Zaragoza, 1966. 38 MAGIN BERENGUER ALONSO el ojo y repintados en diversos puntos; en el frontal, patas y vien tre, el dibujo ha dejado fuera de la silueta un poco de la pintura negra; y en las patas, la pintura las representa de frente, o al me nos sin detalles, mientras que el grabado lo ha hecho de perfil. La nariz y la boca se acusaron, también, por medio del grabado. El tra zo de grabado es fino y múltiple; en algunos puntos doble o triple. Mide 0,71 ms. de largo y 0,43 de la giba al vientre». Aunque los bisontes de la Cueva de Llonín solamente alcanzan 60 cms. de longitud, es evidente la similitud no sólo en la técnica empleada sino en el estilo dibujístico. En el bisonte de Llonín ve mos definirse en línea de grabado el triángulo que se produce en tre la giba y el lomo, también observamos puntualmente el espa cio sin pintar del flanco, manifestándose después con superficie negra todo el fleco de pelo largo. Asimismo en el otro bisonte si guen las manchas de color negro con la misma intención y técnica. Por otra parte el tipo de grabado se produce también igual que en el ejemplo de Le Portel. Más aún hay otra circunstancia tan importante, al menos para nuestro fin comparativo, y es la de la línea dibujística que posee la misma sensibilidad con soluciones semejantes, no solamente en los contornos de la giba, lomo, etc., sino que donde se acusa más este parecido es en la zona del rabo, patas traseras y línea del vientre, en la que el ligero movimiento saliente en la parte delantera de unión con el pecho y papada, se retrae también ligeramente hacia la mitad, para volver a abultarse en la zona del bajo vientre. No cabe duda que tanto la figura de Le Portel y las de Llonín están viviendo una misma etapa artística y una misma escuela. Pero tenemos ejemplos locales que permiten establecer nuevas comparaciones. Se trata de un bisonte de la cueva de «El Buxu» grabado y contorneado en negro, con manchas del mismo color en partes del cuerpo. En esta figura está presente el mismo sentido artístico y de expresión que en las dos figuras de bisonte de la Cueva de Llonín. El despiece en mancha para el triángulo entre la giba y el flanco y el de pelo largo en la zona del vientre, lo tenemos también en varios bisontes de Santimamiñe (Vizcaya), y varios ejemplos más podrían citarse en todo el recorrido franco-cantábrico. Respecto a los bisontes de Le Portel y Santimamiñe opina el profesor Leroi Gourhan que se trata de dos obras comprendidas en el estilo IV (13). Asimismo, en relación con los bisontes de Le (13) A n d r e L er o i -G o u r h a n . O b. cit. EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO dé la c u ev a DE LLONIN 39 Portel, el profesor Graziosi (14) los estima comprendidos en el Magdalenense sugiriendo, acaso, el Magdalenense Medio. En relación con el bisonte de «El Buxu» el profesor Obermaier y el Conde de la Vega del Sella opinan que se trata de obra de Magdalenense Medio (15). Dada la coincidencia en la apreciación cronológica de los ejem plos propuestos, nuestros dos bisontes de la Cueva de Llonín no dudo en clasificarlos dentro del Magdalenense medio. En ese mismo período estaría incluida la magnífica figura de la cabra macho (láminas I y IV-6) por razones obvias, ya que su técnica y estilo coinciden plenamente con las de los dos bisontes. Fijada la etapa para las figuras precedentes, queda la cuestión de determinar el resto de la pintura negra figurativa sin grabado y con características tan distintas en la técnica, ésta ausente de es fumados y, por ende, de modelado con el color. Todas se represen tan con los contornos delineados en negro de trazo grueso (láminas I y IV-7, 8, 9, 10 y 13) todas menos una de las cabras comprendida en el grupo (láms. I y IV-10) en la que se rellena todo el cuerpo con el color, y el supuesto cánido (láms. I y IV-13), en el que la parte anterior de la figura parece destacarse silueteando con color el fondo. Esta circunstancia parece extraña pues, salvo en las repre sentaciones de manos en negativo, no recuerdo haber visto este sistema de definición pictórica en otros ejemplos, pudiendo por ello darse la circunstancia de que lo que se ha estimado como color de fondo sea realmente parte correspondiente a la figura, cuyos complementos se han perdido. Son todas estas representaciones muy sumarias, carentes quizá del arte riguroso, realizado con maestría, que se observa en las fi guras de bisontes y cabra comentadas en primer término. En las que ahora nos ocupan se han despreciado los detalles o no se han sabido realizar. Nos recuerdan por su aspecto una fórmula dege nerativa que más que «gustar» de la recreación naturalista, pare cen ir a representar solamente el recuerdo resumido de la figura. Con esas características pero con mejor arte, se formula también la cabra? (IV-8). A propósito de ésta hemos de manifestar nuestras dudas acerca de esta asignación de tipo. En la Cueva de «El Buxu» hay una figura de gamo pintada en negro en actitud de bram ar (14) P aolo G r a z io s i . “L’arte dell’antica età della piedra”. Florencia, 1956. (15) H u g o O b e r m a ie r y El Conde de la Vega del Sella: “La Cueva del Buxu”. Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Memoria número 20. Madrid 1918. 40 MAGIN BERENGUER ALONSO (fig. 41) que recuerda la de la cabra de Llonín. Quizá en ésta se ha producido la desaparición de parte de la cornamenta conservando sólo el primer tramo. Lo evidente es que la expresión es semejante así como la solución pictórica. Este podría ser nuestro primer ejem plo comparativo con alguna certidumbre. Flg. 4/.-Gamo efe la cueva de Bf Buxu. Sin abandonar los ejemplos de la región, buscaríamos quizá semejanzas para la pintura negra figurativa de Llonín en la misma cueva de «El Buxu» con los pequeños cérvidos en negro; en la Peña de Candamo la cabra en negro situada a la izquierda del Ca marín. En Santander el reno hembra del Estilo IV reciente de la cueva de «Las Monedas»; en «Las Chimeneas» dos ciervos del divertículo, más simplificados y acaso más unidos al estilo de las representaciones de Llonín. En La Pasiega la formulación de una cabra; las de tres ciervas de Covalanas, etc. Todo este grupo de tipos comparativos está más o menos encua drado dentro de un Magdalenense V ó VI que, personalmente, es timo apropiado para la pintura negra figurativa y sin grabado de Llonín porque, en ella, también se ha abandonado un tanto el rigor de los perfiles y el grabado de los contornos que acababa de imprimir carácter a los detalles de línea y expresión en las figuras. Acaso el grabado tiene su momento estelar en el Solutrense. Hay una especial dedicación al grabado por parte de los artistas paleolí ticos de esta etapa y en ella florecen varias fórmulas evolutivas para expresarse en este arte del dibujo grabado. En la transición, o vuel EL ARTE PARIETAL PREHISTORICO DE LA CUEVA DE LLONIN 41 ta a la pintura como fórmula principal de expresión, parece no poder desligarse totalmente de ella el grabado y así vemos con juntadas las dos técnicas para, más tarde, tenerlas separadas en algunos ejemplos. Después se produce un cierto retorno en la filo sofía representativa con la formulación de modelos abstractos, co mo se pone también de manifiesto en el repertorio de la Cueva de Llonín. En dicho repertorio hay un motivo bastante repetido. Se trata del figurado en láminas I y IV-3 que, como vemos, tiene varias re peticiones. Este motivo quizá pueda ser comparable con el puesto para mí de manifiesto por el Profesor Ripoll en una obra de su autoría (16). Está este signo pintado en negro. Me resulta nuevo el motivo y tuve satisfacción al ver la posible paridad de las dos re presentaciones . No obstante creo que tipos de expresión parecidos habría que buscarlos en el arte mobiliar. Es en ellos donde vemos una posi ble conexión de este motivo, sobre todo en útiles de formas alar gadas, en los que se produce esa composición longitudinal, con ejes más o menos paralelos. (Véanse las figuras 42 y 43, del Magdalenense final reproducidas en un trabajo de los Profesores Nougier y Robert (17). También para la supuesta «máscara» (láms. I y IV, 2) podrían hallarse en el arte mobiliar tipos comparativos. Pero como el fin de este trabajo no trata de determinar la posible justificación sim bólica de estas formulaciones, sino de fijar más o menos las eta pas de su ejecución, diré que creo que este motivo está también dentro del contexto general y contemporaneidad de toda la pin tura negra abstracta de la Cueva de Llonín, lo mismo que el ex traño signo formulado bajo las cabras pintadas (láms. I, fig. IV-12) y, con ellos, las puntuaciones y líneas sueltas. Toda esta pintura —comprendida la figurativa— habría que situarla en una línea evolutiva que alcanzaría un Magdalenense V y VI pasando a estadios muy tardíos en las formulaciones abs tractas. (16) E duardo R ipo l l P er ello . “La Cueva de “Las Monedas” en Puente Viesgo. (Santander)”. Lám. XXXII. Barcelona, 1972. . . (17) L o u is -R e n e N o u g ie r y R om ain R o b e r t . “Les décors abstraits dan l’art Magdalenien'terminal de l a ‘grotte de La Vache (Alliât)”. Estudios dedi cados al profesor doctor Luis Pericot. Universidad de Barcelona, Instituto de Arqueología y Prehistoria, 1973, págs. 150 y 151. MAGIN BERENGUER ALONSO 42 Fig. 4 2 ,-C a p a 1 * 10.435 años. Fig. 4 3 .-1 0 .9 0 0 años. RESUMEN CRONOLOGICO Pintura roja de formulaciones abstractas: Auriñacense y auriñaco-gravetense. Grabado figurativo: Solutrense y solutreo-magdalenense. Pintura negra figurativa y abstracta: Magdalenense V y VI. CONCLUSION La Cueva de Llonín supone sin duda un importante hallazgo que no dudaría en calificar de sensacional. Su amplio repertorio de arte parietal simbólico-abstracto aporta un acervo que acaso pudiera abrir camino en las hipótesis maneja das para tratar de descubrir ese código que nos dé algún conoci miento más sobre los anhelos e inquietudes de nuestros antepasa dos prehistóricos* Por otra parte el buen arte manifestado en la mayoría de los ejemplos figurativos de esta cu«eva, es un auténtico recreo para el contemplador y nos llena una vez más de admiración al comprobar la fina sensibilidad de este hombre del paleolítico que es capaz de realizar tan bellas obras. ESTUDIO DE LOS MACROMAMIFEROS DEL YACIMIEN TO PREHISTORICO DE «CUETO DE LA MINA» (Asturias) POR PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Laboratorio de Paleontología Sociedad de Ciencias «Aranzadi» ESTUDIO GENERAL DEL YACIMIENTO YACIMIENTO DE CUETO DE LA MINA SITUACION Y DESCRIPCION DE LA CUEVA El abrigo y cueva de Cueto de la Mina se encuentra a unos 600 m. en dirección NE-E del pueblo de Posada, concejo de Llanes (zo na oriental de la hoja n.° 31 (Ribadesella) I.G.C.-1944), accediéndose al mismo desde el barrio de Bricia en dirección E. por el borde meridional de un relieve calcáreo residual conocido por La Llera. Próximo al mismo se encuentran las cuevas de Bricia al W. y La Riera unos 100 m. al E. Su altura sobre el nivel del mar es de 35 m. y sobre el nivel del valle de unos 18 m. Sus coordenadas geográficas son: Longitud, .Io. 10’ 5” E. Latitud, 43° 25' 43" N. 44 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE La distancia al mar en línea recta es de unos 2 kms., aunque el camino no es practicable, siendo los accesos naturales hacia el NW. por la playa de San Antolín y hacia el NE. bordeando La Llera o atravesándola hacia las playas de Barro y Miembro. Este relieve residual aue constituye La Llera está formado por un macizo de Caliza de Montaña (Namuriense-Carbonífero) con estralificación subvertical en dirección E-W. Se encuentra muy karstificado y degradado; su parte superior conserva algunos restos de la antigua superficie de abrasión marina de 4- 50-60 m. del Cua ternario antiguo, habiéndose desarrollado posteriormente sobre ella un karst subaéreo impuesto o encajado sobre el karst marino, degradando las formas de este último, casi por completo y dando como resultado un campo de dolinas con un lapiaz fuertemente desarrollado, aunque enmascarado en parte por la vegetación ac tual. Sus zonas inferiores constituyen actualmente un karst vivo, sabiéndose que en su zona meridional se sume el arroyo de la Bola (Calabres según C. de la Vega del Sella 1921 Paleolítico del Cueto de la Mina) y parece ser que resurge en la cueva de La Fonfría al N. del macizo calcáreo ,aunque no se ha comprobado este dato. De todas formas existe una circulación hipogea actual observable en el fondo de algunas colinas v pequeñas simas de la parte superior de La Llera, pero el estudio del aparato kárstico está por realizarse. El abrigo, como hemos dicho, está situado a unos 15 m. (C.V. Sella 1921) sobre el nivel del valle. Su formación está favorecida por el buzamiento de las capas hacia el N. v las diaclasas y fractu ras de dirección principal N.NW—S.SE. Sobre una diaclasa se de^ sarrolla la pequeña cueva que forma parte del yacimiento. (Lám. I). Al pie del cantil se encuentra un cordón de derrubios calcáreos con una matriz arcillos aprocedente de derrumbes por retroceso del mismo, en el que han iugado un papel impotante los fenóme nos periglaciales cuaternarios. El tramo superior de estos materia les contiene el yacimiento, por lo aue, a pesar de las excavaciones del Conde y de Jordá ('1953'), queda gran par+e del mismo intacto. No ocurre así en la pequeña cueva, donde sólo existe un pequeño testigo incompleto. La boca del abrigo se halla cubierta de vegetación. Antes de la excavación dicha entrada se encontraba obstruida por un gran conchero postpaleolítico. La primera parte de la cueva consta de una sala en cuvo techo aún se conservan en la actualidad restos de dicho conchero. En la pared derecha hay unos grabados aue no representan figura alguna sino que son un conjunto de incisiones rectas, oblicuas y curvas. El Conde las atribuye al Magdaleniense YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 45 Lám. I.—Cortes de planta y lateral del yacimiento de “Cueto de la Mina”. 46 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Superior. La cueva sigue en dirección norte por un estrechamiento que da paso a una sala más pequeña. Por fin se prolonga hacia el oeste en una pequeña y estrecha gatera. DESCUBRIMIENTO, EXCAVACIONES Y BIBLIOGRAFIA El yacimiento de Cueto de la Mina fue descubierto por el Con de de la Vega del Sella en noviembre de 1914, tras una exploración de la zona. La excavación sistemática comenzó el 4 de diciembre del mismo año bajo la dirección del Conde. Se abrió una cata de son deo de dirección E.-W. con el fin de reconocer la disposición de los estratos. Dicha excavación se realizó en tres secciones. La primera, por realizarse en invierno, comprendía todo el tra mo que va desde la entrada hasta el interior. Las otras dos sec ciones se llevaron a cabo en el verano siguiente. La segunda se rea lizó frente a la entrada y era transversal a la primera. Por último, la tercera siguió paralela a la pared del abrigo en dirección W. La excavación de las tres secciones se llevó a cabo mediante ni veles arbitrarios de 10 cms. cuando la coloración de la capa no ofrecía variación, y adaptándose a los cambios de coloración de los estratos cuando aquellos existían. Toda la tierra, según Vega del Sella, fue pasada por cedazo lo que permitió obtener pequeñas piezas que de lo contrario se hu biesen perdido. Este es un dato que nos da ciertas garantías en cuanto al modo de excavación, siempre con la limitación de medios y técnicas propios de aquella época. Posteriormente Jordá Cerdá (1953) realizó una pequeña excava ción pero sin cubrir todo el corte. Los materiales excavados son muy fragmentarios y sólo llegan hasta el Solutrense Superior. Di chos materiales óseos se conservan en el Museo de Oviedo y no en tran en el presente estudio. La bibliografía básica sobre Cueto de la Mina consiste en la Memoria de excavación de Vega del Sella (1916), Cabrera A. (1919), Obermaier H. (1925), Wernert P. (1956), Jordá F. (1953) y una re ciente revisión de la industria Iítica realizada por Chapa T. (1975). YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 47 ESTRATIGRAFIA Reproducimos en la Lámina II la serie estratigráfica dada por Vega del Sella. Consta de ocho niveles arqueológicos cuya somera descripción, siguiendo la publicación del Conde, es la siguiente. Nivel H.—Tiene un espesor de unos 10 cms. Está situado en una pequeña bolsada de la segunda sección, aunque se con tinúa bajo el derrumbe a unos 6 o 7 metros de profundi dad. Formada por ceniza y arcilla ferruginosa que le da ba un color muy rojizo. En la parte inferior había una arcilla más clara que contactaba con un terreno forma do por descomposición de la caliza basal. Corresponde al Auriñaciense. Nivel G.—Separado del anterior por unos 10 cms. de arcilla. Las características son semejantes al nivel H. También for maba una bolsa en el frente de la cueva aunque no se continuaba bajo el derrumbe como el anterior. Corresponde igualmente al Auriñaciense. Nivel F.—Solutrense antiguo. Separado del anterior por una capa de arcilla estéril de unos 20 cms. También en forma de bolsada cortada hacia el W. por el derrumbe. Tiene al rededor de 25 cms. de espesor. Tras una nueva capa de arcilla están los tres niveles siguientes que se extienden uniformemente por las tres secciones excavadas. Nivel E.—Solutrense superior. Tenía un espesor de 50 a 60 cms. Se dividió primero en cuatro tramos y luego en dos. Nivel D.—Magdaleniense inferior. Separado del anterior por una fina capa de arcilla rojiza. Tenía un color oscuro y unos 50 cms. de espesor. Nivel C.—Magdaleniense medio. De color rojo en contraste con las capas inmediatamente superior e inferior que eran os curas. Penetraba en el interior en forma de estrecha cu ña. Hacia el exterior se ensanchaba considerablemente. Nivel B.—Magdaleniense superior. Sólo se conservaba en el inte rior. El nivel que estaba a su altura en el exterior se hallaba removido y contenía industrias de diversas épo cas. 48 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTÉ Lám. II.—Estratigrafía de Cueto de la Mina. (Reproducida según el esquema del Conde de la Vega del Sella) YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINÁ 40 Nivel A.—En el interior es una mezcla de marisco y útiles azilienses. En el tramo exterior es tierra vegetal con materiales modernos. De este nivel apenas se pudo separar fauna. Esto explica el reducido número de piezas sigladas con este nivel. ESTUDIO GENERAL DE LOS MACROMAMIFEROS Las referencias antiguas respecto a la fauna de Macromamíferos que recogemos son las que incluye Vega del Sella en la Me moria de Excavación de la cueva (1916). Su resumen es el si guiente: Niveles A: Caballo, Bóvido, Jabalí, Ciervo, Rebeco, Cabra montes, Turón, Nutria, Tejón, Zorro, Gato y Liebre. B: Bisonte, Caballo, Ciervo (abundante), Cabra montés (abundante), Corzo y Zorro. C: Bisonte, Caballo (abundante), Ciervo (abundante), Cabra montés y Rebeco. D: Bisonte, Caballo, Ciervo (abundante), Cabra montés, Re beco y Lobo. E: Mamut, Caballo, Ciervo (abundante), Corzo, Cabra mon tés (abundante), Rebeco (abundante), Hiena y Zorro. F: Bisonte, Caballo, Ciervo, Rebeco y Zorro. G: Jabalí, Caballo, Ciervo, Cabra montés y Rebeco. H: Bisonte (abundante), Caballo (abundante), Ciervo (abun dante), Corzo, Cabra y Hiena. Los materiales óseos excavados han permanecido en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid hasta la actualidad. Todas las piezas tenían anotado el nivel al que pertenecían. En este momento se hallan convenientemente sigladas y forman un conjunto de 680 fragmentos determinables. Pertenecen a un mínimo de 129 indivi duos. A pesar de su fragmentación, más de la mitad han podido medirse. La mayor parte pertenecen a maxilares y extremidades. Hay muy pocas piezas del neurocráneo y ninguna vértebra ni costilla. Se conservan completas las piezas dentarias, tarsales y falanges. 50 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Tabla I.—Número de restos de cada especie y en cada nivel A B Felis lynx .............................. Vulpes vulpes ...................... Ursus sp.................................... 1 D 2 E 2 2 F G H Tot. 1 1 4 1 ..... 1 10 3 4 2 8 1 Sus scrifa ............................... 1 Cervus elaphus ................... 18 34 102 169 8 35 1 367 1 3 1 1 Rangifer tarandus ............... 7 1 2 Capreolus capreolus ........... 1 3 4 Bison priscus ....................... 1 1 1 1 1 23 Grandes Bóvidos ................... 3 5 13 1 4 2 2 Rupicapra rupicapra ........... 5 1 65 Capra pyrenaica ................... ? 38 2 17 Equus caballus ....................... 1 3 35 44 26 27 48 184 1 1 Mammuthus primigenius ... Totales ....................... 75 85 147 255 36 77 55 680 En la tabla I damos el número de piezas de cada especie del yacimiento repartidos por niveles. Cabe destacar que el nivel C no aparece en esta ni en las restantes tablas porque no hemos en contrado pieza alguna de este nivel en el Museo. A este respecto conviene aclarar desde ahora que, comparando las citas de la Memoria de excavación sobre la fauna hallada y el material conservado, nos da la impresión de que ha debido de ex traviarse parte del mismo. Y esto se confirma por el hecho si guiente. Al citar ciertas especies, el Conde las da como abundan tes, siendo así que en la actualidad sólo se conservan un pequeño número de restos de las mismas en esos niveles. En la tabla II damos a continuación el número mínimo de in dividuos de cada especie representados en cada nivel del yacimien to. Recordamos lo dicho anteriormente sobre la relatividad de este dato. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 51 Tabla II.—Número mínimo de individuos de cada especie en cada nivel. A B D E Felis lynx ................................ Vulpes vulpes ....................... Ursus sp.................................... ... 2 1 Sus scrofa ................................ 1 Cervus elaphus ....................... Rangifer tarandus ............... Capreolus capreolus ........... ... 1 Bison priscus ....................... ... 1 Grandes Bóvidos ................... Rupicapra rupicapra ........... Capra pyrenaica ................... ... 1 Equus caballus ....................... ... 1 Mammuthus primigenius .. Totales ........... ... 15 2 1 F G H Tot. 1 1 1 1 1 7 2 1 1 4 1 17 17 3 3 1 58 1 3 1 4 1 1 4 1 1 1 8 2 3 1 1 2 1 1 1 12 1 3 4 3 5 4 5 23 1 1 19 27 35 10 12 11 129 8 1 1 1 1 1 5 1 A la vista de ambas tablas, podemos afirmar el claro predominio de los Ungulados sobre los Carnívoros. Este hecho parece tener estrecha relación con el régimen alimenticio de los hombres de Cueto de la Mina. Como la proporción de Carnívoros es tan insignificante a par tir de este momento suprimimos en las tablas las tres especies pertenecientes a este grupo. A continuación ofrecemos en la tabla III el cálculo del porcen taje de cada especie de Ungulados con relación al total de los Un gulados. Este cálculo lo hemos hecho a partir del número de res tos no del número mínimo de individuos. Por suponer que existió selección de material óseo no damos el peso en gramos de los restos óseos. Los métodos de excavación de la época no nos permiten fiarnos de dicho dato. En la figura 1 damos una gráfica más visual e intuitiva de los porcentajes calculados en la tabla III. El reno y el mamut no están representados ya que su reducido número de restos hace de ellos meras citas. Como puede observarse en dicha gráfica, conforme se avanza de niveles más recientes a los más antiguos el ciervo disminuye mientras que el caballo sufre una evolución inversa. 52 PEDRO MARIA CASTAÑOS tíGARTÉ Fig. 1.—Gráfica de frecuencias de los Ungulados de Cueto de la Mina. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUËTO DE LA MINA 53 Tabla III.—Porcentaje de cada especie de Ungulados respecto al total de Ungulados en cada nivel. A B Sus scrofa ........................ 4,17 Cervus elaphus ............... 75 40 Rangifer tarandus ....................1,1 Capreolus capreolus ... 4,17 3,5 Bison priscus ............... 4,17 1,1 Grandes Bóvidos ........................ 35, Rupicapra rupicapra ... 2,3 Capra pyrenaica ........... 8,34 44,7 Equus caballus ............... 4,17 3,5 Mammuthus primigenius Totales ............ 100 100 D E F G H 0,395,52 3,6 70,34 67,33 22,55 48,61 1,85 0,39 1,85 0,78 1,38 0,69 0,39 3,45 5,07 2,85 1,85 0,78 1,48 6,63 6,9 1,85 24,15 17,16 74,25 37,5 88,88 100 100 100 100 100 Para facilitar una comparación visual y rápida entre Cueto de la Mina y otros yacimientos ya estudiados, recogemos aquí dos tipos de gráficas que utiliza Delpech F. (1975) en el estudio que hace de un conjunto de yacimientos franceses en su tesis. Estas dos gráficas de las que hablamos ya se han dado también en el estudio general de la cueva de La Paloma. La figura 3 es una gráfica de frecuencias acumuladas de cada nivel del yacimiento. Esta gráfica se separa notablemente en los niveles F y H de las obtenidas en las cuevas de La Paloma y Tito Bustillo. Tampoco coincide con las que da la citada autora francesa en su tesis para los yacimientos del suroeste francés. La figura 2 es una gráfica que expresa la evolución de cada especie de Ungulados a lo largo de los distintos niveles del yaci miento. Se observa claramente lo dicho sobre la evolución del cier vo y caballo. Mientras en los niveles Áuriñacienses y Solutrense antiguo predomina claramente el caballo, posteriormente el ciervo pasa a ser la especie predominante y esto coincide con una dismi nución del caballo en esos niveles. Hay pues un relevo entre estas dos especies . 54 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Fig. 2.—Gráfica con la evolución de cada especie de Ungulados de Cueto de la Mina. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 55 Fig_ 3,—Gráfica de frecuencias acumuladas de los Ungulados de Cueto de la Mina. 56 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Tabla IV.—Número mínimo de individuos adultos y juveniles. A B D E F G H Tot. _____________________A J A J A J A J A J AJ AJ A J Jabalí ....................... 1 1 1 1 4 Ciervo .................... 7 2 6 2 13 4 15 2 3 2 1 1 47 11 Reno ....................... 1 1 1 3 1 1 4 Corzo ....................... 1 1 Bisonte ................... 1 1 1 1 4 G. Bóvidos ........... 1 2 211 1 62 Rebeco ................... 11 1 21 Cabra ....................... 1 5 1 2 1 1 1 11 1 Caballo ................... 1 1 2 2 2 1 4 1 3 1 3 2 16 7 Mamut .................... 1 1 Totales ....... 12 2 16 4 19 6 27 5 8 1 8 2 8 2 98 22 En la tabla IV damos también el número de individuos adultos y juveniles representados en cada nivel del yacimiento y por cada especie de Ungulados. La proporción de individuos juveniles res pecto a los adultos como puede verse por la tabla es muy seme jante a la de La Paloma y otros yacimientos cantábricos estudia dos. Esta proporción manifiesta una inferioridad clara de las for mas jóvenes. Este dato parece confirmar el régimen cazador de los hombres de Cueto de la Mina. La presencia minoritaria de in dividuos juveniles descarta la posibilidad de hábitos domesticadores. Tabla V.—Resumen, por niveles, del número, edad en meses y fe chas de caza del Ciervo en el yacimiento de Cueto de la Mina. Número de Edad a la Mes del año Niveles individuos que fué muerto en que fué cazado 1 15 meses Septiembre A. 1 16-17 meses Octubre-Noviembre 1 Neonato Junio D 1 8-9 meses Febrero-Marzo 1 11-12 meses Mayo-Junio 1 9 meses Marzo E 1 10 meses Abril YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 57 Damos en la tabla V la edad en meses de los individuos juveni les y el mes del año en que fueron abatidos. Para el cálculo de estos datos, hemos seguido el mismo procedimiento que en La Pa loma. Aunque el número de datos sea muy inferior a los del yacimien to de La Paloma, a la vista de esta tabla V podemos suponer que el ciervo era cazado por los hombres de Cueto de la Mina tanto en las estaciones frías del año como en las templadas. Finalmente, podemos sintetizar los datos más significativos del yacimiento por lo que a la fauna de Macromamíferos se refiere, en los siguientes puntos: a) Los Ungulados predominan claramente sobre los Carnívo ros. Este dato concuerda con los resultados de otros yacimientos cantábricos y europeos. b) El Ciervo es la especie más abundantemente representada. Fenómeno este conocido ya por otros muchos yacimientos y que demuestra la estrecha relación de esta especie con las costumbres alimenticias del hombre paleolítico. c) El caballo es, después del ciervo, el animal más abundante. Y su presencia es más numerosa en los niveles más antiguos (del Auriñaciense al Solutrense). A partir del Solutrense superior coin cide la disminución de caballo con el aumento y predominio del ciervo. d) El Reno, el Oso y el Lince no se hallan citados en la Me moria del Conde. Por tanto, respecto a Cueto de la Mina, caben señalarse como citas nuevas. ESTUDIO PARTICULAR DE CADA ESPECIE Siglas y medidas empleadas en las tablas de medidas dadas a continuación: alt. = an. anc. ant. artic. d. dist. altura anchura ancóneo anterior articular derecho distai media M= M (con subíndice o exponente) molar máximo màx. mesial mes. mínimo min. número n olécranon oJéc. PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE 58 diáfisis diámetro epífisis izquierdo lateral longitud diáf. diám. epíf. I. lat. Ion. P (con subíndice o exponente) premolar posterior post. proceso proc. proximal prox. desviación típica s superficie superf. variación var. IC95% = intervalo de confianza de la media. En las piezas dentarias, el grado de desgaste se indica con los siguientes signos: sin desgaste poco desgaste desgaste medio muy gastada * ** *** En general, en la toma de medidas se sigue el método de la escuela alemana de Munich. Para las medidas de caballo, se utiliza el método de F. Prat de Burdeos. Y en las falanges, después de dar las medidas, se indica con a. = anterior y p. = posterior. CARNIVORA Bowdich, 1821. Familia Canidae GRAY, 1821. Vulpes vulpes LINNAEUS, 1758. MATERIAL Mandíbula Dien. ais. Ulna Tibia Metapodis Falanges Totales D NIVELES G H F E 1 1 1 1 2 2 1 1 1 2 1 4 1 1 Tot. 1 2 1 1 3 2 10 YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA MEDIDAS Mandíbula Lon. Lon. Lon. Lon. Lon. Lon. 59 F 64 60,5 56 34 29 26,2 alveolar C — M3 serie molariformes P2 — M3 serie premolar P2 — P4 serie molar Tibia An. máx. dist. An. min. diáf. 15 7,7 Metacarpiano 2 Lon. máx. An. máx. dist. An. min. diáf. 45 6,9 4,7 Las pocas medidas que poseemos coinciden fundamentalmente con las del zorro común. El canino inferior derecho del nivel E tiene algunos caracteres de Alopex legopus pero no claros. Por es ta razón y por la escasez del material no nos atrevemos a relacio nar ningún resto con el zorro polar. Esta pieza de la que hablamos se halla perforada en la base y parece haber servido de colgante. Familia Ursidae GRAY, 1825. Ursus arctos LINNEUS, 1758. Los restos del oso pardo presentes son: Nivel A: Un M2 izquierdo. Nivel E: Dos vértebras dorsales muy erosionadas. 60 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Ninguno de los tres restos nos ha permitido diagnosticar clara mente si pertenecen al Ursus spelaeus. Familia Felidae GRAY, 1821. Felis lynx par dina TEMMINCK, 1824. Del Lince sólo tenemos un resto en el nivel G. Se trata de una falange 2.a anterior correspondiente al 4.° dedo. Sus medidas son: Lon. máx. An. máx. prox. An. máx. dist. An. min. diáf. 23,6 7,4 6,6 4,6 Con una sola pieza poco o nada se puede decir del Lince. Por las medidas de esta falange parece tratarse de la forma española F. lynx pardina ,pero sin demasiada seguridad. Cabe destacar que esta especie no se hallaba citada en la lista de Macromamíferos dada por el Conde de la Vega del Sella en la Memoria de Cueto de la Mina. ARTIODACTYLA Owen, 1848. Familia Suidae GRAY, 1821. Sus seroja LINNAEUS, 1758. MATERIAL Mandíbula Dien. aisl. Totales NIVELES A E G H 1 1 1 2 1 1 1 3 1 Tot. 1 5 6 No se ha podido tomar medida alguna de los restos de jabalí, lo cual hace imposible cualquier comentario al respecto. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 61 Familia Cervidae GRAY, 1821. Cervus elaphus LINNAEUS, 1758. MATERIAL Distribución de los restos de ciervo según las partes del esque leto, por yacimientos y por niveles. A B NIVELES D E F G 2 11 31 1 Cuerna ............................ Neurocráne-o ............... Maxilar ........................ 4 1 Mandíbula ................... 12 3 20 23 Dien. aisl....................... 25 45 79 Húmero ........................ 5 Ulna ............................ 2 Tibia ............................ 1 2 1 Calcáneo ........................ 3 1 Astràgalo ..................... 1 2 4 8 1 Tarso rest...................... Metapodios ............... 1 4 17 1 Falange 2.a ............... Falange 3.“ ............... 1 5 2 Sesamoideo ................ TOTALES ................... 18 34 102 172 MEDIDAS Cuerna 1,—Diám. máx. sobre la roseta .. . 2,—Diám. mín. sobre la roseta . . 3,—Diám. máx. en la roseta , 4,—Diám. mín. en la roseta , 5,—Diám. máx. bajo la roseta . 6,—Diám. mín. bajo la roseta . 7. —Perímetro de la roseta........ . 260 2 5 4 3 8 35 NIVELES D 68,5 64,5 64 54 47 56,5 72 72 64 65,5 51,5 52 54 48 52 230 240 B 67,5 49,5 85,5 77,5 1 1 5 20 H Tot. 45 5 60 182 5 1 3 6 6 20 1 26 1 1 12 1 2 371 E 69 63 48 49 72,5 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE 62 Hay cinco fragmentos de cuerna que son de desmogue. Otros conservan restos de cráneo. Algunos de los fragmentos basales tie nen la roseta erosionada y no se han podido obtener medidas. En algunos se conserva el arranque de los candiles basales. El resto de las piezas son simples fragmentos de pitón. Mandíbula 1.—Lon. P2-P 4 2.—Lon. M x~M 3 3.—Lon. oc1. M3 4.—Lon- b. c. M q, A 52,5 45 47 46 E 52 47 53 B 38 50 49 49 32 35 34,5 ! 1 * * 34 j F E 47 1 . - ........................................ 2. - ........................... 3 . - ......................... 4.— ......................... 33,5 34 33 34,5 31,5 32,5 34 36 36 39 32 36,5 ** ** ** ** ** ** Resumen de la Lon. P2- P * Nivel A D E n 4 4 3 M 47,9 49 50,6 var. 45-52,5 48-50 47-53 s 2,9 0,7 2,6 IC 95 °/0 15,4 0,9 21 Ma aislados B E 1.—Lon. ocl. .. 33 30,5 36,5 31 30,5 32 30,5 34 32 33 31 31 29,5 2. - Lon. b* c ... 35 35 38 34 34 33,5 38,5 34 37 34 35 35,5 * *$ ** sfc'ife * * ** * $>|i 63 YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA E G 1.— ... 32,5 33 34,5 31,5 33 35,5 31 30,5 34 31 2 .- ... 37 33,5 36,5 35,5 33,5 35,5 34 34 37 37 32 35 Resumen de la longitud en la base de la Corona del M8 Nivel B B n N 35,2 35,2 5 23 var. 34-38 32-39 s 1,46 1,7 IC 95°/0 3,0 1,3 Número E 59 5,55 56,5 55,5 5 2 54 1. —An. máx- dist................. 2.—An. tró c le a ................... 57,5 62 52,5 57 Resumen de las medidas de húmero. Nivel p n M 58,1 58,1 Medidas n 1. 5 2. í var. 55,5-52 52-57 s 2,26 1,86 44,5 E 53 IC 95 0/ o 7,14 4,8 Tibia D R An. máx. dist. 53,5 56 Astràgalo 1.—Lon. máx lat... 2 .—Lon.máx. mes.. 3.—Esp. lat............. 4.—An. cabeza... A 54,5 52,5 30 33,5 B 51 48,5 27,5 36 61,5 57,5 33,5 39 56 52,5 29,5 33 D 58 55,5 32 39,5 56,5 53 29,5 33,5 62 57,5 39 39 E 59 57 55,5 55 31,5 30,5 37 34 64 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTÉ E 1.............. 55,5 54 57 57,5 57,5 2. — . . . . 51,5 50,5 55,5 52 54 3 .- . . . . 31 30 31,5 31,5 31,5 4.............. 35 34 36 31 35 Resumen de la? medidas de astrálagos. Niveles n medidas 1. “ E c 8 2. - 8 8 8 3. 4— 5 5 5 5 1. - 2. — 3. 4. - M 57,4 5 3,9 32 35,1 55,9 52,2 31 35,6 G 56,6 55,5 56 53 52,5 52 31 30,5 32 36 34 35,5 var, 54-62 50,5 57,5 30 39 31-39 53,5-58 49 54 29,5-32 34 37,5 s 2,2 2,24 2,67 2,2 1,46 1,8 0,83 2,91 53,5 49 29,5 35 58 54,5 3? 37,5 IC 95 4,38 4,48 6,4 4,33 2,97 4,53 0,97 11,75 Calcáneo Lon. máx, 120 D 118,5 123,5 Metacarpo D E 30,5 30 30 29,5 30 28 30 1. — Esp. arista mes. 31,5 28 44 44 44 43 44 40 46 . —An. máx. dist. 42,5 41,5 43 2 Resumen de las medidas del metacarpo. Nivel E Medidas 1.— 2. — n 6 7 M 29,5 43,5 v r. 28-30 40 46 s IC 95 °/0 0,73 0,62 1,67 2,83 65 Yacim iento prehistórico de cueto de la m ina Matatarso 1.—An. máx. dist. . . . 2. —Esp. arista mes . . Falange 3. a B 46,5 31,5 49 31,5 E 46,5 31,5 43 28,5 A D E G H 1.—Lon. máx. basai.. 60,5 48 51 55,5 48,5 54 51 53 52 52 2.—Lon. máx. dorsal. 54 46 47,5 49 48 45,5 47 47 Resumen de las medidas de la falange 3.a Nivel Medidas n M var. s 1C 95 °/0 1.— 4 50 48-55,5 3,06 17,22 D 2.— 3 47,5 46-49 1,29 5,06 Por ser la especie más representada y sobre todo por la riqueza de material determinable que ha proporcionado, vamos a dedicarle un estudio más detenido comentando algunos aspectos interesantes. 1.—La primera observación que se nos ocurre a la vista de los restos óseos en conjunto, es la reducida proporción de vértebras y costillas con respecto al resto del esqueleto. Teniendo en cuenta que el ciervo constituye, sin ninguna duda y a mucha distancia de las demás especies, el más abundantemente representado, cabría esperar una mayor proporción de estas piezas. Más aún si pensa mos que la vértebra es una pieza que se conserva bien, al menos en su cuerpo vertebral. De 371 restos estudiados no aparece ni una vértebra ni una cos tilla. Pensamos que en este caso se ha podido perder material ya que Vega del Sella dice expresamente en la Memoria de la Exca vación que se recogieron todas y cada una de las piezas e incluso se cribó toda la tierra del yacimiento. De estos resultados podemos deducir que en el régimen cazador de los hombres de Cueto de la Mina no era frecuente transportar a la cueva los animales enteros sino las partes correspondientes sobre todo a las extremidades y cabeza (al menos los maxilares). No obstante lo dicho, el estudio del yacimiento de Tito Bustillo, realizado recientemente por J. Altuna (1976), da una proporción de 324 vértebras y 209 costillas sobre un total de 3.500 fragmentos. Estos datos nos indican que la anterior conclusión no puede gene ralizarse sin más y que de una zona a otra varían algunas costum PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTÉ 66 bres. El último dato que hemos dado, gana en interés para nosotros si se tiene en cuenta que Tito Bustillo es un yacimiento también asturiano. 2.—Un dato de interés es también la escasa proporción de cuer na. En Cueto de la Mina de 371 piezas sólo 45 pertenecen a la cuerna. Además teniendo en cuenta que la mayoría son fragmentos de pitón que pueden pertenecer al mismo individuo, dicho número puede ser aún menor. A esto hay que añadir que 5 fragmentos son de desmogue y por tanto no pertenecían a ejemplares cazados, sino que fue ron llevados a la cueva con otros fines. La observación de este mismo dato la hizo J. Altuna en el mate rial de Tito Bustillo donde el número de restos de cuerna sobre un total de unas 3.500 piezas era sólo de 22. En los yacimientos vascos, sin embargo, de un total de fragmentos análogo, hay 157 de cuerna. Este autor apunta a partir de este dato una hipótesis que nos pare ce sugestiva y que concuerda con nuestros resultados. Transcribo textualmente su cita y el método seguido por dicho autor para apoyarla. «Ello (se refiere a la escasa proporción de cuerna) nos inclinaría a pensar que los hombres de Tito Bustillo explota ban con preferencia los rebaños de ciervas con sus crías, más numerosos y más fijos a un territorio, que los de machos, menos estables, menos fijos y más peligrosos. Para confirmar o dar al menos más verosimilitud a esta hipótesis hemos comparado algunas medidas de piezas de Tito Bustillo con las del yacimiento vasco de Urtiaga, escogiendo de éste los restos de ciervo de los niveles magdalenienses: F, E y D. Hemos querido elegir para tal comparación una pieza de las extremidades anteriores, pensando que la diferencia bio mètrica entre ciervos y ciervas se acusará mejor en el pie delantero que mejor ha podido ser medida es el extremo dis tai del Metacarpo, hemos comparado la anchura del extremo distal de esta pieza entre los ejemplares de Tito Bustillo y los de Urtiaga. Para la comparación hemos utilizado el test de apreciación de la diferencia de medias independientes (1) y el resultado ha sido que la diferencia de ambas medias es significativa. Para ser más precisos, el resultado ha sido que hay más de un 99% de probabilidades de que la diferencia (1) La fórmula aplicada es: tin d ---- X—Y (nx ~ 1) + (ny — 1) Sy nx -f- ny — 2 i+i nx Dy YACIMIENTOS PREHISTORICOS DÉ CUETO DE LA MINA 67 no se deba al azar sino a otra causa. Esta causa puede ser la hipótesis enunciada» (2). Con el mismo método, el autor compara también las anchuras distales de los metatarsos resultando igualmente significativa pero sólo con un 90% de probabilidad, resultado que era de esperar por lo indicado anteriormente respecto de la diferencia sexual. Parecidos resultados en cuanto a la proporción de cuerna en La Paloma, nos hizo pensar que esta hipótesis podía ser corroborada por las medidas de este yacimiento (3). En Cueto de la Mina sin embargo, la proporción de cuerna es más alta sin llegar a igualarse con los yacimientos vascos. Por tanto cabía esperar que la prueba estadística no diera idénticos resultados en ambos yacimientos. Con intención de comprobarlo y siguiendo el mismo método, he mos comparado las medidas de los ejemplares del nivel 6 (que es el más abundante) de La Paloma con las de Urtiaga (Guipúzcoa), con las de Tito Bustillo y con las de Cueto de la Mina. Hemos completado esta prueba comparando también las de Cue to de la Mina (en sus niveles würmienses) con Urtiaga y Tito Bustillo. El resultado de dichas comparaciones queda resumido en la tabla XI. Tabla VI.—Test de apreciación de la diferencia de anchuras distales medias en Metacarpos y Metatarsos de los ciervos de Ur tiaga, Tito Bustillo, La Palma y Cueto de la Mina. Metacarpo. An. máx. dist. ^indep. n M var. s 3,34 Urtiaga F-f-E-|-D 29 45,2 38-51 3,1 21 42,5 La Paloma 6 39,5 50,5 2,6 (más de 99,5 ° /0) 40-49 2,17 0,127 15 42,7 Tito Bustillo 1 (un 50 0/o) La Paloma 6 21 42,5 39,5-50,5 2,6 2,0 38-51 3,1 Urtiaga F-f-E-j-D 29 45,2 40-46 1,88 (más del 95 °/0) Cueto de la Mina 10 43,2 0,45 40-49 2,17 42,7 15 Tito Bustillo 1 40-46 1,88 (menos de 7 0°/o) Cueto de la Mina 10 43,2 42,5 2/6 0,61 39,5-50,5 21 La Paloma 6 40-46 1,88 (menos de 75 ° /0) Cueto de la Mina 10 43,2 (2) A l t u n a , J., Estudio de los mamíferos del yacimiento de Tito Bustillo (Asturias). En prensa. (3) C a st a ñ o s , P., Estudio de los macromamíferos de la cueva de La Pa loma (Asturias). En prensa. 68 Pedro m aria c a st a ñ o s u g a r t è Metatarso. An max. dist. Urtiaga F+E-j-D La Paloma 6 Tito Bustillo 1 La Paloma 6 n M var. 16 8 12 8 46,8 43,6 44,5 43,6 42,7-53 42-46 42-49,5 42-46 s t indep. 3,2 2,725 1,26 (un 99 ü/ 0) 2,4 1,034 1,26 (menos de 90 °/0) Como puede apreciarse en la tabla, el test para los metacarpos de Urtiaga y La Paloma indica que la diferencia de medias es signi ficativa. Dicho de otra manera, que hay más de un 99,5% de proba bilidad de que dicha diferencia no se deba al azar sino a otro factor. El test entre Urtiaga y Cueto de la Mina señala que la diferencia es significativa pero con menor probabilidad (sólo un 95%) lo cual cabía esperar ya que como hemos dicho anteriormente la propor ción de cuerna era también mayor y más cercana al yacimiento vasco. Para los metatarsos la diferencia entre Urtiaga y La Paloma es significativa pero en menor grado: solo un 99% de probabilidad. Era de esperar este resultado según lo dicho en la hipótesis de la diferencia sexual. Entre Urtiaga y Cueto de la Mina no hemos po dido aplicar el test por escasez de datos en este último yacimiento. 3.—Las diferencias específicas y subespecíficas del Género Cervus se han apoyado fundamentalmente en la forma, posición y nú mero de los candiles basales de la cuerna. Ahora bien, por el estado de conservación de los mismos, en nuestros restos es imposible una sistemática basada en este dato. En algunas piezas se aprecia el arranque de los candiles basales típicos de Cervus elaphus. No nos queda otro recurso que acudir al tamaño y esto con mucho tiento, debido a la gran variabilidad de los ciervos tipo «elaphus» en cuan to a tamaño. YACIMIENTO PREHISTÓRICO DÉ CUETO DÉ LA MINA 69 De todos es conocida la tendencia de algunos autores a com parar los grandes ciervos wiirmienses con el wapiti canadiense (Cervus elaphus canadiensis Erxleben). Incluso con el de Asia Menor, Cáucaso y Persio (Cervus elaphus maral Gray). Muchos autores españoles antiguos han dado los restos de ciervo de cuevas asturia nas como del Cervus elaphus cantabricus creado por Graells (1897). A este respecto, traemos una cita de E. Hernández Pacheco so bre la cueva de La Paloma donde menciona precisamente ejempla res de este tipo: «La faune de mammifères des niveaux paléolithiques est constituée en plus grande partie par des restes de cheval ou de cerf; ce dernier est souvent de la taille du wapiti (Cervus cantabricus, Graells)» (4). Respecto a este «imaginario» Cervus cantabricus, un poco más adelante comentaremos su posible justificación a la vista de las medidas que poseemos. De todas formas, Vega del Sella no cita en la fauna de este yacimiento ejemplares de Cervus elaphus canta bricus. Ahora resumimos brevemente algunos resultados comparativos de estas medidas. a) En primer lugar diremos que las medidas de los ciervos de Cueto de la Mina coinciden fundamentalmente con las de los res tantes yacimientos cantábricos estudiados. Concretamente, hemos podido compararlas con las de los yacimientos guipuzcoanos (Altuna 1972), Cueva Morín (Altuna 1972), Tito Bustillo (Altuna 1976) y La Paloma (Castaños 1979). Dicha comparación la hemos realizado con los medidas más numerosas y fiables: Ms, húmero, tibia, astrà galo, calcáneo, centrotarsal, metapodios y falanges. Lo que no hemos observado en nuestro material es una dismi nución tan neta entre los ejemplares wiirmienses y postwürmienses como la señalada en otros yacimientos de los citados. Como puede comprobarse en los resúmenes de medidas, las medias de los nive les A y B de Cueto de la Mina no son tan claramente inferiores a las de los niveles más antiguos. Hay que decir no obstante que existe una tendencia a la disminución de tamaño pero que no es tan llamativa como en otros yacimientos cantábricos. b) Un segundo dato biométrico consiste en que las medidas de (4) H e r n a n d e z P a c h e c o , E., 1922: “Plaques d’ardoise et os gravés de ca verne de La Paloma”, Rev. anthropolgique, N.° 9-10, Paris, 336. 70 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE Fig. 4.—Gráfica de la variabilidad y medias de la lohgitud lateral del astrà galo en diversos yacimientos y niveles. (Tomada de J. Altuna). YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 71 Fig. 5.—Gráfica con la variabilidad y medias de la longitud lateral del astrà galo en diversos yacimientos y niveles, completada por La Paloma y Cueto de la Mina. 72 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE nuestro material no superan, e incluso son ligeramente inferiores, a las de ciervos neolíticos centroeuropeos. Hemos comparado nuestras medidas con dos series. Una, la da da por Jequier (1963) del yacimiento suizo de Burgaschisee-Süd, así como las de Bialowieza (Polonia) y Siebenbürgen (Rumania). La otra serie pertenece al yacimiento bávaro de Polling y ha sido publicada por Blome (1969). En la bibliografía final se hace refe rencia exacta de estas dos publicaciones. La comparación se ha realizado con las mismas medidas usadas al cotejar estas dos cuevas con el resto de los yacimientos cantá bricos citados anteriormente. Este último dato viene a confirmar de nuevo la gran variabili dad de talla aue existe en esta especie y por consiguiente hace poco probable y aún menos segura la creación de especies o subespecies nuevas basados en la variación de tamaño. c) Para confirmar de algún modo lo dicho anteriormente, demos dos gráficas (figs. 4 y 5) donde se representan la variabilidad y las medias de la longitud lateral del astràgalo (medida abundante v bastante segura) de diversos yacimientos y niveles. La fisura 4 (tomada de Altura 1976) la traemos como resumen gráfico de lo dicho. Se observa que entre los niveles würmienses (TB=Tito Bustillo, MO=Cueva Morín, UR.D=Urtiaea D) v los postwürmienses (UR.C + B = Urtiaga C + B, CV=Cueva de las Vacas de Granada) hay una clara disminución de tamaño. También se ve oue los eiemplares magdalenienses de los yacimientos citados no difieren sustancialmente de los yacimientos centroeuropeos (B-S = Bureáschisee-Südy Siebendbürgen, POL=Polling). En la figura 5, hemos representado, sobre el mismo gráfico an terior y por el mismo método, nuestros eiemplares de La Paloma separando también los magdalenienses (PL.8 y PL.4 + 6) de los azilienses (PL.2). También se han intercalado los niveles E y G de Cue to de la Mina (CM. E 4- G). Como puede verse, se sitúan en posicio nes intermedias pero más cerca de los würmienses de los otros vacimientos cantábricos. Se ve que hav una tendencia a la disminución de tamaño pero no se observa un hiato tan claro como en la figu ra 4. Respecto a la relación con los eiemplares centroeuropeos aueda claro también que no hay diferencias entre los ejemplares de nues tros yacimientos y éstos. Todo lo dicho anteriormente nos hace pensar aue las taxonomías basadas en la diferencia de talla están poco justificadas debido a la variabilidad del ciervo al respecto. Por tanto, hablar de un Cervus YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 73 del tipo wapiti en estos yacimientos cantábricos no tiene base sóli da a partir de meros datos biométricos. Rangifer tarandus LINNAEUS, 1758 MATERIAL B E H 1 C uerna............................................ Falanges ................................. 1 1 TOTALES 1 1 1 Tot. 1 2 3 MEDIDAS Falange l* E Lon. máx. mitad periférica ............................... .......45,5 An. máx. prox...................................................................18,1 An. dist.............................................................................. (14,2) An. mín. diáf..................................................................... 13 Falange 2.a Lon. máx. mitad periférica ............................... An. máx. prox............................................................ An. dist........................................................................ An. mín. diáf............................................................. B 33 17 15,3 12,3 La presencia del Reno en los yacimientos cantábricos más oc cidentales es muy escasa. En el estudio de los yacimientos guipuzcoanos esta especie ha aparecido claramente. Y los últimos ya cimientos estudiados están defectando su presencia, aunque muy escasa, en varios en los que hasta ahora no se hallaba citado. Así ocurre en Cueva Morín (Altuna 1972) y Tito Bustillo (Altuna 1976). Vega del Sella no cita esta especie en Cueto de la Mina. Cabe suponer que alguna de las piezas de Reno se hubiesen confundido con ciervo o cabra montés. El estudio detenido del material nos permite citarlo como seguro. PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE 74 El escaso número de restos hace pensar que se trata de ejempla res llegados de la zona cantábrica más oriental. Aunque las pocas citas que hay a este respecto nos impiden por ahora cualquier con clusión de este tipo. Capreolus capreolus LINNAEUS, 1758 MATERIAL NIVELES A Maxilar ........................... 1 1 Mandíbula ....................... 2 Dien. ais.............................. Falanges ........................... TOTALES ....................... 1 3 B E 2 G Total 2 2 2 1 1 7 2 1 MEDIDAS Falange 1.a An. máx. prox. An. mín. diáf. Mandíbula G 12,5 13,5 Lon. P2-P< B 31 El corzo es una especie poco abundante en los yacimientos de la Península Ibérica. Está adaptado a climas templados y por esta razón aparece sobre todo en las épocas postglaciares. El escaso número de restos no permite comparación alguna con los pocos publicados hasta ahora o con los centroeuropeos. Sólo cabe decir que las escasas medidas que hemos obtenido coinciden fundamentalmente con las dadas en los yacimientos guipuzcoanos y en Cueva Morín (Santander) por J. Altuna. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA 75 Rupicapra rupicapra LINNAEUS, 1758 MATERIAL B Mandíbula Dien. aisl. Húmero Tibia TOTALES T otal 1 1 1 1 4 E 1 1 1 1 2 2 MEDIDAS Húmero Tibia B 36,5 34,5 An. máx. dist. An. tróclea E An. máx. dist. 26,5 Con tan escaso material y medidas nada se puede decir respec to de esta especie. Capra pyrenaica SCHINZ, 1838 MATERIAL NIVELES Clavija Maxilar Mandíbula Dien. ais. Húmero Metapodios Falanges TOTALES A B D 1 1 2 30 1 5 2 38 2 2 E 3 2 1 9 2 17 G H 4 1 1 5 1 Total 3 2 6 44 1 7 2 65 76 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE MEDIDAS Maxilar Mandíbula E__ 25,5 Lon. P2-P4 A 20 Lon. P2-P4 Lon. ocl. Lon. b. c. B 22 18 23^5 ** M2 aislados B Lon. ocl. 19,5 Lon. b. c. 26,5 * 23,5 26,5 * 21 22,5 21,5 25 * 21 23 E 23,5 22 ** *** G 22 27 26 26,5 ** * Húmero B An. màx. dist.................... 35,5 An. tróclea ....................... 34,5 Metacarpo An. màx. dist........................ Esp. arista mes ................ B 37,5 20 G 32,5 20 35,5 21 Metatarso An. màx. dist...................... Esp. arista mes ............... Falange l.a Lon. máx. mitad periférica ... An. máx. prox..................... An. min. diàf....................... An. dist................................. 33 20,5 B 34,5 21,5 H 23 20 30,5 20 E 46,5 17,2 13 40 14,9 11 12 77 YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA Las medidas de nuestros ejemplares de cabra montes coinci den fundamentalmente con las dadas en otros yacimientos cantá bricos. Parecen pertenecer por tanto a la forma pirenaica. Las me didas de cabras fósiles alpinas son mayores. Familia Bovidae GRAY, 1821 Bos primigenius BOJANUS, 1827 y Bison priscus BOJANUS, 1827 MATERIAL A B D E F H Total 1 1 2 Clavija ................... Cráneo ................... 1 1 Maxilar ................... 1 1 Dien. ais....................... 1 8 1 1 11 1 1 Costillas ................... Radio ........................ 1 1 Tibia ....................... 1 1 Astràgalo ............... 1 1 Metapodios ........... 2 2 Falanges ................... 2 2 2 6 TOTALES ............... 1 4 6 14 1 1 27 MEDIDAS La distinción entre ambas especies no es tarea fácil. Más, si se tiene en cuenta el escaso número de restos que poseemos. Por esta razón, a la vez que damos las medidas, incluimos algunos co mentarios taxonómicos. Clavija córnea Poseemos dos restos de clavija procedentes de los niveles B y E. Ambas pertenecen al Bisonte pero por su estado de fragmentación ha sido imposible tom ar medida alguna. Uno de dichos restos pre senta hacia la mitad un gran orificio que se hunde hasta el hueco central del asta y que no parece hecho artificialmente. Mandíbula M2 E Mg E________ H Lon. ocl. 33 Lon. ocl. 51,5 41 An. máx. 19,2 ** ** PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE 78 Radio El único resto que poseemos pertenece al nivel A. Sus medidas son las siguientes: 1.—An. máx........................................................... 117,5 2.—An. máx. superi, artic.................................. 103 3.—Lon. parte mes. superf. artic...................... 56 4.—Lon. parte lat. superf. artic...................... 36,5 tIndice j. superi,r artic. prox. , = f------4 —100 -------- = 65,01 Comparando el valor de este índice con los dados por Lehmann y Stampili para Bos y Bison, vemos que está más cerca del Bison te que del Uro. Si a esto añadimos que la escotadura para albergar el saliente de la Ulna es obtusa y que la protuberancia lateral es pequeña, nos inclinamos a pensar que este resto pertenece al Bi sonte. Astràgalo El único resto pertenece al nivel D. Sus medidas son: Lon máx. lat.......... ...93,5 Lon. máx. mes. ... 85 Esp. máx. lat.............52.7 Esp. máx. mes. ... 53,5 An. tróclea ....................... ...58 An. cabeza ....................... ...61 An. parte lat. cabeza ... 29.7 An. parte mes. cabeza ... 30 Por las medidas y por ciertas características morfológicas que no detallamos aquí, nos inclinamos a pensar que ambas piezas pertenecen al Bisonte. D Metacarpo An. máx. dist. An. min. límite epíf. diáf. Falange 2* Lon. máx.............................................. An. máx. prox.................................... An. dist................................................ An. min. diáf.................................... 108 97 ........ ........ ........ ........ B 49,5 36 31 28,5 91,5 88 E 53 46,5 40,5 Ya c im ie n t o p r e h is t ó r ic o d e c u e t o d e l a m in a Falange 3.a D Lon. diagonal ............ . 103 Lon. máx. dorsal ....... 78 D 107 77 En definitiva se han podido determinar cuatro piezas como pertenecientes a Bison priscus. El resto del material pertenece a Gran Bóvido pero sin poder diagnosticar con seguridad si se trata de Bisonte o de Uro. PERISSODACTYLA Owen, 1848. Familia Equidae- GRAY, 1821. Equus caballus LINNAEUS, 1758. Constituye una de las especies mejor representadas del yaci miento. Téngase en cuenta que en el presente trabajo sólo se es tudian las piezas procedentes de la excavación de Vega de Sella conservadas en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Exis te un estudio en detalle de esta especie realizado por W ernert P. en 1956 donde se discute la creación del «Equus cazurroi» de Ca brera (1919) y su posible sinonimia con el «Equus (Asinus) hydruntinus» de Regalia (1907). La cita completa de este trabajo se da en la Bibliografía final del presente estudio. NIVELES MATERIAL Mandíbula Dien. ais. Húmero Radio Ulna Tibia Metapodios Falanges Sesamoideo Totales A 1 B D E 2 2 25 32 2 2 1 1 3 F G 2 23 21 H 46 1 1 1 1 1 1 2 4 6 1 1 36 44 28 T otal 4 150 1 3 1 3 2 4 2 25 48 13 8 185 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE 80 MEDIDAS Molares aislados 1.—Lon. mesio-distal ^ 2.—An. vestíbulo-lingual 3.—Lon. del protocono 4.—Indice protocónico Indice protocónico =_ Molariformes superiores p2d1 E D 35,5 31 1, 2, 24,5 24,5 25 3, 4, ** ** ** p8 o 4i. D E F 1.— 27 31,5 29. 31 2.— 25 26 26,5 28 3.— 13,8 11,5 14,8 4.— 43,8 39,6 47,7 ♦♦ * * * 2.— 26 2.— 3.— 13,1 4.— 50,3 ♦♦ 25,5 12,3 48,2 ♦* M1 o2d. G 27,5 28 21,5 14,7 52,5 *♦ 4c Todas las medidas que siguen están tomadas siguiendo el mé todo de F. Prat de Burdeos cu ya tesis doctoral constituye uno de los trabajos /más completos sobre Equidos Pleistocenos. Lon. protocolo x 100 Lon. mesio-distal p2i 39,5 H 36,5 23,5 ** ** H D 29 26 13,7 47,2 * D 32 28 28 26 25 28 27 24 14,4 10,3 10,6 14 45 36,7 37,8 5X8 * *** ** ** p3 o 4d F 31 26,5 12,2 39,3 ** H 28 28,5 ** M1 o 2d. 28 28,5 14,1 50,3 *** M1 o 2 H B E G 29 25 29 29,5 28 24 24 27,5 27,5 11,7 13,1 11,8 13,6 13 40,3 52,1 40,6 42,7 46,4 ♦♦ * ** * E 26,5 26,5 13,6 51,3 * 29,5 27 13 44 ** H 25,5 26 14,4 56,4 25,5 23,5 10,4 40,7 ** 81 YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINÁ M1 o 2i. M8 d. H E G 1.— 24 25,5 25 26 29, 26 27 26 2.— 26 24 25 24,5 27,5 25,5 23 3.— 12,3 13,4 12,8 10,9 11,1 11,2 4.— 51,2 52,5 51,2 41,9 38,2 43 *** íjC* *** 1.— ** *** M1 o 2i. F 23 20,5 13,2 57,3 * 2.— 2 .— 4.— ** 27 27 14,2 52,5 *** M3i. H A 28,5 26 23,5 22,5 14,6 15,5 51,2 59,5 30 23 14,5 48,3 *** H 28 22 12,4 44,2 *** 27,5 21,5 12 43,6 ** 29 24 12,7 43,7 ** 25,5 22,5 12,8 50,1 ** Molariformes inferiores P2 d. P2 iH _ D __ E F G _________ E ____F G 1.— 32 32 35,5 33 34,5 32 32 32 34 33 14,1 14,4 15,5 14,2 2.— 13,9 14 14,8 13,7 13,4 *** Hs D 29,5 16,1 ** 1.— 2.— 29,5 16,3 ** ** ** P3 o F 30 17,2 ** A G 30 17,8 ** H 28,5 16,8 ** 30 15,7 ** 29 _ P3 O 4i. D ____E________________ F 1— 2 .- 27,5 28 25,5 33,5 28 26,5 26,5 32 30,5 28 29 27 25,5 31 28,5 16 16,1 15,5 16,7 15 15,5 13,3 18,4 16 14,9 17 16,5 16 17,4 iti ¡ÿ* ** #* ♦* *>k G ___H________ *** #** *#* ** ** *** * 82 P edro M i o 2d. H 30 29 11,7 15,1 ** * 1.— 2.— ma Ria c a st a ñ o s u g a r t é 25,5 12,7 ** D 26,5 15 ** Mi o 2i. 26,5 16,1 * E 27 26 15,5 14,5 ** ** G 25 15,7 ** 1.— 2.— Mi o 2id. H E F H 28,5 25,5 25,5 28 25 22 35 32 32,5 31 15 13,4 15,6 15,5 14,9 11 14,2 13,7 12,9 12 1.— 2.— M3 i. D E F G H 32,5 33 31 33,5 33,5 36,5 3228,5 31,5 33 14 13,1 13,8 14,5 13,8 12 11,5 14,3 Falange 1.a Alt. total ............................................................ An. máx. prox...................................................... An. máx. dist....................................................... An. máx. superf. artic. dist.............................. An. mín. diáf....................................................... Esp. prox.............................................................. Alt. axial ............................................................ Indice de robustez............................................ D 88,5 58 49 45,5 35 41,2 78,5 52,4 a. i. E 80 45 43 32,5 39 70 55,7 p. d. TIndice de robustez , X 100 = —Espesor ---------proximal ---------------------Altura axial Este índice se ha calculado según F. Prat. J. Altuna y el mismo Part anteriormente calculaban el índice de robustez como en la fa lange 2.a, con la anchura mínima de la diáfisi sy la altura total. Nosotros hemos seguido el que Part da en su tesis doctoral. YACIMIENTO PREHISTORICO DE CUETO DE LA MINA Falange 2.a posterior Alt. to ta l......................... ...... An. máx. prox................ ...... An. máx. dist................... ..... An. mín. diáf............... ..... Indice de robustez .... ...... B 50,5 57 51,5 48,5 101,9 51 58 53,5 50,5 99 E 46,6 50,5 43,5 43,5 97,8 53 47 44 88,6 83 G 50 52 42 _ . An. mín. diáf. X 100 Indice de, robustez = -------------------------------Alt. total Falange 3.a E G D An. máx.............................. 83,5 44 An. máx. superf. artic. , 47 48 54 Diám. ant-post. máx. superf. artic...................... 27 28,5 28 27 28 29 a. a. P- a. p. PLas medidas de las piezas dentarias son, en general, menores que las de los yacimientos guipuzcoanos. Se observa una mezcla de caracteres arcaicos y evolucionados. Las medidas correspondientes a las falanges son, sin embargo, mayores que las de Urtiaga. PROBOSCIDEA Familia Elephantidae GRAY, 1821 Mammuthus primigenius BLUMENBACH, 1799 El Mamut ha proporcionado solamente unos fragmentos de mo lar en el nivel E de Cueto de la Mina. Con restos tan escasos nos limitamos a una simple referencia de esta especie. 84 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE BIBLIOGRAFIA A ltuna, J. 1971 a. El reno en el Würm de la Península Ibérica. Munibe, 23, 71-90. 1971 b. Los Mamíferos del yacimiento prehistórico de Morín (Santander). Publicac. Patronato Cuevas Prehistóricas. Santander, 6, 367-399. 1972. Fauna de Mamíferos de los yacimientos prehistóricos de Guipúzcoa (Tesis doctoral). Munibe, 24. 1973. Hallazgos de Oso Pardo (Ursus arctos, Mammalia) en cuevas del País Vasco. Munibe, 25, 121-170. 1974. Hallazgo de un uro (Bos primigenius Boj.) en la sierra de Gibijo (Alava). Estudio de su esqueleto y de la fauna asociada al mismo. Munibe, 26, 27-51. 1976. Estudio de los Mamíferos del yacimiento prehistórico de Tito Bustillo (Asturias). (En prensa). B lo m e , W. 1968. Tierknochen aus der spàtneolithisehen Station Polling. Tierärzlichen Fakultät der Universität München. B o e s n e c k , J., J e q u i e r , J. P., & S ta m p f li, H. R. 1963. Seeben? Burgäschisse-Süd. 3, Die Tierreste. Acta Bernensia, 2, 74-103. C a s ta ñ o s , P. M. 1979. Estudio de los Macromamíferos del yacimiento preshistórico de La Paloma (Asturias). (En prensa). CRUSAFONT, M. & VlLLALTA, J. F. 1952. Notas sobre Paleomastología del Pleistoceno en Asturias. Speleon, 3, 93-107. D elpech, F . 1975. Les faunes du Paléolithique Supérieur dans le Sud-Ouest de la Fran ce (Tesis doctoral). Bordeaux. H e r n á n d e z P a c h e c o , E. 1922. Plaques d’ardoise et os gravés de la caverne de “La Paloma”. Rev. anthroüologique, núm. 9-10, Paris. 1923. La vida de nuestros antecesores paleolíticos según los resultados de las excavaciones en la cueva de La Paloma (Asturias). Com. invest. Paleontol. y Prehist., 31. K o b y , F . Ed. & F r i t z , E. 1950. Les proportions des Métacarpiens et phalanges de la main d’Ursus speleus. Eclogae geologicae Helvetiae, 43, 288-289. V e g a d f l S e l l a , Conde de la 1917. Avance al estudio del Paleolítico Superior en la región asturiana. Asoc. Española para el progreso de las Ciencias. Congr. de Valladolid, 6, (C. Natur.), 140-157. yacimiento prehistórico de cueto de la m ina 85 P. 1956. “Equus cazurroi”, Cabrera 1919 o “Equus (Asinus) hydruntinus” Regalía 1907, en el abrigo de Cueto de la Mina (Asturias). Homena je al Conde de la Vega del Sella. Servicio Investigac. Arqueol., 133-142. Oviedo. Z a p f e , H. 1946. Die alplistozänen Bären von Hundsheim in Niederösterreich Jahrbuch d. Geolog. Reinchsantalt, 95-164. W e rn e rt, RESUMEN En el presente trabajo se estudia la fauna de Macromamíferos de la cueva de Cueto de la Mina (Asturias). Los materiales estu diados proceden de la excavación realizada por Vega del Sella en tre 1914 y 1915. Este material se conserva en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Estos restos pertenecen a varios niveles ar queológicos que cubren desde el Magdaleniense Superior al Auriñaciense. Se han determinado 13 especies distintas, a partir de 680 res tos óseos. Se observa predominio de los Ungulados sobre los Car nívoros. La especie más representada es el ciervo, seguido del ca ballo. Se citan por primera vez en este yacimiento restos de Reno, Oso y Lince. Se dan las medidas de los huesos acompañadas de un estu dio estadístico básico. Se ofrece en una primera parte el estudio del yacimiento en conjunto con las especies representadas en cada nivel y su proporción respecto del conjunto. También se ha cal culado el número mínimo de individuos y una serie de gráficas que permiten realizar comparaciones con otros yacimientos cantábricos y franceses. En una segunda parte se ofrece un estudio en detalle de cada una de las especies presentes. SUMMARY In the present work the big Mammals fauna of Cueto de la Mina Cave (Asturias) is considered. The materials under study co me from the excavation made by the «Conde de la Vega de Sella» between 1914 and 1915. This material is preserved at «Museo de Ciencias Naturales» in Madrid. These remains belong to several archeological levels from the Upper Magdalenian to Aurignacian. 86 PEDRO MARIA CASTAÑOS UGARTE From 680 bones, 13 different species have been determined. The presence of Ungulates is more frequent than Carnivorous, being the species more represented the Deer followed by the Horse. In this site, the remains of Reindeer, Bear and Lynx are men tioned for the first time. Measures of bones are given together with a basic statistical study. In a first part, a full study of the site is shown with species represented in each level and their proportion respect to the whole. Also includes a calculation of the minimum number of population and a set of graphics which will make possible the comparison with other French and Cantabric sites. The second part gathers an additional and detailed study of each species found. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS. LAS UNIDADES GENTILICIAS. POR G. PEREIRA MENAUT — J. SANTOS YANGUAS (*) Durante los cursos académicos 1978-79 y 1979-80 los autores de este tra bajo fueron encargados de la enseñanza de la Epigrafía en el Departamento de Historia Antigua de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo. Durante esos dos años, además de las enseñanzas normales, se inició un trabajo de sistematización de las inscripciones romanas de Astu rias, que incluyó sesiones monográficas y numerosos viajes de estudio, ante todo en el Museo de San Marcos de León. Esta aportación resume los resul tados de aquel trabajo en Oviedo. Del total de las ca. 70 inscripciones romanas encontradas en Asturias se conserva todavía una buena parte, ante todo en el Mu seo Arqueológico Provincial de Oviedo. Estas inscripciones proce den de toda la actual provincia de Oviedo, pero no de un territo rio históricamente homogéneo; algunas fueron encontradas en lo que fue territorio de los Gallaici, otras en el de los Astures, otras en el de los Cantabri (1). Como se verá su sistematización respon de a estas diferencias históricas y territoriales. El número de inscripciones conservadas o conocidas en Astu rias es relativamente muy pequeño. Todas las conocidas, incluidas (1) Por esta razón carece de sentido publicar conjuntos de inscripciones definidos según los modernos límites administrativos. Pero esta evidencia no basta a los investigadores, cfr. la reciente publicación de las Inscripciones Romaines de la Province de Lugo, París 1979, cuando el conjunto histórica mente significativo sería el del Conventus Lucensis, como entendieron los autores del CIL. 88 G. PEREI RA MENAUT algunas de existencia dudosa, no llegan a setenta. Es un número realmente bajo, si comparamos con otras zonas de la Península ibérica (2). Es por ello digno de destacar que este número no aumenta de forma apreciable desde la publicación de la excelente monografía de F. Diego Santos, Epigrafía Romana de Asturias (aquí abreviado ERA) en 1959. Desde esta fecha hasta ahora los nuevos hallazgos no llegan a media docena. Esta proporción es verdaderamente muy baja, dado que las modernas prospecciones y en general el interés extendido por las antigüedades han hecho aumentar de forma sensible los hallazgos casi en todas partes, in cluso en aquellas donde las inscripciones también son escasas (3). A pesar de esta falta de homogeneidad en el conjunto de las inscripciones asturianas, hay algunos rasgos que lo caracterizan visiblemente, debido sin duda a que todas ellas proceden de áreas no urbanizadas, marginales, donde la romanización —desde este punto de vista— es igualmente superficial. En Asturias no hay de dicaciones honoríficas a altos magistrados, y la gran inscripción de Augusto del Cabo Torres no constituye excepción, porque no es una inscripción asturiana, valga la expresión (4). Las inscrip ciones asturianas son ante todo funerarias y votivas, como corres ponde a un área de tales características; con ciertas diferencias, es algo similar a lo que ocurre en algunas áreas de Gallaecia y en general del Norte de la Península y de las provincias marginales del Imperio. Junto a elementos claramente indígenas, en la onomástica, la organización social y la forma de las piedras, hay también algunos otros que no lo son, como sucede con el nombre del dedicante de ERA 9, G. Sulpicius Africanus, o en el caso de Lucius Corona Severus, soldado de la Legión VIL No es posible establecer una línea divisoria clara entre lo indígena y lo romano, y nada nos obliga a pensar según tal oposición de términos. Digamos, en fin, que hay bastates inscripciones con un carácter netamente indígena, en la forma de las estelas, en su decoración y en la onomástica —origen y estructura de los nombres—, pero sin olvidar que, antes de la (2) Este número es muy inferior al de la provincia de Lugo (ca. 100), con una extensión menor, y al de la provincia de La Coruña (78 con los nuevos hallazgos pendientes de publicación), también menor en extensión. En esta provincia tampoco hubo ningún núcleo de población, ni una romani zación aparentemente superior a la de Asturias. (3) En la provincia de La Coruña han aparecido, desde la publicación de las IRG en 1949-60, 19 inscripciones. (4) Vid. R. Syme, Epigraphische Studien 8, 1969, pág. 127. ENRAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 89 llegada de los romanos, los indígenas no conocían la escritura ni hacían estelas funerarias. Es imposible, pues, pensar en términos de oposición excluyente, y esto se hace patente de forma brillante en las inscripciones asturianas. La sistematización que presentamos tiene dos partes que con viene separar. En la primera se establecen unos grupos epigráficos diferentes entre sí, determinados localmente pero ante todo por su propia naturaleza: forma externa de las lápidas, formularios, onomástica e instituciones sociales; todo ello en conjunto justifi ca y explica la confección de los grupos. En la segunda parte se encuentra un análisis de todas aquellas unidades sociales de ca rácter gentilicio conocidas en Asturias gracias a las inscripciones. En ninguno de los dos casos se pretende hacer un análisis históri co, sino solamente una ordenación sistemática de los materiales documentales que, por cierto, aquí como en otras partes, son casi los únicos que tenemos a nuestra disposición. La conveniencia de este tipo de trabajos puede verse claramente cuando tópicos tales como «inscripción vadiniense», por el tipo y decoración de la es tela, desaparecen de nuestra consideración. Mejor todavía puede verse en el trabajo de M.a Cruz González, realizado a partir de es tas consideraciones, que le ha permitido conocer algunas muy im portantes cuestiones de la historia de esa civitas vadiniensis (5). La existencia de los grupos epigráficos asturianos no había pa sado desapercibida al investigador que mejor conoce sus inscrip ciones, F. Diego Santos. Pero una comparación entre lo que este autor ha publicado y lo que aquí se presenta hará comprender la conveniencia de este estudio de los materiales (6). I. LOS GRUPOS EPIGRAFICOS. Grupo 1.° Corresponde a la parte occidental de la actual provincia de As turias, pero en realidad territorio de Gallaecia hasta el Navia (7) (5) M. Cruz González Rodríguez, Los vadinienses en su epigrafía latina. Memoria de Licenciatura, Vitoria 1981. (6) F . D ie g o S a n to s , Romanización de Asturias a través de su epigrafía romana. Oviedo, 1963. (7) Los límites de los conventus del Noroeste pueden ser vistos en J. S a n t o s Y a n g u a s , Estructuras indígenas del Noroeste Peninsular y los cambios de las mismas. Del siglo I a.C. al siglo II d.C. Tesis de Doctorado (original dac tilografiado). Oviedo, 1977. 90 G. PEREIRA MENAUT y, más al oriente, todavía dentro de su zona de influencia. Los lí mites orientales de este grup opodrían ser atraídos hasta Cornellana, y desde ciertos puntos de vista todavía más (8). Este grupo está compuesto por ERA 3, 4, 5, 10, 14, 16 y 17. ERA 15 no es asturiana, sino que pertenece a la provincia de Lugo (9). ERA 3, 4, 5 10 son votivas, lo que hace una proporción muy eleva da dentro de este grupo y en general en Asturias; son casi la mi tad de las existentes. Algunas de estas inscripciones tienen un marcado carácter in dígena, pero muy distinto a lo que encontramos en otras partes de Asturias. No es extraño, precisamete, porque la región occidental participa de las características de Gallaecia, o vive su influencia. ERA 14 y 17 mencionan el castéllum Cariaca y el castellum Beriso, pertenecientes a comunidades galaicas, en su particular forma de organización (10). La estela fragmentada de Castiello, Cornellana (ERA 18) debe ser también incluida en esta serie; su decoración presenta motivos exactamente iguales a otros muy frecuentes en el mundo castreño, como se puede ver en los museos de Santa Te cla o de Guimaráes (11), y en cualquier caso muy distinta a aque llas otras de carácter indígena procedentes de otras áreas de As turias. Pero la imposibilidad de separar tajantemente lo indígena de lo romano se puede observar en otras inscripciones de este grupo. L(ucius) Ser(gius) Secundus, ERA 10, tiene nombre perfectamen te latinos, pero hace una dedicación a un dios de carácter indíge na, Evedutonius Bardlaecus. Las dedicaciones a Júpiter (ERA 3 y 4) podrían parecer también síntomas de la implantación romana, extrañas a lo indígena, si no fuera porque sabemos que el culto a (8) La cuenca de Grado señala la separación entre la cuenca central de Asturias y el occidente desde el punto de vista geológico y también prehistó rico. Para épocas históricas no se puede llevar tan al oriente la zona de in fluencia de Gallaecia, pero la cerámica castreña del centro de Asturias, em parentada con la de la meseta, es substituida por otra, asimilable a la de los castros galaicos, a partir de esa zona. En cualquier caso no puede haber sido una frontera rígida. Agradecemos estas amables indicaciones al Dr. Adolfo Rodríguez Asensio (Univ. Oviedo). (9) F. B o u z a B r e y , Reaparición en Galicia de una lápida romana supues ta de Asturias, BIDEA 53, 1964, pág. 19 y ss. (10) G. P e r e i r a M e n a u t, Los castella y las comunidades de Gallaecia. Ac tas II Xornadas de Arqueología do Noroeste Peninsular. Santiago de Compos tela, sept. 1980 (en prensa) con más bibliografía. (11) Amable indicación del Dr. F. Acuña Castroviejo (Univ. Santiago de Compostela). ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 91 Júpiter tiene un papel especial precisamente entre las comunidades indígenas de la zona menos romanizada de la Península (12). ERA 16, L{ucius) Valerius Postumus ux(amensis) es un extranjero de Uxama, y no un astur romanizado. El único criterio que podría ser útil para distinguirlos es el cronológico; una inscripción muy tem prana con nombres romanos nos sitúa, probablemente, ante un personaje venido de fuera, mientras que en las inscripciones tar días podemos esperar que también los indígenas hayan recibido ya nombres romanos y no se distingan unos de otros (13). La estructura de los textos funerarios de este grupo y las fór mulas que los acompañan presentan una notable homogeneidad en su particular naturaleza. En efecto, en ninguna de ellas aparece mecionado el dedicante de la inscripción. El nombre del difunto está siempre en nominativo, y no va precedido de ninguna fórmu la; siendo la estela de Castiello (ERA 18) una excepción en parte, no hay fórmulas antes del nombre del difunto, pero éste aparece en caso dativo. Del mismo modo, es de notar la brevedad de las fórmulas finales. Solamente an (norum), h(ic) s(itus) e(st), vix(it) y s(it) t(ibi) t{erra) l(evis), pero en ningún caso encontramos aque llas otras fórmulas más complejas, como marito optimo, filio benemerenti, etc. No tendría mucho interés señalar estas particularidades del for mulario, en un tan pequeño número de inscripciones, si no fuera porque semejantes particularidades apuntan a una posibilidad de datación que ya tiene verdadera importancia. Los textos del tipo recién expuestos son generalmente datables en una época tempra na. Aunque no es posible proponer un lapso de tiempo, significa tivamente breve, para estos textos, sí podemos asegurar que son anteriores a aquellos otros donde encontramos al principio la fór mula de consagración D(is) M(anibus) y similares. Es en tales tex tos, más tardíos, donde normalmente encontramos también las (12) P. l e Roux — A . T r a n o y , Rome et les indigenes dans le Nord-Ouest de la Péninsule Iberique. Problèmes d’epigraphie et d’histoire. MCV IX, 1973, pág. 218 y ss. (13) Sobre la transición de la onomástica indígena a la latina, en cuanto a origen y estructura de los nombres v. G. Pereira Menaut — J. Santos Yanguas. Sobre la romanización del Noroeste de la Peninsula Ibérica: Las ins cripciones con mención del origo personal, Rv. de Guimaraes 1980, pág. 122 y ss. Sobre las dificultades para conocer el estatus jurídico de las personas a través de la epgirafía cfr. G. A l f o l d y , Notes sur le droit de cite et la nomen clature dans l’Empire Romain. Latomus XXV, 1966, págs. 37-57. 92 G. PEREIRA MENAUT otras fórmulas mencionadas como benemerenti, carissimo, facien dum curavit, etc. (14). Podemos asegurar para ERA 14 y 17 una datación más bien tem prana, por una serie de elementos que, si no permiten una data ción absoluta, sí al menos relativa: la naturaleza de los nombres personales, indígenas en origen y estructura; la forma de las pie dras, que son estelas; la mención del castellum —el origo— de los individuos. Este último hecho permite ya una datación aproxima da pero segura, porque sabemos que los castella desaparecen en las inscripciones a partir del final del siglo I d.C., probablemente des de la época flavia y la donación del ius Latíi a las comunidades de las provincias hispánicas, si bien no sabemos hasta cuándo siguen apareciendo. De las inscripciones votivas del Grupo 1 no se puede ensayar datación alguna, porque casi todas ellas han desaparecido. ERA 3 y 4 eran, sin embargo, textos sencillos, el segundo de ellos al pare cer una estela, cronológicamente anterior a las aras que se popu larizan más tarde; el grabado publicado en ERA no permite, sin embargo, más que una mera conjetura. ERA 5 ha desaparecido y carecemos de noticias sobre su forma. ERA 10 es probablemente posterior al siglo I, según se ha querido ver para la fórmula final v(otum) s(olvit) l{ibens) m(erito) (15). Las dedicaciones a dioses indígenas, hechas por una persona de nombres latinos, son tam bién, con frecuencia, posteriores a los primeros tiempos, quizá en gran parte posteriores al siglo I d.C. (16). No sería lícito extraer conclusiones de la datación aproximada de tan pequeño número de incripciones. Es muy chocante que la mayoría de los textos de este grupo pertenezcan a una época relativamente temprana, cuyos límites no podemos precisar. Quizá sea prudente situarla entre la segunda mitad del siglo I y media dos del siglo II d.C. No parecen, desde luego, anteriores ni poste riores a este largo lapso de tiempo. Pero si no es lícito extraer con clusiones tampoco estará de más hacer patente que en las otras partes de Asturias no hay inscripciones tan tempranas, del mismo modo que aquí no las hay tardías. En el estado actual de la inves tigación, sin embargo, somos incapaces de buscar una explicación coherente para estas diferencias. Quizá lo más prudente sea pen(14) Sobre la datación v. G. P e r e i r a M e n a u t, o.c. nota 10 con bibliografía. (15) P . l e Roux — A. T r a n o y , o.c. nota 12, ib íd . (16) No conocemos ninguna investigación que lo acredite, pero la obser vación de la epigrafía del Norte y de Gallaecia permite afirmarlo, con las ló gicas reservas. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 93 sar que este pequeño número de inscripciones no representa probablmente nada. Grupo 2.° Este es un grupo heterogéneo, que no existe más que por refe rencia a los demás. Los restantes grupos tienen una cierta cohe rencia interna, mayor o menor, basada en unos u otros elementos. Las inscripciones del grupo 2.° no encajan dentro de los demás grupos, de modo que son reunidas aparte, y sin que ello carezca de sentido, como vamos a ver. Tiene una cierta similitud, por otra parte, con el grupo 5.°. El área correspondiente a este grupo es la franja costera des de la ría de Pravia a la de Villaviciosa. Por la parte occidental se diferencia claramente del grupo 1.° por una amplia zona en la que no se ha conocido, hasta el momento, ninguna inscripción, desde Pravia hasta Rallón de Meras, en el concejo de Luarca. Por la par te oriental queda separada del área del grupo 3.° por claras razo nes epigráficas; las inscripciones del grupo 3.° son las de los Orgenomesci, según toda apariencia, y no tienen el menor parecido con las del grupo 2.°. El límite sur se sitúa aproximadamente en una línea ideal desde un poco al sur de Pravia hasta el fondo de la ría de Villaviciosa, incluyendo su ribera oriental. Esta área tiene un carácter geográficamente muy uniforme y diferenciado del resto de la provincia. Son tierras de altura muy inferior a la media provincial, con cotas máximas de 200 metros salvo pequeños islotes aislados. Tienen por tanto unas posibilida des agrarias y un clima más amable que el resto de Asturias, si exceptuamos los estrechos valles bajos de los principales ríos. Es posible que esta área haya llamado la atención de modo especial ya en la época antigua. Las termas de Gijón, único monumento ro mano de cierta entidad en Asturias, y numerosas noticias de ha llazgos menores ocasionales abonarían esta hipótesis. El grupo es epigráficamente heterogéneo, como queda dicho. Hacia el oriente, hacia Villaviciosa, parecen afirmarse más los ca racteres indígenas, con ERA 11, 29 y 30, en las que ya aparecen las típicas gentilitates y un nombre, Doiderus, propio de ese ambiente (17). Al centro y occidente no ocurre lo mismo: particularmente (17) Sobre el nombre Doiderus v. J. S a n to s Y a n g u a s , Contribución al es tudio de los restos de formas de dependencia en el área céltica peninsular en época romana. MHA (Oviedo) II, 1978, págs. 137 y ss. 94 G. PEREIRA MENAUT llamativa es la dedicación a la Fortuna Balneari de Gijón (ERA 6), una de las pocas inscripciones asturianas que podrían ser presen tadas en otras provincias del Imperio sin llamar la atención. Pero ERA 7, una dedicación a Mithra, fue hallada por el contrario en la parte oriental de la ría de Villaviciosa. La misma heterogeneidad encontramos en la morfología de las piezas, como no podía ser de otro modo. A pesar de ello no parece inútil establecer sus caracte rísticas, por sus diferencias con los demás grupos. Las inscripciones funerarias son ERA 21, 27, 28, 29 y 30, esta última sólo un fragmento (18). Sus elementos diferenciadores son los siguientes: no tienen fórmulas al principio, el nombre del difun to está en caso dativo, aunque solamente una de ellas menciona al dedicante. Las fórmulas finales son más complejas de lo que habíamos visto en el grupo 1.°, porque además de an(norum) en contramos ya possierunt o(b) m(erita) e(ius) en ERA 21 y fi(liae) ca (rae) en ERA 27. A pesar de la heterogeneidad del grupo existe, como se ve, una cierta uniformidad. Y por cierto que la estructu ra de los textos funerarios nos llevaría, si pudiéramos extraer con clusiones fiables, a una datación algo posterior a la del grupo 1.° pero anterior a la de los grupos 3.° y 4.°. A pesar de los estimulan te que resulta esta regularidad y esta gradación cronológica, el gru po 2.° es demasiado escaso y demasiado heterogéneo para ser con siderado representativo. A lo sumo podemos afirmar que las ins cripciones conservadas y agrupadas así son posteriores a las que componían el grupo 1.°, y anteriores a las de los otros grupos. Pe ro nada nos asegura que estas inscripciones, tampoco ahora, re presenten fielmente al conjunto de inscripciones que en su día hu bo en esta área, ni tampoco, por tanto, a la realidad histórica. De las inscripciones votivas del grupo 2.° (tan relativamente abundantes como en el grupo 1.°) debe decirse algo similar. ERA 6, 7 y 11 son tardías. La forma de los monumentos, que son aras y no estelas, y el formulario así lo indican para ERA 6 y 11, a te nor de los aproximativos pero claros criterios de datación presen tados más arriba en nota 14. ERA 7 fue ya datada por Hübner en época tardía (CIL II 2705), y a éste sigue F. Diego Santos (cfr. ERA págs. 36 y s.). La desaparecida dedicación a Júpiter (ERA 2) debe ser sin embargo más temprana, en cualquier caso más que la dedi(18) ERA 28 es una estela discoidea de carácter indígena, pero la lectura de F. Diego Santos puede ser mejorada. En lín. 1 se lee M (a r c u s ) A u ( r e liu s ) P r u ( d e n s ?), lo que nos lleva una vez más al complejo mundo de asimilación entre lo indígena y lo romano. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 95 cación a Mithra (ERA 7). Pero las noticias que conservamos son demasiado fragmentarias. ERA 12, la dedicación a Augusto del Cabo Torres queda fuera de consideración, como ya se indicó más arriba. Grupo 3.° Este grupo está localizado entre entre una línea formada por los ríos Piloña y Sella y la ría de Villaviciosa, teniendo en cuenta que algunas inscripciones del Grupo 2.° procedían también de la parte derecha de la ría. El Grupo 3.° se diferencia muy claramente de todos los demás, de modo que las reservas manifestadas al ha blar de los dos primeros ya no van a tener lugar aquí. Las inscrip ciones del Grupo 3.° tienen un cierto parecido con las del Grupo 4.° en su forma externa, en ciertos elementos del formulario y en la realidad indígena que dejan manifiesta. Pero también por esas razones no hay duda ninguna de que son distintas a las de ese gru po. Las inscripciones del Grupo 3.° son seguramente las de los Orgenomesci, las del Grupo 4.° son las de los Vadinienses. El Grupo 3.° está formado por ERA 31, 32, 33 (fragmento no aprovechable), 35 (desaparecida), 36, 37, 38 y 39, y rodados, o pie dras irregulares, aprovechadas directamente para grabar encima una inscripción muy poco cuidada. Solamente dos excepciones, ERA 36 y 39, suponen algo de trabajo sobre la piedra, pero muy poco y muy poco esmerado. ¿Por qué utilizaban estas piedras, igual que hicieron los Vadinenses del grupo 4.°? Podemos sentir nos tentados, en principio, a suponer en estas piedras algún sig nificado relativo a la religión o algún uso propio de otra natura leza. Pero, en realidad, estas piedras no son exclusivas de los Va dinienses del grupo 4.° ni de los Orgenomesci del Grupo 3.°, sino que fueron usadas también para grabar la estela de Nicer Clutosi, el princeps de los Albiones (Gallaecia), perteneciente al grupo 1.°, y aún en alguna otra, como ERA 16 y posiblemente 17. Quizá, por eso, sea más adecuado pensar que se trata simplemente de un há bito originado por consideraciones prácticas: las piedras alisadas por el río están ya dispuestas para grabar la inscripción, sin ne cesidad de más trabajo, de más gasto. Esto sería coherente con la factura de los textos, en la que también parecen haberse ahorrado esfuerzo y gasto, pues algunas veces llegan incluso a estar no gra bados ,sino más bien rascados con un objeto muy imperfecto, se diría incluso que de piedra y no de hierro. La decoración de estas inscripciones es también característica 96 G. PEREIRA MENAUT del grupo. La más depurada es la de ERA 39, que parcialmente se escapa a lo recién expuesto sobre las formas de las piedras. Más compleja es la de ERA 36, que tampoco es un simple canto roda do. En el resto de los casos se trata de incisiones superficiales, fi gurando pequeños arcos o enmarcando el texto. ERA 38 tiene, mer ced a un simple trabajo de acotadura, una forma discoidea en la parte superior, que junto con un primitivo simulacro de rostro humano da lugar a una estela antropomorfa (19). Desde este pun to de vista, pues, el grupo 3.° se diferencia claramente de las vadinienses del grupo 4.°. En cualquier caso carece de fundamento la asunción de que las estelas sobre grandes cantos rodados son y deben ser llamadas inscripciones vadinienses (20). Por el contra rio, ese término debe ser reservado exclusivamente para aquellas cuyos textos lo manifiesten expresamente. No hay, pues, lápidas vadinienses, sino textos vadinienses. El formulario de estas inscripciones tiene características pro pias completamente distintas a las de los grupos anteriormente discutidos. Así como aquellos no tenían ninguna fórmula al prin cipio de la inscripción, antes del nombre del difunto, éstas tienen siempre la curiosa fórmula m{onumentum) p(ositum) d(ibus) m(anibus), con ligeras variantes, y que sólo en un caso se simpli fica para reducirse a m(onumentum), ERA 31 (21). Esta fórmula las acerca a las vadinienses del grupo 4.°; otras las individualizan. Las fórmulas finales son también más complejas que las de los grupos precedentes. Además de an(norum) y vi(xit) an(nis) encon tramos también, a veces junto a éstas, pater filiae posuit en ERA 33 y fil(ius) p(atri) po(suit) en ERA 32. Las fórmulas finales de las inscripciones vadinienses son mucho más complejas. Las estructuras de los textos es también muy característica. En los cinco textos que se conservan íntegramente, se puede observar que el nombre del difunto está en dativo, y que algunas hacen men ción directa o indirecta del dedicante. Unas veces éste aparece con su nombre, como ERA 33, pero otras conocemos su existencia sólo por las fórmulas posuit y sus variantes. Solamente dos de ellas, (19) Sobre estelas antropomorfas y su significado v. ahora M . P i l a r R o Sincretismo de la religión indígena y la religión romana visto a través de las estelas antropomorfas. Brigantium (La Coruña) II (en prensa). (20) F. D ie g o S a n to s (La romanización pág. 22) emplea este califica tivo tomando como base la forma externa de las lápidas. (21) D ib (u s ) en ERA 32 y, suplementado, en ERA 33. En el resto siempre abreviado. d r íg u e z A lv a re z , ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 97 ERA 31 y 39 silencian por completo al dedicante y al acto de la dedicación. Pero su principal diferencia respecto de los grupos an teriormente discutidos es la mención, relativamente muy frecuen te, de las unidades gentilicias indígenas .Cuatro de esos cinco tex tos conservados presentan la fórmula ex gente (Viromenigorum, Ablaidacorum, etc. ...), indicando la pertenencia del individuo a uno de esos grupos gentilicios o comunidades indígenas. Solamen te una de ellas, ERA 39, carece de la indicación de la gens; ERA 38 tiene un texto demasiado críptico, en el que sin embargo bien pue de estar oculta (22). Nótese que ERA 39 es sólo parcialmente se mejante al resto del grupo y que es la única que presenta una ono mástica completamente latina; el carácter indígena de la onomás tica es otra de las características de este grupo. A juzgar por el ca rácter de la onomástica, el grupo 3.° se distancia de los grupos 1.°, 2.° y 5.° y se aproxima el 4.°, como podremos ver. ERA 36 y 37 (desgraciadamente sólo un pequeño fragmento) expresan claramente que los individuos referidos en sendas ins cripciones pertenecían al pueblo de los Orgenomesci. La coheren cia interna del grupo 3.° nos induce, así, a pensar que estas ins cripciones pueden ser las inscripciones de los Orgenomesci, del mismo modo que las del grupo 4.° son las de los Vadinienses. Aun que no es posible despejar todas las dudas, permanece sin embar go el hecho de que las del grupo 3.° son completamente distintas a las de los otros grupos »exceptuando el 4.°. Con estas últimas tienen una cierta afinidad, como ya se indicó, pero pertenecen a pueblos diferentes. Esta afinidad debe ser resaltada todavía de forma im portante: en el grupo 3.°, así como en el 4.°, y al contrario de lo que sucede en todos los otros, no hay ni una sola inscripción vo tiva. Todavía otro rasgo importante: entre las inscripciones del grupo 3.° encontramos ya una datación consular (ERA 33), como será el caso, con más frecuencia, entre las vadinienses del grupo 4.°. Al discutir este grupo tendremos ocasión de apreciar más jus tamente estos hechos. Grupo 4.° Este es sin duda el grupo más homogéneo de todos. Está com puesto por ERA 40, 41, 46, 47, 48, 51, 52, 55 (fragmento) y 56; C. Diego, BIDEA 61, 1967, pág. 13 y ss. con dos nuevos hallazgos en Soto de Cangas y Collada de Zardón. A ellas hay que añadir un (22) Cfr. ERA pág. 111. 98 G. PEREIRA MENAUT cierto número de fragmentos inservibles o lápidas desaparecidas, de cuyas noticias no se puede extraer ningún dato operativo: ERA 42, 43, 49, 50, 53, 54 y 55. ERA 44 y 45 son seguramente cristianas, y no nos ocuparemos de ellas. Como quedó dicho al discutir el grupo anterior, algunos ele mentos caracterizadores son comunes a ése y al que ahora presen tamos, pero esta semejanza no impide que la individualización de ambos grupos sea extremamente clara. Así, mientras la forma de las piedras es similar, la decoración que acompaña a las inscripcio nes es completamente distinta. Ya vimos cómo era la decoración en el grupo 3.°. La decoración de las vadinienses del grupo 4.° in cluye una variada gama de motivos. El grabado de una domus (23) es frecuente, así como los caballos, que a veces incluyen una pe queña inscripción paralela al texto principal (ERA 40 y 57), las re presentaciones de árboles o palmas, la svástica, y el marco inciso rodeando el texto, a veces con una línea horizontal para cada ren glón. Todo ello las diferencia claramente del grupo 3.°, pero con viene tener presente que también en la actual provincia de León hay un buen número de inscripciones vadinienses, con caracterís ticas en parte semejantes y en parte diferentes a las que estamos presentando (24). No todas las inscripciones del grupo 4.°, inclu yen aquellas cuyo origen vadiniense es indiscutible, presentan la misma decoración, ni tan completa. Algunas, incluso, carecen de ella, como ERA 48. Las fórmulas iniciales del texto son similares a las del grupo 3.°, pero en cierto modo distintas. La más frecuente es D(ibus) M(anibus) M(onumentum), que enlaza luego con un posuit inclui do en el texto, como por ejemplo sucede en ERA 40. Otras veces encontramos solamente M(onumentum) o también la fórmula más convenconal D(is) M(anibus). Las fórmulas dedicatorias del grupo 4.° son más características, y distintas de las del grupo anterior. Lo más frecuente ahora es marito suo caro, fiiiae suae carae y si milares, combinadas con el posuit recién referido. A veces son to davía más complejas, como en BIDEA 61, 1967, pág. 13: pió filio ob merita, o en ERA 48: pater ei pro merita possit (sic). Junto a las fórmulas dedicatorias encontramos el elemento esencial de las inscripciones vadinienses, que es precisamente la indicación de la pertenencia a esta civitas. Fratri suo vadiniensi (23) Sobre las domus inscritas y su simbologia v. M. W a e lk e n s , De huisidee in de grafarchitectuur van Klein-Azie. Spiegel Historiael 14, 1979, págs. 338-345. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 99 en ERA 40 presenta el origo integrado en la fórmula dedicatoria, pero normalmente el término va(diniensis) o vad(iniensis) apare ce en aposición al nombre del difunto (ERA 51) o del dedicante (ERA 52). Este término aparece en seis de las diez inscripciones cuyo texto se conserva, un fenómeno que hasta ahora carecía de investigación y explicación pertinente, por su naturaleza tan par ticular (24). Algunas de las que carecen de este término son, sin embargo, muy claramente distinguibles, como sucede con ERA 57, que tiene un caballo con inscripción en la parte inferior, algo ver daderamente característico de este grupo. De todas estas inscrip ciones solamente dos hacen indicación de un grupo gentilicio de categoría inferior a la civitas (ERA 50, 55, quizá 49). La estructura del texto es también particularmente caracterís tica de este grupo. El dedicante de la lápida aparece expresado prácticamente en todas ellas, siendo ERA 51 la única excepción. Pero la más notable es la forma de presentación: primero apare ce el nombre del dedicante, en nominativo, y después en segundo lugar, el nombre del difunto en dativo. La única excepción a esta regla es BIDEA 61, 1967, pág. 13, ya mencionada. Esta extaña for ma de estructurar el texto es completamente típica de este grupo, y lo diferencia totalmente de los demás. La onomástica es indígena y romana, tanto en origen como en estructura de los nombres, siendo así este grupo afín al 3.° y dis tinto a los demás. También es afín al grupo tercero en la utiliza ción de la era consular para datar las inscripciones, pero mientras en aquel grupo solamente había un caso, ahora encontramos cin co en el total de diez inscripciones, lo que llama poderosamente la atención. La investigación sobre esta forma de datación ha lleva do a resultados dispares, de modo que la fijación de la era consu lar parece que deberá ser hecha apoyándose en otros criterios de datación, aplicables a estas inscripciones, es decir, que la propia era consular deberá ser datada desde fuera. En este contexto es de notar que algunas inscripciones cristianas tienen una morfolo gía prácticamente igual a la de las vadinienses, lo que nos induce a pensar en una datación tardía (24). Muy importante es también constatar que en este grupo, como sucedía en el anterior, no conocemos ni una sola dedicación voti va. Esta extraña ausencia, que nos estimula inmediatamente a pen sar que estos pueblos tenían una mentalidad religiosa particular, (24) Sobre todos los aspectos relativos a las inscripciones vadinienses v. ahora M. Cruz González Rodríguez, o. c. nota 5. 100 G. PEREIRA MENAUT e incluso a ponerlo en relación con la pervivencia del paganismo en ua época ya cristiana —pues eso es la coexistencia de dedicacio nes funerarias normales junto a las primeras inscripciones cristia nas, algo típico de esta zona— o también con el rico simbolismo de las vadinienses. Pero desgraciadamente el material epigráfico no permite porfundizar más en el tema, al menos cuando se trata so lamente de una sistematización de los materiales. Para terminar, una última consideración de otro orden. Ya es claro que las inscripciones de los grupos 3.° y 4.°, de los Orgenomescos y de los Vadinienses, son completamente distintas a las del resto de Asturia, incluido el grupo 5.° que aún no hemos discutido. Son diferentes en todo, incluso en su datación, pues a pesar de to das las dificultades para ello resulta evidente que las de estos gru pos son posteriores a las de los dos primeros y también a las del 5.° (24). Ahora bien, la comparación entre unos y otros grupos ca rece del sentido que en principio puede parecer que tiene, y ello porque los Orgenomesci y los Vadinienses son pueblos cántabros, no astures, lo que supone una diferencia fundamental, como ve mos. De acuerdo con ello, las inscripciones de unos y otros no apa recen solamente en Asturias, con lo que se hace patente que el es tudio de las inscripciones según los límites actuales no es más que un sinsentido. Un hallazgo reciente en Torrevega, cerca de Llanes (F. Diego Santos, BIDEA 38, 1959, pág. 367 y ss.), es también ins cripción orgenomesca CIL II 6301, procedente de Monte Cildá, al noroeste de la actual provincia de Palencia. Esta situación es ex trema en el caso de las vadinienses, pues las que pertenecen a la actual provincia de Oviedo no son más que una pequeña parte del total de las conocidas, repartidas entre las provincias de León y Santander, sobre todo en la primera. Conviene decir, de todas ma neras, que las características que hemos establecido aquí para es te grupo pueden ser aplicadas al conjunto, con algunas diferencias muy relevantes históricamente (25). (25) Las pertenecientes a Santander han sido publicadas por J. M. Igle Onomástica prerromana en la epigrafía cántabra (Santander, 1974). Las de León han sido estudiadas por M. Cruz González Rodríguez en o.c. no ta 5, de pronta publicación. Un estudio previo de F. Diego Santos, presentado como tesis de doctorado en 1972 en la Universidad de Oviedo, no ha sido, des graciadamente, publicado; puede leerse un resumen en Archivum XXII, 1972, págs. 5 y ss. s ia s G i l, ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 101 Grupo 5.° Las inscripciones de este grupo son aquellas aparecidas en una zona, relativamente pequeña, en torno a la ciudad de Oviedo. Son ERA 1, 8, 19, 22, 24, 25, 26 y acompañadas de una serie de noticias inconcretas de las que solamente ERA 23 y 63 tienen cierta enti dad. El área que corresponde al conjunto podría ser delimitada, aproximadamente, por un círculo que alcanzase, por el norte, has ta Lugo de Llanera (ERA 36); por el oeste, hasta la cuenca de Gra do (ERA 19 de Valduno); por el sur, hasta la confluencia de los ríos Lena y Aller (ERA 8, 9, 22), prolongándose para incluir ERA 1 de Serrapio (concejo de Aller), algo apartada. Por el este no es posible establecer un límite, dado que no hay hallazgos que pue dan ser adscritos al grupo. Los primeros pertenecen ya al grupo 3.°. La primera característica que llama nuestra atención es el con tenido de algunas de estas inscripciones, completamente distinto a todo lo que habíamos visto hasta ahora. ERA 9 es una dedicación religiosa hecha por un soldado de la legión VII Gemina junto con su esposa, que, como él, tiene nombres perfectamente latinos; la deidad no está expresada. La forma del ara carece, como la ono mástica, de rasgos indígenas, aunque traiciona, igual que la mala factura de las letras, su ubicación remota, lejos de los centros vi tales más romanizados. ERA 9 es una dedicación a una divinidad de carácter indígena, Nimmedus Seddiagus, pero realizada por un individuo que se llama Gaius Sulpicius Africanas, sin duda empa rentado con el Praefectus Symmachiariorum Asturum Gaius Sul picius Ursulus, a quien por cierto le hace la dedicación ERA 22. Quizá se trate de hermanos, pues la relación paternofilial apare cía probablemente expresada en la última inscripción menciona da. Quadratus, liberto de Figenus, de ERA 19 es la única mención de un liberto, y en general la única indicación de estatus social que encontramos en toda Asturias, y también nos acerca así a un am biente más homologable con las áreas de mayor implantación ro mana. Si, como dice F. Diego Santos (ERA 63 en comentario c ri tico), no debemos dudar de la existencia de una dedicación a Numeriano, en Lugo de Lanera, con ello tendríamos para este grupo y esta área, junto a los testimonios recién mencionados, un carác ter diferente, menos indígena que lo acerca algo al grupo 2.°. El grupo 5.° es, entre todos, el único que nos deja ver directamente las huellas de la implantación de la potencia dominadora romana. La estructura de los textos es similar a la del grupo 2.°. El nom bre del difunto está en dativo, y el dedicante, cuando se menciona, 102 G. PERE1RA MENAUT aparece en segunda posición y en nominativo. Como las del grupo 2.°, también éstas carecen de la fórmula inicial típica de las ins cripciones funerarias, siendo las finales más bien escuetas, aunque en una de ellas encontramos ob merita eius (ERA 19). Dos inscrip ciones, de onomástica indígena o indígena-latina carecen de todo tipo de fórmulas, mencionando solamente el nombre del difunto en nominativo. ERA 19, 25 y 26, textos con onomástica al menos parcialmente indígena, son estelas redondeadas por arriba (ERA 24 no se conserva); como ya se indicó al discutir el grupo 1.°, estos monumentos merecen una datación más bien temprana, y lo mis mo debe ser dicho de su onomástica (cfr. nota 14). Las inscripcio nes votivas del grupo merecen también una datación no muy tem prana, como se indicó más arriba al hablar de otras similares, y ello es así sobre todo en ERA 1. Lo recién expuesto nos lleva, inmediatamente, a contemplar una clara similitud entre el grupo 2.° y el 5.°; incluso podrían ha ber sido tratados como un solo grupo. Si a pesar de ello aparecen separados es debido a razones geográficas y arqueológicas, pues la zona norte es mucho más rica que la central, aunque aquí tam poco falten algunos testimonios, e incluso alguno de cierta cali dad, como el mosaico de Valduno (26), y por la naturaleza del con tenido. En cualquier caso, parece imponerse la evidencia de que la epi grafía de la actual Asturias se reparte claramente en tres zonas: la zona occidental del grupo 1.°, que en parte es Gallaecia y en par te vive su influencia; la zona oriental, que es Cantabria o son cán tabros asentados en el solar de Asturia (grupo 3.° y 4.°), y una zo na central que es la propiamente astur. En esta zona encontramos, a juzgar por la epigrafía, una situación bien diferente de lo que habitualmente pensamos, y pensamos mal, porque sin querer ha cemos caso omiso de la disparidad histórica de la provincia de Oviedo. Pero no es este el lugar para extraer otro tipo de conse cuencias. (26) Este mosaico ha sido estudiado recientemente por J. B e l l o n , La ro manización de Asturias, Memoria de Licenciatura. Oviedo, 1977, quien además aporta interesantes datos arqueológicos para el estudio de la romanización de Asturias. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS II. 103 LAS UNIDADES INDIGENAS. En el conjunto de inscripciones aparecidas en Asturias y ya pu blicadas hay menciones en 24 de ellas a la realidad indígena refle jada en las unidades gentilicias suprafamiliares (gens, genitivos en —um /— orum y nominativos de plural) y a la mención del lugar de habitación del individuo (castellum = )). Se trata casi siempre de inscripciones funerarias y en la mayo ría de los casos la pertenencia a una unidad indígena está expre sada únicamente para el difunto, no faltando, sin embargo, casos en que también se expresa la unidad gentilicia a que pertenece el dedicante, e incluso esta circunstancia únicamente sin expresión de la unidad gentilicia a que pertenece el difunto. Los dos casos de inscripciones en que aparece mención de unidades gentilicias in dígenas y no son fueranas, se trata de inscripciones votivas en que comunidades indígenas (Arronidaeci et Coliacini ERA 1 y Luggoni Arganticaeni ERA 11) realizan un vo+o a una divinidad, romana y oficial en el primer caso (Jovi Optimo et Maxsumo), e indígena, según todos los indicios, en el segundo. Mediante la localización en el mapa de los hallazgos de inscrip ciones con mención de estas unidades, se descubren una serie de hechos cuyo análisis posibilita la comprensión de la realidad refle jada en estas inscripciones: 1.—Hay dentro de la epigrafía de Asturias, en lo que se refiere a las unidades indígenas, dos zonas claramente delimitadas: ía zona llamada de las gentilidades, que se corresponde con la mitad oriental de la actual provincia de Oviedo, y la zo na de los castella, que corresponde a la parte de Asturias al oeste del Navia, territorio propiamente de Gallaecia, aun que haya habido hallazgos de inscripciones con esta formu lación fuera del área citada, como luego se verá. 2.—Hay una ausencia casi total en la zona central y occidental de inscripciones con mención de unidades getilicias supra familiares, que, si es compresible para la zona que estaba enmarcada en Gallaecia y su zona de influencia, no lo es tan to para la zona central de Asturias. Quizá la clave de esta ausencia puede estar en la naturaleza de las inscripciones halladas hasta el momento en estas zonas, votivas en su mayoría v sin expresión de la unidad gentilicia a que per tenece el individuo que dedica la inscripción. 3.—Máxima concentración de inscripciones con mención de uni 104 G. PEREIRA MENAUT dades gentilicias en la zona que corresponde a las márgenes del Sella y sus afluentes (vadinienses y orgenomescas en su mayoría). En general se trata de inscripciones con una ti pología indígena muy clara. 1.— Gentilidades y castella. Unicamente hay tres casos en la epigrafía de Asturias de ins cripciones con mención de individuos pertenecientes a un castellum, habiéndose perdido una de ellas, sin que se sepa incluso con seguridad la procedencia de esta inscripción. Se trata de las ins cripciones n.° 14, 17 y 59 de la Epigrafía romana de Asturias de Diego Santos. La inscripción ERA 14, hallada en Vegadeo, pertenece a Nicer Clutosi, del castello Cariaca, que es princeps de los Albiones. En la ERA 17, aparecida en Ablaneda (Salas), el difunto es Flaus Auledi f(ilius) Cabarcus (castello) Befiso. La ERA 59, desaparecida y de la que únicamente tenemos los datos ofrecidos por Hübner (CIL II 2711), pertenece a Nigrianus Nigrini Al(bio) ex (castello) Ercoriobri. Son sin duda un número muy escaso de inscripciones para des cubrir el mecanismo utilizado atendiendo al cual se expresa el lu gar de habitación únicamente (o ) o el lugar de habitación y la civitas/ populus de que forma parte este núcleo habitado (Cabar cus, Albio), pero, por analogía con lo que sucede en otras áreas pertenecientes a Gallaecia, al igual que la zona al oeste del río Navia, sabemos que, si el individuo muere fuera de la óivitas/ populus, mejor de su territorio, o fuera de él dedica una inscripción a una divinidad, se expresa la civitas/ populus en que está encuadrado el núcleo en que habita, además de este núcleo o castello en que él vive o del que es originario; mientras que, si muere dentro del territorio de su civitas/ populus únicamente se expresa el castello en que habita (27). Ello explica el que en la inscripción ERA 17 de Ablaneda (Salas) de un Cabarcus, populus que habitaba al oeste del río Navia, en territorio de Gallaecia, se exprese, además del (27) V e r a l re s p e c to lo s tr a b a jo s d e M . L . A l b e r t o s , O rg a n iz a c io n e s su p r a f a m i li a r e s e n la H is p a n ia a n tig u a . V a lla d o lid , 1975, p á g s . 34 y s s . ; G . P e r e i r a M e n a u t— J . S a n to s Y a n g u a s , S o b re la ro m a n iz a c ió n ..., p á g s . 125 y s s . ; J . S a n to s Y a n g u a s , L a s c o m u n id a d e s in d íg e n a s y la a d m in is tr a c ió n ro m a n a e n G a lla e c ia y A s tu r ia s e n é p o c a a lto im p e ria l. S a n tia g o d e C o m p o s te la (E n p r e n s a ) y G . P e r e i r a M e n a u t, o . c . n o ta 10. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 105 núcleo en que habita el individuo (Beriso), la civitas/populus (Ca barcus) de la que este núcleo habitado forma parte, y en la ins cripción ERA 59 de Villanueva (Cangas de Onís) de un Albio, po pulus también del oeste del río Navia según las noticias de las fuentes literarias, se expresa además del castello (Ercoriobri) la civitas/populus (Albio). También este hecho posibilita que realmen te esta inscripción desaparecida hubiera sido hallada en el Villanueva de Cangas de Onís, a pesar de lo que piensen Diego Santos y M. L. Albertos, pues lo que es realmente operativo en este caso es la referencia a la civitas de que es originario el individuo y ade más situaciones de este tipo se dan en la epigrafía referidos a di funtos que han muerto fuera de Gallaecia y que pertenecían a una de sus civitates (28). Más abundantes son las inscripciones en que hay constancia de unidades gentilicias suprafamiliares expresadas por los términos gens, genitivos en -um/-orum y nominativos de plural, aunque este último caso plantee algunos problemas que comentaremos más adelante. Dentro de este relativamente amplio conjunto de inscripciones se pueden distinguir tres subgrupos: A.—Inscripciones con mención únicamente de la unidad genti licia indígena, a la que pertenece el individuo. B.—Inscripciones con mención de la civitas en que está encua drada la unidad gentilicia, además de la propia unidad gen tilicia suprafamiliar. C.—Inscripciones con mención de la civitas únicamente . También en el caso de las inscripciones con mención de unida des gentilicias suprafamiliares, la doble formulación (A y B) viene dada con referencia al territorio de la civitas a que pertenece el individuo, que es lo operativo: si el individuo muere dentro del te rritorio de la civitas en que está encuadrada la unidad gentilicia a (28) Conocemos hasta el presente los siguientes casos: CIL II 2711. Vi llanueva (Asturias). N ig r in ia n u s N ig r in i A l(b io ) e x j E r c o r i o b r i; CIL II 5739 Ablaneda (Salas). F l a u s A u le d i f ( i li u s ) C a b a r c u s j B e r is o . CIL II 5667 ( = 2902). Astorga. F u s c a C o e d i f ( i li a ) C é ltic a S u p e r t a ( m a r i c a ) j B l a n i o b r e n s i ; CIL II 774. Coria (Cáceres). B a s s u s M e d a m i f ( i li u s ) Grot>[i]tts 'o V e rio \ Huelva Preh. y Ant., 288, número 17. Aroche. P. P lo u tiu s P . f. G a l. R e b u r r u s In te r a m ( ic u s ) e x j G a . . . \ Arch. Port. 28, 1927/29, p. 213. Cerdeira do Coa (Por tugal). F u s c u s S e v e r i f ( i li u s ) L im ( ic u s ) j Arcuce; Huelva, Preh. y Ant., 295, n.° 38. El Repilado. A n c e itu s Vacc[e]i f( i li u s ) L im ic u s j T a la b r ic . 106 G. PEREIRA MENAUT la que pertenece y a través de la cual se integra en la civitas, se expresa únicamente esta unidad gentilicia (subgrupo A). Es el caso de las inscripciones ERA 24, procedente de Castandiello (Morcín), presumiblemente de un astur propiamente dicho (Vianeglo Segei ex gente Abilicorum, etc. ...); ERA 32, aparecida en Borines (Piloña), de un individuo perteneciente a la civitas/ populas Luggonum por el lugar de hallazgo (Anto(nio) Pateirno) an(norum) IX, ex gen(te) Ablaidacoru(m); ERA 33, hallada en Cofiño (Parres), en que hay mención de dos individuos probablemente también Luggones (Scorcia Onnacau{m) y Ammia Caelionica ex gente Penioru(m); ERA 35, de la falda del Sueve, también posiblemente de un indivi duo perteneciente a los Luggones, aunque la lápida esté perdida y la lectura de la inscripción es dudosa; ERA 38, hallada en Forniellu (Ribadesella), posiblemente de un orgenomesco, aunque la lectura e interpretación de la inscripción sea también dudosa, y ERA 41 (Peregrius et Pompe{iá) Arnunimoru(m), etc. ...) y 49 ([Te]r(entia) Aroniaecivoru{m), etc. ...), halladas en Beleño y Corao, de indivi duos pertenecientes casi con seguridad a la civitas Vadiniensis. En cambio, si el individuo muere fuera del territorio de la ci vitas a que pertenece, además de la unidad gentilicia a través de la cual se integra en la civitas, se expresa también la civitas misma. Esto nos lleva a afirmar la mayor operatividad dentro de la praxis político-administrativa romana de la pertenencia a la civitas, pues fuera de ésta la unidad gentilicia a que pertenece el individuo no es elemento operativo para expresar el origo de la persona (29). A este subgrupo pertenecen las inscripciones ERA 36, apareci da en Collía (Parres), de un cives orgenomescus: (Bovecio Bode)ri filius) cives Orgenomescus ex gente Pembelor{um), etc. ...) y ERA 50 (D. M. Antoni(us) Pate(rni) Arreni f(ili) vad(iniensis) Arcaedunu(m), etc. ...), 51 (M(onumentum) Fusci Cabedi{gum) Ambati f(iti) Vadiniensis, etc. ...) y 55 (M(onumentum) ... Cassio Corrovescum ... ivi fil(io) vadiniensi, etc. ...), todas ellas de vadinienses y hallados en Corao las dos primeras y en Villaverde la última. Dentro de este subgrupo hay que incluir también la inscripción ERA 31 hallada en Villamayor (Piloña), aunque esta lápida está colocada para un in dividuo procedente de una zona alejada del lugar de hallazgo de la inscripción y del propio territorio de la actual Asturias (M(arco) Oculatio Cangili f(ilio) Segisamo (nensi) gente Viromenigorum, etc. (29) Hay numerosos casos en la epigrafía del Norte de Hispania y en la de otras áreas, pero referida a individuos originarios de esta zona. Hay refe rencia expresa a este problema en las obras citadas en nota 27. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 107 ...); no obstante hay en ella el mismo esquema —Individuo + fi liación + civitas + unidad gentilicia— que en otras inscripciones vistas del territorio de la actual Asturias. Mención aparte merecen las dos inscripciones (ERA 1 y 11) don de en lugar del término gens aparecen nombres propios en nomina tivo de plural, los cuales se ha pensado que están designando tam bién unidades gentilicias suprafamiliares. El carácter votivo de las inscripciones en que aparecen estos nominativos puede llevar a pensar en una formulación distinta de la unidad gentilicia (aunque también podría haberse expresado por el término gens en nomina tivo y el nombre de la unidad indígena), siendo en la inscripción ERÁ 1 los Arronidaeci et Coliacini unidades gentilicias inferiores que forman parte de otra superior (civitas/ populus) y en la ins cripción ERA 11 el término Luggoni la civitas/ populus) y el térmi no Arganticaeni la especificación de una de las distintas unidades menores que componen ésta. Pero no se puede descartar la posibi lidad de que se trate de realidades distintas, como sucede en Gallaeóia, donde términos de este tipo designan un estadio distinto de integración de lo indígena en lo romano con referencia a la eta pa anterior. En Gallaecia, cuando los castella no aparecen ya en las inscripciones para expresar el origo personal, se utiliza otra refe rencia que, según los datos de la epigrafía, presenta dos posibili dades: 1.—Talabricensis, Valabricensis, Avobrigensis, etc. ... (sería el sustitutivo de la expresión del castellum). 2.—Limicus, Interamicus, Bibalus, etc. ... Todas ellas civitates (30). Según esta posibilidad (hipótesis?), no se trataría de unidades indígenas equiparables a las que aparecen en las dos formulaciones hasta aquí analizadas (A y B), sino civitates cuya base son una o varias de estas unidades gentilicias suprafamiliares. De esta for ma los romanos establecieron como civitas al conjunto de varias de estas unidades gentilicias (es el caso de los Zoelas, reflejado cla ramente en el Pacto de Hospitalidad que lleva su nombre = CIL II 2633) (31), o a una sola de ellas según las necesidades. De todos mo dos son muy pocos los documentos existentes al respecto para po der hacer una afirmación de esta magnitud. G. P e r e i r a M e n a u t, o .c . n o ta 10. Un estudio detallado se hallará en J. ral, citada en nota 7. Capítulo I. (3 0 ) (3 1 ) S a n to s Y an gu as. Tesis docto 108 G. PERE1RA MENAUT Al tercer subgrupo, C (expresión únicamente de la civitas), per tenecen siete inscripciones y un fragmento, todas ellas de la zona oriental (márgenes del Sella y sus afluentes), salvo ERA 16 apare cida en Arnosa, cerca de Cangas de Narcea. En estas inscripciones la civitas a que pertenece el individuo viene expresada por los tér minos Vxamensis (esta es la lectura correcta de la abreviatura vx. de la inscripción ERA 16 por analogía con inscripciones de este tipo aparecidas en el área astur y galaica y no v(i)x{it), como propone Diego Santos), Orgenomescus (inscripciones ERA 56 y 37, muy frag mentada ésta) y Vadiniensis (ERA 40, 48, 49, 52 y BIDEA, 61 (1976), 13). A pesar de la dificultad de lectura que ofrecen algunas de estas inscripciones y de que otras han desaparecido ya hace tiempo, se puede pensar que la no expresión de la unidad gentilicia, varias de las cuales formaban en general una civitas, no es debida a la desa parición de las unidades suprafamiliares indígenas subsumidas en la civitas, como sucede en Gallaecia con los castella que únicamen te aparecen en la primera fase de la romanización (32), ya que hay constancia en estas áreas de pervivencia de las unidades indígenas en época tardía (33), sino más bien que se trata de individuos, ciudadanos romanos en muchos casos, que se integran en la civitas sin mediación de unidad gentilicia alguna, es decir, ciudadanos de una civitas fuera de cuyo territorio mueren y, de ahí, la mención expresa a su civitas, pero sin pertenecer a la organización gentilicia, aunque sus estelas funerarias tengan los mismos elementos que las de los individuos pertenecientes a la misma civitas, pero inte grados en ella a través de la organización gentilicia y, más concre tamente, de una unidad gentilicia suprafamiliar. La posible ciudadanía romana de algunos de estos individuos aparece bastante clara en la epigrafía a partir de su onomástica perfectamente latina y de los tria nomina de su nomenclatura no minal (ERA 16, Lucius Valerius Postumus; ERA 56, Domitius Flavus; ERA 40, Septimius Silo (34); ERA 49, Antoriius Flaccus). Por (3 2 ) G. P e r e i r a M e n a u t— J . S a n t o s Y a n g u a s , o.c. n o ta 13, ss., y G. P e r e i r a M e n a u t, o.c. n o ta 10. págs. 125 y (33) Circunscribiéndonos al territorio de la actual Asturias hay que citar la inscripción CIL II 5763 de Cofiño, Parres, fechada por los cónsules del año en 265 d.C., aparte de las datadas por la era consular, aunque en este proble ma no vamos a entrar por no poder aportar nada nuevo. (34) M . L. A l b e r t o s , La onomástica personal primitiva de Hispania Ta rraconense y Bética. Salamanca, 1965, p. 208. Según esta autora, no está muy claro si se trata de un nombre latino o de la forma asimilada de uno celta. ENSAYO DE SISTEMATIZACION DE LA EPIGRAFIA ROMANA DE ASTURIAS 109 otra parte esta misma formulación es bastante frecuente en otras zonas de la Península, donde la expresión de la civitas sin indica ción de unidad gentilicia es realizada por individuos, originarios de zonas donde perviven las gentilidades, según todos los indicios ciudadanos romanos, aunque en algunos casos no expresen su tribu, cuando mueren fuera del territorio de esa civitas a la que perte necen: CIL II 5077. Astorga. Procultis Tritalicum L(uci) f(ilius) Vxamensis junto a CIL II 2403. Caldas de Vizella. C(aius) Pompeius Gal(eria tribu) Caturonis f(iKus) Rectugenus Vxamensis, etc. ... y CIL II 2731. Segovia. G(aio) Pomveio Mucroni Vxamensi, etc. ... (35). 2.—La ausencia casi total en la zona central y occidental de As turias (grupos 1, 2 y 5) de hallazgos de inscripciones con mención de unidades gentilicias suprafamiliares aparece como inexplicable hasta el momento. Quizá deba buscarse esta explicación a través de varias vías de acercamiento al problema: a) La zona al oeste del Navia pertenecía en la antigüedad a Gallaecia y, además, la zona de influencia de Gallaecia, reflejada en la morfología de las inscripciones, llega hasta Cornellana como se ha indicado anteriormente. b) La mayoría de las inscripciones aparecidas en la zona cen tral, tanto en el interior como en la costa, son votivas y sin expre sión de la unidad gentilicia a que pertenece el individuo que hace la dedicación (36). Tampoco hay constancia en esta zona de las gentilidades de inscripción votiva alguna en que el dedicante sea una unidad gentilicia suprafamiliar expresada por el término gevs o gentilitas seguido del nombre de dicha unidad, al contrario de lo que sucede en Gallaecia, donde un castello hace dedicatorias a di vinidades por sí mismo (37). c) No se puede descartar, y en esto enlazamos con el punto 3, la posibilidad apuntada por A. Tovar (38) y recogida por M. L. AJ OS) Varios ejemplos más pueden verse en los índices de CIL II Sup., págs. 1.136 y ss., y en J. V iv e s , ILER, págs. 651 y ss. (Indice onomástico y topográ fico). (36 Es lo mismo que sucede en las restantes zonas de Hispania que se en cuadran dentro de la zona donde se han hallado referencias a gentilidades. (37) V e r C. M . L e ó n . p. 3. C a s tr o d e M o n te jo s , c e rc a d e P o n f e r r a d a . Io v i Q u e le d ia n i . y G. P e r e i r a M e n a u t. o . c ., III a) y n o ta 5. M a lp ic a (L a C o ru ñ a ). I(o v i) O (p tim o ) M (a x im o ) / A v / i l i o b / r i s p r (o ) s (a lu t e ). (38) A. T o v a r , Lingüística y Arqueología sobre los pueblos de Hispania. Las Raíces de España. Madrid, 1968, págs. 32 y ss. 110 G. PEREIRA MENAUT bertos (39) de que las gentilidades correspondan a pueblos de las primeras oleadas indoeuropeas, pueblos generalmente afincados y a menudo arrinconados (caso de Vettones y Pelendones, como na rran las fuentes de la época la conquista romana) en zonas mon tañosas y, por ello, en mejores condiciones para conservar su pro pia organización. En el caso de los vadinienses esta posibilidad pa rece muy verosímil a juzgar por el trabajo de licenciatura de M. C. González (40), donde, a partir del análisis comparativo de la epi grafía vadiniense del norte y sur de la Cordillera Cantábrica, se aprecia con bastante claridad el hecho de que pueblos prerromanos (vacceos) o los mismos romanos han arrinconado a los vadinien ses desplazándolos desde la zona sur hacia la zona norte, más abrup ta y aislada, siendo las inscripciones vadinienses de la zona norte (parte oriental de la actual Asturias) más recientes que las de la zona sur (parte oriental de León y occidental de Palencia). (39) M. L. A l b e r t o s , o.c. nota 27, pág. 20. (40) M.a C r u z G o n z á le z , o.c. Memoria de Licenciatura, págs. 149 y ss. Conclusiones. —ooOoo— M C V = M e la n g e s de la C a s a de V e lázq u e z. I L E R = I n s c r ip c io n e s la t in a s de la E s p a ñ a R o m a n a . M H A = M e m o r ia s de H is to r ia A n tig u a . INTRODUCCION AL ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS* POR NARCISO SANTOS YANGUAS y PILAR MONTERO HONORATO Si dejamos de lado las actividades económicas en conexión con el laboreo de las minas, cuya importancia ha sido ya puesta de ma nifiesto por parte de muchos historiadores de la actualidad, espe * Este trabajo constituye una ampliación de la conferencia que con el título “El sector económico agro-pecuario y la romanización de los astures” fue pronunciada por D. Narciso Santos Yanguas en Gijón el día 17 de julio de 1981 dentro del Curso INDIGENISMO Y ROMANIZACION EN EL CONVENTUS ASTURUM. Abreviaturas utilizadas: AEA: Archivo Español de Arqueología; ANRW: Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt; BCPMoviedo: Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Oviedo; BIDEA: Boletín del Institu to de Estudios Asturianos; B J: Bonner Jahrbücher; BRAH: Boletín de la Real Academia de la Historia; BUSC: Boletín de la Universidad de Sahtiago de Compostela; CAN: Congresos Arqueológicos Nacionales; CEEC: Congreso Español de Estudios Clásicos; CEG: Cuadernos de Estudios Gallegos; CHE: Cuadernos de Historia de España; CIL: Corpus Inscriptionum Latinarum; CTEEHAR: Cuadernos de Trabajo de la Escuela Española de Historia y Arte en Roma; EHR: English Historical Review; ERA: F. DIEGO SANTOS: Epigrafía Romana de Asturias; ES: Epigraphische Studien; HAnt: Hispania Antiqua; JThs: Jour’n al of Theological Studies; NAH: Noticiario Arqueoló gico Hispánico; PLAV: Papeles del Laboratorio de Arqueología de Valencia; P&P: Past and Present; P V : Príncipe de Viana; R A : Revue Archéologique; RAL: Rendiconti della Classe di Scenze morali, storiche e filologiche dell’Accademia dei Lincei; RG: Revista de Guimaraes; SDHI: Studia et Documenta Historiae et Iuris; y V D I: Vestnik Drevnej Istorii. 112 NARCISO SANTOS YANGUAS cialmente por lo que a las explotaciones auríferas se refiere (1), así como las consecuencias romanizadoras que el reclutamiento mi litar y el enrolamiento de elementos indígenas de la región en los cuerpos de tropas romanas trajeron consigo, ya analizadas igual mente en toda su amplitud por la historiografía actual (2), única mente las actividades derivadas del sector agrícola contribuirán a la transformación de las estructuras que eran propias de Hispania septentrional. En este sentido exclusivamente el medio rural y la producción agropecuaria se verán afectados desde el siglo II d.n.e. y, de una manera especial, con motivo de la crisis generalizada en todo el Imperio a lo largo de la centuria siguiente (3). De acuerdo con estos postulados se hace necesario realizar unas puntualizaciones previas con respecto a la exposición de nuestro análisis: —en cuanto al espacio geográfico que tendremos en cuenta que dará reducido al territorio de los astures transmontanos, es decir el perteneciente a la Asturias actual, aludiendo también de forma esporádica al suelo asturiano (Oriente y Occidente de la región) no incluido durante la Antigüedad en el conventus Asturum: —en segundo término, la cronología de nuestro estudio com prenderá toda la época bajoimperal, tomando como punto de par tida los años medios o finales del siglo II e incluyendo, por consi guiente, el período conocido como crisis del siglo III en el Impe rio; y —en último lugar, la elección del tema y su concreción en el sector económico agro-pecuario obedece al hecho de que el sec+or minero, al parecer, de acuerdo con las conclusiones a que ha llega* (1) Cf., entre otros, C. D o m e rg u e : “Introduction à l’étude des mines d’or du Nord^Ouest de la Péninsule Ibérique dans l’Antiquité”, L e g io V II G e m in a , León, 1970, pp. 253 y ss. ; “Las minas de oro romanas de la provincia de León : razones de una excavación arqueológica”, T ie r r a s de L e ó n XIV, 1971, pp. 39 y ss., y “La mise en valeur des gisements d’alluvions aurifères du Nord-Ouest de l’Espag'ne dans l’antiquité: une technique d’exploitation romaine”, XII C A N , pp. 563 y ss. ; F . de A lm e id a : “Mineraçao romana em Portugal”, L a m in e r ía h is p a n a e ib e r o a m e r ic a n a , León, 1970, I, pp. 195 y ss., y C. A. F e r r e i r a : “Aspectos da mineraçao romana de ouro en Jales e Tresminas (Tras-osmontes)”, X I I C A N , pp. 553 y ss. (2) Cf. J. M. R o ld a n : H is p a n ia y e l e jé r c it o ro m a n o . C o n trib u c ió n a la h is t o r ia s o c ia l de la E s p a ñ a a n t ig u a , Salamanca, 1974, p a s s im , y más concre tamente N. S a n t o s : E l e jé r c it o y la r o m a n iz a c ió n de lo s a s t u r e s , Oviedo, 1981. (3) Ver, por ejemplo, M. T a r r a d e l l : “La crisis del siglo III d. C. en His pania. Algunos aspectos fundamentales”, A c t a s d e l I C E E C , Madrid, 1958, pp. 263 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 113 do Claude Domergue (4), dejó de explotarse en el N.O. hispánico durante la dinastía de los emperadores Severos (primer tercio del siglo III), a pesar de que no sepamos a ciencia cierta cuáles fueron las causas que provocaron esta paralización: agotamiento del mi neral, falta de mano de obra, fin de la rentabilidad de las explota ciones, crisis general que afligió al Imperio romano desde los mo mentos finales del siglo II... En el transcurso de los años de la centuria precedente el rendi miento de las explotaciones mineras de oro del territorio corres pondiente a los astures podía ser considerado aún como aceptable (5), de manera que no es posible pensar en que la escasez de ma no de obra esclava constituyese la causa determinante del cese de dichas extracciones, puesto que a lo largo del siglo II estas tareas serían realizadas ya en gran medida utilizando mano de obra libre, según ponen de relieve ,por ejemplo, las lápidas pertenecientes a mineros originarios del N.O. peninsular ibérico que prestaban su fuerza de trabajo en las explotaciones de Riotinto o en los centros mineros de Sierra Morena (6). Aunque en un principio no podamos afirmar con total seguri dad si las minas de oro del N. de Portugal, Galicia y Asturias fue ron trabajadas o no con intensidad durante los años que compren de la crisis del siglo III y todo el Bajo Imperio, parece afianzarse cada vez más la hipótesis ya formulada y aceptada por bastantes investigadores de nuestra época en el sentido de considerar como una de las causas más sobresalientes de la decadencia del Imperio romano el debilitamiento o cese de este tipo de explotaciones mi neras, que en gran medida habían contribuido a su propia expan sión y auge económicos. Aunque se ha venido creyendo tradicionalmente, sobre todo a partir de los estudios de C. Domergue, que en las regiones del N. (4) “Les exploitatiohs aurifères du N. O. de la Péninsula Ibérique sous l’occupation romaine”, L a m in e r ía h is p a n a e ib e r o a m e r ic a n a , León, 1970, I, pp. 174. Cf. igualmente “Introduction à l’étude des mines d’or du Nord-Ouest...”, de época romana de Barbantes (Orense), N A H III-IV, 1954-1955, pp. 118 y ss. (5) Cf. D. G. Bird: “The Roman Gold Mines of North-West Spain”, B J CLXXII, 1972. pp. 36 y ss., y E. G a r c i a : “Explotaciones mineras en la Astu rias primitiva”, B I D E A , núm. 49, 1963, pp. 293 y ss. (6) Sobre este punto cf. A. D ’O r s y R. C o n t r e r a s : “Organomescos en las minas de Sierra Morena”, A E A XXXII, 1959, pp. 167“168; A. B la n c o y J. M. L u z o n : “Mineros antiguos españoles”, A E A XXXIX. 1966, pp. 73 y ss.. y J. M. L u z o n y D . Ruiz: “El poblado minero romano de Riotinto”, H a b is I, 1970, pp. 125 y ss. 114 NARCISO SANTOS YANGUAS de Portugal, es decir en el territorio correspondiente al conventus bracarense (7), y en Galicia (conventus lucense) las minas aurífe ras debieron de continuar explotándose aún con relativa fuerza e itensidad durante todo el siglo III (8), intensificándose posible mente aún más su laboreo y aprovechamiento a lo largo de la eta pa bajoimperial, según parecía deducirse de la continua reparación de las calzadas y vías de comunicación de estas regiones (9), así como de la presencia masiva de miliarios en las mismas (10), cree mos que esto no debió de suceder así, ya que los miliarios hallados hasta la actualidad no pertenecen a las vías principales del Itinera rio de Antonino correspondientes al N.O., sino a ramales secunda rios de dicha red viaria. En cuanto a la abundancia de tesorillos encontrados en estas regiones, aducidos igualmente por algunos historiadores como prueba de la persistencia de estas explotaciones auríferas, no creemos que haya que considerarlos como un argu mento irrefutable a favor de la continuación de las mismas en to do el N.O. Así pues, por lo que respecta a los centros de explota ción minera de oro de Asturias, debieron hallarse por aquellas fe chas en franca decadencia .coincidiendo además en esto con lo que sucedería en toda la zona nordoccidental de la Península. Si tenemos presente, por tanto, este contexto, las palabras que el poeta Claudiano adjudica a las minas auríferas de Asturias en su obra Laus Serenae, compuesta en torno al año 404 y dirigida a la sobrina del emperador Teodosio (11), no constituyen un argu mento digno de crédito a favor de su laboreo, ya que se encuen tran aplicadas a una época en que su explotación había desapare cido por completo y utiliza los mismos términos de que se sirve Lucano para evocar al minero astur. Del mismo modo, las alusio nes de los panegiristas bajoimperiales a las riquezas mineras de la (7) C f. F. d e A lm e id a : “Mi’nas do ouro na Gallaecia portuguesa”, L e g io León, 1970, pp. 287 y ss.; y M. C a r d o z o : “ A propósito da lavra do ouro na provincia de Tras-os-montes durante a época romana”, R G LXIV, 1954, pp. 113 y ss. (8) C f., como exponente, M. C h a m o so : Excavaciones arqueológicas en la citania de San Cibrián das Las y en el poblado y explotación minera de oro de época romana de Barbantes (Orense)”, N A H III-IV, 1954-1955, pp. 118 y ss. (9) Ver por ejemplo, L. A . B a r r a d a s : “Vías romanas das regioes de Cha ves e Braganga”, R G LXVI, 1956, pp. 159 y ss., y M. D. N. E. A l v a r e z : “Vías romanas de Galicia”, Z e p h y r u s XI, 1960, pp. 5 y ss. (10) Cf., entre otros, J. M. C a a m a ñ o : “Los miliarios del alto de La Cerdeira (Puebla de Trives, Orense)”, C E G XXVIII, 1973, pp. 212 y ss. (11) Versos 75-77: ...e f f o s i n e c p a llid u s A s t u r o b e r r a t / m o n t ib u s : o b la tu m s a c r is n a t a lib u s a u r u m / v u lg o v e n a v o m it ... V II G e m in a , ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 115 región tampoco nos sirven para probar nada (12), puesto que se hallan inspiradas igualmente en los autores de los siglos anterio res del Impero ,como puede ser el caso de Plinio el Viejo (13). En este mismo contexto nos parece que es posible comprender la creación y pronta desaparición de la provincia Hispania nova Citerior Antoniniana por parte de Caracalla (14): el objetivo de di cho emperador estuvo encaminado, sin duda, a revitalizar las ex plotaciones auríferas del N.O. mediante la presencia de una orga nización administrativa más compleja; sin embargo, el hecho de que los resultados no fueran satisfactorios y no se lograran bene ficios rentables incidiría de forma negativa en este último intento de intensificar la producción en los centros mineros, dando paso inmediatamente al debilitamiento de las explotaciones y a la desa parición de la nueva unidad administrativa creada. Además, los procuratores de rango ecuestre de Asturias y Galicia desaparecen también como fecha más probable en torno al año 222, coincidien do por tanto con el momento de reducción de las explotaciones auríferas y, al mismo tiempo, con la desaparición de la nueva pro vincia. Antes de pasar a analizar la incidencia del sector agro-pecuario en la romanización de la región asturiana nos parece necesario con cretar los períodos a través de los cuales se fue desarrollando y afianzando ésta, para poder comprender en toda su extensión cuál fue su significado; estas fases históricas de caracteres bien defi nidos y delimitados se pueden concretar así: —una primera constituida por la ocupación militar de la re gión, y en general de todo el N. O. hispánico, que, arrancando de los años correspondientes a las guerras astur-cántabras, se prolon garía hasta mediados del siglo II d. n. e. y en la que hemos de destacar la participación masiva de elementos astures en los cuer (12) Ver por ejemplo, las alusiones al oro de Pacatio Drepanlo en su P a XXVIII, 2. (13) N.H. XXXIII, 4, 76-80...Cf. C. D o m e r g u e : “La mise en valeur des gisements d’alluvions aurifères...”, op. c it., y “À propos de Pline, Natur. Hist. 33, 70-78 et pour illustrer sa description des mi'nes d’or romaines d’Espagne”, A E A XLV-XLVII, 1972-1974, pp. 499 y ss. (14) CIL II, 2661 y 5680. Cf. F. D ie g o S a n to s : “Provincia Hispania nova Citerior Antoniniana d’après deux inscriptions de Leon (CIL II, 2661 y 5680)”, A k te n V I. In te r n . K o n g . G r ie c h . & L a te in . E p ig r a p h ik , Munich, 1973, pp. 472 y ss. n e g y r ic u s T h e o d o sio d ic tu s 116 NARCISO SANTOS YANGUAS pos de tropas auxiliares (alas y cohortes) en un primer momento y en las legiones después (15); —una segunda etapa, de mayor estabilidad, que abarcaría más o menos hasta el último tercio del siglo III (época de Diocleciano) y en la que se irían imponiendo paulatinamente los modelos de organización romanos, de manera especial a través del estableci miento de las primeras explotaciones agrícolas de tipo romano (16); y, —por último, los años finales del siglo III, la centuria siguien te y la primera mitad del V, época durante la cual se desarrollará una más intensa colonización agrícola romana, que contribuirá al mismo tiempo a una romanización más profunda del territorio as turiano en toda su extensión, al igual que en otras provincias del Imperio (17). En cualquier caso hemos de partir del hecho de que el territo rio perteneciente a la Asturias actual en tiempos romanos conserva rá en buena medida las estructuras económicas propias de época prerromana, que se mantendrán incluso con gran intensidad hasta el Bajo Imperio; en este sentido en ningún momento se llegará a producir en dicho territorio un cambio profundo y sustancial en dichas estructuras, a pesar de que en el transcurso de los tiempos bajoimperiales se dará paso a una más intensa colonización agrí cola de la zona (18). (15) Cf. N. S a n to s : “Las alas astures e'n el ejército romano de época im perial”, B I D E A n.° 98, 1979, pp. 643 y ss.; “Las cohortes astures en el ejérci to romano”, B I D E A n.° 99, 1980, pp. 295 y ss., y “Las cohortes de astures y galaicos en el ejército imperial romano”, B o l. A u r . (en prensa). Sobre otras regiones nordoccidentales cf. N. S a n to s : “Las cohortes de bracaraugustanos en el ejército imperial romano”, B r a c a r a A u g u s t a XXXIII, 1979, pp. 367 y ss., y “Las cohortes de los lucenses en el ejército romano”, B r ig a n t iu m 1, 1980, pp. 107 y ss. (16) Sobre estos aspectos en el Imperio en general cf., entre otros, J. P e r c e v a l: T h e R o m a n V illa . A n H is to r ic a l In tr o d u c tio n , Londres, 1976 y F . R e u t t i : D ie rö m isc h e V illa , Darmstadt, 1978. Acerca de la organización de estas unidades económicas ver, por ejemplo, G. E. F u s s e l y A. K e n n y : “L’équipement d’u'ne ferme romaine”, A n n a le s (E S C ) XXI, 1966, pp. 306 y ss., y E. M ar ó t i : “The Villicus and the Villa-System in Ancient Italy”, O ik u m e n e I (Bu dapest), 1976, pp. 109 y ss. (17) Cf. H . H in z : “Zur Bauweise der Villa Rustica”, G e r m a n ia R o m a n a III, 1970, pp. 15 y ss., y M . M ü ll e r - W il le : “Die Landwertschaftlichen Grund lage der Villae Rusticae”, G e r m a n ia R o m a n a III, 1970, pp. 26 y ss. (18) N. S a n to s : “Organización socio-económica de la Asturias bajoimperial”, H is to r ia d e A s t u r ia s en fascículos, Silverio Cañada Editor, Gijón, 1982. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 117 De esta manera, aunque la lengua latina llegará a ser adoptada por los astures, de acuerdo con lo que se puede deducir de la documentación epigráfica de que disponemos en la actualidad, su utilización no significa una verdadera romanización ni una ro manización intensa, puesto que es por medio de dichos testimo nios como hemos podido llegar a detectar precisamente la pervivencia en muchos casos de la organización social indígena en épo ca romana (19). Por otra parte, la persistencia de la organización socio-económica indígena traerá consigo que no se extiendan por buena parte de todo el Norte peninsular los elementos más característicos de la vida urbana antigua, es decir el empleo masivo de la fuerza de trabajo esclavo, el afianzamiento de la propiedad privada de la tierra, la elaboración de mercancías a gran escala, las relacio nes comerciales con base en la moneda... (20) o, cuando menos, lo hicieran de forma muy débil en los centros de población or ganizados a la manera romana en algunos de sus aspectos, como sucederá con las villas, que constituyen además el elemento más representativo del período histórico a que nos referiremos en las páginas siguientes. Según esto, parece probable que en la fase histórica del Bajo Imperio, y no con anterioridad, la romanización en Asturias lo graría un avance notable, y hasta cierto punto espectacular, con relación a los siglos anteriores mediante el establecimiento y fun cionamiento de abundantes fundos o villas, cuya existencia nos ^esulta conocida en parte merced a sus possessores o dueños, que han perdurado en los nombres de lugar de la región asturiana (21); además, algunos de estos topónimos perviven igualmente durante la época visigoda, de donde podemos deducir que el fenómeno de asentamiento y explotación de colonos agrícolas continuaría vi gente durante todo el reino visigodo, preludiando lo que con pos terioridad conocemos como sistema o modo de producción feudal (hay que tener presente que durante esta última fase histórica la labor romanizadora corresponderá a la Iglesia al haberse conver(19) M. V igil: “Romanización y permanencia de estructuras sociales in dígenas en la España septentrional”, B R A H CLII, 1963, pp. 225 y ss. (20) M. V i g i l : H is to r ia de E s p a ñ a A l f a g u a r a I, Madrid 19752, p. 392. (21) C. B o b e s : “La toponimia romana de Asturias”, E m é r it a XXVIII, 1960, pp. 241 y ss., y XXIX, 1961, pp. 1 y ss. Para el caso del territorio héti co cf. J. P a b ó n : “Sobre los nombres de la villa romana en Andalucía”, E s t u d io s d e d ic a d o s a D . R a m ó n M e n é n d e z P id a l, Madrid, 1953, IV, pp. 87 y ss. 118 NARCISO SANTOS YANGUAS tido ésta en heredera directa del Imperio romano, de acuerdo con lo que se rastrea en la obra de San Martín Dumiense por ejemplo). Teniendo en cuenta todas estas premisas, hemos de añadir finalmente que nos sentimos plenamente identificados con la hi pótesis que sostiene que la región asturiana fue objeto de una escasa y débil romanización, a pesar de que desde el siglo III po damos detectar un proceso romanizador más intenso, concretado y reducido casi de forma exclusiva a la integración en el campo económico. En este sentido no resulta difícil admitir que la or ganización económica de la región había experimentado notables variaciones y transformaciones en el Bajo Imperio con respecto a la época reflejada en la obra de Estrabón por ejemplo (22), aún cuando las estructuras sociales y políticas permanecieran práctica mente inalterables, si exceptuamos los cambios promovidos en la organización indígena por el modo de explotación de la tierra. La forma de propiedad y explotación del suelo que será típica del territorio de la Asturias bajoimperial durante la segunda mi tad del siglo III, así como a través del IV y buena parte de la cen turia siguiente, la constituyen los fundos o villas, más bien de pe queña o mediana extensión, en contraposición con las explotacio nes de este mismo tipo existentes en otras regiones peninsulares, en especial en la Meseta (23). En este sentido la pervivencia de estas villas en suelo astur no resultará difícil de rastrear en época visigoda. Como fenómeno individualizado las villas rústicas habían he cho ya su aparición a gran escala en suelo hispano y, en general, en todas las provincias del Occidente romano desde mediados del siglo II, siendo sin embargo mucho más abundante su prolifera ción durante la segunda mitad de la centuria siguiente y todo el siglo IV, coincidiendo con el momento en que dichos latifundios adquieren su máximo apogeo y florecimiento, al tiempo que se (22) III, 3, 8. Cf. J. M . B l á z q u e z : “L a Iberia de Estrabón”, H A n t I, 1971, pp. y ss., y N. S a n to s : “Estructuras socio-económicas de la cultura castreña” (en prensa), y “Economía y sociedad en la Asturias castreña de época pre rromana”, B I D E A (en prensa). (23) P. de P a l o l : “Romanos en la Meseta: el Bajo Imperio y la aristo cracia agrícola”, S e g o v ia y la a r q u e o lo g ía ro m a n a , Barcelona, 1977, pp. 297 y ss. Para las zonas del N.O. cf., por ejemplo, A. S am p aio: “As villas do Nor te de Portugal”, P o r t u g a lia I, 1899-1901, pp. 281 y ss. y 549 y ss., en el caso del c o n v e n tu s bracarense. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 119 dará paso a una cierta transformación en la estructura social y económica de la Península durante aquellos años (24). La reconstrucción del sentido y significado de estas explota ciones agropecuarias se hace posible por medio de dos tipos de documentación: —1) en primer lugar a través de los datos aportados por la arqueología, cuyos restos nos han permitido analizar y estudiar las ruinas de lujosas villas del campo (25), en especial en el caso de la región meseteña, donde han aparecido además abundantes y bien conservados mosaicos, analizados ya en varios trabajos de conjunto tanto en sus aspectos artísticos como en su significado social (26); —2) junto a estos, contamos con los datos aportados por la lingüística, sobre todo a través de la conservación de numerosí simos topónimos, que en su gran mayoría derivan de nombres de personas, sin duda los dueños de las villas, y que se fechan casi todos ellos en el siglo IV, puesto que no aparecen mencionados ni en los escritores antiguos ni en la documentación epigráfica (27). En cualquier caso la tarea de comprobar la equivalencia de dichos topónimos con la existencia de centros de explotación agrícola de este tipo corresponderá a la arqueología en los años venideros. Por lo que respecta a la región objeto de nuestro estudio, mien tras que las prospecciones arqueológicas no han sido demasiado abundantes ni completas, la documentación de carácter lingüísti co resulta ser mucho más aprovechable, concretada en los nom bres de lugar con terminación en -ana, así como en otros topóni mos, analizados todos ellos por C. Bobes (28). No obstante, queda aún un vasto trabajo por realizar, consistente en descifrar si todos (24) Cf. M. T a r r a d e l l : “Población y propiedad rural en el Este peninsu lar durante el Bajo Imperio”, A c t a s d e l I I I C E E C , Madrid, 1968, II, pp. 164 y ss. (25) Cf. J. H a r m a n d : “Sur la valeur archéologique du mot villa”, R A XXXVIII, 1951, pp. 155 y ss. (26) Cf., e n tr e o tr o s, X. B a r r a l y A l t e t : “A n th o lo g ie d e la m o sïq u e im er iq u e ”, L e s d o s s ie r s d e l’a r c h é o lo g ie n.° 15, 1976, pp. 56 y ss. ; A . B a l i l : “E s ta d o a c tu a l d e l e stu d io d e la m u siv a r ia rom a n a e n E sp a ñ a ”, P V n ú m s. 106-107, 1967, p p. 15 y ss., y J . M . B lá z q u e z : “A r te y so c ie d a d e n lo s m o sa ic o s h isp a n o s d e l B a jo Im p e r io ” , B e l l a s A r te s 75,6 1975, p p. 18 y ss. (27) J. M. P i e l : N o m e s d e p o s s e s s o r e s la t in o - c r is t ia o s n a to p o n im ia a s tu r o - g a le g o - p o r t u g u e s a , Coimbra, 1948. (28) “La toponimia roma’na de Asturias”, E m é r ita XXVIII, 1960, pp. 241 y ss., y XXIX, 1961, pp. 1 y ss. 120 NARCISO SANTOS YANGUAS ellos se identifican o no con centros de explotación agrícola de tipo bajoimperial. VILLAS H1SPANORROMANAS DE ASTURIAS A lo largo de los años bajoimperiales, así como durante buena parte de la época visigoda e, incluso, durante la etapa altoimperial, continuarían pujantes y florecientes en Asturias un número abun dante de villas, cuyo origen remonta a los siglos o decenios ante riores, especialmente si tenemos presente que el siglo III y el pe ríodo del Bajo Imperio en general constituyen la época de más in tensa romanización de la región, entendiendo por tal casi exclusi vamente la explotación intensiva del campo a la manera romana. En cuanto al número de centros de aprovechamiento económi co de esta naturaleza, de acuerdo con lo que vamos a exponer a continuación, rebasa con creces las apreciaciones recientes de J. G. Gorges (29), quien señala como tales villas las de El Pedregal (en Andallón), las Murias de Beloño (en Cenero), la Isla (en Colunga), Campo de Valdés (en Gijón), Cabruñana (en Grado), Pauzana (en Lugo de Llanera), Viella o Monte las Murias (en Lugones), Lillo o Linio (en el Naranco), Paraxuga, en Buenavista (Oviedo), Boides (en Puelles, Villaviciosa), La Magdalena de la Llera (en Santianes de Pravia), las Murias de Ponte (en Soto del Barco), Pumarín (en Tremañes), Torre Vieja (en Valduno), Mamorana (en Vega del Cie go, Lena) y Villarmosén (sin localizar). A este respecto podemos afirmar que, aunque el nacimiento de algunas de estas villas arranca ya de los siglos precedentes, su etapa de mayor apogeo coincide con la época que ahora estamos analizando. Así, por ejemplo, la villa romana de Campo Valdés, que contaría con unas termas anejas (30), según se desprende de los abundantes vestigios arqueológicos (muros estucados y pinta dos con colores vivos y variados, sobre todo motivos geométricos y florales; cerámica común y sigillata hispánica...) descubiertos a comienzos del siglo actual, a pesar de que sus primeras construc(29) L e s v i l la s h is p a n o r o m a in e s, París, 1979, pp. 330-334. (30) C. A l v a r g o n z á l e z : T e r m a s r o m a n a s d e l C a m p o d e V a ld é s - G ijó n , Gi jón, 1965. En proceso de corrección de pruebas se ha descubierto durante las excavaciones del mes de junio una muralla roma’na bajoimperial en Gijón, lo que demuestra que las termas de Campo Valdés serían las propias del centro urbano que acogerían dichas fortificaciones, no teniendo por tanto el carácter de edificaciones de una v illa . ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 121 ciones deben de ser fechadas en la segunda mitad del siglo I d. n. e. (31), tendría una pervivencia de ocupación constatada durante la etapa a que ahora venimos aludiendo, al menos hasta los años fi nales del siglo IV. Del mismo modo, en los alrededores de la ciudad de Gijón se han descubierto restos de edificaciones de esta misma naturaleza, siendo de destacar entre otros los correspondientes a las villas de Tremañes, en Pumarín, y de Serín y Jove, que, aunque su origen puede fecharse en los años anteriores, se mostrarán igualmente flo recientes a lo largo del Bajo Imperio. En el caso de Tremañes, de ocupación bastante tardía, se encontraron restos de hipocausto, estucos pintados, tejas, ladrillos y cerámica en superficie..., todo lo cual parece indicarnos la presencia de una villa, que dispondría además de su propio balneario (32). Por su parte en Las Murias de Beloño, parroquia de Genero, perteneciente también al concejo de Gijón, fue excavada durante la década de los 50 una villa romana, cuyo emplazamiento se ha llaría cercano a la ruta que, desde Lucus Asturum, marcharía en dirección a la costa, concretamente hasta el núcleo urbano de Noega (33). Los tres edificios de que constaba, situados unos frente a otros, estarían decorados con pinturas polícromas de motivos geométricos, aunque no se ha hallado ningún resto de mosaico (34). En cuanto a su cerámica, la rareza de la misma nos lleva a pensar en que posiblemente sus habitantes utilizaran instrumentos de ma dera para la casa, aún cuando contemos también con ciertos restos de sigillata hispánica fechados en el siglo II d. n. e., así como otros de cerámica común, provenientes de un enterramiento posterior, posiblemente ya del siglo IV (35). En todo caso, aunque los pri meros síntomas de habitabilidad y vida en dicho centro parecen remontar a los años finales del siglo I o comienzos del II, dispone mos igualmente de tipos de cerámica que nos están indicando su vigencia en los momentos finales del siglo IV e, incluso, durante la primera parte de la centuria siguiente. (31) J. G . G o r g e s : op. c it., p. 331, donde por error aparece el siglo II en lugar del I (época neroniana). (32) C. A lv a r g o n z á le z : op. cit., pp. 71-72. (33) C f. F . J o r d á C e r d a : lla r o m a n a e n A s t u r i a s , (34) M. E sc o r tell: la s d e c u ltu r a r o m a n a 65 y ss. (35) J. G. G o r g e s : L a s M u r ia s de B e lo ñ o (C e n e r o - G ijó n ) : u n a v i Oviedo, 1957. “Villa de las Murias de Beloño”, C a t á lo g o d e la s s a d e l M u se o A r q u e o ló g ic o d e O v ie d o , Oviedo, 1975, pp. op. cit., p. 330. 122 NARCISO SANTOS YANGUAS Además, al O. de la primitiva iglesia de San Pedro de Veranes se han descubierto ciertos restos arqueológicos, entre ellos un mo saico (36), que podemos considerar como indicios demostrativos de la existencia de una nueva villa romana, cuyo origen pudo coin cidir con el momento de intensificación de las explotaciones agrí colas de la región a la manera romana. En este sentido su conti nuidad y pervivencia aparecen manifiestas en la iglesia de dicha localidad, a la que se ha venido considerando tradicionalmente co mo basílica paleocristiana, quizás perteneciente a época visigoda. Por otro lado, en el emplazamiento bajoimperial de la actual iglesia de La Isla, perteneciente al concejo de Colunga, en el trans curso de un reconocimiento efectuado en el año 1903, se descubrie ron unas termas romanas al borde del mar, restos de hipocausto, estucos pintados con figuras geométricas e imitación marmórea, y fragmentos de mosaicos polícromos con decoración geométrica, así como numerosos materiales que, procedentes de esta villa, fue ron reutilizados posteriormente en la construcción de dicha igle sia (37); este centro cobraría fuerza como núcleo de explotación agrícola en los años finales del siglo II y durante toda la época bajoimperial, a pesar de que muy posiblemente su primitiva edifica ción arranque de una etapa anterior (38). Junto a ello, en Puelles, concejo de Villaviciosa ,cerca de la ac tual iglesia de San Salvador de Valdediós fue excavada a lo largo de los años 20 de nuestro siglo una villa romana, la de Boides (39), de la que se conservan igualmente noticias en época medieval, pero cuya fase de mayor pujanza parece corresponder a la época plenamente romana, y más en concreto a tiempos bajoimperiales. Este centro, dotado de unas termas independientes, presentaría un tipo de edificación bastante cercano al de Cenero, al tiempo que su material varía desde algunos restos de vajillas finas del siglo I hasta otros de sigillata tardía fechables en las últimas décadas del IV (40). A su vez en las proximidades de Vega del Ciego, concejo de Le(36) Cf. las reseñas del periódico El Comercio de Gijó’n correspondientes a los días 20 de octubre de 1954 y 9 de octubre y 18 de diciembre de 1955. (37) J. G. G o r g e s : op. cit., p. 331. (38) Cf. C. A lv a r g o n z á le z : op. cit., pp. 73-74. (39) J. F e r n á n d e z M en én d ez : “La v illa hispano-romana de Boides”, Cov a d o n g a 154, 1928, pp. 503 y ss. ( = V a ld e d ió s 1957, pp. 19 y ss.). (40) J. G. Gorges: op. cit., p. 332. Cf. F. Jordá: “La cultura de los castros y la tardía romanización de los astures”, A c t a s d e l b im ile n a r io d e L u g o , Lugo, 1977, p. 35. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 123 na, en el lugar conocido aún en la actualidad con el nombre de «ería de Vidríales», unos trabajos agrícolas realizados en el año 1921 permitieron el descubrimiento de un conjunto de restos ar queológicos que dejaron al descubierto el plano parcial de una villa romana, donde sin duda debió de existir un centro de poblamiento, que en la documentación medieval aparece identificado como castello Memoraría (41); en este sentido, el topónimo, cerca no a la mansio Memoriana citada por el Anónimo o Cosmógrafo de Rávena en esta región, ha permitido llegar a pensar en una posible identificación (42). El plano de las edificaciones levantado en el año 1951 nos permite reconocer, a pesar de las destrucciones ocasionadas por las lluvias y los cultivos, cuatro piezas principales separadas de dos en dos por un corredor central; la habitación más cercana al ábside, el tricKnium (?), cuenta con un pavimento de mosaicos, que constituyen el mejor ejemplo de cuantos tene mos conocimiento en la actualidad (43). Dicho mosaico, compues to por teselas polícromas, presenta en su ornamentación motivos fi gurados (iarros, pájaros, peces y moluscos), geométricos (círcu los) y estilizados (flores), mientras que el centro se hallaría ocu pado por un emblema desaparecido (44). El emplazamiento no ha aportado ni documentación numismática, ni restos de cerámica, de manera que, de acuerdo únicamente con el mosaico, levantado en el año 1951 y trasladado al Museo Arqueológico de Oviedo, podemos asegurar que la época de su máximo florecimiento coincide con el Bajo Imperio, y más concretamente con una etapa bastan+e avan zada del mismo (segunda mitad del siglo IV y toda la centuria si guiente). En cuanto al actual casco urbano de Oviedo, en concreto en la zona de Buenavista, por medio de las excavaciones practicadas en el lugar denominado Paraxuga, tras el descubrimiento del empla zamiento en el año 1957 como consecuencia de una acumulación de material a causa de trabajos de edificación (45), a pesar de (41) M. E s c o r t e l l : “Villa de Vega de Ciego”, C a t á lo g o d e la s s a l a s r o , Oviedo, 1975, pp. 56 y ss. (42) Cf. J. M. G o n z á le z : “Mansiones del trayecto de la vía romana Lucus Asturum—Lucus Agusti”, A r c h iv u m VI, 1957, pp. 287 y ss. (43) M. J. A r a g o n e s e s : “El mosaico romano de Vega del Ciego (Astu rias)”, B I D E A 1954, pp. 3 y ss. (44) J. G . G o r g e s : op. cit., p. 334. (45) J. M. G o n z á le z : “Una muria romana en Oviedo (Buenavista)”, B C P M O v ie d o I, 1957, pp. 198 y ss. = M is c e lá n e a h is t ó r ic a a s t u r i a n a , Oviedo, 1975, pp. 201 y ss. m a n a s d e l M u se o A r q u e o ló g ic o d e O v ie d o 124 NARCISO SANTOS YANGUAS qué el yacimiento había sido removido a causa de trincheras abier tas durante la guerra civil, se han encontrado algunos restos ar queológicos como tejas romanas, ladrillos y pequeños objetos de bronce (46); todos estos materiales, a los que hay que unir una moneda de Constantino II, fechada en torno a los años 330-335, indican la existencia de una posible villa romana, cuya datación parece corresponderse con la época bajoimperial (47). En este sentido hemos de tener presente igualmente que en los alrededores de la capital del Principado contamos con las villas de Folgueras, en Lugones, así como con las de Liño, Villarmosén, Villamar y Constante, todas éstas ubicadas en las faldas del mon+e Naranco. En cuanto a la primera de ellas, estaba emplazada en el territorio de Paredes, perteneciente a la parroquia de Lugones, en el lugar denominado Folgueras, enclavado en el caserío de Mon te de las Murías (48). En el emplazamiento de esta villa, situada a escasos metros de la margen izquierda del río Nora, se han cons truido edificios modernos, por lo que, a pesar de que, tras su des cubrimiento en el año 1957, se recogieron tegulae, ladrillos y ci mientos romanos, el yacimiento se halla en la actualidad casi to talmente perdido (49). Junto a ello, en la parte meridional del monte Naranco se ha llaba la villa de Linio o Liño, que ha aportado ciertos documentos epigráficos, así como restos de materiales de construcción (50): dos estelas funerarias romanas proveniente de la necrópolis de la villa, habiéndose conservado la primera de ellas en la iglesia de San Miguel de I.illo (51), mientras que la segunda se halla en la de Santa María del Naranco (52), donde al mismo tiempo una inscrip ción grabada en su altar y fechada el 23 de junio del 848 hace alu sión a la reconstrucción de una propiedad a causa de su excesiva antigüedad (53). (46) M. E s c o r t e l l : “Materiales de Paraxuga”, C a t á lo g o de la s s a l a s ro pp. 63 y ss., y “Materiales romanos de Paraxuga, Oviedo”, M is c e lá I, Barcelona, 1974, pp. 311 y ss. (47) Cf. J. G. G o r g e s : op. c it., p. 332. (48) J. M . G o n z á le z : “Localización de una villa romana en Paredes (Lu gones)”, B C P M O v ie d o II, 1960, pp. 205-208. (49) J. G. G o r g e s : op. cit., pp. 331-332. (50) J. M . G o n z á le z : “La villa romana de Linio, en Naranco (Oviedo)”. A r c h iv u m XII, 1962, pp. 73 y ss. = M isc e lá n e a h is tó r ic a a s t u r i a n a , pp. 259 y ss. (51) Su contenido es el siguiente: C a e s / a r o n / i T a b a f li f (ilio ). (52) En su superficie se lee: Q .V u n d / i r i c u s / A g u d i f ( iliu s ) . (53) J. G. G o r g e s : op. cit., p. 332. m a n a s ..., n e a A r q u e o ló g ic a ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VTLLAS ROMANAS EN ASTURIAS 125 Por otra parte, en el que sería asentamiento primitivo de la ciu dad de Oviedo, conocido con el nombre de Ovetao (54), que quizás deba de ser considerado igualmente como un fundo, existiría po blación contemporánea de quienes habitaban las villas anterior mente mencionadas, si es que este antiguo centro de población no constituyó por sí mismo en época bajorromana y visigoda un nú cleo autónomo de explotación agrícola. Al margen de este conjunto de villas, cuya ubicación podemos situar con relativa precisión, contamos con toda una serie de restos de edificios pertenecientes a época romana, que muy bien pueden ser identificados como correspondientes también a centros de ex plotación agrícola de esta clase: así, por ejemplo, en Tamañanes de Abajo, en el concejo de Tineo, se han descubierto restos ar queológicos vinculados a una posible villa, e igualmente en Sobrerriba (Cornellana) existió muy posiblemen+e un centro de esta mis ma naturaleza, según se desprende de la existencia de restos per tenecientes a una construcción de hipocausto. En este mismo con texto, en la Cabruñana, a unos 3 kms. al O. de Grado, basándonos más en testimonios toponímicos que arqueológicos, podemos pen sar en la existencia de un nuevo centro de este tipo (55); también al Norte de Oviedo, en el lugar denominado Pauzana, cercano a Lugo de Llanera, existen vestigios de dos villas cercanas, aunque sin corroboración arqueológica alguna (56). Teniendo en cuenta el contenido y significado de los restos ar queológicos que han sido objeto de prospecciones, es muv posible que en el lugar denominado La Magdalena de la Llera, en Santianes de Pravia (57), así como en Andallón y Llazana (58), estos úl timos en el concejo de Las Regueras, hayamos de concretar la ubi cación de nuevos centros de explotación agrícola o villas romanas en el territorio de Asturias, cuya existencia cobraría fuerzas, si es que no proceden realmente de esta época, en los tiempos bajoim(54) C f. J. M . F e r n á n d e z B u f . l t a : 1948, pp. 77 y ss. “Ruinas del Oviedo primitivo”, B I D E A (55) J. M. G o n z á le z : E l lito r a l a s t u r ia n o en la é p o c a r o m a n a , Oviedo, 1954. pp. 77-78. Cf. C. B o b e s : “La toponimia romana de Asturias”, op. cit.. p. ? 66 . (56) C. B o b e s : op. cit., p. 279. (57) J. M. G o n z á le z : “Restos romanos de La Magdalena de la Llera (Santianes de Pravia)”, B C P M O v ie d o I, 1957, pp. 201-203. (58) Cf. J. M. G o n z á le z : “Restos de aspecto romano de La Muría. Llaz?na (Las Regueras)”, V a ld e d ió s 1969. pp. 71 y ss. 126 NARCISO SANTOS YANGUAS periales, prolongando su apogeo en época visigoda. En cuanto al emplazamiento de la villa de La Magdalena de la Llera en Santianes de Pravia, es conocido ya desde el año 1777; en el año 1955 se efectuó una trinchera para el paso de la vía del tren, que puso al descubierto un muro romano de pequeño aparejo recubierto de estuco rojo, así como un pavimento de opus signinum y fragmen tos de tejas con reborde (59). Al mismo tiempo la proximidad de numerosos enterramientos posteriores y la toponimia parecen su gerirnos igualmente la existencia de una iglesia o de una capilla medieval (60). Por otro lado, en varios lugares próximos a Santianes ,como en Bances o en Los Cabos, de donde procede la única lápida de togado romano perteneciente al territorio asturiano que conocemos en la actualidad, o en la margen derecha del río Nalón, en los palacios llamados de Doña Palla, se han encontrado restos de tégula y monedas romanas (61), al igual que edificaciones, todo lo cual demuestra sin duda una fuerte romanización o explotación económica de la región (62). En el caso de Andallón, en el transcurso del año 1958 tuvo lu gar, en el emplazamiento denominado El Pedregal, el descubri miento de restos de una construcción romana junto con un mo saico durate los trabajos de allanamiento de una carretera, en las proximidades del río Andallón (63); los fragmentos encontrados co rresponden a tegulae, imbrices y piedras de construcción. Además, la carretera corta restos de pavimentos, cuyas teselas se extendían a lo largo de 7 metros (64). Las características más sobresalientes del mosaico residen en su composición de estrellas y su decora ción de tipo geométrico con policromía, característico de las ela boraciones musivarias del siglo IV (65). A su vez en la zona Sur del lugar denominado La Corrada, en el concejo de Soto del Barco, parece haber existido igualmente una villa romana, cuyo emplazamiento se correspondería con Murias (59) J. G . G o r g e s : op. cit., p. 333. (60) Cf. J. M. G o n z á le z : “Flavionavia, antigua población de los paésicos”, B I D E A n.° 7, 1953, pp. 40-42. (61) M . M a llo V ie s c a : “Tesorillo de denarios de Doña Palla”, A r c h iv u m XIX, 1969, pp. 93 y ss. (62) Cf. A. J. de B a n c e s y V a ld é s : “Noticias históricas del Co’ncejo de Pravia”, B R A H L V III, 1911, pp. 262 y ss. (63) J. G . G o r g e s : op. cit., p. 330. (64) J. M. G o n z á le z : “Un mosaico romano en Andallón”, B C P M O v ie d o IT. 1960, pp. 209-210. (65) M. B e r e n g u e r : L a p in tu r a m u r a l p r e r r o m á n ic a e n A s t u r ia s , Oviedo, ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 127 de Ponte, en la margen derecha de la ría del Nalón (66), y cuya importancia es posible hacer remontar hasta la época del Bajo Imperio y los tiempos visigodos. En el emplazamiento de esta villa se descubrió en el año 1794 un fragmento de mosaico elaborado con teselas de tierra cocida (67). Además, dicho lugar ha aportado numerosos vestigios de construcciones romanas, especialmente res tos de edificaciones muradas y tegulae (68). Del mismo modo en Natahoyo, junto a Gijón, parece haber es tado ubicado un centro de este tipo, relacionado con la explotación agrícola del territorio circundante y que, indudablemente, alcan zaría su máximo apogeo en los años bajoimperiales. En este mismo contexto podemos afirmar que es posible que existieran centros de colonización agrícola de mayor o menor relieve en Baldornón (con cejo de Gijón), La Ren (parroquia de San Martín de Cardo, en el concejo de Gozón), Muros de Nalón, Raíces (concejo de Castrillón), Bañugues (concejo de Gozón) y Valduno (concejo de Las Regue ras). En este último caso, en la vega del río Nalón, concretamente en su margen derecha, en el lugar denominado Torre Vieja, como consecuencia de los trabajos realizados en el terreno cercano a la iglesia en el año 1868, salieron a la superficie fragmentos de tejas y ladrillos romanos de dimensiones distintas, así como las paredes de un edificio de grandes dimensiones (69). En la década de los 40 de nuestro siglo se descubrirían también mosaicos, al igual que una estela funeraria en 1947, desplazada de su antiguo asentamien to. Dicha estela, que posiblemente haya que poner en relación con los vestigios de la villa romana, resulta muy interesante para el es tudio de la romanización de los nombres indígenas (70); por sus características epigráficas se fecha en+re los años finales del siglo T y los comienzos del III d.n.e. Además, toda la región central asturiana, es decir el territorio comprendido entre el lugar en que estuvo asentado Lucus Asturum 1966, pp. 17 y ss. Cf. N A H VI, 1962, p. 371. (66) No del Narcea, como asegura J. G. G o r g e s : op . cit., p. 333, sin du da debido a un error involuntario. (67) J. M. G o n z á le z : “Restos romanos de la Magdalena de la Llera (Santianes de Pravai)”, op. cit., p. 199. (68) A. J. de B a n c e s y V a ld e s : “Noticias históricas del concejo de Pravia”. B R A H , LIX, 1911, pp. 98,99. (69) J. G . G o r g e s : op . cit., p. 333. (70) Su lectura es como sigue: S e s tio M u n i / g á lic o P r o / g e n e i f ( ilio ) Q u a / d r a t u s F ig e / n i lib ( e n t e r ) ob / (p lu r im a ) m e r it a e iu s. C f. J. M. G o n z á l e z : “La estela de Valduno”, B I D E A 1949, pp. 3 y ss. 128 NARCISO SANTOS YANGUAS y los actuales centros urbanos de Oviedo y Pola de Siero, ofrecía unas condiciones excepcionales para los asentamientos romanos relacionados con la explotación agrícola del territorio. En este as pecto, en las donaciones llevadas a cabo por parte de los reyes as turianos encontramos con relativa frecuencia alusiones y referencias a villas, como las de Vellio, Vones, Fozana, Gotos o Arbolies entre otras, que muy posiblemente no fueran más que la pervivencia de las ya existentes en tiempos visigodos y cuyo origen arancaría casi con seguridad absoluta de la etapa bajoimperial romana. Por otra parte, en el monte Naranco, al Occidente de la villa de Linio o Liño, se encontraba otro habitat de esta naturaleza, de nominado villa Hermosindi, que nos aparece reflejado en el llama do Libro Becerro de Corias, correspondiéndose con la actual Villarmosén, aunque su emplazamiento no haya sido localizado aún con exactitud (71); todos los vestigios romanos encontrados en ella (restos de construcciones y de cerámica) parecen correspon der a una villa romana (72). En este mismo contexto hemos de te ner en cuenta que en la parte meridional y oriental de la misma villa de Liño se realizaron ciertos hallazgos arqueológicos, cuyos resultados, unidos a la toponimia de la región, nos permiten ase gurar la existencia de nuevas villas romanas en Lloriana, Villamar y Constante; igualmente en Folgueras (Lugones), en la orilla dere cha del río Nora, se han encontrado, según hemos visto más arri ba, algunos vestigios que corresponden indudablemente a una an tigua villa. A estos hallazgos hemos de añadir, que, en el casco actual de la ciudad ovetense, en los alrededores de la iglesia de Santullano (San Julián de los Prados), es muy posible que existiese, como an tecedente de la iglesia y los palacios del rey Alfonso II, una villa romana, que perduraría durante la época visigoda. Por último, los ladrillos de hipocausto encontrados en las cercanías del antiguo palacio de Camposagrado nos sirven como indicador de la posible existencia de una villa, resultando probable igualmente que las dos inscripciones halladas en Ujo, junto a la estación del ferrocarril (73), una de ellas perteneciente al prefecto de los svmmaciarios as(71) J. G . G o r g e s : op. cit., p. 334. (72) J. M a n z a n a r e s : “Vestigios romanos en Villarmosén”, B C P M O v ie d o II, 1960, pp. 219-221. (73) F. D i e g o S a n t o s : E p ig r a f ía ro m a n a de A s t u r ia s . Oviedo. 1959, núms. 9 y 22. pp. 40-41 y 74-76. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 129 tures, G. Sulpicio Ursulo (74), rodeadas de restos de tégulas roma nas, nos estén mostrando el emplazamiento de un nuevo centro de explotación agrícola de tipo romano. En este sentido no hemos de olvidar que en el mismo valle del río Lena, aguas arriba, existían asentamientos constatados de villas romanas, como es el caso de la Vega del Ciego (75), en el concejo de Lena, denominada villa Memorana, de la que se nos conserva el mejor exponente de mo saico romano en Asturias hasta la actualidad, o como podría ser el asentamiento antiguo de la actual población de Villallana. En otra zona de Asturias »concretamente en la ubicada en tor no a los ríos Piloña y Sella, se ha descubierto también un buen nú mero de restos romanos, como por ejemplo en Vega de Poja (con cejo de Siero) o Valdediós, donde estaba emplazada la villa roma na de Puelles (76), al igual que en Rodiles (concejo de Villaviciosa) (77) y Puerres, este último en el concejo de Colunga, que pu dieron haber sido igualmente centros de colonización agrícola a la romana durante el Bajo Imperio. Además, en el mismo contexto geográfico contamos en La Isla con la constancia de la existencia de una villa romana. Por su parte, en la zona de Ribadesella se han descubierto res tos romanos en las proximidades de Torre, en la parte baja del va lle del río Sella, así como restos de construcciones en el fondo de la ría, la antigua Moega Ucesia, concretamente en el pico denomi nado Las Torres, muy cerca del puente de San Román. Finalmen te, en el transcurso de la última reconstrucción llevada a cabo du rante el año 1977 en la iglesa de Abamia, en el concejo de Cangas de Onís, se descubrieron algunos fragmentos de tégula que pare cen remontar a época romana, lo que nos puede hacer pensar en el emplazamiento de un nuevo centro de explotación agrícola de acuerdo con los modelos romanos. Según esto, podemos afirmar que, en general, los emplazamien tos de tipo romano en los que estuvo basada la colonización agrí cola de región asturiana hav que situarlos en la región litoral v en los diferentes valles fluviales, aprovechando las zonas más fér(74) B. D o b s o n : “G. Sulpicius Ursulus, symmachiarii and the Bellum Dacicum”, E S 8, 1969, pp. 122 y ss.. y N. S a n t o s : “ L o s symmachiarii astures en el ejército romano”, D u r iu s 1979 [1980], pp. 77 y ss. (75) Cf. M. E s c o r t e l l : “Vega de Vega del Ciego”, op. cit., pp. 56 y ss. (76) Cf. J. F. M e n e n d e z : “Excavaciones arqueológicas de Puelles (Valdediós). La villa hispano-román a de Boides”, op. c it., pp.. 503 y ss. (77) J. M. G o n z á l e z : “Los restos arqueológicos de Rodiles”, V a ld e d ió s 1959, pp. 23 y ss. 130 NARCISO SANTOS YANGUAS tiles del actual territorio asturiano, siendo muy posible que falten aún por descubrir los indicios de la existencia y pervivencia de al gunos cuyo emplazamiento hemos adelantado más arriba a mane ra de hipótesis. En cualquier caso, todos estos fundos o villas romanas, en cuan to a su origen, o bien arrancaban ya de una etapa anterior, en ca si su totalidad del siglo II e, incluso, alguna de ellas de los últi mos años del I, en cuyo caso perviven y alcanzan su etapa de má ximo florecimiento y esplendor durante el Bajo Imperio, o bien vieron su nacimiento durante los años bajoimperiales, continuan do pujantes en su mayor parte aún durante la época visigoda. A pesar de todo, la nueva situación planteada, representada por el afianzamiento y apogeo del tipo de explotación del suelo a la ma nera romana, no supondrá un obstáculo insalvable para que con tinuase desarrolládose, bien es verdad que de manera constreñida, las formas de explotación agrícola propias de los indígenas astures (78), aunque fuesen admitiendo paulatinamente algunos adelantos técnicos en la misma como consecuencia directa de la asimilación de los elementos de la formación social romana a través de un pro ceso de influencias culturales. Sabemos que desde los comienzos del reinado de la dinastía de los Severos entra en crisis, de modo acusado, la vida urbana en todas las provincias del Imperio romano en que ésta había logra do sobreponerse a la organización indígena anterior (79). Como consecuencia de ello comenzará en estos momentos a ser habita do el campo, de acuerdo con lo que se deduce de la gran abundan cia de mosaico encontrados en las villas de la Meseta (80), así co mo de su gran valor, por sus propios dueños (81), gran parte de los cuales vivían hasta entonces en los centros urbanos, teniendo (78) Cf. N. S a n t o s : “Economía y sociedad en la Asturias castreña de épo ca prerromana”, B I D E A (e’n prensa). (79) Cf. E. M . S c h t a j e r m a n : D ie K r i s e d e r S k l a v e n h a lt e r O rdn un g im W es te n d e s rö m isc h e n R e ic h e s, Berlin, 1964. Para el funcionamiento de estos nú cleos de población en los años anteriores ver J. M a n g a s : “Un capítulo de los gastos en el municipio romaho de Hispania a través de las informaciones de la epigrafía”, H A n t I, 1971, pp. 105 y ss., y H. G a l s t e r e r : U n te r s u c h u n g e n z u m r ö m is c h e n S t ä d t e w e s e n a u f d e r ib e r isc h e n H a lb in s e l, Berlin, 1971. (80) Cf., por ejemplo, A. B a l i l : “Las escuelas musivarias del conventus Tarraconensis”. VIII C A N , 1963, pp. 406 y ss. (81) Cf., entre otros, B. T a r a c e n a : “La villa romana de Liéde'na y el cam po español en el Bajo Imperio”, I C A N , 1952, pp. 215 y ss., y M. T a r r a d f l l : “Población y propiedad rural en el Este peninsular durante el Bajo Imperio”, A c t a s d e l I I I C E E C , Madrid, II, 1968, pp. 164 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 131 su origen igualmente ahora una vida agrícola intensiva a la manera romana entre los astures, o más que su nacimiento su etapa de mayor apogeo, ya que, según hemos visto más arriba, algunas de estas villas datan ya del siglo II, e incluso del I. En este sentido los cambios y transformaciones operados en esta agricultura de caracteres primitivos, que hasta esta época se encontraba básicamnte en manos de las mujeres, por el nuevo tipo de organización y explotación agrícolas, imbuido de los mecanismos y caracteres ro manos, parece haberse producido en primer término entre los astures augustanos, pasando poco tiempo después a enraizarse en el territorio de la actual Asturias. Según todos los indicios las reformas de toda clase propugna das por el sistema tetrárquico en los años finales del siglo III ha brían conducido a la reconstrucción y rehabilitación de un buen número de centros urbanos arrasados en el transcurso de las inva siones de los francos y alemanes en tiempos de Galieno y Aureliano (82); sin embargo, puesto que la incidencia de estos hechos his tóricos no debió de ser excesivametne amplia ni notoria en el caso de Asturias y, por otra parte, los centros urbanos tampoco llegaron a ser abundantes en dicha región, este tipo de medidas no pudo contribuir en modo alguno a un resurgimiento de esta naturaleza a gran escala. Frente a ello, partiendo de la política de los tetrarcas en un prin cipio y de la de Constantino y sus sucesores posteriormente a lo largo de todo el siglo IV, alcanzaría su desarrollo más intenso una verdadera colonización agrícola entre los astures transmontanos, de acuerdo con lo que hemos venido constatando a través de la to ponimia y la documentación arqueológica. A esta época histórica bajoimperial corresponde, por ejemplo, la villa denominada de Las Murias en Paraxuga (Buenavista, Oviedo), que dominaría gran par te del valle en que se encuentra enclavada la capital asturiana (83). Si tenemos en cuenta los fragmentos de slgillata hispánica tardía en ella descubiertos, así como de cerámica gris paleocristiana, esta (82) Cf. A. B a l i l : “Las invasiones germánicas en Hispania”, C T E E H A R IX, 1957, pp. 95 y ss.; J. M. B l a z q u e z : “La crisis del siglo III en Hispania y Mauritania Tingita’n a”, H is p a n ia XXVIII, 1968, pp. 5 y ss.; M. T a r r a d e l l : “Sobre las invasiones germánicas del siglo III d. J. C.”, E s t u d io s C lá s ic o s III, 1955-1956, pp. 95 y ss., y N. S a n t o s : “Las invasiones germanas del siglo III en Hispania”, H A n t VIII, 1978. (83) J. M. G o n z á l e z : “Una muria romana en Oviedo (Buenavista)”, B C P M O v ie d o I, 1957, pp. 198-200. M is c e lá n e a h is tó r ic a a s t u r i a n a , Oviedo, 1975, pp. 201-204. 132 NARCISO SANTOS YANGUAS villa puede fecharse en el siglo IV, aún cuando sería reconstruida con posterioridad en tiempos visigodos (84). Además, ciertos res tos arqueológicos hallados en este emplazamiento parecen indicar nos la presencia de elementos militares, lo que demostraría un he cho ya conocido a través de diversos autores del Bajo Imperio, se gún los cuales muchas de estas villas dispondrían de soldados pro pios para su defensa (85). A estos mismos años, más o menos, correspondería la villa de grandes dimensiones de Campo Valdés en Gijón, cuya excavación proporcionó restos de sigillata clara y otros tipos de cerámica altomedievales, lo que indicaría la no interrupción del habitat y de las actividades económicas en el territorio que le estaba adscrito, del mismo modo que sucedería en el caso anterior, en el momento de la llegada de los suevos, vándalos y alanos, así como el no verse envuelta en el grave caos y marasmos económicos provocados por la presencia de dichas poblaciones en suelo hispano (86). De un modo similar, a lo largo del siglo IV, lograría su máximo apogeo la villa de Puelles, ubicada en las proximidades de San Salvador de Valdediós, de la que tenemos noticias, entre otras construcciones, al igual que en el caso de las de Campo Valdés o Cenero, de los res tos de unas termas, lo que la equipararía con las restantes villas de la Península Ibérica en dicha época (87); además, un mosaico geométrico hallado en su emplazamiento confirmaría esta hipóte sis. Finalmente, a esta misma centuria corresponderían igualmente los nombres de lugar terminados en -ana, cuyos emplazamientos parecen coincidir plenamente con asentamientos romanos de carác ter agrícola (Cornellana, Arcellana, Novellana...). Entre éstos so(84) M. E s c o r t e l l : “Materiales roma'nos de Paraxuga (Oviedo)”, M is c e lá I, Barcelona, 1974, pp. 311 y ss. (85) Cf. para estos problemas J. M. B l a z q u e z : “La cordillera cántabra, Vasconia y los Pirineos durante el Bajo Imperio”, A c t a s d e l I I I C E E C , Ma drid, 1968, II, pp. 137 y ss., y “Der limes in Spanien des viertes Jahrhunderts”, A c t e s d u I X e C o n g rè s In te rn . d ’é tu d e s s u r le s fr o n t iè r e s r o m a in e s, Bucarest, 1974, pp. 485 y ss., y A. B a l i l : “La defensa de Hispania e'n el Bajo Imperio. Amenaza exterior e inquietud interna”, L e g io V II G e m in a , León, 1970, pp. 601 y ss. (86) Cf. C. T o r r e s : “La invasión del año 406”, B U S C LXIV, 1956, pp. 5 y ss., y “Derrota, escisión y ruina del reino suevo”, B U S C 1963-1964, pp. 35 y ss., y N. S a n t o s : “Asturias visigoda”, H is to r ia de A s t u r ia s en fascículos, Silverio Cañada Editor, Gijón, 1982. Ver nota 30. (87) Cf. J. F. M e n e n d e z : “Excavaciones arqueológicas de Puelles (Valde diós). La villa hispano-roma’na de Boides”, V a ld e d ió s 1957, pp. 19 y ss. n e a A r q u e o ló g ic a ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 133 bresale por su significado e importancia el de Memorana, perpetua do en Mamorana (Pola de Lena), donde se ha descubierto una villa fechable a finales del siglo IV o comienzos del V (88). De igual ma nera, pertenecen a esta misma época bajomperial los topónimos romanos de Asturias analizados por C. Bobes, que parecen consti tuir la prueba evidente de una gran concentración de explotacio nes de carácter agrícola y que son transmitidos a las épocas visi goda y altomedieval (89). La existencia de un gran número de estos fundos, vinculada al fenómeno de la colonización agrícola, no fue, sin embargo, algo peculiar ni privativo de la región asturiana, sino que ambos elemen tos se extenderían no sólo por todo el Norte peninsular sino prác ticamente por toda la Península Ibérica (90), a pesar de ser posi blemente en las regiones septentrionales, en las que dichas exten siones territoriales alcanzarían dimensiones más reducidas, donde arraigasen con más intensidad, como indicio de la decadencia de la organización urbana y de cuanto éste conllevaba en los aspectos político, económico, social y religioso. Estos fundos presentarán en su conjunto como característica más generalzada una tendencia cada vez más acusada hacia el autoabastecimiento y a su conversión en unidades autárquicas y cerra das, tanto desde el punto de vista económico como desde las pers pectivas sociales o políticas, lo que en una zona eminentemente montañosa como Asturias resultaría sin duda extremadamente fá cil (91). En este sentido no es necesario recalcar de nuevo que di chos centros de explotación agrícola pertenecerían con toda segu ridad a la época bajoimperial ,puesto que sus nombres no apare cen reflejados ni en los escritos de Plinio el Viejo ni en los de Ptolomeo ni en la documentación epigráfica de la región ni, incluso, en el Itinerario de Antonino. (88) J. G . G o r g e s : op . ext., p. 334. (89) E m é r ita XXVIII, 1960, pp. 241 y ss., y XXIX, 1961, pp. 1 y ss. (90) Cf., por ejemplo, J. M. B l a z q u e z : E s t r u c t u r a e c o n ó m ic a y s o c ia l de H is p a n ia d u r a n t e la a n a r q u ía m ilit a r y e l B a jo I m p e r io , Madrid, 1964; A. Cor z o : “Notas sobre la organización agrícola de la Bética”, S e g o v ia y la a r q u e o lo g ía r o m a n a , Barcelona, 1977, pp. 163 y ss.; G. L a c h i c a : “La estructura económica de Hispania en el Bajo Imperio”, Z e p h y r u s XII, 1961, pp. 55 y ss.; M. P o n s i c h : Im p la n ta tio n r u r a le a n tiq u e s u r le B a s - G u a d a lq u iv ir , 2 vols., Madrid-París, 1974-1979, y R. S y m e : “La richesse des aristocraties de Bétique et de Narbonnaise”, K t e m a 2, 1977, pp. 373 y ss. (91) Cf. sobre estas cuestio'nes de carácter general R. T e j a : “Las villas de Hispania y Capadocia en el siglo IV y su entorno económico-social”, XII C A N , 1971, pp. 611 y ss. 134 NARCISO SANTOS YANGUAS Se comprende así con relativa facilidad que la romanización de los astures, en especial de los transmontanos, ofrezca unas carac terísticas extremadamente débiles, según ha demostrado M. Vigil (92) con respecto a todas las poblaciones del Norte peninsular, lo que en modo alguno es aceptado por C. Bobes, quien, basando sus afirmaciones exclusivamente en el análisis de la toponimia romana de Asturias (93), cree descubrir una clase especial de romanización en la región. Se trataría realmente, frente a la opinión generalizada de la historiografía actual, de una romanización intensa, aunque no entendida en un sentido cultural, lo que conllevaría la presen cia masiva de centros urbanos, edificaciones romanas numerosas, organización y nivel de vida romanos... (94) sino solamente en el de explotación económica de la zona. De acuerdo con esto resulta evidente, pues, que el objetivo pri mordial perseguido por los romanos con respecto a Asturias no fue en ningún momento el de fundar centros urbanos importantes y de grandes dimensiones (los casos son aislados y poco significa tivos: Flavionavia, Lucus Asturum...), en torno a los cuales se or ganizaría todo el territorio anexionado ,sino que su llegada y per manencia en la región asturiana obedecería a un propósito exclu sivo de explotación, en toda su intensidad, de las riquezas mineras y agropecuarias; además, éstas serán precisamente las actividades económicas que se pondrán de manifiesto al analizar los distintos topónimos romanos que han perdurado en suelo asturiano. LOS DIVERSOS SECTORES ECONOMICOS No es nuestra intención detenernos ahora en la problemática planteada por el habitat rural con respecto a la tipología y estruc turas propias de cada una de las villas hispanas, a las que se halla vinculada Asturias, puesto que han sido analizadas ya recientemen te en otros trabajos (95), aún cuando existan diferencias notables (92) “Romanización y permanencia de estructuras sociales indígenas en la España septentrional”, B R A H CLII, 1963, pp. 225 y ss. (93) “La toponimia romana de Asturias”, E m é r ita XXVIII, 1960, pp. 241 y ss., y XXIX, 1961, pp. 1 y ss. (94) Sobre estos aspectos cf. M. P a s t o r : “El urbanismo y los núcleos de población en el conventus Asturum durante el Imperio romano”, Z e p h y r u s XXVI-XXVII, 1976-1977, pp. 417 y ss. (95) Cf., entre otros, J. G. G o r g e s : L e s v i ll a s h is p a n o r o m a in e s , París, 1979, pp. 109 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 135 entre las propias de la región asturiana y las pertenecientes al te rritorio meseteño por ejemplo (96); indudablemente en todas es tas construcciones rústicas existirían unas dependencias destina das a alojar a la mano de obra de tipo semiservil o a las personas englobadas bajo el término genérico de colonos, así como otras con una finalidad en conexión evidente con la conservación de los productos recolectados, aperos de labranza, cuadras para los ani males..., a las que muy posiblemente se unirían, especialmente tras las convulsiones provocadas por las invasiones germánicas del si glo III (97) y la aparición del fenómeno de los campesinos bagaudas en el Norte peninsular (98), otra serie de edificaciones vincu ladas a necesidades y objetivos eminentemente militares y defen sivos. En cuanto a los objetivos de nuestro análisis en el terreno eco nómico, estarán centrados en tres aspectos fundamentales: —la importancia del sector agropecuario y de los productos que reportaba; —la mano de obra y el proceso de producción; y —finalmente, la comercialización de dichos productos, inclu yendo en este apartado las vías de comunicación. 1.— La agricultura y la ganadería Los fundos, villas o posesiones territoriales de la Asturias ro mana recibirían nombres latinos en buena medida a causa de que los astures, al enrolarse en el mundo romano, habrían tomado tam bién antropónimos de esta naturaleza, del mismo modo que en una (96) Cf. L. A. G a r c í a M o r e n o : “La romanización del valle del Duero y del Noroeste peninsular, ss. I-VII d. C.: algunos problemas y perspectivas de su estudio”, H A n t V, 1976, pp. 327 y ss., y C. G a r c í a M e r i n o : P o b la c ió n y p o b la m ie n t o e n H is p a n ia r o m a n a . E l c o n v e n tu s c lu n ie n s is , Valladolid, 1975. (97) Cf., entre otros trabajDs, los de M. T a r r a d e l l : “Problemas cronoló gicos de las invasiones germánicas del siglo III d. J. C.”, IV C A N , 1957, pp. 281 y ss.; B. T a r a c e n a : “Las invasiones germánicas en España durante la se gunda mitad del siglo III d. J. C.”, 1 C o n g re so in te r n a c io n a l d e P ir e n e is t a s , Zaragoza, 1950, pp. 5 y ss. (98) M. V i g i l y A. B a r b e r o : “Algunos problemas sociales del Norte de la Pe'nínsula a fines del Imperio romano”, P L A V V , 1968, pp. 81 y ss., y N. S a n t o s : “Movimientos sociales en la España del Bajo Imperio”, H is p a n ia XL, 1980, pp. 237 y ss. 136 NARCISO SANTOS YANGUAS fase histórica posterior los tomarán de los suevos o de los visigo dos. Sin embargo, frente a esta forma de comportamiento genera lizada, ciertos nombres indígenas de lugar, como por ejemplo Pesgana, Villapendi o Ventillés entre otros, sirven para testimoniar nos con claridad la presencia de unos primitivos possessores o due ños indígenas (99). Por lo que respecta a la extensión territorial que alcanzarían dichas propiedades en el suelo de Asturias debió de ser, en casi todos los casos, de caracteres reducidos, sin contar con latifundios de dimensiones desproporcionadas, ya porque la antigua aristocracia indígena de los astures prerromanos no llegó a ser excesivamente poderosa en ninguna fase de su existencia y en sus manos se hallaría buena parte de estos fundos, ya porque tampoco lo serían las nuevas gentes enriquecidas con el trato con los elementos de organización romanos. En cuanto a los propietarios de dichas villas, la aristocracia in dígena astur llegaría a alcanzar una fuerza mayor en estos momen tos que durante los años anteriores hasta el extremo de que un amplio número de estas posesiones territoriales en conexión con la explotación agropecuatria se encontrarían en sus manos (100). Por otra parte, algunos de los propietarios de estos dominios te rritoriales se hallarían entre los veteranos de origen astur, quienes habrían regresado a sus lugares de nacimiento una vez cumplidas sus obligaciones militares (20 o más años de servicio), muchos de ellos en la legio VII, y entre sus descendientes, que se servirían, sin duda de las nuevas circunstancias y adelantos técnicos vincu lados a la explotación del suelo y que incidirían en la intensifica ción de la colonización agrícola de la región (101). A este respecto podemos formular la siguiente pregunta: ¿es posible que G. Sulpicio Ursulo, prefecto de los symmachiarios astures, con posteriori dad a su licénciamiento se estableciese en Ujo, probablemente su lugar de origen, donde se mostraría partidario de este sistema de explotación del territorio plenamente romano, de manera que las dos lápidas epigráficas dedicadas por G. Sulpicio Africano, así co mo la de L. Corona Severo, soldado de la legio VII Genima, encon(99) Ver J. M. P i e l : N o m e s de p o s s e s s o r e s la tin o - c r istia o s n a to p o n im ia Coimbra, 1948. (100) Cf. para el caso de la cuenca del Duero P . de P a l o l : “Romanos en la M eseta: el Bajo Imperio y la aristocracia agrícola”, S e g o v ia y la a r q u e o lo g ía r o m a n a , Barcelona, 1977, pp. 297 y ss. (101) N. S a n t o s : E l e jé r c it o y la r o m a n iz a c ió n d e lo s a s t u r e s , Oviedo, a s t u r o - g a le g o - p o r t u g u e s a , 1981, pp. 209 y ss. (101 bis) ERA núm. 8, pp. 38-39. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 137 trada igualmente en dicho lugar (101 bis), constituyan un indica dor de este hecho? (102). La siembra, cultivo y recolección de cereales, hortalizas y le gumbres parecen haber sido predominantes y mayoritarios en la explotación económica de estos centros agrícolas, pudiendo ser igualmente quizás ya abundante el cultivo de manzana y, en casos aislados, las viñas, tanto en la parte oriental como en la occidental de la zona. En este contexto es muy posible que al desarrollo de la viticultura contribuyesen en gran parte las disposiciones llevadas a cabo por el emperador Probo, que aparecen recogidas por los Es critores de la Historia Augusta (103), a través de las cuales se per mitía a los hispanorromanos plantar nuevamente viñas en todo el territorio contra lo que había sido legislado con anterioridad, en el año 92, por parte de Domiciano, según nos ha transmitido Suetonio (104), pasaje que se ha venido considerando de manera tra dicional como una concesión encaminada a contrarrestar los ne fastos efectos económicos producidos como consecuencia de los desastres generales que tuvieron como marco temporal la segunda mitad del siglo III. En cuanto al sectos ganadero, hay que partir del hecho de que los prados constituirían por lo general propiedades privadas y pro pias de cada una de estas villas, mientras que, frente a ello, se man tendrían como propiedades comunales los pastos y bosques de los lugares elevados. De acuerdo con las noticias constatadas en la do cumentación medieval, la ganadería estaría compuesta, en cada una de las unidades de explotación, por un número no muy amplio de cabezas de ganado mayor, que en ningún caso puede ser compara ble a la cantidad de animales domésticos con que podía contar cualquiera de las villas de las regiones hispanas o de otras provin cias romanas más ricas (105). En este sentido, por ejemplo, la es(102) ERA núms. 9 y 22. Cf. N. S a n t o s : “los symmachiarii astures en el ejército roma’n o”, D u r iu s 1979 [1980]; pp. 77 y ss. (103) SHA, Prob. XVIII, 8: G a llis o m n ib u s e t H is p a n iis a c B r i t a n n i s h in c p e r m is it , u t v ite s h a b e r e n t v in u m q u e c o n fic e re n t. d e D o m ic ia n o (104) Vida VII, 2: “Com'o quiera que un año la cosecha de vino fue muy abundante y, en contrapartida, muy escasa la de trigo, pensa'ndo que se abandonaban los campos para atender preferentemente al cultivo de las viñas, decretó que nadie plantase cepas nuevas en Italia y que en las provincias se arrancasen los sarmientos, dejando como máximo la mitad de los existentes”. (105) Cf., entre otros, R. A g a c h e : “La villa gallo-romaine dans les gran des plaines du Nord de la France”, A r c h e o lo g ia núm. 55, 1973, pp. 37 y ss. ; R. C h e v a l l i e r : “Problématique de la villa gallo-romaine”. A c t e s d u 93e C on - 138 NARCISO SANTOS YANGUAS critura de donación de Obona, que se fecha en el año 780, consti tuye para nosotros un buen punto de referencia: en ella se nos menciona una posesión de 20 vacas, 5 parejas de bueyes, 17 cer dos, 30 ovejas y 22 cabras, cifras que, aumentadas un poco en su cantidad, pueden servirnos como indicador del número de anima les (ganado vacuno, ovino y caprino), que podían existir en una de estas villas romanas de la Asturias bajoimperial. De cualquier mo do, no parecen haber existido en ningún momento ni lugar propie tarios de yeguadas integradas por centenares de cabezas en el te rritorio astur transmontano, lo que sería hasta cierto punto co rriente entre los cismontanos o augustanos del N. de León. Dentro de estas mismas actividades ganaderas hay que destacar un caso excepcional, el de los vaqueiros, quienes contarían con una presencia masiva de ganado vacuno entre ellos, lo que será una constante a lo largo de toda su historia. Por otra parte, el ganado caprino debió de abundar igualmente, aunque en parte en estado salvaje, en toda la región montañosa, siendo explotado sin embar go como animal doméstico por parte de los pueblos de la costa (106); de esta manera, tanto las cabras como el ganado vacuno se rían aprovechados como alimento. Tampoco hemos de desdeñar en este aspecto la importancia lograda por las ovejas, puesto que la lana asturiana aparece mencionada en el Edictum maximum de pretiis, mediante el cual el emperador Diocleciano trataría de po ner freno al alza desmesurada de los precios de los productos en el año 301 (107); esta referencia del apartado XXV de dicho docu mento nos lleva a pensar en la existencia de rebaños de ganado ovino en el Norte de la Península y más concretamente en la re gión asturiana. Teniendo en cuenta los restos encontrados (astas de ciervo, colmillos de jabalí...), las actividades cinegéticas debieron de cons tituir una gran afición para los astures transmontanos, quienes cada cierto tiempo hubieron de llevar a cabo cacerías de caballos Tours, 1968, pp. 451 y ss., y M. B i r o : “Ro man Villas i'n Pannonia”, Acta XXVI, 1974, pp. 23 y ss. (106) Estrabón alude a hecatombes de este animal por parte de los pue blos del N. peninsular en sacrificios dedicados a un dios asimilado a Ares/ Marte: III, 3, 7. Cf. N. S a n t o s : “Economía y sociedad en la Asturias castreña de época romana”, B ID E A (en prensa). (107) Cf., entre otros, M. G i a c c h e r ò : “L’illusoria imposizione del giusto prezzo nell’editto calmiere di Diocleziano”, R A L 1964, pp. 95 y ss.; E. F r e z o u l s : “A propos de la hausse des prix sous Diocletien”, M é la n g e s C a r c o p ino, Paris, 1966, pp. 377 y ss., y S. L a u f f e r : D io k le tic in s P r e is e d ik t, Berlin, 1971. g r è s n a t io n a l d e s S o c ié té s s a v a n te s , A r c h a e o lo g ic a ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 139 salvajes, así como de cabras y osos pardos por toda la Cordillera Cantábrica. Junto a ello, la pesca representaría igualmente un re curso alimenticio de enorme importancia, según se pone de ma nifiesto a través de la documentación medieval, por medio de la cual conocemos que numerosas donaciones de villas incluían tam bién entre sus prerrogativas los derechos a pescar en el mar o en los ríos. Dichas actividades pesqueras estarían centradas funda mentalmente en el salmón y la trucha en cuanto a los ríos, exis tiendo además una gran variedad de fauna marina. 2.— La mano de obra y el proceso de producción Al tener que analizar estos elementos hemos de partir de la consideración general de que la etapa bajoimperial supuso una épo ca de transición: en este sentido la solidez aparente en que pare cía haberse visto envuelto el Imperio romano desde los primeros años del reinado de Diocleciano (108) se fue resquebrajando pro gresivamente baio los efectos de la crisis, que impidieron adecuar de una forma coherente las nuevas realidades y situaciones socio económicas a las instituciones jurídico-políticas de los siglos ante riores, y que no variarán sustancialmente en muchos de sus aspec tos. Como resultado de los efectos de esta crisis los elementos eco nómicos dominantes cambiarían radicalmente con respecto a los del Alto Imperio: de este modo, frente a las formas económicas amparadas en el ámbito de las ciudades, se irán imponiendo pau latinamente las grandes propiedades territoriales, que un mismo v único propietario, tanto si era privado como si pertenecía al círculo de la familia imperial, podía tener repartidas en distintas regiones (109); este tipo de propiedades se irá transformando gra dualmente en unidades económicas autosuficientes, en las que se tenderá a producir todo lo necesario desde el punto de vista agrí cola y ganadero para el sustento de cuantos trabajaban dichas tie rras, así como de sus dueños y familiares, recaudándose al mismo (108) I. K o e n ig : “Die Berugung des Constantius Chlorus und des Galerius zu Caesarem”, C h ir o n IV , 1974, pp. 567 y ss. (109) Cf. K . J. N o v i c k a j a : “Algunos problemas acerca de la política agra ria a comienzos del Dominado (en ruso)”, V D I 1961, 4 pp. 85 y ss.; y J. P e r c i v a l : “Seigneurial Aspects of Late Román State Management, E H R LXXXIV, 1969, pp. 449 y ss. — 140 NARCISO SANTOS YANGUAS tiempo los productos que deberían de ser abonados al fisco y los excedentes utilizados en las actividades comerciales (110). En todas estas propiedades el tipo de trabajador estaba cons tituido en su gran mayoría por el grupo de los campesinos libres, quienes habían entrado a formar parte de ellas como colonos y al gunos de los cuales se habían visto forzados a desprenderse de sus pequeñas extensiones agrícolas (111). Por lo que respecta a los pro pietarios de estos fundos, en las provincias romanas occidentales pertenecían al orden senatorial, bajo cuya denominación genérica hay que englobar tanto a los componentes de las antiguas familias senatoriales como a los grandes propietarios del orden ecuestre y al grupo de los decuriones municipales, quienes con rela+iva fre cuencia y facilidad habían pasado a formar parte del orden sena torial, en especial en tiempos de Constantino. Los emperadores Diocleciano y Constantino habían puesto todo su esfuerzo en la regulación de la producción, tanto en lo referente a los centros urbanos como en lo relativo al campo, buscando co mo objetivo prioritario el de poder disponer de recursos suficien tes y estables para el fisco (112). En este contexto, Constantino lle varía aún más lejos la política ya emprendida por Diocleciano, has ta el extremo de que llegarán a reglamentarse el trabajo y las car gas fiscales de acuerdo con una serie de normas fijas expresadas a través de un conjunto de leyes: de esta manera, los colonos pa sarían a estar unidos a la tierra que trabajaban, heredándose di cha situación de padres a hijos, sin poder trasladarse a prestar su fuerza de trabajo a otras propiedades distintas (113), y en un caso (110) Para el caso de otras provi'ncias o regiones del Imperio cf. Ch. M. : “Les villas romaines du Grand-Duché de Luxembourg”, H e lin iu m VII, 1967, pp. 121 y ss., y “L’économie des villas romaines de nos régions”. B a lu x . VII, 1977, pp. 61 y ss. ; y M. Z a n i n o v ic : “The Economy of Roman Dal matia”, A N R W II, 6 1977, pp. 767 y ss. (11) A. R. K o r s u n s k i j : “Small Landed Property in the Westero Provin ces of the Late Roman Empire (en ruso con resumen en i’n glés)”, V D I num. 112. 1970, pp. 167 y ss. (112) Cf. A. B e r n a r d i : “The Economic Problems of the Roman Empire at the lime of its Decline”, S D H I XXXI, 1965, pp. 110 y ss., y C. D u p o n t : L a r é g le m e n ta tio n é c o n o m q u e d a n s le s C o n stitu tio n s de C o n s ta n tin . Lille, 1963. (113) Cf. G. B r a v o : “El estatuto socio-politico del coloho en la genesis de la sociedad bajoimperial”, M e m o ria s de H is to r ia A n t ig u a II, 1980, Oviedo, pp. 59 y ss. T ern es ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 141 similar se hallarían las personas dedicadas a los oficios artesana les (114). En este mismo orden de cosas las formas económicas funda mentales estarían constituidas por los latifundios o fundos de me nor extensión, que a su vez irán absorbiendo progresivamente las pequeñas propiedades de los agricultores libres, quienes se veían obligados, además, a pasar irremediablemente a la situación de co lonos (115). La ampliación de este nuevo régimen de propiedad encontrará su arraigo en numerosas regiones peninsulares, no mos trándose en este caso Asturias como una excepción a tal proceso. A consecuencia de ello los propietarios de estas explotaciones agrí colas dispondrían de una abundan+e mano de obra, formada tan to por algunos esclavos como por antiguos libertos o sus descen dientes, así como, fundamentalmente, por campesinos en situación de colonos, todos los cuales se hallarían inmersos en unas coorde nadas muy similares en cuanto a su dependencia y sumisión con relación a los dueños de estos fundos (116). La nueva situación económica originada afectará de manera especial a las regiones peninsulares escasamente romanizadas, en las que la vida urbana habían logrado extenderse con escasa inten sidad; en algunas de dichas regiones, entre las que se encontraba Asturias, los integrantes de la nobleza indígena local conseguirían adueñarse con facilidad de las tierras comunitarias, convirtiéndo las en fundos de su propiedad y transfiriendo su población al ré gimen de colonato. De esta forma se dará paso a la formación de dos grupos sociales antagónicos entre sí: a) el conjunto de los propietarios de tierras o latifundis+as, por una parte; b) v el formado por el abundante grupo de los campesinos, sometidos a los primeros y que disfrutaban de las situaciones le gales más dispares, desde los que tenían la condición de esclavos (114) Cf. S. I. K o v a l i o v : “El vuelco social del siglo III al V en el Imperio romano”, L a t r a n s ic ió n d e l e s c la v is m o a l f e u d a lis m o , Madrid, 1975, pp. 109 y ss. (115) Cf. E. M . S c h t a j e r m a n : “El campesinado en las provincias occiden tales del Imperio Romano (en ruso)”, V D I 1952, pp. 100 y ss. (116) Cf. A. R. K o r s u n s k i j : “Situación de los esclavos, libertos y colonos en las provincias occidentales del Imperio Romano dura'nte los siglos IV y V (en ruso)”, V D I núm. 28, 1954, pp. 47 y ss. 142 NARCISO SANTOS YANGUAS o cuasi esclavos hasta los libres de derecho, a pesar de que no lo fueran realmente de hecho (117). A consecuencia de todo ello asistiremos a un proceso de acer camiento, por lo que correspondía a su situación real, entre los po bres libres dedicados a las tareas agrícolas y artesanales y, junto a ello, el grupo de esclavos y libertos, que encontraría su más claro reflejo en la división jurídica que arranca de tiempos de la dinas tía de los Severos entre honestiores y humiliores, que se yuxtapo ne a la ya existente entre libres y esclavos (118). La tradicional di visión entre libres y no-libres (esclavos), aún cuando las condicio nes económicas habían variado sustancialmente, logró mantener se gracias a la pervivencia de los elementos jurídico-políticos e ideo lógicos de la sociedad romana anterior, de acuerdo con lo que po demos deducir del Código de Justiniano, aunque las diferencias no fueran muy significativas en muchos aspectos. El empobrecimiento paulatino en que se verán inmersos, no só lo la antigua burguesía romana sino también el campesinado a lo largo del Bajo Imperio, conducirá a la estructuración de la socie dad provincial romana en dos grupos antagónicos: así, junto a un escaso número de dominadores, cuya influencia fue haciéndose ca da vez mayor, tanto en el plano político como en el económico, y que son conocidos con el nombre de honestiones o potentiores, y, enfrentados a ellos, la gran mayoría de la población, a los que se conoce con el nombre de humiliores o tenuiores, quienes, bajo la gravosa opresión económica de los abundantes impuestos o muñe ra, se irían empobreciendo cada vez más (119). Por otro lado, frente a esta situación generalizada, las grandes extensiones territoriales (latifundios), disfrutando de buen núme ro de exacciones impositivas, progresivamente se fueron adueñando de las circunstancias y elementos económicos al lograr concen trar no sólo todo el territorio de carácter agrícola disponible sino también el capital existente en manos de este grupo reducido de (117) Cf. E. M. S c h t a j e r m a n : “La esclavitud en los siglos II y III d. C. en las provincias occidentales del Imperio Romano (en ruso)”, V D I núm. 36, 1951, pp. 84 y ss. (118) Cf. R. T e j a : “Honestiores y humiliores en el Bajo Imperio: hacia la configuración e'n clases sociales de una división jurídica”, M e m o r ia s de H is to r ia A n t ig u a I, Oviedo, 1978, pp. 115 y ss. (119) Cf. R. G u e n t h e r : “Revolution und Evolution in Weströmischen Reich zur Zeit des Spätantike”, Z G S o n d e r h e ft 1965, pp. 19 y ss., y R. T e j a : “Economía y sociedad en el Bajo Imperio”, H is to r ia d e E s p a ñ a A n t ig u a II, Madrid, 1978, pp. 555 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 1,43 grandes propietarios de tierras (120). Pese a todo esto, las distin tas capas o estratos de la sociedad bajoimperial no se presentarán como homogéneas: por ejemplo sabemos que dentro del término humiliores se incluían diversas agrupaciones profesionales, mientras que las diferencias que separaban a los hombres libres empobre cidos, colonos y esclavos irían desapareciendo, tanto en sus aspec tos jurídicos como económicos, de manera que solamente las ac tividades correspondientes a cada uno de ellos y su situación la boral determinaban su posición social propia (121). De esta forma, el proceso de reestructuración operado en la es cala social traerá consigo que disminuya igualmente el número de esclavos y que, al menos, en buena medida pierdan su significado económico anterior; en consecuencia, el status de los esclavos se irá acercando a pasos agigantados al de los campesinos semilibres al verse obligados a ocuparse fundamentalmente de las activida des agrícolas (122). Además, en el ámbito del propio campesinado tendrán lugar cambios profundos, lo que redundará en la reduc ción del grupo de campesinos libres, aunque en ningún momento llegará a ser tan escaso como el de los esclavos: por un lado la po lítica estatal les forzaba a perder cada vez más su tradicional in dependencia, al tiempo que, por otro, las cargas impositivas v fis cales les obligaban a buscar una salida a la nueva situación plan teada en las amplias propiedades rurales, donde gozarían de esa libertad e independencia añoradas, mientras que se daba p^so a creación progresiva de extensos latifundios (123). Así, en medio de la decadencia a nivel general por la que atra vesaba el Imperio, solamente algunos de sus integrantes, la mayo ría de los cuales se hallaban encuadrados en la clase senatorial, lograrían enriquecerse: estos personajes, al igual que los restantes terratenientes, abonarían al Estado romano los impuestos a que se hallaba suieta la tierra de que eran dueños, pero, en contrapar tida estarían exentos de los agobiantes cargos municipales, pues to que sus propiedades no se encontraban incluidas en el territo(120) N. S a n t o s : “Movimientos sociales en la España del Bajo Imperio”, p. 263. (121) Cf. F. G. M a i e r : L a s t r a n s fo r m a c io n e s d e l m u n d o m e d ite r r á n e o , s i g lo s III-VIII. Madrid, 1972, pp. 84 y ss. (122) E. M. S c h t a j e r m a n v M K. T r o f i m o v a : L a e s c la v itu d en la I t a l i a im p e r ia l, Madrid, 1979, pp. XVI-XVII. (123) Cf. A. B a lil: “Aspectos sociales del Bajo Imperio”, L a t o m u s XXIV, 1965, pp. 886 y ss. np. cit., 144 NARCISO SANTOS YANGUAS rio perteneciente a las ciudades (124). Si a ello añadimos que el campesinado libre se iba acercando poco a poco a las condiciones sociales y laborales del colono, pasando a estar vinculados a la tie rra con el transcurso del tiempo, e igualmente que muchos liber tos y esclavos, sobre todo los que disponían de una propiedad en tregada por sus dueños y de cuya producción podían disfrutar li bremente, engrosarían el número de los colonos, en una situación de dependencia con relación a los grandes propietarios territoria les (125), la estructura social se va aclarando. En consecuencia, en las grandes fincas rústicas existirían algunos esclavos, aunque no eran ellos quienes desempeñaban el papel más importante en las mismas; para completar la fuerza de trabajo necesaria para sus extensiones territoriales los poseedores de estos fundos se sirvie ron, desde el siglo III, de todos los medios de que diponían: com pra de prisioneros y hombres libres vendidos como esclavos, acep tación de los prisioneros en calidad de colonos, atracción a sus tie rras de los colonos procedentes de otros latifundios, tanto si eran imperiales como privados, aceptación de los colonos y campesinos bajo su patrocinio e, incluso, asentamiento en sus tierras de los deudores insolventes, a quienes se les condonaban sus deudas me diante el trabajo en las tierras de su acreedor... (126). De manera similar las personas dedicadas a las actividades ar tesanales quedarían unidas al mismo tiempo a sus respectivos ofi cios, que a lo largo del siglo IV pasarían a ser hereditarios, dándo se origen así a una estratificación de la sociedad mucho más rígida de lo que había venido sucediendo en los siglo precedentes (127). Teniendo en cuenta este cúmulo de circunstancias, los grupos so ciales hispanorromanos y astur-romanos más sobresalientes de épo ca bajoimperial serían: —1) el de los propietarios de las tierras (grandes, medianos o pequeños), que se convierten en el grupo dominante; y —2) el integrado por los campesinos, tanto quienes se halla ban vinculados al régimen de colonato como los hombres libres (124) Cf. E l m o d o de p ro d u c c ió n e s c la v is ta , Madrid, 1978, p. 180. (125) H. J. D i e s n e r : “Der Uebergang vom Sklavenhalter- zum Feudalsys tem”, JW G 1971, 2 pp. 193 y ss. (126) Cf. E. M. S c h t a j e r m a n : “El campesinado en las provincias occiden tales del Imperio Romano (en ruso)”, op. cit., pp. 100 y ss. (127) Cf., por ejemplo, E. M. S c h t a j e r m a n : “On the Class Structure of Roman Society (en ruso con resumen en inglés), V D I núm. 110, pp. 37 y ss., y G . A l f ö l d y : “La sociedad romana: problemas y posibilidades de su defi nición”, P L A V IX, 1973, pp. 99 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 145 v esclavos, que poco a poco se verían inmersos en una relación de dependencia cada vez más fuerte con respecto a los primeros (128). Como resultado de todo ello irán perdiendo vitalidad los gru pos que durante la etapa altoimperial habían constituido la base social al disminuir el papel por ellos desempeñado en la vida eco nómica, es decir el de los decuriones u oligarquía municipal co mo grupo dominante y el de los esclavos como fuerza de trabajo fundamental y netamente diferenciado del constituido por los hom bres libres; en muy parecidas circunstancias se encontrarían los componentes de la plebe urbana, quienes únicamente podrían sub sistir en el caso de que los centros urbanos lograsen recuperar y mantener la prosperidad que les había caracterizado durante los siglos pasados (129). Ante la nueva realidad histórica existente los enfrentamientos t conflictos sociales que tuvieron como escenario el territorio de las provincias hispanoromanas en los años correspondientes al fi nal del Imperio congregarán a estos dos grupos o clases, origina dos como consecuencia de la crisis del siglo III: el grupo de los latifundistas y el de los campesinos, en el que se incluían tanto los libres con escasos recursos como los colonos y esclavos (130). La nueva situación social encontrará su desarrollo más intenso en las regiones hispanas a las que la organización social propia del Alto Imperio había afectado en menor escala; de este modo, la aristocracia indígena de las regiones menos romanizadas (Asturias entre ellas) llegará a convertirse, como resultado de la nueva si tuación, en un grupo social formado por grandes propietarios te rritoriales al apoderarse de los territorios correspondientes a las primitivas comunidades (131). Por otro lado, en dichos territorios la población quedaría sometida a un régimen de colonato, según (128) Ver G. S c h r o t : “Die historische Stellung der glebae adscriptio des Kaisers Constantin vom Jahre 332 u. Z.”, S a v a r i a III. 1965, pp. 85 y ss. (129) Cf. Ch. P a r a i n : “Le développement des forces productives dans l’Ouest du Bas-Empire”, S t u d ie n ü b e r d ie R e v o lu tio n , hrsg. von M. HOSSOK, Berlin, 1971, pp. 5 y ss. (130) Cf. P. C h a r a n i s : “O'n the Social Structure of the Later Roman Em pire”, B y z a n tio n XVII, 1944-1945, pp. 39 y ss., y A. H. M. J o n e s : “The Caste System in the Later Roman Empire”, E ir e n e VIII, 1970, pp. 79 y ss. (131) Cf., por ejemplo, R. S y m e : “La richesse des aristocraties de Bétique et de Narbonnaise”, op. cit.. pp. 373 y ss., y P . de P a l o l : “Romanos en la Meseta: el Bajo Imperio y la aristocracia agricola”, op. cit., pp. 297 y ss. 146 NARCISO SANTOS YANGUAS podemos deducir de la legislación romana vigente en aquellos años (132). En cuanto a las relaciones existentes entre los propietarios de estos fundos o villas y los campesinos que las trabajaban, se en cuadran dentro de la antigua institución romana del patrocinio o patronato, que desde estos momentos adquirirá nuevos conteni dos (133); dicho régimen de patrocinio permitirá a los propieta rios de estas grandes o medianas extensiones territoriales mante ner relaciones de tipo personal con los colonos y trabajadores de sus fincas, a quienes podían llegar incluso a liberar de las obliga ciones que como hombres libres del campo continuaban mante niendo con el Estado romano con respecto al fisco y al ejército (134); es más, en esta línea de independencia y autarquía políticas y económicas con relación al gobierno central romano los propieta rios de estos fundos llegarán a contar, en buen número de ocasio nes, con efectivos militares propios, integrados por los mismos cam pesinos. Aún cuando la legislación imperial tratará de evitar por todos los medios a su alcance el conjunto de abusos ocasionados con motivo del funcionamiento de estas relaciones de patronato, no lo grará los resultados apetecidos, ya que las personas beneficiarías de la nueva situación serán precisamente estos possessores de me dianos o grandes lotes de tierra, que al mismo tiempo conforma ban el grupo social dominante durante el Bajo Imperio (135). Co mo consecuencia de todo esto se desembocará en una situación prefeudal, a pesar de que no podamos hablar de una sociedad feu dal bajoimperial, dado que las nuevas relaciones sociales no alcan zarán a los elementos propios de la Constitución general del Es tado romano ni a las normas jurídico-políticas por las que éste se regulaba, las únicas capaces por otra parte de continuar man teniendo la existencia de un Estado centralizado y altamente bu(132) Cf. G. P h a e c h n e h : “Zur Bedeutung der antiken Sklaven- und K o lohenwirtschaft für die Niedergang des römischen Reiches (Bemerkungen zur marxistischen Forschung)”, H is to r ia XXII, 1973, pp. 732 y ss. (133) Cf. L. H arm an d : U n a s p e c t s o c ia l e t p o litiq u e d u m o n d e r o m a i n : le p a t r o n a t s u r le s c o lle c tiv ité e p u b liq u e s d e s o r ig in e s a u B a s - E m p ir e , Pa ris, 1957. (134) Cf. I. Hahn: “Das bäuerliche Patrocinium in Ost und West”, K lio L, 1968, pp. 261 y ss. (135) H. A. C o n s t a n t i n e s c u : “Le but de la réforme agraire et de l’orga nisation des castes dans le Bas-Empire”, A c te s d u V ie C o n g r. In t. d ’é tu d e s gy z a n tin e s , París, I, 1948, pp. 59 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 147 rocratizado como había llegado a ser el romano en el transcurso del Bajo Imperio (136). En este contexto de circunstancias históricas, caracterizado por el paso de los campesinos libres a la situación de colonos, de bemos de centrar posiblemente las causas que provocaron las re vueltas y levantamientos bagáudicos, puesto que este cambio no pudo dejar de producirse sin una buena dosis de resistencia (137). De esta manera, las debeliones campesinas bagáudicas, que tuvieron su campo de actividad fundamentales en las provincias gálicas e hispánicas, es decir en aquellas regiones en que los fundos habían pasado a ser predominantes, se manifiestan como un signo evi dente de la insurrección y el descontento de este nuevo grupo so cial (138). Debido a ello, los colonos, que disfrutarían de una si tuación de semilibertad y constituirían una gran parte de los in dividuos enrolados en las revueltas bagáudicas, junto con los per tenecientes aún al campesinado libre, al igual que las capas socia les inferiores que habitaban los centros urbanos y el grupo de los esclavos, formaban parte del extremo opuesto surgido de la trans formación social operada en aquella época (139). De una forma o de otra, aún cuando las causas de su enfrenta miento con los grandes propietarios de tierras fuesen enormemen te dispares, sus actuaciones estuvieron encaminadas hacia un mis mo y único objetivo: la implantación de nuevas formas políticas y, en consecuencia, la consolidación de los elementos propios del feu dalismo (140). A causa de ello podemos afirmar que el grupo so cial de los humiliores, entre quienes se hallaban los campesinos li(136) Cf. E. M. S c h t a j e r m a n : “Progressive und reaktionäre Klassen im spätrömischen Kaiserreich”, S t u d ie n ü b e r d ie R e v o lu tio n , pp. 19 y ss. (137) Cf. C. E. Minor: “Bagaudae oder Bacaudae?”, T r a d it io XXXI, 1975, pp. 318 y ss. (138) Cf., entre otros, E. A. T h o m p s o n : “Peasant Revolts in Late Roman Gaul and Spafn”, P & P II, 1952, pp. 13 y ss. C o n flic to s y e s t r u c t u r a s s o c ia le s en la H is p a n ia a n t ig u a , Madrid, 1977, pp. 61 y ss.; N. N. B e l o v a : “Movimien tos sociales en Galia durante los siglos I y II d. n. e. (en ruso)”, VD1 núm. 42, 1952, pp. 45 y ss., y M. V i g i l y A. B a r b e r o : “Algunos problemas sociales del N. de la Península a fines del Imperio Romano”, op. cit., pp. 81 y ss. (139) Cf. S. I. K o v a l i o v : “El vuelco social de los siglos III al V en el Im perio Romano”, L a tr a n s ic ió n d e l e s c la v is m o a l fe u d a lis m o , Madrid, 1975, pp. 109 y ss. (140) Cf. Z. V. U d a l t z o v a y E. V. G u t n o v a : “La génesis del feudalismo en los países de Europa”, L a t r a n s ic ió n d e l e s c la v is m o a l fe u d a lis m o , pp. 195 y ss., y E. W e r n e r : “De l’esclavage á la féodalité. La periodisation de l’histoire mondiale”, A n n a le s (E S C ) XVII, 1962, pp. 930 y ss. 148 NARCISO SANTOS YANGUAS bres, los colonos semilibres y los esclavos agrícolas, no se inte grará de buen grado en la estructura social mantenida por el Es tado romano, por lo que, siempre que la ocasión les era favorable (momentos de debilitamiento del poder imperial, usurpaciones al trono, incursiones de las poblaciones bárbaras...), ponían al des cubierto su descontento mediante este tipo de levantamientos y la constitución de unidades o grupos paramilitares de acción, que con demasiada frecuencia traerían consigo una serie de trastornos para el Estado romano tanto en las provincias galas como en el Norte de Hispania (141). Todo este conjunto de rebeliones constituye, pues, un exponen te claro del enorme descontento social existente entre los humiliores, lo que se traducía en una manifestación de disconformidad no sólo con el régimen imperante sino también con su precaria sisituación en el marco de la sociedad de la época (142). Frente a ello, otros grupos de la población bajorromana reaccionarán de forma diferente, según se disprende de las noticias de Salviano, quien afirma que los campesinos, al objeto de librarse de la opre sión romana, huían de sus propias tierras para buscar alojamien to y protección bien entre los bárbaros bien entre los bagaudas, puesto que preferían no seguir siendo ya ciudadanos romanos (143), lo que parece haber constituido una situación generalizada en las provincias del Imperio. Así pues, frente a una ordenación en clases, cuya división era clara aparentemente, no existía una estructuración definida y ra cional en el marco de las clases inferiores integradas por los humiliores, sino que durante esta época estuvo presente un conflicto latente, puesto de manifiesto contra el Imperio de manera abierta, en unos casos bajo la forma de revueltas campesinas y en otros bajo la de revoluciones de carácter religioso, como el priscilianismo por ejemplo (144). Al mismo tiempo estas revueltas y conflic(141) S. M a z z a r i n o : “¿Se p u e d e h a b l a r d e re v o l u c ió n s o c ia l a l fin d e l m u n d o a n t i g u o ? ” , L a tra n sic ió n d e l e s c la v is m o a l fe u d a lis m o , p p . 131 y ss. (142) Cf. M. W e b e r : “La decadencia de la cultura antigua. Sus causas so ciales”, L a t r a n s ic ió n d e l (143) Salv., D e G u b . pp. 35 y ss. e s c la v is m o a l f e u d a lis m o , D ei I ta q u e p a s s im v e l a d G o th o s v e l a d B a c a u d a s v e l a d a lio s u b iq u e d o m in a n te s b a r b a r o s m ig r a n t , e t c o m m ig r a s s e n on p a e n i t e t m a lu n t e n im su b sp e c ie c a p t iv it a t is v iv e r e q u a m s u b s p e c ie lib e r ta t is e s s e c a p tiv i. ; V, 22: Cf. también V, 37. (144) Cf. A. B a r b e r o : “El priscilianismo, ¿herejía o movimiento social?”, C H E XXXVIII, 1963, pp. 5 y ss.; W. H. C. F r e n d : “Religión and Social Change in the Late Román Empire”, T h e C a m b r id g e J o u r n a l II, 1949, pp. 492 y ss., y A. H. M. J o n e s : “Were A'ncient Heresies National or Social Movements in Disguise?”, J T h S X, 1959, pp. 280 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 149 tos campesinos de los últimos años del Imperio contribuirán a so cavar las bases de la organización política, a lo que se unirán los continuos ataques de las poblaciones que habitaban más allá de las fronteras (145). 3.— La comercialización de los productos. La situación general en este sentido había cambiado profunda y radicalmente con relación a los tiempos que refleja el geógrafo Estrabón en el texto siguiente: «La rudeza y salvajismo de estos pueblos (se refiere a los ga laicos, astures y cántabros) no son debidos solamente a sus cos tumbres guerreras, sino también a su alejamiento, puesto que los caminos terrestres y marítimos que conducen a estas tierras son largos y esta dificultad de comunicación les ha llevado a perder toda sociabilidad y humanidad. No obstante, en la actualidad el mal es menor gracias a la paz reinante y a la llegada de los roma nos; en los lugares en que no se dan estos dos elementos conser van un carácter feroz y brutal, sin contar con que esta disposición natural entre una parte muy abundante de ellos ha podido verse aumentada por la aspereza del país y el rigor del clima» (146). De acuerdo con esto, aunque no contamos con referencia alguna a los caminos que atravesaban el territorio propio de la actual As turias en los grandes itinerarios romanos que se han ocupado de ello y que estaban referidos a todo el Imperio en general, por me dio de las referencias indirectas sobre el trazado de ciertas rutas en la toponimia o en los escritores tardíos, en especial el Anónimo de Rávena, podemos deducir las vías de comunicación más im portantes en el suelo astur transmontano durante el Bajo Imperio, cuyo origen y utilización remontan ya a los siglos altoimperiales (147). Con relación a los pasos de penetración a través de la Cordi llera Cantábrica se pueden distinguir las siguientes rutas: —1) la que, desde la cuenca alta del río Esla y el territorio ocupado por los vadinienses de la zona de Riaño, llevaba hasta la (145) Cf. M. B l o c h : “Sur les grandes invasions. Quelques positions de problèmes” R e v u e d e S y n th è s e XIX, 1940-1945, pp. 55 y ss. ; W. E n s s l i n : “Germanen in römischen Diemsten”, G y m n a s iu m LII, 1941, pp. 5 y ss., y F. Lot: L e s in v a s io n s g e r m a n iq u e s , París, 1945. (146) III, 3, 8. (147) En cualquier caso esta aún por realizarse un a'nálisis y estudio com pletos, tanto arqueológico como toponímico, acerca de cada una de dichas vías. 150 NARCISO SANTOS YANGUAS región de Cabrales y Llanes tras atravesar Sotres, así como a Can gas de Onís por el Pontón y, finalmente, otro de sus ramales des cendería, desde los puertos de Tarna, San Isidro o Piedrafita, apro vechando las facilidades que representaban el río Nalón o el Aller, hasta la parte central asturiana; —2) más importancia alcanzó indudablemente la que desde la ciudad de Legio (León), siguiendo su curso por el valle del río Bernesga, se introducía en territorio asturiano por lo que después sería conocido como camino real de La Carisa en dirección a Lucus Asturum (Lugo de Llanera) y que contaría como puntos más desta cados de su recorrido con los de Pola de Gordón, Pajares, Campomanes, Memorana y Ujo (148); —3) de unas características muy similares a ésta se puede con siderar la que, desde Asturica Augusta (Astorga), atravesando el valle del río Tuerto o el del Orbigo, conducía hasta el puerto de La Mesa y, bajando por la parte alta de los cordales, desembocaría en el centro urbano de Flavionavia, en el territorio cercano a Santianes de Pravia (149); —4) por último, el paso de Leitariegos a la cuenca del río Narcea o a las explotaciones de oro de la cuenca del Ibias, en concre to en Larón, o a la cuenca del Navia desde las extracciones mine ras del Sil, pueden llevarnos a pensar que su utilización se debió más a las actividades vinculadas con la explotación del oro (por tanto tendrían su etapa de mayor vigencia hasta el primer tercio del siglo III) que al tránsito del ganado, finalidad que debió de co rresponder en gran medida a los caminos anteriormente enumera dos. Por lo que respecta a las rutas que atravesaban la zona astu riana de Este a Oeste, los distintos descubrimientos arqueológicos, a pesar de no ser aún excesivamente abundantes, junto con los to pónimos y documentos medievales contribuyen a la fijación del re corrido de una vía, que vería aumentada sin duda su importancia a lo largo del siglo IV como consecuencia de la inclusión de Can tabria en la provincia de Gallaecla y pasar a convertirse Asturias en paso obligado hacia el territorio de las actuales provincias ga(148) Cf. C. S á n c h e z A l b o r n o z : “Vías de comunicación en el solar del Reino de Asturias durante la época romana”. El Reino de Asturias, Oviedo, 1972, pp. 107 y ss. (149) Cf. C. S á n c h e z A l b o r n o z : “Una vía roma’na de Asturias”, A n u a r io d e l c u e r p o d e a r c h iv e r o s , b ib lio te c a r io s y a r q u e ó lo g o s III, 1935, pp. 119 y ss. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 151 llegas (150). Este camino conduciría desde Posada de Llanes hasta Corao, continuando posteriormente desde Soto de Cangas a Cangas de Onís y alcanzando Lucus Asturum, una vez atravesadas las lo calidades de Villamayor y Nava; desde Lugo de Llanera seguiría en dirección al Escamplero buscando el paso del río Nalón (es po sible en este sentido que las lápidas de Valduno, Cornellana y Sa las no sean más que hitos indicativos de esa misma ruta). Desde este último centro el camino se desdoblaría en dos a la altura de La Espina, yendo a desembocar uno de sus ramales, tras atravesar Tineo y Pola de Allande, a Grandas de Salime con dirección a Lucus Augusti (151). En esta misma dirección, aunque mucho más próxima al lito ral, discurría también la vía descrita por el Anónimo o Cosmógra fo de Rávena, que llevaba desde Brigantia (Betanzos o La Coruña) hasta Oyarzun (Guipúzcoa), siguiendo en su recorrido toda la costa cantábrica, coincidiendo en casi todo su recorrido con el llamado con posterioridad camino medieval francés, que encauzaría las peregrinaciones de la zona a Santiago de Compostela; en cuanto al recorrido por el territorio asturiano sería el siguiente: la vía cru zaría el río Sella en las proximidades de Llovio (Ribadesella), en concreto por Ucio, atravesando posteriormente por La Isla, Sales, La Lloraza, Gijón y Noega, pasando finalmente el cauce del Nalón a la altura de Soto del Barco, y con posterioridad cruzaría los ríos Navia y Pacia, para acabar su trayecto saliendo de Asturias por La Corredoira (Vegadeo). Es indudable que existieron igualmente toda una serie de rama les secundarios, cuyo fin era el de enlazar entre sí todos estos ca minos de características más destacadas al igual que los diversos centros de población por los que discurrían las vías de La Carisa y la del puerto de La Mesa, habiéndose convertido ya desde la épo ca altoimperial Lucus Asturum en el cruce de las vías más impor tantes de los astures transmontanos y constituyendo al mismo tiem po el territorio próximo a Flavionavia uno de los puntos de con fluencia de varias de ellas (152). Aún cuando los productos de intercambio no serían excesiva mente abundantes, puesto que cada una de las unidades económi(150) Cf. C. T o r r e s : “Límites geográficos de Galicia en los siglos IV y V”, IV, 1949, pp. 367 y ss. (151) Cf. J. M. G o n z á l e z : “Mansiones del trayecto de la vía romana Lucus Asturum-Lucus Augusti”, A r c h iv u m VI, 1957, pp. 287 y ss. (152) Cf. J. M. G o n z á l e z : “Flavionavia, antigua población de los paésicos”, B 1 D E A 1953, pp. 40 y ss. CEG 152 NARCISO SANTOS YANGUAS cas (villas) en que hemos visto que estaba estructurado el suelo de Asturias tendería a su propia autarquía no sólo desde el punto de vista del funcionamiento interno o independiente sino también desde unas perspectivas económicas, de modo que únicamente se rían obieto de intercambio algunos objetos muy necesarios para la vida diaria. Sin embargo, ninguna noticia de las fuentes se refiere a un comercio de exportación hacia otras regiones hispanas ni del exterior peninsular, habiendo desaparecido también por completo envío de minerales o metales a la capital del Imperio, sobre to do de oro. Con respecto al sector agropecuario tampoco tenemos constancia de que continuase vigente la exportación de asturcones a Roma, animales muy apreciados durante todos los años del Alto Tmperio (153). La importación plantea, por su parte, los mismos problemas vin culados a la falta de datos. En este sentido no parece que sea posi ble pensar en que continuasen importándose materias primas, es pecialmente cereales y vino, como se había venido haciendo duran te los dos primeros siglos de nuestra era, a pesar de que siguieran siendo objeto de intercambio ciertos artículos de lujo y, sobre todo, materiales relacionados con la construcción de los edificios de las villas, como ladrillos, tejas, teselas para mosaicos, vasijas... e in cluso, aunque a menor escala, cerámica de lujo, completamente distinta a la que venía elaborándose en los recintos castreños y que era la típica de la región. Nos queda por aludir a un último aspecto relacionado con estas unidades económicas: el abandono de numerosos castros asturia nos parece coincidir, de acuerdo con la documentación a rq u eo ló gica, con el siglo III, es decir con el momento en que las villas co mienzan a adquirir auge y preponderancia en la región. Este he cho, que la arqueología se encargará de demostrar en toda su am plitud, hav que ponerlo en reación con un cambio en cuanto al sector económico predominante: mientras que hasta el primer tercio del siglo III d. n. e. el sector minero vinculado a las explo taciones auríferas había acaparado gran parte de la mano de obra indígena, que con+inuaba habitando los mismos recintos castreños prerromanos, a los que se habían aplicado las formas de co n stru c ción romanas, u otros nuevos, construidos en las proximidades de los lugares de extracción, especialmente en las zonas occidental v central asturiana, con el debilitamiento v desaparición de estas (153) Cf:, entre otros autores, Plinio, N. H. VIII, 144 y 166; Séneca, Epist. LXXXVII, 10; Silio Itálico, Pun. III, 334, y Suetonio, N e r. XLVI. ESTUDIO Y SIGNIFICADO DE LAS VILLAS ROMANAS EN ASTURIAS 153 explotaciones el grueso de la población se ve obligado a dar un giro en sus actividades, originándose y potenciándose entonces el sector agro-pecuario en conexión con los centros de explotación agrícola, y de ahí el abandono, al menos en parte, del hábitat castreño y la ubicación de estos individuos en las villas (154). (154) En estos momentos estamos llevando a cabo una catalogación de las roma’n as de Asturias, que esperamos pueda ver la luz próximamente en esta misma revista. v illa s SAN JUAN DE ABOÑO POR MARCOS G. MARTINEZ Ya dije en mi relato de los «Monasterios medievales asturianos» (1977) que las conclusiones a que entonces había llegado no podían considerarse como definitivas a falta de datos concretos sobre mu chos de los lugares y de los personajes relacionados con los hechos a que iba refiriéndome. Tampoco pretendía que aquella publicación fuese considerada como axiomática. Eso ocurrió, etre otros, con el monasterio de San Juan de Aboño, del que escribí /op. cit. p. 117/ «del monasterio no quedan ves tigios visibles, sólo lejanos recuerdos» y la posesión por parte de doña Velasquita no implicaba origen y fundación del cenobio. Ig norábamos también las vicisitudes por que había pasado hasta llegar a integrarse en la jurisdicción de S. Pelayo de Oviedo. Recordemos ahora que una primera mención de Aboño se con tiene en el famoso y controvertido testamento de Alfonso III, del año 905, recogido por el obispo don Pelayo en el «Liber Testamentorum» (f° 20r) donde se dice textualmente: «In Obonio, ecclesias Sancti Iohannes de Preuera» /ed. García Larragueta, Oviedo, IDEA, 1962/ en que el topónimo, mejor diríamos hidrónimo (sufijo -ona) parece más bien aludir a una zona territorial en la que estaba si tuada la localidad de Preuera, hoy Pervera, concejo de Carreño, no lejos de la desembocadura de la ría de Aboño. La escritura siguiente que se refiere a San Juan de Aboño /aquí está ya omitido definitivamente el Preuera! se nos ofrece ahora completa en la obra «El monasterio de San Pelayo de Oviedo» 156 MARCOS G. MARTINEZ /H a y Fuentes. I. Colección Diplomática (996-1325) por Feo. J. Fer nández Conde y otros. Oviedo, 1978, p. 23/ y en ella encuentro al gunas particularidades que me propongo comentar, sin tener en cuenta las paleográficas que, naturalmente, no pueden glosarse par tiendo de una transcripción impresa. Los editores califican la le tra del documento como «minúscula francesa», lo cual podría in ducirnos a pensar que se trata de una copia de fecha posterior a la que consta en el documento. Comencemos por la fecha. Se transcribe /op. cit. p. 25/: «Era LXVI post M°», esto es, la era 1066, que corresponde al a.C. 1028. Suponiendo que la X llevase una tilde (que no consta) usual en la época, que le confiriera el valor de 40, tendríamos el a.C. 1058, que tampoco coincide con el que los editores le asignan, pero que encaja mejor con el reinado de Fernando I de León-Castilla. El documento fué citado por Vigil en 1887, en su obra «Astu rias monumental y epigráfica» /p. 135/ en donde también se le asigna la fecha 1053, y dice que San Juan de Aboño estaba en Gozón, circunstancia que no especifica este documento, pero sí otro de 1158, asimismo recogido por Vigil /op. cit. p. 136, D 9.°/ «mo nasterio meo proprio, quod est de meo infantatico et vocatur Sanctus Iohannes de Abono et est ipsum monasterium in loco certo in térra que vocatur Carreno in Alfoz de Gozon, et est situs ip sum monasterium et firmatum prope ora maris». /El monasterio de San Pelayo de Oviedo, p. 62/. También Serrano en el «Cartula rio del monasterio de Vega» /1927, p. 147/ lo transcribe. Pero era ya conocido por Yepes (1609) y por Carballo (1695). Es, pues, un documento que reclama cierta atención no sólo por su fecha, que hemos visto, sino por los lugares a que se refiere y los personajes que con él se relacionan. Fernando I de León-Castilla (1037-1065) era hijo primogénito de Sancho Garcés III de Navarra y de doña Mayor, hija del conde de Castilla Sancho García (995-999) el de los «buenos fueros». En Fernando I recayó primeramente el Condado de Castilla y después el reino de León. En el año 1029, el 13 de mayo, muere asesinado en León el in fante García de Castilla, hermano de doña Mayor y pretendiente de doña Sancha, heredera de su hermano Vermudo III de León (1027-1037) con quien iba a contraer matrimonio. El hecho san griento se reflejó en romances y crónicas de la época. Vermudo III se encontraba en Oviedo. Sancho Garcés de Navarra se pro clama rey de Castilla y lleva los límites del hasta entonces Conda do hasta la línea del río Cea. Sin embargo Sancho Garcés ya se SAN JUAN DE ABONO 157 titulaba «rey» —rex Castellae— ocho meses antes de estos acon tecimientos /Bec. Gót. Card. p. 285/. Sancha, como Vermudo Til, eran hijos de Alfonso V de León (999-1027) y de la gallega Elvira Menéndez, nietos de Vermudo II í982-999) y de Elvira de Castilla, sucesora de doña Velasquita en el matrimonio de Vermudo II, cuando ésta hubo de abandonar la corte leonesa. Sánchez Candeira estudió la genealogía de doña Velasquita a través de documentos conocidos y no pudo llegar a una conclu sión satisfactoria respecto a sus ascendientes /Rev. «Hispania», t. XL/. Desde luego, si Ramiro III comenzó a reinar en el año 966, a la edad de cinco años, según dicen las crónicas, resulta difícil admi tir que doña Velasquita, siendo hija suya fuese núbil en 985 cuan do aparece casada con Vermudo II. Si Velasquita hubiese sido hi ja de Ramiro II, tendría que haber nacido antes del año 951 en que éste falleció, y como las noticias directas de aquélla llegan por lo menos hasta el año 1030 /CDCO, p. 148/ la haríamos alcanzar la edad aproximada de ochenta años, cosa no imposible, ciertamen te, pero sí improbable en aquella época. Si nos atenemos a las suscripciones documentales conocidas, Velasquita no casó con Vermudo II antes del verano del año 985 —como decimos— ya que hasta noviembre de ese año no aparece en ellos acompañando a su marido. Por cierto que ese documento del 8 de noviembre del año 985 (VI Id. Nov. MXXIII) /ACL. Tum bo, f° 17v./ es una concesión que ambos reyes hacen a la Iglesia de León «ecclesiae uocabulo Sancti Christofori qui est fundata subur bio Legionensis, in loco predicto Trobalio iusta riuulo Uernisga», iglesia que había sido del presbítero Ero. Sin embargo, ya en el año 991 no figura al lado de su marido y en noviembre del 992 aparece doña Elvira en la donación que el rey hace a la Iglesia de Oviedo del castillo de Miranda /Lib. Test. f° 49v./. El último documento en aue doña Velasquita suscribe es la donación que el Abad Alfonso hace a García Alvarez y Adosinda Ovequiz del «monasterium quos uocitant Sancti Martini... qui est iusta flumen quos dicunt Annonava» /CDCO, p. 146/. Ocúrrese sugerir que acaso Velasquita fuera descendiente de aquel infante Ramiro, hijo de Fruela II, que junto con sus herma nos Alfonso v Ordoño, residieron en Asturias hasta que reinando Ramiro II fueron apresados v cegados, iunto con Alfonso IV, y re cluidos en el monasterio leonés de Ruiforco. 158 MARCOS G. MARTINEZ En el documento de Fernando I, que estamos comentando, hay un párrafo que dice: «uenimus in hunc sanctum locum cum episcopis et prolis nostri et omnes magnati terre nostre et fecimus translacionem mirificam ipsius corpori sancti», refiriéndose al m ártir San Pelayo. No me imagino a Fernando I con toda su corte y familia atravesando los montes cantábricos en pleno invierno. Tampoco veo gra diferencia, en lo que toca a seguridad, entre Ovie do, ciudad bien protegida, y veinticinco quilómetros más al norte, de fácil acceso, en un litoral expuesto a depredaciones marítimas. Sólo la poca importancia del lugar, su casi anonimato, justifica rían aquel traslado. Risco /H a de León, 1792, p. 211/ refiere que el traslado de las reliquias del m ártir San Pelayo a León se efectuó en el reinado de Sancho I (955-966) que había estado en Córdoba en busca de cura ción para su adiposidad, y en el de Vermudo II (982-999), concre tamente en el de 995 de León a Oviedo / «mártir Pelagius cuius corpus manet iuxta aulam Sancti Saluatoris sedis Oueto»/, donde el rey leonés hubo de refugiarse huyendo de una incursión manda da por Almanzor en que éste no pudo ocupar la capital cristiana, pero sí Astorga, así como destruyó el monasterio de Santa María de Carrión, en Palencia. Se admite generalmente que el martirio de San Pelayo tuvo que ocurrir hacia el año 924 ó 925, al filo de los reinados de Ordoño II (915-924) y de su hermano Fruela II (924-925) por lo que, en poco más de medio siglo bien pudo conservarse el recuerdo de su glorioso martirio, incluso por cristianos salidos de la órbita cor dobesa. Sin embargo, hay que pensar que una cosa fué el traslado de los restos a Oviedo, entonces por innegables razones de segu ridad (995) y otra el depósito de las sagradas reliquias en San Juan de Aboño (1053). Insisto en que resulta extraño que para depositar aquellas pre ciadas reliquias se escogiese un lugar de la costa asturiana, pues aunque Oviedo no ofreciese suficientes garantías de seguridad, an te las incursiones musulmanas, tampoco era muy segura aquella zona costera —cercana a Oviedo— y visitada por los navegantes normandos, no siempre amigos. Para el nuevo peregrinaje de las reliquias «venimos a este lu gar santo con obispos, familiares nuestros y magnates de nuestra tierra», dice el documento. En cuya frase encontramos pie para subrayar dos observaciones: Primera: «lugar santo», como si qui siera decir que aquel era ya lugar consagrado, que existía ante riormente una iglesia o un monasterio, como era, en efecto. Según- SAN JUAN DE ABOÑO 159 da: que todo aquel acompañamiento, en la fecha u ocasión que fuese, destaca la solemnidad del acto, como el documento especi fica: «traslacionem mirificam». Hay otros datos no menos interesantes: la concesión que el rey hace a aquel «locum sanctum» para sustento de frailes y mon jas que allí residieran y para el hospedaje de los peregrinos que por allí transitaran, «pro sustentatione fratrum et sororum ibidem degencium necnon capitum et peregrinorum adueniencium», cir cunstancia esta última que considero abundante ya que por Aboño pocos peregrinos pasarían camino de Santiago, menos de Ovie do, pocos, ciertamente, para visitar la tumba de San Pelayo, cuyo depósito escaso eco tuvo incluso en la misma región. Está también indicada en el documento la forma en que aque llos bienes habían sido obtenidos, o mejor, llegaron a manos rea les: «secundum eum obtinuit» doña Velasquita, quien los conce dió —dice el rey Fernando— a mi abuelo el conde Sancho y éste al rey Alfonso (padre de su esposa Sancha). Lo cual quiere decir que la primera poseedora documental de aquel monasterio fué do ña Velasquita. Extraño camino el que siguió después: a un conde castellano y a un rey leonés, aunque en aquella época de intrigas castellanas, todo andaba muy revuelto y confuso en ambas regio nes. ¿Quién era ese conde Sancho? No podía ser otro que Sancho García de Castilla (995-1015), padre de doña Mayor, la esposa de Sancho Garcés III de Navarra, padres de Fernando I. Hay una lar ga e interesante historia en torno a este conde, rebelde contra su padre, protegido de los musulmanes y al fin reivindicador de las pretensiones castellanas. Su vida aventurera transcurre por los mismos años en que doña Velasquita abandona la corte leonesa. ¿Por qué entregó la ex-reina ese monasterio al conde? ¿Razones de parentesco? ¿Razones sentimentales? En la época de Sancho de Castilla brujuleaban en la corte leo nesa componentes de la familia Vela, de origen alavés, muchas ve ces sublevados contra el rey de Navarra, otras tantas expulsados de aquel reino. Acogidos a la corte de León, fueron heredados en las tierras de la Somoza leonesa. Allí estaría, pues, en la época de las desventuras de doña Velasquita. ¿Relacionada con ellos por al gún lazo? Resulta bastante sugerente la similitud de los nombres: Vela y Velasquita. El último acto personal que conocemos de la ex-reina es una permuta que hace el 15 de agosto del año 1028 con Félix Agelaz /Col. dip. mon. S. Vic. Ov°. Ed. Floriano Llórente, 1968, p. 72/. No 160 MARCOS G. MARTINEZ obstante las muchas explicaciones que da acerca de propiedades y personajes, tampoco orienta sobre sus antepasados. ¿Quién era este Félix Agelaz? ¿Qué ocurrió para que, alejado de la corte, in curriese en la ira del rey Alfonso, precisamente él, que era posee dor de aquellas propiedades? ¿Qué ascendiente tenía para recupe rar la «gracia» del rey y volver a disfrutar los bienes que la ex-reina le cediera «per karta»? No pasaremos por alto un hecho que, aunque ajeno a nuestra particular historia, se contiene en este documento e interesa para Aa historia general de Asturias: «et abia ila uilla Félix ea de nos per karta, et tenente ila uilla in suo iure uenit ili a Félix iram de rex domno Adefonso et exibit de térra et fuit ad alias térras in bar cas de Lodmanos». El documento, como decimos, lleva fecha del año 1028. Las incursiones normandas se registran desde época muy temprana /Uría Ríu: Bol. I.D.E.A. XXVI, p. 356 ss./, pero la cita del hecho es muy concreta, «rex Adefonso», lo cual nos sitúa en tre 999 y 1027. A partir de aquellas primeras arribadas, que fueron tenidas como depredadoras, parece como si hubieran ido suavizán dose y frecuentándose hasta quizá establecer lazos comerciales, o al menos relaciones pacíficas. Sabemos que doña Velasquita fué fundadora del monasterio de San Salvador de Deva, propietaria del de San Martín de Salas y del de San Juan de Aboño, de la iglesia de Heres (Bañugues), así co mo de Candamo y Pravia, posesiones todas ellas que heredara de sus antepasados, adquiriera ella misma por compra o por cambio. De todo se habla en el documento del año 1028. Sin embargo es el acto de la fundación de Deva el que nos la sitúa en un plano pro minente. Otro párrafo del documento: «Et ipsum locum monasterii est uocitatum Sancti Iohannes, uilla Abonio, in territorio asturiense, prope ora maris». El lugar de Aboño, en territorio de los asturia nos es otra cosa que el monasterio de San Juan, aunque su men ción vaya enlazada. Digamos de paso, que la parroquial de Pervera, a que ya no se alude, se encuentra a la orilla del río de su nom bre, que, junto con el Reconco, afluyen al estuario de Aboño, de donde dista apenas un par de km. Más adelante, y de modo insólito, puesto que va a continuación de la fecha, se lee: «adicimus eciam ad ipsum locum supra memoratum illos homines de sua criacione, de illo monasterio de Abo nio, uocabulo sancti Iohannis», cosa que quiere decir la vincu lación de los criados del monasterio, no sólo de aquellos que allí SAN JUAN DE ABOÑO 161 residiesen ya, sino de los que de cualquier parte «potuerint inueaire». Firman en primer lugar, como es lógico, el rey Fernando y su esposa la reina Sancha. Después: Pedro, obispo de Lugo; Froilán, de Oviedo (1036-1054) y Cipriano de León (1040-1057) /Risco: Ha de León y monasterios, 1792, p. 18/. Los abades Fernando y Rami ro; los presbíteros Martín y Vermudo Ayubándiz; los testigos Anaya Reforquiz, Pedro Ouequiz, Pedro Floréntiz, Diego Ordóñez, Die go Sánchez y Juan Ordóñez. Al fin suscriben los «comités» Gómez Díaz, Fernando Gundemáriz, Gundemaro Ibáñez, Pedro Peláez, Vermudo Ouequiz, Die go Peláez, Adega Peláez y Fruela Muñiz. Notario fué el presbítero Martín. Respeto el orden en que van colocadas las firmas por si algo pudiera significar. Un poco someramente, para no incurrir en minuciosidades fa rragosas, vamos a comprobar la existencia de alguno de los perso najes citados en el documento. Gómez Díaz confirma una donación de Fernando I al monaste rio de San Vicente de Oviedo en el año 1045 /CSVO, p. 44/. A su lado está Asur Díaz, también conde; el obispo Fruela, de Oviedo; Cipriano de León, el Abad Fernando. Gómez Díaz de Saldaña figu ra en documentos leoneses desde el año 985, en la «curia regia» convocada por el rey para atender las reclamaciones del obispo de León, Savarico, y en otro anterior, en el reinado de Ramiro III, del año 975. En ambos casos, o era muy joven o se trata de otro per sonaje homónimo. En una donación de doña Goto al mismo monasterio de San Vicente /op. cit., p. 96/ tenemos al obispo Froilán, al abad Fernan do, a Pedro Placéntiz, a Anaya Refórquiz y al presbítero Martín. Doña Gontrodo Gundemáriz, «Christi Ancilla», en presencia del obispo de Oviedo, Froilán, «puesta en trance de muerte», se dice hija del conde Gundemaro Pinioliz, siendo su «nouerca» (m adras tra) Mumadonna, la esposa del conde, y hermana de Fernando Gun demáriz, quien pudo heredar el condado de su padre y por eso fi gurar así en nuestro documento. Todo ello bajo el reinado de Al fonso VI (1073-1109) /Lib. Test., f° 84r./. El conde Pedro Peláez será en 1056 «armiger regis», algo así como alférez real, hombre de confianza, y firma documentos de los años 1059, 1069 y 1075, próximos a Gontrodo Gundemáriz. Gunde maro Ibáñez (o «Godemiro Iohannes») había sido propietario de la villa de Nembro, en el alfoz de Gozón, villa que vendiera a Ecta Cid, quizá por las mismas fechas de mediados del siglo /CSVO, n.° 162 MARCOS G. MARTINEZ 110, p. 175/; en el año 1058 /op. cit., p. 189/ dice que casó con Iñiga Díaz, hija de la condesa Elvira, y que el padre de ésta había sido Oveco Sánchez /ibíd. n.° 60, p. 189/. Vermudo Ovéquiz pudiera ser hijo de ese Oveco, y hermano de aquella Elvira. Aparece en documentos de los años 1046, 1068, y 1069 /ibíd. n.° 51, 61 y 66/. Diego Peláez, a quien hemos visto al lado de Agda Peláez (1069), es, por lo tanto también contemporá nea aunque aparece ya en 1035 /op. cit. n.° 45/ junto a Fernando I y Sancha, y llega hasta 1069 /ibíd. n.° 66/ ya en el reinado de Al fonso VI. En el mencionado año de 1069 Agda Peláez («Adega Peláez») hace testamento y en él menciona a sus dos esposas: la primera Guiña y la otra Gontrodo Osóriz. El mismo se identifica con Ectavida Peláez /op. cit. n.° 56, p. 180/, y estaba en 1052 en la Corte de Fernando y Sancha /ibíd. n.° 57, p. 181/ y en 1058 junto a Pe dro Peláez, Pelayo Peláez, Ordoño Peláez y Diego Peláez, y en 1069 con los mismos reyes. Fruela Muñiz estaba presente en 1046 como propietario de la villa de «Arbolies», junto a Noreña (San Martín de Anes) y de «Corrozanes», junto a San Tirso de Gijón, así como de la de Figueredo en Candamo, que había sido de doña Velasquita. Resumiendo. Que todos los personajes suscriptores del docu mento de Fernando y Sancha constan en una época comprendida entre los reinados del mismo Fernando y su hijo y sucesor Alfon so VI, por las fechas que se atribuyen al documento, quizá más adecuada que la que exhibe. El rey Fernando dice: «inspirabit Dominus in cordibus nostris et hunc famulam uernulamque tuam coniuge mea Sanctia... ut in melius restauraremus ipsius cimiterium ubi ipsum corpusculum martiris sanctissimi requiescit». Trátase pues de una restauración, para después («denique») efectuar el traslado de las reliquias. Se deduce que en el poco tiempo transcurrido entre la dona ción de doña Velasquita, 29 de agosto de 1006, hasta 1030, aquel monasterio habíase poco menos que arruinado. Nada tiene de ex traño que San Juan de Pernera se convirtiese en San Juan de Aboño. El testamento de doña Velasquita es lo suficiente importante como para ser incluido en la colección de documentos reales. Es tán con ella: el obispo Gudesteo, de Oviedo (a quien se data en tre los años 992 y 1012), el conde Gundemaro Pinióliz —padre de Fernando Gundemáriz—, la condesa Mumadonna, segunda espo SAN JUAN DE ABONO 163 sa de lanterior; los abades Mirello y Fortis, a más de otros doce testigos, presbíteros en su mayoría. Sereniano, presbítero, «notuit». Aparece aquí Velasquita como propietaria de: monasterio de Santa Cruz «adherente eccl. Sti. Saluatoris»; del de San Salvador de Deva, fundado por ella misma y donde fué sepultada; de la vi lla de «Sumeo», que me resisto a ubicar en el concejo de Salas puesto que existe Somió en Gijón (parroquia de San Julián), cua tro quilómetros al N. de Deva, y a continuación se cita San Juan de Aboño (Carreño) y Trasona (Corvera), municipios limítrofes, en la misma zona y poco distante esta última de Aboño, cuya igle sia conserva restos del siglo XII. En la ribera del Nalón tenía a Santiago de Azes (o Aces), concejo de Candamo, y en Salas el mo nasterio de San Martín. Veintidós años después —15 de agosto de 1028— aún eran su yas las heredades de «Bonnuas» (Bañugues, Gozón) «super flumine maris» y la villa que llaman «Erias», hoy Heres (San Jorge), próxima a Bañugues. Esta villa fué primero de «domna Aliza» —di ce el documento—, y después de Ariulfo Gondulfiz y Godina, de quienes pasó a su hija Jimena en el reparto entre sus hermanos. A Jimena se la cambió Velasquita por otra villa en «Ripella», en Montelongo (Ribiella, parroquia de San Juan de Villa, concejo de Illas). Son tres las generaciones transcurridas, que nos colocan sin mu cho esfuerzo en el último tercio del siglo X. Velasquita cedió o arrendó a Félix la villa de Heres. Por este documento sabemos que también pertenecieron a la ex-reina otras heredades que habían si do de siervos suyos («omines meos»), en el mismo Heres, en «Auxio» un quintanar que había comprado a Ñuño Vermúdez (qnintañar que pudo ser el antecedente del actual lugar de Quintana, no lejos de Bañugues y de Heres), de quien eran asimismo otras here dades en «Valeri», parroquia de Puelles (Villaviciosa), antes pro piedad de Fortun Sánchez y de Andrés y Cid Savaríquiz, a quienes las había comprado Félix y éste, a su vez, las vendió a Velasquita. Es interesante consignar que las heredades de Quintana esta ban deslindadas por «ila karrare que discurrit a mare y per aqua que discurrit per Eiras so casa de Monello usque rio in monte de pedra literata». El río que pasa por Heres llámase hoy «de la Ca baña», lugar de que procede, y la «karrare» es la que lleva a la pla ya de Llum-eres. Aunque uno no pueda fiarse de la terminología de este latín tan degenerado, me llama la atención que hayan apli cado la palabra «karrare» para designar un camino cuya importan cia no se correspondía con la designación. Si la carral iba hacia el 164 MARCOS G. MARTINEZ mar, supongo que alguna razón habría para destacarla de esa for ma, aunque se hubiera perdido el valor semántico del vocablo. La situación del estuario de Aboño, al abrigo del cabo Torres —donde las Aras Sextianas— en cuyas inmediaciones suenan de antiguo lugares como Peran, monasterio de San Salvador de Perlora, Albandi, Moniello (de Ñuño o Muño), etc., indican claramen te que fué zona de temprana ocupación y visitada, donde los re yes y señores no dejarían de tener posesiones privadas, y entre ellas el monasterio de San Juan de Aboño, antes Pervera. Entramos en el terreno movedizo de la índole de las posesio nes que detentaban monarcas, infantes y señores, aunque no de bemos olvidar el dominio supremo del monarca. Cuando Fernan do I dice del monasterio de San Juan de Aboño «secundum eum obtinuit domina Velasquita» está señalando un traspaso de domi nio por parte de un anterior propietario que no se cita. Consiguien temente la existencia del cenobio es anterior al momento en que la ex-reina lo «obtuvo», seguramente más antiguo que el de Deva. Sin embargo, hemos de reiterar dos cosas contenidas en el docu mento del año 1006: «que michi pertinet de parentela mea» y que fué donado a la Iglesia de Oviedo. Vigil /op. cit., p. 374 y 87/ recoge una cita del año 1117 conte nida en un documento de la catedral de Oviedo que menciona el «yantar de Deva» como patrimonio particular de la mitra ovetense /ACO. serie A, carp. 2, n.° 17/ que quedaba exento de cuantos com promisos pecuniarios contrajese la Iglesia de Oviedo: «ex exceptis his duobus prandiis de Deua et de Sarego, que iure debentur episcopo» /CDCO, p. 358/. Cincuenta años después —1158— /El mon. de S. Pelayo de Oviedo, p. 62/ la reina doña Sancha, hermana de Alfonso VII em perador ,dice que Aboño era «de meo infantico», como si se trata ra de un territorio jurisdiccional transmitido por línea femenina de infantas... ¿sin dejar de pertenecer a la Iglesia de Oviedo? Sin embargo en el momento en que habla doña Sancha, «reinaba» en Asturias una hija del Emperador, doña Urraca, quien así se titula, «regina», cuando entrega a la Iglesia de Oviedo «el alfoz de Laneio» /CDCO, p. 424/. Vuelve a aparecer el monasterio en el año 1323, cuando Fernando García lo recibe del monasterio de San Pelavo como «cillero» o granero que era de aquella comunidad, el «prandium» de que hablaba don Pelayo en el año 1117. Cuando a comienzos del siglo XII la Iglesia de Oviedo hace un censo de sus posesiones, especialmente en la franja costera, no es tá San Juan de Aboño, aunque sí figuren localidades inmediatas SAN JUAN DE ABOÑO 165 como Condres, Bocines, Candás, Peran, Prendes, etc. /CDCO, p. 360/ ¿por qué había pasado a ser patrimonio de San Pelayo? No se ha podido precisar en qué forma fué propiedad de do ña Velasquita el monasterio de Aboño. Conocemos, imprecisamen te, el momento en que se originó su dominio, pero no el motivo. Hemos comprobado una doble trayectoria: una, nos conduce a la Iglesia de Oviedo; otra, al monasterio de San Pelayo. Con el tras lado de la «sede regia» a León, la mayor parte de las posesiones de la Corona o se perdieron o se enajenaron más o menos legal mente. Como quiera que lo de Aboño tenía carácter eclesiástico, al abandonar el lugar los moradores cenobitas, quedaría converti do en mero lugar de culto; en iglesia. Vigil habla de que en sus tiempos aún se conservaba el recuerdo de donde había estado construido el monasterio de San Juan de Aboño. ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA (ASTURIAS) POR ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ EL MOTIVO. MODALIDADES Y DIFUSION La cacería fue desde la remota antigüdad y en las más variadas culturas, una de las primeras y más apasionantes actividades hu manas, sirviendo, al mismo tiempo, de medio de vida y fuente de inspiración plástica. No es, naturalmente, nuestra intención hacer aquí una recopilación de sus motivos artísticos a lo largo del trans curso de los siglos; pero sí creemos imprescindible mencionar cier tas obras, como ejemplo significativo, dentro del amplio marco que la historia del arte nos ofrece y en especial un aspecto concre to: la cacería del jabalí, como pieza de caza mayor, que preferen temente motiva el presente trabajo. Sirvan a modo de ilustración algunas muestras, anteriores en el tiempo a la fase artística que nos cupa, como las interesantes versiones, que se conservan del mencionado tema, en la famosa pintura prehistórica de la Cueva del Charco de Agua Amarga, cier tos mosaicos romanos o el fragmento de pintura mural del Mithreo de Dura-Europos, obra, esta última, del siglo II de nuestra Era, en la que aparece Mithra a caballo, persiguiendo un grupo de anima les ,entre los que destacan un jabalí, de rasgos muy detallados y naturalistas. Motivos de cacerías sumamente interesantes abundan también en la cultura persa y en el mundo escandinavo. 168 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ La representación de escenas cinegéticas alcanzó gran difusión en la Edad Media, sirviendo de motivo ornamental para arquetas, frisos, capiteles, sarcófagos, etc., en los que se representaron caza dores a pie o a caballo, esgrimiendo distintos tipos de armas con tra osos, jabalíes y otros animales (1). Esta circunstancia resulta fácilmente comprensible si se tiene en cuenta que la caza es una de las actividades más importantes de todos los estamentos socia les de la época (2): sirva de distracción, asegura el sustento y man tiene al hombre en condiciones adecuadas para la guerra (3). La caza y el torneo constituyen por eso su gran pasión, al exigir am bas un ejercicio constante y de gran provecho, puesto que permi ten mantenerse físicamente en forman De este modo la primera se convierte en uno de los principales quehaceres de la vida cotidia na. De ahí, más que sus intrínsecas posibilidades plásticas, el he cho de su conversión en frecuente motivo ornamental (4). La no bleza medieval y el régimen feudal se apasionaron con dicha ocu pación y por ello fue necesario establecer reglas sobre las distintas maneras de practicarla (5). Este fenómeno estaba en íntima cone xión con los ideales caballerescos, con la exaltación que de la figu(1) Recuérdese entre otros ejemplos de interés, la arqueta de Ley re (Mu seo de Pamplona), un capitel del claustro de la Colegiata santanderina de Santillana o el correspondiente a otro capitel del claustro de Santa María de Nieva (Segovia). (2) Así lo analiza por ejemplo C o s t a L o b o , H is to r ia d a S o c ie d a d e e m P o r t u g a l n o S é c u lo X V , Lisboa, 1930, cap. II. (3) Junto con las escenas de cacerías, el motivo ornamental del caballero se encuentra muy repetido en capiteles románicos y a partir del siglo XIII en la escultura gallega y portuguesa. Véase sobre el tema la obra de R. Dos San t o s , A E s c u lt u r a e m P o r t u g a l, t. I, Listíoa, 1948, p. 18. (4) M. R i b e i r o , en A m o n ta r ía n a e s c u ltu r a tu m u la r , “Panorama”, núm. 20, IV serie, Lisboa, Diciembre, 1966, p. 33, opina que las escenas venatorias esculpidas en algunos sarcófagos portugueses del siglo XIV, son temas que apenas tiene’n función ornamental ya que, al inspirarse en costumbres de la época, probablemente pretenden mostrar una de las actividades ejecutadas en la vida del yacente. En la misma línea de pensamiento se incluye el traba jo de J. M.a C o r d e i r o S o u s a , A M o rte do I n fa n te D. F e r n a o S á n c h e s , “Arqueo logía e Historia, 8.a Série das Publicagoes da Associagoes dos Arqueólogos Por tugueses”, t. XI, Lisboa, 1964, pp. 179-186. (5) La Edad Media fue pródiga en tratados que regulaba^ las actividades relacionadas con la cacería. Recuérdense entre otros el L ib r o d e M o n te ría de Alfonso XI, editado por Gutiérrez de Vega en “Biblioteca Venatoria” (2 vol. Madrid, 1877, según dos códices del Escorial y otro de la Cartuja de Sevilla). D e a r t e v e n a n d i cu m a r ib u s y otros escritos, publicados en 1596, 1788 y 1896, atribuidos a Federico II, emperador de Alemania, o el L iv r o d a M o n t a r ía fe ito p o r d. J o a o I, R e í de P o r t u g a l, publicado por Francisco María Esteves Pereira ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 169 ra del caballero se realizaba en los cantares de gesta y al mismo tiempo, se conectaba con la actividad juglaresca generalizada en el medievo (6). Dos tipos de caza son los más frecuentes en la época medieval: la caza con perro y la caza con halcón (7). Además de estos anima les, que intervenían en las cacerías, el caballero que sale de caza va provisto de armas especiales. Como arma arrojadiza porta la jabalina, el hacha le sirve para rematar al animal y en su cintura lleva el cuchillo para las situaciones graves (8). En múltiples oca siones participaban en las monterías músicos que sonaban el oli fante o cuerno de caza y tocaban algunos instrumentos de percu sión para acompañar esta actividad, la cual se convertía así en un gran festejo lleno de colorido y precisaba además, usualmente, de caballos para los monteros y de perros y aves rapaces adiestradas para acosar a las presas. LA MONTERIA EN ASTURIAS La montería como deporte es conocida en Asturias desde muy antiguo y las actividades desarrolladas en este ejercicio se explican en función de las numerosas montañas que recorren el norte de la Península, cubiertas de frondosos bosques y surcadas por riachue los de agua abundante, al amparo de los cuales se criaban abundan(Coimbra, 1918). Trabajo más reciente con basta'nte interés sobre el tema es el estudio de M. G o n q a l v e s V i a n a , A C a $ a n a Id a d e -M é d ia , “Boletín do Insti tuto Nacional de Educagao Risica”, XI año, núms. 1 e 2, 1950, pp. 5-59. (6) Escenas juglarescas aparecen también en la ornamentación de algu nos capiteles románicos de la zona de Vil! aviciosa, sobre las que hemos tra tado en T e m a s ju g l a r e s c o s e n e l r o m á n ic o d e V illa v ic io s a ( A s t u r ia s ) , en “Es tudios Humanísticos y Jurídicos, (Homenaje a D. Emilio Hurtado Llamas)”, Colegio Universitario de León, 1977, pp. 81-106. (7) La segunda modalidad era la preferida de las damas. Se ejecutaba ya desde muy antiguo en China, Japón, Persia, Siria y Egipto. Se cree que era conocida por los bárbaros antes de las invasiones y que se adoptó en Europa después de la caída del imperio romano. Sobre las prácticas cinegéticas de esta modalidad, consúltece, C. M i c h a e l i s d e V a s c o n c e l o s , M e s tr e G ir a ld o e o s s u o s T r a t a d o s d e A lv e i t a r ia y C e tr e r ía , “Lusitahia”, t. XIII, núms. 3-4, Lis boa, 1910, p. 420. (8) El Infante Don Juan Manuel, en el L ib r o de la c a z a , indica el número de animales que para la caza debía poseer un señor: “para fazer caza complida, debía traer por lo menos dos garifaltes, cuatro neblíes, tres baharías, tres azores, un borní, un gavilán y un esmerejón”. Se publica esta obra e'n el t. III de la B ib lio te c a V e n a to r ia de Gutiérrez de Vega, Madrid, 1879. 170 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ tes manadas de jabalíes, osos, ciervos, etc., que fueron el paraíso de aquellos cazadores medievales. En el Libro de Montería de Alfonso XI (9) se mencionan las tie rras de Asturias, junto con las de aGlicia y otros parajes de la Co rona de Castilla, como especialmente indicados para la caza (10). Por todas estas razones, no es extraño que los temas de montería y cetrería hayan tenido una fuerte repercusión artística en la re gión y que se hayan infiltrado en la iconografía románica primero y a través de ella, con visos de mayor naturalismo, durante el apo geo del gótico. (9) Favorecida esta zona norteña por dichas circunstancias era un lugar idóneo para tales esparcimientos, según se atestigua por numerosas mencio nes de difere'ntes épocas. En un poema contemporáneo a la conquista de Al-mería (1147), se habla de la gente de Asturias como de hábiles cazadores: “Venandi facilis venando nec minus apta”. “Prefatio de Almería”, en la C ró n ic a A d e p h o n s is I m p e r a t o r is , “Esp. Sagr.”, t. XXII, p. 401. El presbítero sajón Osborne, cronista de una expedición de cruzados, que desembarcó en Gijón, informaba que la tierra asturiana era famosa por sus monterías: “Provintis montuosa ferarum venatibus et frugum generibus multimodum celeberrima”, (P o r t u g a lia e M o n u m e n ta H is t ó r i c a ..., t. I, p. 405). En la mencionada obra de Alfonso XI, Libro III, cap. VI, pp. 152-153, al referirse a los montes de las tierras de Asturias, describe así los parajes pró ximos al puerto de Pajares: “Val Grande es muy real monte de oso en vera no, et es úno de los grandes montes que ha en nuestro Señorío...”. Véase también, J. U ria Riu, L a c a z a de la m o n te r ía e n L e ó n y C a s t illa e n la E d a d M e d ia , “Clavileño”, núm. 35, Madrid, 1955, pp. 1-14, trabajo recogido en su libro L o s v a q u e ir o s de A lz a d a y o tro s e s tu d io s (D e c a z a y e t n o g r a f í a ), Oviedo, 1976, pp. 251^321. Temas asturianos cinegéticos son aludidos por J. E. Casariego, en T r a t a d o de m o n te ría y c a z a m e n u d a , Oviedo, Banca Masaveu, 1976 y M iguel A lvarez B uylla, V o c a b u la r io d e la c e tr e r ía e n la lit e r a t u r a m e d ie v a l, (Tesis doctoral leída en la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni versidad de Oviedo. Inédita). (10) Muy sugestivo resulta el pasaje de la novela histórica E u ric o , escrita hacia 1843 por A l e j a n d r o H e r c u l a n o , en la cual relatan los manjares que sur tían la mesa de Don Pelayo, entre los que no faltaban el oso, el jabalí y el corzo (edit. Fortanet, Madrid, 1875, p. 175). De más concreto interés histórico es la noticia recogida por J. U ria Riu (ob. cit., pp. 8-9) sobre el hallazgo de gran número de colmillos de jabalí en el palacio episcopal de Oviedo, que quedaro’n al descubierto en las excavaciones efectuadas después del incendio acaecido en el año 1934, en el ángulo N.E. del edificio, en el lugar que probablemente ocuparon la antigua cocina y las de pendencias anejas a la misma. ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 171 DESCRIPCION DE LOS TEMAS Aunque ya existen ciertos precedentes muy significativos de es cenas cinegéticas en relieves asturianos del siglo IX (11), la mayor difusión de estos temas historiados se observa en la fase románi ca. Incluimos en este período, en la región, una nutrida e intere sante representación de modelos .correspondientes a un conjunto de iglesias rurales, de fábrica tardía, que surgió en torno a Villaviciosa y su ámbito de difusión artística. El carácter narrativo de estos temas profanos determina, en parte, la gran variedad de sus modelos, aunque las motivaciones estéticas sean las mismas. Los ejemplos que analizaremos son los siguientes: el relieve que adorna la imposta de la portada de San ta María de Narzana (Fig. 1, Lám. I) y las escenas correspondien tes a una serie de capiteles de los templos de San Juan de Amandi (Fig. 2, Lám. II), Santa Eulalia de la Lloraza (Fig. 3, Lám. III), San Andrés de Ceares (Fig. 4, Lám. IV) y Santa María de la Oliva (Figs. 5, 6, 7, 8, 9 y 10, Láms. VI al X), y en conexión con el tema que nos ocupa, «la despedida del caballero» del deteriorado relieve de la portada de Santa María de Villamayor y el correspondiente a una metopa de Santa María de Narzana (Fig. 11, Lám. XI). a) La montería del jabalí: La caza con perro.—En los relieves correspondientes a los citados edificios se observan varios carac teres comunes: todos ellos se refieren a la caza del jabalí (12), ani mal feroz, de cuerpo robusto, del que se diseñan con precisión y detalle sus aspectos más peculiares, entre otros, los agudos colmi llos y una gran cerviz, como sucede en el friso de Santa María de Narzana (Fig. 1), en el capitel de San Juan de Amandi (Fig. 2), en el de Santa Eulalia de la Lloraza (Fig. 3) y en algunos de Santa María de la Oliva (Figs. 5, 7 y 8). Más torpe es la interpretación del animal de la parroquial de San Andrés de Ceares (Fig. 4). En ocasiones la escena representa solamente una presa, alan ceada por el montero y acosada por los perros. Así acontece con el jabalí protagonista del friso de Santa María de Narzana (Fig. 1), que arremete contra su atacante. Lo mismo sucede en los pasajes (11) Véase sobre estos aspectos la obra de M a t i l d e E s c o r t e l l P o n s o d a , el C a t á lo g o d e la s s a l a s d e A r te U r e r r o m á n ic o d e l M u se o A r q u e o ló g ic o d e O v ie do, Oviedo, 1978, p. 18, lám. XXX. (12) El jabalí era un animal sagrado para los celtas, motivo por el cual se representó en varias ocasio'nes en la cultura galo-celta; ct>mo el grupo de tres animales, hechos en bronce, descubiertos en Nevy-en-Sullias (Orleans), que hoy se guardan on el Museo de Historia de dicha localidad. 172 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ Fig. 1.— S a n t a M a r ía d e N a r z a n a . Portada. Relieve en la jamba iz quierda. Fig. 2.— S a n J u a n de A m a n d i. Co lumnata interior del ábside. Piso bajo. Capitel n.° 11. Fig. 3.— S a n t a E u la lia de la L lo r a Portada occidental. Lado dererecho. Capitel n.° 1. z a. Fig. 4.— S a n A n d r é s d e C e a r e s . Ar co de triunfo. Lado derecho. Capi tel n.° 1. ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 173 Fig. 5.— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada sur. Lado derecho. Capitel n.° 1. Fig. 6.— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada occidental. Lado izquierdo. Capitel n.° 1. Fig. 7.— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada occidental. Lado izquierdo. Capiel n.° 2. Fig. 8.— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada occidental. Lado izquierdo. Capitel n.° 3. 174 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ Fig. 9 .— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada sur. Lado izquierdo. Capi tel n.° 1. Fig. 10.— S a n t a M a r ía d e la O liv a . Portada bccidental. Lado derecho. Capitel n.° 3. Fig. 11.— S a n t a M a r ía de N a r z a n a . Tejaroz de la portada. Metopa n.° 6. correspondientes a Santa Eulalia de la Lloraza (Fig. 3), San An drés de Ceares (Fig. 4) y en los relieves de tres capiteles de Santa María de la Oliva (Figs. 5, 7 y 8). Por el contrario, la escena correspondiente al capitel del pres biterio de la parroquial de San Juan de Amandi alude a toda una piara, lo que parece deducirse del hecho de que en un primer plano aparezcan dos robustos ejemplares, en actitud pasante y afronta dos, mientras que en la parte superior del campo, en la cara fron tal se observan las cabezas de otros tres, indicando un segundo plano, má alejado del espectador. Dentro de la corriente narrativa del protogótico, en la que se pueden incluir estos relieves, se intenta m ostrar la escena con el mayor número de rasgos naturalistas. En esta línea observamos la presencia del perro, nunca una jauría, como componente de las referidas escenas cinegéticas de Santa María de Narzana (Fig. 1), San Andrés de Ceares (Fig. 4) y el capitel del lado derecho de la portada sur de Santa María de la Oliva (Fig. 5), donde con un ges- Lám. I .— S a n t a M a r ía d e N a r z a n a . Portada. Relieve de la importa de la parte izquierda. Escena de mon tería: cazador, perro y jabalí. Lám. II .— S a n J u a n de A m a n d i. Co lumnata interior del ábside. Piso ba jo. Capitel núm. 11. Escena de cacería con jabalíes afrontados. Lám. III.— S a n t a E u la lia de la L io r a z a . Portada occidental. Lado dere cho. Capitel núm. 2. Jabalí atacando un montero. Lám. IV .— S a n A n d r é s de C e a r e s . Arco de triunfo. Lado derecho. Capi tel núm. 1. Escena de montería con músicos y lanceros. Lám. V .— S a n t a M a ría de la O liv a . Portada sur. Lado derecho. Capitel núm. 1. Jabalí alanceado por un mon tero y atacado por un perro. Lám. VI.— S a n t a M a r ía de la O liv a (Villaviciosa). Portada occidental. Ca piteles del lado izquierdo. Secuen cias de cacería de jabalíes en tres capiteles yuxtapuestos. Lám. VII .— S a n t a M a r ía de la O liv a (Villaviciosa). Portada occidental. La do izquierdo. Capiteles núms. 2 y 3. Cacería de jabalí: músicos y mon teros alanceando la pieza. Lám. VIH .— S a n t a M a r ía d e la O liv a (Villaviciosa). Portada sur. Lado iz quierdo. Capitel núm. 1. Conejo apre sado por un halcón. Lám. IX .— S a n t a M a ría de la O liv a (Villaviciosa). Portada sur. Lado iz quierdo. Capitel núm. 1. Montero y conejo apreiado por un halcón. Lám. X .— S a n t a M a r ía de la O liv a (Villaviciosa). Portada occidental. La do derecho. Capitel núm. 3. Visión de un castillo almenado. ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 175 to sumamente naturalista, el can se lanza con fuerza sobre la cer viz de la fiera. Es preciso señalar que en estos ejemplos de la zona de Villaviciosa falta un elemento muy importante e imprescindible en las monterías, difundido, por el contrario, en otras áreas geográficas y presente en los mencionados restos prerrománicos asturianos. Se trata del caballo, animal de montura, inseparable de la vida medieval. Desconocemos los motivos por los cuales se prescinde de su representación en las iglesias de Villaviciosa. Quizá esta omi sión, deliberada o no, motive en nuestros relieves un mayor drama tismo en la ejecución y composición de las escenas, ya que los monteros se enfrentan y atacan al animal a pie, con mayor riesgo de sus vidas, en el momento cumbre de la acción, acosando la pie za en el instante preciso de la batida, efecto plenamente consegui do en los pasajes correspondientes a Santa María de Narzana (Fig. 1) y Santa Eulalia de la Lloraza (Fig. 3). Por lo que se refiere a los monteros, es notoria la torpeza con que están ejecutados. Son figuras expresionistas y muy despropor cionadas, que se adaptan al marco según las necesidades de la com posición y van en grupo, indicando que se trata de una actividad colectiva (13). Dos monteros alancean el jabalí en los capiteles de la portada principal de Santa María de la Oliva (Figs. 7 y 8) y en otro de la portada sur del mismo edificio (Fig. 5). Sin embargo, en el friso de Santa María de Narzana, a pesar de la simplificación de los rasgos del montero y de su fuerte esquematismo, el efecto expresivo es mayor que en los restantes cazadores, debido, en par te, al gesto naturalista, que se logra al flexionar aquél las rodillas. Completan algunas escenas, con acento de mayor dramatismo y expresividad, algunos ejemplos en los que se esculpió a uno de los cazadores tumbado en el suelo, acosado por la fiera, como po demos ver en uno de los capiteles de la portada principal de San ta María de la Oliva (Fig. 8) y en el capitel de Santa Eulalia de la Lloraza (Fig. 3). En otras ocasiones se completa el complejo cere monial de la cacería con la presencia de monteros que hacen sonar el olifante o redoblan instrumentos de percusión. Véanse, entre otros, el relieve de San Juan de Amandi (Fig. 2), en el cual un ca zador toca el olifante y porta la lanza; los músicos de San Andrés de Ceares (Fig. 4), los de la parroquial de Santa Eulalia de la Llo raza (Fig. 3), etc. (13) J. L o p e s D ía s , E t n o g r a f ía d a B e ir a , t. III, Lisboa, 1955, pp. 159-164. En esta obra se describe con gran detalle todo el ambiente de la caza. 176 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ En este conjunto de piezas el esquema compositivo más sim ple corresponde al relieve del capitel de San Juan de Amandi, su jeto a una rígida simetría bilateral, pero sobre todo, habría que se ñalar el sentido narrativo que presentan las escenas del lado iz quierdo de la portada principal de Santa María de la Oliva, en las cuales, mediante secuencias sucesivas, en espacios yuxtapuestos, cuya lectura se efectúa de izquierda a derecha, se señala el comien zo de la acción, la continuación de diferentes episodios relaciona dos con la cacería y, de forma bastante clara, se ofrece al especta dor el ambiente del momento (Figs. 6, 7 y 8). Dos notas peculiares en estas composiciones, diferenciadoras respecto a otras áreas geográficas, son el uso reiterado de super posición de planos para conseguir los efectos de profundidad y la ausencia de paisaje o alusión al espacio donde acontece la acción (14). b) La caza con halcón.—La otra modalidad de caza medieval, que mencionamos al comienzo de este estudio, la caza con halcón, está presente en un capitel de la portada sur de Santa María de la Oliva (Fig. 9), donde se interpreta una escena de cetrería con un ca zador de rasgos muy similares a la figura del capitel opuesto del mismo vano (Fig. 5) (15). En el primer relieve ocupa la arista de unión de las caras un ave rapaz, un halcón que atrapa un conejo muy bien descrito. Completan la escena tres cabezas de animales en posición frontal, aludiendo, probablemente, como en otras oca siones, a la representación de la manada (Lám. II). El tema que nos ocupa lo encontramos también en otros monu mentos asturianos, fuera del grupo artístico de Villaviciosa. El ejemplo más interesante desde el punto de vista plástico, es sin duda el relieve que adorna uno de los ábacos del apostolado de la Cámara Santa, el correspondiente a las figuras de Santiago el Ma yor y San Juan, en el que se esculpió una escena de cacería de ja balí. Dos capiteles del interior del ábside de San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís) se adornan también con temas similares. En una de estas piezas dos personajes luchan contra dos cuadrú pedos, de clasificación zoológica difícil. En otro, aparece solamen te un hombre que alancea a un animal semejante a los del capitel anterior (16). En dos canecillos del templo del extinguido monas(14) A p r o p ó sito d e e sto s m o n te ro s y de la s p o s ic io n e s q u e d e b e n o cu p a r lo s m o'n teros e n la s b a tid a s, v é a s e : M a r g a r ita R ib e ir o , ob. cit., p. 39. (15) Véase la nota 7. (16) Probablemente escenas alusivas a la montería son los relieves corres pondientes a uno de los capiteles de la nave de la Colegiata de Teverga, en ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 177 terio de San Antolín de Bedón aparecen, una vez más, escenas de cetrería. Los temas ornamentales cinegéticos se difundieron por otras áreas peninsulares. Por su interés merecen un recuerdo los ejem plos palentinos de Vallespinoso de Aguilar, los santanderinos de la parroquial de Villacantid y los relieves burgaleses de dos capi teles de las iglesias de Hormaza y Ahedo de Butrón. Una escena de cacería de jabalí, perseguido por los perros, en los templos sorianos de Termes y Caracena se asemejan estilísticamente al mencio nado relieve de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo. En Ga licia ,donde la caza de la Edad Media fue tan abundante como en Asturias, la montería sirvió de motivo de inspiración a los toscos relieves de las parroquiales de Breamo (La Coruña), Eiré y San Martín de Mondoñedo (Lugo), de tosca interpretación (17). c) Halconero y castillo.—Otra variante sobre el tema de la ce trería corresponde al relieve de un capitel de la portada principal de Santa María de la Oliva (Fig. 10), en el que aparece, en una de las caras libres, un jinete con un halcón en la mano. Dicha figura se completa, en la cara contigua, con un castillo almenado de tra zado muy simple y esquemático. El motivo del castillo en Asturias se esculpió en un capitel de la portada de San Pedro de Villanueva, donde forma parte de un in teresante conjunto ornamental. d) Escenas afines: «la despedida del caballero».—En íntima conexión con las escenas de cetrería existen en nuestra zona algu nos relieves románicos tardíos con el tema cortesano, de sabor protogótico, de «la despedida del caballero» (18). En ellos un jinelos que se representó un oso, junto a un jinete y a unas figuras con espada. Otra escena interesante de personajes alanceando un animal la encontramos también en otro capitel del pórtico de San Isidoro de León, son motivos empa rentabas con los capiteles de San Pedro de Villanueva. (17) En la zona cantábrica y en la región gallega persisten los motivos cinegéticos en los albores del gótico, co’n algún ejemplo de cierto interés en el claustro de la catedral de Oviedo. En Galicia merecen especial atención un relieve empotrado en el presbiterio de la iglesia de Santiago de Betanzos (La Coruña) o el famoso sarcófago de Pérez de Andrade (t 1397), en la iglesia de San Francisco de aquella localidad coruñesa, el cual se eleva sobre las robustas figuras de un oso y un jabalí, que aparecen en las armas de los A'ndrade. En las paredes de la urna del sepulcro se esculpió un pasaje de montería muy expresivo, emparentable con sarcófagos postugueses del siglo XIV, per tenecientes a los focos artísticos de Lisboa, Colmbra y Evora. (18) J. M.a de A z c a r a te y R is t o r i , E l p r o to g ó tic o h is p á n ic o , Madrid, 1974, p. 58. 178 ETELVINA FERNANDEZ GONZALEZ te, con un halcón en la mano, se despide cariñosamente de una da ma. En el grupo de edificios de la zona de Villaviciosa aparece un ejemplo en un relieve bastante deteriorado de la portada de Santa María de Villamayor y en una metopa del tejaroz de la portada de Santa María de Narzana (Fig. 11). En ambos casos, la simplicidad de la metopa y en el relieve de Villamayor, el estado de deterioro en que se encuentran impiden analizar con más detalle otros aspectos. Del motivo que nos ocupa en este apartado se encuentra otra muestra muy bella por su ejecución y perfección formal en los ca piteles del lado izquierdo de la portada del monasterio de San Pe dro de Villanueva y en una placa empotrada en las inmediaciones de los mismos. Sobre ellos nos da Quadrado la siguiente y sugesti va interpretación: «En la portada del ruinoso templo nos reprodu ce en uno de sus carcomidos relieves la popular historia de Favila saliendo de caza y detenido por las tiernas caricias y por los lúgu bres presagios de su esposa» (19). En aquellas figuras y sobre todo en las diferentes interpretacio nes de la dama observamos cierto recuerdo de los capiteles de la Cámara Santa. CONCLUSIONES Después de analizar detenidamente estas escenas ornamentales en el conjunto de edificios que incluimos en el ámbito artístico de Villaviciosa, podríamos apuntar una serie de aspectos de interés que no justifican, en modo alguno, el olvido en que estuvieron su midas la mayor parte de estas construcciones, ni tampoco el sen tido particularista y estrictamente local que frecuentemente se dio a los motivos iconográficos analizados. Por el contrario, se deben considerar estos templos rurales como un grupo artístico bastante homogéneo, de carácter tardío, fechable a fines del siglo XII o en la centuria siguiente, con ramificaciones posteriores que se pueden llevar hasta el siglo XIV. Estilísticamente, entre otros aspectos de interés, hay que seña lar la perduración de una fuerte tradición del prerrománico astu riano, a la que habría que añadir, especialmente al estudiar los te mas de montería, un contacto pleno con las escuelas del románico (19) J. M.a Q u a d ra d o , Madrid, 1855, p. 205. R e c u e r d o s y b e lle z a s de E s p a ñ a . A s t u r i a s y L e ó n , ESCENAS CINEGETICAS EN EL ROMANICO DE VILLAVICIOSA 179 de peregrinación, del camino francés, a través de las áreas cultu rales más próximas, como son, el norte de la actual provincia de Palencia y la de Santander. Aspectos que se relacionan a su vez con los modelos burgaleses y los que circulan por la cornisa cantábri ca, con León y, a su través, con la zona del Duero; y finalmente, los contactos, que por vecindad supone el románico gallego. Paralelamente a estos contactos se conectan estos modelos or namentales asturianos con otras escuelas románicas ultrapirenai cas y fundamentalmente, por la cronología tardía de los edificios, con el espíritu y la pluralidad de motivos iconográficos que aporta la escultura de la fase protogótica. Las circunstancias anteriormente expuestas nos permiten con siderar estos templos asturianos dentro del ámbito del románico hispano y de una de las etapas más representativas del estilo en el norte de Epaña. EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO Y SU ASCENDENCIA ASTURIANA POR JOSE RAMON TOLIVAR FAES Cuando hace ya veinticinco años nos ocupamos en conocer la razón de los nombres de las calles ovetenses (1) descubrimos con sorpresa que el de Alvarez Acevedo, puesto a la tradicional Corra da del Obispo, no correspondía, como se venía creyendo, al gene ral asturiano D. Vicente María Acevedo, asesinado por los france ses tras la batalla de Espinosa de los Monteros, sino a D. Félix María Alvarez Acevedo, coronel leonés que el 21 de febrero de 1820 había proclamado la Constitución en La Coruña, falleciendo días después (10 de marzo) en una desgraciada escaramuza. Era cierto que gracias a este Alvarez Acevedo se había salvado el ya casi agonizante levantamiento iniciado el uno de enero por el asturiano D. Rafael del Riego en las Cabezas de San Juan, y que sin él España no habría reconquistado el régimen constitucional, pero, aún así, llamaba la atención el que Oviedo no sólo hubiera dedicado a Alvarez Acevedo una importante plaza sino que su So ciedad Patriótica celebrase por él extraordinarias honras fúnebres y, para inmortalizar el acto, diese a la imprenta la Relación de aquellas exequias con la oración que en ellas pronunció el profe sor universitario y Arcediano de Tineo D. Isidro Suárez del Villar (2), oración en la que se contienen estos párrafos: (1) (2) Oviedo, 1958, p. 49. N o m b r e s y c o s a s d e l a s c a lle s d e O v ie d o , R e la c ió n de la s e x e q u i a s q u e h izo la S o c ie d a d P a t r ió t ic a d e O v ie d o 182 JOSE RAMON TOLIVAR FAES «La Galicia repite el eco, y el veinte y uno de Febrero se presen tan en La Coruña varones esclarecidos, hombres cuyo mérito era conocido de toda la nación: tú faltas, virtuoso Acevedo, tú fuiste víctima de tus nobles sentimientos: tú predicando la paz sin obs curecer el denuedo y bizarría con que la sostendrías, pereciste en vuelto en tu noble sangre, tu nombre vivirá eternamente: tu nom bre irá enlazado siempre con el de la patria, y el año de veinte se rá señalado siempre por este suceso». Alvarez Acevedo, en efecto, después de arrestar a las autorida des realistas, había liberado al ex-Regente D. Pedro Agar y, puéstole al frente de una Junta Revolucionaria que formó, se apoderó de Santiago, atrajo para su causa a las fuerzas de El Ferrol y Vigo, y cuando, triunfante y en persecución del conde de San Román, se adelantó a arengar a un grupo de soldados realistas, al cruzar se unos disparos, cayó herido de muerte. Ocurría esto el diez de marzo. El 26 del mismo mes, Oviedo, que desde el 28 de febrero tam bién se había adelantado a proclamar la Constitución (el propio Fernando VII no la sancionaría hasta el 7 de marzo), celebraba en la iglesia de Santo Domingo las ya aludidas honras fúnebres por Alvarez Acevedo. Se construyó para ellas «un suntuoso zenotafio de más de cincuenta pies de elevación... Era su cuerpo un cuadrilátero de diez v ocho pies, con cuatro arcos de siete de diá metro... Este grandioso catafalco, a pesar de estar colocado en el centro de la iglesia, no impedía la vista de los concurrentes por el arte con que estaban construidos los arcos del templete... Llegó por fin el día deseado, las vísperas del 25 anunciaron la solemni dad del siguiente, y el 26 se abrieron al amanecer las puertas del santo templo, convidando a todos los ciudadanos a la oración. Des de aquella hora hubo misas de réquiem en todos los altares hasta las diez, en la que ya estaban colocadas en la plazuela las tropas de esta guarnición con la artillería. Una compañía de este cuerpo benemérito se colocó competentemente para hacer las descargas de su arma, el honrado y siempre vigilante regimiento provincial, y la brillante juventud del distinguido cuerpo literario contribup o r la s v íc t im a s d e l d ie z de M arz o , A c e v e d o y d e m á s d e la lib e r ta d e s p a ñ o la y o ra c ió n q u e d ijo en e lla s e l S r . D . I s id r o S u á r e z d e l V illa r , d e l G r e m io y C la u s t r o de e s ta U n iv e r s id a d , A r c e d ia n o de T in e o , D ig n id a d u C a n ó n ig o d e e s t a S a n t a I g le s ia , y V o c al de la D ip u ta c ió n P r o v in c ia l d e A s t u r ia s . ; Ovie do: Oficina de Pedregal y C.—1820”, XXXVII pp. Este raro folleto, no cita do por Fuertes ni por Somoza, se halla en la Universidad ovetense, Bibl. “Con de de Tore'no” (TM192-12, Anónimos). EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 183 yeron a las honras haciendo los honores militares. El ruido de las salvas y el de las campanas llamaban a todos a concurrir a tan solemne acto»... Era lógico que, en ausencia de víctimas locales, el fervor de los constitucionales ovetenses enderezara su retórica patriótica a la memoria y honra del leonés que, sublevando a Galicia, había de cidido el definitivo triunfo de Riego. Sin embargo, ninguna otra cosa parecía relacionar a D. Félix con Asturias (3). El primer indicio de tal relación lo hallamos al ver a D. Félix María y a su hermano D. Manuel inscritos, con fecha 21 de octu bre de 1794, en el Libro de Recepciones del Colegio de San Pelayo tíe ’S alamanca (4), pues sabido es que la casi totalidad de los ad mitidos en aquella fundación del Arzobispo D. Fernando Valdés, eran asturianos o pertenecientes a significadas familias del Prin cipado. Pero la reseña no deja duda de la naturaleza leonesa de am bos hermanos, nacidos los dos en Otero de Curueño. También nos informa que Manuel falleció en el Colegio el 8 de enero de 1799 y que D. Félix renunció a su beca y se despidió el 4 de marzo de 1807. Como veremos, poco después Alvarez Acevedo combatía a los franceses en la guerra de la Independencia y, acabada ésta, si guió, sin gran notoriedad, la carrera de las armas. Sus ideas libera les y su probable simpatía hacia los alzamientos de Porlier (1814, 1815), es posible que no le hayan permitido brillar más como mi litar. —o— En el lugar de Otero de Curueño, parroquia de Valdepiélago, próxima a La Vecilla, se conserva en aparente buen estado el pa lacio de los Alvarez Acevedo adosado a la Torre de Ordax. Tiene una bella fachada renacentista que parece construida sobre el la do S-E de una amplia fortaleza cuadrangular. Muy próxima al án gulo N-E, pero exenta, se halla, bajo la advocación de la Santísima Trinidad, la capilla familiar, hijuela de la parroquia de Valdepié(3) Cuando en 1957 nos ocupamos de él no pudimos hallar la inscrip ción de su bautismo, pues en ausencia de bibliografía más especializada, si guiendo la nota biográfica de E n c ic lo p e d ia S a lv a t , que por error lo da como nacido en Otero de Escarpizo (Leó'n), lo buscamos inútilmente en dicha pa rroquia . (4) Publicado por Senén Alvarez de la Rivera, Santiago de Chile, s. a., [1928], p. 189. 184 JOSE RAMON TOLIVAR FAES lago. En esa parroquia hemos podido hallar los documentos (5) que nos han permitido establecer la genealogía paterna de D. Fé lix María Alvarez Acevedo y nos han indicado su ascendencia astu riana por línea materna: Félix María, hijo de D. Baltasar Alvarez Acevedo y de D.a Jose fa de la Bárcena, se bautizó el 8 de agosto de 1776. Sus abuelos paternos fueron D. Antonio Alvarez Acevedo y D.a Alfonsa de Ordás; los maternos: D. Manuel de la Bárcena y D.a Bernarda Argüelles «Vecinos de Verodia, Principado de Asturias» (6). Aunque nacido en León, era, pues, D. Félix asturiano en un cin cuenta por ciento. La inscripción bautismal nos explica también, mediante la abuela paterna, D.a Alfonsa de Ordás, cómo el palacio, que aún conserva en su fachada emblemas y letreros que lo acre ditan como solar de los Ordás, pasó a ser conocido como Casa de los Alvarez Acevedo (7). Los numerosos datos obtenidos de los libros parroquiales de Valdepiélago, junto con los que personalmente poseíamos de los Bárcena de Berodia (8), nos han permitido establecer, como ya di jimos, las genealogías leonesa y asturiana en la forma que se ex presa en los adjuntos cuadros. (5) Hemos de expresar aquí nuestro agradecimiento al actual cura párro co D. Benito González Gómez por la amabilidad con que nos facilitó la con sulta de los Libros parroquiales. (6) L ib r o d e b a p t iz a d o s de la V illa de V a ld e p ié la g o y s u s a n e jo s ... Empie za en 12-9-1723 y termina el 6-6-1805. Tiene 164 fols. En el 116 v. se lee: “En ocho de Agosto de mil seteziehtos setenta y seis en esta Igla Parrochial de la Villa de Valdepiélago y sus anexos Otero y Ranero, Yo Dn. Pedro Alphonso, cura Vicario de esta pheligresía puse los Stos. óleos y Baptize solemnemente según el Ritual Rom0 a un niño que nació el día dos del dicho y se puso por «nombre F é l i x M a r ía , hijo lexítimo de Dn. Balthasar Alvarez Acevedo y de Da Josefa de La Bárzana, vecinos de Otero. Nieto por su padre de D. Antonio Alvarez Acevedo y de D.a Alfonsa de Ordás, y por su madre de Dn. Ma'nuel de la Bárzana y de D.a Bernarda Argüelles, vezinos de Verodia, Prinzipado de Asturias. Fueron sus Padrinos Dn. Marzelo Jetino, vecino de Bega Zervera, y su hija D.a Josefa Jetino, soltera. Testigos, Dn. Andrés Canseco, Presvítero, residente en Otero, Juan Diez, veci’no de esta Villa. Fueron los padrinos advertidos de su obligación y parentesco espiritual, y en fee de ello lo firmo. Pedro Alph0”. (7) B e r r u e t a , M a r ia n o D., C a s t illo s de L e ó n , Ed. Nebrija, León (Gráf. Summa, Oviedo), 1979, p. 114, relaciona las fortalezas próximas a La Vecilla: Aviados, Montuerto y Otero, donde “se conserva una casa noble que fue de los Acevedos de Lois”. (8) Procedentes de los Padrones de 1704, 1717, 1722, 1744, 1759, 1766 y 1776, y de algunos otros documentos del archivo de la Casa de Berodia. EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 185 Palacio y Torre de los Alvarez Acevedo y Ordax en Otero de Curueno. RELACION DE LAS EXEQUIAS QUE HIZO JLA SOCIEDAD PATRIÓTICA DE OVIEDO .PO R LAS V ÍC TIM A S D E L D IE Z D E M ARZO , ACEVED O H PE M A S JDE LA Í J E iR T A D ESPAÑOLA í ORACION QUE DIJO E N É L L A S E L S . jD. D . T5ID RO SU A R E Z D E L V IL L A R , P E L GREMIO -T (LAVSTRO TIE JZSTA U N IVERSID AD , ARCEDIANO P E JINEO , DIGNIDAD T CANÓNIGO P E JSSTA SANTA TGLESIA , T VOCAL P E JUt P2PUTACION PROVINCIAL DE ASTURIAS, Relación de las exe quias celebradas en Oviedo por Alvarez Acevedo en 1820. OVIEDO OFICINA DE PEDREGAL ï C. 1820 . 186 JOSE RAMON TOLIVAR FAES d r Se^ramenhe de. los AlvArsz. Ace2 r Heredera d e l¿ C a s a y T o r r e de. O r d a x , en O k v e d o de. L o i s . ro de C u ru e ñ o . 3 . - Viudo de unpn -" m er m alrim am o, hwo, de D4 Jar^a N o n e g ^ leone/A y /o llera, un Iníjo ndl-urdl -A nloniD - que/e enlfrró fn Otero el 2l-É.-!7¿7. 4 . “ De L CaJA de ÉberodíA de C ife rd íe i. 5 " D e. las Acevsdoj» de L o is ; era, prolubtemeinte, hermano de B j l i j í j r C om ejírO d í In en 1756. <Sj hijo Jdan, ru a io en C hile, tam bién Pdayo en l ¿ 0 6 . D. T o m ií jdKeció «vi M jd rid el dfío l i o l . 6 r Ma-praigo de \¿0>¡a.¡ y leñor de Llore dfcOrdúK. ProbdUemtnk d Cdu/a ttó ¿isgusio, jjll?ci¿ cm m duf derpuéf <jue su taimado FéUMdrk. ^ ¡ r Recibido ton fi«<i ¿e Regenta de Cjoon«, puta c«wu hermano Félitf, en ti Colegio de JSnfeUyo, el M-IO-1794, falleció en el mismo Colegio el & M 7 S r Cuando pn ISO? nace ¿oíobnrtoMdrkJncy*y jue su k ífa m e n b r io en I7 9 6 . H d íú inoresá en ü n d ia s en I 7 & 2 . Deít?mp(?ñ¿ U f r tiír jita s rru g iil-rd lv rd í C h ile , rien Ao nomfcrddo macerado covtio co lejjijl del de ílh Peláyo de ídtam anca túa J< wwírini. tra vecina de León. J , * 5 nuiiriiu ¿e ru /obrino fUJael An/elmo ¡¡ue ¡e Idutíü e! 2.C>-¿H7J7, Rtudía en. O kro . ’j O . " Fdllfíf fl lt Z-t77V. Era fárvula , Ü r No /e anota su nombre: /¿lo re india<jue era párvulo. ^ Í L r Hip dt Mx+i'n de MiPr Eípnella,. /e ío r de \d Esjrielk, ^ de JuJtiA de Mioño Bravo de Hoyos, vecinos de ü n Miguel óe 0nh>rij (LI¿«í^( Jjllecidc»; amboi *^e ISO?. ^ 3 ~ Destacado liberal. diputado a Cortes en , Enjreníado «i O1Donnell, en 12,56 hubo de em igrar a fbí+ujw l, como Diputado en Ijí &ml-ib|eiikc de I¿¿9. FjHcció en I47A. tnubeio en Lfón la rei/alucion de \í¿2 y ¡ue Pre/idrulf de ru Junb Provinojl a s í Ella y Ju mnáo, D. FedeiHio Caítaüon ^ e llejaní á Temenlí General) jueron /íiMrirv»Tfre«Rd|jel¿. Eran vecinos ote. Ve^ímidn. D, fedenes ¡e tritero en Okro el H-S-1237. fr* rtdríi( jillfocíj en Lean, hiwfcien i e tikl<oen ^3'H 8é6^. ^ 5 ” Hiji ieftjbel Acevfdo y VUrú deVílasco, vecinaj ikMc»dfid; j¿\\eááo¡ ¿nlef de. lT-IO'12^0. dt 0\(ro EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 187 \ - El C ap lin 0. Pedro de l¿B jcteru y su espo u fyurdn en plei iM'lóúb. Z - to de io fa n n i de Fray tedro de In^uduno, S e n e ral de la OftSen B e rfld id in a . 3 ■ Capitíni. J iia ó d n ie f de I ¿20, a ñ o en (jue Jue mejorado por íu í pddreí. y h: Hfrowna del (ontejero de 6u «ra O.Joíé. de A lifr , dd Itiiju u id o r de la Suprema. 0 A n to n io Jerónim o, <)ue ju e C atata'tic o de Prima e n J á b w a n c i. jV jc id o d n k id e 1 7 0 4 . £1 e x p edien te d e Á'IkO, m afrim om o, d n l- fir io ra viv'ía en I7 S 9 . de Miouel jue fa le o u l en el M d jo r d íl fío1!. de San iiJS pruebas de hidalguía [iijt/rd b ?ae( fó l^ io Pebyode Jdbmawca..El D¿ Bernarda. vivía en 17 M anuel, Miguel y M elcho r apjfecw» y¿ en e l Padrón de la Audiencia de L im a . jve Gle^idl y Ü e d o f enel del Arzobispo, FiííjI 66. (>.- Ar¿ot>tS' AguJhn* en jjU m m a . 8 - L o j once h e rfh a n o i son anotado/ en. con la letra M . 9 ' En el Padrón de 1766 y=i .j/OL/ra eíte m afrirtionio. po; Fiiid áíla'ln(juu(cicwtle Jdnhaoo e In ^ m /id o r evi C ue nca, 7 ~ e! Podren de I*? 17. Ofcjérvej'e tjue lodoi jo / «otkUes fvnpieidft P o ítio i de lai Q ü í í 'j jr i e g j i ’ de b f ta r t e iu , In g iu tu o y M a r , con pelrondl-ctf w ir t o i y iie s £1 m a fn m w io Jé ewpadrtiv) también en 1776, - ( O " hermano prim ooenil-o, r¿iC€S. de cm ci/ente w i l ducadoj d e jiie - Fr^naíCO, fue Qttíi\ero de. idul-ii^ó^ A W iiw l de Campo y Chinde d e J a n Pedro del Alawio, en México. Otro herm ano xuyo, A n d ré /, jue. Gbdlt&ro deJan J iu n y Q p ilá n de Fraoata.. y un A r te r o , lla m a d o José, fie ¿siMimo Cablero d¿ J á iíiL a n , y fkjedef.M. y A p ila n del R o d e l a C o r o n a . A \r L o s cinco h e rm a n o i f in o ra n y a ew el Padrón de I V ^ . t n 17 59 no a p a re c e /W /'U n u e la ., £ re ^n < ¿ ten dría. cuando m enos 32. d ñ o i dí n a c e r /o h ijo F é lix M d r i'a . fteciktó jepUlturj. e n Otero el -< -9 -17 98. V L r V e r U . o e n e d lo jH d . le o n e ra de O: FeliX A la r ia . 4 3 .® D am os e n e l te x to n o h a a s ' biooraínaS de eíte p rim o carnal de ÁM ~ D. Félix 4$-N¿cido en C a ira le f en 1 2 0 1 , 4 6 r Vec la n o h a ^ del l-e x ta . A lv a re L /A c e v e d o . L o i u n c o h e rm a n a í aparecen empadronad o í en 1 7 7 6 . p i b í \ Sen eral de C anarias, Ver m i.! d a lo i fc io o rjjic o j en U md-a.1<7 Fexlo. M drú. jo e ÍA - M íNBTUIO D I U CUBILA. m in iste r io d i u q u e r ía . >.• nvute». Bcur.1 pa te».* Núm. 29. E l R sr st ka servido dkigkm «/dtcrtlo siguiente? Doo F i r m a n d o vn por la gncla de Dios y por la Constitucioo de la Monarquía Española, R s r de las Espjfui, i todos los que las presentes vieren y enten dieren , sabed : Que tas Cdrtes nao decretado lo siguiente: „Las Cortes, mando de la facultad que se les coace de por la Constirucion, han decretado: Se declara bese* mérito de la Patria en grado heroico al difunto D. Fé lix Alvares Acevedo, Comandante general que ha sido del Ejército de Galicia en la gloriosa restauración del sistema constitucional, cuyo nombre se poodri perpe tuamente en la Guia miliar del Ejército, coa U ex» presión de benemérito en grado heroico¿ teniéndotele presente en las revista del cuerpo i que pertmeria co* mo si estuviera vivo. Madrid a¡ de Setiembre de i8so¿= £1 Conde de Toreao, Presidente, s Juan Manoel Subrié, Diputado Secretaño. Marcial Antonio Lopes, Dij**udo Secretario^" Por tanto mandamos i todos los Tribunales, Justi cias, Geíes, Gobernadores y demas Autoridades, aú ci viles como militares y eclesiásticas, de cualquiera dase dignidad, que guarden y hagan guardar, cumpla1 y ejecutar el presente decreto es Codas ws partes.Teadrei»' lo entendido para su cumplimiento, y dispondrás se im prima, publique y árcule.~ Rubricado de la Real msnow — En Palacio & >5 de Setiembre de i8 a o .= A D. Juan jabat. Lo <jm traslado d V .^ de ordtn de S. J\L p *ra su mttligtncia y pvnsmal cwnflammto m U partt fm lt toTTtsfondt* Z )b i guarde d V .S ' 1 M adrid 2$ d i Setiembre de 18 * 0 . y DON FERNANDO EL E l Rey se ha servido dirigirme confecha d* ayer el Rea/ decreto yguíente: D F por la gracia de Dios y por on er n a n d o v ii 'unU la Constitución de la Monarquía Española, R Ír de las Españas, á todos los que las presentes vieren V en 1itombr* ¿ 9D. F*J<* tendieren, sabed: <^ue las Córtes han Jecretadolo»guiente: Las Córtes, usando de la facultad que se leí con cede por la Constitución, han decretado lo siguiente: A r t i c u l o ú n ic o . Se inscribirá en el salón de Córtes el nombre del benemérito de la patria en grado frcrcSico D. Fclij¿ Alvarez Acevedo. Madrid diez y nueve de Mayo de mil ochocientos veinte y do».=M igucl de Alava, Presidente.= Vicente Salvá, Diputado Se« cretaría= Josef Melchor Prat, Diputado Secretario. Por tanto mandamos á todos los Tribunales, Jos* tícías, Gefcs, Gobernadores y demas Autoridades asi civiles como militares y eclesiásticas, de cualquíc-» ra clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar en todas sus partes el presente de« crcto. Tendreislo entendido para su cum plim iento,y dispondréis se imprima, publique y circule.ssEstá ru» bficado de la Real mano. r= En Áranjuez á veinte y* cinco de Mayo de mil ochocientos veinte y dos. Lo que traslada á y. para su inteügenciá y demás efectos correspondientes. Dios guardt é muchos años. Madrid 26 de MtyQ di 1839« Luis Batanar , <- ^ > SEPTIM O r o a tA GRACIA DE DIOS, REY DS ESPAÑA Y DE LAS INDIAS, Y EN SU &EAL NOMBRE LA JUNTA GENERAL DEL PRINCIPADO DE ASTU RIAS EN QUIEN RESIDE LA SOBERANIA MIENTRAS NO SBA'RESTI TUIDO AL TRONO DICHO SEÍÍOR. A te n d ie n d o i la aptitud, fidelidad, putriotistmo^y circun*tanciii de w r fD tf y^4rfy\ »»•#«¿P o tj /t% vc~ < r^ k a o t — r t e C + td a te t, J Lo) -» f mas •individuos de ¿1 y oíros quaksquiera que goien fuero m iliar obedecerán las órdenes que por escrito 6 de palabra les diere del serviqo del^Eiército Asturiano sin réplica ni dilación alguna. Y*admitimos el que ftry a u r n t . bal***,y /*íw r'yjM í< »i ¡ omc * -Por tanto manda i los Generales > Gobernadora de Armas, y deroas Cabos mayores y menores, oficiales y soldado« del • E icrcito defensivo Asturiano que ha levantado la Junta p»r* • defensa d e la R alígion, d e e l R í t y de la P a tria , y m al su g e , tos ¿ su Jurisd icció n , le hayan y tengan por tal ti»«’ J l n t u a f e ------ y le guarden y hagan g u ardar la i honras, gracias, preenúncnciaiuy exéociones que por ra te a de dicho </* C ^ ^ C - ----->« tocan y deben ser guardada bieo y cumplidamente : que asi es su voluntad. Dado en Oviedo i -/■/»<-- dias del mes de de mU octtocientos y ocho. r j, jn x U 1.—Alvarez Acevedo, benemérito de la Patria en grado heroico (1820). 2.—Su nombre se escribirá en el Salón de las Cortes. 3.—La Junta Soberana del Prin cipado nombra General a D. Pedro de la Bárcena (Oviedo, 7-7-1808). 4.—El Ministerio de la Guerra traslada a D. Pedro de la Bárcena su nombramiento como Capitán General de Galicia (9-9-1820). EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 189 Aunque el principal motivo de nuestro trabajo haya sido poner de relieve la tan repetida ascendencia asturiana de D. Félix Alvarez Acevedo, habida cuenta de que no conocemos Historia o estu dio alguno que, aparte de su alzamiento militar y muerte en 1820, proporcione el más mínimo dato personal de figura tan influyen te en el devenir político de España, vamos a completar las noticias biográficas ya expuestas con las que pudimos obtener del Archi vo General Militar (9). Ya hemos visto que tendría D. Félix treinta años cuando en 1807 renunció a su beca en el Colegio de San Pelayo de Salamanca. Por su Hoja de servicios sabemos que el 16 de enero de aquel mis mo año había ingresado ya en el Real Cuerpo de Guardias de Corps, y que en el mes de julio del siguiente año estaba peleando contra los invasores franceses. Pero, antes de entrar de lleno en esa Hoja de servicios, hemos de referir cierta injusticia sufrida por él y por sus oficiales en el segundo año de la Guerra, injusticia que tal vez haya influido en su ulterior entrega a la causa liberal y constitucionalista. Creado el Regimiento de Infantería de Línea de León, por or den del marqués de la Romana, el 24 de agosto de 1809 recibió D. Félix de la Junta Superior de Armamento y Defensa de la pro vincia y reino de León, de la que era Comandante General D. Luis de Sosa, los despachos interinos, que en su día habrían de ser con firmados por Su Majestad. Consecuentemente, las propuestas para confirmarle a él y a sus oficiales fueron elevadas por D. Bernardo de Escobar y Bernaldo de Quirós, como Regidor perpetuo de León y Presidente de su Junta Superior de Armamento, al marqués de la Romana, y por medio de éste, al Ministro de la Guerra D. Fran cisco Heguico y a su sucesor D. Eusebio Bardaxí, el cual las pasó al Inspector General D. Joaquín Blake, que las habría aprobado de no haberse entrometido «los hijos de Baeza [D. José] con otras propuestas de un Regimiento formado por ellos y hecho entera mente a su antojo y al de su padre, para colocar en él sus parientes y amigos, siendo así que el tal Regimiento para el que se proponía la oficialidad no tenía ni aún un solo soldado», según consta en la declaración de D. Bernardo Escobar fechada en La Granja de Montes el 8 de septiembre de 1810. (9) Debo agradecer estos datos a la generosa colaboración del Coronel del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional D. Pedro de la Llave Alas. 190 JOSE RAMON TOLIVAR FAES Dicha declaración —en la que, por el contrario, se exalta el he roísmo con que el auténtico Regimiento de Voluntarios de León había defendido a la bayoneta la plaza de Astorga— era consecuen cia de sendas solicitudes de Alvarez Acevedo al propio D. Bernar do Escobar (10) y a la Cuarta División del Ejército de la Izquier da (11) y a su Comisario 2.° D. Jacinto Botana (12) para que certi ficasen los servicios prestados en ella por el Regimiento a su man do y para que se compobase que las Listas de Revista contenían los nombres de los verdaderos Jefes y Oficiales, y no los de los que Baeza había introducido fraudulentamente para conseguir, según expresión de D. Félix, «que el Consejo de Regencia premiase con nuestro sudor y trabajo a sus amigos y favoritos». Que la suplantación intentada contra Alvarez Acevedo no pros peró, al menos en toda su intención, se deduce del Real Despacho por el que en 20 de febrero de 1816, siendo primer Jefe en comisión del extinguido Regimiento de Infantería de Tuy, es declarado «Co ronel vivo de Infantería con la antigüedad de veinte y uno de Di ciembre de mil ochocientos doce, y goce de sueldo de mil doscien tos reales» que en el momento disfrutaba, concediéndole al propio tiempo «agregación de tal Coronel vivo al de Granada en confor midad de lo resuelto en la Real aclaración de ocho de Junio úl timo». Su Hoja de Servicios, cerrada en 15 de agosto de 1819 (seis me ses antes de su muerte), le declara natural de Otero de Curueño, de calidad Noble, de salud quebrantada, valor acreditado, aplica ción mucha, conducta buena, estado soltero, y edad 41 años (en realidad tenía exactamente cuarenta y tres). Sus servicios —iniciados en 16-1-1807— eran los siguientes, con expesión de años, meses y días: En el Real Cuerpo de Guardias de Corps (1 año, 6 meses y 6 dias). En el 8.° Tercio de Línea Voluntarios de León (0-0-19). En el Regt0 de Línea 3.° Voluntarios de León (0-3-17). En el Primer Batallón, 4.a División, Voluntarios de León (0-3-29). En el de Línea Voluntarios de León (1-10-4). (10) Fechada en Torenb a 6-9-1810. (11) La solicitud a la 4.a División está decretada al margen por Mahy, el cual cita al Teniente Coronel D. Joaquín San Clemente como Ayudante en funciones de Mayor General de dicha División. (12) Fechada en Toreno a 26-8-1810. EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 191 En el de Línea de Castilla (0-4-0). En el de Línea de Benavente (1-1-22). En el de Línea de Tuy (3-2-8). En el actual Regt0 Infa Granada 15 de Línea (3-10-19). Ese total de 12 años y 7 meses, en virtud de R.D. de 20 de abril y R.O. de 11 de junio de 1815, fue aumentado a 18 años, 11 meses y 17 días en consideración a los servicios prestados «desde el 2 de Mayo de 1808 que entró en campaña hasta el 17 de Septiembre de 1814 que fue la paz». Entre las campañas y acciones de guerra en que se halló, se citan las siguientes: Durante la guerra con Francia, en la acción de Rioseco (14-7-1808) y en las del punto avanzado del Cortijo (25 a 28 de octubre). Anteriormente, por ausencia del Comandante Ge neral D. Luis de Sosa, en los primeros días de junio de 1808, se distinguió al mando de la travesía que se hizo, en tres noches con secutivas, desde la Puebla de Lillo hasta la Puebla de Sanabria por los llanos de Castilla. En las acciones de la ciudad de León de 5 y 9 de agosto. En las de la plaza de Astorga de 1 y 2 de septiembre, en que contrajo el mérito de haberse opuesto a la capitulación pro puesta por el general Sacanier. En la de la misma plaza, de 9 de octubre, y en la de Castrogonzalo, el 8 de noviembre. En el sitio de Astorga, desde 9 de marzo hasta el 21 de abril de 1810 en que, al rendirse la plaza, fue hecho prisionero. Durante el sitio había mandado la salida que se hizo para destruir los parapetos del ene migo sobre las Tejeras. Al cuarto día de caer prisionero logró fu garse de los franceses en Villalpando (24-4-1810) presentándose dos días más tarde al General Mahy en .Villafranea del Bierzo. Tomó patfte asimismo en la acción de Orbigo el 2 de julio de 1811. Por su actuación en la defensa de Astorga fue condecorado con toda la guarnición (R.O. de 6-11-10) y, a título personal, fue declarado Benemérito de la Patria (R.O. 25-7-1811). Desde el 6 de julio de 1811 hasta el 28 de julio de 1812 fue Fiscal del Consejo de Guerra Per manente del 6.° Ejército, por designación del General Santocildes. Cesó como Fiscal para tomar el mando del Regimiento de Tuy. Es tuvo en la retirada de Valladolid desde el 17 de agosto, que se in corporó en Castronuevo, hasta el Rabanal, retirada por la que las tropas que la ejecutaron merecieron las gracias de la Orden Gene ral del Ejército. En fin, también se halló en la llamada retirada de Burgos, emprendida el 21 de octubre por Portugal hasta Villaf ran ea del Bierzo, y en la acción de Villamuriel de 25 del mismo mes. Lo que no puede recoger su Hoja de Servicios, cerrada, como ya hemos dicho, en 15 de agosto de 1819, es la forma en que Ace- 192 JOSE RAMON TOLIVAR FAES vedo llevó a cabo seis meses después la sublevación de La Coruña y la conquista de toda Galicia para la causa de la Constitución, ni tampoco las detalladas circunstancias de su muerte, acaecida, muy probablemente, el 10 de marzo de 1820, cerca de una enigmática al dea llamada Boruelo o Zabornelo (13). Las Cortes, reconociéndole como «Comandante general que ha sido del Ejército de Galicia en la gloriosa restauración del sistema constitucional», declararon a D. Félix «Benemérito de la Patria en grado heroico». Este Decreto, que parece ser de 23 de agosto de 1820, fue impreso por el Ministerio de la Guerra el 25 de septiem bre. Dos años más tarde, las propias Cortes (19-5-1822), incitadas probablemente por el primo carnal de Alvarez Acevedo, D. Pedro de la Bárcena, del que en seguida hablaremos y que a la sazón ocu paba la Inspección General de Milicias, decretan lo siguiente: «Se inscribirá en el Salón de Cortes el nombre del benemérito de la patria en grado heroico D. Félix Alvarez Acevedo». Este nuevo ho nor concedido a nuestro Coronel, también fue difundido por el Mi nisterio de la Guerra en impreso de 26 de mayo de 1822; pero el hecho de que los ejemplares que conocemos de ambos impresos sean precisamente los conservados en la Capitanía General de la Isla de Puerto Rico, induce a sospechar que, tras la inmediata vuel ta al absolutismo por obra del capricho francés, hayan desapareci do los circulados por la Península, a fin de que el nombre de la Constitución y el de Alvarez Acevedo cayeran más fácilmente en el olvido. No terminaremos este artículo sin dedicar alguna atención a la figura del ilustre asturiano D. Pedro de la Bárcena y Valdevieso, primo carnal de D. Félix María Alvarez Acevedo y, asimismo, hom bre constitucional y figura sobresaliente en la milicia y en la his toria española de la primera mitad del siglo XIX. Nacido en Carreña de Cabrales el año 1768, era, pues, sólo ocho años mayor que Félix María. Subteniente de Milicias en 1788, pe(13) El nombre de esta aldea sólo lo hallamos en la nota biográfica que publica el diccionario enciclopédico Salvat. D. Modesto de la Fuente, que se ñala la fatalidad por la que Alvarez Acevedo perdió la vida, nada dice de dón de ocurrió la desgraciada acción. Eugenia A stur , en su R ie g o (Oviedo, 1933), tampoco aclara dónde murió el sublevado de Galicia que hizo triunfar el pro nunciamiento de su biografiado. El Diccionario Geográfico de Madoz no in cluye ninguna entidad de población llamada Boruelo ni Zabornelo. EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 193 leó con el Ejército de Navarra contra la República francesa des de 1793 hasta 1795. Al estallar la Guerra de la Independencia, sien do Capitán, obtuvo en julio de 1808 el grado de Coronel; fue Bri gadier en 1809, y Mariscal de Campo en 1811, llegando a Teniente General en 1816. Durante la citada guerra de la Independencia él y el general Lo sada, por el occidente asturiano, tuvieron en permanente inquietud a los imperialistas franceses con el mismo arrojo con que Porlier los hostigaba por el oriente. Hasta el historiador francés André Fugier, tan poco inclinado a ver algo más que altercados y deser ciones en nuestra resistencia, considera a D. Pedro de la Bárcena como «uno de los mejores generales asturianos», si bien batido siempre fácilmente por el francés Bonet (14). Entre sus innumerables acciones de guerra en Asturias se se ñala la de Gera y Puelo (18-3-1811) en la que cayó gravemente he rido. Trasladado después a las provincias Vascongadas, destacó especialmente, el 1 de agosto de 1813, en la acción del Puente de Yanci (15), y en la celebérrima batalla de San Marcial se distin guió asimismo al mando de las tres Divisiones que formaban el centro del cuarto ejército. Triunfante en España la Constitución gracias a la sublevación de Alvarez Acevedo, el 9. de septiembre del mismo año 1820 fue nombrado Bárcena y Valdivieso Capitán General de Galicia en reconociminto a sus servicios y a «su conocida adhesión al sistema constitucional». Desde dicho cargo fue elevado el propio año 1820 a la Inspección General de Milicias, llegando, en mayo de 1823, a desempeñar interinamente el Ministerio de la Guerra. Con motivo de su exaltación a la Capitanía General de Galicia, el Ayuntamiento de Cabrales celebró una solemne misa, a la que asistieron todos los párrocos del concejo, y más tarde «una opípa ra comida», al final de la cual se leyeron unas décimas compues tas por el Cirujano Valentín Ruiz (16). Ciertamente que ni en di chas décimas ni en el resto del diploma que las contiene son men cionados el absolutismo ni la Constitución, pero en el centro del (14) F ugier , L a J u n t a S u p e r io r d e A s t u r i a s y la in v a s ió n f r a n c e s a , vol. I, p. 44, Oviedo, 1931. (15) Así figura e’n la Hoja de Servicios que tenemos a la vista. Carrasco y S ayz, en su I c o n o - b io g r a fía d e l G e n e r a la to e s p a ñ o l (Madrid, 1901), p. 445, señala “la batalla de Vitoria en 1813 y la de Tolosa de Francia en 1814”. (16) “Has honori Excellentissimi Domini D. Petri de la Bárcena Ducis Galetiani Generalis, humillisimus et cordialisimus subditus Balentinus Ruiz Chirurgus Cabraliensis consecrat”. 194 JOSE RAMON TOLIVAR FAES escrito, y bajo una espada, aparecen en latín estas intencionadas palabras, tomadas del libro de Josué (Cap. X, ver. XXV): «No te máis y no os acobardéis, sed firmes y valientes, pues así tratará Yavé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís». Pero los enemigos volvieron. La veleidad francesa esta vez era anticonstitucional, y los Cien mil Hijos de San Luis implantaron de nuevo, fácilmente, el absolutismo en España. No sabemos de talles de cómo el cambio político hubo de repercutir en D. Pedro de la Bárcena, hombre que, por «su conocida adhesión al sistema constitucional», acababa de asumir, como ya hemos dicho, el Mi nisterio de la Guerra. Carrasco y Sayz, que en algunos momentos parece confundir a D. Pedro con su homónimo hijo Bárcena y Ponte (17), dice que «quedó indefinido de 1823 a 1831» y que «fue purificado en 1826 con destino al Ejército de Castilla la Nueva» (18). También seña la que en 1835 cedió al Estado parte de sus sueldos mientras dura se la guerra carlista. —o— (17) D. Pedro de la Bárcena y Ponte 'nació en Cabrales en 1802. Cadete supernumerario del Regimiento Prov. de Oviedo (8-8-1808) acompañó, como tal, a su padre en la campaña. Subteniente de Milicias (Sept. 1816). Teniente coronel de Milicias y Capitán de Infantería (Enero 1837). Coronel de Milicias mandando el Provincial de Oviedo (Enero 1838). Coronel de Infantería por méritos de guerra (Mayo 1839). Coronel de la Guardia Civil (Sept. 1844). Bri gadier de Infantería (11-12-1848) y Mariscal de Campo (27-8-1856). Destacó en Asturias durante la guerra de la Independencia, y én la campaña del Nor te en la Carlista (1834-36). Gravemente herido, cayó prisionero en 1835. Can jeado, volvió a esta campaña y a la de 1838 y 1839. Fue el primero en entrar, con su Regimiento, en las trincheras de Guardamino, y peleó en Aragó’n has ta la toma de Morella. En 1843 tomó el mando del Provincial de Palencia. Fue Gobernador Militar de Gerona (1857) y de Barcelona (1859), Gobernador Mi litar i’n terino de Madrid en 1859, 1860 y 1863, y Capitán General de Canarias (1865-1866). Poseía desde 1835 la Cruz de 1.a Clase de San Fernando por sus méritos en las acciones de Elzaburu y Meseta de las Rameas. Falleció en Cimiano, parroquia de Panes, el 25-10-1873. Con Bárcena y Ponte se extinguió el apellido de esta rama de los Bárcena, pues tuvo D. Pedro sólo dos hijas: Do lores y Arsenia, la primera de las cuales casó con César Canella y Secades, hermano mayor del insighe D. Fermín. (18) La aludida confusión es evidente cuando atribuye a D. Pedro hijo la Inspección General de Milicias en 1821, año éste en que realmente la asumió su padre. Bárcena Ponte, en aquel momento, era sólo un Subteniente de die cinueve años. EL CAUDILLO CONSTITUCIONAL D. FELIX MARIA ALVAREZ ACEVEDO 195 Todas las circunstancias que dejamos comentadas nos hacen presumir que en la prontitud y entusiasmo con que Oviedo honró la memoria de D. Félix María Alvarez Acevedo hayan influido po derosamente su ascendencia asturiana (19) y la consideración a su primo carnal y cabraliego ilustre D. Pedro de la Bárcena y Val divieso, militar de alto prestigio y, como él, partidario del régimen constitucional. Asimismo pensamos que tan cercano parentesco no habrá dejado de influir en la designación de D. Pedro como Ca pitán General, precisamente de Galicia, el 9 de septiembre de 1820, a los seis meses exactos de haber caído muerto Alvarez Acevedo, y cuando Fernando VII era ya el primero en conducir a España «por la senda Constitucional». (19) Entra, incluso, dentro de lo probable que el canónigo Suárez del Vi llar que pronunció la oración fúnebre por Alvarez Acevedo perteneciese a la misma Casa de Villar de la que el propio D. Félix descendía por lí'nea ma terna. Madoz da a D. Pedro los apellidos Sánchez de la Bárcena, apellidos que en ningún documento hemos podido hallar justificados. Asimismo le atribuye un ilustre hijo, al que llama D. Ramón Sánchez de la Bárcena, coronel “que mu rió heroicamente en las calles de Barcelona en diciembre de 1842”. Tuvo, efec tivamente, Bárcena y Valdiviso un hijo llamado D. Ramón, que en 16-6-1822 era pretendiente a plaza de Alumno en el Colegio Nacional de Artillería de Segovia y que en 6-9-1826 había sido nombrado Alférez de la Guardia Real de Infantería (papeles de la Casa de Berodia). Lo extraño es que Madoz no cite a D. Pedro de la Bárcena y Ponte, que, precisamente, llegaría a ser años des pués (1859) Gobernador Militar de Barcelona, y que al publicarse el Dicciona rio (1845-1850) era ya un coronel disti’nguido. EL CONCEJO DE ALLANDE (DEPARTAMENTO DE BERDUCEDO), SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA POR ANTONIO GARCIA LINARES Hasta las reformas administrativas y judiciales del siglo XIX el Departamento de Berducedo constituía el segundo partido de Allande (1) y comprendía la zona conocida por «Tras del Palo» o «Tras la Sierra». En la época romana pertenecería al convento lucense (2), como sigue dependiendo eclesiásticamente al Arciprestazgo de Grandas. Sus habitantes conservan ciertas peculiaridades, como es el hecho de practicar el gallego-asturiano (3), o en los aspectos costumbristas (4) y folklóricos (5), desafortunadamente en franco retroceso. La importancia del Departamento, en el conjunto del concejo allandés, es relevante, no solamente por que venía a representar la mitad superficial del mismo, sino también por su aportación eco nómica y humana. Baste anotar que el ganado vacuno lo formaban (1) Véase: A n t o n io G a r c ía L in a r e s , E l C o n c e jo d e A lla n d e , s e g ú n e l C a en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, Ovie do, 1980; número 101, pp. 549-573. (2) J o s é M a n u e l G o n z á l e z , E l s e c to r lu c e n se d e l lito r a l a s t u r ia n o e n la a n t ig ü e d a d . En A r c h iv o E s p a ñ o l d e A r q u e o lo g ía . 1952, número 86, pp. 1-9. t a s tr o d e E n s e n a d a , (3) C e l s o M u ñ iz , a s t u r ia n o d e A lla n d e E l H a b la d e l V a lle d o r — E s t u d io d e s c r ip t iv o d e l g a lle g o (A s t u r i a s — E s p a ñ a ) . Academische Pers. Amsterdam, 1978. (4) C e l e s t in o V a l l e d o r , C o s tu m b r e s j u r í d i c a s y e c o n ó m ic a s d e l m u n ic i En A n a le s d e la U n iv e r s id a d d e O v ie d o , t. III, pp. 29-44. (5) M a n u e l A l v a r e z R ic o , D e l fo lk lo r e d e A lla n d e . BIDEA, números XXX, XXXIII y XX XXXVII (1957-58 y 59). p io d e P o la d e A lla n d e . 198 ANTONIO GARCIA LINARES 3.954 cabezas, 7.009 el lanar, 5.700 el cabrío, 3.332 el de cerda, y que las colmenas y enjambres sumaban nada menos que 4.485, sin te ner en cuenta las habituales ocultaciones. En este tiempo —año 1753—, según los datos del Catastro, de una población total para el término municipal de 1.286 vecinos, que representan aproximadamente 6.430 habitantes, el Departa mento de Berducedo con 718 vecinos llegaba al 55,83 por ciento de la misma. Su número de habitantes andarían por los 4.590, que contrastan con los que proporciona el Padrón de Habitantes de 1981 (6), que da una población, de hecho, para la zona de 1.005, lo que supone solamente el 29,33 por ciento del total municipal. Es interesante contrastar la respuesta que proporciona la pre gunta 15 del Real Interrogatorio. Por ella vemos que la dependen cia de las Parroquias del Valledor y Santo Millano al Deán y Ca bildo, y la de Santa Coloma al Colegio de San Vicente de Oviedo. Ello tiene su origen, para las primeras, en las donaciones de Fruela, hijo de Alfonso III, del año 912 y Tructinus Veremudez, del 972, a la iglesia de Oviedo (7); y, en cuanto a Santa Coloma, en el acuer do suscrito por María Farfona, pobladora de Santa María de His, con el abad de San Vicente Don Rodrigo, en 1.118 (8). Por otra par te las pertenencias de otras instituciones eclesiásticas eran impor tantísimas, como son el Monasterio de San Juan de Corias, mayor (6) Los datos provisionales del Padrón de Habitantes, con referencia al 1 de marzo de 1981, dan una población de derecho de 3.692 habitantes y 3.426 de hecho (Archivo Municipal de Alla'nde). (7) S a n t o s G a r c ía L a r r a g u e t a , C o le cc ió n d e d o c u m e n to s d e la C a t e d r a l d e O v ie d o . Oviedo, 1962. Documentos números 20 y 28. Sobre el dominio de la iglesia de Oviedo en Allande y su formación, véa se: J u a n I g n a c io R u iz de la P eñ a , S o b r e la fu n d a c ió n d e la P o la d e A lla n d e y s u c a r t a p u e b la , BIDEA, XXIII, pp. 417 y ss. (8) P ed r o F l o r ia n o L l ó r e n t e , C o le c c ió n d ip lo m á tic a d e l M o n a s te r io de Oviedo, 1968, p. 541. En 1202, Lope Sanxiz, hijo de María Petri Farfo'na, pobladora de Santa Ma ría de His, dió a Corias su pertenencia de Is e (L ib r o R e g is tr o d e C o r ia s . Ovie do, 1950, tomo I, p. 74); y en 1.214 varios parientes reconocen haberse intru sado en la tenencia de Santa María de Ys, heredad de San Vicente de Ovie do, que tenían de su madre Farfona (Luciano Serrano, C a r t u la r io de S a n V i c e n t e ; números 227, p. 298). Véase también, J u a n I g n a c io R u iz de la P eñ a , F u e r o s a g r a r i o s a s t u r ia n o s d e l s ig lo X I I I , en A s t u r ie n s ia M e d ie v a lia , 4. Oviedo, 1981, donde se estudia la Carta de Folguera de Hedrados, de 1.265. En las Respuestas Particulares del C a t a s t r o , cuyas copias se conservan en el Archivo Municipal de Allande, se censan como propiedades de Sah Vicen te de Oviedo los términos de los lugares de Is y Rebollo; las tres cuartas par tes, a monte y villa, de Santa Coloma, y aparece como mayor interesado con S a n V ic e n te d e O v ie d o . EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 199 hacendado del concejo (9), y los hospitales, en el Camino de San tiago, de Fonfaraón, Valparaíso, Montefurado, Lago y Berducedo (10), que con «unos pocos» particulares amayorados (11) acapara ban el dominio directo del territorio allandés. La transcripción que ofrecemos se contiene en las Respuestas Generales que se conservan en el Archivo General de Simancas, Di rección General de Rentas, en el libro 376, folios 89 al 145 vuelto. El texto, en castellano actual, es el siguiente: ocho y media partes o varas de las veinticuatro que comprendía el lugar de Bustantigo (Segundo Partido, tomo 5.° Eccs, folios 450 y ss.). Los vecinos de estos pueblos venían pagando cierta cantidad de o'nzas de cara sin labrar, como pensión inalterable, por el dominio directo, en “los al tos y bajos, brevos y mansos, arroto y por arromper, tierras, prados, árboles de fruto y sin él, a monte, fonte y villa”. En virtud de las leyes desamortizadoras, al considerar esta pensión como canon perpetuo y de carácter foral pa saron al Estado y se procedió a la venta del censo, viniendo así a pertenecer la mencionada pensión a D.a Josefa Antonia Alvarez Arenas. Esta testó en 2 de noviembre de 1862 a favor de sus sobrinas, redimiendo la pensión los pagado res y dueños del dominio útil en 1865 (Protocolos del Notario de Oviedo D. Angel González Rúa). (9) Las propiedades de Corias que aparecen en el C a t a s t r o (tomo citado, folios 462 y ss.) son las siguientes: Lugar de Villar de Castañedo, entero. Lugar de San Pedro, entero. Santo Millano, nueve porciones de sese'nta y dos en que se dividían sus términos. Vallinas, una cuarta parte. Riodevillar, cuatro porciones y una octava de otra. Herías, mayor interesado con cuatro porciones de las dieciséis en que se di vide. Na vedo, mayor interesado con seis de dieciocho. San Salvador, mayor interesado en veinticuatro de cuarenta y ocho. Collada, meYior interesado con cinco de treinta y seis. Términos de Valle, incluso en Collada, tenía cinco por ciones de treinta. Lugar de Villalaín, cuatro porciones de dieciocho. Villanueva, una de once. Cortiollo, seis y media de veinticinco. Engertal, entero. Ba rras, mayor porcionero con quince de veinte. Aguanes, porción a monte y vi lla. Monte de la Abadía, entero. Fbnteta, cuatro porciones y tres cuartas par tes de otra de veinte en total. Tremado y Villasonte. En la parroquia de Ber ducedo, la Braña de Buelle. Y en la de Sa'nta Coloma: Llaneces, con once por ciones o varas de veintiocho; Arbeyales y Puentenueva, con cinco de treint? y siete; Vallinadosa, con una y media de cuatro, y Meres, Sellón y Bustel, ir tegramente. (10) Pertenecían a los Hospitales de Fonfaraón y Valparaíso, de'ntro dei Segundo Partido, el lugar de Paradas, del que era el mayor interesado con trece porciones y cuarta parte de otra de un total de veintiséis, en que se di vidían sus términos. Riolongo, con cuatro porciones y media de las cinco y media en que se partía y dividía. Así como también poseían bienes en Llane ces, Bojo (entero), Beberaso, San Emiliano y Murías (CME, tomo citado; fol. 528 vt° y ss.). El Apeo de los bienes del Hospital de Montefurado se realizó en 1747 por D. Juan Antonio Díaz Trelles, Cura de Lago, bajo el testimonio de Juan Sol ANTONIO GARCIA LINARES 200 DEPARTAMENTO DE BERDUCEDO, EN EL CONCEJO DE ALLANDE Copia de las Respuestas Generales. En el lugar de Berducedo, concejo de Allande, a doce días del mes de noviembre año de mil setecientos cincuenta y dos años, juntos con mí escribano comisionado para lo que expresará, don Antonio Victoria Ladrón de Guebara, Juez por el estado noble en Queipo, ordenado por auto de visita del Ldo. Vicente García de la Peña. Se describen los montes, términos y brañas pertenecie'ntes al Hospital, así como las propiedades de Corondeño, Tamagordas, Villadecabo, Santo Millano, Vi llanueva, Fonteta y La Pola (véase testimonio de D. Francisco Cantos Alber tos, Notario de Pola de Allande, en 11 de abril de 1958). En 13 de mayo de 1850, Don Bartolomé Hermida, Gobernador de esta pro vincia, a’n te el escribano Don Pedro Suárez Bárcena, de la ciudad de Oviedo, aforó perpetuamente a D. Fernando López Magadán, D. Juan López Magadán y D. Juan Menéndez, vecinos de Montefurado, los bienes rústicos y urbanos, rentas, censos y demás pertenecientes al Hospital Alberguería de Sa’n tiago de Montefurado. A Don Francisco Collar, vecino de la parroquia de La Pola, los de la Alberguería de Valparaíso, y a Don Ramón Fernández Ronderos, los del Hospital de Fonfaraón, con sus casas o edificios y capillas, que respectivamen te tenía'n estos tres establecimientos piadosos con la c o n d ic ió n d e q u e h a n d e s e g u i r d a n d o a l b e r g u e r ía a lo s tr a n s e ú n te s y c a m i n a n t e s ; q u e c a d a d ie z a ñ o s h a n d e h a c e r n u e v o re c o n o c im ie n to y o b lig a c ió n d e c u m p lir con o t r a s p e n s io n e s y a d e m á s con la o b lig a c ió n d e c o m p o n e r y r e p a r a r lo s c a m in o s e n lo s t r á n s it o s in m e d ia t o s a lo s H o sp ita le s , m a r c á n d o lo s co n s e ñ a le s q u e s ir v a n de g u ía , s a l i r p o r la s n o c h e s con lu c e s lla m á n d o lo s e n a l t a s y r e p e t id a s v o c e s a lo s t r a n s e ú n te s , d e ja r de n o ch e u n f a r o l e n c e n d id o e n la p a r t e d e f u e r a d e lo s e d ific io s e n lo m á s a lto d e él, s u m in is t r a r to d o e l a u x ilio n e c e s a r io a lo s t r a n s e ú n te s , p a r a c o n d u c irlo s a la A lb e r g u e r ía , a l b e r g a r e n la c a s a a to d o c a m i n a n te a c u a lq u ie r h o ra d e l d ía o de la n o ch e q u e lle g u e , d a r le s fu e g o p a r a c a le n ta r s e , lu z, s a l y le c h o p a r a d e s c a n s a r , s in e x i g i r l e s p a g a p o r e s t a s f a t ig a s . (Registro de Hipotecas de Grandas, libro 3.°, folio 204, y testimo'nio del Nota rio de Tineo, D. Mariano Collado Soto, en 31 de octubre de 1960). (11> rDon Fernando Mathías Mon y Valledor, vecino de San Martín de Oseos, descendiente de la Casa Solar del Valledor (CME; Pdo. 2.°, tomo 4.°, fol. 2437-2496). El Conde Marcel de Peñalba, titular del Señorío de Allande, y heredero del Contador Rodrigo de la Rúa (Id. id. fol. 2496 vto. 2540). Don Diego de Sierra y Salcedo, vecino de Llamas del Mouro. Titular de los ■después cdnocidos “Bienes de Colón”, por compra que su casa había hecho, en 1705, a Don Sancho de Miranda, Marqués de Valdecarzana. Estas propieda des se había desmembrado de la Casa de Cienfuegos en la dote que, el Corre gidor Gutierre González de Cienfuegos y su tercera esposa Doña María de Miranda, habían dado a su hija Doña Leonor (t 1599), al contraer matrimonio con Lope de Miranda y Valdés (t 1626). (Id. id. fol, 2541-2558). EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 201 este concejo, don Albaro Fernández Valledor, don Joseph Fernán dez Valledor, Electores de Justicia que como tales por razón de su privilegio gozan el de regidores en él; don Rodrigo García Allande, procurador por el mismo estado noble; Juan Sol Queipo, escribano de Ayuntamiento en este dicho concejo, don Joseph Martínez Osorio cura propio de esta parroquia por sí y los demás de este De partamento, Domingo Fernández, Antonio Pacho, vecinos de esta parroquia; Phelipe de la Mesa, de la de Lago, y don Bernardo Fer nández Sierra que dijo hallarse ausente de este concejo, Joseph Sol, Domingo Rodríguez Cuerbo de la parroquia del Valledor; An tonio Garzía y Luis de Alba de la de Santa Coloma; Fernando de Allande y Valledor y Juan de Villanueva de la de Santo Millano; Ambrosio de la Rúa por sí y Antonio Garzía Valledor ambos de la de Erías, que dijo no haber podido llegar hasta ahora de su casa en obedecimiento del precepto que se le impuso; que así dijeron ser y llamarse y lo confirma por conocimiento de sus personas el referido escribano de Ayuntamiento, y que unos y otros habían si do nombrados por peritos agrimensores para el reconocimiento de los términos, granjerias, artefactos y demás que incluyen dichas parroquias por el expresado don Antonio Victoria; e instruidos de lo que debían ejecutar, de todos los cuales, a excepción de dicho cura, recibí juram ento en debida forma, bajo del cual prometieron decir verdad, satisfaciendo a las cuarenta preguntas del Real Inte rrogatorio de la letra A, según su leal saber y entender, particular mente después de haber reconocido los términos de este Departa mento, sus casas, granjerias, artefactos y más que incluye compren dido en dicho Real Interrogatorio, y cada una de sus preguntas con la explicación necesaria, y encargados de todo con la represen tación de la grave perpetuidad de la materia y que nuestro Rey y Señor (que Dios guarde) tiene acción para ser mantenido y armado con las contribuciones de sus vasallos, según Leyes divinas y hu manas. y que en esta cierta inteligencia era materia dos veces gra ve perjudicar a sabiendas los derechos de la Real Corona y faltar a la religión del juramento, de todo lo cual enterados dijeron: 1.a) A la primera pregunta dijeron, que los términos de que se hace esta operación y lugares que incluyen son y se nombran las Parroquias de Berduzedo, Lago, el Valledor, Santa Coloma, Santo Millano v Erías, inclusas en el concejo y jurisdicción de Allande. 2.a v 3.a) A la segunda v tercera preguntas, que en cuanto a lo que se contienen se remiten a lo que resulta de las respuestas ge nerales recibidas por el Subdelegado, don Antonio Albarez Barragaña, que operó en la capital de este concejo y su departamento. 202 ANTONIO GARCIA LINARES 4.a) A la cuarta, que en los términos de las seis parroquias ex presadas que comprende esta operación hay trece especies de tie rra que son: 1.a—Tierras de labor que sin descanso y alternando producen escanda, trigo, centeno y nabos en los mismos años que estos tres frutos, y sucesivamente maíz mezclado con habas blancas y mijo. 2.a—Tierras de labor que por desidia y falta de abono descansan un año y producen centeno en el que se siembra, y las que son de esta calidad no producen otro fruto. 3.a—Tierras de labor que descansan diez años, manteniéndose uno rotas, de las que producen trigo y otras centeno según su cali dad. 4.a—Tierras que descansan veinte y fructifican dos años segui dos, en el primero trigo o centeno, según su calidad, y en el segun do avena. 5.a—Tierras que con descanso de treinta años producen como las antecedentes. 6.a—Tierras que con descanso de cuarenta solo fructifican uno, trigo o centeno, según su calidad, quedando todas en los interme dios en abertal con el beneficio de pasto a diente y entendiéndose incultas los años de su producción en los del descanso. 7.a—Prados de regadío de dar yerba y paciones y lo mismo de secano. 8.a—Tierras de solo pasto en abertal propias de particulares. 9.a—Tierras con plantío de viñas. 10.a—Tierras con plantío de castaños. 11.a—Tierras con plantío de árboles frutales que son nogales, pe rales, manzanales, cerezos, higueras, niseros, guindales, pescales. 12.a—Tierras con plantío de robles, horneros, y pládanos en mon te alto y orillas de río propias de particulares, a quienes ni a los habitadores no rinden otra utilidad o frada que el aprovechamien to de la leña necesaria para la manutención de sus casas. 13.a—Tierras de peñas innaccesibles y matorrales sin uso ni apro vechamiento alguno. Y se nota que aunque se siembran las especies de lino y cáñamo no hay tierra alguna destinada para ella ni alternan con otro fruto de los expresados, solo si el vecino que tiene tierras aparentes para esta semilla siembra, el año que lo necesita o tiene por convenien te, un controzo ya en esta ya en la otra sin que a este modo de sembrar puedan dar fija costumbre, alternatura o producción, solo si la regular con la sementera del trigo, en la misma forma pro ducción y utilidad que este fruto. Que las tierras que fructifican EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 203 sin descanso es en fuerza del sumo trabajo y abono, con que les benefician sus dueños o llevadores, sin que haya alguna en el tér mino, de dichas seis parroquias, que produzcan al año dos frutos a no ser las que se siembran a trigo, centeno o escanda que levan tados estos tres frutos producen el de nabos como dicho és. 5.a) A la quinta, que las tierras que llevan declaradas son de primera, mediana e ínfima calidad y que en estas mismas piezas hay diferencia en su producto en la forma siguiente: En las de Santo Millano, Santa Coloma, Erías y Berducedo, en la tierra de buena calidad se siembra el fruto de trigo, escanda y centeno al ternando, y en los mismos años, el de nabos levantados los ante cedentes expresados, y sucesivamente maíz mezclado con habas; en las del Valledor y Lago los mismos frutos a excepción de escan da. En todas, excepto en las de Berduzedo y Lago, en la tierra de mediana calidad se siembra en alternativa las especies de trigo, cen teno y maíz mezclado con habas y nabos en los dos años que las primeras; en dichas dos parroquias de Berduzedo y Lago las de centeno, maíz y habas mezcladas y nabos en los mismos años que el centeno. En todas dichas seis parroquias, en la tierra de ínfima calidad se siembra centeno y mijo alternando. En las tierras que por desidia y falta de abono descansan un año y fructifican otro se siembra el fruto de centeno. En las que fructifican de diez en diez, trigo en la de mediana calidad, y centeno en la de ínfima. En las que fructifican de veinte en veinte y de treinta en treinta, se siembra en las de mediana calidad trigo en el primer año de su rotura y avena en el siguiente, en las de ínfima solo centeno como las antecedentes. En las que producen de cuarenta en cuarenta años se siembra trigo en la de mediana calidad, y centeno en la de ínfima. Y se nota que solo en la parroquia de Berduzedo se siembra el fruto de avena que queda expresado, como también en las de Lago y Santa Coloma, sin que en ninguna otra de este De partamento los bravos que descansan, como dicho es, fructifican dos años seguidos, todos después quedan para pastos de ganado. 6.a) A la sexta, que en el término de dichas seis parroquias hay plantío de árboles frutales que son: nogales, perales, manza nos, cerezales, higueras, nisales, guinda y pescales, y otros no fru tales como son robles, viñedos y pládanos. 7.a) A la séptima, que algunos de los mencionados árboles se hallan plantados en los cierros de las heredades y prados, por su mayor defensa y seguro. Otros fuera y en las márgenes y los demás dispersos por todo el término. 204 ANTONIO GARCIA LINARES 8.a) A la octava que se refiere a las antecedentes, pues aunque en el término de este Departamento hay diferentes árboles, así fru tales como no frutales que se hallan formados en las hileras, no es que lo estén arreglados a planturías, sí porque lo permite la situación del terreno que ocupan, que está denotado ser accidental en este modo de planturía y no a reglamento o planturía. 9.a) A la novena, que la medida de tierra de que usa en el término es por emina, media emina, cuartas, medias cuartas, chopines y pucheras, y que al territorio o heredad que se siembra con dicha emina llaman días de bueyes, que consiste en cuarenta va ras de frente y ochenta de fondo, y por lo perteneciente a viñas es la común regulación por hombres de cava, que cada cinco de estos componen un día de bueyes de la antecedente medida; y que en los términos que este ocupa se siembra tres cuartas de trigo, cua tro y media de centeno, una y media de maíz mezclado con habas y de estas medio chopín, una cuarta de mijo, seis de avena, seis de erga que deja en limpio secándola en el pilón, dos de escanda y un cuartillo o puchera de nabina; y se nota que la medida que lla man emina en este Departamento compone seis copines de la ciu dad de Oviedo y un choupín más que la fanega castellana, en cuyo supuesto viene a faltar a esta para componer la emina un chupín. 10.a) A la décima, que en el término que ocupan las seis pa rroquias de este Departamento hay treinta y seis mil novecientos y veinte días y medio de bueyes, de los cuales ciento cuarenta y ocho son tierras de labor de buena calidad, quinientos noventa y ocho de mediana, y mil quinientos treinta y dos de ínfima, que unos y otros fructifican en alternancia y sin descanso; ciento y diez de tierras que producen con descanso de un año ínfima ca lidad; de tierra brava que fructifica con descanso de diez años, setenta y dos días de mediana calidad y ochenta y siete de ínfima; de la que fructifica con descanso de veinte años, ciento y cuarenta y dos días de mediana calidad y ciento setenta y siete de ínfima; y de la que fructifica con descanso de treinta años, ciento y veinte y seis de mediana calidad y ciento setenta y siete de ínfima; y de la que fructifica con descanso de cuarenta años, ciento treinta y ocho de mediana calidad, y ciento ochenta y siete de ínfima. De prados de regadío, cincuenta y nueve días de bueyes de buena ca lidad; ciento y once de mediana y ciento y quince de ínfima. De prados de secano sesenta y dos días de buena calidad, ochenta y tres de mediana y ciento setenta y cuatro de ínfima. De tierra con plantío de viña, siete días de bueyes de buena calidad, veintidós de mediana calidad y setenta y tres y medio de ínfima. De tierras EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 205 con plantío de castaños, mil ciento y diez y nueve. De tierras con plantío de todos árboles frutales, que van mencionados, cincuenta y dos días y medio de bueyes en esta forma: de pescales uno y tres cuartas partes; de perales cuatro; de manzanales cinco; de nogales tres y cuarta parte; de higueras catorce y medio; de cerezales diez y nueve y cinco octavas partes; de nisares cuatro; de guindales tres octavas partes. De tierra inculta por naturaleza que solo sirve para pasto de los ganados, diez mil días de bueyes; de igual cali dad y con el mismo aprovechamiento con plantío de robles cha parros y otros árboles silbestres seis mil, y de peñas líquidas sin uso ni aprovechamiento mil ochocientos y cincuenta. Y se nota que las antecedentes medidas de tierras en la forma que van ex presadas son las que su leal saber y entender hay en dicho término, y a mayor abundamiento y para mejor claridad se remitan el re conocimiento particular que de todo él se ha hecho por los peritos agrimensores nombrados por el Juez Subdelegado y quienes asis tieron los oficiales de su oficina, haciendo las correspondientes anotaciones y medidas con las que se conforman. 11.a) A la once, que en el término de dichas seis parroquias se cogen las especies de frutos que dejan dicho en la cuarta respuesta, con más el de castaña verde y de que parte de esta se seca a fuego. El de pera, manzana, nuez, higos, piescos, cereza, niso y guinda. 12.a) A la doce, que el día de bueyes que en el término de to- * das las parroquias de este departamento, se siembra y beneficia como dicho es, produce con una ordinaria cultura en esta forma. En las de Santo Millano, Erías y Santa Coloma, el día de bueyes de buena calidad produce, en cada un año, cuatro eminas de trigo, tres de escanda, cuatro de centeno, nueve de maíz y tres cuartas de habas mezclado, cuatro carros de nabos y la misma porción de nabina con que se siembra. En las de Lago y Berduzedo, cuatro eminas de escanda, cuatro de centeno, cinco de maíz y media emina de habas mezcladas, cuatro de trigo y los mismos nabos y na bina que las antecedentes; y en la del Balledor, tres y media de trigo, cinco de centeno, ocho de maíz con dos cuartas y media de habas mezclado y los mismos nabos y nabina que las antecedentes. Las tierras de mediana calidad producen el día de bueyes en las parroquias de Berduzedo y Lago, tres eminas de centeno, dos de maíz con una cuarta de habas mezclado, dos carros de nabos y la misma porción de nabina con que se siembra. En la del Balledor dos eminas y media de trigo, cuatro de centeno, seis de maíz con dos cuartas de habas mezclado, y los mismos nabos y nabina que la antecedente. En las de Santo Millano, Erías y Santa Coloma, 206 ANTONIO GARCIA LINARES tres eminas de trigo, tres de centeno, seis de maíz con dos cuar tas de habas mezclado, y los mismos nabos y nabina que las an tecedentes. El día de bueyes de ínfima calidad, en la parroquia del Valledor, dos eminas de centeno, una y media de mijo. En las de Berduzedo y Lago, dos de centeno y dos eminas de mijo; y en las de Santa Coloma, Santo Millano y Erías, dos de centeno y dos y medio de mijo. En todas las seis parroquias, el día de bueyes que fructifica con descanso de un año, produce tres eminas de cente no. El que fructifica con descanso de diez, cuatro eminas de trigo en la mediana calidad y tres de centeno en la de ínfima. Los que fructifican con descanso de veinte o treinta, cuatro eminas de tri go en la mediana calidad y al siguiente año cuatro de avena, y el de ínfima tres de centeno. El que fructifica con descanso de cua renta, cuatro eminas de trigo en la de mediana calidad y tres de centeno en la de ínfima. Un hombre de cava de viña, en todo el término, produce en la tierra de buena calidad, produce una cán tara de vino en la de mediana, media y una cañada en la de ínfi ma. El día de bueyes de prado regadío de buena calidad, un carro de yerba, pación de otoño y primavera; el de mediana, un carro de yerba y pación de otoño, y el de ínfima calidad, medio carro y pación de otoño. El día de bueyes de prado secano en tierra de buena calidad, un carro de yerba y pación de otoño, en la de me diana medio carro y pación de otoño, y en la de ínfima cuarta parte de carro sin pación. Y que en cuanto a la regulación de la utilidad y producto de las tierras y términos que solo sirve a diente por consistir esto en pasto general, no hacen su regulación en la pregunta. Y se nota que la estimación y fruto de vino es igual al mosto por no aprovecharse de él hasta que cocido en las tinas se exprime en los lagares, que lo es en todo vino después de encubado. 13.a) A la trece, que los árboles frutales que dejan dicho en la pregunta sexta y los de los sotos expresados en la décima, se hallan plantados parte de ellos en las márgenes y cierros de las heredades y los más dispersos por el término, unos y otros sin orden ni reglas de planturía por hileras y con la correspondiente distancia, en cuyo supuesto si se redujesen a ellas, el día de bue yes de cuarenta varas de frente y ochenta de fondo o costado le ocuparían veintiún pies de árboles mayores o de copa y cincuenta y siete de árbol menor, por lo que considerando a todo árbol fru tal plantado en tierra de mediana calidad para fructificar, regulan su respectivo producto en la forma siguiente: el día de bueyes plan tado de castaños cinco eminas y una cuarta en cada un año, y ha biendo el estilo de secarlas a fuego para su mejor conservación EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 207 las cinco eminas y cuarta, producto de un día de bueyes, viene a quedar en una emina, una cuarta y un chupín secas. El día de bueyes plantado de higueras, en la misma forma, produce en cada un año dos eminas. El plantado de nogales ocho, y los menciona- * dos árboles son los que llaman mayores o de copa. El día de bueyes plantado de pescales rinden a seis eminas en cada un año. El de perales catorce y media, y el de manzanales veinte y descansando como descansan entre dos años uno, viene a quedar reducido el producto del día de bueyes plantado de perales a siete eminas y cuarta en cada un año, y el plantado de manzanales a diez. El día de bueyes plantado de cerezos y el plantado de nisos, rinden ocho eminas cada uno, y el plantado de guindas cuatro. Y mediante a que los montes de robles no producen frada alguna como ni tam poco otro árbol infructífero ni rinden más utilidad que la que queda dicho en la cuarta respuesta no se le regula producto alguno. 14.a) A la catorce, que el producto que regularmente en las parroquias de este departamento la emina de trigo, la de escanda, la de habas y la de castaña seca, son catorce reales cada una, la de centeno once, la de mijo ocho, la de maíz nueve, la de avena cinco, el carro de nabos cuatro, el cuartillo de nabina diez y siete maravedís, la cántara de vino (que es igual a la de Castilla) y una cañada la cuarta parte de esta, ocho reales. El carro de yerba diez y ocho reales, y las paciones que produce de primavera y otoño seis reales cada una. La emina de nuez seis reales. La de higos, dos. La de manzana, tres. La de pera, cuatro. La de piesco o melotocón, cuatro. La de cereza, tres. La de guinda, seis. La de nisos o ciruela, uno. Y se nota que aún en este concejo hay precios de tasa o valía a los que se cobran los frutos que se dan al fiado, no rigen ni de ben regir estos para los comunes y regulares a que van apreciados las antecedentes especies conforme a lo mismo que expresa la pre gunta. 15.a) A la quince, que sobre las tierras y heredades del tér mino de las seis parroquias que comprende este departamento se halla impuesto el derecho del diezmo, que es de diez uno, y co rresponde a las respectivas parroquias a los sujetos siguientes: En esta de Berducedo, la mitad de los frutos de diezmos en los lugares de Corondeño, Castro y Grandera a su cura, don Joseph Martínez Osorio, y la otra mitad al cura que fuese de la parroquia de Santo Millano y dueños de las piezas eclesiásticas de aquella parroquia, por iguales respectivas porciones, según perciben los de ellas; en los demás lugares de ésta, corresponden enteramente a dicho su cura. En la de el Valledor la mitad a su cura, don Mi- 208 ANTONIO GARCIA LINARES guel Antonio Albarez de Ron, y la otra mitad al Venerable Dean y Cabildo de la Ciudad de Oviedo, y en su nombre los percibe por arrendamiento don Lope Alonso Magadán, vecino del concejo de ‘Grandas. En la de Santo Millano, la cuarta parte a su cura (que no le hay actualmente); otra igual a dicho Venerable Cabildo, por razón de préstamo, cuyos frutos percibe D.a Magdalena Flórez, viu da y vecina del lugar de Erías; otra cuarta parte, por razón de beneficio simple, a la dignidad de Prior de dicha Santa Iglesia, cuyos frutos percibe el referido don Lope, y la restante cuarta parte, también por razón de beneficio simple, servidero al mismo Venerable Dean y Cabildo, y los frutos a esta correspondiente los percibe el enunciado don Lope Alonso. En la de Erías, que es hi juela de la antecedente, se perciben los frutos en la misma forma y por las mismas porciones que en esta. En la de Lago y su lugar de Montefurado, corresponden enteramente al cura don Juan An tonio Díaz Trelles; en el de Castañedo, las tres cuartas partes al mismo cura; en el de Villar de Armenande, las dos terceras; las demás, en unos y otros, al Hospital de Pobres Peregrinos sito en el lugar de Lago y su Patrono don Francisco Albarez Sierra, y en los más lugares de aquella parroquia se reparte por partes iguales en este y dicho cura. En la de Santa Coloma, la tercera parte a su cura don Juan Francisco Albarez, y las dos restantes al Colegio de San Vicente, orden de San Benito, sito en la ciudad de Oviedo, cuyos frutos percibe Angel Rodríguez, vecino de la misma parro quia, por vía de arrendamiento, y que el referido derecho se paga de los frutos de escanda, trigo y más que llevan expresados en la respuesta doce, como también de todo género de naciones y de los enjambres que producen las colmenas, sobre cuyo asunto para mayor individualidad, de los frutos que se diezman, se remiten a las certificaciones de los párrocos de dichas parroquias donde cons tarán las especies todo a que ascienden. Que asimismo se halla impuesto en derecho de primicias, que se paga en la forma siguiente. En esta parroquia de Berducedo, ca da casado, viva o nó en unión con otro, una cuarta de mijo y las viudas media. En la del Valledor todo casado y viudo paga dos cuartas de mijo, la una colmada, y las viudas por mitad en la mis ma forma. En la de Santo Millano igualmente y en la misma forma que en la de Berducedo. En la de Erías lo mismo, y además pagan todos los vecinos al escusador que reside en ella, por esta razón de residencia, diez eminas de trigo en cada un año que reparten entre sí por partes iguales. En la de Lago todos, casado y viudo, paga una cuarta de centeno y otra de mijo, y las viudas por mitad. EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 2 09 En la de Santa Coloma, pagan igualmente que la antecedente, cuyo derecho de primicias se parte por respectivas porciones a corres pondencia de los diezmos entre los interesados en estos, lo que también sucede en los lugares de esta parroquia de Berducedo, en que perciben diezmos los interesados en los de la de Santo Mijllano que unos y otros los parten y dividen en las porciones que dicho es. ’ 16.a) A la diez y seis, que en cuanto a la cantidad de frutos a que ascienden dichos diezmos y primicias y sus arrendamientos anuales, no puede dar específica razón a causa de la multiplicidad de especies, variedad de arrendamientos anuales y productos de unas y otras, remitense a las certificaciones de los respectivos curas. 17.a) A la diez y siete, que en el término de las seis parroquias de este departamento, hay cuatro batanes de dos mazos para aba tanar el sayal que se fabrica en ellas. Uno se halla sobre el río de Riellos en la parroquia de Santo Millano, perteneciente a don Ma nuel Rodríguez, vecino del lugar de Hema y consortes, que tra baja ocho meses al año, y regulan su utilidad para el dueño en ochenta reales. Otro sobre el río de Muriellos, parroquia de Santa Coloma, perteneciente a Antonio García, vecino del lugar de Bendón, a quien regulan de utilidad sesenta reales al año por seis me ses que trabaja. Otro sobre el río de Puentenueva, parroquia de Santa Coloma, perteneciente a Antonio García, perito agrimensor que declara, y otro sobre el de Fonteta, en la parroquia de Valledor a Domingo García, digo, Rodríguez, vecino del lugar de Fonteta, que cada uno de ellos trabaja cuatro meses al año y regulan la utilidad de ambos, por iguales partes, en ochenta reales. Que asi mismo otro batán deteriorado, que no trabaja, sobre el río de Villar, parroquia de Lago, perteneciente a don Francisco Albarez Sierra, vecino de ella. Que también hay en el término de este de partamento nueve lagares, cada uno de una viga, y todo el arte facto de madera, de los cuales uno pertenece a don José Fernández Valledor, Elector que presencia estas generales, y consortes. Otro a don Balthasar Cienfuegos, conde de Peñalva. Otro a doña Magda lena Florez, viuda, vecina del lugar de Erías. Otro a Patricio Fer nández y consortes, vecino del lugar de Cernías. Otro a don Fer nando de Mon y consortes, vecino de Villadecabo. Otro a Pedro Martínez de la Arna, vecino del lugar de Tamagordas. Otro a Fran cisco de Conto y consortes, vecino del lugar de Veveraso. Otro a Mateo de la Graña, vecino del lugar de Santo Millano, y otro a Fernando de Allande y consortes, del mismo lugar; a todos los 210 ANTONIO GARCIA LINARES cuales y a cada uno, sin que en esto haya distinción, regulan el producto anual de una cántara de vino a cada viga. Que hay en dicho término ochenta y siete molinos de un molar, sobre los arro yos de sus respectivos lugares, que muelen con el agua corriente de ellos, los treinta todo el año y los cincuenta, seis meses, cuyos molinos son en la forma siguiente. En la parroquia de Berducedo uno que muele todo el año, perteneciente a Pedro de Canto y con sortes; catorce que muelen seis meses, pertenecientes a don Juan Sol, don Joseph Martínez Osorio, a Ana Albarez, viuda, Francisco Fernández Cortón, Angela Queipo, viuda, Mariana López, viuda, Domingo Fernández, Pedro la Mesa, Domingo Márquez, Antonio Pacho, Patricio Lozano, Domingo Perez, Manuel Fernández y Joseph Cuerbo. En la de Erías tres que muelen todo el año, y el uno per tenece a doña Magdalena Flórez, otro a Juan Rodríguez, Rodrigo Fuertes y consortes y otro a Ambrosio de la Rúa; tres que muelen los seis meses al año, que el uno pertenece a Antonio García, otro a Ambrosio de Erías, otro a Juan Antonio Fernández de Is, todos con sus consortes. En la de Santo Millano siete que muelen todo el año, y perteneciente el año a Lorenzo Rodríguez, otro a Domingo López, digo Lozano, otro a Antonio Pacho, otro a Balthasar de Is, otro a don Fernando de Mon, otro a doña Josepha González Cor tina, viuda, y otro a Fernando de Allande, todos con sus consortes; once que muelen seis meses al año y pertenecen el uno a Juan de Villanueva, otro a don Rodrigo López Castrillón, presbítero, a Lope Albarez otro, otro a Joseph Fernández de Is, otro a Diego la Mesa, otro a don Nicolás Allande, otro a Juan López de La Vega, otro a Gil López, otro a Fernando Rodríguez, y otro a Juan Rodríguez, unos y otros con sus respectivos consortes. En la de el Valledor seis que muelen todo el año, uno que pertenece a Melchora Albarez, otro a Lorenzo Fernández, otro a don Joseph Fernández Valledor, otro a don Domingo Queypo, otro a Juan de la Regueira, otro a Alvaro Fernández. Dieciocho que muelen seis meses al año y per tenecen el uno a Joseph Sol, otro a Domingo de la Braña, otro a Pedro López, otro a Juan de Villasonte, otro a Antonio Blanco, otro a Marcos López, otro a Domingo Fernández, otro a Antonio Menéndez de la Rúa, otro a Pedro López, otro a Francisco de Vega, otro a Juan de Valle, otro a Elena Flórez, viuda, otro a Mathias Blanco, otro a Joseph de Valle, otro a Joseph López del Busto, otro a Pieiga, otro a Fernando Valle, otro a Bernardo de Valle. En la de Lago uno que muele seis meses al año y corresponde a Antonio Fernández Canto y consortes; cinco que muelen todo el año y pertenecen a don Francisco Alvarez Sierra, Justo Queipo, Juan de EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 211 la Mesa, Bernardo Fernández Sierra y Luis Fernández. En la de Santa Coloma ocho que muelen todo el año y pertenecen a Ma nuel Garzia, Luis de Alba, Pedro de Alba, Domingo Ferrero, Joseph Fernández, Luis Méndez, Francisco del Canto y Antonio Garzia; y diez que muelen seis meses al año, cuyos dueños son Domingo de Alva, Santiago Garzia, Antonio Garzia, Angel Rodríguez, Fran cisco Fernández, Manuel Rodríguez, Manuel González, Antonio Al barez, Domingo Garzia, Antonio Garzia, todos con sus respectivos consortes; cuyos molinos muelen las especies de escanda, trigo, centeno, maíz, mijo y avena, y regulan su utilidad en la forma si guiente: a los que muelen todo el año se regula el producto en dos eminas de pan en cada uno, cuarta y cinco cuartillos de cada una de las referidas seis especies y un cuartillo más de las de maíz y centeno, y los que muelen seis la mitad en la propia forma, y que ninguno de los expresados molinos es de maquila, solo sí sir ven para el uso de sus dueños y vecinos de los lugares que con curren a ellos. Que asimismo en el término de las seis parroquias hay seis pisones de desergar que trabajan uno arruinaeo y sin uso, este perteneciente a Juan (sic) Albarez, viuda, vecina del lugar de Sarzol, parroquia de Erías, que no es de agua, y los dos que tra bajan, el uno se halla puesto sobre el arroyo que llaman de la Labandera y es propio de Matheo Rodríguez de la Graña, vecino del lugar de Santo Millano, en cuya parroquia se halla dicho molino y trabaja con agua del referido arroyo; otro de mano en el lugar de Sarzól, parroquia de Erías, que pertenece a Ambrosio de Eres, vecino de él, cuyos molinos por el poco uso que tienen, a causa de que los más de los vecinos desgranan su pan de escanda en sus propias casas con artificios que para ello tienen dentro de ellas, tienen muy poca utilidad, por lo que se le regula a cada uno de sus dueños media emina de escanda. 18.a) A la diez y ocho, que en el término hay esquilmo de le che de vacas, manteca de estas; leche de cabritos y ovejas, las que solo sirve para manteca, sus crías; el de miel, cera y enjambres; el de lana, terneros, corderos, cabritos, lechones, potros y potrancas, aunque de esta especie no hay más que cuatro yeguas en el de partamento, y en todo él ningún esquilmo porque cada vecino es quila en sus casas sus ganados, correspondiendo los esquilmos que se dirán a sus dueños y a porciones por mitad, a excepción de le che v manteca que todo corresponde al párroco y son en la forma siguiente: a cada vaca lechera o parida, manteniendo su ternero, le regulan un cuartillo de leche y este en seis maravedís, que de jado para manteca rinde la onza cada dos cuartillos y queda la le 212 ANTONIO GARCIA LINARES che sin valor, siendo como es la libra de manteca de veinte onzas y el valor a cada una real y cuartillo. Un ternero, mientras mama, le regulan en veinte y seis reales de vellón, y como las vacas, por ordinario, unos años están paridas y otros no, viene a quedar redu cido su esquilmo de leche y manteca, que igual estimación tiene uno y otro, a tres maravedís diarios, y el de terneros o jatos a tre ce reales de vellón en cada un año; y considerando en la propia conformidad, con el descanso de año, las ovejas y cabras, pues aunque algunas pacen seguidamente, las más por la esterilidad de la tierra, su temple frío y debilidad de sus erías en su pequeñez no llegan a criarse ni aún a tomar alimento de sus madres, regu lan el cordero y cabrito a tres reales y medio, viniendo a quedar reducido este esquilmo a real y tres cuartillos en cada un año, y siendo anual el de lana regulan a cada oveja y carnero una libra de diez y seis onzas por lavar, sin que regulen en esta especie el de los corderos por no serlo hasta que tengan año y medio y en tonces lo regulan por cabeza mayor, y cada libra de lana de las on zas referidas la regulan en diez cuartos. Un potro mientras mama lo regulan en cincuenta y siete reales y medio, la potranca en lo mismo y atendiendo al descanso de las yeguas, que es igual al de las vacas, queda por mitad su valor anual, que no hay yeguas en el término de las que llaman de marca o contrario. Las naciones de una puerca de criar las regulan al año en tres lechoncitos y ca da uno en cuatro reales, que hacen doce reales de vellón al año; v habiendo hecho varias consideraciones acerca del esquilmo de miel y cera, y atendiendo a la esteridad de la tierra que motiva la esca sez de flor para su sustento, el poco tamaño de las cajas y modo de esquilmo, que es ahumándolas, regulan el producto anual de cada uno por su esquilmo de dos pucheras de miel de a diez y seis onzas cada una, un real y cuartillo, que es el precio regular que tie ne en este país y dos onzas de cera que vale ocho reales la libra, incluso lo correspondiente por enjambre, en siete reales. Que a p ^ cian un par de bueyes, de la labranza, en veinte y dos ducados de vellón. Un carnero en nueve reales. Un macho de cabrío en diez. Un cerdo, para el San Martín, en veinte y dos. Una gallina ... Y que así ésta como los machos de cabrío, carneros y lechones los apre cian y regulan para el conocimiento de las rentas que en especie perciben los eclesiásticos y lo mismo la manteca, miel y cera. Que hay en el término de este departamento tres mil novecientas cin cuenta y cuatro cabezas de ganado vacuno, de las cuales mil tres cientas noventa v una son vacas mayores, y de estas seiscientas y ocho propias de los vecinos que las tienen en sus casas, quinien- EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 213 ta ochenta y siete de vecinos que las tienen dado en aparcería y otras ciento treinta y siete de forasteros que en la misma forma las tienen dadas a los vecinos. Cuatrocientos y seis bueyes, los cien to setenta y siete propios de los vecinos que los tienen en sus ca sas, ciento cincuenta y cinco dados en aparcería de unos a otros y setenta y cuatro dados en la misma forma de forasteros a vecinos del término. Que además de las yeguas que tienen expresadas hay tres potros mayores de año dados en aparcería de forasteros a ve cinos y que de éstos son propios dichas yeguas. Que hay asimismo siete mil y nueve cabezas de ganado lanar, y de estas tres mil tres cientas noventa y cinco ovejas, las dos mil seiscientas treinta y nue ve propias de los vecinos que las tienen en sus casas, setecientas y cinco dadas en aparcería de unos a otros y cincuenta y una de forasteros a vecinos; mil quinientos setenta carneros y de estos mil y trescientos propios de los que los tienen en sus casas, dos cientos setenta y uno dados en aparcería de vecinos a vecinos y catorce de forasteros a vecinos. Cuatrocientos cuarenta y nueve bo rregos y de estos doscientos ochenta y seis propios y ciento sesen ta y tres de vecinos a vecinos. Mil y seiscientos corderos y de estos mil trescientos setenta y nueve propios, doscientos dados de veci nos a vecinos, y veinte y uno de forasteros a vecinos. Que también hay cinco mil setecientas cabezas de ganado cabrío y de estas cien to cuarenta y ocho cabras son dadas en aparcería de forasteros a vecinos, mil trescientas y diez de unos vecinos a otros, y mil ocho cientas y ochenta de los que las tienen en sus casas, que en todo componen tres mil trescientas y ocho; ochocientas ochenta y sie te machos y de estos quinientos cuarenta y cinco propios, doscien tas cincuenta y nueve de vecinos a vecinos, y treinta y tres de ve cinos recibidos de forasteros. Mil quinientos setenta y cuatro ca britos y de estos novecientos y ocho de vecinos que los tienen en sus casas, quinientos ochenta y seis dados en aparcería de unos a otros ,v de forasteros a vecinos ochenta. Y que también hay tres mil trescientas treinta y dos cabezas de ganado de cerda, de las cuales novecientas cincuenta y cinco son puercas de criar y de es tas novecientas cuarenta y ocho propios, cuatro dadas de vecinos a vecinos y tres de forasteros a éstos; ochocientos y cinco cerdos, setecientos sesenta y siete propios, treinta y seis dados de vecinos a vecinos y dos de forasteros a éstos. Mil quinientos setenta v dos lechoncillos, los mil quinientos sesenta y seis propios y los seis da dos de vecinos a vecinos. Que son los únicos ganados que pastan y hay en el término y aunque fuera de él haya algunos dados de vecinos a los de otros lugares, concejo o jurisdicción en aparcería, 214 ANTONIO GARCIA LINARES de estos no pueden dar individual razón, la que resultará de las declaraciones de aquellos que los tengan dados en la forma dicha, a las que se remiten. 19.a) A la diecinueve, que hay en el término propio de los veci nos de él, tres mil trescientos cuarenta y siete colmenas de abejas, de las que son dadas en aparcería de unos a otros setecientas cua renta y tres; mil cincuenta y cinco enjambres, y de estos dados en aparcería de unos a otros vecinos doscientos y cuarenta; sesenta colmenas y veinte y tres enjambres dados de forasteros a vecinos, también en aparcería; y aunque esta individualidad y razón de nú mero de colmenas y enjambres la dan como la han dado la de los ganados, que contiene la antecedente pregunta, por el reconoci miento que de uno y otro han hecho, pero que no la pueden dar individual de los dueños de cada caja de abejas propias de vecinos por tenerlas éstos como interpoladas en su diversidad, si saben que los esquilmos pertenecen a dueños y aparceros por mitad. 20.a) A la veinte, que en el término hay cinco especies de ga nados »caballar, vacuno, lanar, cabrío y de cerda, que los esquil mos de una y otra especie, a excepción de la leche que correspon de al aparcero, como también el de manteca corresponde a éste, y el dueño por mitad respectivamente. 21.a) A la veinte y una, que en el término de este departamen to y sus seis parroquias hay el número de setecientas y diez y ocho vecinos en esta forma: cuatrocientos y noventa casados que lla man pueblos o fuegos, cuarenta y uno también casados que viven en unión de los antecedentes, diez y siete viudos y cuarenta y sie te viudas que también constituyen vecindad cada una por si sola, sesenta y una que viven en unión con casados o con viudos, diez y nueve menores que por si solos constituyen sus respectivas vecin dades y cuarenta y tres que viven en las de otros. Y se nota que este modo de vivir en unión casados de distintos matrimonios, viu dos y viudas con éstos y unos con otros, es por ser padres e hijos o deudos muy cercanos, y que no hay brañas de alzada, alquerías o casas de campo. 22.a) A la veinte v dos, que hay en el término quinientas y quince casas de habitación para los vecinos expresados en la ante cedente respuesta; doscientas treinta y dos cuartos separados de ellas para su servidumbre, recoger ganados, yerbas y otros usos; ciento y dos cabañas de muy corto hueco y débil artefacto en dife rentes sitios de los lugares, y fuera de ellos para recoger ganados solamente tres casas inhabitables y cuarenta y cinco arruinadas. Y aunque todo este concejo de Señorío como resultará de la opera EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 215 ción hecha en su capital, ningún vecino paga por el suelo de casa alguna al Señor de la jurisdicción. Que hay asimismo veinte y ocho bodegas para recoger vino. Que también hay nueve paneras de seis pies y setecientos cuarenta hórreos de cuatro, porque aunque antes de ahora declararon siete más de esta clase, se arruinaron por ac cidente sin haber quedado sin uso alguno, y regulan el arriendo y utilidad de cada una de las paneras en media emina de centeno y el de cada hórreo en cuarta y media, sin que puedan dar renta fija a las casas de habitación, terrados y casas de ganados por ser dis tintas sus oficinas y huecos y no admitir tasación ni regla univer sal, por lo que se remiten a lo que resulta de las relaciones de sus dueños y reconocimiento particular. 23.a) A la veinte y tres, que no hay nada en este departamento de lo que en ella contiene. 24.a) A la veinte y cuatro, que el común de este departamento disfruta en igualdad con los demás vecinos de este concejo las al cabalas de él en cuyo asunto se remiten a la operación hecha en el capital de este concejo. 25.a) A la veinte y cinco, dijeron que el común de estas parro quias de man común de el todo el concejo satisface el salario de escribano de Ayuntamiento que son ciento veinte reales en cada un año, gastos de veredas, órdenes reales, testimonios de sus recibos, depósito y conducción de papel sellado y otras cosas conducentes al Real servicio que no pueden especificar la cantidad a que ascien den, remítense a la operación hecha en la capital; que también pa gan diez y ocho maravedís en cada un año cada vecino por la ... de un niño expósito. Que en la parroquia de Berducedo cada vecino por la solemnidad de la fiesta del Santísimo Sacramento, la de uestra Señora del Rosario, la de San Roque y la del Santo Cristo de la Misericordia, que tienen la obligación de hacer, paga cinco reales en cada un año. En la de Santa Coloma por la del Santísi mo Sacramento y la de Nuestra Señora del Carmen, paga cada ve cino anualmente cuatro reales. En la de Santo Millano, por las del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora del Rosario, San Roque y San Antonio, paga cada vecino cinco reales. En la de Lago, por la del Santísimo Sacramento paga cada vecino anualmente dos rea les. En la de el Valledor, por las festividades del Santísimo Sacra mento y Nuestra Señora del Carmen ,paga cada vecino tres reales y medio, en cada un año. Que asimismo en los lugares de Berdu cedo, Castelo, Valdedo, Theijedo y las Cabañas, de dicha parroquia de Berducedo, tienen los vecinos interesados en sus términos la obligación de dar siempre que el señor Obispo de este Obispado 216 ANTONIO GARCIA LINARES pase por esta parroquia de dar al susodicho y a su familia un yan tar que no pueden regular por años su importe a causa de la con tingencia en el tránsito, pero sí que haciéndole costaría a cada ve cino cuatro reales. 26.a) A la veinte y seis, que no hay cosa alguna de lo que ella contiene. 27.a) A la veinte y siete, que el común está cargado de servi cio ordinario y extraordinario como todo el demás de este conce jo y pagan en cada un año, según la noticia que conservan los que deponen, práctica de repartimiento y cobranza de contribuciones, los vecinos de las seis parroquias de este departamento, por la de Cientos, cuarto en cántara, sisa y servicio ordinario, dos mil cua trocientos treinta y seis reales vellón, que se reparte entre unos y otros respectivamente, en cuyo asunto se remiten a la operación de la capital. 28.a) A la veinte y ocho, que en razón a lo que en ella contiene se remiten a lo que resulta de dicha operación. 29.a) A la veinte y nueve, que en el término de dichas seis pa rroquias, hay seis tabernas, una en cada una de ellas, sin casa de terminada para la venta de vino, porque cada vecino que la tiene a su cargo, lo vende y despacha en la de su habitación, las cuales, al presente, administran los sujetos siguientes: en la parroquia de Berducedo, Domingo Fernández, quien paga el común de dicha pa rroquia, ochenta reales en cada un año, quedándole de utilidad cincuenta; en la parroquia de Lago, Francisco Albarez Caraduje, a quien regulan de utilidad cuarenta reales en cada un año, sin que pague a dicha parroquia cosa alguna. En la de Santo Millano,, Mathero Rodríguez de la Graña, quien paga cien reales en cada un año en beneficio a dicha parroquia y le queda de utilidad otros ciento. En la de Erías, Francisco Albarez, que paga en beneficio de dicha parroquia veinte y seis reales en cada un año y le quedan catorce de utilidad. En Santa Coloma, Benigno García, que paga en beneficio de dicha parroquia ciento y sesenta y ocho reales, en cada un año, y le quedan de utilidad cien reales, y en la del Valledor, Bartolomé Bravo, que paga en cada un año cuarenta y dos reales en beneficio de la parroquia y le quedan de utilidad sesen ta reales. Que hay siete estanquilleros de tabaco de por menor que son: Juan López, vecino de Erías, a quien regulan de utilidad se senta y seis reales al año. Juan de la Rúa, de Santo Millano, a quien regulan de utilidad cien reales en cada un año. Antonio Fernán dez, de Santa Coloma, a quien regulan sesenta y cuatro reales en cada un año. Juan de la Mesa, de Lago, a quien regulan cuarenta EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 217 reales, y en la de Berducedo, Diego Rodríguez, a quien regulan de utilidad cincuenta y cuatro reales. Todos los cuales se mantienen de sus grangerías y más por las exenciones que utilidad tienen las antecedentes administraciones que despachan por medio de sus personas, de sus mujeres y familia. Que hay en el término de Valli nas, parroquia de Santo Millano, una barca sobre el río de Salime para el tránsito de pasajeros, perteneciente a Joseph y Nicolás Ló pez, vecinos del mismo lugar de Vallinas, a quienes regulan de uti lidad en cada un año, treinta reales, por no ser el tránsito camino real, ni trabajar dicha barca sino otro meses al año. 30.a) A la treinta, que hay en el término tres hospitales para pobres peregrinos, con solo la obligación de darles posada con ca ma humilde, sal y lumbre. Uno en esta parroquia, que tiene de ren ta diez libras de cera, con su casa de hospital y bienes que lleva en grangería el hospitalero Antonio Martínez de Larne, con la so bre dicha asistencia de pobres, cuyo patronato corresponde al mis mo. Otro en el lugar de Lago, cuyo patrono es don Francisco An tonio Albarez, y como tal administra sus rentas, que consisten en diferentes bienes raíces que lleva de su casa y grangería y tiene da do en renta como también en los frutos y emolumentos del prés tamo de la misma parroquia. O+ro en la misma parroquia y sitio de Montefurado, cuyo patrono es don Balthasar Cienfuegos y Ca so, conde de Peñalva, cuyas rentas consisten en pan y cera de ren ta con la propiedad de dicho sitio de Montefurado, y estas rentas administra Francisco Albarez Caraduje, residente en él. Y porque no pueden dar individual razón del todo a que ascienden dichas rentas respectivamente se remiten a las relaciones de sus dueños V administradores y reconocimiento particular del término de don de constan. 31.a) A la treinta y una, que de lo que en ella contiene no hay cosa alguna en el término. 32.a) A la treinta y dos, que hay en el término dos escribanos de número que el uno es el presente de Ayuntamiento, y el otro Raphael Antonio Sol, que también es escribano de Su Magestad, y regulan sus utilidades, al de Ayuntamiento por todas ellas, cuatro cientos reales, y al citado Raphael trescientos, cuyas utilidades no son distintas de las que se les hayan regulado en la capital de este concejo y su operación, y que no hay otra cosa alguna de lo que la pregunta contiene. 33.a) A la treinta y tres, que hay en el término de este departa mento un tornero de escudillas de madera que trabaja cuatro me ses al año, tres carpinteros que trabajan tres meses al año, que el 218 ANTONIO GARCIA LINARES uno de dichos carpinteros es Pedro de la Mesa, vecino de esta pa rroquia, Gerónimo Pérez, vecino del lugar del Caleyo, en la de San ta Coloma, que también ejerce el oficio de cantero, y otro Melchor de Barzia, de la parroquia de Santo Millano, y dicho torneo es Francisco González, de la parroquia de Lago. Tres canteros, que el uno es dicho Gerónimo, que a éste trabaja dos meses al año, Francisco de las Ameigueriras, de la parroquia del Valledor, que trabaja seis meses al año, y el otro, Andrés Corral, vecino de la pa rroquia de Santo Millano, que trabaja cuatro meses al año. Seis sastres, que el uno es Simón López, de dicha parroquia de Santo Millano, que trabaja cuatro meses al año, José de Couso, de la pa rroquia del Valledor, que trabaja tres meses al año, Antonio Fer nández y Joseph Pico, que éste trabaja un mes al año y el otro tres; Mathias Fernández, de la parroquia de Berducedo, que tra baja tres meses al año y Gerónimo García, de la parroquia de San ta Coloma, que trabaja tres meses al año. Que todos los sobredi chos artistas ganan por jornal diario tres reales y medio, dos en dinero y uno y medio en que se regula la comida que les da. Ocho herreros, que el uno es Francisco Martínez, vecino de la parroquia de Erías, que trabaja dos meses al año. Otro Bernardo Alvarez, de la misma parroquia, que trabaja cinco meses al año. Francisco de Canzio, de la parroquia de Santo Millano, que trabaja ocho meses al año. Elugio Pérez, de la misma parroquia, que trabaja tres me ses al año. Pedro de Alva, de la parroquia de Santa Coloma, que trabaja dos meses al año. Alvaro Fernández, Juan de la Lastra y Antonio de Valle, de la parroquia del Valledor, que trabaja tres meses al año, y a cada uno de éstos regulan su utilidad, trabajan do como trabajan en sus casas con instrumentos y carbón a su cos ta, cuatro reales y medio en cada un día, y que el motivo de tra bajar tan poco tiempo los sobredichos es porque todos viven de sus granjerias del campo y no tienen ocasión de emplearse en sus ofi cios diariamente. Que hay asimismo treinta y un tejedoras de pa ños bastos que trabajan al año cinco meses, hecho el cómputo por todas y cada una, se les regula por día real y medio, el real por ra zón de comida y el medio por razón de salario. Que no hay ningu na cardadora de oficio porque cada vecino en su casa prepara la lana de su ganado por medio de las personas de ella. 34.a) A la treinta y cuatro, que no hay en el término cosa al guna de lo que ella contiene. 35.a) A la treinta y cinco, que no hay en el término jornalero alguno con el destino de tal, porque aunque la mayor parte de los vecinos se ayudan unos a otros en sus granjerias no es por salario, EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 219 sí por recíproca correspondencia, y si ganasen salario sería de dos reales y medio por día, uno en dinero y uno y medio por razón de comida. Que hay en el término treinta y un sirvientes, y de éstos tres en edad de diez a catorce años, once de ésta a la de dieciocho y trece mayores de ella, cuyo vestido, calzado, salario y alimento regulan en esta forma. A los menores de catorce años le regulan de alimento diario tres cuartillos del real de vellón, doce reales de calzado y veintidós de vestido; a uno mayor de catorce y menor de diez y ocho, un real por razón de alimento diario, diez y ocho por razón de calzado y treinta y seis por la de vestido; a uno mayor de diez y ocho años real y medio por razón de comida, veinte y cuatro por razón de calzado y cuarenta y cinco por la de vestido. Que hay asimismo setenta y tres sirvientas, cincuenta y cinco de ellas mayores de diez y ocho años, siete menores de diez y ocho años y once de esta edad a la de catorce, cuyo alimento, vestido y calzado lo regulan en esta forma, la comida de una criada mayor de diez y ocho años, un real y cuartillo al día, el vestido en cuaren ta y cuatro reales y el calzado en veinte. La comida de una sirvien te menor de catorce años, en tres cuartillos de vellón al día, el calzado en diez reales al año y el vestido en diez y seis, y la comida de una sirviente de edad de catorce años hasta los de diez y ocho, en un real de vellón al día, el vestido en veinte y dos reales y el calzado en diez y seis, y que no hacen regulación del salario anual que ganan unos y otros sirvientes porque el de cada uno es con forme con el ajuste que hacen a las personas que sirven, de cuyas respectivas relaciones resultarán, a que se remiten. 36.a) A la treinta y seis, que en este departamento hay ocho pobres de solemnidad. 37.a) A la treinta y siete, que en este término no hay cosa algu na de lo que ella contiene. 38.a) A la treinta y ocho, que además de los curas párrocos de las parroquias de este departamento hay diez y nueve clérigos pres bíteros y tres de orden sacro, digo cuatro, como también siete de órdenes menores. 39.a y 40.a) A la treinta y nueve y cuarenta preguntas, que de lo que contienen no hay cosa alguna en el departamento. Todo lo cual dijeron ser verdad, y lo que pudieron comprender según las instrucciones que antes de ahora se les han dado y las que por mí se les dieron, de los términos granjerias y artefactos, utilidades y esquilmos de este departamento, según su leal saber y entender y práctica del país, mediante la que en todo este dicho concejo tiene y regulan por iguales todos los esquilmos que llevan ANTONIO GARCIA LINARES 220 dicho en la respuesta diez y ocho, tomados por un regular cómpu to, pues aunque de unos a otros lugares hay tal cual diferencia de productos y valores, es leve y nada perjudicial al común, y lo fir maron los que supieron, a excepción de dicho procurador del co mún que con motivo grave y conformándose con lo que por los peritos se hiciesen, se retiró a la precisión con que lo hizo. Fue ron testigos a todo lo que va expresado, don Joseph Rodríguez Valledor, presbítero, don Fernández Rodríguez Valledor, presbíte ro, y don Joseph Fernández Valledor, todos de las parroquias de este departamento, que firmaron. = Antonio Victoria Ladrón de Guevara. = Alvaro Valledor. = Juan de Villanueva. = Antonio Garzía Valledor. = Juan Sol Queipo. = Joseph Valledor. = Antonio Pacho. = Luis Albarez. = Domingo González. = Ambrosio Antonio de la Rúa. = Joseph Sal Bolames. = Domingo Rodríguez Cuervo Valledor. = Phelipe de la Mesa. = Fernando Allande Valledor. = Joseph Antonio Rodríguez Valledor. = Fernando Antonio Valledor. = Ante mí: Mateo Ignacio Villar Llano. = Saavedra (rubricado). NOTA Don Bernardo Diez Paniagua, Contador principal por Su Magestad, de la Intendencia de la Provincia de Palencia, y Comisiona do por la Real Junta de Unica Contribución, entre otras cosas pa ra el arreglo de las Respuestas Generales al interrogatorio practi cado en los pueblos de la comprensión de ésta y Principado de As turias, deseando ejecutarlo con la más posible brevedad y menor dispendio de la Real Hacienda, habiendo reconocido la operazión del concejo de Allande, incluso en aquel, y hallando algunas de sus respuestas diminutas y sin la correspondiente claridad y cons tar de los Autos, asientas, verificaciones, notas y demás diligencias las equivalentes noticias, para aclararlas y darlas la inteligencia necesaria a fin de que se venga en conocimiento de los verdaderos productos, utilidades, esquilmos y sustancia de dicho concejo y que conforme a ello se tiren y formen los estados particulares de él, se pasa a hacer las notas y declaraciones siguientes: 16.a) Oue por cuanto en respuesta a la pregunta diez y seis se remiten los peritos a las certificaciones que sobre el importe de diezmos y primicias que en cada parroquia de las que comprende esta operación se causan, diesen sus respectivos párrocos, se declara que por ellos consta que los diezmos de las de Berducedo, con ex clusión de la mitad de los de los lugares de Corondeño, Castro y EL CONCEJO DE ALLANDE, SEGUN EL CATASTRO DE ENSENADA 221 Grandera, que sin embargo de ser comprendidos en esta contribu ción sus vecinos la otra mitad, a la de Santo Millano, ascienden a cinco eminas de trigo, dos de habas, cincuenta de centeno, seis de maíz, catorce de mijo, quince de castañas, treinta cuartillos de manteca, ocho reales de lino, doce libras de lana, ciento y cuatro reales de naciones (que es de ganados mayores y menores), y siete reales y medio de enjambres; y las primicias a trece eminas de mijo. La de la de Valledor a ocho eminas de trigo, ciento sesenta de centeno, ochenta de mijo, ciento setenta de maíz, diez de habas, veinte libras de lino, diez y seis cántaras de vino, ciento y veinte eminas de castañas, ocho enjambres, ocho corderos, otros tantos cabritos, diez cerdos y cuarenta libras de manteca, y de avenencias treinta reales, y las primicias ochenta y seis eminas de mijo. Las de Santo Millano y su hijuela, que todo se hace un cuerpo, a diez eminas de trigo, tres de escanda, ciento sesenta de centeno, ciento ochenta de maíz, treinta y nueve de mijo, ocho de habas, treinta y dos cántaras de vino, doce libras de lino, diez y seis corderos, otros tantos cabritos, diez y seis libras de lana, treinta y dos de manteca, seis enjambres y cincuenta y seis eminas de castañas, y las primi cias a veintiséis eminas de centeno. Los de la de Lago, (no pudién dose expresar con separación los que se adeudan en los lugares que se citan, en respuesta a la pregunta quince y cuyo importe se divi de en distinta forma que los de los restantes de esta parroquia por no haberla hecho el párroco en su certificación ni el Subdele gado en el libro en que se ha puesto la nota correspondiente para su inteligencia), a dos eminas y media de trigo, tres de habas, vein te y cinco de centeno, diez y ocho de mijo, treinta de maíz, veinte y dos de castañas, diez y ocho cuartillos de manteca, nueve reales de lino, otros tantos de lana, dos corderos, cuatro cabritos, tres cerdos y enjambres medio, y las primicias a once eminas de cente no y otras tantas de mijo. Y los de la Santa Coloma a ciento y una eminas y cuarta parte de otra de centeno, ciento y cuarenta y tres cuartas partes de otra de maíz, ochenta y dos de mijo, dos y dos cuartas y media de escanda, doce y un copín de trigo, doce y media y cuarta de habas, catorce de castañas, dos libras de lino, ciento y veinte y cuatro cuartillos de manteca, sesenta libras de lana, un real de cerdos, veinte y ocho corderos, otros tantos cabritos, diez reales y diez maravedís de avenencias y cinco enjambres; y las primicias a treinta y tres eminas y medio y un copín de centeno y la misma porción de mijo. 30.a) Mediante remitirse los expresados peritos a las relacio nes que presentan los tres administradores de los tres hospitales 222 ANTONIO GARCIA LINARES que hay en el término de esta operación, en punto a las rentas y efectos que estos poseen se pasan a declarar por lo que resulta de aquellas y sus respectivos asientos en esta manera: los correspon dientes a el que está sito en la parroquia de Berducedo, importan por diferentes tierras de labor ciento cuarenta y dos reales y ocho maravedís de vellón, y ciento y quince de foros, en las que van in cluidas el importe de diez libras de cera que se refieren a esta res puesta treinta. Las pertenecientes al que se halla en los términos de Montefurado ochocientos cuarenta y cinco reales y veinticinco maravedís, de tierras también de labor. Y las que pertenecen al lu gar de Lago, cuatrocientos sesenta y uno de prados y tierras, tres reales de rentas de casas y la parte de diezmos que se cita en la respuesta quince respecto a la parroquia de este nombre. León y agosto tres de mil setecientos cincuenta y cuatro.—Ber nardo Diez Paniagua.—Francisco de Alvarez (rubricado). DON PEDRO DIAZ DE OSEJA FUNDADOR DEL COLEGIO DE SAN JOSE, DE OVIEDO* POR EUTIMIO MARTINO, S. J. 4 ARCEDIANO DE VILLAVICIOSA En la ciudad eterna. La nueva perspectiva que se le abre a Pedro Díaz en Roma no es otra que el arcedianato de Villaviciosa. En Roma justamente y en febrero de 1621, coincidiendo con la estancia de Pedro Díaz en Roma, fallece Toribio Arenas de Posada, arcediano de Villaviciosa desde 1604. Esta vez no había que perder tiempo. Es de suponer que nuestro personaje pusiera en juego aceleradamente sus influen cias para con figuras de la curia romana que habrían pasado por Madrid, entonces la nunciatura más importante de la Cristiandad. Y por esta vez acertó en el blanco a la primera. El 1 de marzo de 1621 Gregorio XV, que sucede también por entonces a Paulo V, firma las bulas de nombramiento para el arcedianato de Villavicio sa a favor de Pedro Díaz de Oseja (101). Hasta el 11 de enero de 1622 no se notifican las bulas al cabildo de Oviedo. Juntamente se notifica también la provisión de otras (*) Véase BIDEA, núm. 104, pág. 677. (101) Archivo de la catedral de Oviedo. P o se s io n e s , t. 3. 224 EUTIMIO MARTINO, S. J. dos piezas que habían vacado, un canonicato y una ración. Algunos miembros del cabildo hacen notar que todas tres piezas habían sido suprimidas por el obispo antes de que hubieran vacado, por lo que no se debe dar posesión. El cabildo acuerda que el doctoral dé su opinión sobre las bulas del arcediano de Villaviciosa. El res ponde que ha visto las bulas y que vienen en forma, por lo cual se deben ejecutar, una vez que se cumpla con el requisito de lim pieza (102). Ni sabemos ni podemos conjeturar por qué razón el obispo ha bría podido suprimir el arcedianato de Villaviciosa, aunque ve remos enseguida que se trataba por entonces de la supresión de un buen número de prebendas. Resulta extraño el que se suprima un arcedianato, quedando en pie los demás, cuando entre todos cubrían la división territorial de la diócesis. Y aun podemos dudar de que la presunta supresión hubiera sido un hecho consumado puesto que no se supo más de ella. A los pocos días eligen, mitad por sorteo, mitad por elección, al canónigo que había de realizar el obligatorio expediente de ge nealogía y limpieza de sangre del arcediano. Resultó elegido el Sr. Haro (103). Este habrá de trasladarse a la patria del interesado y de sus padres, a Sajambre y Cabrales, para llevar a cabo la infor mación requerida. Lo hará cuando llegue la estación propicia. Avanzado el mes de junio de 1622 el canónigo Sr. Haro se puso en camino para las Peñas de Europa. Le acompaña un escribano de Oviedo, sin duda un notario apostólico, así como también algún criado, montando todos en sendas muías o caballos. Por Cangas de Onís pasarían al concejo de Amieva para luego remontar el va lle de Angón hasta ganar el puerto de Beza, balcón del norte sobre Sajambre. Ni pensar en el camino de Los Veyos o desfiladero del Sella. Ya en Oseja, pregunta el Sr. Haro a los testigos uno por uno si conocen a Pedro Díaz de Oseja, a su padre Diego Díaz y su ma dre Juana Fernández, a los padres de Diego Díaz y de Juana Fer nández; si les consta que todos ellos y demás ascendientes son y fueron cristianos viejos, de limpia sangre, sin mácula de judíos, moros, herejes, etc. Desde luego; no hay aquí peligro de moros ni judíos (104). Tampoco lo habrá en Bulnes, adonde ahora se dirigen (102) Archivo de la catedral de Oviedo. A c u e r d o s , t. 22, fol. 267v. (103) A c u e r d o s , t. 22, fol. 268. (104) No podemos determinar si aú'n vivía la madre del arcediano. Vivía en 1620, como hemos visto. No parece que viviera en 1624, cuando su hijo se DON PEDRO DIAZ DE OSEJA FUNDADOR DEL COLEGIO DE SAN JOSE 225 desandando el camino por Beza y torciendo por Onís hacia Cabrales. Para fines de junio están de vuelta en Oviedo. El día 28 el li cenciado Haro presenta al cabildo la información del licenciado Oseja, arcediano de Villaviciosa pero se reúnen de nuevo el día 30 para conocerla. Dice así el acta: «Se juntaron sus mercedes a ver la información de limpieza del licenciado Oseja, arcediano de Villaviciosa, residente en Roma, que hizo el Sr. Licenciado Haro y la entregó en forma que se abrió y leyó y, vista y entendida, sus mercedes, con el juram ento del informante se votó y aprobó nemine discrepante, y se le mandó dar posesión. Se cometió a los se ñores arcediano de Tineo, Sr. Mier, y lie. Madrid, Romero, los cua les en virtud y comisión llevaron al lie. Solís, arcediano de Gordón, con poder y en nombre del lie. Pedro Díaz de Oseja al coro de esta St.a Iglesia y le sentaron en la última silla traviesa de las Dignida des a la parte de la epístola, y allí puesto dijeron en cumplimiento de su gracia y comisión del cabildo le daban y ponían en la pose sión del arcedianato de Villaviciosa y ración aneja, la que vacó en esta St.a Iglesia por el licenciado Toribio de Arenas, y de allí le llevaron al cabildo, donde le sentaron en la misma forma, y con la misma ceremonia le dieron la dicha posesión, y él en nombre de su parte se dio por puesto y apoderado en ella a su voluntad y lo pidió por testimonio...» (105). Entretanto don Pedro se hallaba en Roma, como recordamos, por lo menos desde la primavera de 1620. Allá permanece hasta el verano de 1624, es decir, dos años más después de la toma de po sesión que acabamos de presenciar. El cabildo de Oviedo le ha co misionado para la gestión de varios negocios en Roma, entre otros la supresión de prebendas (106), pero él se dedica también a sus asuntos personales. Deducimos que tuvo que ser en estos cuatro largos años romanos cuando se graduó de doctor, título que osten tará en adelante, sin duda doctor en cánones. Por fin, el 4 de setiembre de 1624, se incorpora personalmente al cabildo de la catedral de Oviedo haciendo la profesión de fe y el juram ento de guardar los estatutos y de seguir loables costum instala en Oviedo, pues hubiéramos tenido alguna noticia de ella, siquiera de su muerte. Tal vez murió entre 1620 y 1624. Ello puede tener alguna relación, al menos conjetural, con la leyenda del arcediano. (105) A c u e r d o s , t. 22, fol. 279v. (106) En 1622 recibe comisiones del cabildo en Roma, A c u e r d o s , t. 22, fols. 282, 286, 287. En 1623 consigue la supresión de veintiséis prebendas. A c u e r d o s , t. 22, fols. 294, 296, 309. 226 EUTIMIO MARTINO, S. J. bres (107). Cuenta 41 años de edad y le restan justamente otros 41 de vida. Vuelve así al Oviedo de su infancia y juventud tras una larga ausencia de veinte años, tormentosa en buena parte, y se aco ge definitivamente al puerto seguro de la catedral. Media vida le ha costado situarse pero lo ha conseguido. Vuelve al Oviedo cono cido pero qué distintamente de cuando llegó la vez primera. Ya no es el niño de 1595 de incierto rumbo y vacilantes pasos; es el hom bre seguro de sí, dueño de los medios que le han de permitir dar forma de realidad a sus aspiraciones íntimas, quizás a una que otra de sus ilusiones de niño. El arcediano. En la Iglesia universal el arcediano, «archidiácono» o jefe de los diáconos, existe en muchas diócesis a partir del siglo IV. Pos teriormente se va configurando como el «otro yo» del obispo en el gobierno de los clérigos y la administración de los negocios tempo rales. Durante muchos siglos aparece como la primera dignidad en los cabildos catedralicios. «Presidía el cabildo, era vicario nato del obispo, juez o provisor, ... administrador de los bienes y visitador de la diócesis, con jurisdicción en el fuero externo. De ahí que tu viera potestad sobre los arciprestes rurales, párrocos y demás pres bíteros; convocaba sínodo diocesano, unía y desmembraba bene ficios, imponía censuras. Esta potestad, que, en un principio era delegada, se interpretó más tarde como ordinaria, estable y perpe tua, llegando a emanciparse del obispo. Los obispos, aleccionados por la experiencia, nombraron vicarios y provisores amovibles, de cayendo paulatinamente la autoridad de los arcedianos. El Cabilcilio de Trento, ante los abusos de autoridad en que cayeron mu chos arcedianos, secundó estas tendencias restrictivas de los obis pos, y limitó la jurisdicción de aquéllos, creando en su lugar la fi gura del vicario general, con lo que el papel del arcediano quedó reducido a mera dignidad» (108). En la diócesis de Oviedo la práctica de dividir la diócesis en varias demarcaciones con un arcediano al frente, que data en la Iglesia del siglo XI, se debió de introducir a fines del mismo siglo de (107) A c u e r d o s , t. 22, fol. 328v. (108) Q . A ld ea , T. M a r ín , J. V iv e s , D ic c io n a r io E s p a ñ a , t. II, “Dignidades eclesiásticas”. d e H is to r ia E c l e s i á s t ic a DON PEDRO DIAZ DE OSEJA FUNDADOR DEL COLEGIO DE SAN JOSE 2 27 y en el siguiente. Comenzando por el arcedianato de Benavente, parece que se organizan entonces los demás arcedianatos: Ribadeo, Tineo, Villaviciosa, Grado, Gordón y Babia. Al aparecer el deán co mo cargo capitular —en España en el siglo XIV—, el arcedianato de la zona de Oviedo fue gobernado por éste, por lo que se le llamó «deanazgo» de Oviedo (109). El arcedianato de Villaviciosa comprendía los arciprestazgos si guientes: Villaviciosa, Nava y Cabranes, Colunga, Ribadesella, Can gas de Onís, Piloña y Parres, Ponga y Amieva, Cabrales, Llanes, Ribadedeva y Peñamellera (110). El total de parroquias era de unas 150. Como se ve, abarcaba toda Asturias desde la zona central de Oviedo hacia el oriente con puertos tan importantes como Villavi ciosa, Ribadesella y Llanes. Desde el principio vemos destacar a don Pedro Díaz de Oseja, al nuevo arcediano de Villaviciosa, por su actuación en favor de los derechos de la dignidad arcedianal, aspecto revelador de una faceta de su personalidad. Siendo recién llegado, pasa inmediata mente a figurar a la cabeza del poderoso grupo de los arcedianos en una contienda que ha de durar doce años, hasta la concordia de 1636. Ya los Estatutos de don Diego Aponte de Quiñones, de 1587, alu den al pleito existente entre la dignidad episcopal y los arcedianos (111). Este pleito afecta en particular a la visita del arcedianato, función primordial del arcediano desde antiguo, pero que ha sido esencialmente restringida por Trento en favor de los obispos y en merma de los derechos de los arcedianos. Pero la cuestión se agu diza inevitablemente cuando se produce la situación de sede va cante. Entonces el cabildo se siente sucesor en la jurisdicción or dinaria plena y elige sus visitadores para la diócesis mientras que por otra parte los arcedianos pretenden que les corresponde a ellos por derecho propio y desde antiguo el visitar —al menos enton ces— los propios arcedianatos. Se enfrentan, por consiguiente, los arcedianos con el cabildo y el obispo. Y nuestro arcediano de Villaviciosa figura en cabeza y llevando la voz cantante de los arcedianos. Así, en la sede vacante de 1627, no acepta el nombramiento de visitador de la diócesis en nombre del cabildo, pensando que le (109) G r a n E n c ic lo p e d ia A s t u r ia n a , “Arcedianato”. 110) T o m a s G o n z á l e z , C e n so d e p o b la c ió n d e l a s P r o v in c ia s y P a r t id o s d e la o r o n a d e C a s t i lla e n e l s ig lo X V I , Madrid, 1829, p. 288-290. (111) A. M a r a ñ o n y E s p in o s a , E s t a t u t o s de d on D ie g o A p o n te d e Q u iñ o n e s , Oviedo, 1587, f. 6. EUTIMIO MARTINO, S. J. 228 compete por derecho propio la visita de su arcedianato (112). En seguida se marcha a Madrid a gestionar la defensa de la dignidad arcedianal, sin duda comisionado por los arcedianos. Allá perma nece más de un año, desde enero de 1628 a marzo de 1629, aunque despachando a la vez los negocios del cabildo (113). Apenas vuelto a Oviedo, el obispo le hace prender porque se le opone al intimarle unos autos de la Sacra Rota según los cua les, en sede vacante, no son los arcedianos sino el cabildo el que sucede al obispo en la jurisdicción ordinaria. Poco duró la prisión pues el cabildo protesta al obispo de que le ha prendido sin valer se de los jueces adjuntos, un privilegio propio de los capitulares, aunque también a su vez fuente de controversias (114). La contienda despierta otra vez en la próxima sede vacante. Los arcedianos esgrimen autos de manutención a su favor dados por la Sacra Rota mientras el cabildo gestiona ante los tribunales y se dispone a enviar sus visitadores de la diócesis. Pero los arce dianos consiguen del nuncio que prohiba los visitadores del cabil do en la sede vacante del año 1632 (115). El cabildo encarga especialmente a uno de los provisores en sede vacante, al abad de Teverga, que ejercite la jurisdicción ordi naria y la defienda contra las pretensiones de los arcedianos de ejercer absoluta y privativamente la jurisdicción ordinaria en la visita del obispado (116). El cabildo intenta enviar sus visitadores, a pesar de la inhibición dada por el nuncio, pero entonces el arce diano de Villaviciosa y el de Gordón «inquietaron» al cabildo, di cen las actas, por lo que fueron multados con el descuento de ocho días de prebenda (117). En otra sesión del cabildo, presidida pre cisamente por don Pedro, el secretario requiere al arcediano de Villaviciosa y al de Gordón que hagan públicos los mandatos que dicen tener del nuncio acerca del pleito de los arcedianos (118). En noviembre de 1632 el cabildo acude a la ciudad de Oviedo en demanda de apoyo frente al agravio de los arcedianos, que quie ren despojarle de la jurisdicción ordinaria en sede vacante, así co mo al obispo electo. El nuncio por su parte revoca su prohibición de visitadores del cabildo. Y el arcediano de Ribadeo, enviado a vi 112) 113) 114) 115) 116) 117) 118) A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, t. t. t. t. t. t. t. 23, fols. 415-415v. 23, 423v., 452v., 458, 481v. 23, fols. 458-459. 23, fols. 644-645, 646v.-647. 23, fols. 656-656v. 23, fol. 665v. 23, fol. 667. DON PEDRO DIAZ DE OSEJA FUNDADOR DEL COLEGIO DE SAN JOSE 229 sitar por el cabildo, hace constar que lo hace conforme al derecho del cabildo (119). El año 1634, un nuevo episodio. Se prepara un plan de concor dia consistente en que los arcedianos habían de recibir una com pensación económica a cambio de que renunciasen a la jurisdic ción de la visita pero el plan fracasa por la oposición general del cabildo (120). Asimismo el año 1635 volverá el enfrentamiento. El provisor denuncia que, sin estar especificado el auto de la Sacra Rota de manutención de los arcedianos, ellos proceden en actos de jurisdic ción que no les corresponden, con perjuicio de la jurisdicción or dinaria. Advierte que tiene orden del obispo para proceder contra algunos de ellos y que, en caso de prenderlos, lo hará sin jueces adjuntos, ya que los arcedianos no son capitulares en cuanto ar cedianos. Pero el arcediano de Villaviciosa y el de Gordón defien den ante el cabildo el derecho de los arcedianos al privilegio de jueces adjuntos, derecho que fue reconocido por el cabildo (121). Por fin, el 23 de setiembre de 1636 fue aprobada por el cabildo de Oviedo la concordia elaborada entre los arcedianos y el obispo ( 122). Aparte de sus actividades como arcediano, especialmente del gobierno, administración y visita de su arcedianazgo de Villavicio sa, debemos contar con su actuación como capitular, o miembro del cabildo, por más de cuarenta años; desde que se incorpora a él en 1624 hasta su muerte, ocurrida el 18 de febrero de 1665, a los 82 años de edad, según nuestros cálculos acerca del año de su na cimiento. Desde 1654 le asiste como arcediano coadjutor con de recho a sucesión su sobrino segundo don Diego de la Caneja. Un sobrino carnal del mismo nombre le acompaña como capitular desde 1635. Las actividades del cabildo no podían ser más varia das: gobierno, administración, acciones judiciales, cargos capitu lares, culto, relaciones públicas, asuntos de la vida rdinaria. Las cuestiones que se planteaban en cualquiera de esos órdenes eran encomendadas a una comisión de capitulares elegida por el cabil do. En relación con los negocios más arduos vemos figurar cons tantemente al doctor Oseja, una de las personalidades más marca das de aquel cabildo numeroso. Los cargos principales que desem (119) (120) (121) (122) A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, A cu erd o s, t. 23, fols. 670, 671v.-672. t. 24, fols. 74v.-75. t. 24, fols. 137v.-139. t. 24, fol. 250. 230 EUTIMIO MARTINO, S. J. peñó fueron los de vicario del deán, juez y contador mayor, a los que hay que añadir las frecuentes misiones que recibió como pro curador o representante de lcabildo (123). Pero lo más grande del doctor Ose ja era lo que guardaba en su corazón y que deja traslucir, sólo traslucir, en sus fundaciones. De ellas nos ocuparemos en un próximo trabajo. (123) A cu erd o s, ts. 22-27. FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA POR JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR LA VOCACION No es nada infrecuente en las personas, cuando se marcha ya por la mitad del camino de la vida, al hacer recuento de los hechos pa sados, al verse mordido por un amargo convencimiento de frustra ción. O se ha emprendido, desde el comienzo, un camino equivoca do, o habiendo seguido el conveniente, se topó con circunstancias subjetivas u objetivas adversas que malbarataron todo afán de pro greso. El capitán de navio Fernando Villaamil tenía, desde luego, una auténtica vocación de marino, concretamente de marino de guerra, y la remató con su sacrificio heroico en el combate naval de San tiago de Cuba. Sin embargo, no era sólo el heroísmo lo que su des tino humano pedía. Quiso ser, además, creador y organizador, y en este anhelo de pura esencia intelectual, halló barrera infranquea ble en un prejuicio político-administrativo del medio en que se desenvolvió profesionalmente, imponiéndole un compás de espera que se mantuvo, casi invariable, en la segunda mitad del siglo XIX. Su trabajó, sus trabajos, fueron múltiples. Su historial es co pioso en servicios estimables, en proyectos útiles, en realizaciones felices, en atractivas sugerencias y en críticas constructivas. Con todo no es sino parte de lo que pudo ser. Era uno de los hombres indicados para revolucionar la Marina de Guerra en sus básicas 232 ÍOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR estructuras. No llegó a tiempo para que el derrumbamiento acae cido en el 1898 se evitase o, si la caída era inevitable, tuviera un talante más gallardo. El escalafón fue para él un tremendo freno. Sus mandos, aunque honrosos, fueron subalternos o, mejor dicho, subordinados. Para alcanzar el supremo servicio, el que capacita para organizar y mandar desde la altura ,había que ser contralmi rante por lo menos. Y no llegó a este empleo. Esto se comprende si recorremos las vicisitudes de su carrera. Se hallan tan próximas a nosotros en el tiempo que están con da tos precisos en la memoria de muchos. Fueron recogidas, además, en una biografía (1). Nace en Serantes el 12 de noviembre de 1845, aldea pertenecien te al municipio de Castropol. Por cierto que el historial que guar da el Ministerio de Marina (hoy Cuartel General de la Armada) al indicar el nacimiento dice que Villaamil nació en San Andrés (Ovie do) sin ninguna mención de Serantes ni de Castropol, si bien la designación completa de Serantes es San Andrés de Serantes. Per tenece a una familia hidalga. Su padre es Fermín Villaamil, un ar doroso liberal, muy típico del siglo XIX; su madre es Rosario Fer nández Cueto, ovetense, también de sangre aristocrática. Poseen cierta holgura económica sin llegar a ricos. Ella fue madre ejem plar; el marido, un trotamundos perdedor del tiempo en aventuras revolucionarias. Las circunstancias de la niñez de Fernando le predestinaron pa ra la vida de mar. No vió otra cosa tras los cristales de su casona en el barrio de Villamil de Serantes. A su cuarto de estudio de niño llegaban tenaces y agresivos el rumor y el olor de la playa, a poca distancia. Además, en Ribadeo, había una Escuela de Náutica y al muchacho le gustaban las matemáticas, para las que tenía especial facilidad. A los 16 años obtuvo plaza en el Colegio Naval Militar de San Fernando. Ingresó como aspirante el 12 de julio de 1861, luego hi zo con normalidad los estudios teóricos y las prácticas reglamen tarias. En verdad estas prácticas fueron muy cumplidas. Desde el 23 de junio de 1862 al 11 de mayo de 1867 formó parte sucesivamen te de la dotación de 15 buques hasta que asciende a Alférez de na vio en 1867. Por cierto que coincide su entrada con responsabilidad en el servicio ya como oficial, con los preparativos que otros están FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 233 haciendo para la Revolución de Septiembre, en la que la Marina fue protagonista. A él no le roza. No intervino en ella. Tampoco su padre, que se hallaba en Filipinas deportado por el partido mo derado en el Poder. El hijo, entonces vigilaba con mano dura las costas y canales de aquel archipiélago. Cuando regresa de su cam paña lejana trae ya la aureola de marino práctico con don de man do. Su perfil de estudioso fue haciéndose después. Son datos significativos de su trayectoria profesional que en el año 1874, cuando es teniente de navio de 2.a (hoy teniente de navio, o sea, capitán) es nombrado profesor de la Escuela Naval en la fra gata «Asturias», que en 1875 es vocal de la Junta de exámenes para ingreso en el Cuerpo, se repite la designación en el año siguiente y en el 1877, después de haber pasado una temporada en Cuba, vol vió a ser nombrado profesor de la Escuela (2). Entre los marinos de guerra se daban dos tipos distintos: el en tregado de lleno a la práctica profesional, duro de temple, dinámi co, enérgico, pragmático; y el intelectual, amante del libro, de la especialización científica. La primera fama de Villaamil, en un prin cipio fue del orden primero; pronto se vió que era síntesis afortu nada de las dos tendencias. En los años por mares lejanos no se limitó sólo a navegar y mandar sino también a estudiar, y por ello, fue seleccionado para la labor docente del Colegio Naval, en donde realizó labor intere sante y elogiada. Por entonces fue cuando contrajo matrimonio con la hija de Mariano Cancio. Era éste un personaje de segundo orden en la po lítica de la época, que fue intendente de la Isla de Cuba y estuvo muy relacionado con los altos jefes de Marina. Bien es cierto que Fernando Villaamil, por los méritos propios, no necesitó que na die le recomendase a sus superiores, pero un buen padrino nunca estorba en los propósitos del adelantamiento. LA MARINA QUE ENCONTRO Mala época era, sin embargo, en la Marina, para pensar en pro gresos. Epoca de desesperanzas y decadencia la que halló Alfonso XII cuando comenzó a reinar. El gran dilapidador de lo que restaba de la Marina del XVIII, obra de Patiño, Campillo y Ensenada, fue Fernando VII. La histo ria liberal trazó los perfiles de este rey con caracteres siniestros. 234 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR Sólo modernamente se le empiezan a reconocer algunas virtudes privadas. Lo que continúa cierto, es que no amó a la Marina. A él se le atribuye la frase socarrona y despectiva: —Quiero poca Marina y mal pagada. El exterminio, la destrucción de barcos y paralización de arse nales coresponde a su reino. No fue la derrota de Trafalgar la prin cipal causa, como se dijo. En este adverso combate se perdieron pocos buques, relativamente. De los 223 barcos que había se perdie ron sólo diez, y hasta esta pérdida fue compensada en parte por unas presas posteriores que se hicieron (3). La desaparición de na da menos de la mitad de los buques existentes se produjo después. De los 70 grandes buques con que contaba aún España al estallar la guerra de la Independencia no quedaban en 1814 más que 43 de los que 18 eran navios y en malísimo estado. Consta documentalmente que desde 1790 hasta mediados del siglo XIX se habían perdido en nuestros arsenales por falta de ca rena 48 navios y 39 fragatas y en 1850 ya no quedaba de aquel su puesto lujo más que 1 navio y 6 fragatas (4). Hubo entonces miseria de barcos y esta miseria incluso reper cutió en los hogares de los propios marinos. El almirante Pavía contó casos trágicos de jefes y oficiales que tenían que andar des calzos por no tener botas que ponerse y que morían de hambre sobre el suelo de sus casas, sin camas en donde entregar su alma a Dios (5). De ministros inoperantes en este largo período hubo una larga lista. La verdad es que nada pudieron hacer por falta de Tesorería. Basta decir que en el año 1836 hubo seis ministros de Marina, 5 en 1839, 4 en 1840 y 1843, 6 en 1847... Pasaban como rayos de sol (6). Hubo, sin embargo, en el trayecto del siglo, uno que dejó huella perdurable. No era militar ni marino. Era, quizás, antes que nada, poeta: Mariano Roca de Togores, marqués de Molins (7). Al fren te del Ramo organizó las fuerzas navales y construyó en los arse nales de Cádiz y El Ferrol algunos buques de hélice. Fue varias ve ces ministro de Marina. Gracias a la reviviscencia que promovió en el 1865 poseía España la fragata «Numancia» y estaban en cons trucción otros cinco buques blindados de parecida clase, había ade más doce fragatas de hélice (de madera), tres vapores de rueda de primera clase, quince de segunda, treinta y seis de tercera, tres ve leros antiguos ,nueve transportes de vapor, siete de vela, dieciocho cañoneros de hélice, ocho buques de depósito, buques-escuela y planeros para comisiones hidrográficas. FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 235 Es impresionante el número de unidades. Su calidad no corres pondía al número. De todos modos representó un progreso, un auge. Lo lamentable fue que este moderado resurgir luego se malo gró en movimientos revolucionarios como el alzamiento de Cádiz, la insurrección cantonal y en exhibición de fuerzas, de obscura ex plicación, como la Revolución del 68. A pesar de ser Topete en ella una figura principal, no trajo consigna alguna para el progreso de la Marina. Tampoco Amadeo ni la primera República en sus esca sos meses de vida, su exhausto tesoro y su masa indisciplinada. En ese, siempre en aumento, envejecer de buques y arsenales llega la Restauración. Cuando Villaamil es promovido a teniente de navio de 1.a (hoy equivalente a Capitán de Corbeta), en el año 1882, ya es un recuer do la relativa pujanza de lo que se llamó marina de Méndez Núñez, en la que el joven jefe pudiera hacerse ilusiones. El se halla en ple nitud, pero ella ha vuelto a plegar sus alas. Ha disminuido conside^ rablemente el número de buques y muchos de los que se conservan están amenazados de desguace. Pero el nuevo jefe no quiere aban donarse a la rutina ni al desaliento. Llega pertrechado de la infor mación profesional necesaria. Conocía los elementos existentes y lo que aún podían dar de sí. Había observado de cerca el problema de Ultramar en sus conexiones con la Marina. Como adm inistrati vo del Ministerio se percató sin duda de que no se estaba actuando en consonancia con la precisión necesaria. Tuvo la evidencia que para conservar las colonias ultramarinas era necesaria una Arma da poderosa y, consecuentemente, con este objetivo, cuál era su responsabilidad como individuo del Cuerpo en cuyo escalafón fi guraba. REPRESENTANTE DEL CUERPO GENERAL La Marina de Guerra, vista desde fuera ,parece un todo en el que no es aparente su interna complejidad. No obstante es enorme mente complicada, con predominio de lo técnico sobre lo adminis trativo. Sus servicios son cumplidos por numerosas Corporaciones (que no siempre se desenvuelven con la autonomía que desean) de las que hay una que ejerce el supremo mando, el Cuerpo General de la Armada, y al que correspondió durante la época en que se mueve nuestra atención, la responsabilidad política. No siempre fue así, a través de la Historia. En el siglo XVIII en Jas etapas fe Patjño y Ensenada, el marino navegante estuvo su 236 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR peditado al administrador naval. Al final de aquel siglo la técnica había vencido a la administración. El barco y la guerra naval exi gieron una continua especialización y en este nuevo aspecto corres ponde el papel principal al Cuerpo General de la Armada. Fernando Villaamil estuvo imbuido del espíritu del Cuerpo a que perteneció. Lo estuvo siempre. Hay un hecho en su vida que parece trivial y no obstante, es significativo. En 1895 «Clarín» pu blicó un artículo injurioso —presuntamente— para la Marina, re pitiendo con ello el gesto de otro ilustre asturiano, Campoamor, que, por motivo parecido, se batió con Topete años antes (8). El Cuerpo General, lastimado en su honor, mandó a Villaamil a Ovie do (acompañado del alférez de navio Armada) en su representación, a pedir explicaciones a «Clarín» y, en su caso, a batirse con él. To do quedó en explicaciones satisfactorias (9). Pues bien, el Cuerpo General de la Armada no hubiera elegido a Villaamil su represen tante si no le considerase inmerso en su espíritu corporativo, más fuerte que la admiración y devoción que, como asturiano, tendría por «Clarín». Su nombramiento de oficial del Ministerio y su destino en el mismo fue el estimulante que avivó su espíritu creador y organiza dor; es cuando mejor comprendió que era su deber dar ideas, pro yectar. SU FACETA PERIODISTICA Ocasionalmente actuó de periodista, de escritor. Vocación autén tica de esto no la tuvo. Limitóse a expresar ideas con la claridad de exposición suficiente para hacerse entender. Utilizó el periódico como vía necesaria para exponer sus planes y criticar los de los demás. Llama por cierto la atención que, dada su carrera y la ín dole de sus conocimientos, no haya utilizado la «Revista General de Marina» para la publicación de sus trabajos. Es esta revista ca si centenaria. Ha sido siempre muy útil tanto para el profesional de la mar como para el simple aficionado. En el siglo XIX tuvo épocas muy interesantes con las frecuentes colaboraciones de Víc tor María Concas, del Marqués de Pilares, de los marinos intelec tuales de las últimas décadas de aquel siglo (10). Sin olvidar alguna de sus colaboraciones en la prensa asturiana, donde, al parecer, realizó una verdadera campaña periodística fue a través de un periódico político madrileño, de inspiración castelariana; «El Globo», ¿Son realmente de Villaamil los artículos que FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA ¿37 inserta dicho periódico sobre temas navales? Francisco Camba lo afirma (11) y es de suponer que para esto habrá tenido a la vista algún elemento de juicio obtenido en el archivo familiar de Villaamil. Pero la verdad es que dichos artículos están sin firmar. Corresponden, sí, con el estilo de otros escritos del marino. Contie nen grandes dosis de crítica agresiva, aunque también, a ratos, constructiva. El objeto principal de sus ataques es el que en aquel momento histórico regenta la Marina (1882): el almirante Pavía, que fue buen historiador y, según el articulista, mal adm inistrador de los intereses marítimos. Los artículos fueron publicados en di versas fechas, 9-82; 14-4-82; 26-4-82; 22-4-82; 2-9-82; 9-6-82; 8-8-82; 29-12-82; 11-7-82 y 8-1-83 (12). Dicen cosas contundentes, algunas premonitorias. Es posible que se publicasen sin firma porque hay frases en ellos que caerían bajo las mallas del Código Penal de la Armada. Uno, con el título «El que asó a la manteca», afirma sin ambajes «que cuanto se viene haciendo en el Departamento de Mari na sólo puede conducir a la ruina completa y absoluta de nuestro poder naval y a la pérdida de nuestras posesiones ultramarinas; que nuestra fuerza naval es pura apariencia «que huele a podrido». Parodiando la conocida frase atribuida a Méndez Núñez dice «que la Marina no tiene barcos ni honra, que los millones se gastan en remendar trastos viejos y en sostener batallones de infantería in necesaria y en mantener unos arsenales que son verdaderas casas de beneficencia y que cuando llegue un momento de apuro, cuando sobrevenga el conflicto que es seguro, pediremos a nuestros m ari nos que renueven las hazañas de Santa Cruz y Roger de Lauria». En verdad estas apreciaciones no se cohonestran con su con ducta cuando fue a pedir explicaciones a «Clarín». Poco después el almirante Pavía dejó de ser ministro, el articu lista espacia su colaboración y, finalmente, enmudece. Sustituye a Pavía el almirante Rodríguez Arias (13) que goza de la confianza del equipo de intelectuales del Ministro, entre los que figura Villaamil. Pero también Rodríguez Arias fue muy combatido ,no por Villaamil, sino por los diputados y la prensa en general. Uno de los que más acertadamente le combatieron fue un diputado asturiano, Celleruelo, quien pronunció en las Cortes un discurso con mucho alarde de conocimientos de administración naval, demasiados pa ra un hombre civil, tanto que era de sospechar no ser de cosecha propia y sí inspirada. 238 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR EL DESTRUCTOR El mejor momento para Villaamil, para su proclividad orga nizadora, fue cuando estuvo entre los colaboradores del almirante Juan Bautista Antequera. Este Almirante, que tuvo gran resonancia por su periplo en la «Numancia» cuando sucedió a Méndez Núñez en el mando, adqui rió después renovada fama en su gestión como Ministro de Mari na. Lo fue primero en el año 1876 y en los dieciocho meses que de sempeñó la cartera dio ya claras muestras de valía; pero en la se gunda etapa (1884-5) es cuando más claramente reveló su potencia de iniciativa. Elaboró un verdadero plan de escuadra. De haberse llevado a efecto, la que fue a Cuba bajo el mando de Cervera sería muy distinta. El plan sólo fue aprobado parcialmente, con gran disgusto de Antequera, al que, además, se le calumnió considerán dole interesado en ganancias compartidas con la industria naval extranjera. Lo que era solemne mentira. En sus últimos años pasó desánimos y tristezas (14). Dentro del equipo de colaboradores de Antequera y Rodríguez Arias se reflejaban dos tendencias frente a las necesidades de cons trucción naval; unos se inclinaban a la preponderancia de las gran des unidades; otros por las fuerzas sutiles. Villaamil insertaba su pensamiento en el segundo grupo y a él aportó la idea del «Des tructor». No niega las excelencias del torpedero, pero cree más aconsejable que con los mismos medios defensivos del torpedero se logre un tipo de buque menor que tenga mayor velocidad, más radio de acción y le supera en condiciones militares y marineras; buque también explorador. El 12-10-85 el ministro Pezuela —tam bién almirante— acoge el proyecto favorablemente y comisiona al autor a Inglaterra (15). El barco fue construido por la Casa Thom son bajo la inspección de Villaamil. Formalizado el contrato de construcción se le nombró comandante del nuevo buque y como este destino era incompatible con el que tenía de oficial segundo del Ministerio, cesó en el último. Luego cambia el Gobierno y con ello la actitud del Departamento respecto al «Destructor». Son los tiempos agitados y dramáticos del submarino «Peral», durante los cuales las discrepancias en el ambiente de la Marina de Guerra fueron enormes. Se dio orden a la Casa Thomson de suspender los trabajos del «Destructor». Pron to otro cambio de Gobierno dio la orden contraria. Al fin se ter minó la construcción con pruebas satisfactorias y con ello la fama del inventor. Es de advertir que, incluso los ingenieron ejecutores FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 2 39 de la Casa Thomson, dudaban de llegar a feliz término en su labor. Entonces no había ningún buque de la armada inglesa que le igualase en velocidad. Cuando arribó a España tuvo su comandante el honor de ser invitado por la Reina María Cristina a saludarla. La Reina Regente expresó siempre su simpatía al marino asturiano. Es curioso considerar que siendo sincrónicos los afanes de Isaac Peral y Villaamil —transcurren en la misma década del siglo— y habiendo provocado los del primero apasionada polémica, no se menciona en medio del embrollo la opinión de Villaamil que, segu ramente la tuvo y es de adivinar, dada su tendencia, en favor del incremento de las fuerzas sutiles (16). El complicado problema administrativo del submarino arranca de una carta que Peral ,en 1885, dirige al Almirante Pezuela. En el 1889 fue el submarino terminado y empiezan las pruebas. Pues bien, en el año 1884 Villaamil formaba parte de la plantilla del Ministerio; en 1888 (octubre) se le reclama a Madrid para re cibir órdenes; en 1888 es comandante del «Destructor»; en 10 de julio de 1889 asciende a capitán de fragata; en 26 de octubre de 1889 vuelve destinado a Madrid; en 15 de octubre de 1889 se le nombra segundo comandante del crucero «Reina Regente», rele vándole del mando del «Destructor»; en 2 de julio de 1890 pasa a comandante de la fragata «Almansa»; y en 17 de octubre del mismo año se dispone su desembarco y retorno a la Corte (17). No cabe duda que durante todo este tiempo permaneció en la zona viva del servicio y sorprende su actitud silenciosa. VIAJE EN LA «NAUTILUS» El episodio de su vida que más popularidad le dio fue su viaje de circunavegación en la «Nautilus». Le designó para ello el minis tro Beranger, figura político-naval muy discutida que surgió de la revolución de septiembre ,se afincó mucho entre los dirigentes de los partidos y con quien se contaba siempre para la cartera de Ma rina, la cual desempeñó varias veces. Su recuerdo, no obstante, lo empaña, de modo principal, su oposición, que algunos calificaron de manía persecutoria, al inventor del submarino. El viaje de la «Nautilus» fue estudiado previamente por una comisión y tenía por objeto la enseñanza práctica de los jóvenes marinos en navegación de larga travesía por distintos mares y la titudes (18). 240 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR La corbeta «Nautilus», en función de escuela de Guardia Mari nas, era un barco que cuando se compró mereció palabras despecti vas del propio Beranger, que ahora lo destinaba para una experien cia extraordinaria. Dijo de ella que no servía para nada. Fue cons truida en 1866, en Glasgow, y cuando se compró por España lleva ba más de veinte años navegando con el nombre de «Carrick Castle». En la adquisición hay una curiosa anécdota. A Villaamil le habían encargado que comprase en Londres un velero que sirviera de escuela de guardias marinas. Pidió precio y le dijeron que 60.000 pesetas .Era más de lo presupuestado, pero se enteró que, casual mente, en los muelles de Londres se hallaba depositada cierta can tidad de material con destino a España y que el precio del flete as cendería a 100.000 pesetas. A Villaamil se le ocurrió transportar dicho material en el buque recién adquirido, con lo que el negocio salió redondo para el Estado, ya que el nuevo buque resultó gratis y con ganancia. Sin embargo, se le retuvo menospreciado y arrumbado hasta que, pasado algún tiempo ,se decidió hacerle algunas reformas su geridas por Villaamil. Era mixto, de hierro y madera, con desplazamiento de 1.700 to neladas a plena carga. Comenzó el viaje el 30 de septiembre de 1892 y terminó el 16 de julio de 1894. La primera etapa de El Ferrol a Las Palmas no fue precisamente cómoda, sobre todo durante las singladuras ini ciales. De allí salieron para Bahía el 15 de diciembre, el 1.° de ene ro de 1893 estaban a la vista de San Fernando de Noronha y el 5 fondearon en la Bahía de Todos los Santos. Luego de Bahía a Ciu dad del Cabo y de Ciudad del Cabo a Adelaida, donde entró el 1 de abril, siendo el primer barco español que visitaba aquel puerto. Tras Adelaida a Melbourne, después a Sidney, Newcastle, Wellington y Christchurch. Cuando navegaba la «Nautilus» de Lytellton a Valparaíso ocu rrió el único incidente desgraciado del viaje: un cabo de mar cayó desde el velacho alto y quedó destrozado su cuerpo sobre cubierta. Tanto en los puertos de habla inglesa como en los de la América Latina los marinos españoles fueron recibidos y tratados simpáti camente, de modo especial en Montevideo, Buenos Aires y San Juan de Puerto Rico. Cuando recalaron a Nueva York, visitó Villaamil las construc ciones navales del país. No estaban allí, claro es, todos los buques de guerra, pero seguramente el comandante de la corbeta española FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 24í tomó nota de los que había y sus características que fue base de su pesimismo en los tristes acaecimientos posteriores. Tras surcar el Atlántico Norte, sin contratiempos, fondearon en Plymouth y después de detenerse en Cherburgo y Brest se dirigie ron al puerto español de Pasajes. El 11 de agosto entraban en El Ferrol. La prensa asturiana, singularmente «El Carbayón» (19), corres pondiendo al interés especial de la provincia, fue dando noticias sobre el curso del viaje. Entre la dotación figuraban, aparte del co mandante, Claudio Alvargonzález Zarracina teniente de navio; León Alvargonzález Zarracina, alférez de navio; Joaquín Coello Pardo, contador de fragata; José María González, capellán de segunda; Senén Caveda, José Cabanillas, Ramón de la Fuente, Francisco Ca no y Demetrio Pérez ,guardias marinas. Entre los marineros iban dos vecinos de Candás. Seguramente irían otros cuyos nombres no recoge el periódico astur de donde tomamos estos datos. Como recuerdo se creó una medalla conmemorativa y hay dos documentos: la Memoria que el comandante rindió al Ministro y el relato literario que Villaamil publicó bajo el título «Viaje de cir cunnavegación de la corbeta «Nautilus», Madrid, Sucesores de Rivadenira, 1895». Corresponde al expediente número 91 del Ministe rio de Marina. Le animó a escribirlo y publicarlo su íntimo amigo Peña y Goñi y se dijo que también la Reina María Cristina le em pujó a ello. Despertó curiosidad su lectura. El relato es ameno, con abundantes noticias técnicas y copiosas anécdotas, redactado en un estilo natural, fácil y claro, sin pretensiones retóricas. Aún hoy, fuera de su actualidad, su lectura produce placer. NAUFRAGIO DEL «REINA REGENTE» No fue sólo el viaje en el buque-escuela la única ocasión que obligó a Villaamil a redactar memorias explicativas de servicios hechos. En 30 de agosto de 1894 se le pasaportó para Madrid en uso de licencia tras la entrega del mando de la «Nautilus» y el 28 de di ciembre del mismo año quedó a las órdenes del ministro, quien le encargó la redacción de un reglamento para maquinistas de la Ar mada. El 10 de enero de 1895 se le nombró en comisión, sin per juicio de su anterior destino, comandante marítimo de La Coruña. En 23 de marzo de 1895 parte para estudiar el naufragio del cruce ro «Reina Regente» con el ingeniero naval Castellote. Por cierto 142 JOSE FERNANDÉZ-ARIAS CAMPOAMOR que este ingeniero —que debió de ser un técnico de mucho valor profesional— estuvo presente en momentos cruciales de la época, pues fue también el colaborador de Isaac Peral en la construcción del submarino. El año 1895 fue especialmente desgraciado para la Marina. Lo superó, en verdad, el 1898. Durante aquel año tuvo grandes pér didas, el fallecimiento del inventor del submarino y el naufragio del «Reina Regente» (20). Hecho incomprensible este último y así continúa. El 11 de mar zo salió de Tánger y de él nada se supo después. Las autoridades de Cádiz manifestaron al Gobierno que el mar había arrojado a la playa algunos efectos que, sin duda alguna, eran del crucero desa parecido. Durante muchos días recorrieron la mar el «Alfonso XIII», el «Isla de Luzón» y otros buques, inútilmente. Se suponía que, a causa del temporal, se había hundido con cerca de 400 hom bres a bordo. Era un crucero de primera clase construido en Ingla terra, botado al agua en 1887 con 1.400 toneladas de desplaza miento. Las investigaciones que Villaamil y Castellote hicieron fueron minuciosas ,apuradoras de todas las hipótesis probables, pero sin obtener, por desgracia, un resultado seguro. Las conclusiones probables a que llegaron fueron que el buque no tenía defecto alguno marinero que le señalase como peligroso para realizar las navegaciones asignadas a los cruceros de su clase; que la pérdida debería atribuirse al inesperado y duro temporal; y que era muy verosímil el supuesto de que fuese el «Reina Regen te» el buque que algunos dijeron haber visto naufragar cerca de la costa (21). RECONOCIMIENTO DE MERITO A Villaamil, constantemente ocupado en resolver problemas di fíciles, se le acercaba la hora de obtener el fruto maduro de sus experiencias. Llegaba al empleo de capitán de navio, antesala del generalato, lleno de elogios y condecoraciones. No era su caso el de Peral, personaje discutido y nada bien tratado. En su historial quedó el reflejo de sus méritos, aunque también la constancia de leves tropiezos con la Administración. Se le concedió la cédula de primera clase de la Orden del Mérito Naval por méritos de guerra; la de distintivo blanco por sus trabajos docentes como profesor y miembro de la Junta de exámenes para ingreso en la Marina; pose FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 243 yó la cruz y placa de la Orden de San Hermenegildo por servicios continuados sin tacha; y como oficial segundo del Ministerio obtu vo certificado de mucho celo y diligencia. Sólo una vez fueron discutidos sus trabajos. Pidió una mejora de recompensa de la cruz de mérito naval concedida en 8-11-92 por su conducta en accidente de mar de los torpederos «Ariete» y «Ha bana». Solicitaba, en cambio, la cruz de San Fernando, que era, a su juicio, la que le correspondía reglamentariamente. Pero el Con sejo Supremo de Guerra y Marina le denegó la solicitud. Lo que sí se le concedió fue el empleo de coronel de Infantería con todas sus ventajas y la placa de segunda clase de la Orden de María Cris tina; por el éxito de su famoso viaje se le nombró caballero de la Orden de Carlos III y, cuando ya había muerto gloriosamente, su viuda doña Julia Cancio en 13-9-98 suplicó se abriese juicio contra dictorio a efectos de que se le concediese la Cruz Laureada de San Fernando. El Consejo Supremo no la acordó entonces por falta de instrucciones generales para este caso y otros análogos; pero en 8-11-1901, a título postumo, se le concedió la Cruz de San Fernan do de 2.° clase (22). SU VERTIENTE POLITICA Le esperaba el generalato, disfrutaba de gran prestigio en el mundo marítimo y era popular en España. Todas estas circunstan cias le empujaban a entrar en la política. Quizás en acordancia con su vago talante liberal se puso a las órdenes del dúctil y persuasi vo don Segismundo Moret. No era la primera vez que se había mostrado inclinado a la po lítico. Catorce añor antes se presentó a las elecciones como dipu tado por Castropol. No le amparó don Alejandro Pidal ,el gran amo de Asturias en aquellas fechas, y fracasó en su empeño. Luego, en octubre de 1886, obtuvo acta de diputado por El Ferrol. En el Con greso, en verdad, pasó inadvertido. Carecía de cualidades oratorias; únicamente se oyó su voz para interesarse por el ferrocarril de la costa, aspiración regional que aún estaba muy verde. De todos modos, su aventura política le había colocado en el sitio adecuado para poner en marcha sus ideales organizadores en cuanto diera el necesario salto en el escalafón de su Cuerpo. Mudo en su escaño del Congreso pudo contemplar la ineficacia en que se debatían sus superiores en la Administración naval. De 244 JOSÉ FÉRNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR 1885 a 1895, mientras gobierna Sagasta (23), Beranger es el Minis tro constante. Proyecta cosas que no pasan del período de estudio. En una crisis parcial le sustituye el vicealmirante Rodríguez Arias, que también presentó un proyecto de escuadra que tempoco avanzó en su trámite. Vuelve Beranger —esta vez con Cánovas— y tras él van pasando por la cartera de Marina todos o casi todos los almirantes en activo: Montojo (Florencio), Cervera (Pascual), Pasquín (Ma nuel). A Cervera —indudable valor desaprovechado— lo había ele gido un Gobierno de NOTABLES, presidido por Sagasta. Pero Cer vera renunció. Debió de ser imposible la colaboración de un acen drado católico con Sagasta, de antecedentes masónicos. Por aquel entonces hubo un hombre extraordinario, que no era ministro ni almirante —Joaquín Costa— que dio fuertes aldabonazos sobre la conciencia nacional y, especialmente, sobre la Marina. Hoy no falta quien dice que aquel pensador era un idealista sin sentido práctico. Sin embargo, quien lea sus discursos no podrá negarle el aliento profètico contenido en ellos y de que muchas de las medidas que proponía eran muy sensatas (24). EL HEROE Y SU FRUSTRACION Está Villaamil en plena madurez intelectual para que se cumpla su destino y éste se le tuerce. Y vio clara la desviación amenazan te. En 1897 hace una visita a Oviedo. Ya gravitaba sobre su espíri tu la necesidad de tomar una grave decisión. Le preguntan si es tallaría la guerra y contesta que sí. Cuando poco después se rom pen las hostilidades se ofrece voluntario al puesto que le corres ponda por su grado y especialización. Pudo eludir el ofrecimiento porque siendo diputado no tenía obligación de hacerlo. Pero no dudó por deber moral y patriótico. ¿Creyó posible el triunfo? ¿Creyó que sería útil su decisión? ¿Creyó que la Marina española sería capaz de vencer? No pudo creerlo, conocedor como era de la potencia militar y económica de los Estados Unidos. Su actitud, cuando le llegó la hora de servir en la guerra, fue la del jefe disciplinado que elimina de su espíritu toda resistencia pasiva. En la fase primera de preparación de la Escuadra que iría a Cuba es interesante recorrer la abundante correspondencia entre el almirante Cervera y el ministro Bermejo (25). El primero la pu FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 245 blicó odenada y comentada tras la derrota. En ella hace alusión preferente a los acorazados, pero también se refiere, a veces, a los buques pequeños al mando de Villaamil. Cuenta con el «Destruc tor» y los cazatorpederos «Furor» y «Terror» y dice que el primero podría servir como aviso, por más que su andar resulta insuficien te para serlo de aquella Escuadra. En las cartas y oficios no acos tum bra a mencionar al marino astur, pero siendo como era el jefe de la flotilla de buques menores, es de suponer que cambió impre siones con él. Son tantos y tales los defectos que enumera de estos buques el almirante —Cervera es un caudillo muy reflexivo y minuciosísi mo— que por su gusto —dice— no los utilizaría para la campaña. Al recibir la Escuadra la orden de zarpar para las Antillas ya estaba preparada en Cádiz la flotilla de los tres destructores y los tres torpederos. En las instrucciones que el ministro envió hay unas breves indicaciones para la escuadrilla. Cada acorazado se en cargaría de dos de los buques menores. El día 14 de abril fondeó la Escuadra en Puerto Grande. Villaamil saludó al almirante y le dio el parte de «Sin novedad» (26). Primera y única vez que pudo la comunicación de ordenanza ser así, «Sin novedad», porque después no hay más que malas no ticias. Pronto tendrá que dar cuenta que las calderas del «Ariete» se hallan prácticamente fuera de servicio, de suerte que este tor pedero, en vez de ser un elemento útil, es una pesadilla para el Mando. Además la caldera del «Azor» tiene ya once años y es de sistema de locomotora. A los cazatorpederos «Furor» y «Terror» se les cierra la proa cuando trabajan, habiéndose roto a uno las buzzardas. El almirante comunica al ministro «que el capitán de navio Villaamil hace cuanto está en sus manos para remediar es tas deficiencias, pero no siempre lo consigue». Debieron ser muy tristes las reflexiones de un hombre que ha bía soñado con un conjunto de barcos menores de combate eficien tes y dentro de una poderosa organización y verse, por el contrario, mandando una serie de uidades débiles, renqueantes y anticuadas. Con todo, su actitud es la del que sólo espera salvar su honor de militar y de español. A partir de la escala en Cabo Verde se agudizan las discrepan cias entre los jefes de la Escuadra y el Gobierno de la Nación. Es un avance a contrapelo sin un rayo de ilusión y esperanza. El 20 de abril se reúnen aquéllos bajo la presidencia de Cervera, quien les plantea la pregunta: «Si conviene continuar rumbo a AmérVn o si deben limitarse a cubrir las costas de la península y de Cana- 246 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR rías para poder acudir a cualquier contingencia de agresión del ene migo». La opinión de la Junta, en general, fue que continuar el via je a Cuba sería sacrificio estéril y contraproducente. Villaamil adop tó una actitud «especial» —según contó Cervera al ministro— aun que pronto cesó en sus vacilaciones». El propio Villaamil redactó el acta de la sesión, actuando de secretario por ser el capitán de navio más moderno entre los demás de su grado. El citado escrú pulo era nada menos que su profundo sentido de la disciplina al mando superior representado por el Gobierno. Andando el tiempo don Víctor María Concas atribuyó la actitud dubitativa de Villaamil a sus compromisos políticos. No es aceptable esta interpretación peyorativa. Como tampoco desvirtúa su verdadero sentido el que a petición de sus compañeros se dirigiese al presidente del Gobier no Sagasta haciéndole constar lo inútil de seguir el camino orde nado ,a lo que contestó Moret por Sagasta con un telegrama en in glés que, traducido al castellano, decía: «Que Dios les bendiga». La respuesta parecía un sarcasmo. El 29 de abril parte la Escuadra hacia el Norte. El mando de la escuadrilla, una vez devueltos a la península los torpederos por ineficaces, ve estrecharse su ámbito. Quedan los destroyers. El 1.a de mayo recibe Villaamil orden de destacarse de la Escuadra con el «Furor» y el «Terror» para dirigirse a Forth France (Martinica) a fin de adquirir noticias sobre el curso de la guerra. Las que ob tiene no son esperanzadoras. Surge, entonces, una situación difícil en cuanto a la provisión de carbón. Se lo pide Villaamil al Goberador de la Martinica y éste le contesta que no lo tiene. Hay sospe cha de que tampoco lo hay en Puerto Rico. Por otra parte, las cal deras de los destructores están en mal estado, las del «Terror» prácticamente inútiles, de tal manera que a las pocas horas de via je vio quemadas aquellas, quedando el buque aboyado. En donde esto tuvo lugar allí quedó hasta que la Escuadra lo recogiera al pasar. Las pocas noticias obtenidas en Forth de France fueron las que le dio el capitán del vapor «Alicante» y que había leído en un pe riódico. El Gobernador quiso detener la salida del destróyer y lo hubiera logrado si Villaamil, advertido de ello, no levase anclas antes de recibir la orden de detención. Efectivamente, al «Terror» lo encontró la Escuadra en la ama necida del día 11 y lo tomó a remolque. Luego fueron sus calderas reparadas. FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 247 En la arribada de la Escuadra a Curasao, en busca de carbón, los barcos mayores tuvieron que permanecer a cinco millas de dis tancia de Curasao chico y los destructores se adelantaron a tomar el puerto y a recibir noticias sobre la forma de practicar el car boneo. Embotellados en Santiago, Cervera, el 26 de mayo, reúne de nuevo la Junta de jefes para deliberar sobre la conveniencia de partir para Puerto Rico aprovechando el mal tiempo reinante. Pre guntado Concas y Bustamante optaron por la salida y por la no salida los demás. Durante aquellos días ocurrió el incidente del «Merrimac» que dió a los destructores ocasión de probar la efica cia de su tiro en colaboración con las defensas submarinas y la batería de Punta Gorda. El día 8 de junio hay nueva Junta de Jefes sobre el mismo tema de la salida. Concas y Bustamante optan por ella de nuevo. Los demás negativamente. Vamos recordando estas Juntas para seguir la conducta de Villaamil que está en la línea de su jefe inmediato. La salida de la Escuadra es ordenada finalmente por el Capitán General Blanco. Y llega el día del combate. Triste 3 de julio de 1898. De lo que a Villaamil ocurrió en él, como murió, el mejor documento es el relato del alférez de navio Francisco Arderíus, que estaba a las órdenes del comandante del destróyer (27). Este oficial había dado también la vuelta al mundo en la «Nautilus» y tuvo con su co mandante estrecha amistad. Conoció al calor de la confianza amis tosa, el juicio que le merecía el estado y organización de nuestra marina de guerra antes del rompimiento con los Estados Unidos y afirma que todo lo tenía previsto y profetizado. Confirma, ade más, su decidida resolución de no abandonar al Almirante y com pañero a pesar de que sabia, con certeza moral, de que marchaban camino del sacrificio. Según cuenta Arderíus salió el «Furor» de la bahía de Santiago ocupando la plataforma de proa el Jefe de la escuadrilla acompa ñado del Comandante Carlier, del práctico y los sirvientes del ca ñón de 75 milímetros que allí estaba montado. Pronto una grana da inutilizó la máquina de babor hiriendo a los maquinistas. Quedó funcionando una sola máquina. Poco después otro proyectil cortó el tubo del vapor del servomotor y otro alcanzó la popa y deshizo ésta dejando al barco sin gobierno. Una vía de agua inundó el com partimiento de popa y la cámara de máquinas. Bajó entonces del puente Villaamil en unión del comandante Carlier y viendo que el barco se iba a ir rápidamente a pique o r denó a toda la tripulación que quedaba viva que todo el que supiera 248 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR nadar ganara tierra. Mandó armar la canoa para que se salvasen en ella los que no supiesen. Los acorazados enemigos no cesaban de lanzarles proyectiles. El incendio producido por ellos se aproximaba a los pañoles de pólvora y a los torpedos. La cubierta estaba sembrada de cadá veres. Villaamil, que se hallaba entonces a popa, se dirigió a proa se reno y tranquilo como si estuviera en una revista, subió la pequeña escala que daba a la plataforma y, al llegar a la altura del cañón, que allí estaba colocado, estalló a sus pies una granada que le cau só la muerte. Al sumergirse luego el destróyer sirvió de féretro a su jefe. El día 4 de julio Cervera, desde la playa del Este, comunicó en estilo escueto que los cazatorpederos estaban a pique. El día 5 el comandante general del apostadero de La Habana, Manterola, pre cisó que estaban embarrancados con fuego a bordo. El día 8, en nuevo comunicado, Manterola expresa al Ministro que el «Furor» se ha hundido. En el segundo parte del combate los detalles que Cervera da son más completos. Cuenta que los cazatorpederos habían recibido la instrucción de mantenerse, si podían, fuera del fuego y esperar un momento oportuno, si se presentaba, y tratar de escapar con su mayor velocidad, si el combate se producía des favorable. Durante la permanencia del almirante en el yate enemigo en el que estuvo prisionero, pidió a los comandantes a él subordinados que le dieran noticias de la suerte que les hubiera correspondido y por ello supo que en el «Furor» había encontrado gloriosa muer te Villaamil. Su heroísmo es, pues, indiscutible, reconocido por todos y de modo singular por Asturias, su tierra natal. En el Occidente as turiano, en el Parque de Castropol, cara a la ría del Eo y al mar Cantábrico, está un monumento descriptivo, en el combate, obra del escultor ovetense Cipriano Folgueras. Cuando se erigió hubo solemnes festejos en aquella localidad que presidió el Capitán Ge neral del Apostadero de El Ferrol almirante Morgado Pita da Veiga. Dos barcos de guerra fondearon durante ellos en la ría, el «Río de la Plata» crucero construido por iniciativa de la colonia española en Buenos Aires y el cañonero «María de Molina». Pronunció elo cuente discurso, en un acto religioso, el párroco de Figueras don Inocencio Cotarelo, nativo de Castropol. Es de advertir que estas honras fueron el remate final de una serie de trabajos de benemé ritos castropolenses y figuerenses que tuvieron su iniciación eu FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 249 la colocación de una lápida en bronce conmemorativa en el 1902 en la iglesia de San Andrés de Serantes. Entonces pronunció un discurso en elogio del marino don José Ramón Luanco, el famoso científico y profesor, miembro de la familia Penzol de claro abo lengo intelectual. Contribuyó también eficientemente a los traba jos preparativos del homenaje un ilustre valenciano don Leopoldo Trenor, muy vinculado a Asturias, concretamente a Figueras, por razones de familia. Villaamil quiso ser héroe y lo fué, ya que voluntariamente dió su vida por la patria; pero quiso ser un político organizador de la Marina de Guerra, para lo que poseía entusiasmo y preparación y en este aspecto fue hombre frustrado. ¿Por qué? Porque mientras vivió y sirvió en la Armada había en ésta el fetichismo del grado militar de almirante. En la segunda mitad del XIX —nuestra atención se limita a ella— para ser Mi nistro de Marina era necesario ser almirante —contra, vice o al mirante—. Dada la complejidad técnica de este Ministerio creemos lógico que quien hubiera de serlo habría de proceder del Cuerpo General de la Armada, ya que sus componentes son los que poseen los conocimientos generales del servicio y a ellos corresponde más específicamente la experiencia del Mando. Lo que es ilógico es que sólo los almirantes fueran los elegibles mientras que la ma durez intelectual se hallaba, por razón de edad, en los grados in termedios de capitán de corbeta a capitán de navio. En cambio los almirantes, salvo excepciones, llegaban viejos y cansados y más entonces con una vida muy dura. Por no haber podido llegar al generalato, Villaamil no dió el fruto que de él se esperaba. Como hemos visto a través de la cróni ca de su vida tuvo una gran preocupación intelectual y sus afanes los cortó la muerte. 250 JOSE FERNANDEZ-ARIAS CAMPOAMOR NOTAS BIBLIOGRAFICAS 1. “Fernando Villaamil” por Francisco Camba. Breviarios de la Vda. Na cional. Editora Nacional MCMXLV. 2. Historial en el Archivo del Cuartel General de la Armada (antes Mi nisterio de Marina). 3. José Gella Iturriaga. La Real Armada de 1808. Discurso de recepción. Real Academia de la Historia. Madrid MCMLXXIV, págs. 20 y 21. 4. “Méndez Núñez o el Honor” por Manuel de Mendivil. Vidas españolas del siglo XIX, núm. 9. Espasa Calpe, S. A. 1930, páginas 69, 98, 144 y ss. 4. Almira'nte Francisco de Paula Pavía, Galería biográfica de los Genera les, jefes y personales notables que figuran en la misma Corporación desde 1700 a 1868. Madrid. Imprenta José López, 1873-4. 6. Biografía “Méndez Núñez o el Honor” de M. de Mendivil de nota 4. 7. Notas necrológicas en “La Epoca” de 4 de septiembre de 1884 y nota 4. 8. “La Estafeta de Palacio”, por Ildefonro Antonio Bermejo, tomo tercero, pági'nas 232 y 233. Imprenta de R. Labajos, calle de la Cabeza, 27. Ma drid, 1872. 9. Números del “Carbayón” de 30 de septiembre de 1895 y 2 de noviembre del mismo año. También en “Clarín”, el provinciano universal de J. A. Cabezas. Colección Austral de Espasa Calpe, S. A. 1962, páginas 152-3. 10. Colecciones en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Central de Ma rina. 11. Femando Villaamil por F. Camba. Nota 1. Página 68. 12. Colección de “El Globo” de la Hemeroteca Municipal de Madrid. 13. Historia Política de la España Contemporánea de Melchor Fernández Almagro” (1668-1685) Alianza Editorial. Madrid, pág. 378. 14. “La Vuelta al mundo en “La Numancia” y el ataque al Callao” por el Conde de Santa Pola (apuntes para una biografía del Almirante Ante quera. Compañía Ibero-America'na” de publicaciones. Madrid, 1927. 15. Nota del archivo central del Cuartel General de la Armada (antes Minis terio de Marina). 16. “Peral, marino de España”, por León Villanúa. Colección Europa. Madrid. 1934. Imprenta Galo Sáez, Mesón de los Paños. 17. Dato recogido en su historial. 18. “Viaje de Circumnavegación de la corbeta “Nautilius” por Ferna'ndo Vi llaamil. Madrid. Establecimiento Tipográfico de “Sucesores de Rivadeneyra, 1895, con prólogo de Oeña y Goñi, Ilustración Española y Ameri cana de 1895, pág. 290. “La Pequeña Industria”. Revista Popular de Elec tricidad, números 23 y 24 de Io de Febrero de 1902. Bajo el título “A la heroica memoria de Fernando Villaamil”. Dirigida por Leopoldo Trenor. “El viaje de la Nautilus”. Un buque escuela de aplomo marinero en la “Nueva España”. Oviedo, 21. 25, XI, 1971. Autor: Luis de Diego. “Villaamil avan te, co’n esta cruz delante” de D. A. Lavandera en “Riberas del Eo”, de 11 de Junio de 1960. 19. Números de 22 de junio, 21 de julio y 28 del mismo mes de 1894. 20. Historia de la Regencia de María Cristina de don Juan Ortega y Rubio, tomo II, capítulo XIII. Imp. y Editorial de Felipe González Mojón. Ma drid, 1905. FERNANDO VILLAAMIL Y SU FRUSTRACION POLITICA 251 21. Informe acerca de las causas probables de la pérdida del “Reina Regen te”, ocurrida en marzo de 1895. Madrid, 1896. Un volumen en B. C. M. 22. Datos de su historial. 23. Historia Política de la España Contemporánea 1885-1897. Ed. 1968 y 1969. 24. “Marina Española y la cuestión de la Escuadra” de Joaquín Costa. Esta blecimientos Tipográficos de Leandro Pérez. Huesca, 1912. 25. Guerra hispano-americana. Colección de documentos referentes a la Es cuadra de Operaciones de las Antillas ordenadas por el Contralmirante Pascual Cervera y Topete. El Ferrol, imprenta del “Correo Gallego”, 1899. 26. Entre otras obras generales: “El Desastre Nacional y sus causas”, por Damián Iserti. Imprenta de la Viuda de Minuesa de los Ríos. Madrid, 1899. “Compendio histórico de la Marina Militar”, por Ramón de la Fuente He rrero. Madrid, imprenta del Ministerio de Marina, 1918. “Historia de la Marina de Guerra Española” de Carlos Ibáñez de Ibero, Marqués de Mulhacén. Desde el siglo XIII hasta nuestros días. 2.a Edición. Espasa Calpe, S. A. 1943, páginas 216 y ss. “Sobre la enseñanza de la guerra hispano-americana”, por Víctor María Concas (Capitán de navio). Bilbao. Ezequiel Rodríguez, antes de Juan F. Delmas. 1900. “La Escuadra del Almirante Cervera” de Víctor María Concas. 2.a edi ción corregida y aumentada. Madrid. Librería de San Martín (Imp. Su cesores de Rivadeneyra). “Historia de la Regencia de María Cristina de Juan Ortega y Rubio. Nota 20. Tomos 3 y 4. Capítulos XVI y 35 y 4 capítulo XIV. “El Almira'nte Cervera” por José Cervera y Pery. Editorial “Prensa Es pañola. 1972. “La Marina Militar Española” (Compendio Histórico) por Francisco Condeminas Marcaró. Barcelona. Tip. La Academia, 1930. 27. Publicada por Leopoldo Trenor en “Pequeña Industria”. Véase nota 18. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO (ZAMORA, 1814, TOLEDO, 1824) POR JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO En el estudio biográfico que consagramos hace trece años a la figura del cardenal Inguanzo no pudimos utilizar las fuentes con servadas en el Archivo Secreto Vaticano (1). Circunstancias más propicias nos han permitido el empleo de la documentación atañente a sus procesos consistoriales como obispo de Zamora y ar zobispo de Toledo, para cuyas diócesis fue designado respectiva mente en septiembre de 1814 y junio de 1824. El tenor del cuestionario presentado a los testigos se ajusta en todo al formulario establecido por Urbano VIII y mantenido por sus sucesores. Dado igualmente el carácter protocolario de la casi totalidad de dichos procesos, los que nos ocupan no proporcionan información novedosa respecto a la persona de Inguanzo. Por lo demás, la coyuntura nacional del verano del 14 y de la primavera de 1824 no eran sin duda las más favorables para que los decla rantes manifestasen opiniones o juicios adversos de un candidato episcopal de quien les constaba su nombramiento directo por el Rey. Por el contrario, contienen cierto interés los datos aportados acerca de la situación de la sede zamorana concluida la guerra de Independencia. Colocada en una posición geográfica a la que lá (1) £), Pedro , de Inguanzo y Rivero (170<H836), último prima^Q <¡#l A n ti guo Régimen, Madrid, 1935, .' 254 JOSE MANUEL CUENCA T0RIBI0 contienda convirtiera en un pasillo estratégico crucial, los avatares bélicos habían dejado honda huella en su territorio. No obstante su vaguedad, los informes testificales dejan entrever que el panora ma abierto a la tarea del futuro prelado distaba de ser halagüeño. A modo de símbolo, el propio palacio episcopal estaba muy dete riorado como resultas de su ocupación por las tropas napoleóni cas... Como cabía esperar de las normas vigentes en el discurso de los procesos consistoriales relativos a la traslación de diócesis, el lle vado a cabo en 1824 para la elevación a la sede toledana de Pedro de Inguanzo no ofrece tampoco ninguna variante con relación a dichas reglas (2). Su comparación con el que fuera objeto en 1814 descubre sólo dos notas particulares: la relevancia de ciertos tes tigos y la ausencia de cualquier dato atañadero al estado de la dió cesis primada. Por último con respecto a la personalidad de los declarantes no poseemos noticias específicas. Tanto su rango como opiniones muestran que el trámite del expediente consistorial se hizo en esta ocasión con rigor y seriedad. AUTO I. In Dei nomine. Amen. En la villa de Madrid a 26 de agosto de 1814; el Excmo. e limo. Sr. D. Pedro Gravina, de los du ques de San Miguel, de los príncipes de Montevago, Grande de Es paña, de primera clase, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Nicea, Abad Comendatorio de Santa María llamada de Rocca, en la Diócesis de Mesina, Reino de Sicilia, pre lado doméstico asistente al Solio Pontificio, v de nuestro Smo. Pa dre y Señor Pío por la divina providencia Papa Séptimo, y de la misma Santa Sede Nuncio Apostólico en estos Reinos de España con facultad de legado ad latere, por ante mí el Secretario de su tribunal de justicia y testigos infrascriptos, dixo: que por cuanto a noticia de S. E. ha llegado que la Católica Magestad del Señor Don Fernando VII, rey de las Españas, ha nombrado y presentado al Señor D. Pedro Inguanzo Canónigo Doctoral de la San+a Iglesia de Oviedo, Juez de Cruzada y Examinador Synodal de la misma, para la Santa Iglesia, ciudad y obispado de Zamora, vacante por fallecimiento del limo. Señor Don Joaquín Carrillo Mayoral: V siendo necesario para que Su Santidad admita la expresada pre sentación y nombramiento conforme á Jo dispuesto por el Santo Concilio de Trento y nove ex aequox motii propio de la Santidad (2) ID., S o c io lo g ía d e u n a é lite de -p o d e r'd e E s p a ñ a é. H is p a n o a m é r ic a .c o n temporánea§: la je r a r q u í a e c le s iá s t ic a (1789-1905). Córdoba, 4970; •• • LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 255 de Gregorio XIV de feliz recordación, que preceda diligente infor mación y averiguación, a cerca de las calidades, legitimidad, vida y costumbres del mencionado Don Pedro Inguanzo y del estado en que al presente se halla la referida Iglesia y Obispado de Zamora, para remitirla á Su Santidad cerrada y sellada, y que en su vista provea lo fuere de su agrado: por tanto mandava y mandó S. Exea, que los testigos que ex-oficio ha mandado comparecer en su presen cia hagan en sus manos el juramento correspondiente, y depongan al tenor de las preguntas de los Interrogatorios que se formarán por mi Secretario. Así lo proveyó mandó y firmó S. Exea., siendo testigos: Don Luis Testa, Don Juan Bautista Fini, y Don Joaquín Martín Benayas, presbíteros familiares de S. Exea. Pedro Arzobis po de Nicea Nuncio Apostólico. Por mandato de S. Excma. Don José María de Vildosola... JURAMENTO. En la villa de Madrid a 27 de Agosto de 1814: el Excmo. e limo. Señor D. Pedro Gravina, Arz. de Nicea, Nuncio Apostólico en estos Reynos, en execución de lo mandado en el auto antecedente ex oficio, hizo comparecer ante sí a los señores D. An tonio Agudo y Andra, de Dignidad de Arcediano de Benavente, y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo, D. Pedro Alvarez, Caballero Arcediano de Villaviciosa Dignidad y Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo, y teniente Vicario Castrense en el Principado de Asturias, a Don José de Vega, Presbítero Prevendado de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla, y Secretario del Santo Tribunal de la Inquisición, Don Vicente Ruiz Albillos, Canónigo doctoral de la Santa Iglesia de Ciudad Rodrigo y Auditor nombrado del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apos tólica, Don Luis Casaseca, Canónigo Doctoral de la Santa Iglesia Catedral de Zamora, y Don Antonio Calvo, Presbítero, todos resi dentes en esta Corte; de los cuales S. Exea, en presencia de mí en Infrascripto Secretario, tomó y recibió juramento que hicieron todos como Presbíteros, in vervo sacerdotis tacto pectore more sacerdotali, y por los sagrados quatro Evangelios sobre que pusie ron las manos derechas teniendo S. Exea, un Misal en las suyas, baxo de cuyo juram ento ofrecieron decir verdad, en lo que supieren y les fuere preguntado y a la conclusión de cada uno dixo, Si juro y amen y lo firmó S. Exea, siendo testigos los expresados en el auto antecedente. Pedro, Arz. de Nicea, Nuncio Apostólico. Por mandato de S. Exea. Don José María Vildosola. 256 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO INTERROGATORIO. Por las preguntas siguientes manda el Exmo. e limo. Sr. D. Pe dro Gravina, Arzobispo de Nicea, Nuncio Apostólico en estos Reynos de España. Sean examinados los testigos, que ex-oficio ha man dado comparecer ante sí para que depongan acerca de las calida des, legitimidad, vida y costumbres, de D. Pedro de Iguanzo, Ca nónigo Doctoral de la Sta. Iglesia Catedral de Oviedo, nombrado y presentado de S.M.C., a la Santa Iglesia y Obispado de Zamora, vacante por la muerte del limo. Sr. D. Joaquín Carrillo Mayoral. 1) Primeramente: Si conocen a dicho Sr. Don Pedro Iguanzo, cómo y de cuánto tiempo a esta parte: si el testigo es su pariente muy amigo o enemigo, su criado o familiar. 2) Digan... si saben en qué Ciudad, Villa o Lugar nació el re ferido D. Pedro. 4) Digan... si saben si ha nacido de legítimo matrimonio de honestos y católicos padres, cómo se llaman o llamaron y de dón de fueron naturales. 4) Digan... si saben qué edad tiene dicho Don Pedro, particu larmente si ha cumplido treinta años. 5) Digan... si saben que tiene órdenes sacras, quáles y de quánto tiempo a esta parte, especialmente si ha sido de seis meses a ésta. 6) Digan... si saben si se ha ejercitado en las funciones y co sas y en el ejercicio de las órdenes que ha recibido, y si ha sido y es frecuente en la recepción de los Santos Sacramentos. 7) Digan... si saben si ha vivido siempre católicamente, y co mo católico y fiel cristiano, y permanecido en la pureza de la fe. 8) Digan... si saben si es de buena y ejemplar vida y costum bres, sana comunicación y fama. 9) Digan... si saben que es hombre docto, prudente, grave y experimentado en materias de importancia y consideración, y có mo lo saben. 10) Digan... si saben si está graduado en algún grado, como en Sagrada Teología o en Derecho Canónigo, en qué Universidades y de cuánto tiempo a esta parte, qué fruto ha hecho en la Teología, si ha ejercitado los cánones, y si verdaderamente tiene la doctrina que se requiere en un Sr. Obispo, para poderlo ser y enseñar a lo.s demás, y cómo lo saben. 11) Digan... si saben si ha tenido algún cargo cerca de la cura de almas, o Gobierno de otra Iglesia y cómo en ello se ha portado; así en ]a doctrina como en las costumbres y prudencia, LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 25? 12) Digan... si saben si ha sido público o secreto escandaloso en la fe, cstumbres y doctrina, y si tiene algún vicio de cuerpo u alma, u otro legítimo impedimento por el quál no pueda ser pre sentado a la Iglesia Catedral. 13) Digan... si saben si lo estiman idóneo, hábil, capaz, digno y merecedor para bien regir y governar una Iglesia Catedral par ticularmente la de Zamora, a la quál ha sido presentado por S.M.C. y si juzgan que de su presentación y nombramiento se seguirá mu cha utilidad y provecho a la referida Santa Iglesia y Obispado, di gan y den razón por qué lo saben. Don José María de Vildosola. TESTIGO 1.° El referido Sr. D. Antonio Agudo Andrade, Arcediano de Benavente, después de haver jurado compareció a ser examinado, y ha biéndolo sido al tenor del interrogatorio de preguntas que precede dijo a cada una de ellas lo siguiente: 1) A la primera dijo: Que hace 14 años que conoce y trata al Sr. D. Pedro Iguanzo y Rivero, como Doctoral y Compañero que ha sido en la Santa Iglesia de Oviedo, que no es su pariente, amigo ni enemigo, y responde... 2) A la segunda dijo: que el citado Sr. D. Pedro nació en la Villa de Llanes, Principado de Asturias, y responde... 3) A la tercera dijo: Que el mismo Sr. D. Pedro es hijo legíti mo y de legítimo matrimonio de D. Antonio de Iguanzo y Posada, y de D.a Teresa del Rivero, difuntos »honestos, y católicos Cristia nos, los quales fueron naturales de la expresada villa de Llanes y los demás sus ascendientes: todo lo que le consta por haver visto las pruebas que hizo de nobleza para ser doctoral de dicha Santa Iglesia y responde... 4) A la cuarta dijo: Sabe que el citado Sr. Iguanzo podrá te ner 50 años con corta diferencia, y sobre su certeza se remite a la fe de Bautismo, y responde... 5) A la quinta dijo: sabe y le consta que hace muchos años es Sacerdote, en cuyo Ministerio siempre fue exacto y ejemplar y responde... 6) A la sexta dijo: Sabe que siempre se ha ejercitado el Sr. Don Pedro Iguanzo en las funciones y cosas eclesiásticas propias de su Ministerio Sacerdotal recibiendo con frecuencia los Santos Sacramentos y celebrando con edificiación el Santo Sacrificio de la Misa y responde... 7) A la séptima dijo: Sabe asimismo que ha vivido como Ca tólico y fiel cristiano, y ha manifestado constantemente que es tal muchas veces, que ha tenido necesidad de ello y responde... 258 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIÜ 8) A la octava dijo: Le consta que desde que era estudiante es de la mejor conducta y costumbres y así lo oyó decir a sus coe táneos y responde... 9) A la novena dijo: le consta que el insinuado Si. Don Pedro Iguanzo es docto y sabio y por tal se le dió la Doctoralía de la San ta Iglesia de Oviedo, y mereció el mejor lugar en la oposición que hizo a la de Santiago y haberle conocido ser Gobernador de aquel obispado de donde acreditó su juicio y prudencia y responde... 10) A la décima dijo: Que hace muchos años está graduado en ambos derechos en la Universidad de Sevilla cuyos títulos acre ditó en las pruebas que hizo para ejercer en la predicha Iglesia de Oviedo y sabe además que ha escrito con mucha utilidad en estas circunstancias obras del mayor aprecio, que acreditan la solidez de su doctrina, y que tiene cuanto se requiere en un Sr. Obispo pa ra poderlo ser y enseñar a los fieles y responde... 11) A la undécima dice: sabe como lleva dicho en la novena pregunta que hace muchos años era Doctoral cuando el exponente empezó los catorce que lleva de residencia en la citada Iglesia de Oviedo, y que tanto en esta Prebenda como en el govierno de la Santa Iglesia que tuvo fueron del mayor concepto sus dictámenes y defensas en las ocasiones que ocurrieron por la profundidad de los conocimientos, que manifestaba, por su buena doctrina y pru dencia, y responde... 12) A la duodécima dijo: Que no cree que nadie con verdad pueda censurarle su acreditada conducta, retiro y recobimiento, como su asiduo estudio, quanto acreditada justificación y que no le considera con impedimento canónigo que le obste ser presenta do a la Iglesia Catedral, y responde... 13) A la decimatercia y última pregunta de dicho interrogato rio dijo: que el prenotado Doctor es muy capaz y digno acreedor para gobernar la Santa Iglesia y Obispado de Zamora y cualquiera otra como lo tiene acreditado, por cuya razón cree el declarante ha tenido S.M. la mejor elección en la presentación y nombramiento que de ella se ha hecho, a la que se persuade firmemente se la se guirá mucha utilidad y provecho. Que es cuanto sabe y puede de cir por público y notorio, pública voz y fama y la verdad en des cargo del juramento que lleva hecho en que se afirmó, y leída que le fué esta declaración se ratificó en ella y la firmó diciendo ser de edad de setenta años, de que yo el infrascripto secretario. Certifi co. D. Antonio Augdo y Andrade. D. José María de Valdosola. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 259 TESTIGO 2.° El expresado Don Pedro Alvarez Caballero, arcediano de Villaviciosa, después de haber jurado, se presentó a ser examinado, y siéndolo al tenor del precedente Interrogatorio, a cada uno de sus preguntas dijo lo que sigue: 1) A la primera dijo: Que conoce de trato y comunicación al Doctor Don Pedro Iguanzo, Doctoral de la Santa Iglesia de Ovie do, por espacio de más de 13 años, de quien no es amigo ni enemi go, ni le comprende ninguna de las generales de la ley y respon de... 2) A la segunda dijo: Sabe que el Señor Don Pedro Iguanzo nació en la Villa de Llanes, principado de Asturias y responde... 3) A la tercera dijo: Que tiene por hijo de legítimo Matrimo nio al Sr. Don Pedro Inguanzo, de D. Antonio Inguanzo y de Doña Teresa Rivero, difuntos, naturales de la villa de Llanes, y que fue ron católicos ,honestos y nobles y responde... 4) A la cuarta dijo: Que el citado Señor Don Pedro pasa de los 46 años, pero no puede decir de positivo su edad y responde... 5) A la quinta dijo: sabe con toda certeza que hace muchos años recibió las órdenes sacras incluso la de Presbítero y respon de... 6) A la sexta dijo: Sabe que se ha ejercitado el Señor Obispo electo en las funciones y cosas eclesiásticas, que ha administrado los Santos Sacramentos y ha sido muy frecuente y devoto en la re cepción de ellos, y celebración del Santo Sacrificio de la Misa y responde... 7) A la séptima dijo: le consta que el citado señor Don Pe dro Inguanzo ha vivido siempre católicamente y ha sostenido y con servándose en la pureza de la fe, y responde... 8) A la octava dijo: sabe por el frecuente trato y, como com pañero que el dicho Señor Inguanzo es de buena vida y costum bres y como notoria probidad y responde... 9) A la novena dijo: le consta que es un hombre docto, a quien por su inteligencia se le han confiado las comisiones y cargos de mayor importancia en la dicha Santa Iglesia de Oviedo y respon de... 10) A la décima dijo: que asimismo le consta haver recibido el dicho Señor Don Pedro Inguanzo los grados de Licenciado y Doc tor en Cánones en la Universidad de Sevilla muchos años hace: que ha sido Provisor y ha tenido otros varios encargos que ha de sempeñado con toda satisfacción, por lo que le considera con la doctrina que se requiere en un señor Obispo, y responde... 260 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO 11) A la undécima dijo: Sabe y le consta que le estuvo con fiado a lmismo señor Don Pedro Inguanzo el Gobierno de la Santa Iglesia y Obispado de Oviedo, en el que se ha portado con el ma yor acierto y prudencia y ha acreditado su vasta doctrina y res ponde... 12) A la duodécima dijo: Que no tiene la menor noticia de que el Señor Obispo electo haya sido en público o en secreto es candaloso en la fe, costumbres y doctrina, ni que tenga vicio algu no de cuerpo u alma, ni legítimo impedimento para no ser presen tado a la Iglesia Catedral y responde... 13) A la décima tercia y última pregunta de dicho interrogato rio dijo: Que tiene y estima al Señor Don Pedro Inguanzo por idó neo, hábil, capaz, digno y merecedor de regir y governar una Igle sia Catedral, no sólo la de Zamora sino otra cualquiera de mayor extensión a que como aquella le huviese presentado S.M. y cree firmemente el declarante que de su presentación se seguirá a la citada Santa Iglesia y Obispado de Zamora mucha utilidad y pro vecho: que todo lo que lleva declarado es la verdad, público y no torio, publica voz y fama so cargo del juramento que tiene hecho en que se ratificó, y leída que le fué esta declaración se afirmó en ella y la firmó diciendo ser de edad de 37 años, de que yo el in frascripto Secretario Certifico. Dr. Don Pedro Alvarez Caballero. Don José María de Vildosola. TESTIGO 3.° El insinuado Don José de Vega y Pérez, prebendado de la Santa Iglesia Metropolitana de Sevilla habiendo hecho el juramento co rrespondiente, pareció a ser examinado como lo fué al tenor del interrogatorio de preguntas que antecede y declaró a cada una de ellas lo siguiente: 1) A la primera dijo: que conoce al Señor Don Pedro Inguan zo de trato y comunicación desde el año de 1783, y que no le com prende ninguna de las generales de la ley y responde... 2) A la segunda dijo: que dicho Sr. Don Pedro nació en la Vi lla de Llanes, Obispado de Oviedo, y responde... 3) A la tercera dijo: que es hijo de legítimo matrimonio y de padres no sólo católicos y honestos, sino hidalgos de solar conoci do y casa solariega; su padre se llamó D. Antonio Inguanzo, y su madre Doña Teresa del Rivero, naturales ambos de la villa de Lla nes, y responde... LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 4) A la cuarta dijo: que por el trato que ha tenido con el re ferido Señor Don Pedro, le consta tiene la edad de 49 años y res ponde... 5) A la quinta dijo: que por la misma razón sabe que el pro pio señor Don Pedro de Inguanzo está ordenado de presbítero mu chos años hace y responde... 6) A la sexta dijo: que le consta por haberlo visto, que desde el año de 1784 frecuentaba el referido Señor Don Pedro los Santos Sacramentos, y después de haberse ordenado se ha ejercitado en las funciones y cosas eclesiásticas particularmente desde que obtu vo la doctoral de Oviedo, y responde... 7) A la séptima dijo: que siempre ha vivido dando pruebas las más singulares y observando el catolicismo con su conducta ejemplar qual corresponde a un eclesiástico arreglado y abstraído del espíritu del siglo y responde... 8) A la octava dijo: ... Sabe y le consta por trato y comunica.ción con el referido D. Pedro lo dicho en la anterior pregunta y por haber vivido en Sevilla, sabe también que gozaba en esta Ciu dad entre todas las personas que le conocían del mejor nombre y reputación, y responde... 9) A la novena dijo: que por el mismo motivo le consta que el Sr. Obispo electo posee un fondo de literatura e instrucción na da común que le distingue entre los literatos, y que tiene acredita da su gravedad y prudencia en muchos asuntos de importancia y consideración, y responde... 10) A la décima dijo: Le consta que está graduado de Doctor en sagrados cánones por la Universidad de Sevilla; que hizo oposi ciones a las Cátedras de esta facultad y que obtuvo una de la mis ma Universidad, que sirvió con toda puntualidad enseñando siem pre la más sana doctrina de la que está suficientemente adornado qual se requiere en un Sr. Obispo y responde... 11) A la undécima dijo: que ha sido el Sr. D. Pedro Inguanzo Provisor y Gobernador varias veces del obispado de Oviedo, cuyos cargos y otras distintas comisiones desempeñó perfectamente atra yéndose el más alto concepto de todas las personas instruidas, y sensatas y responde... 12) A la duodécima dijo: que jamás ha dado el menor escán dalo en materia de fe o costumbres, antes bien ha tenido una con ducta edificante y ejemplar que hacía el objeto de la estimación de todos; carece igualmente de todo vicio de cuerpo o de alma y de cualquiera otro legítimo impedimento para ser presentado a Iglesias Catedrales ,y responde... 262 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIÓ 13) A la decimotercia y última pregunta de dicho interrogato rio dijo: que el dicho Sr. D. Pedro Inguanzo es notoria y singu larmente idóneo, hábil, capaz, digno y merecedor de regir y gober nar cualquier Iglesia Catedral y asimismo la de Zamora, y que es tá persuadido que la que tuviera la dicha de tenerle por Obispo recibiría mucha utilidad en lo espiritual y temporal. Que es cuan to puede decir público y notorio, voz y lama, común opinión y la verdad en descargo del juramento que tiene hecho, en que se afirmó, ratificó, y lo firmó expresando ser de edad de sesenta años de que yo el infrascripto Secretario certifico D. José Vega y Pérez. D. José María de Vildosola. D. Lorenzo Simeón González, Arcipreste de este Partido y D. Antonio Mijares Pereda, Curas Beneficiados más antiguos de la Iglesia Parroquial de Santa María de Concejo de esta villa de Llanes; Claveros del archivo en que se custodian los libros Parroquia les de ella certificamos que habiéndole registrado hallamos un li bro de Bautizos forrado en pergamino que dió principio en el año 1760 y acabó en el de mil setecientos ochenta y contiene 448 hojas y al folio 83 vuelta se halla la partida del tenor siguiente: En 29 de diciembre año de 1764, yo el Doctor D. Felipe Rubín y Pariente Presbítero con expreso permiso de D. Clemente José de Basco y Lledias, Beneficiado cura actual de esta Parroquial Santa María de Concejo de la Villa de Llanes y Arcipreste de su partido, bautizé solemnemente y puse los Santos óleo y Chrisma a un niño que había nacido en 22 del presente mes a quien pusieron por nom bre Pedro, Juan, Nepomuceno, Benito de Palermo, hijo legítimo de D. Antonio de Inguanzo y de D.a Teresa de Rivero, vecinos de esta villa, fueron sus Abuelos Paternos D. Juan Antonio de Inguan zo y D.a Rosa de Posada, y los maternos D. Joaquín de Rivero y D.a Francisca Valdés, fueron padrinos D. Fernando Rubín y Pa riente subdelegado de Marina del Puerto de esta dicha villa; y D.a Josefa de Posada Cangas que no contrajo parentesco espiritual, el Padrino quedó advertido de él y de su obligación, y por así ser lo firmó en dicha Villa, día, mes, y año ut supra. Dr. Felipe Rubín y Pariente. Así resulta de dicho libro y folio a que nos referimos, y que se halla dicha partida sin enmendadura ni vicio alguno que la haga sospechosa, y para que así conste donde convenga damos la presente que firmamos en la sacristía de esta Santa Iglesia Pa rroquial, a 17 días del mes de Agosto de 1814. Lorenzo Simón Gó mez. Antonio Mijares Pereda. Comprobación. Los Escribanos pú blicos del Rey Nuestro Señor (Q. D. G.) y del número y ayunta LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 263 miento de ésta villa de Llanes y su jurisdicción que aquí signamos y firmamos, Certificamos, damos le y verdadero testimonio que ios señores D. Lorenzo Simón González y D. Antonio Mijares Pe reda de cuyo puño y letra se halla firmada la Certificación anterior son según se titulan Curas Beneficiados más antiguos de la Iglesia de esta villa, Claveros de su archivo, fieles, legales, y de toda con fianza, y que á semejantes certificaciones siempre se ha dado y da entera fe y crédito en juicio y fuera de él, y para que así conste donde convenga damos la presente que signamos y firmamos en esta expresada Villa de Llanes, Principado de Asturias, diócesis de Oviedo, Reyno de León, a 17 días del mes de Agosto de 1814. En testimonio de verdad, Antonio de Ojeda. En testimonio de verdad, Tomás Bernáldez García. Juan de la Vega Díaz. INTERROGATORIO. Por las preguntas siguientes serán examinados los testigos que ex oficio ha mandado comparecer a su presencia el Excmo. e limo. Sr. D. Pedro Gravina Arzobispo de Nicea, Nuncio Aplico, de S. S. en éstos Reynos de España para que depongan acerca del estado en que al presente se halla la St. Ig. q obispado de Zamora a que ha sido nombrado y presentado por S. M. C. el Sr. D. Pedro Inguanzo Canónigo doctoral de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo, vacante por la muerte del limo. Sr. D. Joaquín Carrillo Mayoral. Primera mente si saben o tienen noticia en que Provincia esta situada la dicha ciudad y obispado de Zamora, quantas casas y vecinos tiene y quién es señor de ella en lo temporal, digan... 2) Si saben si en la referida Ciudad hay Catedral, de qué ad vocación, fábrica, edificio, y grandeza es, y si necesita de algún reparo, digan... 3) Si saben de qué arzobispado es sufragáneo dicho obispado de Zamora, digan... 4) Quántas y cuáles son en dicha Santa Iglesia las Dignidades, canonicátos, Prebendas, y otros Beneficios Eclesiásticos, quál el número de todos los sacerdotes que asisten y sirven en ella, cuál es la mayor dignidad después de la Episcopal y qué rentas tienen las otras, dignidades, Canonicatos, y demás Beneficios Eclesiásti cos y si hay Preblendas Teologal y Penitenciaria, digan... 5) Si saben si en la mencionada Sta. Iglesia hay cura de almas y quién tiene el ejercicio de tal y también si hay Pila Bautismal, digan... 6) Si saben que en dicha Sta. Iglesia hay Sacristán suficiente mente adornada de todo lo necesario para el servicio del culto di 264 JOSÉ MANUEL CUENCA TORIBÍO vino y celebrar Pontificialmente como también si hay Coro, Or gano, Campanario, Campanas, campanillas y Cementerio, digan... 7) Si saben si en la expresada Sta. Iglesia hay Cuerpos o algu nas insignes reliquias de Santos, cómo y con que decencia se con servan, digan... 8) Si saben si en dicha ciudad hay casa para la habitación del Sr. Obispo, cuánto distan de la Sta. Iglesia y si necesitan de algún reparo, digan... 9) Si saben el verdadero valor de la renta de dicho Obispado, cuánto monta en cada un año, en qué consiste y si tiene reservada alguna pensión y a favor de quién, digan... 10) Si saben cuántas iglesias parroquiales hay en dicha ciudad y si cada una tiene su pila de Bautismo, qué iglesias colegiales en su diócesis, quántos conventos de religiosos y religiosas, hospita les, cofradías, y si hay Monte de Piedad, digan... 11) Si saben qué distrito y cuántos lugares tiene la diócesis de Zamora, digan... 12) Si saben si en la nominada ciudad hay seminario de niños, cuántos estudiantes mantiene o sustenta y qué rentas tiene, digan... 13) Si saben que está y se halla vacante el referido obispado de Zamora, por quién, cómo y de cuánto tiempo a esta parte, di gan y den razón cómo lo saben. D. José María de Vildosola. TESTIGO 1.° El referido D. Vicente Ruíz Alvillos, presbítero, canónigo Doctoral de la Santa Ig. de Ciudad Rodrigo, y Auditor de la Nunciatura Aplica, en esta Corte, después de haber jurado, pa reció a ser examinado y siéndolo por el tenor del Interrogatorio de preguntas que antecede, á cada una dijo lo siguiente: 1) A la primera dijo: Que por haber sido durante seis años Prebendo de la Santa Ig. Catedral de Zamora y Secretario Capi tular, le consta que dicha ciudad y su obispado se hallan en Cas tilla la Vieja, y aunque durante su residencia en aquella conoció Intendente de Ejercito y Provincia y oyó titularla tal con separación de la de Valladolid, cree pertenezca propiamente a ésta última, y que no sabe fijamente cuántas casas o vecinos tenga, y responde. 2) A la segunda dijo: Que en la expresada Ciudad de Zamora hay Ig. Catedral con la advocación del Salvador en su Transfigu ración: que su fábrica es de una extensión muy proporcionada al pueblo, y como de ella hicieron uso las tropas francesas no duda necesite algunos reparos aunque ingora cuales sean, y responde. 3) A la tercera dijo que el referido obispado de Zamora es sufragáneo del Arzobispado de Santiago, y responde. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 265 4) A la cuarta dijo sabe que en dicha Sta. Iglesia Catedral hay nueve dignidades, 24 canonigos, 12 racioneros, y varios Cape llanes de Número, que no hace memoria cuantos sean, que hay también cuatro capellanías llamadas del Cardenal, de representa ción del vizconde de Garci-Grande, unas y otras con precisa asis tencia a las horas Canónicas: que ingualmente le consta ser la mayor dignidad después de la episcopal el Deanato que no puede señalar ni aún aproximadamente el valor que al presente tengan las Canongías y raciones, no pudiendo determinar tampoco el de las dignidades, porque los agregados de diezmos se administran por sus Poseedores sin intervención alguna de la mesa capitular, y responde. 5) A la quinta diio: sabe que en la referida Santa Iglesia de Zamora se desempeña la cura de almas por un eclesiástico parti cular, que no pertenece al cuerpo Capitular, y que asimismo hay en ella pila bautismal y responde. 6) A la sexta dijo: sabe y le consta que en la mencionada San ta Iglesia hay sacristía, la que en su tiempo se hallaba surtida de ropas, alhajas y demás efectos necesarios al culto divino, y que aunque en la presente Epoca habrá padecido disminución tiene entendido que no escasea de todo lo necesario, y responde. 7) A la séptima diio: que no hace memoria halla en la dicha Sta. Iglesia de Zamora ningún cuerpo o reliquia insigne de santo, pero si algunas pequeñas que se conservaban en el altar mavor al lado del Evangelio en una alacena con sus llaves correspondientes y responde. 8) A la octava dijo: sabe que cerca de la Iglesia Catedral de la referida ciudad hav un Palacio de bastante extensión para habi tación del limo. Sr. Obispo; pero según ha oído a Individuos de aquél cabildo ha padecido este edificio hasta el punto de necesitar grandes cantidades de maravedises para ponerle decente y habita ble, v responde. 9) A la novena diio: le consta que el valor de las rentas del Obispado de Zamora por el tiempo en que el residió en aquella ciudad se regulaba en 70.000 ducados, pero que en la actualidad es ‘indispensable hava disminuido considerablemente: que consiste en diezmos y ventas de propiedades que ignora si esta gravado con algunas pensiones v quiénes sean agraciados de ella, v responde. 10) A la décima diio: sabe aue en el Obispado predicho de Zamora hav solo una Iglesia colegial en la ciudad de Toro, que en toda la Diócesis se contaban antes 36 conventos, 18 de R ehi lares e igual número de Religiosas que ignora los que existan, que. 266 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO asimismo en todo el Obispado hay 250 parroquias, tres hospitales en la ciudad y que no tiene presente haya Monte de Piedad y res ponde. 11) A la undécima dijo: que aunque la extensión del Obispado y Diócesis de Zamora es bastante grande no puede di jarla con exac titud, que le consta comprende 182 lugares, y responde. 12) A la duodécima dijo: le consta que en Zamora hay un Se minario Conciliar de buena fábrica y rentas suficientes a mantener hasta 30 jóvenes. Otro colegio de grande fábrica para niños que se dedican a la música del que es patrono el Cabildo, con rentas so bradas y de número de ocho becas, y responde. 13) A la decimotercia y última pregunta de dicho interroga torio dijo: sabe que el dicho obispado de Zamora está vacante por muerte del limo. Sr. D. Joaauín Carrillo Mayoral, hace seis años con corta diferencia, que es lo que sabe y puede decir, público y notorio, pública voz y fama, común opinión y en todo la verdad, en el descargo del juramento que lleva hecho en que se ratificó, y leída que le fué esta declaración se afirmó en ella y la firmó expre sando ser de edad de 48 años, de que y oel infrascripto secretario certifico. Ldo. Vicente Ruíz Alvillós. D. José María de Vildosola. TESTIGO 2.° El referido Sr. D. Luis Casaseca, Canónigo Doc toral de la Santa Iglesia Catedral de Zamora, habiendo jurado com pareció a ser examinado y siéndolo por el tenor de las preguntas que incluve el antecedente interrogatorio dijo y depuso lo siguiente: 1) A la primera dijo: que por ser natural de Corrales, pueblo de la jurisdicción y obispado de Zamora, y por estar residiéndo co mo Canónigo Doctoral hace más de 8 años en la Iglesia Catedral de dicha ciudad sabe que ésta y el obispado de Zamora están den tro de lo que se llamaba antiguamente Reino de León y ahora Cas tilla la Vieja, que su localidad es sobre el río Duero, que el número de casas o de vecinos de la ciudad es aproximado a 2.000 v que no reconoce señorío en lo temporal más que del rev, y resnonde. 2) A la segunda dijo: sabe que en la expresada ciudad de Za mora hav Iglesia Catedral con la advocación del Salvador del Mun do en su transfiguración; que su fábrica y edificio con claustro y piezas accesorias es de mediana grandeza y que no necesita de más reparos oue los ordinarios, y responde. 3) A la tercera diio: que el Obispado antedicho d eZamora es sufragáneo del Arzobispado de Santiago, y responde. 4) A la cuarta dijo: le consta que en dicha Sta. Iglesia hay nueve dignidades. 24 canonicatos, 12 raciones y 27-capellanías; que la mayor dignidad después de la del Sr. Obispo es el Deanato; que LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 267 las rentas de las dignidades son desconocidas al declarante; que las de los canonicatos se aproxima ahora a 10.000 rs.; las de las raciones a 5.000 y las de las capellanías a 3.000; exceptuadas 4 lla madas del Cardenal cuya renta es aproximada a 7.000 rs., y que dicha Sta. Iglesia tiene las prebendas teologal y penitenciaria, y responde. 5) A la quinta dijo: que sabe que en la expresada Sta. Iglesia Catedral hay cura de almas, cuyo ministerio ejerce en la actualidad el licenciado D. Nicolás Lozano, y que hay asimismo pila bautismal, V responde. 6) A la sexta dijo: que en la Sta. Iglesia de Zamora hay sa cristía decente y provista de ornamentos y demás necesario para el culto divino y celebrar de pontifical, e igualmente coro, órgano y demás que expresa esta pregunta en el interrogatorio, y responde. 7) A la séptima dijo: le consta que no hay en la Sta. Iglesia mencionada cuerpo ni otra insigne reliquia de santo, pero que con motivo de la expulsión de los benedictinos de su monasterio por los franceses, fue trasladada a la catedral y se conserva en ella con la decencia correspondiente la Cruz de carne, con la que hay en la ciudad mucha devoción, y responde. 8) A la octava dijo: sabe que había una buena casa en dicha ciudad de Zamora para habitación del Sr. Obispo, la cual por ha berla en mucha parte destruido las tropas francesas necesita re paros muv costosos, y responde. 9) A la novena dijo: que ignora el verdadero valor anual de la renta del obispado, pero que siempre se ha tenido por congruo, que consiste en diezmos y rentas de propiedades, que tiene varias pensiones, y que ignora quienes sean los acreedores y cuanta la cantidad, aunque cree se acercará a la tercera parte de la renta según ha oído y responde. 10) A la décima dijo: le consta que hay en el dicho obispado de Zamora 250 iglesias Darroouiales, con sus pilas bautismales, una iglesia colegial sita en la ciudad de Toro, 18 conventos de religio sos, 18 igualmente de religiosas, 3 hospitales en la ciudad de Za mora y varias cofradías con aprobación de la autoridad eclesiásti ca, pero que no hav Monte de Piedad, y responde. 11) A la undécima dijo: que el obispado de Zamora tiene co mo 10 leguas de Norte a mediodía, y como 24 de Oriente a Ponien te; y que ignora cuanto-s. lugares tiene la diócesis, y responde. • 12) A la duodécima dijo: .que le consta haber en la ciudad de Zamora un Seminario Conciliar y un •colegio para niños músic0**. que sus rentas eran muy bastantes a sostener un buen número de 268 JOSE MANUEL CUENCA T0RIBÏ0 jóvenes, pero que sus edificios necesitan grandes reparos a causa de haberlos inhabilitado los franceses, y responde 13) A la decimotercia y última pregunta de dicho interrogato rio dijo: sabe que el referido obispo de Zamora está vacante de seis años a ésta parte por muerte del limo. Sr. D. Joaquín Carrillo Mayoral que es cuanto puede decir público y notorio, pública voz y fama y la verdad en cumplimiento del juramento hecho en lo que se afirmó y leída que le fué esta declaración se ratificó en lo dicho y lo firmó diciendo ser de edad de 46 años, de que yo el infraescripto secretario certifico. D. Luis Casasexa. D. José María de Vildesola. TESTIGO 3.° El expresado D. Antonio Calvo Pbro., precedente el juramento compareció a ser examinado y siéndolo según las pre guntas del anterior Interrogatorio a cada de una de ellas dijo lo siguiente: 1) A la primera dijo: que por ser natural de Salamanca cuyo obispado confina con el de Zamora, y por haber residido en ésta ciudad los años d e l811 v 1812, sabe que la dicha ciudad es de la provincia de Castilla la Vieja, de buena situación, y que ignora el número de vecinos que tenga, pero le consta que su señor tempo ral es el Rey, y responde. 2) A la segunda dijo: sabe y ha visto que en dicha ciudad de Zamora hay iglesia ca+edral con la advocación del Salvador, de buena fábrica y sin necesidad de reparos, y responde. 3) A la tercera dijo: le consta que el obispado de Zamora es sufragáneo del Arzobispado de Santiago, y responde. 4) A la cuarta diio: sabe que en la dicha Sta. Ig. de Zamora hav 9 dignidades tituladas en la forma siguiente: Deanato, claustría, arcedianato de Zamora, arcedianato de Toro, Tesorería, maestrecolía, arcedianato de Fuentelsauco, priorato y abadía del Espí ritu Santo, que en la misma Santa Ig. hay 24 canongías, 12 racio nes, y varias capellanías cuvos poseedores v los acólitos hacen los oficios eclesiásticos de la Catedral, que el Deán es después de la Episcopal la dignidad mayor; que la renta de las dignidades es muy varia, que la de los canonicatos es de cerca de 10.000 rs. la de los racioneros la mitad, la de las capellanías 3.000 rs., que asimis mo le consta haber en dicha Sta. Iglesia cuatro capellanías más, llamadas del Cardenal, cuya renta se aproxima a 7.000 rs. y son de Patronato Laical y que también hay en ella las Prevendas Teologal y Penitenciaria, y responde. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL 1NGUANZO 269 5) A la quinta dijo: sabe que en la Sata. Iglesia de Zamora hay Cura de almas, cuyo encargo desempeña un Eclesiástico par ticular, y que también hay pila bautismal, y responde. 6) A la sexta dijo: le consta que la Santa Iglesia referida de Zamora tiene sacristía con todo lo necesario y asimismo coro, ór gano, campanario, campanas, campanillas y cementerio, y respon de. 7) A la séptima dijo: que ignora haya en la mencionada Iglesia cuerpo ni otras insigne reliquias de Santo, y responde. 8) A la octava dijo: sabe que en la ciudad de Zamora hay pa lacio para el Sr. Obispo contiguo a la Iglesia pero que se halla inha bitable y necesita grandes reparos, y responde. 9) A la novena dijo: que no puede señalar el valor efectivo de la renta del dicho Obispado de Zamora, pero que es suficiente para la manutención decorosa del Sr. Obispo que está gravado con al gunas pensiones aunque no sabe a favor de quién, y responde. 10) A la décima dijo: le consta que en todo el Obispado de Zamora hay doscientas cincuenta Parroquias con sus pilas bautis males: 36 conventos de religiosas, varias cofradías, una Iglesia Colegial en Toro, tres hospitales dentro de la ciudad de Zamora, a saber uno de hombres, otro de mujeres, y otro llamado de con valecencia, y que no sabe haya Monte de Uiedad, y responde. 11) A la undécima dijo: sabe que la diócesis de Zamora tiene 10 leguas ocn corta diferencia de longitud, y 24 de latitud y que no puede determinar a punto fijo el número de sus poblaciones, y responde. 12) A la duodécima dijo: que en la ciudad de Zamora le cons ta haber un Seminario Conciliar, cuya fábrica está deteriorada por los franceses, que tiene tal cual renta para mantener un buen número de jóvenes, y que asimismo hay un Colegio para niños que aprenden música bajo el patronato del Cabildo, el que se halla en el mismo estado que el Seminario, y responde. 13) A la Decimotercia y última pregunta de dicho interroga torio dijo: sabe y le consta que el obispado de Zamora se haya vacante de seis años a esta parte, por muerte del limo. Sr. D. Joa quín Carrillo Mayoral. Que es cuanto sabe y puede decir, público y notorio, pública voz y fama, común opinión y toda la verdad por el juram ento hecho en lo que se ratificó y leída que le fué esta de claración se afirmó en ella y la firmó expresando ser de 59 años de edad., de que yo el infraescripto secretario certifico. Antonio Calvo Baeza. José María de Vildosola. 270 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO AUTO. En la villa de Madrid a 31 de agosto de 1814 el Excmo. e limo. Sr. D. Pedro Gravina, Arzobispo de Nicea, Nuncio de S. Santidad en estos Reinos de España...; Por ante mí el Secretario de Justicia y testigos infrascriptos: habiendo visto las informaciones y averi guaciones recibidas ex-oficio por su excelencia acerca de las cali dades, legitimidad, vida y costumbre de D. Pedro Inguanzo, Ca nónigo Doctoral de la Santa Iglesia de Oviedo, nombrado y pre sentado por su Majestad Católica a la Santa Iglesia y obispado de Zamora, vacante por la muerte del limo. Sr. D. Joaquín Carrillo Mayoral y sobre el estado en que al presente se halla la misma Sta. Iglesia y Obispado de Zamora con lo demás que ver y considerarse debía, dijo: que los mejores modo, vía y forma que puede y ha lu gar en derecho interponía e interpuso su autoridad y judicial de creto para que las dichas informaciones, que van firmadas de Su Excelencia y refrendadas por mí el referido secretario, valgan y hagan entera fé donde se presentaren, y certificaba y certifico a Ntro. Santísimo Padre y Señor Pío, por la Divina Providencia Papa Séptimo, y a los Excmos. y Rmos. Srs. Cardenales de la Santa Romana Iglesia, que los testigos examinados en razón de lo que dicho es, son personas de calidad muy conocida y de mucha ver dad, a quienes se puede y debe dar entera fe y crédito: y en lo que Su Excelencia puede juzgar así por lo que resulta justificado en la precedente información como por lo que ha entendido en esta Corte y le consta de propia ciencia, acerca de las circunstancias del mencionado D. Pedro Inguanzo, le tiene y considera por digno y merecedor de la presentación y nombramiento en el hecho del referido Obispo de Zamora, y de que S. S. se digne pasarle la Gra cia de él, y mandava y mandó Su Excelencia que para que de todo (c onste, yo dicho Secretario, saque y de un traslado o más de las citadas informaciones para remitir a S. S. en manera que hagan fe a fin de que en su vista provea lo que sea de su agrado, así lo proveyó, mandó, y firmó, siendo testigos D. Luis Testa, D. Juan Bautista Fini (o Tini?), y D. Joaquín Martín Benayas, Presbíteros, familiares de Su Excelencia Pedro Arzobispo de Nicea, Nuncio Apostólico. Por mandado de Su Excelencia D. José María de Vildosola. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 271 Fdo. P. Arzobispo de Nicea, Nuncio Aplico. Por mdto. de S. I. José María de Vildosola 1814 Zamora Ecela D. José María de Vildosola, Notario, Secretario de Justicia del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica en estos reinos de España. Certifico que la precedente copia corresponde con su original que queda entre los demás papeles de esta secretaría a que me remito. Y para que conste lo firmo en Madrid a 3 de Septiembre de 1814. José María Vildosola Ego Federicus Scheffu conductus Bocchorts Nolasius apostolicus testor omnia efre esata u supra. manu propia 1824 Siberiadeu in part infid. In Dei Nomine Amen. En esta villa de Madrid a 22 de junio de 1824, el Excmo. e limo. Sr. Don Satiago Giustiniani, de los prínci pes de Basano y Duques de Corvara, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida orden española de Carlos III, por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica Arzobispo de Tiro, Prelado Domés tico asistente al Solio Pontificio, y de Nuestro Santísimo Padre y Señor León por la Divina providencia Papa duodécimo de la mis ma Santa Sede, Nuncio Apostólico en estos Reinos, con facultad de legado a latere: Por ante mí el Secretario de S. M. y del tribunal de justicia de su Excelencia, y testigos infraescritos, dijo: que a su noticia ha llegado que la Católica Majestad del Señor Don Fer nando VII, rey de las Españas, ha nombrado al limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Riveroi obispo de Zamora, para la Santa Iglesia y Ar zobispado de Toledo, vacante por fallecimiento del Eminentísimo y Excelentísimo Sr. D. Luis Borbón, Cardenal de Scala; y por cuan to para que Su Santidad admita el expresado nombramiento y con siguiente presentación, haga la indicada traslación conforme a lo dispuesto por el Santo Concilio de Trento y motu propio de la Santidad del Señor Gregorio décimocuarto de, feliz recordación, debe preceder diligente información y averiguación acerca del go bierno que ha tenido, y como se ha portado dicho limo. Sr. D. Pe dro Iguanzo y Rivero en su Iglesia y Obispado de Zamora, del esta 272 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO do en que al presente se halla la Santa Iglesia y Arzobispado de To ledo para remitirla a Su Santidad a fin de que en su vista probea lo que fuese servido; mandaba, y mando, que en su presencia fue sen los testigos que ex oficio hará comparecer para que declaren sobre lo referido al tenor de los interrogatorios que se formarán y que sean examinados por mi, el dicho Secretario. Así lo probeyó, mandó y firmó su excelencia siendo testigos, D. Norberto de Oca y Melo, D. Nicolás Hernández y Francisco Díaz Manzanares, Nota rios oficial mayor, y segundo, y receptor respectivo de su tribunal. Santiago, Arzobispo de Tiro, Nuncio Apostólico. Por mandato de Su Excelencia: D. Matheo Phelipe Sánchez. En la villa de Madrid a 28 de Junio de 1823 el Excmo. y Altmo. Sr. D. Santiago Giustiniani, Arzobispo de Tiro, Nuncio Apostólico en estos Reinos, en ejecución de lo acordado en el Auto anteceden te ex oficio, hizo comparecer a su presencia al Excmo. Sr. D. Gaudencio, de Guadaltafara, Caballero Gran Cruz de la Real y distin guida Orden española de Carlos III, gentil hombre de cámara de Su Majestad con ejercicio, teniente general de los Reales Ejércitos, Conde Duque Castrotevreño, Grande de España; a los Srs. D. San tiago López Regañano (debe ser Regañoro, pero no está claro), regidor perpètuo de la ciudad de Zamora y diputado de los fidelísi mos Reinos por las Coronas de Castilla y León, D. Juan Climaco Quintana, caballero de la Real y distinguida Orden española de Carlos III, del Consejo de S. M. en el Supremo de Hacienda, D. Do mingo Sánchez Gijón presbítero, natural de Ciudad Real, capital de la provincia de la Mancha, Canónigo electo de la Santa Iglesia de Toledo, secretario de la colecturía y (no está claro puede ser enejal de expoílos) de expolios y vacantes; D. Isidro Saínz de Alfaro, presbítero, caballero de la citada Real y distinguida Orden española de Carlos III y de doña Isabel la Católica (No está claro puede ser sumillar de gostina) de S. M., de su Consejo y Auditor del Tribunal de la Rota de la Nunciatura apostólica en estos rei nos; Sr. D. Ceferino Amanillo de Sancho, presbítero natural de la villa de Sicuela (puede ser Ginnela. [Cfr. Madoz])., Arzobispado de Toledo, Arcediano de Hellín, dignidad de la Santa Iglesia de Cartagena, todos al presente residentes en-esta corte; de los cuales su Excelencia por ante mi el Secretario de S. M., y de su tribunal de justicia tomó, y recibió juramento que hicieron los caballeros por la Cruz de su hábito que traen • al pecho, los presbíteros, rn verbo sacerdotis tacto pectore, moxe sacerdotali, y el seglar por Dios Nuestro Señor, y una señal de Cruz en forma, y todos por los Sagrados Cuatro Evangelios' sobre cjue pusieron sus manos dere LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 273 chas teniéndo S. Excelencia un misal en las suyas, bajo de cuyo juram ento ofrecieron decir verdad en lo que supieren y les fuere preguntado y a la conclusión de dicho juramento cada uno de ellos dijo: Sí, juro y Amén, y lo firmó su Exea, siendo testigos los ex presados en el auto antecedente, Santiago Arzobispo de Tiro. Nun cio Apostólico. Por mandato de Su Excelencia D. Matheo Phelipe Sánchez. INTERROGATORIO: Por las preguntas siguientes manda el Exmo. e limo. Sr. D. Santiago Giustiani, Arzobispo de Tiro. Nun cio apostólico en estos reinos de España que sean examinados los testigos que ex oficio hará comparecer para que declaren acerca del gobierno que ha tenido y cómo se ha portado el limo. Sr. D. Pedro de Inguanzo v Rivero, nombrado por S.M.C. para la Santa Iglesia y Arzobispo de Toledo vacante por el fallecimiento del I'mo. v Rvmo. Dr. D. Luis Borbón, Cardenal de Scala, en su Iglesia y Obispo de Zamora. 1) Primeramente si conocen a dicho limo. Sr. D. Pedro Iguanzo y Rivero, cómo y de cuánto +iempo a esta parte, si el testigo es su pariente muy amigo o enemigo, su criado o familiar, digan que. 2) Si saben si dicho limo. Sr. D. Pedro Iguanzo, actual obis po de Zamora está consagrado de tal, por quién, dónde, quiénes asistieron a su consagración y de quánto tiempo a esta parte; di gan y den razón de cómo y qué lo saben. 3) Si saben si ha visitado con diligencia muchas veces la Igle sia y obispado de Zamora, o socorrido y proveído a todas sus ne cesidades que en él se han ofrecido; mandado examinar v llevar a debida ejecución los decretos y mandatos de su visita, digan que. 4) Si saben si ha cumplido +oties quoties ha tenido obligación de visitar ad limina Apostolorum santorum Petri et Pauli en con formidad de la constitución de Sixto V de anno millesimo quinqentesimo octuagesimo quinto décimo (?) textio calendas ianuarii pontificatus suo anno primo, jurada por dicho Señor obispo al tiempo de su consagración, digan si. 5) Si saben si dicho Sr. Obispo ha cumplido con todos los de cretos y mandatos que se le pusieron en las Bulas de provisión del citado obispado de Zamora, conviene a saber, si ha adornado de todo lo necesario el Sagrario de la Sta. Iglesia de Zamora si ha re parado su fábrica y palacios episcopales, si ha instituido en su Iglesia las Canongías, Magistral y Penitenciaria, digan que. 6) Si saben si continuamente y con todo cuidado ha residido en su Iglesia y obispado, si se ha granjeado Ja estimación y apre 274 JOSE MANUEL CUENCA TORIBIO ció de sus diocesanos, en qué concepto está para con ellos y si el clima de Zamora es contrario a su salud, digan que. 7) Si saben si ha celebrado órdenes muchas veces y hechos las funciones y actos pontificales en su Iglesia Catedral, digan que. 8) Si saben si en el ejercicio de las obras de caridad y pru dencia se ha portado dando ejemplo y tratado de aprovechar, no sólo con palabras sino también obras digan que. 9.) Si saben si ha puesto todo cuidado y diligencia en conser var y defender la jurisdicción espiritual y temporal y demás de rechos de su Iglesia y dignidad. 10) Digan si saben si dicho Sr. Obispo tiene la doctrina que se requiere para enseñar a los demás, digan que. 11) Y si tienen y estiman al expresado limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero actual obispo de Zamora por digno y merece dor de ser trasladado a la Santa Iglesia y Arzobispado de Toledo y si juzgan que de su traslación se seguirán tanto a su persona, cuanto a dicha Sta. Iglesia y Arzobispado más copiosos frutos que pudieran esperarse en el obispado que actualmente gobierna, di gan y den razón. D. Mateo Felipe Sánchez. TESTIGO 1.°—El dicho Excmo. Sr. Conde Duque de Castroterreño, domiciliado en esta corte, después de haber jurado, pareció a ser examinado, lo fue a tenor del precedente interrogatorio, y a cada una de las preguntas dijo y declaró lo siguiente. 1) A la primera dijo que conoce bastantes años hace al limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero, actual obispo de Zamora y le ha tratado y que no es su pariente ni le comprende algunas otra de las taque refiere dicha pregunta, y responde. 2) A la segunda que por el indicado conocimiento sabe, y le consta que dicho limo. Sr. D. Pedro Inguanzo fue consagrado obis po de Zamora en la Iglesia de la Comendadora de Santiago casi a mediados del año de 1815 por limo. Sr. Arzobispo de Granada, siendo asistentes los limos. Srs. obispos de Almería, y de Calaho rra y responde. 3) A la tercera que por noticias de sus dependientes en tierra de Zamora y de otras personas fidedignas, sabe y le consta que ha visitado su obispado, ocurrido las necesidades que ha hallado, y hecho executarlos decretos de su visita y responde. 4) A la cuarta dijo: que tiene entendido y ha oído a personas fidedignas que tienen motivo de saberlo, que por medio de sus apoderados ha cumplido exactamente con la obligación que expre sa la pregunta, y responde, LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 275 5) A la quinta dijo, que por la razón indicada en la tercera le consta que también ha cumplido con los mandatos que expresa la pregunta, particularmente en cuanto a la reparación del Palacio Episcopal, pero las prebendas Magistral y Penitenciaria ya esta ban instituidas a su ingreso en aquella Iglesia y responde. 6) A la sexta dijo que igualmente sabe, y le consta, que ha re sidido continuamente en la Iglesia y obispado, que se ha granjea do la estimación y aprecio de sus diocesanos y que para ellos es tá en un alto concepto; pero no ha oído que aquel clima sea con trario a su salud y responde. 7) A la séptima dijo que: así bien le consta que ha celebrado órdenes en los tiempos destinados para ello y hecho las funciones y actos pontificales cuando ha sido necesario en su Iglesia Cate dral y responde. 8) A la octava dijo que también sabe y le consta que en el ejercicio de las obras de caridad y prudencia se ha portado de un modo conveniente a un celoso prelado en obras, y palabras; y res ponde. 9) A la novena dijo: que está firmemente persuadido por la virtud, y ciencia que conoce en dicho limo. Sr. D. Pedro Iguanzo, de que había puesto todo cuidado y diligencia en conservar y de fender la jurisdicción espiritual, y temporal y demás derechos de su Iglesia y dignidad, sin tolerar en ello mengua alguna, y no ha oído cosa en contrario, y responde. 10) A la décima dijo que por lo que ha observado, y por lo que ha oído a personas que lo entienden no tiene la menor duda de que posee toda la doctrina que requiere el ministerio espiscopal, para desempeñarlo y enseñar a los demás y responde. 11) Y a la undécima y última que tiene y estima por lo que lleva declarado al expresado limo. Sr. Don Pedro de Inguanzo y Rivero actual obispo de Zamora por muy digno y merecedor de ser trasladado a la Santa Iglesia y Arzobispado de Toledo; y cree que es útil y conveniente en las actuales circunstancias que se ve rifique su traslado y que por consiguiente se sacarán de ella más copiosos frutos que pudieran esperarse de su continuación en el Obispado de Zamora, que es lo que sabe, y la verdad, público, y notorio, pública voz, y fama, y común opinión y reputación, sin cosa en contrario para el juramento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración, habiéndole sido leída ,se afirmó, y ratificó, expresó ser de edad de más de cuarenta años, y lo firmó, de que yo, el infrascripto secretario certifico. El Conde-Duque de Castro Terreño.—Mateo Felipe Sánchez. 276 JOSE MANUEL CUÍENCA TORIBIÓ TESTIGO 2.°— El dicho Sr. Don Santiago López Regañón, regidor perpetuo de la ciudad de Zamora, domiciliado en esta corte, después de haber jurado pasó a ser examinado, lo fué al tenor del precedente inte rrogatorio, y a cada una de las preguntas dijo y declaró lo siguien te: 1) A la primera, que conoce, y trata de 9 años a esta parte al limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero, y que no es su pariente, muy amigo, ni enemigo ni familiar, y responde. 2) A la segunda que tiene entendido por voz común que dicho limo. Sr. Don Pedro Inguanzo, actual obispo de Zamora fué con sagrado de tal en esta Corte por el año de 1815 por el limo. Sr. Arzobispo actual de Granada, asistiendo los limos. Srs. Mier y Cam pillo, obispo que era de Almería y Puyal que lo es actual de Cala horra y la Calzada, y responde. 3) A la tercera que le consta por haberlo visto y observado que dicho Sr. Obispo ha visitado co ndiligencia y muchas veces su Iglesia Obispado de Zamora, proveído a todas las necesidades y que ha hallado y hecho ejecutar los mandatos de visitas, y respon de. 4) A la cuarta que se persuade habrá cumplido la obligación de visitar ac limina Apostolorum que se expresa, con que le consta que al efecto ha nombrado apoderados, y responde. 5) A la quinta que sabe y le consta de ciencia propia que ha cuidado del aseo y adorno del Sagrario de su Iglesia catedral, y que ha reparado el Palacio Episcopal que padeció mucho en la guerra de los años 1808, y siguientes y que las Prebendas Magis tral y Penitenciaria están instituidas de antiguo, y responde. 6) A la sexta que asimismo sabe y le consta que ha residido continuamente en su iglesia y Obispado, que tiene la estimación y aprecio de sus diocesanos y que éstos aprecian en mucho su virtud y celo: ignora si aquel clima es contrario a su salud, y responde. 7) A la séptima igualmente le consta que ha celebrado órde nes en sus bidos tiempos, y celebrado funciones, y actos portificales en su Iglesia Catedral todas las veces que ha sido necesario; y responde. 8) A la octava que del mismo modo le consta que en las obras de caridad se ha portado en la forma que expresa la pregunta, y responde. 9) A la novena, que no ha visto, oído, ni entendido que haya dado lugar, ni permitido que sufra mengua alguna la jurisdicción LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 277 espiritual, y temporal ni menos los demás derechos de su Iglesia y dignidad, y responde. 10) A la décima dijo que cuanto por lo que ha observado co mo por lo que ha oído a personas inteligentes en la materia tiene por cierto que posee la doctrina que se requiere para enseñar a los demás, y responde. 11) A la undécima y última pregunta que por las eminentes virtudes que reúne y, por su ciencia, estima al limo. Sr. D. Pedro de Inguanzo y Rivero por muy idóneo y merecedor de ser traslada do a la Sta. Iglesia y Arzobispado de Toledo y juzga que de su tras lación se seguirá tanto a su persona cuanto a dicha Sta. Iglesia y Arzobispado más abundantes frutos de los que podrían esperarse en el obispado de Zamora que actualmente gobierna, que es lo que sabe y la verdad, público y notorio, pública voz, y fama y común opinión, sin cosa en contrario para el juramento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración habiéndosele sido leído, se afir mó, y ratificó, dijo ser de edad de cuarenta años y lo firmó, de que yo el infrascripto secretario certifico. Santiago López Rega ñón.—Mateo Felipe Sánchez. TESTIGO 3.° El precitado Sr. D. Juan Climaco Quintano, consejero de Ha cienda, domiciliado en esta corte, después de haber jurado pasó a ser examinado, lo fué por el interrogatorio que antecede y a cada una de sus preguntas dijo y contestó lo siguiente: 1) A la primera que conoce al limo. Sr. D. Pedro de Inguanzo y Rivero actual obispo de Zamora desde el año 1810, que no es ene migo, pariente, ni dependiente suyo, ni tampoco muy amigo, y res ponde. 2) A la segunda que por residir a la sazón en esta corte y tra tado en ella a personas fidedignas que asistieron al acto, sabe, y le consta que el dicho limo. Sr. Pedro Inguanzo y Rivero fue con sagrado obispo de Zamora como a mediados de 1815 en la Iglesia de las Comendadoras de Santiago de esta corte por el limo. Arzo bispo actual de Granada, siendo asistentes los limos. Srs. Obispos de Almería y Calahorra, y responde. 3) A la tercera que por lo que ha oído a personas fidedignas de aquel país, a quienes trata, no le queda duda alguna de que di cho Sr. Obispo, ha sido muy diligente en visitar a su Santa Igle sia, y Obispado, y en acudir a las necesidades que ha conocido, y responde. 4) A la cuarta dijo que está en la inteligencia de que ha cum plido la obligación que se expresa porque ha oído a persona fide 278 JOSE MANUEL CUENCA T0R1BI0 digna que ha visto el expediente que resulta acreditado ser así, y responde. 5) A la quinta, que igualmente le consta y está en la inteligen cia de que ha cumplido co nlo que expresa la pregunta, especial mente en cuanto a reparar el Palacio episcopal que era del todo necesario porque oyó como cosa notoria que estaba desvastado a causa d ela invasión de los franceses que obedecían a Napoleón, y responde. 6) A la sexta que siempre ha estado en la persuación de que ha residido constantemente en su diócesis y así se 1 ohan asegura do sujetos de probidad que lo han tratado y tienen motivos de sa berlo con certeza, que ha oído hablar a personas imparciales del singular aprecio que se merece por su buena conducta, su celo, y sus bellísimas prendas, y que no cree que el clima de Zamora sea contrario a su salud; y responde. 7) A la séptima que tiene entendido por iguales motivos que ha celebrado órdenes en los tiempos designados al efecto y hecho actos y funciones pontificales cuando ha sido necesario, y res ponde. 8) A la octava, que ha sido a personas fidedignas que se ha portado del modo que refiere la pregunta; y responde. 9) A la novena, que atendidos los principios, y la ilustración del limo. Sr. D. Pedro Inguanzo, se persuade que en cuantas oca siones se hayan presentado no podrá menos de haber defendido la jurisdicción espiritual de su iglesia, los bienes y derechos de su dignidad; y responde. 10) A la décima, que tiene por indudable que está adornado de la doctrina que se requiere para enseñar a los demás, pues mu chas veces le ha oído hablar con elocuencia, y excudicción; y res ponde. 11) A la undécima, que atendido el normal estado del Arzo bispado de Toledo cree muy acertada la traslación del dicho limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero, y le conceptúa muy digno de ocu par esta silla, en lo que no duda será más útil que en Zamora: Que es lo que sabe, y la verdad, publico, y notorio, publica voz, y fama; y común opinión, y resputación sin cosa en contrario para el juram ento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración, habinedo sido leída, se afirmó, y ratificó, espresó ser mayor de cuarenta años, y lo firmó, de que yo el infraescrito secretario cer tificó: Juan Climaco Quintano. D. Mateo Felipe Sánchez. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 279 INTERROGATORIO Por las preguntas siguientes el Excmo. e limo. Sr. D. Santiago Guionstiniani, Arzobispo de Tiro nuncio apostólico en estos Reinos de España para que sean examinados los testigos que ex officio ha rá comparecer para que declaren acerca del estado en cuál presen te se halla la Santa Iglesia, y arzobispado de Toledo para que ha sido nombrado por su Magestad Católica el limo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero, actual obispo de Zamora: Primeramente si saben, o tienen noticias en qué provincia es tá situada la ciudad de Toledo, de qué sitio, calidad, y grandeza es, cuántas casas y vecinos tiene, y quién es su señor temporal: di gan, y den razón de cómo, por qué lo saben: si saben si en dicha Ciudad hay Iglesia Catedral, de qué advocación, fábrica edificio, y calidad es, y si necesita de algún reparo digan V. S.a si saben quantos obispados tiene por sufragáneos el Arzobispado de Tole do: digan V. S.a si saben cuantas, y cuantos son en dicha Santa Iglesia las dignidades, Canonjías, y demás Beneficios eclesiásti cos; cual es el número de todos los sacerdotes y que asisten, y si saben en ella, cual es la mayor Dignidad después de la Arzobispal, que renta tienen las Dignidades, Canonjías, y demás Beneficios; y si hay las Prevendas teologal; y penitenciaria: digan V. S.° si sa ben si en dicha Santa Iglesia hay cura de almas y pilas de Bautis mo; digan V. S.a si saben si en la misma Santa Iglesia hay sacristía suficientemente adornada de lo necesario para el culto divino y ce lebrar pontificalmente; y si también hay coro, órganos, campana rio, campanas, campanillas y cementerio: digan V. S.a si saben si e ndicha Santa Iglesia hay cuerpos o alguna insigne reliquia de Santos, como y con qué decencia se conservan: digan V. S.a si sa ben si en dicha ciudad de Toledo hay palacio para la habitación del Sr. Arzobispo, cuanto dista de la Iglesia Catedral y si necesita de algún reparo: diga V. S.a si saben cual es e lverdadero valor de la renta de la mesa arzobispal, cuanto monta cada año en qué con siste y si tiene reservada alguna pensión, y a favor de quién: diga V. S.a si sabe cuantas Iglesias parroquiales hay en la ciudad de To ledo, y si en cada una hay cura de almas, y pila de bautismo, cuan tas Iglesias Colegiales hay en ellas y en su arzobispado; cuantos conventos de religiosos y religiosas, hospitales y cofradías; y si también hay Monte de Piedad: diga V. S.a si sabe, qué distrito tie ne de ancho y largo el expresado arzobispado, cuantas ciudades, villas y lugares comprenden y si cada una de dichas poblaciones hay iglesias parroquiales con curas de almas y pilas de bautismo: diga V. S * si sabe si hay seminario de niños, cuantos estudiantes, 280 JOSE MANUEL CUENCA TOR1BIO sus rentas y con qué rentas; diga V. S.a si saben si esta vacante el dicho arzobispado de Toledo, porqué, cómo y de cuanto tiempo a esta parte; digan y dén razón a V. S.a D. Mateo Felipe Sánchez. (Testigo 1.°) El dicho D. Domingo Sánchez Gijón Canónigo elec to de la Santa Iglesia de Toledo, domiciliado en esta Corte, después de haber jurado compareció a ser examinado y habiéndolo sido por el antecedente interrogatorio, a cada una de su preguntas di jo y contestó lo siguiente: a la 1.a dijo, que con motivo de haber nacido, y criado en el Arzobispado de Toledo, sabe y le consta que la ciudad de Toledo está situada en la provincia de su nombre, en sitio elevado; es de fundación antigua, tiene de 4 a 5.000 casas, y más de cinco mil vecinos, y no corresponde a señorío particular, y responde: A la 2.a dijo, que por haber residido algunos años en dicha ciudad, sabe y le consta que en ella hay Iglesia Catedral con la avocación de la Asunción de nuestra señora, ese edificio sun tuoso, gótico antiguo y no sabe que necesita de reparo sustancial y responde: A la 3.a dijo, que igualmente sabe y le consta que el Arzobispado de Toledo tiene por sufragáneos ocho obispados a sa ber, Córdoba, Cuenca, Sigüenza, Jaén, Segovia, Cartagena, Osma y Valladolid; y responde: A la 4.a dijo, que así mismo le consta y sabe que en dicha Santa Iglesia de Toledo hay catorce dignidades que son, deán caspicol, tesorero, vicario de coro, maestre-escuela, capellán mayor; seis arcedianatos y dos abades; cuarenta canon jías; cincuenta raciones y treinta y tres capellanes, todos los cua les tienen la dotación competente para su decente sustentación; que la mayor dignidad después de la del Sr. Arzobispo es la de deán; y hay las Canonjías magistral, penitenciaria, lectoral y dos doctorales; y responde: A la 5.a dijo, que también sabe por haber lo visto que en la mencionada Santa Iglesia hay pila de baustimo y cura de almas, y lo es el de la capilla de San Pedro; y responde: A la sexta dijo, que de lmismo modo sabe que hay sacristía bien provista de todo lo necesario para el culto divino y funciones pon tificales; y también coro, órgano, campanarios, campanas, campa nillas y cementerio; y responde: a la séptima dijo: que igualmen te sabe que hay varios cuerpos de Santos y reliquias insignes de otros y todo se conservan con mucha decencia en un suntuoso sa grario; y responde: A la octava dijo que así bien sabe y le consta que en dicha ciudad de Toledo hay palacio Arzobispal próximo a la catedral, el cual no sabe que necesite de reparo sustancial; y responde: A la novena dijo que no puede asegurar el verdadero valor de las rentas de dicho Arzobispado, sobre que se remite a lo que resulte en la Real Cámara; pero si le consta que consiste en LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 281 diezmos, censos y predios, y que tiene pensiones, reservadas sobre su tercera parte; y responde: A la décima dijo: que en la ciudad de Toledo ha contado hasta 24 parroquias y ha observado que ca da una tiene su cura propio y pila bautismal; que en el Arzobispa do hay cuatro Colegiatas y considerable número de Conventos de ambos sexos, de hospitales y de cofradías; y que también hay Mon te de Piedad; y responde: a la undécima dijo que que no puede de term inar la extensión y límites del Arzobispado de Toledo por su magnitud y figura irregular, y si que comprende muchas ciudades y villas entre ellas ésta de Madrid, diferentes aldeas y despoblados con parroquias y curas de almas; y en todas las enunciadas pobla ciones se cuenta ochocientas y dos pilas bautismales; y responde: a la duodécima responde que en la ciudad de Toledo hay dos Co legios pero ignora si hay seminario conciliar; y responde: A la tercia y última dijo, que sabe y le consta que el Arzobispado de Toledo está vacante desde el día 19 de marzo de 1823 por falleci miento del Emo. Sr. Cardenal D. Luis María de Borbón: que es cuanto sabe y toda la verdad público y notorio, pública voz y fa ma, y común opinión para el juramento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración, habiéndole sido leída, se afirmó y ratifi có, expresó ser de edad de treinta y cinco años poco más o menos, y lo firmó, de que yo el infraescrito secretario certifico: Domingo Sánchez Gijón: D. Mateo Felipe Sánchez. (2.° Testigo) El precitado Sr. D. Isidoro Sainz de Alfaro, audi tor del Tribunal de la Rota de esta Nunciatura Apostólica del Con sejo de S.M. después de haber jurado, compareció a ser examina do, y habiéndolo sido por el precedente interrogatorio a cada uno de sus preguntas dijo y declaró lo siguiente: A la 1.a que la ciudad de Toledo es cabeza de la provincia de su nombre a la orilla del río Tajo en una eminencia, su terreno muy fértil, su población co mo de cinco mil vecinos con el número de casas correspondiente, y el Sr. de ella en lo temporal el Rey nuestro señor; y responde: a la 2.a, que en dicha hay Iglesia catedral muy suntuosa y capaz, con la advocación de Santa María, toda construida de piedra con mu cha solidez; y responde: A la 3.a dijo, que el Arzobispado de Tole do tiene ocho obispados sufragáneos, que son Córdoba, Cuenca, Sigüenza, Jaén, Segovia, Cartagena, Osma y Valladolid; y alguna Abadía; y responde: a la 4.a dijo qu een dicha iglesia Catedral hay catorce dignidades, cuarenta Canonjías incluido en ella la Magis tral y Lectoral, las doctorales y penintenciarias; cincuenta reciones y más de treinta capellanes, todos los cuales están dotados su ficientemente para su decente manutención, y que la primera dig 282 JOSE MANUEL CUENCA T0RIBIÓ nidad después de la Arzobispal es la de deán; responde: A la quin ta, que en la misma Catedral hay una parroquia titulada de San Pe dro con cura de almas y pila de bautismo y responde: A la sexta dijo: que la misma Catedral tiene sacristía correspondiente a su grandeza provista de todo lo necesario para celebrar con Magestal el culto divino y las funciones pontificales; e igualmente coro, ór ganos ,torre, campana, campanillas y cementerio; y responde: A la séptima dijo, que en el sagrario de dicha Iglesia Catedral hay algunos cuerpos de Santos entre ellos el de San Eugenio, y reli quias insignes como son las cabezas de San Ttilano y de San Ger mán y otras, todo conservado con suma decencia; y responde: A la octava dijo, que en dicha ciudad de Toledo, hay casas arzobis pales muy próximas a la catedral y bien conservadas; y responde: A la novena dijo que la renta anual del Arzobispado de Toledo es pingüe, y proviene de rentas decimales y otras, pero no es fácil de terminar su valor, ni las pensiones que tiene y probablemente lle nará una tercera parte; y responde: A la décima dijo que en la ciudad de Toledo hay más de veinte parroquias con sus respectivos curas propios y pilas bautismales; y en el distrito del Arzobispado hay una Magistral, en Alcalá una Colegial, en Talavera, otra en Es calona, y en otra en Pastrana, muchos conventos de ambos sexos particularmente en Toledo, Alcalá y Madrid, muchos hospitales y cofradías y Montes de Piedad; y responde: A la undécima dijo que en el distrito de dicho Arzobispado es muy extenso y comprende más de ochocientas pilas bautismales repartidas en ciudades, vi llas y lugares, y aún en despoblados; y responde: A la duodécima dijo, que en dicha ciudad de Toledo hay un Colegio de niños que sirven en la Catedral con rentas propias y también universidad; y responde: a la decimatercia y última dijo: que e-1 expresado Ar zobispado de Toledo está vacante desde el día 19 de marzo de 1823 en que falleció el Exmo. Sr. D. Luis María de Borbón Cardenal de Scala su último poseedor; lo cual y todo lo que ha declarado a las anteriores le consta ciertamente por las noticias que adquirió en el tiempo que residió en la ciudad de Toledo y las que le ha pro porcionado de ser Canónigo de aquella Santa Iglesia y Auditor de Rota; y es la verdad pública y notorio, pública voz y fama y común opinión y reputación sin cosa en contrario para el juramento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración habiéndole sido leí da se afirmó y se ratificó, expresó ser mayor de cincuenta años y lo firmó de que por el infraescrito secretario certifico: D. Isidoro Sainz de Alfaro; D. Mateo Felipe Sánchez. LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 283 El nominado Sr. D. Ceferino Amarillo de Sancho .Arcediano de Hellín, Dignidad de la Santa Iglesia de Cartagena después de ha ber jurado, compareció a ser examinado como lo fue, por el inte rrogatorio que antecede y a cada unas de sus preguntas dijo y con testó lo siguiente: A la 1.a, que con motivo de ser natural del Arzo bispado de Toledo, y haber residido algunos años en su capital, sa be que esta nombrada ciudad de Toledo es cabeza de la provincia que da nombre, está situada cerca del río Tajo en paraje alto, es de fundación antigua, bastante populosa, es de decir de más de cin co mil vecinos y de señorío real, y responde: A la segunda dijo, que por haberlo visto sabe, que en dicha ciudad hay una magnífica Iglesia Catedral con la advocación de la Asunción de nuestra Se ñora de construcción gótica v sólida y entiende que no necesita de reparo particular; y responde: A la tercera, que sabe y le consta, por notorio que el Arzobispado de Toledo tiene ocho obispados su fragáneos que son Córdoba, Cuenca, Singüenza, Jaén ,Segovia, Car tagena, Osma y Valladolid; y responde: A la cuarta que así mismo sabe y le consta que dicha Iglesia Catedral tiene catorce dignidades que son Arcediano de Toledo, Arcediano de Talavera, Caspiacol, Tesorero, Arcediano de Calatrava, Abad de Santa Leocadia, Vicario de coro, Deán, Mestre-escuela, Arcediano de Madrid, Arcediano de Guadalajara, Arcediano de Alcaraz, Abad de San Vicente ,v Cape llán Mayor; cuarenta Canonjías, cincuenta Raciones v treinta y tres Capellanías y que todos tienen la correspondiente dotación pa ra sostenerse con decencia, que la mavor dignidad después de la arzobispal es el Deanato; y que existe de antiguo las Canonjías teo logal y penitenciaria v demás llamadas de oficio; y responde: a la quinta, que también le consta tiene cura de almas, y pila de bau tismo y es el de la capilla de San Pedro; y responde: A la sexta, que igualmente le consta que tiene sacristía con todo lo necesario para celebrar con pompa y solemnidad los divinos oficios y actos pontificales; y así mismo coro y lo demás que refiere la pregunta; y responde: a la séptima diio: que del mismo modo le consta que en un magnífico sagrario tiene con mucha decencia el cuerpo de San Eugenio y el de otros santos y diferentes reliquias insignes; y responde: A la octava, que en dicha ciudad de Toledo ha visto un palacio Arzobispal bien conservado y próximo a la Catedral; y responde: A la novena, que ignora el verdadero valor de las rentas y de la mesa Arzobispal, pero le consta que son pingües, y que con siste en diezmos, rentas de predios y otros derechos, y que están pensionadas hasta una tercera parte; y responde: A la décima, cine sabe y le consta que la ciudad de. Toledo tiene en su recinto veln- 284 JOSE MANUEL CUENCA TORIBÏO ticuatro parroquias, todas con curas y pilas bautismales; y que en la diócesis hay cuatro Iglesias Colegiales; muchos conventos de religiosos y religiosas, hospitales y cofradías ,también Monte de Piedad; y responde: a la undécima dijo que también consta que en el distrito de dicho Arzobispado hay grandes poblaciones y pe queñas y en ellas ochocientas y dos pilas bautismales con todo lo correspondiente; y responde: A la duodécima, que así bien le cons ta que en Toledo hay dos Colegios, pero le parece que ninguno de ellos es seminario conciliar; y responde: a la decimatercia y últi ma, que sabe y le consta por notorio que está vacante el arzobis pado de Toledo por fallecimiento del Emo. Sr. D. Luis María de Borbón, Cardenal de Scala, Ocurrido el día 19 de marzo de 1823; quees lo que sabe y toda la verdad, público y notorio, pública voz y fama y común opinión y reputación, sin cosa en contrario para el juramento que tiene hecho, bajo del cual en esta declaración habiéndole sido leida se afirmó y se ratificó, expresó ser edad de cuarenta años, poco más o menos, y lo firmó, de que yo el infraescrito secretario certifico: Sr. D. Ceferino Amarillo de Sancho: D. Mateo Felipe Sánchez. En la Villa de Madrid a 28 de junio de 1824 el Exmo. e ImnO. Sr. D. Santiago Giustiniani, Arzobispo de Tiro, Nuncio Aspotólico en estos reinos habiendo visto las informaciones y averiguaciones que anteceden recibidas exofficio por su Excelencia acerca del Go bierno que ha tenido, y como se ha portado el Emmo. Sr. D. Pe dro Inguanzo y Rivero, nombrado por su Magestad Católica para la Santa Iglesia y Arzobispado de Toledo, vacante por fallecimien to del Emmo. y Excmo. Sr. D. Luis de Borbon, Cardenal de Scala en su Iglesia y Obispado de Zamora y sobre el estado en que al presente se halla la citada Santa Iglesia y Arzobispado de Toledo, con todo lo demás que ver y considerar se debía, por ante mí el secretario de S. M. y de su tribunal de justicia y testigos infraescritos dijo: que en los mejores modo, vía y forma que puede y alia lugar en derecho, interponía e interpuso su autoridad y judicial decreto para que las enunciadas informaciones que van firmadas de S. Exm. selledas con el sello de sus armas, y refrendadas de mí el dichosecretario valgan, y hagan entera fé donde se presentaren: y certificaba y certifico a nuestro Santísimo Padre y Sr. León por la divina providencia Papa duodécimo, y a los Eminentísimos y Revendísimos Srs. Cardenales de la Santa Romana Iglesia que los testigos jurados y examinados en razón de lo que dicho es son per sonas conocidas, de calidad distinguida y a quienes se pueden y de be dar entera fé y crédito; y en lo que S. Exm. puede juzgar así LOS PROCESOS CONSISTORIALES DEL CARDENAL INGUANZO 285 por lo que resulta justificado en las enunciadas informaciones, co mo por lo que hay entendido en esta Corte acerca de las circunstan cias que concurren en el enunciado Ilmmo. Sr. D. Pedro Inguanzo y Rivero le tiene y considera por digno, y merecedor de que su san tidad se digne pasarle la gracia de dicha Arzobispado de Toledo; y para que de todo le conste, mandaba y mandó a mí el dicho se cretario que saque y de un traslado, o más de las requeridas infor maciones para remitirlo a su Santidad cerrado y sellado en mane ra que haga fé, a fin de que en su vista provea lo que convengan así lo proveyó mandó v firmó S. Exa. siendo testigo D. Norberto de Oca y Meló, D. Nicolás Hernández y D. Francisco Díaz Manzana res, Notario oficiales mayores y receptor respectivo de su tribunal: Santiago Arzobispo de Tiro, Nuncio Apostólico: por Mandado por su Exa. D. Mateo Felipe Sánchez. Sr. Arzobispo de Tiro, Nuncio Apostólico. D. Mateo Felipe Sánchez del Consejo de S. M. su secretario y del Tribunal de la Nunciatura Apostólica en estos Reinos, Caba llero de la espuela de oro de Su Santidad, Conde Palatino. Certifico que la copia antecedente corresponde a la letra con su original que queda entre los demás papeles de la secretaría de justicia de mi cargo de dicho Tribunal, a quien me remito, y de que certifico. Y para que conste los firmo en Madrid a 10 de julio de mil ochocientos veinte y cuatro. D. Mateo Felipe Sánchez. Archivo Secreto Vaticano. ANALISIS DEL SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS POR ADOLFO GARCIA MARTINEZ INTRODUCCION. Aproximación y delimitación del tema.—Tratar de investigar hoy sobre cualquier aspecto de la cultura de los vaqueiros de al zada de Asturias exige, inevitablemente, una serie de puntualizaciones y de aclaraciones previas. Yo había pensado titular este trabajo, «análisis del sistema de parentesco de los vaqueiros de alzada de Somiedo», pero esto tam poco sería exacto. Es preciso, centrar y delimitar nuestro tema, hacer referencia a la situación actual de la trashumancia ganade ra en Asturias, a la estructura económica del compesino astur y, finalmente, a la naturaleza y propósito de este trabajo. La trashumancia ganadera en Asturias, en su sentido estricto y genuino, ha comenzado a descomponerse y a extinguirse, de una manera brusca, a partir de los años 55-60. En la actualidad, los vaqueiros de alzada como tales no sobrepasan los 300 indivi duos localizados en tres concejos y repartidos en unos 14 pueblos, de los cuales 9 son lugares de residencia invernal: Buspol y El Pevidal (Salas), Modreiros, Carricedo, Santa Marina, El Pontigo y Villaverde (Belmonte de Miranda) y Caunedo y Pola de Somie do (Somiedo); los otros 5 son pueblos de alzada que ocupan desde Abril a Noviembre (depende del clima): El Llamardal, La Peral, Santa María del Puerto, Perlunes y La Falguera (Somiedo). En 288 ADOLFO GARCIA MARTINEZ todos los demás concejos de Asturias en que existía la trashumancia ganadera, esta ha derivado hacia formas de vida más se dentaria y evolucionadas, aunque en algunas zonas se sigan apro vechando los pastos de alzada durante algunos meses de verano. En segundo lugar, la estructura económica del campo asturiano y la organización del paisaje (a partir de los años 60-65 del pre sente siglo, para la zona implicada en la trashumancia), los mo vimientos demográficos, la mecanización, la comercialización y ma yor demanda de productos agrícolas y sobre todo ganaderos, etc., posibilitaron, incluso a las zonas más apartadas, un mayor nivel eco nómico y un lento proceso de aculturación, de especialización y de productividad. Todo esto, en definitiva, posibilitó el sedentarismo y el abandono de formas de vida más primitivas y un acerca miento entre el modo de vida dei agricultor y el del vaqueiro. Por último, mi intención ha sido realizar un trabajo directo de campo sobre el sistema de parentesco de los vaqueiros de alzada, basándome en los escasos reductos donde aún sigue practicándose la trashumancia más o menos pura, es decir a los lugares que an tes mencioné (ver mapa adjunto), utilizando como fuente de in formación empírica las aportaciones de las personas entrevistadas durante mis muchas y largas estancias con los vaqueiros en Somiedo y Belmonte, los Archivos Parroquiales, los Archivos de los Ayuntamientos (Somiedo y Belmonte), el Registro de la Propiedad de Belmonte, el Archivo de Simancas y La Chancillería de Valla dolid, asesorado por una serie de publicaciones sobre el tema de los vaqueiros y otras sobre temática antropológica en general. En resumen, el presente trabajo se centra, concretamente, en los vaqueiros de alzada actualmente existentes y que yo llamaré de Somiedo, porque todos éllos suben todos los veranos a los pue blos de alzada antes mencionados y pertenecientes todos éllos al Concejo de Somiedo. Los objetivos de este trabajo se reducen fundamentalmente a dos: un análisis descriptivo del sistema de parentesco de los va queiros de alzada y, en segundo lugar, un análisis funcional y cau sal de dicho sistema de parentesco. I.— Análisis descriptivo del sistema de parentesco de los vaqueiros de alzada de Somiedo. Sorprende profundamente que, después de dos siglos de abun dante producción bibliográfica sobre el tema de ló$ vaqueiros de SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 2 8 9 alzada, exista aún ese enorme vacío en torno al tema del parentes co, cuando se trata de uno de esos fenómenos difíciles pero ricos en significado, de cuyo análisis se pueden obtener luces y claves para comprender otros muchos aspectos de la cultura de un gru po, tanto aquellos que, con frecuencia y por parecer demasiado evidentes, ni se perciben, como aquellos otros que, por ser más intrincados, agotan nuestra tinta. No se puede perm itir que un te ma como el del parentesco vaqueiro sea despachado en 2 ó 3 lí neas, afirmando que se trata de un sistema endógamo forzado por una marginación étnica y racial a la que parece haber estado so metido desde siempre el grupo vaqueiro por parte del resto de la sociedad asturiana. No se puede decir tan poco, ni plantear tantos problemas, en tan escaso espacio. Quiero pues hacer, primeramente, un análisis descriptivo del sisitema de parentesco vaqueiro, para, finalmente, plantear una serie de hipótesis interpretativas del mismo. 1.— JJna endogamia grupal.—La afirmación de que los vaquei ros de alzada de Asturias constituyen un grupo humano endógamo, es decir que no intercambian mujeres ni hombres con el resto de la sociedad global, es un hecho publicado, aunque no sé hasta que punto constatado, por todos los que de una forma o de otra han trabajado sobre el tema vaqueiro. Mi propósito es el de tratar de matizar este fenómeno. La endogamia grupal, en principio, nada tiene que ver con el incesto o con los matrimonios entre consanguíneos o afines, aun que no descarta la posibilidad de enlaces de este tipo. Entre las 150 Certificaciones de Matrimonio consultadas pertenecientes a la Parroquia de Santa María del Puerto de Somiedo (1), tan sólo un 9% presentan lazos de consanguinidad o de afinidad, o ambos con juntamente. Se diría, mas bien, que existe el propósito firme, por parte del grupo, para evitar dichos lazos entre los cónyuges. La endogamia vaqueira tampoco debe circunscribirse sólo a cada uno de los pueblos de vaqueiros, como si cada pueblo se (1) L ib r o d e M a tr im o n io s de la P a r r o q u ia d e S a n t a M a r ía d e l P u e r to de S o m ie d o , L ib . I, I I y I I I , C a s a P a r r o q u ia l de P o la d e S o m ie d o , que abarcan desde 1826 hasta la actualidad. De los 150 matrimonios consultados tan sólo en 16 casos hemos hallado lazos de consanguinidad o afinidad. Quiero señalar que tan sólo consulté los Libros de Matrimonios de la Parroquia de Santa Ma'ría del Puerto por tratarse de una Parroquia con u’n solo pueblo y todo él trashumante, lo cual nos ofrece datos más exactos y más fáciles de manejar. Además, debo recordar que los libros examinados tan sólo reflejan los ma trimonios habidos durante v m parte del año, .y de Jas mujeres solamente,. . 290 ADOLFO GARCIA MARTINEZ abasteciese a sí mismo de varones y de hembras, sin necesidad y evitando «tener comercio» sexual con los demás (2). Las Certifi caciones de Matrimonio consultadas nos muestran la amplia red de intercambio de mujeres y de hombres entre los distintos pueblos de vaqueiros que, sin llegar a unas normas estrictas como las que se dan en otras comunidades del tipo A~»B ~>C >A, hacen posible y fuerzan esos lazos de cohesión entre los distin+os pueblos que componen el grupo vaqueiro, al tiempo que se origina una exoga mia dentro del propio grupo sin llegar a una estructuración de mi tades o de clanes. Esto desmiente muchas afirmaciones que, desde Jovellanos hasta nuestros días, repiten e insisten que los pue blos de vaqueiros se reducen a sus términos, viviendo separados de los demás, «sin que entre éllos se advierta relación, inteligen cia, trato ni comunicación alguna. Acaso por esto no han podido hasta ahora vencer la aversión y desprecio con que generalmente son mirados» (3). Esta afirmación y otras similares mucho más re cientes pueden también ser negadas a partir de las Certificaciones de los libros de Bautismo de la Parroquia de Santa María del Puerto de Somiedo (4). En definitiva, podemos afirmar que la estructura de parentesco de los vaqueiros de alzada de Somiedo refleja una (2) E sta e s la o p in ió n d e G. M . d e J o v e lla n o s , C a r t a n o v e n a , d ir ig id a a D . A n to n io Po'nz, e n O b r a s , B ib lio te c a d e A u to r e s E sp a ñ o les, E d ic. A tla s, M a d rid , 1952, T. II, p ág . 305; a sim ism o , R am ón B a r a g a ñ o . L o s v a q u e ir o s de a l z a d a , A y a lg a E d ic., G ijó n , 1977, p ág. 39, q u ien b a sá n d o se e n J o v e lla n o s y e n la o p in ió n d e R . F ord e l cu a l, a m e d ia d o s d e l sig lo p a sa d o , d e sp u é s d e v ia ja r p o r A stu r ia s c o n c lu y e so b re e ste te m a d ic ie n d o q u e lo s v a q u e ir o s p a sa b a n e l v e ra n o a isla d o s d e lo s p u e b lo s d e a b a jo y d e la s d e m á s b r a ñ a s d e v a q u eiro s. C ad a p e q u eñ o c la n se m a n tie n e a isla d o y so lita r io ; lo m ism o d ic e Jua'n U r ia R iu , L o s v a q u e ir o s de a lz a d a y o tro s e s tu d io s (D e c a z a y e tn o g r a fía ), B ib lio te c a P o p u la r A stu r ia n a , O vied o , 1976, p ág. 86, n o ta 11, y B e rn a rd o A c ev e d o H u e lv e s , L os v a q u e ir o s de a lz a d a en A s t u r ia s , O v ied o , 1893, p ág . 54, 55 y ss., y u n la r g o e tc é te r a . (3) Los cónyuges de las 150 certificaciones de Matrimonio consultadas, así como los padres de los mismos, son originarios de la mayoría de los pueblos de vaqueiros aún en la actualidad trashumantes, coh un predominio claro del pueblo de El Puerto por tratarse de dicha parroquia. De ninguna manera pue de deducirse la opinión de los autores mencionados, sino exactamente la con traria. (4) C o n s u lt a d o s lo s L ib r o s de B a u t is m o s de la P a r r o q u ia d e S a n t a M a r iä d e l P u e r to , L ib . I, I I y I I I , C a s a P a r r o q u ia l de P o la de S o m ie d o , que van desde 1820 hasta la actualidad y sólo para los bautismos de Abril a Noviem bre aproximadame’nte, pudimos constatar, a partir de 300 certificaciones con sultadas, que tanto los abuelos paternos, los abuelos maternos y los padres son procedentes indiscriminadamente de los pueblos de vaqueiros que, de una form an Otra, podían tener algún contacto posible en invierno o •en verano. . SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 291 endogamia grupal y una clara tendencia hacia una exogamia entre los distintos pueblos distribuidos en los Concejos de Salas, Bel monte de Miranda, Somiedo, Cangas de Tineo, Grado y algunos lu gares de la Provincia de León pertenecientes a la Babia y a Laciana particularmente. Este fenómeno podría tener ciertas seme janzas con las sociedades tribales o con los grupos de castas, pero sin la formalización y la reglamentación interna existente en di chas sociedades o grupos. 2.— Un modelo de parentesco predominantemente patrilineal y virilocal.—La estructura del parentesco entre los vaqueiros de al zada de Somiedo, como, por otra parte, sucede en la gran mayoría de los grupos ganaderos primitivos del resto del mundo, es pre dominantemente de residencia virilocal o patrilocal y de filiación patrilineal. Tampoco en este caso hemos podido constatar la exis tencia explícita de normas estrictas propias al grupo. Sin embargo, basados en nuestro contacto directo con el grupo vaqueiro, y en las entrevistas realizadas a individuos pertenecientes o conocedores de los vaqueiros, podemos asegurar esto. Así, tanto la propiedad, el lugar de residencia de la esposa y de los hijos del matrimonio, como la línea de descendencia del tronco se transmite y se deter mina a través de un Ego masculino, el primogénito de la familia, mientras que los demás hijos varones y hembras, al casarse, de ben abandonar la propia familia. En aquellos casos en que no exis tiesen hijos varones o éstos emigrasen o renunciasen al matrimo nio, sería la primera de las hembras quien se casaría y residiría dentro de su tronco de origen, volviendo a regir la misma norma jgeneral sobre sus hijos. En los casos de hijos únicos no se plan teaban mayores problemas, y cuando no existen hijos del matrimo nio se suele recurrir a los sobrinos no comprometidos con su pro pia familia. En los casos en que deba ser una hembra la que cir cunstancialmente deba casarse y residir en la casa paterna su ma rido suele ser, generalmente, un varón no primogénito. La estruc tura del parentesco de los vaqueiros de alzada de Somiedo es bá sicamente la misma que la de los demás pueblos de vaqueiros de Asturias, y similar a la de otros pueblos agricultores asturianos, en especial en aquellas zonas en que existía la norma del mayorazgo, como es el caso de Tineo, Pola de Allande, Cangas del Narcea, etc. No obstante entre los pueblos de agricultores parece darse un claro descenso de la patrilinealidad y un fuerte incremento de la bilateralidad, incluso en Asturias. 292 ADOLFO GARCIA MARTINEZ En definitiva, la familia vaqueira podría representarse de la forma siguiente: Equivalencia de los símbolos utilizados en los diagramas de parentesco: A varón = casado con O hembra | descienúe de | | es hermano de Ego es el yo desde cuyo punto de vista se tratan las relaciones de parentesco A (ego mas culino) O (ego femenino). Así, en un momento determinado, una familia vaqueira puede estar formada de la siguiente manera: SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 293 A medida que los varones no primogénitos y las hijas que ori ginariamente pertenecen al grupo de filiación patrilineal se van casando, sus hijos ya no van a pertenecer a su mismo grupo de filiación ni permanecer o ir a residir a su lugar de residencia. Los hijos, por lo tanto, pertenecen al grupo de filiación de sus padres, no al de sus madres, como norma general (cuando ésta se puede cumplir). Lo que se pretende con este sistema, como veremos más ade lante, es preservar en tanto en cuanto sea posible la casa y unidad de explotación agraria bajo un solo heredero. El linaje tiende a perpetuarse. Los hermanos del primogénito permanecen en la casa paterna mientras están solteros, trabajando y sin sueldo. Una vez casados irán a residir a otro grupo manteniendo su filiación origi naria, la cual no es transmisible a sus hijos de forma completa (5). Los sistemas unilineales conllevan una sola filiación y una o varias residencias, no obstante el sistema vaqueiro no corresponde exac tamente al modo de filiación patrilineal, por más que existan cla ras presiones para preservar indivisa la unidad de explotación, ya que existen otros factores que nos remiten y nos obligan a admitir la presencia y la coexistencia de una cierta bilateralidad. Este he cho nos plantea algunos problemas que tratarem os de resolver más adelante. II.—Análisis funcional y causal del sistema de parentesco vaqueiro. 1.— La casi total ausencia de matrimonios entre consanguíneos y afines.—Como ya señalé anteriormente, el porcentaje de m atri monios entre individuos consanguíneos o afines es bajo. Teniendo (5) Ver Carmelo L ison T olosana, E n s a y o s d e a n t r o p o lo g ía s o c ia l, Edit. Ayuso, Madrid, 1973, págs. 79 y ss. Quiero señalar en relación a este tema de la patrilinealidad y en el intento de preservar la unidad de explotación que, de las consultas que hice de los L ib r o s de F in a d o s d e la P a r r o q u i a de \S a n ta M a r ía d e l P u e r to d e S o m ie d o , Lib. I, II y III que abarcan desde 1820 hasta la actualidad, Casa Parroquial de Pola de Somiedo, en cuyas Certifica ciones de Defunción abundan los testamentos “in ora mortis” hechos ante 5 testigos y el Sacerdote, repito que en estos testamentos, válidos si en el plazo de un mes se legalizaban ante Notario y nulos si el enfermo no fallecía, no aparece ninguna horma general que nos permita concluir que la propiedad se dejaba al primogénito o al varón antes que a la hembra, o a la primera de las hembras (como sucede donde existe la norma del mayorazgo), pues o no se beneficia a ninguno de los hijos o existen mejoras de tercio o tercio y quinto a cualquiera de los hijos. No obstante no hemos analizado las razones y el alcance de estos datos. 294 ADOLFO GARCIA MARTINEZ en cuenta que siendo el grupo vaqueiro endógamo y relativamente reducido este hecho no es casual, sospecho que debe estar deter minado por alguna razón poderosa. De todos es sabido, y es una opinión generalizada entre los an tropólogos, que entre todos los grupos humanos las relaciones de parentesco siempre son determinadas y cumplen una serie de fun ciones esenciales de cara a la supervivencia del grupo y, por tanto, no emana de principios ideológicos por más claros y trascendentes que puedan parecer (6). El grupo vaqueiro es endógamo, es ver dad, pero dentro del mismo existe una fuerte tendencia hacia el intercambio de mujeres entre los distintos pueblos y grupos de filiación carentes entre sí de lazos de parentesco (por consanguini dad o por afinidad). Este fenómeno no puede explicarse recurrien do simplemente a prohibiciones éticas o ideológicas, tales como la de la degeneración de la descendencia. Por otra parte, la Iglesia Católica concedía fácilmente dispensas hasta ciertos grados de consanguinidad o afinidad colateral (7). Además, el vaqueiro, por experiencia directa con su propio ganado, sabía que el argumento (6) B á s te n o s record ar, co m o ejem p lo , a M a rcel M a u ss, S o c io lo g ie e t A n P .U .F ., P a rís, 1966 (3.a ed .) (trad . c a st., T écn o s, M ad rid ), E ssa i su r le d on , p á g s. 145 y ss: ; C lau d e L e v i-S tr a u s s , L e s s t r u c t u r e s é lé m e n ta ir e s de la p a r e n té , M o u to n , L a H a y a , P a rís, 1968 (2.a ed .), p á g s. 553 y ss. y 73-74 (e x is t. trad . esp .). E l m a trim o n io , a firm a L é v i-S tr a u ss, e n la lín e a d e M au ss, e stá c o n sid e r a d o en to d a s p a r te s com o u n a ocasió'n p a r tic u la r m e n te fa v o r a b le p a r a la a p e rtu ra o p a ra e l d e sa rr o llo d e u n c ic lo d e in te r c a m b io s e n tr e lo s d o s g r u p o s o fa m ilia s ; A . R. R a d c liffe b r o w n , E s t r u c t u r a y fu n c ió n e n la s o c ie d a d p r im it i v a , E d ic. P e n ín su la , B a rc elo n a , 1974 (2.a ed .), p á g s. 9 y s s . ; R o b in F o x , S i s t e m a s de p a r e n te s c o y m a trim o n io , A lia n z a U n iv e r s a l, M ad rid , 1972, cap . 2 ; L e s lie W h ite , L a c ie n c ia de la c u ltu r a . U n e s tu d io s o b r e e l h o m b re y la c iv iliz a c ió n , E d it. P a id ó s, B u e n o s A ire s, 1964, p á g s. 295 y ss. (7) L a c o n sa n g u in id a d e s, e n n u e stra so c ie d a d , e l v ín c u lo d e sa n g re co m ú n q u e u n e a d o s o m á s in d iv id u o s d e s c e n d ie n te s p o r g e n e r a c ió n d e u n tr o n c o c o m ú n p r ó x im o . E n la c o sa n g u in id a d h a y q u e d istin g u ir : e l tro n co , e l g r a d o o d is ta n c ia d e u n p a r ie n te a otro y la lín e a , e s d e cir la se r ie d e in d iv i d u o s q u e d e s c ie n d e n d e l m ism o tron co. E x iste n d o s lín e a s : la rec ta , se r ie d e in d iv id u o s q u e d e sc ie n d e n u n o s d e o tro s, sea d e fo r m a in m e d ia ta o m e d ia ta (p a d re s-h ijo s, a b u e lo s -n ie to s ); y la c o la ter a l, se r ie d e in d iv id u o s q u e d e sc ie n de'n d e u n m ism o tro n co , p ero sin ser e n tr e sí n i d e sc e n d ie n te s n i a s c e n d ie n te s (lo s h e r m a n o s, p r im o s, e tc.). E n lín e a recta h a y ta n to s g r a d o s c o m o g e n e r a c io n e s, e x c e p tu a n d o a l tr o n c o ; e n la lín e a c o la te r a l h a y ta n to s g ra d o s c o m o g e n e r a c io n e s e n u n a d e e lla s, si so n a m b a s ig u a le s ; si son d e sig u a le s h a y ta n to s g r a d o s co m o ge'n era cion es te n g a la m á s la rg a . L a m o ra l c a tó lic a d ir im e e l m a tr im o n io , p o r d e r e c h o n a tu ra l, e n tre to d o s lo s g r a d o s d e a s c e n d ie n te s o d e s c e n d ie n te s e n lín e a recta . E n tre c o la te r a le s p u e d e d isp e n sa r h a s ta e l se g u n d o g r a d o in c lu s iv e . L a a fin id a d e s u h p a r en tesc o q u e se o r ig in a a p a r tir d e l m a 'th ro p o lo g ie , SISTEMA DÉ PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 295 de degeneración de la prole no estaba nada claro y, de hecho, la genética mostró que el apareamiento entre consanguíneos refuerza los caracteres, tanto los que llamaríamos negativos como los favorables. Al mismo tiempo, la afinidad es ajena a todo esto y se evita con la misma insistencia que la consangui nidad. Por tanto, el único argumento válido para explicar este hecho hay que buscarlo en la lucha del grupo por la propia supervivencia. El modo de vida vaqueiro, con su do ble residencia y vecindad, obliga a las familias a convivir con dos tipos de vecinos distintos, es decir en la estancia veraniega ha bita los pueblos de alzada cuyos vecinos pueden no ser (y en mu chos casos no lo son) los mismos con los que luego va a pasar los meses de invierno en los pueblos bajos. Por otra parte, existe la necesidad de establecer lazos consistentes entre los distintos pue blos, para defender los intereses del propio grupo contra las pre siones del resto de la sociedad global y, particularmente, de los agricultores. Todo esto determina que los lazos de parentesco se configuren bajo la presión del propio grupo. No existen normas trimonio válido, que rige sólo entre el marido y los consanguíneos de la mujer y entre la mujer y los consanguíneos del hombre. Podemos ilustrarlo con el siguiente ejemplo: afines entre Ego y la hija del hermano de su esposa (sociedad patrilineal). atines entre Ego y el hijo de la hermana del esposo (sociedad matrilineal) En línea recta, la moral católica dirime todo matrimonio entre afines, y en la colateral hasta el segundo. No obstante, excepto en el primer grado en línea recta, al estar sujeto el impedimento al derecho eclesiástico podía dis pensarse. Ver C ó d ig o de D e r e c h o C a n ó n ic o y le g is la c ió n c o m p le m e n t a r ia , tex to latino y versión castellana de L. M ig u e l e z , Sabino A l o n s o y M . C a b r e r o , B.A.C., Madrid 1949, Cánones 96, 97, 1042, 1076 y 1077, particularmente; T. Muñiz, Derecho parroquial, Sevilla, 1923 (2.a ed.) t. I, págs. 425 y ss. 296 ADOLFO GARCIA MARTINEZ explícitas que rijan estos fenómenos y, en muchos casos, hasta se puede afirmar que se trata de modelos de comportamiento no conscientes. No obstante, ios hechos nos confirman que, entre los pueblos vaqueiros, existe una amplia red de relaciones sociales basadas fundamentalmente en el comercio sexual, el cual robus tece la supervivencia de un grupo que tiene un modo de vida dife rente al de la sociedad que le rodea. Así, los matrimonios, los na cimientos, las defunciones, los movimientos migratorios, el folklo re vaqueiro, etc., son acontecimientos en que es todo el grupo quien, de una forma o de otra, participa: se casa, nace, muere o se divierte (8). Evitar, por tanto, los matrimonios entre consanguíneos o afi nes parece estar determinado por razones destinadas a potenciar los lazos de cooperación, intercambio y comunicación intragrupal. Puede casi asegurarse que la sobrevivencia del grupo vaqueiro se debe a estas relaciones internas basadas en el comercio de mujeres y, por otra parte, en su endogamia, afirmación, esta última, que analizaremos más adelante. 2.— Un sistema de parentesco propio de los grupos ganaderos y trashumantes.—Numerosos antropólogos defienden la tesis de que las relaciones de parentesco funcionan (en muchas sociedades primitivas), al mismo tiempo, como infraestructura y superestruc tura, pues regulan el acceso de los grupos y de los individuos a las condiciones de producción y a los recursos, regularizan el matri monio, proporcionan un marco social de muchas actividades (po líticas, rituales, etc.) y funcionan, por último, como esquema ideo lógico, como código simbólico para expresar las relaciones de los individuos entre sí y con el medio (9). Los términos del parentes co expresan relaciones sociológicas antes que biológicas, y el ma trimonio y la familia están teñidos de un definido «aspecto econó mico» (10). «Las relaciones de parentesco son el efecto complejo del juego combinado de las instancias económica, jurídico-políti ca e ideológica del modo de producción» (11). Situándome en esta línea metodológica intentaré analizar que el modo de producción (8) Me refiero siempre a la zona ya delimitada (ver mapa). Esta idea la expresa también G. M. de J o v e l la n o s , en la carta citada, op. cit. pág. 304, y B. A ceved o H u e l v e s , op. cit. pág. 50. (9) Ver M. G o d e l ie r , E c o n o m ía , fe tic h is m o y re lig ió n e n la s s o c ie d a d e s p r im it i v a s , s. XXI, Madrid, 1974, págs. 235-236. (10) Ver L. W h it e , op. cit. págs. 286 y 295. (11) E. T e r r a y , E l m a r x is m o a n te la s s o c ie d a d e s “ p r i m i t i v a s ” . Ed. Losa da, Buenos Aires, 1971, págs. 139 y 140. SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 297 de los vaqueiros de alzada de Somiedo determina y es, en parte, determinado y sustentado por las relaciones de parentesco intragrupales y extragrupales, al tiempo que la importancia económica del hombre y de la mujer en ese modo de vida determina también su posición dentro de dicho sistema de parentesco. Estudios experimentales realizados con 565 culturas nos mues tran que el sistema de parentesco está en función del tipo de base económica dominante y por el papel del hombre y de la mujer en el mismo y es causado por ellos. Así, mientras en las sociedades cu ya base económica es la agricultura del arado predomina la estructu ra patrilineal (59%), en las que existe un cultivo incipiente de aza da predomina la matrilinealidad, la bilateralidad y la patrilinealidad (45%, 34% y 15%, respectivamente); por el contrario, en las sociedades pastoriles predomina la patrilinealidad (77%), y en las cazadoras y recolectoras la bilateralidad (61% ) (12). En el grupo vaqueiro predomina claramente la patrinealidad y la patrilocalidad o virilocalidad, a pesar de que exista una bilateralidad al estable cer cuáles son los propios parientes, pues vemos que lo son igual mente los del tronco del padre y los de la madre, hecho que po dríamos representar de la forma siguiente; Esta representación se sitúa dentro del sistema de filiación cognaticio, donde EGO se relaciona en línea ascendente y descendente, tanto con el tronco de la madre como con el del padre, pero las semejanzas del sistema de parentesco vaqueiro y el cognaticio-bilateral se dan tan solo a nivel de ciertos aspectos, la filiación sobre todo, pero no a nivel de residencia, por ejemplo. (12) A. H o ebel , A n t r o p o lo g í a : celona, 1973, págs. 380 y ss. E l e s tu d io d e l h o m b re , Edic. Omega, Bar 298 ADOLFO GARCIA MARTINEZ La explicación de todo esto radica en la propia estructura eco nómica de la propiedad y su transmisión, la división del trabajo según los sexos y la importancia económica de cada uno de éllos. La familia vaqueira posee una serie de bienes propios (tierra, casa, cuadras, ganado, etc.) y derechos a explotar propiedades comuna les (pastos comprados o arrendados por todos los vecinos del pue blo o de la parroquia), todo lo cual constituye la empresa familiar como único medio de subsistencia. Todo esto determina unas nor mas de parentesco para asegurar, de generación en generación, la pervivencia y unidad de la citada empresa familiar. Al mismo tiempo, el nivel de desarrollo del modo de producción vaqueiro (la ganadería trashumante y extensiva) establece una división del trabajo por sexos y edades, donde predomina (como en la mayoría de las sociedades de este tipo) la importancia productiva del hom bre sobre la de la mujer. El hombre realiza todas las numerosas la bores báscas de guadañar, arar, estercolar con los animales los campos y tierras, cuidar y guiar a los animales, abastecer de leña la casa, participar en los trabajos de «sexta feria» (reparación de ca minos, puentes, etc.), cercar y limpiar las propiedades, los trabajos de fabricación y conservación de los aperos, de las casas, de las cuadras, la trajinería, etc., etc., mientras que la m ujer vaqueira es tá religada a las labores de la casa (comida, ropa, trabajos de la lana, tejer, hilar, escarpinar), criar y cuidar de la prole, y acciden talmente ayudar al hombre en sus faenas. Todo esto ,y dado que la importancia económica del hombre y de la mujer en una deter minada sociedad determina el sistema de parentesco (13), nos ayu da a comprender el sistema de parentesco vaqueiro. No obstante, en la clasificación y análisis del sistema de parentesco de los vaqueiros de alzada de Somiedo se nos plantea un problema señalado ya anteriormente, me refiero a que, al tiem po que clasifiqué el sistema vaqueiro de patrilineal y virilocal, se ñalé la existencia de ciertos fenómenos que obligan a admitir (13) Ver, entre otros, Amaury de R ie n c o u r t , L a m u je r y e l p o d e r e n Monte Avila Editores, Buenos Aires, 1977, cap. IIIo; Julian H. S te en revista Anthropos, 32, 1937 pág. 101, donde dice textualmente: “Descent is male or female largely according to the economic importa'nce of man or woman in that culture” ; R. Fox, op. cit. cap. 3, donde el autor defiende la tesis de que las relaciones de parentesco de un grupo local o de filiación depende de la importancia del trabajo del hombre o de la mujer. h is t o r ia , w a r d , E c o lo g ic a l A s p e c t s o f S o u th w e s te r n S o c ie ty , la SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 299 una cierta bilateralidad, pues todo individuo admite estar empa rentado igualmente con la línea troncal paterna y con la materna (14); igualmente, se hereda y se recibe el estatuto social y el pres tigio de las dos líneas. Por otra parte, aún tratándose de un grupo endógamo, en relación con la sociedad global, en su interior existe una clara tendencia al intercambio generalizado, es decir los ma trimonios entre primos cruzados o primos paralelos son muy es casos. La explicación a esta bilateralidad que observamos no es fácil de matizar. En primer lugar, ningún grupo, tribu o sociedad prac tica un sistema de parentesco que corresponda exactamente a un modelo ideal de los que dispone la antropología. En segundo lugar, no quiero caer en el error de los primeros evolucionistas pensan do que las formas de filiación se excluyen mutuamente, descartan do la posibilidad de la convivencia dialéctica, en un mismo grupo, de dos formas distintas. Así, en algunas sociedades, aunque pocas, pueden convivir grupos de filiación matrilineal para ciertos fines, y grupos de filiación patrilineal para otros. A este sistema de pa rentesco se le denomina sistema de doble filiación. Por lo que se refiere a los vaqueiros de alzada de Somiedo se constaba la convi vencia de un sistema patrilineal como dominante, y un sistema que provisionalmente llamaremos bilateral. Debemos señalar que cualquier sistema matrilineal reconoce siempre, de alguna manera, la existencia de la otra línea. No obs(14) Este dato pudimos comprobarlo a partir de las Certificaciones de Bau tismo de la Parroquia de Santa María del Puerto de Somiedo antes menciona das, donde constantemente aparece el mismo árbol genealógico de los parien tes consanguíneos ascendentes: abuelo paterno — abuela paterna abuelo materno — abuela materna madre padre hijo 300 ADOLFO GARCIA MARTINEZ tante sospecho, y comparto con C. Lévi-Strauss la idea (15), que la bilateralidad, en este caso del grupo vaqueiro, es un resultado secundario, una especie de producto de la convergencia de dos for mas de unilateralidad »siempre presentes y siempre existentes, do minando la una sobre la otra originando una especie de bilaterali dad a nivel de ciertos fenómenos, cuando en realidad no es sino la trasfiguración incompleta y aproximativa de un proceso dialéctico entre los dos sistemas siempre coexistentes (16). Podemos arriesgar (15) Ver C. L évi -S t r a u s s , op. cit. págs. 522-523, donde el autor llega a es tas conclusiones a partir del estudio de los sistemas de parentesco de ciertas zonas de la India, Birmania, El Tibet, Mongolia, Siberia, etc. (16) En los trabajos de campo de los antropólogos se nt>s prese’ntan fre cuentes ejemplos similares. Bástenos recordar el análisis de B. M a l in o w s k i sobre la sociedad trobiandesa en, L a v ie s e x u a le d e s S a u v a g e s d u N o rd -O u e st de la M é la n é sie , Petite Bibliothèque Payot, Paris, 1970 (exist. trad. esp.), don de el autor descubre la coexistencia de un sistema matrilineal-avunculocal y un incipiente sistema patrilineal. Este fe'nómeno se manifiesta y actúa sobre ciertos niveles de comportamiento del trobiandés y es determinado por una estructura económica de transición. La coexistencia de estos dos sistemas que dan patentes, sobre todo, en el campo de la educación sexual de los adoles centes y e’n el matrimonio, en especial en los matrimonios de individuos de cierto rango, donde no sólo se legalizan las uniones más rentables desde el punto de vista económico, al tiempo que se califican de ilegales las uniones económicamente perjudiciales para los bienes del Ego masculino, sino que aparece el sistema patrilineal, la poligamia y la patrilocalidad. Podemos re presentarlo así : mujeres de Ego AOAOAOAO hermanos de las mujeres de Ego I. —matrimonio entre primos cru zados es legal. II. —matrimonio entre primos pa ralelos es ilegal y mal visto. El Ego recibe bienes de los hermanos de sus esposas; a su vez da bienes SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 301 la hipótesis, y el propio Lévi-Strauss nos invita a ello (17), de que la única superación de esta dialéctica, (y es hacia la que tienden las sociedades modernas, los vaqueiros incluidos por ser un grupo perteneciente a una de éllas), sería evolucionando hacia una espe cie de filiación indiferenciada aunque no rigurosamente. Esta hipótesis explicativa nos plantea, a su vez, una serie de problemas, al tiempo que nos abre el camino hacia una serie de fe nómenos de gran interés. Plantear como explicación de la convi vencia del sistema patrilineal y del bilateral en el grupo vaqueiro V como resultante de la coexistencia dialéctica de dos sistemas unilineales en que uno es dominante, nos llevaría necesariamente a adm itir que el modo de producción vaqueiro es también el resul tado de la coexistencia de dos modos de vida: el ganadero y tras humante que es el que domina y determina la patrilinealidad, y restos de un modo de vida agrícola (agricultura incipiente de huer ta y azada) v cazadora y nómada pastoril, en que la importancia económica de la mujer es definitiva, frente a la secundariedad del hombre que incluso pasaría grandes temporadas fuera del hogar V del poblado. Pero resolver este problema nos llevaría muy lejos, habría que disponer de muchos datos. Asimismo, plantear como solución del sistema vaqueiro la existencia de una tendencia hacia una filiación indiferenciada no parece realmente posible en las so ciedades y grupos rurales primitivos, pero tal vez lo sea, y de he cho lo estamos comprobando en muchos aspectos, en aquellos gru pos o sectores de la sociedad donde la mujer, con la ayuda de la técnica y de la aculturación, es capaz de desempeñar las mismas tareas productivas y sociales que el hombre. Por último, esta coexistencia dialéctica del sistema patrilineal y bilateral dentro del grupo vaqueiro podría intentar explicarse considerando que el pueblo vaqueiro está compuesto por un grupo de individuos con un modo de vida distinto pero dominados y su jetos por mecanismos, normas, ideas y creencias del resto de la sociedad global a la que como ciudadanos pertenecen, y cuva so ciedad parece ser claramente bilateral o tender hacia una indiferenciación. No obstante, yo descarto esta última hipótesis, pues si a su hermana. Como quiere legar a su hijo los bienes le interesa acumular más y más. Casándose su hijo con la hija de su hermana, recupera parte o todos los bienes que un día se llevó la hermana del padre y el prestigio del marido de la hermana de su padre. Con el matrimonio entre primos paralelos terminaría de perder sus bie'nes por dos vías, la. hermana y la hija. (Ver Mar linowski. op. cit. págs. 82 y ss. y Ì04 y ss.). (17) Ver C. L evj-S travss, op. cit., pág. 123. 302 ADOLFO GARCIA MARTINEZ bien lo que afirma es parcialmente cierto, pienso que si el grupo vaqueiro es capaz de mantener un modo de vida distinto, también podría internamente poseer un sistema de parentesco distinto al de la sociedad que le rodea. En definitiva, mi opinión gira en torno a dos perspectivas diametralmente opuestas: la 1.a sería que el modo de producción vaqueiro conserva aspectos primitivos que determi nan esa aparente bilateralidad resultado del enfrentamiento entre dos sistemas unilineales, uno el matrilineal a nivel infraestructura! totalmente superado y del que tan sólo subsistirían esos rasgos que nos hacen pensar en una bilateralidad, y otro patrilineal basado en el actual modo de producción y que sería el dominante. Cabría una segunda perspectiva y sería la basada en la evolución del modo de producción vaqueiro hacia formas más «ci vilizadas», en las que la filiación tiende hacia una indiferenciación. Evidentemente, desde una perspectiva materialista y dialéctica, ninguna de las dos posturas puede ser tomada como totalmente cierta y explicativa, al menos desde el presente, pues dentro de un proceso dialéctico-materialista no existen cambios cualitativos si no nuevas estructuras, es decir nuevas relaciones y operaciones so bre situaciones cuantitativamente distintas. 3.— La endogamia vaqueira, ¿resultado de una marginación ra cial o salvaguarda del modo de vida del grupo?.—Cuando los an tropólogos o escritores se encuentran con un grupo que practica la endogamia intentan explicar este fenómeno partiendo de la te sis de que dicho grupo ha sido marginado étnicamente, y por tan to la endogamia es una forma de parentesco obligada que, al tiem po que refuerza internamente al grupo como objetivo no buscado, acentúa asimismo aún más su marginación haciéndose cada vez más difícil su incornoración a la sociedad global. Con los vaqueiros de alzada sucedió exactamente lo mismo. Su endogamia se de be, según lo has+a ahora escrito, a una marginación basada en su modo de vida, y ambos fenómenos se deben, en definitiva, a su puestos orígenes étnicos y raciales distintos a los del resto de la población astur. De este modo, e-1 estudio del sistema de parentesco vaqueiro (como casi todos los demás aspectos de su cultura) se ve paraliza do y asfixiado por una larga serie de infructuosas teorías especu lativas sobre los orígenes étnicos de dicho grupo. Después de largos y complejos análisis que, de una forma o de otra, podían darme alguna nueva alternativa al planteamiento del SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 303 304 ADOLFO GARCIA MARTINEZ problema de la endogamia vaqueira (18), no llegué a conclusiones definitivas, pero creo poder ofrecer una nueva hipótesis más ob jetiva y menos especulativa y, sobre todo, más eficaz para una me jor comprensión de este tema y de la cultura vaqueira en general. El punto de partida de mi hipótesis arranca del modo de produc ción del grupo vaqueiro, en relación y en contraste con el modo de vida del resto de la población rural asturiana (19), y dentro de un marco temporal que abarcaría desde el s. XVI hasta el tercer cuarto del XVIII, y desde aquí hasta los años 60-65 del s. XX. Como punto de partida de mi hipótesis quiero señalar, ya des de ahora, que el modo de vida vaqueiro no es la resultante de un supuesto origen racial distinto, y ambos determinantes de la en dogamia grupal, sino que el modo de vida vaqueiro, en coexisten cia dialéctica con el modo de vida del resto del campesinado astur, utiliza los supuestos raciales que tienen su origen en ese otro sec tor o personas relacionadas con él, al igual que utiliza y hasta fo menta la endogamia, todo ello al servicio de la supervivencia de su propio modo de vida, aunque esto parezca favorecer al argumento racial. El grupo vaqueiro, por tanto, no inventa las ideologías racia les que sobre sus orígenes se divulgan, pero implícitamente se sir ve de éllas y de la endogamia inherente para luchar en ese frente en el que se enfrenta una sola bandera, la nobleza, pero agrupada en torno a dos bandos competitivos: por una parte, los nobles cu ya base económica era la ganadería y de la que los vaqueiros fue ron servidores y serán continuadores, y, por otra parte, los nobles cuya base económica es la agricultura que va progresivamente im poniéndose como forma de vida rural. Así, por un lado, nos encon(18) Me refiero al material citado al principio de este trabajo. (19) Muchos pasajes de J. U ria Riu, op. cit., se sitúan en esta misma línea, ver, por ejemplo, pág. 58, pág. 34 nota 4, págs. 46, 55, etc. Ver también, en esta línea, los trabajos de María C atfdra T om as , parti cularmente su material de campo publicado bajo el título, N o t a s s o b r e u n p u e b lo m a r g in a d o : lo s v a q u e ir o s de a lz a d a (E c o lo g ía d e B r a ñ a y A ld e a ), Revista de Estudios Sociales, Núm. 6, Madrid, Sept.-Dic., 1972, págs. 139-164. Ver, por ejemplo, págs. 139, 140, 163, etc. La autora, una antropóloga cultural, hace un análisis descriptivo y directo del modo de vida vaoueiro en comparació'n con el del aldeano, demostrando que son dos modos de vida diferentes origi nados por el deterrrupismo ecológico del medio en el que están enclavados los dos grupos. Este fenómeno originaría una serie de hechos históricos tales como el de la atribución al grupo vaqueiro de unos orígenes raciales distin tos. Aunque los trabajos de María Cátedra están basados en la zona occidental del Concejo de Tineo, algunos de sus datos y planteamientos se encuentran y son válidos para el ámbito geográfico que nosotros estudiamos. SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 305 tramos con una ganadería trashumante determinada ecológica mente por el propio medio natural del vaqueiro (nos referimos ya a la segunda mitad del s. XVIII), el cual necesita extensas zonas de terrenos y está sujeto a migraciones periódicas; por otro, una agricultura muy precaria que, debido a la distribución de la pro piedad, a la densidad demográfica y al propio nivel de desarrollo de la misma, necesita cada vez más terrenos para sostener a su población que ya es la mayoría de la que vive en el campo astur. La situación parece clara, dos sectores de la nobleza al frente de dos modos de vida que engloban como fuerza de trabajo a la ma yor parte de la población asturiana enfrentados competitivamen te entre sí, y donde uno de ellos, el vaqueiro, que es el minoritario y en claro retroceso, lucha por mantener su status y su integridad. Siendo consciente de lo arriesgada y deslavazada que está esta hipótesis, quiero analizar ciertos fenómenos y hechos que pueden darle, tal vez, cierta consistencia. No obstante, el simple supuesto de que la misma provocase investigaciones más completas en esta línea habría colmado con creces este supuesto riesgo. Es en el s. XVIII cuando parece que el modo de vida vaqueiro, el pastoreo trashumante y extensivo, comienza a destacar como un sistema atípico, molesto y minoritario, dentro del contexto cam pesino-agrario asturiano, debido a la trashumancia forzosa que les convertía en advenedizos, entrometidos y semi-extraño.s, por los condicionamientos históricos de ser los continuadores de una de cadente nobleza ganadera nunca bien vista (20), y porque la agri cultura tropezaba, en su necesidad de ocupar cada vez más tierras, con las propiedades ocupadas (propias o arrendadas) por el va queiro. Es también a partir de la segunda mitad del s. XVIII cuan do comienza a escribirse sobre los vaqueiros y sus costumbres, una vez que el tiempo «había fortificado una realidad» (21). Es en esta época cuando comienzan a salir a la luz las especulaciones sobre un supuesto origen racial distinto para explicar ese modo de vida distinto y, pienso yo, sobre todo competitivo. Estas especulaciones realizadas, o al menos dirigidas y fomentadas, por la nobleza y el (20) Ver Margarita C u a r t a s R iv e r o , D o m in io s e ñ o r ia l y v a q u e ir o s d e a l en Estudios ofrecidos a Emilio Alarcos Llorach, vol. IV, Oviedo, 1979, pág. 561 nota 28. Pude consultar directamente el documento al que se refiere y cita Margarita Cuartas, A r c h iv o G e n e r a l d e l S im a n c a s (A .G .S .), E x p e d ie n te s de H a c ie n d a , Leg. 900. (21) Ver G. M. de J o v ella n o s , C a r t a c ita d a , op. cit. pág. 302; Margarita C u a r t a s , art. cit. pág. 549. Este trabajo me inspiró, en gran parte, este plan teamiento. zada, 30ó Ado lfo g a r c ía Ma r t ín e z clero, cuya riqueza era la agricultura, debieron ser difundidas en tre sus vasallos, los agricultores, para atacar y desprestigiar la ganadeía, no sólo, quizás, por tratarse de un modo de vida competiti vo con la agricultura, sino, tal vez, para unificar y distraer a sus míseros vasallos al ofrecerles como chivo expiatorio de sus males, debidos al abuso de la nobleza y del clero, a un grupo de moros, o de alpujarreños, o de judíos, o de cobardes desertores, o de es clavos, etc. (22). El modo de producción vaqueiro, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, se consolida en el s. XVI, y persiste prácticamen te intacto hasta la segunda mitad del XVIII, y con ciertas varian tes, que veremos, hasta la actualidad. En esos dos siglos que van del XVI al XVIII la nobleza dominante asturiana basaba su poder económico en la ganadería trashumante y extensiva, al cuidado de unos vaqueros que son quienes conducen los ganados. En estos siglos se cosolida esta forma económica, etapa en que los vaque ros no aparecen demasiado en escena, ni parece que tengan grandes enemigos, pues son simples criados al servicio de unos nobles po derosos que poseen las tierras altas y bajas y las zonas de tránsi to, es decir es el modo de vida dominante en aquellas zonas en que la trashumancia estaba afincada (entre el río Navia y el Narcea, aproximadamente) y dichos nobles (los Miranda y sus allegados), aunque cada vez eran peor vistos por la nobleza, el clero y la pro pia Corte Real, dominaban económica y administrativamente los concejos situados en dicha zona, e incluso ejercían presiones so bre la Junta General del Principado (23). En el s. XVII y particularmente en el XVIII parece comenzar un procesp de descomposición de la nobleza ganadera y una lenta emancipación del vaqueiro servidor quien va haciéndose con pro(22) Históricamente se han dado fenómenos de esta misma índole. Pode mos recordar “la caza de brujas.” ideada por Institor y Sprenger y aprobada por Inocencio VIII, que en el s. XVI y XVII se cobró miles de víctimas, eje cuciones bien vistas por el pueblo quien llegó a estar conve’ncido de que los males y miserias que le afectaban eran debidos a esas relaciones que las bru jas mantenían con el diablo, y no a la explotación y abuso a que era sometido por parte de la nobleza y el clero. Por tanto las brujas perseguidas y cazadas por el estamento dominante, co'nsiguieron desplazar la responsabilidad y cri sis de la sociedad medieval tardía de la Iglesia y del Estado hacia los demo nios con forma humana y, al mismo tiempo, conseguía que el pueblo pagase sus diezmos e impuestos a quienes tanto luchaban contra la causa de sus ma les. Ver Marvin H a r r is , V a c a s, c e rd o s, g u e r r a s y b r u ja s . L o s e n ig m a s de la c u ltu r a , Al Edit. Madrid, 1980, págs. 194-207, entre otros. (23) Ver M. C u a r t a s , art. cit. págs. 552, 558, 559 y 551 nota 28. SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 307 piedades que explota, sean compradas o arrendadas, comenzando esto por las propiedades de los pueblos de alzada. Existen docu mentos que dicen que muchos vaqueiros, que pasaban el verano en los pueblos de alzada de Somiedo, van abandonando su condi ción de criados y convirtiéndose en aparceros o compradores de los pastos altos, con ganado propio o «de a medias» con su señor u otra persona pudiente, y ya a fines del s. XVI los vecinos del Coto de Gúa y Caunedo (Gúa, Caunedo, La Peral y El Puerto), así como los de Perlunes (del Coto de Aguino y Perlunes), todos ellos pue blos de vaqueros aún en la actualidad, pagaban alcabalas por ra zón de sus bienes (tierras, animales, carros de hierba que reco gían, animales que vendían, etc.) (24), lo cual nos dice que, aunque no eran propietarios de dichas tierras como veremos más adelan te, el vaqueiro tenía bienes a su nombre, cultivaba todo aquello que el medio le permitía y recogía hierba seca para alargar su es tancia en los pueblos de alzada, que al no ser autónomos (no habi tables en invierno, ni aptos para la agricultura), parece que fueron las primeras propiedades que recibe en arriendo, y después en ven ta, de los nobles, lo cual supuso el inicio de la emancipación del vaqueiro. Por esta misma época, y en los dos siglos siguientes (XVII y XVIII), los vaqueiros arriendan para pasar el invierno, algunos lugares malos y no aptos para la agricultura, e incluso hó rreos, al Monasterio de Santa María de Belmonte (25), algunos de cuyos lugares fueron el primitivo núcleo de ciertos pueblos de va queiros existentes aún en la actualidad. Esto mismo ocurría con otros lugares propiedad de nobles laicos (26). Todo esto nos de*(24) Ver A . G . S . E x p e d ie n te s de H a c ie n d a , Leg. 49, fols. 7 4 a l 7 8 y 8 1 a l 89. Citado también este Legajo por M. Cuartas. (25) Ver Ramón P r ie t o B a n c e s , A p u n te s p a r a e l e s tu d io d e l S e ñ o r ío de S a n t a M a r ía d e B e lm o n te en e l s. X V I , en Obra escrita, Universidad de Oviedo, 1976, vol. I, pág. 77, nota 167; J. U r ia Riu, op. cit. págs. 79-80, nota 3. (26) Podemos recordar y citar el contenido de algunos de los párrafos de un A u to d e l O b isp o d e O v ie d o , Juan de Llano Ponte, de fecha 28 de Marzo de 1876, dirigido al Arcipreste de Pola de Somiedo para que se transmita a las parroquias donde existan vaqueiros y cuyo Auto tan sólo fue copiado eh el Libro de Fábrica de la Parroquia de Santa María del Puerto de Somiedo con fecha 19 de Abril de 1876. El motivo de este Auto es para recordar que los vaqueiros deben pagar los servicios de la Iglesia (cabos de año, derechos de 3.° y 6.° día, etc.) a los Párrocos de las Parroquias altas. Pero además, ha ciendo referencia a una Providencia de dicho obispado, de fecha 28 de Junio de 1793, dicho Auto dice textualmente: “En todo tiempo se conceptuarán (a los vaqueiros) feligreses de las parroquias de arriba, o sean Gúa, Aguino, Beygas, y Puerto, y demás, los que viviendo e'n estas en la estación de verano, y teniendo en ellas sus hogares, se ven precisados en la de invierno a bajar a 308 ADOLFO GARCIA MARTINEZ muestra que la emancipación del vaqueiro está en proceso y em pieza a aparecer en escena con personalidad propia, siendo ahora cuando parece comienza a sufrir la marginación racial. Así, el modo de producción vaqueiro es determinado desde múltiples ángulos: son los continuadores, en las zonas altas, de una nobleza ganadera, y sus pueblos de invierno son lugares poco aptos para la agricultura y hasta pobres en pastos. Asimismo, to do esto mantiene su sistema de vida primitivo, amenazado aba jo, arriba y en sus movimientos migratorios por otro modo de vida cada vez más dominante y escaso de tierras. Cuando muchos vaqueiros llegan a adquirir su autonomía fren te a sus dueños decadentes —el Coto de Cúa y Caunedo, la zona de Somiedo de mayor afruencia vaqueira, se exime del Marqués de Valdecarzana (un Miranda) a mediados del s. XVIII, mientras que el Coto de Aguino y Perlunes sigue siendo aún del señorío del Marqués de Valdecarzana— (27), las cosas son bastante desfavo rables para la supervivencia del modo de vida vaqueiro. Es precisamente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en que la nobleza ganadera está en declive, en que la agricultura es la forma de vida dominante y en que el vaqueiro se emancipa perdiendo el respaldo de su antiguo dueño, cuando la trashumancia ganadera comienza a verse con extrañeza, con recelo y como obstáculo, y es este el momento en que surgen las especulaciones lugares más ondos, y menos fríos, para atender al cuydado de sus ganados: Resultando que en cuantas ocasiones surgió alguna competencia y jurisdició’n entre los párrocos denominados de arriba y de abajo, osea de la marina, siempre seandecidido de que el párroco propio de los brañeros en cuestión es el de la residencia de estos en tiempo de verano(...). Basados en la Providen cia de este Obispado de Abril de 1793, “decretamos: que se respete, guarde y cumpla la costumbre inmemorial, en virtud de la que se considera que los brañeros de las parroquias citadas no pierdan su feligresía en tiempo de ybierno en las parroquias bajas de la marina aunque eii ellas nazcan y per manezcan la mayor parte del año”(...), “los vaqueiros tienen su vecindad le gal en los pueblos de arriba”(...). Todo esto nos permite pensar que los va queiros de alzada de Somiedo comienzan siendo vecinos, primeramente, y po seyendo u’n lugar más o menos propio en los pueblos de alzada, para luego ir adquiriendo y fijándose como vecinos en los pueblos bajos. La propia Iglesia, tal vez por razones pastorales, presiona por reducir al vaqueiro a ser sólo un vecino legal en los pueblos de la montaña, teniendo que permitirles una ha bitabilidad invernal no legalizada. (27) Ver M. C u a r t a s , art. cit. pág. 561, nota 29. En junio de 1752 el Coto de Gúa y Caunedo es ya de realengo. Ver A.G.S., C a t a s t r o , Lib. 375, fols. 375, 438 y 439 vuelto. El Coto de Aguino y Perlunes es de señorío, ver A .G .S ., C a t a s t r o , Lib. 375, fols. 468 y 469. SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 3 09 étnicas y raciales sobre el vaqueiro. Pienso, y es una idea en la que me siento respaldado por algunos antropólogos (28), que los prejuicios de raza y antagonismos raciales «tienen mucha proba bilidad de aparecer en situaciones socioculturales en las cuales un grupo compite con otro por la posesión de tierras» (29). El grupo vaqueiro compite en los lugares de alzada, en los lugares de in vierno y molesta en sus movimientos al no pasar ya por terrenos propios. Su modo de vida primitivo exige poseer demasiados te rrenos, la doble residencia hace de él un vecino entrometido que se va y vuelve, se exime con facilidad, o puede dar esa impresión, de los diezmos, de los impuestos concejiles y de las levas, es un personaje que parece no estar totalmente sujeto a las leyes y de beres de la sociedad, mientras parece aprovecharse doblemente, o a su capricho, de sus derechos de ciudadano (30). En estas cir cunstancias, el grupo vaqueiro parece acosado por los agriculto res y por las autoridades civiles y eclesiásticas (31), ante esta si tuación, como grupo minoritario, se empeña por conservar su in tegridad como grupo sociocultural dentro de una población más numerosa. No puede integrarse a la agricultura porque está abo cado a su modo de producción por el determinismo ecológico del medio, y este determina, para su supervivencia, su propia cultura v la endogamia grupal como medio de integración y de resistencia. Por otra parte, el nivel económico del vaqueiro parece ser menos precario que el del agricultor, más libre de los abusos de la noble za y del clero, menos sujeto a los efectos negativos del incremento demográfico, etc. (32). (28) Ver, por ejemplo, L. W h it e , op. cit. pág. 140. (29) Ver L. W h it e . id. pág. 140. ( 30 ) V e r J. U r i a R tu , op. cit. p á g s . 108, 109. 111 y n o t a 57 d e la p á g . 111. (31) Ver el Auto del Obispado de Oviedo citado en la nota 26. (32) Ver el análisis de la precaria situación del agricultor asturiano en el s. XVIII que G. M. de J ovellano s hace en la C a r ta s e x t a d ir ig id a a D . A n to n io P o n z , en op. cit. págs. 290-294; ver el análisis de G onzalo A n e s eh H is t o r ia de^ A s t u r i a s , t. VII, Ayalga Edic. 1980, Edad Moderna, vol. II, donde el autor analiza la drástica y mísera situación del agricultor asturiano en los s. XVII y XVIII, incluso después de la implantación del maíz, condiciones debi das al incremento demográfico, al abuso de los poderosos, a las malas cose chas, a la imposibilidad de controlar la situación por parte del Gobierno Cen tral (analiza ampliamente el caso del Corregidor Cepeda y su lucha contra los abusos de la nobleza), a la improductividad del suelo por la escasez de abones, al tiempo que ciertos nobles seguían alquilando los buenbs pas4^? a los vaqueiros. mientras que los agricultores tenían que llevar sus gan ? ' 1''c -n pastar a Galicia, etc., etc., págs. 258 y 8, 24, 40, 58, 241, 243, etc.; A n t o n io Do- 310 ADOLFO GARCIA MARTINEZ Igualmente, puede suponerse que el intercambio de mujeres y de hombres entre el grupo vaqueiro y los agricultores no benefi ciaría a ninguno de los dos, pues al tratarse de dos modos de vida distintos el hombre y la mujer vaqueiros serían menos producti vos para el modo de vida agrícola y viceversa. En definitiva, si el grupo vaqueiro tuviese interés en romper con su esoterismo, si su modo de producción se fuese a beneficiar con las relaciones de intercambio y colaboración con el agricultor hubiese buscado la forma y, tal vez, la más sencilla, la más eficaz y la más irresistible fuese el intercambio de mujeres y de hombres a través del matrimonio, que abre el camino a las relaciones de parentesco, a las de comunicación y a las de intercambio y coope ración. La realidad parece mostrarnos lo contrario, es decir la ma nera de mantener la integridad de un grupo frente a la presión de una buena parte de la sociedad es, entre otras, mediante la endo.gamia basada y justificada, en el caso de los vaqueiros, por unos prejuicios raciales fomentados por el otro sector y ante los que el vaqueiro no hace nada por defenderse, sino que hasta parece aceptar convencido las hostilidades y agresiones que por eso pa rece le vienen. La sola explicación coherente de este enigma cultural parece ser la basada en el modo de producción del propio grupo vaqueiro nacido del nivel de desarrollo tecnoeconómico y en función de los factores ecológicos del medio (33). En resumen, es el medio amO r t iz , S o c ie d a d y E sta d o en e l s. X V I I I e s p a ñ o l, Ariel, Barcelona, 1976, págs. 149 y ss., donde el autor retrata de manera dramática la situació'n del agricultor astur. (33) Enigmas culturales semejantes han sido hallados y estudiados en otras culturas. Recordemos, por ejemplo, el tabú de la vaca hindú analizado por M a r v is H a r r is y otros, en T h e c u ltu r a l E c o lo g y o f I n d ia 's S a c r e d C a t t le , Current Anthropology, vol. 7, n.° 1, 1966, p. 51-60; M. H a r r is , V a c a s , c e rd o s, g u e r r a s y b r u ja s . L o s e n ig m a s de la c u ltu r a , op. cit. págs. 15 y ss. El autor lle ga a la conclusión que la prohibición de comer las vacas no radica e'n que la vaca sea un animal sagrado o tabú, esto es un mecanismo secundario para preservar un orden ecológico no apto para la ganadería; si se levantase la veda, el tabú, en poco tiempo no habría vacas en la India, y lo que sería más grave, no habría bueyes, que es “el tractor” de Icampesino hindú, al mismo tiempo que la agricultura habría dado paso a una ganadería mucho menos rentable que la agricultura. Total, en pocos años, muchos millones de campe sinos vagarían hambrientos por las ciudades. El tabú o la sacralización de la vaca "viene provocado por razones ecológicas. Igualmente parece suceder con la guerra y el infanticidio femenino e’ntre ciertos pueblos primitivos, tal es el caso de los Yanomamo de la frontera venezolano-brasileña, donde, además del infanticidio femenino y la escasez de mujeres, se practica la poligamia. Sem in g u e z SISTEMA DE PARENTESCO DE LOS VAQUEIROS DE ALZADA DE ASTURIAS 31 1 biente quien determina el modo de vida y la cultura, al tiempo que se refuerza y se defiende de las presiones exteriores con los prejuicios raciales y la endogamia grupa!. En realidad, no se pro duce ningún cambio notable en este sentido hasta la década de los 60 del presente siglo, posibilitados fundamentalmente por el cam bio en la organización del paisaje agrícola al abandonar el terraz go cerealista por un terrazgo que gira en torno a la pradera, es decir se pasa de un modo de vida de autoabastecimiento a una economía de mercado fundada en la ganadería estante, más cerca na al modo de vida vaqueiro. Pero además, y para terminar, quiero añadir que mientras el vaqueiro siempre mantuvo contacto con la sociedad de mercado al verse obligado a vender sus excedentes de ganado, al final de su estancia en la alzada, (34), para com prar los artículos básicos para su subsistencia que él no podía cultivar (ce reales, sobre todo), a través de la trajinería, a través de sus fun ciones de correo y enlace interprovincial y regional, misión para la que poseía ventajas geográficas (en verano) y buenas caballerías, mientras tanto, el campesino permanecía totalmente religado a su terruño, ocupado totalmente en cosechar lo necesario para subsis tir. Todo esto retrasó el proceso de aculturación del agricultor y, por tanto, explica también, en parte, el mantenimiento de sus pos turas arcaicas frente al pueblo vaqueiro. Es a partir de la década de los 60, repito, para la zona en cuestión, pues en otras zonas de Asturias este proceso se dió 30 ó 40 años antes, cuando el agricul tor de la zona interior occidental entra en contacto con los pro ductos manufacturados de la sociedad industrializada y comienza a abandonar su antiguo modo de vida, organizando su paisaje en torno a la pradera con miras a producir artículos para el comer cio, con el fin de adquirir productos industriales, mientras iba abandonando progresivamente sus propios productos artesanales gún Harris todos estos extraños fenómenos estarían destinados a controlar el crecimiento demográfico que sería perjudicial para el grupo. Tal control se lleva a cabo eliminando niñas al nacer y haciendo que los hombres y grupos se enfrenten entre sí en consta'ntes guerras para conseguir mujeres. Ver M. H a r r is , C a n íb a le s y R e y e s . Argos Vergara, Barcelona, 1978, págs. 67 y ss., y V a c a s , c e r d o s , etc., op. cit. págs. 59 y ss. (34) El vaqueiro está obligado a vender ganado al final de la estación de verano, pues en invierno no puede manteher el mismo número de cabezas, da do que los pueblos de invierno son escasos en pastos y bastante propensos también a las nevadas. Esto puede explicar la existencia de dos ferias impor tantes aún existentes e*n el Puerto de Somiedo, una en septiembre y otra en junio, donde el vaqueiro repondría el ganado vendido al final de la estancia anterior en la alzada. 312 ADOLFO GARCIA MARTINEZ (35). En este sentido, el camino que tuvo que recorrer el agricul tor fue más largo que el de su coetáneo el vaqueiro y en ese reco rrido se encuentra con el modo de vida de éste, pero de una ma nera menos competitiva. Todo esto supuso una vía de acultación que fue borrando len tamente los prejuicios raciales frente al pueblo vaqueiro y que tuvo como resultado la desaparición de la endogamia grupal de este últi mo al perder su finalidad integradora. Frente al vaqueiro y al agri cultor comienza a perfilarse un posible enemigo común, la sociedad capitalista, con sus precios, con sus demandas, con sus intermedia rios, etc. Igualmente se podría decir de los vaqueiros emigrados quienes, desde siempre, se vieron libres de los prejuicios raciales de su gru po, posiblemente debido a su forma de vida típica a muchos de su clase. En resumen, explicar la prohibición del incesto, la endogamia grupal o cualquier sistema de parentesco basándose en conceptos, que yo llamaría mentalistas, como el horror, prejuicios raciales, principios éticos, etc., sería algo así como decir que las armas son la causa de las guerras, reconociendo, sin embargo, las funcio nes que cumplen dichos conceptos o dichas armas en el desarrollo y tipología de tales fenómenos. (35) Existen estudios antropológicos sobre los procesos de aculturación realizados entre otros pueblos del mundo, así ver, por ejemplo, R o bert F. M u r p h y y J u l iá n H . S t e w a r d , C a u c h e ro s y t r a m p e r o s : D o s p r o c e so s p a r a le lo s de a c u lt u r a c ió n , e'n A n tro p o lo g ía E c o n ó m ica , E s t u d io s e tn o g r á fic o s , com pilados por J. R. Llobera, Edit. Anagrama, Barcelona, 1981, págs. 201-229. Los autores llegan a la conclusión de que los intercambios de productos entre so ciedades o grupos primitivos con la sociedad industrializada, a través de unos intermediarios, es un fenómeno determinante en la introducción del grupo primitivo o menos desarrollado en un proceso de aculturación que transforma rá el modo de producción y la cultura de dicho grupo; ver también J ean P a u l H a r r o y , L a e c o n o m ía de lo s p u e b lo s sin m a q u m is m o , Edc. Guadarrama, Madrid, 1973, donde el autor a’n aliza los efectos del choque entre la sociedad industrializada y los distintos modos de vida “primitivos”, choques que, en principio si son demasiado bruscos, pueden ser destructores del equilibrio del grupo, el contacto económico a nivel de modo de producción debe ir acom pañado de un proceso lento de aculturación a todos los niveles. Ver especial mente la segunda parte, págs. 172 y ss., y 280 y ss. PARA UNA BIBLIOGRAFIA DE FERNANDO VELA POR RAMON GARCIA-VELA MISCELANEA (1) Se relacionan bajo este epígrafe algunos trabajos de Fernando Vela que aparecen, esporádicamente, en diversas publicaciones. Es obvio que no se pretende una recopilación exhaustiva, sino de aquelias colaboraciones que, a lo largo del tiempo, logramos incorpo rar a nuestro archivo. Todos estos trabajos han sido publicados con la firma de su autor. LA OPINION ASTURIANA (Oviedo) 1908 —Alto en la marcha (verso), 21 de abril. —Deseo de un viaje (verso), 25 de octubre. la a n t o r c h a . Semanario-Festivo-Literario. (Oviedo). Curiosa revista ovetense de la que nos parece interesante repro ducir el cuadro de colaboradores que figura en su portado: Sres. Reoyo, San José, Vera, Cepeda, Ramírez Angel, Soutullo, Clarines, (1) Vid. BIDEA, número 101, pág. 597. 314 RAMON GARCIA-VELA Riaza, García Vela (Fernando), Cantó, Señas Encina, González Blanco (Andrés), Torner (Eduardo), Baeza, Sicardo, Abril, Palique, Millares, Dr. Chuchykano, Laserna, Fresman, Tallaeche, Rigolón, Mora, Alas, etc., etc. 1912 —Diálogo, 29 de septiembre (núm. 15). —Diálogo (conclusión), 6 de octubre (núm. 16). voz a stu r (Habana) 1919 —Pintores asturianos, 24 de mayo. el no ro este (Gijón) 1920 —Versos del domingo, 3 de octubre. EL CARBAYON (Oviedo) 1927 —Metáforas de altitud. (Del libro del Dr. Pimental: «El mirador del Fito», pág. 93. Con ocasión de su inauguración). HERALDO DE ARAGON 1949 —El proceso Kravchenco, 2 de marzo. 1954 —Reivindicación del capitalismo, 26 de mayo. DIARIO DE AFRICA 1950 —El padre de familia inglés. (Alude a las investigaciones psico lógicas «conductistas» realizadas por el Dr. A.T.M. Wilson), 17 de junio. PARA UNA BIBLIOGRAFÍA DE FERNANDO VELA 3 15 EL NORTE DE CASTILLA 1953 —Los partidos políticos en Inglaterra, 27 de diciembre. —Racionalismo y política, 6 de febrero. 1955 —De Newton a Einstein, 24 de mayo. l a s p r o v in c ia s (Valencia) 1953 —El feudo y la sociedad anónima, 10 de junio. —La silla de pensar, 24 de julio. —Los átomos revolucionarios, 30 de julio. —Un problema inesperado. (Sobre los Estados Unidos), 3 de septiembre. 1954 —Un cambio de actitud. (Versa sobre colonialismo, imperialis mo y los Estados Unidos), 3 de agosto. —Los números enteros. (Alude a la «Clasificación periódica» y a Prout), 21 de marzo. LA NUEVA RIOJA (Logroño) 1954 —Los números enteros, 20 de marzo. d ia r io - d ía (Palencia) 1954 —Más allá de la Bomba H —I—, 12 de agosto. —Más allá de la Bomba H. —II— (se ignora la fecha). ABC 1955 —Su vida y su obra. (Trabajo anónimo sobre Ortega y Gasset, con ocasión de su fallecimiento), 19 de octubre. 316 EL ORIENTE DE ASTURIAS RAMON GARCIA-VELA (Lianes) 1958 —El faro (núm. especial). PROLOGOS — La redención agraria, conferencia pronunciada el 19 de mayo de 1918, en la Asociación de Agricultores de Carreño, por su presi dente el diputado provincial Don José Bango León. Editada por la Asociación de Agricultores de Carreño, por acuerdo de su Junta Ge neral. Prólogo de Fernando García Vela. —Daudet, Alfonso: Cuentos del Lunes. Traducción y prólogo de Fernando García Vela. Colección Universal. Espasa-Calpe, 1921. Madrid. —Daudet, Alfonso: Cuentos del Lunes. Traducción y prólogo de Fernando Vela. Editorial Tor. Buenos Aires, sin fecha. —Gautier: Avatar. Traducción y nota preliminar de Fernando García Vela. Col. Universal. Espasa-Calpe. Madrid, 1921. —Ortega y Gasset, José: Goethe desde dentro. Prólogo-conver sación de Fernando Vela. Rev. de Occidente. Madrid, 1933. —Bergsón, Henri: La evolución creadora. Abreviatura y prólo go de Fernando Vela. Rev. Occidente argentina, Buenos Aires, 1947. —La descendencia de Kierkegaard. Prólogo a la 2.a edición del libro de Harald Hóffding: Kierkegaard. Ed. Rev. de Occidente. Ma drid, 1949 (1). —Cohoen, Samuel: La puerta secreta. Prólogo de Fernando Vela. Sevilla, 1953. PROLOGOS FIRMADOS CON EL SEUDONIMO DE HECTOR DEL VALLE —Kosáry, D. de: Historia de Hungría. Traducción especial para esta Biblioteca y prólogo por «Héctor del Valle», ediciones «Atlas». Madrid, 1944 (núm. 67 de la Colección Cisneros). —Rulhiere, Claudio-Carloman de: Estampas de la vida de Po lonia. Traducción especial para esta Biblioteca y prólogo por «Héc(1) Incluido en el libro de lmismo autor, drid, 1952. C ir c u n s ta n c ia s . Ed. R. de O. Ma PARA UNA BIBLIOGRAFIA DE FERNANDO VELA 317 tor del Valle» (núm. 59 de Colección Cisneros). Ed. «Atlas». Ma drid, 1944. Los artículos publicados en el diario «España» (Tánger) que se citan a continuación carecen de fecha, no obstante las gestiones realizadas a ese respecto. FIRMADOS —Las relaciones humanas y los crímenes de Christie, I. (Se alu de al ciclo de conferencias y coloquios, «El estado de la cuestión» organizado en homenaje a don José Ortega y Gasset al cumplir sus setenta años y que inició F.V. con el tema «Relaciones humanas»). —Las relaciones humanas y los crímenes de Christie, II. —Al term inar el año 1952 — La situación internacional mejor y peor. —Al term inar el año 1953 — La guerra se aleja. —Balance internacional del año — Aún más lejana la guerra. (Se refiere al año 1954). —Al cerrar el año 1957 — Balcnce de la situación internacional. —¿Será 1959 el año crítico? —Balance internacional de 1959. —Balance internacional al cerrar el año 1960. —Balance internacional de 1961. —Termina el año con la tota lincertidumbre. (Trata del año 1964). —Balance internacional de 1965. —Un mundo distinto (1963. Número extraordinario en el 25 aniversario de la fundación de «España»). —Una llamada al orden. —Las elecciones francesas. —El pesimismo político de Aristóteles. FTRMADOS: F.V. —La melodía hispano-musulmana.—Comentarios al libro del Padre Patrocinio García Barriuso: «La música hisvano-musulmana pn Marruecos». —«T a música hienano-musulmana en Marruecos». Un libro del Padre Patrocinio García Barriuso. —Motivos del artesanado marroquí. 318 RAMON GARCIA-VELA —Nuevos motivos del artesanado — Reintegración de la perso na humana. —Krone, el último gran empresario de circo. —El hombre de la ciudad vuelve al horario del campesino. FIRMADOS CON EL SEUDONIMO DE LUIS LONGORIA —De la vida inglesa.—El fútbol y el rendimiento obrero. Cuan do el equipo de una ciudad gana, sube la producción. —De la vida inglesa.—Se ha firmado la paz entre Inglaterra y Hollywood.—La industria del cine estaba en crisis en ambos lados del Atlántico. —De la vida inglesa.—¿No tienen los soldados de un Ejército vencido derecho al amor?—Eros vuelve a presidir la ciudad de Londres.—La decepción de una disputa laborista. —De la vida inglesa.—Los lores han triunfado en la cuestión de la pena de muerte. —De la vida inglesa.—Ingleses e inglesas tiran sus sombreros a los pies de Carmen Amaya. —Cosas de Inglaterra.—La equiparación del perro y el hom bre.—El perro, intermediario en las relaciones humanas. FIRMADOS: L.L. —Después de la crisis de Cuba. FIRMADOS CON EL SEUDONIMO DE HECTOR DEL VALLE —La calderilla y las pesetas. (Continuará) Véanse núms. 92, 99 y 101.de este “Boletín”. CARTA INEDITA DE CLARIN A JUAN OCHOA POR MANUEL F. AVELLO Limita con lo asombroso comprobar cómo algunos de los gran des escritores españoles del XIX han sido capaces de crear una obra literaria sólida, ejemplar, y, a la vez, desempeñar determina das responsabilidades cotidianas, cierto trabajo «seguro», para po der superar con decoro las necesidades familiares. No sólo esto, porque es raro el día en que no tenemos noticia del epistolario de tal o cuál escritor famoso. Son decenas, cientos, millares de cartas. ^ El escritor satisface así no sólo su vocación literaria escribien do novelas, poemas, teatro, crítica, ensayo, erudición, etc., sino que trabaja para sostener a los suyos y todo ello lo complementa con cartas que, poco a poco, van apareciendo y publicándose, re velándonos quizá de modo tan sugestivo como los gruesos volúme nes de creación o investigación, cuáles han sido sus alegrías, ser vidumbres, ambiciones o fracasos. Los epistolarios dibujan con precisión a veces estremecedora el carácter del escritor y es que las cartas se nutren de observacio nes, desahogos y requerimientos mucho más directos y precisos, menos divagatorios o discursivos. El epistolario de Ramón Pérez de Ayala publicado por Andrés Amorós es excepcional en este sentido (1). (1) Ramón Pérez de Ayala. 50 años de cartas íntimas (1904-1956) a su amigo Miguel Rodríguez-Acosta. Ed. de Andrés Amorós. Caja de Ahorros de Asturias. 1980. 320 MANUET. F. AVELLO Recientemente —a modo de ejemplo— Josette Blanquat y Jean Francois Brotel han publicado sesenta y cinco cartas inéditas de Clarín escritas entre 1884 y 1893 a su editor Fernando Fe y al yer no de éste Manuel Fernández Lasanta. El libro, iniciativa del Centro de Estudios Hispánicos, Hispano-americanos y Luso-brasileños de la Universidad francesa de la alta Bretaña, incluye algunas cartas de Alas verdaderamente con movedoras (2). Andrés Amorós, en la revista «Los Cuadernos del Norte», homenaie a Clarín en el ochenta aniversario de su muerte, nos dió no ticia de otras doce cartas inéditas de Alas dirigidas a Jacinto Oc tavio Picón (3). Es constante. Los grandes maestros del XIX tuvieron fuerzas de gigante para redactar cientos de cartas. En todas ellas hay un latido de su propia vida y obra. Los epistolarios por esta causa —y lo han estudiado suficiente mente biógrafos y críticos— se erigen en testimonios esenciales. Al lado de la atención rigurosa de exégetas v anologistas. inves tigadores dignos, discurre la voracidad o «ferocidad» en ocasiones de los infatigables perseguidores de lotes de cartas con afanes no tan santos. Son los portadores de dosis de curiosidad no encomiable. TJn querer saber no siempre merecedor de reconocimiento. De este modo hov es importante para saber qirér? es el escritor, el conocimiento de lo inventado o fabuloso, recreado literariamen te. v no menos trascendente, lo contado por lo menudo y apresura da o sosegadamente a amigos o familiares. Clarín es una auténtica mina epistolar... Estremece qiie hom bre con tantos agobios, acosos de la salud, compromisos, la cátodre universitaria, la familia, los editores, hava tenido tiempo nara escribir novelas v cuentos magistrales, ensavos, miles de artículos Periodísticos v cen+enares de cartas. Cuando en 1955 el Instituto de Estudios Asturianos —a quien renuevo mi lealtad v gratitud— publicó mi libro «Vida v obra li teraria* de Juan Ocoa Betancourt», viví la gran satisfacción de dar noticia de cuatro cartas de Clarín desconocidas y dirigidas a su (2) Clarín y sus editores. 65 cartas inéditas de Leopoldo Alas a Fernan do Fé y Manuel Fernández Lasanta. 1884-1893. Ed. y notas de Josette Blan quat y Jea'n François Botrel. Université de Haute Bretagne, Rennes. 1981. (3) Los Cuadernos del Norte. Leopoldo Alas Clarín. Núm. 7 (mayo-ju nio 1981). Oviedo. CARTA INEDITA DE CLARIN A JUAN OCHOÀ 321 querido amigo también notable autor de novelas cortas y cuentos (4).Diez años más tarde en el Boletín del I.D.E.A. (núm. 54—Abril 1965) daba gozosa nueva de otra carta inédita de Alas a Ochoa. Cla rín solicitaba de él una colaboración referida a «Teresa», la frus trada aventura teatral del autor de «La regenta». Vuelvo con no menos satisfacción a incorporar al mundo epis tolar de Clarín una breve, inédita y hermosa carta, también dirigi da a Ochoa. Fechada en Carreño el 15 de septiembre de 1896. Dice así: Carreño, 15 Setiembre 96. Querido Juan: Me alegro de que le haya satisfecho lo que le dice el editor, que es hombre que lo entiende y no ad mite pacotillas. Ya había preguntado a muchos por Vd. Siento que no haya pasado el verano bien, pero otoño de fijo que le senta rá mejor. Volveremos a hacer juntos compañía a los pája ros, y a ver caer las hojas, que es cosa muy extraña fijándo se bien un rato largo. Yo estuve bien en general, de buen color y más grueso. Me parece que vuelvo atrás, y es que vuelvo a leer mucho y escribir. No hay más remedio. Lo más probable es que vaya a esa el 19 para quedarme. ... que le quiere. Leopoldo. Si ve a Armando y Melquíades, recuerdos. —oOo— Clarín profesó extraordinario afecto a Juan Ochoa (1864-1899) y éste vió y vivió en Leopoldo Alas su propio sueño de escritor fa moso solo levemente satisfecho. Dos amigos leales y generosos. El primer párrafo de la carta alude a los contactos de Juan Ochoa con el editor catalán Juan Gili, que en la colección Elzevir ilustrada, publicó la novela «Un alma de Dios» (1898). Así lo con firma la carta firmada por Luis Ruiz de Velasco fechada el 29 de julio de 1887, dando cuenta a Ochoa de que recibió el original de la novela y anunciándole su inmediata entrega a Gili no sin antes, dice, «leerlo yo» (5). (4) Manuel Fernández R. Avello. Vida y obra literaria de Juan Ochoa Betancourt. Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 1955. (5) Ibídem. Pág. 46. 322 MANUEL F. AVELLO El mismo Clarín, interesado por su amigo, en las cartas fecha das en Carreño el 1 de julio de 1897 y en Candás el 4 de agosto, recuerda a Ochoa que Gili espera impaciente el original de la nove la (6). La salud de Ochoa no es buena y Clarín le consuela advirtién dole de algo que llegó a constituir para ellos terapia insustituible: pasear por el ovetense Campo de San Francisco siguiendo el vuelo de los pájaros y contemplando la caída de las hojas, «cosa muy extraña fijándose bien un rato». Imaginamos a los dos amigos silenciosos por el Campo cuaja do de árboles y silencios. Así lo evoca Alas, primero en el artículo firmado en recuerdo de Ochoa el 5 de junio de 1899 en «Los lunes de El Imparcial» y más tarde en el hermoso prólogo a la edición de Juan Gili en 1900 de una antología de Ochoa que incluye la novela «Los señores de Hermida», sus mejores cuentos, críticas literarias y versos ocasio nales. Clarín en los «Lunes...» escribe: «Ochoa herido de muerte, sin saberlo él de fijo, pero tal vez adivinándolo; yo tristuco y nervio so, muy lejos de ser un roble, hablábamos de la hermosa tierra que nos rodeaba» (7). En el prólogo se leen estas líneas: «Alma con alma hablábamos de Dios, de la otra vida, los dos espiritualistas, pero sin hipote cas...» y al poco rato, añade Clarín: «...estábamos hablando de un tordo que cantaba sobre nuestras cabezas en la copa de un roble; y Ochoa relataba la historia del pájaro, porque le conocía; hacía tanto tiempo que venía al Campo; venía de tal parte, se marcha ba a tal hora... Ochoa le seguía los pasos, ...es decir, el vuelo» (8). Las alentadoras noticias de Clarín a Ochoa avisándole de que se encuentra bien, más grueso, de buen color y escribe y lee mu cho, van a sufrir un verdadero batacazo. La carta, fechada el 15 de setiembre de 1896, no hace presagiar el infortunio del fallecimien to inesperado de doña Leocadia, la madre de Alas, ocurrida preci samente el día 19, San Jenaro, cuando la familia se disponía a cele brar en casa de Leopoldo, en Guimarán, la gran fiesta onomástica del hijo mayor. Todo estaba dispuesto. (6) Ibídem. Págs. 171 y ss. (7) Ibídem. Pág. 202. (8) Juan Ochoa. Los señores de Hermida. Novela. Prólogo: Clarín. Pá ginas 9-10. 324 MANUEL F. AVELLO Doña Leocadia se puso repentinamente enferma en Salinas y allí acudieron Adolfo y Leopoldo Alas. Murió a las pocas horas. La alegría se trocó en amargura. Muy cristiana y muy devota, impulsa a su hijo Leopoldo a es cribir al Obispo Martínez Vigil esperando de su caridad y amistad la concesión de indulgencias a quienes recomienden a Dios el alma de su madre. Al mismo Juan Ochoa manifestaría poco después, el 28 de se tiembre, que después de un verano feliz, había llegado la desgra cia y «tengo miedo del padecer lento y muy duradero que vendrá después del aturdimiento raro del principio» (9). El día 19 anuncia en su carta el regreso a Oviedo. No pudo ser. La palabra que precede a «...que le quiere» no he conseguido aclararla. Una carta más en la que la letra clariniana ofrece serias difi cultades de «traducción». Escrita en su amado refugio de Guimarán, desde donde se lee en las primeras páginas del cuento «El cu ra de Vericueto», si «el cielo está muy despejado por todos los pun tos cardinales, se ve desde mi huerta los Picos de Europa, que pa recen girones de nubes que a veces dora el sol, para mí ya ausente». Clarín continuará su trabajo. La salud no es buena y sabe que el tiempo no admite dilaciones. (9) Manuel Fernández R. Avello. Obr. Cit. Pág. 171. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV POR FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ —Quiénes y por qué le aúpan al poder. —Se le encomiendan dos objetivos: la desamortización y la re forma de la Inquisición. —Causas de la defenestración de Jovellanos. El 16 de octubre de 1797 recibió Jovellanos el nombramiento de Embajador ante la corte de los zares. A punto ya de partir ha cia San Petesburgo, le llegó a Gijón la revocación de su destino di plomático y en su lugar se le nombró Ministro de Gracia y Justicia del Gobierno de Carlos IV. ¿Qué razones provocaron este cambio de destino? Parece que fue fundamentalmente una: Manuel Godoy atravesaba entonces una etapa de desprestigio, provocada por una campaña hostil, iniciada por el Inquisidor General, Cardenal Lorenzana, y apoyada por el Consejo de Castilla ante Carlos IV, a quien aconsejaban abierta mente que se desprendiera de Godoy; la propia reina María Luisa alentó la campaña contra el valido, quizás despechada y celosa por el desvío mostrado por el Príncipe de la Paz, en aquellos días, ha cia los requerimientos amorosos de la reina. Por otro lado, la mo ralidad de Godoy, siempre dudosa, sufría entonces críticas feroces has+a el punto de ser acusado de libertinaje. En estas circunstancias, Godoy planeó un programa regeneracionista que prestigiara su gobierno y rehabilitara su honorabili 326 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ dad. Para ello, aconsejado por Cabarrús, quiso incorporar a las funciones ministeriales a dos hombres de gran honestidad y de re conocida competencia (Jovellanos y Saavedra), que dieran presti gio y sensación de honradez y de eficacia al nuevo Gobierno; el nombramiento de estos dos hombres ilustrados y honestos no fué, pues, más que una operación de refuerzo y salvamento que reali zó Godoy para su propia supervivencia (1). ¿Cómo reaccionó Jovellanos ante esta avalancha de honores y nombramientos? Con el abatimiento. Escribe en su Diario: «El administrador de Correos, Faes, (me) entrega un plie go con el nombramiento del Ministerio de Gracia y Justicia. \Adiós felicidad; adiós quietud para siempre! » (2). En su villa natal se producen, por este nombramiento, entusias mos populares, que inspiran en el nuevo Ministro estas reflexio nes: «Mientras yo, abatido, voy a entrar en una carrera difí cil, turbulenta, peligrosa. Mi consuelo, la esperanza de com prar con ella la restauración del dulce retiro en que escri bo esto: haré el bien, evitaré el mal que pueda; \dichoso yo si vuelvo inocente!, dichoso si conservo el amor y opinión del público que pude ganar en la vida obscura y privada» (3). Aquella misma tarde el pueblo de Gijón acude a la Parroquia para cantar un solemne Te Deum de gratitud al cielo por el honor de ver elevado a un hijo de la villa a las cumbres del poder. Du rante la noche se lanzan al aire fuegos de artificio, suenan las sal vas de artillería, se organizan bailes y estalla el alborozo popular. Mientras tanto, Jovellanos se va sumergiendo más y más en el aba timiento y en la confusión de espíritu. Al día siguiente, 14 de noviembre de 1797, acude de nuevo a la Parroquia para oir la Santa Misa, que han organizado las fuerzas vivas en impetración de ayudas de lo alto al nuevo Ministro. Es f¿' cil adivinar la sentida plegaria de Jovellanos, que pediría fuerzas para sobreponerse al abatimiento. El Cabildo catedralicio de Gi jón se personó solemne y corporativamente en la casa de Jovella(1) Sobre la intervención directa de Godoy en este nombramiento de Jo vellanos, véase: “Príncipe de la Paz: “Memorias” ; edición y estudio preli minar de Carlos Seco Serrano, en BAE, t. 88. Madrid, 1956, t. I, pág. 191. (2) BAE, t. 86, pág. 9 b (lunes 13 de nov. 1797). (3) Ibidem. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 3 27 nos para desearle felices augurios. Unos días antes una comisión de la Universidad de Oviedo acudió a ofrecerle las insignias del Doctorado en ambos Derechos, que Jovellanos aceptó. Ni los festejos populares, ni los honores de la Universidad ove tense, ni los actos litúrgicos y los cumplidos del Cabildo eclesiás tico logran levantar su ánimo: «Mi ánimo, en el mayor abatimiento y angustia... Paula (su hermano), animándome, me traspasa el corazón. Quién me diera su espíritu y firmeza de carácter!... Hasta las pie dras excitan mis lágrimas» (4). El abatimiento de Jovellanos podría parecer pusilanimidad; pe ro no fue así: la verdadera causa era el claro conocimiento que te nía de la podredumbre de la Corte, de las intrigas y zancadilleo en las altas esferas del poder, que esterilizaban toda acción de gobier no y que, en su propio caso, terminaría por hacerle caer en desgra cia y acaso mancillar su limpia fama de honestidad: «Haré el bien y evitaré el mal que pueda; Dichoso yo si vuelvo inocente!, dichoso si conservo el amor y opinión del público que pude ganar en la vida obscura y privada» (2). «Adiós felicidad, adiós quietud para siempre!... yo, aba tido, voy a entrar a una carrera difícil, turbulenta, peligrosa». Por otro lado, Jovellanos sabía que la reina María Luisa le odia ba cordialmente y no podría soportarle cerca de sí en los despachos regios. Todos estos temores se los confirmará más tarde Cabarrús. Dispuesto al sacrificio, Jovellanos salió de Gijón en dirección a la Corte el 15 de noviembre de 1797. En el Puerto de Guadarrama le esperaba Cabarrús para informarle del estado de la Corte; Jo vellanos resume así en su Diario la impresión de la entrevista: «No pintaré la ternura de nuestra entrevista ni el abati miento que causó en mi ánimo la pintura del estado interior de la Corte» (5). ____ Ceán Bermúdez (gran amigo y confidente de Jovellanos) reco gió la conversación que sostuvo Cabarrús con Jovellanos y que es tuvo a punto de hacer que éste renunciara a su cargo de ministro (4) Ibidem, p. 10 a. (5) Ibidem, p. 11 b. 328 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ para regresar inmediatamente a Asturias, para evitar meterse en el avispero de la Corte y quedar convertido en su víctima. Ceán es cribe: «(Cabarrús), dueño de la confianza de Godoy, le pronos ticó con claridad y firmeza su inevitable ruina (la de Godoy), semejante a la de Don Alvaro de Luna, si no buscaba pron tamente dos sujetos de ciencia, probidad y reputación que le dirigiesen y ayudasen a restablecer el Reino y su opinión, proponiéndole a Jovellanos y a Saavedra. Cómo la Reyna desechó al primero (Jovellanos), de lo que resultó destinarle a Rusia para no verle; ... Cabarrús insistió sobre su prime ra propuesta para ministro de Gracia y Justicia, volviendo a intimidar al Príncipe (de la Paz) con la amenaza de su indis pensable caída; y cómo dispuso éste (Godoy) que el Rey le nombrase: a lo que hubo de condescender la Reyna, aunque contra su voluntad, por no descontentar a Manuel.—Don Gaspar se estremece con esta relación. Determina volverse desde allí a Asturias sin entrar en la Corte. Cabarrús se sor prende con tan extraña resolución. Le expone las fatales consecuencias... Ninguna teme; todo lo desprecia; y el Con de (de Cabarrús) le arrastra la mañana siguiente al Escorial a consumar el sacrificio» (6). De esta referencia de Ceán se deduce que: 1) Cabarrús fue quien urgió a Godoy el nombramiento de Jo vellanos para el Ministerio. 2) Las razones que adujo fueron que Godoy caería en desgra cia como otrora cayó Don Alvaro de Luna, si no incorporaba inme diatamente al Gobierno dos hombres sabios y probos, como podían ser Jovellanos y Saavedra. 3) La Reina María Luisa detestaba a Jovellanos (precisamen te por su honestidad ya que ésta constituía una constante acusa ción a su depravada conducta) y fué la Reina quien dispuso m ar chara de embajador a Rusia para perderle de vista. 4) Ante la insistencia de Cabarrús, Godoy consigue del Rey el Ministerio en favor de Jovellanos, contrariando así la voluntad de la Reina. 5) La reacción de Jovellanos al conocer todas estas circuns tancias fue renunciar al Ministerio y regresar a Asturias, decisión que no consumó, gracias a la actitud firme y persuasiva de Caba rrús. (6) Ceán Bermúdez, J. A .: “Memorias para la vida del Excmo. Sr. D. Gas par Melchor de Jovellanos, y noticias analíticas de sus obras”. Madrid, 1814; págs. 62, 63. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 329 El día 22 (noviembre, 1797) ya estaba Jovellanos incorporado a su Ministerio; tiene conversaciones con Cabarrús y Saavedra, de las que saca la misma conclusión: «todo amenaza una ruina pró xima que nos envuelve a todos; crece mi confusión y aflicción de espíritu» (7). Cada momento que pasa le permite ir palpando el estado de co rrupción moral y de bancarrota económica, que él precisamente ha de remediar. Ese mismo día 22 de noviembre (1797) el Príncipe de la Paz le invita a comer a su casa; será el primer encuentro directo con la corrupción moral, encarnada en el propio jefe de Gobierno, Godoy, quien, a pesar de estar recién casado con la Condesa de Chinchón, sienta también a su lado a su amante Pepita Tudó. Jovellanos lo narra así: «... El Príncipe de la Paz nos llama a comer a su casa; vamos mal vestidos. A su lado derecho, la princesa; al iz quierdo, en el costado, la Pepita Tudó... Este espectáculo acabó mi desconcierto; mi alma no puede sufrirlo; ni co mí, ni hablé, ni pude sosegar mi espíritu; huí de allí; en ca sa toda la tarde, inquieto y abatido, queriendo hacer algo y perdiendo el tiempo y la cabeza. ...Por la noche, a la Secre taría de Estado con Cabarrús; luego S(aavedra); conversa ción acalorada sobre mi repugnancia; no hay remedio; el sacrificio es forzoso; más aún sobre la remoción del objeto de ira y persecución..., nada basta... A casa en el colmo del abatimiento. La presentación a los Reyes será mañana a las 11» (7). ¿A qué persecución se refiere Jovellanos en este párrafo del Dia rio citado?—Nos lo dice José Caso González: (8) «Era la que le hacía la Inquisición y el partido clerical...; la materia objeto de la persecución se llama desamortización (defen dida por Jovellanos en su Informe sobre la Ley Agraria); y el per seguidor tenía el nombre de Santo Oficio». «El sacrificio es forzoso», dice también Jovellanos en el párra fo citado de su Diario, escrito en clave. ¿A qué sacrificio alude? Parece que tanto Godoy como Cabarrús, respaldados por el Rey, encomendaron a los dos nuevos ministros (Jovellanos y Saavedra) que iniciaran la desamortización y la reforma de la Inquisición, lo que equivalía a malquistarse con el clero y el Santo Tribunal, que (7) BAE, t. 86, pág. 11, b. (8) Caso González: Jovellanos y la Inquisición”. Archivum, VII, pág. 257. 330 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ va sentían contra Jovellanos una profunda animadversión como consecuencia de sus tesis desamortizadoras en el Informe sobre la Ley Agraria. Que ésa era la tarea que les asignaban el Rey, Godoy y Cabarrús queda bien patente en el hecho de que inmediata mente pusieron manos a la obra. En efecto, ahí están: a) El Expe diente para desamortizar los bienes de hospitales, hospicios, pa tronatos y Capellanías, b) El Informe sobre la Inquisición (causa directa de la caída de Jovellanos, según Ceán, aunque no fue la única ni acaso la más importante). «Jovellanos hablaba de sacrificio, y bien sabía él que lo era te ner que enfrentarse con los dos problemas citados. Nada autoriza a suponer que haya sido el partido inquisitorial, y por estas razo nes, el que intentó su eliminación por medio del veneno. Pero sí fue el causante de la caída, acusando al Ministro de hereje, ateo y enemigo declarado de la Inquisición. Y la Inquisición buscaría un buen sustituto, el infame Caballero, que por medios que no tienen calificación posible, acabaría sepultándole dos años y medio más tarde en Valldemosa y después en Bellver. Caballero, el católico Caballero... fue el instrumento de la Inquisición» (9). Causa estupor y hasta ternura este abatimiento del honrado Jo vellanos, que desde que conoció su destino a la embajada ante los zares y su posterior nombramiento de Ministro, llora lágrimas físi cas y vive sumido en una depresión anímica enloquecedora, ma gistralmente reflejada en su Diario íntimo, que él creyó nadie ha bría de leer. No le asustaban el trabajo ni la responsabilidad de los que siempre fue campeón; le asustaba verse perseguido por aque lla caduca Inquisición que le calificaba de impío y enemigo de la Iglesia sólo porque en su Informe sobre la Ley Agraria defendía la desamortización v la supresión de privilegios; le asustaba saber aue, precisamente él, debería acometer en su Ministerio la tarea de llevar a cabo la desamortización y, aún más, planificar la refor ma de la Inquisición, que era su más implacable perseguidora. Le asustaba el temor a mancillarse entre tanta corrupción; le horro rizaba verse metido en el engranaje de una administración aue cho rreaba purulencia; se sentía acorralado por el vicio de la Corte v de su lacayo Godoy; se sentía convertido en chivo expiatorio de los pecados de una Monarquía putrefacta en acelerada descompo sición. Como el blanco armiño, que prefiere dejarse capturar v aun m atar por el cazador antes que mancillar su inmaculada piel, así (9) Caso González: “Jovellanos y la Inquisición”. Archivum, VII, págs. 257, 258, 259. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 331 Jovellanos se ve envuelto y acorralado por el vicio, la injusticia, la depravación, el zancadilleo de una Corte y de una Administración pública sin conciencia y sin honor; se siente incapaz de salir ya de aquel acoso y se resigna al sacrificio. Este, en efecto, será su fin: el destierro y la larga prisión; pero le cupo el honor de no manci llar su conciencia. su b r e v e m in is t e r io REALIZACIONES. (13 n o v . —1797 a 15 a g o s to 1798). Todas sus gestiones al frente del Ministerio de Gracia y Justicia se relacionan de algún modo con el mundo eclesiástico. Destaca remos aquí las principales: A.—JESUITAS: a) Creó una Superintendencia General de Tem poralidades de España, Indias e Islas Filipinas, y una Dirección General, con el objeto de que se pusiese orden, economía y activi dad en la administración de los bienes de la extinguida Compañía de Jesús (17 de diciembre, 1797). b) Redactó una Real Orden (apro bada por Carlos IV el 11 de marzo de 1798) por la que se permitía a los jesuítas expulsados y extinguidos regresar a España y a asen tar su residencia donde quisieran, excepto en la Corte y Reales Si tios, pero sin form ar comunidad.—Este gesto de Jovellanos en pro de los jesuítas expulsos dice mucho en su favor, ya que, enfrentán dose a un ambiente hostil hacia la Compañía, dio muestras de su honradez y personalidad al intentar atenuar los efectos de aquella locura colectiva que los expulsó. B.—DESAMORTIZACION: En colaboración con el nuevo Mi nistro de Hacienda (Francisco Saavedra) intervino en varios de cretos desamortizadores.—Para comprender esta actuación de Jo vellanos es preciso señalar los antecedentes: la Hacienda españo la estaba esquilmada, con unos 800 millones de reales de déficit, a causa de los cuantiosos gastos provocados por la guerra y la abu siva creación de los vales reales. Para enjugar ese importante dé ficit, Saavedra: remozó la Caja de Amortización, distribuyó títulos denobleza a 40.000 reales, vendió bienes inmuebles de la Corona (exceptuando los Reales Sitios), envió a América fragatas ligeras para que trajeran de allí todo el oro posible »promovió la venta de bienes pertenecientes a hospitales, hermandades, patronatos y obras pías, imponiendo su producto al 3 por 100 en la renta de tabacos. 332 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ Dentro de esta línea de aliviar el exhausto Erario Público, y en colaboración con el Ministerio de Hacienda, cabe subrayar la in tervención de Jovellanos en el campo de su competencia: juzgar y dar un informe sobre la legitimidad de la venta de bienes de patro nato y obras pías.—Conservamos la minuta del Oficio y la carta particular que le acompañaba, enviadas por Jovellanos al Ministro Saavedra, contestando a la «Consulta» de la Junta formada por R.O., para examinar los proyectos de venta de establecimientos piadosos. He aquí un esquema del dictamen de Jovellanos, contestando a la Consulta formulada por la Junta creada por el Ministerio de Hacienda: (10) 1.—Facultades de S.M. el Rey para proceder a la venta de bienes de establecimientos piadosos: a) El Rey goza de la suprema potes tad económica en esta materia, b) En virtud de ella, puede S.M. regular la propiedad de todos los establecimientos piadosos y aun eclesiásticos, porque todo derecho de poseer tiene su origen y apo yo en la potestad civil y de ella deriva también toda propiedad eclesiástica, c) Por tanto, S.M. puede moderar este derecho y re gularlo en cualquier tiempo y caso, según lo exigiere el bien gene ral de la sociedad, d) Esta potestad es más evidente respecto de aquellos establecimientos que, aunque piadosos, tienen el princi pal carácter de políticos y más claras relaciones con el Estado que con la Iglesia, e) La autoridad que los estableció y sostiene puede regular también su propiedad, máxime cuando, por lo común, es emanada de la liberalidad de los reyes o de la de los ciudadanos, f) Aunque es cierto que antiguamente los obispos cuidaban de los hospitales y de los pobres, ello ocurría así porque entonces se ha cía con fondos eclesiásticos. Hoy, sin embargo, esos fondos se nu tren de la caridad general y están, por ello, regulados por la auto ridad civil. Los obispos han conservado alguna sombra de su an tiguo derecho, pero reducido solamente a vigilar sobre el cumpli miento de los fines de su institución; en todo lo demás correspon de decidir a los magistrados civiles. Si en la práctica no se ha pro cedido así, se debe a la indolencia de los jueces reales o a la confu sión de los principios que fijan los verdaderos límites de la auto ridad eclesiástica, tan embrollados en los canonistas vulgares. En suma: los Tribunales civiles de España deben conocer de todos los negocios pertenecientes a hospitales, hospicios, patrona tos, cofradías, capellanías laicales y demás objetos piadosos, que, (10) BAE, t. 86, págs. 12 y 13. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 333 por serlo, no salen de la jurisdicción ordinaria y menos de la auto ridad real ,a quien toca el cuidado de ellos. No se trata ahora de arrancales su propiedad y menos de aban donar los fines de su institución; sino sólo de cambiar la condición de los bienes que la integran, de inmobiliarios en mobiliarios. Pa ra ello deben estimarse en todo su justo valor, e imponer el capi tal que se obtenga de esa transformación sobre la renta del tabaco, con lo que las entidades saldrían beneficiadas con un rendimiento del 3 por 100, que represeta un producto bastante mayor del que venían antes obteniendo. La venta de estas propiedades, para que pasen a manos útiles y activas, influirá de modo decisivo en el precio general de la pro piedad y en el fomento de la agricultura. Las fincas que por este medio se vendieren no deben caer en manos muertas, ni quedar sujetas a mayorazgos o vinculación, ni a otra especie de gravamen perpetuo, pues de lo contrario, volve rían a amortizarse. 2.—Conveniencias, para el Erario, de encargar la ejecución de la venta de dichos bienes a la Junta Provincial y Municipal: Son evidentes las ventajas, siempre que en la venta intervengan pocas manos y que éstas sean fieles.—Jovellanos cree conveniente encar gar la ejecución de las ventas a las Juntas Municipales y Provincia les creadas para la venta y administración de las temporalidades ocupadas a los jesuítas expulsados del reino. En la carta que Jovellanos adjunta a la minuta (que acabamos de extractar), dirigida a su amigo el Ministro de Hacienda, vuelve a repetir las mismas ideas y pone bien de manifiesto su espíritu regalista: «V.m. pensará como yo, que ya estamos muy a las apuradas pa ra proceder con timidez en estas materias, y, por consiguiente, que no debe detenerle la duda que se opone, en la autoridad real, acer ca de estas materias. No se trata de despojar a estos establecimien tos de su propiedad; se trata sólo de regularla y hacerla compati ble con el mayor bien del Estado. Vendido e impuesto su capital a rédito, su renta crecerá, pues que ninguna propiedad territorial rinde entre nosotros el 3 por 100 que les dará el Estado. Se ahorran el cuidado y los gastos de administración; evitarán los riesgos de malversaciones, que son tan ordinarias en ellas, y entonces esta propiedad desamortizada pasará a manos libres e industriosas que la hagan producir el doble o más de lo que produce. Trátase, pues, de combinar su bien particular con el del público; ¿y se podrá du dar de la autoridad soberana? 334 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ Otro diría (a) Vm. que se ocurriese por una Bula; pero ya es tiempo de pasar sin ellas. ¿Y por qué sería mayor la autoridad del Papa que la del rey? ¿Y por qué no podrá éste hacer lo que aquél pudiera dispensar? Adviértase que no se trata por ahora de bienes eclesiásticos, sino laicales, pues no son de otra naturaleza los de los hospitales, hospicios »cofradías, patronatos »memorias y cape llanías laicales. Los obispos conservarán en ellos el derecho de vi sitarlos, esto es, aquella única jurisdicción paternal y momentá nea, que les compete para velar sobre el cumplimiento de sus car gas piadosas.—Estas quedarán, sin duda, más bien aseguradas: 1.°, porque ninguno sacará de sus fincas el 3 por 100 libre, que se les dará sobre la renta del tabaco; 2.°, porque evitarán el gasto de administración y el riesgo de descuido, abandono y malversaciones que va siempre unido a ellas» (11). El texto y el contexto de cuanto acabamos de transcribir nos muestra el pensamiento regalista de Jovellanos; siempre se man tendrá en esta línea de «dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». La convicción con que defiende y razona su postura, tanto en los párrafos antes citados, como en su Informe sobre la Ley Agraria, es fruto de una profunda reflexión y de la fidelidad a sus propios principios. Su sentido regalista no significa merma alguna de sus sentimientos de católico convencido y prac ticante; así lo demuestra en su carta del 14 de febrero de 1798, di rigida al Ayuntamiento de Gijón, en la que le comunica que había obtenido del Colector General de expolios y vacantes, que se des tinasen para la construcción de una nueva Parroquia en la Villa de Gijón, 100.000 reales de vellón, que había prestado al Sr. Obispo de Oviedo para remediar la falta de pan en el Principado asturiano, y que no habían sido empleados por haber cesado la calamidad del hambre (12). C.—INQUISICION: Jovellanos redactó una «REPRESENTA CION A CARLOS IV DE LO QUE ERA EL TRIBUNAL DEL SAN TO OFICIO». Esta Representación o Informe dirigido al Rey sobre el modo de actuar del Tribunal inquisitorial le traerá a Jovellanos gravísi mas consecuencias, la primera de ellas fue su cese como Ministro. Veamos el proceso: (11) Ibidem, págs. 13 y 14. (12) Ibidem, págs. 208 y 209. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 335 El hecho que sirivió de inicio a este complicado asunto fue una denuncia del Deán de Granada contra los abusos de la Inquisi ción (13). Con fecha de 2 de diciembre de 1797, el Deán de la Ca tedral de Granada (D. Francisco Pérez de Quiñones) envió una Re presentación al Ministro Jovellanos; era una denuncia contra la Inquisición que, atropellando la jurisdicción del arzobispo grana dino, había ordenado cerrar y tabicar un confesonario del Monas terio de Religiosas de Santa Paula, de la ciudad de Granada, sujeto a la autoridad del arzobispo; el Deán mandó abrirlo de nuevo. En dicha Representación, el Deán solicitaba que el Rey apoyase su actuación (de volver a abrir el confesonario) para salvaguardar así la autoridad episcopal frente a la intrusión del Santo Oficio. «El Ministro Jovellanos dio cuenta al Soberano de lo contenido en la Representación; y enterado S. M. de todo y de los principios y máximas sobre que obraba la Inquisición y de los libros por donde se dirigía contra la jurisdicción de los Obispos y contra la soberanía de los reyes, mandó que se remitiese al Reverendo Obis po de Osma, don Antonio Tavira, una copia de la citada Repre sentación y otra del testimonio con que la había acompañado el Deán, para que, examinando una y otro, y enterado de que, desean do S. M. conservar ilesos los derechos del Trono y del Episcopado, no consentiría los usurpase ni menoscabase el Tribunal de la In quisición, propusiese la providencia que en aquel caso estimase conveniente. Lo que así se ejecutó por una R. O. firmada por Jo vellanos en Aranjuez a 15 de febrero de 1798» (14). Jovellanos, en un gesto de nobleza y buscando opiniones diver sas y claridad en el asunto, lo envió (además de al obispo de Osma) al arzobispo de Burgos e Inquisidor General (Don Ramón José Arce) y a los obispos de Huesca, Túy, Plasencia y Avila, y al limos nero del Rey don José Espiga, rogándoles propusieran «todo lo que creyeran adecuado para terminar con los abusos que se co(13) La versión directa del hecho nos la da Ceán Bermúdez, aunque por temor del sobrino de Jovellanos (Baltasar Cienfuegos), no pudo publicarlo en su obra editada en 1814, sino que, copiado por el hijo de Ceán, lo dio a cono cer muy posteriormente Somoza como “Apéndice a las Memorias para la vida del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovella'nos, de lo que dejó de publicar se por Don Juan Agustín Ceán Bermúdez”. Cfr. en Julio Somoza: “Jovellanos, nuevos datos para su biografía”. Biblioteca de la Propaganda Literaria de La Habana. Habana-Madrid, 1885, págs. 38 y 39. (14) Julio Somoza: “Jovellanos, nuevos datos para su biografía”. Biblio teca de la Propaganda Literaria de La Habana. Habana-Madrid, 1885, págs. 38 y 39. 336 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ metían en el Santo Oficio, y a extirpar los falsos principios de las obras de las que el Tribunal se servía para apoyar todas esas me didas». Excepto el arzobispo de Burgos (que, como era previsible, in formó a favor de la Inquisición), todos los demás prelados se pro nunciaron a favor del Deán granadino; el Informe más explícito fue el de Tavira (obispo de Osma), quien hizo una completa rela ción de las usurpaciones-' de poder que la Inquisición había hecho a los obispos. El Informe de Tavira (15) sirvió de fuente principal de inspira ción a Jovellanos para redactar su Representación al Rey sobre lo que era y cómo actuaba el Tribunal del Santo Oficio. Las ideas principales desarrolladas por Tavira en su Informe eran: a) Detalle pormenorizado de lo sucedido en Granada. b) Alaba la actitud y celo del Deán al atacar a fondo los ex cesos de la Inquisición, invasora de la jurisdicción de los obispos. c) Declara abiertamente que el Tribunal Inquisitorial carecía de jurisdicción para escoger confesores o juzgar sobre su califica ción, lo cual constituye materia reservada a los obispos, así como la potestad de intervenir en los casos de profanación escandalosa del Sacramento de la Penitencia. d) Critica el olvido de la moral evangélica y de las saludables máximas de los Concilios y de los Santos Padres (que constituyen la verdadera tradición de la Iglesia), debido en buena parte a la praxis de la Curia Romana y de la Inquisición. e) Culpa a la Inquisición de haber inducido a los fieles a la delación e incluso a utilizar los secretos de confesión con fines dudosos, apartando de ese modo al Sacramento de la Penitencia de su verdadera finalidad; de donde se infiere que la Inquisición no sólo no ayuda a la Religión y a la Iglesia, sino que les ha irro gado un grave daño. f) De todo ello, Tavira apunta la necesidad de delimitar el po der inquisitorial para lo cual puntualiza cuáles eran sus princi pales abusos: 1) Calificar la doctrina de la Iglesia, dando lugar a inicuos pro cesos, como los de Fray Hernando de Talavera y Bartolomé Ca rranza. 2) La práctica viciosa del Tribunal de presentar a los obis pos los edictos de prohibición de libros sólo horas antes de su pu(15) “Informe sobre agravio a la jurisdicción ordinaria de Granada por el Tribunal de la Inquisición”, 2 de marzo de 1798. Biblioteca Nacional. Ma drid: Manuscritos 20.618, fol. 182-217. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 337 blicación. 3) Abuso que atenta tanto a la autoridad episcopal co mo a la del Rey, cual es el de rebasar deliberadamente las com petencias del Tribunal, que habían quedado bien delimitadas por la Real Cédula de 6 de febrero de 1770 y que se referían exclusi vamente a los delitos de apostasía y herejía. Esta extralimitación de facultades es una flagrante corruptela de desobediencia, orgu llo y mala fe, opuesta a la verdadera tradición de la Iglesia, y capaz de fomentar los progresos de la incredulidad, de subvertir el or den social «sometiendo la soberana autoridad a otra potestad en la tierra». En el contexto de este Informe del obispo Tavira late un deseo de suprimir el Santo Oficio. Pero, mientras tanto, propone algunas medidas y reformas urgentes: a) desaprobar la conducta de la In quisición de Granada y dar la razón al Deán; b) la facultad de pro hibir libros debe pasar a otras manos; c) las causas del Santo Ofi cio deben someterse al procedimiento común, de modo que los acusados puedan defenderse eliminando así la sensación de mis terio y arbitrariedad que envuelve a los procesos inquisitoriales; d) en todos los casos ha de quedar patente la facultad de recurrir al Rey en última instancia; e) debe quedar abolida la tortura, na da acorde con la mansedumbre sacerdotal. «El Rey no pudo oir con indiferencia lo que informaba y pro ponía el sabio obispo de Osma, a quien respetaba mucho por su doctrina y predicación, que tantas veces había oído siendo prín cipe (Tavira había sido predicador del aula regia); y deseoso de poner en ejecución su dictamen, encargó a Jovellanos tomase las medidas conducentes al efecto, y que le hiciese una sencilla expo sición de lo que era el Tribunal del Santo Oficio, para que, con un completo conocimiento, pudiese resolver lo más conveniente y acer tado en el asunto. El ingenuo Ministro (Jovellanos), abrasado del celo de la justicia, del orden y del bien de la humanidad, sin temor a los malsines que rodeaban al imbécil monarca, ni la conjuración que se levantaría contra él, reunió antecedentes, practicó activas y secretas diligencias, y con el resultado de ellos y de ellas, formó y leyó a S. M. el manifiesto siguiente»... (16). (16) Julio Somoza: “Jovellanos, nuevos datos para su biografía”. Apéndice a las Memorias para la vida del Excmo. Sr. Don Gaspar Melchor de Jo vellanos, de lo que dejó de explicarse por Don J. A. Ceán Bermúdez”, págs. 38 y 39. 338 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ La Representación que Jovellanos elaboró para informar a Car los IV se inspiró y casi se calcó en el Informe del obispo Tavira (17). Esta REPRESENTACION A CARLOS IV SOBRE LO QUE ERA EL TRIBUNAL DE LA INQUISICION (18) es un modelo de clari dad expositiva, de contundencia argumental, de penetración psi cológica, de previsión histórica sobre el futuro de la Iglesia y, so bre todo, de acendrado catolicismo y honda religiosidad. Parece incomprensible que dicha Representación fuera la es poleta que hiciera desencadenar una serie de conjuras persecuto rias contra Jovellanos, que le acarrearán la destitución y la cárcel. Más incomprensible parece aún que, incluso en nuestros días, au tores como Yaben Yaben haya escrito: «Jamás en su vida pública cometió Jovellanos tan feo pecado como al presentar al Rey esta exposición. Las tendencias cismáticas de este proyecto son claras y notorias» (19). Estas palabras no pueden ser sino fruto de una ignorancia de las dramáticas circunstancias por las que atravesa ba el Pontificado en los días finales de Pío VI, a causa de la per fidia francesa puesta en evidencia por Napoleón, el Directorio y sus Consejeros. Dadas las transcendentales consecuencias que esta «REPRESEN TACION A CARLOS IV» trajo para Jovellanos, haremos aquí un amplio resumen: a) Delimitación jurisdiccional del Tribunal de la Inquisición: Su jurisdicción no es privativa ni exclusiva, sino acumulativa (con la de los obispos).—No es propia, sino delegada.—No es absoluta, sino limitada tanto en su ejercicio (pues debe ejercerse juntamente con la del Ordinario), como en su objeto (ya que ha de reducirse exclusivamente a las causas tocantes a la fe (herejía y apostasía). b) La jurisdicción otorgada a la Inquisición, en la materia de la disputa, compete también a los obispos, que la tienen por dere cho original y propio. No puede alegarse que esta jurisdicción episcopal fue revocada (como defiende la Inquisición), ya que si fue revocada, no se publicó y no consta en ninguna parte. Además, Benedicto XIV preservó los derechos episcopales. (17) Sin embargo, Modesto Lafuente afirma que Jovellanos se inspiró en el frustrado pla'n de reforma de la Inquisición elaborado por J. A. Llórente, siguiendo órdenes del Inquisidor Gral. Manuel Abad y Lasierra, ex-obispo de Astorga, recluido en Sopetrán por esa causa. Cfr. Modesto Lafuente: “Histo ria General de España”. Barcelona, 1879, t. IV, pág. 334. (18) BAE, t. 87, págs. 333, 334. (19) Yaben Yaben: “juicio crítico de las doctrinas de Jovellanos en lo referente a las ciencias morales y políticas”. Madrid, 1913, págs. 77. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 339 c) La Inquisición nunca pudo proceder por sí sola a la publi cación de tales edictos: 1.° Porque no tiene jurisdicción para dis poner o declarar, sino sólo para castigar y corregir; puede castigar a los herejes, pero no puede declarar las herejías. 2.° Porque si no puede juzgar sin la concurrencia del obispo, mucho menos podrá mandar y disponer sin ella. 3.° porque en el caso presente (de Granada) no se trata de ningún delito contra la fe. 4.° Porque la «solicitación» en Confesión sólo se da cuando hay incitación a la lujuria; y la lujuria no le convierte a uno en sospechoso de here jía (20). 5.° Porque el fuero de la Inquisición es sólo personal y no real ni local, por tanto, su actuación o providencias no deben recaer sobre cosas ni lugares, sino sólo sobre personas (21). d) Explicación histórica de la Inquisición.—La Inquisición fue fundada a fines del siglo XV, coetánea a la expulsión de los judíos. Su objeto fue proceder contra los judíos que, habiendo abjurado del judaismo en público, lo seguían profesando en secreto, de ahí el misterio de sus procedimientos. De aquí la infamia que cubrió a los descendientes de estos conversos, reputados por infames en la opinión pública. Las leyes la confirmaron, aprobando los estatu tos de limpieza de sangre, que separó a tantos inocentes no sólo de los empleos de honor y de confianza, sino incluso de entrar en las iglesias, colegios, conventos y hasta en las cofradías y gremios de artesanos. De aquí deriva la perpetuación del odio, no sólo contra la Inquisición, sino contra la misma Religión. e) Hoy, en nuestros días, ya no hay problemas de herejías ni de judaismo; por tanto, la continuidad de la Inquisición no está justificada. f) El problema actual y que hay que atacar es el de la impie dad, propagada en las gacetas, los diarios, los libros y folletos ex tranjeros; pero contra este mal de la impiedad poco o nada pue de hacer la Inquisición: (22). l.° porque sus individuos son igno rantes, incapaces de juzgar por sí mismos, sin la colaboración de (20) Parece que la causa que movió a la Inquisición de Gra'nada a clau surar el confesonario fue un delito llamado SOLICITACION, que es el que comete un confesor cuando, con motivo de la confesión (dentro o fuera del confesonario, pero siempre relacionado con la Confesión) i’n cita de palabra o de obra a su penitente hacia la lujuria. Para más información sobre la “soli citación”, puede verse el Código de Derecho Canónigo, de la BAC, en los co mentarios a los cánones 904 y 2.368. (21) Recuérdese que la Inquisición mandó tabicar el confesonario. (22) Es, pues, una clara sugerencia en pro de la supresión del Santo Tri bunal. 340 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ los calificadores. 2.° porque también son ignorantes los calificado res, ya que, al no estar pagados, los empleos recaen en frailes que lo aceptan sólo para lograr el platillo y la exención de coro; igno ran las lenguas extranjeras; sólo saben un poco de Teología esco lástica y de Moral casuística. 3.° todo esto hace que sean necesaria mente lentos y vacilantes unos juicios que exigen resolución y ce leridad. 4.° sólo la jurisdicción de los obispos puede poner freno a la impiedad porque es más natural, más autorizada, más grata y respetable al pueblo y más llena de humanidad y mansedumbre, como emanada del poder que les ha dado el Espíritu Santo. 5.° Los obispos, ayudados de sus Vicarios Generales, de sus Cabildos y de sus Párrocos, pueden extender su vigilancia hasta los últimos rincones de sus diócesis, perseguir la impiedad en sus propias guaridas y aplicar los remedios con más rapidez y eficacia. 6.° La sustitución de la Inquisición por la jurisdicción episcopal es aún más necesaria en cuanto a la prohibición de libros, porque requie re providencias más rápidas al objeto de que no se difunda el mal; y los métodos de la Inquisición son lentos. g) El peligro de cisma que hoy se cierne sobre la Iglesia cla ma por la reintegración de los obispos en sus derechos perdidos y su jurisdicción usurpada. En efecto: a la muerte del Santo Padre Pío VI puede ocurrir un cisma; si esto sucediera, el rebaño de cada nación tendrá que acogerse y reunirse bajo sus pastores los obispos, que son los que por derecho divino deberán apacentar a su grey. h) Aun en el caso en que no se produjere un cisma en la Igle sia, subsistirá la necesidad de que los obispos recuperen sus dere chos y jurisdicción usurpados, pues los Papas ya no tendrán do minios temporales, y, sin embargo, pugnarán por conservar sus cardenales, su curia, sus congregaciones, su autoridad, sus bulas, sus dispensas e incluso tratarán de extender sus facultades para sacar más lucro de ellas, porque todo eso es natural a la flaqueza humana. i) Solución que propone Jovellanos ante la posibilidad de un cisma y la inminente supresión del poder temporal de los Papas: 1.° Devolver a los obispos el ejercicio de las funciones esenciales de la primacía de la Iglesia. 2.° Reintegrar en su autoridad a los obispos. 3.° Someter a los frailes a la jurisdicción episcopal, inclu so a los frailes exentos. 4.° En una palabra: no buscar fuera nada de lo que, según la religión de Jesucristo, los cánones reconocidos por la Iglesia y la antigua y venerable disciplina, se puede hallar dentro, esto es: en los obispos y pastores depositarios de la fe, y JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 341 en V. M. que es el protector nato de la Iglesia, defensor de los cá nones y padre y consuelo de sus pueblos». j) Jovellanos concluye así su Representación: «Por tanto, re duciendo mi dictamen, propondré a V. M. el plan de diferentes decretos, para que, viéndolos, examinándolos y meditándolos, elija el que fuere más conforme a sus reales y piadosas intenciones». CONSIDERACIONES EN TORNO A LA REPRESENTACION DE JOVELLANOS A CARLOS IV. A.—Sobre la Inquisición y la jurisdicción episcopal. a) Jovellanos delimita con precisión el ámbito jurisdiccional de la Inquisición, b) El arzobispo de Granada tenía plena compe tencia en el asunto de autos, c) La intervención de la Inquisición en la clausura del confesonario de Granada fue una usurpación de funciones, d) La Inquisición tuvo su razón de ser sólo en el caso de los judaizantes y en peligro de herejías, e) Hoy, al no existir herejías, sino impiedad, la Inquisición ha perdido su razón de ser. f) Para combatir la impiedad vigente, la Inquisición carece de ca pacidad y de eficacia; sólo los obispos pueden ponerle freno, y, en consecuencia, a ellos compete la plenitud jurisdiccional. Esta es mucho más necesaria en el caso de la prohibición de libros, g) Es necesario que desaparezca la Inquisición y se devuelvan a los obis pos todos los derechos y funciones que les han sido usurpados y que les corresponden por derecho divino; y esto, ahora más que nunca, por dos razones: por el peligro de cisma que amenaza a la Iglesia a la muerte de Pío VI, y porque la pérdida del poder tem poral de los Papas es inminente, h) Hay que despojar a la Iglesia de malsanas adherencias y devolverle su integridad inicial, hacien do a los obispos los únicos depositarios de la fe, sometiendo a los frailes, incluso a los exentos, a la jurisdicción episcopal y teniendo como norma el Evangelio, los cánones reconocidos por la Iglesia y la antigua y venerable disciplina. B.—Sobre el peligro de Cisma en la Iglesia. Alguien ha acusado a Jovellanos de tener intenciones cismáti cas, basándose en estas palabras de su Representación a Carlos IV: «A la muerte del Santo Padre (Pío VI) un horrendo cisma amena 342 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ zará a la Iglesia». Pensar esto de Jovellanos es simplemente una necedad, es no conocerlo ni siquiera superficialmente. Jovellanos fue siempre un hijo cordialísimo de la Iglesia. Lo que Jovellanos intentaba era alertar al Rey y al Estado español contra un cisma que entonces parecía inevitable, ya que a la muerte inminente de Pío VI y bajo las presiones de la impía Francia revolucionaria, po día preverse que se convocaran dos o tres o más cónclaves (pues los Cardenales habían sido encarcelados o desterrados o embarca dos con rumbos distintos) y se eligieran dos o más Papas. Para convencerse de la realidad de este peligro de Cisma basta consul tar la Historia (23). José Caso González es, sin duda, uno de los que mejor conocen la vida y obras de Jovellanos; sus criterios, por bien maduros e informados, nos dan mucha luz en la materia; de él es este pá rrafo: «¿Qué hubiera ocurrido si la reunión del Cónclave no hubiera sido canónica?. Y las posibilidades de que Francia hiciera cuanto estuviera en su mano eran infinitas. No contó con Austria, y la di vina Providencia se sirvió de ésta para echar por tierra los proyec tos del Directorio y de Napoleón; pero que sepamos, a Jovellanos no se le había concedido espíritu profètico. Incluso podría haber ocurrido algo peor: que, dispersos los Cardenales, se celebraran varios cónclaves v salieran elegidos dos o más Papas. ¿Qué duda puede caber de que el Rey tenía que prever estas contingencias para evitar desastres mayores?. Pero Jovellanos era, además, el hombre de más clara visión hacia el futuro que entonces existía en España. Dado que todo ocurriera normalmente en la elección del sucesor de Pío VI, había indicios claros de que el poder temporal de los Papas tocaba a su fin. No ocurriría entonces ciertamente, pero no pasaría tanto tiempo antes de que fuera realidad. Y al terminar ese poder temporal, todo exigía una revisión a fondo. No niega Jovellanos el primado del obispo de Roma; muy al contrario, lo afirma taxativamente. Pero ese primado iba a ser meramente espiritual, y por ello, desde el punto de vista político se necesitaba prever las consecuencias que de tal hecho iban a derivarse. Hablar de Cisma en quien acata y reverencia la autoridad espiritual es pu ro disparate. Pudiera ser... que Jovellanos anduviera descaminado (23) Véase, por ejemplo: BAC: “Historia de la Iglesia Católica”, tomo IV, págs. 388, 389, 390; 422 y ss. Cfr. también: el magnífico estudio de José Caso González: “Notas sobre la prisión de Jovellanos en 1801”, Archivum, XII, 1962, págs. 217-237. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 343 al pensar en la antigua disciplina, como modelo a aplicar en las nuevas circunstancias; sin embargo, era natural que si la Revo lución acababa con una situación generalizada a partir del siglo IX, fuera el estado anterior a ella el que tuviera presente, como pri mera y urgente medida. El nuevo orden de cosas no se establece ría de la noche a la mañana. Mientras tanto, ¿iba a suspenderse la vida religiosa de toda una nación? ¿Había otra forma de asegurar su funcionamiento que, en vez de establecer novedades, volver a una disciplina que había regido ya en la Iglesia durante bastante tiempo?. Creo honradamente que, en vez de ser un pecado, la ex posición de Jovellanos fue lo más sensato que entonces se pensó, y por mejor decir, lo único sensato, en teoría, que era practicable sin producir peligrosas revoluciones religiosas. En todo caso, la política exigía la retención dentro de España de la mayor cantidad posible de dinero» (24). Providencialmente, no se produjo el Cisma que temía Jovella nos, pero esto no es óbice a que fuera verosímil y muy probable, como piensan los expertos en Historia de la Iglesia (25). En cuanto a la pérdida del poder temporal de los Papas que pronosticó Jo vellanos, hay que reconocer que tuvo una clara visión profètica, pues, en efecto, en 1809 Napoleón se apoderó de los Estados Pon tificios, aunque en 1814, derrotado el corso, volvieron a recuperar se; pero no pasarían muchos años (en 1870) para que definitivamen te el Papa perdiera el poder temporal. No cabe duda de que Jove llanos fue el español que mejor previo el futuro de la Iglesia; co mo católico convencido, quiso poner su intuición histórica del fu turo al servicio de la Iglesia española por medio de su Represen tación a Carlos IV. ¡Lástima que su catolicismo y españolismo sin tacha fueran aviesa y torcidamente interpretados para acarrearle su ruina!. (24) José Caso González: “La prisión de Jovellanos en 1801’*. Archivlim, XII, 1962, págs. 230 y 231. (25) Cfr.: BAC: “Historia de la Iglesia Católica”, tomo IV, págs. 288, 389, 390. 422 y ss. Cfr. también: J. M arx: “Compehdio de Historia de la Igle sia ”. Barcelona, 1941, págs. 645, 646, 649. 344 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ C.—Acusaciones jamenizantes contra Jovellanos. La Representación de Jovellanos a Carlos IV dio pretexto a la Inquisición y a los clérigos reaccionarios, que desde hacía tiempo buscaban la pérdición del autor del «Informe sobre la Ley Agraria», para renovar e intensificar sus ataques. Es absurdo afirmar aue Jovellanos fuera jansenista; en otra ocasión trataremos de demostrarlo. Es cierto que Jovellanos, y precisamente por ser auténtico católico, simpatizaba con un mo vimiento al que llamaban inadecuadamente «iansenista», que pro pugnaba una mayor autenticidad en los eclesiásticos v sobre todo en la Curia Romana, reclamaba una recuperación de los derechos episcopales usurpados por la Inquisición o escandalosamente re cortados por la Curia Romana, que obtenía con ello pingües in gresos a título de dispensas y nombramientos. Este presunto pseudojansenismo no afectaba en nada ni a los dogmas ni a las verda des teológicas, sino simplemente a cuestiones disciplinarias o mo rales discutibles. El hecho de que Jovellanos en su Representación a Carlos IV defendiese que los obispos debían ser considerados los auténticos huardianes del depósito de la fe (y no la Inquisición), que los re ligiosos (incluso los exentos) debieran estar sometidos a los obis pos, que criticara los abusos de la Curia Romana siempre ávida de lucro... fue aprovechado por el bloque inquisitorial e integrista para declarar una guerra sorda y llena de oscuras maquinacio nes contra el Ministro Jovellanos. Se le acusó de «enemigo de la Religión Católica, Apostólica Ro mana; de demócra+a (considerado entonces como verdadera he rejía); ansia de pasar por ingenio privilegiado, aunque de escasas luces; deseoso de mejorar de fortuna, despojando a la Iglesia; enemigo del Rey y de la nobleza; francmasón; provocador de la eversión y de la anarquía» (26). Tales acusaciones no han de sor prendernos cuando están inspiradas por el odio y la envidia v no por la razón; cosas peores llamaron a Cristo sus enemigos: blas femo, endemoniado, enemigo del César... Saugnieux afirma que el texto de la Representación prueba que «Jovino fue un verdadero, un poderoso, un valiente jansenista» (27). Appolis afirma también rotundamente el jansenismo de Jo(26) José Caso González: “Jovellanos y la Inquisición”. Archivum, VII, 1957, pág. 256. (27) Joel Saugnieux: “Pon Antpnio Tavira Almazáp”, págs. 170, 171. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 345 vellanos (28). El mismo Godoy en sus Memorias al explicar las cau sas de la caída de Jovellanos dice de él que era uno de esos hom bres virtuosos «a quienes se llamaba jansenistas, sin tener nada de Jansenio» (29). ALGUNOS INTENTOS DE REFORMA DURANTE SU BREVE MINISTERIO A.—ENSEÑANZA: Jovellanos fue un educador vocacional. Fue también un ilustrado (en su sentido más honroso), insatisfecho de las materias estériles, teóricas e inútiles que entonces se impartían en las Universidades, y disconforme con los métodos al uso. La re forma de la Universidad y, en general, de los planes de estudio primarios y superiores fue su obsesión y una constante vital en su biografía. Al acceder al Ministerio intentó convertir en realidad sus proyectos de reforma, sobre los que había reflexionado mu cho y de los que tenía la rica experiencia de sus realizaciones en el Colegio de Calatrava de Salamanca y en el Instituto Asturiano de Gijón. a) Reforma de la Universidad: Quiso empezar la reforma uni versitaria empezando por Salamanca, cuya Alma Máter era indis cutiblemente la más significativa y prestigiosa de las Españas. Co mo animador de la reforma quiso, y lo consiguió, sentar en la se de salmantina al sabio e ilustrado obispo de Osma, Antonio Tavira y Almazán (30). El segundo paso fue presentar a Carlos IV un «Plan para arreglar los estudios de las Universidades» (31) del que sólo se conserva un fragmento, pero lo suficientemente expresivo para conocer el pensamiento de Jovellanos en materia de enseñan za, cosa, por otra parte, repetida muchas veces por él a lo largo de su vida. Por no alargarnos demasiado y por salir del ámbito de nuestro propósito, no somos más explícitos en este punto. b) «Plan para la educación de la nobleza y clases pudientes españolas»: Este Plan fué presentado al Príncipe de la Paz en 1798 (32). Tenía como objeto acometer la tarea de una formación ade cuada de las clases dirigentes, a partir de los años de la infancia. (28) E. Appolis: “Les jansenistes espagnols”. Bourdeaux, 1966, págs. 118159. (29) Príncipe de la Paz: “Memorias...”, BAE, t. 88, tomo I, pág. 309. ("30) El obispado de Salamanca había quedado vacante por traslado del obispo Dr. Vallejo a la sede metropolitana de Sahtiag'o de Compostela. Cfr. también: BAE, t. 87, pág. 293. (31) EAE, t. 87, págs. 294, 295, 296, 346 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ La nobleza, y sobre todo los hijos de los nobles habían sido mu chas veces censurados por Jovellanos en multitud de escritos, ata cando sus licensiosas costumbres, su holgazanería y su ignorancia. Este Plan, aun refiriéndose en especial a la nobleza, afecta también a la incipiente burguesía española o «clase pudiente».—Este Plan de Jovellanos era para alumnos de 8 a 18 años, como preparación para los estudios superiores. En dicho Plan van unidos lo que aho ra llamamos Enseñanza General Básica y Bachillerato. Por desbor dar nuestros propósitos, omitimos su exposición. B.— REFORMA DE COSTUMBRES Y MORALIZACION DE LA FUNCION PUBLICA: Desde el primer momento, Jovellanos quiso informar verazmente a Carlos IV de cuál era el estado real de Es paña, y de la urgente necesidad de iniciar una reforma a fondo. Por su espíritu crítico, inclinado temperamentalmente al análisis de la realidad, conocía bien los problemas que corroían la política nacional, y las soluciones que era preciso aplicar. Por esto, no du dó en sincerarse con el Rey; y, según nos cuenta su confidente y amigo Ceán, lo hizo «con razones tan enérgicas v poderosas que ja más el Rev había oído y que le causaban admiración y espanto». Dice también Ceán que el Rey corría a poner todo en conocimiento de la Reina, quien enseguida comenzó a temer ciue el descubri miento progresivo de la verdad de la pésima marcha de los asun tos públicos pusiese en peligro a su amante Godoy, causante de numerosos desafueros; de tal forma que «cuando advirtió que S.M. comenzaba a conocer la ignorancia y absurdos de Godoy, se meditaron los medios de deshacerse de ellos (de Jovellanos y de Saavedra)» (33). Otro objetivo de Jovellanos fué eliminar la vergonzosa inter vención de la Reina en el gobierno. A es+e propósito dice Blanco White (34) que Jovellanos «trató de oponerse en todo momento a la admitida intervención de la Reina» v relata una anécdota aue se contaba entonces en Palacio sobre el tema. Relacionado con es ta alergia que Jovellanos sentía por la Reina, está el decidido pro pósito de enderezar la descarriada conducta moral de Godoy v re generar las corrompidas costumbres de la Corte. A este propósito, dice Ceán: «Sin meditar la imposibilidad de transformar de repen(32) BAE, t. 87, págs. 296-330. (33) Ceán, opus cit., págs. 68 y 69. (34) Blanco White: “Cartas de España”. Madrid, Alianza Editorial, 1972, pág. 204. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 347 te en dócil, prudente, sabio y justo a un soberbio, temerario, igno rante y corrompido» (35). Este noble intento de Jovellanos de salvar aquella España po drida, unido a la sorda y sórdida conjura inquisitorial, van a ser el verdugo que guillotine la nobilísima testa de aquel asturiano pa triota y católico hasta los tuétanos.—Al aceptar resignadamente el poder, aceptó también resignadamente el sacrificio de su vida que, con intuición profètica, confesó primero en Gijón al conocer el nombramiento de Ministro y reiteró en el Puerto de Guadarrama tras su entrevista con Cabarrús. El profetizó también su defenes tración cuando, con dramática ironía, respondía al delirio popular de sus paisanos: «mientras yo, abatido, voy a entrar en una carre ra difícil, turbulenta, peligrosa; me consuela la esperanza de com prar con ella la restauración del dulce retiro en que escribo esto» (36). VALORACION DE SU BREVE MINISTERIO. No están acordes los críticos en la evaluación del Ministerio de Jovellanos. Es negativa para Angel del Río, quien escribe: «Hay entre el programa de regeneración expuesto en su corresponden cia con Godoy... y la esterilidad de su paso por el poder, una des proporción tan grande, que, con haber sufrido Jovellanos persecu ciones tan duras, ninguna página de su biografía deja en el ánimo de quien posee alguna sensibilidad histórica impresión tan triste como la de este esfuerzo infructífero» (37). Miguel Artola, en su mag nífico estudio preliminar a las Obras de Jovellanos, parece estar de acuerdo con esta negativa valoración de la actuación ministe rial del insigne asturiano (38). Es positiva, en cambio, para José Caso González y para Gaspar Gómez de la Serna (39), cuyas razones podrían sintetizarse así: 1) Sola su presencia en el Gobierno produjo en lo mejor del país un breve, pero jubiloso aleteo de esperanza; es decir, aunque Jo vellanos no hubiera llevado a cabo ninguna realización concreta, (35) Ceán, opus cit. pág. 68. (36) BAE, t. 86, pág. 3 (Diarios). (37) Angel del Río: “Clásicos Castellanos”. Espasa-Calpe. Madrid, pág. LXXVIII. (38) BAE, t. 85, pág. XXXIV. Madrid, 1956. (39) G. Gómez de la Serna: “Jovellanos, el español perdido”. Madrid. 1975, tomo II, págs. 88 y 89. 348 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ el simple optimismo que su presencia despertó en las clases más sanas de un país abatido y desesperanzado por la ineptitud y co rrupción de sus gobernantes, ya es un tanto positivo a favor de Jovellanos. 2) En su efímero gobierno de 9 meses, Jovellanos aco metió la reforma de estudios de la Universidad; elaboró un deta llado y bien meditado Plan de Estudios para los hijos de la noble za y de las clases pudientes, los futuros gobernantes; desenmas caró los excesos de la Inquisición; abrió los ciegos ojos de Carlos IV descubriéndole el estado real de una España moribunda, mal tratada por la inepcia, la ambición y el vicio de un Godoy, de una Reina y de unos políticos aduladores y cómplices. 3) Dado el corto espacio de 9 meses que duró su Ministerio y las circunstancias en que se produjo, no hubo tiempo material para que cristalizaran sus planes, proyectos y reformas, que quedaron cortados en flor. 4) Si a todo lo dicho anteriormente añadimos que todos esos pro yectos o realizaciones en el cortísimo lapso de 9 meses, Jovellanos hubo de llevarlos a cabo en un estado físico y psicológico lamenta ble, ya que, a consecuencia del intento de envenenamiento a los pocos días de tomar posesión del Ministerio, sufrió constantes vó mitos ,cólicos, afecciones gástricas paralización de la mano dere cha..., entonces podemos hacernos una idea más cabal del esfuer zo sobrehumano que hubo de poner en el empeño de servir a su patria, a la justicia y al bienestar público. Personalmente, creo que Jovellanos hizo cuanto pudo, y que no deben calificarse de estériles esos 9 meses preñados de ambiciosos proyectos, aunque abortados en su misma gestación hasta poner en riesgo de muerte al propio Jovellanos. Este noble esfuerzo del honrado y frustrado Ministro estaba vivo y palpitante en el cora zón del pueblo español, cuando años más tarde, al regresar del des tierro de Mallorca, en plena Guerra de la Independencia, lo acla mó como a un mesías salvador y lo incorporó a la Junta Central jomo garantía de honradez y patriotismo. CAUSAS DE LA CAIDA DE JOVELLANOS. Estas podrían reducirse a dos: 1.—Su decidido empeño por moralizar la Corte corrupta y de generada. Este pertinaz intento moralizador que quería regenerar a Godoy, la posterior destitución del Valido a causa de los infor mes que de él diera a Carlos IV, la nunca extinguida pasión de la Reina por su amadísimo Manuel, cuya presencia en la Corte se JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 349 veía siempre en peligro si continuaban las revelaciones de Jovella nos al monarca sobre la vida corrompida de Godoy y el lamentable estado del país; los celos, envidia, discrepancias y resentimiento moral del incorregible Godoy contra Jovellanos; y el viejo y sem piterno odio de la Reina hacia D. Gaspar desde su primera etapa en la Corte... fueron las causas y el detonante que pondrán en jue go el arrollador mecanismo de la Inquisición que será quien rema te a su víctima. 2.—La persecución implacable de una Inquisición caduca y abu siva, que no perdonó a Jovellanos que una y otra vez pusiera el de do en la llaga de sus usurpaciones de los derechos episcopales, de sus ignorancias y abusos de poder... Para dar apariencia de estar defendiendo la ortodoxia católica, el Santo Oficio va a implicar a Jovellanos en vinculaciones jansenistas que era preciso castigar. Es indudable que Jovellanos mostró sus simpatías por el mal lla mado «partido jansenista» español. Pero es preciso subrayar que en España el jansenismo no tenía un carácter teológico, y mucho menos dogmático; no negaba ningún dogma, ni constituía ningu na herejía, ni tampoco tendía al cisma, pues reconocía el primado espiritual del Papa. Más que una ideología doctrinal, el jansenis mo español era una actitud ante algunas cuestiones de política eclesiástica. Por ejemplo: a) Defendía una mayor austeridad frente a la corrupción de la Corte y ciertos cuerpos privilegiados de la Iglesia. b) Era partidario de un aflojamiento de los lazos que unían las iglesias nacionales con Roma; lo cual nada tiene que ver con el cisma; la Santa Sede se había ido reservando multitud de dere chos que originariamente competían a los obispos (dispensas de impedimentos matrimoniales, nombramientos de prebendas cate dralicias...) e imponía cuantiosos aranceles pecuniarios. c) Propugnaba una vuelta al antiguo cristianismo, en el que sólo la Biblia y la Patrística constituían las fuentes y el depósito de la fe; rechazaban, pues, el cúmulo de cuestiones bizantinas que la escolástica y la moral casuística medieval habían ido acumulan do al acervo teológico, sin justificación sólida. d) Aplaudía un cierto regalismo, porque consideraba que la Iglesia institucional, desde la época visigótica en que vivían sim bióticamente Estado-Iglesia, ésta había usurpado multitud de com petencias que no le correspondían; en el curso del medievo la Igle sia había recibido ingente cantidad de bienes temporales de la ge^nerosidad de los fieles, y cuya administración por los eclesiásticos no siempre iba en el mejor servicio del pueblo de Dios, y era pre 35Ó FLORENCIO HURTADO RODRÍGUEZ ciso que el poder soberano del monarca pusiese freno a tales abu sos. e) Intentaba devolver a los obispos toda la autoridad que, en virtud del Sacramento del Orden, les correspondía y que había si do notablemente mermada y usurpada por los Dicasterios Roma nos y por la Inquisición. f) También trataba de arrebatar de las manos eclesiásticas la dirección de las Universidades que, despreciando el estudio de las ciencias útiles, habían quedado reducidas a meros seminarios con ciliares donde la Teología, el Derecho Canónico y la Filosofía es colástica primaban con mucho sobre las demás disciplinas. «Jovellanos, que en el terreno de la fe y del sentimiento religio so puede considerarse como modelo de buenos católicos, fue una de las figuras directoras del grupo (jansenista) disidente» (40), pe ro, bien entendido, dentro de la más pura ortodoxia. El Santo Oficio espiaba con ojo avizor al honrado Ministro Jo vellanos, e iba recogiendo pruebas de su presunto jansenismo, para condenarlo en el momento oportuno; este momento llegará cuan do las tensiones entre Jovellanos y Godoy-María Luisa lleguen a su ápice. ¿Cuál de estos dos tipos de causas (personales enfrentamientos con Godoy--Reina o el presunto jansenismo que dio lugar al proce so inquisitorial) fue la causa principal del cese de Ministro y pos terior destierro? a) Para Angel del Río (41), Miguel Artola (42) y para el ilustre hispanista Edith Helman (43) la causa del cese de Jovellanos hay que buscarla en su filiación o inclinación hacia el jansenismo, b) Nosotros pensamos que la causa próxima y motriz de la caída de Jovellanos fue la reacción de Godoy y María Luisa frente a la honesta actitud de Don Gaspar, que ponía en peligro su seguridad personal ante el Rey, descorriendo el velo que cegaba los ojos del monarca.—La persecución inquisitorial fué sólo el pre texto formal para perderle; fueron Godoy y la Reina quienes pu sieron en marcha el renqueante armatoste inquisitorial, que, años antes detuviera el propio Godoy para hacerle ministro y así apun talar su tambaleante gobierno; si Jovellanos y Saavedra no hubie ran empezado a descubrir al Rey las escandalosas inmoralidades (40) Angel del Río: “Clásicos Castellanos”, núm. 110, “Jovellanos”, I, págs. LXXX, LXXXI. (41) Ibidem, págs. LXXX-LXXXVI. (42) BAE, t. 85, págs. XXXIV y XXXV. (43) Edith Helman: “Jovellanos y Goya. Algunos antecede'ntes de la per secución de Jovellanos”. Edit. Taurus. Madrid, 1970, p. 53. JOVELLANOS, MINISTRO DE CARLOS IV 351 del Valido y sus garrafales desafueros en el gobierno del reino, los mecanismos inquisitoriales no se habrían puesto en movimien to, como tampoco se pusieron cuando el propio Godoy hizo dete ner el proceso del Santo Oficio abierto a raíz del Informe sobre la Ley Agraria, para traerse a Jovellanos al Ministerio (44). Corro bora plenamente nuestra tesis un documento coetáneo de los he chos. que se conserva manuscrito en la Biblioteca de las Cortes Es pañolas »atribuido al propio Jovellanos, titulado: «Noticia histórica de Don Manuel Godoy». del que transcribo este párrafo: «Saavedra v el malhadado Jovellanos representaron enérgicamente al Rey lo peligroso que podría ser este nuevo Privado en lo sucesivo, que si bien S.M. los escuchó un momento, se vieron luego apeados v excluidos de su Real Conseio a impulsos del poderoso Valido, quien no +ardó en vengarse de ellos desterrando vergonzosamente al pri mero y condenando al otro a una cárcel perpetua» (45). DECRETO DEL CESE Y CIRCUNSTANCIAS. La destitución de Jovellanos como Ministro se produjo en virlud de un Decreto firmado el 15 de agosto de 1798, hallándose la Corte v Jovellanos en el Real Sitio de San Ildefonso. El cese no fue acompañado de destierro ni de síntomas de persecución; todo lo contrario. Ceán escribe que cuando Jovellanos fue a despedirse de los Reves al día siguiente, 16, Carlos TV le dijo «que quedaba satisfecho de su celo v buen desempeño, pero que tenía muchos enemigos, y la Revna (le dijo) que no había tenido parte alguna en su exoneración» (46). De esta salida del poder, sin sanción alguna penal, se despren de: a) Que si hubo alguna presión de tipo religioso, no fue lo su ficientemente fuerte como para tener carácter oficial, b) Que Godov y María Luisa actuaban todavía con cierta prudencia v como con cierto temor a que Jovellanos hablara al Rey aportando docu mentos o pruebas sobre las conductas del Valido y de la Reina, que acaso tuviera en su poder. (44) Cfr. sobre la suspensión del expediente: Caso González: “Jovellanos y la Inquisición”. Archivum, VII, Oviedo, 1958. Id. Cfr.: Gómez de la Serna: “Jovellanos, el español perdido”. Madrid, 1975, tomo II, págs. 97 y 98. (45) “Noticia histórica de Don Manuel Godoy, Príncipe de la Paz”, por Don Gaspar Melchor de Jovellanos. Es un tomo de papeles varios, incomple to. Inédito. Biblioteca de las Cortes Españolas. B. 12, tomo 88, folio 100. (46) Ceán Bermúdez, opus cit., pág. 72. 352 FLORENCIO HURTADO RODRIGUEZ Más malévolo que los Reyes y que el propio Godoy, fue Caba llero (su sucesor en el Ministerio), el cual será la mano ejecutora de la persecución posterior de Jovellanos. Sin previo juicio, sin ninguna explicación de motivos, Caballero lo desterró a la isla de Mallorca, donde permaneció entre los años 1801-1808, primero en la Cartuja de Valldemosa y después en una celda del Castillo de Bellver, de donde regresará a la península, en olor de entusiasmos populares, en plena Guerra de la Independencia. EXEQUIAS CELEBRADAS EN LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE. POR ADITA ALLO MANERO Felipe IV murió el 17 de septiembre de 1665 en Madrid dando lugar, como venía siendo tradicional tras la muerte de los reyes, a que todas las ciudades e instituciones oficiales llevasen a cabo las honras correspondientes. La Universidad de Oviedo, fundada bajo el reinado de Felipe III en 1608, celebró asimismo estas exe quias según quedó manifestado en el libro impreso a este efecto y que lleva por título: «Relación de las exequias que en la muerte del Rey Nuestro Señor Don Felipe Quarto el Grande, Rey de las Españas, y Emperador de las Indias, hizo la Universidad de Oviedo en el Principado de Asturias, escrita por la Universidad», Madrid, Pablo de Val, 1666. La Universidad no era patrimonio real por lo cual no tenía obligación de llevar a cabo este tipo de celebraciones, no obstante y a pesar de los escasos medios con que contaba se decidió en claustro, según consta en la relación, que estas exequias fueran celebradas ya que Felipe IV había obrado mucho en pro de esta fundación, dotándola de más cátedras y equiparando éstas a las de Salamanca. Anteriormente a esta relación no se conoce ninguna otra que manifieste el que la Universidad de Oviedo hubiera llevado a cabo una celebración de este tipo, quizá por el hecho de no ser patrimo nio real. Así pues hemos de pensar por el momento que las honras de Felipe IV fueron las primeras que esta Universidad celebrara. 354 ADITA ALLO MANERO En las disposiciones dadas por el claustro para la celebración de las exequias se ordenó que los doctores vistieran lutos y como la Universidad carecía de medios económicos que fueran élios mis mos quiénes los pagasen, si bien a los oficiales se los costearía la Universidad. Se decidió celebrar la función en la capilla de la Uni versidad pues el patio era muy grande, tenía lienzos desiguales y era preciso llevar a cabo las reformas oportunas. Se nombró al Dr. D. Manuel Serrano de Paz encargado de la erudición del túmulo y de la oración fúnebre, mientras que el sermón funeral le fue en cargado al P. fray Francisco de Uría, catedrático de prima teolo gía. El claustro determinó el día 15 de noviembre para la celebra ción de las exequias. Por último se determinó invitar al goberna dor del Principado, a las dignidades y canónigos de la Iglesia me tropolitana, a las cuatro religiones de la ciudad, a las personalida des más relevantes de la vida ciudadana y a los estudiantes. La justa poética se publicó y dispuso en distintos lugares pú blicos de la ciudad, determinándose una serie de reglas tanto en cuanto a la forma a la que debían ajustarse las composiciones, como a la temática de las mismas. El primer premio de este con curso fue «un cuadro de la Adoración de los Reyes de Alberto Durero» (sic.) (sin duda se trataba de una copia de la conocida estam pa de Alberto Durero), y los segundo y tercero una estampa de las Tentaciones de San Antonio y un joyel de oro. Los temas que de bían tratarse eran los siguientes: en el primer certamen se debía llorar la muerte del Rey por no haber podido consumar todo lo que hubiera sido de su objeto, haciendo memoria de algún suceso histó rico que le hiciera referencia; en el segundo, las quejas debian ir dirigidas a la Muerte por haber arrebatado al monarca tan pronto; en el tercero había que presentar algún epitafio renombrado para el cenotafio; en el cuarto había que evidenciar la violencia de la muerte que no mira a quien se lleva; en el quinto había que alabar el celo religioso del rey; en el sexto se propuso considerar las dos estrellas que habían marcado su nacimiento y su muerte, finalmente en el séptimo había que exaltar las virtudes del monarca. El autor de la relación realiza una exhaustiva descripción del túmulo erigido y del adorno de la capilla. Toda la capilla de la Uni versidad se revistió con paños negros sobre los que se dispusieron tarjetas en las que aparecían las composiciones realizadas para el certamen poético, que alcanzaron el número de 140. El altar se recubrió de negro y se pusieron una cruz y candeleros de plata para los oficios. EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 3 55 El túmulo fue colocado en el centro, ocupando más de la mi tad de la capilla, y constó de dos cuerpos (vid. fig. núm. 1). El pri mero, de forma cúbica, estuvo formado por cuatro columnas de orden toscano que fueron revestidas de paños negros y adornadas con cuatro jeroglíficos alusivos a las cuatro virtudes cardinales. Fig 1.—Tumulo construida a la muerte de Felipe IV, en la Universidad de Ovie do (Reconstrucción según el texto). El autor explica que la elección de la forma cúbica para el pri mer cuerpo del túmulo no fue arbitraria puesto que con élla se quiso expresar que «la memoria del rey difunto quedaría susten tada y protegida por el cuerpo más estable, sólido y firme». Esto le da pie para realizar una digresión en torno al simbolismo del 356 ADITA ALLO MANERO cubo, y de esta manera nos dice: «para los geómetras y su maes tro Euclides el cubo era el primero de todos los regulares. Platón en el Timeo lo comparó con la tierra por su estabilidad, firmeza e inmovilidad. Timeo Locrense en su obra De animi mundi explica que el cubo es el cuerpo más estable y firme de todos los cuerpos puesto que se forma del cuadrado y tiene seis lados y ocho ángulos. Los poetas cómicos griegos estimaban tanto la razón cúbica que en base a ella medían las partes y actos de sus fábulas. Vitrubio afirma que los poetas pitagóricos consideraban tanto la razón cú bica que incluso al escribir sus preceptos la observaban poniendo en cada volumen 216 versos (cubo de seis), el primer número per fecto» (1). La significación del cubo no varió con el paso del tiem po y así podemos encontrarla en Piero Valeriano quien afirma que es el «supremum numen»; en Ripa en sus alegorías de la «Sta bilità» y de la «Fermazza»; en Juan de Borja o en Rollenhagen (2). Las columnas remataban en capiteles toscanos. La elección de este orden tampoco fue arbitrario pues al estar las columnas de dicadas a las virtudes cardinales era preciso un orden que excluye ra todo tipo de ornamentación, indigno de tales virtudes que, se gún el autor, «exigen sencillez, simplicidad y firmeza de corazón» (3). Las características de fortaleza y simplicidad del orden toscano va fueron puestas en evidencia, entre otros, por Juan de Arfe y Villafañe, quien al hablar de este tipo de columna dice que es «la menos empleada en edificios delicados de labor, porque los toscanos que fueron sus inventores, no tuvieron miramiento a la her mosura de su habitación, sino a la fortaleza y seguridad della pa ra defensa contra sus enemigos» (4). El hecho de que estas cuatro columnas fueran dedicadas a las cuatro virtudes cardinales también tiene su explicación pues he,mos de tener en cuenta que la columna es un atributo de la Vir tud en general y de la fuerza del alma en particular. La atribuH) RELACION de las exequias que en la muerte del Rey..., p. 21. (2) Giovanni Piero Valeriano: Hieroglyphica sive de sacris aegiptiorum aliorumque gentium literis comentarii... Basileae 1567. L. XXXIX. Cesare R ipa : Iconología... Roma 1603, p. 472 y 156. Juan de B orja : Empresas morales. Praga 1581 (núm. 75). R ollfnhagf.n : Selectorum Emblematum ce'nturia secunda, Amheim 1613, (núm. 70); Cfr. A. Henkel y A. Schone: Emblemata Handbuch zur Sinnbild kunst des XVI und XVII Jahrhunderts, Stuttgart 1976. (3) RELACION de las exequias que en la muerte del Rey..., p. 22. (4) Juan de Arfe y Villafañe: Varia Conmensuración para la Escultura y Arquitectura, Sevilla, Andrea Pescioni y luán de León. 1587; L. 3-°, 1111. EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 3 57 ción de la columna a la Virtud tiene una de sus fuentes simbóli cas en el libro del Apocalipsis 3, 11-12: «... retén lo que tienes para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré co lumna en el templo de mi Dios» (5). Piero Valeriano, comentado este mismo simbolismo, aporta como fuente simbólica el libro de los Salmos 74, 4, en donde Dios, hablando de la tierra, dice por boca del profeta: «Yo he confirmado sus columnas». Valeriano explica esta cita diciéndonos que esta metáfora no significa que la tierra esté sostenida por columnas, sino que con ella Dios nos muestra la Virtud, la cual sostiene la tierra, puesta en medio de todas las cosas (6), (recordemos en este sentido el conocido lema Politica X XI. 183 E M P R E S A XXI. Fig 2.—Empresa n.° 21 de Diego SAAVEDRA FA JARDO: I d e a de un P rin c ip e P o lític o - C r is t ia n o ... Mònaco 1640 íde la edición de Valencia 1801) Adrien Le Roy y Robert Ballard (1547-1589), en las que la Virtud «ln medio est Virtus»). Son muchos los casos en los que la Virtud aparece representada por medio de una columna; citemos entre otros los emblemas núm. 8 y 10 del Monumenta Emblema de Geor gia Montanea (7), o bien las marcas de dos impresores parisinos (5) Guy de T e r v a r e n t : Attributs et symboles dans l’art profane 1450-1600, Ge'néve 1958, s. v. colonne. (6) V a l e r ia n o : ops. cit., L. IXL. (7) Cfr. A, IííW e l y A. Scwqne: ops. cit., p. 1226-7. 358 ADITA ALLO MANERO aparece opuesta a la Fortuna con la divisa «Virtuti Fortuna Cedit» (8). La oposición de la Virtud a la Fortuna fue un tema bas tante cultivado desde la segunda mitad del siglo XVI; en algunos casos la columna es sustituida por el cubo para la representación de la Virtud, no obstante sigue conservando el mismo sentido sim bólico de firmeza y estabilidad que ésta conllevaba (9). Los cuatro jeroglíficos colocados en las columnas fueron reali zados por el De. D. Manuel Serrano de Paz y fueron los siguientes: 1.—La columna delantera del lado de la epístola se dedicó a la Templanza. Se pintó un brazo desnudo hasta el codo que sostenía un freno. Con el mote «Modus, bellum, temperamentum» (Violen cia y moderación en perfecta combinación). Y la letra castellana: «El codo, y la mano armados / Del freno v razón, templavan, / Los caballos que bolavan, / A morir precipitados». Las riendas o frenos son el atributo de la Templanza, y así apa recen por primera vez en manuscritos franceses de la segunda mi tad del s. XV. concretamente en una compilación histórica escrita por Jacques d'Armagnac, duque de Nemours. Esta iconografía pro piamente francesa penetró en España por artistas franceses y fla mencos (10). Piero Valeriano presenta asimismo el freno como atri buto de la Templanza, y así nos dice: «Del mismo modo que el ti món de la nave significa el gobierno moderado, el freno significa lo mismo, puesto que lo que para la nave es el timón para el ca ballo es el freno. Su significación es la de frenar cualquier cosa que estimule al mal. La estatua de Némesis era famosa para los antiguos por mostrar en una mano la medida de un codo y en la otra un freno» (11). Ripa nos presenta la Temperanzza como una m ujer que lleva en una mano una palma y en la otra un freno; explica que el freno se pinta para expresar la moderación de los instintos y de los apetitos (12). Como se desprende de este co mentario el jeroglífico designaba la virtud cristiana de la Templan za a través de dos símbolos propios de la antigua Némesis, la men sajera de la justicia: el freno, con el que castigaba con severidad los afectos intemperados de los hombres; y un brazo desnudo has(8) T e r v a r e n t : o p s. c it., s. v . c o lo n n e . (9) Edgard Wind: L os misterios paganos del Renacimiento. Barrai, Bar celona 1972, p. 107. (10) Emile M a l e : L’art religuíeux dé la fin du Moyen Age en France. Paris 1969, p. 313. (11) V a l e r ia n o : o p s. c it., L. XLVTII. (12) Hipa : ops. cit., p. 480, EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 3 59 ta el codo, con el que se aludía por analogía al codo-medida que debía regular todas las acciones de los hombres« (vid. fig. núm. 2). 2.—La columna posterior del lado de la epístola se dedicó a la Fortaleza. Se pintó una avestruz con una barra de hierro en el pico. Con el mote: «Fortis in duris». (En las calamidades —se ve— el fuerte). Y la letra castellana: «La blanda lisonja que, / Concede el Tiempo, o fortuna, / No da fortaleza alguna, / Que esta en lo duro se ve». Fig. 3.—Empresa n.° 89 de Juan de BORJA: E m p r e s a s m o r a le s . Praga 1581 (de la edición de Bruselas 1860). La fuente de inspiración directa del jeroglífico se encuentra en Juan de Borja (vid. fig. núm. 3) que siguiendo a Plinio (Natural Historia, X) explica la propiedad que posee este animal de mante nerse con hierro y piedras gracias a su vehemencia de espíritu. Por esta razón con el avestruz se designa a los hombres valerosos y esforzados que saben sacar provecho de su virtud no sólo en los buenos y prósperos sucesos sino también en los grandes trabajos 36Ò ADITA ALLO MANERO y adversidades (13). El mismo tema iconográfico aparece en Peter Isselburg y en Camerarius (14). 3.—La columna delantera del lado del evangelio se dedicó a la Justicia. Se pintó un águila con un ramo de olivo en el pico y un rayo bajo ella. Con el mote: «Parcere subiectis, et debellare superbos» (Respetar a los sometidos y reducir a los soberbios). Y la letra castellana: «El rayo arrojé tal vez / Sobre la montaña altiva / Pero siempre amé la oliva, / En la boca del juez». Frecuentemente el águila, ave jupiterina, suele aparecer con los rayos, armas con las que Júpiter castigaba a los malvados según los antiguos (15). La rama de olivo es un símbolo de paz y reconci liación por alusión a la paloma del Arca (Génesis 8, 11); también es atributo de la justicia a causa de su íntima relación con la paz en base al salmo 84, 11 que dice: «La Paz y la Justicia se han jun tado» (16). El jeroglífico tiene su fuente de inspiración directa en Camerarius (17), (vid. fig. núm. 1), y designa una justicia muy con creta: la justicia rigurosa y clámente a un tiempo por la combina ción rayo-olivo (vid. fig. núm. 4). 4.—La columna posterior del lado del evangelio se dedicó a la Prudencia. Se pintó un sol reflejando sus rayos en un espejo, mien tras que los rayos que salían reflejados quemaban un laurel. Con el mote: «Fidelis, Prudens, Amans» (Fiel, Prudente, Amante). Y la letra castellana: «A la luz de este Sol miré, / Lo que el laurel me dictava / Mas siempre prudente atava / La Caridad con la Fe». El único símbolo alusivo a la Prudencia que aparece en el jero glífico es el espejo, atributo propio de esta virtud desde la Edad Me dia y que posteriormente podremos encontrar en Ripa (18). En el jeroglífico además de aludirse a la Prudencia se alude también a Juan de B o r j a : ops. cit., (núm. 89). Joachim C a m e r a r iu s : Symbolorum et Emblematum ex animalibus quadrupedibus desumtorum centuria altera collecta..., Nürnberg 1595, (núm. 19). Peter I s s e l b u r g : Emblemata Politica... Nürnberg 1640 (núm. 16); Cfr. A. H e n k e l y A. S c h o n e : ops. cit. (15) Juan de B o r j a : ops. cit. (núm. 48). V a l e r ia n o : o p s. c it., L. XIX y XLIII. (13) (14) (16) T e r v a r e n t : ops. cit., p. 290. (17) C a m e r a r iu s : Symbolorum et Emblematum ex volatibus et insectis desumtorum centuria tertia... Nürnberg 1596 (núm. 1); C fr. A. H e n k e l y A. S c h o n e : ops. cit. El olivo como símbolo del ánimo clemente ya aparece en Francesco Co l o n n a : El Sueño de Polifilo, Venecia. Aldo Manutio, 1499; obra traducida y comentada por Pilar P ed ra za , Murcia 1981, p. 208. (18) R ipa : ops. cit., p. 416. EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 361 la Caridad y a la Fe. Este jeroglífico tiene su fuente de inspiración iconográfica en Sebastián de Covarrubias (19) (vid. fig. núm. 5); los rayos que salen del espejo, que en el emblema de Covarrubias sirven para designar el castigo del príncipe, en este caso sirven para designar a la Caridad. La asociación del fuego a la Caridad ya la explica Ripa cuando define esta virtud: «la Caridad es un efecto puro y ardiente que el alma tiene hacia Dios y hacia las criaturas» (20). El que en este caso aparezca un laurel en llamas para desig nar la Caridad no ofrece ninguna particularidad puesto que el lauCVIQYE SVVM. Fig. 4.—Emblema n.° 1 de Joachim CAMERARIUS: S y m b o lo r u m e t E m b le m a tu m e x v o l a t i b u s . . . Nürnberg 1596 reí es símbolo de la Virtud en general. Así pues el jeroglífico plan tea una perfecta definición de la virtud de la Prudencia, consisten te en la práctica de la caridad para con los demás como conse cuencia de la fe en Dios. (19) Sebastián de C o v a r r u b ia s : Emblemas morales... Madrid 1610. Fac símil de la Fundación universitaria española, Madrid, 1978; III, 69. (20) R ipa : ops. cit., p. 63. 362 ADITA ALLO MANERO Los capiteles de las columnas se adornaron con escudos de las armas reales y de la Universidad. Sobre la cornisa corrió un tabla do que se cubrió con un paño negro en cuyo centro se pintaron las armas de Castilla y León, y que sirvió de dosel a la tumba. En el centro del pavimento de este primer cuerpo se colocó la real tum ba cubierta con un paño negro. Sobre ella y en bandejas de plata se dispusieron la corona, el cetro y la espada reales. Guarnecían la tumba cuatro epitafios latinos del De. D. Manuel Serrano de Paz, separados por calaveras con huesos y escudos de las armas reales y las de León y Castilla. El segundo cuerpo del túmulo tuvo forma de pirámide y quedó rematado por una gran corona dorada. En sus cuatro ángulos, y sobre las cuatro columnas del primer cuerpo, se levantaron cuatro pirámides menores rematadas asimismo por una corna y un ha cha encendida que salía del centro. Las cinco pirámides se cu brieron con candeleros que portaban hachas encendidas. La elec ción de la forma piramidal tampoco fue arbitraria; para justificar su intencionalidad el autor realiza una digresión en torno al sim bolismo de la pirámide y explica que: «según Euclides y los geó metras el tetraedro o pirámide es el segundo de los cuerpos re gulares; Platón en el Timeo lo comparó con el fuego porque la pi rámide asciende de la misma manera; es además símbolo de la vida humana porque el corazón tiene forma piramidal» (21). To dos estos simbolismos aparecen recogidos por Piero Valeriano quien nos muestra la pirámide (cuadrangular) como símbolo de la naturaleza o materia prima de las cosas, del alma del hombre y del fuego (22). Así pues las cuatro pirámides menores simboliza ron el corazón de la Universidad a través de las cuatro facultades que en ella se impartían: Teología, Derecho canónico, Derecho civil y Filosofía. Finalmente la corona que remataba estas cinco pirá mides aludían al triunfo conseguido por el monarca y por la Uni versidad, triunfo que según el autor consistió en el logro de la in mortalidad (23). Tras el análisis iconográfico de este túmulo podemos observar que se trata de una obra extremadamente sencilla en cuanto a la utilización de un lenguaje emblemático-simbólico, puesto que de hecho tan solo se realizaron los cuatro jeroglíficos situados sobre las columnas. No obstante toda la obra en conjunto posée un cla(21) RELACION de las exequias que en la muerte del Rey..., p. 18. (22) V a l e r ia n o : o p s. cit., L. LX. (23) RELACION de las exequias que en la muerte del Rey..., p. 27. EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 363 ro mensaje simbólico que el propio autor de la relación pone de manifiesto: «es el corazón de su Rey la pirámide grande; el de ellas las cuatro pequeñas: todas arden a un tiempo porque viven en el mismo fuego de amor inmortal que mira al Cielo, y todas se fundan sobre un cuerpo sólido, prometiéndose la firmeza y es tabilidad perpetua» (24). Como podemos observar se trata de un C E N T V R I A III. EMBLEMA 162 69. Fig. 5.—Emblema III, 69 de Sebastián de COVARRUBIAS: Emblemas morales. Madrid. 1610. mensaje simbólico cuya expresión principal se logra a través del significado de la estructura arquitectónica elegida, que como he mos visto empleó dos figuras claves: el cuadrado y la pirámide. No nos cabe la menor duda de que la elección de esta estructura estaría condicionada por otros planteamientos más aparte del me ramente simbólico. Así, en primer lugar, habría que tener en cuen ta los planteamientos económicos que son puestos de manifiesto por el autor de la relación al expresar los escasos medios de que disponía la Universidad; esta carencia de medios quedó patente en la sencillez de la estructura arquitectónica realizada. En segundo lugar tendríamos que considerar un planteamiento de funcionali dad que afecta en general a todos los túmulos como es su sentido de «espectáculo» lo cual condiciona que las plantas de estos tú(24) Ibid., p. 26. 364 ADITA ALLO MANERO mulos sean de tipo central, al igual que su colocación en espacios cuadrados como los cruceros de las iglesias determinan la polariza ción de éstos en cuatro ejes y por éllo la abundancia de plantas derivadas del cuadrado (cuadrado con cuatro frentes, cuadrado con frentes avanzados, plantas ochavadas, etc.). Sea como fuere lo cierto es que en Oviedo todas estas necesida des se unieron a un planteamiento ideológico claro que hicieron que la forma arquitectónica fuera una arquitectura símbolo. Es preciso apuntar que el caso de la Universidad de Oviedo es del to do particular pues de todos los túmulos realizados para las exe quias de Felipe IV (25) tan solo en éste hemos podido constatar esta intencionalidad expresa (26). (25) Este análisis formó parte de mi tesis de licehciatura, que compren dió el estudio de las exequias celebradas por Felipe IV en: Madrid, Valencia, Zaragoza, Salamanca, universidad de Salamanca, Toledo, Méjico, Lima y el que nos ocupa. (26) En las exequias que hemos podido estudiar solo en muy pocos casos existen alusiones a la arquitectura como forma simbólica. No parece ser éste el caso del túmulo de Carlos V en Valladolid que, según el narrador, tuvo forma de “nave”. Santiago Sebastián, recogiendo la idea de J. J. Abella (Arte y Humanismo, Madrid 1978; p. 310, not. 28) plantea la interpretación de viaje del alma, a pesar de que este sentido en ningún momento se puede deducir del texto. En las exequias de Felipe II en Zaragoza y en las de Felipe IV en Méjico se utilizó el “orden dórico” con sentido simbólico “por ser el más indicado a tales personajes” ; sin duda se siguió la opinión comú’n del mo hiento 'a través de Vitruvio que hace a este orden propio para los dioses y héroes distinguidos por su poder y fortaleza (vid.: Juan Francisco Esteban L orfnte : Mensaje simbólico de las exequias reales realizadas en Zaragoza en la época del Barroco. Coloquio internacional de Historia del Arte, Arte fu nerario, Méjico 1980; y Adita A i, lo Manf.ro: Estudio iconográfico y simbóli co de las exequias celebradas por Felipe IV en España e Hispanoamérica. Te sis inédita de licenciatura. Valencia 1981). En las exequias de Felipe III en Zaragoza se utilizó la pirámide con sentido de inmortalidad. A pesar de estas escasas citas concretas los autores son conscientes del simbolismo de la forma. Así por ejemplo, con ocasión del número 4 aplicado al rey Felipe IV, son innumerables las disquisiciones en torno a la solidez, firmeza, estabilidad, etc., que retóricamente se aplicarán al rey difunto (je roglíficos realizados en las exequias de Zaragoza, Salamanca, Lima, Toledo). Asimismo carece de alusión directa por innecesaria la del techo o cúpula de alguno de los cuerpos de los túmulos que vinieron a significar el cielo, y en los que se representó el cielo cósmico (exequias de Felipe II en Zaragoza) o Un cielo o Jerusalén Celestial (exequias de Felipe IV en Madrid y Toledo); pero, en estos casos, como se ve, ‘no era necesario insistir en que la forma era símbolo pues a continuación se narró el contenido sfmbólico. Podemos pensar que cuando por los comentaristas, ni expresamente ni por deducción textual se índica simbolismo en la forma o arquitectura, es EXEQUIAS CELEBRADAS A LA MUERTE DE FELIPE IV EL GRANDE 365 que seguramente ésta no existió, o bien que el simbolismo formal había pa sado al subsconsciente intuitivo del individuo; de ello en cierto modo fueron conscientes y así aparecen claras alusiones de que el túmulo es una “pira fu neraria”, y por lo tanto, proveniente de las piras de incineración de los pa tricios romanos, y así el fuego de velas que vino a sustituir el fuego real ya había dejado de ser un simbolismo y pasado a ser un artificio de lujo y teatro. Pero poco más puede decirse respecto a las formas de la arquitectura, cuadra dos cruciformes u octogonales, etc., a las que en algún momento antes de ahora se les ha querido ver un sentido simbólico de tránsito, resurrección, eter nidad, etc. Hubo sí en algunas ocasiones unos planteamientos de ordenación simbólica que nos hacen suponer un simbolismo general tan asimilado como inconscien te ; así por ejemplo las virtudes cardinales aparecen en algunos casos en el cuerpo inferior, mientras que en un piso superior se sitúan las teologales, co mo si ya hubieran sobrepasado el nivél terreno, pero ésto no fue una ordena ción general y tan sólo en algunos casos aparecen ordenadas a sí: Felipe II en Zaragoza (vid. Juan F. E s t e v a n , opus. cit.), María Luisa de Borbó'n en Valen cia (vid. Reyes S a en z M a ñ e r o ; Primer Coloquio de Arte valenciano, Valencia J98J), Felipe IV en Méjico (v $ , Adíta Aw-o Macero: ops. cit.), UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO). ANALISIS DE UN CUENTO DE CLARIN POR CAROLYN RICHMOND Fechado en «Madrid, junio 1882», este delicioso cuento de amor, desengaño y venganza fue incorporado cuatro años más tarde al volumen de Pipá. De apariencia sencilla, ofrece en realidad varios niveles o capas de lectura —desde lo exterior a lo interior— que otorgan a la obra una brillante complejidad. Estas múltiples posi bilidades de interpretación están encajadas dentro de una cuidadosa estructura basada en contraposiciones y paralelos, ofreciéndole al lector una especie de juego de espejos que raya en lo infinito. Para poner de manifiesto las diversas facetas de la complicada óptica de este relato, procederemos en su análisis desde fuera hacia den tro, o sea, comenzando por la situación externa hasta llegar al nú cleo temático. La primera contraposición que se nos impone es la existente entre los dos personajes protagonistas, cuya relación se aparta per ceptiblemente de las establecidas normas sociales. En efecto, los papeles convencionales de hombre y mujer se encuentran cambia dos: la bella Cristina, una duquesa de mediana edad (tiene treinta y seis años) (1) cuya vida íntima ha llegado a ser «una leyenda es(1) Es sabido que las medidas de edad varían en su apreciación según las épocas. Recuérdese, por ejemplo, para el siglo XIX la imprecación de Espronceda en E l D ia b lo M u n d o : “ ¡Malditos treinta años!”, o el título de la novela de Balzac, L a je m m e d e tre n te a n s. Clarín mismo, e’n L a r e g e n t a , dice 368 CAROLYN RICHMOND candalosa» (2) en Madrid, se comporta como «un Don Juan del sexo débil» al decidir conquistar a un modesto admirador suyo, el «es critor, periodista y novelista» Fernando Flores, unos seis años más joven que ella y neófito en cosas de amor. Además de esta inver sión de papeles —la mujer activa y el hombre más bien pasivo (el cual recuerda a otros enamorados clarinianos, en particular al Bo nifacio Reyes de Su único hijo)— existe una diferencia de edades in versa a lo usual, así como una gran disparidad social entre la aris tocrática señora y el escritor burgués. En este contraste de clases sociales parece haber cierta intención crítica por parte del autor, quien ha hecho que su narrador intermitente retrate a Cristina con una mezcla de frialdad objetiva y de ironía maligna, mientras que su actitud frente a Flores, aunque crítica, refleja cierta identifica ción con el personaje más allá de lo que implica la común profe sión. El título mismo de Cristina, duquesa del Triunfo, alude tanto a su fama de seductora como a su posición social; Flores, al con trario, está presentado repetidas veces como uno de la «multitud» de la clase media (sobre todo en la opinión de la duquesa), subra yándose en el relato tanto la modestia de sus circunstancias como su falta de experiencia mundana (el hecho de que sea escritor le permitirá —finalmente— combatir el poder social de Cristina con el de la pluma, pero no sin pagarlo caro desde un punto de vista humano). Lo representativo de estas dos figuras está cuidadosa mente destacado mediante detalles reveladores como se ve, por ejemplo, en la descripción de sendas salidas del Circo de Price escenario éste de la irresistible seducción visual del joven por su ídolo después de haberse encontrado, hablado y besado los ojos de ambos. Al compás de la Marcha Real, tocada a la salida del Rey, la duquesa del Triunfo, segura de su triunfo personal, pasa con altivez por entre la multitud, dejando tan sólo que su hombro to que el bigote y la nariz del encantado admirador; el cual, por su parte, huirá del Circo, avergonzado, atormentado por la idea del ridículo —temor, dicho sea de paso, de la mayor parte de los per sonajes burgueses de La regenta, donde lo ridículo llega a conver tirse en un auténtico motivo de la novela— y creyendo que «el so nar del bombo y los platillos era una gran silba que le daba el púde Ana Ozores: “’Tenía veintisiete años, la juventud huía; veintisiete años de mujer eran la puerta de la vejez a que ya estaba llamando...’” (ed. G. Sobejano [Barcelona: Noguer, 1976], cap. X, pág. 309). (2J Todas las citas del texto de “Un documento” vienen de P ip á , ed. A. Ramos-Gascón (Madrid: Cátedra, 1976), págs. 179-98. UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 369 blico, una silba solemne, con los acordes de la Marcha Real, que es, en ocasiones, una gran ironía, un sarcasmo...». La duquesa triunfante, egoísta, despreocupada de la opinión ajena, y el pobre enamorado que vuelve a casa «como escritor sil bado que huye del público cruel» son, también, representativos de ciertos tipos humanos en la eterna lucha de los sexos, siendo Cris tina una especie de Eva todopoderosa y Flores el tentado Adán. En efecto, en el curso de sus amores puede verse una parodia de la historia de nuestros primeros padres: Cristina, rodeada ya «de aureola diabólica», ha decidido hacer libro nuevo —o por lo me nos nueva vida— despidiendo a todos sus antiguos adoradores y dedicándose a lecturas de los místicos españoles y del filósofo ale mán Schleiermacher. Quiere reformarse del pecado con un amor puro y espiritual, para cuyo efecto selecciona a Flores. A fin de evitar la tentación, establecen cuatro bases que excluyen entre sí el amor carnal. Cuando, dándose cuenta del ridículo de su situa ción, Fernando asedia una, y luego otra vez, la «fortaleza» de esta «Magdalena sin Cristo», Cristina se rinde en seguida, gracias a sus instintos lascivos. A pesar de sus débiles esfuerzos de auto-rege neración, sucumbe pronto a la tentación, y al sucumbir arrastra consigo al hombre que, tras una breve lucha con su conciencia, no resistirá una vez abiertos los ojos y despertado el deseo. Una clara e irónica referencia al pecado original se encuentra en la des cripción de los pensamientos de la duquesa cuando recibe la carta de despedida de Flores, carta que ella lee «con pena; pero no con tanta pena como hubiera tenido si el desengaño hubiera precedi do a la caída. Llamaba ella la caída al momento en que sus amores con Fernando dejaron de ser metafísicos». Esta relación entre la m ujer diabólica y su víctima, que se repite con alguna frecuencia en la obra narrativa de Clarín —recuérdese, por ejemplo, a la amante y a la esposa de Bonifacio Reyes, o las infructuosas tortu ras padecidas por don Saturnino Bermúdez a manos de Obdulia en La regenta—, se verá también en otros varios cuentos del autor. A pesar de lo representativo y típico de estos dos individuos, Cris* tina y Flores son personajes inconfundiblemente individualizados, creciendo y afirmándose delante de nuestros ojos a lo largo del relato. Dentro de la contraposición básica de los sexos, sin embargo, estos amantes no encarnan los peores extremos de lo masculino y lo femenino: Fernando logra superar su debilidad momentánea al darse cuenta de que no es amor lo que siente, volviendo así —pro visto, claro está, con el «documento» de su experiencia que con 370 CAROLYN RICHMOND vertirá luego en novela— a su vida de artista célibe; y en una des cripción preliminar de la duquesta en el Circo nos dice el narra dor que los ojos de las damas del público que la miran con rencor y envidia —pasión básica, recuérdese, en la sociedad que describe La regenta— «pecaban más con sólo aquella mirada, que la ilustre señora había pecado en toda su vida». Tanto el contraste entre los protagonistas como lo que tienen en común desde el punto de vista de la experiencia humana, está reforzado por numerosas contraposiciones y paralelos, dando al cuento una estructura simétrica y sometiéndolo a una perspectiva de múltiples enfoques. Situada en un presente contemporáneo a la época en que se escribió, la acción oscila entre ambos persona jes que aparecen alternativamente separados o juntos, en público o en la intimidad. Pasa algo más de un año desde el comienzo al final, pero ignoramos lo que ocurre durante la mayor parte del tiempo transcurrido. El cuento empieza y acaba encuadrado en el tocador de Cristina, centrando la atención en esta mujer quien, vista desde diversos ángulos, va a ser el punto focal del relato. En estas dos escenas de intimidad encontramos varios paralelos que sugieren cierta repetición de las circunstancias, a pesar de todo lo ocurrido entretanto: en ambas se la presenta sin amantes —por voluntad suya—, pero decidida a dejarse adorar. Está sola —tam bién por voluntad propia—. La semejanza entre estos dos momen tos de soledad viene subrayada por las primeras dos frases del cuento («La ilustre duquesa del Triunfo ha dado a sus criados la orden terminante de no recibir a nadie. No está en casa») que se repiten casi literalmente al final («Pero antes ha dado orden ter minante de no recibir a nadie. Quiere estar sola»). Tampoco son demasiado diferentes las situaciones: al principio su espíritu vue la lejos de la «cárcel» de su tocador »inspirándose, se supone, en sus lecturas místicas y filosóficas, regalos de dos antiguos adora dores, uno de ellos platónico y el otro no. Cristina no sólo es lecto ra, sino que ella misma, en su persona, sirve de materia prima a escritores de otro tipo —sus «revisteros de salones, que dedican a los de tan ilustre dama los galicismos de su elegante pluma»—. Esta doble posición de lectora y objeto de escritura se ve repetida al final, reunidas las dos en un giro irónico al leer Cristina la no vela de Flores —amante primero platónico, luego no— que cuen ta la historia de su vida, no como la refieren los revisteros, sino «según ella la había dejado ver, en el abandono del amor ideal al redomado amante». UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 371 Entre estas dos escenas de intimidad está encajada la acción, en cuyos vaivenes también encontraremos, además de contrastes, paralelos interesantes. Desde la presentación inicial de la duque sa en su tocador, se procede a una descripción de ella en público, vista a través de los ojos de Flores y de los de sus admiradores en el Circo de Price, donde suele asistir, cada viernes, a las funciones de moda, pasándose luego a diseñar un breve retrato del joven ob servador. En esta introducción de los personajes, uno tras otro, es de notar que el único contacto entre ellos ha sido el de la mira da de Fernando en un momento —o momentos— indeterminados. El núcleo del cuento, y la acción propiamente dicha, ocuparán los párrafos centrales (desde el octavo hasta el diecisiete) y relatarán la escena de seducción en el Circo «cierto viernes del mes de ma yo». En este incidente, que tiene lugar en un sitio público, cada protagonista mira al otro sin creerse visto hasta que Cristina, que sí está consciente desde hace mucho de las miradas del anónimo adorador, decide acabar con la ficción y le asesta los gemelos, ha ciéndole temblar. En esta escena, que también contiene cierta ma teria de flashback, se nos describen alternativamente las reaccio nes de cada uno, sin que haya más contacto entre ellos que dos roces —uno al entrar la duquesa en el Circo y el otro al salir— y la larga mirada intermedia. La distancia social entre ambos está reflejada por las localidades que ocupan —ella arriba en su palco y él abajo ,entre la «multitud»—, así como por los pensamientos de cada uno, pues él ha creído que no se notaría su contemplación entre la anonimidad del público, mientras que ella, gozando de su adoración, se ha divertido orgullosamente en «contemplar el míse ro gusano y despreciar a las estrellas de su corte interplanetaria», tomándose a sí propia por «sol» y a Flores por un «insecto enamo rado». Este incidente central está seguido de dos escenas de la intimi dad de cada cual, presentando primero a Fernando, que se acues ta en «su modesta habitación de la fonda», y luego a Cristina «a la misma hora, reposando en un lecho cuya blandura, suavidad y olores voluptuosos Fernando Flores no podía imaginar siquiera». Cada uno reflexiona sobre lo que acaba de pasar, con los espera dos contrastes de perspectiva: creyéndose Fernando « ¡el capricho, quizá el último capricho de esa mujer! » y fantaseándose Cristina los deleites de un «amor espiritual». El tímido Fernando se da cuenta de que tendrá que dejar su actividad solitaria de escribir para sumergirse en la vida activa y real, mientras que la duquesa, habiendo abandonado ya las aventuras de la carne, anticipa un 372 CAROLYN RICHMOND amor ideal. La ironía de sendas actitudes está subrayada mediante referencias a las lecturas de ambos: Flores, que no ha conocido el mundo, se duerme recordando a Balzac y Zola, mientras que Cris tina busca apoyo moral para su huida de «la seducción de la mate ria» en Schleiermacher y San Juan... Tal contraste entre las lec turas de los dos se repite un poco más adelante cuando, como por instinto, «se buscaron y se encontraron». Fué «a la mañana siguien te» cuando ambos se despiertan con la misma idea: la de que ha bía que buscarse. Se hablan por vez primera en un sitio reservado aunque público, o sea, en un coche de alquiler donde Fernando se acuerda de Madame Bovary mientras que se nos trae a la memoria que Cristina, por su parte, lee a Schleiermacher y a Fray Luis de Granada. En los párrafos veintidós y veintitrés se describen los castos amores de los protagonistas dentro de un tiempo indefini do: Cristina manda y Fernando, «alucinado algún tiempo», se cree enamorado. Estas circunstancias se invierten en seguida, en el pá rrafo veinticinco, debido a una historia de amores que un amigo de Fernando le cuenta «una noche» en un café. Volviendo en sí y creyéndose en «ridículo», Fernando toma ahora la iniciativa —ac to ya esperado por la duquesa—, y después de «quince días de em briaguez de los sentidos», se sacia y «una mañana» vuelve otra vez a su antigua actitud, decidiendo regresar a su vida de artista y es cribir una novela basada en «el documento». Al final de este tira y afloja que han sido los amores de Cristina y Flores, parece aca bar ganando éste, aunque la reacción de aquélla al leer su carta de despedida es bastante filosófica, pues, como reflexiona, « ¡Al fin estas relaciones iban pareciéndose a las otras! ». No tan filosófica, aunque sí reveladora, es la siguiente y última lectura que la duquesa, «cerca de un año después», hará de la no vela de Fernando. Lee su vida —no la que conocemos nosotros, lectores del cuento de Clarín, sino la que ella misma le había con tado a su amante «en el abandono del amor ideal». Aunque picado el amor propio —« ¡Qué infamia! Fernando no la había amado, la había estudiado».— Cristina es capaz de apre ciar la novela en cuanto literatura: «Como obra de arte, el libro le pareció admirable. ¡Cuánta verdad! ». Encuentra que es un espejo de su persona. Lo lee durante toda la noche, volviendo a leer la úl tima página, y se duerme al amanecer. «A las doce» del día siguien te, tras haber dado «orden terminante de no recibir a nadie», lo vuelve a leer, almorzando «a las tres». La carta que le manda a Fer nando —eco de la que había mandado él al despedirse— revela ple namente el carácter de esta mujer extraordinaria: elogia la novela UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 3 73 como « ¡obra maestra! », añadiendo que « ¡de todas maneras, tú eres un plebeyo miserable! » y firmándola ,no con su nombre, sino « \La duquesa del Triunfol ». Llamarle a Flores «plebeyo» es un in sulto que lo devuelve a lo más bajo de la «multitud» del comienzo del cuento, como era la intención de ella. En esta guerra de los se xos, no ha habido un triunfador claro, pues la victoria literaria de Flores —su «documento»— está contrapesada por la victoria hu mana de Cristina. Esto lo hace ver el narrador en el último párrafo del relato donde, a la manera de un postdatum, nos ofrece una úl tima contraposición: el éxito del libro de Fernando y la amargura que él siente recordando la venganza de Cristina al llamarle « ¡ple beyo! ». Separados para siempre, cada personaje ha triunfado a su manera sobre el otro, cancelándose así cualquier victoria decisiva. Los muchos contrastes que hemos hecho notar dentro del rela to refuerzan la soledad fundamental de cada uno de sus protago nistas, soledad que ni siquiera desaparecerá cuando coinciden sen das vidas en el amor, pues la experiencia humana de uno y otro son como vías paralelas que, aun cuando desde lejos parezcan con vergir, en realidad no lo hacen nunca. La única fusión posible, el amor, es un engaño en que predomina el egoísmo de los partici pantes. Esta visión típicamente clariniana del amor —visión que se repite a lo largo de su obra narrativa— está expresada en nues tro cuento mediante un juego de perspectivas que refleja la vaci lación de cada cual, al mismo tiempo que acentúa la importancia de la literatura como patrón en las vidas humanas. La soledad existencial de Cristina y Fernando se encuentra sub rayada en la obra mediante el relato en tercera persona alternando con monólogos interiores: cada uno está visto desde múltiples perspectivas —la del narrador, la del público, la del otro protago nista y la de sí mismo— pero no se transcribe ningún diálogo entre ellos. Sabemos que se hablan —en la primera fase de sus relacio nes, la platónica, Cristina acude «a dar la conferencia de sus amo res» y le cuenta la historia de su vida que se habrá de convertir en «el documento»— pero no se reproducen estas conversaciones, dejando en ambos casos que la imaginación del lector recree por sí misma dichas escenas de comunicación recíproca. El amor es un engaño porque está basado en una combinación de fantasía y pensamieto y, sobre todo, porque tal mezcla varía según el sujeto. Este amor es ,para ambos, una novedad relacionada, en gran parte, con una fantasía suya: Cristina lo ve como la realización de varios de sus sueños, tal el de la adoración de la multitud, en un idilio platónico con un plebeyo más joven que ella; mientras que para 374 CAROLYN RICHMOND el halagado Flores es una primera experiencia erótica dentro de un ambiente aristocrático totalmente ajeno. Nos hallamos, pues, ante la cervantina combinación de fantasía y realidad que en este cuen to se manifiesta en dualidades básicas como la de corazón y cabe za, carne y espíritu. Así Flores, en quien siempre ha dominado la razón, acabará cediendo a los impulsos sentimentales —luego, a los animales—; mientras que Cristina logrará sofocar su natura leza carnal al fabricarse un amor ideal que, siendo mera fantasía, tampoco durará. La única verdadera fusión entre estos dos indivi duos tan distintos será, pues, la efímera unión de la carne. Esta unión los lleva en seguida al desengaño: Cristina empieza a tra tarle como a sus antiguos amantes (o sea, como «amante oficial» según él), mientras que Flores, al hartarse, se da cuenta de la fal sedad de su amor. Cada uno ha creado su fantasía —podríamos decir, su ficción— del amor para volver, después, a su propia rea lidad. En el caso de Cristina es ésta la de su vida anterior a sus relaciones con Fernando, que quedan absorbidas dentro de la to talidad de su experiencia vital; en el caso de Flores, la vuelta a sus costumbres anteriores le permite incorporar estos amores a su ac tividad de escritor, aprovechando de ellos para redactar una obra literaria que es una ficción más real que la vida, ya que, como él mismo dice: « ¡creí un momento haber encontrado el amor: ¡no!, es algo mejor; he encontrado un libro...!». Las raíces cervantinas de esta contraposición entre realidad y fantasía se ven claramente en las palabras de Flores al dormirse después de haber sido sedu cido por Cristina en el Circo: « ¡Allá va don Quijote! », se dice, pen sando en el día siguiente, «¡ésta es la segunda salida...!, y se des preciaba y se burlaba de sí propio de todo corazón». En efecto, la realidad de cada personaje será fantasía o ficción no sólo para los otros, sino también, a veces, para sí mismo (3). La ausencia de intercambios verbales en la obra no significa, sin embargo, una falta total de comunicación; el problema es que ésta suele ser unilateral: en vez de hablarse, los personajes se leen unos a otros con los ojos, viendo e interpretando al objeto de su mirada a su capricho sin tener que adaptarse a ninguna respuesta oral. En efecto, a lo largo del relato se va tejiendo una especie de red de miradas, en una perspectiva prismática cuyo efecto estético (3) Algu'nos elementos cervantinos de este cuento han sido apuntados por Clifford R. Thompson, Jr. en “Cervantine Motifs in the Short Stories of Leo poldo Alas”, R e v is t a de E stu d io s H is p á n ic o s , 10, Núm. 5 (Octubre, 1976), 391403. UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 375 es el de dejar abierto el cuento en vez de cerrarlo. El escenario principal de este juego de miradas es el Circo de Price, donde la atmósfera está traspasada y animada por ojos que se cruzan y se evitan, que admiran y envidian, que atacan, devoran, espían... y se besan. Cada mirada responde a un punto de vista. La duquesa se comporta como una artista de teatro consciente de su papel y de su público; cabe notar que cuando Fernando, solo tras haber huido «como escritor silbado del público cruel», decide dejar de escribir para dedicarse al amor, su decisión está descrita así: «Su volun tad le pedía otra cosa ahora: acción, lucha; quería ser actor en la comedia del mundo...». La tradicional idea del teatro como mundo y el mundo como teatro que tanto fascinaba a Leopoldo Alas (re cuérdese las múltiples yuxtaposiciones en La regenta y Su único hijo) se encuentra expresada aquí por medio de miradas cuya fre cuencia las convierte en un motivo dominante. A veces los ojos de otros son como un espejo para un determinado personaje; otras veces son un vehículo de observación unilateral por parte de su dueño; otras veces todavía los ojos de dos personajes son una vía de conversación muda y recíproca entre ellos. A estas tres posibili dades básicas hay que añadir la función de los ojos en la lectura, en la contemplación de la pintura, o bien la mirada interior en la autocontemplación, tomando en cuenta, además, todos los cambios y reajustes que se efectúan en el desarrollo de la acción. Para empezar, tanto Cristina como Flores, como la sociedad entera a la que pertenecen, están vistos con diferentes grados de simpatía por el narrador quien ofrece a nuestros ojos —los de sus lectores— una reproducción documental de una realidad que, aún cuando resulte muy verosímil, ha sido, sin embargo, filtrada por su imaginación creadora. Este narrador, que utiliza más de una vez la primera persona del verbo y que se dirige directamente al lector en una ocasión («Figúrese el lector...») y a su personaje Flo res en otra («No, infeliz, [Cristina] no ha leído tal cosa; ...no te mas».), es, también —recuérdese— una creación ficticia de su autor con quien, claro está, tiene bastante en común. Además de ofre cernos su propia visión de los personajes y sus circunstancias, el narrador se aproxima ya en el cuarto párrafo al punto de vista de Fernando —también escritor— al contar ,tras haber descrito lo que «parece» que les dice «con los ojos» la duquesa a sus admira dores: «Todo este discurso, que yo atribuyo a los ojos de Cristina, lo había leído en ellos el joven escritor, periodista y novelista, Fer nando Flores», creándose así una complejidad —y hasta ambigüe dad— de perspectiva narrativa, pues mucho de lo que pasa será 376 CAROLYN RICHMOND observado por Flores al mismo tiempo que contado por el narra dor. La mirada ajena como espejo en que un personaje se ve refle jado, ya como quisiera ser o como realmente es, aparece con gra dos diversos de distorsión: por ejemplo, la duquesa al verse hala gada en los ojos adoradores de la multitud y de Fernando en el Circo; éste cuando llega a convencerse de que está enamorado tras ser mirado por Cristina; o al sentirse en ridículo al verse a sí mis mo en la situación de la historia de unos amores ajenos referida por cierto amigo; o la escena en que Cristina lee, y vuelve a leer, la novela de Flores que le parece un «espejo». En este momento se siente engañada por su amante — «Cuando sus ojos se clavaban en los de Cristina para anegarse en ellos, el traidor no hacia más que echar la sonda en aquel abismo». — Pero no tiene, precisamen te razón, pues éste estuvo observándola sin propósito ulterior y deci dió escribir su novela después de sus relaciones con ella, no antes. Algo parecido le pasa a Flores al final del cuento, a raíz de recibir la carta de Cristina donde se ve retratado como un «plebeyo»: ella le habrá visto de otra manera antes, pero a posteriori le ful mina esta imagen vengativa. Los ojos son un vehículo de observa ción cuando Fernando, como los demás en la multitud, se recrea en escrutar a la duquesa, tal cual se mira una virgen de Murillo o una dama retratada por Pantoja, antes de haberse dado cuenta de ser él el objeto de las miradas de ella; o bien al examinar Cris tina, mucho más distante que él, a su admirador-«insecto»; o cuan do «leía en el alma de Fernando todas las bellezas que habia es crito Dios en ella». Los ojos se comunican mùtuamente al estar conscientes los dueños de su intercambio. Tal ocurre cuando se juntan, y luego se besan, los de Flores y Cristina en el Circo, y cuando a ésta, al imaginarse los amores ideales que tiene proyec tados, se le hace reflexionar: « ¡El amor espiritual es tan fecundo en grandes ideas!... y en último caso, hablarían los ojos». En los repetidos casos de autocomtemplación interior en todo el relato, los ojos —siquiera sea aquí sólo metafóricos— desempe ñan un papel fundamental, pues cada personaje se ve reflejado dentro de sus circunstancias según lo que podríamos llamar el prisma de su punto de vista personal, creando así su propia fanta sía o ficción en el seno de la realidad del cuento. En tales momen tos de íntimo recogimiento, ambos personajes acuden a la literatu ra de maneras diferentes como consejera y como modelo. Recor demos que los dos son asiduos lectores, aunque no gusten de los mismos libros. La lectura, ese acto solitario que se lleva a cabo UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 3 77 mediante el uso de los ojos, está estrechamente relacionado con la vida interior de nuestros héroes, llegando a fundirse con la lla mada realidad exterior. La función del libro como director de con ciencia en la era moderna, uno de los grandes temas clarinianos que encuentra su máximo desarrollo en las dos novelas largas, está examinada de un modo sucinto, y no por eso menos profundo, en este breve relato donde vida y literatura acaban confundidas en una manera cervantina. Cristina, quien siempre ha «vivido» —digámoslo así— plena mente, se apoya en sus lecturas filosóficas y místicas para hacerse una vida nueva. Como es sumamente vana e incapaz de prescindir de la adoración amorosa, decide canalizar esta necesidad por la vía del amor «ideal» o «espiritual», creando así una especie de ficción en que el enamorado Flores actuará, a pesar suyo, como personaje de la duquesa. Este reconoce en seguida lo irreal que tendrían unos amores entre una duquesa y uno de su clase: «Aunque sabía todos los casos que refieren las novelas, y hasta las historias, de grandes abismos sociales que salta el amor de un brinco, no creía que esto aconteciese en la vida real casi nunca, y la posibilidad ló gica de que a él le sucediese encontrarse en una aventura de esta índole parecíale semejante a la de ganar el premio grande de la lotería». Al recobrar su voluntad propia, dándose cuenta del «en gaño», en vez de replegarse a su vida retraída de antes, Flores adop ta una actitud grosera para seducirla. En sus cavilaciones entre el primero y segundo «ataque», se toca el problema de la regeneración de Cristina: «su esplritualismo, su misticismo ¡eran falsos, eran ridículos! ¡Ridículos! ¿quién sabe? Lo parecían sin duda; pero ¿no había alguna sinceridad en aquel arrepentimiento, aunque pa reciese otra cosa? ¿No había, por lo menos, una buena intención?». A continuación viene una idea que pone de relieve el papel de la literatura como dirección de conciencia: «Si Cristina hubiese te nido un verdadero director espiritual, ¿no hubiera buscado salva ción por mejor camino?...». Problema enorme éste, pues el hombre moderno, aislado y solo, tiende a confiarse más en los libros como modelo de vida que en la religión. No será otro el conflicto de Ana Ozores (4), quien se encontrará arrinconada entre sus lecturas dispa res y un director espiritual perverso. Al final, cuando le llega el libro de Flores, Cristina está, por ironía, sin amantes: «se dejaba (4) El parentesco establecido entre Cristina y la protagonista de L a R e por cuanto se refiere a su intento de evasión literaria, ha sido señalado por Antonio Ramos-Gascón e'n su Introducción a P ip á , págs. 83-84. g e n ta, 378 CAROLYN RICHMOND adorar, pero no admitía confesores». No se sabe a qué tipo de con fesores se refiere esto, pero la novela que va a leer en seguida es tará basada en las confidencias —podríamos decir, confesiones— que ella le había hecho a su amante durante el curso de sus amo res: la realidad cruda de su vida, pues, será convertida en ficción no fantáctica, sino de la escuela naturalista, y esta mujer tan afe rrada a la vida quedará inmortalizada («A mi eterna amiga» le dedicará el tomo) en una novela que, siendo siempre la realidad menos creíble que la ficción, algún lector se apresurará a calificar de increíble, pues «el tipo de aquella mujer no existía más que en la imaginación del novelista». El caso de Fernando Flores ofrece un interesante contraste con el de la duquesa. Lector asiduo también —aunque no de la misma clase de libros—, este joven, autor ya de «dos novelas naturalistas vendidas por seis mil reales cada una», no sólo no ha vivido nunca, sino que ha visto el mundo a través de la literatura: «Dábase por desengañado antes de conocer el mundo, del cual sólo sabía por lo que decían las novelas y por lo poco que le enseñara una observa ción constante, sobrado perspicaz y hecha a demasiada distancia». Implícita en esta descripción encontramos una crítica por parte del narrador del falso naturalismo —el de «escuela»—, defecto que reconoce en seguida el personaje al sentirse excitado por los perfu mes de Cristina cuando roza con ella en el Circo: «se sintió con movido hasta los huesos por una nueva clase de emociones, que le indignaba desconocer a sus años, y siendo un novelista acredi tado, y acreditado de escribir conforme el arte nuevo, esto es, to mando de la realidad sus obras». Para sus relaciones con la du quesa tendrá que basarse en la experiencia de sus pasadas lectu ras —algo que, de modo diferente, hará también el protagonista de Su único hijo. En su examen de conciencia después de salir del Circo, Fernando reconoce su propia debilidad: «'El caso es que yo no sabré resistir si ella insiste... El ridículo es inevitable. A mis ojos ya estoy en plena novela cursi. ¡Conque suceden estas cosas! ». Se ve casi como un ente de ficción, imaginándose antes de que la primera fase de sus amores haya sucedido: «'ella se creerá una mujer aparte, y a mí me querrá no por mis escasos merecimientos, sino porque soy el amante cero, el amante de la multitud». Recor dando «casos parecidos de novelistas idealistas», luego otros de Balzac y Zola, por su falta de experiencia vital anticipa Flores lo que va a ocurrir como si fuera literatura —y hasta cierto punto tiene razón, si aceptamos el amor ideal de Cristina como una ficción de ella... Pronto se siente avergonzado de la situación: «El nove UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 379 lista acudía a las citas de amor como si fuera a fabricar moneda falsa». Trata de convencerse de que está enamorado: «de buena fe, buscó y rebuscó en su imaginación, y hasta en su memoria, ali mento para aquellos amores en que tan gran papel desempeñaban la retórica y la metafísica». Cuando, al final, se apodera de él la sensación del ridículo y se anima al «ataque», es que la realidad vital prevalece en Flores sobre sus imaginaciones literarias. Al sa lir de la ilusión en que estaba, por un acto voluntario, nuestro héroe cambia de actitud hacia la duquesa, pues «mientras él mismo par ticipó del engaño, Flores no pudo ver que era interesante, al cabo, aquella mujer...». El amor propio, junto con el deseo, le hicieron más humano: «se le cayó la venda de los ojos, y vio que si antes había sido ridículo, menos acaso de lo que él creía, ahora comen zaba a ser un bellaco». Por ironía, al conquistarla físicamente es «atrevido, brutal, grosero» —adjetivos que corresponden a la lite ratura naturalista... Sólo cuando se harta, viene a darse cuenta de que no ha sido inútil para él esta breve experiencia en el mundo: « ¡Ea! esto se ha concluido; yo no soy un Don Juan, ni un siete mesino, ni un hombre de mundo siquiera; yo soy un artista. Es necesario que lo sepa Cristina. No se ha perdido el tiempo al fin y al cabo. Hágome cuenta que he trabajado en la preparación de un libro; he observado, he recogido datos; creí un momento ha ber encontrado el amor: ¡No! es algo mejor; he encontrado un li bro...». Vuelve a apoderarse de él, pues, su egoísmo de artista; la novela que piensa escribir constituirá, en gran parte, su venganza de artista frente a la mujer: «La mujer no es para mí, no podía ser; pero tengo... el documento. Cristina me servirá en adelante como documento humano. Hagamos su novela; es un caso de gran enseñanza. Los necios dirán que es inverosímil; pero yo le daré caracteres de verdad cambiando el original un poco». Para Fer nando, la ficción es más real que la vida, pero debe notarse que las emociones que le empujan a escribir su novela son humanas, no estéticas. También es interesante su opinión acerca de la función de la novela como «un caso de gran enseñanza», con lo cual re gresamos a nuestra hipótesis original de aue la literatura ejerce la dirección de conciencia en la época moderna, sólo que en este caso es el propio autor ficticio quien tiene presente este propósito al disponerse a escribir. En la relación fundamental entre vida y literatura encontra mos, pues, el tema central del cuento: el de la creación artística. En nuestro análisis hemos visto que tanto el acto de leer como el de escribir están presentados dentro de unas circunstancias so- 380 CAROLYN RICHMOND cíales contemporáneas, lo cual no reduce en modo alguno su valor universal. A través del personaje de Cristina, se nos ofrece una crí tica de la lectora impresionable (recuérdese que un alto porcenta je de los lectores de aquella época era femenino, tal vez por dispo ner las mujeres de más horas de ocio), quien desea forjarse un plan de vida a base de lecturas de calidad superior interpretadas con excesivo subjetivismo. El amor espiritual que se fantasea, «aquel romanticismo místico-erótico, que es ya en literatura una antigualla», responde a un idealismo que, por ser falso, está desti nado a la derrota. Flores, lector entusiasta de la novela francesa contemporánea suya, así como también de otros tipos de narra ciones —novelas cursis u otras idealistas—, compara constantemen te su situación personal con casos parecidos extraídos de sus lectu ras; estos modelos operan subrepticiamente en su conciencia mien tras dura el engaño del amor ideal hasta que regresa a la realidad cruda. Para este hombre, sin anterior experiencia en el mundo, la literatura sirve de enseñanza vital, y aunque no nos lo dice el au tor, es probable que se inspirase en alguna lectura de Balzac, Flaubert o Zola para «ser atrevido, brutal, grosero» y asediar la «for taleza»... También en el personaje de Fernando como escritor se nos in sinúa una censura de cierta rama de la escuela naturalista —críti ca hecha dentro de una presentación esencialmente positiva de este hombre, hacia quien muestra el narrador evidente simpatía. La crítica —implícita— de Fernando como novelista tiene que ver primero con el hecho de haber escrito dos novelas naturalistas sin tener experiencia de la vida activa, dándose «por desengañado an tes de conocer el mundo»; y luego, con su manera de proceder, después, al redactar su tercera novela. Su egoísmo de «artista» y su cobardía vital le inducen a cometer una vileza humana en nom bre del arte, reproduciendo, como un espejo, el «documento huma no» que le ha ofrecido, sin saberlo, la duquesa. No se nos dice có mo es esta novela, pero a juzgar por la lectura —increíblemente madura— de su protagonista, es un retrato verídico que poco tiene de ficción. Si antes había pecado Fernando por conocer el mundo tan sólo a través de las novelas y de una «observación constante, sobrado perspicaz» hecha «a demasiada distancia», su falta ahora parece consistir en el uso del mismo tipo de observación desde una distancia demasiado próximo. El título del cuento, «Un documen to», no sólo se refiere a la decisión que toma Flores de usar a Cris tina como tal, sino que se puede aplicar también a la novela de que será protagonista —novela cuya lectura va a ofrecerle a ella UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 381 misma un documento de su propia personalidad. Como tal docu mento la recibe «la crítica más ilustrada y profunda», consagrán dola «largos análisis psicológicos»... no literarios. El relato de Cla rín, producto de la observación de un narrador-escritor, documen ta a su vez las circunstancias que llevan a Fernando a escribir su novela, dando la ilusión de que tal novela ha existido en verdad. Puede así pensar el lector que Fernando cargase las tintas de su novela-«documento» por hostilidad hacia la mujer. Quien realmen te habrá sido buen observador, dándonos una reproducción fiel de la realidad, es el narrador del cuento: una voz personificada, crea ción de Clarín. Todo el contenido del relato, presentado como he mos visto con una extraordinaria habilidad artística, lo inviste de completa verosimilitud y da un ejemplo cumplido del arte de na rrar tal cual lo concibe y practica Leopoldo Alas. Hemos señalado ya que existe una cierta compenetración entre el narrador y Flores. Por lo demás, resulta obvio que este narrador es una proyección literaria de Clarín mismo. No será ilícito, por ello, tratar de descubrir ciertas analogías entre el escritor real, Leopoldo Alas, y su personaje ficticio. Para empezar, a este último —periodista y novelista también, hombre de clase media y de es casos recursos económicos— se le atribuye aproximadamente la misma edad que el autor tenía al redactar su relato. Situado éste en Madrid, donde a la sazón se encontraba Alas, refleja el ambiente artístico de la Corte cuando Clarín ejercía ahí de crítico literario y teatral. De otra parte, algunos rasgos de la personalidad de Flores —tales como la timidez frente a las mujeres y un cierto encogi miento social— parecen corresponder a lo que se conjetura del carácter de Alas. Siguiendo en la misma línea de identificación aproximada entre el personaie, el narrador y el autor real, podemos comprobar ahora que el relato supuestamente salido de la pluma de dicho narrador constituye una ilustración de la teoría literaria expuesta por el autor el mismo año, 1882, en un largo y sustancial artículo titulado «Del naturalismo» (5). En este escrito crítico procura Clarín ana lizar «por eliminación y limitación» el concepto del naturalismo en general, después de lo cual se extenderá a considerar su aplicaEste ensayo inacabado, que apareció primero en la revista madrileña ha sido recogido en L e o p o ld o A l a s : T e o r ía y c r ític a d e la n o v e la (Barcelona, Laia, 1972, págs. 108-49) por Sergio Beser, quien lo con sidera posiblemente “el comentario de mayor penetración crítica escrito en España sobre el naturalismo” (pág. 107). Las citas que seguirá'n vienen de esta última edición. ’La (5) D ia n a , e s p a ñ o la 382 CAROLYN RICHMOND ción a la novela. A lo largo del ensayo hallamos ideas que, en lo positivo, están reflejadas en el relato del narrador, y en lo negativo recuerdan a Cristina-lectora o a Flores-novelista. «El naturalismo», dice Alas, «pide que se reproduzca la realidad tal como es, obser vada en el estudio previo y experimentada en la acción en que se coloca artísticamente» para lo cual desconfía de toda idealización. «El idealismo», —debilidad, recordemos, de la imaginación de la duquesa— «niega ese propósito: la verdad tal como es», que es la finalidad del naturalismo. Los medios o el procedimiento al que ha de atender el autor naturalista son, primero, la observación «sin preocupación alguna, sin dejar de ver nada por respeto a cual quier principio establecido a priori» como «espectador imparcial». Después de recoger los datos y acabar la observación —«he obser vado, he recogido datos», se dice Fernando—, comienza la segunda fase del trabajo: la de «la composición». A esta tarea, que corres ponde a los meses en que Flores escribe su novela, la llama Clarín la «experimentación», definiéndola como «la observación prepara da en que el observador coloca los hechos, los datos adquiridos, en tal disposición, que les hace dar alguna enseñanza acerca del pun to que él pretende dilucidar». En esta parte del proceso, cuyo re sultado siempre ha de ser una enseñanza —propósito, recordemos, de Fernando—, el novelista deja de ser un «espectador pasivo», para convertirse en «artista». Sin embargo, su voluntad no debe intervenir «para determinar la acción del carácter en tal o cual sentido, porque esto sería volver al idealismo, sino que intencional mente ha de ir provocando circunstancias que le obliguen a mo verse conforme indica la lógica de los antecedentes, como determi nen los datos hallados». Ignoramos si Flores en su novela cumple con estas leyes, pero el narrador de nuestro cuento lo hace de ma nera sabal. En la parte de su ensayo dedicada a la novela naturalista vuelve Clarín a insistir sobre la importancia de «copiar la vida, éste es el dogma supremo», dejando al novelista «la más absoluta libertad de forma». Luego pasa a unas reflexiones sobre el personaje y su mundo: «El estudio individual del hombre como actor del drama de la vida» —recuérdese la decisión de Flores de ser «actor en la comedia del mundo»—, «es casi siempre el objeto predominante en la novela»; pero no basta con «la observación del carácter, ni la observación de lo que se ha llamado el medio, hecha en abstrac to», sino que hay que reflejar en la novela «el espectáculo comple to de la vida. El novelista necesita ver algo más que el desarrollo de un alma y un cuerpo, de un hombre según su temperamento, UN DOCUMENTO (VIVO, LITERARIO Y CRITICO) 383 y algo más que notar la relación entre el individuo y el mundo que le rodea», continúa Clarín; y aquí se advierte claramente cuál será la diferencia entre la estética de Fernando Flores y la de su narrador, portavoz de Leopoldo Alas. «Yo no estoy conforme con que el principal objeto de la novela naturalista sea el estudio del documento humano», sigue Clarín en su ensayo. «¿Por qué este límite? Toda vida ofrece asunto al arte; éste, en su forma más amplia y comprensiva, la novela, debe abarcar toda la vida y no reducirse al examen procesal del carácter. Hay muchas cosas en la naturaleza, en la vida social, que interesan, que importan, que deben ser aprendidas por el modo que el arte enseña, como el arte hace ver, las cuales no pueden ser estudiadas, si todo ha de ser accesorio menos el documento humano» [subrayado por mí]. El amplio cuadro que Alas propone aquí, y que se ve en miniatura en su cuento, se traducirá unos años más tarde en ese enorme panora ma social y humano que es La regenta (6). Como para reforzar este concepto de la novela, Clarín añade las siguientes palabras que recordarán la recepción crítica de la supuesta novela de Flores: «es preferible ver el estudio del hombre en la acción exterior, en la lucha con la sociedad, al verle sólo por dentro, en un análisis psicológico», pues más valen el estudio y expresión artística den tro de «la realidad entera», en coniunto, que el «caudal de observa ción que el novelista psicólogo o fisiólogo aplica al estudio parcial del documento humano [subrayado por mí]. Aquí está, pues, el error de Fernando Flores, quien se ha limitado a escribir el tipo de novela naturalista que, a juicio de Leopoldo Alas, carece de am plitud esencial. Las numerosas repeticiones que en dicho ensayo aparecen de la expresión «documento humano» destacan bien la estrecha relación que existe, por lo que se refiere a la teoría del naturalismo, entre este escrito clariniano y el cuento estudiado aquí, y no sería te merario ver en la obrita de ficción una ilustración práctica del ars poética contenida en el ensayo. Lo que sería una falla en la presunta novela de Flores, se convierte en un éxito completo de la narración breve, ya que Clarín no sólo se ajusta a sus propios preceptos teóricos sino que, haciendo uso de la libertad formal con siderada por él como requisito esencial de la creación literaria, ha producido una obra de arte mucho más amplia y más profunda de lo que hubiera podido ser cualquier tipo de «documento» a la maGe (6) Para un estudio del naturalismo en L a R e g e n ta véase la Introducción Gonzalo Sobejano a su edición de esta novela, págs. 18-28. 384 CAROLYN RICHMOND ñera de Fernando Flores. Basándose sin duda en sus observaciones hechas al asistir como crítico teatral a los espectáculos madrileños, Alas ha redactado un cuento que, pese a su apariencia real, quizá no tenga más conexión con la realidad práctica que la de ser una fastasía de aquel tímido «joven escritor, periodista y novelista»: el Leopoldo Alas de aquella época. SOBRE LITERATURAS REGIONALES POR NESTOR ASTUR FERNANDEZ Atento a una invitación, tan gentil como apreciada, que hace muy pocos días una mano amiga me ha hecho llegar (1), me resul ta grato form ular ciertas consideraciones que si no alcanzaren a configurar una ponencia formal y condigna de las que, sin duda, se tratarán en el simposio, tal vez aporten alguna sugestión no desdeñable en el ámbito creado por la convocatoria. Me detengo, dubitativo, en el primer punto del amplio temario, ante el enunciado de «literaturas regionales y urbanas» — «Concep to general», y observo que los términos «regional» y «urbano» se repiten en los demás puntos, con la excepción del sexto y último, relativo al ensayo; y el mínimo sentido crítico sugiere esta pregun ta: ¿Por qué lo regional frente a lo urbano?. A mi juicio, el concepto de «urbano» se contrapone al de «rural». Urbs y rus. El de «ciudadano» al de «campesino» (o «campero», en Argentina). Civitas y campus. Y a lo regional habría que darle, en una escala de valores, relación con los conceptos de «nacional» y «universal». Tales serían, a mi entender, las categorías en juego. Me inclino a pensar que el empleo de esos términos del enuncia do responde a un concepto que coincidiría, de ser así, con lo apun (*) Ponencia presentada por Néstor Astur Fernández en el SIMPOSIO HISPAN O-AMERICAN O DE LITERATURAS REGIONALES, realizado eh el COLEGIO MAYOR ARGENTINO “NUESTRA SEÑORA DE LUJAN”, del 3 al 8 de Diciembre de 1979, en la CIUDAD UNIVERSITARIA DE MADRID. (1) La Profesora argentina Amalia Iniesta, Coordinadora del simposio. 386 NESTOR ASTUR FERNANDEZ tado en el «Diccionario de Literatura española» de la «Revista de Occidente», según texto cuya transcripción parcial juzgo oportuna: «Se entiende por literatura regional, con referencia a España, la producción literaria escrita en lengua o dialecto hablado en al guna provincia española o también la obra de un autor que sitúa sus temas preferentes en una región determinada. Sin embargo, para los efectos literarios históricos, al hablar de «literatura cas tellana no se suele incluir en el estudio de ella las obras escritas en catalán y en gallego. O sea, se puede considerar la literatura re gional, de una parte, por los dialectos (que ponen la ortografía al servicio de la fonética regional) en que se producen ciertas obras, y de otra, por los temas que predominan en ciertos autores, y que por ellos aparecen ligados a una determinada región». La cuestión de puntualizar previa y debidamente el concepto ge neral no es baladí, ni obedece al propósito de suscitar un debate bizantino. Corresponde tener presente que la referencia a España, donde la región se desprende, en cierto grado por lo menos, de la antigua división en reinos y de la etimología del vocablo, no coincide exac tamente con el sentido de región en la Argentina. En la definición reseñada también se menciona la provincia, cu yo concepto no es el mismo de región. En el caso de haber tenido tiempo para ello me hubiera gustado tratar acerca de la literatura regional de Asturias, comarca (otro término a considerar) en la que coinciden «provincia» y «región», por ser ésta uniprovincial; y me habría referido con cierta amplitud al bable y los hablistas, «tema en el que algo he trabajado y que en la actualidad hispana tiene connotaciones al margen de la lingüística y la literatura que, aun a la distancia, no se me ocultan. Que la literatura regional esté determinada por un modo de hablar o por un tema, o acaso por cierta modalidad propia de un medio o un personaje, es asunto de gran importancia, y a renglón seguido considero congruente el caso del «Martín Fierro», tan in dicado para este simposio. Tal obra figura en todos los textos clasificada dentro de la lite ratura gauchesca. Si un lector no hispano-americano, carente de in formación al respecto, al saber que el poema hermandiano se re fiere a la vida del gaucho, del cual no tiene clara idea, recurriera a un diccionario enciclopédico —por ejemplo al Espasa—, se entera ría de que el gaucho es un hombre de campo de la Argentina, del Uruguay y del Sur del Brasil. Ese gaucho brasileño queda excluido, lingüísticamente, de lo que es y representa el «Martín Fierro». Sólo SOBRE LITERATURAS REGIONALES 387 por ser hombre de campo y andar a caballo no queda dentro del poema gauchesco. Falta la lengua. Pero el propio Hernández fijó el ámbito del personaje: En una carta escrita en el año 1872 dejó constancia de su propósito: «re tratar... lo más fácilmente que me fuera posible, con todas sus es pecialidades propias, ese tipo original de nuestras pampas, tan po co conocido por lo mismo que es difícil estudiarlo, tan erróneamen te jugando muchas veces, y que, al paso que avanzan las conquistas de la civilización, va perdiéndose casi por completo». (Juan Carlos Ghieno, en su prólogo a «26 poetas argentinos» — Editorial Uni versitaria de Buenos Aires). Otra referencia comarcal: «Realizó Hernández el aprendizaje de la región porteña y litoral en contacto con la vida misma...» (Arturo Berenguer Carisomo — «Historia de la literatura argentina y americana»). De la misma obra: ... «la acción épica es tan presu rosa, urgente, que al poeta apenas le queda tiempo para solazarse en la descripción del contorno: éste — el desierto — surge traido por la fábula misma y nace su inmensidad, su misterio, su belleza del movimiento propio del relato»). Respecto a la lengua, el mismo profesor citado, en la ya men cionada «Historia» consigna la siguiente: «El estilo de Hernández es reciamente épico, sobrio, lleno de fuerza, sencillo y elocuente; es la verdad misma. Se ha dicho — no sabemos con qué grado de veracidad — que Hernández, lo mismo que otros gauchescos, amañó el habla del gaucho, componiendo una especie de jerga que jamás se ha escuchado en nuestro campo... pero ocurre pensar que, de ser fraguada y contrahecha aquella len gua, el poema no tubiese tenido jamás el éxito popular, fervoroso, que tuvo en seguida, no ya en las ciudades, sino en el mismo cam po retratado. Quizá haya alguna licencia literaria, mas ello no in valida el realismo esencial de su forma». Y Adolfo Prieto, en su «Diccionario básico de literatura argentina» expresa: «Toda mirada de conjunto sobre la historia de la literatura ar gentina, concluye por reconocer en la gauchesca un fenómeno de características originales. Esta originalidad no consiste en la ele vación al papel protagónico del gaucho, ni en el uso de la lengua popular hablada en la campaña...» (Considera que lo que la singu lariza es la adopción de ese personaje y esa lengua por parte de autores cultos de las ciudades (o sea urbanos) para expresarse lite rariamente). Y el nombre de Estanislao del Campo, autor de «Faus to», viene al caso. 388 NESTOR ASTUR FERNANDEZ El «Martín Fierro» es literatura rural, campera, frente a lo li terario urbano; pero es nacional y, más aún, universal. Este aserto no requiere apoyo erudito, pero vale la pena transcribir unas pala bras de Berenguer Carisomo: «Así el Martín Fierro trascendió de lo nacional a lo internacio nal, y hoy pueden considerarse ya sus figuras, sus símbolos, sus escenarios, su filosofía y su estilo como absolutamente incorpora dos al patrimonio épico de la literatura universal. Acerca del idioma, si alguien se entretuviera en intercalar todas las des que faltan en los participios o en palabras tales como «lao», el poema quedaría en un castellano con ciertos arcaísmos y con al gunas voces que requerirían aclaración, pero en conjunto no resul taría rigurosamente dialectal. Ejemplo: «Bala el tierno corderito al leo de la blanca oveja, / y a la vaca que se aleja / llama el ternero amarrao; / pero el gaucho desgraciao / no tiene a quien dar su que ja». Lógicamente el decir «lado» se efectuaría una modificación si lábica, pero el ejemplo va en función de otro aserto. En retorno a los conceptos iniciales de este trabajo, quiero apun tar como tema de estudio el caso del «lunfardo» que no es precisa mente un dialecto, sino una modalidad especial de habla, una jerga (sin que esto pretenda molestar a los miembros de la Academia del lunfardo, respetables estudiosos del tema), bien puede tomarse co mo ejemplo de la posibilidad de existencia de lo «regional» y «ur bano», pues la zona en que se ha dado esa modalidad es indiscuti blemente ciudadana. Antes de pasar a otro punto, quiero recordar el papel que le corresponde dentro de la literatura gauchesca al famoso autor de «Paja brava», Trelles, «El viejo Pancho», un español que tan bien supo captar la modalidad del gaucho oriental. Estoy seguro de que, tomando como objeto de estudio la lite ratura y los autores de esa región uniprovincial que es Asturias, podrían señalarse afinidades e influencias con relación a produc ciones de la literatura argentina, comenzando con la ilustre refe rencia de la letra del himno nacional, escrita por Vicente López e inspirada — tal como hizo notar Menéndez y Pelayo — en el «Canto de guerra a los astures», original del gran Jovellanos. Materia digna de estudio sería el de la influencia de Campoamor, Vital Aza, Leopoldo Alas («Clarín»), Palacio Valdés, Pérez de Ayala y, más cercano en el tiempo y —para mí— en el afecto, mi querido paisano y amigo Alejandro Casona (y en el orden de las «mutuas influencias», apunto aquí la viñeta que el típico ombú le inspiró para «La casa de los siete balcones»). SOBRE LITERATURAS REGIONALES 389 El caso de Pérez de Ayala, aunque someramente, deseo esbozarlo aparte, pues su obra —nacional y, sin duda, universal, corroboran do la difundida frase tolstoiana según la cual se puede alcanzar la categoría universal describiendo la propia aldea— está compren dida dentro de cierto concepto de lo regional (por tema, persona jes,, ambiente, vocabulario, etc.). El mismo, en su poema «De vuelta y de paso en la tierra natal» (que en cierto modo yo he salvado de su desaparición) se confiesa en estos cinco versos: «La crítica, que a veces acierta, / suele advertirme: «Es ya hora / que escriba us ted una novela / con acción y figuras no asturianas». / Soy un regionalista de las letras». En cuanto a su influencia, tan intensa, estimo oportuna la men ción de un trabajo publicado en el «Boletín del Instituto de Estu dios Asturianos», de Oviedo, al cual me honro en pertenecer. En el Núm. 95 —Septiembre-Diciembre de 1978— figura un concienzudo estudio intitulado «Troteras y danzaderas y El mal metafísico: Dos novelas de clave», por José Luis Roca Martínez. La influencia del autor de «Belarmino y Apolonio» es tan notoria que sería dfícil ne garlo aunque el novelista argentino —Yencel Gálvez— la rechaza ba, irritado. Pero Roca Martínez, con juicio sereno, en vez de ca lificarla de plagio, concluye así el minucioso trabajo: «Me he detenido en algunas de las más significativas coinciden cias que presentan estas dos novelas, algunas de las cuales pudie ran tomarse como plagio por parte del escritor argentino; recuér dese lo llamativo de reproducir la misma canción o de hablar de mal metafísico. Pienso, sin embargo, que tales concomitancias se deben a que ambos autores se proponen idéntica tarea, historiar sus inicios a la vida literaria, y el tener edad, gustos y preocupa ciones semejantes, con lo que necesariamente técnica, ambiente y personajes resultan parejos». DE TOPONIMIA TEBERGANA (V) LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO POR X. LL. GARCIA ARIAS La comunidad humana asentada en Teberga durante siglos ha subsistido gracias a la explotación de la tierra y de la ganadería. La tierra en este sentido aparece como gran centro de atracción y nada tiene de raro que toda una serie de actividades se hayan encaminado precisamente a hacerla aprovechable. La toponimia actualmente se nos presenta como un inventario histórico de las actividades realizadas con tal motivo y de la organización del espa cio agrario. Una atención primera del campesino se dirigió a convertir en terreno productivo lo que permanecía ermu (yermo) o bravu. Tal proceso exigía una serie de operaciones previas y a veces continua das para asegurar que tales terrenos permanezcan mansos; a sa ber: rozar, queimar o aborronar, escachar. A medida que las nece sidades de la población van en aumento y se hace continuado el rescate de terrenos poblados de maleza la toponimia nos indica la mayor o menor antigüedad de tales operaciones: habrá terrenos nuevos y viechos. Pero tales terrenos, según la finalidad que se per siguió para su aprovechamiento, podemos encontrar que eran des tinados fundamentalmente al cultivo (tierra, güerta-u, para-paraxa, sema, eiru-era, ar-) o bien para pasto o aprovechamiento ganadero (prau, pradera, campu-a, pascón, braña, tempa). Las tierras de cultivo en épocas pasadas pudieron precisar de períodos de reposo y de ahí que alguna pueda en la actualidad lle var el nombre de barbeichu. 392 X. LL. GARCIA ARIAS Pero desde el punto de vista de la organización de la propiedad «se observa que la tierra en general pasa de una etapa de propie dad comunal a otra de propiedad privada. Restos de lo primero quedarían en las dehesas y actuales brañas. El sistema de apoderamiento de esa propiedad comunal para convertirla en privada aún subsiste en la actualidad y, según la finalidad a que se desti naba el terreno, encontramos denominaciones tales como corráuada, caváu, foscón, anováu. La propiedad privada suele manifes tarse por algunos procedimientos externos como reflejarían los lí mites por medio de zarros, murios-murias, purtiesus-as, canciesusas, piedras fitas, muñones, sindes, sonsas, cruces, sucus. Pero to davía pervive hoy una muestra clara de lo que debió suponer el *paso de un sistema de propiedad comunal a otro en que la privada impera. Este tipo de propiedad que participa de ambos sistemas es aludido por medio de expresiones tales como moriera, curtinal o cortina, coutu. Lat. éremum. Montermosu: monte de Visanueva conocido también con el nombre de Lus Ganzus. Observaciones: en Teberga se conoce ermar «quedar yermo» y el adjetivo participial correspondiente ermu-a «vermo» aplicado fundamentalmente al terreno. Indudablemente se trata de una pa labra formada analógicamente sobre el infinitivo ya que en otro caso debería presentar diptongación de la e. Por otro lado ya he mos aludido en otra ocasión a la imposibilidad de relacionar este tipo de topónimos con derivados de formosum precisamente por el mantenimiento de la f- (cfr. 2 p. 181). A terrenos con poca o ninguna vegetación se refieren los topó nimos relacionados con el latín pitare «sacar el pelo», «pelar». Puexu peláu, en la Pena Sobia. Picu peláu, en términos de Entrago junto al Fondón de la Teixera. Las Peladas zona de Presorias. Del mismo modo el derivado del latín caluum, El Calvu, que alude a una loma pelada en térmi nos de Parmu. Lat. mansum. 1. El pozu mansu: zona de Redral; es un pozo que recoge las basuras del pueblo. Se dice que fué construido a raíz de un incen dio que lo asoló. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 393 2. El mansu: «curtinal» en términos de Visanueva y que pa rece haber sido antigua pertenencia eclesiástica. 3. El mansu: parte del actual prado de Sucamarín (Carrea). Está situado en la parte inmediatamente superior de la iglesia de este pueblo. 4. Lus mansus: fincas de Barrio. Lat. barbarum. a. El bravu: tierra en el «curtinal» de Munticiesu. b. El braván ~ El baraván: zona peñascosa y con abundancia de «gurbizu» en términos de Fresneu. Observaciones: 1. Agrupamos para el estudio estos dos tipos de topónimos ya que léxicamente aparecen habitualmente en oposición; así: mansu es todo animal o persona que no da muestras de trato huraño en sus relaciones. bravu se aplica a la persona o animal de trato agreste y también a la tierra que no ha sido roturada. Por otro lado se reserva también la expresión mansu para alu dir al tipo de árbol de frutos comestibles o de maderas aprovecha bles también en oposición semántica a bravu. Finalmente en algu nos hablantes pervive la expresión mansos de la iglesia para alu dir a determinadas fincas que fueron propiedad eclesiástica. 2. En este último sentido parece ser que el bajo latín mansus aludía a la tierra posesión de un monasterio. De tal palabra pro vendría, tal vez, la asturiana, registrada precisamente como astu rianismo en la edición del diccionario de la R. A. E. de 1817. Pun tualiza Corominas que el continuador del lat. mansus pervive como sinónimo del cat. mas (DCELC s.u. manido; 36 p. 197 y 138). 3. Tal vez el lat. mansus, participio de maneo, influido por el contenido semántico de mansuetus explique las acepciones de man su. Sin embargo debe reseñarse el carácter culto o semiculto del término precisamente por la conservación del grupo ns. Tal carác ter cultizante se explicaría mejor si, como sospechamos, su pre sencia se debe a influencia eclesiástica. Si el bajo latín mansus alu día a una tierra dependiente de un monasterio (1) quizá pueda en(1) Según Piémont en la época feudal (se refiere a Francia) el una unidad de cultivo que se estima en 12 Has. (5, p. 104). m an so era 394 X. LL. GARCIA ARIAS tenderse en relación con la práctica de la Iglesia en su labor colo nizadora de tierras, convirtiendo terrenos incultos (o bravos) en otros, mansos. En el caso tebergano es claro que, a excepción del primer to pónimo en el que cabe ver una acepción de «tranquilo», los otros tres se podrían ajustar perfectamente a terrenos de antigua depen dencia eclesial. 4. Por lo que se refiere a los top. a, b, seguimos a Coraminas, Meyer-Lübke y Piel, entre otros, que se inclinan por un étimo barharum que en la acepción de «bravo» cuadra perfectamente para aplicarse a terrenos incultos. Por lo visto tal expresión con conteni do similar se encuentra en algún clásico y parece más aceptable que la propuesta de los que parten del lat. pravum (16 b; 1 p. 265). Lat. squalere. 1. L’ascaldada: prados de Urria. 2. L’ascaldada: prado y camino entre Rimaor y Visamaor; se trata de un camino resguardado. 3. L’escachw. en Urria. Observaciones: 1. Escachu es toda púa de madera, de espino o erizo. A la ac ción de introducirse en el cuerpo se denomina escachase; tal ex presión también se asocia con el hecho de romperse una vasija en pequeños trozos o «desconcharse». 2. Estas expresiones reseñadas parece que no están alejadas del latín squalidus, «inculto, árido», palabra sobre la que se forma ría el verbo *squali(d)are «roturar» o mejor, traduciríamos noso tros, *raer la maleza que cubre el terreno inculto, quitar los escachos. 3. Sobre el participio de *squal(i)dare se formarían los dos primeros topónimos. El apelativo escachu así como el tercer topó nimo partirían, probablemente, de squati(d)u, con palatalización de Ij (2). (2) Los top. gallegos y asturianos del tipo E s c a n la r (17 p. 601) a nuestro entender tal vez podríato explicarse mejor partiendo de s c a n d u la o scandala + sufijo que de squalidus. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 3 95 Lat. *caimare < cremare. 1. Casa queimada: cerca de Drada. Se dice que en esta zona existió una casa o cuadra que fue pasto de las llamas. A dicho lu gar alude el CME en sus comprobaciones p. 63 (lo cual indica que tal «incendio» no es reciente) como «socasa quemada». 2. Queimada: prado de Bárzana. 3. Queimada: en Cuañana. 4. La Queimada: en Urria. 5. La Queimada: prado cercano al pueblo de Murías. 6. Tierra queimada: en Castru. 7. La Queimada sarga: en Taxa. 8. Las Quóimadas: en Visaunel. 9. Las Queimadas: zona sobre Las Envueltas (Sobia); se tra ta de unas franjas de pasto en medio de caliza que todavía anual mente son quemadas con objeto de obtener mejor pasto. 10. La Queimada: «granda» en términos de Torce. Observaciones: 1. Todavía en nuestros días es frecuente (como hemos cons tatado en el top. 9) quemar zonas llenas de maleza para procurar se pastos más ricos. Esta práctica, habitual en Teberga como en muchas otras zonas (18, p. 52) es la que ha originado la mayoría de nuestros topónimos anteriores. Sin duda para el 1 debe pensar se que las causas del incendio fueron originadas por otros móviles como por otro lado ocurre cuando los incendios forestales se pro ducen en los terrenos comunes. Cuando esto ocurre el vecindario, ge neralmente llamado a rebato por las campanas, acude a matar fueu expresión que, por otro lado, se ha acuñado en la acepción de entainar o darse mucha prisa para algo. 2. Ni que decir tiene que nuestro apelativo queimar, queima «quema», queimadura y los adjetivos presentes en la toponimia no pueden explicarse desde cremare. Como Corominas sugiere pa ra el cast. quemar (DCELC s.u.) debe pensarse en el influjo del b. griego para explicar los significantes desde *caimare (1, p. 267). Lat. ustulata. La ussada: franja de pasto en La Pena Sobia, a la izquierda de Botorro ,de forma estrecha y alargada en zona rodeada completa mente por grandes extensiones de caliza. Según mis informantes, 396 X. LL. GARCIA ARIAS frecuentemente se quemaba dicha franja para mejor aprove charla como pasto. Teniendo en cuenta las circunstancias que se acompañan en la descripción y observando que no hay razones fonéticas que se opon gan (19, p. 175) es por lo que proponemos relacionar nuestro to pónimo con el participio del lat. ustulare. Por otro lado los topó nimos portugueses Ucha, Uchada y los gallegos Vilouchada, Velouchada e incluso los castellanos Villoslada, según Piel, portarían la misma palabra latina (6, p. 27; 7, p. 513). Lat. (com)burere. 1. La hornada: finca rodeada de maleza en Parmu. 2. El busbeirón: arroyo de Cuña en una zona importante de pasto («Bosmeiron» según el Cartulario del M. de Belmonte núm. 58, año 1163). 3. Busbigri: «braña» de La Visa, entre Refuechas y La Brañeta. 4. Buscafríu: zona muy elevada, cerca de Cuevafrás, entre San Xuan de Bolantes y Vixidel. 5. La Veiga bussaz: en términos de Torce, cerca de los pastos elevados de L'Aguil. 6. Bustazuqui-Bustasuque: cerca de L'Aguil; pasto en zona elevada. 7. Bustiesu: Zona elevada sobre Lus Cabrales en La Visa. 8. Bustiesu: pradera envallada en la «braña» de Campos en el límite con terrenos de Taxa. 9. La fonti bustiesu: en Marabiu (Valdesantibanis). 10. Riu bustiesu: en Taxa; nace en La verde. 11. Bustiesu: zona entre Rie-su y Berrueño. 12. Bustiesu: en términos de Santianes. 13. Bustiesu: en Visanueva; prado con cuadra en zona elevada. 14. Bustiesu: pequeña loma en Fresneu. 15. Lus Bustantinos: pequeños prados junto a una «braña» en Visanueva. 16. El picu busteras: loma en zona elevada en términos de Torce. 17. Busper-Gusper: zona de monte y prado en Prau. Observaciones: 1. El topónimo 12 es, sin duda, el que aparece en Comprob. en p. 112 «bustiello»; «Bostiello» en CMEs p. 2017. Por su parte «bustiello» que aparece en CMEs p. 2098 hace referencia a un pra do en términos de Barrio y Cuña. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 397 En CDCO aparece «busto de Frenes», en documento de h. 1100, precisamente al hablar de los términos del monasterio de Santianes. El L. del Codo (p. 130 y 153) alude a un viñedo llamado «busbetanes» y también «bustetanes» (p. 113). Para el CMEs p. 1751 «la borronada» es una tierra en el paraje llamado «Corrada nueva» en términos de Berrueño o Sorvisa. 2. Acerca de la etimología de los topónimos del tipo bus-, bustse ha discutido bastante y nuestra opinión se inclina del lado de los que ven un seguidor del participio latino de (com)burere, (com)bustum. (1 p. 266). Todos los topónimos (a excepción del núm. 1) encontrarían así explicación, en unos casos incrementados con un sufijo de tipo diminutivo -éllu (núm. 7-14) y en otros como primer elemento de un compuesto (2-6, 17). El núm. 15 presenta asimismo una incrementación cuyo último componente quizá pudiera ser el diminutivo -ín(os), a no ser que se trate de una deformación fónica por *bustantigos < -antiguos y que sólo la documentación podría aclararnos. Por otro lado el top. 16 presenta un sufijo que parece colectivo. 3. Los datos que arroja nuestra toponimia se cifran casi exclu sivamente en la localización de los lugares que, en la mayoría de los casos, alude a pastos situados en zonas elevadas, en zonas de brañas; así los números 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 13, 15, 16. El topónimo 11, sin embargo, muestra palpablemente que no siempre la expresión Bustiesu se aviene a designar pastos en zona elevada sino otros mucho más bajos, al igual que ocurre con los del tipo braña como apuntamos más adelante. En mi opinión es muy posible que en alguna época bust- y braña fueran cuasi equivalentes diferenciándose, tal vez, el bustum por su origen como pasto ganado a la maleza por medio del fuego. El hecho de que bustum haya sido desplazado del léxico y braña per viva tal vez se deba a la concurrencia de queimada. 4. El topónimo del tipo 1, del que hay otras muestras en te rritorio asturiano (1 p. 268) debe ser relacionado con los apelati vos usuales borrón, borr{o)nada, aborronar como ya dijimos en otra ocasión y su origen tal vez se halle en otra posible variante fónica del participio de comburere, esto es *(com)burum con algún posible cruce con otras palabras del tipo borra «parte más grosera de la lana», ast. borrina «niebla», Teb. tar de gurriana «estar nu blado». 5. El top. 17 al menos es portador de un nombre de posesor (4 p. 106). 398 X. LL. GARCIA ARIAS 6. Es probable que debiéramos añadir a la lista: Gozmeirón, «braña» de Parmu, muy próximo en la expresión al top. 2. Guzmiana, «granda» de Urria plantearía un problema de género de ser entendido el segundo término como continuador de medianam, aunque sea superable. Otro tipo de explicación llevaría a los topónimos en -ana ya estudiados (4 p. 101). Bostronche, zona llana en la parte de arriba de Visamaor. Lat. vg. *ruptiare < ruptu. 1. La roza: en Urria. 2. La roza: camino de Drada. 3. La roza: en Cuña. 4. La roza: en La Visa. 5. Rozaper-Rozaperi-Rozapérez: prado de buena calidad en Visaunel; «rozapere» en DAT, año 1772. 6. Recescobal: castañar y prado en Fresneu; ««rezescobal» DAT n.° 21, a. 17d. 7. R o z a p i q u e t e ~ Rocipiqueti: en Riesu; «luciopiquete» CMEs, p. 1836. 8. Las rozas: prado junto a un monte en Fresneu. 9. La cueña la roza: camino dificultoso en Parmu. 10. Rozada: monte de gran extensión en Murías. 11. Rozada: barrio de Riesu por donde discurre un arroyo. 12. Rozada: barrio de Prau. 13. Rozada: zona de Bárzana. 14. Las rozadas: prados con un arroyo en Riesu. 15. La rozada: prado en Sorvi§a. 16. Rozadas: terrenos de Carrea cercanos a La Foxaca; nace en ellos un manantial que surte de agua a la fuente principal del pueblo y a los actuales depósitos de la traída de aguas. 17. El cantu rozadas: en Taxa. 18. Rozadas: fincas de Parmu que fueron ganadas al monte. 19. Rozadas: prados entre La Torre y Campos; no hay agua en la zona. 20. Rozadas: en La Foceicha; por referencia a este lugar a los terrenos de la parte superior se les denomina Sobrerrozadas. 21. El rozu: monte de Taxa en zona escasa de agua. 22. El castañeu del rozu: en los límites de Sorvi§a y Entrago. 23. El rozu: zona de «piornu» y «granda» en Parmu. 24. El rozu: en Urria. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 399 25. El rozu: prados junto a un monte en La Visa. 26. El rozu las xanas: en Riesu. 27. El rozu: en La Foceicha. 28. El rozu ardegaxu: «piornal» y terreno movedizo en La Visa. 29. El rozu cadaboda: terreno con abundancia de helecho y «piornu » en Vi§ar. 30. El rozón: zona de monte en Misiegos (Carrea-Fresneu). 31. El Rozón: en Torce. 32. El rozón: en Urria. 33. El rozadín: en Gradura. 34. Fonte roceichus: zona cercana a Redral donde se hace la recogida de aguas que abastece al Tocóte de Samartín. (Por su parte el Libro del Codo en su p. 137 alude «en villar lo co que dicitur Rozadiella», que no he podido localizar). Observaciones: 1. Los apelativos teberganos que perviven en relación a estos topónimos son los siguientes: rozar: cortar la maleza de setos y cercados. rozu: maleza/maleza rozada. rozadura: maleza rozada. rozón: guadaña corta y fuerte empleada para rozar. 2. Según Floriano en comentario a un pasaje del Libro Regis tro de Courias relativo a roza afirma: «es desde muy antiguo la operación mediante la cual se limpia una tierra de matas y hierbas inútiles para ponerla en cultivo; lo que estaba por rozar era equi valente del antiguo squalido y rozar viene a sustituir al viejo ver bo scalidare que a la sazón en nuestro códice ya aparece raramen te en los documentos; roza es, pues, un terreno que se limpia para el cultivo y se sigue llamando roza aun después de estar limpio y cultivado» (20 p. 52, p. 332, p. 340; 18). Indudablemente nuestros topónimos ofrecen por su variación genérica la posibilidad de que el terreno no siempre se dedicaba a cultivo (tierra) sino a prado. 3. En cuanto a su etimología ya nos hemos manifestado a fa vor de la que parte del participio de rumpere, ruptu, sobre el que analógicamente se formaría un verbo *ruptiare (1, p. 269). El top. 34 presenta, indudablemente, un sufijo -icülos. 400 X. LL. GARCIA ARIAS Lat. vg. uéculum (DCELC s.u. viejo). 1. El prau brañaviecha: entre Campie§u y Saníianes. 2. La moriera viecha: terrenos comunales hoy invadidos por la maleza en Entrago. 3. Braña viecha: en Torce. 4. La Viña viecha: «pumarada» en Munticiesu. 5. Viechus: prados cercanos al pueblo de Carrea; hasta hace unos 30 años se trabajaban como tierras de cultivo; «viejos» a. 1691, DAT n.° 29... 6. Viechus: prados de Fresneu, hasta hace unos años trabaja dos como tierras de labor. 7. Vasiviechu: en la parte inferior de Campos; fueron terre nos de cultivo hasta hace poco tiempo. 8. Valduviechu ^ Valdiviechu ~ Valdiviexu: en La Visa. 9. La viecha: prado de Fresneu en los confines de una zona peñascosa. 10. El covachu la viecha: en Gradura, en el camino que comu nica con Entrago. 11. Fontiviecha: prados de Prau («fonte vieja» en Comprob. 115). 12. La currida viecha: lugar de tránsito de ganado en la Bra ña de Torce. 13. Camín vieju: el que unía Samartín con Valdesampedro. 14. El camín vieju: el que unía Samartín y Entrago. Su nom bre, lo mismo que en el top. 13, debe entenderse en contraposición a la mucho más moderna carretera. Lat. nouum. a. Prau nuevu: en Campiesu. b. El prau nuevu: en Parmu. c. El prau nuevu: en Parmu: diferente del n.° b. d. El prau nuevu: en Sorvisa. e. Prau nuevu: en Murías. f. Prau nuevu: en Visanueva. g. El prau nuevu: en Carrea; CMEs p. 1693, 1711; DAT n.° 10, a. 1683. h. El prau nuevu: entre Riesu y Muntciesu. i. Prau nuevu: en Cansinus; «prado nuebo» CMEs p. 1979. LA ORGANZACION DEL ESPACIO AGRARIO 401 j. El nuevu: prado de Fresneu; «prado nuevo» DAT año 1699, n.° 21; DAT 1701. k. Las nuevas: tierras y prados de La Foceicha. 1. El camín nuevu: en Urria. m. Fontinueva: en La Pena Sobia. n. Fontinueva: lugar cercano a Barrio donde hay dos fuentes, una de las cuales lleva este nombre, ñ. Braña nueva: en Parmu. 0. La carril nueva: en Urria. p. Visanueva: pueblo de Valdecarzana que aparece documenta do «Uilla noua de Carzana» en s. XI, CDCO n.° 118 (cfr. 21, p. 52). q. Visanueva: fincas cerca de Viescas (Prau); «Villanueva» Comprob. 111. r. La casanueva: barrio de Murias. s. La casanueva: barrio de La Plaza. Observaciones: 1. El criterio cronológico es el que subyace en la oposición lé xica actual nuevu/viechu (1, p. 270). Dicho criterio es perceptible en la mayoría de nuestros topónimos donde aparecen los continua dores de véculu y nóuum en función adjetiva o nominalizados. En todos ellos es fácil ver el tipo de finalidad cronológica. En algunos casos el tipo de oposición se refiere a la época antigua o más re ciente de la conversión de terrenos baldíos en otros aprovecha bles; así 1-7, 9, a-k, ñ; en el resto de los casos subsiste la referen cia cronológica pero sin fijarse en aspectos relativos a la explota ción de la tierra; de este modo 11, m, n por un lado, 12, 13, 14, l, o, por otro, p, q, r, s son claras referencias a la cronología de las fuen tes, vías de comunicación o viviendas. En cuanto al n.° 8 dudo acer ca de si debe ser entendido según 1-7 o bien si es portador de un nombre de posesor. En cuanto al 10 también resulta difícil hallar una interpretación del todo adecuada, aunque sospecho que no se ría aventurado pensar en su relación con alguna leyenda o creencia popular. 2. Actualmente también se emplea el término anovar «hacer una corrada en terreno comunal para disfrute privado», anovau, anovada «terreno acotado en zona comunal para convertilo en aprovechable para disfrute privado». Con tal sentido es posible que se expliquen los siguientes topó nimos: 402 X. LL. GARCIA ARIAS a. El cantu lus noalis ~ el cantu lus novalis: zona de S. Salva dor junto a la carretera que conduce a Carrea, con prados de ma la calidad. b. Lus noalis ~ lus novalis: franja de pradera en S. Salvador con nogales en la zona. c. Las novales: actuales prados de Torce situados en una loma donde hay nogales. «El adjetivo noualis se usaba entre los romanos principalmen te para designar el barbecho, 'ager noualis’, pero era aplicable tam bién a toda tierra yerma o nueva en una clase de cultivo» (7, p. 509). En Asturias noval además de aplicarse a la tierra que se acaba de desmontar se empleó también para aludir a las viñas recién planta das (9, p. 311; 1, p. 271). Es difícil, en consecuencia, precisar con toda exactitud qué sen tido convenga a cada uno de nuestros topónimos pues la documen tación examinada sólo nos ha permitido constatar como posible mente referido al top. b «dos para jas en los nobales» (DAT año 1694). No parece del todo aconsejable, por otro lado, pensar en una alusión a los productores de nueces ya que en Teberga se de nominan, al menos en la actualidad, noceus, aunque, ciertamente, aparecen tales árboles como nombre común en documentos rela tivos al concejo con el nombre de noales al lado de nogal (DAT n.° 24, año 1701). Lat. pressam + oriam. Presorias es una zona situada entre S. Salvador y La Foceicha. Se trata de un amplio paraje que comprende prados y montes. A él aluden algunos documentos medievales, como uno de 1122 que ha bla del «monasterium Sancti Vincenti de Personas» (CDCO n. 143; C. Cornellana, a. 1124). En 1162 se cita también la zona: «Sub preso rias, uilla prenominata in Quintanela...» (C. Belmonte, n.° 54). En 1163 también el cartulario de Belmonte cita dos veces el lugar «... et cum sua directura de Presorias... deinde per Pando de Pressorias...» (C. Belmonte, n.° 58). Observando tales documentos se deduce la existencia de un mo nasterium en la zona, dedicado a S. Vicente y que, sin duda, podría guardar su recuerdo la toponimia cuando, en el paraje, constata mos la existencia de un terreno que lleva el nombre de El pozul ministeriu (adaptación de monasterium) y de otro referente a unos prados, el de San Vicente. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 403 Por otro lado la alusión a la directura de Presorias nos está in dicando, con toda probabilidad, que la zona fué tomada o apresa da en épocas precedentes. Sin duda tales derechos de apropiación les fueron concedidos a los monjes pobladores del monasterium: se trata, sin duda, del derecho de presuria que se concedía a los pobladores o colonizadores de determinados territorios en la Edad Media. Lat. térram. 1. La tierra las arbechacas: en Taxa. 2. Las tierras de la Capilla: en La Visa. 3. Tierra queimada: en Castru. 4. Las tierras de la pita: zona de Murias donde suelen reunir se los cuervos. 5. Tras de las tierras: en Parmu. 6. La terrona: en Rimaor. 7. La terrona: en La Visa. 8. La terrona: en Parmu. 9. La terrona: en Infiesta. 10. La terraza: tierra entre Riesu y Berrueño. Lat. hórtum. 1. La campa la huerta: en Campiesu. 2. Ente las uertas ~ enti las uortas: en Murias. 3. La reguera la güerta: en La Foceicha. 4. El prau la güerta: en Murias. 5. Su la uerta ~ so la uerta: prados de La Torre/prado de Carrea. 6. El güertu San Pedro: en Visamaor, en la zona media del pueblo. 7. La güerta del polu: en Medión. 8. La uerta maruxona: en Prau. 9. La. uerta’l cura: junto a la iglesia de La Plaza. 10. El uertu'l diablu: terreno difícil y accidentado en términos de S. Salvador ,donde empasona el oso. 11. El uertu'l diablu: en Funfría. 404 X. LL. GARCIA ARIAS 12. La cueva uerta: en términos de Fresneu, a orillas del río, muy frecuentada por los espeleólogos; la cuesta cercana se deno mina La Cuesta uerta. 13. El cantu la uerta: en Bárzana; se recuerda la existencia de la huerta. 14. La uerta la ponte babia: en Parmu. 15. Las uertas: en La Foceicha. 16. Las uertas d'Albertu: en Fresneu. 17. Las uertas (d'arriba, d’abaxu): en Campiesu. 18. Las uertas grandes: en Campiesu. 19. La uerta’l mulín: en La Plaza. 20. Las uertas: en Taxa. 21. Las uertas: prado de regadío en Munticiesu. 22. Lus uertus: en Bisamaor. 23. Las güertonas: en Bárzana. 24. La ortona: en Urria. 25. La ortona: en Torce. 26. La bortona: en Campiesu. 27. La ortona ~ la bortona: tierra grande en Munticiesu, jun to al 21. 28. 'L ortón: en Visar. 29. ’L ortón: en Medión. 30. 'L ortál: prado de Munticiesu. 31. La caleichal ortal: barrio de Torce. 32. La ortica: zona de Visanueva abundante en ortigas. (33. «La tempa del hortal» según DAT n.° 3, año 1698 en S. Sal vador). (34. «ortina» en Bárzana? según Comprob. p. 95, 107). La totalidad de nuestros topónimos pueden explicarse según el léxico tebergano actual donde tierra designa el terreno cultivable de secano mientras (g)uerta-(g)uertu alude a la tierra, mayor o me nor, que se encuentra en las inmediaciones de la casa; por lo ge neral las dimensiones de la tierra son más considerables. Güertu significa también peoueña porción de pasto entre maleza. Lat. uervactum. Aunque en la actualidad no es práctica habitual el reservar al descanso determinadas tierras de cultivo, el hecho de que se re cuerde en el léxico el término barbeichu y haya dado nombre a al guna posesión es señal inequívoca de antigua implantación: LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 405 1. El barbeichu: prados de Sorvi§a documentados en CMEs, p. 1685, 1769, 1781. 2. El bcirbechu: finca de Visamaor cercana al pueblo; Comprob. p. 66, 68. (3. «varvechas» aludido frecuentemente en el L. del Codo, sin duda zona de viñedo, p. 116, 119, 125, 131, 132, 133, 137, 151, 152, 154, 155, 158, 159). Célt. *séncira. 1. La senra: prado de mediana calidad en Bárzana. 2. La senra: en Vixidel. 3. La senra: pequeño prado de Urria. 4. La senra: «curtinal» de mediana calidad en Campie§u. 5. La senra: prados de excelente calidad en Barrio. 6. Veiga senra: prado grande y de buena calidad en Cuña; «vega de senrra» en CMEs. p. 2015; «vega de senra» CMEs p. 2084. 7. La senra: tierras de buena calidad en Cansinos. 8. La senra: antiguo «curtinal» de buena calidad en Taxa. 9. La senra: terrenos de buena calidad junto al Machuelu, Entrago. 10. La senra: prado bueno y de regadío en Murias; «la senra» Comprob. p. 62. 11. La senra: prados de notoria extensión y calidad en La Torre. 12. Tardesenra: fincas tardías en La Vi§a. 13. Senriesa ~ sinriesa: prado de buena calidad en Cansinos. 14. Senrín: en Urria. 15. Sonralín: pradera en Visamaor; «senrralin» en Comprob. p. 71. Ya hemos aludido a la etimología propuesta por Corominas y otros (1, p. 278; 22, p. 480) que ha de ser el céltico *sénara con acento proparoxítono a diferencia de la voz gallega seara, que ha de partir de una variante oxítona. En el plano de la expresión observamos la incrementación por sufijos en 13, 14, 15 (éste doblemente incrementado) con un sen tido diminutivo. En cuanto al n.° 15 la vocal deuterotónica se ha abierto por influjo de la nasal, favorecida su interpretación popu lar por la terminología religiosa; de todas maneras la documen tación nos ahorra posibles interpretaciones equívocas. 406 X. LL. GARCIA ARIAS Lat. aream. 1. La era: prados de Taxa con castaños. 2. Cantu la era: en Visanueva. 3. La era: tierra de Visaunel rodeada de castaños. 4. La era: «piornal» de Urria de terreno no llano. 5. Cantu la era: en La Visa; llano situado a cierta altura. 6. Tendelera: fincas de La Torre. 7. Lus eirus: terrenos de Vi§anueva, pendientes, en el límite con Campos. 8. Lus eirus: «campas» pendientes y secanas en Visamaor. 9. Las tempas d'eirus: en Vixidel. 10. Su lus eirus: zona en el camino de San Xuan en el lugar denomina El Purtiesu. 11. ’L airuelu: tierras en la parte de abajo de Sorvisa («airuelo» CMEs, p. 1873). 12. El váldeirál: finca envallada en Drada. Observaciones: 1. Sin duda los apelativos usuales en Teberga podrían expli car desde el latín aream la mayoría de nuestros topónimos: era semillero/lugar llano, cercano a la corra donde se machan los eri zos almacenados en aquélla durante un tiempo. Sin duda en otras épocas era designaba extensiones de terreno llanas más amplias que las actuales, como todavía pervive en castellano. Pero que el uso de una variante masculina debe de ser antiguo nos lo mostraría la documentación medieval asturiana: «in tuo ayro» se lee en el car tulario de S. Vicente en 1046 (cfr. 35, p. 89). 2. Desde el punto de vista fonético encuentro más difícil de explicar los topónimos masculinos aunque supongo han de tra tarse de antiguos signos formados analógicamente gracias al ren dimiento funcional del género para referirse a la extensión. Cierta mente que no sería del todo rechazable partir del latín agrum, también cercano en el plano del contenido, pero la presencia de topónimos del tipo ar- parece desaconsejarlo. Por otra parte el top. 11 indica un caso más de vacilación entre otros que pueden señalarse del diptongo secundario y dicho topónimo en modo al guno debe confundirse ni relacionarse con el apelativo usual airue lu «alboroto, algarabía». El n.° 12 parece hacer referencia, por su sufijo, a un conjunto de eiros, tal vez a un verdadero cortinal. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 407 Lat. a(g)rum. 1. 'L almouru ~ 'L armou.ru ~ ’L álmoure: tierras entre Munticiesu y Las Veigas, denominadas también Lus Bayus. 2. 'L almouri: prado de campos de terreno «caliar»; proba blemente es el documentado en L. del Codo, p. 127 y 152, como «Armori». 3. 'L arabil: prados cercanos a Riesu en Palombar; es terre no casi llano y de regadío, con un arroyo en sus inmediaciones «aravil» en CMEs 2011. 4. Aragusti: tierra, prado y castañar en Castru; carece de agua. 5. ’L aratán: tierras en el «curtinal» de Sorvisa; doc. «Aratan» CMEs, p. 1622, 1631, 1647... 6. Arvidal: antiguo «curtinal» de Sorisa; «arvidal» CMEs 1645, 1835, 1838, 1689...; «ervidal», «hervidal» CMEs 1653, 1654, 1655, 1656, 1661... 7. Ardante: prados en el límite de Gradura y Prau; «ardante» Comprob. p. 54, 87, 91, 93...; DAT n.° 25 a. 1649. 8. ’L ardatán ~ 'L argatán: prado de Santianes; «ardatan» Comprb. p. 56, 75, 102, 124. 9. Ardongu: prado en el antiguo «curtinal» de Cansinos, de buena calidad; «ardongo» DAT n.° 14, a. 1689. 10. Ardongu: prado en la parte superior de Campos de no bue na calidad. 11. Argudín: prado de Cuña. 12. Vasargudín: prado no alejado del anterior junto a Las Muelas. 13. Argudu: prado en el «curtinal» de Campiesu; «argudo» DAT n.° 12, a. 1668; Comprob. p. 117, 128. 14. Artálenti: tierras de Parmu. 15. 'L arguntín: prado de Visanueva. 16. Argudín: prado y «campas» alargadas en Gradura. 17. Armatu: «curtinal» de buena calidad en Fresneu; en sus confines se eleva una roca, «armalo», DAT n.° 24, a. 1673; DAT n.° 37, a. 1708. 18. Armaxor ~ Armaxori: fincas de La Visa; probablemente «Armayor», L. del Codo, p. 117, 125, 127, 145, 150, 156, 160. 19. Aramontes: prados y castañar cercanos a La Torre; «Pe* tri Gonsalvi de Aramontes», L. del Codo, p. 122. 20. Las arriesas: fincas con fuentes en Torce. 408 X. LL. GARCIA ARIAS 21. Las arriesas: pequeñas franjas de pradera en una peña de Parmu. 22. 'L areixón: prado de Infiesta; «llama del Araijon» Comprob. p. 82. Observaciones: 1. Acerca de la etimología de los topónimos del tipo ar- ya he planteado la discusión en otra ocasión precisamente en relación con los que presentan una expresión era, eiru, por lo que no con vendría reproducirla de nuevo (1, p. 272). Del mismo modo ya he hecho referencias en otro trabajo anterior a los topónimos que son portadores de un antropònimo tanto en Teberga (4, p. 103) como en otras partes de Asturias ( 1, p. 208-209). 2. El problema mayor desde el punto de vista interpretativo lo plantean los topónimos 18 al 22: Aramontes porque tal vez po dría ser interpretado también desde un compuesto de acra 4- montis; los del tipo arriesas porque, de ser un diminutivo de agrum, habría que pensar en una explotación semántica de un femenino analógico al mismo tiempo que justificar el paso [r ] < [r]. El to pónimo 22 tal vez pudiera tratarse de un diminutivo en -iculum. Lat. pratum. 1. El prau Antón: en La Foceicha. 2. El prau abiertu: en Parmu. 3. El prau d'Anxelín: en Bárzana. 4. El prau del machu: en Fresneu; en la actualidad pasta fre cuentemente en él un mular. 5. El prau del rei: en Munticiesu. 6. El prau del ríu: en S. Salvador. 7. El prau d’enti la iglesia: en Prau. 8. Prau: pueblo de Valdesantibanes; «Prado» en L. Codo, p. 123; «P. Rubei de Prado» en L. Codo, p. 129. 9. El prau nuevu: en Carrea; «El prado nuebo» CMEs p. 1693, 1711; DATn.0 10, a. 1683. 10. El prau la fonte: en Carrea; hay un pequeño «fontán» o abrevadero. 11. Praudongu: en Marabiu (Valdesantibanes); «pradodongo» que pertenece a esta capellanía (del Santo Cristo) y se halla incul to por naturaleza» (Comprob. p. 135). 12. Prau el serón: en S. Salvador. 13. Prau corral: en Carrea; era el llamado Corral concechu. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 409 14. Praucura: en Carrea, junto a La Foxaca. 15. Prau la fonte: en Visaunel. 16. Prau la casa: en S. Salvador. 17. El prau (-d'arriba, -d’abaxu, -del mediu) en Campiesu. 18. Prau’l monti: en Torce. 19. Prau la torre: en S. Salvador. 20. Prau mediu: en Carrea. 21. Prau Bartuelu: en Carrea. 22. Prau la veiga: prado llano y de buena calidad en Parmu. 23. Prau Beneitu: en Riesu, con saúco en sus esquinas. 24. El prau la verde: en Taxa; hace referencia a la cordillera La Verde. 25. El prau braña viecha: entre Campiesu y Santianes. 26. Prau Vicenta: en Santianes. 27. Prau Vicenti: en Visar. 28. El prau la braña: en La Foceicha. 29. El prau la burra: en Torce. 30. El prau la faya: en Visanueva. 31. El prau la fonte: en La Foceicha. 32. Prau la fonte: en Visar. 33. Prau la fonte: en Vixidel. 34. El prau'l fornu: en Cansinos. 35. Prau del tres furniesu ~ prau de tras furniesu: en Valde carzana. 36. Prau Galán: en Gradura. 37. El prau'l gordu: en Visamaor. 38. El prau las grachas: en Carrea; en él se reúnen con fre cuencia estas aves. 39. El prau grande: en Parmu. 40. Prau la giXerta: en Murías. 41. El prau cabu: en Infiesta, junto a un arroyo. 42. Prau'l cáleiru: en Vixidel, con abundancia de piedra. 43. Prau Campiesu: en Taxa. 44. Prau capesán: en Visamaor; fue pertenencia de la iglesia. 45. Prau la capilla: en Fresneu. 46. Prau caranga: situado entre un río y castañar en S. Sal vador. 47. Prau lus carbachus: en Samartín. 48. El prau la cárcel: prado llano a orillas del río, en Samar tín. 49. El prau'l carrancu ~ el prau'l garrancu: en La Plaza. 50. Prau la casa: en Parmu. 410 X. LL. GARCIA ARIAS 51. Prau caseirus: en Visamaor. 52. Prau la cor ti: en Vixidel. 53. Prau de las cortes: prados en los que hay frecuentes co rrimientos de tierra en Medión. 54. Prau la corrada: en Visaunel. 55. Prau cuña: en S. Xuan. 56. Prau de samas: solano y con algún lodazal en Prau. 57. Prau sanu: en Drada. 58. Prau la sera: en Campiesu; tiene abundancia de glera. 59. Prau subisón: perteneció a un vecino así apodado, de pocas luces intelectuales y gran estatura; indudablemente subisón es el aumentativo del nombre autóctono suvís o suvisu o suís en rela ción etimológica con Ludovicus. 60. Prau suengu ~ prau songu: en la «moriera» de La Visa. 61. Prau Marixastri: en Fresneu; fue, Marixastri, personaje conocido. 62. Prau Santamaría: en Entrago, en zona de «granda» y casta ño, en la parte superior de Las Paradiesas. 63. Prau’l mediu: en Vixidel. 64. Prau Melchor: en Vixidel. 65. Prau lus mozus: en una «braña» de Parmu. 66. El prau'l mulín: en Parmu; todavía puede verse el moli no a que hace referencia. 67. El prau mulín: en La Foceicha; hay molino. 68. Prau la osa: en Vixidel, cerca del pueblo. 69. Prau la nisal: en Visaunel. 70. Prau soldau: en Bárzana, hoy prácticamente abandonado. 71. Prau nuevu: en Campiesu. 72. Prau nuevu: en Parmu. 73. Prau nuevu: en Parmu, distinto de lanterior. 74. Prau nuevu: en Sorvisa. 75. Prau nuevu: en Murías. 76. Prau nuevu: en Visanueva. 77. Prau nuevu: en Cansinos. 78. Prau nuevu: en Munticiesu, bajo La Granda las Quintanas. 79. Lus praus palacius: prados llanos entre Samartín y Las Veigas. 80. El prau la paré: en Parmu. 81. Prau Paulón: en Fresneu; tiene forma alargada. 82. Prau Pedru: en Riesu. 83. Prau pequenu: en Parmu. 84. El prau pintu: en Murías. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 411 85. El prau piricu ~ el prau piricón: en Visaunel. 86. Prau Piríz: prado pendiente accidentado y sin piedra. 87. Prau preu: en Vi§anueva; no hay perales. 88. Prau redondu: en Bárzana; todavía en la actualidad tiene esta forma. 89. Prau de Veigarribera: a orillas del río en Santianes. 90. Prau riondu ~ praurreondu: en La Visa. 91. Prau ríu: en Cansinos. 92. Prau 7 salgueiru: en Vixidel, en zona de «Salgueiros». 93. Prau de San Juan: en Santianes; perteneció a la iglesia. 94. El prau socasa: en Medión. 95. So'l prau: en Berrueño. 96. El prau las uveichas: en La Foceicha. 97. El praul xatu: en La Foceicha; es muy pendiente. 98. Prau Juana: en La Foceicha. 99. Prau la xubida Pepe Sabelona: subida difícil en Prau. 100. El prau cimeiru: en Visaunel. 101. El prau'l auteiru: en La Foceicha. 102. El praul auteiru: en Infiesta. 103. El pradacón: en Entrago; perteneciente a HULLASA don de almacenaban carbón; «pradacon» en Comprob. p. 47. 104. El pradechón: prado grande y de buena calidad en Fresneu. 105. El pradón: en La Plaza. 106. El pradón: en Urria. 107. Cantu pradón: en Parmu; por relación al llamado Pradón. 108. El pradón: en Santianes. 109. Los pradones: prados de grandes dimensiones en Samartín junto a La Favorita; «los pradones» Comprob. p. 37. 110. El praducu: en Torce. 111. El praducu: en Visamaor. 112. El praduz: en Gradura; tal vez «pradun» en Comprob. p. 101. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. El pradín: en La Madrada, La Plaza. Lus pradinus: en Riesu. So’l pradín: en Drada. La pradera Gabinu: en Drada. La pradera: pastos entre Visaunel y Cansinos. La pradera: en Murías. La pradera: en Berrueño. La pradera: en Campos. La pradera: en Castru. 412 X. LL. GARCIA ARIAS 122. La pradera: en Vixidel. 123. El pradal: prado de gran dimensión en Prau; Comprob. p. 109. 124. Lus pradalis: en Vixidel. Laí. campum. 1. La campa: barrio de Prau. 2. La campa: barrio de Entrago. 3. La campa: barrio de Vi§amaor. 4. La campa: en Visanueva. 5. La campa: en Vi§anueva. 6. La campa'l flairi: terreno llano en Fresneu. 7. La campa'l freisnu: en Sobia. 8. La campal carrizu: en Fresneu. 9. La campa Elín: prados de Bárzana. 10. Las campas: en Redral. 11. Las campas: en Cansinos. 12. La campa'l morteirón: sierra de Fresneu. 13. La campa: en Visar. 14. La campa la faya: en Fresneu. 15. La campa la cruz: a la entrada de Sobia por Las Envueltas. 16. La campa la huerta: en Campiesu. 17. La campa la zamarra: lugar resguardado y con abundan cia de piedra en Fresneu. 18. La campa murías: en Fresneu. 19. Campar redonda: en La Pena Sobia. 20. Camparrión: en Urria; tierras de un «curtinal». 21. Las campas: en Fresneu. 22. Campas sargas: en Sobia. 23. La campa la carfizal: en la «braña» de Santianes. 24. La campa’l argaxu mayor: en Entrago. 25. La campa’l vasín: en Cansinos. 26. La campa'l escobal: junto a El sombu'l Castiesu, bajo La Pena Sobia. 27. Campaformosa ~ Campafermosa: terreno accidentado en la parte superior de La Pradera Cansinos. 28. Campa granda: en Visanueva; hay «granda» en la parte superior. 29. La campa'l caleiru: en Entrago. 30. Campas del carbachu: en Riesu. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 413 31. Las campas del cléricu: junto a la iglesia de Visamaor. 32. La campa lus corredoris: campa de Marabiu por donde pa sa el camino. 33. La campa la cruz: en la «braña» de Bárzana; se trata de una cruz grabada en una piedra en el deslinde con Tameza. 34. Campa cuadrada: en Entrago; así denominada por refe rencia a Cuevacuadrada. 35. El curtiríal las campas: en Prau. 36. La campa la curtiría: zona de antiguas tierras en Visanueva. 37. La campa'l mesqueiru: en la zona de Piedra Furada, Carrea-Fresneu. 38. Campa ordiales: pasto comunal en Riesu. 39. Campar redonda: en Vasinaciega, junto a Caldeirosa, En trago. 40. Camparredonda: en Medión. 41. Camparredonda: en La Foceicha; tiene forma redonda. 42. La cam pal ríu: en Gradura. 43. La campa’l tartüsu: en Entrago. 44. Campa de xistrales: en Parmu, en zona de cuevas. 45. Campu cuevarrubia: en términos de Fresneu. 46. El campu: en Rimaor. 47. El campu: en la «braña» de Santianes. 48. La pena'l campu: en Visamaor. 49. Campos: pueblo de Valdecarzana; «J. Roderici de Cam pos», L. Codo, p. 144, 152; «G. Roderici de Campos», p. 115; «Cam pos», p. 153. 50. Valdecampus: cerca del pueblo de Campos, las tierras de la parte inferior. 51. Enticampus: en Gradura. 52. Valdelcampu: zona casi llana en la parte superior de Berrueño. 53. Val de lus campus: en Bárzana. 54. Veigaicampu: prado y pasto comunal en Carrea. 55. Canal de campus: «vasina» de unos 100 m. de ancho en di rección a la Pena Sobia, en términos de Entrago. 56. El campu'l mercau: lugar donde se realizan las ferias del concejo, en La Plaza. 57. El campal: barrio de Riesu junto a la plazuela de delante de la iglesia. 58. El campal: prado de La Visa. 59. El campal: tierras de Taxa. 60. El campal d’abaxu: barrio de S. Salvador. 414 X. LL. GARCIA ARIAS 61. El campal d'arriba: barrio de S. Salvador. 62. El campón de la pena: en Urria. 63. El campón: prado llano y cuadrado, pequeño, en Munticiesu. No es de regadío. 64. Lus camportis: entre La Plaza y Visar. 65. Lus camponis: en Bárzana. 66. Los compones: en Entrago. 67. La campona: terreno de regadío en Campos. 68. La campona: zona del «puertu» o «braña» de La Foceicha. 69.. La campona: en Gradura. 70. La campona: En La Torre. 71. La campona: en Samartín. 72. La campona: en Urria. 73. La campona: finca de Cuña. 74. La campona: en Sobia; en El puertu d’Abaxu. 75. La campona: en Santianes. 76. La campona: en Fresneu. 77. La campueta: en La Torre. 78. La campueta: en Rie§u. 79. Prau campiesu: en Taxa. 80. Campiesu: pueblo de Valdesantibanes; «Campello», C. Belmonte, n.° 27, año 1152. 81. Campiesu: «campera» rodeada de peña en Fresneu. 82. Subri Campiesu: zona en la parte inferior del pueblo de Campiesu. 83. El sanu la campiesa: explanada en Torce. 84. Campizus: fincas de secano en Barrio; CMEs p. 1874, 1881, 1944, 1977. 85. Las campizas: tierra de Visamaor; «Campizas» Comprob. p. 69, 72. 86. Las camperonas: en Piedraxueves (Valdecarzana). 87. Las camperizas ~ Las camperices: en Parmu. 88. Cansinos: pueblo de Valdecarzana. Lat. témpus. 1. Las tempas: prado de Bárzana. 2. Las tempas d'eirus: en Vixidel. 3. La tempona: «campa» de Vixidel. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 415 Lat. parare. 1. La para: prados de Fresneu. 2. Paraxas: fincas en un pequeño valle de Visar; son de mala calidad. 3. La paraxina: pequeña tierra de Murias. 4. Paraxinas: «campas» en un terreno pendiente en Santianes. 5. Paraxinas: en Funfría, en zona bastante elevada. 6. Las paraxinas: pequeñas franjas de terreno dedicadas a cul tivo en Castru. 7. El paraxu: «pumarada» de Medión de terreno muy pen diente. Lat. pastionem. La pación: prado excelente con hierba abundante y verde du rante todo el año, en Parmu. Lat. pascuum. 1. El pascón: finca de ínfima calidad en Campos. 2. El pasquín: prado de mala calidad y terreno accidentado en Medión. Lat. *ueraniam. 1. La braña la veiciesa ~ La braña la vaiciesa: perteneciente a Visar-Campos. Está situada en zona elevada si bien hay numero sas zonas envalladas; está en los límites de San saurienzu, Taxa y Somiedo; se divide en dos partes: -d'arriba, -d'abaxu. 2. La braña ventana: en el Puertu Ventana, en términos de Parmu. 3. El prau braña viecha: entre Campiesu y Santianes; «braña vieja» en Comprob., p. 94 y 97. 4. Braña viecha: antigua «braña» en términos de Torce. 5. Brañartera ~ Brañortera: en Campos; a gran altura y cer ca de San saurienzu. 6. La braña’l acebu: en términos de Visamaor y Santianes. 7. La fonte la braña: en Fresneu. 8. La braña las cadenas: en Parmu; dice el verso popular «la braña las cadenas nun la pasean chavales / la pasean bonus mozus cun carabina y puñales». 9. El cantu la braña: en San Xuan; en esta zona había una capilla dedicada a este santo en la que anualmente se celebraba una romería. 10. Brañasadrona: en Funfría, en los límites de Cuña y Torce. 11. Braña mayor ~ braña maor ~ brai maor: en Valdesantibanes, junto a Marabiu; «brañamayor» Comprob. p. 55, 94, 99. X. LL. GARCIA ARIAS 416 12. Braña Sansope: en términos de Entrago. 13. Braña milana: en Parmu, en lugar frecuentado por el uro gallo. 14. Braña mormalu: en San Salvador en zona donde abunda la piedra suelta y el «regodón». Es probable que se trate del mismo lugar que da nombre a la llamada veiga momalu o veiga umalu en Funfría, junto a Cuevafrás. 15. Braña moneada: prado y monte con cuadra, sin peña, en Prau. 16. Braña murías: en Prau. 17. Brañanueva: en Parmu. 18. Braña las prendadas: zona de buen pasto en La Pena Sobia. 19. Braña la rebesada: en Vixidel. 20. Braña refuexu: en Parmu en terreno pantanoso y envallado; por referencia al lugar: La Conca Reifuexu. 21. Braña siniestra: en una veiga de forma redonda en Sobia, a la izquierda de 'L Estoupu. 22. La braña lus buéis: en Funfría. 23. La brañal camín: en términos de Carrea; se trata de un prado con cuadra a orillas de un camino y de terrenos comunales; estos pastos no están a gran altitud si los comparamos con las «brañas» de los puertos. 24. El cuetul brañuetu: en Parmu. (25. Según Comprob. p. 102, 107 hay una zona en Valdesantibanes denominada «el brañueto»). Observaciones: 1. Fundamentalmente los terrenos dedicados al pasto y siega, praus, se encuentran, aunque no exclusivamente, en altitudes no excesivamente elevadas en relación a la situación de los pueblos. En zonas más altas a las que se accede en épocas de clima benigno están las brañas; mientras que los praus son, generalmente, pro piedad privada, manifiesta por medio de diversos tipos de cierres o señales delimitativas, las brañas suelen ser pastos comunales (aun que cabe que en alguna circunstancia y época se hayan reservado para disfrute privado determinados espacios) aprovechados funda mentalmente por ganado vacuno y caballar aunque no falte el la nar e incluso cabrío. En el momento presente el número de prados ha aumentado extraordinariamente merced al abandono de las tierras cultivables LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 4 17 en beneficio del pasto y producción de heno. Los prados pueden llevar determinados nombres según se atienda a su calidad ínfima (pascones), a su modo de apropiación (acuchíus, foscones, si son ganados al terreno comunal), o a alguna otra característica como tamaño, disposición del terreno sin accidentes dignos de conside ración (campón, campa, para, paraxa)... 2. Desde el latín pratum se explica no sólo prau sino los ape lativos emparentados pradera, pradal, pradería... En la toponimia perviven bien los directamente derivados de la citada expresión la tina (1-102), bien los incrementados con diversos sufijos -acu (103), -ucu (110-111), -ón (103, 109), -achu (104), -uz (112), -m (113-115), -era (115-122), -al (123-124); en algunas ocasiones aparece un doble incremento (103, 104). 3. Partiendo del latín campum, apelativo que designaba a la llanura por oposición a la montaña según Ernout-Meillet (cfr. 23, p. 59), encontramos una serie de términos hoy usuales: campu explanada de terreno / maleza de los sembrados / hier ba segada verde para alimento inmediato de los animales. campa: prado de terreno liso y forma más o menos rectangular situada por lo general en terreno comunal aunque pueda ser dis frutada privadamente. campera: faja de pasto aislada entre breñas o maleza / conjun to de terrenos dedicados a pasto en un determinado paraje. campón: campa pequeña. Nuestros topónimos además de m ostrar una oposición de géne ro, con rendimiento léxico, presentan también una serie de sufijos con que se incrementa el contenido de los primeros: -ón, -ona (6276), -al (57-61), -eta (77-78), -iesu, -iesa (79.-83), -izu, -iza (84-85), -era (86); doble incrementación aparece en 87, 86). Por su parte el to pónimo Cansinos podría remontarse a un diminutivo plural camp(u)sinos. 4. La denominación de pascones aplicada a ciertos terrenos aprovechables sólo para pacer (lat. pascere) encierra un evidente sufijo despectivo, tal vez por lo accidentado e ínfimo del terreno. Los documentos medievales son pródigos en alusiones a ciertos terrenos a los que denominan pascua, sin duda plural de pascuum, expresión que habría de lexicalizarse, por sus características fóni cas próximas a nuestros sufijos -ascu, -acu, para designar los pas tos de orografía difícil. 5. En relación etimológica con el lat. pastionem está nuestro apelativo pación, presente en la toponimia, en el sentido de «pasto 418 X. LL. GARCIA ARIAS para pacer». De su tardía introducción nos daría muestras la per manencia de la yod sin haberse embebido en la dental. 6. Acerca de braña y de su uso apelativo hemos dado cuenta en otra ocasión y etimológicamente nos inclinábamos por una for mación latina del tipo *uerania (1 p. 275). Los datos que ahora po demos aportar se cifran únicamente en la localización de los to pónimos teberganos: la mayoría responden al empleo actual de braña «pasto alto de montaña», «majada». Sin embargo es eviden te que algunos de estos lugares como el núm. 3, 23 se refieren a lu gares un tanto alejados del núcleo de población, incluso donde po dían permanecer los ganados, pero en modo alguno definibles co mo «pastos altos». Esto nos permite pensar que el apelativo actual tiene un uso que debe ser más restringido en su amplitud que en épocas pasadas. 7. Dentro del asturiano se emplea en algunas zonas, como si nónimo de braña o término exclusivo, la palabra mayada, del mis mo modo que amayadar sería el equivalente a brañar. El término, del mismo origen que el cast. majada, podría estar presente en el topónimo tebergano Fonte macheus, zona entre Biescas y Prau (Valdesantibanes) (3). 8. Campa tiene un sinónimo en tempa. Si bien es claro el ori gen latino del primero podríamos estar tentados a relacionar el segundo con un étimo prerromano *tempa, *timpa de seguir la ex plicación que Corominas-Pascual sugieren para la voz asturiana atempa (DCECH s. u.). De todas maneras a mi entender no debe separarse el apelati vo del verbo, también usual en Teberga, atempar «disfrutar rotato riamente algunas fincas (tempas) de modo que cada año correspon da una diferente, atendiéndose de este modo a una distribución más equitativa de tales bienes, fruto, casi siempre, de una herencia» (19 s. u.). Tempa como apelativo en Teberga aparece numerosas ve ces en el s. XVII-XVIII, así en DAT núm. 29, año 1691; núm. 30, año 1649, núm. 34, año 1753... Teniendo en cuenta el sentido preciso del término tebergano más bien parece que nuestro apelativo deba considerarse un de(3) Claro que el topónimo podría estar relacionado con el apelativo m a “machacar”, “dar con el m a c h u o mazo” como, a su vez, reflejaría el tam bién topónimo tebergano L a M a c h a prados de La Visa, con un pequeño llano y que, etimológicamente, remontarían al latín m a lle u s . De todos modos lo que parece evidente es que el apelativo tebergano a m a c h a r posee la misma filiación etimológica que el citado a m a y a ( d ) a r (19 s. u. a m a c á r ). char LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 4 19 rivado verbal del verbo formado sobre el latín tempus explicándo se así la no diptongación de la é. Por otro lado la expresión a tiem pos, pur tiempos pervive en la actualidad para referirse a disfru te temporero de determinados terrenos o vías de paso. 9. Ya hemos aludido también a los apelativos del tipo para, paraxa, paráu, baráu y a su posible etimología en relación con el latín parare (1, p. 279). En el siglo XVII tebergano ya tenemos muestras del empleo de paraxa como apelativo; así en DAT n.° 20, año 1644; n.° 30, año 1647; n.° 29, año 1656... *Corr— 1. La corrada Binitu: en Riesu. 2. La corrada Chapu: en Fresneu; «Chapu» es mote en la ac tualidad. 3. La corrada Duardu: en Riesu. 4. La corrada fuera: en Gradura. 5. La corrada la caquina: en Misiegus (Carrea-Fresneu). 6. La corrada'l cuetu: en Berrueñu, junto a La Garba. 7. La corrada'l sobu: castañar en Santianes. 8. La corrada Martín: en Berrueño. 9. La corrada Maruxona: en Visar; en terreno muy pendiente y de ínfima calidad. 10. La corrada Minguín: en Gradura. 11. La corrada Piricu: en Riesu. 12. La corrada Rita: en Riesu. 13. Tras la corrada: en Riesu. 14. La corrada Xuacu: en Fresneu. 15. La corrada Xuan: en Gradura. 16. La corrada: fincas en un «curtinal» de La Visa. 17. La corrada: tierras de Visamaor. 18. La corrada: castañar iunto a La Granda las Quintanas. También denominado La Corrada Tiburciu. 19. La corrada: finca de La Plaza junto al Gurugú. 20. La corrada: en Cansinos. 21. La corrada: en La Foceicha. 22. La corrada: en Medión. 23. La corrada: en Sorvisa. 24. Las corradas: en Fresneu. 25. La corrada’l cantu: en Carrea. 26. La corrada grande: en Fresneu. 420 X. LL. GARCIA ARIAS 27. La corrada Mar cus: en Torce. 28. La corrada Vicente: en Misiegos (Carrea-Fresneu). 29. Las corradas: prados de buena calidad en Torce. 30. Las corradas: en Rimaor. 31. Las corradas: en la «braña» de Santianes; por referencia a este lugar deben citarse La sierra las corradas y La fonte las co rradas. 32. Las corradas: en Parmu. 33. El prau la corrada: en Visaunel 34. El cantu las corradas: en la «braña» de Bárzana. 35. La corrada: en Campus. 36. La corradina: en Murías. 37. La corradina: en la «braña» de Bárzana. 38. La corradina: en Prau. 39. La corradina: entre Cansinos y La Plaza. 40. La corradina: en Parmu. 41. La corradina: en Torce. 42. La corradina: en Visamaor. 43. Socorradín: antigua tierra de Drada. 44. Corradin: en Campos. 45. El corradón: prado de Riesu, cerca de La granda las Quin tanas. 46. La corradona: en Entrago. 47. La corradona: en San Salvador. 48. La corradona: en Uriseiru. 49. La corradona: en Fresneu. 50. La corradona: en Bárzana. 51. La corradona: en Santianes. 52. La corradona: en Redral. 53. La corradona: en Visar. 54. El corradón: huerta en Campos. 55. Socorradón: en Presorias (Valdesampedro). Lat. cauare. 1. 2. 3. 4. 5. 6. La cavada: prado cercano a Murías. La cavada: zona de antiguos «cavaus» en Visamaor. La cavada: en Campiesu. La cavada: en Parmu. La cavada: en Rimaor. Las cavadas: en Fresneu. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 421 7. El cavau d'Agostu: en Urria; fue un «cavau». 8. Suluscavaus: camino situado sobre la llamada Uerta Pilisa, en Drada. 9. Cavau tru sierru: en Castru. 10. El cavau: actual tierra de Drada. 11. Lus cavaus: en Visanueva. 12. El cavadín: en La Torre; se trata de un prado en la actua lidad aunque se recuerda que al menos en una buena parte fue «cavau». 13. El cavadón: antiguo «cavau» de Visamaor. 14. Las cavadonas: prado de Murias cercano al monte; se re cuerda que al menos en parte fue «cavau». 15. El cavadiesu: barrio extremo de Visamaor. Lat. fuscum. a. El foscón Bastián: antiguo «foscón» en Carrea. Observaciones: 1. Restos de lo que en épocas pretéritas fue el apoderamiento del terreno parece que pueden rastrearse sin grandes problemas en la actualidad. Con ciertas cortapisas algunos de tales usos sub sisten en el presente y permiten adueñarse del terreno comunal para disfrute privado durante algún período de tiempo, no más allá de los cuatro años. Bien por desidia, bien por la poca codicia que desencadenan tales terrenos, en la actualidad los más pobres de entre los comunales, lo cierto es que la limitación en el tiempo del disfrute se prolongaba en algunos casos indefinidamente pa sando, en ocasiones ,a engrosar los bienes del usufructuario; otras veces, al ser abandonados por ésA~ "omo es lógico, revierten a la comunidad. En este sentido bien ~stá anotar cómo en el s. XVI hay constancia de esta costumbre generalizada a juzgar por la dis posición de la Xunta Xeneral que da «Instrucciones» a las autori dades sobre la obligación de que tales terrenos ,una vez transcu rrido el tiempo fijado para el disfrute de los particulares, retornen al patrimonio comunal (24, p. 25, p. 52) (4). (4) “ai algunos términos valdíos y concejiles y en ellos los vecinos de los tales lugares suelen romper algún pedazo para lauor o auonar alguna par te del para segar yerua o para otros aprobechamientos suyo particular y lo tienen y poseen por mas tiempo de cuatro años no lo pudiendo tener aprove- 422 X. LL. GARCIA ARIAS Ni que decir tiene que en la actualidad, con el abandono gene ralizado del campo en beneficio de la vida en las villas y ciudades, estas prácticas están decayendo a pasos agigantados; los que que dan ni siquiera se bastan para atender a los mejores terrenos. Pe ro pese a ello me fue dado observar por mi mismo y recoger con fidelidad de mis informantes los usos populares y los restos que perviven no sólo en la toponimia sino también en el léxico usual de Teberga. Así a los terrenos de propiedad comunal pero acotados para disfrute particular se les denomina corrada y caváu y se dedican a pasto o tierra de cultivo. De uso más res tringido es foscón sinónimo de caváu. Acuchíu (participio de acocher «reservar» < colligere) alude también al terreno rescatado al monte por un particular, aunque no ha dejado restos toponímicos. Anovar se refiere también al hecho de rescatar tereno inculto y de ahí que a dicho terreno se le llame anováu también y que, toponí micamente, debe tener parentesco con el tipo de prau denominado nuevu. 2. Corrada pertenece a una amplia famlia léxica que presen ta, según Krüger, la base korr- íntimamente ligada a las construc ciones de tipo circular, muy abundantes, en general, en todo el NO peninsular y en Teberga concretamente donde hemos anotado co mo apelativos: Corru, corra, curripu, curripa, corral, corralada, acorrar, acorralar (Cfr. 1, p. 289 y bibliografía dada en 34, p. 179 ss.). 3. Indudablemente acorrar está formado sobre corru con una primera acepción de hacer algo circular, redondear lo que expli caría cumplidamente el origen del apelativo corrada, como partici pio de (a)corrar y alusivo precisamente a la tierra (a)corrada por medio del cercado, levantado como símbolo de la propiedad pri vada (5) (Cfr. 25). chandose y gogando del como si fuesse suyo propio de cuya causa adquieren propiedad y las justicias an sido remissas y negligentes en no mandar que passados los dichos quatro años quede por pasto común como antes lo era...” (Cfr. 24, p. 31). (5) He aquí otros topónimos relacionados: a. La fonte la corra : en la “braña” de Santianes. b. La corra’l Broncu: castañar de Campie§u. c. Corrus de Prida: en Fresneu, pertenecientes a esta familia. d. sanu de corrus: En Vixidel, en zona donde hubo “corrus”. e. La mata corrus: en Taxa. f. Corrus: “braña” de Taxa. g. sombu de corrus: en Cuña. h. La fonte recorrus: en Fresneu. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 4 23 4. Pero si corrada hace referencia a la tierra apropiada me diante cercado circular, caváu-cavada (participio de cauare) indica ría que su adueñamiento es subsiguiente al desmonte. Como en ca sos anteriores es posible la pervivencia del nombre del colonizador o primer usufructuario (top. 7). Es necesario, sin embargo, a la hora de proceder a la selección de estos topónimos no confundir los con otros de expresión análoga o próxima pero de diferente con tenido (6). En DAT (n.° 30, año 1654; n.° 6, año 1652) aparece documentado ya el apelativo «cabado» sin duda con un sentido próximo cuando no idéntico al actual caváu. «La cabilla», «cabilla» aparece en CMEs p. 1947, 1949 en térmi nos de Barrio-Cuña pero que nosotros no hemos recogido de nues tros informantes. i. E l c o r r u ’l s i r g u : en La Pena Sobia. Fue construido dicho “corru” por un personaje llamado e l s ir g u para guardar sus ovejas, j. E n t e c u e v a c o r r u s : en el límite de Parmu y Fresneu. k. C u r r i e s u s : terreno comunal en la parte superior de Campus. 1. C u r r i e s u s : en Taxa. m. E l c o r r u la s e ñ o r a : en F o s d e la Y e g u a (Marabiu). n. C o r r a l c o n c e c h u : en Sa'n Salvador. ñ. C o r r a l c o n c e c h u : en Carrea. o. L u s c o r r a l i s : prados de La Foceicha. p. L u s c o r r a l i s : en Visanueva. q. P r a u c o r r a l : en Carrea. r. S o c o r r a l : en Drada, junto al lugar denominado E l C o r ra ló n . s. T r e c o r r a l : barrio de Sorvi§a. t. E l c o r r a ló n d e t u r o n e s : en Funfría; zona rodeada de rocas que consti tuyen un cerco natural, u. L a c o r r a l a d a : barrio de La Foceicha. v. L o s c o r r a u s : casa de Gradura. w. L u s c o r r a u s : en Redral. (6) En relación etimológica con e llatín c a u a r e también se encuentran los siguientes topónimos: a. V iñ a c a v a : prado en términos de Carrea. b. R i c á u : pasto comunal en términos de Vixidel por el que pasa un arro yo profundo. c. C u a n d ia c a v a d a : en Funfría. d. L a c a v a d u r a : valle amplio con un p ic u en términos de Urria. Es cierto que todos estos topónimos se refieren de una u otra ma'nera al latín c a u a r e aunque con cometidos diferentes según el término al que acom pañan. Al topónimo a ya nos hemos referido en otra ocasión (3, p. 179) por lo que no es preciso insistir en aquellos puntos de vista. Pero ta*nto a como b presentan la particularidad de ser continuadores de participios fuertes a di ferencia de los otros ejemplos. 424 X. LL. GARCIA ARIAS 5. Para intentar establecer el étimo de foscón creemos que na da mejor que intentar relacionarlo con el apelativo foscu-a «par do, oscuro» y también «hosco», «huraño», con numerosas perviven cías en Asturias. Quizá no sea erróneo considerar que la aplicación de tal apelativo a unos terrenos recién desmontados se debe al co lor característico que, en principio, ha de resaltar sobre el de los terrenos circundantes. La acepción de «hosco» que figuradamente adquiere también esta expresión no sería en modo alguno desacer tada para aplicarla a un terreno que acaba de dejar de ser inculto y bravio. El sufijo -ón adquiere aquí como en otros casos, baste recordar el también apelativo tebergano pascón, un sentido peyo rativo por el ínfimo rendimiento que, en muchos casos, se obtiene de semejantes terrenos. Lat. mortuum > *mortaria. 1. La moriera viecha: terrenos abandonados a la maleza en Entrago. 2. La moriera Cansinos: en términos de Cansinos. 3. La moriera: en La Visa. 4. Camín de la moriera: en términos de Vixidel. 5. La moriera: en términos de Carrea; tal vez sea el lugar alu dido por CMEs p. 1626. 6. Las morieras: en Gradura. 7. La moriera: en Fresneu. 8. La moriera la Fuceicha: en este pueblo. 9. La campal morteirón: en Fresneu. 10. El cantu lus morteirus: en Sobia, cerca del límite con la «braña» Fresneu. En una elevación del terreno donde emerge una roca caliza hay excavados unos cuencos o agujeros en la misma piedra de poca profundidad y diámetro. Durante mucho tiempo, incluso en verano »mantienen el agua recogida allí en período de lluvia. Por referencia a este lugar se alude a su inmediato Tresusmurteirus, en el límite con Freisdemora (Quirós). 11. El tosu lus morteirus: en Fresneu, en el límite con Penasobal; el terreno está empozado en su parte inferior. 12. Valmueriu: «braña» de Campiesu; tiene forma cóncava. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 425 Observaciones: Parece que en la toponima es frecuente la aparición de térm i nos relacionados fónicamente con los presentes. En unos casos ha cen referencia a aguas estancadas pero en otros morteiru puede ser vir de pista para antiguos enterramientos. Los topónimos 11 y 12 quizá deban entenderse en relación con el agua como quiere Menéndez Pidal, sin embargo no parece extensible al resto de los pre sentes. De hecho en más de un caso los terrenos citados son solea dos y secos y es imposible la referencia al agua como atestigua el mismo apelativo hoy usual. 2. El análisis del signo moriera, nos arroja sin duda alguna luz para una propuesta etimológica ya anunciada en otra ocasión (1, p. 288). a) Las morieras son pastos o terrenos pertenecientes a un de terminado pueblo o parroquia. b) Tales terrenos pueden estar o no repartidos entre los ve cinos en campas, pero en todos los casos hay una época al año en que indistintamente pueden ser disfrutados por los animales de todos los vecinos según normas establecidas por la costumbre y reguladas en la xunta. c) En todo caso hay una fecha acordada en que se derrompe o abre la purtisera que cerraba la senda que conducía a tales terre nos. Todos los ganados del vecindario pueden entonces pastar en el recinto hasta la nueva fecha establecida para coutar de nuevo la moriera. El hecho de derromper da lugar a que se hable del día de la derrota o que incluso a la misma moriera, en ocasiones, se le denomine también derrota. d) Mientras la moriera permanecía coutada, el mesqueiru de bía vigilar para que ninguna res penetrase dentro; si ello ocurría la res era prindada y llevada al corral conceichu donde permanecía hasta que su dueño pagara la multa establecida. Al mesqueiru, car go que se sacaba a pública subasta, podía en ocasiones pagársele con el disfrute de algún terreno comunal destinado a tal fin (3, p. 165). e) El vecindario estaba obligado a cumplir lo acordado en xunta en cuanto a apertura, cierre, arreglo de cercados... f) Actualmente cuando la vida comunitaria ha perdido muchos de sus antiguos usos y reglamentaciones por la expansión del po der central, a expensas del parroquial y del concejo, las morieras se han ido substrayendo a la comunidad. De hecho en un primer momento que no podemos fechar la divisoria interna de las mor- 426 X. LL. GARCIA ARIAS teras en campas sólo se indicaba con muñones sólo útiles para des lindar el terreno que era de apropiación individual, pero en la ac tualidad se han visto ir desapareciendo muchas de estas morieras por haberse cercado dichas campas aunque aún subsista la obliga ción de dejarlas abiertas a todos los ganados en épocas de derrota. En otros casos las morieras que no estaban divididas en campas suelen estar hoy abiertas al pasto durante todo el año o están to talmente abandonadas (7). 3. A la vista de todos estos datos, una cosa parece evidente: unos terrenos que durante ciertos meses al año están acotados, sin ser posible su aprovechamiento —sin duda también por no ser muy fructíferos— podrían muy bien en la mentalidad popular ser considerados muertos (durante una época) y en consecuencia pa sar a denominarlos *pastos muertos o *(pascua) mort(u)aria. El topónimo n.° 12 aludiría, tal vez, a un valle muerto por alguna ca racterística similar. Lat. cautum. 1. El coutu: fincas de Parmu. 2. El coutu: zona de Carroceda ,en términos de Barrio y Cuña; hay una gran peña. Observaciones: 1. Ambos topónimos están en relación con los apelativos: coutar: «acotar»; «dejar de pacer un pasto deliberadamente para dar lugar al crecimiento de la hierba». coutu: «coto», «terreno acotado», «terreno vedado para el pas to. 2. Como fácilmente puede colegirse, todo ello se explica par tiendo de llatín cautum, cast. coto, gall. couto. Lat. defensam. 1. La dehesa: robledal de Torce. 2. La dehesa: robledal del pueblo de Parmu. 3. La dehesa: robledal propiedad del pueblo de Visamaor. 4. La dehesa: antiguo robledal de Vixidel, en la actualidad «granda» de haya y piorno. (7) Un documento de 1689 (DAT n.° 1) alude a una serie de usos relacio nados con las morieras. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 4 27 5. La dehesa: robledal de Visaunel. 6. La dehesa: robledal de Fresneu. 7. La dehesa: robledal de S. Salvador. 8. La deesa: Redral; cerca de La Granda las Quintanas. 9. La ibesa: en Bárzana. Probable referencia en CME Comprob. p. 100, 101: «tras de la debesa», «tras de la debesa guillero». 10. La ibesa ~ la debesa: robledal en Rimaor. 11. La ibesa ^ la debesa: robledal de Cansinos. 12. Tresaibesa: en Gradura. 13. Tres de la besa: fincas de Cuña, cercanas a la «granda». A este lugar se refiere CMEs p. 1946, 1975, 2001, 2016; DAT n.° 29, a. 1674. Observaciones: 1. En Teberga todavía recuerdan las personas alrededor de los cincuenta años que la mayor parte de las parroquias poseían como bien comunal una plantación de árboles (carbachus por lo general) con que subvenían a las necesidades madereras comunitarias. So lían tales dehesas estar cercadas con prohibición de cortar madera sin previa autorización. A tal uso alude un documento de 1770 (DAT) en el que el «juez noble» de Valdecarzana en un «auto de buen gobierno» manda que se guarden «las debesas no cortando en ellas, antes bien se limpie en toda forma quitando sus malezas que ympidan dichos arboles...». (8). 2. Los topónimos del tipo debesa son frecuentes en León, Ga licia, Portugal y no están ausente en Cataluña y otras zonas penin sulares y extrapeninsulares (27, p. 258). 3. Fonéticamente es claro que ha de partirse del participio del verbo defendere, esto es defensa, donde se ha producido la reduc ción ns>s, la pérdida de d- en algunos casos por su frecuente po sición intervocálica en el decurso (9, 10, 11, 12), y la sonorización de la fricativa -f->b. La expresión del top. 8 es posible que deba interpretarse como castellanismo (8) En algunas zonas la d e b e s a podía hacer referencia a otro tipo de te rrenos “prohibidos” como parece que ocurría en Arenas de Cabrales do'nde significó “acotaciones de campo y monte destinadas en determinadas épocas del año al pasto de los bueyes castrados, de las caballerías y del ganado la nar” (26, p. 227). 428 X. LL. GARCIA ARIAS Lat. cohortem. 1. La corte d'abaxu: cuadra en Visaunel. 2. Prau la corti: en Vixidel. 3. Cortes de la puerca: cuadras y cabañas en el paraje deno minado La Puerca, en términos de Parmu. 4. Ente las cortes: dos cuadras en términos de Drada. minado Miranda. 5. Entee las cortes: dos cuadras en términos de Drada. 6. Prau las cortis: En Medión; zona que en la actualidad no tiene cuadras aunque sí fáciles corrimientos de tierras. 7. Vasi las cortes: Prados de La Torre. No fue «curtinal» aun que sí hubo algún «caváu». 8[. Valicortes-Valdicortes: antiguo «curtinal» de Carrea. No hay cuadras. 9. La corte la rapiega: en La Visa; es el nombre que recibe una cuadra. 10. La corte'l terceru: en Santianes. 11. Curtinal: en Riesu. 12. El curtinal las campas: «curtinal» de Prau. 13. El curtinal: en Vixidel. 14. El curtinal: en Carrea. 15. El curtinal Roque: «curtinal» en Fresneu. 16. La curtina: pequeño «curtinal» en Entrago. 17. La campa la curtina: en Visanueva en zona donde hubo tie rras de labor. 18. La curtina: «curtinal» de La Torre. 19. La curtina: finca de Parmu. Observaciones: 1. Desde el punto de vista de la expresión nuestros topónimos aunque con muestras claras de proximidad, podemos clasificarlos en tres grupos, corte, curtina, curtinal, si bien, como intentaremos ir viendo, podría ser erróneo agruparlos para proceder a su estu dio etimológico. De hecho corte pervive en numerosas zonas asturianas con el significado de «cuadra, establo» y en Teberga subsiste con gran vitalidad lo mismo que los diminutivos del tipo cortexu, cortexa. Para Vigón (8, p. 128) «se halla esta voz en documento en 974...» y es «derivada de la baja latinidad cortis o curtís que significaba LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 429 predio rústico y que se aplicaba lo mismo a una casa de labor co mo a un corral para encerrar ganado o a una huerta». Según García de Diego (28 núm. 1717) para la explicación eti mológica habría que partir de cohors-cohortis. La voz romance par tiría de la expresión vulgar cors-cortis (DCECH s. u. corte). La diversidad de significados que subsisten no es exclusivamen te peninsular ya que Rostaing (29, p. 74) refiriéndose a aquellos topónimos franceses portadores del término como prim er elemen to de un compuesto dice que su empleo en Francia no va más allá del s. X y añade : «le latin cohors était devenu en latin vulgaire curtis; ce mot qui a signifie cour de ferme, puis ferme et village...». El término ha penetrado en vascuence donde korta, gorta «cuadra, establo, sel» (cfr. 32, núm. 376, núm. 290). 3. Llórente Maldonado (30, p. 329) afirma que «en la región salmantina 'cortina’ significa pequeño cercado dedicado a labor, pastos o huerto situado generalmente detrás o cerca de casa; el femenino cortina significa lo mismo pero el cercado a que se re fiere es de mayor extensión y suele estar más lejos de la casa pero no demasiado; estos apelativos cortino, cortina y los topónimos Cortos deben remontarse lo mismo que las palabras latinas cohors, hortus, que en el fondo y primitivamente tienen el mismo signifi cado que cortino, corral cercado junto a casa, patio, al asiánico preindoeuropeo *kortus...». 4. Por algunas de las referencias bibliográficas que acabamos de hacer parece que en determinados sitios ha habido una tenden cia a designar con expresiones cercanas el establo, corral, (tal vez la casa) y el terreno de las inmediaciones. Tal vez obedezca a ra zones etimológicas o fue la utilización indistinta en las diversas épocas del año lo que ha llevado a la diversificación semántica de una originaria expresión o, por el contrario, a la convergencia de expresión y proximidad en el contenido de signos pertenecientes a estratos ligüísticos diferentes. Ahora bien, de hecho en Teberga y otras zonas es evidente que corte / cortina-curtinal mantienen bien diferenciados en la actualidad ambos sentidos. Lo que no deja de ser sorprendente es que perviva con el mismo significado corti na (9) y lo que, a simple vista al menos, aparece como su colectivo curtinal (10). (9) En DAT hay muestras de su empleo apelativo, p. e. núm. 25, año 1649. (10) C o r tin a l en muchos puntos de Asturias es todavía apelativo y lo mis mo que c o r t in a está presente e'n la toponimia. C u r tín alude, en zonas occiden tales, al terreno cercado en cuyo interior se encuentran colmenas. 430 X. LL. GARCIA ARIAS Curtiríal es el conjunto de hazas de tierras de cultivo, cercano al pueblo, cuyas hazas son pertenencia privada de los vecinos del mismo. Hasta tiempos recientes la separación de tales hazas se efec tuaba por medio de muñones y riegos «surcos». El fruto de cada haza es pertenencia privada, lo mismo que ocurre con la yerba de las campas de una moriera; sin embargo, una vez efectuada la re colección, se abre comunitariamente un período de tiempo en que los ganados de todos los vecinos pueden penetrar en todo el te rreno acurtinaláu para aprovechar los rastrojos indistintamente. Concretamente en el curtinal de Carrea esta fecha de apertura era el 24 de agosto y la fecha del nuevo cierre el 11 de noviembre. A lo largo de todo el año era permitido transitar por los caminos del interior del curtinal a todos los vecinos pero sólo podían ir pro vistos de una herramienta al hombro. Con objeto de proceder a abonar las tierras (cuchar) se abría con posterioridad otro plazo en que se podía penetrar con animales a tal fin pero dicho plazo concluía el 25 de abril. En la actualidad, poco a poco, las hazas, estaxas, se han ido cercando sobre sí y los usos comunitarios se han ido extinguiendo. 5. Teniendo en cuenta los datos y usos que anteceden así como las prácticas seguidas en el apoderamiento de la tierra, quizá pu diera proponerse a modo de hipótesis, lo siguiente: a) El nombre curtinal podría ser un colectivo de cortina-curtina como lo es mazanal formado sobre mazana, castañal sobre castaña... b) El nombre cortina sería una palabra que en épocas pasa das designaba cada una de las hazas y sólo con posterioridad am pliaría su significado para designar todo el conjunto. Cortina, eti mológicamente, podría, quizá, explicarse como un compuesto *cum + horta + -ina. La composición estaría perfectamente adaptada a la realidad designada, a saber: b.l. Se trata de una horta en común o colindante con otras, de modo similar a como lo estaría el compuesto controzu «lote de un curtinal», «haza» (19 s. u.; 1, p. 265) (11). b.2. La presencia del sufijo -ína bien podría ser un simple dimi nutivo dadas las reducidas dimensiones de las hazas, como toda vía en la actualidad resulta sumamente fácil comprobar. (11) C o n tro z u es un topónimo de Parmu referente a un pasto comunal y a unas tierras de labor. En este pueblo adquiere el sentido, cohtrozu, de “tie rra laborable” aunque su uso es reducido. Sobre los aspectos etimológicos de be consultarse 31. Recientemente ha escrito sobre C o n tr u e c e s Canal SánchezPagín en BIDEA, 90-91. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 431 6. La constatación de estos hechos nos lleva a un trato dife rente desde el punto de vista etimológico para corte, de un lado, y curtiría y curtinal, de otro, aunque explicables ambos desde el la tín. Parece que la diversidad semántica no es cosa de nuestros días sólo sino que, en algún sentido, históricamente, se traduciría en la oposición toponímica 1, 2, 3, 4, 5, 7, 9, 10/11-19. Sin embargo el top. 8 y tal vez el 6 podrían ofrecernos una si tuación de difícil comprobación al no haber hoy cortes en la zona. El 8 es un terreno cercano al pueblo y sí hay indicios y recuerdo de su empleo como antiguo cortinal. El 6 acaso pudiera rem itir a diversos cortes o corrimientos de tierras aunque el género no pa rece aconsejarlo. De todas maneras la situación actual, carencia de cuadras en la zona, no excluye su posible anterior existencia. Lat. clausam. 1. La sousa: finca de Cansinos, cercana al pueblo; «losa» en DAT núm. 14. 2. La sousa: prado dentro del mismo pueblo de Munticiesu. 3. La sousa: prado de Uriseiru-Carrea; «la llausa» CMEs p. 1697; «la losa» CMEs p. 1720, 1734, 1813; tal vez DAT núm. 9 año 1689; núm. 30 año 1671; núm. 29 año 1691. 4. La sousa: prado con cuadra cerca de Gradura. 5. Las sousas: fincas en la parte superior de Cansinos. 6. Las sousas: prado y tierra de buena calidad junto a La Foceicha. 7. Funsousa: pequeñas fuentes y fincas en Visamaor. 8. El sousón: prado con sábanas en La Visa. 9. Lus sousones: en la parte superior de Urria; según mi in formante «son unas piedras ferriales». (Tal vez el top. 4 sea el aludido como «el prado de llosa señor...» en Comprob. p. 128). Observaciones: 1. En nuestro concejo no pervive el apelativo sousa como si nónimo de «ería» o «cortinal» como en alguna otra zona asturiana. De todas maneras no parece aventurado suponer que los seis pri meros topónimos se refieren a otras tantas fincas cercadas y cer canas al pueblo que, precisamente, se distinguían de las que esta 432 X. LL. GARCIA ARIAS ban en abertal por estar cerradas, esto es clausas > sousas. Es muy probable que la confluencia con curtinal haya llevado a la eliminación paulatina como apelativo de sousa pues resulta suma mente difícil en la actualidad saber si, en Teberga, había alguna diferencia cualitativa entre el tipo de terrenos designados por uno y otro procedimiento. 2. El top. 7 también es portador del latín clausa aplicado, con toda probabilidad, a una fonte. 3. Los top. 7, 8 pese a su proximidad fónica con los anteriores, deberían explicarse desde el apelativo tebergano actual sousón «losa grande de piedra» y también «cercado hecho de losas gran des» que se remonta probablemente, lo mismo que el castellano losa, a una palabra prerromana (cfr. 1 p. 287; DCECH s. u. losa). LOS LIMITES. Cuando una sociedad organiza la propiedad de la tierra precisa señalar los límites de la misma y lo puede hacer de muchas ma neras, algunas de las cuales van a ser examinadas brevemente. Pero incluso cuando la propiedad es comunal se puede precisar señalar la divisoria entre determinados terrenos cuando sobre ellos pesan determinadas medidas reguladoras para su uso o disfrute. A los límites de tierras en Teberga se ha aludido de diferentes ma neras que pueden haber elegido como expresión un término ge nérico o bien otro mucho más preciso según el prototipo de cierre elegido. Lat. límitem. 1. sinde forcal: arroyo en Funfría. 2. sinde las cubas-sinde las cuevas: monte cercano a Posares (Funfría) con una gran peña en el camino. 3. sinde la tabla: en La Visa. 4. sinde'l riegu: prados de La Visa. 5. sinde tiór: en el límite de Visaunel y Cansinos; uno de los barrios de este pueblo se denomina Tiór. 6. ’L a&indieiru-Asindéiru: fincas entre La Plaza y Visar. 7. 'L asindiéiru-Asindéiru: fincas de Taxa en los límites entre las fincas privadas y el terreno comunal. (Otros topónimos citados por algunos documentos consultados: «lindepadiemo» DAT núm. 30 año 1648; «lendepadierno» DAT, LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 433 mediados del s. XVII, probable topónimo de Carrea; «llende los peredos» Comprob. p. 100, 101 (en términos entre Bárzana y Santianes); «landetifero», «llende ligero», «lindeligero» CMEs p. 1736, 1792, 1617, probablemente en Carrea; «llende cabras» Comprob. p. 36, 37, 38, 45, 104, «lendecabras» DAT núm. 33 año 1708 tal vez el topónimo que en la actualidad, en términos de Entrago lleva el nombre de sandecabras). Observaciones: El latín llmitem tiene un continuador etimológico con í aunque muchas veces en asturiano por influencia de la nasal puede variar la abertura de la vocal (1 p. 282). Lat. sulcum. 1. Lus sucus: en Fresneu. 2. Subri sucus\ en Rimaor. 3. Lus suconis: curtinal con «sucus» en Bárzana. 4. Lus sucones: en Visanueva: terreno con abundantes «sucus». 5. El su sucón: terreno situado en la parte superior del deno minado El Sucón, en Fresneu. Observaciones: La mayoría de los topónimos aquí reseñados más parece que aluden a determinados accidentes del terreno aunque, en ocasiones, como es bien sabido, se aprovechen para señalar los linderos de las propiedades (cfr. 9 p. 139; 1 p. 283). Lat. serare. El zarru de Diegu Mateu: límite en Valdezreizales de Teberga con Proaza. Diegu Mateu fue personaje conocido de mis informan tes. Observaciones: Del lat. serare, con la confusión de fricativas, ampliamente co nocida, se explica el signo tebergano zarrar «cerrar», donde tam bién se señala la abertura er > ar por influencia de la líquida. El participio fuerte de zarrar es zarru «cerca vegetal de una finca» de mucho uso, que ha dado lugar a nuestro topónimo. Un compromi 434 X. LL. GARCIA ARIAS so entre el ast. zarrar y el cast. cerrar lo tenemos en la variante cierrar cuya yod debe su presencia al influjo del presente de indi cativo, de ahí que también zarru tenga la variante cierru. Sobre zarrar también se han formado los signos teberganos zarraposera «automático de los vestidos», zarramicar «parpadear» (alusión a la repetida acción de abrir y cerrar los párpados). En mi opinión sobre serare se ha formado también el apelativo tebergano zarabetu, zarabeta «persona que habla con dificultad», esto es *«que tiene la beta cerrada». Lat. jictum. 1. El fitu: pasto comunal cercano a la Pena Sobia en términos de Carrea-Berrueñu-Sorvisa donde se encontraban los vaqueirus de estos pueblos al subir o bajar de la braña. También era el lugar donde al volver de la fiesta de San Xuan en Sobia, el 24 de junio, bailaban los últimos sones junto al Cuetu'l Fitu, peñasco como de unos dos metros de altura, hoy cubierto por la maleza. 2. El fitu: prado de Riesu en el camino que conduce a S. Xuan de Volantes; está en el límite de los prados privados y del terreno comunal. 3. La pena piedra fita: en Taxa. Se trata de una piedra como de 4 ó 5 metros, estrecha y alargada. Unos informantes me dieron como explicación que se trataba de un «menhir», aunque, como pa rece obvio, ha de tratarse de un dato proporcionado por algún cu rioso foráneo ya que hasta la fecha no se ha constatado la existen cia de menhires en Asturias. 4. Fitorias: pasto comunal en términos de Vixidel. Observaciones: 1. Aunque el término fitu no tiene uso actual como apelativo, sin duda sustituido por el concurrente muñón «mojón», pervive en los compuestos sufitar «sostener», sufitu «rodrigón» y en el verbo afitar, esparrafitar (cfr. 1, p. 283). 2. Es claro que desde el punto de vista etimológico sobre fictum, participio de fingere, se formaría el verbo *fictare > fitar con el que se formarían los compuestos que explican las actuales pala bras teberganas: *süb fitare, *ex perna fictare. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 4 35 Prerrom. *munno. 1. El muñón: Límite de Teberga con Somiedo y Babia en el confín de L’Aguil. 2. El muñón: zona de La Visa, en la parte inferior del pueblo. 3. La vuelta'l muñón: peñasco o cuguruezu en términos de Riesu. 4. La veiga'l muñón: límite de Teberga con Quirós en los con fines de La Visa y Parmu. A este límite alude el CME en la 3.a res puesta dada por los vecinos del concejo de «El Páramo de la Fozella»: «linda al oriente con la vega del mojón». En la actualidad es una facería. 5. Lus muñonis: en Parmu; son unas piedras plantadas, se gún mi informante, en el camino ,para no desorientarse en período de nieve. Observación: Acerca del origen del signo asturiano muñón se han emitido di versas opiniones afianzándose la idea de que se trata de una pa labra de origen prerromano (cfr. 1, p. 284). Acerca de alguna cos tumbre viva en Teberga relacionada con la divisoria de tierras por muñones cfr. lo dicho en 33, p. 665. Lat. murum. 1. El cantu la muria: muro en Campos. 2. La muria: terreno de Visamaor, separados del monte por una carcua. 3. Tresamuria: en Visamaor, al lado derecho de La Muria. 4. Murías: pueblo^de Valdesantibanes; «la aldea de Murías» citada en L. Codo, p. 138 (y tal vez en 105 y 106), y probablemente en «terram Viviani de Murias», p. 122. 5. La braña murias: cerca de Marabiu; en la actualidad es zo na de pasto comunal de todos los pueblos que tienen acceso a Ma rabiu. 6. Val de Murias: valle entre el pueblo de Murias y Prau. 7. La veiga murias: divisoria entre Teberga y Somiedo por Saliencia. 436 X. LL. GARCIA ARIAS 8. Murías: prado cercado y próximo a una peña en Cuña. 9. La cueva la muría: pasto y cueva junto a La Pena’l Castiesu en Fresneu. 10. La’spina murías: en Fresneu. 11. La veiga murías: en la llamada Braña Murías en el límite de los pastos de Fresneu y Quirós. En la parte superior se encuen tra la denominada La Veiga subre murías. 12. La muría la bobia: pastizal de Marabiu situado a gran al titud. 13. La campa murías: en Fresneu. 14. El cuetu las muriacas: cerca de El Fitu, en la zona deno minada Sucueva, Carrea. 15. El cuetu'l muriu: en Fresneu; en el límite actual de unos pastos de este pueblo con Carrea, junto a Los Martinos. 16. Murus: «Campa» de Lus Martinus (Carrea). 17. Casería murus: casería cercana a Torce; por referencia a este lugar se alude a La Sierra murus. 18. El muru: en Funfría; lugar elevado por donde pasa una especie de muralla, atravesada por La Calzada Romana. 19. Cuesta val de murus: en S. Salvador. 20. El grandizu murus: en S. Salvador. 21. Cantu de tresumurus: en una peña en términos de Urria. 22. Tres de muru: en La Torre. 23. Tres de murus ~ tris di murus: prado junto a un mon tículo en Gradura. (En el L. de Codo se alude a «Orraca Surgienti de Muros», p. 128; «P. Roderici de Muros», p. 148; es posible que se refieran al top. 17). Observación: La palabra latina murum v derivadas ha contado en la toponi mia tebergana con una amplia representación así como en la astu riana (1 p. 285), en cambio el derivado del J&t. parietem sólo pervi ve en el apelativo parede y en el top. El prau la paré, en términos de Parmu. Lat. caccabum. 1. La cárcuba: zona de Rimaor junto a unos pozos. 2. La cárcuba: en Urria. 3. El cantu la carcua: en Visanueva; había carcua. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 437 4. La cárcuba: en términos de Cuña, en el límite con Somiedo, en El Muru; es zona peligrosa por el desnivel; todavía se pue de observar la antigua carcua; por referencia a este lugar se citan los sanus de la carcua. 5. Carcua Cárcuba: cuesta en términos de Fresneu, con una vaguada. 6. El carcabón: pasto orillado del prau La sousa (Carrea-Uriseiru) tiene muy mal piso y por uno de sus extremos pasa un arro yo profundo que sirve de límite. 7. Los carcabones: lugar estrecho, profundo y sombrío en Urría. Observaciones: En Teberga carcua ^ cárcuba se define como «presa», «zan ja»; «sirve, en muchos casos, de cierre o divisoria» y según DCECH (s.u. cárcavo) se trata de una palabra de origen griego transmitida por el latín caccabus «olla, cazuela» que, por otro lado, también tendría seguidores en Teberga en las voces cacabeiru, cácabu «per sona alta y delgada», «cacharro de barro, roto», cacabiesu «perso na o animal de pocas carnes». Estas palabras, a su vez, estarían representadas en nuestra topo nimia en: El cacabiesu, reguero profundo, obscuro que recoge las heces del pueblo de Prau. El cacabesal, pequeños prados abundantes en setas en primavera V con peñascos, en Prau. Lat. pórtam. 1. El portalín: barrio de Prau. 2. La vortalina: lugar de reunión de los vecinos de S. Salvador. 3. Purtina: prado estrecho y alargado a orillas del río en Visanueva. 4. Las portiesas: en Riesu. 5. La purtiesa fondera: prado de La Foceicha. 6. La purtiesa: en Gradura. 7. La purtiesa: en Drada. 8. El purtiesu: en La Foceicha. 9. El purtiesu: prados de Riesu; se cree que era el lugar don 438 X. LL. GARCIA ARIAS de estaban situados lus purtieSus que daban paso a los pastos de San Xuan, cercados como moriera en otras épocas. 10. El purtiesu: a la entrada el curtinal de Berrueño. 11. El purtiesu: en La Torre. 12,. El purtiesu: en Urria. 13. Purtiesu: en Cansinos. 14. El purtiesu: a la entrada del curtinal de Parmu. 15. El prau’l purtiesu: en Visaunel. 1 La purtisera Xuana: en Torce. Observaciones: 1. Sobre el latín portam se forman los apelativos teberganos puerta, purtiesa, purtiesu, portesera, portal, portalín usuales todos ellos para aludir a determinados tipos de cierres. Si exceptuamos los tres primeros, parece que todos los demás se refieren a cierres de fincas privadas o comunales. El apelativo purtiesu alude tam bién al entretejido de varas con que, además de hacer determinado tipo de puertas, se fabrican andamios, pisos de desván, etc. Sin duda del hecho concreto de denominar un determinado tipo de puerta fabricado con entretejido de varas pasó a designar todo ti po de entretejido similar. 2. Cierres más consistentes que purtiesus, purtiesas y porteseras ofrecen las canciesas y canciésus, de construcción bastante más sólida y que parten del latín cancellum aunque en la toponi mia tengan muy pocos seguidores (1» P- 286): a. Canciesa cubiesa: finca en la que hay un peñón con una co vacha en términos de Fresneu. b. Las canciesas: divisoria de terrenos en Taxa. LA ORGANIZACION DEL ESPACIO AGRARIO 439 BIBLIOGRAFIA CITADA 1. G a r c i a A r i a s , X. Ll. Pueblos Asturianos. El porqué de sus nombres. 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UN ANALISIS COMPARATIVO POR JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA En el marco de un súbito interés por la recuperación de «se ñas de identidad» perdidas u olvidadas y por la exacta compren sión del pasado, los últimos años han registrado un impresionan te avance en los estudios de historia económica española y, en par ticular, de los de algunas de sus regiones. Ese movimiento general se ha traducido, por lo que respecta al caso de Asturias, en una serie de trabajos e investigaciones que, aunque con un valor desigual, han supuesto, en su conjunto, un avance considerable en el conocimiento de nuestra historia econó mica regional. Particularmente me ha llamado la atención, sin embargo, que en Asturias —a diferencia de lo ocurrido en otras comunidades regionales (1)— se haya marginado un tema, en mi opinión, fun damental y hasta cierto punto previo. Me refiero a la labor de di(1) Por ejemplo e'n los casos de Madrid, Barcelona, Vizcaya, País Valen ciano y Aragón, para los que existen estudios del tipo del presente. Véanse en concreto los siguientes trabajos: T. J imenez A raya, “Formación de capital y fluctuaciones económicas. Materiales para el estudio de un indicador: Crea ción de Sociedades Mercantiles en España entre 1886 y 1970”. H a c ie n d a P ú b li c a E s p a ñ o la , n.° 27, 1974; Martínez S errano, J. A.; R eig , E .; y S oler, V. “Fluctuaciones económicas y formación de capital: el caso del País Valencia no”. I n v e s tig a c io n e s E c o n ó m ic a s , n.° 4, 1977; y L. G ermán Z ubero, “Evolu ción de la formación de capital en Aragón (1886-1977)”. C u a d e r n o s A r a g o n e s e s d e E c o n o m ía . Curso 1980-81. 442 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA seño y delimitación de la evolución cíclica seguida por la econo mía de la región en un período largo. Creo que ello es de todo pun to necesario, tanto para disponer de una visión de conjunto de la trayectoria descrita por la economía del Principado, como para po der acotar rigurosamente las principales fases de su evolución y para conocer algunas de sus características más destacadas. Y así se evitaría, a un tiempo, caer en la simplificación de suponer apriorísticamente dichas fases, cometer el error de designar etapas eco nómicas a partir exclusivamente de acontecimientos políticos o so ciales, e incurrir en el riesgo de desconocer, en toda su importan cia, la magnitud de determinados períodos de nuestra evolución histórica. Mi pretensión con estas páginas, pues, no es otra que la de con tribuir a cubrir la laguna apuntada; que la de reconstruir la tra yectoria descrita por la actividad económica en Asturias y compa rarla con la del resto de España, basándome en algún criterio ob jetivo y no en subjetivas apreciaciones personales. Brevemente he de referirme al método de trabajo, y, en primer lugar, al tema de la elección de un indicador en consonancia con el objetivo propuesto. Son diversas las razones, que aquí sólo ca be ennumerar sucintamente, que han llevado a elegir el indicador «Creación de Sociedades Mercantiles» de entre el conjunto de los potencialmente susceptibles de ser utilizados. En primer lugar se cuenta con una base teórica, con antecedentes en A. Marshall y J. Schumpeter (2), que fundamenta el empleo de este indicador, al m ostrar la relación existente entre expectativas empresariales, fun dación de nuevas empresas y evolución cíclica de la economía. Por ello, siguiendo la marcha, fluctuaciones y oscilaciones del proceso de creación de nuevas sociedades, se dispone de una indicación de la tendencia cíclica seguida por una economía. En segundo lugar, el empleo de este indicador viene avalado por una prolífica expe riencia y tradición de estudios basados en la misma metodología, efectuados tanto en España (3) como en el ámbito anglosajón, en donde surgen los primeros trabajos de este tipo al amparo de las (2) A l f r e d M a r s h a l l . I n d u s tr y a n d T r a d e . Lo'ndres, 1919. J. A . S c h u m p e t e r . B u s in e s C y c le s. A th e o r e tic a l a n d s t a t i s t i c a l a n a ly s is o f th e c a p it a lis t vol. New York, 1938. (3) Baste reseñar los ya citados en la nota 1, a los que habría que aña dir la utilización, en mayor o menor medida, de este mismo indicador por par te de autores como F. Kischer, J. Ruiz Almansa y J. Vicens Vives, en el pa sado, y M. )Izard, G. Tortella, S. Roldán, J. L. García Delgado, J. Nadal y otros, más recientemente. p ro c e ss. 2 EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 443 investigaciones realizadas en el National Bureau of Economic Re search de los Estados Unidos (4). Pero además, en tercer lugar, es te indicador posee, sobre otros, la ventaja de perm itir la recons trucción de una serie suficientemente larga, de disponer de un fá cil acceso a los datos que requiere su empleo y de contar con una fuente de ellos altamente fiable que ofrece las informaciones des glosadas por provincias, lo que supone una circunstancia muy fa vorable en un país como el nuestro en que las estadísticas históri cas regionalizadas no son abundantes ni fáciles de obtener. La referencia se hace obligada, pues, a la fuente de obtención de datos para el empleo del indicador, constituida por el «Registro Mercantil», a través de sus Estadísticas y Anuarios (5), dónde, año tras año, desde 1886 (6), se recogen, agrupadas por provincias y según sus principales características, el número y capital de todas las nuevas empresas constituidas. El acceso a esta fuente estadísti ca, cuya importancia es preciso recalcar, es sencilla, si bien ha exi gido una previa y laboriosa tarea de depuración de datos y elimi nación de incorrecciones de la que aquí no parece oportuno dar cuenta detallada (7). Por razones no sólo expositivas sino también por los distintos fines con que se utiliza y por el diverso significado que en cada caso cobra el indicador elegido, el trabajo se divide en dos partes. En la primera de ellas me referiré exclusivamente a la caracterís tica «número de sociedades constituidas», entendiendo, como se ha dicho, que su valor constituye un índice de la coyuntura y la tendencia del ciclo y es expresivo del «clima» económico dominan te. En la segunda parte centraré mi atención en las operaciones de (4) Por ejemplo los trabajos de A. F. B u r n s y W. C. M it c h e l l , “Statical Indicators of Cyclical Reviváis” N a t io n a l B u r e a u o f E c o n o m ic R e s e a r c h B u lle tin , 69. May 1938; y G. H. E v a n s , B u s s in e s in c o r p o r a tio n s in th e U n ite d S t a t e s , 1800-1943, National Bureau of Economic Research, New York, 1948. (5) E s t a d ís t i c a d e l R e g is t r o M e r c a n til. Dirección General de los Registros Civil y de la Propiedad y del Notariado. Madrid, 1901. E s t a d ís t i c a d e l R e g is tro M e r c a n til. Años 1899-1910. Dirección General de los Registros y del Nota riado. Madrid, 1911. A n u a r io s d e lo s R e g is t r o s y d e l N o ta r ia d o . Dirección General de los Regis tros y del Notariado. Años 1913 a 1973. (6) Por ello se ha elegido ese año como el de i’n icio de la serie cronológi ca que aquí se estudia. De otra parte he preferido no llevar el análisis más allá de 1973, dado que ese ejercicio cierra un período económico y abre otro nuevo caracterizado por la crisis económica internacional. (7) Y que tengo recogidas en J. A. V á zq u ez G a r c ía , A p o r t a c io n e s a l e s t u d io d e l p r o c e so d e in d u s tr ia liz a c ió n e n A s t u r ia s . Tesis Doctoral inédita. Ovie do, 1981. 444 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA asociación de capitales por nuevas empresas, que sirven, en este caso, como índice de la formación de capital en la economía y per miten acercarse a algunas de las características de las sociedades creadas. En ambos casos no me limitaré a una consideración ais lada de la evolución asturiana, sino que trataré de relacionarla con la registrada en el conjunto español o en algunas áreas significa tivas, como son Madrid, Barcelona, Vizcaya y el País Valenciano. He de lamentar, finalmente, que la extensión del material esta dístico en que se basa el análisis y se fundamentan sus conclusio nes no permita su inclusión al completo en una publicación de es te tipo (8); y por ello me veo forzado a adjuntar tan sólo, a modo de resumen, los cuadros y gráficos que figuran en estas páginas (9). 1.— CREACION DE SOCIEDADES El análisis del número de nuevas sociedades constituidas en la provincia de Oviedo permite conocer, como he dicho, la evolución seguida por la actividad económica en la región asturiana. El resumen del número de tales constituciones se recoge en el Cuadro n.° 1 y Gráfico n.° 1, que muestran la trayectoria cíclica de la economía del Principado y las principales coyunturas alcistas o depresivas contenidas en ella. Entre las primeras, es decir, entre las fases de marcado auge, cabe reseñar las siguientes: —La etapa finisecular, comprendida más exactamente entre 1897 y 1903, en la que crece de forma espectacular el número de iniciativas, llegando a situarse Asturias, en esos años, en los pues tos quinto y sexto del conjunto nacional por la magnitud de las constituciones, mientras que en los ejercicios anteriores fluctua ba entre los lugares 13° y 33°. —La fase definida en torno a los años de la I Guerra Mundial, que se extiende concretamente entre 1915 y 1920, donde vuelve a aparecer un elevado número de empresas que, pese a ser de una entidad absoluta superior a la del auge precedente, no logra situar al Principado entre los puestos de privilegio alcanzados entonces, a causa de la generalización de este movimiento alcista a la mayor parte de España. (8) Para su consulta remito a J. A. V ázq uez G a r c ía , A p o r t a c io n e s Tesis Doctoral. Vol. II. (9) Los cuadros y gráficos son de elaboración propia. Tomados de ta c io n e s a l e s t u d io ... Tesis Doctoral. a l es t u d io ... A p o r NUMERO TOTAL DE SOCIEDADES CONSTITUIDAS EN ESPAÑA Y EN ASTURIAS GRAFICO EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 445 446 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA CUADRO N .° 1.— SOCIEDADES CONSTITUIDAS EN ESPAÑA ENTRE 188 6 Y 19 75 ii i N.° total de N0 de S. A o/Q de II sobre 1 sociedades Años de de de de de de de de de de de de de de de de de 1886 1891 1896 1901 1906 1911 1916 1921 1926 1931 1941 1946 1951 1956 1961 1966 1971 a a a a a a a a a a a a a a a a a 1890 1895 1900 1905 1910 1915 19,20 1925 1930 1935 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975 4.484 4.908 5.378 6.540 5.918 6.273 12.454 7.662 5.571 5.042 10.729 9.563 8.124 11.478 20.016 29.242 43.688 362 487 801 1.077 967 1.370 3.486 2.254 1.975 1.912 3.705 4.214 3.786 6.696 13.880 22.174 34.517 8 ,0 9,9 14,9 16,4 16,3 2 1 ,8 27,9 29,4 35,4 37,9 34,5 44,1 46,6 58,3 69,3 75,8 79,0 ni Capital total (millones de pesetas) IV Capital de S.A. o/o de IV (millones de pesetas) sobre III 953,52 8 ,6 1.096,7 578,63 6 ,8 845,8 991,72 78,4 1.264,5 2.032,6 1.618,67 79,6 1.773,7 1.471,88 82,9 987,79 81,1 1.218,6 4.427,4 3.556,15 80,3 4.369,0 3.835,57 87,8 3.922,9 3.455,55 8 8 ,1 2.384,0 1.929,39 80,9 10.401,2 8.056,29 77,5 16.628,9 14.005,93 84,2 13.041,2 10.373,43 79,5 25.469,0 22.408,77 8 8 ,0 68.790,5 66.305,10 96,4 135.812,2 127.522,21 93,9, 264.168,9 253.971,88 96,2 CU A D R O N .° 2 — SOCIEDADES CONSTITUIDAS E N ASTURIAS EN TRE 1 8 8 6 Y 1 9 7 5 i ii N.° total de N.° de S. A. % de II sociedades sobre 1 Año de de de de de de de de de de de de de de de de de 1886 a 1891 a 1896 a 1901 a 1906 a 19,11 a 1916 a 1921 a 1926 a 1931 a 1941 a 1946 a 1951 a 1956 a 1961 a 1966 a 1971 a 1890 1895 1900 1905 1910 1915 1920 1925 1930 1935 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975 54 91 202 184 123 120 340 145 70 75 179 163 176 260 281 460 641 10 13 55 43 21 24 63 39 28 22 69 50 68 137 188 322 442 18,5 14,3 27,2 23,4 17,1 20,0 18,5 26,9 40,0 29,3 38,5 30,7 38,6 52,7 66,9 70,0 68,9 ni Capital total (millones de pesetas) 11,73 38,21 133,61 95,15 17,03 25,03 109,31 54,93 21,80 43,71 173,50 1.314,05 246,38 600,01 1.539,96 9.268,37 3.779,04 IV Capital de S.A. (millones de pesetas) 7,27 34,56 124,87 85,49 12,55 21,26 95,90 47,34 19,06 37,58 123,08 1.266,52 183,14 521,30 1.472,60 9.134,61 3.478,73 °/o de IV sobre III 62,1 90,5 93,5 89,8 73,8 85,0 87,7 86,2 87,4 86,0 70,9 96,4 74,4 86,9 95,6 98,6 92,1 EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 447 —La inmediata postguerra civil española, en los años 1940 a 1943 y en 1946, presenta alzas llamativas. Sin embargo, en este ca so la dudosa fiabilidad de los datos utilizados, impone serias du das acerca de la entidad de esta coyuntura e impide, si no es con el riesgo de equivocarse gravemente, atribuirle una calificación de finitiva. —Después de la recuperación operada entre 1955 y 1958 y de su posterior declive, es realmente en la década de los sesenta, a partir del año 1962, cuando tiene lugar la más intensa y prolonga da (pese a ligeras oscilaciones anuales que se inscriben en una ten dencia general alcista) etapa de crecimiento, situando el número de nuevas sociedades en las más altas cotas históricas de toda la serie. Frente a éstos, se destacan otra serie de períodos de naturale za opuesta, caracterizados por la atonía o la depresión, entre los que se pueden citar los siguientes: —El comprendido entre 1904 y 1914 muestra una importante pérdida de impulso respecto a los momentos que le preceden, y los que le siguen, aunque manteniéndose un cierto grado de dina mismo que no permite calificarlo propiamente como una fase mar cadamente depresiva. —Desde comienzos de los años veinte se produce una acentua da caída del número de nuevas iniciativas, expresiva de la inten sa crisis de postguerra y del estancamiento posterior, a lo largo de toda la década, oue sitúa el indicador en unos niveles muv ba jos, desde luego inferiores a los existentes antes de la I Guerra Mundial. —Tras la guerra civil española ,si exceptuamos los años de 1940 a 1943 y 1946, y la recuperación de 1952, el resto de ellos, hasta la mitad de los cincuenta, ofrecen una imagen claramente depresiva, que vuelve a estar presente al final de la década y a comienzos de los sesenta, coincidiendo con los momentos de entrada en vigor del Plan de Estabilización, entre 1959 y 1962. Con este conjunto de períodos delimitados, por tanto, se perfi lan ya claramente los momentos más significativos de la evolución de la economía asturiana en el último siglo. Aunque para definir los con mayor nitidez aún ha de abundarse en otras contrastaciones v consideraciones. El número total de iniciativas registradas en términos absolu tos muestra una fuerte polarización de las nuevas sociedades en NUM ERO GRAFICO N° TOTAL 4 DE SO C IE D A D E S C O N S T IT U ID A S 448 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 449 los tres núcleos industriales tradicionales: Madrid (10), Barcelona y Vizcaya (gráfico n.° 4), que son los que dominan a lo largo de to da la serie temporal, seguidos por otro conjunto de provincias co mo Valencia, Alicante, Guipúzcoa, Sevilla y Navarra, etc. Asturias se situaría en este segundo nivel, aunque alcanzando una impor tancia inusitada en determinados períodos que constituyen coyun turas locales específicas. Barcelona es la provincia que ocupa el primer puesto de toda la nación, en cuanto al número total de em presas creadas, hasta el año de 1953 en que se ve superada por Ma drid. El País Valenciano marcha en segundo término hasta 1922, pasando posteriormente al cuarto lugar, aunque recupera el tercer puesto desde 1940 a costa de Vizcaya. Esta provincia ocupa la cuar ta plaza continuamente, con la salvedad señalada y la del año de 1901 en que logra alzarse a la segunda posición excepcionalmente. Y Madrid marcha en el tercer puesto hasta comienzos de la terce ra década del siglo XX en que sobrepasa a la región levantina, pa ra alzarse con la hegemonía nacional después de 1953, desbancan do a Barcelona. Asturias se sitúa siempre en niveles por debajo de los que ocupan las provincias citadas, pese a los grandes avances que experimenta en períodos concretos, como puede ser el fin de siglo. Pero incluso más que esta participación absoluta a que vengo refiriéndome, interesa seguir la participación relativa, la evolución temporal del número de iniciativas registradas en cada uno de los casos que se están considerando. La trayectoria descrita por el número de sociedades constitui das en Asturias a lo largo de toda la serie temporal presenta, a pri mera vista, una gran similitud con el perfil resultante para el con junto nacional; pero aparecen también algunas importantes diferecias respecto a éste y a los detalles relativos a otras provincias, como muestran los gráficos números 1 y 4. Donde estas divergencias se hacen más sensibles es en los años finiseculares. El auge de fin de siglo, que es perfectamente detectable en el conjunto nacional, circunscribiéndose al período com prendido entre 1898 y 1903 (aunque alcanza el máximo en 1901 perdiendo impulso a partir de ese año), se registra también en los principales núcleos industriales del país, aunque con importantes (10) Aunque me refiero a Madrid con objeto de efectuar las oportunas comparaciones, tengo bien presente las particularidades de este caso, ceñido a la capital de España y erigido como núcleo administrativo, financiero y de servicios . 450 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA diferencias en cuanto a su intensidad y algunas variaciones en su secuencia. Así, comparativamente, el auge de Madrid es bastante débil y efímero, limitándose prácticamente al año de 1899, en que alcanza la cota máxima, y al de 1900. En el País Valenciano tan sólo se tra duce en «un pequeño impulso en las iniciativas realizadas a fina les y a principios de siglo» (11) aunque éste perdura a lo largo de la mayor parte de la primera década de la nueva centuria. Barce lona, por su parte, se ve afectada por un alza más pronunciado, que se refleja más tardíamente, entre 1900 y 1905, y que no llega a alcanzar gran entidad como consecuencia de las dificultades en que se desenvuelve, en esos momentos, la industria textil, para la que la pérdida colonial supone un duro golpe (12). Pero donde realmente este auge resulta particularmente acusado e intenso, cobrando unas proporciones y un carácter que bien podrían califi carse de espectaculares, es en Vizcaya y Asturias, que registran un movimiento de similares características rela+ivas, aunque de mavor magnitud absoluta en el primer caso. Como consecuencia Asturias llega a ocupar el quinto puesto, en el total nacional, por el núme ro de sociedades constituidas, en los años 1898, 1899 y 1900; v la provincia vasca logra alcanzar el segundo en 1901, dando así una muestra fehaciente de la prosperidad vizcaína en los años de fin de siglo, asentada, como se ha puesto de manifiesto (13) a partir de la exportación de mineral de hierro en gran escala en las déca das anteriores. La coyuntura alcista más importante y generalizada de todo el primer tercio del siglo XX en el conjunto español es, sin duda, la promovida por la I Guerra Mundial, que supone un re la n z a m ie n to espectacular de las nuevas iniciativas a partir de 1915, para culmi nar en 1919 en Barcelona, Vizcaya y Asturias y en 1920 en el País Valenciano, Madrid y el +otal nacional. Hay que señalar la simili tud, en cuanto a intensidad y sicronización, con que tiene lugar es ta etapa en todos los casos, y que en todos ellos, por lo que respecta al número de sociedades constituidas, se superan (ampliamente en (11) J. A. Martínez Serrano, E. Reig, V. Soler a r t. cit. pg. 164. (12) J. N adal. “La economía española (1829-1931)”, en E l B a n c o d e E s p a ñ a . U n a h is t o r ia e c o n ó m ic a . Madrid, 1970, págs. 315-417. (13) J. F. d e L e q u e r ic a . L a a c t iv id a d e c o n ó m ic a de V iz c a y a e n la v id a n a c io n a l. Discurso de entrada en la Real Academia de Ciencias Morales y Polí ticas, Madrid, 1956; y M. G o n z á le z P o r t i l l a , “ L o s orígenes de la sociedad capitalista en el País Vasco, Transformaciones económicas y sociales en Viz caya”, S a io a k , n.° 1. 1977. EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 451 España; Madrid, Barcelona y P. Valenciano, y en menor medida en Vizcaya y Asturias) las cotas alcanzadas en el período finisecu lar. Los años siguientes muestran el desplome de las magnitudes precedentes, delatando así la profunda y continuada crisis de post guerra que, con algunos altibajos y variaciones según los casos, se prolonga a lo largo de todos los años veinte y treinta. La caída es generalizada y muy intensa en el primer momento, hasta que se produce una efímera recuperación en 1923 en España, Barcelona, Madrid y País Valenciano, y en 1924 en Vizcaya, y ya más variable en la segunda mitad de los años veinte y los treinta. Madrid posee, quizás, la gráfica más dinámica, con puntas en los años 1927 y 1929 y crecimiento sostenido desde 1932; Vizcaya inicia la recuperación prácticamente desde 1927; el País Valencia no, después de la aguda baja que había colocado a su curva por de bajo de los niveles de preguerra e incluso de los de finales del siglo XIX, muestra, desde 1928, una tendencia al alza que prolonga has ta 1933; y Barcelona, que consigue mantener, con diversas alterna tivas, en la segunda mitad de los veinte unos niveles similares a los vigentes antes de la guerra, pierde posiciones en los primeros años treinta. La singularidad asturiana en estos momentos viene marca da por la especial intensidad del movimiento a la baja, que deja, casi permanentemente, las cifras asturianas por debajo de las de preguerra, a unos niveles similares a los vigentes en los años no venta del siglo XIX; y, sobre todo, por su prolongación, pues hay que esperar hasta 1927 para percibir los síntomas de una recupe ración que se ve interrumpida en 1929 y 1932, mostrando así la es pecial repercusión que tiene la crisis de postguerra en el Princi pado. Después de la guerra civil española no se contemplan diferen cias apreciables en el comportamiento de las diversas gráficas con sideradas. Estas señalan un fuerte impulso alcista inicial que se quiebra en 1943 y 1944 para recuperarse a continuación (sobre to do en el total nacional, Barcelona y Madrid y de forma menos in tensa en el País Valenciano, Asturias y Vizcaya) y, tras la crisis general, aunque de diversa entidad, de la primera mitad de los cin cuenta y de los años 1959 y 1960, iniciar un sostenido e ininterrum pido crecimiento (con las salvedades de pequeñas inflexiones en 1968 y 70) en toda la década de los sesenta y primeros setenta. La perspectiva de la evolución del número total de sociedades constituidas debe ser completada, ahora, con la visión de su des glose por formas jurídicas. Con ello más que volver sobre las cues- NUMERO TOTAL DE SOCIEDADES CONSTITUIDAS EN ASTURIAS, POR FORMAS JURIDICAS GRAFICO 45? - JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 453 tiones relativas al diseño de la trayectoria del ciclo, lo que se con sigue es ahondar en el conocimiento de otros aspectos complemen tarios. En efecto, la forma jurídica que adopten las nuevas socie dades no resulta, en absoluto, indiferente y estará mostrando, no ya la tendencia al auge o al declive de la coyuntura, sino algo acer ca de las características de cada período; estará aportando un nuevo dato, de evidente significación, acerca del grado de moder nidad económica y de generalización de las fórmulas capitalistas de gestión empresarial, que comporta la penetración y consolida ción de la Sociedad Anónima, frente a otras formas jurídicas de asociación de capitales. A la vista de los datos (cuadros núms. 1 y 2 y gráfico núm. 2) hay que convenir, al igual que ocurre en el conjunto español, en la lenta y tardía penetración de la Sociedad Anónima en Asturias. Las sociedades anónimas en España no abandonan el último lugar hasta finales del siglo pasado y sólo, y esporádicamente, logran superar a las colectivas en los años 1925 a 1930, pasando a ocu par el primer lugar, ya definitivamente y tras rebasar a las limita das, a partir de 1954. No puede concluirse pues, antes al contrario, que se produzca prematuramente el predominio absoluto de las anónimas como forma de asociación de capitales en el conjunto de España. En Asturias las SA, que venían alternando el último lu gar con las comanditarias en los años anteriores, se sitúan ya cla ramente en la posición intermedia a partir de 1898. Pero el hecho más singular y significativo es el gran avance, en términos absolu tos y relativos, que experimentan las sociedades anónimas durante el auge del fin de siglo, auge al que no fueron ajenas las sociedades colectivas pero que estuvo sólidamente sustentado en el progreso de las anónimas. Estas, aunque excepcionalmente, obtienen la pri macía sobre el resto de formas jurídicas en la región en 1901, y llegan a colocar a Asturias en el tercer puesto de todo el conjunto nacional por el número de sociedades anónimas constituidas en 1898, 1899 y 1900, alcanzando una magnitud que, incluso en tér minos absolutos, no será superada hasta el año 1940, y con regu laridad sólo después de 1956, pese a quedar por medio la florecien te coyuntura de la I Guerra Mundial. Esta circunstancia creo que constituye un dato importantísimo y de hondo significado, que vie ne a añadir un nuevo y muv relevante elemento para la conside ración del auge de fin de siglo como un período de excepcionalidad en Asturias, no solo cuantitativamente, por el número de iniciativas registradas, sino también, y sobre todo, cualitativamente, por la 454 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA modernidad que supone la fuerte presencia de las sociedades anó nimas en esa fase, que no tiene paralelo en el total nacional. Como, de todas formas, los promedios nacionales podrían ocul tar grandes diferencias provinciales y situaciones harto dispares, parece conveniente analizar también el comportamiento seguido por las sociedades anónimas en algunos de los enclaves económi cos más importantes del país, comparándolo con el de Asturias. De nuevo nos encontramos con que es el caso de Vizcaya el que encierra un mayor paralelismo con la evolución que registran en Asturias las sociedades anónimas en el período finisecular. Estas, que venían ocupando tradicionalmente la segunda posición en la provincia vasca, pasan al primer lugar durante 1899, 1900 y 1901. Y algo parecido ocurre en Madrid donde, en 1899, se sitúan a un nivel muy próximo al de la primacía absoluta. Barcelona y el País Valenciano, por el contrario, registran un comportamiento menos dinámico de las sociedades anónimas en estos años. Ahora bien, el florecimiento de las sociedades anónimas en As turias es pasajero y decae fuertemente una vez finalizada la coyun tura alcista, recuperándose sólo en la nueva etapa de auge coinci dente con los años de la I Guerra Mundial, pero sin llegar a los niveles precedentes, ya que son las colectivas las sociedades que predominan en esos momentos. Siguiendo esa misma tónica en los años siguientes, las sociedades anónimas en Asturias se manten drán en un discreto segundo plano hasta que logren, a partir de 1953, consolidar una primacía que sólo esporádicamente y puntual mente habían alcanzado en 1924, 1941 y 1942. En resumen, la penetración, con innegable entidad, de la S.A. en Asturias, resulta llamativamente prematura, y coincidiendo con, y caracterizando a, los años de fin de siglo. Pero su consolidación como forma hegemónica de asociación de capitales se produce des pués, de forma lenta y tardía, con un retraso casi sorprendente, del tipo del registrado en el País Valenciano o en Vizcaya (mar cándose así una nueva semejanza con esa provincia), donde las S.A. se encumbran en el primer lugar en 1950 y 1948 respectiva mente, frente a lo que ocurre en Madrid, donde pasan a ser defi nitivamente mayoritarias desde 1917 (quizas tan prematuramente por la tendencia de muchas S.A. a domiciliarse en la capital), o en Barcelona donde alcanzan la hegemonía en 1914. La participación de las anónimas en la promoción del auge de fin de siglo ha sido muy intensa, pues, en Vizcaya y Asturias y menos en las otras pro vincias, en las que se registra una mayor participación de las co lectivas. Por contra, es más reducida la influencia relativa de las CAPITAL DE LAS SO C IE D A D E S C O N S T IT U ID A S Y ESPAÑA ( M ILLO NES DE P E S E T A S ) GRAFICO N* 3 EN A S T U R IA S EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 455 456 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA anónimas en la etapa de la guerra europea en Asturias en compa* ración con lo ocurrido en casos como los de Madrid, Barcelona y País Valenciano donde, durante ese período, sufren un fuerte cre cimiento. En la región asturiana, por lo demás, las empresas co manditarias, que a lo largo del siglo XIX vienen alternando sus po siciones con las anónimas, aunque sin tener excesiva influencia en las evoluciones del ciclo, quedan relegadas ya al último lugar desde comiezos del siglo XX y van perdiendo importancia paula tinamente para desaparecer, prácticamente, a la altura de 1925. Las colectivas ocupan el primer lugar en solitario (con la mencio nada excepción de 1901) hasta su desplome en los años veinte (igual que ocurre en toda España), en que son sustituidas por una nueva forma jurídica, la Sociedad Limitada, y sobreviven, pero ya a un nivel de importancia mucho menor, hasta el inicio de los años sesenta. Como acabo de señalar, a partir de los años veinte son las sociedades limitadas las que sustituyen a las colectivas y comandi tarias como forma de asociación de los capitales medianos y pe queños, cobrando un auge progresivo que hace que compitan, a es cala nacional, con las sociedades anónimas hasta la mitad de los años cincuenta, en que estas últimas afianzan ya su hegemonía. 2.—EL CAPITAL DE LAS NUEVAS SOCIEDADES La creación de una nueva empresa era, como se ha dicho, ex presión de las expectativas empresariales y de la evolución de la coyuntura. Ahora bien, la fundación de una nueva compañía lleva aparejada una operación de asociación de capitales. Desde esta perspectiva la consideración de los capitales asociados en cada período sirve como aproximación —en ausencia de datos más fi dedignos— a la formación de capital, al tiempo que aporta algunas informaciones acerca de las características de las iniciativas sur gidas. Por ello he creído conveniente detenerme en el análisis de la evolución de los capitales de las empresas constituidas en Asturias durante el conjunto de años que se están considerando. La inmediata consecuencia que se desprende de la observación de esta variable, como muestran los Cuadros números 1 y 2 y el Gráfico número 3, es la confirmación de las mismas fases que se habían delimitado al analizar el número de nuevas sociedades. En efecto, vuelven a destacarse en Asturias: una fase alcista, en torno a los años de cambio de siglo, una pujante coyuntura durante la EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 4 57 I Guerra Mundial, seguida de una larga y profunda crisis en los años veinte; un nuevo movimiento alcista en los cuarenta, con dos puntas en 1942 y 1947; y, en fin, una progresiva, aunque no exen ta de altibajos, tendencia al alza a lo largo de la década de los se senta. Y de igual manera se confirma el paralelismo existente en tre la gráfica de Asturias y la representativa del conjunto español que marca, con las precisiones a que luego aludiré, esas mismas fases destacables. Tanto para España como para Asturias, el indicador de los ca pitales asociados por las nuevas empresas también destaca el pe ríodo de fin de siglo como una época de inegable prosperidad. Pe ro de nuevo, además, la intensidad del auge en Asturias resulta es pecialmente llamativa. La cuantía de los capitales asociados, pues, viene a reforzar la idea de que se trata de un período excepcional. ¿Qué otra cosa quiere decir sino que la provincia de Oviedo, que supone habitualmente entre un 1 y un 3 por ciento del total na cional de capitales asociados, ocupando un puesto que la sitúa en tre el décimo y decimonoveno lugar de todo el país, llegue, en los años comprendidos entre 1898 y 1903, a colocarse entre el segundo puesto y el quinto, con un 12 y hasta un 14 por ciento del total de capitales asociados por las nuevas sociedades constituidas en toda España, alcanzando magnitudes de un orden que sólo serán supe radas, y en pesetas corrientes, en 1940, y posteriormente a princi pios de los años cincuenta con la constitución de Ensidesa? Se tra ta de cifras realmente espectaculares, casi asombrosas, tan expre sivas por sí mismas que no dejan ninguna duda acerca de la espe cial intensidad y significación de este auge, que constituye una de las especificidades más reseñables de la evolución de la economía asturiana en los últimos cien años. Tras el decaimiento posterior, cuyo inicio puede cifrarse en 1903, se abre una época de menor actividad hasta que, al amparo de las circunstancias de la guerra europea, tiene lugar un nuevo e importante auge que, en Asturias sin embargo, no llega a alcan zar la entidad del precedente ya que no consigue superar el máxi mo absoluto de nuevos capitales asociados que se había logrado en 1900. A diferencia de lo que ocurría a finales de siglo, esta etapa alcista no presenta en la región asturiana rasgos de singularidad e intensidad tan acentuados como entonces, sino que más bien se inscribe y adopta las características de un proceso más generaliza do que alcanza al conjunto de la economía española. El cese de las hostilidades bélicas abre un período de profun da crisis y depresión en los años veinte; y ello ocurre igual en Es- N* 5 DE GRAFICO CAPITAL LAS SO C IE D A D E S C O N ST IT U ID A S (M ILLONES DE PESETAS) 458 JU A N ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 459 paña que en Asturias, tal como se puede comprobar a través del empleo del indicador. Pero, con ser cierta esta afirmación en tér minos generales, cabe hacer ciertas matizaciones que son las que, además, marcan las especificidades de la evolución asturiana de forma significativa. Como muestra el gráfico n.° 3, en el conjunto nacional, la fuerte caída que supone la postguerra europea se sal da en una cierta recuperación en la segunda mitad de los veinte, concretamente desde 1926, cambiando el signo en toda la década de los treinta .En Asturias, al igual que ocurría con el número de empresas, no sólo la caída es más intensa sino más prolongada, acentuándose, con la salvedad de 1924, a lo largo de toda la déca da de los veinte hasta recuperarse transitoriamente en 1931 y 1932, mostrándose así esa especificidad del caso asturiano consistente en la mayor duración y gravedad de la crisis de postguerra euro pea, que ha quedado patente tanto al analizar el número como el capital de las sociedades constituidas. Nuevamente los años posteriores a la guerra civil española ha cen situarse a Asturias en puestos de privilegio, entre el quinto y el octavo, aunque con porcentajes de participación no muy eleva dos, del orden del 4% como máximo, para m ostrar posteriormente una adaptación bastante grande al ciclo general del país, con la salvedad de las espectaculares alzas de los años 1950, 1966 y 1967, debidas a la constitución de las sociedades Ensidesa, Uninsa y Hunosa respectivamente. La comparación de las cifras del capital asociado en Asturias y en otras provincias (gráfico n.° 5) también confirma la mayor in tensidad del auge finisecular en el Principado, donde alcanza una entidad incomparablemente mayor a la que registra en Madrid, Barcelona y el País Valenciano, y sólo paralela a la de Vizcaya, que se desenvuelve, sin embargo, a unos niveles absolutos superiores. El avance de los capitales asociados durante la I Guerra Mun dial es generalizado y presenta rasgos muy similares en todos los casos. La progresión alcista de esta coyuntura se prolonga hasta 1920, salvo en Vizcaya donde culmina en 1918, año en el que se obtienen los máximos de todo el período y tras el cual se inicia un intenso declive que, ilustrando una nueva coincidencia entre am bas provincias, resulta especialmente marcado en Vizcaya y As turias. Con posterioridad al final de la contienda civil española, la evo lución seguida por todas las gráficas no presenta grandes diferen cias, mostrando dos máximos en los años cuarenta, en 1942 y 1947-48, seguidos de un período de atonía que se extiende hasta la GRAFICO N» 6 EVOLUCION DEL CAPITAL MEDIO EN ESPAÑA Y ASTURIAS (MILES DE PESETAS________ 460 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 461 mitad de los cincuenta (con la excepción de 1952) y una pasajera recuperación en 1956-57, que desemboca finalmente en el sosteni do auge de la década de los sesenta. Los datos del capital asociado pueden ser tomados, además, como indicadores de la dimensión de las empresas, a través de la evolución seguida por los capitales medios de las nuevas iniciati vas (gráfico n.° 6). Este aspecto aporta nuevos elementos de gran significación, en general, para la definición de las especificidades observadas en las diversas experiencias regionales, y para la carac terización de las principales etapas registradas en alguna de ellas en particular. El tamaño medio de las nuevas sociedades en España aumenta en el período 1898-1903, pasando el capital medio desde valores próximos a las cien mil pesetas, hasta las trescientas mil, e incluso las seiscientas mil pesetas, como ocurre en 1901. El siguiente impulso alcista tiene lugar durante la I Guerra Mundial, sobre todo a partir de 1917, y es especialmente notorio en Barcelona y el País Valenciano, que partían de unas cifras muy bajas, y se refuerza desde 1920, manteniéndose ya durante toda la década en unos niveles elevados. La cota del millón de pesetas de capital medio se supera en 1943, y nuevamente en los años sesenta se producen sucesivos aumentos. Es decir, que se corresponderían, en general, los períodos en que se registran aumentos del capital medio a nivel nacional, con las principales etapas de crecimiento de la economía española en el presente siglo. El comportamieto de este factor, el capital medio como indica dor de la dimensión de las iniciativas, en Asturias, presenta algu nas especificidades de gran importancia. Dejando de lado la excepcionalidad de las magnitudes alcanzadas en años como 1890, 1892, 1895, 1950, 1966 y 1967, en que las elevadas cifras de capital medio son debidas de manera fundamental, o exclusiva, a la creación de una sola gran empresa (Hulleras del Turón, Hullera Española, So ciedad Industrial Asturiana Santa Bárbara, Ensidesa, Uninsa y Hunosa respectivamente), el aumento significativo se registra en los años fin de siglo, en que tienen lugar avances espectaculares. Así ya en 1900 y de nuevo en 1901 se supera el millón de pese tas de capital medio, cuando en el conjunto español esta cifra no se alcanzará, y en pesetas corrientes, hasta 1943. He aquí, pues, un nuevo dato espectacular, y lleno de significado, acerca de la inten sidad y características del auge de fin de siglo en Asturias, cuyas cifras de capital medio no serán igualadas de nuevo hasta los primeros años cuarenta. DE SO C IE D A D E S C O N S T IT U ID A S EN A S T U R IA S 462 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 463 En la etapa de la I Guerra Mundial Asturias registra unas ci fras de capital medio muy bajas en la mayor parte de los años, tanto con respecto a los niveles alcanzados en otros períodos como en relación a las magnitudes que se están obteniendo en esos mis mos momentos en España. Ello es especialmente aplicable a los años 1915, 1917 y 1918, poniendo así de manifiesto el carácter minifundista de la expansión asturiana de ese período, aunque en 1916 y 1919 las cifras se recuperan situándose por encima de la media española que tampoco es muy elevada en esos momentos. La situación en los años veinte es particularmente llamativa. Pese a la existencia de amplias fluctuaciones, pasando de valores próximos a los de la etapa de la guerra a otros de mayor magni tud, las cifras están sistemáticamente por debajo de la media es pañola y en franca oposición a la tendencia del conjunto nacional que logra estabilizar los capitales medios de estos años en unos niveles elevados. Entre los años 1941 y 1947, y principalmente en el primero y último de ellos, Asturias registra capitales medios muy elevados, que se corresponden con un movimiento similar en todo el país, y que, con una serie de altibajos, continúa en los años cincuenta. Finalmente, en la década de los sesenta el capital medio en las em presas asturianas se sitúa clara y permanentemente por encima de los correspondientes datos medios nacionales. 3.— CONCLUSIONES Cabría referirse, aún, a otras consideraciones desprendidas de un análisis minucioso del indicador «Creación de Sociedades Mer cantiles» y del tratamiento detallado de los datos suministrados por el «Registro Mercantil». Pese a que no se ha hecho más que dar los primeros pasos en una dirección, creo que, conforme al ob jetivo propuesto, el esbozo realizado en estas páginas basta para proporcionar una idea clara de la trayectoria seguida por la econo mía asturiana en el último siglo y sirve para delimitar las princi pales fases de su evolución. Entre éstas-se han destacado como etapas alcistas: los años fi niseculares, en especial los comprendidos entre 1898 y 1903; el pe ríodo de la I Guerra Mundial, centrándose el auge entre 1915 y 1920; la fase de inmediata postguerra civil española hasta 1944 (si bien la dudosa fiabilidad de los datos en este caso impone especia les reservas); la época autárquica en su tramo final; y, por últi- 8 SO C IE D A D E S M E R C A N T IL E S C O N S T IT U ID A S EN A S T U R IA S NUMERO Y C A PITA L (EN M ILLO NES DE P E S E T A S ) GRAFICO 464 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA EL CICLO ECONOMICO EN ASTURIAS 4 65 mo, el período de continuado e intenso crecimiento en su conjun to, a pesar de algunas inflexiones, de la década de los sesenta. Pe se a ser ésta la fase de mayor crecimiento absoluto, como conse cuencia de la expansión generalizada de la economía española tras el Plan de Estabilización, supone para Asturias la pérdida de po siciones relativas respecto a los momentos inmediatamente ante riores. Pero los impulsos fundamentales que recibe la economía del Principado en la primera parte del siglo XX, y que sólo son superados ampliamente en toda la centuria en los años sesenta, provienen de dos coyunturas de gran significación: la de la I Gue rra Mundial y, especialmente, la de los años de cambio de siglo. Por contra, la década de los veinte se configura como una eta pa de honda crisis en su primera mitad y de estancamiento en su segunda parte y todavía en los primeros años treinta. De atonía o tendencia a la depresión son también la mayor parte de los años cuarenta y primeros cincuenta y los inmediatamente próximos al Plan de Estabilización, entre 1959 y 1962. Las comparaciones efectuadas han permitido también consta tar un alto grado de adecuación entre el proceso asturiano y el re gistrado en otras comunidades provinciales y regionales —muy en especial por lo que atañe al caso de Vizcaya— o el conjunto de España, que no está exento, sin embargo, de algunas disparidades dignas de mención. Dentro de éstas, las principales se refieren a la singularidad que adquieren en Asturias dos períodos: el finisecular y el de los años veinte. La grave crisis que se desata en todo el país al final de la guerra europea resulta en Asturias especialmente intensa, prolongándose durante buena parte de la tercera década del siglo XX. Y respecto de la etapa finisecular son pocas las dudas que pue den quedar acerca de la excepcionalidad que reviste en el Princi pado ,y no sólo en cuanto a su intensidad ,por el elevado número de iniciativas que registra o por la magnitud de los capitales aso ciados, que colocan a la provincia de Oviedo en los primeros pues tos y con los más altos porcentajes de todo el país, sino también por la significación de algunas de las características y peculiarida des que comporta. Entre éstas hay que referirse a la rápida pene tración de la Sociedad Anónima y a la inusitada importancia que esa forma jurídica cobra en esta etapa, y a la entidad y dimensión de buena parte de las empresas constituidas en ella. Como ha señalado T. Jiménez Araya, .«el auge del período que discurre a caballo de los últimos años del XIX y los primeros del 466 JUAN ANTONIO VAZQUEZ GARCIA presente siglo alcanza su auténtico significado en las dos regiones industriales del Norte: el País Vasco y Asturias. La combinación de los beneficios de la exportación de mineral de hierro con la re patriación de capitales coloniales impulsó un fuerte incremento de la inversión que se proyectó especialmente sobre el sector mineroinetalúrgco, las actividades navieras y los servicios financieros» (14). (1 4 ) T. J im e n e z A r a y a , art. cit., p g . 173. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA Y ESPECIALMENTE ASTURIANA EN EL SIGLO XIX» POR LAUREANO PELAEZ ALBENDEA NOTA DEL EDITOR El IDEA ofrece en este volumen un estudio interesante y bien documentado sobre uno de los aspectos más importantes del indus trialismo español en el siglo XIX: el de la explotación y comerciali zación de carbón de piedra, base y principalísima energía de dicho industrialismo. Su autor, don Laureano Peláez Albendea, ha realiza do un concienzudo estudio del tema, manejando y aportando metódi camente datos y estadísticas que nos permiten conocer con visión científica el marco y desarrollo de esa cuestión carbonera-industrial de tantísima importancia en la Historia económica y social de As turias. El Sr. Peláez Albendea comienza cronológicamente su estudio a partir de la muerte de Fernando VII, es decir, de 1833, que es cuan do realmente empieza el gran despliegue del industrialismo que en Europa se venía incubando desde los finales del siglo anterior. Des graciadamente en España ese despliegue fué tardío y deficiente por causas que en parte se analizan y exponen en este libro. De la historia del carbón fósil asturiano anterior a 1833 hay es casa bibliografía, pero, dentro de esa escasez, el IDEA ha realiza do aportaciones originales como el libro «El Marqués de Sargadelos o los comienzos del industrialismo capitalista en España», de J. E. Casariego, obra de la que hay varias ediciones y contiene una 468 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA completa reseña histórica de la explotación carbonera asturiana y su transporte y comercio desde mediados del siglo XVIII. Funda mental en este aspecto es la obra del miembro del IDEA, ingeniero de minas, D. Luis Adaro y Ruiz-Falcó, autor de los libros «175 años de la siderometalurgia asturiana», «Noticias y comentarios sobre asuntos y realizaciones asturianas», «El puerto de Gijón y otros puertos asturianos» y «Prólogo a la colección «Antigua minería as turiana» publicada por «Bibliófilos asturianos». En ese volumen de «Bibliófilos» se insertan tres obras raras y curiosas: «Memoria sobre el carbón fósil» (año 1804) del presbíte ro D. Vicente Perea, el popular «Cura les mines», gran apóstol de nuestra minería en sus comienzos; «Minas y carbón de piedra de Asturias» (año 1831), que es una compilación oficial de la gran labor desarrollada bajo la dirección del eminente ingeniero D. Fausto Elhuyar por una Comisión de facultativos en el reinado de Fernan do VII y «Observaciones prácticas sobre la minería carbonera de Asturias» (año 1861), por D. Restituto Alvarez Builla. En todos los autores citados podrá encontrar el lector deseoso de conocer la historia de nuestra minería carbonera, información y documentación abundantes para ese período fundador que pre cede a la época tan detalladamente estudiada en estas páginas por D. Laureano Peláez Albendea. SUMARIO I. Introducción.—II. El marco normativo: legislación de minas; legislación de sociedades mineras; fiscalidad del sector minero; le gislación arancelaria.—III. La producción de carbón: evolución; estructura.—IV. El transporte y demanda de carbón: los cambios técnicos: el ferrocarril; la demanda de carbón.—V. La inversión en el sector carbonífero: inversión, 1833-1890; inversiones de bancos, ferrocarriles y empresas metalúrgicas; concentración de socieda des.—VI. Conclusiones.—Apéndices y Fuentes. ABREVIATURAS A. M.=Anales de Minas. B. O. M.=Boletín Oficial de Minas. C. L.=Colección Legislativa. E. M .=Estadística Minera. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 469 F. = Fuente (s). G. C. H.=Gaceta de los Caminos de Hierro. G. M.=Gaceta de Madrid. M.=Memoria. N .=N ota (s). R. M .=Revista Minera. CAPITULO I INTRODUCCION La inelasticidad de la oferta de carbón mineral fué uno de los principales factores condicionantes del fracaso de la Revolución Industrial en la España del siglo XIX. Las causas de esta deficien cia, difícil de comprender si tenemos en cuenta que las reservas na cionales de hulla hubieran bastado para satisfacer la exigua de manda interior, es lo que este trabajo pretende explicar. El período comprendido —1834-1890— exige una aclaración. Dentro del estancamiento general de la economía española del mis mo (sobre todo desde un punto de vista comparativo con los países europeos industriales), hacia 1833-40, con la muerte de Fernando VII, se inicia una etapa de crecimiento potenciado desde el poder: «En pocos años se pasa del inmovilismo a la más absoluta liber tad económica, de la amortización y vinculación de los patrim o nios a las fórmulas propias del mercado libre, e incluso, se inten tará aplicarlas en las relaciones económicas exteriores. La nueva época supone la movilización de los capitales, lo que determinará la creación de un mercado permanente, la Bolsa, en tanto las exi gencias de seguridad de los inversores obligarán a definir una nue va normativa legal, la de la sociedad anónima» (1). En este contexto se sitúa el nacimiento de las primeras explo taciones carboníferas «modernas», es decir, trabajadas de un mo do regular y de acuerdo con las técnicas mineras, aunque el primer salto cuantitativo de importancia en la producción no se produjo hasta el quinquenio 1856-60, gracias a la expansión siderúrgica as turiana y al ferrocarril. Hacia 1890 la industria hullera inicia su definitivo despegue, como resultado del proceso de concentración de empresas de la década anterior. (1) M ig u e l A r t o l a . “La burguesía revolucionaria (1808-1869)”, pág. 59. 470 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA Los índices de consumo de energía mecánica «per cápita» mues tran de manera significativa el desarrollo industrial de un país. Un análisis comparativo del consumo «per cápita» de carbón mineral —único recurso de energía mecánica durante el período— de va rios países europeos hace patente la inferioridad económica espa ñola durante el siglo XIX. CUADRO I — 1 CONSUMO DE HULLA «PER CAPITA» EN PAISES EUROPEOS (Ton./hab.) Bélgica Francia (2) Inglaterra España (4) 1856 1,19 1856 0,35 1861 3,85 1857 0,015 1866 1,74 1861 0,41 1871 4,70 1860 0,039 1880 2,25 1876 0,66 1881 5,29 1877 0,089 1890 2,67 1886 0,78 1890 5,35 (3) 1887 0,138 F.—España Población, Artola, M.—Obra cit., pág. 62. 1887: R. Mitchell. Consumo: Ver Cuadro IV-4. Bélgica, Francia, Inglaterra: calculado a partir de los datos que sobre población, producción, importación y exportación de hulla da R. Mitchell en «European Historical Statistics 1750-1970». The Macmillan Press Ltd. 1975. CAPITULO II EL MARCO NORMATIVO La legislación de Minas El siglo XIX español se caracteriza por la existencia, dentro del marco liberal, de dos alternativas de poder: la moderada y la pro gresista, la primera de las cuales propugna un mayor control del Estado sobre los bienes objeto de la industria particular. Se pue den concretar los caracteres de una legislación minera plenamente (2) Incluye cok y lignito. (3) Población de 1891. (4) En la importación se incluyen todos los carbones minerales y el coque. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SICLO XIX» 471 liberal, en: sistema de ordenación de la propiedad industrial o li beral, inexistencia de «reservas» mineras, que son una pervivencia del sistema regaliano, y régimen de aprovechamiento no condicio nado. En este epígrafe contrastaré la normativa minera española del siglo XIX con estos caracteres. Fundamentalmente está integrada por: R.O. 4/VII/1825, Ley ll/IV/1849, Ley 6/VII/1859 y Reglamen to de 5/X/1860, Ley 24/VI/1868 y Reglamento de misma fecha y Decreto-Ley de Bases de 29/XII/1868 (5). La doctrina administrativa recoge, unánimemente, una clasifi cación cuatripartita de los sistemas de ordenación de la propiedad minera: —«Sistema fundiario»: la propiedad de las minas corresponde al propietario del suelo. —«Sistema regaliano»: la titularidad se atribuye al príncipe. —«Sistema demanial»: corresponde al Estado. —«Sistema industrial» o «liberal»: las minas son «res nullius» y, por tanto, pertenecen al primero que las ocupa. En el derecho patrio la regla general será el sistema de rega lía, hasta la Ley de Minas de 1849, que introduce el sistema dema nial (6). El segundo aspecto configurador de un régimen de minas ple namente liberal es la inexistencia de «reservas mineras», o «indus tria minera monopolizada». Prácticamente el número de reservas queda estabilizado a partir de la Ley de 1825 (7), salvo la naciona lización posterior de minas de hierro y carbón en Asturias y Nava rra para las fábricas nacionales de armas y municiones, y el paso al uso privado de San Juan de Alcaraz. Dentro del apartado del aprovechamiento de las minas es pre ciso hacer referencia a tres aspectos: la calicata —o tamaño de la pertenencia—, la investigación y la concesión. Originariamente, la Ley de 1825 había fijado el tamaño de la per tenencia en 200 varas al hilo del yacimiento y la mitad de ancho. (5) La Ley de 24/VI/1868 no es más que una reforma de la de 1859, y no necesita estudio específico. (6) Para el carbón la Real Cédula de 15/VIII/1780 acepta el sistema in dustrial, si bien, posteriormente, la Ley de 26/XII/1789 será un ejemplo del sistema fundiario, volviendo la Cédula de 24/VIII/1792 al sistema industrial, salvo en la regalía que se reservaba la Corona sobre las minas necesarias pa ra la Marina Real. Desde 1849 se rige por la norma general. (7) Son: azogue de Almadén, cobre de Río Tinto, plomo de Linares y Falset, calamina de Alcaraz, azufre de Hellín y Benamarel, grafito de Marbella. 472 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA Posteriormente, en la Ley de 11 de setiembre de 1836 se amplió el tamaño de las pertenencias de carbón a 600 varas de largo por 300. La Ley de 1849 conserva los límites de estas últimas y amplía a 300 por 200 varas el del resto de las pertenencias. La Ley de 1859 aco ge la clasificación de la legislación vigente, con la única diferencia de hacer la medida en metros. (Así, la pertenencia de carbón era de 500 por 300 metros). La Ley no pone límites en cuanto al núme ro de pertenencias, que podrán agruparse en «cotos mineros». La sis tematización de las Bases de 1868 difiere de la anterior, pues las concesiones mineras se miden ahora por el número de pertenencias, que debe ser de un mínimo de cuatro, y no por la extensión de aqué llas que serán cada una de 100 metros de lado. Es decir, se define la concesión mínima, que sería de 40.000 metros cuadrados. En cuanto al segundo aspecto, el principio general será el de libertad de investigación, que ya mantenía para el carbón la Real Cédula de 1780. La Ley de 1825 acoge este principio. La Ley de 1849 limitaba la calicata para investigación a una cuadrícula de 4 va ras de superficie por una de profundidad. En la Ley de 1859 la «in vestigación» y el «registro» son dos medios distintos de obtener la concesión de la propiedad minera (8). En las Bases de 1868 se sim plifica al mínimo la investigación que no podrá hacerse sobre un terreno mayor a 10 metros cúbicos, y no necesitará licencia, salvo la autorización del dueño del terreno, cuando lo hubiera. Dado que los yacimientos son bienes de dominio público, ne cesitan, para poder ser explotados, de un especial acto administra tivo que habilite para el mismo; éste es la concesión. Histórica mente, la concesión adopta dos formas: concesión derivada de una investigación previa que certificaba la existencia de mineral y con cesión «directa», que no necesitaba de investigación previa. El pri mer tipo es el dispuesto en R. O. de 2-VII-1845 y leyes de 1849 y 1859; el segundo, en las Bases de 1868, según las cuales ni la in vestigación ni la existencia de mineral son necesarias, para otor gar la concesión. Respecto al procedimiento se va progresivamente a una descentralización. En la Ley de 1825, el expediente se for malizaba ante el Inspector del distrito y la Dirección General de Minas; en las de 1849 el registro se tramitaba a nivel provincial, pero la concesión definitiva era realizada por el Ministro de Fo mento, y a partir de la Ley de 1868, toda la tramitación se agota (8) Se otorga la investigación por espacio de 6 años, prorrogables por igual espacio de tiempo, y el registro por un plazo de 4 meses y un área de 10 metros cuadrados, siendo convertible a su térmi'no en investigación. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 473 a nivel de Gobierno provincial. El objeto de la concesión hace re ferencia al problema de la «libertad de trabajo», que se puede con cretar en dos principios: libertad de tener las minas en explota ción o no, y libertad en el número de operarios o «pueble». Salvo las Bases de 1868, que acogen plenamente el principio de la «liber tad de trabajo», en toda la normativa anterior, hay prescripciones al respecto: el pueble mínimo de 4 operarios por pertenencia, has ta aquella Ley, la necesidad de previo aviso al Inspector para pa rar la explotación (Ley 1825), la prohibición de tener paradas las obras 4 meses seguidos u 8 interrumpidos (Leyes 1825 y 1849), y la obligación de mantener el pueble 183 días por año (Ley 1859). En cuanto a su duración, las concesiones mineras se otorgan por tiempo indefinido con lo que se asimilan a una verdadera pro piedad. En las leyes anteriores a las Bases de 1868, la concesión caducaba por el incumplimiento de los requisitos de pueble y pla zos, entre otros modos de caducar, pero en éstas, dada la «libertad de trabajo», el único modo de caducar es no haber pagado el im puesto del «canon de superficie». El problema era que la caída en las condiciones de caducidad, daba lugar a que la mina fuese denunciable por cualquiera, creando numerosos pleitos. Esta si tuación es resuelta por la Ley de 1868, que no admite la denuncia. Contrastando la normativa del siglo XIX, con los caracteres que definimos más arriba, debemos concluir que no hay ninguna normativa plenamente liberal (no hay nunca un sistema de orde nación de la propiedad «industrial o liberal» y existen reservas mineras durante todo el período). La valoración negativa del Decreto de 1825 comienza con el preámbulo de las Bases del 68 y continúa en algún autor moder no (9). Se le critica la poca extensión de las pertenencias, la obli gación de designarlas según la dirección del filón —que era difícil de conocer—, la inexistencia de garantías para los investigadores, y el cúmulo de pleitos a que daba lugar la posibilidad de denun cia (10). (9) J . N adal . “El fracaso de la revolución industrial en España. 1814-1913”, pp. 126-127. (10) La cuenca donde aquella posibilidad dió lugar a una situación más lamentable fué Bélmez y Espiel, donde “todos convienen en una triste verdad, a saber que los derechos de propiedad que la Ley recc::oce en la cucLca a Ls registradores están de tal manera conculcados que más que cuenca carboní fera es hoy una cuenca de pleitos que sirve de valla a los capitales que podían allí sembrar fructífera semilla”. R.M. t. XVI, p. 648. 474 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA La Ley de 1849 no hace más que sistematizar lo hasta entonces legislado, aunque el nuevo régimen de administración introdujo una mayor complicación, que tuvo la importante consecuencia de aumentar la especulación: muchas veces se denunciaban las minas, no para explotarlas sino para especular con su valor en el entre tiempo entre el registro y la concesión, fundándose para ello en que en dar un título de propiedad se tardaban cinco años o más. La Ley progresista de 1868, que es la que más se acerca al ar quetipo liberal, tuvo un efecto general benefactor sobre la minería. Fue positiva la nueva sistematización de las pertenencias, la no obligatoriedad de investigación previa y, fundamentalmente, la im posibilidad de denuncio. Negativa fue la «libertad de trabajo», que llevó a un aumento progresivo de las concesiones improductivas, respecto de las productivas (véase cuadro II-I). Se convierte así, la concesión, en un puro negocio especulativo, adquiriéndose aqué lla, no para explotarla, sino para cederla a otra empresa por una prima mayor, manteniéndose, entretanto, improductiva. CUADRO II-l CONCESIONES MINERAS PRODUCTIVAS E IMPRODUCTIVAS 1861-1890 Año 1861 1862 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 Concesiones productivas 1.795 1.286 1.738 1.914 1.795 1.795 2.179 2.371 2.276 2.310 2.401 2.452 2.258 2.060 2.123 Total de concesiones Año Concesiones productivas Total de concesiones 7.212 1876 2.333 12.350 6.581 1877 2.339 14.624 6.312 1878 1.960 16.011 6.814 1879 2.457 15.747 6.687 1880 2.692 16.675 6.446 1881 2.923 17.039 5.189 1882 2.945 17.546 5.522 1883 2.709 5.758 1884 2.454 6.275 1885 2.285 16.955 6.652 1886 2.279 17.184 7.145 1887 1.378 15.321 9.602 1888 2.307 17.017 9.791 1889 2.081 16.055 10.643 1890 2.191 15.936 F.—Estadística Minera de los diversos años. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 475 La legislación de sociedades mineras. En la misma fecha que la Ley General de Minas, se sanciona la Ley de Sociedades Mineras, que introduce la Sociedad Especial Mi nera, caracterizada, frente a la ley de sociedades por acciones de 1848, por: —no necesitar que su capital sea determinado (la Ley del 48 preveía la existencia de «capital proporcionado a su objeto»). —ser determinado el número de acciones que representan par tes iguales en los gastos, ganancias, créditos y pérdidas, lo que va contra la posibilidad de acciones preferentes. —el fondo de reserva no se constituirá hasta que la sociedad comience a tener beneficios. Para nuestro estudio, la importancia de esta Ley tiene más de significativo que de real, pues es derogada por la Ley de Socieda des de 19-X-69, antes del verdadero impulso capitalista en el sector carbonífero. La fiscalidad del sector minero. Asistimos, en el período objeto de estudio, a una multiplicación de las exacciones impositivas sobre las actividades mineras, que quiebra frecuentemente los principios de la Hacienda Clásica o Liberal. Podemos sistematizar los impuestos que inciden sobre la mine ría en el período, así: —canon de superficie o gravamen por unidad de terreno. —impuesto sobre contribución industrial o de comercio, que se aplica, bien sobre los beneficios que reparten las sociedades mi neras, o bien sobre las utilidades que muestran sus balances. —impuesto sobre el producto bruto. —impuesto sobre el producto líquido. —gravámenes municipales, como el «consumo» del carbón. Aparte de los señalados, hay que añadir la contribución terri torial por edificios, el timbre sobre el precio de cotización de las acciones y obligaciones de las sociedades mineras, la contribución industrial sobre sus ferrocarriles, los impuestos sobre explosivos... El R. D. de 4-VII-1825, supone la quiebra'de una línea anterior, cuyos jalones habrían sido la Real Cédula de 15-VI1-1780 y la Ley de 12-11-1822, caracterizada por la exención de impuestos especiales de la industria minera. La Ley de 1825 distingue dos tipos de im 476 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA puestos: uno sobre las pertenencias de 1.000 reales anuales y, otro, proporcional, que era de un 5% sobre los productos obteni dos; las oficinas de beneficio pagaban 500 reales anuales por cada 100 varas que ocuparan. La Ley 20-VII-1837, reduce a la quinta parte la contribución por pertenencia y suprime la del suelo, so bre las fábricas de beneficios. La Ley de Minas de 1849 no introdu ce novedad alguna. En cuanto a la Ley de Minas del 59, conviene distinguir un im puesto fijo de otro proporcional. El gravamen fijo tenía cinco bases impositivas diferentes: la pertenencia minera (300 reales para la ordinaria de 60.000 metros cuadrados y 200 reales para la de 150.000); escoriales y terreros (400 reales por cada 40.000 metros cuadrados); pertenencias incompletas, demasías y pequeñas per tenencias (según la superficie); permiso de investigación (200 rea les por año); y galerías generales, donde se pagaba el canon co rrespondiente a las pertenencias mineras que quedaban reserva das por la concesión. El gravamen proporcional, era un 3% de la producción, sin deducir gastos. Aquí se da una excepción en fa vor del carbón y el coque —entre otros minerales—, que se declaran exentos de esta contribución por veinte años. La Ley de Bases del 68, sólo recoge el canon de superficie que será de 2 escudos por hectárea para canteras, arenas y tierras pa ra la agricultura; de 15 escudos para las sustancias metalíferas —excepto el hierro— y las piedras preciosas; y de 5 escudos, para las sustancias combustibles y el hierro. La Ley de Presupuestos de 1876 crea el impuesto del 1% sobre el producto bruto, definido por la Instrucción de ll-IV-1877, como «el valor íntegro que tengan a la boca de la mina los productos extraídos, sin deducción alguna de gastos» (art. 2.°). La Ley de 31-XI1-1881 suprime la recaudación del 1% sobre la riqueza minera y, en su lugar, aumenta en un 100% el canon de superficie, cometiendo el error de cargar sobre las empresas im productivas, el impuesto que quitaba a las productivas. Esta dis posición es derogada por la Ley de 27-VII-1883, que restablece la situación anterior. El Decreto de 2-X-1873 ordena un impuesto extraordinario y transitorio sobre los productos líquidos de la riqueza minera, que sería de un 3% para el hierro y el carbón y de un 5% para el resto de los minerales. Es derogado por la Ley de Presupuestos de 1876. Respecto a la contribución industrial o de comercio, la Ley de 4-III-1868, recoge la excepción del pago de contribución industrial, excepto, cuando las empresas se organicen en forma de compañías «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 477 mercantiles, se dediquen a transportes, o, en otra forma cualquie ra de las preceptuadas en el Código de Comercio, entren a tributar por diferentes conceptos. Dentro de esta misma categoría, grava con el impuesto del 5% los beneficios que repartan las sociedades mineras, por dividendos u otros conceptos, en base a la contribu ción industrial o de comercio. En el Reglamento de 1870 para la Contribución Industrial y de Comercio, se aumenta al 10% el im puesto sobre las utilidades líquidas, que, según sus respectivos ba lances, repartan a sus accionistas las sociedades mineras, cuando, además, ejercieran la industria metalúrgica. Por último, dentro de los impuestos municipales hay que re señar, el impuesto de consumo sobre el carbón, que recoge la Or den del Poder Ejecutivo de la República de 19-XII-1873, al disponer que tributará con cierta cantidad el carbón mineral o el común que se consumiera en el término municipal. La Orden de 16-X-1874, exime de este gravamen al carbón usado en máquinas, fundiciones y ferrocarriles. La evolución de la imposición sobre las minas puede seguirse en Cuadro II-2. La reducción del impuesto del 5% sobre el pro ducto, que recogía la Ley de 1825, a un 3%, se manifiesta en la baja de la recaudación de 1860-68-69, respecto a 1856-59 (el salto de 186263 es sólo aparente, pues, en este período, no se computó un año sólo, sino año y medio). Sin embargo, donde se hace más patente la política fiscal es en el repentino descenso de las recaudaciones durante la Revolución de 1868. También se aprecia el restableci miento de la situación anterior, a partir de la Restauración. CUADRO II-2 IMPUESTO DE MINAS 1850-1890 (en pesetas) 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 Presupuestado Recaudado 890.000 972.800 1.124.055 1.074.864 1.342.077 1.282.280 1.376.739 1.580.409 1.787.286 1.000.000 1.000.000 1.250.000 1.625.000 1.650.000 1.650.000 1.750.000 Presupuestado 71/72 72/73 73/74 74/75 75/76 76/77 77/78 78/79 375.000 200.000 200.000 936.000 936.000 1.300.000 2.000.000 2.462.500 Recaudado 398.962 477.768 606.133 709.015 783.538 1.060.074 1.018.467 1.166.094 478 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA 1858 1859 1860 1861 1862/63 1863/64 1864/65 1865/66 1866/67 1867/68 1868/69 1869/70 1870/71 2.000.000 2.000.000 2.000.000 1.252.500 1.878.750 1.367.500 1.367.500 1.418.750 1.500.000 . 1 000.000 1.250.000 375.000 375.000 1.798.689 1.827.145 1.264.408 1.253.870 1.969.734 1.358.471 1.229.235 1.038.635 1.133.543 1.564.693 1.640.642 463.015 557.995 79/80 80/81 81/82 81/82 82/83 83/84 84/85 85/86 86/87 87/88 88/89 89/90 2.462.500 2.462.500 1.231.250 800.000 1.600.000 1.800.000 1.800.000 2.000.000 2.000.000 3.500.000 2.250.000 2.250.000 1.319.903 1.378.612 715.139 1.017.444 2.154.950 1.461.556 1.457.763 1.460.880 1.492.349 1.507.932 1.695.043 1.985.139 F.—«Estadística de los presupuestos generales del Estado y de los resultados que ofreció la liquidación en los años 1850 a 1890/91». Madrid, 1891. La legislación arancelaria 1825-1890. En el siglo XIX la polémica librecambismo-proteccionismo se rá uno de los ejes de la política económica, que diferenciará, más claramente, a progresistas y moderados. Partidarios aquéllos del librecambismo, agrupaban en su seno a los consumidores de hu lla, que no la explotaban (11). Por el contrario, los productores de hulla defendían el proteccionismo. En el contexto de la controver sia entre los que consideraban la competencia extranjera el prin cipal obstáculo para el desarrollo de la industria hullera nacional y los que atribuían su retraso a otros factores, la política arancela ria será objeto de abundante polémica. La conclusión de este epí grafe, relativiza su importancia para la hulla. La legislación arancelaria durante el período está constituida por los aranceles de 19-X-1825, 9-VII-1841, 5-X-1849, 27-XI-1862, 12/VII/1869, ll/V II/1877 y 23/VII/1882. El primer eslabón en la política proteccionista será el arancel de 1825 que prohíbe la im portación de 500 artículos, y entre ellos el carbón. A partir de la Ley de 1841 tributará el carbón, que es clasificado según sea car(11) ga, 1844. A g u s t ín H e r e d ia . “Voto a S.M. en la cuestión de aranceles”. Mála «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 479 bón o cisco y erraj, y según haya sido hecho el transporte del mis mo en bandera nacional o extranjera. En bandera nacional: car bón, 2 reales/quintal (12) y 0,40 reales para el cisco y erraj; bande ra extranjera: 3 y 1 real, respectivamente. Ley de 1849, bandera nacional: 1,60 reales/quintal para el carbón y 0,55 para el cisco y erraj; bandera extranjera: 2,10 y 1,05 reales. Ley de 1862: bandera nacional: el carbón, 2,70 reales/100 kilogramos, y el cisco y erraj, 0,40; en bandera extranjera, 3,25 y 0,80. Aparte se introducirán otras dos categorías: una en la Ley del 49, el carbón para la desplatación de plomos: 1,07 reales/quintal en bandera nacional y 1,40 en extranjera; y otra, en la del 62: el carbón para buques de vapor, que pagaría 20 céntimos por cada 100 kgs. Reflejo de la po lítica librecambista de la Gloriosa será la supresión del derecho diferencial de bandera por Decreto de 22/XI/1968, y el arancel de 1869, donde el carbón sólo tributaba 0,20 reales por tonelada. En los aranceles de 1877 y 1882 se recogen derechos de 2,50 y 1,25 pe setas/tonelada, respectivamente. Para medir la influencia de los derechos arancelarios sobre la producción nacional e importación he construido el Cuadro II—3. Se recogen períodos de cuatro años para evitar la influencia de factores incidentales que repercutirían en mayor medida en el ca so de haber elegido sólo el año anterior y posterior a cada arancel. La producción e importación medias corresponde a la media de dichos períodos. Debajo de cada una de éstas señalo el tanto por ciento que le corresponde del consumo nacional medio en el mis mo período. El aumento de un período a otro es el porcentaje en que se incrementa la producción o importación. El Arancel librecambista de 1869, aunque rebaja sustancial mente los derechos, no provoca un aumento porcentual significa tivo de la importación sobre la producción nacional de 1865-68 a 1870-73, y, por tanto, la participación de cada una en el consumo nacional viene a ser la misma. En cambio, a pesar de haberse in crementado extraordinariamente los derechos arancelarios en 1877, en el período 1878-1881 la importación crece más que la produc ción nacional y, con ello, su participación en el consumo nacional. Esa participación aumenta aún más en el período 1883-86, a pesar de haber disminuido el ritmo de crecimiento de la importación, pues también disminuye el de la producción nacional. La conclusión de este análisis es obvia: la incidencia de los de rechos arancelarios sobre la producción nacional de carbón y la (12) Quintal castellano = 46 kilogramos. 480 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA importación es secundaria o no es cuantificable, oscurecida por otros factores (13). CUADRO II—3 INCIDENCIA DE LOS DERECHOS ARANCELARIOS SOBRE LA PRODUCCION NACIONAL DE HULLA E IMPORTACION 1865-68 Arancel 1869 Arancel 1877 Arancel 1882 Produc. Nac. Media (°/0 consumo medio Import. Media % consumo medio 473,77 (57,82%) 345,58 (42,17%) 639,51 471,89 (57,54%) (42,45%) 73-76 688,77 491,22 (58,.37%) (41,62%) Aumento de un periodo a otro P.n.m. I.M. 34,98% 36,55% 1870-73 78-81 20,31%> 70,82% 828,68 848,96 (49,39%) (50,60%) 83-86 973.61 1.322,29 (42,22%) (57,74%) F.—Elaboración personal. N.—En este cuadro excluyo de los cómputos el carbón im portado al amparo de las leyes de ferrocarriles v obras pú blicas, por no aplicársele la normativa arancelaria estudiada. (13) En este mismo sentido: “No cree, el que escribe, que la industria carbo'nífera haya sido gravemente lesionada al rebajar los derechos de entra da de carbones, de 2,50 a 1,25 pesetas/tonelada, y cree firmemente que la construcción de una línea de comunicación o la instalación de una industria que en grande escala lo consuma, tiene en el diagrama de la producción una importancia superior a la que puede tener un aumento en los derechos de en trada del carbón extranjero”. “La Reforma arancelaria y los tratados de co mercio”, 1889. T. I, pág. 81. Información del Ingeniero Jefe de Minas de Oviedo. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 481 CAPITULO III LA PRODUCCION DE CARBON Evolución de la producción 1844-1890. La principal fuente para estudiar la producción de carbón en nuestro período es la «Estadística Minera», cuya primera impre sión individualizada es la correspondiente al año 1861, pero ya con anterioridad se venían publicando estados de producción. Prescin diendo de las referencias parciales hechas en publicaciones priva das, los primeros intentos estadísticos oficiales se encuentran en 1839 en los «Anales de Minas» y, en años sucesivos, en el «Boletín Oficial de Minas», en el «Boletín de Comercio, Instrucción y Obras Públicas» y en la «Gaceta de Madrid». Esta serie se interrumpe en 1848 y hasta 1854 no vuelve a reiniciarse. A partir de 1856, toman estos estados el nombre de «Estadística Minera», y, desde 1864, se comienza la impresión individualizada con la publicación de la Es tadística de 1861. La veracidad de los datos consignados en la Estadística Minera se resentirá del proceso de su formación, dependiente, en última instancia, de los propios concesionarios. Muestra significativa de esto son las evaluaciones que, sobre ocultación en la producción, hizo la Junta de Estadística Minera, creada en 1877. De 1844 a 1890-91 la producción española de hulla pasó de 30.000 toneladas, 620 kilogramos, a 1.261.000 toneladas con 750 kilogra mos, lo que supone un crecimiento medio anual de 13,93%; este porcentaje medio oculta grandes oscilaciones (Gráfico III—1). En la producción de hulla del período se pueden delimitar dos grandes fases: 1844-1872 inclusive, de un desarrollo de un 22,79% de media anual y 1873-1890, de un crecimiento del 4,08% de media (14). Esta misma divisoria la encontramos en las tres principales provincias productoras de hulla: en Asturias la producción se mul tiplica por 16 entre 1844-1872, mientras que entre 1873 y 1890 ni si quiera llega a doblarse; en Córdoba, la producción de 1872 es 93 veces mayor que la de 1844 y la de 1890 no es el doble que la de 1873; el caso de Palencia es aún más significativo, pues todavía en 1887-90 la producción es menor que en 1872. En cuanto a la impor(14) En el mismo sentido, Luis A d a r o , “Los carbones asturianos y la Ma rina de Guerra”. Gijón, 1878, p. 26. 482 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA tancia relativa de las producciones provinciales sobre el total na cional, la superioridad de Asturias es manifiesta en todo el perío do, como recoge el siguiente cuadro: CUADRO III—1 PARTICIPACION PORCENTUAL DE CADA PROVINCIA EN LA PRODUCCION TOTAL Provincia Asturias Córdoba Palencia C. Real León Sevilla Gerona Producción Absoluta (miles de tons.) 1846 1860 1890-91 40,40 279,42 675,38 0,64 8,31 239,71 0,68 21,76 125,68 — — 55,62 0,14 6,21 20,20 2,92 2,22 100,35 0,09 40,98 1,8 Porcentajes 1846 1860 84% 88,54% 1,33% 2,63% 1,41% 6,89% — 0,29% 6,07% 0,18% — 1,93% 0,70% 0,57% 1890-91 53,52% 18,99% 9,96%o 4,40%) 1,60%) 7,95% 3,24% Además de la superioridad de Asturias destaca la producción de Córdoba v Palencia, cuya participación en el total nacional cre ce considerablemente, la puesta en explotación de la cuenca de Ciu dad Real, el resurgimiento, al final del período, de la producción sevillana, y el incremento de la de Gerona, que en 1907 tocará fondo. Dentro de la producción de carbón, la de lignito va a ser casi insignificante. (Apéndice III-2). Estructura de la producción. Por estructura de la producción entiendo la clasificación de las sociedades por cantidades producidas. Este estudio es posible ha cerlo respecto a Asturias, donde las «Estadística(s) Minera(s)», proporcionan los datos necesarios. No así en otras cuencas, donde he completado los datos necesarios con los que proporcionan re vistas de la época. (Ver Apéndices III-3 y 4). Básicamente, se hacen tres grupos: la «gran producción o pro ductores de más de 50.000 toneladas, la «mediana producción», 483 «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» .- 21 GRAFICO III-l PROHUGGIOH de HULIA 1844 „ 1890 (en miles de toneladas). F .- Apéndice I H - 1 484 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA entre 10.000 y 50.000, y, la «pequeña producción» por debajo de las 10.000 toneladas anuales. Aparte, hay que considerar la pro ducción de las explotaciones irregulares o de «paisanos». Respecto a la gran producción en Asturias, hasta 1886 en que la «Unión Hullera y Metalúrgica Española» y la «Hullera Española» empiezan a hacerle la competencia, sólo existe un gran productor: la «Fábrica de Mieres». Desde 1886-87 el grupo de la gran produc ción aumenta espectacularmente: pasa a suponer cerca del 50% de la producción total de Asturias (Ver Cuadro III-2), proporción que en el futuro no hará más que crecer. Este incremento de la gran producción se hizo a costa de la mediana producción (Gráfi co III-2). En cuanto a la mediana producción asturiana, el grupo oscila entre 6-7 empresas de 1863 a 1883, representando una media del 35% de la producción total. Con la constitución de la «Hullera Es pañola» este porcentaje aumenta al 59%, pero al pasar ésta a la «gran producción», crearse la «Unión Hullera y Metalúrgica de As turias» (fruto de la fusión de varias empresas medianas), y ser ab sorbida la «Cía. de Minas y Fundiciones de Santander y Quirós» por la «Fábrica de Mieres» en 1887, este porcentaje disminiíye al 36% y aún más. La pequeña producción se caracteriza por dos hechos: una pro ducción constante a lo largo del período, y, con ello, la disminución del porcentaje de la misma sobre el total asturiano. Este tipo de producción atribuye sus dificultades al poco consumo local (15). Fuera de esta clasificación está la producción esporádica o de «paisanos», que sólo se explota cuando hay demanda, y se abando na cuando es preciso hacer un desembolso excesivo o se presenta estéril el criadero. Por esta razón, «producen por la multitud de tales trabajos, gran cantidad de carbón, especialmente en verano, y a precio mucho más moderado que las empresas regulares y cons tantes (16). (15) “Información sobre el derecho diferencial de bandera”. T. III, p. 11. (16) A l v a r ez B u y l l a . “Consideraciones prácticas sobre la minería carbo nera de Asturias”. 1861, p. 28. CIZIDRO XXX_2 j HULLA. POS GRDPOS Eff ?oaado da C. C hiiotajjiaret "Production ot p ro d u c te u rs de houille n sturions 18S1-191V ,Kolor.[;os da la C asa de Vclasqucz ,5. IX p. 605-S51. Su ruttate es la E a to d ic tio a ¡'in o ra DISXZ lBVvIOIî DZ U* P?.ODüCCIOü AijTUKIAIÏA ISOIÜCCICÎÎ 1SÓ5-1890 (en to n e lo d a s) GHAFICO XXI 2 DISTRIBUCION D2 IA PRODUCCION k Z ’2 Z BIÀXA K)2 GRUPOS IE PHCOXCIOM (en miles de"toneladas) «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 485 486 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA CAPITULO IV TRANSPORTE Y DEMANDA DE CARBON Los cambios tecnológicos: el ferrocarril. Si clasificamos la tecnología del carbón en laboreo de minas, transformación del carbón y transportes, sólo en este último as pecto hubo un cambio significativo: la introducción del ferrocarril. A esta conclusión se llega del análisis comparativo de las monogra fías sobre laboreo de minas, publicadas en las fechas extremas del período (17). De las mismas se colige la escasísima introduc ción de maquinaria justificando su poco éxito en base a su mayor coste (18). Examinando la distribución del coste de la explotación se concluye lo mismo: la importancia básica de la mano de obra (19). El precio a boca-mina es el resultado directo de los costes de explotación. Su evolución, durante 1863-1890, en las diversas cuen cas de hulla, viene recogido en Cuadro IV-1. De los mismos me in teresa resaltar, un carácter: la gran diferencia de costes de unas cuencas a otras, lo cual limitaba, a priori, el consumo de las menos competitivas al ámbito local. (17) E z q u e r r a d el B a y o . “Eleme'ntos de laboreo de minas”. Madrid, 1839; y M alo de M o l in a . “Laboreo de minas”, Cartagena, 1889, 2 tomos. (18) “Por estas razones de la unidad de roca arrancada o de la unidad de excavación abierta por medios mecánicos de fuerza inanimada, resulta más caro que la misma unidad arrancada o abierta por medios manuales. La rela ción entre uno y otro costo varía según es la dureza de la roca que se arran ca; e'n las poco duras, es C/c = 2/1, siendo C el costo de arranque por fuer zas inanimadas y c el costo de arranque a m ano; en las medianamente duras, C/c = 1,5/1; en las duras, C/c = 1/1, y sólo en las muy duras puede ser C/c = 1/1 + a”. M alo de M o l in a , obra cit., p. 195. (19) En Belmez en 1873 la mano de obra representaba 2,10 ptas. sobre un total de 6,25 ptas./Tm. (con una partida para amortización de 2,50 ptas./ Tm.); en Santa Ana de Asturias en 1885, 4,75 sobre 7,88 ptas./Tm.; en Palencia en 1875, 5,75 sobre 8,75 pts./metro lineal de excavación; y en Villanueva del Río en 1889, 5,15 ptas./sobre 13,60 ptas./Tm. (con una partida para amor tización de 3 ptas./Tm.). O r io l y V idal , “Carbones minerales de España, su importancia, producción, distribución y consumo”. Madrid, 1873, R. M. T. XXXIX, p. 380, R. M. T. XXXV, p. 91. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 487 GRAFICO IV-1 DISTRIBUCION DEL COSTE DE EXPLOTACION Belmez (Córdoba) Soc. Santa Ana (Asturias) M ano d e o b ra Patencia Villanueva del Río (Sevilla) 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878 1879 1880 1881 1882 1883 1884 1885 1886 1887/88 1888/89 1889/90 Año 16 15,60 15,20 10,8/17,10 14,30 17,50 17,50 16,50 13,50 13,60 16,50 16,50 16,50 13,50 11,50 10 10 13,70 13,70 13,70 13,70 13,70 13,70 9, 10,93 14,90 9 Córdoba 21,95 13,42 17,20 17,1/20,25 18,50 18,50 23,27 21,10 21,04 22 21 21 21 22,50/21 23,50/21/18 23,50/21/18 27,50 27,50 20,50 5 5 5 5 5 5 5 6erona 13,32 22,50 12,50 19,02 13,22 18,70 15,60/10 12,70 16,20 14,60/10 14,40/10 18,90 14,50 13,50/12,50 17,80 16,3/8/16 10,95/15 15 13/15 15 15 6,75/4,50 6 6,20 6,33 Patencia 12,22 12,22 12,22 12,15 12 11 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 10 6 6 6 León Sevilla C. Real 14,20 17,50 13,55 17,50 7,50 17,50 7,50 17,50 5,67 17,50 6,15 17,50 8 17,50 8 17,50 9 21,20 11,40 25 10 25 9,40 25 8 17,50 7 17,50 7 17,50 7 17,50 4 7 17,50 4 7 17,50 8 8 16,25 5,80 8 20 7,20 7 16,25 5 7 16,30 6,70 8 16,30 4,30 6,56 16,20 4 6,70 16,20 4 7,50 16,20 5 F.—Estadística Minera. Oviedo 488 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA CUADRO IV-1 PRECIO A BOCA MINA DE LA TONELADA DE HULLA 1863-1890 (en pías.) «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 489 Dentro del transporte intrapeninsular hay que distinguir el te rrestre del marítimo o comercio de cabotaje. Las principales difi cultades con que se encuentra este último son: la inadecuación para el mismo del puerto de Gijón —principal exportador—, el pequeño tonelaje de las embarcaciones y la falta de mercancías para el regreso, haciéndolo casi siempre en lastre, lo cual encare cía notablemente el transporte. Dos son los problemas que plan tea el puerto de Gijón: su escaso fondo, por lo que no podían pe netrar en las dársenas más qute buques de pequeño calado y poca cabida, y el espacio reducido para moverse en las operacio nes de atraque y desatraque. Como consecuencia, era necesa rio emplear buques con poca tara —de 50 a 300 toneladas— «sien do así que la industria carbonera no se puede hacer más que por buques de 1.400 a 1.200 toneladas» (20). La importancia de esta deficiencia —común a todos los puertos asturianos— plantea la necesidad de dar salida a los carbones del Principado por otro puerto, que se pretende sea el de El Musel (21). El pequeño tonelaje de las embarcaciones españolas, más por la incapacidad del puerto de Gijón que por la falta de barcos grandes en la flota mercante española, las ponía en situación de neta inferioridad frente al co mercio efectuado en buques extranjeros; por esta causa, «se puede adm itir sin exageración, que el gasto de un buque español, en igual caso, es, por lo menos, doble que el de un buque extranjero en las condiciones arriba indicadas» (22). Este coste excesivo del trans porte —en torno a un 50% del precio de venta en el puerto de des tino— se recoge en Ciiadro IV-2. (20) S a b a t e r , I g n a c io d e . “Ley para el consumo obligatorio de k s carbo nes españoles”. Madrid, 1878. p. 32. (21) O r io l y V id a l , R o m á n . “El puerto de El Musel es el voirtadero puer to de Asturias”. Oviedo, 1879. (22) “Información...” Obra cit. Carbones. T. III, p. 21 490 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA CUADRO IV-2 COSTE DE TRANSPORTE DESDE GIJON A DIVERSOS PUERTOS (reales/tonelada) Y PRECIO FINAL DE MERCADO Transporte Precio final % del total 81,50 Alicante Almería 80,75 Barcelona 107,90 Bilbao (abajo) 26 Cádiz 70,70 Cartagena 81,50 La Coruña 36,50 Lisboa 81,50 Málaga 81,50 Oporto 81,50 Santander 28,70 81,50 Sevilla Tarragona 92,35 Valencia 81,50 Bayona 52,45 Bilbao (arriba) 32,85 Comillas (Santander) 26 65,60 Adra 41,05 Villafranea (S. S.) 43,75 Rentería 72,55 Almuñécar 41,05 Vigo 154,06 153,31 180,46 98,56 143,26 154,06 109,06 154,06 154,06 154,06 105,26 154,06 164,91 154,06 125,01 105,41 98,56 138,16 113,61 116,31 145,11 113,61 52,90% 52,60% 59,79% 26,37% 49,35% 52,90% 33,46% 52,90% 52,90% 52,90% 27,26% 52,90% 5o, % 52,90% 41,95% 31,16% 26,37% 47,48% 36,13% 37,61% 49,99% 36,13% F.—«Información...». Obra cit. T. III. Carbones, pp. 23-27. El cambio tecnológico fundamental para el carbón será la in troducción del ferrocarril. Dentro de los ferrocarriles, el más im portante es el de Langreo. De un tercio a la mitad de la producción de hulla del Principado es transportada por este ferrocarril (23). (23) E n 1872 e s tr a n s p o r ta d a p o r f e r r o c a r r il u n a c a n tid a d e q u iv a le n te a l 80% d e la p ro d u c c ió n n a c io n a l d e c a rb ó n d e d ich o a ñ o . O h io l y V id a l , o b ra c it., p á g . 190. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 491 CUADRO IV-3 CARBON TRANSPORTADO POR EL FERROCARRIL DE LANGREO 1853-1882 Cantidad (miles de tons.) Año 1853 1855 1856 1857 1858 1859 1866 1867 1868 1869 1870 1871 14,29 56,73 66,60 79,15 90,81 88,91 110,93 137,33 136,44 145,03 144,68 160,32 Valor (Ptas) 207.627 236.456 286.230 326.337 337.781 419.855 476.826 447.432 525.813 489.783 504.382 Año Cantidad (miles de tons.) 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878 1879 1880 1881 1882 189,01 189,24 175,77 180,87 198,49 188,90 254,65 209,50 232,09 252,54 243,44 Valor (Ptas.) 601.024 601.682 550.251 564.672 F.—1867-82: años correspondientes de la E. M. 1853-75: Magaz.— «Memoria justi ficativa de las tarifas del ferroca rril de Langreo». Gijón, 1876. Aunque el ferrocarril provoca una disminución del precio de mercado del carbón, al posibilitar el transporte de grandes canti dades, única forma en que la industria carbonífera es rentable, es común a los productores de carbón quejarse del precio de las ta rifas de las compañías ferroviarias; en este sentido, los asturianos señalan como una de las causas principales del retraso de la indus tria hullera los precios del ferrocarril de Langreo (24). Dos cálculos divergentes se hicieron sobre el coste del transporte por el ferro carril de Langreo, el de la Diputación de Oviedo y el de la propia compañía (25). (24) “Información...”, obra cit. T. III. Carbones, págs. 11, ¿0, 31 y 32. (25) J. M a g a z . “Memoria justificativa...” Obra cit., pags. 25-27. 492 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA Tomando como precio medio a boca-mina el que se recoge, pa ra 1878 en Cuadro IV-1, el coste del transporte por el ferrocarril de Langreo encarecería el carbón y coque asturiano en un 78% y en 65% los menudos, según la Diputación, y en un 50% para los primeros y 42% para los segundos, según la compañía del ferroca rril de Langreo. En todo caso, ambos porcentajes, confirman la opinión de quienes atribuían al mismo, un papel importante en la falta de competitividad del carbón asturiano y en su postración. La demanda de carbón. El consumo total de carbón es resultado de la suma de im portación y producción nacional, hallándose recogido en Cuadro IV-4. CUADRO IV-4 CONSUMO DE CARBON MINERAL 1854-1886 (en miles de toneladas) 1854 1856 1857 1858 1859 1860 1861 1862 1863 1864 1865 1866 257,49 255 233,97 406,26 441,88 616,52 725,50 765,04 772,77 806,74 837,60 826,53 1867 1868 1869 1870 1871 1872 1873 1874 1875 1876 1877 1878 940,35 949,23 983,29 1.288,74 1.134,95 1.182 1.147,13 1.149,08 1.176,23 1.415,82 1.481,45 1.478,76 1879 1880 1881 1882 1883 1884 1885 1886 1.509,20 1.763,37 2.195,11 2.322,14 2.331,57 2.309,91 2.255,26 2.398,12 F.-—Apéndice II-l. N.—La importación comprende carbo nes minerales y coque. La produc ción nacional sólo hulla. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 4 93 Dentro de la demanda de carbón de las cuencas nacionales, hay que distinguir aquellas que no alcanzaron más que un consumo local o regional, de las que se abrieron un mercado nacional. En tre las primeras las cuencas catalanas representan un caso singu lar. Disponen de una fuerte demanda regional de carbón, por la cual la actividad investigadora puede decirse que fue febril, pero no alcanzaron el éxito esperado. La demanda de hulla de San Juan de las Abadesas (Gerona) también será exclusivamente local, has ta la construcción del ferrocarril San Juan de las Abadesas-Barcelona, que ampliará su mercado; al ser absorbida la compañía pro ductora (Fe. y Minas de San Juan de las Abadesas) por la Compañía del Fe. del Norte, ésta pasó a emplear la hulla en sus propias loco motoras. El consumo del carbón de la región palentino-leonesa, tendrá la peculiaridad de no circunscribirse al ámbito local, aún antes de la construcción de la red ferroviaria, pues, para llegar al centro se encontraba en situación privilegiada frente a la hulla asturiana, mucho peor comunicada. Sin embargo, la hulla llevada hasta Ma drid, no debió ser mucha, por los escasos medios disponibles (26). El ferrocarril, que ocasionó una expansión de la producción, tuvo, sin embargo, consecuencias negativas para la cuenca de Sabero (León), y para la de Palencia. Por una parte, la primera se hundiría cuando la línea del Norte estableció una tarifa de transporte espe cial para los carbones del Crédito Mobiliario, lo que arruinó toda la competencia (ver Apéndice III-l a partir de 1864) (27). También la cuenca de Palencia entró en crisis tras la penetración del ferro carril hasta la cuenca asturiana, lo que le abrió el mercado inte rior (ver Apéndice III-l 1887-90) (28). El carbón de Villanueva del Río (Sevilla), limitado al consumo local, pasó a abastecer en 1875 la Compañía Madrid-Zaragoza-Alicante, tras su absorción por la misma. La demanda de la hulla de Belmez, también de ámbito regional, se distribuía en 1883 entre la Compañía Minera y Metalúrgica del Horcajo, la fundición del Valsequillo, las minas y fundiciones de Linares y Córdoba, la Compa ñía de los Ferrocarriles Andaluces, y las fábricas de gas de Ciudad Real y Córdoba, que eran, por ese orden, sus principales compra dores (29). (26) (27) (28) (29) “Información...” Obra cit. T III. Carbones, p 82 Id., p. 82. R. M. 1887, p. 113. R. M. 1883, págs. 696-697. 494 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA La cuenca de Puertollano (Ciudad Real) se hallaba situada so bre la línea directa Badajo^Madrid. Sin embargo, hasta 1884, cuando se consiguió un precio a boca-mina de 5 pesetas, más bajo que el de años anteriores, no se extendió el mercado (30). No obs tante «la compañía del ferrocarril Ciudad Real-Badajoz, vendió toda la línea hasta Madrid, apenas terminada, a M. Z. A., la que, a diferencia de la primera, no tenía ningún interés en favorecer la cuenca de Puertollano, cuyo carbón tenía la posibilidad de domi nar en el mercado madrileño, posibilidad que mató la tarifa de 15 pesetas por transporte de una tonelada desde Puertollano a Ma drid» (31). En la demanda de carbón asturiano, pueden distinguirse dos etapas claramente diferenciadas: hasta el quinquenio 1856-60 casi toda la producción es exportada por los puertos del litoral: Avilés, Gijón, Villaviciosa (32); a partir de 1856-1860 el consumo local se rá mayoritario. La puesta en explotación del ferrocarril de Langreo y de los altos hornos de Mieres y La Felguera, marca la línea divisoria. El cambio de orientación es evidente: en 1856 todavía el 70,35% de la producción era exportada, mientras que en 1860, sólo lo será el 32,14%; desde entonces, esta proporción no dejará de dis minuir. Para el estudio del carbón consumido por los diversos secto res industriales he elaborado el Cuadro IV-5. (30) F. Q u ir ó s L in a r e s . “ L a minería en la Sierra Morena de Ciudad Real”. Universidad de Oviedo, 1970, p. 47. (31) Idem, p. 48. (32) “La explotación de este mineral es ya de alguna consi-leración, aun que consista mayormente en excavaciones irregulares y superficiales que los labradores de los concejos de Langreo, Siero, Llanera, Tudela y Mieres sue len hacer a temporadas, s e g ú n h a y a p e d id o s e n lo s p u e r to s d e G ijó n y V illa v i c i o s a ” (subrayado mío). A. M., T. I., p. 381. «LA INDUSTRIA CARBONIFERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX» 495 CUADRO IV-5 DISTRIBUCION POR INDUSTRIAS DEL CONSUMO NACIONAL DE CARBON (toneladas) 1862 Industria metalúrgica Ferrocarriles Industria catalana Industria gasista Navegación a vapor Varias 360.000 163.200(1) 150.000 100.000 100.000 76.800 1872 450.000 242.295(2) 132.465 100.000 125.140 199.337 1890-96 951.000 (1894) 604.700 (1890)(3) 240.000 (1896) 200.000 (1896) F.—1862: L. Aldana.—«Consideraciones generales sobre la industria hullera de España». Ma drid, 1863, p. 44. 1872: R. Oriol.—«Carbones...» obra cit. p. 208. 1894-96: «Exposición presentada al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros por el Comité Central de la Liga General de los intereses hulleros de España». Madrid, 1896. N.—1. Cantidad exagerada, pues está calculada sobre un consumo de 60 toneladas por Km. de línea ferroviaria. 2. Estimación (Ver Apéndice IV-5). 3. Id. El primer consumidor de carbón mineral será la industria me talúrgica, a pesar de que el carbón vegetal todavía en fecha avanza da como J897 no había sido totalmente desplazado (33). La demanda metalúrgica de carbón mineral recibe su mayor impulso a partir del decenio 1850-1860, debido al crecimiento de la industria meta lúrgica asturiana (en 1848 se enciende el horno alto de Mieres y en 1857 se constituye la sociedad Duro y Cía.). En este sentido, hay que señalar que el consumo metalúrgico del carbón mineral na cional corresponderá, fundamentalmente, a Asturias y Vizcaya; en las provincias mediterráneas, el combustible consumido, era casi (33) Sánchez R amos. “La economía siderúrgica española”. T. I, p. 230. 496 LAUREANO PELAEZ ALBENDEA exclusivamente extranjero (ver Apéndice IV-4), a pesar de la exis tencia de un constante comercio de cabotaje de carbón nacional entre los puertos asturianos y los mediterráneos (ver Apéndice IV-7). El segundo consumidor de carbón mineral fue el ferrocarril. En Apéndice IV-5 se hace una estimación de la demanda total del mis mo durante 1865-1890. La demanda del gas del alumbrado en 1872, se distribuía, fundamentalmente, entre Madrid, Barcelona, Valladolid y Burgos. Dentro del consumo efectuado por la navegación, el empleo de carbones nacionales en la Marina del Estado, tendrá su auge a partir de la Ley de 7-1-1879, que prescribía su uso obligatorio (34). (C o n tin u a r á e n n u e s tr o p r ó x im o n ú m e ro ) (34) “Desde la publicación de la presente Ley, en la Marina de Guerra, los Arsenales y las fábricas del Estado, así como en los establecimientos y ser vicios o contratos que de algún modo aquél subvencione o pague, se emplea rá precisamente el carbón procedente de minas nacionales, quedando prohibi da la aplicación de carbón procedente del extranjero; exceptuándose, por aho ra, el servicio de largas navegaciones de los buques de guerra, para el cual se harán los acopios con arreglo a lo que en cada caso determine el Gobierno”. (Art. 1.°). NAVIA REMOTA Y ACTUAL. DATOS Y REFERENCIAS PARA SU HISTORIA: LA EMIGRACION A LAS AMERICAS (1870-1970) POR JESUS MARTINEZ FERNANDEZ Poco quedaría del amplio repertorio bibliográfico de nuestra emigración si le restásemos los trabajos apologéticos, narrativos, anecdóticos o poéticos, y los historiográficos y socioeconómicos que abordan el tema desde ángulos muy generales y abstractos (1). Es difícil llegar al fondo del problema y a su evaluación cualitativa y cuantitativa en una zona determinada, por existir una lamentable carencia de información y una inexplicable ausecia de los más ele mentales registros de salida. Una aproximación a la realidad po dría obtenerse del estudio de los índices demográficos locales en concretos períodos de tiempo (2). Hay también un control oficial (1) Hay que reconocer la gran calidad literaria y el alto nivel científico de muchas publicaciones alusivas a la materia. Sería inútil empeño intentar una relación completa, tanto por su volúmen cuanto por correr el riesgo de cometer omisiones injustas. L. A. Martínez Cachero lo ha hecho concienzu damente en su “Bibliografía de la emigración asturiana” (BIDEA, Núm. 46, 1962), en el capítulo dedicado a la Emigración, de la G. E. A. (T.° 6, págs. 77-82), en su libro “La emigración asturiana a América” (C. P. A., Núm. 17, 1976) y en infinidad de artículos y monografías. Hemos extraído orientaciones y datos de interés del libro de Pérez de Castro “Huella y presencia de Astu rias en el Uruguay” (1961), de las reflexiones de Aramburu en su “Mono grafía de Asturias” (1899, pág. 451) y de “Tipos y bocetos de la emigración asturiana”, de E. González Velasco (1880). Entre los trabajos de exaltación nos hemos deleitado releyendo el de C. Cabal “De la argonáutica astur: pa- 498 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ en los Archivos Municipales de soldados prófugos que se fueron a ultramar; pero pese a su volumen en algunos momentos, sólo re flejan una cara de la realidad que ha sido muy valiosa, por lo de más, para completar nuestra información (3). Información a la que llegamos fundamentalmente recopilando por encuesta los datos pertinentes de las ocho parroquias que componen el concejo de Navia. Para ello seleccionamos uno o dos colaboradores en cada una, que fueron cumplimentando independientemente unas fichas con la filiación personal, años de nacimiento, emigración y retorno, país elegido, dedicaciones, y otros detalles de interés. Contrastan do ambas versiones y refundiéndolas en una sola, alfabetizamos todos los nombres indicando los lugares, pueblos y feligresías co rrespondientes. Limitamos el estudio a un período específico de cien años (des de 1870 hasta 1970) por diversas razones: una de ellas fué la de po der prescindir del actual municipio de Villayón, integrado en el de Navia hasta 1869, y que por complejas circunstancias (geográficas, humanas, etc.) hubiera hecho mucho más ardua, incluyéndolo, nuestra labor. Otra, la conveniencia de centrar la mirada en los úl timos treinta años del siglo pasado y primeros treinta del actual, que reflejan las mayores densidades migratorias locales de todos los tiempos. Y al concentrar las indagaciones sobre tres generaciolabras de apología” (BIDEA, Núm. 25, 1955) y los hermosos poemas de A. Camín cantando las hazañas y nostalgias de nuestros hombres. (2) J. M. F. “Demografía i’n fantíl del concejo de Navia”. (A. P. E. Núm. 163, 1956). (3) En las actas de los archivos municipales constan los nombres de los mozos emigrantes a las Américas y los de los menores de edad cuyos padres o representantes comunican a la autoridad la salida. Para las computaciones hemos tenido en cuenta solamente las relaciones en que se pu'ntualizan con claridad nombres, edades, fechas y puntos a donde fueron a residir. Hemos desestimado, en cambio, aquellas otras en que figura el “paradero ignorado” a la hora del llamamiento a filas, pese a ser importante su nivel en algunos casos que llega, como promedio, a 40-50 e'n los cinco primeros años del siglo. Y decidimos hacerlo así por no inspirarnos credibilidad los datos tras com probar que la cifra, al verificarla con rigor, quedaba reducida a una tercera parte tras eliminar a muchos que se habían muerto incluso en el primer año de la vida. En la evasión no sin riesgos de estos prófugos seguramente influ yeron los temores a los acontecimientos que se presentían en relación con Marruecos, y los que ya se estaban produciendo en países de HisDanoamérica, siendo elocuente su dirección rehuyendo las zonas beligerantes. No hay nin gún desertor para Cuba en los años 1898, 1899 y 1900. A partir de 1905 no se constatan ya prófugos y si acaso uno o dos en algún año, pero que parecen puramente casuales y esporádicos. NAVIA REMOTA Y ACTUAL 499 nes (hijos, padres, abuelos) pretendimos garantizar la fiabilidad de los cuestionarios y la veracidad de las conclusiones, tanto por el hallazgo fácil de testimonios escritos relativamente recientes, cuan to por las noticias fidedignas suministradas por la memoria próxi ma. Finalmente, la perspectiva analizada de un siglo pondrá en evi dencia las fluctuaciones numerarias en función del tiempo, los hiatos e inflexiones de la tendencia lineal inducidos por ciertos acontecimientos nacionales y extranjeros, y el cambio de signo en la dirección de la corriente humana, que se canaliza hacia Europa a partir de 1960, cayendo en las cotas más bajas de la historia ac tual el trasvase tradicional a los países hispanoamericanos (4). Toda la filosofía de la emigración se apoya en la concurrencia de tres órdenes de factores que la explican, definen y condicionan, imbricándose entre sí unas veces y actuando otras con absoluta y particular independencia. Se trata de las motivaciones que podría mos llamar históricas, de los imperativos de índole demográfico, y de los impulsos más o menos sensibles de carácter emocional. La memorable historia inició el camino en los albores del siglo XVI con la espada, la cruz y la toga en la gloriosa vanguardia de los adelantados. La espada ganando la tierra, la cruz sembrando en ella la fe, y la toga dirimiendo derechos y deberes de conquistado res y conquistados. La Epica glosó y eternizó las heroicas hazañas del guerrero; las Cartas y Relaciones testificaron los sacrificios de los santos varones; v las Crónicas y Códigos de justicia, la ecuani midad y prudencia de los legisladores. Gentes de Navia de nobles estirpes no fueron ajenas, como veremos más adelante, a esta pri mera fase de la aventura. El caso es que durante los siglos que si guieron no sólo no se amortiguaron los ecos de la singular epope ya, sino que se fueron agigantando hasta convertir a sus protago nistas en verdaderos mitos o en figuras inmarcesibles de leyenda. El ejemplo actuó como un estimulante poderoso incitando en los jóvenes admiradores el deseo de emular a los viejos admirados. Primero fueron los codiciosos buscadores de prebendas oficiales, (4) La emigración hacia Europa no fué muy sensible porque el bienestar que se respiraba en el municipio por los años sesehta, iba satisfaciendo ya todas las aspiraciones de las gentes. Tal vez su alcance fuera muy parejo con el de la emigración americana, que se seguía produciendo a escala muy re ducida. 500 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ de oro, de mitras o de tierras; luego, hombres de extracción más humilde que aspiraban a trocar con el trabajo digno la miseria co nocida por la fortuna desconocida, lográndolo muchas veces o ter minando sus biografías lejos de la patria con el doloroso epílogo de la indigencia y el corazón embargado por el desconsolador sen timiento del inesperado fracaso. La avalancha humana (propulsada por mimetismo, por afán de superación y por la noble ambición de crecer) fué ya una constante histórica que parecía haber marcado genéticamente a generaciones y generaciones de nativos. Y se llegó a antojar tan connatural la emigración, que se emigraba, como se respira, con la mayor natu ralidad. Las causas demográficas provocadoras de esta actitud tan ge neralizada fueron las socioeconómicas imperantes. La penuria del último cuarto del siglo XIX impuso la necesidad de perseguir me dios más seguros de subsistencia en otras latitudes (5). La estruc tura minifundista del campo, la difícil comercialización de los pro ductos agrícolas, la composición familiar de amplia base y las me didas cautelares practicadas consuetudinariamente para evitar la desmembración de los caseríos implicaron un notable éxodo que se prolongó durante los tres decenios del siglo siguiente por distintas concausas, sin repercutir en los índices generales de población. Las guerras coloniales provocaron un retorno masivo de emigrantes maduros con fortunas ya consolidadas. Su contribución a la pros peridad local creando negocios, colocaciones y servicios públicos, nunca será suficientemente reconocida. Sin embargo, cuando pa recían abrirse los cauces de las oportunidades, se produjo una tre menda evasión de adolescentes que nivelaron el aflujo, mantenién dose prácticamente constante el número de habitantes por no ha berse modificado aún sustancialmente los coeficientes de natalidad y mortalidad. La aclaración de las razones de este ciírioso equilibrio nos con duce a la valoración de los factores emocionales, con una responsa bilidad primordial en el fenómeno anteriormente apuntado. El «americano» que vuelve rico seduce irresistiblemente al jo ven que pretende serlo. Su capacidad de admiración se encandila ante la vida suntuosa, la leontina de oro, el prestigio del hacenda do, el automóvil aparatoso y la aureola del vencedor que partió de cero. Por otra parte, el abuelo, el padre o el tío han dejado tendi dos muchos trampolines que facilitarán el salto y la incrustación (5) J. M. F. BIDEA, Núm. 56, 1965. NAVI A REMOTA Y ACTUAL 501 social del recién llegado. La inestabilidad política nacional y la re cluta para las contiendas extrapeninsulares forzarán la marcha de los mozos mucho antes de haber alcanzado la edad del alistamiento. Al final de los años cincuenta volverán a conjugarse una cons telación de causas que harán variar radicalmente los modelos clá sicos de la inmigración y de la emigración. Las convulsiones y ten siones en los países centro y suramericanos de habla hispana, con la devaluación de sus divisas y la atonía comercial, paralizarán los regresos por el riesgo que supondría abandonar los patrimonios siquiera temporalmente, o por lo ruinoso que resultaría su liquida ción. Estas mismas razones, unidas a las de cercanía y a la mejor cotización de la mano de obra cualificada retribuida con monedas fuertes, dirigirán hacia Europa una pequeña oleada de trabajado res que concluirá al alcanzar la villa y el municipio un espectacular progreso en la década de los sesenta. Siempre habíamos valorado por lo grande el fenómeno emigra torio del municipio, concediéndole una importancia extraordinaria tanto social como demográfica y económica. Pero no conocimos su verdadero pulso hasta que nos acercamos a sus esencias y acce sorios con la luz por delante de los guarismos. Luego hablaremos de números. Ahora subrayemos las curiosas consecuencias que se obtienen marcando las casas de los lugares esparcidos por todos los distritos parroquiales, cuales son no quedar apenas alguna en el mapa concejil que no hubiese pagado a la emigración el tributo de una o varias personas jóvenes y esperanzadas que marchaban. La misma conclusión cruzando los censos de vecinos o prorratean do de una manera general y poco ortodoxa con el número de aque llos el total de los nombres alistados; decimos poco ortodoxa por existir caseríos con familias menos numerosas y haciendas más holgadas que ni siquiera planteaban el imperativo de los «brazos sin tierra», o por haber otros que, planteándolo, no podían allegar los fondos suficientes para sufragar los gastos de un pasaje. Al la do de éstos tenemos consignados algúnos que, en una verdadera san gría humana, vieron partir a diez, doce y hasta catorce de sus com ponentes, en el estrecho plazo de dos o tres años. Los hogares vacíos de bocas qúedaban llenos de pesadumbres v nostalgias. Se mitigaba ciertamente la situación económica fami liar, que se robustecería a no tardar con las inyecciones de las pri meras remesas del indiano destinadas a mejorar la casa, la cabaña 502 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ y las instalaciones ganaderas. Y esta actitud benefactora de todos imprimiría una transformación importante en la fisonomía gene ral del terruño en un plazo de tiempo no superior a los veinte años. Lo cual quiere decir que con todo lo negativa que pudiera resultar la expatriación desde el punto de vista afectivo (y lo que se deja hay que añorarlo desde lejos para sentir en lo más hondo la des garradora herida de la distancia) no lo fué tanto valorando los be neficios reportados a plazo largo por los expatriados. Tampoco fué funesta la incidencia del importante trasiego hu mano en las constantes demográficas, antes bien actuó reiterada mente como válvula de escape ejerciendo un apreciable efecto de equilibrio sobre los coeficientes generales de la población. Como luego detallaremos, las cifras de crecimiento vegetativo municipal han mantenido una tónica ascendente durante los años que estu diamos, sin alcanzar una saturación o densidad indeseable, justa mente por amortiguar la emigración los excesos que hubieran pro ducido la elevada natalidad (35/1.000 en el período 1900-1954) y la importante disminución de la mortalidad infantil (135 a 35/1.000 en el mismo tiempo) (6). Citando varió más tarde el juego de estos factores cayendo en vertical la emigración y bajando notablemen te la natalidad, la tendencia general se siguió sosteniendo porque la mortalidad infantil continuó disminuyendo y la inmigración in terior, atraída por el desarrollo, hizo el resto. Atraídas, pues, las gentes (es menester repetirlo y resaltarlo) por una prosperidad engendrada en buena parte por los mismos emigrantes, la emigración en el concejo de Navia se fué haciendo poco a poco desconocida e irreversible. Aquellas fortunas finise culares de los abuelos que les procuraron un vivir regalado sin im pedirles, además, generosidades y filantropías, sirvieron también para instruir y encumbrar a los hijos y para legar a los nietos, con el paso del tiempo, propiedades o empresas millonarias. Pocas personas habrá en la demarcación municipal qtfe no deban su po sición social y económica más o menos relevante al coraje y tesón de un rapaz imberbe, desgajado tempranamente del árbol fami liar, que cruzó solo el océano buscando ilusionadamente los sen deros de la independencia y de la riqueza; de un rapaz que fundó allende las fronteras un verdadero emporio industrial o comercial, quedando atrapado en una intrincada red de negocios, revitalizadores y forjadores de bienestar y trabajo en su segunda patria, (6) J. M. F. Ant. cit. 2. NAVIA REMOTA Y ACTUAL Así viajaban los primeros 503 504 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ en la que pudieron nacer y pueden vivir medio centenar de descen dientes, continuadores de sus obras, de su talante biológico y de un amor apasionado a la aldea, a Asturias y a España. Tras esta breve síntesis sobre el por qué del proceso emigrato rio, estudiaremos seguidamente el cómo, el cuanto, el cuando y el donde, que lo caracterizaron en nuestro ámbito jurisdiccional. Generalmente abría la marcha el hermano mayor, que reclama ba a los demás cuando comenzaba a sonreirle la fortuna; pero en otros casos más infrecuentes, emigraban a la vez tres o cuatro componentes de una familia numerosa; tenemos fichado el caso de una que, en el breve plazo de cinco años, vió partir a doce de sus miembros dejando en la casa a los padres maduros acompaña dos de una hija menor. En 1918 salió para Buenos Aires un m atri monio con ocho hijos, del que no se volvió a tener noticia. Era corriente el embarque de cuatro o cinco amigos de la misma pa rroquia o de pueblos distintos más o menos cercanos. Muchas so ciedades comerciales que iban a sonar, se concibieron y gestaron en la ilusionada confraternidad de la larga y penosa travesía. En la última treintena del siglo pasado se emigraba temprana mente constituyendo los 14-17 años la edad mayoritariamente re presentada. Contamos, empero, con tres ejemplos de 11 años, los más jóvenes de la relación (7). La lentitud de las comunicaciones actuando como efecto multi plicador de la distancia, configuraba unas posiciones individuales especiales en la planificación, al menos teórica, del presente y del porvenir. Sin conexión previa alguna que sirviera de plataforma de lanzamiento, era preciso trabajar abnegadamente en los lugares más humildes durante 20-25 años para poder dejar el empleo o liquidar un negocio monovalente y simple y regresar a la aldea con una fortuna de cién o doscientos mil duros (8), cuyos intere(7) Concretamente, en el año 1899 la edad media de 26 nombres oficial mente controlados (Arch. Mun. 1899), fué la de 14 años. (8) Estos capitales de 1880 supondría'n 63-126 millones, respectivamente, de pesetas actuales, habida cuenta de q