Enla es con la rítica cc
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Enla es con la rítica cc
Tecnología y educación: ¿un problema o una oportunidad? Un día con el hombre araña · Cecilia Bajour Nuevas formas de lectura que plantea la postmodernidad · Olalla Hernández Enla c es con la c rítica número El mar digital de clásicos o cómo el lector puede llegar a buen puerto · Nati Calvo La “consistencia” en materiales multimedia para niños y jóvenes · Estrella Sánchez Marcos 15 mayo-agosto, 2007 Tecnología y escuela · Pilar Cámara Rey Las nuevas tecnologías, promesa de un espacio idealmente democrático · Marcela Carranza Por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de los conocimientos adquiridos por una persona al inicio de su vida profesional, serán obsoletos al final de su carrera. Pierre Lévy RIF: J-00066330-0 Editorial 1 Día a día, de la casa al trabajo, entre la sala de espera del médico o haciendo la compra, pasamos revista por una variada oferta visual de objetos de última generación, para algunos, suculentas herramientas tecnológicas, para otros, simplemente un tabú. Y es que son más bien minoría, aquellas personas capaces de decodificar los códigos compuestos por fotografía, letras y números que describen a detalle las bondades de cada nuevo fetiche –entiéndase, celular con mp3, iPod o Game Cube, N64, SNES–, sólo unos pocos saben discernir las avanzadas funciones y disfrutar de las oportunidades que ofrecen estos artefactos de última generación. Este escenario tan cotidiano puede representar, sin embargo, un problema latente de mayores dimensiones cuando nos trasladamos al terreno de la educación, o más puntualmente, cuando nos aventuramos a recorrer los espacios de la tradicional escuela. Salones equipados de computadoras pretenden hacernos creer que ya ha entrado la tecnología, pero el asunto no es tan sencillo. Me refiero a temas que siguen debatiéndose y que parecen seguir situando al sistema educativo como la última trinchera encargada de preservar los valores morales de la sociedad. Este número de Enlaces con la crítica presenta el resultado del Curso Monográfico, Evaluación en formatos digitales, dictado en el Máster Internacional a distancia en Libros y Literatura para niños y jóvenes, 2006. Los ensayos La consistencia en materiales multimedia para niños y jóvenes de Estrella Sánchez Marcos, Tecnología y escuela de Pilar Cámara Rey y Las nuevas tecnologías, promesa de un espacio idealmente democrático de Marcela Carranza recogen un panorama de los cambios que pueden estar experimentando los sistemas educativos a raíz de la incorporación de las tecnologías de la información. La oportunidad de comparar la situación desde distintos ángulos nos ha revelado mayores coincidencias a lo largo de Latinoamérica y España y nos ha permitido establecer ciertas preguntas clave para motivar al cambio. Tendemos a creer, un poco por comodidad, que los sistemas de educación se irán transformando porque así lo va exigiendo la realidad, pero los inventos no son más que accesorios que pueden acabar prolongando viejas prácticas. El sistema jerárquico de educación, los temores del adulto frente a la tecnología, la rigidez de los objetivos y la creciente brecha entre los programas que se imparten y la realidad, no hacen sino aislar a niños y jóvenes, mientras en cada rincón de la escuela se crean nuevas formas de poder; ése que nace de la ignorancia, que buscará insistentemente, ya volatilizada la información, sus nuevos recodos de ejercicio y censura. El asunto apunta a –como lo sugiere Marcela Carranza en su ensayo– reflexionar, pero sobre todo comenzar <educación <tecno > logía> a dudar sobre esa relación que se establece demasiado fácilmente entre desarrollo tecnológico y democracia. Y es que parece más sencillo quedarnos a la espera soñando con una transformación ‘natural’ de esa antigua relación vertical y estática entre los saberes. Esta publicación extiende eso: ensayos y preguntas para comenzar a construir formas de abordaje a problemas urgentes. Paula Cadenas Profesora del Curso Monográfico Evaluación en formatos digitales Editorial 2 Nuevos medios, nuevas formas de creación A partir de la reflexión en torno a la influencia de las nuevas tecnologías en la educación actual, este curso monográfico sirvió para colocar sobre el tapete una serie de inquietudes concernientes al posible surgimiento de nuevos lectores enfrentados a nuevos discursos narrativos. Quizás los formatos digitales no signifiquen un verdadero atentado contra la lectura y la escritura, ni tampoco impliquen posibilidades ciertas de aniquilación para la literatura; en eso se equivocan las voces apocalípticas. Pero lo que sí es cierto es que parecen haber emergido nuevos discursos, nuevas maneras de aproximarse al texto, de crearlo, producirlo, transitarlo y consumirlo. El cibertexto ha ayudado a construir un nuevo lector que tiene mucho de jugador, un sujeto que no se limita al placer del observador, del fanático que critica desde la tribuna lo que ocurre en el campo de juego; sino que ahora es un jugador que se expone, que se arriesga, que toma decisiones a la hora de la lectura, hace clic, se desplaza físicamente. El lector-jugador está consciente de que en cada decisión escoge una sola opción entre las múltiples que le ofrece ese laberinto virtual de senderos bifurcados, y que al hacerlo está también desechando en cada clic múltiples opciones y futuribles. Es un apostador que decide, incluso con acciones físicas, a qué velocidad y por cuáles rieles transita el tren de su lectura. Estos asuntos inspiraron al grupo de investigadoras que presentamos en este número. J osé S antos U rriola Alumnas de nuestro curso P rofesor del que quisieron indagar en los territorios de las nuevas C urso M onográfico E valuación en formatos digitales narrativas y sus lectores: Las nuevas formas de lectura que plantea la postmodernidad por Olalla Hernández, El mar digital de clásicos o cómo el lector puede llegar a buen puerto de Nati Clavo y Un día con el hombre araña de Cecilia Bajour. En estos trabajos nos sumergimos en las reflexiones concernientes al universo de este nuevo lector que se comporta como un hombre araña, que teje redes, salta de un medio a otro, simultáneamente aprende a comportarse –según corresponda– a sus identidades reales y virtuales. Sí, un hombre araña que es capaz de manejarse con prestancia en el mundo real, pero que es también capaz de colocarse el traje que le otorgue su identidad virtual, de asumirse como mutante, lanzar hilos conectores, treparse con destreza sobre gygas de información digital, sobrevolar laberintos, entramar redes entre monumentos imposibles. Dejémosle, pues, tejer. Un día con el hombre araña Cecilia Bajour U n hombre araña es un nómada que va dejando huellas. En sus desplazamientos puede unir destinos que desacomodan cualquier idea de mapa estable. Cada detención de su urdimbre es un nudo en la telaraña. La viscosidad de su tela se adhiere a las superficies que se le brindan como puertos, unos más transitorios que otros. Los rumbos de cada trama que enhebra son una combinación entre su rabiosa libertad y las restricciones que ofrece cualquier geografía. En ese nomadismo, hay detenciones en altas cumbres y bajadas abruptas a pantanos inciertos, hay cruces con viejos monumentos y con arquitecturas recién inventadas. El hombre araña salta de lo arcaico a lo recién nacido sin solución de continuidad. ¿Estamos describiendo una travesía de un héroe del cómic o nos aproximamos en forma inquietante a ciertas formas de leer, sobre todo de algunos jóvenes actuales? Quizás el desacomodamiento al que invita esta analogía tenga su origen en la fuerza que siguen teniendo algunas escenas lectoras, sobre todo en el territorio escolar, aunque también otros territorios fuera de la escuela donde los jóvenes habitan. Escenas casi míticas, como la del solitario que se empecina con una novela. O escenas más habituales de lo deseado, en las que algunos en una clase rumian el recorrido predigerido de un análisis sin que sus voces sean invitadas a prestar a otros sus lecturas no oficiales. Las representaciones sobre la “verdadera” lectura en muchos casos quedan ancladas a lo que la tradición dicta. Una tradición que suele restringir la lectura a libros y desconfiar del aporte de otros soportes que suponen nuevos modos de leer. La escuela de hoy y los otros lugares por los que transitan los jóvenes se ven en la encrucijada de abrir con plasticidad renovada sus formas de pensar la cultura o seguir en un monólogo puertas adentro. Un camino posible y necesario es asomarse sin prejuicios a las peculiares maneras en que los jóvenes construyen y se apropian de la lectura y la escritura. Los mismos jóvenes que en ocasiones son considerados “no lectores” por las miradas del déficit, pueden sorprendernos si los seguimos confiadamente en su cotidianeidad. Es en esa vida no siempre bien mirada donde nos encontramos con un hombre araña. Un joven que pasa una buena parte de sus horas tejiendo redes de lo más personales y a la vez sociales frente al monitor de una PC que asoma con dificultad en la mesa en la que conviven desordenadamente apuntes, CDs rotulados con marcadores, boletos de tren usados, volantes de agrupaciones estudiantiles, revistas y uno que otro libro. Un arácnido que va materializando algunas de sus decisiones lectoras en los vínculos en donde trama su tela de araña. Así como el insecto silencioso, nuestro joven va dejando huellas de gestos lectores, de los lugares en donde se bifurcan sus senderos hacia rutas a veces conocidas, a veces insospechadas. Entramos curiosa y humildemente en uno de sus días. Días que toman la forma de noches. En las noches, otros arácnidos como él reinauguran su rutina cibernética. El salvapantallas de su máquina es una imagen del Big Bang: el caos inicial da lugar a su orden particular que empieza con el Messenger en el que destellan los contactos verdes, los amigos ciberespaciales que están en línea con sus nicknames larguísimos, en su mayoría fragmentos de letras de canciones. Mientras empiezan a sonar las entradas de los conectados, el hombre araña abre su explorador favorito, el Maxthon, que le permite visualizar a través de sus solapas las muchas páginas que en un rato comenzará a abrir mientras conversa con sus ciberamigos. Sus dedos se deslizan a toda velocidad por el teclado y unos raros pero eficaces diálogos aparecen en la pantalla del Messenger. Se trata, como dicen Anne-Marie Chartier y Jean Hébrard, de un híbrido entre oralidad y escritura, “con un abandono de las formas de escritura clásicas, que se intensifica aún más cuando se trata de intercambios en directo, por las limitaciones que impone el tiempo, que impide las vacilaciones, las modificaciones, la vuelta atrás”.1 Mientras la vista barre vertiginosamente los mensajes de los amigos, el lector arácnido va tramando la red de esa noche. Cliquea la versión digital de uno de los diarios nacionales más leídos. Siente cierta fascinación por las noticias que aparecen minuto tras minuto. Esta noche se queda paralizado por la noticia de la aparición de un llavero en el jardín del testigo clave del juicio a uno de los peores represores. Luego de declarar, el testigo desapareció en plena democracia hace casi dos meses (este joven lector sólo sabe de la dictadura argentina porque lo ha leído, porque se lo han contado). Un vínculo lo lleva a una nota donde profundiza sobre el mensaje mafioso que la aparición del manojo de llaves intenta imprimir en una sociedad que contempla cómo parte del aparato represor sigue impune. De allí, salta al sitio del que baja música, videoclips y películas, el E-Mule. Se alegra porque su video favorito de la banda de rock uruguaya por fin terminó de bajar. Esa banda que habla de la gente del pueblo, como ese hombre que desapareció después de su valiente alegato. Pega una ojeada fuera de la pantalla a uno de los volantes sobre su mesa que invitan a la próxima marcha de reclamo por su aparición con vida. Cree que va a ir. Cuando sus ojos vuelven a la pantalla decide abrir el sitio de “minijuegos”. Mientras juega habla por el Messenger con uno de sus amigos que también decide entrar allí. Abren un juego en el que un monigote animado se rebela contra el programa de animación: se llama Animator vs. Animation. Como muchos de los lectores de su generación ellos también están habituados a las propuestas metaficcionales en las que en forma lúdica las narraciones muestran el revés de la trama. En la TV, Los Simpsons a cada rato juegan con eso de revelar su carácter de artefacto. Pero este monigote que se pelea con los iconos y sortea diversas pantallas para salvarse del acoso del programa que lo somete está tan bien pensado… Por unos minutos, se quedan extasiados por esta invención sin palabras, parodia dinámica de aquello que a pesar de su relativa novedad damos por naturalizado: los programas, las utilidades de Windows, los iconos que ponemos en nuestros escritorios. Se lo comentan a los otros hombres arañas conectados que instantáneamente cliquean en el sitio y acceden al relato animado. La telaraña no es autosuficiente: se teje en una trama colectiva. Mientras escucha el tema del clip de la banda uruguaya recuerda que tiene que leer para la escuela “Continuidad de los parques” de Cortázar. Cuando lo pone en Google aparecen muchísimas páginas que lo incluyen. Lo baja de una de las primeras y lo lee después de ponerse como “ausente” en el Messenger para que no lo molesten por un rato. Siente que le pasa algo parecido a lo que le sucede al personaje. Se sumerge en el cuento del mismo modo en que el hombre del sillón verde se olvida de su mundo al entrar en la novela que lee. Nuestro joven lector lee en el monitor un cuento sobre alguien que lee en un sillón. Cuando el amante de la novela leída aparece 1 Chartier, Anne-Marie y Hébrard, Jean (2000). La lectura de un siglo a otro. Discursos sobre la lectura (1980-2000). Barcelona: Gedisa. 2 Barthes, Roland (2002). “Escribir la lectura” en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona: Paidós Comunicación. 3 Esa materialización de algunas de las actividades del lector se produce en tensión entre lo que la red le propone y lo que él decide hacer libremente. Toda lectura se dirime entre los límites de lo dado y la libertad del lector. 4 Chartier, Anne-Marie y Hébrard, Jean (2000). La lectura de un siglo a otro. Discursos sobre la lectura (1980-2000). Barcelona: Gedisa. 5 Barbero, Jesús Martín. “Jóvenes: comunicación e identidad” en Pensar Iberoamérica. Nº 0 [En línea]. Disponible en http://www.oei.es/ pensariberoamerica/numero0.htm 6 Barbero, Jesús Martín. “Jóvenes: comunicación e identidad” en Pensar Iberoamérica. Nº O [En línea]. Disponible en http://www.oei.es/ pensariberoamerica/numero0.htm en el mundo del lector, nuestro hombre araña sonríe. Le parece encontrar un parecido entre lo que pasa en este cuento y lo que sucede en Animator vs Animation. Cree que en los dos casos hay personajes que saltan de un mundo a otro, sólo que de manera diferente. Qué diría Cortázar de esa comparación extraña que se le ocurrió esta noche. Decide imprimir el cuento. Quizás consiga el libro. Dejamos al hombre araña debatiéndose entre el sueño y el deseo de seguir con su telaraña nocturna. Al día siguiente volverá a su otra vida a la que seguramente llevará retazos de la trama de sus noches. Los momentos compartidos con el hombre araña nos dejan pensando en que estos nuevos modos de leer y de escribir se enredan con las viejas lecturas y no las destierran. Las resignifican. Al hacerlo también barren con las representaciones de altas y bajas culturas que siempre terminan con la exclusión de textos y de lectores diversos. Los géneros propios del mundo digital dialogan con los que siguen formando parte de los cánones oficiales. Las lecturas fragmentarias y vertiginosas de la red van trazando rutas que parecen alejarse de las lecturas de largo aliento, sin embargo esos mismos lectores episódicos son los que luego se embarcan tirados en sus camas en el seguimiento fiel de sagas fantásticas de múltiples tomos. La trama de las telarañas lectoras se enhebra a través de las potencialidades del hipertexto. Además de plasmar por medio de vínculos algunas de las huellas de aquello que pasa por la mente de los lectores cuando leen, como “levantando la cabeza”, asociando con otras lecturas y otros saberes al decir de Barthes2, una de las consecuencias más interesantes de la lectura hipertextual es la de la generación de nuevas sociabilidades lectoras.3 De algún modo, como plantean Chartier y Hébrard “el vínculo informático pasa a ser una metáfora del vínculo social”.4 Para los adultos que deseamos y necesitamos entablar un diálogo con los modos en que los jóvenes arman sus identidades culturales y sociales en torno a las posibilidades del vínculo informático, un camino posible es valorar sin prejuicios su “camaleónica adaptación”, en palabras de Jesús M. Barbero. Este autor caracteriza a la generación actual como “formada por sujetos dotados de una “plasticidad neuronal” y elasticidad cultural que, aunque se asemeja a una “falta de forma”, es más bien apertura a muy diversas formas”.5 La elasticidad de estos hombres araña se expresa sin- gularmente en las nuevas tramas sociales que contribuyen a diseñar. La “reorganización profunda en los modelos de socialización”6 que implican estas nuevas formas de relacionarse invita a pensar cómo impactan en “la otra vida”, la que ocurre por fuera de la red. Esta complejización de la mirada se hace aún más indispensable en los países latinoamericanos en los que gran parte de los jóvenes (y no sólo ellos) están excluidos materialmente del acceso al mundo digital. Aquí juega un rol fundamental la escuela pública, a través de sus bibliotecas y centros informáticos como canal estratégico de transmisión y recepción de estos bienes culturales en alianza con los jóvenes de todas las comunidades, sobre todo de aquéllas que más sufren la exclusión cultural, económica y social. Dialogar con los modos en que los jóvenes reinventan los modos de leer y escribir y sumar efectivamente a los que todavía no tuvieron el derecho de hacerlo se convierte entonces, no sólo en un curioso descubrimiento si no en una responsabilidad. Cecilia Bajour Profesora en Letras (Universidad de Buenos Aires). Coordina el área de Capacitación sobre Bibliotecas Escolares organizada por la Escuela de Capacitación, CePA, dependiente del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Forma parte del Equipo de Coordinación del área de Lecturas y Escrituras de dicha institución. Se desempeña como Coordinadora Académica del Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil organizado también por CePA. Tiene a su cargo el Seminario de Literatura Infantil Contemporánea de la Licenciatura en Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de San Martín. Expone habitualmente en Jornadas, Seminarios y Congresos de la especialidad. Nuevas formas de lectura que plantea la postmodernidad A yer por la tarde, mientras leía en voz alta las Sonatinas de Rubén Darío a un grupo de niños, se olvidaron de que les tocaba ordenador. Algunos permanecían atentos y otros, aparentemente distraídos, miraban los libros cuando, de repente, al ocultar las ilustraciones para facilitar mi lectura, uno me dijo: “Enseña el libro, que quiero ver lo que pasa”. Al desaparecer los efectos hipnóticos del texto, todo volvió a la normalidad y evidentemente preguntaron: “¿Son ya las siete? Es que me toca ordenador”. Hoy en día, en el marco de una sociedad multicultural y multimedia, con el creciente auge de las nuevas tecnologías, la convivencia de distintos formatos lectores –lo que Marshall McLuhan denomina, metafóricamente, el ecosistema de medios– forma parte de la rutina en una biblioteca infantil. Los usuarios eligen entre libros, música, películas y ordenadores, donde pueden utilizar distintos tipos de CD-ROM y sitios web, desde didácticos hasta puramente lúdicos aunque, eso sí, basados en obras literarias. Como en cualquier convivencia, si no se respetan las normas siempre hay uno que sale perdiendo y, en este caso, es el libro impreso. Así, las tardes en la sala se convierten en inagotables persecuciones al bibliotecario con la intención de conocer la hora exacta, para saber si es su turno de ordenadores o si tienen que esperar a que la aguja grande llegue al 6 o al 12. Parece no existir nada más atractivo, y este hecho hace que nos preguntemos si realmente el ordenador elimina cualquier otra opción lectora o si su llegada ha supuesto, simplemente, un cambio en las formas de lectura. Es importante saberlo, porque sólo así, familia y mediadores podremos ayudar a la buena convivencia de diferentes formatos en este ecosistema de medios. O lalla Hernández La interacción que permite un libro es, en la mayoría de los casos, un proceso mental, como comenta Espen J. Aarseth en su artículo Cybertext: Perspectives on Ergodic Literature, en el que la acción, aparte del movimiento que requiere el paso de página y el de los ojos al leer, no tiene cabida. La lectura de determinados videojuegos o cibertextos ofrecen una narración no lineal, en la que el desarrollo de la historia depende de las incursiones del lector, y su participación en la construcción de significados se torna mucho más activa en un sentido físico. La hiperficción, tanto explorativa como constructiva, hiperficciones de un solo autor o de varios, respectivamente, nacen de la literatura tradicional impresa pero, gracias a su digitalización, la propuesta comunicativa ofrece al lector una mayor creatividad en su lectura y capacidad de acción. En el caso de las hiperficciones explorativas, el lector puede decidir el camino que quiere seguir para la resolución del conflicto que propone el relato, aunque dentro de una trama preestablecida, por lo que la creatividad y la interactividad lectora quedan sujetas a unos márgenes delimitados. En el caso de la hiperficción constructiva, las destrezas empleadas por el lector son distintas. En este supuesto, la ficción se va construyendo con los aportes de varios participantes y la necesidad de una coherencia narrativa involucra al lector en el proceso creativo. Lamentablemente la calidad literaria y estética de la mayoría de los cibertextos no es comparable a muchos de los libros que conforman el corpus de la literatura infantil y juvenil. Además, ejemplos como los álbumes de Anthony Browne o David Mckee, exigen una mayor atención e interactividad mental al proceso lector por la exposición de distintos niveles de lectura, las incursiones intertextuales y su carácter metaficcional. Esto, sin embargo, sí ocurre en algunos videojuegos, en los que arte, literatura, música y cine se conjugan a la perfección, además de requerir la participación mental y física del lector no sólo en la construcción de significados sino también en el propio proceso de creación del videojuego. Historias únicas, personalizadas y a gusto o capacidad del lector imperan hoy como preferencias lectoras. Fuera de la biblioteca, la oferta de recursos multimedia para el entretenimiento y el aprendizaje es mucho más amplia. CD-ROM, DVD, pizarras digitales y teléfonos móviles multifuncionales que acaparan el tiempo libre con sus últimas propuestas. Una de las nuevas experiencias que ofrece la telefonía móvil son las novelas SMS. La propuesta, nueva en España, ha encandilado a los asiáticos, en especial a japoneses y chinos, quienes disponen de decenas de sitios web que ofrecen libros en formato de mensaje de texto. La pantalla muestra palabras escritas con grandes caracteres, que van apareciendo y sucediéndose automáticamente y a un ritmo determinado, por lo que su lectura requiere un esfuerzo menor que el de un libro impreso. Las ventajas de este nuevo soporte lector de ficciones, según sus adeptos, son que se puede leer en cualquier momento del día en que se tenga un poco de tiempo libre, que no se necesitan las dos manos para sostenerlo, que incluyen fotos, música, video y además, de nuevo, fomenta la creatividad de los lectores, permitiendo que estos envíen sus sugerencias al autor, interviniendo directamente en la construcción de la historia según sus gustos. Estos son algunos ejemplos que demuestran, como comenta María Nikolajeva, el “carácter ecléctico de la posmodernidad”, en el que es posible la feliz convivencia de formatos lectores que surgen con nuevas propuestas en continuo proceso de construcción y exploración artística abierta a cualquier posible cambio, algo que, sin duda, enriquece la oferta para los lectores y no amenaza en absoluto con convertir el libro impreso en un cadáver exquisito. El resultado de esta búsqueda ha sido, según Teresa Colomer, “un aumento de la autoconciencia en el arte en general y en la literatura en particular, una exploración de los límites y posibilidades del arte a partir de la tradición que las conforma”. En el marco de esta sociedad posmoderna no podemos obviar la demanda del lector. Si observamos su actitud ante la lectura descubrimos que el libro impreso ha dejado de ser el único soporte lector para formar parte de una amplia gama de formatos con los que niños y jóvenes se sienten a gusto ya que, les proporcionan comodidad, sorpresa y una participación más activa en la construcción de significados coherentes de una obra llegando incluso involucrarse en el proceso creativo de escritura literaria. La posmodernidad trae consigo nuevas formas de lectura porque existen lectores que exigen hacerlo de forma distinta, pero también la literatura impresa propone narraciones posmodernas acordes con las nuevas exigencias lectoras. Se trata, como siempre, de que mediadores y familias promuevan la formación del lector literario con la selección de buenas lecturas, sean en el formato que sean, proporcionando a lectores novatos variedad de posibilidades que se ajusten a sus gustos e inquietudes. Sólo así la convivencia de distintos soportes lectores dentro de la sociedad será posible, sin que el uso de uno concreto vaya en detrimento del otro. La promoción de la lectura desde el afecto y el conocimiento de la existencia de nuevas inquietudes en el acto de leer, facilitarán la convivencia de distintos sistemas ficcionales en una misma sala de lectura. B ibliografía : • Abril Villalba, Manuel (2005). Lectura y Literatura Infantil y Juvenil. Málaga: Ediciones Aljibe. • Aarseth, Espen J. (1997). Cybertext. Perspectives on Ergodic Literature. Baltimore: The Johns Hopkins University Press. • Martos Nuñez, Eloy (2002) “¿Un futuro sin libros?” en Primeras noticias. Literatura Infantil y juvenil. Nº 187: pp. 7-18. Madrid. Olalla Hernández Licenciada en Filología Inglesa en la Universidad de Salamanca y estudiante de último ciclo de Filología Hispánica en la Universidad de Educación a Distancia. Cursa el segundo año del Máster de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabaja desde hace 4 años en el área de promoción de la lectura del Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y colabora habitualmente en la difusión de crítica de cómic y reflexiones sobre Literatura Infantil y Juvenil en la Revista Educación y Biblioteca. El mar de clásicos o cómo el lector puede llegar a buen puerto N ati Calvo C uando apareció la imprenta, en nuestro mundo occidental, una nueva figura comenzaba a intuirse: el lector. En ese momento, definir al lector era un intento de poner en palabras una secuencia de acciones en el tiempo: alguien abría un libro y página a página leía una serie de contenidos que posteriormente aplicaba y/o vinculaba simultáneamente a unos estados de ánimo, preguntas e inquietudes provocados en un momento específico por la lectura de aquello que aparecía en las páginas. Pergaminos o papeles nos conducen desde la ficción a interpretar mundos y a vivirlos a partir de nuestras capacidades y limitaciones. Si necesitamos ampliar los horizontes, textualizamos o intertextualizamos: un libro lleva a otro libro, a una película, a una obra de arte, etc. Esta capacidad, que podríamos llamar “interactividad invisible” –puesto que no hay link visible–, nos permite perdernos para encontrar más libertad a partir de un texto. Los clásicos en literatura se constituyeron como un paradigma universal de aquello que nos interpreta e interpela. George Steiner decía que un clásico “es una forma significante que nos lee. Nos lee a nosotros más de lo que nosotros lo leemos (escuchamos, percibimos) a él”1. Si bien, el libro ha sido el único soporte que ofrece la posibilidad de incorporar en nuestras vidas a este lector de nosotros mismos que, a su vez, tiene múltiples protagonistas, se trata de una lectura bidireccional, íntima o compartida pero nunca abiertamente propuesta. Desde el momento en que los nuevos formatos aparecen, ya algunos clásicos habían abierto camino hacia estructuras arbóreas de contenidos más o menos relacionados que apuntaban hacia lo infinito. Parece más bien, como si Italo Calvino se hubiera adelantado en el tiempo y al proponer que “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”2, el mundo digital intentara subsanar esta realidad ofreciéndonos múltiples laberintos, mejor o peor construidos, para los que se necesita el hilo de Ariadna, sin olvidar otro importante hilo: el propio argumento del clásico y nuestra interactividad invisible. La pregunta que se nos platea entonces es cómo podemos acercarnos con acierto y creatividad a los clásicos de la literatura desde el mar digital sin morir en el intento. La respuesta puede que nos remita más hacia el lector y no, como pudiera parecer, hacia el autor. Si Umberto Eco ya propugnaba que el hipertexto hace al lector más activo3, la condición indispensable para ofrecer lecturas digitales de clásicos con acertada calidad no es otra que intentar abrir la estructura de posibilidades del hipertexto a contenidos bien trabajados, actualizados y estables en el tiempo virtual. A partir de esta premisa, los productos multimedia relacionados con los clásicos literarios han de tender a proteger al lector defendiendo el ejercicio de su libertad sin perder su referencia inicial, la lectura de un clásico. Me explico: críticas, obras de refe- 1 Steiner, George (2000). Antífonas: la travesía de un mito universal por la historia de occidente. Barcelona: Gedisa. 2 Calvino, Italo (1994). “¿Por qué leer los clásicos?”en ¿Por qué leer los clásicos? (pp. 13-20). Barcelona: Tusquets. 3 Pajares, Susana. “Las posibilidades de la narrativa hipertextual”en Espéculo Nº 6 [En línea]. Disponible en http://www.ucm.es/info/especulo/ numero6/s_pajare.htm rencia de contenidos históricos o de pensamiento científico, político, etc., facsímiles y recursos multimedia han de conformarse como un abanico lo más abierto posible para poder invitar a navegar desde el clásico para volver al clásico. En la medida en que la estructura elaborada disperse al lector y deje de dotarle de instrumentos que amplíen su capacidad activa para definirse en relación o en contraste con el clásico (Calvino: 1994), sofocándolo con una acumulación de datos sin objetivo, estaremos perdiendo la batalla naval y el mar digital de clásicos no llevará a buen puerto, sino a muchos puertos a los que el lector amarró su nave sin ni siquiera saber cómo y por qué llegó hasta allí. Los clásicos de la literatura se mueven siempre entre dos ámbitos: los conceptos universales y las reflexiones personales e íntimas. El lector va recorriendo esa distancia en todo momento, mientras avanza en su lectura. Si le enfrentamos a una lectura digital, el periplo ha de proponerse al ritmo de ambos ámbitos. Penélope, en La Odisea de Homero, tejía y destejía una mortaja con una única finalidad: rechazar pretendientes, siendo fiel a una única intención. Yo creo que un clásico se debe adaptar al nuevo formato digital tejiendo contenidos que lo amplíe, para dar paso a destejerlos y hacer brillar el texto universal para que podamos leer su efecto en nosotros. Nati Calvo Diplomada en Trabajo Social y en Biblioteconomía y Documentación. Hace varios años comparte proyectos de promoción lectora en áreas infantiles de bibliotecas públicas de Barcelona y su provincia y en grupos de trabajo especializados. Actualmente es responsable del Servicio de Documentación de Literatura Infantil y Juvenil del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona. La “consistencia” en materiales multimedia para niños y jóvenes Estrella Sánchez M arcos E l exceso en la oferta de productos, imágenes y materiales es una característica de las sociedades actuales, en especial de las urbanas, desarrolladas y postindustriales. Aquellas sociedades campesinas, menos industrializadas, que si bien han recibido un impacto visual menor, hoy en día, participan también del fuerte nudo de interrelaciones en red que existe en todo el mundo. La rápida extensión y la fuerza de control que tienen los mass media, los aparatos de comunicación como pueden ser los teléfonos móviles o la presencia de las tecnologías avanzadas como Internet han dado lugar a que se hayan suprimido estadios en ese lógico proceso de desarrollo, de forma que existe la posibilidad de comunicarse con las zonas más aisladas del planeta. Y no sólo de comunicación estamos hablando, sino de acceder a toda una serie de recursos, espacios virtuales, herramientas de trabajo, ocio, formación e información que estos nuevos medios ofrecen como forma de relación cooperativa pero también individual. 10 Debemos pensar en los rápidos cambios que estos procesos están introduciendo. Es necesario que los profesionales, educadores, mediadores u observadores de tendencias realicemos una reflexión ágil pero profunda sobre esta profusión confusa y enrevesada de “encantamientos” y sobre la distancia inmensa que aún existe entre el usuario potencial de estos recursos tecnológicos y la realidad de su uso. Muchas han sido las diatribas sobre si la denominada “realidad virtual” con sus personajes y estrellas, es más real que la vida o que las personas de carne y hueso. Pensemos por ejemplo en la heroína Lara Croft como una de las representaciones de la euforia hacia la “cibercultura” frente a los escépticos o “disfóricos” que Jean Marie Schaeffer categoriza en ¿Por qué la ficción?1. Desde el punto de vista de esa universal eliminación de barreras, algunos autores como Pierre Lévy reconocen nuevos modelos de “inteligencia colectiva en las comunidades” que sustituirían a los tradicionales sistemas o personas ostentadoras o intérpretes del saber (como chamanes, curanderos, representantes religiosos o políticos). De esta forma, según Lévy, entraríamos mediante el ciberespacio, en una plena democratización o “destotalización” del conocimiento.2 Esos procesos producirían no sólo un cambio en el acceso a la información, sino en los nuevas demandas de formación y educación, tanto en los países más desarrollados como en aquéllos más pobres, así como nuevas formas de entender las relaciones individuales, colectivas, profesionales y laborales: Es cierto que la interconexión en tiempo real de todos con todos es la causa del desorden, pero también la condición que permite hallar soluciones prácticas a los problemas de orientación y aprendizaje en el universo del saber fluctuante. 1 Schaeffer, Jean M. ¿Por qué la ficción? [En línea]. Disponible en http://www.lenguadetrapo. com/00003-DE-pp.html 2 Lévy, Pierre (1999). “La cibercultura y la educación” en La Universidad en la sociedad de la información, Programa Columbus de la Unesco, Documentos Columbus sobre Gestión Universitaria [En línea]. Disponible en http://www.columbus-web.com/es/ partef/archpubl/Sociedad%20Inform acion%20texte.pdf 3 Lévy, Pierre (1999). “La cibercultura y la educación” en La Universidad en la sociedad de la información, Programa Columbus de la Unesco, Documentos Columbus sobre Gestión Universitaria [En línea]. Disponible en http://www.columbus-web.com/es/ partef/archpubl/Sociedad%20Inform acion%20texte.pdf La interconexión favorece los procesos de inteligencia colectiva en las comunidades virtuales y gracias a ellos el individuo se halla menos desvalido frente al caos informativo [...]. Un sector cada vez mayor de la población considera que el trabajo ya no es la ejecución repetitiva de una tarea prescrita, sino una actividad compleja en la que ocupa un lugar destacado la solución ingeniosa de problemas, la coordinación en el seno del equipo y la gestión de las relaciones humanas.3 Ante este planteamiento positivo frente a las posibilidades abiertas por las nuevas tecnologías, formatos, escenarios, espacios y ciberespacios, cabe pensar con cuidado si esa situación de gran distancia entre países pobres y ricos no va a verse incrementada por los nuevos sistemas de acceso al conocimiento, y si precisamente las élites económicas o sociales, las grandes compañías supranacionales van a utilizar sus modos de “control” de la información a través de las bases de datos privadas o restringidas a uso mediante pago. De este problema ya vienen advirtiendo las asociaciones internacionales de bibliotecarios, que sustentan en la democracia y la universalidad la función de la biblioteca pública actual pero que empiezan a apreciar los cambios cualitativos ante los nuevos entornos digitales y virtuales, las denominadas “cibertecas”, por no mencionar la gran brecha que el “analfabetismo informacional” puede abrir entre distintas culturas y entre distintas generaciones en una misma cultura y país.4 Niños y jóvenes en los nuevos espacios ciberculturales 4 Magán Wals, José A. (2004). “El concepto de biblioteca en la actualidad: bibliotecas reales frente a bibliotecas virtuales” en Tratado básico de biblioteconomía. Madrid: Complutense. 5 Calvino, Italo (1990). Seis propuestas para el próximo milenio. Madrid: Siruela. La “levedad”, “rapidez”, “exactitud”, “visibilidad” y “multiplicidad” son las cinco propuestas que Italo Calvino, en 1985, planteaba como definidoras del nuevo milenio, la sexta, que no llegó a escribir, era la consistencia.5 Cuando pensamos en los formatos digitales destinados a niños y jóvenes que conviven de manera creciente entre sus recursos y objetos cotidianos de ocio y aprendizaje, debemos tratar de deslindar si esa oferta es igualmente cualitativa, si es una ofrenda o una oportunidad comercial. El mercado de la edición del libro infantil se ha visto incrementado en los últimos años, por una cantidad ingente de títulos que presenta un gran abanico de temas, propuestas y materiales nuevos, muy cuidados en su aspecto exterior, pero que no siempre están concebidos para mejorar y aportar originalidad a los trabajos anteriores, sino más bien, responden, en un altísimo porcentaje, a un criterio mercantilista y activan la prensa de una “moderna imprenta económica” que debe producir peligrosamente. Ciertamente, volviendo a Calvino, a aquellas propuestas que en 1985, se consideraban altamente definidoras de los tiempos venideros y muy creativas desde el punto de vista literario y artístico, –además de que quitaban a la cultura ese peso de la tradición y le otorgaban un nuevo ritmo, una nueva visión y una multiplicidad de perspectivas–, creo que la última de estas propuestas, la que nunca llegó a escribir, podría ser la más aplicable a los materiales destinados a niños y jóvenes, ya sean librarios, electrónicos o digitales. La consistencia podría convertirse en un eje de cualquier análisis y valoración de estos formatos. La consistencia como una columna vertebral sin la cual, toda la posible retórica virtual, todo el desarrollo estético y técnico de cualquier interfaz sólo serviría para aumentar el ruido ambiente y no dejarnos escuchar la voz que llevamos dentro, esa voz que dialoga con nuestro mundo, con nuestra cultura, con nuestro imaginario y que nos permite conocer, descubrir, imaginar, crear, solos o en amable compañía. Estrella Sánchez Marcos Licenciada en Filología Hispánica por Universidad de Salamanca (España). Tiene publicados varios libros de poesía: Gacelas y bisontes, Junta de Castilla y León (1995), El gesto del arquero (2003) y obras colectivas: Hundir el hocico en las heridas (1995), Poeti Europei, Roma (1998). Poemas en “El signo del Gorrión” nº 17, Madrid, Trotta, 1999. Las palabras de paso. Poetas en Salamanca 19762001, Amarú eds., Salamanca, 2001. Ha colaborado en trabajos de edición y exposiciones. Desde 2005 se dedica a proyectos relacionados con Literatura Infantil y Juvenil, es alumna del Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes, UAB - Banco del Libro - Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 11 Tecnología y escuela Pilar Cámara Rey A lo largo de la historia los individuos hemos ido a la zaga de la tecnología. Los inventos que se descubrían y que servían para que avanzara el proceso de aprendizaje de entrada eran siempre puestos en entredicho, poco aceptados y según se iban generalizando y utilizando masivamente comenzaban a mirarse de otra manera. De la misma forma, está ocurriendo con el ciberespacio y todo lo que conlleva las Tecnologías de información y comunicación (TIC). Según Pierre Lévy estas nuevas tecnologías favorecen “nuevas formas de acceso a la información y nuevos estilos de razonamiento y conocimiento”.1 En estos tiempos, los cambios tecnológicos se producen a gran velocidad y el grupo social que más los utiliza habitualmente son los jóvenes y niños. Ya nacen con el chip de la tecnología incorporado. Por eso son los que rechazan en mayor o menor medida un aprendizaje tradicional basado únicamente en formatos tradicionales. A muchos no les sirve el método de la ficha y la memorización de textos. Ya no les sirven esos métodos, han quedado obsoletos. Ahora el profesor tiene que tener la capacidad de saber utilizar esa tecnología para incorporarla a la rutina de la clase. Como no todos los alumnos se interesan por los mismos contenidos, también tiene que aprovechar la base de conocimientos que tienen los niños y jóvenes para seguir avanzando en el aprendizaje sin olvidar lo que saben hacer como docentes que son: transmitir conocimientos. Pero quizás estos conocimientos se deben transmitir de una forma nueva que motive más a estas jóvenes generaciones. Hasta ahora los medios 12 tecnológicos que han precedido a Internet no han supuesto muchos cambios. “La televisión que podemos considerarla antecesora tecnológica de Internet por su trascendencia social y comunicativa tampoco supuso un cambio dentro del conjunto de herramientas y materiales para la educación, ni consiguió una gran implantación en los currículos como una herramienta educativa más”.2 El aprendizaje tiene que tender a ser más individualizado para dar a cada alumno lo que necesita y además, tiene que aprovechar los medios más modernos para llevarlo a cabo. Como lo señala Wim Veen, en sus estudios sobre la “generación zappiens”, la humanidad tiene 150 años conservando la misma estructura “Taylorista” centrada en el docente que da clases a sus estudiantes durante un par de horas dentro de un aula, y lo único que hemos hecho es actualizar los pensamientos, cambiar una que otra estrategia académica, pero en esencia la educación no ha cambiado mientras todo el resto de las actividades del hombre ha sufrido cambios drásticos, en la economía, por ejemplo, dejamos la era industrial y cambiamos al sector servicios y telecomunicaciones nuestro epicentro económico. Tenemos que ensayar y repensar en cuanto a cómo nos dirigiremos a nuestros niños y jóvenes de la contemporaneidad y con miras a lo que está por venir; pero insistir exactamente en lo que ya sabemos, sin desplazarnos de nuestra zona de seguridad, sería un error que nos divorciaría drásticamente de los universos y códigos de los llamados “homo zappiens”. 1 Lévy, Pierre (1999). “La cibercultura y la educación” en La Universidad en la sociedad de la información, Programa Columbus de la Unesco, Documentos Columbus sobre Gestión Universitaria [En línea]. Disponible en http://www. columbus-web.com/es/partef/archpubl/ Sociedad%20Informacion%20texte.pdf 2 Quero, Mercedes. “Panorámica: Contenidos educativos digitales en España” en Revista de tecnologías de la Información y Comunicación Educativas. Nº 6 [En línea]. Disponible en http://reddigital.cnice.mec.es/6/ Panoramica/panoramica.php#intro 3 Lévy, Pierre (1999). “La cibercultura y la educación” en La Universidad en la sociedad de la información, Programa Columbus de la Unesco, Documentos Columbus sobre Gestión Universitaria [En línea]. Disponible en http://www. columbus-web.com/es/partef/archpubl/ Sociedad%20Informacion%20texte.pdf 4 Quero, Mercedes. “Panorámica: Contenidos educativos digitales en España” en Revista de tecnologías de la Información y Comunicación Educativas. Nº 6 [En línea]. Disponible en http://reddigital.cnice.mec.es/6/ Panoramica/panoramica.php#intro Por estas razones hay que propiciar un cambio radical en los métodos de enseñanza y aprendizaje y cambiarlos por otros que estén más apoyados en las Nuevas Tecnologías. En estos momentos las TIC se van introduciendo poco a poco en las escuelas. No cabe duda que han de tener mucha más importancia, pero un primer objetivo que tendrá que alcanzarse es que los docentes aprendan a dominar estos nuevos medios y recursos. Así se conseguiría que se utilizasen éstas de forma más generalizada llegando a propiciar la creatividad entre los alumnos. Una de las consecuencias de la introducción de las nuevas tecnologías es que el aprendizaje en las escuelas tendrá que cambiar profundamente. Se tiene que tender a explicar el conocimiento de forma más práctica e interactiva. Según Pierre Lévy el papel del profesor está cambiando, actualmente tiene que fomentar el aprendizaje cooperativo. “No se trata de transferir enseñanzas clásicas en hipermedios interactivos […] sino crear nuevos modelos de adquisición de conocimientos.”3 El profesor no es siempre el que más sabe sino el que propicia que los alumnos se interesen por aprender nuevas cosas. Incluso algunos docentes tienen problemas a la hora de integrar las TIC en el aula: “los docentes tienen la impresión de que el alumno sabe más que ellos, generando una predisposición negativa […] Pero no se evalúa que el docente sea un experto en informática o en tecnología si no, la capacidad de utilizarla.”4 El profesor del siglo XXI, tiene muchos retos por delante, tendrá que estar continuamente formándose y su clase tendrá que trabajar de forma cooperativa e interactiva alumno-profesor. A partir de tecnologías como la televisión, DVD, CDROM, páginas web, correo electrónico, webcams, pantallas táctiles, chat, bases de datos, etc. se pueden realizar diversas actividades como aprender a crear sitios web, conocer cómo se hacen películas a partir de del material original completo o de fragmentos, o cómo utilizar los guiones que existen en la red. Con estas nuevas herramientas podemos incluso llegar a producir nuestros propios periódicos o revistas digitales. Todo ello utilizado no como forma de entretenimiento sino como forma de desarrollar la creatividad –entendida como la creación de algo nuevo– y aprehender el conocimiento, generará nuevas ideas, discusiones, debates que en buena lógica tendría que conseguir personas más activas, críticas y creativas, en definitiva potenciar otras habilidades que de otra forma no se llegarían a desarrollar. En estas actividades de creatividad e interactividad el alumno se convierte en autor que va poco a poco aumentando y construyendo su conocimiento, mientras que el profesor pasa a ser el que se encargará de organizar los equipos de trabajo, buscar temas para tratar, provocar interrogantes y ayudará finalmente a sistematizar todo el conocimiento tratado y conseguido. No podemos ser ingenuos y pensar que todo lo que aparece en formato nuevo es interesante y de calidad. La vasta información que está colgada en la red tiene distintos grados de calidad por ser un medio fácilmente accesible y “gratuito”. Lo importante ante esa abundancia de información que circula por la red es saber seleccionar lo que interesa, que tenga calidad y saber ser críticos con los contenidos que no digan nada. La enseñanza / aprendizaje en la escuela se realiza a través de muchos aspectos y uno de ellos es la tecnología que en un futuro más cercano tendrá una importancia más relevante que hasta ahora. Este medio provocará un cambio de estilo en la forma de enseñar. B ibliografía : • Integración del lenguaje y las tics en el aula de clase. Declaración de la Asociación Internacional de Lectura (IRA), diciembre 2001 [En línea]. Disponible en http://www.eduteka.org/DeclaracionIRA. php • Cassany, Daniel. Ideas para desarrollar los procesos de redacción [En línea]. Disponible en http://www.upf.edu/pdi/dtf/daniel_cassany /ideases.htm • Cassany, Daniel (2000). “De lo analógico a lo digital. El futuro de la enseñanza de la composición” en Lectura y Vida. Nº 2 [En línea]. 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Disponible en www.funredes.org/mistica/cas/emec/produccion/ memoria5/0282.html Pilar Cámara Rey Licenciada en Historia y Geografía con la especialidad de Historia del Arte. Trabajó como dependienta en una librería y actualmente es bibliotecaria. Dirige la Biblioteca municipal de Villanueva del Pardillo (Madrid) desde el año 1991. Actualmente está cursando el Máster de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Banco del Libro de Venezuela. 13 Las nuevas tecnologías como promesa de un espacio idealmente democrático para la lectura y el aprendizaje Marcela Carranza ¿Las nuevas tecnologías proporcionan, ellas mismas, un espacio democrático para la lectura y el aprendizaje? Tras hacernos preguntas en torno a las nuevas tecnologías y los lectores, las nuevas tecnologías y la educación; aparecen, a mi modo de ver, inquietudes acerca de nuevos conceptos como “la lectura”, “el aprendizaje” (particularmente el aprendizaje literario), “la escritura” y “el texto”. Así lo confirman teóricos de la literatura, como Roland Barthes y Mijaíl Bajtín, entre otros1. Me decidí entonces a releer algunos artículos de estos dos autores cuyos conceptos pueden sernos útiles para reflexionar en torno al lector de hipertextos, y el uso de las nuevas tecnologías en el aprendizaje. Comenzaré por Bajtín y su concepto de dialogismo. Para Bajtín2, la unidad mínima de la comunicación humana es el enunciado. Toda comprensión de un enunciado tiene un carácter de respuesta, y el oyente se convierte en hablante. Esta respuesta no tiene que ser inmediata, puede ser silenciosa, pero tarde o temprano lo escuchado y lo comprendido resurgirá en los discursos posteriores o en la conducta del oyente. Dado que el hablante mismo cuenta también con esa respuesta, toda producción textual está orientada hacia la respuesta de otro y la supone en su misma construcción: “La composición y sobre todo el estilo del enunciado dependen de un hecho concreto: a quién está destinado el enunciado, cómo el hablante (o el escritor) percibe y se imagina a sus destinatarios”. (Bajtín, 1997:258) Para Bajtín, toda obra (todo enunciado) es un eslabón en la cadena de la comunicación discursiva. Todo productor de texto es un “contestatario”. No existe un hablante adánico, primer hablante que “haya interrumpido por vez primera el eterno silencio del universo” (Bajtín, 1997: 258). Quien produce un texto, no sólo presupone y utiliza el sistema de la lengua, 14 sino que se vale de la presencia de enunciados anteriores, suyos y ajenos. De allí que cada enunciado establezca toda clase de relaciones con otros enunciados: “Al elegir palabras en el proceso de estructuración de un enunciado, muy pocas veces las tomamos del sistema de la lengua en su forma neutra, de diccionario. Las solemos tomar de otros enunciados” (Bajtìn, 1997: 277) Cualquier experiencia de producción discursiva, según Bajtín, está plagada de palabras ajenas. De allí que la noción de “Autor” ligada a la idea de “Creador” (“ex nihilo”) se derrumbe dentro de su pensamiento. El objeto de un discurso no llega por primera vez al hablante, ni él lo aborda por primera vez; todo objeto ya ha sido hablado, discutido, valorado de las más diversas formas; en el objeto mismo de un enunciado convergen y se bifurcan diversos puntos de vista, tendencias, horizontes ideológicos. Dentro de la propuesta bajtiniana, la novela polifónica que fundó Dostoievski, es aquélla en la que coexisten e interactúan las conciencias (ideas) en un grado de igualdad. Bajtín aclara explícitamente: … el dialogismo esencial de Dostoievski no se agota en absoluto por los diálogos externamente expresados que sostienen sus héroes. La novela polifónica es enteramente dialógica [...] Es que las relaciones dialógicas representan un fenómeno mucho más extenso que las relaciones entre las réplicas de un diálogo estructuralmente expresado, son un fenómeno casi universal que penetra todo el discurso humano y todos los nexos y manifestaciones de la vida humana, en general, todo aquello que posee sentido y significado. (Bajtín, 1993: 65) Estas últimas afirmaciones pueden resultarnos útiles para esclarecer algunos puntos en relación a las nuevas tecnologías y la educación. En primer lugar la 1 Me refiero particularmente a: Orozco Vera, María Jesús (2006). “Literatura y desarrollo tecnológico: un encuentro significativo” en Mundo Posible Literatura y Comunicación. Enseñanza. Nº 2 [En línea]. Disponible en: www.hum550.net/revista 2 Bajtín, Mijaíl M. (1997). “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI Editores. 3 Pinto, Raffaele, “Crítica literaria y construcción del sujeto. Dos modelos de autoanálisis: Sigmund Freud” en Psicopatología de la vida cotidiana y Calvino, Italo. Seis propuestas para el próximo milenio. Citado por Borràs Castanyer, Laura (2002) en Deseo, construcción y personaje. Madrid: SGAE. existencia de numerosos hablantes ya sea en la producción de un texto colectivo, o bien en espacios como foros, o grupos de discusión (presenciales o a través de Internet) no garantiza la polifonía de voces, en el sentido dialógico de Bajtín. Así como en la novela monológica numerosos personajes pueden dar sus opiniones, pero éstas se uniforman en una única línea de sentido predeterminada por el autor, así también en un foro o grupo de discusión las personas que hablan/escriben pueden ser numerosas y no por ello representar la coexistencia de horizontes ideológicos disímiles, sino un único modo de representación de la realidad y de sí mismos. Esta “alineación” en un único sentido, en una novela monológica está a cargo de la conciencia autoral, en un foro o grupo de discusión podemos imaginarla (en algunos casos) a cargo de quien coordina el grupo o del profesor si se trata de una situación de enseñanza. Sin embargo, como ya vimos, si bien existen obras en las que el dialogismo resulta constitutivo –a las que Bajtín llama polifónicas– éste es inherente a toda producción discursiva y de pensamiento. Es decir, el dialogismo es inevitable, no existe “autor” para el uso de la palabra humana. En este sentido, podemos remitirnos a Barthes y su declaración de “muerte del Autor”. El autor, nos dice Barthes, es una creación del individualismo, de la Modernidad incluso del capitalismo. El peligro de la figura del autor consiste en colocar el centro del sentido “tiránicamente” en él. Este apego al autor, supone la búsqueda de un único sentido (el mensaje del Autor-Dios), y la negación del texto como “un espacio de múltiples dimensiones en el que se concuerdan y se contrastan diversas escrituras, ninguna de las cuales es la original: el texto es un tejido de citas provenientes de los mil focos de la cultura”. (Barthes, 2002: 69) En un sentido muy cercano al dialogismo bajtiniano, para Barthes el escritor tan sólo se limita a “mezclar las escrituras anteriores”. El escritor extrae su escritura de una especie de “inmenso diccionario” ya compuesto, “en el que las palabras no pueden explicarse sino a través de otras palabras” (Barthes, 2002: 69) El gesto de Barthes, y lo es también el de Bajtín (sin que éste llegue a decretar la muerte del Autor) es el de desacralizar esa figura omnipotente, omnipresente del autor a la cual la cultura adjudicaba tradicionalmente la propiedad del sentido del texto, de modo tal que en él radicaría el sentido último, en él se cerraría la lectura. El autor está considerado como eterno propietario de su obra, y nosotros, los lectores, como simples usufructuadotes: esta economía implica evidente- mente un tema de autoridad: el autor, según se piensa, tiene derechos sobre el lector, lo obliga a captar un determinado sentido de la obra, y este sentido, naturalmente, es el bueno, el verdadero: de ahí procede una moral crítica del recto sentido (y de su correspondiente pecado, el “contrasentido”): lo que se trata de establecer es siempre lo que el autor ha querido decir, y en ningún caso lo que el lector entiende. (Barthes, 2002: 36) De quitar la propiedad del sentido al autor sólo hay un paso hacia quitarle la propiedad del sentido (de la verdad última y conclusiva) al profesor o cualquier otro mediador (autoridad) de la lectura en la situación de enseñanza/aprendizaje (en particular de textos literarios). Podemos traducir la pregunta inicial del artículo respecto a la construcción de un espacio democrático en la situación de enseñanza/aprendizaje en términos de dialogismo: es decir, de la posibilidad de coexistencia, diálogo, confrontación y lucha de ideas disímiles; o dicho de otro modo, como un texto/lectura en el que confluyen multiplicidad de sentidos, sin una búsqueda conclusiva de la verdad única dada por una autoridad como “el profesor”, “el texto”, o “el autor”. A esto le sumaríamos el preguntarnos por aquello que las nuevas tecnologías pueden aportar en este sentido. ¿Se trata tan sólo de nuevos soportes de información, o su presencia implica alguna transformación o plus en las condiciones de la comunicación discursiva, y en particular en la relación de enseñanza aprendizaje? ¿Aportan los nuevos medios posibilidades en torno a una mayor libertad en la interacción (en la producción de sentidos) entre docentes, alumnos y textos? La concepción de un texto que nos aporta Barthes, como tejido de escrituras sin que ninguna de ellas sea la original o principal, parece conducirnos con felicidad a la idea del hipertexto digital. Si bien es cierto que las posibilidades que la web ofrece al lector, lo convierten en un navegante en búsqueda de sentidos, esto no es algo exclusivo de Internet. La búsqueda de redes de sentido (el diálogo) entre los textos es, como lo señala Bajtín y también Barthes, inherente a la producción/recepción de los enunciados. Es además el modo en el que funciona el pensamiento humano y la cultura. Las nuevas tecnologías producen una explosión en la difusión de la palabra escrita, pero no por ello el lector necesariamente se ha de relacionar con la cultura conservada en la web “de manera radicalmente autónoma”, como afirma Raffaele Pinto3: La libre navegación, como lector y como escritor, por el corpus indefinido del saber escrito (la Red) 15 hace que el usuario de Internet se relacione con este saber a través de interrogaciones sucesivas que van diseñando recorridos sumamente aleatorios, cuyo único principio orientador parece ser el impulso azaroso de la curiosidad y el deseo. La interacción cultural del individuo con la sociedad deja de ser, así, el producto previsible de condicionamientos externos a esta relación (económicos, religiosos, ideológicos, etc.), y se convierte en el efecto impredecible de esta misma relación interactiva con la Red, que tiene en la palabra escrita electrónicamente su condición de posibilidad. (Pinto, 2002) Este lector de Internet idealmente libre y deseante parece aislado con su máquina dentro de un mundo de textos digitalizados, como si ese mismo lector no estuviera en contacto continuo con otros textos (representaciones, ideas…) de la cultura fuera de la web. Y más aún, como si dentro del inmenso corpus textual de ésta no existieran también condicionamientos externos como los señalados por el autor. Es cierto que dentro de la web la oferta parece (sólo parece) infinita, abierta, inconmensurable, disímil, heteróclita… ¿pero no lo son también los textos impresos que circulan fuera de ella? ¿Está un lector imposibilitado de navegar aleatoriamente orientado por la curiosidad y el deseo por el mar de impresos que le ofrece la cultura? Existe, sin embargo, en el lector de hipertextos una diferencia respecto al lector de impresos: la de modificar su rumbo de lectura con sólo pulsar una tecla, la de “saltar” de un texto a otro, cambiar súbitamente su ruta de lectura hacia lugares previstos o insospechados, e incluso no deseados. Estas conexiones, estos enlaces ocurren materialmente, en el mundo físico de letras, imágenes en la pantalla, y conviven e interactúan, pero no se confunden, con las conexiones dialógicas establecidas entre los enunciados, inherentes a toda lectura, de las que nos habla Bajtín. Y volviendo a cuestiones relativas a la enseñanza y aprendizaje literario. ¿Por qué presuponer que la enseñanza (cuando no es por Internet) sea necesariamente lineal y deductiva4, y sólo mediante las nuevas tecnologías sea posible transformarla en abierta y relacional? La siguiente afirmación del profesor Pinto, citada por Castanyer, no tiene por qué ser aplicada sólo a un lector de Internet: “el sujeto acoge en su biblioteca ideal sólo lo que considera pertinente, en un momento dado, como estímulo o modelo para su propio proyecto vital”. La posibilidad de coexistencia, diálogo, confrontación y lucha de ideas; la construcción entre alumnos 16 y profesores de sus textos/lecturas independientes y relacionales; la confluencia de multiplicidad de sentidos, sin una búsqueda conclusiva de la verdad única dada por una autoridad es un ideal para la situación comunicativa del aula (virtual o presencial); para que las condiciones de su realización sean dadas se puede echar mano de todos los recursos disponibles que ofrece la cultura, entre ellos, un recurso tan lleno de posibilidades como las nuevas tecnologías, pero a mi parecer, estas en sí mismas no la garantizan. Pensar en las nuevas tecnologías, como la materialización (¿mágica?) del ideal de un espacio democrático para la lectura y el aprendizaje nos aproxima a la Ciencia Ficción, es decir, a un género ficcional en donde la tecnología suple a la magia para la realización de los deseos; pero no nos sirve para pensar conceptualmente (tal como lo hicieron Bajtín y Barthes) las condiciones que este ideal exige; para describir, analizar y problematizar los condicionamientos concretos que impiden su realización, para “inventariar” y “usufructuar” de la mejor manera posible aquellos instrumentos que nos facilita la cultura, como las nuevas tecnologías, que nos permitirían aproximarnos a él. B ibliografía : • Bajtín, Mijaíl M. (1997). “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI Editores. • Bajtín, Mijaíl M. (1993). “La novela polifónica de Dostoievski y su presentación en la crítica” en Problemas de la poética de Dostoievski. México: Fondo de Cultura Económica. • Barthes, Roland (2002). “Escribir la lectura” y “La muerte del autor” en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Barcelona: Paidós Comunicación. • Borrás Castanyer, Laura. “De la estética de la recepción a la estética de la interactividad. Notas para una hermenéutica de la lectura hipertextual” en Hermeneia [En línea]. Disponible en http://www. uoc.edu/in3/hermeneia/sala_de_lectura/estetica_interactividad.htm • Orozco Vera, María Jesús (2006). “Literatura y desarrollo tecnológico: un encuentro significativo” en Mundo Posible. Literatura y Comunicación. Enseñanza. Nº 2. [En línea]. Disponible en http:// www.hum550.net/revista Marcela Carranza Maestra y Licenciada en Letras. Como miembro de CEDILIJ (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil) formó parte del equipo Interdisciplinario de Evaluación y Selección de Libros. Ha publicado artículos en revistas especializadas en literatura infantil y en educación. Participó como expositora en congresos de la especialidad. Actualmente coordina talleres en el área de la literatura infantil y juvenil en la Escuela de capacitación docente de la Ciudad de Buenos Aires y es profesora tutora en el Postítulo de “Literatura Infantil y Juvenil” de la misma institución. Es colaboradora de “Imaginaria”, boletín electrónico quincenal de Literatura Infantil y Juvenil. 4 “Es necesario considerar con seriedad que el acto de enseñar en línea a partir de estos materiales académicos en soporte digital, supone desprenderse de los hábitos adquiridos y de transformar las técnicas comunicativas del discurso del saber. Las maneras de probar la «validez» de un análisis literario se encuentran, en este momento, profundamente modificadas desde que podemos desarrollar el discurso según una lógica que ya no es necesariamente lineal y deductiva, sino abierta y relacional.” (Borrás Castanyer, Laura, artículo citado en la bibliografía) Gerencia de Información, Documentación y Estudio Gerente Brenda Bellorín Jefa de la Unidad de Investigación Maité Dautant Edición Clementina Pifano Asistente Editorial Nathalie Jornales Diseño Ana C. Palmero Depósito Legal pp 200003CS203 ISSN 1317-3146 Banco del Libro © 2007 Avenida Luis Roche Altamira Sur Caracas Venezuela Teléfonos: 265 3990 / 267 3785 Fax: 266 3621 www.bancodellibro.org.ve [email protected] 808.899.282 B213 Banco del Libro ENLACES CON LA CRÍTICA Gerencia de Información, Documentación y Estudio. – Caracas (Venezuela): Banco del Libro, Nº 15 (Mayo– Agosto 2007) 16 p., il., 28 cm, Original; Español. ISSN: 1317-3146 Descriptores: Literatura infantil-juvenil; Publicaciones periódicas; Promoción de lectura; Análisis literario; Tecnología; Educación; Formatos digitales.